UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS FÍSICAS Y MATEMÁTICAS DEPARTAMENTO DE INGENIERÍA INDUSTRIAL
“DETERMINANTES DE LA LECTURA EN CHILE”
TESIS PARA OPTAR AL GRADO DE
MAGÍSTER EN ECONOMÍA APLICADA
MATÍAS PABLO COCIÑA VARAS
PROFESOR GUÍA:
PATRICIO MELLER BOCK
MIEMBROS DE LA COMISIÓN: ALEJANDRA MIZALA SALCES FELIPE BALMACEDA MAHNS
KLAUS SCHMIDT-HEBBEL DUNKER
SANTIAGO DE CHILE JUNIO DE 2007
A Andrea. A nuestro hijo, que viene a leer el mundo.
Agradezco a Patricio Meller por la guía, por ir siempre un paso adelante. A Alejandra Mizala, Klaus Schmidt-Hebbel y Felipe Balmaceda por sus comentarios. A Oscar Luis Molina por el estimulante diálogo. Agradezco especialmente los aportes de Paulo Slachevsky, Juan Carlos Sáez, Eduardo Castro, Silvia Aguilera, Paola Bordón, Sergio Toro, Pablo Hernández, Fernando Vargas, Carlos Cociña, Loreto Varas, Federico Eisner, mis compañeros de trabajo en Cieplan, y muchos otros que de una manera u otra han ayudado a enriquecer este trabajo. Quisiera agradecer también a los profesores Michael Szenberg, Vidar Ringstad y Knut Løyland por, amablemente, enviarme sus papers no disponibles en la red. Agradezco también a Manuel Masman, del INE, Pedro Pablo Zegers y Betty Zernott de Biblioteca Nacional, Marco Antonio Bravo de la Subdirección de Bibliotecas Públicas y Cladia Olavarría de Fundación La Fuente, por la buena disposición en proveerme algunos de los escasos datos existentes sobre este tema. Agradezco especialmente a mi esposa, por el amor, la paciencia y el apoyo.
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Tabla de contenido
Resumen ........................................................................................................................3 Introducción ....................................................................................................................4 Objetivos de la investigación...........................................................................................8 1 Importancia de la lectura .........................................................................................9
1.1 Importancia de la lectura para el individuo .....................................................................91.2 Importancia de la lectura para la sociedad...................................................................151.3 Importancia de la lectura para la economía .................................................................20
2 Lectura en Chile: cuánto y cómo leemos...............................................................23
2.1 Examen del nivel de lectura en Chile ...........................................................................232.2 Examen de las habilidades de lectura en Chile............................................................31
3 El libro y su mercado en la literatura económica....................................................42
3.1 Bienes culturales...........................................................................................................453.2 Características del libro en tanto bien económico........................................................473.3 El lector y la lectura en la literatura económica ............................................................513.4 Algunos elementos sobre el mercado del libro en Chile ..............................................623.5 El rol del precio .............................................................................................................66
4 Determinantes de la lectura en Chile.....................................................................81
4.1 Algunos antecedentes sobre determinantes de la lectura en Chile .............................834.2 Datos a utilizar ..............................................................................................................864.3 Modelo ..........................................................................................................................874.4 Ser o no lector de libros: factores determinantes .........................................................934.5 Cantidad de lectura: ¿por qué los lectores leen más (o menos)?..............................114
5 Modelos de lectura ..............................................................................................121
5.1 La lectura de libros como “cultivo del gusto” ..............................................................1215.2 El “lector miope”: lectura y descuento hiperbólico......................................................126
6 Conclusiones.......................................................................................................143 Bibliografía..................................................................................................................147 Anexos........................................................................................................................155
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Resumen
RESUMEN DE LA TESIS PARA OPTAR AL GRADO DE MAGÍSTER EN ECONOMÍA APLICADA POR: MATÍAS PABLO COCIÑA VARAS FECHA: JUNIO DE 2007 PROFESOR GUÍA: PATRICIO MELLER B.
DETERMINANTES DE LA LECTURA EN CHILE Los lectores se forman principalmente leyendo libros. Numerosa evidencia muestra que en Chile los niveles de lectura son bajos, tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Existe, además, un consenso respecto de la importancia de la habilidad y el hábito de lectura tanto para el individuo como para la sociedad y la economía.
