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Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión...

Date post: 20-Sep-2018
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101
Tendencias en supervisión escolar Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura Gabriel Carron y Anton De Grauwe Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
Transcript

Tendencias en supervisión escolar

Cuestiones de actualidaden supervisión:una revisión de la literatura

Gabriel Carron y Anton De Grauwe

Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación

Los puntos de vista y las opiniones expresadas en este opúsculo son

los de los autores y no representan necesariamente los puntos de

vista de la UNESCO o del IIPE. Las denominaciones empleadas en

esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos

que contiene no implican, por parte de la UNESCO o del IIPE, juicio

alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los países,

territorios, ciudades o zonas citados, o de sus autoridades, ni

respecto de la delimitación de sus fronteras.

Los costos de publicación de este estudio han sido cubiertos mediante

un subsidio de la UNESCO y las contribuciones voluntarias de varios

Estados Miembros de la UNESCO, cuya relación figura en la lista que

aparece al final de este volumen.

Edición original: Current issues in supervision: a literature review,

Paris, UNESCO/International Institute for Educational Planning, 1997

Traducción: Alfonso E. Lizarzaburu

Publicado por el:

Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación

7-9 rue Eugène-Delacroix, 75116 París

Correo electrónico: [email protected]

Sitio web del IIPE: http://www.unesco.org/iiep

Diseño de la cubierta: Pierre Finot

Composición: Linéale Production

Impreso en los talleres del IIPE

© UNESCO 2003

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Texte tapé à la machine
m.dans
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IIEP/WD/111916/R1
m.dans
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5

ÍNDICE

Pages

Presentación de la colección 7

Introducción 11

I. Un contexto cambiante 15Lo que nos enseña la investigación 15Cómo han aplicado la investigación los responsablesde la formulación de política 19

II. Estructuras complejas, papeles múltiples 23Algunos antecedentes 23Estructuras complejas 27Una descripción de puesto exigente 32

III. Principales problemas 39Condiciones de trabajo 39Conflicto de papeles 44La gestión de los servicios de supervisión 49El punto de vista de los profesores 57

IV. Reformas y tendencias de cambio 59Acercar la supervisión a las escuelas 60Reforzar el monitoreo en la escuela 66Tendencias generales del cambio 74

V. Conclusiones 85

Bibliografía 91

7

PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN

Ésta es la primera publicación de la colección sobre “Tendencias

en supervisión escolar”, que acompaña la implementación del

proyecto del IIPE sobre “Mejora de los servicios de supervisión y

apoyo al personal docente de la educación básica”. El proyecto, que

se inició en 1996, es uno de los principales componentes de la

investigación en el marco del Plan a plazo medio 1996-2001 del

Instituto.

En una época de creciente descentralización y autonomía escolar,

la investigación previa –en el Instituto y fuera de él– ha indicado la

necesidad de fortalecer las competencias del personal que participa

en la supervisión y el apoyo a nivel local y en las escuelas.

Vale la pena mencionar aquí dos puntos relacionados, ya que

ambos constituyen los antecedentes y la justificación de la

preocupación del IIPE en esta área de gestión. En primer lugar, los

servicios profesionales de supervisión y apoyo al personal docente,

si bien existen en casi todos los países desde hace tiempo, han sido

ignorados, mucho más aún cuando los recursos comenzaron a

disminuir. Hasta hace poco, este descuido se ha reflejado en una

indiferencia similar por parte de los investigadores. En segundo

término, una razón importante por la cual la calidad de la educación

básica se ha deteriorado en muchos contextos está relacionada

precisamente con el debilitamiento de estos servicios.

El proyecto del IIPE, que se ha venido desarrollando teniendo en

cuenta estos antecedentes, está constituido por actividades de

investigación, formación y difusión. Sus objetivos específicos son

ayudar a los países a diagnosticar y reformar los servicios de

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

8

supervisión y apoyo existentes, así como a identificar estrategias

prometedoras para la reorganización y el fortalecimiento de estos

servicios. La colección de publicaciones, de la que esta monografía

es el primer volumen, es el resultado de la investigación realizada en

varias regiones para abordar diversas cuestiones, tales como:

• ¿Cómo se organizan la supervisión y el apoyo en diferentes países?

¿Cuáles han sido las principales tendencias de la evolución reciente?

• ¿Cuáles son los principales problemas que tienen actualmente los

servicios de supervisión y apoyo en relación con las estructuras

organizacionales, la gestión global de los servicios y su

funcionamiento cotidiano?

• ¿Hasta qué punto y en qué condiciones estos servicios tienen un

impacto positivo sobre la calidad de los procesos de enseñanza y

aprendizaje en las escuelas?

• ¿Cuáles son las principales innovaciones que están ocurriendo,

principalmente en relación con la descentralización de la

supervisión y el apoyo para que se realicen a nivel de la escuela?

¿Cómo funcionan estas innovaciones? ¿Cuáles son los principales

resultados?

A fin de dar respuestas a estas diferentes preguntas, el proyecto

formuló la definición operacional siguiente de ‘los servicios de

supervisión y apoyo escolar’, a saber: ‘todos los servicios cuya función

principal es controlar y evaluar, o asesorar y apoyar a los directores y

profesores’. El foco de atención del proyecto está constituido por la

supervisión y el apoyo externos, es decir, el trabajo de los inspectores,

supervisores, asesores, consejeros, etc., situados fuera de la escuela,

en los niveles local, regional o central. Una característica común de

9

Presentación de la colección

todos estos funcionarios es que las visitas regulares a las escuelas

constituyen una parte esencial de su mandato.

Sin embargo, en sus intentos por reformar e innovar en materia

de supervisión, muchos países recurren cada vez más a estrategias

basadas en la escuela o la comunidad (tales como centros de recursos,

agrupamiento o nuclearización de escuelas, supervisión en el seno

mismo de la escuela por parte del director o los pares, la gestión basada

en la escuela) para complementar, si no para reemplazar, la

supervisión y el apoyo externos. Por tanto, el proyecto también

estudiará diversas innovaciones y, en términos más generales, las

fortalezas y debilidades de estas estrategias.

La colección “Tendencias en supervisión escolar” incluirá una

diversidad de títulos: diagnósticos nacionales de supervisión y apoyo,

análisis comparativos de la situación por región, estudios de caso de

experiencias innovadoras, monografías y documentos de discusión

sobre cuestiones específicas de gestión. Esperamos que esta colección

colme un vacío en la investigación educacional y sirva de inspiración,

especialmente a los responsables de la formulación de política que

tratan de reformar la supervisión y a los supervisores que desean

mejorar su práctica.

11

INTRODUCCIÓN

Esta revisión de la literatura examina hasta qué punto los servicios

de supervisión y apoyo escolar son elementos capitales de la mejora

de la calidad de la educación básica. Si bien existen desde hace mucho

tiempo en casi todos los países, estos servicios han sido descuidados

por los responsables de la formulación de política, mucho más aún

cuando los recursos comenzaron a disminuir. Este descuido en el

ámbito de la política se ha reflejado en una indiferencia similar entre

los investigadores. En efecto, el estudio más reciente y global sobre

la supervisión escolar en los países en desarrollo data de mediados

de la década de los setenta (Lyons y Pritchard, 1976). En años

recientes, sin embargo, los cambios en las políticas educacionales y

las reformas en la gestión de la educación han incidido

fundamentalmente sobre los servicios de supervisión y apoyo, lo que

ha contribuido a renovar el interés en su funcionamiento,

especialmente en los países desarrollados (por ej., Hopes, 1992; OECD,

1995).

En todos los países, los servicios de supervisión y apoyo se han

convertido, en el transcurso de su larga historia, en sistemas complejos

e intrincados, sujetos a diversos cambios y reformas, cuya dirección

aún no es muy clara. Estudiar un sistema tan vasto es ambicioso y se

presta a confusión. Por consiguiente, podría ser útil formular una

definición operacional a fin de dar al análisis un foco de atención y

límites claros. Para el propósito de esta revisión, el término ‘servicios

de apoyo y supervisión’ designará a ‘todos los servicios cuya función

principal es inspeccionar, controlar, evaluar o asesorar, asistir y apoyar

a los directores y profesores’. Por consiguiente, el foco de la atención

de la revisión estará constituido por la supervisión y el apoyo

12

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

externos, es decir, el trabajo de los supervisores, asesores, consejeros,

etc., situados fuera de la escuela, en los niveles local, regional o central.

Una característica común de todos estos funcionarios es que las visitas

regulares a las escuelas constituyen una parte esencial de su mandato.

Es conveniente formular dos observaciones adicionales desde el

comienzo: en primer lugar, en la literatura disponible, el apoyo escolar

recibe mucho menos atención que la supervisión, lo que podría ser

el reflejo de su importancia relativa en la mayoría de los países.1 En

segundo término, con el propósito de reformar y mejorar las

estructuras existentes de supervisión y apoyo, diversos países se están

concentrando en mecanismos internos, es decir, en el seno de la

escuela. Estos mecanismos también serán tomados en consideración

hasta donde sea necesario para comprender sus implicaciones para

el funcionamiento de los servicios externos y a fin de mantener una

perspectiva global.

Esta revisión, basada en una selección de publicaciones y

documentos disponibles en el Centro de Recursos Documentales del

IIPE, se compone de cinco capítulos. En el Capítulo I se describen

algunas de las reformas en curso en gestión de la educación, en

función de su impacto sobre la supervisión y el apoyo escolar. También

presenta los resultados de la investigación reciente sobre la calidad

de la educación y la eficacia de la escuela. En este sentido, explica las

razones del renovado interés en este campo. En el Capítulo II se

abordan dos cuestiones centrales cuando se estudia la supervisión

escolar: en primer lugar, ¿cuál es la función de los supervisores o de

los consejeros pedagógicos en el sistema de educación? O, en otros

términos, ¿por qué existen estos servicios? En segundo lugar, ¿cómo

están organizados los servicios de supervisión? Éste es un tema

1. Esto también explica por qué esta revisión generalmente se refiere a los ‘supervisores’,término que engloba a todos los actores que participan en la supervisión y el apoyo.Cuando los actores del apoyo sean objeto de atención especial, serán claramenteidentificados.

13

Introducción

complejo, no sólo por las diferencias que existen entre los países,

sino también debido al gran número de servicios existentes. La

estructura a veces laberíntica de estos servicios y la falta de

coordinación entre ellos son citadas como una de las dificultades

más importantes de la supervisión eficaz. El Capítulo III ofrece una

visión más detallada de la extensa lista de problemas que afrontan los

servicios de supervisión y apoyo en los países desarrollados y en

desarrollo. Estos problemas están relacionados principalmente con

ciertos conflictos inherentes a los papeles de los supervisores, las

condiciones en las que se desempeñan y las maneras como se

gestionan sus servicios. El Capítulo IV examina las diferentes

reformas que se han ejecutado o se están realizando para mejorar la

eficacia de la supervisión y destaca algunas cuestiones esenciales que

es necesario abordar para mejorar el impacto de la supervisión y el

apoyo sobre la calidad de las escuelas. Por consiguiente, tomará en

cuenta la experiencia de algunas de las reformas de la educación más

exitosas en los últimos años. Finalmente, se formulan algunas

conclusiones importantes.

15

I. UN CONTEXTO CAMBIANTE

Lo que nos enseña la investigación

En los países desarrollados y en desarrollo, los responsables de la

formulación de política educacional han desplazado su atención de

las cuestiones relativas a la expansión a las de la calidad, especialmente

desde comienzos de la década de los ochenta. Las razones de este

cambio fueron ligeramente diferentes en los dos casos. El crecimiento

casi exponencial del número de estudiantes en los países en

desarrollo durante las décadas de los sesenta y setenta no fue

acompañado por el aumento de útiles escolares, material didáctico y

profesores calificados. El resultado fue una disminución global de la

calidad de la educación y, en muchos países, el aumento de las

desigualdades regionales. Escuelas vetustas, carentes de los útiles

escolares básicos y dotadas de profesores con una baja calificación

se convirtieron en algo común. Se implementaron varios proyectos

en gran escala para mejorar esta situación. Ellos se concentraron en

el mantenimiento de las escuelas y la elaboración de textos escolares,

la formación del personal docente y la financiación de los insumos

escolares por parte de la comunidad. Adoptaron nombres que

traducían claramente su propósito: ‘operación pizarra’, ‘operación

carpetas de ciencias’. Si bien esos proyectos mejoraron ciertamente

la disponibilidad de medios de instrucción y otro tipo de material, su

impacto sobre la calidad de la enseñanza y el rendimiento de los

estudiantes son menos obvios.

La investigación reciente ha tratado de explicar esta paradoja

concentrándose en el “proceso” en vez de hacerlo únicamente en los

factores que constituyen los “insumos” (Carron y Ta Ngoc, 1996; Dalin,

1994; Heneveld y Craig, 1996). En otras palabras, y para dar una imagen

simplificada de una realidad compleja, lo que importa, por ejemplo,

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

16

no es el número de textos escolares ofrecidos a las escuelas, sino

cómo se los utiliza en el aula. La crítica a las intervenciones masivas

mencionadas anteriormente se debe, precisamente, a que descuidaron

estas cuestiones. Para citar una evaluación interna de varios proyectos

típicos del Banco Mundial: su centro de atención está constituido por

algunos factores tales “como insumos, no su integración en las

escuelas […]. El diseño de los proyectos tiende a ignorar los factores

de los procesos que caracterizan a la educación eficaz en el seno de

la escuela: la autonomía a nivel de la escuela, el clima escolar, el proceso

de enseñanza-aprendizaje, la evaluación de los estudiantes y la

retroalimentación por parte de los profesores” (Heneveld y Craig,

1996, p. xiv). A fin de tener una idea más precisa de lo que está detrás

del término ‘factores de proceso’ se ha elaborado el Gráfico 1.1. Éste

se basa en la investigación efectuada por el IIPE y sintetiza los

principales factores que influyen sobre la calidad de la educación.

Vale la pena destacar tres puntos: 1) en el núcleo de la calidad de la

educación está lo que sucede en el aula. La interacción diaria entre

profesores y estudiantes es el determinante más directo de los

resultados escolares; 2) lo que sucede en el aula está, a su vez, influido

por un conjunto de relaciones: dentro de la escuela, entre la escuela

y la comunidad, así como entre la escuela y el nivel administrativo

inmediatamente superior al de la escuela. Tomado globalmente, este

conjunto de relaciones se puede denominar ‘factores de proceso’;

3) factores constituidos por insumos básicos, tales como infraestructura

y equipamiento; los estudiantes y los profesores son elementos

importantes del funcionamiento escolar, pero su impacto sobre los

resultados de la escuela está mediado por estas variables de proceso.

La investigación realizada sobre los países desarrollados ha llegado

a conclusiones comparables (OECD, 1994a). La preocupación por la

calidad de la educación aumentó en la década de los ochenta, cuando

diferentes estudios e informes destacaron los pobres y crecientes

Un contexto cambiante

17

niveles de deterioro del rendimiento de los estudiantes, a pesar de

una inversión relativamente alta en educación y la existencia de

escuelas bien dotadas. “Una nación en peligro”, el título del bien

conocido informe publicado en los EE.UU., ofrece una buena síntesis

del estado de ánimo. En primer lugar, muchos investigadores buscaban

explicaciones en los antecedentes familiares de los estudiantes,

sosteniendo que las escuelas sufrían de la quiebra de las estructuras

sociales. Pero varios estudios mostraron, entretanto, que las escuelas

pueden y de hecho tienen efectos sobre el rendimiento de los

estudiantes (véase, entre otros, Mortimore et al., 1988). La cuestión

se convirtió entonces en: ¿cómo hacer para que las escuelas sean más

eficaces?

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

18

Administración de la educación

2. Relaciones con la administración

Escuela 4. Relaciones dentro de la escuela

Aula :

Interacción profesor-alumnos

6. Condiciones materialesde enseñanza y aprendizaje

Comunidad

9. Resultados8. Proceso deenseñanza yaprendizaje

Entorno

1. Característicasde la localidad

5. Calidad delcuerpo docente

7. Condiciones pedagógicas,incluyendo la composición

del alumnado

3. Relaciones con los padres de familia

Gráfico 1.1 El funcionamiento de la escuela

Un contexto cambiante

19

Cómo han aplicado la investigación los responsablesde la formulación de política

Aumentar la autonomía de la escuela

La concentración de la atención en las escuelas ha conducido a

realizar importantes reformas en la administración de la educación.

En varios países desarrollados, esas reformas hicieron hincapié en la

“autonomía de la escuela”. Ellas se alimentaron de los resultados de

las investigaciones mencionadas precedentemente, así como de las

tendencias ideológicas prevalecientes que eran favorables a los

mecanismos del libre mercado. Se sostuvo que si las interacciones a

nivel de la escuela eran tan importantes, las escuelas (es decir, los

directores, profesores, consejos de administración) deberían tener

autonomía para decidir las acciones que habría que emprender.

Además, se consideró que los padres de familia deberían gozar de

libertad (e información) para escoger a qué escuela enviar a sus hijos.

Esta competencia entre las escuelas debería conducir –según la

creencia de los proponentes de este modelo– al mejoramiento de su

calidad, pues generaría una creciente diversidad e innovación

educacional, y las escuelas más débiles se verían obligadas a mejorar

gracias a la competencia (Clune y Witte, 1990; Chubb y Moe, 1990).

Estos enfoques de mercado de la educación se aplicaron con mayor

fuerza en Nueva Zelandia, el Reino Unido, Australia y los EE.UU., pero

han tenido cierto impacto en la mayoría de los países más

desarrollados y en menor medida en algunos países en desarrollo

(OECD, 1994b). Obviamente, esas reformas tuvieron una amplia

repercusión sobre los papeles y responsabilidades de los diferentes

funcionarios, incluyendo a los supervisores. En efecto, veremos que,

por ejemplo, en Nueva Zelandia y el Reino Unido, los servicios de

supervisión fueron reestructurados significativamente, como

consecuencia de las reformas destinadas a dar autonomía a las

escuelas.

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

20

En países de Europa Central y Oriental, y en Asia Central, la

tendencia hacia un menor grado de planificación y control estatal–

en la educación como en otros sectores–, también se hace sentir

fuertemente y a menudo es proporcional al papel constrictivo que

desempeñó el Estado antes de la revolución política de comienzos

de la década de los noventa. A esto hay que agregar la necesidad que

tienen estos estados de reducir el personal del sector público. Por

tanto, los países concernidos están buscando una nueva definición

de las tareas de las autoridades centrales, incluyendo el Ministerio

de Educación, que se está transformando de un “órgano de control

en un órgano de coordinación” (Kazakstan MOE, 1995, p. 8). Esto, a

su vez, repercute sobre los funcionarios y actores en los diferentes

niveles, incluyendo a las escuelas, y, en particular, en un órgano como

la inspectoría, cuya función principal era, precisamente, ejercer el

control y monitorear el respeto de las decisiones impuestas

centralmente.

