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ESPACIOS PRODUCTIVOS PARA ESCRITORES EN EL SIGLO XXI
María Belén Riveiro
Instituto de Investigaciones Gino Germani (Facultad de
Ciencias Sociales – Universidad de Buenos Aires) –
Conicet
Argentina
Resumen
Varios investigadores estudiaros a las editoriales “independientes” en Buenos Aires y
fecharon su surgimiento a comienzos del siglo XXI. Cercanas a los movimientos sociales
que acompañaron la efervescencia social de la crisis de 2001, estas editoriales fueron
espacios que dieron lugar a la emergencia de diversos escritores. Nos interesa examinar
este sector tan productivo de la literatura desde la perspectiva de los escritores. Por eso,
partiremos de una revisión bibliográfica de estudios sobre editoriales en Argentina para
analizar el lugar de aquellas editoriales. Pasaremos a describir las trayectorias de
publicación de diversos escritores. Esto se realizará con las fuentes del registro ISBN de
Argentina. Proponemos comprender los modos de ingreso al mercado editorial.
Vislumbraremos la existencia de trayectorias inversas entre escritores prestigiosos y
aquellos que eran nóveles en el siglo XXI a la vez que la confluencia de ellos en estas
editoriales “independientes”. Complejizaremos la práctica de la publicación como una
apuesta por participar de ciertos espacios.
Palabras clave: Editoriales “independientes” – Escritores emergentes – Literatura argentina
– “Nueva Narrativa Argentina” (NNA) – Trayectoria editorial
Introducción
El crítico literario y escritor Daniel Link (2003) plantea que las novelas Las nubes de Juan
José Saer y Plata quemada de Ricardo Piglia “clausuran la literatura argentina del siglo XX
en el sentido que clausuran un modo de entender la literatura, un modo de escribirla y, sobre
todo, un modo de acceder a ella (es decir: un modo de circulación)” (p.325). La novela de
Piglia había ganado el Premio Planeta en medio de denuncias en los medios de
comunicación. Se argumentaba que el escritor ya había firmado un contrato con la editorial
que otorgaba el premio y que el libro iba a publicarse. Por eso la premiación se explicaba
como una operación de prensa en la que cabe dejar al margen al escritor. Así, el cierre de la
literatura argentina del siglo XX se vislumbra en el modo en que la producción literaria se
vincula con el mercado. En relación con ello, Link encuentra diversas maneras en que los
escritores se insertan en esas lógicas. En el caso de Saer y Piglia, explica que estos autores
“tropiezan” con la lógica del mercado y en ese movimiento “vienen a coronar y clausurar
obras monumentales, vienen a ‘repetir’ en un registro más legible, más fluido, más masivo,
aquello que constituía sus antiguos esplendores” (2003, p.332). También menciona a Tomás
Eloy Martínez como ejemplo del escritor que “cae en los brazos” del mercado. Por último,
toma a Aira como quien se lleva por delante dicha lógica.
Nuestra pregunta se centra justamente en el modo de inserción en el mercado editorial de
un conjunto de escritores que comenzaron a publicar su obra en la primera década del siglo
XXI en Argentina, específicamente en Buenos Aires. Por ello partiremos de la década de los
años 90 cuando se registran importantes modificaciones en el mercado editorial argentino
en consonancia con la consolidación del modelo neoliberal en el país. Tras la crisis
económica y social de 2001 emergieron nuevos espacios editoriales. En este contexto
apareció un conjunto de escritores que la crítica literaria Elsa Drucaroff (2011) conceptualiza
como generación. Estos escritores, argumenta Drucaroff, encontraron en las editoriales
“independientes” la posibilidad de publicar por primera vez o de seguir publicando su obra.
Más allá de la categoría de “nueva narrativa argentina” que propone la crítica, resulta
interesante el que indique que lo que caracteriza a estos escritores, más que una estética o
escritura (lo que analiza en detalle en su libro), son “(…) las actitudes ante el oficio, los
colegas, la difusión, el mercado” (2011, p.180).
En este artículo comenzaremos por realizar una revisión bibliográfica acerca de estudios
sobre el mercado editorial para reconstruir dicha escena y los cambios ocurridos en la
década de los años 90 y tras la crisis de 2001. De manera seguida describiremos dos
modelos de editoriales surgidas después de la crisis del 2001 que se autodefinen como
“independientes” o “autogestionadas” pero que presentan propuestas disímiles. Por último
describiremos las trayectorias de publicación de escritores que comenzaron a publicar en las
décadas de los ochenta, noventa y en la primera década del siglo XXI para analizar los
diversos modos en los que se insertan en las diferentes coyunturas del mercado editorial.
Seleccionaremos algunos casos relevantes según las décadas. La fuente para la
construcción de las trayectorias será el registro de la Agencia en Argentina de ISBN. Dado
que el registro parte del año 1982 no presentará mayores problemas para este estudio. De
todos modos, se consultarán otras fuentes, como los catálogos de editoriales.
Los fenómenos de concentración y extranjerización en la economía argentina en general y en el mercado editorial en particular
Desde la década de los 80 hasta la actualidad, la tendencia internacional en el sector
editorial fue la creciente concentración empresarial (Fernández Moya, 2011; Ruiz, 2005;
Szpilbarg, 2015). El proceso de fusión y adquisiciones ocurrió en Argentina a fines de la
década de los 901 en medio de un contexto favorable: “a) accesible importación de insumos,
gracias a la Ley de Convertibilidad; b) caída del salario; c) flexibilización laboral que facilita
la reducción de personal; d) renovación tecnológica en el campo de la edición que abarata
costos de material, de procesos y de personal” (De Diego, 2009, p.61). A ello se le puede
agregar la cuestión del recambio generacional presente en muchas de estas empresas que
poseían una estructura familiar (Fernández Moya, 2011, p.25).
Este proceso trajo aparejado diversas modificaciones. La estructura de las empresas mutó:
“compañías familiares no profesionalizadas, con un fuerte ‘motivo dinástico’” fueron
absorbidas por otras compañías para conformar “empresas no dinásticas con mayor
capacidad de adaptación a un entorno cada vez más agresivo y global” (Fernández Moya,
2011, p.25). Se dio una expansión tanto vertical como horizontal en los circuitos de
producción y en los de comercialización. Ello vino de la mano de la preeminencia del
discurso de la “racionalización” laboral y el marketing (Szpilbarg, 2015). Los criterios de
edición se unificaron relativamente, una de cuyas consecuencias fue la reducción de la
publicación de ficción, sobre todo la nacional y la de escritores nóveles (Ruiz, 2005). Las
consecuencias fueron la elección por tiradas reducidas, sucesivas reimpresiones,
segmentación de la producción y diversificación de la demanda. Otra de las modificaciones
es el lugar que ocupa el catálogo. La valoración de la novedad va en detrimento de la
conformación de un fondo editorial.
Sin embargo, algunas editoriales que pasaron a formar parte de grupos multinacionales
decidieron contratar a editores con una trayectoria prestigiosa en ese campo y que sí
apostaron por la creación de determinados catálogos de literatura de la región o nacional. A
la vez, en pos de ocupar posiciones prestigiosas se buscaba editar a escritores nacionales
consagrados, como Ricardo Piglia o Juan José Saer. Varios editores comentaron poseer
cierta independencia con respecto a las casas matrices. Es decir, se conservaron algunos
criterios de edición.
El esquema económico de los años noventa se vio trastocado por la crisis económica de
2001 tras la cual se abandonó el régimen de la convertibilidad. Durante dicha crisis, las
dimensiones sociales y políticas tuvieron un lugar protagónico (Cantamutto y Wainer, 2013).
Szpilbarg (2015) retoma los desarrollos de la socióloga Maristella Svampa acerca del tema.
Destaca la emergencia de valores como la autonomía, la democracia por consenso y la
construcción de colectivos y estructuras de organización flexible, de carácter local o barrial
que surgieron a partir de la experiencia asamblearia de contestación social ante la crisis.
1 Mencionamos algunos casos pertinentes dado que editan literatura: el Grupo Planeta fue el autor de la compras en Argentina de Espasa-Calpe en 1992, Emecé en 2000, Minotauro en 2001 y Paidós en 2002; y el grupo Bertelsmann adquirió el 60 % de la editorial Sudamericana en 1998 (en 1984 el grupo Planeta había comprado el 25% de la editorial argentina).
