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REVISTA DE PSICOLOGÍA SOCIAL Y PERSONALIDAD

Revista de la Asociación Mexicana de Psicología SocialVolumen XXIX, Número 1, Junio, 2013

ISSN (versión impresa) 0188-6533ISSN (edición electrónica) en trámite.

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REVISTA DE PSICOLOGÍA SOCIAL Y PERSONALIDAD

Editor General Isabel Reyes-Lagunes Universidad Nacional Autónoma de México Editor Ejecutivo Rozzana Sánchez Aragón Universidad Nacional Autónoma de México Editor Asociado Sofía Rivera Aragón Universidad Nacional Autónoma de México Diseño Editorial Giovanna Escobar Mota Claudia Enriquez Jiménez Consejo Editorial Alejandra Domínguez Espinosa

Universidad Iberoamericana, México

Amalio Blanco

Universidad Autónoma de Madrid,

España

Ángel Vera Noriega

Centro de Investigación, Alimentación

y Desarrollo, México

Dolores Albarracín

University of Pennsylvania, Estados

Unidos

Harmon Hosch

Universidad de Texas en El Paso,

Estados Unidos

Judith López Peñaloza

Universidad de Nicolás de Hidalgo,

Michoacán, México

Luis Zayas

Universidad de Texas en Austin,

Estados Unidos

Mirta Margarita Flores Galaz

Universidad Autónoma de Yucatán,

México

Patricia Andrade Palos

Universidad Nacional Autónoma de

México, México

Héctor Betancourt M.

Loma Linda University en California,

Estados Unidos

Rolando Díaz Loving

Universidad Nacional Autónoma de

México, México

Roque Méndez

Universidad Estatal de Texas, Estados

Unidos

Rubén Ardila

Universidad Nacional de Colombia

Ruth Nina Estrella

Universidad de Puerto Rico, San Juan,

Puerto Rico

José Peiró

Universidad de Valencia, España

Steve Lopez Universidad de California en Los Ángeles, Estados Unidos Tonatiuh García Campos Universidad de Guanajuato, México Wilson López Pontificia Universidad Javeriana, Colombia Luis Felipe García y Barragán Universidad de Guanajuato, México Rozzana Sánchez Aragón Universidad Nacional Autónoma de México, México Isabel Reyes-Lagunes Universidad Nacional Autónoma de México Harry Triandis Universidad de Illinois en Urbana Champaign, Estados Unidos Arrigo Angelini Universidade de São Paulo, Brasil José Luis Saiz Villadet

Universidad de la Frontera, Chile

John Adair

Universidad de Manitoba, Canadá

Sofía Rivera Aragón

Universidad Nacional Autónoma de

México, México

Paul Schmitz

Universidad de Bonn, Alemania

© AMEPSO, 2013

Revista de Psicología Social y Personalidad, Volumen XXIX, N° 1, (enero - junio 2013) es una publicación semestral,

editada por la Asociación Mexicana de Psicología Social (AMEPSO), Nápoles, Benito Juárez, C.P. 03810, México, D.F., a

través de la AMEPSO, Pensylvania 173, Col. Nápoles ampliación, Delegación Benito Juárez, CP. 03810, México, D.F.,

Tel/Fax. 56222259 / 56222326, www.amepso.org, [email protected], Editor responsable: Dra. Isabel Reyes Lagunes,

Certificado de Reserva de Derechos al uso Exclusivo N° 04-2013-061811011900-203, ISSN en trámite, Responsable de la

última actualización -de este número: AMEPSO, Lic. Luz María Cruz Martínez, Pensylvania 173, Col. Nápoles ampliación,

Delegación Benito Juárez, CP. 03810, México, D.F., fecha de última modificación, 31 de mayo de 2013.

Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.

Se autoriza la reproducción total o parcial de los textos e imágenes aquí publicados siempre y cuando se cite la fuente

completa y la dirección electrónica de la publicación.

Sistema de índices y resúmenes: RPSP se encuentra en trámite.

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REVISTA DE PSICOLOGÍA SOCIAL Y PERSONALIDAD

Volumen XXIX, Número 1, Junio, 2013

CONTENIDO

Páginas

De la Villa Moral, M. y Ovejero Bernal, A. Del Interaccionismo Simbólico a la Etnometodología: Conceptos fundacionales, diversificaciones e influencias.

1

Tapia V. A. y Villegas, D. R. “Pídaselo a mi General”. Una mirada psicológica al creyente Villista.

25

Arenas Loera, E. P. Los Valores Humanos en distintos ámbitos académicos.

37

Pérez Ramos, M. y Pineda Sánchez, E. R. Relación entre el sexo y la frecuencia e intensidad del conflicto entre padres y adolescentes.

49

Pérez Pérez, A.E. y Sánchez Aragón, R. Turbulencia Relacional: Diseño y validación de tres medidas en México

61

 

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De la Villa Moral Jiménez, M. y Ovejero Bernal, A.  

  1  

Del Interaccionismo Simbólico a la Etnometodología: Conceptos fundacionales, diversificaciones

e influencias

From the Symbolic Interactionism to the Ethnometodology: Fundational concepts,

diversifications and influences

MARÍA DE LA VILLA MORAL JIMÉNEZ¹1, ANASTASIO OVEJERO BERNAL² Universidad de Oviedo¹, Universidad de Valladolid² (España)

 Resumen

En este estudio se exploran algunos de los antecedentes e influencias estadounidenses en la investigación psicosocial en el último siglo. Entre las principales corrientes que contribuyeron al proceso constitutivo y a la posterior consolidación de la Psicología Social de orientación sociológica se analizan las contribuciones de la Escuela de Chicago y su interés por la sociología urbana, así como el paradigma interpretativo del Interaccionismo Simbólico como una de las corrientes precursoras del pensamiento microsociológico con el desarrollo de la teoría de los roles y el enfoque dramatúrgico y que sienta las bases de la metodología cualitativa en la investigación psicosocial. Asimismo, se ofrece un análisis de dos de las principales derivaciones actuales de la corriente del Interaccionismo Simbólico, como el Enfoque Fenomenológico del mundo social y la Etnometodología de los que se derivan fructíferos intereses psicosociológicos vinculadosuna psicología social contemporánea crítica y discursiva. Palabras Clave: Interaccionismo Simbólico, Enfoque dramatúrgico, Enfoque fenomenológico, Etnometodología.

Abstract This study explores the history of some American psychosocial research and influences in the last century. Among the main currents that contributed to establishing process and the subsequent consolidation of Social Psychology sociological orientation analyzes the contributions of the Chicago School and its interest in urban sociology and the interpretive paradigm of the Symbolic Interaction as flows micro sociological thinking

                                                                                                                         1  María de la Villa Moral Jiménez Facultad de Psicología, Plaza Feijóo, s/n- Despacho 211 23003 Oviedo (España) Teléfono de contacto: 985103282 Fax: 985104141 [email protected]

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REVISTA DE PSICOLOGÍA SOCIAL Y PERSONALIDAD, VOLUMEN XXIX, NÚMERO 1, 2013  

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precursor to the development of role theory and dramaturgical approach and provides the basis of qualitative methodology in psychosocial research. It also provides an analysis of two of the main current of the stream leads Symbolic Interaction as the phenomenological approach of the social world and ethnomethodology of deriving fruitful psycho sociological interest linked to contemporary, critical, and discourse social psychology. Keywords: Symbolic Interactionism, Dramaturgical approach, Phenomenological approach, Ethnometodology En el proceso constitutivo de la Psicología Social de orientación más sociológica que psicológica resulta fundamental la corriente del Interaccionismo Simbólico, así como sus diversas ramificaciones e influencias. Ciertamente, en relación a la cuestión del por qué y el cómo de la Psicología Social (véase Ibáñez, 2004), hemos de plantearnos la incógnita relativa al dónde, de modo que junto a la ubicación temporal, la Psicología Social se tiende a localizar en un espacio geopolítico, asignado por la historiografía oficial. En concreto, Worchel, Cooper, Goethals y Olson (2002) consideran que es producto de Occidente y que, si bien estuvo confinada hasta hace poco tiempo en Norteamérica, en sus inicios tuvo fundamentos marcadamente europeos (Graumann, 1987, 1990; Jahoda, 2007; Jones, 1985;). De este modo, desde la historiografía oficial se suelen señalar las tres primeras décadas del siglo XX como la etapa de constitución de la Psicología Social académica.

Según Farr (2005) en su artículo sobre el proceso de individualización de la Psicología Social, el establecimiento de esta disciplina en los Estados Unidos a comienzos del pasado siglo XX se caracteriza por un proceso de individualización, lo cual fundamenta centrándose en el rechazo de las raíces

europeas que ubicaban la disciplina como parte de la Geisteswissenschaften, la Völkerpsychologie de Wundt, los fenómenos mentales colectivos formulados por Le Bon y Freud, así como el reduccionismo de las ciencias sociales, la coexistencia de perspectivas teóricas incompatibles como gestaltismo y conductismo, así como el desinterés por la psicología comparada. Sin embargo, en opinión de Álvaro y Garrido (2007), se estima que a partir de un análisis de los orígenes y evolución de la disciplina se demuestra que la Psicología Social se originó tanto en la Psicología como en la Sociología, siendo más los textos de psicología social escritos por sociólogos que por psicólogos, durante las primeras décadas del siglo XX. De este modo, entre las primeras y más fructíferas líneas de investigación en esta disciplina destacan las aportaciones estadounidenses al pensamiento psicosocial que encuentran en la Escuela de Chicago y en la corriente del Interaccionismo Simbólico sus máximos exponentes.

1.1.) Escuela de Chicago e Interaccionismo Simbólico. Como señera aportación estadounidense al pensamiento psicosocial la Escuela de Chicago aglutinará a científicos sociales de la época (entre 1915 y 1940) en torno al

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De la Villa Moral Jiménez, M. y Ovejero Bernal, A.  

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Departamento de Sociología de la Universidad de Chicago, de gran relevancia en el campo de las ciencias sociales, siendo definida como una sociología urbana por su objeto de interés (Azpurúa, 2005). En el análisis histórico empírico desarrollado por Piavoni (2011) se estima que la Escuela de Chicago toma forma hacia 1920 gracias al trabajo de Robert Ezra Park (1864-1944) (véase Park, 1923, 1930) y Ernest Burgess (1886-1966) (véase Burgués, 1923, 1926) en el campo de la sociología urbana. Dado su compromiso con el estudio de los problemas sociales se trató de combinar la filosofía pragmatista con su interés por el carácter aplicado del conocimiento científico y la resolución de problemáticas sociales, tal y como manifiesta Uriz (1992). En cualquier caso, para autores como Becker (1999), la Escuela de Chicago constituye simplemente un mito -no una escuela en sentido estricto-, de modo que el citado Becker (1999) señala, siguiendo a Platt (1996), que, en realidad, semejante espacio de investigación fue mucho más variado y heterogéneo de lo que habitualmente se supone.

La contribución más significativa de los sociólogos de Chicago, en especial de Park, Thomas y Burgues, según Cortese (1995, p. 238) fue el desarrollo de métodos de investigación específicos, tales como los documentos personales, el trabajo de campo intensivo, las fuentes documentales, el mapeo social y el análisis ecológico. Ya Alvira (1983) indicaba que mientras que la Escuela de Chicago en sus comienzos era considerada el exponente

de los estudios de caso, en la Escuela de Columbia dominaban los métodos cuantitativos, siendo la primera manifestación importante del clásico enfrentamiento metodológico la publicación de la celebérrima obra de W. I. Thomas (1863-1947) y Florian Znaniecki (1882-1955) The Polish Peasant in Europe and America (1918-1920, ed., 1954). Esta exhaustiva investigación sociológica representa un análisis teórico de cuestiones tales como los problemas de la individuación y de la comunidad, entre otros, así como de investigación sociológica avanzada, tal y como lo describe Plummer (1995). Su ingente obra ha sido considerada como la base empírica de la sociología moderna y la sociología humanista, según Álvaro y Garrido (2007) (véase Wisniewska, 2010). Así, se atribuye a la Escuela de Chicago un papel determinante en el desarrollo de las técnicas cualitativas de investigación social, ocupando un lugar relativamente importante en la sociología americana durante las décadas de 1920 y 1930, tal y como afirma Piavoni (2011), valiéndose para ello de una revisión del American Journal of Sociology como principal instrumento de difusión de sus investigaciones empíricas, líneas teóricas y metodológicas.

La Escuela de Chicago recoge las aportaciones de autores de distinta orientación teórica y metodológica, desde el Interaccionismo Simbólico a la microsociología de Simmel y desde las técnicas cualitativas a las cuantitativas (véase Pons, 2010). En este sentido, como puntualiza Plummer (1989), fue una

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amalgama de filosofías y de intereses que se concretaban en el análisis de la vida misma. Como tendencia, la Escuela de Chicago de Sociología, dominó la sociología americana entre las grandes guerras, según el análisis de Collier, Minton y Reynolds (1996, pp. 171-172) (véase Sánchez e Iturbide, 2011) extendiéndose por las universidades a lo largo de los Estados Unidos, contribuyendo a instaurar la interacción simbólica, que se convertiría en el enfoque sociológico de la Psicología Social.

El Interaccionismo Simbólico es una línea de pensamiento dentro de la Sociología, de gran trascendencia para la Psicología Social, cuyos principales fundadores son Charles H. Cooley (1864-1929) y George H. Mead (1863-1931) quienes trataron de refundar la orientación pragmatista. Es más, no sólo es que el Interaccionismo Simbólico ha sido enormemente fructífero para la Psicología Social, sino que, como señala Torregrosa (2006, p. XXII), “la vigencia y fecundidad del pensamiento de Mead, y del pensamiento simbólico en general, se ha debido en gran medida a su consideración como Psicología Social, o como un enfoque psicosociológico de la Sociología”. En todo caso, los precedentes del Interaccionismo Simbólico se encuentran en algunas concepciones tales como las de desarrolladas anteriormente, sobre todo, por autores como los citados Cooley y Thomas, y por James y Dewey en calidad de representantes del pragmatismo filosófico. Según Munnè (1989), las raíces del Interaccionismo Simbólico como corriente del pensamiento son muy complejas, se deja

notar las influencias de la Filosofía escocesa (Adam Smith hasta Thomas Reid), la teoría psicosocial de Mead y la Sociología de Cooley, Dewey y Thomas; la Sociología formal de Simmel, la Filosofía social de Schutz y el Existencialismo de Sartre. Calificada como una de las corrientes precursoras del pensamiento microsociológico dentro del paradigma interpretativo se analiza la acción social desde la perspectiva de los participantes y se enfatizan las funciones simbólicas de la acción comunicativa, como proceso interpersonal y al mismo tiempo autorreflexivo, concebida como el proceso social por antonomasia (González de la Fe, 2003). Asimismo, desde el Interaccionismo Simbólico se desarrolla una modalidad investigativa que, al margen del positivismo dominante, sienta las bases de la metodología cualitativa.

En el exhaustivo análisis de Munnè (1989) se destacan dentro del Interaccionismo Simbólico dos escuelas: la Escuela de Chicago y la de Iowa. Ciertamente, hay principios teóricos coincidentes, tales como los relativos a la consideración de la interacción como una actividad de comunicación simbólica, la importancia otorgada a la definición de la situación en la que se produce el proceso interactivo, la valoración de la interacción como una actividad creadora y, a partir de tales vínculos, el proceso de conformación de un self. Sin embargo, mientras que desde la Escuela de Chicago se valora el comportamiento y la interacción como un producto emergente y procesual de la voluntad humana, la Escuela de Iowa

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sostiene que el comportamiento está determinado por las definiciones del actor, siendo el self (no el yo) decisivo en la asunción de roles. Otra de las diferencias es la relativa a consideraciones metodológicas, ya que, mientras que en la Escuela de Chicago se proponen métodos para una aprehensión comprensiva del comportamiento (getting inside), la de Iowa se decanta por una metodología basada en la cuantificación de los datos (véase Munnè, 1989, p. 280-285).

Según los sociólogos de Chicago, en la vida misma parecen resolverse las antinomias contradictorias entre individuo y sociedad, expresándose el interés por los modos en que los individuos captan sus propios mundos como en una suerte de intento de articulación del interés dual por lo subjetivo y por lo objetivo. Según la interpretación de Hernández Aristu (1991), desde el Interaccionismo Simbólico el hombre no sólo internaliza roles socialmente determinados, sino que desarrolla la capacidad de interpretarlos de manera individual, como en un proceso de role-making. En esencia, el Self (sí mismo) y la sociedad son las dos caras de la misma moneda, de manera que una hace referencia al aspecto individual y la otra al colectivo. Precisamente, en el análisis de Rucker (1969), recogido por Plummer (1989, p. 59), se valora la aportación del grupo de Chicago a los estudios de la mente y el mundo como entidades dispares que se convirtieron en dos factores de un proceso, ninguno de los cuales tendría una existencia independiente del otro. El otro y el yo se articulan vía lenguaje –social y

simbólicamente determinado- como puente de enlace entre el proceso social (conducta) y la sociedad organizada (sistema social). El contexto simbólico está penetrando las relaciones sociales (véase Moral, 2010).

En Human Nature and other social orden, Cooley (1956) ya proclamaba la irreductibilidad e interdependencia de la unidad individuo-sociedad, principio básico de la Psicología Social, y una de las tesis fundamentales del Interaccionismo Simbólico, que se valora como un intento de superación de las posturas antagónicas de Tarde y Durkheim. De ahí que según la apreciación de Buceta (1979, p. 18), la figura de Cooley es de obligada referencia en cualquier estudio sobre la aparición de nuestra disciplina, considerándose que su obra “más que un antecedente representa el nacimiento de la Psicología Social”. Así, la aportación de Charles H. Cooley -apoyado en los conceptos de James y Baldwin-, tanto para la Sociología como para la Psicología Social Sociológica, es básica para entender la vinculación entre individuo y sociedad (véase Iturrate, 2008). Desde el comienzo de su obra Human Nature and the Social Order (1902), así como en Social Organization (1909) Cooley manifiesta, inequívocamente, su interés en el tema de las relaciones entre la sociedad y el individuo, anticipando sus tesis en las que se subraya la carencia de sentido de la (falsa) oposición entre individuo y sociedad. En opinión de Álvaro y Garrido (2007), su teoría de la comunicación tendrá una gran influencia sobre la construcción de la teoría de la mente desarrollada por Mead ya que, para ambos, tanto el pensamiento

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como la conciencia son procesos vinculados al desarrollo del lenguaje.

En relación al padre intelectual del Interaccionismo Simbólico es incontrovertible la influencia ejercida por G. H. Mead (1863-1931) y su conductismo social, siendo deudores de sus planteamientos en este análisis del proceso de constitución histórica de nuestra disciplina, de una Psicología Social sociopsicológica desde la que se concibe, como sostuvo Mead (1934, ed. 1982) en Espíritu, persona y sociedad, que la sociedad es interacción y que no hay nada en la sociedad sino conjunto de reacciones comunes a los individuos. Paradójicamente, Mead no era sociólogo, sino psicólogo y, ante todo, un filósofo pragmatista (Stryker, 1977). Mead es calificado por Monferrer, González y Díaz (2009, p. 241) como “filósofo pragmático, psicólogo social y sociólogo estadounidense”, cuyo hilo argumental va del pragmatismo simbólico al constructivismo, pasando por la sociología fenomenológica de Schütz, el interaccionismo simbólico de Blumer y la sociología del conocimiento de Berger y Luckman.

