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Creacion y Pecado Ratzinger

Date post: 18-Oct-2015
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    CREACIN Y PECADO

    CARDENAL JOSEPH RATZINGER

    Presentacin ....................................................................................................................... 1I. DIOS CREADOR ............................................................................................................... 4

    1. La diferencia entre forma y fondo en el relato de la Creacin ......................................... 5

    2. La unidad de la Biblia como criterio de interpretacin .................................................... 63. El criterio cristolgico .................................................................................................... 8

    II SIGNIFICADO DE LOS RELATOS BBLICOS DE LA CREACIN ........................... 101. La racionalidad de la creencia en la Creacin ............................................................... 102. Significado permanente de los elementos simblicos del texto .............. ....................... 11

    a) Creacin y culto ....................................................................................................... 12b) La estructura sabtica de la Creacin ........................................................................ 13c) Explotacin de la tierra? ......................................................................................... 14

    III. LA CREACIN DEL HOMBRE ................................................................................... 161. El hombre, formado de la tierra .................................................................................... 172. Imagen de Dios ............................................................................................................ 173. Creacin y Evolucin ................................................................................................... 19

    IV. PECADO Y SALVACIN ............................................................................................ 221. Sobre el tema del pecado .............................................................................................. 222. Limitaciones y libertad del hombre .............................................................................. 233. El pecado original ........................................................................................................ 264. La respuesta del Nuevo Testamento ............................................................................. 27

    Presentacin

    En el breve Prlogo con el que comienza este libro, el propio Cardenal Ratzinger ha dejadoconstancia escrita de las inquietudes teolgicas y pastorales que le ocupaban cuando concibisu contenido en 1981 y cuando, aos despus, en 1985, lo dio a la imprenta.

    El Pastor que pronunciaba en 1981 estos Sermones de Cuaresma en la Catedral de Munich,dicesis de la que era Arzobispo desde 1977, era al mismo tiempo un importante y conocidotelogo, antiguo profesor de Dogmtica en las Facultades teolgicas de Bonn (1959-1963),Mnster (1963-1966), Tubinga (1966-1969) y Ratisbona (1969-1977). Bajo ambos puntos devista -como Pastor de la Iglesia, sanamente preocupado por la vida espiritual de sus fieles, ycomo experto telogo, que advierte con facilidad dnde estn las necesidades y losproblemas- se propuso el Cardenal Ratzinger desarrollar aquel ao una catequesis de adultos,que contribuyese a reavivar en los creyentes los contenidos y el sentido de la doctrinacristiana sobre la Creacin.

    Qu motivos le movieron a ocuparse precisamente de esa materia? Sin duda, los mismos quems tarde, siendo ya Prefecto de la Congregacin para la Doctrina de la Fe, le impulsaron aenviar el texto retocado de aquellas catequesis a la imprenta, para convertirlas en el presentelibro. Estn expresados con claridad en el Prlogo, al hacer notar, en un tono de serenagravedad, la casi total desaparicin del mensaje sobre la Creacin en la catequesis, lapredicacin y la teologa. En un tiempo como el nuestro, en el que la cuestin ecolgica haalcanzado un altsimo grado de inters social y se cuidan con particular sensibilidad lasrelaciones del hombre con su entorno natural, ha dejado paradjicamente de orse en lasociedad dicho mensaje cristiano. En una poca como la actual, en la que -como sealaba el

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    Cardenal Ratzinger en un discurso pronunciado en mayo de 1989 ante los Obisposresponsables de las Comisiones doctrinales de las diferentes Conferencias Episcopales deEuropa- experimentamos el rebelarse de la creacin contra las manipulaciones del hombre yse plantea, como problema central de nuestra responsabilidad tica, la cuestin de los lmitesy normas de nuestra intervencin sobre la creacin, es altamente sorprendente que la doctrinade la creacin como contenido de fe haya sido en parte abandonada y sustituida por vagasconsideraciones de filosofa existencial.

    El mundo creado no es conocido por muchos en su ms profunda verdad de ser un donamoroso hecho al hombre por Dios Creador, en el que se contiene una enseanza sobre elAmor y la Sabidura creadora -y, por tanto un profundo mensaje moral dirigido a laconciencia del hombre-, y la humanidad sufre a travs de esa ignorancia o de ese olvido, unahonda desorientacin respecto del sentido de las cosas y de la propia existencia del hombre.De ah la urgente gravedad del problema de la Creacin en la predicacin actual, o bien, enfrase mucho ms fuerte y explcita, la necesidad de que el mensaje sobre Dios Creadorvuelva a encontrar en nuestra predicacin el rango que le es debido. Es urgente, endefinitiva, anunciar a los hombres contemporneos la verdad de la Creacin y, para alcanzarese fin, reavivar ante todo en la conciencia de los cristianos la enseanza revelada.

    En el discurso de 1989 antes citado, en el que pasaba revista a los problemas que la feencuentra hoy en Europa, retomaba el Cardenal Ratzinger el hilo de las ideas contenidas eneste libro y formulaba con nitidez su pensamiento. Sus palabras, que recogemos en parte acontinuacin, no slo ayudan a entender la importancia del anuncio cristiano de la Creacin,sino que tambin, indirectamente, dan a las pginas de este libro -en las que se expone esaverdad con sencillez y profundidad una viva utilidad teolgica y pastoral.

    Es cierto que considerar a la naturaleza como instancia moral sigue estando mal visto. Unareaccin marcada por un temor irracional ante la tcnica contina conviviendo con laincapacidad para reconocer un mensaje espiritual en el mundo corpreo. La naturaleza siguesiendo vista como una realidad en s irracional, que por otra parte muestra estructurasmatemticas que se pueden evaluar tcnicamente. Que la naturaleza posea una racionalidadmatemtica ha llegado a ser algo, por as decir, tangible; pero que en ella se anuncie tambinuna racionalidad moral es rechazado como una fantasa metafsica. El declinar de lametafsica se ha visto acompaado por el declinar de la doctrina de la creacin. En su lugar seha situado una filosofa de la evolucin (que quiero expresamente distinguir de la hiptesiscientfica de la evolucin), que pretende extraer de la naturaleza reglas para hacer posible,mediante una orientacin adecuada del ulterior desarrollo, la optimizacin de la vida. Lanaturaleza, que de este modo debera convertirse en maestra, es sin embargo consideradacomo una naturaleza ciega que inconscientemente combina, de manera casual, lo que elhombre debe imitar conscientemente. La relacin del hombre con la naturaleza (que ya no esvista como creacin) es de manipulacin, y no llega a ser de escucha. Es una relacin dedominio, basada en la presuncin de que el clculo racional pueda llegar a ser tan inteligente

    como la evolucin, y conseguir as que el mundo progrese de un modo mejor a todo cuantoha sido hasta ahora el camino de la evolucin sin la intervencin del hombre.

    La conciencia, de la que ahora se habla, es por esencia muda, as como la naturaleza esciega: slo calcula qu intervenciones ofrecen mayores posibilidades de mejora. Si eso puede(y segn la lgica del punto de partida debera) realizarse de modo colectivo, hay entoncesnecesidad de un partido que, como instrumento de la historia, tome de la mano la evolucindel individuo. Pero eso puede tambin suceder individualmente; entonces la conciencia tomala expresin de una autonoma del sujeto, que en la gran estructura csmica slo puedeparecer una absurda presuncin.

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    Que ninguna de estas soluciones sea de gran ayuda es, en verdad, evidente, y aqu radica laprofunda desesperacin de la humanidad de hoy, que se esconde detrs de la fachada de unoptimismo oficial. Y permanece al tiempo una silenciosa conviccin de la necesidad de unaalternativa que nos pueda conducir fuera de los caminos sin salida de nuestra plausibilidad. Yquizs se d tambin, ms de lo que pensamos, una silenciosa esperanza de que uncristianismo renovado pudiera ser dicha alternativa. Pero slo puede ser elaborada si ladoctrina de la creacin es nuevamente desarrollada. Esto debera ser, en consecuencia,

    considerado como uno de los compromisos ms urgentes de la teologa actual.

    Debemos hacer nuevamente visible qu significa que el mundo ha sido creado con sabiduray que el acto creador de Dios es algo fundamentalmente distinto de la provocacin de unaexplosin primordial. Slo entonces conciencia y norma podrn retornar de nuevo a unarelacin recproca correcta. Entonces se har visible, en efecto, que conciencia no es unclculo individualista (o colectivista) sino una con-ciencia con la creacin y, a travs de ella,con Dios, el Creador. Se har entonces nuevamente reconocible que la grandeza del hombreno consiste en la miserable autonoma de un enano que se proclama nico soberano, sino en elhecho de que su ser deja traslucir la ms alta sabidura, la verdad misma. Se har entoncesmanifiesto que el hombre es tanto ms grande cuanto ms crece en l la capacidad de ponersea la escucha del profundo mensaje de la creacin, del mensaje del Creador. Y entonces

    aparecer claramente que la consonancia con la creacin, cuya sabidura se convertir paranosotros en norma, no significa limitacin de nuestra libertad, sino que es expresin denuestra razonabilidad y de nuestra dignidad. Tambin le es entonces reconocido al cuerpo elhonor que le compete: ya no es usado como una cosa, sino que es el templo de la autnticadignidad del hombre, porque es construccin de Dios en el mundo. Y entonces se hacemanifiesta la igual dignidad de varn y mujer, justamente en el hecho de ser distintos.Comenzar entonces a comprenderse de nuevo que su corporeidad tiene races que alcanzanlas profundidades metafsicas y que da fundamento a una simblica metafsica cuya negacinu olvido no enaltece al hombre sino que lo destruye.

    Prlogo

    La amenaza que sufre la vida por obra del hombre, asunto ste del que se habla hoy en todaspartes, ha dado una mayor prioridad al tema de la Creacin. Pero, al mismo tiempo,paradjicamente, se puede observar una casi total desaparicin del mensaje de la Creacinen la catequesis, en la predicacin e incluso en la teologa[1]. Los relatos de la Creacin sehan quedado escondidos; su mensaje ya no se considera racionalmente vlido. Por estemotivo, decid, en la primavera de 1981, pronunciar cuatro conferencias cuaresmales en lacatedral de Nuestra Seora de A Munich a modo de catequesis sobre la Creacin, paraadultos. No pude entonces satisfacer el deseo que me fue sugerido muchas veces, de

    publicarlas en forma de libro, porque me faltaba tiempo para trabajar a fondo en lasgrabaciones magnetofnicas, cedidas amablemente por diferentes partes. En los aos

    siguientes, debido a mi nuevo cargo, pude ver con ms claridad esta necesidad del tema de laCreacin en la predicacin actual; por eso me sent obligado a rescatar los antiguosmanuscritos y a prepararlos para la imprenta, con lo que su contenido fundamental ha

    permanecido invariable junto con las limitaciones propias de su origen oral. Espero que estelibrito pueda servir de impulso para que surjan otros mejores y que de esta manera elanuncio de Dios Creador recupere el rango que le corresponde en nuestra predicacin.

