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(Colombia) LA DEFENSA INDUSTRIAL Y LA ECONOMIA Parte - La defensa industri… · te consti tuída,...

Date post: 17-May-2020
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LA DEFENSA INDUSTRIAL Y LA ECONOMIA Palabras pronunciadas por el Mi- nistro de Hacienda señor Carlos el 24 de junio de 1966 ante la reunión de la Asociación Nacional de Indu striale s, en la ciu- dad de Cali. Ministerio de Hacienda y Crédito Público (Colombia)
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LA DEFENSA INDUSTRIAL Y LA ECONOMIA

Palabras pronunciadas por el Mi­

nistro de Hacienda señor Carlos

Villav-~>ces, el 24 de junio de 1966

ante la reunión de la Asociación

Nacional de Industriales, en la ciu­

dad de Cali. Min

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Sea lo primero agradecer al señor Presidente y a los señores miembros de la Junta Directiva de la Asociación Nacional de Industriales su gentil invitación a las deliberaciones de esta Asamblea que, como las pasadas, se destaca por su preocupa­ción en el estudio de los problemas económicos del país y de las soluciones más aconsejables.

El señor Ministro de Fomento, en frases inspiradas, os ha dicho ya lo que el Gobierno piensa de la industria nacional y lo que se propone para estimular su desarrollo en proporción creciente. La medalla del Mérito Industrial que acabáis de re­cibir para vuestra Asociación, muestra cómo aprecia el Gobier­no Nacional vuestros esfuerzos desvelados en beneficio de la economía, y vuestra patriótica actitud en frente a los proble­mas del país.

Poco pudiera yo agregar a lo que ha dicho el señor Minis­tro de Fomento con respecto a la importancia de la industria en el concierto de la economía, que coincide con lo que yo mis­mo he expresado en anteriores oportunidades, y así, mi inter­vención será muy limitada, para no fatigaros con repeticiones.

FIN DE LA POLITICA ECONOMICA

Dije en reciente ocasión que toda la politica económica te­nía un sentido y un fin : el de procurar el pleno empleo. Por­que de acuerdo con las doctrinas católicas a que habéis hecho oportuna referencia, el derecho del hombre a trabajar y ganar lo suficiente para vivir, es derecho natural que el Estado debe garantizar. No es posible pensar en una sociedad, ordenadamen-

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te consti tuída, en donde unos usufructúen en abundancia los bienes terrenales y otros carezcan de los más elementales. Por­que estos últimos que tienen, como digo, derecho a encontrar los medios para subsistir, tendrían razón, que nadie podría dis­cutir, para exigir lo necesario al sustento. En esto la doctrina cristiana coincide con las más modernas tesis económicas del desarrollo, que indican asimismo la necesidad de mantener los consumos y de incrementarlos, para obtener mayor productivi­dad y mejor inversión.

El desarrollos de las actividades se logra únicamente a base de mayores consumos. De nada han de servir a una empresa hts mejores y más eficaces maquinarias, y la inteligencia y ha­bilidad de sus directores, si no encuentra mercado para sus pro­ductos. Y en cambio el desarrollo de esa industria estará ase­gurado si sus manufacturas tienen demanda creciente, tanto por el aumento vegetativo de la población, como porque los ingresos del pue~lo le permitan un gasto en aumento. De modo que el desarrollo industrial, y el d'e todas las actividades, está condicionado al mantenimiento del empleo y a los mayores in­gresos de los consumidores. N o es necesario que me extienda en este punto, que es bien conocido de todos vosotros y que posiblemente no se presta a discusiones, pero lo he traído al co­mienzo de esta corta intervención, porque es el que justifica la política económica del Gobierno, y la explica como un medio para obtener el fin buscado.

DEFENSA DEL PRODUCTOR CAFETERO

Habéis dicho bien, señor Presidente, cuando afirmásteis que el desarrollo económico en Colombia y el proceso de capitaliza­ción, dependen en buena parte del precio del café en el exterior, que es prácticamente la única fuente de divisas que alimenta la balanza comercial. Y os habéis referido a las alternativas de los últimos tiempos, provocadas por fuertes oscilaciones tanto en el volumen de las exportaciones como en el precio del grano en el exterior. Es un proceso tan conocido, y me he referido a él en forma tan extensa en recientes oportunidades, que no fati­garé vuestra atenciqn con la reseña de lo ocurrido en el último año en el mercado cafetero. Pero tengo en cambio que referir-

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me a las medidas que el Gobierno colombiano ha tomado para mantener los precios en el interior. Desde un principio ha sos­tenido el Gobierno que es necesario independizar en cuanto sea posible, la estabilidad de la economía interna de las fluctuacio­nes del café en los mercados internacionales, tesis que está en armonía con la que recomiendan los modernos economistas, y que se funda en los más sanos principios de defensa social. En el mes de febrero del presente año, el precio del café descendió hasta cincuenta y dos centavos la libra, y en el país se creó un clima cercano al pánico, que habría desembocado fatalmente en una crisis económica. Acudió en ese momento el Gobierno en defensa del productor cafetero para garantizarle un precio mí­nimo en el interior, que mantuviera condiciones favorables para el trabajo nacional. Es satisfactorio para el Gobierno saber que encontráis tal medida oportuna y la calificáis de solución ade­cuada.

