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Aguirre Carlos - La Historiografa en El Siglo XX

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  • 8/22/2019 Aguirre Carlos - La Historiografa en El Siglo XX

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    Carlos Antonio Aguirre Rojas

    L a h i s t o r i o g r a f a

    EN EL SIGLO XX

    H is to r ia e h is to r ia d o r e s

    e n t r e 1848y 2025?

    M O N T E S I N O S

    E n s a y o

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    ! LULIUfVUX^t rnuniDlUA ou vcmn v ncrnuuuvuvii ivio. \j iruiui. w .

    FINES DE LUCRO, AL QUE INFRINIA ESTA DISPOSICIN SE LE APLICARN LAS

    SANCIONES PREVISTAS EN LOS ARTICULOS 367 368 BIS. 368 TER Y OEMS

    .APLICABLES DEL CDIGO PENAL PARA EL DISTRITO F E D E R A ! . EN MATERIA COMN;,

    Y PARA TODA LA REPUBLICA EN MATERIA FEDER AL

    O Carlos Antonio Aguirre Rojas, 2004

    Edicin propiedad de Ediciones de Intervencin CulturalDiseo: Elisa N. CabotISBN: 84-96356-03-5

    Depsito legal: B-30701-2004Imprime Novagrfik, S. A.

    Impreso en EspaaPrinted in Spain

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    "...vieja bajo la forma embrionaria del relato, por mucho tiemposaturada de ficciones, y por mucho ms tiempo atada a losacontecimientos ms inmediatamente aprehensibles, [la historia]sigue siendo muy joven como empresa razonada de anlisis.Porque ella se esfiterza para ser capaz de penetrar ms all de tos

    hechos superficiales, y para rechazar las seducciones de la leyenda

    y de la retrica, junto a los venenos, hoy todava ms peligrosos,de la rutina erudita y del empirismo disfrazado de sentidocomn. Y ella no ha superado an, respecto de algunos de los pro-

    blemas esenciales de su propio mtodo, la etapa de los primeros

    intentos.

    Marc Bloch,Apologa para la Historia u Oficio de Historiador,

    (1941-1943,)

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    INTRODUCCIN

    Abordar el complejo tema de la historia de la historiografa delsiglo XX, vista como una unidad global, y analizada desde unpunto de vista genuinamente critico, implica asumir con plenaconciencia tanto los desafos importantes que esta empresaconlleva, como tambin los necesarios lmites a los que debersometerse dicho abordaje crtico. Porque si de lo que se trata esde intentar mirar de manera totalizante y abarcadora lo que hasido el periplo completo de esta historiografa del siglo XX, estclaro que dicha mirada y anlisis slo sern posibles a partir deese emplazamiento determinado que, hace ya casi medio siglo,fue definido por Fernand Braudel como la perspectiva analticade la larga duracin histrica.

    Es decir que para ser capaces de aprehender realmente lo quehan sido los itinerarios esenciales de esta curva general recorridapor los estudios histricos del siglo XX, habr que mirar estosprocesos de una manera vasta y amplia, que sea capaz de ubicar,en primer lugar, lo que esta historiografa del siglo XX harepresentado, en relacin a la curva ms general de lo que ha sido

    la propia historia de la disciplina histrica, e incluso del campodel saber que ha sido ocupado por las muy diversas formas deconocimiento que, a lo largo de los siglos y milenios se han designado con ese mismo trmino de historia. Y en consecuencia,

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    que sea capaz de explicarnos el salto especfico y la modalidadsingular que representa la historiografa ms contempornearespecto de esas formas anteriores de ejercicio de la propia prctica histrica.

    Porque en contra de la idea simplista de muchos manuales aluso, lo que hoy entendemos por historia es algo muy distinto de loque Herodoto, Tucdides, San Agustn o an Vico comprendanbajo este mismo trmino. E igualmente ha cambiado de unmodo radical, tanto el estatuto de nuestra disciplina dentro deluniverso global de los saberes humanos actuales, o la definicinmisma del objeto general de estudio de nuestra ciencia, como los

    modelos globales de explicacin, las teoras, los conceptos, losmtodos, los paradigmas, y hasta las tcnicas y herramientas mselementales de nuestro oficio. Lo que entonces nos remite

    justamente a esa explicacin del rolparticularque esta mismahistoriografa del siglo X X ha jugado y juega, dentro de dichahistoria global de ese saber humano que desde tiempos lejanosfue bautizado con el nombre de historia.

    Pero tambin, si hablamos de la historia de la historiografa delsiglo X X tenemos que comenzar por asumir muy claramenteque dicho siglo X X no coincide ni mucho menos con el simple yelemental siglo XX cronolgico, que corre desde 1901 hasta el ao2000, sino que se refiere al verdadero siglo X X histrico, es decira ese siglo que, como todos los siglos de los historiadores, define

    su temporalidad especfica a partir de los procesos esenciales quedentro de su seno se han desplegado. Lo que, para el casoparticular de dicha historia de la historiografa, nos entregaclaramente una temporalidad que comienza aproximadamentehacia 1848, con el nacimiento del proyecto crtico del marxismooriginal y con los profundos efectos revolucionarios que dicho

    proyecto implica para el entero universo de los estudioshistricos de aquella poca, para cerrarse slo en una fecha quean no ha acontecido, en virtud de que el conjunto de lneasevolutivas y de procesos esenciales que comenzaron con ese

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    mismo vuelco radical provocado por el marxismo dentro de lahistoriografa, siguen todava desplegando, hasta el mismo da dehoy, sus diferentes efectos y expresiones de vigencia fundamentales.

    Abarcando entonces un lapso temporal que ahora cubre ya msde 150 aos, esa historiografa del siglo X X que aqu pretendemos investigar, quiz concluya hacia el ao 2025 o hasta el 2050,constituyndose claramente como un evidente largo siglo XXhistoriogrfico, cuyas estructuras y perfiles esenciales son los quedefinen ahora mismo el paisaje general de lo que es la historiografa mundial ms actual. Razn adicional por la cual resulta

    importante acometer este esfuerzo de reconstruccin de esamisma historia general de la historiografa de dicho largo sigloX X historiogrfico.

    Lo que nos introduce de lleno dentro de esa rama fundamentalde los estudios histricos que es la rama de la historia de la his-toriografa. Una rama que, a lo largo y ancho del planeta secultiva de una manera muy desigual y con tambin muydiferentes resultados. Pues mientras que hay pases como Italia,que cuentan con una ya larga tradicin de trabajos y de reflexiones importantes en torno a este campo de estudios, existentambin otros en los que dicha historia de la historiografa, sibien presente, ocupa no obstante un rol mucho ms secundario omarginal, junto a naciones que simplemente ignoran en general

    la existencia de esta rea de la historia, y otras que han desarrollado versiones muy limitadamente descriptivas y slo monogrficas de esta rama de los estudios histricos actuales.

    Porque no es extrao encontrar a veces, en Mxico, en Espaa,en Amrica Latina o en Francia, trabajos que pretenden insertarse dentro de esta rama de la historia de la historiografa, y

    que en verdad constituyen solamente simples enumeracionespuramente descriptivas de autores, de trabajos, de artculos o desupuestas corrientes, grupos, o tendencias historiogrficas que selimitan a darnos unos cuantos magros datos biogrficos del autor

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    supuestamente estudiado, o tambin algunas fechas de la edicinde un libro o de un ensayo importante, o una supuesta lista delos representantes o miembros de dicha corriente o tendenciahistoriogrfica, pero sin reconstruir para nosotros, de maneracreativa e inteligente, los mltiples contextos especficos, sociales,culturales, polticos, econmicos y generales que enmarcan laproduccin de esas obras o ensayos, lo mismo que los diversositinerarios intelectuales de esos autores analizados.

    Lo que quiere decir que tambin en el seno de esta rama de losestudios histricos que es la historia de la historiografa, se hadesarrollado ampliamente una versinpositivista de la misma, que

    temerosa de interpretar audazmente su propio objeto de estudio,se limita en cambio a solo inventariarlo y describirlo de maneramonogrfica y empobrecida. Y con ello, a darnos esos recuentosaburridos de autores, obras o tendencias, que adems de noagregar absolutamente nada a nuestro previo conocimiento deese fundamental acervo de la historiografa que nos ha antecedido, banalizan frecuentemente la caracterizacin de losdistintos autores y de sus obras ms importantes, al reducirlas aetiquetas desgastadas y poco explicativas, y a clasificacionessimplistas y esquemticas de los en verdad complejos periploshistoriogrficos recorridos por las distintas historiografas nacionales de todo el mundo.

    Muy lejos de esta versin positivista, este libro intenta en

    cambio partir de una concepcin mucho ms compleja y elaborada de lo que debe ser esa historia de la historiografa, agregando no solamente su necesaria dimensin critica, sino tambinlos diversos aportes que la misma historiografa del siglo XX hadesarrollado respecto del modo de estudiar e interpretar cualquier libro u obra impresa, junto a la sofisticacin y teorizacin

    en torno al gnero de la biografa en general y de la biografaintelectual en particular, pero tambin a partir de las contribuciones de la historia literaria respecto a, por ejemplo, la mismanocin de autor. Pero igualmente, a partir de los desarrollos de

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    la lingstica respecto a los distintos niveles de mensaje contenidos en cada estrato o elemento del habla, o los de la historiacultural en torno a la relacin de las culturas hegemnicas y lasculturas subalternas, o los de la filosofa relativos a las episte-mes subyacentes a la produccin cultural de toda una poca, o

    los de la sociologa de los grupos y de las redes de sociabilidadintelectual, o los de la historia de las ciencias y de los saberes engeneral, con su nfasis en los problemas de la transmisinintelectual y la generacin de los nuevos paradigmas, desde el senomismo de las tradiciones a las que niegan o subvierten, pormencionar solo algunos pocos ejemplos posibles, de este vasto

    universo de coordenadas que sobredeterminan y definen ahora aesta empresa de los estudios actuales de la historia de la historiografa. Es decir, a partir de todas las herramientas intelectualesque el mismo siglo X X ha desarrollado, no solo dentro de lahistoria, sino tambin de todas las ciencias sociales en general.Una concepcin de la historia de la historiografa, que bienpodra partir de la definicin que hace ya casi cien aos fue dadapor Benedetto Croce, al afirmar que esta historia de la historio- grafa era precisamente el anlisis crtico de la evolucin del

    pensamiento histrico, es decir el estudio comprehensivo de lamanera en que se van transformando las concepciones, los horizontes, las perspectivas, los mtodos y tambin los resultadoshistoriogrficos de los propios historiadores. Definicin acertada

    aunque parcial, a la que ahora podemos agregar que dichainvestigacin de esos cambios y permanencias que ha sufrido elpensamiento y la obra de los seguidores de la Musa Clo, deberatambin ir acompaada de un estudio ms detenido que ubiquedichas obras y aportes de los historiadores en sus diferentes ycorrespondientes contextos historiogrficos, intelectuales, sociales,

    polticos y generales, con el objetivo de establecerperiodizacionesreferenciales de la curva de la historiografa que se estudia, a lavez que determina una clasificacin comprehensiva que establezcade modo claro y coherente las diversas tendencias, escuelas y

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    corrientes de esa historiografa, junto a aquellos autores originales einclasificables que componen ese universo historiogrfico bajoexamen. Y que tambin sea capaz de reconstruir, cuidadosa ypacientemente, las principales lneas de encuentro, las filiaciones,las influencias, los prstamos, y las redes de circulacin y de funcionamiento que caracterizan y determinan a las diversasdinmicas de los sucesivos periplos recorridos por esa historiografa analizada.