    Roma, festividad de San Agustn de 1985

    Joseph Card. Ratzinger

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    I. DIOS CREADOR

    En el principio Dios cre los cielos y la tierra. La tierra era caos y vaco, y la oscuridadcubra la superficie del ocano. Pero el espritu de Dios se cerna sobre la superficie de lasaguas.

    Dijo Dios: Haya luz. Y hubo luz. Dios vio que la luz era buena, y separ Dios la luz de laoscuridad. Y Dios llam a la luz da, y a la oscuridad la llam noche. Atardeci y amaneci:da uno.

    Dios dijo: Haya un firmamento en medio de las aguas y haya separacin entre unas aguas yotras. Y Dios hizo el firmamento y separ las aguas de debajo del firmamento de las aguas deencima del firmamento. Y as sucedi. Y Dios llam al firmamento cielos. Atardeci yamaneci: da segundo.

    Dios dijo: Que se renan las aguas de debajo de los cielos en un solo lugar, y aparezca loseco. Y as sucedi. Y Dios llam a lo seco tierra, y a la reunin de las aguas la llam mares.Y Dios vio que estaba bien. Despus Dios dijo: Que la tierra germine hierba verde, hierbaque produzca semilla, rboles frutales que den fruto segn su especie, con semilla dentro,sobre la tierra. Y as sucedi. Y germin la tierra hierba verde, hierba que produce semillasegn su especie, y rboles que dan fruto con semilla dentro, segn su especie. Y Dios vio queestaba bien. Atardeci y amaneci: da tercero.

    Dios dijo: Haya lumbreras en el firmamento de los cielos para separar el da de la noche yque sean seales para las estaciones, los das y los aos. Y que haya lumbreras en el

    firmamento de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y as sucedi. Y Dios hizo las dosgrandes lumbreras, la lumbrera mayor para regir el da, y la lumbrera menor para regir lanoche, y las estrellas. Y Dios las puso en el firmamento de los cielos para alumbrar la tierra,

    para regir el da y la noche, y para separar la luz de la oscuridad. Y Dios vio que estababien. Atardeci y amaneci: da cuarto (Gen 1,1-49).

    Estas palabras con las que comienza la Sagrada Escritura me producen siempre la mismaimpresin que el taido festivo y lejano de una antigua campana, la cual logra con su bellezay solemnidad conmover mi corazn y permitir adivinar algo del misterio de la eternidad. Paramuchos de nosotros, adems, va unido a estas palabras el recuerdo de nuestro primer contactocon el libro sagrado de Dios, la Biblia, que se abra ante nuestros ojos por este pasaje, que nostrasladaba enseguida lejos de nuestro mundo pequeo e infantil, nos cautivaba con su poesa ynos permita adivinar algo de lo inconmensurable de la Creacin y de su Creador.

    Y, sin embargo, frente a estas palabras se produce una cierta contradiccin; resultan hermosasy familiares, pero son tambin verdaderas? Todo parece indicar lo contrario, pues la Cienciaha abandonado desde hace ya mucho tiempo estas imgenes que acabamos de or: la idea deun Universo abarcable con la vista en el tiempo y en el espacio y la de una Creacinconstruida pieza a pieza en siete das. En lugar de esto nos encontramos ahora condimensiones que sobrepasan todo lo imaginable. Se habla de la explosin originaria ocurridahace muchos miles de millones de aos con la que comenz la expansin del Universo queprosigue ininterrumpidamente su curso y nada de que en un orden sucesivo fueran colgadoslos astros ni creada la tierra, sino que a travs de complicados caminos y durante largos

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    perodos de tiempo se han ido formando lentamente la tierra y el Universo tal y comonosotros los conocemos.

    Entonces, ya no es vlido este relato de ahora en adelante? De hecho, hace algn tiempo, untelogo dijo que la Creacin se haba convertido en un concepto irreal y que desde un puntode vista intelectual ya no se deba hablar ms de Creacin, sino nicamente de mutacin y deseleccin. Son verdaderas aquellas palabras? O acaso ellas junto con toda la palabra de Dios

    y con toda la tradicin bblica nos hacen retroceder a los sueos de infancia de la historia de lahumanidad, sueos de los que quiz sentimos aoranza, pero en cuya bsqueda no podemos irporque de nostalgia no se vive? Existe tambin una respuesta positiva que podamos dar enesta poca nuestra?

    1. La diferencia entre forma y fondo en el relato de la Creacin

    Precisamente una primera respuesta se elabor hace ya algn tiempo cuando iba cristalizandola teora de la formacin cientfica del Universo; respuesta que probablemente muchos deustedes han aprendido en las clases de religin. Dice as: La Biblia no es un tratado cientficoni tampoco pretende serlo. Es un libro religioso; no es posible, Por lo tanto, extraer de lningn tipo de dato cientfico, ni aprender cmo se produjo naturalmente el origen del mundo;

    nicamente podemos obtener de l un conocimiento religioso. Todo lo dems es imaginacin,una manera de hacer comprensible a los hombres lo profundo, lo verdadero. Hay quedistinguir, pues, entre la forma de representacin y el contenido representado. La forma seescogi de los modos de conocimiento de aquel tiempo, de las imgenes con las que loshombres de entonces vivan, con las que se expresaban y pensaban, con las que eran capacesde entender lo grandioso, lo genuino. Y solamente lo verdadero, que se ilustraba por medio delas imgenes, era lo que en realidad permaneca y se entenda. De manera que la Escritura nopretende contarnos cmo progresivamente se fueron originando las diferentes plantas, nicmo se formaron el sol, la luna y las estrellas, sino que en ltimo extremo quiere decirnosslo una cosa: Dios ha creado el Universo. El mundo no es, como crean los hombres de aqueltiempo, un laberinto de fuerzas contrapuestas ni la morada de poderes demonacos, de los queel hombre debe protegerse. El sol y la luna no son divinidades que lo dominan, ni el cielo,superior a nosotros, est habitado por misteriosas y contrapuestas divinidades, sino que todoesto procede nicamente de una fuerza, de la Razn eterna de Dios que en la Palabra se hatransformado en fuerza creadora. Todo procede de la Palabra de Dios, la misma Palabra queencontramos en el acontecimiento de la fe. Y as no slo los hombres, al conocer que elUniverso procede de la Palabra, perdieron el miedo a los dioses y demonios, sino que tambinel Universo se inclin ante la razn que se eleva hacia Dios. De esta forma, el hombre se abrisaliendo sin temor al encuentro de este Dios. Esta narracin le permiti conocer, dejando a unlado el mundo de los dioses y de las fuerzas misteriosas, la verdadera explicacin: que slouna fuerza est al final de todo y nosotros en sus manos: el Dios vivo, y que esta mismafuerza que ha creado la tierra y las estrellas, la misma que contiene el Universo entero, es laque encontramos en la Palabra de la Sagrada Escritura. En esa Palabra palparnos la autntica

    fuerza originaria del Universo, el verdadero Poder sobre todo poder[2].Creo que esta interpretacin es correcta, pero no suficiente. Pues si se nos ha dicho quetenemos que distinguir entre las imgenes y el concepto, podramos entonces replicar: porqu no se nos ha dicho esto antes? Porque, evidentemente, si antes se hubiera entendido as,no habra tenido lugar el proceso de Galileo. Y de esta manera se acrecienta la sospecha deque, al fin y al cabo, quiz esta explicacin no sea ms que un truco de la Iglesia y de lostelogos que, en realidad, se han quedado sin argumentos y, por no querer reconocerlo,buscan un escondite tras el cual atrincherarse. En resumen, da la impresin de que la historiadel cristianismo a lo largo de los ltimos 400 aos no ha sido ms que un continuo batirse en

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    retirada, durante la cual han sido arrancadas una por una todas las afirmaciones de la fe y de lateologa. Desde luego, siempre se ha encontrado algn truco para poderse replegar. Pero esprcticamente inevitable el miedo de que poco a poco hemos sido empujados al vaco y deque llegar un momento en que ya no haya nada que defender ni camuflar; y en el que todo elterreno de la Escritura y de la fe ser ocupado por el convencimiento racionalista de que todoesto no se puede ya tomar en serio. A esto se une tambin otro aspecto incmodo. Uno puedepreguntarse lo siguiente: si los telogos e incluso tambin la Iglesia pueden as mover los

    lmites entre imagen y mensaje, entre lo que se hunde en el pasado y lo que todava es vlido,por qu no hacerlo tambin en otros casos, por ejemplo con los milagros de Jess, quizs ytambin por qu no con el punto central, es decir, con la cruz y con la resurreccin del Seor?Una maniobra que pretenda defender la fe diciendo: detrs de lo que ah est y de lo quenosotros no podemos ya defender, se encuentra precisamente lo ms verdadero. Esa maniobralleva a menudo directamente a una impugnacin de la fe, porque entonces uno se cuestionatanto la honestidad del intrprete como el supuesto de si en realidad existe algo permanente. Acausa de tales consideraciones teolgicas, muchos tienen al menos la impresin de que la fede la Iglesia es como una medusa que no se puede agarrar por ningn lado y que no permiteencontrar el ncleo en el cual uno puede finalmente agarrarse. De estas poco decididasinterpretaciones de la palabra bblica, hoy en moda, que ms parecen un pretexto que unainterpretacin, surge este cristianismo enfermo, que ya no est en realidad de parte de s

    mismo y que por eso no puede irradiar valor ni entusiasmo. Ms bien da la impresin de seruna asociacin que contina hablando aunque ya no tenga propiamente nada que decir,porque las palabras rebuscadas no se proponen convencer, sino que tratan solamente deesconder su deficiencia.

    2. La unidad de la Biblia como criterio de interpretacin

    Ahora una vez ms debemos preguntarnos: la diferencia entre imagen y verdadero mensaje,es slo un pretexto porque no podemos atenernos literalmente al texto, pero sin embargoqueremos continuar hacindolo? O, existen medios en la misma Biblia, que nos ensean talescaminos, es decir, que certifican tambin en ella misma esta diferencia? Presenta la Bibliaclaramente ante nosotros indicaciones de esta clase, y la fe de la Iglesia ha sabido de suexistencia y las ha reconocido tambin en otros tiempos?

