Date post: | 09-Mar-2016 |
Category: |
Documents |
Upload: | cipriano-lopez-lorenzo |
View: | 234 times |
Download: | 8 times |
3
4
En 1621 se publica la Argenis de John Barclay, obra narrativa latina tardía que gozó de un éxito
extraordinario en su época. Calderón decide adaptar tan celebrada historia y llevarla a las tablas
en su comedia Argenis y Poliarco (circa 1627). Una de las mayores aportaciones del
dramaturgo es la transformación del criado de Poliarco, Gelanor, en un gracioso propio de la
comedia de su tiempo que se ajusta al marco teatral en el que aparece. En el presente trabajo se
analizarán todos los cambios que experimenta Gelanor en su paso desde el molde narrativo al
teatral, para convertirse en un prototípico gracioso de la comedia nueva. El examen de toda esta
metamorfosis proporcionará claves acerca de la función del personaje en la comedia, pero
también servirá para reflexionar acerca del modus scribendi calderoniano.
Palabras clave: John Barclay; Argenis, Calderón de la Barca, Argenis y Poliarco, gracioso.
In 1621 the Argenis of John Barclay is published. A late Latin narrative that achieved a great
success. Calderón decided to adapt this renowned story into his comedy Argenis y Poliarco
(circa 1627). One of the biggest innovations of the author was the transformation of Poliarco’s
servant, Gelanor, into a gracioso, more suited to the theatrical ways of his time. In this paper we
will analyze all the changes that Gelanor experimented from the narrative to the drama in order
to become a proper gracioso for the Comedia Nueva. The analysis of all these metamorphoses
will provide essential data about the role of this character in the comedy, but also will serve to
study the modus scribendi of Calderón.
Keywords: John Barclay, Calderón de la Barca, Argenis y Poliarco, gracioso.
6
7
o es baladí subrayar que los personajes de Argenis y Poliarco (circa
1627) se sitúan dentro de la órbita del teatro calderoniano, lo que
implica que algunos de ellos han tenido que ser claramente modificados
y adaptados desde la Argenis de Barclay (1621) —pasando por la
traducción de José Pellicer1— al nuevo contexto literario y espectacular para el que se
reelaboraron, de manera que llegaron a integrarse en los grupos convencionales de la
comedia áurea y experimentaron significativos cambios2.
Una de las mayores aportaciones calderonianas en la composición de Argenis y
Poliarco a partir de los materiales de la fuente es la transformación del liberto de
Poliarco, Gelanor, en un gracioso propio de la comedia de su tiempo3. En efecto, Rallo
Grus, a propósito de Los hijos de la fortuna Teágenes y Cariclea, señala la creación del
gracioso como «la mayor distorsión que deriva del principio fundamental de la
comicidad. No ya solo como contrapunto de la acción de los héroes, sino como
distensión y entretenimiento»4. El principal objetivo del presente trabajo es trazar la
trayectoria de este personaje desde la Argenis de Barclay hasta su conversión en un
personaje teatral calderoniano, cuyo cometido en las tablas trataremos de dilucidar.
Es crucial tener en cuenta para empezar que, en el profundo proceso de
conversión de los materiales previos, el dramaturgo no solo modifica a Gelanor
concentrando en él el peso de la comicidad, sino que libera visiblemente a los demás
personajes de una dimensión cómica que mostraban en la fuente. Calderón no habría 1 La traducción de la Argenis realizada por José Pellicer fue tomada por Calderón como texto base para su
reescritura, tal como se demuestra en el trabajo de Alicia , «De Barclay a Calderón: algunas
claves para la determinación de la fuente inmediata de Argenis y Poliarco», en La tinta en la clepsidra.
Fuentes, historia y tradición en la literatura hispánica, eds. Sònia Boadas, Félix Ernesto Chávez y Daniel
García Vicens, Barcelona, Promocions i Publicacions Universitàries, 2012, pp. 151-164. 2 El Arte nuevo de hacer comedias alude a la mezcla de personajes de diversos ámbitos en relación con la
concepción de la tragicomedia como un nuevo género en el que se llega al deleite a partir de la variedad
(«lo trágico y lo cómico mezclado», v. 174). En la comedia que nos ocupa la inmensa mayoría de los
personajes son nobles e incluso pertenecientes a la realeza, aunque el gracioso y los malvados emisarios
de Lidogenes se sitúan en clara oposición al representar el estamento más popular. Para un estudio de los
personajes de la comedia nueva según el prisma del Arte nuevo de hacer comedias véase Marc ,
Élements pour une théorie du théâtre espagnol du XVIIe
siècle, Toulouse, Presses Universitaires du
Mirail, 1988, pp. 283-306. 3 «El gracioso es un criado fiel del galán, que secunda todas sus iniciativas, consejero sagaz, pleno de
gracias y donaires, solícito buscador de dádivas generosas de la vida regalona (codicioso, glotón y
dormilón), cauto en los peligros hasta la cobardía, desenamorado: lacayo, soldado o estudiante, según las
actitudes de su propio señor» en Juana de , Teoría sobre los personajes de la comedia nueva,
Madrid, CSIC, 1963, p. 251. 4Asunción , «La distorsión dramática de un texto narrativo: Los hijos de la fortuna,
Teágenes y Cariclea, de Calderón», en Calderón: Actas del Congreso Internacional sobre Calderón y el
teatro español del Siglo de Oro, ed. Luciano García Lorenzo, Madrid, CSIC, 1983, I, p. 573.
N
8
considerado decoroso que personajes como Poliarco, Timoclea o el propio rey
Meleandro, pertenecientes a las más altas esferas sociales, se rebajasen con
afirmaciones que serían motivo de risa para el público. Pero no por ello prescinde del
humor en su comedia, sino que lo conserva en medidas dosis, concentrado únicamente
en el criado. De igual modo que en las comedias caballerescas el escudero o
acompañante del protagonista adopta las características del gracioso (como sucede con
Guarín en La puente de Mantible o Malandrín en El castillo de Lindabridis), en esta
pieza de raíz bizantina Calderón elige a Gelanor para cumplir dicha función y, para ello,
lo priva de las virtudes que tenía su homólogo en la fuente5. Mediante la adaptación del
personaje de Gelanor, el dramaturgo establece en Argenis y Poliarco dos grandes
bloques antitéticos reforzados por la oposición (personajes idealizados versus
gracioso6).
El Gelanor «barclayano» era un criado serio, fiel y valiente, tal como se demuestra
en la reacción de enfado que manifiesta cuando Timoclea pone en duda su lealtad y
capacidad de guardar silencio acerca del paradero de Poliarco en caso de que lo sometan
a tortura. Lleno de indignación, el ofendido Gelanor da palabra de no revelar ni un solo
dato y hace gala de su ingenio al inventar la falsa muerte de Poliarco:
Airado, respondió Gelanor que ni los azotes ni el ecúleo le moverían en la vida de su
dueño, pero que tenía con qué deslumbrar a los enemigos. Ireme (dice) semejante a
un embelesado, y a cualquiera de los no conocidos o de los sospechosos que me
preguntaren por Poliarco, responderé con voz correspondiente a la mentira: «Ya no
goza de la luz del día» (ff. 21v-22r).
Según esta tendencia a despojar al Gelanor calderoniano de las cualidades de su
predecesor, en la comedia es Timoclea (y no él) quien inventa la falsa muerte de
5 «[El gracioso] En parte heredero de la tradición anterior, constituye una figura peculiar y nueva. Para
Herrero se inspira en la misma vida real, además de integrar tradiciones de personajes cómicos como los
esclavos o los pastores bobos. Pero el gracioso del teatro áureo es más complejo que algunos de esos
predecesores, como el pastor bobo […] Hay muchas clases de graciosos, marcadas todas, como indica
Vitse, por la subalternidad respecto a los personajes del estrato noble. Más allá de esa subalternidad, su
presencia y función es variable. A diferencia de lo que se suele afirmar, no es ni mucho menos el
protagonista de las piezas cómicas, ni hay un paralelismo contrastivo rígido con el mundo de los señores.
Es sin duda contrafigura del galán a menudo, y opone una visión del mundo grosera y materialista
explícitamente dicha a la idealización caballeresca del galán, pero su actuación se liga otra vez al
género», en Ignacio , Historia del teatro español del siglo XVII, Madrid, Cátedra, 1995, p. 128. 6 Los malvados (Lidogenes, Eristenes y Lidoro), más cercanos al universo materialista del gracioso pero
carentes del componente humorístico, merecerían un estudio propio.
9
Poliarco (125-126). Sin embargo, este hecho no se debe a la falta de inteligencia del
nuevo Gelanor, que destaca en otros momentos por su agudeza, sino al egoísmo que lo
caracteriza.
En efecto, en el lugar de la bondad y virtudes del siervo novelesco, van
apareciendo en este Gelanor teatral una serie de defectos muy acentuados, comunes a
muchos de los graciosos del dramaturgo7. Fausta Antonucci
8, a propósito de La dama
duende, señala algunos tópicos relacionados con esta figura cómica, que coinciden con
las tachas que presenta el correspondiente personaje en Argenis y Poliarco9.
Uno de los defectos a los que apunta la estudiosa es la «afición a la borrachera»10
,
sugerida en la comedia que nos ocupa en un parlamento que ofrece, por su tono
ridiculizante, un claro contraste con la previa canción en la que Timoclea y Selenisa se
admiran en un registro lírico del espectáculo natural que contemplan. Las intervenciones
del gracioso destacan por la presencia de asociaciones y metáforas peregrinas, que —en
oposición a la sutileza de los conceptos pronunciados por los personajes más serios—
producirían la risa11
:
TIMOCLEA Sereno el cielo y el mar
agradable vista ofrecen
cuando espejos de sí mismos
a competirse se atreven.
SELENISA Y la tierra con los dos,
pues en tornasoles vence
7 «El Pinciano distingue tres especies ridículas que caracterizan al simple: la ignorancia, la necedad, que
se manifiesta en “palabras lascivas”, rústicas y groseras», y la fealdad en general (III, 60)» en Margarete
, Los géneros dramáticos en las poéticas del Siglo de Oro (versión española de Amadeo Sole-
Leris), London, Tamesis, 1974, p. 101. Para un estudio más profundo de las características del gracioso
en el teatro de Siglo de Oro véanse las bibliografías de María Luisa , «Ensayo de una bibliografía
anotada del gracioso en el teatro español del Siglo de Oro», Criticón, 60, 1994, pp. 149-170; y Esther
, «Bibliografía comentada sobre el gracioso del teatro áureo español (1993-2004)»,
en La construcción de un personaje, el gracioso ed. Luciano García Lorenzo, Madrid, Fundamentos,
2005, pp. 442-459. Ya en el ámbito calderoniano puede consultarse la monografía de Lavinia , La
figura del gracioso nel teatro di Pedro Calderón de la Barca, Pamplona, Servicio de publicaciones de la
Universidad de Navarra (publicaciones digitales del GRISO), 2012. 8 Fausta , «Sobre construcción y sentido de La dama duende de Calderón», Rivista di
filologia e letterature ispaniche, 3, 2000, p. 71. 9 Para una descripción del gracioso calderoniano como traidor, miedoso y desleal —a propósito del
personaje de Candil en El galán fantasma— véase también Alfredo , Juegos dramáticos
de la locura festiva: pastores, simples, bobos y graciosos del teatro clásico español, Palma de Mallorca,
José J. de Olañeta, 1995, p. 218. 10
En La dama duende Manuel acusa a su criado Cosme de darse a la bebida: «Vete de aquí, que estás
borracho. Vete» (Comedias, I, p. 782). 11
Cito siempre por la edición de Fernández Mosquera publicada en 2007 (Comedias, II).
10
al cielo en sombras azules
y al mar en celajes verdes.
GELANOR Si fuera el mar de hipocrás,
como a partes lo parece,
qué lindo monstruo que fuera,
y más si pudiera hacerse
todo de una limonada.
Pudieran bajar a verle
los dioses y dar dos higas
al sacro néctar que beben.
Hipocrás, según el Diccionario de Autoridades, «es una bebida que se hace de
vino, azúcar, canela, clavo y otros ingredientes […], que se cuela para tomarla». La
metáfora del mar en la que se inserta el término pone de manifiesto la simpleza y
degradación moral del criado, que en vez de apreciar la belleza del panorama, solo
piensa en saciar sus ansias por beber. En este contexto, la alusión a unos dioses
admirados por el prodigio que cambiarían su sagrado néctar por estas bebidas vulgares
añade comicidad al disparatado parlamento. Otros defectos propios del gracioso y
ausentes en el Gelanor barclayano son la cobardía y deslealtad, manifestadas cuando el
escudero de Poliarco, a pesar de tener una pistola, se entrega a los bandoleros sin luchar
y deja a su amo desamparado. Cabe tener en cuenta también que la posesión de armas
de fuego en lugar de espada es también una muestra de falta de valentía en la época.
La «desobediencia a las órdenes del amo» es, sin duda, un rasgo típico del
gracioso calderoniano12
. Gelanor plasma su carácter temeroso y fanfarrón en su ridícula
llegada «en cuerpo» junto a Poliarco13
. La imagen del criado, encolerizado y con ansias
de lucha en un momento en el que el peligro no existe, lo retrata ya en su primera
entrada en escena. La locución «a cuerpo descubierto», que alude al «ánimo, valor y
resolución con que uno espera sin temor el encuentro o lance contrario que tiene a la
vista» (Autoridades), provocaría hilaridad en este contexto, pues la única razón por la
que el criado está desnudo es porque —dominado por su miedo— dejó que lo
despojaran de sus ropas:
12 Fausta , art. cit., p. 71. 13
Montesinos afirma que en la época de Calderón «el noble se estima, conoce su valor, pero no es dado,
en general a bravuconadas. La fanfarronería es propia del lacayo» en José , «Algunas
observaciones sobre la figura del donaire», en Estudios sobre Lope de Vega, Salamanca, Ediciones
Anaya, 1967, p. 28.
11
GELANOR ¡Gracias a Dios que te hallé!
¿Dónde están los bandoleros?
Vamos apriesa a buscarlos,
que ya con cólera vengo,
que entonces no la tenía
y solamente por eso
les dejé que me llevaran
espada, capa y sombrero.
No tenéis que prevenir
armas, porque ya yo llevo
esta pistola, que acaso
se me quedó en los griguiescos,
con que podemos matarlos.
POLIARCO Pues ¿por qué, di, a mejor tiempo
no la sacaste y con ella
defendiste todo aquello
que te llevaron?
GELANOR Porque
ese es, señor, un secreto
notable.
POLIARCO ¿Mejor no fuera?
GELANOR Sí fuera, pero no puedo
decirlo, porque el guardarla
entonces tuvo misterio.
POLIARCO ¿Y qué fue?
GELANOR Pues que ya es fuerza
decirlo, escúchame atento.
Como vi que me quitaban
cuanto llevaba, prevengo
el no sacar la pistola
entonces...
POLIARCO Pues ¿por qué efeto?
GELANOR Por que no me la llevaran
también. ¡Mira si soy necio!
POLIARCO Eres cobarde.
GELANOR Es verdad.
12
Poco tiempo después, la incertidumbre acerca del origen de los fuegos en Sicilia
sitúa a Gelanor en un nuevo trance. Timoclea le ordena que vaya a la corte a investigar
el asunto, para conocer la verdad y sacar a Poliarco de su estado de inquietud. Es
entonces cuando el criado manifiesta abiertamente su disconformidad con la misión
encomendada. En su respuesta plasma debilidad de carácter y escasa lealtad, aunque,
pese a todo, obedece a la dama.
TIMOCLEA No vayas tú, Poliarco,
pues ya, el daño descubierto,
en vano te sobresalta
el temor; mejor acuerdo
es que vaya Gelanor
a la ciudad y, sabiendo
el daño, vuelva a avisarnos.
GELANOR A mi pesar te obedezco.
POLIARCO Parte, Gelanor, y vuelve
a darme la vida presto,
pues tú solamente sabes
la confusión en que quedo
Ha sido señalada por la crítica calderoniana la tendencia de los graciosos a
cometer «pequeños robos» debido a su carácter codicioso14
. En el ejemplo que sigue,
aunque Gelanor no llega a robar, sí que se manifiesta como ruin y usurero cuando recibe
un diamante de Arsidas en agradecimiento por la noticia de que Poliarco está vivo. En
un momento de gran emoción para el fiel amigo de Poliarco, su escudero solo piensa en
vender la joya y sacar beneficio económico, de forma que se retrata como cínico e
impertinente15
. El contraste entre la caballerosidad del buen amigo y la mezquindad del
criado causaría un efecto cómico en el espectador:
ARSIDAS ¿Hay suceso más felice?
Toma un diamante, lucero
que no hay llama que le iguale
14 Fausta , art. cit., p. 71. 15
A propósito de la condición ruin del gracioso, Charles Davis menciona esta anécdota en uno de los
escasos artículos que existen acerca de la comedia (Charles , «Argenis y Poliarco: Calderón y la
dramatización de la novela», en Comedias y comediantes eds. Manuel V. Diago y Teresa Ferrer,
Valencia, Universitat de València, 1989, p. 227).
13
y medio talento vale.
GELANOR Como quisiere el platero,
que, como esto no se entiende
y es su precio estimación,
lo que compra en un doblón
vale diez cuando le vende
De forma similar, cuando Lidoro llega muerto a la playa, arrastrado por las olas,
Gelanor se muestra como un ser sin escrúpulos, ya que expresa sin reservas su deseo de
aprovecharse de la situación —ahora sí— robándole sus pertenencias. Una vez más, la
oposición del vil criado con un Poliarco respetuoso y humano que siente lástima y
espanto ante la desgracia ajena se orienta a enaltecer la figura del héroe y a buscar la
hilaridad en el público16
. Gelanor desobedece a su amo, se burla de su turbación y se
apropia de la bolsa que el cadáver lleva atada al cuello17
:
POLIARCO ¿Qué es eso?
GELANOR Un hombre —no es nada—…
POLIARCO ¡Qué lástima! ¡Qué mancilla!
GELANOR ...que nadó y murió a la orilla.
POLIARCO El alma tengo turbada.
Mira si murió.
GELANOR Señor,
muerto está; mas miraré
otra cosa que yo sé.
POLIARCO ¿Qué?
GELANOR Qué cosa de valor
quiso escapar del rigor
de las ondas, que un fardel
trae al cuello. Mas ¡que en él
hay oro, plata o diamante!
16
Con respecto a esta misma idea, Montesinos afirma que, «insensible a las fuertes emociones que
sacuden el corazón del héroe, la figura del donaire sólo se mueve a instancia de sus propias necesidades
físicas» (José , «Algunas observaciones sobre la figura del donaire», en Estudios sobre Lope
de Vega, Salamanca, Ediciones Anaya, 1967, p. 32). 17
«Death conjoined to laughter or burlesque characters is a means of objectifying the existential
consequences and the ambiguity for social life of the disappearance of an individual followed by a
reapportionment of power and wealth» en Teresa , «Death as a Laughing Matter», en The prince
in the tower: Perceptions of La vida es sueño, ed. Frederick De Armas, Lewisburg, Bucknell, University
Press, 1993, p. 79.
14
POLIARCO ¿Posible es que no te espante
esa tragedia cruel?
Déjale.
GELANOR Gracias a Apolo,
que ya en la ocasión presente
vengo yo a ser el valiente
y tú el cobarde; mas sólo
una carta viene aquí
Debido a estos defectos morales del renovado Gelanor, el trato de Poliarco con él
varía también en la comedia, donde el héroe pone en evidencia las insolencias de su
escudero y lo frena con mayor irascibilidad («¿Posible es que no te espante / esa
tragedia cruel? / Déjale»). Apreciamos este cambio con claridad en una escena en la que
Gelanor le recomienda a su amo que se beneficie de su condición real para evitar ser
perseguido en Sicilia, aunque ello implique quebrantar una de las normas impuestas al
caballero cuando salió de Francia. Pese a que tanto en la fuente como en la comedia
Poliarco rechaza rotundamente la propuesta del criado, el héroe calderoniano se altera
de forma más notable y llega a amenazar de muerte a Gelanor, mientras que en la obra
narrativa un amo amable explica a su criado la conveniencia de su ocultamiento.
Es sabido que la virtud de la humilitas era muy valorada en la época. Frente a ella,
otra de las imperfecciones morales de los graciosos calderonianos es su tendencia a la
fanfarronería. En Argenis y Poliarco Gelanor muestra este defecto en el citado pasaje
Argenis Argenis y Poliarco
Gelanor, turbado del miedo leal, en el riesgo de su
dueño juzgaba que debía Poliarco, renunciando al
fingimiento, manifestar su sangre, su grandeza,
porque, en publicando quien era, en estando
recebido a su Magestad, al punto excusaría
Meleandro la cruda sentencia, y sus enemigos le
pedirían perdón. «No lo entiendes —respondió
Poliarco— después de agraviado antes me importa
encubrirme» (f. 16v)
GELANOR ¿A qué fin
verte perseguido quieres,
pues con sólo decir que eres,
señor, el francés delfín
pudieras…?
POLIARCO Necio, villano,
¿tal pronuncias? ¡Vive Dios,
que, a no estar solos los dos,
te matara con mi mano!
(127)
15
donde llega «en cuerpo» junto a su amo, pero también cabe destacar, en el mismo
sentido, el momento en el que el criado pondera su ligereza valiéndose de imágenes
prototípicas de celeridad. El escudero de Poliarco, con estructuras muy del gusto
calderoniano, procede a la comparación de sí mismo con el viento y el pensamiento para
ponderar la rapidez con la que realizará su misión de investigar el origen de los fuegos.
Esta actitud presuntuosa, manifestada inmediatamente después de haberse mostrado en
desacuerdo con la tarea que se le había encomendado, resultaría muy cómica. El verso
final —donde sale a la luz una vez más su cobardía— buscaría la carcajada del público,
ya que supone una conclusión prosaica y disparatada a todo el razonamiento, que sería
pronunciado posiblemente con afectación:
GELANOR El viento, si le comparas
conmigo, es corto elemento;
el pensamiento es pesado,
porque a todos los excedo
en la ligereza; en fin,
compararme a nadie puedo,
sino solamente...
POLIARCO ¿A quién?
GELANOR A mí, cuando voy huyendo
(119-120).
Con respecto al final sorprendente y absurdo del parlamento, son muy ilustrativas
las palabras de Alfredo Hermenegildo mediante las cuales señala la tendencia de
personajes carnavalescos como los graciosos a la
destrucción de la lógica del lenguaje socializado. El loco festivo recupera así una
libertad total que corre el evidente riesgo de la incomprensión del destinatario y de
la desocialización del emisor. Es el fenómeno identificado como fantasía verbal18
.
Del mismo modo que hace alarde de sus capacidades físicas, Gelanor también se
vanagloria de su habilidad verbal, a través de la emulación, en clave paródica, del
lenguaje alambicado de los personajes nobles, que él mismo confiesa no comprender:
18 Alfredo , op. cit., p. 14.
16
GELANOR Nunca la desdicha fue
pensada ni prevenida
tanta como sucedida.
POLIARCO ¿Qué es lo que dices?
GELANOR No sé
Algunas intervenciones de Gelanor son llamativas por su estilo elevado y están
asociadas sin duda a la búsqueda de la comicidad19
. Sirva como ejemplo el estilizado
pasaje en el que el criado describe el amanecer:
GELANOR Al tiempo que ya la salva
del sol estos montes dora,
sale riendo la aurora
y sale llorando el alba:
risa y lágrimas envía
el día al amanecer,
para darnos a entender
que amanece cada día
entre lirios y azucenas,
entre mirtos y jazmines
para dos contrarios fines
de contentos y de penas.
De la mano de esta intervención, en la que el gracioso bien puede estar burlándose
del lenguaje afectado de su amo, cabe introducir una idea clave en este análisis, sin la
cual se estaría proporcionando una imagen desvirtuada de Gelanor: el gracioso
calderoniano no es solamente un personaje ignorante y colmado de defectos. Como bien
19
Gelanor responde a la llamada de su amo con el latinismo Adsum, lo cual sería probablemente motivo
de risa para los espectadores. Alberto , Calderón de la Barca. De lo trágico a lo
grotesco, Universidad de Salamanca, Reichenberger, 1984, p. 92, aduce una serie de pasajes
calderonianos que ejemplifican los efectos cómicos derivados de la utilización de un estilo elevado por
parte del gracioso. Se trata, como ha señalado Wiltrout en otro estudio de interés (Ann E. ,
«Decoro y risa: dos motivos dramáticos de El médico de su honra de Pedro Calderón de la Barca», en
Calderón: actas del Congreso Internacional sobre Calderón y el teatro español del Siglo de Oro
(Madrid, 8-13 de junio de 1981), coord. Luciano García Lorenzo, Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, I, 1983, pp. 661-669), de una ruptura transitoria del decoro, que a
continuación se restablece.
17
afirma Ignacio Arellano, «la gente se ríe a veces del gracioso, pero otras con el gracioso.
Es ridículo, pero también ingenioso»20
.
Lope alude en su Arte nuevo de hacer comedias (vv. 250-288) a la necesidad de
un lenguaje apropiado para cada personaje según su status social: épico o elevado si se
trata de un rey o noble, amoroso (de tinte petrarquista) en los amantes y agudo y jocoso
en el gracioso. Conforme a este patrón, Gelanor hace gala de un estilo que es muestra de
la poesía burlesca de la época, mediante el cual da lugar al convencional
contraste entre la exaltación vital, ilusoria o poética de héroes, señores o galanes y la
crítica razonadora, socarrona o degradante ejercida por rústicos o graciosos; entre la
solemnidad de una situación y su parodia caricaturesca21
.
En efecto, el criado, desde una actitud materialista e interesada, se burla de los
problemas de su amo, derivados de un conjunto de rígidas normas sociales que él no
comparte ni respeta y que hacen peligrar en muchas ocasiones a ambos22
. En el
siguiente parlamento, valiéndose de su característico tono humorístico y socarrón,
equipara a Poliarco con el propio don Quijote a través de unas palabras de claro eco
cervantino con las que alude a su desenfrenada búsqueda de aventuras23
. En respuesta,
el amo —cediendo a la perspectiva del criado— se reconoce como loco, aunque
justifica su estado de enajenación con el amor que siente por Argenis.
POLIARCO ¿qué te ha parecido a ti
de mis sucesos?
GELANOR Señor,
unos mal y otros peor.
¿Quién te ha metido ahora, di,
de por ajenas querellas,
por los mares y desiertos
20
Ignacio , op. cit., p. 128. En esta misma línea de la valoración del gracioso, Montesinos
afirma que dicho personaje «es activo en cuanto a inteligencia» (José , art. cit., p. 58). 21
Rafael , «Lenguaje y estilo de Calderón», en Actas del Congreso Internacional sobre Calderón y
el teatro español del Siglo de Oro (Madrid, 8-13 de junio de 1981), ed. Luciano García Lorenzo, Madrid,
Instituto Miguel de Cervantes, 1981, p. 67. 22
De este modo, hace un guiño a los espectadores de la comedia, alejados de dichos valores
caballerescos, obsoletos ya para muchos en la época de Calderón. 23
En La dama duende aparece una referencia similar, en la que el criado Cosme compara a su amo con
don Quijote para ridiculizar su actitud impulsiva ante los peligros (ej.: «¡Qué bien merecido tiene / mi
amo lo que se lleva, / por que no se meta a ser / don Quijote de la legua!», Comedias, I, p. 769).
18
ir enderezando tuertos
y desforzando doncellas?
Vida, honor, ser atropellas,
reino y patria.
POLIARCO Cuando toco
esa verdad, que estoy loco
confieso; mas, si me acuerdo
que por Argenis me pierdo,
todo me parece poco
Arellano caracteriza dicha alusión como una «referencia cervantina microtextual»
y la explica como una muestra de burla del criado hacia su amo, a quien compara con
«la figura de un Quijote ridículo, visto como un caballero loco, absurdo protector de
damas en peligro» y entrometido24
. Con todo, el gracioso calderoniano va más allá de la
quijotización de Poliarco, ya que imita las palabras malintencionadas del ventero
(«deshaciendo algunas doncellas», Quijote, I, 3) al emplear desforzar, deformación
léxica hecha a partir de forzar («conocer una mujer contra su voluntad», en el Tesoro de
Covarrubias), que también se halla en el Quijote, si bien esta acción era perpetrada por
«algún descomunal gigante» y nunca por el bueno de don Quijote. Con este giro
Gelanor sugiere una posible incontinencia sexual de Poliarco que lo alejaría del
personaje cervantino. Esta parodia contrasta con la definición del héroe como casto y
valeroso, reiterada a lo largo de la comedia, así como con la descripción del amor de
Poliarco hacia Argenis, puro y platónico. No obstante, dichas afirmaciones no deben
analizarse fuera del contexto en el que fueron pronunciadas, ya que tienen validez
únicamente en el disparatado universo de Gelanor.
El dramaturgo crea un fuerte contraste entre el grosero análisis de la realidad
realizado por el criado y la idealización del mundo plasmada en las palabras de
Poliarco, destinado sin duda a recordar la pareja Sancho-Quijote. El ingenioso Gelanor
no se conforma con incluir una referencia intertextual, sino que aporta un nuevo sentido
a las palabras cervantinas para ofrecer una imagen todavía más degradada de su amo y
provocar la risa en los espectadores. Gelanor experimenta una historia paralela a los
24 Ignacio , El escenario cósmico. Estudios sobre la Comedia de Calderón, Madrid /
Frankfurt, Iberoamericana / Vervuert, 2006, pp. 127-130. El mismo Arellano señala otros casos paralelos
en los que se alude a la figura de don Quijote para ridiculizar al personaje (Dicha y desdicha del nombre,
Basta callar, El maestro de danzar, La dama duende).
19
demás personajes, en la cual los valores caballerescos se invierten y dan paso al
gobierno de los más vulgares instintos. Ya Alfredo Hermenegildo aseguraba que los
graciosos
tienen una misión perfectamente definida que los sitúa al margen de la fábula. Son
esos personajes los que llevan implícita la clave para descodificar el carácter lúdico,
la diversión, inscrito en la comedia. […] [El gracioso] actúa como quien no quiere
comprometerse en las sinuosidades de la diégesis dramática. Asume un papel de
observador y de parafraseador de las acciones y declaraciones de los personajes que
ocupan el espacio dramático señorial25
.
Es, por tanto, responsabilidad del criado que los espectadores asimilen la dualidad
en muchos de los acontecimientos representados en las tablas, ya que no hay nadie en
mejor posición que él para transmitir la comicidad. Queda claro que el rasgo
determinante del realismo grotesco es el “rebajamiento” de todo lo que es elevado y
espiritual, ideal y abstracto, a un nivel material y corporal, subrayado como bajo26
.
De hecho, la estilización a la que son sometidas las características y acciones de
los personajes pertenecientes a las más altas esferas sociales se complementa con la
deformación y parodia según la cual los retrata el gracioso. Javier Rubiera sintetiza de
forma magistral este papel festivo del gracioso y lo relaciona con las novedades de la
Comedia Nueva:
La introducción del «donaire» en el drama serio, y aún trágico, es efectivamente una
de las señas de identidad del arte nuevo codificado por Lope de Vega. Ante todo
provocaba risa y aligeraba la gravedad de una representación que siempre debía
mantener su carácter festivo, pero el dramaturgo sabía bien que el rendimiento de
esta figura sobrepasaba esta función y pronto se convirtió en una pieza clave de la
construcción dramatúrgica. […] En la baraja del reparto de una comedia dispone el
dramaturgo de una carta de gran valor, la del gracioso, un comodín (joker) que
puede utilizar en cantidad de situaciones diferentes y que se mueve con gran libertad
física (escénica) y verbal27
.
25
Alfredo , op. cit., p. 218. 26
Ibíd., p. 14. 27
Javier , «Función cómica y funciones dramáticas del gracioso en La hija del aire»,
en La construcción de un personaje, el gracioso, ed. Luciano García Lorenzo, Madrid, Fundamentos,
2005, pp. 226-227.
20
Existe una serie de virtudes de las que goza el criado de Poliarco en la Argenis de
Barclay: lealtad, valentía, humildad, inteligencia, respeto hacia el amo y seriedad. De
todas ellas carece su correlato teatral y llega el momento de analizar el porqué de tan
sustancial cambio. En primer lugar, el gracioso novelesco le debió de resultar a
Calderón demasiado similar a su amo, por lo cual decidió invertir sus características y
transformarlo nada menos que en un ser vulgar, cobarde, desleal, fanfarrón, codicioso,
impertinente, ladrón y carente de escrúpulos. Con esta chispeante y desenfadada
personalidad el personaje dramático de Gelanor resultaría más atractivo y equilibraría la
seriedad y estilización de Poliarco. Además, dicho reajuste en la adaptación a las tablas
encaja con el gusto por la variedad y la mezcla de opuestos, promulgado por Lope en el
Arte nuevo de hacer comedias, y va encaminado a contrarrestar la carga moral de la
pieza con una inyección de comicidad e ironía que entraría de lleno en el horizonte de
expectativas de un público aficionado a la comedia.
De lo dicho hasta aquí podría deducirse que Gelanor pierde seriedad y, por
consiguiente, peso en su adaptación a las tablas. Pero esta afirmación daría lugar a un
grave error interpretativo. Por el contrario, el criado calderoniano crece de forma
significativa y gana protagonismo, personalidad y consistencia como personaje
dramático. El cómico escudero de Poliarco cumple un papel clave para el
funcionamiento de la obra, ya que a él le corresponde subvertir las leyes de la retórica y
aportar un tono agudo y socarrón que provocaría hilaridad en momentos especialmente
tensos. Con sus apartes y bromas, se sitúa en un lugar más próximo al público, al que
invita a realizar un ejercicio de distanciamiento de lo que sucede en escena para
participar de su punto de vista extravagante y burlesco, cambiar de registro y reírse de
las mismas situaciones que están causando dolor y angustia a los demás personajes28
.
