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LA BASE DE LA OPCIN FUNDAMENTAL
John Freddy Nuvn Triana
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TABLA DE CONTENIDO
LA BASE DE LA OPCIN FUNDAMENTAL
PAG
Introduccin
Justificacin
CAPITULO I
Madurez Humana y Madurez Cristina
1. Humano
2. Cristiano
3. La Iglesia
CAPITULO 2
Madurez del Consagrado
1. La comunidad
2. Sntesis personal
Conclusin
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JUSTIFICACIN
Con este pequeo y sencillo trabajo, pretendo dar a conocer un poco la realidad actual de la
Iglesia, de frente a la creciente escasez de vocaciones para la vida consagrada; tambin es
un medio para dar a conocer la importancia de un buen discernimiento y de bases humanas
y cristianas slidas, dadas en casa y reafirmadas en la Iglesia con miras a una opcin
fundamental. En eso se basa nuestra vida desde una visin cristiana, todo gira en torno a
nuestras decisiones y elecciones, y que sean bien tomadas, depende de las bases y la
madurez que estamos constantemente desarrollando. No somos seres acabados, pero s
seres para la perfeccin, y la logramos en un proyecto de vida contando con Dios como
inicio, centro y fin de nuestra vida, ya que bien nos dice la Palabra de Dios: El hombre tiene
proyectos, Yahve, la ltima palabra. (Prov. 16,1).
Es tambin momento de reconocer la grandeza del hombre al sentirse llamado a una
vocacin tan excelsa, como es la de servir a Dios, a la Iglesia y a los hombres, y que su
respuesta y su servicio los har desde su parte humana reconociendo sin duda la accin de
Dios por medio del Espritu Santo que acta desde nuestro bautismo dndonos las gracias y
los dones necesarios para nuestra perfeccin y santidad de vida.
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INTRODUCCIN
El hombre como ser integral y en constante desarrollo, experimenta cambios en su vida que
son decisivos. Cambios que van desde sus pequeas decisiones hasta sus opciones de vida y
la opcin fundamental. Dentro de esta constante toma de decisiones, va adquiriendo cierto
grado de madurez humana, cristiana y en ltimas de consagrado; comprendiendo la
madurez como la coherencia entre lo que se es y lo que se profesa. Aunque el caso ms
explcito es el del consagrado, cobija tambin los casados y los solteros, tiene su expresin
externa ms convincente en la fidelidad y responsabilidad en el cumplimiento de los
compromisos y deberes contrados con su opcin, es decir con Dios, con la Iglesia y con los
hombres. Para ello, es necesario hacer un esfuerzo constante para mejorar la capacidad de
tomar prudentes decisiones y opciones definitivas, la estabilidad de espritu, la integracin
serena de las fuerzas emotivas y de los sentimientos bajo el dominio de la razn y de la
voluntad, de la fe y de la caridad, la actitud de apertura y donacin constante a los dems
sin excepcin de personas y la rectitud en el modo de juzgar sobre las personas y sobre los
acontecimientos de la vida.
No obstante, esto solo se logra con unas buenas bases cimentadas en lo humano y en lo
cristiano. Y es lo que precisamente tratar de reflexionar en estos dos captulos, partiendo
desde la Antropologa, donde el hombre tiene experiencias no slo del plano fsico, sino
tambin espiritual reconociendo a un Ser Superior (Dios), hasta llegar al caso de
consagrarse para estar a Su servicio, al servicio de los hombres y de la iglesia.
Para un vocacionado, es necesario tener buenas bases humanas y cristianas para no dudar
en la toma de su opcin fundamental y para que cuando ya la haya tomado, all sea feliz y
d el paso a una madurez de consagrado, no sin antes haber pasado por una vivencia
humana y una iniciacin cristiana dadas en primer lugar por el ncleo familiar, la sociedad
y la Iglesia. Esta ltima tiene la responsabilidad no slo de brindarle la oportunidad de
recibir los sacramentos sino de acompaarlo en un descernimiento, ya que el acoger un
estado de vida consagrada, exige una nueva vivencia y de superacin que no lograr solo,
sino con la compaa de la Iglesia representada en sus agentes de pastoral y en sus
ministros.
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LA BASE DE LA OPCIN FUNDAMENTAL
Con este tema no pienso agotar lo que nos ofrece la Antropologa y en su gran mayora la
Iglesia, puesto que slo har referencia a una dificultad vista en la vida religiosa que causa
una falta de identidad y un vacilar en la toma de decisiones y en la opcin fundamental.
Tampoco es una crtica despectiva a la accin pastoral de la Iglesia, a los promotores
vocacionales o a los encargados de guiar a los que han sentido un llamado a la vida
consagrada, es ms bien una reflexin desde mi realidad y la realidad actual de muchos
aspirantes al estilo de vida que propone la Iglesia y a muchos ya miembros de la misma,
que se desvirtan de su ser de consagrados. Por eso, iniciar con un pequeo relato, que
vivi un joven frente a la experiencia de un Dios desconocido, que como muchos hoy en
nuestro tiempo, llegamos a la etapa de tomar una opcin fundamental como consagrados y
no tenemos una experiencia de fe ni las bases necesarias para asumir las responsabilidades
que sta exige. No basta con la preparacin para la primera comunin, pues el ser cristianos
implica un compromiso ms grande de lo que parece.
Amar lo desconocido?
Llegu a un templo y su belleza me inundaba, era un lugar donde desaparece el tiempo o
simplemente se congela. Hay mucha gente junta, parezco ser uno ms; el silencio y el fro
que se siente me asusta y me pregunto: Qu ser lo que busca esta turba? Paso por entre
las sillas y veo gente arrodillada, con los ojos cerrados o con la mirada fija; busco donde
sentarme y algo me hace sentir que esa gente desaparece y quedo solo. Solo? Presiento
que alguien se hace a mi lado para escucharme, es tan fuerte ese deseo de expresarme, que
me parece que ese ser me obliga a hablar; y aparecen mis complejos y razonamientos que
lo espantan; se hace presente la duda con preguntas: De verdad me escuchas como me
escuchan mis amigos? Y cmo me respondes? Si ests en una hostia, la hostia parece que
fuera tu crcel y cuando te exponen parece que la custodia fuera un cordn de seguridad
mayor, con una puerta de metal y cristal para atraparte. Cmo te expresas si estas tan
fijo y sujeto a esa naturaleza?
La gente que est a m alrededor retorna, unos con sus rezos, otros con sus silencios, y yo
no s qu hago en este lugar.
- Qu te piden, por qu te piden y cmo les concedes esas gracias y favores que te
piden?
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No me dejo llevar por observar cuadros e imgenes, pues, no me llaman la atencin; pero
si permanezco all sentado viendo cmo la gente entra y sale, te hacen reverencia, se
toman fotos y te toman fotos y se van, te admiran como si fueras una exhibicin de objetos
valiosos; y yo sigo all quieto, silencioso, en ocasiones mirando alrededor y en otros
momentos te miro.
De repente llega a mi mente otra teora enseada, y recuerdo que t no respondes como
nosotros queremos, que t no hablas como nosotros escuchamos, que t eres ms rebelde
que yo, porque haces las cosas como t quieres y cuando quieres, es as que comprendo
que no me hables pero que s me escuches; no te quiero pedir dinero, ni comida, ni ropa, ni
zapatos, ni una compaera sentimental, ni amigos, te quiero pedir que me entienda a s
mismo, que pueda liberarme de mis complejos del pasado , que me entienda y que pueda
entender a los dems. Me arrodillo y te hago mi peticin, ah, pero de paso te pido que
entienda cuando me respondas. Al instante llega a mi mente un trmino no muy utilizado
por m: Amor. Y pregunto:
- Amor, amar a quin?