    Con esta pregunta volvamos de nuevo a la Sagrada Escritura! All podemos apreciar, enprimer lugar, que el relato de la Creacin contenido en el primer captulo del Gnesis, quehemos odo, no est ah como un bloque errtico, terminado y cerrado en s mismo. Al fin y alcabo la Sagrada Escritura no es como una novela o un simple manual, escritos de un tirndesde el principio hasta el final; es ms bien el eco de la historia de Dios con su pueblo. Es elresultado de las luchas y los caminos de esta historia; recorrindolos, podemos conocer losauges y decadencias, los sufrimientos, las esperanzas, la grandeza y de nuevo la flaqueza deesta historia. La Biblia es, pues, expresin del empeo de Dios por hacerse progresivamentecomprensible al hombre; pero es al mismo tiempo expresin del esfuerzo humano por

    comprender progresivamente a Dios. De manera que el tema de la Creacin no aparece slouna vez, sino que acompaa a Israel a lo largo de su historia; en efecto, todo el AntiguoTestamento es un caminar en compaa de la Palabra de Dios. A lo largo de este caminar seha ido conformando, paso a paso, la autntica expresin de la Biblia. De ah que nosotros slopodamos reconocer en la totalidad de ese camino su verdadera direccin. De esta manera,como un camino, van juntos el Antiguo y el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento sepresenta para los cristianos, en sustancia, como un avanzar hacia Cristo. Precisamente, en loque a El respecta, se hace evidente lo que propiamente quera decir, lo que paso a pasosignificaba. De modo que cada parte recibe su sentido del conjunto, y ste lo recibe de sumeta final, de Cristo. Y nosotros, desde un punto de vista teolgico, slo interpretamos

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    correctamente un texto en concreto -as lo vieron los Padres de la Iglesia y la fe de la Iglesiade todas las pocas-, cuando lo consideramos como parte de un camino que va hacia delante,es decir, cuando reconocemos en l la direccin interior de este camino[3].

    Qu significado tiene entonces esta consideracin para comprender la historia de laCreacin? En primer lugar, debe constatarse que Israel siempre ha credo en Dios Creador yen esa creencia coincide con todas las grandes culturas de la Antigedad. Pues, incluso en

    medio del oscurecimiento del monotesmo, todas las grandes culturas han conocido siempre aun Creador del cielo y de la tierra, en una sorprendente coincidencia tambin entrecivilizaciones que nunca pudieron externamente tener puntos de contacto. Esta coincidencianos permite atisbar el contacto, profundsimo y nunca perdido del todo, de la humanidad conla verdad de Dios. En Israel mismo, el tema de la Creacin ha experimentado muy diversassituaciones. Nunca ha estado del todo ausente, pero tampoco ha tenido siempre la mismaimportancia. Hubo perodos de tiempo en los que Israel estaba tan ocupada con lossufrimientos o esperanzas de su historia, tan pendiente de su actualidad inmediata que apenassenta la necesidad de dirigir su atencin a la Creacin, apenas era capaz de hacerlo. Elautntico gran momento, en el que la Creacin se convirti en el tema dominante, fue el exiliobabilnico. En esa poca fue tambin cuando el relato, que acabamos de or, basado desdeluego en una tradicin muy antigua, adquiri su forma propia y actual. Israel haba perdido su

    tierra, su Templo. Para la mentalidad de entonces, estos sucesos eran algo inconcebible, puessignificaba que el Dios de Israel haba sido vencido, un Dios al que haban podido serlearrebatados su pueblo, su tierra, sus adoradores. Un Dios, incapaz de proteger su culto y a susadoradores, era entonces considerado un dios dbil, totalmente intil. En cuanto divinidadhaba sido rechazada. De manera que la expulsin de su tierra y la desaparicin de este pueblodel mapa fue para Israel una tremenda prueba de fe: entonces, ha sido vencido nuestro Dios?,se ha quedado vaca nuestra fe?

    En ese momento, los profetas abrieron una nueva pgina, y aprendi Israel que precisamenteentonces se le mostraba el verdadero rostro de su Dios, que no estaba unido a aquellasuperficie de tierra. Nunca lo haba estado: El haba prometido ese trozo de tierra a Abrahamantes de que l tuviera all su casa. Haba sido capaz de sacar a su pueblo de Egipto. Ambascosas haba podido hacerlas porque no era Dios de una tierra, sino que dominaba sobre elcielo y la tierra. Y por eso ahora poda desterrar a otro pas a su pueblo infiel para allmanifestarse. Se hizo comprensible entonces que este Dios de Israel no era un Dios como losdems dioses, sino el Dios que dominaba sobre todos los pases y todos los pueblos. Y esto lopoda El, porque El mismo haba creado todo: el cielo y la tierra. En el destierro, en laaparente derrota de Israel, se abri el camino para el reconocimiento del Dios, que sostiene ensus manos a todos los pueblos y toda la historia; al Dios portador de todo, porque es elCreador de todo, en quien est todo el poder.

    Esta fe tena, por lo tanto, que encontrar su autntico rostro precisamente en la que secelebraba y representaba litrgicamente la nueva Creacin del Universo. Tena que encontrar

    su rostro frente al gran relato babilnico de la Creacin, Enuma Elish (Cuando en lo alto),que a su manera describe el origen del Universo. Este relato deca que el mundo se origin deuna lucha entre fuerzas enfrentadas y que encontr su autntica forma cuando apareci el diosde la luz, Marduk, y parti el cuerpo del dragn originario. De este cuerpo dividido habansurgido el cielo y la tierra. Los dos juntos, el firmamento y la tierra, habran salido, pues, delcuerpo del dragn muerto; y de su sangre haba creado Marduk a los hombres. Es una imageninquietante del Universo y del hombre la que encontramos aqu: el Universo es en realidad elcuerpo de un dragn, y el hombre lleva en s sangre de dragn. En la base del Universoacecha lo inquietante, y en lo ms profundo del hombre se encuentra la rebelin, lo

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    demonaco y la maldad. Segn esta representacin slo el representante de Marduk, eldictador, el rey de Babilonia puede vencer lo demonaco y poner en orden el Universo[4].

    Estas representaciones no son, sin embargo, pura fabulacin: dejan traslucir las inquietantesexperiencias del hombre con el Universo y consigo mismo. Pues a menudo parece como si elmundo fuera realmente la morada de un dragn y la sangre del hombre, sangre de dragn.Pero frente a todas estas atormentadas experiencias, el relato de la Sagrada Escritura dice: no

    ha sido as. Toda esta historia de las fuerzas inquietantes se diluye en media frase: la tierraestaba desierta y vaca. En las palabras hebreas aqu utilizadas, se esconden an lasexpresiones que haban nombrado al dragn, a la fuerza demonaca. Slo que aqu es la Nadafrente al Dios que es el nico poderoso. Y frente a cualquier temor ante estas fuerzasdemonacas se nos dice: slo Dios, la eterna Sabidura que es el eterno Amor, ha creado elUniverso, que en sus manos est. Comprendemos ya la lucha que se esconde detrs de estepasaje bblico; su verdadero drama es que deja de lado todos aquellos complejos mitosreconduciendo el Universo a la Sabidura de Dios y a la Palabra de Dios. Esto se podramostrar pasaje a pasaje en este texto; por ejemplo, cuando el sol y la luna son designadoscomo astros que Dios cuelga en el cielo para medir los tiempos. A los hombres de entoncesdeba parecerles un enorme sacrilegio caracterizar las grandes divinidades, que eran el sol y laluna, como astros para la medida del tiempo. Es la osada y la sobriedad de la fe la que

    luchando con los mitos paganos pone de manifiesto la luz de la verdad, al ensearnos que elUniverso no es una lucha de demonios, sino que procede de la razn, de la Razn de Dios ydescansa en la palabra de Dios. De este modo, este relato de la Creacin resulta ser como laIlustracin decisiva de la historia, como la ruptura con los temores que haban reprimido alos hombres. Significa la liberacin del Universo por la razn, el reconocimiento de suracionalidad y de su libertad. Pero este relato tambin resulta ser como la verdaderaIlustracin porque sita la razn humana en el fundamento originario de la Razn creadora deDios, para basarla as en la verdad y en el amor, ya que sin esta Ilustracin sera desmesuraday en ltima instancia necia. Todava hemos de tomar algo ms en consideracin. Acabo dedecir precisamente que Israel aprende poco a poco lo que es la Creacin, enfrentado alambiente pagano, en lucha con su corazn. Esto presupone que el relato clsico de la Creacinno es el nico texto, relativo a ella, del Libro Sagrado. Inmediatamente detrs le sigue otro,redactado antes, con otras imgenes. En los Salmos tenemos de nuevo otros, y tras elloscontina el empeo por clarificar la creencia en la Creacin: tras el encuentro con el mundogriego se replantea el tema en la literatura sapiencial sin mantenerse ligado a las antiguasimgenes -como los siete das, etc.-. En la Biblia misma podemos ver cmo las imgenes sevan transformando a medida que avanza el pensamiento. Y se transforman para dar en cadamomento testimonio de una sola cosa, que es la que verdaderamente le ha llegado de laPalabra de Dios: el mensaje de su Creacin. En la Biblia, pues, las imgenes son libres, secorrigen continuamente, dejando traslucir en este lento y combativo avance que slo son eso,imgenes que descubren algo ms profundo y grandioso.

    3. El criterio cristolgico

    Algo ms decisivo debemos tomar an en consideracin: con el Antiguo Testamento elcamino no ha llegado a su fin. Lo que aborda la literatura sapiencial es el ltimo puente de unlargo camino, el puente que nos conduce al mensaje de Jesucristo, a la Nueva Alianza.Precisamente aqu encontramos el relato definitivo y equilibrado de la Creacin de la SagradaEscritura. Dice as: En el principio la Palabra exista y la Palabra estaba con Dios y laPalabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no sehizo nada de cuanto existe. (Ioh1,1-3). Juan, muy conscientemente, ha vuelto a tomar aqulas palabras con las que comienza la Biblia y ha ledo de nuevo el relato de la Creacin apartir de Cristo para contar, otra vez y definitivamente, por medio de las imgenes qu es la

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    Palabra con la que Dios quiere mover nuestro corazn. De esta manera se nos hace evidenteque nosotros, los cristianos, leemos el Antiguo Testamento no en s mismo y por s mismo; loleemos siempre con El y por El. De ah que no tengamos que cumplir la ley de Moiss, ni lasprescripciones de pureza ni los preceptos sobre los alimentos ni todo lo dems, sin que por esola palabra bblica se haya quedado vaca de sentido ni de contenido. No leemos todo estocomo algo que est en s mismo terminado. Lo leemos con Aquel en el que todo se hacumplido y en el que todo cobra su autntico valor y verdad. Por eso, leemos el relato de la

    Creacin de la misma manera que la Ley, tambin con El, y por El sabemos -por El, no por untruco posteriormente inventado- lo que Dios a travs de los siglos quiso progresivamenteimprimir en el alma y en el corazn del hombre. Cristo nos libera de la esclavitud de la letra ynos devuelve de nuevo la verdad de las imgenes.

