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Alexias1 de Mary Renault

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    Mary Renault

    Alexias de AtenasUna juventud en la Grecia clásica

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     Alexias de Atenas, una juventud en la Grecia clásica Mary Renault 

    La edad de oro de la Atenas de Pericles llega a su fin con las guerras del Peloponeso.

     Atenas se rinde ante su enemiga Esparta como un noble y poderoso animalacostumbrado a señorear sabiamente su territorio. Pero el siglo V a.C. es también unaépoca de exuberancia creadora y brillantez intelectual, Platn, !crates, "enofonte, ser#npersona$es de excepcin en la $u%entud de Alexias, un muc&ac&o ateniense 'ue cobra %idagracias a la pluma de (ary )enault. Alexias de Atenas es una soberbia recreacin de la %idacotidiana en la *recia cl#sica, un canto a la amistad y al amor entre los $%enes guerrerosgriegos, agridulce como el +ltimo %ino 'ue se comparte con amigos antes del combate.

    (ary )enault -/01-234, seudnimo de la famosa autora de no%ela &istrica (ary

    C&allans, naci en 5nglaterra, recibi una esmerada formacin en 6xford y se afinc en!ud#frica al término de la !egunda *uerra (undial. Aplic su erudicin y calidad literaria ala recreacin de la %ida en la Antig7edad cl#sica 8como si realmente &ubiera estado all9:.

    ;n buen e$emplo de ello es la excelente trilog9a dedicada a Ale$andro (agno

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     Alexias de Atenas, una juventud en la Grecia clásica Mary Renault 

    Mary Renault

    Alexias de AtenasUna juventud en la Grecia clásica

    >o%ela ?istrica

    Cuando era niño, si estaba enfermo o me suced9a algo desagradable, o me &ab9anazotado en la escuela, acostumbraba recordar 'ue el d9a en 'ue nac9 mi padre &ab9a'uerido matarme.

    @iréis 'ue no &ay nada de extraordinario en eso. !in embargo, creo 'ue es menoscorriente de lo 'ue cabr9a suponer, pues, por regla general, cuando un padre decideabandonar a un &i$o, lo &ace, simplemente, y la cuestin acaba as9. muy raramente puede

    un &ombre decir de los espartanos, o de la peste, 'ue a ellos debe la %ida en lugar de lamuerte.

    =ue al principio de la *ran *uerra, cuando los espartanos estaban en el Btica,incendiando gran$as. Exist9a la creencia en a'uellos tiempos de 'ue ning+n e$ército pod9aenfrentarse con ellos y sobre%i%ir por tanto, nosotros ten9amos slo la Ciudad, y El Pireo ylos (uros Largos, como &ab9a aconse$ado Pericles. Cuando yo nac9 él a+n %i%9a, aun'ueestaba ya enfermo algunos $%enes est+pidos me preguntan, como &izo uno recientemente,si le recuerdo.

    Los campesinos cuyas gran$as eran incendiadas llegaban a la ciudad, y %i%9an comoanimales donde pod9an poner un tec&o de piel de res sobre unos palos. 5ncluso dorm9an ycocinaban en los templos y en las columnatas de las escuelas de luc&a. Los (uros Largos

    estaban bordeados de apestosas c&ozas, &asta la ba&9a. La peste empez all9, en alg+nlugar, y se extendi como el fuego en la maleza.

     Algunos di$eron 'ue los espartanos &ab9an in%ocado a Apolo, y otros aseguraron 'ue&ab9an logrado en%enenar los manantiales.

     Algunas mu$eres, seg+n creo, culpaban a los campesinos de &aber tra9do con ellosuna maldicin como si fuese posible 'ue los dioses castigasen a un Estado por tratar con $usticia a sus ciudadanos. Pero como las mu$eres ignoran la filosof9a y la lgica y temen m#sa los adi%inos 'ue al inmortal Deus, siempre creen 'ue lo 'ue les causa afliccin debe ser maligno.

    La peste caus muc&as %9ctimas en mi familia, como lo &izo en casi todas. @aniisco, elcorredor ol9mpico, padre de mi madre, fue enterrado con sus %ie$os trofeos y su corona de

    oli%o. (i padre se encontr entre 'uienes enfermaron y sobre%i%ieron, pero durante alg+ntiempo sufri una fluxin sanguinolenta, 'ue le imped9a tomar parte en la guerra. Cuando yonac9, acababa $ustamente de recobrar sus fuerzas.

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    El d9a de mi nacimiento, muri Alexias, &ermano menor de mi padre, 'ue contaba%einticuatro años de edad. u%o noticias de 'ue un $o%en llamado =iln, a 'uien amaba,&ab9a ca9do enfermo, y fue inmediatamente a su lado, encontrando, seg+n me di$eron, noslo a los escla%os del $o%en, sino a su propia &ermana, 'ue &u9an, abandon#ndole. !upadre y su madre &ab9an ya perecido. Alexias &all al $o%en solo, ec&ado $unto a la fuentedel patio, &asta donde se &ab9a arrastrado para calmar su fiebre. >o le &ab9a pedido a nadie'ue fuera en busca de su amigo, pues no deseaba ponerle en peligro pero algunos

    transe+ntes, 'ue no &ab9an osado acercarse demasiado, di$eron &aber %isto 'ue Alexias lelle%aba al interior de la casa.

    Estas noticias llegaron &asta mi padre algo después, mientras mi madre me daba aluz. (and a un ser%idor de confianza, 'ue &ab9a sufrido ya la peste, el cual encontr a losdos $%enes muertos. Por la forma en 'ue yac9an, parece 'ue en el momento de la muertede =iln, Alexias se &ab9a sentido enfermo, y, sabiendo el fin 'ue le esperaba, tom cicuta,para &acer el %ia$e $untos. La copa estaba en el suelo, a su lado &ab9a derramado elsedimento, escribiendo =5LF> con el dedo, como se &ace después de la cena, con el +ltimo%ino.

    ras recibir por la noc&e estas noticias, mi padre sali con antorc&as en busca de loscad#%eres, para mezclar sus cenizas en la misma urna y mandar erigir un monumento

    f+nebre. ?ab9an desaparecido ya, arro$ados a una pira com+n en la calle pero m#s tarde, miabuelo erigi una l#pida para Alexias, en la calle de las umbas, con un relie%e en el 'ueaparec9an los amigos con las manos unidas en despedida, y una copa $unto a ellos, en unpedestal. Cada año, el d9a de la =iesta de las =amilias, &ac9amos sacrificios por Alexias enel altar de la casa. Esta es una de las primeras &istorias 'ue recuerdo. (i padre sol9a decir 'ue en la Ciudad 'uienes murieron de la peste fueron los &ermosos y buenos.

    Como Alexias &ab9a muerto sin &aber contra9do matrimonio, mi padre decidi dar sunombre al &i$o 'ue nac9a, si era %arn. (i &ermano mayor, =iocles, 'ue contaba entoncesdos años, &ab9a sido un muc&ac&o particularmente fuerte al nacer pero cuando lacomadrona me sostu%o en el aire, %ieron 'ue yo era pe'ueño, arrugado y feo, pues mimadre me &ab9a alumbrado casi un mes antes de tiempo, 'uiz# por una debilidad de sucuerpo o por la presciencia de un dios. (i padre decidi inmediatamente 'ue ser9a indignopara Alexias imponerme su nombre 'ue yo &ab9a nacido en tiempos de mala fortuna, yestaba marcado por la ira de los dioses, por lo 'ue ser9a me$or no criarme.

    >ac9 mientras mi padre estaba ausente, buscando los cad#%eres, y la comadrona me&ab9a entregado a mi madre, para 'ue me amamantara. Esto molest a mi padre, pues mimadre se &ab9a encariñado conmigo, como &acen las mu$eres, y, enferma y febril, le pidi mi%ida con l#grimas en los o$os. (i padre estaba razonando con ella, pues no 'uer9aarrancarme de sus brazos a la fuerza, cuando el &eraldo &izo sonar la trompeta llamando ala caballer9a por'ue se %e9a a los espartanos dirigiéndose a la Ciudad.

    En a'uellos tiempos éramos una familia bastante rica mi padre ten9a dos o trescaballos, y, por tanto, deb9a armarse y formar con su escuadrn. !e despidi de mi madre,sin anular sus rdenes, pero tal %ez debido a la prisa o a la conmiseracin, no encarg su

    cumplimiento a nadie. >unca &ay gran ri%alidad para e$ecutar seme$ante traba$o, por lo 'uela cuestin 'ued pendiente &asta algunos d9as m#s tarde, cuando los espartanos seretiraron y mi padre regres a nuestra casa.

    Encontr a la familia sumida en la afliccin. (i &ermano =iocles &ab9a muerto y mimadre ex&alaba su +ltimo suspiro. @esde el primer momento &ab9a ordenado 'ue memantu%ieran ale$ado de ella, y fui entregado a una nodriza 'ue busc un escla%o.

     Al regresar de la ceremonia f+nebre con el cabello rapado, mi padre &izo 'ue melle%aran a él, y %iendo 'ue la nodriza era mu$er decente, me de$ a su cuidado. Creo 'ue&ab9a 'uerido a mi madre y supongo 'ue debi pensar en la incertidumbre de la %ida,diciéndose 'ue ser9a menos des&onroso para él de$ar a un &i$o como yo, 'ue morir sinsucesin, como si $am#s &ubiese existido. (#s adelante, al %er 'ue engordaba y parec9a

    m#s fuerte y ten9a me$or aspecto, me impuso el nombre de Alexias, como &ab9a sido suintencin antes de mi nacimiento.

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    >uestra casa estaba en GerameiHos interior, no le$os de la Puerta del @ipiln. En elpatio &ab9a un pe'ueño peristilo de columnas pintadas, una &iguera y una parra. En la parteposterior estaban los establos, donde mi padre ten9a sus dos caballos y una mula. Era f#ciltrepar al te$ado del establo y de all9 al de la casa.

    El te$ado ten9a un borde de te$as de acanto y no era muy inclinado. Poniéndose a&orca$adas en el caballete del te$ado era posible %er m#s all# de las murallas de la Ciudad yde las puertas del @ipiln, &asta el Camino !agrado, donde se cur%a &acia Eleusis, entre $ardines y tumbas. En %erano alcanzaba a %er el cipo de mi t9o Alexias y su amigo, $unto auna gran adelfa. Luego me %ol%9a &acia el sur, donde la Ciudad Alta se le%anta como granaltar de piedra contra el cielo, y buscaba, entre los alados te$ados de los templos, el puntode oro donde la alta Atenea de la Vanguardia señala con su lanza &acia los barcos en elmar.

    Pero me gustaba m#s mirar al norte, a la cima cubierta de nie%e del (onte Parnaso,re'uemado en %erano, o gris y %erde en prima%era, %igilando la aparicin de los espartanos.?asta 'ue cumpl9 seis años, llegaban casi cada año, cruzando el paso de @eHeleia<*eneralmente, alg+n $inete tra9a la noticia de su llegada pero algunas %eces nosenter#bamos en la Ciudad cuando en las colinas se le%antaban las columnas de &umo delas gran$as incendiadas.