En este sentido, Carmen Bravo reflexiona acerca de la ruptura de la ilusión
escénica que presenta habitualmente el personaje del gracioso en la comedia áurea y, en
28
Carmen , («La realidad de la ficción, negada por el gracioso», Revista de Filología
Española, 28, 1944, pp. 264-268), y Claire , («El gracioso y los guiños de Calderón», en Risa y
sociedad en el teatro español del Siglo de Oro, Paris, Centre National de la Recherche Scientifique, 1980,
pp. 33-50) reflexionan acerca de la ruptura de la ilusión escénica que presenta habitualmente el personaje
del gracioso en la comedia áurea. En la misma línea, Hermenegildo caracteriza al gracioso como «un
personaje marginal en la fábula» que «sólo encuentra una solidaridad en el espectador. Propone así al
público el descubrimiento de la única vía eficaz para comprender el vacío, el juego, la gratuidad de los
gestos solemnes y pomposos que el rito social impone a los señores. Dicha vía es la del alejamiento, la del
mundo al revés, la del código hipertrofiado y caricatural, la de la locura o la ebriedad» (Alfredo
, op. cit., p. 218).
21
la misma línea, Alfredo Hermenegildo caracteriza al gracioso como «un personaje
marginal en la fábula» que
sólo encuentra una solidaridad en el espectador. Propone así al público el
descubrimiento de la única vía eficaz para comprender el vacío, el juego, la
gratuidad de los gestos solemnes y pomposos que el rito social impone a los señores.
Dicha vía es la del alejamiento, la del mundo al revés, la del código hipertrofiado y
caricatural, la de la locura o la ebriedad29
.
Así pues, como muchos otros graciosos calderonianos, Gelanor actúa como un
intermediario entre los personajes dramáticos y los espectadores, pues es el responsable
de abrir una grieta en el idealizado universo de su amo para introducir en determinados
momentos chispas de materialismo destinadas a evocar la cercanía del mundo cotidiano.
En definitiva, Calderón pervierte al cándido criado de la fuente, le adjudica las
prototípicas tachas morales del gracioso, porque solo de este modo puede atribuirle un
discurso alternativo y paralelo, conforme al cual el escudero es a la vez objeto y agente
de sus propias burlas. Nadie mejor que el impertinente Gelanor para sugerir la
comicidad aun en los más trágicos sucesos, sin alterar un ápice el decoro ni la lógica
interna de la comedia. La concesión de este papel al ruin escudero de Poliarco resulta
muy acertada desde la perspectiva dramática, porque solo un criado insolente y carente
de escrúpulos como él sería capaz de romper en cada intervención las más básicas
normas de honor, caballerosidad y lealtad para atreverse a someter a los más íntegros y
valerosos nobles a la distorsión degradada de sus juicios.
En los últimos versos, de forma convencional y metaliteraria, Gelanor —el que
había sido en la fuente un mero criado— asume su función de gracioso, toma la palabra
y le habla directamente al público para señalar que la comedia llega a su fin30
. Ya no
queda duda de que la «calderonización» de este personaje es absoluta.
29 Ibíd., p. 231. 30
María Luisa Lobato analiza las fórmulas estereotipadas de cierre de las comedias, en las que el gracioso
pide perdón por las faltas cometidas. Afirma la estudiosa que este personaje «exterioriza […] el temor de
los comediantes a los silbos del público» en María Luisa «Mosqueteros de la paz, árbitros de la
comedia», en La construcción de un personaje, el gracioso, ed. Luciano García Lorenzo, Madrid,
Fundamentos, 2005, p. 252.
22
, Fausta, «Sobre construcción y sentido de La dama duende de Calderón»,
Rivista di filologia e letterature ispaniche, 3, 2000, pp. 61-93.
, Ignacio, Historia del teatro español del siglo XVII, Madrid, Cátedra, 1995.
—— El escenario cósmico. Estudios sobre la Comedia de Calderón, Madrid /
Frankfurt, Iberoamericana / Vervuert, 2006.
, Lavinia, La figura del gracioso nel teatro di Pedro Calderón de la Barca,
Pamplona, Servicio de publicaciones de la Universidad de Navarra (Publicaciones
digitales del GRISO), 2012.
, Esther, «Bibliografía comentada sobre el gracioso del teatro áureo
español (1993-2004)», en La construcción de un personaje, el gracioso ed.
Luciano García Lorenzo, Madrid, Fundamentos, 2005, pp. 442-459.
, Carmen, «La realidad de la ficción, negada por el gracioso», Revista
de Filología Española, 28, 1944, pp. 264-268.
, Pedro, Comedias, I. Primera parte de comedias, ed. Luis
Iglesias Feijoo, Madrid, Biblioteca Castro, 2006.
—— Comedias, II. Segunda parte de comedias, ed. Santiago Fernández Mosquera,
Madrid, Biblioteca Castro, 2007.
, Miguel de, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, ed. Luis Andrés
Murillo, Madrid, Castalia, 1978, 2 vols.
, Sebastián de, Tesoro de la lengua castellana o española. DVD:
Studiolum, ed. Ignacio Arellano y Rafael Zafra, Madrid / Frankfurt am Main,
Iberoamericana / Vervuert, 2006.
, Charles, «Argenis y Poliarco: Calderón y la dramatización de la novela», en
Comedias y comediantes, eds. Manuel V. Diago y Teresa Ferrer, Valencia,
Universitat de València, 1989, pp. 217-231.
Diccionario de Autoridades, ed. facsímil, Madrid, Gredos, 1990.
, Alfredo, Juegos dramáticos de la locura festiva: pastores, simples,
bobos y graciosos del teatro clásico español, Palma de Mallorca, José J. de
Olañeta, 1995.
23
, Juana de, Teoría sobre los personajes de la comedia nueva, Madrid, CSIC,
1963.
, Rafael, «Lenguaje y estilo de Calderón», en Actas del Congreso Internacional
sobre Calderón y el teatro español del Siglo de Oro (Madrid, 8-13 de junio de
1981), ed. Luciano García Lorenzo, Madrid, Instituto Miguel de Cervantes, 1981,
pp. 51-101.
, María Luisa, «Ensayo de una bibliografía anotada del gracioso en el teatro
español del Siglo de Oro», Criticón, 60, 1994, pp. 149-170.
—— «Mosqueteros de la paz, árbitros de la comedia», en La construcción de un
personaje, el gracioso, ed. Luciano García Lorenzo, Madrid, Fundamentos, 2005,
pp. 251-276.
, José, «Algunas observaciones sobre la figura del donaire», en Estudios
sobre Lope de Vega, Salamanca, Ediciones Anaya, 1967, pp. 21-64.
, Alberto, Calderón de la Barca. De lo trágico a lo grotesco,
Kassel, Reichenberger, 1984.
, Margarete, Los géneros dramáticos en las poéticas del Siglo de Oro (versión
española de Amadeo Sole-Leris), London, Tamesis, 1974.
, Claire, «El gracioso y los guiños de Calderón», en Risa y sociedad en el teatro
español del Siglo de Oro, Paris, Centre National de la Recherche Scientifique,
1980, pp. 33-50.
, José, trad., Argenis, Madrid, Luis Sánchez, 1626.
, Asunción, «La distorsión dramática de un texto narrativo: Los hijos de la
fortuna, Teágenes y Cariclea, de Calderón», en Calderón: Actas del Congreso
Internacional sobre Calderón y el teatro español del Siglo de Oro, ed. Luciano
García Lorenzo, Madrid, CSIC, 1983, I, pp. 561-577.
, Javier, «Función cómica y funciones dramáticas del gracioso en
La hija del aire», en La construcción de un personaje, el gracioso, ed. Luciano
García Lorenzo, Madrid, Fundamentos, 2005, pp. 225-249.
, Teresa, «Death as a Laughing Matter», en The prince in the tower. Perceptions
of La vida es sueño, ed. Frederick De Armas, Lewisburg, Bucknell University
Press, 1993, pp. 79-87.
24
, Alicia, «De Barclay a Calderón: algunas claves para la determinación de la
fuente inmediata de Argenis y Poliarco», en La tinta en la clepsidra. Fuentes,
historia y tradición en la literatura hispánica, eds. Sònia Boadas, Félix Ernesto
Chávez y Daniel García Vicens, Barcelona, Promocions i Publicacions
Universitàries, 2012, pp. 151-164.
, Félix Lope de, Arte nuevo de hacer comedias, ed. Enrique García Santo-
Tomás, Madrid, Cátedra (Letras Hispánicas, 585), 2006.
Marc, Élements pour une théorie du théâtre espagnol du XVIIe
siècle, Toulouse,
Presses Universitaires du Mirail, 1988.
, Ann E., «Decoro y risa: dos motivos dramáticos de El médico de su honra
de Pedro Calderón de la Barca», en Calderón: actas del Congreso Internacional
sobre Calderón y el teatro español del Siglo de Oro (Madrid, 8-13 de junio de
1981), coord. Luciano García Lorenzo, Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, I, 1983, pp. 661-669.
RECIBIDO: NOVIEMBRE 2012
APROBADO: ENERO 2013
25
En este artículo hemos pretendido analizar el contenido de una biblioteca típica del Barroco: la
del alcaide de San Felipe de Mahón, el sargento mayor don Juan Garcés. Con sus algo más de
doscientos títulos, esta biblioteca reunía una importante presencia de obras formativas para el
buen oficial tanto en artes de la guerra, como artillería y arquitectura militar, además de
matemáticas y geometría, muchas de las cuales eran novedades del periodo 1650-1670, lo que
demuestra que Garcés cuidó mucho su formación en todo momento en el transcurso de su
carrera militar. El análisis de los contenidos se complementa con el de las obras de pensamiento
político, historia, religión o esparcimiento literario.
Palabras clave: Siglo XVII, Mahón, Biblioteca, Barroco, Gobernador.
In this article we did pretend to analyze the contents of a Baroque private library: the one that
belonged to the warder of San Felipe de Mahón, the Sergeant Major don Juan de Garcés. With
more than 200 titles, this library had an important presence of didactic works for the instruction
of an officer, not only in the arts of war, like artillery and military engineering, but also in
mathematics and geometry, much of them almost new in the period 1650-1670. It would prove
that Garcés took care of his instruction along his military career. The analysis of these books
shares interest with other titles of political theory, history, religión and literary entertainment.
Keywords: XVIIth Century, Mahón, Library, Baroque, Governor.
26
27
l sargento mayor don Juan Garcés , castellano de San Felipe de Mahón,
natural de Alcañiz, en el reino de Aragón, entró en el Real Servicio el
primero de mayo de 1647, cuando sentó plaza de alférez, y serviría
durante casi dieciséis años en el ejército de Cataluña ocupando las plazas
de alférez, capitán de infantería española, ayudante de teniente de maestre de campo
general y sargento mayor del tercio de Aragón sin haber sido reformado nunca1. Desde
el 28 de noviembre de 1662, y hasta su muerte, desempeñó el cargo de castellano de San
Felipe de Mahón. Su presencia en el sitio de Barcelona de 1651-1652 le valió un escudo
de ventaja en su sueldo (ventaja concedida el 31 de diciembre de 1652). Garcés entró en
guerra de la mano del marqués de Aytona, sirviendo con él en las campañas de 1647-
1649. En 1650, de la mano por entonces del marqués de Mortara, estuvo presente en las
campañas para la toma de Flix, Miravet y Tortosa, donde fue herido de un mosquetazo,
y en 1651-1652 en el sitio de Barcelona, donde también fue herido de consideración.
Tales hazañas le valieron el nombramiento de sargento mayor de la plaza de Palamós,
que acabaría gobernando en propiedad hasta ganar la de alcaide de Mahón, participando
en las defensas de Puigcerdá, Montañá, Bañolas y la propia Palamós, entre 1653 y 1656,
llegando a caer prisionero de los franceses, perdiendo sus caballos y demás equipaje,
además de ser nuevamente herido en una mano, que le habría quedado inútil. Otras
muestras del valor de Garcés quedaron explicitadas cuando recibió orden del marqués
de Mortara de reconocer la plaza de Cadaqués, por si podía ser sorprendida, así como la
de Cotlliure, donde entró disfrazado de miguelete y acompañado por tres paisanos para
disimular mejor su presencia2. Garcés fue promocionado al gobierno de San Felipe de
Mahón en 1662. En dos ocasiones al menos, 1669 y 1677, Garcés solicitó el gobierno
de la isla de Ibiza3. En la primera ocasión, informando de posibles candidatos, el virrey
de Mallorca, marqués de Vilanant, dijo de don Juan Garcés que era
* El presente estudio se ha realizado en el marco del Proyecto de Investigación HAR2011-24426 titulado
Fronteras, guerras e identidades. La formación de identidades y contraidentidades en la Cataluña
moderna y la creación de una nueva frontera subvencionado por el Ministerio de Economía y
Competitividad. 1 Sobre la aportación aragonesa a la guerra de Cataluña, especialmente desde 1647, véase Porfirio
, Política, hacienda y milicia en el Aragón de los últimos Austrias entre 1640 y 1680, Zaragoza,
Institución «Fernando el Católico», 1997, pp. 141 y ss. 2 A(rchivo) de la C(orona) de A(ragón), C(onsejo) de A(ragón), leg. 1030, «memoriales de Juan Garcés
de 1669 y 1677». 3 En realidad, el Consejo de Aragón, en su terna definitiva, eligió a Garcés en tercer lugar para el
gobierno de Ibiza ya en 1666. ACA, CA, leg. 1031, «consulta del Consejo de Aragón» del 14 de
diciembre de 1665.
E
28
[...] más soldado [que Juan Bayarte, quien a la postre sería tanto gobernador de Ibiza
como de Menorca] porque le ha visto servir muy bien y con gran valor en guerra
viva, gobiernos y muchas ocasiones con su tercio, y en el puesto que [h]oy tiene de
tanta confianza en que ha dado entera satisfacción [...]4.
En la elección de 1677, el virrey de Valencia propuso en su terna en segundo
lugar a don Juan Garcés –también propuesto por el virrey de Mallorca en tercer lugar–,
de quien señaló
que aunque no le tengo por natural del Reino [de Valencia] no hallando en él sujetos
de esta graduación me es preciso buscarlos fuera de él y me parece que será muy a
propósito este cavo así por lo que ha servido a V. M. como por estar actualmente en
empleo de tanta confianza como el de aquella fuerza5.
En el presente trabajo, nos proponemos analizar la biblioteca de don Juan Garcés,
un ejemplo excelente, creemos, de biblioteca del Barroco, en buena medida constituida
en las dos décadas que nuestro alcaide sirvió en su destino menorquín.
Como de sobras es conocido, los saqueos sufridos por la isla de Menorca en 1537 a
manos de Barbarroja, que atacaría Mahón6, y el de Ciudadela en 1558
7, asaltada por una
potente flota turca de ciento cuarenta velas y quince mil hombres, llevaron a Carlos I a
decidirse por guarnicionar permanentemente la isla y construir una fortificación que
protegiese el puerto de Mahón8. En 1555, Giovanni B. Calvi realizó el diseño definitivo
del castillo de San Felipe de Mahón, construido entre 1558 y 1596. Y aunque desde
entonces comenzase una agria polémica con Ciudadela, cuyas imponentes murallas
4 ACA, CA, leg. 1030, «carta del virrey de Mallorca a Mariana de Austria» del 9 de mayo de 1669.
5 ACA, CA, leg. 1030, «carta del virrey de Valencia al rey» del 27 de junio de 1677.
6 Pedro P. , «Las Baleares como escenario de la disputa de la hegemonía mediterránea:
el asalto turco de Mahón de 1535», en VV. AA., El Mediterráneo: hechos de relevancia histórico-militar
y sus repercusiones en España, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1997, pp. 461-476. 7 Véase Josep , Menorca a la segona meitat del segle XVI, Ciudadela de Menorca, Cercle
Artístic, 2002, pp. 14 y ss. 8 Sobre la construcción de San Felipe de Mahón, véase Francisco , Castillo de San Felipe del
puerto de Mahón. Siglos XVI-XVII-XVIII, Mahón, Museo Militar Regional de Menorca, 1996, pp. 20 y ss.
29
abaluartadas dotadas de ocho bastiones sólo comenzarían a levantarse a partir de 1615,
lo cierto es que la importancia estratégica que fue adquiriendo el puerto de Mahón hizo
que no sólo con la construcción de sucesivos fortines, sino también con la hibernada allá
de la flota hispana, o la flota inglesa del Mediterráneo en la década de 1670, además de
la holandesa y la francesa, afluyesen a la zona unos caudales que revitalizaron su
economía frente a la de Ciudadela9.
Con el tiempo, tres guarniciones defenderían Menorca: Ciudadela, San Antonio de
Fornells y San Felipe de Mahón; por un informe del sucesor en el cargo de don Juan
Garcés, don Felipe Salvador, sabemos que en 1684 la dotación militar de San Felipe de
Mahón era de treinta y tres oficiales y ciento noventa y siete soldados, nueve ayudantes
y diecisiete artilleros, es decir doscientas cincuenta y seis plazas, con un sueldo de
13.600 reales mensuales y doscientas diez cuarteras de trigo asignadas. Para que
podamos comparar, en San Antonio de Fornells había cincuenta y cuatro hombres de
dotación, con un sueldo de 3.160 reales de plata al mes y treinta y cuatro cuarteras de
trigo y en Ciudadela ciento setenta hombres, con un salario asignado de 6.250 reales de
plata al mes. En los años de gobierno de don Juan Garcés, la guarnición de Mahón
estuvo cubierta con los asientos de don Manuel y don Bartolomé Montesinos (136.800
reales de plata anuales) y, posteriormente, por los Donís, padre e hijo, hasta que en 1676
don Clemente Merino firmó asiento hasta 1678 a razón de 166.560 reales de plata al año.
Merino había librado a fecha de junio de 1677 270.000 reales y había firmado asiento
para 1679-1680 por valor de otros 357.120 reales de plata10
.
El castellano de Mahón recibía sus órdenes directamente del capitán general de la
artillería de España y no del gobernador y capitán general de la isla, residente en
Ciudadela, aunque el Consejo de Aragón, desde 1642, venía demandándole a Felipe IV
que el castellano de San Felipe de Mahón se sometiera a la jurisdicción del gobernador
de Menorca, pues sólo éste, en caso de invasión, podría dirigir la defensa de toda la isla.
Por otro lado, el castellano de San Felipe sólo tenía jurisdicción sobre el castillo, no
9 Miquel Angel , «Las Islas Adyacentes al reino de Mallorca en la época de Felipe II», en
VV. AA., Felipe II y el Mediterráneo. Vol. IV, La Monarquía y los Reinos, Madrid, Sociedad Estatal para
la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 1999, pp. 302-306. Miquel Angel
, «Menorca i les Pitiuses a la Monarquia Hispànica», en L’Època Foral i la seva evolució
(1230-1715), dir. Miquel Deyà, Barcelona, Edicions 62 (Història de les Illes Balears, 2), 2004, pp. 361-
366. 10
A(rchivo) G(eneral) de S(imancas), Contaduría del Sueldo, 2ª época, leg. 354-1.
30
sobre la ciudad de Mahón11
. Estas discusiones solían envenenarse cuando se cruzaban
con los intereses de las oligarquías isleñas, tanto de Ciudadela como de Mahón. Para
terminar de arreglar las cosas, la dotación del castillo de San Antonio de Fornells (unos
cuarenta hombres efectivos) dependía del castellano de Mahón, pero Mariana de Austria
decidió que el dinero de dicha dotación debería ser librado por el gobernador de
Menorca, dándose las órdenes oportunas, de esta forma se repartían la influencia uno y
otro12
.
En realidad, la falta sistemática de medios que padeció la Monarquía Hispánica en
la segunda mitad del siglo XVII condujo a muy graves problemas de mantenimiento
para la guarnición de Mahón. En noviembre de 1670, don Juan Garcés expresaba su
preocupación por la extrema necesidad en que se hallaban sus hombres, una noticia que
ya habían puesto en conocimiento de la reina gobernadora, Mariana de Austria, en julio
de 1669. La base de las quejas era la irregularidad en el cobro de las pagas de la
dotación de Mahón –habitualmente sólo se les remitía la mitad del sueldo– y, en caso de
año estéril en cosechas, el diezmo de las localidades de Mahón, Mercadal y Alayor, con
el que se mantenían, era reducidísimo. La demanda era obvia: mientras que para poder
sobrevivir aquel invierno se reclamaba que el virrey de Cerdeña enviase de forma
urgente mil cuatrocientas cuarteras de trigo para su mantenimiento, en años posteriores
debería prevenirse un asiento de grano competente para su manutención. El Consejo de
Aragón analizó las quejas de Mahón en junio de 167113
recordando que dicha medida ya
se había tomado en 1649 y en 1651-1653, y decidió la concesión a la guarnición de
Mahón de cuarenta mil reales de plata sobre el Real Patrimonio de Mallorca, de los
cuales sólo se habían cobrado veintiocho mil reales en noviembre de 1673, suscitando
quejas y la demanda de cobrar los doce mil reales restantes. El Consejo de Guerra,
cuando intervino en el tema, le pediría al virrey de Aragón que los enviase14
.
11
ACA, CA, leg. 1022, «Resolución del Consell General de Menorca» del 29 de abril de 1669 y
«consulta del Consejo de Aragón» del 28 de agosto de1670. 12
AGS, G(uerra) A(ntigua), leg. 2219, «consulta del Consejo de Guerra» del 25 de agosto de 1670 y
respuesta real. 13
Como el capitán P. Frontín todavía se hallaba en la corte presentando una serie de quejas en nombre de
la guarnición de san Felipe de Mahón se le instó a que se marchara hacia su destino menorquín. AGS, GA,
leg. 2246, «consulta del Consejo de Guerra» del 3 de julio de 1671. 14
ACA, CA, leg. 1022, «memorial del capitán P. Frontín» del 25 de noviembre de 1670; «consultas del
Consejo de Aragón» de fecha 14 de junio de 1671 y 15 de noviembre de 1673. AGS, GA, leg. 2286,
«consulta del Consejo de Guerra» del 30 de agosto de 1673.
31
Lo más probable es que con tales preocupaciones el castellano de Mahón, el
sargento mayor Garcés, intentase hacer olvidar los cargos levantados contra él en el
invierno de 1670 por algunos oficiales menorquines de la guarnición de Ciudadela. A
fines de 1669 se presentó ante Mahón una armada inglesa con veinte fragatas de guerra,
las mayores de sesenta cañones y trescientos cincuenta hombres de tripulación, y otras
de cuarenta cañones con ciento cincuenta tripulantes. Lo preocupante era cómo el
gobernador de San Felipe tenía tendencia a permitir la entrada de los bajeles de guerra
en número excesivo al puerto, cuando ya en 1668 había recibido órdenes, aunque
dirigidas sobre todo contra los franceses, de impedir con cualquier excusa, como la
existencia de contagio –habitual por otro lado en alguna parte del Mediterráneo en casi
todo momento–, la entrada de los navíos foráneos y, lo más importante, que
desembarcasen oficiales en el castillo con el riesgo de que pudieran reconocerlo15
. Los
jurados de la villa de Mahón se quejaron de que Garcés solía dejar el castillo para
entrevistarse con los oficiales de las armadas que llegaban a aquel castillo y puerto,
como había ocurrido recientemente con catorce bajeles ingleses, aunque también había
hecho gala de tal actitud con navíos franceses, permitiendo el desembarco
indiscriminado de tropas de otras naciones, a veces en número superior a las que
custodiaban el propio castillo de San Felipe. Además, no solía tener mucho cuidado en
cuanto a la provisión de grano del castillo, vendiendo incluso algunas partidas a las
armadas que pasaban por allá. El Consejo de Aragón se tomó en serio el asunto y
también Mariana de Austria, quien mandó que por el Consejo de Guerra se advirtiera al
gobernador de San Felipe de Mahón16
.
En junio de 1673, don Juan Garcés, ante la nueva guerra contra Francia –la guerra
de Holanda (1673-1678)– demandó el envío de setenta y cinco hombres para reemplazar
a los muchos que tenía impedidos, además de asentar plaza a otros veinticinco naturales
de la isla. El Consejo de Guerra no sabía de dónde podrían sacar aquellos hombres, pues
eran muchos los frentes a cubrir y muy poco el numerario disponible. A fines de año,
Garcés demandó una vez más dinero para, en esta ocasión, comprar bastimentos de
15
AGS, GA, leg. 2220, «consulta del Consejo de Guerra» del 22 de enero de 1670. 16
ACA, CA, leg. 1015, «los jurados de Mahón a Mariana de Austria» de 10 de marzo de 1670 y
«consulta del Consejo de Aragón» de 19 de marzo de 1670. El 7 de julio los jurados de Mahón y los de
Ciudadela que, parece que por una vez, hicieron frente común, volvieron a enviar un memorial contra
Garcés. El Consejo de Estado solicitó que Garcés se abstuviese de mantener contacto con las armadas
foráneas y permaneciese dentro del castillo. AGS, Estado, leg. 2690, «consulta del Consejo de Estado» de
31 de marzo de 1670.
32
reserva para San Felipe y San Antonio de Fornells, preparándose, así, ante cualquier
contingencia. Sin duda, esa nueva guerra contra Francia obligaba a ser más cauto. El
Consejo de Guerra estuvo de acuerdo17
. Gracias a dicha circunstancias, en 1674 el
Consejo de Guerra dio orden de enviar a Menorca dos mil cuatrocientos reales para
adquirir diez piezas de artillería de un navío inglés que se quemó allá ante la falta de
cañones con que se hallaban los castillos de San Felipe y Fornells. Y en septiembre se
dio asimismo orden de enviar mil reales a Mahón para fundir una culebrina
aprovechando trozos de otras piezas rotas18
. Era la única forma de aumentar tan
maltrecho parque artillero.
En mayo y junio de 1675 llegaron a la corte varios informes sobre Mahón. En el
primero de ellos, el príncipe de Montesarcho, quien había desembarcado en el mismo,
reconoció su importancia y notando que le faltaban las defensas exteriores del castillo
pidió al Consejo de Guerra que se hiciesen dada su conveniencia19
. Interrogado por el
Consejo de Guerra acerca de lo que era más necesario para su buena defensa, don Juan
Garcés volvió a demandar setenta y cinco hombres para la dotación del castillo, que
tendrían un coste de treinta mil reales de plata, quienes podrían venir del ejército de
Cataluña, que también podría desprenderse de tres o cuatro alféreces reformados con
experiencia. Pero el Consejo de Guerra vio como un imposible esto último, insistiendo
en remitir el dinero a Valencia y que se hiciese allá la recluta20
.
Como entre 1675 y 1677 se enviaron más medios de guerra a Ciudadela, el virrey
de Mallorca no puso objeción alguna a remitir a Carlos II un impreso de los jurats de
Mahón donde éstos se quejaban de que, en caso de invasión, sólo contaban con
seiscientos hombres con capacidad para manejar armas, trescientos de los cuales se
quedaban de guarnición al castillo de San Felipe y otros trescientos se los llevaba el
gobernador de la isla a Ciudadela, permaneciendo una población de tres mil personas a
resguardo de unas murallas de quinientos nueve pasos de circunvalación, con dos
baluartes y diez torres, faltando sólo sesenta y seis mil reales para acabar de poner en
buena defensa la villa. Pedían, contra las órdenes dadas hasta entonces al respecto, que
17
AGS, GA, leg. 2286, «consultas del Consejo de Guerra» de fecha 11 y 18 de junio, 18 de noviembre y
21 de diciembre de 1673. Poco después se contestó que el coste de la fundición en Mallorca de una
culebrina y su transporte a Mahón sería de 10.200 reales. El Consejo de Guerra estuvo de acuerdo, pero
exigió una rebaja al fundidor. 18
AGS, GA, leg. 2303, «consultas del Consejo de Guerra» de 17 de agosto y 30 de septiembre de 1674. 19
AGS, GA, leg. 2323, «consulta del Consejo de Guerra» de 27 de mayo de 1675. 20
AGS, GA, leg. 2324, «consulta del Consejo de Guerra» de 17 de junio de 1675.
33
en caso de invasión, si el enemigo no era rechazado, poder tener la posibilidad de hacer
volver los hombres destacados en Ciudadela a Mahón para defender sus familias, como
tenían concedido en una vieja orden de marzo de 1618. El gobernador de Menorca, don
José Pardo, emitió un informe al respecto diciendo que Ciudadela tenía quinientos
sesenta y un hombres de armas y, por el perímetro de sus defensas, necesitaba tres veces
dicha cantidad, de suerte que había que enviarles los de Mahón y de Alayor (663
hombres), porque de los de Mercadal y Ferreríes (325 hombres), trescientos se habían
de enviar al castillo de Fornells. Por lo tanto, concluía Pardo, los hombres de Mahón
eran necesarios para Ciudadela y, como siempre se había hecho, en caso de peligro su
población debía refugiarse en aquella villa, no debiendo permanecer en Mahón. Para
Pardo era una falacia que las defensas de Mahón se terminasen de construir a la
moderna con un coste de apenas sesenta y seis mil reales, pues sus murallas, salvo dos
baluartes, eran de tipo antiguo y, además, si se fortificara a la moderna, como sí se
estaba haciendo con Ciudadela, en Mahón no habría gente tampoco para defenderla bien.
Apostaba claramente, pues, por una sola fortificación que concentrase todo el potencial
defensivo de la isla21
. Una cuestión que no se había tenido en cuenta a la hora de
construir las enormes defensas de Ciudadela, que todavía, en 1678, necesitaban
doscientos ochenta mil reales para ver acabadas sus obras22
.
En cualquier caso, intentando huir de la polémica, el castellano de San Felipe de
Mahón volvió a pedir los setenta y cinco hombres prometidos tres años antes, treinta y
tres mil reales para vituallas y un ingeniero que visitase la plaza y viese qué necesitaba
ésta en cuanto a defensas exteriores. Desde la corte se comenzó a trabajar para dar
salida a tales peticiones. Finalmente, el virrey de Cataluña aseguró que remitiría los
hombres demandados para Mahón y un ingeniero de los pocos que había en aquel
ejército, dado que «la inclinación de los españoles [no] les lleva por sí a solicitar esta
inteligencia, que de los pocos que haya en el ejército remitirá alguno que no haga mucha
falta». Y, sin duda, la llegada al puerto de Mahón aquel verano de la armada inglesa con
setenta y una velas, si bien sólo tres navíos de guerra y algunas lanchas, entrando en
21
ACA, CA, leg. 1022, «carta del virrey al rey» de 17 de marzo de 1677; «carta del gobernador Pardo al
rey» de 10 de julio de 1678. 22
ACA, CA, leg. 1022, «consulta del Consejo de Aragón» de 3 de marzo de 1678.
34
puerto a tomar bastimentos, hubo de dinamizar aquellas peticiones, más que nada para
que un posible aliado no viese unas condiciones defensivas tan dantescas23
.
El gobernador interino de Menorca, F. Domingo, recibió en 1680 orden del
Consejo de Guerra para que pusiese en buen estado defensivo la isla. En el informe
pertinente, Domingo señalaba que hacía un año que había ido un ingeniero del ejército
de Cataluña, sin señalar su nombre –fue don José Castellón, en realidad–, que diseñó las
fortificaciones exteriores de San Felipe de Mahón24
, cuando no había visto el estado ni
las de Ciudadela ni las de Fornells, entendiendo que
maliciosamente ha informado para aplicar estos efectos a la que él ha delineado de
San Felipe, pues se ve bien la malicia para que tenga efecto su parecer quedando
esta plaza abierta y sin defensa alguna, con la muralla en tierra y el baluarte dos
varas levantado, al pie de dicha muralla me hallo con más de 2.000 ducados de cal y
canto para proseguir en acabar de perfeccionar el lienzo de la muralla [...] y el
baluarte [...]25
.
Desde fines de 1679, el castellano de San Felipe de Mahón se había quejado de la
falta de asistencias de su gente, pues el asentista Clemente Merino tenía un factor en
Mallorca mal abastecido de numerario que no enviaba casi nada a Mahón. También
hubo peticiones firmes para el envío de veinte piezas artilleras, de bronce si era posible,
al castillo, y que no se olvidasen del dinero prometido26
. Y en octubre de 1680, el
Consell General de Menorca redundaba en tales noticias al señalar que los soldados de
los presidios de San Felipe de Mahón y San Antonio de Fornells tampoco cobraban
hacía casi dos años, por lo que estaban «desnudos y pereciendo». Con una redundancia
que sólo era fruto de la necesidad, en enero de 1681 escribía el castellano de Mahón en
23
AGS, GA, leg. 2409, «consulta del Consejo de Guerra» de 2 de mayo de 1678. AGS, GA, leg. 2411,
«consulta del Consejo de Guerra» de 27 de junio de 1678. AGS, GA, leg. 2407, «consulta del Consejo de
Guerra» de 26 de agosto de 1678. 24
Las obras requerían 91.000 reales. AGS, GA, leg. 2.444, «consulta del Consejo de Guerra» de 10 de
julio de 1679. Ibíd., leg. 2442, «consulta del Consejo de Guerra» de 30 de agosto de 1679. Ibíd., leg. 2478,
«carta de don José Castellón al rey» de 25 de julio de 1679; «carta de don Juan Garcés al rey de 26 de
julio de 1679»; «carta del marqués de la Granja al secretario del Consejo de Guerra» de 13 de noviembre
de 1679 y «consulta del Consejo de Guerra» de 24 de noviembre de 1679. 25
ACA, CA, leg. 1022, «carta de Joan Domingo, gobernador interino de Menorca, al rey» de 8 de mayo
de 1680 y «consultas del Consejo de Aragón» de 29 de mayo y 10 de junio de 1680. 26
AGS, GA, leg. 2441, «consulta del Consejo de Guerra» de 1 de diciembre de 1679. AGS, GA, leg.
2476, «consulta del Consejo de Guerra» de 29 de febrero de 1680. Ibíd., leg. 2477, «consulta del Consejo
de Guerra» de 29 de abril de 1680. AGS, GA, leg. 2478, «consulta del Consejo de Guerra» de 3 de junio
de 1680.
35
el sentido de que la guarnición, y toda la población, estaban en las últimas por falta de
dinero y de granos (tampoco hubo buena cosecha el año previo), y no había posibilidad
de comprar nada fuera
pues en la isla están ya apurados los caudales por la falta de cosecha, habiendo
vendido para la compra de granos hasta los sarçillos de las mujeres, yendo por las
calles así soldados como paisanos desnudos y tan flacos que da horror ver tan
rematadas las vidas[…].