    Tambin la Iglesia Antigua y la de la Edad Media saban que la Biblia es un todo y que laomos verdaderamente cuando la omos desde Cristo: desde la libertad que El nos ha dado ydesde la profundidad por la que El nos hace evidente lo que permanece a travs de lasimgenes, el cimiento firme sobre el que en todo momento podemos mantenernos seguros.Fue al comienzo de la Edad Moderna cuando se fue olvidando poco a poco esta dinmica, launidad viva de la Escritura que solamente podemos entender en la libertad que El nos da y enla certeza que proviene de esta libertad. El pensamiento histrico, entonces en auge, quera

    leer cada pasaje slo en s mismo, en su desnuda literalidad. Buscaba slo la explicacinprecisa de lo particular y olvidaba la Biblia como un todo. Se lean -en una palabra- los textosya no hacia adelante sino hacia atrs, es decir, ya no hacia Cristo, sino desde su supuestoorigen. Ya no se quera conocer lo que un pasaje deca o lo que una cosa era a partir de suforma plenamente terminada, sino a partir de su comienzo, de su origen. A causa de esteaislamiento del todo, de esta literalidad de lo particular que contradice toda la esencia internadel texto bblico, y que nicamente tena validez cientfica -a causa de esto, precisamente, seorigin aquel conflicto entre ciencia y teologa, que an hoy perdura como una carga para lafe-. Esto no debi nunca producirse, porque la fe era, desde el comienzo, ms grande, msamplia y ms profunda. La creencia en la Creacin no es hoy tampoco irreal, es hoy tambinracional. Es, contemplada incluso desde los resultados cientficos, la mejor hiptesis, la queaclara ms y mejor que todas las dems teoras. La fe es racional. La razn de la Creacinprocede de la Razn de Dios: no existe, en realidad, ninguna otra respuesta convincente.Tambin hoy es todava vlido lo que el pagano Aristteles, 400 aos antes de Cristo, dijofrente a quienes afirmaban que todo se haba originado por casualidad -ek t'automatou-; lodeca, aunque l mismo no poda creer en la Creacin[5]. La razn del Universo nos permitereconocer la Razn de Dios, y la Biblia es y contina siendo la verdadera Ilustracin la queha entregado el Universo a la razn del hombre y no a su explotacin por el hombre, porque larazn lo abri a la verdad y al amor de Dios. Por eso, no necesitamos tampoco hoy esconderla creencia en la Creacin. No podemos permitirnos esconderla. Pues slo si el Universoprocede de la libertad, del amor y de la razn, slo si stas son las fuerzas propiamentedominantes, podemos confiar unos en otros, encaminarnos al futuro y vivir como hombres.Slo porque Dios es el Creador de todas las cosas, es su Seor, y solamente por eso, podemos

    orarle. Y esto significa que la libertad y el amor no son ideas impotentes, sino las fuerzasfundamentales de la realidad.

    Por eso, tambin hoy en agradecimiento y con alegra podemos y queremos hacer la profesinde fe de la Iglesia: Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.Amn.

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    II SIGNIFICADO DE LOS RELATOS BBLICOS DE LACREACIN

    Dios dijo: Que las aguas pululen de seres vivos, y vuelen las aves sobre la tierra por lasuperficie del firmamento de los cielos. Y Dios cre a los grandes cetceos y a todos los seresvivos que reptan y reptiles que pululan en las aguas segn su especie, y a todas las aves

    aladas segn su especie. Y Dios vio que estaba bien. Entonces Dios los bendijo diciendo:Creced y multiplicaos; y llenad las aguas de los mares, y que las aves se multipliquen en latierra. Atardeci y amaneci: da quinto.

    Dios dijo: Que la tierra produzca seres vivos segn su especie, ganado, reptiles y animalessalvajes segn su especie. Y as sucedi. Dios hizo los animales salvajes segn su especie, losganados segn su especie y todos los reptiles del campo segn su especie. Y Dios vio queestaba bien.

    Dijo Dios: Hagamos el hombre a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y domine sobrelos peces del mar, y sobre las aves de los cielos, sobre los ganados, sobre todos los animalessalvajes, y sobre todos los reptiles que reptan sobre la tierra. Y Dios cre al hombre a su

    imagen, lo cre a imagen de Dios, varn y mujer los cre. Y Dios los bendijo, y les dijo Dios:Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad sobre los peces del mar, sobrelas aves de los cielos. Y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y Dios dijo: Heaqu que os he dado toda hierba portadora de semilla que hay en la superficie de toda latierra, y todo rbol cuyo fruto lleva semilla; os servir de alimento.

    A todos los animales salvajes, a todas las aves de los cielos, y a todos los reptiles de la tierra;a todo, ser vivo, doy la hierba verde como alimento. Y sucedi as. Y Dios vio todo lo que hizo

    y he aqu que era muy bueno. Atardeci y amaneci: da sexto.

    Quedaron concluidos los cielos y la tierra y todo su ejrcito. Dios concluy en el sptimo dala obra que haba hecho, y descans el da sptimo de toda la obra que haba hecho. Y Dios

    bendijo al da sptimo y lo santific, porque ese da descans Dios de toda la obra que Dioscre al actuar.

    Estos son los orgenes de los cielos y la tierra cuando fueron creados (Gen 1,20-2,4).

    En nuestra primera aproximacin a la creencia en la Creacin, enseada por la Biblia y por laIglesia, nos han quedado claras sobre todo dos cosas. La primera podemos resumirla as:como cristianos leemos la Sagrada Escritura con Cristo. El es nuestro gua travs de ella. Elnos ensea fielmente lo que es la imagen y dnde radica el autntico y permanente contenidodel mensaje bblico. Y al mismo tiempo que nos libera de una falsa esclavitud de la literalidaddel texto, es garanta de la verdad, firme y realista, de la Biblia que no se disuelve en unanebulosa de beateras sino que permanece como un claro cimiento sobre el que podemosafirmarnos. La segunda es: la creencia en la Creacin es algo racional y aunque la razn por ssola no pueda quizs explicarla, sin embargo, si acude en si bsqueda, encuentra en ella larespuesta esperada.

    1. La racionalidad de la creencia en la Creacin

    Debemos profundizar este aspecto en dos direcciones. En primer lugar se trata del simpleQue de la Creacin que reclama un fundamento. Remite a aquella fuerza que exista alprincipio y poda decir: Hgase!, En el siglo XIX esto se entenda de otra manera. La cienciaestaba marcada por las dos grandes teoras de la conservacin, la conservacin de la materia y

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    la de la energa. El Universo entero apareca as como un cosmos eterno, estable y regido porlas leyes perpetuas de la naturaleza, que procede de s mismo y en s mismo existe y que nonecesita nada externo. Estaba ah como un todo, razn por la cual Laplace pudo decir: Ya nonecesito ms la hiptesis de Dios. Pero entonces surgieron nuevos conocimientos. Sedescubri la teora de la entropa que sostiene que la energa se consume llegando a un estadoa partir del cual ya no puede volver a ser transformada. Esto significa que el Universo sigueun curso de desarrollo y extincin. Lo temporal est inscrito dentro de l mismo. Apareci

    luego la teora de la transformacin de la materia en energa que modificaba las dos teoras dela conservacin. Surgi la teora de la relatividad y an se fueron incorporando otrosconocimientos que venan a demostrar que el Universo, en cierto modo, contena en s suspropios horarios, horarios que nos permiten reconocer un principio y un fin, un camino desdeel principio hasta el final. Aun en el caso de que las pocas se extendieraninconmensurablemente, aun entonces, a travs incluso de la oscuridad de miles de millones deaos, en ese conocimiento de la temporalidad del existir se hace evidente de nuevo aquelmomento que se llama en la Biblia el comienzo, aquel comienzo que remite a Aquel que tenapoder para crear la existencia, para decir: Hgase! y se hizo.

    Una segunda consideracin es la que se refiere ya no al puro Que del ser, sino al diseo, poras decir, del Universo; al modelo conforme al cual ste se ha construido. Pues de aquel

    Hgase! no se origin una masa catica. Cuanto ms sabemos del Universo ms nos sale alpaso, procedente de l, una razn, cuyos caminos slo con asombro podemos considerar. Atravs de ellos vemos de nuevo renovado aquel Espritu Creador al que tambin se debenuestra propia razn. Albert Einstein dijo una vez que en las leyes de la naturaleza semanifiesta una razn tan considerable que, frente a ella, cualquier ingenio del pensamiento ode la organizacin humana no es ms que un plido reflejo[6]. Sabemos cmo, en lo msgrande, en el mundo de los astros se manifiesta una poderosa razn que los mantiene juntos enel cosmos. Pero cada vez ms aprendemos tambin a observar lo ms pequeo, las clulas, lasunidades originarias de la vida; en ellas descubrimos igualmente una racionalidad que nosasombra, hasta tal punto que debemos decir con San Buenaventura: Quien aqu no ve, esciego. Quien aqu no oye, est sordo y quien aqu no empieza a ensalzar y a adorar al EsprituCreador, es que est mudo. Jacques Monod, que rechazaba todo tipo de creencia en Dioscomo no cientfica y reconduca el Universo entero a la conjuncin del azar y la necesidad,cuenta en su obra, en la que intenta resumidamente exponer y fundamentar su visin delUniverso, que despus de sus conferencias, luego convertidas en libro, Franois Mauriachaba dicho: lo que este profesor nos quiere demostrar es an ms increble que lo que se leexige creer al cristiano[7]. Monod no lo discute. Su tesis sostiene que todo el concierto de lanaturaleza es un producto de errores y disonancias. Y no puede menos que decirse a s mismoque tal concepcin es realmente absurda. Pero el mtodo cientfico -eso dice l- le lleva a noadmitir ninguna pregunta cuya respuesta tenga que llamarse Dios. Qu mtodo tan pobre!-se puede solamente aadir-. A travs de la razn de la Creacin nos contempla Dios mismo.La fsica y la biologa, las ciencias por excelencia, nos han proporcionado un nuevo e inauditorelato de la Creacin con grandes y nuevas imgenes que nos permiten reconocer el rostro del

    Creador y nos hacen saber de nuevo: S, en el primer comienzo y en el fundamento de todoser est el Espritu Creador. El Universo no es producto de la oscuridad ni de la sinrazn.Procede del entendimiento, procede de la libertad, procede de la belleza que es amor. Ver estonos da el valor necesario para vivir; nos fortalece para sobrellevar sin miedo la aventura de lavida.