Fortalecer la descentralización

El hecho de que la tendencia a la autonomía de la escuela sólo

haya tenido efectos limitados en la mayoría de los países en desarrollo

no implica que estos países no hayan tratado de realizar algún tipo

de reforma estructural. Por el contrario, en la mayoría de estos países

se ha tratado de implementar alguna forma de descentralización de

la educación, con una repercusión evidente sobre las

responsabilidades y la autoridad del personal en los niveles regional

y local (para una visión de conjunto de experiencias recientes en

América Latina y Asia, véase, Malpica, 1994; Govinda, 1997,

respectivamente). En algunos países, esa descentralización fue parte

de una política consciente destinada a reformar la gestión de la

educación; en muchos otros fue el resultado de una abdicación del

gobierno central, que ya no tenía la capacidad financiera ni de control

y gestión de todo el sistema. Ciertamente, no hay que confundir

Un contexto cambiante

21

descentralización y autonomía de la escuela. Como lo demuestra un

estudio reciente realizado en 11 países de la OCDE, la autonomía de

las escuelas puede ser menor en contextos en los que se ha devuelto

importantes dosis de autoridad en materia de gestión a los niveles

inferiores de la administración, mientras que en otros –por ej., el

Reino Unido– el aumento de la autonomía de la escuela se puede

combinar con algunas formas de recentralización (OECD, 1994a, p.

87). Pero, en su conjunto, es cierto que durante los últimos años las

responsabilidades de los actores de la escuela (y en especial del

director) han aumentado como resultado de estas múltiples reformas

en casi todos los países, incluyendo a los países en desarrollo. Las

escuelas gozan de más libertad en áreas tan importantes como el

currículo, la gestión del personal y las finanzas. Sin embargo, es

evidente que, sobre todo en las escuelas menos eficaces de los países

en desarrollo, pocos directores tienen las competencias o han

recibido formación para utilizar eficientemente esta libertad

adicional. Es precisamente en esas situaciones que existe una

necesidad urgente de repensar y fortalecer los servicios de

supervisión y apoyo.

En conclusión, la concentración reciente de la política en la eficacia

de la escuela ha conducido a un mayor interés en los mecanismos de

control de la calidad. Las diversas reformas administrativas que han

acompañado a este nuevo foco de la atención –y, en particular, el

fuerte énfasis puesto en la autonomía de la escuela–, han dado como

resultado un serio cuestionamiento de los servicios tradicionales de

supervisión. Ha estimulado un interesante debate sobre cómo

redistribuir las responsabilidades entre los diferentes niveles de

acción y cómo organizar un sistema coherente de apoyo y control

profesional dentro de este nuevo entorno de gestión. Los capítulos

siguientes de esta revisión reflejan este debate en curso.

23

II. ESTRUCTURAS COMPLEJAS, PAPELES MÚLTIPLES

Probablemente no es exagerado decir que hubo alguna forma de

supervisión escolar mientras existieron sistemas de educación

centralizados. Las autoridades públicas, que desde el punto de vista

financiero son responsables de la educación, siempre consideraron

necesario dirigir y monitorear lo que sucede en las escuelas.

Algunos antecedentes

Un servicio con una larga historia

La mayoría de los países europeos instauraron sus sistemas de

supervisión escolar –generalmente conocidos con el nombre de

‘inspectoría’ o algún término similar– en el siglo XIX. Estos órganos

tuvieron una responsabilidad central en el desarrollo de los sistemas

modernos de educación. Su tarea no sólo consistió en supervisar el

cumplimiento de los reglamentos, sino que también desempeñaron

funciones tales como asesoría, orientación, información y estímulo

(Braaksma y Heinink, 1993, p. 209). De las instrucciones dadas por el

entonces Ministro de Educación de Inglaterra2 a los primeros

Inspectores de Escuelas en 1839, es evidente que el objetivo último

de la inspección era mejorar la calidad de la educación:

“Es de la más alta importancia que tengan en cuenta que esta

inspección no tiene la intención de controlar, sino de ofrecer

asistencia; que su funcionamiento no debe percibirse como una

limitación de los esfuerzos locales, sino más bien como su estímulo,

y que sus principales objetivos sólo se lograrán con la cooperación

2. Conocido entonces como la persona a cargo del Privy Council’s Committee on Education.

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

24

de los comités escolares; el inspector no tiene ningún poder para

interferir y ha recibido instrucciones para no dar ningún consejo

o información, excepto cuando es invitado a hacerlo” (citado por

Singhal et al., 1986, p. 1).

Estos inspectores fueron miembros de lo que probablemente es

el más famoso servicio de supervisión de Inglaterra, Her Majesty’s

Inspectorate (HMI) [La Inspectoría de Su Majestad]. Este servicio fue

fundado en 1834, antes de que existiese incluso un ministerio de

educación separado y se convirtió en el modelo de un significativo

número de países en desarrollo (Lawton y Gordon, 1987). De manera

semejante, el sistema de inspección francés, cuyos antecedentes

remontan incluso más lejos, a la revolución francesa, fue copiado por

varias de sus ex colonias. Lyons y Pritchard (1976, p. 28) constatan

que Argelia, por ejemplo, “conserva buena parte de la práctica de la

inspección francesa; Nigeria, Pakistán y Zambia, por otra parte,

tienden a seguir la práctica de la inspección inglesa”. En la mayoría

de los países, los servicios de apoyo escolar que incluyen las visitas a

las escuelas en su descripción de funciones, no se remontan tanto en

el tiempo. En Inglaterra, por ejemplo, el primer servicio de este tipo

se creó en 1902.

La influencia de la política

En el transcurso de su historia, los servicios de supervisión han

experimentado diversos cambios, sujetos principalmente al entorno

político y a las reformas más amplias en gestión de la educación. En

efecto, la supervisión de la escuela y los profesores ha sido un tema

político y politizado en numerosos países, más visible aún en aquéllos

donde los inspectores desempeñaron alguna vez un papel político.

En algunos de estos países, el cambio político condujo a la abolición

de los servicios de inspectoría, pues su existencia se consideró

contraria a la cultura de una sociedad democrática. Grecia ofrece un

Estructuras complejas, papeles múltiples

25

buen ejemplo. En 1974, los servicios de inspección y control fueron

reemplazados por estructuras de asesoría y apoyo. Recientemente,

sin embargo, se restableció la inspección, en parte como resultado

de un cambio en el gobierno, pero también porque se sintió la

necesidad de un órgano semejante, además de un sistema de apoyo y

asesoría. Una evolución semejante ocurrió, por ejemplo, en Guyana.

En Sudáfrica, la escuela fue uno de los principales campos de batalla

en la lucha contra el apartheid. Los inspectores y, más

sorprendentemente, los consejeros en asignaturas fueron vistos como

instrumentos de control y opresión. A fines de la década de los

ochenta, “mediante la campaña de desafío de los profesores, se rehusó

el acceso de los inspectores y los consejeros en asignaturas a las

escuelas y a los profesores, y los profesores rechazaron toda forma

de evaluación de su trabajo y del de sus escuelas” (Swartz, 1994, p. 1).

Sin embargo, esta campaña no implicaba un rechazo del principio de

la supervisión escolar. Por el contrario, una vez que desaparecieron

las connotaciones políticas peyorativas de la inspección de las

escuelas y los profesores, después del cambio político, “los mismos

profesores que habían rechazado el sistema imperante, introdujeron

un nuevo proceso e instrumentos para evaluar a los profesores”

(Swartz, 1994, p. 1). Los elementos centrales de este nuevo

instrumento son: “la autoevaluación, la evaluación por los pares, la

consideración de los factores contextuales y la mediación de un

inspector, sólo en caso de conflicto” (Swartz, 1994, p. 1). En China,

donde durante largo tiempo la supervisión de las escuelas estuvo en

manos del partido en el poder y tenía, por tanto, un marcado carácter

político, se creó en 1988 una inspección profesional cuya

preocupación fundamental es la calidad de la educación en lugar de

la corrección política3 (Cheng, 1996, p. 117). En varios países con

3. Los consejeros, conocidos como investigadores en materia de enseñanza, ya existían,tanto a nivel provincial como distrital.

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

26

sistemas democráticos bien establecidos, la supervisión de las

escuelas y los profesores se convierte en materia de disputa política

cuando se cuestiona el status quo. Para citar un ejemplo, en Francia,

el movimiento de mayo de 1968 llevó a crear entre los profesores un

frente contra la inspección (front contre l’inspection) (Ravier, 1992).

El impacto de las reformas de la gestión

Recientemente, las reformas de la gestión de la educación han

tenido un impacto más directo sobre la supervisión escolar, incluso

si esas reformas no carecen de connotaciones políticas. En la

introducción se mencionó una tendencia paradójica, en particular en

los países de la OCDE, hacia la autonomía de la escuela, por una parte,

y la recentralización de algunas responsabilidades, por otra. Las

repercusiones sobre la supervisión escolar, que es intrínsecamente

una actividad de nivel intermedio, han sido profundas. Si bien esta

cuestión se discutirá con más detalle ulteriormente, desde ahora

podemos presentar unos cuantos ejemplos. A comienzos de la década

de los noventa, en Nueva Zelandia se dio por terminada la inspección

escolar tal como se la conocía tradicionalmente. La Inspección Escolar

fue abolida y reemplazada por la Agencia de Evaluación de la

Educación (Education Review Agency). El papel de esta agencia, que

es un Departamento del Servicio Público independiente (Department

of the Public Service), es “evaluar el rendimiento de las instituciones

y formular recomendaciones formales para mejorar la educación en

las escuelas” (Cusack, 1992, p. 6). Esta agencia no participa en las

acciones de apoyo y asesoría, ni en la evaluación de los profesores

considerados individualmente, tareas que se dejan principalmente a

cargo de las escuelas y el director. Los cambios que ocurrieron en el

Reino Unido con la creación de la Oficina de Estándares Educacionales

(Office for Standards in Education, OFSTED) son de la misma

naturaleza. En la mayoría de los países, estas reformas de la gestión al

menos dejaron en plaza alguna estructura formal de inspección o

Estructuras complejas, papeles múltiples

27

apoyo; pero en algunos casos las funciones de la supervisión escolar

deben ser asumidas a nivel de la escuela, sin mediación de ninguna

estructura externa formal. En Finlandia, por ejemplo, el nivel de

autonomía de las autoridades y escuelas municipales es muy alto. Los

consejos escolares, que funcionan a nivel municipal, tienen la

responsabilidad de definir el currículo local basándose en las

directrices nacionales. Muchas escuelas tienen sus propios consejos

de administración. La elección de los textos escolares y la preparación

de los exámenes son responsabilidad del director y el personal. La

responsabilidad última de la supervisión de las escuelas públicas está

así en manos de las autoridades municipales y del distrito, pero la

evaluación efectiva se realiza mediante un complejo sistema de

comités a nivel de escuela, en los cuales están representados los

profesores, los padres de familia, el director y los administradores

escolares (EURYDICE, 1995, p. 331). Islandia, Dinamarca, Noruega y

Malta se encuentran en una situación similar.

Estructuras complejas

En muchos países, estas diferentes reformas –inspiradas

política y administrativamente– no han conducido a una

simplificación de las estructuras de la administración de la educación,

en general, y de la supervisión y el apoyo escolar, en particular. Más

bien ha sucedido lo contrario, ya que se ha agregado nuevos

organismos y actores a los ya existentes. No hay duda de que la

organización de los servicios de supervisión y apoyo es compleja,

por no decir intrincada, en la gran mayoría de los países. Existen

diversas explicaciones de este fenómeno.

La supervisión en los diferentes niveles administrativos

En primer lugar, en casi todos los países existen servicios de

supervisión en cada nivel importante de la administración de la

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

28

educación: central, regional y local. La división de tareas entre estos

niveles raras veces es clara. En algunos países, por ej., Francia, el nivel

central se concentrará más en la evaluación del “sistema”, inter alia

mediante la publicación de informes temáticos, mientras que la

supervisión a nivel local estará a cargo del trabajo de inspección “en

bruto”, lo que supone, en particular, la evaluación de los profesores.

Tailandia establece una distinción entre ‘inspección’ y ‘supervisión’:

el nivel central está a cargo de la inspección principalmente, es decir,

el monitoreo de la implementación de la política educacional. En este

nivel existen dos grupos separados de inspectores: los inspectores

generales, quienes tienen su propio departamento y se concentran

en “la visión macro de las políticas globales”, y los inspectores que

trabajan en los departamentos existentes en el ministerio, quienes

“sólo están concernidos por la microvisión de las políticas

relacionadas con su departamento” (Bamroongraks, 1996, p. 253). La

supervisión, entendida como “el mejoramiento de la educación por

parte de las escuelas y los profesores” (Bamroongraks, 1996, p. 253)

es una tarea de los niveles central y regional, y es efectuada por los

supervisores. Un grupo más pequeño de países asigna

fundamentalmente la misma tarea de supervisión escolar a los

funcionarios de diversos niveles. Kazajstán es un ejemplo, pero

actualmente evoluciona hacia un sistema similar al que existe en

Francia. En Guinea, dos funcionarios diferentes, a saber, el Directeur

pédagogique de l’enseignement élémentaire (situado a nivel de la

préfecture) y el Directeur pédagogique de la sous-préfecture,

respectivamente, pueden y efectivamente visitan las escuelas

primarias, por lo que se persigue el mismo objetivo (Martin y Ta Ngoc,

1993, p. 197).

En muchos otros países la supervisión de las escuelas primarias y

secundarias se asigna a los funcionarios regionales y locales,

respectivamente. Éste es el caso, por ej., en muchos estados de la

India, en Sri Lanka y en varios países de la Unión Europea: “En los

Estructuras complejas, papeles múltiples

29

países grandes que están divididos administrativamente en regiones

y distritos, los inspectores de educación secundaria se organizan

regionalmente, mientras que los inspectores de educación primaria

se organizan distritalmente. Frecuentemente se descuida el grado de

articulación entre estos niveles o es inexistente. En el nivel

secundario, las inspecciones se pueden subdividir en secciones

académica, técnica y vocacional, y funcionan independientemente las

unas de las otras” (Hopes, 1992, p. 5).

Supervisar diferentes tipos de escuelas

Es precisamente este último factor, a saber, que diversos tipos de

escuelas y diferentes disciplinas serán supervisados por distintos

funcionarios, el que brinda una segunda explicación de la

complejidad de las estructuras de supervisión. En casi todos los países,

la supervisión de la escuela primaria y secundaria funcionan

separadamente. Los inspectores de educación primaria usualmente

son generalistas, mientras que los inspectores de educación

secundaria lo son de área disciplinaria. En efecto, pocos países

emplean especialistas en disciplinas en el nivel primario; Zambia,

durante la década de los setenta, es una excepción (Lyons y Pritchard,

1976, p. 24). Muchos países asignan supervisores especiales a grupos

específicos de escuelas. En el estado indio de Tamil Nadu, por

ejemplo, inspectores especiales están a cargo de escuelas para niñas,

escuelas anglo-indias y las ex escuelas “panchayat union”,

respectivamente (Singhal et al., 1986, p. 31). Un enfoque similar existe

en Uttar Pradesh, donde hay diferentes funcionarios para distintos

niveles. El resultado es que nueve tipos diferentes de inspectores

desempeñan un papel en la supervisión de las escuelas primarias y

secundarias (Singhal et al., 1986, p. 42). La situación es generalmente

menos compleja en la Unión Europea, pero incluso aquí, la existencia

de inspectorías separadas para las escuelas públicas y privadas –como,

por ejemplo, en Bélgica– contribuye a la confusión.

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

30

Supervisar diferentes campos

Los funcionarios se diferenciarán también en función de sus tareas,

separando a los inspectores o supervisores de los consejeros. Ya se

citó el ejemplo de Tailandia. La inspectoría irlandesa, por ejemplo, se

compone de tres secciones: primaria, posprimaria (ambas

esencialmente órganos de supervisión) y el servicio psicológico

(principalmente un órgano de apoyo). En varios países, incluyendo a

Francia y España, existe una distinción adicional entre la supervisión

de asuntos pedagógicos y la de asuntos administrativos. En Guinea,

un Directeur préfectoral de l’éducation tiene, en principio, tareas de

orden más administrativo, mientras que los Directeurs pédagogiques,

ya mencionados anteriormente, desempeñan funciones más

pedagógicas. Sin embargo, mientras que en algunos países la

separación inspector-consejero refleja una distinción real en las tareas,

en otros, inspectores y consejeros son simplemente diferentes

nombres para quienes, cuando se los examina más de cerca, son

funcionarios con tareas similares. E incluso si ambos grupos coexisten,

uno y otro asesorarán e inspeccionarán.

Una confusa división de tareas

No es sorprendente que estructuras multiniveles tan complejas

como las descritas lleven a una confusa división de tareas y, a veces, a

líneas de mando conflictivas. Dos ejemplos pueden poner de relieve

–como se verá más adelante– un problema fundamental que encara

la supervisión eficiente. En Bangladesh, tres órganos están implicados

en la supervisión de las escuelas secundarias: 1) la Dirección de

Educación Secundaria y Superior; 2) la Dirección de Inspección y

Auditoría y 3) los Consejos de Educación Intermedia y Secundaria.

Además, la Dirección de Educación Secundaria y Superior incluye

cuatro grupo de actores: las subdirecciones zonales (zonal deputy

directorates), las oficinas distritales de educación (district education

Estructuras complejas, papeles múltiples

31

offices), los funcionarios encargados de proyectos zonales (zonal

project officers) y los supervisores académicos (academic supervisors).

Estos dos últimos grupos existen en el marco de un proyecto

destinado a mejorar la supervisión de la enseñanza en el área de

ciencias. La distribución de las tareas entre esos tres órganos y entre

muchos funcionarios no es clara. El hecho de que algunos miembros

del personal pertenezcan a estructuras permanentes, mientras que

otros son colocados en el marco de un proyecto, no ayuda a la

coordinación y la coherencia (Bangladesh MOE, 1992, pp. 44-45). En

Tanzania, “el funcionario regional de educación depende

administrativamente del director regional de desarrollo,

políticamente del comisionado regional y profesionalmente del

director de educación primaria. El funcionario distrital de educación

depende administrativamente del director ejecutivo distrital y

profesionalmente del funcionario regional de educación. A nivel de

circunscripción, los coordinadores de educación, que operan por

intermedio de poderosos funcionarios ejecutivos de circunscripción,

brindan apoyo en los aspectos pedagógicos y de supervisión a la

escuelas de sus circunscripciones, y movilizan recursos de la

comunidad, pero no desempeñan ningún papel en el desembolso de

las asignaciones del presupuesto central” (Lockheed y Verspoor, 1991,

p. 121). Esta complejidad y confusión es el reflejo de la complejidad

global de la administración de la educación, que en muchos países es

el resultado de compromisos entre tendencias hacia la centralización

y la descentralización, así como entre actores que compiten en cada

nivel.

