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Cuentos de siempre I.pdf

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Cuentos de Siempre I Hermanos Grimm Obra reproducida sin responsabilidad editorial
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Cuentos deSiempre I

Hermanos Grimm

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Advertencia de Luarna Ediciones

Este es un libro de dominio público en tantoque los derechos de autor, según la legislaciónespañola han caducado.

Luarna lo presenta aquí como un obsequio asus clientes, dejando claro que:

1) La edición no está supervisada pornuestro departamento editorial, de for-ma que no nos responsabilizamos de lafidelidad del contenido del mismo.

2) Luarna sólo ha adaptado la obra paraque pueda ser fácilmente visible en loshabituales readers de seis pulgadas.

3) A todos los efectos no debe considerarsecomo un libro editado por Luarna.

www.luarna.com

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1. LA CHUSMA

Había una vez un gallito que le dijo ala ga-llinita:

-Las nueces están maduras. Vayamos juntosa la montarla y démonos un buen festín antesde que la ardilla se las lleve todas.

-Sí -dijo la gallinita-, varaos a darnos esegusto.

Se fueron los dos juntos y, como el día eraclaro, se quedaron hasta por la tarde. Yo no sémuy bien si fue por lo mucho que habían comi-do o porque se volvieron muy arrogantes, peroel caso es que no quisieron regresar a casa an-dando y el gallito tuvo que construir un pe-queño coche con cáscaras de nuez. Cuandoestuvo terminado, la gallinita se montó y le dijoal gallito:

-Anda, ya puedes engancharte al tiro.-¡No! -dijo el gallito-. ¡Vaya, lo que me falta-

ba! ¡Prefiero irme a casa andando antes quedejarme enganchar al tiro! ¡Eso no era lo acor-

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dado! Yo lo que quiero es hacer de cochero ysentarme en el pescante, pero tirar yo... ¡Eso síque no lo haré!

Mientras así discutían, llegó un pato graz-nando:

-¡Eh, vosotros, ladrones! ¡Quién os ha man-dado venir a mi montaña (le las nueces? ¡lo vaisa pagar caro!

Dicho esto, se abalanzó sobre el gallito. Peroel gallito tampoco perdió el tiempo y arremetiócontra el pato y luego le clavó el espolón contanta fuerza que éste, le suplicó clemencia y,como castigo, accedió a dejarse enganchar altiro del coche. El gallito se sentó en el pescantee hizo de cochero, y partieron al galope.

-¡Pato, corre todo lo que puedas!Cuando habían recorrido un trecho del ca-

mino se encontraron a dos caminantes: un alfi-ler y una aguja de coser. Los dos caminantes lesecharon el alto y les dijeron que pronto seríacompletamente de noche, por lo que ya no po-drían dar ni un paso más, que, además, el ca-

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mino estaba muy sucio y que si podían mon-tarse un rato; habían estado a la puerta de lataberna del sastre y tomando cerveza se leshabía hecho demasiado tarde. El gallito, comoera gente flaca que no ocupaba mucho sitio, lesdejó montar, pero tuvieron que prometerle queno lo pisarían.

A última hora de la tarde llegaron a una po-sada y, como no querían seguir viajando denoche y el pato, además, ya no andaba muybien y se iba cayendo de un lado a otro, entra-ron en ella. El posadero al principio puso mu-chos reparos y dijo que su casa ya estaba llena,pero probablemente también pensó que aque-llos viajeros no eran gente distinguida. Al fin,sin embargo, cedió cuando le dijeron con bue-nas palabras que le darían el huevo que la ga-llinita había puesto por el camino y tambiénpodría quedarse con el pato, que todos los díasponía uno.

Entonces se hicieron servir a cuerpo de rey yse dieron la buena vida.

