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SERGIO MEZA C.
AUTOEDICIÓN 20 de Julio de 2012
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© Sergio Eduardo Meza Concha. Se ha realizado la inscripción correspondiente en el Registro de la Propiedad Intelectual Primera Edición : Rengo, Chile; Julio 20 de 2012; ejemplar digital en extensión PDF.
Ilustraciones tapa y contratapa: Andrés Zagal Montealegre, a quien
agradezco su gentileza al acceder a colaborar en esta obra. Diseño Gráfico : El Autor Reservados todos los derechos, sin perjuicio de lo cual se permite la impresión de un solo ejemplar de uso personal. Toda cita, parcial o total, deberá referirse a su autor. El autor en la web: http://smcarq.blogspot.com Errores, faltas o sugerencias para futuras ediciones, hacerlos llegar a sergio.meza@yahoo.com
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a Mónica Eugenia Concha Pardo
[20 de Julio de 1945 – 20 de Junio de 1998]
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Introducción
Este libro será la severa exposición cronológica de mis Textos Religiosos desde 1991 a la fecha.
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Índice
- Hay Una Bestia en el Mundo 14
- Dios 22
- Judas Iscariote 48
- Jesús, Milagros, Textos Sagrados y Religiones 50
- A Nuestra Imagen y Semejanza 70
- El Ocaso del Mundo y el Advenimiento del Anticristo 78
- Meditación Acerca del Trino Rector de la Mirada Católica del Universo
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- Aquel que es 84
- “El Arribo de la Reina de Saba” 86
- El Aparecimiento del Mismísimo Dios, a Santo de Motivo Alguno, Frente al Posteriormente Venerado Romualdito de Estación Central, en Santiago de Chile
88
- Tierra Santa 92
- Los Dioses Todos; Ellos; Aquellos; Estos; Nosotros 94
- Ininteligible 98
- ¿Dios está especialmente ligado a lo infinito más absoluto?
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- HablandodeAbsolutamenteTodoasantodeAbsolutamen… 106
- Templo 110
- Improvisación 1 114
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Hay Una Bestia en el Mundo
y dios por amor no la destruye; amor amor del cambio amor de la distinción amor severo amor que castiga amor de la vida amor del ser que sufre si amor del sufrimiento
1991
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amor del ojo avizor amor del que se quema los dedos amor del que no rehúye el sacrificio amor del puente cotidiano amor del que se bebe la injusticia amor del clavo en cada palma amor del martirio amor del desconsuelo amor del flotador que flota aladerivaentrelestiércol amor amor cayéndose a lo banal amor del cordero desangrado amor del que se finge cargado de odio
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amor del que sabe huír a tiempo amor estratégico amor sin besos amor del mundo amor de la espada del oficio amor universal amor anti-moderno amor cargado de contenido amor del que no entiende lo reciente amor que se funda en lo futuro amor que se agranda en la calumnia amor de la prueba de amor amor a tientas amor converso
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amor bastón amor que por amar ama la vida amor amor sin juegos de palabras amor que tiene buen humor amor del escupitajo en la cara amor de cara limpia amor de la descarga amor de dios amor con a mayúscula amor cargado de dolor amor del entendimiento amor del alma adormecida amor descarnado
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amor desolado amor del tallo pisoteado amor virginal que tiene cinco paladas de excremento amor del que evita la venganza amor del que arranca del discurso amor modesto amor con las pupilas hacia arriba amor del trabajo y de los frutos amor del cielo conquistado amor de la vía dolorosa amor de la hostia del domingo amor que finge que te olvida amor de la eterna paradoja amor del hombre
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amor de la mujer amor absoluto amor contemplativo amor que se arranca del placer amor de la paciencia amor puntal del mundo soplo divino función de las funciones brisa vivificante gota de sangre necesaria supremo orden activo excusa que conforma llagas dolor de dolores
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precio de la eternidad curva perfecta tangente a toda recta suplicio de conversos alimento de despechados sangrante sonrisa permanente pájaro que huye del destierro fórmula del éxtasis redentor cascada de palabras verdaderas respaldo punzante del fariseo agua que marchita al malhechor contradictoria ley del eterno eje rector, a ti me someto
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me entrego a tu cuota de dolor que el que ama más allá del gozo sabe que lo espera la frescura amor profundo entonces; amor del gemido que sonríe.
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Dios
In extenso
Mano extendida
Silencio oyente
Silencio elocuente
Imagen paterna Caudal omnipresente
Cadencia eterna Síncopa cerrada
Círculo de círculos Plena curvatura
Castigo merecido Coherencia escondida
Guijarro solitario Del último asteroide
Consuelo
Suelo Asolado retorno
Cielo Eternamente negado…
Adonai Alá Brahma Jehová Yahvé Creador
2005
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Arquitecto; Primer obrero
Hacedor sublime
Máximo aforismo
hecho acción
Mantra distante que se acerca por momentos
Embriaguez de creyentes
Anti impostor Postor evidente
Pastor condescendiente Columnata infinita Remate del templo Templanza de todos Carencia de algunos existente y presente
Sombra de luz Luz en las sombras
Paisaje hecho esfera para quien
desde el centro te contempla Horizonte apocalíptico
Vestidura de santos
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Andrajos de fariseos
Pasar de brisa fresca por las sienes
Bicéfala presencia Tricéfala cristiandad
Ideal de todos Negación de muchos
Número natural primordial cerrado en su cola infinita
Infinito de infinitos
Transfinita infinitud Cantada
Procesión eterna Cántico de ángeles Lágrima de niños Brillo de la copa en un día pleno
Y tras la copa el mar
Tras el mar la fragancia Tras la fragancia el calor
Tras el calor el fuego Tras el fuego el cielo Tras el cielo lo blanco
Tras lo blanco todo
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Tras todo aquello Tras aquello nada
Tras la nada el tiempo Tras el tiempo la potencia
Tras la potencia el acto Tras el acto el mundo Tras el mundo la vida Tras la vida el amor
Tras el amor la dulzura Tras la dulzura la cordura Tras la cordura la lealtad
que todo lo sostiene
Sostiene la lealtad
al hombre
Sostiene la lealtad al delincuente Al asesino y al curandero
Al cura Al ladrón Al amigo
Al advenedizo Al traidor como castigo
Ah!
Ruin deslealtad
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aquella que se hace como cambio de palabra
A propósito de las razones
A propósito de las causas más nobles
A propósito del cambio de ideas
A propósito de la ley
A propósito de la venganza oculta
A propósito de la envidia y del resentimiento
Pues tras la deslealtad
sobreviene el dolor
Como dolor imperceptible;
Ese dolor
Que te carcome callado
Y que en el fondo conoces
Dolor de traición
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No el de judas que al final parece
que era el puente de la estrategia
Dolor de vacío
Dolor de maldad solapada y vestida de Lourdes
Así
De celeste y de blanco
Albiceleste puñalada
Virginal dentellada
Desprecio la deslealtad
como desprecia el desleal al probo pero a la inversa
No con castigo
Ni con tolerancia
Pero con conciencia
Conciencia de la propia deslealtad acometida
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Pues claro
Todos hemos torcido el paso
Pero por lo menos no lo vestimos de regazo
Dios es leal
Y a su imagen y semejanza nos movemos.
Ni Dios ni Cristo son ley
Pues ambos son lealtad
Y ni siquiera hay amor sin lealtad
Esa lealtad subjetivamente axiomática
Libremente elegida
Aquella que te hunde con la bandera en alto
Y no se repliega tras el paso del tiempo
Y tras las balas
la lealtad como trampa bendita
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Dios es amor
Pero no por amor sostiene al mundo
Solo por amor no lo destruye
(Así como reiniciándolo)
Pero lealmente lo retiene
Como atlas a la tierra
Sobre sus hombros
Sobre los hombros más misteriosos
Sobre hombros eternos e inmateriales
Sobre hombros a su imagen y semejanza
Dios
Cabina profunda
Cubierta del templo
Lucernario de la creación
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Brillo sobre el brillo
Brillo leal
Que no se atornasola
Brillo blanco
Pleno de colores contraídos
Pleno de todos los colores
Pleno de plenitud
Colmada vasija de nada
pero de la nada más profunda
De esa a partir de la cual
se esculpió La Piedad y el David
A contrapelo de bloques angostos y abandonados
Con pliegues etéreos
Sobre piedra caliza milenaria
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En torno a la que se conocieron las leyes del mundo
Como manzanas caídas del cielo
Como elipses orbitales
Como sistemas de giro planetario y nebuloso
Aquella vasija
que se esculpe en mármol
Y en borradores añejos
del Sistema del Mundo
Energía
Igual
A la masa
por el cuadrado
de la velocidad
de la luz
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Metáfora certera
convertida en ecuación
Pincelada final
del Entierro
del Conde
de Orgaz
Plenitud Creacionista;
Adjetivo
que cuando no da vida
mata
Desdén profundo de Parra
Cristo de Huidobro
traído a la luz como sollozo de amor
Hallazgo antibiótico
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En una placa cualquiera
Torsiones de la nada
de ecuaciones diversas
Quasar repentino
Vida Nueva
Y Canto General
Barco borracho
meciéndose como se mece la existencia
ante el mar de los hechos y los desafíos;
borrachera absoluta
de la palabra desplegada
como cincelada eterna
Espacios abstractos y surrealistas
nombrados con la glosa de lo eterno
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Viajes espaciales trascendiendo
no obstante su vil cometido
Primer galvanizado
Plateado e inaugural
Ni técnica cadavéricas
ni procedimiento oficial impertinente
Sabor irrepetible
Mujer inconcebible
Tronar
de cohetes viajeros
Sexo inaugural
Mano de partera
Mitosis primera
Confusión de óvulo y esperma
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Persona naciente
Plenitud de quien se antepone a su visión reveladora
Perfume espontáneo
Revelación certera
ante un hecho trivial
Neurona plagada
de conexiones
Avogádricas moléculas previstas
Campo virtual
electromagnético
Efecto fotoeléctrico
Leonardo buscando
en los muertos indigentes
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Galileo
arrojando piedras desde la torre inclinada
Feto dibujado
en códices renacentistas
Pórtico Barroco
Zócalo de catedrales
Semilla viajera
Canto de Ballenas
Canto permanente
tras los años de los años
Torres tibetanas erguidas
sobre las torres Himalayas
Prolegómenos a toda metafísica del porvenir
que haya de poder presentarse como una ciencia
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Elogios de la locura
Salto heroico
a la cubierta enemiga
Sextante viajero
Discurso del Método
Efecto Doppler Llevado al estudio espectrográfico
de galaxias y cúmulos estelares Como metáfora
de la expansión del conocimiento y del ser
Ética
Demostrada
Según el Orden Geométrico
Principia Mathematica
Uno más uno
Uno por uno
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Uno partido por uno
