+ All Categories
Home > Documents > Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Date post: 06-Jan-2017
Category:
Upload: buiduong
View: 216 times
Download: 0 times
Share this document with a friend
53
Poca et al. 1 Actualizaciones en el diagnóstico y tratamiento de la hidrocefalia “normotensiva” (hidrocefalia crónica del adulto) Diagnosis and treatment of “normal pressure” hydrocephalus (chronic adult hydrocephalus): an update María Antonia Poca (1) , Juan Sahuquillo (1) , María Mataró (2) Servicio de Neurocirugía (1) y Neuropsicología (2). Hospital Universitario Vall d’Hebron. Paseo Vall d’Hebron 119-129, 08035, Barcelona Correspondencia y petición de separatas: Mª Antonia Poca Ferran Puig 70 – 72, 1 - 2 08023 Barcelona Fax# +34-93-4893513 E-mail: [email protected] Este trabajo ha sido parcialmente financiado por la beca FIS 99 / 0968 del Fondo de Investigación Sanitaria de la Seguridad Social.
Transcript
Page 1: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

1

Actualizaciones en el diagnóstico y tratamiento de la hidrocefalia

“normotensiva” (hidrocefalia crónica del adulto)

Diagnosis and treatment of “normal pressure” hydrocephalus (chronic adult

hydrocephalus): an update

María Antonia Poca(1), Juan Sahuquillo(1), María Mataró(2)

Servicio de Neurocirugía (1) y Neuropsicología (2).

Hospital Universitario Vall d’Hebron.

Paseo Vall d’Hebron 119-129,

08035, Barcelona

Correspondencia y petición de separatas:

Mª Antonia Poca

Ferran Puig 70 – 72, 1 - 2

08023 Barcelona

Fax# +34-93-4893513

E-mail: [email protected]

Este trabajo ha sido parcialmente financiado por la beca FIS 99 / 0968 del Fondo de

Investigación Sanitaria de la Seguridad Social.

Page 2: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

2

Page 3: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

3

Resumen

La hidrocefalia “normotensiva” o hidrocefalia crónica del adulto (HCA) es una entidad

poco conocida, que se manifiesta en sus formas completas por un cuadro de

demencia progresiva, alteraciones de la marcha e incontinencia de esfínteres. El

aumento en la esperanza de vida de la población ha condicionado un incremento en

la prevalencia de la HCA, a pesar de lo cual existen todavía importantes

controversias en relación con la sensibilidad, especificidad y valor predictivo de los

diferentes métodos diagnósticos y terapéuticas de este síndrome. Estudios recientes

han señalado que el porcentaje de pacientes que mejoran después de la colocación

de una derivación de líquido cefalorraquídeo (LCR) sigue siendo bajo y que el índice

de complicaciones continúa siendo excesivamente elevado. Sin embargo, nuestra

experiencia y la de otros autores, indica que el índice de buenos resultados

posquirúrgicos supera el 80%, con un índice de complicaciones muy bajo, si se

aplica un protocolo estricto de diagnóstico y se selecciona la válvula de una forma

adecuada en base a las características hidrodinámicas del sistema derivativo. El

objeto de esta revisión es actualizar los aspectos clínicos, diagnósticos y

terapéuticos de la HCA. Presentaremos y discutiremos también el protocolo de

estudio y tratamiento que aplicamos en nuestro centro en aquellos pacientes con

sospecha de HCA.

Palabras clave: Hidrocefalia normotensiva. Hidrocefalia crónica del adulto.

Demencia. Diagnóstico. Tratamiento.

Page 4: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

4

Abstract

Normal pressure hydrocephalus, or adult chronic hydrocephalus, is a relatively

unknown entity. Classically, this disease is characteriazed by progressive dementia,

gait disturbance, and urinary incontinence. Despite an increase in the prevalence of

this type of dementia due to longer life expectancy, its diagnosis and treatment

remain controversial. Recent studies have reported that the percentage of patients

who show clinical improvement after shunting is still low and that the complication

rate is excessively high. However, our experience and that of other authors indicates

that the percentage of improvement after shunting can be greater than 80% and the

complication rate can be low if a strict diagnostic protocol is applied and if the most

appropriate valve is selected, based on the hydrodynamic characteristics of the

shunt. The aim of this review is to provide an update of the clinical features,

diagnosis and treatment of adult chronic hydrocephalus. We also discuss the

diagnostic and treatment protocols applied in our centre in patients with suspected

adult chronic hydrocephalus.

Keywords: Normal pressure hydrocephalus. Adult chronic hydrocephalus. Dementia.

Diagnosis. Treatment.

Page 5: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

5

Introducción

En 1964, Salomón Hakim publicó la descripción clínica de una serie de tres

pacientes que presentaban un cuadro de demencia progresiva, alteraciones de la

marcha y una dilatación variable del sistema ventricular que se acompañaba de una

presión del LCR, evaluada mediante manometría lumbar, normal1. Los tres pacientes

presentaron una recuperación neurológica completa después de la implantación de

una derivación interna de LCR. En trabajos posteriores, Hakim y Adams

denominaron a este síndrome “hidrocefalia de presión normal”2, 3. A pesar de que en

la literatura ya se habían comunicado casos clínicos similares4-6, las publicaciones

de Hakim y Adams adquirieron una especial relevancia ya que incluían nuevos

conceptos fisiopatológicos y ofrecían posibilidades terapéuticas a un número

creciente de pacientes diagnosticados de demencias “seniles” y “preseniles”.

Sin embargo, las expectativas iniciales no fueron replicadas por los resultados de

otros autores. En años posteriores, diversas series clínicas objetivaron que la

respuesta clínica después de la colocación de una válvula era extremadamente

variable y, en general, inferior al 50% de los casos intervenidos7-12. Las

inconsistencias en los resultados quirúrgicos se debían fundamentalmente a una

gran variabilidad en los criterios de selección de los enfermos tributarios de

tratamiento quirúrgico. Esta falta de homogeneidad en los resultados motivó la

búsqueda de criterios clínicos y radiológicos con un elevado valor predictivo que

permitieran seleccionar a los pacientes que responderían de forma positiva después

de la implantación de una derivación interna del LCR. Tres décadas después de la

descripción inicial del síndrome, Vanneste et al. han publicado en un estudio

Page 6: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

6

multicéntrico que el porcentaje medio de los pacientes que mejoran después de la

colocación de una válvula sigue siendo excesivamente bajo (36%)13, 14. No obstante,

otros estudios recientes indican que la aplicación de protocolos más complejos de

diagnóstico y tratamiento incrementa de forma significativa el índice de buenos

resultados, que supera en muchos casos el 80% de los pacientes tratados

quirúrgicamente15-17. Estas discrepancias indican en nuestra opinión que la

hidrocefalia “normotensiva” o hidrocefalia crónica del adulto (HCA) continua siendo

un síndrome clínico complejo, con una fisiopatología y una historia natural

relativamente poco conocidas, con aspectos diagnósticos y terapéuticos

controvertidos y en la que, en muchos casos, no se utilizan los criterios diagnósticos

adecuados.

El objetivo de esta revisión es presentar y discutir los conceptos tradicionales del

síndrome y los avances más recientes en relación con los diferentes aspectos

clínicos, radiológicos y terapéuticos. También presentaremos el protocolo que se

aplica en el servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario Vall d’Hebron en el

cribaje, diagnóstico y tratamiento de este tipo de pacientes.

El envejecimiento como factor etiológico de la HCA

La HCA puede ser idiopática o secundaria. Clásicamente se ha considerado que son

más frecuentes los casos secundarios. En una revisión de Katzman en 1977 sobre

915 casos de la literatura, este autor objetivó que aproximadamente en un tercio de

los pacientes no existía una causa conocida y que en los dos tercios restantes la

hidrocefalia era secundaria18. En los casos secundarios, el origen de la hidrocefalia

Page 7: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

7

se relaciona especialmente con la hemorragia subaracnoidea, meningitis,

traumatismos craneoencefálicos, cirugías intracraneales y anomalías congénitas

como la estenosis del acueducto de Silvio19. Existen otras causas menos comunes

como la enfermedad de Paget, los quistes coloides del tercer ventrículo, las

malformaciones vasculares y la cisticercosis20. Sin embargo, en los últimos años se

ha detectado un notable incremento de los casos idiopáticos, relacionado sin duda al

incremento de la esperanza de vida de la población.

El origen fisiopatológico más aceptado para la HCA es una alteración en los

mecanismos de reabsorción del LCR. Este mecanismo es la causa tanto de los

casos secundarios como de los idiopáticos. Recientemente, Albeck et al. han

demostrado que la resistencia a la reabsorción del LCR (Rout) se incrementa de

forma fisiológica con la edad21. Sin embargo, existe un porcentaje no despreciable

de pacientes con un cuadro clínico y radiológico compatible con una HCA, y que

mejoran después de la colocación de una derivación de LCR, en los que la dinámica

del LCR es prácticamente normal. En estos pacientes, la combinación de un

moderado incremento en la Rout, junto a una alteración de las propiedades

viscoelásticas del parénquima encefálico que acompañan al envejecimiento y la

asociación con la edad de una serie de factores de riesgo (diabetes, hipertensión,

leucoaraiosis, etc.) podrían explicar el origen de los casos en los que no se detecta

una clara alteración de la reabsorción del LCR. La presión normal del LCR puede

provocar sobre las paredes ventriculares fuerzas anómalas que distiendan el

sistema ventricular cuando el parénquima cerebral tiene sus propiedades elásticas

alteradas.

Page 8: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

8

Dilatación ventricular y presión intracraneal normal. La ley de Pascal

En sus trabajos iniciales, Hakim propuso una teoría fisiopatológica que intentaba

explicar porque un paciente con un sistema ventricular dilatado podía presentar una

presión intracraneal (PIC) normal1, 2. Hakim basaba su hipótesis en la ley de Pascal

para los fluidos contenidos en un compartimento elástico. De acuerdo con esta

teoría, en una primera fase existiría una situación transitoria de hipertensión

intracraneal, estableciéndose un gradiente de presión entre el interior del sistema

ventricular y el espacio subaracnoideo, que explicaría el aumento de tamaño

ventricular (Fuerza= Presión x Superficie). Posteriormente la PIC descendería,

manteniéndose el aumento de tamaño del sistema ventricular a expensas de una

menor presión ejercida sobre una mayor superficie de contacto1-2, 22. Trabajos

experimentales mucho más recientes han reproducido hidrocefalias crónicas en

animales de experimentación, administrando agentes irritantes en la cisterna magna,

y han confirmado la existencia de este fenómeno fisiopatológico bifásico que

apuntaba Hakim23-25. No obstante, los mecanismos fisiopatológicos relacionados con

la HCA son múltiples y complejos y hasta el momento actual todavía no plenamente

dilucidados.