    2. Significado permanente de los elementos simblicos del texto

    Estas dos consideraciones, con las que hemos profundizado en los aspectos fundamentales dela primera meditacin, nos permiten avanzar un paso ms. Hasta ahora se nos ha puesto de

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    manifiesto que los relatos bblicos de la Creacin presentan un modo de hablar de la realidaddistinto del que conocemos por la fsica y la biologa. No describen el proceso de la evolucinni la estructura matemtica de la materia, sino que expresan de muchas maneras lo siguiente:slo existe un Dios; el Universo no es una lucha de fuerzas oscuras, sino Creacin de suPalabra. Pero esto no significa que las frases particulares del texto bblico se queden carentesde sentido y que slo permanezca vlido este, por as decir, desnudo extracto. Tambin ellasson expresin de la verdad, de un modo ciertamente distinto del empleado en la fsica y en la

    biologa. Son verdad de una manera simblica, del mismo modo que una ventana gtica, porejemplo, nos permite reconocer algo ms profundo en sus trazados y en su juego de luces.Slo dos elementos querra destacar aqu. Uno: el relato bblico de la Creacin est marcadopor una serie de cifras que no reproducen la estructura matemtica del Universo, sino encierto modo la trama interna de su tejido, la idea segn la cual ha sido concebido. Dominan enl las cifras tres, cuatro, siete y diez. Diez veces se dice en el relato: Dios habl. En estasdiez veces la historia de la Creacin anticipa ya los diez Mandamientos. Nos permitereconocer que en cierta manera estos diez Mandamientos son un eco de la Creacin; noarbitrarios inventos con los cuales se han levantado vallas a la libertad del hombre, sinointroduccin en el Espritu, en la lengua y en el significado de la Creacin, lengua traducidadel Universo, lgica traducida de Dios que construy el Universo. La cifra ms utilizada detodas es el siete; en el esquema de los siete das se acua sin lmites el Todo. Esta es la cifra

    de una fase de la luna; as por medio de este relato se nos dice que el ritmo de nuestro astrofraterno nos muestra tambin el ritmo de la vida humana. Se nos hace perceptible quenosotros, los hombres, no estamos reducidos a nuestro pequeo Yo, sino que estamosinmersos en el ritmo del cosmos; que, en cierta manera, el cielo tambin marca el ritmo, elmovimiento de nuestra propia vida, permitiendo que nos adentremos en la razn del cosmos.En la Biblia este pensamiento ha avanzado un paso ms. Nos hace saber que el ritmo de losastros es expresin rns profunda del ritmo del corazn, del ritmo del Amor de Dios que en lse manifiesta[8].

    a) Creacin y culto

    Y llegamos as al segundo elemento simblico del relato de la Creacin sobre el cual megustara decir algo. Pues no es que meramente nos encontremos con el ritmo del siete y susignificado csmico; es que este ritmo se encuentra al servicio de un mensaje que va an msall. La Creacin est dirigida hacia el Sabbat, el sbado, que es una seal de la alianza entreDios y el hombre. Tenemos que reflexionar con ms exactitud sobre este tema; de momento,en un primer impulso, podemos deducir de aqu lo siguiente: la Creacin se ha construidopara dirigirse al momento de la adoracin. La Creacin se ha hecho con el fin de ser unespacio de adoracin. Y ella se cumple y se desarrolla correctamente cada vez que de nuevoexiste para la adoracin. Operi Dei nihil praeponatur dijo en su Regla San Benito: Nadadebe anteponerse al servicio de Dios. Esto no es expresin de una exaltada piedad, sino puray autntica traduccin del relato de la Creacin, de su mensaje para nuestra vida. El verdaderocentro, la fuerza que, provocando el ritmo de las estrellas y de nuestra vida las mueve y

    gobierna en su interior, es la adoracin. Por eso el ritmo de nuestra vida palpita correctamentecuando ha quedado impregnado por ella.

    En ltima instancia esto es algo conocido por todos los pueblos. En todas las culturas losrelatos de la Creacin han surgido para expresar que el Universo existe para el culto, para laglorificacin de Dios. Esta coincidencia de las culturas en las cuestiones ms profundas de lahumanidad es algo muy valioso. En mis conversaciones con obispos africanos y asiticos,especialmente tambin en los Snodos de Obispos, se me hace evidente, como algo siemprenuevo y a menudo sorprendente, la profunda concordancia existente entre la creencia bblica ylas grandes tradiciones de los pueblos. En ellas ha permanecido un saber originario del

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    hombre que se abre hacia Cristo. Nuestro peligro hoy, en las civilizaciones tcnicas, consisteprecisamente en que nos hemos separado de este saber originario, en que la sabihondez de unequivocado espritu cientfico nos impide escuchar el mandato de la Creacin. Existe un saberoriginario comn que sirve de gua y unin a las grandes culturas.

    Bien es verdad que, para ser honrados, debemos aadir que este saber est continuamenteregenerndose. Las religiones universales conocen este gran pensamiento de que el Universo

    existe para la adoracin. Pero queda desfigurado muchas veces por la idea de que con laadoracin el hombre les da a los dioses aquello que ellos necesitan. Se piensa que la divinidadnecesita esta preocupacin de los hombres y que de esta manera el culto mantiene elUniverso. Pero esto deja abierta la puerta a especular con la fuerza. El hombre puede entoncesdecir: los dioses me necesitan, luego yo tambin puedo ejercer mi presin sobre ellos,chantajearlos en caso de necesidad. De la pura relacin amorosa, que debera ser la adoracin,surge este intento de chantaje por aduearse uno mismo del Universo. Y as el culto incurre enuna falsificacin del Universo y del hombre. Por consiguiente, la Biblia, ciertamente, pudohacer suyo este pensamiento bsico de la disposicin del Universo para la adoracin, pero almismo tiempo tuvo tambin que depurarlo. En ella esta idea, como ya se ha dicho, surgeprecisamente con la imagen del Sabbat. La Biblia dice: la Creacin est estructurada deacuerdo con el orden del Sabbat. Y el Sabbat es, por otra parte, el resumen de la Tor, la Ley

    de Israel. Lo cual significa que la adoracin contiene en s misma una forma moral. En ellaest interiorizada toda la organizacin moral de Dios. Slo as es verdaderamente adoracin.Una cosa ms que aadir: la Tor, la Ley, es expresin de la historia que Israel vive con Dios.Es expresin de la alianza, y la alianza es expresin del Amor de Dios, de su S al hombre queEl ha creado para amar y ser amado.

    Ahora podemos apreciar mejor este pensamiento. Podemos decir: Dios ha creado el Universopara entablar con los hombres una historia de amor. Lo ha creado para que haya amor. Trasesto surgen las palabras de Israel que apuntan directamente hacia el Nuevo Testamento. Sobrela Tor, que materializa lo secreto de la alianza, de la historia de amor de Dios con loshombres, se ha dicho en las escrituras judas: Ella exista al principio, estaba con Dios, atravs de ella ha llegado a ser todo lo que existe. Era la luz y la vida de los hombres. Juannecesitaba simplemente volver a tomar estas frmulas refirindolas al que es la palabra vivade Dios para decir: Todo se hizo por ella (Ioh 1.3), Ya antes Pablo haba dicho: En lfueron creadas todas las cosas (Col. 1,16; cfr. Col. 1,15-23). Dios ha creado el Universo parapoder hacerse hombre y desparramar su amor, para extenderlo tambin hacia nosotros,invitndonos a participar de l.

    b) La estructura sabtica de la Creacin[9]

    Y ahora avancemos algo ms para entender mejor estos pensamientos. En el relato de laCreacin, el Sabbat, el sbado, aparece descrito como el da en el que el hombre, en la libertadde la adoracin, participa de la libertad de Dios, de la serenidad de Dios y as de la paz de

    Dios. Celebrar el Sabbat significa celebrar la alianza, volver al origen, limpiar todo de lasimpurezas que nuestro actuar ha introducido. Significa tambin, al mismo tiempo, avanzarhacia un mundo nuevo en el que ya no habr esclavos y seores, sino hijos libres de Dios,hacia un mundo en el que el hombre, el animal y la tierra participarn todos juntosfraternalmente de la paz de Dios y de su libertad.

    A partir de este pensamiento se ha desarrollado la legislacin social mosaica. Se funda en elhecho de que el sbado produce la igualdad de todas las cosas. Y de tal modo se ha extendidoms all del da sabtico semanal, que cada siete aos hay un ao sabtico en el que la tierra ylos hombres pueden descansar. Cada cuarenta y nueve aos (= 7 x 7) se sita el gran ao

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    sabtico, en el que se perdonan todas las culpas y se anulan todas las compras y ventas. Unose encuentra de nuevo ante un renovado comienzo en el que el mundo se recibe otra vez de lasmanos creadoras de Dios. El peso de esta disposicin, de hecho nunca bien seguida, podemosquiz verlo mejor, en una breve indicacin del libro de las Crnicas. Ya en la primerameditacin me he referido a cmo Israel haba sufrido en el exilio, durante el cual Dios encierto modo se haba negado a s mismo y se haba arrebatado su tierra, su Templo y su culto.Tambin despus del exilio continu la reflexin: por qu Dios pudo hacernos esto?, por

    qu este castigo desmedido con el que Dios en cierto modo se castigaba a s mismo?, en unmomento en el que todava era inimaginable cmo en la cruz Dios cargara sobre s con todaslas culpas que por su historia de amor con los hombres se haba dejado infligir. Cmo pudoser eso? La respuesta del libro de las Crnicas dice: los muchos pecados cometidos contra losque clamaron los profetas no podan ser en el fondo motivo suficiente para un castigo tandesmedido. El motivo ha de buscarse en algo an ms profundamente arraigado. El libro delas Crnicas describe as esta causa ms profunda del exilio: Hasta que el pas haya pagadosus sbados, descansar todos los das de la desolacin, hasta que se cumplan los setentaaos (2 Cron 36,21).

    Esto quiere decir: el hombre ha rechazado la serenidad de Dios, la tranquilidad que procedede El, la adoracin, su paz y su libertad, cayendo de este modo en la esclavitud de su

    quehacer. Ha empujado al Universo a la esclavitud de su activismo y con ello se haesclavizado a s mismo. Por eso Dios deba darle el Sabbat que l ya no quera. Con su No alritmo de la libertad y de la tranquilidad procedente de Dios, el hombre se ha alejado de susemejanza con Dios para pisotear el Universo. Por eso deba ser arrancado de la obstinacinen su propio obrar, por eso Dios deba devolverle a su ms autntica realidad, rescatarlo deldominio de su quehacer. Operi De nihil praeponatur lo primero es la adoracin, la libertady la serenidad de Dios. As y slo as puede el hombre vivir de verdad.

    c) Explotacin de la tierra?

    Llegamos as a la ltima consideracin. Hay una palabra del relato de la Creacin quenecesita una interpretacin especial. Me estoy refiriendo al conocido versculo 28 del primercaptulo, al dictado de Dios a los hombres: Someted la tierra!. Hace tiempo que esta fraseha venido siendo utilizada como punto de partida para atacar al cristianismo. Comoconsecuencia despiadada de esta frase se desvirta al cristianismo mismo considerndolo elnico culpable de la miseria de nuestros das. El Club de Roma, que hace ya diez aos consu toque de alarma acerca de los lmites del desarrollo sacudi hasta los cimientos la creenciaen el progreso de la poca de la postguerra, ha entendido su crtica a la civilizacin, crticaque se ha ido haciendo cada vez ms espiritual, tambin como una crtica al cristianismo queestara en la raz de esta civilizacin de la explotacin: el mandato dado a los hombres desometer la tierra habra abierto aquel funesto camino cuyo amargo final ahora se perfila. Unescritor de Munich, al hilo de este pensamiento, acu la frase desde entonces fervorosamenterepetida sobre las consecuencias despiadadas del cristianismo. Antes hemos elogiado que el

    Universo, por la creencia en la Creacin, se haba desdivinizado y racionalizado, que el sol yla luna ya no eran grandes y siniestras divinidades, sino simplemente luminarias, que losanimales y las plantas haban perdido su carcter mtico; pues bien todo esto precisamente seha convertido en una acusacin contra el cristianismo. El cristianismo sera el que habraconvertido a los grandes poderes hermanos del Universo en objetos de uso de los hombres,llevndole as a abusar de las fuerzas de este Universo, plantas y animales, con una ideologadel progreso que slo piensa en s misma y slo en s misma cree.

