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Universidad de La Salle Universidad de La Salle
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Filosofía y Letras Facultad de Filosofía y Humanidades
2020
La ética del discurso y la autonomía de la voluntad en Jürgen La ética del discurso y la autonomía de la voluntad en Jürgen
Habermas Habermas
Javier Rojas Ortega Universidad de La Salle, Bogotá
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MONOGRAFIA
LA ÉTICA DEL DISCURSO Y LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD EN JÜRGEN
HABERMAS.
Presentado por:
Javier Rojas Ortega
Asesor
Iván Ramon Rodríguez Benavides
Programa académico:
Filosofía y letras
Facultad:
Filosofía y Humanidades
Bogotá, abril 2020
1
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN 1
1. Generalidades de los supuestos filosóficos de la moral habermasiana 4
1.1. Noción de racionalidad 5
1.2. Conceptos básicos de la acción comunicativa 8
1.3. Usos y fundamentación de la racionalidad práctica 15
1.4. Generalidades de la Ética Discursiva 17
2. La Ética del Discurso y la moral 24
2.1. El imperativo categórico de Kant 24
2.2. Diferencia entre Kant y la Ética del Discurso 28
2.3. La intuición moral en Habermas 29
2.4. Consecuencias prácticas 31
CONCLUSION 34
REFERENCIAS 35
2
LA ÉTICA DEL DISCURSO Y LA AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD EN JÜRGEN
HABERMAS
INTRODUCCIÓN
El filósofo Jürgen Habermas, con la Ética Discursiva, plantea la posibilidad de fundamentar
el juicio moral, teniendo como soporte la Acción Comunicativa. Propone unas reglas para la
obtención un acuerdo moral, sin que ello signifique un juicio de valor sobre el contenido del
mismo. Por lo tanto, parece una obviedad y espero que la reiteración sea excusada, para la mejor
comprensión de lo aquí dicho, pero creo necesario manifestar que dado el carácter formal y por
ende técnico de la Ética del Discurso la misma no responde claramente al dilema moral que
emerge en un caso socialmente relevante como el caso del suicidio soberano, es decir ausente de
patologías e ideologías. Mas aun, en Habermas la moral se atiene a lo que es bueno para todos los
afectados por igual, no obstante, en el acto del suicidio en términos estrictos el afectado es quien
pone fin a su existencia, dado que sabía el resultado.
Entones, a continuación, analizaremos la Ética del Discurso propuesta por Habermas en
particular el uso moral de la Razón Práctica. Según Habermas (2018) “la ética discursiva no
proporciona orientaciones de contenido, sino solamente un procedimiento lleno de presupuestos
que debe garantizar la imparcialidad en la formulación del juicio.” (p.127), la anterior cita
corresponde a la definición de la Ética Discursiva propuesta por Habermas, la cual traemos a
colación para mejor comprensión de la problemática que proponemos en esta monografía que es:
la moral puede ser un lugar no fértil para la Ética del Discurso en particular cuando el sujeto
agente toma una decisión bajo su autonomía y libre advedrìo.
El objeto de esta exposición es mostrar que la Ética Discursiva puede emerger como una
importante herramienta en la solución de casos interpersonales, prácticos, morales y éticos cuando
intervienen mínimo dos sujetos hablantes dado su carácter dialógico intersubjetivo, pero no cuando se
trata de analizar la dimensión moral de un acto socialmente relevante como es el caso del suicidio
3
soberano, en donde la suprema autoridad de la autonomía de la voluntad se hace presente. Por el
contrario, plantearemos que, en el caso de una decisión autónoma y libre se sustenta mejor desde
la doctrina del Imperativo Categórico, del filósofo Emmanuel Kant debido a que en sentido
estricto pensamos que tanto la forma como el contenido del acto moral individual, no debe ser
analizado desde un punto normativo.
Con el fin de probar la problemática enunciada, en el primer apartado que trata sobre los
supuestos filosóficos de la teoría moral habermasiana, conoceremos brevemente las
generalidades de la Acción Comunicativa y la Ética del Discurso, dado que, la teoría moral
normativista de Habermas tiene como sustento de su análisis los elementos filosóficos que al
autor dio a conocer en su estudio critico de la sociedad desde la década de los 70 en su obra
Teoría de la Acción Comunicativa, en virtud de la cual se sistematiza el pensamiento teórico
contemporáneo. Destacaremos los usos de la razón práctica en particular el moral.
En el apartado sobre las generalidades de la Ética Discursiva, identificaremos su concepto y
sus elementos centrales como son el principio Discursivo D y el de Universalización U. También
identificaremos brevemente la teoría del Imperativo Categórico kantiano y expondremos sus
diferencias con la Ética Discursiva. Lo anterior con el fin de mostrar que entre las dos posturas
morales existe un vaso comunicante en tanto su origen como lo es la categoría del respeto y por ello
el Imperativo Categórico puede ser el lugar fértil de la moral Habermasiana.
Finalmente, proponemos una conclusión en cuanto el uso práctico moral de la Ética
Discursiva con el propósito de esbozar la necesidad de un análisis más detallado del uso moral de
la razón práctica en Habermas.
CAPITULO I
1. Generalidades de los supuestos filosóficos de la moral habermasiana.
A continuación, queremos exponer sobre la a) noción de racionalidad, sobre los b) conceptos
4
básicos de la acción comunicativa, sobre los c) usos y fundamentación de la racionalidad práctica
y sobre las d) generalidades de la Ética Discursiva.
a) En cuanto racionalidad1
En primer lugar, siguiendo a Habermas, Garrido (2011), sostiene que el filósofo alemán
“analiza las condiciones de la racionalidad de la acción social a partir de la interacción basada en
el lenguaje, apoyado en el principio según el cual la razón subyacente en la acción de los sujetos
es propiedad de las estructuras de comunicación, mas no de los individuos por sí solos.” (p.1-2),
es decir, según Garrido, Habermas da a conocer que la idea del entendimiento racionalmente
motivado se encuentra unido a la estructura misma del lenguaje, por un lado, y que el plano
social exige presentar argumentos a la hora de comunicarse, por el otro. Por tanto, Habermas nos
da a conocer que la exigencia de argumentar no deviene de la Racionalidad Práctica. (Habermas
J., 2003a, p. 138)
En segundo lugar, recordemos que el sociólogo Max Weber realizó un estudio critico a las
estructuras de la sociedad moderna, en donde según él imperaba la razón como instrumento de
medición e interpretación de todas las concepciones que se tenían del mundo. Es decir, no solo
mundo objetivo se matematizaba, sino también las estructuras religiosas, éticas y morales. En tal
virtud y de acuerdo con Habermas (2003a) “las investigaciones de Weber se concentran en los
fundamentos practico-morales de la institucionalización de la acción social con arreglo a fines.”
(p. 212).
De la lectura de Habermas podemos inferir que Weber sostuvo que el individuo moderno,
en su afán de abandonar el mito como forma de interpretar todas imágenes del mundo, desarrolló
una forma de racionalidad que denominó con arreglo a medios, fines y valores. Habermas,
sostiene que el concepto de acción racional con arreglo a fines es la clave del complejo concepto
de racionalidad práctica de Weber. Al respecto deduce Habermas:
1
Para mejor comprensión sobre el concepto de razón en Habermas es pertinente consultar el artículo del profesor Jean Grondin “Racionalidad y acción comunicativa”.
5
A las acciones que cumplen las condiciones de la racionalidad en el empleo de los medios
y la racionalidad electiva, Weber las llama “racionales con arreglo a fines”, y las acciones
que cumplan las condiciones de racionalidad normativa, “racionales con arreglo a
valores”. (Habermas, 2003a, pp. 228 a 233)
A partir del concepto de racionalidad que postula Weber y que tamiza Habermas en su
teoría de la acción comunicativa, es oportuno mencionar que para Weber era importante que el
individuo moderno se emancipara de la racionalidad con arreglo a fines y valores debido a que
está lo tenía sometido a un sin sentido existencial. Al respecto y según Grondin (1990) “sabemos
que Weber había adoptado una actitud escéptica frente a estos aspectos de la modernidad; si bien
la racionalidad ha permitido al hombre asegurar un control eficaz sobre la naturaleza, lo ha
sumergido en un vacío sin sentido.” (p.1).