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Por la mañana temprano, cuando apenasempezaba a clarear y en la casa aún dormíantodos, el gallito despertó a la gallinita, recogióel huevo, lo cascó de un picotazo y ambos se locomieron; la cáscara, en cambio, la tiraron alfogón. Después se dirigieron a la aguja de co-ser, que todavía estaba durmiendo, la agarra-ron de la cabeza y la metieron en el cojín delsillón del posadero; el alfiler, por su parte, lometieron en la toalla. Después, sin más ni más,se marcharon volando sobre los campos. Elpato, que había querido dormir al raso y sehabía quedado en el patio, les oyó salir zum-bando, se despabiló y encontró un arroyo y semarchó nadando arroyo abajo mucho más de-prisa que cuando tiraba del coche. Un par dehoras después el posadero se levantó de la ca-ma, se lavó y cuando fue a secarse con la toallase desgarró la cara con el alfiler. Luego se diri-gió a la cocina y quiso encenderse una pipa,pero cuando llegó al fogón las cáscaras delhuevo le saltaron a los ojos.

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-Esta mañana todo acierta a ciarme en la ca-beza -dijo, y se sentó enojado en su sillón-. ¡Ay,ay, ay!

La aguja de coserle había acertado e n un si-tio aún peor, y no precisamente en la cabeza.Entonces se puso muy furioso y sospechó delos huéspedes que habían llegado tan tarde lanoche anterior, pero cuando fue a buscarlos vioque se habían marchado. Así juró que no volve-ría a admitiren su casita chusma como aquélla,que corre mucho, no paga nada y encima loagradece con malas pasadas.

2. HANS EL TONTO

Erase tina vez un rey que vivía muy feliz consu hija, que era su única descendencia. Depronto, sin embargo, la princesa trajo un niñoal mundo y nadie sabía quién era el padre. Elrey estuvo mucho tiempo sin saber qué hacer.Al final ordenó que la princesa fuera a la iglesia

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con el niño y le pusiera en la mano un limón, yaquel al que se lo diera sería el padre del niño yel esposo de la princesa. Así lo hizo; sin embar-go, antes se había dado orden de que no se de-jara entrar en la iglesia nada más que a gentenoble. Pero había en la ciudad un muchachopequeño, encorvado y jorobado que no era de-masiado listo y por eso le llamaban Hans eltonto, y se coló en la iglesia con los demás sinque nadie le viera, y cuando el niño tuvo queentregar el limón fue y se lo dio a Hans el tonto.La princesa se quedó espantada, y el rey se pu-so tan furioso que hizo que la metieran con elniño y Hans el tonto en un tonel y lo echaran almar. El tonel pronto se alejó de allí flotando, ycuando estaban ya solos en alta mar la princesase lamentó y dijo:

-Tú eres el culpable de mi desgracia, chicorepugnante, jorobado e indiscreto. ¿Para qué tecolaste en la iglesia si el niño no era en absolutode tu incumbencia?

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-Oh, sí -dijo el tonto-, me parece a mí que síque lo era, pues yo deseé una vez que tuvierasun hijo, y todo lo que yo deseo se cumple.

-Si eso es verdad, desea que nos llegue aquíalgo de comer.

-Eso también puedo hacerlo-dijo Hans eltonto, y deseó tina fuente bien llena de patatas.

A la princesa le hubiera gustado algo mejor,pero como tenía tanta hambre le ayudó a co-merse las patatas.

Citando ya estuvieron hartos dijo Hans eltonto:

-¡Ahora deseo que tengamos un hermosobarco! Y apenas lo había dicho se encontraronen un magnífico barco en el que había de todolo que pudieran de sear en abundancia.

El timonel navegó directamente hacia tierra,y cuando llegaron y todos habían bajado, dijoHans el tonto:

-¡Ahora que aparezca allí un palacio!Y apareció allí un palacio magnífico, y llega-

ron unos criados con vestidos dorados e hicie-

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ron pasar al palacio a la princesa y al niño, ycuando estaban en medio del salón dijo Hans eltonto:

-¡Ahora deseo convertirme en un joven e in-teligente príncipe!

Y entonces perdió su joroba y se volvió her-moso y recto y amable, y le gustó mucho a laprincesa y se convirtió en su esposo.