Este “ethos militante” se replica en una serie de colectivos culturales, que se vieron
potenciados a partir del 2001. En el campo editorial surgieron una serie de proyectos que se
autoidentificaron como editoriales “artesanales”, “autogestionadas”, “anti mercado” o
“militantes”. Éstas tienen un parentesco cercano con el “arte activista” nacido al calor de los
movimientos sociales; tal como queda plasmado en el caso de Eloísa Cartonera que se creó
como cooperativa de cartoneros. Los recitales de poesía, la autoedición, y las redes de
sociabilidad son algunas de las prácticas que los escritores de narrativa tradujeron de este
“ethos militante” para divulgar sus escritos ya comenzado el siglo XXI.
De 2004 a 2005 se registra una proliferación en la cantidad de editoriales. La gran mayoría
se trata de empresas pequeñas que ofrecen catálogos “boutique”, se insertan en una
economía de long tail, sus editores también son escritores, proponen una apuesta cultural
por encima del rendimiento económico, su público lector no es anónimo, y cuenta con
intermediarios que militan. Sin embargo, no conforman un ámbito homogéneo. Estas
editoriales pueden diferenciarse en dos categorías: las “microeditoriales” y las “editoriales
medianas y pequeñas de capital local” (Saferstein y Szpilbarg, 2014).
El primer modelo es el de las “microeditoriales (under)” cuya propuesta es la fabricación
artesanal de libros y que relega el carácter comercial de dicha actividad (Saferstein y
Szpilbarg, 2014). Entre otras se encuentran las siguientes editoriales: Eloísa Cartonera
(2003), Clase Turista (2005), Editorial Funesiana (2007). Apuestan por la subordinación de
la lógica imperante del mercado a la cultural2 y se fundan en redes de sociabilidad y en la
difusión de la cultura literaria (Botto, 2014; Vanoli y Saferstein, 2001). La cuestión de los
circuitos de distribución y venta de las obras se vuelve relevante3. Por un lado emergen
nuevos circuitos de distribución y de encuentro entre el lector y el escritor. Estos espacios se
caracterizan por ser autogestionados. Además la difusión por internet jugó un rol esencial.
Otro de los circuitos es el de las librerías “independientes” donde la sociabilidad es
importante. Sin embargo, estos espacios también poseen un perfil profesional y no
artesanal. En este circuito se inscriben las editoriales autoidentificadas como
“independientes” de gestión privada que conforman el segundo tipo de editoriales descripto
por Saferstein y Szpilbarg: “las editoriales medianas o pequeñas, de capital local, con
intenciones de profesionalizarse y convertirse en un negocio rentable sin abandonar la
importancia del criterio del “gusto” y una actitud de riesgo” (2014, p.476) 4. Si bien se
2 Esto las diferencia incluso del modelo de las editoriales de la “época de oro” (Emecé, Sudamericana, Losada). La razón reside en que, como plantean Vanoli y Saferstein (2001), el proyecto de las editoriales transnacionales profundizó el de las antes mencionadas. Además, su relación con la cultura literaria es la misma. En cambio, estas editoriales “artesanales” se inscriben en la tradición de aquellas como La Rosa Blindada en el sentido de la apuesta por la edición militante y la cultura alternativa3 En los años noventa, las transformaciones también se habían dado en un nuevo circuito de circulación como los shoppings y los supermercados y en una modificación en el rol de los libreros.4 Entre estas editoriales encontramos a Santiago Arcos Editor (2002); Interzona (2003, funcionamiento interrumpido entre 2008 pero retomado en 2010); Mansalva (2006); Entropía (2004); y Eterna Cadencia (2008). El sociólogo y escritor Hernán Vanoli (2009, pp.174-175) traza una distinción entre las “pequeñas editoriales” con un estilo empresarial y la búsqueda de la
apuesta a un catálogo de prestigio, se identifican con la figura de “empresarios culturales”.
Además, la organización y estructura laboral es similar a la de las grandes editoriales, más
allá de que el personal sea más reducido. En sus primeros años apostaron a la
conformación de un fondo editorial. Ello supuso la apuesta y apertura a la publicación de
escritores nóveles; aunque tras unos años de funcionamiento este proceso se haya detenido
(Szpilbarg, 2015).
Hemos descripto el universo de las editoriales de la primera década del siglo XXI.
Encontramos la presencia de editoriales que pertenecen a grupos transnacionales así como
también de editoriales pequeñas. Si bien presentan características diferentes, trabaron
relaciones entre ellas. La principal aparece en tanto las editoriales pequeñas y medianas
son aquellas encargadas de la renovación del panorama; soportan los riesgos de apostar a
escritores noveles. Escritores que tras esa primera aparición, toman las editoriales más
grandes que les presentan mejores condiciones laborales, como por ejemplo los adelantes
de la publicación. Pero también se da el camino contrario. Escritores ya consagrados optan
por las ediciones que no responden a las rotaciones veloces y en las que se dedica tiempo y
trabajo. Por ello, muchos de ellos publican es estas “pequeñas editoriales vocacionales”
(Vanoli, 2009, p.167).
Trayectorias editoriales
Hemos realizado un repaso por la bibliografía que describe las características y
modificaciones ocurridas en el mercado editorial desde la década de los noventa hasta
comienzos del siglo XXI. Estos estudios toman los informes y estadísticas de la Cámara
Argentina del Libro, de los Anuarios del Observatorio de Industrias Creativas de la Ciudad
de Buenos Aires (OIC), del Sistema de Información Cultural de la Argentina (SinCA), del
Centro Regional para el Fomento del libro en América Latina y el Caribe (CERLALC), de la
Fundación TYPA y del Centro de Estudios para la producción del Ministerio de Industria de
la Nación (CEP). Estos organismos producen datos que toman al libro meramente desde su
dimensión mercantil5. Además, en general los indicadores, y sobre todo los que respectan a
los primeros años del siglo XXI, no detallan la categoría de literatura nacional.
El objeto de estudio de nuestra tesis más general es un conjunto de escritores noveles de
narrativa. Los indicadores y trabajos que citamos no los abordan de manera específica. Por
ello pasaremos a indagar su inserción efectiva en el mercado editorial que hemos descripto
para poder explicar la hipótesis con la que cerramos el apartado anterior, es decir, que
existen trayectorias inversas entre los escritores consagrados y aquellos que comenzaron a
rentabilidad y competitividad y las “pequeñas editoriales literarias”. En estas últimas agrega tanto a las mencionadas Funesiana o Clase Turista como a las recién categorizadas Interzona y Mansalva. Es importante destacar que en todas ellas encuentra valores compartidos. En estas editoriales aparece la fe en lo literario como un valor de resistencia cultural. Eso hace que estos proyectos se inscriban en un “activismo cultural” parte de una tradición que se sostiene en redes colaborativas.5 Una crítica pormenorizada acerca de los indicadores referidos al sector editorial se encuentra en Vanoli y Saferstein (2011).
publicar tras la crisis de 2001. Rastrearemos y delinearemos sus trayectorias de
publicación6. Es decir, identificaremos el año en que empezaron a publicar, las editoriales
donde lo hicieron, la existencia o no de reimpresiones, las traducciones de dichas ediciones,
entre otros factores. Para dar cuenta de un sentido más amplio también tomaremos a
escritores que comenzaron a publicar en la década de los ochenta y los noventa. De este
modo, las diferencias cobrarán una significación mayor.
Para esta tarea utilizaremos la base de datos digitalizada de la Agencia Argentina de ISBN
administrada por la Cámara Argentina del Libro7. Allí aparecen todos los libros publicados y
registrados en la Argentina. Realizaremos búsquedas por autores. Lo complementaremos
con un rastreo de la biografía y obra de los autores dado que estos registros no incorporan
los libros publicados por editoriales que no están radicadas en el país. También tenemos en
cuenta que algunas editoriales, como Eloísa Cartonera, no registran todo lo que publican.
Además ello también lo haremos en el caso de las traducciones. Para esto último
prestaremos especial atención al Programa Sur de traducciones que hemos mencionado
antes8.