Al defender al productor cafetero, el Gobierno defendió toda la economía, y al garantizarle su ingreso, garantizó tam­bién el de las fábricas que son sus proveedores, y el empleo, porque si aquel cafetero se arruinara, arrastraría en su caída a los empresarios, y éstos a su turno, a sus obreros que serían despedidos. La economía del país habría entrado así en la ba­rrena de una crisis económica. Pero el Gobierno manifestó en­fáticamente que no permitiría que esa crisis se produjera y que mantendría el empleo y los niveles de ingreso. Y ese momento, que algunos calificaban ya con los más dramáticos adjetivos, fue superado, y la producción y los consumos han continuado den­tro de niveles normales. Esa es la razón de la medida y de la política vigorosa que se ha seguido para defender al productor cafetero, y con el a toda la economía.

TIPO DE CAMBIO

La merma en la entrada de divisas ocasiOna, como es cla­ro, dificultades de todo orden para el aprovisionamiento del país, y fue necesario tomar una serie de medidas bien conocidas

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de todos vosotros. Complacido escucho vuestra opinión, señor Presidente, cuando anotáis en vuestro informe que el país ha celebrado con entusiasmo y aplaudido sin reservas la actitud

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del Gobierno en frente a la crisis de divisas. Ha sido una po­lítica clara, nítida y vigorosa, que armoniza la necesidad de mantener el tipo del cambio internacional, y ajustar al tiempo las importaciones a las posibles entradas. E l mantenimiento del tipo del cambio internacional es, como expresé en alguna opor­tunidad, bien inapreciable para un país, que dá estabilidad a los negocios, permite a los empresarios calcular con exactitud sus costos e impide, finalmente, la especulación en los p1·ecios. N o hizo caso el Gobierno de las voces que pedían la modifica­ción del tipo de cambio internacional, porque consideró que esta medida traería un alza inmediata del costo de la vida, la quiebra de numerosos comerciantes o empresarios, y defrau­daría las esperanzas que pudieran tenerse en la política del ple­no empleo, ya que la capacidad de compra se reduciría ocasio­nando la disminución de los consumos. Manifestó entonces el Gobierno, lo ha dicho luégo, y lo reitero hoy, que el t ipo del cambio internacional será mantenido con toda energía.

MATERIAS PRIMAS

Al reajustar la utilización de las divisas disponibles, el Go­bierno ha tenido en cuenta ante todo el r itmo de la producción industrial dentro de la política ya explicada de mantener la ocu­pación, y consecuente con este pensamiento, ha dado un trata­miento preferencial a las materias primas que requieren las in­düstrias. El programa del Gobierno se adelanta sobr e la base de que aquellas materias primas no falten en ningún momento y que la producción se mantenga dentro de altos niveles, para que el número de obreros industriales con empleo no disminu­ya y, por el contrario, aumente.

GASTOS DEL ESTADO

El otro comprador de servicios en cantidad significtiva, es el Estado. Bien controvertido ha sido el punto de si los gastos del Estado en moneda nacional debieran reducirse en las actua­les circunstancias. Semejante política sería totalmente contra­dictoria con la que vengo exponiendo, porque si se trata de mantener el pleno empleo y los consumos, mal podría el Estado

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dejar cesantes sus obreros y empleados. Y debéis pensar, seño­res industriales, que si el Estado obrara en esa forma torpe e irresponsable, seríais vosotros los primeros perjudicados, por­que se reduciría inmediatamente el consumo de vuestras manu­facturas. Puedo aseguraros que los frentes de trabajo del Go­bierno no se van a reducir, y que el Estado no será el causante de la deoscupación en los actuales momentos. Si fuera a proce­der en tal forma, tendría que cambiar toda la política, porque entonces estaría buscando un fin diferente, que no coincidiría posiblemente con el bienestar que busca para el pueblo colom­biano.