Uno Elevado a la primera potencia
Uno como conjunto universal
Uno es el conjunto
Infinitos unos
diversos y subjetivos se despliegan
Uno como imagen de todo
Todo como imagen de uno
Brochazo en los bordes
de una laguna seca en Tanzania bajo el cual aparece
algo así como un cráneo primordial
Rollos de textos de un evangelio vivo
al borde de un mar muerto
Jardín de las delicias en una mixtura
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de carne y restos surrealistas pero quinientos años antes
Irónicas ofrendas musicales
que cual peinazo pasan a llevar
la soberbia de Federico el Grande
Arrollo sereno Bajo el cual
habita una fosa eterna
Catedrales musicales
Organista eximio desvelando las síncopas tempranas
Ciclotrón filosofal
Al borde del desequilibrio
Caminata espacial del feto interplanetario
Desenfado
de pasar casi de largo por sobre las cifras jeroglíficas
de una piedra cincelada
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Biblias de Gutenberg
Mínimos granos radiactivos tras toneladas de tierra filtrada
Puesta de sol vibrante
Sin melodramas ni contemplaciones de postal
Bramantes
planimetrías
Notre Dame de Ronchamp
con esa rebeldía de ser
en un mar de agujeros biselados bajo un manto de oleaje
hormigonado
Ciudad radiante paradigmática
Sagrada familia de torres vegetales
Durera mano
trazando los espacios fugados
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Cuerescente casa catalana
Pedrera esquinada
Gesto espacial
de la mano Atravesando compases sinfónicos
Bouquet verdadero
No aquel que se construye
Sino aquel que se forja
Ni de uva ni de estirpe
Sino de tiempo de leños curtidos
sobre la lluvia que cae sobre la tierra negra
Fundamento
Convencimiento
Templanza preliminar
Esa que está completa
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Y que hay que alcanzar
Esa que es meta
y no paradigma
Pedestal
Soporte
Palanca
Motivo
Razón
Latido
arzón
Rugido
monzón
Valiente
corazón
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Sí
Corazón latente de sangre celeste
Agreste belleza
Belleza evidente
Silencio candente
Secreto presente
Misterio ardiente
Brillo tras las cosas
en general
Pues todo brilla con tu brillo
Que es resplandor
que es candor
Que es agua que es riego
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En fin
En principio
y en trayecto
camino recto
cordada sobre la esfera del universo
y sobre el abismo del riesgo
cuerda de amarra
del ancla del sentido
en fin
principio y final
punzada en la sien
punzada dulce
cadencia del verso
destino de alabanzas
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abstracto
número
solitario
Soledad condescendiente
Contemplación final
Unidad de todo en suma
Respuesta escrita
Bajo un peldaño
Pero un peldaño cualquiera
Dispuesto en la existencia
Así como una piedra
Sobre una roca
Ante el paso del hombre
Que se baja de su nave
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Y a la pasada te percibe
Y en tu presencia ve las cosas y las almas
Ve el fuego y el bosque
Ve a Borges escribiendo su Aleph
Intentando describirlo y rodearlo
Ve la estepa
Y ve la choza
De una solitaria mujer anciana
Haciendo fuego
Para calentar su comida
En la última noche
De su paso
Por la vida
Amén.
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Judas Iscariote
Judas Iscariote me ha estado rondando hace un tiempo [al día de hoy en verdad que por años] , en el sentido de analizar cuáles serían los alcances históricos de sus actos, los que a estas alturas ya inclusive se encuentran consagrados, hace siglos, en la Divina Comedia como uno de los devorados por las fauces colosales de un Satanás alojado al fondo de los círculos del infierno.
Judas es el hombre que traicionó a la persona equivocada en el momento menos oportuno en la historia de la humanidad.
En versiones parciales que he conocido, aparece como un operador o agente político en todo el complejo problema de la llegada de Jesús a la historia del hombre. Es uno de sus más queridos discípulos, pero a la vez camina por caminos paralelos que son propios de sus personales visiones acerca de las cosas intrínsecamente relacionadas con la obra del denominado Hijo de Dios.
Sabemos que existen versiones modernas, con alguna base histórica, que conciben al Iscariote como aquel encargado de dar cabida a aquellos detalles no necesariamente evangelizadores, pero necesarios para que el legado de Jesús en la tierra arribe a puerto seguro.
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Acaso se lo llega a mostrar como el principal mártir de toda esta historia, al sacrificar su propia alma en pos del mal necesario que debía arribar al artesonado de hechos mixtos, que dieran cuerpo al contexto satisfactorio que permitieran identificar a la acción de amor de Cristo como la verdadera llegada del Mesías. Qué intrínsecamente humana se me tiñe toda esta
historia de amores odios y poderes absolutos que se
jugaban su destino sobre las arenas de la tierra
prometida. Judas y Jesús, acaso pueden llegar a aparecer
como las caras opuestas de la misma moneda; el anverso
es nuestro admirado Nazareno, el reverso es el Iscariote;
ambos son el ser humano paradigmático que Nicanor
Parra nos definiera magistralmente como "Un embutido
de ángel y de bestia".
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Jesús, Milagros, Textos Sagrados y Religiones
INTRODUCCIÓN:
El texto es algo extenso. Sugiero leerlo saltadamente
en los tópicos que a cada uno le interesen y volver y avanzar a
gusto. Recomiendo, en el número ocho, el breve análisis
comparativo de fragmentos de distintas biblias y nuevos
testamentos, a modo de demostración de las inmensas
diferencias, desde la sumatoria de infinidad de sutilezas, en las
traducciones al castellano de las llamadas “sagradas escrituras”.
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1 Existencia de Jesús Contrastada con los Hechos que Objetivamente Nos Constan
Puede que inclusive nunca haya existido un hombre como él, aparte de la posibilidad de que legiones de personas lo afirmen desde su corazón, esgrimiendo que no puede existir tal fe en sus almas sin que los hechos se hayan dado como fuera escrito y se ha venido afirmando desde hace más de mil novecientos años. Pero estas convicciones no son las mismas que las que permiten afirmar que es de día o de noche, o las que permiten decir que lo que vemos en el cielo brillando no es el sol sino la luna. 2 Conciencia y Sentido de las Cosa que el Hombre Percibe
Sin duda que la llegada de la conciencia al hombre, le trajo varios precios que pagar, y uno de ellos es la preliminar deriva espiritual que se tiene cuando solo se trae consigo la capacidad de entender los hechos de la vida y no su sentido de un modo tan directo. Pues al parecer, esta suerte de imperio interior de cada quien, que se manifiesta cuando decidimos por una cosa y no por la otra, no se basta para sentir la plenitud de quien solo se entrega a sus impulsos naturales esenciales. Mucho se ha hablado de que el hombre no es una bestia suelta a la ley
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natural de la otra gran mayoría de los seres vivos, que funcionan desde el día de su nacimiento hasta el de su muerte del mismo modo, a saber; existir en la sucesión de un hecho en pos de otro, con la reacción automática e impulsiva de organismos preparados para enfrentar ciertos medios ambientes, dentro de los cuales se desenvuelve para ser, para permanecer y para reproducirse, en una cadena normal de acontecimientos predecibles y esperables, en la mayoría de los casos. 3 Lo que el Alma de los Hombres Es y la Fe que los Abraza
El alma de los hombres (que no puedo demostrar que existe, o al menos no soy capaz), entendida como la Síntesis del ser humano en acción y auto-conciencia, es una suerte de ser abstracto y vectorialmente terminal, en una cadena de complejas tendencias naturales convergentes a su propia percepción y decisión.
Entonces es posible entender que la Fe (que padezco y disfruto en lo personal) no es otra cosa que el hallazgo del sentido pleno de la vida, espiritualmente conciente, sobre el mundo, el universo y el Origen de ambos.
Sin esta “Fe” con mayúscula, es imposible estar en paz consigo mismo, en una suerte de ciega
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pero certera percepción, de que todo sigue la ley natural más virtuosa que pudiera concebir o augurar el intelecto. 4 Los Hechos Planteados como Independientes o Transgresoras de las Leyes Naturales se Originan en la Incapacidad del Lenguaje Humano
Un mundo en plena sinergia y plena cooperación, y consistente, desde sus seres vivos solidariamente responsables de sí mismos y del resto de sus hermanos, es un mundo que podría, acaso, en un utópico futuro, resultar transfigurado en el paraíso de la plena convergencia de todas las energías vivas, hacia estados de la existencia difíciles de imaginar, pues sería todo un cambio pleno el que aconteciera abruptamente, cuando todo lograra su armonía de sucesión de hechos y expectativas.
Entonces Jesús no vino (si es que en verdad vino así como dicen los evangelios, parido de un ser humano en condiciones realmente excepcionales) sino a declarar el camino de perfección de la vida conciente. Pero hablamos de una perfección imposible de ser, salvo por alguna circunstancia acaso estadísticamente posible, pero poco probable, que diera pie a que de un momento a otro desapareciera el mal de las almas de los hombres y de un solo brinco
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comenzaran a ser lo que debieran, logrando el gran paso de la humanidad hacia su propia superación plena, de cuyos frutos apenas podemos darnos luces e imaginería.
A cualquiera de nosotros nos tiene que haber ocurrido que nos hemos sentido impresionados cuando, en un hecho poco común, convergen las aptitudes y voluntades de un grupo cohesionado de personas, logrando cosas que realmente uno se imaginó imposibles en cierto estado normal de la vida. Pues precisamente hablo de este tipo de percepciones de los logros, pero multiplicada por toda la capacidad de la humanidad de interactuar para el único fin deseado por todos, que no es sino ampararnos en el otro, dentro del asombroso acontecimiento de la reciprocidad plena a escala total. Solo eso es el asunto. Y todo milagro tendrá su origen en esto que hablo, no siendo este acontecimiento, descrito como sobrenatural por lo general, nada parecido a las cosas que se hablan y se predican por ahí, que aluden a hechos que transgreden las leyes de la ciencia a raja tabla, de manera tal que si los cuerpos son atraídos por la tierra, por efecto de la gravedad, ahí estará el relato que dice que el cuerpo de ciertos iluminados, flotará por sobre la tierra y las aguas quietas o arremolinadas del mundo. También se hablará de que monstruos inconmensurables surgen de la nada para devorar a los que se porten mal, sin proceso evolutivo
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alguno, o se entenderá que los templos se deshacen como dunas, y se rehacen como estalactitas generadas en cámara rápida, o el mismo clima será como una suerte de mar de fuego que abrazará los cuerpos de los hombres, o cosas por el estilo, todo en mi modesta opinión, apuntando a la incapacidad lingüística de quien escribe o de quienes reciben el texto, para desvelar la verdadera maravilla de las cosas y los hombres.