Hacia una mayor autonomía

Una diferencia adicional entre los países, que recientemente se ha

convertido en una cuestión de actualidad, se relaciona con el estatus

de los servicios de supervisión y apoyo, especialmente de la

inspección. La mayoría de estos servicios forma parte integral del

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

32

Ministerio de Educación. Algunos, sin embargo, han logrado una

considerable autonomía. Éste ha sido el caso, durante largo tiempo,

de la Her Majesty’s Inspectorate en Inglaterra y la OFSTED ha adquirido

el mismo estatus. Actualmente, el conjunto del paisaje de la inspección

escolar ha cambiado radicalmente en Inglaterra, donde las escuelas

son inspeccionadas por equipos totalmente privatizados, que han

respondido a licitaciones del gobierno y han sido aprobados por las

autoridades nacionales. Ésta es todavía una situación excepcional, pero

se verá ulteriormente en esta revisión que se puede descubrir una

tendencia hacia una mayor autonomía en un número mayor de países.

Sin duda, lo que es más sorprendente cuando se observa la historia

y la situación actual de los servicios de supervisión y apoyo es la

resistencia de la idea de que la supervisión escolar es necesaria y útil.

Las reformas, incluso las más profundas, nunca pusieron en duda ese

principio, sino que tenían en vistas precisamente hacer que la

supervisión y el apoyo fueran más eficientes y benéficos para el

sistema, las escuelas y los profesores. Con esta perspectiva en mente,

se modificó la descripción de puestos y los métodos de trabajo de los

supervisores, y las estructuras de la supervisión fueron objeto de

revisiones más o menos significativas. El hecho de que a través del

tiempo, y a pesar de muchas controversias, algunas estructuras de

supervisión y apoyo sigan existiendo en la mayoría, si no en todos

los países, es una prueba de esta necesidad sentida. Esto constituye,

evidentemente, una manifestación del papel crucial que se supone

que desempeñan.

Una descripción de puesto exigente

Pero, ¿cuáles son precisamente esos papeles? ¿Cómo se puede

definir el término ‘supervisor’? La terminología utilizada para

identificar al personal de supervisión y apoyo difiere ampliamente

Estructuras complejas, papeles múltiples

33

de un país a otro. En algunos países, el término ‘inspector’ se considera

muy negativo e incluso peyorativo; por tanto, se utilizan los términos

‘supervisor’, ‘asesor’, ‘funcionario distrital de educación’. La diversidad

de la terminología y la complejidad de las estructuras de supervisión

y apoyo dificultan la posibilidad de llegar a una definición del término

‘supervisión’ que sea aplicable a todos los países. En lugar de tratar

de llegar a esa definición, es más útil identificar las funciones y tareas

más importantes. En efecto, es realmente notable que la diversidad

en la terminología no esconda una gran diversidad en las tareas.

En muchos países se reconoce explícitamente que el personal de

supervisión y apoyo debe desempeñar tres papeles diferentes:

supervisar, dar apoyo y actuar como agentes de enlace entre los niveles

inferiores y superiores de la administración. Varios documentos

oficiales, por ejemplo, de Maldivas (Maldives MOE, 1995), Francia

(Perier, 1995) y Trinidad y Tobago (Harvey y Williams, 1991) asignan

explícitamente estas tres tareas a su personal de supervisión. Cada

una de estas tareas tiene dos dimensiones: una pedagógica y otra

administrativa. En principio, la supervisión y el apoyo no sólo deberían

abarcar a los profesores, sino también a las escuelas y el sistema

educativo en su conjunto. La matriz que se presenta a continuación

trata de sintetizar estas tres tareas centrales con sus dos dimensiones

(pedagógica y administrativa) y en relación con el profesor, la escuela

y el sistema (véase el Gráfico 2.1).

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

34

Gráfico 2.1 Funciones centrales de los supervisores

En los parágrafos siguientes se presentarán más detalladamente

las tareas mediante el examen de las diferentes células de la matriz.

Supervisión

Aunque en todos los países el objetivo global explicitado de la

supervisión y el apoyo escolar es mejorar la calidad de la educación,

la mayoría de los ministerios de educación describirán como su

primera tarea el monitoreo de lo que ocurre en las escuelas. En España,

por ejemplo, la primera función del Servicio de Inspección es

“asegurar que las leyes, reglamentos y otros dispositivos legales de la

administración de la educación se cumplan en las escuelas y servicios”

(Álvarez Areces y Pérez Collera, 1995, p. 163). En Tailandia, como ya

se vio, existen dos grupos de inspectores cuyas tareas consisten casi

exclusivamente en monitorear la implementación de la política del

Ministerio de Educación. En casi todos los países, por lo tanto, la tarea

más importante de un supervisor es, nada sorprendentemente,

supervisar las escuelas. Esto supone la realización de visitas escolares.

En efecto, en muchos países, una parte específica de la descripción

de puesto de un supervisor detalla el número de visitas escolares que

debe realizar. En todos los estados de la India, por ejemplo, las normas

prescriben que cada escuela es inspeccionada una vez al año y visitada

Funciones

centrales Nivel

Área

Pedagógica Administrativa

Nivel

Profesor Escuela Sistema Profesor Escuela Sistema

Supervisión

Apoyo

Agentede enlace

Estructuras complejas, papeles múltiples

35

dos o tres veces al año por el funcionario de la inspección (Singhal

et al., 1986, p. 22).

La supervisión escolar puede incluir, aunque no necesariamente,

la inspección de los profesores. Se está generalizando la tendencia a

asignar la inspección de los profesores a los directores de escuela y

se exige al personal de supervisión que se concentre en la evaluación

de la escuela; esto lo comentaremos de manera más detallada

posteriormente. En algunos países se ha considerado durante mucho

tiempo que la inspección de los profesores es una prerrogativa del

director de escuela. En Burundi, por ejemplo, “las escuelas primarias

se agrupan para propósitos administrativos en direcciones de redes

escolares (school directorships). Una o más escuelas satélites están

asociadas a un centro escolar principal, donde está localizada la oficina

del director de la escuela. Las políticas del ministerio exigen que esos

directores efectúen 150 visitas de clases por año y redacten informes

con los inspectores escolares sobre lo que han observado” (Eisemon

et al., 1992, p. 182). Sin embargo, en varios países, incluyendo la ex

colonias francesas, así como Tailandia, Rusia y Japón, la tarea principal

de los inspectores especiales del nivel local es calificar a los profesores

(Watson, 1994, p. 5.247). En Alemania, los supervisores emplean más

de la mitad de su tiempo de trabajo en la supervisión de los

profesores. En un número cada vez mayor de países, incluyendo a

Francia, Italia, España, Suecia y Mauricio, los supervisores,

especialmente en el nivel central, están participando en la evaluación

del sistema de educación en su conjunto. Su vasto conocimiento y

experiencia de lo que ocurre sobre el terreno, tanto en las aulas como

en las escuelas, constituye su capital primordial cuando se les pide

que evalúen innovaciones específicas o áreas de problemas.

En algunos países se separa la supervisión administrativa de la

pedagógica. Ya citamos los ejemplos de Francia, España y Guinea. No

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

36

obstante, esa separación, especialmente a nivel de la escuela, es difícil

de sostener. “No es fácil clasificar nítidamente estos deberes entre

los que son profesionales o educacionales y los que son de naturaleza

gerencial o administrativa. Evidentemente, un inspector que visita una

escuela puede efectuar ambos tipos de tareas, por ejemplo, recolectar

datos estadísticos o analizar problemas de oferta de materiales o

personal y problemas de infraestructura y, en la misma visita,

inspeccionar el trabajo de clases o profesores específicos” (Lyons y

Pritchard, 1976, p. 25). En efecto, investigaciones realizadas por el

IIPE hace unos 20 años en Argelia, Nigeria, Pakistán, Perú, Venezuela

y Zambia mostraron que todo el personal de supervisión realizaba

ambas tareas durante las visitas escolares, incluyendo a los países en

los que había personal diferenciado para estas tareas (Lyons y

Pritchard, 1976).

Apoyo y orientación

Lo mismo se aplica en gran medida a la separación entre

supervisión, por una parte, y lo que constituye la segunda tarea

principal del supervisor, el apoyo y la orientación, por otra. Antes se

hizo notar que en muchos países existe una división de tareas entre

un inspector, a cargo de la inspección y el control, y un consejero

pedagógico, a cargo del apoyo. Sin embargo, esta división raras veces

es nítida. En realidad, pocos inspectores se inhibirán de brindar

consejo cuando visitan las escuelas. La investigación del IIPE citada

previamente y un estudio más reciente efectuado en Bangladesh,

Colombia y Etiopía han mostrado, en efecto, que el supervisor externo

ofrece asesoría pedagógica regularmente (Lyons y Pritchard, 1976;

Dalin, 1994). Sin embargo, es difícil esperar que los consejeros ayuden

a las escuelas si no han efectuado primero una evaluación de su

situación. En lugares tan diversos como Italia, Francia, Malawi,

Maldivas, el estado de Uttar Pradesh, y Trinidad y Tobago se espera

Estructuras complejas, papeles múltiples

37

que este funcionario otorgue prioridad al apoyo a los profesores, sin

descuidar la inspección (Bude et al., 1995, p. 132).

Agente de enlace

Al desempeñar estas funciones esenciales, se espera que los

supervisores ejerzan otro papel igualmente importante. Ellos son los

principales agentes de enlace entre la cúspide del sistema educacional

–ahí donde se establecen las normas y reglas–, y las escuelas, donde

la educación adquiere forma realmente. Como es inherente a todo

intermediario, ellos tienen una doble tarea: informar a las escuelas

de las decisiones adoptadas en el centro e informar al centro de la

realidad de las escuelas sobre el terreno. Este aspecto de la inspección

fue destacado en la Conferencia Internacional de Educación de 1956,

en la que una recomendación dice que “la inspección debería

considerarse como un servicio destinado a interpretar las políticas

educacionales de las autoridades y las ideas y métodos educacionales

modernos para los maestros y el público, así como de interpretar las

experiencias, necesidades y aspiraciones de los profesores y las

comunidades locales para las autoridades competentes” (citado por

Pauvert, 1987, p. 48). En palabras de un ex jefe de inspección malayo:

“su único papel es actuar como un enlace entre la política y la práctica,

la administración y la retroalimentación, la investigación y la

evaluación” (citado por Watson, 1994, p. 5.249). Este papel de

intermediario tiene dos dimensiones: una pedagógica y otra

administrativa. Desde un punto de vista pedagógico, se espera que

actúen como agentes de cambio. Deberían identificar y difundir ideas

acerca de la buena práctica y, en particular, cuando el centro instaura

programas de reforma, deben asegurar su implementación a nivel de

la escuela. Además, sirven como un enlace administrativo, “para

transmitir los impulsos que emanan del poder central hacia los niveles

operacionales”, lo que ha sido –según un análisis de la inspectoría

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

38

costarricense– durante todas las épocas “el núcleo del trabajo del

inspector” (Olivera, 1984, p. 3).

Como si esta descripción de puesto no fuera ya lo suficientemente

ambiciosa y compleja, y precisamente porque los supervisores son el

vínculo principal (y en algunos países el único) entre el centro y las

escuelas, se les pide que desempeñen un papel en la formación en

servicio, la supervisión de exámenes, el reclutamiento y el empleo

de los profesores, así como en el desarrollo curricular. En Francia,

los inspecteurs pédagogiques régionaux destinan alrededor de un

cuarto de su tiempo a la formación del personal docente, lo que, desde

este punto de vista, constituye su segunda tarea más importante,

después de la inspección de los profesores (Perier, 1995, p. 5).

Los conflictivos papeles que surgen de estas diferentes funciones

han sido una fuente constante de preocupación tanto para los

beneficiarios como para los organizadores y proveedores de servicios

de supervisión. Ellos explican algunas de las dificultades que

experimentan los supervisores en su trabajo cotidiano. Pero no son

los únicos, como podrá verse en el Capítulo III.

39

III. PRINCIPALES PROBLEMAS

En última instancia, el objetivo fundamental de estas múltiples

tareas y papeles es el mejoramiento de la calidad de la enseñanza y la

eficiencia del sistema. Pero –y este es un tema recurrente en casi todos

los países, desarrollados y en desarrollo, centralizados o

descentralizados, con supervisores autónomos o fuertemente

controlados–, los servicios de supervisión y apoyo raramente logran

ese objetivo. Estos servicios afrontan algunas dificultades en su

funcionamiento, que reducen significativamente su eficiencia y su

impacto final sobre lo que sucede en las escuelas y las aulas. Algunos

problemas son tan viejos como las estructuras mismas; otros están

directamente vinculados a cambios recientes en las maneras como se

concibe la gestión escolar.

En la literatura disponible se analiza una muy larga lista de

problemas interrelacionados, que se sintetizarán bajo diferentes

títulos. Un primer conjunto de problemas está relacionado con el

deterioro de las condiciones de trabajo en las que operan los servicios

de supervisión. Otros tienen que ver con conflictos más profundos

entre los diferentes papeles que se pide que desempeñen los

supervisores. Finalmente, algunas dificultades derivan de la manera

en que se administran y monitorean los servicios de supervisión.

Condiciones de trabajo

Las condiciones de trabajo de los supervisores son malas desde

diferentes puntos de vista. Como se ha visto, los supervisores no sólo

tienen muy diferentes tareas; recientemente, éstas se han convertido

simultáneamente en más pesadas y más difíciles de implementar.

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

40

Carencia de personal

En primer lugar, sus tareas son más pesadas debido a que el número

de profesores y escuelas que hay que inspeccionar ha crecido

significativamente durante las últimas décadas, mientras que el

número de inspectores no ha seguido la misma tendencia. Por tanto,

existe carencia de personal y los inspectores se quejan de que tienen

que supervisar muchas escuelas. Se emplea demasiado tiempo y

energía en la redacción de informes y el cumplimiento de deberes

administrativos mientras que, nuevamente, los contactos

profesionales con los profesores se reducen al mínimo.

Esta situación ya era motivo de preocupación hace unos 20 años:

los inspectores de educación primaria en Pakistán, Venezuela, Perú y

Nigeria estaban a cargo, en promedio, de 150, 250, 300 y casi 400

profesores, respectivamente (Lyons y Pritchard, 1976, p. 23). Desde

entonces, en muchos países la situación se ha deteriorado. En el

Líbano, por ejemplo, no se crearon nuevos puestos de inspección

entre 1967 y los primeros años de la década de los ochenta, pero

durante el mismo período el número de profesores se multiplicó por

cinco (Aboumrad, 1983, p. 335). Además, en muchos países no se

cubren todos los puestos existentes. En Bangladesh, en 1992, cerca

del 40% de los puestos de supervisores de educación secundaria

quedaron vacantes. En promedio, un supervisor tiene bajo su

responsabilidad unas 100 escuelas. Dada la alta tasa de vacantes no

cubiertas, el número de escuelas es de 150 (Bangladesh MOE, 1992, p.

45). Sorprendentemente, esta situación también prevalece en algunos

países desarrollados, por ejemplo Italia, donde el cuerpo de

inspección de la educación secundaria nunca fue cubierto

completamente, desde su creación en 1974 (Hopes, 1993, p. 54).

Principales problemas

41

Falta de medios

En segundo lugar, las tareas de inspección son más difíciles de

implementar: el funcionamiento cotidiano de los servicios de

supervisión y apoyo parece haber sufrido excesivamente los

resultados de la crisis económica y financiera. Es difícil presentar datos

financieros sólidos para probar este punto, ya que los presupuestos

de estos servicios generalmente están englobados en, por ejemplo,

los rubros ‘gastos administrativos’ o ‘financiación de oficinas

regionales’. Sin embargo, los efectos de la penuria financiera no son

difíciles de percibir. Por consiguiente, no sólo no hay suficientes

inspectores, sino que, debido a sucesivos recortes presupuestarios,

se carece de medios para que puedan operar adecuadamente: están

mal pagados, no disponen de medios de transporte, las asignaciones

para viajes son insignificantes, etc. En un país tan grande como Níger,

la asignación para gasolina para viajar en el país, por inspector,

equivale a US$ 20 mensuales. En promedio, un inspector está a cargo

de 50 escuelas y unos 200 profesores. Pero, en realidad, un inspector

sólo puede visitar a 20 profesores al año, particularmente a quienes

se encuentran en escuelas situadas cerca de la sede (Da Costa, 1994).

La situación no era mejor en Senegal, donde “en 1985, sólo 28

vehículos servían a 600 miembros del personal en 41 direcciones

regionales” y sólo un poco mejor en Kenya, donde “con 225 vehículos

para unos 600 supervisores, los inspectores raras veces visitaban las

escuelas debido a limitaciones de transporte, carreteras en malas

condiciones o mal tiempo” (Lockheed y Verspoor, 1991, p. 121).

Nuevamente, ésta es una situación que no se limita a los países menos

desarrollados. También existe, sin duda en escalas diferentes, en

países como Francia, por ejemplo: los inspecteurs pédagogiques

régionaux se quejan de “la falta de espacio e insuficiente equipamiento

en términos logísticos […] la falta de comunicación y de servicio de

impresiones […] la carencia de un presupuesto de relaciones públicas”

(Perier, 1995, p. 4).

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

42

Ausencia en las escuelas más remotas

Esta carencia de recursos materiales y humanos, combinada con

la falta de personal y la sobrecarga de tareas, genera la casi total

ausencia de personal de supervisión, especialmente en las escuelas

más remotas. En efecto, particularmente en los países en desarrollo,

donde los problemas de comunicación y transporte se agregan a las

dificultades ya señaladas, muchas escuelas no son visitadas durante

largo tiempo. Las escuelas que más sufren son las que están más

aisladas y que probablemente tienen más necesidad de supervisión y

apoyo. Una investigación reciente del IIPE de muestras de escuelas

en Madhya Pradesh (India), Guinea, Zhejiang (China) y Puebla

(México) confirma lo dicho (Carron y Ta Ngoc, 1996). En Puebla,

menos de la mitad de las escuelas han sido visitadas más de tres veces

durante el año (Schmelkes et al., 1996, p. 84). En Guinea, más del 10%

de las escuelas nunca fueron visitadas durante el último año, ni

siquiera por el directeur pédagogique de la sous-préfecture, quien vive

muy cerca de las escuelas (Martin y Ta Ngoc, 1993, p. 197). La misma

situación parece prevalecer en Madhya Pradesh (Govinda y Varghese,

1993, p. 89). En cada uno de los cuatro casos, las escuelas rurales,

especialmente las más remotas, se encontraban en peores condiciones.