Ser novel en los ochenta
Comenzaremos con la vuelta a la democracia que supuso una reconfiguración del campo
literario. Una de esas modificaciones fue que Ricardo Piglia y Juan José Saer pasaron a
ocupar lugares centrales dentro de la tradición literaria nacional (De Diego 2007; Saítta
2004). Pero a su vez De Diego (2007) identifica otros reordenamientos de la producción
literaria. Entre los escritores reconocidos se encuentran Alberto Laiseca, César Aira, Rodolfo
Fogwill y Jorge Asís. A su vez, el teórico menciona que dentro de lo que denomina campo
de la novela se genera un estado de interés de la crítica por determinadas publicaciones.
Entre ellas se encuentra la del escritor y traductor Marcelo Cohen. Mediante las
publicaciones de Laiseca, Fogwill y Cohen ilustraremos las trayectorias de publicación de
fines de los años setenta y principios de los ochenta.
El primer libro de Marcelo Cohen se publica en 1982. Se trata de un libro de cuentos
llamado El instrumento más caro de la tierra. Lo publica la editorial española Montesinos.
6 Dado que nos centramos en la publicación de narrativa, aquellas ediciones de libros de poesía o de ensayo no se mencionarán salvo que sea para ilustrar algún punto en particular. Ello se debe a que creemos que la publicación de dichos géneros tiene ciertas especificidades de las que no damos cuenta en este trabajo.7 Cabe aclarar que este registro incluye lo publicado desde 1982, si bien se han hecho excepciones en algunos casos y se incluyen ediciones anteriores.8 El rastreo de los datos relativos a las extraducciones es complejo. No existen registros completos de los libros publicados en Argentina y traducidos a diferentes idiomas. Estos obstáculos se discuten en los informes sobre el tema realizados por la Fundación TYPA. Para rastrear datos sobre los escritores que estudiamos consultamos las páginas de internet de los agentes literarios Schavelzon y Graham y de Irene Barki; el portal Books from Argentina, el Programa Sur, la base de datos de la Unesco Index Translationum, y como herramienta complementaria también recurriremos al sitio de ventas digital de Amazon que ofrece libros en diversos idiomas.
Ello se debe a que Cohen se había exiliado en España en 1975 y recién en 1996 volvió a
residir en Buenos Aires. En su estadía allí publicó en aquella y en otras editoriales de
Barcelona como Muchnik9. En 1996 publicó la novela Inolvidables veladas en la editorial
Minotauro. La última editorial fue creada en 1955 en Buenos Aires por Francisco Porrúa.
Este prestigioso editor, en 1975, se instaló en Barcelona donde comenzó a funcionar la
editorial. La publicación mencionada da cuenta de una red de relaciones que se teje entre
exiliados en el exterior. El único libro que se publicó en Argentina en este período es la
novela El país de la dama eléctrica. Pero cabe aclarar que lo publica una delegación
radicada en Argentina de la editorial española Bruguera. Ante de regresar a Argentina
realiza una estadía en la Maison des écrivains étrangers et des traducteurs de Saint-Nazaire
(Francia). Ello habilita la posterior traducción al francés de Inolvidables veladas en 1996.
Resulta interesante que la mayoría de estos libros eran editados a la par en una Argentina
ya democrática. Ello sucedía el mismo año que la edición en España o un par de años
después. Las editoriales que lo publicaron en el país fueron Ada Korn, Alianza editorial y
Norma. Todas ellas, si bien con estructuras diferentes, eran prestigiosas en la publicación de
literatura10. Una vez establecido en Buenos Aires comenzó a publicar sus libros allí.
Continuó con la misma editorial donde ya lo había hecho, la editorial Norma11. De todos
modos, los lazos con España no se cortaron dado que allí en 2000 publicó Hombres
amables, cuya primera edición había estado a cargo de la editorial Norma12. Otro de los
grupos editoriales en los que publica es en el Grupo Prisa que en 2000 había comprado el
Grupo Santilla. Cohen lo hace por medio del sello Alfaguara13.
Si bien vemos que las publicaciones en Argentina se dan en los grandes grupos, en la
década de los 90 y sobre todo en la primera década del siglo XXI empieza a optar por las
editoriales pequeñas autoidentificadas como independientes. Por un lado, en 1993
9 Editorial comprada luego por el grupo editorial español Anaya que pasó a manos del grupo empresarial de armamentos y publicaciones francés Lagardère en 2004.10 El Grupo Norma, de capitales colombianos, adquirió Kapelusz en 1994. En Latinoamérica es considerada prestigiosa por su publicación de literatura latinoamericana. Ello queda constatado en un texto periodístico chileno acerca del cierre del área de ficción de la editorial. En aquel se lamenta la decisión dada la calidad que se le reconoce al catálogo literario de la editorial. Para el artículo completo, véase “La literatura local recibe un duro golpe con el cierre del área de ficción de Norma” en http://www.emol.com/noticias/magazine/2011/09/01/501084/la-literatura-local-recibe-un-duro-golpe-con-el-cierre-del-area-de-ficcion-de-norma.html. Por otro lado la editorial española Alianza, cuando publicó el libro de Cohen, ya era parte del Grupo Anaya desde 1989 implantado en Argentina. También, antes de ello, había colaborado con editoriales prestigiosas argentinas como Losada y Emecé. Por último, Ada Korn, fundada en 1983, fue una “editorial propia y autogestionada que no sólo publicó libros de reconocidos escritores argentinos sino que se encargó de difundir a extranjeros desconocidos a nivel nacional” (Radar 2009) http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-3552-2009-09-07.html. Se trata de una editorial de capitales nacionales llevada adelante por su editora. Debemos mencionar en la red de relaciones personales en que aquella estaba inserta. Si bien fue matemática, trabajó en el periodismo y como traductora. Además, su padre fue el editor general de la célebre revista Radiolandia. Y su esposo era el padre del escritor y periodista Martín Caparrós.11 En 1998 los relatos Hombres amables, en 2001 los cuentos Los acuáticos, en 2003 el ensayo Realmente fantástico, en 2006 la novela Donde yo no estaba.12 También la editorial madrileña Opera Prima reimprimió en 2001 la novela El país de la dama eléctrica.13 En 2009 publica Casa de otro; en 2011 Balada y en 2014 Relatos reunido.
reimprime su libro Insomnio en la editorial Paradiso de capitales nacionales creada en 1991.
Además en 2014 participa de la compilación Riplay de Adriana Hidalgo. Lo más llamativo
son las publicaciones posteriores que se realizan en las editoriales Interzona (2012
Gongue), Los proyectos14 (2012 Neutralidad) y Entropía (2014 Música prosaica, cuatro
piezas sobre traducción, 2015 Algo más).
También adscripto al realismo, que postula como “delirante” (Cohen se identifica con uno
que es “inseguro”), Alberto Laiseca aparece como otro de los escritores prominentes en los
ochenta. En realidad, su primera novela la edita Corregidor (Su turno para morir) en 1976.
Se trata de una editorial con una estructura de empresa familiar. Apuesta por la publicación
de escritores con poca difusión y se caracteriza por la apuesta de haber editado a
Macedonio Fernández. Publica literatura y ciencias sociales. Durante la dictadura la
publicación de Laiseca se detuvo para volver a retomarse en la apertura democrática. En
1982 una de las editoriales más prestigiosas de edición de literatura, Sudamericana, publicó
su novela Aventuras de un novelista atonal. El mismo año la editorial de la Universidad de
Belgrano publicó el libro de cuentos Matando enanos a garrotazos. Aquel libro conformó
parte de la colección “Narradores argentinos contemporáneos”, dirigida por el crítico e
investigador sobre teatro Osvaldo Pellettieri. Colección que Laiseca compartió con Abelardo
Castillo y Fogwill. En 1989 Emecé, otra de las editoriales de la “época de oro” como
Sudamericana, publicó la novela La hija de Kheops. Otra editorial con un catálogo de
prestigio y que resistió hasta hace pocos años la compra de los grupos transnacionales,
española pero con filial en Argentina, Tusquets publicó su novela La mujer en la muralla,
como también en 1999 publicó su novela El gusano máximo de la vida misma. En la
Biblioteca del Sur dirigida por el escritor Juan Forn, que muchos críticos rescatan como
espacio que aglutinó a los escritores de uno de los grupos destacados de lo que se identificó
como literatura de los 90, publicada por la editorial Planeta, editó la novela El jardín de las
máquinas parlantes en 1993.