    >uestra casa solariega est# en las colinas, m#s all# de Acamas.>uestra familia &a estado all9 desde la llegada de los saltamontes, como reza el dic&o

    popular. La falda de la colina sobre el %alle est# terraplenada para %iñas, pero la me$or cosec&a la dan los oli%os, y la a%ena sembrada en los oli%ares. Creo 'ue algunos de losoli%os son tan %ie$os como la propia tierra< !us troncos tienen el grosor de tres cuerpos&umanos y son nudosos y retorcidos. !e dice 'ue los plant la propia Atenea, cuando dio eloli%o a la tierra. @os o tres de ellos est#n en pie a+n. ?ac9amos sacrificios all9 en el tiempode la cosec&a es decir, cuando &ab9a cosec&a.

     Acostumbraban mandarme a la gran$a al principio de la prima%era, para 'ue respirarael aire del campo, e iban en mi busca cuando se acercaba la llegada de los espartanos.Pero una %ez, cuando yo ten9a cuatro o cinco años, llegaron antes, y debimos apresuramos

    en &uir de all9. )ecuerdo 'ue estaba sentado en la carreta, con las escla%as y los utensiliosde la casa mi padre cabalgaba $unto a nosotros y los escla%os azuzaban a los bueyes.ra'ueteaba la carreta, y todos tos9amos a causa del &umo de los campos incendiados.odo fue 'uemado a'uel año todo, excepto las paredes de la casa y el oli%ar sagrado, 'uepiadosamente no tocaron.

    Puesto 'ue era demasiado $o%en para comprender las cosas serias, sol9a esperar elmomento de su retirada, para %er lo 'ue &ab9an &ec&o. Cierto año un escuadrn deespartanos fue acuartelado en la gran$a. A'uellos de entre ellos 'ue sab9an escribir &ab9aninscrito los nombres de sus amigos en las paredes, $unto con di%ersos tributos a su belleza y%irtud. )ecuerdo a mi padre borrando irritadamente las inscripciones &ec&as con carbn,mientras dec9aI

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    !i &ubiera sido algo mayor, &abr9a podido consolarme, cuando la mano de la mu$er ca9a pesadamente sobre m9, diciéndome 'ue m9 padre pronto se cansar9a de ella. >o pose9aninguna de las gracias 'ue él &ubiese podido encontrar en una &etaira de clase muymodesta, y en a'uellos tiempos pod9a permitirse lo me$or en todo. Pero a'uella mu$er meparec9a tan parte integrante de la casa como el prtico o el pozo. Creo 'ue ella &ab9aempezado a suponer 'ue cuando yo fuera lo bastante mayor para ir a la escuela con unpedagogo, mi padre apro%ec&ar9a la oportunidad para des&acerse de ella por tanto, mis

    progresos la irritaban.o buscaba compañ9a, y un escla%o me dio un gatito, al cual la mu$er le retorci el

    cuello en mi presencia, cuando lo %io. La mord9 en un brazo, mientras intentaba 'uit#rselode las manos, y entonces ella me cont, a su manera, la &istoria de mi nacimiento, de la 'uese &ab9a enterado por los escla%os. Por ello, cuando me pegaba, nunca pensaba endec9rselo a mi padre, ni en pedirle ayuda. supongo 'ue él, por su parte, al yerme cada d9am#s taimado y &osco, y de acentuada palidez, debi preguntarse algunas %eces si el primer pensamiento no es siempre el me$or.

    Cuando llegaba, al anoc&ecer, se %est9a para la cena. Entonces yo le miraba,pregunt#ndome 'ué sentir9a al ser tan &ermoso. en9a m#s de seis pies de altura, o$osgrises, piel atezada y cabello dorado.

    Era como uno de los grandes Apolos 'ue sal9an del taller de =idias, en los tiempos en'ue los estatuarios no esculp9an a+n Apolos sua%es y blandos. En cuanto a m9, yo era de los'ue tardan en crecer, y ba$o para mi edad. Ve9ase ya claramente 'ue ser9a como los&ombres de la familia de mi madre, de cabello oscuro y o$os azules, con tendencia a ser corredores y saltadores, en lugar de luc&adores y pancraciastas. La rodiota me &ab9a dic&oclaramente 'ue yo era el redro$o de una buena $aur9a. nadie me &ab9a afirmado locontrario.

    (e complac9a, sin embargo, %erle con su me$or manto azul con la orla dorada,desnudos el atezado pec&o y el &ombro iz'uierdo, bañado y peinado y frotado con aceitedulce, arreglado el cabello en guirnalda y recortada la puntiaguda barba. A'uello significabauna cena seguida de fiesta. Al acostarme solo y sin la%arme, mientras la rodiota estaba

    ocupada en la cocina, yac9a en mi lec&o escuc&ando las flautas y las risas, la ele%acin yca9da de las %oces al con%ersar, o a alguien 'ue cantaba, acompañ#ndose con una lira. Algunas %eces, cuando se &ab9a contratado una bailarina o un $uglar, acostumbraba trepar alte$ado y mirar desde all9 al otro lado del patio.

    En cierta ocasin dio una fiesta a la 'ue asisti el dios ?ermes.

     As9 lo cre9 al principio, no slo por'ue el &ombre parec9a demasiado alto y &ermosopara no ser un dios, y ten9a aspecto de estar acostumbrado a la adoracin, sino tambiéndebido a 'ue era tan igual a la &erma 'ue &ab9a ante la casa nue%a de un rico, 'ue parec9a&aber ser%ido de modelo para ella, como as9 &ab9a sido en realidad. !lo sal9 de miadmiracin cuando él apareci e &izo aguas en el patio, lo cual me dio casi elcon%encimiento de 'ue era &ombre. Entonces, alguien desde dentro gritI

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     $ustamente al principiar la clase, pero debi de &aber obser%ado 'ue yo le &ab9a estadobuscando, y al d9a siguiente apareci algo m#s temprano.

    o me encontraba en a'uella edad en 'ue los niños lo preguntan todo. En casa, mipadre no ten9a apenas tiempo para contestar mis preguntas la rodiota no 'uer9a &acerlo ylos escla%os no pod9an.

    !e las &acia todas a mi %ecino de banco en la escuela de m+sica, 'ue $am#s de$ de

    contestarlas en forma sensata, por lo 'ue algunos de los muc&ac&os, 'ue se &ab9an burladode nuestra amistad, empezaron a estirar el cuello para escuc&arle. Algunas %eces, cuando lepreguntaba por 'ué calienta el sol o por 'ué no caen las estrellas sobre la tierra, mecontestaba diciendo 'ue lo ignoraba y 'ue slo los dioses conoc9an la contestacin a mipregunta.

    Cierto d9a obser%é el nido de un p#$aro en un #rbol alto, cerca de la escuela. Cuandomi amigo lleg le di$e 'ue al terminar la clase trepar9a al #rbol para %er si &ab9a &ue%os en elnido. (e pareci 'ue no me escuc&aba, pues a'uella mañana ten9a aspecto de estar ocupado con sus propios pensamientos. !in embargo, de pronto %ol%i los o$os &acia m9 yme mir fi$amente, desconcert#ndome a'uella actitud.

    o, muc&ac&o. e pro&9bo 'ue lo &agas

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    (i padre no iba, lo cual constituy una sorpresa para m9. La caballer9a no &ab9a sidollamada, pero muc&os de sus componentes se &ab9an alistado %oluntariamente en lainfanter9a pesada. Cierto era 'ue &ac9a poco &ab9a regresado de una campaña, para la 'ueembarc con =ilcrates &acia la isla de (ilo, 'ue nos &ab9a negado su tributo. Losatenienses triunfaron, infligiendo una derrota total a los rebeldes. o &ab9a esperado 'ue élme &iciera el relato de la campaña, para poder decirles a los muc&ac&os en la escuelaI 8(ipadre, 'ue estu%o all9, lo dice:. Pero se irritaba cuando le &acia preguntas.

    (e le%anté con el canto del segundo gallo, cuando a+n brillaban las estrellas en elfirmamento, y procuré no &acer ruido, para no irritarle, pues nos &ab9an despertado por lanoc&e. Los perros ladraron ruidosamente y nos le%antamos para cerciorarnos de 'ue todoestaba debidamente cerrado y atrancado, pero, de todos modos, nadie &ab9a intentadopenetrar en nuestra casa.

    @esperté al portero para 'ue cerrara al salir yo. En mi $u%entud iba siempre descalzo,como correspond9a a los corredores. Al salir del patio delantero &acia la calle, pisé algopuntiagudo, pero como ten9a las plantas de los pies duras como si fueran de piel de buey, nosangré y no me detu%e para mirarlo. A'uel año me &ab9a inscrito para la carrera demuc&ac&os en las =iestas Panateneas por ello, mientras corr9a recordaba los preceptos demi preparador. (is pisadas eran ligeras en el pol%o de la calle, después de &ollar la gruesa

    arena en la pista de entrenamiento. A pesar de la temprana &ora, las l#mparas estaban encendidas en la calle de los

     Armeros, y el &umo era ro$izo en las ba$as c&imeneas $unto a las tiendas. !onaban losmartillos los grandes, aplanando las planc&as los medianos, afirmando los remac&es, y lospe'ueños, golpeando los adornos de oro, encargados por 'uienes los 'uer9an en susarmaduras. (i padre era enemigo de ellos, pues afirmaba 'ue muc&as %eces absorb9an laspuntas de las flec&as, en lugar de rec&azarlas. (e &ubiese gustado entrar y contemplar a'uel traba$o, pero ten9a el tiempo $usto para subir a la Ciudad Alta y mirar los barcos.

    "am#s &ab9a estado all9 a &ora tan temprana. @esde aba$o, las murallas parec9anenormes, como farallones negros las grandes piedras de la parte inferior conser%aban a+nlas manc&as producidas por los fuegos de los medas. Pasé frente a la atalaya y el bastin y

    sub9 las gradas &asta el propileo. Al encontrarme all9 por primera %ez, solo, me sent9sobrecogido por su altura y anc&ura, y los grandes espacios 'ue se perd9an en la oscuridad.(e parec9a estar pisando el umbral de los dioses. La noc&e aclaraba, como el %ino oscurocuando se le mezcla agua alcanzaba a %er los colores con 'ue estaba pintada la b%eda,cambiados y m#s profundos en la penumbra anterior al alba.

    Llegué $unto al Altar de la !alud y %i las alas y los tr9podes ba$o las b%edas deltemplo, negros contra un cielo como perla gris. Ac# y acull# se le%antaba un poco de &umo,en los lugares donde alguien &acia una ofrenda o un sacerdote estudiaba los presagios,pero no se %e9a a nadie. En lo alto, sobre m9, lagran Atenea de la Vanguardia se ergu9a consu yelmo de triple penac&o. El aire ol9a a incienso y a roc9o. =ui &acia la muralla meridional ymiré &acia el mar.

    ?ab9a una ligera neblina, pero, a pesar de ella, alcancé a %er los barcos, pues todassus luces estaban encendidas. Los 'ue estaban atracados las encendieron para losceladores, mientras 'ue a'uellos 'ue estaban anclados en la ba&9a lo &icieron por su propiaseguridad, tanto era el n+mero de ellos 'ue all9 &ab9a. !e &ubiera cre9do 'ue Poseidn&ab9a ganado su %ie$a disputa con Atenea, y colocado la Ciudad sobre el mar. Empecé acontarlosI los apiñados en El Pireo, los 'ue se encontraban ante la cur%ada costa de =alero,y a'uellos anclados en la ba&9a pero pronto de$é de contar, debido al gran n+mero de ellos'ue %e9a.

