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8/18/2019 4530504.pdf http://slidepdf.com/reader/full/4530504pdf 1/19  Venezuela: Critica literaria y cultura del petroleo Author(s): Beatriz González Stephan and Beatriz Gonzales Stephan Source: Revista de Crítica Literaria Latinoamericana , Año 16, No. 31/32 (1990), pp. 237-254 Published by: Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACP Stable URL: http://www.jstor.org/stable/4530504 Accessed: 04-04-2016 02:35 UTC  Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://about.jstor.org/terms  JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACP  is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Revista de Crítica Literaria Latinoamericana This content downloaded from 128.59.222.12 on Mon, 04 Apr 2016 02:35:06 UTC All use subject to http://about.jstor.org/terms
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 Venezuela: Critica literaria y cultura del petroleoAuthor(s): Beatriz González Stephan and Beatriz Gonzales StephanSource: Revista de Crítica Literaria Latinoamericana , Año 16, No. 31/32 (1990), pp. 237-254Published by: Centro de Estudios Literarios "Antonio Cornejo Polar"- CELACPStable URL: http://www.jstor.org/stable/4530504Accessed: 04-04-2016 02:35 UTC

 

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 REVISTA DE CRITICA LITERARIA LATINOAMERICANA

 ANO XVI, N2 31-32, Lima, 1990; pp. 237-254

 VENEZUELA: CRITICA LITERARIA Y

 CULTURA DEL PETROLEO

 Beatriz Gonztilez Stephan

 Universidad Sim6n Bolivar

 Entre el desconcierto y la ira, el asombro y el horror, la poblaci6n

 venezolana despertaba despu6s del 27 de febrero a contemplar entre

 montafnas de basura y escombros los innumerables muertos que ya-

 cian en las avenidas caraqueflas como saldo de los violentos aconte-

 cimientos que sacudieron una amodorrada vida politica que habia acu-

 mulado, por un lado la riqueza petrolera, el crecimiento delictuoso de

 capital, la usura, el incremento de la corrupci6n, el parasitarismo, y,

 por el otro lado, la ampliaci6n de la pobreza, el desbordamiento de los

 precios, el desempleo y la marginalidad.

 Una masa poblacional socialmente difusa y pollticamente no

 menos anirquica baj6 de los cerros para recuperar lo que simb61i-

 camente consideraba suyo despu6s de haber sido espectadora, hasta

 ahora silente, del despojo de la cosa publica. Para todos fue evidente

 que se abria una nueva etapa para el que antes fuera pais saudito. Se

 cerraba el ciclo del ' iami nuestro ; y las fantasias de Walt Disney

 -donde tantos venezolanos hallaron una representaci6n vicaria y no

 menos alienada de su realidad- asi como los efectos de una democracia

 sostenida precariamente por los dictamenes de la irracionalidad capi-

 talista se vieron agresivamente resquebrajados para dar paso a la otra

 Venezuela, que se mantuvo al margen tanto de la bonanza facil como

 olvidada de las promesas sociales que un estado populista ofrecfa reite-

 radamente tan s61o para perpetuarse en el poder.

 De alg]n modo y con una mayor nitidez, se ha puesto en evidencia

 una profunda disociaci6n entre el discurso polltico y cultural de la ofi-

 cialidad y las condiciones concretas de una realidad que debfa hallar

 su representaci6n imaginaria en tales discursos. En otras palabras, se

 pone de manifiesto el caracter inadecuado -engafloso y desnaturaliza-

 do- de una serie de practicas ideol6gicas, que mas bien tendfan (y tien-

 den) si no a una elaboraci6n irreal del pafs a su mas descarada nega-

 ci6n. Tal es el caso, por lo menos en lo que respecta al ambito cultural,

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 238 BEATRZ GONZALEZ STEPHAN

 la sustituci6n del conocimiento de las manifestaciones literarias nacio-

 nales o latinoamericanas por una cultura de farandula, mas centrada

 en la magnificaci6n del uiltimo best seller norteamericano o europeo y

 en hacer pasar por critica literaria el cotilleo de la prensa domingue-

 ra. Se trata de una cultura consumista adecuada a una sociedad igual-

 mente consumista, sat6lite acefala de los centros metropolitanos. Yan-

 quizaci6n de las costumbres, desprestigio de las tradiciones naciona-

 les, desarraigo cultural, p6rdida del horizonte hist6rico, proliferaci6n

 de centros comerciales, de clubs campestres y nocturnos, becas Fun-

 dayacucho, talleres literarios, creaci6n de casas de ]a cultura, celebra-

 ci6n de las glorias artisticas locales, son expresiones de la misma poli-

 tica populista.

 Con el 27 de Febrero se ha prendido la luz roja en el panel. lHay dos

 realidades en franca pugna: el proyecto politico e ideol6gico de una so-

 ciedad deudora de los valores de la Venezuela petrod61ar -por lo visto

 en crisis y en decadencia-, y un proyecto social que, en virtud de una

 perspectiva mas nacional, puede devolverle al pais una imagen mAs

 justa y c6nsona con lo que ha sido y es actualmente. Vale decir que

 ambos proyectos han coexistido en estas uiltimas d6cadas; s6lo que el

 primero se ha eregido en el dominante, dado que las condiciones eco-

 n6micas favorecieron la configuraci6n de una sociedad con intereses

 particulares, que tambi6n desarroll6 las condiciones que inhibieron

 tanto el estudio riguroso de los fen6menos culturales como una sensi-

 bilidad mAs volcada hacia lo propio o lo continental. Podriamos consi-

 derar que el segundo proyecto se constituy6 durante este periodo como

 una propuesta alternativa, es decir, en una tendencia aunque poco fa-

 vorecida y congraciada en los medios institucionalizados- que fue apor-

 tando respuestas y trabajos serios y organicos que develaban el perfil

 econ6mico, social y cultural de nuestras realidades. Este uiltimo, al re-

 cuperar para si una perspectiva descolonizada y mas latinoamerica-

 na, ha ido desarrollando un discurso que tiene por objeto el estudio de

 las formas y expresiones de nuestro contexto. Se erige en contestatario

 frente a las prActicas del poder dominante. Su sobrevivencia a lo largo

 de estas dos d6cadas no ha sido facil. Se vio en muchas oportunidades

 acosado por el mismo poder institucional que lo auspiciaba. Tuvo poca

 resonancia en los medios academicos y editoriales, mas abocados a la

 difusi6n de escritores internacionalmente consagrados y obras extran-

 jeras que garantizaran una venta pingue. Trabaj6 a contrapelo en un

 espacio cultural que mAs bien creaba las condiciones para el desplie-

 gue de formas discursivas irracionales o poco dadas a una conceptua-

 lizaci6n rigurosa.

 Dentro de este panorama, los aportes que los estudios literarios en

 Venezuela han hecho a la disciplina son bastante modestos, si toma-

 mos en cuenta, por un lado, Ia enorme disponibilidad econ6mica que

 tuvo el estado para financiar toda clase de proyectos y equipos de inves-

 tigaci6n, y, por el otro, si comparamos el desarrollo de la misma criti-

 ca literaria hispanoamericana en otros pafses, que, menos favorecidos

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 VENEZUELA: CRITICA LITERARIA Y CULTURA DEL PETROLEO 239

 por las condiciones econ6micas y pollticas, han entregado resultados

 sustanciales en este uitimo tiempo.

 Creemos que todo balance que se haga de la critica literaria en Ve-

 nezuela no debe descuidar que dsta se desenvuelve como una practica

 social mas entre otras. Por ende, setialar sus logros, es decir, los al-

 cances de Ia nueva critica, implicara entenderlos en el marco de unos

 valores tradicionales aun dominantes, que operan basicamente en tan-

 to corolarios de las practicas ideol6gicas de un estado populista.