Así vivieron felices una temporada. Un díael viejo rey iba con su caballo y se perdió y lle-gó al palacio. Se asombró mucho porque jamáslo había visto antes y entró en él. La princesareconoció enseguida a su padre, pero él a ella,no, pues, además, pensaba que se había ahoga-do en el mar hacía ya mucho tiempo. Ella lesirvió magníficamente bien y cuando el viejorey ya se iba a ir le metió en el bolsillo un vasode oro sin que él se diera cuenta. Pero una vezque se había marchado ya de allí en su caballoella envió tras él a dos jinetes para que le detu-vieran y comprobaran si había robado el vasode oro, y cuando lo encontraron en su bolsillo

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se lo llevaron de nuevo al palacio. Le juró a laprincesa que él no lo había robado y que nosabía cómo había ido a parar a su bolsillo.

-Por eso debe uno guardarse mucho de con-siderar enseguida culpable a alguien -dijo ella,y se dio a conocer.

El rey entonces se alegró mucho, y vivieronmuy felices juntos; y cuando él se murió, Hansel tonto se convirtió en rey.

3. LA BRIZNA DE PAJA, LA BRASA Y LAJUDIA VERDE VAN DE VIAJE

Eranse una brizna de paja, una brasa y unajudía verde que se unieron y quisieron hacerjuntas un gran viaje. Habían recorrido de yamuchas tierras cuando llegaron a un arroyoque no tenía puente y no podían cruzarlo. Alfin, la brizna de paja encontró la solución: setendería sobre el arroyo entre las dos orillas ylas otras pasarían por encima de ella, primero

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la brasa y luego la judía verde. La brasa empe-zó a cruzar despacio y a sus anchas; la judíaverde la siguió a pasitos cortos. Pero cuando labrasa llegó a la mitad de la brizna de paja, éstaempezó a arder y se quemó. La brasa cayó alagua, hizo pssshhh... y se murió. A la brizna depaja, partida en dos trozos, se la llevó la co-rriente. La judía verde, que iba algo más atrás,se escurrió también y cayó, aunque pudo valer-se un poco nadando. Al final, sin embargo, tu-vo que tragar tanta agua que reventó y, enaquel estado, fue arrastrada hasta la orilla. Porsuerte había allí sentado un sastre, que des-cansaba de su peregrinaje. Como tenía a manoaguja e hilo, la cosió y la dejó de nuevo entera.Desde entonces todas las judías verdes tienenuna hebra.

Según otro relato, la primera que pasó sobrela brizna de paja fue la judía verde, que llegósin dificultad al otro lado y observó cómo labrasa se iba acercando a ella desde la orillapuesta. En mitad del agua quema la brizna de

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paja, se cayó e hizo ¡psssssssssssshhhh…Alverlo, la judía verde se rió tanto que reventó. Elsastre de la orilla la cosió y la dejó de nuevoentera, pero en ese momento solo tenía hilonegro y por eso todas las judías verdes tienenuna hebra negra.

4. LA ALONDRA CANTARINA Y SALTA-RINA

Erase una vez un hombre que tenía proyec-tado un gran viaje, y al despedirse les preguntóa sus tres hijas qué querían que les trajera.

La mayor quiso perlas, la segunda diaman-tes, pero la tercera dijo:

-Querido padre, yo quiero una alondra can-tarina y saltarina.

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-Sí, si la puedo conseguir la tendrás -dijo elpadre, y besó a las tres y se marchó.

Cuando le llegó el momento de regresar denuevo a casa tenía las perlas y los diamantespara las dos mayores, pero la alondra cantarinay saltarina para la más pequeña la había busca-do en vano por todas partes, y eso le daba mu-cha pena, pues en realidad era su hija favorita.

Su camino le llevó entonces por un bosque, yen mitad de él había un magnífico palacio, ycerca del palacio había un árbol, y arriba deltodo, en la copa del árbol, vio una alondra quecantaba y saltaba.