    Una historia de la historiografa diferente, que lejos de limitarsea la simple enunciacin y mal resumen de autores y de obras, in-

    . tente en cambio proponer audaces y novedosasperiodizaciortes de

    las curvas particulares de'cada historiografa, a la vez que acomete la tarea de establecer clasificaciones comprehensivas, que nosexpliquen de manera adecuada y convincente las filiacionesintelectuales de los diversos autores dentro de una determinadatendencia o corriente, junto a las races internas y externas de susdiferentes obras, adems de los procesos de intercambio, aclimatacin o transferencia culturales de perspectivas y horizontesque impactan a estas mismas filiaciones y adscripciones diversas.

    Tratando entonces de explicar, como propona Walter' Benjamn, la poca a travs de la obra y del individuo autor de

    esa obra, pero tambin a ese individuo y su obra como expresiones complejas y mediadas de su poca, esta idea de lo quedebe ser una verdadera historia crtica de la historiografa trata de

    reconstruir las sucesivas coyunturas intelectuales que atraviesa labiografa de cada historiador o autor, y tambin el destino a lolargo del tiempo de la recepcin cultural de cada obra, los quenaturalmente cambian de sentido, a veces incluso radicalmente, apartir de un giro importante que nos lleva de una coyunturaintelectual determinada a la subsecuente. Y es por eso que obras

    que han podido pasar inadvertidas en un cierto momento oclima cultural, van en cambio a tener un impacto profundoveinte, o treinta, o cien aos despus, como lo ilustran porejemplo los trabajos juveniles escritos por Carlos Marx, o tam

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    bin el bello libro de Norbert Elias sobreEl proceso de la civili-zacin.

    Una historia entonces que, adems de ser capaz de situar demanera creativa y sistemtica a estas obras, a estos autores, y a estas corrientes o tendencias de historiadores, dentro de los ml

    tiples y complejos contextos en que ellas se despliegan, puedaigualmente establecer con cuidado y precisin los vnculos sutilesde mediacin que conectan a estos varios elementos. Y quetambin tenga la capacidad de identificar y discernir a aquellosautores inclasificables o excepcionales de esta historiografa, comopor ejemplo Michel Foucault, autores que si bien han recibido

    una multiplicidad enorme de influencias y de impactos culturales especficos, resultan imposibles de encuadrar dentro delas escuelas o corrientes ms generales del pensamiento his-toriogrfico de su tiempo. Autores que separndose entonces delos paradigmas dominantes o de las grandes lneas de fuerza de laevolucin cultural del momento en el que viven y escriben, seconvierten as en los verdaderos fundadores de un nuevosistema de pensamiento y de una cosmovisin que siendo alprincipio totalmente personales, pueden en ocasiones transformarse despus en un horizonte o perspectiva ms sociales y colectivas.

    Lo que quiere decir que es todava amplio el camino por recorrer, dentro de este sendero particular de la construccin de

    una historia realmente crtica de la historiografa, de una historiaque sea esa reconstruccin critica, comprehensiva y clasificatoria delos varios y complejos itinerarios que han seguido los estudioshistricos en el mundo, o en China, o en Francia, Mxico, Espaa o Argentina, por mencionar algunos ejemplos posibles. Unarenovada historia de la historiografa, ni positivista ni puramente

    enunciativa y monogrfica, que sea capaz de elaborar los diversosmodelos explicativos que requiere el abordaje de este complejocampo de investigacin de lo que ha sido la historiografa de lasdistintas partes del mundo en los diferentes periodos a considerar.

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    Una historiografa novedosa y diferente de los itinerarios delpensamiento de los historiadores y de sus principales obras,durante el largo siglo veinte historiogrfico todava en curso, queenmarcada desde la perspectiva braudeliana de la larga duracinhistrica, y sostenida en todos los aportes mencionados de losdesarrollos de las ciencias sociales de los ltimos 150 aos

    transcurridos, intenta proponer un diagnstico realmente crticode la contribucin que ha sido generada en estas ltimas quincedcadas por aquellos que, en el esfuerzo de entender el presente,para poder participar en la construccin de un futuro mejor ydiferente, han decidido acudir tambin al estudio del pasado,autobautizndose precisamente con el noble trmino de historia-

    dores.

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    EL ROL DE LA HIST ORIOGRA FA CONT EMPOR NEADENT RO DE LOS DISCURSOS HIS T RICOS Y LOS

    SABERES SOCIALES DE LA MODE RN IDA D

    Hace falta ver las cosas en grande, porque si no,

    para qu sirve entonces la historia?

    FERNAND BRAUDEL, Carta enviada desde la ciudad de Maguncia,

    15 de febrero de 1941.

    Antes de abordar, el complejo tema de la caracterizacin de lascurvas esenciales de la historiografa del siglo XX, parecepertinente hacer el esfuerzo de situar a esta ltima dentro de unhorizonte ms vasto, que es el de la evolucin y el carcter que

    han tenido los discursos histricos dentro de la ms amplia lneaevolutiva de lo que ha sido la modernidad capitalista todavavigente. Y ello, no para confortarse de manera autocomplacientecon los enormes progresos que habra hecho nuestra disciplinahistrica en el ltimo siglo y medio transcurrido, como suelenplantear muchos autores, sino ms bien para situar dicho periplo

    y dichos desarrollos de esa historiografa del siglo XX, tanto

    desde la actual crisis radical que hoy atraviesan las cienciassociales e incluso todos los saberes humanos en general, comopara ubicar con ms densidad temporal y de una manerarealmente crtica esos desarrollos y ese periplo en general.

    Porque es claro que despus de 1968 y hasta la actualidad,resulta evidente el hecho de que el entero sistema de los saberes

    sobre los distintos temas de lo social, que tuvo su periodo dedesarrollo y vigencia entre aproximadamente 1870 y esa mismafecha de 1968, ha entrado en una crisis total c irreversible. Yaque luego de haberse constituido en el ltimo tercio del siglo

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    X IX , y de haber desplegado su vigencia durante toda la primeramitad del siglo XX, esa episteme particular sobre lo social queconcibi este ltimo como una suma o agregado de espaciossegmentados, distintos y hasta autnomos entre s, espacios que asu vez correspondan a las distintas e igualmente autnomas

    ciencias o disciplinas sociales , comenz a ser cuestionadoprogresivamente y a mostrar sus lmites epistemolgicos generales,para precipitarse definitivamente en una crisis insuperable bajo losimpactos fundamentales de la revolucin cultural de 19681.

    Una crisis general del sistema de los saberes sobre lo social quese ha expresado, en los ltimos treinta aos, tanto en la pro

    liferacin y multiplicacin de los limitados proyectos de defendery promover una multi, pluri, trans o inter disciplinarie-dad donde, sin embargo, se deja intocado el fundamentomismo de la divisin del conocimiento social en disciplinas,fundamento que es el que realmente habra que impugnar ydesconstruir radicalmente , como en las incesantes bsquedas

    y debates metodolgicos que intentan preguntarse acerca de lasraces y la gnesis histrica de este peculiar sistema de saberes sociales hoy todava dominante2.

    1. Al respecto, cfr. de Immanuel Wallerstein y otros, A brir las ciencias sociales,Ed. Siglo XXI, Mxico, 1996, y tambin Carlos Antonio Aguirrc Rojas, ImmanuelWallerstein: Critica del sistema-mundo capitalista, Ed. Era, Mxico, 2003.

    2. Como ejemplos representativos de estas bsquedas vase Boavcntura DeSousa Santos, Introduao a urna ciencia posmoderna, Ed. Afrontamento, Porto,1990, Um discurso sobre as ciencias, Ed. Afrontamento, Porto, 1990 y Toward anew common sense> Ed. Routledge, Nueva York, 1995, Pauline Roscnau, Modcrnand post- modern science: some contrasts en Reviewt vol. XV, num. 1, Winter1992, Isabelle Stengers, Uinvention des sciences modernes, Ed. La Dcouverte,Paris, 1993 yLes nouvelles sciences, modles ou dfi?, en Review, vol. XV,num. 1, winter 1992, Immanuel Wallerstein, mpensar las ciencias socialest Ed.

    Sig lo X X I, Mx ico, 1 998, T he A nnales school: the war on two fronts enAnnales o f Scholarship, I, 3, summer 1980, The challenge of maturity: whitersocial science? en Review, vol. X V , num. 1, W inte r 1992 y Histor y in search ofscience en Reviewt vol. XIX, num. 1, Winter 1996, y Carlos Antonio Aguirrc

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    Bsquedas y debates que, por lo dems, desbordan ampliamente el mbito de ese sistema de los saberes sobre lo social,

    ' para abarcar tambin el dominio entero del sistema global de losconocimientos y de las ciencias en general, las que tambin desde hace ya tres dcadas han comenzado a revisar tanto las es

    trategias generales de aproximacin hacia el mundo, la naturaleza o la sociedad que las constituyeron, como la organizacinmisma de sus diferenciaciones y especificaciones sucesivas, bajoel rgimen de lo que se ha llamado las dos y luego las tresculturas diversas3.

    Crisis entonces global de lo que podramos llamar la epis-

    teme del conocimiento vigente durante los ltimos cientotreinta aos, que abre entonces el espacio para el debate en tornoa la necesaria y urgente reorganizacin general de nuestrasciencias y de nuestros conocimientos actuales, debate que en elcampo de las ciencias sociales se presenta entonces como la revisin radical de ese fundamento que se construy en la segundamitad del siglo XIX, y que cuadriculando y autonomizando lasdistintas esferas, actividades o espacios de lo social- humano, fueatribuyendo esas distintas partes de la cuadricula a las entoncesemergentes o renovadas ciencias de la historia, la psicologa, laeconoma, la antropologa, la ciencia poltica, la geografa, elderecho, la sociologa o la lingstica, entre varias otras.