No porque algo sea maravilloso va a tener que ser una forma de ruptura con las leyes naturales. Hay muchas maravillas o cosas capaces de maravillarnos desde su sencilla manera de ser esplendorosas; la poesía está llena de ejemplos, sobre todo la más lírica y la más romántica también, con eso de (invento cualquier ejemplo) “encandilar a la otra con la propia mirada penetrante, con la ternura de las fauces de un animal herido, capaz de albergar la fragilidad de un ave sin defensa y sin coraza”, o cosas por el estilo.
5 El Asombro Ante la Virtud Creadora es otro
Cuando se habla de milagros, voy a ser bien directo y objetivo, se quiere hablar, en suma, de la poco factible pero posible circunstancia que permita generar la interacción sinérgica de toda la vida o de
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gran parte de ella en contextos dados, en pos de sus fines y sentidos más elevados y complejos, desde su propia naturaleza pertinente, a indiferencia de todo mal o bien particular y específico, posible de presentarse. Y desde tal posibilidad esporádica a ultranza, es que las cosas se presentarán con esplendor, pero con un esplendor que el hombre, como individuo, es capaz de percibir desde sus sentidos y desde su entendimiento y desde su conciencia, y desde todo el resto de sus facultades y condiciones que le hacen ser lo que es, dentro de su especie.
Plenitud en suma, pero plenitud positiva y positivista, y nunca contraria ni contradictoria, ni mucho menos atentatoria a las leyes naturales. Este es el asunto, y no la transfiguración transgresora de las cosas. Un milagro es no transgresor en esencia; puede ser abrupto por su misma condición de sinérgico a ultranza, pero no rompe ni en un solo fotón la ley, el orden, y el estado del mundo o del universo, para ser conclusos y definitivos en lo que decimos.
Solo hay una capacidad de maravillarse como solo hay un solo origen de las cosas. Y el resto es el resultado del intento de transmitir a las mentes adormecidas esta realidad inconmensurable.
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6 Origen del Encandilamiento
Dios, y todos sus atributos, que no son sino uno solo, a saber, la potencia plena en acción en el mundo y en el universo, se presentan como “Los” causantes de este intento infinito de encandilamiento por medio de multiplicaciones de objetos y artilugios por acción de la magia.
La descripción acostumbrada de los milagros no son sino la manifestación de la impotencia del lenguaje, traducida a sombras de los verdaderos hechos, perfectamente posibles, pero muy poco probables de ocurrir, no obstante esto, percibidos por alguien como tales y puestos a disposición de las almas sedientas de sentido, hacia quien es la causa de todo, pero nada de ellos en verdad resulta ser.
Ahora, poniendo el tema de todo lo descrito en los evangelios, en el contexto al que aludo en los párrafos anteriores, concluyo que si Jesús de Nazaret en verdad existió, no tuvo para qué hacer todas las maravillas extrañas e irreales a las que se alude, salvo como sombras de su verdadera capacidad de ser un portento humano, a saber, capaz de expresar en actos el sentido del absoluto camino hacia la utópica y poco probable acción de todos en la perfección, desde lo que somos; hombres, humanos, animales, instintivos, concientes, gregarios, civilizados, solidarios, virtuosos, pero infectados con la imperfección vital que hace al
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universo existir, desde su propia esencia “hija de Dios” pero no parte de su ser inabordable.
Jesús, de haber existido, probablemente fue perfecto o bastante cercano a la perfección, al punto de poder traspasar a cada uno o a la mayoría de sus ademanes, el rumbo de la vida de los hombres. Era una existencia bella la que llevaba a cabo nuestro querido Jesús, pero no por eso vamos a decir que tenía súper poderes, aunque los textos traducidos desde la lengua original, que solo algunos conocen, así lo señalen según nos han contado terceras, cuartas o quintas personas, cultos, iglesias, creencias, credos o adoraciones diversas.
¿Alguien puede afirmar que el poder de Jesús estaba radicado en su capacidad transfigurar y alterar el orden de las cosas en la naturaleza?.
¿Alguien puede afirmar que el poder de Jesús provenía de otro lugar ajeno al mundo donde excepcionalmente se permite transgredir el orden de todo el universo creado?
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7 Los Textos Sagrados y su Fidelidad al Origen
Nos hablan de la Biblia como la fuente única de interpretación original, pero en verdad confieso que hay algo que me consta más que muchas cosas, y esto es que las palabras sufren transformaciones de contexto, sentido inverso o converso, figuración, sonoridad, onomatopeya, entre otras, a través de las personas, las culturas, la historia, las civilizaciones y el contexto general en que se las dijo. Por ello, en mí, es más cierta la convicción que dice que las palabras se van desviando, aunque sea sutilmente, desde el mismo inicio en que fueron dichas, que la perdurabilidad de la esencia de lo proclamado por las aludidas escrituras.
Una vez tomé varias biblias y las puse en la misma parte de uno de los evangelios, una era de origen luterano, la otra era de origen católico, otra era de origen distinto a las otras dos; y ninguna decía lo mismo en la forma, y en el fondo era parecido y casi igual (en el mismo idioma), pero casi; no idéntico, y eran todas del mismo siglo. Imaginemos lo que pasa cuando pasan siglos y siglos y el libro aludido ha sido, además, usado en algunos casos para manipulación política, inclusive por las más desviadas y malintencionadas manos. Recordemos que hasta lo más virtuoso, en las peores manos, puede tener un mal uso, aparte de las esencias implícitas pero
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ocultadas en base a ignorancias y expectativas de ánimo somnífero.
Si un manuscrito bíblico del siglo V se encuentra en estado de ser traducido y analizado, se lo toma como un gran hallazgo, y se lo tira encima de la mesa del debate como una fuente valiosísima, pero pensemos lo que pasaba en esos tiempos; estaba por caer el imperio romano (si es que no había caído ya) y vaya si era trascendente una sola versión de un texto, que en esos tiempos eran tan escasos como escasas eran las personas que sabían leer o escribir, toda vez que fue a manos de un poder cristiano donde recayó la sagrada tarea de gobernar los restos del imperio, tras una roma dividida y caída en pedazos.
Tengo un amigo judío, el cual me ha enseñado harto de su religión, que me contaba que ellos cuidan sus textos sagrados como lo que son; fuente única de inspiración y de legislación original. Es coherente. Han tenido que pagar, los judíos, un precio carísimo por la cautela de la palabra sagrada desde su origen expresada en términos i-dén-ti-cos, al punto que es escrita del mismo modo, en el mismo soporte y bajo el mismo estado de reverencia que hace miles de años, inclusive usando las mismas plumas, los mismos pigmentos y otros temas que es largo de enumerar, cosa que otras religiones no han tenido el llamado de hacer, pero, eso sí, han generado estos otros, una interpretación de los textos de tal magnitud, que acaso
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se ha creado una nube de palabras que interfieren ante la palabra original. En mi propia casa, sin ir más lejos, tengo dos biblias, una para Latinoamérica, la otra es la Biblia de Jerusalén, que es más “docta” por decirlo de algún modo rápido. 8 Vamos al Punto con Esto de la Exactitud de las Palabras Daremos dos ejemplos comparativos
A) Inicio del Evangelio según San Lucas, capitulo 1
1º según un libro que me regalaran en un hotel, de parte de unos tales Gedeones Internacionales (otro libro que tengo en mi casa).
“Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas. 2 tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra.”
2º según la Biblia Latinoamericana, Edición Pastoral
“Algunas personas ha hecho empeño por ordenar una narración de los acontecimientos que han
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ocurrido entre nosotros, tal como nos han sido transmitidos por aquellos que fueron los primeros testigos y que después se hicieron servidores de la palabra.”
3º Según la Biblia de Jerusalén “Puesto que muchos han intentado narrar
ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la palabra, …” Conclusión: - En la primera cita se habla de ministros, en la segunda y la tercera se habla de servidores. - En la primera cita se habla de que ”muchos han tratado de poner…”, en la segunda se habla que “Algunas personas han hecho empeño por ordenar…”, en la tercera se dice que “muchos han intentado narrar…”. Luego, es obvio que apuntan a lo mismo, pero las diferencias son demasiadas.
B) Inicio del Antiguo Testamento
El comienzo del Antiguo Testamento de la Biblia latinoamericana, Edición Pastoral:
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“En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra, todo era confusión y no había nada en la tierra. Las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas.” 38 palabras
Ahora el comienzo del Antiguo Testamento de la Biblia de Jerusalén:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.” 32 palabras Conclusión:
En un solo hogar dos biblias, y solo en el primer párrafo del Génesis (por llamarlo de un modo familiar para todos) hay, comparativamente, una diferencia de 6 palabras contra un universo de 35 palabras promedio, lo anterior sin aludir a nada más, como por ejemplo, la sintaxis.
¡Seis palabras! ¿No es demasiada inexactitud?
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Finalmente tras estos ejemplos a la pasada, no me vengan a pedir que me aferre con todas las manos a un texto con tales posibilidades de variación e interpretación. No puedo, aunque trate; las escrituras se desgranan en matices fuertes texto con texto, y los sentidos sin duda cambian; una Biblia evangélica hace hincapié en el tema de “los ministros”, ¡cómo no!, si son la numerosa cabeza de una ramificación de un culto que pone a Dios ante cada cual sin mayores trámites, desde cada templo en particular, y su fuerza radica en la suma de pequeños cultos diversos y bastante autónomos. Las otras versiones no se preocupan del ministerio propiamente tal (en el texto citado) pues no me cabe duda que está más asegurado, por un asunto institucional. Termino; creo que los intereses de cada culto por llevar agua a su molino, pueden atentar contra la objetividad en las traducciones desde textos originales (sean cuales fueren estos). 9 La Torá y Su Conservación Fiel a Ultranza
Sé, por lo que mi amigo judío me ha contado, que en el original del texto hebreo de lo que por estos lados llamamos el Antiguo Testamento (para los judíos, La Torá), existen en el Génesis correspondencias numéricas interesantísimas entre las
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palabras y lo que sus letras, por otra parte son, viéndolas como los números hebreos que corresponden.