Enlazada en la tradición pragmatista, Mead plantea una teoría de las relaciones entre individuo y sociedad, considerando la existencia de una realidad simbólica de la sociedad y potenciando la naturaleza social del lenguaje, el carácter intersubjetivo de la acción humana. Las contribuciones de Mead a la fundamentación de la teoría de los roles, así como sus análisis de los procesos de

socialización, la comunicación interpersonal, la elaboración social de significados, etc., son de gran interés psicosocial y como base de los procesos de construcción social de la realidad (véase Munnè, 1999). En Mind, self and society (1934) Mead afirmó que no puede existir una diferenciación tajante entre los procesos individuales y sociales, de manera que los individuos han de entenderse dentro de un sistema construido a través de las continuas interacciones mediante las que elabora su yo social y se sitúa en el lugar del "otro generalizado", lo cual supone adoptar el punto de vista de la sociedad en aspectos relativos a la comprensión de las normas, leyes, etc. En opinión de Torregrosa (1983), Mead no sitúa el campo de la constitución de la identidad tan sólo en el nivel de las relaciones interpersonales, sino que también participa de la organización social y cultural, de manera que esta matriz sociocultural posibilita la comunicación simbólica, y, a través de ella, el surgimiento de la identidad personal.

En síntesis, en la evaluación crítica de las líneas fundamentales del Interaccionismo Simbólico en el clásico artículo de Carabaña y Lamo de Espinosa (1978) se estima que lo que propiamente desarrolla Mead es una teoría de las relaciones entre individuo y sociedad, entroncada en la tradición filosófica pragmatista (véase Sass, 2000), de modo que la génesis del individuo es social, siendo el ideal regulativo de la sociedad la identificación entre el individuo y la sociedad global.

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Respecto a las diversificaciones e influencias, los discípulos de Mead en la Universidad de Chicago, con el citado Herbert Blumer a la cabeza, desarrollarán una vigorosa actividad investigadora. Tal y como se ha comentado con anterioridad a partir el análisis de Munnè (1989), frente a los planteamientos metodológicos de Blumer surgirá en la Universidad de Iowa una orientación interaccionista más empiricista patrocinada por Manford Kuhn (1911-1963). Finalmente, coincidiendo con el empuje del Interaccionismo simbólico se producirá el desarrollo de la Teoría del rol a partir de los trabajos de Ralph Linton (1893-1953) con base antropológica (véase Linton, 1936, 1955) y de la mano de autores como Alfred Weber (1868-1958) (véase Weber, 1909, 1927, 1935), Ernst Cassirer (1874-1954) (véase Cassirer, 1925, 1927), Lewis Mumford (1895-1990) (véase Mumford, 1944, 1951, 1956), y por supuesto, del filósofo y sociólogo alemán Georg Simmel (1858-1918) (véase Simmel, 1908, 1918) como pionero (véase un análisis en la compilación de González, 2000), con contribuciones sumamente fructíferas.

1.2.) Desarrollo de la Teoría de los roles y el Enfoque dramatúrgico. Una vez reconocida la importancia de la perspectiva del Interaccionismo Simbólico para nuestra disciplina, el engranaje entre la Psicología social de orientación psicológica (PSP) y la Psicología social de orientación sociológica (PSS) lo sitúa Ibáñez (1994), precisamente, en la corriente del Interaccionismo Simbólico.

Ha habido tradicionalmente cierta discusión acerca de la ubicación epistemológica de las aportaciones propias o deslindadas de la orientación interaccionista, sin embargo, tal supuesto enfrentamiento ha sido resuelto en la tercera edición del Handbook of Social Psychology ya que tanto el Interaccionismo Simbólico como las Teoría del rol son tratados como dos aproximaciones complementarias. De este modo, aunque se la suele clasificar dentro del Interaccionismo Simbólico la perspectiva dramatúrgica elaborada por Goffman (1959, 1961, 1963, 1981) tiene un estatus singular, dada su proximidad conceptual con la teoría del rol o la propia Etnometodología, como tendremos oportunidad de fundamentar. En cuanto a las Teoría del rol (véase Linton, 1936) existe un relativo desacuerdo en relación a su ubicación epistemológica ya que, mientras algunos, como Jiménez Burillo (1981) las incluyen dentro del Interaccionismo Simbólico, en cambio, otros como Deutsch y Krauss (1970) estiman que es el Interaccionismo Simbólico el que pertenece a las Teorías del rol. A su vez, Munné (1989) considera que el trabajo desarrollado dentro de esta corriente es el origen de otras formulaciones teóricas tales como el Interaccionismo Simbólico, la Etnometodología y la Etogenia. Por su parte, como afirma Fine (1995), el Interaccionsimo Simbólico constituye junto con la Teoría del Intercambio y los modelos racionales-económicos, la versión dominante de la Microsociología. En cualquier caso, a pesar

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de la polémica relativa al encasillamiento de las citadas aportaciones, lo incuestionable es el interés fáctico que tienen para nuestra disciplina.

De las diversificaciones, propiamente, del Interaccionismo Simbólico esbozamos algunas consideraciones de las bases asentadas por Blumer y diversificadas con las contribuciones de figuras como Erving Goffman, relacionados en sentido estricto o laxo con el Interaccionismo Simbólico y con sus ramificaciones posteriores.

Tal y como se ha indicado, Herbert Blumer (1900-1987), sociólogo de la Escuela de Chicago, estuvo influido por la obra de G. H. Mead y fue el más significativo representante de la corriente del Interaccionismo Simbólico, desarrollando su concepción teórica y metodológica fundamentada en la articulación de conceptos como el sí-mismo, el actor, la interacción social, los objetos y la acción conjunta y vertebra su contribución en torno a tres presupuestos básicos: a) importancia del significado otorgado por los individuos a los objetos de su mundo de vida, de manera que los humanos interactúan con símbolos para construir significados; b) la interacción social como regulador del significado otorgado a las cosas y, c) la dependencia de los significados de la experiencia social del sujeto. No olvidemos que el principal objeto de estudio de Blumer son los procesos de interacción -acción social que se caracteriza por una orientación inmediatamente recíproca-, en los que subraya el carácter simbólico de la acción social, tal y como explicita Joas (1990)

quien también incide en su análisis en las principales críticas a estas primeras formulaciones del Interaccionismo Simbólico concretadas en: a) la limitación de esta perspectiva de análisis a los fenómenos de la inmediatez interpersonal, b) su desinterés por las cuestiones relativas al poder y a la dominación, c) su concepción de las relaciones macrosociales como el horizonte de la socialidad del universo vital, d) la ignorancia de la dominación de la naturaleza por la sociedad y, entre otras, e) la crítica basada en el hecho de que las condiciones sociales pueden llegar a ser autónomas con relación a las acciones y orientaciones de los sujetos participantes.

Según Munnè (1989) se ha propuesto la denominación de Teorías del Rol para hacer referencia a una amalgama de conceptos, donde los significados de rol son dispares, si bien con algún punto de confluencia. En este sentido, con anterioridad, Torregrosa (1983, p. 233-234) señaló distintos componentes y niveles de análisis del concepto de rol, tales como: a) el de status (rol definido por las prescripciones a las que el individuo debe atenerse); b) el de expectativas de rol (expectativas de los ocupantes de los roles complementarios sobre el rol y las propias expectativas) y c) el de actuación y elaboración (como parte de un proceso dinámico). La teoría del rol tiene un origen sociológico que se remonta a Cooley (1902, 1909) y Mead (1934), entre otros, si bien, en años recientes, la teoría del rol ha captado mayor atención. Autores como Sarbin (1954) expusieron

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que el concepto de si mismo se coordina con el rol, entendiendo el comportamiento en un sentido teórico del rol e incidiendo en tres variables principales: a) la precisión o la validez de la percepción del rol; b) la habilidad para representar un rol y, por último, c) la organización del sí mismo, es decir, cómo una persona se ve a sí misma, su autoconcepto.

Como desarrollo singular del Interaccionismo Simbólico, uno de los más prolíficos enfoques con varias ramificaciones es el enfoque dramatúrgico que y, particularmente, las contribuciones de Erving Goffman, una de las más insignes figuras contemporáneas de una psicosociología de la vida cotidiana. Goffman (1922-1982) es calificado por Munnè (1989, p. 291) como “una mezcla de microsociólogo, psicólogo social, etnólogo y etólogo humano”, magistral argamasa sin duda. Brillante intérprete de la vida cotidiana, innovador teórico, irónico e irreverente, puede que la acusación de falta de sistematización, junto a otros factores coadyuvantes de índole más ideológico (en su calidad de crítico de la anquilosada sociedad norteamericana de los sesenta) son claves interpretativas del hecho de que la figura de Goffman no suela ser encumbrada como, a nuestro parecer, merece, ni situada a la altura de los grandes teóricos de la sociología reciente. En cambio, Giddens (1987), en “Erving Goffman as a sistematic social theorist”, lo define como uno de los grandes teóricos de la sociología de los últimos tiempos, al mismo nivel que Parsons, Merton, Habermas, Bourdie o el propio Foucault

(Caballero, 1998). E incluso hay quienes, como Collins (1988, p. 4l), lo consideran como “el sociólogo más grande de la segunda mitad del siglo XX”. Han sido muchos quienes han estudiado con profusión su legado (véase Arraiza, 2008; Arteaga, 2008; Gamson, 1990a, 1999b; Giddens, 1987; Lozano, 2003; Smith, 2005).

La influencia de la Escuela de Chicago en la formación sociológica y antropológica de Goffman es ciertamente decisiva. También es influido por Weber, Durkheim y Mead, así como por colegas como Parsons o Merton, tal y como apunta Burns (1992). Es considerado como el padre de la Microsociología, dado su interés en el estudio de las unidades mínimas de interacción cara a cara entre las personas, centrándose siempre en grupos reducidos, a diferencia de la mayoría de estudios sociológicos hechos hasta el momento. En sus trabajos (Goffman, 1959, 1961, 1963, 1967, 1974) pone énfasis en la dimensión comunicacional de la interacción social y se le vincula a la orientación interaccionista simbólica dada la atención prestada a la experiencia subjetiva de la realidad cotidiana. Acción ubicada, presentación del self, frames o interacción social, son elementos abordados a través de la comparativa con otros autores, entre los que se encuentran Parsons, Durkheim e incluso el propio Freud, siendo un autor de autor de difícil encasillamiento, tal y como se destaca en su análisis de la Teoría de la acción social de Goffman a cargo de Herrera y Soriano (2004).

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Sus brillantes reflexiones sobre la influencia de los significados y los símbolos sobre la acción y la interacción humana cristalizaron en célebres contribuciones como The Presentation of Self in Everyday Life (Goffman, 1959, ed. 1981) -obra considerada actualmente como «clásico» de la sociología (Lamo de Espinosa, 2001)- , donde el análisis del concepto de sí mismo y su (re)presentación ante los demás es el tema central que articula estableciendo una equivalencia entre el sí mismo con los propios papeles que representamos y que, a su vez, entendemos como un producto de la sociedad. Constituye la base de su enfoque dramatúrgico, basado en el empleo de la metáfora teatral para explicar la conducta en situaciones cara a cara y que emplea de modo magistral para describir microsociológicamente el comportamiento de las personas en una realidad social determinada (véase Joseph, 1999; Moral, 2010; Nizet & Rigaux, 2006). Este posicionamiento es heredero del Interaccionismo Simbólico, según Garrido y Álvaro (2007), desde el que se sostiene que el lenguaje, como sistema de símbolos significantes, actúa a modo de enlace entre la conducta como proceso social y el sistema social identificado con la sociedad organizada. Así, el acercamiento microintencional –a modo de extensión del Interaccionismo Simbólico centrado fundamentalmente en el individuo y el self-, tiene en Goffman su máximo exponente.

1.3) La Orientación del Interaccionismo Simbólico y ramificaciones afines: derivaciones actuales. Tal y como se ha descrito, la orientación del Interaccionismo Simbólico presenta múltiples y fructíferas ramificaciones a partir de un proceso constitutivo consensuado deudor, en buena medida, de los presupuestos de G. H. Mead. Últimamente, en opinión de Ibáñez (1994), a consecuencia del auge de la orientación fenomenológica, junto con el énfasis de Heider sobre el sentido común o psicología ingenua y con la influencia del segundo Wittgenstein en el pensamiento filosófico, la Psicología Social se ha orientado hacia unos planteamientos focalizados sobre el mundo de la ‘vida cotidiana’, del pensamiento ’ordinario’ y de las denominadas como relaciones usuales. Para Munnè (1999), las aportaciones de Mead a la sociología fenomenológica de Schütz (1899-1959) son de sumo interés, si bien también le inspiraron la obra de Bergson y de Husserl. A su vez, las contribuciones de Schütz y de Mead a la teoría psicosociológica contemporánea –especialmente a partir del enfoque etnometodológico– son fundamentales, así como a los enfoques que defienden la construcción social de la realidad, ya sea desde posiciones constructivistas o construccionistas ligadas al Interaccionismo Simbólico y a la teoría de acto social y del otro generalizado de Mead y que inciden en los procesos de elaboración social de significados.

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En opinión de Klein y White (1996) hoy, el término Interaccionismo Simbólico representa una familia diversa de teorías, y no es fácil detectar qué es lo que ahora tienen en común muchas de estas variaciones para que se las integre bajo una única etiqueta. En las últimas décadas, según los citados Klein y White (1996), existen al menos cuatro variantes relativamente recientes de la teoría del Interaccionismo Simbólico: a) el acercamiento estructural, b) el interaccional, c) el microinteraccional y, por último, d) el fenomenológico. Su adscripción a las citadas Escuela de Chicago o Escuela de Iowa, puede interpretarse, más bien como un tanto forzada y, por sí mismas, sus formulaciones teóricas están bien fundamentadas y sus contribuciones sui generis son de interés como aportaciones afines, en sentido laxo, al Interaccionismo Simbólico, con las respectivas divergencias y comunalidades. Así, tomando en consideración, por un lado, que tanto que el acercamiento estructural como el interaccional ya han sido objeto de análisis en este estudio y, por otro, atendiendo a su impacto revitalizante en la interpretación psicosocial de la realidad en las últimas décadas nos centraremos en los desarrollos fenomenológicos de Schütz y en la corriente de la Etnometodología como máximos exponentes.

1.3.1.) Enfoque fenomenológico del

mundo social: Alfred Schütz (1899-1959).

El enfoque fenomenológico, aplicado el mundo social, es claramente deudor de la figura de Alfred Schütz (1899-1959), sociólogo y filósofo austriaco integrado en la Nueva Escuela de Investigación Social de Nueva York, discípulo directo de Husserl e influido por la orientación pragmatista, en especial, por la obra Mead y Dewey. Schütz incorpora a las ciencias sociales el método de la fenomenología cuya versión sociológica de la fenomenología de Husserl acabo convirtiéndose, en palabras de Lizón (2010, p. 394) “en semillero de nuevas «sociologías creativas»”.

La incorporación del mundo cotidiano a la investigación psicosociológica, la importancia esencial otorgada a la sociabilidad, la definición de las características principales del mundo de la vida cotidiana, la importancia concedida a la comprensión del sentido de la acción humana, entre otras, constituyen las principales señas identificativas de su aproximación fenomenológica al mundo social. Como ideas básicas podemos extraer las relativas a que el mundo de la vida cotidiana es el ámbito de la realidad en el que el sujeto interviene, si bien el conocimiento de la vida cotidiana no es sistemático y es la propia intersubjetividad mundana la que delimita el campo de la cotidianidad y el que posibilita la existencia del mundo de vida, la valoración de la vida cotidiana como una región particular de sentido (Acevedo, 2010; Cipriani, 1991; Cisneros, 2000; Cuevas, 1991; De la Torre, 2005; Hernández Rosete, 2000; López, 2008;

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Rizo, 2006; Salas, 2006). En este sentido, la teoría social fenomenológica de Schütz, en opinión de Grathoff (1989, p. 107) (recogido en Rizo, 2006, p. 53) es “una ciencia de los fenómenos de la intersubjetividad mundana, por lo que un análisis de las estructuras del mundo de la vida puede interpretarse como una sociología general de la vida cotidiana”.

Schütz desarrolló una fenomenología del mundo social sobre la base de la experiencia diaria reflejada en una primera aportación de sumo interés con el sugerente título: La construcción significativa del mundo social. Introducción a la sociología comprensiva, publicado originalmente en 1932 (ed. 1993) y en diversos textos como Fenomenología del mundo social (1972) y Las estructuras del mundo de la vida en colaboración con Luckman (1973, ed. 1977), donde amplía su análisis fenomenológico social. El enfoque de Schütz parte de la necesidad de analizar las relaciones intersubjetivas a partir de las redes de interacción social. Uno de los conceptos básicos desarrollados por Schütz en buena parte de su obra (Schütz, 1932, 1972, 1974a) es el de realidad social concebido como una suma total de objetos y sucesos dentro del mundo social cultural, objetos y sucesos significativos para cada uno de nosotros, que ha sido experienciados, y que son vivimos en nuestra experiencia cotidiana en nuestra relación con los demás.

Para la sociología fenomenológica, el individuo es un actor social que reproduce su contexto social a partir de sus

interacciones cotidianas, de sus relaciones intersubjetivas y de los elementos de negociación y de comunicación en la construcción social de los contextos de sentido. Según Mélich (1993) Schütz intenta dar una respuesta satisfactoria a un problema clave, el de la intersubjetividad, apoyándose en la sociología comprensiva de Weber como mejor intento por comprender el significado de la acción. La configuración particular del sujeto está también sometida a la intersubjetividad, de modo que el hecho de que se pueda percibir la realidad poniéndose en el lugar del otro es lo que permite al sentido común reconocer a otros como análogos al yo y permite anticipar ciertas conductas para desarrollar la vida social (Schütz, 1963 en Acevedo, 2010).

El impacto de la aproximación fenomenológica descrita se ha dejado sentir en los últimos años a partir de los célebres trabajos de Berger y Luckman (1966, ed. 1986), así como por su propia colaboración con Luckman (Schütz & Luckman, 1973). Desde las propuestas sociofenomenológicas tanto de Schütz (1972, 1974a) como de Berger y Luckmann (1986) se comprenden la intersubjetividad como un vivir humano cotidiano en una comunidad social e histórica (véase Lizón, 2010). Junto a este fructífero mecanismo de influencia, para Munnè (1999), las contribuciones de Schütz a la teoría psicosociológica contemporánea –especialmente por su inspiración sobre Garfinkel en el desarrollo del enfoque etnometodológico– son fundamentales en el análisis de los

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significados de los actos sociales y de los procesos de elaboración social de significados. En este sentido, López (2008) desde el marco comparativo las categorías de conocimiento de sentido común e interpretación, desarrolla un análisis de divergencias y comunalidades entre Schütz y Garkinfel del que se extrae la idea de que ambos valoran como objeto de su análisis sociológico conocimiento de sentido común de las estructuras sociales, como veremos a continuación.