-¡Vaya, me vienes que ni pintada! -exclamó.Se puso muy contento y llamó a su criado y

le mandó que se subiera al árbol y atrapara alanimalito. Pero en cuanto éste se acercó al árbolsaltó de él un león y se sacudió y pegó tal rugi-do que temblaron todas las hojas de los árboles.

-¡Al que pretenda robarme mi alondra canta-rina y saltarina me lo como!

Entonces dijo el hombre:

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-No sabía que el pájaro te pertenecía. ¿Nome lo podrías vender?

-¡No! -dijo el león-. No hay nada que te pue-da salvar, a no ser que me prometas darme loprimero que te encuentres al llegar a casa. Si lohaces, te perdonaré la vida y además te daré elpájaro para tu hija.

El hombre, sin embargo, no quería y dijo:-Podría ser mi hija pequeña, que es la que

más me quiere y siempre sale corriendo a miencuentro cuando vuelvo a casa.

Pero al criado le entró miedo y dijo:-¡También podría ser un gato o un perro!El hombre entonces se dejó convencer, cogió

con el corazón muy triste la alondra cantarina ysaltarina y le prometió al león que le daría loprimero con lo que se encontrara en casa.

Y cuando entró en su casa lo primero que seencontró no fue sino a su hija menor y másquerida, que vino corriendo y le besó y le abra-zó, y cuando vio que había traído una alondracantarina y saltarina se alegró todavía más.

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El padre, sin embargo, no pudo alegrarse,sino que se echó a llorar y dijo:

-¡Ay, qué dolor, mi querida niña! ¡El peque-ño pájaro bien caro lo he comprado, pues por élhe tenido que prometer que te daría a un leónsalvaje, y cuando te tenga te hará pedazos y tecomerá!

Y entonces le contó todo lo que había ocu-rrido y le suplicó que no fuera, pasara lo quepasara. Pero ella le consoló y le dijo:

-Queridísimo padre, si lo habéis prometidotenéis que cumplir vuestra palabra; iré y yaapaciguaré yo al león para poder volver sana ysalva a casa con vos.

A la mañana siguiente hizo que le indicaranel camino y se internó confiada en el bosque. Elleón, sin embargo, era un príncipe encantado ydurante el día era un león y con él toda su gen-te se convertía en león, pero por la noche todosrecuperaban su figura habitual.

Cuando ella llegó la trató con muchísimaamabilidad y se celebró la boda, y por la noche

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él era un hombre muy guapo, y a partir de en-tonces velaron por la noche y durmieron du-rante el día y vivieron felices juntos duranteuna larga temporada.

Una vez llegó él y dijo:-Mañana hay una fiesta en casa de tu padre

porque se casa tu hermana la mayor; si te ape-tece ir te llevarán mis leones.

Ella dijo que sí, que le gustaría volver a ver asu padre, y se fue allí y los leones la acompaña-ron.

Cuando llegó hubo una gran alegría, puestodos creían que había muerto hacía ya muchotiempo despedazada por el león.

Ella, sin embargo, les contó lo bien que le ibay se quedó con ellos mientras duró la boda;luego regresó de nuevo al bosque.

Cuando la segunda hija se casó y a ella la in-vitaron de nuevo a la boda le dijo al león:

-Esta vez no quiero estar sola; tienes que ve-nirte conmigo.

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El león, sin embargo, no quiso y le dijo queeso era demasiado peligroso para él, pues si ledaba allí el rayo de alguna luz se transformaríaen una paloma y tendría que volar durante sie-te años con las palomas. Pero ella no le dejó enpaz y le dijo que ya cuidaría de él y le pro-tegería de cualquier luz.

Así que se fueron los dos juntos y se llevarontambién a su pequeño hijo. Ella, sin embargo,hizo que levantaran allí, alrededor de un salón,un muro tan fuerte y tan grueso que no pene-trara ningún rayo, y allí tendría que quedarse élcuando encendieran las luces de la boda. Perola puerta estaba hecha de madera fresca y saltóy se abrió en ella una pequeña grieta de la quenadie se dio cuenta.

