Centro de Investigaciones Sociales de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia
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Centro de Investigaciones Sociales de la Vicepresidencia del
Estado Plurinacional de Bolivia
CICLO DE CONFERENCIAS
«DAVID HARVEY EN
BOLIVIA»
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NOTA AL LECTOR
CICLO DE CONFERENCIAS: «DAVID HARVEY EN BOLIVIA»
El Ciclo de Conferencias: «David Harvey en Bolivia» fue organizado por la
Vicepresidencia del Estado y su Centro de Investigaciones Sociales, en las ciudades de La
Paz, El Alto y Cochabamba, entre los días 19 y 21 de agosto de 2014.
Las actividades tuvieron por objetivo realizar un diálogo–debate entre el profesor y
geógrafo marxista británico David Harvey y el pueblo boliviano. También participaron en
ellas destacados dirigentes de movimientos sociales y del gobierno, así como intelectuales
y académicos nacionales y extranjeros.
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ESPACIOS CRÍTICOS FRENTE AL NUEVO IMPERIALISMO
La conferencia: «Espacios críticos frente al nuevo imperialismo» tuvo lugar en el
Auditorio del Banco Central de Bolivia, ciudad de La Paz, el martes 19 de agosto de 2014.
En el encuentro, David Harvey, se refiere de forma detallada a las características
que adopta el nuevo imperialismo, convocándonos a una reflexión crítica para luchar
contra éste.
Asimismo, la exposición contó con los comentarios del economista argentino, Julio
Gambina, y del vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera.
Maestro de ceremonias
Leonel Fransezze
Presentador
Amaru Villanueva
Expositor
Dr. David Harvey
Comentarios
Julio Gambina
Álvaro García Linera
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PRESENTACIÓN
LEONEL FRANSEZZE.- Tengan ustedes muy buenas noches. La Vicepresidencia
del Estado Plurinacional de Bolivia y su Centro de Investigaciones Sociales (CIS), dentro
del marco de los seminarios internacionales Pensando el mundo desde Bolivia, les da
bienvenida.
Saludamos al ciudadano Álvaro García Linera, vicepresidente del Estado
Plurinacional de Bolivia, al Dr. Julio Gambina y al Dr. David Harvey, a quien quiero que
recibamos con la calidez paceña mediante un fuerte aplauso.
En esta oportunidad, la presencia del geógrafo y teórico social, David Harvey, se ha
hecho posible gracias al apoyo de Oxfam y COSUDE.
Para dar inicio a la actividad quisiera ceder la palabra al director del Centro de
Investigaciones Sociales (CIS) de la Vicepresidencia, señor Amaru Villanueva.
AMARU VILLANUEVA.- Muchas gracias Leonel por la bienvenida. Es muy
emocionante para mí estar aquí esta noche porque hemos anunciado este evento hace meses
atrás y, además, porque nace de una iniciativa que trasciende los territorios y tiempos ya
que logramos concretarlo en colaboración con unos compañeros españoles quienes nos
pusieron en contacto con David Harvey.
Desde entonces, ha sido un largo viaje para que el profesor Harvey esté aquí sentado
con nosotros y podamos así, al mismo tiempo de dialogar con él, presentar dos obras que
algunos de ustedes ya han podido leer.
Sin embargo, antes quisiera pronunciar unas breves palabras acerca del Centro de
Investigaciones Sociales de la Vicepresidencia, institución a la que represento la tarde de
hoy.
Este centro fue creado en octubre del 2013, con el propósito de producir
investigaciones de alta calidad académica, apostando por la creación de un espacio de
debate plural y propositivo, así como por la formación de una nueva generación de
investigadores y su difusión a través de lenguajes y medios capaces de llegar a públicos
diversos. Quiero hacer énfasis en este último punto de los objetivos institucionales que nos
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hemos trazado, ya que una cosa es publicar un par de obras e intentar difundirlas, pero algo
muy distinto es llegar a toda la ciudadanía, a todos los compañeros que nos escuchan –
estamos grabando el evento–, por medio de distintas maneras, ya sea escuchando
directamente al profesor David Harvey o mediante la lectura de los estudios introductorios
que hemos encargado para la edición de los libros. En síntesis, nuestra labor no se restringe
a un simple ejercicio de difusión como el que emprenden algunas editoriales, más bien está
basada en un esfuerzo por comprometer a todos nosotros, social, intelectual y políticamente
con lo que nos viene a decir hoy David Harvey.
Hago énfasis en este punto de la difusión porque tenemos el privilegio de contar con
su presencia, no sólo porque es un emérito pensador, geógrafo, urbanista, sino porque es un
intelectual que ha aportado de manera valiosa en los campos de la teoría social, de la
antropología. Simultáneamente, tenemos el privilegio de sostener un diálogo profundo con
el profesor porque nos ha estudiado como país, como sociedad, sirviendo de plataforma
para que conozcan en otros países y en otras sociedades los logros sociales del cual hemos
sido protagonistas, ejemplos muy claros de los cuales hablará en breve, como los de la
guerra del agua en Cochabamba y, luego, la guerra del gas.
Con motivo de su llegada, hemos publicado los dos libros que mencionaba,
Ciudades rebeldes (2013) y Breve historia del neoliberalismo (2007). Sobre este asunto
quisiéramos agradecer al profesor Harvey porque nos ha cedido generosamente los
derechos de publicación de toda su obra –en cualquier formato– aunque, claro, los derechos
de la traducción al castellano los tiene la editorial española Akal. Por esta razón nos hemos
contactado con los compañeros de la editorial, quienes, en términos muy accesibles y
módicos –entendiendo que no estamos en Europa y no podemos pagar 20 o 30 euros por
libro–, nos han permitido llegar a un acuerdo para imprimir un tiraje limitado que ponemos
a disposición de todos ustedes.
Entre las más de 25 obras publicadas por el profesor Harvey hemos seleccionado los
títulos mencionados por su particular relevancia. En Breve historia del neoliberalismo
(2007), tema por demás familiar –tanto así que el término neoliberalismo se desgasta y
pierde relación con tantos significantes que en algún momento tuvo–, se nos invita a hacer
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una reflexión histórica, ideológica, política, acerca de qué es lo que entendemos por el
neoliberalismo.
Por otra parte, con Ciudades rebeldes (2007), a partir de las reflexiones de Henri
Lefebvre, se nos convoca a la reclamación del derecho a la ciudad.
Sin más, en nombre del Centro de Investigaciones Sociales de la Vicepresidencia
agradecemos la presencia de todos ustedes esta tarde.
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EXPOSICIÓN
LEONEL FRANSEZZE.- Es uno de los académicos más citado y es autor de
libros y artículos de gran influencia en el desarrollo de la geografía moderna. Entre sus
obras destacan: Espacios de esperanza (2003), El nuevo imperialismo (2004), Espacios del
capital (2007), Breve historia del neoliberalismo (2007), París, capital de la modernidad
(2008), El enigma del capital y la crisis del capitalismo (2012), Ciudades rebeldes, del
derecho de la revolución urbana (2013), Guía de El Capital de Marx, libro primero (2014),
Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo (2014), publicado este último el pasado
abril y a punto llegar a Bolivia.
De esta manera, en el marco de la conferencia: Espacios críticos frente al nuevo
imperialismo, quiero que recibamos con un fuerte aplauso al Dr. David Harvey.
DAVID HARVEY.- Para mí es un privilegio estar aquí, pues les debo una deuda
que tiene que ver con el hecho de que aún siendo un país bastante pequeño han sobresalido
por sus acciones en los últimos años. Han animado una conversación en todo el mundo
sobre ciertos temas que son fundamentales para la existencia humana, cuestiones que tienen
que ver con los derechos de la naturaleza, con los derechos de los pueblos indígenas, con
los derechos de todos nosotros a una vida con dignidad. Por lo tanto, para mí es un
privilegio poder venir a este lugar como un autor de libros.
Como han podido escuchar, he escrito unos cuantos libros pero sepan que necesito
algo sobre qué escribir y ustedes me han dado ese algo, fue fantástico escribir sobre
ustedes, y si yo pudiera pagar parte de esta deuda que tengo con ustedes al estar aquí hoy
día, créanme que sería un gran placer para mí hacerlo. Como dice la famosa frase al final de
la película Casa Blanca: “quizás sea el principio de una buena relación”. Y les cuento que
sobre aquella frase hay una historia graciosa ya que como esas películas son famosas en
todo el mundo, finalmente, tienen que insertarles subtítulos y resulta que en la traducción al
chino de una forma muy interesante en vez de decir: “quizás sea el principio de una buena
relación”, se introdujo: “tú y yo deberíamos hacer una célula comunista y comenzar con la
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revolución”. Pese a la manera graciosa en que fue traducido el filme, creo que eso es lo que
nosotros deberíamos estar pensando, aunque de una manera distinta, por esta razón es que
esta noche quiero tratar de persuadirlos acerca de los motivos por las cuales es importante
que pensemos en el anticapitalismo.
Es cierto que ha habido una gran lucha contra el neoliberalismo en muchos países
latinoamericanos pero creo que el neoliberalismo es solamente un tipo de capitalismo y, por
lo tanto, deberíamos empezar a pensar en éste en términos más generales y quiero
persuadirles para pensar de esa manera anticapitalista. Sé que no es un ejerció fácil por
diferentes motivos, uno de ellos es por el cual escribí el último libro cuya versión castellana
está llegando en estos momentos a Bolivia.
Escribí ese libro para tratar de tener una idea mejor de las significancias de ser
anticapitalista y por qué ser anticapitalista. Como ese por qué se puede resumir mejor al ver
la historia reciente. Quiero empezar con un breve análisis de lo que ha ocurrido para, luego,
dar paso a pensar sobre cómo podríamos salir de los dilemas en los cuáles estamos
enfrentados actualmente.
Una de las cosas más importantes que hay que entender del capitalismo es que tiene
que crecer, si no, muere. Este sistema está estrechamente ligado a la idea del crecimiento.
Hay un motivo muy sencillo para establecer su vínculo con y sobre el crecimiento, y éste es
que los capitalistas empiezan el día con cierta cantidad de dinero, hacen sus actividades, por
ejemplo, compran trabajo o medios de producción, producen cosas y, al final del día,
terminan con la misma cantidad de dinero más una ganancia, es decir, siempre tienen más
capital al final del día comparado con el principio del mismo.
Ahora, si los capitalistas fueran personas razonables, como ustedes y nosotros,
simplemente se gastarían el excedente en pasar un buen momento; pero ellos, debido a la
competencia y a las preocupaciones estructurales, tienen que reinvertir parte del excedente
en la expansión, por lo cual al día siguiente comienzan con más dinero y al final del
segundo día tienen todavía más dinero. Esto es lo que yo llamo el crecimiento imperativo,
que tiene una larga historia. De hecho, ha habido intentos muy interesantes por reconstruir
la historia de ese crecimiento, hay una estimación que señala que desde los años 1750 el
capital ha crecido a una tasa de más o menos un 2,5% anual, concordando con la idea que
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puede encontrarse comúnmente en la literatura y en la prensa financiera que estima que una
tasa de crecimiento del 3% resulta muy cómoda. Al contrario, un crecimiento inferior al 3%
debería ser preocupante mientras que una tasa igual al 0% es de hecho una condición de
crisis. Entonces, si obtienes un crecimiento del 5% la gente siente que le está yendo muy
bien, si la cifra asciende a un 10% se dice que hay un sobrecalentamiento y que te estás
volviendo loco y hay que tener más cuidado, pero, un crecimiento de un 3% es,
generalmente, lo que queremos lograr, lo que nos permite llegar al punto de un crecimiento
compuesto, esto es muy importante y necesario que lo entiendan.
Hay una historia famosa que se relaciona con lo que les acabo de señalar y está
basada en un célebre relato en el cual la persona que inventó el ajedrez aceptando de un rey
su recompensa agregó: “como recompensa quiero un grano de arroz en el primer cuadro
del tablero de ajedrez y quiero que, luego, dupliquen la cantidad de arroz en cada cuadro
del tablero”; el rey le dijo: “muy bien, le doy la recompensa”. El problema sucedió cuando
después de llegar al cuadro 24 se dieron cuenta que todo el arroz del mundo se había
utilizado para recompensar a este señor. Eso es lo que ocurre con la composición, primero
va lentamente pero pronto se dispara de un modo rápido.
La dinámica anterior se refuerza cuando lo que solía ser un espacio vacío en el
sistema capitalista, me refiero a China y el Imperio Soviético, hoy participan del mismo y,
por ende, ahora podemos hablar de un crecimiento compuesto del 3% en todas partes y en
todas las actividades en el mundo; es decir, queda poco espacio para las anteriores formas
de expansión geográfica y se presenta un dilema muy grande respecto de a dónde vamos a
encontrar las posibilidades de seguir creciendo; dónde podemos colocar el excedente que
tenemos al final del día; dónde colocaremos ese excedente al día siguiente, y si miramos
atrás, a la literatura financiera, a los informes del Fondo Monetario, y otros medios
informativos lo que veremos es que utilizan la frase de que “hay una liquidez del
excedente”, “un superávit de dinero”. Es innegable que hay un excedente de dinero en
todo el mundo pero cada vez mayores dificultades para ser colocado en inversiones
rentables, por lo tanto, empuja y empuja hacia nuevas formas de acumulación de capital.
El capital tiende históricamente a producir lo que llamo la sobreacumulación, es
decir, los excedentes de capital que no encuentran una salida. Y la definición clásica de una
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crisis no es otra que los excedentes de capital combinados con los excedentes de trabajo
que no tienen donde ser colocados, a pesar de que haya muchos imperativos sociales que
necesitan ser resueltos para la inversión.
Esta situación está presente en estos momentos en gran parte del mundo capitalista,
hay enormes excedentes de trabajo y, de hecho, hay un gran excedente de capital, los que
aumentan todavía por el sencillo hecho de que el capital en dinero es la única forma de
capital que realmente puede incrementar a una tasa compuesta sin límite pues simplemente
vas aumentando suministro de dinero, lo que resulta difícil imaginar en una cantidad
infinita de mercancías o de capacidad productiva. La Reserva Federal de los Estados
Unidos está haciendo un muy buen trabajo en crear grandes cantidades de un dinero que
fluye al sistema financiero y se queda ahí. Desconozco como esa situación se da en
América latina pero en América del norte los negocios tienen la mayor tasa de ganancia por
mucho tiempo y tienen enormes cantidades de excedentes de capital que no están usando
porque no ven ninguna oportunidad de inversión rentable en este momento.
Quisiera argumentar que ese problema de la falta de inversiones rentables en
actividades productivas está presente en nuestra economía y se está reforzando año tras año.
Estimo que una de las cosas que ocurrió cuando el dinero se empezó a liberar –y cuando
había cada vez más dinero–, es que comenzó a fluir en formas un poco extrañas, ya no
necesariamente vinculadas a la producción, si no a hacia activos, tierras, propiedades, hacia
nuevos mercados que se estaban creando; de esa manera había una enorme presión por abrir
nuevas líneas de actividad capitalista.
Una de las maneras en que esto se concretó fue a través de la privatización y lo que
hemos visto en el norte global es una creciente privatización de las funciones sociales: la
privatización de la educación, la atención en salud, la vivienda, de todas las necesidades; en
otras palabras, se han creado mercados totalmente nuevos. De esta manera se comenzó a
tratar esos aspectos como mercancías. Esta era la propuesta de la neoliberalización y
privatización: convertir los bienes en mercancías y de paso crear nuevos mercados en los
cuales se podía acumular el capital.
En estos momentos en Estados Unidos la educación superior se ha privatizado, se ha
convertido en un mercado privado, medida adoptada por Pinochet en la contrarrevolución
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en Chile donde también se privatizó la educación superior. Actualmente hay presiones en
Gran Bretaña por privatizar la educación superior y la salud, con la finalidad de crear
nuevos espacios en los cuales el capital pueda penetrar y a través de los cuales pueda ir
acumulándose, lo cual hasta ahora ha sido una estrategia.
Mencionaba otra estrategia empleada con la apertura al mercado de grandes
segmentos del mundo que hasta hace un par de décadas no lo estaban, China y la ex Unión
Soviética. Desde entonces hemos visto algo muy interesante, una forma en la cual la gente
empieza a mirar y a preguntarse ¿dónde están los mercados nuevos?. Sobre este fenómeno
recientemente se ha publicado un sugerente libro intitulado: La riqueza en la base de la
pirámide, allí se dice: “hay dos mil millones de personas en el mundo que viven con dos
dólares al día, o menos, lo que ha de ser un enorme mercado”. Con posterioridad se
interrogó cómo se podía lograr que esas personas también ingresaran al sistema de
mercado, y entonces la respuesta la halló un tal Muhamadd Yunus con la invención del
microcrédito que, después, devino en micro finanzas y así, lo que antes se conocía como
sector informal supuestamente marginados de la acumulación de capital, fue denominado
como el sector de las microempresas, las que podrían ser parte de la dinámica de
acumulación de capital. Claro, para hacer eso tienes que tener un sistema de valor de
cambio apoyado con adecuados mercados de propiedad, por esta razón vemos a un
Fernández Soto hablarnos del “enigma” o “misterio del capital”, en el cual se le otorga
derechos de propiedad a los pobres a sabiendas que tendrán muchas dificultades para
mantener esos títulos a la luz del poder del dinero. En consecuencia, lo que vemos en
realidad es una política de lo que yo llamo la acumulación por desposesión, gestos que
parecen ser humanos y buenos, terminan siendo todo lo contrario.
El dar derechos de propiedad a las personas que no tienen el ingreso para sostener
esos mismos derechos, aparentemente se ve bueno y bonito, ¡y hasta generoso!, sin
embargo, no lo es, entonces nos enfrentamos a un nuevo tipo de economía en la cual
tenemos muchos despojos, casos compatibles con la versión marxista clásica de la
acumulación primitiva originaria, aunque hay otros que derechamente pudiéramos calificar
de robo.
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Desde la crisis hipotecaria del 2008, seis millones de personas en Estados Unidos
perdieron sus casas. La pregunta que uno se hace es: “¿Qué pasó con esas casas?”. El
mercado de la vivienda se recuperó debido a que los fondos de patrimonio privados
ingresaron a ese nicho, comprando muchas viviendas en California y, ahora, alquilando
esas viviendas, a la espera de que el mercado de un giro para después obtener jugosas
ganancias. Ese fenómeno no es otro más que la transferencia de la riqueza de casi seis
millones de personas a unos cuantos fondos de cobertura y unos cuantos fondos privados,
transferencia de riqueza que ya se estaba dando porque muchas de las actividades en esos
mercados de vivienda, en los años 1990 y 2000, se caracterizaban por la ilegalidad, por
cargos falsos y depredadoras estructuras hipotecarias, en otras palabras, el capitalismo en
los años noventa parecía volverse cada vez más predador, sólo podía sobrevivir a condición
de robar y lo hacía en muchas partes del mundo, saqueando recursos naturales y, en
tiempos recientes, hemos visto el fenómeno del acaparamiento de tierras, o sea, grandes
tierras, territorios y recursos que son simplemente acaparados por las empresas, por las
corporaciones, y en algunos casos, incluso, por fondos soberanos.
Por tanto, sugiero que hay una amplia gama de evidencias que indican que el capital
no puede sobrevivir como antes, solamente con actividades productivas.
Un punto a favor del capitalismo es que siempre tenía un dinamismo tecnológico
que nos trajo nuevos bienes, constantemente inventaba cosas, mejoraba nuestras vidas y, en
cierta medida, lo ha hecho históricamente, y creo que Marx tenía razón al pensar en el
capitalismo como una fuerza progresista en la historia humana, que sobrevivía a través de
la destrucción y la explotación. Pero, ¿en qué medida es una fuerza progresista hoy en día?,
¿en qué medida hoy está haciendo algo que no sea robar, saquear y tener actividades
predadoras? Es innegable que hay algunas partes del sistema capitalista que todavía se
enfocan a la innovación –muy rápida y veloz–, pero también están signadas con un lado
negativo ya que el capital para poder sobrevivir tiene que empezar a crear mercados que
son cada vez más inseguros y efímeros.
Por ejemplo, yo continúo utilizando los cuchillos y los tenedores de mi abuela,
tienen cien años o quizás más, fueron producidos por empresas capitalistas y hechos para
durar. Pero imagínense que si el capital sólo hiciera cosas así ya hubiera dejado de existir
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hace mucho tiempo porque no vendería, por ese motivo es que el capital ahora hace cosas
que no duran, productos manufacturados de mala manera y que rápidamente se rompen,
pienso inclusive en cosas tecnológicas que inmediatamente se vuelven obsoletas, y el mejor
ejemplo son precisamente los productos electrónicos. Tenemos una computadora y de
inmediato alguien te dice, ¿por qué sigues utilizando esa computadora vieja si puedes
comprar una nueva que es más veloz? Hay un intento en el sector del consumismo de crear
formas de consumo que son cada vez más efímeras. Obviamente, la moda siempre ha
jugado su papel en la creación de esa percepción generando nuevos anuncios y publicidad.
En los últimos treinta y cuarenta años hemos visto el movimiento del capital hacia
áreas de consumo instantáneo, y esas áreas son fantasmagóricas, crean fantasmas que
necesitan de mucho dinero pero que, a su vez, dejan de ser útiles rápidamente. Mi ejemplo
favorito son las ceremonias de inauguración de los juegos olímpicos, si ustedes miran como
se realizaban en los años cincuenta y las comparan con los espectáculos de hoy repararán
con prisa que las ceremonias de hoy en día son espectáculos enormes que absorben mucha
riqueza e implican una enorme actividad productiva pero que son efímeras. Eso es
fantástico para el capital.
Tenemos así un proceso de urbanización que tiene que ver cada vez más con el
espectáculo de la producción. Obviamente, si produces espectáculos no tienes el dinero
para invertir en otras cosas, lo que tarde o temprano provoca molestia en la gente. Algo así
es lo que vimos el año pasado en Brasil, donde todo el dinero se gastó en el espectáculo del
Mundial de Fútbol, un evento que es muy bueno para el capital, pero no para la gente. Las
necesidades sociales verdaderas no fueron satisfechas, al contrario, fueron ignoradas,
ganando el show y el capital.