El Consejo de Guerra lamentaba el estado de miseria de los presidios de
Ibiza, castillo de San Felipe del puerto de Mahón y Ciudadela de Menorca, habiendo
más de tres años y medio que no se les socorre sino con muy cortas porciones por
cuya causa faltan las guarniciones necesarias para su resguardo, sin las municiones y
víveres particularmente en tiempo de verano en que cruzan el Mediterráneo tantas
embarcaciones francesas que no ignorarán la disposición de estas plazas, ni las
conveniencias tan grandes de apoderarse de ellas si pueden conseguirlo27
.
Don Juan Garcés cayó enfermó en 1681. Moriría aquel año o el siguiente, pues
desde el verano de 1682 el nuevo castellano de Mahón era don Felipe Salvador. Por
entonces, el Consejo de Guerra no dudaba en señalar la importancia de Mahón, fortaleza
«de tanta consecuencia y envidiada de naciones por la capacidad de su puerto y
fortaleza, siendo el mejor del Mediterráneo y llave de toda Italia»28
. Y a modo de
homenaje, el virrey de Cataluña, duque de Bournonville, comentaba con respecto a la
necesidad de que el gobernador de Menorca y el castellano de San Felipe de Mahón
fuesen la misma persona, la posibilidad de pensar en el sargento mayor don Juan Garcés,
a quien trataba de «soldado de buenas experiencias, actividad y capacidad, y que si se le
agregase el gobierno de la isla, parece se reconocería más quietud en ella y mejor
defensa contra los piratas, moros y otros enemigos»29
.
27
AGS, GA, leg. 2509, «consulta del Consejo de Guerra» de 24 de abril de 1681. AGS, GA, leg. 2511,
«consulta del Consejo de Guerra» de 3 de marzo de 1681. La cita en AGS, GA, leg. 2510, «consulta del
Consejo de Guerra» de 30 de mayo de 1681. 28
Dicha noticia se infiere de una protesta formal de Gabriel Xambó al rey en el sentido de no haber
cobrado el dinero adelantado para que el virrey de Cataluña, Bournonville, cobrase los ochenta mil reales
procedentes de Menorca. ACA, CA, Registros, nº 287, «carta de Carlos II al virrey de Mallorca» de 30 de
enero de 1686. La cita en AGS, GA, leg. 2478, «consulta del Consejo de Guerra», de 12 de julio de 1680. 29
ACA, CA, leg. 1010, «carta del virrey de Cataluña, duque de Bournonville, al secretario del Consejo de
Aragón», 30 de noviembre de 1680.
36
Sin duda, la buena opinión transmitida por un militar de prestigio como era el duque de
Bournonville puede verse reafirmada por la existencia de una excelente biblioteca en
posesión de don Juan Garcés. Se trata de una biblioteca de 247 volúmenes, 238 de ellos
impresos y nueve manuscritos, y un total de 210 títulos. Aunque el idioma
predominante de la mayor parte de los títulos consignados es el castellano, Garcés
poseía un número variable –en función de si hemos acertado o no en la atribución de los
diversos impresos– y, sin duda, importante de obras en otros idiomas: latín (ocho
títulos), francés (trece títulos), italiano (dieciséis títulos) y catalán (ese mallorquín que
aparece en el inventario, con tres títulos). Además se constata la presencia de dos
diccionarios: un Nebrija catalán-latín y un típico diccionario de la época de ocho
lenguas que, sin duda, podía ser muy útil al disponer de obras en diversos idiomas.
La presencia de determinados títulos, de contenidos por lo tanto, además de la
cronología de su producción –no menos de 76 títulos pertenecen a obras publicadas
después de 1650 o con ediciones posteriores a dicha fecha, es decir, contemporáneas de
Garcés mientras desarrollaba sus funciones en Mahón– hacen de la biblioteca de don
Juan Garcés un caso excepcional, ya que dichas circunstancias nos van a permitir
constatar no solo el hecho de poseerse tal o cual impreso, que no siempre es fácil
averiguar a partir del documento original, sino también intentar establecer las
motivaciones para el consumo de tales obras.
En primer lugar, nos hallamos ante una biblioteca constituida en gran medida por
tratados de uso profesional para un militar (ingeniería militar-fortificaciones, artillería,
arte de la guerra) especialmente interesado, o cautivado, por su formación matemática
para una mejor comprensión y aplicación de los saberes relacionados con la milicia,
pero también con la astronomía, la cosmografía y la navegación. La mitad de los títulos
de la biblioteca de Garcés, aproximadamente, responden a dicha realidad. Así, la
presencia de la tratadística militar, tanto hispana como europea, es abrumadora: en el
caso de los autores hispanos, cabría destacar las obras sobre fortificación (nueve títulos)
30, entre las que destacan clásicos como Diego de González de Medina Barba, pero,
30
Los títulos, recogidos en el apéndice, son: 9, 11, 57, 60, 62, 66, 69, 75, 94.
37
sobre todo, autores que publicaron sus obras entre 1640 y 1670, como Vicente Mut,
Genaro Mª Afflitto, Alonso de Cepeda y Don Pedro de Aragón31
. Asimismo, disponía
Garcés de uno de los numerosos opúsculos de Juan Bayarte32
, gobernador de Menorca
en tiempos de nuestro alcaide. En cuanto a las obras de artillería, se puede decir que no
falta ninguno de los clásicos hispanos –o de italianos de origen que publicaron en
castellano–, como lo eran Cristóbal Lechuga, Diego Ufano, Luis Collado y dos obras de
Julio César Firrufino, pero también cabe destacar la inclusión de dos novedades en los
años de Garcés: la obra de Vicente Mut, Adnotaciones sobre los compendios de la
artillería de 1668 y la de J. Fernández de Gamboa, Memorias militares en que solo se
trata del manejo de la Artillería de 1671. Sobre arte de la guerra en sus diversas
manifestaciones, Garcés disponía de un nutrido grupo de impresos33
entre los que
sobresalen desde clásicos indiscutibles de finales del siglo XVI como lo eran
Bernardino de Escalante, Diálogos del Arte militar (1583), Bernardino de Mendoza,
Theórica y práctica de la Guerra (1595) o Martín de Eguiluz, Milicia, discurso y regla
militar del capitán M. de Eguiluz (1592); algunos autores importantes del primer cuarto
del Seiscientos como Bernardino Barroso, Teórica, práctica y exemplos (1628), cuya
obra poseía en forma de manuscrito Garcés; autores críticos con la milicia de su tiempo
y preocupados por su mejora, como Carlos Bonières, Arte militar deducido de sus
principios fundamentales... (1644) o el marqués de Aytona, Discurso militar, con una
primera edición de 1647. Al igual que en los casos anteriores, Garcés se preocupó de
conseguir algunas novedades, por ejemplo la obra de Juan Márquez Cabrera, Espejo en
que se debe mirar el buen soldado (1664), la de Juan de Medina, Breve compendio
militar (1671) y, sobre todo, la excelente de Francisco Dávila, Política y mecánica
militar para sargento mayor de tercio (1667). Asimismo, cubría otro frente con el
trabajo de Remigio B. Noydens, Decisiones practicas y morales para curas,
confessores y capellanes de los exercitos y armadas (1665).
Entre los autores europeos, básicamente franceses e italianos34
, dedicados a los
menesteres señalados, en cuanto a los sistemas de fortificación cabe destacar la
31
Sobre todos estos autores, véase Antonio , Guerra y cultura en la época moderna, Madrid,
Ministerio de Defensa, 2001. 32
Sobre la producción escrita de Juan Bayarte, véase Antonio , Don Juan Bayarte Calasanz y
Ávalos (1622-1689). Un governador de la Ribagorça a la mediterrània de Carles II, Benavarre, Editorial
Cossetania, 2009, pp. 43-92. 33
Serían los nº 12, 13, 14, 18, 19, 56, 63, 71, 72, 74, 82, 89 del apéndice. 34
Los nº 27, 28, 35, 85, 90, 97, 98, 99, 100, 101, 103, 104, 105, 106 y 107 del apéndice.
38
presencia de los autores clave en dicha disciplina entre el período clásico de la escuela
italiana del siglo XVI y la irrupción de los sistemas más elaborados de Vauban o van
Coehoorn de la década de 1680; se trata de autores como Francesco Fiorenza, Matteo
Oddi, Georges Fournier, Pietro Antonio Barca, Pietro Sardi, Gabriel Busca, Hendrik
Hondius, Antoine de Ville, G. B. Bellucci -il Sanmarino-, Adam Freitag, Jean Errard de
Bar-le-Duc, Pietro P. Florián, N. Goldmann, y Bonaiuto Lorini. De algunos de ellos,
como De Ville, Freitag, Sardi o Floriani, existen diversas ediciones, muchas de ellas de
entre 1630 y 1670, y aunque nuestra fuente no nos señala la edición concreta, es factible
que la obra disponible fuese de alguna de las mismas, lo que reforzaría nuestra idea de
encontrarnos ante una biblioteca en constante renovación.
Sobre arte de la guerra, dado que la erudición sobre artillería en Europa estuvo en
buena medida en manos de italianos y españoles hasta bien avanzado el siglo XVII, y,
como hemos visto, la biblioteca de Garcés estaba bien surtida de las obras de dichos
tratadistas, cabe destacar la presencia de siete títulos35
entre los que cabe destacar
Francesco Patrizzi da Cherso, La militia romana di Polibio, di Tito Livio e di Dionigi
Alicarnaseo (1583); monsieur de La Valière, Pratique et maximes de la guerre (1653),
con una edición en castellano de 1676; Lelio Brancaccio, I carichi militari (1610), con
edición en castellano, asimismo, de 1639; del duque de Rohan, Juan Garcés disponía de
dos ejemplares, con múltiples ediciones del clásico Le parfaict capitaine desde la
original de 1636 (tenemos contabilizadas doce, la última de 1667). Por último, el trabajo
de Lodovico Melzo, Regola militari sopra il governo e servitio particolare della
cavalleria (1611), que también contó con edición en castellano (1619).
Directamente relacionados con la temática referida, Juan Garcés dispuso
asimismo de los Comentarios sobre las guerras de la Gallia, Africa, y España tambien
dela ciuil de Cayo Julio César, en edición, factible, de 1621; del libro de Hermann Hugo,
Sitio de Breda rendida a las armas del rey don Felipe IV (1627) y de la no menos
conocida obra de Carlos Coloma, Las guerras de los Estados Bajos desde el año de
M.D.LXXXVI hasta el de M.D.XCIX (1625).
Como decíamos, la biblioteca de Juan Garcés destaca extraordinariamente por la
acumulación de obras de matemáticas (aritmética y geometría), cosmografía,
astronomía y navegación que, junto con las ya citadas, dan relevancia a su labor como
35
Los nº 15, 61, 70, 80, 86, 96 y 203 del apéndice.
39
castellano de un puesto tan importante como San Felipe de Mahón. Sin duda, los
avatares de su destino, con la necesidad de emprender una profunda remodelación de las
defensas, y la posibilidad de tener que discutir con los ingenieros reales, como así
ocurrió, con conocimiento de causa, quizá estén en el origen, además de la propia
curiosidad intelectual, del consumo de las obras que, inmediatamente, comentamos. De
tratados sobre matemáticas –veinticinco obras, algunas manuscritas36
–, en especial de
aritmética y geometría, contaba Garcés con la presencia de casi todos los representantes
hispanos de los siglos XVI y XVII y algunos extranjeros de la última generación,
además de un par de impresos de Euclides y el comentario de su geometría por N.
Fontana «Tartaglia». Nuestra hipótesis, una vez más, es que una biblioteca que se acabó
de constituir en función de la actividad profesional de su dueño, ciertamente contaba
con las segundas ediciones de determinadas obras como era el caso de Jerónimo Cortés
y su Arithmetica practica, con edición original de 1604, pero reeditado en 1659; de un
clásico como Cristóbal Clavio, cuya aritmética práctica en latín es de 1583, pero
contaba con traducción italiana de 1644; de otro clásico, Juan Pérez de Moya, de quien
disponía de dos títulos, tenía Garcés su aritmética, una obra de 1562, casi sin duda en
una de sus últimas ediciones (1652, 1672). Por otro lado, salvo excepciones, como las
obras de Antic Roca (1564) o, incluso, Joan Ventallol (1614), el resto son impresos
mucho más recientes o novedades absolutas: Gilles François de Gottignies (1675); el
padre José Zaragoza aparecía con cuatro obras, todas ellas publicadas en su primeras
ediciones entre 1669 y 1674; Andrés Puig (1670, 1672), Luis Carducho (1637),
Caramuel de Lobkowitz (1670), además del tratado del arquitecto e ingeniero militar
Simón Stevin (1634). Incluso, como es sabido, los clásicos en la teórica de la esgrima
basaban aquélla en las matemáticas; Garcés disponía de tres obras del clásico Luis
Pacheco de Narváez, Libro de las grandezas de la espada (1600); Modo fácil y nuevo
para examinarse los Maestros en la destreza de las Armas, una obra de 1625, pero con
ediciones de 1654, 1658 y 1659; y de Nueva ciencia y filosofía de la destreza de las
armas, su teórica y práctica, un impreso de 1632, pero con una nueva edición de 1672.
Por último, el título de la obra de Miquel Pérez de Mendoza no deja lugar a dudas:
Principio de los cinco sujetos principales, de que se compone la Philosophia, y
matemática de las Armas (1672).
36
Los nº 6, 7, 20, 33, 39 a 48, 58, 59, 65, 68, 78, 79, 81, 83, 92, 93, 95 y 108 del apéndice.
40
El patente interés de nuestro castellano por la cosmografía, la astronomía y la
navegación se puede observar en una cierta profusión de obras: contaba con diversas
ediciones de Esferas del mundo, una, posiblemente de un autor francés, «Josef Blancan»,
que no hemos conseguido adjudicar; ha sido tarea más fácil en los casos de clásicos
como Juan de Sacrobosco –John de Hollywood–, y su Tractado de la Sphera,
seguramente en edición de 1628; Alessandro Piccolomini (con ediciones de 1553, 1561,
1566, 1579) y de José Zaragoza su Esphera en común, celeste y terraquea (1674).
Obras sobre astronomía (tablas astronómicas) y su aplicación en la navegación (además
de la fabricación de astrolabios), Juan Garcés poseía diez títulos37
; cabe destacar los
tratados de Andrea Argoli (1652, 1659), David Origanus (1609), Plácido de Titi (1657,
1658) y las artes de navegar de Lázaro de Flores (1673) y Andrés del Río Riaño (1585).
Cambiando de tercio, cabe constatar que la mitad aproximadamente de los títulos
de la biblioteca de don Juan Garcés pertenecen a obras de devoción y esparcimiento, por
un lado, así como a tratados de formación tanto en Geografía e Historia como en
pensamiento político, además de algunas otras de carácter práctico para la rutina del día
a día a diversos niveles. Comenzando por este segundo bloque, obras de Geografía,
además del clásico del pensamiento geográfico, Claudio Ptolomeo, Garcés poseía dos
impresos de Jaime Rebullosa donde se comentaba la obra de Giovanni Botero, Delle
relationi universale di Giovanni Botero Benese (Ferrara, 1591-1593). G. Botero, que
originariamente concibió su obra como un ensayo de la progresión del Cristianismo en
el Mundo, terminó por redactar un repertorio orgánico de antropo-geografía, con
noticias de demografía, geografía física, economía, potencia militar y política de los
diferentes Estados. Durante un siglo tuvo una gran difusión al considerarse estas
Relazioni como el manual de geopolítica de las clases dirigentes europeas. En cuanto a
las obras de Historia, es muy interesante observar cómo Garcés disfrutó relativamente
de pocos títulos, pero muy bien escogidos. Además de las obras ya mencionadas sobre
campañas militares (César, C. Coloma, H. Hugo), Garcés dispuso de la Historia
Pontifical y Católica (1573) de Gonzalo de Illescas (1518-1583), una historia de los
pontífices romanos junto con la de varias naciones, sobre todo, la de España, teniendo
cierto carácter de Historia Universal, que llegó a estar censurada por la Inquisición38
.
37
Los nº 3, 4, 5, 8, 10, 16, 17, 30, 31, 32 del apéndice. 38
La edición anterior a 1573 estuvo en los índices de libros prohibidos de 1569, 1583 y 1590. Illescas
también fue autor de una Jornada de Carlos V á Túnez.
41
Asimismo, contaba con la obra de Juan de Pineda (1515-1573), Los treynta libros de la
Monarchía Ecclesiastica o Historia universal del mundo (1588), un intento, nada menos,
que de historiar todos los países desde la creación del mundo. También estaba presente
el famoso obispo de Nocera dei Pagani, P. Giovio (1483-1552), con su trabajo sobre la
Historia de Europa durante el reinado de Carlos I, en edición de 1608, así como una
obra sobre el reinado de Felipe II, pero de un autor más moderno: Lorenzo van der
Hammen y León (1632). El dominico valenciano F. Diago (1560-1615) produjo una
Historia de los primeros condes Barceloneses (hasta Ramón Berenguer IV, luego se
transforma en un episcopologio) aclamada en su época (1603). Aunque siempre cabría
destacar la presencia de la obra del padre Mariana (1536-1624) que, con ediciones en
1601, 1608, 1616 y 1650, se convertiría «a lo largo de más de dos siglos, en el referente
por excelencia de la historia de España39
», y, sobre todo, el interés observado por
Garcés por la primera historia del reino de Mallorca, iniciada por Joan Dameto (1554-
1633), quien fuese nombrado cronista general del reino mallorquín en 1630, y
continuada por el polifacético Vicente Mut, el autor, junto con el padre Zaragoza, más
representado en la biblioteca de Garcés. Junto a estas obras, Garcés también dispuso de
un catálogo de los monarcas hispanos, marcando mucho sus linajes y descendencias, de
Rodrigo Méndez Silva (1656), así como de la Corona gótica castellana y austríaca...,
de Diego de Saavedra Fajardo (1670-1677), en realidad una historia de los treinta y seis
reyes visigodos. Por último, los títulos de Historia se completan con una obra celebrada
en toda Europa del historiador italiano Enrico Caterino Dávila, Historia de las guerras
civiles de Francia, con diversas ediciones en castellano (1651, 1660, 1675), con el
Cronicón del historiador de los Países Bajos (de Delft) Christian Kruik van Adrichem
(Cristiano Adricomio Delfo), en realidad la tercera parte traducida de su crónica, que
abarcaría desde el principio del mundo y hasta el año 109 d.C., y una interesante obra
del obispo de Puebla de los Ángeles, Juan de Palafox y Mendoza, Historia de la
conquista de la China por el tártaro (1670), la única en el panorama hispano en la que
se hizo referencia a la caída de la dinastía Ming a manos de la tártara Qing, con noticias
llegadas a México merced al galeón de Manila.
Los tratados para asegurar la formación política y del caballero estuvieron
presentes, como no podía ser de otra forma, entre los libros de Juan Garcés. Sobre
39
Baltasar , «La larga marcha hacia las historias de España en el siglo XVI», en Ricardo
, coord., La construcción de las historias de España, Madrid, Marcial Pons Historia, 2004, p. 119.
42
pensamiento político, que incluiría algunos impresos sobre la actualidad política de la
época que le tocó vivir a Garcés, básicamente la minoría de edad de Carlos II y la pugna
entre don Juan José de Austria y Mariana de Austria y sus consejeros por el control del
poder en la corte madrileña40
, hemos contabilizado media docena de títulos de autores
clásicos del siglo XVII, ya que de dicha centuria podemos considerar la obra de J.
Castillo de Bovadilla, Política para corregidores y señores de vasallos, en tiempos de
paz y de guerra (1597), si bien es ésta una obra de tipo técnico, más que de erudición
política; también estaba presente Juan Márquez, El governador christiano… (1612), un
tratado dentro de la tradición de extraer las leyes de gobierno de la sociedad de las
Sagradas Escrituras y no de preceptos filosóficos o de la trayectoria de los grandes
hombres de la Antigüedad, un campo éste último que Garcés no abandonó, ya que entre
sus impresos se encontraba el clásico de Antonio de Guevara, Libro Aureo del Gran
Emperador Marco Aurelio. Con el Relox de Principes, que aún gozó en el siglo XVII de
ediciones en 1650, 1658 y 1675. Junto con la de Guevara, Garcés consumiría obras de
autores menores cuyo denominador común sería el uso ejemplificador a partir de
trayectorias vitales de figuras del pasado como Numa Pompilio (la obra de Antonio
Costa de 1667), el emperador Commodo (según la obra de Juan de Zabaleta de 1666) y
de Trajano (representado en dos obras, una de Francisco de Barreda de 1622 y otra de
Luis de Morales de 1654). El antimaquiavelismo, además de por Juan Márquez, estuvo
presente en la biblioteca de Garcés con la Política española… de Fr. Juan de Salazar
(1619), –quien defendía a la Monarquía Hispánica como la última que perduraría tras la
desaparición de todas las demás–, seguidor de Giovanni Botero, de quien Garcés
también poseía su Razón de Estado. Crítico de Maquiavelo, Botero, aunque sin
renunciar en el fondo a todo lo que de útil halló en la obra del florentino, trataría sobre
el dominio de los medios necesarios no sólo para fundar un estado, sino también para
mantenerlo y aumentarlo. Pero sobresale, asimismo, el ejemplo máximo de unión entre
praxis política y ética cristiana, el libro de Diego de Saavedra Fajardo, Idea de un
príncipe político cristiano representado en cien empresas, con ediciones de 1640, 1642
y 1655. No obstante, hay numerosas obras cuyo contenido podemos calificar como
sentencias morales, exempla, aforismos y apotegmas para adquirir experiencia política,
además de otras que cubrirían la necesidad de aprender a gozar de un comportamiento
40
Los nº 164, 166 y 168 del apéndice.
43
adecuado y de suficiencia moral, junto con las «capacidades» propias de la nobleza,
presentes, por ejemplo, en la obra de Bernabé Moreno de Vargas, Discursos de la
nobleza de España (1622): se trataría de trabajos como los de Pedro Mejía, Libro
llamado silva de varia lección (1540, 1602), pero, sobre todo, de colecciones de
aforismos como los de Álamos de Barrientos a partir de Tácito (1614); las Cartas de
Antonio Pérez (1598); de tratados de diversa índole, como la obra de Juan de Torres,
Filosofía moral de Príncipes (1596) que, en principio, dotaba de argumentos a los
predicadores, pero no sólo a ellos; por obras de emblemática de autores reconocidos
como el jesuita gerundense Francisco Garau (1640-1701) y su famoso El sabio
instruido de la naturaleza... (1677), otros igualmente conocidos como Melchor de Santa
Cruz, Floresta Española de apoteghmas e sentencias... (1614) o Tomás de Llamazares,
Apotegmas en romance, notables dichos y sentencias... (1670); en trabajos como los del
prolífico portugués Diego Enríquez de Villegas, El príncipe en la Idea (1656), uno de
los mejores ejemplos en la época de Felipe IV de tratado sobre la formación del príncipe
(y del cuidado en elegir a sus preceptores) –aunque también disponía de la obra de
Tomás Cerdán de Tallada, Verdadero gobierno de la monarquía de España (1581), otro
buen ejemplo de moral de príncipes si bien un tanto anticuado–, sin olvidar la
profundidad de contenidos de Baltasar Gracián, de quien Garcés poseía sus Obras
(1669). J. L. Abellán ve en Gracián el arquetipo del intelectual barroco, «instalado en
una fe religiosa que ya no le hace vivir, y buscando en el mundo su fuente de
inspiración41
». El rango inferior de esta literatura lo ocuparía una miscelánea barroca,
una obra con novelas, comedias, autos sacramentales, poemas, discursos, refranes y
proverbios como la de Juan Pérez de Montalbán (1602-1638) en edición póstuma: Para
todos exemplos morales humanos y divinos... (1645).
Las sátiras políticas estuvieron presentes en esta biblioteca que analizamos
merced al muy famoso en su época Trajano Boccalini y sus Discursos políticos y avisos
del Parnaso (1634), un texto que entronca con La fortuna con seso y hora de todos
(1650) de Francisco de Quevedo, de quien Garcés también poseía sus obras en prosa en
la edición de dos tomos de 1658.
La nueva forma de entender la naturaleza de las cosas –anteponiendo la razón a la
religión–, estaba presente con una obra tan importante como la de Juan Huarte de San
41
Sobre Baltasar Gracián, véase José Luis , Historia del pensamiento español. Del Barroco a la
Ilustración (siglos XVII y XVIII), Madrid, Espasa-Calpe, 1988, III, pp. 234 y ss.
44
Juan, Examen de ingenios para las ciencias (1603), que puede emparentar con las textos
sobre el conocimiento de uno mismo, aunque, en el caso de Garcés, como hemos visto,
habría que insistir mucho más en el ideal de nobleza. El interés y la curiosidad por el
mundo que nos envuelve con un componente práctico –los tratados de medicina o de
plantas medicinales y las obras sobre «secretos»– también estaban representados:
Lazzaro Grandi, Alfabeto di secreti medicinali (1666); Domenico Auda, Breve
compendio di marauigliosi segreti approuati, e pratticati con felice successo nelle
indispositioni corporali (1666) y el tratado de medicina popular Libro de medicina
llamado Tesoro de los pobres, en edición de 1598– y otro puramente lúdico: Jerónimo
Cortés, Libro de Phisonomia natural y varios secretos de naturaleza (1598), de quien
también disponía de su Lunario nuevo, perpétuo y general y pronóstico de los tiempos
universal (1604); Aristóteles estaba presente con su Historia general de aves y animales
(1621), mientras que otros intereses se cubrían con trabajos como los de Francesc
Gilabert, Discvrsos sobre la calidad del Principado de Cataluña (1616), que recogía la
realidad catalana de principios del Seiscientos, lugar donde estuviese sirviendo durante
muchos años Garcés, o bien de Juan Velázquez de Acevedo, El fenix de Minerva y arte
de memoria […] que enseña sin maestro a aprehender y retener (1626). Por último, las
sensibilidades artísticas estaban cubiertas con los tratados de Juan de Arfe Villafañe, De
varia conmesuración para la esculptura y architectura (1585-1587) y Leon Battista
Alberti, Opuscoli morali (1568).
Las obras de contenido religioso (veintidós títulos) representarían grosso modo
una decena parte de la biblioteca de Juan Garcés. Nos encontramos desde un Biblia
Sacra con imágenes, esto es «historiada», pasando por la literatura espiritual a caballo
del Renacimiento tardío y el Barroco, sobre todo la ascética con autores como Tomás de
Kempis (L. de Sajonia) e Ignacio de Loyola; el nuevo catecismo tridentino de Roberto
Belarmino Declaración de la Doctrina Christiana (1613); obras sobre la práctica de los
sacramentos, en especial la penitencia, con varios ejemplos de confesionarios como el
de Cristóbal de Vega (1679) y un «Breve tratado de la confesión general y particular»,
que pudiera ser el de F. Alcocer entre otros muchos candidatos, aunque destaca esta
biblioteca por los diversos sermonarios y devocionarios, en especial las obras de
Francisco de Torres, Consuelo de los devotos de la Inmaculada Concepción de la
Virgen Santíssima (1620), y los libros de rezo (oficios parvos y novenas). Asimismo,
45
don Juan Garcés dispuso en su biblioteca de tratados publicados los años que estuvo
destinado en Mahón, como Juan Antonio Bacó (1591-1665), Suma de los preceptos del
decalogo y de la Iglesia..., (1661, 1668) y Remigio B. Noydens, Promptuario moral de
questiones practicas y casos repentinos en la Theologia moral, para examen de curas y
confesores (1664, 1675, 1678), pero, sobre todo, por diversas ediciones de Ramón Llull
realizadas en Bruselas bajo el control o estímulo de Alonso de Cepeda: se trata del
famoso Árbol de la Ciencia (1663) y de Liber Conceptionis virginalis (1664), además
de un comentario del propio Cepeda sobre la Santísima Trinidad.
Por último, don Juan Garcés consumió buena literatura de su época, como Miguel
de Cervantes, de quien tenía la segunda parte del Quijote, descrito por la fuente como
«viejo, sin principio ni fin»; F. Lope de Vega, de quien tenía seis títulos, sobre todo
comedias; F. de Quevedo (Parnaso Español, el Buscón); Tirso de Molina (Deleitar
aprovechando); las Novelas amorosas de María de Zayas (1637, 1646); una edición de
Novelas amorosas de los mejores ingenios de España (1648); la comedia del portugués
Juan de Matos El sabio en su retiro..., una refundición, en realidad, de una famosa
comedia de Lope de Vega; y una obra de poesía de Francisco de la Torre y Sebil. De los
clásicos don Juan Garcés sólo disponía de La Eneida de Virgilio.
La formación intelectual de la oficialidad es un tema no sólo fundamental sino
apasionante. La biblioteca del sargento mayor don Juan Garcés es un excelente ejemplo
de biblioteca del Barroco. Lo es por la presencia de obras de reconocidos autores de
dicho periodo histórico-cultural a nivel de pensamiento político y en cuanto al consumo
de determinada literatura, títulos y autores. La presencia del catolicismo
contrarreformista también se detecta con facilidad. Pero, sobre todo, cabe destacarla por
la presencia significativa de la tratadística militar y de las obras de tipo o corte científico.
Nuestra hipótesis es que nos encontramos ante un depósito libresco que no se constituyó
producto de una o varias herencias, sino que nos hallamos ante una biblioteca en
perpetuo aumento y desarrollo. Aunque la principal fuente utilizada para los estudios
sobre bibliotecas privadas en la época moderna, los inventarios post mortem, muchas
veces ofrecen una información parcial (autores y títulos mal escritos por los notarios y/o
46
sus ayudantes y peor transcritos por los historiadores; ausencia de información, o poco
fiable la encontrada, sobre los años de impresión, los lugares donde se imprimieron y el
formato de las obras, etc.), que puede dificultar una correcta adjudicación de las obras
presentes en la biblioteca en cuestión, no obstante creemos no equivocarnos demasiado
cuando sugerimos en el presente trabajo la idea de la voluntad de don Juan Garcés por
hacerse con toda una nómina de títulos y autores que no sólo alimentaban su curiosidad
intelectual, sino que eran herramientas muy necesarias para poder desarrollar su trabajo.
Al frente del castillo de San Felipe de Mahón durante dos décadas, entre 1662 y 1681 o
1682, el año de su muerte casi con toda seguridad, Garcés muy probablemente halló en
la lectura y el estudio un refugio para sobrellevar lo mejor posible, es decir, sirviendo lo
más adecuadamente posible a su rey en un destino complicado, la tarea encomendada.
Garcés dispuso de casi todo lo mejor en cuanto a arte de la guerra, artillería y
arquitectura e ingeniería militar que le ofrecía su época. Estamos convencidos que una
buena parte de su biblioteca está conformada por obras publicadas a partir de la década
de 1650, que nuestro alcaide solicitaba que le fuesen compradas y enviadas a su destino,
puesto que no existían librerías en la Menorca de aquellos años42
. La presencia de
determinados autores y primeras ediciones así lo confirma. La espada y la pluma una
vez más unidas.
«Inventari dels béns de l’alcaid del castell de Sant Felip don Juan Garcés, sergent
major»44
.
42
Sobre las importaciones de libros en la Menorca del Barroco, véase Miquel Angel ,
Biblioteques, llibre i lectors. La cultura a Menorca entre la Contrareforma i el Barroc, Barcelona,
Publicacions de l'Abadia de Montserrat, 2001. 43
Cabe aclarar que la biblioteca de don Juan Garcés procede del inventario post mortem des su bienes
exhumado por Miquel Angel Casasnovas en el Archivo Histórico de Mahón, albergado en la Biblioteca
Pública de mahón, sección de Protocolos Notariales (véase n. 44). Los datos bibliográficos que aparecen
son o bien las primeras ediciones de las obras en cuestión o bien ediciones posteriores que pudieran ser
las que disponía nuestro alcaide. 44
La biblioteca se halla relacionada en la obra de Miquel Angel CASASNOVAS, op. cit., 2001, pp. 321-327,
con algunos errores de transcripción.
47
1. Juan de Arfe Villafañe, De varia conmesuración para la esculptura y architectura,
Sevilla, Andrea Pescioni & Juan de de León, 1585-1587, Fol.
2. Joseph Blancan, La sphera del mundo, Fol.
3. Andrea Argoli45
, Ephemerides46
, 5 vols47
., 4º.
4. Andrea Argoli, Ptolomaeus parvus, in Genethliacis junctus Arabibus, Lyon, J. & P.
Vilort, 1652 [Lyon, J. A. Hughetan & M. A. Ravaud, 1659].
5. David Origanus, Novae motuum Caelestium ephemeredes brandenburgicae, Fancfort,
J. Eichormi & D. Richardum, 160948
.
6. Nicolás Tartaglia, Euclide [...] diligentemente rassettato e alla integrità ridotto per il
degno professore di tal scientie Nicolò Tartalea [...] Con una ampla espositione
dello istesso tradottore di nuovo aggionta […], Venetia, C. Trojano, 1565.
7. Cristóbal Clavio49
, Arithmeticae practicae, Roma, D. Basae, 1583, 8º [las ediciones
en italiano eran: Aritmetica prattica, Roma, G. Facciotti, 1626, 8º; Venecia,
Giunti & Baba, 1644, 8º].
8. Plácido de Titi50
, Commentaria in Ptolomaeum de siderum judiciis, Pádua, 1658, 8º.
9. Diego de González de Medina Barba, Examen de fortificación, Madrid, Várez de
Castro, 1599, 4º [¿otra edición de 1608?].
10. Plácido de Titi, Tabulae primis mobilis cum thesibus et canonibus ad praxim additis
in rerum demonstrationem [...], Pádua, P. Frambotti, 1657, 4º.
11. J. Santans y Tapia, Tratado de fortificación militar destos tiempos [...] puesto en
uso en estos estados de Flandes, Bruselas, G. Scheybels, 1644, 4º.