Mencionado vacío al que la razón de acuerdo a fines y valores2
había sometido al hombre
moderno, amenazaba con erosionar la cohesión social debido al creciente número de valores
sociales y culturales que proliferaron; devino entonces una nueva forma de abordar la razón como
punto de partida para entender la sociedad. Por lo tanto, Habermas encontró que la racionalidad
postulada por Weber no se había ocupado de estudiar la facultad comunicativa que emerge de la
razón. Al respecto revela Grondin:
El mensaje del mito, jamás reconocido como tal, es aceptado ingenua y ciegamente por los
miembros de una comunidad. No obstante, en cuanto esta concepción reificada se percata de
su relatividad, su verdad no depende entonces de una ciega aceptación sino de un acuerdo
consciente articulado por el lenguaje. El acuerdo lingüístico, comunicativo, está llamado a
sustituir la autoridad previamente ejercida por el mito. (Grondin, 1990, p.17)
Como se puede ver, de la cita anterior podemos inferir la raíz de la teoría de la acción
2
También conocida como razón instrumental causante de la alineación del individuo moderno según Horkheimer y Adorno. (Habermas, 2003a, pp. 465 y 466)
6
comunicativa, la cual aborda el lenguaje como medio lingüístico y con lo cual Habermas logró
con esto un supuesto más que la racionalidad con arreglo a fines. En Weber, el lenguaje técnico
estaba reservado a los científicos sociales, pero en Habermas se hace necesario que el sujeto
individualmente considerado se apropie del lenguaje profesional. Al respecto argumenta
Habermas:
Con el concepto de acción comunicativa empieza a operar un supuesto más: El de un
medio lingüístico en que se reflejan como tales las relaciones de actor con el mundo.
Alcanzando este nivel de formación de conceptos, la problemática de la racionalidad, que
hasta aquí sólo se planteaba al científico social, cae ahora dentro de la perspectiva del
agente mismo”. (Habermas, 2003, p. 136)
Se puede inferir que Habermas (2003b) al postular que “y como esta idea de un
entendimiento racionalmente motivado está ya contenida en la estructura misma del lenguaje, no
se trata de una simple exigencia de la razón práctica, sino de algo ya inserto en la vida social.” (p.
138), se refería a la existencia de un a priori social inserto en el entendimiento lingüístico, según
el cual se debe argumentar cada vez que se aborde un procedimiento discursivo. Entonces cabe
preguntarnos: ¿Es posible que del lenguaje emane el deber de argumentar frente al otro, cada vez
que se interactúe en el plano social previo a tomar una decisión (moral) propia de la razón
práctica? Al respecto pensamos que este postulado de Habermas es una especie de a priori
kantiano presente en la Ética del Discurso que se devela distribuido entre cada uno de los actores.
En tercer lugar, a partir de Habermas podemos inferir que la racionalidad puede entenderse
como la disposición de los sujetos capaces de lenguaje y de acción para vincularse a un
procedimiento comunicativo en la búsqueda de un conocimiento, en nuestro caso la comprensión de
un acto moral. Según Grondin (1990), “tal como la entiende Habermas, la racionalidad es entonces
una cuestión de procedimiento.” (p. 18). A partir de Habermas puede entenderse que si el sujeto no
está dispuesto a exponer sus razones o se protege no estaría actuando de manera racional. Lo anterior
nos parece contradictorio habida cuenta que pueden existir sujetos capaces de lenguaje
7
y acción que toman decisiones individuales netamente racionales.
A partir de Habermas podemos inferir que no basta con que los sujetos hablantes se vinculen
a un procedimiento comunicativo o que el entendimiento racionalmente motivado se encuentra unido
a la estructura misma del lenguaje, sino que es necesario que los implicados en el dialogo
intersubjetivo no tengan reservas mentales cuando aborden un procedimiento discursivo, es decir, el
agente puede simular que está de acuerdo, pero en realidad lo que persigue son sus propios objetivos
al momento de presentar sus argumentos. En estos casos el sujeto hablante no estaría planteando
ninguna pretensión de veracidad en su dialogo, sino que, a lo sumo, lo estaría simulando y
comportándose por tanto estratégicamente. (Habermas, J., 2003a, p. 41)
Por las anteriores razones, encontramos una fisura a la Ética Discursiva, en particular
cuando el sujeto ha tomado una decisión en virtud de su soberana autonomía, bien por qué el
agente no tenga la capacidad de argumentar técnicamente o bien por qué no está interesado en
abordar un procedimiento discursivo cuando en la intimidad de su alma tomará una decisión libre
e individual, es decir, toma el lenguaje unilateralmente. En todo caso la pregunta que
necesariamente surge en torno de la moral a partir de supuestos filosóficos antes mencionados es
la que sigue: ¿podemos hacer abstracción para matematizar tanto la forma como el contenido de
la moral cuando se actúa en comunidad?
b) En cuanto la noción de mundo de la vida y conceptos bajo los cuales la acción
comunicativa según Habermas es viable.
Mundo de la vida y acción comunicativa.
Habermas vincula el concepto de mundo de la vida3
como trasfondo de la acción
comunicativa cuando afirma que el destinatario de un mandato puede considerar no cumplible el
3Para una explicación más detallada sobre el origen y noción del mundo de la vida es pertinente consultar el artículo del profesor
Daniel H. Restrepo “el mundo de la experiencia humana.
8
mismo dada su experiencia personal y concreta. No basta que los participantes en la acción
lleguen a un consenso, en tanto las pretensiones de validez, sino que también deben compartir
una definición común del contexto en el que se emite el acto comunicativo. Según, Habermas
(2003a), “Este mundo de la vida intersubjetivamente compartido constituye el trasfondo de la
acción comunicativa.” (p. 119).
Si los implicados no tienen colectivamente reconocido el trasfondo de la emisión (mundo
de la vida) o no comparten mencionada categoría pueden oscurecer sus pretensiones de validez a
la hora de buscar la verdad de un conocimiento, en nuestro caso moral. Lo anterior emerge con
claridad cuando interactúan por ejemplo dos actores de diferente nacionalidad y quieren
consensuar sobre el contenido de su acción moral. Entonces, teniendo en cuenta lo anterior, nos
permitimos citar a la profesora Pérez Liliana, quien nos da a conocer la relación existente entre
acción comunicativa y mundo de la vida en los siguientes términos:
La teoría de la acción comunicativa parte del giro lingüístico, que significó el
descubrimiento del mundo de la vida, en el cual se construye lo social quedando atrás el
planteamiento acerca de la subjetividad trascendental, por el del lenguaje como expresión
de sentido. Es en la complementariedad entre acción comunicativa y el mundo de la vida,
en la que se busca retomar la problemática filosófica de moralidad y libertad como
fundamento de las ciencias sociales siendo esto una renovación de la teoría critica de la
sociedad, entendida en el sentido de una teoría que pretende una crítica a la sociedad a la
cual pertenece (…) desde una crítica que a su vez se toma como proceso comunicativo,
participativo y discursivo. (Pérez, L., 2008, pp. 63-64)
Habermas, en teoría de la acción comunicativa, nos da a conocer que existen tres marcos
de referencia para que los sujetos puedan entablar una relación pragmática con el mundo, al
momento de abordar determinado conocimiento. Estos mundos u horizontes de comprensión son:
el objetivo, el subjetivo de cada quien y el social común. En estos mundos los sujetos hablantes
encuentran sus puntos o marcos de interpretación para definir de manera conjunta el objeto y fin
de sus argumentos. Sobre los tres mundos u horizontes de comprensión sostiene Habermas:
9
La acción comunicativa se basa en un proceso cooperativo de interpretación en que los
participantes se refieren simultáneamente a algo en el mundo objetivo, en el mundo social
y en el mundo subjetivo aun cuando en su manifestación sólo subrayen temáticamente uno
de estos tres componentes. (Habermas, J., 2003a, p. 171)
De la anterior cita y de la lectura del autor inferimos que Habermas plantea una nueva
visión entre filosofía y ciencia para abordar la naturaleza del conocimiento4
, es decir, en la
búsqueda del conocimiento Habermas abandona el método empleado por la filosofía de la
conciencia. Entones, el punto de partida de Habermas consiste en que las teorías acerca de las
ciencias experimentales modernas deben ser estudiadas bajo tres relaciones que se establecen
entre actor/mundo en el momento de un acto de habla que tenga pretensión de validez5
. Estos
mundos los destaca y relaciona Habermas, de la siguiente manera:
El mundo objetivo, como conjunto de todas las entidades sobre las que son posibles
enunciados verdaderos, el mundo social, como conjunto de todas las relaciones
interpersonales legítimamente reguladas, y el mundo subjetivo, como la totalidad, de las
vivencias del hablante, a las que èste tiene un acceso privilegiado. (Habermas, J., 2003a,
p. 144)
De la anterior cita, develamos que en el mundo de la vida tiene directa relación con el
mundo social y allí Habermas ubica la personalidad de los hablantes y el dialogo intersubjetivo
como fundamento de la teoría de la Ética del Discurso. El plano social es para nosotros relevante
en cuanto la presente monografía debido a su directa relación con las dimensiones o usos de la
racionalidad práctica. Por tanto, consideramos importante problematizar a partir de las categorías
de la Ética Discursiva sobre la forma y sobre el contenido moral de un acto que se tomó en virtud
4“La filosofía ya no puede referirse hoy al conjunto del mundo, de la naturaleza, de la historia y de la sociedad, en el sentido de un
saber totalizante. Los sucedáneos teóricos de las imágenes del mundo han quedado devaluados no solamente por el progreso fáctico de las ciencias empíricas, sino también, y más aún, por la conciencia reflexiva que ha acompañado a ese proceso”. (Habermas, 2003a, pp. 16-19) 5
Las pretensiones de valides según Habermas son: verdad proposicional, rectitud normativa, y veracidad expresiva. (Habermas, 2003a, p. 110)
10
del libre albedrio y para el efecto podemos pensar en el suicidio soberano, dado que, dicho acto
es una cuestión moral socialmente relevante.