Es fascinante ver cuántos países han sido sedes de juegos olímpicos y luego han
entrado en bancarrota o han tenido graves problemas financieros. En el caso de Grecia fue
más dramático aún porque fue todo un país el que organizó los juegos olímpicos y que
terminó en bancarrota, en un desastre, no solamente por los juegos –eso está claro–, pero sí
las olimpiadas jugaron un papel trascendental en la crisis del país heleno. Resulta insólito ir
a Atenas y apreciar todos los estadios vacíos, nadie sabe qué hacer con esa infraestructura
y, por supuesto, ahí hubo personas que ganaron mucho dinero en la construcción de la
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infraestructura, fue un paraíso para las empresas constructoras, pero esto fue a expensas del
bienestar del conjunto de la gente.
Esas son algunas de las características que nos muestra el capitalismo
contemporáneo. Tiene que organizar la vida cotidiana de una forma que pueda acomodar
los procesos de acumulación de capital que tienden a moverse cada vez más rápido. Tiene
que ver con una vida más dominada por el consumo o por configuraciones del consumo que
poco o nada tienen relación con la satisfacción de las necesidades humanas pero, en
esencia, tiene que ver con el deseo de manufactura y con la frustración de ese deseo porque,
si el deseo se satisface, entonces ya no queda un mercado y la única manera en la cual
podemos mantener el mercado es atraer y perpetuar un deseo no satisfecho.
Caracterizado por la inversión en activos, éstos que he mencionado son la vivienda,
propiedades, bienes, tierras, derechos de propiedad intelectual –muy importantes– pero,
también, estamos hablando del mercado del arte, e igualmente, de la construcción de
muchos mercados de activos como las bolsas, mercados de temas medioambientales, por
ejemplo, los mercados del carbono. Hemos mercantilizado casi todo lo que se pueda
negociar, transar, por ello hoy vemos que los flujos de capital en vez de ir a hacer cosas
fluyen a todas esas áreas cuya naturaleza es improductiva en el sentido de realmente
satisfacer necesidades humanas.
En el libro sobre la urbanización, sobre las ciudades rebeldes, uno de los temas que
se desarrolla es que una de las formas en que el capital se auto sostiene es a través del
proceso de urbanización y, nuevamente, si miramos los datos y lo que ha pasado con la
urbanización en los últimos treinta o cuarenta años van a ver una tremenda transformación
de nuestro planeta.
Gran parte de la urbanización que está ocurriendo en estos momentos responde a
formas alocadas. Por ejemplo, en Bombay y algunos estados del Golfo se están
construyendo edificios enormes; uno de ellos incluso tiene una pista de esquí. Figúrense, en
medio del desierto tenemos un edificio con una pista de esquí, ¿habrá algún sentido en eso?
Ciertamente, tenga o no sentido ese es el tipo de urbanización que empezamos a ver en
nuestro alrededor y creo que es atrayente. Atravesamos por una crisis económica desde el
año 2008 y, en algún sentido, ésta ha sido consecuencia de la urbanización, recordemos que
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empezó en los mercados de los bienes inmuebles, con los flujos excesivos hacia los
mercados de propiedad, y en vista de que la demanda no existía sino artificialmente se crea
esa demanda concediendo hipotecas a personas que no tenían el ingreso suficiente para
poder sostenerlas dando paso a enormes dificultades en algunos lugares. Y ahí tenemos los
problemas acaecidos en California, Arizona, Nevada –en el sur oeste de Estados Unidos–,
en Florida, Georgia y también España, a los que habría que sumarles Irlanda. En esos
lugares el mercado colapsó arrastrando todo el sistema financiero mundial, por eso se puede
sostener que la raíz de la crisis estuvo estrechamente ligada a temas de urbanización. Ahora
cabe preguntarnos, ¿cómo esta crisis ha sido estabilizada?
China salió de la crisis bastante rápido. Su mercado de exportación colapsó en el
año 2008 perdiendo 30 millones de empleos, sin embargo, ya a fines del año 2009 el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hicieron
un estudio que concluyó que la pérdida neta de empleo en la China era de tres millones,
dando cuenta que en menos de un año aquel país había creado 27 millones de empleos, y,
¿cómo lo habían hecho? Lo hicieron a través de un proceso masivo de urbanización
orientado a construir ciudades que hasta el día de hoy casi no tienen habitantes, de ahí que
se estime que el 25% del crecimiento en la China desde el año 2012 estaba concentrado
solamente en el sector de la vivienda, las inversiones en infraestructura, alcantarillados,
carreteras, nuevos ferrocarriles, etcétera.
La mitad del suministro de acero del mundo en los últimos cinco años fue utilizado
por China que, por lo demás, produjo y consumió más cemento en dos años que lo que
Estados Unidos en todo el siglo anterior. Si se fijan, salieron de esta crisis al echar cemento
en todas partes, y hoy en día, ¿eso acaso tiene sentido medioambiental?, ¿tiene sentido
económico? Muchas personas creemos que el auge de la construcción y de las inversiones
en China –que han mantenido vivo esos capitales– probablemente van a colapsar, ya que
construir casas, ciudades, te pueden sacar sólo momentáneamente del lío; la mayoría de los
economistas no piensan realmente en la urbanización.
Hace dos días el Ministro de Vivienda y Desarrollo de Ecuador, que es un
economista, me dijo: “sabes, yo fui educado como economista y nadie nunca jamás me ha
hablado sobre la importancia de la urbanización”. Eso es característico de la mayoría de
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las formaciones de los economistas, no piensan en eso. En los años de 1920 había un
tremendo auge en los mercados de propiedad en Estados Unidos, fenómeno
inmediatamente anterior al colapso de la bolsa, y, sepan que el gran problema en Estados
Unidos durante la gran depresión de los años treinta, fue la construcción de la vivienda, la
urbanización, pues esta actividad había muerto, se había paralizado y sólo recién después
de la segunda guerra mundial, con financiamiento hipotecario y con diferentes tipos de
subsidios para la vivienda, se crearon los suburbios americanos y algunas carreteras. Mi
posición es que aquel país salió de la depresión de los años treinta gracias a la urbanización
de pos guerra.
En estos momentos me resulta muy interesante visitar las ciudades que les
comentaba y, también, visitar otras tantas de acá. No he estado lo suficiente en Bolivia
como para dar alguna opinión sobre La Paz, pero sí he estado mucho tiempo en Quito y
Guayaquil para saber que hay un auge de construcción de vivienda en esas ciudades, como
lo hay en la India y China. Por tanto, la construcción y el llenar las viviendas con cosas es
una forma para salir de la crisis aunque, igualmente, es una de las formas para ingresar a
una crisis porque, como dijo Marx, una de las formas con las cuales puedes contrarrestar la
baja de la ganancia es invirtiendo en inversiones de capital con una renta fija a más largo
plazo cada vez. Y lo que estamos viendo hoy en día es un proceso de urbanización
impulsado por dos poderes o fuerzas conflictivas: una fuerza es la del capital, es decir,
orientada a construir y crear una urbanización que sea fiel reflejo de su propia imagen,
favoreciendo la edificación de cosas para un autoingreso y no para personas ordinarias y
comunes. Actualmente resido en Quito y fíjense que en el vecindario donde vivo, el edificio
en el que habito tiene ocupado solamente el 10% de los departamentos, cuando en la noche
paseas por el barrio puedes ver cuantas luces hay encendidas en los edificios, confirmando
que son muy pocas.
Hay edificios en Nueva York donde ocurre el mismo fenómeno, nos encontramos
con estructuras muy lindas, lujosas, pero sin una luz encendida de noche, con edificios que
han sido comprados por especuladores que están esperando una época favorable para las
ventas. En la ciudad de Londres hay calles enteras que están totalmente desocupadas a
pesar de la escasez de viviendas para la población. Hace dos o tres años atrás hemos hecho
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cálculos, a través del Movimiento al Derecho a la Ciudad de Nueva York, sobre cuántos
espacios vacíos hay en la ciudad y cuántas personas carecen de vivienda. El resultado
resultó sorprendente y arrojó que hay dos veces más espacios vacíos comparados con el
número de personas sin vivienda, y les puedo asegurar que hay muchas personas que no
tienen una vivienda, esto es una urbanización totalmente irracional y genera problemas de
ocupación ilegal. Por ejemplo, en ciudades como Sao Paulo han emergido movimientos de
ocupación ilegal bastante efectivos pero, nuevamente, mi punto aquí es que detrás de todo
esto tenemos este requisito de un crecimiento del 3%, tarea cada vez más difícil de alcanzar
por medio de las vías tradicionales para la acumulación de capital. Pero, ¿esto significa,
como dicen algunos, que el neoliberalismo está muriendo? Pienso que no, que está vivo y
muy fuerte, y las únicas personas en Estados Unidos y en el mundo entero que han salido
de la crisis del 2008 en una situación buena es el 10% de los más ricos.
El club de millonarios y billonarios ha incrementado su riqueza en una enorme
proporción en el marco de la crisis, lo que quiere decir que la concentración y la
centralización de la riqueza han seguido adelante, a un ritmo muy bueno, con la depresión y
recesión. Hay un dicho que señala: “nunca dejes que se eche a perder una buena crisis”; el
uno por ciento más rico ha aprovechado la crisis, lo simpático es que lo han hecho
recomendando medidas de austeridad para gran parte de América del norte y Europa, y, ¿a
quién dañan realmente esas políticas de austeridad? a la población de bajos ingresos que se
ve, de la noche a la mañana, privada de servicios a causa de los recortes del financiamiento
federal o los presupuestos estaduales y municipales en Estados Unidos. Esos recortes han
tenido un impacto en la provisión de los servicios, medida que constituye un despojo y que
convive, paradójicamente, con un puñado de ricos que incrementan diariamente sus arcas;
como efecto vemos una creciente concentración de dinero y de la riqueza alimentada por
los bancos centrales que nutren y respaldan a las bolsas beneficiando a ese 10% de la capa
superior en un mundo que es todavía más chueco que antes del movimiento ocupa que se
proponía cambiar las cosas.
Lo que sugiero es que, en vista de tal situación, el capital en su forma tradicional
está agotado como sistema económico, sólo es justificable en cuanto a sus posibilidades y
en cuanto a su creatividad. También significa que si queremos hacer muchas cosas ya sea
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19
en el ámbito social, ambiental y político, tenemos que desmantelar este motor de
acumulación de capital que está en el corazón de la sociedad capitalista. Motor que tiene
que ver con la maximización de los valores del intercambio para una proporción cada vez
menor de la población, generando algún valor para las otras personas, aunque esto último
carece de seguridad.
En el caso de la vivienda, algunas personas han extraído una gran riqueza de éstas
pero muchas otras han perdido su valor, su acceso a ella, con lo cual empezamos a decir
cómo podemos empujar hacia adelante una forma alternativa de hacer la política, hemos
visto algunas nuevas formas aquí en Bolivia. Pero, estas nuevas formas de hacer la política
de alguna manera muestran el hecho de que el capital mismo es efímero y así como
emergen pronto colapsan las que parecían formas novedosas.
Muchas personas preguntan qué es lo que ha pasado con los movimientos sociales.
En Brasil, el año pasado –en Turquía también– sucedió que un tema muy particular de
manera inesperada dio lugar a un movimiento masivo de descontento. En Turquía la
movilización se originó a partir de un parque que ese iba a quitar para construir un centro
comercial y, para sorpresa de muchos, Estambul se vio en medio de un levantamiento
popular que fue propagado a Ankara y otras ciudades, generalizándose la protesta. Hemos
visto algo similar con el movimiento ocupa, con las concentraciones de protestas en el norte
de África y en Brasil, donde, en todos los casos, lo que surge en una ciudad se propaga a un
conjunto de ciudades, en otras palabras, hay movimientos masivos de descontento que
hacen pensar que hay una población considerable que está lista para una alternativa pero,
con la gran debilidad de que los movimientos sociales no saben cuál es esa alternativa. Esto
es algo que hay que reflexionar. Hay muchas personas que dicen que tal vez se pudiera
atacar al capital a través de la subvención, y yo creo que eso es cierto, o sea, ahí creas
sistemas alternativos, economías sociales, solidarias, creas el control de estructuras por
parte de los trabajadores, etc. También podemos apreciar la acción de los ocupas, las
fábricas recuperadas en Argentina, un sinnúmero de experiencias de este tipo que se
suceden en el mundo entero.
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20
En definitiva, podemos concluir que hay muchos movimientos, algunos de los
cuales no logran perdurar en el tiempo. Por esa razón nos surge la pregunta: ¿cuál es el
núcleo verdadero que tenemos que abordar?
En mi último trabajo, 17 contradicciones y el fin del capitalismo (2014), intento
señalar qué es lo que tenemos que abordar y hay sugerencias muy sencillas, una de las
cuales es que deberíamos tratar de lograr una economía que trate de maximizar el valor de
uso para la gente, disminuyendo, en la medida de lo posible, el sistema de valores de
cambios, y para que esto se dé necesitamos saber cómo se crea el dinero y cómo se utiliza
como una forma de poder social.
El dinero es una representación de valor y el valor es el trabajo social que hacemos
para otros pero, además, tiene una forma que permite la apropiación privada, es decir,
facilita la apropiación privada del valor social, algo que tiene que ser combatido ya que está
basado en la propiedad privada y en los derechos de propiedad privada, los que son
sostenidos por fuertes Estados que desmienten el supuesto e inevitable raquitismo de éste
durante la época neoliberal, idea muy equivocada, pues el Estado ha cumplido un rol
protagónico en esta etapa, por ejemplo, apoyando los derechos de propiedad privada y
movilizado las fuerzas de la represión policial para evitar cualquier tipo de interrupción de
esos derechos de propiedad privada.
Esa relación entre propiedad privada y el aparato estatal tiene que ser transformada.
Me parece que esa es una de las cuestiones centrales y nos conduce a otra pregunta: ¿qué
nuevas formas de democracia podemos construir?
La izquierda debe promocionar la idea de los bienes comunes, dejar de pensar en la
propiedad privada, concentrarse en identificar con claridad qué es lo que tenemos en común
y cuáles son nuestras responsabilidades colectivas para luego pensar en los modos para
gobernar esos bienes comunes, si a través de asambleas o vamos a tener que construir otras
formas, en resumen, debemos comenzar a pensar cómo manejamos los bienes comunes
como una empresa colectiva.
El Estado no necesariamente tiene que desaparecer pero sí tiene que ser
transformado porque debe convertirse en un socio social en el manejo de los bienes
comunes colectivos. Tenemos formas colectivas de derechos de propiedad que están
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21
presentes en el mundo entero, por ejemplo, en la vivienda, pero el problema se presenta
cuando no pueden funcionar sin el apoyo de fuerzas externas y sobretodo sin una alianza
con el aparato estatal, sin una alianza pública–pública alrededor de los bienes colectivos.
En síntesis, hay varias alternativas que surgen como resultado de un análisis de cómo
funciona el capital, apuntando a la cuestión del valor de uso, los bienes comunes, los
valores sociales y la minimización de la autonomía de esa representación del valor social en
el dinero, limitando la capacidad de corromper la vida humana.
Hay otras propuestas de este tipo pero hay que advertir que en ningún caso
pudiéramos decir que han de concretarse mañana, puesto que la realidad nos impone la
verdad de que no podemos tener una revolución de un día para el otro, lo que vemos cada
vez cuando derrocan a alguien como Mubarak en Egipto, surgen los problemas de qué
viene después, y ese es justo el punto cuando el movimiento debe surgir y potenciarse pero,
en los hechos, ha resultado que los movimientos terminan fracasando.
Por esta razón creo que hay que reflexionar detenidamente sobre qué es lo que tiene
que cambiar, y luego, pensar sobre cómo tenemos que formar alianzas a través de las
diferencias para que podamos concretar esa transformación porque, de lo contrario, vamos
a vivir en un mundo que va a ser cada vez más predador, cada vez más dominado por un
pequeño grupo, por una oligarquía de personas extremadamente ricas e instituciones que
son cooptadas por estas mismas, instituciones como los medios de comunicación, las
cortes, las escuelas, todo tipo de instituciones que pueda ser cooptada por el dinero y por la
política, cosa que siempre ha sucedido en los Estados Unidos, donde la política ha sido
comprada por el dinero. Eso es algo que debemos detener.
Finalmente, podemos constatar que hay alternativas que sólo han de cobrar sentido
si vemos y analizamos ciertas tendencias desde los años setentas, por ejemplo, lo de
acaparamientos de las tierras, la concentración del poder y la riqueza, la transformación
progresiva de los bienes en mercancías, la ola de privatizaciones, el creciente robo febril
dentro de la dinámica capitalista. Tenemos que ver todo esto, indignarnos y plantearnos la
necesidad de dar vuelta esta situación, no nos podemos dar el lujo de imaginarnos que el
capitalismo es la mejor forma para organizar la vida humana, debemos comenzar en
nosotros mismos esa lucha anticapitalistas, y no me refiero al plano estrictamente
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ideológico rudo, es decir, no hay que estar gritándole a cada capitalista en la calle, hablo en
un sentido más profundo de dar la bienvenida a un cambio que mejore la vida para todos
los otros, y en esta perspectiva, vuelvo a ver las cosas que han pasado aquí en Bolivia.
Pienso que tienen un largo camino por recorrer y sospecho que han fracasado en
algunas cosas, pero eso pasa, lo importante es tener claridad de lo que se puede hacer, lo
que se puede rectificar y lo nuevo que debe emerger y, en tal sentido, creo que ustedes han
dado al resto del mundo un gran ejemplo con lo que ha pasado en Cochabamba, El Alto,
jornadas fantásticas, por eso decía en un inicio que me siento en deuda con Bolivia, pues
me han dado algo sobre qué escribir y sobre qué reflexionar, muchas gracias.
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COMENTARIOS
LEONEL FRANSEZZE.- Continuando con la actividad quisiera presentar al Dr.
en Ciencias Sociales y economista de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Julio
Gambina.
Profesor de economía política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional
de Rosario, preside la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas e integra el Comité
Directivo de la CLACSO.
Director del Centro de Estudios de Formación de la Federación Judicial Argentina,
destaca, también, por sus numerosas columnas sobre economía y cooperativismo en medios
periodísticos de capital federal y el interior del país.
Demos un fuerte aplauso de bienvenida al Dr. Julio Gambina.
JULIO GAMBINA.- Buenas noches a todas y todos. En primer lugar quisiera
agradecer al pueblo de Bolivia por permitirnos esta reflexión con categorías tan atractivas
como la revolución, el anticapitalismo, con la presencia de un destacado profesor como
David Harvey y nada menos que el Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia.
No es muy habitual en el mundo contemporáneo, en este capitalismo que nos
describía el profesor Harvey, poder tener un escenario de esta naturaleza, además, en un
Banco Central, pues aquí ya se habló del papel de los bancos centrales en el neoliberalismo
y no es un pequeño detalle esto que les señalo. Hace poco, Marcelo Zabalaga, director del
Banco Central, decía que uno de los desafíos pendientes era combatir el neoliberalismo
persistente en la subjetividad de buena parte de los funcionarios que hacen la política
cotidiana de esta experiencia de cambio que hay en Bolivia, con lo cual es mucho lo que
hay que hacer para cambiar el sentido común de lo que nos hablaba en la presentación
David Harvey.
Pero, para continuar, quisiera agradecer a la Vicepresidencia, que nos está
atendiendo, durante todo el día de hoy y mañana, a un conjunto de profesores
latinoamericanos de economía que nos hemos congregado en respuesta a una invitación
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extendida por la Red de Economía Crítica de Bolivia, cuyo objetivo será discutir sobre el
capitalismo, la crisis contemporánea y las alternativas. Porque la cuestión de fondo es que
no nos alcanza con describir –y el profesor Harvey nos ha hecho una descripción bastante
interesante recorriendo las nuevas características que asume la explotación de la fuerza de
trabajo y la de los recursos naturales–, pues de lo que se trata es de transformar, y me
parece que ahí está uno de los aportes más significativos que nos trae en su reflexión el
profesor Harvey.
Lo primero que quisiera destacar de su intervención es que nos trae una reflexión
desde la lucha de clases, porque cuando nos plantea la necesidad de ser anticapitalista –hay
que agregar que debemos ser anticapitalistas inteligentes– lo hace partiendo de la base de
que no alcanza con consignas, con vociferar a diario contra el capitalismo, al contrario,
vivimos una etapa que nos exige comprender y argumentar las nuevas condiciones del
desarrollo capitalista y fíjense qué paradójico resulta que esas nuevas formas del desarrollo
capitalista sean esencialmente las viejas formas. Con esto los invito a pensar que el tomo
uno de El Capital está próximo a cumplir 150 años desde su primera publicación y, como
ustedes sabrán, Karl Marx, en sus primeros capítulos empieza discutiendo temas como la
mercancía y el dinero, ambos entendidos como relaciones sociales. ¿Por qué destaco esto?
Porque en buena parte de la exposición se nos habló de la tendencia a la creciente
mercantilización, a la que yo agregaría mercantilización capitalista, en el marco de lo que
se ha expuesto, es decir, el rasgo fundamental de los procesos actuales es la tendencia a la
expansión de una relación social de intercambio capitalista.
Preciso lo anterior porque el intercambio no es exclusivamente capitalista pero lo
que crece y se impone por siglos, y con mucha fuerza en los últimos años, es una
mercantilización capitalista donde todo pasa a ser mercancía. Se hablaba de la salud, de la
educación y, curiosamente, hasta la seguridad ha pasado a ser una mercancía, por lo cual no
es descabellado creer que de manera creciente se irán privatizando las cárceles, se pondrán
los centros penitenciarios en forma directa al servicio del capital, lo que significa que en un
futuro cercano, de manera directa, su fuerza intervendrá en el control de los movimientos
de las sociedades, de la protesta social.
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No es casual que en materia de seguridad una de las tendencias de los últimos años
en los países de la región sea la expansión de leyes antiterroristas, y usted se preguntará:
¿cómo es posible que en América Latina, que en los últimos se ha caracterizado por
cambios políticos de la mano de procesos democráticos, aumenten los mecanismos
jurídicos antiterroristas como elementos de control de la sociedad?
Algunas respuestas a ese tipo de tendencias pudieran ser encontradas, precisamente,
en las reflexiones expuestas por el Dr. Harvey, por ejemplo, en relación al proceso de
control de la urbanización. En ese dato fenomenal de que hay tantas casas desocupadas –o
más casas desocupadas– como el déficit habitacional que hay en nuestros países subyace la
cuestión perversa del tipo de desarrollo capitalista. De ahí que sea interesante notar que la
mercantilización capitalista supone una relación social que involucra la explotación de la
fuerza de trabajo.