En el nivel secundario, la situación es generalmente mejor, debido al

menor número de escuelas y su ubicación más central. Pero también

hay problemas significativos en este nivel. En Bangladesh, por ejemplo,

una encuesta realizada en 1992 “encontró que, en promedio, una

escuela secundaria era visitada 1,92 veces durante un período de cinco

años” y un estudio de 1986 “reveló que el 7% de las escuelas privadas

y el 33% de las escuelas públicas nunca fueron inspeccionadas durante

un período de cinco años” (Bangladesh MOE, 1992, p. 45). Además,

pocas de estas visitas cubren todas las disciplinas, lo que podría

significar que los profesores de algunas materias no serían visitados

durante la mayor parte del ejercicio de su carrera. En un país

relativamente bien dotado como Malasia, cerca de la mitad de todos

Principales problemas

43

los profesores de ciencias no han recibido más de una visita de

supervisión en los dos últimos años, y un 10% nunca fue visitado (Bte

Syed Zin y Lewin, 1993, p. 168).

Incluso en el caso de los inspectores distritales hay que concluir,

a partir de estudios realizados en, por ejemplo, Burundi, Tailandia y

Zaire (Eisemon et al., 1992; Prouty et al., 1993) que no están en

condiciones de visitar regularmente las escuelas como para que sus

intervenciones tengan un impacto significativo sobre el aprendizaje

de los estudiantes. Esto no es realmente sorprendente cuando se

considera que el personal no siempre vive en el distrito donde trabaja,

sino que prefiere un centro poblado más desarrollado. Tampoco

disponen de una oficina o de un centro profesional a partir del cual

puedan organizar su trabajo (por ej., Bude, 1995, p. 137 sobre Malawi).

Sería incorrecto reprochar a los responsables de la formulación

de política el descuido de los servicios de supervisión y apoyo

basándose totalmente en la escasez existente de recursos provocada

por la crisis económica. Por tanto, sería igualmente incorrecto esperar

que, si se dispusiera de más recursos financieros, su eficiencia y

competencia se podrían mejorar fácilmente. El desarrollo de un

sistema de supervisión sólido recibe poca atención, incluso desde

antes del impacto de la crisis financiera. En efecto, estos servicios y

su personal parecen ser víctimas de un descuido más estructural,

resultado indudable de una subestimación de sus tareas. Este

descuido estructural adopta la forma, por una parte, de una

sobrecargada descripción del puesto de trabajo, caracterizada por

conflictos internos y, por otra, de una pobre gestión de los servicios

de supervisión.

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

44

Conflicto de papeles

Sobrecarga de tareas

Los supervisores enfrentan una sobrecarga de tareas. No sólo

tienen que cumplir las tres tareas mencionadas previamente, sino que,

dado que son el único intermediario, “la organización administrativa

automáticamente hace uso de los puestos intermedios y trata de

adscribirles toda función intermediaria concebible” (Olivera, 1979,

p. 51). Así, los supervisores son utilizados para toda suerte de trabajos,

algunos de los cuales tienen poco que ver con la supervisión como

tal. La investigación realizada en Mauricio presenta una lista de

75 actividades diferentes que emprenden los inspectores “yendo

desde el registro de las escuelas hasta actividades pedagógicas basadas

más en la escuela” (Hurst y Rodwell, citados por Lillis, 1992, p. 14).4

Un estudio sobre América Latina concluye que “la acumulación de

deberes en un solo puesto es simplemente consternante” (Olivera,

1979, p. 51). Ésta es una queja recurrente en la investigación sobre la

supervisión. Esto se constató previamente, hace unos 20 años, en una

investigación realizada por el IIPE en Argelia, Nigeria, Pakistán, Perú,

Venezuela y Zambia y, más recientemente, en varios estudios,

incluyendo uno sobre la India (Singhal et al., 1986, p. 10) y otros en

países de la Unión Europea (Hopes, 1992, pp. 8-9). Si bien estas tareas

adicionales pueden ser menos importantes, frecuentemente se las

considera más urgentes. El resultado es que se emplea relativamente

poco tiempo en la supervisión. Éste parece ser el caso en muchos

países en desarrollo y también en algunos desarrollados. En el estado

de Haryana, los supervisores dedican aproximadamente un tercio de

su tiempo a la inspección y la supervisión, y algunos destinan menos

4. Para dar algunos ejemplos relacionados con la India: “a un funcionario de la inspeccióntambién se le pide que se desempeñe como escrutador en las elecciones o agente censal.Si las inundaciones han provocado devastaciones, se pide al inspector del área que controlelas operaciones, y si hay un ciclón, es el inspector quien debe poner sus instalaciones oequipamiento al servicio de las autoridades civiles para el trabajo de auxilio” (Singhal et

al., 1986, p. 10).

Principales problemas

45

del 10% (Singhal et al., 1986, p. 10). En Francia, los inspectores

regionales dedican sólo entre el 25 y el 50% de su tiempo a lo que

consideran su tarea más importante, a saber, la inspección escolar

(Perier, 1995, p. 5).

Tensiones entre las obligaciones administrativas ypedagógicas

Además, el trabajo de los inspectores siempre se caracterizó por

diversas tensiones que son difíciles de superar. Una, que cada vez es

más evidente, está relacionada con la intrincada combinación de dos

enfoques diferentes de la supervisión. Existe, indudablemente, la

necesidad de ofrecer a las escuelas servicios adecuados a la demanda,

pues ellas gozan de mayor autonomía y exigen servicios de

supervisión y apoyo específicos. Pero esto plantea un conflicto con

la tradición de servicios estandarizados, como lo exige la burocracia

central.

Otras dos tensiones más clásicas han sido comentadas más

ampliamente en la literatura. La primera se da entre las obligaciones

administrativas y las responsabilidades pedagógicas de los

supervisores. Estas tensiones han aumentado en muchos países debido

al deterioro gradual del funcionamiento de las escuelas. Cuando el

sistema empieza a deteriorarse, la necesidad de apoyo pedagógico es

más fuerte, pero al mismo tiempo los inspectores tienen que invertir

más esfuerzos en el control administrativo y los problemas de

disciplina. Éste constituye un verdadero círculo vicioso que hace

que el trabajo de los inspectores sea cada vez más difícil y objeto de

una crítica adicional. En el estudio del funcionamiento de la escuela

en uno de los estados de la India, Madhya Pradesh, se encontró que el

80% de las visitas de los inspectores eran inspecciones de rutina de

naturaleza administrativa, sólo para resolver problemas prácticos

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

46

relacionados con el funcionamiento cotidiano de la escuela (Govinda

y Varghese, 1993).

De la misma manera, en Bangladesh “cerca del 70% de las

inspecciones habían estado relacionadas con el otorgamiento o la

renovación del reconocimiento a las escuelas, 15% con el análisis de

quejas, 10% con la supervisión académica y 5% con otros propósitos”

(Bangladesh MOE, 1992, p. 45). Los datos sobre Trinidad y Tobago

sugieren que los supervisores de la educación secundaria, cuando

visitan las escuelas, dedican un poco más de tiempo a asuntos

relacionados con el personal (incluyendo la disciplina del personal

docente) y la infraestructura (incluyendo construcción, reparación,

mantenimiento y seguridad) que al programa (incluyendo el currículo,

los horarios y asuntos relacionados con los estudiantes) (Harvey y

Williams, 1991, p. 195). En efecto, cuando hay que escoger entre las

obligaciones administrativas y pedagógicas, son estas últimas las que

sufrirán. Ciertamente, algunos supervisores preferirán concentrarse

en la administración y no en la pedagogía, ya que tienen el poder de

tomar decisiones administrativas pero, a los ojos de los profesores,

carecen de la autoridad para dar asesoría pedagógica.

En general, la situación es peor en los países en desarrollo que en

los relativamente más desarrollados. Estos últimos pueden sufragar

el costo de personal adicional (por ej., para la realización de las tareas

de supervisión administrativas en oposición a las pedagógicas), de

modo que la carga de trabajo de cada funcionario sea menos pesada y

las responsabilidades mucho más claras. Sin embargo, esto no debe

llevar a la conclusión de que en los países desarrollados la situación

no plantea problemas. Como se constató, los problemas de sobrecarga

de trabajo también ocurren y han conducido a la formulación de

quejas sobre el poco tiempo disponible para asesorar a las escuelas y

a los profesores (Christ, 1995, p. 133), así como sobre “el carácter ritual

Principales problemas

47

de las visitas de inspección” (Hanriot, 1991). Hopes (1992, p. 21)

sintetiza los resultados de la investigación sobre varios países

europeos en los términos siguientes: “su participación en tantas tareas

y actividades hace que los inspectores sean vistos con poca frecuencia

en las escuelas de algunos países. Por consiguiente, la frecuencia de

las visitas depende de cuánto tiempo resta disponible para la

inspección después de haber realizado otras tareas a las que la

administración ha otorgado una prioridad más alta. Esto crea la imagen

de un tipo de administrador distante, inaccesible y conduce a la

pérdida de credibilidad por parte de los profesores”.

Tensión entre control y apoyo

Pero incluso cuando el personal de supervisión encuentra tiempo

para las tareas de carácter pedagógico cuando visitan las escuelas,

subsiste la segunda tensión entre las funciones de control y

evaluación, por una parte, y las de apoyo y desarrollo, por la otra.

Este segundo conflicto de papeles es tal vez más grave que el primero

y es un tema recurrente en la literatura. Todos los profesores del

mundo critican la combinación de estos dos papeles distintos en una

sola persona, pues pervierte la relación entre el profesor y el

consejero. Éste no es un problema de reciente data. Desde la creación

de las primeras inspectorías, se exigió a los supervisores que

controlaran y ayudaran. Estudios realizados hace dos décadas

percibieron esta tensión como una debilidad fundamental

(Commonwealth Secretariat, 1974, p. 17; Lyons y Pritchard, 1976,

p. 13) y sigue siendo un punto discutible en muchos países de

diferentes regiones del mundo, incluyendo Malawi (Bude et al., 1995,

p. 120), Malasia (Jewa, 1991, p. 169), Trinidad y Tobago (Harvey y

Williams, 1991, p. 197) y varios países europeos (Hopes, 1992, p. 20).

En palabras de un investigador israelí: “sus subordinados esperan

que el supervisor sea un líder democrático (y les dé mayor autonomía

en el desempeño de su papel) y que se comporte profesionalmente

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

48

como un instructor y un guía; sus superiores esperan de él que sea

un líder comprensivo, que utilice su autoridad formal y sea más

burocrático” (Gaziel, 1979, p. 65). Este conf licto de papeles es,

evidentemente, una preocupación en los países donde el inspector y

el asesor es una sola y misma persona. Pero incluso en otros países,

como se mencionó previamente, es difícil separar nítidamente las

tareas entre estos dos actores, lo que hace que la relación entre el

supervisor y el profesor sea más bien ambigua. Evidentemente, la

difundida tendencia hacia una mayor democracia y el llamado a una

mayor participación y autonomía de la escuela, que es característica

de la mayoría de los sistemas educacionales, han aumentado la crítica

al modelo tradicional de inspección y hacen que la combinación de

las funciones de control y apoyo sean cada vez más difíciles.

Frecuentemente se acusa a los inspectores de mostrar una actitud

burocrática autoritaria, lo que va contra el espíritu de iniciativa que

se espera de los profesores como parte de las prácticas de gestión

escolar actual.

Una dimensión de género también podría a veces confundir los

temas: si bien existe una feminización del personal docente, éste no

es el caso del personal de supervisión. En los EE.UU., menos del 3%

del personal de inspección está constituido por mujeres, si bien por

lo menos un cuarto de los directores de educación primaria y más de

la mitad de los profesores son mujeres (Farquhar, 1991, p. 160).

Muchos profesores son escépticos sobre el impacto benéfico del

apoyo y la supervisión de un superior: en un estudio realizado en

Australia, el primer factor citado como inhibidor del desarrollo

profesional fue “la estructura jerárquica de la supervisión” (Webb,

1991, p. 116). Es importante notar que muy frecuentemente la

inspección ha sido un ejercicio cerrado, carente de transparencia, y

que los inspectores no han recibido una adecuada formación en

relaciones humanas y comunicación, lo que les permitiría ofrecer

Principales problemas

49

mejor sus servicios. Esto nos lleva a un tercer conjunto de problemas

que están relacionados con la manera como se gestionan los servicios

de supervisión.

La gestión de los servicios de supervisión

Reclutamiento

Las prácticas de reclutamiento, por ejemplo, a menudo han sido

objeto de críticas. En la mayoría de los países, los profesores

experimentados son promovidos a puestos de supervisión, basándose

en su antigüedad y experiencia como profesor y, una vez en este

puesto, permanecen en él por el resto de su vida activa. El número

mínimo de años de enseñanza requeridos antes de ser promovido a

supervisor varía de un país a otro: de tres a siete años en España

(Álvarez Areces y Pérez Collera, 1995, p. 156), nueve años en Italia

(EURYDICE, 1991, p. 134) y 20 años en Venezuela (Lyons y Pritchard,

1976, p. 35). En muchos países, haber sido director constituye otro

requisito. Existen pocas dudas de que los profesores y los directores

aprecian el hecho de que los supervisores tengan alguna experiencia

de trabajo en el aula. Pero se han planteado preguntas acerca de este

procedimiento y sus efectos indeseables sobre las capacidades de

innovación de los inspectores y asesores. Olivera ha constatado

algunos de estos efectos en el contexto latinoamericano: “existe poca

transfusión de sangre nueva en el cuerpo de la administración […].

Los profesores jóvenes, especialmente los recién egresados de la

universidad, llegan a las escuelas llenos de ideas nuevas que no se

pueden adecuar a las ‘realidades’ cuando los directores y los

supervisores están desconectados como para que se instaure un

verdadero diálogo. Una cooperación fructífera entre la teoría y la

experiencia es entonces reemplazada por una hostilidad más o menos

cortés […]. La queja más frecuente se relaciona con el autoritarismo

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

50

que se infiltra” (Olivera, 1979, p. 115). Cuando la promoción se basa

en la antigüedad, no es sorprendente que el personal de la supervisión

como un todo sea relativamente viejo: en Bangladesh, por ejemplo,

el 42% de los funcionarios distritales se encontraba en 1992 al borde

de la jubilación (Bangladesh MOE, 1992, p. 14).

Sin embargo, la alternativa consistente en designar personal joven,

con una formación específica para estos puestos, no es necesariamente

una solución para todos estos problemas, porque a su vez ellos

pueden carecer de la experiencia en el aula, considerada

indispensable por la mayoría, si no por todos, los profesores. En

España se ha tratado de superar el problema de la “burocratización y

estancamiento” empleando a profesores mediante contratos de

inspección de corto plazo (tres años). Sin embargo, “la pretendida

naturaleza inestable y desperdiciadora de este modelo (dado que la

selección y formación de los inspectores supone una sustancial

inversión de tiempo y costos como para justificar la prescindencia y

el reemplazo de inspectores justo en el momento en que están en

condiciones de dominar las exigencias del trabajo) condujo a una

enmienda legal que permitió que los inspectores cuyo trabajo había

sido positivamente evaluado por la administración educacional

competente permanecieran en su puesto indefinidamente” (Álvarez

Areces y Pérez Collera, 1995, p. 159). En Corea del Sur existe un sistema

más intrincado, que se basa en un principio similar. Ahí existen dos

escalafones de carrera: uno que va desde el ‘profesor recientemente

designado’ hasta el ‘director’; la otra que va desde el ‘profesor

asociado’, pasando por el ‘profesor principal’ hasta el ‘supervisor

escolar principal / investigador educacional principal’. El personal

educacional puede así pasar del escalafón de la profesión docente al

de la supervisión y retornar, sin comprometer su carrera (véase el

Gráfico 3.1).

Principales problemas

51

Gráfico 3.1 Escalafón de la carrera de supervisión en Coreadel Sur

Director

Subdirector

Certificado de profesor de 1a clase

Profesor de 1a clase

Supervisor escolar principal Investigador educacional principal

Supervisor escolar Investigador educacional

Profesor principal

Profesor de 2a clase

Profesor asociado

Certificado de Subdirector

Certificado de profesor de 2a clase

Profesor recién designado

Certificado de Director

Fuente: OFSTED, 1994d.

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

52

Formación

Independientemente del patrón de reclutamiento y de los

procedimientos de promoción, es indudable que los asesores,

inspectores y otros miembros de este tipo de personal requieren

formación regular y que casi no la reciben. Esta necesidad de

formación ha sido reconocida a lo largo de toda la historia de los

servicios de supervisión y ya fue enfatizada, por ejemplo, en la

Conferencia Internacional de Educación de 1937: “nadie debería ser

designado al servicio de inspección si no ha mostrado previamente

interés y comprensión de los problemas generales de la educación,

ya sea durante un período probatorio o el seguimiento de un curso

especial organizado por una institución que brinde estudios de

posgrado (citado por Pauvert, 1987, p. 47). Pero los programas de

formación previa o en servicio son escasos y distanciados. Existen

algunos programas interesantes en Europa. En Irlanda, por ejemplo,

los supervisores de la escuela primaria pasan por un período

probatorio de seis meses, durante los cuales trabajan junto con colegas

experimentados. En el nivel secundario, este período probatorio dura

dos años, de los cuales los seis primeros meses transcurren en una

sola institución. En Portugal, los inspectores de educación primaria

siguen un curso de un año; los inspectores de educación secundaria,

sin embargo, sólo siguen unos cuantos cursos teóricos, pero son

supervisados por colegas más experimentados al inicio de su carrera

(EURYDICE, 1991, p. 134). En conjunto, no obstante, la formación

previa al servicio en la Unión Europea se considera “manifiestamente

insuficiente” (EURYDICE, 1991, p. 134). Lo mismo se aplica a la

formación en servicio y, como resultado de esto se percibe la ausencia

de reflexión sobre los objetivos y métodos de supervisión, que es

deplorada por los propios miembros del servicio de supervisión

(Hopes, 1993, p. 59). La situación no es ciertamente mejor en la

mayoría de los países en desarrollo, que tienen necesidad de un buen

sistema organizado tanto para preparar al personal de supervisión y

Principales problemas

53

apoyo para que desempeñe su papel, como para mantenerlo

actualizado.