    "am#s &ab9a na%egado m#s all# de @elos, donde fui con un coro de muc&ac&os paradanzar ante Apolo. (e sent9a lleno de en%idia por los &ombres del e$ército, 'ue iban a apurar la copa de la gloria, sin de$ar nada para mi. As9 debi de &aber %isto mi abuelo laconcentracin de la flota en !alamina, donde el pico de bronce de su trirreme cay como el

    #guila de Deus sobre los barcos de (edas, el de los largos cabellos.

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    ?ubo un cambio en el cielo me %ol%9 y %i las primeras luces de la aurora detr#s de?imeto. Las luces se apagaron, una tras otra, y aparecieron los barcos, posados en lasaguas como p#$aros grises.

    Cuando de la punta de la lanza de Atenea sali una c&ispa de fuego, supe 'ue deb9apartir o llegar9a tarde a la escuela. La pintura de estatuas y frisos se &acia brillante, y &ab9acalor en el m#rmol. Era como si en a'uel momento &ubiera salido el orden del caos y de lanoc&e.

    !ent9 'ue mi corazn se &enc&9a. Al %er los barcos tan espesos en el agua, me di$e'ue ellos nos &ab9an &ec&o lo 'ue éramosI los conductores de todos los &elenos. ?ice unapausa, y al mirar a mi alrededor penséI 8>o, no es as9 pero slo nosotros &emos dado a losdioses cosas 'ue se les parecen:.

    La amanecida &ab9a desplegado un ala de fuego, pero ?elios estaba a+n ba$o el mar.odas las cosas parec9an ligeras e incorpreas y el mundo estaba 'uieto. Pensé rezar antesde marc&ar, pero no sabia &acia 'ué altar %ol%erme, pues los dioses parec9an estar en todaspartes, diciéndome todos ellos la misma palabra, como si no &ubiesen sido doce, sino uno.!ent9 como si &ubiera %isto un misterio. Era feliz. @eseando alabar a todos los dioses por igual, permanec9 donde estaba y ele%é los brazos al cielo.

     Al ba$ar las gradas %ol%9 en m9 y supe 'ue llegar9a tarde. Corr9 lo m#s %elozmente 'uepude &acia el mercado, y gastando r#pidamente el dinero de mi padre, compré %ioletas,arregladas ya en forma de guirnalda, y algunos estefanotes la mu$er me dio un cesto de $unco, sin cobrarme nada por él. En otro tenderete &ab9a $acintos azul oscuro, para loscuales &ab9a guardado alg+n dinero. ;n &ombre 'ue estaba escogiendo mirto me sonri.

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    Entonces o9mos unas %oces 'ue se acercaban. >uestro %ecino =alino, con sumayordomo y dos o tres transe+ntes, &ablando todos a la %ez, comentaban 'ue todos los&ermas de a'uella calle &ab9an sido profanados, y en otras calles también.

    En cada calle &ab9a &ermas rotos. Algunas gentes dec9an 'ue deb9a de &abersecontratado a un e$ército para a'uella obra pero otros afirmaban 'ue se trataba de una

    banda de borrac&os, al regresar tumultuosamente a sus casas, después de una fiesta. %ol%imos a o9r el nombre de Alcib9ades.

    =rente a la escuela, un grupo de muc&ac&os contemplaba al &erma. ?ab9a sido unomuy bueno, regalado por Pericles. Algunos de los niños m#s pe'ueños re9an y c&illaban,señal#ndolo entonces uno de los mayores fue &asta ellos, mand#ndoles 'ue se portarandebidamente. Al reconocer a un amigo m9o, "enofonte, &i$o de *rillos, le llamé. !e acerc,con aspecto gra%e. Era un muc&ac&o apuesto, muy crecido para su edad, de oscuro cabelloro$izo y o$os grises. !u tutor no se separaba de él, pues llamaba ya la atencin.

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    pasados, 'ue odiaban la intrusin de los comunes en los negocios p+blicos, 'uer9an la paz yuna alianza con los espartanos. Esto suced9a no slo en Atenas, sino en toda la ?élade.

    Los espartanos no &ab9an cambiado sus leyes durante tres siglos, y sus ilotasconser%aban la situacin 'ue los dioses &ab9an dispuesto para ellos. Pero no era posibleenfadarse con "enofonte. Era un muc&ac&o de buen corazn, dispuesto siempre a compartir lo 'ue tu%iera.

    uestro preparador &ab9a mandado una

    compañ9a en @elio, pero a'uel d9a casi no pod9a &acerse o9r, y la flauta para los e$ercicios'uedaba a&ogada. Por tanto, eligi algunos de los me$ores luc&adores, para entrenarlos, ynos puso a los dem#s a &acer pr#cticas. >uestros tutores c&arlaban animadamente, al %er 'ue nosotros escucbamos a los &oñibres del peristilo pero estos +ltimos &ablaban depolitica. !iempre lo sab9amos, sin acercamos a ellos cuando discut9an acerca de alguno delos muc&ac&os, lo &ac9an sin le%antar la %oz.

    odos parec9an saber a ciencia cierta 'uiénes eran los culpables, y no &ab9a dos entreellos 'ue coincidieran en sus apreciaciones.

    ;no di$o 'ue los corintios 'uer9an demorar la guerra.

    o &ay tal cosa

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    La Ciudad $am#s se cansaba de murmurar de Alcib9ades. !e recordaban &istorias de%einte años antes, acerca de su insolencia para con sus pretendientes cuando eramuc&ac&o.

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    El enemigo de !crates era un &ombre corpulento. Lisias era m#s alto, pero menosfornido. !in embargo, le &ab9a %isto en la luc&a. @obl el brazo del &ombre &acia atr#s, conaspecto gra%e y cuidadoso, como si estu%iera ofreciendo un sacrificio. El puño del &ombrese abri cuando &ubo perdido el e'uilibrio, Lisias le dio una r#pida sacudida, &aciéndolecaer limpiamente por las gradas &asta el pol%o de la palestra, 'ue le llen la boca, causandola risa de todos los muc&ac&os, 'ue son deliciosamente a mis o9dos. Lisias mir a !cratescomo pidiéndole perdn por su intrusin, y retrocedi entre los $%enes. >o &ab9a

    pronunciado palabra alguna. En %erdad, yo casi nunca &ab9a o9do su %oz, excepto en lacarrera de antorc&as, a caballo, cuando animaba a su e'uipo. Entonces se sobrepon9a a losgritos, al ruido de los caballos y a todo.

    ?ab9a una señal ro$a en la cara de !crates. Critn le instaba a 'ue presentara una'ue$a, ofreciéndole pagar el estipendio del escritor de discursos.

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    rdenes de tu padre.>o pude pensar en nada 'ue oponer a eso.

    o le &ab9a %isto desnudo durante todos a'uellos años pod9a &aber sido unamu$er. 5ncluso cuando fuera l9bre no ser9a sino un extran$ero, un inmigrante, $am#s unciudadano.

    En cierta ocasin, muc&o tiempo antes, yo &ab9a preguntado a mi padre por 'ué Deus&acia 'ue algunos &ombres fueran &elenos, y %i%ieran en ciudades con leyes otros,b#rbaros, ba$o tiranos, y otros, escla%os.

    inguna importancia ten9a a mis o$os 'ue slo fuera unos oc&o años mayor 'ue yo,pues mi padre la &ab9a desposado cuando ella no ten9a sino dieciséis. Creo 'ue, cuandolleg, pudo parecerles a otros 'ue se portaba conmigo como una &ermana mayor, a 'uiense le &ubieran dado las lla%es. )ecuerdo 'ue al principio, con cierta frecuencia, mepreguntaba las costumbres de la casa, pues no 'uer9a a%eriguarlo por los escla%os, para noperder autoridad sobre ellos.

    Como cuando yo &ab9a sido desgraciado soñaba con una madre buena, y ella lo eraconmigo, %e9a en ella el modelo de todas las madres. Muiz#s a esto se debi 'ue al ser iniciado en los (isterios, al mostr#rseme ciertas cosas de las 'ue est# pro&ibido &ablar, nome sent9 tan conmo%ido por ellas como los candidatos 'ue %i a mi alrededor. Mue las diosas

    me perdonen, si &e dic&o algo 'ue no deb9a.5ncluso por su aspecto pod9a &aber sido mi &ermana, pues mi padre, a 'uien, al

    parecer, le gustaban las mu$eres morenas, &ab9a elegido una segunda esposa no muy

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    distinta de la primera. !u padre &ab9a ca9do en Anfipolis, cubierto de gloria ella conser%abasu armadura, en un arca de madera de oli%o, pues él no &ab9a tenido &i$os. Creo 'ue por esta razn debi él de &ablarle con impropia libertad, pues cuando %ino a nuestra casa, amenudo le &ac9a preguntas a mi padre acerca de la guerra y de lo 'ue suced9a en la Asamblea. Algunas %eces él contestaba las primeras pero si ella demostraba insistenciaacerca de los negocios y la pol9tica, él, como bondadoso reproc&e, se acercaba al telar yalababa su traba$o. As9, cuando percib9 el aroma de la buena comida 'ue se cocinaba,

    sonre9 para m9 mismo, pensandoI SMuerida madre, no necesitas incitarme, pues por unaescudilla de sopa de guisantes te contaré cuanto se dice por la Ciudad:.

    @espués de la comida, fui a los aposentos de las mu$eres. ?acia alg+n tiempo 'ue ella&ab9a empezado a confeccionar una gran colgadura para el cen#culo, ro$a, con un barcoblanco en el centro de un mar azul, te$ida al estilo persa en los bordes. En a'uellosmomentos &ab9a acabado la parte central. En un telar m#s pe'ueño, una de las doncellas a'uienes ella enseñaba te$9a telas comunes. El ruido del telar grande cambiaba de ritmo,seg+n el dibu$o.

    Primero me pregunt cmo me &ab9a ido en la escuela. Para bromear, contestéI

    o muy bien. (icco me &a azotado, por &aber ol%idado la leccin.

    Pensé 'ue por lo menos me preguntar9a 'ué me &ab9a &ec&o ol%idarla, pero slo di$oI

    o te a%erguenzas

    !in embargo, al %er 'ue %ol%9a la cabeza para mirarme, re9, y ella ri también. Lainclinacin de su cabeza recordaba a un pa$arillo esbelto, de o$os brillantes. Al estar de pie asu lado, obser%é 'ue yo &ab9a %uelto a crecer, pues mientras los o$os de ambos estaban almismo ni%el antes, los m9os llegaban ya a la altura de sus ce$as.

    Le conté todos los rumores 'ue corr9an. Cuando pensaba, enarcaba las ce$as en losextremos interiores, formando en su frente muy blanca un &oyuelo.

    icias le consultara.

    @e$ de te$er y se %ol%i con la lanzadera en la mano.

    icias

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    unca &an de$ado 'ue perdiera una batalla en su %ida. >adie &a sido m#s atento con ellos'ue él. 5ncluso les &a construido altares y templos.

    (i madre le%ant la mirada.

    o es tiempode 'ue mi padre compre un caballo nue%o

    Gorax es demasiado %ie$o ya. KM-ié montaré, cuando esté preparado para la *uardia

    K+ o te 'uedes &asta muy tarde en casa de"enofonte. u padre 'uiere 'ue estés pronto a'u9, esta noc&e.

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    ada de lo 'ue oigas en el cen#culo debe salir de all9. K(e comprendes

     A'uello daba otro aspecto a lo 'ue de m9 se ped9a. =ui a prepa.

    rarme una guirnalda, y creo 'ue elegi $acintos.