El presente trabajo tiene como objetivo analizar los factores que afectan el nivel de lectura de libros en Chile. Para ello, se revisa el rol que desempeña la lectura en la formación individual, el desarrollo social y el desarrollo económico. Además, se examina los enfoques existentes en economía respecto de la lectura y el mercado del libro, explorando sus particulares características. Adicionalmente, explora evidencia sobre cantidad y comprensión de lectura en Chile, examinando la posición relativa de nuestro país en este ámbito, dado su nivel de desarrollo. Se identifica luego los factores determinantes del hábito de lectura y de la frecuencia con que ésta se practica. El análisis de la literatura muestra que la lectura –en particular la lectura de libros– resulta central en el desarrollo cognitivo de los individuos. Se evidencia, además, su importancia en la construcción de sociedades democráticas y competitivas. Por último, se muestra la habilidad de lectura como componente básico del capital humano, cuya acumulación es uno de los factores que influye en el crecimiento de los países. La revisión de la evidencia muestra que en Chile hay pocos lectores dado su nivel de desarrollo económico, pero que éstos leen con una frecuencia “normal”. También se observa que los niveles de comprensión lectora en Chile son comparativamente bajos, lo que representa una desventaja en un escenario competitivo global.
El trabajo presenta dos modelos teóricos de comportamiento lector. Un primer modelo asume que el consumo de libros está sujeto a un proceso de “cultivo del gusto” (learning by consuming), donde elbeneficio instantáneo depende de la lectura (consumo) de libros y el stock de habilidad de lectura. Un segundo modelo asume un comportamiento hiperbólico de los lectores, quienes enfrentan en un horizonte de tres períodos la decisión de leer (lo cual les reporta un beneficio intrínseco y aumenta su ingreso futuro), o bien trabajar recibiendo una remuneración. El modelamiento muestra, entre otras cosas, que individuos más impacientes tienden a desplazar la decisión de lectura por el trabajo remunerado, y que dicho entrenamiento no se recupera en los períodos posteriores. El análisis econométrico muestra que la variable más significativa en la decisión de leer libros seríalos años de educación formal del individuo. También influyen positivamente la educación de los padres y el ingreso del hogar. Los hombres son, controlando por variables socio económicas, menos lectores que las mujeres. De acuerdo a la evidencia, la frecuencia de exposición a la televisión parece no influir en la decisión de lectura en Chile, mientras que en los otros países de la muestra el efecto es no lineal. El efecto de la TV sobre la frecuencia de lectura (dado que ya se es lector), por su parte, es negativo en varios países de la muestra, entre los que no se cuenta Chile. Las únicas variables significativas en Chile sobre la decisión de frecuencia de lectura (dado que ya se ha decidido leer), son el acceso a libros en el hogar, el ingreso del hogar y, la extensión de la jornada de trabajo, que reduce la frecuencia de lectura.
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Introducción
Existe evidencia de que en Chile los niveles de lectura son bajos, tanto en términos
cuantitativos como cualitativos. El sentido común nos dice que la cantidad de lectores,
la frecuencia de lectura y los niveles de comprensión lectora parecen estar bajo los
estándares deseables, dado nuestro nivel de desarrollo. El objeto de esta tesis es
explorar estas afirmaciones y algunos de los factores determinantes de esta situación.
Existe consenso en que la habilidad y el hábito de lectura son relevantes para el
individuo, la sociedad y la economía, y que la formación de lectores competentes
debiese ser, entonces, una preocupación en las sociedades en vías de desarrollo.
Existe un cierto consenso, además, en que los lectores se forman principalmente
leyendo libros. El libro y la lectura debiesen ser, entonces, tema de interés para la
literatura económica.
Sin embargo, en la disciplina económica, e incluso en el mundo editorial, no existe un
consenso de si los libros –eje del proceso de adquisición de habilidades de lectura–
tienen algún carácter especial que justifique entregarles un trato diferenciado en
términos de políticas públicas, como efectivamente ocurre en muchos países.
“[…] el libro se ha transformado de un objeto cultural puro, cuando aún se
hallaba prácticamente confinado a los monasterios y las universidades, en una
mercancía cultural de amplia difusión. Cada vez que eso ocurre, naturalmente
los puristas se molestan. Mayor aún es su reacción de disgusto al escuchar
frases como aquélla pronunciada una vez por el editor en jefe de la gran casa
editorial Simon & Schuster, cuando dijo: ‘Nosotros vendemos libros, otras
personas venden zapatos. ¿Cuál es la diferencia? A fin de cuentas, publicar no
es el arte más excelso’.” (Brunner, 1998, p. 3)
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Zapatos y libros tienen, en efecto, similitudes: ambos son bienes de uso privado -tienen
características de rivalidad y exclusión-, que conforman en el agregado de sus
intercambios un mercado (competitivo) en que se determinan precios y cantidades
transadas.