En 1991 publicó el ensayo Por favor, ¡plágienme! en Beatriz Viterbo. Pero no fue el único
caso en el que optó por una editorial creada en la década de los años noventa de capitales
locales. En repetidas ocasiones (1998, 2002, 201115) publicó sus libros en Simurg. Fue en la
década de los 2000 cuando comenzó a realizar sus publicaciones solamente en las
editoriales autogestionadas creadas después de la crisis de 2001: Interzona, Gárgola,
Editorial Carne Argentina, Mansalva, Editorial Muerde Muertos16.
14 Los proyectos es una editorial autogestionada. Se creó en 2012 y su catálogo ofrece ficción breve. Todos los libros son digitales y se pueden descargar de manera gratuita pero también está la opción para contribuir.15 La novela Los Soria, y los libros de cuentos Gracias Chanchúbelo y Cuentos Completos. 16 En 2003 publicó la novela Las aventuras del profesor Eusebio Filigranati en Interzona, que también editó en 2004 el libro Cuentos de terror; en 2005 y 2006 publicó tres novelas por la editorial Gárgola: Beber en rojo y Las cuatro torres de Babel, Sí, soy mala poeta pero…; en 2007 publicó los relatos Manual Sadomasoporno Ex Tractal en la Editorial Carne Argentina;
Como en el caso de Cohen, la traducción de la obra de Laiseca es escasa y es al francés.
La editorial francesa Le nouvel Attila tradujo Aventuras de un novelista atonal y anuncia en
su página que está vigente el proyecto de traducción de la copiosa novela Los Soria. La
primera traducción así como la que se hizo al italiano, de la misma obra, se financió con el
Programa Sur de Traducciones del año 2012.
Laiseca pasa a ser un personaje de un libro de su contemporáneo Rodolfo Fogwill cuando
este último reescribe El Aleph de Borges en Help a él. Además el periodista y escritor Diego
Erlan comenta que Fogwill era una de los primeros lectores de las obras de Laiseca. Ahora
pasando al primero, vemos que la primera obra de narrativa de Fogwill la publicó en la
editorial que él mismo había creado con el dinero obtenido por un premio literario. En esta
misma editorial, Ediciones Tierra Baldía, publicó los libros de los poetas Osvaldo
Lamborghini y Néstor Perlongher. El libro de Fogwill se llama Mis muertos punk. Lo publicó
en 1980, durante la dictadura, por lo que las opciones de publicación de obra eran escasos.
Dos años después, cuando ya la apertura era visible, publicó otro libro de cuentos, Música
japonesa, en la Editorial de Belgrano en la antes mencionada colección de “Narradores
argentinos contemporáneos”. En 1983 Ediciones La Flor, editorial que se acerca a la
tradición “independiente” (De Diego 2009, Vanoli 2010) creada en 1966, publicó la novela
Los Pychiciegos. Ese mismo año el Centro Editor de América Latina publicó el libro de
cuentos Ejércitos imaginarios. Esta última es una editorial insignia de los años sesenta
emparentada con el proyecto de Eudeba donde se apuntó a un público ampliado y donde se
creía en el poder de lo literario.
En los años noventa publicó varios libros en la Biblioteca del Sur de Planeta17. También en
Sudamericana18. A fines de los noventa y comienzos del siglo XXI encontramos un
movimiento doble. Por un lado, publicó su obra en España por la editorial Mondadori que ya
en 2001 pasa a ser parte del Grupo Random House Mondadori19. Ello parece tener relación
con el retraimiento del mundo editorial que se experimentó durante la crisis de 2001 como
vimos en el apartado anterior. Por el otro, sus libros son editados por las editoriales
emergentes que hemos descripto antes: Mansalva e Interzona20. A la vez que Alfaguara se
encargó tras el fallecimiento del autor de recolectar los escritos inéditos y publicar diversos
en 2010 Mansalva publicó la novela Su turno; finalmente en 2012 y en 2013 la editorial Muerde Muertos reimprimió una novela y un libro colectivo llamado IluSORIAS.17 La novelas La buena nueva (1990) y Una pálida historia de amor (1991) y el libro de cuentos Muchacha punk (1992).18 Los cuentos Restos diurnos (1993) y la novela Vivir afuera en 1998, año en que se vende la editorial al grupo Random House Mondadori.19 En 1998 la novela Cantos de marineros en las pampas, en 2007 La experiencia sensible, en 2002 En otro orden de cosas, y en 2003 Urbana.20 Runa en 2003) por Interzona, en 2008 Los libros de la guerra en Mansalva y en ese mismo año por esa misma editorial Un guion para Artkino.
libros. Tanto Alfaguara como Sudamericana, El Ateneo y también Interzona y Mansalva
reimprimieron obras ya publicadas.
Así como fue el caso de Laiseca, parte de la inserción de Fogwill en el mercado
internacional se explica por el financiamiento del Programa Sur. En 2010 se financió una
traducción al hebreo y en 2011 al italiano. De todos modos, también cuenta con
traducciones al francés, inglés y portugués. Éstas son posteriores a su publicación en
España por Mondadori. Es decir, su visibilidad en el mercado español parece haber abierto
las puertas a la traducción de su obra.
Ser novel en los noventa
La crítica literaria al reflexionar sobre la literatura de los ochenta y noventa identifica dos
conjuntos de escritores (Catalin 2014, Sager 2007, Saítta 2004). Uno de ellos se agrupa
alrededor de la revista literaria Babel y se vincula con la academia y la crítica especializada.
El otro se vincula con la colección Biblioteca del Sur de la editorial Planeta y el periodismo,
en especial el suplemento Radar del diario Página 12. Para trazar trayectorias de
publicación ilustrativas de este momento tomaremos a dos escritores. A Alan Pauls que fue
miembro del grupo que editó la revista Babel. A Juan Forn que fue el director de la colección
mencionada y del suplemento Radar. En muchas ocasiones, debido a que las primeras
publicaciones de estos escritores datan de los ochenta, no se los identifica con los noventa.
Sin embargo, Sager propone pensar a Babel, sobre todo, para analizar la década. También
cuando se estudia la década de los 90 se plantea que los escritores que publicaron en ese
momento no participaron de instancias colectivas por lo que no conforman una generación
(Ruiz 2005). Por lo tanto se identifica a un conjunto de escritores que no participaron de los
espacios mencionados antes. Por ello también incluiremos en este apartado al escritor
Martín Kohan. Éste forma parte de lo que Ruiz propone como un grupo característico de la
década de los noventa identificado porque en su juventud vivieron la dictadura militar e
iniciaron sus carreras literarias en la década mencionada. El panorama que traza en este
sentido es una fuerte dificultad para publicar a diferencia de los años ochenta. Veamos
casos puntuales.
En los 90 las editoriales ya no estaban dispuestas a publicar libros de escritores noveles a
diferencia de los 80, explica Ruiz. Los inicios de la obra del escritor Martín Kohan parecen
ilustrar esa situación. Ya sea por un rechazo de las editoriales existentes o por una decisión
de marcar otro circuito, la primera novela de Kohan se publica en una “editorial cooperativa
de escritores”, en palabras de su par Miguel Vitagliano. Se trata de Tantalia, una editorial
creada en 1993 por un grupo de escritores jóvenes de Buenos Aires, egresados y docentes
de la carrera de Letras de la UBA. Esta misma decisión la rastreamos en las próximas
publicaciones: en 1994 Beatriz Viterbo edita su libro de cuentos Muero contento, en 1998
Simurg edita otro libro de cuentos (Una pena extraordinaria).
De todos modos, la obturación de las editoriales consagradas frente a los escritores
“nuevos” no parece ser tan definitiva. Con solo dos libros publicados, Kohan publicó una
novela en 1997 en la editorial Sudamericana. En este sello encontró un lugar donde dar a
conocer su obra, incluso después de la venta de aquella al grupo editorial Random House
Mondadori21.