Hoy decíamos, en el debate de la Red de Estudios de la Economía Mundial,
recordando la vieja concepción de los clásicos –incluso previo a los clásicos–, que se solía
decir que la riqueza tenía al trabajo como padre y a la tierra como madre, pero, cuando uno
piensa la funcionalidad de América latina en relación al capital, puede claramente
establecer que ha sido altamente funcional a aquella acumulación primitiva del capital, y es
que si hay una historia de desposesión y de genocidio de los pueblos originarios, esa es la
de nuestros territorios, de los territorios de lo que hoy llamamos América latina y el Caribe.
Pero, nuevamente, nuestra región está demandada por la fuerte dotación de recursos
naturales y por la capacidad técnico profesional de su fuerza de trabajo, condiciones
determinadas, entre otros temas, porque América latina es uno de los territorios del mundo
de mayor urbanización, cosa que me hace recordar un viejo texto de Engels referido al
problema de la vivienda, en el cual describe que el capitalismo tiene su propia ley de
población, su propia ley de vivienda, su propia ley de urbanización, lo que me parece muy
sugestivo e interesante pensar como lógica anticapitalista la lógica anti mercantil.
A propósito de los acontecimientos del año pasado en Brasil, de aquellos
movimientos de los jóvenes contra el aumento del boleto de transporte –el movimiento
surge demandado un pase libre de carácter gratuito–, uno pudiera forzar el argumento y
pensar que esa cantidad de jóvenes descontentos, quiéranlo o no, estaban planteando la
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defensa de un valor de uso, en este caso el del transporte, contra el valor de cambio que
suponía el incremento del boleto, o directamente el precio del boleto. Entonces cabe
preguntarnos: ¿por qué no pensar en el transporte como un derecho?
En nuestra tradición hemos pensado y luchado por el derecho a la educación, a la
salud, incluso, por la desmercantilización del transporte. Pero, ¿por qué no pensar, basados
en las fortalezas y riquezas de América latina, en el derecho a la energía? En la Argentina,
por ejemplo, les cuento que el gas más caro es el que se vende en garrafas, lo que lo lleva a
uno a cuestionar: ¿quién compra y consume el gas en garrafa en la Argentina? La respuesta
no da lugar a dudas: los pobres. Esto quiere decir que los sectores más acomodados tienen
derecho al gas y a una energía más barata, mientras que los sectores más empobrecidos
tienen acceso al gas y a una energía más cara. Esto que pudiera parecerles escandaloso
ameritó una legislación progresista de tarifa social, un precio de la garrafa más barata que el
precio de mercado pero la cuestión radica en que los sectores de élite, sin ninguna tarifa
social, tienen acceso al gas barato, por lo tanto el tema de la desmercantilización sugerido
por el profesor Harvey me parece debe ser pensado y discutido, nos reta a ser audaces.
En una Asamblea de CLACSO celebrada en Cochabamba el año 2006, Evo Morales
nos dijo que los intelectuales íbamos detrás del movimiento popular, yo lo sigo repitiendo
porque me parece un desafío excelente para el pensamiento crítico, revolucionario,
emancipador, pues hay que ser audaz en promover políticas, sugerencias de cambio
civilizatorio en este tiempo de crisis del capitalismo, es el único modo de hacer frente a las
necesidades múltiples de millones de personas en el mundo.
Fíjense que lo que hemos planteado no es un tema de utopías, se trata de que si no
nos proponemos esos cambios revolucionarios –usando las palabras que usó el profesor
Harvey–, si no nos planteamos avanzar en el cambio económico que requiere el cambio
político que vive América latina, nuestra región puede retroceder. El profesor comenzó y
terminó su exposición con un elogio a Bolivia, señalando que ustedes han sido: “fuente de
inspiración para escribir”. Es verdad, porque el intelectual no inventa la realidad, sí tiene
el desafío de sistematizar teóricamente lo que ocurre en ella y no es un piropo a Bolivia
decir que este país constituye hoy uno de los laboratorios más importantes –con los más y
con los menos– no sólo de América latina sino a nivel mundial, aún cuando en ella se
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presenten muchos elementos que uno podría pensarlos contradictorios o que dan para la
discusión, por ejemplo, lo que signifique o represente el modelo extractivista y el uso del
excedente económico para la satisfacción de necesidades de la población olvidada por
siglos o hasta la propia discusión de las categorías tradicionales con que evaluamos la
experiencia.
Hoy un viceministro nos mostraba los alcances del crecimiento en la economía
boliviana y nos decía que esos no eran los indicadores con los que querían medir el vivir
bien, y todavía nosotros elogiamos el carácter del crecimiento regular que tiene Bolivia o la
región respecto al resto del mundo. Por eso esta crítica a ese 3% como tendencia del
crecimiento global es un tema como para que lo pensemos, y no para plantear un
decrecimiento infantil que condene al empobrecimiento secular de nuestra población sino
para discutir cuál ha de ser nuestro modelo productivo y de desarrollo.
En el escenario descrito, ¿cuál es el modelo productivo alternativo que podemos
desarrollar? Me animo a decir que si hoy hay un laboratorio que en el mundo está buscando
y ensayando novedosas experiencias, ese territorio es Bolivia, es América latina, ambos son
espacios de aprendizajes. La conferencia estaba convocada como: Espacios críticos frente
al nuevo imperialismo y la crisis actual, de tal forma que si hay un espacio crítico para
confrontar en la lucha de clases contemporánea, ese es nuestra América.
Nuestra patria grande americana está avanzando a pasos gigantescos aunque, según
mi parecer, se encuentra en un punto de inflexión en que está desafiada a avanzar
profundizando los cambios porque hoy no le alcanza con defender lo logrado. Debemos
defender los logros que se han obtenido en la región en los últimos años, con matices muy
diversos en los distintos países, pero es necesario avanzar, crear y trabajar nuevas
categorías, y en esa labor Bolivia puede aportar muy seriamente.
Así, recordábamos en el seminario, y citábamos al profesor Álvaro García Linera,
aquella categoría del 2006 denominada: capitalismo andino, trocada el 2010 por la de
socialismo comunitario. Luego pensábamos cuánta riqueza encontramos en el debate por el
anticapitalismo razonado, argumentado, a que nos invita el profesor Harvey con la
recreación de categorías como el socialismo del siglo XXI en Venezuela. El propio
socialismo comunitario, con lo que representa la economía comunitaria en la historia y la
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28
tradición en los pueblos indígenas originarios campesinos en Bolivia y en toda la zona
andina, es imprescindible. O si ustedes prefieren, los aportes de Venezuela y Bolivia para
las rectificaciones y correcciones de la que para mí es la mayor experiencia y ensayo
anticapitalista, la Revolución Cubana.
América latina está llena de novedades y colmada de contraofensivas de las clases
dominantes pues, pese a que el nuevo imperialismo en las condiciones de la crisis actual
ejerce una ofensiva grosera en Europa –ahí está la política de austeridad–, el peligro al
modelo que pueda emanar de nuestra región, de nuestras experiencias, no por la riqueza que
pueda generar sino por la subjetividad que pueda generar en el cambio social, la hacen
blanco de agresiones.
Al fin y al cabo, si nos preguntáramos: ¿cuál es la importancia de Cuba en la
historia revolucionaria contemporánea? Claramente no lo es ni su extensión territorial, ni su
población, ni la cantidad de generación de producto bruto sino el significado simbólico que
representa la lucha por la revolución anticapitalista, por el socialismo, por una nueva
sociedad. Ese simbolismo está presente y en disputa hoy en América latina y por eso la
contraofensiva del imperialismo se jugó en Paraguay, Honduras, se juega en Haití –con
tropas de ocupación latinoamericanas–, y las aspiraciones y deseos son que caigan los
países que expresan la mayor radicalidad del proceso de cambio.
Por todas estas razones es muy importante recrear una argumentación de
pensamiento crítico, especialmente cuando en el sur del mundo hay un conjunto de
condiciones objetivas que podemos transformarlas en subjetivas. La OIT ha publicado que
en el mundo hay 3.100 millones de trabajadores, de los cuales 470 millones se desempeñan
en el capitalismo desarrollado mientras que 2.600 millones lo hacen en el sur del mundo,
mayoritariamente en China e India. Ahora, de esos dos mil seiscientos millones de
trabajadores en el sur del mundo, la inmensa mayoría –cerca de 1.600 millones– laboran en
condiciones de irregularidad, en las condiciones de informalidad que nos planteaba el
profesor Harvey.
Allí hay un desafío gigantesco, y ante la ilusión que generan las políticas
neodesarrollistas o aquellas que nos definen a algunos países como emergentes, la
interrogante que me suscitan las categorías que ha planteado el profesor Harvey es si es que
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nosotros queremos ser países emergentes para canalizar los capitales excedentes que hoy
tienen límites para obtener altas tasas de rentabilidad en los países capitalistas
desarrollados, si queremos ser países emergentes para darle canal a la valorización del
capital o si decididamente queremos ser países independientes.
En síntesis, la pregunta que debiéramos hacernos es si queremos sumarnos al sueño
de la emancipación, al sueño de la revolución, que es un tema que se debate con mucha
fuerza en Bolivia y en muchos territorios de nuestra América que pugnan por constituirse
en ejemplo y continuar la lucha de la humanidad por la humanización de la sociedad
contemporánea. Muchas gracias.
LEONEL FRANSEZZE.- A continuación recibimos con un fuerte aplauso al
vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, compañero Álvaro García Linera.
ÁLVARO GARCÍA LINERA.- Muy buenas noches a todos, queremos agradecer
esta masiva concurrencia de estudiantes y profesionales para venir a oír al profesor Harvey.
Me informan que mil cien personas se encuentran en este Banco Central y que,
aproximadamente, otras doscientas se concentran en la Vicepresidencia, o sea, es más
popular que un candidato nuestro profesor. Estamos muy felices de tener a Julio y al
profesor Harvey.
Brevemente quisiera decirles a los estudiantes y a los dirigentes sociales, a quienes
van dirigidas estas conferencias, que el profesor Harvey ha escrito más de 25 obras, casi la
totalidad traducidas al castellano aunque no todas conocidas en Bolivia. También deben
saber que la editorial española Akal ha comenzado a traducir parte de su obra posibilitando
que lleguen esas ediciones a nuestras manos, aunque vale decir que en ediciones muy caras,
libros que valen un ojo de la cara, pero, por suerte, la fotocopia ha permitido que haya
circulado especialmente en las universidades.
Tengo a la mano varios de los libros importantes del profesor, por ejemplo: El
nuevo Imperialismo (2004), editado por Akal; París, capital de la modernidad (2008),
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también por Akal; Espacios del capital, hacia una geografía crítica (2007), que cuesta
como 60 euros; y el último texto publicado por esta editorial que es –si no me equivoco–
uno intitulado: Guía de El Capital de Marx, libro primero (2014), una lectura de El Capital
de Marx, que cuesta unos 24 euros.
Además se ha publicado por Akal el libro: Breve historia del neoliberalismo (2007),
texto que con autorización del profesor David y la editorial hemos podido editar en el
Centro de Investigaciones Sociales (CIS) de la Vicepresidencia y recomiendo lo lean
porque resulta imprescindible para una lectura histórico–crítica del neoliberalismo en el
mundo, desde los tiempos de Reagan, e incluso, desde pocos años antes de Reagan hasta
nuestros días. Si alguien quiere saber cómo fueron las medidas culturales, políticas
económicas, el papel de las instituciones estatales de la nueva ideología conservadora, uno
encuentra en este libro un relato excelente, lo recomiendo a los jóvenes de economía,
sociología, ciencias políticas, y, conjuntamente, deben saber que incluye una muy buena
introducción hecha por Fernando Mayorga, de la Universidad Mayor de San Simón de
Cochabamba (UMSS). En pocas palabras, es un texto de cabecera, didáctico, muy bien
documentado y que permite ver las distintas dimensiones de la conformación del
neoliberalismo como institución, como economía, como sistema estatal y como sentido
común planetario.
Un segundo texto al que hemos accedido, con autorización de esta editorial amiga,
para su publicación es: Ciudades rebeldes, del derecho a la ciudad a la revolución urbana
(2013). Como hemos oído en la exposición del profesor David, los temas urbanos son muy
importantes para entender y estudiar la lógica del capitalismo contemporáneo y sus
potenciales crisis; en este texto hay una referencia a la ciudad de El Alto y la rebelión que
encabezaran, de hecho, mañana el profesor estará conversando con los estudiantes de la
UPEA mientras que el día jueves sostendrá otro diálogo en la ciudad de Cochabamba.
Ambos libros están disponibles para los estudiantes, los estamos vendiendo a precio
de costo y estoy seguro de que se venderán todos los ejemplares. Antes regalábamos los
libros pero luego dijimos: “que le cueste al estudiante”, que pague algo, sí, porque de lo
contrario no lo leen, cuando se les regalan los libros no los leen, y eso yo lo sé pues he sido
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estudiante y la única forma de que uno lea los libros es pagando por ellos o robándolos, y
las dos cosas yo las he hecho, por su puesto, como buen estudiante.
Les cuento que ha llegado, ahora mismo, el último libro del profesor David –
recientemente traducido del inglés al castellano–, y estará disponible para ustedes, su título
es: Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo (2014), ha sido publicado en una
edición de lujo, con un bellísimo papel, en un esfuerzo conjunto con el Instituto de Altos
Estudios Nacionales (IAEN) de Ecuador, cuyo compañero canoso y viejo amigo está frente
a nosotros, le doy gracias por esta belleza aunque advierto que una cosa así aquí costaría
mucho editarlo, pero vale la pena, además, vamos a ponerlo a precio subvencionado, a
valor de uso y no a valor de cambio, para todos los estudiantes. Y, sepan que ni siquiera
Akal lo ha traducido, en esta partida nos hemos adelantado y ustedes leerán en la contratapa
el conjunto de títulos que están publicando, todos de primera.
Entonces, estos tres libros ponemos a disposición de los jóvenes estudiantes y de los
líderes sociales. A estos últimos les recomendaría la Breve historia del neoliberalismo,
excelente texto para el combate ideológico; del mismo modo, para los estudiantes
recomiendo los tres títulos citados.
Bueno, ya he hecho mi propaganda obligatoria para que estudien esos libros, porque
ese es el propósito de estas publicaciones y actividades, dialogar con el profesor Harvey
para que lo leamos y estudiemos, porque hay ideas críticas, revolucionarias, importantes de
conocer para enriquecer nuestra propia práctica y nuestra propia teoría. Por eso, para
nosotros es un privilegio tener aquí al profesor y no puedo dejar de decirle que es uno de
los pocos, en la academia europea y americana, que se fija en América latina, con esto
incluyo a la academia de izquierda que padece de una obsesión autocentrada por leerse a sí
mismos, por verse a sí mismos, por criticarse a sí mismos en un acto propio de una
intelectualidad desligada del movimiento social que asume ideas de izquierda pero que es
bastante ociosa porque debate sobre las palabras de las palabras de las palabras.
Afortunadamente, el profesor David Harvey es distinto, es un académico que está viendo el
mundo –así lo leo y lo siento–, e incluso, ha tomado como referencia de sus investigaciones
y de sus lecturas lo que pasa en Bolivia y en El Alto.
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Por esos motivos no puedo dejar de decirle al profesor que agradecemos mucho
estas referencia y que, junto con lo que ha estudiado acerca de El Alto, aquí en Bolivia hay
otras cosas también muy importantes que ojalá sean parte de sus debates, que conozcan sus
estudiantes y otros académicos. Está el momento de la constitución de un movimiento
social, el de Cochabamba y el de El Alto, pero está a su vez el de las políticas públicas fruto
de la labor colectiva de desmontamiento del neoliberalismo.
Tenemos claridad en que no se acaba de desmontar el neoliberalismo si no es a
escala planetaria pero, aquí en Bolivia, en Ecuador y en parte en Argentina, hay ejemplos
avanzados de medidas audaces contra ese régimen. Uno de esos ejemplos es el de las
políticas de nacionalización, así, antes del año 2005, la producción de gas y petróleo en
nuestro país estaba enteramente privatizada hasta que se tomó una decisión, el 2006, para
proceder a la nacionalización de la producción de gas y petróleo, pero, luego,
nacionalizamos la electricidad, el agua, las telecomunicaciones, avanzando en este proceso
de desmontaje neoliberal, es cierto que no hay una estatización total, ni se lo ha pensado
tampoco, pero hay una acción significativa dirigida desde el Estado para recuperar la
propiedad, el control, el proceso productivo y el uso del excedentes de estos recursos
naturales y públicos.
Luego de estas medidas hemos pasado de una relación 18/82, es decir, en que el
18% del excedente económico quedaba en Bolivia y un 82% se lo llevaban las empresas
extranjeras, a una relación invertida en que un 87% se queda en el país y sólo un 13% de las
utilidades queda en propiedad de las empresas que han decidido quedarse para invertir. De
esta forma podemos señalar que en el ámbito de la electricidad se ha estatizado todo, lo
mismo ha pasado con el agua, mientras que en el ámbito de las telecomunicaciones se
comparte la propiedad estatal con la privatización y empresas privadas.
Hasta ahora se han adoptado políticas que anulan la desregulación salarial y que
permiten y han habilitado procesos de sindicalización acelerada porque, anteriormente, a
causa del neoliberalismo, no solamente se daba la transferencia de recursos públicos al
ámbito estatal sino, también, la transferencia de recursos comunales, es decir, recursos
públicos no estatales al ámbito estatal, consolidándose actualmente los recursos comunales,
propiedad de la tierra, recursos hídricos comunales como parte de la Constitución del
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33
Estado y de la estructura económica, procediendo a derogar, como he dicho, la
desregulación laboral que se impuso por más de treinta años y que llevó a un proceso de
desindicalización y fragmentación laboral propio de los regímenes neoliberales
contemporáneos. Hoy asistimos a un proceso creciente de sindicalización obrera.
Igualmente, en Bolivia estamos viviendo la irrupción de formas organizativas
novedosas después de ese viejo debate de que si los movimientos sociales deberían tomar o
no tomar el poder, ya que aquí hay movimientos sociales que se han planteado no
solamente la toma sino la transformación del poder comprendiendo que no puede haber
toma sin transformación porque al final uno es el que resulta tomado por el poder. A la par,
hemos introducido unas categorías que son distinta a la que usan Negri y Hardt, éstas son
las de forma comunidad y forma multitud, entendidas como formas alternas a la forma
sindicato que hemos conocido clásicamente desde el siglo XIX y XX entorno al centro de
trabajo, y es que cuando el centro de trabajo, la gran industria, la gran ciudadela obrera se
fragmenta, fruto del desarrollo del capitalismo, en pequeñas unidades productivas, no
desaparece la clase obrera sino que desaparece la antigua clase obrera concentrada en
grandes ciudadelas y grandes fábricas, en consecuencia, podemos observar que surge un
nuevo tipo de proletariado, desindicalizado, fragmentado, desterritorializado, sin
experiencia laboral y con una fuerte presencia femenina, esto no solamente es un hecho
político sino que es un hecho material de la constitución y condición obrera mundial y de la
nueva constitución y condición en Bolivia.
En ese marco nos surge la pregunta: ¿cómo es que ese sujeto que anteriormente
estaba constituido políticamente entorno al sindicato podía reconstituirse y mantener su
presencia política? Ya no hay la gran fábrica, no hay la gran ciudadela, no hay el sindicato,
el proletariado se fragmenta. Y, entonces, la forma que el movimiento social encontró en
Bolivia para articular estas estructuras híbridas del obrero con las estructuras de otras
formas de trabajo, microempresariales, artesanales, comunales, para articular al joven que
es estudiante y obrero a la vez en una pequeña fábrica sin sindicato, sin derecho laboral y
que trabaja semi clandestinamente, es la forma multitud, una manera de unificación
territorial de estas híbridas estructuras laborales y organizativas donde lo que los une son
las reivindicaciones de necesidades vitales ya que no une el salario sino las necesidades
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vitales, ese es el punto en que se incorporan comunidades, obreros, estudiantes, vecinos y
comerciantes. Pero, el liderazgo no está garantizado por el obrero ni por la clase media, está
garantizado por la propia lucha, es como una especie de liderazgo rotativo que se va
ganando a partir de la capacidad intelectual, moral y organizativa de alguna de las
fracciones que participan de esta forma multitud.
Esta introducción del concepto multitud, no de la forma toninegrista que está en
todas partes y en ninguna, sino de esta forma multitud palpable, concreta, materialmente
visible, políticamente movilizada, es una de las cosas que hemos aprendido aquí en Bolivia.
Otra categoría que mencionaba es la forma comunidad, correspondiente a la
actualización organizativa de las estructuras comunales tradicionales que se visibilizan, se
articulan, recuperando sus formas tradicionales de organización por la propiedad de la
tierra, del agua y de la tensión colectiva de necesidades que se convierten en fuerza política,
en fuerza militar, de movilización y en fuerza electoral. La forma comunidad y la forma
multitud las hemos introducidos como categorías para estudiar estas nuevas formas
emergentes o reactualizadas de lucha una vez que se ha descompuesto la forma sindicato
tradicional de los grandes centros industriales.
Un tercer eje de debate que consideramos puede ser importante que el profesor
Harvey incorpore en sus lecturas, en sus miradas, es el tema de la hegemonía, puesto que
no hay revolución posible, ni transformación posible, sin una lucha por la hegemonía, es
decir, sin una lucha por el sentido común prevaleciente en una sociedad.
Nuestra experiencia ha demostrado que primero se ha vencido en el sentido común,
en un orden de las cosas mentalmente aceptado y deseado antes que en la vida real práctica
de los hechos políticos, militares o electorales. No es que primero se toma el poder estatal
y, luego, se construye hegemonía. No, primero se construye hegemonía, un nuevo sentido
común crítico, alternativo, antineoliberal y sobre eso se van dando las capacidades y la
fuerza material de masa para la victoria política, electoral y, llegado el momento, la victoria
militar que también se dio aquí en Bolivia el año 2008.
En el sentido leninista, la hegemonía significa derrota a tu adversario, en cambio, en
el sentido gramsciano significa su penetración y cooptación, en verdad lo que aquí hemos
aprendido es que la hegemonía es la suma de ambos. Lenin vio una parte de la hegemonía,
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la construcción de un sentido común y liderazgo para derrotar al adversario, y Gramsci, que
no vio una revolución y sí vivió la derrota de la revolución, se preocupó de la hegemonía en
el sentido de un largo proceso de construcción de liderazgo intelectual, moral, cultural.