En este trabajo intentaremos mostrar que consumir libros es, sin embargo, diferente de
consumir zapatos (o lentejas, o automóviles) en una serie de sentidos.
En primer lugar, el entrenamiento de la habilidad de lectura es clave en la formación
del individuo y sus habilidades cognitivas, y es el medio por excelencia de expresión
del pensamiento lógico (los zapatos, no).
Tiene, además, un rol central en la formación de las sociedades, la elaboración,
acumulación y transmisión del saber que sustenta su cultura, y la elaboración de
códigos comunes que contribuyan a la formación de lo que hoy denominamos capital
social.
En tercer lugar, la habilidad de lectura resulta central –es la base– para la formación y
acumulación de capital humano, y para la comprensión, procesamiento y producción
de información, la cual, como sabemos, se transforma crecientemente en un elemento
clave de la actividad económica.
En efecto, la acumulación de capital humano y el procesamiento de información
(escrita, oral, gráfica) resultan relevantes al menos en dos sentidos. En primer lugar,
son un factor relevante en el crecimiento de los países: la capacidad de la población
económicamente activa de un país para comprender textos escritos –lo que
tradicionalmente llamamos “comprensión de lectura”, “comprensión lectora” o más
ampliamente “alfabetización”– resulta central para hacer el tránsito desde el
subdesarrollo al desarrollo económico y cultural (OECD, 2000, pp. 61 y ss.). En
segundo lugar, en un mundo en que la globalización se sostiene en buena medida en
la inmediatez de acceso a textos escritos –e-mails, noticias, reportes–, resultan
centrales de cara a un siglo que está comenzando a articularse en torno a lo que se ha
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denominado “sociedad de la información”. La red es, básicamente, una red de textos.
La globalización económica, los abruptos cambios tecnológicos, cambios en las
características del empleo y en la estructura de los mercados del trabajo son
considerados “cambios estructurales en la economía del conocimiento”, que tienen
impacto directo en un aumento de demanda por habilidades básicas (OECD, 2000, pp.
1-8).
En este contexto, “consumir” un libro no es lo mismo que consumir un par de zapatos.
Leer nos habilita como individuos y como sociedad para habitar un mundo cada vez
más exigente en términos de habilidades. Comprender el mercado del libro y el
comportamiento de los lectores implica, por tanto, comprender algo más que el efecto
del precio y el ingreso sobre la cantidad demandada. Significa intentar explicar la
racionalidad detrás del fenómeno de la lectura.
A nuestro juicio, los bajos niveles de desempeño en pruebas de alfabetización a las
que se somete más o menos regularmente a los niños y adultos en Chile, se pueden
explicar en parte por la cantidad y frecuencia de lectura de sus habitantes y por su
escaso acceso a libros. Si esto es así, y si efectivamente el acceso a libros (en
cantidad y variedad) explica en parte los niveles de desempeño en las competencias
básicas para enfrentar las actuales condiciones de un entorno global y dinámico,
entonces el estudio del mercado del libro y del comportamiento de los consumidores de
libros –en tanto tales y en tanto lectores–, se vuelve relevante a la hora de pensar el
desarrollo del país. Este trabajo es un primer intento por analizar en términos teóricos y
empíricos, desde el punto de vista de la disciplina económica, los factores que afectan
el nivel de lectura en Chile.
El trabajo se ordena como sigue: en la sección 1 argumentamos respecto de la
importancia que la literatura existente asigna a la lectura en términos individuales,
sociales y económicos. En la sección 2 se examina el fenómeno de la lectura en Chile
en términos cuantitativos y cualitativos. En la tercera sección examinamos la literatura
económica dedicada al libro y algunas características del mercado del libro en Chile.
En la sección 4 presentamos un análisis econométrico para la lectura y resultados
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respecto de sus factores determinantes en Chile y otros países, a partir de la encuesta
IALS (Internacional Adult Literacy Survey). En la sección 5 presentamos un par de
modelos teóricos –uno presente en la literatura y un primer esbozo de un modelo
elaborado por nosotros– para el comportamiento de los lectores. En la sección final se
concluye y se sugiere algunas líneas de investigación posibles a partir de este trabajo.
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Objetivos de la investigación
General:
▪ Analizar los factores que afectan el nivel de lectura en Chile.
Específicos:
▪ Revisar el rol que juega la lectura en la formación individual, el desarrollo
social y el desempeño económico.
▪ Revisar evidencia sobre cantidad y comprensión de lectura en Chile.
▪ Revisar el análisis económico existente respecto de la lectura y el mercado
del libro.