    Rojas, La larga duracin: in illo tempore ct nunc en el libro Segundas Jomadas Draudelianas, Ed. Instituto Mora, Mxico, 1995.

    3. Sobre este punto vase el libro ya clsico de Ilya Prig ogine e Isabclle Stengers,La nueva alianza. Metamorfosis de la ciencia, Ed. Alianza editorial, Madrid, 1997.T ambin pueden verse, Ilya Prigogine, E l f in de las certidumbres, Ed. AndrsBello, Santiago de Chile, 1996, Temps devenir, propos de Vhistoire du tempstEd. Fidcs, Quebec, 1994, y T he laws o f chaos en Review%vol. XIX, nm. 1,

    winter 1996, Isabclle Stengers, V invention des sciences modemes, op. cit., W o lfLepenies, Las tres culturas, Ed. Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1994 yGeorges Balandier, E l desorden, la teora del caos y las ciencias sociales, Ed. Gedisa,Barcelona, 1993.

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    Revisin que por lo dems no slo se interroga acerca de lasraces y del proceso mismo de esa progresiva segmentacin de losocial- humano en distintos objetos autnomos, correspondientesa las diversas ciencias sociales contemporneas, sino tambin y msall, acerca de las condiciones generales y las causas ms profundas

    que explican el surgimiento de esta estrategia segmentada y cuadriculada de aproximacin a lo social, dentro de la cual an seencuentra aprisionada nuestra reflexin actual.

    Debate y revisin radicales de las premisas no explicitadas denuestros modos de construccin de esas mismas ciencias sociales,que para ser adecuados se ven entonces obligados a remontarse al

    examen de la relacin ms general que ha existido y existe entredichas ciencias sociales y su fundamento general ltimo, es decir,el proyecto mismo de la modernidad burguesa capitalista, de esamodernidad que se despliega desde hace cinco siglos como elmarco ms general y determinante de esa misma actividad de laciencia social cuyas modalidades histricas sucesivas intentamoscomprender y explicar.

    En esta lnea, parece pertinente la idea de tratar de revisar cmo es que se han constituido y evolucionado los distintos dis-cursos histricos fundamentales que ha conocido esta misma modernidad, discursos dentro de la historia que al acompaar yexpresar en alguna medida la curva vital misma de esa modernidad burguesa nos proporcionan tambin claves ms generales

    para comprender las correspondientes curvas evolutivas tanto delsistema de los saberes sobre lo social, como del sistema de lasciencias y los conocimientos en general. Con lo cual, tendremostambin algunos nuevos elementos para repensar las cienciassociales actuales y las posibles alternativas de su inmediata futurareorganizacin.

    * * *

    Es sabido que existe un amplio debate en torno al momento en

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    que debe ser ubicado el nacimiento mismo de la modernidad4.En nuestra opinin, y siguiendo en este punto la concepcin deMarx al respecto, podemos datar su origen en el siglo XV I,aunque concibiendo este ltimo, como explicara Braudel, comoun largo siglo XV I que se prolonga aproximadamente desde1450 hasta 1650. Pues es justamente a partir de la amplia difusin del sistema manufacturero capitalista que se da en Europadurante este largo siglo XV I, que comienza a afirmarse tambinen los varios planos del tejido social general, tanto las primerasformas caractersticas del modo de produccin capitalista comolas distintas expresiones de la moderna sociedad burguesa en los

    campos de la sociedad civil, de la poltica y de la cultura engeneral.Y con todo ello, tambin en el plano de la construccin de los

    distintos discursos histricos. Ya que si analizamos, desde unaperspectiva ms vasta de larga duracin, la evolucin de estosdiscursos historiogrficos, no nos ser difcil reconocer la profunda mutacin que ellos han sufrido precisamente despus deeste largo siglo XV I, y que constituye, frente a los discursoshistricos medievales anteriores, la doble vertiente de indagacin

    4. Al respecto Marx es muy claro al afirmar en su obra El Capital, que la eradel capital data del siglo X V I". Coincidimos con esta posicin, que es tambinla de Immanue! Wallerstein en su libro E l moderno sistema mundial, T omo I,

    Ed. S iglo X X I, Mx ico, 1979. Sobre este debate, vase tambin de ImmanuelWallerstein, T he West, the Capital is m and the Mode rn World- Sy stem" enReviewt vol. X V , nni. 4, fall 1992. Para una postura distinta, cfr. Fer nandBraudel, Civilizacin material, economa y capitalismo. Siglos X V - X V III, Ed.

    A lia nz a editor ia l, Madr id, 1984. Hemos tratado de cx plicitar esta pos turabraudeliana en Carlos Antonio Aguirre Rojas, Braudel y tas ciencias humanas,Ed. Montesinos, Barcelona, 1996 y en La visin braudelienne du capitalismeantereur i la Revolution Industriellc en Review, vol X X I, nm. 1, winter1999.

    5. Sobre este punto cfr. Fernand Braudel, Expansin europenne etcapitalisme (1450 - 1650) en el libro Les ecrits de Fernand Braudel Les ambitionsdt l'histoire, Editions de Fallois, Paris, 1997.

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    de la historia y de elaboracin de los resultados historiogrficosque va a caracterizar a la modernidad durante toda su primeraetapa de vida, desplegada desde el siglo X V II y hasta la primeramitad del siglo XIX.

    As, es al comenzar a afirmarse la nueva sociedad y la nuevacultura burguesas cuando se afirman las dos modalidades principales del discurso historiogrfico moderno burgus: en primerlugar la vertiente de las diversasfilosofas de la historia, quedesde Vico y hasta Hegel, y pasando por Condorcet, Herder oKant entre otros, se constituir en una de las formas recurrentesde aproximacin discursiva a los hechos histricos. Y en

    segundo trmino, la figura de las diferentes historias empiristas yobjetivistasy que desde Mabillon y hasta el positivismo deLeopold von Ranke, va a desplegarse tambin de modo constante como esquema organizador de los resultados historiogrficos.

    Dos variantes del discurso histrico, caractersticas de esta

    primera larga etapa de la modernidad, que expresan a su vezdos de los trazos centrales que singularizan la moderna sociedadburguesa capitalista, distinguindola de todas las etapas histricas anteriores de la larga cadena de mundos y sociedades pre-capitalistas. Pues es bien sabido que, frente a todas estas sociedades que preceden la existencia de la era capitalista y que secaracterizan por el predominio de proyectos, historias e itine

    rarios siempre locales, especficos y particulares, el capitalismo haafirmado, por primera vez en la historia humana, un universa-lismo abstracto y homogeneizador, que corresponde en el planogeneral al universalismo tambin nivelador y genrico que en larbita econmica se afirma con la vigencia general del principiodel valor y de su autoreproduccin.

    Ya que es justamente el hecho de que la moderna sociedadcapitalista se construye en torno al objetivo de la incesante valorizacin del valor, a travs del proceso de acumulacin de capital, el que hace posible y hasta necesaria la limitada expan

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    sin geogrfica planetaria de esta sociedad capitalista6. Porquedado que el valor es siempre compatible con cualquier valor deusoposible, entonces su afirmacin concreta no conoce lmites,

    y la misma puede extenderse a todo lo largo y ancho del mundo, englobando bajo su lgica abstracta y homogeneizantetodos los bienes y valores de uso producidos en las ms diversascircunstancias, y por ende, a todas las civilizaciones, a todos lospueblos y a todos los grupos y sociedades humanas imaginables.

    Con lo cual, es sin duda una conquista histrica de ese capitalismo la construccin de la verdadera red del mercado mun

    dial moderno, y con ella de la base material de una genuina cinicial universalizacin orgnica de la propia historia humana.Una universalizacin necesariamente antittica y desgarrada,

    que en la prctica se impone como el intento de nivelacin ysubsuncin de todos los pueblos a un nico y particular pro

    yecto civilizatorio7 que es sin duda el proyecto europeo occidental en su variante nrdica , que sin embargo se afirmacomo un gigantesco paso adelante frente al localismo y limitacin de todas las historias precapitalistas antecedentes, historiasmarcadas por los particularismos religiosos, de sangre, territoriales, de vnculos de dependencia personal o de jerarquasdiversas.

    6. Algo que Marx ha explicado claramente en varios de sus textos, por ejemploen E l Capital. Critica de Li economia poltica , 8 tomos, Ed. Siglo XXI, Mxico,1975 - 1981 o en sus Elementos fundamentales para la crtica de la economa

    poltica. Grundrisse, 3 volmenes, Ed. Siglo X X I, Mx ico, 1 971- 1976. Vasetambin el libro de Immanuel Wallerstein, E l capitalismo histrico, Ed. Siglo XXI,Madrid, 1988 yE l moderno sistema mundial\ tomo I, recin citado.

    7. Carcter antittico y limitado que ha sido muy agudamente captado porlos autores de la Escuela de Frankfurt. A modo de simples ejemplos, cfr. elensayo de Theodor Adorno, Progreso en el libro Consignas, Ed. Amorrortueditores, Buenos Aires, s.d. y el libro de Theodor Adorno y Max Horkheimer,Dialctica del iluminismo, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1969.

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    De este modo y apoyados en este cosmopolitismo y universalidad abstractos propios de la modernidad capitalista, es quevan a edificarse esas distintas filosofas de la historia antes referidas, las que intentando englobar en un solo panorama a todo ese conjunto de historias locales previas, van a concebir porvez primera a la historia humana como unidad,y por lo tanto,como orgnica y verdadera historia universal. Historia de lahumanidadque ser vista tambin como unproceso, y por lotanto como un conjunto de lneas, de desarrollos y de esfuerzos que aun siendo locales y diversos se encuentran sin embargo, desde esta visin mencionada, como procesos interco-

    nectados de una manera teleolgica, procesos que marchandode una forma que es quiz inconsciente se despliegan sinembargo, de una manera casi obligada, hacia figuras cada vezms complejas, bajo una lgica que los ubica siempre comopartes especficas de ese mismo proceso global del devenir humano universal.