Nada de esto se mantiene ni preserva, ni por ventura, en los textos bíblicos del Antiguo Testamento que he citado. ¿Implicancias?; para nosotros completamente desconocidas. Me pregunto ¿cuán bueno es desconocer las correspondencias numéricas, con todo lo misteriosas que sean, que se producen en el génesis para aquellos que salen inclusive a las calles a proclamar la palabra de Dios?. Ignorancia en lo profundo; no me termina de satisfacer la respuesta que dice que el espíritu en ambos textos es el mismo, por ejemplo. No es el punto. Estamos hablando de fidelidad plena; absoluta, precisa y objetivamente exacta.
Por simples palabras se han desencadenado debates inmensos sobre los cuales han gravitado temas trascendentes en la historia, desde los que se ha querido fundar esta u otra decisión política, legislativa, etc., con todo lo que ello implica.
Fui Director de Obras (tema relacionado con la construcción de edificios en una comuna) por cinco años, y decidía asuntos relacionados con la construcción, desde frases que no tenían más extensión que el párrafo aludido del Génesis. Y según las distintas miradas e intereses se llevaban a cabo discusiones que se prolongaban por extensos minutos,
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no llegando a acuerdo alguno, encontrándose interpretaciones contrarias sobre un mismo texto según se estuviera en una u otra visón de las cosas por los detonantes y causas más diversas pero fáciles de imaginar. En fin. No me gusta la imprecisión de las palabras, y mucho menos me gusta la imprecisión de dos textos imprecisos, traducidos desde otro idioma, por criterios que desconozco, haciendo abstracciones demasiado profundas como el tema numérico.
Otro amigo, en este mismo Blog me comentaba acerca del ir a la Biblia como se va a un texto de valor normativo o reglamentario. Es problemático tomar un mismo asunto desde dos textos diferentes que se llaman igual, cuando se alude a una misma fuente, pero destinada a distintos tipos de personas. Hay una suerte de discriminación, seguramente positiva, pero discriminación al fin. ¡Cuando todos somos iguales ante Dios!; es un tema interesante.
Con todo, para concluir esta parte, es este mismo judaísmo el que ha inspirado muchas cosas en el mundo. Al fundador de la religión musulmana, fue un arcángel (si; uno de esos que conocemos) quien se le apareciera y lo iluminara en sus tareas esenciales y trascendentes. Para qué hablar del cristianismo, nacido del seno de la sociedad judía, y fusionado con la tradición greco-latina entre otras influencias.
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10 Importancia de los Arquetipos
Pero parece, como me ha contado otro amigo, hay una equivalencia bastante (y positivamente) sospechosa desde las creencias del antiguo Egipto, y también desde Babilonia, según he averiguado, y desde otros antecedentes culturales anteriores, que nos permiten entender el origen de ciertos, y esta es la palabra que más satisface, Arquetipos hoy por hoy en uso, como el concepto de la maternidad sagrada puesta paralela al Arquetipo de Divinidad total. Astarté, Deméter, se parecen demasiado al rol que la Virgen María viniera a ocupar (no es la primera vez en la historia del hombre que, en virtud de su pureza virginal, alguien viene a ocupar roles trascendentes); los ángeles se suceden credo a credo y civilización a civilización, variando los nombres, y así.
No se trata de las versiones actuales entonces; sí se trata de reconocer los arquetipos eternos, tras los cuales moran las eternas abstracciones inmutables. Una de ellas la unidad, otra; la paridad, otra; el concepto de totalidad, otra; la de relación funcional, otra; la de síntesis. Dios mismo es originado y causado como palabra y credo, del concepto de unidad, el mismísimo universo, lo creado, es originado por el concepto de totalidad…
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El problema es que a la mayoría de las personas (las verdaderas destinatarias de todo lo que se pone a disposición de las civilizaciones) no es muy proclive a adorar conceptos tan abstractos como los que sustentan a los arquetipos.
Es más fácil atribuirle cosas a un monte, a un lago, a una estrella, a una persona excepcional, a un animal, o a una suerte de complejos acontecimientos capaces de maravillar, que a aquello que aludimos como origen de un número, o de varios, o de sus relaciones, o de sus potencialidades manifestadas en el mundo.
El ser humano es adorador por esencia; instintivamente busca la adoración como el sentido final de su vida, que sin duda proviene de su mismísima capacidad de abstracción, de libertad y de solidaridad.
11 El absoluto como Irrenunciable
De una u otra forma la divinidad provendrá de nuestras capacidades de contemplación absoluta, vestida con lo que se quiera, pero presente imperturbablemente a lo largo de toda la historia pasada y por venir.
El asunto es que no dejemos que la ilusión nos desvíe del conocimiento natural de las cosas, de
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manera tal que todos estos arquetipos, e inclusive las más abstractas maneras de adorar, sean puentes pasajeros de aquello inmutable y potente como desencadenado ha sido el universo desde todas sus apariciones (una o varias o infinitas). 12 Rol de las Religiones En el hombre las sombras han sido tomadas como
originales, trastrocando las percepciones verdaderas; y
es ahí donde las religiones tienen un rol
preponderante, a saber, mantener el puente puro y
efectivo hacia aquello que mora tras los arquetipos y
tras las abstracciones, y que en definitiva rige todo
aquello que hacemos y que no hacemos, para fortuna
o para desventura.
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A Nuestra Imagen y Semejanza
Si él se convenció en algún momento de todo
lo que las escrituras posteriormente aseveraron, no
una sino al menos cuatro veces, sumado a como lo
anunciaron en la Torá, y cómo lo siguieron tras su
muerte, tiene que haber sido su presencia
consecuente, algo así como un color sutil que casi se
torna intenso, pero no acontece más que en unos
ademanes esporádicos, dentro de una suerte de
simple, polvorienta y populosa acometida que casi no
dejaba la impresión, que ahora suponemos era
elocuente.
Muchos debieron reírse, acaso la mayoría,
pues era una persona de origen humilde, y hoy por
hoy habría sido tratado de vulgar por más de alguna
pasajera persona arribista y firmemente asentada
sobre sus propias prerrogativas.
Entonces era y estaba en un tránsito casi
imperceptible e ineficaz, que no obstante parecer un
fracaso de esos que hoy conocemos, estaba destinado
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a horadar los puntos exactos capaces de detonar el
hilo de una fuerza extraña y desconocida para todos.
Pudo quizás ser otro el llamado, en otro lugar y desde
otra cuna, pero las Profecías, las palabras, las intrigas,
las intenciones, la distancia enorme al centro del
mundo imperial, la sensación de ser una especie de
caos fanático el que enturbiaba la Pax Romana en esas
tierras, la acaso distante proximidad de sus gestos,
…qué se yo cuantos otros factores externos a su propia
vida pero atingentes como el brindis a la hora de los
discursos, fueron capaces de desencadenar todo
aquello que ya conocemos como el torrente de fe y
esperanza eterna de muchos y la desidia y Duda de
unos pocos en torno al que se dijo hijo de aquel que
todo originó por causas que se investigan.
No fue su presencia, estoy seguro, más que
una suave pericia del verbo y el gesto disperso en el
campo de la cosecha eficaz. Todos dudaban; él
dudaba, en el fondo se dormían con la pregunta a flor
de labios y soñaban malas señales explícitas o
alegóricas. Y el amanecer era agridulce. Algunos
dejaron familias para seguirlo, según se dice. Y
entonces se levantaban para escuchar, con un apetito
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propio de las mañanas, su pleno convencimiento
aparente sostenido por las más humanas
desconfianzas internas ante un destino desplegado
para todos menos para él y sus amigos más próximos,
sin perjuicio de la señal persistente de una vida mejor,
allende el ocaso de la vida terrenal. E iban al pozo y
sacaban el agua para la comida de la mañana y para
lavarse la cara. En el comienzo del día todo es
informal, y se desgastan las ilusiones cuando no se
está en el permanente esmero de un éxito terreno;
todo era para después de la muerte de cada quien, y
parece que no había opción pues, seducidos como
seguidores por aquel que señales da que no podemos
dejar de percibir, iban al pueblo siguiente, y esperaban
que el día terminara su afán de subsistencia, para
desplegar en las palabras de iletrados escogidos un
mensaje que decía ser nuevo, y que provenía de una
persona de un pueblo señalado ( “ A ti, oh Belén
Efrata…”). Y los días pasaban, y de vuelta de los afanes
evangelizadores de los doce apóstoles y del mismo
llamado Elegido, se hacían serenas pero realistas
conclusiones.
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Hasta que el par de años transcurridos dieron
los frutos de la guerra y la paz. La historia es muy
sabida por todos; terminó clavado a una tosca cruz de
madera en un lugar de las afueras de Jerusalén,
condenado astutamente por mentiroso, por sedicioso
y por hereje. Castigado y muerto, tras ser bajado
comienza el problema que se presenta
afortunadamente insoluto por los hombres, pues las
escaramuzas virtuales de quienes dispusieron de sus
restos y de quienes temían de esas acciones, dejaron
la estratégica pertinencia de los sucesos en una suerte
de envío de un frágil pero pertinaz esquife a la deriva
de los milenios en curso, por los siglos de los siglos que
pasaron. Y nada se detuvo, y al parecer los desvelos;
los amaneceres agrios, sin sabor a victoria, durmiendo
sobre el suelo duro, y escuchando un discurso que a
veces parecía ser insostenible, y todo lo demás propio
de vivir la vida como todos la viven, dio la fuerza para
que los poderosos y los débiles se asieran de la misma
barra de metal desgastada y pulida.
