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Boletin Academia Costarricense · Amalia Chaverri Flora Ovares Editoras C on el presente número,...

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AÑO 14 (2) • 2019

BOLETÍNDE LA

ACADEMIA COSTARRICENSEDE LA LENGUA

TERCERA ÉPOCA

SAN JOSÉ, COSTA RICA

ISSN: 1659-2220

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Comisión Editorial

AmAliA ChAverri FonseCA

FlorA ovAres rAmírez

estrellA CArtín de Guier

emiliA mACAyA trejos

víCtor hurtAdo oviedo

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Nómina de la Academia Costarricense

de la Lengua

D. Arnoldo Mora Rodríguez

D. Rafael Ángel Herra Rodríguez

D.ª Estrella Cartín de Guier

D. Miguel Ángel Quesada Pacheco

D.a Emilia Macaya Trejos

D. Laureano Albán Rivas

D. Carlos Francisco Monge Meza (prosecretario)

D.a Amalia Chaverri Fonseca (vicepresidenta)

D.a Julieta Dobles Yzaguirre

D. Jorge Sáenz Carbonell

D.a Flora Ovares Ramírez

D.a Marilyn Echeverría de Sauter

D. Mario Portilla Chaves

D. Víctor Manuel Sánchez Corrales (presidente)

D.a Mía Gallegos Domínguez

D.a Carla Jara Murillo

D. Albino Chacón Gutiérrez (tesorero)

D. Carlos Rubio Torres (secretario)

D. Carlos Cortés Zúñiga

Miembros Honorarios

D.ª Julieta Pinto González

D. Abel Pacheco de la Espriella

D. Juan Durán Luzio

D. Víctor Hurtado Oviedo

D. José Ricardo Chaves Pacheco

D. Leonardo Padura Fuentes

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Boletín de la Academia Costarricense de la LenguaISSN: 1659-2220 / Año 14 (2), 2019

BOLETÍN DE LA

ACADEMIA COSTARRICENSE DE LA LENGUA

Amalia Chaverri y Flora Ovares, EditorasPresentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11-13

Carlos CortésLa orfandad de la lengua materna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17-30

Rafael Ángel HerraLa familia es la madre de los conflictos . . . . . . . . . . . . . . . . . 31-33

Arnoldo MoraHomenaje a Joaquín García Monge . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37-43

Víctor SánchezProductividad del “participio” en -Utu en la Romania Lateral . . . 45-52

Flora Ovares y Margarita RojasTextos olvidados de Rubén Darío . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53-96

Víctor HurtadoLas memorias de pasión del viceconde . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97-99

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Presentación

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Amalia ChaverriFlora Ovares

Editoras

Con el presente número, el Boletín de la Academia Costarricense de la Lengua colabora, como parte de su quehacer académico, con una selección de textos que comprenden un discurso de incorporación a

la Academia y su correspondiente respuesta, y otros artículos sobre temas de sobrado interés para los interesados en la crítica literaria y la lingüística.

El Discurso de Incorporación de Carlos Cortés Zúñiga titulado “La orfandad de la lengua materna” apunta a la cuestión del origen de la es-critura. “La orfandad de la lengua materna” postula que la única manera de insertarse en una tradición literaria es traicionarla. La única forma de escribir es el parricidio, la traición de la tradición. La disertación intenta aproximarse al acto de la creación al plantear que el escritor debe estar en situación de orfandad al momento de acercarse a la página en blanco. Todo escritor es póstumo o postrero porque es convocado a escribir por lo que ya sucedió y es anterior a él. Es decir, toda la literatura es al mismo tiempo una elegía, un testamento de lo indecible, de lo que no puede decirse por medio de palabras, y un acto de redención. La lengua del escritor es una presencia llena de ausencia.

Sin el vacío que intenta restituirse no es posible escribir porque todo pro-ceso creativo es un profundo acto de resistencia ante el peso de lo irremedia-ble. El sentido de la escritura es inscribir eso que el lenguaje no puede expre-sar y que no puede dejar de expresar. La escritura es un grito que no se dice, que no puede decirse, pero que puede ser escuchado por el otro.

Rafael Ángel Herra, en su respuesta a dicho discurso titulada “La familia es la madre de los conflictos” también apunta al origen de la escritura, pero marcando el énfasis en el conflicto; no en el padre ausente sino en la familia, porque la familia es la madre de los conflictos, es donde el conflicto nace más agudo y más fresco. Por eso desde el principio los textos de ficción –la palabra

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PRESENTACIÓN12

hablada y luego escrita– se centran en la representación de la violencia dentro de la familia. La literatura quiere representar la nada que deja la muerte del padre, la muerte del hijo, y más en el fondo, la catástrofe del conflicto.

En el ámbito de la lingüística Víctor Sánchez Corrales, bajo el título “Productividad del “participio” en Utu en la Romania Lateral” plantea como las lenguas románicas llegan a convertirse en la lengua latina, y como esta última se ha hablado sin interrupción en el vasto territorio que fue el Imperio Romano. Ello a partir de la afirmación de que ese Imperio sufrió constantes cambios, tanto por su propia evolución interna como por diferentes causas externas, con las correspondientes adecuaciones lingüístico-comunicativas a esas nuevas experiencias de vida en aquel inmenso territorio.

Arnoldo Mora Rodríguez participa del homenaje a Joaquín García Monge, por motivo de la conmemoración del centenario de la fundación de Repertorio Americano. Divide su exposición en dos partes: en la primera revisa el lugar que la historiografía literaria ha asignado a García Monge y concluye que es el realismo social la corriente estética que se ajusta más a su visión de mundo.

En un segundo momento, analiza la importancia de Repertorio America-no en su contexto histórico y la trascendencia cultural de este proyecto. Esta revista, que circuló entre 1919 y 1959, sirvió de vínculo a los más importantes intelectuales de América y Europa, proyectó al país en el extranjero y se cons-tituyó, en opinión de Mora en “el testigo más lúcido de su época, la concien-cia viva de los más elevados valores humanos y la voz de denuncia más limpia y audaz de la primera mitad del siglo pasado”.

“Textos olvidados de Rubén Darío”, de Flora Ovares y Margarita Rojas, recupera varios artículos probablemente publicados por el poeta nicaragüense durante su estancia en Costa Rica entre 1891 y 1892, los cuales no habían sido recopilados con anterioridad. Se detallan también las publicaciones su-yas en los diarios y revistas costarricenses durante esos años y se indican al-gunas dadas a conocer en los años anteriores a su estadía en nuestro país. Por último, se reproducen cinco textos darianos poco conocidos, encontrados por la filóloga costarricense Margarita Castro Méndez en 1955.

El ensayo de Víctor Hurtado Oviedo, “Las memorias de pasión del viceconde”, rememora algunos momentos de la vida de François-René de

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PRESENTACIÓN 13

Chateaubriand. El recuerdo de algunos episodios en la vida del “padre del romanticismo francés, maestro absoluto del estilo” y la lecturas de sus Me-morias de ultratumba reconstruyen su papel en el universo complejo, teatral y rebelde del romanticismo. En estas líneas, se rompe la dualidad entre mundo y conciencia, entre pasado y presente para acercar la figura del escritor francés a las preocupaciones contemporáneas.

A la vez, con fina ironía y múltiples guiños al lector, el ensayo ofrece sugestivas opiniones acerca de la función de la literatura como cifra y expli-cación de la existencia, así como juicios sobre el papel de la historia literaria.

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Discursode incorporación

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LA ORFANDAD DE LA LENGUA MATERNA

Carlos Cortés

Tal vez algunos de ustedes reconozcan detras del nombre Juan Nepo-muceno Carlos Perez Rulfo Vizcaino el de Juan Rulfo. Cuando lo supe me sorprendio la borradura de los nombres, los fantasmas que deja en-

trever. Juan Rulfo es un nombre hecho de nombres tachados, fantasmaticos1, como los personajes de su obra. Los espectros del padre asesinado a sus siete anos, de la madre muerta dos anos despues, de los pueblos muertos en Jalisco. Es un nombre nacido en el orfanato en el que se crio y desarrollo su mundo imaginario, un nombre huerfano de nombres completos.

“–Han matado a tu padre. – Y a ti, ¿quien te mato, madre?”, se murmulla famosamente en Pedro Paramo. ¿Quienes murmuran? Los nombres de lo in-decible diciente, de lo no nombrado, de lo innombrable. El nombre de Rulfo, como su literatura, esta hecho de lo que no se dice –y no deja de decirse–, de espacios en blanco, de silencios, porque se escribe a partir de la perdida, en los intersticios de una ruptura –estrago, desastre, catastrofe– que ahonda en las ruinas de un orden quebrantado, abolido, el “reino que estuvo para mi” –en palabras de Dario– y que nunca fue nuestro en el presente. Como dice Paz sobre Rulfo: “Paramo es un antiguo jardin, hoy llano seco, sed y sequia, cuchicheo de sombras y eterna incomunicacion”.2

Se escribe de un silencio despalabrado a un silencio de palabras –bal-buceante–, como anuncia Foucault en referencia a una novela de Claude Ollier: “el espacio accedia al lenguaje por un ‘tartamudeo’ que abolia el tiempo”. Queriendolo llenar, el espacio permanece vacio. En esos espacios que no se dicen, en los cuales podemos leer a Rulfo y escuchar a sus muer-tos desintegrandose en lenguaje –“Me mataron los murmullos”, dice Juan

1 Cf. Hall, S. “Introduccion: ¿quien necesita ‘identidad’?”. En Hall, S. y Du Gay, P.: Cuestiones de identidad cultural. Buenos Aires: Amorrortu, 2003, pag. 18.

2 Paz, O.: Corriente alterna. Mexico: Siglo XXI, Editores, 1982, pag. 18.

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Preciado, en la frase mas celebre del libro–, he encontrado el rastro sin rostro de mi nombre hecho y deshecho tambien de tachaduras, de apellidos y nom-bres rasgados, y mi relacion indecisa, indecible, con las palabras.

En mi nombre roto, en mi nombre impronunciable, el de mi propio pa-dre, encuentro los nombres secretos –borrados, olvidados, consciente o in-conscientemente tachados– como si todo proceso escritural los volviera visi-bles en su invisibilidad. Eso no dicho que me pone en situacion de orfandad, como a Rulfo, entre decir y no decir, con relacion a la lengua materna, en la grieta-grito de silencios audibles que nos dicen y nos escuchan, esta la escritura y, mas tarde, la tradicion literaria, ese palimpsesto de palimpsestos redescubierto por Borges.

Pedro Paramo es, como sabemos, una telemaquia –los primeros cuatro cantos de La odisea–, es decir, la busqueda del padre perdido en un viaje intertextual que va del arquetipo occidental –el nostoi de Ulises– al mito mesoamericano –Quetzalcoatl descendiendo al Mictlan–. Sin que el lector lo sepa aun, al principio de la novela Juan Preciado llega a la “provincia de almas muertas”, el lugar de las cenizas –donde se asienta el comal, Comala-, a reco-ger lo que no sabe de su padre. En realidad, va en busca del hecho narrativo fundacional, el hilo de lenguaje con el cual tramar el relato.

“Vine a Comala porque me dijeron que aca vivia mi padre, un tal Pedro Paramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometi que vendria a verlo en cuanto ella muriera”, se nos advierte en el mandato testamentario –la muerte de la madre– que convoca el acto escritural y desencadena el mecanismo narrati-vo. El tercer parrafo explicita el “rencor vivo” que sera la catabasis rulfiana y el reclamo de reconcomio que estremece el texto: “No vayas a pedirle nada. Exigele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio... El ol-vido en que nos tuvo, mi hijo, cobraselo caro”.

Juan Preciado parece invertir el "Ecce homo" nietzscheano: “Como mi padre estoy muerto, como mi madre vivo aun y envejezco”. “Como mi ma-dre estoy muerto, como mi padre estoy muriendome”, dice el personaje de Rulfo. Lo que le pide la madre es memoria, aunque sea una memoria muer-ta. Es el mandato de memoria que se le exige al sobreviviente –aunque este muerto o en transito de morirse– y que hace que la literatura autobiografica y autoficcional en Occidente provenga del luto y adquiera un caracter tes-tamentario: “El sobreviviente no solo ve su propia muerte prefigurada,

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es decir, hecha posible, en el morir del otro, sino tambien reconoce que ahora la sobrevivencia del otro se confia a su propia memoria nada mas”.3

Pedro Paramo reune telemaquia y catabasis –descensus ad Inferos– en un relato con reminiscencias miticas que, si bien entronca con la tradicion clasica y la cosmovision mesoamericana, se diferencia de Homero, Virgilio, Ovidio y Dante al no ofrecer escapatoria, al respirar a traves de las palabras. Si la imagen arquetipica del agua es la espiral, segun el filosofo italiano Giorgio Agamben, la imagen del tiempo rulfiano es un remolino de polvo suspendi-do, el desierto sin entradas ni salidas.

Como dice Paz: “El personaje de Rulfo vuelve a un jardin calcinado, a un paisaje lunar, al verdadero infierno. El tema del regreso se convierte en el de la condenacion... es el unico novelista mexicano que nos ha dado una imagen –no una descripcion– de nuestro paisaje... no nos ha entregado un documento fotografico o una pintura impresionista sino que sus intuiciones y obsesiones personales han encarnado en la piedra, el polvo, el piru”.4

Los murmullos de la novela se petrifican en el silencio perpetuo del autor y explican el lenguaje roto y el tiempo entrecortado que vuelve sobre si mismo. De Comala no hay fuga, ni en el relato ni en su lenguaje balbu-ceante que, como dice Frida Kahlo, musita “calladamente, la pena. Ruido-samente, el dolor”.

El viaje a Comala de Juan Preciado, un sobreviviente que no sobrevive, una memoria que va desmemoriandose, invoca el mito ancestral del dios Quetzalcoatl que parte a la region de los muertos, el Mictlan, por los huesos del padre a los que infundira vida para crear al genero humano. En Hombres de maiz (1949), Asturias alude al mito: “...porque los que se han entregado a sembrar meiz para hacer negocio, dejan la tierra vacia de huesos, porque son los huesos de los antepasados los que dan el alimento meiz, y entonces, la tierra reclama huesos...”.

Otro intertexto del relato se refiere a Ce Acatl Topiltzin Quetzalcoatl –un rey que a menudo se confunde con el dios homonimo–, quien recla-ma los huesos de su padre asesinado y se horroriza al descubrir que fue

3 Ferraris, M.: Luto y autobiografia. De San Agustin a Heidegger. Mexico: Taurus, 2001, pag. 56.

4 Ibid, pp. 17-18.

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muerto por sus hermanos. El codice Anales de Cuautitlan se expresa en terminos que recuerdan a los de la novela: “Y el joven 1-Cana (Ce Acatl) ya va en busca de su padre. Va diciendo: –¿En donde esta mi padre? Le responde el buitre: –A tu padre lo mataron: alla yace, alla lejos lo fueron a enterrar”.5

Los Anales incluyen un dibujo primitivo, tomado de un codice anterior perdido –un palimpsesto–, en que el nombre Ce Acatl esta atado por un cordon umbilical a los nombres de sus padres. Tu nombre pasa, parece decir-nos, por los nombres de los ancestros. El nombre porta los origenes, como lo hace Rulfo al negarlos. Como lo hago yo mismo, al negarlos. Los personajes de Rulfo no pretenden salir de Comala sino encerrarse en el lenguaje, en los murmullos secos del habla de los muertos.

Como se permite recordar el filosofo frances Michel Foucault, el due-lo convertido en el acto de escritura se remonta a las laudatio funebres e hypomnemata –cuadernos de notas– de la antiguedad, pero adquiere su sen-tido moderno con la literatura cristiana confesional que funda San Agustin de Hipona, quien dice en las Confesiones: “Me sorprendia de que viviesen aun los demas mortales, cuando habia muerto el, a quien habia amado como si fuese inmortal, y aun mas me sorprendia de vivir yo mismo, que era otro el. Alguien ha hablado bien de su amigo, que era la mitad de su alma. En efecto, yo sentia que la mia y la suya eran una sola alma en dos cuerpos: por ello la vida me causaba horror –yo no queria vivir a medias– y por ello me daba miedo la muerte, con lo cual habria muerto del todo tambien, a quien habia amado tanto”.6

En Luto y autobiografia. De San Agustin a Heidegger, Maurizio Ferraris insiste en la filiacion testamentaria de todo acto de escritura. El “rendi-miento de cuentas” esta en intima relacion con “la dimension postuma” de la memoria. Como puede constatarse en el discurso confesional de Agustin de Hipona, Montaigne, Rousseau o Nietzsche, asi como en autores contemporaneos que adrede desdibujan y redibujan las relaciones entre dis-curso autobiografico y creacion literaria –lo que llamamos en la actualidad autoficcion–, “...el luto, unido a la posibilidad o al pensamiento del sacrificio,

5 Garibay, Angel: La literatura de los aztecas. Mexico: Joaquin Mortiz, 1978, pag. 24.

6 Ferraris, pag. 63.

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LA ORFANDAD DE LA LENGUA MATERNA 21

se convierte en el origen del mundo humano, de la memoria, porque no existe memoria que no sea luctuosa”.7

De la memoria, “que constituye la posibilidad y la pensabilidad de toda vida presente, (que) disuelve la inmediatez natural”, anade Ferraris, surge el proceso de la escritura. La postumidad es inherente a la escritura. Es decir, todo escritor es postumo en el sentido de que el “desastre” –la muerte, que antes que la propia es la muerte del otro y la imagen de su muerte en tanto imagen y representacion–, ha ocurrido previamente. O dicho de un modo que me gusta: toda escritura es elegiaca.

El primer planto o llanto de la literatura es el Gilgamesh, el poema mas antiguo de la humanidad, y que Rilke define como “la epopeya del miedo a la muerte” y la busqueda de la inmortalidad. El Gilgamesh precede a La Biblia y a La odisea en mil anos y les hereda el relato del diluvio universal, el viaje del heroe y el descenso al reino de los muertos. Pero lo que lo hace memorable es la conciencia de la brevedad humana.

Los dioses deciden castigar a Gilgamesh quitandole lo que mas ama, en una expiacion similar a la que despues llevara a Aquiles a lamentarse por la muerte de Patroclo o a Job por la perdida de sus hijos. Los dioses conde-nan a su mejor amigo, Enkidu el salvaje, porque ambos mataron al gigante Humbaba y al Toro Celeste. Despues de agonizar durante “doce largos dias” Enkidu llama a Gilgamesh y le dice entre estertores: “¿Me has abandonado, amigo querido? Me dijiste que vendrias en mi ayuda cuando sintiese miedo, mas no puedo verte, no has acudido a ahuyentar este peligro. ¿Acaso no eramos inseparables tu y yo?”8

Durante dos cantos, Gilgamesh se plane por Enkidu aunque es en la tablilla VIII en que su voz, que nos viene de casi cuatro mil anos atras, repite con estremecimiento las mismas emociones que desde entonces resonaran como una letania en los cantos funebres de la humanidad:

Que los senderos que te condujeron al Bosque de los Cedros te lloren sin cesar dia y noche, que te lloren aquellos ancianos de la bien murada Uruk

7 Op. cit., pag. 65.

8 Mitchell, S. (editor): Gilgamesh. Madrid: Alianza, 2014, pag. 136.

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que nos bendijeron al partir, que te lloren las colinas y las montanas que ascendimos, que te lloren los pastos como a su propio hijo, que te llore el bosque que talamos con furia, que te lloren el oso, la hiena, la pantera, el leopardo, el venado, el chacal, el leon, el toro salvaje, la gacela, que te lloren los rios Ulaya y Eufrates, cuyas sagradas aguas ofrecimos a los dioses... Escuchadme, ancianos, escuchadme, jovenes, mi amigo ama-do esta muerto, esta muerto, mi hermano amado esta muerto, lo llorare mientras respire, sollozare por el como una mujer que ha perdido a su unico hijo... ¡oh, Enkidu! ¿Que es este sueno que se ha apoderado de ti, que ha ensombrecido tu rostro y detenido tu respiracion? Mas Enkidu no respondia. Gilgamesh toco su corazon, mas no latia. Entonces, como el de una novia, cubrio con un velo el rostro de Enkidu. Semejante a un aguila, Gilgamesh trazo circulos a su alrededor, no cesaba de acercarse y alejarse de el, como una leona cuyos cachorros han caido en una tram-pa, se arrancaba mechones del cabello, rasgaba sus magnificas vestiduras como si estuvieran malditas.9

Gilgamesh es tanto la primera novela de iniciacion de la historia de la literatura como una “autobiografia imaginaria” escrita en tercera persona. El poema es un canto a la fragilidad humana resumido en las ironicas pala-bras de Ut-napishtim –el antecedente del Noe biblico– a su esposa: “¡Mira a este! Queria vivir eternamente, pero, en cuanto se sento, el sueno lo envolvio como la niebla”. En la mitologia sumeria, el sueno es el hermano menor de la muerte.