SINTESIS

Quiero sintetizar aquí de nuevo la política economiCa del Gobierno: es necesario mantener el pleno empleo y la estabili­dad de la economía interna evitando la inflación o la deflación. Para lograrlo, se mantendrá el precio del café en el interior con el objeto de que el productor conserve su capacidad de com­pra; se atenderá y estimulará el frente industrial para que los empresarios continúen empleando sus trabajadores; se sosten­drá el tipo de cambio para las materias primas condicionado, como es claro, al sostenimiento de los precios; se mantendrán los gastos del Estado en moneda doméstica para evitar el des­empleo y estimular el desarrollo. Es éste un todo armónico que tiende al mismo fin: sostener el empleo y el nivel de los ingre­sos. Ese fin es social antes que económico, y se pretende obte­ner a través de medidas que tiendan a defender el trabajo de todo el pueblo colombiano.

DEFENSA INDUSTRIAL

Habéis hecho referencia, señor Presidente, al reciente de­creto que autoriza la emisión de bonos industriales, y habéis manifestado que la industria manufacturera y la bancaria han recibido con beneplácito ese paso, que otorga medios de finan­ciación en condiciones satisfactorias. Al establecer esta nueva modalidad de crédito, explicó el Gobierno que aparte de mante­ner los actuales niveles de empleo y de producción, se requiere

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estimular esta última por medio de una política de largo alcan­ce, para que la industria del país tenga un vigoroso desarrollo y para sustituír numerosos artículos que hoy se ve precisado a importar1 y que cuando se produzcan en Colombia, utilizarán trabajo de nuestros obreros y nos defenderán de las fluctucio­nes del precio del café en los mercados externos. La protección a la industria, como un medio para obtener mayor productivi­dad, empleo pleno y el equilibrio de ]a balanza internacional de pagos, es axioma que nadie discute. Y a el señor Ministro de Fomento os ha dicho, en mejores palabras, las inmensas opor­tunidades que se presentan en la actualidad para crear indus­trias que manufacturen el hierro y el acero de la Empresa de Paz del Río. Os habló también del papel, de la industria quí­mica, y de otras tantas que sin duda se van a establecer en cor­to tiempo. Ellas encontrarán, como la han encontrado las actua­les, una plena protección del Estado a través del Arancel adua­nero, y de tanto otro expediente que bien conocéis. Podéis sa­ber, señores industriales, que no son éstas vanas promesas, sino una política ir1·evocable del Gobierno, que se funda en el convencimiento de que la industrialización del país es necesaria para obtener un mejor nivel de vida para el pueblo colombiano.

En el ensayo sobre el desarrollo económico del país al que amablemente os habéis referido1 encontraréis las razones de esa convicción y los motivos que tengo para creer, como creo, que el desarrollo industrial es la solución más aconsejable en el caso colombiano, para obtener una economía equilibrada y mejorar la productividad, restringiendo al menor límite el empleo dis­frazado o sub-empleo frecuente hoy en nuestros campos.

CORPORACION FINANCIERA

Os habéis referido, señor Presidente, a la posibilidad de crear una Corporación Financiera que pudiera otorgar crédito a las industrias y verificar otras operaciones de igual impor­tancia para su desenvolvimiento. Considero que el estableci­miento de los bonos industriales ha venido a restar mucha im­portancia a la primitiva idea de la Corporación Financiera como instrumento de crédito, pero tampoco ve el Gobierno inconve­niente que pudiera crearse como órgano de vinculación entre

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las empresas y los posibles inversionistas tanto del país como del exterior. Y en este caso, entiendo que bien podrían las em­presas actualmente establecidas crear la mencionada Corpora­ción, que no pugna en manera alguna con la legislación colom­biana. Desde luego el Gobierno estaría dispuesto a facilitar la creación de ese organismo, dictando las medidas que fueren ne­cesanas y que armonicen con las conveniencias generales del país.

BALANZA DE CAMBIOS

Os habéis referido, señor Presidente, a la situación de la balanza internacional de pagos. Quiero informaros que las ma­terias primas y los bienes de capital y de trabajo que constitu­yen las mercancías de los grupos preferencial y primero, atien­den las necesidades de la producción y el desarrollo, y su im­portación no excede de 360 millones de dólares por año, vale decir, 30 millones de dólares mensuales. En estas condiciones, coincido en todo con vuestra apreciación sobre el equilibrio de la balanza comercial. Es cierto que el país tiene un pasivo ante­rior y que los pagos se están atendiendo con alguna demora, pero aparte de que esa demora no puede calificarse de consi­derable, y antes por el contrario, es Colombia de los países que atiende sus compromisos con mayor puntualidad, se irá redu­ciendo hasta desaparecer si los cálculos para la venta del café no sufren modificaciones desfavorables en la práctica. Vuestra sugestión sobre un posible empréstito para saldar el pasivo exis­tente, la entiendo y acepto como muy aconsejable solución, y es posible que el Gobierno Nacional, cuando llegue la oportuni­dad, trate de perfeccionar una operación de esa naturaleza. De todas maneras, la situación no es inquietante, y el país podrá seguir aprovisionándose de los bienes esenciales sin perjudicar el ritmo de su desarrollo.