Todos conocen el desarrollo de los hechos
también; varios poderes se erigieron en la forma de
templos contradictoriamente fastuosos para la acción
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tan humilde que recuerdan. Y ahora le llaman Rey de
Reyes, su madre es la continuación del arquetipo
eterno de la Mater generadora de vida celestial que
milenios antes ya se esbozaba. Los canallas han podido
desencadenar, colgados de su prestigio, las más
torcidas acciones encubiertas, de manera tal que siglos
después, los embajadores vigentes del culto más
institucional, han debido pedir tibias disculpas al
respecto. ¡Si inclusive hay quienes le han hecho viajar
por la América Precolombina! (en una de esas capaz
que digan que se le apareció a Neil Armstrong).
Gatopardezcamente el mundo fue lo mismo
antes y después de Jesús de Nazaret, carpintero de un
pueblo cualquiera, hijo natural de un padre
benefactor, dejado llevar por el hilo translúcido de un
convencimiento que lo superaba con creces, de
manera que casi estallaba por dentro cuando les
hablaba del futuro metafísico y atemporal que se les
venía encima a todos, a destiempo de urgencias
políticas y devastadoras peripecias de la existencia
desventurada de pueblos conquistados por la fuerza
del pilum, el despliegue de los pendones y el avance
de los coturnos entierrados. Todo sigue ahí en las
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almas de los que persisten en el mundo. No me digan
que el alma de las personas ha mejorado, así como
genéticamente, por la prédica y las desventuras
potentes e inaugurales del Nazareno, pues todos
estamos donde mismo, pero, eso sí, y aunque nos
cueste creerlo, a parte de las propias tribulaciones, y
los propios ajustes de cuentas con la vida, seguimos
erguidos con una suerte de esperanza mística que nos
sostiene, plagada de imágenes mitológicas que nunca
fueron, pero que queremos que hubieran ocurrido,
para desde nuestro avance pericial, destinarle rumbos
a los portentos, que supuestamente acaecieron en esa
triste y agitada Palestina de hace mil novecientos
setenta y tres años atrás.
Ha caminado por las aguas, fue capaz de
hacer ver a los ciegos de ceguera comprobada, detuvo
tempestades y desplegó portentos que pudieron
nunca haber ocurrido, para que todos las tomen al
paso de sus propias experiencias y alcances
intelectuales. El místico austero dirá que, en un
extremo, el indeleble e imperceptible fluido de luz
tendido, persistió con el poder de los mundos
desencadenados como soles nacientes. El humilde
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excavador de cimientos de casas para pobres,
simplemente se arrodillará ante la imagen del
Nazareno crucificado y abrirá su corazón para
deslumbrar al mismísimo Mesías, sentado a la diestra
de quien detonara toda esta sinfonía de mundos
arrebolados en la negrura inquietante e inconmovible.
Pero insisto, siendo yo uno más en este desfile de sucesos, no puedo dejar de pensar que todo partió a trasmano y de modo imperfecto, cargado de Dudas y frustraciones, pendiendo de un hilo curvado por la catenaria de los graves sucesos que se aproximaban.
Ahora todo es perfecto, pues los resultados
están a la vista de la historia consecuente; todo es
refulgente y calza como un reloj de cuerda.
¡Cómo detesto a esta suerte de moral de
hechos consumados!, que idealiza la vía de las
evidencias acaecidas, desde la cual todo se erige desde
las coincidencias. A contramano de como en realidad
debieron suceder las cosas en el desierto de los judíos,
…
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…a nuestra imagen y semejanza
con la entrega ciega y apasionada
de quien funda lo inconmensurable
a riesgo
y a pasión absoluta,
con un pie en el borde
y con el otro en el abismo.
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El Ocaso del Mundo y el Advenimiento del Anticristo
Para nada estará la suerte de extraño despojo de nubarrones estancos sobre la marea dispersa Ante sinuosos ríos de paz y desolación El mundo ese mundo que era será pero dejara en su camino lo distante de la fortuna y la desmedida extracción de todo para algunos Y será luego la calma de todo para dejarse ante toda víspera ajena Aquel que era digno seguirá su pertinaz empeño y el egoísta robara la suerte del profano Música y desagües tristes ante mares de miseria la suerte negra del blanco merecimiento se deja aparecer Y entonces aquellos que nunca supieron de amenaza olerán la infatigable manera de llegar de la plaga repentina Amenaza con la forma de una cierta suerte de vaho insalubre que aumentará durante los meses estivales para atontar una vez más la sensación de derrumbe que en el fondo es el verdadero derrumbarse de las cosas de los hombres Entonces embebidos del sereno gris estarán todos esparcidos en la adictiva rutina que asegura futuro en su proyección eterna Porque la rutina es seguridad de persistencia Esa es la clave de la búsqueda de lo mismo encadenado de pensamientos fugaces Y todo así
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seremos nuestro propio anticristo estancos y entregados a la infalibilidad de la masa impotente ante sus propias miserias infiltradas Y muertos todos o agonizantes dejaremos que las mansiones se alleguen a desafíos más diáfanos Pobreza abolida y “poquedad” de la regaladora manera de estarse como águilas en el destierro de su valle de planeos y acometidas Muertos seremos pues terminada la rutina de la civilización se termina la estancia de alegría Ella es paz de nada sobre todo Paz a la manera de los hombres Paz de la suerte adormecida Paz del sereno Paz de la muerte Paz del vacío Paz de la fortuna Paz del infortunio Paz del caos vencido Paz de la pacífica siesta colonial Paz del cuadro de la casa paterna allegado al muro como al cielo las nubes Paz de las nubes en su danza predecible Paz de filigranas de colores sobre los muros perdidos de ciudades mayas Paz de la huella del pincel de Miguel Ángel entre las manos de Dios creando al mundo y entre todo al hombre solitario Paz de la capilla perdida Paz de las Ruinas Paz de Pompeya desenterrada Paz del estuco de palacios de Nerón Paz de la nada hecha latencia en suma Paz de la gota triste colgando de la punta de una rama renegrida en el fondo de la última caverna inundada…
…Tranquila paz de tendidas maneras y distensiones Paz de todo ante todo y entre todo el hombre y entre los hombres el Yo,
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(ese Yo prepotente y egocéntrico) cuidando la manera de las cosas en su vida pendular de ser y estar ante la vida y su sombra.
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Meditación Acerca del Trino Rector de la Mirada Católica del Universo
Sin más trino que la triada rectora del mundo
y sus bordes, pensemos en que no hay más borde que
el mundo que ha sido, que está siendo y que potencial
se presenta, como resquicio secreto de nuestra
simplificación del campo de la propia existencia.
Jardín de las Delicias, El Bosco; su ala
izquierda fue, ya que fuimos aquel apadrinado lugar
donde nuestra alma dormía serena ante el destino y su
inclemencia. Ala central, la refriega del mundo
presente, sea cual fuere ese momento, acaecido en el
tiempo sin medida de nuestra guarida terrestre. Ala
derecha, la incertidumbre permanente del temor que
nos taladra, sin promesa de esplendor ni de placer, ya
que solo de riesgos el alma se aventura hacia lo
desconocido.
Al Jardín de las Delicias lo miramos desde
nuestra estrecha percepción de las cosas.
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Puede que ese jardín tripartito sea un augurio
cerrado en su potente veredicto del orden de la
condición del alma ante el espectáculo omnisciente
del universo que nos aprisiona en nuestras ansias de
poder irrefrenable, necesarias para ser
condicionadamente hacia el futuro, del cual por
cultura, esencia o pertinencia nos retraemos y nos
lamentamos.
Puede que el Infierno sea el futuro del
católico, ante la amenaza de su propia caída.
Temeroso de temer no teme y en ese temor
superlativo se condena, engañado por el Paraíso que
fue y el Presente que lo enceguece, como aquel
bosque conocido, que no dejaba ver los árboles de su
propio contenido.
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Aquel que es
[expresado en primera persona singular]
Como si nada, comienzo en la especie de ilusión, de un transcurso sucedido, en la silueta del ave, que al surcar se destina a su desistimiento, tras la agonía de sueño, que vuela para dejar, su sino en el arribo del planeo, cual símbolo inaugural, del aparecimiento que fuga su incremento.
Aunque filosóficamente se diga, de mí, que no seré nada sino toda aquella potencia templada, en el eterno letargo de la danza sincronizada del azar y el delirio, trémulamente latido, por el trance de la apuesta, que como si nada, reitero, surge en la determinada forma que conforma y reforma la postura pertinente o pertinaz, si se quiere, de todo énfasis, abstracto o concreto, pero que de discreto y fértil aparecimiento no haya sino fulgor, en la propia y recursiva seña mordida en su cola cual serpiente trascendida, sí, aunque todo aquello se diga, parecerá, no obstante semejante arribo a la materia y su presencia eficaz pero a la vez ilusoria, nada sino la dispuesta conformación, que en su estertor inaugural,
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reprime toda multitud, para dejar aquella saturación de ser, al tiempo, aparentemente eterno en desarrollo, ante la inercia fugaz pero continua, donde todo pormenor conocerá de su aumento, que nunca podrá desmerecer su mayoría, tras la cual acaece la plena y austera coherencia.
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“El Arribo de la Reina de Saba”
“Según el Antiguo Testamento, la anónima reina de la tierra de Saba acude a Israel habiendo oído de la gran sabiduría del rey Salomón, llevando regalos de especias, oro y piedras preciosas (1° Reyes 10:1-13,2º Crónicas 9:1-12). El episodio también aparece en el Corán, que tampoco menciona el nombre de la reina; según esta versión, la reina quedó tan impresionada por la sabiduría y las riquezas de Salomón que se convirtió al monoteísmo, entonando una alabanza al dios Yahvé; el rey entonces la recompensó con otorgarle "cualquier cosa que desease" con tal de que la reina volviese a su reino.” *Wikipedia+
En relación al Oratorio “Salomón” de Georg Friedrich Händel
Es una pieza que me llena de optimismo. Ya el título me habla de amor y respeto, o algo así como admiración y ansiedad adolescente, de recíprocas miradas ante una corte en tránsito, llegando ante quien se constituye como el centro del alma, los anhelos y el reconocimiento.
Pompa, candor, alegría y un asumido, explícito y transparente aire barroco, para vestir un hecho bíblico por cuyas circunstancias podemos vernos superados.
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¿Quién es Salomón y quien es “su reina” (incluso antes de conocerla) para nosotros?; yo creo que la respuesta es simple…
…Todos queremos ser el Rey y ellas quisieran ser reinas investidas de un brillo y una dignidad, de cuyas cadencias se encarga Häendel de un modo desplegadamente inocente y complejo a la vez.