Apoyo profesional

Además de la formación, el desempeño de un supervisor también

dependerá, en gran medida, de la calidad de los instrumentos de apoyo

profesional que se pongan a su disposición. Dos de esos instrumentos

de particular importancia son las guías o manuales de supervisión, y

una base de datos actualizada regularmente para preparar y

monitorear el trabajo de supervisión. Incluso si es cierto que en la

mayoría de los países se ha preparado informes estandarizados de

supervisión, este instrumento básico no está disponible en todas

partes. Otros instrumentos más sofisticados, y más útiles, son aún más

escasos. Algunos países, por ejemplo, han preparado un manual,

directrices claras o un código de conducta para las visitas de

inspección. Algunos estados de la India (Andra Pradesh, Kerala y Tamil

Nadu, entre otros) han elaborado códigos de inspección y los

candidatos a los puestos de inspección deben pasar exámenes de

conocimiento de este código (Singhal, 1986, p. 75). En la década de

los setenta, Nigeria, Pakistán y Zambia elaboraron un instrumento

similar, ya sea bajo la forma de un manual o de notas, si bien existían

algunos manuales internacionales preparados, por ejemplo, por el

Commonwealth (Hughes, 1981). Más recientemente, en Maldivas se

elaboró la primera versión de un “manual de directrices e

instrucciones para el personal de supervisión basado en el ministerio

o en la escuela” y el ministro de educación ha manifestado el deseo

de que se formulen “directrices más detalladas para la supervisión

escolar gracias al debate y el logro de consenso en el ámbito

profesional, en lugar de que sean impuestas mediante resoluciones

administrativas” (Maldives MOE, 1995, p. 1). En el marco de su plan

maestro de educación, en Mauricio se prevé la elaboración de un

manual similar. Es probable que el más útil y completo conjunto de

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

54

instrumentos de supervisión exista en el Reino Unido, donde la

OFSTED ha producido un Manual (OFSTED, 1993) y un Marco de

Referencia detallados (OFSTED, 1994b) que contienen, por ejemplo,

una pauta muy detallada de inspección. Los documentos han probado

ser útiles para los inspectores, así como para las escuelas y los

profesores, quienes se pueden preparar mejor para las siguientes

visitas. Sin embargo, ésta es una situación excepcional. En la mayoría

de los países, la realidad puede estar más cerca de la de Bangladesh,

donde durante mucho tiempo los supervisores escolares no

dispusieron de ningún código, manual o guía, exceptuando la Ley de

Educación de Bengala de 1931, que “además de ser obsoleta, su texto

ya no está disponible” (Bangladesh MOE, 1992, p. 46).

Una expresión más del descuido de la política en lo que respecta

a los supervisores se manifiesta en la casi total ausencia de una base

de datos adecuada sobre el desempeño y la calidad de las escuelas y

los profesores. En efecto, muy pocos supervisores tienen indicadores

a su disposición, lo que les permitiría seleccionar las escuelas y los

profesores más necesitados, a fin de realizar un monitoreo más

intenso y prepararse a sí mismos para sus visitas. La literatura contiene

poca información al respecto. Un ejemplo destaca la situación en

Inglaterra, en 1990/91, por tanto, antes de los cambios más recientes,

y se refiere al personal que trabaja en el ámbito de las Autoridades

Locales de Educación (Local Education Authorities – LEA). De un total

de 18 indicadores identificados como útiles por un equipo de

investigadores, sólo uno estaba disponible para más de las tres cuartas

partes de las LEA: los resultados de los exámenes públicos. Sólo la

mitad de las LEA disponían de información sobre otros dos

indicadores: la situación de los estudiantes de más de 16 años y la

asistencia. Un total de 12 indicadores estaban disponibles para sólo

el 10% ó menos de las LEA: éstos incluían indicadores sobre las

características del personal, las relaciones con los padres de familia y

Principales problemas

55

la evaluación de los estudiantes en la escuela (Gray y Wilcox, 1994,

pp. 72-73). Muy pocos supervisores, como en el caso de los inspectores

alemanes, “tienen acceso a una amplia gama de datos estadísticos, por

ejemplo, sobre la situación de los estudiantes después de la escuela

primaria, el porcentaje de niños que repite un grado, el número de

niños educacionalmente desfavorecidos en cada institución y datos

socioeconómicos sobre la población escolar” (OECD, 1995, p. 92). Esta

ausencia de información sobre las escuelas es incluso más deplorable

cuando se toma conciencia de que en muchos países los supervisores

desempeñan un papel en la recolección de datos, sólo para enviarlos

inmediatamente a las autoridades del nivel central.

Presentación de informes y seguimiento

Un último problema en la gestión de los servicios de supervisión

tiene que ver con la retroalimentación, es decir, la transmisión al

sistema de la información lograda mediante las visitas escolares.

¿Cómo se organiza esta presentación de informes de las visitas de los

supervisores? ¿Cuáles son los objetivos de los diferentes tipos de

informes? ¿Con quiénes se los discute antes y después de su

finalización? ¿Cómo se asegura una adecuada acción de seguimiento?

¿Quién participa en el seguimiento?, etc. Las respuestas a estas

preguntas son cruciales, si lo que se desea es comprender el grado

de eficiencia de un sistema de supervisión dado y su impacto real

sobre la calidad del sistema de educación. Por consiguiente, podría

parecer sorprendente que la cuestión de la presentación de informes

y seguimiento haya recibido tan poca atención sistemática. Esta

carencia de seguimiento tiene diversas dimensiones: muy pocos

supervisores aportan una retroalimentación inmediata sobre sus

hallazgos a los profesores y directores de escuela; también prestan

poca atención al seguimiento de su supervisión, ya sea prestando

especial atención a una escuela particular o informando a las

autoridades sobre un asunto específico. “La falta de retroalimentación

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

56

sistemática a los centros de toma de decisiones, que ignoran lo que

ha sucedido o está sucediendo, o que sólo tienen un conocimiento

general, sin información precisa o análisis de la interacción” fue

constatada en Costa Rica como una deficiencia importante (Olivera,

1984, p. 78). En efecto, en la mayoría de los países sólo se espera que

los supervisores presenten algunos informes después de sus visitas.

Se ha efectuado muy poca investigación sobre lo que hacen con esos

informes quienes los reciben, pero se puede suponer que raras veces

se emprenden acciones a partir de ellos. Existen posibilidades de

estructurar el seguimiento con mayores alcances cuando, como en el

caso de Andra Pradesh, los supervisores “registran sus observaciones

y sugerencias para el mejoramiento ulterior en el Libro de Inspección

mantenido en las escuelas” (Singhal et al., 1986, p. 37). Pero el

seguimiento también supone que los supervisores visitan

regularmente las escuelas que lo necesitan, y esto, como ya se

mencionó, es muy raro. A lo dicho hay que agregar la falta de contacto

entre los supervisores y los departamentos o centros que

desempeñan un papel en la formulación e implementación de política

(Lyons y Pritchard, 1976, p. 31).

Un factor adicional que hace aún más difícil una acción adecuada

de seguimiento es que los supervisores, asesores, inspectores de

disciplinas, inspectores generales y otros funcionarios del sector de

la educación raras veces trabajan juntos o se informan unos a otros

de los resultados de sus visitas e informes. Esto es, en parte, el

resultado de la confusa estructura y organización del sistema y sus

diferentes unidades, como se mencionó previamente. En el estado

indio de Madhya Pradesh, por ejemplo, se constató que “los

funcionarios que están en contacto directo con el terreno no tienen

ninguna autoridad para iniciar la acción necesaria y quienes tienen la

autoridad no tienen tiempo para captar la realidad sobre el terreno”

(Govinda y Varghese, 1993, p. 75). Pero hay otras dos razones, por lo

Principales problemas

57

menos. “Como personas, los inspectores parecen gozar de

considerable autonomía, que […] conduce a cierto grado de

aislamiento […] y tiene la desventaja de que socava las posibilidades

de trabajar en una dirección general coherente” (Hopes, 1992, p. 21).

Pero los servicios y los órganos mismos protegen celosamente su

autonomía y poder. Ésta fue la razón principal por la que fracasó el

intento de crear un servicio unificado en España durante la década

de los setenta (Álvarez Areces y Pérez Collera, 1995, p. 157).

El punto de vista de los profesores

Dado el conjunto de problemas interrelacionados mencionados

previamente –que bien merecen ser objeto de reflexión–, es poco

sorprendente que la mayoría de los estudios muestre que,

actualmente, el impacto de la supervisión y el apoyo sobre la

enseñanza en el aula y el rendimiento de los estudiantes estén lejos

de las expectativas. Algunos datos provenientes de investigaciones

recientes del IIPE pueden esclarecer el nivel de insatisfacción entre

los profesores. En Guinea, cuando se pregunta a los profesores su

opinión acerca de la utilidad de diferentes fuentes de apoyo

profesional, sitúan las visitas de las diferentes categorías de

supervisores al final de la lista, por debajo de –en orden decreciente

de importancia–, la lectura personal, las reuniones de carácter

pedagógico de los profesores, la discusión con los colegas, el apoyo

del director, las lecciones modelo y la formación en servicio (Martin

y Ta Nogc, 1993, p. 204). La situación sólo era ligeramente mejor en

Madhya Pradesh, donde el 55% de los profesores consideraba que

los inspectores eran de ninguna o poca utilidad, y sólo el 8%

consideraba que eran de mucha utilidad. Los directores y los colegas

eran considerados de mucha utilidad por el 22 y el 24%,

respectivamente (Govinda y Varghese, 1993, p. 160). En Puebla

(México) sólo cerca del 10% de los profesores consideraba que

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

58

recibían un fuerte apoyo pedagógico de los supervisores (Schmelkes

et al., 1996, p. 85). Es importante notar que había relativamente poca

diferencia de opinión entre los profesores de las diferentes zonas,

desde el área urbana desarrollada hasta el área rural marginal.

Igualmente significativo es que esta insatisfacción es compartida

por muchos profesores en países más desarrollados, que cuentan con

sistemas de supervisión mejor organizados y dotados. En Australia,

por ejemplo, un significativo número de profesores opinaba que “ellos

se desarrollaban mejor mediante medios informales, equipos de

enseñanza o planificación en cooperación con un colega” (Webb, 1991,

p. 116). En Nueva Zelandia, la parcial desaparición de los inspectores,

tras las recientes reformas administrativas, fue bien recibida por los

profesores: “la ausencia de una inspectoría también da a los profesores

un mayor espacio para la innovación y la creatividad, en lugar de tener

que conformarse con los datos aceptados y la sabiduría oficial. Como

tal, la autogestión local facilitó la calidad de la enseñanza” (OECD,

1994b, p. 86). Aunque estos diferentes estudios muestran, por una

parte, la insatisfacción de los profesores con el trabajo hecho por los

inspectores y consejeros, también indican que estos mismos

profesores sienten la necesidad de un sistema eficiente de supervisión

y apoyo, tanto dentro como fuera de la escuela.

59

IV. REFORMAS Y TENDENCIAS DE CAMBIO

Como se indicó en esta revisión, en casi todos los países los

servicios de supervisión y apoyo, organizados de una u otra forma,

han existido desde que las autoridades centrales comenzaron a

organizar el sistema escolar. El objetivo manifiesto de estos servicios

es mejorar la eficacia de la escuela y la calidad de la enseñanza. Pero

estos servicios, ahí donde existen, tienen ciertas debilidades, algunas

de las cuales son la consecuencia de la crisis financiera, mientras que

otras parecen estar inscritas en el sistema vigente. Estas debilidades

han hecho difícil que estos servicios logren su objetivo esencial:

mejorar la calidad de la educación.

A la luz de esto, no es sorprendente que numerosos países hayan

tratado, en diferentes momentos, de mejorar o reformar los servicios

existentes. Por las razones explicadas anteriormente, en años

recientes ha aumentado la atención sobre los servicios de supervisión

y apoyo, tras un período de descuido. Hopes (1992, p. 14) ha

constatado que se están produciendo cambios en las inspectorías en

más de la mitad de los países miembros de la Unión Europea. Una

evaluación de algunos proyectos recientes de educación básica del

Banco Mundial reveló que la ‘supervisión’ era uno de los dos factores,

junto con el ‘desarrollo profesional del profesor’, cubierto por la

mayoría de los proyectos (Heneveld y Craig, 1996, p. 42). En muchos

países, los responsables de la formulación de política sólo han hecho

pequeños ajustes al sistema existente, pero en un número cada vez

mayor estos cambios constituyen verdaderas reformas.

El propósito de la mayoría de estas reformas es acercar la

supervisión al lugar donde ocurre la acción, es decir, a nivel de la

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

60

escuela. En algunos casos se crean nuevos servicios de apoyo (centros

de recursos, agrupamientos o núcleos escolares, coordinadores de

aprendizaje, etc.) entre la escuela y la administración regional o

distrital. El énfasis de este tipo de reforma sigue siendo el

mejoramiento de la eficiencia de las estructuras de apoyo externas

gracias al aumento de su proximidad a los beneficiarios. En otros

casos, el objetivo es, explícitamente, prescindir del apoyo externo o,

al menos, limitar significativamente su papel, trasladando el foco de

atención del monitoreo de la calidad directamente a nivel de la

escuela. En general, esta evolución del monitoreo a nivel de la escuela

abarca tres aspectos complementarios: el traslado de la

responsabilidad de la supervisión al director de la escuela; una mayor

confianza en el automonitoreo por parte del personal docente y,

finalmente, la participación creciente de la comunidad.

Con vistas a la claridad, cada uno de estos dos tipos de reforma se

analizará separadamente, aunque en realidad a menudo se combinan

y refuerzan entre sí. Al mismo tiempo, estas reformas suelen

introducirse como parte de un esfuerzo más amplio para mejorar todo

el sistema de supervisión o incidir, por lo menos, en la manera en

que opera el conjunto del sistema (incluyendo la supervisión externa

clásica). Por tanto, es posible identificar algunas tendencias de cambio

que cruzan diferentes formas de supervisión, que también serán

objeto de análisis.

Acercar la supervisión a las escuelas

En principio, existen dos maneras de acortar la distancia entre las

escuelas y los supervisores, que ahora hace que el trabajo de muchos

supervisores sea tan irrelevante para la escuela y el aula: 1) se puede

acercar más la administración a la escuela creando, debajo del nivel

que actualmente es el más cercano a la escuela, otro nivel de

Reformas y tendencias de cambio

61

supervisión y apoyo al personal; 2) también se puede acercar más las

escuelas a la administración reuniéndolas en agrupamientos o núcleos

y alrededor de centros de recursos. Evidentemente, ambas estrategias

no son excluyentes y un número cada vez mayor de países ha tratado

o está tratando de aplicar una de ellas o ambas. Como en muchas de

las cuestiones y estrategias analizadas en esta revisión, ésta no es

completamente nueva. Pero se está convirtiendo en una cuestión

muy difundida, si no entre los países, por lo menos entre los

investigadores.

Nuevos escalones de supervisión en niveles más bajos

En 1980, Bangladesh creó un nuevo nivel de funcionarios

denominados ‘asistentes distritales de educación’, quienes

rápidamente se convirtieron en el vínculo principal entre las escuelas

y la administración. Su creación mejoró la proporción de escuelas

atendidas por los supervisores de 100 a 20. Estos funcionarios “visitan

las escuelas por lo menos dos veces al mes, una para la formación de

los profesores basada en la escuela y otra para la supervisión general”

(Lockheed y Verspoor, 1991, p. 131). La creación de este nivel de

funcionarios fue percibida por algunos autores como una estrategia

esencial en el éxito de los esfuerzos para mejorar las escuelas en

Bangladesh (Dalin, 1994). Más recientemente, en el marco del

Proyecto Sectorial de Educación Científica en Secundaria, en

Bangladesh se ha fortalecido la supervisión y el apoyo a la escuela

secundaria mediante la designación de funcionarios y supervisores

académicos a nivel zonal (Bangladesh MOE, 1992, p. 117). Otro ejemplo

bien conocido está relacionado con Pakistán, que en 1979 introdujo

el puesto de coordinadores de aprendizaje, que tienen que visitar de

10 a 20 escuelas por mes. En la etapa inicial de su implementación,

este modelo probó que tiene una serie de beneficios: “una

significativa reducción del absentismo de los profesores;

mejoramiento de la calidad de la enseñanza; aumento de la matrícula

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

62

y mejor asistencia de los estudiantes; una oportunidad de que los

profesores discutan sus problemas con personas que no están

interesadas fundamentalmente en la administración; un mayor sentido

de profesionalismo entre los profesores; el uso de coordinadores

como sustitutos de los profesores ausentes; mejor comunicación de

la administración distrital con las escuelas” (Warwick et al., 1992,

p. 298). Una estrategia comparable existe, por ejemplo, en Bermudas,

donde a estos profesionales se les denomina ‘profesores recurso

peripatéticos’ (Commonwealth Secretariat, 1991, p. 19); en Myanmar,

con sus funcionarios asistentes de educación a nivel de poblados, y

en Laos, mientras que su introducción se planeaba en, por ejemplo,

Malawi. En los dos últimos países, esta medida va acompañada de la

creación de agrupamientos o núcleos escolares, que analizaremos en

detalle más adelante.

Aunque los beneficios constatados en Pakistán no están presentes

en todas partes, es indudable que esta estrategia mejora el

funcionamiento de la escuela; en particular, al parecer, gracias a la

disminución del absentismo de los profesores. Sin embargo, no carece

de riesgos. Demanda, más precisamente, una muy fuerte inversión

para asegurar que el nuevo nivel de funcionarios pueda desempeñarse

eficientemente. Uno podría preguntarse: si se carece de recursos

suficientes para fortalecer el cuerpo de supervisores existente, ¿por

qué crear una nueva estructura? Un problema importante en

Bangladesh fue precisamente la falta de transporte para los asistentes

distritales de educación. En Pakistán surgió un problema diferente,

el de los celos y la rivalidad entre los coordinadores de aprendizaje,

por una parte, y, por la otra, “los funcionarios distritales de educación,

quienes sintieron que su autoridad estaba siendo socavaba, y los

supervisores, quienes no recibían asignaciones especiales y

motocicletas”, que eran asignadas a los coordinadores de aprendizaje

(Lockheed y Verspoor, 1991, p. 131). Sin embargo, su integración en

Reformas y tendencias de cambio

63

las estructuras administrativas existentes ha conducido ahora a que

los coordinadores de aprendizaje pierdan su carácter original y se

conviertan simplemente en otro grupo de supervisores que

encuentra obstáculos similares.