12. Carlos Bonières, Arte militar deducido de sus principios fundamentales, al rey Nr.
45
Matemático, médico, filósofo y astrónomo nacido en Tagliacozzo (Nápoles) en 1571 y muerto en
Padua en 1657. 46
Las efemérides eran tablas astronómicas con las posiciones de los cuerpos celestes de acuerdo con una
latitud determinada. El conjunto de las Efemérides de Argoli abarcaban hasta el año 1700. Es posible que
la presencia de esta y otras obras de astronomía se deba al hecho de que el cometa de 1664 fuese avistado
desde Mallorca por don Vicente Mut y por el padre José Zaragoza desde Valencia. Véase Fernando
, «La biblioteca astronómica del doctor Pedro Gómez de Almodóvar (Chinchilla,
1667)», Al-Basit. Revista de estudios albacetenses, 16, 1985, pp. 127-177. 47
Don Juan Garcés, al poseer cinco volúmenes de dicha obra, seguramente disponía de las siguientes
ediciones: Novae Calestium Ephemerides..., Roma, G. Facciotti, 1629, 2 vols., y de la edición en tres
volúmenes de Roma, 1638-1640. 48
Estas efemérides abarcaban los años 1625-1654. 49
Cristóbal Clavio (Schlüssel 1535 - Roma 1612), jesuita alemán, matemático y astrónomo. 50
Placidus de Titis (Perugia 1603 - Pavía 1668) profesor de matemáticas, física y astronomía en la
universidad de Pavía desde 1657 y hasta su muerte.
48
Sen. por don Carlos de Bonieres, Zaragoza, Hospital Real y General de Nuestra
Señora de Gracia, 1644, 4º.
13. Juan Márquez Cabrera, Espejo en que se debe mirar el buen soldado, Madrid, D.
García Morras, 1664, 4º.
14. Guillén R. de Moncada, marqués de Aytona, Discurso militar. Proponense algunos
inconvenientes de la milicia de estos tiempos y su reparo [...], Madrid, 1647, 4º
[Valencia, Bernardo Nogués, 1653, 4º; Milán, L. Monça, 1654, 4º].
15. Francesco Patrizzi da Cherso, La militia romana di Polibio, di Tito Livio e di
Dionigi Alicarnaseo [...] non solo darà altrui stupore de'suoi buoni ordini e
disciplina, ma ancora in paragone farà chiaro quanto la moderna sia difettosa et
imperfetta, Ferrara, O. Mamarelli, 1583.
16-17. «Dos libros que tratan del uso y fábrica del astrolabio», en 4º. Pudiera tratarse de
una copia de un manuscrito de Andrés García de Céspedes: Teórica y fábrica del
Astrolabio y usos dél.
18. Miguel Lorente Bravo, Compendio militar, i tratado de esquadrones, Zaragoza,
Hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia, 1644.
19. Martín de Eguiluz, Milicia, discurso y regla militar del capitán M. de Eguiluz,
Madrid, Luis Sánchez, 1592, 4º [Amberes, Pedro Bellero & Andreas Bax, 1595,
4º].
20. «Un libro manu escripto en 4º de algunas afecciones de triángulos».
21. Diego Ufano y Velasco, Tratado de la Artillería y uso della platicado por el
Capitán Diego Ufano en las Guerras de Flandes, Bruselas, 1612 [Bruselas, Juan
Momarte, 1613; Bruselas, 1617, 4º].
22. Julio César Firrufino, Plática manual y breve compendio de Artillería, Madrid, Vda.
de Alonso Martín de Balboa, 1626, 4º.
23. Luis Collado, Platica manual de artillería, en la qual se tracta de la excelencia de
el arte militar, y origen de ella, y de las maquinas con que los antiguos
començaron a usarla, de la invención de la polvora, y artilleria, de el modo de
conduzirla y plantarla en qualquier empresa, fabricar las minas para bolar las
fortalezas y montañas [...], Milán, Pablo Gotardo Poncio, 1592, Fol.
24. Julio César Firrufino, El perfecto artillero. Theórica y práctica por Iulio Cesar
Firrufino cathedratico de Geometria y artillería, Madrid, Juan Martín del Barrio,
49
1648, Fol.
25. Cristóbal Lechuga, Discurso [...] en que se trata de la Artillería y de todo lo
necesario a ella. Con un tratado de fortificación, y otros aduertimientos, Milán,
M. T. Malatesta, 1611, Fol.
26. J. Fernández de Gamboa, Memorias militares en que solo se trata del manejo de la
Artillería, sus diferencias, conocimientos de metales y refuerzos, y puntos más
convenientes para la práctica, uso y advertencia de los artilleros, Madrid, M.
Espinosa, 1671, Fol.
27. Francesco Fiorenza, Il curioso semplice soldato perfetto nella fortificazione,
Bruselas, 1645.
28. Matteo Oddi, Precetti di archittetura militare. Raccolti et ordinati da [...], Milán, B.
Fobella, 1627.
29. Alonso Martínez de Espinar, Arte de ballestería y montería: escrita con metodo,
para escusar la fatiga, que ocasiona la ignorancia, Madrid, Imprenta Real, 1644,
4º.
30. Lázaro de Flores, Arte de Navegar: Navegación astronómica, theórica, y práctica,
en la qual se contienen tablas nuevas de las declinaciones del sol, computadas al
meridiano de la Havana: traense nuevas declinaciones de estrellas, y
instrumentos nuevos..., Madrid, Julián de Paredes, 1673, 4º.
31. Andrés del Río Riaño, Tratado de Hidrografía, en que se enseña la navegación por
altura y derrota, y la graduación de puertos, Sevilla, 1585, 4º.
32. Claudio Ptolomeo,51
La Geografia di Claudio Tolomeo Alessandrino, Venecia, G.
Ziletti, 1564, 4º.
33. Gilles François de Gottignies, Logistica, sive, Scientia, circa quamlibet quantitatem
demonstrative discurrens cui mathematicum nullum problema insolubile nullum
theorema indemonstratbile, Roma, Jacobo A. de Lazzaris Varesi, 1675, 4º.
34. «Un libro en lengua francesa que trata de fortificación y esquadrones, sin principio»,
8º.
51
Entre 1400 y 1406 Jacopo d'Angelo tradujo la Geografía al latín, vía árabe, y rápidamente se convirtió
en el fundamento del humanismo geográfico. Con siete ediciones en el siglo XV, desde la primera en
Vicenza (1475), esta obra tuvo 34 ediciones en el siglo XVI y otras ocho en el XVII. La importancia de
Ptolomeo estriba en que su texto incluye un tratado sobre la confección de mapas empleando una
proyección cartográfica basada en coordenadas de longitud y latitud. Pero, por otro lado, esta obra
impidió que dicho humanismo geográfico estuviese intelectualmente preparado para aceptar las noticias
que sobre los descubrimientos de nuevas tierras se iban a producir a fines del Cuatrocientos.
50
35. Giovanni B. Della Valle, Vallo: libro continente appertenentie ad capitani; retenere
et fortificare una città con bastioni con novi artificij de fuoco aggionti, come nella
tavola appare, & de diverse sorte polvere, & de espugnare una città con ponti,
scale, argani, trombe, tranciere, artegliarie, cave, dare avisamenti senza messo
allo amico, fare ordinanze, battaglioni, & ponti de dissida con lo pingere. Opera
molto utile con la esperientia de l’arte militare, Nápoles, 1521; [otras ediciones
Venecia, G. de Gregoriis, 1524; Venecia, 1526; Venecia, P. de Ravani, 1528;
Venecia, N. d'Aristotile, 1529; Venecia, V. dei Ravani, 1531, 1535 y 1539;
Venecia, herederos de V. dei Ravani, 1543 y 1550; Venecia, G. Guarisco, 1558;
Venecia, F. di Levò, 1564; traducción francesa en Lyon, I. Moderne, 1529].
36. Juan de Sacrobosco –John de Hollywood–, Tractado de la Sphera, J. de León,
Sevilla, 1545; [Salamanca, J. Tabernid, 1628].
37. Alessandro Piccolomini52
, Della sfera del Mondo libri quattro, Venecia, 1553, 4º;
[Venecia, G. Varisco, 1561, 1566, 1579, 4º]
38. José Zaragoza53
, Esphera en común, celeste y terraquea, Madrid, Juan Martín del
Barrio, 1674, 4º.
39. José Zaragoza, Trigonometría española: resolución de los triángulos planos y
esféricos: fábrica de los senos, tangentes y logaritmos y el uso de todo, Mallorca,
F. Oliver, 1672, 4º.
40. José Zaragoza, Fábrica y uso de varios instrumentos mathemáticos, Madrid,
Antonio F. de Zafra, 1674, 4º.
41. José Zaragoza, Geometria especulatiua y pratica de los planos, y solidos, Valencia,
1671, 4º; [Madrid, 1678].
42. José Zaragoza, Aritmética Universal que comprende el arte menor y mayor, álgebra
vulgar y especiosa, Valencia, J. Vilagrasa, 1669, 4º.
43. Andrés Puig, Aritmética especulativa y práctica, y arte de álgebra, Barcelona, 1670,
4º [Barcelona, Antonio Lacavallería, 1672, 4º].
52
(Siena 1508 - Siena 1579). Humanista, filósofo y astrónomo, destacó por el hecho de usar la lengua
vernácula toscana en sus tratados filosóficos y científicos. En la obra poseída por Juan Garcés,
Piccolomini, que mantiene las opiniones de Ptolomeo, realizó una clasificación de las estrellas por su
brillo, asignándoles una letra del alfabeto latino. 53
(Alcalá de Chivert 1627- Madrid 1679), matemático, astrónomo y cosmólogo jesuita, uno de los
llamados novatores.
51
44. Jerónimo Cortés, Arithmetica practica, Valencia, Juan Ch. Garriz, 1604, 4º
[Valencia, Juan Lorenzo Cabrera, 1659, 4º]
45. Joan Ventallol, La Arismética, Tarragona, G. Roberto, 1619, 4º.
46. Antic Roca, Aritmética [...] y de varios auctores recopilada, Barcelona, C. Bornat,
1564, 8º [Barcelona, Bornat, 1565, 8º].
47. Juan Pérez de Moya, Arithmetica practica y speculativa, Salamanca, M. Gast, 1562,
8º [Madrid, L. Sánchez, 1598, 8º; Madrid, Vda. de A. Martín, 1615, 8º; Alcalá,
Juan Gracian, 1619, 8º; Madrid, D. Díaz de la Carrera, 1643; Madrid, Imprenta
Real, 1652, 4º; Madrid, 1672, 4º].
48. Juan Pérez de Moya, Obra intitulada Fragmentos Matemáticos, en que se tratan
cosas de astronomía, geometría y geografía, filosofía natural, esfera y astrolabio,
y navegación y relojes, Salamanca, Juan de Cánova, 1567-1568, 2 vols., 8º.
49. Luis Pacheco de Narváez, Libro de las grandezas de la espada, en que se declaran
muchos secretos, que compuso el comendador Jerónimo de Carranza, Madrid,
Juan Iñíguez de Lequerica, 1600, 4º; [Madrid, 1605].
50. Luis Pacheco de Narváez, Modo fácil y nuevo para examinarse los Maestros en la
destreza de las Armas; y entender sus cien conclusiones, o formas de saber,
Madrid, L. Sánchez, 1625, 8º [Barcelona, G. Nogués, 1643, 8º; Valencia, C. Macé,
1654, 8º; Zaragoza, Herederos de P. Lanaja, 1658, 8º; Madrid, J. de Paredes, 1659,
8º].
51. Luis Pacheco de Narváez, Nueva ciencia y filosofía de la destreza de las armas, su
teórica y práctica, Madrid, 1632, 8º [Madrid, M. de Sossa, 1672, 4º].
52. Miguel Pérez de Mendoza, Principio de los cinco sujetos principales, de que se
compone la Philosophia, y matematica de las Armas, Practica y especulativa,
Pamplona, Martín G. de Zabala, 1672, 8º.
53. Antonio Pérez, Cartas54
, París, 1598, 8º [o bien Aphorismos de las Cartas
Españolas y latinas, París, s. f., ¿1600-1650?, 8º].
54. Juan Páez de Valenzuela, Para secretarios de señores, y todo género de personas:
nuevo estilo, y formulario de escribir cartas misivas […], Madrid, Antonio del
Ribero, 1664, 8º.
54
Juan Garcés disponía de dos ejemplares, según la fuente.
52
55. Gabriel Pérez del Barrio, Secretario y consegero de señores y ministros: cargos,
materias, cuidados, obligaciones y curioso agricultor de quanto el govierno y la
pluma piden para cumplir con ellas; el indice las toca, y están ilustradas con
sentencias, conceptos y curiosidades no tocadas, Madrid, Mateo Espinosa, 1667,
4º.
56. Francisco Dávila, Política y mecánica militar para sargento mayor de tercio,
Barcelona, J. Figueró, 1667, 4º [Madrid, Julián de Paredes, 1669, 4º]
57. Vicente Mut, Arquitectura militar. Primera parte de las fortificaciones regulares, y
irregulares, Palma de Mallorca, F. Oliver, 1664, 4º.
58. Gaspar Squarciafico, marqués de Buscayolo, Sección del ángulo rectilineo, 8º [Debe
tratarse de uno de los muchos opúsculos publicados por Buscayolo: una colección
de los mismos fue publicada en Valencia, G. Vilagrasa, 1669, 8º].
59. Luis Carducho, Elementos geométricos de Euclides philosopho megarense sus seys
primeros libros […], Alcalá, A. Duplaste, 1637, 4º.
60. Andrés Dávila y Heredia, Descripción de las plazas de Picardía que confinan con
los Estados de Flandes [...] ilustradas con muchas noticias que apoyan el
luzimiento de las armas, Madrid, Julián de Paredes, 1672, 4º.
61. Monsieur de La Valière (François de la Baume le Blanc de), Pratique et maximes de
la guerre, enseignant les charges des généraux; les devoirs de tous les officiers
d’armées; l’ordre de marcher [...] avec l’exercice général & militaire de
l’infanterie. Et un Traitte des fortifications nouvelles. Observations tirees des
experiences des plus illustres capitaines de ce temps. Part I. de Laon, sieur
Daigremont [...] Paris, Chez le vefu G. Loyson et I. B. Loyson, 1653 [Frankfurt,
1672; París, 1673; edición española: Práctica y máximas de la Guerra, que
enseñan lo que toca a los puestos de oficiales de exércitos [...], traducción de F.
Luirago (o Luago), Madrid, Imprenta Real, 1676, 8º].
62. Genaro Mª Afflitto, Compendio de fortificaciones modernas, (traducción de B.
Siscara), Madrid, P. del Val, 1657, 8º.
63. V. Mut, Instrucción para la milicia y sus oficiales que se ha de observar en caso de
la invasión ó tocar arma en la isla de Mallorca, Palma de Mallorca, R. Moyá,
1674, 4º.
64. Andrés García de Céspedes, Libro de instrumentos de Geometría, muy necesarios
53
para medir distancias y alturas, sin que intervengan números, como se demuestra
en la práctica [...], Madrid, Juan de la Cuesta, 1606, 4º.
65. «Geometría práctica», manuscrito, 8º.
66. Diego Enríquez Villegas, Academia de fortificación de plazas y nuevo modo de
fortificar una plaza real, Madrid, A. de Paredes, 1651, 4º.
67. «Tratado de fortificación moderna», manuscrito, 4º.
68. Bonaventura Cavalieri, Fabula trigonometrica logarithmica, s. l., s. f., 4º.
69. Alonso de Cepeda, Epítome de la fortificación moderna, assi en lo regular, como en
lo irregular, reducida à la regla y al compas, por diversos modos y los más
fáciles para mover la tierra, y otros diversos tratados de la perspectiva,
geometría práctica y del modo de sitiar y defender las plazas, y de la
construcción de las baterías y minas y artificios de fuego para arrojar al enemigo,
compuesto por el teniente de maestro de campo general [...], Bruselas, François
Foppens, 1669, dos partes en un vol., 4º.
70. Lelio Brancaccio, I carichi militari, Amberes, J. Trognesio, 1610; traducción
castellana: Cargos y preceptos militares para salir con brevedad famoso y
valiente soldado [...], S. y J. Matevad, Barcelona, 1639, 4º.
71. Bernardino de Mendoza, Theórica y práctica de la Guerra [...], Madrid, Vda. de P.
Madrigal, 1595, 4º.
72. Antonio Gallo, Destierro de ignorancias de todo género de soldados de infantería,
Madrid, F. Martínez, 1639, 4º.
73. «Fortificación de Vidal Jordán», manuscrito, 4º. Pudiera ser un trabajo de Hans
Vredeman, ilustrador, en una de las obras de H. Hondius, Les Cinq rangs de
l'architecture, à scavoir tuscane, dorique, ionique, corinthiaque et composée,
avec l'instruction fondamentale faicte par Henry Hondius. Avec encore quelques
belles ordonnances d'architecture, mises en perspectives, inventées par Jean
Vredeman Frison et son fils et taillées par ledit Hondius, de nouveau reveues et
corrigées, fort serviables et utiles pour la fortification et autres usages,
Amsterdam, J. Janson, 1617. Garcés disponía de otra obra de Hondius.
74. Bernardino de Escalante, Diálogos del Arte militar, Sevilla, A. Pescioni, 1583
[Bruselas, R. Velpius, 1588 y 1595, 4º].
75. Juan Bayarte, Contra-galería y nuevo adherente á la defensa del foso, Madrid, 1674,
54
4º.
76. V. Mut, Adnotaciones sobre los compendios de la artillería, Palma de Mallorca, R.
Moyá, 1668, 4º.
77. Leon Battista Alberti, Opuscoli morali di [...] ne’quali si contengono molti
ammaestramenti necessarii al viver de l’huomo, cosi posto in dignità, come
privato, Venecia, F. Franceschi, 1568, 4º.
78-79. «Dos libros en francés de Mathemática y en particular contiene las tablas de los
senos y logarithmos en 8º, con cubiertas de cartón coloradas».
80-81. «Otros dos libros en francés, el uno titulado Cargos de los governadores de las
Plaças, y otro Práctica de la Geometría sobre el papel, y el terreno así mismo en 8º,
con cubiertas coloradas». Pudiera tratarse en el primer caso de la obra del
conocido tratadista militar Antoine de Ville, De la charge des gouverneurs des
places, París, 1640; [París, 1666]. En el segundo caso, pudiera tratarse de Pierre
Bourdin, L’architecture militaire, ou l’art de fortifier les places régulières et
irrégulières, Expliqué, pratiqué, & demontré d’une façon facile, & agreable. Avec
un abregé de la pratique de la geometrie militaire, París, Chez G. Benard, 1655.
82. Juan de Medina, Breve compendio militar, Longone, S.C. Fatini, 1671, 32º.
83. Euclides, Elementos geométricos de Euclides philosopho megarense sus seys
primeros libros […], Alcalá, A. Duplaste, 1637. Era éste un «librito sin cubiertas»
según la fuente.
84. Justiniano, Corpus Iuris civilis. Institutiones, Lyon, 1569.
85. Georges Fournier, Traité des fortifications; ou, Architecture militaire, tirée des
places les plus estimées de ce temps, pour leurs fortifications. Divisé en deux
parties. La première vous met en main les plans, coupes, & elevations de quantité
de places fort estimées, & tenuâs pour très-bien fortifiées. La seconde vous
fournit des pratiques faciles pour en faire de semblales, París, J. Hénault, 1648,
16º; [París, J. Hénault, 1649, 1654 y 1661, 16º].
86-87. Henri, duc de Rohan, Le parfaict capitaine, París, Jean Houzé, 1636 [París,
Courbé, 1638; Leiden, Elzevir, 1638, 1639, 1641, 1648; París, 1642, 1643, 1648,
1658; Londres, 1640; Cambridge, 1640; Le Parfait Capitaine augmenté d'un
traité de l'intérêt des primes et Etats de la Chrétienté. Avec la preface à M. le
55
Cardinal duc de Richelieu, Rouen et se vend à Paris libraires associées, 1667].
Juan Garcés disponía de dos ejemplares de Rohan.
88. Bernardino Barroso, Teórica, práctica y exemplos, Milán, C. Malatesta, s.f., ¿1628?,
8º. El ejemplar de Juan Garcés era una copia manuscrita en tamaño folio.
89. «Ordenanças militares». Pudieran tratarse de unas «Ordenanzas para el buen
gobierno de la armada de mar y los militares», 1633, Fol. Hay una copia en la BN,
Madrid, Mss. 8224.
90. Pietro Antonio Barca, Auuertimenti e regole circa l’architettura ciuile, scultura,
pittura: prospsttiva et architettura militare per offesa, e difesa di fortezze, Milán,
P. Malatesta, 1620, 4º.
91. «Amfiteatro sangriento, de Menseur de Beley…».
92. «Elementos geométricos de Fernando Gomán, en folio».
93. «Un libro intitulado Curso de mathemática, sin nombre del autor, en folio». Pudiera
tratarse de una obra de J. Caramuel de Lobkowitz, Mathesis biceps, vetus et nova,
2 vols., Campaniae, in officina episcopali Lugduni apud Laurentium Anisson,
1670, Fol.
94. Don Pedro de Aragón, Geometria militar: en la qual se comprenden las
matematicas de la fortificacion regular y irregular y las tablas polimetricas
proporcionales para dar medida a cualquier plaza, Nápoles, Egidio Longo, 1671,
Fol.
95. Simon Stevin, Les ouvres mathematiques55
, Leyden, A. y B. Elsevier, 1634, Fol.
96. Lodovico Melzo, Regola militari sopra il governo e servitio particolare della
cavalleria, Amberes, G. Trognaesio, 1611, Fol. [Reglas militares sobre el
gobierno y servicio particular de la caballería, traducción del italiano de G. Galli,
Milán, J.B. Bidelo, 1619, Fol.].
97. Pietro Sardi, La corona imperiale dell'architettura militare, Venecia, edición del
autor, 1618; o bien puede tratarse de: Il corno dogale della architettura militare,
Venecia, Apresso di Giunti, 1639; o, incluso, de Discorso sopra la necesita e
utilità della architettura militare, Venecia, A. Bariletti, 1642.
98. Gabriel Busca, Della espugnatione et difesa delle fortezze. Libri due. Di nuovo
55
La obra de Stevin (1548-1620), incluía tratados sobre álgebra, aritmética, además de cosmografía, que
en la época comprendía el estudio de los triángulos, geografía y astronomía, geometría, estadística, óptica
y fortificación.
56
dall’autore correti, & ampliati; con l’aggionta di molti capitoli, & figure di più,
che nella prima edittione. Aggiontovi nel fine l’instruttione de’Bombardieri, pur
dell’istesso autore: con le figure, et espositione delle cose più utili [...], Turín, N.
Bevilacqua, 1585; [Turín, G. D. Tarino, 1598; Milán, G. Bordone, 1601 y Milán,
G.B. Bidelli, 1619].
99. Hendrik Hondius, Description & breve declaration des regles generales de la
fortification, de l’artillerie, des amunitions, & vivres; des officiers, & de leurs
commissions, des retranchemens de camp, des approches, avec la maniere de se
deffendre, & des feux artificiels, La Haya, A. Girard, 1625.
100. Antoine de Ville, Les fortifications du chevalier [...], contenans la manière de
fortifier toute sorte de places tant regulierment, qu'irregulierement, Lyon, I.
Barlet, 1628 [Lyon, Barlet, 1629; París, 1629, 1636, 1666 y 1672; Lyon, 1640-
1641; Amsterdam, 1672, 1675].
101. G. B. Bellucci -il Sanmarino-, Nuova inventione di fabricar fortezze, Venecia, T.
Baglioni, 1598.
102. Hermann Hugo, Sitio de Breda rendida a las armas del rey don Felipe IV,
Amberes, Ex officina Plantiniana, 1627.
103. Adam Freitag, Architectura militaris nova et aucta; oder newe vermehrte
fortification, von Regular Vestungen, von Irregular Vestungen und Aussen
wercken Von praxi offensira und defensira auff die neweste Niederlandische
Praxin gerichtet und beschrieben, Leiden, 1631; [Leiden, Elzevier, 1642; Leiden,
1654; Amsterdam, 1665; traducción francesa: L'Architecture militaire, ou la
fortificaton nouvelle [...], Leiden, 1635 [otras ediciones, París, 1639, 1640, 1651,
1668].
104. Jean Errard de Bar-le-Duc, La fortification réduicte en art et démonstrée, París,
1594 [otras ediciones: París, 1600; París, 1604; París, 1619-1620, París, 1619-
1621, París, 1619-1622].
105. Pietro P. Floriani, Difesa et offesa delle Piazze, Opera non solo utile e necessaria
à capitani e governatori di fortezze, ma anco di sommo profitto à studiosi
dell’histoire militare, cosi antiche, come moderne, Macerata, G. Carboni, 1630
[Venecia, F. Baba, 1654].
106. Nicolaus Goldmann, La Nouvelle fortification, Leyden, Elseviers, 1645, Fol.
57
107. Bonaiuto Lorini, Le fortificationi di Buonaiuto Lorini, nobile fiorentino.
Nuouamente ristampate, corrette & ampliate di tutto quello che mancaua per la
lor compita perfettione, con l'aggiunta del sesto libro. Doue si mostra, con la
scienza, e con la pratica, l'ordine di fortificare le città, & altri luoghi, Venetia,
Francesco Rampazetto, 1609, Fol.
108. «Un libro manuscrito en italiano que trata de mathemática», en 4º.
109. Juan de Mariana, Historia general de España, Toledo, P. Rodríguez, 1601, 2 vols.,
Fol. [Madrid, Luis Sánchez, 1608, 2 vols., Fol.; Madrid, Juan de la Cuesta, 1616,
2 vols., Fol.; Madrid, C. Sánchez, 1650, 2 vols., Fol.].
110. Gonzalo de Illescas, Primera [-quinta] parte de la Historia pontifical y católica:
en la qual se contienen las vidas […] de todos los sumos Pontífices romanos […]
con una mas breue recapitulación de las cosas de España, Madrid, Melchor
Sánchez, 1652, 5 vols., Fol.
111. Juan de Pineda, Los Treynta Libros de la Monarchia Ecclesiastica, o Historia
universal del Mundo: diuididos en cinco tomos, Barcelona, J. Cendrat, 1606, 5
vols., Fol.
112. Ramón Llull, Árbol de la ciencia de el iluminado maestro Raymundo Lulio,
Bruselas, F. Fopens, 1663, Fol56
.
113. Alonso de Cepeda, Defensa de los terminos y doctrina de S. Raymundo Lullio [...]
de la Orden Tercera del Seraphico Padre S. Francisco sobre el misterio de la SSS.
Trinidad contra cierto rescribente judio de la Sinagoga de Ámsterdam […]
compuesta por D. Alonso de Zepeda, Bruselas, B. Vivien, 1666, 8º.
114. Ramón Llull, Liber Conceptionis virginalis, Bruselas, Baltasar Vivien, 166457
.
115. Francisco de Torres, Consuelo de los devotos de la Inmaculada Concepción de la
Virgen Santíssima, Zaragoza, Cabarte, 1620, 4º.
116. «Biblia Sacra Hystoriada». Pudiera ser la siguiente edición: Salamanca, G.
Portonariis, 1584, 2 vols. Fol.; o bien, Amberes, Plantino, 1583.
117. Juan Antonio Bacó, Suma de los preceptos del decalogo y de la Iglesia, restitucion,
usucapion, prescripcion, sacramentos […] con la explicación de diversos
vocablos, Mallorca, F. Oliver, 1661, 4º [Madrid, B. de Villadiego, 1668, 4º].
56
Era ésta una edición traducida y explicada por Alonso de Cepeda y Adrada. 57
De nuevo, se trata de una edición de Alonso de Cepeda y Adrada.
58
118. Remigio B. Noydens, Decisiones practicas y morales para curas, confessores y
capellanes de los exercitos y armadas: avisos politicos, ardides militares y medios
para afiançar los buenos sucessos de la guerra, Madrid, Andrés García de la
Iglesia, 1665, 8º.
119. Remigio B. Noydens, Promptuario moral de questiones practicas y casos
repentinos en la Theologia moral, para examen de curas y confesores, Madrid,
Melchor Sánchez, 1664, 8º [Madrid, Andrés García de la Iglesia, 1675, 8º; Madrid,
Andrés García de la Iglesia, 1678, 8º].
120. Roberto Belarmino, Declaración de la Doctrina Christiana, Zaragoza, 1613
[Madrid, 1615 y 1618].
121. Ignacio de Loyola, Exercicios espirituales de R.P.S. Ignacio, para mejor caminar
a la perfección, por la via purgativa, illuminativa y unitiva, Toledo, Francisco
Calvo, 1663, 4º.
122. «Otro en mallorquín, menor, que contiene 15 sermones varios», en 4º.
123. «Otro manuscrito intitulado Differentes exemplos»58
, en 4º.
124. Cristóbal de Vega, Casos raros de la confesió: primera part, per el Pare Christofol
de Vega, de la Companyia de Iesus; traduhits de castellà en nostre vulgar català
per el P. Ignasi Fiol de la mateixa Companyia; afigense a la fi les interrogacions
mes importants de la Doctrina..., Barcelona, Ioseph Alteò, 1679, 8º.
125. T. de Kempis, Comptentus Mundi, Barcelona, C. Bornat, 1566 [J. Cendrat, 1580; P.
Malo, 1583)].
126. «Breve tratado de la confesión general y particular»,16º. Pudiera tratarse de
Francisco Alcocer, Confessionario breue y prouechoso para los penitentes,
Barcelona, Sebastian de Cormellas, 1594.
127. «Oficio parvo de San Francisco», 16º.
128. Novena de San Francisco Xavier Apostol del Oriente, Mallorca, Viuda Guasp,
1675, 16º.
58
En la época era muy famoso Francesco Patrizi, De Reyno, y de la institucion del que ha de reynar: y de
como deue auerse con los subditos, y ellos con el, donde se traen notables exemplos, ê historias, y dichos
agudos, y peregrinos, materia gustosissima para todo genero de gentes, Madrid, Luis Sanchez, 1591.
También podría tratarse de una copia de Valerio Máximo, Los nueue libros de los exemplos y virtudes
morales de Valerio Maximo, Madrid, Imprenta Real, 1655.
59
129. Ramillete Espiritval, para los Terceros, Cofrades, y deuotos de nuestro Padre San
Francisco[...] Con las Ledanias de la Passio [...] Y Katedario de los Santos [...]
de dicha Orde, Mallorca, P. Guasp, 1651, 16º.
130. Libro de indulgencias y gracias concedidas por nuestro muy Sancto Padre
Gregorio XIII y por otros muchos Summos Pontifices, a los coffadres [sic] de la
Correa del glorioso Padre [...] Sanct Augustin , Barcelona, Hubert Gotart, 1585,
16º
131. Bernardo de Sierra, Ramillete de divinas flores escogidas del jardín de la iglesia
para recreo del cristiano, Barcelona, viuda e hijos de Antonio Brusi, [s.a.], 16º;
[pudieran ser, también, Bernardo de Sierra, Ramillete de divinas flores: escogidas
en las obras de muchos santos, y mejores autores, Bruselas, F. Foppens, 1670, 16º
o Ramillete de Diuinas Flores para el desengaño de la vida humana, Amberes,
Cesar Ioachim Trognesius, 1629].
132. «Exercicio spiritual en que ay differentes devocions en francés y en latín», 16º.
133. «Tres tomos que contienen el Oficio de todo el año de Nuestra Señora», 16º.
134. Pedro Mejía, Libro llamado silva de varia lección, Sevilla, D. de Robertis, 1540
[Madrid, Luis Sánchez, 1602]. El libro de Mejía era una miscelánea didáctica que
trataba muchos temas de forma breve y clara. Una obra muy apropiada para gente
que no dispusiera de grandes bibliotecas, pero sí de curiosidad. De hecho, contó
con numerosas ediciones en el transcurso del siglo XVII (1643, 1662, 1669, 1673).
135. «Un libro manuscrito de diferentes sermones», en 4º.
136. Juan Pérez de Montalbán, Para todos exemplos morales humanos y divinos en que
se tratan diversas ciencias materias y facultades repartidos en los siete dias de la
semana, Sevilla, 1645 [Alcalá, María Fernández, 1666].
137. Tirso de Molina, Deleytar aprovechando, Madrid, Imprenta Real, 1635, 4º [Madrid,
Juan García Infanzón, 1677, 4º] 59
.
138. Jerónimo Castillo de Bovadilla, Política para corregidores y señores de vasallos,
en tiempos de paz y de guerra, Madrid, L. Sánchez, 1597, 2 vols.
139. Juan de Torres, Filosofía moral de Príncipes, Burgos, Felipe de Junta, 1596, Fol.
59
Esta obra contenía novelas, comedias y autos sacramentales como La patrona de las musas; El
colmenero diuino; Los triunfos de la verdad; Los hermanos parecidos, El vandolero y No le arriendo la
ganancia.
60
140. Cornelio Tácito, Aforismos sacados de la historia de Publio Cornelio Tácito, en
traducción de Benito Arias Montano, Barcelona, S. Matevad, 1614, Fol. [Tácito
español ilustrado con aforismos, por don Baltasar Alamos de Barrientos, Madrid,
Luis Sánchez, 1614].
141. Fr. Juan Márquez, El Governador christiano deducido de las vidas de Moysen y
Josué, Salamanca, 1612, Fol.
142. Enrico Caterino Dávila, Historia de las guerras civiles de Francia, Madrid, Vda.
de C. Sánchez, 1651, Fol. [Madrid, Andrés García de la Iglesia, 1660, Fol.;
Madrid, Imprenta Real, 1675, Fol.].
143. Paulo Jovio, Libro de las historias y acontecimientos en Alemaña, España,
Francia, Italia... y mundo nuevo, y en otros reynos y señoríos: començando del
tiempo del papa Leon [X], y de la venida de la Magestad del Emperador [...]
Carlos quinto de España y hasta su muerte, Venecia, 1608, Fol.
144. F. Diago, Historia de los victoriosissimos antiguos condes de Barcelona dividida
en tres libros, Barcelona, S. Cormellas, 1603, Fol.
145. Joan Dameto, Historia general del reyno Baleárico, Palma, G. Guasp, 163360
.
146. Vicente Mut, Tomo II de la Historia del Reyno de Mallorca, Mallorca, Hdos. de G.
Guasp, 1650, Fol.
147. Antonio de Nebrija, Vocabularius Aelii antonii. nebrissensis, Barcelona, C.
Amorós, 1507, Fol. Se trata de un diccionario catalán-latín.
148. Lorenzo Gracián61
, Obras, Amberes, Geronymo y Iuanbautista Verdussen, 1669, 2
tomos.