De acuerdo con Habermas, es posible que un actor al ejecutar un acto de habla sólo se esté
refiriendo a una de las pretensiones de validez. Pero, esto no significa que las otras dos pretensiones
queden a la deriva, sino que sencillamente éstas están implícitamente relacionadas con el acto de
habla, puesto que, en la acción comunicativa rige la regla que si un actor acepta una pretensión de
validez implícitamente reconoce también las otras dos. Es decir, si un oyente acepta una de las tres
pretensiones de validez, pero diciente en las otras dos tiene la carga de argumentar su disentimiento.
(Habermas, J., 2003b, p. 172). Así, este momento según el profesor Hoyos, (2003), quien interpreta a
Habermas, sostiene que “este momento comprensivo de la comunicación gana apertura,
heterogeneidad, tolerancia: es reconocimiento de la diferencia.” (p. 145).
Finalmente, la racionalización del mundo de la vida desde la perspectiva de la acción
comunicativa, según Habermas (2003) “aparece, pues ante todo como una reestructuración del
mundo de la vida.” (p. 435), es decir, podemos inferir que la racionalización se convierte en la
posibilidad de integrar en virtud de la comunicación y el entendimiento el mundo de la vida con
el plano objetivo, el subjetivo y el plano social en donde el autor destaca la personalidad.
Noción de entendimiento.
Habermas, postula que los procesos de entendimiento buscan un acuerdo que depende de la
aprobación, racionalmente motivada, del contenido de X o Y aseveración. En tal virtud, según
Habermas (2003a) el entendimiento “(Verstandigung) remite a un acuerdo racionalmente motivado
alcanzado entre los participantes, que se mide por pretensiones de validez susceptibles de crítica.” (p.
110). Así, para Habermas, el entendimiento sigue rigiendo intersubjetivamente entre los sujetos
hablantes y que el mismo emerge como mecanismo coordinador de la acción comunicativa.
Igualmente, a parir de la noción de “entendimiento lingüístico” que propone Habermas
11
encontramos que el mismo exige mínimo dos personas capaces de habla y de acción y
fundamentalmente que no se imponga o que el mismo no sea producto de la manipulación o que
medie algún tipo de reserva mental, según se dijo en otra parte. Además, que los participantes no
solo estén dispuestos a hacerse entender y entender al otro, sino también a dar razones y a
pedirlas. Todo lo anterior para que sea posible la comunicación en tanto comprensión. De tal
suerte que al no procederse en este sentido podemos afirmar que los agentes simplemente se
están comunicando egocéntricamente y coordinados mediante intereses, por tanto, el
entendimiento brilla por su ausencia.
Además, según Velazco (2013) la noción de entendimiento remite dos posibilidades en tanto
dialogo intersubjetivo, es decir, no basta que los sujetos hablantes entiendan lo dicho para que emerja
la comprensión, sino que es menester que estén de acuerdo con lo dicho. Pero ¿solo es posible el
entendimiento entre dos sujetos hablantes? y ¿Qué acontece si los sujetos entienden lo dicho, pero no
logran estar de acuerdo con lo dicho? Son las preguntas que necesariamente surgen.
Noción de verdad en Habermas.
Habermas abandona el paradigma de la conciencia como forma de acceder al conocimiento,
es decir, no está interesado en la verdad en tanto representación de un objeto por un sujeto. Por el
contrario, su comprensión acerca de esta consiste en que la misma surge como resultado de la
interacción de al menos dos sujetos hablantes quienes se vinculan a un procedimiento discursivo por
medio del dialogo intersubjetivo. Así, según Grondin (1990), “En efecto, la idea de verdad implícita
desde la formulación del primer juicio, solo puede ser constituida según el modelo idealizado del
acuerdo obtenido en el marco de una comunicación exenta de dominación.” (p. 24).
Además, Habermas incluye el concepto de verdad como fin último del principio discursivo, lo
que significa que esta no existe con anterioridad al dialogo intersubjetivo que puedan iniciar dos
sujetos hablantes, pero que se espera que surja luego del mismo siempre y cuando los actores
12
emitan juicios verdaderos sobre sus demandas sociales, en nuestro caso de contenido moral.
Al respecto de la noción de verdad González, interpretando a Habermas, sostiene:
La diferencia básica está en la comprensión de la verdad. Para Habermas la verdad es
fruto del dialogo y no existe con anterioridad e independencia de èste, mientras que para
Ratzinger la verdad es objetiva y el hombre está llamado a identificarla en la reflexión
personal y en el dialogo con el prójimo. Para Habermas se trata de “inventar”, para
Ratzinger en cambio de “descubrir”. (González, de C., 2010, p. 317)
Puede afirmarse que, para Habermas, la verdad es dialógica intersubjetiva. Dicho de otra
manera, es producto del dialogo que inician dos sujetos hablantes, de ahí que según el autor el
sujeto individualmente considerado no es dueño de la verdad. Pero para el interés de la presente
monografía, es problemático encontrar un principio normativo que regule tanto la forma como el
contenido del comportamiento moral así exista dialogo sujeto/sujeto, entre otras cosas, porque la
moral en Habermas está directamente vinculada con el mundo de la vida, la personalidad y es
dialógica intersubjetiva.
Noción de Lenguaje en Habermas.
Al respecto no podemos dejar de mencionar que Habermas en su teoría de la acción
comunicativa aborda dos posturas acerca del lenguaje. Por un lado, el lenguaje como vehículo de
pensamiento y por el otro, el lenguaje como medio de expresión. Entonces, podemos inferir que
Habermas integra citadas posturas en donde la una no puede ser sin la otra y viceversa; de esta
forma encontramos que el lenguaje podría ser aquella idea según la cual se trata de un proceso de
comunicación y pensamiento que facilita la comprensión entre sujeto/sujeto. Al respecto deduce
Habermas:
Solo el concepto de acción comunicativa presupone el lenguaje como un medio de
entendimiento sin más abreviaturas, en que hablantes y oyentes se refieren, desde el
horizonte reinterpretado que su mundo de la vida representa, simultáneamente a algo en el
13
mundo objetivo, en el mundo social y en el mundo subjetivo, para negociar definiciones
de la situación que puedan ser compartidas por todos. El concepto interpretativo de
lenguaje es el que subyace a las distintas tentativas de pragmática formal. (Habermas, J.,
2003a, pp. 137 y 138)
Además, en torno a la noción de lenguaje en Habermas, Grondin destaca:
La hermenéutica muestra, escribe Habermas, que los círculos del lenguaje no están
monádicamente cerrados, sino que son porosos tanto hacia fuera como hacia dentro. Lo son
hacia fuera porque el lenguaje está, por principio, abierto a todo lo que se puede decir y
entender en general. Sus horizontes se amplían constantemente. Pero también hacia dentro,
puesto que los lingüísticamente actuantes pueden tomar distancia respecto de sus propias
expresiones para interpretarlas, reflexionar sobre ellas etc. (Grondin, J., 190, p. 186)
Al pensar en las anteriores citas podrimos afirmar que el Lenguaje y comunicación en
Habermas se entretejen y actúa el uno sobre el otro. Es decir, no puede existir comunicación si no
hay lenguaje y no puede existir lenguaje sin comunicación. Lo importante de esta unión es la
comprensión entre los dos sujetos que deciden iniciar un procedimiento comunicativo en la
búsqueda de conocimiento. Sin embargo, consideramos que un sujeto individualmente
considerado también puede comprender su actuar moral debido a que tiene pensamiento y
lenguaje y es el dueño de su actuar moral.
Resumen gráfico.
RACIONALIDAD
REGIONES DEL MUNDO DADOS A LA
CONCIENCIA
a) Objetivo
b) Subjetivo EL MUNDO DE LA VIDA
c) Intersubjetivo (Sociedad, ACCION COMUNICATIVA
personalidad, cultura)
14
c) Usos y fundamentación de la racionalidad práctica6
.