Aunque podamos anhelar ser dioses, la paradoja esencial de la condicion humana esta ya presente en la epopeya: solo accedemos a la eternidad por medio del relato de su busqueda incesante. Enkidu es domesticado y aban-dona la naturaleza, pero a cambio del contrato social adquiere la dolorosa percepcion de la muerte.

Despues de enterrar a su amigo, en la tablilla IX, Gilgamesh sabe que la muerte del otro es la repeticion de la muerte en uno mismo: “¿Tambien yo he de morir? ¿He de estar tan carente de vida como Enkidu? ¿Como puedo

9 Op. cit., pp. 137-139.

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soportar esta angustia que anida en mi vientre, este temor a la muerte que me empuja sin cesar?”.10

El heroe atraviesa numerosas pruebas iniciaticas, encuentra al viejo Ut-napishtim en el Jardin del Eden, como sobreviviente del diluvio universal, en una tradicion cultural que sera recogida por el Génesis, e implora que le revele el secreto de la eterna juventud. Ut- napishtim accede a sus ruegos y le cuenta que el misterio reside en un “arbusto espinoso” en el Gran Abismo del fondo marino. Gilgamesh emerge euforico del mar con la planta entre sus dedos sangrantes y proclama que ha vencido a la muerte. Sin embargo, la plenitud dura poco. Una serpiente, que veremos mas tarde en numerosas representaciones cristianas, roba el regalo de los dioses y Gilgamesh admite desconsolado su derrota. Acepta su derrota o, mas precisamente, la narracion de su derrota, que es su triunfo.

El relato sobrevive en las tablillas cuneiformes mucho mas de lo que jamas sonaron sus escribas sumerios o el propio Gilgamesh al mostrarse or-gulloso ante las murallas majestuosas de Uruk, en la ultima linea del poema.

Desde Gilgamesh no hay escritura sin algo que se muera antes y sus palabras reviven en el Cantar de Roncesvalles y las numerosas variantes de la Chanson de Roland, las Coplas de Manrique, el “Llanto por Ignacio Sanchez Mejias” de Garcia Lorca, en la “Elegia a Ramon Sije” de Mi-guel Hernandez o en “Algo sobre la muerte del Mayor Sabines” de Jaime Sabines, para apenas mencionar algunos ejemplos que trazan un arco temporal que cubre la tradicion elegiaca hispanoamericana. Aunque no es este el tema que me corresponde tratar, en el Gilgamesh ya esta dicho todo, como escribio Borges.

Solo se puede hablar de lo perdido, de lo que no se tiene, de lo que no es, de lo que no puede decirse, como expresa con acre asertividad Antonio Gamoneda: “Donde yo existo mas,/en lo olvidado”. En su biografia sobre Zelda y Francis Scott Fitzgerald, Pietro Citati define esta ausencia como “la poderosa e imperceptible musica tragica de las cosas perdidas” y menciona una frase del propio escritor estadounidense: “Las cosas resultan mas dulces una vez que las has perdido”.11

10 Op. cit., pag. 142.

11 Citati, P.: La muerte de la mariposa. Barcelona: Gatopardo, 2017, pag. 11.

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CARLOS CORTÉS24

Durante la infancia no tenemos conciencia de la memoria. Y en el resto de la vida parece que no tenemos otra cosa que no sea memoria. En la infan-cia, esa que no recordamos, o que recordamos por la memoria de otros, por los recuerdos de los recuerdos, existe el presente que se nos presenta como real. En la infancia somos la memoria de lo que no recordamos, tal vez de lo que no entendemos, tal vez la plenitud de no ser concientes del todo de lo que Maurice Blanchot denomina el desastre: “Toda literatura... es ‘escritura del desastre’: signada a la vez por la catastrofe historica y el vertigo del lenguaje (...) condenada a interrogarse a si misma sin descanso, a impugnar toda iden-tidad, toda plenitud que pretenda fijarla, a abrirse siempre en una suerte de duelo inconsolable”12, como explica Alan Pauls.

Ese duelo con las palabras es, en efecto, un duelo, llevar luto por lo ido/yendose: la “innombrable incineracion” –en palabras del filosofo frances Jac-ques Derrida– que representa lo innombrable, “memoria de lo inmemorial” –lo llamara Blanchot– que es la esencia de toda perdida y que el relato –cual-quier relato– restituye con un vacio de palabras.

Como cuento en una de mis primeras narraciones, “Mujer arrodillada con los instrumentos de la pasion”, el personaje femenino pierde el anillo del esposo muerto. El anillo representa su dolor, ocupa el lugar de su dolor, y esta vacio, redondo y abierto como una letra. Ella porta su duelo sin nombrarlo en la vacuidad de un anillo que solo rodea su dolor sin expresarlo. El lenguaje son como anillos que retienen el contenido de los objetos y que al mismo tiempo lo dejan escapar. T.S. Eliot, en la admirable version de The Dry Sal-vages que nos lego Jose Emilio Pacheco, refiere esta contradiccion: “Tuvimos la experiencia aunque no captamos el significado./Y acercarse al significado restaura la experiencia”.

El dolor es silencioso, como el anillo perdido, pero yo escribo para darle silencio a mi dolor. El dolor es indecible, lo sabemos, pero acometemos el ri-tual de decirlo en el nombre secreto del otro, convocando la muerte del otro, aunque ignoramos el destino de esas palabras reunidas en su nombre.

En la infancia no tenemos memoria y a la vez establecemos la conciencia luctuosa de la perdida. La infancia parece existir en un presente perpetuo,

12 Pauls, A.: “Maurice Blanchot (1907-2003). Pagina 12, domingo 9 de marzo de 2003, Radar Libros.

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anterior a la memoria, hecha, sin embargo, de pura memoria. Nada sabe-mos de la infancia que no sea memoria porque la vida es una memoria que va construyendose y construyendonos a la vez. No existe el pasado, existe la memoria.

Dentro de esta memoria irremediable, que es convocada por los mur-mullos o balbuceos de los que habla Rulfo, en los nombres secretos, en los entresijos de lo dicho, esta el lenguaje que pugna por decirse y desdecirse continuamente en el mandato testamentario del acto de escritura.

“Mi herida existia antes que yo. He nacido para encarnarla”. Esta frase, del poeta surrealista Joe Bousquet, condensa lo que pretendo decir. El desas-tre, diria Blanchot, que es anterior a mi y que me define en mi postumidad, se reune en mi doble condicion de escritor postumo –como todo escritor– y de hijo postumo.

No hay escritura sin algo que muera antes, como ya mencione, en la memoria o en esa pantalla de la memoria que es la imaginacion. En la casa del presente –la infancia– no existe la muerte o la nocion de la muerte, existe la desgarradura interior por la que se infiltra el lenguaje. La herida es la insatisfaccion ante el lenguaje que, paradojicamente, solo puede ex-presarse por medio del lenguaje, aunque sea un lenguaje tartamudo, como dije al principio.

Antes de los cinco o seis anos yo nunca habia oido de la muerte pero la herida estaba presente –preexistia a mi, era toda yo o yo era toda ella– en un vacio de palabras o, si se quiere, anterior a la voluntad de decir, anterior al suplemento, al residuo del proceso imaginario que es el texto. Antes de que fuera el verbo, por asi decir, existia la herida en una niebla de no decir que busca decirse. No existian las palabras con las que decir el dolor o el desastre, que es algo que rebusca el escritor ansiosamente, sino la herida. El dolor exis-tente mas alla de las palabras. La muerte existente mas alla de las palabras, independiente de las palabras, pero, una vez acontecida, transformada en algo que va mas alla del dolor y de la muerte.

No se puede escribir, al menos como yo interpreto el acto de escritura, sin una fisura en la fragil estructura del mundo, “la derrota, la grieta, la muerte oculta tras las luces”, en palabras de Fitzgerald, y sin que esa incisura se con-vierta en un elemento constitutivo del proceso escritural. La herida preexis-tente y la escritura como proceso por el cual lo no dicho, lo no decible del

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todo, que no se deja trasladar al papel o a la computadora, clama y reclama por convertirse en palabras.

Desde nino busco mi herida preexistente asi como Kafka escribe en una de sus cartas a Milena: “Nada se me ha regalado, todo me lo he tenido que ganar: no solo el presente y el futuro, sino tambien el pasado; hasta esta he-rencia que todo ser humano suele recibir me he tenido que ganar, y quiza con mas denuedo aun”.13

La muerte preexiste a la palabra en ese otro pasado del que habla Kafka –el reino perdido u olvidado que estaba para mi–, en ese palimpsesto sobre el que esta escrita la pagina imaginaria anterior a la pagina real. La muerte pre-existe a la palabra porque es anterior a la conciencia de la muerte. Sin el vacio que produce –hendija, hendidura, rajadura, vacio ruidoso y silente– no es po-sible escribir porque todo proceso creativo es un profundo acto de resistencia ante el peso de lo irremediable. Un profundo acto de resistencia ante el peso de la realidad, de irrealidad contra realidad. El sentido de la escritura es inscribir eso que el lenguaje no puede expresar y que no puede dejar de expresar.

Hace unos anos le preguntaron a Norman Manea, escritor rumano de origen judio y exilio estadounidense, donde se sentia “en casa”. ¿En Estados Unidos, en Rumania o donde estan sus lectores?, le interrogo el periodista. El contesto: “En mi lengua”. La lengua de Manea, como la de Joyce, Kafka, Celan, Nabokov, Beckett, Canetti o, en nuestro ambito linguistico, Borges, Gelman y Fabio Morabito, entre otros, porta lo que George Steiner llama extraterritorialidad, una cierta marrania, una lengua sin casa que se refugia en otra, en una “lengua madrastra”, como la denomina la linguista argentina Gloria Borioli o tal vez “una lengua mamadre” (“Oh dulce mamadre / nunca pude / decir madrastra”), de la que habla Neruda en Memorial de Isla Negra.

¿Cual es la lengua de un escritor? ¿Cual es la lengua del bachiller Fer-nando de Rojas, judio converso, criptojudio, marrano, hijo de Hernando de Rojas, quemado vivo por judaizante y autor de la Tragicomedia de Calisto y Melibea o simplemente La celestina? ¿Cual es la lengua de Rulfo? He inten-tado contestar a esa pregunta en la primera parte de esta intervencion. La lengua de Rulfo es una lengua huerfana que quiere transcender su orfandad transformandose en literatura.

13 Josipovici, G.: ¿Qué fue de la modernidad? Madrid: Turner, 2012, pag. 11.

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“Todos los poetas son judios”, decia la escritora rusa Marina Tsvietaieva. De alguna manera todos los escritores somos transhumantes o huerfanos en una casa, la lengua, que no es nuestra. La lengua materna de un escritor no es un mero hecho biológico o territorial, como confirma Steiner, sino identita-rio, que define no solo la cosmovisión del autor sino su relación con la lengua de procedencia y de adopción.

Si la lengua fuera totalmente mia, exclusivamente mia, ¿cómo podria ser del otro? ¿Cómo podria hablar en nombre de los otros? Como dice Derrida: “Aun cuando no se tiene mas que una lengua materna y uno esta enraizado en su lugar de nacimiento y en su lengua, aun en ese caso, la lengua no per-tenece. No dejarse apropiar hace a la esencia de la lengua. La lengua es eso mismo que no se deja poseer, pero que, por esta misma razón, provoca toda clase de movimientos de apropiación”.14

La lengua es la lengua de otro –la madre– como hecho intimo y como hecho politico –el poder, el Estado, el imperio, la lengua del conquistador, en Latinoamerica– y tambien la lengua póstuma, la lengua que pronuncia la muerte del otro en mi mismo como espejo y reflejo y me obliga a la escritura. Lo que define la creación literaria es esa orfandad de la lengua, la imposibi-lidad de apropiarse de algo que es parte de nuestra identidad de pertenencia y que debe ser borrado en el acto de escritura, justamente para acceder a esa escritura como una realidad autónoma, lo que hace decir a Proust que “los libros hermosos estan escritos en una especie de lengua extranjera”.15

Para explicar este distanciamiento no encuentro un mejor ejemplo que mencionar a los escritores judios que, como Paul Celan y Elias Canetti, ru-mano uno y hungaro el otro, escogieron el aleman como expresión literaria despues de Auschwitz, contestando sin contestar a la imposibilidad de la es-critura despues del Holocausto. Canetti, cuya lengua materna era el ladino, “la lengua de la cocina”, como el la caracteriza, siendo judio sefardita conocia el espanol, el hungaro y el ingles, pero escogió lo que algunos han llamado el idioma del verdugo.

14 Derrida, J. “La lengua no pertenece. Entrevista con Evelynne Grossman”. Derrida en castellano. https://redaprenderycambiar.com.ar/derrida/textos/celan.htm Tomado de Revista de Poesia #58, primavera 2001.

15 Deleuze, G.: Clinica y critica. Barcelona: Anagrama, 1996, pag. 17.

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Evidentemente, estos autores hicieron suya una “lengua sin pueblo” –segun senala Giorgio Agamben– como acto de resistencia ante la catastrofe que lo destruye todo, incluso la lengua, o en particular la lengua. La lengua de Celan es posible en tanto lengua desollada, vuelta contra si misma, justamente porque no se reduce a su territorialidad o a su nacionalidad, que vendria a ser la del verdugo. Una lengua que, como mencione al principio, refiriendome a Rulfo, es una presencia llena de ausencias, de no dichos, de indecibles dicientes.

Cuidandome de no banalizar lo que considero un acontecimiento central en la vida de todo habitante del siglo XX –la catastrofe suprema, la herida ci-frada en un acontecimiento, la Shoah–, podriamos parodiar a Cabrera Infante diciendo que “el aleman es algo demasiado importante para dejarlo en manos de los alemanes”. Borrar el idioma, exterminar el idioma, seria sumar una catastrofe a otra y de paso suturar lo imperdonable, la herida que no tiene fin.

Mientras exista la herida de Celan en “el abismo de lo indecible”, que es su lengua literaria, permanecera la inmensidad atroz, inconmensurable, de lo que no puede decirse si no es a traves del silencio.

Para un escritor, la lengua materna no aparece como una herencia o una materia dada sino como una potencia, como la pagina imaginaria que debe ser reescrita todos los dias o como el palimpsesto que debe ser descarnado para iluminar otro debajo de las palabras. El hecho de ser escritor se relaciona con asumir la lengua propia como una lengua extranjera, la que habla otro que no soy yo cuando escribo, espejo y reflejo de lo que tambien soy.

Gelman, argentino de origen judio ucraniano y expresión rusa, hace explicita esa lengua anterior a la lengua en su libro dibaxu, escrito en ladino:

dibaxu dil cantu sta la boz dibaxu di la boz sta la folyaqu’il arvuli dexaracayer di mi boca

Debajo del dialecto judeoespanol o sefardi que contraria el origen askenazi de Gelman leemos –o escuchamos–, una rotura, una lengua dormida, la de

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Gelman mismo, que como una serie de estratos de dolor nos lleva a la perdida de perdidas que revela su escritura desde que “me deportaron de mi lengua”, como el mismo dice.

La lengua es la casa propia en la que el escritor erra y se extravia y en-cuentra de vuelta su camino a una casa que pierde, que debe perder, para volver a escribir. Una casa que habita para dejar constantemente vacia, que es de todos y es de nadie, como un patrimonio comun que se hereda sin titulo de propiedad.

Gelman, que no inventó la lengua en la que escribe, escribió en otra len-gua, porque “la unica manera de defender la lengua es atacarla”, como decia Proust. Cada escritor debe inventar su tradición literaria y, de alguna forma, su propia lengua, para acercarse a la lengua materna, de la que es huerfano al acometer el acto radical de escritura. La unica forma de escribir es el parri-cidio, la traición de la tradición, “una descomposición o una destrucción de la lengua materna, pero tambien la invención de una nueva lengua dentro de la lengua mediante la creación de sintaxis”, como escribió Gilles Deleuze16.

Escribimos o escribo para hacer posible mi silencio. Para hacer visible mi dolor, que es invisible, que es infinito y que a la vez se reduce a unas pocas palabras. Por mi historia personal, mi vida ha sido una lucha por apropiarme de ese silencio que es el de mis muertos –como el de Rulfo–, el de mi herida, el de las majestuosas mujeres de la tierra que me criaron y que gritaron sin palabras. La escritura es un grito que no se dice, que no puede decirse, pero que puede escucharse.

En mi primera novela, Encendiendo un cigarrillo con la punta del otro (1986), el protagonista, un nino enfermo prematuramente del mal de la or-fandad, llena de relojes despertadores su casa y los pone a funcionar todos a la vez para que los ninos que juegan en la acera de enfrente, al otro lado de la calle, y que no lo consideran su amigo, escuchen la alarma, se acuerden de el y lo incorporen al juego. Ese ruido ininteligible de los despertadores, que desconcierta a los vecinos, no transmite palabras y al mismo tiempo porta sin decirla la herida del nino huerfano, la herida que “existia antes que yo”, de la que habla Bousquet, y que el encarna.

16 Id.

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Los despertadores dicen, “calladamente, la pena. Ruidosamente, el dolor”, lo que el nino no dice o no puede decir o no quiere decir, por miedo a no ser entendido, a que no le salga la voz o a no tener lengua. Dicen lo que tarde o temprano se convertira en una sucesión de palabras, en el mandato testamentario del acto de escritura.

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LA FAMILIA ES LA MADRE DE LOS CONFLICTOS:

RESPUESTA A CARLOS CORTESRafael Ángel Herra

Agradezco a mi amigo y colega Carlos Cortes su disposición a escu-char unas palabras de respuesta al discurso de ingreso a la Academia Costarricense de la Lengua. Este es un motivo de dialogo incluso mas

alla del rito academico, que nos invita a madurar ideas.

El texto de Carlos Cortes es discurso en doble sentido: ceremonia de in-greso y a la vez reflexión en torno a la creatividad de la escritura, a sus raices intimas y polemicas. Con ese fin recurre a un procedimiento agudo y ademas persuasivo –para no desoir aqui los buenos consejos de la retórica, tan denos-tada y maltratada–. Su metodo consiste en acercarse al fuego por etapas: mi-randolo de lejos, girando alrededor del foco luminoso, tocando casi las brasas, volviendo a alejarse, para incursionar una vez mas y cada vez con nuevos pun-tos de vista y referencias textuales. Este proceso, al mismo tiempo fenomeno-lógico y hermeneutico, nos da la sensación (si, sensación, sentimiento corporal, fisico y no solo imaginario) de que hemos ingresado en el concepto. Su punto de arranque, el fuego, es la novela Pedro Paramo, la busqueda del padre.