    Qu decir a todo esto? El mandato del Creador al hombre quiere decir que ste debe cuidar elUniverso como Creacin de Dios, de acuerdo con el ritmo y la lgica de la Creacin. El

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    significado del mandato se describe en el captulo siguiente del Gnesis con las palabraslabrar y cuidar (2, 15). Nos introduce por lo tanto en la lengua de la Creacin misma;significa que le ha sido dada para aquello de lo que ella es capaz y a lo que ha sido llamada,pero no para volverse en su contra. La creencia bblica incluye sobre todo que el hombre noest encerrado en s mismo; siempre ha de tener presente que se encuentra dentro del grancuerpo de la historia, que finalmente se convertir en el Cuerpo de Cristo. Pasado; presente yfuturo deben encontrarse y abrirse camino en la vida de cada hombre. Nuestro tiempo ha

    quedado ya a salvo de aquel atormentado narcisismo que en la misma medida se separa delpasado y del futuro y slo quiere el presente.

    Pero entonces, con mayor razn, tenemos que preguntarnos cmo se ha llegado a los abusosde esta mentalidad del activismo y del dominio que hoy nos amenaza por todas partes. Unprimer chispazo de esta nueva mentalidad aparece ya en el Renacimiento, por ejemplo, enGalileo cuando afirma: En el caso de que la naturaleza no responda libremente a nuestraspreguntas ni nos desvele sus secretos, tendremos que atormentarla para en el dolorosointerrogatorio arrancarle la respuesta que voluntariamente no nos da. La construccin de losinstrumentos de la ciencia es para l semejante a la preparacin de este medio de tortura, conel cual el hombre como seor absoluto trata de encontrar las respuestas que quiere saber deeste acusado. Con el tiempo esta nueva mentalidad ha ido adquiriendo forma concreta y

    validez histrica, sobre todo con Kart Marx. El era el que deca al hombre que ya no debainterrogarse ms por su origen ni por su procedencia, pues se trataba de una pregunta carentede sentido. De esta manera Marx pretende dejar de lado aquella pregunta de la razn sobre elorigen del Universo y su diseo, del que hemos hablado al comienzo, porque la Creacin ensu razn interna es el mensaje ms fuerte y escuchado del Creador del que nunca podemosemanciparnos. Y puesto que, en definitiva, la cuestin de la Creacin no puede contestarsems que como procedente del Espritu Creador, por eso se interpretaba la pregunta comocarente de sentido. La Creacin creada no cuenta; es el hombre el que debe producir laverdadera Creacin que luego le ser til. De ah la transformacin del mandato fundamentaldel hombre, de ah que el progreso sea la autntica verdad y la materia el material a partir delcual el hombre crea el Universo que lo har digno de vivir en l[10]. Ernst Bloch ha reforzadoestos pensamientos de una manera verdaderamente angustiosa. La verdad, ha dicho, no es loque nosotros percibimos. Verdad es nicamente la transformacin. Verdad es, segn esto, loque se impone, y la realidad es consecuentemente una indicacin para la accin, es unadiestramiento para el ataque[11]. Necesita un polo concreto de odio[12]en el que encontrarel mpetu necesario para la transformacin. De este modo para Bloch lo bello no es latransparencia de la verdad de las cosas, sino el descubrimiento del futuro hacia el que nosdirigimos y que nosotros mismos hacemos. Por eso, dice, la catedral del futuro ser ellaboratorio, y las centrales elctricas sern las grandes iglesias gticas del futuro. Pues -segnl- ya no ser necesaria la distincin entre domingo y da laborable; ya no har falta ningnsbado porque el hombre es en todo su propio creador. Dejar tambin de esforzarsesimplemente por dominar y configurar la naturaleza y, por el contrario, la concebir en smisma como transformacin[13]. Aqu est formulado, con una claridad que no encontramos

    otras veces, lo que constituye la opresin de nuestro tiempo. Antes, el hombre poda siempretransformar cosas concretas en la naturaleza. La naturaleza como tal no era objeto, sinocondicin previa de su actuacin. Ahora le ha sido entregada como un todo; pero as elhombre se ve, de repente, expuesto a su ms profunda amenaza. El punto de partida de estasituacin se encuentra en aquella concepcin que contempla la Creacin como productonicamente del azar y de la necesidad, que no obedece a ninguna razn y de la que no sepuede extraer ninguna enseanza. Ha enmudecido aquel ritmo interior que nos haba marcadoel relato de la Sagrada Escritura: el ritmo de la adoracin, que es el ritmo de la historia deamor de Dios con los hombres. Bien es verdad que hoy percibimos visiblemente los horriblesresultados de tal enfoque. Sentimos una amenaza que no afecta a un futuro lejano, sino a

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    nosotros mismos, a nuestra inmediatez. Ha desaparecido la sumisin de la fe, el orgullo delquehacer ha fracasado. Y as se configura una actitud nueva y no menos nociva, un enfoqueque considera al hombre como perturbador de la paz, como el que todo lo destruye y que es elverdadero parsito, la enfermedad de la naturaleza. El hombre ya no se gusta a s mismo.Preferira volverse atrs para que la naturaleza pudiera de nuevo estar sana. Pero as tampococonstruimos el Universo. Pues contradecimos al Creador cuando ya no queremos al hombrecomo El lo ha querido. Con esto no santificamos la naturaleza, nos destruimos nosotros y la

    Creacin. Le arrebatamos la esperanza que existe en ella y la grandiosidad a la que estllamada.

    De modo que el camino cristiano permanece como el que verdaderamente salva. Propio delcamino cristiano es el convencimiento de que nosotros slo podemos ser verdaderamentecreativos y, por tanto, creadores si lo somos en unin con el Creador del Universo. Slopodemos servir verdaderamente a la tierra cuando la tomamos siguiendo la instruccin de laPalabra de Dios. Y entonces podemos perfeccionar y hacer avanzar al Universo y a nosotrosmismos.

    Operi De nihil praeponatur -a la obra de Dios no se anteponga nada-; al servicio de Diosnada debe anteponerse. Esta frase s que es una contribucin a la conservacin del mundo

    creado frente a la falsa adoracin del progreso, frente a la adoracin de la transformacin,destructora del hombre, y frente a la blasfemia del hombre que destruye a la vez el Universo yla Creacin, apartndolos de su destino final. Slo el Creador es el verdadero Redentor delhombre, y slo si confiamos en el Creador estamos en el camino de la salvacin del Universo,del hombre y de las cosas. Amn.

    III. LA CREACIN DEL HOMBRE

    El da en que Yahweh Dios hizo tierra y cielos, antes de que hubiera ningn arbusto silvestre

    en la tierra, y antes de que germinara ninguna hierba del campo, porque Yahweh Dios nohaba hecho llover sobre la tierra, ni exista hombre para trabajar el suelo, aunque unmanantial brotaba de la tierra y regaba toda la superficie del suelo; entonces Yahweh Dios

    form al hombre con polvo del suelo, insufl en sus narices aliento de vida, y el hombre seconvirti en un ser vivo.

    Y Yahweh Dios plant un jardn en Edn, al oriente, y situ all al hombre que habaformado. E hizo Yahweh Dios brotar del suelo toda clase de rboles agradables a la vista ybuenos para comer, y, en medio del jardn, el rbol de la vida y el rbol de la ciencia del bien

    y del mal (Gen 2,4-9).

    Qu es el hombre? Esta pregunta se plantea como una imposicin a cada generacin y a cadahombre en particular; pues, a diferencia de los animales, la vida no nos ha sido sin mstrazada hasta el final. Lo que es el ser humano representa tambin para cada uno de nosotrosuna tarea, una llamada a nuestra libertad. Cada uno debe interrogarse de nuevo por el serhumano, decidir quin o qu quiere l ser como hombre. Cada uno de nosotros en su vida, loquiera o no, debe responder a la pregunta de qu es el ser humano. Qu es el hombre? Elrelato de la Sagrada Escritura nos sirve como indicador del camino que nos conduce almisterioso pas del ser humano. Nos sirve de ayuda para reconocer lo que es el proyecto de

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    Dios con el hombre. Nos ayuda a dar creadoramente la respuesta nueva que Dios espera decada uno de nosotros.

    1. El hombre, formado de la tierra[14]

    Qu quiere decir exactamente esto? En primer lugar, se nos informa de que Dios form a loshombres del barro, lo que constituye al mismo tiempo una humillacin y un consuelo.

    Humillacin porque nos dice: no eres ningn dios; no te has hecho a ti mismo y no disponesdel Todo; ests limitado. Eres un ser para la muerte como todo ser vivo, eres slo tierra. Perotambin supone un consuelo, pues adems nos dice: el hombre no es ningn demonio, comohasta entonces haba podido parecer, ningn espritu maligno; no ha sido formado a partir defuerzas negativas, sino que ha sido creado de la buena tierra de Dios. Aqu resplandece algoan ms profundo, pues se nos dice que todos los hombres son tierra. Ms all de todas lasdiferencias creadas por la cultura y por la historia, permanece la constatacin de que nosotros,en definitiva, somos lo mismo, somos el mismo. Este pensamiento que en la Edad Media, enla poca de las grandes epidemias de peste, se acu bajo la forma de danzas de la muerte acausa de las horribles experiencias vividas por el gran poder amenazador de la muerte, sepone de manifiesto en que emperador y mendigo, seor y esclavo, son, en ltima instancia,uno y el mismo hombre, formado de una y la misma tierra y destinado a volver a ella. En

    todas las tribulaciones y apogeos de la historia el hombre permanece igual, como tierra,formado de ella y destinado a volver a ella.

    De esta manera, se pone de manifiesto la unidad de todo el gnero humano: todos nosotrosprocedemos solamente de una tierra. No hay sangre y suelo de diferentes clases. Y por lamisma causa no hay hombres diferentes, como crean los mitos de muchas religiones ytambin se manifiesta en concepciones de nuestro mundo de hoy. No hay castas ni razasdiferentes, en las que los hombres posean un valor diferente. Todos nosotros somos la nicahumanidad, formada por Dios de la nica tierra. Esta concepcin del hombre es un pen-samiento dominante tanto en el relato de la Creacin como en la Biblia entera. Frente a todaslas segregaciones y envanecimiento! del hombre, con los que quiere colocarse por encima dey frente a los otros, la humanidad se explica como la nica Creacin de Dios, procedente deuna sola tierra. Y lo que se ha dicho al principio, volver a repetirse despus del diluvio: en lagran genealoga del captulo dcimo del Gnesis aparece de nuevo la misma concepcin deque slo hay un hombre en los muchos hombres. La Biblia pronuncia un No decidido contratodo racismo, contra toda divisin de la humanidad.