Nuestra experiencia junta las dos, nuestra experiencia sintetiza hegemonía. Derrota a tu
adversario e incorpora a tu adversario. No puedes dejar de derrotar al adversario, no puedes
conquistar a tu adversario dejándolo con su proyecto de sociedad y de economía, esa es tu
destrucción, derrotar sus banderas, culturalmente y políticamente derrotar su proyecto de
Estado, de sociedad, de economía, hay que derrotarlo, ahí no hay tregua. Pero, una vez
derrotado el adversario, tienes que incorporarlo desorganizado en el nueva estructura de la
sociedad. Así, hegemonía –para mí– sería derrotar e incorporar. No puedes incorporar si no
has derrotado y, por el contrario, no puedes derrotar plena y duraderamente si no incorporas
desorganizadamente al derrotado. Resumo en breve nuestra nueva mirada de la hegemonía
en el sentido leninista y gramsciano, fruto de nuestra experiencia.
Otro de los ejes que se están debatiendo en Bolivia de manera práctica es la relación
entre movimiento social y Estado, lo que resumí en una categoría contradictoria en si
misma, aparentemente imposible pero real, el gobierno de movimientos sociales. Y digo
contradictoria porque el Estado es monopolización de decisiones, mientras que los
movimientos sociales son democratización de decisiones. Entonces, ¿cómo es esto de
gobierno de movimientos sociales?, ¿cuál es su límite e imposibilidad de vida
cotidianamente? Nuestro país es un poco ese ejemplo, representa esa tensión continua,
diaria, permanente, entre movimientos sociales que toman y ocupan el conjunto de
instituciones y de decisiones. Quisiera graficárselo al profesor Harvey de la siguiente
manera: hace diez años, para ser ministro de gobierno o comandante de las fuerzas armadas
tenías que tener el aval de la Embajada Norteamericana en Bolivia, tenías que tener la visa
–que era más bien un certificado de vida, de existencia y ciudadanía de cualquier persona–,
y todos los políticos y empresarios iban, cada 4 de julio, a la Embajada Norteamericana y el
sólo hecho de ser invitado por el Embajador era muestra de que “existías”, de que eras
“importante”. Nosotros hemos votado al Embajador de Estados Unidos y desde entonces el
4 de julio pasa como una fecha irrelevante y clandestina aquí en Bolivia.
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En la actualidad un comandante de la policía o de las FF.AA., o un ministro de
gobierno, para obtener reconocimiento y prestigio ya no va a la Embajada Norteamericana,
ahora los obtienen directamente de las organizaciones sociales, presentando su currículum
con las firmas de una federación campesina, de los petroleros, de los cooperativistas, y
cuanto más reconocimiento de ellos tienen, mayor es su posibilidad de ser diputado,
ministro, embajador o comandante. Cambió la lógica, el certificado de reconocimiento
social que lo daba antes la Embajada o el Fondo Monetario ha sido sustituido por el
certificado de legitimación que te da una organización social, un sindicato, un movimiento
social activo.
Sin embargo, no deja de ser lo anterior una tensión permanente, ¿hasta dónde
desconcentras las decisiones?, puedes perder eficacia; ¿hasta dónde centralizas
decisiones?, puedes perder democracia; tienes que convivir permanentemente en este
proceso de concentración y de descentralización. Entremedio está la vieja reflexión
leninista de que toda revolución tiene su Kronstadt, ha sido así. Reitero, toda revolución
tiene su Kronstadt, lo dejo así como enigmático para que revisen la historia de Kronstadt, es
necesario, sino no hay poder de Estado.
Otro de los ejes del debate se da en el ámbito del movimiento indígena indianista –
katarista y los marxistas contemporáneos, y se refiere al tema de las estructuras
comunitarias. Somos herederos de una antigua tradición civilizatoria comunal de la tierra,
del agua, de las funciones públicas y de pedazos de la producción. Una vieja tradición
comunitaria, dividida, descuartizada por el colonialismo y la república, pero que se
mantiene vigente de manera fragmentada, venimos de ahí. Ahora, ¿en qué medida eso
puede ser parte de un renacimiento de estructuras comunales modernizadas entrecomillas,
es decir, reactualizadas en condiciones superiores?, ¿en qué medida esa frase enigmática de
Marx, cuando escribía los borradores a Vera Zasúlich, en que ve que el comunismo será la
comunidad arcaica en condiciones superiores, tiene cierto asidero, encuentra raíz en lo que
Bolivia vive a partir de su raíz comunitaria? No olviden que si ha habido aquí revolución y
transformación estatal ha sido, básicamente, por la fortaleza del movimiento indígena–
campesino comunitario que ha podido irradiarse al movimiento obrero, al movimiento
juvenil, barrial y, luego, a los profesionales. Y ahí entramos a otro tema de discusión,
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¿cómo se potencia la comunidad?, ¿el Estado puede potenciar la comunidad?, ¿hasta
dónde?, ¿el Estado puede crear comunidad o son las comunidades las que tienen que
potenciarse y el Estado simplemente crear las condiciones de ese potenciamiento? En qué
medida la comunidad es la antítesis de Estado, es un tema de debate contemporáneo
práctico que se traduce en políticas públicas, en decisiones, y lo estamos debatiendo aquí en
Bolivia.
No menos importante es el tema del valor de uso y el valor de cambio como punto
de arranque de otra economía, las estructuras comunales vigentes, fragmentadas –débiles
pero vigentes–, crean una base material de una economía en la que el valor de uso
prevalece y en la que el valor de cambio es marginal o secundario, eso existe. Pero, ¿en qué
medida es posible crear una economía de valor de uso desde el Estado?, ¿las subvenciones
son parte de una economía de valor de uso? El compañero Julio hablaba de la energía. En
Bolivia, por ejemplo, el agua era una mercancía hasta que se le estatiza y deja de serlo pues
posteriormente se fija un precio razonable e inamovible durante estos últimos diez años. Si
se trabajara bajo la lógica del valor de cambio esa empresa estaría cerrada, pero bajo la
lógica del valor de uso, de la necesidad por encima del mercado o del valor o del precio de
mercado, se establece ese tipo de precios en la energía eléctrica, en el gas, el agua, el
transporte, la gasolina, en la tasas de interés para el pequeño productor; hemos fijado tasas
de interés cero para el pequeño productor para que así se dedique a producir alimentos, aún
tomando en cuenta que la devaluación anual en Bolivia es 5,6%, ya que tú tienes una
función bancaria que no es rentable, que no funciona bajo la lógica del valor de cambio, de
la ganancia y el lucro, sino que funciona bajo la lógica de la necesidad.
Lo que les menciono son iniciativas estatales en el potenciamiento de una economía
del valor de uso, aunque algunos sostienen que las propias empresas estatales son un
capitalismo de Estado, pero, eso no necesariamente es así ya que estaríamos bajo la
presencia de un capitalismo de Estado si la empresa estatal funcionara bajo la lógica de la
acumulación, bajo la burocracia del Estado y, en última instancia, cuando esta burocracia se
apropia indirectamente de ese excedente. De lo contrario, cuando las empresas del Estado
funcionan bajo la lógica de producir ganancias para, inmediatamente, redistribuirlas
mediante rentas universales, educación, salud, bonos, apoyos a los niños, a las mujeres,
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observas que esta lógica del capitalismo de Estado comienza a disolverse porque el
excedente no funciona como generador de nuevos excedentes sino como un distribuidor de
riqueza socialmente expandida.
Ese tema del valor de uso y del valor de cambio en la introducción de lógicas
comunitarias y comunistas es parte del debate contemporáneo, parte de la discusión que
damos a partir de las políticas públicas y del debate de los movimientos sociales en la
ampliación de sus derechos en aras de la construcción de una nueva civilización a partir de
los valores comunitarios. Pero esa mirada no está exenta de dificultades, y es que ¿es
posible el valor de uso, no solamente en la comunidad y el Estado, sino en la producción
contemporánea de riqueza en una fábrica, en una mina? Se ha intentado, por ejemplo, en
Huanuni, la mina de estaño más grande de Bolivia, de hecho hay una especie de
autogestión obrera, o sea, es una mina autogestionada por los obreros y son ellos los que
definen los salarios, los costos de producción, eligen al gerente, estiman las ganancias y
toda otra serie de tareas.
Huanuni es, en aquel sentido, una gran experiencia de autogestión obrera de
avanzada en que participan 4 mil o 5 mil obreros pero también tiene sus límites porque hay
momentos en que los obreros –esto pasó hace dos años– comenzaron a definir que la
ganancia generada no debería distribuirse entre toda la población sino entre ellos mismos y,
cuando eso sucede por decisión de los obreros, lo que era una autogestión deviene en una
forma ambigua de privatización porque un bien común comienza a ser usado
corporativamente. Esa es parte de nuestra experiencia. Y entonces, ¿cómo hacemos para
apuntalar experiencias de autogestión en que sean los obreros los que definan la gestión de
los recursos, la administración de la empresa, las decisiones técnicas pero, a la vez, que el
uso del excedente pueda universalizarse y socializarse a todo el país? A veces se puede y a
veces no se puede, pero estamos viviéndolo, para nosotros son formas embrionarias de
comunismo, de otra sociedad, difíciles y complicadas por un entorno adverso, pero son
parte del laboratorio comunitario que estamos impulsando no sin dificultades para ir
creando las bases de otro tipo de sociedad.
Otro debate que nos tensa como proceso, como movimiento social, como sociedad
boliviana, como Estado de movimientos sociales, es el que surge entre desarrollo y madre
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tierra, en otras palabras, el desarrollo necesario para extraer el gas, petróleo, minerales,
para generar recursos que nos permitan construir escuelas, hospitales, carreteras, mejorar la
alimentación y la salud de la gente, recursos que de no ser generados te congelan en el
siglo XVII –donde ha quedado buena parte de la población boliviana colonizada–. Sin
embargo, al generar riqueza de esta manera afectas la naturaleza, los ríos, los bosques y,
desde luego, ¿qué haces? Si produces, afectas la naturaleza y vas en contra de los valores
dialogantes que vienen de la economía comunitaria en la que la naturaleza es parte viva del
cuerpo orgánico de uno mismo. Pero, si no produces no satisfaces necesidades básicas de
salud, educación, transporte, agua o alimentación. Claro, la derecha sí puede hacerlo, puede
regresar con la bandera de satisfacer las necesidades básicas. Esta es una contradicción que
la hemos vivido a cada rato, ¿cómo protegemos la madre tierra pero, a la vez, cómo
satisfacemos necesidades?, ¿cómo producimos y generamos riqueza sin destruir el núcleo
vivo y vital del entorno natural y de la biodiversidad? Es complicado, es caro, no es fácil, es
demoroso, pero es parte de nuestro debate. Esto no lo reflexionó Marx, Lenin, Mao, esto ha
surgido de nuestra propia experiencia y si se fijan se tratan de reflexiones que engarzan con
la reflexiones académicas o prácticas que se están dando en otras partes del mundo y yo
sólo quería comunicar al profesor Harvey que esas inquietudes también están presentes
aquí, que estamos tratando de construir una nueva sociedad con las dificultades y
limitaciones que ese desafío acarrea.
Sepa, profesor, que he revisado su último libro y pude encontrar en sus páginas
algunas reflexiones que he comentado y por eso he querido incorporar en las sugerencias de
su debate de la onceava o doceava tesis elementos que surgen de la experiencia práctica en
Bolivia.
Quiero cerrar este comentario del profesor planteando tres puntos sin los cuales no
es posible el comunismo, el socialismo o una sociedad postneoliberal. Primero, señalar que
no es factible la construcción de una sociedad nueva si no somos capaces de construir un
nuevo sentido común, si no somos capaces que desde la academia, los sindicatos, los
medios de comunicación alternativos, los barrios, los movimientos sociales temporales y
circunstanciales como los que surgen en EE.UU. y en Europa, se crea en un nuevo sentido
o una nueva idea capaz de articular las esperanzas de la gente. La gente no se moviliza
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solamente porque sufre o pierde, se moviliza porque cree que algo distinto es posible, y
esto hemos aprendido aquí, soportando veinte años de desposesión continua en que se
privatizaron empresas públicas y recursos comunales, se redujeron los salarios, se despidió
a la gente y ésta aguantaba porque el neoliberlismo era un proyecto de vida, de esperanza
de que todos iban a convertirse en empresarios y que les iba a gotear la riqueza que
generaban los extranjeros. Durante dos décadas la gente apostó por ese proyecto, en las
minas del movimiento obrero ganó la derecha, en las comunidades campesinas ganó la
derecha, había un horizonte. Pero se derrotó eso porque se fue construyendo de manera
larvaria, larga, dificultosa, a partir más que de reflexión académica de un debate social, un
nuevo horizonte, un nuevo sentido común que en Bolivia se llamó nacionalización de los
recursos naturales, asamblea constituyente, gobierno indígena, fueron esos tres ejes,
inicialmente marginales, considerados como locuras e irresponsabilidades de populistas, los
que gradualmente generaron y crearon adhesión, cercanía, comenzando a orientar la acción
colectiva de la gente y, finalmente, ¿qué paso? Se convirtieron en sentido común, una
especie de dualidad de poder ideológicos o de dualidad de poderes simbólicos les disputó el
sentido de la vida, del porvenir, arrinconó a esa lógica neoliberal de la privatización, la
individualización y la globalización. Aplicando esto al mundo, ni en Estados Unidos,
Inglaterra, Francia o China, han de surgir proyectos anti neoliberales si no somos aptos los
sectores sociales, activistas, sindicatos, profesores, académicos, de ir construyendo
colectivamente estos nuevos sentidos comunes capaces de convertirse en fuerza
movilizadora.
Un segundo aspecto a considerar es que tenemos que estar muy atentos para aceptar
la pluralidad de las formas organizativas emergentes. No regresará la forma organizativa
sindical antigua, ha desaparecido y sus estructura materiales son inexistentes hoy en día,
por lo cual debemos preguntarnos, ¿cuáles serán esas nuevas formas organizativas que
incorporen estudiantes, obreros, jóvenes, mujeres desocupadas? Hay que estar atento, el
investigador, el político, el revolucionario, el académico, tiene que estar muy atento a estas
nuevas formas organizativas creativas de la propia sociedad y saber impulsarlas,
interconectarlas, articularlas.
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En tercer lugar, no puede haber socialismo o un proyecto anticapitalista si no somos
capaces de construir desde estas estructuras organizativas la lógica, la cultura, la política y
la economía de una comunidad universalizante. Marx decía que el Estado era una
comunidad ilusoria, y el Estado capitalista es una comunidad ilusoria pero es comunidad.
Esa es la magia del Estado, es una forma de comunidad, ilusoria, falseada, invertida pero
comunidad, es decir, le da al sujeto el sentido de pertenencia de un todo, el sentido de
trascendencia, el lugar donde supuestamente se resuelven sus problemas decididos por
otros; en una comunidad ilusoria la superación del capitalismo y del Estado, en la lógica
que mencionaba el profesor, de un Estado que sea como socio de la administración de lo
común, sólo va a poder darse, y créame que con mi experiencia de ocho años de gobernante
es lo más difícil que veo, en la medida en la que la sociedad pueda construir de lo simple a
lo complejo, de lo local a lo regional, otras formas de interdependencia y de comunidad en
la cultura, la política y, fundamentalmente, en la economía, distinta a la que te da la
empresa y el Estado. Porque este último es la resolución de tus problemas a partir de la
decisión de otros, pero solución de tus problemas al fin. El asunto está en cómo pasamos a
la solución de tus problemas a partir de tus propias acciones, suena fácil, pero en los hechos
prácticos eso es lo más difícil del mundo. Y en la economía, peor todavía, aunque si no
avanzamos en eso es imposible otra comunidad real en el sentido que previera Marx, la
comunidad universal a la que otros le llamarán comunismo, aunque no nos pelearemos por
el nombre, lo importante es una comunidad civilizatoria poscapitalista.
Por último, agradezco al profesor por sus reflexiones, agradezco su presencia, su
enseñanza, sus orientaciones pero, del mismo modo, le ponemos en el tapete de debate de la
discusión teórica y práctica esta otra agenda desde un país que a su modo, con sus
dificultades, está intentando construir otro tipo de sociedad, muchísimas gracias.
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CIUDADES REBELDES
La conferencia: «Ciudades Rebeldes» fue realizada en el Auditorio de la
Universidad Pública de El Alto (UPEA), ciudad de El Alto, el miércoles 20 de agosto de
2014.
En el encuentro, David Harvey, se refiere de forma detallada a las configuraciones
de los espacios urbanos así como los movimientos sociales que, en los últimos años, han
disputado poder en su interior.
Asimismo, la exposición contó con los comentarios del dirigente de la
Confederación Sindical de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), Rodolfo
Machaca.
Presentador
Moisés Condoretti
Expositor
Dr. David Harvey
Comentario
Rodolfo Machaca
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PRESENTACIÓN
MOISES CONDORETTI.- Muy buenas noches, señores estudiantes, docentes,
ciudadanos de El Alto, agradecemos su presencia y su paciencia porque ya estamos a punto
de comenzar.
Quiero dar la bienvenida a Mr. Harvey y decirle que se encuentra en la universidad
más alta del mundo, la UPEA, pero, también, a todos ustedes debo decirles que nosotros
estamos ante uno de los intelectuales más altos de Inglaterra, destacado por su pensamiento
y análisis, fundamentalmente, de la economía latinoamericana.
A cuatro mil metros de altura el oxígeno escasea pero las ideas abundan, y lo que
nos va a presentar nuestro ilustre visitante nos servirá mucho para reflexionar sobre la
realidad nacional y su relación con el contexto internacional.
Sin más preámbulo, damos la palabra a Mr. Harvey, muchas gracias.
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EXPOSICIÓN
DAVID HARVEY.- Buenas noches a todos. Vine a visitarlos atraído por los
hechos que sucedieron en El Alto a principios de siglo y porque son un ejemplo de Ciudad
Rebelde. De este modo, es para mí un placer estar en una ciudad de la que he leído mucho,
pero en la que nunca había estado antes. A su vez, debo decir que es un gusto para mí
conversar con ustedes.
Comenzaré con un sencillo grupo de cuestiones basadas en algunos eventos
ocurridos en el mundo durante los últimos años.
Tan sólo un año atrás, en Brasil, más de un millón de personas salieron a las calles a
demostrar su descontento en un ejemplo de enojo masivo serio, que tuvo su enfoque inicial
en el incremento de las tarifas del transporte –en el costo del transporte urbano–, en un
contexto, además, donde hacía muchos años que no se registraba una protesta contra las
tarifas urbanas y, menos aún, que en virtud de ello el gobierno hubiese sido hostigado por
las mismas autoridades que concretaron eventualmente el incremento que disparó las
protestas.
Como era de prever, las manifestaciones se encontraron con la típica intervención
policial que, al poco tiempo, debió enfrentarse a una mayor cantidad de personas
protestando por diferentes tipos de problemas. Y, como saben, el hecho de fondo era que el
gobierno desviaba miles de millones de la educación, salud y otros gastos sociales, para
poner en marcha el Mundial de fútbol y los Juegos Olímpicos del 2016. Entonces, las
acciones continuaron durante varias semanas, de hecho, cuando estuve en Brasil –unos seis
meses después de iniciarse el estallido– aún permanecían los enfrentamientos en Sao Paulo.
Pero, antes de eso que les cuento, al otro lado del mundo, en Turquía, en la ciudad
de Estambul, se registró una pequeña protesta contra la tala de los árboles de un parque
para la eventual construcción de un centro comercial. En esa ocasión, una vez más, la
pequeña manifestación se vio enfrentada a la típica violencia policial, y ésta con más gente
discutiendo en las calles. En un breve lapso de tiempo la indignación se tornó masiva y
hubo gas lacrimógeno por todo el centro de Estambul, inclusive, los hinchas de uno de los
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clubs más grandes del país se adhirieron a las protestas y, después –como sucedió en
Brasil–, la rabia se expandió a varias ciudades.
¿Por qué refresco esto?, porque creo que estas dos protestas ilustran algo muy
importante que ha estado sucediendo en muchas regiones del mundo relacionadas a la
calidad de la vida diaria. Estoy convencido que si es que vamos a hacer política debemos
relacionarla, estrechamente, a la calidad de la vida diaria, tema que debiera ser el centro de
cualquier agenda política.
Este descontento adquiere muchas formas. En distintas latitudes hemos visto varias
explosiones de descontento, muy particulares cada una de ellas, cada caso distinto del otro.
Por ejemplo, antes de lo de Turquía hubo un levantamiento en los suburbios de Estocolmo
en Suecia pero, además se registró una protesta en los suburbios de inmigrantes de París en
que se produjeron terribles desórdenes y, luego, vino el Movimiento Ocupa Wall Street en
el que, literalmente, millones de personas alrededor del mundo de repente decidieron
protestar por las inequidades sociales existentes.
La desigualdad social en el mundo se hizo más y más evidente en la medida que el
poder monetario aumentaba su dominio sobre la política, las decisiones gubernamentales y
los medios de comunicación, controlando de pasada todos los elementos de la vida urbana,
reconstruyendo, de manera muy particular, frenética y furiosa, las ciudades que hoy por hoy
no necesariamente responden a las necesidades de la población.
Pero, antes de todas estas movilizaciones fuimos testigos de los levantamientos en
África del Norte, cuyo enfoque estuvo puesto en las cuestiones de la democracia y en el
hecho de que las decisiones políticas no residían en las manos del pueblo. Por supuesto,
después se registraron las protestas masivas en Bolivia y en Argentina, vimos otros
levantamientos efectivos de la población en Ecuador, muy influenciados todos por el
colapso de las instituciones financieras y por la exclusión que largamente ha persistido en
estas sociedades, o en grandes segmentos de la sociedad, donde nunca se tuvo acceso a la
participación o al poder político.
Si hago una mención detallada de esto es porque pienso que un rasgo característico
del capitalismo actual es que ha venido desarrollándose de manera acelerada y que, después
haber caído en una crisis –como la de 2007 y 2008–, no ha podido encontrar una adecuada
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salida, sin dejar de reconocer que lo que sucedió en Brasil y Turquía fue un pretexto para la
intervención policial.
En efecto, ha habido una tendencia en los últimos 15 o 20 años por militarizar los
espacios urbanos, lo que se traduce en convertir a las ciudades en campamentos militares y
usar la fuerza policial en caso de que surja algún disentimiento, situación que trae como
consecuencia que en esas condiciones la gente estime que comprometerse con las protestas
resulta ser más y más difícil.