Y t me dices
- A ti y a m
- Amarme a m? Es que acaso no me amo? Yo me visto, me arreglo, s las
cualidades que poseo. Creo que yo me amo. Y cmo amarte si no te veo, y como te
demuestro ese amor?
- Con la oracin y con tu vida.
- Es decir que t me amas y yo te amo si me arrodillo, te rezo y te pido?
- Si lo haces con fe, s... Has una oracin.
- Cmo?
- S, has una oracin.
Yo busqu rpido en mi mente una oracin adecuada y no encontr; busque en mis
bolsillos y no haba ninguna; busque en mi billetera y encontr la oracin del Santo Cura
de Ars y la recite.
Te amo, oh mi Dios.
Mi nico deseo es amarte hasta el ltimo suspiro de mi vida
Me mir y me dijo:
- Ahora s has una oracin
- Pero si ya la hice?
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- No, solo recitaste una oracin que no es tuya; has una oracin desde tu realidad: lo
que sientes. Cmo dices que me amas si hasta dudas de mi existencia? Por qu
dices que quieres morir por mi y pensando en mi, si te aterroriza la muerte? Ora
con lo que tienes en tu corazn, con lo que sientes en este momento. Y dime
Qu quieres que haga por ti?
No saba que decir, solo sostuve la respiracin y dije:
- Que crea seor, que crea en ti y en m.
Una voz exterior interrumpi ese momento diciendo: ya sale el bus para ir al retiro,
aprese que lo estamos esperando.
Era el retiro que hara antes de hacer mi primera profesin de votos y ahora comprendo
que no te conoca, que lo que saba sobre el Seor era slo conceptos racionales pero no
haba tenido una experiencia de fe, ms an as estoy dispuesto a consagrarme para servir
a un Dios desconocido; desconocido para los que quieren manipularlo con las manos, con
la mente, con la conciencia, con los sentimientos.
Un cmulo de experiencias humanas como la conciencia de la propia finitud, el encuentro
intersubjetivo del amor humano, el sentirse portador de vida y la alegra de la paternidad, la
experiencia de dolor y frustracin, la indignacin y rebelda ante la injusticia, la capacidad
de extasiarse ante lo bello y hermoso de la vida son, probablemente, las que, de una forma u
otra, nos abren a la bsqueda del sentido ltimo de nuestras vidas y al encuentro con Dios.
Es relativamente frecuente que proyectemos sobre Dios, como hacemos en el resto de
nuestras relaciones humanas, nuestras ansias de seguridad, nuestros miedos, nuestras
frustraciones, nuestras ilusiones. Todo ello evoca a un proceso crtico de nuestra misma
imagen de Dios, de purificacin de los dolos que diariamente nos creamos, o del proceso
de idolatrizacin al que sometemos a Dios. Uno de los principales rasgos de madurez
religiosa es la actitud de apertura ante el Misterio, de sana sospecha ante lo que de
idoltrico pueda existir en nuestra relacin con Dios; una vivencia de confianza y de
docilidad ante Dios y su voluntad, que tienen como fruto una paz y seguridad profunda y
una actitud de libertad y de riesgo ante todo lo que nos rodea.
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CAPITULO I
Madurez Humana y Madurez Cristiana
4. Humano
Desde un aspecto Antropolgico, el hombre es un ser racional, que ha conocido el mundo
y todo lo que lo rodea gracias a sus experiencias, a sus capacidades de llevar lo sensible a
conceptos, teoras, leyes; capaz de leer en los fenmenos la grandeza de la naturaleza, ha
interpretado los signos de los tiempos. Pero el hombre no es solo razn y sentidos, hay algo
en el hombre que lo impulsa a seguir viviendo, que lo motiva a no quedarse solo en el plano
de lo fsico, es un mundo desconocido por descubrir. El hombre es tambin un ser
espiritual, un ser que tiene esperanza de que su vida no acabe con la muerte, es un ser
religioso, y su religiosidad la ha expresado desde la historia mediante el reconocimiento de
lo sobrenatural en lo csmico, en los fenmenos naturales. El hombre sinti la necesidad de
ponerle un orden y un motivo a hacer sus trabajos, saba que las cosas no nos vienen de la
nada, sino que hay alguien que primero nos lo otorg. Pero, Cmo agradecerle? Y a
quin o a quienes agradecerles?
Las diferentes formas de expresin religiosa que la Historia junto con la Arqueologa y
ciencias afines han descubierto, son la manifestacin de esta incesante bsqueda de sentido
a la vida, de no quedarse slo en un plano meramente material, de satisfacer ese plano
espiritual natural en el hombre, el sentir que sus esfuerzos no son en vano, que hay fuerzas
que no conoce pero que siente como una presencia. Todas aquellas manifestaciones
cultuales conocidas, muestran que en el hombre, haba unos rasgos de preocupacin sacro-
mgicos, una fe en la supervivencia ms all de la muerte (ejemplos: los sepelios,
sacrificios a dioses, rituales inhumadores, Totemismo, monumentos megalticos, culto al
sol, entre otros muchos)1 y ya en la actualidad lo ha manifestado en las diferentes
religiones que conocemos, fruto de la organizacin sistemtica de la religiosidad popular,
dndole un orden dentro de un instituto. Por esto concluyo diciendo que la parte racional
del hombre camina junto a su parte espiritual, y as debe de ser, pues donde est la fe esta la
ciencia para buscar una explicacin racional, y donde est la ciencia esta la fe para dar
fuerza y esperanza en lo que aun no se conoce, pero que se anhela conocer.
1 Cf. VELEZ CORREA, Jaime, Al encuentro de Dios. Filosofa de la religin. Publicaciones CELAM,
Bogot, 21-22
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De esta manera reconocemos que el hombre es un cumulo de experiencias y vivencias a
travs del tiempo, y que aquel progreso de ser mejor, es lo que llamamos la madurez; pero
cundo se puede decir que una persona es madura? La respuesta est en las bases, en los
inicios, en los cimentos que se adquieren. Por ello es necesario ver las tres principales
etapas de desarrollo (madurez humana, cristiana y consagrada)2 de la vida de una persona
que ha tomado una opcin fundamental, en especial por la vida consagrada que requiere un
mayor compromiso y entrega, donde hay renuncias y sacrificios por ganancias eternas.
Es as que es bueno partir por saber qu es madurez, y hacer un nfasis especial en la
madurez cristiana, con su iniciacin como base de toda nuestra vida de fe. No obstante, no
se puede partir de una iniciacin cristiana si no hay una integracin con la madurez
humana, con el anhelo de superacin, de bsqueda del bien, de una conciencia y recta
intencin en nuestros deseos y acciones; ya que en una visin actual de la cultura, est lo
superficial, lo relativo, lo sensible, lo inmediato, donde cada quien hace su verdad desde sus
propios criterios, sentimientos o conveniencia. Es el reto de los pastores, crear unas bases
slidas en la fe que ofrezcan un punto de referencia para la vida3.