     Acabaron sus discusiones de negocios pronto mientras estaban cenando a+n, mipadre me orden fuera en busca de mi lira y cantara. Canté la balada de ?armodio y Aristgiton.

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    de mi padre. ?ab9an estado compitiendo en %ersificacin, en lo 'ue Critias destacaba, peroal 'uedar solos, se miraron los unos a los otros, en silencio. Entonces er#menes di$oI

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    (i padre, 'ue claramente pens 'ue ser9a con%eniente 'ue mi presencia no fueraol%idada, me &izo ser%ir %ino, como recordatorio.

    Luego di$oI

    ada &a sido probado a+n. Al igual 'ue la ley, la razn exige un moti%o. >ada podr9aserle de mayor pro%ec&o 'ue la con'uista de !icilia. 5magino 'ue entonces la dificultad ser9ae%itar 'ue el pueblo le coronara rey. !i un ateniense &a sido 'uien &a destrozado los

    &ermas, bus'uemos a alguien 'ue piense en la tiran9a y tema a un ri%al.

    Critias enarc las ce$as.

    o imagino 'ue eso le%ante muc&o pol%o &oy. Kanto tiempo &ace 'ue se le ocurrila idea o &ablaba de la fiesta de este inyerno. Aun'ue temo 'ue él no lo tome como unac&i'uillada. Asaltaron la tienda para &acerse con los ob$etos rituales. !e precisar# un muybuen redactor de discursos para explicar eso. Lo &icieron todoI

    la plegaria, el la%atorio, la oferta. K>o lo sabias, (iron

    (i padre apart la copa de %ino.

    o Le encantan las impro%isaciones peligrosas. iene alma de acrbata.

    )ecordad su iniciacin p+blica, para contribuir al fondo de guerra.

    >adie conoce me$or 'ue él la importancia de una entrada. >o 'uiere de$ar en casa sucodorniz de pelea y eso, a pesar de la pro&ibicin. Escapa de deba$o de su t+nica la gentese siente excitada y todos corren por el teatro, intentando cogerla para de%ol%érsela.

    Prescindiendo de cuantos podr9an serle +tiles después, la recibe de manos de un

    cual'uiera, el piloto de una na%e de guerra %an a su casa $untos, y el &ombre est# a su ladotoda%9a &oy. En otra ocasin, sigue un curso de polémica. Va a !crates no es una eleccindiscreta, pero est# muy le$os de ser tonta, pues el &ombre, aun'ue loco, es un lgico

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    magn9fico yo &e apro%ec&ado de sus enseñanzas, y no me importa 'ue se sepa.>aturalmente, sus procesos conducen todos a un racionalismo 'ue él mismo se niega aaceptar. a conocéis a esos excéntricos. Pero Alcib9ades, 'ue &a probado ya todo lo&ermoso en la Ciudad, en los tres sexos, se siente captado por la extraordinaria fealdad del&ombre, y le tolera 'ue extienda la leccin en todas las direcciones. Antes de poco secontagia del capric&o de su amante por reformar a los dioses, y, por un simple silogismo,mflere 'ue los dioses no reformados son su natural ob$eti%o. A&9 origina la peligrosa

    mascarada de 'ue &as &ablado, (iron. En la actualidad &a abandonado la idea de me$orar alos ol9mpicos, aun'ue probablemente podr9a instruirlos en cuestiones amorosas. el peligro,al igual 'ue el %ino, debe ser fuerte a&ora para excitarle.

    o estaba en pie, $unto a la %asi$a donde se mezclaba el %ino, con c9$arro en la mano, n

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    cuantos 'uer9an escuc&arle 'ue eso era sobornar a la canalla, y 'ue Pericles se &abr9asentido profundamente disgustado por ello.

    Para e%adirnos de toda esa tenebrosidad en la Ciudad, "enofonte y yo pasamosnuestro tiempo libre en El Pireo, donde siempre &ab9a algo nue%oI un nco comerciante de=rigia o Egipto 'ue constru9a una casa al estilo de su ciudad natal, o 'ue le%antaba un ara auno de los dioses a 'uienes nosotros casi no conoc9amos con su atuendo extran$ero, inclusocon cabeza de perro o cola de pescado, o tal %ez en el Emporio se desembarcaba un nue%ocargamento de alfombras de Jabilonia, lapisl#zuli de Persia, tur'uesas de la Escitia, estañoy #mbar de las &iperbreas regiones 'ue slo los fenicios conocen.

    >uestras monedas de plata con la efigie de la lec&uza eran las +nicas 'ue tenian %alor en todo el mundo. En las amplias calles %e9anse nubios con pesados adornos de marfil, 'uetiraban de sus ore$as &asta alarg#rselas sobre los &ombros medas de larga cabellera,%estidos con pantalones y cubiertos con bonetes adornados con lente$uelas, y egipcios deo$os pintados, %estidos slo con faldas de lino crudo, y collares de piedras preciosas ycuentas. El aire estaba lleno del olor de cuerpos extran$eros, de especias y c#ñamo y breaextrañas lenguas sonaban como bestias &ablando a los p#$aros, y trataba de adi%inarse susignificado obser%ando las gesticulantes manos.

     Alcib9ades fue denunciado el d9a 'ue compareci ante la Asamblea, para comunicar 

    'ue la flota estaba dispuesta para zarpar.El acusador, a 'uien acompañaba un escla%o, pidi inmunidad, y 'ue todos los no

    iniciados se retiraran. @espués de concederse lo solicitado, el escla%o recit en %oz alta lasPalabras centrales, 'ue, seg+n di$o, Alcib9ades &ab9a profanado en su presencia.

     Al d9a siguiente no %i a !crates en la palestra.

    !u ausencia en si no me &ubiera llamado la atencin, pues !crates acostumbraba&ablar con gentes de todas clases en las calles de la Ciudad. >o me sent9 desazonado&asta 'ue fui a la pista de carreras, %iendo, entre los espectadores, a un grupo de amigossuyos, 'ue &ablaban como &ombres turbados. 5nmediatamente pensé 'ue alguien le &ab9adenunciado, por'ue &ab9a sido el maestro de Alcib9ades y se neg a ser iniciado. El fisicoErisimaco se &ab9a reunido con ellos. o no pod9a resistir ya mi ignorancia. (e apoyé en un

    pie al correr, deteméndome como si me doliera, y sal9 co$eando de la pista. El preparador estaba demasiado ocupado para a%eriguar lo 'ue me suced9a. (e senté cerca de a'uellos&ombres para escuc&ar su con%ersacin.

    Erisimaco deb9a de &aber preguntando si !crates estaba enfermo, pues Critn ledec9a 'ue nunca le dol9a nada.

    o, !crates est# en su casa, &aciendo sacrificios y orando por el e$ército de losatenienses !e miraron los unos a los otros. ambién yo guardé silencio, frot#ndome el pie con la

    mano y recordando el nido en el #rbol.(ientras estaba sentado, sumido en mis pensamientos, casi sin o9r los ruidos de lapista, obser%é 'ue la sombra de alguien ca9a sobre m9, y o9 una %oz. Al le%antar la cabeza, %ia Lisias, &i$o de @emcrates. Estaba con los amigos de !crates cuando me senté, perocasi inmediatamente se &ab9a ale$ado de ellos.

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    debilidad o temor de ser %encido, 'ue mi cara y mi cuerpo todo parec9an arder, mientras yopermanec9a sentado, incapaz de &ablar. Pensé 'ue él se sentir9a disgustado por mi&os'uedad, pero me ofreci la tela mo$ada, diciendo, con %oz sua%eI

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    Vol%imos a o9r ruido entre los muros.

    icias, gra%emente espléndido, adornada su blanca cabeza con una guirnalda, a cuyo ladocabalgaba su adi%ino, portando el tr9pode, los cuc&illos y la %asi$a sagrados. El color plomizode su piel parec9a prestarle m#s dignidad.

     A su paso, las gentes se recordaban el antiguo or#culo 'ue profetiz 'ue losatenienses ganar9an gloria imperecedera en !icilia.

    Entonces se produ$o una pausa in'uieta, como la calma antes de la tempestad. elmurmullo de millares de %oces 'ue se acercaba era como el sonido de la poderosa ola alcaer sobre una playa pedregosa, arrastrando los gui$arros al retroceder.

    -Alcib9adesQ o me interroguéis, no me &ir#is. o soy el deseo nacido de%uestro corazn, y si me &er9s %uestro corazn sangrar#. Vuestro amor me &a &ec&o. >o melo 'uitéis, pues sin amor soy como un templo ol%idado por su dios, en el 'ue penetrar# eloscuro Alastor. Vosotros, atenienses, me con$urasteis, con%irtiéndome en un ser cuyoalimento es el amor. Alimentadme, pues, y yo os cubriré de gloria y os mostraré a %osotrosnusmos en la imagen de %uestro deseo. Estoy &ambrientoI alimentadme. Es demasiado

    tarde para arrepentirse:.La muc&edumbre murmuraba y se balanceaba, como un ba$9o mo%iente arrastrado por la marea. Entonces, desde un portal, una &etaira le mand un beso. Alcib9ades la salud conla mano, anzm#ndose sus nublados o$os, como el mar en la prima%era. estallaron lasaclamaciones, rode#ndole con un rugido. !onri como un muc&ac&o coronado en susprimeros "uegos, $o%en y encantado, abrazando a todo el mundo, mientras las gentessegu9an aclam#ndole &asta perderle de %ista. Adonis &ab9a pasado por la calle antes 'ue élpisoteadas por los cascos de los caballos, las anémonas manc&aban el pol%o como sangre.

    Los generales embarcaron en sus na%es, el bullicio disminuy y luego termu

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    ;n informador $ur &aberle %isto, la noc&e en 'ue se destruyeron los &ermas,ayudando a reunir a la banda, dando instrucciones a sus componentes, en el prtico deleatro. Jrillaba la luna, &ab9a dic&o el &ombre, y asegurando 'ue podr9a nombrar a la mayor parte de los $efes.

     Al conocer esta noticia, no alcancé a imaginar por 'ué no supuse, desde el primer momento, 'ue &ab9a sido Critias, pues, siendo $o%en, imaginé 'ue él era la +nica persona desu clase en el mundo.

    Cuando pasé ante la c#rcel, obser%é un grupo de mu$eres frente a ella, algunas conniños, llorando y gimiendo. Pero yo no pod9a creer 'ue &ubiera alguien 'ue llorara por Critias.

    !in embargo, mi triunfo fue bre%e, pues su primo Andocides, 'ue era uno de losacusados, ofreci &acer confesin completa, a cambio de su inmunidad. La esencia de laconfesin fue 'ue él conoc9a la con$ura, pero tenia una coartada también Cridas erainocente. Luego dio los nombres de los culpables, incluyendo a algunos de sus parientes.Los delatados fueron condenados a muerte, al igual 'ue el primer informante, acusado éstede per$urio. Algunos dec9an 'ue Alcib9ades &ab9a in%entado sus manifestaciones paraobtener la imnunidad, antes 'ue ser $uzgado pero nadie &a sabido $am#s la %erdad.

    Los muertos estaban a+n calientes cuando se recibieron noticias de 'ue los tebanosestaban en la frontera, prepar#ndose para la in%asin.