¿Se percibe claramente que este evento se constituye como un paradigma de la entrada nupcial que gran parte de nosotros hemos protagonizado?
Esta pieza es una sonrisa, vestida de erotismo, optimismo y juventud.
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El Aparecimiento del Mismísimo Dios, a Santo de Motivo Alguno, Frente al Posteriormente Venerado Romualdito de Estación Central, en Santiago de Chile* http://es.wikipedia.org/wiki/Romualdito_(animita)
Versión 1; mantra
Sin trance ni espera más, con la fortuna del desentendido, caminaba aquel aludido en la siga y ritmo de los frisos y las grietas de un barrio de modesta factura y padecimiento…
…Sin embargo; el paso del muro y su suelo, del árbol reseco, del tallo asentado, la suerte de suma de zócalo en mano y su roce de huella y porfía, tomaba el calor la anciana en su silla de fierro cubierta de días y espera, pasaba su puerta y venía la casa de bajo encielado de hedor peregrino sumaba su vaho al charco impreciso en su turbio albedrío y el ojo del joven venía
* Todos los hechos aludidos son ficticios
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en acierto de suma y sudor del sol y su abrazo, un marco de poste y de cables pasaba en su frente y cerraba el encuadre de un aire modesto en el fondo sumado de duda y distancia, enfocaba una cierta falencia de auspicio en la altura del frente agregado tras quien en sus casas y telas, sustrato latente ante el ojo embebido de calce del mundo en pasos raídos, feliz repentino de aurora poseído, silencio dormido pasaban los autos, sumaba aquel ruido, distante argüido dorado y dormido, de quieto latido presente el querido suspenso tañido, no importa la vida el sonido y sentido, pues pasa un instante de calce y bramido; agrega la brisa la huella la duda disgrega tu suerte cual gélida muda, detente le dice ya todo condice contempla y renace cual corte y su calce te parte tu alma y cambia tu esencia de más que un fragmento de ruido y tormento que suma y agrega, adhiere y congrega la charca y la bolsa su cable y soporte del poste que enfrenta a su doble que dista medida que asciende e igual se le extiende no es nada, no es cuerpo, no es mano; no es ritmo pagano, ni fuerza ni trueno ni forma y consuelo, más todo retumba y nada se resta al ojo que mira en su pecho que late cual brazo que bate su apoyo y embate. Pasado el momento no tiene lamento no sube ni baja transcurre su faja de calle que pasa y vuelve a la brasa del sol que amenaza, se cierra en el mundo que cae fecundo cual basto que baja y el mar se baraja cerrando el camino tras pueblo asumido en riesgo y destino no hay seña ni arrimo ni
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puerta o consuelo, más luce la vida en su idéntica ruina más bella que el cielo en su danza o sosiego la gloria no truena ni premia condena, no grita ni muerde mas solo consuela si muda campea y quieta desea, que siga y que vea al nudo en su hebra que tuerce hacia el eje y nubla al hereje que nombra y no vive, que mata y no pide que muerde y decide, sin duda que incide, al centro proclive. Versión 2; plegaria
Aparecido sea el grandísimo, en su cuadro de restos urbanos perfectos en tramo que pulsan instante de pleno levante de aquello escondido que en alma derruida traspone la herida e impacta la vida. Amén. Versión 3; filosofía
No es atributo exclusivo del santo el ver a Dios en las manifestaciones palmarias del orden o del mismo esplendor de las cosas, traídas a presencia como eventos externos al contexto que las contiene. Me explico; si por motivo desconocido, podemos ver una presencia de digna apariencia, entremedio de diversos elementos ordinarios, que se configuran como recortes virtuales de tales cotidianeidades, y por causa de su propia, digámoslo así, “flotación” sin sentido humano o pragmático alguno, sabemos en nuestro interior que tal contemplación de tal
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abstracción del mundo nos compete, y difícilmente podemos traspasarla a quienes nos requieran evidencias perfectamente fenomenológicas de tales circunstancias, entonces es pertinente decirnos introspectivamente que tal o tales acontecimientos se pueden adjetivar sin más como experiencias místicas propias de quienes o buscan o están predispuestos o sin más son iluminados inauguralmente por aquel atributo que no es del mundo ni es del ser que las vive, sino que lisa y llanamente son aquello externo al mundo que pontifica, claro que sí, entre sujeto y objeto a título de “aparecimiento” metafísico. Versión 4; aforismo
Dichoso el que cuenta tres en su mundo aparecido Versión 5; cuasi-asesinato del lenguaje
Tan fácil como ver a Dios es ir del hombre a aquel Destino, con la huella inmaterial de la sustancia celestial intermediaria. Versión 6; síntesis católica (tómela o déjela)
Hombre – Espíritu Santo – Padre; tal sucesión es la propuesta.
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Tierra Santa
Mora en el alma de todo peregrino, el arribo a la tierra santa que guarece aquello que no es atributo de la piedra o del polvo. Cómo decirlo; la santidad de aquello que nos retrotrae a nuestra propia capacidad de recogimiento, no nos deja en paz hasta tenernos inclinados ante un mundo que a su vez se reclina ante nosotros, que surgimos como el ave distractora del puñado de eventos solitarios, que pulsan su destino sin más que un signo de transcurso abandonado, con el dejo de aquello que, porque la creación debe ser coherente, sigue ahí a la espera de su hallazgo conciente por parte del agente, que sin más y de repente se distrae como puente, que cruza y deja cruzar, de tal modo de cazar al dicho en el tiempo y a la consistencia de su empeño.
La Tierra Santa es una idea, que halló morada en Jerusalén.
Si Jerusalén dejara de ser aquella huella disputada de pasiones y rencores (una pena pero una pena constructiva), surgiría por doquier la potencia de sí misma, para levantarse por mil lugares hacia su
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propio esplendor, como ruina o como templo conferido.
Y ya que insisten en aquello, ni templo ni terruño es Jerusalén, pues ella se reviste de su gozo tendido entre las almas que en ella encuentran su complemento de espera y resonancia manifiesta.
Más, debo reconocerlo, no sé ni entiendo lo que digo, ni sé por qué lo digo ni para quien, ni desde cuando es esto importante para mí.
Puede ser que solamente retumbe en las palabras el eco despeñado de una importancia asumida. No lo sé, pero de alguna manera ni siquiera importa una brizna que lo sepa o no lo sepa. Basta con que ciertas cosas sean dichas para que inicien su camino o al menos lo retomen por destino.
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Los Dioses Todos; Ellos; Aquellos; Estos; Nosotros
Siendo el mundo un paraje, que hace su fuerza, y se hace plenamente en nosotros, y en mí, y dentro de mí en un lugar inubicable, pero que digo que se encuentra siendo parte de aquello que no es mi esencia pero que de ella se extrae. Siendo el mundo algo tan relacionado conmigo, y estando yo tan vertido en mi conciencia hacia él, y estando tan recíprocamente determinado aquello, y resultando similar para tantos y siendo esos tantos la mayoría, no es sorprendente ni extraordinario pensar que tal esplendor de mundo en el hombre enraizado, pudo dar pie al invento peregrino de hacer un juego de identidad de lo humano del hombre en lo divino del mundo, ya que antaño aquello, que de tal modo llamábamos, no estaba separado de cada uno de nosotros, y con nosotros caminaba, estando cada quien encaminado en sus actos como se enlaza el brillo que apunta al ojo en determinados acontecimientos, fijados en lapsos e instancias que adjetivamos como “espontáneas”. Y bien, siendo el brillo un resplandor, y siendo tal atributo un esplendor, y espléndidamente habiendo
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sido aquello en su magnificencia, dejamos, pues, sus cualidades en nosotros, y estando todo aquello poseído en su otra parte como un cotidiano y plebeyo individuo que sabe su pedestre agonía, no es sino evidente que surgiera tal panteón de metáforas humanas, desentendidas de nuestro turbio devenir, como esperanza otra de otros rumbos posibles, poseídos de signo y comparsa de fuero y poder. Tal juego de panteones fue, sin dudas, arma o caricia, como no, pero tal multívoca ascendencia tuvo su parte en nosotros, atando el camino cual soga oblicua, no en su vertical sistema de unidad divina, situada en su correspondiente ámbito, allende las nubes, en los picos más altos de las montañas no atendidas ni tocadas, pero tenidas a la distancia evidente del mundo, ya lo dijimos, que en nuestras alma correspondía.
Y entonces no era el cielo la meta de tales acontecimientos, no; bastaban las montañas, de cuyos confines dejábamos duda y misterio, en nuestras arcaicas territorialidades leves y contraídas, ignorantes de aquello que tras ellas se perdía.
En aquellos días, hace tres mil años, en Grecia (o lo que en aquellos años se entendía por “Grecia”), sin saber lo que sabemos, el lenguaje era otro; otras resonancias buscaban eco, distantes del fenómeno cierto.
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El hombre “no sabía”; el hombre sentía, eso sí, que algo podría saber, pero así como ¿”saber que sabe la ley que sustenta su destreza y las otras cosas que lo sustentan”?; pues no.
Ahora vemos al sol ¡y sabemos que vemos tantas cosas que se condicen y evidencian!. Luego, claro, sin tanto infinito eco de sapiencias, el juego de señales se mezclaba; y se hacía una sola maraña de hermosura; la incipiente evidencia de alguna futura sapiencia, el sol, la blanca tela, el cerro y sus cascajales, el mar, el sentimiento, la sospecha, el deseo fisiológico, el vértigo, la lógica percepción, toda emoción concurrente, y así tantas cosas.
Integradamente, en la primitiva consecuencia de nuestro actual enciclopédico ojo, que soslaya su seña y detona sus pre-conceptos atribuidos, perfectamente fue posible que los llamados “Dioses”, no fueran sino la esperanza de fuerza y modelo de un mundo ordenado y de unas leyes rectoras; “sea el mundo y sea el orden”; contamos dos, entre ambos, nosotros, los terceros distantes que a nuestra imagen y semejanza concebimos, al otro tercero tangible, pero suficientemente maravilloso; todo aquello, todo así, confundido e inocente.
Ya no podemos hablar de sus dioses. Sus dioses ya se fueron; nunca volverán, como distante estará nuestro Dios, de nuestros sucesores, cuando nuevos mundos se abran y nuevas evidencias se
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presenten, de las cuales no podemos hablar, sino como profecías consecuentes.