La “triada” de Hakim y Adams. Cuadros típicos, atípicos y formas clínicas

incompletas

La mayor parte de los pacientes con una HCA presentan la tríada sintomática clásica

que fue definida por Hakim y Adams: alteraciones de la marcha, trastornos

cognitivos progresivos e incontinencia del esfínter urinario. Sin embargo, a pesar de

Page 9: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

9

que esta forma de presentación es la más frecuente, los pacientes pueden presentar

formas atípicas del síndrome o formas clínicas incompletas. En una serie publicada

por Sahuquillo et al. el 30% de los pacientes habían presentado únicamente uno o

dos de los componentes de la tríada y, en algunos casos, estos síntomas se habían

presentado asociados a un cuadro parkinsoniano15.

El trastorno de la marcha suele ser la primera manifestación clínica aparente,

aunque en muchas ocasiones la sintomatología aparece de forma combinada. Este

hecho puede constituir un sesgo de selección clínica, ya que los trastornos leves de

memoria reciente pueden pasar desapercibidos para la familia o el mismo paciente.

En general, los síntomas progresan de manera insidiosa, siendo también

característica una evolución clínica oscilante en la que se alternan periodos de

mejoría con periodos de deterioro clínico, frecuentemente relacionados con procesos

sistémicos intercurrentes (cuadros gripales, fiebre, intervenciones quirúrgicas etc.).

La tabla 1 muestra la escala que utilizamos en nuestro servicio para cuantificar el

grado de afectación de los diferentes componentes de la tríada de Hakim y Adams

en los pacientes con sospecha de HCA15, 26.

Alteraciones motoras en la HCA. ¿Qué entendemos por apraxia de la marcha?

El trastorno de la marcha no es sólo uno de los síntomas iniciales, sino que también

es una de las manifestaciones clínicas más características de este síndrome.

Algunos autores han descrito las alteraciones encontradas como “apraxia de la

marcha”2, 27. Sin embargo, hay que remarcar que no se ha llegado a establecer un

patrón de marcha típico para este síndrome. Los pacientes con una HCA pueden

Page 10: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

10

manifestar alteraciones de la marcha que oscilan desde la simple inestabilidad hasta

una imposibilidad total para la deambulación. En fases iniciales del síndrome, el

paciente puede presentar únicamente una deambulación enlentecida28, con dificultad

para iniciar la marcha o realizar los giros29. En casos más avanzados, el paciente

suele presentar, aunque no de forma invariable28, una ampliación de la base de

sustentación, pasos cortos, una menor elevación de los pies al caminar y una flexión

anterior del tronco27, 30, 31, que se acompañan de una disminución del balanceo de

los brazos y una tendencia a las caídas27. Los pacientes y familiares pueden

detectar un incremento en la rigidez de las extremidades inferiores y, con frecuencia,

los familiares refieren que, a pesar de las dificultades para iniciar la deambulación,

una vez iniciada la marcha el paciente presenta una tendencia a acelerar los pasos y

una anteropulsión muy similar a la marcha festinante. En un estadio final, el paciente

no sólo es incapaz de deambular, sino que no puede mantenerse de pie ni girarse

en la cama28.

Además de las alteraciones en la marcha, los pacientes con HCA presentan un

enlentecimiento en todas las actividades motoras y actitudes posturales anómalas32,

33. Los mecanismos por los que la dilatación ventricular provoca alteraciones

motoras no están todavía bien definidos. Una de las hipótesis más aceptadas es que

la dilatación ventricular compromete las conexiones eferentes del córtex motor que

conducen los impulsos motores a las extremidades inferiores34. Esto se debe a un

posible compromiso de la sustancia blanca periventricular que rodea a las astas

frontales distendidas30. Las alteraciones metabólicas y el edema cerebral

hidrostático son también mecanismos patogénicos que se han relacionado con los

síntomas motores en este tipo de pacientes35-37.

Page 11: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

11

Alteraciones cognitivas y conductuales en la HCA. El problema de los casos

“mixtos”

Las alteraciones cognitivas y conductuales de los pacientes con una HCA incluyen

una serie de cambios mentales, en general de inicio insidioso, caracterizados de

forma casi patognomónica por una alteración inicial de la memoria reciente. De

manera progresiva, a las alteraciones de memoria se añaden alteraciones en

diversas capacidades cognitivas como las funciones ejecutivas, velocidad en el

procesamiento de la información, praxis constructiva, funciones visuoespaciales y

cambios en el comportamiento. Los déficits cognitivos de estos pacientes presentan

características de tipo fronto-subcortical3, 38-40, con ausencia de signos de afasia y

agnosia típicos de aquellos pacientes con una disfunción cortical predominante.

También se han descrito alteraciones de la atención y concentración, desorientación

temporal y espacial, desorganización del grafismo (escritura y dibujo),

enlentecimiento41 y una alteración más específica de las funciones frontales o

ejecutivas38, 40. El deterioro cognitivo conduce a una dependencia progresiva y

variable para las actividades de la vida diaria. El patrón conductual de los pacientes

con HCA viene dominado por una falta de espontaneidad e iniciativa, bradipsiquia,

apatía, indiferencia y trastornos de la concentración y fácil distractibilidad3, 38, 42, 43.

Un aspecto a considerar es que las alteraciones descritas pueden presentar

fluctuaciones muy marcadas3, 42. En estadios finales del síndrome, el paciente puede

presentar una situación similar a la del estado vegetativo o incluso un estado de

mutismo acinético19.

Page 12: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

12

La demostración de déficits cognitivos de predominio subcortical en ausencia de

sintomatología cortical puede facilitar el diagnostico diferencial. La presencia de

trastornos afásicos en fases iniciales apoyaría la existencia de una demencia de tipo

cortical concomitante. Es frecuente que en muchos casos puedan coexistir dos

etiologías distintas y que con frecuencia la hidrocefalia, sea secundaria a otra lesión

cerebral capaz de producir alteraciones neuropsicológicas. Esta asociación de

factores, hace que exista una gran variabilidad en la gravedad y tipo de déficits que

pueden objetivarse en este tipo de pacientes. Por otro lado, otras patologías que

afectan preferentemente las funciones subcorticales como la enfermedad vascular

cerebral de pequeño vaso y la enfermedad de Parkinson, entre otras, pueden

producir un patrón de afectación neuropsicológica de tipo fronto-subcortical muy

semejante al descrito en la HCA. Con cierta frecuencia, los pacientes presentan un

síndrome depresivo reactivo a la pérdida de capacidades que puede enmascarar e

incluso confundir el cuadro clínico de la HCA.

Incontinencia de esfínteres: de la imperiosidad miccional a la incontinencia

anal

El trastorno de esfínteres suele iniciarse con una micción imperiosa, seguida de una

incontinencia vesical esporádica. Inicialmente, estos síntomas suelen ser atribuidos

a problemas prostáticos en el hombre o ginecológicos en las mujeres. En los casos

más avanzados, la incontinencia pasa a ser continua y puede acompañarse en un

número reducido de casos de incontinencia del esfínter anal19, 28. Merece la pena

enfatizar en que el trastorno de esfínteres, junto con las alteraciones de la marcha,

Page 13: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

13

son los síntomas clínicos que revierten con mayor rapidez después de la colocación

de una derivación de LCR.

Síntomas y signos atípicos en la HCA: parkinsonismo y cuadros psicóticos.

¿Asociación causal o incidental?

En algunos casos, los pacientes con una HCA presentan signos parkinsonianos

(fascies inexpresiva, hipofonesis, temblor, bradikinesia, disinergias y rigidez

muscular). Estos síntomas suelen responder mal a la administración de L-Dopa. A

pesar de que es posible que pueda existir una asociación incidental entre la

enfermedad de Parkinson y una HCA19, algunos autores han objetivado una mejoría

del parkinsonismo después de la colocación de una derivación de LCR2, 3, 30, 44. En

estos casos, probablemente el parkinsonismo es secundario a la hidrocefalia. Como

posibles orígenes del síndrome parkinsoniano en los pacientes con una HCA deben

mencionarse una distorsión mecánica de los ganglios basales y una insuficiencia

circulatoria en el sistema nigroestriado, secundaria a la compresión de la

microcirculación por la ventriculomegalia19.

Distintos autores han descrito también patología psiquiátrica (esquizofrenia, manía y

depresión) asociada a la HCA. A pesar de que algunos autores han objetivado cierta

mejoría en la sintomatología psicótica después de la colocación de una derivación

de LCR45-48, no se ha demostrado de forma clara la relación etiológica entre la HCA

y la esquizofrenia o la manía. En nuestra experiencia (resultados no publicados), la

colocación de una derivación de LCR en cuatro pacientes con una esquizofrenia y

en un paciente con una psicosis maníaco-depresiva condicionó una importante

Page 14: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

14

mejoría en las alteraciones de la marcha y en el control de esfínteres de todos los

pacientes, sin que se observaran sin embargo, cambios clínicamente relevantes en

los síntomas psicóticos. A pesar de ello, la HCA es una entidad que debe

considerarse en el diagnóstico diferencial de los pacientes de edad avanzada que

presenten de forma súbita cambios en la personalidad o síntomas psiquiátricos48.

Conceptos tradicionales en el diagnóstico de la HCA. Valor diagnóstico actual

de la cisternografía isotópica.

De acuerdo con las ideas tradicionales, el diagnóstico de HCA se establece cuando

existe un cuadro clínico compatible, una presión de LCR normal, el paciente

presenta un aumento del tamaño ventricular en ausencia de surcos corticales y

existe una retención de radiotrazador en el interior de los ventrículos o un retraso en

su eliminación al practicar una cisternografía isotópica. La presencia de

hipodensidades periventriculares en la TC cerebral se considera un signo

diagnóstico de elevado valor predictivo positivo. Sin embargo, estos conceptos

clásicos se cumplen en un número reducido de casos, por lo que deben ser

revisados.

