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YOROKOBU / TAKE A WALK ON THE SLOW SIDE / Nº 37 - 2013
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YOROKOBU / TAKE A WALK ON THE SLOW SIDE / Nº 37 - 2013

Volkswagen: Naturalmente

www.volkswagen.es

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Nº37 - 2013 / YOROKOBU / 1

LA PORTADAA Andrés Lozano le gustan los invernade-ros. Al ilustrador le interesa la arquitectura que guarda naturaleza en su interior. De ahí, probable-mente, surgió la conexión. Una revista, Yorokobu, como un invernadero donde algo crece. Las plan-tas o la revista. Lo mismo da.

El edificio de la portada es, según el madrileño, una metáfora de esta publicación. Y lo llenó de personajes “para hacerlo más literal”. Más huma-no, también, aunque no fuese el propósito. Más cercano, más personal.

Hay quien corre por el edificio. Hay quien rueda en bici. Quien está sentado a solas. Quien se sien-ta acompañado. “Quería reflejar la temática de la revista. De nada en concreto y de todo en general”, dice Lozano. “Pretendía mostrar la diversidad”.Lo primero fueron las plantas. En la escena mental del ilustrador aparecieron desde el principio. Plan-

tas en su color más básico, verde. Después llegó el resto del color. “Tonos luminosos para que diera la sensación de primavera o verano”. La portada y la contra se llenaron de luz cálida y ahí predominó una especie de madera. “No me gusta mezclar muchos colores”, apunta el diseñador, pintor y experto en animación.

Esta portada se impuso sobre las casi 600 piezas que participaron en el concurso Hazlo tú, que convocan de manera conjunta Volkswagen y Yorokobu. El edificio, y el invernadero de la contraportada en forma de Beetle, se suman a su colección de trabajos nacidos de su “ligera obsesión por arquitecturas imposibles”. Así lo califica el autor y añade a esta pasión el cine negro y la compra compulsiva de libros, cuadernos y material artístico.

www.andres-lozano.com

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DIRECTORJuanjo [email protected] REDACTORA JEFEMar [email protected] COMMUNITY MANAGERMarcus [email protected] DIRECCIÓN DE [email protected] REDACCIÓNDavid García [email protected] Gema [email protected] Ximena [email protected]é Luis Colomina [email protected] DIRECTOR COMERCIALFermín [email protected]

JEFA DE PUBLICIDADRocío Martí[email protected]

DEPARTAMENTO COMERCIALLaura [email protected] Marisa [email protected] Monzó[email protected] [email protected] DELEGACIÓN BARCELONAAlbert [email protected] [email protected] SUSCRIPCIONESCarmen [email protected] DIRECTOR DE PRODUCCIÓNJosé María [email protected]

Antonio DyazEscritor y director de cinewww.antoniodyaz.com

BlasttoDiseñador gráficowww.blastto.es

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Juan Díaz-FaesIlustradorcargocollective.com/juandiazfaes

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RelajaelcocoBomberos toreroswww.relajaelcoco.com

Ricardo LlavadorArqueólogo de YouTubewww.lallavadora.com

Sergio C. [email protected]

Sixto AriasManaging director mobile marketing de [email protected]

C/Acebo, 13 - 28016 Madrid t. 914 157 283

www.yorokobu.estwitter: @yorokobumag

Periodo de Control: Abril 2011 / Diciembre 2011

Tirada media 30.741

Edita: Brands & Roses, S.L.Impresión: Rivadeneyra

www.rivadeneyra.com.Depósito legal: M42701-2009

N Ú M E R O

F E B R E R O

YOROKOBU

HAN COLABORADO EN ESTE NÚMERO

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La economía colaborativa también necesita sus leyes

14Esa desconocida llamada

radioactividad

60Fútbol indestructible

para vidas rotas

24El humo y el éxtasis

16

Gran Hermano marciano

30

Un mundo de papel y acuarela

64

Dos mejor que uno

70

Numerografía

80

Agenda

78

No leas. ¡Dibuja!

76

Incertifobia

18Las olimpiadas de la memoria

6El hospital

20El ‘ex clavo’ que fundó la primera comuna hippy de Américal

28¿Por qué dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy?

38Apps

58¿Quién quiere ser dueño de un equipo de fútbol?

35Concurso de Portadas

41

LeRaúl

22

ÍNDICEmedidor de concentración

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LASOLIMPIADAS

DE LA MEMORIA

POR Marcus Hurst FOTOS David Vintiner

Nº37 - 2013 / YOROKOBU / 7

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“1, 7, 6, 2, 9, 3”, y así sucesivamente hasta lle-gar a 400 números. Una voz grave lee estos dígitos en orden aleatorio mientras los participantes en la sala escuchan concentrados. Una vez terminado el tiempo, tienen 20 minutos para escribirlos en un papel en el orden exacto en que han sido dictados, sin ningún tipo de ayuda externa. Los concursantes recurren a distintos procedimientos para aumen-tar su concentración. Algunos usan gafas oscuras que reducen a la mínima expresión cualquier tipo de distracción en su horizonte visual. Los protec-tores de oídos también proliferan en la sala para bloquear el sonido ambiental. Son herramientas utilizadas para facilitar el reto mental titánico que supone almacenar semejante cantidad de informa-ción en sus cabezas.

Cada año esta escena se reproduce en algún lugar del mundo. En diciembre de 2012, la élite de la me-morización se reunió en un gimnasio de un colegio en el barrio de Kennington (Londres) para celebrar la World Memory Championship. Fundado en 1991, el evento pone a prueba la capacidad cognitiva de sus concursantes y ha ido incorporando nuevas disciplinas con el paso del tiempo. Pruebas como memorizar el orden exacto de varias cartas de la baraja o recordar el orden de páginas y páginas de códigos binarios. Retos creados por los fundadores de la disciplina, Tony Buzan y Raymond Keene. El primero es un escritor y presentador de TV que po-pularizó los mapas mentales en los 90; el segundo es maestro de ajedrez, conocido por haber organiza-do partidas épicas entre Garry Kasparov y Anatoli Karpov en los años 80.

Hoy más que nunca, la facilidad con la que delegamos nuestras decisiones elementales a la tecnología hace más importante que en algún otro momento ejercitar la memoria, en opinión de Buzan. ”Es un arte perdido. Actualmente depende-mos de nuestros móviles, iPads y ordenadores para memorizar por nosotros; como consecuencia, no estamos ejercitando nuestro músculo mental más importante: el cerebro”.

En este reducido pero entusiasta mundo acotado que reunió a participantes de más de 16 países, el fotógrafo David Vintiner encontró el lugar perfecto para dejarse llevar por estos personajes intensos y “orgullosos geeks” de la memorización.

“Llevo tiempo interesado en las formas estrafalarias que la gente tiene de pasar su tiempo libre”, añade el británico. Su trabajo lo ha llevado a retratar a aficionados del modelismo ferroviario o hacer foto-grafías de gente que participa en carreras de barro como hobby en el pasado.

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LASOLIMPIADAS

DE LA MEMORIA

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Entre foto y foto, Vintiner contaba con muy poco tiempo para trabajar. “Era todo muy rápido e intenso. Estaba terminantemente prohibido hacer ruido y mo-verse durante las sesiones de memorización, así que tenía que aprovechar los puntos muertos”, añade.

Según el fotógrafo, detrás de cada ganador hay años de trabajo mental. “Cuando hablé con muchos de ellos decían tener una buena memoria de base pero aun así su preparación había sido dura”. Campeones recientes, como Boris Nikolai Konrad, van más allá y sostienen que el talento es lo de menos para triunfar en estas pruebas mentales. Lo verdaderamente importante, según él, es dominar técnicas como el método loci, también denominado ‘palacio de los recuerdos’. “Consiste en crear un itinerario com-puesto de hasta cien lugares en un entorno familiar. Imaginativamente se forman secuencias de objetos, sitios y particularmente estancias de un palacio men-tal. Estos objetos se irán asociando con aquello que se desea recordar”, explica la entrada de Wikipedia sobre el tema.

Por ejemplo, si eres profesor, puedes usar tu casa para memorizar los nombres de tus alumnos. En el salón están Pedro y María, en la cocina. Sandra y Mike, y así sucesivamente. Cuanto más familiar sea el lugar más fácil resulta recordarlo. El alemán Cle-mens Mayer ha utilizado esta técnica para memorizar 1040 dígitos ordenados al azar.

Habrá quien piense que estos ejercicios son una inutilidad en una era en el que contamos con medios para no tener que hacer este tipo de actividades. Para los escépticos Buzan tiene una respuesta preparada. “¿Qué sentido tiene memorizar 2.000 dígitos o 20 barajas mezcladas? Pero, por esa regla de tres, ¿qué sentido tiene correr lo más rápido posible por un recinto de 400 metros cuando lo único que estás ha-ciendo es moverte en círculos? Ya que estamos, ¿cuál es el sentido de tener a 11 hombres dando patadas a una pelota de fútbol de una parte del campo a otra? (…) El sentido es, sea fútbol, correr, tenis, hockey sobre hielo, dardos, memorizar o cualquier juego que puedas imaginarte, que sea el proceso que conlleve hasta allí. Lograrlo requiere un aprendizaje a muchos niveles”.

Todo esto es un debate estéril para los concursantes que llevan meses preparándose para la gran prueba. Enfundados en su parafernalia, se encierran en los perímetros de sus mentes y abren portales en los que van dejando fragmentos de información temporal. Terminado el periodo de memorización, respiran profundo y afilan sus lápices. Las compuertas están abiertas. Ahora solo queda recordar dónde se en-cuentran.

www.davidvintiner.com

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LASOLIMPIADAS

DE LA MEMORIA

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POR JAVI CREUS

Todos entendemos que cuando instalamos Linux, alquilamos nuestro coche a un vecino a través de Social Car, pagamos la miel con Ecosoles o contribuimos a financiar un proyecto en Goteo estamos generando valor económico, social y, en muchos casos, ecológico.

Esta nueva economía actúa, unas veces, por omisión: la ropa secada al sol —en vez de en la secadora— no computa en el PIB, y los diez coches que se dejan de producir por cada automó-vil compartido tampoco; otras, se rige por creación: impulsa intercambios económicos y proyectos que de otra forma nunca hubieran existido. Resta situaciones que molestan y crea otras que aportan.

La producción medida en euros, las ocupaciones contadas en empleos, las propiedades documentadas ante notario no son las unidades de cuenta relevantes para esta segunda economía en la que la persona individual activa sus capacidades y propie-dades personales en un entorno de confianza. Un ciudadano agente económico integral y cotidiano.