No puedo resistirme a la sospecha de que esta tecnica de razonamiento circular se impone cuando el problema es inexplicable o al menos cuando asi lo sugieren los recursos teóricos y cientificos de que disponemos para es-tudiarlo; o bien, diciendolo con su nombre: la escritura como cualquier otro acto creativo no se explica del todo. Aun asi, queremos explicarla.

No juzgo necesario volver al daimon socratico, en el cual esta implicito el sentido religioso y monoteista de la palabra ‘creación’, es decir la creación de algo nuevo, algo que no estaba, que irrumpe desde su ausencia. Tampoco el texto ficcional se produce a la manera de un big bang, teoria que tanto tra-bajan los fisicos y que formuló por primera vez un cientifico que ademas era teólogo cristiano. El punto de vista que compara la creación artistica con la

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creación divina lleva a un callejón sin salida. Se deben explorar las ‘razones’ de la creatividad, es decir, darle otro sentido a este concepto, lo mas lejos posible del modelo teológico.

Carlos Cortes intentó otra fórmula: en el origen despiadado de la escri-tura esta el vacio, el abismo, lo irrecuperable, lo cual se ve marcado por la ausencia del padre, porque de esa ausencia arranca una fuerza elemental. Al aventurarse por esta via ha elegido la palabra ausencia, y para ir tras ella adop-ta un metodo reiterativo, recurrente y, en mi opinión, heuristico. Se podria concluir en breve que la palabra sirve para nombrar la ausencia, aspirando a abolirla. La creatividad seria entonces este esfuerzo por colmar la nada: la palabra contra el no-ser.

Carlos Cortes tuvo el acierto de evitar los recursos psicoanaliticos, aun-que existen coincidencias en el tema. Me atrevo a decir que por esa via hubie-ra redefinido la cuestión con la hipótesis del inconsciente. Pero uno queda in-satisfecho si identifica el inconsciente con esa nada que deja el padre ausente. No importa: el psicoanalisis si ha visto en la familia el centro de todo drama, tal y como lo habian propuesto los textos de ficción desde la Antiguedad, y de nuevo cerramos el circulo con una redundancia: la literatura encuentra en la literatura las razones de su origen. Por eso se vuelve a Pedro Paramo, circunvalando el fuego.

Centremonos en el punto que me interesa, un poco mas lejos, pues la propuesta de Carlos Cortes alude a la tradición textual. La epopeya, los mitos religiosos y, de manera mas directa, el drama tragico revelaron que la familia en tanto nucleo del conflicto humano es el origen del texto de ficción, al menos en la tradición occidental, desde Babilonia.

Junto al desgarramiento del padre ausente, tiene lugar otra catastrofe que tambien recogen los textos: la muerte del hijo a manos del padre (y de la madre, en grado menor), asi como la muerte del padre por parte del hijo. No hace falta ser exhaustivo, Cronos devorando a sus hijos, Jehova que extermi-na a la humanidad entera con el diluvio (historia tomada de la epopeya de Gilgamesh), o Jehova que tortura a Job por pura vanidad, peor aun: Jehova destruye a su hijo para complacer al demonio, a ese tercero incluso, el voyeur, que se goza con ello. La cristiandad sienta las bases sobre el gran crimen de la crucifixión, es decir, el padre que sacrifica al hijo. Asi lo dicen las escrituras:

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existe un texto fundacional, un texto. La historia de la fe es muy extrana: se asienta en crimenes familiares. Esa extraneza nos reenvia al problema: segui-mos girando alrededor del fuego.

Si observamos la tragedia griega dentro de este horizonte, e incluso an-tes, la poesia epica, el drama que exige ser hablado, contado, representado y vuelto a contar, es el crimen familiar, como en Edipo, Medea, Electra, Tantalo, Pelope, etc. Se va a la guerra por una ofensa contra la familia. La sucesión de los dioses y su relación con los seres humanos esta llena de trai-ciones, crimenes, despedazamientos. Todo acaba en los textos, eso son textos. Los textos necesitan decir, cantar, reinventar, lamentar, maldecir, repetir, los textos representan e incluso crean los conflictos en los cuales y por los cuales la sociedad se concibe a si misma y sin los cuales no puede concebirse. Esta autopercepción obsesiva es tan radical, tan fundacional que construye a sus dioses a su imagen y semejanza. No me extrana que aun hoy, en que puja por salir adelante una modernidad laica, siga sacralizandose el conflicto. El conflicto es algo intimo, radical en su humanidad, tan horrendo y poderoso, tan execrable y esencial a las dinamicas de poder, que no puede dejar de ex-presarse, y una de esas formas es la palabra.

La ausencia, el vacio que deja el padre, acontece en el seno del conflicto primigenio: la familia. Estos dos conceptos no se oponen: se complementan. En el fondo de todas las cosas, el padre representa el poder, sea real o ima-ginario. Su ausencia inflama el conflicto. La palabra que llena el vacio del padre ausente tambien surge como un instrumento para entender el conflic-to, para apropiarselo de algun modo y ordenar imaginariamente el caos real imposible de poner en orden si no es con la palabra o con mas violencia.

Volvamos a la familia, la familia de la epopeya, de la tragedia, de la no-vela. La familia es la madre de los conflictos, es donde el conflicto nace mas agudo y mas fresco. Por eso desde el principio los textos de ficción –la palabra hablada y luego escrita– se centran en la representación de la familia.

La literatura quiere comprender la nada que deja la muerte del padre, la muerte del hijo, y mas en el fondo, la catastrofe del conflicto. Tal vez si no hubiera guerras ni crimenes no habria literatura. El Paraiso, el Jardin de las Hesperides, como antipodas de la violencia, son una tentación, pero definen lo imposible a la humanidad y los alcances de lo posible a la literatura.

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HOMENAJE A JOAQUÍN GARCÍA MONGEArnoldo Mora

Don Joaquin Garcia Monge nació el 20 de enero de 1881 en el centro del cantón de Desamparados. Alli mismo pasara la mayor parte de su larga y fecunda vida. Muere en las ultimas horas del ultimo dia

del mes de octubre de 1958. En estas lineas se desea hacer un homenaje a su memoria, por motivo del centenario de la revista Repertorio Americano, su mayor legado a la historia cultural del pais.

García Monge y la literatura costarricense

La producción literaria, no abundante pero si de una trascendencia que ninguno de sus comentaristas discute siquiera, ha sido la parte de la obra de don Joaquin mas estudiada. Sin restarle merito a su importancia para las letras y el desarrollo de la cultura general de nuestra patria, los criticos e his-toriadores de la literatura difieren, sin embargo, en cuanto a su tipificación desde el punto de vista de diversas corrientes esteticas. Rogelio Sotela, en su obra Escritores costarricenses (Lehmann, San Jose, 1942) lo considera un escri-tor folklorista de la llamada segunda generación. En la misma linea va Mary Clara Allison en su tesis doctoral titulada A survey of the Literature and Cultu-re of Costa Rica (thesis of philosophy, University of Washington, 1952), pues lo incluye dentro de los iniciadores del costumbrismo. Por su parte, Constan-tino Lascaris, en su obra, clasica en la materia, titulada Desarrollo de las ideas filosóficas en Costa Rica (Editorial Costa Rica, San Jose, 1964) lo cataloga como un anarquista con tendencias existenciales muy marcadas. Contrastan-do con las opiniones anteriores, Abelardo Bonilla en su imprescindible obra Historia y Antologia de la Literatura Costarricense (Editorial Universitaria, San Jose, 1957) da en nuestra opinión, una visión mas acertada de la obra literaria de Garcia Monge al atribuirle la creación, en el medio nacional, del realismo social y considerarlo asi el iniciador de la literatura nacional en su fase moder-na; de ahi su influencia decisiva en los escritores posteriores. En efecto, sin la

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obra de don Joaquin no se podria entender la evolución de nuestra narrativa. En su visión de clasificación periódica de la historia de la literatura de Costa Rica, Bonilla lo situa en el Tercer Periodo, titulado “Realismo” (1900-1930). En la misma linea de analisis de don Abelardo, encontramos un breve pero enjundioso ensayo interpretativo de la obra literaria de Garcia Monge escrito por el Dr. Jezer Gonzalez en la revista Tertulia, n° 7, enero 1982) titulado Tareas para el analisis de la narrativa de don Joaquin Garcia Monge en el que intenta probar la afirmación anterior mediante un agudo analisis de la obra literaria de don Joaquin, aventurando, incluso, algunas hipótesis sobre el por-que de esta opción de don Joaquin; Gonzalez Picado enuncia su propuesta en estos terminos: ”Don Joaquin Garcia Monge es el creador de la novela realis-ta costarricense”; esta afirmación se ha vuelto un lugar comun de los historia-dores y de la critica literaria costarricense; pero, no obstante su validez no se ha tratado de definir en su sentido ni en sus alcances precisos. Mas eclectico en su juicio es el expresado por don Luis Barahona en su ensayo Apuntes para una historia de las ideas estéticas en Costa Rica (Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, San Jose, 1982) en el que clasifica la obra literaria de don Joaquin como “realismo costumbrista”. Por su parte, el analisis que de la obra literaria de Garcia Monge nos da Alfonso Chase, gran admirador de don Joaquin, coincide en lo fundamental con las opiniones vertidas por los analistas anteriormente citados; sobre la obra en su conjunto de Garcia Monge, escribe Chase: “Podria objetarse que la obra de Garcia Monge como creador propiamente dicho se limita a tres o cuatro libros, muy a principios de siglo, pero esta no se queda alli sino que sigue teniendo la vigencia deseada por el autor en su interes creativo”. Sin embargo, Chase difiere de los autores anteriormente citados, en cuanto que ve el nacimiento del realismo social solamente en la obra madura o tardia de don Joaquin, en concreto, en la colección de novelas cortas y cuentos titulada La mala sombra y otros sucesos, y no en los escritos de juventud, tales como El moto, escrita en 1900; nuestra opinión se inclina por dar la razón a Abelardo Bonilla y a Jezer Gonzalez y no a la posición de Alfonso Chase, que nos parece estar confundiendo la madurez de la forma que, sin duda, alcanza en su pleno desarrollo en la obra de 1917 inspirada en las concepciones esteticas, con los temas y enfoques, plenamente presentes desde 1900 con El moto; no es, por ende, una cuestión de cambio de enfoques, sino de grados y de sensibilidad estetica.

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Lo anterior nos lleva a profundizar en las causas que indujeron a don Joa-quin a realizar esta temprana opción que, sin embargo, marcara toda su vida y el rumbo mismo de las letras costarricenses, al decir de los autores citados. En la obra del propio don Joaquin, tan parco al referirse a si mismo, hay un rapido recuento de su producción literaria, al dejar caer al desgaire una frase que es toda una confesión, a propósito de unos datos autobiograficos que le fueron solicitados en agosto de 1944, siendo ya un hombre avanzado en anos y de consolidado prestigio en el mundo de las letras continentales. Don Joa-quin se expresa asi de su creación literaria:

Y ahora terminemos con algunas noticias acerca de la producción propia, muy escasa, muy modesta; me he inclinado mas a servir a los demas”. Antes de 1900, con el pseudónimo de El lugareño, publique en La prensa libre mis primeros articulos de costumbres costarricenses. En 1900: pu-blique tres novelitas: El moto (de factura perediana), Las hijas del campo (inspirada en las de Zola), Abnegación (inspirada en Tolstoi, Resurrección).

Con los anos, algunas cosas mas han salido. La mayoria esta en Reper-torio. Recogiendo lo que no se ha coleccionado, podria componer unos dos tomos mas con cosas mias. He de hacerlo antes de morir. En 1917 publique otro librito: La mala sombra y otros sucesos (muy estimado en el exterior). Y nada mas por el momento.

En el texto que hemos citado, merece destacarse la frase que podria ser la clave del estilo y la actitud de don Joaquin en materia literaria. La frase de marras es la siguiente: “Me he inclinado mas a servir a los demas”. Es la misma actitud que don Joaquin asume frente a la filosofia y el pensamiento puro, la misma que asume frente a la politica, la religión y el arte. Para don Joaquin, como claramente lo dice en otra carta suya, inedita hasta la publi-cación de sus Obras escogidas por su hijo, el Dr. Eugenio Garcia Carrillo, en su vida sólo hubo un absoluto, sólo hubo un Dios: la justicia, o, para decirlo con sus bellas palabras: “creo en el Destino como justicia por encima de los dioses y de los hombres”. Y anade mas adelante: “Por lo demas he creido en estos dos bienes supremos: la justicia civil y la libertad. Por ambos he luchado. Asi como por la belleza y el bien”. Para Garcia Monge, por ende, carecia de

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sentido el arte por el arte; la busqueda de la belleza y de la perfección for-mal estaba subordinada al valor supremo de la justicia y la libertad, es decir, al ser humano. El fondo predomina sobre la forma, el tema sobre el estilo, el testimonio sobre las ideas abstractas. Lo que importa para don Joaquin son los valores humanos, subordinando a tal objetivo incluso la inspiración o el sentimiento y la creación estetica. Tal fue la meta suprema de Garcia Monge, que le llevó espontaneamente a adoptar un estilo o estetica para expresar su propia creación literaria: el realismo social, que en esa epoca (fi-nales de siglo) apenas era cultivado en lengua espanola por algunos espiri-tus visionarios de las letras y el pensamiento. Para don Joaquin, escribir no fue un fin en si mismo, sino un medio para luchar por la justicia social y la dignidad humana. De ahi que sean los sectores marginados de la sociedad los personajes mas destacados de sus obras, y la descripción desgarradora de su situación, el objeto de sus tecnicas literarias. Ante tal concepción de la vida en general, y de la literatura en particular, ¿que mejor instrumento de e expresión literaria que el realismo social? Joaquin Garcia Monge fue el escritor comprometido por excelencia desde sus primeros escritos. Su gran novedad en nuestro medio estriba en que no quiso describir al campesino como si le fuese una realidad extrana, sino con una identificación total de clase social. Su literatura es una literatura popular, si por tal se entiende no el escribir sencillo, que tambien fue preocupación del Maestro Garcia Mon-ge, mil veces repetida, sino describir la realidad de su pueblo desde dentro, desde su propia entrana. Para don Joaquin el campesino costarricense es una realidad demasiado seria como para convertirla simplemente en objeto de ficción literaria; no se interesa en sus costumbres, habla vernacula o indumentaria unicamente por lo pintoresco, que es todo lo que hace un es-critor de mirada superficial y foraneas, sino porque detras de esas realidades exteriores descubre el drama de la injusticia y la miseria; detras esos rostros prematuramente envejecidos, adivina el reflejo de exigencias de libertad nunca satisfechas, de una dignidad nunca reconocida; detras de esos hom-bres y mujeres ve la interpelación por la justicia y el dolor de la explotación. Desde su juventud, don Joaquin hizo suyo el destino de su pueblo, y vio hermanos en los mas humildes de sus compatriotas. Por no necesitó salir de su terruno desamparadeno para descubrir al ser humano en toda su di-mensión, haciendo suyo el drama de su destino como clase social. Esto nos

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explica por que la corriente estetica, insisto, que mejor expresó esa visión de mundo fue el realismo social.

Los cien años de Repertorio Americano

El pensamiento, la obra literaria y, sobre todo, la divulgación cultural ejercida por don Joaquin a traves de su artesanal editorial y de la revista Repertorio Americano cumpliran de hecho las funciones que, segun Rodrigo Facio, corresponden por su misma naturaleza a una universidad de un pais que se pretende democratico, cual es la de convertirse en la conciencia lucida de la patria, trascendiendo las limitadas paredes de las aulas y divulgando el pensamiento critico mas actual, pero siempre fiel a los mejores valores civi-cos; de esta manera, la universidad cumple su función de ser un aula abierta a todos los ciudadanos. Repertorio Americano cumplió esa patriótica función mientras la Universidad de Costa Rica no existia, función tanto mas urgente cuanto ya el pais habia logrado grandes avances en la alfabetización gracias a la reforma del Ministro Mauro Fernandez, la creación de la Escuela Normal en Heredia, el crecimiento de las escuelas primarias y la consolidación de los liceos de segunda ensenanza al menos en las cabeceras de las provincias de la Meseta Central. Por lo que necesitaba nuestro pais un nuevo impulso en ideas para su propio y autóctono desarrollo material, cultural y, sobre todo, democratico. Por haberlo entendido mejor que nadie y haberse puesto a la ca-beza del este, por solo ese hecho –insisto– don Joaquin merece un lugar des-tacado, por no decir unico, en la historia cultural y politica de nuestro pais.

Don Joaquin Garcia Monge es por si mismo una institución nacional y, bajo muchos puntos de vista, que luego analizare someramente, un caso tam-bien unico en la historia de las letras, de la difusión cultural y de la conciencia democratica de Nuestra America. Por eso su muerte constituyó un duelo continental, como sospecho no lo ha habido por ningun otro costarricense en el campo de las letras, la cultura, divulgación cientifica y la del compromiso con los mejores y mas autenticos valores de la democracia tal como la enten-demos hoy: un sistema politico, pluralista, critico pero constructivo, solida-rio y defensor de la naturaleza. Don Joaquin es, por eso mismo, uno de los costarricenses mas universal de la historia patria en razón de su mentalidad cosmopolita. Quizas ningun otro costarricense proveniente del campo de las

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letras y la cultura ha recibido en vida mas honores fuera de su Patria que el. Como prueba de lo dicho, sito las palabras de Edelberto Torres Espinoza: “El nombre de Garcia Monge habia llegado a ser pronunciado mas que con simpatia, con una nota de respeto y devoción. Era el mas visible de todo el continente como sembrador de cultura. Las personalidades intelectuales que pasaban por Centroamerica se detenian en San Jose para saludarle. Entonces los honores llegaban a el como simientes arrojadas al voleo”. En cuanto a su propia patria, los honores fueron tantos como los sinsabores, incluida la per-secución. Desde su fundación, fue profesor de liceo, luego (1917-18) director de la Escuela Normal de Heredia, unica institución superior publica de la epoca. Luego de la caida de del dictador Federico Tinoco, seria por pocos meses ministro de Instrucción Publica. Don Joaquin consolidaba asi la obra educacional iniciada por la reforma de don Mauro Fernandez, pero con ple-na conciencia de la necesidad de crear una universidad que llenara el vacio institucional dejado por su ya larga ausencia y sentida por numerosas perso-nalidades que, desde los tiempos de Tinoco, venian insistiendo en su crea-ción. Estas mismas personalidades escribieron una hermosa carta al ministro Garcia Monge en ese sentido, quien la acogió complacido y la hizo llegar al presidente Aguilar Barquero. Se tomaron entonces medidas concretas para llevar a cabo tan imprescindible obra; pero luego no se continuaron. Don Carlos Monge explica en detalle en su obra Universidad e Historia las causas de este retardo.

De 1920 a 1936, don Joaquin Garcia Monge ejerce como director de la Biblioteca Nacional; pero continua su labor indeclinable como editor del Repertorio Americano iniciada en setiembre de 1919 y mantenida hasta su muerte de manera incansable y con frecuencia, sobre todo, al final de su vida, solitaria y casi sin recursos. Por eso considero que el acontecimiento mas sig-nificativo de su vida se da precisamente en ese 1º de setiembre de 1919 con la aparición de la obra que por si sola, hara de don Joaquin Garcia Monge una de las figuras mas relevantes de nuestra cultura: Repertorio Americano. Su nombre constituyó una evocación y una manera de honrar y una conti-nuación adaptada a nuestros tiempos, del que fundara Andres Bello, un siglo atras en Londres, pero con identicos objetivos: mantener vivos el espiritu del panamericanismo a traves de las expresiones mas elevadas de la cultura, como es la lengua que a todos nos une. Pero el Repertorio Americano de don

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HOMENAJE A JOAQUÍN GARCÍA MONGE 43

Joaquin sera algo mas; sera ventana abierta al mundo, ojo critico y testigo comprometido de los acontecimientos politicos y culturales mas relevantes de su epoca. Como muy pocos en nuestra historia, Garcia Monge, a traves de su ingente labor en Repertorio Americano, sera el testigo mas lucido de su epoca, la conciencia viva de los mas elevados valores humanos y la voz de denuncia mas limpia y audaz de la primera mitad del siglo pasado. Garcia Monge hara del Repertorio Americano el mas alto monumento al humanismo que manos y mente costarricenses hayan jamas construido. Con su lectura se forjaron ge-neraciones enteras, que mientras vivieron guardaron su memoria en el rincón mas sagrado de sus recuerdos, como lo testimonia Adela Ferreto entre otros muchos. Sus compatriotas supieron reconocer, al menos en buena medida esa colosal labor. Finalmente, a escasos seis dias de su muerte, nuestra Asamblea Legislativa lo declaró Benemerito de la Patria.