Entonces se celebró la boda con gran boato,pero cuando la comitiva salió de la iglesia ypasó con muchísimas antorchas y velas al ladodel salón un rayo muy, muy fino cayó sobre elpríncipe, y en el mismo momento en que lerozó se transformó, y cuando ella entró a bus-

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carle no le vio; allí lo único que había era unapaloma que le dijo:

-Siete años tengo que volar ahora por elinundo, pero cada siete pasos dejaré caer unaroja gota de sangre y una pluma blanca que teseñalarán el camino, y si me sigues podrás sal-varme.

La paloma entonces salió volando por lapuerta y ella la siguió, y cada siete pasos caíauna gotita de sangre roja y una plumita blancay le señalaban el camino. Así, anduvo por elancho mundo sin parar y sin mirar atrás y sindescansar, y ya casi habían pasado los sieteaños; entonces se alegró mucho y pensó que yaestaban salvados, pero aún le faltaba muchopara eso.

Una vez, según iba andando, ya no cayóninguna plumita ni ninguna gotita roja de san-gre, y cuando abrió bien los ojos la palomahabía desaparecido. Y como pensó que ahí loshombres no podían ayudarla, se subió al sol yle dijo:

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-Tú brillas sobre todas las cumbres y todaslas quebradas, ¿no has visto volar una blancapalomita?

-No -le contestó el sol-, no he visto ninguna,pero te regalo una cajita; ábrela cuando estés enun gran apuro.

Le dio las gracias al sol y siguió adelantehasta que se hizo de noche y salió la luna; en-tonces le preguntó:

-Tú brillas toda la noche sobre todos loscampos y bosques, ¿no has visto volar ningunapaloma blanca?

-No -dijo la luna-, no he visto ninguna, perote regalo un huevo; cáscalo cuando estés en ungran apuro.

Le dio las gracias a la luna y siguió adelantehasta que sopló el viento nocturno, y entoncesle preguntó:

-Tú soplas por todos los árboles y por debajode todas las hojitas, ¿no has visto volar ningunapaloma blanca?

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-No -dijo el viento nocturno-, no he vistoninguna, pero les preguntaré a los otros tresvientos, quizás ellos la hayan visto.

El viento del este y el viento del oeste vinie-ron y dijeron que ellos no habían visto nada,pero el viento del sur dijo:

-La blanca paloma la he visto yo. Se ha idovolando al mar Rojo y allí se ha convertido denuevo en un león, pues ya han pasado los sieteaños, y allí está luchando contra un dragón,pero el dragón es una princesa encantada.

Entonces el viento nocturno le dijo a ella:-Te voy a dar un consejo: vete al mar Rojo;

en la orilla derecha hay grandes cañas, cuénta-las y córtate para ti la undécima y golpea conella al dragón; así el león podrá vencerlo y am-bos recuperarán también su figura humana.Luego mira a tu alrededor y verás en la orilladel mar Rojo al pájaro grifo; móntate en su lo-mo con tu amado y el pájaro os cruzará el mary os llevará hasta casa. Aquí tienes también unanuez; cuando estés en mitad del mar déjala caer

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e inmediatamente se abrirá y crecerá sobre lasaguas un gran nogal en el que el grifo descan-sará; si no pudiera descansar no sería lo sufi-cientemente fuerte para llevaros al otro lado ysi se te olvida dejar caer la nuez os arrojará almar.

Ella entonces fue y se lo encontró todo talcomo el viento nocturno había dicho, y cortó laundécima caña y golpeó con ella al dragón einmediatamente el león le venció y ambos re-cuperaron su cuerpo humano. Y cuando laprincesa, que antes era un dragón, se vio libreel hombre la cogió en brazos, se montó en elpájaro grifo y se la llevó de allí con él. Así quela pobre, que había andado tanto, se quedó allíabandonada de nuevo, pero dijo:

-Seguiré andando mientras el viento sople yel gallo cante hasta que le encuentre.