 Sostener, como se ha sostenido, que la crftica literaria puede y debe

 desarrollarse como un discurso cientifico, y, por lo tanto, los estudios

 literarios formar parte de las ciencias sociales, y tambi6n, por ende, te-

 ner como objeto la producci6n de conocimientos sobre el fen6meno cul-

 tural, esto es, ]a producci6n de un discurso que d& cuenta y explique

 racionalmente las realidades ficcionales, parece un exabrupto, si no

 una herejla en los medios acaddmicos, universitarios y culturales de

 nuestro pais.

 Mas bien lo que se sigue entendiendo por crntica literaria es el libre

 ejercicio de una fantasia recreadora del texto, que prefiere registrar la

 temperatura de una subjetividad, Ia emoci6n que ha dejado la lectura o

 relectura preferiblemente de un Milan Kundera, Suskind, Michael

 Ende, Sartre, Cavafis, Keats, Pound, Joyce, Proust, Rimbaud...

 Aunque el impresionismo y la critica del gusto gozaron en su debi-

 do momento de un prestigio nada desdeflable (pensemos en la trans-

 cendencia que adquirieron figuras como Benedetto Croce y T. S. Eliot),

 hoy por hoy en los estudios literarios son tendencias harto superadas,

 sobre todo si consideramos que 6ste estudio de la producci6n ficcional

 debe entregar conocimientos objetivables. Sin embargo, como las condi-

 ciones sociales e ideol6gicas que controlan aquellas tendencias no s61o

 no han desaparecido sino que se han profundizado, su arraigo en cier-

 tas circunstancias -como el caso venezolano- se hace casi patol6gico.

 No hace mucho, Imagen public6 una entrevista a uno de los perso-

 najes claves de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Ve-

 nezuela y paradigma de una de las modalidades criticas que mas se-

 guidores tiene, en Ia cual se le preguntaba acerca del trabajo del critico

 y Ia necesidad de estudiar la literatura nacional, temas que en el Am-

 bito venezolano han resultado espinosos y pol6micos:

 Creo que podemos acercarnos a una obra dejando que ella se vaya

 descubriendo en uno (...) La literatura y el arte son un habla que no

 es conceptual. Por eso me interesa trabajar con imdgenes, no con

 ideas (...) Acercarse a la imagen es ver c6mo esa imagen toca tus

 emociones. Ahf hay una relaci6n entre emocidn e imagen que es una

 gufa para empezar a ver el texto y verse a st mismo en un texto,

 segun Proust (...) La emoci6n es valorizar las cosas, y ese es el

 trabajo del crftico (...) El estudio de la literatura antes que producir

 conocimientos' (como se dice ahora), podrfa ser el registro o el relato

 de esa experiencia. Creo que lo verdaderamente fecundo de un

 estudio literario (...) es lo que esa aventura modific6 en nosotros, y lo

 que descubrimos en nosotros mismosl.

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 240 BEATRZ GONZALEZ STEPHAN

 Se trata obviamente de un tipo de prActica discursiva que jerarqui-

 za, en la relaci6n que se establece entre sujeto-objeto, el espacio de la

 subjetividad emocional del sujeto cognoscente. La posibilidad de tras-

 cender esta subjetividad queda bloqueada ya que hay un sistema de va-

 lores que controla desde otra instancia -nada inocente por cierto la in-

 necesidad y hasta el desprecio por afrontar el mundo de los fen6menos

 objetivos.

 Dentro de esta modalidad critica no interesa mayormente ni el

 conocimiento de la obra literaria como tampoco desarrollar premisas

 te6ricas para conocerla. Mds bien importa ejercitar una practica que

 tiene como fin su propia autocontemplaci6n narcisista: puntualizar

 las sensaciones de un yo hiperestesico: el espacio del afuera deja de

 existir, se cancela la percepci6n de la realidad hist6rico-social, el dis-

 curso critico se vuelve autorreferencial.

 Los sectores que detentan esta posici6n son renuentes a la investi-

 gaci6n literaria en general, y mas al estudio de la propia literatura na-

 cional, que, de paso, se les ofrece como el campo menos atractivo:

 Si trato de atenerme a mis reacciones mAs inmediatas y espontAneas

 provocadas por la lectura de la literatura venezolana, en general

 debo decir que estas fueron de aburrimiento. Con algunas

 excepciones la literatura venezolana me aburre ...) Simplemente:

 como me aburrfa, no me interesaba. Cuando tuve que decir algo ese

 abumrimiento se convirti6 facilmente en rechazo y negaci6n (..)2.

 En la serpiente que se muerde la cola. Como la critica no consiste

 en Ia producci6n de conocimientos necesarios sobre una realidad tam-

 biWn necesaria, nos encontramos ante una deliciosa aporfa: Ia literatu-

 ra venezolana aburre; luego la literatura venezolana es negada; asi no

 existe, porque el acto del conocer no le da estatuto; por uiltimo, s6lo

 existe un YO que se mira el ombligo.

 Quizas esta situaci6n, relativamente canonizada en algunos me-

 dios del pals, resulte en extremo graciosa por lo absurda para los no fa-

 miliarizados con ella. Sin embargo, tambi6n grupos nada reducidos

 han dejado sentir su disgusto al respecto, y han hecho reclamos para

 que se fomente en las universidades y entre los especialistas el estudio

 sistemAtico, objetivo y riguroso de la vida cultural nacional y continen-

 tal. Por ejemplo, el afio pasado el Suplemento Cultural del peri6dico

 Ultimas Noticias despleg6 bajo titulares desconsoladores ( Crisis en la

 Escuela de Letras , Cerrada por falta de ptiblico ) una critica mordaz

 al estado en que se encuentran los estudios literarios, por lo menos a

 nivel acad6mico:

 el lugar que debiera ser el estudio serio y confrontaci6n de ideas a

 partir de argumentaciones coherentes, sustentadas en un

 conocimiento concreto, es ocupado por la charlatanerfa, el

 dilettantismo, el facilismo y la divagaci6n caprichosa. En vez de la

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 VENEZUELA: CRITICA LITERARIA Y CULTURA DEL PETROLEO 241

 investigaci6n que se realiza en equipo, articulada en una experiencia

 colectiva en la que los interlocutores van compartiendo sus dudas,

 sus riesgos y los resultados de su indagaci6n, se produce un

 populismo demag6gico en medio del cual profesores y estudiantes se

 hacen c6mplices en el hecho de no exigirse mutuamente nivel y

 calidad acad6micos, y de reducir la experiencia docente a algo que en

 poco se diferencia de una charla de sal6n o de cafetfn, simplemente3.

 Desde otro angulo, otras voces han hecho notar que el bajo perfil de

 ]a literatura venezolana se debe mas a ]a ausencia de una critica que le

 & un rostro que a la calidad de la misma4.

 Al negarse ]a posibilidad cognoscitiva de ]a raz6n frente a] fen6me-

 no literario, se estd postulando una concepci6n ideol6gica irracional

 tanto del trabajo artlstico como del proceso intelectual que lo compren-

 de, valorando a ambos como actividades socialmente improductivas. A

 fin de cuentas sirven de ornato pliblico dentro de una politica estatal

 que ha tenido como proyecto ]a banalizaci6n de las formas culturales,

 que podria ir desde la cosificaci6n de las expresiones populares, ]a ma-

 sificaci6n de la cultura norteamericana, espectdculos de competici6n

 intelectual, hasta la instauracidn de toda clase de premios a la mejor

 oda, cuento, novela y en-isayo. En todo caso, es un espacio cultural don-

 de el ejercicio del criterio se ve inhibido, o, por el contrario, estimulado

 para producir formas discursivas paradojalmente enajenadas y ena-

 jenantes.

 Obviamente que este tipo de critica detenta unos valores que son

 concomitantes con las formas ideol6gicas que ha desarrollado y pro-

 fundizado un estado populista petrod6lar en estas dos uiltimas d6cadas.

 Aunque en esta oportunidad no nos vamos a detener en sefialar los

 contenidos de las prdcticas populistas5, interesa destacar que en el ca-

 so venezolano nos hallamos ante un estado que ha gozado de un pre-

 supuesto nacional saudito, lo que ha generado una sociedad irracio-

 nalmente consumista, derrochadora, parasitaria, apegada al cliente-

 lismo, acostumbrada a una existencia ficticia, a vivir siempre sobregi-

 rada, volcada hacia el exterior.