De la lectura de Habermas en cuanto su teoría sobre la Ética Discursiva, podemos
argumentar que la moral debe ser fundamentada desde el punto de vista de la racionalidad que
solo permite el dialogo ilustrado entre sujetos hablantes, en donde el lenguaje cumple el papel de
comunicación y pensamiento. Según Velazco (2013), Habermas argumenta que teniendo en
cuenta que el lenguaje es la facultad más íntima que tiene el ser humano tanto para pensar como
para comunicarse es menester que la razón abstracta no sea la que deba erigirse como el cimiento
de la moral. Por el contrario, que lo sea el lenguaje entendido este como un proceso que facilita la
comprensión mutua.
En la búsqueda del principio que fundamente juicio moral, Habermas parte del Imperativo
Categórico kantiano, en cuanto que este implica que toda norma de acción moral debe poderse
universalizar. Habermas toma la idea de la universalización de la moral kantiana, no obstante,
reformula el postulado, entre otras cosas debido a que es monologico, pero en Habermas el
principio de universalización debe ser intersubjetivo, en comunidad con los otros. En otros
términos, podemos inferir que el fundamento del principio moral habermasiano es una especie de
imperativo categórico dialógico intersubjetivo.
En tal sentido, para Habermas la pregunta central de toda filosofía practica sigue siendo la
postulada por Kant: ¿Qué debo yo hacer? O ¿Qué debemos nosotros hacer? Esta pregunta para
Habermas tiene diferentes matices dependiendo el ámbito en el que el individuo deba actuar. Por
ejemplo, en Habermas, según Velazco (2013) si el sujeto actúa en el terreno pragmático debe
buscar preceptos de acción de carácter técnico o estratégicos; si actúa en el campo ético, en tanto
que los sujetos exponen argumentos de cara a una vida buena y feliz, se perseguirán concejos.
Por último, si el sujeto interactúa en el ámbito de la moral buscará juicios y decisiones justas que
lo sean para todos. Al respecto Velazco, estudioso de Habermas conceptúa:
6La razón práctica es una facultad para la cognición moral sin representación. (Habermas, J., 2003, pág. 24)
15
En cualquiera de estos casos, la razón práctica será aquella facultad especializada en
fundamentar los correspondientes imperativos hipotéticos o categóricos. Estos tres tipos
de discursos y formas de acción tienen además sus propias lógicas: el discurso pragmático
opera con relaciones medio/fin; el discurso ético versa sobre la identidad individual y
colectiva; el discurso moral obedece a la lógica de la universalización. (Velazco, J., 2013,
p. 71)
Velazco, (2013) siguiendo a Habermas, deduce que a la Racionalidad Practica, se le
otorgan diferentes usos. Uno ético que aborda el análisis de los valores culturales y las
identidades; en este especifico punto lo importante de la fuerza de la prescripción interpretativa lo
encontramos en el contexto. En el uso pragmático la razón práctica está orientada a la
satisfacción instrumental de fines y por lo general su fuerza vinculante está bajo la tutela de la
negociación y el compromiso debido a que la eficacia es su principio base. Por último, el uso
moral se ocupa de la resolución equitativa e imparcial de los conflictos interpersonales de tal
manera que lo recetado en comunidad pueda aspirar a un reconocimiento universal.
Según Velazco (2013) en el uso ético de la Razón Práctica el sujeto siempre procede de
modo monológico y por ello la reflexión tiene lugar en el plano de lo intrasubjetivo. Dicha
reflexión siempre permanece en la conciencia en la que prima la introspección y poco la
confrontación efectiva de razones e intereses contrapuestos. En cuanto el uso pragmático en el
momento de la decisión última, está queda reservada para la esfera individual del sujeto. Por el
contrario, en cuanto el uso moral de la razón práctica es necesario que los sujetos hablantes
actúen de forma dialógica intersubjetiva.
Otro aspecto de importancia que debemos resaltar en tanto el planteamiento de nuestro
problema es que, en la Ética del Discurso, según Velazco (2013) la ética se diferencia de la
moral. Así, mientras que la ética responde al punto de vista de lo que es bueno en interés de uno,
la moral se atiene al punto de vista de lo que es bueno para todos por igual. En cuanto los campos
semánticos, la ética se ocupa de cuestiones relativas a la vida buena o recta y la moral trata de
16
resolver problemáticas que tengan que ver con lo justo. Por último, en lo referente a las pretensiones
de validez la fuerza vinculante de la ética depende del contexto social (…) por el contrario, la moral
siempre aspira a un reconocimiento universal de sus prescripciones. (Velazco, 2013, p. 73)
De acuerdo con Velazco (2013) la Ética Discursiva, se concentra exclusivamente en las
denominadas cuestiones morales. Nos enfocaremos en el punto moral por ser el interés de la
presente monografía, sin embargo, llama la atención que Habermas acepte el uso monologico de
la razón en cuanto los usos éticos y pragmáticos, pero exija en el uso moral de la razón práctica el
dialogo intersubjetivo, a sabiendas que el mundo de la vida, el lenguaje, la personalidad y la
razonabilidad son la base de la Ética Discursiva junto con el lenguaje. Así, Habermas (2003a)
postula “El concepto interpretativo de lenguaje es el que subyace a las distintas tentativas de
pragmática formal.” (p. 138).
d) Generalidades de la ética discursiva.
A continuación, pretendemos 1) dar a conocer en términos generales en que consiste la Ética
Discursiva, y 2) explicaremos sus principios fundamentales.
1) ¿Qué significa ética del discurso?
Habermas afirma que los juicios morales no solo explican cómo se pueden dirimir los
conflictos de acción con base en una avenencia racionalmente motivada, sino también justifican
acciones a la luz de normas válidas. Entonces, de acuerdo con Habermas (2000) “el fenómeno
básico necesitado de explicación desde la teoría moral, es en efecto, la validez deóntica de los
mandatos o norma de acción. En este sentido hablamos de una ética deontológica.” (p. 15).
Además, Habermas al postular, entre otros análisis, que la corrección normativa es como una
pretensión de validez análoga a la verdad, inscribe la Ética del Discurso en una ética cognitivista.
17
Habermas encuentra que su apuesta práctica implica una ética cognitivista, dado que, la
argumentación posibilita no solo un consenso, sino también ella muestra que las cuestiones
practico-morales pueden decidirse mediante razones dialógica intersubjetivas con el fin de
superar el denominado paradigma de la conciencia7
propio de la Filosofía Moderna la hora de
justificar una norma de acción moral. Pero ¿Qué pasa si el sujeto hablante no puede o no quiere
dar paso al procedimiento discursivo intersubjetivo con el otro? Es decir, según Habermas si el
sujeto se auto determina se podría afirmar que su acción moral no cumple el carácter cognitivista,
deóntico y formalista de la Ética del Discurso.
La pregunta que necesariamente surge según Habermas (2000) es la que sigue: ¿Cómo es
posible fundamentar enunciados normativos? Como vimos, Habermas parte de la idea según la
cual toda acción moral debe poderse sustentar racionalmente y para ello debemos proponer un
principio fundante. Así, por ejemplo, mientras que en Kant lo que sustenta la acción moral es el
Imperativo Categórico, el cual justifica o no un actuar correcto o justo, en Habermas lo que
justifica el actuar moral es el procedimiento de la argumentación moral intersubjetivo o
Principio Discursivo D. Por lo tanto, D busca enseñar como se debe justificar una norma de
acción de tipo moral. (Habermas, J., 2000, p. 16)
Habermas (2000) siguiendo a Kant alude “actúa solo conforme a la máxima a través de la
que al mismo tiempo puedes querer que se convierta en una ley universal.” (p. 15), es decir,
según Habermas el Imperativo Categórico kantiano no solo es imperativo, sino que también
asume la responsabilidad de ser la justificación de la acción moral que pretende no solo ser
justificada, sino también ser universal, dado que, lo que este justificado moralmente debe querer
seguirlo todos los seres racionales.
7
Frente al denominado paradigma de la conciencia, representado por la filosofía moderna y contemporánea desde Descartes, en esa obra el filósofo alemán lo que denomina el paradigma del lenguaje. Así mientas que el primer paradigma defiende una teoría del conocimiento basado en la representación del objeto por el sujeto, el segundo paradigma consiste en la construcción pragmática del conocimiento por medio del lenguaje. (Moreno, 2007, pp. 63 y 64)
18
No obstante, Habermas no acompaña la forma imperativa de justificar la norma de acción
que propone Kant, dado que, considera que el Imperativo Categórico no cuenta con la voluntad
colectiva en la formación del juicio moral, porque el otro no ha participado en la argumentación
del principio que justifique la acción. Entonces, podemos inferir que la Ética del Discurso en lo
tocante a la moral reformula el Imperativo Categórico en donde el sujeto solitario pasa a la
comunidad de sujetos morales que se entienden entre sí como individuos y como miembros de un
colectivo, dejando la dimensión monológica de justificar el discurso moral, para asumir el
procedimiento dialógico universal. Es decir, según Habermas, el sujeto que actúa de forma
individual no está capacitado para justificar una norma de acción moral. Al respecto Habermas
indica:
Todo lo que el imperativo categórico podía proporcionar queda recogido en esta
proyección de una formación de la voluntad colectiva realizada bajo las condiciones
idealizadas de un discurso universal. El sujeto capaz de juicio moral no puede examinar
privatim, sino sólo en comunidad con todos los demás afectados, si una norma vigente o
una recomendada son de interés general y si han de tener, en un caso dado validez social.