Agrupamientos escolares y centros de recursos

Los agrupamientos o núcleos escolares, en general, agrupan

escuelas vecinas alrededor de una escuela central más grande. Los

agrupamientos y los centros de recursos existen en un número cada

vez mayor de países. Su objetivo es doble: en primer lugar, mejorar la

enseñanza al compartir los recursos, experiencia y pericia entre el

personal; y, en segundo lugar, facilitar la administración y lograr una

economía de escala. Ya se hizo referencia a Burundi, donde la mayoría

de las escuelas son escuelas satélites y el director de la escuela central

tiene la tarea explícita de supervisar la enseñanza en el aula en todas

las escuelas del agrupamiento o núcleo (Eisemon et al., 1992, p. 182).

En Camboya, esta tarea se asigna a una persona que desempeña la

presidencia, quien también tiene que recolectar información que será

sometida al funcionario distrital y presidir las reuniones del

agrupamiento, por ejemplo, sobre la promoción de los profesores.

“En cada agrupamiento existe un centro de recursos que se utiliza

como centro de formación de los profesores en servicio, como centro

de reuniones de directores y profesores. Estos centros almacenan

toda suerte de datos e información recolectada en todas las escuelas”

(ACEID, 1996, pp. 250-251). Agrupamientos semejantes existen en la

mayoría de los países de América Latina y también, entre otros, en la

India, Malawi, Myanmar, Nigeria, Papua Nueva Guinea, Tailandia, Viet

Nam, Zambia y Zimbabwe (Bray, 1987; De Grauwe y Bernard, 1995;

Hoppers, 1996).

Algunos países no han formalizado la estructura de agrupamientos

como tal, pero cuentan con centros de recursos para profesores que

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

64

sirven a las escuelas del vecindario. Éste es el caso en Botswana, Belice,

Gambia y Tanzania (Commonwealth Secretariat, 1991, p. 21). Malasia

está elaborando una estructura más bien intrincada, con Centros

Estatales de Recursos Educativos a nivel estatal, Centros de

Actividades para Profesores, que agrupan entre 20 y 50 escuelas a

nivel distrital, y Centros de Recursos Escolares en cada escuela (Aziz,

1996). En Laos, la creación de una red de centros para el mejoramiento

de los profesores en las provincias más desfavorecidas se acompañó

de la creación de un equipo de educadores de profesores del nivel

primario y la promoción de un sistema de monitoreo y supervisión

regular. Los funcionarios y supervisores distritales de educación,

basados en el centro de mejoramiento de profesores, recibieron una

formación específica en supervisión. Estos supervisores deben

visitar las escuelas 20 días al mes y se considera que esta supervisión

y apoyo regular es la principal razón del impacto benéfico del

programa sobre el sistema de educación (ACEID, 1996, pp. 103-105).

Como se mencionó previamente, los agrupamientos escolares

pueden tener un objetivo pedagógico o administrativo. Sus orígenes

no son los mismos en todas partes. En la mayoría de los países son el

resultado de la iniciativa del gobierno, pero en algunos casos, por

ejemplo en Zimbabwe, se crearon espontáneamente, debido a que

las escuelas y los profesores sintieron la necesidad de reunirse e

intercambiar recursos e información (Hoppers, 1996, p. 8). Un ejemplo

interesante es Mozambique, donde los agrupamientos fueron

lanzados por primera vez por los profesores en la década de los setenta

y restablecidos por la administración central recientemente. Los

agrupamientos o núcleos, conocidos como Zonas de Influencia

Pedagógica (ZIP), “fueron iniciados por los profesores en los albores

de la independencia como un dispositivo administrativo de

emergencia, que asistiría en el pago de los salarios de los profesores

y en la distribución del material pedagógico, así como en el

Reformas y tendencias de cambio

65

intercambio de experiencias pedagógicas. […]. Formalizadas por el

Ministerio de Educación en 1976 y dirigidas por representantes

elegidos por los profesores, formaron parte de las primeras

experiencias de estructuras de gestión escolar democráticas. Las ZIP

se convirtieron en instrumentos de autoayuda de los profesores en

relación con sus intereses materiales y sociales, así como de sus

necesidades pedagógicas […]. Durante los últimos años, las ZIP

perdieron mucho de su prestancia. Después de 1977, primero tuvieron

que transferir sus funciones administrativas a la recientemente creada

administración distrital, mientras que después de 1983 su influencia

en asuntos pedagógicos fue minada significativamente por el

desarrollo de un cuerpo de expertos en pedagogía (comisiones de

apoyo pedagógico) en las direcciones provinciales de educación. El

papel de las ZIP se redujo gradualmente al de “discusión de asuntos

educacionales e imitación de los mensajes de los expertos” (Hoppers,

1996, p. 4). Pero en la década de los noventa, el Ministerio de

Educación desarrolló una nueva política, promoviendo la

descentralización y el desarrollo del personal docente. Esto condujo

a “interesarse en revitalizar las ZIP, muchas de las cuales habían

desaparecido. En 1995, una circular del Ministerio de Educación

definió el tono al describir las nuevas ZIP como unidades pedagógicas

de profesores destinadas a desarrollar las competencias del personal

docente, mejorar la calidad de la educación y difundir experiencias

pedagógicas. Las ZIP se utilizarán para la formación en servicio de

los profesores y como un mecanismo para mejorar la inspección y

supervisión de los profesores. Si bien los profesores participan en la

gestión, las actividades serán controladas por los directores y las

direcciones distritales de educación” (Hoppers, 1996, p. 5).

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

66

Reforzar el monitoreo en la escuela

El decepcionante desempeño de muchos servicios de supervisión

condujo a percibir la posibilidad de abandonar la supervisión y el

apoyo externos, o por lo menos a limitar significativamente su papel,

haciendo hincapié en mecanismos de monitoreo de la calidad en el

seno de las escuelas. En realidad, sólo en pocos países se han

implementado reformas tan profundas. Esta revisión ya se refirió a

Nueva Zelandia e Inglaterra, donde la inspección fue reemplazada

recientemente por un órgano central –la Education Review Agency y

la Office for Standards in Education, respectivamente–, cuya tarea

principal es inspeccionar todas las escuelas una vez cada cuatro o

cinco años, mientras que todas las otras funciones de supervisión y

apoyo (incluyendo la inspección de los profesores) son dejadas en

manos de las escuelas, sus directores, sus consejos de administración

o su personal. La supervisión sin un servicio de inspección externo

ya existe en los países escandinavos y en Islandia. En Dinamarca, las

escuelas primarias son visitadas por autoridades externas. Los planes

escolares deben ser aprobados por el consejo municipal, pero el

monitoreo es realizado principalmente por el consejo escolar, el

director y el personal mismo. El consejo escolar, cuya mayoría de

miembros está constituida por padres de familia, decide el horario,

aprueba el presupuesto y el material didáctico. El director es

responsable de la administración escolar y observará la enseñanza

en el aula sólo en el caso de los nuevos profesores o de quienes tienen

problemas específicos. No obstante, cada escuela privada tiene

asociado un inspector escogido por los padres de familia o asignado

por la municipalidad (EURYDICE, 1991, p. 59; Weng, 1995, pp. 141-142).

Sin embargo, incluso en los países donde los servicios de

supervisión y apoyo han sobrevivido sin muchos problemas se está

haciendo hincapié en formas de monitoreo basadas en la escuela o la

comunidad. Existen algunas buenas razones para promover la

Reformas y tendencias de cambio

67

supervisión y el apoyo en el seno de la escuela. Muchos de los

problemas fundamentales que las escuelas afrontan, sobre todo en

las áreas desfavorecidas –como absentismo de profesores y alumnos,

difíciles relaciones con los padres, problemas de mantenimiento de

los edificios escolares– sólo se pueden monitorear adecuadamente a

nivel de la escuela. Las visitas ocasionales de los inspectores no

pueden resolver estos problemas y tampoco detener el gradual

deterioro del funcionamiento cotidiano de la escuela. Esta

descentralización del control a nivel de la escuela también supone

un cambio en el enfoque del mejoramiento de la calidad. Hasta ahora,

muchos programas destinados al mejoramiento de la calidad han sido

impuestos a los profesores y, por tanto, han fracasado. Al fin y al cabo,

es el profesor, junto con el director, quien tiene que prestar los

servicios. Sin su compromiso, muy poco sucede, y ese compromiso

no se puede obtener fácilmente mediante controles o imposiciones

externas: tiene que provenir de una convicción interna. Por

consiguiente, en muchos países se asiste a un cambio del control de

la calidad a la estrategia para asegurar la calidad. En otras palabras,

existe la creciente convicción de que se debe estimular y otorgar

autonomía a los profesores para hacer que ellos mismos aseguren la

calidad de los servicios que prestan.

El predominio de la supervisión dentro de la escuela

Los párrafos siguientes examinarán hasta qué punto la supervisión

y el apoyo basado en la escuela se efectúan realmente y, si este es el

caso, cuál es el impacto que parecen tener sobre la calidad de la

educación. Las pruebas disponibles sobre la supervisión basada en la

escuela son diversas. En algunos países, observar y supervisar a los

profesores de la escuela primaria es, de hecho, una tarea formal de

los directores de escuela. Burundi, China y Nueva Zelandia son

algunos ejemplos. En Maldivas, la tarea de supervisar a los profesores

de educación primaria es compartida entre el director, el subdirector,

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

68

el supervisor principal y el asistente de supervisión. Esta situación

es más difícil de imaginar en países donde las escuelas de las áreas

rurales ni siquiera tienen cuatro profesores. En muchos países se

espera informalmente del director o directora, si es necesario, que

supervise a los profesores en sus aulas. Pero en algunos países (por

ej., Francia), la supervisión en el aula simplemente no forma parte del

trabajo del director.

De cualquier manera, existen pocas pruebas que muestren hasta

qué punto la supervisión en el aula ocurre realmente. Estudios

efectuados en Zaire y Burundi sugieren que es un fenómeno regular

(Prouty et al., 1993). El estudio de una muestra de escuelas en Guinea

es menos claro: dependiendo del entorno de la escuela, entre 50 y

70% de los profesores han recibido nueve o más visitas del director

durante el último año. Pero se constató que entre 15 y 40% de los

profesores ni siquiera fueron observados una sola vez (Martin y Ta

Ngoc, 1993, p. 200). La situación es comparable en la provincia

mexicana de Puebla (Schmelkes et al., 1996, p. 61). Algunos hechos

indican que existe incluso una gran carencia de supervisión. En el

estado indio de Madhya Pradesh, “las visitas del director a las aulas

no son un fenómeno común; en realidad, algunos profesores ni

siquiera aprueban la práctica. Es de notar que en muchas escuelas

públicas no hay director designado oficialmente y con autoridad, lo

que hace difícil que ocurra cualquier tipo de supervisión” (Govinda

y Varghese, 1993, p. 88). Asimismo, la investigación realizada en

Zimbabwe encontró que los directores raramente observan a los

profesores –en promedio, menos de dos veces al año– y cerca del

60% de todos los profesores estaban descontentos con esa

supervisión” (Chivore, 1994, pp. 290-292).

Se ha efectuado muy poca investigación sobre la supervisión

hecha por los pares, pero muy probablemente es menos común

Reformas y tendencias de cambio

69

todavía. En algunos estados de los EE.UU. se está experimentando

este enfoque. Uno es la Evaluación de la Calidad en el Estado de Nueva

York (New York State Quality Review), un programa en el que una

docena de profesores de otras escuelas evalúan a una escuela durante

cerca de un año, incluyendo una misión de evaluación de una semana

en la escuela, “observando lecciones, reuniéndose con el director,

los profesores, los padres de familia, los alumnos y los representantes

de la comunidad, y analizando el trabajo escrito de los estudiantes. El

equipo de evaluación actúa como “amigos críticos”, tratando de

comprender lo suficientemente bien las operaciones de la escuela,

de modo que se puedan identificar sus fortalezas y sugerir cómo

podrían construir sobre ellas […]. El objetivo es estimular una cultura

de autoevaluación crítica permanente; después del año de evaluación

externa, cada escuela destina cuatro años a un proceso de

autoevaluación y el ciclo empieza nuevamente” (OECD, 1995, p. 141).

La evaluación interna no es un fenómeno que ocurre fácilmente en

cualquier lugar, como lo muestra el caso de Francia, donde una política

reciente destinada a estimular la autoevaluación en las escuelas fue

considerada un “fracaso completo” en un informe sobre una muestra

de 20 escuelas (OECD, 1995, p. 77). Sin embargo, es difícil determinar

hasta qué punto este fracaso fue el resultado de la resistencia contra

el concepto mismo o contra la manera como fue implementado en

las escuelas.

El predominio del apoyo dentro de la escuela

Existe, ciertamente, mayor claridad respecto al apoyo en el seno

de la escuela (en tanto que opuesto a la supervisión como tal).

Informalmente, ese apoyo existe probablemente en todas las escuelas

(exceptuando las unidocentes), con profesores que discuten entre

ellos o mediante reuniones del personal. Se pueden citar algunos

ejemplos de modelos más formales. En Madhya Pradesh se identifica

a algunos profesores, durante un programa de formación de personal

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

70

docente, como potencial grupo central de profesores. Ellos deberán

ofrecer apoyo continuo a sus colegas en su escuela o agrupamiento.

Esta estrategia forma parte de un proyecto más global, a saber, el el

Proyecto de Empoderamiento de los Profesores (Teacher

Empowerment Project) (ACEID, 1996, pp. 355-357). En Maldivas se

crearon recientemente, en el nivel secundario, comités de profesores

por asignaturas. Éstos se reúnen formalmente por lo menos una vez

por período lectivo, para debatir problemas y compartir

experiencias. La supervisión y el apoyo externos se realizan

regularmente en esas reuniones (Maldives MOE, 1995, pp. 29-31). De

hecho, esas estructuras formales son más fáciles de organizar en el

nivel secundario, en particular cuando están relacionadas con una

asignatura, y probablemente existen, de una u otra manera, en la

mayoría de los países. Para promover el apoyo interno, en algunos

países se brinda a todas las escuelas un centro de recursos para

profesores. Zambia, como parte del Plan de Autoayuda para la

Educación (Self-Help Action Plan for Education), es un ejemplo;

Malasia es otro. Ahí donde esos centros atienden a más de una escuela,

retornamos a los agrupamientos escolares como los que se

describieron en detalle previamente; éstos se podrían considerar

como una forma de apoyo “interescolar”.

El impacto de la supervisión y el apoyo dentro de laescuela

Así como hay cierta discusión acerca del predominio de la

supervisión dentro de la escuela, también ocurre cierto debate sobre

su impacto, especialmente cuando se lo compara con el de la

supervisión externa. Prouty et al. (1993, p. 16), basándose en

investigaciones efectuadas en Burundi, Tailandia y Zaire concluyen

que “para ser eficaz, la supervisión de los profesores debe ser una

responsabilidad a nivel de la escuela” y debe “formar parte explícita

del mandato del director. […]. El personal a nivel de distrito, al parecer,

Reformas y tendencias de cambio

71

debe ser estimulado para brindar apoyo directo a los directores y no

a los profesores de aula”. Los estudios de caso del IIPE en Madhya

Pradesh (Govinda y Varghese, 1993, p. 160) y Guinea (Martin y Ta Ngoc,

1993, p. 204) muestran que los profesores son de la opinión de que

ellos obtienen más beneficios del apoyo brindado por el director y

de las discusiones con sus colegas que de la supervisión y el apoyo

externos. En Madhya Pradesh, ese apoyo interno también se aprecia

más que el beneficio obtenido de la lectura personal, mientras que

en Guinea la lectura personal tiene un puntaje más alto. La

investigación efectuada en Bangladesh sobre las escuelas secundarias

(Bangladesh MOE, 1992, p. 47) y una pequeña muestra de escuelas en

Australia (Webb, 1991, p. 116) también indican más satisfacción con

la supervisión del director que con la de los actores externos.

Sin embargo, otros autores expresas algunas reservas. El hecho

de que ciertos directores no efectúen regularmente observaciones

en las aulas o supervisen al personal docente no sólo es el resultado

de la falta de interés o competencia para realizar la tarea. Otros

factores desempeñan un papel, algunos de los cuales son similares a

los que dificultan una supervisión externa eficiente. Los directores

ya enfrentan una sobrecarga de deberes, incluyendo los de carácter

administrativo, para los cuales están pobremente preparados (Dadey

y Harber, 1991). Cuando se les asigna la tarea de supervisar a los

profesores, fácilmente ocurre un conf licto con su papel de

orientadores pedagógicos. Esos problemas son probablemente más

agudos en los países en desarrollo que en los desarrollados. Por

consiguiente, Lyons y Pritchard (1976, pp. 28-29) advirtieron contra

la idea de copiar una estrategia que podía ser útil en el contexto de

los países desarrollados y trasladarla a “una situación donde los

directores y los profesores frecuentemente están insuficientemente

formados, las condiciones de las escuelas a menudo perjudican a los

profesores y los alumnos, y donde la necesidad de una evaluación

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

72

regular y detallada, así como de ayuda, es evidente”. Los directores

mismos, incluso cuando están suficientemente formados, no aceptan

necesariamente la responsabilidad de la supervisión. En Nueva

Zelandia, algunos directores “expresaron preocupación sobre ‘el

nosotros somos responsables’ de sus nuevos papeles, y reconocieron

la pérdida de la ‘persona que apoya’ a la escuela, representada por el

antiguo inspector que servía de enlace con la autoridad local”

(Cusack, 1992, p. 8). En las escuelas secundarias, otros problemas

desempeñan un papel. Los directores no pueden brindar apoyo

fácilmente a todos los profesores cuando se trata de asignaturas. En

Malasia y Marruecos, por ejemplo, sólo el 22 y el 5% de los directores,

respectivamente, fueron profesores de ciencias o de matemática. Es

cierto que los directores pueden ser ayudados en el ejercicio de su

liderazgo, por ejemplo, en la enseñanza de las ciencias, por profesores

experimentados en ciencias o por los coordinadores de asignaturas,

pero los resultados que arrojan investigaciones realizadas en Malasia

y Marruecos muestran que este tipo de personal, por diferentes

razones, raras veces desempeña ese papel eficientemente (Caillods

et al., 1997).