Nuestro sistema fiscal está basado en la propiedad centralizada, empresas tradicionales que generan empleo, transacciones en las que la falta de lucro constituye sospecha, obligaciones fiscales trimestrales independientes del volumen de actividad y

en una legislación cambiante que exige el consejo experto para no cometer errores involuntarios.

Darte de alta como empresario para alquilar tu coche esporádi-camente, cobrar en una moneda y tener que pagar los impues-tos en otra, contribuir en un proyecto y no poder participar como microaccionista no son soluciones adecuadas para estos ciudadanos. La economía colaborativa necesita de sus propias leyes. Merece algo mejor que vivir al margen de la ley o temero-sa de su estricta aplicación.

Hay ejemplos que marcan opciones más estimulantes. El Ayun-tamiento de Bristol acepta el cobro de impuestos en la moneda local. Brasil y Uruguay eximen a la economía compartida de fiscalidad argumentando su contribución al bienestar social. De forma más pragmática, otros estados liberan los ingresos espo-rádicos hasta una cierta cantidad, también en España, aunque los casos y límites son difíciles de fijar.

Es inevitable que la innovación social vaya por delante de las leyes, pero también sería muy deseable que nuestros legisla-dores advirtieran ya el potencial de la economía colaborativa y decidieran crear un marco específico para sacarla de la tierra de nadie y favorecer su desarrollo.¿Nos ponemos?

LA ECONOMÍA COLABORATIVATAMBIÉN NECESITA SUS LEYES

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Austria es un país muy avanzado, hasta el extremo de que nadie sabe quién gobierna, señal inequívoca de buena salud democrática e institucional. Pero no he venido aquí a hablar de política, sino de tabaco. Mi padre fumó dos cajetillas diarias durante toda mi infancia, y vivíamos cuatro personas en una casa de 46 metros cuadra-dos. En aquella época el problema era Franco, no la nicotina, que seguía estando muy bien vista gracias a Sartre, a Bogart y a Sara Montiel. Desarrollé una aversión natural hacia el tabaco que me libró de fumar en toda mi vida. Además, me declaro mecánicamen-te incapaz de inhalar el humo de un cigarrillo, lo que ha tenido un efecto colateral inesperado, pues me ha hecho inhábil para disfrutar de cualquier otra sustancia que utilizara mis vías respiratorias para llegar al cerebro. Gracias a eso me perdí las bondades del crack. Cuando salía de marcha hasta altas horas de la mañana siguiente, la peste que escapaba de mi melena contamina-ba todo. Al ir relajando mi ritmo fiestero, debido a mi edad provecta, me hube de confesar a mí mismo que extrañaba esas bocanadas de veneno gratis, pues jamás he comprado tabaco para mí. El sabor de los labios de una chica que fuma tam-bién me parece muy excitante, por asociación inmediata con aquellas noches de ‘house’ y pibones con las pupilas dilatadas. Sirva esta prolija introducción y mapa sociológico para volver a Austria. ¿Por qué? Porque allí todavía se puede fumar en los

bares y en los clubs. Y porque este cronista pasa allí sus vaca-ciones navideñas todos los años visitando a la familia. Lo más gracioso es que el centro neurálgico para tomar vinos, cervezas, cafés y ‘prosecos’ está en la plaza del pueblo, en un lugar que se llama Rauch. Que, por cierto, en alemán significa ‘humo’. Más curioso aún, el lugar en cuestión se llama así porque el propietario ostenta ese apellido. Hablamos del muy respetable señor Reinhard Rauch, un tipo brillante, maestro del entretenimiento en la provincia austriaca de Voralberg, en cuya capital, Feldkirch, se ubica el mencionado templo al humo. Cuando entro allí un domingo por la mañana y veo a las familias tomando ‘prosecos’ y cafés y fumando puros con sus hijos en brazos, me siento tan horrorizado como sorprendido. Y lo más interesante, aspirar esas bocanadas de humo espeso y mestizo, procedentes de una docena larga de gargantas tiro-lesas, me produce una suerte de efecto psicotrópico. Y añoro mis largos años de ‘clubber’. La música electrónica sin drogas es muy aburrida, eso es verdad, pero si además le quitamos el humo... Mi sensación es casi religiosa cuando aspiro profundamente toda esa bruma que me recuerda a la España de Aznar. ¿Acaso sufro una especie de síndrome de Estocolmo? ¿En el fondo soy un fumador pasivo dentro del armario? ¿Soy gilipollas? Probablemente las tres cosas sean ciertas.

EL HUMO Y EL ÉXTASIS

POR ANTONIO DYAZ

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POR FRANCESC BELTRI GEBRAT

Asistimos a la proliferación de una nueva patología que denominamos ‘incertifobia’. El vocablo fobia (palabra derivada de Fobos, en griego antiguo Φόϐος [pánico], hijo de Ares y Afrodita, personificación del miedo) se refiere a un trastor-no de salud emocional caracterizado por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones: si es a los insectos (entomofobia); a los lugares cerrados (claustrofobia); si fuese un sentimiento de odio o rechazo hacia algo que genera problemas emocionales, sociales y políticos (xeno-fobia)... En el caso que nos ocupa (‘incertifobia’), frente a la incertidumbre o ausencia de información, entendida esta como la diferencia entre la considerada necesaria y la disponible. La ‘incertifobia’, con similar prevalencia entre hombres y mujeres, se experimenta como reacción fisiológica expre-sada en la aceleración del ritmo del corazón, aumento de la presión arterial, sudoración y ligero temblor de las manos. Estas respuestas son el resultado de la activación del siste-ma endocrino junto al hipotálamo-hipófiso-suprarrenal. La subjetiva sensación de pérdida o desorientación frente al mal identificado caos, que no es más que el desconocimiento de un orden oculto hasta el momento o simplemente nuevo. El origen de la ‘incertifobia’ está fuertemente vinculado a la percepción de certeza, entendiendo esta como la plena posesión de la verdad correspondiente al conocimiento perfecto. Esta conciencia permite la afirmación, sin sombra de duda, con confianza plena en que dicho conocimiento es verdadero y válido. Basada en la evidencia, supone un conocimiento comunicable y reconocible por cualquier otro entendimiento racional. Olvidamos algo muy importante: el concepto certeza es aprendido. La sistemática coincidencia no racional de hechos hemos llegado a considerarla como certeza segura, científica, real y objetiva. Es más, cuando esta llega a ser compartida socialmente, la llamamos racionalidad.

Vivimos tiempos en que afortunadamente cuestionan esta tediosa rutina y desarticulan este fugaz constructo. En algunos vertebrados aparecerá el miedo, incluso la fobia, ante situaciones nuevas en las que los burocráticos recursos de los últimos años se muestran pobres e ineficientes. La planificación, la estrategia, la previsión de escena-rios, etc., que en nuestro pasado más reciente actuaron como muleta para caminar hacia el futuro, saltan por los aires como efímeros fuegos artificiales. Vivir en el día a día sin prever, proveer o anticipar futuro es una prácti-ca que nos confunde y atemoriza pero a la que debemos acoger cálidamente como parte del nuevo orden. Constatada esta patología, se nos abre el maravilloso mundo del ‘aquí y ahora’ y nos acompaña para virar el rumbo hacia las relaciones de cuidado. Al explorar la naturaleza de estas, diferentes investigaciones han descubierto la intervención de hormonas como la oxitocina, la vasopresina y los péptidos opioides endógenos que actúan de forma determinante para cuidarnos amorosamente (Taylor S., 2002). Estas sustancias se encuentran en la sangre en tasas considerables en diferentes contextos de buenos tratos, como en las relaciones de cuida-do y buen trato de madres o padres con sus hijos e hijas. Solo nos cabe, pues, concluir que frente a la ‘incertifobia’ la mejor terapia será el cuidado de quien nos es próximo, dejar que la psicología interpersonal realice su contribución per-sonal, social y económica. No olvidemos que en 2002 Daniel Kahneman recibe el Nobel de Economía “por haber integrado los componentes de la investigación psicológica en la ciencia económica, sobre todo en lo relativo a los procesos de valora-ción y toma de decisiones en situaciones de incertidumbre”.

@fbeltri

INCERTIFOBIA

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MACEDONIA DE CIFRAS: DE COMPRAS POR ESPAÑA

El 43% de los españoles declara

que el precio es el factor más importante a la

hora de elegir un establecimiento

comercial y cerca del 84%

de los españoles declara comprar a menudo cosas

inútiles. Además, un 67% piensa que merece la pena pagar un poco más por

artículos de calidad (AIMC

Marcas 2011)

“Busque, compare, y si encuentra algo mejor, cómprelo”. Fue en 1987, cuando Manuel Luque, director general de Camp, pronunció este archiconocido eslogan publicitario para anunciar el detergente Colón.

No todo son compras en Centros Comerciales: 64% de los individuos compra

productos de alimentación y del hogar en un Súper o Hipermercado del centro de su

ciudad (AIMC Marcas 2011). Eso sí, la Marca de Distribución en España ya representa,

en valor, cerca del 41% de las ventas. (SymphonyIRI).

El 27% de los españoles ya compra a través de Internet y de hecho el 8% de la facturación de las empresas españolas de moda proviene del

e-comerce según la CMT. En cuanto al pago vía móvil, un 34% de los internautas conoce el

sistema NFC aunque los que lo han probado no llegan al 6% de los mismos (IAB Spain)

El 71% de las personas opina que la recomendación de un vendedor afecta al desarrollo del involvement con la

marca (Catalyst ZenithOptimedia). Hablando de marcas, el 65% de los usuarios activos de Facebook dice seguir a

alguna (The Cocktail Analysis)

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No veo a un médico del siglo XXI aplicando cataplasmas. No puedo imaginarme a un director de urgencias ataviado con un sombrero de plumas, una pócima en la mano y cantando y bailando mientras da vueltas a la camilla en la que yace el paciente. No creo que a estas alturas suenen en los hospitales rituales, imploraciones o se realicen imposiciones de manos. Para que se administren las últimas técnicas curativas, esas que te salvan el pellejo, ha sido necesaria solo una cosa: estudiar. Se está mejor sin estudiar; cuesta menos. No estudias una vez y te quedas repanchingado en el sofá. Si decides dar el paso de complicarte la vida para estar al día, ten cuidado. Si te paras y flojeas, te quedas obsoleto. Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente. No pasa nada, la televisión es grande y poderosa, los periódi-cos muy influyentes y las mulas tiran estupendamente de los arados. Puedes seguir abriendo barrigas, ya que estamos con la sani-dad, en vez de operar con láser y dejar cuasi invisibles cicatrices de laparoscopia. Pero si quieres estar al día..., ¡ay de ti si quieres estar al día! Pocas son las horas, pocos los días de la semana para empapar-te de todo lo nuevo, de todo lo que te afecta o te puede afectar

enseguida.