 Estos factores acentuaron las ya tradicionales estructuras coloni-

 zadas y dependientes, como tambi6n acentuaron un proceso de (iesna-

 cionalizaci6n en todos los frentes, y especialmente en el plano ideol6gi-

 co, una destrucci6n de Ia autopercepci6n de la realidad, ]a disoluci6n

 del pasado hist6rico y su reemplazo por formas hipertrofiadas, una

 conciencia aplanada de los conflictos sociales, ]a interiorizaci6n de Ia

 gramatica del poder castrador de un estado omnipotente.

 En este sentido, los mecanismos de autocensura son dificiles de

 medir y controlar. Pero, en terminos generales, podemos decir que es-

 tin dadas las condiciones que propician un estado de enajenaci6n so-

 cial perversamente mantenido por los grupos detentadores del poder.

 Una de sus funciones es potencializar mecanismos ideol6gicos que

 desideologicen al maximo grado. Entre ellos, al menos en el ambito

 cultural, promover el anti-academicismo y el saber basado en la in-

 tuici6n, el instinto y en ]a emoci6n. El intelectual es despreciado, a me-

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 242 BEATRZ GONZALEZ STEPHAN

 nos que sea portavoz de discursos inofensivos. De alli que se vea como

 sospechoso el saber que apunte hacia una construcci6n objetiva, orga-

 nica e historica de las realidades nacionales o latinoamericanas.

 Por lo tanto, no es de extrafiar que haya habido un ersatz cultural:

 populismo y neoliberalismo vienen acompafiados desde el boom petro-

 lero por un repunte del existencialismo sartreano, las lecturas de

 Hesse, Fromm, Marcuse, Saint-Exuperie, Rimbaud, Baudelaire,

 Proust, etc., al lado de toda una gama de filosofias orientales.

 Todos estos factores terminan por reforzar una perspectiva euro-

 centrista que controla tanto la selecci6n que se hace de las obras litera-

 rias a considerar como la aplicaci6n mecanica de metodologlas a Ia

 hora de estudiar inclusive las manifestaciones culturales propias.

 Dentro de esta modalidad los ensayos de Francisco Rivera (Ulises y el

 laberinto 1983, Entre el silencio y la palabra 1985) y la critica de Gui-

 llermo Sucre (La mdscara, la transparencia 1975, libro que gan6 el

 Premio Nacional de Ensayo) podrian ser representativos.

 Aunque este tipo de acercamiento al hecho literario tambi6n

 aborde autores latinoamericanos, lo hace a partir de una serie de pre-

 misas tales como su virtual semejanza con modelos europeos, obras

 que permitan acentuar una referencialidad difusa y universalista- que

 tienen en uiltima instancia como paradigma un sistema de valores

 est6ticos europeos con los cuales se miden los fen6menos latinoameri-

 canos. Por esta via son recuperados autores como Lezama Lima, Bor-

 ges, Octavio Paz, Dario, Huidobro, Neruda, Vallejo, Sabato, Lugones,

 Juarroz, y dentro de ]a tradici6n venezolana, Jos6 Antonio Ramos

 Sucre, Guillermo Meneses, Teresa de la Parra, Vicente Gerbasi, Sal-

 vador Garmendia, son los que han capitalizado ]a atenci6n tanto de la

 critica impresionista como de aquella otra que aplica esquematica-

 mente las mas recientes metodologfas de la disciplina para demostrar

 quizas no tanto un ejercicio riguroso cuanto un afan por estar al co-

 rriente en el uiltimo grito de la moda estructuralista o semi6tica.

 De este modo, nos vamos a encontrar con dos propuestas antag6ni-

 cas, irreconciliables: la subjetiva / impresionista y la objetiva / cientifi-

 cista; sin embargo, ambas supeditadas a la misma perspectiva euro-

 centrista, ambas practicas crlticas colonizadas; ambas reproducen a

 su manera un consumisrno cultural: refuerzan autores prestigiados,

 hacen gala de t6cnicas anallticas en boga.

 Buen ejemplo de ello puede ser la revista Letras (publicaci6n del

 Instituto Universitario Pedag6gico de Caracas), en la cual en la mayor

 parte de los trabajos del area de literatura -aunque dedicados a obras

 latinoamericanas y venezolanas- el t6pico subyacente de todos ellos es

 demostrar el conocimiento de Barthes, Levy-Strauss, Kristeva, Grei-

 mas, Pouillon, Goldmann, etc. Otro ejemplo interesante al respecto es

 el libro Teorta semiol6gica del texto literario. Una lectura de Guillermo

 Meneses (1986) del joven investigador Douglas Boh6rquez de la Univer-

 sidad de Los Andes.

 A fin de cuentas, el nuevo enfoque no es otra cosa que un enfoque

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 VENEZUELA: CRITICA LITERARIA Y CULTURA DEL PETROLEO 243

 mAs que no entrega una comprensi6n del proceso o funcionamiento de

 la literatura nacional. Es el articulo que busca una buena justificaci6n

 ante la instituci6n que lo respalda. Justifica un quehacer burocratiza-

 do; cumple con una agenda de congresos para asegurar el ascenso

 academico. Pero encubre la ausencia de una verdadera investigaci6n

 que implique el arqueo de documentos, fuentes y archivos, ademas de

 la requerida modernizaci6n de los medios de informaci6n, libros, bi-

 bliotecas. Participa de igual forma que la critica de cafetin de una cul-

 tura de mamposterfa: instituciones que promueven eventos, publica-

 ciones, revistas, y con ello, una proliferaci6n de articulos que reinciden

 sobre lo obvio6.

 Tanto ]a critica impresionista como esta otra permanecen ideol6gi-

 camente atrapadas en un ahistoricismo que las lleva a realizar una

 lectura descontextualizada de las manifestaciones literarias. Ambas

 se mueven dentro de un marco inmanentista; una traslada su objeto al

 universo privado del lector; la otra duplica innecesariamente un dis-

 curso te6rico conocido. En la base ninguna concibe la producci6n cul-

 tural en tanto praxis social e hist6rica. Las consecuencias son un ejer-

 cicio crftico que incurre en un alto grado de formalizaci6n conceptual,

 y, por ende, una concepci6n disgregada y atomizada de las realidades

 culturales y sociales. Pareciera que sus resultados no estuvieran dan-

 do cuenta del sentido especlfico que tienen los fen6menos analizados.

 Abundan dentro de esta linea los enfoques monograficos. En 1979 Ar-

 genis P6rez Huggins public6 Nueva Lectura Critica, volumen que

 aglutina 4 ensayos sobre 4 autores venezolanos (Perez Bonalde, Poca-

 terra, Sanchez Pelaez, Francisco Massiani) sin ninguna relaci6n7. Asi

 tambien podrfamos mencionar la serie de monografias que sac6 la edi-

 torial venezolana Monte Avila sobre Teresa de la Parra, Julio Garmen-

 dia y Jose Antonio Ramos Sucre.

 Esto evidencia unas cuantas cosas: el casi total desinter6s por

 abarcar conjuntos literarios; esto es, en otro nivel, una p6rdida de una

 visi6n totalizadora y estructural de la realidad; es decir, una percep-

 ci6n desintegrada de los fen6menos culturales y sociales. De allf que el

 tema de lo fantastico y de lo real maravilloso haya acaparado tanta

 atenci6n. Asturias, Carpentier, Borges, Cortazar, Garcia Marquez son

 clasificados dentro de la inexplicable esencia latinoamericana8.