149. Diego de Saavedra Fajardo, Corona gótica castellana y austríaca..., Madrid, A.
García de la Iglesia, 1670-1677, 4º, 2 tomos.
150. Diego de Saavedra Fajardo, Idea de un príncipe político cristiano representado en
cien empresas, Munic, N. Enrico, 1640; [Milán, 1642; Valencia, G. Vilagrasa,
1655].
60
Dameto, nombrado cronista general del reino de Mallorca en 1630, terminó el año siguiente la primera
parte de la obra (continuada por V. Mut y A. Alemany), la primera historia mallorquina publicada y que
abarca desde la Antigüedad y hasta la muerte del rey Jaume II de Mallorca en 1311. V. Mut escribiría
sobre los acontecimientos de los siglos XIV a XVI. 61
Se trata, de hecho, de Baltasar Gracián.
61
151. Antonio de Guevara, Libro Aureo del Gran Emperador Marco Aurelio. Con el
Relox de Principes, Madrid, Carlos Sánchez, 1650, 4º; [Madrid, 1651; Madrid, M.
Sánchez, 1658, 4º; Madrid, Juan de San Vicente, 1675, 4º].
152. Juan Huarte de San Juan, Examen de Ingenios para las ciencias, Madrid, Melchor
Sánchez, 1668, 4º.
153. Francisco de la Torre y Sebil (1625-1681), Luces de la Aurora, días de Sol…,
Valencia, J. Vilagrasa, 1665, 4º62
.
154. Trajano Boccalini, Discursos políticos y avisos del Parnaso, Madrid, María de
Quiñones, 1634; [Madrid, Diego Díaz de la Carrera, 1653, 4º].
155. Diego Enríquez de Villegas, El príncipe en la Idea, Madrid, Imprenta real, 1656, 4º.
156. Rodrigo Méndez Silva, Catalogo real y genealogico de España, Madrid, Mariana
del Valle, 1656.
157. Bernabé Moreno de Vargas, Discursos de la nobleza de España, Madrid, Vda. de
Alonso Martín, 1622, 4º; [Madrid, María de Quiñones, 1636, 4º; Madrid, José
Fernández de Buendía, 1659, 4º].
158. Juan E. Nieremberg, Curiosa y oculta filosofia: primera y segunda parte de las
maravillas de la naturaleza, Madrid, Imprenta Real, 1643, 4º; [Alcalá, María
Fernández, 1649, 4º].
159. Juan Velázquez de Acevedo, El fenix de Minerva y arte de memoria […] que
enseña sin maestro a aprehender y retener, Madrid, Juan González, 1626, 4º.
160. Lorenzo van der Hammen y León, Don Filipe el prudente, segundo deste nombre,
rey de las Españas y Nuevo Mundo, Madrid, Vda. de Alonso Martín, 1632, 4º.
161. Cristiano Adricomio Delfo (Christian Kruik van Adrichem), Cronicón, Zaragoza,
Diego Dormer, 1631, 4º.
162. F. Lope de Vega Carpio, La Filomena con otras diuersas rimas, prosas y versos,
Madrid, Vda. de Alonso Martín, 1621, 4º.
163. Aristóteles, Historia general de aves y animales […] traduzida de latín en
romance y añadida de otros muchos autores griegos y latinos por Diego de Funes
y Mendoça, Valencia Pedro P. Mey, 1621, 4º.
164. Leandro Dorea Caceres e Faria, Catastrophe de Portugal, na deposição d'el rei d.
Affonso VI, & subrogação do princepe Don Pedro, Lisboa, M. Manescal, 1669.
62
La obra, dedicada al virrey de Valencia, incluía poesías en catalán y castellano.
62
165. Carlos Coloma, Las guerras de los Estados Bajos desde el año de M.D.LXXXVI
hasta el de M.D.XCIX, Amberes, Pedro y Juan Bellero, 1625, 4º [Barcelona, Juan
Simón, 1627, 4º; Amberes, Juan Bellero, 1635, 4º].
166. José de Solá y Segura, Bosquejo breve y epitome de las glorias consagradas a la
Magestad del Catholico Monarca Carlos Segundo [...] por aver llamado al peso
de su Gouierno al Serenissimo Señor Don Iuan de Austria, su [h]ermano, por la
fidelissima, noble, y atenta ciudad de Barcelona […] dividese en dos partes,
Barcelona, R. Figueró, 1677, 4º63
.
167. Francisco Garau, El sabio instruido de la naturaleza en qvarenta maximas
politicas y morales, Madrid, Antonio González de Reyes, 1677, 4º [Madrid, A.
González de Reyes, 1679, 4º].
168. Francisco Ramos del Manzano, Reynados de menor edad y de grandes reyes:
apuntamientos de historia, Madrid, Imprenta Real, 1672, 4º.
169-173. «Sinco libros de comedias diferentes de Lope de Vega Carpio, viejos unos
más que otros, en 4º»64
.
174. F. de Quevedo, Parte primera [-segunda] de las obras en prosa de don Francisco
de Quevedo Villegas, Madrid, Melchor Sánchez, 1658, 2 tomos, 4º.
175. F. de Quevedo, Las tres Musas ultimas castellanas: segunda cumbre del Parnaso
Español, Madrid, Imprenta Real, 1670, 4º.
176. F. de Quevedo, Historia de la vida del buscón, llamado Don Pablos, exemplo de
Vagamundos, y espejo de Tacaños, Zaragoza, P. Verges, 1626 y 1628, 8º
[Barcelona, S. de Cormellas, 1626, 8º; Valencia, Ch. Garriz, 1627, 8º].
177. F. de Quevedo, Epicteto y Phocilides en español con consonantes. Con el origen
de los estoicos y su defensa contra Plutarco y la defensa de Epicuro contra la
común opinión, Madrid, María de Quiñones, 1635, 8º.
63
Esta edición contiene: «Segunda parte de las fiestas que hizo Barcelona, en significacion del jubilo que
tiene por aver llamado el Rey Nuestro Señor Carlos Segundo… al Serenissimo Señor Principe Don Iuan
de Austria, para mer Mynistro de su Gobierno, va esta parte recogida a cuydados del Dopor Don Serapio
de Berart...», con portada propia. 64
Hubo una gran cantidad de ediciones de las comedias de Lope de Vega. Una breve muestra: desde Las
comedias del famoso poeta Lope de Vega Carpio, recopiladas por Bernardo Grassa (Zaragoza, 1604),
sólo en Barcelona, el editor Cormellas editó multitud de comedias en diversas partes entre 1614 y 1620,
hasta alcanzar la Parte veintecinco, perfeta, y verdadera, de las Comedias... Sacadas de sus verdaderos
originales, no adulteradas como las que hasta aqui se han publicado (Madrid, 1636). Las obras que
atesoraba Garcés pueden ser cualquiera de estas ediciones o bien partes de comedias, es decir volúmenes
de doce comedías cada uno publicados por impresores madrileños.
63
178. Tomás de Llamazares, Apotegmas en romance, notables dichos y sentencias de
Santos Padres de la Iglesia, de filósofos y otros varones ilustres, Lyón, Iuan
Antonio Huguetan y Guillermo Barbier, 1670, 8º.
179. Novelas amorosas de los mejores ingenios de España, Zaragoza, Vda. de Pedro
Verges, 1648, 8º65
.
180. María de Zayas y Sotomayor, Novelas amorosas, y ejemplares, Zaragoza, Hospital
Real, y Gral. de N. Señora de Gracia, 1637, 8º [Barcelona, Gabriel Nogués, 1646].
181. Virgilio, La Eneida, Madrid, Vda. de Alonso Martín, 1615, 8º.
182. Miguel de Cervantes, Segunda parte del ingenioso cauallero don Quixote de la
Mancha, Barcelona, S. Matevad, 1617, 8º.
183. Melchor de Santa Cruz, Floresta Española de apoteghmas e sentencias [...] de
algunos españoles, Bruselas, R. Velpius y R. Anthoine, 1614, 8º66
.
184. F. de Quevedo, La fortuna con seso y hora de todos, Zaragoza, 1650, 8º.
185. Antonio Costa, Vida de Numa Pompilio, rey de los romanos, en Zaragoza,
herederos de Pedro Lanaja, 1667, 8º67
.
186. G. Botero, Razon destado. Con Tres libros de la grandeza de las ciudades, Burgos,
Sebastian de Cañas, 1603, 8º.
187. Jaime Rebullosa, Theatro de los mayores principes del mundo, y causas de la
grandeza de sus Estados sacado de las Relaciones toscanas de Iuan Botero Benès:
con cinco tratados de Razon de Estado, Barcelona, S. Matevad & O. Anglada,
1605, 8º.
188. Jaime Rebullosa, Descripcion de todas las Provincias y Reynos del mundo sacada
de las Relaciones toscanas de Iuan Botero Benès: en que se trata de las
costumbres, industria, trato, y riqueza de cada vna de las naciones de Europa,
Asia, Africa, America, ò Nuevo Mundo, Barcelona, Graells & Dòtil, 1603, 8º
[Valladolid, 1603; Gerona, G. Garrich, 1622, 8º].
189. «Un libro sin principio ni fin que trata de la Esphera y Cosmographia», en 4º.
65
Esta edición contiene: Las fortunas de Diana. El desdichado por la honra. La más prudente venganza.
Guzman el Bravo. Las dos venturas sin pensar. El pronostico cumplido. La quinta de Laura. El celoso
hasta morir. 66
Se conocen otras muchas ediciones a lo largo del siglo XVII: 1603, 1605, 1607, 1609, 1617, 1618,
1621, 1629, 1645, 1646, 1655, 1657, 1665, 1667 y 1669. 67
El texto sigue a Plutarco.
64
190. Juan de Palafox, Historia de la conquista de la China por el tártaro, París, A.
Bertier, 1670, 8º.
191. Juan de Zabaleta, El emperador Commodo: historia discursiua segun el texto de
Herodiano, Madrid, Andrés Gracía, 1666, 8º.
192. Luis de Morales Polo, Epitome de los hechos y dichos del Emperador Trajano,
Valladolid, A. Suárez Solís, 1654, 8º.
193. Francisco de Barreda, El meior principe Traiano Augusto, su filosofia politica,
moral y economica: deducida y traduzida del Panegyrico de Plinio […], Madrid,
Vda. de Cosme Delgado, 1622, 8º.
194. Cayo Julio César, Libro delos comentarios de Gayo Iulio Cesar delas guerras dela
Gallia, Africa, y España tambien dela ciuil, París, 1549, 8º [otra edición factible:
Los comentarios de Cayo Iulio Cesar, contienen las guerras de Africa, España,
Francia, Alexandria y las ciuiles de los ciudadanos Romanos: con el libro octauo
de Aulo Hircio añadido a las guerras de Francia, Madrid, Vda. de Alonso Martín,
1621, 4º].
195. Tomás Cerdán de Tallada, Verdadero gobierno de la monarquía de España,
Valencia, 1581, 8º.
196. Diego de Saavedra Fajardo, República literaria, Alcalá, Maria Fernández, 1670, 8º.
197. Juan de Santa María, Tratado de república y policía cristiana para reyes y
príncipes y para los que en el gobierno tienen sus veces, Barcelona, G. Margarit,
1617, 8º [Barcelona, S. Cormellas, 1618, 8º; Barcelona, L. Deu, 1619, 8º;
Barcelona, G. Margarit, 1619, 8º; Venecia, G. Salis, 1619, 8º].
198. Juan de Matos Fragoso, El sabio en su retiro, y villano en su rincón, Juan labrador,
en 16º68
.
199. Joan Torrella, Sintaxis, Barcelona, 1636, 8º.
200. Tomasso Minadoi, Idea del Giardino del Mondo, Venecia, Bisuccio, 1602, 8º.
201. «Sintaxis artis mirabilis, tres tomos, en 8º». Pudiera tratarse de P. Grégoire,
Syntaxeon artis mirabilis in libros XL digestarum, Coloniae, Lazarus Zetenerus,
1610, 8º o bien Commentarya in Syntaxes artis mirabilis, Colonia, 1610, 8º.
202. «Diccionario de 8 lenguas», en 8º.
68
Nos hemos hallado la edición concreta en 16º, aunque podría formar parte de la edición de Madrid, J.
Fernández de Buendía, 1670.
65
203. «Preceptos de la milicia moderna, en italiano, Viejo, en 4º» Lelio Brancaccio, I
carichi militari, Amberes, J. Trognesio, 1610.
204. Lazzaro Grandi, Alfabeto di secreti medicinali, et altri curiosi, e diletteuoli d'ogni
materia con l'arte facile d'uccellare, e pescare [...], Milán, Francesco Vigone y S.
Sebastiano, 1666; [Venecia, 1679, 8º].
205. Jeroni Cortés, Lunario nuevo, perpétuo y general y pronóstico de los tiempos
universal, Zaragoza, L. de Robles, 1604, 8º.
206. Francesc Gilabert, Discvrsos sobre la calidad del Principado de Cataluña,
inclinación de sus habitadores y su gobierno, Lérida, L. Manescal, 1616, 8º.
207. Libro de medicina llamado Tesoro de los pobres, con un regimiento de sanidad
hecho por Arnaldo de Vilanova, Alcalá de Henares, 1598, 8º.
208. Jerónimo Cortés, Libro de Phisonomia natural y varios secretos de naturaleza,
Barcelona, J. Margarit, 1610, 8º.
209. Domenico Auda, Breve compendio di marauigliosi segreti approuati, e pratticati
con felice successo nelle indispositioni corporali, B. Strabella, Cuneo, 1666, 8º.
210. Secretos nobilísimos del arte perfumatoria, en 8º.
, José Luis, Historia del pensamiento español. Del Barroco a la Ilustración
(siglos XVII y XVIII), Madrid, Espasa-Calpe, 1988.
, Miquel Angel, «Las Islas Adyacentes al reino de Mallorca en la época de
Felipe II», en VV. AA., Felipe II y el Mediterráneo. Vol. IV, La Monarquía y los
Reinos, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de
Felipe II y Carlos V, 1999, pp. 302-306.
—— Biblioteques, llibre i lectors. La cultura a Menorca entre la Contrareforma i el
Barroc, Barcelona, Publicacions de l'Abadia de Montserrat, 2001.
66
—— «Menorca i les Pitiuses a la Monarquia Hispànica», en L’Època Foral i la seva
evolució (1230-1715), dir. Miquel Deyà, Barcelona, Edicions 62 (Història de les
Illes Balears, 2), 2004, pp. 361-366.
, Baltasar, «La larga marcha hacia las historias de España en el siglo XVI», en
La construcción de las historias de España, coord. Ricardo García Cárcel, Madrid,
Marcial Pons Historia, 2004.
, Pedro P., «Las Baleares como escenario de la disputa de la
hegemonía mediterránea: el asalto turco de Mahón de 1535», en VV. AA., El
Mediterráneo: hechos de relevancia histórico-militar y sus repercusiones en
España, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1997, pp. 461-476.
, Antonio, Guerra y cultura en la época moderna, Madrid, Ministerio de Defensa,
2001.
—— Don Juan Bayarte Calasanz y Ávalos (1622-1689). Un governador de la
Ribagorça a la mediterrània de Carles II, Benavarre, Editorial Cossetania, 2009.
, Francisco, Castillo de San Felipe del puerto de Mahón. Siglos XVI-XVII-XVIII,
Mahón, Museo Militar Regional de Menorca, 1996.
, Josep, Menorca a la segona meitat del segle XVI, Ciudadela de Menorca,
Cercle Artístic, 2002.
, Fernando, «La biblioteca astronómica del doctor Pedro Gómez
de Almodóvar (Chinchilla, 1667)», Al-Basit. Revista de estudios albacetenses, 16,
1985, pp. 127-177.
, Porfirio, Política, hacienda y milicia en el Aragón de los últimos
Austrias entre 1640 y 1680, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 1997.
RECIBIDO: DICIEMBRE 2012
APROBADO: MARZO 2013
Juan José Salazar y Hontiveros ofrece en sus obras, en particular en su volumen de Poesías
varias con un epílogo al fin de noticias y puntos historiales (1732), una estrategia autorial y
editorial que refleja algunas de las líneas de acomodo de la poesía impresa en el bajo barroco.
La combinación de prosa y verso ya apuntada en el título se analiza como un mecanismo para
asentar posiciones en un campo literario en formación, con pervivencias del modelo precedente
y síntomas de la línea de aclimatación del ingenio de salón en los formatos tipográficos. En
términos de centralidad y márgenes, se interpreta como un proceso de reducción de lo
heterodoxo mediante un ensanchamiento del territorio de la ortodoxia.
Palabras claves: Salazar y Hontiveros, volumen editorial, estrategias autoriales, bajo barroco.
Juan José Salazar y Hontiveros offers in his works, in particular in his volume of Poesías varias
con un epílogo al fin de noticias y puntos historiales (1732), an author’s strategy that reflects
some of the lines of adaptation of the published poetry in the Late Baroque. The combination of
prose and verse already appointed in the title of this paper is analyzed as a mechanism to make
positions in a literary field still in formation, with remains of the previous model and symptoms
of the further adaptation of the poets to the typographic formats. In terms of centrality and
margins, it interprets as a process of reduction of the heterodox through an expansión of the
orthodox territory.
Keywords: Salazar y Hontiveros, publishing volume, author’s strategies, Late Baroque.
68
69
ras la muerte de los autores que arraigaron su formación o iniciaron su
carrera en el período del barroco pleno (algunos de ellos, como Solís y
Salazar y Torres, con la publicación póstuma de sus versos en las décadas
finales del XVII), las primeras décadas del siglo XVIII son el escenario de
unos procesos acelerados de recomposición del campo literario . A partir de Torres
Villarroel, unas figuras con un perfil muy diferente al de los modelos altobarrocos van a
ocupar el centro, ligados a una activa presencia en la imprenta y a unas estrategias de
inserción en redes de sociabilidad literaria diferenciadas de las academias conocidas en
los decenios precedentes. La confirmación de la centralidad política de Madrid se
reafirma en el plano cultural y específicamente editorial, y en éste el desarrollo de una
prensa periódica cada vez más abierta a las novedades y disputas literarias contribuirá al
establecimiento de unas referencias que alteran el anterior esquema de centro y
periferia, donde los círculos ligados a capitales virreinales como Zaragoza, emporios
comerciales como Sevilla, núcleos universitarios como Salamanca o jurídico
administrativos como Granada, por no mencionar la pervivencia de algunas cortes
señoriales, establecían una dinámica más compleja, de diferentes niveles de polaridad y
con un grado menor de distinción entre centro o centros y periferias. Durante el reinado
del primer Borbón se irá asentando con todos estos rasgos un escenario específico para
la práctica poética, y en él se perfilan las respuestas a las nuevas situaciones de
desplazamiento o intentos de ocupar el centro desde distintas formas de periferia.
En este marco sitúo mi propuesta de acercamiento a la obra de Juan Joseph de
Salazar y Hontiveros (1692-¿?)2, concretamente a su volumen de Poesias varias en todo
genero de assumptos, y metros: con vn epilogo al fin de noticias, y puntos historiales,
sobre la provincia de La Rioja, y sucessos de España, con la Chronologia de sus Reyes,
hasta nuestro Don Phelipe Quinto, Madrid, en la Imprenta de Música, por Juan Sáez
1 Este estudio forma parte del plan de trabajo del proyecto I+D Poesía hispánica en el bajo barroco
(repertorio, edición, historia), FFI2011-24102 del Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e
Innovación Tecnológica. Para el alcance de la noción de «bajo barroco» véase Pedro , «Para
la historia y la crítica de un período oscuro: la poesía del bajo barroco», en Tardos vuelos del Fénix. La
poesía del bajo barroco, ed. P. Ruiz Pérez, monográfico de Calíope. Journal of the SRBHP, 18:2, 2012, pp.
9-25; y «Periferias: la poesía del bajo barroco y el canon», en Versants, monográfico coordinado por Antonio
Sánchez Jiménez, en prensa.
2 Los escasos datos biográficos del autor, entre la documentación de archivo y la extrapolación de lo
manifestado en sus versos, los reúne José Mª , «Otro poeta riojano desconocido, D. Juan
José de Salazar y Hontiveros», Berceo, 24, 1952, pp. 491-544.
T
70
Ocañuela, s.a. [1732]3. El pie de imprenta se concreta con una referencia, «Se hallará en
casa de Juan de Buitrago, calle de la Montera, y en dicha imprenta», que, como
veremos, no carece de significación. El título, por su parte, ya es suficientemente
expresivo de la singularidad de un volumen híbrido, no articulado o integrado, como se
ensayaron en distintas vías un siglo antes, en forma de misceláneas. A diferencia de
modelos como las Rimas y prosas (1627) de Bocángel, las Academias del jardín (1630)
de Polo de Medina, El siglo pitagórico (1644) de Enríquez Barrios, El perfecto señor
(1652) de López de Vega, la Navidad de Zaragoza (1654) de Aguirre del Pozo o las
Obras de don Luis Ulloa Pereira: prosas y versos (1674)4 la obra de Salazar no es otra
cosa que el resultado de la adición de dos formas genéricas bien definidas y
diferenciadas, sin otro elemento de contacto, además del emparejamiento editorial, que
un cierto punto de anacronismo. Algo de retardatario tenía, ciertamente, el interés por
las antigüedades locales, pero el posible desfase con el centralismo borbónico queda
sobradamente compensado con el empeño por establecer una línea de continuidad entre
la monarquía medieval y el actual ocupante del trono. No estaríamos, pues, ante una
muestra de heterodoxia ideológica como la que podría suponer la añoranza del modelo
de reinos hispánicos bajo los Austrias. Más bien se trata de una manifestación de un
sentido de la periferia también operante en el perfil de Salazar como poeta, hasta
reflejarse en sus versos y la consiguiente estrategia editorial. Y esta es la materia de las
observaciones que siguen a una primera aproximación a la perspectiva histórica e
ideológica manifiesta en el tratado historiográfico.
Lo que se presenta desde la portada como un «epílogo al fin de noticias y puntos
historiales» no se puede considerar estrictamente como tal. Con esa denominación se
3 Sigo los ejemplares conservados en la Biblioteca Pública de Córdoba (14-135) y en la Biblioteca
Nacional de Madrid (2/20830). De este existe reproducción digitalizada. Cito por ella modernizando
grafía y puntuación y regularizando el nombre del autor. 4 Se trata, obviamente, de textos muy dispares en su caracterización genérica y editorial, atendiendo a
propósitos muy diferenciados, que incluyen desde la voluntad de composición de obras misceláneas hasta
la recopilación con carácter póstumo. Ya en el siglo XVIII aparecen otros modelos de prosímetro, como
el Extracto de los pronósticos del Gran Piscator de Salamanca (1723), las Obras en prosa y verso (1723)
de Francisco Santos o la Carta en prosa y en diferentes metros, en la que se incluye un sueño breve, a
fin de que vuelva de un letargo cierto ingenio místico (1744?), de José Joaquín Benegasi bajo la firma de
Juan de Azpitarte.
71
refieren al texto en prosa las tres censuras que autorizan el volumen, el privilegio y la
tasa, con una regularidad no precisamente habitual en el aparato de los preliminares del
libro antiguo, donde es frecuente observar variaciones en la titulación de las obras.
Estamos, pues, sin margen para la duda, ante el reflejo de una voluntad autorial, que
quiso presentar así la segunda parte de su volumen. Sin embargo, no puede considerarse
estrictamente un epílogo, ni es una simple acumulación de noticias deshilvanadas. Su
desarrollo ocupa desde la página 127 hasta la 316; si ya es una extensión considerable,
su entidad se hace aún mayor cuando supera en algo más de la mitad el número de
páginas dedicadas al verso. En el estricto sentido de lo que se añade a continuación de
un texto, estaríamos ante un epílogo, no así si pensamos en la convención de una coda
de entidad e importancia relativa, que no es lo que encontramos aquí. Algo parecido
sucede con la referencia un tanto minusvalorativa a «noticias» y «puntos historiales»:
no es una miscelánea informe lo que el lector encuentra, por más que no responda a los
conceptos genéricos consagrados en la tradición historiográfica. No es, ciertamente, una
«crónica», con su sentido de la secuencia cronológica y la atención a una línea central
generalmente situada en los hechos de héroes y reyes; se aparta con mucho de la estricta
«relación», generalmente de un hecho singular y de extensión más limitada; y tampoco
puede considerarse sensu stricto una muestra de «antigüedades locales», al menos al
modo renacentista de este género5: aunque mantenga bastante de su retórica dispositiva
y, a todas luces, sea éste el modelo más cercano, el planteamiento de Salazar y
Hontiveros presenta notables diferencias. Así lo ratificaría el contenido y diseño de una
obra posterior, a la que volveremos, y así lo manifiesta el contenido de la obra,
perfectamente sintetizado en la «Tabla de los capítulos» de lo que ahora se llama
«Historia de la Provincia de La Rioja», por más que en el rótulo que introduce el texto
vuelva a la denominación del título:
5 Para la ubicación del texto en su marco genérico puede contarse con el panorama de Benito
, Historia de la historiografía española: ensayo de un examen de conjunto, Madrid, CSIC,
1941-1950; y, con una perspectiva más actualizada, Historia de la historiografía española, coord. J.
Andrés Gallego, Madrid, Encuentro, 2003. El conocimiento sistemático del género de las relaciones tiene
un punto de inflexión en Las «relaciones de sucesos» en España (1500-1750), eds. Mª Cruz
y otros, Universidad de Alcalá de Henares, 1996; y un tratamiento de continuidad en los
trabajos del equipo dirigido por Sagrario López Poza, recogidos en la página web de Relaciones de
sucesos españolas de los siglos XVI-XVIII. La última de las modalidades tiene un acercamiento general en
Asunción , Los libros de antigüedades en el Siglo de Oro, Málaga, Universidad de
Málaga, 2002.
72
I. Descripción de la Provincia de La Rioja y origen de los condes de Castilla.
II. Situación de Cantabria en La Rioja, ciudad de donde tomaron nombre los
cántabros.
III. Se prueba cómo en tiempo de los godos y moros y después fue Cantabria La
Rioja.
IV. Lábaro cantábrico, divisa de los cántabros en sus banderas, que era la cruz
del Redentor, de donde la tomaron los romanos, usáronla los patronos de
Calahorra, llamada de los antiguos fortísima ciudad de los cántabros. Tratase
de su antigüedad y su santa iglesia.
V. De sus patronos, san Emeterio y Celedonio.
VI. Excelencias de la ciudad de Calahorra.
VII. Antigüedad de su santa iglesia.
VIII. Antigüedad de la ciudad de Logroño, contra Garibay.
IX. Predicación de Santiago y san Pablo en La Rioja y en España.
X. Predicación de san Gregorio, obispo de Ostia y cardenal de La Rioja.
XI. Santuario de Nuestra Señora de Valvanera y su aparición.
XII. Progresos espirituales y temporales del devotísimo santuario de Valvanera.
XIII. Tránsito de los anacoretas Domingo y Nuño, quien descubrió la imagen.
XIV. Averiguase el motivo de estar oculta en un roble.
XV. Pruebase la residencia de san Atanasio Alejandrino en los montes de
Valvanera.
XVI. Batalla de Clavijo en La Rioja, con todos sus sucesos.
XVII. Origen del solar de Valdeosera.
XVIII. Reyes de Oviedo y León desde la pérdida de España.
XIX. Se trata de don Alonso el Primero, llamado el Católico.
XX. Continúase acerca de los reyes de Oviedo y León hasta don Ordoño
Segundo.
XXI. Cronología de los reyes de España.
XXII. Trátase de don Alonso el Magno de León.
XXIII. Guerra entre los reyes de Castilla y Navarra sobre el señoría de La Rioja, y
unión de estos reinos (...). (ff. ¶¶¶¶¶ r. y v.)
73
Retomando la vacilación en el título, que separa el uso de la tabla del resto de los
preliminares, es más que posible que el rótulo sea ajeno al autor, ya que, mientras los
trámites legales y el resto de los paratextos debieron de copiar lo que aparecía en el
encabezamiento del manuscrito, coincidiendo todos en la citada denominación, bien
pudo el componedor que llega a la tabla añadir de su cosecha una caracterización, lejos
ya su vista de la portada del original. De ser así, este práctico del taller de impresión
estaría trasladando a un texto de difícil clasificación un rótulo que ya estaba
extendiéndose a otros tratados diferenciados de la historiografía general y más
orientados a los aires de novedad. El marbete de «historia» para el texto de Salazar y
Hontiveros ni encaja con su tradición genérica ni refleja con precisión su variado
contenido, entre la ya rancia miscelánea y el tratado sistemático. Entre «epílogo con
puntos historiales» e «historia» sistemática se abre un espacio de indefinición, pero
también con problemas para su justificación en el diseño general del volumen.
La sistemática repetición del título del volumen en los preliminares indica que no
era otro el encabezamiento con que llegaba el original a la imprenta, o, lo que es lo
mismo, que así salió de la pluma y la voluntad del autor. Como ratificaría el paralelismo
mostrado por una posterior entrega, Salazar debió de concebir así su obra, y de esa
forma procedió a realizar un envío manuscrito previo, con el objetivo de solicitar
patrocinio y permiso para la dedicatoria (infra). En esa concepción pragmática podemos
encontrar una primera motivación para el emparejamiento de dos materias tan dispares,
la poética y la histórica, condenadas a su oposición desde la poética aristotélica, más
aún cuando se confrontaba el tono heroico y levantado de la narración de un pasado
glorioso con la ligereza de unos versos de salón. Lo cierto es que la composición
material del volumen viene a insistir en la estrecha unión con que ambas partes llegan
unidas a la imprenta. En la mencionada página 127, esto es, en mitad de un pliego de
impresión, comienza el texto en prosa, y lo hace con un rótulo en cuerpo mayor antes de
las primeras líneas de texto, sin interponer ni siquiera una humilde portadilla6 que
6 Podrían apuntarse razones de índole estrictamente material, pues la composición del volumen concluye
con un medio pliego (Rr) con el texto extendido hasta su última línea. En atención a ello podría alegarse
que la inclusión de una portadilla exenta habría obligado a completar ese pliego final, con el consiguiente
incremento del gasto de papel, pero sería un argumento de escasa solidez a la vista de las 190 páginas que
el tipógrafo tenía por delante para enjugar a partir de la cuenta del original el espacio destinado a una
portadilla de separación.
74
separara a la vista del lector el final de la parte lírica (p. 126) del arranque de la parte
tratadística:
75
No sólo podemos echar en falta algún modo de transición material. Tampoco hay
la más mínima justificación para un desplazamiento tan brusco, apenas paliado por la
colocación al final de la serie de versos del soneto dedicado a la reina y en exaltación de
la monarquía, relacionado con uno de los componentes del tratadito en prosa. Además
de contar con unas expectativas de lectura donde este salto no causara extrañeza mayor,
el autor debía de tener un designio muy claro como trasfondo de esta operación
editorial. Por ello, el propósito de este apartado es conjugar en el análisis la ambigüedad
resultante de esta mezcla, el contenido y el posible sentido pragmático de la parte en
prosa, con el objetivo de acercarnos a una interpretación de la estrategia editorial y su
relación con la caracterización no sólo de la poesía, sino en particular de la posición de
su autor más allá de su inclinación a la expresividad lírica.
La línea argumental más o menos trabada y articulada es la que plantea la noción
de una «Gran Cantabria», que llega a identificarse con Iberia como núcleo y origen de la
nación española, a partir de la relación con el Ebro (o Ibero), el río que nace en la región
y que se convierte en emblema (no sólo a partir de la etimología) de la conformación de
España, entre orígenes míticos y leyendas cristianas, no ajenas al discurso
historiográfico en vigor. De hecho, Salazar aprovecha o discute sistemáticamente para
el elogio de su patria chica las fuentes clásicas y un amplio repertorio de historiadores
modernos: Alderete, Venegas, Morales, Ocampo, Jovio, Pineda, Garibay y Covarrubias,
entre otros, son mencionados de manera reiterada, al tiempo que recurre a algunos de
sus métodos, los menos innovadores o basados en la concepción humanista, para
sustentar sus interpretaciones y teorías. Es el caso, por ejemplo, del empleo de la
erudición de dudoso carácter filológico, con base en la etimología, para sustentar los
orígenes fabulosos de lo que se pretende presentar como el núcleo territorial y político
de la España surgida de una reconquista iniciada justamente en esas tierras del norte tan
alejadas del actual centro. Uno de los pasajes más representativos de esta actitud es el
que se introduce con la explícita afirmación «pruébase contra el Teatro crítico la
existencia de las sibilas y de sus profecías». Por más que la suya haya sido caracterizada
como una «ilustración insuficiente»7, es indiscutible que la de Feijoo representaba una
de las actitudes más avanzadas del momento, en línea (al menos parcialmente) con
7 Aun con las matizaciones de rigor, sigue siendo fundamental para la valoración del movimiento
ilustrado y, en particular de la obra de Feijoo, el análisis de Eduardo La ilustración
insuficiente, Madrid, Taurus, 1981.
76
algunos de los avances más importantes en la ciencia y el pensamiento europeos, de
modo que la abierta oposición de Salazar y Hontiveros o, de manera más precisa, la
abierta separación del benedictino para defender la verdad histórica de unas figuras que
pasan del paganismo clásico a las versiones más sincréticas del cristianismo primitivo y
sus pervivencias medievales muestra en el autor de la laus Cantabriae una visión
historiográfica y una actitud mental bastante arraigadas en modelos precedentes, pese a
la labor que para despejarlas pudieron hacer Mariana desde su práctica historiográfica,
Cabrera de Córdoba desde su teorización o Nicolás Antonio, ya en el discurso novator,
con su debelación de las fábulas pseudohistóricas. El texto de Salazar está mucho más
cerca de éstas que de una historiografía ilustrada o, al menos, en el camino hacia ella.