La vocacin desde la perspectiva Antropolgica y Trascendental comporta un llamado a
una misin especfica que causa un cambio interior y una trasformacin en el ejercicio de
las actividades cotidianas; tambin causa un cambio de actitud ante la vida. Por tanto la
respuesta, aunque es dada desde su ser de persona, no deja de lado la cultura y costumbres
propias, ni todo lo que se refiere a su vida fsica y mental. Es una respuesta desde un acto
de fe, puesto que, debe de existir en l un sentido de trascendencia, para dar respuesta a
algo sobrenatural; de igual forma este llamado se hace desde la libertad del hombre y por
tanto tambin exige una respuesta libre que con seguridad, cambia la vida y su concepto de
libertad. Ya no se hablar de libertad como un hacer lo que me parece, sino de un hacer las
cosas desde un proyecto de vida, ya que el ser vocacionado no significa el llamado a una
persona totalmente hecha en lo que respecta a lo humano y espiritual, sino que la vocacin
es un llamado a hacerse persona, es un impulso a progresar en lo trascendental, es decir, se
dar de forma proyectiva la autodeterminacin, la identidad y la apertura a los otros.
Por tanto, la vocacin es de una persona que tenga deseo de superarse y al mismo tiempo de
entregarse a los dems. Un joven que se siente llamado por Dios, responde desde su
persona, su experiencia de fe, experimenta esas dos dimensiones propias de todo ser
humano, su individualidad, apertura para con los otros, hace uso de sus capacidades
2Cf. LA FORMACIN SACERDOTAL, Documentos eclesiales 1965-1988. Publicaciones CELAM,
Bogot, 131-143 3 Cf. VELEZ CORREA, Jaime, Al encuentro de Dios. Filosofa de la religin. 9-11
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cognoscitivas y se impulsa para expresar de manera externa en sus relaciones personales.
La vocacin es la mayor manifestacin del amor de Dios para con el hombre, causa en l, al
momento del llamado, un caos en lo que respecta a su realidad personal y haciendo que
interiormente se cree un conflicto ya que hace que el interpelado por Dios sienta que tiene
que dejar sus valores adquiridos y vivir bajo otros que tendr que adquirir. Es aqu donde
juega un papel importante la madurez humana que la persona tenga y sus bases cristianas,
para dar su respuesta.
Qu se entiende pues, por madurez para un vocacionado? Una persona madura se nos
presenta como alguien que ha adquirido la capacidad habitual de obrar libremente. Es decir,
una persona que hace opciones conscientes y responsables, con estabilidad, sin tener que
pasarse la vida replantendose sus decisiones, sin adquirir una seguridad y una certeza
sobre ellas. Esto no se trata de no cometer nunca errores o de no cambiar nunca de opinin,
sino de tener claros algunos principios fundamentales en la vida. No es la madurez el llegar
a una edad en la que se puede hacer todo lo que se quiera, sin lmites, pues con los aos se
adquiere una madurez automtica para realizar actividades que de nios se hacan. Ver la
madurez de esta forma es la ms precaria, confundindola con un deseo de libertinaje,
como el libertinaje de los jvenes caprichosos que buscan una libertad financiada por sus
padres.
Finalmente concluyo diciendo, que la vocacin es un llamado Divino, lejos de caprichos y
deseos meramente humanos. La respuesta debe ser desde la persona, segn su experiencia
de fe, y segn las bases recibidas tanto humanas, como cristianas. Por tanto, no podemos
juzgar ciertas actitudes de un vocacionado, ni pretendamos medir su fe, sino ser un medio
de discernimiento reforzando y llenando vacios de las carencias no premeditadas en su
persona.
5. Cristiano
Una vez se ha hecho este recorrido desde la Antropologa, sin desconocer la accin de Dios
en el hombre, que llama a unos para que se consagren a su servicio, valindose de su ser de
persona, sus anhelos y deseos de superacin, los hace instrumentos para que todos lo
conozcan y conocindolo se arriesguen a hacer de sus vidas algo ms que un estar en el
mundo. Ahora, con base en el siguiente texto bblico se ver la accin de Dios en los que,
sin vacilar decidieron ser su instrumento, dejndose guiar por el impulso del Espritu Santo
y no hacer su voluntad, sino la del Padre.
Este texto representa de forma muy global la misin de la Iglesia de acompaar e instruir a
los que ignoran la verdad, pero que sienten que su ser espiritual necesita saciarse. De igual
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forma presentar otros textos que iluminan la accin propia de la Iglesia en su misin
encomendada por el mismo Jess.
El ngel del Seor habl a Felipe diciendo: Levntate y marcha hacia el medioda por el
camino que baja de Jerusaln a Gaza. Es desierto. Se levant y parti. Y he aqu que un
etope eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los etopes, que estaba a cargo de
todos sus tesoros, y haba venido a adorar en Jerusaln, regresaba sentado en su carro,
leyendo al profeta Isaas. El Espritu dijo a Felipe: Acrcate y ponte junto a ese carro.
Felipe corri hasta l y le oy leer al profeta Isaas; y le dijo: Entiendes lo que vas
leyendo? El contest: Cmo lo puedo entender si nadie me hace de gua? Y rog a
Felipe que subiese y se sentase con l. El pasaje de la Escritura que iba leyendo era ste:
Fue llevado como una oveja al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo
trasquila, as l no abre la boca. En su humillacin le fue negada la justicia; quin podr
contar su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra. El eunuco pregunt a
Felipe: Te ruego me digas de quin dice esto el profeta: de s mismo o de otro? Felipe
entonces, partiendo de este texto de la Escritura, se puso a anunciarle la Buena Nueva de
Jess. Siguiendo el camino llegaron a un sitio donde haba agua. El eunuco dijo: Aqu
hay agua; qu impide que yo sea bautizado? Y mand detener el carro. Bajaron ambos
al agua, Felipe y el eunuco; y lo bautiz, y saliendo del agua, el Espritu del Seor
arrebat a Felipe y ya no le vio ms el eunuco, que sigui gozoso su camino. Felipe se
encontr en Azoto y recorra evangelizando todas las ciudades hasta llegar a Cesarea.
(Hch 8, 26-40)
Este es un pasaje ejemplar del concepto de Iniciacin en la Iglesia Apostlica y de una
metodologa de acompaamiento pastoral. Felipe es imagen y smbolo representativo de
una forma de ser de la Iglesia, de su misin especfica, pues dondequiera que Dios abre la
puerta de la Palabra para anunciar el misterio de Cristo a todos los hombres, confiada y
constantemente hay que anunciar al Dios vivo y a Jess el Cristo enviado por El para salvar
a todos, a fin de que los no cristianos abrindoles el corazn el Espritu Santo, creyendo se
conviertan libremente al Seor y se unan a l con sinceridad; y para los que ya han recibido
este primer anuncio, tomen un carcter de compromiso dentro de la Iglesia a fin de ser un
solo rebao con un solo pastor, Jess, que es "camino, verdad y vida" (Jn 14, 6)4.
El eje de esa comunidad cristiana que se manifiesta en la persona del Apstol, es la obra
misionera sin exclusiones. Felipe anuncia a todos los pueblos que Cristo otorga, a todo
aquel que en l cree, la fuerza para vivir de acuerdo al modelo propuesto en los evangelios
4 AG. Nm.13-14
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y en las primeras comunidades. La estructura confesional de este cristianismo es, a la vez,
simple pero esencial. Este pasaje va directo al ncleo de la fe y confesin cristiana que no
se limita para slo unos pocos, sino para todos, en la imagen de este etope y eunuco que
representa la universalidad de la accin de Dios.