Debo comentarles que el Movimiento Ocupa Wall Street, en Nueva York, era casi
pequeño y no resultaba ser una amenaza para nadie, pero recibió muy mala prensa debido a
que los medios capitalistas no gustan de las críticas contra Wall Street. De esa forma, fue
atacado por la policía en varios puntos y, por supuesto, hubo una obvia resistencia que
produjo una fuerte intervención de la violencia policial para expulsar a la gente del espacio
donde estaban asentados protestando.
Y cabe ahora preguntarnos, ¿cuál es la esencia de aquellas manifestaciones? La
esencia es la caída de la democracia, la imposibilidad de que los ciudadanos se expresen, el
desplome de la verdadera misión de un poder político que no puede tener otro objetivo que
organizar la vida y la administración en beneficio de la gente. Lo cierto es que ha venido
ocurriendo lo contrario, es decir, el poder político ha sido manipulado por las grandes
corporaciones y los individuos demasiado ricos, son éstos los que han cooptado
efectivamente al poder político para que obedezca exclusivamente a sus intereses.
Como sabemos, desde los últimos treinta o cuarenta años hemos experimentado un
sistema que, aunque ha sido resistido en algunas ocasiones, ha logrado terminar por
convertirse en hegemónico y dominante; a ese sistema político y económico le llamamos
neoliberalismo.
El neoliberalismo, hasta donde sé, siempre ha sido un proyecto clasista. Lo que
quiere decir que desde sus orígenes su propuesta tuvo por objetivo aumentar la riqueza y el
poder de una clase dominante a expensas del resto de la población. Así fue que este sistema
no tuvo ningún tipo de resistencia masiva, como ocurrió en este país o en otros lugares, y a
los ricos y poderosos les fue extremadamente bien mientras que a los más pobres les fue
muy mal.
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Cuando sobrevino el colapso del 2007–2008, en Estados Unidos y Europa, estuvo
centrado en el rubro de las viviendas de la clase media y de las clases más humildes de la
población, y el gobierno, en lugar de rescatar a la clase media decidió lanzar un salvavidas
a los bancos. Pudo haber sido más efectivo, fácil y hasta haber evitado la crisis, si el
gobierno hubiera ayudado a las personas que estaban atravesando dificultades financieras
para pagar su hipoteca pero, en lugar de ello, se rechazó esa salida permitiendo que la crisis
financiera se desatara.
Lo relevante de la última crisis es que Estados Unidos se encontraba en tal posición
que permitió que se tornara global, pues, ni la crisis de Argentina (2000–2001), Rusia
(1998), Sudeste asiático (1997–1998), países escandinavos (1990) y Japón (1990),
alcanzaron esas dimensiones. Pero, si ustedes se detienen a pensar lo que les digo, verán
que siempre el neoliberalismo ha estado relacionado con la formación de crisis, aunque la
única realmente global ha sido esta última, debido a que Estados Unidos controla la
estructura financiera mundial. Y si buscan una prueba de ello les servirá observar lo que
sucedió en Argentina en los últimos años, donde un país que, en determinado momento, se
prestó dinero en dólares, fue obligado por una corte judicial en Nueva York a negociar las
formas de pago, debiendo escuchar la sentencia de un juez que decía: “ustedes han hecho
cosas malas a las corporaciones y a los bancos, así que nosotros apoyaremos a las
corporaciones ya a los bancos, por lo tanto, Argentina debe pagar”. Y, ¿por qué una
cuestión como esa debe decidirse en las cortes de Estados Unidos?
Una situación parecida vivió Ecuador cuando su gobierno decidió demandar a la
empresa petrolera Texaco por un derrame de crudo. Primero, los ejecutivos de esa
compañía creyeron que podían sobornar a los políticos de Ecuador, cosa que no lograron;
acto seguido, el caso se revisó en una corte de Estados Unidos, dictándose sentencia a favor
del gigante petrolero.
Retomando lo anterior, la crisis que comenzó en 2007–2008 fue específica del
sistema financiero estadounidense, vinculada estrechamente a la manera cómo este país
estableció el financiamiento de viviendas basado en un modo de absorber plusvalía de
capital en un proyecto inmenso de construcción de casas, dentro de una especie de gran
burbuja de activos del mercado. Lo notable es como ese país dejó que ésta desbordara sus
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frontera y afectara al mundo entero ya que dijeron: "no vamos a aguantar sólo nosotros
esta crisis, todo el mundo debe ayudarnos a aguantarla", exportándola a Europa, Asia y
otras regiones.
Evidentemente, en algunos casos fue fácil exportar la crisis y en otros no. Por
ejemplo, en América latina sus efectos han sido suaves en comparación a los de España,
Grecia, Italia, o la mayoría de los países europeos.
Lo paradójico de todo esto es que los neoliberales han intentado hacernos creer que
la crisis no está asociada a la alta concentración de la riqueza o al sistema bancario y que el
problema no reside en el capitalismo sino en la irresponsabilidad de la gente que no se
comportaba bien al no pagar sus hipotecas, a la indisciplina social y, por supuesto, al
Estado que fue incapaz de no endeudarse. Por lo tanto, esgrimen que lo que se tiene que
hacer para saldar la deuda no es aumentar impuestos a los ricos sino más bien imponer la
austeridad a los pobres.
Y, ¿qué hay detrás de esas políticas de austeridad? Pienso que ese tipo de políticas
persiguen una nueva oportunidad de extraer riqueza a la población de menores ingresos
mediante un proceso al cual llamo acumulación por desposesión. Esta nueva estrategia del
capital de que les hablo, en palabras simples, no es otra cosa que quitar todos los bienes al
pueblo, sustraer todo el dinero al pueblo, despojarlo de sus derechos, expropiar su tierra,
arrebatarle su trabajo, su dignidad y su capacidad de participar en el sistema político.
No debe sorprendernos que dos años después del colapso del 2007–2008 el único
grupo que haya salido fortalecido de la debacle sea una élite, el 1 % de la población,
mientras el restante 99% perdió mucho. Esto demuestra la inmensa cantidad de riqueza que
fue transferida desde las capas medias y pobres a las ricas en estos últimos años y, para que
tengan una idea concreta de lo sucedido, les puedo mencionar que en Estados Unidos
muchas personas fueron desposeídas de su vivienda, estimándose que sólo la población
afroamericana e hispana perdió entre el 50 y 60% de su riqueza en dos años, cifra que en
suma asciende a 40 billones de dólares y que, como hemos visto, pertenecía a la población
menos aventajada. Ahora, lo desproporcionado e irónico es que en esos mismos a años
Wall Street distribuyó bonos a sus grandes ejecutivos –quienes fueron los que colapsaron y
destruyeron el sistema– por el valor de 40 billones de dólares, los que fueron a parar a
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manos de los mismos banqueros de Wall Street, lo que nos lleva a inferir que hubo una
masiva transferencia de dinero en la sociedad.
Eso sucede en Estados Unidos, España e Irlanda, y en un alto porcentaje de países
del mundo, a excepción de algunos gobiernos que abiertamente rechazan esta política o
regiones donde los movimientos sociales se ven fortalecidos y postularon: “no, no vamos a
tolerar esa clase de política”.
Lo que les he relatado, por supuesto, es específico a esta crisis que, como hemos
visto, dio espacios a movimientos de ruptura y movimientos revolucionarios –si es que
quieren llamarlos de esa manera–, contestatarios a las medidas de austeridad que fueron
implementadas a raíz de la crisis, surgiendo así el español movimiento de los Indignados, el
de la Plaza Sintagma en Grecia, etcétera. De esa manera las protestas globales contra la
austeridad se propagaron por todo el mundo, por ejemplo, en el estado de Wisconsin, en el
medio oeste de los Estados Unidos, se decidió enfrentar la deuda mediante la supresión de
los derechos sindicales, eliminando los derechos de pensión, pero el pueblo intentó parar
esa medida mediante la ocupación efectiva del centro del poder político estadual.
Pese a lo descrito, si miramos hacia atrás nos encontraremos que ya a finales de los
noventas hubo movimientos que culminaron en sendas protestas anti–globalización, siendo
una de las más emblemáticas la realizada en Seattle, cuya influencia se haría sentir en
Montreal, Melbourne y Ginebra. En otras palabras, lo que vemos es un mundo que está en
fermento de protestas políticas pero, lo más relevante, es que gran parte de ellas no
adquieren las formas tradicionales de los movimientos revolucionarios del pasado, los
cuales se centraban en la idea de la existencia de un proletariado o una clase obrera que se
constituiría en un agente de la acción política transformadora masiva.
El origen de esta clase se remonta a las fábricas del mundo europeo y
norteamericano, donde existió una vigorosa clase obrera que tuvo un real protagonismo en
las décadas de los años 50’s y 60’s. A partir de esas décadas nos encontramos con grandes
movimientos de protesta organizados por los obreros, los que, en países como Italia, dieron
origen a partidos políticos comunistas, socialdemócratas y socialistas que trataron de
utilizar el poder del Estado para cambiar los aspectos capitalistas occidentales de
explotación y crear una situación en la que los salarios sociales, es decir, los salarios
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individuales, más los beneficios del Estado, tuvieran un incremento continuo a través de
políticas de redistribución de los beneficios de los ricos a los pobres.
Esta política fue completamente destruida por la contrarrevolución neoliberal de la
década del ‘70, siendo atacada desde distintos frentes y formas hasta hacer menguar el
poder de los trabajadores. La primera embestida, a finales de la década del ‘60, tuvo por
motivo la apertura de las fronteras para la entrada de inmigrantes en los países
industrializados, el propio Estados Unidos abrió sus fronteras a la migración de todos los
países en el mundo, mientras que otros como Gran Bretaña acogieron la migración masiva
procedente de los países que otrora fueran sus colonias.
La inmigración que llegaría a Europa procedía de diversas regiones, como el
Magreb, África del Norte, Argelia, etcétera; en Alemania se reclutó trabajadores de
Turquía. Es curioso analizar una situación cuya finalidad era que los gobiernos
incentivaban la migración para generar disturbios sociales y así socavar el poder de la clase
obrera, política que resultó ser poco efectiva y los obligó a implementar el llamado trabajo
a distancia, llevando a los trabajadores excedentes a industrias ubicadas fuera de los países
industrializados, instaladas en Turquía, China, Hong Kong y otros. Aquí encontramos las
primeras medidas y acciones globalizadoras concretas.
Pero, para llevar el trabajo de Estados Unidos a México o de Gran Bretaña a
Sudáfrica, se requería un sistema financiero muy fluido, carente de las restricciones y
regulaciones que hasta los años sesentas predominaban y que de paso impedían tomar el
dinero y llevarlo hacia otros países, tuvieron que crear condiciones inéditas si se pretendía
iniciar prácticas de producción globales, tales fueron: disciplinar el trabajo, liberar el capital
financiero, liberar las formas monetarias de capital. A través de esas reformas pudieron
desindustrializar los mayores centros de producción industrial europeos y de esa manera
destruir el poder de la clase obrera, en otras palabras, la financiarización fue imprescindible
para recuperar el control del trabajo.
Tras estos hechos, ocurrió que los bruscos cambios tecnológicos se constituyeron en
una fuerza poderosa para el cambio político porque al flexibilizar las barreras y las
fronteras se intensificaba la competencia y, como dijo Marx, esto genera un cambio
tecnológico muy veloz porque en una situación muy competitiva si yo tengo mejor
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tecnología que tú, yo prevalezco y tu desapareces. Por esta razón el cambio tecnológico
ayudó a crear una reserva industrial que generó desempleo y un excedente de trabajo
mediante innovaciones que hicieron ahorrar costos en mano de obra, generando mucha
conmoción social y política en los años setentas, y no es casual que si estudiamos esa época
notemos que hubo muchas protestas en el mundo, a las que, la burguesía, opondría una
fuerte respuesta a través de una naciente ideología que se conocería como el
neoliberalismo. Allí se encuentra el despegue del neoliberalismo, así fue la historia que
tuvo lugar en el mundo y, una vez que este nuevo modelo se tornó hegemónico y
dominante, comenzó a ser exportado por todos los continentes en distintas formas, una de
sus preferidas: mediante el ingreso de capital multinacional para recolonizar los más
variados territorios.
Lo cierto es que aquellos territorios fueron alentados por los organismos
internacionales a prestarse dinero para el desarrollo y, de golpe, les subieron las tasas de
interés para que no pudieran pagar, dando paso a una crisis de la deuda que se perpetuó en
América latina, alcanzando su clímax entre 1982 y 1990, pero que continúa hasta nuestros
días, como hemos visto con el caso de Argentina.
Ese es el trasfondo por el cual la deuda se convierte en un vehículo que solamente
puede ser manejado por instituciones internacionales como el Fondo Monetario
Internacional que dice: “ok, nosotros podríamos resolver sus problemas de endeudamiento,
pero primero deben ustedes recortar sus gastos en temas sociales y desarrollar una
política de austeridad que apunte a disminuir el nivel de vida de la clase trabajadora”.
Uno de estos casos fue el de México que, en 1982, redujo en un 25 % el estándar de vida de
su población, a petición de los ajustes que le fueron “sugeridos” por el FMI y el
Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
Como Marx apuntó, hace mucho tiempo atrás, el endeudamiento es una buena
manera de provocar el despojo. Son numerosos los casos de despojo en la larga historia de
la acumulación del capital, donde se provoca el endeudamiento de la gente para, luego, al
no poder pagar las deudas contraídas, expropiar, embargar, confiscar o vender sus
posesiones.
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Quisiera dar otro ejemplo en que queda reflejado cómo el endeudamiento es una
forma de transferir dinero de un segmento de la población a otro. En la crisis que hemos
comentado, en Estados Unidos, de cuatro a seis millones de familias perdieron sus
viviendas o, si lo queremos ver desde otra perspectiva, se quedaron cuatro a seis millones
de casas vacías, entonces cabe preguntarnos: ¿qué pasó con esas viviendas confiscadas?
Resulta que los millonarios de Fondos de Cobertura y de los Fondos Patrimoniales
compraron esas viviendas y comenzaron a alquilarlas a precios muy lucrativos, compraron
las casas no al costo al que fueron adquiridas por sus propietarios iniciales sino a precios de
rebajas, hasta que se llegó al dramático caso de Detroit donde adquirieron casas decentes a
precios irrisorios.
El resultado de esta transferencia trajo desempleo y subempleo porque mucha gente
no pudo encontrar un trabajo para el que estuvieran calificados, sintiendo la presión por la
apremiante situación de la vivienda, a lo que hay que sumar con que se encuentran con que
los gobiernos locales y municipales, estaduales y central, están recortando recursos para los
sectores de bajos ingresos. Todo esto hace que crezca un gran descontento con la naturaleza
de la vida urbana pues predomina un sentimiento, en cada ciudad a la que vas, de que a
alguna gente le va extremadamente bien mientras que al resto de nosotros nos están
robando nuestro derecho de tener una vida, una casa y un medio ambiente decentes.
Esa es la base por la que hay que partir para analizar la ola de disturbios que he
mencionado, tumultos muy distintos a los comparados con la conmoción que se vio en las
protestas laborales de fines de los años sesenta y setentas. Los últimos incidentes
corresponden a una forma diferente de hacer política, existe un sujeto diferente del cual se
trata la propuesta política, y es que desde hace cuarenta años ya no es la clase obrera, sus
partidos o instituciones, los que encabezan el descontento, la situación actual tiene por foco
el diario vivir y, dado que éste es cada vez más urbanizado –aclaro que utilizo este
concepto de una manera genérica–, en el fondo estamos protestando contra una vida diaria
que es determinada por los patrones de urbanización que nos rodean.
Como ha quedado de manifiesto con varios ejemplos, podemos distinguir que
existen distintos modos en los que el descontento sale a la luz, los cuales pueden ser: una
falta de participación y de consulta, la ausencia de oportunidades decentes, el descontrol del
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capital que concibe la urbanización como uno de sus medios de acumulación. En
consecuencia, vemos que hoy en día la urbanización se dirige hacia el desastre ya que, por
una parte, se tiene más y más personas que son obligadas a vivir de manera urbanizada tras
forzarlos a abandonar sus tierras a causa de la invasión de los agronegocios y otros
procesos de adquisición de tierras por los grupos ricos de la sociedad, provocando un flujo
de migración constante de la gente hacia las ciudades donde buscan una vida mejor. Pero,
hay un flujo migratorio no solamente del área rural hacia la ciudad dentro de un país, sino,
también, de un área rural hacia otros países, así encontramos que hay personas de la zona
rural de Bolivia que migra hacia Argentina, campesinos de Europa del Este que migran a
Irlanda y, en casi todos los casos, con un horizonte común que no es otro que la búsqueda
de un lugar donde ir y poder vivir dignamente. El colapso de la economía griega y el hecho
de que muchos jóvenes sufrieran de una tasa de desempleo superior al 50 %, causó que
migraran a otras latitudes en busca de empleos.
La otra fuerza a considerar en ese proceso, como he señalado al inicio, es que el
capital está en una situación en la que tiene más y más dinero en excedente para usar y no
sabe cómo hacerlo. Por tal motivo decidieron poner ese dinero en proyectos de
construcción de ciudades, llegando a escándalos como los materializados en el Golfo
Pérsico, Dubai o Qatar, cuyas construcciones suntuosas van aparejadas con el incremento
del empobrecimiento de las poblaciones locales. Asimismo, hay un auge de construcción de
edificios para viviendas y oficinas, así que lo que estamos presenciando es que el capital se
desplaza al sector inmobiliario en una perspectiva de acumular mayor capital, buscando
maximizar su valor de cambio por medio de diferentes trucos y mecanismos, controlando
los procesos políticos, los medios de comunicación y a una buena parte de la población que
si bien ya reside en las ciudades, cada vez se encuentra más descontenta, a excepción de esa
población de migrantes que está en busca de oportunidades para satisfacer sus necesidades.
Esa es la dinámica que creo nos ha de llevar directo al desastre y definirá el futuro de lo que
será la política, y sepan que no soy el único con esa opinión aunque, sí, uno de los pocos
que la sostienen desde un punto de vista izquierdista.
Lo que les puedo comentar, y que es de conocimiento público, es que en este nuevo
contexto el ejército de EE.UU. se está concentrando en la investigación sobre cómo lidiar
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con los descontentos urbanos ya que estiman que las guerras del futuro ya no serán entre
países sino entre ricos y pobres, teniendo como escenario las calles de las ciudades. Ese es
un punto en el que estamos atrasados y que amerita ocupemos toda nuestra inteligencia en
el desarrollo de la tecnología que es necesaria para combatir en las calles, tecnologías
distintas a las que se usan en una guerra regular y que, por tanto, nos obligan a adaptar
nuestras estrategias a los callejones de los barrios y las zonas urbanas populosas.
Y, ¿cómo se lucharía en una eventual guerra en La Paz?, ¿qué equipos se
necesitarían? El ejército norteamericano tiene un camino avanzado en el diseño de estos
equipos, está aprendiendo mucho de las fuerzas armadas israelís, porque lo que estamos
viendo en Gaza es precisamente el tipo de guerra que los yanquis esperan para el futuro.
Ahora, si eso se da como la derecha está planificando siento que deberíamos
concentrarnos políticamente y pensar acerca de efectivizar una lucha anticapitalista
localizada y sólidamente incrustada en la vida urbana. Es decir, si es que la clase capitalista
y su aparato militar se está preparando para combatir en las calles, debemos encontrar una
manera de resolver ese enfrentamiento porque no creo que en algún momento logremos
alcanzar la capacidad tecnológica que ellos tienen, con lo cual tendremos que recurrir a
nuestra capacidad creativa.
Lo sucedido recientemente en la Franja de Gaza es un buen indicador de cómo
estarán varios lugares del mundo en un futuro no muy distante, al menos que podamos
convencer al capital de corregir sus maneras de explotación y redistribuir los ingresos para
reconstruir las ciudades de un modo más armónico y racional que el actual, misión un tanto
imposible.
Por cierto, tenemos el mismo proceso de urbanización frenético en todo el mundo.
En Sao Paulo, por ejemplo, se estima que existen casas vacías para acoger a casi todos la
población de desamparados de esa ciudad y fíjense que hicimos el mismo conteo en la
ciudad de Nueva York y llegamos a la misma conclusión: existen suficientes casas y
departamentos vacíos que podrían dar solución al problema de los desamparados en el
mundo pero, sin embargo, tienes estos departamentos vacíos, sin poder ser alquilados
porque las poblaciones que necesitan vivienda no están ahí, no viven en esas zonas o no
tienen dinero. En una sociedad racional trasladas a la gente a esos lugares y les das esas
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viviendas. Hace un tiempo, en Nueva York, se publicaron unas fotografías simpáticas con
la imagen de un desamparado preguntándose: “¿cuál de estos ricos condominios vamos a
ocupar?”. ¡Qué lindo sería aquello si fuera real! Hay un condominio, cerca de Wall Street
en los que sus departamentos cuentan con inodoros fabricados de oro y de plata, ¿no sería
lindo que los pobres pudieran ir a vivir a esas viviendas vacías?
Aquel es el mundo hacia donde nos estamos dirigiendo.
Ustedes son muy afortunados pues lucharon y pelearon en las calles, se rebelaron
contra medidas represivas y ahora tienen un sistema de gobierno mejor. Claro, nadie va a
discutirles si el sistema que tienen es perfecto porque sería algo injusto y desproporcionado
sostener una sentencia de esa talla.
Pero cuando estudio el pasado, en la Historia del neoliberalismo, constato que este
sistema tardó veinte años en arraigarse en el mundo –hasta el Consenso de Washington en
1990– y soy un convencido que tomará otros veinte años para que podamos lograr un
mundo en el que podamos crear un proceso socialista de urbanización, concentrado en el
valor de uso, sin prestarle atención al valor de cambio, para que todos tengan una vivienda
decente, en un lugar decente, con un medio ambiente decente, con proyecciones futuras
distintas y en condiciones de vida dignas. Si ese es el objetivo de nuestro proyecto político,
me parece que es bastante sencillo y nos podemos unir.
Hay grupos, como el que defiende el Derecho a la ciudad, que justamente tratan
eso. Yo apoyo al movimiento del Derecho a la ciudad no porque creo que éste es un
concepto mágico o fácil sino porque ellos piensan que debemos empezar a unir las cosas, a
centrar nuestra atención en las cualidades de la vida urbana a contracorriente de las
condiciones de la urbanización capitalista. Y si ese es nuestro enfoque, es esto lo que va a
definir nuestro programa político y el centro de nuestra conciencia política.