Algunos argumentos de esa visión legendaria del pasado resultan significativos y
nos llevan hasta un punto de interés particular para nuestro estudio. La referencia a don
Pelayo como duque de Cantabria, no sólo es una falsificación: en su anacronismo
también revela un sentido de la continuidad, del borramiento de fronteras, radicalmente
antihistórico y conservador. La actitud se mantiene en la presentación, de nuevo errónea
o interesadamente sesgada, de una Montaña preservada de todas las invasiones, lo que
le permite dar prestigio y autoridad al hecho (mítico) de tratarse de la cuna de los reyes
y de toda la nobleza española. Esta noción de origen desplaza el peso de la monarquía
goda, causante de la pérdida de España, y de la previa colonización romana (tan ligada a
la idea de translatio imperii sustentada por los propagandistas de la casa de Austria). Al
situar el surgimiento de España en la empresa de reconquista permite a Salazar
instalarse en una rancia idea de la tradición y, en particular, en una noción de la nobleza
que reivindica la sangre de hidalgos e infanzones por razón de sus raíces montañesas,
frente a una alta nobleza vinculada originariamente a hechos de armas y servicios al
trono y con un matiz de distinción en el contexto de una ascendente aristocracia de toga,
de letrados en la administración o puestos relevantes de la sociedad, en la que, por otra
parte, hay que situar la trayectoria social de Salazar. Más contradictorio con esta
dimensión y más vinculado a la perspectiva tradicional es el llamativo hecho de que a la
canónica genealogía de reyes y príncipes no le acompaña una relación de «ilustres
varones en letras» que ya había pasado de ser una parte consagrada de las laudes
civitatum a erigirse en discursos exentos, ligados en su mayor parte a ámbitos locales o
77
regionales8. A la omisión de las letras junto a las armas acompaña una imposición del
pasado sobre el presente. La llamativa ausencia de cualquier alusión a las letras
modernas sorprende, si no es en la voluntad más o menos expresa por parte del autor de
rehuir la referencia a un parnaso contemporáneo, como si no tuviera convicción en el
prestigio de unas prácticas letradas si no estaban unidas a una erudición como la que
pretende ostentar el tratado pseudohistórico. De ahí que una obra como ésta viniera a
complementar y dar solidez (editorial y valorativa) a una sencilla recopilación de
versos.
La aparición bastante anacrónica del género de las antigüedades y noblezas
locales sorprende un tanto cuando ya han desaparecido las circunstancias imperiales
ligadas a los reinados de Carlos V y, sobre todo, Felipe II, décadas de florecimiento del
género en las letras hispanas. La época de los Austrias menores contempló el declive
paulatino de una modalidad que perdía completamente significado, si no es que se
convertía en sospechosa, durante la vigencia del centralismo borbónico, sobre todo
mientras quedaban rescoldos del enfrentamiento con el «austracismo» y su concepción
de los reinos hispánicos y su autonomía foral. La tardía aparición de una muestra de la
vieja retórica genérica no parece tener un sentido muy evidente. ¿Se trataba de una
respuesta al centralismo borbón por parte de quien había alabado los gestos de la
monarquía en sus versos? ¿O más bien debe entenderse como un intento de integrar la
periferia en el eje del trono, ligando en una línea de continuidad la apartada Montaña
cántabra y el pujante entorno cortesano? Habría que inclinarse por esto último y ver en
la empresa de Salazar y Hontiveros una muestra de la volunta de integrarse, a partir de
sus orígenes y su condición social un tanto marginal, en el entorno de la corte en que se
imprime su obra, un volumen donde parecen concitarse todos los estratos y elementos
de un Madrid corte y villa, centro político y centro cultural.
8 Es lo que ocurre en las obras de Francisco Pacheco, Rodrigo Caro, Vaca de Alfaro, Juan Andrés de
Ustarroz o Pérez de Montalbán, por citar sólo algunos de los nombres más notorios. Al respecto de esta
deriva pueden verse los estudios de Inmaculada , «Las ciudades y sus “Parnasos”: poetas y
“Varones ilustres en letras” en la historiografía local del Siglo de Oro», e Ignacio ,
«Varones nobles y nobles poetas: los repertorios de ingenios en el Siglo de Oro», en En torno al canon:
aproximaciones y estrategias, dir. Begoña López Bueno, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2005, pp. 233-
283 y 285-316, respectivamente; pueden encontrarse otras aproximaciones al asunto en otros trabajos del
Grupo PASO sobre este proceso, El canon poético en el siglo XVI, dir. B. , Universidad
de Sevilla, 2008; El canon poético en el siglo XVII, dir. B. , Sevilla, Universidad de
Sevilla, 2010; y El parnaso versificado. La construcción de la república de los poetas en el siglo de oro,
coord. Pedro , Madrid, Abada, 2010.
78
Una obra publicada apenas cuatro años por nuestro autor después vendría a
corroborar esta lectura, con su mezcla de componentes paralelos y sus elementos de
diferenciación. Me refiero a las Glorias de España plausibles en todos los siglos hasta
el presente, que se muestran a un moderno con varios puntos históricos y diversas
poesías heroycas y sagradas, por (...), arcipreste y beneficiado de la diócesis de
Calahorra, y las dedica al serenísimo sr. D. Fernando, glorioso príncipe de Asturias,
por la mano del marqués de Quinta Florida, su dignísimo mayordomo (Madrid,
Imprenta de la viuda de Juan de Ariztia, 1736). Entre los elementos de continuidad
destacan la mezcla de loa de carácter histórico y muestrario lírico, la estrategia de
dedicatoria que interpone un noble reconocido entre el autor y el miembro de la casa
real y una visión histórica basada en el prestigio de los orígenes, ahora claramente
manifiesta en la aparición como destinatario interno del discurso de «un moderno», que,
si no nos sitúa en el escenario de la Querelle francesa, apunta a un enfrentamiento como
el ya señalado a propósito de la disputa con Feijoo. Las diferencias se sitúan
fundamentalmente en dos puntos: frente a las estrictamente regionales, ahora se
plantean unas «glorias de España», que insisten en el sentido integrador de la historia
«en todos los siglos hasta el presente»; junto a ésta aparece la llamativa inversión en la
dispositio del volumen, haciendo ahora que la prosa preceda al verso, aunque,
curiosamente, manteniendo la misma desproporción que deja para la segunda parte (138
páginas) casi el doble de la extensión de la primera (69 páginas). El primer aspecto nos
lleva a descartar cualquier argumentación sobre las intenciones de Salazar y Hontiveros
en un plano estrictamente político, de oposición a una dinastía a la que había alabado y
de entre cuyos miembros elige los dedicatarios de sus textos; así, la exaltación localista
por el marco de sus orígenes no pasaría de un intento de recuperar una forma de
prestigio que indirectamente pudiera reivindicar para sí el autor. Justamente la
continuidad y la alteración en la práctica editorial de volúmenes híbridos tendría que ver
con la noción autorial misma, apareciendo la compañía de la prosa como una estrategia
de dignificación de una lírica aún no lo suficientemente considerada como para granjear
un lugar en el parnaso o el olimpo cortesano a alguien con el perfil de Salazar9.
9 En los citados volúmenes del Grupo PASO se reconstruye la consideración de la lírica y sus variaciones:
Begoña , «Sobre el estatuto teórico de la lírica en el Siglo de Oro», en En torno al canon,
op. cit., pp. 69-96; Pedro , «La poesía vindicada: reconocimiento de la lírica en el siglo
XVI», en El canon poético en el siglo XVI, op. cit., pp. 177-213; y Pedro , «Género y
autores: el giro en la cuestión de la poesía», en El canon poético en el siglo XVII, op. cit., pp. 269-303.
79
Justamente la relación entre la condición del poeta y su práctica de escritura y de
edición es el objeto de reflexión en las páginas que siguen a este acercamiento
preliminar.
Para comenzar a delimitar el perfil autorial y las estrategias desplegadas para su
conformación y proyección me centraré en los rasgos y componentes del volumen que
hemos comenzado a desentrañar, como privilegiado espejo en el que se refleja la
imagen del autor o, de manera más precisa, la imagen que de sí mismo quiere ofrecer un
escritor.
El título no sólo es la vía de acceso al contenido del volumen. También puede
serlo a la dimensión que ahora nos interesa. En este caso, las incongruencias o
distorsiones que hemos comenzado a ver en lo relativo a la parte en prosa nos pueden
seguir valiendo de guía, porque también se manifiestan en lo tocante al verso. En
Poesías varias en todo género de asuntos y metros puede encontrarse una cierta
variedad, pero nada más lejos de algo que alcance a «todo género de asuntos y metros».
Como se había impuesto desde finales del siglo XVI, con escasas y matizadas
pervivencias en el XVII, el modelo unitario representado por el patrón petrarquista
había cedido no sólo ante la extendida noción de varietas ligada al ocaso de la poética
renacentista sensu stricto10
; también había acusado las limitaciones de un modelo que
centraba la escritura en el ámbito amoroso, la circunscribía a una amada única y
apuntaba a un modelo completivo, algo propio del perfil del letrado humanista y la
práctica manuscrita, pero completamente insostenible en el marco de una nueva
sociabilidad, el cauce de la imprenta y los hábitos del mercado. No sólo por la condición
de clérigo del autor, la sentimentalidad erótica desaparece por completo de los versos de
Salazar, y con ella todo principio de articulación del poemario que no sea el
desenvolvimiento del autor en un escenario social marcado por los ritmos de palacio,
los saraos, la búsqueda de patronazgo o las relaciones amistosas y literarias. Ello aúna
en un espacio temático reducido y una tonalidad de escasa variación un conjunto no
escaso de poemas en el que aparecen como motivos repetidos las solicitudes de versos
10
Analiza estas variaciones en su concreción en la imprenta Ignacio , Poesía y edición
en el Siglo de Oro, Madrid, Calambur, 2009.
80
por las damas, la repentización y la glosa de circunstancias, la escritura o celebración de
cantadas y «áreas», la loa a los nobles y algunos pasos ligados al mundo general de la
sátira o, por mejor decir, la satura, como horizonte temático y tendencia a la mezcla
más que como voluntad de reformación de las costumbres. En todos los casos se trata de
composiciones, de repente o no, muy ligadas al hilo de la circunstancia concreta,
momentánea, que necesita de amplios y pormenorizados rótulos introductorios para
recuperar en el espacio de la página impresa el contexto de concepción y realización
originales del poema a fin de garantizar su funcionamiento ante el lector. Algunos de
estos rótulos son expresivos de su obligada funcionalidad y acotan los límites entre los
que se mueve la variedad de esta poesía.
Por la parte más elevada, al menos socialmente, podríamos situar las
composiciones introducidas con este rótulo:
Habiendo salido los reyes a Nuestra Señora de Atocha una tarde el año de 23,
encontrando al Santísimo, que se daba a una pobre vieja, salieron del coche para que
entrase, acompañando a pie con sus reales guardias hasta la casa de la pobre, donde
subieron, manejándola la reina nuestra señora y dejándola cien doblones; a este asunto
ofreció la Gaceta un juego de libros a quien mejor glosase la quintilla siguiente, a que
entre otros compuso el autor las siguientes glosas, que se pedía en décimas.
En este caso se trata de un gesto regio en el que Felipe V y su consorte emulan el
precedente de Carlos II y algún otro monarca Austria, lo que motivó la entusiasta
iniciativa de Juan de Ariztia, político y editor de la Gaceta de Madrid, convocando una
actualizada forma de certamen que reunió rápidamente composiciones de numerosos
ingenios de toda España para dar en pocos meses un volumen impreso, las Sagradas
flores del Parnaso (1723)11
, que se abre y cierra con composiciones de Diego de Torres
Villarroel, también presente en las aprobaciones del libro, en un indicio de la estrecha
relación de iniciativa e impresión con el parnaso literario; aunque Salazar presenta en
sus Poesías cuatro poemas en las solicitadas décimas, ninguna de estas aportaciones
aparece identificada con nombre de autor en el libro colectivo12
, lo que a esas alturas de
11
Para más detalles sobre la circunstancia y la edición puede verse Pedro , «Entre dos
parnasos: poesía, institución y canon», Criticón, 103-104, 2008, pp. 207-231, con el índice de las
composiciones según aparecen rotuladas en el corpus. 12
Se trata de las composiciones «Es de España antigua gloria» (p. 55 en Poesías y p. 29 en Sagradas
flores), «Aquella sublime acción» (p. 56 en ambos volúmenes), la jocoseria «Ayúdeme san Valerio» (p.
81
la vida de nuestro autor, nacido en 1692 y, con toda probabilidad, permaneciendo aún
en la provincia, podría indicar su nulo renombre entre los ingenios y lectores de la
corte, a la vez que sus insistentes pretensiones por obtenerlo, en este caso tratando de
inscribirse de manera directa en el campo instituido para la poesía.
En el otro extremo se sitúa:
Saliendo el autor una noche de palacio, queriendo atravesar una galería, le
impidieron el paso dos señoras camaristas que estaban de guarda, diciendo no se
podía pasar, y estando en estas instancias llegó otra señora, conocida del autor, por
cuya intercesión logró el paso, y a quien hizo la presente décima.
Si de una a otra ocasión vemos a Salazar pasar de una anónima periferia a un
lugar, por muy marginal que sea, en el entorno de palacio, su poesía sigue tomando
como uno de sus ejes el acercamiento al trono en el que centra sus miradas. Más cerca
ahora, su poesía se mueve en las circunstancias más triviales y cotidianas; en ellas los
versos sirven para un propósito inmediato y limitado de halago o agradecimiento, en
este caso a una dama, a la que cumple con una cortesía rimada. Su paso al volumen
requiere de una introducción que no destaca, como en el caso anterior, la presunta
importancia del hecho que lo motiva, sino que ha de reponer las claves necesarias para
la validez de un poema, que debe más a la repentización que las meditadas
composiciones previas, marcadas por el pie forzado de la quintilla dada para la glosa.
Junto al marco cortesano, otros poemas en ocasión similar, pero en un escenario menos
aristocrático, apuntan a lo humilis de estas composiciones, como ocurre, por citar un
ejemplo, en la así prologada:
Tratan dos amigos del autor una niña, hija de un mediero, pareciéndoles ser cada
uno más privado en la amistad, y se dejó decir se había de casar uno con ella, el
cual, sabiéndolo, y que un secreto que le había dicho lo había publicado, pide al
autor haga las décimas siguientes, advirtiendo ser muy bonita en cuanto a cara y
pelo, pero un poco gibada, coja y en una mano le faltan tres dedos, y se advierte no
ser igual a él.
56 y 14, respectivamente) y «Señor, por el mundo suena» (p. 57), que aparece en la antología (p. 122) con
la indicación «de un ingenio no conocido».
82
Así, entre la ocasión original y la fijación en el impreso, se reproduce una cierta
tensión entre la variedad de las circunstancias y la unidad que impone en el marco de la
sociabilidad y el volumen la actitud constante de un autor y su práctica del verso,
orientados por unos identificables principios en torno al despliegue del ingenio y la
habilidad técnica al servicio de un reconocimiento social en un escenario que neutraliza
las distancias entre lo literario y lo social, como en los saraos y actuaciones musicales a
las que reiteradamente se alude en el volumen o para los que directamente se componen
poemas.
Otro elemento de cohesión, presente en los ejemplos citados como muestra de su
peso en la economía del volumen, es la constante recurrencia a la décima como
verdadera estrofa comodín en la el ejercicio versificador de Salazar. Desde su fijación
por el poeta y músico Vicente Espinel, la décima, con su forzada quiebra de articulación
de sintaxis y rima, avanza sobre su más inmediato precedente, las dobles quintillas y su
relación con las coplas de ciego. De éstas mantiene un cierto desenfado y gusto por la
truculencia, con la consiguiente vinculación a un nivel medio-bajo de temas y estilo.
Sobre ellas aporta, a partir de la dificultad técnica añadida, un componente de gaya
sciencia que le permite la elevación tonal, abarcando asuntos y registros más elevados,
en lo que pudo tener peso considerable la incorporación del metro al repertorio
escénico, hasta la codificación de Lope en el Arte nuevo. Sin embargo, más que para
quejas, como veremos en Salazar, la décima se presta a todo tipo de juegos ligados a la
agudeza, en ocasiones solemnes y en las más triviales, aprovechando una de sus
potencialidades más rentables, la de funcionar indistintamente como unidad exenta, con
valor epigramático, o articulada en series, lo que lo hace apta para la celebración y el
lamento, para la narración, la descripción y aun el despliegue discursivo. De todo ello se
recogen muestras en el volumen, aunque ceñidas a una pragmática de relaciones
mundanas ya señaladas, lo que restringe en gran medida la variedad declarada en el
título, como ya hemos visto que ocurría en el orden temático y puede apreciarse en lo
dominante de un tono marcado por la jocosidad. Antes de volver con algún
detenimiento a la décima como rasgo característico de nuestro autor, basten estas
observaciones que vienen a ratificar lo limitado del alcance de la variedad que el título
intenta destacar, sin duda como una estrategia de atracción de compradores del impreso.
83
De la aproximación a los rasgos unificadores del volumen se desprende una
confirmación: en el verso Salazar no busca la expresión de un yo íntimo, sino la
conformación de un yo social, integrado en los espacios de sociabilidad más elevados,
desde los selectos saraos a los corredores de palacio, a partir de una relación con nobles
protectores en función de mecenazgo, para consolidarse en una república de las letras,
iniciado en un entramado de relaciones con otros escritores y finalmente consolidado y
fijado en el espacio tipográfico. El poema que abre la compilación impresa no puede ser
más significativo de esta realidad:
Al señor don Francisco Aguirre y Salcedo, gobernador del cuarto de su alteza el
serenísimo infante de España don Carlos y mayordomo de la reina nuestra señora,
con motivo de enviar manuscrito este libro para que lo viese su alteza, por cuya
mano se había de dedicar. Romance endecasílabo,
sobre todo si a ello sumamos el amplio elenco de nombres y textos que componen los
preliminares del volumen. En ellos se dan cita, sin considerar los paratextos
estrictamente administrativos, hasta 16 nombres, algunos pertenecientes a todas luces al
árbol familiar del autor, lo que le permite mostrar su pertenencia a un grupo familiar
socialmente consolidado, mientras que otros, como el de Salvador José Mañer13
,
remiten a algunas de las presencias más activas en el campo literario del momento,
incluso como crítico y polemista. Precisamente, uno de los objetos de sus comentarios
críticos sería el ya popular Diego de Torres Villarroel14
, con el que Salazar cruza varias
composiciones, siendo el ejemplo más relevante de presencia en los versos del autor de
destacados miembros de la república de las letras. De este modo, junto a un entorno
social de salones y saraos, de damas y nobles, el parnasillo contemporáneo se impone
como marco ineludible en el que situar esta escritura y su consiguiente publicación. Las
firmas de los paratextos apuntan a una voluntad de integración a la que Salazar y
13
A una de sus obras, el «libro que escribió de la Pasión de Cristo» (concretamente la Historia métrica-
crítica de la sagrada Pasión de nuestro redentor Jesucristo, publicada en Madrid el mismo año que
nuestras Poesías varias), dedica Salazar unas décimas, también incluidas en su volumen, lo que viene a
confirmar cuánto en ello hay de voluntad de conformación de un entramado con obligaciones
intercambiadas y correspondidas. 14
En Repaso general de todos los escritos del bachiller don Diego de Torres (Madrid, 1728), Mañer
plantea todo un ejercicio de crítica literaria, que, al margen de los juicios concretos, participa del paso de
las batallas literarias heredadas del siglo anterior a un marco más cercano al campo literario, en el que la
imprenta desempeña un papel fundamental.
84
Hontiveros aspiró sin ningún tapujo, por más que los avatares de la sociabilidad literaria
y de los gustos estéticos lo mantuvieran en un limbo de marginalidad acentuado con el
paso de los años, una periferia en la consideración que nos parece muy alejada de la
centralidad social que, con más o menos relación con la verdad, muestran sus versos.
Sin duda a ese objetivo de tender un puente entre el salón en que se mueve el
poeta y los lectores a los que aspiran sus versos dirige Salazar y Hontiveros la estrategia
de conformación de su volumen de 1732, con su señalada combinación de verso y
prosa, a lo que hemos de volver, y con la propia rotulación como «poesías varias»,
siguiendo un reconocible modelo que, como veremos, permite la reiteración de la
decisión editorial. Bajo ese arco se combinan los versos nacidos en un delimitado
surtido de ocasiones, en circunstancias de diversa índole y para atender a concursos o
peticiones, pero en definitiva se trata de asuntos limitados y unificados por la forma
hegemónica de la décima. Rehuyendo la forma del más popular y posiblemente menos
prestigiado romance15
, empleado de forma masiva por autores como Torres Villarroel,
Benegasi y en algo menor medida Eugenio Gerardo Lobo (por citar a los poetas más
reconocidos y reconocibles en la primera mitad del siglo XVIII), la opción de Salazar
por la décima lo inscribe en una tradición netamente barroca, pero donde la
trascendencia del concepto graciano de ingenio cede ante el brillo momentáneo del
repentismo. En epigramas o en tiradas de varias estrofas nuestro poeta deja siempre de
lado cualquier atisbo de alcance filosófico o moral, atento sólo a la aceptación que
pueden proporcionarle entre los círculos elevados que ocupan el centro de la sociedad,
al que aspira desde sus iniciales posiciones y desde su condición de clérigo menor, con
un discreto beneficio en la lejana provincia riojana. La brevedad y concisión
epigramática de la décima, de la que hay no menos de 72 muestras en el volumen16
,
responde con exactitud a las aspiraciones de Salazar como poeta o, con más justeza, a la
función que le otorga al ejercicio del verso en el logro de sus aspiraciones. La materia
15
Acerca de los cambios en el género trato en «Para la caracterización del romance en el bajo barroco»,
Edad de Oro, 32, 2013, en prensa. 16
Habría que sumar las nueve que intercambia con otras tantas de una dama (si no son también obra del
autor), en una especie de serie dramatizada o, mejor dicho, teatralizada, introducida como «Hallándose el
autor en Sevilla, en el paseo del río, y encontrando unas tapadas, después de una larga zumba con ellas
dijo al despedirse un “Adiós, abate mío”, con cuyo motivo escribió la primera décima, y, respondiendo la
dama con los mismos consonantes, se siguió el asunto con los mismos en las presentes décimas». Si
sumamos éstas, la cantidad total, 81 (o 90, de ser suya la totalidad de esta última serie), contrasta frente a
la escasez de sonetos, dispersos a lo largo del volumen y en la exigua cantidad de 12, cuando aún
perdurará unas décadas el modelo dispositivo del libro de poesía abierto con una amplia cantidad de
sonetos, generalmente en número redondo.
85
de sus composiciones sirve perfectamente para definir el mundo al que aspira nuestro
autor, un marco social compuesto por gestos y comportamientos con mucho de
superficialidad y muy escaso, por no decir nulo, espacio para la intimidad o la expresión
de pasiones, ideas o sentimientos. La separación de la expresividad otorgada a las
décimas en la economía métrico-pragmática de la comedia resulta muy significativa.
Lope queda desmentido en los versos de nuestro autor, pues lejos queda ya de la décima
su relación con las quejas. Por si el abundante desplazamiento del metro a las piezas de
ocasión no bastara, una restallante parodia del célebre monólogo de Segismundo viene a
poner en claro el papel de la décima en la escritura de Salazar y, a través de ella, de un
componente sustancial de su poética. Lo introduce como «Enfermo de mal gálico un
amigo, se quejaba repitiendo la introducción de la comedia La vida es sueño que
comienza «Apurar cielos pretendo», a cuyo asunto hizo el autor la siguiente glosa, pero
no se trata de una glosa, sino de una versión paródica:
Apurar, bubas, pretendo
por qué me baldáis así.
¿Qué golosina elegí
contra vosotras comiendo?
Aunque, si comí, ya entiendo
el mal manjar que he comido:
bastante causa ha tenido
vuestro juez Antón Martín,
pues más mal manjar y, al fin,
más amargo no le ha habido.
Si no se trata, como es muy posible, de una ocasión fingida, el texto muestra en
asunto tan delicado un tratamiento por completo desprovisto de cualquier implicación
moral o un mínimo de empatía, a partir del recurso de poner las palabras en boca ajena,
para separar al hablante lírico del autor, sus sentimientos y sus ideas. Y eso es algo que
aun hablando en primera persona Salazar hace de continuo, en su repaso por la panoplia
de ocasiones que le ofrece la vida de salón a su condición de abate. Así encontramos
una significativa escasez, una ausencia en realidad, de poemas «amorosos», aunque
manteniendo un elemento productivo de la retórica del género como la descriptio
puellae, que se mantiene con abundancia de modelos; o la convivencia de dos sueños
86
«eróticos» con un romance de carácter religioso, pero sobre todo, como queda dicho,
con numerosos poemas de encargo y décimas de repente, a las que se suman casi una
decena de cantadas, áreas y recitados, que se componen o se alaban en ocasión. El
mencionado diálogo (fingido) entre el abate y una dama en décimas del mismo pie es
paradigmático de esta situación, y no sólo por el uso de las décimas: se trata de la
representación con bastante de teatral de un convencional diálogo en el que el flirteo
entre personas de distinto sexo responde más a la competencia de ingenio que a una
pulsión sentimental u hormonal, y todo ello, además, como un desdoblamiento de
voces. La incorporación de parodias de textos reconocidos o la participación en
certámenes aparecen como derivación directa de esta actitud, que encuentra una
expresión perfecta en la definición, a instancia femenina, del filis, como uno de los usos
amorosos convencionalizados en esta época:
Mándale una dama al autor diga en verso qué es el filis, ya que está escrito de
chichisbeo y dengue, y responde en estas DÉCIMAS
Es el filis, bella Anarda,
un elogio del despejo,
academia del gracejo,
expresión la más gallarda.
Es un chiste que retarda 5
la espaciosa comprehensión,
la más noble prevención
de una apreciable hermosura,
y es, no siendo compostura,
discreta composición. 10
Es un dote natural
de tan superior riqueza,
que gastó naturaleza
en él todo su caudal.
Es un rico mineral 15
en donde encuentra el placer
tesoros que poseer
sin la fatiga y el susto,
pues, siendo colmado gusto,
aún da más que apetecer . 20
Es el lidiable certamen
del ignorar y el saber,
es escuela de aprender
del más agudo dictamen.
Es de lo necio vejamen, 25
estudio sin enseñanza,
posesión que es esperanza
sin ninguna oposición,
es sin peligro ocasión,
aunque entera confianza. 30
[...]
Los conceptos de despejo, academia, gracejo, expresión gallarda, chiste, hermosura,
dote natural, placer, sin fatiga, gusto, certamen, agudo o vejamen muestran cómo se
87
entremezclan las ideas de poética y cortejo, conformando un verdadero programa estético y de
comportamiento social, en el que la inscripción de la práctica del verso tal como aquí se
muestra es un corolario obligado, por no decir «natural». La percepción se reitera y confirma
cuando en las páginas siguientes volvemos a encontrar, en el mismo marco pragmático y
métrico, lo correspondiente al dengue:
Difinición del dengue hecha por un ingenio, respondiendo a una dama en las presentes
décimas
Es el dengue, Filis mía,
una graciosa tarea,
que, cuando nace de idea,
no carece de manía;
seriedad de la alegría, 5
donaire de la tristeza,
trabajo de la belleza,
que quiere sin propiedad
hacer naturalidad,
aunque no es naturaleza. 10
Es un figurado chiste
que a la aprensión satisface,
pues consiste en que se hace
sin saber en qué consiste;
formalidad que persiste 15
en un material inicio,
es quimérico perjuicio
donde enseñan con despejo
la doctrina del gracejo,
los dogmas del artificio. 20
Es golfo, donde se inunda
la atención que se contrasta,
caudal que en quien más le gasta
es a donde más abunda;
edificio que se funda 25
donde el cimiento no cabe,
laberinto cuya llave
cierra lo que no comprende
y habilidad que se aprende
de aquello que no se sabe 30
[...]
La estructura conceptual y formal reitera la anterior y muestra lo que en ellas hay de
fórmula, en evidencia que se convierte en ostentación cuando el poeta añade a continuación lo
siguiente:
Mándale otra dama al autor haga otra definición del dengue opuesta, a que únicamente por
obedecer escribe éstas
Es el dengue, Clori mía,
una justa diversión,
que, por ser de idea acción,
nada tiene de manía;
Es una seria porfía, 5
88
rebozo de la entereza,
es capa de la viveza
y no tiene facultad
de hacer naturalidad
lo que no es naturaleza. 10
Ningún figurado chiste
a la aprehensión satisface;
si consiste en que se hace,
ya se sabe en qué consiste.
Formalidad que persiste 15
en indicio natural
no es quimérica; si tal
el despejo la da, sueña,
y el gracejo nada enseña
que mezcle lo artificial. 20
El golfo no en él se inunda,
que se engolfa la atención;
es caudal de más tesón
en donde menos abunda.
Es edificio y se funda 25
sobre cimiento bien grave;
ser laberinto no cabe,
pues cosa es que se comprende,
arte, pero no se aprende,
que ya cualquiera le sabe. 30
Es principio y es esencia
que su causa da eficiente,
y se niega antecedente
que no tenga consecuencia.
Asunto de inteligencia 35
es en la sinceridad;
es física propiedad
de alguna desconfianza,
que, porque tiene enseñanza,
tiene más dificultad. 40
[...]
La incorporación al final del volumen, siguiendo otra perceptible convención, de unos
poemas de contrición no cuestiona, sino que de alguna manera viene a ratificar, la vigencia de
lo anterior. La propia publicación de esos versos lúdicos y la reiteración (bien que más
atenuada) de tono y argumentos en el volumen paralelo de cuatro años después así lo
confirma, como ocurre con las no menos tópicas manifestaciones de arrepentimiento de las
burlas, casi al final del volumen: también en este caso se trata, más que de salvar una postura
de dignidad acorde con la condición de clérigo, de subrayar la existencia misma de esas burlas
y su lugar de centralidad en la poética del abate.
Podríamos sintetizar todas estas observaciones concluyendo, en un juego de palabras no
muy alejado de este ingenio, que su poesía es un ejercicio a dos luces entre la corte y el
cortejo, entre las aspiraciones a un medro social y la búsqueda del reconocimiento para
lograrlo. De ahí proceden los asuntos de sus versos y en ello se inscriben los recursos de la
agudeza y el tono jocoso con que se tratan, pero también la pragmática en que se insertan,
siempre en un contexto original de salón, cuando no es una celebración pública. Los ejemplos
de los textos sobre el dengue y el filis son expresivos de todos estos aspectos, como queda
89
apuntado, y su expresión más completa se aprecia al observar cómo estas muestras de
galantería dieciochesca conviven con poemas en alabanza de la dinastía, no sustancialmente
distintos a los desarrollados en el siglo pasado. La diferencia la representan, justamente, esta
convivencia en el mismo volumen con las muestras de ingenio galante y, en particular, y es lo
que ha dado origen a estas reflexiones, el emparejamiento editorial de los versos y del peculiar
tratadito de materia histórico-corística
El análisis intrínseco de la composición del volumen de 1732 resulta, a mi juicio, revelador de
la razón y sentido de sus peculiaridades. No obstante, estas primeras conclusiones pueden
verse matizadas y contrastadas al atender al conjunto de una producción, al menos la impresa,
que nos permite acercarnos al perfil de Salazar y Hontiveros como autor, para valorar sus
estrategias de reconocimiento e inscripción en la dinámica de relaciones entre centro y
periferia, en este caso de un campo literario que, aun con su especificidad, muestra mucho de
reflejo del campo social, a la vez que se ofrece como una vía de acceso al mismo.
Tras la aparición del volumen que nos ocupa se siguen hasta tres títulos más, de distinta
naturaleza y entidad, que se concentran en esa década para dejar un largo período de silencio
tipográfico hasta la muerte del autor en 1754. Las obras en cuestión son el ya citado volumen
de Glorias de España plausibles en todos los siglos hasta el presente, que se muestran a un
moderno con varios puntos históricos y diversas poesías heroycas y sagradas, por (...),
arcipreste y beneficiado de la diócesis de Calahorra, y las dedica al serenísimo sr. D.
Fernando, glorioso príncipe de Asturias, por la mano del marqués de Quinta Florida, su
dignísimo mayordomo (Madrid, imprenta de la viuda de Juan de Ariztia, 1736), compuesto
por 69 páginas en prosa y 138, a continuación, en verso, con una estructura y unos contenidos
emparentados con los de la obra aparecida cuatro años antes. Al año siguiente aparece la
Impugnación católica y fundada a la escandalosa moda del chichisbeo introducida en la
pundonorosa nación española. Su autor el abad de Cenicero, que la dedica al excelentísimo
señor duque de Arcos, Maqueda y Nájera (Madrid, Alfonso de Mora, 1737), con 59 páginas
en prosa para dar entidad a una práctica que ya hemos visto reflejada en sus versos y que
alcanza una gran notoriedad literaria a partir de la definición de este hábito por Eugenio
Gerardo Lobo y las respuestas que recibió, en una polémica que el propio Lobo fue
90
incorporando a las sucesivas ediciones de sus versos17
. Finalmente, la serie de obras
conocidas18
se cierra un año después con el Diálogo entre la madre sor Cristina de San
Liborio (...) y el hermano Nuño Cordero (...) respondiendo a la crítica que hacen los diaristas
en su cuarto tomo al papel del chichisbeo. Escrito por el abad de Cenicero (¿Madrid?, 1738),
un opúsculo más reducido, de 60 páginas en 8º19
. La continuidad en la materia, más allá de
denotar el peso de esta práctica y lo que puede tener de representativo del comportamiento
social y literario de Salazar y Hontiveros, nos ofrece otra dimensión significativa de su
escritura, con la presencia de la polémica y, de manera particular, el alcance que ésta adquiere
con la participación de los diaristas.
Desde su aparición en 1737 el Diario de los literatos de España asumió un papel activo
en el empeño reformador y modernizador de la España borbónica. A lo largo de los siete
volúmenes que dio a la luz la revista se enfrentó a los más diversos asuntos de interés para una
opinión pública que la misma publicación contribuía a formar en estos inicios del periodismo.