La cisternografía isotópica fue considerada durante muchos años la exploración de

elección en el diagnóstico de la HCA, antes de la aparición de la TC cerebral. Sin

embargo, en el momento actual esta exploración ha quedado obsoleta en el

diagnóstico de pacientes con HCA, debido a su poca especificidad y a su reducido

valor predictivo26, 49, 50. En las últimas décadas, las nuevas técnicas morfológicas y

funcionales que permite realizar la Resonancia Magnética (RM) han adquirido un

Page 15: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

15

mayor protagonismo, aportando información obtenida de forma no invasiva que

permite, en algunos casos, establecer el diagnóstico de HCA y predecir la respuesta

del paciente a la implantación de una derivación de LCR.

Valoración del sistema ventricular. El índice de Evans

El aumento de tamaño del sistema ventricular es un requisito indispensable en el

diagnóstico de la HCA. De los múltiples índices ventriculares que pueden calcularse,

el índice de Evans es el más utilizado. Este índice fue diseñado para calcular el

tamaño del sistema ventricular en las neumoencefalografías51, siendo

posteriormente adaptado a la TC cerebral. El índice de Evans se calcula a partir de

la relación entre el tamaño de las astas frontales donde se encuentran más dilatadas

y el diámetro máximo entre ambas tablas internas en el mismo corte de TC (Fig. 1).

A pesar de que el tamaño ventricular normal aumenta de forma variable con la edad,

un índice de Evans igual o superior a 0,30 debe considerarse patológico. Sahuquillo

et al. observaron que los pacientes con una HCA presentan un tamaño ventricular

muy variable, sin que exista una relación estadísticamente significativa entre el

grado de dilatación ventricular y los valores medios de PIC15.

La TC cerebral y la RM craneal aportan información adicional que permite a menudo

establecer el diagnóstico diferencial entre una HCA y una dilatación ventricular ex-

vacuo (atrofia cerebral)52-54. En ambas exploraciones deberían analizarse la

morfología de las astas frontales y del tercer ventrículo. Las astas frontales de

contornos redondeados y un tercer ventrículo “abalonado”, suelen asociarse a una

hidrocefalia55. La RM también permite visualizar la morfología de la parte anterior del

Page 16: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

16

tercer ventrículo, la permeabilidad del acueducto de Silvio y la distensión del cuerpo

calloso26, 56.

Dilatación ventricular y aumento de los surcos corticales en la HCA

La presencia de unos surcos corticales dilatados ha sido considerada durante

muchos años un criterio que descartaba el diagnóstico de HCA. Sin embargo,

diferentes estudios han demostrado que los pacientes con una HCA pueden

presentar un espacio subaracnoideo colapsado, normal o incluso muy dilatado (Fig.

2). Es bien conocido que la presencia de una moderada dilatación ventricular que

coexiste con una dilatación importante de los surcos corticales puede asociarse a

alteraciones importantes en el registro de PIC (Fig. 3). Estudios recientes han

puntualizado la posibilidad de que una dilatación de los valles Silvianos, con

aumento de los surcos corticales, puede ser indicativa de un bloqueo en la

eliminación del LCR a través de las granulaciones aracnoideas57, 58. En este

contexto, el espacio subaracnoideo actuaría a modo de “reservorio” extraventricular

para el LCR. Por tanto, la presencia de atrofia cortical no descarta el diagnóstico de

HCA ni tiene un valor predictivo que permita dilucidar la respuesta clínica al

tratamiento quirúrgico15.

Significado de las hipodensidades periventriculares en pacientes con HCA

Algunos autores han sugerido que la existencia de hipodensidades periventriculares,

relacionadas con fenómenos de transudación de LCR (edema hidrocefálico), tiene

un elevado valor predictivo positivo a la respuesta clínica tras la implantación de una

Page 17: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

17

válvula59, 60. No obstante, estos resultados no han sido confirmados por otros

autores41. Los estudios por RM han demostrado que la presencia de hipodensidades

en la sustancia blanca periventricular y subcortical puede deberse a fenómenos de

isquemia crónica relacionados con la edad o con alteraciones de la microcirculación,

indicando simplemente la existencia de una leucoaraiosis. La presencia de múltiples

infartos lacunares puede orientar el diagnóstico hacia una demencia de origen

vascular, aunque cada vez es más conocida la asociación entre demencia

multinfártica e HCA61-63. Boon et al. demostraron una elevada asociación entre

ambas patologías, estableciendo incluso una teoría patogénica según la cual la

alteración en las propiedades viscoelásticas del parénquima encefálico serían las

responsables, junto a una alteración en la dinámica del LCR, de la dilatación

ventricular hidrocefálica64.

Valor actual de los estudios no invasivos de la dinámica del LCR por RM

Las técnicas no invasivas de estudio de la dinámica de LCR a través de la RM

suponen una importante innovación en el diagnóstico de la HCA. La posibilidad

teórica de poder prescindir de estudios invasivos como la monitorización continua de

la PIC y los estudios directos de la dinámica del LCR, explican la importante

proliferación de trabajos en los últimos años que estudian el valor predictivo de estas

nuevas técnicas diagnósticas. Las secuencias sensibles al flujo de fluidos, y en

especial las secuencias en contraste de fase (phase-contrast) con sincronización

cardíaca, permiten observar la circulación del LCR y calcular las velocidades del flujo

en el interior del sistema ventricular y en el espacio subaracnoideo en varios planos.

El movimiento del LCR puede medirse en diversos puntos del sistema ventricular, en

Page 18: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

18

las cisternas de la base y en los espacios subaracnoideos de la convexidad. En el

acueducto, el LCR presenta en cada ciclo cardíaco un comportamiento pulsátil, con

un componente descendente (sistólico) y un componente ascendente (diastólico)

que pueden ser identificados y cuantificados. Bradley et al. observaron que un

aumento en la velocidad del flujo a través del acueducto de Silvio (flujo

hiperdinámico) es un elemento indicador de buena respuesta quirúrgica65-67. En una

serie de 35 pacientes con HCA comprobamos que la mayor parte de los pacientes

que presentaban alteraciones de la PIC eran “hiperdinámicos” en la RM68. Sin

embargo, también hemos observamos que existían pacientes con flujos normales

(pacientes no hiperdinámicos) que presentaban alteraciones manifiestas de la PIC

(Fig. 4) y que respondieron favorablemente a la implantación de una derivación de

LCR68. La existencia de falsos negativos ha sido también objetivada por otros

autores69, 70, lo que apoya la tesis de que los pacientes con un cuadro clínico y

radiológico compatible con una HCA que no resulten “hiperdinámicos” en la RM

deben ser estudiados con sistemas invasivos (dinámica de LCR convencional y/o

monitorización continua de la PIC) antes de descartar el diagnóstico de HCA.

Valoración neuropsicológica en la HCA. Tests, escalas y cuestionarios de

calidad de vida. ¿Cuándo y cómo aplicarlos?

La valoración neuropsicológica de los pacientes con sospecha de HCA debe

orientarse a la búsqueda de alteraciones cognitivas atribuibles a este síndrome y a

establecer un diagnóstico diferencial con otras causas de demencia. Por otra parte,

está ya bien establecido que en un número importante de pacientes con una HCA

coexisten alteraciones cognitivas de otra etiología (casos mixtos)60, 71-73. Una

Page 19: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

19

valoración cognitiva mediante una prueba de cribaje general como el test

“minimental” no es adecuada para detectar el tipo de deterioro ni la gravedad del

mismo en las fases iniciales de la enfermedad. En la tabla 2 se exponen las

funciones neuropsicológicas que deberían ser valoradas en estos pacientes, así

como algunos de los tests más útiles para su estudio. En la valoración pre y

postquirúrgica deben también cuantificarse los cambios en las actividades de la vida

diaria y calidad de vida mediante el uso de escalas o cuestionarios adecuados (tabla

3) así como los cambios en las alteraciones de la marcha y en el control de

esfínteres (tabla 1). Esta valoración multidimensional es esencial para poder

evidenciar y cuantificar el beneficio del tratamiento quirúrgico a corto y largo plazo.

La implantación de una derivación de LCR para el tratamiento de la HCA comporta

unos resultados variables en la mejoría cognitiva de los pacientes tratados, con

porcentajes que oscilan en la literatura entre el 30 y el 80%. Esta gran variabilidad

puede deberse a distintos factores como el criterio y métodos diagnósticos

utilizados, el tipo de pacientes, el criterio preciso de mejoría, el intervalo de

seguimiento, los tests empleados y las funciones cognitivas evaluadas, que

presentan una extrema variabilidad en los distintos estudios publicados. Thomsen et

al.60 objetivaron una mejoría cognitiva en el 80% de los pacientes tratados cuando

concurrían tres o más de los siguientes criterios: etiología conocida, tiempo de

evolución corto, resistencia a la reabsorción del LCR elevada, surcos corticales

obliterados y/o hipodensidades periventriculares en la TC cerebral. Los mismos

autores hallaron que los tests que valoran el tiempo de reacción contribuían en más

del 50% a la mejoría total y que las funciones visuoespaciales mostraban también

una mejoría considerable después de la válvula. Stambrook et al.39 observaron una

Page 20: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

20

mejoría en la atención, concentración, habilidades aritméticas, memoria, lenguaje,

capacidades comunicativas, habilidades espaciales y constructivas. Por otro lado,

Caltagirone et al.38 y Larsson et al.74 demostraron mejoría clínica en la mitad de los

pacientes a los 4 meses de la intervención. Estos autores destacaron especialmente

el aumento de independencia y una mayor motivación en las actividades de la vida

diaria. A pesar de estas mejorías posquirúrgicas, el funcionamiento cognitivo no

regresa necesariamente a la normalidad después de la implantación del sistema

derivativo, incluso en aquellos pacientes con mejorías evidentes en otros aspectos

clínicos (marcha y control de esfínteres)38, 40, 74. Este hecho debe considerarse

especialmente al discutir con el paciente y la familia el posible resultado del

tratamiento quirúrgico

En algunos estudios se ha observado que la recuperación cognitiva puede proseguir

durante años75. Por ello es siempre aconsejable realizar un estudio de valoración

previo a la cirugía y otro de control varios meses después de la intervención para

analizar los resultados del tratamiento. En nuestro centro, el protocolo rutinario de

estudio de los pacientes con sospecha de HCA incluye una valoración

neuropsicológica completa. En los pacientes en los que se implanta una derivación

interna de LCR, la exploración neuropsicológica se repite a los 6 meses de la

intervención.