Conferencias, revistas, publicaciones, seminarios, expertos que comparten sus experiencias te ayudarán sobradamente para que consigas el objetivo de entender lo que viene antes de que llegue. No se innova sin esfuerzo ni sin valentía. La cultura griega fomentó un avance sin precedentes de la ciencia. La romana, de la técnica. Esa poderosa combinación, coincidente en el tiempo, estuvo muy cerca de dar con la elec-tricidad antes del nacimiento de Cristo. La Edad Media apagó la ciencia por casi mil años; hubo que andar de nuevo el camino perdido. (1) Podríamos parar el desarrollo de las nuevas tecnologías y congelarnos en el tiempo otros mil años. Conozco a más de uno que no le importaría demasiado. Seguir flotando en su círculo de confort disfrutando de sus injustos privilegios. No va a pasar. Había una vez un hospital. No quiso incorporar lo último. Aunque algunos doctores lo suplicaron. Forzó a sus médicos a la praxis en todas sus disciplinas independientemente de su especialidad. Una praxis integrada. Cuando un paciente llegaba con un ojo roto, lo enviaban a cardiología. No volvían. (1) Del libro El fin de la ciencia, de Manuel Lozano Leyva. Edito-rial Debate, 2012

@sixtoarias

EL HOSPITAL

POR SIXTO ARIAS

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IMAGEN

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FOTO H2 Media Labs

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Tener o no tener un trapo blanco a mano es irrelevante a no ser que quieras cruzar una línea de fuego. No importa si no llevas un gato en el maletero a no ser que pinches una rueda en medio de una carretera desértica. Da igual ir sin mochila si no eres un paracaidista en pleno descenso desde el cielo. Todo depende de la vara con que se mida. Un balón pinchado es algo nimio. Apenas un disgusto infantil con la misma duración que lo que se tardara en remplazarlo. Eso, desde la óptica del que tiene una tienda al lado y dinero para hacerse con uno nuevo. Tim Jahnigen, un emprendedor esta-dounidense, aprendió a observar el mundo desde el otro polo de esa pequeña esfera. El detalle, lejos de ser un berrinche, podía suponer toda una lacra al desarrollo en lugares donde estropear una pelota supone olvidarse de un juego hasta que alguna entidad solidaria quiera percatarse de ello.

La inspiración le vino un día de 2006 mientras veía las noticias. En la pantalla, un reportaje sobre la tragedia de los refugiados de Darfur explicaba que la mejor terapia para ayu-dar a los niños que soportan esa situación de violencia era jugar. El entretenimiento más popular del mundo, el fútbol, es sin duda una de las mayores bazas para los menores de estas sociedades. Sin embargo, esos críos a menudo carecen de lo más elemental para practicar este juego.

“En lugares como Darfur una pelota de fútbol tradicional rara vez dura más de un día”, explica Jahnigen . El terreno pedregoso, las altas temperaturas y demás inclemencias del tiempo acortan la vida de los esféricos hasta límites insos-pechados, “así que los niños improvisan balones con trapos, ropa, hojas, cajas, botellas, latas y hasta rocas. Literalmente, con cualquier cosa que puedan encontrar. Su situación me afectó de veras”, prosigue, relatando la preocupación que hizo germinar su idea. Fue entonces cuando decidió que ha-ría algo para ayudar a poner un parche a la válvula de aquel fatídico asunto.

A Jahningen se le ocurrió que una solución al problema sería crear una pelota irrompible. Un tipo de balón que resistiese cualquier crudeza para que los niños “de países subdesarro-llados, en zonas de guerra o en campos de refugiados”, no se vieran desprovistos del juego por culpa de la fragilidad del cuero. Para ello estuvo dos años rompiéndose el coco y descubrir así qué material sería el adecuado para llevar a cabo su proyecto.

POR Jaled Abdelrahim

EL BALÓN INDESTRUCTIBLE

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De pronto, se dio cuenta de que tal sólido no había que inventarlo, se conocía, pero a nadie se le había ocurrido utilizarlo para ese propósito. Se trataba de una combinación hecha a base de etileno, vinilo y acetato llamada EVA, la misma que se usa para hacer los Crocs, una conocida marca de zapatos. Las pelotas realizadas con esa sustancia dispon-drían de una válvula que permitiría al aire entrar y salir sin que le afectasen condiciones adversas. No se desinflarían, simplemente, porque no estarían hinchadas. Si se aplastasen, regresarían a su forma esférica original. Serían resistentes, con una durabilidad de muchos años, y se podrían dejar bajo el sol e incluso en el agua. Sería un balón prácticamente perfecto.

Llegada la inspiración, solo quedaba desarrollar el proyecto. Junto a su socia Lisa Tarver, en julio de 2010, Jahningen creaba One World Futbol Project, una empresa con la califi-cación B-Corporation (Benefit Corporation —firmas que re-suelven problemas sociales y ambientales—), “con la misión de dar la posibilidad de jugar a los niños más necesitados”, describe la cofundadora.

Lo cierto es que aún quedaba un último regate para hacer avanzar la idea. Hacía falta una inversión inicial de 300.000 dólares que estos concienciados emprendedores no po-seían. Por eso, Jahningen echó mano de un viejo amigo que conocía de su etapa como organizador de eventos musicales. Se trataba del cantante Sting, quien, según los creadores, entendió rápidamente la importancia social de la aspiración corporativa. “Sí, hagámoslo”, se entusiasmó el artista cuando el inventor le habló de sus intenciones.

La pelota ‘casi’ irrompible comenzaba a rodar de una vez por todas, y lo hacía con efecto. En sus dos años de vida, One World Football Project ha creado más de 100.000 balones, tiene presencia en cerca de 150 países y distribuye alrededor de 40.000 esféricos al mes por el planeta.

“Hemos mandado 5.200 balones a Liberia; y la misma can-tidad a Uganda, Indonesia, Vietnam y Sri Lanka. También estamos trabajando con proyectos en Malawi, Sudáfrica, Zanzíbar, China, Paraguay, Colombia, México y muchos otros países. Y tenemos planes de enviar más”, afirma Tarver. Su método de trabajo consiste en vender los balones a ONG, fundaciones o instituciones que tengan programas que los hagan llegar a los niños y jóvenes más necesitados. Antes de acordar mandar una cantidad grande de pelotas, la organización requiere a los adquirentes que detallen sus

planes. “Para nosotros es importante que queden en manos de una entidad y no sean donados individualmente ya que no queremos generar conflicto entre los que los tienen y los que no”, explican los organizadores. Escuelas, ligas locales de fútbol, casas de huérfanos o centros comunitarios son sus principales destinatarios finales. “Deporte para la educación y el desarrollo”, lo define Tarver, el alma del proyecto.

Organizaciones como Unicef, YMCA, Save the Children, A Ganar (Partners of the Americas) o Coaches Across Conti-nents son algunos de sus actuales clientes, que se hacen con lotes a precios menores de diecinueve dólares.

Además, con su plan ‘Buy one, give one’, One World Football Project dona un balón a una de las instituciones con las que trabaja por cada pelota comprada por un particular y cuyo precio es de 39,50 dólares. Se suma a todo ello el actual patrocinio que les brinda la compañía Chevrolet, que, entusiasmada con la idea, se ha comprometido a realizar una donación de un millón y medio de estos esféricos durante los próximos tres años.

Para un futuro próximo estos emprendedores tienen planes de desarrollo de pelotas para otros tipos de deportes. “La cuestión es llegar al mayor número de lugares desfavoreci-dos del planeta”, dice Jahningen. “La gran mayoría de los niños del mundo viven a merced de factores que escapan a su control. Muy frecuentemente ni siquiera tienen agua potable que beber, ni pueden realizar más de una comida al día, ni pueden permitirse una asistencia normal al colegio, ni ropas y zapatos decentes: son cosas que se evaden de sus más remotas posibilidades”, añade. “Algo como un balón en esos casos significa un tesoro para su comunidad y lo es todo para ellos”, concluye.

Este creador cuenta que, para él, ver a un niño jugar con un World Football es algo “incomparable”, algo que tanto a él como a su equipo le genera “una alta dosis de vértigo” que nace de la concepción de una “simple idea”. “Nuestros niños son el recurso natural más preciado del mundo, así es que invitamos a todos a contribuir en la mejora de sus vidas”, añade su socia.

Por el momento, la compañía de estos solidarios empresa-rios se pone a la cabeza del emprendimiento comprometido y responsable. Solo hacía falta componer un balón de un material que ya existía para marcar un gol por la escuadra a la pobreza.

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FOTO Hunter Payne

EL BALÓN INDESTRUCTIBLE

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Alto, fuerte, carismático y negrísimo. Gaspar Yanga, miembro de una estirpe real en su país, Gabón, fue secuestrado en 1579 junto a otros miembros de su tribu para trabajar en las plantaciones de azúcar de los españoles en Veracruz, en el Virreinato de Nueva España, lo que hoy es México.

Pero Yanga no tenía ninguna intención de cortar caña de azúcar, y mucho me-nos de dejarse la vida en beneficio de los colonos españoles. A las primeras de cambio, lideró una revuelta de escla-vos y huyó a las montañas de Veracruz con un grupo de indios y negros. Para añadir más sal a la herida de sus perseguidores, el prófugo se llevó como esposa “a una española rubia de alta alcurnia”, según manifiesta Alejandro Alcocer, etnomusicólogo y estudioso del México indígena, en su tienda mu-seo en la Isla de Cozumel.

Yanga y los suyos (un centenar, en prin-cipio, aunque llegarían a ser más de quinientos) se instalaron en las inacce-sibles montañas que rodean Veracruz, fundando “una comunidad cristiana primigenia, sin jerarquía, ni propiedad, tan solo con un régimen colectivo…

La primera comuna hippy de América… ¡en el siglo XVI!”, exclama Alcocer.

Los rebeldes —convertidos en cimarro-nes tras su fuga— recuperaron algunas de sus costumbres africanas, las com-binaron con las aprendidas en América y así llegaron a establecer una comu-nidad próspera. Tanto que, de hecho, lograron convertirse en una amenaza económica para las haciendas locales.

Pero no solo de plantar tomates vive el negro. Los fugitivos también se dedicaban a saquear las caravanas de los criollos que pasaban por su creciente territorio y consiguieron alcanzar a la vecina Puebla. Esto fue demasiado para la paciencia del gobernador que armó una expedición de castigo para aniquilar a Yanga y a los suyos. Pero los 500 hom-bres —españoles, indios y negros— fue-ron derrotados por las tropas cimarronas ya que conocían mejor el terreno.