 Misterio, irracionalismo, ahistoricismo, formalismo, inmanentis-

 mo se dan ideol6gicamente la mano con una situaci6n social que ha in-

 tensificado la enajenaci6n en todas sus formas. Y uiltimamente es pre-

 cisamente en estos sectores de la critica artistica que tienen acogida los

 postulados del muy norteamericano y europeo Postmodernism . Las

 pr6dicas del fin de la historia , el descr6dito de la totalidad, el cuestio-

 namiento de la objetividad cientffica, la renovada confianza en la sub-

 jetividad individual como acercamiento a la realidad, la superposici6n

 indiscriminada del pasado como resultado de una lectura nostalgica

 mas que una comprensi6n organica y racional, alimentan tanto el sub-

 jetivismo narcisista como la critica inmanentista, garantizando pres-

 tigiosamente la explicaci6n de textos en tanto ejercicio ludico del len-

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 244 BEATRZ GONZALEZ STEPHAN

 guaje. Asf pues, estudiar el mito en ciertos autores (Asturias, Scorza,

 Fuentes, Garcla Mdrquez, Borges, Carpentier, Rulfo) como el elemen-

 to maravilloso permite cancelar los compromisos con Ia historia sin

 que ello aparezca como un exabrupto formalista.

 La crisis en Venezuela descubre descaradamente la relaci6n man-

 comunada que existe entre el neoliberalismo en el plano econ6mico, un

 populismo ret6rico y desgastado en el escenario politico, y, en el nivel

 cultural, la atm6sfera de la nueva derecha se concreta, por un lado,

 en un idealismo subjetivista fuertemente desnacionalizador y ahist6-

 rico, y, por otro, en una exaltaci6n hipertrofiada de valores literarios

 nacionales.

 DetengAmonos en esta ultima idea: Ia violenta desnacionalizaci6n

 que ha sufrido el pais en estos decenios -tanto en su descapitalizaci6n

 econ6mica como en el sistema de valores sociales- ha promovido para-

 dojalmente Ia fabricaci6n magnificada de algunos escritores venezola-

 nos como mecanismos suceddneos ante el vacio que ha dejado la deses-

 timaci6n de la propia cultura nacional. En este sentido, Ia obra de R6-

 mulo Gallegos y Ia de Andr6s Bello nunca ha sido objeto de tantos co-

 mentarios y anAlisis como en este ultimo tiempo.

 Es interesante hacer notar que habiendo recibido la literatura ve-

 nezolana una atenci6n poco cuidadosa, cuando ]a critica se interesa en

 ella se aboca desproporcionadamente sobre estos autores entre otros9.

 Por ejemplo, en 1980 el Congreso de Ia Republica edit6 la bibliografia de

 R6mulo Gallegos en 4 volimenes a cargo de Efrain Subero. Un grueso

 volumen de las actas del XIX Congreso Internacional de Literatura

 Iberoamericana celebrado en Caracas en 1979 esta enteramente dedi-

 cado a ]a relectura de la obra del escritor venezolano. Asi tambi6n las

 revistas Letras y Escritura le dedican numeros monogrdficos; y no son

 escasos los libros quo han entregado un analisis que no deja de ser in-

 teresante (entre ellos se encuentran R6mulo Gallegos y la revolucion

 burguesa en Venezuela (1976) de llarrison Sabin Howard, El Positivis-

 mo en las ideas politicas de R6mulo Gallegos (1982) de Clemy Machado

 de Acedo, y R6mulo Gallegos: la realidad, la fieci6n, el simbolo (1985)

 de Rafael Fauquie Bescos). Otro tanto ha sucedido con la obra de An-

 dr6s Bello, que ha ocupado a numerosos historiadores, juristas, pensa-

 dores, educadores y, sobre todo, linguistas en nuestro pais.

 Independientemente de los aportes, sin duda valiosos, de todas es-

 tas investigaciones, creemos que hay una serie de factores ideol6gicos

 que deben crear una representaci6n simb6oica de lo nacional . El ima-

 ginario social venezolano ha visto enajenar su cultura y perder los asi-

 deros de sus valores tradicionales. Por tal motivo, la propuesta ideol6-

 gica de ]a obra galleguiana, por ejemplo, al no desintonizar con los va-

 lores dominantes permite su fAcil mitologizaci6n, y con ello satisfacer:

 uno, las expectativas de los valores nacionales' del imaginario social;

 dos, compensar ideol6gicamente Ia carencia de una cultura que ha si-

 do en su mayor parte deslavada; y tres, crear un efecto metonlmico en

 los estudios literarios, en los cuales se sustituye el conocimiento de to-

 do el proceso cultural venezolano por la absolutizaci6n de algunas fi-

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 VENEZUELA: CRITICA LITERARIA Y CULTURA DEL PETROLEO 245

 guras.

 Por otra parte, lejos de operar por medio del mecanismo del reflejo,

 la ideologia neoliberal sigue utilizando sus viejos esquemas: el ideolo-

 gema civilizaci6n y barbarie sigue funcionando de alg]n modo en la

 Venezuela actual. El estado sigue implementando ese patr6n de valo-

 res como una ideologia compensatoria que justifica y enmascara una

 acentuada tendencia exoc6ntrica10.

 La tendencia ideol6gicamente dominante en los estudios literarios

 en Venezuela perpetua durante las decadas '70 y '80 una prictica criti-

 ca conservativo-elitesca, por cuanto mantiene una direcci6n textualis-

 ta que fetichiza el juego de los significantes y un lirismo subjetivista

 igualmente divorciado del contexto hist6rico. Tendencia aun deudora

 de la vieja tradici6n critica, pero dificilmente erradicable dado que se

 hermana convenientemente con los valores politicos tambi6n domi-

 nantes. Inhibici6n hist6rica y sociologica en el pensamiento crftico lite-

 rario es una de los flancos de la pacificaci6n y neutralizaci6n ideol6-

 gica que viene practicando el estado petrolero para adormecer las con-

 ciencias beligerantes. Los regimenes inquisitoriales latinoamericanos

 -y Venezuela no es precisamente en esta d&cadas el mejor ejemplo-

 pugnan para que las condiciones objetivas que constituyen el contexto

 natural de las obras permanezea innombrado y se sustraiga toda for-

 ma de expresi6n asimilable a la denuncia.

 Esta crftica nos ha entregado como saldo la subordinaci6n a valo-

 res culturales forTneos, el regodeo con los prestigiados del boom, y el

 estudio monografico de autores venezolanos contemporaneos, que ya

 van constituyendose en pante6n de las letras nacionales.

 Nos hemos referido hasta ahora a una de las tendencias de la criti-

 ca literaria, que, si bien capta un espacio importante de la vida intelec-

 tual nacional, no goza de mayor trascendencia, en el sentido que segui-

 ra, alimentando el cotilleo de la prensa dominical y el regodeo narci-

 sista de un publico interesado en cultivar una concepci6n hedonista del

 arte.

 Sin embargo, tambidn en estas ultimas decadas otros factores po-

 Ifticos e ideol6gicos, en disonancia con aquellos valores que propendian

 a una desnacionalizaci6n cultural y a un irracionalismo conceptual,

 crearon las condiciones necesarias para que se desarrollaran los estu-

 dios literarios hispanoamericanos, tanto dentro de una concepci6n ob-

 jetivamente mas rigurosa y sistematica como de una perspectiva que

 recuperase una mirada mas pertinente -es decir, latinoamericana- a

 la hora de atender los fen6menos culturales propios.

 Asi como podemos considerar que la dinamica del estado populista

 en Venezuela favoreci6 un espacio que invitaba al bloqueo de cualquier

 discurso racional acerca de los fen6menos sociales y en particular de

 los literarios, tambi6n existieron otras condiciones que aceleraron, tal

 vez mas que en decadas pasadas, una conciencia mascomprometida

 por reivindicar manifestaciones culturales -obras, autores, movimien-

 tos y periodos literarios- silenciados por la tradici6n critica dominante.