En el libro antes citado de la investigadora Ruiz se reflexiona acerca del rol de los premios
literarios. Se propone que en la década de los noventa aquellos empezaron a responder a
cuestiones de índole económica y de marketing de las editoriales. Además, se cita a
diversos escritores, entre ellos a Kohan, quienes expresan que los criterios que rigen los
premios se distanciaron de las estéticas por las que abogan. Sin embargo, se reconoce el
rol de visibilización y la posibilidad que se abre para la circulación de las obras. Este parece
haber sido el caso del propio Kohan. En 2007 ganó el premio Herralde de Novela concedido
anualmente en España por la editorial Anagrama a una novela inédita en lengua castellana.
A partir de ese momento publica en dicha editorial22. Ello supone ingresar a un mercado
internacional al que, como mencionamos en el apartado anterior, no es tan fácil acceder.
Por último, en la segunda década del siglo XXI optó por las editoriales “independientes”
como Interzona, Godot23 y Eterna Cadencia: en 2013 participó de la antología de cuentos
publicada por Interzona (Historias del fin del mundo), en 2015 publicó, por un lado, el libro
Ojos brujos en la Editorial Godot y por el otro, los cuentos Cuerpo a tierra por Eterna
Cadencia. En este circuito emergente también se inserta desde las traducciones. Un texto
de su autoría es publicado en el sitio digital Traviesa, donde circulan escritores
latinoamericanos y españoles cuyas publicaciones son recientes. El sitio es bilingüe, publica
los textos en el idioma original y sus traducciones al inglés. Pero también su obra fue
traducida por otras vías. En el informe de la organización TYPA acerca de las extraducción
en Argentina se expresa que “[e]l Premio Herralde es una carta de presentación
inmejorable”. Así vemos que tras ganar el premio su obra se traduce al francés, alemán,
inglés, portugués, italiano, hebreo y árabe. Solamente cuatro de estas múltiples
traducciones fueron financiadas por el Programa Sur.
La antes citada Sager propone pensar la producción del grupo denominado “babélicos” para
estudiar la década de los noventa. Uno de sus exponentes es el escritor Alan Pauls. La
21 Sudamericana publicó Los cautivos en 2000, Dos veces junio en 2002, Segundos afuera en 2005, y Mondadori editó Museo de la Revolución en 2006.22 Ciencias morales en 2007, Cuentas Pendientes en 2010 y Bahía Blanca en 2012.23 La editorial Godot fue creada en 2008. Cuenta con capitales nacionales. Su catálogo incluye ficción y ensayos. Además apuesta por la traducción de obras extranjeras.
primera obra de Alan Pauls se publicó en 1984 por Sudamericana. Las siguientes novelas
también se publicaron en editoriales centrales: Emecé y Alfaguara, incluso tras la
incorporación de estas editoriales en los conglomerados transnacionales24. En 2003 ganó el
Premio Herralde y sus libros ingresaron al mercado español mediante la publicación en la
editorial de ese país Anagrama25. Sin embargo esta no es la primera incursión en el mercado
editorial internacional. En 1992 residió dos meses en Saint Nazaire en la Maison des
Écrivains Étrangers et des Traducteurs, incluso años antes que Cohen. Rastreamos que
existen traducciones de su obra antes de ganar el premio Herralde: el mismo año de su
estadía en Francia se publica en francés la novela El coloquio. Un año antes se había
traducido también al francés El pudor del pornógrafo.
El caso de Pauls ilustra la hipótesis de Szpilbarg que mencionamos acerca de la relativa
reproducción de la lógica del mercado por medio del Programa Sur de traducciones. En
diversas ediciones del programa se financió la traducción al griego, ruso, portugués, alemán,
francés e italiano de la obra de Pauls. Ello se financia cuando ya dicha obra había sido
traducida. Además los libros para los que se solicitó financiación son todos títulos publicados
por la editorial española Anagrama. En esta misma línea otras obras fueron traducidas al
alemán enmarcadas en la iniciativa de la Dirección de Asuntos Culturales de Cancillería, que
otorgó cuatro subsidios a editoriales alemanas para que comenzaran a traducir libros a ese
idioma con miras a la participación de la Argentina en la Feria de Frankfurt 2010 como país
invitado (Informe TYPA 2009).
En las primeras décadas del siglo XXI, vemos que Pauls siguió participando de las
editoriales mencionadas. Pero también participó de antologías publicadas por Eterna
Cadencia y Adriana Hidalgo26. Eloísa Cartonera posee un cuento (“El Caso Malarma”) de
Pauls en su catálogo. En consonancia con estas últimas publicaciones, Juan Forn –miembro
del grupo que la crítica construyó como “opuesto” a los “babélicos” – expresó en 2012 en
una entrevista en un medio chileno “[t]iene más gracia publicar en editoriales chicas. Yo ya
tuve mi momento de pequeño best seller literario. Ya lo probé. Lo que más me gusta hoy es
que el libro sea digno, que el editor lo cuide, lo quiera tanto como lo quiero yo, y que haga lo
posible para que llegue a manos de los lectores. El resto es azar”. De ese modo parece
hacer referencia al motivo por el que optó por la editorial del diario Página 12 para publicar
la compilación de sus crónicas (El hombre que fue Viernes, 2011). Esta editorial también
reimprimió parte de su obra.
24 El pudor del pornógrafo por Sudamericana en 1984, El coloquio por Emecé en 1990, Wasabi por Alfaguara en 1994, y La vida descalzo en 2006 por Sudamericana.25 El pasado en 2003, Historia del llanto en 2007, Historia del pelo en 2010, Historia del dinero en 2013, Noche en Opwijk en 2013. También en 2005 Anagrama reimprime la novela Wasabi.26 Excesos del cuerpo. Ficciones de contagio y enfermedad en América Latina compilado por Javier Guerrero y Natalie Bouzaglo publicado por Eterna Cadencia en 2009, y Riplay por Adriana Hidalgo en 2014.
Sin embargo los inicios de Juan Forn no se ubican en editoriales de los márgenes. Tras
publicar un libro de poesía en 1979, regresa al mundo editorial para instalarse en la tradición
de la narrativa. Desde sus inicios participa en las editoriales centrales, incluso antes del
proceso de las ventas a los grupos editoriales. La primera novela, Corazones cautivos más
arriba, la publica Emecé en 1987. Luego publica un libro de cuentos en la colección que él
mismo dirigía en la editorial Planeta (Nadar de noche, 1991). En 1993, mientras dirigía la
colección Biblioteca del Sur de la editorial Planeta, cobra cierta visibilidad en el mercado
español al encargarse de la compilación de una antología de cuentos de sus pares
publicada por Anagrama (Buenos Aires, 1993). En su trayectoria posterior continúa
publicando con estas dos editoriales (cabe aclarar que en 2000 Emecé pasa a formar parte
del Grupo Planeta)27. A su vez lo hace en editoriales que son parte de grupos
transnacionales, como Alfaguara, u otras que tiene una trayectoria más larga en el espacio
editorial pero sin pasar a formar parte de un grupo más grande, como Biblos28.
Ser novel en el siglo XXI
Hemos descripto el mapa de las publicaciones de escritores hoy en día consagrados. Ahora
bien, ¿cómo se insertan los escritores noveles en el panorama de comienzos del siglo XXI?
El diagnóstico, y sobre todo después de las ventas de las editoriales y la crisis de 2001, es
que las editoriales no reciben inéditos. Los escritores con trayectoria, como vimos, publican
en los grandes grupos. Mientras tanto transcurre la década y esos escritores consagrados
optan por ser parte de catálogos de editoriales “independientes” creadas de manera reciente
e incluso por escritores noveles.