La ‘guerra fría’ entre españoles y cimarrones se prolongó durante treinta años con un final inaudito: hostigados por una segunda campaña militar, en 1609, Yanga ofreció un acuerdo de paz a los españoles, que estos aceptaron, trocándola por una píldora de humilla-ción. En virtud del acuerdo, se fundaba oficialmente San Lorenzo de los Negros (1630) y el anciano Yanga se convertía en regidor de la comunidad, en tanto que sus habitantes se sometían a la Corona comprometiéndose a luchar en su nombre cuando fueran requeridos para ello.

En uno de esos retruécanos que tiene la Historia, en 1930 Yanga fue nombrado héroe nacional de México, y San Lorenzo de los Negros pasó a llamarse Yanga, en honor al libertador. Era el reconocimien-to de la República a una de sus minorías más ignotas y oprimidas: “Socialmente, por debajo de los indios en México solo están los negros”, sentencia Aleida Ca-lleja, periodista y militante en favor de los derechos de las minorías en México. Tal es así que “ni siquiera la mayoría de mexicanos saben que tienen compatrio-tas de raza negra”, asegura Calleja.

Sin embargo, haberlos, haylos: unos 50.000, principalmente en los estados de Veracruz, Guerrero y Oaxaca, donde pasaron de ser mano de obra forzosa a capataces de los indios, lo que no les hizo precisamente populares entre los pobladores originales de Mesoamérica.La diáspora africana en México fue tan grande como en Cuba (el mismo Her-nán Cortés fue negrero ‘pionero’), pero su rastro apenas es visible, al contrario de lo que sucede en las Antillas. Uno de los motivos es el fuerte mestizaje que tuvo lugar en el continente, no siempre voluntario: los negros se cruzaron con indias porque la mayoría de las negras esclavizadas en África fueron tomadas por los terratenientes como esposas o amantes. Esta situación dio lugar a una alambicada clasificación racial en fun-ción de los ‘cruces’. Así, al hijo de negro e india se le denominaba zambo. Al hijo de mulata y blanco, cuarterón. Al hijo de este y blanca, quinterón, y al de este último y blanca, español, pues ya la san-gre negra se había diluido lo suficiente. Otras denominaciones para la variopin-ta combinatoria genética son dignas de aparecer en los anales de la incorrección política: ‘salta atrás’, ‘lobo’, ‘cambujosos, ‘no te entiendo’ y ‘tente en el aire’.

Gaspar Yanga, el esclavo que quiso ser libre, el príncipe africano arrebatado de África, no tenía ni un glóbulo de zambo, ni de cuarterón, ni mucho menos de ‘no te entiendo’. Fue, nada más y nada menos, un hombre que se negó a resig-narse a un destino dictado por la codicia de los facinerosos. Yanga, como tantos otros antes y después que él, se atrevió a emprender el camino de los hombres duros.

EL ‘EX-CLAVO’ QUE FUNDÓ LAPRIMERA COMUNA HIPPY DE AMÉRICA

POR Iñaki Berazaluce ILUSTRACIÓN Juan Díaz-Faes

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GRANHERMANOMARCIANO

Tenemos un plan. La fecha señalada es abril de 2023. Ese mes, de ese año, es el que el proyecto Mars One ha señalado

para que un ser humano ponga sus pies sobre el planeta rojo. Si la cosa quedase ahí, la misión ya sería lo suficientemente excitante como para suponer un hito en la historia humana.

Sin embargo, Mars One pretende financiar la misión de una manera un tanto peculiar: con un reality show.

POR David García (@SrGarcia) FOTOS NASA

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¿Cómo pasa una persona de estar en casa, limitada a una mundana existencia, a decidir enviar a otras a Marte? En el caso del ingeniero holandés Bas Lansdorp, el detonante fue el amartizaje de la primera misión Mars Exploration Ro-ver en 1997. Él es el cofundador del proyecto junto con Arno Wielders, físico que desempeñaba su trabajo en la Agencia Espacial Europea.

Ambos comenzaron la carrera hacia el planeta rojo en 2011 y bautizaron la utopía como Mars One. El objetivo es sencillo de contar. Quieren establecer un asentamiento humano sobre la faz marciana y para ello han elaborado una imaginaria cohabitación entre Ray Bradbury y George Orwell. La coloni-zación marciana tendría al gran ojo televisivo vigilando cada movimiento. Es una forma de pagar la fiesta tan válida como otra, aunque mucho menos convencional.

“Ambos fundadores contactaron con Paul Römer, creador de Gran Hermano. Römer les dio la idea de financiar la misión implicando al mundo entero en forma de audiencia para ‘el próximo gran paso para la humanidad’”. Así explica Suzanne Flinkenflögel, directora de comunicación de Mars One, cómo echó a andar todo.

El foco de la iniciativa se centra en el factor humano. “Mars One no está desarrollando ningún tipo de tecnología. Nuestro plan se basa en otras existentes desarrolladas por terceros. Coordinaremos todos esos componentes tecnológicos y entrenaremos a la tripulación que viajará a Marte”, señala Flinkenflögel.

Si todo sale como está planeado, la nave que llevará a los primeros viajeros a Marte despegará en septiembre del año 2022. Siete meses después, en abril de 2023, el primer huma-no pondría pie sobre el polvoriento planeta. Sin embargo, no será esa la primera nave de Mars One que llevará a cabo un amartizaje. En 2016 se desplegará un satélite de comunicacio-nes y se dejarán almacenados los primeros suministros. Un vehículo de superficie encontrará el mejor lugar para el asen-tamiento humano en 2018. Dos años después, se situarán las unidades de vivienda y soporte móvil. La elección de fechas tiene una razón lógica. Coincide con la posición más adecua-da de la Tierra y Marte para realizar la ruta de la manera más eficiente, con el menor gasto de energía posible.

Con las instalaciones y los colonos comenzará el show — suponiendo que la estricta aventura interplanetaria no haya sido suficiente espectáculo—. El coste de la misión, estimado en 6.000 millones de dólares, pretende ser sufragado a través de patrocinios privados y por la vasta audiencia que se estima que seguirá el hito. “En 2023, cuatro mil millones de personas tendrán acceso a imágenes de vídeo”, cuenta la holandesa. “Tenemos la expectativa de que, virtualmente, cada una de ellas lo podrá ver”.

Los impulsores de Mars One cuentan con que la fidelización del espectador será sensiblemente alta debido al deseo de compartir el descubrimiento de la nueva frontera espacial. Los astronautas “no mostrarán únicamente su trabajo, sino que estarán viviendo sus vidas”, con el componente añadido de que el viaje no tiene billete de retorno. Quien se vaya a Marte morirá en Marte.

Lo bueno de esto es que, si uno está aburrido, puede apun-tarse a la misión. El proceso de selección de colonizadores estará abierto a todo el mundo. Cada dos años, un equipo humano viajará al planeta para unirse a los que ya están allí con el objetivo de desarrollar el primer pueblo marciano. “Se convertirán en arquitectos de un nuevo entorno”, dice Suzan-ne Flinkenflögel.

El proyecto se encuentra en el estudio de las diferentes condiciones y eventualidades que pueden darse en Marte. Un ambiente sin oxígeno, pleno de arena y polvo, con vientos de más de 160km/h no es el más adecuado para pasar el resto de la vida. Además, habrá que establecer un sistema de estructuración social que rija las relaciones en la superficie marciana. Mars One cuenta con que, al principio de la misión y debido al pequeño tamaño del asentamiento, las decisiones se habrán de tomar por unanimidad. Los habitantes deberán decidir asuntos básicos como el nacimiento de niños o los métodos y contenidos educativos.

Las incógnitas son tantas como la incertidumbre ante un proyecto que, a estas alturas de la historia, aún parece utópico pero, al final, lo que resulta más desafiante para la naturaleza humana es establecer límites y fronteras que traspasar. Y a todo el mundo le gustan los desafíos. La pena es que Ray Bradbury ya no podrá ver cómo termina todo.

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POR Marcus Hurst INFOGRAFÍA relajaelcoco

Cuando el exdueño de Harrods, Mohamed Al Fayed compró el club de fútbol londinense Fulham en 1997, sin saberlo, estaba sentando un precedente que cambiaría el deporte en Inglaterra para siempre. El empresario egipcio se hizo cargo del club en tercera división y diseñó un plan para conseguir su ascenso a la Premier League, un hito que consi-guió cuatro temporadas después en 2001. Su ejemplo abrió la veda para que más empresarios extranjeros hicieran lo mismo y vaya si lo hicieron. A día de hoy ya hay más dueños forá-neos en la Premier League que dueños británicos, 11 equipos de un total de 20. En la segunda división inglesa la situación se repite con 12 equipos en manos internacionales.

¿Qué buscan los millonarios empresarios con estas adquisiciones? Las intenciones son variadas. Hay quien, como en el caso de Roman Abramovich, busca un pasatiempo y prestigio. El empresario ruso lleva más de 1.000 millones de euros gastados en su juguete y la rentabilidad no parece ser una de sus prioridades. Algo similar ocurre con Manchester City, cuyo dueño, el jeque Mansour bin Zayed Al Nahyan, es miembro de la casa real de los Emiratos Árabes Unidos con una fortuna equiparable al PIB de cualquier país mediano y que lleva invertido más de 500 millones de euros sin dar signos de querer moderar sus gastos.

Unos peldaños por debajo de estos hombres ultrarricos están un grupo de empresarios estadounidenses que han comprado clubs como el Arsenal (Stan Kroenke), Manchester United (Malcolm Glazer) o Liverpool (Fenway Sports Group) con el único fin de ganar dinero.

Saben que la Liga inglesa es la más seguida en el mundo y tiene grandes posibilidades de crecimiento en los mercados emergentes asiáticos.

Sus propietarios norteamericanos apenas acuden a los partidos. No entienden mucho de fútbol, invierten poco en la plantilla y, en el caso de Manchester United, su compra ha sido realizada exponiendo el club a enormes cantidades de deuda. En los últimos tres meses de 2011, por ejemplo, se destinaron 21 millones de euros de ganancias del club a pagar intereses sobre la deuda de los Glazers. Según una investiga-ción del periodista David Conn en The Guardian, en los siete años que llevan siendo propietarios, un total de 570 millones de euros han sido destinados a pagar las deudas en las que in-currieron cuando compraron el club en 2005. Un nutrido gru-po de seguidores del United consideran sus actos un expolio en toda regla y no tienen reparo en hacérselo saber hasta el punto de que los dueños del club tienen que introducirse en los estadios a escondidas cuando ven un partido.