Page 21: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

21

Pacientes con hidrocefalia “normotensiva” y alteraciones de la PIC. Del

concepto de hidrocefalia “normotensiva” al de hidrocefalia crónica del adulto

A pesar de que el concepto clásico de hidrocefalia “normotensiva” incluía como

criterio diagnóstico básico la obtención de un valor normal de la presión del LCR

medida por punción lumbar1-3, hoy sabemos que una lectura aislada de este

parámetro carece por completo de valor diagnóstico. La monitorización continua de

la PIC ha objetivado que los pacientes con una HCA pueden presentar en casos

aislados episodios de hipertensión intracraneal, mientras que en otros muchos es

frecuente la aparición de patrones característicos de alteraciones severas de la

dinámica del LCR15, 76-80. Estos episodios, que son más frecuentes durante las fases

REM del sueño15, 16, 78, 79, pueden alternarse con periodos en los que la PIC media y

el análisis cualitativo del registro de PIC son estrictamente normales. Este hecho

indica que el término de hidrocefalia “normotensiva” con el que durante décadas se

ha denominado este síndrome es inadecuado15. La denominación más extendida y

correcta para definir el síndrome es el de “hidrocefalia crónica del adulto”, término

que no hace referencia a ningún valor de PIC ni incluye connotaciones

fisiopatológicas41. La monitorización continua de la PIC es la exploración más

sensible y específica que puede aplicarse en el diagnóstico de la HCA15, 79-81. Sin

embargo, en el momento actual esta exploración no se realiza de forma rutinaria en

la mayor parte de servicios de neurocirugía de nuestro país82.

Page 22: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

22

Selección del sistema de monitorización de la PIC más adecuado en el estudio

de pacientes con sospecha de HCA

La utilización de la monitorización de la PIC con un objetivo diagnóstico supone la

implantación de un sensor durante un periodo mínimo de 3 a 6 días. Para ello se

requiere disponer de un sistema de monitorización con un bajo índice de

complicaciones, posibilidades de recalibración y poca desviación del “0”. De los

diferentes sistemas disponibles en la práctica clínica, el que mejor se adapta a las

características de estos pacientes es la monitorización extradural. Para la

monitorización de la PIC a nivel extradural se han diseñado diversos sensores

(Gaeltec, Drager, Ladd, Spiegelberg, etc.). Sin embargo, en nuestra opinión, el que

mejor se adapta al estudio de este tipo de pacientes es el sistema Ladd (Ladd

Research Industries, Inc., Burlington. Vermon, USA). En nuestro servicio este

método se ha utilizado en los últimos 20 años para el estudio de aquellos casos con

sospecha de alteraciones de la dinámica del LCR y de disfunción valvular. Sin

embargo, para la monitorización de la PIC en los pacientes neurocríticos utilizamos

de forma rutinaria la monitorización intraparenquimatosa o intraventricular, nunca la

epidural.

El sistema Ladd, como todo sistema de medición de la PIC, consta de un captor de

presión, conectado a un monitor en el que la señal recibida se transforma y amplia

para derivarse a un dispositivo visual o a un equipo de análisis. El sensor no está

acoplado a fluidos, sino que se trata de un dispositivo sólido montado en la punta de

un catéter. Los sensores Ladd deben calibrarse a la atmósfera antes de su

implantación, por lo que existe una potencial desviación del cero en función de los

Page 23: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

23

días de monitorización. Sin embargo, en nuestra experiencia se trata de un sistema

de medición muy estable a los cambios de condiciones físicas como en la

temperatura corporal del paciente. La colocación del sensor puede realizarse bajo

anestesia local en pacientes colaboradores y con neurosedación en aquellos

agitados.

En el uso de sistemas de monitorización extradural es fundamental el conocimiento

de las características y limitaciones del sistema, siendo imprescindible tener en

cuenta una serie de consideraciones técnicas en el momento de la colocación del

sensor. Para evitar lecturas de PIC artefactualmente altas, debe asegurarse la

coplanaridad de la cara sensible del sensor con la duramadre y un correcto

despegamiento circular del espacio epidural en el que se alojará el sensor. Otra

consideración metodológica que debe tenerse en cuenta al utilizar la monitorización

extradural es que los valores de la PIC pueden ser más elevados que los valores

obtenidos en otros compartimentos intracraneales. Este problema, inherente al

compartimento que monitorizamos y no al sistema de monitorización, puede

solucionarse en aquellos casos en los que pueda practicarse una punción lumbar. La

lectura simultánea de los dos valores de presión permite aplicar un factor de

corrección a los valores epidurales. El registro gráfico de la PIC es superponible al

obtenido de forma simultánea en otros compartimentos del sistema cráneoespinal,

excepto en sus valores absolutos. Esto supone que la morfología, frecuencia y

amplitud de las ondas de PIC son siempre idénticas. Debemos recordar que cuando

utilizamos la monitorización de la PIC con un objetivo diagnóstico la información

fundamental se obtiene a partir del registro gráfico y no de los valores absolutos, que

en muchos casos estarán dentro del rango de la normalidad.

Page 24: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

24

Perfiles hidrodinámicos y tipos de hidrocefalia

Los pacientes con una demencia asociada a alteraciones de la marcha, a una

incontinencia de esfínteres y a un aumento del tamaño del sistema ventricular

presentan hallazgos muy distintos al monitorizar de forma continua la PIC15, 83. Esto

permite establecer diversos perfiles hidrodinámicos. De acuerdo con el valor medio

de la PIC y de la presencia/ausencia de ondas patológicas, podemos etiquetar la

dilatación ventricular de hidrocefalia activa, compensada, detenida o dilatación

ventricular ex-vacuo15. La hidrocefalia activa es aquella en la que el paciente

presenta una PIC media superior a 12 mm Hg. En estos casos se detectan casi

siempre ondas patológicas (ondas A y/o ondas B de Lundberg). Incluimos en la

categoría de hidrocefalia compensada a aquellos pacientes con una PIC media

inferior a 12 mm Hg pero en los que existe un porcentaje variable de ondas

patológicas en el registro gráfico. Estas ondas suelen ser de menor amplitud que las

observadas en las hidrocefalias activas. En la hidrocefalia detenida la PIC media

es normal y no aparecen ondas patológicas en el registro gráfico. Para considerar

que una dilatación ventricular es el resultado de una atrofia cerebral (dilatación ex-

vacuo) la PIC media debe ser normal y no deben existir ondas patológicas en el

registro gráfico (Fig. 5).

Page 25: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

25

Valor predictivo de las ondas patológicas. ¿Qué porcentage de ondas B debe

exigirse para la implantación de una derivación de LCR?

Existe un consenso en afirmar que aquellos pacientes que presentan una PIC media

elevada y ondas plateau en el registro gráfico mejoran después de la implantación

de la válvula76, 79, 84-86. En cambio, en la literatura existen discrepancias con relación

al porcentaje mínimo de ondas B que debería presentar un paciente con HCA para

ser candidato al tratamiento quirúrgico77, 81, 86, 87. Crockard et al. exigían la presencia

de al menos un 10 % de ondas B en el registro de PIC77. Borgesen y Gjerris

objetivaron que todos los pacientes que habían presentado un porcentaje de ondas

B > 50% mejoraron después de la intervención, mientras que ninguno de los que

había presentado un porcentaje de ondas B < 5% había mejorado59. Para estos

autores, el resultado quirúrgico no era predecible cuando el porcentaje de ondas B

oscilaba entre el 5 y el 50 %. En estos casos la decisión quirúrgica quedaba

supeditada al resultado del estudio de la dinámica del LCR. En cambio, para otros

autores la presencia de ondas B en el registro de PIC, independientemente de su

número y amplitud es ya un criterio para la colocación de la válvula15, 81. En nuestro

centro, y de acuerdo con esta clasificación propuesta en el apartado anterior,

consideramos que los pacientes con una hidrocefalia activa o compensada son

candidatos a la implantación de una derivación de LCR, independientemente del

porcentaje de ondas patológicas que aparezca en el registro de PIC.

Estudio de la dinámica del LCR. Tipos de tests y secuencia de aplicación. ¿Es

suficiente el estudio de la dinámica del LCR para descartar el diagnóstico de

HCA?

Page 26: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

26

En el estudio de pacientes con una sospecha de HCA, en nuestro centro

combinamos la monitorización continua de la PIC con la práctica de un estudio

hidrodinámico por vía lumbar (tests de bolus de Marmarou y test de infusión continua

de Katzman)26. En algunos pacientes, estos tests se complementan con una

evacuación controlada de LCR (tap-test de Wikkelsö). Para evitar artefactos, la PIC

se monitoriza por lo menos durante 72 horas. Después de obtener registros de PIC

correctos, se practica el estudio hidrodinámico por vía lumbar. La práctica de una PL

origina una fuga de LCR a través del orificio de punción que puede prolongarse

durante días. La pérdida de LCR puede dar lugar a valores de PIC falsamente bajos

durante los días posteriores a la punción, por lo que en caso de ser necesaria una

remonitorización de la PIC debería esperarse por lo menos una semana.

La secuencia de estudio que aplicamos en nuestro centro (monitorización continua

de la PIC complementada con un estudio hidrodinámico practicado en un segundo

tiempo) en el estudio de los pacientes con una HCA, puede simplificarse en algunos

casos mediante el estudio aislado de la dinámica del LCR. El hallazgo de un

aumento en la resistencia a la reabsorción del LCR, combinado o no a una

disminución de la complicancia cráneoespinal, indican casi siempre que el enfermo

requiere la implantación de una derivación de LCR. La mejoría clínica del enfermo

después de evacuar LCR constituye un elemento diagnóstico y pronóstico adicional.

Sin embargo, si los estudios hidrodinámicos se practican de forma aislada, cuando

los parámetros hidrodinámicos sean normales, debería monitorizarse siempre la PIC

antes de descartar el diagnóstico de esta patología. De esta forma, es posible

reducir de forma significativa el porcentaje de falsos negativos. La figura 6 ilustra un

Page 27: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

27

hecho conocido y relativamente frecuente en los pacientes con una HCA, y es que

existe un porcentaje no determinado de casos en los que la dinámica del LCR es

normal, pero que presentan un registro de PIC patológico. Estos pacientes también

se benefician de la implantación de una válvula. La figura 7 resume el protocolo de

estudio de los pacientes con sospecha de HCA que se aplica en el Hospital

Universitario Vall d’Hebron.