    Filosofas de la historia igualmente universalistas, y recurrentemente abstractas, que en el intento de construir sistemas globales y coherentes para la explicacin de ese periplouniversal, van a establecer diferentes esquemas, esbozos ofrescos generales del itinerario global del gnero humano.Esquemas que siempre se organizan en torno de uno o deunos cuantos principios globales ntegradores la lucha entre

    la razn y el oscurantismo, la enajenacin y reconciliacinprogresiva de la dea absoluta, la lucha constante entre losprincipios eternos de la libertad y del autoritarismo, la combinacin siempre cambiante de los principios religioso, monrquico o liberal, la recurrencia repetida de los ciclos ya vividos, etc. cuyo objetivo es el de dar sentido a esas historias

    precapitalistas anteriores, en funcin de una dea particulardel progreso, que es concebido como algo lineal, siempreascendente, general e irrefrenable, progreso que culmina entodos los casos con el advenimiento y afirmacin de esa

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    misma sociedad burguesa moderna8.Y del mismo modo que el valor engloba bajo su dominio todo

    el complejo y diverso mundo ele los valores de uso, y que la historia universal capitalista se construye entrecruzando y sub-sumiendo a su lgica a todas esas historias de pueblos, imperios,

    razas, grupos y sociedades locales precapitalistas, as las distintasfilosofas de la historia de los siglos X V II, X V III y X IX sepresentan tambin como otros tantos esfuerzos de ordenar todaslas historias humanas previamente vividas, en funcin de esecelebrado y confesamente admirado proyecto histrico especficode la modernidad.

    Entonces, si el fundamento ltimo de los discursos historio-grficos desplegados bajo esas filosofas de la historia es el carcter universal abstracto de la lgica del valor- capital en movimiento, el fundamento ltimo de la segunda variante de lasestrategias histrico discursivas modernas lo constituye, en cambio, una de las principales consecuencias de la propia ac-tualizacin concreta de ese movimiento y accin del mismocapital: la del dominio limitado de la naturaleza a travs del desarrollo y explotacin productiva de la nueva ciencia experimen-tal. Porque si bien el valorpuede combinarse con cualquier valorde uso, para convertirlo en su propio portador, esa potencialidadslo se actualiza si se logra romper y superar la herencia de laterrible marca de la escasez natural que caracteriza a todas las

    sociedades precapitalistas. Pues la sociedad del capital, centradaen la progresiva valorizacin del valor, presupone necesariamenteque los productores y las sociedades en su conjunto hayan

    8. Una crtica radical a esa idea simplista del progreso puede verse en WalrerBenjamn, Tesis de filosofa de la historia, en el libro Discursos intemimpidosyEd. Planeta De Agostini, Barcelona, 1994.

    9. Quien mejor ha estudiado este problema y sus implicaciones es Jean- PaulSartrc, en su Crtica de a razn dialctica, Ed. Losada, Buenos Aires, 1970. Vasetambin Carlos Antonio Aguirre Rojas, Economa, escasezysesgo productivista,en el Boletn de Antropologa A mericana, nm. 21, Mxico, 1990.

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    rebasado ya ampliamente el nivel de la autosubsistencia y el au-toconsumo elemental, lo que slo es posible sobre la base de uncierto desarrollo importante de la productividad del trabajo social.

    Por su parte, dicha productividad slo ha podido alcanzarse apartir de que el hombre ha invertido la milenaria y transeculardominacin de la naturaleza sobre la sociedad, domesticando alas principales fuerzas naturales y obligndolas a servir comofuerzas productivas del propio capital. Y dicha domesticacin tiene precisamente como su estrategia fundamental y palanca deapoyo esencial a la nueva ciencia experimental, que se desarrolla

    tambin de modo paralelo con el crecimiento y afirmacinprogresivas de la modernidad.Ciencia experimental que aproximndose a la naturaleza de un

    modo claramente instrumental,0, va a desarrollar el tipo de conocimiento fuertemente orientado por fines esencialmenteprcticosque las ciencias naturales han conocido durante los ltimoscuatro o cinco siglos de su existencia, conocimiento que intentaconstruir verdades basadas en la experiencia previa y la experimentacin, y que sometiendo siempre a la prueba de los hechosdichas verdades, construye esa nocin especfica del saber comoalgo objetivo, emprico, verificable, instrumental y til en trminos pragmticos y productivos.

    Nocin nueva del conocimiento cientfico que no slo ha

    hecho posible conocer y dominar una porcin cada da crecientede la naturaleza, sino tambin y sobre todo emancipar al mundode lo social de su sometimiento y subsuncin dentro de lo natural. Pues una vez ms, como explica Marx, la sociedad burguesaes la primera, en toda la historia humana, en la que el elementosocial e histrico es dominante sobre el elemento natural, lo que se

    manifiesta en el hecho de que la ciudad domina por primera vez

    10. Cfr . el libro de Ilya Prigogine e Isabelie Stengers, La nueva alianza, antesmencionado.

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    al campo y la industria a la agricultura, pero tambin en elproceso radical de desacralizacin del mundo, en la invencin deun marco temporal de carcter bsicamente social, en la rupturatotal de los lmites antropocntricos de los procesos de trabajo, oen la progresiva domesticacin y regulacin de los compor

    tamientos instintivos y de la expresin directa y brutal de lasemociones y pasiones inmediatas, entre tantos otros". Promocin del elemento socialhistrico al rol de elemento dominante,que explica tambin la posibilidad de pensar separadamente a losocial respecto de lo natural, estableciendo el espacio para la ulterior divisin entre las dos culturas, la del mbito de las cien

    cias exactas, o naturales, o duras, y la de las ciencias socialeso humanas.Estrategia de la ciencia experimental que, con sus diversas

    consecuencias, tambin va a reflejarse en el plano de la historiografa. Con lo cual, la segunda variante de los discursos histricos quese afirman a lo largo de esa primera etapa de la modernidad, va aser la de una historia empirista y objetivista, que intentandoreproducir en el mbito de lo social a ese modelo propio de lasmismas ciencias naturales experimentales, va a tratar de elaboraruna historia tambin til e instrumental, que apoyada en lacrtica de las fuentes y en la criba rigurosa de los documentosescritos y los testimonios diversos, vaya estableciendo las verdades incontestables del acontecer histrico, verdades datadas fina

    mente y ordenadas cronolgicamente, que sometidas a la prueba

    11. Son pocos los autores que han teor izado sobre estas consecuenciasprincipales de esa mutacin de larga duracin. Al respecto cfr. Norbert Elias, E lproceso de la civilizacin, Ed. Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1989, ySobre el tiempo%Ed. Fondo de Cultura Econmica, Madrid, 1989, LewisMumford, Tcnica y civilizacin, Ed. Alianza editorial, Madrid, 1982, MirceaEliade, Lo sagrado y lo profano, Ed. Labor, Barcelona, 1992, Bolvar Echeverra,Modernidad y capitalismo: quince tesis en Revieiv, vol. X IV , nm. 4, fall, 1991,

    y Car los A ntonio Aguirr e Rojas, Betwcen Marx and Braudel: making history,knowing history en Review, vol. X V , num. 2, spring, 1992.

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    de la crtica interna y externa de los documentos, puedan ser utilizadas para la reafirmacin de los valores y la identidad nacionales,para la formacin cvica de los ciudadanos y tambin para la

    justificacin y legitimacin de los poderes dominantes existentes.Una historia objetiva y empirista que aproxima el trabajo del

    historiador a las tareas del juez en la medida en que ambos, apartir de la confrontacin, de la crtica y del trabajo sobre lostestimonios, intentan establecer la verdad objetiva e irrefutablede los hechos 12 y que va a desembocar en la progresiva disolucin de las antiguas historias legendarias, mticas y religiosas,historias que poco a poco van a ser completamente abandonadas

    en beneficio de esa historia real, basada en verdades firmemente comprobadas y empricamente establecidas.

    Historia que al discriminar y separar las fuentes o los elementosliterarios o de ficcin, frente a las fuentes o elementos estrictamente histricos y objetivos, va tambin a intentar superar elanacronismo histrico, prohibiendo la mixtura de elementos dediversas pocas y afirmando la vigencia absoluta, tambin dentrode la historia, de la nueva nocin newtoniana del tiempo modernoburgus, tiempo de un slo sentido, nico, irreversible, continuo yprogresivo que establece la precisa cronologa, el orden, la sucesin

    y la progresin de los distintos acontecimientos, fenmenos,pocas y realidades histricas diversas15.

    Dos modelos entonces de elaboracin de los discursos historio-

    12. Esta interesante lnea de comparacin ha sido desarrollada por CarioGinzburg, en varios de sus trabajos, por ejemplo en E l juez y el historiador, Ed.

    A nay a- Muc hnik, Barcelona, 1993, Provas e possibil idades h margem de 11ritor no de Mar tin Guerre* de Natalie Z emon Davis, y O inquis idor comoantropologo: urna analogia e as suas implicares, ambos en el libro A Micro-

    histria e outros ensayos, Ed. DIFEL, Lisboa, 1991 y Aristotele, la storia, laprova, en Quaderni Storici, nm. 85, ao 29, fascculo 1, abril de 1994.13. Para un interesante desarrollo de estos problemas, cfr. Reinhart Koselleck,

    Futuro Pasado. Para una semntica de los tiempos histricos, Ed. Paids, Barcelona,1993.

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    grficos correspondientes a esta primera etapa de vida de la modernidad, que por lo dems, muy probablemente se reproducen en otros campos y dominios de la reflexin sobre lo socialde estos mismos siglos X V II, X V III y XIX , que correspondiendo a su vez a dos de los fundamentos esenciales del proyecto

    mismo de la modernidad, van a acompaarla a lo largo de estostres siglos que constituyen la rama ascendente de su especficacurva de vida global.

    * * *

    Si analizamos ahora, desde este mismo punto de vista, la suertede estas dos variantes modernas del discurso sobre la historia,podemos observar que el siglo X IX representa para ambas,dentro del mbito de la cultura europea, una clara suerte de momento de mximo auge y de culminacin. Porque es bien sabidoque con la filosofa hegeliana de la historia, el pensamientomoderno- burgus llega a la ms alta, compleja y sutil elaboracinde la que es capaz dentro de este mismo camino de edificacin demodelos globales y omnicomprensivos del conjunto diverso de lamasa enorme de hechos y procesos humanos histricos. Con locual, las clebres Lecciones sobre la Filosofa de la HistoriaUniversal14van a representar el ms logrado y el ms rico de esosmodelos de filosofa de la historia, que concebidos siempre como

    construcciones a priori, fruto de la genialidad de un granpensador, van a utilizar los hechos histricos como simple basefactual de legitimacin de su validez, y como simple ilustracinde la vigencia de los principios generales que organizan dichasfilosofas, principios siempre supuestamente universales, eternos

    y atemporales sobre los que se organiza el correspondiente

    sistema de explicacin universal.

    14. Cfr. de G . W . F. Hegel, las Lecciones sobre la filosofa de la historia universal,Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1974.