Para comenzar a describir estas trayectorias debemos describir someramente la producción
reciente y el modo en que la abordamos. La producción de literatura de escritores noveles a
partir de la primera década del siglo XXI fue profusa. Ello se puede explicar por la posibilidad
de publicar los textos por internet, ya sea en formato de libro digital o por medio de
plataformas como blogs, que supone un acceso más amplio que el de las editoriales. Sin
embargo, como vimos, en esta década emergieron una vasta cantidad de editoriales. Sólo
en las editoriales registradas por el Catálogo de editoriales independientes de la Ciudad de
Buenos Aires29 en 2007 aparecen 28 editoriales, cifra que crece en 2015 cuando se
identifican 60 editoriales que publican literatura30. Incluso en la primera apuesta por abordar
27 En Planeta publica: Frivolidad (1995) y en Emecé La tierra elegida, crónicas de El Malpensante (2005), María Domeq (2007), Ningún hombre es una isla, crónicas literarias (2010), Los Viernes. Tomo uno (2015), Los Viernes. Tomo dos (2015).28 En 2001 publica la novela Puras mentiras en Alfaguara. También participa en dos antologías de cuentos, una publicada por la editorial anterior en 2012 (Las otras islas) y la otra por Biblos en 2007 (La guerra de Malvinas).29 El catálogo lo crea Opción Libros, el área de la Dirección de Industrias Creativas de la Ciudad encargada de brindar apoyo a la industria editorial local de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.30 En el primer catálogo no se hace una diferenciación de las editoriales por los géneros pero contamos aquellas editoriales que describen que en su catálogo incorporan textos literarios.
la producción mencionada, la crítica Elsa Drucaroff construye la categoría de escritores de
“segunda generación de postdictadura” e incluye allí a más de 70 escritores.
Dada la situación anterior y para dar sentido a lo que parecería un grupo “indiferenciado”,
decidimos diseñar una serie de criterios a fin de construir nuestro objeto de estudio. En
primer lugar, como hemos hecho en los casos anteriores, tomaremos a los escritores que
comenzaron a publicar en la primera década del siglo XXI. En segundo lugar, incluiremos a
aquellos que participaron de un “dispositivo” que se multiplicó a principios de aquella
década. Se trata de las antologías de cuentos (Terranova 2013). Tomaremos cuatro
antologías. Si bien hay muchas otras nos parecen relevantes en especial estas cuatro. La
primera es La joven guardia, publicada por Norma en 2005 y en 2009 en España y
organizada por Maximiliano Tomas. Se trata de una de las primeras que dio visibilidad a
estos escritores, la presentaron en España, recibieron diversas críticas y se realizaron
muchas presentaciones. La segunda es la serie de antologías publicada por el grupo
transnacional Random House Mondadori bajo el sello Reservoir Books. Son seis tomos que
se publicaron en 2007, 2008, 2009 y 2011, los primeros cuatro organizados por Diego Grillo
Trubba, un escritor par de quienes participaron allí, y los últimos dos por Damián Ríos y
Mariano Blatt, poetas y editores que fueron actores bien activos en la producción editorial
reciente. Otro par escritor que participó de las antologías anteriores es Juan Terranova. Éste
organizó una antología que se publicó en la editorial “independiente” Entropía en 2007. Por
ultimo tomamos una antología organizada por otros dos escritores, los hermanos Jimena y
Matías Néspolo, dado que propone que se trata de “Escritores de la nueva literatura
argentina” y porque la publica en 2009 una editorial creada en la década de los 90,
antecedente de las editoriales “independientes” que apuestan a un catálogo de “calidad”,
Adriana Hidalgo.
Como tercer criterio decidimos escoger a aquellos escritores que hayan comenzado a
publicar en las editoriales emergentes de principios de la década que estamos tomando31.
Ello supone insertarlos en las redes de sociabilidad que se tejieron y que produjeron
espacios de circulación de literatura como ciclos de lectura y ferias. Estos espacios si bien
periféricos se multiplicaron y fueron productivos. Por último, si bien damos cuenta de los
aspectos novedosos, creemos que ciertas instancias tradicionales de estos espacios están
vigentes. En este caso nos referimos a la crítica. Y en ese sentido tomamos a críticas con
trayectoria más extensa, como Beatriz Sarlo (Ficciones argentina. 33 ensayos, Mardulce,
31 Sin embargo también incluimos la producción publicada en editoriales más grandes dado que: “(…) si la división [entre editoriales de los grandes grupos internacionales y las pequeñas empresas editoriales] es mirada desde la intervención en tanto editoriales literarias, y particularmente desde la edición de autores nacionales, el fenómeno se complejiza. No todas las editoriales independientes publican literatura argentina o autores nacionales, y muchas de las editoriales transnacionales tienen mayor libertad como para publicar a autores argentinos” (Vanoli y Saferstein 2011: 84). Sin embargo, decidimos tomar a aquellos que comenzaron a publicar en las editoriales “independientes” dado lo que supusieron esos nuevos movimientos, como describimos en el apartado anterior.
2012), como a aquellos que arman su aparato crítico en consonancia con las producciones
recientes: Juan Terranova (Los gauchos irónicos, Milena Caserola, 2013) y Maximiliano
Crespi (Los infames, Momofuku, 2015).
Por lo expuesto hemos elegido cuatro casos. Así rastrearemos las trayectorias de
publicación de los escritores Pola Oloixarac, Selva Almada, Hernán Ronsino y Félix
Bruzzone.
Pola Oloixarac nació en 1977 y es graduada de la carrera de Filosofía en la Universidad de
Buenos Aires. Su obra fue abordada por la crítica literaria Beatriz Sarlo y también fue
incluida en el libro en el que el escritor Juan Terranova incursionó en la crítica. Mantiene un
blog desde 2007 (http://melpomenemag.blogspot.com.ar/). Obtuvo diversos reconocimientos
a nivel internacional y nacional. En el país recibió una beca del Fondo Nacional de las Artes
en 2010. Ese mismo año la revista Granta, una de las revistas más prestigiosas de crítica
literaria que divulga la producción de jóvenes escritores, la seleccionó como parte de "Los
Mejores Narradores en español", y fue parte del Programa internacional de escritores de la
Universidad de Iowa gracias a una beca del Bureau of Educational and Cultural Affairs of the
US State Department. A su vez, participó de las residencias de escritores en Yaddo
(EE.UU.), la Maison des Ecrivains Etrangers et traducteurs (Francia), la residencia de
escritores de Ámsterdam (Holanda), y en Dora Maar (Francia).
Su inserción en el mercado editorial internacional también queda plasmado en las diversas
traducciones que se hicieron de su obra: al finlandés, francés, italiano, portugués, alemán,
entre otros. Pero además de que su obra fue traducida por editoriales de otros países, ella
misma es fundadora de The Buenos Aires Review (http://www.buenosairesreview.org/). Se
trata de una revista bilingüe especializada en literatura contemporánea de las Américas
donde se pueden encontrar traducciones de diversos escritores noveles. De hecho, después
de 2001 hay una corriente “subterránea” de traducciones creada por los propios pares como
el caso mencionado (Szpilbarg 2015). A la vez son los mismos escritores quienes negocian
las traducciones de sus libros, de ahí que se los caracterice como “emprendedores” (Vigna
2014). Veremos que varios de los escritores mencionados participan de The Buenos Aires
Review.
En cuanto a la obra de Oloixarac, encontramos que su primera publicación es una
participación en la Antología del cuento fantástico argentino editada en 2004 por la Página
12. La antología fue un formato por medio del cual muchos de los escritores que
comenzaron a publicar en el siglo XXI divulgaron sus escritos. Sin embargo, en el caso de
Oloixarac no se trató de una antología de escritores noveles sino que comparte la
publicación con escritores prestigiosos, como el antes mencionado Alberto Laiseca.
La primera novela fue publicada en una editorial fundada en 2004 y con una apuesta por la
publicación de autores noveles y por la creación de un catálogo. Se trata de la novela Las
teorías salvajes publicada en 2008 por Entropía. Por ella obtuvo la visibilidad internacional
que mencionamos. Se reimprimió la obra en otros países de América Latina incluso.
Además, está obra fue muy reseñada y generó polémicas en el ambiente literario nacional.
En 2010 participó en una antología organizada por la editorial Interzona, de características
similares a la anterior, llamada Historias del fin del mundo. Luego del paso por estas
editoriales, el libro Las constelaciones oscuras sale en 2015 por uno de los grupos editores
transnacionales más grandes, Random House Mondadori.