En España la experiencia con propietarios extranjeros tam-poco ha sido demasiado positiva. A pesar de contar con una fortuna milmillonaria, Abdullah Bin Nasser, dueño desde 2010 del club andaluz, parece haber perdido el interés en invertir en el club y ha tenido numerosos problemas con el fisco y las nóminas de los jugadores. Valencia y Atlético, los equipos con más posibilidades de competir con el duopolio del Barça y el Madrid tienen deudas que superan los 300 millones de euros, un hecho que los hacen poco interesantes para un potencial inversor. Bajo un sistema en el que los dos grandes clubes reciben gran parte del dinero que generan los derechos televisivos, Valencia y Atlético reciben menos dine-ro de estos conceptos (42 millones de euros cada uno) que el club que quedó en última posición en la premiership en 2012 (Wolves, 46 millones de euros). En la premier el dinero se negocia en conjunto mientras que en España los dos grandes clubes negocian por separado dando pie a estas enormes desigualdades.

¿QUIÉN QUIERE SER DUEÑO DE UN EQUIPO DE FÚTBOL?

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A los pobres seguidores poca gente parece prestarle atención aunque no todos se pueden quejar. Hay dueños y dueños. Los fans del Manchester City y Chelsea han visto como el dinero de sus mecenas ha permitido convertir clubs de segunda en equipos que ganan títulos. Otros seguidores se quejan de la subida incesante del precio de las entradas para acudir al estadio, mucho más caras en Inglaterra que en España, Italia o Alemania (en el país germano la ley prohíbe que un club acabe en manos extranjeras).

Pero al igual que el dinero no compra necesariamente la felicidad, el dinero no ha comprado la hegemonía del fútbol británico, una liga que según el periodista John Carlin está sobrevalorada. “Leyendo la prensa y hablando con fans del equipo en Londres se nota que muchos se empiezan a con-siderar víctimas de una estafa. Las entradas más baratas a su estadio, el Emirates, cuestan 62 libras (75 euros), y existe la creciente percepción de que en cuanto a calidad-precio

(el Arsenal va sexto en la Liga, a 18 puntos del Manchester United) la oferta se ha vuelto insultante”, escribió Carlin en un artículo publicado en El País en enero.

“El dueño ruso del Chelsea, Roman Abramovich, se ha gastado 1.000 millones de euros en jugadores y la nómina de la plantilla le cuesta 200 millones anuales. Sin embargo, el equipo es, en el mejor de los casos, inestable; en el peor, un desastre”, prosigue Carlin. Los bolsillos sin fondo del magnate ruso no fueron suficientes tampoco para atraer a Pep Guardiola.

Por si se necesita aún más pruebas para demostrar que el dinero no lo es todo en el fútbol, Carlin recurre a las votacio-nes del balón de oro que se celebraron recientemente para reafirmar su posición: “Los jugadores de la Liga española acumularon el 89.3% de los votos en el Balón de Oro mien-tras que los jugadores de la Premier, el 2,97”.

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Me ha costado mucho escribir este artículo. En un principio tenía varias semanas por delante para prepararlo. “Me iré documentando con calma”, me decía, pero cada día encontraba algo mejor que hacer: total, todavía quedaba tiempo. Así me dediqué a unos arreglos en casa que tenía pendientes hace tiempo, fregué varias docenas de platos sucios y crucé la ciudad en varias ocasiones para realizar ges-tiones administrativas bastante infernales. Todo ello fue harto productivo, pero el artículo seguía detenido, sin avanzar, sin comenzar siquiera. ¿Qué me ocurre?, pensé, ¡qué raro! Me di cuenta entonces de que estaba procrastinando su redacción (horrible palabro para la horrenda costumbre de dejar para mañana lo que podemos hacer hoy). Es decir, estaba siendo víctima de la actitud mental malsana sobre la que tenía que escribir. Estaba preso de mi artículo y yo mismo era mi objeto de estudio. Por lo demás, la procrastinación no era nada nue-vo para mí, como no lo es para ningún ser humano.

Busqué a un especialista para que me explicara por qué ocu-rre este fenómeno y localicé a Juan Francisco Díaz-Morales, profesor titular de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, al que, por cierto, tardé varios días en telefonear porque siempre encontraba algo más urgente (o menos, pero más placentero) que hacer. ¿Qué me sucede?, le dije. “Definimos procrastinación como la tendencia a pospo-ner el inicio o finalización de las tareas”, me explicó, “ten-dencia que genera sentimientos de inquietud, nerviosismo o abatimiento. Hasta que no se aproxima fatídicamente la fecha límite para realizarlas, no nos ocupamos de ellas. A veces resolvemos bien la papeleta, pero otras no”. Los psicólogos

dicen que no hay que confundir esto con la postergación racional de una actividad cuando se impone otra más impor-tante. Eso es muy normal y muy recomendable. Al contrario, el procrastinador suele distraerse en otras tareas irrelevantes pero que ofrecen una satisfacción inmediata y no a largo plazo: un videojuego, ir a la nevera, las redes sociales, fumar un cigarrillo... “Hay tres tipos de procrastinadores”, continúa Díaz-Morales, “los que procrastinan por miedo a hacerlo mal, los que lo hacen por pura indecisión y los que no encuentran la motivación necesaria hasta que no le ven las orejas al lobo”. El que firma esto se identifica especialmente con el tercer caso: hasta que no faltaban unos días para la entrega de este texto no sentí esa tensión creativa que me llevó a ponerme a ello con decisión y sin medias tintas.

Seguro que usted ha caído en la procrastinación alguna vez al posponer una tarea para otro momento más oportuno. Bien, no se preocupe, todos lo hacemos. Por ejemplo, el Dr. Díaz-Morales confiesa que él mismo, estudioso del asunto, deja muchas veces para más adelante tareas como hacer la compra o hacer reparaciones en casa. En casa del herrero, cuchillo de palo. Explica el profesor que en muchos países hay en torno al 14% de individuos tendentes a la procrastinación. Y seguro que usted alguna vez ha bromeado con el asunto. Pero lo cierto es que puede tener consecuencias muy serias: si uno tiene esta actitud en el trabajo y es de los que no acaba con éxito sus tareas en el sprint final, puede ser despedido. Mucha gente ha incidido en la procrastinación en sus acciones a la hora de hacerse chequeos médicos y ha sido diagnosticada de enfermedades, como cáncer o sida, cuando ya era demasiado

POR Sergio C. Fanjul ILUSTRACIÓN Blastto

¿POR QUÉ DEJAMOS PARA

MAÑANA LO QUE PODEMOS HACER HOY?

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tarde. El Dr. Piers Steel estima que este síndrome tiene un costo económico al año en EE UU de 1,2 billones de dólares y tiene claro que esta evaluación es muy baja para el coste real que se produce.

Además, hay casos extremos, como los de los procrastinado-res crónicos, que lo son de manera patológica en casi todos los ámbitos de su vida. Relata el Dr. Steel en su recomendable libro Procrastinación (DeBolsillo) el caso del poeta romántico inglés Samuel Colerigde que arruinó su existencia por su fortísima tendencia a dejar sus asuntos para otro momento: no contestaba las cartas, no cumplía sus plazos de entrega y se eternizaba en acabar sus poemas. Para colmo, era adicto al opio, una de sus distracciones favoritas. Uno de sus más célebres poemas, el Kubla Khan, inspirado por el sueño del laúdano, en vez de 200 o 300 versos que el poeta preveía, solo tiene 54. “Su existencia se convirtió en una sordidez de procrastinación, excusas, mentiras, deudas, degradación y fracaso”, según escribió Molly Lefebure. Y acabó triste, solo y perseguido por sus acreedores.

Hoy en día, los procrastinadores por antonomasia son los estudiantes universitarios, a quienes los psicólogos estudian, incluso, como un grupo aparte del resto de la población debi-do a su carácter intrínsecamente postergador en sus tareas. Si usted ha sido estudiante, lo entenderá a la perfección: es el momento de la vida en el que se combina la libertad del adulto con la falta de responsabilidades del menor y los

objetivos a largo plazo como exámenes y trabajos… El cóctel procrastinador perfecto.

Pero ¿por qué procrastinamos nuestras decisiones? Cuenta en su libro Piers Steel que probablemente se trate de un asun-to de la evolución. Los seres humanos somos iguales a como éramos hace muchos miles de años y nuestras preocupa-ciones han sido siempre inmediatas: comer, dormir, escapar del depredador, reproducirnos... Estamos programados para actuar y obtener la recompensa en ese momento. Por eso preferimos entretenernos con cualquier cosa que nos dé satisfacción rápida (y cada vez hay más distracciones que nos bombardean desde todos los ángulos) que embarcarnos en un trabajo laborioso que nos será abonado o recompensado dentro de bastante tiempo. Aunque esta teoría no es compar-tida totalmente por toda la comunidad científica.

Afortunadamente, existen múltiples terapias y estrategias para la gestión del tiempo que pueden ayudarnos a dejar de procrastinar en nuestras ocupaciones (pero ya las contaremos otro día…). Y por suerte, cuando la fecha de entrega se atisba-ba ya en el horizonte, como digo, y me empezaban a llamar de Yorokobu, dediqué todos mis esfuerzos a este artículo y este es el resultado, que creo que no ha quedado tan mal. Ahora mismo son las seis de la mañana del día anterior a su entrega, tengo el cenicero lleno de colillas, profundas ojeras, y he to-mados seis cafés. Espero que al menos hayan leído hasta aquí y no lo hayan dejado para otro momento venidero.

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En febrero cambiamos el orden de las cosas.La portada y la contraportada del ejemplar

que tienes en tus manos proceden de un concurso convocado por Yorokobu + Volkswagen.

Esta es la historia...

yorokobu.es/hazlotu

Ha lo tú

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En 2011 fueron más de 1.300 las propuestas de portada y contraportada presentadas en la primera edición del concurso ‘Hazlo tú’. Este año han superado las 650 pero, ¡ojo!, porque hay ‘truco’. Mientras que en el año pasado las piezas concursa-ban de forma independiente, en 2012 la portada y la contrapor-tada debían tener una relación entre ellas.

Un cambio que Volkswagen y Yorokobu decidieron introdu-cir después de comprobar que, ya en la pasada edición y sin ser un requisito, muchos de los concursantes vinculaban la creatividad de la portada de Yorokobu con la de la contra de Volkswagen. Y algunas con resultados brillantes. En total, este año, 546 participantes han enviado 659 propues-tas con la esperanza de que abrieran y cerraran este número de febrero de Yorokobu. La gran mayoría procedía de España, aunque, al igual que el año pasado, no han faltado propuestas enviadas por diseñadores de otros países como Perú, Colom-bia, Argentina, Chile, Italia, Francia, Reino Unido, Estados Unidos y, sobre todo, México.