Nada de lo dicho implica que la supervisión y el apoyo en la

escuela sean imposibles o inútiles. Más bien muestra que no se los

puede dar por descontados y, más precisamente aún, que la

supervisión y el apoyo externos siguen siendo necesarios en la

mayoría de los casos para fortalecer el impacto de las estrategias

basadas en la escuela. Además, para que los directores puedan ofrecer

una supervisión y apoyo útiles, muchos deberán recibir una formación

específica. Esa formación ya se realiza en varios países. En Lesotho,

un programa combina esto con la formación en servicio de los

profesores, en el que los directores reciben la tarea específica de ser

mentores de uno de los profesores en formación que participa en el

programa paralelo (Heneveld y Craig, 1996, p. 32). Se han producido

Reformas y tendencias de cambio

73

diversos manuales destinados al personal escolar que concentran su

atención o incluyen la supervisión, por ejemplo el del Commonwealth

Secretariat (1993), el de Maldivas (1995) y el de Bermudas.

La supervisión por la comunidad

Una estrategia complementaria de supervisión implica apoyarse

en la comunidad. Esta tendencia, todavía en sus primeras etapas, se

puede encontrar en dos grupos muy diferentes de países: uno, en

que el gobierno ha abandonado voluntariamente la supervisión como

parte de un enfoque más global en favor del mercado, y otro, en donde

en las áreas rurales remotas la pobre calidad de la enseñanza y la casi

completa ausencia de supervisión y apoyo externos han llevado a la

comunidad a tomar la iniciativa. En los países en los que ha habido

una transferencia explícita de responsabilidades del nivel central al

nivel local o de la escuela, generalmente han creado consejos de

administración escolar o comités de desarrollo. Ya se han citado los

ejemplos de Inglaterra y Nueva Zelandia. También se puede notar que

en la Unión Europea, en general, la participación de los padres en

asuntos escolares, por intermedio del comité de padres de familia,

ha aumentado durante la década pasada, si bien a pocos de esos

comités se les asigna tareas de supervisión formales específicas

(EURYDICE, 1991, pp. 119-121).

En el bastante contrastado segundo grupo de países, las

comunidades empezaron organizándose ellas mismas a fin de ejercer

ciertas funciones de monitoreo y controlar informalmente el

funcionamiento de la escuela, por lo menos desde el punto de vista

administrativo. Ellas aseguran que haya instalaciones, que los alumnos

asistan y que los profesores enseñen. En Malí, por ejemplo, existe un

fenómeno interesante, las llamadas écoles de base , creadas

simplemente por las comunidades locales y monitoreadas también

por ellas mismas. Un modelo similar existe, por ejemplo, en Egipto

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

74

(Egypt MOE, 1993) y en Chad (Esquieu y Péano, 1994). Pero se trata

de experiencias en pequeña escala y los obstáculos que en general

dificultan en buena medida la participación de la comunidad, también

predominan. Incluso en las sociedades “educadas”, los padres no están

automáticamente interesados en participar en el monitoreo de las

escuelas, como lo muestra claramente el hecho de que en Inglaterra,

donde los padres tienen la oportunidad de reunirse con los

inspectores después de la evaluación de su escuela, sólo entre el 2 y

el 25% de los que reúnen las condiciones lo hacen efectivamente

(OFSTED, 1994a, p. 20).

Tendencias generales del cambio

Si bien no todas las reformas identificadas previamente apuntan

en la misma dirección, se pueden identificar algunas tendencias

convergentes, especialmente –aunque no de manera exclusiva– en

los países en desarrollo.

Una descripción de puesto más coherente

La primera tendencia es llegar a una descripción de puesto de los

supervisores más limitada y, al mismo tiempo, más coherente. Esto

supone la reducción de los papeles conf lictivos mencionados

anteriormente, desvinculando las funciones de control de las de

asesoría y separando las tareas administrativas de las pedagógicas.

Varios autores han formulado recomendaciones en esta dirección,

en un nivel general (por ej., UNESCO/PROAP, 1991, p. 209) o en

relación con un país en particular (por ej., Swartz, 1994, p. 57 para

Sudáfrica). Estas recomendaciones no son realmente nuevas. La

Conferencia Internacional de Educación celebrada en 1956

recomendó que el supervisor “fuera exceptuado de las tareas oficiales

rutinarias que tan frecuentemente absorben una buena parte de su

tiempo” (citado por Pauvert, 1987, p. 49), mientras que Olivera (1984,

Reformas y tendencias de cambio

75

p. 75), basándose en la experiencia de Costa Rica, aconsejaba que se

“debería establecer una distinción entre consejeros pedagógicos e

inspectores administrativos: los primeros deberían ser activos en los

distritos escolares, mientras que los últimos, en menor número,

podrían actuar en los niveles regional o subregional”.

Varios países han tratado de separar, o lo están haciendo, los papeles

de supervisión de los de apoyo. Sudáfrica, Malawi, Chile, Francia,

Alemania y varios estados de los EE.UU., entre otros, demandan a su

personal de supervisión que se concentre más en la oferta de apoyo,

desempeñando así un papel más bien de desarrollo. En el Perú, hace

más de 20 años, se crearon puestos de consejeros técnico-

pedagógicos a nivel de las regiones, zonas y núcleos, cuyo foco de

atención era brindar apoyo y sólo apoyo. Más o menos en la misma

época, cambios similares ocurrieron en Venezuela y Costa Rica

(Olivera, 1979, p. 110). En el marco del “Programa de las 900 Escuelas”

en Chile, los supervisores recibieron una formación específica, de

modo que pudieran asumir el papel de orientadores pedagógicos en

las escuelas. Este cambio de inspector a consejero fue bien apreciado

por casi todos los supervisores (Filp, 1993, p. 37). En otros pocos países

en los que las prácticas de gestión basada en la escuela se han

introducido recientemente –Nueva Zelandia y el Reino Unido en

particular– se está produciendo una separación similar entre control

y apoyo. Pero en esos casos el cambio es hacia más control para los

servicios de supervisión externa, mientras que las tareas de apoyo y

asesoría se supone que son manejadas directamente a nivel de la

escuela como parte de un enfoque global de apoyo a la calidad. Ya se

mencionó que el recientemente creado Education Review Agency en

Nueva Zelandia no desempeñará ningún papel en materia de apoyo y

asesoría, sino que estará destinado principalmente a monitorear las

escuelas (Cusack, 1992, pp. 6-7). Las reformas comparables en

Inglaterra y Gales han sido parcialmente “diseñadas para separar las

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

76

funciones de inspección y asesoría, prohibiendo a quienquiera que

haya tenido una relación profesional estrecha con una escuela que

participe en una inspección de la OFSTED” (OECD, 1995, p. 61). Los

equipos de la OFSTED, que visitan las escuelas, están ahí

principalmente para inspeccionar. De esta manera, el nuevo sistema

representa “un cambio de énfasis del apoyo a las escuelas al monitoreo

de su desempeño”, dado que es financiado “mediante una reducción

de los recursos disponibles de las autoridades locales, quienes

tradicionalmente habían empleado equipos de asesoría e inspección”

(OECD, 1995, p. 56). Algunos autores notan un vínculo entre el mayor

énfasis en la rendición de cuentas y la tendencia hacia el control en

la supervisión escolar (Grimmett y Crehan, 1992, p. 68).

Igualmente importantes son los esfuerzos realizados para

desvincular las tareas administrativas de las pedagógicas, de modo

que el personal de supervisión pueda concentrarse en lo que es

crucial en lugar de hacerlo en lo que es simplemente urgente. En

efecto, el Plan Maestro de Educación de Mauricio prevé que una

categoría separada del personal será responsable de los asuntos

puramente administrativos (Mauritius MOE, 1991, p. 29). En España

se ha producido una redefinición similar de funciones: “varios

factores relacionados con el fortalecimiento de la administración

educacional han tendido a eliminar de la Inspectoría muchas

características centrales y de larga data de su profesión,

particularmente la planificación, la distribución de materiales, el

equipamiento de las escuelas, la gestión del personal docente, el

control de los edificios, la selección de los profesores, los programas

de educación especial, etc., todos ellos ejemplos de áreas de ejecución

que ahora han sido asignadas a otros departamentos de la

administración” (Álvarez Areces y Pérez Collera, 1995, p. 162). Esta

simultánea reformulación de las tareas y reestructuración de la

administración ha permitido que la Inspectoría se concentre en sus

Reformas y tendencias de cambio

77

deberes pedagógicos, es decir, la asesoría y el control. El resultado ha

sido que el número de escuelas visitadas ha aumentado

significativamente (Álvarez Areces y Pérez Collera, 1995, p. 164).

Si bien pueden haber argumentos pedagógicos válidos para

simplificar el papel del supervisor, ésta no es necesariamente una

tarea simple. La experiencia de Asia, en particular, sugiere que se trata

de una tarea compleja debido a dificultades prácticas, incluyendo el

hecho de que se requerirá emplear a más personal y que los profesores

y los directores estarán bajo la supervisión de demasiadas personas.

Además, “en la inevitable rivalidad por la influencia, el supervisor

con funciones administrativas tiende a disponer de mayor ascendiente

sobre las instituciones y los profesores –e incluso sobre los padres

de familia y el público– que el supervisor puramente académico”

(UNESCO/PROAP, 1991, p. 209). A esto hay que agregar el hecho de

que los supervisores no necesariamente desean ser relevados de todas

sus obligaciones administrativas. Previamente se hizo notar que su

fuerte sentido de la independencia profesional complica la tarea

consistente en simplificar las estructuras de supervisión. Parece que

es igualmente difícil, según un estudio de la Unión Europea, pedir a

los supervisores que se concentren únicamente en pocas tareas: “hay

indicios frecuentes de que durante la realización del estudio los

inspectores eran renuentes a renunciar a obligaciones particulares

cuando se crean institutos u órganos profesionales en un sistema de

educación, por ejemplo, para el desarrollo curricular, la formación

en servicio del personal docente y los exámenes. Ellos sienten que

en cierto sentido se les ha quitado sus verdaderas responsabilidades

(Hopes, 1992, p. 21). También debe mencionarse que la descripción

de puesto del supervisor no se puede percibir fuera de su contexto

político y administrativo: “cuanto más centralizado es el sistema y más

doctrinario políticamente hablando es su gobierno, es más probable

que los inspectores escolares sean percibidos como instrumentos para

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

78

ejercer control sobre el sistema y lo que en él se enseña” (Watson,

1994, p. 5.247). En otras palabras, cambiar el papel y la imagen del

supervisor será más fácil cuando ese cambio forme parte de una

reforma política o administrativa más amplia.

Hacia una mayor apertura y transparencia

Existe otra tendencia hacia una mayor apertura y transparencia.

Esto tiene dos consecuencias. En primer lugar, los informes de los

supervisores están cada vez más disponibles para los “clientes” del

sistema educacional. En varios países –Inglaterra, Nueva Zelandia,

España y Suecia, por ejemplo–, un público más amplio puede tener

acceso a las evaluaciones globales de la escuela y, en primer lugar, la

comunidad escolar local (OECD, 1995, p. 37). Pero aún no hay pruebas

claras de que esa publicidad conduzca al cambio. Se sostiene, en

relación con Suecia, que “ahí donde la evaluación estimula el cambio

se debe en mayor medida a la presión administrativa o a una mayor

conciencia de los problemas en la escuela, que a la rendición de

cuentas a un público más vasto. Si bien las evaluaciones efectuadas a

nivel municipal generalmente están disponibles para el público, no

existe una tendencia fuerte de parte de las escuelas para que estén

disponibles para los padres de familia o que los padres se interesen

directamente en ellas” (OECD, 1995, p. 131). También es conveniente

señalar que esa transparencia es rara, si es que existe, en los países

en desarrollo, donde los informes de inspección generalmente tienen

un carácter confidencial.

En segundo lugar, también hay más apertura y discusión con

quienes son objeto de la evaluación. Se establecen criterios y

procedimientos claros para la evaluación. Éstos se discuten

abiertamente y se explicitan formalmente en las directrices de

inspección estandarizadas. En Francia, por ejemplo, ahora es una regla

que cada profesor sea notificado con varios días de anticipación a la

Reformas y tendencias de cambio

79

inspección. Además, un inspector ya no puede basar su evaluación

sólo en una lección y retirarse después de la visita al aula. Ahora deben

discutir su informe con el profesor y entregar una copia. En las

escuelas secundarias existe incluso la obligación de discutir los

resultados de la inspección con todo el personal a cargo de una

disciplina particular (Lafond et al., 1992, pp. 53-54). Los cambios en

las actitudes que favorecen una relación menos autoritaria también

son visibles en la inclusión –en Inglaterra y otros pocos países– de

personal profano en los equipos de inspección que visitan las escuelas.

En algunos países se considera que para asegurar la transparencia

sería necesario que los supervisores gozaran de una autonomía

considerable. Éste es y ha sido el caso durante largo tiempo en

Inglaterra, donde la privatización es hoy la principal tendencia,

caracterizada por la total privatización de los equipos de inspección.

Algunos países de la OCDE también están otorgando más autonomía

a sus servicios de inspección. En los países en desarrollo, por otra

parte, la mayoría de los servicios siguen siendo parte integral y

subordinada del Ministerio de Educación, si bien en Mauricio (1991),

por ejemplo, su Plan Maestro de Educación prevé que la inspectoría

nacional se convertirá en un órgano semiautónomo, ofreciendo

servicios de inspección independientes y profesionales.

Fortalecer el seguimiento

Una tercera tendencia –muy relacionada con la precedente–, tiene

que ver con los intentos destinados a fortalecer las acciones de

seguimiento en el marco de la supervisión. En algunos países de la

OCDE por lo menos, se han implementado reformas globales al

respecto. Uno de esos intentos se hizo en Inglaterra. No sólo se exige

explícitamente a los equipos de inspección que discutan su evaluación

con el personal de la escuela, sino que se exige a las escuelas que

elaboren planes de acción dentro de los 40 días laborables después

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

80

de realizada la inspección, indicando cómo se ejecutarán las

recomendaciones. En principio, estos planes deben ser aprobados

por el ministerio. “El resultado práctico que tiene para la escuela la

exigencia de elaborar un plan de acción tras la inspección es evidente.

Los miembros del consejo escolar (denominados ‘gobernadores’) y

el personal directivo de las escuelas reciben un plan con cuestiones

clave basadas en un conjunto de juicios objetivos y pruebas. Las

escuelas cuyo personal se siente confiado y es más perspicaz

‘explotarán’ sus inspecciones plenamente, utilizándolas como una

forma de consulta valiosa” (OFSTED, 1994c, p. 44). Sin embargo, las

evaluaciones de las primeras visitas de inspección realizadas en el

marco de la supervisión reformada muestra que, si bien el seguimiento

es objeto de más atención, todavía existe insatisfacción, tanto a nivel

de la escuela como del sistema. “En más de la mitad de las escuelas el

personal estaba descontento porque no hubo una mayor oportunidad

para discutir con los inspectores después de las clases” y deploraron

en particular la “falta de diálogo profesional entre profesores e

inspectores” (OFSTED, 1994c, p. 26). La investigación efectuada sobre

una muestra intencional pequeña de escuelas evidencia que, en efecto,

las escuelas prepararon un plan de desarrollo escolar. Pero esto no

garantizó la implementación de las recomendaciones de los

inspectores. Casi un año después de las inspecciones, “se puede

afirmar que sólo un tercio de las recomendaciones habían sido

significativamente implementadas […]. Aparentemente, algunos tipos

de recomendaciones tenían más posibilidades de ser implementadas

que otros. Éste es el caso, por ejemplo, de las relacionadas con los

procedimientos de gestión y administración, así como de la

producción de la documentación escolar. Por el contrario, las

recomendaciones que incluían problemas de evaluación, transmisión

y evaluación del currículo, así como enseñanza y aprendizaje parecen,

en el mejor de los casos, haber sido sólo parcialmente implementadas.

[…]. Las recomendaciones que asumen implícitamente algún cambio

Reformas y tendencias de cambio

81

consecuente en la práctica de los profesores tienen más posibilidades

de encontrarse entre las más difíciles de realizar en el corto plazo”

(Gray y Wilcox, 1995, p. 14). Los autores relacionan la falta de

implementación con, por lo menos en parte, la escasez de apoyo

profesional ofrecido a las escuelas. En efecto, los servicios de apoyo,

que en su mayoría eran ofrecidos por las autoridades locales, han

sido afectados por estas mismas reformas. En otras palabras, todo este

proceso de reforma “ha probado ser un excelente marco de referencia

para identificar las debilidades de una escuela, pero no aborda en lo

más mínimo cómo corregirlas” (OECD, 1995, p. 62).

Los enfoques adoptados en Escocia (MacGregor, 1995, pp. 100-

101) y España (OECD, 1995, pp. 118-120), entre otros, exigen que los

supervisores y las escuelas trabajen juntos para elevar los estándares

e integrar las visitas de seguimiento de los supervisores en el proceso

de inspección. De esta manera, el supervisor se ajusta más a la imagen

de un consejero amistoso que a la de un evaluador externo. En esos

países, las sanciones contra el pobre desempeño de las escuelas y los

profesores son muy raras. Éste no es el caso en Inglaterra y Nueva

Zelandia, donde “como último recurso, los órganos de gobierno

pueden ser disueltos y reemplazados temporalmente por un agente

o un órgano de la autoridad de control” (OECD, 1995, p. 38). Esto ya

le ha sucedido a más de 20 escuelas en Nueva Zelandia. En su conjunto,

en todos los países “las sanciones del pobre rendimiento son mucho

más comunes que los premios por el éxito” (OECD, 1995, p. 38). Se

conoce muy poco acerca de cómo el seguimiento de la supervisión

se realiza o está siendo reformado (si es el caso) en los países en

desarrollo. Las reformas, como se dijo anteriormente, se están

produciendo principalmente en los países de la OCDE.

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

82

Hacia la evaluación de las escuelas y no de los profesores

La cuarta tendencia significativa tiene que ver con un

desplazamiento de la supervisión individual de los profesores a una

evaluación de la escuela. Cada vez se es más consciente de que

controlar individualmente a los profesores, o incluso brindarles

consejo y apoyo, no llevará automáticamente a mejorar los resultados

de la escuela. Mejorar la calidad de las escuelas implica mucho más

que trabajar con los profesores individualmente. Requiere un enfoque

global dirigido a la escuela como un todo, incluyendo las relaciones

entre la escuela y la comunidad, prestando cabal atención a los

factores contextuales. El foco ya no debe ser el profesor considerado

individualmente, sino la escuela en su totalidad y todos los aspectos

que intervienen en su funcionamiento. En Inglaterra, este sistema de

inspección global de la escuela por un equipo de inspectores ha sido

sistematizado desde la la Ley de Educación (School Act) de 1992. Cada

escuela primaria debe ser inspeccionada cada cuatro años por un

equipo idóneo de inspección. Éste cubre todos los aspectos del

funcionamiento de la escuela, desde la gestión financiera hasta las

prácticas pedagógicas (OFSTED, 1993). Ya se señaló previamente que

en Inglaterra, y en algunos otros países, esas evaluaciones escolares

están relacionadas con la formulación de un proyecto escolar por

parte del personal. Por consiguiente, se espera que los inspectores o

consejeros, en algunos casos, actúen como socios del personal en la

realización de este proyecto.