Llevo largo tiempo sosteniendo estas ideas y créanme que tengo colegas que son
muy marxistas pero que no les agrada escuchar esas cosas, de hecho si son trotskistas o
maoístas no suelen gustar de mis ideas, lo mismo pasa con los estalinistas. Mi tipo de
marxismo es el tratar de abordar los problemas cotidianos de manera que tengan sentido en
las condiciones contemporáneas ya que no podemos tener movimientos políticos, en estos
momentos, que sean conservadores pues, a pesar de que digan que son radicales,
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reproducen una retórica política de los años treinta. Y aquí les pregunto: ¿no sería bueno
que las minas de estaño de Bolivia aún existieran?, ¿qué gozáramos de sindicatos robustos?
Creo que todos los que estamos reunidos aquí quisiéramos responder afirmativamente esas
preguntas pero el problema surge cuando en la realidad los sindicatos ya nos son tan
poderosos como antes, a pesar de que en algunas partes del mundo están reorganizándose,
como en Corea del Sur y, también, en China, donde están apareciendo elementos de
sindicalización de trabajadores, pero, siento que debemos mirar más allá y no repetir los
antiguos slogans políticos, debemos definir una nueva forma de hacer política y pienso que
muchos de esos nuevos elementos fueron definidos acá en El Alto, en la manera como se
respondió a la represión en 2003–2004. Cochabamba hizo lo suyo en los sucesos de la
guerra del agua. En definitiva, hay una nueva forma de hacer política y tenemos que pensar
esto en la dimensión teórica, práctica y política, debemos estar prestos a abandonar los
slogans dogmáticos que se utilizaron en el pasado. No podemos continuar anteponiendo a la
necesidad de unir nuestras fuerzas las divisiones políticas de antaño y una de las razones
por las que insisto en eso es porque creo que el sujeto debe ser lo principal de las cualidades
de la vida cotidiana y nuestra política debe abordar el logro de una vida digna y el entorno
de una vida digna. En la medida que el capitalismo intente frenar esto debemos pensar en
una urbanización anticapitalista y virar hacia una política anticapitalista.
Ese es el mensaje fundamental que quería compartir esta noche con ustedes, gracias.
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COMENTARIO
RODOLFO MACHACA.- Muchas gracias, primero agradecer a la
Vicepresidencia, agradecer a la Universidad del Alto (UPEA, también felicitar al director
de carrera de economía y a los estudiantes que han organizado este evento internacional, y
también saludar al hermano, al profesor Harvey, que ha expuesto los análisis, los estudios
que ha hecho a nivel internacional. Quizás el compartimiento que vamos a hacer no va a
estar a la altura de los investigadores que han escrito lo que ha pasado en Bolivia pero, sin
embargo, quiero compartir con ustedes los pasajes y testimonios que he visto en ciudad de
El Alto en los años 80 y 90, como también entre los años 2000 y 2003, hasta la actualidad.
En tal sentido es que quiero compartir con ustedes, estudiantes y docentes,
investigadores, escritores, porque estos momentos van a quedar en registro y archivo,
donde la Universidad UPEA de El Alto es un laboratorio del pensamiento ideológico de
análisis económico y sociocultural. Por eso quiero entrar en lo siguiente: primero saludar, a
nombre de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia para
poder compartir los pasajes sobre lo que nos han invitado de exponer sobre las ciudades
rebeldes, no solamente en Bolivia sino en todo el planeta tierra.
Queremos indicar que en Latinoamérica, y en Bolivia, todavía la independencia está
inconclusa, sin terminar, por esto es que para nosotros es fundamental recordar los pasajes
históricos de lo que se ha luchado, pero con muchos hermanos y hermanas pues no sólo los
varones han aportado en la lucha, también las mujeres. Y esa lucha que converge en ciudad
de El Alto, Cochabamba, o en las mismas áreas periféricas de ciudad de La Paz y en el
campo, es el producto de la sumatoria de los grandes desplazamientos de áreas rurales hacia
las ciudades. Ciudad de El Alto para nosotros es un producto del conjunto de provincianos
y provincianas, hermanos y hermanas, que migraron desde otros departamentos como
Oruro, Potosí, confluyendo en este lugar.
Ahora, ¿qué paso en las décadas del 80 y 90? En pocos barrios que han ido
creciendo surgen dirigentes que sinceramente se preocupan de su barrio y de sus familias,
de los servicios básicos, de los derechos fundamentales del ser humano, del trabajo, de la
alimentación, entonces ese debate se discute y la ciudad se estructura y organiza por barrios
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y urbanizaciones –hasta ahora sigue con la misma dinámica– donde los presidentes o las
presidentas de juntas vecinales, junto a los vecinos, discuten y debaten las necesidades de
las familias. Nosotros, los dirigentes campesinos, cuando hemos estado todavía en cargos
bajos en las movilizaciones que hemos hecho del campo a la ciudad, encabezados por
nuestros dirigentes de anteriores años, con la justa lucha, hemos compartido también la
solidaridad porque, en realidad, los hermanos de las provincias que viven en la ciudad de
La Paz son nuestros hermanos, primos, sobrinos, tíos y tías. Entonces cuando hay
movilizaciones, cuando hay una causa se solidariza.
El año 70, 80 –ya lo ha descrito el expositor– la lucha frontal y tenemos un enemigo
común que es el capitalismo, el neoliberalismo, la usura que hacen los grandes banqueros,
los del gobierno que en ese entonces han tomado el poder para poder someter a la
población, para poder saquear los recursos naturales. Eso es lo que daba rabia.
En nuestras caras, en nuestros patios, en nuestras narices, los gobiernos en la década
del setenta primero masacraban a los dirigentes fabriles, ferroviarios, mineros; como decía
el hermano, es una estructura mundial que emergía a nivel de los gobiernos. En este
momento podemos decir que en los gobiernos capitalistas, o en los estados republicanos,
los gobiernos y los parlamentarios son simplemente administradores y funcionales al
Imperio y al capitalismo. Y esas cosas se discutían en nuestros barrios en ciudad de El Alto.
He tenido la suerte de compartir el año 2000 con los dirigentes, un año o dos años después,
hasta el 2005, como se preparaban en las plazas, como se preparaban dentro de la familia, y
es que dentro de un barrio hay un pensador que es patriota, un nacionalista que piensa en su
ciudad, que piensa en su sangre, que piensa en su familia. Después de trabajar se
movilizaba, hermanos campesinos a Tupac Katari visitaban y dialogaban: esto es lo que
está haciendo mal el gobierno, quiere privatizar las empresas estratégicas, va a vender gas,
va a regalar gas a Norteamérica, tenemos que movilizarnos. No faltaban los estudiantes
universitarios que estudiaban del Alto en las universidades como en la UMSA, ellos
también se sumaban, tenemos que ir a exponer, tenemos que hablar con nuestros hermanos
y autoridades para poder concientizar.
Esos tiempos de concientización han sido desde el año 90, 2000, pero como
descaradamente ha ido privatizando Gonzalo Sánchez de Losada nuestros recursos
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naturales, eso colmó la paciencia también; lo mismo sucedió en tiempos de Banzer, de Tuto
Quiroga, entregaban los recursos estratégicos a los trasnacionales y multinacionales. Mas
como no tenían trabajo los hermanos alteños y alteñas sufrían, para poder sobrevivir tenían
que levantarse a las 4 o 5 de la mañana y recién retornar a las 11 de la noche apenas para
comer con sus familias, salían a trabajar con un sueldo bajo, despedido, generaba una rabia
e impotencia y pensaban en sus hijos, qué sería de nuestros hijos. En esos tiempos, cuando
FEJUV con El Alto luchaban para que existiera esta universidad, se concientizaba o
marchaban para tener una universidad descentralizada, por ejemplo. Son trabajos que han
ido realizando los dirigentes y también las bases, las madres de familia, sus hijos e hijas no
tenían de donde obtener comida, entonces ¿qué iba a pasar?, se preguntaban. No hay
empleo, ¿y el gobierno qué está haciendo? El gobierno de ese entonces, Gonzalo Sánchez
de Losada o Hugo Banzer Suárez, no estaba generando empleo, sino vendiendo empresas
estratégicas, eso era pan de cada día. ¿Y qué hacían los presidentes de juntas vecinales,
porque escuchaban los reclamos? Ahí discutían presidentes de juntas de vecinos, los
dirigentes de FEJUV con El Alto, esto es lo que está pasando, tenemos que movilizarnos y
levantarnos, esa era la concientización permanente. Por eso la rabia el carácter del alteño es
especial, porque vive en una ciudad fría y sin servicios básicos, diariamente se calibra de un
coraje espectacular, y es la sumatoria de muchos dirigentes que también tienen sus casas
aquí en El Alto, de los campesinos converge esa preocupación.
El año 2003 ¿qué pasó? Permanentemente teníamos contacto con FEJUV, con El
Alto, también con varios de la ciudad, federación Tupac Katari, la Confederación de
Campesinos, para el levantamiento. Teníamos que aplicar planes para poder hacernos
escuchar frente a esos gobiernos neoliberales, por eso se organizaban desde las provincias
para poder entrar con marchas y también conjuntamente con juntas vecinales. Todas estas
rebeliones han desencadenado en que asuma la conciencia toda la población boliviana,
librada el año 2003. Ese año varios fueron los intentos de las movilizaciones para poder
cambiar de una vez por todas el modelo del gobierno y el Estado neoliberal, por eso en los
levantamientos: los impuestazos de febrero, los levantamientos la masacre de septiembre, al
campesino en Warisata, la convergencia en Ovejullo –el hermano Felipe Quispe ha cercado
con bloqueo de caminos para no llevar los alimentos a las ciudades cuando era gobierno
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Hugo Bánzer Suárez–, desde esas veces la concientización ha empezado en las provincias.
Pero, ¿qué pasó? Todas esas fuerzas acumularon rabia y eso ha derramado el año 2003, las
matanza a los campesinos; antes de eso huelga de hambre en radio San Gabriel para
expulsar el gobierno neoliberal.
Desde el año 80 ya se planteaba la Asamblea Constituyente, cambiar la estructura del
Estado, por eso el año 2000, después crece la estructura de las rebeliones, las marchas, las
movilización también fueron impactantes: lo que pasó el año 2000 en Cochabamba, la
guerra del agua, fue masacre del agua. Y es que en la guerra podemos enfrentarnos los
vecinos con nuestros fusiles o los militares y sus fusiles, eso puede ser guerra frente a
frente, pero no fue eso lo del agua. Tampoco lo fue el año 2003 la guerra del gas, eso fue
masacre de los gobiernos neoliberales sometiendo al pueblo. En septiembre, octubre del
año 2003, como se han organizado ese conjunto de debates que han hecho en FEJUV de El
Alto, en los barrios, en Central Obrera Regional de El Alto, también en la Central Obrera
Boliviana, en las provincias es donde nos ha unido esa sangrienta masacre que hemos
sufrido porque nuestros hermanos y hermanas que murieron ahí. Por eso la expulsión de
Gonzalo Sánchez de Losada, por eso nosotros, los campesinos, admiramos profundamente
a los hermanos y hermanas de El Alto, porque están en permanente rebelión estamos
seguros que un hermanos y estudiante que pasa por la calle se pregunta ¿qué estará
haciendo esa ancianita, ese dulcecito se estará vendiendo? ¿Estará llevando uno o dos
bolivianos para su cenita o almuerzo? ¿Qué está pasando? Eso genera la impotencia. A un
hermano te lo encuentras llorando, que no tiene trabajo, no genera ingresos, no tiene para
comer, ¿eso les duele o no les duele? Por naturaleza los seres humanos somos sociales y
sentimentales, solidarios además. Son temas que realmente reflexiona profundamente, con
tanta lucha al levantamiento del Alto en las provincias del departamento de La Paz, con
levantamiento de los movimientos sociales, los dirigentes, la institucionalidad, más que
todo lo que vale acá es que se ha logrado cambiar la estructura del Estado y eso que todavía
no está como queríamos la Constitución Política del Estado ya que se ha tenido que
negociar con la oposición; el tema tierra por ejemplo, es algo inconcluso para los
campesinos.
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Todavía tenemos que seguir trabajando profundamente para seguir construyendo un
Estado a la altura de lo que quiere la sociedad y los pueblos de Bolivia. Para eso estas
generaciones no son suficientes, tenemos que trasmitir esa responsabilidad a las
generaciones que vienen para que la sostengan y profundicen. El capitalismo y el
neoliberalismo se proponen el sometimiento de nosotros, de los pueblos, de los más pobres,
permanentemente.
Voy a terminar con unas reflexiones que apunté cuando exponía el hermano. Yo
quiero dar lectura en función de lo que él ha ido explicando. Los efectos para la humanidad,
para América Latina, especialmente para Bolivia, son preocupantes, el capitalismo y el
Imperio nuevamente van a arremeter en la región, a nivel de Alianza del Pacífico ya está
empezando a entregar los recursos estratégicos a las multinacionales en países como
México, Colombia, Perú y Chile. ¿Por qué Estados Unidos no quiere que Brasil explote su
petróleo, por ejemplo? Los grandes empresarios en ese país están conectados con los
grandes empresarios de Estados Unidos y de Europa para extraer la materia prima y generar
empleos en los países industrializados. De eso viven. Lo que decía, en esos países todavía
se están gestando grandes construcciones de viviendas y de esa manera dar créditos a los
funcionarios y empleados, sabiendo los capitalistas que no podrán pagar y así volver a
quitarles todo. Eso pasa peor todavía en temas de tierra, hay grandes acaparamientos de
tierra para tomar control en los alimentos; control de tecnologías, de telecomunicaciones,
de educación, educar a los universitarios para que presten servicio al capitalismo y al
Imperio, eso es permanente receta del capitalismo; formar a los maestros para que los
alumnos sean al servicio de las pequeñas logias que existen en el mundo. Por eso nosotros
seguimos reflexionando en estos escenarios. Los trabajadores proletariados por eso, por
naturaleza, somos anticapitalistas y antiimperialistas, así se ha definido. Mañana, por
ejemplo, acá en El Alto, en el archivo de historia de Comibol que queda en el sector de
aviación se va a a compartir eso, los libros que se han escrito en el encuentro
antiimperialista a nivel mundial de los trabajadores sindicales. Es importante que como
investigadores y estudiantes tengan esas declaratorias para que ustedes puedan desarrollar
futuras visiones de nuestra sociedad boliviana. Son elementos que sirven para poder
desarrollar la investigación y escribir libros.
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Hermanos y hermanas, sé que han esperado mucho, demasiado, pero no es
suficiente esto, el movimiento campesino a la ciudad de El Alto le debe una profunda
admiración y una esperanza que guarda especialmente por los jóvenes alteños y alteñas,
ellos son los que simbolizan el sufrimiento de los campesinos y trabajadores, y es que ellos
van a defender esto porque creo que nosotros, los dirigentes mayores, ya hemos hecho la
tarea, pero les vamos a seguir acompañando, las ciudades rebeldes van a seguir naciendo,
–en Perú, por ejemplo, ciudades enteras están desapareciendo con la explotación minera–;
en Colombia el capitalismo desaparece los campesinos, los indígenas y a los trabajadores,
eso es como para poder reflexionar matinée, tarde y noche lo que puede pasar a futuro
todavía. En temas de alimento, ¿cuántos de nosotros estarán todavía comiendo la mitad ya
transgénico? El capitalismo ya está tomando control de los alimentos, control de la
tecnología agropecuaria, control del pensamiento, acaparamiento de tierras e insumos y
controlando al poder también. Ellos compran los fiscales, los jueces, solventan a los
militares y fabrican a los políticos al servicio del capitalismo. Esa estructura se ha roto en
Bolivia, pero hay que seguir construyendo, seguir fortaleciendo y luchando, no es suficiente
con lo que hemos dado hasta ahorita en 5 o 7 años. Recién estamos empezando.
Pero también están viniendo tiempos difíciles para el pueblo boliviano y América, el
blanco principal es Venezuela, sí o sí lo van voltear al gobierno democrático socialista,
instaurarán un gobierno de dictadura o capitalista, ya lo han hecho con Paraguay. Eso es lo
que se está aproximando. Compartiendo con muchas organizaciones sociales de otros
países lloran y además admiran, pero, ¿lloran por qué? Quisiéramos que Bolivia nos enseñe
o nos salve cómo podemos cambiar la estructura del Estado, es lo que dicen; lloran porque
su futuro es negro y quieren aprender de los bolivianos ese carácter de decisión de cambiar
la estructura del país y de los gobiernos al servicio del pueblo, el proletariado; los pueblos
tenemos derecho de hegemonizar también, pero el poder al servicio del pueblo y no de las
élites. Esos son los desafíos, estamos seguros también en El Alto de que en algún momento
nuevamente se va a levantar a para poder entrar a otra etapa, para concluir la independencia
total, es el trabajo que tenemos que hacer de manera conjunta, no solamente los dirigentes,
sino también los estudiantes, los trabajadores, y ahí yo le pediría que nos siga estudiando
como decía el hermano que ha introducido la parte del seminario de hoy día. Agradecemos
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a los hermanos especialistas e investigadores de otros países por venir a Bolivia a
investigar, estudiar y escribir. Hemos volcado el papel, antes nuestros estudiantes iban a
otros países y regresaban a enseñarnos, ahora es al revés, por eso para nosotros es
importante la admiración que tienen los investigadores, sociólogos, politólogos,
antropólogos, muchos científicos de lo que está ocurriendo en nuestro país, ya que es
gracias a estos pueblos rebeldes, a estos ciudades rebeldes que se ha emancipado en
cambiar nuevo modelo de la democracia, en constituir un nuevo modelo de Estado que sea
incluyente para todos, porque hasta el año 2005 simplemente era excluyente y de élites de
poder, y ellos eran administradores y funcionales al capitalismo, al neoliberalismo, a la
hegemonía del Imperio no solamente de Norteamérica, al Imperio europeo.
Estos días nos han visitado los hermanos vascos, han venido a compartir con los
hermanos alteños, ellos quieren independencia en España, no se consideran españoles
porque ellos tienen una cultura distinta que ha sido sometida por aquel país, quieren ser un
Estado Vasco y quieren que nosotros les respaldemos y les enseñemos como estructurar un
Estado independiente, libre y sobreaño. Es un tema que con ustedes, con el resto de los
estudiantes, pues la tarea nuestra es empezar a reflexionar políticamente y compartir.
En Bolivia se está constituyendo un nuevo modelo económico social comunitario.
Cuando Fidel Castro había reflexionando –eso deben saber– cómo vamos a derrotar al
Imperio norteamericano los cubanos han estudiado cómo se movía la hegemonía
norteamericana; éstos se mueven a través de los grandes empresarios, élites que dominan
las fuerzas armadas, etc. Pero nosotros si nos movilizamos con el pueblo, niños y niñas,
todos nos movilizamos, estamos seguros que le vamos a frenar y ganar la arremetida a a
Norteamérica, por eso Fidel Castro ha tomado esa característica de lucha. El gobierno que
quiere ser gobierno popular, al servicio del pueblo, tiene que unirse sí o sí a su pueblo, de lo
contrario va a ser sometido por el Imperio y el capitalismo, esa es la tarea que nos toca a
nosotros todavía porque tenemos esa esencia comunal, de los pueblos, nuestra lengua,
nuestra identidad y eso tiene que seguir adelante, muchas gracias.
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EL ENIGMA DEL CAPITAL: NEOLIBERALISMO Y CRISIS
La conferencia: «El enigma del capital: neoliberalismo y crisis» fue realizada en el
Auditorio de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Mayor de San Simón
(UMSS), ciudad de Cochabamba, el jueves 21 de agosto de 2014.
En el encuentro, David Harvey, se refiere de forma detallada al funcionamiento del
neoliberalismo así como a las diversas aristas con que hay que enfocar los análisis para la
comprensión de la crisis por la que atraviesa desde el año 2008.
Asimismo, la exposición contó con los comentarios del Ministro de Economía y
Finanzas Públicas del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce Catacora.
Presentador
Fernando Mayorga
Expositor
Dr. David Harvey
Comentario
Luis Arce Catacora
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PRESENTACIÓN
FERNANDO MAYORGA.- Estimado profesor David Harvey, distinguido
Ministro de Finanzas, Luis Arce, estimado Amaru Villanueva, director del CIS, quisiera
comenzar por agradecerles la organización del evento.
Sean bienvenidos docentes y estudiantes, público que se ha congregado para
escuchar al autor de una obra muy importante que recorre desde la geografía, pasando por
toda una reflexión del pensamiento marxista, hasta la aportación de significativas
reflexiones centradas en la caracterización del capitalismo a fines del siglo XX y comienzos
del XXI.
David Harvey es conocido mundialmente por sus aportes a la geografía, pero en los
últimos años ha promovido intensamente el debate en torno a la caracterización del
capitalismo en esta época de globalización. Tiene una formación amplia y una trayectoria
académica muy reconocida que se manifiesta en la producción de más de una decena de
libros, muchos de ellos traducidos al español, como su primero: Teorías y explicaciones
sobre geografía (1969), u otro publicado en México con el título: Límites del Capitalismo
en la teoría marxista (1990).
Uno de sus trabajos más clásicos nos conduce al debate entorno a la condición de la
posmodernidad, refiriéndose a los orígenes del cambio cultural, estudio que fue publicado a
finales de los años 80’s y traducido a finales de los años 90’s.
Asimismo, el año 2004 publica: El nuevo imperialismo: acumulación por
desposesión, cuyas tesis han estado como telón de fondo en las conferencias que brinda
durante su visita a nuestro país. Un año más tarde da a conocer el texto: Breve historia del
neoliberalismo, obra clásica que fue traducida por Akal el año 2007, cuya reciente edición,
en el marco de la visita del profesor a nuestro país, ha sido publicada por el Centro de
Investigaciones Sociales (CIS) de la Vicepresidencia.
Pero, como una excusa para resaltar algunos aportes de la obra del Prof. Harvey es
que voy a referirme al neoliberalismo, sobretodo tomando en cuenta que está en un proceso
de desmontaje.
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Y, ¿qué es el neoliberalismo? El Prof. David Harvey hace una interpretación muy
sugerente de la cual voy extraer cinco claves que considero son, además, pautas
metodológicas para pensar casos nacionales, puesto que el trabajo de Harvey mira el
despliegue del neoliberalismo a escala planetaria, resaltando su cualidad en tanto doctrina
que apuntaba el capitalismo para las transformaciones políticas y culturales acaecidas a
finales de los años setentas, y expandidas en todo el mundo bajo diversas modalidades,
entre las que destacan casos heterodoxos de transformación al capitalismo, como los casos
chino y ruso, y otros más ortodoxos como los sucedidos en América latina a finales de los
ochenta y después de la crisis de la deuda externa.