(Habermas, 2003a, p. 136)
De la anterior cita podemos problematizar el hecho de que el suicida puede imaginar
cómo los posibles afectados por su acción argumentaran el punto de vista moral de su actuar,
incluso algunos pueden postular que fue un acto moral justo y otros como injusto para los
intereses de la comunidad, no obstante ser un acto personalísimo. Asimismo, recordemos que,
siguiendo a Habermas, Velazco (2013), expresa “desechar toda suerte de a priori metafísicos, de
modo tal que tanto el punto de partida como el de llegada sean inmanentes a la praxis humana.”
(p.74), no obstante, consideramos que en el acto suicida el a priori kantiano no queda superado
con los elementos de la Ética del Discurso, por el contrario, consideramos que en Habermas el
mismo permanece, solo que distribuido entre los participantes del discurso practico.
1) Principios fundamentales de la Ética del Discurso.
19
Principio discursivo D
Prima facie podemos señalar que el postulado D8
instaura un procedimiento que posibilita el
paso del acto moral individual al acto moral colectivo, es decir del yo al nosotros. Este principio se
hace operativo de diversas maneras, esto es, explica la justificación imparcial de las normas de acción
en general, por ejemplo, en cuanto las normas legales como un procedimiento para la legislación
legitima y como mecanismo de control en la creación del derecho, pero en cuanto conviene a esta
monografía D se presenta también como regla de argumentación que sustenta la Ética Discursiva, en
sus usos éticos, pragmáticos y morales, según se enuncio líneas atrás.
En los siguientes términos Habermas (2007) postula D: “solo pueden reivindicar
lícitamente validez aquellas normas que pudiesen recibir la aquiescencia de todos los afectados
en tanto participantes en un discurso practico.” (p. 6). Considerando entonces que D exige de los
sujetos hablantes competencias cognitivas, podemos afirmar que a partir de este principio el autor
da a conocer que es posible justificar las normas de acción moral desprovistas de contenido. Sin
embargo, no podemos perder de vista que el sujeto hablante como individuo juzga y actúa con
arreglo a su conciencia moral y por ende toma decisiones autónomas llenas de sentido.
Según lo anterior D constituye el criterio modular de elección y evaluación que garantiza
la imparcialidad del juicio (ético, pragmático y moral). No hay claridad en cuanto el origen de D,
pero puede emerger del contenido normativo de las hipotesis de racionalidad que esgrimen los
agentes que se vinculan al procedidito discursivo. en este sentido es un principio pragmático-
trascendental que exige argumentar siempre con pretensión de validez. Por lo tanto, el agente
debe aspirar siempre a obtener una aceptación general de sus argumentos particulares. (Moreno,
L., p. 98).
8
Para una explicación más detallada sobre el principio D es pertinente consultar el artículo del profesor Francisco Javier Gil Martín “La razón práctica y el principio del discurso en Jürgen Habermas”
20
Principio de universalidad (U)
Habermas, en su obra Conciencia Moral y Acción Comunicativa, expone los principios
filosóficos del principio U. Habermas revela que el discurso practico, como en toda lógica moral
necesita de un principio puente que en su calidad de norma de argumentación cumpla la función
del principio de inducción en el discurso científico experimental. (Habermas, J., 2018, p.74).
Según Moreno (2008) el postulado U es de origen kantiano y establece aquella idea según la cual
se debe argumentar de tal manera que nuestras demandas incluyan las exigencias del resto de los
participantes, para lo cual se solicita su libre adhesión racionalmente motivada. Lo importante es
que U garantice la imparcialidad del juicio y para ello se requiere de la validación universal que
hagan todo los afectados. (Moreno, L., 2008, p. 97)
El principio puente que posibilita el consenso según Habermas tiene que asegurar que
únicamente se acepta como validas aquellas normas que expresan una voluntad general. Así, de
acuerdo con Habermas (2018) “(U) Toda norma válida ha de satisfacer la condición de que las
consecuencias y efectos secundarios que para la satisfacción de los intereses de cada cual se
derivan, previsiblemente, de su aceptación general, puedan ser aceptados libremente por cada
afectado.” (p. 125). Habermas siguiendo a Kant, refiere que de U se deriva la pretensión de
consistencia debido a que el sujeto hablante puede alcanzar su objetivo, aunque en su lógica
interna sabe que lo obtuvo mediante una forma que no es como regularmente él comporta.
(Habermas, J., 2018, p. 74)
La pretensión de consistencia del juicio moral emerge como el núcleo de U en la media
que puede garantizar si estamos de cara a un comportamiento netamente moral y no frente a otro,
es decir, pragmático u ético. Según Habermas (2018) la pretensión de consistencia facilita al
sujeto hablante que compruebe antes de dar asentimiento respecto de una norma moral I) si
quiere que entre en vigor determinada norma polémica o II) si todo aquel que estuviese en su
lugar quisiera que entrara en vigor una norma de este tipo. Al respeto Habermas sostiene:
21
Esta pretensión de consistencia, significa que, antes de fundamentar el juicio en una
norma concreta, cada cual pueda comprobar, si quiere que cualquier otro que se encuentre
en una situación comparable recabe la misma norma como fundamento de su juicio.
(Habermas, J., 2018, p. 75)
De acuerdo con Habermas (2018) debido a que el principio D no es condición suficiente
para la obtención de mandatos morales, porque, aunque tengan la exigencia de deber y ser
incondicionalmente universal, puede ser aplicado por los sujetos hablantes para la obtención de
mandatos que juzgamos socialmente inmorales, es decir, D también puede servir para la
obtención de normas de acción no morales. Entonces, U sirve no solo para hacer operativo D sino
también para la formación imparcial del juicio moral, debido a que requiere la aceptación de
todos los afectados y no prejuzga contenido normativo.
De acuerdo con Habermas (2018), “cada norma valida habrá de satisfacer la condición: de
que las consecuencias y efectos secundarios que se siguen de su acatamiento general para la
satisfacción de los intereses de cada persona puedan resultar aceptados por todos los afectados.”
(p. 76). Si consideramos entonces que, U proviene de la razón práctica, es decir de aquella que no
calcula, podemos proponer que U es una intuición moral que se expresa en aquella idea según la
cual los juicios morales deben poderse universalizar y convertirse por ello en ley general. Esto
significa que no basta que la norma tenga una comprobación general, sino también que cada cual
adapte su forma de comportarse al interés de todos los demás.
Por lo anterior, consideramos que la Ética del Discurso demanda dos principios
fundamentales. El principio D que es neutral y que es procedente aplicarlo de diversas maneras con la
condición que se aborden discursos racionales y tiene como epicentro la razón que es calculo.
Además, mencionada teoría Habermasiana requiere de un principio modular de la evaluación moral
que es postulado como la universalidad, el cual consideramos tiene origen en la razón práctica.
Según, Habermas, (2018), los principios D y U señalan “los rasgos de los juicios morales validos que
pueden servir como puntos normativos de referencia para la descripción de las vías de
22
evolución del juicio moral.” (p. 127), por ello inferimos que mientras D expresa la idea
fundamental de la Ética Discursiva, U refiere a una norma de argumentación de carácter moral.
En tal virtud, el principio moral o criterio de universalización de las máximas de acción o
principio U, hace una reformulación de la Ética Kantiana. Es decir, U en términos habermacianos, no
propone a los otros una máxima de acción moral como valida con la intensión que la misma se
convierta en ley general. Por el contrario, el actor debe ponerla a consideración ante todos los demás
afectados con el fin que los otros sean estos quienes comprueben mediante D si la máxima comporta
una pretensión de universalidad. De acuerdo con Sobrevilla (1987) “El Postulado U no parte de lo
que un sujeto pueda querer sin contradicción de la ley general, sino que su punto de partida será lo
que todos de común acuerdo quieran reconocer como ley universal.” (p. **)9
Por último, otro de los elementos básicos de la Ética Discursiva es la noción de
consenso10
. Lo primero que debe mencionarse es que tanto U como D procuran la consecución
efectiva de un acuerdo o consenso en torno a los intereses o necesidades generalizables. Según
Velazco (2018) para Habermas, no se trata de la unanimidad, porque esta es propia de una mente
monologica. Por el contrario, por tratarse de mentes e intereses no solo discrepantes, sino incluso
contradictorios, es menester que la búsqueda del consenso este precedido de una argumentación
dialógica intersubjetiva entre los sujetos implicados.