Aquellos dioses de antes, los que ya no están, los que tanto se nombran para investir de misterio lo que algunos no pueden construir en sus sintaxis; esos dioses transfigurados, con el ojo que antes reinaba en el hombre, lucían tan evidentes como Aquel que hoy en día erigimos, tanto sea para su gloria como también para su muerte, abstracto, omnipotente y todo...
…¿Qué futura inmensidad será mañana nuestro Dios acometido, cuando sume y se conforte la aventura?
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Ininteligible
- Supuestamente hubo algo inaugural. - Supuestamente tal cosa fue algo anterior a las potencias, al punto que indefectiblemente todas ellas surgieron de tal preliminar aspecto inmaterial. - Tenemos la mala costumbre de anteponer las cosas cuando queremos decirlas como anteriores. Pero si no es cosa de tiempo lo aludido, perfectamente podemos pensar que simultáneamente (y tal simultaneidad no es sino sombra temporal de tal suceso) fueron las potencias, rendidas ante tal evento que entornamos. - Al evento entornado llamémoslo “número”. Y a todo lo potenciado desde él llamémoslo “consecuencia”. - La consecuencia temporal del número es el Universo; y al colmo de tal Universo llamémoslo “Todo”. - Al número inaugural signifiquémoslo en “1” y escribámoslo como “Uno” arábigo
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- Al colmo del Universo engendrado desde las potencias subordinadas del número signifiquémoslo en “I” en numeración romana, e identifiquémoslo con “Todo”. - Al intervalo, inspirado en las matemáticas, producto de tal ejercicio consciente de entender a lo primero en relación a todo lo que se allegara a tal preexistencia denominémoslo “*1,I+”
- A la diferencia entre el primer número arábigo aludido y el segundo número romano simbolizado, llamémosla “despliegue absoluto de las potencias en el tiempo y en el espacio”. - A las dos partes “numéricas” de tal proposición que identificamos con un intervalo y que separamos con una “coma” (“,”) entendámosla como “lo mismo” - Al distingo que nos permite desplazarnos en la existencia desde tal primera manera hasta la segunda y culminante de “lo mismo”, que se despliega y se manifiesta desde la plenitud de sus potencias hechas fenómeno, llamémoslo “torsión idéntica”. - Al hecho en sí impresionante de que tal fuerza de “torsión idéntica” sea capaz de nunca abandonar su identidad, pero que a la vez despliegue todo lo que
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entendemos que es parte de un evidente transfinito absoluto, llamémoslo “el milagro”. - A la presencia virtual que sobre todo esto subyace, elija usted mismo cómo llamarla, si es que en definitiva la cree.
Metafórica Función
f:1→I*
* “1”; Uno. “I”; Todo
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¿Dios está especialmente ligado a lo infinito más absoluto?
Relacionar al infinito más grande con Dios, en lo estrictamente personal, creo que es, por lo menos incompleto:
No basta la infinitud, ni la más reducida ni la más grande para dilucidar el distingo que creo esencial en lo que a Dios respecta.
La esencia de Dios más la veo relacionada con algo que llamaré en principio y discursivamente "el distingo paradojal de potencia y de acto" sobre una misma cosa.
Dios es uno. En esto tenemos que estar de acuerdo, espero. De hecho al hablar de "Él", y no de ellos, tácitamente afirmamos lo expuesto.
Si Dios es Uno (con mayúscula), y todo lo demás existe así como Él existe, entonces todo lo demás, distinto de Dios, también son "uno" (con minúscula). En tal definición es que veo a la creación hecha a imagen y semejanza de Quien estamos
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hablando en el fondo, y así también vinculo con esto a la afirmación dicha a modo de "principio del discurso" en el párrafo tercero.
Ahora si son infinitas las creaturas capaces de ser "uno", es cosa parcial e incompleta, como vengo diciendo, decir que Dios mora exclusiva o principalmente en el Infinito. El meollo de tal asunto (el de lo incompleto de aludir a Dios en términos absolutos con el infinito) lo relaciono con la paradoja extraña de decir que las cosas complejas siguen y persisten siendo "uno", no obstante estar constituidas y no ser absolutamente simples, como lo es la única simpleza que existe; el número uno.
Ver el mundo es ver la paradoja de tal hecho, que creo objetivo, por cuanto el objeto se cuenta y la vez se disgrega en sus partes, como un átomo, o como un vehículo de combustión interna o como el número 2 (dos), que a estas alturas de mi vida sigue siendo, en términos filosóficos, un misterio que aún no puedo abordar.
Uno se pregunta: ¿cuál puede ser la abstracción capaz de detonar desde la potencia hacia el acto a algo que existe propiamente tal, más allá de su o sus potencias agrupadas y constituidas?. Pensemos lo siguiente; la existencia es algo que a lo
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menos alude a la unidad más simple, pero ella es potencia y es menos que potencia pues "Es" sin otro atributo específico sino el de "latir" para iluminar a la creación de todo aquello que también es, pero desde su paradojal simpleza.
Luego, veo a Dios en lo más absolutamente finito, a la vez de ver a Dios en lo absolutamente infinito.
Arribamos a tal paradoja que acaso puede ser llamada "milagro", para entender mejor tal misterio.
La unidad no es nada sino sí misma, sin atributo alguno, acaso anterior a la existencia, pero desde ella (desde la unidad) contamos y, por lo mismo, constituimos al albor de la simpleza "vulnerada", hacia las complejidades que nos gobiernan y rodean.
Luego, por todo esto es que digo que Dios no está esencial y especialmente definido en el infinito, sino que está también en su opuesto más potente, que es la mínima finitud carente de atributos.
Para terminar me atrevo a conjeturar lo siguiente: Uno Absoluto e Infinito Absoluto, podrían ser Lo Mismo, aludiendo una vez más a la paradoja que continué por denominar "milagro".
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H a b l a n d o d e A b s o l u t a m e n t e T o d o
A s a n t o d e A b s o l u t a m e n t e N a d a
(Es un mantra)
→ (¿)Ves esa huella del paso del aire en cielo nuboso
que pide el arrimo al trino sinuoso de un certero porte
que da y que retira un lapso de estancia fecunda en su
entrega de suerte y momento en letargo de fuerza y
dolencia en el cuerpo del hombre por trato y destino
que estira su don y entrega su aliento en pausa de
trance y vacuo percance pues trama su curso y suelta
el fragor de un campo allegado en horda de partes en
línea dispuestas que sueltan su forma y reptan su
cauce en fuerza y potencia que mide su dardo y clava
el portento en cálido aliento y dota al instante de alma
y fortuna en su luz que estremece pues no es que
aparezca tampoco se asienta; es algo impreciso que
dice su aviso distiende y expande aún en su ciega y
gélida ausencia no puedo decirlo ni ensamblo rodeos
penetro en su esencia descubro su pista entablo
discurso de parte y conjunto ya vibra mi ausencia si
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parto fecundo comparto un portento delineo su estela
pues soy su aderezo ni estampa ni imagen ni figura
estanca ni olor ni sabor ni tacto ni impacto no hablo de
aquello pues hablo de aquel que nutre su número en
limpio algoritmo de lazo y urdimbre por capas y pulsos
en síncopa y ritmo no puedo decirlo ni debo aludirlo
acaso rodearlo más no delinearlo quien abre el arcano
destempla su signo que estampa una marca que canta
sustrato de ensueño y recato no dejo no tomo no voy
ni recojo me harto de tanto más no de su arrullo acaso
desvelo un precioso anhelo pero no decaigo soy arma
y taladro camino una senda abierta en su dote recojo
el mosaico que ordena su arco de origen arcaico y digo
y redigo pero no consigo mentira lo aprieto lo arrimo a
mi pecho es acaso un hijo que dice a su padre en
círculo y día de amor y derroche no hay meta no hay
sombra no hay descanso leve en su hogar que bebe el
rio que enseña la legión que impulsa tal trampa que
quita y no desmerece ya no deja suerte ya no deja
muerte se lava en su agua que moja su forma
transluce en su horma la llanura extensa florece en su
tersa pelágica fuerza no allega no huye no pide ni
esconde me deja aparente me porta en mi error. Y así,
yo decía, en tal atributo, de su arma noble no de su
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impoluta y potente ruta que pocos caminan por dejar
su orgullo a la par de arrullo que muestra y potencia
una vacua esencia. Entiendo lo dicho comprendo mi
sesgo pero no me agoto pues pálido empeño dejo en
la contienda abro dejo impulso no me temo torpe ni
me temo ausente me tengo por digno no en toda
refriega ya que ni el más fuerte todo lo comprende,
hablo de la lucha y de su secuencia pero no
extraviemos la paz ni lo puesto (¿) Dejas, tu, surgir un
hilo perenne que no toca nota ni pulsa su gota cae
hacia la charca explota y rebota estremece al mundo si
de porte asumo a un cuenco dotar, deja no lo busques
lee lo preciso que se extiende en frisos en enredaderas
en la tela araña y el abrevadero no digas que aquello
es fruto del Padre que si lo predicas te enredas en
trechos; escucha lo escribo no es palabra noble la que
se precisa es un alma tersa que se manifiesta ni de
santa mano ni en su bendición; no, reitero, no, y
tampoco es “no”; todo se condice y además predice,
rasga reconforta y en su par detona toda fuerte
esencia desde su evidencia asuela y consuela, todo a la
vez, flotas en tu tiempo que espacia su ser, dejas que
estremezca por alegoría por empecinada y gélida
porfía ser arremetida porte fiel tranvía sol sabiduría
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roca pasto arena agua hielo vena bosque bicho paso
húmedo regazo ojo ajo hoja hijo haza masa trasto,
argamasa, parto grito impacto tracto mundo impulso
piel que eriza y deja su estremecimiento hecho cual
secuela hecha como cuerda tira de su extremo deja su
confín marca tu lectura deja la angostura ni de
barrancada ni de infiel quebrada blanca la contienda
mansa su latencia suave su secuencia tersa, su
Frecuencia(¡)←
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Templo
Su sitio inherente es esquivo, y a su emplazamiento, llamémoslo trashumante. Pero resplandece, siendo tal resplandor una señal de arribo y de encuentro. En el templo, templo mi temporalidad, que contempla en sus engastes la danza de la palabra definitiva, en su especie de sintáctico juego de vaivenes en rincones, referencias, símbolos, alegorías o simple luminosidad.