Un recorrido similar aparece en Selva Almada. Maximiliano Crespi, crítico literario e
investigador de Conicet, reflexiona sobre la producción literaria en el siglo XXI en Argentina.
Diferencia los realismos que aparecen en las obras e incluye en este “ecosistema” al
“realismo evangélico” de Selva Almada. Beatriz Sarlo también la toma como objeto de su
crítica pero para destacar su originalidad. A la vez esta escritora entrerriana –pero que vive
en Buenos Aires– nacida en 1973 participó de las antologías de escritores noveles como De
Puntín (compilada por un par de ella, el escritor Diego Grillo Trubba, y publicada por
Random House Mondadori) y Una terraza propia (organizada por otra par, Florencia Abbate,
y editada por Norma). Mantuvo un blog desde 2006 hasta 2013
(http://unachicadeprovincia.blogspot.com.ar/).
Hemos mencionado antes que en la efervescencia social de la crisis de 2001 se crearon
diversos colectivos artísticos. Entre ellos encontramos Carne Argentina. Se trata de un ciclo
de lecturas en el que participaron tanto escritores reconocidos como otros inéditos32, entre
ellos encontramos a aquellos que vamos a mencionar más adelante: Hernán Ronsino y Félix
Bruzzone. Las presentaciones se difundían por el blog del ciclo
(http://ciclocarneargentina.blogspot.com.ar/). Uno de los miembros que dirigió este ciclo fue
Selva Almada. También ello dio lugar a la fundación de una editorial que publicó el primer
libro de esta escritora: Mal de muñecas en 2003.
Su segundo libro, Niños, lo publicó la editorial de la Universidad de La Plata en 2007. Y el
resto de su obra se publicó en editoriales emergentes como la editorial Gárgola (Una chica
de provincia en 2007), Mardulce (El viento que arrasa en 2012, Ladrilleros en 2013) y Los
32 La propuesta se basaba en fundar un espacio que discute con las instancias tradiciones por donde circula y se debate la literatura: “Sé lo que leyeron el ciclo pasado, conozco cada fétida palabra en tus relatos, cada coma silenciosa que instila pánico. (…) Cada relato de tu miedo, cada cuento cobarde, cada poema miserable, es fruto de ese horror, de saber que todo es una farsa y percibir el vértigo de que en cualquier momento se descubra que la tenés demasiado chica, que la chupás mal. Cuando otra vez asomás la cabeza y volvés a ofrecer nada más que decepción, saber que Beatriz Sarlo te desprecia y que no vas a ser el escritor que prometías, ni la autora de referencia en las empalizadas pútridas de Puan. Cada relato demuestra que en lo íntimo no sos más que un patético vampiro envidioso transando tu nombre por nada, un cúmulo de frustración y rencor haciendo lobby para que te publiquen en la antología, un dechado de invirtud sangrienta, más muñeco que Chuky, más de plástico que la novia de Chuky” (“Martes 13 – Inaugural”, 14 de noviembre de 2007, en el blog Ciclo Carne Argentina).
Proyectos (Intemec en 2012). En 2010 ganó una beca del Fondo Nacional de las Artes por
un proyecto de investigación sobre femicidio adolescente. A partir de lo recabado publica la
crónica Chicas muertas en Random House Mondadori en 2014. En esta editorial siguió
publicando y en 2015 aparece el libro de cuentos El desapego es una manera de querernos.
En esta trayectoria que comienza en editoriales “independientes” hasta uno de los grupos
transnacionales más grandes, Almada comenzó a adquirir una visibilidad internacional. Al
igual que Oloixarac, Almada participó en una antología de cuentos publicada en Alemania
(Die nacht des kometen, Edition 8, 2010). En 2006 también apareció un cuento suyo en la
revista publicada por la prestigiosa institución cultural cubana, Casa de las Américas. Ello
sucede a la vez en el sitio bilingüe Traviesa, que hemos mencionado.
Hernán Ronsino, sociólogo nacido en Chivilcoy en 1975, al igual que Almada está incluido
en las reflexiones de Crespi (cuya obra la caracteriza como un “realismo sentimental”) y
Sarlo. El escritor también participó en una antología, en este caso publicada por Adriana
Hidalgo (La erótica del relato, 2009). Es egresado de la carrera de Sociología de la
Universidad de Ciencias Sociales. Desde 2006 hasta la actualidad mantiene el blog Sílabas
negras (http://silabasnegras.blogspot.com.ar/).
Su primer libro lo publicó Libris en 2003 (Te vomitaré de mi boca). Aquel obtuvo el premio
del Fondo Nacional de las Artes en 2003. En 2007 publicó la primera novela de una trilogía
llama La descomposición por Interzona. El segundo y tercer tomo (Glaxo y Lumbre) de la
trilogía los publicó la editorial Eterna Cadencia, que también reimprimió el primer tomo. En
2013 publicó un libro infantil (Miedo) en la editorial de la Asociación de Artes Escénicas.
A diferencia de las escritoras anteriores, Ronsino cuenta con la representación de un agente
literario. En este caso es Irene Barki. Su obra fue traducida a varios idiomas y recibió el
financiamiento del Programa Sur para las traducciones al francés, alemán e italiano. Sin
embargo, participó en otros espacios de traducción, como en el sitio Traviesa.
El último escritor que tomamos es Félix Bruzzone. Se trata de un escritor reseñado no sólo
por los críticos Terranova y Sarlo sino que además Maximiliano Tomas lo incluye en el libro
donde recomienda textos de la producción reciente de literatura. Además participó de
diversas antologías como En celo y Uno a uno de Random House Mondadori y Buenos
Aires 1:1 de Entropía. A su vez, fue incluido en la segunda edición de La joven guardia
publicado en España en 2009. Como vemos ya a partir de la publicación de cuentos en
antologías, su inserción en el mundo editorial es múltiple dadas las características de las
editoriales. De hecho en 2006 participó con un cuento de la antología Hojas de Tamarisco.
Se trata del primer libro de la editorial que funda con Hernán Vanoli, Sonia Budassi y Violeta
Gorodischer.
En 2007 se editó su primer libro de cuentos (76) en la editorial mencionada, Tamarisco. Tras
ello comenzó a publicar en el grupo transnacional Mondadori (2008, Los topos; 2010
Barrefondo). Sin embargo, también está incluido en el catálogo de la editorial Adriana
Hidalgo con los libros infantiles Julián en el espejo (2014) y Julián y el caballo de piedra
(2016).
Fue después de publicar en Mondadori cuando comenzó a tomar visibilidad internacional.
En 2010 recibió el galardón literario Anna Seghers en Alemania, año en que se traduce su
primer libro al alemán. Su obra también se tradujo al francés. Ello se enmarca en el
mencionado Programa Sur, que vemos que se apoya en redes construidas por los propios
escritores (Szpilbarg 2015). Bruzzone se encuentra inserto en otro circuito de traducciones
como el del sitio Traviesa. Allí compartió un texto suyo y también participó de una antología
(Un día en la vida: 30 de abril, 2013; y Padres sin hijos: antología curada por la escritora y
periodista chilena Alejandra Costamagna, 2014).
Recopilando encontramos trayectorias relativamente inversas entre quienes comienzan a
publicar en las décadas del ochenta y noventa en relación con quienes son noveles a
comienzos del siglo XXI. De todos modos, comencemos por la identificación de ciertas
similitudes. En los comienzos de la carrera de un escritor la relación y trabajo con sus pares
se vuelve vital. Fogwill publica su primer libro en la editorial que él mismo creó, Ediciones
Tierra Baldía; luego compartió una colección con Laiseca (colección “Narradores argentinos
contemporáneos” de la editorial de la Universidad de Belgrano). La primera novela de Kohan
también se publicó en una “editorial cooperativa de escritores”, en palabras de su par Miguel
Vitagliano, Tantalia. Pauls construyó una figura en torno a la revista creada con otros
escritores, Babel, y Forn fue el director de la colección que dio identidad a otro grupo de
escritores, Biblioteca del Sur de Planeta. En relación con los escritores noveles en el siglo
XXI encontramos el trabajo con los pares en la publicación de antologías colectivas. A su
vez, Almada publicó su primer libro en la editorial Carne argentina de la que es fundadora.