RELACIONES CON EL GOBIERNO

Señor Presidente: al comienzo de vuestra exposición habéis dicho que "entre los dirigentes de la industria y el Gobierno existe ahora un gran espíritu de cooperación, una comprensión

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mejor y una evidente buena voluntad para coordinar los esfuei"­zos de la empresa privada y los del Estado". Es motivo de sa­tisfacción para el Gobierno que apreciéis en esta forma los esfuerzos que se han hecho para mantener una situación eco­nómica sana y estable, de la que todos los sectores participen. Porque es una torpeza pensar que el Gobierno, en cualquier oportunidad, pueda sentir desvíos por una u otra actividad eco­nómica, pueda cerrar sus oídos a los justos reclamos, pueda preferir que las empresas languidezcan en lugar de prosperar, y pueda, en una palabra, desear cosa distinta al desarrollo del país y el bienestar del pueblo. En algunas oportunidades pueden no coincidir exactamente los intereses de determinadas perso­nas o grupos con los de la colectividad, y en esos casos, el Go­bierno tiene que preferir el bienestar de esta última, aún a trueque de lesionar los primeros, y no puede interpretarse como una falta de comprensión o de cordialidad, lo que constituye el más elemental deber de los gobernantes.

Podéis estar seguros de que el ánimo del Gobierno es siempre el de la mayor atención para estudiar las solicitudes y reclamos de todos los gremios y para procurar resolverlos, con ánimo desprevenido y patriótico, sin que le molesten, como bien lo sabéis, ni las críticas justas ni las peticiones razonables. Pero cuando alguna de vuestras solicitudes no puede ser atendida por razones que se juzgan de conveniencia general, podéis atri­buír aquel hecho a un criterio a vuestro juicio equivocado, pero nunca a la falta de un sincero deseo de cooperación, porque ello no sería sensato.

SITUACION GENERAL

Muchas y muy grandes dificultades ha encontrado el desa­rrollo de la economía en el último año, dificultades que bien ha descrito vuestro Presidente. Pero hemos logrado superarlas, y la realidad es que la producción sigue en aumento ; que los productores de café reciben una remuneración por el fruto de su esfuerzo; que el resto de las actividades agrícolas se desen­vuelve en condiciones normales; que l~s industrias encuentran mercados para sus manufacturas y las venden con utilidades ha­lagadoras ; que el Estado, en todos los frentes, adelanta un plan

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de fomento y de vías de comunicación que ha de transformar el país en corto tiempo; que hay empleo; y que contamos con divisas para nuestras necesidades de producción y para man­tener el ritmo del desarrollo. Que estas condiciones propicias sean obra de la casualidad o que ellas se deban a una política económica, firme y dinámica, enderezada a obtenerlas, es ma­teria que dejo a vuestro juicio, y no es el caso de discutir aquí. Pero tengo que pediros en cambio que reconozcáis, como lo re­conoce el pueblo colombiano, que el Excelentísimo señor Pre­sidente de la República, con celo ejemplar, ha venido vigilando en todo momento las consecuencias adversas de la baja del café en el exterior, para tomar en cada oportuniqad las medidas ade­cuadas para amortiguarlas; y para que el pueblo colombiano, pese a las circunstancias desfavorables, continúe por un camino de progreso para obtener el bienestar a que tiene derecho.

Señores industriales : estoy seguro que las deliberaciones de esta Asamblea serán altamente provechosas para la com­prensi6n de los problemas económicos. Conozco vuestro espí­ritu aquilatado de patriotas, que sabéis anteponer el bien de la colectividad a cualquier interés egoísta, y me complazco en re­conocer que, como ha dicho vuestro Presidente, la Asociación Nacional de Industriales dentro de un ambiente de 1·espeto y consideración, ha sido desprevenido y valioso consejero, siem­pre que las circunstancias lo han requerido. Podéis tener la seguridad de que el Gobierno tiene en mente vuestros intereses para armonizarlos con todo lo que signifique progreso para la República, y que hará cuanto esté a su alcance para estimular el desarrollo industrial, meta ambicionable en la que coinciden todos los colombianos.

Al hacer votos porque el resultado de esta Asamblea sea fecundo en bienes para la N ación y para las industrias que representáis, los hago también, muy sinceros, por vuestra ven­tura personal.

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