Felipe, al igual que todos los agentes de pastoral, y en s, todos los cristianos que de alguna
u otra forma estn comprometidos con la formacin cristiana, es un instrumento en manos
de Dios. El ubicarse en el mismo plano, sentarse junto a aquellos que no conocen pero que
anhelan conocer a Dios, estar en el mismo espacio, estar disponibles, escuchar sus
necesidades y demandas, responder a lo que piden, y revelar el llamado de Dios a ser parte
de su pueblo en Cristo.
Es interesante lo detallado de la descripcin de la situacin y la persona del eunuco. El
inters del escritor por aquello que es y hace este personaje, tambin puede ser un elemento
que enriquezca una pastoral con jvenes que la sociedad rechaza: los que adquieren formas
de vida que, a primera vista, vemos como imposibles de llegar a ser consagrados. Es el caso
de los jvenes que han cado en las drogas, en el alcohol, en la prostitucin, etc. En este
relato, el eunuco, su historia, su situacin y sus preocupaciones se ubican en el centro de
esa accin pastoral. Es tambin importante considerar cmo se ubica el Apstol segn el
mandato del ngel: Acrcate y camina junto a su carro. Es sorprendente la simplicidad
con la cual el Apstol se aproxima y con cuanta consideracin. Es un aproximarse
despojado de todo poder o prestigio. Se ubica en silencio en un caminar junto a aquel que
quiere ayudar y se interesa por aquello que vive y hace el objeto de su misin.
El dilogo entablado se fundamenta en las preguntas y necesidades del etope. Es un
dilogo de ayuda y servicio. Todo gira alrededor de la situacin, las preguntas y
necesidades del destinatario. A partir de esa situacin especfica se realiza la accin
pastoral. Y por ltimo, el bautismo que en su simplicidad nos muestra una estructura
primera de la confesin de fe de la Iglesia Apostlica. Aqu hay agua, qu me impide ser
bautizado? El excluido en la sinagoga por su condicin de eunuco y etope, pregunta qu
le impide ser incluido en la comunidad cristiana. A esta pregunta le sigue una accin visible
de Felipe, el bautismo. Cumplida la Iniciacin, la tarea pastoral termina y el etope contina
su camino construyendo su vida desde otra perspectiva y con un nuevo sentido de
pertenencia. No obstante, aqu no termina la accin pastoral para quien quiere adquirir un
compromiso ms profundo con la comunidad que lo ha acogido, es el caso de los que
aspiran a una vida consagrada; este debe ser un proceso ms extenso, con un
acompaamiento ms profundo, reconociendo los dos elementos de una vocacin: la
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persona y la accin divina5, es decir la parte antropolgica de la persona y la accin de
Dios. De estos dos elementos es de donde brota la interpelacin por un llamado a una
misin y la puesta de las capacidades humanas para realizarla.
La misin, la Iglesia la recibi de los Apstoles con la encomienda de llevarla hasta el fin
de la tierra, es decir no para unos, sino para todo ser humano, sin importar si lo aceptan o
no; y para los que aceptan este mensaje de amor, llevarlos a que se unan a este cuerpo de
Cristo y de la iglesia. El mandato de Jess es directo y activo, no se logra con una sola
intervencin, sino fruto de un acompaamiento, una constante reiteracin del mensaje, para
que, aquellos que lo acogen no sea solo de odas, sino que por el bautismo adquieran la
gracia y el compromiso de ser cristianos, profesando la fe en un nico Dios Trino (Mt
28,19-20).
Podramos hacer una analoga sencilla de lo que puede ser de alguna manera esta iniciacin
cristiana: La persona sera como un rbol, donde la raz es la Palabra de Dios impresa en el
corazn del hombre; la raz sostiene a este rbol y es por donde recibir los nutrientes para
dar su fruto, de los cuales depender la calidad del mismo. El tronco de este rbol es la
iglesia, como intermediario entre la raz y su fruto. El deber nuestro y de la Iglesia es no
dejar que los contaminantes daen nuestro fruto, que los que siembran y cuidan de este
rbol deben ser perseverantes y constantes en su trabajo, ya que la misma Palabra nos dice
que llegarn tiempos en que embaucadores trastornarn a las gentes con doctrinas
contrarias a lo que ensea la Iglesia, quitarn el sentido de nuestras vidas y podrn
dominarnos. Hoy lo vemos en las nuevas formas de ver la espiritualidad, donde nos dicen
que nuestra vida la dominan los astros, que los ejercicios espirituales son terapias donde se
descansa el cuerpo y la mente con el fin de olvidar por un tiempo los problemas. Son todo
lo que nos ofrecen los medios de comunicacin buscando un egocentrismo y un hedonismo,
que importe ms nuestra apariencia que nuestro ser. (1Tm 4, 1-8).
Por otra parte, el mayor reto de los discpulos de Jess es, el hacer que el mensaje llene de
sentido la vida, que cause en toda persona una revolucin interior que los haga decir: Te
seguir adondequiera que vayas (Lc 9, 57b); no hombres siguiendo a hombres, sino
hombres siguiendo la verdad, el mismo que da la vida y la sostiene. Pero no es slo de
palabras, sino que sea un seguimiento pleno, sin excusas (Lc 9, 57-62). No obstante,
debemos ser lentos para condenar a esos aspirantes a discpulos que ofrecieron excusas.
Quin entre nosotros no ha hecho lo mismo? Tambin debemos notar que los predecesores
de la fe, primero ofrecieron excusas antes de que finalmente aceptaran el llamado de Dios.
5 Cf. ALDAY, Jess, La vida consagrada. Aspectos Antropolgicos, Psicolgicos y Formativos,
Publicaciones claretianas, Madrid, 2004, 13-36.
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Moiss protest: Quin soy yo para ir al Faran y sacar de Egipto a los israelitas?
(x 3,11).
Y luego argument soy tardo en el habla y torpe de lengua (x 4,10). De igual forma
Jeremas protest Yo dije: Ah, Seor Yahve! Mira que no s expresarme, que soy un
muchacho. (Jer 1,6); Isaas, Ay de m, estoy perdido, porque soy un hombre de labios
impuros y vivo entre un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al rey, Yahve de los
Ejrcitos! (Is 6,5); y otros muchos, para entender que, no es que dudaran de Dios, sino
que se sintieron impedidos. Sin embargo, Dios tambin se vale de los dbiles para anunciar
el ms grande de los Misterios a todas las gentes. En ocasiones, olvidamos que los
discpulos eran hombres como nosotros, con una personalidad propia que el mismo Jess
tuvo que ir moldeando; eran seres escogidos por el seor, no porque fueran perfectos, sino
por que respondieron su llamado sin importarles nada; seres que fueron creciendo
progresivamente en el conocimiento de Dios y en la coherencia de su seguimiento.
6. La Iglesia
Ahora veamos cmo la Iglesia cumple con la misin encomendada por Jess a sus
apstoles y estos a nosotros, teniendo siempre como referencia la Palabra de Dios en todo
su esplendor, pues, en ella est lo que debemos anunciar y a quin debemos anunciar. No
es un mensaje propio, ni lo haceos en primera persona para gloriarnos, sino que es la Buena
Nueva del Reino de Dios preparado para todos los hombres. Por eso, la Iglesia se ve
impulsada por el Espritu Santo a poner todos los medios para que se cumpla efectivamente
el plan de Dios, que puso a Cristo como principio de salvacin para todo el mundo.