▪ Identificar los determinantes del hábito de lectura y su frecuencia.
▪ Examinar la posición relativa de los niveles de lectura en Chile, dado su
nivel de desarrollo.
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1 Importancia de la lectura
Prácticamente todas las sociedades modernas, particularmente las sociedades
occidentales, son sociedades en las cuales la palabra escrita ocupa un lugar central,
tanto en el ordenamiento social como en sus procesos de producción de conocimiento
y de reproducción cultural, en el sentido más amplio del término.
La capacidad de escribir, pero por sobre todo la capacidad de comprender la palabra
escrita, se han vuelto progresivamente centrales en la posibilidad de los hombres de
desenvolverse de manera efectiva en el mundo y en la posibilidad de las sociedades
de desarrollarse culturalmente y en términos económicos.
En efecto, la importancia de la capacidad individual de lectura y escritura –o, en
términos agregados, los niveles de alfabetización de la población de los países– han
sido abordados desde una serie de disciplinas y perspectivas. En los siguientes
párrafos intentaremos delinear algunos de estos argumentos.
1.1 Importancia de la lectura para el individuo
Lo que la lectura hace a nuestra mente: lectura y desarrollo cognitivo
La lectura juega un papel central en el desarrollo cognitivo de las personas,
particularmente en el período de formación primaria. La lectura tiene “consecuencias
cognitivas que se extienden más allá de la tarea inmediata de rescatar el significado de
un mensaje particular” (Cunningham y Stanovich, 1998, p.1). En efecto, la falta de
exposición y práctica de lectura de los lectores menos avezados, retrasa el desarrollo
de la automaticidad y velocidad en el reconocimiento de palabras escritas. Los
expertos plantean que esta disparidad en los primeros años de lectura puede producir
un “Efecto Mateo” (“Matthew effect”) en el logro académico:1 muy temprano en el
proceso de aprendizaje, aquéllos que leen poco experimentan mayores dificultades en 1 La expresión “Efecto Mateo” está tomado de un pasaje en la Biblia, que describe el fenómeno de que los ricos se vuelven más ricos y los pobres se vuelven más pobres. (Cunningham y Stanovich, 1998, p. 1)
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el proceso de descifrar códigos y, por tanto, se exponen menos a la lectura de textos
que sus pares con mayores habilidades. Las sendas de habilidad lectora son, así,
divergentes. Esto tiene consecuencias no despreciables en el futuro desarrollo
cognitivo de los individuos: a medida que la habilidad se desarrolla y automatiza, “el
reconocimiento de palabras se vuelve menos demandante de recursos cognitivos, y
habilidades más automáticas, lingüísticamente genéricas, como el vocabulario, el
conocimiento de fondo, la familiaridad con estructuras sintácticas complejas, etc., se
vuelven los factores limitantes en la habilidad de lectura”. (Cunningham y Stanovich,
1998, p.1)
Así, muchas diferencias cognitivas observadas entre personas de distinta habilidad
lectora pueden, en efecto, ser consecuencia de diferenciales en las prácticas de lectura
que son, a su vez, resultado de diferencias en la velocidad en el aprendizaje de la
habilidad de lectura en los primeros años. Existe así, un efecto de retroalimentación de
la lectura: el aprendizaje temprano de la lectura y el volumen de lectura son
determinantes de la comprensión y volumen de lectura posterior y en el desarrollo de
otras habilidades cognitivas. (Cunningham y Stanovich, 1998, p.1-2)
En ciertos dominios cognitivos hay fuertes razones teóricas para esperar un efecto
positivo y único de la lectura. Uno de estos dominios es, por ejemplo, el desarrollo de
vocabulario, en que muchos investigadores plantean que las diferencias individuales en
el vocabulario de los niños viene mucho más dado por la lectura que por la exposición
al lenguaje oral2. La habilidad de comunicación oral –la fluidez de palabra– también se
ve afectada, así como la capacidad de comprensión, ya no de símbolos sino de textos
y su significado, es decir, afecta la adquisición de conocimiento. (Cunningham y
Stanovich, 1998, p. 2)
2 Está demostrado que los medios escritos como libros, diarios, revistas o artículos científicos usan, en promedio, un vocabulario más complejo que los discursos orales elaborados en televisión o en conversaciones entre graduados de College norteamericanos. Incluso comics, libros infantiles y textos para preescolares tienen un vocabulario de similar o mayor complejidad que el utilizado en televisión. (Cunningham y Stanovich, 1998, p.3)
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En efecto, el éxito escolar está relacionado con la lectura en el aula, y el hecho de que
la lectura sea una prioridad en las escuelas es un factor que contribuye al éxito en el
logro académico (Taylor y Pearson, 2004, p. 173).