 Nos referimos con ello a la situaci6n politica por la que atravesaron

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 246 BEATRZ GONZALEZ STEPHAN

 gran parte de los paises latinoamericanos sometidos a gobiernos dicta-

 toriales brutalmente represivos, que en la d6cada del '70 ha provocado

 una concentraci6n de la critica literaria de este continente sobre cier-

 tos aspectos que ataflen a la vinculaci6n de la producci6n po6tica con

 su contexto politico-social. Ante realidades tan acosadas por la opre-

 si6n y la miseria se hace natural el cuestionamiento de la funci6n so-

 cial de Ia literatura; y la relaci6n entre creaci6n artlstica y liberaci6n

 nacional se hace fundamentalll. Recordemos que el escenario conti-

 nental aparece convulsionado por la cadena de dictaduras que azota-

 ron el Cono Sur, provocando el exilio masivo de gran parte de los inte-

 lectuales latinoamericanos -lo que, por otra parte, internacionaliz6

 una perspectiva menos local y mds globalizadora-; el triunfo de la Re-

 voluci6n Sandinista y el gobierno socialista de Granada y Guyana co-

 mo nuevas concreciones del mismo espiritu que movi6 la Revoluci6n

 Cubana.

 En lo que respecta a Venezuela, podemos sefialar el papel protag6-

 nico que jug6 en esos aftos el regimen democritico a] ofrecer asilo a

 muchos de los intelectuales exiliados incorporindolos activamente a

 sus instituciones universitarias y centros de investigaci6n. Obviamen-

 te la misma bonanza econ6mica permiti6 abrir las fronteras y acoger

 sin mayor riesgo de desestabilizaci6n social y politica para el estado

 tanto a grupos ideol6gicamente de avanzada como a sectores sociales

 pauperizados, que buscaban su reacomodo econ6mico en el pals que re-

 presentaba de nuevo el mito de El Dorado.

 En este sentido, para ese entonces Venezuela se convierte en un

 importante puerto de arribo de intelectuales hispanoamericanos (entre

 los especialistas en literatura se encontraban Nelson Osorio, Angel

 Rama, Hugo Achugar, Carlos Rinc6n, Ana Pizarro, Mabel Morafia)

 que engrosaron las filas junto a investigadores venezolanos (tales como

 Domingo Miliani, Alberto Rodriguez, Victor Bravo, Luis Navarrete,

 Judith Gerendas, Oscar Sambrano Urdaneta, entre otros), que ya ve-

 nian realizando una labor de rescate de la literatura nacional y conti-

 nental dentro de unos lineamientos metodol6gicos que presuponian y

 presuponen entender la producci6n ficcional en tanto fen6meno hist6-

 rico-social y pasible de ser estudiado.

 Esto implic6 el fortalecimiento sin precedentes a escala nacional de

 lo que se ha llamado la nueva critica literaria latinoamericana , que,

 por un lado, renov6 su diAlogo con la tradici6n critica que legaron Jose

 Marti, Jos6 Enrique Rod6, Pedro Henriquez Urefia, Jos6 Carlos Maria-

 tegui y Jos6 Antonio Portuondo, y, por otro, desarroll6 una praxis cr1-

 tica que apuntaba a la reflexion te6rica, que permitiese participar con

 solvencia metodol6gica a la disciplina literaria entre las demas cien-

 cias sociales, y un ejercicio practico de investigaci6n en Areas relati-

 vamente poco conocidas. Esto, es brevemente, considerar el estudio de

 los fen6menos culturales como una actividad racionalmente regulada

 por principios te6ricos y una metodologia coherente que ve como nece-

 sarios la producci6n de conocimientos acerca de aquellos, porque tam-

 bi6n ve pollticamente necesaria la comprensi6n de todo lo que el hom-

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 VENEZUELA: CRITICA LITERARIA Y CULTURA DEL PETROLEO 247

 bre haga en aras de la recuperaci6n de la historia social de un conti-

 nente12.

 La Venezuela petrolera paradojalmente cobij6 una serie de investi-

 gaciones, trabajos, publicaciones y actividades que se realizaron auspi-

 ciados -entre otros- por el Centro de Estudios Latinoamericanos `Ro-

 mulo Gallegos (CELARG), organismo creado por el estado, en prin-

 cipio con miras a cubrir una de sus tantas politicas culturales popu-

 listas. Fundado en 1975 por Domingo Miliani como centro de investiga-

 ciones de ciencias sociales tuvo por objetivo desarrollar trabajos bAsica-

 mente orientados dentro de una perspectiva latinoamericana, aun

 cuando se atendiese problemas nacionales. El cardcter interdisciplina-

 rio y de equipo de las investigaciones -ademAs de haber estado orien-

 tadas hacia zonas desatentidas por las ciencias sociales tradicionales-,

 le dio al CELARG durante esos aflos una importancia a nivel interna-

 cional, por cuanto que pas6 a representar un proyecto piloto (sobre todo

 en el campo de los estudios literarios), porque lograba conciliar traba-

 jos individuales de investigaci6n con un intercambio metodol6gico co-

 lectivo y seminarios permanentes de discusi6nl3.

 Las investigaciones literarias que alli se realizaron trataron de cu-

 brir tanto el cuestionamiento de las premisas te6ricas que fundamen-

 taban la crftica e historiografia tradicionales como una recuperaci6n

 orgdnica del pensamiento critico-literario e historiografico de la Am&

 rica Latina desde la Colonia, y Ia entrega de trabajos que ofrecian ade-

 lantos sustanciales en diversos penrodos literarios (como el Modernis-

 mo y la Vanguardia) y en varias areas tematicas (la novela de la dicta-

 dura, la narrativa de Meneses, la lfrica uruguaya durante la dicta-

 dura)14

 El cierre del CELARG y la dispersi6n de sus integrantes en 1986

 coincide con la fase de crisis econ6mica del estado venezolano y el re-

 crudecimiento de las politicas populistas, que consideraron super-

 fluos , es decir, nada rentables los proyectos que se venian haciendo

 en el centro, por cuanto que estos suponian en lo fundamental un pen-

 samiento ideol6gicamente disruptor frente a la lfnea oficial, y porque

 se articulaban sobre premisas metodol6gicas que tambi6n suponi an es-

 tar basadas en una concepci6n hist6rico-materialista de los fen6menos

 sociales y culturales.

 Dentro del Ambito nacional, lo que se da en llamar nueva cr(tica

mAs bien termina por constituir la critica literaria en si; es decir, una

 propuesta concreta frente a esas otras practicas diluidas. Entiende que

 el trabajo del crltico es la producci6n de conocimientos sobre el hecho

 estktico; para el cual se vale de una metodologia que se reconoce como

 te6ricamente cientifica (sea esta estructural, semiol6gica); cuyo proce-

 der debe estar basado en la investigaci6n, descripci6n y explicaci6n de

 los fen6menos. Pero lo que distingue puntualmente el quehacer de

 cierta crftica cientificista (textual y formalista) de esta otra son las pre-

 misas epistemol6gicas que deciden que el trabajo del critico reajuste en

 calidad de pr6stamos una serie de metodologfas en tanto instrumental

 operatorio al servicio de una comprensi6n hist6rico-social del modo c6-

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 BEATRIZ GONZALEZ-STEPHAN

 mo funcionan los productos culturales dentro de unas formaciones so-

 ciales bien concretas.

 Es decir, la nueva critica en Venezuela implic6 por lo demfs una

 toma de posici6n politica explicita, en el sentido de convertir el discur-

 so del conocimiento de los fen6menos literarios en una praxis alterna-

 tiva y contestataria del poder dominante, por:

 a) insertar su actividad en una praxis de recuperaci6n de la

 cultura nacional dentro del marco latinoamericano;

 b) adelantar investigaciones que tienen una importancia a nivel

 continental y

 c) alimentar la reflexi6n que se hace para una teoria de la literatu-

 ra latinoamericana como los principios cientificos para el estudio de la

 literatura misma.

 Tal vez sea importante recordar que todo enunciado esta controlado

 por una situaci6n de discursos implicitos. El hecho de que en Venezue-

 la la discusi6n haya girado alrededor de una ardua defensa del carac-

 ter cognoscitivo que debe tener la critica literaria en tanto actividad

 propia de las ciencias humanas se puede explicar dada la preponde-

 rancia de aquella tendencia que sefialamos anteriormente. El centro

 principal de la polemica lo ha constituido una explicitaci6n quizas ob-

 via de lo que debe ser el estudio de una literatura.