Suele el templo restarse, y suele en otros casos desencadenarse en los esfuerzos de bienhechores albañiles, simbólicos o manifiestos, en su damasquinada labor de trueno, fulgor y lucernaria manualidad de cuerpo y alma.
El templo, huidizo desde su pertinaz esmero, hecho rayo y bruma de estertor moldurado, determina su esplendor en las inubicables paredes del alma y de su destino, siendo su magnitud restringida solo un rasgo de la función esplendorosa que refleja los cuerpos y desde ellos se potencia.
Tal dialogo entre iguales se produce en cuanto esplendor de ambos elementos indispensables; el templo y lo templado. Así estallan las maneras de tantos sitios, abstractos y concretos, humanos y
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corporales, diseminados por el mundo y sus costumbres, en las razas, los trazos y los rezos de cada construcción religiosa, de cuyos dichos se condice, a extremos, por momentos, reparables.
No habrá mejor templo que aquel que deja al hombre ante su propia plenitud. Y como tal embargo distará o se hará carne del arribo y de su constreñida manera de situarse.
Tendrá presencia como el arco de cuya fibra se destina la saeta del asombro y verticalidad, o estallará en penumbras acojinadas, desde el silencio y el murmullo. Pero dignamente cogerá la cotidiana labor del visitante, y dejará tal afán en su estado manifiesto de recíproco empeño de la contraparte. Puede templarse la materia, a la inversa, por la vida, si ella se vuelve estaca de centrípeta presencia, siendo rosedal, pedregosa huella y arbustiva manera el destino contenido en la seña y la cadencia.
Puede el hombre, en su antonimia, estallar en luz de profunda e inabarcable pericia, cuando apoya la mano sobre el trazo de mundo que lo deja en fugaz encantamiento de cajón, quebrada, brisa, paso repentino de aves migratorias, boscoso entorno, ruidoso flujo de vertiente y abovedado ocaso de un momento de un día inolvidable.
Tal encuentro, entonces de ser y acontecer, ido y venido en el alma y su roca apilada para su mejor
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trascendencia, hace del resto del mundo un tránsito de exterior y acompasado sentido convergente.
Dicho el trance y ofrecida la palabra, sean dejados todos en libertad, para hacer del mundo y de sus maravillas, la convergencia personal e inclaudicable del espíritu y su vuelo, que de alma se rodea por su velo.
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Improvisación 1
[Improvisada el Sábado 31 de Octubre de 2009 a las 8:00 hrs.]
Dedicada a Jimi Hendrix
Por tal cántico y su poder estallo, manejo un
sedimento y en su decantado estruendo, anulado por
capas de tiempo y desecho, hago la belleza que solo la
suerte, la meditación y el abandono dejan florecer.
Florecimiento. La palabra es “florecimiento”. Esa es la
palabra que busco. El florecimiento del ser en su
acción, y que aquel sortilegio permita continuar.
Florecer es proseguir. El florecimiento del
meditabundo artista no es sino el florecimiento de su
suerte y de su destreza. La destreza del artista es
florecer cada vez en su ley interna generada por obra y
gracia del orden de las cosas resonando al RITMO de
tal encuentro. Pero no digamos que ese, mi
florecimiento que busco y que no solo yo busco, es
solo un atado de distracciones dejadas a la mano del
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Dios de los artistas, que perdona la vida licenciosa de
algunos, o que deja pasar toda su envidia, si y solo si
conocen en sus vidas la ofrenda del reflejo de su
propia e imperecedera ley que establece portento y
consolidación. Aquella obra que florece es en el
artista, que la deja salir o que le permite estarse en su
sitio de luz, cuando consolida su sinergia y resonancia,
desde su instrumento de hacer maravillas...
...No basta hacer, no basta hacer bien, no basta hacer
muy bien, ni basta hacer las cosas al orden y
satisfacción de la creencia, ni basta dejar salir la
espontanea magistratura, ni basta con ordenar
adecuadamente, ni basta con sentir la dicha del
quehacer, ni tampoco soluciona nada el deber
cumplido, ni la brisa del ocaso anunciado tras dejar el
esfuerzo concluso, que no hace sino establecer más
vivencia que materialización, ni es simple decir que se
encarna el verbo del hombre en la creatura con la
plenitud de una consistencia autónoma y suscitarte.
Basta, solamente, el entrar en unidad con la acción
que hace gesto y con tal gesto encarnar iluminación
persistente e incansable e insustituible y sutil y
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elegante y testimonial y definitiva y generadora de la
admiración propia y ajena; una, otra, ambas, pero
nunca ninguna. Admiración; ni gusto, ni
correspondencia con la propia vivencia; surgimiento,
desdoblamiento, aparecimiento, consustancia del
gesto, la estructura y la actitud potentes y alineados.
Admiración del allegamiento del propio ser, en el ser
aquel que establece destello. Fuimos aquello, aquello
dijimos y, tal decir, supo de un puente perceptible que
fue capaz de pontificar desde las generalidades de un
mismo ámbito hacia la realidad estruendosa y
extendida del mundo aquel, elevado de todo placer
simple y diverso, donde solo podemos acercarnos por
acometidas coherentes y plenas de sentido. Aquel
paraíso es éxtasis, pero éxtasis disperso. Éxtasis de ver
el mundo florecer ante nuestros sucios ojos
marginados por el sustrato enconado de una retahíla
de sucesos que saben de su propia ceguera,
recorriendo el mismo carril, del mismo hecho con la
misma seguridad y la misma entrega, hacia un destino
conocido y consabido. Sabe el que conoce el
paralelismo entre este mundo de carriles y recorridos
seguramente acometidos, con respecto al mundo ese
que ya vengo intentando disponer ante nuestros ojos
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de homogénea fuerza. Y así, como si dos fanales
potentísimos alumbraran un cielo negro pero tan vacío
que no se vieran sus haces recorrer la oscura
extensión, salvo cuando lograran encontrarse e
intersectarse, de tal manera la acción del conocedor
de las dos vías que caminan, la una en ambos sentidos
y la otra inferior en el sentido de la sucesión del
mundo encadenado, quiere disponer el encuentro de
los haces de los fanales aludidos. La obra de arte sería
esa zona de intersección de ambas luces
coincidentes, que no puede ser sino reveladora,
mejor, menos simple y más sorprendente que ambos
mundos juntos y paralelos, o que ambos mundos por
separado. La obra de arte es superior a lo que une. La
obra de arte es superior al paraíso homogéneo de las
potencias replegadas a la ley de una sola presencia de
sima y de cima saturadas, y la obra de arte es,
también, superior al mundo cotidiano que vivimos por
sucesión de acontecimientos predecibles y
fenomenológicamente gobernables. O por lo menos
con esto quiero decir que el fulgor del encuentro de
ambos rayos de luz no puede ser sino una
multiplicación de lo uno en lo otro a extremos asibles
desde nuestros sentidos. Recordemos que en la
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metáfora utilizada no podía ver ni lo uno ni lo otro, y
repentinamente se pudieron ver ambas cosas en una
tercera intersección afortunada. ¿Cuál será aquel
poder de torcer o inclinar rayos de luz de mundos
diferentes representados hasta hacerlos encontrarse
en extensiones perfectamente discriminables y
capaces de dejarnos extasiados?, ¿y por qué algunos
buscan estas cosas y otros simplemente no intentan ni
por ventura allegarse ante tales maravillas?; ¿No era
que queríamos ver por el mayor tiempo posible al
juego del orden manifiesto de la mano de Dios
haciendo un mundo mejor desde la inclinación de su
haz de luz en sectores determinados del mundo, ajeno
a él, que nutre su potencia y existencia desde tales
alumbramientos?; ¿O es que Dios en su Espíritu Santo
es materia de algunos solamente, y los demás no
quieren sino nombrarlo hasta el cansancio (¡DIOS!,
DIOS, Dios, dios…) como si su palabra en sí
(fetichistamente) fuera la llave del alumbramiento?,
¿O será que tal ceguera voluntaria es simplemente la
animalidad del flujo generoso de recurso material que
obnubila y distrae de aquel fin de conocimiento
detonado desde una presencia luminosa?. Y por lo
demás, ¿no era que íbamos a poder trasladar el orden
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de la ley manifestada del haz de luz encontrado con su
mundo, hacia nuestras propias vivencias cotidianas,
para hacer de este mundo el reino de la verdad y el
esplendor?, ¿o será que sabemos, muchos de
nosotros, que tal tarea es solamente una utopía capaz
de orientarnos en el túnel negro y serpenteante de
una existencia matizada por simples, terrenales y
pedestres encandilamientos?. Sentido, es de sentido
que debemos vestirnos. Si no lo hay o si es tan
directamente aludible (así como los fetichistas
nombran a Dios) es que estamos solos o que
renunciamos a tal derrotero. ¿Es que acaso el sentido
de las cosas y el sentido de las potencias que ordenan
esas cosas, y el sentido que creemos buscar no es sino
una generación de oscuras y silenciosas pausas entre
los fulgores que nuestra propia alma es capaz de
hacer, por segmentos concretos y pertinentes?. ¿Cuál
sería esta pertinencia?; pues sería, digo yo, no más
que un intento afortunado de proseguir el camino
ineludible, con la plenitud de ver luz en la oscuridad, y
con la dicha de actuar unido a la automática Fe del
Artista, que entrega su mano, sus pies, sus ojos, su
cuerpo, sus entrañas y su aire, establecidos en el
espectáculo de su creatura, en pos de torcer el destino
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ciego que lo encadena como condición para ver fulgor,
estallido y belleza donde no había sino imagen negada
de soledad y desengaño...
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...Para tales cosas no quiero sino ser un protagonista.
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Sergio Eduardo Meza Concha es arquitecto, urbanista y escritor. Nació en Santiago de Chile el 12 de Enero de 1967. En 1983 inicia su actividad literaria, la que se desarrolló de modo ininterrumpido hasta 1995, año de su primera y a esta fecha única publicación convencional. Durante su primera etapa (1983 a 1991) elaboró cuatro libros, experimentales e inéditos. Con la aludida publicación de 1995, la del libro de 644 aforismos denominado “Milésimas”, suspende el autor su labor literaria por diez años. A partir del año 2005, reinicia su labor literaria, que se ha incrementado con más de setecientos textos publicados en internet. Entre los años 2011 y 2012 se ha dedicado a publicar sus textos digitalmente, en el formato de libros virtuales, los que a esta fecha suman nueve, contando al presente volumen.