1.3.2.) Etnometodología: Harold

Garfinkel (1917-2011). La Etnometodología supone una crítica radical a los puntos de vista de la sociología tradicional, dada su pretensión de sustituir los supuestos epistemológicos positivistas por nuevos principios en la investigación social. El citado Alfred Schütz fue el autor que más influencia ejerció en los planteamientos de la Etnometodología, según Sabucedo, D'Adamo y García Beaudoux (1997), con Harold Garfinkel (1917-2011) como máximo exponente. Garkinkel comenzó a formarse con Parsons en el Departamento de Relaciones Sociales de la Universidad de Harvard a finales de la década de los cuarenta, si bien su formación como sociólogo se nutre de enriquecedores contactos con la fenomenología social de Schütz y la ecología de la mente de Bateson, entre otros, que dejarán huella en sus contribuciones. Semejantes influencias son operativizadas por Caballero (1991) estableciendo un análisis de las influencias tanto de Parsons, dado su intento de

explicar cómo surgen los sistemas de acción, y de Schütz, al situar los fundamentos de la sociología al nivel de la acción en cuanto experimentada por el actor en el mundo de la vida cotidiana. Garfinkel funda y desarrolla la Etnometodología en la década de los sesenta, siendo, asimismo, uno de los promotores clave de la tradición fenomenológica en la sociología norteamericana. En Studies in Ethnomethodology Garfinkel (1967) define el objetivo de la Etnometodología como la indagación sobre los métodos de razonamiento práctico que la gente utiliza en la construcción de sentido de su vida social para producir y manejar sus asuntos sociales. En su conjunto, la Etnometodología de Garfinkel (1967, 1968, 1982, 1986, 1996, 2002) es un enfoque que estudia la acción social cotidiana desde el marco de referencia del actor, si bien este particular énfasis no se circunscribe al análisis de los niveles de conciencia de los actores sociales, además se trataría de clarificar los significados sociales de esas acciones dada la consideración del significado de tales procesos en la interacción social en progreso. En este sentido, su propuesta etnometodológica es contraria al supuesto relativo a que las personas siguen en sus actividades las directrices internalizadas de su cultura, ya que los etnometodólogos establecen una crítica al determinismo social, estimando que los seres humanos son agentes activos que articulan procedimientos y definen los significados de las situaciones sociales en

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las que están implicados (véase López, 2008).

Para Heritage (1984, 1986), en su conjunto, la problemática objeto de análisis en los trabajos de Garfinkel gira en torno a tres cuestiones nucleares: la teoría de la acción social, la naturaleza de la intersubjetividad y la construcción social del conocimiento. A su vez, Wolf (1988), destaca cinco características del análisis etnometodológico: a) el interés por el significado de toda situación social que es el resultado de las realizaciones prácticas de los individuos; b) el valor de las interpretaciones que se articulan sobre determinadas prácticas sociales; c) la concepción de cualquier cualidad racional de los modos de actuar como una práctica contingente del conjunto de experiencias sociales compartidas; d) el análisis de los procedimientos que ponen en marcha los individuos en el proceso de organización de cada circunstancia social y, finalmente, e) la focalización del interés en la vida cotidiana siendo los actores sociales los que crean y mantienen el significado de la organización social de la realidad en la que están inmersos.

Desde la Etnometodología se fundamenta un proyecto de una metodología de investigación empírica en el que valora la relevancia inmediata del punto de vista de los propios actores, integrando en esta perspectiva la cuestión de la acción y la cuestión del conocimiento de los actores, en contextos de interacción inmediata. Garfinkel (1997) contribuye a crear el método documental de interpretación en los descubrimientos de

legos y profesionales, como propuesta en contra de concepciones epistemológicas que subyacían a la sociología positivista, sustituyéndolas por otras completamente distintas.

A pesar de las críticas a la Etnometodología, basadas fundamentalmente en el subjetivismo y su falta de precisión conceptual, autores como Ibáñez (1990) valoran la propuesta etnometodológica no solo por sus contribuciones, sino porque han servido de estímulo para el desarrollo de la Psicología discursiva y, concretamente del análisis conversacional. Y es que, como se ha apuntado, Garfinkel (1967, 1968) enfatiza el principio de indexicalidad del lenguaje y evidencia las dificultades derivadas de este proceso para la producción de informes objetivos sobre el fenómeno social ya que son reflexivos al entorno en el que son producidos, esto es, dependen de ese entorno para otorgarles su sentido. Por su parte, el calificado por Santoro (2003) como momento ethnográfico es objeto de análisis tomando como referente al citado Garfinkel y a Giddens -quien en Las nuevas reglas del método sociológico (1976) aporta una certera reflexión sobre las calificadas como sociologías interpretativas- y centrándose en los problemas de la etnosociología, explora el viraje del interés (psico)sociológico hacia los problemas de la comunicación del sentido, el lenguaje y los rasgos constructivos del conocimiento. Así, dentro de la pléyade de estudios etnometodológicos los de más interés psicosociológico son los vinculados al

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análisis secuencial de la conversación (Análisis de la Conversación) con aportaciones como las de Sacks (1972, 1982) y los desarrollo una teoría sociológica de la información con contribuciones como las del propio Garfinkel (2008). Representa, en suma, una aportación sumamente fructífera para una psicología social crítica y discursiva.

Discusión Ciertamente, la orientación del Interaccionismo Simbólico presenta múltiples y fructíferas ramificaciones a partir de un proceso constitutivo consensuado deudor, en buena medida, de los presupuestos de G. H. Mead, tal y como se ha constatado en nuestra revisión de sus aportaciones y mecanismos de influencia. En el presente trabajo hemos aportado algunas consideraciones básicas sobre la orientación del Interaccionismo Simbólico, así como las primeras líneas de investigación en Psicología Social: aportaciones estadounidenses al pensamiento psicosocial, con análisis de las contribuciones de Cooley y del conductismo social de Mead. Asimismo, se ha establecido la relación con el acercamiento microintencional –a modo de extensión del Interaccionismo Simbólico centrado fundamentalmente en el individuo y el self-, que tiene en el citado Erving Goffman a su máximo exponente. Basándose en la idea básica propia del interaccionismo simbólico de que la realidad social se construye simbólicamente en la interacción, desde el

enfoque dramatúrgico se incide en el proceso de presentación ante los otros. Así, en nuestra presentación ante los otros en la vida cotidiana en sentido goffmaniano todos tenemos/ejercemos un quantum tanto de autoafirmación como de engaño y deseabilidad social (Moral, 2010; Moral, Sirvent, & Blanco, 2011). Por extensión, la característica más sobresaliente de los microinteraccionistas es su énfasis en la contingencia de roles en las interacciones con otros actores. En otro orden, en los últimos años y desde una perspectiva crítica, cobra relevancia la cuestión de la agencia humana mediante el análisis de la alteridad y de la teoría del actor-red, planteado por Lee y Brown (1998). Como es sabido, desde esta visión del mundo se estima que todas las categorizaciones de las cosas son únicamente resultado de la actividad humana, siendo el mundo mismo un campo indiscriminado de voluntades, puntos de fuerza y resistencia. La asunción de un vocabulario político nos permite comprender el mundo y, a partir de aquí, desarrollar un discurso democrático liberal que versa sobre la liberación de los oprimidos. Así, en palabras de citados Lee y Brown (1998, p. 223): “Se ha dicho (Callon, 1986; Latour, 1988) que la elección del vocabulario para la descripción de la interacción entre entidades sociales y no sociales es, en la teoría del actor-red, arbitraria, y que no tiene consecuencias excepto en lo que pueda afectar a los lectores en su recepción de la descripción. A pesar de esto, parece que hay un vocabulario, el de la democracia liberal, que

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es particularmente popular entre los autores de la teoría del actor-red (e.g. Law, Callon, Latour) cuando explican su trabajo. Según nuestro planteamiento, la elección de este vocabulario no es ni arbitraria ni carente de consecuencias".

En definitiva, del pensamiento de G. H. Mead y del resto de interaccionistas simbólicos se derivan una serie de implicaciones que, según Stryker (1997, p. 317-323), coinciden, en gran medida, con muchas de las principales características de la actual Psicología Social Crítica (Ovejero, 1999; Ovejero & Ramos, 2011):

a) El carácter socialmente organizado de

la experiencia humana: presupuesto en virtud de cual se incide en el proceso de organización social de la experiencia humana, enfatizándose la importancia concedida en el desempeño de roles.

b) La vida social como construida: las formas y el contenido de la vida social son productos de la acción e interacción humana mediante las que se proponen soluciones consensuadas a los problemas de sus vidas cotidianas, tratándose, pues, de una construcción social.

c) El ser humano es un agente activo: el ser humano es un actor, un agente activo que inicia transacciones con el ambiente social y no social que le rodea, respondiendo selectivamente a él.

d) Significación de lo subjetivo y lo simbólico en la vida social: se otorga una gran importancia a las definiciones

e interpretaciones individuales y sociales. Así, el mundo al que reaccionan los seres humanos y sobre el que actúan es un mundo simbolizado, de modo que el mundo exterior no existe independientemente de nosotros.

e) La significación de "self": mediante el "self" es posible responder reflexivamente a uno mismo, lo cual implica que las personas pueden simbolizar o definir a sí mismos como participantes en relaciones sociales y en procesos de interacción social.

f) La persona como forzada y libre: a la vez que el ser humano es un agente libre, activo y propositito su actividad se ve fuertemente constreñida por fuerzas externas y por la posición que ocupa como miembro de la sociedad y de diferentes grupos.

g) Los límites del determinismo a la hora de dar cuenta de la conducta social: teniendo en cuenta lo anterior se considera que “los seres humanos no existen en un mundo estrictamente determinista. Dicho de otra manera, existen límites al determinismo como un principio subyacente en psicología social" (Stryker, 1997, p. 323), de lo cual se derivan importantes implicaciones como han apuntado Gergen o Harré, entre otros.

La importancia de la perspectiva

interaccionista para la Psicología Social Crítica es fundamental, por la coincidencia en la oposición a la disciplina dominante u ortodoxa, de modo que se critica la

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ingenuidad epistemológica de los estudios experimentales, y se propone una Psicología retórica y discursiva mucho más interpretativa. Asimismo, junto a tales diferencias metodológicas también presentan diferencias filosóficas más profundas que, como señala Billig (1997, p. 39), conllevan fuertes desacuerdos con respecto a la naturaleza de los fenómenos que constituyen el verdadero objeto de estudio de la Psicología Social. Así,

mientras que los psicólogos sociales convencionales asumen que el objeto de la Psicología Social comprende estados o procesos internos que en sí mismos no son observables, pero que pueden ser inferidos a partir de la conducta exterior, en cambio, desde las diversificaciones interaccionistas más actuales, se afirma que los fenómenos de la psicología social son constituidos a través de la interacción social, especialmente de la interacción discursiva.

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Tapia V. A. y Villegas, D. R.  

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“Pídaselo a mi General”. Una mirada psicológica al creyente Villista

“Obtain it to my General”. A psyhological look of the Villista Believer

ALEJANDRO TAPIA V., DIANA R. VILLEGAS

Universidad de Monterrey

Resumen El presente estudio es un acercamiento a la práctica espiritista asociada con Pancho Villa. Interesa en específico, entender el fenómeno de la curación del creyente. Para ello se ideó un estudio cualitativo; congruente con ello, se llevaron a cabo observaciones participantes en tres localidades del noreste de México y se realizaron 13 entrevistas a informantes clave. Los resultados indican cómo opera el acto de sanación desde el testimonio del creyente. Se discuten las explicaciones que de este fenómeno pueden desprenderse desde la psiconeuroinmunoendocrinologia y se destaca el papel del reencuadre como uno de los procesos cognitivos involucrados. Palabras Clave: Pancho Villa, curanderismo, espiritismo, religiosidad, bienestar.

Abstract

The interest in the present study is to know the testimony of people who was cured by an act of spiritism linked with the spirit of Pancho Villa. We design a qualitative approach and use the participant observation and the in situ interview. We visit three different places in northeast Mexico and interviewed 13 participants. The results show some psychological process in the act of healing. We center our discussion in the role of psychoneuroinmunoendocrinology aspects in healing, and the relevance in reframing a cognitive technique. Keywords: Pancho Villa, healing, spiritism, religiosity, well-being. En los últimos años en los medios de comunicación, se ha destacado el uso -por parte de la población mexicana-, de objetos de culto y sanación vinculados a un personaje de la Revolución Mexicana: Pancho Villa. Hay venta de veladoras y medallas con su imagen a manera de amuletos (Rodríguez, 2008), sesiones espiritistas (Alejo, 2011) y prácticas

asociadas al culto de Niño Fidencio (El Mundo, 2010).

El desarrollo de este culto parece tener una línea más o menos identificada. Va de la muerte de Fracisco Villa en 1923 (Katz, 2000) a la muerte del Niño Fidencio en 1938 y la aparición de “materias” que curan en su nombre (Alejo, 2011; de la O, 2012; Farfán, 1997), hasta llegar a la venta

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de objetos de sanación y protección de la actualidad (Hernández, 2004; Ramírez, 2008).

En el credo Fidencista, los espíritus se manifiestan a través del cuerpo de los curanderos a quienes poseen. Fuera de esta lógica, no hay mayores manifestaciones de espíritu alguno como en la doctrina espiritista de Kardek (1967; 1993) a quien suele atribuírsele el origen del espiritismo y quien creía que los espíritus se manifestaban en diferentes esferas de la vida. En el Fidencismo, los espíritus que toman posesión de los cuerpos de las materias o cajitas -como son llamados a los curanderos -, suelen ser quienes han hecho un bien a las colectividades, no sólo por sus dotes de curación -como el Niño Fidencio y Pedrito Jaramillo-, sino por sus intereses en el bien colectivo -como, Francisco Villa o Francisco I. Madero (Farfán 1997; Garza, 1991).

El estudio del espiritismo y el curanderismo en México han sido propios de otras disciplinas pero no de la psicología. Goldwater (1983) desde la salud pública y la antropología social reporta el papel de la mediación de los espíritus en algunos casos de curación en América Latina; al igual que lo hiciera Lagarriga (1975) específicamente entre los miembros de una comunidad teosófica en México. Históricamente, Quezada (2000) informa que el poder de la curación en el siglo dieciocho mexicano podía venir por gracia divina, lo cual no implica espiritismo.

Los estudios que desde las ciencias de la salud se han hecho, han centrado su

interés en el papel del curandero. Vaquero, Páez, Rivera y Torres (2009) estudiaron el papel que tienen los sueños en la revelación de una persona como materia y en su proceso de iniciación en el Fidencismo. Por su parte, Berenzon, Hernández y Saavedra (2001), hicieron un estudio entre curanderos de la ciudad de México para conocer sus percepciones y creencias sobre la salud y la enfermedad. Grinberg (1987) en su estudio ya clásico sobre los chamanes de México dio una explicación desde su Teoría Sintérgica inconclusa.

Incluso los investigadores del Fidencismo, han centrado su interés en el culto, como un movimiento religioso basado en el curanderismo. Garza (1991) hace un recuento biográfico del Niño Fidencio, da un repaso de sus métodos terapéuticos y concluye que la expansión del movimiento tras su muerte. Farfan (1997) hace una revisión monográfica del desarrollo del movimiento Fidencista y describe algunos ritos que lleva a cabo el curandero.

A la fecha, ninguno de los estudios se ha centrado en investigar la experiencia del creyente. Pese a esta información existente, no hay una aproximación psicológica que nos permita generar hipótesis o línea de investigación, acerca de las creencias y de los procesos mentales que llevan a la sanación, entre los seguidores de esta forma de curación y que estén involucrados en el fenómeno del curanderismo villista en particular. Eh aquí el objetivo del presente estudio, tener un primer acercamiento con el creyente del

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curanderismo villista, documentarlo y generar unas primeras impresiones teóricas.

Método Debido a la escases de datos al respecto, se optó por una aproximación exploratoria (Hernández, Fernández & Bautista, 2010; Taylor & Bogdan, 1987); ya que interesa conocer la experiencia subjetiva del creyente y partir de las verbalizaciones para hacer un primer análisis, esta investigación parte de un enfoque fenomenológico (Hernández, Fernández & Bautista, 2010; Taylor & Bogdan, 1987). Así, en este estudio se siguió una metodología cualitativa y, en congruencia con dicho enfoque, se ha presentado ya -en el apartado inmediato anterior- un breve marco de referencia; no se parte de una postura teórica particular y las implicaciones teóricas se discutirán al final de este reporte (Creswell, 1998; 2003).

Participantes Se trabajó con un muestreo no probabilístico de participantes tipo de 13 personas de distintas edades y ocupaciones cuyas funciones y lugares de trabajo se encuentran en la Tabla 1.

Tabla 1. Relación de informantes, funciones, contexto de la entrevista y localidad Informantes Contexto Localidad Dos dependientas de negocio. (Adultas joven)

Mercado Juárez

Monterrey, Nuevo León

Una cocinera (Adulta Madura)

Restaurant Arteaga, Coahuila.

Un cantinero (Adulto Joven)

Restaurant Arteaga, Coahuila.

Tres pacientes (Adultas joven)

Centro de Curación (Domicilio del Curandero)

Arteaga, Coahuila.

Una Materia (Mujer 3ª. edad)

Centro de Curación (Domicilio del Curandero)

Arteaga, Coahuila.

Una Materia (Hombre maduro)

Centro de Curación (Domicilio del Curandero)

Saltillo, Coahuila.

Un Guardia (Adulto joven)

Centro de Curación (Domicilio del Curandero)

Saltillo, Coahuila.

Tres visitantes (dos señoras jóvenes y un niño)

Centro de Curación (Domicilio del Curandero)

Saltillo, Coahuila

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Instrumentos y Técnicas Fueron dos las técnicas de recolección de datos empleadas en este estudio (Taylor & Bogdan, 1987): 1) Observación participante. 2) entrevista con informantes clave. Donde se intentó dar respuesta a tres preguntas: ¿Ha sido atendido por la Materia? ¿De qué enfermedad o malestar? Y ¿Cuáles son o han sido los resultados?

La observación participante y las entrevistas con informantes clave se llevaron a cabo en tres localidades y contextos diferentes (ver Tabla 1):

1. El mercado Juárez de la ciudad de Monterrey. Localizado en el centro de la ciudad.

2. El poblado de Arteaga, Coahuila. El propósito fue interactuar con los lugareños y visitar el Centro de Curación de la Materia Jovita

3. El Centro de Curación en la ciudad de Saltillo, Coahuila. Localizado al sur de la ciudad.

Procedimiento Las observaciones y entrevistas variaron según el contexto. La observación en la hierbería del mercado se asistió como consumidor interesado en la ayuda de Pancho villa. Las observaciones en los Centros de Curación se llevaron a cabo dentro del marco de una grabación para un programa televisivo. Para el caso de la ciudad de Arteaga el investigador llegó al primer centro como parte del equipo de grabación, pero manteniéndose –literalmente- al margen de las actividades de los presenten; sentado entre la gente, con el resto de los pacientes, desde donde

podía ser testigo de las distintas situaciones que acaecían en el lugar y hacer preguntas a las personas al lado suyo. Al Centro de Curación de Saltillo el investigador llegó encubierto al lugar, media hora antes que el equipo de periodistas e inició una convivencia con la gente ahí reunida.

Las entrevistas se hicieron de manera informal como parte de la interacción durante el consumo de los servicios ofrecidos según el contexto. Como se indicó arriba se intentó dar respuesta a tres preguntas ¿Ha sido atendido por la Materia? ¿De qué enfermedad o malestar? Y ¿Cuáles son o han sido los resultados? No se hicieron audio-grabaciones de las respuestas emitidas para evitar alterar el testimonio de los informantes (ya los periodistas hacían la grabación de la Materia) y no se consideró ético violar el artículo que indica que toda grabación debe llevarse a cabo bajo consentimiento informado (Sociedad Mexicana de Psicología, 1984). Se hizo una transcripción de la entrevista una vez concluida la observación participante.

Análisis de datos Para el análisis de datos se llevó a cabo un Análisis de Discurso Ideológico (van Dijk, 1996), el cual básicamente consistió en obtener conclusiones a partir del significado de la comunicación expuesta en la interacción y dentro de los contextos de la entrevista y a partir de las verbalizaciones emitidas. De esta manera los datos obtenidos fueron agrupados no categorizados en algunos conceptos

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Tapia V. A. y Villegas, D. R.  

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psicológicos con la intensión de hacer una “traducción” o tener un referente de compresión en esta ciencia.