 En todo caso, la critica al servicio del conocimiento de las reali-

 dades latinoamericanas enfatiz6 durante estos afos el cartcter social e

 hist6rico del hecho ficcional. De alli que la mayor parte de las investi-

 gaciones hayan seguido ciertos lineamientos del materialismo hist6-

 rico enriquecido con los aportes del estructuralismo gen6tico, la semi6-

 tica, la antropologia estructural y la sociocritica.

 Una de las cuestiones metodol6gicas que mds ha vigilado la nueva

 critica es atender las manifestaciones literarias como conjuntos rela-

 cionados, como sistemas complejos y heterog6neos. De alli que supere

 el tradicional monografismo textualista y trate de relacionar fen6me-

 nos literarios entre si tanto a nivel sincr6nico como diacr6nico.

 En este sentido, ha sido sumamente fructifero para las nuevas ge-

 neraciones de investigadores venezolanos el dialogo que han comparti-

 do con la presencia en nuestro pais de Angel Rama, Nelson Osorio,

 Hugo Achugar, Antonio Cornejo Polar, Raul Bueno Chavez, Alejandro

 Losada, Adalbert Dessau, Rafael Gutierrez Girardot, Jorge Yudice,

 John Beverley, Paul Borgeson, Juan Acha, Martin Lienhard, Pedro

 Lastra, que han venido a dictar seminarios y cursos tanto en diversas

 universidades como en el CELARG.

 La actitud de cuestionamiento a los fundamentos del legado de los

 estudios literarios tradicionales tuvo varios flancos: uno de ellos rela-

 cionado con el corpus, y, en consecuencia, con el concepto de literatura

 que se venia manejando. Esto permiti6 redefinir el campo de las litera-

 turas indigenas y la literatura del periodo colonial (los trabajos de Al-

 berto Rodriguez son basicos15), asi como tambi6n recuperar la otra pro-

 ducci6n literaria de la renovaci6n vanguardista latinoamericana (la

 investigaci6n de Nelson Osoriol6 ) y la cara oculta de un Modernismo

 248

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 VENEZUELA: CRITICA LITERARIA Y CULTURA DEL PETROLEO 249

 acrata (ver Hugo Achugar y Clara Rey de Guido17).

 Mas alla del alcance de los trabajos realizados en este perfodo, im-

 porto el surgimiento de una nueva conciencia que legitima la produc-

 ci6n cultural de los diferentes grupos sociales.

 Otro de los aspectos importantes de esta nueva critica es su pers-

 pectiva latinoamericanista, que repercute tanto en una consideraci6n

 pertinente, es decir, descolonizada, de los fen6menos culturales, como

 en articular por contraste o semejanza manifestaciones regionales con

 otras a nivel continental. La visi6n interrelacionada de las literaturas

 latinoamericanas permiti6 reorientar algunas investigaciones de la li-

 teratura nacional pudi6ndose explicar los tradicionales raros dentro

 de un contexto que les daba sentido. Fue el caso de la serie de trabajos

 que recuperaron a Julio Garmendia del anonimato18, la obra de Enri-

 que Bernardo Nnfiez, y en particular el estudio de Guillermo Meneses

 de Javier Lasarte, que logra anclar ideol6gicamente la propuesta est&

 tica de este autor dentro del sistema narrativo venezolano rescatandolo

 del idealismo ahist6rico en que lo habia ubicado la critica inmanen-

 tista19.

 La preocupaci6n por dar cuenta de ]a serie literaria, o de la totali-

 dad cultural, ha traido un renovado inter6s por discutir proyectos al-

 ternativos de historia literaria, y, especialmente, la historia de la lite-

 ratura venezolana. Dos momentos claves resumen esta inquietud: en

 1982 Caracas es la sede del primer coloquio que reune expertos para

 una historia de la literatura latinoamericana patrocinado por la Aso-

 ciaci6n Internacional de Literatura Comparada; y en 1986 la Universi-

 dad de los Andes en M6rida coordina un Encuentro de Investigadores

 sobre Historiografia Literaria Venezolana20.

 En esta ultima reuni6n se enfatizo el descuido generalizado que

 existia en torno al estudio de Ia literatura venezolana en nuestras ins-

 tituciones. Zonas casi totalmente olvidadas -como el teatro, la lirica,

 gran parte de la literatura del siglo XIX y la colonial, las manifesta-

 ciones orales, etapas del siglo XX tambien soslayadas- fueron jerarqui-

 zadas en aras de hacer un llamado sobre su atenci6n. Tambi6n se

 sefnal6 la necesidad de estudiar la literatura como un proceso, es decir,

 establecer conexiones entre los diferentes periodos, y, por ende, empe-

 zar a llenar los vacfos que existen en vastas areas de la cultura nacio-

 nal.

 La preocupaci6n por atender los fen6menos ficcionales en calidad

 de productos hist6ricos tal vez sea en el caso venezolano determinante,

 ya que los valores ideol6gicos dominantes presentan una marcada ten-

 dencia a la deshistorizaci6n. En este sentido, queremos reconocer los

 aportes que significaron una serie de trabajos aun enmarcados dentro

 de los presupuestos de cierta critica tradicional de corte positivista- que

 contrarrestaron el progresivo arraigo del subjetivismo ahistoricista.

 Nos referimos al Panorama de la Literatura Venezolana Actual (1973)

 de Juan Liscano, Ochenta anos de literatura venezolana (1930) de Jos6

 Ram6n Medina, Narrativa Venezolana Contempordnea (1972) de Or-

 lando Araujo, Historia y critica de la Novela Venezolana del siglo XX

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 250 BEATRZ GONZALEZ STEPHAN

 (1980) de Osvaldo Larrazdbal, Proceso a la narrativa venezolana (1975)

 de Julio Miranda, Historia y critica del teatro venezolano, siglo XIX

 (1986) de Jose Rojas Uzcategui, El devenir de la palabra poetica. Vene-

 zuela siglo XIX (1980) de Vilma Vargas, y muy especialmente el legado

 de Domingo Miliani en sus trabajos sobre La vida intelectual de Vene-

 zuela (1971), La narrativa en Venezuela y El ensayo en Venezuela

 (1976), y sus reflexiones te6ricas sobre la critica e historia literarias.

 Hoy en dia estos trabajos, si bien no satisfacen las exigencias metodol6-

 gicas de las nuevas posiciones, si representan una rica fuente de datos

 y agudas observaciones.

 En Venezuela esta nueva preocupaci6n por los estudios literarios

 ha debido enfrentar simultaneamente diferentes tipos de investigacio-

 nes, que obedecen cualitativamente a diversas fases de la disciplina. Se

 yuxtapone el arqueo bibliogrAfico junto a ]a reflexi6n te6rica y las in-

 vestigaciones valorativas del proceso literario. Es decir, que no se han

 cancelado en su debido momento hist6rico -por ejemplo, durante el au-

 ge del Positivismo- las tareas del establecimiento del corpus basico de

 la literatura nacional y Ia recopilaci6n de sus fuentes bibliogrAficas.

 En este sentido, pensamos que la necesidad relativamente reciente

 de re-construir nuestra cultura nacional dentro de pardmetros meto-

 dol6gicamente mds satisfactorios ha requerido un trabajo paralelo de

 disetlo de las empiricidadesn como dirfa M. Foucault. Es, por consi-

 guiente, en este marco que deben ser positivamente considerados la

 serie de trabajos de investigaci6n bibliografica de Jorge Horacio Becco

 (Fuentes para el estudio de la literatura venezolana 1978), de Rafael

 Angel Rivas (las bibliograffas de R6mulo Gallegos, Rufino Blanco

 Fombona, Enrique Bernardo Ndfiez, Mariano Pic6n Salas), de Oscar

 Sambrano Urdaneta (Contribuci6n a una bibliografia general de la

 poesia venezolana del siglo XX 1979), de Rojas Uzeategui y Lubio Car-

 dozo (Bibliografia del teatro venezolano 1980), las bibliografias del cuen-

 to y de la novela venezolanos realizados por el Instituto de Investigacio-

 nes Literarias de la Universidad Central de Venezuela, y tambi6n una

 Bibliografia de la critica literaria venezolana 1847-1977 (1982) de Rober-

 to Lovera De Sola, sin descartar las dos ediciones que lleva el Dicciona-

 rio General de la Literatura Venezolana (editado por el Instituto Gon-

 zalo Pic6n Febres de Mnrida en 1987) y el proyecto DELAL (Diccionario

 Enciclopedico de las Letras de la America Latina) coordinado por Nel-

 son Osorio y auspiciado por la Fundaci6n Biblioteca Ayacucho, que

 ademis se ha dedicado ininterrumpidamente a la publicaci6n de obras

 y autores fundamentales de todas las tradiciones culturales del conti-

 nente. Esta labor emprendida por Angel Rama y Jos6 Ram6n Medina

 representa uno de los esfuerzos de rescate mas valiosos de las letras

 americanas, sobre todo por Ia selecci6n del material, el cuidado de las

 ediciones y los estudios introductorios que las acompafian.