    2. Imagen de Dios

    Pero para que el hombre sea tal, debe acontecer una segunda cosa. La materia prima es latierra, de ella saldr el hombre porque al cuerpo formado con ella Dios le insufla su aliento enla nariz. La realidad divina entra en el Universo. El primer relato de la Creacin, que ha sidoobjeto de las meditaciones anteriores, dice lo mismo con otra imagen ms profunda. Dice as:

    El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios (cfr. Gen 1,26 y ss.). En l se tocanel cielo y la tierra. Dios entra a travs del hombre en la Creacin; el hombre est dirigido aDios. Ha sido llamado por El. La Palabra de Dios de la Antigua Alianza sigue teniendo valorpara cada hombre en particular: Te llamo por tu nombre, eres mo. Cada hombre esconocido y amado por Dios; ha sido querido por Dios; es imagen de Dios. En estoprecisamente consiste la profunda y gran unidad de la humanidad, en que todos nosotros, cadahombre cumple un proyecto de Dios que brota de la idea misma de la Creacin. Por eso dicela Biblia: Quien maltrata al hombre, maltrata la propiedad de Dios (Gen 9, 5). La vida humanaest bajo la especial proteccin de Dios, porque cualquier hombre, por pobre o muyacaudalado que sea, por enfermo o achacoso, por intil o importante que pueda ser, nacido o

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    no nacido, enfermo incurable o rebosante de energa vital, cualquier hombre lleva en s elaliento de Dios, es imagen suya. Esta es la causa ms profunda de la inviolabilidad de ladignidad humana; y a ello tienden, en ltima instancia, todas las civilizaciones. Porque alldonde ya no se ve al hombre como colocado bajo la proteccin de Dios, como portador lmismo del aliento divino, all es donde comienzan a surgir las consideraciones acerca de suutilidad, all es donde surge la barbarie que aplasta la dignidad del hombre. Y donde sucede alcontrario ' all aparece la categora de lo espiritual y de lo tico.

    Nuestro destino depende por completo de que logremos defender esta dignidad moral delhombre en el mundo de la tcnica y de todas sus posibilidades. Pues en esta poca tcnico-cientfica se est dando una clase de tentacin especial. La actitud tcnica y cientfica hatrado consigo un tipo especial de certeza, aquella que puede confirmarse a travs delexperimento y de la frmula matemtica. Esto efectivamente ha proporcionado al hombre unaliberacin expresa del temor y de la supersticin y le ha dado un determinado poder sobre elUniverso. Pero ah radica precisamente la tentacin, en considerar solamente como racional, ypor lo tanto serio lo que puede comprobarse por el experimento y el clculo. Lo cual supone,por consiguiente, que lo moral y lo sagrado ya no cuentan para nada. Han quedado relegadosa la esfera de lo superado, de lo irracional. Pero cuando el hombre hace esto, cuandoreducimos la tica a la fsica, entonces disolvemos lo caracterstico del hombre, ya no lo

    liberamos, sino que lo destruimos. Hemos de distinguir de nuevo lo que ya Kant conoca ysaba muy bien: que hay dos formas de razn, la terica y la prctica, como l lasdenominaba. Digmoslo tranquilamente: la razn cientfico-fsica y la moral-religiosa. No sepuede explicar la razn moral como un irracionalismo ciego o como una supersticin, slo porel hecho de que se ha originado de una manera distinta o porque su conocimiento serepresenta de un modo no matemtico. Es una y la ms grande de las dos formas de razn, laque precisamente puede conservar la categora humana de la ciencia y de la tcnica ypreservarlas de convertirse en la destruccin del hombre. Kant habl ya de la primaca de larazn prctica sobre la terica, de que lo ms grande, las realidades ms profundas y decisivasson aquellas que la razn moral del hombre reconoce en su libertad moral. Y ah, aadimosnosotros, est el espacio del ser-imagen-de-Dios, eso que hace al hombre ser algo ms quetierra[15].

    Demos ahora otro paso. Lo esencial de una imagen consiste en que representa algo. Cuandoyo la miro, reconozco por ejemplo al hombre que est en ella, el paisaje, etc. Remite a otracosa que est ms all de s misma. Lo caracterstico de la imagen, por lo tanto, no consiste enlo que es meramente en s misma, leo, lienzo y marco; su caracterstica como imagenconsiste en que va ms all de s misma, en que muestra algo que no es en s misma. As, elser-imagen-de-Dios significa sobre todo que el hombre no puede estar cerrado en s mismo. Ycuando lo intenta, se equivoca. Ser-imagen-de-Dios significa remisin. Es la dinmica quepone en movimiento al hombre hacia todo-lo-dems. Significa, pues, capacidad de relacin;es la capacidad divina del hombre. En consecuencia, el hombre lo es en su ms alto gradocuando sale de s mismo, cuando llega a ser capaz de decirle a Dios: T. De ah que a la

    pregunta de qu es lo que diferencia propiamente al hombre del animal y en qu consiste sumxima novedad se debe contestar que el hombre es el ser que Dios fue capaz de imaginar; esel ser que puede orar y que est en lo ms profundo de s mismo cuando encuentra la relacincon su Creador. Por eso, ser-imagen-de-Dios significa tambin que el hombre es un ser de lapalabra y del amor; un ser del movimiento hacia el otro, destinado a darse al otro, yprecisamente en esta entrega de s mismo se recobra a s mismo.

    La Sagrada Escritura nos posibilita dar todava otro paso adelante, si seguimos una vez msnuestra norma fundamental de que el Antiguo y el Nuevo Testamento deben leerse juntos, yaque es precisamente a partir del Nuevo de donde se entresaca el ms profundo significado del

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    Antiguo. En el Nuevo Testamento Cristo es denominado el segundo Adn, el definitivo Adny la imagen de Dios (p. ej., 1 Cor 15,44-48; Col 1,15). Esto quiere decir que precisamente enEl se pone de manifiesto la respuesta definitiva a la pregunta: qu es el hombre? Slo en Elaparece el contenido ms profundo de este proyecto. El es el hombre definitivo, y la Creacines en cierto modo un anteproyecto de El. As que podemos decir: el hombre es el ser quepuede llegar a ser hermano de Jesucristo. Es la criatura que puede llegar a ser una con Cristo yen El con Dios mismo. Esto es lo que significa esa remisin de la Creacin a Cristo, del

    primero al segundo Adn, que el hombre es un ser en camino, en trnsito. Todava no es lmismo, tiene que llegar a serlo definitivamente. Y aqu, en medio de la reflexin sobre laCreacin, nos aparece ya el misterio pascual, el misterio del grano de trigo que muere. Elhombre debe convertirse con Cristo en el grano de trigo que muere para poderverdaderamente resucitar, para levantarse verdaderamente, para ser l mismo (cfr. 1oh 12,24).El hombre no se comprende nicamente desde su origen pasado ni desde una parte aislada quellamamos presente. Est dirigido hacia el futuro que es el que precisamente le permiteadivinar quin es l (cfr.Joh 3,2). Tenemos siempre que ver en el otro hombre a aqul con elque yo alguna vez participar de la alegra de Dios. Debemos contemplar al otro como aqulcon el que estoy llamado a ser en comn miembro del Cuerpo de Cristo, con el que yo algnda me sentar a la mesa de Abrahn, de Isaac, de Jacob, a la mesa de Jesucristo, para ser suhermano y con l hermano de Jesucristo, hijo de Dios.

    3. Creacin y Evolucin

    Podramos concluir ahora que todo esto es hermoso y est bien, pero, al fin y al cabo, no esten contradiccin con nuestros conocimientos cientficos, segn los cuales el hombre procededel reino animal? No necesariamente. Muchos pensadores han reconocido desde hace yamucho tiempo que aqu no se produce ninguna disyuntiva. No podemos decir: Creacin oEvolucin; la manera correcta de plantear el problema debe ser: Creacin y Evolucin, puesambas cosas responden a preguntas distintas. La historia del barro y del aliento de Dios, quehemos odo antes, no nos cuenta cmo se origina el hombre. Nos relata qu es l, su origenms ntimo, nos clasifica el proyecto que hay detrs de l. Y a la inversa, la teora de laevolucin trata de conocer y describir perodos biolgicos. Pero con ello no puede aclarar elorigen del proyecto hombre, su origen ntimo ni su propia esencia. Nos encontramos, pues,ante dos preguntas que en la misma medida se complementan y que no se excluyenmutuamente.

    Pero miremos ahora un poco ms de cerca, porque precisamente el progreso del pensamientoen las dos ltimas dcadas nos ayuda tambin a considerar de nuevo esa unidad interna de laCreacin y de la evolucin de la fe y de la razn. A las concepciones propias del siglo XIXperteneca el hecho de tener cada vez ms en cuenta la historicidad, el desarrollo de todas lascosas. Se vio entonces que las cosas que tenemos por inmutables y siempre idnticas sonproducto de un largo devenir. Esto es vlido tanto en la esfera de lo humano como en la de lanaturaleza. Se puso de manifiesto que el Universo entero no es algo as como una gran caja en

    la que todo se ha introducido una vez terminado, sino que ms bien hay que compararlo aldesarrollo y crecimiento de un rbol vivo cuyas ramas crecen cada vez ms altas hacia arriba.Esta consideracin general ha sido y es expuesta, a menudo, de un modo fantstico, pero conel progreso de la investigacin se perfila cada vez con ms claridad el modo correcto con quese ha de comprender.

    Muy brevemente querra aclarar algo acerca de esto con especial referencia a Jacques Monodque nos puede servir muy bien como testigo no sospechoso; se trata, por un lado, de uncientfico de gran categora, y por otro, de un luchador decidido contra toda creencia en laCreacin[16].

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    Me parecen de suma importancia dos relevantes y fundamentales precisiones suyas. Laprimera dice: En la realidad no existe slo la necesidad. No es posible, como pretendatodava Laplace y como Hegel intentaba imaginar, que en el Universo todas las cosas derivende forma sucesiva una de la otra con absoluta necesidad. No existe ninguna frmula quepermita establecer una deduccin obligatoria de todo. En el Universo no existe slo lanecesidad sino tambin, dice Monod, el azar. Como cristianos nos permitiramos ir ms all ydecir: existe la libertad. Pero volvamos a Monod. El seala que existen especialmente dos

    realidades, las cuales no tienen obligatoriamente que existir: pueden existir, pero no tienenque existir. Una de ellas es la vida. As, del mismo modo que existen las leyes fsicas pudoella originarse, pero no tuvo que hacerlo. Aade, adems, que era muy improbable que estosucediera. La probabilidad matemtica para ello era prcticamente cero, de manera quetambin se puede suponer que solamente esa nica vez, en nuestra tierra, ocurri ese muyimprobable acontecimiento de que se originara la vida[17].