Pero este don Joaquin Garcia Monge, universal y cosmopolita como quizas ningun otro costarricense, inclaudicable en sus principios y exigente en sus criterios esteticos, politicos y morales, amado y perseguido, honrado y controvertido, fue, sin embargo, el hombre mas apegado a su terruno. Gus-taba mostrar y demostrar su amor entranable a su madre, a su esposa y a su hijo. Jamas negó ni ocultó sus raices campesinas y su entranable apego a su terruno desamparadeno. Tico por los cuatro costados, tuvo, sin embargo, una mente amplia y ancha como el universo. Tal fue don Joaquin Garcia Monge; asi se retrata en su obra monumental el Repertorio Americano, cuyo centenario amerita ser celebrado a lo largo y ancho de este ano.

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PRODUCTIVIDAD DEL “PARTICIPIO” EN -UTU EN LA ROMANIA LATERAL

Víctor Ml. Sánchez Corrales

Academia Costarricense de la Lengua

Programa Estudios de Lexicografía

(ELEXHICÓS)

Instituto de Investigaciones Lingüísticas

“Mi hijo sí es estudiado, trabaja en un banco”

I. Introducción

De mi artículo “Cordales o muelas del juicio en la Romania Lateral” (Sánchez Corrales 2012), retomo lo fundamental para puntualizar en los siguientes términos:

Las lenguas románicas son la lengua latina que se ha hablado sin inte-rrupción en aquel inmenso territorio que fue el Imperio Romano. A través de los siglos los hablantes romanizados y los romanos han tenido la conciencia -y la tienen sus actuales descendientes- de que hablan la lengua de sus padres y de sus antepasados. Las fuentes lingüísticas con que contamos (inscripciones, papiros, gramáticos, ciertos textos literarios y la comparación entre las dife-rentes lenguas románicas) para conocer el latín hablado en el vasto territorio romano, nos muestran una relativa unidad idiomática entre las provincias del Imperio. Esta lengua -el latín hablado en ese vasto territorio- sufrió constan-tes cambios, tanto por su propia evolución interna como por diferentes causas externas a ella con las correspondientes adecuaciones lingüístico-comunicati-vas a esas nuevas experiencias de vida, cuyo resultado final es el surgimiento de las lenguas románicas.

Es sabido que Matteo Bartoli (1925), en su obra clásica Introduzione alla neolinguistica, propone un marco teórico-metodológico para investigar la

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lengua -la neolingüística o lingüística espacial- con el objetivo de inter-pretar los cambios que tuvo el latín, como lengua popular, en el terri-torio de la Romania considerada en su conjunto, teniendo en cuenta la distribución geográfica de los cambios lingüísticos en estudio con una categorización por zonas. De acuerdo con esos criterios, las innovaciones lingüísticas y su expansión geográfica, los neolingüistas establecen cate-gorías binarias para describir las diferencias regionales del latín hablado o vulgar y la consiguiente formación de las lenguas románicas: arcaísmos lingüísticos frente a innovaciones; zonas arcaizantes en oposición a zonas innovadoras.

De conformidad con la teoría de Bartoli, la Romania se divide en distin-tas áreas lingüísticas, las cuales presentan diferencias léxicas, morfológicas, sintácticas o fonéticas, diferencias que pueden ser descritas en términos de las normas establecidas a partir de la observación de los hechos lingüísticos. En este orden de ideas, en las áreas laterales de la Romania (la Península Ibérica y Dacia con respecto a Galia e Italia, que son áreas centrales) se identifican como zonas menos innovadoras respecto de los centros difusores de los cam-bios lingüísticos. Es clásico, por ejemplo, el comparativo de superioridad para fundamentar dicha clasificación:

Romania lateral Romania central Zona de diglosia

mais forte:portugués plus fort: francés mai fortz: antiguo

chus forte; portugués antiguo pli ferm: sobreselvano provenzal

más fuerte: español prufforte: sardo plus fortz: provenzal

més fort: catalán più forte: italiano

mai foarte: rumano

Las lenguas de la Romania lateral, por su condición geográfica extrema respecto de los grandes centros político-culturales del Imperio, además de aspectos de la respectiva historia externa, van a presentar, de conformidad con la teoría de Bartoli, ciertas diferencias dialectales frente a las lenguas que no están en esas situaciones.

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II. Del participio pasivo latino: -Utu

Ernout (1974/1914) y Väänänem (1975/1967), entre otros, acotan que la función del participio pasivo latino es desempeñada por un antiguo adjetivo verbal en *-to-, el cual indicaba que del nombre-núcleo se predicaba la no-ción verbal expresada por el verbo: homo cenatus: “hombre que ha comido”, puella pransa [*prandta] “niña que ha desayunado” (cf. español: hombre estu-diado “hombre que ha estudiado”, rumano: om citit “hombre que ha leído”). Este adjetivo podía tener sentido activo o pasivo, lo que permitió que se em-pleara con valor activo en los verbos latinos deponentes (sequor: secutus sum “he seguido”) y semideponentes (gaudeo: gavisus sum “me he alegrado”), tiempos de perfecto; por otra parte, su uso con valor pasivo, también en las formas perfectivas, en los verbos que tuvieran dicha diátesis ( amo: amatus sum “he sido amado”, audio: auditus sum “he sido oído” ). La vocal “ligativa” -U, para el caso del que nos ocupamos en este pequeño estudio, tenía realiza-ciones condicionadas morfológicamente de conformidad con la clase de con-jugación a la que pertenecía el verbo: -a- (verbos de tema en a), -i- (verbos de tema en e y en i), -u- (algunos verbos de tema en e, latín vulgar) o cero (verbos en consonante o i breve), esta última como en capio: captum “tomar”, rego: rectum “regir”, “gobernar”. Son ejemplos de las primeras tres realizaciones: amatum (de amare), monitum (de monere), auditum (de audire), minutum (de minuo), solutum (de solvere) y secutum (de sequor).

Al principio, el morfema *-to- se sufijaba a la raíz verbal, sin relacionarse ni con el tema de infectum ni de perfectum: latín do/ dedi/ datum; griego:

Pues bien, esta terminación latina -utus, a, um, cuyo origen se remon-ta al morfema *-to-, de conformidad con Leumann (1977:333-34), citado por Pharies (2002: 513), se emplea también con bases nominales sustantivas, al principio, con nombres de la cuarta declinación, por condicionamiento morfológico, lo que explicaría: cornutus “que tiene cuernos” ( cornu, -us “cuerno”), verutus “con punta” ( veru, us, “asador”), para extenderse luego a bases nominales de otras declinaciones: nasutus “narigudo” ( nasus, i “nariz”), hirsutus “hirsuto” ( *hirsu hirtus, -a, -um “erizado”). En este orden de ideas, tenemos en español, por ejemplo, zancudo (de zanca), barrigudo (de barriga), lanudo (de lana); en rumano, început “inicio” (de începe, “comenzar”), v zut

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“vista” (de vedea: “ver”). La forma participial en -utu ha conocido un desarro-llo considerable en las lenguas románicas, incluido el español: “rum. b ut, cre-zut, avut, vîndut; it. bevuto, dovuto, creduto, avuto, venduto: a. fr. beü, creü, eü, vendu; a. esp. metudo, perdudo, tenudo” (Väänänem (1975/1967: 231).

III. La terminación -Utu en dos lenguas de la Romania lateral. El caso del español de Costa Rica

“Sospiró mio Çid, -- ca mucho avié grandes cuidados.

Fabló mio Çid – bien e tan mesurado:

«grado a ti, señor padre, --que estás en el alto!

»Esto me an buoloto – mios enemigos malos» (Poema del Cid, versión de Alfonso Reyes,1967:14)

En el rumano, el sufijo de participio, en cuanto a su forma de expresión, tiene realizaciones diferentes de acuerdo con la clase de verbo: -at para los verbos cuyo infinitivo termina en -a: lucrat (infinitivo : lucra “trabajar”), mîncat (infinitivo: mînca “comer”) y -ut, para casi la totalidad de los ver-bos con infinitivo en -ea: v zut (infinitivo: vedea “ver”), avut (infinitivo: avea “tener”), pl cut (infinitivo: placea “gustar”) y para algunos verbos en -e: trecut (infinitivo: trece “pasar”), f cut (infinitivo: face “hacer”), b tut (infinitivo: bate “golpear”) (cf. Academia Romana 2008: 498). El alomorfo -ut, tal como se puede apreciar por lo aquí anotado, tiene mucha vitalidad: se emplea para formar participios (de uso en los tiempos compuestos y voz pasiva) y estos pueden funcionar como sustantivos (neutros), adjetivos e in-clusive, como adverbios: mi-a pl cut “me ha agradado”, pl cut s. n. “lo que agrada”, pl cut (- ): “agradable”, “simpático”, vobe te foarte pl cut “habla de un modo muy agradable”.

En español, el sufijo derivativo de participios, también en cuanto a su forma de expresión, tiene diferentes realizaciones condicionadas morfológica-mente: -ado para los verbos de la primera conjugación, -ido para los de la se-gunda y para la tercera conjugación, además de los participios fuertes del tipo escrito, expreso, hecho, etc., habiendo tenido hasta la época medieval for-mas en -udo como “metudo, perdudo, tenudo” (Väänänem (1975/1967: 231)

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y buoloto (de volo “querer”). Esas formas de origen participial, además de su uso como participio en la formación de tiempos compuestos y en la voz pasiva, se emplean, por su vitalidad, como sustantivos y adjetivos y también esas terminaciones -ada e -ida pueden sufijarse a bases léxicas nominales: caminada/ caminado (de caminar), partida/ partido (de partir), escrito (de escribir): [sustantivo: (un ~ ), adjetivo: (texto ~)], lunada (de luna), descolo-rido (des + color + ido), muchachada (de muchacho), lanudo, -a (de lana).

Por su parte, si bien en el español actual no hay participios terminados en -udo (cf. Menéndez Pidal 1977[1905]:321), contrario al rumano -ut, sí hay derivados a partir de bases nominales con las categorías de sustantivo y de ad-jetivo: testarudo (de tiesta, con el interfijo -ar-), concienzudo (de conciencia), corajudo (de coraje), mechudo (de mecha), nalgudo (de nalga), peludo (de pelo), puntiagudo (de punta aguda y esta de acuta), zancudo (de zanca), etc.

En lo concerniente al español de Costa Rica, el sufijo -udo (lat. -utu) es muy productivo para formar sustantivos/adjetivos abundanciales de ca-lidad. Citaremos, a manera de ejemplo, barbudo (de barba), calzonudo (de calzón), cojudo (de coj[ón] por regresión morfológica), cotonudo (de cotón), fondilludo (de fondillo), mantudo (de manta), pichudo (de picha), picudo (de pico), suertudo (de suerte), raizudo (de raíz), etc. Las voces calzonudo, cotonudo y mantudo están en obsolescencia, mas no así las otras. Nos vamos a referir, a partir de un criterio diferencial-contrastivo, tomado el DLE (2014) como filtro, a barbudo, cojudo, fondilludo y pichudo por las particularida-des que presentan.

Agüero (1996: 31) define la voz barbudo en los siguientes términos:

barbudo. m. Zool. Rhamdia rogersi, Rh. Wagnri, Rh. Nasuta, etc. Pez muy común en los ríos de Costa Rica; mide aproximadamente dos decíme-tros de longitud; su color es negruzco, no tiene escamas, pero sí unas pro-minencias largas que parecen bigotes de gato. Cuando llueve y los riachuelos crecen y se enturbian, entonces estos peces salen de debajo de las piedras y éste es el momento propicio de pescarlos. // 2. fig. Comida hecha de judías (V. vainicas) verdes, sancochadas, envueltas en huevo batido y luego fritas. Los barbudos son rollitos de judías que se atan a veces con un hilo para que no se separen. Llámanse así a causa de la apariencia que toman los haces una

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vez que se fríen. // 3. Bot. Piptocarpha chontalensis. Arbusto de las regiones cálidas del Pacífico y meridionales, semitrepador. // sacar un barbudo a uno fr. fig. fam. Pasar rápidamente el dedo índice por los labios cerrados de uno, de modo que el labio inferior se abra y se cierre rápidamente y produzca un ruido característico, parecido al que se produce cuando se saca un pez del agua, o cuando éste salta fuera de ella y vuelve a hundirse”.

Respecto de cojudo, fondilludo y pichudo, Agüero anota:

“cojudo, da. Adj. V. cojonudo” (op. cit. 68). “fondilludo, da. (De fondillo. V.) adj. Que tiene grandes las asentade-

ras” (op. cit. 151).

“pichudo. (De picha) adj. vulg. Voz vitanda con que se califica al hombre de pene grande” (op. cit. 257).

La voz barbudo, como costarriqueñismo, tiene gran vitalidad al haber adquirido, en virtud procesos metafóricos de creación léxica, tres acepciones: una, para el campo de la zoología, la segunda para la vida de la cotidiani-dad: alimentación, y la tercera, para el ámbito de la botánica. Enriquece su vitalidad al ser un elemento constitutivo de la unidad fraseológica sacar un barbudo, actualmente en desuso.

En lo concerniente al vocablo cojudo, formado de coj- por regresión mor-fológica de la voz cojón, es un sustantivo-adjetivo, cuya definición es “sust. adj. Persona que es valiente, animosa, esforzada”.

La lexía simple fondilludo es un eufemismo de nalgudo y de nalgón; pichudo, en cuanto a la acepción registrada por Agüero (1996: 257), esta ha perdido aquellas restricciones de uso, de modo que actualmente, en la jerga juvenil se emplea en otras situaciones comunicativas; en el sociolecto de los jóvenes, al crearse formas léxicas que resultan contraculturales y vitandas para la competencia lingüístico-comunicativa del adulto y de un registro formal, palabras con connotaciones negativas devienen como elementos lingüísticos identitarios del grupo social. En el Diccionario del español actual de Costa Rica (DEACR) (ELEXHICÓS, en proceso), la voz pichudo, da se define en los siguientes términos:

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pichudo, -a I adj 1 juv Ref. a una persona o cosa: Que es hermosa, mag-nífica, digna de admiración. Tengo una amiga muy pichuda. (fnd)}}. Anda con un reloj de lo más pichudo. (fnd) }}. | 2 juv Ref. a una cosa: Que es difícil de comprender o de hacer. Lástima que no pude responder la pregunta, pero es que estaba demasiado pichuda. (fnd) }}. | II. adv 3 juv De manera hermosa, magnífica, digna de admiración. ¡No sabía que bailabas tan pichudo!(fnd) }}.

IV. Conclusiones

La lengua rumana, como lengua de la lateralidad románica, se presenta más conservadora en cuanto al elemento lingüístico estudiado: la forma de expresión Utu como morfema de participio para las formas verbales com-puestas y correspondientes pasivas -am crezut “he creído”- y para derivativo de adjetivos se han conservado -pl cut (- ): “agradable”, “simpático”-, además de emplearse en función sustantiva -pl cut “lo agradable”- e inclusive adver-bial -vobe te foarte pl cut “habla de un modo muy agradable”-, además de tener aquel valor activo -om citit: hombre de lectura-.

El español, lengua de la lateralidad occidental románica, se muestra me-nos conservadora, pues ya en su etapa moderna -español moderno- los par-ticipios en -udo habían cedido ante la forma -ido, coexistentes ambas en el siglo XIII (cf. Penny 1998: 216), tres centurias antes de la llegada del español al Nuevo Mundo.

En el caso de Costa Rica, la terminación -udo es muy productiva en la for-mación de sustantivos/adjetivos abundanciales de calidad, pero solo en el caso de pichudo se ha registrado un uso adverbial; tal productividad se extiende a las terminaciones -ada, - ado e -ida, -ido sufijadas a bases léxicas verbales y la primera de ellas -ada es muy productiva al formar derivados a partir de base nominales: mesada (de mes), manada (de mano), monada (de mono), etc.

Bibliografía

Academia Român , Institutul de Lingvistica “Iorgu Iordan-Al. Rosetti”. 2008. Gramatica Limbii Române. Bucure ti: Editura Academiei Române.

Agüero Chaves, A, 1966. Diccionario de costarriqueñismos. San José: Publicaciones de la Asamblea Legislativa de Costa Rica.

Anónimo. 1967. Poema del Cid. Madrid: Espasa-Calpe, S.A.

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Bartoli, M. 1925. Introduzione alla neolinguistica. Génova: L. S. Olschki.Väänänen Veikko. 1967. Introducción al latín vulgar. Madrid: Gredos.Ernout, A. 1974. Morphologie historique du latin. París: Klincksieck.Penny, Ralph. 1998. Gramática histórica del español. Barcelona: Ariel. Pharies, David. 2002. Diccionario etimológico de los sufijos españoles. Madrid: Gredos. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. 2014. Diccionario de la

Lengua Española. Madrid: España.

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TEXTOS OLVIDADOS DE RUBÉN DARÍOFlora Ovares

Margarita Rojas G.

No busquéis en el presente número el camafeo admirable de Rubén Darío.

El poeta (…) nos ha dejado. (…) Todos los días, a la hora del trabajo,

lo echamos de menos en la oficina del Diario del Comercio.

Manuel Argüello de Vars

Rubén Darío llegó a Costa Rica el 24 de agosto de 1891, venía de Guatemala, de dirigir El correo de la tarde. Durante los nueve meses que permaneció en el país, trabajó como redactor y colaboró en varios

periódicos y revistas nacionales. En ocasiones utilizó seudónimos: Sphinx, Revistero, Nubia, Petrovich, Darioff Faeiowski, o bien con sus iniciales: R. D., D., o R. D.; un par de veces firma junto con Justo A. Facio1.

El primer artículo de Darío durante su permanencia en el país es “Apun-tes”, que apareció el 2 de setiembre de 1891 en El Heraldo, periódico del escri-tor Pío Víquez. Los textos suyos en la prensa costarricense en el período de su estancia suman -hasta ahora- ochenta y siete publicaciones en seis periódicos y dos revistas y dos cuyo lugar de publicación no se ha verificado aún: La Prensa Libre (veintidós); en La República (cuatro); El Heraldo [de Costa Rica] (veintidós); Revista de Costa Rica (cinco), Diario del Comercio (treinta); dos

1 Para Günther Schmigalle, Darío también pudo haber utilizado seudónimos como Juan Verdad, John Truth, Abindarraez y Celestin. «”La pluma es arma hermosa”: Rubén Darío en Costa Rica. Con textos desconocidos de Rubén Darío, Francisco Gavidia y Mariano de Cavia», Lengua, segunda época, 23 (diciembre 2000) pp. 163-233.

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS54

en El Partido Constitucional2. Se ha señalado además que Darío publicó en Costa Rica -aunque no se han podido consultar las versiones originales - “La matuschka” y “La admirable ocurrencia de Farrals”3.