Todos los trabajos han sido valorados por un jurado de pro-fesionales del mundo del diseño y la creatividad, y también por los propios lectores de Yorokobu, que este año han podido emitir su voto desde la página de Facebook creada ex profeso. Y, aunque suene a tópico, ni unos ni otros lo han tenido fácil porque el nivel de las piezas presentadas han superado todas las expectativas. Solo hay que echar un vistazo a los trabajos de los diez finalis-tas para comprobarlo. Empezando por el del ganador, Andrés Lozano Martín, quien ideó los invernaderos que lucen en las cubiertas de este número. Y siguiendo por la máquina de bo-las de chicles sonrientes y la niña que hace globos con ellos, de Carlos Asensi; el plano aéreo de una ciudad en la que en una encrucijada de calles puede leerse el nombre de Yorokobu y en una plazoleta el logo de Volkswagen, de Claudia Olalla; las oníricas figuras de Lara Costrafreda que, además de formar el lettering de la portada, conducen un coche en la contrapor-tada… Lo mejor será que lo constates tú mismo en las páginas de este especial.

Más de 500 diseñadores participan en la segunda edición del concurso de creatividad

Yorokobu + Volkswagen ‘Hazlo tú’

Talent show

JuradoMarina Company (diseñadora gráfica y directora de arte)

Amaia Arrazola (ilustradora)Ricardo Cavolo (ilustrador)

Quique Ciria (diseñador gráfico)Pedro Fondevilla (Head of Advertising de Volkswagen)

LuisB (director de arte de Yorokobu)

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Andres Lozano Martín // www.andres-lozano.com

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Denís Galocha

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www.tweemuizen.blogspot.com

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Carlos Asensi

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www.behance.net/asensi

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Lara Costafreda

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www.laracostafreda.com

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Marina Lorenzo // [email protected]

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Claudia Olalla // www.azootea.com

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Christian Villacañas // www. hellomynameis.ch

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Jaume Mercant // jaumemercant.blogspot.com.es

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Pablo Sevilla // www.pablosevilla.com

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Carlos Huerta Vaquerizo // carloshuertailustraciones.wordpress.com

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APPS QUE SÍ (Y CUANDO DIGO SÍ, ES SÍ)

POR David García (@SrGarcia)

Por una mera cuestión estadística, alguno de ustedes tendrá un hijo con el pelo cortado a cenicero y un coche amarillo tuneado. Si eso ocurre, lo siento, pero con Canary, al menos, podrá monitorear si su chico utiliza el móvil cuando está al volante. Que el niño llama mientras conduce, ¡clank! SMS a papá que te crió. Que tuitea, manda mensajitos o actualiza el Facebook, ¡clank! Que pisa de más el acelerador, ¡clank! El servicio funciona por suscripción, pero ¿le pondría usted precio a la tranquilidad de saber cuándo su hijo hace el cafre?

Disponible para Android e iOS.

Yo sé que no tiene por qué creerme, pero es Ricardo quien se ha puesto tétrico y quiere hablar de funerales. Yo me niego. Yorokobu significa ‘estar feliz’ y no ‘estar muerto’

y, salvo que el botillo que me voy a comer luego me supere, vivo es como pienso estar los próximos días. Que con estas cosas uno no se puede poner tampoco demasiado

farruco, que la vida es frágil; no somos nadie, lo que tienes se va en un suspiro y toda esa mandanga acerca de la fugacidad de la existencia. Bueno, que aquí están las apps.

Si es usted de confiar en los demás, de dejar que otra persona realice ciertas tareas por usted, está de enhorabuena. Alguien pensó que tendría el buen gusto suficiente para elegir qué le agrada leer al resto de personas. Así, Paragraph Shorts ofrece una selección semanal de contenidos provenientes de publicaciones como el New Yorker o Zoetrope. Vamos, nivelón. La app ofrece tanto artículos escritos como contenido multimedia, y lo presenta de manera agradable. Una cosa mala: está exclusivamente en inglés. Una buena: las selecciones de contenido

son de primera

Hemos quedado en que no teníamos pensado morir. Pero ya se sabe que con estas cosas no conviene ni despistarse ni dejar de hacer planes para que quien nos sobreviva no organice un desastre de funeral. Lo básico es saber morir cuando hay que morir. Y esto se hace en los días lluviosos. Netatmo es una completísima estación meteorológica que se complementa con una app de iOS para ofrecer todo lo que debes saber acerca de la climatología. Ya saben, si ven que hace bueno, aférrense

a la vida.

Canary Paragraph Shorts Netatmo

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APPS QUE NO (AUNQUE TIENEN SU PUNTO, ¿EH?)

POR Ricardo Llavador (@RicardoLlavador)

Bien es cierto que “todo tiene solución menos la muerte” (lo de Bárcenas también está complicado, es cierto), pero que no tenga solución no significa que nuestros

subdesarrolladores favoritos no le hayan dado al tema “como si no hubiera un mañana” (guiño guiño). Así que hoy traemos un especial funerales con tres morbosas apps que

yacen en este panteón redaccional.

Si estás buscando la tumba de Jim Morrison o Elvis Presley, no necesitas esta app por dos razones: la primera, porque se encuentran con extrema facilidad dada su fama y vistosidad. La segunda, porque en realidad no están muertos y viven en una isla junto a Michael Jackson y Fernando Guillén. Pero esto no significa que los cementerios de las grandes ciudades no sean proporcionales en tamaño y totalmente laberínticos, por lo que, si no quieres perderte entre tanto nicho y lápida, puedes, bien geolocalizar las tuyas con esta útil aplicación, bien gastarte los cuartos en una estatua. Por cierto, tiene sección de ‘favoritos’, como

Gmail.

Lo más complicado de morirse es que, cuando lo haces, ya no puedes realizar gestiones (salvo que conozcas a Aramis Fuster de modo íntimo, cosa que no te recomiendo). Pues para eso está iFuneral, para que aproveches el poco tiempo libre que te queda entre entrevista y entrevista de trabajo y rellenes todos los datos que permitirán a tu albacea montar ese funeral con el que siempre has soñado. ¡Con aplicaciones como esta es que hasta

apetece morirse!

Debo admitir que estamos ante una de las apps que más me han inquietado desde que empecé a perder el tiempo con estos menesteres, y mire que esta es la vigesimocuarta página publicada. Y es que, no solo funciona regular, sino que no sé muy bien de qué se trata exactamente. ¿Es un estudio de diseño? ¿Un ejecutor de PowerPoints de esos melancólicos atardeceres? ¿Por qué el tutorial es la tercera sección? Y sobre todo, ¿qué pinta aquí un lector de códigos QR? Incapaz de explicarla, solo puedo invitarle, querida lectora, a que se la descargue y pase por esta experiencia como quien se somete a un TAC a las

nueve de la mañana.

TombFinder iFuneral Limbo Disseny

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ESADESCONOCIDA

LLAMADA RADIOACTIVIDAD

POR Mar Abad

El día que el mar se abalanzó sobre la tierra y una ola gigante arreó a la central nuclear de Fukushima, la vida de Ja-pón, y del mundo entero, volvió a cambiar. El terremoto dejó un agujero al descubierto. Un pozo de información y desin-formación que ha podido causar, quizá, más daño aún que el propio desastre nuclear. Este es el mayor descubrimiento de algunas personas que, cada mes, van a Fukushima a medir la radiación. No tienen miedo. Lo que les asusta es el descono-cimiento. Porque sus investigaciones, ante todo, eso es lo que muestran. Que la ignorancia y la desinformación solo lleva a tomar decisiones desafortunadas.

El 11 de marzo de 2011 tembló la tierra. Luego se levantó el mar. Después se produjeron unas explosiones en la planta nuclear Daiichi y la confianza de la población se vino abajo para siempre. El gobierno intentó tranquilizar a la población pero utilizó la técnica equivocada. Las mentiras no calman. Alarman.

La incertidumbre se apoderó del país. De su pescado, su fruta, el agua de sus grifos, el aire de su respiración... Desarmados de confianza, unos optaron por irse, otros por quedarse y la mayoría por buscar la información que nadie le dio. Eran

ingenieros, programadores, científicos... De varios lugares del mundo, pero muchos vivían en Tokio. “No creíamos lo que decían los medios ni el gobierno japonés. Fuimos formando pequeños grupos de personas interesados en reunir datos sobre la radiación de Fukushima. Algunos de nosotros tenía-mos instrumentos de medición y empezamos a ir a la zona”, cuenta el ingeniero de sistemas Joe Moross.

En muy pocos días esos individuos se conocieron en la Red y, un mes después del accidente, estaban constituidos en una organización de voluntarios, sin ánimo de lucro, llama-da Safecast. Su intención era “generar una base de datos de información útil y fácil de manejar sobre radiación destinada a fines científicos y educativos”, explica Moross en la sede de Tokyo HackerSpace, en la capital de Japón.

En un principio se centraron en los niveles de radioactividad de Japón, por la urgencia de conocer el peligro real de la contaminación producida en Fukushima. Pero pronto descu-brieron que estos datos, y la calidad del aire en general, son un tema de importancia vital en todo el planeta, y, ahora, la organización va incorporando información de todas las zonas del mundo.

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Safecast proclama desde el primer renglón de su presenta-ción que se alejan de cualquier tinte político. No se mani-fiesta ni a favor ni en contra de la energía nuclear. No apoya a ningún gobierno ni a ninguna ONG. Lo que pretende es “recopilar información precisa sobre los niveles de radiación de un lugar para que las personas puedan tomar sus propias decisiones”, explica el ingeniero. “Pensamos que la informa-ción debe ser precisa, fácil de comprender, bien visualizada y muy accesible. Nuestra labor es, básicamente, hacer un buen diseño de datos y una información bella, teniendo en cuenta la responsabilidad social que conlleva y partiendo de los principios de apertura y transparencia. Queremos empoderar a la población. Invitamos a todos los individuos a participar en este proyecto global de medición y ofrecemos toda la información en abierto para que la usen libremente”.

Este proyecto resulta muy útil en la actualidad, pero todo su potencial está depositado en el futuro. “Hoy sabemos muy poco sobre la repercusión real de las radiaciones. No conocemos en qué medida exacta provoca cáncer u otras en-fermedades. Eso lo descubriremos después de muchos años de investigación y para ello necesitamos empezar a recoger datos ya y que todo el mundo pueda acceder libremente a ellos”, especifica este ingeniero, que dejó sus trabajos en auto-matización y percepción ambiental, para dedicarse a tiempo completo a Safecast.