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    Filosofa hegeliana de la historia que estar sin duda muy porencima de los posteriores y ya muy limitados intentos realizadospor autores como Oswald Spengler o Arnold Toynbee. Porquees claro que a partir de la segunda mitad del siglo XIX, lafilosofa de la historia entr en un proceso creciente de descrdito y de evidente decadencia en tanto modalidad de explicacinde las realidades histricas, refugindose a partir de estas fechas,sea como lnea marginal y muy poco frecuentada del propiocampo ms vasto de la filosofa en general, sea como reminiscencia sobreviviente, con cierta extraa perdurabilidad en algnmbito cultural nacional especfico, como por ejemplo el m

    bito ingls.Por otra parte, y de modo paralelo a esta mxima expansin yluego decadencia del discurso filosfico- histrico moderno,acontecida en el siglo XIX, se ha dado tambin la culminacin yluego estancamiento del gnero de la historia objetivista y em-pirista antes referida. Y aqu, el rol fundamental lo ha tenido laRevolucin Francesa. Pues es justamente esta ltima la que, aleliminar el poder real y monrquico del antiguo rgimen, haprovocado tambin una verdadera revolucin en cuanto alacceso de la informacin por parte de los historiadores eruditos,al convertir los antiguos archivos de la realeza y de las monarquas en toda Europa, en archivospblicos y no privados, democratizando el acceso a los documentos y proveyendo a los histo

    riadores objetivistas y empiristas de una masa realmentemonumental de nuevas fuentes primarias disponibles para suconsulta y utilizacin.

    Con lo cual, no es una casualidad que esta historia eruditapromueva, a lo largo de ese siglo XIX, proyectos como el de

    Agustn Thierry de compilar absolutamente todos los docu

    mentos sobre los orgenes, la formacin y la evolucin del Tercer estado, o tambin como el proyecto de los MonumentaeGermaniae Historicae, a la vez que codifica tambin la formams acabada y lograda de esta historia objetiva, rigurosa, em-

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    pirista y erudita con el proyecto del positivismo rankeano que seconvertir en ampliamente dominante a nivel del conjunto delas universidades europeas justamente durante el ltimo terciode ese mismo siglo XIX.

    Un proceso que, desplegado en ese siglo X IX que no casualmente fue llamado el siglo de la historia15, puede considerarse tambin para esta historia erudita y objetivista, como unaverdadera culminacin de su curva de desarrollo general. Pues esclaro que si bien esta historia erudita y positivista ha sobrevividohasta el presente, atravesando todo el siglo XX, tambin es fcilcomprobar que durante los ltimos cien aos no ha conocido

    prcticamente ni un solo progreso cualitativo digno de mencin,reproducindose casi sin cambios bajo el mismo modelo y bajolos mismos cnones que alcanz con ese proyecto del positivismogermano de la segunda mitad del siglo XIX.

    Doble culminacin, tanto del discurso filosfico como deldiscurso erudito sobre la historia, cumplida en el siglo XIX,que a su vez expresa tambin de modo mediado y complejo pero igualmente claro y sintomtico, el subyacente movimientotambin de llegada a su punto histrico de clmax de la propiamodernidad capitalista, dentro de los lmites del pequeo continente europeo. Ya que recorriendo una vez ms con las botasde siete leguas de la larga duracin la historia de esta modernidad es posible registrar el hecho de que, dentro de Europa pero

    slo dentro de este espacio europeo,y no a nivel planetario, dichamodernidad ha alcanzado igualmente su punto de culminacin

    y de ms alto desarrollo precisamente durante ese rico y complejo siglo X IX de su historia.

    15. V

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    Culminacin que abarca tanto el plano geogrfico, cuando elmercado mundial capitalista logra envolver en su red al planetaentero, como el plano cultural, cuando con la Enciclopedia y eliluminismo, el sistema entero de los conocimientos, de los saberes

    y de las ciencias en general, es recodificado segn los parmetros y

    la lgica de la razn burguesa moderna16, y pasando sin duda porel plano econmico, que consolida el modo de produccincapitalista con la revolucin industrial, por el plano social queconstituye a la estructura definitiva de las clases de la sociedadmoderna, y al mundo diverso y multifactico de la modernasociedad civil, y por el plano poltico, que con la Revolucin

    Francesa crea finalmente la figura acabada del Estado moderno yel espacio global de las relaciones polticas que le corresponden. Ytodo ello, justamente, durante ese siglo XIX, que tambin y nopor casualidad, ser a su vez el siglo del nacimiento y afirmacininicial del pensamiento crtico y de la concepcin global de KarlMarx.

    Nacimiento del marxismo en la segunda mitad del siglo XIX, ycon l de todo el horizonte de la vasta familia de expresiones del

    pensamiento crtico contemporneo, que como bien ha apuntadoya Friedrich Engels17, slo poda surgir en el momento en que lamodernidad burguesa y capitalista hubiese agotado su cicloascendente, desplegando todo el conjunto de aportes, elementos ycontribuciones que constituyen su herencia histrico- civilizatoria.

    Y dicho agotamiento se ha cumplido, con los aportes rpidamenteenunciados ms arriba, justamente hacia esa primera mitad del

    16. Cfr. el brillante ensayo de Cario Ginzburg, Indicios. Races de unparadigma de inferencias indicales en el libro Mitos, emblemas, indicios, Ed.Gedisa, Barcelona, 1994, el libro de Theodor Adorno y Max Horkheimer,

    Dialctica del iluminismo, antes citado y de Michel Foucault,

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    siglo X IX que constituye entonces el punto de clmax de la curvavital general de esa misma modernidad.

    Marxismo que entonces va a constituirse en la expresinintelectual principal del lado malo o negativo de esa mismamodernidad, en la expresin de la negacin intrnseca y msprofunda que esa modernidad lleva dentro de sus propiasentraas, y que est llamada a desconstruirla y a disolverla desdesu propio interior, para luego superarla y trascenderla radicalmente.

    Con lo cual, y puesto que el marxismo es necesariamente esacrtica desconstructora de todos los discursos positivos de la

    modernidad burguesa, es lgico que en el campo de la historia sehaya constituido tambin como una doble crtica y desconstruccin frontal y radical tanto del discurso moderno eruditocomo del discurso filosfico moderno sobre la historia que le hanantecedido". Doble crtica que se explcita ya desde el tempranotexto de La Ideologa Alemana, para reivindicar frente a esahistoria erudita y objetivista que es slo una coleccin de hechosmuertos, una historia necesariamente interpretativa y explicativade los complejos hechos humanos, historia que se pregunta porlas causas de los hechos histricos y por el sentido general mismodel largo periplo de la historia de los hombres. Pero tambin yfrente a la filosofa hegcliana de la historia, o frente a cualquierposible filosofa de la historia, que se constituyen como cons

    trucciones siempre apriori, y que slo dan rienda suelta al potrode la especulacin, Marx va a defender en cambio un anlisiscrtico y riguroso de los hechos empricos comprobables, anlisisque mediante un proceso complejo de comparacin, de generalizacin epistemolgica y de sntesis dialctica vaya elaborando

    18. Sobre este punto vanse los trabajos de Bolvar Echeverra, Discurso de larevolucin, discurso crtico en Cuadernos Poltico/, nm. 10, Mxico, 1976, Lasilusiones de la modemidadt Cocdicin U N A M - El Equilibrista, Mxico, 1995 yValor de Uso y Utopia, Ed. Siglo XXI, Mxico, 1998.

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    justamente esas abstracciones generales o modelos globales deexplicacin y de interpretacin de dicha historia social de loshombres.

    Y mientras que este discurso marxista sobre la historia se ha desarrollado, reciclado, profundizado, debatido y tambindeformado, vulgarizado y simplificado durante los ltimos cientocincuenta aos, pero mantenindose siempre vivo y presente dentro de los ms diversos y heterogneos paisajes de las historiografas nacionales de todo el planeta hasta el da de hoy, los dostipos de discursos historiogrficos que la modernidad cre e impuls a partir del siglo X V II y hasta el siglo XIX , en cambio, o

    han entrado en un claro proceso de decadencia y marginacin,como en el caso del discurso filosfico, o simplemente se han estancado, limitndose a reproducirse sin ninguna innovacin omodificacin esencial, como en la variante erudita y positivistade ese mismo discurso19.

    * *

    Este proceso que hemos registrado claramente en el mbito delos discursos histricos modernos, y que para su explicacin nosha remitido a la curva ms general de la propia modernidad, seha proyectado tambin en todo el mbito de la cultura o delsistema de los saberes sobre lo social del cual forman parte esos

    mismos discursos historiogrficos. Y es dicho proceso ms general, el que en nuestra opinin, abre el espacio para la configuracin de la episteme segmentada y autonomizada de lasciencias sociales contemporneas, desarrollada a partir de la segunda mitad del siglo XIX.

    19. Sobre este punto, vase Carlos A ntonio Aguirre Rojas, Between Marx andBraudel: making history, knowing history, ya citado, y tambin Los Armales y lahistoriog rafa francesa, Ed. Quinto Sol, Mxico, 1996 y Braudel a Debate,Coedicin F ondo Editorial Tropykos - Fondo Editorial Bura, Caracas, 1998.

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    Porque lo que las diversas filosofas de la historia expresaron,fue justamente el lado universalista- abstracto de la modernidad, lado que apoyado en la lgica y naturaleza igualmenteuniversales y abstractas del valor, se hizo valer como progresohistrico- civilizatorio frente al localismo, particularidad yaislamiento de las distintas historias de los pueblos y sociedadesprecapitalistas. Pero con el siglo XIX, la colonizacin y conquista de todo el planeta por parte del capital, cuya resultanteprincipal es la creacin del mercado mundial capitalista lleg asu fin. Y con ellas, tambin ese proceso histrico-progresivo deuniversalizacin histrica cumplido por la modernidad.

    Por eso, a partir del ltimo tercio del siglo X IX ya no existenms Amricas por descubrir para el capital, y entonces lo nicoque queda es una lucha puramente material y hasta descarnadapor la redistribucin de los espacios ya conocidos de ese mismo yahora terriblementefinito planeta tierra. Y es aqu donde seacaba la funcin histrico progresiva de la modernidad,cerrando el ciclo de su curva ascendente de desarrollo y abriendola rama descendente de su decadencia, en la cual hemos vividodurante los ltimos ciento cincuenta aos.

    Pero entonces, si se acaba el proceso de universalizacin histrica y la tarea civilizatoria de la modernidad alcanza su punto deculminacin, entonces la burguesa deja de poder reivindicar escuniversalismo an bajo su figura abstracta y antittica que

    fue vigente durante varios siglos que la caracteriz en su etapaascendente de desarrollo, universalismo que a partir de ese momento se traslada, necesariamente, al campo del pensamientonegativo o pensamiento critico de esa misma modernidad.