Muchas de estas publicaciones son originales, otras son reproducciones de textos publicados en otros países. Varios artículos y poemas se publicaron dos veces: “De sobremesa” había aparecido el 20 de febrero de 1891 en la revista Costa Rica Ilustrada y luego Darío la reproduce en El Heraldo de Costa Rica en abril de 1892. “La risa”, con dedicatoria a José Martí, se publicó el 23 enero 1892 en Costa Rica Ilustrada, y el 29 de agosto de 1891 en La Prensa Libre. “Febea” apareció primero en El Heraldo (5 y 6 de junio de 1891) y más tarde en La Prensa Libre (1 de octubre 1891). En la totalidad de estas publi-caciones hay poemas, cuentos, crónicas, notas necrológicas, reseñas de libros, polémicas.

El nombre de Darío no era desconocido para el público costarricense antes de su llegada al país en 1891, gracias no solo a su libro Azul…, pri-mera edición de 1888 y segunda ampliada de 1890; al menos ocho de sus escritos habían sido publicados antes en Costa Rica Ilustrada; un poema suyo se integró a la corona fúnebre de Juan Diego Braun, editada por Pío Víquez en 1885; “La canción del oro” apareció en La República en 1889; El Heraldo había publicado versos suyos bajo el título “Rimas”, así como el cuento “La novela de uno de tantos” y los poemas “Sinfonía en gris mayor” y “Claro de luna”.

Darío dejó el país el 15 de mayo de 1892, hecho del que informó la prensa nacional. Por ejemplo, en la Revista de Costa Rica, Manuel Argüello de Vars

2 Algunas no se pueden contabilizar por la desaparición de los periódicos de esos años en la Biblioteca Nacional, particularmente de los tomos de El Heraldo y El Heraldo de Costa Rica correspondientes a los meses de estadía de Darío en Costa Rica.

3 Carlos Jinesta enumera una de serie de artículos que no fueron recopilados por Teo-doro Picado. Entre ellos menciona “La matuschka” (La Tribuna, Valparaíso, 1 de fe-brero de 1889) que se habría publicado en mayo de 1892 en El Heraldo de Costa Rica y otros más que posteriormente fueron localizados por Margarita Castro Méndez y Ernesto Mejía Sánchez. Carlos Jinesta, Rubén Darío en Costa Rica: loanza, México: s. p. i, 1944, 37. Por su parte, G. Schmigalle, indica que “La admirable ocurrencia de Farrals” se publicó en Costa Rica, Schmigalle, p. 21.

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publica una noticia de su partida y Numa P. Llona le dedica un poema, que titula «Cromo». El periódico El Heraldo de Costa Rica lo despidió con estas emotivas palabras: “Con ser mucha la que nos causa el alejamiento del com-pañero y del amigo, no es nuestra mayor tristeza; nos sentimos tristes por la patria: mengua nos parece para Costa Rica que no hayamos podido sujetar aquí con lazo de oro las alas de ese pájaro maravilloso”4.

Después de su partida se reprodujeron numerosos textos suyos. Durante los últimos años del siglo XIX, se leen, entre otros, poemas en las revistas modernistas como Cuartillas, Pinceladas y Germinal: “Mayo alegre” en la primera, “Artistas argentinos. De la Cárcova” en la segunda y “Margarita” y “A Colón” en la tercera. “Costa Rica”, firmado en Guatemala en 1892, se recogerá en el primer tomo de la recopilación de Teodoro Picado, Rubén Darío en Costa Rica. “Cámara oscura”, que había aparecido por primera vez en Guatemala Ilustrada (setiembre de 1892) se publicó en 1893 en el Almanaque Centroamericano, de San José. Darío lo escribió en el álbum del fotógrafo Francisco Valiente como agradecimiento a la fotografía que este le había hecho. También dedica a Valiente el poema “Leda”, publicado en sep-tiembre de 1892 en Guatemala Ilustrada y el 18 de octubre en el periódico La Hoja del Pueblo; en este último periódico aparece “A la seguidilla” en diciembre del mismo año. Hay que agregar, por su importancia, el prólogo de Concherías en 1909, cuya primera edición se hizo en Barcelona y también recopilado por Picado.

En la Colección Ariel, García Monge organizó al menos dos tomos con textos del poeta; uno el mismo año de su muerte (1916) y otro del año si-guiente. El primero se titula La casa de las ideas, e incluye tres ensayos sobre sus libros: Azul…, Prosas profanas, Cantos de vida y esperanza. Agrega el cuen-to “La larva”, al que el editor añade una nota al pie que reproduce dos textos de Darío sobre sus experiencias con el mundo del más allá. Está también “Dilucidaciones”, firmado en Mallorca. La otra antología de la Colección Ariel la introduce un artículo de Enrique Gómez Carrillo, de 1912, titulado “Apreciación”.

4 “Adiós, Rubén”, El Heraldo de Costa Rica (11 de mayo de 1892) reproducido por Teodoro Picado ( ed.) Rubén Darío en Costa Rica, San José: Imprenta Alsina, 1920. p. 9.

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Entre los homenajes y veladas literarias de que dan cuenta las revistas literarias, está el organizado en 1917, ofrecido a Darío y Rodó, que contó con la presencia de los escritores Roberto Brenes Mesén, Luis Cruz Meza, Rogelio Sotela, Joaquín García Monge. La crónica del acontecimiento aparece el 1 de noviembre de 1917 en la revista Athenea, donde se transcriben las composi-ciones, versos y homenajes leídos. Se reproducen “Pegaso”, “La canción del oro” y algunas apreciaciones del poeta nicaragüense sobre Rodó.

* * *

El conjunto completo de las publicaciones de Darío cuando vivió en Cos-ta Rica se fue constituyendo a lo largo de muchos años gracias a las pacientes búsquedas de varios filólogos. La primera recopilación parece ser la de Teo-doro Picado, Rubén Darío en Costa Rica. Cuentos y versos, artículos y crónicas, que apareció en las Ediciones Sarmiento de Joaquín García Monge, un pri-mer tomo, con treinta y cuatro textos, en 1919, y el segundo, con veintisiete textos, en 1920. Posteriormente estos fueron incorporados en sucesivas colec-ciones de obras completas, en algunos casos sin mencionar al compilador ni que habían visto la luz en Costa Rica, como sucedió con los veinte tomos de las Obras completas del argentino Alberto Ghiraldo quien solamente consigna el año y a veces el país5.

Cinco textos más que no aparecen en la recopilación de Picado fue-ron encontrados por la filóloga costarricense Margarita Castro Méndez. Se trata de una reseña de una publicación informativa sobre Costa Rica; tres crónicas de actividades sociales y una nota sobre un representante extran-jero. Aunque los publicó en 1955, aparecieron en una revista universitaria de Estados Unidos, de poca circulación en el país, motivo por el cual se transcriben aquí6.

Ernesto Mejía Sánchez hizo una cuidadosa investigación filológica que re-sultó en la publicación entre 1950 y 1952 de las Poesías completas y los Cuentos

5 Cfr. Rubén Darío. Obras completas, edición de Alberto Ghiraldo, 20 vols., en sus diversas ediciones entre 1917 y 1929.

6 Margarita Castro M. “Darío: artículos inéditos escritos en Costa Rica”, Revista His-pánica Moderna, Editorial de la Universidad de Pensilvania, a. 21, n. 2 (abril de 1955) pp.186-194.

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completos, cada uno con varias ediciones y reimpresiones. En estos libros, sin embargo, no está todavía la totalidad de lo publicado por Darío en Costa Rica, porque se restringen a esos géneros literarios7.

Un posible descubrimiento de un texto publicado en Costa Rica y no incluido en las anteriores recopilaciones o incluido con una fecha de pu-blicación posterior, se dio a conocer en 1967, en ocasión del centenario del nacimiento de Darío, en una pequeña publicación costarricense. En esta su descubridor afirma haber encontrado en un diario nacional una versión del relato “Sor Filomela”, que sería anterior a la mexicana recopilada por Mejía Sánchez. Según este último, el cuento habría aparecido en Arte y Letras, de Buenos Aires, en 1894; la Revista Azul de México lo reprodujo el 11 de oc-tubre de 1896. Pareciera sin embargo que “Sor Filomela” se publicó antes en el Diario del Comercio, de San José, el 27 de agosto de 1892. Debido a que la edición no consigna un facsimilar y ese ejemplar del periódico no está en la colección de la Biblioteca Nacional, el posible hallazgo queda sin corroborar8.

Recientemente otros investigadores han hallado más textos; por ejem-plo en 1987 Pablo Steiner Jonas publica Intermezzo en Costa Rica, donde aparece “Conferencia sobre el nihilismo en Rusia”, firmada por Petrovich Darioff Faelowski9. Después de una larga estadía en las bibliotecas naciona-les, el profesor Günther Schmigalle, además de hacer un exhaustivo análisis de la situación de las investigaciones hasta el año 2000, agregó nueve textos más al corpus dariano costarricense. Entre estos da a conocer “Por el lado del Norte”, firmado por Darío con su nombre y apellido completos, y que Schmigalle considera “un magnífico ejemplar en la larga serie de textos anti-norteamericanos de Darío, cuyo más famoso es “El triunfo de Calibán” (p.5).

7 Rubén Darío. Cuentos completos, edición de Ernesto Mejía Sánchez México: Fondo de Cultura Económica, 1950 y Poesías completas, edición de Ernesto Mejía Sánchez, México: Fondo de Cultura Económica, 1952.

8 Julio Valle Castillo hace nuevas aclaraciones al respecto pero no reconoce la publi-cación del cuento en el Diario del Comercio, cfr. Rubén Darío, Cuentos completos (1950) edición de Ernesto Mejía Sánchez, tercera edición: Managua: Nueva Nicara-gua, 1994, p. 243.

9 Pablo Steiner Jonas, Intermezzo en Costa Rica, Managua: Gurdián, 1987.

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Existen, todavía, varias publicaciones que podrían atribuirse a Darío aunque no han sido consignadas por ninguno de los investigadores citados antes. Se trata de dos entrevistas, publicadas en diciembre de 1891 y en febre-ro de 1892; y varias notas, dos de política internacional, dos de crónica social, y una sobre una compañía de música. Las dos entrevistas aparecen bajo el título “El arte en Costa Rica”; una es la que hace el poeta, en su función de periodista, al artista español Tomás Mur. Se titula “El arte en Costa Rica. La reducción del monumento de Santamaría. Un taller de Bellas Artes”10. La segunda entrevista la realiza al artista Manuel González, y se titula “Un gran establecimiento artístico”. Ambas entrevistas, firmadas por Sphinx y publi-cadas en diciembre en el Diario del Comercio, se orientan por una misma motivación, lo cual se revela hacia el final del texto: promover el apoyo del gobierno en estas empresas. En las preguntas a Mur, Darío indaga sobre su trabajo en estos países y sobre la reducción de la estatua de Juan Santamaría. El escultor contesta críticamente acerca del desinterés general y la ausencia de estímulo oficial para las artes. La entrevista realizada a González tiene el interés adicional de dar a conocer al ilustrador Felipe Lehner, quien autor de numerosos trabajos en revistas literarias y almanaques en nuestro país. Carlos Jinesta menciona una publicación con el mismo título, aparecida en abril de 1892 en el Heraldo de Costa Rica, que no fue recopilada por Teodoro Picado.

Otra publicación que no aparece en las recopilaciones es “Croquis al vue-lo”, firmado por Sphinx. Se trata de una breve calificación profesional de cada uno de los catorce integrantes de la compañía García Marín, además de los coros.

Hay además dos notas, aparentemente de la autoría de Darío, publicadas en el Diario del Comercio. Una firmada por Revistero, tampoco forma parte de las recopilaciones; la otra, “Revista de Europa”, firmada por Sphinx, ya fue recopilada por G. Schmigalle. La primera, titulada “Centroamérica. El Salvador”, es una breve lista de informaciones sobre hechos sucedidos en este país, incluido una crítica a los partidarios de Ezeta, autor del golpe de Estado

10 Cfr. Rubén Darío en Costa Rica. Loanza, p. 42. Posteriormente Luis Ferrero fecha el artículo mencionado por Jinesta el 9 de abril de 1892. Luis Ferrero, Sociedad y arte en la Costa Rica del siglo XIX, San José: Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, 1986. p. 206.

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contra Menéndez: “El periódico América Central, órgano del general Anto-nio Ezeta, está haciendo propaganda a favor de la Unión Centroamericana. Los artículos a ello destinados, son vehementes. No podemos decir si sean oportunos” (2).

Una nota periodística sobre economía política es “Europa”, de Sphinx, acerca de la cual llama la atención que el autor, después de sintetizar los he-chos recién sucedidos, revele su posición al situarse del lado de los proteccio-nistas españoles frente a los franceses, país que Darío admiraba por encima de todos.

El artículo titulado “Cuestión científica”, también se publica firmado por Sphinx. Sin embargo, en este el compilador interviene poco pues constituye en realidad de una selección de textos aparentemente escritos por el científico Thomas A. Edison, que el redactor copia textualmente, después de una breve introducción, bajo el título Átomos inteligentes”.

Una nota de despedida al embajador español Julio de Arellano, también en El Diario del Comercio, aparece firmada por “Los redactores”, que en ese tiempo eran Justo A. Facio y Rubén Darío.

Otra publicación, aparecida en la Revista de Costa Rica en febrero de 1892 y firmada R. D., es una nota de despedida a la baronesa de Wilson, de quien destaca su vocación de viajera y su interés por América Latina. Aunque Darío no lo anota, se trata de Emilia Serrano de Wilson (1834-1922), periodista, novelista y autora de obras de historia y educación. Dejó memoria de sus via-jes en los libros Maravillas americanas y América y sus mujeress.

* * * Cuando Rubén Darío llegó a Costa Rica la práctica literaria apenas con-

taba con algunas décadas. Se empezaba a conocer los primeros tanteos en poesía y narrativa, el periodismo si acaso contaba con algo más de cinco décadas, las revistas se sucedían con muy poca duración cada una.

El autor de Azul…, joven también, llegó poco después de la segunda edi-ción aumentada de su famoso libro que lo habría de inscribir para siempre en la historia de la literatura en español. Y sin embargo, como muchos escritores, costarricenses y extranjeros, que debían luchar por su subsistencia diaria-mente, se vio obligado a trabajar como redactor de periódicos: debía abordar tanto entrevistas de arte como notas de política mundial o crónicas teatrales.

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Al analizar la trayectoria periodística de Darío desde sus primeras cola-boraciones en periódicos nicaragüenses hasta su aporte a reconocidas publi-caciones sudamericanas y europeas, se evidencia la multiplicidad de géneros y temas a los que tuvo que dedicar su pluma, obligado por la necesidad in-mediata. Muchos son textos vinculados con lo cotidiano, lo circunstancial y las preocupaciones e intereses del momento, lo que les otorga validez ante el público.

Esta pluralidad de intereses se percibe igualmente en los escritos que pu-blica en Costa Rica: junto a las poesías y los cuentos, aparecen revistas de no-ticias extranjeras, historias curiosas, comentarios políticos, reseñas de libros, crónicas y noticias sociales. Estos elementos aparecen unidos por el interés y la competencia del lector y, a la vez, descubren un espacio cultural compar-tido. Es posible por lo tanto vislumbrar en esas páginas la existencia de un determinado un público lector y delinear sus preferencias.

Su conocimiento resulta entonces de utilidad para bosquejar el ambiente cultural de esos años, para entender la función asignada al periodista y al periodismo, así como la cercanía, propia del momento histórico, de los es-critores e intelectuales con ese quehacer. Habría que preguntarse si, en esta labor, tal como sucedió en el plano de la literatura, su presencia en los diarios nacionales marcó un magisterio entre los escritores de su generación.

Junto con los textos hallados ahora, se transcriben también las piezas recuperadas por Margarita Castro M. en 1955.

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TEXTOS DE RUBÉN DARÍO PUBLICADOS EN COSTA RICA

Recopilados por Margarita Castro M.

FOTOGRAFÍAS INSTANTÁNEAS

DIPLOMÁTICOS

EL CONDE ANTONIO GREPPI

Entre los representantes extranjeros en Centro América, desde que existe cuer-po diplomático hasta el día, descuellan dos que Italia nos ha enviado; y cuya agra-dable memoria conservarán con especial aprecio los que les hayan conocido.

Estos nobles caballeros se llaman el duque de Liciguiorno y el conde Greppi. El primero representa a su patria en el Uruguay, si no me equivoco. El segundo es hoy huésped de Costa Rica.

El conde Greppi se gana las simpatías desde el momento en que se le trata. Es serio y culto. Está al corriente de toda nuestra vida política y social. Conoce nuestra lengua. Creo que para descansar de sus tareas diplomáticas pasea por los jardines de la literatura.

Está al tanto del movimiento intelectual europeo. Y entre sus revistas fa-voritas, se halla la Nuova Antologia, esa hermana gemela de la Revue des deux Mondes. Es en su trato afable y lleno de distinción.

Estudia nuestras producciones, nuestras estadísticas, nuestro progreso. Procura estrechar cada día más las relaciones entre nuestros países y su bella patria, regida por el fuerte y querido monarca Humberto, digno hijo del inolvidable “Re galant’uomo”11. El cual da muestra de consideración y afecto por estas repúblicas, con el solo hecho de enviar para que le representen, a ministros de la talla del conde Greppi.

RUBÉN DARÍO

El Heraldo de Costa Rica, San José

año I, n. 2632. 17 de noviembre de 1891. 2

11 ‘Rey galante’ en italiano.

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NOCHE BUENA EL BAILE EN CASA DE DON JAIME CARRANZA

La noche de la estrella de oro; la noche de Melchor, Gaspar y Baltasar; la noche en que el órgano de la iglesia trompetea; la noche de los alegres villan-cicos; la noche en que los niños de París gozan con el divino Noel y los niños de Nueva York aguardan al viejo barbudo y lleno de nieve, el gran Santa Claus; y los nuestros al Niño Dios, que da los flamantes y raros juguetes y los tentadores y deliciosos bombones; esa noche ha sido para nosotros esplén-dida en este pobre año que muere, año de tristezas y luchas, año de afanes y desesperanzas.

Fuimos a casa de Jaime Carranza, donde estaba la flor josefina: fuimos al baile de la Noche Buena.

Sabíamos que se había suprimido el frac, que sería un baile de confianza: que la noche seria admirable.

Desde la entrada se veía el grupo vencedor y delicioso de tantas hermosu-ras, a la luz de los farolillos de color que adornaban los corredores.

Cuando la orquesta preludió la primera cuadrilla, los salones se llenaron.

Para hacer una reseña exacta de la noche necesitaríamos un incansable y derrochador pincel, que emplease todos sus tonos en una revista de gracia y belleza. Y para nombrar, para decir, por ejemplo: la del traje rosado fue la reina; la del azul tierno imperó por lo graciosa; la de los espejuelos estuvo en-cantadora; la ...; no podría el pobre cronista. Ya temblaría por el grave peligro de un olvido; ya sentiría el influjo atrayente de un recuerdo; y, en todo caso, tendría el temor de cometer una que otra injusticia, o de no estar de acuerdo con más de una opinión.

De modo que, en realidad de verdad, dar la manzana de oro es difícil. Sphinx da su juicio, porque se atreve a arrostrar más de un divino rayo; la manzana de oro pertenece al traje color de rosa.

¡Dulce y primaveral color! Símbolo de la juventud, brota en los labios de los claveles, de las mujeres y de la Aurora.

La concurrencia fue numerosa y escogidísima; no sin que hubiese feridos de punta de ausencia, amartelados que lamentaban su soledad. Había, eso sí, parejas felices. Por ejemplo, un joven amigo nuestro, y su primorosa novia.

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Era de verlos, contentos, absolutamente satisfechos, olvidados de todo, consa-grados a la amable ilusión del día del velo blanco, de la fiesta nupcial.

Como los salones se llenaron, hubo parejas que, en tanto que el entusias-mo y la animación crecían, invadieron en la danza los corredores.