En este reporte se presenta entrecomillado el testimonio reconstruido de los informantes, se ponen en letra mayúscula los conceptos técnicos específicos usados por los informantes, se usan seudónimos para asegurar el anonimato de los informantes (a excepción del nombre de los curanderos de quien se conserva su nombre real con fines de verificación, para garantizar la objetividad y se insertan entre corchetes algunos comentarios del investigador.

Resultados En los testimonios de los informantes llama la atención, dos elementos: la confianza puesta en “la Cajita” y la seguridad de las creencia, sin pretensiones ni asombro. En este sentido, se destacan por lo menos tres elementos 1) el reencuadre, 2) el alivio del estrés 3) El sistema de Creencias. El reencuadre Uno de los efectos del curanderismo está en el reencuadre del malestar:

Testimonio de doña Yadira: “Yo me mareaba y me sentía muy mal. Sentía como que me levantaba del piso. Y me preocupaba ‘¿Me estoy volviendo loca o qué? ¿Tendré un cáncer?’ Vine con don Chuy y me dijo que no, que no estaba enferma, que yo tenía El Don, que la virgen quería tomar mi cuerpo para hacer sanaciones, que si yo quería podría ser

Materia también. Pero no, no quiero, me da miedo, no sé como sea eso [sonríe agachando la mirada, como chiveada], nos ha ayudado mucho Mi General”. Yadira una de las visitantes al General en Saltillo, madre de familia de dos niños de tres y cinco años.

Testimonio de don Miguel “Aquí somos devotos del Niño Fidencio, vamos cada año a Espinazo. Mi niña de ocho años tiene El Don, haga de cuenta que sentía que la perseguían y que le jalaban los pies. Me dijo apá me pasa esto y esto y le llevamos a espinazo para que le sacaran el mal ¡¿y cuál?! Que no era mal. Ella va a poder curar, la vamos a preparar para eso.” Don Miguel Cantinero en Arteaga.

Alivio del Estrés En los testimonios de los creyentes, se expresa el alivio de, por una parte, de saber que no se tiene un mal y, por la otra, de hacer algo para que ya no se tenga. En los testimonios anteriores puede identificarse ese alivio, así como en los dos casos siguientes (donde además está presente la re-significación).

Testimonio de doña María “Me sentía mal de la panza, la traía toda inflamada y me dolía. Vine con Jovita y me operó hace un mes [hace señal con la mano izquierda en el lugar del vientre], la cicatriz no se me ve por que la traigo por dentro. Me dio una curación. Desde entonces me he sentido bien”. “Hoy me llevo un poco de agua con hierbas para echar en la casa, rociarla y protegerse de la maldad” “También curó a mi niña, la curó de envidias. Tiene 16 años, la placearon [ver

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significado en el caso J, más adelante]”. “Sí, está bien bonita”. Doña María, mujer adulta de 33 años de edad, entrevistada en Arteaga.

Testimonio de Martita “Vengo para que me revise. Me curó hace tres meses del corazón. No podía respirar, sentía que el corazón se me saltaba del pecho. Me ponía bien mala. Yo no quería venir pero, curó a mi mamá hace seis meses, ella no podía caminar y le curó las piernas y ya anda bien”. Martita, una mujer de 28 años de edad, soltera. Entrevistada en Arteaga.

El Sistema de Creencias Además del alivio, las explicaciones que los creyentes obtienen y se dan, son argumentos que forman parte de su sistema de creencias. Las personas que acuden a los curanderos lo hacen porque suponen, saben o esperan obtener un beneficio. De entrada, esta actitud implica ya la posibilidad de que el beneficio tenga lugar, a través del vehículo que es la Materia, se entienda o no de dónde viene su poder, asumido como un Don de Dios, y donde se reconoce la existencia de espíritus que hacen el bien y se enfrentan a fuerzas del mal. Léase el caso J y los testimonios siguientes.

Caso J. Juan decidió separarse de su primera mujer porque no podía darle familia, tres años después, viviendo con su segunda pareja, “andaba de mal humor, todo irritado”. Informa Susana, su actual pareja: “se estaba secando el pobre, ni comía y se dio a la bebida. Sí estaba bien flaco. Vino con Jovita le hizo una limpia y le dijo que lo habían Placeado, que la

suegra y la ex le querían hacer mal y lo habían embrujado con una figurita de esas [y hace una señal con la maño derecha indicando el tamaño entre el dedo pulgar e índice] y la habían enterrado en un panteón pa’ que muriera, le habían puesto plazo, pero Jovita lo identificó a tiempo, fue a desenterrar el muñeco y lo salvó de la malda’. Y aquí anda”.

Testimonio del Guardia “Yo vine hace dos años a ver a mi General, para pedirle su ayuda y conseguir un trabajo. Me dijo que no me preocupara, me dio un pañuelo mojado con tequila y al poco tiempo conseguí trabajo. Después vine a darle las gracias y le pedí que me ayudara con mi negocito de cocas y papitas que tengo en la casa, que no nos fueran a robar y que nos vaya bien. Vende ahí mi esposa. Y me dio una bala grande de carabina, para que lo tuviera en un cajón. A mí me dio una bala, como esta [calibre 22], para que también a mi me cuidara, la traigo en mi bolsa siempre y cando me siento mal la agarro y le pido al General que me ayude y todo sale bien. Hace unas semanas venía en el camión y sentí que algo iba a pasar. Le dije ‘échanos la mano, mi general” y agarré la bala, la bala se rompió se despegó del casquillo y ya nada pasó, nos protegió. Tú tal vez no creas, pero evitó que algo pasara.” Martín es un Guardia que se está preparando para poder ayudar a Don Chuy en las sesiones en que recibe el espíritu de quienes es Materia.

Testimonio de doña Alicia: “Ponemos los limones dentro de ese tarro con aguapara que absorba todas las envidias, se pone todo negro después de dos semana

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y ya no flotan, cuando se caen al fondo hay que tirarlos. Pero no debe tocar el agua porque le puede hacer mal. Hay que agarrar el tarro de la asa y levarlo a tirar allá lejos, a la barranca. Y ya luego echarle mucha agua y limpiarlo. Lavarlo bien por dentro. Volverle a poner agua y dos limones para seguir protegidos” Explicó esto doña Alicia mientras veíamos el altar, en medio del restaurante del que es socia y cocinera en Arteaga. Véase la Figura 2 donde se puede ver el altar vinculado al Fidencismo, con la imagen del Pancho Villa entre otras imágenes del santoral católico.

Puede identificarse, también, que son dos los poderes que se le atribuyen al espíritu de Pancho Villa: de protección y sanación. Mientras que Jovita realiza curaciones de enfermedades, limpias, antídotos contra magia y embrujos; la Materia Don Chuy protege contra males y alivia malestares físicos.

Son tres, los elementos psíquicos que se encuentran vinculados a estas prácticas de sanación. Esta primera aproximación nos permite identificar que hay al menos estos tres procesos cognitivos involucrados en la mente de los creyentes que acuden al espíritu de Pancho Villa para ser atendidos.

Discusión Estos resultados indican que los pacientes son tratados con una estrategia que algunos psicólogos clínicos usan y que llaman “reencuadre”. El reencuadre es una intervención propiamente cognoscitiva

(Fine, 2002), con la cual los sujetos reconstruyen sus explicaciones, lo que en los casos de sentimientos negativos les ayuda a contrarrestan sus pensamientos irracionales (Fine, 2002; Morse, 2008). El reencuadre cognitivo consiste en que el paciente considere elementos que no había tomando en cuenta en una experiencia negativa, lo que lo lleva a reevaluarla de una manera favorable para sí; este elemento quedó identificado en el testimonio de los creyentes.

El manejo del estrés, podría ser una explicación en el tratamiento de las enfermedades, desde la psiconeuroinmunoendrocrinología. Los autores en esta disciplina indican que ante una situación evaluada como estresante, se activa el hipotálamo y libera corticotropina, una hormona que estimula la hipófisis, que a su vez envía adrenocorticotropina al torrente sanguíneo, el que al llegar a las glándulas suprarrenales, se estimula la segregación de glucocorticoides como la cortisona y el cortisol (Clow, 2004; Garrido, 2000) los que por segregación excesiva terminan por inhibir la producción y secreción de interleucinas encargadas de la mediación de la respuesta inmune (Ramos, Rivero, Piqueras, García, & Oblitas, 2008).

El alivio reportado por los informantes, relacionado con el manejo del estrés subyacente a sus enfermedades y como resultante del reencuadre cognitivo, provee un alivio principalmente emocional. Cuando una persona reinterpreta cognitivamente un estimulo negativo disminuye el impacto que ese estímulo que

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tiene en ella (Gross & Thompson, 2007); con la reinterpretación disminuye la actividad en la amígdala (vinculada a la ansiedad, LeDoux, 2000 ), la ínsula y, a su vez, aumenta la actividad en el área prefrontal y la región parietal del cerebro, lo que se asocia con un incremento del afecto positivo y un estado general de bienestar (Goldin, McRae, Ramel, & Gross, 2008).

Además, la experimentación de emociones positivas, mejora los estados de salud. Los investigadores indican que la experimentación de Afecto Positivo puede reducir los niveles de cortisol (Pressman & Cohen, 2005; Steptoe, Wardle, & Marmot, 2005), disminuir el ritmo cardiaco la presión sanguínea y la concentración de epinefrina y norepinefrina en la sangre (Pressman & Cohen, 2005) lo que disminuye el riesgo a enfermarse; así mismo, aumenta la secreción de inmunoglobulina A (Barak, 2006; Watanuki & Kin, 2005), componente inmunológico de la saliva con la habilidad de neutralizar virus bacterias y toxinas (Sekikawa, Taito, Takahashi, Matsubara, & Inamizu, 2010).

Todo sistema de creencias forma parte de un marco cultural y social de referencia, desde el cual una persona se permite entender o explicar cualquier fenómeno. En este estudio, se confirma que el estudio de las religiones ha de entenderse desde el sistema doctrinal del grupo religioso en cuestión y desde el contexto cultural en el que tiene lugar. Tapia (2010) y Tapia y Reyes-Lagunes (1999; 2001), expusieron cómo distintos

grupos religiosos entienden diferentes conceptos y prácticas religiosas desde el significado particular y doctrinal que tienen en su marco religioso de referencia. Lo cual no es una novedad, los antropólogos clásicos Levi-Strauss (1958), Malinowski (1974; 1931) y Geertz (1995) consideraron que el sistema de creencias o marco de referencia es a lo que había que apelar para poder entender el significado que tiene en una persona los diferentes elementos de la cultura de un pueblo (como la religión, el comercio, el parentesco, el juego y demás categorías). Y para el caso del curanderismo, ocurre igual, se entienden las enfermedades desde el propio marco de referencias (Berenzon, Hernández, & Saavedra, 2001). El contexto del que procede esta devoción a Villa ha sido considerado ya antes. Asociado al culto a los santos, la intercesión de Pancho Villa en los asuntos terrenales forma parte de una tradición católica, pero no reconocida por la Iglesia (Farfán, 1997; Garza,1991), incluso sus seguidores creyentes no llegan a considerarlo como un santo. El curanderismo de Villa está vinculado al Fidencismo, aunque derivado del catolicismo, el espiritismo (Farfán 1997) y la curandería (Garza, 1991). Es por ello que, el espíritu del Pancho Villa, los actos de sanación, tener El Don, ser Placeado y portar objetos de protección, son actos que tienen cabida en el sistema de creencias de quienes lo creen y participa de ellos.

Esta práctica religiosa sólo tiene su lógica desde su sistema de creencias y no desde un sistema de creencias ajeno a él –

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toda explicación como la del presente estudio, no es más que un esfuerzo por interpretar desde otro marco conceptual y ajeno (el psicológico), al marco conceptual aquel del que no forma parte (el curanderismo Fidencista). Cabe aclarar que esto no es una crítica, si no una limitante, la de un primer esfuerzo por establecer un dialogo de dos sistemas de creencias distintos, uno basado en la ciencia y otro sustentado en fe.

Aún quedan dudas por resolver. Mientras no se tenga un conocimiento mayor del creyente, no se podrá tener más que sólo un primer acercamiento a este fenómeno social. En futuros estudios sería importante incluir -de contarse con ellos- un expediente con análisis clínicos de laboratorio, diagnóstico médico, el seguimiento al tratamiento medicamentoso de la enfermedad para conocer su evolución y después evaluar el efecto de la intervención del curandero. Estos elementos bien podrían ser motivo para el diseño de próximas investigaciones. Mientras no se conozca el impacto fisiológico de estos actos de sanación, por muy comprensible que pueda ser la experiencia subjetiva y entendible teóricamente lo que ocurre orgánicamente en el creyente, faltará la contrastación con datos objetivos, medibles, que permitan una mayor comprensión del fenómeno estudiado.

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Arenas Loera, E. P.

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Los Valores Humanos en distintos ámbitos académicos

Human Values in different academic settings

EVA PAOLA ARENAS LOERA

Universidad Nacional Autónoma de México  

Resumen En el ambiente académico de las instituciones de enseñanza se transmiten valores propios de la profesión. Según Sagiv y Schwartz (2002) existe bienestar cuando los valores de las personas son congruentes con los del ambiente. Por tanto, se esperan diferencias entre los valores humanos de estudiantes de distintas carreras. Este estudio analizaron los valores humanos de 100 estudiantes de Contaduría y Administración y Psicología de una universidad pública de la Ciudad de México. Se encontraron diferencias entre ambos grupos. Los estudiantes de psicología están orientados hacia la Auto-trascendencia, mientras que los Contadores y Administradores hacia la Auto-promoción. Los resultados son congruentes con los valores de cada ambiente académico. Se discuten las implicaciones de esta congruencia en la elección de carrera y en el bienestar de los estudiantes. Palabras clave: Valores, humanidad, ambiente, congruencia, bienestar.

Abstract The university schools’ environments transmit values according to the professions. According to Sagiv & Schwartz (2002), wellbeing exists when the people’s values are congruent to the environment ones. Therefore, differences between student’s human values of different schools are expected. This study analyzed human values of a public university in Mexico City students from the schools of Business Administration and Psychology. Differences between groups were found. The psychology student’s values are oriented to the Self-transcendence, while Business Administration students to the Self-enhancement. Results are congruent to values in each academic environment. The implications of this congruence to the professional election and the student’s well-being are discussed. Keywords: Values, Humanity, environment, congruence, well-being. Las instituciones de enseñanza superior transmiten de forma constante ciertos valores asociados a la profesión de la cuál son responsables. Dichos valores son transmitidos por canales formales e informales. Los planes de estudio, los

contenidos temáticos, la visión y misión de la institución, entre otros, forman parte de los mecanismos formales de transmisión. Las conversaciones en las aulas y pasillos, las actitudes de los académicos y estudiantes, las expectativas, los

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incentivos sociales, entre otros, forman parte de los mecanismos informales. El resultado es un ambiente académico compuesto por valores homogéneos y socializados. Sin embargo, estos valores del ambiente académico pueden no corresponder a los valores personales de quienes estudian en la institución.

De acuerdo a Sagiv y Schwartz (2002), para que exista bienestar en los individuos, es necesaria la congruencia entre los valores humanos y los valores en el ambiente. De esta forma, los estudiantes cuyos valores humanos sean congruentes con los de la institución a la que pertenecen, experimentarán bienestar en dicho ambiente; por lo que, las probabilidades de permanencia en él son mayores. Así mismo, la percepción de estos valores en el ambiente académico puede estar asociada a la elección profesional, en tanto que el estudiante tenderá a elegir aquella tenga mayor congruencia con sus valores personales.

Por tanto, se espera que los valores humanos de los estudiantes de distintas carreras sean diferentes.

Los valores humanos, según la formulación de Schwartz (1992), son los criterios que la gente utiliza para seleccionar y justificar sus acciones, así como para evaluar al resto de las personas. La propuesta de éste autor es una estructura de los valores humanos basada en necesidades humanas universales: las necesidades biológicas básicas y las necesidades de coordinación y funcionamiento social. Su investigación, realizada en 20 países, dio como resultado una estructura de 10 tipos motivacionales: poder, logro, hedonismo, estimulación, auto-dirección, universalismo, benevolencia, tradición, conformismo y seguridad. Los 10 tipos motivacionales se pueden agrupar en dos dimensiones bipolares (Schwartz, 1992) (ver Tabla 1).

Tabla 1. Agrupación de los tipos motivacionales de los valores

Tipos motivacionales

Dimensiones bipolares

Auto-trascendencia Benevolencia Universalismo

Autopromoción Poder Logro

Apertura al cambio

Hedonismo Estimulación

Auto-dirección Conservación Tradición

Conformismo Seguridad

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Arenas Loera, E. P.

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Los valores de Auto-trascendencia hacen referencia al entendimiento y aceptación de todas las personas (universalismo) y a las expresiones de cuidado y preocupación por el bienestar de otros (benevolencia). Los valores de Auto-trascendencia son opuestos a los de Auto-promoción, los cuáles expresan las motivaciones para alcanzar poder, autoridad y control sobre los recursos y sobre los demás (poder) y al éxito personal a través de la demostración de las capacidades de acuerdo a estándares sociales (logro) (Schwartz, 1992).

La elección de una carrera profesional por parte del estudiante puede estar asociada a los tipos motivacionales que éste posee. Con la finalidad de experimentar bienestar, el estudiante tenderá a elegir aquella carrera que sea afín con sus tipos motivaciones.

Las carreras de Psicología y de Administración y Contaduría están asociadas a ambientes académicos donde se transmiten distintos valores. De acuerdo a la tipología de Schwartz (1992), en el ambiente académico de los psicólogos existiría una orientación hacia los valores de Auto-trascendencia, mientras que en el de los contadores y administradores hacia la Autopromoción. Analizando algunos de los canales de transmisión de estos valores, se pueden apreciar las distintas orientaciones de valor entre los ambientes de estas dos carreras.

Los valores en el ambiente académico de los psicólogos La Asociación de Psicológica Americana (APA), menciona que, un requerimiento

esencial del código ético de los psicólogos es la contribución al bienestar de aquellos con los que se interactúa profesionalmente (APA, 1997). Por otro lado, la carrera de Psicología aspira a que sus egresados reditúen en el beneficio común y en formas de convivencia armónicas. También establece que los estudiantes deben poseer valores de responsabilidad y compromiso social, solidaridad, sensibilidad ante la vida y la preservación de la salud (Facultad de Estudios Superiores Iztacala, 2009). Harrsch (2005) y Acle (1989), de la misma forma, establecen como perfil del psicólogo una tendencia hacia la promoción del desarrollo humano, su bienestar y felicidad.

La noción de contribuir al bienestar, ha sido planteada también como ayudar, preocuparse o interesarse por otros. Estas nociones se encuentran, de forma consistente, en diversos autores han tratado de definir al psicólogo. Por ejemplo, Litvinoff y Gomel (1975) mencionan que los estudiantes de psicología de suelen ser personas que experimentan afinidad hacia aspectos humanistas. Lagache (1948 en Curiel, 1962) en su libro “De la aptitud al oficio de Psicólogo”, menciona que entre las cualidades sobresalientes que deben caracterizar al futuro psicólogo está la “actitud de simpatía: que implica la comprensión intelectual de nuestro semejante, el acceso comunicativo, el sostener relaciones adecuadas y proporcionadas con los demás y, sobre todo, la captación del valor ajeno” (p.

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292). Curiel (1962), por su parte, recalca como una contraindicación para ejercer la psicología el desconocimiento del valor ajeno, por ignorancia, falta de observación científica o de estima y justipreciación de las cualidades de nuestros semejantes que se traduce en actitudes y tendencias a tratarlos como un simple material para manipulación y no como esa entidad tan respetable que es la persona humana anidada en cada uno de ellos.