Predicando el Evangelio, mueve a los oyentes a la fe y a la confesin de la fe, los dispone
para el bautismo, los arranca de la servidumbre del error y de la idolatra y los incorpora a
Cristo, para que crezcan hasta la plenitud por la caridad hacia El6.
Ya nos dice tambin el Catecismo de la Iglesia Catlica que mediante los sacramentos de la
Iniciacin Cristiana, el Bautismo, la Confirmacin y la Eucarista, se sientan los
fundamentos de toda vida cristiana, hacindonos participes de la gracia como un Don no
automtico, sino de forma analgica al desarrollo de nuestra vida; es decir, el nacer, crecer
y el desarrollarnos. De esta manera, nos vamos desplegando en lo que respecta a una vida
de fe, aumentando las gracias necesarias para ir progresando en una perfeccin y en una
santidad de vida, siendo el Bautismo la puerta para todos los sacramentos. 7
6 LG Nm.17. 7 Cf. CEC. Nm. 1212
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La Iglesia, que ha considerado siempre la formacin de los fieles como una de las tareas
ms esenciales de su quehacer, con el paso del tiempo reconoce que su misin inicia con la
primera evangelizacin, que es el llevar el Evangelio a los que no lo conocen y por ende no
conocen a Jess, con la esperanza de que los interlocutores se sientan movidos y deseen
hacerse discpulos, no de la noche a la maana, pero s progresivamente. Por tanto, la
Iglesia no se debe limitar solo a dar una buena catequesis a los nios que por sus padres,
llevan una creencia cristiana, sino que tambin sea para todo aquellos que ignoran todo
esto, pues en ellos tambin acta la fuerza del Espritu Santo. Por eso, la Iglesia como
institucin ha creado la pastoral de Iniciacin Cristiana que no se limita a reflexiones
espontaneas, ocasionales u otras actividades dentro de la Iglesia. El concepto de Iniciacin
Cristiana suele confundirse o se presta con facilidad a un equvoco, cayendo en una
vaguedad que lo hace inservible. En otras palabras: si todo es Iniciacin Cristiana, nada es
Iniciacin Cristiana. Tratar entonces de dar a entender un poco lo que es en realidad sin
perder de vista el tema que nos conduce a la opcin fundamental que, en nuestro caso, es la
vida consagrada:
Iniciacin Cristiana se debe comprender como proceso catequtico-sacramental y vivencial
por el que una persona se hace cristiana con un comienzo en el bautismo y una meta en la
confirmacin, o mejor dicho, la Eucarista. Por eso, el anuncio catequtico ha de ser
sistemtico y completo, sostenido en el seno de una comunidad eclesial, desarrollado en el
tiempo y marcado por unos momentos fuertes o ritos sacramentales. La Iniciacin Cristiana
la entendemos aqu como una Institucin catequtica eclesial, con entidad propia. Es aquel
proceso en el que uno se hace cristiano, a travs de una insercin global en la vida de fe.
Estos ritos de Iniciacin se encuentran en la mayora de las religiones. Por tanto, no es slo
de carcter meramente cristiano, y por ende, puede estar rodeado de signos y acciones de
otras religiones antiguas o de la vida cotidiana de culturas, sin quitar lo particular de la
Iniciacin Cristiana. Podramos hacer referencia a que en todo grupo humano, existe un
proceso de iniciacin para entrar en l, con sus propias formas, su tiempo y sus exigencias.
Toda Iniciacin es un camino de entrada que nos lleva poco a poco a introducirnos en ese
grupo y a pertenecer al mismo con todos los derechos y deberes. Eso que vale para
cualquier grupo humano, se resalta de manera ms elaborada y organizada para nosotros en
todas las experiencias religiosas antiguas y actuales. Tambin la Iglesia, desde los tiempos
apostlicos, para formar a un cristiano sigui un camino de Iniciacin, llamado
catecumenado, que consta de varias etapas. Este camino puede ser recorrido rpida o
lentamente y comprende siempre algunos elementos esenciales: El anuncio de Jesucristo, la
acogida del Evangelio, la conversin, la profesin de fe, el Bautismo, la efusin del Espritu
Santo, el acceso a la comunin Eucarstica y la integracin en una comunidad. Es decir, la
Iglesia siempre ha estado convencida que ser discpulo de Cristo implica un camino de
16
entrada, de vivencia, de crecimiento y de integracin en la Iglesia misma, que est marcado
por estos tres Sacramentos de iniciacin cristiana.8
Es necesario desde luego distinguir tambin entre ese Primer anuncio y catequesis. El
Primer anuncio se dirige a los no creyentes y a los que, de hecho, viven en la indiferencia
religiosa. Asume la funcin de anunciar el Evangelio y llamar a la conversin. La
catequesis, distinta del primer anuncio del Evangelio , promueve y hace madurar esta
conversin inicial, educando en la fe al convertido e incorporndolo a la comunidad
cristiana. La relacin entre ambas formas del ministerio de la Palabra es, por tanto, una
relacin de distincin en la complementariedad.9
La peculiaridad de la Catequesis, distinta del anuncio primero del Evangelio que ha
suscitado la conversin, nos lo dice la Catechesi Tradendae que persigue el doble objet ivo
de hacer madurar la fe inicial y de educar al verdadero discpulo por medio de un
conocimiento ms profundo y sistemtico de la persona y del mensaje de Nuestro Seor
Jesucristo10. En la prctica, el avance es mnimo o nulo: cierto nmero de nios
bautizados en su infancia son enviados a la catequesis parroquial sin haber recibido alguna
Iniciacin en la fe. Estn tambin los no bautizados, y los preadolescentes y adolescentes.
Que han sido bautizados y que han recibido sistemticamente una catequesis as como los
sacramentos, pero que titubean por largo tiempo en comprometer o no su vida con
Jesucristo, esquivando la formacin religiosa en nombre de su libertad. Finalmente, los
adultos mismos no estn al reparo de tentaciones de duda o de abandono de la fe, a
consecuencia de un ambiente notoriamente incrdulo. Es decir que la "catequesis" debe a
menudo preocuparse, no slo de alimentar y ensear la fe, sino de suscitarla continuamente
con la ayuda de la gracia, de abrir el corazn, de convertir, de preparar una adhesin global
a Jesucristo en aquellos que estn an en el umbral de la fe11
.
Para el Directorio General para la Catequesis, la fe cristiana es ante todo conversin a
Cristo, adhesin plena y sincera a su persona y decisin de caminar en su seguimiento. Es
un encuentro personal con Jesucristo, es hacerse discpulo suyo. Exige el compromiso
permanente de pensar como l, de juzgar como l y de vivir como l lo hizo. As, el
creyente se une a la comunidad de los discpulos de Jess y hace suya la fe de la Iglesia. La
conversin lleva consigo un cambio de vida, una transformacin profunda de la mente y del
corazn, que se manifiesta en todos los niveles de la existencia. La fe es, adems, un don
destinado a crecer en el corazn de los creyentes, lo que da origen a un proceso de
8 Cf. Diccionario Teolgico Enciclopdico, Segunda Edicin, Editorial Verbo Divino, Pamplona, 1996. 503
9 Cf. DGC. Nm. 61 10 CT. Nm.19 11 Cf. Ibd. Nm.19
17
conversin permanente que dura toda la vida, y su mayor y ms radical expresin es la
vivencia de una opcin fundamental con madurez12
.