En la misma línea, Oscar Luis Molina plantea que “Quien ha leído en su momento de
manera suficiente, y tiene entrenada y organizada la mente en términos textuales,
puede acceder con relativa facilidad y prontitud de palabras a un rango contextual de
conexiones teóricas y prácticas de una amplitud imposible para quien pertenece sola o
prioritariamente al mundo de la palabra oral. El hombre ‘impreso’ y el hombre ‘oral’
pertenecen básicamente a culturas diferentes. Se mueven, viven, piensan, hablan, leen
y escriben en contextos de amplitud y alcance diferente”. (Molina, 2004, p. 61) Pero,
aclara, leer no es simplemente leer literatura, sino una actividad cognitiva más amplia –
encarar una partitura, una fórmula, una tabla estadística, un texto científico-, y no
significa necesariamente ser lector habitual ni erudito. Una cultura impresa no es una
de grandes lectores, sino una donde la mayoría de la población “tiene organizada la
cabeza según habilidades que se adquieren leyendo libros”, los cuales son producidos
gracias a la existencia de una minoría de compradores que constituye un mercado
sostenible para el libro. (Molina, 2004, p. 27)
La pregunta, sin embargo, es ¿por qué el proceso de aprendizaje y sus resultados
debiesen ser distintos si se realizan a través de libros (los cuales almacenan símbolos
ortográficos de forma fija y estable) en lugar de hacerlo por otros medios, que pueden
entregar la misma información simbólica, por otros medios? La respuesta es que la
lectura de textos escritos –libros, en particular– resulta particularmente relevante en los
procesos de aprendizaje pues “la estabilidad del texto ayuda a construir un significado
para éste” (Kozma, 1991, p. 183).
En muchas situaciones (especialmente para lectores avezados), la lectura lineal y
fluida puede ser reemplazada por otros medios (audio, imágenes). Pero en muchas
otras ocasiones el proceso de lectura interactúa con conocimiento y habilidades
anteriores, que descansan fuertemente en la estabilidad del texto para su comprensión
y aprendizaje. El caso obvio son los lectores menos avezados, para los cuales la
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estabilidad del texto es central, pero lectores más entrenados también pueden requerir
estabilidad del soporte en temas más complejos, como temas técnicos o de dominios
desconocidos para el lector. La ventaja más clara del texto lineal es la posibilidad de
volver atrás varios párrafos o secciones para contextualizar y afrontar contenidos
complejos (Kozma, 1991, p. 184), tarea imposible con otros soportes. Otro elemento
central es la posibilidad que entrega el soporte escrito de interactuar textos con
imágenes estáticas (Kozma, 1991, p. 185)
Los lectores de libros se mueven a lo largo de la línea del texto construyendo una
representación del texto base. Construyen un modelo mental de la situación descrita
con información entregada por el texto y esquemas activados en la memoria de largo
plazo. Disminuyen el ritmo de lectura o vuelven atrás para comprender elementos
difíciles o importantes, usan su conocimiento del dominio y algunas estrategias
avanzadas para leer selectivamente de acuerdo a objetivos, usan títulos, índices y
resúmenes para saltarse secciones o hacer foco en secciones de mayor interés y para
moverse adelante y atrás en el texto, leyendo y releyendo (Kozma, 1991, pp. 188-189).
El entrenamiento de esta serie de operaciones complejas es una característica del libro
que la gran mayoría de los medios sustitutos de aprendizaje no posee, y que se da
principalmente gracias a la estabilidad que brinda a esta tecnología el procesamiento
lineal de información lingüística y pictórica (Kozma, 1991, p. 205).
Una mente organizada a partir de la palabra impresa nos habilita para habitar un
mundo en que ésta sigue ocupando un lugar central: la escritura sigue siendo el canal
de comunicación por excelencia en las instancias formales, el libro sigue siendo el
principal medio de transferencia de conocimiento y la red digital –internet– es
eminentemente un espacio ocupado por –construido a partir de– textos. No
comprender textos escritos nos relega a la periferia del mundo moderno e inhibe
nuestro desarrollo personal a lo largo de la vida.
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Alfabetización como libertad
La alfabetización ha sido un tema de preocupación permanente en la política pública
de los países menos desarrollados. En este proceso habitualmente se considera que
mayores índices de alfabetización en particular, y de educación en general, generan
mayores tasas de crecimiento de la economía y facilitan el desarrollo de los países,
tema que tocaremos más adelante.