Abundaron los trajes blancos y los ojos negros. Había ojos azules tam-bién, llenos de tierna luz y de candor inefable; los verdes que cuando no son la esperanza, son como el océano cruel y hondo nido de la tempestad.

Una dama había, como fuera la musa de Th. de Banville, serena y picara, olímpica y juguetona, juntas la Anadiomena y Colombina; dama a quien sentaría admirablemente la diadema de las hermosas princesas reales y cuya sonrisa deja entrever el más lindo pórtico de perlas de donde puede brotar el aliento del amor, ¡traje rosado!... ¡Rosa! Otra, de risa sonora, de ojos azules, de traje azul, de cuerpo ágil y vivo cual si la agitase el aire en un junco... ¡Cam-pánula! Recordaremos al poeta:

Las campánulas hermosas¿sabes tú qué significan?

son campanas que repicanen las nupcias de las rosas...

Otra vestía de un color blando y amoroso, amatista fundido en nieve; su aspecto era el de una cazadora de corazones. ¡Ramo de lilas! (¿Sabes tú cuál es la flor preferida en el corpiño de la señorita Primavera? La aman por bella, por fresca y por avasalladora; esta es otra que triunfa, llena de sangre y de vida como Flora en su soberbia Pubertad. Al verla daban ganas de decirla: Felices noches, botón de rosa.

¿Y tú, toda de blanco la niña del abril y del alba? ¡Dios te salve, llena de es-plendor y de gracia! Era como de nieve, seráfica y deslumbradora de blancura, con la candidez de la espuma, del cisne, del cirio nuevo de la primera comunión.

Todos la admiraban en su nimbo de intacta delicadeza. ¡Dios te salve, lirio!Luisa... ¡pero si no puedo nombrar a nadie! Iba la niña suave, con la can-

ción de los primeros ensueños en la boca purpúrea; su paso era un ritmo. En su mirada había un poder invencible y supremo.

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Mi amiga risueña y sonrosada que al mirar inclina la cabeza como una paloma y entrecierra los ojos adorablemente; mi amiga libélula, mi amiga perla, mi preciosa amiga.

¿Y cuántas más?Muchas. Todas. Sería preciso ser millonario de adjetivos, pachá de los

tropos; tener una paleta inagotable, y un tesoro de arte que ofrecer a tanta merecedora de homenajes.

INTERMEZZO

A media noche, cena de varios amigos; unos en casa de don Gaspar Or-tuño, otros en la de don Juan Rafael Mata.

La del señor Ortuño estuvo como era de esperarse. Reinó la animación mayor y la más franca alegría.

En la casa del señor Mata, pasamos momentos agradabilísimos.Cosas que recordamos con placer: la caballerosidad exquisita y amistosa

del dueño de la casa; la conversaci6n del doctor Zambrana y el stein-wein, de primera calidad.

FINAL

El baile concluyó a la luz de la aurora.En toda la noche, la familia de Carranza prodigó sus cultas atenciones.Como al salir a la calle, el simpático e ilustrado Ministro de Venezuela,

me señalase en el cielo claro, creo que a Aldebarán, me acosté pensando en una buena estrella.

SPHINX

Diario del Comercio, San José

año I, n. 2327 de diciembre de 1891

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LIBROS RECIBIDOS COSTA RICA

BUREAU OF THE AMERICAN REPUBLICS WASHINGTON U. S. A.

I

De prensas yankees, que imprimen fino y nítido, acaba de salir el libro que sobre Costa Rica ha publicado la Oficina de las Repúblicas americanas, de Washington. El libro no viene mentiroso, y esto es ya una alabanza. El es-tablecimiento de esa oficina que da a conocer en casa de los norteamericanos nuestros países, es harto plausible. Así se les irá aminorando el desdén y la inquina que a nuestra raza manifiestan. La oficina lleva ya publicados treinta y un volúmenes incluyendo este de Costa Rica. El cual pinta y expone el país a correquetecojo y puede servir de manual y guía al viajero. Entendemos que la mayor parte de los datos que en este volumen se contienen están tomados de la obra en que tuvo iniciativa don Joaquín Bernardo Calvo.

Empieza el libro con una rapidísima ojeada histórica. Trata a seguida de la parte física y geográfica; del clima y de las estaciones de la capital y de las provincias; San José y sus progresos; Cartago, la ciudad de Ve-lázquez de Coronado, con sus bellos alrededores y sus aguas calientes; Alajuela, heroica y pintoresca; Heredia, f loreciente y laboriosa; la pro-vincia de Guanacaste, con su importantísima posición topográfica y la variedad de sus productos; Puntarenas, cálida, comercial, trabajadora; Limón, acariciada por el Atlántico y cuyos progresos crecen y aumentan de manera admirable. Trata del oro que guarda el seno de esta espléndida tierra, oro que en los zarcillos de las indias abrió los ojos del deseo en Co-lón y sus compañeros; oro que rellena el vientre rico del Monte del Agua-cate; oro que hoy la industria lucha por sacar a luz.. y quisiese Dios lo sacara para acuñarlo y hacer bajar el cambio! De las montañas y f lorestas habla; de sus cedros y granadillos, de sus maderas de construcción y de sus plantas medicinales; así del hule, como del quiebrahacha, que da su goma semejante a la arábiga. Sobre la agricultura nacional es otro capítu-lo; y al tratar de agricultura ¡cómo no hablar del grano maravilloso que

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tuvo a bien traer, el primero, en 1706 el excelente don Francisco Xavier Navarro, cuando mandaba en nombre del Rey Católico el gobernador don José Vázquez y Telles? El grano fue plantado en Cartago, y quépale esa gloria a la noble ciudad. Y alabanzas eternas sean dadas al balandrán del padre Velarde, que dio buen viento a la industria que es hoy el pan y el oro de tantos trabajadores costarricenses; y alabanzas también a don Juan Mora, a Carrillo, a don Juan Rafael Mora, y a todos los demás que abrieron cauce ancho a esa fuente de riqueza. ¿Y el banano? Digan lo que es para la república tantos vapores que llevan al yankee el fruto valioso, en competencia con las Indias británicas occidentales, con Cuba, con Honduras. Ricardo Villafranca, el cónsul activo y patriota, puede tam-bién decirlo. Al azúcar y al tabaco asimismo hay justísimos recuerdos; y al resto de las varias producciones de suelo tan fecundo como este. Por de contado que debían estar, como están, párrafos interesantes sobre el ganado y su engorde; sobre la pesca de las perlas en el “oriental” golfo de Nicoya, de donde ha salido esa goma preciosa que en Londres se ha pagado no hace mucho tiempo en ochocientas libras esterlinas. Se lee también una ojeada sobre nuestras manufacturas. Después vienen las partes sobre el comercio extranjero, con gran cantidad de detalles, to-mados todos de documentos oficiales, sobre los canales interoceánicos, desde las ideas en tiempos de Colón, sobre ese asunto, pasando por las distintas expediciones en tiempo de los españoles, hasta los últimos in-tentos de canalización.

II

Explica nuestro sistema monetario, después de ocuparse de la Constitu-ción y leyes; al paso se copia aquí el dato de los gastos del gobierno en 1890. Ascendieron a $5.924.914,85. Llena de números es la parte que se refiere a religión e instrucción pública, y curiosa la que trata de las relaciones con países extranjeros; allí está la lista de los representantes diplomáticos que ha tenido Costa Rica en los EE. UU., desde don Manuel I. Arce y don Juan M. Rodríguez, comisionados que fueron en 1823, hasta el actual ministro señor Calvo. Sobre transportes y facilidades postales hay cuatro páginas. Naturalmente, al escribir sobre vías de comunicación en Costa Rica, debía

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brillar, como brilla el nombre de Mr. Keith. Al hacer referencia a los telé-grafos se recuerda que Costa Rica fue la primera que los tuvo en Centro América. Hay un error: dice que tenemos establecido en la capital el ser-vicio telefónico, cuando es lástima grande que no sea verdad tanta belleza. Expresa cuáles son las líneas de vapores que tocan en Puntarenas y Limón; y es de lamentar que no predique a los cuatro vientos sobre esas jaulas de chinos que pasea la Pacific Mail por el Pacifico, en las que trato, servicio y todo, en resumen, es insoportable. Lo referente a inmigración es de interés y tendrá valor para el extranjero que lea estas páginas y desee venir a nues-tra patria. (Cómo no, si se expone cómo es la posición geográfica de venta-josa, el clima de sano y agradable, y las instituciones de buenas, el pueblo de honrado y laborioso, las producciones de abundantes y ricas? Vengan, pues, los inmigrantes, que si no se encontrarán con uno de los tantos eldorados, con una de tantas californias, como sueña el europeo en América, hallarán, sí elementos para el trabajo, escalas para subir a la riqueza honrada. La lista de las concesiones coloniales está en el libro; las colonias de San Bernardo y Talamanca, la de Buena Vista, la colonia cubana de Maceo, la del río Matina, la americana de míster Reynolds, la alemana de la isla del Coco, y la de Rodríguez. Y para finalizar esta parte hay un párrafo dedicado a otras concesiones agrícolas: la que se otorgó a don Vicente Guardia y a don Odilón Jiménez para el establecimiento de plantaciones de azúcar en el Guanacaste, y la del Costa Rican Loan, Trust, and Colonization Bank. El último capítulo se compone de notas históricas y bibliográficas. En apén-dices vienen los derechos de importación, la convención postal con los EE. UU. y un directorio mercantil de la República. El mapa que trae el libro, hecho por Montes de Oca, es excelente; los fotograbados, finos y bellos, como los de Harper’s: la cresta del volcán Irazú, único punto del continente desde donde puede verse las aguas de los dos océanos; el palacio nacional; la preciosa orquídea “Reina de la Noche”; un campirano y una campirana; y como él tiene una guitarra en las manos se les llama “native musicians”; un campamento de mineros entre árboles pintorescos y salvajes; la entrada a la mina de los Quemados; el árbol del pan; el árbol del oro; un cafeto; “un patio”; una “saca de café”; un enorme montón de plátanos; una vista desde la finca de Herrán, con el estanque y sus cisnes; una casita campestre a las faldas del Irazú; el Gran Hotel, bajo el reinado de Benedictis; el Parque

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Central lindamente copiado; el Palacio de Justicia; el muelle de Puntare-nas, las lindas niñas de Sion: “Ox shoeing”; un herrador está calzando a un buey; una pintoresca casita americana; la Iglesia de la Merced y un alma-cén. Y basta de índice.

RUBÉN DARÍO

El Heraldo de Costa RicaSan José,

año I, n. 62 18 de marzo de 1892. 2 y

año I, n. 6319 de marzo de 1892. 2

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BAÑADOS-ESPINOSA

Julio Bañados Espinosa es el nombre del ministro fiel y decidido que acompañó a Balmaceda en el triunfo y en la desgracia. Cuando le conocí, al verle, no me impresionó muy bien que digamos. Me pareció frívolo y es que es franco; me pareció vanidoso, y es que es de una clase de hombres que bien puede llamarse explosivos. Una palabra suya estalla casi siempre; una carcajada alegra un salón. Que de 1o que parece defecto en Julio saquen sus enemigos armas y ataques en su contra, no me importa: yo veo en todo el lado generoso y entusiasta. Piensa apasionadamente; habla fogoso; trabaja vivo y rápido.

Como yo le conozco es como diarista. Trabajé junto con é1 en La época de Santiago. Él iba rara vez a la redacción; era redactor político; pero sus editoriales los escribía en su bufete y llegaban a la imprenta por la estafeta. Cuando se aparecía en nuestra casa de la calle del Estado, sus visitas eran mías a la imperial oficina de nuestro director Mac Clure, que a las mesas llenas de papeles en que trabajábamos Rodríguez Mendoza, Lucho Orrego, Alberto Blest, Pedro Balmaceda y yo. Pero cuando le veíamos aparecer, anunciado por una franca risa o por su voz vibrante, la nota alegre triunfaba en nuestro taller. Se hablaba de política, de arte, de teatros, de sport. Quién me hubiera dicho que aquel joven caballero habría de ser, pocos años después, una de las mis notables figuras del gobierno dictatorial, que concluyó, tras la sangrienta guerra, con uno de los mis trágicos suicidios de la historia.

La vida de Bañados Espinosa aparece llena de páginas hermosas. Y é1 está en el tiempo más florido. Distinciones y honores; victorias literarias y tribunicias; altos cargos públicos, le halagaron en lo mejor de su existencia. Le mandó el emperador don Pedro del Brasil, la gran cruz de la Orden de la Rosa; la Asociación de Escritores y Artistas que preside en Madrid Núñez de Arce, le nombró miembro honorario. Fue bombero, y ser bombero en Chile ya es una honra. El año de 1880 le dieron una medalla de plata por sus servicios en el célebre incendio de la Artillería. De oro fue la que le mandó el pueblo de Ovalle por su abnegación cuando organizó y dirigió el servicio sanitario de aquella población en tiempo de cólera. Fue varias veces ministro.

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS70

A su salida del Gabinete de Mayo, recibió como recuerdo del gran banquete que se ofreció a los ex-ministros, una tarjeta y un laurel de oro. Antes, en 81, fue secretario de la Junta Directiva del Partido Liberal y ascendió a teniente de la 6ª compañía de bomberos; en 82, fue a enseñar historia de América al Instituto Nacional y en su compañía de bomberos subió a capitán; desde el 85 redactó La Época; y Ovalle le eligió su diputado y el cuerpo de bomberos su secretario general; en 86 secretario también de la Gran Convención que proclamó a don José Manuel Balmaceda Presidente de la República; en 87 el periodista de Santiago se hizo porteño y redactó La Patria; en 88 le nombró Balmaceda su Ministro de Instrucción Pública; en 89 tuvo a su cargo en la Universidad la cátedra de Derecho Constitucional; fue miembro del Consejo de Instrucción Pública y vicepresidente del Consejo de Bibliotecas; director de la sexta compañía de bomberos; en 91 Ministro del Interior; y cuando hizo explosión la mis tremenda y poderosa de las revoluciones chilenas, fue a la guerra, en defensa de su jefe y amigo, como Secretario General del Ejérci-to; Balmaceda le nombró Ministro de Guerra y Marina, cuando el General Velázquez dejó la cartera.

Larga es la lista de sus libros y producciones literarias; libros históricos y libros de arte; pero entre todos es, a mi juicio, el más notable, el volumen que imprimió en casa de Jover sobre el Gobierno Parlamentario y Sistema Representativo; son 334 páginas llenas de doctrina brillantemente expuesta. Tiene mucho inédito, y lo mejor será sin duda alguna el estudio teórico, positivo y comparado sobre la Constitución de Chile, una de las primeras obras que habrá entre todas las que se han publicado en América sobre la ciencia política.

Que escriba la historia de Balmaceda, como lo deseó al morir el ilustre suicida; y que se defienda de sus enemigos con el vigor de su inteligencia, con el acero de su carácter, con la persistencia de su trabajo, y con la con-vicción de sus ideas. Mucho le han atacado y é1 ha sabido forjar un arma del silencio. Calle a tiempo y escriba y obre a tiempo. Yo, que le estimé con especial cariño en nuestros inolvidables y buenos tiempos de La Época, si jamás le visité cuando era ministro, hoy le quiero más que nunca, al ver

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TEXTOS OLVIDADOS DE RUBÉN DARÍO 71

sobre su cabeza la pálida aureola del destierro, y le mando a Lima el abrazo y el recuerdo del amigo.

RUBÉN DARÍO

El Heraldo de Costa Rica, San José

año I, n. 64 23 de marzo de 1892. 2.

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS72

EL CONCIERTO DE ANOCHE

Anoche comprendimos el valor de los Sarasates y de los Díaz Albertinis: los señores Mollenhauer nos lo han demostrado.

Son dos violines de primer orden. La fama es justa. No les corresponde sino el tributo halagador de los aplausos. Y ese tributo lo tuvieron anoche, en que una concurrencia si no tan numerosa, bastante escogida, escuchó verda-deramente arrobada, la catarata armoniosa que brota de ese par de mágicos violines. Unen los señores Mollenhauer a un conocimiento perfecto de la ejecución un virtuosismo exquisito.

El viejo Mollenhauer es vigoroso y límpido; el joven es fantasista, ágil, vehemente, lleno de viveza. El padre ama al hijo con la doble pasión de la sangre y del arte. Hay que verlos en los ensayos, cuando el maestro cariñoso mima al hijo, le indica, le arregla el violín, le busca, le sigue con la mirada el movimiento. Cuando el admirable Eduardo mueve el arco, su instrumento es una maravilla sinfónica; la nota se desenvuelve como una lámina de oro. Si es Guillermo el que ejecuta, la nota es una perla, es un diamante. Salta y se irisa, tiembla y se desmaya, y por último se esparce en melodiosa lluvia.

Eduardo funde, Guillermo cincela. Eduardo pasa frente al altar del dios Beethoven, padre de la sinfonía, y se descubre; Guillermo evoca a Paganini, cristaliza en espléndidas armonizaciones la concepción musical, y hace que el que le escuche se deleite y entusiasme. La cabellera de Liszt teñida de negro, está en la cabeza del joven Mollenhauer; el viejo lleva el casco gris de sus cincuenta y tantos años. Hechos para la brega del arte son ambos: el joven empieza, y entra en el bello camino de la gloria; el viejo tiene ya mucho tiem-po de sentir su frente acariciada por el dulce fragor de los laureles. Anoche el público josefino estalló en el aplauso de la admiración más sincera y espon-tánea. El valor verdadero y artístico, el oriente de la perla, el buqué del vino, eso, creemos que pocos, muy pocos, pudieron estimarlo con justicia. Pero el avasallador aliento de la armonía que esos hombres poseen en las cuerdas de sus violines, hace pensar en el prestigio orfeico que hacía temblar las rocas y humillaba a los leones.

Un párrafo aparte, un ramillete especial para la señorita Castro. Anoche oíamos a una calandria presa en la más suntuosa torre de mar-fil. Del bello edificio salía el canto, como una maravillosa melodía, por

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TEXTOS OLVIDADOS DE RUBÉN DARÍO 73

la puerta rosada de los labios. Ella, la señorita, es hermosa, y une a la opulencia y el ritmo de su figura, el amor artístico y el pájaro encantado que trina en su garganta. Esa señorita debía ir a Europa. Dicen que las violetas de Italia son buenas para la voz. Lo mismo que el vino de París. Pues bien, la aplaudimos con cariño, la aplaudimos a la magnífica Ange-lina, con todo nuestro corazón. Uno me dijo: “¿Te parece que es Ofelia?” Yo no creo que fuera Ofelia, aunque “cogiendo f lores y cantando pasa”; es una gallarda musa, es una f lor pomposa que canta. Ofelia es rubia y delicada; Ofelia es del norte; Angelina es el tipo meridional, con todas sus seducciones, todo su sol, todos sus triunfos. Si fuera f lor sería rosa; si piedra, topacio; si ave, paloma; si vino, borgoña.

La niña extranjera que declamó, lo hizo de excelente manera, manera convencional que place sobre todo a los bravos hombres de los ojos azules.

Como dijo lo que dijo en inglés, casi nadie le comprendió; pero su mímica fue irreprochable y demostró tener conocimiento del arte escé-nico, gusto fino y valor bien fundado delante del terrible tirano, delante del público.

Coda: La noche fue deliciosa. En los palcos había bellezas y gracias. Había entre todas las vencedoras, dos ojos atrayentes como dos imanes, fulminantes como dos rayos. Los Mollenhauer hicieron de sus dos arcos dos varitas de virtud, como buenos “virtuosos”; Angelina resplandece como una lírica estrella; su canción resuena aún en nuestra alma; la amable recitadora aparece en nuestro recuerdo con su sonora palabra y su gesto correcto. La última impresión de anoche, bendito tú, ¡oh Dios! fue, para el pobre cronista, la suave sonrisa de una boca digna de ti, ¡blanca y divina Venus!