CAPITULO 2
Madurez del Consagrado
3. La comunidad
La Iniciacin Cristiana busca ser entonces, escuela de cristianismo, es decir, enseanza y
aprendizaje, testimonio y seguimiento de la fe, en una palabra: experiencia de Dios. En este
itinerario acontecen: el primer anuncio o kerigma, la catequesis, la experiencia de oracin
personal y litrgica, la participacin sacramental, la experiencia de fraternidad o de vida
comunitaria, la toma de conciencia del compromiso social para compartir y servir desde
una opcin fundamental (matrimonio, soltero o consagrado). Ahora la pregunta ser En
qu sentido podemos extrapolar lo dicho hasta ahora sobre la madurez humana y cristiana
al mbito del proceso de crecimiento en la fe, con todo lo que esto supone en el orden de la
catequesis, y del discernimiento vocacional, para un joven en proceso de postulantado?
Hecha la opcin fundamental, el siguiente paso es ser coherente con ella, pero el hombre
como imagen de Dios difuminada por el pecado debe trabajar toda su vida para adquirir
esta coherencia. Ahora bien, ste trabajo de identificacin con la opcin por Dios y por la
vida virtuosa necesita como plataforma y cimiento de construccin, la madurez humana y la
Iniciacin Cristiana que debe ofrecer la Iglesia y la sociedad, para todos aquellos a los que
por el kerigma han recibido el Primer anuncio de la Palabra de Dios, la Buena Nueva; pues
12 Cf. DGC. Nm. 53-56
18
la actividad de la Iglesia tiene como finalidad que la fe de los fieles se haga viva, explcita
y activa, por medio de la enseanza de la doctrina y de la experiencia de la vida cristiana13
En este captulo me centrar ms desde la situacin de un aspirante a la vida consagrada, y
ms explcitamente desde nuestra comunidad, haciendo referencia desde luego a las fuentes
de nuestra espiritualidad y de la Iglesia, resaltando la importancia de una buena Iniciacin
Cristiana, unos buenos principios dados en casa, principios humanos que se adquieren, pero
que si no favorecen se podran cambiar. Todo depender del ambiente y la identidad de la
comunidad.
Cuando en el hombre se gesta un deseo de darle un sentido a su vida y encuentra que no
hay un solo camino, sino que puede discernir entre casado, soltero y consagrado, es algo
natural que se detenga y mire las posibilidades; pero cuando le damos un sentido
trascendental a lo que ser de nuestra vida, vemos que hay una vocacin para alguno de
estos estados de vida, que no es por capricho o en donde pueda sacar ms provecho. Aqu
entra en juego esa madurez humana y cristiana de la que habl anteriormente.
Es necesario entonces, diferenciar lo que es una opcin fundamental y una eleccin
deliberada. Opcin fundamental es, mediante la cual la persona decide globalmente sobre s
misma, en forma transcendental, atemtica, y libremente; mientras que las elecciones
deliberadas, son aquellas decisiones, que aunque implican tambin lo moral y la libertad,
son relativas y dependen ms de los principios y voluntad. Sin embargo, esas elecciones
tambin influyen en la opcin fundamental e influirn en la vivencia de la misma despus
de haberla tomado.
De esta forma, la Congregacin de la Fraternidad Sacerdotal tiene en sus Constituciones y
en el Derecho comn, algunos principios para la aceptacin de un aspirante a la vida
religiosa. En primer lugar, el Derecho Cannico de la Iglesia, expresa la sabidura de la
misma, como madre que busca el bien para sus hijos. Con vigilante cuidado, los
Superiores admitirn tan slo a aquellos que, adems de la edad necesaria, tengan salud,
carcter adecuado y cualidades suficientes de madurez para abrazar la vida propia del
instituto; estas cualidades de salud, carcter y madurez han de probarse, si es necesario, con
la colaboracin de peritos, quedando a salvo lo establecido en el can. 22014. Estas no son
cosas sacadas de seres inhumanos, sino que son totalmente coherentes con el acogimiento
de un estilo de vida como el de ser religioso. Por eso, dentro de la Congregacin en el
captulo 11 de las Constituciones, describe la admisin de los candidatos partiendo de la
necesidad del relevo. Lo comparo con el cambio de guardia en una base militar, donde si no
13 CIC. Nm.773 14 CIC. Nm. 642
19
hay un relevo de guardia este puesto quedara descubierto y el enemigo podr entrar. De esta
manera, tampoco podemos dejar que cualquiera nos releve, slo aquel que sabe a quin
necesita, sabr a quien poner. Ya en la cuestin de vocaciones para la Comunidad es
necesario acudir al dueo de la mies que sabe a quienes necesita, y por eso mismo, los
superiores deben actuar con criterio sobrenatural, pues, no es llenar un puesto en la tierra,
sino preparar miles de puestos en el cielo. Es necesario, el testimonio de parte de los ya
religiosos como motivacin, para admitir solo a los animados de un buen espritu,
piadosos, celosos, que se sientan llamados a la adoracin y al servicio15.
Para tratar de sintetizar un poco las caractersticas de un joven que se siente llamado a la
vida consagrada dentro de la Fraternidad Sacerdotal, har una lista por la cual caemos en
cuenta de que no son cosas del otro mundo, sino que son elementos indicadores de un grado
de madurez humana y cristiana y de las necesidades de la Iglesia.
Que crean y quieran ser santos.
Animados.
Piadosos.
Sentirse llamados.
Aptitudes espirituales, morales e intelectuales.
Recta intencin.
Libre voluntad.
Salud
Madurez afectiva y psicolgica16.
Ya en el Directorio Espiritual, donde no es tanto desde el plano fsico, sino del espritu de
los aspirantes, nuestro padre fundador el padre Eugenio Prvost, resalta que deben ser
elementos de gran perfeccin para esta obra y no tanto hombres cualificados, pues, aunque
son necesarios, tambin lo son aquellos que animados no ms que por un deseo de servir
pueden hacer un mayor bien. No me corresponde juzgar ni decir cules s o cules no, ya
que la gracia de Dios acta como l quiere y llama a los que quiere. Todos sern necesarios
para construir el Reino de Dios en la tierra, por eso el fundador es muy radical en decir que
los superiores deben actuar de forma severa en la eleccin de los sujetos para no tener
molestias a largo plazo, pues dice el Directorio: vale mejor un solo religioso, bueno, con
menos talentos y cualidades, que diez, ms brillantes pero menos fervorosos. Parece que
ese ser bueno, es sentir esas ganas de santificacin y de entrega, y eso es lo que debe ser
15 Constituciones de la Congregacin de la Fraternidad Sacerdotal, Primera parte, Capitulo 11, Nm. 85-89 16 Cf. Ibd.
20
la garanta de un religioso, ya que la vida religiosa es un centro de virtudes y
perfecciones17
.
La mayor parte de las dificultades encontradas en la actualidad en los jvenes aspirantes a
la vida religiosa es que no hay o no se ha completado una madurez humana y cristiana
suficientes para asumir un compromiso mayor. Tal vez, la Iglesia ha decado al mostrar este
estado de vida como algo que puede ser transitorio dado el caso. Lo que de fondo se marca
es la escasa madurez para acoger este estado y la ligereza con la que se hace la escogencia y
aceptacin de los aspirantes. Aqu entra fundamentalmente el acompaamiento no
acelerado del promotor vocacional, el ideal ser siempre iniciar al menos, procesos
vocacionales desde los grados 9 para evitar escogencias aceleradas limitando solamente la
promocin vacacional con los jvenes del grado once, donde es evidente que el ltimo ao
de la formacin secundaria para todos los jvenes, es un ao de discernimientos mltiples y
acelerados. Y ya una vez tomada la decisin en la admisin de un miembro, no hay ms
que, tolerar y tratar de suplir esas dificultades que harn que se pierda tiempo pastoral.