Sin embargo, la alfabetización tiene también importantes consecuencias a nivel micro.
Siguiendo a Sen (2003) podemos afirmar que la escolarización no sólo beneficia a la
persona que está siendo educada, sino también a quienes conviven con aquél que se
está educando. La educación básica (que es eminentemente un proceso de
alfabetización y socialización sistemática) es un “bien social, que la gente puede
compartir y del cual se puede beneficiar mutuamente, sin tener que arrebatárselo a
otros” (Sen, 2003, p. 21). Pero no es sólo eso. La alfabetización3 es también un medio
que permite disminuir los grados de inseguridad de los más desposeídos, hacer su vida
más estable y más realizada. Esto, por varias razones.
En primer lugar, el analfabetismo y la falta de nociones elementales de aritmética son
formas de inseguridad en sí mismas: no saber contar, leer o comunicarse
adecuadamente es una privación en sí misma. No es sólo un factor de riesgo, sino
también un evento negativo de por sí: quien no sabe leer o contar se encuentra
severamente limitado. (Sen, 2003, p. 22-23)
En segundo lugar, y como veremos más en detalle más adelante, una persona con un
mayor grado de alfabetización puede acceder más fácilmente a empleo y a mayores
remuneraciones, tema que se vuelve cada vez más relevante en un contexto de
economía global, en el cual el control y la producción de acuerdo a especificaciones
3 Entenderemos de aquí en más –y en esto esperamos no malinterpretar a Sen– que el término ‘alfabetización’ hace referencia a una efectiva comprensión de textos escritos, es decir, a una alfabetización funcional, a una habilidad puesta a prueba –sujeta a juicio crítico– en el mundo. Una alta alfabetización formal, como es el caso chileno (llega a 95.7%, según Consejo del Libro (2006, p. 11)), no garantiza que ese mismo porcentaje de personas comprenda efectivamente lo que lee, ni que pueda operar en el mundo utilizando la lectura como una herramienta útil. No todo ese 95.7% de chilenos estaría, efectivamente, alfabetizado.
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técnicas estrictas se vuelven centrales. Una persona que no puede leer un manual o
comprender una secuencia de instrucciones, tiene una seria desventaja en el mercado
laboral. (Sen, 2003, p. 23-24)
En tercer lugar, cuando una persona es analfabeta o posee bajos niveles de
aprendizaje, su habilidad a la hora de comprender y exigir el cumplimiento de sus
derechos legales puede verse seriamente limitada. La gente en la parte baja de la
escala social –aquéllos a quienes más habitualmente se pasa a llevar en sus
derechos– son precisamente quienes están inhabilitados para leer y comprender qué
pueden exigir y cómo hacerlo. (Sen, 2003, p. 24-25)
En cuarto lugar, el analfabetismo puede disminuir las oportunidades políticas de los
desamparados, al disminuir su posibilidad de expresar sus demandas de manera
efectiva, afectando negativamente la posibilidad de recibir un trato justo. La conexión
entre voz (política) y seguridad puede ser muy poderosa. (Sen, 2003, p. 25-26)
En quinto lugar, trabajos empíricos han mostrado cómo el respeto y consideración por
el bienestar de las mujeres está fuertemente influenciado por variables como la
habilidad de éstas para generar un ingreso autónomo, encontrar empleo fuera del
hogar, tener derechos de propiedad sobre algunos bienes, estar educadas
(alfabetizadas) y ser partícipes de decisiones dentro y fuera de la familia. Para las
mujeres humildes, más que nadie, la alfabetización es una fuente de seguridad, al
disminuir o incluso eliminar su desventaja relativa respecto de los hombres,
especialmente en países subdesarrollados. Adicionalmente, existe numerosa evidencia
que muestra que un mayor grado de alfabetización de las mujeres tiende a reducir la
mortalidad infantil. (Sen, 2003, p. 26-27)
Archer (2003) remarca las ideas de Sen, al consignar que “la palabra escrita es
inmensamente poderosa” y “puede ser un ingrediente clave en una lucha amplia por la
justicia social” (Archer, 2003, p. 33), pues no poseer las herramientas básicas de
comprensión y comunicación es, en efecto, una merma en la libertad de las personas,
especialmente de las más desposeídas. La pregunta por el desarrollo de la lectura y la
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educación es, entonces, clave en el debate respecto de la desigualdad y la movilidad
social.4
1.2 Importancia de la lectura para la sociedad
El libro como factor de desarrollo social
Uno de los argumentos más comúnmente esgrimidos por los promotores de las
políticas públicas de fomento y/o protección libro y la lectura, es su importancia en
términos culturales y sociales. Como plantean Chile Veintiuno y la Asociación de
Editores de Chile, “las sociedades contemporáneas hacen de la información y el
conocimiento la clave de su desarrollo. En este marco, el libro, aún con los cambios
tecnológicos en curso, es un bien esencial, simultáneamente archivo y vehículo de
información, de conocimiento y de percepción sensible e intelectual, en tanto que la
lectura es un comportamiento individual y colectivo de alto valor cultural, intelectual,
económico y político” (Chile Veintiuno y Editores de Chile, 2005, p. 11).