En primer lugar, para el profesor Harvey, el neoliberalismo es ante todo una teoría
de prácticas político económicas que propugnan el despliegue de las capacidades
individuales empresariales bajo un marco institucional que se sustenta en la plena vigencia
de los derechos de propiedad privada, de mercado y libre comercio, en un escenario en el
cual el Estado brinda el espacio institucional para su desarrollo a través de medios legales y
coercitivos.
Desde su puesta en marcha en los años 70’s del siglo pasado, con esas fuerzas que
conocemos de regulación, privatización, achicamiento del Estado, el pensamiento
neoliberal se fue convirtiendo en una forma de discurso con carácter hegemónico, al
extremo de convertirse en un sentido común, en un sistema de creencias acerca de de la
economía y el desarrollo. Convirtiéndose, inclusive, en una ética en sí misma, en una guía
de comportamiento humano, he ahí su capacidad de expansión a escala planetaria.
Pero el punto que quiero rescatar es la incidencia respecto a la construcción del
consentimiento político del neoliberalismo, es decir, cómo este modelo construye su
hegemonía discursiva desde principios de los años 80’s a través de medios democráticos,
estableciendo lazos entre la cultura y la política, articulando y configurando un sentido
común que, luego, se convierte en creencia social y asume formas particulares en cada
nación o región pero que, en todos los casos, cuenta con un aporte estatal que termina
legitimando un nuevo modelo de acumulación dentro del capitalismo. En síntesis, el
neoliberalismo tiene capacidad hegemónica porque puede articular la cultura y los sistemas
políticos y económicos y convertirlos en sentido común.
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En segundo lugar, David Harvey destaca el carácter desigual del desarrollo del
neoliberalismo puesto que su aplicación depende de la combinación entre las fuerzas
políticas, las tradiciones históricas y los pactos institucionales de cada país, es decir, es una
forma hegemónica que se materializa en cada situación nacional de acuerdo a las
condiciones existentes, por eso su carácter desigual.
Y, a partir del punto anterior, me interesa destacar la insistencia del profesor por
caracterizar al Estado neoliberal, tal vez desde una mirada genérica pero siempre
desnudando su forma política inestable y contradictoria en tanto que depende de las
peculiaridades de la estructura institucional, del ejercicio del poder político y de las
funciones que tienen los aparatos ideológicos y coercitivos del Estado, en otras palabras,
pende de una suerte de tensión entre lo general y lo particular, lo heterogéneo del
despliegue del neoliberalismo y su materialización estatal.
En cuarto lugar, quisiera comentar una sugerencia metodológica. Si bien es difícil
establecer una naturaleza general del Estado neoliberal, excepto en el papel que juega en
beneficio de las condiciones favorables para el mercado, sí se preocupa por la promoción
de leyes en favor de la iniciativa privada y de las empresas. Ahora bien, y este es el quinto
aspecto que quiero resaltar de la obra, Breve historia del neoliberalismo, del profesor
Harvey: si hay un desarrollo desigual del neoliberalismo, la forma estatal afín a esta política
y modelo presenta un carácter inestable y contradictorio, es decir, existen a sí mismos, por
tanto también hay variadas respuestas y críticas a las propias contradicciones del sistema.
Por ejemplo, hay respuestas dentro del propio modelo neoliberal que son de corte
autoritario y conservador, como son las que promueven actualmente los grupos
neoconservadores de EE.UU., asimismo, hay respuestas que solicitan el intervencionismo
estatal y son de carácter keynesianas, dejándonos en claro las variadas respuestas al
sistema.
Igualmente existen alternativas al neoliberalismo que se expresan a través de lo que
éste denomina: culturas opositoras, las que, en realidad, constituyen estas acciones de la
sociedad civil que cuestionan desde otras creencias el individualismo y la búsqueda de
ganancia. Culturas opositoras y movimientos sociales de protesta, y en el caso de
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Latinoamérica, partidos o coaliciones de gobiernos, de aquello que se llama “giro a la
izquierda”.
Finalmente, sólo deseo invitarles a leer ese trabajo que ofrece un recorrido por la
caracterización del neoliberalismo, sus formas estatales y las discusiones críticas, para
concluir en esta formulación, propositiva y beligerante, que señala la necesidad de
desplegar articuladamente las luchas teóricas, culturales y políticas, en aras de forjar un
programa alternativo al neoliberalismo. Bolivia es, en esta perspectiva, un ejemplo de esa
combinación y programa alternativo al neoliberalismo. Muchas gracias.
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EXPOSICIÓN
DAVID HARVEY.- Muchas gracias por esas presentaciones. Quiero decir que he
leído mucho acerca de Bolivia pero es la primera vez que vengo a este país. Quiero decir
que estoy encantado de estar acá y expresar mi agradecimiento y admiración por el ejemplo
político que ha salido desde Bolivia en los últimos 10 a 15 años, considero que esto ha
significado una gran diferencia en la manera en cómo pensamos el mundo.
En este país la gente tiene ganas de cuestionar y una voluntad de demostrar
liderazgo, como por ejemplo, cuestionando el cambio climático. Por lo tanto, estoy
agradecido por la inspiración que he recibido estudiando el caso boliviano y créanme que es
un gran privilegio para mí estar acá. Considero que han cambiado el mundo y para mejor.
Pero, esta noche no quiero hablar acerca de los dos libros que tienen ustedes en sus
manos sino de otro que no tienen en sus manos. Se trata de mi última publicación que lleva
por título: Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo (2014), cuya traducción en
español ha sido concluida hace cinco días; algunas copias ya están por acá, aunque no
tuvimos la oportunidad de traerlas hasta este recinto.
El punto que trato de abordar en este libro es la manera cómo Marx habla acerca de
las contradicciones del capital y como trató de señalar de dónde vienen los problemas del
capital, es decir, cuál es el origen de las crisis puesto que sólo analizando estas situaciones
se nos vendrán las ideas de qué clase de acción política requerimos llevar a cabo para
enfrentar las contradicciones del capital y, como efecto, tratar de definir una sociedad no
capitalista y una política anticapitalista.
Una vez enunciado esto lo mejor que podemos hacer es entender, primero, a qué me
refiero con la palabra contradicción. Por ejemplo, si les digo que “todos los pájaros negros
son negros” pero, también digo “todos los pájaros blancos son blancos”, ahí constatamos
una contradicción, una exclusión mutua, pues o es uno o es lo otro. Esa es una manera de
entender las contradicciones.
Pero, para seguir a Marx se debe partir de la base de que las contradicciones en el
marxismo vienen de manera dialéctica; en el sentido que una contradicción son dos
pensamientos opuestos contenidos en una situación, dentro de un evento, dentro de un
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70
proceso, revelando de una u otra manera un conflicto. Un ejemplo de lo anterior pudiera ser
el siguiente: yo soy una persona profesional y dedico la mayor parte de mi vida lidiando
con la contradicción de mi ambición profesional, de las preocupaciones sobre mi profesión
y mis deseos de vivir una vida personal razonable sin ser frustrada –estoy seguro que
ustedes me entenderán esto– por ir al trabajo a las seis de la mañana o despertarse a las
nueve en lugar de pasar el tiempo sentado en un sofá, con un buen trago o tomando un buen
paseo. De esa manera la contradicción entre la vida personal y la profesional están en uno y
depende de uno que manejemos esta situación de manera correcta, el problema se presenta
cuando en ocasiones entramos en un campo al que Marx le llama la absoluta contradicción,
esto es que las cosas se tornan tan tensas que deben cambiar y estás obligado a tomar una
decisión: o cambias tu vida personal o consigues un nuevo trabajo.
Esa es la clase de tensión que lleva a una crisis en la vida personal y en las
relaciones sociales, esas son las contradicciones que a Marx le interesan, no aquellas de las
que acabamos de hablar sino éstas que son internas, lo que él se centrará en las producidas
al interior del capital.
Cuando releí la obra de Marx encontré que escribía mucho de estas fuerzas
contradictorias y pensé que si escribía un libro llamado: 57 contradicciones, la gente
simplemente se iba a aburrir o perder, por lo cual decidí resumirlas en tres series:
contradicciones fundamentales, contradicciones transformacionales y contradicciones
peligrosas. Sólo una vez realizado ese proceso reparé en que tenía el número 17 pues me
fijé que eran siete las contradicciones fundamentales, siete las contradicciones transitorias
–que se mueven– y tres las contradicciones peligrosas –casi fatales–. Pero, otra cosa, me
di cuenta que eran números primos y recordé entonces cierto poder místico de los números,
porque tenía dos veces el número 7 y una vez el número 3. Alguien me dijo que en la
tradición judía, en la Torá, el 17 es un número muy significativo. Incluso un amigo mío
muy cercano que tiene la costumbre de decir la palabra “diecisiete” cada vez que se queda
sin palabras, haciendo entender que no sabe qué decir.
Eso es algo que me molesta del punto de vista de Marx sobre las contradicciones,
porque, básicamente, lo que sucede es que, y en esto yo soy culpable, si no entiendes qué es
lo que está pasando simplemente, sonríes y dices “es una contradicción, ¿verdad?”, y fin
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de la discusión, cuando en realidad debería ser el inicio del debate; al fin y al cabo: ¿qué es
una contradicción?, ¿cómo funciona?
Por estas razones vamos a hablar sobre algunas contradicciones, empezando con la
número 15, aclarando antes que la serie no está numerada en orden de importancia ya que
las tres contradicciones peligrosas están al final del libro y no al principio.
Entonces, la contradicción número 15 señala que se trata de mantener un
permanente rango de crecimiento en un mundo finito. De alguna manera, esta es una
contradicción simple, pero el sistema del capital es un sistema de crecimiento, tiene que
crecer para sobrevivir. La necesidad de ese crecimiento del capital proviene de la idea de la
producción y la apropiación de plusvalía, lo que significa que el capital diario debe haber
conseguido alguna ganancia al final del día, no puede ser que durante la mañana hayas
tenido x y en la noche x, si has puesto x en la mañana es porque en la noche deberás tener
xx, y mientras más se tiene, más se quiere.
En este proceso histórico se ha producido, según sabemos, un crecimiento promedio
en la economía global de un 2 o 3% cada año. En algunas décadas, como la de 1930, era
mucho menos que eso pero, ya en las de 1950 y 1960 el crecimiento promedio siempre
estuvo en el orden de un 2 o 3%.
De esa forma, este concepto de 3% de crecimiento lo encuentras a menudo
expresado en los reportes financieros de la siguiente manera: cuando se tiene un reporte que
informa que la tasa de crecimiento es de 3% la gente se queda satisfecha y, por el contrario,
si es menor a 3% la gente comienza a sentir que la economía está decayendo; pero, cuando
se reporta “cero” la gente siente que estamos en crisis, mientras que si es negativo, la gente
dirá que estamos en una gran crisis, más aún, cuando aquel reporte indica un 4% se piensa
que es fantástico, mientras que con un 5 % la población se alegra, aunque, paradójicamente,
si el reporte apunta un 10%, la misma gente se alarma y señala: “creo que hay un
sobrecalentamiento, mejor tener cuidado, podríamos explotar”. Por tanto, un 3% es una
regla significante, aunque lo más importante es tener la claridad que esa cifra es la
expresión de un crecimiento compuesto.
Resulta atractivo notar que cuando dices crecimiento compuesto la gente suele
exclamar “¡qué es eso!”, es decir, desconoce absolutamente su significado, que no es otro
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72
que el momento cuando las cosas se multiplican, se multiplican y se multiplican. La mejor
manera de explicarlo es con una historia clásica, la del inventor del ajedrez, a quien el rey,
el sultán o alguien por el estilo, le ofreció una recompensa por haber inventado un juego tan
maravilloso. Pero, ¿saben ustedes qué fue lo que el inventor del ajedrez pidió como
recompensa? En la ocasión dijo lo siguiente: “pongan un grano de arroz en el cuadro 64
del tablero de ajedrez, en el siguiente coloquen el número de granos que doblen la
cantidad del anterior –o sea que tendrías dos–, cuatro en el siguiente, ocho en el cuarto,
16, 32, 64, etcétera.” El problema es que al momento de llegar al cuadro 24 habría agotado
toda la existencia de arroz no sólo del reino sino del mundo entero. Es el mismo efecto que
provoca el crecimiento compuesto, cuya curva ascendente se suma.
Y, ¿cómo era el 3% de crecimiento compuesto en 1820? Era posible, llevadero y se
servía de un espacio amplio para su reproducción, ya que aún existían muchos lugares en el
mundo a donde no había llegado el capitalismo y mucho trabajo que no era asalariado. La
señal se hará clara en 1900, época en la que el imperialismo estaba en pleno auge en todo el
mundo pero que aún disponía de espacios para la producción, incluso, en 1970 no era
descabellado pensar que existían espacios abiertos en el mundo. Sin embargo, a partir de
1970 China ingresó en el sistema capitalista mundial y parte de la que era una población
campesina y rural fue desplazada hacia las ciudades y convertida en trabajadores
asalariados.
A lo anterior hay que sumar el hecho de que cuando el imperio soviético colapsó se
integró al sistema capitalista. Por tanto, nos enfrentamos de golpe a la pregunta: ¿es posible
mantener un ritmo de 3% de crecimiento compuesto con todo lo que está sucediendo en
China, Norte América, América latina y parte del sur de Asia?, ¿qué daño le provocará a la
Tierra, en los siguientes sesenta años, este tipo de crecimiento?
Imagínense el crecimiento compuesto en su propio jardín, observen su automóvil,
miren lo rápido que funciona y piensen, dentro de los siguientes 20 o 30 años, cuando haya
multiplicado su velocidad, ¿en qué clase de ciudad iremos a vivir?
La urbanización ha llegado a dominar más y más espacios en nuestro planeta,
vivimos en un mundo que podríamos llamar fácilmente planeta urbanización. A comienzos
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del siglo XX sólo el diez por ciento del mundo estaba urbanizado, en cambio, hoy más del
50% del mundo, cifra que ascenderá próximamente a un 60 o 70%.
Por estas razones el crecimiento compuesto es un problema actual, pues cuando
miras su curva exponencial puedes apreciar que se eleva lentamente hasta aproximarse a lo
que llamamos punto de inflexión, donde el crecimiento compuesto pasa a convertirse en
algo que resulta cada vez más insostenible y, de hecho, si miran los cuarenta años de
neoliberalismo se darán cuenta que existen señales de ese problema. Por ejemplo, como el
dinero del capital necesita tiendas rentables para invertir, durante los años 90’s y 2000 el
FMI reportaba, una y otra vez, con frases que decían: “el mundo está inundado de
liquidez”. Eso quiere decir que existe mucho dinero y nadie parece saber qué hacer con él.
En mi definición de crisis considero la existencia de plusvalía de capital y plusvalía
de trabajo, y aunque parecería que no es una vía constructiva en la que el capital y el
trabajo puedan estar de la mano en tareas sociales útiles pero es el tipo de crisis que
arrastramos desde el 2007 y 2008.
En los negocios de Estados Unidos se tiene muchísimo dinero en efectivo y no
saben qué hacer con él. Entonces, ¿qué hacen?, nada, simplemente no hacen nada, aunque
haya desempleo masivo. Un toque de esto es lo que ves cuando conoces en profundidad la
irracionalidad del sistema capitalista, es en ese punto cuando te das cuenta que el
crecimiento ha causado una contradicción donde la capacidad de producción y el poder
laboral no pueden juntarse más, aún cuando ves requerimientos masivos que necesitan
beneficiar a la población en su conjunto.
Por eso insisto en la relevancia de la cuestión del crecimiento compuesto. Esa
contradicción que les he señalado es muy difícil de responder, a menos que esta sea una
interesante lección del capitalismo pues no hay que olvidar que es un sistema que se adapta
a todo y buscará una manera de lidiar con el problema del crecimiento compuesto.
En un nuevo ejemplo, veamos rápidamente cómo se han desarrollado los modos de
consumo históricamente. Cuando el capital estaba en su primera etapa fabricaba productos
de gran durabilidad, y para ilustrar eso siempre cuento esta historia: yo continúo utilizando
los cuchillos y tenedores de mi abuela que fueron fabricados en Sheffield en algún
momento de 1890, y son espléndidos y maravillosos objetos, o al menos eso creo yo –mi
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esposa no–. Por eso ella me dice: “¿por qué no te deshaces de esas cosas?”, a lo que
respondo: “no, amo estos cubiertos.”
El problema se presenta en que si aceptamos que el capital produjera cuchillos y
tenedores como los de antaño, hace mucho tiempo hubiera dejado de existir. Y para lidiar
con su propia suerte, ¿qué hace el capital? produce, por ejemplo, objetos que no puedan
durar, fabrica mercancías de mala calidad, en el sector inmobiliario, por ejemplo, eso es
muy ilustrativo ya que hoy en día puedes construir casas con materiales que no durarán más
de treinta años y no siglos, como antes.
Paralelo a ese proceso de producción de mercancías de mala calidad va convirtiendo
los productos en obsoletos. Les cuento que tengo una vieja computadora Macintosh en mi
mesa y toda persona que la ve me dice: “¿qué es eso?”, y yo les respondo: “pero si solo
tiene 15 años”; de inmediato ellos me recomiendan que compre una nueva computadora y,
ojalá, la renueve cada dos años o cada seis meses.
Lo que deseo ilustrar con eso es como convirtieron el tiempo en un material de
consumo que se está acelerando, y por supuesto, tenemos a las compañías de publicidad
que se aseguran de ello. Tienes innovaciones muy veloces, en un minuto ofertan un iPads y,
luego, sale al mercado otra cosa, pues la industria electrónica es algo fantástico aunque de
obsolescencia instantánea, las cosas son aceleradas por el consumo convirtiéndose la
velocidad en una cuestión absolutamente esencial para la dinámica del capital.
La cuestión está en que acelerar la producción, acelerar el consumo, no es
necesariamente un negocio satisfactorio. Está bien que tengas la última Mac o la última
maravilla electrónica, pero alguien va a tener algo mejor que tú en menos tiempo, entonces,
te darás cuenta que te desenvuelves en un mundo de perpetuo deseo incumplido, porque si
el deseo se cumple, el capitalismo moriría.
Debemos tener claridad en que el capitalismo trata de construir un mundo de deseos
incumplidos que al final produce comportamientos indeseables. Por ejemplo, una de las
maneras como se acelera el consumo es dejar de producir objetos para, en su lugar,
producir imágenes y espectáculo. Hay un gran libro escrito en 1967 por Guy Debord que se
intitula: La sociedad del espectáculo, allí se sugiere que es lo que está pasando con la
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sociedad que ha sucumbido a la venta de espectáculos y en la que el producto es un
espectáculo.
La aceleración es mejor capturada en el hecho de que más y más nos tratan de
impulsar a consumir espectáculos, los que, de paso, absorben una vasta cantidad de
recursos y tiempo de trabajo pero que son consumidos instantáneamente. Si se requiere una
historia de ello es muy sencillo, simplemente pueden ver el espectáculo permanente que es
Google y buscar cómo fue la ceremonia de apertura de las Olimpiadas de hace 40 años y
compararlas con las realizadas en la actualidad. A continuación pueden reflexionar cuánto
se gastó en ellas y cuántos recursos se necesitaron para su puesta en marcha, y les puedo
asegurar que de inmediato se darán cuenta como las Olimpiadas u otro evento deportivo
masivo de hoy se adscriben a lo que es la producción de mega eventos, de ahí que se
tropiecen con un Brasil que necesita gastar mucho dinero en nuevos estadios para el
Mundial de fútbol y las Olimpiadas del 2016.
Lo interesante de esto es que ningún país que fue sede de los Juegos Olímpicos ganó
dinero, al contrario, se endeudaron tanto que no se pudieron recuperar, y el caso más
ilustrativo de eso ha sido Grecia. Es cierto, habrá quienes pueden discrepar si la crisis
griega se debió a la gran cantidad de dinero invertido en los Juegos Olímpicos, pero, al
menos yo considero que estos fueron elementos que contribuyeron considerablemente a la
debacle del país heleno.
El mismo fenómeno se presenta en la economía global de producción en la que se
habla de acelerar la producción, reducir el tiempo y moverse más rápido. Están haciendo
cosas maravillosas pero locas, por ejemplo, con animales y la ingeniería genética, no
solamente estamos produciendo más sino que más rápido. En los Estados Unidos solíamos
producir una camada de cerdos por año mientras que ahora se producen hasta tres camadas
por año. De esa velocidad es de la que les hablo.
Y, fíjense, esa dinámica acelerada, aunque les parezca increíble, ha afectado al
mundo académico. Recuerdo mis tiempos de estudiante de la Academia en los que si
escribías uno o dos libros en toda tu vida eras ya considerado un académico porque nadie
podía escribir más de dos libros en la vida. Hoy, si no se produce un libro por año la gente
pensará que has muerto, a si que estoy asegurándome de producir un libro por año para
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asegurarme que estoy vivo. Y les cuento una anécdota, una vez allá por 1990, alguien gritó
desde el público: “¡el marxismo ha muerto!”, y yo le respondí: “pero, si estoy vivo…”.
Pero, este tema de acelerarse, apresurando la configuración ideológica, la prisa de la
moda académica, la prontitud de la moda en el vestir, y en general, la aceleración de todos
los aspectos de la vida, en algún punto te frustran o, en el mejor de los casos, te obliga a
querer sentarte y estar en silencio, no tener nada en lo que pensar ni preocuparte de lo que
vendrá.
Eso me lleva a la primera contradicción expuesta en el libro, referida a la
contradicción entre el valor de uso y el valor de cambio. Como sabrán, los productos tienen
ambos tipos de valor, aunque no puedas abrirlos y decir: “esto es el valor de uso y esto es
el valor de cambio”. El ejemplo que más me gusta usar es el de una casa. Una casa tiene su
valor de uso que es que vives en ella, comes en ella, duermes en ella, tienes hijos en ella, es
tu seguridad y una serie de cosas más, en otras palabras, tienes todos esos valores adheridos
al concepto de tu casa. Pero para conseguir ese valor de uso, generalmente, debo gastar un
valor de cambio.
Inicialmente, y esto pasa en muchas partes del mundo –incluyendo Bolivia–, la
gente construye su casa con la ayuda de sus vecinos y el valor de uso es autoproducido, lo
cual hace que el componente del valor de cambio en la construcción de una casa sea muy
pequeño, reducido sólo a la materia prima: arena, ladrillos, adobe, etc. O sea, el valor de
uso se produce de manera directa, sin la intervención del valor de cambio. Pero, a partir del
siglo XVIII encontramos un nuevo sistema de producción en el que la gente, buscando
valor de cambio construirá casas para vender o alquilar a otros, es justo ahí donde se pone
en movimiento ese sistema de valor de cambio para valores de uso y, por supuesto, con ello
surgió la interrogante de cuán bien le va al sistema de valor de cambio para producir
valores de uso, lo que significaba que la gente debería pagar para utilizar los valores de
uso.