Para que el proyecto avanzara buscaron ayuda en la web de financiación colectiva Kickstarter. Reunieron el dinero nece-sario para producir instrumentos de medición basados en la placa arduino y los repartieron entre miles de habitantes de Fukushima que se ofrecieron como voluntarios para medir los niveles de radioactividad.

En un año ya hay más de tres millones de puntos de lectura en todo el mundo. La información se reúne y se muestra en los mapas y documentos que Safecast ofrece de forma abierta, gratuita y en licencia CC0 (cede la obra al dominio público y permite a cualquier persona copiar, modificar, distribuir y producir la obra, incluso con intención comercial, sin nece-sidad de pedir permiso). Su objetivo, según dicen, es crear una base de datos que ayude a conocer más este tema. Hasta ahora ningún organismo recogía estos datos y los modelos de medición que se utilizaban fueron diseñados hace más de 20 años.

Los colaboradores de Safecast, desde distintas partes del mundo, han ido desarrollando en este tiempo varios aparatos de medición basados en la placa arduino. La mayoría de los que había hasta entonces solo contabilizaban los rayos gam-ma y, con esa información, es imposible determinar dónde se encuentra el foco de contaminación radioactiva. Los gamma

viajan largas distancias y no dan pistas de su punto de origen. Los nuevos dispositivos, en cambio, detectan también los alfa y beta. Estos rayos llevan exactamente a la fuente.

La organización contó también con el apoyo de International Medcom (una compañía ucraniana especializada en medición de radiación ionizante y nuclear). Safecast diseñó el software de los dispositivos, en código abierto, y esta empresa, con sede en Sevastopol, se hizo cargo de la producción. La teleco Softbank y algunos particulares apoyaron también el proyec-to con donaciones económicas.

“Estamos realizando mediciones, con GPS, en colegios y es-pacios públicos para hacer mapas. Los voluntarios que viven en distintas zonas de Fukushima recogen la información y nos la envían”, especifica el estadounidense afincado en Tokio. “Yahoo! muestra esa información en tiempo real en su web japonesa (radiation.yahoo.co.jp)”.

En este tiempo su mayor hallazgo ha sido comprobar que “no existe relación entre el miedo de la gente y el nivel de radiación real de un lugar o un alimento”, apunta Moross. “El miedo y la imaginación llenan los huecos del desconoci-miento. Las personas deberían poder encontrar información apropiada sobre la radiación”.

Las investigaciones de Safecast han derribado muchas suposiciones. Por ejemplo, que la capital nipona es un lugar contaminado. “Japón es un país con muy baja radiación. Después del accidente, la radiactividad exterior (fuera de los edificios) en el área de Tokio se multiplicó por tres y, aun así, sigue siendo levemente inferior a la media mundial. Normal-mente es de unos 0.2 uSv/h (microsieverts por hora) aunque varía de un lugar a otro. La radiación media del mundo es de 0.27 uSv/h, pese a que la mayoría de las ciudades tienen ni-veles más bajos. Unas cuantas poblaciones con una radiación natural alta, como Colorado o Filadelfia, elevan la media”, dice el ingeniero. “Algunas personas decidieron irse a vivir a Hong-Kong porque pensaban que era más seguro. Lo que no sabían era que la radioactividad en la ciudad china duplica a la de Tokio. Es de 0.4 uSv/h. Y países como India o Irán superan 200 veces la media mundial”.

El ingeniero comenta que “muchas fuentes aseguran que la exposición media antes del accidente era de unos 2.4 mSv/y (milisieverts por año). Un milisievert está formado por mil microsieverts pero la conversión no es tan simple como multiplicar la cifra por las horas de un año porque la gente no pasa todo el tiempo en el exterior. En sus casas y en el resto de edificios la radiación a la que se exponen es distinta. Puede ser mayor o menor, en función de los materiales de construcción y otra serie de factores”.

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Moross asegura que el accidente de Fukushima ha resultado menos contaminante que el de Chernóbil. Aun así todo el planeta lo ha notado y hay radioactividad que tardará cientos e incluso miles de años en desaparecer. Otra, en cambio, des-vanece antes de lo imaginado. “Nos ha sorprendido la rapidez con la que han disminuido ciertos niveles de radioactividad durante el primer año. En algunas zonas se ha reducido un 50%”, comenta. “La contaminación se va desplazando. La naturaleza la mueve. El viento, la lluvia... Después de un año la radiación se queda reposando en el suelo y se concentra en ciertas áreas. Los niveles pueden cambiar drásticamente en tan solo unos metros”. Las radiaciones se dejan caer sobre el asfalto y se pegan al cemento. Por eso, en Fukushima se han reemplazado muchas carreteras por vías nuevas, y esto ha supuesto una disminución importante en la contaminación de la zona.

En el cuerpo humano la radiación también se acumula después de comer alimentos contaminados. Pero, según el estadounidense, en 90 días se elimina. Las investigaciones llevadas a cabo desde el accidente revelan que las radiaciones tienen preferencias. Les gusta las hojas secas y oscuras. A menudo se acumulan en plantas como el té, verduras como las espinacas y en setas y champiñones. A los cereales como el arroz, en cambio, los deja en paz.

Entre los elementos químicos derivados de la contaminación radioactiva, Moross destaca el poder nocivo del cesio. Las radiaciones emitidas por estas partículas provocan daños celulares importantes. El estroncio, en su forma estable, puede ser beneficioso pero en su forma radiactiva resulta perjudicial. Se acumula en los huesos y los dientes, y puede provocar cáncer óseo. También incluye el polonio. “Es un me-

taloide muy radiactivo presente en el uranio. El tabaco tiene una alta concentración de este elemento y, por eso, algunos científicos piensan que este puede ser el causante del cáncer de pulmón”.

El potasio entra en la lista de elementos radiactivos citados por el investigador. Pero en este caso la radiación no procede de una fuente contaminada. La origina la propia naturaleza. “Un plátano proporciona más radiación que viajar al área de Fukushima”, indica. “La mayor fuente de radiación de nuestra vida procede del potasio”. La banana es un alimento radiacti-vo por naturaleza y, de acuerdo con Wikipedia, se considera “material radiactivo legítimo” porque, al igual que la cerámica o la arena para gatos, tiene suficiente radioactividad para ha-cer saltar las alarmas de los sensores que utilizan los puertos y aduanas de EE UU destinadas a detectar material nuclear.

En una realidad paralela a la que ha construido el miedo está la intensidad de la radiación del área de Fukushima. Es, según Moross, 10.000 veces menor a la radioactividad con capacidad para matar a un ser humano. Fuera de los 20 kiló-metros de exclusión no hay indicadores superiores a los que presenta la mayor parte del suelo de la Tierra. Sin embargo, la economía nacional y mundial ha borrado a la zona del mapa. “El desastre económico actual es mucho más grave que el problema de la central nuclear. Eso está perjudicando mucho más a la población. Los médicos jóvenes se han ido. Nadie quiere comprar productos de la zona y no importa que toda la producción se teste antes de enviarla al mercado. No se vende”, indica el especialista ambiental. “Esto los ha llevado a crear una economía local. Es la única forma de sobrevivir porque ahora la única industria que funciona en este lugar es la descontaminación”.

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La creatividad, mejor o peor canalizada, surca la mente de cada persona y solo necesita encontrar una vía de salida. La italiana Serena Olivieri se convirtió, desde que estaba en el colegio, en una esponja que absorbía todo lo que tenía que ver con la cultura, el arte o la restauración. En 2005, el año en que llegó a España, terminó un máster que tenía que ver con el diseño de exposiciones. Es decir, trabajaba en entornos en los que fluía la creación y la imaginación pero, en la mayor parte de casos, eran de otros.

Su vida comenzó a cambiar en el año 2010. Un viaje a Asia sirvió de detonante para comenzar a ser ella la que inventase desde cero. “Cuando te vas para allá, te separas de toda la realidad que queda aquí”, dice. “En aquel momento, España era un agujero negro a causa de la crisis. Ahora es todavía mucho peor”. Comenzó a verlo todo de otra manera y las circunstancias se conjugaron de forma que conformaron una especie de proceso de aprendizaje enfocado al trabajo manual.

Su madre necesitaba una web para un nuevo proyecto y lo de los objetos de papel era un recurso publicitario con un coste y una dificultad de ejecución asumible. “Comencé a empa-parme en internet de todo lo que se podía hacer y de cómo hacerlo. Empecé con unos pop-ups. En internet está todo lo que necesitas saber”, explica la italiana de San Benedetto del Tronto.

En su profesión, relacionada con las exposiciones y la gestión cultural, todo pintaba cada vez peor. Muchos de los trabajos tenían como destino final centros como La Casa Encendida o el Conde Duque, en Madrid, que han visto su

actividad inevitablemente reducida por las circunstancias que cada día pueblan los telediarios. “Empezaba a oler a fracaso. Veía que se iba a hacer muy complicado trabajar”. Optó entonces por realizar un máster de diseño y se inscribió en un curso de encuadernación japonesa con una encua-dernadora de la Biblioteca Nacional. “Tenía sueltos todos los dibujos que había hecho durante el viaje a Asia y quería publicarlos. Comencé a encuadernar por propia necesidad”. Cuerda, cartulina, cúter, y adelante.

A partir de ahí, el proceso de aprendizaje pasaba de desmon-tar volúmenes “para ver cómo funcionaban” a seguir trillan-do la red en busca de más y más información. Comenzó a hacer pruebas y a experimentar con el color y con distintos tipos de papel y descubrió el mundo de los blogs especializa-dos. “Había que preguntar a los que sabían”, se repetía. Creó su propio blog y comenzó a ver la posibilidad de vender sus creaciones a través de la red.

Olivieri asistió atónita al reconocimiento de lo que hacía como hobby con la publicación de su trabajo en blogs de todo el mundo. Le parecía curioso ese fenómeno mediante el cual alguien encuentra lo que hacía y, de esa manera, es descubierto por mucha gente. Le empezaron a llegar más pe-didos y con ellos una pequeña crisis, más de gestión que de creatividad. “Me vi en un conflicto que tenía que ver con la difícil relación entre producción y comunicación”, señala. Al fin y al cabo, todo esto no era más que un hobby —trabaja en una compañía de asistencia de viajes—, y tener que estar pen-diente de tantas facetas le sobrepasaba. “No entendía aún la dirección que quería tomar. Si tienes un poco de creatividad, quieres desarrollar una línea de productos”.