En todo caso, el consenso valioso nunca debe ser el resultado de una forma de coacción
externa, de mentiras o amenazas, sino de la fuerza del mejor argumento, es decir, el consenso en
cada caso se mide por el reconocimiento intersubjetivo de las pretensiones de validez que
esgriman los sujetos hablantes, porque tanto D como U son netamente formales, pero
desprovistos de la filosofía de la conciencia. Por lo tanto, el consenso es el objetivo, pero la
discusión es el camino. (Velazco, J, 2003, p. 76).
9
Para una explicación más detallada sobre el principio U es pertinente consultar el artículo del profesor David Sobrevilla “El Programa de Fundamentación de una Ética Discursiva de Jurgen Habermas” 10En abierta y completa contraposición se encuentra el concepto de negociación “cuyo objetivo no es encontrar lo racionalmente
verdadero, sino el cálculo de intereses y las oportunidades de obtener una ganancia haciendo valer los propios intereses según las posibilidades” (Velazco, J., 2003, p. 78)
23
Es evidente que la apuesta moral que propone Habermas integra todos los conceptos
expuestos líneas atrás. Ergo, citar una definición de la Acción Comunicativa y otra de la Ética del
Discurso postuladas por el filósofo, se torna necesaria en este momento debido que las mismas
sintetizan los anteriores presupuestos y de paso nos sirve para posteriormente mostrar que los
postulados D y U exigen mínimo dos sujetos capaces de habla y acción en tal virtud
consideramos que poca utilidad tendrá la Ética Discursiva cuando la decisión moral la toma el
sujeto en la intimidad de su alma. Consecuentemente, encontramos una distancia entre la
formalidad que presenta la Ética del Discurso con el contenido del acto moral individual.
Según Habermas, “el concepto de Acción Comunicativa se refiere a la interacción de a lo
menos dos sujetos capaces de lenguaje y de acción que (ya sea con medios verbales o con medios
extraverbales) entablan una relación interpersonal.” (Habermas, J., 2003a, p. 124). Por su parte la
tesis de la Ética Discursiva la postula Habermas en los siguientes términos:
Todo el que emprenda seriamente el intento de participar en una argumentación acepta
implícitamente presupuestos pragmáticos universales que poseen un contenido normativo;
el principio moral se puede derivar entonces del contenido de esos presupuestos de la
argumentación con tal que se sepa qué significa justificar una norma de acción.”
(Habermas, 2000, p. 16).
CAPITULO II
La Ética del Discurso y la Moral
2.1. El Imperativo categórico de Kant.
A partir de una lectura general de la obra Filosofía de la Historia, del filósofo Emanuel Kant,
consideramos pertinente referir que la noción de decencia para él es fundamental, porque declara que
se trató de la primera manifestación moral del ser humano que vive en sociedad la cual
24
emergió de la mano con la noción de respeto. De acuerdo con Kant (1985) “la decencia, inclinación a
despertar con nuestro decoro (…) el respeto de los demás, que constituyó la verdadera base de toda
sociabilidad, ofreció también la primera señal del destino del hombre como criatura moral.” (p. 74),
por ello Kant, postula que la decencia generó en el ser humano una nueva forma de pensar y actuar
que originó toda una serie inacabable de desarrollos culturales que se han venido sucedido.
Lo anterior es importante describirlo habida cuenta que, tanto en Habermas como para
Kant, el respeto se torna importante para explicar la fundamentación de sus respectivas teorías
morales. Por ello, recordemos que tanto el Imperativo Categórico como la Ética Discursiva
abordan el respeto como presupuesto de la moral, pero mientras en Habermas esta noción se
expresa de forma dialógica intersubjetiva, en Kant el respeto es monologico intrasubjetivo. Por
ello empezamos a considerar que el contenido del acto netamente moral, es decir, aquel que el
individuo toma en la intimidad de su alma no es un lugar fértil para la Ética del Discurso.
Ahora bien, sabemos que la doctrina del Imperativo Categórico, es el fundamento de la
apuesta moral del filósofo Emmanuel Kant. De acuerdo con García (2005) en la obra Crítica de
la Razón Pura, Kant demostró que la metafísica como conocimiento teorético no es posible,
porque los principios metafísicos de la Razón Practica escapan al espacio y al tiempo. Mientras
que la razón pura busca encontrar lo que las cosas u objetos son en sí mismos, la razón práctica
está encaminada a la acción moral, que, dicho sea de paso, busca valorar no conocer.
Entendemos a partir de García (2005) que en Kant la actividad del ser humano trasciende
la simple actividad de buscar el conocimiento de las cosas en sí, es decir, así como el ser humano
hace comercio, arte, construye instituciones religiosas, económicas o políticas, también tiene una
conciencia moral en virtud de la cual acomoda su conducta a la hora de realizar juicios de acción
con pretensión de universalidad. Por ello la pregunta que necesariamente surge es la que sigue:
¿Qué es la conciencia moral? Al respecto sostiene García:
25
La conciencia moral contiene dentro de sí un número de principios, en virtud de los cuales
los hombres rigen su vida. Acomodan su conducta a estos principios y, por otra parte,
tienen en ellos una base para formular juicios morales acerca de sí mismos y de cuanto les
rodea. Esta conciencia moral es un hecho de la vida humana, tan real, tan efectivo, tan
inconmovible, como el hecho del conocimiento. (García, M., 1996, p. 229)
Sobre este mismo punto, la naturaleza de la conciencia moral, MacIntyre siguiendo a Kant deduce:
La conciencia moral de la naturaleza humana ordinaria proporciona al filósofo un objeto
de análisis, y como en la teoría del conocimiento, la tarea del filósofo no es buscar una
base o una reivindicación, sino averiguar cuál debe ser el carácter de nuestros conceptos y
preceptos morales para que la moralidad sea posible tal como es. (MacIntyre, A., 1996, p.
186)
De citados párrafos podemos establecer que el ser humano además de su actividad de
conocer objetos físicos también emite juicios valorativos, valga decir, que son propios de la razón
práctica. Según García (2005) Kant expone los principios de la conciencia moral en su obra
Razón Práctica en donde Kant teoriza sobre su apuesta moral; establece, por ejemplo, que las
cosas no son buenas ni malas en sí mismas, sino que es el hombre quien usa calificativos morales
para referirse a ellas. Consecuentemente, el ser humano es quien puede ser calificado de bueno o
malo, no las cosas u objetos en sí mismos. (García M., 2005, p. 229)
Entones, de acuerdo con García (2005) en atención que el hombre es en estricto sentido el
que tiene conciencia moral se establece por principio que es el único que hace actos que pueden
ser calificados de buenos o malos. Este hacer constituye una acción, valga decir, dicha acción
implica dos elementos: lo que el hombre hace efectivamente y lo que quiere realmente hacer. De
esta afirmación se puede inferir que los juicios morales de bueno o malo se predican es de lo que
el hombre quiere hacer no de lo que realmente hace. Un ejemplo aclara la cuestión: quien incurre
en homicidio involuntario no puede ser calificado de bueno o malo, porque su intención no era
26
matar. Por lo tanto, lo que puede considerarse de bueno o malo en términos kantianos es la
voluntad humana.
Según lo anterior, la pregunta que necesariamente se impone es la que sigue: ¿Qué puede
entenderse por buena voluntad? Según García (2005) para Kant todo acto voluntario antes de ser
materializado tiene en su naturaleza la exigencia de un juicio moral en donde el sujeto en su
acción moral reflexiona sobre: hay que hacer esto, esto tiene que ser hecho, esto debe ser hecho,
pero el único móvil de la buena voluntad es el cumplimiento del deber por amor al cumplimiento
del deber. De este modo al momento de comenzar a realizarse la acción o acto voluntario brotan
dos tipos de imperativos: El hipotético y El categórico. (García, M., 2005, p. 230)
El Imperativo Hipotético consiste en que la voluntad del sujeto contiene la condición “x”
que necesariamente lo determina, en tanto que en la acción categórica la voluntad del sujeto no
está determinada por condición alguna. En términos jurídicos un ejemplo aclara la cuestión: si el
sujeto obedece la ley positiva por amor a la recompensa o por temor al castigo implica que su
acción moral es hipotética. Por el contrario, si la voluntad del sujeto no está puesta bajo ninguna
condición, sino que opera libremente por amor al deber, la acción es categórica. De ahí que, en
términos kantianos la acción moral que vale es la categórica, en tanto que la acción hipotética
pierde todo valor moral, puesto que el sujeto tiene su voluntad determinada por la condición “x”.