    Y es eso justamente lo que explica el nacimiento y desarrollo delas ciencias sociales contemporneas, ciencias que relegando a un

    plano siempre secundario y a veces hasta inexistente ese universalismo antiguamente reivindicado, van a construirse ahoracomo el simple cultivo virtuoso de la especializacin del objeto deestudio claramente acotado, de los mtodos exclusivos c in

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    transferibles, de las tcnicas nicas y particulares, y hasta dellenguaje, los trminos, los conceptos y las teoras slo correspondientes a tal o cual mbito bien delimitado de lo social.

    Proceso de segmentacin, especializacin, particularizacin yautonomizacin de las diferentes ciencias sociales, que al mismotiempo que vuelve la espalda a las visiones ms universalistas,vastas y globales sobre lo social, contina cultivando y reproduciendo el segundo trazo que caracteriza la modernidad y queantes hemos evocado como el fundamento general del proyectode la ciencia experimental. Porque a diferencia del universalismo burgus que se vincula a la tarea progresista de la mo

    dernidad, el proyecto de dominio y explotacin de la naturalezaa travs de los resultados de la aproximacin cientfico- experimental se conecta ms bien con la necesidad reiterada ycreciente de su propia y ms elemental autoreproduccin. Loque significa que este proyecto no puede ser abandonado por lamodernidad, ni siquiera durante la fase descendente de su ciclovital, la cual por el contrario lo acenta y reactualiza permanentemente.

    Y entonces, es tal vez esta reactualizacin permanente de esaaproximacin experimental a la naturaleza y al mundo, lo queexplica el hecho de que todas las nuevas ciencias sociales de losltimos ciento treinta aos hayan soado, en algn momento,con ser tan rigurosas, objetivas, exactas y precisas, es decir

    tan cientficas como las propias ciencias naturales, o duras, oexactas, cuyo modelo constituye el paradigma ms o menosconfeso de todo el conjunto de nuevas disciplinas o cienciassociales hoy existentes. Un paradigma que nunca fue alcanzado,ni poda serlo, y que ahora se revela como completamente ilusorio, sobre la base del replanteamiento mismo de esas ciencias

    equvocamente llamadas exactas20.20. Sobre este problema vanse los trabajos de Ilya Prigogine y de Isabelle

    Stengers citados anteriormente.

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    Reordenacin entonces de la reflexin sobre lo social, desarrollada durante la segunda mitad del siglo XIX, que a la vez quemarginaba y reduca cada vez ms el universalismo abstractoantes cultivado, y que acentuaba el carcter ms experimental yemprico- erudito ya conocido tambin anteriormente, iba edi

    ficando entonces esa episteme segmentada y autonomizada quefue la lnea dominante dentro de las ciencias sociales de los ltimos ciento treinta aos.

    Lnea dominante que como sabemos, coexisti sin embargotodo el tiempo con varias y muy diversas expresiones de resistencia o de abierta crtica y rechazo a su sentido ms general. Por

    ejemplo, y en primer lugar, en los mltiples autores y en lasmltiples corrientes intelectuales que, ms all de esa epistemedisciplinar fragmentada y especializada, defendieron, promovieron e incluso implementaron visiones siempre ms globales,ms abarcativas y ms unidisciplinarias de lo social. As, desdeFreud hasta Cario Ginzburg y desde Wittgenstein hasta Im-manucl Wallerstein, y pasando por Claude Levi-Strauss, NorbertElias, Marc Bloch, Walter Benjamin, Fernand Braudel o MichelFoucault, entre tantos y tantos otros pensadores, siempre existieron autores y con ello, a veces, hasta enteras corrientes intelectuales que no han respetado dicha episteme, transitando libre ycrticamente por las diversas disciplinas de lo social- histricohumano.

    O tambin, en el doble movimiento que desplegaron esasdistintas ciencias sociales scctorializadas, las que segn la naturaleza de su particular objeto de estudio configuraron actitudes, o imperialistas, o en otro caso deterministas, respectode las restantes ciencias sociales. As, las ciencias sociales scctorializadas, que a pesar de esta especializacin y fragmentacin

    generales se vean obligadas a investigar objetos ms vastos como la historia, la'sociologa o la antropologa, ocupadasrespectivamente del estudio del pasado humano, de las sociedades o del propio hombre desplegaron siempre vocaciones

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    imperialistas que intentaban englobar bajo su dominio o campo el conjunto de las ciencias sociales, pero siempre sin renunciara su espacio definido de lo social y a su ptica especializadasingular, que en todos los casos era reivindicada como articulado-ra del conjunto y como dominante de todas las dems cienciassociales, concebidas necesariamente, dentro de este esquema, como simples ciencias auxiliares.

    Por otra parte, las ciencias sociales segmentadas y ocupadas deobjetos ms acotados como la economa, la psicologa, el derecho, la ciencia poltica o la lingstica, entre otras , reivindicaron siempre diversos y mltiples determinismos, donde el

    factor dominante, o motor, o determinante, o esencial de losprocesos humanos era siempre su particular objeto de estudio. Yas, expresando por estas dos vas una inconsciente y muy deformada vocacin de globalidad sea imperialista, sea determinista, las ciencias sociales parceladas mantuvieron sin embargo un mnimo resabio de la antigua y ahora casi eliminadavocacin universalista.

    Finalmente y como una tercera forma de rebelin contra estaepisteme parcelada se desarrollaron las mltiples y muy heterogneas versiones de lo que podramos llamar los varios y variados marx ismos del siglo XX. Y aunque algunos de estos marxis-tas o marxismos sucumbieron a la vigencia de esa episteme,autocalificndose de socilogos o historiadores, o filso

    fos, o economistas, o gegrafos, o etctera marxistas,tambin muchos de ellos, y desde las ms distintas posiciones,reivindicaron la perspectiva profundamente globalizante,universalista y crtica que caracteriz al pensamiento y a la herencia ms genuina del marxismo original.

    De este modo esa lnea dominante de la episteme fragmentada-

    especializada del saber sobre lo social, slo se afirm en medio detodas estas lneas convergentes de oposicin, a las que sin dudalogr subordinar y controlar, pero sin poder nunca eliminarlascompletamente. Lo que define entonces una permanente tensin

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    dentro de este desarrollo de las ciencias sociales de las ltimastrece dcadas, tensin que aflorar y se liberar con todas susconsecuencias, a raz de la revolucin cultural de 196821.

    * *

    Estamos ahora, y desde hace treinta aos, en un complejoproceso de reorganizacin del entero sistema de los saberesy delos conocimientos cientficos, tanto de las llamadas cienciasnaturales como de las ciencias sociales y de las humanidades.Para llevar adelante dicho proceso, tal vez sea til tratar de

    recuperar y al mismo tiempo de trascenderen una nueva sntesis,y dentro de una indita configuracin, tanto los aspectos positivos del universalismo abstracto como los del particularismoexperimental, realizando una verdadera superacin o aujhebungde ambas aproximaciones en el sentido hcgeliano. Ser posibleintentar esa sntesis, que recogiendo las visiones vastas, globales yuniversalistas de los ltimos cuatro o cinco siglos, trate a la vezde dotarlas del fundamento derivado de la experiencia concretade ese reconocimiento detallado y minucioso de lo mltiple, dela diferencia y la singularidad, y de la coexistencia posible de muchas lgicas y de la diversidad, para avanzar entonces en laconstruccin de una nueva universalidad concreta de un tambinnecesariamente distinto y renovado sistema de los saberes y de

    los conocimientos humanos?

    21. Cfr. Immanucl Wallerstein 1968: Rev olucin en el sistema- mundo. Tesise interrogantes**, en Estudios Sociolgicost nm. 20, Mdxico, 1989, FcrnandBraudel, Renacimiento, Reforma, 1968: revoluciones culturales de largaduracin** en La Jomada SemanaU nm. 226, Mdxico, octubre de 1993, FrancoisDosse, Mai 68: Ies eflfets de lhistoire sur FHistoirc" en Cahiers de l'IUT P , nm.11, Pars, 1989 y Carlos Antonio Aguirrc Rojas, 1968: la gran ruptura** en La

    Jomada Semanal, nm. 225 octubre de 1993 y "Los efectos de 1968 sobre lahistoriografa occidental** en revista La Vasija, nm. 3, Mxico, 1998.

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    En nuestra opinin es justamente esta lnea de una original yhasta ahora desconocida perspectiva de una ciencia universalconcreta la que se dibuja y esboza claramente en el acto mismodel propio nacimiento del pensamiento crtico contemporneo,en el surgimiento del marxismo original, que es al mismo tiempo

    y a travs de la figura de Karl Marx, un proyecto que representael ltimo de los enciclopedismos universales, pero a la vez elms riguroso y erudito de los esfuerzos intelectuales, para unacomprensin realmente matizada y concreta de la realidad.Proyecto marxista crtico que, tras la muerte de su propio artesano fundador, va a recorrer mltiples y complejos caminos,

    agazapado siempre en los intersticios de las lneas no dominantesdel pensamiento social de los ltimos ciento cincuenta aos, ysobreviviendo dentro de esas obras ricas, innovadoras y herticasde los autores genuinamente crticos que antes hemos mencionado.

    Se trata en todo caso, en nuestra opinin, de una lnea deexploracin intelectual que, ms all de sus filiaciones culturales especficas, valdra la pena que fuese desarrollada y profundizada por aquellos investigadores y cientficos sociales que,cada vez ms insatisfechos y descontentos con el actual sistemade los saberes y de los conocimientos en general que es todavadominante, tratan de buscar la transformacin radical denuestra actual episteme del saber, para edificar en su lugar

    una distinta y novedosa manera de aprehender, saber y conocernuestro complejo mundo humano y nuestro inmenso universonatural.

    Y es precisamente dentro de este marco general, de agotamiento del universalismo abstracto del pensamiento burgus yde reafirmacin de su lgica prctica empirista y experimental,

    junto al nacimiento del horizonte global todava vigente delpensamiento crtico actual, representado por el proyecto crticode Marx, el marco dentro del cual van a desplegarse los diversos periplos esenciales de la curva general de la historiografa

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    del siglo veinte histrico, curva cuyas etapas principales vale lapena revisar ahora con ms detenimiento.

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    LA PE RIODIZA CIN DEL IT INERA RIO DE LAHIST ORIOGRA FA CONT EMPORA NEA EN EL LA RGO

    SIGLO X X HIST ORIOGR FICO:1848-2025?

    El ro de los tiempos corre sin interrupcin.