    Lo segundo quepudo, pero no tuvoa la fuerza que existir es el misterioso ser humano. Este estambin hasta tal punto improbable ' que Monod como cientfico sostiene que dado su gradode improbabilidad, slo una vez puede haber sucedido el que este ser se originara. Somos,dice l, una casualidad. Nos ha tocado en la lotera un nmero premiado y debemos sentirnoscomo alguien que inesperadamente ha ganado mil millones jugando a la lotera[18]. De esta

    manera, con su lenguaje ateo expresa de nuevo lo que la fe de los siglos pasados habadenominado la contingencia del ser humano y lo que haba llevado a la fe a orar as: Yo notena que existir, pero existo y T, oh! Dios, me has querido. En el lugar de la voluntad deDios, Monod coloca el azar, el premio que nos ha tocado en la lotera. Si esto fuera as, seraentonces muy cuestionable el poder realmente afirmar que a la vez se tratara de un premio.Durante una breve conversacin con un taxista, ste me hizo la observacin de que cada vezera ms la gente joven que le deca: Nadie me ha preguntado si yo quera haber nacido. Y mecontaba tambin un profesor que al tratar de hacerle ver a un nio el agradecimiento que lesdeba a sus padres, dicindole: Tienes que agradecerles que vives!, ste le habacontestado: Por eso no les estoy nada agradecido. No vea ningn premio en su existenciahumana. Y de hecho si solamente es la ciega casualidad la que nos ha arrojado en el mar de lanada, entonces existen motivos ms que suficientes para considerarlo una desgracia. Slo sisabemos que existe alguien que no nos ha arrojado a un destino ciego, y slo si sabemos queno somos casualidad sino que procedemos de la libertad y del amor, slo entonces podemosnosotros, los no-necesarios, estar agradecidos por esta libertad y saber, agradecindolo, queno es sino un don el ser hombre.

    Vayamos ahora directamente a la cuestin del desarrollo y de sus mecanismos. LaMicrobiologa y la Bioqumica nos han proporcionado en este aspecto descubrimientosrevolucionarios. Penetran cada vez ms en el misterio ms ntimo de la vida, tratan dedescifrar su lenguaje misterioso y de conocer qu es precisamente eso: la vida. Y han llegadoal convencimiento de que son perfectamente comparables, en muchos aspectos, un organismovivo y una mquina. Ambos tienen en comn el hecho de realizar un proyecto, un esbozo

    pensado y racional, que en s mismo es lgico y armonioso. Su funcionamiento descansasobre una construccin precisa, minuciosamente pensada, y por eso reflexiva. Pero junto aestas coincidencias existen tambin diferencias. La primera, y no menos importante, puededescribirse as: el proyecto organismo es incomparablemente ms inteligente y audaz que lams refinada de las mquinas. Estas, comparadas con el proyecto organismo, estnchapuceramente concebidas y construidas. Una segunda diferencia ahonda an ms: elproyecto organismo se acciona a s mismo desde dentro, no como las mquinas que deben seractivadas por alguien desde fuera. Y, por ltimo, la tercera diferencia: el proyecto organismotiene la capacidad de reproducirse; el proyecto puede por s mismo renovarse y transmitirse.

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    Dicho de otro modo: posee la facultad de la reproduccin por medio de la cual entra de nuevoen la existencia un todo vivo y armonioso[19].

    Y aqu se nos presenta algo totalmente inesperado y muy importante que Monod denomina ellado platnico del Universo. Es lo siguiente: no existe meramente el devenir en el que todocambia incesantemente, existe tambin lo estable, las ideas permanentes que iluminan larealidad y son sus principios rectores constantes. Existe la estabilidad y est creada de tal

    manera que cada organismo vivo transmite de nuevo exactamente su muestra, el proyecto quel es. Cada organismo ha sido construido -como expresa Monod- de una maneraconservadora. En la reproduccin se reproduce de nuevo a s mismo. Monod lo formula as:en la moderna Biologa la evolucin no es ninguna caracterstica de los seres vivos, sino quesu caracterstica es precisamente que son inmutables: se reproducen, su proyectopermanece[20].

    Monod encuentra despus el camino hacia la evolucin, en la afirmacin de que en latransmisin del proyecto puede haber un fallo. Como la naturaleza es conservadora,reproducir este fallo cada vez que le suceda. Tales fallos pueden acumularse, y de la suma deellos puede originarse algo nuevo. De aqu se deduce una conclusin desconcertante: todo elUniverso de los vivos se ha originado de esta manera, incluido el hombre; somos el producto

    de un fallo casual[21].

    Qu debemos decir a esta respuesta? Es asunto de la ciencia aclarar cules son los factoresque determinan el crecimiento del rbol de la vida y la aparicin de nuevas ramas. Esto no escuestin de la fe. Pero debemos y podemos tener la osada de decir que los grandes proyectosde la vida no son producto de la casualidad ni del error. Tampoco son producto de unaseleccin que se arroga atributos divinos, los cuales, de manera lgica e improbable, seran unmito moderno. Los grandes proyectos de la vida remiten a una Razn creadora, nos muestranel Espritu Creador, hoy ms claro y radiante que nunca. De manera que hoy, con mayorcertidumbre y con alegra, podemos decir: S, el hombre es un proyecto de Dios, Solamente elEspritu Creador era lo suficientemente fuerte, grande y osado para concebir este proyecto. Elhombre no es una equivocacin, ha sido deseado, es fruto de un amor. Puede en s mismo, enel atrevido proyecto que es, descubrir el lenguaje de este Espritu Creador que le habla a l yle anima a decir: S, Padre, T me has querido.

    Los soldados romanos, tras azotar a Jess, coronarlo de espinas y vestirlo grotescamente conun manto, lo condujeron de nuevo a Pilatos. Este endurecido militar se impresion vivamentede ver a este hombre destrozado, roto. Y reclamando compasin, lo present ante la multitudcon las siguientes palabras: Idu ho anthropos!, Ecce homo que nosotros generalmentetraducimos: He aqu al hombre pero con ms exactitud lo que dice el texto griego es:Mirad, ste es el hombre. En el sentir de Pilatos esta era la palabra de un cnico que queradecir: nos enorgullecemos del ser humano, pero, ahora, contempladlo, aqu est, ese gusanoste es el hombre!, as de despreciable, as de pequeo. Pero el evangelista Juan ha

    reconocido en estas palabras del cnico unas palabras profticas y as las ha transmitido a lacristiandad. Efectivamente, Pilatos tiene razn, quiere decir: Mirad, esto es el hombre! En El,en Jesucristo, podemos leer lo que es el hombre, el proyecto de Dios y nuestra relacin con l.En Jess maltratado podemos ver qu cruel, qu poca cosa, qu abyecto puede ser el hombre.En El podemos leer la historia del odio humano y del pecado. Pero en El y en su amor quesufre por nosotros, podemos adems leer la respuesta de Dios: S, ste es el hombre, el amadopor Dios hasta hacerse polvo, el amado por Dios de tal manera que le atiende hasta en laltima necesidad de la muerte. Y en la mayor degradacin contina siendo tambin el llamadopor Dios, hermano de Jesucristo y as llamado a participar del amor eterno de Dios. Lapregunta qu es el hombre? encuentra su respuesta en la imitacin de Jesucristo. Siguiendo

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    sus pasos, podemos da a da aprender con El, en la paciencia del amor y del sufrimiento, ques el hombre y llegar a serlo.

    De modo que en este tiempo de cuaresma, miremos hacia El, hacia el que nos presentanPilatos y la Iglesia. El es el hombre. Pidmosle que nos ensee a llegar a ser y a convertirnosde verdad en hombres. Amn.

    IV. PECADO Y SALVACINLa serpiente era el ms astuto de todos los animales (bestias) del campo, que haba hechoYahweh Dios. Y dijo a la mujer: Con que os ha mandado Yahweh Dios que no comis deningn rbol del jardn? La mujer respondi a la serpiente: Podemos comer del fruto de losrboles del jardn; pero el fruto del rbol que est en medio del jardn, Dios nos mand queno lo comisemos, ni lo tocsemos, para que no muramos. La serpiente dijo a la mujer: Nomoriris en modo alguno. Es que Dios sabe que el da que comis de l se os abrirn los ojos

    y seris como Dios, conocedores del bien y del mal.

    La mujer se dio cuenta de que el rbol era bueno para comer, agradable a la vista y el rbolexcelente para adquirir sabidura. Y cogi de su fruto, comi y dio tambin a su marido, elcual comi. Entonces se les abrieron a ambos los ojos y descubrieron que estaban desnudos;entrelazaron hojas de higuera y se hicieron unos ceidores. Y cuando oyeron la voz deYahweh Dios que se paseaba por el jardn a la hora de la brisa, el hombre y su mujer seescondieron por entre los rboles del jardn de la presencia de Yahweh Dios. Pero Yahweh

    Dios llam al hombre y le dijo: Dnde ests? Este contest: O tu voz en el jardn y tuvemiedo porque estoy desnudo; y me escond. Dios Pregunt: Quin te ha descubierto queestabas desnudo? Acaso has comido del rbol que te prohib comer? El hombre contest: Lamujer que me diste por compaera, ella me dio del rbol, y com (Gen 3,1-12).

    Al hombre le dijo: Por haber escuchado la voz de tu mujer y haber comido del rbol del quete orden que no comieses maldita ser la tierra por tu causa; con penalidades y fatigas

    obtendrs de ella el alimento todos los das de tu vida. Te producir zarzas y cardos, ycomers la hierba del campo. Con el sudor de tu frente comers pan hasta que vuelvas a latierra, porque de ella fuiste sacado, pues eres polvo y al polvo volvers (Gen 3,17-19).

    Entonces Yahweh Dios lo expuls del jardn de Edn, para que trabajase la tierra de la quehaba sido sacado; y alej al hombre y coloc al oriente del jardn de Edn a los querubinescon la espada llameante que se agitaba, para guardar el camino al rbol de la vida (Gen3,23-24).

    1. Sobre el tema del pecado[22]

    Despus del Snodo de los Obispos dedicado al tema de la familia, mientras deliberbamos enun pequeo grupo acerca de los temas que podran ser tratados en el prximo, recay nuestraatencin en las palabras de Jess con las que Marcos al comienzo de su evangelio resume elmensaje de Aqul: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios est cerca. Convertos ycreed en el Evangelio. Uno de los obispos, reflexionando sobre ellas, dijo que tena laimpresin de que este resumen del mensaje de Jess, en realidad, haca ya mucho tiempo quelo habamos dividido en dos partes. Hablamos mucho y a gusto de evangelizacin, de la buenanueva, para hacer atrayente a los hombres el cristianismo. Pero casi nadie -opinaba el obispo-se atreve ya a expresar el mensaje proftico: Convertos! Casi nadie se atreve en nuestro

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