Así, tocaron tanto temas literarios como sociales, y la intervención en torno a uno de ellos es
la que motiva la respuesta de Salazar y Hontiveros. La polémica en este punto no significaba
una oposición radical al conjunto de las posiciones de los diaristas, porque la trama de
relaciones y enfrentamientos se mostraba compleja y en ocasiones contradictoria. Conocida
fue la polémica mantenida desde el Diario con las posiciones de Feijoo, como representantes
de dos líneas divergentes de una ilustración emergente. Contra Feijoo también se posicionó
Mañer20
, que aparece en el volumen de Poesías varias doblemente vinculado a nuestro autor,
como responsable de una de las composiciones laudatorias y como receptor, a la inversa, del
elogio de Salazar. En este fuego cruzado no se puede establecer consecuentemente una
determinación de frentes claramente configurados. Sin embargo, sí es posible establecer una
cierta conexión entre la crítica del Diario al chichisbeo y su defensa de las posiciones más
marcadamente neoclásicas, en tanto el reconocido uso amoroso queda ligado a la poesía a
partir de los versos de Lobo y la cadena de respuestas que generaron, ya que en este contexto
17
No supone ninguna aportación lo ofrecido por Jesús Fernando , «Algunas notas a la
Impugnación católica y fundada a la escandalosa moda del chichisveo, introducida en la pundonorosa nación
española, de Juan José de Salazar y Hontiveros», Espéculo, 47, 2011, s. p. 18
O no tanto, ya que este título no aparece recogido ni en la Bibliografía de Aguilar Piñal ni en los citados
artículos sobre Salazar. 19
El ejemplar conocido se conserva en la British Library (1445.b.25 (2)). 20
Anti-Teatro Crítico sobre el primero y segundo tomo del «Teatro Crítico Universal» del rmo. (...) Benito
Feijoo (Madrid, 1729), y Anti-Teatro Crítico sobre el tomo tercero del «Teatro Crítico» y Réplica satisfactoria,
primera y segunda parte, a la Ilustración apologética del P. Feijoo (Madrid, s. a.).
91
esa forma de galanteo no sólo significaba una relajación de las costumbres morales, sino
también de las formas de expresión ligadas a las relaciones entre los sexos, muy distanciadas
de las bases aristotélico-horacianas mantenidas por los preceptistas. El mismo Diario que
impugnó en sus inicios el chichisbeo y sus papeles abrirá su tomo IV con el comentario a La
Poética de Luzán, que se inicia con unas palabras rotundas: «De ningún escrito tenía más
necesidad nuestra España que de una completa y cabal poética». Difícilmente cabe pensar en
este contexto en que un Salazar y Hontiveros que orienta sus versos iniciales a los ámbitos del
chichisbeo, el dengue o el filis, y que a cuenta de una posterior impugnación de esos usos
entra en polémica con los diaristas pudiera estar cerca de la poética neoclasicista que éstos
defendían de manera beligerante y claramente vinculada al apoyo al designio político de la
nueva monarquía. Sin embargo, este mismo papel, la última publicación conocida de nuestro
autor, sí muestra con claridad su voluntad de intervención en el campo literario a través de la
defensa de unos valores y actitudes en las que se pone en juego una conciencia de una
posición de campo y unas estrategias más o menos explícitas, y en ellas la distancia del
clasicismo no se traduce en el abandono total de algunos de sus componentes.
Uno de estos componentes es la concepción, a partir de la teoría de los tres estilos y los
comentarios a Virgilio, de una trayectoria en la que se toma como modelo al autor latino, con
su canonizada tríada de Bucolica, Georgicae y Eneida, ligadas a distintos momentos de su
edad y de su madurez creativa. Desde el comienzo del proceso de su toma de conciencia y
configuración de una imagen, los autores toman el ejemplo virgiliano como uno de los
modelos privilegiados de carrera, de aparición en el mercado y el campo literario. Salazar y
Hontiveros no lo sigue con fidelidad, pero el resultado de su corpus de ediciones se aproxima
bastante a un proceso más o menos consciente de intervención en los tres niveles o registros.
Canónico es con la elección de la lírica para su primera aparición impresa, a la que acompaña
un tratado historial entre el heroísmo de su materia y el propósito didáctico o propagandístico
que lo impulsa; su limitación a la patria chica, sin embargo, es el lastre de más peso para
alcanzar la altura sublime de la exaltación nacional ligada a la épica heredera de Virgilio.
También en prosa, este punto parece más cercano al diseño y contenido del segundo volumen,
las Glorias de España, al que también le acompañan versos, pero en este caso en la parte final
y con mayores pretensiones que unos poemas marcados por su variedad: son ahora «heroicas
y sagradas» las «diversas poesías» que ocupan las dos terceras partes finales del volumen de
1736. Sólo un año después Salazar y Hontiveros cubre editorialmente el espacio libre entre la
92
ligereza de la lírica de salón y la exaltación de alcance épico, dando a la luz un volumen más
breve, sólo en prosa y de clara intencionalidad moral, con su impugnación «católica y
fundada» de una moda del chichisbeo calificada como «escandalosa»; en ella desde el título se
hace patente la oposición, reiteradamente usada en la deprecación del chichisbeo, entre una
moda foránea (que el mismo autor había asumido en la práctica poética recogida en su primer
libro) y la «pundonorosa nación española». Si no una recusatio, sí parece apuntarse en este
giro una voluntad de orientarse hacia una escritura de mayor alcance y dignidad, eso sí, tras
haber dejado testimonios de sus juveniles escarceos con el verso y haber apuntado a la
alabanza épica de la nación. Con este perfil ampliamente completado de la figura del escritor,
no es de extrañar que Salazar entrara en pugna con los diaristas, reivindicando en lo que se
abría como uno de los centros de la institución literaria su pertenencia a la misma o, al menos,
una voluntad de adscribirse a ella, ya presente en la primera obra dada a las prensas con su
peculiar combinación de prosa y verso.
Aun con líneas algo borrosas, podemos intuir una esquemática «carrera literaria»21
en la
producción editorial de un autor que sitúa su escritura en la cercanía cronológica (más que
ideológica o estética) de los primeros aldabonazos (Diario, Poética ...) dados en España para
la renovación tras los intentos novatores. En el marco de la sociedad dieciochesca y borbónica
estos intentos se imponían con una forma de centralidad, que tiene en las Reales Academias su
componente más claro en el plano cultural, en paralelo al antiforalismo en lo político. En el
campo más específicamente literario cabe situar la obra de Luzán y la actividad de los
diaristas. La primera apunta al plano más formal, con un valor de preceptiva; la segunda actúa
como correa de transmisión de los valores de la política gubernamental, más en el plano del
contenido. Ambas representaban empresas de centralidad paralelas y en parte unidas, aunque
con muy distinta repercusión, más inmediata para los periodistas, más honda para el
preceptista aragonés. En este contexto, la obra poética de Salazar y Torres permanece en un
modo de periferia respecto a las líneas ahora emergentes y en proceso de consolidación. Si su
ingenio y capacidad de repentizar podían triunfar en los salones y granjearle un cierto
reconocimiento social, por sí solos no bastaban para abrirle las puertas del parnaso literario,
21
El concepto se forja a partir de los trabajos de S. , Renaissance Self-Fashioning. From More to
Shakespeare, Chicago University, 1980; y Lawrence , The Life of the Poet: Beginning and Ending Poetic
Careers, University of Chicago, 1981. Richard , Self-Crowned Laureates: Spenser, Jonson, Milton,
and the Literary System, Berkeley, University of California, 1983, confirma una línea de trabajo, que tiene una
aplicación más amplia, incluidos autores españoles, en European Literary Careers: The Author from Antiquity to
Renaissance, eds. Patrick y Frederick A. , Toronto, University of Toronto, 2002.
93
para lo que era necesario el diseño de una estrategia más elaborada, una carrera literaria que le
permitiera salvar la contradicción resultante de ocupar una forma de centralidad, respecto a la
práctica social de la poesía y el gusto lector, mientras los cambios en la teoría poética y la
orientación hacia una literatura de mayor compromiso con la realidad nacional amenazaba con
relegarlo a una cierta marginalidad, la del mero adorno de salón.
Por esa razón no tardan en salir en sus obras las apelaciones a las glorias y el pundonor
de España, y muy posiblemente ya a la altura de 1732 algo debiera a esta conciencia la opción
editorial de su volumen de poesías y «puntos historiales». Y con mucha mayor probabilidad a
la misma causa respondería la deriva posterior de su obra. No debía de ser ajena a estas
opciones literarias y las estrategias que las subyacen la propia posición social del autor, llena
de ambigüedades, cuando no de contradicciones. De orígenes humildes y provincianos, su
vocación le lleva a la corte, donde se sitúa la práctica totalidad de su vida pública, ya
hablemos de sus visitas a los salones, ya lo hagamos de la impresión de sus obras; esta vida
mundana la combina con el disfrute, más que el desempeño, de cargos eclesiásticos, también
concretados en beneficios en la alejada provincia natal o su entorno; la relación con miembros
de la alta nobleza, incluso en los ámbitos de palacio, queda deslucida por la modestia de sus
títulos en la iglesia, concretados en el de «abad de Cenicero» con que firma sus dos últimos
títulos y que parece acorde con el componente satírico de ambos. Con más que posibles
altibajos a lo largo de los años, nos las habemos, pues, con una suerte de abate desplazado,
habitual de academias y certámenes, pero también de saraos y reuniones de salón, y que
cuenta con un patrocinio más o menos efectivo de algunos aristócratas riojanos, como el
marqués de Santa Cruz y Francisco Antonio Aguirre y Salcedo, además de mantener una
particular relación con la marquesa de Montehermoso, a tenor de la frecuencia con que sus
versos se dirigen a ella. Esta dama llega a desempeñar la función de aya del infante don
Carlos, que debía de ser el objetivo último de las pretensiones de Salazar y de sus versos.
Precisamente a él se endereza la dedicatoria del volumen: «Al serenísimo señor infante de
España, príncipe glorioso de Florencia y Toscana, duque de Parma»22
. Así aparece desde la
portada del volumen, con un repetido recurso en la empresa de alcanzar el favor de un
destinatario elevado, el de usar la mediación de un noble, en este caso el marqués de Santa
Cruz, estableciendo una cadena donde persisten los componentes de las relaciones de
22
Quien había de ser conocido como Carlos III ostentaba el ducado de Parma desde 1731, lo que nos da una
fecha a quo para la datación de un volumen aparecido sin fecha en su pie de imprenta.
94
patronazgo y de mecenazgo, sin duda una de las vertientes que Salazar quería explorar y
explotar desde esta obra inicial.
Pero no era la única, como ponen de relieve otros datos de la portada de la obra. La ya
citada indicación de los puntos de venta del libro denota su inscripción en un circuito
comercial y una voluntad clara del autor en este sentido, ya apuntada por el significativo
hecho de llevar a la imprenta unos versos nacidos al calor de las relaciones sociales.
Trampolín para el triunfo literario, el mundo del salón no es, sin embargo, escenario suficiente
para la consolidación en la república de las letras, que pasa por esa nueva centralidad que
representa la imprenta, sobre todo desde que se consolida como el cauce privilegiado del verso
lírico. No obstante, la progresiva emergencia del mercado como elemento de centralidad no
destierra por completo la axiología procedente del modelo clásico y de la preceptiva,
concretamente en aquel punto en que se establece la jerarquía de los géneros y se mantiene
para la lírica una minusvaloración procedente de su omisión por Aristóteles y de su difícil
conciliación con una teoría mimética. Puede ser éste el factor que complementa a los
anteriores –la condición desplazada del autor y su búsqueda de mecenazgo– a la hora de tomar
la decisión de reunir en un mismo volumen dos apartados tan diferentes y faltos de relación
textual como los versos cortesanos y el tratado erudito.
En el volumen siguiente, Glorias de España (1736), el autor invierte, según señalé, el
orden en la dispositio y, con esta elección más convencional y el acercamiento de la temática
entre las dos partes, parece hallar un mejor equilibrio entre prosa y verso. Por el contrario, la
singularidad de su opera prima recaba la atención crítica y mueve a plantear el carácter
problemático de esta combinación y, a través de ella, de la posición y las actitudes autoriales.
El responsable de esta solución parece en algún pasaje intentar alguna forma de conciliación,
como cuando se refiere al «epílogo» como un «historial poético tratado» (en el texto de
remisión de la obra al marqués de santa Cruz, f. ¶4r.), para continuar y desarrollar los
argumentos sobre la combinación de las dos partes en las palabras «Al lector»:
Ni creo que el otro variar, que resulta de la diversidad de los asuntos, será ingrato a los que
leyesen mi libro, no sólo porque la variedad de suyo hermosea y adorna, como vemos patente
en la admirable y portentosa máquina del orbe, que no sería tan agradable y deliciosa si de
tanta variedad no se adornase; sino también porque, siendo efecto de los raros extravíos de
mi vida (si merecen tal nombre las diversas estancias que he logrado, así en la corte como en
las universidades más célebres de nuestra España) no es admirable ni digno de la menor
95
estrañeza que tanta diversidad de ocurrencias y concursos haya sido poderosa para producir
tan varias y distantes especies como en él ofrezco a la atención discreta, bien que, si no me
engaño, esto da singular realce a mi libro y lo hace especiosamente apreciable, pues recrece
sin duda el sainete, gusto y estimación de los libros la mayor extensión de sus noticias.
[...]
Además de que, según mi juicio, es torcido el dictamen de cuantos excesivamente juiciosos
le forman siniestro de las suaves y atractivas dulzuras de la poesía, creyendo, torpemente
aferrados, que al compás de los preciosos realces con que eleva al discurso deprime
vergonzosamente la estima y prenda incomparable del juicio; se engaña, sin duda, quien así
concibe, bien que al presente no es preciso ni puedo detenerme a probarlo, pues ni debo
exceder las metas y estrechos márgenes de un abreviado prólogo, ni para escusar puramente
lo alegre que se toca en algunos asuntos y lo ameno y fluido de todos se necesita más que lo
dicho, sobre la formal y verídica protexta [sic] de haber sido empleo de mis primeros años
(ff. ¶¶¶¶¶2r y v.).
La tópica justificatoria explicita el argumento de la carrera literaria que une lírica y edad
juvenil, retoma la idea tardorrenacentista del deleite en la variedad y los funde con el
trasfondo de la idea horaciana de delectare et prodesse, tal como se formula en la preceptiva
quinientista frente al planteamiento original de la disyunción. Aunque Salazar alude al
conjunto del volumen, no deja de percibirse una precisa adscripción del deleite al verso y de la
utilidad a la prosa; el par de poesía y dulce se vincula a la cortesía, entendida como la clave de
las relaciones en el orden mundano del salón, mientras que la prosa apuntaría a un nivel de
mayor seriedad, más propio del entorno de la corte. Aun en el marco del juego galante con la
dama y el espacio del verso, esta diferencia se pone de manifiesto:
Una dama llamada de apellido Coroi y Peralta se le queja al autor de no haberle hecho
ningún verso, habiendo tantos a otras hecho, y hizo en respuesta estas décimas.
De ser pródigo poeta
con las demás, y con vos,
mísero os quejáis; por Dios,
que no me entendéis la treta.
Pues el que a versos sujeta 15
el afecto que le acosa
dos mil ficciones rebosa
en afectos lisonjeros,
y yo a vos, como de veras
os quiero, os quiero con prosa. 20
De mi exterior atención
el preciso rendimiento
no quita el conocimiento
de que es vuestro el corazón;
y, aunque parece razón 25
96
o no variar el culto
o desagraviar lo oculto
de aparentes epitectos,
pues no ha vuelto al alma afectos,
déjame afectar a gusto. 30
Mi pecho sincero y terso
os ama sin cumplimiento
y, si tiene fingimiento,
es cuando se explica en verso.
Hablo claro aun en lo adverso, 35
pues por poeta entendía
que sois, cuyo nombre en sí
las nueve musas penetra
y aun viene a tener más letra
añadiendo al Coro-i. 40
Con ecos de la remota distinción aristotélica entre poesía (fingimiento) e historia
(verdad), se oponen en esta airosa salida ante las quejas femeninas la convención del
verso y la sinceridad de la prosa, el deleite del primero y la utilidad de la segunda. Su
combinación en el libro asegurará su eficacia en el lector y sustentará la consideración
del escritor.
Una serie de ingeniosas agudezas proyectan a lo largo del volumen, desde los
preliminares a la laus de la región natal del poeta, esta dualidad en la propia persona de
éste, a partir de los juegos verbales con cada uno de los apellidos de su rúbrica. La base
de la construcción conceptuosa es la paronomasia entre los nombres de dos ríos, el
Ebro, que nace en La Rioja para convertirse en uno de los referentes de la identidad
española23
, y el Hebro, vinculado al mito de Orfeo. Si el primero apunta a la historia y
el segundo a la poesía, también remiten en su dualidad a la clásica idea de translatio
imperii y translatio studii, con una evocación del movimiento de la centralidad hacia el
oeste y una revitalización de la idea de las dos Hesperias, ya presente en la portada del
volumen a partir de quien, siendo infante de España, asume el gobierno en los territorios
italianos para retornar (años después) a nuestra península como celebrado monarca. La
dignidad y ennoblecimiento invocados con estas referencias se concretan en el juego
con el doble apellido del autor. Desde su etimología, Hontiveros remite a fuente,
elemento tradicionalmente vinculado, no sólo con el origen de los ríos, sino también de
la poesía: dos fuentes, Castalia y Aganipe, riegan el Parnaso, otra se vincula a las musas
(Hipocrene en el Helicón), junto a la fuente se sitúa el pastor-poeta y a esa imagen se
23
A sus orillas, como se sabe, la leyenda pía sitúa la aparición de la Virgen a Santiago mientras
desfallecía en su labor de predicación. Recuérdese cómo el propio Salazar (cap. IX del “epílogo”
historial) situaba el inicio de la predicación del apóstol en La Rioja. Hoy la Virgen del Pilar sigue siendo
la patrona de España junto a Santiago matamoros (!).
97
vuelve en las continuas reflexiones sobre la poesía y su estatuto24
; pero el apellido
remite también al Ebro (o al Hebro) con lo que el autor se sitúa en el centro del doble
juego entre historia y poesía, como va a recoger en su volumen, en una doble estrategia
de dignificación del mismo y del propio autor. Esta última se remata al atender al primer
apellido, de amplias resonancias en la historiografía desde el siglo XV y que se remata
con la muy cercana figura de Luis de Salazar y Castro, muerto el mismo año de
aparición del volumen, siendo cronista mayor de Castilla y las Indias y teniendo a sus
espaldas una ingente obra que le valió la consideración de «príncipe de los
genealogistas»25
. Para que no quede duda al lector, la primera de las censuras, firmada
por don Félix Ignacio de Echaúz y Linán, alcaide perpetuo por su majestad de la
fortaleza y villa de Lanjarón, lo explicita sin ambages:
el recopilar esta inmensidad a breve suma, dándole mayores realces en los
conceptos, fortaleza en las opiniones y armónico lustroso enlace en lo analógico y
lírico, sin que los entusiasmos de éste se opongan a lo sólido de aquél, ni la pesadez
de una prolija narración abrume los entendimientos (vicio de muchos, que,
reduciendo a cuentos lo historial, fatigan la memoria sin adelantar el discurso), se
queda sólo para quien no de acaso supo juntar los ilustres timbres de Salazar y
Hontiveros, pues, si por el primero lleva a acreditada la Historia, bastando decir ser
Salazar su defensor para ceder a su narrativa los anales (que tiene no sé qué
parentesco con las antigüedades de Salazar el apellido, que sólo su él lo dijo es
Pitágoras de lo histórico), por el segundo, si ya no es el primero de los Hontiveros
por su etimología, fons iberius, fácilmente en Hontiveros convertido con la
mutación de la F en H, según ortográficos autores (f. ¶¶2v.).
El autor, si no es que inspiró directamente la referencia, no dejó de explotarla a lo
largo del volumen. Y lo mismo ocurre con el otro juego de ingenio etimológico, en
forma ahora de calambur, que el mismo censor introduce:
24
Véase David , Origin and originality in Renaissance literature. Versions of the source, New
Haven-London, Yale University, 1983. 25
Un breve repaso puede situar en el orden de la historiografía y tratadística previa a Diego de Salazar
(Tratado de re militari, 1590), Pedro de Salazar (Corónica de nuestro invictissimo emperador don Carlos
Quinto, 1552; Historia de la guerra y presa de África, 1552; e Hispania victrix, 1570) y, más cerca en el
tiempo y con una producción de mayor eco, Pedro Salazar de Mendoza, Origen de las dignidades
seglares de Castilla y León, con relación sumaria de los reyes de estos Reinos, 1618; Crónica del
cardenal don Juan Tavera, 1607; El glorioso doctor san Ilefonso, arzobispo de Toledo, primado de las
Españas, 1618; Crónica del gran cardenal de España don Pedro González de Mendoza, 1625; y Crónica
de la excelentísima casa de los Ponces de León, 1620.
98
juntándose con la variedad de lo poético la certidumbre de lo histórico, y con lo
deleitable lo útil, convirtiendo en Sal de sabiduría el que en otros poetas suele ser sal
tártaro26
, y en gustoso dulcificado sainete de lo discreto y sutil lo que en los más
llega a ser grosero, mordaz Azar de sus discursos (f. ¶¶2r y v.).
La repetición del recurso en los poemas laudatorios preliminares habla,
ciertamente, de la escasa capacidad creativa de sus firmantes, pero también de la
pertinencia de la observación aguda en la justificación de una doble dualidad, la del
volumen y la del autor, sumando el ingenio barroco a las raíces clásicas del par
horaciano al que en última instancia se remite toda la argumentación, la analítica de los
razonamientos y la sintética de las figuras verbales, muy en sintonía con la poética de
una época.
También estaba en sintonía con el propio proyecto autorial, que engarzaba la
modesta condición de abate, a través de la mediación de un noble, con la majestad del
príncipe. La estrategia desplegada en la configuración editorial de su obra, este volumen
y el conjunto de los que le siguieron, alcanzó cierto éxito, pues le garantizó al escritor
una presencia continuada en la imprenta y en la vida social durante casi una década y
concluyó en su nombramiento como capellán de honor del rey. En definitiva, pese al
meandro de su elogio un tanto anacrónico del territorio natal, nos encontramos menos
con una manifestación de heterodoxia ideológica que de respuesta a la conciencia de
cierta posición de periferia en el contexto socioliterario y una voluntad subsiguiente de
alcanzar la centralidad o avanzar hacia ella. Procedente de La Rioja, Salazar imprime en
Madrid, corte y ciudad, un volumen dedicado a un príncipe ahora asentado en Italia. A
esta dispersión geográfica, de focalidad múltiple, se suma la posición de equilibrio
inestable entre el mecenazgo y el mercado, entre la restringida sociabilidad de salón y el
amplio escenario de la difusión pública y publicada. La ubicación de Salazar en este
contexto y la respuesta que ofrece nos ofrece, desde una práctica en relación a una doxa,
se muestra, desde la perspectiva que nos interesa, como un reflejo de unos modelos
socioculturales donde la precariedad marca las relaciones entre centro y periferia, en lo
que ya bien puede considerarse un polisistema en proceso de reordenación de sus
distintos centros. Salazar y Hontiveros se ve inmerso en un proceso de
26
Se refiere Echaúz al cristal tártaro, tartrato de antimonio y de potasio, de poderosa acción purgante.
99
institucionalización que asume y que le permite moverse entre el salón, la academia y el
mercado, avanzando hacia una cierta «ortodoxia» mientras se desarrolla un proceso de
reordenación en la república de las letras27
.
La entidad e importancia de un proceso que (aun con todos sus matices) consolida
la modernidad en el horizonte literario español otorga a la obra de nuestro autor, en
tanto participa en ella y contribuye a su dinámica, una importancia histórica que,
ciertamente, supera con mucho su estricto valor estético. Como empresa de un
«parásito» desplazado hacia el centro, las Poesías varias y la adición del tratadito
histórico apunta la existencia (y la conciencia) de una periferia que tiende por parte de
sus ocupantes a integrarse en una doxa u ortodoxia, en la que, por cierto, la poesía sigue
manteniendo connotaciones de género suspecto. En este campo específico la obra de
Salazar y Hontiveros es una prueba, y no menor, del modo en que se van tendiendo
puentes entre el ingenio de salón y la página impresa, acercando periferia y centro,
reduciendo lo heterodoxo en una definición más amplia de la ortodoxia.
Joaquín, François, y , Inmaculada, La
república de las letras en la España del siglo XVIII, Madrid, CSIC, 1995.
—— Los hombres de letras en la España del siglo XVIII: apóstoles y arribistas,
Madrid, Castalia, 2006.
, Jesús Fernando «Algunas notas a la Impugnación católica y fundada a
la escandalosa moda del chichisveo, introducida en la pundonorosa nación
española, de Juan José de Salazar y Hontiveros», Espéculo, 47, 2011, s. p.
Patrick, y , Frederick, eds., European Literary Careers. The
Author from Antiquity to Renaissance, Toronto, University of Toronto, 2002.
27
Para la situación específica en la época, véase Joaquín , François e
Inmaculada La república de las letras en la España del siglo XVIII, Madrid, CSIC, 1995; y
Joaquín , Los hombres de letras en la España del siglo XVIII: apóstoles y
arribistas, Madrid, Castalia, 2006.
100
, J. Andrés, coord., Historia de la historiografía española, Madrid, Encuentro,
2003.
, Ignacio, «Varones nobles y nobles poetas: los repertorios de ingenios
en el Siglo de Oro», en En torno al canon: aproximaciones y estrategias, dir.
Begoña López Bueno, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2005, pp. 233-283.
—— Poesía y edición en el Siglo de Oro, Madrid, Calambur, 2009.
, Mª Cruz, ed., y otros, Las «relaciones de sucesos» en España
(1500-1750), Madrid, Universidad de Alcalá de Henares, 1996.
Stephen, Renaissance Self-Fashioning. From More to Shakespeare,
Chicago, Chicago University Press, 1980.
, Richard, Self-Crowned Laureates: Spenser, Jonson, Milton, and the
Literary System, Berkeley, University of California, 1983.
, Lawrence, The Life of the Poet: Beginning and Ending Poetic Careers, Chicago,
University of Chicago Press, 1981.
, José Mª, «Otro poeta riojano desconocido, D. Juan José de Salazar y
Hontiveros», Berceo, 24, 1952, pp. 491-544.
, Begoña, dir., El canon poético en el siglo XVI, Sevilla, Universidad de
Sevilla, 2008.
——, dir., El canon poético en el siglo XVII, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2010.
, Inmaculada, «Las ciudades y sus “Parnasos”: poetas y “Varones ilustres en
letras” en la historiografía local del Siglo de Oro», en En torno al canon:
aproximaciones y estrategias, dir. Begoña López Bueno, Sevilla, Universidad de
Sevilla, 2005, pp. 285-316.
David, Origin and originality in Renaissance literature. Versions of the source,
New Haven-London, Yale University Press, 1983.
, Asunción, Los libros de antigüedades en el Siglo de Oro, Málaga,
Universidad de Málaga, 2002.
, Pedro, «Entre dos parnasos: poesía, institución y canon», Criticón, 103-
104, 2008, pp. 207-231,
——, coord., El parnaso versificado. La construcción de la república de los poetas en
el siglo de oro, Madrid, Abada, 2010.
101
—— «Para la historia y la crítica de un período oscuro: la poesía del bajo barroco», en
Tardos vuelos del Fénix. La poesía del bajo barroco, ed. P. Ruiz Pérez, monográfico
de Calíope. Journal of the SRBHP, 18:2, 2012, pp. 9-25.
—— «Periferias: la poesía del bajo barroco y el canon», en Versants, monográfico
coordinado por Antonio Sánchez Jiménez, 2013, en prensa.
—— «Para la caracterización del romance en el bajo barroco», Edad de Oro, 32, 2013,
en prensa.
, Benito, Historia de la historiografía española: ensayo de un
examen de conjunto, Madrid, CSIC, 1941-1950.
, Eduardo, La ilustración insuficiente, Madrid, Taurus, 1981.
RECIBIDO: MARZO 2013
APROBADO: MARZO 2013
102
Este trabajo explora el posible conocimiento que algunos autores del Siglo de Oro pudieron
tener de ciertos tratados de tema histórico, filosófico, político, etc., al margen de las relaciones
con otras obras literarias, frecuentemente estudiadas por la crítica. Así, se pone en diálogo la
serie de milagros que aparecen en La devoción de la cruz de Calderón con los Cuatrocientos
milagros de la cruz de Jaime Bleda, un repertorio de milagros que Calderón pudo recordar a la
hora de escribir algunos pasajes de esta comedia. Conjuntamente se da noticia de esta
miscelánea de prodigios, que puede resultar de gran utilidad para otros estudios.
Palabras clave: Calderón de la Barca, La devoción de la cruz, Jaime Bleda, Cuatrocientos
milagros de la cruz, relaciones intertextuales.
This paper explores the possible knowledge that some authors of the Golden Age may have
about certain treatises of historical, philosophical and political nature, besides the well-known
relations with other literary works, like the critics frequently have pointed out. So, this
investigation compares the series of miracles that appear in La devoción de la cruz of Calderón
with the book Cuatrocientos milagros de la cruz of Jaime Bleda, a religious treaty that Calderón
might recalled in order to write some passages of this comedy. Overall, this paper reveals data
about the prodigious miscellany that may serve to other studies about this matter.
Keywords: Calderón de la Barca, La devoción de la cruz, Jaime Bleda, Cuatrocientos milagros
de la cruz, intertextual relationships.
104
105
a evocación y representación de milagros forma parte natural del teatro
religioso de los siglos XVI y XVII. Ingrediente esencial del cristianismo, se
enmarca dentro del horizonte de expectativas compartido por dramaturgos
y público (en su doble vertiente de espectadores y lectores). En este
sentido debe tenerse presente la dimensión espectacular del teatro, con el uso de
tramoyas y otras maquinarias escenográficas durante la representación que satisfacen el
gusto del auditorio por los finales prodigiosos, especialmente frecuentes en la comedia
religiosa. Precisamente las convenciones de este género comprenden la presencia de
sucesos maravillosos que aúnan lo verosímil con la admiratio necesaria según el
concepto de verosimilitud cristiana que contemplaban los tratadistas contemporáneos
(Tasso, Patrizi, Minturno, Pigna, etc.)1.
Por supuesto, el milagro como signo de fuerza y de verdad de la religión cristiana
no precisa de ningún origen determinado, toda vez que vive muy presente en la sociedad
y la literatura del Siglo de Oro, y basta la imaginación del poeta para la imbricación de
milagros en la ficción dramática, quizás a partir del espejo de la Biblia2. Sin embargo,
resulta tentador explorar un poco más un género tan relevante y difundido en la época
como las antologías o relaciones de milagros porque tal vez puedan considerarse
hipotextos para ciertos sucesos milagrosos imbricados en la ficción dramática3.
1 Ver Adrián J. , «Un drama religioso frente al auto sacramental: La devoción de la cruz, de
Calderón», en Ingenio, teología y drama en los autos sacramentales de Calderón, ed. C. Pinillos,
Pamplona / Kassel, Universidad de Navarra / Reichenberger, 2012, pp. 179-196. 2 Para la importancia de los milagros en Calderón, ver Christoph , «El milagro en Calderón»,
en Texto e imagen en Calderón. Undécimo Coloquio Anglogermano sobre Calderón (St. Andrews,
Escocia, 17-20 de julio de 1996), ed. M. Tietz, Stuttgart, Steiner, 1998, pp. 240-253; acerca de su
vinculación con la devoción de los personajes hacia algún referente sacro, ver Adrián J. , «Las caras
del poder en la comedia religiosa de Calderón», en El universo simbólico del poder en el Siglo de Oro,
eds. Á. Baraibar y M. Insúa, Nueva York / Pamplona, Instituto de Estudios Auriseculares / Universidad
de Navarra 2012, pp. 267-282. Dentro del conocimiento de los milagros en el momento entran las
relaciones de sucesos prodigiosos, como monstruos que nacen con señales cruciformes, etc. Véase Ángel
, Calderón. Su personalidad, su arte dramático, su estilo y sus obras, Barcelona,
Juventud, 1941; Edward J. , «A new possible source for Calderón’s La devoción de la cruz»,
Bulletin of the Comediantes, 25:1, 1973, pp. 1-3; Folke , «La devoción de la cruz desde la
fisiognomía: la violencia de Eusebio entre predeterminación y libre albedrío», en La violencia en
Calderón. XVI Coloquio Anglogermano sobre Calderón (Utrecht y Ámsterdam, 18-22 de julio de 2011),
ed. M. Tietz y G. Arnscheidt, Vigo, Academia del Hispanismo, en prensa. 3 Ver Françoise , «El estatuto de los relatos de milagros: el ejemplo de las colecciones de
Guadalupe en el siglo XVI», en El escrito en el Siglo de Oro: prácticas y representaciones, coord. A.
Redondo, P. M. Cátedra y Mª L. López-Vidriero, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1998, pp. 85-94;
Patrick , «Propaganda teológica y veridicción en las relaciones de milagros del siglo XVII», en
Encuentros de civilizaciones (1500-1750): informar, narrar, celebrar. Actas del III Coloquio
Internacional sobre relaciones de sucesos (Cagliari, 5-8 de septiembre de 2001), coords. A. Paba y G.
Andrés Renales, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá de Henares, 2003, pp. 49-70; Patrick
L
106
Esta perspectiva permite ahondar en una parcela todavía menos conocida, pese a
lo que se pueda creer: las lecturas de los ingenios del Siglo de Oro. Normalmente los
estudios se mueven en el nivel de la intertextualidad literaria, cuando los inventarios
conservados parecen mostrar un predominio de textos no ficcionales en las bibliotecas
de la época4. Dominan, por el contrario, los tratados de tema filosófico, histórico,
jurídico y teológico, que posiblemente consultaban los escritores del momento para
recordar mediante un aprovechamiento selectivo aquello que les interesase a efectos del
diseño dramático (extiéndase a narrativo o poético). Resulta sencillo imaginar al poeta
sentado en su gabinete, con la pluma en la mano y atento al soplo de las musas, con
diferentes libros (impresos, manuscritos, pliegos) abiertos ante sí para aprovechar –total
o parcialmente– argumentos o ideas para la construcción del texto en marcha, o bien
para salpimentar este con aderezos de erudición integrados con mayor o menor
habilidad en el conjunto5. De otro lado, esta utilización puede ser revelada a lo largo del
texto, como hace Tirso de Molina –o quien fuere– al final de El condenado por
desconfiado, o puede callarse, sin que deba considerarse en este caso que se intenta
ocultar un préstamo intencionado. Sea como fuere, no parece baladí rastrear las posibles
pistas a la caza de posibles relaciones intertextuales, siempre difusas y complejas de
percibir, tal como muestran diversos trabajos que han logrado identificar los textos que
sirvieron a Calderón como punto de partida para el argumento de algunos de sus autos
sacramentales. Me serviré de un ejemplo para pasar a la praxis y tratar de probar esta
idea.