    Sin embargo, tambin aqu es necesario que

    nuestro anlisis establezca ciertos cortes (...)

    cmo fijar, dentro de esa lnea larga del

    tiempo, las etapas de la historia?

    MARC BLOCH,Apologa para la Historia u Oficio

    de Historiador, 1941 -1943

    Si intentamos explicar el enorme problema de los perfiles queha tenido la historia de la propia historiografa del siglo veinte,

    desde una perspectiva de larga duracin, deberemos entoncesatender, como propone Fernand Braudel22, a las grandes curvasevolutivas, a las grandes lneas que dibujan el conjunto de losprogresos que los estudios histricos han ido concretando a lolargo de esta vigsima centuria no cronolgica sino estrictamentehistrica. Lo cual, nos lleva tambin al hecho de centrar la

    22. Sobre esta perspectiva braudeliana de la larga durac in hist rica, cfr.Fernand Braudel, Historia y ciencias sociales. La larga duracin en el libroEscritos sobre Historia , Ed. Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1991.T ambin pueden verse nuestros ensayos y libros, Carlos A ntonio A guirre Rojas,Die longue dure* im Spiegel en la revista Comparativ, ao 6, nm. 1, Leipzig,ene- feb 1996, WA longa dura ao: in illo tempore et nuncn en Revista de Histriadas Ideias, nm. 18, Coimbra, 1996, y el libro Fernand Braudel y las ciencias

    humanas, Ed. Montesinos, Barcelona, 1996, captulo 2 (hay una edicinalemana de esta misma obra, con bibliografa actualizada, bajo el ttulo FernandBraudel und die Modemen Sozialwissenschafien, Ed. Leipziger Universitaetsverlag,Leipzig, 1999).

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    atencin sobre todo en las grandes transformaciones, en las modificaciones verdaderamente profundas que han ido redefiniendode manera radical el quehacer historiogrfico en este mismoperodo de dicho siglo veinte histrico.

    Para introducirnos en este problema, resulta entonces pertinente preguntarnos qu es lo que ha acontecido con la historiografa mundial en los ltimos ciento cincuenta aos. Y si el lapsotemporal considerado es el de un periodo de ciento cincuentaaos y no de cien, es porque asumimos, como ya lo hemos mencionado antes, que es completamente vlida la perspectiva de lahistoriografa francesa, que afirma que los siglos histricos no

    coinciden nunca con los simples siglos cronolgicos2\ Y as, ennuestra opinin, la historiografa actual no parecera habercomenzado a definir sus perfiles en 1968, ni en 1945, ni tampoco en 1900. Ms bien, y cuando miramos con atencin eseperiplo complejo que constituye las races ltimas del actualpanorama vigente de los estudios histricos mundiales, se dibujan un conjunto de curvas que nos llevaran a afirmar el hechode que esta historiografa ms contempornea comenz enrealidad a definir sus perfiles fundamentales, justamente en esacoyuntura crtica privilegiada de la historia europea que es la co

    yuntura de 1848 a 1870.

    23. Solo alg unos ejemplos de esta postura de los historiadores franceses:Fer nand Braudel va a hablar de un largo siglo X V I" que ira desde 1450 hasta1650, en varios de sus textos, por ejemplo en su ensayo European expansin andcapitalism. 1450- 1650, en el libro Chapters in Western Civilizationt ColumbiaUniversity Press, Nueva York, 1961, mientras Emmanuel Le Roy Ladurie hablade un largo siglo X II I en su libro Montaillou, aldea occitana de 1294 a 1324,Ed. Taurus, Madrid, 1988. En esta misma perspectiva, los autores modernos handiscutido sobre la posible existencia de un breve siglo X X , como en el caso de

    Eric Hobsbaw m, o de un largo siglo X X , como en la postura de ImmanuelWaller stein. Sobre este debate, cfr. nuestro ensayo, Carlos A ntonio Aguirre Rojas,Balance critico del siglo veinte histrico: breve, largo o muy largo siglo XX? enla revista Sociologa, nm. 26, Medelln, Colombia, 2003.

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    Y no se trata, como es evidente, de fechas nocentes, ya que1848 ha sido la fecha simblica representativa de toda la importante poca de las grandes revoluciones europeas, mientras que1870 es la fecha fundamental del experimento de la Comuna dePars. Es decir, al inicio, una fecha que tambin simblicamenterepresenta el momento en el que el proyecto de la modernidadburguesa capitalista alcanza su punto de clmax dentro delterritorio de la pequea Europa, y al final, esa fecha de 1870que acarrea consigo tantos reacomodos esenciales, econmicos,geopolticos, nacionales, culturales y por ende tambin histo-riogrficos, dentro del rol especfico que cumplen cada una de las

    naciones europeas dentro del concierto global de esa mismaEuropa.De modo que si nos preguntamos ms precisamente, cundo

    empez a construirse lo que hoy podramos calificar, con todorigor, como la historiografa contempornea, la respuesta mspertinente sera a partir de ese mismo ao crucial de 1848. Porque es a partir de esta ltima fecha que, como ya hemos afirmado, los elementos que todava hoy estn vigentes dentro del paisajehistoriogrdfico, han comenzado a definirse24. Entonces, obser

    24. Existen hasta el mome nto muy pocos estudios de conjunto de lo que hasido esta compleja y muy interesante curva de la evolucin de la historiografa delsiglo veinte, a pesar de la enorme relevancia del tema. Sobre esta historiografa cfr.

    Georg G. Iggers, New directions in European historiography, (versin revisada),Wes leyan University Press, Hanover, 1984 e Historiography in the TwentiethCentury, Wesleyan University Press, Hanover, 1997, Francisco Vzquez Garca,Estudios de teora y metodologa del saber histrico, Ed. Universidad de Cdiz,Cdiz, 1989, Josep Fontana, Historia. A nlisis del pasado y proyecto social, Ed.Crtica, Barcelona, 1982, Jurandir Malerba (coord.), A velha historia, Ed. Papirus,Sao Paulo, 1996, Guy Bord & Herv Martin, Les coles historiquest Ed. du Seuil,Paris, 1997, Elizabeth Fonseca, Historia, Teora y mtodos, Ed. Educa, Costa Rica,1989, Elena Hernndez Sandoica, Los caminos de la historia, Ed. Sntesis, Madrid,1995, Varios autores, La historia y el oficio de historiador%Ed. ImagenContempornea, La Habana, 1996 y Carlos Antonio Aguirre Rojas, La Escuela delos Anuales.Ayer, Hoy; Maana, Ed. Montesinos, Barcelona, 1999 (hay edicin en

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    vando con ms detalle la historiografa de estos ltimos cientocincuenta aos, de 1848 a la fecha, podramos reconocer dentrode la lnea que dibuja su itinerario global cuatro grandes momentos o etapas, que en su conjunto pareceran estar claramente

    asociados a los diversos elementos que hoy componen elcomplejo mapa de las piezas constitutivas esenciales de lo queahora son los estudios histricos mundiales contemporneos.

    Cuatro etapas distintas que la historiografa contemporneahabra do recorriendo a lo largo de su complejo periplo reciente,

    y que nos daran, vistas en su conjunto, la totalidad de las herencias, y de las tradiciones y formas de ejercer el oficio de

    historiador que hoy es posible encontrar dentro de los diferentesmbitos de las historiografas nacionales de todo el planeta. Esdecir, el conjunto de perspectivas, autores, corrientes y temascentrales que hoy habitan todava dentro de los diferentes espacios que la disciplina de la historia ocupa, a lo largo y anchode las historiografas de todo el mundo.

    De este modo, y recorriendo con botas de siete leguas eseitinerario de la historiografa contempornea, resulta claro quedicho recorrido ha comenzado con una coyuntura o momentode rupturafundacional, la coyuntura que va de 1848 a 1870, yque siendo una etapa tambin muy importante de la propiahistoria general de Europa, ha dado nacimiento al primer esbozoo intento sistemtico y orgnico de fundar, a travs del proyecto

    crtico del marxismo original, una verdadera ciencia de la historia.Una primera etapa o ciclo de la historiografa contempornea,que ser seguido por un segundo momento, el que abarcandodesde 1870 hasta 1929 aproximadamente, ha sido el momentode la constitucin de unaprimera hegemona historiogrfica, que

    francs, con bibliografa actualizada, bajo el ttulo V histoire conqurante. Unregar sur rhistoriographie frdn aise, Ed. LHarmattan, Paris, 2000), Itinerarios dela historiografa del siglo XX, Ed. Centro Juan Marincllo, La Habana, 1999, y

    A ntimanual del mal historiador, Ediciones desde Abajo, Bogot, 2003.

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    va a ubicar su centro de irradiacin fundamental en el espaciogermano parlante de la Europa occidental, para llegar a funcionar como una suerte de modelo general para el conjunto de lasrestantes historiografas de Europa y del mundo de aquellostiempos.

    Pero con la crisis terrible desatada dentro de la cultura germanapor el trgico ascenso del nazismo, va a finalizar este segundo ciclo o momento de la historiografa reciente, dando paso a unatercera etapa, que estar caracterizada por la emergencia de unasegunda hegemona historiogrfica, ahora ubicada, en trminosgenerales, dentro del espacio del hexgono francs. Una segunda

    hegemona o segundo modelo general historiogrfico, que haservido de inspiracin y de referente obligado para todos losmbitos historiogrficos de aquella poca, para terminarse a suvez con esa profunda revolucin cultural, de alcance planetario yde consecuencias civilizatorias mayores, que ha sido la revolucinde 1968.

    Finalmente, y coronando todo este complejo recorrido de losestudios histricos contemporneos, se ha desplegado una cuarta

    y ltima etapa, hija directa de las grandes y profundas transformaciones que 1968 ha trado en todos los mecanismos de la re-

    produccin cultural de la vida social moderna y en la cual no existems ninguna hegemona historiogrfica, sino por el contrario,una nueva e indita situacin de policentrismo en la innovacin

    y en el descubrimiento de las nuevas lneas de progreso de la historiografa, situacin que se prolonga hasta nuestros das.

    Porque si definimos muy brevemente los rasgos que caracterizan estas cuatro etapas principales, veremos que se trata a lavez de la definicin de aquellos elementos fundamentales que permiten entender los distintos tipos de historia que hoy comparten

    el panorama historiogrfico, los distintos tipos de historia queactualmente se desarrollan no solamente en Alemania, Italia oFrancia, sino tambin y claramente en toda Europa, pero igualmente en Mxico, en Per o en toda Amrica Latina, e incluso

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    tambin en Rusia, China o India, es decir en el mundo entero.Distintos modos de ejercitar el cada vez ms complejo aunquetambin cada vez ms apasionante oficio de historiador, que ensus confrontaciones diversas pero tambin en sus complejasimbricaciones o espacios de coincidencia, se disputan perma- 'nentemente las preferencias de todos aquellos que nos dedicamosa la difcil empresa de la musa Clo. Intentemos entonces acercarnos, con ms cuidado, a estos cuatro momentos fundamentales del itinerario contemporneo de la historiografa reciente .