Aspectos a considerar en la selección de una válvula en pacientes con HCA

El tratamiento clásico de la HCA supone la implantación de una derivación de LCR

ventrículo-peritoneal o, en casos muy concretos, ventrículo-atrial. Algunos autores

han indicado que las derivaciones lumbo-peritoneales podrían ser una alternativa en

el tratamiento de la HCA88-90. Sin embargo, las derivaciones lumbo-peritoneales no

previenen la aparición de colecciones subdurales, suelen asociarse a un elevado

porcentaje de disfunciones a largo plazo91 y pueden provocar una herniación

secundaria de las amígdalas del cerebelo (Chiaris secundarios)92.

Al seleccionar una determinada derivación de LCR para este tipo de pacientes, debe

tenerse en cuenta que frente al riesgo de potenciales complicaciones secundarias a

la válvula, existe el riesgo de un hipofuncionamiento valvular, si se selecciona una

derivación con una presión de apertura elevada o con una excesiva resistencia al

paso del LCR. Una presión de apertura de la válvula por encima de la presión media

del enfermo implica que solamente habrá drenaje de LCR durante las maniobras de

Valsalva y durante los periodos de sedestación y bipedestación, en los cuales el flujo

a través de la derivación aumenta debido al fenómeno conocido como disfunción

Page 28: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

28

hidraulica o “sifonaje”. Estas apreciaciones son igualmente válidas para aquellos

pacientes con una HCA en los que la PIC media es inicialmente elevada

(hidrocefalia activa). En este grupo de pacientes, debemos tener en cuenta que una

vez evacuada una cierta cantidad de LCR la PIC media descenderá, pasando a

comportarse desde el punto de vista hidrodinámico como una hidrocefalia

compensada.

Diversos estudios comparativos han objetivado un mayor índice de buenos

resultados al implantar válvulas de baja presión en pacientes con una HCA93-96. Para

el tratamiento de pacientes con una HCA activa o compensada habitualmente

seleccionamos una derivación de baja presión. En función del tamaño ventricular, la

resistencia a la reabsorción del LCR y la PIC media del enfermo, la válvula puede

combinarse con el uso de un dispositivo antisifón o antigravitatorio, que evitarán un

porcentaje elevado de complicaciones relacionadas con el hiperfuncionamiento

valvular (hematomas subdurales, higromas, etc.). No obstante, el uso de este tipo de

dispositivos requiere una serie de medidas específicas para evitar los fenómenos de

hipofuncionamiento valvular (Fig. 8)97, 98.

Protocolo de manejo per y postoperatorio en los pacientes con HCA

El protocolo de tratamiento quirúrgico para los pacientes con una HCA no finaliza

con la selección del tipo de shunt a implantar. Es importante no descuidar una serie

de cuidados per y postoperatorios, dirigidos a reducir al mínimo las complicaciones

que pueden presentar este grupo de pacientes potencialmente de alto riesgo.

Durante la cirugía deben extremarse las condiciones asépticas que requiere la

Page 29: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

29

colocación de toda prótesis. Además de la profilaxis antibiótica convencional, en

nuestro servicio administramos un bolus de 20 mg de vancomicina intraventricular

antes de conectar el catéter ventricular a la válvula. La apertura dural es siempre

mínima y debe limitarse al tamaño imprescindible para que pueda entrar en el

ventrículo el catéter ventricular. El sellaje del espacio subaracnoideo, mediante la

coagulación de la duramadre con la aracnoides y piamadre, reduce de forma

significativa la incidencia de higromas post-quirúrgicos. Al finalizar la cirugía una

buena medida es aplicar una moderada compresión abdominal (colocación de una

faja), con el objetivo de evitar la migración del catéter peritoneal y poder levantar

precozmente a estos pacientes sin riesgos de eventraciones o exteriorizaciones

accidentales del catéter distal. En los días posteriores debe evitarse el hiperdrenaje

de LCR, por lo que el paciente debe permanecer plano en la cama o muy

incorporado, manteniéndose varios días en la posición que condicione un menor

funcionamiento valvular en función del tipo de válvula implantada.

¿Cómo actuar cuando el paciente no mejora o lo hace sólo de forma

transitoria?

Cuando un paciente en el que se ha confirmado el diagnóstico de HCA no mejora

después de la implantación del sistema derivativo debe ser revalorado, con el

objetivo de descartar un mal funcionamiento valvular. Este criterio también debe

aplicarse a aquellos casos que presentan una mejoría transitoria después de la

colocación de la válvula. En ambas situaciones, la información que aportan las

exploraciones radiológicas puede ser no concluyente y las maniobras de bombeo

manual de la válvula carecen de valor diagnóstico. La monitorización continua de la

Page 30: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

30

PIC constituye el método diagnóstico de elección en estos casos. Por último, en los

últimos años hemos detectado que un grupo de pacientes con una mejoría clínica

mantenida durante periodos prolongados pueden presentar un deterioro clínico

diferido, a pesar de un correcto funcionamiento valvular (datos no publicados).

Algunos de estos pacientes han mejorado simplemente con el cambio del tipo de

válvula o con el cambio en su presión de apertura. Este fenómeno ha sido también

referido por Bergsneider et al.99 y debe ser tenido en cuenta en el seguimiento de

estos pacientes.

Aspectos pronósticos

En general, se ha otorgado un mejor pronóstico a los casos con una etiología

conocida que a los casos idiopáticos. Probablemente esto constituye un sesgo de

selección ya en los casos secundarios el diagnóstico se establece siempre de forma

más precoz. Los mejores resultados se han objetivado en los casos en los que el

paciente presenta un cuadro clínico florido de corta evolución, secundario a una

causa conocida28, 60, 84. La hipertensión intracraneal, el aumento en la resistencia a la

reabsorción del LCR y un porcentaje elevado de ondas B en el registro de PIC

también se han correlacionado con un buen resultado posquirúrgico15, 59, 76, 77, 79, 81, 83,

84, 100. Sin embargo, al contrario de lo que apuntaban los conceptos clásicos, la edad,

la duración de la sintomatología, el grado de afectación clínica y el grado de

reducción del tamaño ventricular después de la válvula no presentan una buena

correlación con el resultado posquirúrgico7, 59, 60,101-104. Como hemos mencionado, en

los pacientes que presentan un cuadro clínico completo, las alteraciones en la

Page 31: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

31

marcha y las disfunciones en el control de esfínteres tienen un mejor pronóstico que

la afectación de funciones superiores28.

¿Qué resultados podemos esperar después de implantar una derivación de

LCR en pacientes con HCA?. Aspectos controvertidos del estudio

multicéntrico de Vanneste

En 1992 Vanneste et al. publicaron los resultados de un estudio multicéntrico en el

que se exponían los resultados de un grupo de 166 pacientes con una HCA a los

que se les había implantado una derivación de LCR14. En esta serie sólo el 36% de

los pacientes tratados presentó algún tipo de mejoría, reduciéndose el porcentaje de

mejorías clinicamente relevantes hasta sólo el 21%. En los casos idiopáticos, el

porcentaje de mejorías significativas fue todavía menor (15%)14. El índice de

complicaciones en esta serie fue del 28%, siendo necesaria la revisión de la válvula

en 49 ocasiones. Los resultados de este estudio son tan decepcionantes que

pueden incluso replantear la duda que formuló Pickard en el año 1984: Normal

pressure hydrocephalus - to shunt or not to shunt?28. La amplia difusión que ha

alcanzado el estudio de Vanneste y las graves consecuencias que pueden derivar

de una visión escéptica por parte de los neurólogos que remiten a los pacientes a un

servicio neuroquirúrgico, nos obligan a señalar que este estudio se presenta

importantes sesgos de selección de los pacientes y problemas metodológicos

graves, que en nuestra opinión invalidan los resultados obtenidos.

Una de las limitaciones fundamentales de este estudio “multicéntrico” es que

combina los resultados de 4 centros con una experiencia muy variable en el

Page 32: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

32

diagnóstico y tratamiento de la HCA. Se da la paradoja que en dos de los cuatro

centros el diagnóstico se fundamenta en la clínica y la neuroimagen, junto a los

datos aportados por la cisternografía isotópica y la evacuación de LCR por punción

lumbar. En otros de los centros participantes el criterio de selección es sólo clínico-

radiológico, estableciéndose en algunos casos el diagnóstico de HCA en un criterio

tan cuestionable como el “beneficio de la duda”. Por otra parte, los pacientes fueron

tratados por 17 neurocirujanos diferentes durante un periodo de 10 años, lo que

equivale a un paciente por neurocirujano y año, explicando en parte la disparidad de

criterios diagnósticos y terapéuticos. El tipo de válvula implantado no se especificó

en cada caso, aunque los autores refieren que en 135 pacientes se utilizaron

válvulas de alta y media presión, sistemas que ya hemos mencionado que no deben

utilizarse en el tratamiento de la HCA. El seguimiento de los pacientes se realizó a

través de la historia clínica, los cursos de enfermería y a partir de entrevistas

telefónicas, quedando limitado el seguimiento total a sólo 152 pacientes con un

rango en el seguimiento entre 2 meses y 8 años (mediana de 3,1 años). En este

estudio el índice de complicaciones postoperatorias es extremadamente elevado,

una de las posibles razones es que cuando no podía establecerse la gravedad de

una complicación se incluía en la categoría de complicaciones graves. Del mismo

modo, el porcentaje de mejorías está sesgado, ya que los casos en que los

pacientes mejoraban sólo de forma transitoria eran finalmente incluidos en la

categoría de fracaso terapéutico. Por otra parte el seguimiento de los pacientes que

no mejoraron o que mejoraron sólo de forma transitoria fue inadecuado, ya que se

limitó a una exploración manual de la válvula (bombeo sobre el reservorio de la

válvula), maniobra a la que actualmente no se le concede ningún valor diagnóstico.

Page 33: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

33

En el otro extremo de la balanza, se encuentran los resultados de otros grupos que,

a partir de protocolos de diagnóstico y tratamiento más complejos, han conseguido

obtener un índice de mejorías posquirúrgicas que superan el 80% de los casos15-17.

En el análisis de estos resultados tan dispares debe tenerse en cuenta que los

criterios diagnósticos y terapéuticos son muy variables en las distintas series

publicadas. Por otra parte, la población de pacientes con una HCA es muy

heterogénea y además en muchos casos la hidrocefalia puede coexistir con una

demencia de tipo cortical, lo cual debe considerarse al evaluar el resultado post-

shunt de las funciones superiores. Un factor esencial a considerar que distorsiona el

análisis de los resultados de distintas series quirúrgicas, es que no existe todavía un

consenso con relación al tipo de válvula más adecuado para estos pacientes.