Las funciones del psicólogo se orientan, primordialmente, hacia el trabajo comunitario y la mejora de la calidad de vida (Benavides, 1989), así como en la resolución de problemas personales, familiares, institucionales y sociales (Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación en Psicología (CNEIP), 1989; López, Rivero, & Bustos, 1989).

Las investigaciones acerca de las motivaciones para elegir la profesión de psicólogo, también revelan esta preocupación e interés por ayudar a otros. Por ejemplo, el CNEIP (1987) reporta que, en una muestra de 189 estudiantes, el 60% manifestó, como motivación principal para estudiar psicología, el poder “brindar ayuda al hombre” (p. 46). Esto también es reportado por Harrsch (2005) y por García (1989), para quién la carrera de psicología es esencialmente humanística.

Las nociones anteriores reflejan como en el ambiente académicos de los psicólogos se hace referencia constante al entendimiento, aceptación, preocupación y cuidado de las personas. Por el contrario, en distintos canales de comunicación de

los contadores y administradores, se hace referencia al logro individual y al poder.

Los valores en el ambiente académico de los contadores y administradores La Facultad de Contaduría y Administración (FCA), dentro de sus canales formales de difusión, manifiesta que aspira ser un modelo educativo el que se eduquen y formen verdaderos líderes. Establece como perfil de ingreso del estudiante de contaduría el ser proactivo y eficiente en el trabajo, así como capaz en la conducción de grupos. Para el estudiante de administración, el perfil de ingreso incluye el ser experto en integrar y dirigir grupos humanos hacia el logro de objetivos organizacionales. Además, el mapa curricular vigente, incluye asignaturas optativas, principalmente dentro del área Emprendedores, orientadas a la creación, desarrollo y dirección de empresas y personal (FCA, 2009a, 2009b, 2009c).

Para Elizondo (1985), el estudiante de contaduría y administración debe poseer interés, disposición y aptitudes para controlar recursos materiales, humanos y técnicos. Además debe mostrar ambición profesional y económica, liderazgo, toma de decisiones, don de mando, habilidad para la coordinación y motivación de subordinados. Considera también que debe poseer capacidades intelectuales superiores y que puede ubicarse en los puestos gerenciales. Navos (1994) y Picazo (1992) comparten esta visión. Para el primero, el contador debe ser competitivo para guiar a la empresa al

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éxito (p. 8). Para el segundo, debe ser líder y tener visión emprendedora.

En las anteriores nociones se aprecia que en el ambiente académico de los contadores y administradores existe una orientación hacia el poder, la autoridad y el logro personal.

Los estudiantes se encuentran inmersos de forma permanente dentro de los valores propios de cada institución. El ambiente de los estudiantes está compuesto por un conjunto de valores homogéneos, los cuáles son distintos para cada carrera. Como consecuencia, se desarrollan en los estudiantes de cada carrera expectativas concretas de los valores que deberían poseer. De esta forma, los estudiantes, en sus respectivas carreras, expresan los valores aprobados por su profesión, mientras que la manifestación de valores incongruentes a ésta puede ser sancionada por los profesores y alumnos.

El objetivo de este estudio fue, por tanto, analizar si existen diferencias en los valores humanos entre los estudiantes de psicología y los de contaduría y administración. También se investigó si los valores humanos pueden ser elementos asociados a la elección de carrera profesional y si la edad y el sexo de los estudiantes estaban relacionados con los valores. La hipótesis que guió a esta investigación fue que los estudiantes de psicología estarían mayormente orientados hacia los valores de Auto-trascendencia, mientras que los contadores y administrados hacia los de Auto-promoción. También se planteó la hipótesis que los valores humanos pueden

clasificar a los estudiantes de acuerdo a la carrera elegida. Una tercera hipótesis que se planteó es que la edad y el sexo muestran relación con los valores humanos.

Método Participantes

En la investigación participaron 100 estudiantes, seleccionados mediante un muestreo no probabilístico. El 50% pertenecían a dos diferentes campus de una universidad pública en la Ciudad de México en donde se tiene la carrera de Psicología y el otro 50% pertenecía a un solo campus en donde se ofrece la Carrera de Contaduría y Administración. Los estudiantes se encontraban en los dos primeros semestres de la carrera. El 65% de los participantes fueron mujeres y el 35% hombres. La edad promedio de los estudiantes fue de 20 años (DE = 2), siendo el mínimo 18 y el máximo 31 años. El 97% eran solteros y el 3% eran casados. La principal ocupación de todos los participantes eran los estudios, ninguno se encontraba laborando.

Instrumentos Para evaluar los valores humanos generales, se utilizó la escala de valores de Schwartz (1992). Dicha escala evalúa los valores como principios guiadores de la vida. Consta de 10 factores correspondientes a 10 tipos de valores. La escala se presenta como un listado de 57 valores que corresponden al estímulo “como principio rector de mi vida”. El

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participante debe dar una respuesta para cada valor, dentro de un escala de -1 a 7, donde -1 = opuesto a mis valores y 7 = de suprema importancia.

De acuerdo con Arciénega y González (2000) la teoría de los valores de Schwartz, goza de validez transcultural (Schwartz, Lehmann, & Roccas, 1997 en Arciénega & González, 2000; Schwartz, 1992; 1994) y las mismas se pueden observar en diversas investigaciones, tanto a nivel internacional (Schwartz, 1999), como en sus traducciones al español (Gouvieia, Clemente & Vidal, 1998; Ros & Grad, 1991; Schwartz, 1999), y en su utilización con participantes mexicanos (Guzmán, González, De la Rosa, & Castán, 2005; Guzmán-Obando, González, Ruíz & Castán, 2006). El estudio más completo lo presenta Poblete (2000), donde reporta altos valores de confiabilidad y validez del instrumento.

Procedimiento

Se realizó la aplicación de los instrumentos de forma grupal en las aulas de estudio de los alumnos. Se expusieron los objetivos generales de la investigación y se reiteraron los aspectos éticos bajo los cuales se procuraría la protección de sus respuestas. Se le leyeron las instrucciones generales del instrumento y posteriormente se enunciaron algunos de los reactivos al participante como ejemplo. Se explicó la forma de registro de las respuestas.

Resultados

Para conocer si existen diferencias en los valores humanos entre los estudiantes de psicología y los de contaduría y administración, se realizó un análisis de varianza unifactorial mediante el procedimiento Modelo Lineal General. En este procedimiento se incluyeron como variables dependientes Autopromoción y Auto-transcendencia (así como sus tipos motivacionales: poder y logro; universalismo y benevolencia) y tipo de carrera (contaduría y administración o psicología) como factor fijo. Se incluyó como co-variable, la variable MRAT (Mean Rating for the particular individual)1   propuesta por Schwartz para controlar los efectos asociados a las diferencias individuales (Schwartz, Verkasalo, Antonovsky, & Sagiv, 1997).

Se encontraron diferencias significativas entre ambos grupos, tanto en las dimensiones bipolares como en los tipos motivacionales (ver Tabla 2).

Los contadores están mayormente orientados hacia los valores de Autopromoción. Se encontraron diferencias significativas respecto a los psicólogos tanto en la dimensión Autopromoción como en los valores de logro y poder que la componen. Los psicólogos están mayormente orientados hacia la Auto-trascendencia. Se encontraron diferencias significativas respecto a los contadores en la dimensión general Auto-trascendencia, aunque no se encontraron en el valor benevolencia, que junto con universalismo, componen dicha

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dimensión. En el valor universalismo sí hubo diferencias respecto a los contadores.

Tabla 3. Parámetros del análisis de regresión logística

Fuente Variable dependiente

F Media Psicología

Media Contaduría y Administración

Carrera

Autopromoción 7,80* 3,91 (,94) 4,07 (,87)

Auto-trascendencia 8,10* 4,88 (,72) 4,41 (,94)

Benevolencia ,66 5,04 (,90) 4,77 (,72)

Universalismo 10,42* 4,71 (,76) 4,06 (,82)

Poder 15,40* 2,47 (,81) 3,24 (,88)

Logro 7,22* 4,45 (,95) 4,72 (1,52)

MRAT

Autopromoción 89,96*

Auto-trascendencia 127,02*

Benevolencia 61,29*

Universalismo 72,39*

Poder 26,44*

Logro 44,76*

Nota. Los valores entre paréntesis representan la desviación estándar. *p < .01.

1  Schwartz (comunicación personal, 02 de junio de 2005) menciona que tanto los individuos como los grupos culturales difieren en la forma en cómo responden la escala de valores, por lo que alerta que, para el análisis de datos, en específico a través de la correlación, es necesario emplear una medida de corrección para la escala, ya que de no hacerlo así, las diferencias en las respuestas de la escala puede conducir a resultados distorsionados

y por ende, a conclusiones erróneas. La medida de corrección que Schwartz propone es la MRAT.

Dicha medida se calcula sumando el puntaje total de todos los valores de la escala para cada caso y dividiendo el resultado entre el número total de reactivos (Schwartz, 2009).

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El efecto de la variable MRAT resultó significativo para cada uno de los valores analizados. Esto indica que aún contrarrestando el efecto de las diferencias individuales y culturales, se mantienen las diferencias en los valores entre los dos grupos de estudiantes.

Con la finalidad de analizar si los valores humanos pueden clasificar a los estudiantes de acuerdo a la carrera que

eligieron, se realizó un análisis de regresión logística binominal. En dicho procedimiento, se incluyeron la Autopromoción, Auto-trascendencia, benevolencia, universalismo, poder y logro, como variables predictoras, y la carrera (psicología=0; contaduría y administración=1) como variable de agrupación. El resumen del análisis se muestra en la Tabla 3.

Tabla 3. Parámetros del análisis de regresión logística

Valores humanos

β Error típico

Wald gl p Exp (b)

Universalismo -,776 ,254 9,357 1 ,00 ,460

Poder ,370 ,160 5,384 1 ,02 1,448

Nota. El signo negativo se interpreta como psicología y el positivo como contaduría y administración; se incluyen sólo las variables con p < 0.5.

El análisis mostró que únicamente los valores de universalismo y de poder clasifican de forma significativa la carrera elegida por los alumnos. El modelo resultante posee buen ajuste y capacidad predictiva (X2 = 18,16, p < .00), obteniéndose un 67% de clasificación correcta.

Se investigó si la edad y el sexo de los estudiantes estaban relacionados con los valores. Únicamente el valor de poder y la dimensión de Autopromoción (conformado por poder y logro) se

relacionaron de forma significativa con ambas variables. Las correlaciones entre la edad y la Autopromoción (r = .21, p = .01) y el poder (r = .23, p = .02) son bajas, aunque significativas, lo que indica que a mayor edad mayor orientación hacia la Autopromoción y el logro. En relación con el sexo, los resultados indicaron que los estudiantes hombres se encuentran mayormente orientados que las mujeres hacia la Autopromoción (F(1,98) = 4,50, p = .03) y el poder (F(1,98) = 5,74, p = .01).

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Discusión Los resultados de este estudio confirmaron las hipótesis planteadas. Los estudiantes de psicología tienen una orientación primordial hacia los valores de Auto-trascendencia mientras que los de contaduría y administración hacia los de Autopromoción.

La premisa de Sagiv y Schwartz (2000) indica que, la sensación subjetiva de bienestar psicológico depende de la congruencia entre la persona y su ambiente. Cuando los valores en el ambiente coinciden con los valores de la persona que se encuentra en él, se promueve congruencia entre ambos y, por consiguiente, se impulsan sensaciones de bienestar. Ya que los valores de Autotrascendencia y Autopromoción se encuentran las instituciones de enseñanza de psicología y contaduría y administración (respectivamente).

Este aspecto es especialmente importante si se atiende al hecho de que el 45% de cada generación de estudiantes abandona sus estudios antes de llegar al doble del tiempo de duración del plan de estudios (Mendoza, Latapí, & Rodríguez, 2001). Si los estudiantes se encuentran en ambientes académicos armónicos con su estructura de valor, puede reducirse la deserción y el abandono escolar. De igual forma esto resulta importante para entender los procesos asociados a la insatisfacción con la elección de carrera.

Los resultados indicaron que los valores de universalismo y poder pueden clasificar correctamente un porcentaje importante de estudiantes de acuerdo a la carrera que eligieron. Los estudiantes de psicología, tal como se planteó en la hipótesis, pudieron ser clasificados por el valor de universalismo, el cuál refleja un entendimiento y comprensión por todas las personas. Esto es congruente con los valores de ayuda, interés y preocupación por otros manifiestos en las instituciones de enseñanza en psicología. Los estudiantes de contaduría y administración, fueron clasificados por el valor de poder, el cuál expresa el domino sobre recursos y otras personas. Estas características se encuentran en sus respectivas instituciones de enseñanza. Estos hallazgos son importantes ya que proporcionan elementos a considerar en la elección de carrera. Además de los indicadores comúnmente utilizados (preferencias, aptitudes, intereses), puede incluirse los valores humanos dentro de las evaluaciones, ya que la congruencia entre estos y el ambiente educativo, influirá en el bienestar del estudiante.

Para probar la tercera hipótesis, los hallazgos muestran que variables sociodemográficas, como la edad y el sexo, se relacionan con los valores humanos. Los estudiantes hombres y de mayor edad se encuentran mayormente orientados hacia los valores de Autopromoción. Sin embargo, en los análisis realizados, a pesar de haberse

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controlado el efecto de las diferencias individuales, se encontraron diferencias significativas entre los grupos de estudiantes. Esto apoya la idea de que existe una relación entre los valores de ambiente académico y los humanos, independientemente de las características individuales. La fusión entre ambos resulta en una estructura homogénea de valores de cada institución educativa, la cuál será distinta a otras.

Los valores en el ambiente deben expresarse de forma clara, legible. Las instituciones de enseñanza deben promover la lectura clara de sus valores, de tal forma que los estudiantes y demás personas, los perciban sin problema. Un ambiente difuso y ambivalente limita la planeación de acciones y puede desembocare en situaciones estresante y molestas (Kaplan, 1983). De la misma forma, los ambientes que ofrecen valores inconcebibles con los de las personas, limitan la expresión de sus propios valores y generan malestar.

Las instituciones de enseñanza deben fortalecer la comunicación de sus valores, en principio, por los canales formales que posee. Además, debe propiciar contenidos y actividades que impulsen la comunicación informal de los valores. En la medida que esto se logre, el estudiante podrá planear sus acciones en la institución y obtener una experiencia placentera en ese ambiente. Además, se podría esperar que los nuevos cuadros de estudiantes se incorporen a las instituciones con un mayor conocimiento

de los valores que ahí se manifiestan, generando así mayores probabilidades de congruencia entre ellos y el ambiente.

Para futuras investigaciones es conveniente ampliar la diversidad de estudiantes. Sería interesante obtener datos de otras carreras y otras universidades, tanto privadas como públicas. Asimismo convendría realizar un estudio longitudinal que para observar el proceso de internalización de los valores conforme realizan el recorrido de la trayectoria de su profesión. También se sugiere obtener una medida del bienestar subjetivo de los estudiantes en sus instituciones, con la finalidad de lograr mayor consistencia con los resultados hallados en este estudio.

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Pérez Ramos, M. y Pineda Sánchez, E. R.

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Relación entre el sexo y la frecuencia e intensidad del conflicto entre padres y adolescentes

Relationship between sex, frequency and intensity of

conflict between parents and adolescents

MARISOL PÉREZ RAMOS2, EDGAR RICARDO PINEDA SÁNCHEZ3 Universidad Autónoma Metropolitana¹, Unidad Iztapalapa²

Resumen

 El propósito del estudio fue conocer si la percepción de la frecuencia e intensidad del conflicto es distinta entre el adolescente y sus padres dependiendo del sexo de ambos, así como conocer los temas principales que provocan conflictos. Se aplicaron a 84 díadas (padres-hijos) la Escala del Conflicto Familiar en la Adolescencia. Se realizaron pruebas t de muestras independientes para encontrar si había diferencias significativas entre el sexo y los temas conflicto. Los resultados mostraron que los padres reportaron más conflictos con los adolescentes en comparación con las madres. Por su parte, las adolescentes tienen más conflictos en temas involucran la regulación de conductas cotidianas (forma de vestir, hora de llegar a casa, quehaceres domésticos) en comparación con los varones, lo que indica diferencias en cuestiones de  cumplimiento  de  roles  de  género.  Palabras Clave: Conflicto familiar, género, padres-adolescentes.

Abstract

The purpose of the study was to determine if the perception of the frequency and intensity of conflict is different between the adolescent and their parents depending on the sex of both, and knows the main issues that cause conflicts. Family Conflict Scale for Adolescents was applied to 84 dyads (parent-child). Independent samples t tests to find significant differences between sex and conflict topics were realized. The results showed that parents reported more conflict with adolescents compared with mothers. On the other hand, girls remain more conflicts on issues involving the regulation of everyday behavior (dress, time to get home, housework) compared to males, indicating differences in compliance of gender roles. Keywords: family conflict, gender, parents-adolescents.  

                                                                                                                         2 Profesora Investigadora de Tiempo Completo del Área de Procesos Psicosociales y Fenómenos Colectivos (UAM-I), [email protected] 3 Ayudante de Investigación (UAM-I) Contacto: [email protected]

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Un conflicto es una divergencia de opinión (Pérez, 2009) surge porque ambos interactuantes de una situación muestran de forma abierta sus desacuerdos. Los conflictos entre los padres y sus hijos adolescentes suceden porque los desacuerdos aparecen con mayor frecuencia en comparación a la infancia, dado que el adolescente busca su autonomía y los padres siguen con la expectativa de regular la conducta de sus hijos; por tanto los temas que generan mayor tensión son aquellos que deben renegociarse constantemente, como lo son las reglas familiares, el aprovechamiento académico y los quehaceres en casa (Oliva, 2006).

Sin embargo, Rodrigo, Máiquez, Padrón y García (2009) explican que tanto padres y madres como sus hijos e hijas viven los conflictos como un fracaso y como tal sus miembros se protegen buscando la explicación del conflicto fuera de sí mismos, son los padres los que menos se atribuyen la causa del conflicto en comparación con los adolescentes. Por otro lado, las chicas adolescentes justifican con mayor frecuencia que los padres controlen su conducta (pese a que esto traiga consigo conflictos) porque consideran que tienen una labor formativa que cumplir (Matthews & Conger, 2004), por tanto ellas no refieren conflictos muy intensos en comparación con los varones.

Un factor interviniente en el aumento de la intensidad del conflicto entre padres y adolescentes por tanto, es el sexo de los participantes de la interacción. Las madres perciben las interacciones de forma más

positiva y optimista, tienden a infravalorar la tasa de conflictos y señalan más calidez y afecto de lo que indican sus hijos e hijas; los adolescentes por el contrario, sobreestiman las diferencias con sus padres (Casco & Oliva, 2005). Las diferencias de sexo también se ubican en los tópicos de discusión, Smetana (2008), encontró que las adolescentes hablan más frecuentemente con sus madres sobre sus intereses y relaciones interpersonales; mientras que los adolescentes varones conversan más con su madre sobre sexualidad y problemas cotidianos generales.