RUBÉN DARÍO

El Heraldo de Costa RicaSan José

año I, no. 87

23 de abril de 1892. 2.

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS74

Recopilados en 2019

EL ARTE EN COSTA RICA LA REDUCCIÓN DEL MONUMENTO DE SANTAMARÍA

UN TALLER DE BELLAS ARTES

Ayer hemos tenido en nuestra redacción al señor don Tomás Mur, artista español que llegó a Honduras contratado por el gobierno para director de una Escuela de Bellas Artes. El señor Mur pasó de Honduras a Guatemala, y hoy se encuentra en Costa Rica, donde piensa establecerse. El señor Mur ha merecido en España distinciones y premios, en distintos concursos artísticos. Sobre todo, lo que más le ha dado a conocer es el monumento del Marqués del Duero. La obra de Mur fue reproducida por la Ilustración Española y Ame-ricana, el año de 1890. El artista español vino a América, contratado por el Sr. Fontecha, en momentos en que estaba a cargo en Madrid de la ornamen-tación escultórica del Palacio de la nueva Bolsa.

La conversación que tuvimos con el señor Mur fue la siguiente:— ¿Qué piensa Ud. del arte en Costa Rica?—En Centro América toda, el arte según mi juicio, apenas ha podido

iniciarse, por causa de que las gentes piensan más en el desarrollo material que en lo que se relaciona con la cultura artística. Talentos he encontrado. Aquí, por ejemplo, creo que podría progresar el cultivo de las artes bellas si hubiese iniciativa y apoyo de parte del Gobierno. Como lo necesita toda idea nueva, naturalmente.

— ¿Qué nos dice Ud. de la reducción del monumento de Santamaría, que según se ha anunciado tiene Ud. hecha?

—Conociendo el entusiasmo patriótico del pueblo costarricense, al lle-gar a Costa Rica, y ver la estatua de ese héroe nacional, pensé en hacer una reducción, para facilitar su adquisición, poniéndola el alcance, no solamente de los capitalistas, sino hasta de las familias más modestas. La reducción será en cemento calcáreo. Haría algunos ejemplares en bronce o en mármol.....

—Sabemos que piensa usted fundar un taller de Bellas Artes.—Al venir aquí, he pensado en ello. Pero esto dependerá de la acepta-

ción que en el público tengan mis trabajos. Desde luego, estableceré uno

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TEXTOS OLVIDADOS DE RUBÉN DARÍO 75

provisional, para realizar el trabajo de la reducción y otros que tengo [en] proyecto. Si logro establecerme en el país, trataré de trabajar porque se establezca; una escuela de Bellas Artes, contando con la cooperación de distinguidos artistas, algunos del país recientemente llegados de Europa, donde han hecho sus estudios.

Ojalá se realicen los deseos del señor Mur. Y ojalá Gobierno y público le ayuden en su intento.

Sphinx

Diario del Comercio San José

año I, número 55 de diciembre de 1891, 2

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS76

EL ARTE EN COSTA RICA UN GRAN ESTABLECIMIENTO ARTÍSTICO

Hemos tenido ocasión de hablar con el señor don Manuel González res-pecto al establecimiento artístico que, según anunciamos12, piensa fundar dentro de poco tiempo en San José. Del interview, publicamos lo siguiente:

—¿El establecimiento que Ud. va a fundar será para toda clase de trabajos?—Para toda clase, excepto aquellos que necesiten del buril. Será sobre

todo de litografía, pero también de fotograbado, electrograbado, cromolito-grafía, etc.

—Para artista principal de su casa, creo que Ud. debe tener ya alguno.—Tengo uno, austríaco. Se llama Felipe Eduardo Lehner. Es un verda-

dero artista, hombre de talento y habilidad. Ha dirigido anteriormente un establecimiento litográfico del Gobierno griego y otro colombiano, en Bogo-tá, particular, pero donde se hacían los trabajos del Gobierno Como artista, ha llevado a cabo una obra en la capital colombiana, que causó admiración en la culta ciudad. Fue un libro en pergamino, en donde copió varias poesías de los primeros poetas nacionales, ilustrándolas al margen, con magníficas composiciones a varios colores. Por ese trabajo se pagaron quinientos pesos. Yo tengo excelentes recomendaciones, además, de Hamburgo, nada menos que de la casa Klimsch y Cía.

—¿Así que sería posible ilustrar obras en su establecimiento?—Toda clase de trabajos. Es un excelente dibujante y un litógrafo perfec-

to. Puedo mostrar obras suyas que confirman mi aserto.—¿Cuándo se efectuará la inauguración de su casa?—Contando con las dificultades que hoy presenta el ferrocarril, en ene-

ro. Ya las facturas están en mi poder y Lehner está aquí, desde junio, cuando yo mismo lo traje de Bogotá.

______

12 En una nota titulada “Arte nacional” se anuncia la apertura de dicho negocio. Diario del Comercio, San José, a. 1, n.1 (1 de diciembre de 1891) 5.

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TEXTOS OLVIDADOS DE RUBÉN DARÍO 77

Ya ven, pues, los lectores del Diario del Comercio como tendremos nues-tro petit Goupil en San José.

Ojalá el Gobierno y el público protejan como es debido a una empresa de tanta importancia, la cual, según sus bases y elementos, juzgamos será la primera en Centro América; y una de las primeras en la América Latina.

Sphinx

Diario del Comercio,San José

año 1, n.1 12 de diciembre de 1891, 2.

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS78

COMPAÑÍA GARCÍA MARÍN CROQUIS AL VUELO

García Marín

Es un artista muy conocido. En España ha logrado gran éxito. Como tenor cómico se gana las simpatías del público desde el momento en que apa-rece en las tablas. Se ve que “sabe donde pisa”, como dice uno de sus mejores compañeros. Es de regular estatura, de buen empaque, y de una voz agrada-ble y de alguna extensión. Entre sus principales papeles están el Mateo de La tempestad (…) de Los diamantes de la corona y el Sebastián de El juramento.

Ricardo Sendra R.

El maestro director y concertador tiene dos cosas muy valiosas: justa fama y gran fama. En Costa Rica es conocido. En su carrera artística ha lo-grado triunfos verdaderos y valiosos. Como director es plausible y muchos de los aplausos que arrancan los actores en las mejores obras de su repertorio, en gran parte le pertenecen. En el concertante de La tempestad, obtiene siempre lo que se llama una victoria. Tiene veintinueve años. Hará gran carrera si sigue en su camino con igual entusiasmo por el arte y con igual tesón.

La Celimendi de Vila

Antigua conocida. Bravísima artista. Lo que ella hace en las tablas es digno de las mejores estrellas de la zarzuela. Si nuestro entusiasmo nos hace exagerar nuestras palabras y elogios, no es culpa nuestra. Muchos colegas extranjeros nos han precedido y quizás nos han llevado ventaja en alabanza a la distinguida Celimendi. Cuando estuvo en Costa Rica su éxito fue esplén-dido. No puede nuestro público olvidar su prestigio escénico y su admirable comprensión de los papeles que interpreta.

Sra. Flora Sanz de Sendra

Vis cómica. Se presenta bien en escena. Es graciosa, joven y guapa.

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TEXTOS OLVIDADOS DE RUBÉN DARÍO 79

Leonor Fernández de Delgado

Tiene una voz dulce; voz bonita. Como artista se le puede llamar discre-ta. Sabe salir a las tablas. Un poco gruesa; pero agrada bastante.

Matilde Cavaletti

Ya es también antigua conocida. Es hoy una conocedora del teatro; y que ha recogido muchos laureles en su carrera artística. Fue en un tiempo de la ópera italiana. Su talento es innegable. Nada podemos agregar, sino un salu-do para nuestra conocida y amiga.

[Parti]quinas

Concepción Boria es la señora de García Marín. Es discreta. Elvira Celi-mendi, muy bonita, muy inteligente. Agradará.

José Conill

Empieza. Tiene voz fresca, agradable y de extensión. Buen tipo y repre-senta muy bien.

Lucio Delgado

Es enorme. No cabe por una puerta; y la voz llena el teatro. Artista tan grande de cuerpo como de alma. Será uno de los mimados del público, sino se equivoca un buen conocedor que nos informa.

Vila

Vila es Vila. Ya lo conocemos todos. Es el más simpático y el más “buen muchacho” de toda la Compañía. Bajo de voz, alto de sentimientos artísticos, gracioso, endiablado en las tablas, se hace buenas “cabezas”, se caracteriza bien, canta agradable y vivo, y tiene todos los aplausos del público, porque en verdad, se los merece.

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS80

Sr. Monfort

No tenemos datos de él. Lo veremos y lo juzgaremos.

Nicolás Rubio

Es el segundo bajo y hace sus papeles a conciencia.

Antonio Núñez

Bastante entendido.

Martí

El señor Martí es el violín concertino, y según sabemos merece aplausos. Ha trabajado en buenos teatros.

Coros

Buenos.

Sphinx

Diario del Comercio San José

a 1, n. 1922 de diciembre de 1891. 2.

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TEXTOS OLVIDADOS DE RUBÉN DARÍO 81

DESPEDIDA

El Sr. Ministro de España, don Julio de Arrellano, ha partido hoy de esta ciudad con destino a Puntarenas, en donde ha de tomar vapor para Ni-caragua. Acompáñale su señora. El distinguido señor de Arellano es, como particular, de las personas más cultas y más estimables que hemos llegado a tratar, y como representante de España, sabe robustecer de la manera más viva y más grata en favor de su noble y glorioso país todo el afecto y las sim-patías que estas naciones sienten por la antigua madre patria. España ha sido siempre muy querida en Costa Rica; pero los vínculos de confraternidad han adquirido ahora, gracias al señor de Arellano, una consistencia excepcional.

Nos deja el Ministro muchos y muy gratos recuerdos de su estada entre nosotros; que él por su parte, no eche en olvido lo mucho que aquí se le estima, bien que ella sea estimación justamente merecida. Que el señor de Arellano y su muy apreciable señora tengan feliz viaje.

Los redactores

Diario del ComercioSan Joséa.1, n.23

11 de enero de 1892. 2.

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS82

CENTRO AMÉRICA

El Salvador

—Se ha fundado en la capital un nuevo hotel, el Hotel de Ambos Mundos.

—Asesinaron en su finca, cerca de Santa Ana, a don J. Santiago Jirón.—Volvió don Ramón Uriarte de Europa, sin haber obtenido el em-

préstito.—Hay mucha viruela en Santa Ana.—Se han descubierto en la capital, por el Ministro de Gobernación, va-

rios recibos con el dése falsificado.—El ingeniero Franco Cáceres está levantando el plano de San Salvador. —El periódico América Central, órgano del general Antonio Ezeta, está

haciendo propaganda a favor de la Unión Centroamericana. Los artículosaá ello destinados, son vehementes. No podemos decir si sean oportunos.

—Murió en San Salvador la señorita Antonia Navarro, primera centroa-mericana que ha recibido el título de ingeniero civil.

—Se casó en México Salvador Rodríguez, secretario que fue de la Lega-ción del Salvador en México. Su esposa es hija de don Ángel Prieto Álvarez.

REVISTERO

Diario del ComercioSan José

14 de enero de 1892. 2

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TEXTOS OLVIDADOS DE RUBÉN DARÍO 83

CUESTIÓN CIENTÍFICA

Problema de solución difícil es el estado que aquí abajo, los mortales llamamos vida, con el cual estamos familiarizados, pero cuyos misterios dejan por lo general perplejo al concienzudo observador.

Ya se ha dicho que la ambición de los sistemas por penetrar el enigma humano, ha llegado en último término a hacer descansar la sabiduría en el lecho de la duda. La razón y la verdad no han entrado nunca en regio-nes que antes no hubiesen sido posesiones del error.

Así se explican las incertidumbres y falacias que han podido servir de fundamento a las diferentes soluciones que suelen ofrecerse para cada cuestión, entre otras la del fenómeno vida. Nosotros no nos atrevemos a enunciar ninguna opinión. Conocemos ese fenómeno como lo conoce cualquiera. Se nos presenta día a día y momento a momento, sin que sepamos de su naturaleza nada positivo y cierto.

Sin embargo, cuando un científico de la talla de Edison, emite una teoría revestida del atractivo seductor de la razón, es difícil a nuestro entendimiento dejar de rendirle, si no asenso completo, al menos respe-tuosa y callada admiración.

Tal es el motivo que nos ha inducido a traducir para los lectores del Diario del Comercio la pieza que va a continuación, y que hemos encon-trado en el Herald de Nueva York. Ese diario acostumbra entrar de lleno en todas las fases del movimiento progresivo de la humanidad, ya como [ilegible], ya como vocero y guía inteligente de la opinión. Habiendo propuesto hace poco, a varias sabios y renombrados pensadores, la cues-tión de “¿Qué es la vida?” ha publicado sus respuestas, entre las que la más notable, a no dudarlo, es la de Edison, llamado por sus paisanos el Brujo, a causa de los prodigios que ha arrancado y sigue arrancando a la electricidad. De él dice el mismo Herald, estas palabras: “El Brujo tiene su propio y peculiar modo de tratar toda cuestión, y es raro que no logre

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS84

arrojar un torrente de luz sobre algún oscuro rincón del pensamiento”. He aquí la respuesta de Mr. Edison:

ÁTOMOS INTELIGENTES[…]

Diario del Comercio San José

a. I. n. 6518 de febrero de 1892. 2.

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TEXTOS OLVIDADOS DE RUBÉN DARÍO 85

EUROPA

La nueva tarifa en Francia

El nuevo arancel francés ha sido causa de ruidos y agitaciones. La prensa lo ha combatido con razones poderosas. En Francia, en España ha producido una verdadera revolución en el mundo económico.

La tarifa ha comenzado a regir cabalmente cuando han concluido los tratados comerciales entre Francia y otros países. España pretendió, aunque infructuosamente, renovar su pacto. No fue posible. Se ha tronado contra los ultraproteccionistas; se ha atacado rudamente a Meline y sus allegados. Verdadero peligro ha habido de que se rompiesen las relaciones entre los ga-binetes francés y español. Entre el duque de Mandas y M. Ribot estamos con el duque de Mandas. Su protesta fue enérgica y bien pensada. Tanto más, que M. Ribot, hoy tan antiespañol, ha sido no ha mucho tiempo apasionado hispanófilo.

El embajador de España ha luchado bravamente, hasta donde sus esfuer-zos han podido alcanzar, por el arreglo de un pacto nuevo. No ha logrado el triunfo de sus deseos. Mas es claro que la situación de Francia respecto a los otros países, y especialmente con su vecina de allende el Pirineo, es delicadísi-ma y harto peligrosa. ¿No está claro que todo vendrá a causar una seria crisis en lo que toca a la exportación?

Bien lo ha dicho y con muy claras y enérgicas frases, un notable diario parisiense: “El 1 de febrero es para Francia el principio de un sistema de aislamiento y de instabilidad comercial”. La batalla, el proteccionismo la ha ganado, pero los resultados de esa victoria no pueden sino ser y sobre toda ponderación lamentables y desastrosos. En cuanto a los cosecheros de vinos españoles, creemos que para ellos es muy aplicable el proverbio que Las No-vedades les recuerda: “No hay mal que por bien no venga”. La lucha de la prensa irrita cada día más los ánimos. En Madrid se ha hablado mucho de represalias; y ello es lo natural en caso de tal naturaleza. Se trata de denun-ciar el tratado sobre propiedad literaria. “Tal medida”, dice el citado colega, “no podría menos de originar en Francia una fuerte propaganda contra el

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS86

ultraproteccionismo, que a tales resultados conduce. No serían poco gravados los intereses de autores y editores franceses que en España tienen hoy buena leche que ordeñar”.

Ya nos ocuparemos más detalladamente de este asunto.

Sphinx

Diario del Comercio

San José

año I, n.72

26 de febrero de 1892. 2

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TEXTOS OLVIDADOS DE RUBÉN DARÍO 87

[S. T.]

Acaba de dejar las playas costarricenses la señora baronesa de Wilson. Su nombre es simpático para todos los hispano americanos; sus cualidades altas de dama inteligente [y] culta le granjean por donde va el aprecio y el cariño. Entre nosotros estuvo poco tiempo. Anda la infatigable viajera en busca de datos para su anunciada y monumental obra de historia de América. Ella ama nuestros países americanos. Es en Europa, indiscutiblemente, la ameri-canófila más generosa y apasionada. Escribe sobre nuestros hombres y sobre nuestras repúblicas, con tinta brillante y siempre color de rosa. En todos sus libros no se hallan sino alabanzas, recuerdos gratos, ditirambos, y cánticos a la «virgen del mundo», que desde hace ya mucho tiempo perdió su virginidad y lleva una vida de todos los diablos. Pero es el caso que debemos agradecer a la señora baronesa su continua lluvia de flores. Lleva ya recorrido el con-tinente de extremo a extremo. Tiene amigos en todas partes. El que estas líneas traza tiene a honra contarse en el número de ellos y desea toda suerte de felicidades en su viaje a la famosa escritora española. Sea bien llegada a los lugares del nuevo mundo a donde se dirija.

R. D.

Revista de Costa RicaSan José

año I, n. 4febrero de 1892

213-214

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS88

PUBLICACIONES DE RUBÉN DARÍO EN COSTA RICA 1891-1892

TÍTULO AÑO DÍAREVISTA/

PERIÓDICOOBSERVA-CIONES

RECOPILADO EN

Apuntes 1891 2 de setiembre El Heraldo poema en prosa t. I T. Picado

Balmaceda 1891 4 de octubre La Prensa Libre sobre el presidente chileno y la lucha política por la que se suicidó

t. I T. Picado

Bañados-Espinoza 1892 23 de marzo El Heraldo Margarita Castro M.

¡Bronce al soldado Juan!

1891 15 de setiembre El Heraldo crónica de la inauguración de la estatua

t. I T. Picado

Cabezas de estudio: la sonrisa

1891 12 de noviembre La República t. I T. Picado

Canciones de Espa-ña. A la seguidilla

1892 1 de diciembre La Hoja del Pueblo

Claro de luna 1892 28 de febrero Diario del Comercio

publicado en El Heraldo de Costa Rica, 28 de abril 1891

Cerebro y carne 1891 4 de noviembre La Prensa Libre adaptación de un artículo de El correo de la tarde, del 18 de marzo de 1891

t. I T. Picado

Centro América. El Salvador

1892 14 de enero Diario del Comercio

firmado Revis-tero

Conferencia del Dr. Zambrana sobre el nihilismo en Rusia

1891 20 de diciembre Diario del Comercio

seud. Petro-vich Darioff Faeiowski

Pablo Steiner

Congreso literario hispanoamericano

1892 27 de abril El Heraldo R.D. comenta carta de Asocia-ción de escritores y autores españo-les a Pío Víquez

Günther Schmigalle

Costa Rica 1892 A. Ghiraldo lo fecha “Guatemala 1892”.

t. II T. Picado

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TEXTOS OLVIDADOS DE RUBÉN DARÍO 89

TÍTULO AÑO DÍAREVISTA/

PERIÓDICOOBSERVA-CIONES

RECOPILADO EN

Costa Rica en las exposiciones colombinas

1891 9 de octubre La Prensa Libre a propósito de las exposiciones colombinas de Chicago y España, comenta las colecciones del Museo Nacional

t. I T. Picado

Compañía García Marín. Croquis al vuelo

1891 22 de diciembre Diario del Comercio

firmado Sphinx

Crónica 1892 abril, año I, n. 6 Revista de Costa Rica

consta de cuatro partes: una nota sobre un viaje a Limón; una com-paración entre la Semana Santa en León y en Costa Rica, un comentario sobre los conciertos de O´Leary y Mo-llehauer, y una nota necrológica

t. I T. Picado

Cuentos nuevos. Rojo

1892 14 de febrero Diario del Comercio

cuento E. Mejía Sánchez

Cuentos nuevos. Febea

1891 1 de octubre La Prensa Libre Cuento; publi-cado antes el 5-6 de junio en El Heraldo.

t. I T. Picado

Cuentos nuevos. La muerte de Salomé

1891 27 de setiembre La Prensa Libre Cuento. Justo A. Facio informa que se escribió en Guatemala.

t. I T. Picado

Despedida 1892 11 de enero Diario del Comercio

firmado Los redactores (Darío y Facio)

De sobremesa 1892 20 de abril El Heraldo de Costa Rica

había aparecido en Costa Rica Ilustrada, 31 de marzo 1891

t. II T. Picado

De viaje. Heredia 1892 9 de marzo Diario del Comercio

fechado el 6 de mayo de 1891

t. I T. Picado

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS90

TÍTULO AÑO DÍAREVISTA/

PERIÓDICOOBSERVA-CIONES

RECOPILADO EN

De Washington a Buenos Aires por tierra

1891 2 de diciembre Diario del Comercio

crónica sobre un proyecto de un tren que atravesa-ría el continente americano y la importancia del ferrocarril

t. II T. Picado

Del libro de los ídolos. Los caciques. Tutecotzimí

1892 enero Revista de Costa Rica

poema

Don Pedro 1891 11 de diciembre Diario del Comercio

sobre la muerte del emperador portugués Pedro en el exilio

t. II T. Picado

¿Dónde estás? 1892 7 de marzo El Heraldo poema t. I T. Picado

¡Dulce niña! ¡Dulce niña!