El tiempo de escogencia de los candidatos no es total en las cortas convivencias, pues, este
sera un primer filtro donde por medio de preguntas y de ver sus actitudes se reconocer sus
verdaderos deseos. Mas sin embargo, no se puede confiar de ello y por eso el
discernimiento tanto del aspirante y de la comunidad est en el ao de aspirantado y el ao
de noviciado, o que se debera llamar el tiempo de discernimiento, donde se lleve una
continuidad en el proceso de acompaamiento, pues no todos acogen el carisma o no se
comprende, y no todos tienen el mismo nivel intelectual, pero si la confiada vocacin.
Habrn aqu elementos que se pueden corregir; no hay que escatimar recursos ni tener
miedo en prolongar este tiempo18
. Ciertamente no se le pide a un candidato a este estado de
vida que asuma responsabilidades directamente, sino que se le juzgue capaz de conseguirlo
progresivamente durante el tiempo que se considere necesario, teniendo en cuenta el
Derecho comn y el Derecho propio19
.
Por ltimo podramos reflexionar todos, sobre la situacin de nuestra Comunidad y en s de
toda la Iglesia, cuando no se lleva un seguimiento de los aspirantes a la vida consagrada.
Esto debe de ser un trabajo en conjunto donde no se deje solo al promotor vocacional en su
trabajo, sino que todos nos comprometamos con esta labor; el primer paso ser el crear un
buen proyecto de pastoral vocacional, no por temporadas, ni como lo haba comentado
anteriormente, de que solo gastamos energas en los jvenes de grado once, sino, que
17 Directorio Espiritual, Cap. XXVII 18 Cf. Ibd. 19 Cf. CONGREGACIN PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA RELIGIOSA Y LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTLICA, orientaciones sobre la formacin en los institutos religiosos, Ediciones Paulinas,
1990, Nm. 42-44
21
tambin sea un trabajo con grupos de jvenes de grados inferiores. Tal vez no todos querrn
entrar a la Congregacin al final del trabajo, pero quizs haya inquietudes hacia una
parroquia, una Dicesis. Independiente de los resultados, este ser el mejor de nuestros
trabajos: el formar mejores cristianos comprometidos con la Iglesia, y de hecho, algo de
nuestra espiritualidad quedar en ellos, como el de orar por los sacerdotes y no juzgarlos.
El otro caso es el de los aspirantes a la vida religiosa que ya han pasado por un seminario u
otra comunidad. Este debe de ser otro desafo y otro tipo de seguimiento, ya que son
jvenes o en el mayor de los casos, adultos ya formados con unos esquemas mentales
propios, quizs tambin con una espiritualidad definida o habitual, etc. No se trata de
rechazarlos sino de un mayor seguimiento para comprobar sus verdaderas motivaciones y
que expresen ese deseo no solo de consagrarse, sino de buscar la identificacin con el
carisma y en ltimas, con la bsqueda de la santidad desde este estado de vida. Estos son
temas que no los podemos tratar precipitadamente, pues no podemos caer tambin en
pretender buscar jvenes que se acoplen a nuestros esquemas mentales a veces un poco
errados, o pretender reclutar jvenes dciles en carcter que trasformemos a nuestro parecer
y llegar a crear un mimo con sotana, que repite lo hace el que est a su frente.
El ideal ser formar jvenes que desde su realidad personal, se integren a su opcin
fundamental por discernir, jvenes con carcter, que en su bsqueda de la santidad sean
orientados por el mejor camino. Retomo aqu el texto base (Hch 8, 26-40), donde el apstol
Felipe impulsado por el Espritu, se acerca al eunuco, lo acompaa y responde a sus
inquietudes dndole a conocer la verdad, haciendo fluir de l el deseo puesto por Dios en su
corazn, de consagrarse, a ejemplo de un novicio que responde al llamado de Jess y se
compromete segn el espritu y finalidad de este instituto. Esta profesin radica
ntimamente en la consagracin de su bautismo y la expresa ms plenamente en la
profesin de los consejos evanglicos20
. Y el CIC nos expresa esa gran importancia del
bautismo y de los dems sacramentos de iniciacin cristiana para acoger el estado religioso,
1 Quien no ha recibido el bautismo, no puede ser admitido vlidamente a los dems
sacramentos. 2 Los sacramentos del bautismo, de la confirmacin y de la santsima
Eucarista estn tan ntimamente unidos entre s, que todos son necesarios para la plena
iniciacin cristiana21
. Esto para decir que las bases no se pueden abolir y no podemos tratar
de limitar la gracia de Dios a nuestros principios, pues, Dios acta en donde nosotros no
seremos capaces de arriesgarnos.
4. Sntesis personal
20 Constituciones de la Congregacin de la Fraternidad Sacerdotal, Segunda parte, Capitulo 18, Nm. 152 21 CIC. Nm. 842
22
La vida de un consagrado debe ser un signo de esperanza para muchos hombres y mujeres
que buscan dar un sentido a sus vidas. Por eso, la vida de un religioso debe estar marcada
por una pasin por lo que hace, una pasin que nace desde antes de dar respuesta a su
llamado, debe de ser un apasionado por imitar a Jess en su manera de vivir: pobre humilde
y casto. Ah est el testimonio de un religioso inmerso en el mundo, vivir como vivi
Jess, de igual manera, la constante del religioso se mide en buscar la forma de conocerlo
cada da ms y tratar de complacerlo. Audacia en conocer el llamado, de saber qu exige
ese llamado; por eso cuando un joven quiere formar parte de este estilo de vida, es
necesario no preocuparse por el nmero, ni por darles las estructuras, las seguridades y
pretender con eso comprar un religioso, no! Es necesario darle una base espiritual,
ofrecerle herramientas para consolidarla, con el fin de formar un cristiano y no quedarse
como deca Charles de Foucauld: Conocer a un Cristo pobre, y seguir siendo ricos. No
es mostrar tericamente un buen prospecto de buen discpulo de Jess, sino testimoniarlo
desde nuestra vida. Es el deseo tambin de querer mostrar cosas distintas sin daar nuestro
objetivo, o fin; es proponer cosas nuevas dentro de la vida religiosa, es vivir el misterio
desde otra perspectiva, sin temor a no hacerlo porque parece indebido y conduce a
asegurarse en el pasado. Es creatividad: los sacramentos, son lo esencial en la vida
religiosa, y ms la Eucarista, fuente y culmen de todo cristiano; de esta manera, es la
Eucarista y todos los momentos sacramentales que nos deben llevar a la unin, y para ello
debemos ser distintos, no raros, sino distintos, que vivamos el misterio de Cristo de una
forma que llame la atencin, que nos lleve a ser fieles a la vocacin desde la libertad, algo
que transforme nuestro espritu y salve almas.