Consideraciones finales

La HCA es hoy una de las pocas demencias tratables y con frecuencia reversibles.

El aumento de la esperanza de vida de la población y la evidencia de que los

mecanismos de reabsorción de LCR se alteran a medida que aumenta la edad, debe

alertar al clínico sobre la posibilidad de este síndrome. La coexistencia de varios

procesos en un mismo paciente incrementa la posibilidad de encontrar casos en los

que el deterioro cognitivo tenga un origen múltiple. Incluso en estos casos, el

diagnóstico de una alteración en la dinámica del LCR puede aportar una mejoría

clínica, fundamentalmente en la marcha y en el control de esfínteres, que mejore la

calidad de vida del paciente y su entorno familiar. La experiencia acumulada

después de casi 4 décadas desde la descripción inicial del síndrome, permite afirmar

que la visión simplista con la que todavía se contempla en algunos medios el

síndrome de la HCA debe cambiar de forma radical. Los objetivos clínicos actuales

Page 34: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

34

deberían dirigirse y centrarse en un diagnóstico precoz del síndrome y en la

reducción de falsos negativos. Esto pasa inevitablemente por una mejoría

significativa y consensuada en los protocolos de cribaje, diagnósticos y terapéuticos

aplicados a estos pacientes.

Page 35: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

35

Agradecimientos

Agradecemos la colaboración de nuestro equipo de enfermería en el estudio y

tratamiento de estos pacientes. También queremos agradecer el asesoramiento de

la Profesora Carme Junqué y la colaboración de la neuropsicóloga Mª del Mar

Matarín del Departamento de Psiquiatría y Psicobiología Clínica de la Universitat de

Barcelona en la valoración y seguimiento neuropsicológico de los pacientes con

hidrocefalia crónica del adulto.

Page 36: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

36

Bibliografía 1. Hakim S. Algunas observaciones sobre la presión del LCR. Síndrome hidrocefálico

en el adulto con "presión normal" del LCR [Tesis Doctoral]. Facultad de Medicina,

Universidad Javeriana, Bogota, Colombia. 1964.

2. Hakim S, Adams RD. The special clinical problem of symptomatic hydrocephalus with

normal cerebrospinal fluid pressure. Observations on cerebrospinal fluid

hydrodynamics. J Neurol Sci 1965; 2: 307-327.

3. Adams RD, Fisher CM, Hakim S, Ojemann RG, Sweet WH. Symptomatic occult

hydrocephalus with "normal" cerebrospinal fluid pressure. A treatable syndrome. N

Engl J Med 1965; 273 : 117-126.

4. Riddoch G. Progressive dementia without headaches or changes in the optic disks

due to tumors of the third ventricle. Brain 1936; 59: 225-233.

5. Foltz ET, Ward AA. Communicating hydrocephalus from subarachnoid bleeding. J

Neurosurg 1956; 13: 546-566.

6. McHugh PR. Occult hydrocephalus. Q J Med 1964; 33: 297-312.

7. Black PM. Idiopathic normal-pressure hydrocephalus. Results of shunting in 62

patients. J Neurosurg 1980; 52: 371-377.

8. Greenberg JO, Shenkin HA, Adam R. Idiopathic normal pressure hydrocephalus: A

report of 73 patients. J Neurol Neurosurg Psychiatry 1977; 40: 336-341.

9. Jacobs L, Conti D, Kinkel WR, Manning EJ. "Normal-pressure" hydrocephalus.

Relationship of clinical and radiographic findings to improvement following shunt

surgery. JAMA 1976; 235: 510-512.

Page 37: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

37

10. Janny P, Colnet G, Veyre A, Chazal J, Barretto LC. Hydrocephalie a pression

normale. Etude pre- et postoperatoire de 56 cas. Neurochirurgie 1981; 27: 89-96.

11. McCullough DC, Fox JL. Negative intracranial pressure hydrocephalus in adults with

shunts and relationship to the production of subdural hematoma. J Neurosurg 1974;

40: 372-375.

12. Pedersen KK, Sorensen PS, Ankerhus J, Danielsen UT. Syphilitic normal pressure

hydrocephalus. Acta Neurochir (Wien) 1979; 48: 35-39.

13. Vanneste JA. Three decades of normal pressure hydrocephalus: are we wiser now?

[editorial] . J Neurol Neurosurg Psychiatry 1994; 57: 1021-1025.

14. Vanneste J, Augustijn P, Dirven C, Tan WF, Goedhart ZD. Shunting normal-pressure

hydrocephalus: do the benefits outweigh the risks? A multicenter study and literature

review. Neurology 1992; 42: 54-59.

15. Sahuquillo J, Rubio E, Codina A, Molins A, Guitart JM, Poca MA, et al. Reappraisal of

the intracranial pressure and cerebrospinal fluid dynamics in patients with the so-

called "normal pressure hydrocephalus syndrome. Acta Neurochir (Wien) 1991; 112:

50-61.

16. Krauss JK, Droste DW, Bohus M, Regel JP, Scheremet R, Riemann D, et al. The

relation of intracranial pressure B-waves to different sleep stages in patients with

suspected normal pressure hydrocephalus. Acta Neurochir (Wien) 1995; 136: 195-

203.

17. Raftopoulos C, Deleval J, Chaskis C, Leonard A, Cantraine F, Desmyttere F, et al.

Cognitive recovery in idiopathic normal pressure hydrocephalus: A prospective study.

Neurosurgery 1994; 35: 397-404.

Page 38: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

38

18. Katzman R. Normal pressure hydrocephalus. En: Wells CHE, editor. Dementia.

Philadelphia: FA Davis Company, 1977; 69-92.

19. Sahuquillo J, Rubio E, Poca MA, Molins A, Codina A. Alteraciones de la

hidrodinámica del líquido cefalorraquídeo. Hipertensión intracraneal. Hidrocefalia. En:

Codina A, editor. Tratado de neurología. Barcelona: ELA, 1994; 561-572.

20. Lobato RD, Lamas E, Cordobes F, Munoz MJ, Roger R. Chronic adult hydrocephalus

due to uncommon causes. Acta Neurochir (Wien) 1980; 55: 85-97.

21. Albeck MJ, Skak C, Nielsen PR, Olsen KS, Borgesen SE, Gjerris F. Age dependency

of resistance to cerebrospinal fluid outflow. J Neurosurg 1998; 89: 275-278.

22. Hakim S, Venegas JG, Burton JD. The physics of the cranial cavity, hydrocephalus

and normal pressure hydrocephalus: mechanical interpretation and mathematical

model. Surg Neurol 1976; 5: 187-210.

23. Drapkin AJ, Sahar A. Experimental hydrocephalus: cerebrospinal fluid dynamics and

ventricular distensibility during early stages. Childs Brain 1978; 4: 278-288.

24. Sahar A. Experimental progressive hydrocephalus in the young animal. Childs Brain

1979; 5: 14-23.

25. Conner ES, Foley L, Black PM. Experimental normal-pressure hydrocephalus is

accompanied by increased transmantle pressure. J Neurosurg 1984; 61: 322-327.

26. Poca MA, Sahuquillo J, Busto M, Calzada MD, Galard R, Rovira A, Rubio E. Clinical

management of patients with normal pressure hydrocephalus syndrome. Annals of

Psychiatry 1996; 6: 273-292.

27. Sudarsky L, Simon S. Gait disorder in late-life hydrocephalus. Arch Neurol 1987; 44:

263-267.

Page 39: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

39

28. Pickard JD. Normal pressure hydrocephalus: to shunt or not to shunt?. En: Warlow

Ch, Warlow J, editores. Dilemmas in the management of the neurological patient.

Edinburgh: Churchill Livingstone, 1984; 207-214.

29. Estañol BV. Gait apraxia in communicating hydrocephalus. J Neurol Neurosurg

Phychiatry 1981; 44: 305-308.

30. Soelberg Sorensen P, Jansen EC, Gjerris F. Motor disturbances in normal-pressure

hydrocephalus. Special reference to stance and gait. Arch Neurol 1986; 43: 34-38.

31. Stolze H, Kuhtz-Buschbeck JP, Drucke H, Drucke H, Johnk K, Illert M, Deuschl G.

Comparative analysis of the gait disorder of normal pressure hydrocephalus and

Parkinson's disease. J Neurol Neurosurg Psychiatry 2001; 70: 289-297.

32. Blomsterwall E, Bilting M, Stephensen H, Wikkelsö C. Gait abnormality is not the only

motor disturbance in normal pressure hydrocephalus. Scand J Rehabil Med 1995; 27:

205-209.

33. Blomsterwall E, Svantesson U, Carlsson U, Tullberg M, Wikkelsö C. Postural

disturbance in patients with normal pressure hydrocephalus. Acta Neurol Scand

2000; 102: 284-291.

34. Fisher CM. Hydrocephalus as a cause of disturbance of gait in the elderly. Neurology

1982; 32: 1358-1363.

35. Lying-Tunell U, Lindblad BS, Malmlund HO, Persson B. Cerebral blood flow and

metabolic rate of oxygen, glucose, lactate, pyruvate, ketone bodies and amino acids

in patients with normal pressure hydrocephalus before and after shunting and in

normal subjects. Acta Neurol Scand 1977; 64 (Supl): 338-339.

36. Meyer JS, Tachibana H, Hardenberg JP, Dowell RE Jr, Kitagawa Y, Mortel KF.

Normal pressure hydrocephalus. Influences on cerebral hemodynamic and

Page 40: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

40

cerebrospinal fluid pressure--chemical autoregulation. Surg Neurol 1984; 21: 195-

203.

37. Meyer JS, Kitagawa Y, Tanahashi N, Tachibana H, Kandula P, Cech DA, et al.

Pathogenesis of normal-pressure hydrocephalus. Preliminary observations. Surg

Neurol 1985; 23: 121-133.

38. Caltagirone C, Gainotti G, Masullo C, Villa G. Neurophysiological study of normal

pressure hydrocephalus. Acta Psychiatr Scand 1982; 65: 93-100.

39. Stambrook M, Cardoso E, Hawryluk GA, Eirikson P, Piatek D, Sicz G.

Neuropsychological changes following the neurosurgical treatment of normal

pressure hydrocephalus. J Clin Neuropsychol 1988; 3: 323-330.