    * *

    El punto de partida de la historiografa que genuinamentepodemos llamar contempornea, se ubica entonces en esa co

    yuntura de 1848 a 1870, que es la coyuntura del nacimiento yprimera afirmacin del marxismo. El marxismo nace entre 1848

    y 1870 y se define, como alg una vez dijo un impor tantemarxista francs de la poca del auge del estructuralismo, comoel momento del nacimiento del continente Historia dentro delespectro de las ciencias humanas, como el inicio del modernoproyecto de fundacin y apertura de una verdadera ciencia de lahistoria16. Lo que significa, respecto al problema que aqu

    25. Somos conccntcs de que se trata solamente de una primeraesquematizacin muy general, pero que, a pesar de su generalidad, intenta noobstante atender a las principales lneas de evolucin de esta historiografa de losltimos ciento cincuenta aos, considerada en su conjunto y de manera global. Parauna fundamentacin mayor de esta periodizacin, que se ir justificando a lo largode los captulos siguientes, el lector puede remitirse tambin a nuestros ensayos,Carlos Antonio Aguirre Rojas, Rethinking Current Social Sciences: the Case ofHistorical Discourses in the History of Modcrnity" en Journal of World-SystemResearch, vol. V I, nm. 3, fall- winter 2000, en el sitio: http://csf.colorado.edu/jwsr,II 1968 c la storiografia occidcntalc* en Storiografia, nm. 2, Roma, 1998, y Lastoriografia ocddentalc ncl Dueniila en Storiografa%nm. 4, Roma, 2000.

    26. Sobre esta dea, cfr. Luis Althusscr, La revolucin terica de Marx, Ed. Siglo

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    abordamos, en torno a los orgenes de los perfiles actuales de losestudios histricos del siglo veinte, que el proyecto crtico deMarx y Engels es en verdad el momento en el cual la historia salede esa largusima etapa dentro de la cual haba vivido durante siglos y hasta milenios, y en la cual se confunda sin demasiado conflicto con el mito, la leyenda y el mundo de la ficcin y de la literatura, para pasar por fin al esfuerzo de intentar constituirse enuna verdadera empresa razonada de anlisis27.

    Es decir que es de esta fecha simblica de 1848, y del concomitante desarrollo del proyecto crtico de Marx, que data tambinla constitucin de una real ciencia de la historia, cuyo objeto de

    estudio ser entonces el de la reconstruccin crtica de las distintascurvas evolutivas recorridas por las sociedades humanas, dentro delvastsimo arco temporal en el que las mismas se han desplegado.Un momento de fundacin de una nueva ciencia, o de apertura deun nuevo espacio dentro del sistema de los saberes cientficos contemporneos, que inaugura al mismo tiempo esta historia particular de lo que es la historiografa en ese largo siglo veintehistoriogrfico que corre desde 1848 hasta hoy, es decir de la historiografa que de manera ms precisa y rigurosa podemos llamarrealmente la historiografa contempornea*.

    Y no hay duda de que sin la consideracin del marxismo, dif-

    X X I, Mx ico, 1975. T ambin el ensayo de Reinhart Koselleck, Le conceptdhistoire incluido en su libro Vexprience de l'histoire> Cocdicin Gallimard- LeSeuil, Paris, 1997, y Urna histria dos conceitos: problemas tericos e prticos" enEstudos Histricos, vol. 5 num. 10, 1992.

    27. Tal y como la define Marc Bloch, en su bello libro inconcluso Apologa para la historia o el oficio de historiador, Coedicin Fondo de Cultura Econmica -Instituto Nacional de Antropologa e Historia, Mxico, 1996.

    28. Sobre la vigencia del marxismo actualmente, y sobre su historia durante el

    siglo veinte cfr. Immanuel Wallerstein, El marxismo despus de la cada delcomunismo, en La Jornada Semanal, nm. 294, Mxico, enero de 1995 yBolvar Echeverra, Las ilusiones de la modernidad, Co edicin UNA M- E1Equilibrista, Mxico, 1995.

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    cilmente podramos comprender lo que son los estudios histricos del siglo XX y de la actualidad. Pues a pesar de las visionesdesencantadas postmodernas, y a pesar del viraje de la sensibilidad de la opinin pblica, e incluso, del viraje de la sensibilidad de amplios sectores de la intelectualidad antao crticaen todo el mundo, viraje desde las posiciones de izquierda quetuvieron tanta fuerza y arraigo en los aos sesenta y setenta,hacia las posiciones ms bien conservadoras y de renuncia quefueron caractersticas de los aos ochenta y noventa, resulta claroque es imposible entender los estudios histricos hoy, si notomamos en cuenta la influencia y los ecos que tuvo el marxismo

    en toda la historia de la historiografa desde 1848 y hasta lafecha2.Lo cual resulta evidente si pensamos, por ejemplo, en todas las

    corrientes historiogrficas declaradamente marxistas, que son hoyfundamentales en los estudios histricos, como la corriente de larevista Past and Presentde Eric Hobsbawm y todo su grupo demarxistas tradicionales, o tambin en la obra de E. P. Thompson

    y de Perry Anderson, y en las contribuciones de su revistaNewLefi Review, lo mismo que en la historiografa socialista y crticade Raphacl Samuel y de suHistory Workshop. Y sucede lo mismocon autores como Pierre Vilar o Immanuel Wallerstein30, que sondeclaradamente marxistas aunque al mismo tiempo sean capaces

    29. Sobre esta importancia del marxismo para la historia cfr. Carlos AntonioA guirr e Rojas, El problema de la historia en la concepcin de Mar x y Engels enRevista Mexicana de Sociologa, vol. X L V , nm. 4, Mx ico, 1983. Economa,escasez y sesgo productivista" en Boletn de Antropologa Americana, num. 21,Mxico, 1991, Feudalismus" en el libro Historisch- Kritisches Wrterbuch desMarxismus, Band 4, Ed. Argument, 1999 yMarx e a Histria en el libroGrandes Nomes da Historia Intelectual, Ed. Contexto, Sao Paulo, 2003.

    30. Resulta interesante comprobar de qu modo ciertos autores, como losmencionados Pierre Vilar o Immanuel Wallerstein, han logrado combinar de unamanera muy creativa y singular los aportes de esta perspectiva crtica delmarxismo, con las contribuciones esenciales de, por ejemplo, la corriente francesa

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    de incorporar, dentro de sus distintas contribuciones histricas ehistoriogrficas, los ms interesantes aportes y desarrollos deotras perspectivas u horizontes intelectuales. O tambin, es elcaso complejo pero muy interesante de ciertos historiadores queen el origen de su formacin tuvieron una fuerte improntamarxista, que despus pudo evolucionar y mezclarse con otroselementos para producir obras y resultados historiogrficos tanoriginales e interesantes como en el caso de los trabajos histricos

    y los ensayos metodolgicos de los principales representantes dela hoy clebre microstoria italiana, es decir de los agudos einnovadores textos de Cario Ginzburg o de Giovanni Levi, entre

    otros31.Y es tambin el caso de toda esa vasta gama de historias y decorrientes historiogrficas que alguna vez pretendieron desarrollarse bajo el nombre del marxismo, como fue el caso de las historiografas sovitica, o polaca, o hngara, o rumana, pero tambin china, o albanesa, o cubana, y vietnamita, es decir de todo

    de los Annales. Hasta el punto de que podemos hablar de todo un grupo demarx istas- annalistas que, despus del giro radical que vivieron dichos A nnalesfranceses como consecuencia de la revolucin de 1968, fueron los que realmentemantuvieron viva la herencia crtica fundamental de Marc Bloch, Lucien Febvre yFernand Braudel. Sobre este punto, cfr. nuestros libros, Carlos Antonio AguirreRojas, Os Annales e a Historiografa Francesa. Tradi

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    ese conjunto diverso y multifactico de las distintas historiografas de todos los pases del llamado mundo socialista, que seafirmaron y desplegaron a lo largo de todo ese breve o pequeosiglo veinte histrico, que corre desde 1914- 17 hasta 1989.

    Finalmente, hay que considerar tambin dentro de este vasto

    espectro de herencias y presencias del marxismo en el seno dela historiografa contempornea, los resultados que produjo elenorme impacto que la cosmovisin marxista tuvo en la historiografa de Mxico y de Amrica Latina en los aos setenta yochenta, y que viene a sumarse a todos los distintos ncleosque, a lo largo y ancho del mundo capitalista y durante todos

    los periodos que hemos mencionado anteriormente, mantuvodistintos proyectos y esfuerzos historiogrficos igualmentealumbrados por la perspectiva de Marx y de sus diferentesepgonos. Pues aunque despus de 1989 este impacto parecidebilitarse y hacerse un poco ms lejano, para comenzar a resurgir de nuevo durante el ltimo lustro recin transcurrido, esclaro que hoy, en este ao de 2004, la presencia de Marx y delmarxismo dentro de los estudios histricos ms contemporneos sigue siendo un componente fundamental e imprescindible del paisaje mundial global de esta misma historiografaactual32.

    El marxismo impregn entonces, profunda y radicalmentetambin, toda la historiografa latinoamericana posterior a

    32 . V ale la pena ins ist ir en el hecho de que varias de la corr ienteshistoriogrficas ms importantes hoy en da son, o declaradamente marxistas,como es el caso de los historiadores marxistas britnicos tanto de Past and Presentcomo de la New Left Review, o de un claro origen marxista, como en el caso de lamicrohistoria italiana o de la historia radical norteamericana. Y es tambidn el casode perspectivas que, provenientes de otras disciplinas sociales, como la sociologa,

    tienen una presencia e impacto centrales dentro de la historiografa mundial actual,como es el caso de la perspectiva del world- system analys is" de Imma nue l

    Wallerstein. Sobre esta ltima, cfr. nuestro libro, Carlos A ntonio Aguirre Rojas,Immanuel Wallerstein. Critica del sistema- mundo capitalista, Ed. Era, Mxico, 2003.

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    196833, y es por ello que sin una consideracin de ese componentemarxista y de las mltiples tradiciones y escuelas que el mismoayudo a crear, y que derivan todas de ese momento fundacional delmoderno proyecto de construccin de una ciencia en la historia,no es posible entender adecuadamente el rostro complejo delpanorama historiogrfico ms contem


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