Para 1930 algo nuevo comenzó a suceder. Puesto que construir casas tomaba mucho
tiempo y era difícil conseguir el dinero para fabricarlas, algunas reformas fueron
implementadas por el capital, por ejemplo, las hipotecas, desde entonces podías prestarte
dinero para comprar una casa, lo que parecía una buena cosa porque la gente podía tener
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acceso a una vivienda, considerándosele, además, a la casa como propiedad privada y no
una propiedad común, por tanto, la propiedad privada en las casas y la manera de financiar
su compra vinieron de la mano para generar un camino particular en la manera que los
valores de uso eran construidos en los mercados.
Ésto tiene sus ventajas y desventajas ya que una vez que entras en el mundo de las
hipotecas te conviertes en sujeto de los locos comportamientos del sistema de créditos,
porque algunas veces éste funciona bien, y otras veces, mal.
De todos modos, la gente que adquiere créditos adopta una actitud distinta hacia el
lugar donde vive; ya en 1930, en Estados Unidos se percibía que lo mejor del
financiamiento por hipotecas, y de tener una casa, es que los dueños de una vivienda
hipotecada no entrarían nunca en huelga, que el sistema de hipotecas actuaría como un
mecanismo de control social o como una medida de incorporación a la lógica capitalista, la
que determinaría, en cierta medida, tu vida ante la necesidad de pagar tu hipoteca. Claro, es
cierto que en algunos casos la gente entra en conflictos a causa de ello y los gobiernos se
ven obligados a implementar tal o cual programa pero, lo indiscutible es que a partir de esa
época y con la utilización de esos mecanismos, el sistema de valor de cambio cobra mayor
relevancia al momento de entregar valores de uso a las casa.
Igualmente, desde los años 70’s –coincidentemente con los términos neoliberales–,
de repente el sector inmobiliario se convirtió en un vehículo para ahorrar bienes, guardando
los valores como un bien. De esta forma, dicho sector se transformó en un vehículo de
especulación: “me hago un préstamo de dinero, compro una casa con el dinero prestado y
si el mercado va hacia arriba vendo la casa dos años después y gano 10 mil o 15 mil
dólares”, esa fue la lógica de toda esta especulación en el mercado inmobiliario.
Cuando llega la década del noventa ya podíamos señalar con precisión un desajuste
que era aplicable a Estados Unidos y, también, a España e Irlanda que dice relación con que
tan pronto como llegas a ese punto de actividad especulativa el mercado inmobiliario deja
de ser absolutamente esencial para la dinámica del mercado.
Lógicamente siempre existe un problema en el tema de la plusvalía del capital y esa
década no fue la excepción, comenzando a presentar problemas para disponer de un lugar
donde invertir y encontrándolo, posteriormente, en las empresas de la web. Como efecto de
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ese modo de acción entraron en quiebra Enron, Worldcom y otra serie de compañías
especuladoras. En aquel momento, nuevamente, el dinero comenzó a fluir hacia el mercado
inmobiliario que presentaba una gran oportunidad para especular pero, como una inmensa
cantidad de familias no podía acceder al crédito por carecer de recursos, el gobierno decidió
otorgar créditos a familias de bajos ingresos mediante un programa social que ayudaba a la
gente pobre a tener una casa para así poder acceder al sueño americano.
Y, tras el paso del tiempo, ¿qué repercusiones tuvieron esa clase de políticas?
Fueron creando, paulatinamente, la llamada burbuja inmobiliaria que, para el 2007 y 2008,
creció tanto que llegó a colapsar, y junto a ella, todo el sistema financiero que la mantenía,
provocando que la crisis fuese exportada a otros lugares del mundo al permitir a la
compañía Lehman Brothers ir a la quiebra. Lo notable es que dicha crisis le permitió a la
gente darse cuenta que el valor de uso de las casas en Estados Unidos fue perdido a causa
del valor de cambio, que el sistema se estructuró de tal manera que pudiera sacar el mayor
provecho posible.
Indudablemente el sistema de valor de uso – valor de cambio es conflictivo, por esa
razón fue que los gobiernos neoliberales plantearon: “no vamos a proveer más viviendas
sociales, no dispondremos más de financiamiento público y cerramos el sistema público de
viviendas”, palabras de Margaret Thatcher en Gran Bretaña.
Como pueden ver allí está la raíz de cuando de ser un bien público la casa se
convierte en una propiedad privada, lo que es, por supuesto, de lo que se trata el
neoliberalismo: privatizar y mercantilizar todo lo que esté a la vista. Precisamente, bajo este
sistema la casa que fue otorgada con fines sociales por el Estado comienza a venderse como
propiedad privada, y el gran problema de esa política es que cuando vendes una propiedad
privada a la gente de bajos ingresos lo haces a sabiendas de que la gente no se quedará ahí,
no podrá mantener su vivienda por largo tiempo. En Londres, por ejemplo, todas las
viviendas sociales que estaban en el centro fueron privatizadas y, con el tiempo, adquiridas
por gentes con mayores recursos económicos, lo cual acarreó una crisis.
Lo que les he estado explicando nos lleva a una conclusión política, que las dos
contradicciones que les he mencionado generan, inevitablemente, contrapolíticas. Por
ejemplo, la contrapolítica en el sector inmobiliario es la siguiente: la vivienda nunca debe
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ser considerada como una mercancía sino como un derecho humano. Sucede algo similar
con la mercantilización de la educación, donde para enviar a un hijo a estudiar al sistema
universitario estadounidense debes desembolsar 50 mil dólares al año, provocando que la
gente entre en quiebra o tenga que endeudarse. Para que se sorprendan, sepan que hoy en
día existen estudiantes que tienen una deuda colectiva de trillones de dólares por haber ido
a la universidad, y, ¿adivinen qué? los estudiantes endeudados no son los que participan en
una huelga o son activistas políticos, al revés, bajan la cabeza y piden trabajo para pagar su
deuda y dicen: “no causaré ningún problema”. Control social, una vez más.
Es esa suma de elementos la que nos obliga a entender el tema inmobiliario como
un derecho humano, la educación, la salud, el acceso adecuado a la alimentación como
derechos básicos, y en caso de no cumplirse esto debemos pensar en todo momento que se
están violando los mismos. Por eso siempre pregunto a la gente: “¿prefieres vivir en una
sociedad que facilita el acceso a una alimentación adecuada, una vivienda cómoda, un
buen ambiente, acceso a la educación y salud, o prefieres vivir en una en la que todos estos
derechos son proveídos por un sistema de valor de cambio, el mismo que sabemos que en
Estados Unidos es corrupto, que trata de extraer de la población el máximo posible de
dinero, sobre todo el de los más vulnerables?” En Estados Unidos, la población
afroamericana y la hispánica perdieron el 60% por ciento de sus bienes en la crisis
hipotecaria, fueron barridos y sinvergüenza alguna robados por el capital financiero. Las
cifras más serias señalan que esos sectores sociales perdieron casi 40 mil millones de
dólares, mismo monto que le fue otorgado a Wall Street como bonos de incentivo ese
mismo año.
Ese es el dilema del sistema de valor de uso – valor de cambio, y se conecta con el
dilema del crecimiento compuesto porque éste se trata del crecimiento del valor del dinero
y los bienes monetarios, donde la provisión adecuada de valores de uso decentes no tiene
que crecer de la misma manera.
Marx creía que un mundo de valores de uso es todo lo que debería haber y que
deberíamos hacer desaparecer los valores de cambio. En este punto debo concluir: primero,
he intentado darles un análisis simple de la situación basándome en las categorías de Marx,
análisis revelador en cuanto se aproxima a la dinámica de lo que sucede en nuestra sociedad
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actualmente. En segundo lugar, he procurado señalarles todos aquellos lugares donde
debemos ejercitar presión, porque, aunque no pueda imaginar que podamos cambiar el
sistema de valor de uso – valor de cambio de la noche a la mañana, sí puedo imaginarme
que podemos hacerlo paso por paso para que algunos elementos se salgan de la producción
de mercancías y se conviertan en un flujo de valores de uso para la población masiva, he
mencionado algunos de éstos: educación, salud y vivienda.
El tercer y último punto que propongo es el siguiente: cuando hablamos, como lo
hemos hecho hoy, a la gente que ha perdido su casa, se hace imprescindible que ellos
comprendan de la misma forma el fenómeno de su despojo, porque sucede que en Estados
Unidos la mayoría de las personas que perdieron sus casas piensan que fue su propia culpa,
lo que nos refleja que la gente ha internalizado la ética neoliberal de responsabilidad
personal y piensan que no se trata de un problema sistémico del capital. “Es mi culpa”, es
lo mismo que decir que la culpa es de la víctima y la única salida ante toda esta desgracia es
hacer lo que Margaret Thatcher hizo bien: cambiar la mentalidad de la gente y la manera de
cómo ven las cosas. Esta señora nos hizo creer que lo único que importa es el individuo y
la responsabilidad personal, que si las cosas van mal es por culpa tuya y no del sistema.
Ella nos enseñó eso y lo internalizamos. Lo alentador es que poco a poco vamos cambiando
esa mirada y debo decirles que una de las cosas que inspiran, cuando comienzo a pensar en
la experiencia boliviana, es ese cambio de mentalidad fundamental que se requiere.
En la teoría del cambio social de Marx, cambiar la percepción que se tiene de la
realidad es tal vez lo más importante y, por supuesto, con ello no estoy diciendo que el
mundo va a cambiar por mi cambio de mentalidad, aunque sí se puede decir que sin un
cambio de mentalidad ningún cambio de mundo es posible.
¿Cómo tomamos una situación en la que seis millones de personas perdieron su casa
pensando que fue su propia culpa? Denunciando que fue culpa de la estructura del sistema
y de los procesos sistémicos de despojo, pillaje y robo. Pero, ¿cómo hacemos eso de
manera efectiva? Debemos debatirlo.
Como les dije al inicio, estoy profundamente agradecido por lo que sucedió acá en
Bolivia porque ayudó a cambiar el argumento global. Necesitamos que continúen, muchas
Gracias.
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COMENTARIO
LUIS ARCE CATACORA.- Quisiera comenzar con un saludo especial al profesor
David Harvey, al compañero Amaru Villanueva, representante de la Vicepresidencia, y por
supuesto, a la representación de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), a Fernando
Mayorga, a los docentes y estudiantes.
Me siento muy honrado de poder dirigirles unas palabras para comentar un trabajo
que esperamos muy ansiosos. Un trabajo que da cuenta de las contradicciones del sistema y
de la dependencia que nos ha traído el neoliberalismo mediante formas que se han
transformado en rutina porque, en realidad, ese sistema es una forma de vivir, de pensar y
hacer las cosas.
Un sistema que no da espacio al que cuestione esa forma de ver, subrayo esto
porque nos ha tocado experimentar ese proceso en nuestro país. Cuando osábamos –en la
década de los noventa como docentes en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA)–
hablar de que el Estado debía intervenir en la economía no pocos exponentes del
neoliberalismo se burlaban de esa propuesta ya que implicaba un sacrilegio en la ortodoxia
y en el dogma del manejo de la economía.
También sufríamos de otro dogma cuando planteábamos la bolivianización de la
economía nacional, ya que a la sazón surgían voces que planteaban ir a la dolarización,
otra supuesta característica impulsada por Estados Unidos y sus socios capitalistas en aras
de generar una supuesta estabilidad económica. Se decía que era bueno dolarizar la
economía de un país porque íbamos a tener la inflación que tenían los Estados Unidos, ese
era uno de los argumentos más fuertes esgrimidos.
Infelizmente estábamos contra la pared y prácticamente solos en la batalla de
bolivianizar la economía nacional, aún más, estaba el antecedente directo de la dolarización
de la economía ecuatoriana y la Argentina con el Plan Cavallo que había hecho la
conversión uno a uno, lo que equivalía a que un peso argentino costaba lo mismo que un
dólar, situación que nos tenía a un pasito de la dolarización. Pues bien, con todos esos
argumentos nos ponían contra la pared por pensar distinto, por sostener que había que
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bolivianizar en momentos donde la ortodoxia neoliberal apuntaba a que debíamos dolarizar
la misma.
Para fortuna nuestra e infortunio de los hermanos argentinos, el Plan Cavallo
colapsó rotundamente y aún conservamos en la retina imágenes estremecedoras de la
televisión argentina trasmitiendo el hambre y los saqueos que hubo de sufrir ese año su
población. Pero, esos hechos son los que logran revertir la tendencia hacia la dolarización
en Bolivia.
El pensar diferente, el distinguir el valor de uso y el valor de cambio de las cosas,
era pues un sacrilegio a la lógica neoliberal. Desde entonces han transcurrido muchos
hechos en este periodo de transición, en este periodo de modificación de la estructura
económica del país, los que están exactamente en sintonía con lo que menciona el profesor
David Harvey. Nosotros planteábamos, aún habiendo resistencia en nuestro propio
instrumento, que el proceso de cambio era al mismo tiempo un proceso de cambio mental
que teníamos que hacer los bolivianos, que debíamos resaltar la culturalidad, aceptar que
convivimos en un mismo territorio varias naciones e identidades y que, por lo tanto,
debíamos promover profundas transformaciones pese a las voces ortodoxas de ese
momento.
Una voz que sonaba con fuerza en esos años sostenía que si nacionalizábamos los
hidrocarburos se iban a ir las empresas petroleras, que no era posible pensar en nacionalizar
porque nadie iba querer venir a nuestro país a invertir. Y esto es muy importante que lo
sepan nuestros jóvenes estudiantes porque muchos de ellos no han vivido de cerca el
neoliberalismo como tampoco el periodo de los golpes y las dictaduras militares en la
década de los años setentas, siéndoles difícil pensar hoy –que vivimos en democracia y esta
nos resulta habitual– que en algún momento hubo gobiernos dictatoriales que nos quitaron
hasta el derecho de hacer una fiesta, cosas impensadas en estos tiempos.
Incluso dentro de nuestra propia democracia hubo hechos que nuestra juventud
tampoco vivió, por eso cuando nos escuchan hablar constantemente contra el
neoliberalismo desconocen los verdaderos efectos e intenciones de un modo de vida que se
estaba tratando de imponer no solamente en Bolivia sino en varias partes del planeta. Por
estas razones, esas contradicciones que ha señalado el profesor Harvey las hemos vivido en
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el país de diferentes maneras, con particularidades, pero las hemos vivido al fin. De tal
modo que nos resulta interesante adentrarnos en su más reciente libro y ahondar en esas
diecisiete contradicciones del capital que el profesor nos plantea.
Nos hubiera gustado escuchar detalladamente las tres contradicciones peligrosas
que el profesor plantea porque cuando en Bolivia implementamos un nuevo modelo
económico social comunitario productivo, en el año 2006, hicimos un diagnóstico que nos
arrojó cinco crisis del sistema capitalista. El profesor Harvey describía con profundidad la
crisis financiera pero, adicionalmente a esa crisis financiera, está la crisis climática que
elegantemente los organismos internacionales llaman cambio climático, pero que en verdad
es una crisis que afecta a la madre tierra y pone en riesgo a la humanidad. A ellas podemos
sumar la crisis alimenticia, energética, etc. Sobre esta última coincidimos con el profesor en
que muchos de estos servicios, por ejemplo, la vivienda, han de concebirse como un
derecho humano, es así que nosotros establecimos que muchos bienes sociales, como el
derecho a los servicios básicos, son derechos humanos, quedando plasmado en la
Constitución Política del Estado.
Entonces, vemos notables similitudes en muchas cosas que nuestro país vivió con
las líneas y planteamientos que el profesor David ha dado en su magistral charla.
Otro tema afín que me gustaría introducir tiene que ver con el problema de la
acumulación de la riqueza. Si algo hemos hecho bien, permitiéndonos adelantarnos a la
crisis del sistema capitalista, esto tiene que ver con esa severa acumulación del sistema
capitalista que el profesor mencionaba en varios de sus textos, con eso de los famosos
hoteles en los países árabes, situación que paso a paso hemos ido revirtiendo. Como saben,
en Bolivia hemos generado abundantes riquezas a partir de los recursos naturales, dejando
el excedente en manos del Estado para, luego, redistribuir esos mismos excedentes entre la
gente y aquellos sectores de la economía que apuntan a la industrialización y nos permiten
generar más recursos en un futuro, garantizando el porvenir de las generaciones futuras,
luchando así contra la desigualdad social y posibilitando mayores oportunidades a la
sociedad, una mayor movilidad para que los que nacen pobres no mueran pobres, para que
los que nazcan pobres tengan la oportunidad de mejorar su nivel de vida en la sociedad y
tener mejores días.
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Recogemos ese planteamiento que nos ha parecido sumamente interesante de que la
vivienda sea un derecho humano. Creo que estamos trabajando en esa línea cuando
obligamos al máximo símbolo de una sociedad capitalista, como lo es el sistema financiero,
a que el 60% de su cartera de créditos ahora se dirija hacia el crédito productivo y de
vivienda, y que las condiciones de éstos sean las más favorables para la gente, porque hay
que decir que ahora esas tasas de interés las determina el Estado a través de su normativa,
previniendo a la población de una dictadura del sistema financiero.
Otras reflexiones que ha hecho el profesor y que me han parecido interesantes
tienen que ver con el acceso a la comida, algo que nosotros planteamos de otra manera,
bajo los preceptos de vida campesina –con la organización internacional de los compañeros
trabajadores del área rural– cuya finalidad es la seguridad con soberanía alimentaria,
política que iría en la misma dirección planteada por el profesor de considerar el alimento
como un derecho humano. Pero para acceder a los alimentos primero hay que producirlos, y
una vez producidos, recién se los puede distribuir entre la población.
Finalmente, a tiempo de agradecer la visita que nos hace David Harvey, las
reflexiones profundas que ha compartido hoy día con la comunidad de la Universidad
Mayor de San Simón (UMSS), quisiera subrayar que así como en el periodo neoliberal
hubo una profunda ideologización de un sistema de vida llamado neoliberalismo, que
capturó y sedujo a muchos intelectuales bolivianos como que fuera la última etapa del
desarrollo de la humanidad, hoy se nos presenta el gran desafío para la humanidad de
plantearnos una alternativa al sistema capitalista. En Bolivia estamos llevando a cabo un
proceso que apunta a construir una sociedad muy diferente a ese sistema, muchas gracias.
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PARTICIPANTES
David Harvey: (Kent, Gran Bretaña, 1935) Geógrafo graduado en el St. Johns College,
Cambridge. Su labor académica se ha centrado en los estudios urbanistas, geográficos y
antropológicos, impartiendo clases en prestigiosas universidades como: la Universidad de
Bristol (Inglaterra), Universidad Johns Hopkins (EE.UU.), Universidad de Oxford
(Inglaterra) y, finalmente, en el Centro de Postgrado de la Universidad de la Ciudad de
Nueva York (EE.UU.).
Entre sus numerosas obras podemos destacar: Urbanismo y desigualdad social
(1973), El nuevo imperialismo (2003), Breve historia del neoliberalismo (2005), Guía de El
Capital de Marx (2009) y Ciudades rebeldes (2013).
En la actualidad se desempeña como Profesor Emérito de las cátedras de
antropología y geografía en el Centro de Postgrado de la Universidad de la Ciudad de
Nueva York (EE.UU.).
Julio César Gambina: (Argentina, 1953) Doctor en Ciencias Sociales graduado en la
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Su labor académica
se ha centrado en los estudios de economía política, impartiendo clases universidades
como: Universidad de Buenos Aires (UBA), Universidad Nacional de Rosario, entre otras.
Entre sus obras, individuales y colectivas, podemos destacar: Los años de Menem.
Cirugía mayor (2002), El Terrorismo de Estado en la Argentina (2010) y Crisis del Capital (2013).
En la actualidad se desempeña como profesor de economía política en la
Universidad Nacional de Rosario, como Presidente de la Fundación de Investigaciones
Sociales y Políticas (FISYP), y también, como miembro del Consejo Académico de ATTAC-
Argentina y Director del Centro de Estudios Formación de la Federación Judicial Argentina.
Además, participa como columnista sobre economía y cooperativismo en medios
periodísticos de Capital Federal y del interior del país.
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Álvaro García Linera: (Cochabamba, 1962) Matemático graduado en la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM). A inicios de los años noventa participa en la
fundación del Ejército Guerrillero Tupac Katari (EGTK), siendo apresado y recluido en la
cárcel de San Pedro durante cinco años.
Entre sus numerosas obras podemos destacar: Forma valor y forma comunidad
(1995), La condición obrera, estructuras materiales y simbólicas del proletariado de la
minería mediana 1950–1999 (2001) y La potencia plebeya (2008).
En la actualidad se desempeña como Vicepresidente del Estado Plurinacional de
Bolivia.
Luis Arce Catacora: (La Paz, Bolivia, 1963) Economista graduado en la Universidad
Mayor de San Andres (UMSA) y Contador General por el Instituto de Educación Bancaria.
Master en Ciencias Económicas en la Universidad de Warwick, Inglaterra, donde
estudió entre 1996–1997.
Entre 1987 y 2006 trabajó como funcionario del Banco Central de Bolivia (BCB).
En la actualidad se desempeña como Ministro de Economía y Finanzas Públicas del Estado
Plurinacional de Bolivia.
Rodolfo Machaca Yupanqui:
En la actualidad se desempeña como dirigente de la Confederación Sindical de
Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB).
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TABLA DE CONTENIDOS
CICLO DE CONFERENCIAS: «DAVID HARVEY EN BOLIVIA»
CENTRO DE INVESTIGACIONES SOCIALES (CIS) DE LA VICEPRESIDENCIA
Índice
Nota al lector. Ciclo de conferencias: «David Harvey en Bolivia» 3
Primera conferencia: Espacios críticos frente al nuevo imperialismo
(Auditorio Central del Banco Central, La Paz, 19 de agosto) 4
Segunda conferencia: Ciudades rebeldes
(Auditorio de la Universidad Pública de El Alto, Ciudad de El Alto, 20 de agosto) 42
Tercera conferencia: El enigma del capital: neoliberalismo y crisis
(Auditorio de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Mayor de
San Simón, Cochabamba, 21 de agosto) 64
Fichas de los participantes 85