Por su parte Motrico, Fuentes y Bersabé (2001), descubrieron una interacción entre el sexo y los temas conflicto: los adolescentes varones reportaron más conflictos con ambos padres por las tareas escolares, el uso del dinero, la hora de llegar a casa y el tipo de música que escuchan, en particular con el padre discuten por los amigos que tienen y con mamá por el consumo de tabaco, alcohol o drogas; en cambio, las adolescentes manifiestan más conflictos con ambos padres por la realización y organización de las tareas de la casa. Parra y Oliva (2002) encontraron que las mujeres hablan con sus padres con mayor frecuencia sobre las normas de la familia y los varones sobre su conducta sexual; los adolescentes varones refirieron discutir tanto con su padre como con su madre sobre los quehaceres domésticos, el tiempo dedicado al estudio, en qué gastan el dinero y la hora de regreso a casa; las chicas pelean con ambos padres sobre los

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Pérez Ramos, M. y Pineda Sánchez, E. R.

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quehaceres, la hora de regreso a casa, el tiempo de estudio y la forma de vestirse y/o arreglarse.

Los datos anteriores son indicio de que en los conflictos entre padres-adolescentes está mediando el género, ya que aparentemente el control parental es más directivo con las hijas que con los hijos, esto aunado a la evidencia de que padres e hijos se interesan en diferentes temas al conversar y esta incompatibilidad puede entorpecer la comunicación intrafamiliar (Rathunde, 1997), ya que los hijos buscan platicar sobre lo que viven de forma cotidiana, pero los padres buscan seguir normando la conducta de sus hijos (Pinquart & Silbereisen, 2004). Por ello es pertinente identificar estas diferencias en las formas en que se presenta el conflicto dependiendo del sexo de los hijos y el progenitor. Esta investigación tuvo como objetivos: 1) identificar los temas principales y su intensidad que provocan conflicto entre adolescentes y sus padres/madres y 2) conocer si la percepción de la frecuencia e intensidad del conflicto es distinta o similar entre el adolescente y su progenitor(a), dependiendo del sexo de ambos.

Método

Participantes Se trabajó con adolescentes estudiantes del nivel medio básico cuyas edades de éstos fluctuaba entre los 12 y 14 años, ubicados en la adolescencia temprana donde aparecen una mayor cantidad de conflictos

(Oliva, 2006), asimismo se eligieron solo familias nucleares para evitar sesgos en el análisis del conflicto padres-adolescentes (p.ej. aumentos en la frecuencia del conflicto por divorcio parental). Es así que a través de un muestreo no probabilístico intencional se logró encuestar a 84 díadas de padres y sus hijos adolescentes en Santa María la Ribera, dentro del Distrito Federal. Adolescentes El 58.3% (n=49) de la muestra fueron adolescentes mujeres y el 41.7% (n=35) varones. Los adolescentes cursaban algún grado del nivel medio básico, 28% el primer grado; el 59.5% el segundo grado y el 11.9% el tercer grado, en cuanto a la edad se tuvo x ̅=13.94 (DE=. 90). Padres El 83.3% (n=70) de los padres encuestados fueron mamás y el 16.7% (n=14) fueron papás cuya edad x ̅ =40.47 (DE=. 6.8). Sobre la escolaridad de los padres, más del 56% sólo estudió hasta nivel secundaria.

Instrumentos Escala de Conflicto Familiar en la Adolescencia (ECFA). Escala creada originalmente por Parra y Oliva (2002); que cuenta con 14 ítems y evalúa la frecuencia de aparición de discusiones familiares sobre diversos temas (p.ej. la hora de volver a casa, amistades, uso de drogas, política o religión); la confiabilidad general reportada fue .81. En esta escala no se diferencian las discusiones del adolescente con padre y

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madre, sino que se plantean las discusiones con ambos conjuntamente. La escala consta de 13 temas o áreas de conflicto potencial entre padres e hijos y evalúa tanto la frecuencia como la intensidad. Para evaluar la frecuencia se ofrecen cuatro niveles de respuesta, que van de 1 (poco frecuente) a 4 (muy frecuente). Para la intensidad hay tres niveles: leve (1), media (2) y fuerte (3). Es importante señalar que la escala se aplicó tanto a los adolescentes como a sus madres.

Pérez y Aguilar (2009) adaptaron esta escala en donde se respetaron 13 temas de la escala original, sin embargo se agregó el tema de sexualidad, los temas de consumo de drogas se preguntaron de forma más específica (un ítem para consumo de alcohol y otro para consumo de tabaco); y a su vez se eliminó el tema sobre religión o política porque en estudios anteriores no fue un tema relevante (Aguilar, Valencia & Lemus, 2007)

La validez de estructura interna del cuestionario se probó mediante un par de análisis factoriales de componentes principales con dos factores (frecuencia e intensidad) con rotación ortogonal. En el primer análisis factorial, efectuado con los datos de los adolescentes, todos los ítems de frecuencia se agruparon en el primer factor con cargas superiores a .46, y, en el segundo, los reactivos de intensidad con cargas factoriales superiores a .38. Ambos factores explicaron 57.8% de la varianza total. El análisis factorial realizado con los datos de los padres agrupó en el factor 1 los ítems de frecuencia y en el factor 2 los

de intensidad; los dos factores tuvieron cargas superiores a .43 y explicaron en conjunto el 63.4% de la varianza (Pérez & Aguilar, 2009).

Dada la validez y confiabilidad del ECFA en una muestra similar (tanto en padres como en adolescentes), se aplicó en este estudio.

Procedimiento Inicialmente se contactó a los directivos de la institución escolar para explicarles a los directivos los objetivos del proyecto, las actividades y el cronograma de trabajo de la recolección de datos de la presente investigación. Posteriormente, se solicitó la participación voluntaria y confidencial de los alumnos dentro de sus salones de clase en los horarios y grupos asignados por las autoridades de una escuela secundaria pública ubicada en la colonia Santa María la Ribera. Las escalas respondidas por los adolescentes fueron foliadas y contenían su nombre, grado y grupo escolar para su posterior identificación.

Tiempo después se solicitó a los padres de esos adolescentes su participación voluntaria y confidencial al estudio a través de trípticos y carteles, a los que respondieron a la convocatoria, se les explicó la importancia de su cooperación para complementar los datos que nos habían proporcionado sus hijos(as). Los padres que accedieron fueron encuestados en una sola sesión de 45 minutos dentro de las instalaciones de la misma escuela secundaria en donde estudian sus hijos(as). Finalmente, si los padres así lo requerían

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Pérez Ramos, M. y Pineda Sánchez, E. R.

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se les canalizó para que atendieran sus inquietudes con respecto a la convivencia con sus hijos.

Al finalizar parte de los análisis de los datos, se devolvió tanto a los padres como a los directivos de la institución escolar parte de los resultados con sugerencias de intervención (mejora de la comunicación y negociación de conflictos específicamente). Análisis de Datos Para dar respuesta a los objetivos planteados, primero se realizaron análisis descriptivos de las frecuencias con las que se dan ciertos temas de conflicto y sus intensidades en general. Posteriormente, se corrieron algunas pruebas t de Student de muestras independientes que permitieron identificar diferencias en frecuencia e intensidad de algunos temas de conflicto

en adolescentes (varones y mujeres) y en papás y mamás.

Resultados

Temas de discusión más frecuentes Para conocer cuáles son los temas señalados como más conflictivos (tanto en frecuencia como en intensidad) dentro de la muestra encuestada, se construyeron gráficas de frecuencia de barras agrupadas por ítem (basados en las respuestas del ECFA) y comparar así las respuestas dadas tanto por los padres como por sus hijos.

La gráfica 1 muestra la distribución de los temas conflicto que señalaron los padres en comparación con los adolescentes, ambos grupos refirieron que los tópicos más discutidos son: Quehaceres domésticos y rendimiento académico.

Gráfica 1. Frecuencia del conflicto por tema

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Así como en la frecuencia, los quehaceres en la casa y el rendimiento académico del adolescente son los dos temas que se

discuten con intensidad, esto es lo reportado tanto por los padres como por sus hijos (Gráfica 2)

Gráfica 2. Intensidad del conflicto por tema

Frecuencia e intensidad del conflicto por sexo Para conocer si existen diferencias en el aumento de la frecuencia y la intensidad del conflicto dependiendo del sexo del padre y del adolescente, se aplicó por tema la prueba de t de muestras independientes.

El primer análisis de la prueba t involucró como variable de clasificación el sexo del adolescente y como dependiente a los 13 temas de discusión con su madre (frecuencia e intensidad). Los resultados arrojaron sólo una diferencia significativa: los adolescentes varones refieren discutir

más frecuentemente con su madre por el tiempo que dedican a estudiar y las calificaciones que sacan en comparación con las adolescentes. El tema tiene diferencia significativa (p=.012) donde se observa que los varones (  𝑥 = 2.43, DE=.96) discuten más con su madre en comparación con las mujeres (  𝑥 =1.90, DE=.67).

El segundo análisis involucró como variable de clasificación el sexo del adolescente y como dependiente a los 13 temas de discusión frecuentes e intensos con el padre. El análisis mostró mayores

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Pérez Ramos, M. y Pineda Sánchez, E. R.

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diferencias significativas en los temas conflictivos entre hija-padre que entre hijo-padre (ver Tabla 1). Al parecer las chicas refieren que sus padres buscan tener

mayor control conductual sobre ellas en comparación con lo referido por los varones (tanto en frecuencia como en intensidad).

Tabla 1. Diferencias en la percepción en la frecuencia e intensidad del conflicto paterno

por el sexo del adolescente. A. Diferencias de sexo en la

frecuencia Tema

Media Total

Desviación Estándar

Mujeres Varones Valor t

p

La hora que llegas a casa

1.62

.824

1.82

1.42

4.32

.040

Quehaceres de la casa

1.85 .936 2.23 1.62 7.62 .007

Como te vistes o te arreglas

1.37 .576 1.41 1.31 4.74 .003

El tiempo que dedicas a estudiar y las calificaciones que sacas

1.86

.838

1.73

2.03

5.34

.024

B. Diferencias de sexo en la intensidad

Tema

Media Total

Desviación Estándar

Mujeres Varones Valor t

p

Como te vistes o te arreglas

1.65

.795

1.80

1.38

5.18

.026

Frecuencia: 1= Ninguna Discusión 2= Algunas Discusiones 3= Bastantes Discusiones 4= Muchas Discusiones Intensidad: 1= Discusiones Leves 2= Discusiones Medias 3= Discusiones Fuertes En la tabla 2 se observan las diferencias en la percepción del conflicto entre mamás y papás con sus hijos(as) adolescentes. Los resultados indican que los padres refieren

conflictos más frecuentes e intensos con sus hijos (as) en comparación con las mamás.

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Tabla 2. Diferencias en la percepción de la frecuencia e intensidad de los conflictos en función del sexo de los padres.

A. Diferencias de sexo en la frecuencia

Tema

Media Total

Desviación Estándar

Mamás Papás Valor t

p

Beber Alcohol

1.17

.487

1.10

1.50

8.59

.004

Consumo de drogas

1.24 .671 1.16 1.64 6.54 .012

Fumar

1.17 .511 1.10 1.50 7.73 .007

B. Diferencias de sexo en la intensidad

Tema

Media Total

Desviación Estándar

Mamás Papás Valor t

p

Los quehaceres de la casa

1.88

.701

1.79

2.36

8.44

.005

Los amigos con quienes sale

1.54

.685

1.47

1.86

3.83

.045

Frecuencia: 1= Ninguna Discusión 2= Algunas Discusiones 3= Bastantes Discusiones 4= Muchas Discusiones Intensidad: 1= Discusiones Leves 2= Discusiones Medias 3= Discusiones Fuertes Los datos confirman que los conflictos giran alrededor de regulación de conductas cotidianas; los temas conflicto más frecuentes son al tiempo identificados como los más intensos y que pese se encontraron diferencias significativas de percepción del conflicto entre los padres y sus hijos, en realidad no reportan niveles conflictivos altos.

Discusión El principal propósito de este estudio fue conocer los temas principales que provocan conflictos entre padres y

adolescentes. Los datos obtenidos coinciden con investigaciones anteriores (Miller-Day, 2001; Smetana, 1989), en tanto los padres como los adolescentes señalaron los mismos temas conflictivos (Gráfica 1), como son: aprovechamiento escolar, organización de los quehaceres en casa, salidas de casa (permisos), amistades y consumo de drogas. Además, en este estudio se observó que los temas identificados como altamente conflictivos, son también discutidos intensamente (Gráfica 2), lo que contrasta lo señalado por Parra y Oliva (2007), quiénes indican que los temas más frecuentes, regularmente no son los más intensos,

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Pérez Ramos, M. y Pineda Sánchez, E. R.

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explicaban que no se conversa lo que genera más enojo y malestar entre los integrantes de la familia.

Con respecto al objetivo de encontrar si la percepción de la frecuencia e intensidad del conflicto es distinta entre el adolescente y sus padres dependiendo del sexo de ambos, las pruebas t de muestras independientes mostraron que tanto las chicas como los chicos refieren niveles conflictivos similares con su mamá en todos los temas de conversación, con excepción de ‘aprovechamiento escolar’, tema conflicto más frecuente entre madre e hijo varón.

Por el contrario, si se encontraron diferencias significativas entre los adolescentes con respecto a los temas frecuentes e intensamente conflictivos con el padre. Las adolescentes reportaron mayores niveles conflictivos con su papá en temas que implican mayor regulación de su conducta (como la hora que llega a casa) y en el cumplimiento de los quehaceres domésticos; al respecto Russel y Sebel (1997) explican que los padres buscan regular más la conducta de sus hijas que la de sus hijos por cuestiones culturales, sea porque piensen que deben cumplir ciertas normas sociales o porque creen que las mujeres necesitan más protección, datos también referidos por Casco y Oliva (2005), quiénes afirman que aunque los padres buscan que sus hijos los superen en nivel académico y poder adquisitivo cuando lleguen a la edad adulta, en los hijos varones esperan lo logren por sí mismos, en las hijas esperan

que encuentren parejas que las ayuden con ese objetivo.

Pese a los cambios sociales que han permitido la integración de la mujer a actividades que antes sólo ocupaban los varones, y a la constante búsqueda de equidad de género, parece que aún se está lejos de alcanzar una situación de igualdad en las familias tanto en el reparto de las tareas domésticas, de educación y de crianza de los hijos (Menéndez, 1998); sin embargo el problema mayor está en que los padres siguen viendo a sus hijas como más débiles y dependientes en comparación con sus hijos varones (Epstein & Ward, 2008).

Por otro lado, los padres varones son quiénes refieren niveles conflictivos más altos que las madres, dato que coincide con lo reportado por Galambos y Almeida (1992). Los temas más preocupantes para ellos son las adicciones, lo cual se explica porque en la zona donde fue realizado el presente estudio existen altos índices de conductas adictivas (sea alcohol, tabaco o drogas), incluso dentro de la propia escuela donde estudian los adolescentes. Es importante mencionar que el muestreo fue realizado en una zona de riesgo (colonia Santa María la Ribera en la delegación Cuauhtémoc) identificada así por el gobierno del D.F. dado sus altos índices delictivos, cometidos sobre todo por adolescentes entre 11 y 17 años de edad (Subsecretaría de Gobierno del Distrito Federal, 2007).

Asimismo el que los papás reporten mayores niveles conflictivos que las madres, probablemente se deba porque

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ellas por deseabilidad social, reporten menores niveles conflictivos de lo que experimentan cotidianamente; característica poco observada en los padres (Galambos, Barker, & Almeida, 2003; Laursen, Coy, & Collins, 1998) y este dato se opone a lo reportado por Rodrigo, Máiquez, Padrón y García (2009), quiénes afirman que la madre regularmente percibe mayor conflictividad que el padre, porque conviven mayor cantidad de tiempo con sus hijos y los roces son más frecuentes.

En general, se confirma que pese a que tanto padres como adolescentes coinciden al identificar los mismos tópicos como conflictivos, si hay diferencias de percepción entre los padres y los adolescentes, evidenciando inequidad de género, ya que los padres regulan más la conducta de sus hijas, que de sus hijos, siendo ésta la principal aportación de este trabajo.

Dadas las diferencias en la percepción del conflicto entre padres y adolescentes con respecto a la temática a discutir, así como por el sexo de los padres e hijos, se propone como solución la negociación directa donde se expongan los puntos de vista de cada participante, se impulse la escucha activa, la empatía y la colaboración. Esto podría contribuir, como menciona Kagawa (2008), a mejorar los desajustes emocionales y de comportamiento que son característicos en la adolescencia.

Se pudo observar que los roles de género que tienen madres y padres puede llegar a tener una influencia importante sobre la organización intrafamiliar y como

éstos son percibidos por parte de los hijos dentro de la estructura, aunque estos resultados no son contundentes, permiten abrir la pauta para futuras investigaciones sobre el género, la regulación de conductas y organización entre padres-adolescentes.

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Pérez Pérez, A.E. y Sánchez Aragón, R.

 

Turbulencia Relacional: Diseño y validación de tres medidas en México

Relational Turbulence: Design and validation of three measures in Mexico

ALEJANDRA ELIZABETH PÉREZ PÉREZ, ROZZANA SÁNCHEZ ARAGÓN

Universidad Nacional Autónoma de México

Resumen

Las personas con sus diferentes personalidades, creencias, experiencias, formas de enfrentamiento –y más factores- proporcionan la plataforma tanto para el cambio como para la estabilidad que se manifiesta en sus relaciones de pareja. El Modelo de Turbulencia Relacional parte de la idea de que en su infraestructura las relaciones son un escenario fértil para la generación de desafíos, mismos que causan transiciones que crean disturbios que crean incertidumbre con respecto al sí mismo, la pareja y la relación, así como interferencia entre ambos miembros de la diada. Cabe señalar que estos mecanismos del modelo han sido operacionalizados en una muestra anglosajona con ciertas limitaciones en su desarrollo a pesar de su valor potencial como propuesta teórica. Por lo anterior y con el fin de contar con una medida sensible a la experiencia de las parejas mexicanas, el objetivo del presente estudio fue el diseño y validación de un instrumento que midiera los componentes del modelo, tomando en consideración sus mecanismos (incertidumbre e interferencia). Para cumplir con esto, se trabajó con una muestra de 260 adultos de la Ciudad de México, que se encontraban en una relación de pareja y que señalaron estar en un momento de crisis. En cuanto a los resultados, las medidas diseñadas muestran confiabilidad y validez, con coeficientes alpha de Cronbach que van desde .60 a .92, así mismo factores que destacan las particularidades culturales de la pareja mexicana cuando experimentan turbulencia relacional. La contribución metodológica de estos instrumentos de medición se evidencia en sus usos potenciales en el contexto de la cultura mexicana. Palabras Clave: Turbulencia Relacional, incertidumbre, interferencia, transiciones, pareja

Abstract People with their different personalities, beliefs, experiences, coping styles –and more factors- provide the platform for the stability and change in intimate relationships. The Relational Turbulence Model part of the idea that infrastructure in their personal relationships are a fertile ground for the generation of challenges the same that cause transitions that create disturbances that provoke uncertainty about the self, the partner and the relationships, as well as interference between both members of the dyad. Be noted that these mechanisms belonging to the model have been operacionalized in an Anglo-Saxon sample with some limitations in their development despite its potential value as a theoretical proposal. For this reason and in order to have a sensitive measure of Mexican couples experience, the objective of this current study was the design and validation of an instrument that measures the components of the model, taking into consideration their mechanisms (uncertainty and interference). To accomplish this, we worked with a 260 adults sample from Mexico City, who was in a relationship and that reported being in a time of crisis. Respecting the findings,

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the measures designed show reliability and validity, with Cronbach alpha coefficients ranging from 60-92, also the factors highlight the cultural particularities of the Mexican couple when they experience relational turbulence. The methodological contribution of these measuring instruments is evident in its potential uses in the context of Mexican culture. Keywords: Relational Turbulence, uncertainty, interference, transitions, couple. La relación de pareja es una dinámica relacional humana dada por diferentes parámetros que dependen de la sociedad en la que surja, lo que amerita conocer el contexto cultural en donde ambos individuos han sido formados y donde se desenvuelven (Díaz-Loving, 1990; Maureira, 2011). Así los individuos que inician una relación romántica, poseen una serie de creencias acerca de cuándo se debe establecer una relación, cómo debe ser, con quién es mejor relacionarse así como las conductas más apropiadas o aceptables para iniciar, conservar o terminar una relación de pareja (Díaz-Guerrero, 2004; Caycedo et al. 2007; Sánchez-Aragón, 2000).