     Acab#bamos de sentamos en la escuela cuando gritaron esta noticia en la calle,oyéndose, poco después, ruido de armaduras, mientras los ciudadanos se dirigian a loslugares de concentracin. >uestro preparador entr para decirle al maestro 'ue se iba.Luego la trompeta del &eraldo son en el templo de los *emelos, llamando a la caballer9a.Entonces (icco, sabiendo 'ue no podr9a dominar nuestra curiosidad, dio término a la clase,orden#ndonos nos dingiéramos a nuestras casas, donde nos necesitar9an.

    Encontré a mi padre %istiendo ya la armadura, ciñéndose la espada, mientras !ostiasle presentaba las lanzas, para 'ue eligiera.

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    caballo, y de relinc&os y ruido de cascos. En lo alto alcanzaba a %er a los *randes?ermanos *emelos, amigos de los $inetes, lle%ando sus caballos de guerra, de bronce, alata'ue contra las estrellas. Apague la antorc&a, pues las fogatas alumbraban lo suficientepara 'ue pudiera %er mi camino, y pregunté por mi padre por su nombre, y por el nombre desu padre y por el nombre de sus demos.

     Alguien di$o 'ue estaba montando guardia en la es'uina noreste del recinto. Aldirigirme &acia all9, le %i en la muralla, apoyado en su lanza. Las llamas de la fogata serefle$aban en su armadura, &aciéndole aparecer como un guerrero esmaltado en ro$o en un $arro negro.

    ales palabras me &ubieran parecido de desaliento en la mayor parte de los &ombres,pues estaba acostumbrado a o9r 'ue gue.

    rre#bamos por la grandeza de la Ciudad, para con%ertirla en gu9a de los &elenos. Pero

    al %erle montando guardia, %estido con su armadura, no supe 'ué pensar.

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    dricos, eligieron pagar tributo a su metrpoli, en lugar de pag#rnoslo a nosotros. + sabeslo 'ue &icunos.

    ?ice acopio de %alor para decirle 'ue él $am#s me lo &ab9a contado.

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    con el propio pericles, después de lo cual, tras &aber tomado de ellos lo 'ue pod9a ser%irle,se burl de sus palabras sensatas y %irtuosas y los abandon.

    o escuc&aba, profundamente disgustado, esperando o9r el nombre 'ue $am#s de$abade mencionarse. Las gentes aseguraban 'ue era de conocimiento general 'ue !crates se&ab9a enamorado del $o%en, 'ueriendo con%ertirle en un ser m#s grande 'ue Peric9es. Lesegu9a en sus orgias, le regañaba en presencia de sus amigos, y le arrastraba consigo,como si fuera un escla%o, por celos, pues no 'uer9a 'ue estu%iera ni si'uiera una &ora fuerade su %ista.

    o sent9 a'uella desgracia como si fuera m9a propia. Puesto 'ue no pod9a acallar a los&ombres, le &ablé a "enofonte. >os restreg#bamos la espalda el uno al otro, después de laluc&a. (ientras le frotaba con la estrigila, le di$e 'ue no cre9a 'ue fuera ning+n delito intentar %ol%er bueno a un &ombre malo. "enofonte ri.

    "enofonte obser% entonces 'ue yo &ab9a de$ado de restregarle la espalda, y se%ol%i.

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    afanosamente. SKPor 'ué &e corrido

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    e%ité gritar o pedirle 'ue de$ara de azotarme. Cuando &ubo acabado, permanec9 deespaldas a él, esperando 'ue continuara.

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    o &ab9a ya cumplido los dieciséis años, &abiendo terminado mis estudios con (icco. Algunos de mis amigos estudiaban ya con sofistas, pero tu%e buen cuidado de no &ablarlede ello a mi padre, pues, tras los recientes sucesos, sabia 'ue no me permitir9a estudiar con!crates, y tal %ez encargara a otro de mi preparacin. Pensaba tratar de ese asunto con él,m#s tarde, cuando el esc#ndalo se &ubiera borrado algo de su mente. Pasaba la mayor parte de mi tiempo libre en nuestra gran$a, cumpliendo sus rdenes y %igilando los traba$os,cuando él estaba ocupado y algunas %eces "enofonte y yo caz#bamos liebres $untos.

    Pose9a su propia tra9lla de lebreles, a los cuales &ab9a adiestrado para seguir el rastro, sinde$arse des%iar por los zorros y cual'uier otra clase de alimañas.

    Casi &ab9a ya ol%idado a la !alamznuz cuando la na%e regres.

    odo el mundo acudi a la ba&9a para %er el aspecto de Alcib9ades y comprobar simanifestaba temor. La ira de la mayor parte de la gente &ab9a pasado ya. En la Ciudad los&ombres se preguntaban cu#l ser9a la defensa, obser%ando 'ue, sin duda, ser9a algo me$or 'ue lo 'ue pudiera preparar un escritor de discursos.

    Los dos barcos se acercaban, pero no se %e9a a Alcib9ades. Luego desembarc eltrierarca de la !alaminia, con el aspecto del &ombre 'ue &a perdido una bolsa de oro yencontrado una cuerda. La noticia corri de boca en boca. Alcib9ades &ab9a consentido muycortésmente en %enir, y na%eg con ellos &asta &urii, en 5talia. (ientras estaban detenidos

    all9 para tomar agua, él y Antioco ba$aron a tierra para estirar las piernas, y cuando lleg elmomento de &acerse nue%amente a la mar, su barco zarp sin trierarca ni piloto. >adieculpaba demasiado al trierarca del !alaminia. Cuando el %ia$e empez, Alcib9ades contabacon tantos &ombres para defenderle como ten9a el trierarca para detenerle, lo cual, adem#s,ten9a instrucciones de no &acer.

     Alcib9ades fue $uzgado en rebeld9a, present#ndose la acusacin completa,conden#ndosele a muerte y a la confiscacin de todos sus bienes. !u casa fue arrasada, yel lugar, dado a los dioses. !u $o%en &i$o fue despo$ado completamente. La %enta de losbienes en p+blica subasta dur cuatro d9as. Casi todo el mundo en la Ciudad compr algo.5ncluso mi padre regres de la subasta con un manto con borde de oro el dobladillo estabadesgastado, debido a la costumbre de Alcib9ades de de$ar 'ue le arrastrara por detr#s.

    !upongo 'ue mi padre debi de creer 'ue &ab9a &ec&o un mal negocio, pues nunca lo lle%. Alg+n tiempo después lleg un barco de 5talia, con cartas de los colonos para susamigos. Alguien recibi una de un ateniense llamado uc9dides, antiguo general 'ue &ab9afracasado en el rescate de una ciudad y %i%9a en el exilio. Como no ten9a ocupacin alguna,%ia$aba de un lugar a otro y escrib9a muc&o para pasar el tiempo. Le contaba a su amigo 'uese encontraba presente cuando Alcib9ades recibi la noticia de su condena a muerte.Cuantos le rodeaban &abian esperado escuc&ar algunas elocuentes frases suyas, peroparece 'ue slo di$oI 8Les demostraré 'ue estoy %i%o:.

    Poco tiempo después se supo 'ue se &ab9a trasladado de 5talia a Argos, en una barcade pesca se supon9a 'ue se &ab9a establecido all9, pero algunos d9as después supimos la%erdad por un mercader cuya na%e ancl en El Pireo. Corr9 &asta la casa de "enofonte, paraser el primero en llegar all9 con la noticia, pues deseaba %er la expresin de su cara. Primerome mir fi$amente, y luego ec& la cabeza &acia atr#s y ri con grandes carca$adas.

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     Al parecer, nadie mencionaba las palabras 'ue &ab9a pronunciado cuando se enterde la sentencia.

    Los %ientos in%ernales &ab9an cesado, el mar era azul y las ga%iotas parec9an comocometas balance#ndose en el aire, con las alas extendidas. Era el me$or tiempo para lana%egacin a %ela. ;na mañana %i 'ue cargaban un gran trirreme en la ba&9a de (unicia, yme pregunté cu#l ser9a su destino. Cuando llegué a casa encontré la sala llena de e'uipa$ese impedimenta, y a mi padre en medio de todo ello. en9a la armadura ante s9, y aceitaba lascorreas.

    @eb9 'uedar mir#ndole como un tonto, pues me indic, en tono impaciente, 'ueentrara o saliera. (e acer'ué a él, pregunt#ndole si marc&aba a la guerra.

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    algunos de 'uienes no debe desconfiarse pero primero &ay 'ue merecerlos. En cuanto alos dem#s, a'uellos a 'uienes no importar9a 'ue fueras bobalicn, cobarde o mentiroso, tecreo capaz de reconocerlos por ti mismo pero encontrar#s otros 'ue, aun'ue fuerascual'uiera de esas tres cosas, de$ar9an 'ue pisotearas su orgullo y los arrastraras comoescla%os. @esprécialos, aun'ue sean m#s distinguidos en otros aspectos.

    Vender la amistad por regalos es algo 'ue no debe tratarse entre caballeros mas%enderla por &alagos, o ser debilitado por la simple oportunidad, como cuando se arro$a unbolo a un mendigo p9añidero, no es muc&o me$or, en mi opinin. !i alguna %ez tienesalguna duda, &ar#s bien en recordar a tu t9o Alexias. Considera si el &ombre &ar9a por ti lo'ue tu t9o &izo por =iln y, adem#s, no de$es de preguntarte a ti mismo si t+ lo &ar9as por él.o pasaba muc&o de los sesenta añosera muc&o m#s $o%en 'ue mi abuelo4 y se conser%aba muy fuerte a pesar de la edad. !uspuntos de %ista eran siempre los de la mayor9a de los &ombres respetables. Creo 'ue sialgunas %eces &ubiera podido burlarme de él, le &abr9a 'uerido m#s.

    (i madre me recibi sonriente, d#ndome un poco de pastel de sésamo. en9a elcabello &umedecido en las sienes, pues se &ab9a la%ado los o$os con agua fr9a. Empezaba anotarse su preñez, y su cara estaba p#lida y delgada. Le di$e 'ue no se apenara, 'ue laguerra terminar9a pronto al recibir el e$ército el refuerzo de la caballer9a, pero ella mene lacabeza.

    o eran estos +ltimos 'uienes me causaban trastornos, sino la interferencia de mi t9o

    Estrimn, el cual, &abiendo in%ertido todo su patrimonio en escla%os, 'ue al'uilaba a los

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    propietarios de las minas de plata, no tema otra preocupacin 'ue cobrar el al'uiler todoslos meses, a&orrando algo para futuras substituciones. Era un sabelotodo, lleno depreceptos de segunda mano, 'ue no pod9a adaptar a la tierra. !i yo &ac9a alguna ob$ecin,acostumbraba decirI

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    de su respeto por sus mayores. Como +ltimo recurso, yo &acia señas a !ostias para 'ue mesacara de all9. Critias nunca me segu9a con la mirada. Al ale$arme le o9a &acer alg+nadecuado silogismo.

     Al principio me preguntaba cmo pod9a !crates de$arse engañar, pero despuésa%erigué 'ue sab9a muc&o, aun'ue no lo mismo 'ue yo, de a'uel &ombre. !e obser%abaclaramente 'ue Critias sobresaldr9a en pol9tica, por lo 'ue enseñarle %irtud era un beneficiopara la Ciudad. Por lo dem#s, !crates era m#s sagaz 'ue la mayor parte de las gentes,pero pose9a un alma demasiado grande para caminar con la mirada ba$a, en busca deinmundicias. Por tanto, cuando %e9a a Critias $unto a él, me ale$aba. >o suced9a as9 muy amenudo, pues el &ombre ten9a muc&os negocios y frecuentaba otros sofistas 'ueenseñaban las artes pol9ticas.