POR David García (@SrGarcia) FOTOS Brian Walker

Cuando se habla de Do It Yourself, de hacer cosas con las propias manos, la idea es que la proyección de todo sea real, es decir, que cualquiera pueda

replicar el proceso. Está muy bien saber cómo se fabrica un satélite de comunicaciones pero, quizás, es un tipo de conocimiento que queda algo

lejano para el mortal medio. Serena Olivieri eligió trabajar con papel. Empezó con un material cotidiano y accesible, de manera casi casual. Su horizonte artesano se ha ido ampliando de manera irrefrenable. Se empieza con un

pliego de papel pinocho y se termina… Bueno, por suerte, no se termina nunca.

UN MUNDO DE PAPELY ACUARELA

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Ese es el nuevo rumbo de la italiana en la actualidad. Ha optado por volcarse en la ilustración sobre los diseños de pa-pel que ya hacía y abrir el espectro creativo con otro tipo de objetos. “Ahora estoy centrada en diseños con un estilo claro que se basa en el dibujo con acuarela”, explica. Es también una cuestión casual, como cuando comenzó a trabajar con el papel. “Tengo una caja de acuarelas que uso desde los 17 años y quiero crear diseños con ella para estampar igualmen-te bolsos, camisetas, etc.”.

Su proceso de trabajo comienza bien temprano, por la ma-ñana, en una buhardilla de Malasaña. Antes de nada, breve repaso a internet, para encontrar inspiración, información y contacto a través de las redes sociales. Necesita autolimitar-se porque este paso en el mecanismo de puesta en marcha tiene un alto potencial de absorción de tiempo. Lo considera adictivo.

Siempre trabaja con música y, además, la utiliza como acele-rador creativo. “Pongo a gente como Django Reinhardt, Ella Fitzgerald o algo de bossanova y dejo que la ilustración brote automáticamente”. Mediante este ritual desarrolla patrones geométricos que luego trasplanta a cualquier producto.

Complementa todo este trabajo con más formación —ahora está con un curso de costura que le ayuda a ampliar el abani-co creativo—.

Entre sus influencias, cita como las principales a la ilustrado-ra californiana Lisa Congdon, con la que comparte el gusto por la ilustración de bicicletas entre otros muchos motivos; o Design Love Fest, el sitio web de la diseñadora Bri Emery en el que recopila inspiración procedente de muy diferentes lugares y disciplinas.

A estas alturas de la vida, la italiana sigue buscando su camino. En realidad, cuando uno vive inmerso en procesos creativos, ¿deja de buscarlo alguna vez? “Estoy esperando el momento para dar el salto definitivo, dejarlo todo y dedicar-me en exclusiva a mi proyecto”, confiesa. No quiere quemar su mejor idea en un escenario poco propicio, así que es paciente con los tiempos. “Mis amigos y yo le damos vueltas a más cosas, como cursos que puedan ayudar a la gente a desarrollar la creatividad y poder poner en marcha formas de ganarse la vida con ella”, declara.

Si hay que sacar una moraleja de todo lo que hace la diseña-dora, la cosa está clara. Necesitaba expresar algo. Comenzó a hacerlo con el papel y los cuadernos. Sigue con la ilustración sobre ese mismo papel y ahora va a por más formatos, más superficies y más diseños. Más de uno mataría por hacer de su hobby algo de lo que vivir. Serena Olivieri está a punto de conseguirlo.

SerenaOlivieri.com

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Ser conscientes de que dos neuronas piensan más que una y que cuatro ojos ven más que dos les hizo unirse profesionalmente. Dani Navarro y Joel Lozano llevaban años trabajando para terceros... hasta que sus vidas se cruzaron. Dos jóvenes, pero experimentados diseñadores, afines en su forma de pensar sobre el diseño gráfico, diferentes, pero con un paladar similar para el diseño y con ideas compartidas so-bre el futuro que ambos deseaban tener. El resultado se llama Forma & Co, el estudio que ambos constituyeron en Barcelona a principio de 2012.

“Estábamos en un momento de madurez personal similar”, señala Navarro, “nos sentíamos suficientemente experimenta-dos para empezar un nuevo proyecto y a la vez teníamos toda la ilusión y energía del que empieza”. Desde ese momento, ya no hablan de individuos, sino de equipo, y se sienten más fuertes porque sus funciones dentro de una misma estructura son complementarias.

Aprender a trabajar juntos no supuso ningún problema. Ambos afrontan inicialmente cada proyecto creativo, que des-pués acaba desarrollando uno en función de las necesidades. “Incluso en muchas ocasiones nos cruzamos los documentos, como si fuese una partida de ping-pong, para ver si alguno de los dos puede aportar algo y mejorar lo anterior”, dice Lozano.

DOSMEJORQUE UNO

POR Juanjo Moreno

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Se sienten cómodos trabajando en proyectos editoriales, de identidad, ilustración o animación. “Por encima de todo, lo que más nos gusta es el diseño gráfico, más allá del soporte o la finalidad que pueda tener el mismo”. Si hablamos de sectores empresariales, les gratifica especialmente trabajar en temas culturales o sociales, aunque reconocen que el reto, indepen-dientemente del entorno, está en ayudar a las empresas en su imagen de marca y comunicación. Y aseguran que cuando el objetivo es disfrutar con lo que uno hace, la envergadura del proyecto es lo de menos: desde unas simples tarjetas hasta un proyecto complejo con múltiples aplicaciones y soportes. “Cada encargo tiene su atractivo”.

Y como no solo de grandes clientes vive el estudio, los proyectos personales se han convertido en algo esencial en Forma & Co, una vía de escape, de experimentación y de reflexión que sus componentes consideran absolutamente necesaria. Su proyecto personal más visible ha sido Re-Visión, un ejercicio de estilo y de síntesis de diferentes iconos cultu-rales. Se trata de una serie de retratos de los personajes más representativos del mundo del cómic, del cine, de la televisión, del deporte y de la música. “Hemos impreso algunas postales y pósters promocionales que, junto a serigrafías y chapas, se venden en distintos establecimientos de Barcelona”.

Simpleza, pureza, orden, austeridad, economía de recursos, claridad, esencia... son conceptos que forman parte del ADN de este estudio. “Valoramos especialmente los diseños que albergan ideas o conceptos en su interior, por encima de las soluciones exclusivamente formales”. ¿Minimalismo? “Algunos de nuestros diseños pueden serlo, pero en sí, en nuestra mane-ra de diseñar el minimalismo es un medio, no una finalidad”.

Forma & Co también está compuesto por una tercera persona, Roger Pau, quien asesora y lidera todo lo relacionado con la programación y páginas web.

LAS 10 REFLEXIONES DE FORMA & CO• Intentamos expresar mucho con poco.• De manera más o menos intencionada, acabamos

trabajando siempre con formas muy básicas y con los mínimos elementos posibles.

• Si podemos utilizar un tipo de letra, mejor que dos.• Si funciona en un color, no ponemos dos.• Todo lo que no es importante lo eliminamos del diseño.• Huimos de los efectos sin sentido.• Por norma general, nuestros trabajos se basan en

conceptos y se formalizan a través de la síntesis gráfica.• Eliminamos lo gratuito e intentamos ser coherentes

y cumplir con el brief.• El cliente no es el enemigo: es un socio con el que

tenemos que ser afines.• Nos gusta poder aportar cosas en todo aquello

que participamos. www.forma.co

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NO LEAS. ¡DIBUJA!

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NO LEAS. ¡DIBUJA!

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YOROKOBUAgendaCreativity Meeting Point

Gamification, Diseño para Todos, Robots y presentaciones PechaKuka en la quinta

edición del evento de creatividad.Museo Marítimo

Bilbao

19-21.03.2013Mobile World CongressSe esperan más de 70.000 visitantes

para la mayor feria de telefonía móvil del mundo.

Fira de BarcelonaBarcelona

25-28.02.20133º PICNIC fotográficoFotos, arte y audiovisuales en un fin de semana fotográfico en la sierra

de Gredos organizado por la escuela Blankpaper.

Montebletrán

17-19.05.2013Lurrazpiko Festa 2013

Un arsenal de propuestas frescas para descubrir en un festival que apuesta

claramente por la música subterránea con ganas de dar el salto a lo masivo

Sala GastezsenaDonosti

02.02.2013

Ctrl Alt SuprUn hostal se ofrece como escenario para ver arte, coincidiendo con ARCO, para

mostrar propuestas que no tienen cabida en el festival.

Hostal the Living RoofMadrid

15-17.02.2013The Perfect AmericanLos últimos años de la vida de Walt Disney en una ópera compuesta por

Philip Glass.Teatro Real

Madrid hasta el

06.02.2013Encuentro Internacional

Libre GraphicsEste encuentro reúne a desarrolladores

y diseñadores de todo el mundo para trabajar con las diferentes herramientas

existentes de código abierto y gráfica libre. Ya está abierto el plazo para

mandar propuestas.Medialab-Prado

Madrid

10-13.04.2013

Beach HouseVictoria Legrand y Alex Scapelly

vuelven a España para presentar su cuarto disco.

Sala Apolo Barcelona 13-14.03.2013La Riviera

Madrid

15.03.2013Los Encargados

“Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es para el

pueblo, y para cada porción del pueblo, el más sagrado de sus derechos y el más indispensable de sus deberes.” Santiago

Sierra y Jorge Galindo presentan su nueva obra dedicada especialmente a

los gobernantes de este país.Galería Helga de Alvear

Madrid hasta el

02.03.2013Die a Sad Death

Una selección exquisita de los nuevos trabajos de Heather Benjamin y

Alexander Heir, dos artistas emergentes de la escena neoyorquina en un proyecto

colaborativo.Watdafac Gallery

Madrid

07.02.2013

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NUMEROGRAFÍA#37Autor: Luis ArmesillaNúmero favorito: 3 www.aesthetictherapie.com

No es fácil encontrar tipografías inusuales en tu mesa de trabajo. Luis Armesilla buscó unos números “lo más experimentales posibles” haciendo bocetos en un papel. Pero ahí no estaban. “Llegaba a resultados tradicionales”, dice el diseñador. Y eso hizo que decidiera “trabajar siguiendo otro método”. “Elegí un módulo que se repitiera en todos los números y, a partir de él, empezar a construir cada uno. Después de un par de pruebas con formas triangulares, construí un par de números (3 y 6) a partir del círculo. Esta figura es la que he acabado usando para dibujar el resto”. El resultado, comenta Armesilla, “acaba originando formas muy sólidas que, aparte de funcionar en 2D, tienen muchas posibilidades a la hora de hacer aplicaciones en 3D”.

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www.volkswagen.es

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