Más aún, en su declaración de políticas culturales el Gobierno de Chile reconoce en la
lengua local la principal herramienta de conocimiento, interacción y construcción de
identidad. Es –dice– “nuestro principal patrimonio”. De hecho, lectura y escritura
constituyen “competencias esenciales para el desarrollo de las personas”, “un
componente privilegiado de la educación”, y un elemento central de la convivencia
democrática, pues “en la misma medida que las personas sean capaces de leer y
expresarse oralmente, también serán capaces de participar en una sociedad
democrática” (CNCA, 2005, pp. 26-27). En palabras de Molina (2004, p. 75), el trato
habitual con la palabra impresa “suele habilitar simultáneamente para la vida individual
y la convivencia. Y no sólo porque muchos lean los mismos libros […] sino por los
4 En esta línea, Chile estaría llevando adelante en los últimos años “un proceso crecientemente acelerado de redistribución de los capitales simbólicos a favor de los grupos tradicionalmente excluidos de la educación y el consumo cultural”, pues “en casi todos los frentes de la cultura, la sociedad chilena estuvo caracterizada –hasta bien avanzado el siglo XX- por formas excluyentes de distribución de los capitales simbólicos. Predominaban modalidades estamentales, aristocratizantes y elitistas de participación en la cultura, otorgándole a ésta su tono inconfundiblemente patricio, clasista, patrimonial y de entrecejo fruncido.” (Brunner, 2005, pp. 26-27). Probablemente la lectura es una de las expresiones de la cultura donde esta tendencia de redistribución de capital simbólico es más lenta.
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movimientos que induce la lectura en el lector. Este ejercicio suele ayudar a que se
constituya un individuo, hombre o mujer”.
Adicionalmente, pese al avance de la tecnología, el libro sigue siendo el medio de
transmisión de conocimiento por excelencia y uno de los principales medios de
traspaso y reproducción de la tradición y la cultura. Por ello se explica que, en general,
las reformas educacionales exitosas que se conoce y que han servido de inspiración a
la chilena, se han centrado en la lectura como requisito insustituible (Chile Veintiuno y
Editores de Chile, 2005, p. 25), aunque la reforma chilena poco ha aprendido al
respecto (“los textos escolares no son libros”).5
Argumentos como los anteriores son usualmente esgrimidos a la hora de justificar el
desarrollo y puesta en práctica de políticas públicas para el fomento de la lectura y/o el
fortalecimiento de la industria editorial. El Gobierno de Chile plantea, en efecto, que “el
libro no se agota en su dimensión económica, como producto generador de empleo y
riqueza material, sino que es ante todo un bien cultural”, planteando que aporta
decisivamente en la “formación de capital humano”, que es un “bien público” y por ello,
“la producción, distribución, comercialización y difusión del libro no pueden ser
abandonados a la sola lógica del mercado” (CNCA, 2006, p. 8), justificando así el
desarrollo de políticas de protección y fomento de la industria editorial por parte del
Estado.
La literatura económica al respecto es más cauta en sus apreciaciones, aunque
reconoce “una naturaleza de bien público asociada a (el valor cultural de) un libro”
(Canoy et al., 2005, p. 11), pues el libro generaría una serie de externalidades positivas
de difícil cuantificación, que hacen que su valor de uso sea más alto que el reflejado en
su precio. Pueden ser vistos, en este sentido, como bienes en los que se valora
intrínsecamente su existencia, ya sea por valor de opción de posesión (se valora tener
la opción de adquirirlo), valor de existencia (se valora el simple hecho de que existan) y
valor de legado (se valoran como un legado a generaciones futuras) (Frey, 2003, p.
74). Se consigna además la existencia de una valoración asociada a la identidad 5 Molina, 2004, p. 27
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nacional, cohesión social, prestigio nacional y la valoración por el desarrollo de la
crítica y la experimentación. Ninguno de esos valores se refleja (al menos
completamente) en el precio del libro, por lo que, de hecho, el valor total del libro es
mayor que la suma de sus precios (Canoy et al, 2005, p. 11-12). Volveremos sobre
este tema más adelante.