Los desafos de la vida Religiosa, los conocemos como los consejos evanglicos, pues, de
esta manera nos lo presenta la exhortacin La vida consagrada en su nmero 87; yo
considerara que son cuatro, u otros ms que ayudan a ver la grandeza de ser del religioso
que hoy en da es un reto, aparte de la vivencia de los consejos evanglicos; o podra decir
que estos son los que vienen por aadidura, cuando se vive virtuosamente una vida casta,
pobre y obediente:
La verdad: el mundo necesita modelos para los jvenes que vagan por la vida sin
sentido; se necesitan referentes, testigos ms que maestros, que enseen con su
ejemplo de vida lo bueno de ser cristiano, que no exijan una manifestacin de
alegra vocacional, cuando ellos llevan un ministerio arrastrado, que no enseen una
pobreza en el derroche o en la tacaera; que no enseen una obediencia discutida o
discutible; que no enseen una castidad posible e imposible.
23
Fraternidad abierta para el encuentro con el otro, que se d con una alteridad de
satisfacer las necesidades del otro y las mas; es un trascender, salir de mi para ir al
ms cercano.
Pertenencia: sentirnos pertenecientes a alguien o a algo, y que esto nos lleve a dar
todo para lograr sus propsitos, que se note el desgaste tanto fsico como moral y
espiritual por un fin comn, que no seamos slo amigos, sino hermanos, como lo
profesamos en nuestra fe al ser hijos de Dios, pues los amigos los buscamos como
nos convienen, pero los hermanos nos lo da Dios como los necesitamos, son
aquellos que realzan mis complejos para corregirlos y mis virtudes para seguir, me
muestran los limites de mi ser y lo que por negligencia dej de hacer.
Purificacin global de la vida: Purificar la indiferencia para los que piensan
distinto. Purificar las estructuras que me hacen cuadriculado y limitan mi
pensamiento. Purificar los medios que utilizo para mi perfeccionamiento, pues,
puede ser que me perfeccione para ser mejor en lo que el mundo me ofrece, mas no
en lo que yo le puedo ofrecer al mundo.
Soy consciente que el seguimiento de Cristo no es fcil, que exige renuncias, no slo de
cosas materiales o de propuestas de trabajo que den estabilidad econmica, sino de dejar
familia, principios, cultura; pues, por ms que no dejemos de tener unas races, es necesario
acoplarnos al entorno en que vivimos, debemos ser como los animales que emigran de un
lugar para otro con el fin de encontrar mejor alimento, y que por el paso de un lugar a otro,
cambian sus mtodos de supervivencia aunque no dejan de ser la especie que son; as es el
hombre cuando cambia de un lugar a otro, tiene que acoplase a este lugar y acoger la forma
de estar all. Ahora, dentro de una comunidad donde hay diversidad de culturas y diferentes
temperamentos, es ms estricto el compartir, y esto tambin hace que el joven cristiano d
unas muestras de su recta intencin y de su compromiso, y es donde los superiores deben
trabajar arduamente para que la convivencia no sea una rutina. Con los que compartimos
deben manifestarse los caracteres de bases humanas y actuar para tratar las diferentes
situaciones; no esperar a que el tiempo pase y que el mismo joven caiga en la cuenta de sus
carencias y de sus dificultades; para ello son los aos de propedutico y del noviciado, su
continuidad en la formacin y seguimiento bien sea para llenar esos vacios del aspirante o
para un pleno discernimiento.
No somos seres terminados, ni aun los animales que cuando nacen ya tienen la capacidad
de por instinto buscar su alimento y moverse para conseguirlo. Pero no estn terminados
del todo, pues, ellos nacen con unos rganos aptos para su mximo desempeo, pero que al
nacer no los dominan. Pensemos en el Chita, el animal ms rpido de la naturaleza que en
24
veinte segundos alcanza una velocidad de 120 km/H, pero cuando es cachorro hasta un
puercoespn es su mayor rival. De esta manera el hombre no est logrado, sino que se va
formando en sus experiencias y en lo que la sociedad le ensee; es como a un gato, si no se
le ensea que tiene que cazar los ratones, el nunca lo sabr. De igual forma, si no nos dan
las bases necesarias para la plena vivencia de una vida cristiana, de seguro que no seremos
ms que otro miembro de una religin, pero que al momento en que esta religin entre a
interferir con mi forma de existir, la abandonar sin ms.
25
CONCLUSIN
En muchas ocasiones, solemos apresurarnos a hacer juicios deliberados frente a los
aspirantes que llegan a vivir una convivencia, para conocer un poco sobre el tema de la vida
religiosa; llegan jvenes que aun estn en el colegio terminando su bachillerato y jvenes
que ya han tenido una vida laboral y de estudios superiores, y llegan tambin los que ya han
pasado por un seminario y que conocen un poco como es la situacin. Y nuestra primera
actitud es calificarlos como: sirve, no sirve, es como piadosito, es como loco, introvertido o
extrovertido, entre otras. Pero no nos detenemos a pensar en qu grado de madurez humana
y cristiana pueda estar; tal vez el que consideramos como demasiado piadoso, salido un
poco de la realidad, sea un entregado adorador, con unas bases solidas dispuesto a servir; o
que, tal vez ese extrovertido sea un impulsador de ideas, y que ese introvertido, callado sea
un realizador de ideas, eso s, con bases humanas y cristianas firmes.
La cuestin no est en escoger lo que nos sirve para producir o mostrar, pues, la vida
consagrada no es de mostrar como un producto para vender, sino que debe ser un referente
para la vida de muchos jvenes que estn en el mundo queriendo ser diferentes con lo que
el mundo les vende, y que dejan que los medios de mercado les manejen sus pensamientos
y su mismo cuerpo; por eso la vida religiosa debe de ser el faro que gue, no que encandile,
sino que gue por los caminos rectos que llevan a la perfeccin y en ltimas a la santidad.
Somos un cmulo de experiencias, unas buenas y otras no tanto, pero que van labrando
nuestra personalidad y nuestra forma de desenvolvernos en la sociedad, y que marcan
nuestra forma de concebir el mundo. Dentro de este cmulo de experiencias tambin estn
las experiencias religiosas que la vida y las circunstancias nos ofrecen, pero principalmente,
la fuente de nuestras experiencias en general, son las enseanzas recibidas en casa, y son
las que en nuestras situaciones lmite se manifiestan en su forma ms pura. Es en familia
donde nos hacemos personas y donde vamos adquiriendo un cierto nivel de madurez; es en
la familia donde aprendemos la fe, ya que si nos bautizaron cuando ramos pequeos, lo
hicieron en la fe de nuestros padres, padrinos, y en la fe de la iglesia, mas, en la
confirmacin la concebimos en nuestra persona, cuando con una preparacin nos hicimos
consientes de lo que queramos hacer.
An no somos cristianos maduros despus de poder comulgar por primera vez y asistir a las
celebraciones litrgicas. An no somos maduros para acoger un mandato Divino; an
somos unos pequeos, no sabemos hablar, no tenemos las palabras para suscitar
conversin, pero tenemos un llamado, y hay que dar una respuesta; cmo darla? Quin
nos debe orientar? La Iglesia, si, la Iglesia es la responsable y tambin es la responsable que
sea una respuesta firme. Qu hacer?
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Lo que queda es, crear una mayor conciencia sobre el problema vocacional y mayor
claridad teolgica sobre la unidad y la diversidad de la vocacin cristiana, claridad y
seriedad en los proyectos pastorales y en el seguimiento a los aspirantes; que haya una
continuidad entre el proceso de aspirantado, es decir, antes de entrar a la comunidad, en el
propedutico y en el noviciado.
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