40. Iddon JL, Pickard JD, Cross JJ, Griffiths PD, Czosnyka M, Sahakian BJ. Specific

patterns of cognitive impairment in patients with idiopathic normal pressure

hydrocephalus and Alzheimer's disease: a pilot study. J Neurol Neurosurg Psychiatry

1999; 67: 723-732.

41. Bret P, Chazal J, Janny P, Renaud B, Tommasi M, Lemaire JJ, et al: L'hydrocephalie

chronique de l'adulte. Neurochirurgie 1990; 36 (1 Supl): 1-159.

42. Wood JH, Bartlet D, James AEJ, Udvarhelyi GB. Normal-pressure hydrocephalus:

diagnosis and patient selection for shunt surgery. Neurology 1974; 24: 517-526.

43. Vassilouthis J. The syndrome of normal-pressure hydrocephalus. J Neurosurg 1984;

61: 501-509.

44. Sypert GW, Leffman H, Ojemann GA. Occult normal pressure hydrocephalus

manifested by parkinsonism-dementia complex. Neurology 1973; 23: 234-238.

Page 41: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

41

45. Dewan MJ, Bick PA. Normal pressure hydrocephalus and psychiatric patients. Biol

Psychiatry 1985; 20: 1127-1131.

46. Lying-Tunell U. Psychotic symptoms in normal-pressure hydrocephalus. Acta

Psychiatr Scand 1979; 59: 415-419.

47. Thienhaus OJ, Khosla N. Meningeal cryptococcosis misdiagnosed as a manic

episode. Am J Psychiatry 1984; 141: 1459-1460.

48. Rice E, Gendelman S. Psychiatric aspects of normal pressure hydrocephalus. JAMA

1973; 223: 409-412.

49. Staab EV. Radionuclide cisternography. En: Freeman L, editor. Freeman and

Johnson's clinical radionuclide imaging. Orlando: Grune & Stratton, 1984.

50. Vanneste J, Augustijn P, Davies GA, Dirven C, Tan WF. Normal-pressure

hydrocephalus. Is cisternography still useful in selecting patients for a shunt?. Arch

Neurol 1992; 49: 366-370.

51. Evans WAJr. An encephalographic ratio for estimating ventricular enlargement and

cerebral atrophy. Arch Neurol Psychiat 1942; 42: 931-937.

52. Hahnel S, Freund M, Munkel K, Heiland S, Jansen O, Reidel M, et al. Magnetisation

transfer ratio is low in normal-appearing cerebral white matter in patients with normal

pressure hydrocephalus. Neuroradiology 2000; 42: 174-179.

53. Yoshihara M, Tsunoda A, Sato K, Kanayama S, Calderon A. Differential diagnosis of

NPH and brain atrophy assessed by measurement of intracranial and ventricular CSF

volume with 3D FASE MRI. Acta Neurochir (Wien) 1998; 71 (Supl): 371-744.

Page 42: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

42

54. Tsunoda A, Mitsuoka H, Sato K, Kanayama S. A quantitative index of intracranial

cerebrospinal fluid distribution in normal pressure hydrocephalus using an MRI-based

processing technique. Neuroradiology 2000; 42: 424-429.

55. El Gammal T, Allen MB, Brooks BS. MR evaluation of hydrocephalus. Am J Radiol

1987;149: 807-813.

56. Qureshi AI, Williams MA, Razumovsky AY, Hanley DF. Magnetic resonance imaging,

unstable intracranial pressure and clinical outcome in patients with normal pressure

hydrocephalus. Acta Neurochir (Wien) 1998; 71 (Supl): 354-356.

57. Holodny AI, George AE, de Leon MJ, Golomb J, Kalnin AJ, Cooper PR. Focal dilation

and paradoxical collapse of cortical fissures and sulci in patients with normal-

pressure hydrocephalus. J Neurosurg 1998; 89: 742-747.

58. Kitagaki H, Mori E, Ishii K, Yamaji S, Hirono N, Imamura T. CSF spaces in idiopathic

normal pressure hydrocephalus: morphology and volumetry [see comments]. Am J

Neuroradiol 1998; 19: 1277-1284.

59. Borgesen SE, Gjerris F. The predictive value of conductance to outflow of CSF in

normal pressure hydrocephalus. Brain 1982; 105: 65-86.

60. Thomsen AM, Borgesen SE, Bruhn P, Gjerris F. Prognosis of dementia in normal-

pressure hydrocephalus after a shunt operation. Ann Neurol 1986; 20: 304-310.

61. Bradley WG, Quencer RM. Hydrocephalus, atrophy and intracranial CSF flow. En:

Stark D, Bradley WG, editores. Magnetic resonance imaging. St. Louis: Mosby-Year

Book, 1992.

62. Krauss JK, Regel JP, Vach W, Droste DW, Borremans JJ, Mergner T. Vascular risk

factors and arteriosclerotic disease in idiopathic normal-pressure hydrocephalus of

the elderly. Stroke 1996; 27: 24-29.

Page 43: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

43

63. Boon AJ, Tans JT, Delwel EJ, Egeler-Peerdeman SM, Hanlo PW, Wurzer HA, et al.

The Dutch Normal-Pressure Hydrocephalus Study: How to select patients for

shunting? An analysis of four diagnostic criteria. Surg Neurol 2000; 53: 201-207.

64. Boon AJ, Tans JT, Delwel EJ, Egeler-Peerdeman SM, Hanlo PW, Wurzer HA, et al.

Dutch Normal-Pressure Hydrocephalus Study: the role of cerebrovascular disease. J

Neurosurg 1999; 90: 221-226.

65. Bradley WGJ, Scalzo D, Queralt J, Nitz WN, Atkinson DJ, Wong P. Normal-pressure

hydrocephalus: Evaluation with cerebrospinal fluid flow measurements at MR

imaging. Radiology 1996; 198: 523-529.

66. Bradley WG, Jr., Whittemore AR, Kortman KE, Watanabe AS, Homyak M, Teresi LM,

et al. Marked cerebrospinal fluid void: indicator of successful shunt in patients with

suspected normal-pressure hydrocephalus. Radiology 1991; 178: 459-466.

67. Nitz WR, Bradley WG, Jr., Watanabe AS, Lee RR, Burgoyne B, O'Sullivan RM, et al.

Flow dynamics of cerebrospinal fluid: assessment with phase-contrast velocity MR

imaging performed with retrospective cardiac gating. Radiology 1992; 183: 395-405.

68. Poca MA, Sahuquillo J, Busto M, Rovira A, Capellades J, Mataro M, et al. Agreement

between CSF flow bynamic in MR imaging and ICP monitoring in the diagnosis of

normal pressure hydorcefhalus. Sensityvity and specificity of CSF dynamics using

improvent after shunt as the "gold standard". Acta Neurochir (Wien). En prensa.

69. Egeler-Peerdeman SM, Barkhof F, Walchenbach R, Valk J. Cine phase-contrast MR

imaging in normal pressure hydrocephalus patients: relation to surgical outcome.

Acta Neurochir (Wien) 1998; 71 (Supl): 340-342.

Page 44: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

44

70. Krauss JK, Regel JP, Vach W, Jungling FD, Droste DW, Wakhloo AK. Flow void of

cerebrospinal fluid in idiopathic normal pressure hydrocephalus of the elderly: Can it

predict outcome after shunting?. Neurosurgery 1997; 40: 67-73.

71. Savolainen S, Paljarvi L, Vapalahti M. Prevalence of Alzheimer's disease in patients

investigated for presumed normal pressure hydrocephalus: a clinical and

neuropathological study. Acta Neurochir (Wien) 1999; 141: 849-853.

72. Golomb J, Wisoff J, Miller DC, Boksay I, Kluger A, Weiner H, et al. Alzheimer's

disease comorbidity in normal pressure hydrocephalus: prevalence and shunt

response. J Neurol Neurosurg Psychiatry 2000; 68: 778-781.

73. Golomb J, de Leon MJ, George AE, Kluger A, Convit A, Rusinek H, et al.

Hippocampal atrophy correlates with severe cognitive impairment in elderly patients

with suspected normal pressure hydrocephalus. J Neurol Neurosurg Psychiatry 1994;

57: 590-593.

74. Larsson A, Wikkelsö C, Bilting M, Stephensen H. Clinical parameters in 74

consecutive patients shunt operated for normal pressure hydrocephalus. Acta Neurol

Scand 1991; 84: 475-482.

75. Kaye JA, Grady CL, Haxby JV, Moore A, Friedland RP. Plasticity in the aging brain.

Reversibility of anatomic, metabolic, and cognitive deficits in normal-pressure

hydrocephalus following shunt surgery. Arch Neurol 1990; 47: 1336-1341.

76. Chawla JC, Hulme A, Cooper R. Intracranial pressure in patients with dementia and

communicating hydrocephalus. J Neurosurg 1974; 40: 376-380.

77. Crockard HA, Hanlon K, Duda EE, Mullan JF. Hydrocephalus as a cause of

dementia: evaluation by computerised tomography and intracranial pressure

monitoring. J Neurol Neurosurg Psychiatry 1977; 40: 736-740.

Page 45: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

45

78. Hartmann A, Alberti E, Lange D. Effects of CSF-drainage on CBF and CBV in

subarachnoid hemorrhage and communicating hydrocephalus. Acta Neurol Scand

1977; 64 (Supl): 336-337.

79. Lamas E, Lobato RD. Intraventricular pressure and CSF dynamics in chronic adult

hydrocephalus. Surg Neurol 1979; 12: 287-295.

80. Lamas E, Esparza J, Diez Lobato R. Intracranial pressure in adult non-tumoral

hydrocephalus. J Neurosurg Sci 1975; 19: 226-233.

81. Pickard JD, Teasdale G, Matheson M, Lindsay K, Galbraith S, Wyper D, et al.

Intraventricular pressure waves. The best predictive test for shunting in normal

pressure hydrocephalus. En: Shulman K, Marmarou A, Miller JD, Becker DP,

Hochwald GM, Brock M, editores. Intracranial pressure IV. Berlin: Springer-Verlag,

1980; 498-500.

82. Aguas-Valiente J, Martinez-Manas R, Ferrer-Rodriguez E. Criterios diagnósticos y

terapéuticos en la hidrocefalia normotensiva del adulto. Estudio nacional

multicéntrico descriptivo. Rev Neurol 1997; 25: 27-36.

83. Symon L, Dorsch NW, Stephens RJ. Pressure waves in so-called low-pressure

hydrocephalus. Lancet 1972; 2: 1291-1292.