    Poco después de mediado el %erano lleg el momento en 'ue mi madre deb9a dar aluz.

    @orm9a pesadamente, después de un d9a de traba$o en la gran$a, cuando Gidila entrcon una l#mpara, pidiéndome 'ue fuera en busca de la comadrona. !alté de la cama,ol%idando 'ue no deb9a descubrirme &asta 'ue la muc&ac&a &ubiera salido, y su cara medi$o claramente 'ue ya no era niño. Pero no ten9a tiempo para preocuparme por a'uellascosas. Pensé 'ue mi madre me mandaba a m9, en lugar de un escla%o, por'ue yo era m#s

    %eloz y ella sent9a ya los dolores del parto. =altaba muc&o a+n para 'ue amaneciera, y losdolores le duraron todo el d9a.

    Cuando amaneci, fui solo a la Ciudad, buscando la manera de pasar el tiempo.Primero me dirig9 a la palestra donde, enfrent#ndome con alguien muc&o m#s fuerte 'ue yo,luc&é &asta ser finalmente derribado. (ientras estaba restreg#ndome, y bañ#ndomedespués, se acercaron dos o tres persona 'ue, seg+n di$eron, &ab9an estado esperandodurante alg+n tiempo la oportunidad de conocerme. Casi no les &ice caso, y slo muc&odespués supe 'ue &ab9a sido tac&ado de fr9o y desdeñoso.

    )egresé a casa a primera &ora de la tarde, pero no &ab9a noticia alguna a+n, y lacomadrona, al encontrarme cerca de la puerta, me despidi secamente. Cog9 una torta dea%ena y un puñado de aceitunas luego fui a =alero y nadé &asta cansarme. Al morir la tarde

    fui a El Pireo, sintiéndome extranamente, rela$ados los ner%ios por el agua y por &aber expuesto, largamente, mi cuerpo desnudo al sol.

    En una calle cerca del muelle de (unicia %i una mu$er 'ue caminaba delante de m9. !u%estido de delgada tela ro$a era ceñido, para &acer resaltar sus formas, esbeltas yagradables. Cuando %ol%i la es'uina, %ilas &uellas de sus pies en el pol%o. ;nas letras fi$asa las suelas de sus zapatos escrib9an, a cada pasoI 8!9gueme:.

    ?ab9a supuesto ya 'ué clase de mu$er era, por no ir acompañada. !us &uellas mecondu$eron a una puerta, ante la 'ue 'uedé indeciso, %acilando en llamar, pues $am#s &ab9ayo estado con una mu$er. em9a encontrar un &ombre all9 ya, y 'ue ambos se burlaran de m9.Pero no percib9 ruido alguno y finalmente llamé. Abri la mu$er, con el %elo medio ca9do,mostrando sus o$os pintados como los de una egipcia. >o me gustaron y 'uise irme, pero

    ella me cogi, oblig#ndome a entrar, y sent9 %erguenza de ale$arme corriendo. Las paredesde la &abitacin estaban pintadas de azul la 'ue estaba frente a la cama ten9a una escenaprocaz, dibu$ada con tiza ro$a.

    Cuando estu%e dentro, la mu$er se 'uit no slo su %elo, sino también su %estido,'uedando desnuda ante m9. Era la primera %ez 'ue yo %e9a una mu$er de a'uella forma, y enla confusin de sentimientos, natural en un muc&ac&o de mi edad, no %i bien su cara. Perocuando se acerc para abrazarme, slo %i su rostro. Aun'ue &ab9an transcurrido diez años,y ella se &ab9a pintado los labios, los o$os y los senos, la reconoc9. Era la rodiota. )etroced9,como si al mo%er una piedra &ubiera de$ado al descubierto la boca del infierno.

    Creyéndome t9mido, alarg los brazos &acia m9, incit#ndome con las palabras 'ueusan las mu$eres de su clase. La aparté, lanzando un grito de &orror, al recordar su %oz. (iactitud la enfureci, y mientras yo iba &acia la puerta me arro$ una maldicin, y %ol%9 asentir sus manos golpeando mi came.

    =ui por la calle como si fuera una pista de carreras. Cuando %ol%9 a la plenitud de missentidos, un solo pensamiento atormentaba mi menteI cre9a 'ue, después de todo a'uello,

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    encontrar9a a mi madre muerta. Al regresar a casa supe 'ue &ab9a dado a luz una &oraantes.

    Era una niña.

    >o &ab9a mirado a lo alto de la puerta, tan seguro estaba de %er all9 la rama de oli%o.=ue como si un dios &ubiese ba$ado en una nube, para cambiar mi destino. Muedé alelado,gozando mi felicidad, &asta 'ue mi t9o Estrimn se puso en pie para decirme 'ue no le &ab9a

    saludado. Afirm 'ue todos deb9amos alegramos por el buen parto, y 'ue, aun'ue mi padreestar9a, sin duda, desilusionado, ambos eran $%enes y pod9an seguir confiando en losdioses.

    Cuando entré en su &abitacin, las mu$eres 'ue la cuidaban me di$eron 'ue no &ab9asido purificada a+n y 'ue yo me contagiar9a de la impureza.

    o tard en sonreirme, y mecogi la mano, diciéndome 'ue estaba muc&o me$or. !ent9 'ue deb9a besarla, pero la&abitacin ol9a a mu$eres y a sangre, su carne me pareci la de un ser extraño, y la m9a seencogi y se apart de ella.

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    bien y no se enfriara. Luego añad9aI S)especto al 'ue &a de nacer, cr9alo si es niño si esniña, abandnala:.

    Permanec9 inm%il, con el papel en la mano. La niña no ten9a un d9a a+n y yo deb9alle%ar a casa la orden de mi padre, 'ue &ab9a obrado prudentemente y con la consideracin'ue me era debida.

    @esde su marc&a, yo sab9a algo de nuestros asuntos no pod9amos permitirnos una

    dote, y si pagaba, tendr9a 'ue salir de mi &erencia.>o me &ab9a gustado %er cmo mi madre daba el pec&o a la niña, y muy poco me&ubiese apenado su muerte, pero &ab9a obser%ado 'ue estaba ya encariñada con ella, y eraun consuelo en su derrota.

    Era yo 'uien deb9a 'uit#rsela pensé en su dolor y lo sent9 atormentarme. )ecordé 'uecuando mi perra pari, "enofonte di$o 'ue no %al9a la pena conser%ar ninguno de loscac&orros, yo mismo los a&ogué a todos, y el animal se me acerc, gimiendo y apoyando laspatas en mis rodillas, creyendo 'ue yo pod9a de%ol%érselos. Creo 'ue fue ese recuerdo lo'ue me impeli a cometer el pecado cuya culpa me atorment durante muc&o tiempo. Comosi desde el principio &ubiera planeado lo 'ue iba a &acer, fui al patio detr#s de la taberna yrasgué la carta de mi padre, arro$ando los pedazos al com+n.

    Luego me reun9 con !ostias y regresamos a casa. Cuando m#s tarde mi madre memand llamar para 'ue escribiera a mi padre por ella, escrib9I SEsperamos 'ue los diosesnos permitan recibir noticias tuyas, pues nada &emos sabido de ti desde 'ue marc&aste:.

    KMué &ombre de sentido com+n puede soportar la pol9tica o la guerra, si no cuentacon la ayuda de la risa >osotros imagin#bamos a Alcib9ades entre los espartanos, llorandopor su perfumista y su cocinero, mientras él, en las m#rgenes del r9o Eurotas, sal9a sinconsiderar el tiempo, com9a sencillamente, dorm9a poco y &ablaba muc&o. !e dice 'ue,después de un mes, 'uienes le %e9an no pod9an creer 'ue no era espartano de nacimiento.Creo 'ue "enofonte ten9a razn al decir 'ue en cierta ocasin emple los dientes en lapalestra, pero eso fue antes de 'ue nosotros naciéramos, por lo 'ue no obser%amos loimportante de esa &istoriaI no se trataba de 'ue fuera débil o cobarde, sino de 'ue recurrir9aa todo para %encer.

    =ue él 'uien ad%irti a los espartanos 'ue nuestro préstamo de barcos a los argi%osconstitu9a una %iolacin de la tregua. Por ello, los espartanos &icieron un préstamo, a su %ezprestaron un general a los siracusanos. Vino sin tropas, en una barca de pesca, ser%ido tanslo por los ilotas 'ue lle%aban su e'uipa$e y su escudo por ello >icias le despreci y lepermiti pasar.

    @espués de esto no tu%imos noticias durante alg+n tiempo. !i alguien le preguntabapor su padre, "enofonte contestaba 'ue estaba bien &ab9a sido educado al modo de losespartanosI no &ablar de a'uello 'ue muc&o importa. Pero era m#s alegre 'ue losespartanos, y segu9amos siendo buenos amigos. Era entonces pupilo de *orgias, y se lepod9a %er entre los $%enes bien educados 'ue escuc&aban gra%emente y &ablaban cuandoles correspond9a. Estoy seguro de 'ue no &ablaba de mis estudios, por'ue sabia 'ue no me

    era dable pagar los &onorarios 'ue reclamaba *orgias. ?ab9a de$ado de burlarse de!crates, pero se sent9a apesadumbrado por la mayor parte de sus an

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    adie pod9a &alagamos con extra%agantes cumplidos en su presencia.Cuando tal cosa suced9a, lle%aba a la persona aparte y le dec9aI

    o comprendes 'ue est#s cantando tu propio canto triunfal antes de la %ictoria Adem#s, asustas a la caza y la &aces m#s dificil de cobrar.

    Pero esto no era lo +nico 'ue me imped9a ser orgulloso.

    Cierto d9a llegué algo tarde, y encontré a !crates 'ue estaba ya &ablando en lacolumnata, cuando el $o%en eages obser%I

    o creo, !crates, 'ue &ayamos refutado lo 'ue Lisias acaba de decir. + ob$etaste,

    Lisias, 'ue... Pero, Kdnde est# !e encontraba a'u9 &ace un momento.@urante alg+n tiempo me asombr no %er nunca a Lisias en compañ9a de !crates.(e parec9a 'ue puesto 'ue no era él persona 'ue se &iciera indeseable, deb9a de tener alguna razn para permanecer ale$ado. A'uellas palabras de eages se grabaron en mimente, y después le pregunté si Lisias iba a menudo all9.

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    Por lo menos sab9a lo bastante, me di$e a m9 mismo, para e%itar 'ue mis mayores meabrieran paso.

    ;nos pocos d9as después lleg la fiesta de Deus 6l9mpico, ocasin en 'ue secelebraba la carrera de antorc&as a caballo. =ui con "enofonte, a 'uien no me costpersuadir 'ue saliera pronto del concurso de m+sica por tanto, encontramos un buen lugar,llegando all9 incluso antes 'ue los %endedores de &igos y los $uglares.