 Junto a esta dingmica editorial de indudable sello latinoamerica-

 nista, queremos mencionar un par de revistas que se han caracteriza-

 do por difundir tanto articulos de indole te6rico como ensayos que van

 entregando nuevas perspectivas sobre autores nacionales y latinoame-

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 VENEZUELA: CRITICA LITERARIA Y CULTURA DEL PETROLEO 251

 ricanos. Nos referimos a la revista Escritura, cuyos directores Rafael

 Di Prisco y tambi6n Angel Rama crearon (1976) a trav6s de ella un es-

 pacio discursivo que le permiti6 establecer un dialogo internacional en

 cuanto a los avances que se daban en la teoria y critica literaria latino-

 americanas. Investigadores de la talla de Carlos Real de Azula, No6

 Jitrik, Ruben Barreiro Saguier, Rafael Gutierrez Girardot, Jacques

 Leenhard, Ariel Dorfman, Hernan Vidal, Beatriz Sarlo, Jean Franco,

 Terry Eagleton han colaborado en sus paginas, lo que le dio a la revista

 un alto nivel academico. En la misma lfnea podemos citar tambi6n la

 Revista de Literatura Hi,spanoamericana (1971-1982) de la Universidad

 del Zulia y Voz y Escritura de la ULA. Sin embargo, s61o Escritura ha

 tenido la suerte de sobrevivir a despecho de las precarias condiciones

 econ6micas.

 Dentro del ambito institucional ha ido cobrando cada vez mas fuer-

 za la creaci6n de estudios de postgrado en el area de literatura hispa-

 noamericana21. Aunque esta nueva realidad no es garante de un alto

 nivel de exigencia, al menos si revela grados de profesionalizaci6n y ri-

 gor presentes en las tesis de maestrfa. Obviamente que muchas de

 ellas no trascienden los limites de la critica tradicional; pero otras in-

 cursionan en areas descuidadas -como lo seria la literatura del Caribe

 no hispanico, formas de la literatura popular-, entregando verdaderos

 aportes lamentablemente olvidados en los anaqueles de las bibliotecas

 universitarias.

 El campo de la nueva critica en Venezuela ha sembrado mas que

 un espacio de inquietudes entre las generaciones de relevo una praxis

 alternativa tanto en el ejercicio docente como en Ia investigaci6n. En

 estos momentos pareciera existir una conciencia mas clara de que el

 estudio de las formas literarias debiera orientarse hacia un conoci-

 miento cabal de la historia cultural del pafs. Se sigue hablando de ha-

 cer una historia de la literatura venezolana otra dentro de una orien-

 taci6n mancomunada de esfuerzos interinstitucionales. El dialogo en-

 tre el centro y Ia provincia empieza a darse lentamente sobre la base de

 necesidades reales. Una mayor preocupaci6n social e indirectamente

 polftica anima a pequefnos grupos a dividirse racionalmente el trabajo

 de investigaci6n. El gusto personal va cediendo ante el reconocimiento

 de la prioridad de desarrollar el conocimiento y disefio de la literatura

 nacional. Las reflexiones que han aportado los trabajos sobre historio-

 graffa literaria, literatura colonial, Modernismo, Vanguardia a nivel

 continental han iluminado los vacios locales.

 En esta hora de grave crisis econ6mica y politica del pais, donde

 las estrategias populistas se van desgarrando para dejar descarnadas

 las aristas neoliberales de un regimen cada vez mas peligrosamente

 autoritario y represivo, el ejercicio oficial de la critica literaria se ha-

 ra inevitablemente mas desvaido, disgregado y enajenante; pero las

 tendencias contestatarias haran del conocimiento de las manifestacio-

 nes culturales una plataforma de lucha, de reconstrucci6n nacional

 implicita.

 El perfodo de auge y bonanza ha pasado. Se vaticina probablemente

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 BEATRIZ GONZALEZ-STEPHAN

 una segunda etapa, que menos abocada al cuestionamiento del aparato

 conceptual tradicional est6 mds en capacidad de entregar respuestas

 sustantivas que vertebren la historia literaria del pais al contexto lati-

 noamericano.

 NOTAS

 1. Convcrsaci6n con Maria Fcrnanda Palacios . En: Imagen, Caracas, N° 100-35,

 novicmbre, 1987.

 2. Ibid. Esta misma apreciaci6n rccorrc casi cstas dos d6cadas. En 1971 Jos6 Balza,

 critico y narrador venezolano, afirmaba que la buena narrativa venczolana no

 cxcedc dc un pcqucno volumcn de mil pfginas, con letra grandc y acentuados es-

 pacios en blanco . En:Papel Literario de El Nacional, 7/3/71.

 3. Dcl saber y otras menudcncias cognoscitivas de Eva Woziwodzki (scud. de Ju-

 dith Gcrcndas). En: Ultimas Noticias, 6/11/88.

 4. Hacc dos anos Jos6 Ignacio Cabrujas abri6 una larga y rcniida pol6mica con su

 articulo LY qu6 scrf de la literatura nacional? . En: El Nacional, 7/2/87, donde

 ponfa cn tela de juicio la producci6n cultural del pals. Entre las respuestas la de

 Antonio L6pez Ortega podria rcsumir la actitud de las restantes: nucstra critica

 falla tanto cn la intcligcntc rcsefa pcriodfstica como en el arduo trabajo de in-

 vcstigaci6n . En: El Nacional, 24/2/1987.

 5. En otro articulo mio he dcsarrollado m6s estc tcma. V6asc Sistema narrativo e

 imaginario social de la Venezuela petrolera . En: Reuista de crltica literaria la-

 tinoamericana, Lima, N° 29, 1989.

 6. Esta situaci6n no cs cxclusiva de Venezuela por lo visto. Estas tcndcncias tam-

 bi6n sc dan en los cstudios literarios hispanoamericanos en los Estados Unidos y

 prcsumimos quce n el mismo continente. Cf. Sobre la critica de la litcratura

 hispanoamcricana: balance y pcrspcctivas dc Sail Sosnowski. En: Cuadernos

 hispanoamericanos, N' 443, Mayo, 1987.

 7. Podrfamos scfialar tambi6n los casos de libros publicados que son una simple

 recopilaci6n de articulos sucltos, que sin embargo produccn el ofecto mcrcantil de

 si hay un pcnsamicnto critico. Por ejcmplo, el caso del libro de Iraset Pacz Ur-

 dancta En indagaci6n de la literatura (Caracas: cdics. del Congrcso de la Rca,

 1988) cuyo indice recogc trabajos sobre etnografia del texto literario, lecturas ja-

 ponesas, Borgcs, Darfo, Gallegos, problemas de regionalismo literario, Julio

 Garmendia, etc.

 8. Se pueden dcstacar los trabajos de Alexis MArqucz Rodriguez Lo barroco y lo real

 maravilloso en la obra de Alejo Carpentier (M6xico: Siglo XXI, 1982) y de Victor

 Bravo Los poderes de la ficci6n (Caracas: Monte Avila, 1985) y Magias y Mara-

 villas en el continente literario (Caracas: Edics. La Casa de Bello, 1988).