Bruzzone realiza el mismo movimiento al publicar en Tamarisco. Por otro lado, los blogs de
estos escritores abundan con los avisos de presentaciones de libros y lecturas de sus pares
a modo de divulgación de estas obras.
En los inicios el papel de los pares es crucial, sin embargo identificamos ciertas
particularidades de los escritores que nos proponemos estudiar. Mencionaremos de manera
breve algunos puntos. Internet fue un recurso primordial, como espacio de sociabilidad
virtual, modo de divulgación y como herramienta que los diferencia. Por un lado los blogs, y
luego las redes sociales, fueron una plataforma fértil para la difusión de actividades y
novedades de publicación. Por el otro lado estos escritores no nacieron con estas
tecnologías digitales y su acercamiento parece no ser el de los “nativos”. Aparece un
distanciamiento que no naturaliza estas tecnologías lo que da como resultado un uso
reflexivo. Escritores consagrados hoy en día también utilizan estas plataformas, como
Sergio Chefjec. Pero el conjunto de escritores que estudiamos apuestas por innovar en los
usos, crear revistas, blogs personales, “blogonovelas”, a la vez que volver ello una temática
para sus producciones literarias.
Los ciclos de lecturas se volvieron espacios de sociabilidad donde darse a conocer y
divulgar los propios escritos. Funcionaron como un espacio de construcción de la figura de
escritor dado que era, así como los blogs, un lugar donde existía un contacto con lectores
(los blogs tienen funciones que registran la cantidad de ingresos a la plataforma además de
la posibilidad de comentar). Estos fenómenos se dieron a la par de la emergencia de las
editoriales que analizamos en el apartado anterior. Carne Argentina es el ejemplo
paradigmático dado que es una editorial que surgió a partir del ciclo de lecturas. Estas
editoriales fueron un espacio para publicar para los noveles pero también para escritores
consagrados, como los casos que mencionamos. En algunos casos se pueden rastrear
relaciones interpersonales entre editores y escritores. Es el caso de Laiseca que publicó en
Carne Argentina, fundada por una alumna de su taller, Selva Almada. Pero no siempre se
trata del mismo caso. Es decir, varias editoriales subsistieron y se convirtieron en proyectos
editoriales exitosos con catálogos prestigiosos. Sin embargo, para los escritores en ese
momento noveles estas editoriales parecieron presentar ciertas limitaciones.
En un panel llamado “Nueva Narrativa Argentina y las zanahorias que mueven el mercado”
del festival Felisa realizado en 2015 participó el crítico Maximiliano Crespi. Este mismo año
publicó el libro de crítica donde distingue diferentes tipos de realismos dentro de la
producción literaria reciente. En el panel mencionado se preguntó “¿Hasta cuándo podemos
seguir con el “Club de la Buena Onda”?” en referencia al énfasis puesto en lo que otra
crítica, Elsa Drucaroff, llamó “estrategias colaborativas” características de principios del siglo
XXI. Ello se refiere a las editoriales “independientes”, a los ciclos de lectura, a la difusión en
blogs. La reflexión de Crespi parece ser una respuesta a la constante referencia a la
multiplicidad de voces en la producción literaria reciente. Más allá de que en este caso
específico también se está jugando una concepción de la crítica literaria, la propuesta de
Drucaroff recibió respuestas similares hasta el punto de que la crítica hizo pública por medio
de las redes sociales una carta donde expresó “ya no soy la crítica de la NNA”.
Más allá de las valoraciones acerca de esta apuesta colectiva o de sus limitaciones, se
vislumbra que fue efectivamente una apuesta. La emergencia de las editoriales
autogestionadas no se trata de un mero resultado ante la imposibilidad de publicar en otros
espacios. Ello se vislumbra al registrar el crecimiento de los catálogos de algunas de ellas.
Pero también, y más allá de los diagnósticos del rechazo de los grandes grupos frente a los
escritores inéditos, identificamos que diversos escritores que comenzaron a publicar a
comienzos del siglo XXI lo hicieron en los grupos editoriales o en aquellas con una larga
tradición. Entre ellos encontramos a Diego Grillo Trubba (2004, Colihue), Germán Maggiori
(2001, Edhasa), Romina Doval (2004, Colihue), Alejandro Parisi (2002 Sudamericana),
Samantha Schweblin (2002, Destino), Andrés Neuman (2001 Espasa), Sonia Budassi
(2008), entre otros.
Sin embargo, más allá de la apuesta, la publicación en las editoriales autogestionadas
supone ciertas limitaciones para los escritores. Ello se traduce en términos económicos y de
circulación. Ciertos escritores que comenzaron a publicar en aquellas editoriales, tras editar
diversos libros, lo hacen en editoriales de los grandes grupos. No queremos decir que se
trata de un plan previsto sino de ciertas trayectorias que en un punto optan por las
editoriales más grandes que suponen una tirada más grande, una mayor presencia en las
librerías, en algunos casos, hasta una mayor cobertura de los medios de comunicación, es
decir, una circulación más amplia. Eso, además, puede suponer una visibilidad en otros
mercados y posteriores traducciones, como ocurrió en el caso de Bruzzone. Y es quizás por
medio de este recorrido y este tipo de inserción en el mercado editorial que se pueden
comenzar a trazar diferencias entre los escritores. Por un lado encontramos los criterios de
la tradicional institución literaria que supone la crítica. Y por el otro vislumbramos que
algunas trayectorias se diferencian de otras en términos de éxito en el mercado, no en el
sentido de grandes ventas, sino del traspasar los circuitos restringidos y acceder a una
circulación más amplia.
Algunas reflexiones para finalizar
El escritor y fundador de la reviste V de Vian, Sergio Olguín, propone una relación
desacralizada del escritor con el mercado: “(…) me parece que es importante que uno, como
escritor, se preocupe por ser leído (…) Hice esfuerzos por ser comprado por algún sistema,
cualquiera (…) Lo que hay que hacer es salir con los proyectos independientes y esto es lo
que yo llamo formar un público lector propio” (Saítta et. al. 2004: 31 y 32). Esta opinión va en
consonancia con la emergencia de proyectos editoriales autogestionados desde fines de los
noventa. Estos fenómenos son paralelos a los de la concentración y extranjerización del
mercado editorial que describimos.
La instauración de grupos editoriales transnacionales en los noventa y su consolidación
posterior pareció no obturar el panorama de la producción literaria nacional. Si bien se
impusieron condiciones nuevas, como la alta rotación de los libros por la valoración de la
novedad, emergieron otros espacios de publicación. Además estas grandes editoriales
incorporaron en sus catálogos a aquellos escritores que tuvieron un éxito relativo en el
circuito “independiente” compuesto por proyectos editoriales que sobrevivieron en el tiempo.
Esta participación de los escritores que eran noveles en la primera década del siglo XXI es
doble. Se vuelven editores y divulgadores de sus propias obras, las de sus pares e incluso
las de sus predecesores. Así crean espacios de renovación. Pero además, algunos de ellos
desbordan estos circuitos para participar de los catálogos de las editoriales de capitales
extranjeros y de los premios literarios y becas para escritores. A su vez, estos espacios
editoriales son desbordados por la incorporación en sus catálogos de escritores
prestigiosos, como hemos visto al describir las trayectorias “inversas”.
En este punto surgen aristas para seguir profundizando. Las “estrategias de colaboración” o
del “club de amigos” que caracterizan los circuitos “independientes” quizás sean síntomas
de que los posicionamientos de los escritores se construyen de una manera novedosa. Las
polémicas con los pares y con los consagrados y los posteriores “parricidios” son
característicos de la historia de la literatura en Argentina. Ello no se registra con fuerza en
los escritores que estudiamos. Algunos de ellos reivindican sí a escritores de la tradición
pero no tanto en un gesto de rescatar dicha línea de la literatura. En muchos casos se trata
del rescate de una figura que los formó, como el caso de Selva Almada con Alberto Laiseca,
quien dicta el taller a donde asistió la primera.
Entonces ¿cómo se insertan en la tradición estos escritores? ¿Qué lugar ocupan los talleres
literarios? ¿Cómo mutan las trayectorias y las propuestas estéticas de los escritores a lo
largo de los años si es que lo hacen?
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