    El ?ipdromo &ab9a sido engalanado con guimaldas de &o$as de roble y flores. ?ab9ados grandes antorc&as encendidas en la l9nea de partida, y una en la %uelta. Era una noc&eclara, con brisa suficiente para agitar la llama de las antorc&as, pero no para apagarlas laluna sali grande y fr9a, como un escudo dorado. Los e'uipos se reun9an entonces y al %er alos &ombres desnudos montados en los grandes caballos, se pensaba en una reunin decentauros, a la luz de la luna, dispuestos para la caza. Los conductores de los e'uiposestaban preparados o9 una %oz 'ue ordenaba a un caballo permaneciera 'uieto, y %i aLisias en la l9nea de partida, cogiendo la brida con la mano iz'uierda, mientras con laderec&a sosten9a en alto la antorc&a. La trompeta son los cascos de los caballosgolpeaban r9tmicamente la tierra la llama de la antorc&a se inclinaba &acia atr#s en el aire, ylos gritos de la muc&edumbre la segu9an como si frieran su &umo.

    Cuando tomaron la cur%a, Lisias estaba en cabeza cuando acab su %uelta,

    inclin#ndose &acia adelante para entregar la antorc&a, le %i claramente, sonriendo a sucompañero de e'uipo y anim#ndole a gritos. "enofonte di$o después 'ue su e'uipo &ab9a%encido por'ue &ab9an entrenado me$or a sus caballos para tomar la salida. Contestéobser%ando 'ue, sin duda, ésa era %erdaderamente la causa.

    ;n barcoi yo estaba entre la multitud, pues &ab9a ganado la carrera para muc&ac&os yme encontraba entre los %encedores.

    (#s claramente 'ue la carrera en si, recuerdo cuando estaba sobre la piedra desalida, tocando la l9nea con los dedos de los pies, temeroso de salir demasiado pronto y deser azotado por los #rbitros, o &acerlo demasiado tarde y perder. ?ac9a muc&o calordurante muc&os d9as ?elios &ab9a de$ado caer implacablemente sus rayos en los campos

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    sin llu%ia. El pol%o de la pista 'uemaba los pies, me llenaba la garganta y la nariz, me cubr9ala lengua y ard9a en mis pulmones en la +ltima %uelta me parec9a estar respirando cuc&illos,y a&ogarme, y estar &ec&o de plomo, sin casi mo%erme. (e zumbaban los o9dos, con losgritos y la sangre o9a el sonido de mi propia respiracin, pero cuanto m#s me esforzabamenor era el ruido. El corredor 'ue me segu9a 'uedaba atr#s. crucé la meta sin darmecuenta de ello. @e pronto la gente me cogi en brazos y re9a, mientras alguien me 'uitaba elpaño para el sudor su$eto a la cabeza, amarr#ndome al brazo y el muslo las cintas del

    %encedor.!ent9 'ue pasaba de uno a otro ten9a la mirada turbia, y el cuerpo, cubierto de pol%o,

    parec9a &er%ir de calor. (e asfixiaba con la presin de tantas personas mi corazn se&inc& y lat9a como un tambor. Alargué los brazos &acia el frente, sintiendo 'ue deb9arespirar para no monr.

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     Al llegar a ellos, grité al &ombre 'ue le soltara. =énix se encabrit al oir mi grito y golpe conlos cascos la cabeza de a'uel indi%iduo, como mi padre le &ab9a enseñado a &acer en elcampo de batalla. (e sorprend9 muc&o, pero logré permanecer montado, y apartar el caballode !crates. El &ombre, en 'uien no ten9a tiempo de pensar, se ale$ %elozmente.

     Apenas calmé a =énix, salté al suelo. !crates se retir algo, y me pareci %erletambalearse. Entonces le rodeé r#pidamente con los brazos, y le pregunté si estaba &erido.!u cuerpo era tan firme como una roca, y me sent9 aturdido.

    aturalmente, en un caso as9 un no%ato como yo 'uiz# no puedaserte de ayuda.

    ?ab9a o9do a Calicles &ablarle de esa forma, y pareci gustarle.

    o supondr#s, !crates...

    aturalmente, en un caso as9 encontrar#s gentes est+pidas 'ue dir#n 'ue elcorte$ador $am#s &abr9a llegado tan le$os de no &aber sido incitado, o tal %ez sinrecompensa. Pero %eo 'ue &an sido in$ustas contigo.

    (e sent9 tan &erido por eso, 'ue, perdiendo la cabeza, di$e 'ue estaba ya &arto detodo ello, y 'ue procurar9a salir de la Ciudad para enrolarme en el e$ército 'ue combat9a en!icilia.

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    os des%iamos, para poder o9mos sin &ablar a gritos.

    Conoc9a su modestia, pero como &ab9a resuelto enfrentarme con Polimedesinmediatamente, no me sent9a muy dispuesto a pasar el resto de la mañana escuc&ando aProt#goras u otro %enerable sofista. Por tanto, aseguré a !crates 'ue su ayuda &ab9a sidotan buena como la me$or, excepto la de un dios.

    armero.

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    Cuando me in%it a 'ue también lo &iciera, bus'ué a !crates con la mirada,esperando 'ue tomara parte en nuestra con%ersacin, pero no le %i. Entonces me senté enla &ierba.

    !e lo di$e.

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    beber. Cuando me la ofreci para 'ue bebiera yo de ella, &ice lo mismo, no deseando omitir nada 'ue fuera apropiado. Lisias empez a &ablar, pero &izo otra pausa.

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    &ombre 'ue presta un pe'ueño ser%icio e inmediatamente pide el pago. Por tanto, él y yopasamos la mitad de la mañana recorriendo di%ersos lugares y nadie sab9a lo bastante a+npara decirI 8Lisias estu%o a'u9 &ace un momento, busc#ndote, y tom por all9:. Perofinalmente, cuando desesperaba de %erle y fui a los e$ercicios. al doblar el poste de la pistale %i mirando al otro extremo. =ue como si un gran %iento me empu$ara por la espalda y mecrecieran alas en los talones. Casi no me daba cuenta de 'ue tocaba el suelo, y acabé contanta %enta$a sobre los dem#s, 'ue todo el mundo me %itoreaba. 69 la %oz de Lisias. Estaba

    falto de aliento por &aber corrido y por %erle s+bitamente sent9 como si el corazn 'uisieraestallarme en el pec&o y %i negro el cielo. Pero pas y pude &ablar cuando me salud.

    Cuando estu%e %estido salimos $untos a la calle. (e pregunt si era cierto 'ue miabuelo &ab9a sido corredor, y &ablamos de eso y de nuestros padres y de cosas parecidas.Luego %i al otro lado de la calle a su cuñado (enexinos, el cual, al %emos, enarc las ce$as,sonri ampliamente y se dispuso a %enir &acia nosotros, pero entonces Lisias le &izo ungesto negati%o con la cabeza, y el otro le%ant la mano para saludamos y sigui su camino. Aun'ue Lisias reanud r#pidamente la con%ersacin, %i 'ue &ab9a enro$ecido algo. ?astaentonces no se me &ab9a ocurrido 'ue también él pod9a sentir timidez. Ubamos de una callea otra, deteniéndonos algunas %eces para contemplar, o &acer 'ue contempl#bamos, eltraba$o de un alfarero o de un orfebre. =inalmente se detu%o.

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    o ir#n le$os

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    me sent9 igual 'ue después de una dificil danza de la espada, cuando se est# fuera de la%ista del $uez. Lisias estir los brazos como el &ombre 'ue acaba de 'uitarse la armadura.

    Escuc&é respetuosamente las palabras de Lisias, y después asent9 con aspectosolemne, como el &ombre 'ue entiende de esas cosas. Lisias sonri, me cogi del brazo y

    me lle% a %er los caballos.o sab9a 'ué estaba esperando yo

    o, Lisias no &ab9a cumplido a+n los dieciséis años.

    (e escuc& sonriendo y frunciendo el ceño.

    aturalmente, no puedo imaginartefaltando a la cortes9a debida a la esposa de tu padre pero incluso al &ablarme de ella a m9,la llamas madre, como si realmente lo fuera. a&ora me dices 'ue tiene la misma edad 'ueyoQ (e &aces sentir como si tu%iera cien años.

    ?ablaba en tono ligero sin embargo, sin saber por 'ué, sus palabras me turbaron.

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    Entonces brindamos a la Juena @iosa con agua clara y él pidi una antorc&a y melle% a casa.

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    primeras luces de la aurora alumbraban los barcos o en las montañas, algunas %eces,cuando "enofonte se iba con los perros y me de$aba %igilando las redes, solo o con Lisias,en las m#rgenes del Cefiso. !crates no se 'ued, como de costumbre, para in%itar 'ue seopusieran ob$eciones a su argumento sino 'ue se puso en pie seguidamente y nos dese unbuen dia.

    Los otros se sentaron a &ablar en la &ierba, y nosotros nos sentamos también. >adienos dirigi la palabra. (uc&o después Agatn me di$o 'ue antes le &ubiera &ablado a Pitiasmientras estaba en trance con el dios. Pero no creo 'ue constituyéramos una molestia paraellos. Est#bamos tan sumidos en nuestros pensamientos, sin ni si'uiera miramos el uno alotro, 'ue ellos podian con%ersar como si fuéramos estatuas o #rboles. @espués de untiempo, 'ue supongo no fue muy largo, empecé a o9r lo 'ue dec9an.

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    (i tutor y (enexinos &ab9an salido a beber $untos, y nosotros escuc&amos. >os %io en esaactitud detr#s de los &ombres, y entonces nos llam para &ablar con él, pregunt#ndonos 'uéera la amistad. >o pudimos acertar con la definicin. (enexinos y yo nos esforzamos en elloel resto del dia.

    @espués de eso, mi pobre padre no conoci la paz &asta 'ue me permiti ir a él.

     Antes de ba$ar %ol%imos a detenernos para mirar a las montañas. El aire era tan claro,

    'ue &acia el norte alcanz#bamos a %er &asta @eHeleia, lugar al 'ue los espartanos sol9anllegar antes del armisticio. ;na pe'ueña columna de &umo se ele%aba all9, como si alg+ncentinela, o un pastor, encendiera el fuego del mediod9a.

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    Pasaron las semanas, trayendo el in%ierno a los campos y la prima%era a m9. As9 comocuando el gran ?elios brilla sobre un estan'ue rodeado de escarc&a los p#$aros empiezan aposarse en su borde y las bestias se acercan a él para beber, as9 yo, siendo feliz, en lugar de corte$adores empecé a tener amigos. Pero mi mente estaba demasiado llena con Lisiaspara 'ue obser%ara el cambio, y, cuando él estaba ocupado, casi no sab9a yo cmo pasaba

    mi tiempo.Cierto d9a lleg un despac&o de !icilia, 'ue fue le9do en la Asamblea. >osotros, los

    muc&ac&os 'ue no ten9amos edad suficiente, permanecimos al pie de la colina, esperandonoticias. Los &ombres ba$aron con caras alargadas y &ablando en %oz alta.

    >icias escrib9a 'ue *lipos, el general espartano, &ab9a reclutado un e$ército en la partem#s ale$ada de la isla, instruyéndolo y disciplin#ndolo, con el 'ue marc& en socorro de!iracusa. !e atrinc&er en terreno alto, acorralando a nuestro e$ército entre el suyo y laciudad. ?ab9a unido a !icilia contra nosotros, esper#ndose, asimismo, tropas de laconfederacin espartana. Como resultado de ello, >icias pedia un segundo e$ército noinferior al primero, y una segunda carga de tesoro para mantenerlo, as9 como un generalpara 'ue le rele%ara. @ec9a estar mal del %ientre, lo 'ue le imped9a traba$ar en la forma en

    'ue deseaba &acerlo. Podr9a sostener sus posiciones durante el in%ierno, pero los auxiliosno deb9an ser demorados m#s all# de la prima%era. as9 acababa su carta.