1891 18 de setiembre La Prensa Libre poesía declamada en una velada de caridad

t. I T. Picado

Eironeia 1892 24 de abril El Heraldo poema en prosa dedicado a Fran-cisco Huete

t. II T. Picado

El árbol del rey Da-vid. Palimpsestos.

1891 15 de octubre La Prensa Libre cuento t. I T. Picado

El arte en Costa Rica. La reducción del monumento de Santamaría. Un ta-ller de Bellas Artes

1891 5 de diciembre Diario del Comercio

firmado Sphinx. Entrevista de Rubén Darío a Tomás Mur

El arte en Costa Rica. Un gran establecimiento artístico

1891 12 de diciembre Diario del Comercio

firmado Sphinx. Entrevista de Rubén Darío a Manuel González

El concierto de anoche

1892 23 de abril El Heraldo Margarita Castro M.

El dios bueno 1891 26 de setiembre El Partido Constitucional

apareció primero en El Correo de la Tarde, Gua-temala

El doctor Castro 1892 6 de abril El Heraldo nota necrológica t. I T. Picado

El dr. Rubén Rivera 1892 25 de enero Diario del Comercio

firmado Sphinx G. Schmigalle

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TEXTOS OLVIDADOS DE RUBÉN DARÍO 91

TÍTULO AÑO DÍAREVISTA/

PERIÓDICOOBSERVA-CIONES

RECOPILADO EN

El hombre bueno 1892 18 de marzo El Heraldo sobre Ernesto Rohrmoser

t. I T. Picado

En el mar 1892 11 de junio El Heraldo tomado del Dia-rio de Centroamé-rica; dedicado a Tomás Regalado

t. II T. Picado

Europa. La tarifa nueva en Francia

1892 26 de febrero Diario del Comercio

firmado Sphinx

Fiesta de la patria 1891 22, 23 y 25 de setiembre

La Prensa Libre crónica sobre la inauguración de la estatua de Juan Santamaría en Alajuela.

t. I T. Picado

Fotografías instantáneas. Diplo-máticos. El conde Antonio Greppi

1891 17 de noviembre El Heraldo M. Castro M.

Fotografías instantáneas. Diplo-máticos. Julio de Arellano

1891 15 de noviembre La República t. I T. Picado

Henriqueta. Página oscura

1892 26 de enero Diario del Comercio

t. II T. Picado

Historia de un sobretodo

1892 21 de febrero Diario del Comercio

Impresiones y pensamientos

1891 31 de diciembre Diario del Comercio

firmado Sphinx. Parte de un tríp-tico sobre la ética del periodista. Publicado antes en el diario La Unión (El Salva-dor) en 1890.

G. Schmigalle

Instrucción pública 1892 1 de enero El Heraldo informe de las pruebas del Colegio de Sión dirigido al minis-tro de Educación con fecha de 27 de diciembre de 1891

t. I T. Picado

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS92

TÍTULO AÑO DÍAREVISTA/

PERIÓDICOOBSERVA-CIONES

RECOPILADO EN

La admirable ocu-rrencia de Farrals

Cuento sobre un personaje catalán. Según Schmigalle, este texto se publicó en Costa Rica y fue posterior-mente recopilado por Ghiraldo.

publicado por Ghiraldo, v. 3, 3ª serie, 1924

La canción de la luna de miel

1891 20 de octubre La Prensa Libre poema en prosa t. I T. Picado

«La Mercurial» de Montalvo

1891 setiembre La Revista de Costa Rica

comenta Mercu-rial eclesiástica de Juan Montalvo.

t. I T. Picado

La matuschka [1892] [mayo] [El Heraldo de Costa Rica]

publicado en Chile, 1 febrero 1889.

mencionado por Carlos Jinesta

La nueva obra de Richepin

1892 22 de marzo El Heraldo t. I T. Picado

La resurrección de la rosa

1892 19 de abril El Heraldo Cuento t. I T. Picado

La risa o Apología de la risa

1891 29 de agosto La Prensa Libre el mismo artículo apareció en el n. 4 de Costa Rica ilustrada, 23 enero 1892, dedicado a José Martí

t. I T. Picado

La tragedia del toro 1891 17 de octubre La Prensa Libre conocido después también con el título «La gesta del coso»

Las Casas 1891 15 de diciembre Diario del Comercio

firmado Sphinx G. Schmigalle

Las pérdidas de Juan Bueno. Cuen-tecitos del domingo

1892 13 de marzo El Heraldo cuento t. II de T. Picado

Leda 1892 18 de octubre La Hoja del Pueblo

se publicó prime-ro en Guatemala Ilustrada, en setiembre de 1892

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TEXTOS OLVIDADOS DE RUBÉN DARÍO 93

TÍTULO AÑO DÍAREVISTA/

PERIÓDICOOBSERVA-CIONES

RECOPILADO EN

Libros recibidos. Costa Rica. Bureau of the American Re-publics. Washing-ton U.S.A

1892 18 y 19 de marzo El Heraldo M. Castro M.

Linterna mágica. El mercado

1891 1 de diciembre Diario del Comercio

Ar-ma; de la serie Linterna mágica

t. II T. Picado

Linterna mágica. El Parque Central

1891 23 de diciembre Diario del Comercio

firmado Ar-ma t. II T. Picado

Linterna mágica. Fugitiva

1892 19 de enero Diario del Comercio

poema en prosa t. II T. Picado

Linterna mágica. La estación

1891 13 de diciembre Diario del Comercio

Ar-ma; des-cripción de la Estación del Atlántico

t. II T. Picado

Linterna mágica. La mascarada

1892 6 de enero Diario del Comercio

crónica. Firmado Ar-ma;

t. II T. Picado

Los centauros (Bajo relieve)

1892 marzo Revista de Costa Rica

poema

Los yernos en política

1892 3 de marzo La República crónica política t. II T. Picado

Mayo alegre 1892 6 de junio El Heraldo t. II T. Picado

Menéndez 1891 7 de julio La Prensa Libre soneto t. II T. Picado

Neurosis 1891 27 de setiembre La Prensa Libre poema, fechado en Valparaíso 1887

t. I T. Picado

Nochebuena. El baile en casa de don Jaime Carranza

1891 27 de diciembre Diario del Comercio

M. Castro M.

Páginas de arte. Detaille y Neuville

1891 18 de octubre La Prensa Libre comentario sobre dos pintores militares

t. I T. Picado

Páginas de arte. Ranvier. La infancia de Baco

1891 8 de octubre La Prensa Libre comentario a un cuadro

t. I T. Picado

Páginas de un libro inédito [Rojo y negro]

1891 6 de setiembre La Prensa Libre polémica con En-rique Guzmán

t. II T. Picado

Palomas fugitivas 1892 27 de abril El Heraldo firmado D. G. Schmigalle

Por el lado del norte 1892 15 de marzo El Heraldo G. Schmigalle

¿Por qué? 1892 17 de marzo El Heraldo ensayo político t. II T. Picado

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS94

TÍTULO AÑO DÍAREVISTA/

PERIÓDICOOBSERVA-CIONES

RECOPILADO EN

Pro domo mea 1891 28 de noviembre El Partido Cons-titucional

polémica religiosa por comentario de la Mercurial de Juan Montalvo

t. I T. Picado

Recortes. Abrojo 1891 6 de octubre La Prensa Libre “Viendo a su ma-dre aterida…”

t. I T. Picado

Reina Barrios 1892 19 de marzo Diario del comercio

firmado Nubia; resumen del publicado en El Heraldo de Costa Rica el 16 de marzo de 1892, con el mismo título

G. Schmigalle

Regalito de boda 1892 8 de mayo El Heraldo poema t. II T. Picado

Revista de Europa 1892 14 de enero Diario del Comercio

firmado Sphinx G. Schmigalle

Revista política europea

1892 27 de enero Diario del Comercio

firmado Revis-tero

G. Schmigalle

Rimas 1892 7 de febrero Diario del Comercio

de Rimas y Abro-jos (1887)

t. II T. Picado

Rojo y negro. Los presidentes en el destierro

1891 12 setiembre La Prensa Libre crónica política t. II T. Picado

Sinfonía 1892 21 de junio El Heraldo poema t. II T. Picado

S. T. 1892 febrero, a. I, n.4 Revista de Costa Rica

sobre la baronesa de Wilson

S. T. 1892 18 de febrero Diario del Comercio

nota necrológica sobre la hija de Justo A. Facio

t. I T. Picado

Sor Filomela 1892 27 de agosto Diario del Comercio

cuento, otra versión apareció en Artes y Letras de Buenos Aires en 1894 y luego en la Revista Azul, México, en octubre de 1896, con un final distinto.

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TEXTOS OLVIDADOS DE RUBÉN DARÍO 95

TÍTULO AÑO DÍAREVISTA/

PERIÓDICOOBSERVA-CIONES

RECOPILADO EN

Requiescat 1891 7 de julio La Prensa Libre nota necrológica sobre Jorge Castro Fernández, hijo de José María Castro M.

t. II T. Picado

Un libro para la amistad

1891 11 setiembre La Prensa Libre crítica literaria del libro del poeta costarricense Juan Diego Braun (1859-1885)

t. I T. Picado

Un sermón. En la basílica de San Pedro

1892 8 de mayo El Heraldo cuento sobre Ernesto Castelar

t. II T. Picado

Una tarea 1891 4 de setiembre La Prensa Libre t. I T. Picado

Versos negros 1892 22 de marzo El Heraldo “La danza macabra”

t. I T. Picado

Versos nuevos. El clavicordio de la abuela

1891 24 de diciembre Diario del Comercio

poema t. II T. Picado

Versos de año nuevo. Los regalos de Puck

1892 1 de enero Diario del Comercio

poema t. II T. Picado

Viaje a Tarascón 1891 14 setiembre La República t. II T. Picado

Zambrana 1891 25 de octubre La Prensa Libre bienvenida a An-tonio Zambrana

t. I T. Picado

PUBLICACIONES PREVIAS DE RUBÉN DARÍO EN COSTA RICA13

TÍTULO AÑO DÍAREVISTA/

PERIÓDICOOBSERVACIONES

Abrojo 1888 15 de febrero Costa Rica Ilustrada

“Cuando la vio pasar el pobre mozo”

A Juan Diego Braun 1885 Corona fúnebre a Juan Diego Braun

en el libro colectivo editado por Pío Víquez

A una estrella. Romanza en prosa.

1891 31 de marzo Costa Rica Ilustrada

apareció en Azul… (1888)

13 Son reproducciones de otras publicaciones suyas, antes del período en que vivió en Costa Rica.

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FLORA OVARES Y MARGARITA ROJAS96

TÍTULO AÑO DÍAREVISTA/

PERIÓDICOOBSERVACIONES

De sobremesa 1891 20 de febrero Costa Rica Ilustrada

Caso cierto 1888 1 de febrero Costa Rica Ilustrada

Cuentos nuevos. La novela de uno de tantos

1891 2 y 3 de abril El Heraldo

La cabeza del Rawí 1888 29 de agosto Costa Rica Ilustrada

La canción del oro 1889 13 de enero La República cuento publicado en Chile en 1888, calificado también como poema en prosa

La muerte de la em-peratriz de China

1890 20 de julio Costa Rica Ilustrada

La poesía castellana contemporánea

1890 10 de diciembre Costa Rica Ilustrada

reseña del libro de Boris de Tannem-berg sobre poesía española e hispa-noamericana. Reproduce el poema de Rostand, “El Cristo de la Vega”, basado en la leyenda de Zorrilla.

Rimas 1891 11de marzo y 5 de mayo

El Heraldo de Rimas y Abrojos (1887)

Sinfonía en gris mayor

1891 18 de marzo El Heraldo

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LAS MEMORIAS DE PASIÓN DEL VICECONDE

Víctor Hurtado Oviedo

En 1792, a los 23 años, triste, solitario, pero no final, François-René de Chateaubriand, vizconde de Chateaubriand, deambula por las calles de Londres entre los nublados de todos los días. Ha guerreado por una

nobleza de hastiantes privilegios, que es la suya, y ha perdido ante turbas de descamisados que habitualmente lo servían. Las rebeliones plebeyas son las impaciencias de la historia: quieren llegar ya a donde otros –no muchos– viven hace tiempo. Por culpa de la guerra civil, Francia ha corrido de las Luces al incendio: el país irradia un fuego de ideas armadas que apenas contienen las olas y las simas del canal de la Mancha. El joven dandi bretón (francamente, provinciano) trajina entre resentidos y emigrados bajo uno de esos paraguas risibles que duran menos que una lluvia. François-René piensa que más le hu-biese valido ganarse una muerte en batalla o emigrar a los pantanos de Améri-ca (a donde irá) que esa desdicha sin rumbo. Cierta melancolía es especialidad de los jóvenes, y ese viceconde es joven, pero sobre todo es romántico (o sea, dos veces joven). Él no lo sabe porque nada memorable ha escrito: luego se lo explicarán sus espléndidos libros, que aún no existen pues él todavía no ha vivido lo suficiente para que se cuente a sí mismo. François-René es teatral; es decir, romántico, y aún está levantando su escenario; o sea, su vida.

Padre del romanticismo francés, maestro absoluto del estilo, el emigra-do vivirá ochenta años ahondando caminos y ondeando mares. Chateau-briand aborrecerá amablemente la política, a la que no deja de volver como a una mala costumbre. El vizconde será embajador, ministro, bonapartista, antibonapartista, realista, liberal, reaccionario, católico y pecador, barajando emociones como naipes: el rojo y el negro. Más tarde, el joven François-René nos otorgará novelas, libros de viajes, libelos y devocionarios laicos (como El genio del cristianismo), y –ante todo, sobre todo– las Memorias de ultratumba, que narran y poetizan su paso por el reino de este mundo. Libro-océano, extenso, ondulante, magnífico, las Memorias… serán su reposo y también su

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VÍCTOR HURTADO98

venganza. En ellas, Chateaubriand reflexiona como un existencialista (o sea, otra vez, como un romántico), ironiza, crucifica y salva.

Ese noble apasionado se movió entre los grandes personajes de Europa; conoció a todos, respetó a algunos: «Yo estaba destinado a convertirme en el historiador de altos personajes; han desfilado ante mí, sin que yo me haya col-gado de su manto, para hacerme arrastrar con ellos a la posteridad» (traduc-ción de José Ramón Monreal para la Editorial Acantilado). Por momentos, el viceconde se enternece seducido por sus recuerdos de la antigua nobleza, y escribe, sentimental y lírico, para que los plebeyos de Francia se acongojen también porque los reyes han perdido la corona: ¡ilusa ilusión! Exigir a un panadero de Clichy que cosufra por los disgustos de las princesas –más que imprecisas, vagas– es como esperar que otros plebeyos se apenen hoy porque Paris Hilton ha perdido una botella. La inteligencia de algunos –como la del vizconde– debe de ser muy grande para que dentro de ella se meta a vivir tan enorme ingenuidad.

Chateaubriand (1768-1848) escribió y reescribió sus dilatadas Memorias de ultratumba con la condición que se publicasen después de su muerte: de aquí surge su nombre tétrico; mas sus editores lo engañaron y difundieron, en periódicos, partes de aquel libro mientras el autor aún se topaba, en los puentes de París, con las caras odiosas y aun más odiadoras de sus enemigos: última traición de la vida para quien, si no traicionó, se paseó por la política improvisando lealtades. El vizconde François-René Chateaubriand fue un hombre del orden desordenado por los sentimientos y aún nos da lecciones de pasión.

A su tiempo, Chateaubriand murió solo, anciano y muy viajero, después de haber visto tanto este mundo que ya solamente le quedaba curiosidad por mirar el otro. A inicios del siglo XIX, con libros asaz sentimentales, el vizconde había fundado el romanticismo francés; mas de esto poco se sabía entonces pues los historiadores llegan tarde, cuando se han cerrado las escue-las literarias; se ponen luego a clasificar autores y, a la hora de imprimir sus historias, los protagonistas ya están muertos. Estos se pierden así el gusto de saber que han sido esenciales, pero es que no puede tenerse todo: celebrar la misa del arte y, a la vez, repicarse las campanas de la inmortalidad. El vice-conde fue más astuto: habiéndose enterado de que los muertos no hablan,

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LAS MEMORIAS DE PASIÓN DEL VICECONDE 99

decidió convertirse en la excepción. Como dijimos, durante andarines años de exiliado, embajador, ministro y entregado al fin a los ocios del recuer-do, Chateaubriand confesó la odisea de su vida: Memorias de ultratumba, 3.500 páginas escritas con olografía de mano maestra. Las memorias invitan al arrepentimiento, y François suprimió, sin destruirlas, páginas que luego no pudo leer su admirador austriaco Stefan Zweig. Solo ediciones recientes incluyen tales páginas. En ellas, el vizconde filosofa con el desengaño del poder, estoicismo muy recomendado a los que nunca alcanzaron el poder por quienes lo han perdido.

En su libro magistral, Chateaubriand encomia a los científicos que iban tras vetustos manuscritos romanos «mientras el soplo de un conquistador [Napoleón] barría los imperios». Años después, el pacifista Zweig se desen-gaña por el soplo huracanado de la Gran Guerra. Aún le tocará otra guerra, más atroz, que en 1942 lo abrumará hasta el suicidio. En 1922, él coincide con el vizconde sin saberlo: «No admirar el poder en sí. De forma honrada solo consiguen el poder el hombre espiritual, el científico, el músico, el poeta, pues lo que ellos dan no se lo han quitado a nadie» (El legado de Europa. Tra-ducción de Claudio Gancho para la Editorial Acantilado, p. 291). El poder moral de la ciencia y del arte no es el político, y a veces es su opuesto. Cambia así un viejo locus: el tema literario y filosófico de la «vida retirada». ¿No tiene esta cierta sombra de egoísmo, de «sálveme yo aunque se pierda el mundo»? François y Stefan exaltan el trabajo de quienes no huyen de la sociedad, sino que le retornan, en conquistas de arte y ciencia, lo que ella les dio como tareas sin nombre.

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Este boletín se ter mi nó de im pri mir en la Sección de Impresión del SIEDIN, en diciembre de 2019.

Universidad de Costa RicaCiu dad Uni ver si ta ria Ro dri go Fa cio, Cos ta Ri ca

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