De la moral kantiana según García (2005) se puede establecer dos conclusiones: I) que en
todo acto hay un contenido y una forma, por lo primero esta lo que es, lo que se hace o lo que se
omite y por lo segundo, el por qué se hace y el por qué se omite. De acuerdo con García (2005) lo
anterior llevo a Kant a plantear la fórmula del Imperativo Categórico en una ley moral universal
que dice “obra de manera que puedas querer que el motivo que te ha llevado a obrar sea una ley
universal.” (p.232). Es importante destacar que la fórmula universal kantiana según García
(2005) vincula únicamente la forma de la voluntad del sujeto no el contenido de su acto moral.
Además, que la voluntad es autónoma cuando se da ella misma su propia ley. Por el contrario, es
heterónoma cuando recibe pasivamente la ley de algo o de alguien que no es ella misma.
27
De la lectura de García (2005) podemos establecer que, para Kant, no está dicho que el ser
humano no pueda llegar a los postulados de la nous practikos tales como la libertad, la
inmortalidad y Dios, lo que acontece es que se debe hacer por caminos diferentes a los empleados
por la razón pura, cuando esta acude al análisis de los fenómenos físicos, dado que tales
postulados están fuera del espacio y del tiempo y por ello el sujeto no tiene experiencia sensible
sobre ellos. Uno de estos caminos es la vía moral en donde la razón pura se pone al servicio de la
razón práctica. (García, M., 2005, pp. 233 a 235). O dicho, en términos de la Ética del Discurso,
el postulado D se pone al servicio de U.
2.2. Diferencias entre la ética del discurso y la ética de Kant.
Al respecto nos enfatiza Habermas (2000) que la Ética del Discurso, en primer lugar,
abandona la doctrina de los dos reinos presente el Imperativo Categórico tales como: lo
inteligible y lo fenoménico. Por lo primero pertenecen el deber y la voluntad libre y por lo
segundo, es decir, lo fenoménico, que abarca las inclinaciones, los motivos meramente subjetivos
y también las instituciones del Estado y la sociedad. De ahí que mencionado abandono se
presenta según Habermas, porque los sujetos que han adoptado una actitud de orientación por el
entendimiento mutuo se rigen por pretensiones de validez y ello se hace observable en la
coacción de hablar y actuar bajo premisas idealizantes. (Habermas, J., 2000, p. 24)
La segunda diferencia que destaca Habermas (2000) consiste en que la Ética del Discurso
supera el monologo kantiano. Según Habermas, en Kant cada individuo se convierte en juez y
parte de su acción moral, es decir, el mismo debe verificar sus máximas de acción en su fuero
interno. Por el contrario, en Habermas se espera un entendimiento mutuo sobre la
universalización de los intereses solamente como resultado de un discurso público presentado
intersubjetivamente entre los sujetos hablantes.
Por último, otra diferencia que postula Habermas (2000) frente a la moral kantiana consiste en
que, en el Imperativo Categórico el sujeto esta coaccionado o intimidado por el deber. Por el
28
contrario, en la Ética del Discurso los sujetos elevan las pretensiones de haber solucionado
mediante la argumentación el problema de la fundamentación moral. (Habermas, J., 2000, p. 24).
Es oportuno destacar que en cuanto los postulados D y U es posible que el sujeto se podrá sentir
intimidado o coaccionado en actuar y hablar bajo premisas idealizantes que él no sabrá justificar.
2.3. Intuiciones morales.
Habermas, en su obra Aclaraciones a la Ética del Discurso, respecto de la moral formula
la sigue pregunta: ¿Qué intuiciones morales conceptualiza la ética del discurso? Habermas (2000)
plantea que la explicación del punto de vista moral o de la imparcialidad del juicio moral
proporcionado mediante el procedimiento de la Ética del Discurso expresa adecuadamente la
intuición moral, no obstante, ser sustanciales dichas intuiciones. Es decir, consideramos que el
autor al sostener que la moral tiene una dimensión sustancial de alguna manera acepta que la
noción de moral escapa a la razonabilidad formal.
Para el autor el ser humano que vive en sociedad se siente vulnerable frente a la mirada o
al juicio del otro de cara a determinado comportamiento, en cuanto como nos miran o a como nos
ven y bajo esta perspectiva la moral emerge como un claro dispositivo de protección social. Al
respecto Habermas, en primer lugar, postula que “la moral implica todas aquellas intuiciones que
informan al individuo acerca de cuál es la mejor manera de comportarse para contrarrestar
mediante los miramientos y el respeto su extrema vulnerabilidad” (Habermas, 2000, p. 18).
En segundo lugar, Habermas (2000) declara que desde el punto de vista antropológico la
moral se puede entender como un dispositivo protector que compensa cierta fragilidad inserta
estructuralmente en las formas de vida socioculturales. Para Habermas la fragilidad moral no solo
es crónica, sino que también es superior a la fragilidad física de la integridad corporal, dado que,
la moral emerge en los individuos cuando estos viven en sociedad. Lo anterior, nos permite
inferir que para Habermas un sujeto que actúe solitariamente no puede considerarse venerable
moralmente. Al respecto plantea Habermas:
29
Son vulnerables y están moralmente necesitados de protección en el sentido indicado los
seres vivos que solo se individúan por vía de socialización. La individuación espacio
temporal del género humano en sus distintos empleares no viene regulada ya por un
equipamiento genético que se extienda sin solución de continuidad de la especie al
organismo individual. (Habermas J., 2000, p. 18)
Según Habermas, los sujetos capaces de hablar y actuar se constituirán como individuos
en la medida que, como miembros de su respectiva comunidad lingüística particular, crezcan y se
integren al mundo de la vida compartido intersubjetivamente. Pero ¿qué pasa cuando el individuo
capaz de habla y acción, esto es, quien ya se ha individualizado por socialización y es sólido
moralmente opta por tomar decisión moral en solitud? Desde La Ética del Discurso se puede
afirmar válidamente que su acción no fue en estricto sentido un acto moral, pero esta afirmación
emerge como contraria a los hechos que se realizan de manera individual.
En tercer lugar, según Habermas (2000) las éticas de la compasión también reconocen
citada vulnerabilidad del individuo y por ello plantean que es menester una garantía del reciproco
respeto. Dicho respeto tiene dos dimensiones, por un lado, debe estar dirigido a la integridad de
la persona particular y por el otro, a las relaciones de reconocimiento reciproco en las cuales las
personas pueden estabilizar su frágil identidad mutuamente. Así, según Habermas (2000)
“ninguna persona puede afirmar su identidad por si sola.” (p. 19).
En cuarto lugar, el filósofo alemán plantea que teniendo en cuenta que la moral emerge por la
vulnerabilidad de unos seres vivos que se individúan por socialización ella tiene que solucionar el
problema de justicia y el de solidaridad, porque son los pilares en los que se sustenta toda sociedad y
que hacen que los individuos se mantengan unidos como integrantes de determinada comunidad.
Estos pilares hacen valer la invioabilidad del individuo, por un lado y protegen las relaciones
intersubjetivas que implican el reciproco respeto, por el otro. Sobre el punto sostiene Habermas
(2000) “Los principios de justicia y de solidaridad responden a esos dos aspectos complementarios.
Mientras que el primero postula igual respeto e iguales derechos para cada
30
individuo particular, el segundo exige empatía y preocupación por el bienestar del prójimo.” (p.
20).
Siguiendo a Habermas encontramos que para él las éticas del deber se han especializado
en el principio de la justicia y las éticas de los bienes en el bien común y de lo que se trata es de
integrarlos. Por ello la Ética del Discurso explica por qué tanto la justicia como la solidaridad
remiten a una y a la misma raíz de la moral a saber: la vulnerabilidad. De tal manera que según
Habermas (2000) la moral no puede proteger lo uno sin lo otro, es decir, “los derechos del
individuo sin el bien de la comunidad a la que pertenece.” (p. 20).