84. Belloni G, Di Rocco C, Focacci C, Galli G, Maira G, Rossi GF. Surgical indications in

normotensive hydrocephalus. A retrospective analysis of the relations of some

diagnostic findings to the results of surgical treatment. Acta Neurochir (Wien) 1976;

33: 1-21.

85. Hartmann A, Alberti E. Differentiation of communicating hydrocephalus and presenile

dementia by continuous recording of cerebrospinal fluid pressure. J Neurol Neurosurg

Phychiatry 1977; 40: 630-640.

Page 46: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

46

86. Borgesen SE. Conductance to outflow of CSF in normal pressure hydrocephalus.

Acta Neurochir (Wien) 1984; 71: 1-45.

87. Lobato RD. Utilidad del estudio de la dinámica del líquido cefalorraquídeo en el

paciente hidrocefálico. Neurocirugía 1989; 1: 3-10.

88. Philippon J, Duplessis E, Dorwling-Carter D, Horn YE, Cornu P. Derivation lombo-

peritoneale et hydrocephalie a pression normale des sujets ages. Rev Neurol (Paris)

1989; 145: 776-780.

89. Selman WR, Spetzler RF, Wilson CB, Grollmus JW. Percutaneuos lumboperitoneal

shunt: review of 130 cases. Neurosurgery 1980; 6: 255-257.

90. Choi JU, Kim YS, Chung SS, Lee KC. Lumboperitoneal shunt for communicating

hydrocephalus. En: Matsumoto S, Tamaki N (editores). Hydrocephalus. Pathogenesis

and treatment. Tokyo: Springer-Verlag, 1991; 586-591.

91. Black PM. The normal pressure hydrocephalus syndrome. En: Scott RM, editor.

Hydrocephalus. Baltimore: Williams & Wilkins, 1990; 109-114.

92. Chumas PD, Armstrong DC, Drake JM, Kulkarni AV, Hoffman HJ, Humphreys RP,

Rutka JT, et al. Tonsillar herniation: The rule rather than the exception after

lumboperitoneal shunting in the pediatric population. J Neurosurg 1993; 78: 568-573.

93. Boon AJW, Tans JT, Wurzer JAL, Poortviliet DCJ, Delwel EJ, Avezaat CJ, et al.

Dutch normal pressure hydrocephalus study part II. Comparison of low and medium

pressure shunts. En: Nagai H, Kamiya K, Ishii S, editores. Intracranial pressure IX.

Tokyo: Springer-Verlag, 1994; 96-99.

94. Boon AJ, Tans JT, Delwel EJ, Egeler-Peerdeman SM, Hanlo PW, Wurzer HA, et al.

Dutch Normal-Pressure Hydrocephalus Study: randomized comparison of low- and

medium-pressure shunts. J Neurosurg 1998; 88: 490-495.

Page 47: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

47

95. McQuarrie IG, Saint-Louis L, Scherer PB. Treatment of normal pressure

hydrocephalus with low versus medium pressure cerebrospinal fluid shunts.

Neurosurgery 1984; 15: 484-488.

96. McQuarrie IG, Scherer PB. Treatment of adult-onset obstructive hydrocephalus with

low- or medium- pressure CSF shunts. Neurology 1982; 32: 1057-1061.

97. McCullough DC. Symptomatic progressive ventriculomegaly in hydrocephalics with

patent shunts and antisiphon devices. Neurosurgery 1986; 19: 617-621.

98. Sahuquillo J, Poca MA, Martinez M, Rovira A, Busto M, Rubio E. Preventing shunt

overdrainage in hydrocephalus: are anti-siphon devices really physiological?. En:

Nagai H, Kamiya K, Ishii S, editores. Intracranial pressure IX. Tokyo: Springer-Verlag,

1994; 83-86.

99. Bergsneider M, Peacock WJ, Mazziotta JC, Becker DP. Beneficial effect of siphoning

in treatment of adult hydrocephalus. Arch Neurol 1999; 56: 1224-1229.

100. Barcena A, Mestre C, Canizal JM, Rivero B, Lobato RD. Idiopathic normal pressure

hydrocephalus: Analysis of factors related to cerebrospinal fluid dynamics

determining functional prognosis. Acta Neurochir (Wien) 1997; 139: 933-941.

101. Wikkelsö C, Andersson H, Blomstrand C, Lindqvist G. The clinical effect of lumbar

puncture in normal pressure hydrocephalus. J Neurol Neurosurg Psychiatry 1982; 45:

64-69.

102. Fisher CM. The clinical picture in occult hydrocephalus. Clin Neurosurg 1977; 24:

270-284.

103. Katzman R. Normal pressure hydrocephalus. Contemp Neurol Ser 1977; 15: 69-92.

Page 48: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

48

104. Stein SC, Langfitt TW. Normal pressure hydrocephalus. Predicting the results of

cerebrospinal fluid shunting. J Neurosurg 1974; 41: 463-470.

Page 49: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

49

Figuras

Figura 1: Índice de Evans. Este índice ventricular se calcula a partir de la relación

entre el máximo tamaño de las astas frontales (A) y la distancia máxima entre ambas

tablas internas, valoradas en el mismo corte de TC (B). Los valores normales son

inferiores a 0.30.

Figura 2: Tamaño de los surcos corticales en tres pacientes con diagnóstico

confirmado de HCA. En el paciente de la izquierda los surcos están obliterados. En

el paciente de la imagen central los surcos son de tamaño normal y en el de la

derecha se encuentran dilatados. Los tres pacientes mejoraron después de la

implantación de una derivación interna de LCR.

Figura 3: TC y registro de PIC de un paciente con HCA. La imagen muestra como a

pesar de la acusada dilatación de los espacios subaracnoideos corticales el registro

de PIC presenta importantes alteraciones. En el cuadro clínico del paciente

predominaba la alteración de la marcha. Existía una incontinencia urinaria

esporádica, con preservación de las funciones superiores. Este paciente no

presentaba signos ni síntomas de hipertensión intracraneal.

Figura 4: Dinámica de LCR por RM y registro de PIC de dos pacientes con HCA que

mejoraron después de la implantación de una derivación de LCR. En el paciente de

la parte superior de la imagen coinciden ambos métodos diagnósticos: paciente

“hiperdinámico” con registro de PIC patológico. Sin embargo, en la parte inferior de

la imagen se objetiva como, a pesar de que la velocidad de flujo del LCR a través del

Page 50: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

50

acueducto de Silvio es normal, el registro de PIC muestra un porcentaje elevado de

ondas B de alta amplitud (falso negativo).

Figura 5: Tipos de hidrocefalia en función de los valores medios de la PIC y de la

presencia/ausencia de ondas patológicas.

Figura 6: Rout y registro de PIC en un paciente con HCA. A pesar de que los

valores de los parámetros de la dinámica del LCR se encontraban dentro de los

límites normales, este paciente presentaba un 54% de ondas B en el registro de PIC.

Figura 7: Algoritmo de estudio de los pacientes con sospecha de HCA que

aplicamos en el Hospital Universitario Vall d’Hebron.

Figura 8: Registro de PIC pre y postoperatorio de un paciente con HCA al que se le

implantó una derivación de LCR ventrículo-peritoneal con un dispositivo antisifón

incorporado (válvula Delta nivel “0.5”). Una semana después de implantar la válvula

(registros medio e inferior), el registro de PIC muestra que cuando el paciente

permanece en decúbito supino, posición en la que no actúa el dispositivo antisifón, la

PIC es estrictamente normal. Sin embargo, cuando el paciente se incorpora

(sedestación), posición en la que sí actúa el antisifón, el trazado es patológico. Las

alteraciones en el registro de PIC persiten 3 horas después de mantener la

sedestación (registro inferior), indicando que se produce un hipofuncionamiento

valvular durante este periodo.

Page 51: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

51

Tabla 1

Escala de Hidrocefalia Crónica del Adulto

I) Valoración de la Marcha (M)

- Paciente encamado. Imposibilidad de deambulación autónoma 1

- Deambulación autónoma pero con ayuda 2

- Marcha independiente pero inestable. Presenta caídas 3

- Marcha anormal pero estable 4

- Marcha normal 5

II) Funciones Cognitivas (FC)

- Paciente en estado vegetativo 1

- Demencia severa 2

- Alteraciones de la memoria con trastornos conductuales 3

- Alteraciones de la memoria reciente objetivables por el

paciente o la familia 4

- Alteraciones cognitivas sólo objetivadas por tests específicos 5

III) Control de Esfínteres (CE)

- Incontinencia urinaria y fecal 1

- Incontinencia urinaria continua 2

- Incontinencia urinaria esporádica 3

- Imperiosidad miccional (urgencia) 4

- Control de esfínteres normal 5

La puntuación del enfermo se obtiene a partir de la suma en las puntuaciones

de los 3 apartados: M + FS + CE

Page 52: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

52

Tabla 2

Tests neuropsicológicos utilizados en el estudio de

pacientes con sospecha de HCA

Memoria

Memoria verbal inmediata (Subtest de Dígitos del WAIS)

Aprendizaje verbal (AVLT, WMS, CVLT)

Memoria remota (WMS)

Funciones frontales

Cálculo mental (Subtest de Aritmética del WAIS)

Razonamiento Abstracto (Subtest de Semejanzas del WAIS)

Trail Making Test A y B

Wisconsin Card Sorting Test

Torre de Hanoy

Test de Stroop

Velocidad visomotora

Symbol-Digit modalities Test

Tiempo de reacción simple

Funciones visoespaciales

Perceptivas (Orientación de Líneas y Discriminación de Formas de Benton)

Razonamiento visoespacial (Test de Raven)

Constructiva (Subtest de Cubos del WAIS)

Habilidades de copia (Figura Compleja de Rey)

WAIS: Wechsler Adult Intelligence Scale; AVLT: Auditory-verbal Learning Test;

CVLT: California verbal learning Test; WMS: Wechsler Memory Scale

Page 53: Actualizaciones Diagnostico y Tto de HCA

Poca et al.

53

Tabla 3

Escalas o cuestionarios para la valoración de cambios en la vida

diaria en pacientes con hidrocefalia crónica del adulto

Escala de demencia de Blessed

Escala de Stein y Langit

Rapid Disability Rating Scale-2 (RDRS-2)

Escala de actividades de la vida diaria

Clinical Dementia Rating (CDR)

Test de informador

Criterio DSMIII-R de intensidad de la Demencia


Recommended