La evolución de las relaciones románticas surge a medida que las personas se desarrollan emocional e intelectualmente o experimentan cambios en sus circunstancias vitales, lo cual ofrece a su pareja una versión continuamente renovada durante su dinámica relacional.

En consecuencia la pareja en su propia trayectoria de desarrollo va construyendo una historia compartida lo cual va incrementando el grado de interdependencia al hacer favorecer la intimidad y el compromiso mutuo, lo que conllevará a cierta estabilidad (Hinde, 1997). Así mismo, los cambios en las relaciones pueden ser provocados por fuerzas tanto internas como externas, que

alteran el contexto social en el que la relación románticas existe (Solomon & Theiss, 2011).

En el establecimiento de la relación romántica sus participantes se encuentran deslumbradas y absorbidas por las virtudes que ven el uno en el otro, lo que conforma un medio para asegurar el buen funcionamiento y futuro éxito de la relación desde la visión del enamoramiento (Sánchez-Aragón, 2012).

No obstante y conforme la interdependencia crece, los individuos comienzan a interactuar de forma más amplia, la esfera de conflicto se incrementa y con ello la posibilidad de que cada uno de ellos tenga la oportunidad de exhibir comportamientos que se habían mantenido ocultos y que ahora se manifiestan matizando la interacción con negatividad (Taylor & Brown, 1988, en Sánchez-Aragón, 2009). Esto da idea de cómo a pesar de la estabilidad y solidez buscada y alcanzada por las parejas, la propia cotidianidad presenta cambios, retos y transiciones que resultan naturales para este tipo de vínculo.

Las personas con sus diferentes personalidades, creencias, experiencias, formas de enfrentamiento –y más factores individuales- proporcionan la plataforma para el cambio y la estabilidad en las relaciones (Vangelisti, Reis, & Fitzpatrick, 2002). En congruencia, George (1993)

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Pérez Pérez, A.E. y Sánchez Aragón, R.

 

menciona que los modelos mentales, la historia emocional y la personalidad que las personas aportan a sus relaciones, crean un contexto que promueve ciertos resultados relacionales y desalienta otros.

Dentro de esta relación cercana y personal, los miembros de la pareja están inmersos cognoscitiva, emocional y conductualmente, lo que les lleva a experimentar la evolución de la relación amorosa, a través de las transiciones en diversos puntos de inflexión (p.ej. establecimiento de un compromiso serio, episodios de celos románticos, infidelidad reciente, nacimiento de un hijo, entre otros) (Pietromonaco, Laurenceau, & Feldman, 2002).

La percepción que cada miembro de la relación tiene de ésta en general está guiada por objetivos de coherencia y de mejoramiento de la relación, además de la búsqueda en el medio ambiente inmediato de información precisa acerca de sí mismo y su entorno social (incluyendo sus relaciones) (Fiske & Taylor, 1991). No obstante, cuando cada individuo está más alerta de las señales contextuales temporales y permanentes, puede surgir un conflicto entre ambos que conforman eventualmente las bases para el cambio (Pietromonaco, et al. 2002).

Uno de los primeros cambios que surgen dentro de la pareja se refiere a la integración de las vidas independientes de los miembros; a través de la auto-revelación, la pareja comparte datos personales que construyen la confianza y crean una sensación de intimidad, así los

miembros de la pareja inician por involucrarse en sus rutinas diarias, a través de la programación de actividades y cooperación entre sí para lograr metas personales (Solomon & Theiss, 2011).

Aún frente a los cambios aparentemente menores, los miembros de la pareja pueden experimentar transiciones en la forma de pensar, relacionarse e interactuar con los demás, lo que generan cierto grado de inestabilidad individual, con la pareja y sobre el propio vínculo, lo que altera a las personas sus pensamientos y acciones en busca de los que mejor se adapten a sus nuevas circunstancias (George, 1993). Cuando se produce una transición, cada miembro de la diada -por separado- debe navegar a través de los cambios en los que se encuentran (Solomon & Theiss, 2011).

Por lo tanto, las transiciones pueden provocar lo que Burleson (2005) llama un "doble desarrollo" del proceso: los individuos dentro de las relaciones sufren un cambio, mientras que la relación en sí misma se desarrolla. Estos cambios, según Marineau (2005) disminuyen la eficacia de las conexiones cognoscitivas y de secuenciación del comportamiento entre los miembros de la pareja, ya que ambos sistemas ya no están en sintonía con el contexto individual, relacional o externo a la relación.

A pesar de la inestabilidad que provocan las transiciones, éstas pueden representar un reto por superar o un cambio necesario y significativo para la relación, teniendo así un carácter positivo y negativo para la relación. Por ejemplo,

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las transiciones representan una amenaza para el bienestar personal y relacional en el caso de que sus miembros estén debilitados en sus esfuerzos para adaptarse a las nuevas circunstancias (Buzzanell & Turner, 2003, en Solomon & Theiss, 2011). Pero por otro lado, una transición difícil puede proporcionar a la pareja la oportunidad de afirmar su compromiso y su capacidad de trabajar juntos en la resolución de problemas (Solomon & Knobloch, 2004). Asimismo, una negociación exitosa entre ellos aumenta la compatibilidad entre las prácticas y las circunstancias de relación, lo que refuerza su confianza en la relación constituyendo así una inversión que fomenta el compromiso con la misma (Rusbult & Buunk, 1993, en Solomon & Knobloch, 2004).

Así, sin importar que los cambios en la relación y las transiciones tengan experiencias y consecuencias positivas o negativas para la diada, siempre van acompañadas de un cierto grado de confusión que trastoca a sus miembros. Es justamente esta noción, la que -de acuerdo a Theiss y Solomon (2006)- da sentido al surgimiento del Modelo de Turbulencia Relacional (MTR). Éste se refiere a la inestabilidad y el caos que experimentan las personas cuando hacen la transición de sistemas previamente funcionales a sistemas ineficaces, puede ser experimentada como una tensión agitada y consumidora (Knobloch, Miller & Carpenter, 2007). Cabe señalar que la resolución de las fuentes de la turbulencia pueden promover –entre otros-

sentimientos de intimidad, seguridad y estabilidad (Solomon & Knobloch, 2004).

El MTR aborda las causas y consecuencias de la turbulencia durante las transiciones en las relaciones románticas, que reconoce a la incertidumbre Relacional (IR) como uno de sus componentes o mecanismos que se define por ser el índice de la desconfianza en las percepciones del individuo con respecto a su participación en la relación, abarca las dudas, ambigüedades y preguntas que las personas tienen acerca de la manera en la que él (ella) mismo(a), su pareja y su relación en general puede estar a partir de la turbulencia o crisis (Solomon & Knobloch, 2004). La teoría propone que la IR complica las transiciones en las relaciones amorosas al exacerbar las reacciones de sus miembros ante eventos o experiencias que se comparten (Solomon & Theiss, 2001). La IR se ha relacionado con las evaluaciones negativas de los eventos sorprendentes (Knobloch & Salomon, 2002), de disgustos graves y amenazantes (Solomon & Knobloch, 2004; Theiss & Knobloch, 2009; Theiss & Salomon, 2006), del efecto no tan positivo de las redes sociales (Knobloch & Donovan-Kicken, 2006), de conversaciones negativas entre la pareja (Knobloch & Solomon, 2005), de la presencia e intensidad de los mensajes hirientes (Theiss, Knobloch, Checton, & Magsamen-Conrad, 2009), de las experiencias recientes de la ira, la tristeza y los celos (Theiss & Solomon,2006; Knobloch, et al. 2007), y el aumento -de

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las emociones negativas en general (Knobloch & Theiss, 2008).

La experiencia de incertidumbre, puede ser beneficiosa para las parejas que prefieren la novedad en una relación que es inestable e impredecible, o aquellos que quieren mantener su vínculo ambiguo para que puedan estar abiertos a otras alternativas (Solomon & Knobloch, 2004). Este mecanismo, crea oportunidades para que la gente pruebe la resistencia de su relación, la construcción de la actividad con su pareja a través de la comunicación y para mantener un vínculo emocionante (Solomon & Theiss, 2011).

El MTR también enfatiza el papel del segundo mecanismo o componente: la Interferencia de la pareja (IP) la cual se refiere al rompimiento del buen funcionamiento de las secuencias de comportamiento y socava el logro de metas (Knobloch & Theiss, 2011). La IP corresponde a una evaluación negativa que hace el individuo de las circunstancias de la relación, tanto por la percepción que tiene “A” de que su pareja “B” interrumpe u obstaculiza la fluidez con la que usualmente la diada convive, como por la percepción de “A” de que “B” dificulta su cumplimiento de metas personales, lo que provoca una sensación de irritación severa y amenazante en “A” (Solomon & Knobloch, 2004). Un elemento más de interferencia es –sin duda- los miembros de la red social de “A” o “B” cuya presencia o participación pudieran estar dificultando el funcionamiento la relación (Knobloch & Theiss, 2010).

En 1999 Knobloch y Solomon desarrollaron una escala para medir los dos componentes del MTR. Por un lado, la IR, está compuesta por una frase de tronco común “Cuán seguro está usted sobre… “ seguida por una serie de afirmaciones, a la que los participantes pueden contestar usando una escala tipo Likert, que va desde 1 (completamente inseguro) hasta 6 (completamente seguro). La medida comprende tres subescalas unidimensionales que identifican al sí mismo (el ser o yo), a la pareja y al estatus de la relación. La escala de incertidumbre del Yo (6 ítems, CFI = 0.98, α = 0,92), son las preguntas que las personas se realizan a sí mismas para valorar y clarificar cuan involucrados se sienten en sus relaciones de pareja (¿cuán seguro me siento de mis intenciones en esta relación?), la incertidumbre de la pareja (6 ítems, CFI = 1,0 , α = 0,95), cuestiones sobre cuán involucrado/a en la relación se encuentra nuestra compañero (¿cuán seguro me siento acerca de las intenciones de mi pareja?, y por último, la incertidumbre del estatus de la relación (8 ítems, CFI = 0,99, α = 0,94), preguntas sobre el futuro de la relación (¿Esta relación tiene futuro? ¿Cuán seguro me siento del mismo?). Por otro lado, las mismas autoras en el 2004, desarrollaron la medida para la IP en la que se solicitaba a los participantes a contestar el grado en el cual consideraban que sus parejas interfieren con sus actividades diarias, usando una escala tipo Likert de seis puntos de respuesta señalando grados de acuerdo. Este

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instrumento con coeficiente de confiabilidad Alpha de Cronbach de .81, se conformó por tres elementos de una medida unidimensional de la interferencia de la pareja: 1) Mi pareja interfiere con la cantidad de tiempo que paso con mis amigos, 2) Mi pareja interfiere con la cantidad de tiempo que dedico a mi trabajo en la escuela y 3) Mi pareja interfiere con las cosas que tengo que hacer cada día.

Como puede observarse, el MTR representa una contribución muy interesante al estudio de las relaciones de pareja ya que justamente aborda las llamadas crisis o cambios que son parte de la naturaleza propia de las relaciones (Duck 1994) y que surgen a través del ciclo de vida de la pareja (Sánchez-Aragón, 2000) como pautas de transición indispensable, no solo en función de la presencia o ausencia de hijos, sino también de las propias dinámicas de la pareja (Díaz-Loving & Sánchez-Aragón, 2002).

A pesar de que las medidas diseñadas por Solomon y Knobloch (1999, 2004) demuestran tener una validez y confiabilidad robustas al ser construidas y validadas en población anglosajona, el hecho de ser unidimensionales pese a la profundidad teórica del constructo y no tener una actualización a pesar de las nuevas aportaciones de investigaciones recientes sobre el constructo; el objetivo de esta investigación fue el diseño y validación de cuatro nuevas medidas que operacionalizaran los mecanismos de funcionamiento de la turbulencia relacional: incertidumbre en sus tres

áreas: en el yo, en la pareja y en el estatus de la relación e interferencia percibida por parte de la pareja, partiendo desde la perspectiva teórica de Solomon y Knobloch (1999, 2004).

Método

Participantes Se trabajó con una muestra no probabilística propositiva (Kerlinger & Lee, 2002) de 260 participantes (50% mujeres y 50% hombres) de 18 a 50 años (X=23) de edad, cuya escolaridad tuvo la siguiente distribución: preparatoria (37.3%), licenciatura (61.9%) y posgrado (.8%). De los participantes, el 20.8% reportó estar casado, el 16.9% vivir en unión libre y 60.8% reportaron tener una relación de noviazgo al momento de la aplicación. El tiempo de su relación osciló de 2 meses y hasta 31 años (X=2 años, 4 meses).

Instrumentos Con base en la Teoría de la Turbulencia Relacional y las contribuciones de Knobloch y Knobloch-Fedders (2010), Knobloch y Solomon (1999) y a la literatura en general sobre la noción de incertidumbre provenientes de diccionarios especializados en psicología, se diseñaron tres medidas relativas a cada fuente de incertidumbre. Se tomó la decisión de realizar una escala de diferencial semántico ya que ésta forma de medición va orientada a la operacionalización de elementos tanto denotativos, connotativos y de asociación

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Pérez Pérez, A.E. y Sánchez Aragón, R.

 

vinculados al constructo en cuestión. Así, la medida constó de 32 adjetivos bipolares que responden a una frase estímulo y cuya forma de respuesta tuvo cinco líneas que reflejan los niveles de respuesta a cada par de adjetivos. La frase estímulo fue diferente para cada uno de los componentes de la Incertidumbre, pero los pares de adjetivos fueron los mismos. La subescala de incertidumbre del yo tuvo como frase Yo me Siento en mi Relación de Pareja; en la de incertidumbre de la pareja, se presentó el enunciado Yo Percibo que Mi Pareja se Siente en Nuestra Relación, y por último, para el componente de incertidumbre del estatus de la relación: Considero que Mi Relación de Pareja es.

Para el caso de la interferencia, se diseñó una medida en formato tipo Likert de 37 reactivos con cinco opciones de respuesta que iban de totalmente en desacuerdo a totalmente de acuerdo, considerando la definición siguiente: interferencia de la pareja se produce cuando un miembro interrumpe la capacidad del otro para alcanzar una meta, esta asociada con el aumento de la agitación, evaluaciones de las irritaciones a la relación como más graves y potencialmente dañinas y sospechas sobre un rival potencial a la relación (Solomon & Knobloch, 2004).

Procedimiento La aplicación de los cuestionarios fue realizada por 4 psicólogos que acudieron a lugares donde se podían encontrar a

personas con una relación de pareja actual para que contestaran en forma voluntaria, anónima y confidencial a la escala en cuestión (plazas comerciales, casas, escuelas, oficinas, etc.), a quienes se les ofreció apoyo y solución a sus dudas, orientación y sus resultados individuales en caso de así desearlo.

Análisis de Datos Con el fin de llegar a contar con medidas válidas y confiables se siguió para cada una de ellas, el procedimiento dictado por Reyes Lagunes y García y Barragán (2008), mismo que incluye los siguientes análisis: 1) análisis de frecuencias reactivo por reactivo, 2) se corrió una t de Student para muestras independientes (reactivo por reactivo), 3) con los reactivos que se aprobaron en los análisis anteriores se realizó un análisis Alpha de Cronbach, para evaluar la consistencia interna de la escala, y 4) análisis de inter-correlaciones de los reactivos para determinar tipo de rotación (que en el caso de las escalas obtenidas fue ortogonal de tipo varimax).

Resultados

Escalas de Incertidumbre del Yo, de la Pareja y de la Relación Ya ejecutados cada uno de los análisis estadísticos encaminados a identificar los reactivos con mayor poder discriminativo, se observó que para la versión de Incertidumbre del Yo, 24 de los 32 pares de adjetivos cumplieron con los criterios establecidos por Reyes Lagunes y García y

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Barragán (2008). Acto seguido se analizaron los ítems por medio de un análisis factorial exploratorio de componentes principales, y seleccionando únicamente a los reactivos con cargas factoriales iguales o superiores a .50 (KMO= .910, Prueba de Esfericidad de

Bartlett=3443.684, p= .000), se obtuvieron cuatro factores con valores superiores a 1 que explicaron el 57.29% de la varianza y con coeficientes de confiabilidad Alpha de Cronbach de moderados a moderados altos (ver Tabla 1).

Tabla 1. Análisis factorial y de confiabilidad de la escala de Incertidumbre del Yo.

Factor 1. Involucrado (a)

α = .90 Peso Factorial Comprometido .826 Involucrado .795 Formal .737 Enamorado .733 Constante .682 Atraído .622 Entusiasmado .617 Participe .577 Estable .536

X= 4.00 DS.= .79 Factor 2. Inseguro (a)

α = .82 Frágil .716 Confuso .657 Dudoso .598 Expuesto .597

Tranquilo -.565 Desconfiado .559 Turbado .521 X=3.89 DS=.87

Factor 3.Aceptado (a) α = .75

Querido .666 Confiado .595 Protegido .572 Excluido -.556 X= 3.89 DS= .895

Factor 4. Abandonado (a) α = .68

Relegado .754 Ajeno .595 Descuidado .570 Pesimista .564 X=3.93 DS= .87

Para la Escala Incertidumbre de la Pareja, se observó que 16 de los 32 pares de adjetivos cumplieron con los criterios ya mencionados establecidos y a continuación se realizó un análisis factorial de componentes principales, y seleccionando únicamente a los reactivos con cargas factoriales iguales o superiores

a .50 (KMO= .928, Prueba de Esfericidad de Bartlett=2426.748, p= .000), del cual se obtuvieron tres factores con valores superiores a 1 que explicaron el 69.26% de la varianza y con coeficientes de confiabilidad Alpha de Cronbach de moderados a moderados altos (ver Tabla 2) .

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Pérez Pérez, A.E. y Sánchez Aragón, R.

 

Tabla 2. Análisis factorial y de confiabilidad de la escala de Incertidumbre de la Pareja

Factor 1. Comprometido (a) α = .88

Peso Factorial Comprometido .777 Involucrado .750 Participe .676 Formal .616 Constante .601 X= 3.99 DS=.969

Factor 2. Enamorado (a) α = .84

Entusiasmado .734

Atraído .663 Confiado .600 Enamorado .566 Interesado .502 X= 4.135 DS= .854

Factor 3. Estable α = .86

Seguro .696 Tranquilo .666 Proactivo .658 Estable .574 X= 3.799 DS= .938

Para la última Escala de Incertidumbre del Estatus de la Relación, 14 de los 32 pares de adjetivos cumplieron discriminaron y el análisis factorial de componentes principales realizado (siguiendo los criterios de las medidas

anteriores) (KMO= .944, Prueba de Esfericidad de Bartlett= 2755.776, p= .000), arrojó 3 factores con valores superiores a 1 que explicaron el 73.78% de la varianza y con coeficientes de confiabilidad Alpha de Cronbach de moderados a moderados altos (ver Tabla 3).

Tabla 3. Análisis factorial y de confiabilidad de la escala de Incertidumbre del Estatus de la Relación.