Este modelo tiene considerables ventajas, pero suscita

preocupaciones entre muchos observadores, particularmente en

Inglaterra, donde el énfasis de esas inspecciones se pone en la

evaluación más que en el apoyo y donde la inspección basada en la

escuela está vinculada con la información al público sobre la

eficiencia de las escuelas. En tales circunstancias, el rendimiento de

los estudiantes, presentado más bien en forma cruda en las “tablas

Reformas y tendencias de cambio

83

clasificatorias”, a menudo se asume como el estándar con el que se

juzga a las escuelas. Este hecho tiene serias implicaciones, porque

podría conducir a la reducción del currículo y los procesos de

aprendizaje. Los profesores terminan enseñando para los exámenes

y los inspectores terminan teniendo en cuenta únicamente los

resultados de la escuela. Otra preocupación está relacionada con el

hecho de que las escuelas estarán “corsetadas”. Los supervisores y

consejeros reciben información muy específica acerca de cómo

efectuar la evaluación escolar. El mejor ejemplo es el previamente

mencionado Manual de Inspección de las Escuelas (Handbook of

Inspection of Schools) producido por la OFSTED. Se trata de un

impresionante volumen de directrices, instrucciones e instrumentos

similares a los utilizados por los auditores en el mundo de los

negocios. Es un documento sumamente útil para quienes tienen que

pensar en el establecimiento de reglas claras para el equipo de

inspección. Pero esos instrumentos no dejan de tener detractores

que ven en ellos herramientas para la uniformización y el

conformismo.

Incorporación en los sistemas de evaluación

Una quinta tendencia está dada por la creciente incorporación de

los servicios de supervisión y apoyo en el sistema de evaluación. En

varios países, los supervisores y los consejeros han sido invitados por

los responsables de la formulación de política a agregar una nueva

función, a saber, la evaluación del sistema, a su tradicional papel de

control y asistencia a profesores y escuelas. Una vez más, ésta no es

una tendencia totalmente nueva. En 1974, la sexta Conferencia de

Educación de la Commonwealth (Commonwealth Education

Conference) constató que “si bien se puede discernir una tendencia,

ésta va en la dirección de reducir la cantidad de inspección de los

profesores y las escuelas considerados individualmente, y hacer uso

pleno de la experiencia y la pericia de los inspectores en cuestiones

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

84

más amplias y generales, así como en la formulación de política”

(Commonwealth Secretariat, 1974, p. 17; véase también Jones, 1973,

sobre Australia). Pero después, esa tendencia fue confirmada

realmente en muy pocos países. Recientemente ha ganado un nuevo

impulso. A solicitud de las autoridades educacionales, los supervisores

son invitados a producir informes consolidados que evalúan aspectos

particulares del funcionamiento del sistema escolar, tales como la

disponibilidad y utilización de material pedagógico, las relativas

dificultades y éxitos resultantes de la introducción de nuevos

métodos pedagógicos, la gestión de los profesores de las escuelas

primarias o de cualquier otro tema que pueda ser de interés para el

responsable de la toma de decisiones. En Francia, en 1989, este cambio

en la función de la Inspectoría General se introdujo basándose en el

argumento de que gracias a sus estrechos contactos con las realidades

de la escuela, los inspectores eran quienes se encontraban en la mejor

posición para evaluar la situación global en términos cualitativos. Estos

informes se han convertido en un insumo muy importante para la

toma de decisiones a nivel ministerial. Como se mencionó

previamente, anualmente se publican résumés que están al alcance

del gran público, que son comentados ampliamente en la prensa y

constituyen la base de una buena dosis de debate político. Esta

evolución aumenta el valor del trabajo de los miembros del personal

de supervisión y apoyo, quienes empiezan a actuar como consejeros

en materia de política más que como simples controladores.

85

V. CONCLUSIONES

Hacer de los servicios de supervisión y apoyo un instrumento

para mejorar la educación no es una tarea fácil. Esta revisión ha

destacado más de una vez que los numerosos esfuerzos realizados en

el pasado para mejorar la eficiencia de los servicios de supervisión

externos no han logrado los resultados esperados. En años recientes,

el interés en la supervisión ha ganado una renovada atención y se

están ensayando algunas innovaciones que tienen un impacto más

profundo sobre los objetivos y las estructuras de los servicios de

supervisión y apoyo. Si bien aún es temprano para evaluar el éxito o

el fracaso de esas innovaciones, se pueden extraer algunas

conclusiones a partir de esta revisión global de la literatura.

El interés creciente en la supervisión es un resultado de la toma

de conciencia, destacada en la introducción, de que el personal de

supervisión y apoyo tiene un papel central que desempeñar en el

monitoreo y la mejora del proceso de educación. Sin embargo, esto

no garantiza que la supervisión esté teniendo un impacto positivo.

Obviamente, cuando ella consiste en visitas irregulares y breves a las

escuelas, cuya principal justificación es cumplir una obligación

administrativa débilmente valorada, su influencia sobre la enseñanza

difícilmente puede ser benéfica. Pero incluso cuando las visitas de

supervisión se realizan eficientemente, no tendrán un impacto eficaz

inmediato en el mejoramiento de la calidad de las escuelas. Por una

parte, es cierto que una supervisión estrecha de los profesores mejora,

en particular, la asistencia del profesor y, sin duda, su motivación.

Pero, por otra parte, “la influencia positiva de la supervisión del

profesor no deriva de las restricciones de su autonomía para asegurar

que se cumplan las políticas del ministerio relativas a la instrucción”.

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

86

Lo opuesto también podría ser cierto: “las estrategias y prácticas que

son eficaces para impulsar el rendimiento de los estudiantes […] no

son necesariamente aquéllas que se ajustan a las políticas del

ministerio” (Eisemon et al., 1992, p. 201). Esto no quiere decir que el

personal de supervisión y apoyo debería promover el incumplimiento

de las políticas del ministerio. La conclusión correcta que se puede

deducir es que el personal de supervisión debe tener como objetivo

global el “desarrollo profesional de los profesores”. Citando a Lyons

y Pritchard (1976, p. 15): “La inspección eficaz nos parece integrar no

sólo la observación y la evaluación, no sólo ver a los profesores, sino

también los problemas educacionales con los profesores y ayudar a

desbrozar el camino para su solución”. Esto es, por supuesto, más fácil

de decir que de hacer, ya que supone un cambio fundamental de

actitud no sólo de parte de los inspectores, sino también de todos

los actores involucrados en la gestión del sistema de educación.

Los servicios de supervisión y apoyo no existen en el vacío. La

naturaleza de su entorno es importante desde por lo menos dos

puntos de vista: su desarrollo y su estructura de poder. El primer

aspecto es evidente: “La influencia que una inspectoría puede ejercer

en vistas del mejoramiento está fuertemente condicionada por las

circunstancias en las que los profesores enseñan y los estudiantes

aprenden. Si, por ejemplo, el ambiente físico de las escuelas es pobre,

con edificios inadecuados y deteriorados, se carece de libros

esenciales y de equipamiento para la enseñanza, si existe una elevada

tasa de abandono y repetición de los estudiantes y una alta proporción

de alumnos/maestro y las escuelas trabajan en dos o más turnos, si el

salario y el estatus de los profesores es bajo, con escasos incentivos

financieros para el mejoramiento y la responsabilidad profesional; y

si muchos profesores carecen de formación o están insuficientemente

formados y el director es simplemente un burócrata, los esfuerzos

de cualquier inspector para mejorar la calidad del trabajo tienen

Conclusiones

87

muchas posibilidades de ser seriamente limitados” (Lyons y

Pritchard, 1976, p. 16). En otras palabras, mejorar la supervisión no

es una panacea, como no lo sería mejorar cualquier otro factor

singular que desempeña un papel en el complejo proceso de

enseñanza y aprendizaje. Mejorar la supervisión debe ser parte de un

programa global que, entre otras cosas, asegure por lo menos que se

dispone de un mínimo de recursos para las escuelas y los supervisores.

Igualmente importante es la cuestión de las relaciones de

autoridad en el sistema educacional. Cuando todas o la mayoría de

las decisiones se adoptan a nivel central, cuando los supervisores no

tienen más autoridad que la de asegurar que se respeten las

instrucciones del nivel central y las escuelas no tienen más autonomía

que la de implementar las instrucciones, no tiene por qué sorprender

que los supervisores se conviertan en burócratas y autócratas, y que

los profesores los consideren de poca ayuda, cuando no como una

real traba. En efecto, “un argumento esencial sobre la supervisión es

el debate sobre un mayor control de los profesores o dar a los

profesores mayor control” (Sergiovanni y Starrat, 1988, citado en

Webb, 1991, pp. 116-117). Un cambio estructural, que asigne

responsabilidades adecuadas y poder de decisión a los supervisores,

directores y profesores, en otras palabras, una forma de

descentralización, se impone.

En algunos contextos, esta necesidad de un cambio estructural se

interpretó como una demanda de autonomía de la escuela, estando

ésta a cargo de su propia supervisión y apoyo, mientras que el papel

de las autoridades centrales se limitaría a un monitoreo a distancia.

Esa restricción de la intervención a la inspección, en detrimento del

apoyo, ha sido objeto de crítica. En Nueva Zelandia, el apoyo se debe

obtener actualmente de los consejeros de escuelas normales locales,

la Asociación de Consejos Escolares (School Trustees’ Association) o

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

88

de consultores independientes. “Muchas escuelas extrañan el apoyo

ofrecido por la vieja Inspectoría y perciben esta ausencia como un

defecto de los nuevos mecanismos. Y si bien el apoyo de los consejeros

locales es gratuito, no siempre están disponibles cuando se los

necesita […]. Otras fuentes de asesoría cuestan dinero y las escuelas

que más necesitan el apoyo tienen menos posibilidades de disponer

de fondos. […]. En el corto plazo, el abandono del apoyo central puede

conducir a agravar las desigualdades entre escuelas exitosas y no

exitosas, en la medida en que ellas reflejan más nítidamente los

recursos sociales de su comunidad local” (OECD, 1995, p. 100). En

otras palabras –y ésta es una conclusión esencial–, promover la

supervisión y el apoyo basados en la escuela sin, al mismo tiempo,

fortalecer la supervisión y el apoyo externos, podría conducir

fácilmente a aumentar el sentimiento de aislamiento en las escuelas

y, por lo tanto, el descontento entre los responsables de la

formulación de política, especialmente en contextos donde las

escuelas consideradas individualmente están menos preparadas para

esa “autonomía” que las escuelas de Nueva Zelandia o Inglaterra. En

lugar de considerar estas dos formas de supervisión como conflictivas,

deberían verse como complementarias: una no puede funcionar

eficientemente sin la otra.

Pero para que la supervisión externa funcione eficientemente, es

importante –para enfatizar nuevamente el hecho– que su impacto se

sienta en las aulas y, por consiguiente, que los supervisores estén en

condiciones de visitar regularmente las escuelas. En efecto, no hay

duda de que sólo los funcionarios que están situados cerca de la

escuela pueden satisfacer esta expectativa. Por consiguiente, es

necesario aumentar su número y, ahí donde no existen, asignarlos.

Actualmente, la ausencia o debilidad de estos servicios “de

proximidad” es responsable, en gran medida, de la insatisfacción

general con la supervisión. Un estudio realizado en Mozambique,

Conclusiones

89

Zambia y Zimbabwe concluía que “los problemas fundamentales han

sido el pobre apoyo administrativo a las iniciativas locales en los

niveles intermedios de la jerarquía, junto con la baja calidad de los

servicios de apoyo técnico, por una parte, y la insuficiente toma de

conciencia por parte del personal directivo local de la importancia

de la autonomía pedagógica y cómo se la puede sustentar, por la otra”

(Hoppers, 1996, p. 15). Se constató que varios países en diferentes

regiones se están concentrando en este nivel “justo por encima de la

escuela” y ésta es una tendencia bienvenida. Estos funcionarios o

centros han desempeñado un papel fundamental en el éxito de

algunos programas innovadores, incluyendo los programas de

educación creados por el Bangladesh Rural Advancement Committeee

(Ahmed et al., 1993), el Programa de las 900 Escuelas en Chile (Filp,

1993) y Escuela Nueva en Colombia (Schiefelbein, 1992). Ahí donde

ese personal u oficinas ya existen, sin duda es preferible consolidarlo

en lugar de crear un circuito alternativo. Esto se ha realizado

exitosamente en, por ejemplo, el Programa de las 900 Escuelas en

Chile (Filp, 1993, p. 24). En Pakistán, por otro lado, donde como parte

de un proyecto con financiación externa se introdujo a los

coordinadores de aprendizaje sin integrarlos en las estructuras de

supervisión y apoyo existentes, la rivalidad se produjo rápidamente

y condujo a la obstrucción de lo que en sí misma fue una innovación

útil (Warwick et al., 1992, p. 299).

Si bien la utilidad de esas estructuras cercanas a la escuela no

plantea la menor duda, su factibilidad es a menudo problemática. En

efecto, la pregunta surge inmediatamente: ¿cómo es posible que

gobiernos que ni siquiera han tenido los recursos para atender

adecuadamente las estructuras administrativas existentes puedan

brindar los recursos para este nivel adicional de funcionarios? Una

respuesta parcial se puede encontrar en el análisis del muy ineficiente

modo en que actualmente se asigna el personal de supervisión y apoyo

Cuestiones de actualidad en supervisión: una revisión de la literatura

90

a las escuelas. Esto se hace fundamentalmente, si no exclusivamente,

sobre la base del número de escuelas y profesores. No se toma en

cuenta los recursos ya disponibles en una escuela o en su entorno, ni

de sus necesidades. El resultado es que las escuelas más necesitadas

generalmente terminan con menos apoyo, en la medida en que los

supervisores raras veces están entusiasmados con las visitas a las

escuelas situadas en las áreas remotas que cuentan con los servicios

más pobres. No es difícil imaginar un sistema en el que el número de

supervisores se asigne en función de las necesidades de las escuelas

(por ej., las escuelas con el personal menos calificado recibirán más

apoyo). Pero una propuesta semejante exige que se repiense la

totalidad de las estructuras administrativas y la disponibilidad,

especialmente en el nivel más cercano a la escuela, de indicadores

sobre la calidad y la eficacia de cada escuela y profesor. En efecto,

reformar la supervisión sigue siendo una tarea desafiante.

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Publicaciones y documentos del IIPE

El Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación ha publi-cado más de 1.200 títulos de libros y documentos sobre los diferen-tes aspectos de la planificación de la educación. Éstos figuran en uncatálogo completo que presenta los siguientes temas:

Planificación de la educación y cuestiones globales

Estudios generales – cuestiones globales y de desarrollo

Administración y gestión de la educación

Descentralización – participación – educación a distancia – mapa escolar – profesores

Economía de la educación

Costos y financiación – empleo – cooperación internacional

Calidad de la educación

Evaluación – innovación – supervisión

Distintos niveles de la educación formal

Desde la educación primaria hasta la superior

Estrategias alternativas de educación

Educación permanente – educación no formal – grupos desfavorecidos – educación degénero

Para obtener el catálogo, diríjase a:Oficina de Difusión de Publicaciones del IIPE

[email protected]

Los títulos y resúmenes de las publicaciones más recientesse pueden consultar en el sitio web del IIPE:

http://www.unesco.org/iiep

Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación

El Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE), creado porla UNESCO en 1963, es un centro internacional de formación e investigación avanzadaen el campo de la planificación de la educación. La financiación del IIPE es aseguradapor la contribución de la UNESCO y por donaciones de los Estados Miembros. Durantelos últimos años, los Estados Miembros que han brindado contribuciones voluntariasal Instituto son los siguientes: Alemania, Dinamarca, Finlandia, India, Irlanda, Islandia,Noruega, Suecia y Suiza.

El objetivo del Instituto es contribuir al desarrollo de la educación en el mundomediante la difusión del conocimiento y la oferta de profesionales competentes en elcampo de la planificación de la educación. En esta perspectiva, el Instituto cooperacon las organizaciones de formación e investigación interesadas de los EstadosMiembros. El Consejo de Administración del IIPE, que aprueba su programa ypresupuesto, se compone de un máximo de ocho miembros elegidos y cuatromiembros designados por la Organización de las Naciones Unidas, así como poralgunos de sus organismos especializados e institutos.

Presidente:Dato’Asiah bt. Abu Samah (Malasia)

Directora, Lang Education, Kuala Lumpur, Malasia.

Miembros designados:Pekka Aro

Director, Departamento de Desarrollo de las Calificaciones, OficinaInternacional del Trabajo (OIT), Ginebra, Suiza.

Eduardo A. DoryanRepresentante Especial del Banco Mundial ante las Naciones Unidas, Nueva York,EE.UU.

Carlos FortínSecretario General Adjunto, Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercioy Desarrollo (CNUCED), Ginebra, Suiza.

Josef M. RitzenVicepresidente, Red de Desarrollo Humano, Banco Mundial, Washington D.C.,EE.UU.

Miembros elegidos:José Joaquín Brunner (Chile)

Director, Programa de Educación, Fundación Chile, Santiago, Chile.Klaus Hüfner (Alemania)

Profesor, Universidad Libre de Berlín, Berlín, Alemania.Zeinah Faïza Kefi (Túnez)

Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Túnez en Francia y DelegadoPermanente de Túnez ante la UNESCO.

Philippe Mehaut (Francia)Director Adjunto, Centro de Estudios e Investigación sobre las Calificaciones,Marsella, Francia.

Teboho Moja (Sudáfrica)Profesora de Educación Superior, Universidad de Nueva York, Nueva York, EE.UU.

Teiichi Sato (Japón)Asesor Especial del Ministro de Educación, Ministerio de Educación, Ciencia yDeportes, Tokio, Japón.

Tuomas Takala (Finlandia)Profesor, Universidad de Tampere, Tampere, Finlandia.

Las consultas sobre el Instituto deben dirigirse al:Secretariado del Director, Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación

7-9, rue Eugène-Delacroix, 75116, París, Francia.


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