    Lisias me cont todo esto mientras la muc&edumbre pasaba por nuestro lado a+n. Lasgentes &ablaban con irritacin, pero no recuerdo ning+n presagio. Era como si &ubieranacudido a un festi%al, y se les di$era 'ue nada estar9a preparado antes de una semana, por lo 'ue deb9an regresar a sus casas.

    >o tardaron muc&o en &acerse p+blicas las listas de reclutamiento, poniendo fin aunos temores 'ue &ab9a conser%ado para m9 mismo. Lisias no iba muy poca era lacaballer9a 'ue 'uedaba para la defensa de la frontera. Cuando los caballeros embarcaron,fue retirado de su escuadrn tribal, nombr#ndosele filarca de la guardia, en sustitucin de unoficial 'ue marc& con el e$ército. Aun'ue era muy $o%en para a'uel cargo, todos se sent9ansatisfec&os de encontrar a alguien 'ue se &iciera respetar por los $%enes y mantenerlosdisciplinados. !u tarea le obligaba a permanecer muc&o tiempo ale$ado de m9. An&elaba 'uellegara el tiempo en 'ue fuera efebo, pues Lisias me &ab9a prometido pedir 'ue fuera puestoba$o su mando.

     Al %er mis deseos de prepararme, a menudo apro%ec&aba su tiempo libre para &acer pr#cticas conmigo en el campo, lo cual @emeas nunca &ab9a &ec&o.

    Cabalg#bamos con nuestras $abalinas, y él me enseñaba a afirmarme en mi monturapara lanzar el arma al galope o nos acerc#bamos el uno al otro, tratando de derribarnos.Pensé 'ue Lisias tem9a &erirme, pero a menudo era m#s se%ero 'ue @emeas. En unaocasin en 'ue me derrib del caballo en un lugar pedregoso, sufriendo yo %ariascontusiones, se sinti %erdaderamente apenado, pero di$o 'ue prefer9a &erirme él a 'uealguien me matara en el campo de batalla.

    (uy raramente podiamos entonces pasar algunas &oras con !crates, el cual $am#sdese apartar a los $%enes de un traba$o +til.

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    Pero como siempre ca9a alguien presa de su encanto, se %e9an a su alrededor nue%ascaras, llegadas durante nuestra ausencia. Algunos se iban, otros 'uedaban, pero ningunome sorprendi tanto como el 'ue %i cierta mañana en el taller de =ocas, el platero. @e unapared colgaba un espe$o de plata pulida. Al acercarme a él, %i primero el refle$o del rostro de!crates, y luego uno a su lado. Al principio no cre9a lo 'ue estaba %iendo. La otra cara erala de "enofonte.

    @espués, cuando estu%e a solas con él, se ri de mi sorpresa, y me di$o 'uefrecuentaba la compaA9a de !crates desde &acia ya algunas semanas, extrañ#ndole 'ueno nos &ubiéramos encontrado antes.

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    en la expresin de su rostro. !us negros o$os parecieron irritarse &acia pensar en un animalmedio domesticado, 'ue se dispon9a a morder. Al sentir el mo%imiento, !crates ba$ lamirada &acia él por un momento sus o$os se encontraron. @e pronto, el muc&ac&o %ol%i aparecer reposado su cara recobr su anterior falta de expresin, y 'ued rode#ndose lasrodillas con las manos, mientras !crates le acariciaba el cabello.

     A'uello aument mi curiosidad, 'ue 'uise satisfacer entonces.

    Cuando !crates marc&, empecé a acercarme, pero, cosa nada sorprendente,alguien 'ue estaba esperando una oportunidad, lleg a su lado antes 'ue yo pudiera&acerlo. =#cilmente se obser%aba 'ue era extran$ero, present#ndose en la acostumbradaforma cortés. El $o%en le sonri friamente, y le contest algo. >o o9 sus palabras pero el&ombre pareci desconcertado, y se retir como si le &ubieran golpeado.

    al %ez os sorprend#is 'ue después de esto no decidiera yo en forma distinta, peroa'uéllos eran tiempos en 'ue pensaba bien de la &umanidad, y ten9a redoblada confianza.(e acer'ué a =edn, le saludé y di$e algo acerca de la polémica. Al principio escasamentecontest, cerr su &ermosa boca y de$ 'ue yo &ablara. !in embargo, yo ten9a la impresinde 'ue estaba m#s confuso 'ue initado por tanto, msist9 y finalmente =edn empez a&ablar. 5nmediatamente obser%é 'ue, comparando nuestras mentes, yo era un niño a sulado. (e pregunt acerca de una polémica de 'ue &ab9a o9do &ablar. !e la conté lo me$or 

    'ue pude. (e interrumpi una %ez, para refutar algo 'ue ni Critias &ab9a obser%ado.Le di$e 'ue era demasiado modesto, y 'ue deb9a de$ar o9r su %oz con mayor 

    frecuencia. ?ab9amos estado &ablando libremente, pero entonces mene la cabeza y %ol%ia 'uedar silencioso. Al llegar a la prxima es'uina, abri la boca.

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    seme$antes cosas pudieran ocurrir en el mundo. >o ten9a tiempo para seguir pensando,pues %i sufrimiento en su cara.

    (e sonri. La belleza del alma destaca en la amargura, como la yeta de m#rmol en latierra.

    os %eremos mañana, o tal %ez muy pronto

    i si'uiera el propio Alcib9ades obraba en forma tan des%ergonzada. e aseguro'ue a tu edad casi ignoraba la existencia de seme$antes personas.

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    !upongo 'ue en la calle pero me caus bien %er la expresin 'ue se refle$aba en surostro. Por lo menos pude comprender 'ue mi maestro me &ab9a agudizado el ingenio. !inembargo, Lisias se torn serio cuando se lo conté, y di$o 'ue si mi t9o pensaba mal de!crates, una contestacin insolente no le &ar9a cambiar de opinin. Era la primera %ez 'ueme censuraba. Cuando %io la forma en 'ue lo tomaba, fue m#s sua%e en sus palabras.

    @espués se esforz en saludar amablemente a =edn, pero el muc&ac&o se tornabasilencioso cuando estaba rodeado de %arias personas, como !crates &ab9a a%eriguado.?ablaba cuando est#bamos solos, pero siempre como a tra%és de un in%isible escudo.6bser%é 'ue esperaba 'ue yo a%eriguara lo 'ue era, y le %ol%iera la espalda. al %ez ospreguntéis por 'ué no sent9a disgusto a pesar de m9 mismo. Pero al igual 'ue la luz de laaurora, el primer amor derrama belleza por do'uier se posan los o$os del enamorado. Adem#s, aun'ue yo sabia cmo era su %ida, la conoc9a sin comprender, como se conoce unpa9s en el 'ue no se &a estado. !lo le daba una calidad de extrañeza para mi.

    Cierto d9a le encontré, saliendo de la Academia. (ientras and#bamos por la calle delas umbas, empezamos a &ablar de la muerte. =edn di$o 'ue no cre9a 'ue el almasobre%i%iera al cuerpo, ya en el infierno o en otro ser o en el aire. )epli'ué 'ue desde 'ueamaba a Lisias me parec9a imposible 'ue el alma se extinguiera.

    alma.=edn guard silencio durante alg+n tiempo, caminando tan deprisa 'ue reapareci en

    él la co$era producida por su &erida.

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    &asta all9 con las manos atadas. Cuando lleg el momento de conducir a las mu$eres a losbarcos, =ilcrates ba$ de la tribuna para elegir dos para él. Las dem#s estaban destinadasa ser %endidas. As9 %io =edn por +ltima %ez a su madre, mu$er de unos treinta años,&ermosa a+n.

    =ue conducido al mercado de escla%os de El Pireo, estando bastante enfermo aun acausa de su &erida, pero *urgos decidi correr el riesgo de comprarlo, a causa de subelleza, y le cuid debidamente. Al principio, el $o%en no comprendi 'ué era a'uel lugar, ycrey 'ue deber9a traba$ar como bañero. Cuando supo a 'ué se le destinaba, rec&az lacomida y la bebida, pensando en morir as9.

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    ocupar su lugar entre los filsofos. Critn era rico, y ofreci inmediatamente comprar lalibertad de =edn.

    El regateo lle% alg+n tiempo. La fama de =edn se &ab9a propalado, y su precio eramuy alto. Al principio *urgos trat a Critn como si éste &ubiese perdido la cabeza por elmuc&ac&o y estu%iera dispuesto a pagar cual'uier precio, pero pronto a%erigu 'ue tratabacon un negociante. Critn le pregunt si sus muc&ac&os &ab9an bebido en la fuente de la $u%entud, y ofreci %ol%er un par de años m#s tarde, y preguntarle el precio entonces.*urgos se asust y cerr el trato.

    an satisfec&o estaba =edn por el cambio de amo, 'ue al principio cost &acerlecomprender 'ue era libre. Al a%eriguar 'ue sab9a escribir bien, Critn le emple en subiblioteca, y le recomend a otros &ombres de letras, para 'ue pudiera estudiar al mismotiempo 'ue traba$aba. Pronto ninguno de nosotros podia recordar cmo &ab9a sido nuestroc9rculo sin él. ?ab9a algo en su porte 'ue incluso los m#s atre%idos ten9an 'ue respetar susantiguos clientes no se mostraban condescendientes con él en la calle. Por su parte, =ednno descubr9a su identidad, diciendo 'ue toda profesin tiene su é+ca.

    Pero algunas %eces, cuando alg+n ciudadano 'ue se cre9a importante &ablaba en el Bgora, condenando el lu$o extran$ero o pregunt#ndose a dnde iba la $u%entud, %i a =ednmirarle irnicamente con sus o$os negros.

    La prima%era dio %ida a la tierra el e$ército se entrenaba todos los d9as en la granexplanada de la Academia, ba$o la %igilancia de @emstenes, &ombre slido como la roca,pero no tan fr9o como ellaI

    ro$o el rostro, pero m#s por el tiempo 'ue por el %ino, a pesar de las bromas de 'ue le&ac9an ob$eto en el teatro estentreo y cordial, pero confiado y tran'uilo, y no bullicioso yle%antisco. (e di$e 'ue a mi padre le complacer9a su llegada.

    (ientras tanto, la niña en casa crec9a. (i madre le impuso el nombre de Caris, por lamadre de ma padre, puesto 'ue él nada &ab9a decidido a este respecto. Andaba a gatas, y,cogiéndose de mis dedos, intentaba sostenerse sobre sus piececillos. ;n d9a penséI S!i'uien da la %ida es el padre, entonces el padre soy yoR, encontrando cierta dulzura en estepensamiento, pero lo ale$é de mi mente por parecerme imp9o. @espués me di$eI SElla nunca

    lo sabr#. >adie sufrir# por mi culpa lo 'ue yo recuerdo:, y fui al altar de nuestra casa, donde'uemé azafr#n, como ofrenda a Deus el misericordioso. El remordimiento por ma impiedadme imped9a a %eces dormir sin embargo, no falté a mi $uramento ni si'uiera con Lisias. al%ez pudiera &aberlo &ec&o alguna noc&e oscura, pero entonces ambos nos port#bamos, eluno ante el otro, como el actor elegido para lle%ar la m#scara del dios.

    ;na mañana, cuando incluso en la Ciudad se percib9a el perfume de la prima%era, medesperté feliz ten9a 'ue ir a caballo a la gran$a y Lisias &ab9a pro


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