Y siguió andando y recorrió largos, largoscaminos, hasta que finalmente llegó al palacioen el que ambos vivían juntos; allí oyó que

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pronto se iba a celebrar una fiesta en la que losdos iban a casarse. Pero ella dijo:

-¡Dios me ayudará aún!Y cogió la cajita que le había dado el sol y

dentro había un vestido tan reluciente como elpropio sol. Lo sacó y se lo puso, y subió al pala-cio y todos se la quedaron mirando, hasta lapropia novia; y le gustó tanto el vestido quepensó que podría ser su traje de novia y le pre-guntó si no se lo podría vender.

-No lo vendo ni por dinero ni por bienes -contestó-, pero sí por carne y por sangre.

La novia le preguntó qué quería decir coneso y ella entonces contestó:

-Dejadme pasar una noche en la cámaradonde duerme el novio.

La novia no quería, pero al mismo tiempodeseaba tener el vestido, así que finalmenteaccedió, pero el ayuda de cámara tuvo que dar-le de beber al príncipe un somnífero.

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Cuando era ya de noche y el príncipe estabadurmiendo la condujeron a la cámara y enton-ces se sentó junto a la cama y dijo:

-Te he estado siguiendo siete años, he estadocon el sol, la luna y los vientos preguntandopor ti y te he ayudado a vencer al dragón, ¿esque vas a olvidarte de mí por completo?

Pero el príncipe estaba tan profundamentedormido que solamente le pareció como si elviento zumbara fuera entre los abetos.

Cuando amaneció la volvieron a sacar de allíy tuvo que entregar el vestido dorado; y comoeso tampoco le había servido de nada, se pusomuy triste, salió a un prado, se sentó y se echóa llorar.

Y mientras estaba allí sentada se acordó delhuevo que le había dado la luna y lo cascó. ¡Oh!¡De él salió una gallina clueca con doce pollitosenteramente de oro que se pusieron a correteara su alrededor piando y luego se metieron denuevo bajo las alas de su madre, que no se po-día ver cosa más hermosa en el mundo entero!

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Ella entonces se puso de pie y los hizo corretearpor el prado delante de ella hasta que la noviamiró por la ventana y al ver a los animalitos legustaron tanto que bajó inmediatamente y lepreguntó si no se los podría vender.

-No los vendo ni por dinero ni por bienes,pero sí por carne y por sangre. Dejadme dormirotra noche en la cámara donde duerme el no-vio.

La novia dijo que sí y quiso engañarla comola noche anterior, pero cuando el príncipe sefue a la cama le preguntó a su ayuda de cámaraqué habían sido los murmullos y los susurrosde la noche anterior.

Entonces el ayuda de cámara se lo contó to-do: que le había tenido que dar de beber unsomnífero porque una pobre muchacha habíadormido en secreto en la cámara y que esa no-che le tenía que dar a beber otro. El príncipedijo:

-Vierte la bebida al lado de la cama.

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Y por la noche la llevaron otra vez dentro ycuando empezó a contar de nuevo su aciagodestino él reconoció enseguida por su voz queera su querida esposa, y saltó de la cama y dijo:

-Ahora sí que estoy salvado de verdad. Es-taba como en un sueño, pues la princesa extran-jera me había hechizado para que te olvidara,pero Dios me ha ayudado en el momento opor-tuno.

Entonces los dos salieron a escondidas delpalacio en mitad de la noche, pues temían alpadre de la princesa, que era un mago.

Y se montaron en el pájaro grifo y éste losllevó sobre el mar Rojo, y cuando estaban enmedio de él ella dejó caer la nuez. Inmediata-mente creció un gran nogal y el pájaro descansóen él, y luego los llevó hasta su casa, dondeencontraron a su hijo, que se había hecho gran-de y hermoso, y a partir de entonces vivieronfelices hasta el fin de sus días.


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