Eusebio y Lisardo se encuentran en los inicios de La devoción de la cruz para
batirse en duelo. El secreto galanteo entre Eusebio y Julia disgusta profundamente a
, «La hagiografía en las relaciones de milagros publicadas en el siglo XVII», en Homenaje a
Henri Guerreiro: la hagiografía entre historia y literatura en la España de la Edad Media y del Siglo de
Oro, coord. M. Vitse, Madrid / Frankfurt, Iberoamericana / Vervuert, 2006, pp. 421-434; Juan Carlos
, «Las colecciones universales de milagros de la Virgen hasta Gonzalo de Berceo», Bulletin of
Spanish Studies, 81:7, 2004, 849-872; Nieves , «Algunas consideraciones sobre el
itinerario y la difusión de la literatura informativa en el Siglo de Oro, con el ejemplo de una relación de
milagros», Artifara, 11, 2011, s. p. 4 Ver José María , Literatura (novela, poesía, teatro) en bibliotecas particulares del Siglo
de Oro español (1600-1650), Madrid / Frankfurt, Iberoamericana / Vervuert, 2010. 5 Recuérdese el retrato de sor Juana Inés de la Cruz por Miguel de Cabrera (1750), rodeada de libros, o la
afirmación de Lope de Vega en La Circe: «escribía / después de haber los libros consultado» («Epístola a
D. Matías de Porras», en La Circe, 33, vv. 98-99). Ver, por ejemplo, Juan Ramón , «“Escribía /
después de haber los libros consultado”: a propósito de Lope y los novellieri, un estado de la cuestión
(con especial atención a la relación con Giovanni Boccaccio), parte I», Anuario Lope de Vega. Texto,
literatura, cultura, 17, 2011, pp. 85-106.
107
Lisardo por el desnivel social que los separa y por no haber informado de sus
intenciones a Curcio, su padre, en vez de a la propia dama. Antes de cruzar sus espadas,
sin embargo, Eusebio proclama un extenso parlamento (vv. 199-366) donde da cuenta
de sus orígenes y de sus peripecias, entre las que se cuentan diversos casos de peligro de
los que ha salido siempre indemne: estuvo libre de las fieras durante su abandono
inicial, se salvó de ahogarse en un pozo donde le arrojó su ama, de un gran incendio en
su casa del que no puede huir, de «una brava tormenta» (v. 284) mientras iba de camino
a Roma, evita encontrarse con unos bandoleros, no es herido al recibir una estocada ni
sufre daño al caer un rayo justo a su lado, siempre gracias al símbolo de la cruz, que le
ha regalado con diversos milagros desde su nacimiento al pie de una cruz en el monte6.
Ya en la segunda jornada Eusebio capitanea una cuadrilla de bandoleros en el
monte tras matar a Lisardo y entrar en el convento donde se refugiaba Julia, cegado por
una pasión carnal –e incestuosa– que finalmente se esquiva in extremis gracias a la
visión de la señal de la cruz que adorna el pecho de Julia, signo siempre respetado por
Eusebio a la vez que advierte del parentesco entre ambos personajes7. En medio de sus
correrías, uno de los bandoleros se acerca con un hombre preso que resulta ser el monje
Alberto, a salvo de un arcabuzazo gracias a un libro que ha escrito: «Él trata del origen
verdadero de aquel divino y celestial madero: el libro, al final, se llama Milagros de la
cruz» (vv. 1005-1008).
Hasta aquí la escena que me interesaba recordar. Aunque repito que el contexto
ideológico y religioso configura un panorama donde el milagro, maravilla cristiana, se
entiende perfectamente, quizás no esté de más explorar un poco la literatura de la época
en busca de posibles fuentes de inspiración. En una búsqueda más allá de las miles de
prodigios de la cruz relatados en colecciones de hechos piadosos y vidas de santos
destaca un curioso libro de comienzos del siglo XVII: Cuatrocientos milagros y muchas
alabanzas de la santa cruz, con unos tratados de las cosas más notables desta divina
6 Un pasaje similar en el relato de Patricio en El purgatorio de san Patricio (vv. 173-347). Sobre las
relaciones que presenta con La devoción de la cruz, ver Adrián J. , «Calderón frente a sí mismo: La
devoción de la cruz y El purgatorio de san Patricio», en Figuras del mal y personajes perversos en el
teatro europeo, ed. J. G. Maestro, Theatralia, 15, en prensa. Cito por mi edición en preparación. 7 Este pasaje no presenta diferencias significativas en la primera versión de la comedia La cruz en la
sepultura: redactada hacia 1622-1623. Salió a la luz en la Parte 23 de Lope, Valencia, Miguel Sorolla,
1629, un volumen compuesto en 1627-1628. Para el incesto en el drama áureo, ver Adrián J. ,
«Entre el deseo y la realidad: aproximación al incesto en la comedia áurea», en prensa.
108
señal (Valencia, Pedro Patricio Mey, 1600) de Jaime Bleda, de la Orden de
Predicadores.
Fray Jaime (o Jaume) Juan Bleda (1552-1622) fue un eclesiástico dominico
nacido en Algemesí (Reino de Valencia). Ocupó el cargo de calificador de la
Inquisición de Valencia, desde donde se dedicó a hostigar a la comunidad morisca.
Estuvo al servicio del duque de Lerma y del patriarca Juan de Ribera. Fue uno de los
enviados por Felipe IV a Roma para defender la expulsión de 1609, embajada en la que
Bleda jugó una relevante función por su disputa con el cardenal Fonseca8. Bleda es
conocido especialmente por su participación en la corriente apologética en favor de la
expulsión de los moriscos, a la que contribuye con la Defensio fidei in causa
neophytorum, sive Morischorum Regni Valentiae totiusque Hispaniae (Valencia, Juan
Crisóstomo Garriz, 1610, con un Sumario manuscrito previo) y la Corónica de los
moros de España (Valencia, Felipe Mey, 1618), amén de integrar la embajada enviada a
Roma para explicar esta polémica decisión9. No acaba aquí su cara de autor de escritos
religiosos. Como él mismo afirma en la dedicatoria de los Cuatrocientos milagros, ya
antes había escrito un tratado sobre los milagros del santo sacramento, titulado Libro de
la archicofradía de la Minerva, en el cual se escriben más de cien milagros del
santísimo sacramento del altar, impreso junto con un Tratado y explicación de las
8 Ver Francisco , El problema morisco (desde otras laderas), Madrid,
Libertarias, 1991, pp. 232-235. Más datos en Manuel , «Fray Jaime Bleda expone sus
servicios y solicita se le conceda una pensión», Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 4, 1900, pp.
275-276. 9 Ver José , «La expulsión de los moriscos. Jaime Bleda y la constante historiográfica»,
en El siglo del «Quijote» (1580-1680), en Historia de España. XXVI, dir. R. Menéndez Pidal, Madrid,
1986, I, pp. 578-580; Vicent J. , Jaume Bleda i l’expulsió dels moriscos valencians, Valencia,
Universidad de Valencia / Bancaixa, 2009; Manuel , ed., J. Bleda, Contra moriscos. El
sumario de Bleda, Huelva, Universidad de Huelva, 2009; Manuel , «La historiografia sobre els
moriscos valencians: de Jaume Bleda a Eugeni Ciscar, passant per les Corts de Cadis», L’Avenç: Revista
de Història i Cultura, 138, 2010, pp. 2-4; Benedetta , «La evolución de la figura del morisco en
el teatro español del Siglo de Oro», en «Scripta manent». Actas del I Congreso Internacional Jóvenes
Investigadores Siglo de Oro (JISO 2011), eds. C. Mata Induráin y A. J. Sáez, Pamplona, Universidad de
Navarra, 2012, pp. 35-46. La Defensio fidei se compone entre 1590 y 1601, salvo el cuarto tratado que se
añade después de la expulsión para justificarla. En breve, mantiene que la matanza colectiva de los
moriscos y su expulsión son medidas igualmente válidas para solucionar el problema religioso. El
profesor Márquez Villanueva señala que se le negaron las licencias hasta 1610 por ser un texto
excesivamente furibundo, y se publicó «cuando todo tenía pase con tal que fuera antimorisco» (op. cit., p.
234). Sin embargo y de acuerdo con Poutrin (Isabelle , «Ferocidad teológica o estrategia
política: la exterminación de los moriscos en la Defensio fidei (1610) de Jaime Bleda», Areas: Revista
Internacional de Ciencias Sociales, 30, 2011, pp. 111-119), no constituye un punto álgido de extremismo
o intransigencia frente a una supuesta tradición de coexistencia religiosa, como ciertos críticos mantienen,
pues escribe en relación de continuidad con la communis opinio de doctores medievales desde Graciano a
Santo Tomás. El Sumario en romance se encuentra en la BNE: Mss. 10388.
109
bulas e indulgencias concedidas a la Cofradía de la Minerva, a honra del santísimo
sacramento del altar (Valencia, Herederos de Juan Navarro, 1592), luego ampliado a
250 milagros y escoltado por unos Tratados del aparejo que se requiere para la
sagrada comunión y para oír misa (Valencia, Pedro Patricio Mey, 1600)10
.
Los Cuatrocientos milagros se abre, amén de las aprobaciones y la mencionada
dedicatoria al duque de Lerma, con una «Introducción para los milagros de la cruz».
Allí Bleda comienza encareciendo la virtud del símbolo de la cruz, claramente
manifiesto en «las muchas figuras que della hubo desde el principio del mundo hasta
que Cristo la enriqueció con su preciosa muerte», y cita el árbol del paraíso, el arca de
Noé, la leña de Isaac, las manos cruzadas de Jacob, la vara de Moisés, etc. 11
:
Estas y otras muchas figuras hubo de esta divina señal y de su virtud, para que por
ellas como por unos grados se viniese a la cruz de Jesucristo, cuya sombra valió
tanto en el Viejo Testamento; y para que los que militamos bajo este invincible
estandarte y guion de la milicia cristiana entendiésemos su inmensa virtud, sus
inestimables frutos, su omnipotente armadura, y entendiendo la reverenciásemos y
amásemos con singular devoción y acatamiento, imitando también el raro ejemplo
de humildad y de paciencia que en ella nos dio el Salvador y nos aprovechásemos de
sus tesoros en todo tiempo y lugar. Por esta misma causa quiso el hijo de Dios hacer
en la cruz los mayores milagros que había hecho en toda su vida, enseñándonos
también en esto que todos los milagros que se habían de hacer hasta la fin del mundo
habían de ser por la virtud de la cruz.
10
Ambos se conservan en la Universidad de Valencia (Fondo antiguo), pero se encuentran accesibles en
la red. Como puede observarse, su obra se divide en una primera etapa de textos sacros y una segunda en
que defiende la expulsión de los moriscos, razón por la que algunos críticos señalan que intentó hacer
carrera a partir de esta decisión de Felipe III. Sería interesante analizar la relación entre los Cuatrocientos
milagros y los tratados previos desde la habitual reescritura que caracteriza el género de las relaciones de
hechos milagrosos. 11
Hace mención aquí a la cristología, método de exégesis bíblica por el que se establece una
correspondencia entre el tipo y el antitipo, en la que el primero anuncia (prefigura) al segundo como
sombra que precede a la luz, en expresión muy grata por Calderón. En palabras de Auerbach (Eric
, Figura, trad. Y. García Hernández y J. A. Pardos, Madrid, Trotta, 1998, pp. 99-100)
«establece entre dos hechos o dos personas una conexión en la que uno de ellos no se reduce a ser él
mismo, sino que además equivale al otro, mientras que el otro incluye al uno y lo consuma. Los dos polos
de la figura están temporalmente separados, pero ambos se sitúan en el tiempo, en calidad de
acontecimientos o figuras reales; ambos están involucrados, […] en la corriente que es la vida histórica».
Armstrong añade que «es en realidad indiferente que la relación sea positiva (Moisés / Cristo) o negativa
(Adán / Cristo) o que presente una clara gradación» (Josef dir., Introducción a los métodos
de la exégesis bíblica, trad. R. Puente, Barcelona, Herder, 1974, p. 19).
110
Y como los milagros que Cristo hizo en la cruz «se atribuyen a su santísima
pasión y lo que se atribuye a la pasión de Cristo se puede atribuir a la cruz, pues fue el
mayor y más principal instrumento della», atiende asimismo a los prodigios obrados
durante el episodio de la pasión. Precisamente comienza el tratado con estos milagros,
que divide en espirituales (núms. 1-6) y corporales (núms. 7-12). Después viene una
«Digresión» que Bleda dedica a recordar los hechos milagrosos de la vida de Cristo,
portentosos sin duda, «pero –dice– mayores son los que […] hizo su majestad en la cruz
sin contradición». Y una vez muerto no cesaron los milagros, ya que «a la santa cruz
comunicó el Redemptor su virtud omnipotente», gracias a la cual este símbolo ha
obrado milagros sin número. Dice que en la canonización de san Vicente Ferrer
Valenciano se anotaron 860 milagros obrados fuera de España según fray Luis de
Granada y el cardenal Belarmino12
, «y son muchos más los que hizo en España, sin
otros muchos que hizo que no pudieron contarse». Una vez que considera probado que
«esta señal es la que obra los milagros y prodigios», se dispone a dar noticia de un buen
ramillete de ellos, «sacados de autores graves y fidedignos», a través de cuya lectura ha
de acrecentarse la devoción hacia la cruz, pero sin guardar un orden cierto. Sacar a luz
este libro, mantiene Bleda, ha de tener el mismo efecto que la muerte de Cristo en la
cruz, pues ha de conmover a todos los herejes y malvados, sin que su carencia de
elegancia en el lenguaje dañe el valor de las maravillas de la cruz.
El resto del catálogo milagroso (núms. 13-400) esconde un truco: en realidad
cuenta en detalle 170, y los demás 230 los refiere –para no cansar al lector– mucho más
brevemente dentro de un «sumario» donde los episodios ya no llevan título ni
numeración centrada. Quizás pueda atribuirse a una cierta premura por publicar el libro
o por intentar superar cuantitativamente sus anteriores recopilaciones de milagros. El
catálogo abarca apariciones de la cruz en el cielo, en vestidos, nacimientos de
monstruos con el signo en su cuerpo, salvaciones maravillosas de toda suerte de
peligros, victorias frente a demonios, curaciones de toda suerte de males y heridas
gracias al símbolo de Cristo o mediante la intercesión de santos, etc., etc., generalmente
respaldados por reconocidas auctoritates.
Acaba el volumen con los Tratados de la cruz, siguiendo su costumbre de
posponer un escrito teórico a sus colecciones. En este apéndice Bleda expone en diez
12
Bleda no anota el origen de estas referencias, que no he logrado identificar.
111
capítulos (falta el cuarto y el último se numera como 11) «De qué madera o materia fue
la cruz de Jesucristo» (cap. 1), su medida (cap. 2), «Por qué causa escogió Cristo más la
muerte de cruz que otra» (cap. 3), los diferentes usos de la cruz (cap. 5), diferentes
religiones que ondean la cruz (cap. 6), una explicación del hábito de que preceda la cruz
a los prelados (cap. 7) y de la costumbre de fijar cruces en caminos y lugares públicos
(cap. 8), la debida reverencia al símbolo de la cruz (cap. 9), «Acerca de la veneración de
la bendita cruz» (cap. 10) y acaba con «un devoto modo de rezar a honra de la cruz»
(cap. 11). Por último, a estas curiosidades sigue un «Officium sanctae crucis» ordenado
por las horas del rezo, una tabla de «Los autores que he leído y de quien me he
aprovechado» y una lista de erratas de las que se excusa Bleda alegando que no pudo
estar presente en la colección del libro, por lo que ruega que el lector enmiende los
errores en sus lugares.
Entre toda la galería de milagros hay algunos que se presentan en el relato inicial
de Eusebio antes referido:
— Protección frente a animales salvajes, común en los Cuatrocientos milagros: núm. 22
«Cómo la misma santa [Teresa] se libró de unas fieras con la señal de la cruz»), núm. 89
«Con la cruz ahuyentó Amando una terrible serpiente»), núm. 105 («Cómo haciendo
san Dionisio la señal de la cruz unas fieras se postraron»), núm. 109 («Cómo san Hilario
con la cruz ahuyentó unas culebras ponzoñosas que se habían apoderado de una isla»).
— Se salva de abrasarse en un incendio que consume su casa, uno de los prodigios más
numerosos del repertorio: núm. 21 («Que santa Teresa con la cruz mató el fuego do
había de ser quemada»), núm. 42 («Cómo se mató un incendio con un pedacillo del
lignum crucis»), núm. 87 («Cómo se mató un grande incendio con el lignum crucis»),
núm. 91 («Cómo con la cruz fue libre una ciudad de un terrible incendio»), núm. 92
(«De otro milagro semejante»), núm. 171 («San Miniate, soldado y mártir, con la señal
de la cruz mató del todo el fuego de un horno»), núm. 207 («Sant Launomaro opuso la
señal de la cruz contra un incendio y lo mató»), núm. 227 («San Gregorio turonense en
el capítulo 56 de Gloria confessorum escribe de san Víctor, obispo senomanense, que
habiendo un terrible incendio en la ciudad de su sede alzó las manos haciendo la señal
de la cruz y cesó al momento el grande incendio»), núm. 228 («Santa Godeberta virgen,
sabiendo que en la iglesia de Nuestra Señora había un horrible incendio, mandó que la
llevasen allá en una silla, porque estaba enferma, y púsose en las llamas, donde
112
naturalmente se quemara; pero hecha la señal de la cruz (la cual sabía bien lo mucho
que importaba en los peligros) luego se mató el fuego») y núm. 326 («San Pascual I,
papa, con la señal de la cruz mató el fuego que abrasaba un arrabal»), más otros
similares en los que los santos no se queman entre las llamas (núms. 93, 280, 285 304-
306, 394 o el núm. 309, donde se hace que las llamas se vuelvan contra los enemigos) o
uno en que la cruz no se quema en el fuego donde la arrojan unos moriscos (núm. 385).
— Queda indemne de un naufragio causado por una terrible tormenta que azota su nave,
motivo reiterado en el repertorio: núm. 81 («Cómo con la señal de la cruz ahuyentó un
santo las tempestades»), núm. 82 («Cómo con la señal de la cruz aplacó una tempestad
en el mar san Maurilio»), núm. 90 («Cómo san Martiniano por la señal de la cruz no se
ahogó en el mar»), núm. 157 («Cómo san Hilarión con la cruz detuvo la tempestad del
mar»), núm. 163 («Cómo santo Domingo con la señal de la cruz hizo que no los mojase
una gran tempestad de agua») y núm. 244 («San Vivente Ferer con la señal de la cruz
deshizo una tempestad»).
Estos milagros en La devoción de la cruz siempre son propiciados por el símbolo
de la cruz, guarda constante del pecador protagonista. Faltan la caída en un pozo, el rezo
que impide que se tope con unos salteadores ni la protección frente a una estocada o la
caída de un rayo, pero hay otros ejemplos de cruces prodigiosas (núm. 201, por
ejemplo: «Una cruz de madera que está junto al cuerpo de san Ansberto hace muchos
milagros; dícelo Angrado en su Vida») y hasta resurrecciones que pueden aproximarse
al estado de «viadora» del alma de Eusebio entre su muerte y su salvación (núms. 136:
«Cómo santo Domingo resucitó un difunto con la señal de la cruz», y 137: «De otro
difunto que resucitó santo Domingo con la cruz»). De hecho, el último milagro corporal
(12) de la cruz de Cristo fue la resurrección de muchos cuerpos de santos muertos y en
otro se refiere cómo un beato «con la señal de la cruz resuscitó un mozo de muerte a
vida» (núm. 391). Asimismo, el perdón que Eusebio concede en el último momento a
Lisardo aparece en otro milagro (núm. 379):
El glorioso san Juan Gualberto […] siendo joven recibió un grande agravio de un
enemigo, y teniendo oportunidad para vengarse dél le perdondó porque se lo pedió
humil[de]mente por amor de Jesucristo crucificado: dejó de matarlo o herirlo, por
haber oído aquel dulce nombre que él tanto reverenciara.
113
Respeto hacia un símbolo que, tan solo mencionada, basta para detener las
pasiones más desbocadas.
Reitero que no es preciso que Calderón –o cualquier ingenio del siglo XVII–
conociese directamente a Bleda, cuestión por otra parte sencilla a tenor de la cronología,
pero es indudable que la celebridad del dominico en la polémica por la expulsión de los
moriscos debió de llegar a oídos del poeta. En este sentido su extensa recopilación de
milagros parece una buena lectura «devota» y una rica cantera de donde sacar algunas
acciones maravillosas para la redacción de textos ficcionales. Desde luego que hay un
torrente de textos donde se hallan milagros de lo más variado, pero los Cuatrocientos
milagros de Bleda tienen una ventaja añadida: constituye una especie de miscelánea de
hechos maravillosos de segunda mano a la que acudir más sencillamente13
. Del mismo
modo, al menos algunas de la información que proporciona Bleda en los Tratados
pueden resultar útiles para redondear trabajos sobre la leyenda del árbol de la cruz o los
avatares posteriores del madero en el que Cristo fue crucificado, por ejemplo, ya que los
ingenios del Siglo de Oro pudieron acudir a textos originales (Evangelios apócrifos, La
cueva de los tesoros, La leyenda áurea de Jacobo de la Vorágine, etc.), o a repertorios
como este de Bleda14
. En suma, no mantengo –no al menos sin una reserva prudente–
que Calderón tuviese abierto ante sí esta silva de milagros, pero quizás los episodios en
los que interviene la cruz sí surgiesen a partir del recuerdo más o menos directo de esta
suerte de maravillas15
.
13
Similar a las florestas de Mexía o Torquemada, la Officina de Ravisius Textor, etc., consultadas por
Lope de Vega o por Cervantes para sus Trabajos de Persiles y Sigismunda (1617). Ver por ejemplo
Christian , «A propósito de historia clásica y de historia natural en La Dragontea», Anuario
Lope de Vega, 11, 2005, pp. 29-40; Julián , «Lope de Vega y los “librotes de
lugares comunes”: su lectura particular de Ravisio Téxtor», Anuario Lope de Vega, 13, 2007, pp. 51-71;
entre otros trabajos. 14
Pienso en los documentados estudios de Ignacio , «El árbol del mejor fruto de Calderón y
la leyenda del árbol de la cruz. Contexto y adaptación», Anuario Calderoniano, 1, 2008, pp. 27-65;
Ignacio , ed., P. Calderón de la Barca, El árbol de mejor fruto, Pamplona / Kassel,
Universidad de Navarra / Reichenberger, 2009; Ignacio , ed., T. de Molina, El árbol del mejor
fruto, en Obras completas. Primera parte de comedias, I, dir. I. Arellano, Pamplona / Madrid / Frankfurt,
Universidad de Navarra / Iberoamericana / Vervuert, 2011, pp. 389-584. Mexía da algunas noticias sobre
«la señal y figura de la cruz» en su Silva de varia lección, I, cap. 3, pp. 56-60. 15
Téngase en cuenta que los milagros de la cruz gozaron de una amplia difusión oral entre la población
española de los siglos XVI y XVII, un cauce de transmisión que se ve reflejada en ciertos géneros de
literatura popular impresa –por lo general de calidad reducida pero de muy amplia difusión– como los
pliegos de cordel. Entre sus rasgos propios cabe destacar que en ocasiones se alejan de las versiones
fijadas en el flos sanctorum y eran, por tanto, blanco de censuras. Ver Julio , Ensayo
sobre literatura de cordel, Madrid, Revista de Occidente, 1969; Mª Cruz ,
«Hagiografía popular y comedias de santos, en La comedia de magia y de santos», ed. F. J. Blasco, E.
Caldera, J. Álvarez Barrientos y R. de la Fuente, Madrid, Júcar, 1992, pp. 71-82; Mª Cruz
114
Otro contacto posible con este tratado de Bleda es la galería de imágenes
cristológicas presentes en el parlamento de arrepentimiento de Eusebio en La devoción
de la cruz (vv. 2276-2305)16
, mas no resulta necesario que procedan de ningún texto
concreto, toda vez que la tipología constituye un ingrediente muy habitual en oraciones,
sermones, tratados y toda suerte de textos religiosos, comedias de santos y autos
sacramentales, géneros a buen seguro conocidos –y algunos hasta cultivados– por el
propio Calderón.
Esto no quita para que, según he tratado de mostrar, estos Cuatrocientos milagros
de Bleda puedan ponerse en la nómina de tratados manejados por ciertos ingenios
auriseculares y, tal vez –pese al provocador título de estas páginas–, una lectura de
cierta importancia para la producción dramática de Calderón y muy próxima a un
parlamento central de La devoción de la cruz, redondeando así un panorama ya
anteriormente trazado sobre la encrucijada de nexos intertextuales en que se sitúa la
dramaturgia calderoniana.
, Christian, «A propósito de historia clásica y de historia natural en La
Dragontea», Anuario Lope de Vega, 11, 2005, pp. 29-40.
, Manuel, «La historiografia sobre els moriscos valencians: de Jaume Bleda a
Eugeni Ciscar, passant per les Corts de Cadis», L’Avenç: Revista de Història i
Cultura, 138, 2010, pp. 2-4.
, Ignacio, «El árbol del mejor fruto de Calderón y la leyenda del árbol de la
cruz. Contexto y adaptación», Anuario Calderoniano, 1, 2008, pp. 27-65.
, «La hagiografía popular barroca: entre lo maravilloso y lo fantástico», Draco: revista de
literatura española, 3-4, 1991-1992, pp. 191-205; Luis , «Se venden palabras: los
pliegos de cordel como medio de transmisión cultural», en Palabras para el pueblo, coord. L. Díaz G.
Viana, Madrid, CSIC, 2000, I, pp. 13-38. 16
Ver Adrián J. , «Un drama religioso frente al auto sacramental: La devoción de la cruz, de
Calderón», en Ingenio, teología y drama en los autos sacramentales de Calderón, ed. C. Pinillos,
Pamplona / Kassel, Universidad de Navarra / Reichenberger, 2012, pp. 179-196.
115
——, ed., P. Calderón de la Barca, El árbol de mejor fruto, Pamplona / Kassel,
Universidad de Navarra / Reichenberger, 2009.
——, ed., T. de Molina, El árbol del mejor fruto, en Obras completas. Primera parte de
comedias, I, dir. I. Arellano, Pamplona / Madrid / Frankfurt, Universidad de
Navarra / Iberoamericana / Vervuert, 2011, pp. 389-584.
, Eric, Figura, trad. Y. García Hernández y J. A. Pardos, Madrid, Trotta,
1998.
, Juan Carlos, «Las colecciones universales de milagros de la Virgen hasta
Gonzalo de Berceo», Bulletin of Spanish Studies, 81:7, 2004, pp. 849-872.
, Patrick, «Propaganda teológica y veridicción en las relaciones de milagros
del siglo XVII», en Encuentros de civilizaciones (1500-1750): informar, narrar,
celebrar. Actas del III Coloquio Internacional sobre relaciones de sucesos
(Cagliari, 5-8 de septiembre de 2001), coords. A. Paba y G. Andrés Renales,
Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá de Henares, 2003, pp. 49-70.
—— «La hagiografía en las relaciones de milagros publicadas en el siglo XVII», en
Homenaje a Henri Guerreiro: la hagiografía entre historia y literatura en la
España de la Edad Media y del Siglo de Oro, coord. M. Vitse, Madrid / Frankfurt,
Iberoamericana / Vervuert, 2006, pp. 421-434.
, Benedetta, «La evolución de la figura del morisco en el teatro español del
Siglo de Oro», en «Scripta manent». Actas del I Congreso Internacional Jóvenes
Investigadores Siglo de Oro (JISO 2011), eds. C. Mata Induráin y A. J. Sáez,
Pamplona, Universidad de Navarra, 2012, pp. 35-46.
, Jaime, Cuatrocientos milagros y muchas alabanzas de la santa cruz, con unos
tratados de las cosas más notables desta divina señal, Valencia, Pedro Patricio
Mey, 1600.
—— Libro de la archicofradía de la Minerva, en el cual se escriben más de cien
milagros del santísimo sacramento del altar. Va juntamente un tratado y
explicación de las bulas e indulgencias concedidas a esta santa hermandad,
Valencia, Herederos de Juan Navarro, 1592.
—— Libro de la cofradía de la Minerva, en el cual se escriben más de doscientos
cincuenta milagros del santísimo sacramento del altar. Van juntamente unos
116
tratados del aparejo que se requiere para la sagrada comunión y para oír misa,
Valencia, Pedro Patricio Mey, 1600.
, Pedro, «La devoción de la cruz», de Calderón. Edición
crítica y estudio, ed. A. J. Sáez, Pamplona, Universidad de Navarra, en
preparación. [Tesis doctoral en curso.]
—— El purgatorio de san Patricio, ed. J. M.ª Ruano de la Haza, Liverpool, Liverpool
University, 1988.
, Julio, Ensayo sobre literatura de cordel, Madrid, Revista de Occidente,
1969.
, José, «La expulsión de los moriscos. Jaime Bleda y la constante
historiográfica», en El siglo del «Quijote» (1580-1680), en Historia de España.
XXVI, dir. R. Menéndez Pidal, Madrid, 1986, I, pp. 578-580.
, Françoise, «El estatuto de los relatos de milagros: el ejemplo de las
colecciones de Guadalupe en el siglo XVI», en El escrito en el Siglo de Oro:
prácticas y representaciones, coord. A. Redondo, P. M. Cátedra y M.ª L. López-
Vidriero, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1998, pp. 85-94.
, Luis, «Se venden palabras: los pliegos de cordel como medio de
transmisión cultural», en Palabras para el pueblo, coord. L. Díaz G. Viana,
Madrid, CSIC, 2000, I, págs. 13-38.
, José María, Literatura (novela, poesía, teatro) en bibliotecas
particulares del Siglo de Oro español (1600-1650), Madrid / Frankfurt,
Iberoamericana / Vervuert, 2010.
, Vicent J., Jaume Bleda i l’expulsió dels moriscos valencians, Valencia,
Universidad de Valencia / Bancaixa, 2009.
, Mª Cruz, «La hagiografía popular barroca: entre lo maravilloso
y lo fantástico», Draco: revista de literatura española, 3-4, 1991-1992, pp. 191-
205.
—— «Hagiografía popular y comedias de santos, en La comedia de magia y de
santos», eds. F. J. Blasco, E. Caldera, J. Álvarez Barrientos y R. de la Fuente,
Madrid, Júcar, 1992, pp. 71-82.
, Folke, «La devoción de la cruz desde la fisiognomía: la violencia de Eusebio
entre predeterminación y libre albedrío», en La violencia en Calderón. XVI
117
Coloquio Anglogermano sobre Calderón (Utrecht y Ámsterdam, 18-22 de julio de
2011), ed. M. Tietz y G. Arnscheidt, Vigo, Academia del Hispanismo, en prensa.
, Julián, «Lope de Vega y los “librotes de lugares comunes”: su
lectura particular de Ravisio Téxtor», Anuario Lope de Vega, 13, 2007, pp. 51-71.
, Francisco, El problema morisco (desde otras laderas), Madrid,
Libertarias, 1991.
, Pero, Silva de varia lección, ed. I. Lerner, Madrid, Castalia, 2003.
, Juan Ramón, «“Escribía / después de haber los libros consultado”: a propósito
de Lope y los novellieri, un estado de la cuestión (con especial atención a la
relación con Giovanni Boccaccio), parte I», Anuario Lope de Vega. Texto,
literatura, cultura, 17, 2011, pp. 85-106.
, Edward J., «A new possible source for Calderón’s La devoción de la
cruz», Bulletin of the Comediantes, 25:1, 1973, pp. 1-3.
, Nieves, «Algunas consideraciones sobre el itinerario y la difusión de la
literatura informativa en el Siglo de Oro, con el ejemplo de una relación de
milagros», Artifara, 11, 2011, s. p.
, Isabelle, «Ferocidad teológica o estrategia política: la exterminación de los
moriscos en la Defensio fidei (1610) de Jaime Bleda», Areas: Revista
Internacional de Ciencias Sociales, 30, 2011, pp. 111-119.
, Manuel (ed.), J. Bleda, Contra moriscos. El sumario de Bleda, Huelva,
Universidad de Huelva, 2009.
, Adrián J., «Las caras del poder en la comedia religiosa de Calderón», en El
universo simbólico del poder en el Siglo de Oro, ed. Á. Baraibar y M. Insúa,
Nueva York / Pamplona, Instituto de Estudios Auriseculares / Universidad de
Navarra 2012a, pp. 267-282.
—— «Un drama religioso frente al auto sacramental: La devoción de la cruz, de
Calderón», en Ingenio, teología y drama en los autos sacramentales de Calderón,
ed. C. Pinillos, Pamplona / Kassel, Universidad de Navarra / Reichenberger,
2012b, pp. 179-196.
—— «Calderón frente a sí mismo: La devoción de la cruz y El purgatorio de san
Patricio», en Figuras del mal y personajes perversos en el teatro europeo, ed. J.
G. Maestro, Theatralia, 15, en prensa.
118
—— «Entre el deseo y la realidad: aproximación al incesto en la comedia áurea», en
prensa.
, Josef, dir., Introducción a los métodos de la exégesis bíblica, trad. R.
Puente, Barcelona, Herder, 1974.
, Manuel, «Fray Jaime Bleda expone sus servicios y solicita se le
conceda una pensión», Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 4, 1900, pp.
275-276.
, Christoph, «El milagro en Calderón», en Texto e imagen en Calderón.
Undécimo Coloquio Anglogermano sobre Calderón (St. Andrews, Escocia, 17-20
de julio de 1996), ed. M. Tietz, Stuttgart, Steiner, 1998, pp. 240-253.
, Ángel, Calderón. Su personalidad, su arte dramático, su estilo y sus
obras, Barcelona, Juventud, 1941.
, Lope de, Novelas a Marcia Leonarda, ed. M. Presotto, Madrid, Castalia, 2007.
—— Poesía, IV. La Filomena. La. Circe, ed. A. Carreño, Madrid, Fundación José
Antonio de Castro, 2003.
RECIBIDO: ENERO 2013
APROBADO: MARZO 2013
119