 9. Tambi6n han sido de intcr6s para la critica Teresa de la Parra, Salvador Gar-

 mcndia, Jos6 Antonio Ramos Sucre, Guillermo Mcncscs, Jos6 Rafael Pocaterra,

 Rufino Blanco Fombona.

 10. Pueden considerarsc dentro de esta tendcncia numcrosos grupos, sobre todo de

 macstros de liceos y profesores de pequcfios ntcleos univcrsitarios, que profesan

 un culto desmedido por las literaturas regionales. Asf sc realizan simposios de

 la literatura zuliana , larcnsc , margaritefia , guayancsa , que tienen co-

 mo fin el cstudio pormenorizado y dcpartamentalizado de la literatura nacional

 252

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 VENEZUELA: CRITICA LITERARIA Y CULTURA DEL PETROLEO 253

 y del pocta olvidado on algiun callej6n sin salida. El fervor localista toma como

 criterio bisico el aspecto biogrifico de la producci6n, adcm,s de inscrtarse en un

 discurso quo en cl fondo es el contrapunto de una polftica cultural centralista y

 metro politan a.

 11. Cf. cl breve articulo de Mabel Morana publicado en la revista Zona Franca., Li-

 tcratura y crftica literaria en el contexto de las dictaduras . En: III Epoca, N- 17,

 cnero-abril, 1980, pp. 22-24.

 12. Una serie de publicacioncs obedecen a csta preocupaci6n. Ver Boletin de Teorta

 Literaria (Caracas: UCV, Dcpto. de Teoria de la Literatura, Escuela de Letras,

 N° 1, 1985), Crifica y Ciencia Social en Amdrica Latina de Juan Acha y Nelson

 Osorio (Caracas: USB, 1985), La actual crltica literaria hispanoamericana (Ca-

 racas: UCV, Escucla de Lctras, 1985), Conuersaciones sohre critica literaria (Ca-

 racas: AEV, 1981), Proposicioncs para una periodificaci6n de la literatura vc-

 nezolana de Gustavo Luis Carrcra. En: Revista de critica literaria latinoame-

 ricana, Lima, N° 5, 1977; La critica y los problemas de la historia literaria de

 Beatriz Gonzalcz. En:Texto critico, M6xico N0 26-27, 1983; y un numero mono-

 grAfico del 'Suplemcnto Cultural' de Ultimas Noticias fntcgramcnte dedicado a

 examinar cstos problemas: Crisis en Lctras (del 6/11/88). Muchas de estas

 publicacioncs ticnen el caractcr de folleto mimeografiado para uso acad6mico.

 13. A lo largo de los 11 ahos quo dur6 cl CELARG, los integrantes de la secci6n de litc-

 ratura fucron: Hugo Achugar, Carlos Rinc6n, Ana Maria Rodriguez, Nelson

 Osorio, Mabel Moraia, Beatriz GonzAlcz, Carlos Pacheco, Javicr Lasarte, Mirla

 Alcibiades, Clara Rcy de Guido, Augusto GermAn Orihuela, Maria Eugenia Gui-

 merans. Y como invitados ocasionales: Antonio Cornejo Polar, Raul Bueno Cha-

 vez, Paul Borgeson, Domingo Miliani, Alejandro Losada, Alberto Rodrfguez.

 14. Los trabajos e investigacioncs que sc rcalizaron en cl CELARG y luego fueron pu-

 blicados por distintas cditoriales serian: Alfonso Reyes y la critica literaria his-

 panoamericana de Mabel Morana (mimcografiado); Contribuci6n al estudio de

 la historiografia literaria hispanoamericana (Caracas: Academia de la Histo-

 ria, 1985) y La historiografta literaria del liberarismo hispanoamericano del

 siglo XIX de Bcatriz GonzAlez; (Habana: Casa de las Am6ricas Premio ensayo.

 1987); Jose Carlos Maridtegui y la teorta literaria hispanoamericana de Mirla

 Alcibiades (mimeografiado); Sohre literatura y critica latinoamericanas de An-

 tonio Corncjo Polar (Caracas: UCV, 1982); Contribuci6n al estudio del ensayo en

 HispanoamErica de Clara Rey de Guido (Caracas: Academia de la Historia,

 1985); El cambio actual en la noci6n de literatura de Carlos Rinc6n (Bogota: Inst.

 Colombiano de Cultura, 1978); Marginalidad de la literatura colonial en Vene-

 zuela dc Alberto Rodrfguez. En: Araiza, anuario 1976-82, CELARG, 1982; Poesta

 y socie(la( (Uruguay 1880-1911) c Ideologla y estructuras narratiuas en Jose Do-

 noso de Hugo Achugar (Uruguay: Arca, 1985 y CELARG: 1979 respectivamentc);

 La formaci6n de la vanguardia literaria en Venezuela (Caracas: Academia de

 la Historia, 1985) y Manifiestos de la Vanguardia latinoamericana de Nelson

 Osorio (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1988) ; La narrativa de Guillermo Mene-

 ses en el contexto de la literatura venezolana e hispanoamericana contempord-

 nea de Javier Lasarte (Tesis Doctoral, 1983. Mimeografiado); Narrativa de la

 dictadura y crtlica literaria dc Carlos Pacheco (Caracas: Edics. CELARG, 1987);

  Idcologfa y autocensura cn la Ifrica uruguaya en cinco afios dc dictadura (1973-

 78) de Mabel Morania (Fragmentos CELARG, 1979). Hay una cantidad respeta-

 ble de articulos publicados en diversas revistas especializadas quc sc han des-

 prcndido de estas investigacioncs.

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 254 BEATRZ GONZALES STEPHAN

 15. El libro de reciente aparici6n Literaturas Prehispdnicas e Historia Literaria en

 Hispanoam6rica (M6rida: Universidad de Los Andes, 1988) recoge sus trabajos

 principales acerca de las literaturas indfgenas y colonial.

 16. Los libros y scrie de artfculos en torno a las vanguardias latinoamericanas. Op.

 cit.

 17. Hugo Achijgar Poesta y sociedad (Uruguay 1880-1911) op.cit.; Poesfa popular

 libertaria y est6tica anarquista en el Rfo de Ia Plata de Clara Rey de Guido. En:

 Revista de crttica lileraria latinoamericana Lima, N- 29, 1989; 'Al filo del 900:

 La est6tica acrata y libertaria de Pedro Emilio CoWl do Beatriz GonzMlez. En: Ar-

 gos, USB, N- 7, 1988.

 18. La revista Actualidades (Caracas: CELARG, N- 3-4, 1977-78) fue enteramente de-

 dicada a este autor adem6s de servir este trabajo colectivo para articular metodo-

 16gicamente Ia literatura nacional con la continental. Asi tambi6n la edici6n

 que hizo Monte Avila Julio Garmendia ante la critica (Caracas: Mte. Avila,.

 1980).

 19. La narrativa de Guillermo Meneses..., op.cit.

 20. Yo misma he dedicado gran parte de mis trabajos de investigaci6n a los proble-

 mas de la historia literaria latinoamericana. Ademas de los trabajos antes cita-

 dos en las notas 12 y 14 quisiera agregar tambi6n 'Problems and Tasks of Latin

 American Literary Historiography . En: Neohelicon, Budapest, vol. X, NQ 1,

 1983; Notas para un proyecto do historia global de la literatura venezolana . En:

 Aclas del Encuentro de Investigadores sobre Historiografta Literaria Venezola-

 na, M6rida: ULA, 1986; La relacion entre crftica e historia literarias en Am6ri-

 ca Latina . En: Imprevue, Montepellier, N9 1, 1987. Otros investigadores venezo-

 lanos tales como Domingo Miliani, A. Rodrfguez, Gustavo Luis Carrera tambi6n

 se han preocupado por estos temas.

 21. Se encuentran los estudios de postgrado de literatura latinoamericana: en la Uni-

 versidad Sim6n Bolivar (1979), Universidad del Zulia, Universidad de Trujillo

 (1987); y pr6ximamente en Ia Universidad de Los Andes.


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