2.4. Consecuencias prácticas.
En lo sucesivo más que una interpretación a la filosofía moral habermasiana trataremos de
mostrar si la Ética Discursiva responde claramente a casos puntuales relacionados con la
autonomía de la voluntad cuando la decisión moral la toma el sujeto en la intimidad de su alma,
por ejemplo, en el caso del suicidio soberano. En tal virtud citaremos en este punto de acuerdo
con Neira (2017) el concepto de suicidio que postula Kant:
Kant considera el suicidio (Selbsmord) como homicidium dolosum, además de un crimen
contra los demás hombres y contra Dios, como una forma de actuar en contra de la
“cualidad” de persona (Qualität als Person) de quien se suicida (cf. Kant 1956 [1797] ii §6 a
72), pues consideraría su propia vida y persona como un medio y no como un fin, lo que
daña a la humanidad en su propia persona. (Neira, 2017, p. 159)
Del anterior concepto inferimos que el suicidio soberano es aquel que no está bajo la tutela de
algún tipo de patología, o ideología, esto es, intuimos que la esta clase de suicidio solo lo realizan
individuos capaces de razonabilidad, presupuesto necesario de la Ética del Discurso. No obstante, es
importante dejar claro que a partir de la anterior cita podemos inferir que Kant no aprueba el suicidio,
porque el individuo se instrumentaliza y por ende daña a la humanidad, no obstante,
31
consideramos que el Imperativo Categórico aborda con mejor claridad este acto moral netamente
individual. Al respecto sostenemos:
a) En el caso del suicidio soberano, de acuerdo con la Ética Discursiva, no estaría
presente la autonomía de la voluntad como la manifestación de la soberana
manifestación del individuo como tal, lo cual es una evidente contradicción, dado que,
en el suicida en la intimidad de su alma es en donde se expresa con mayor rigor y vigor
la voluntad que es libre.
b) De ser el caso que un sujeto hablante no tenga la capacidad para argumentar
válidamente su demanda moral frente al otro, la Ética Discursiva empieza a verse
incompleta, porque quien no tenga la capacidad argumentativa, se sentirá intimidado o
coaccionado en actuar y hablar bajo premisas idealizantes que no sabrá justificar
técnicamente. Por tanto, el mejor argumento estará al lado del otro. En tal virtud, los
postulados D y U en este caso no estarían presentes debido a que técnicamente uno de los
dos no participa en la acción dialógica intersubjetiva y por ello se puede afirmar que
difícilmente tenemos garantía de la universalización como presupuesto de un excelente
consenso.
c) La Ética Discursiva en cierto sentido no solo se institucionaliza, sino además se
potencializa la individualidad y en tal virtud en el caso del suicida encontramos una evidente
contradicción en citada apuesta moral, bien porque todo el que sea capaz de juzgar puede
adherirse a una norma de acción así no participe de su construcción, o bien porque el
individuo dotado de racionalidad puede actuar en el contexto de un entendimiento de sí
mismo en cuanto otro (self) y en todo caso estamos de cara a una decisión libre y autónoma.
d) La Ética Discursiva en cierto sentido pasa por alto que los seres humanos en la
mayoría de las veces solo actúan, es decir, no buscan conocer. Mas aun, en el plano moral
individual quizá no aspiran a encontrar la verdad dialógica intersubjetiva, esto es, no buscan
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conocer ni la forma ni el contenido de su acto moral.
Esbozaremos a continuación las razones por las cuales consideramos que el Imperativo Categórico
puede tener mejor aplicabilidad en cuanto un acto moral tomado autónomamente. Veamos:
a) La categoría de respeto en Habermas opera en tanto se presente el dialogo
intersubjetivo, pero en Kant vive naturalmente absolutamente en el sujeto agente. Por lo
tanto, el contenido del acto moral individual puede estar mejor garantizado desde el
Imperativo Categórico, dado que, el agente puede tener un dialogo interior de naturaleza
intersubjetiva según la acción comunicativa.11
b) Tanto la Ética Discursiva como el Imperativo Categórico, abordan la libertad
humana. En tal virtud, en Habermas la libertad depende de la fuerza de los argumentos del
agente para que su demanda moral sea aceptada por todos los afectados en tanto que, en
Kant, el sujeto es autónomo para tomar la determinación de actuar en X o Y sentido.
c) Tenemos la intuición que tanto la Ética Discursiva como el Imperativo Categórico
exigen sujeto(s) dotados de racionalidad. Lo cual nos permite inferir que no se podría
argumentar que en el suicidio soberano estuvo presente un pseudodialogo monologizado.
d) En el caso del suicida podemos intuir que la Ética Discursiva, no logra superar el a
priori kantiano o el social que Habermas reconoce inscrito en la intersubjetividad del
entendimiento lingüístico. En todo caso, si el suicida en la intimidad de su alma logró o no
superar el a priori del juicio moral es algo que no sabremos jamás. Dicho claramente, ante
el suicidio como conflicto moral socialmente relevante la Ética del Discurso está llamada
a guardar silencio en cuanto si el mismo fue bueno o malo para todos.
11
Incluso cuando una persona parece retraerse sobre si misma para vivir con sus propias ideas, está viendo, en realidad, con los demás, que han pensado lo que ella piensa. Lee libros, rememora las experiencias que ha tenido, proyecta las condiciones bajo las cuales podría vivir. El contenido es siempre de contenido moral. (Habermas, 2003b, p. 137).
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e) Los postulados D y U son netamente instrumentales, es decir, no buscan juzgar el
contenido del acto moral colectivo. En tal virtud ¿Cuál es la utilidad de la Ética del
Discurso de cara al acto moral netamente individual? Respuesta: Ninguna. Mas aún, si
consideramos la moral desde el punto de vista de su contenido, es menester afirmar que
toda elección tiene cierto nivel de incertidumbre para que fluya la autonomía, que deviene
autentica desde la perspectiva del Imperativo Categórico, pero no desde la visión del
procedimiento discursivo. En otros términos, con Habermas se gana desde el punto de
vista cognitivo al pretenderse fijar las reglas que deben ser observadas para la obtención
del juicio moral, pero se puede perder en tanto el contenido del acto moral
f) El acto suicida en términos de Ética del Discurso no sería un acto moral racional, sin
embargo, es evidente que desde la perspectiva del mundo de la vida y por ende el suicidio
deviene como un acto social y moralmente relevante.
Por lo tanto, frente a un acto moral tomado desde la autonomía y libre advedrìo consideramos
que el sujeto agente retoma al paradigma de la conciencia, el cual se pensaba había quedado
superado con la Ética del Discurso, o dicho en otros términos el Imperativo Categórico puede ser
el lugar fértil de la Ética del Discurso en cuanto el acto moral netamente individual.
CONCLUSION.
En conclusión, podemos decir, que cuando sea menester tomar una decisión moral que
afecte al menos dos sujetos hablantes la Ética Discursiva emerge como una alternativa, no solo
para solucionar problemas morales, sino también, los pragmáticos y los éticos. Igualmente, es claro
que, a partir del reconocimiento que exige la apuesta moral de Habermas, en virtud de la
intersubjetividad, las nociones de verdad y entendimiento, la sociedad puede realizar una mejor
comprensión de los presupuestos de solidaridad y justicia.
Además, inferimos que debido al epicentro racional comunicativo que exige la Ética
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Discursiva el actuar moral se torna más exigente y puede que ello desborde la capacidad de decisión de
los sujetos hablantes, en tanto que puede sentirse coaccionados para actuar y hablar. En tal virtud la
comunidad ideal de habla12
que puede emerger entre dos sujetos en torno a un problema común,
consideramos que es más adecuada para decisiones morales que se deban ser tomadas según la
voluntad común, pero no para quien examina privadamente su decisión moral. Por el contrario, si una
decisión moral que afecte a varios sujetos hablantes la toma un solo individuo, es evidente que dicho
acto moral fracasa, porqué el otro (afectado) no ha participado en la discusión intersubjetiva.
La Ética del Discurso no puede perder de vista que la obtención de un lenguaje inmutable
fuera del alcance de las pasiones humanas es difícil obtenerlo, bien para la formulación de reglas
que nos permitan la obtención del juicio moral o bien para abordar el contenido de la moral, por la
obviedad de que una cosa es el ente de razón (regla) y otro muy distinto el mundo real o concreto
en donde tiene lugar la acción moral individual de alcance social.
Finalmente, proponemos que es necesario continuar con los análisis de cada uno de los usos
de la razón práctica en Habermas, porque no deja de llamar la atención que la Ética Discursiva en
cuanto el uso ético de la razón práctica permita la razón monológica, no obstante, estos usos
compartir el mundo de la vida, la intersubjetividad, y el lenguaje. Además, consideramos que
siempre será pertinente seguir intentando dar respuesta a una de las grandes preguntas morales de
la humanidad: ¿Qué debo yo (nosotros) hacer?
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Habermas, J. (2000). Aclaraciones a la Ética del Discurso. Madrid, España: Trota.
Habermas, J. (2018). Conciencia Moral y Acción Comunicativa. Madrid, España: Trota.
12
Pues, no en vano, en tanto que participante en la argumentación cada uno tienen que valerse por sí mismo, y sin embargo, sigue inserto en un contexto universal: esto es lo que quiere decir Apel con la expresión “comunidad ideal de habla” (Habermas, 2000, pág. 22)
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