Factor 1. Fascinante α = .92

Peso Factorial Apasionada .831 Interesante .799 Atractiva .763 Romántica .742 Entusiasta .655 Participativa .645 Involucrada .574

X= 3.91 DS= .920 Factor 2. Estable

α = .89 Tranquila .872 Estable .687 Confiable .676 Segura .575 X= 4.135 DS= .854

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Factor 3. Comprometida α= .87

Formal .853 Comprometida .693 Constante .529 X=3.799 DS= .938

Escala de Interferencia de la Pareja En el caso de esta escala, se encontró que 22 de los 37 reactivos cumplieron con los criterios ya mencionados y luego entonces se analizaron los ítems por medio de un análisis factorial de componentes

principales, y seleccionando únicamente a los reactivos con cargas factoriales iguales o superiores a .50 (KMO= .926, Prueba de Esfericidad de Bartlett= 4012.797, p= .000), se identificaron 3 factores con valores superiores a 1 que explicaron el 55.25% de la varianza y con coeficientes de confiabilidad Alpha de Cronbach de moderados a moderados altos (ver Tabla 4) .

Tabla 4. Análisis factorial y de confiabilidad de la escala de Interferencia.

Factor 1. Obstaculizar Peso Factorial Mi pareja detiene mi desarrollo personal .830 Mi pareja dificulta la realización de mis actividades .783 Mi pareja imposibilita que logre mis metas .775 Mi pareja entorpece mi vida social .765 Mi pareja interfiere con el tiempo que paso con mis amigos .716 Mi pareja entorpece que yo forme relaciones de amistad .711 Mi pareja dificulta la comunicación de mis sentimientos hacia ella .628 Mi pareja dificulta que lleguemos a establecer acuerdos en la relación y nuestras familias

.588

Mi pareja interfiere con la planeación de mis actividades diarias .571 Mi pareja limita mis muestras de afecto cuando convivimos .561 α =.91 X= 2.22 DS= .94 Factor 2. Importunar Me molesta que mi pareja critique a mis amistades .779 Me molesta que mi pareja critique a mis padres o familiares .767 Me molesta que mi pareja se queje de mis padres o familiares .733 Me irrita que mi pareja me acuse con su familia .688 Me irrita que mi pareja intente escoger a mis amigos .683 Me daña que mi pareja le crea a otros más que a mi .665

Me molesta que mi pareja quiera tomar decisiones por mi .551

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Pérez Pérez, A.E. y Sánchez Aragón, R.

 

Me desagrada que mi pareja se sienta atraído(a) por alguno(a) de mis amigos(as)

.548

α = .89 X=2.79 DS= 1.08

Factor 3. Atentar Me daña que mi pareja anteponga otras cosas a nuestra relación .759 Me afecta que mi pareja no cumpla las promesas que me hace .740 Mi pareja me daña cuando devalúa las metas para nuestra relación .566 Me desagrada que mi pareja permita que su familia interfiera en nuestra relación

.514

α = .770 X= 2.90 DS= 1.04

Discusión

El MTR (Solomon & Knobloch, 2004) identifica los mecanismos inherentes al desarrollo de las relaciones que hacen que las personas sean más reactivas a las circunstancias de su relación, principalmente a los momentos críticos que atraviesa la diada durante su ciclo vital y que favorecen la experiencia de incertidumbre y/o interferencia. Por lo anterior, el presente estudio tuvo por objetivo el diseñar y validar una medida de Turbulencia Relacional aplicable a la población mexicana, ya que este modelo predice que a mayor incertidumbre relacional e interferencia de la pareja, en las personas aumenta su nivel de reacción emocional, cognoscitiva y comunicativa dentro de los episodios relacionales (Theiss, et al. 2009); temas de gran interés para la investigación psicológica en México.

En lo que toca a la Incertidumbre respecto al Yo, hace referencia a las dudas e inseguridad con respecto a la propia y personal situación dentro de la

relación a partir de un evento que propició la turbulencia relacional. En esta medición, las personas se cuestionan sobre su sentir en sus relaciones de pareja. Así, el primer factor denominado Involucrado (a), se refiere a que tan comprometido, involucrado, formal, constante, enamorado, atraído, entusiasmado, partícipe y estable la persona se siente a partir de una situación de turbulencia. Este factor, conjuga elementos tanto cognoscitivos (p. ej., comprometido) como emocionales (p. ej., enamorado) que integrados conforman el término de involucramiento de una manera completa. Cabe señalar que los adjetivos que definen este factor implican decisión y dedicación para la permanencia de la relación, al mismo tiempo que conforman a los elementos de la Teoría Triangular del Amor de Sternberg (1986). Así el grado de involucramiento individual define a menudo el curso que toman la intimidad, la pasión y el compromiso durante el desarrollo de la asociación romántica y corresponde con el exitoso mantenimiento de la misma (Hinde, 1997). El segundo

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factor llamado Inseguro (a) aborda las sensaciones de fragilidad, confusión, duda, desconfianza e intranquilidad que experimenta la persona ante eventos de amenaza personal. Esto es congruente con lo que mencionan Holmes y Rempel (1989), acerca de que el sentimiento de creciente intimidad y de ser amado puede ocasionar miedos acerca de la pérdida de autonomía personal, con respecto de la pareja; provocando un incremento en la vulnerabilidad, incertidumbre persistente y la necesidad de hacer una crítica evaluación de la relación (McCarthy & Duck, 1976). Sin embargo esto puede ser superado a través de una firme base de confianza, intercambio de recursos tangibles e intangibles, especialmente en la percepción de que la pareja está dispuesta a tomar riesgos y la seguridad en el compromiso mutuo (Hinde, 1997); componentes relacionados con el tercer factor de la escala de nombre Aceptado (a) tiene que ver con cuan reconocida o afirmada se siente la persona ante un evento que favorece la incertidumbre, manteniendo una auto-percepción de ser querido(a), confiado(a), protegido(a) e incluido(a) en su relación de pareja. El último factor de esta medida, se nombró como Abandonado (a) que refleja cuando la persona se siente relegada, ajena, descuidada y por lo tanto pesimista de su situación en la relación. Esto es entendible, ya que cuando una persona pone en tela de juicio su papel dentro de su relación y el momento de crisis tuvo efectos también en el otro miembro de la pareja, entonces la interacción se tiñe de

falta de atenciones entre ambos y acorde a la teoría de intercambio social (Thibaut & Kelley, 1959, en Hinde, 1997) se da por hecho que una relación perdurará solo si los resultados de la misma son benéficos para sus miembros.

En lo que concierne a la medida sobre la Incertidumbre que se percibe de la Pareja, ésta arrojó tres factores fuertes. El primero llamado Comprometido (a), consta de adjetivos relativos a percibir a la pareja como involucrada, partícipe, formal y constante en la relación, pese a la crisis que se está experimentado. Este factor conjuga la parte más cognoscitiva del involucramiento encontrado en la versión propia (del yo) sin la afectiva. Esto podría explicarse desde el concepto del compromiso personal, que es la medida en la que una pareja quiere permanecer en la relación y el grado en el que la relación es esencial para la identidad del individuo (Ramírez, 2008), además de representar la probabilidad de que en una relación perdure el vínculo psicológico y/o la orientación a largo plazo de la relación (Arriaga & Agnew, 2001). El segundo factor de esta escala fue nombrada Enamorado (a) y justamente retoma la parte emocional del involucramiento en la relación, descrita en términos del entusiasmo, atracción, confianza, enamoramiento e interés que se percibe en la pareja. Este factor se ve confirmado por lo que indican Aron, Dutton, Aron y Iverson (1989) quienes mencionan que a menudo el enamoramiento esta precedido por el interés, incremento en el entendimiento común de los miembros de

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Pérez Pérez, A.E. y Sánchez Aragón, R.

 

la relación de eventos interactivos, de manera que los diferentes episodios de la relación puedan verse de forma positiva, generadores de confianza y de un vínculo más estable a largo plazo. En congruencia el tercer factor llamado Estable, se refiere a la percepción de la pareja a partir de adjetivos como seguro(a), tranquilo(a), proactivo(a) y constante en la relación. Al respecto, Kelley (1983) indica que el grado de adherencia hacia una pareja, se basa en factores de mantenimiento constantes conformados en parte por amor, condiciones externas estables, la adquisición de un compromiso de pareja mutuo y fuerte, mantenimiento y reforzamiento de sentimientos positivos el uno hacia, así como vínculos y estructuras estables en la relación misma.

En la última escala de Incertidumbre con respecto al Estatus de la Relación se identificaron tres factores. El primero de nombre Fascinante, indica que el vínculo es percibido como apasionante, interesante, atractivo, romántico y entusiasta –entre otros adjetivos-, ésta manera de ver a la relación concentra el enfoque más positivo y encantador de ésta, según sus miembros. En congruencia, Canary y Stafford (1992), mencionan que cuando las personas tienen una visión positiva u optimista de su relación crea una buena disposición hacia la interacción y con ello a corresponder a las líneas abiertas de la comunicación y la auto-divulgación, así como a enriquecer la seguridad que se incluye expresiones de amor y comodidad en la relación.El

segundo factor llamado Estable, incluye adjetivos que describen a la relación como tranquila, estable, confiable y segura, mientras que el tercer denominado Comprometida, retrata al momento de la relación como formal, comprometida y constante. Estos últimos factores reflejan claramente los elementos de una relación sólida (Hinde, 1997), es decir, características relacionadas con la reciprocidad, la auto-divulgación, cercanía, intimidad, el grado en el que los miembros de la pareja acuerdan el equilibrio de la relación, se demuestran y perciben el compromiso, el amor, la confianza, atracción y satisfacción (Canary & Stafford, 1992). Así como el establecimiento de vínculos de interdependencia emocional, cognoscitiva y conductual en forma simultánea (Aron & Aron, 1996).

En el caso de la Escala Interferencia de la Pareja, se obtuvieron tres factores claramente definidos en su cualidad de intensidad, pues precisamente cada uno de ellos mostró un incremento en la calidad de los conceptos utilizados y que podrían estar abordando niveles de la variable bajo estudio. El primer factor denominado Obstaculizar, se refiere a aquellos comportamientos que realiza el otro miembro de la pareja dirigidos a detener, dificultar, imposibilitar, entorpecer y limitar cuestiones de desarrollo personal, metas, vida social, la relación con la familia extendida e incluso con el participante que responde al auto-reporte, impidiendo con ello su expresión verbal y

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afectiva durante la interacción. Esto definitivamente conlleva a una serie de consecuencias dentro de la propia relación que generan conflicto, molestia y falta de comunicación, ya que los miembros de la diada tienen conversaciones menos coordinadas y con menos mensajes de afiliación (Knobloch, 2008), y participan en más confrontaciones directas (Theiss & Solomon, 2006), así mismo se percibe una pérdida de control sobre las situaciones, por lo que las personas observan con mayor frecuencia errores y dificultades del otro miembro de la pareja (McLaren, 2008). El segundo factor de nombre, Importunar incluye las acciones de la pareja que a un nivel más intenso desagradan, molestan, irritan y hasta dañan al participante, ya que se expresa la crítica a otros significativos de la persona como amigos y familia, e involucra la falta de confianza y el que la pareja tome decisiones por quien responde al auto-reporte. Así, se hace evidente que en este factor, la interferencia cobra magnitudes teñidas de negatividad, rechazo, mala intención yfrustración, al afectar la capacidad de participación y rendimiento de las actividades, haciendo la acción conjunta más difícil de realizar o impedir el resultado deseado, evaluando así la interferencia de la pareja como grave y amenazante (Theiss & Knobloch, 2009), provocando una situación estresante y de malestar creciente en la pareja (Weber & Solomon, 2009) y propiciando la disminución de la satisfacción (Knobloch & Donovan-Kicken, 2006). En cuanto al último factor llamado Atentar, comprende

la percepción por parte del participante de que su pareja le afecta y daña a través de conductas que le desagradan como la intromisión de la familia política, anteponer otras cosas a la propia relación, que no cumpla promesas o que devalúe las metas de ésta; indicando con ello su falta de interés o indiferencia ante aspectos vitales de la relación, que conllevan a mayor confusión y desagrado (Knobloch & Theiss, 2010), correspondiendo con un menor uso de pronombres diádicos (p.ej. nosotros), lo que indica una menor sensación de interdependencia con la pareja (Knobloch & Solomon, 2003), y a medida que la interferencia de la pareja está cada vez más presente, la percepción individual de los problemas de la relación es más negativa (Solomon & Knobloch, 2004).

Cabe señalar que en comparación a las medidas originalmente diseñadas para la operacionalización del MTR las realizadas en esta investigación, muestran matices no identificados previamente por las autoras Solomon y Knobloch (1999, 2004) ya que la escala de Incertidumbre Relacional y la de Interferencia de la Pareja eran unidimensionales y en este caso se logró identificar a través de un análisis factorial la multidimensionalidad en las variables en cuanto a sus elementos cognoscitivos y emocionales; por lo que se puede decir que la definición propia de los constructos involucrados en el MTR en su evaluación en la cultura mexicana están mostrando particularidadades importantes de cómo las pareja en ésta sociocultura viven su

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Pérez Pérez, A.E. y Sánchez Aragón, R.

 

TR, al mismo tiempo que enriqueciendo a la propuesta original.

En cuanto a las características psicométricas de las medidas realizadas para esta investigación, se encontró que las escalas obtenidas comparten coeficientes de confiabilidad de moderados a altos, sin tener coeficientes inferiores de los obtenidos en las escalas de Incertidumbre Relacional y la de Interferencia de la Pareja diseñadas por los autores de la teoría; lo que refleja que los nuevos instrumentos construidos son estables en su comportamiento en la muestra estudiada. En cuanto a su validez, las dimensiones obtenidas enriquecen las definiciones tanto conceptuales como operacionales originales del MTR conformando con ello una versión más íntegra a la propuesta por Solomon y Knobloch (1999, 2004). Es representa que las nociones de la Incertidumbre y la Interferencia son vistos y experimentados por la muestra mexicana en forma distinta a la anglosajona, lo que permite identificar sus matices en torno en quienes viven una crisis o estado de turbulencia en sus relaciones. Resumiendo, se puede señalar que estos hallazgos contribuyen a nivel teórico ya que los factores obtenidos dan muestra de la multidimensionalidad de las variables y metodológico puesto que las escalas aquí diseñadas son herramientas de factible uso en muestras similares y en contextos tanto de investigación como de intervención, pues tienen la capacidad de identificar las fuentes de ambigüedad en cuanto a las transiciones críticas de las

relaciones románticas (Solomon & Theiss, 2011).

Adicionalmente, resultaría interesante el uso de las medidas en determinados contextos que propicien la TR (situación de celos, nacimiento de un hijo, establecimiento de un compromiso serio, depresión o presencia de una enfermedad crónica en por alguno de los miembros, entre otros), así como su relación con otras variables de las relaciones de pareja para corroborar su validez y confiabilidad.

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NORMAS  PARA  LA  ACEPTACIÓN  DE  TRABAJOS  

 

Los   artículos   en   esta   revista   podrán   representar   diferentes   aproximaciones   teóricas   y  metodológicas,  así  como  diversos  campos  de  investigación  de  la  psicología  social.  

Los   trabajos  de   investigación,   deberán   tener   relevancia  para   la  disciplina   como  ciencia  o  para  sus  diversas  aplicaciones  al  campo  profesional.  Para  el  tipo  de  investigación  por  favor  use  la  siguiente  clasificación:  

INVESTIGACIÓN  BÁSICA.   Cuyo   objetivo   central   es   detectar   principios   generales   que  regulan  el  comportamiento.  

ANÁLISIS  METODOLÓGICO  O  TÉORICO.  Cuyo  objetivo  es  hacer  una  revisión  crítica,  sistemática  y  de  alta  calidad,  de  las  publicaciones  o  trabajos  más  importantes  sobre  un  área  o  tema,  derivando  conclusiones  o  sugerencias  en  sentido  metodológico,  teórico  o  social.  

 

INSTRUCCIONES  PARA  LOS  AUTORES  

 

1. Anexar   una   carta   en   la   que   el   autor   asegure   que   el   manuscrito   no   se   está   sometiendo   a  consideración   en   otra   publicación.   La   carta   debe   incluir   título   del   trabajo,   nombre,  institución,  teléfono  y  dirección  electrónica  de  cada  uno  de  los  autores.  

2. Los   trabajos   deberán   seguir,   en   todas   las   secciones   (resumen,   abstract,   introducción,  método,  resultados,  discusión  y  referencias),  los  lineamientos  del  manual  de  publicaciones  de  la  APA  (American  Psychological  Association)  en  su  última  versión.  El  escrito  debe  estar  redactado  utilizando  un  lenguaje  respetuoso  e  incluyente.  

3. El  título,  el  (los)  nombre  (s)  de  el  (los)  autor(es),  su  adscripción  institucional,  el  resumen  y  las  palabras  clave  tanto  en  español  como  en  inglés,  deberán  aparecer  en  la  primera  página.  

4. El  resumen  tanto  en  español  como  en  inglés  deberá  contener  entre  120  y  150  palabras.  5. Las  palabras  clave  deberán  ser  5  para  cada  versión  (español  e  inglés).  

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6. Los   artículos   regulares   deberán   tener   una   extensión   (incluyendo   referencias,   cuadros   e  imágenes)  mínima  de  15  y  máxima  de  25  cuartillas  a  renglón  y  medio,  con  márgenes  de  3  cms.  por  lado  y  con  fuente  tipo  Arial  tamaño  11  puntos.  

7. El  número  de  la  página  debe  aparecer  en  la  parte  inferior  central.  8. El   cuerpo   del   reporte   (Introducción,   método,   resultados,   discusión   y   referencias)   está  escrito  en  páginas  consecutivas.  

9. Utilizar  7  espacios  (1.27cms.)  de  sangría  en  la  primera  línea  de  cada  párrafo  a  lo  largo  de  todo  el  artículo.  

10. Las  palabras  de  otro  idioma  dentro  del  texto  se  encuentran  en  cursivas.  11. Las   figuras,   cuadros   e   imágenes   deberán   insertarse   dentro   del   texto   (manteniendo   el  formato   del   artículo)   en   el   lugar   que   les   corresponde   y   no   en   archivo   adjunto.   Todas  deberán   ser   lo   suficientemente   grandes   para   ser   legibles   cuando   se   haga   la   reducción  considerado  el  ancho  de  la  página  revista  (10.  cm  de  ancho).  En  caso  de  que  algún  cuadro  o  imagen  no  cumpla  este  criterio,  el  trabajo  se  devolverá  a  sus  autores  para  su  corrección.  

12. Se   recuerda   que   la   sección   de   referencias   debe   aparecer   en   orden   alfabético,   y   que   cada  referencia   listada,   debe   encontrarse   citada   en   el   texto,   de   la  misma   forma,   cada   cita   que  aparezca  en  el  texto  debe  aparecer  en  la  sección  de  referencias.  

13. Los  autores  de  trabajos  de  investigación  deberán  conservar  los  datos  crudos  durante  los  tres  años  siguientes  a  la  publicación  del  trabajo.  

14. Cada   artículo   será   sometido   a   la   consideración   de   dos   revisores   de   nuestro   Consejo  Editorial  de  forma  anónima.  El  proceso  de  revisión  toma  dos  meses.  

15. La  Revista  de  Psicología  Social  y  Personalidad  ofrecerá  dos  revistas  para  el  primer  autor  y  una  para  el  (los)  coautor  (es).  

16. Los   manuscritos   deberán   enviarse   como   archivo   adjunto   en   documento   WORD   para  Windows  2003  o  versiones  más  recientes  a: [email protected]

 

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Revista de la Asociación Mexicana de Psicología SocialVolumen XXIX Número 1, Junio, 2013

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