Las políticas de fomento son importantes, además, siempre que la literatura muestra
que la gente parece leer menos cada año (Canoy et al, 2005, p. 35) y, particularmente,
que el tiempo dedicado a la lectura de libros está, en promedio, cayendo (Hjorth-
Andersen, 2000, p. 40).6
Sin embargo, la proporción de población lectora de los países no parece decaer, y el
número de títulos producidos aumenta cada año en la mayoría de los países, mientras
que los tirajes promedio disminuyen (debido, principalmente, a un cambio acelerado en
la tecnología de producción). Esto, sumado a un número de firmas editoriales
relativamente estable (Canoy et al, 2005, p. 6) y a la centralidad creciente de las
habilidades de lectura, hace presumir que el rol del libro seguirá siendo central por lo
menos en el mediano plazo, siempre que el lenguaje escrito sigue estando en el centro
del desarrollo social y tecnológico. La política pública debería poner su foco, entonces,
en el desarrollo de una “cultura impresa”.
Culturas orales versus culturas impresas: el rol del libro y la lectura en la modernización.
El desarrollo personal, social y económico se produce colectivamente, en la
interacción, en el espacio de lo común. La racionalidad de la comunicación y los
canales de transmisión cultural juegan, entonces, un rol central en el desarrollo del
individuo, la sociedad y la economía. Oscar Luis Molina indaga en esta línea, haciendo
una disección entre “culturas orales”, en las que el principal canal de transmisión de la
cultura es la palabra hablada, y “culturas impresas”, en que la palabra escrita es
6 En Argentina, por ejemplo, un estudio a nivel nacional muestra que un 54,1% de los encuestados dice leer menos que hace una década (Eñe, 2006, p. 8).
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predominante y el libro ocupa un rol central. Molina se enfoca en las razones históricas
del “porfiado predominio de la palabra oral en todos los sectores de nuestras
sociedades de habla castellana” (Molina, 2004, p. 17).
La cultura impresa se caracteriza por el predominio la publicación escrita como medio
de producción cultural, y por la existencia de una “red del libro” (libro, autor, lector,
biblioteca, librería) como modo de producción de la cultura (Molina, 2004, p. 47).
Por su parte, una cultura oral basa sus relaciones en la transmisión materno-infantil de
la tradición, por lo que se sustenta eminentemente en mitos y “fetiches” que determinan
la forma en que tradicionalmente “se hacen las cosas”, convirtiendo estas prácticas
sociales en patrones rígidos, reproducidos más por una estructura de clan familiar que
por relaciones profesionales. Paralelamente, la palabra escrita se sacraliza, confiriendo
a los profesionales y técnicos un poder “sacerdotal” para su uso (Molina, 2004, pp. 17-
18). El resultado es que hay sólo una “escasa proporción entre nosotros de gente que
[…] tiene organizada textualmente la conciencia” (Molina, 2004, p. 18). En culturas
orales tenemos una muy baja proporción de lectores, sujetos que se enfrentan
habitualmente –y la procesan– a la palabra “impresa, estabilizada, fija, organizada –
siempre por eso con fuerte carga racional– y […] en una disposición sesgada siempre
en alguna medida hacia el análisis” (Molina, 2004, p. 35).
Siguiendo este argumento, el desarrollo de Chile se vería restringido entonces, al
menos en parte, porque sus habitantes no sabemos leer. Esto se debe, básicamente, a
que la educación se ha organizado al margen del libro: “no habrá educación de calidad,
es decir, formación de ciudadanos capaces de convivir y habilitados para generar
riqueza en la modernidad, mientras no se reorganice la educación en torno al libro”
(nuevamente: “los textos escolares no son libros”) (Molina, 2004, pp. 27-28). Citando a
Brunner: “mientras exista la educación, bajo alguna forma aún reconocible como parte
de la tradición comenzada en la Edad Media, el texto escrito será parte insustituible de
ella” (Brunner, 1998, p. 5).
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En buena parte por esto “la modernidad no ha ocurrido en castellano” (Molina, 2004, p.
20), porque en una cultura oral se reduce modernización a mero desarrollo técnico, y
porque esta diferencia en la forma en que los sujetos tienen “organizada la conciencia”
tiene consecuencias evidentes en lo que denominamos capital humano: sumar
técnicos en culturas orales no es lo mismo que sumarlos en culturas impresas (Molina,
2004, pp. 24-25). Nos “modernizamos” tomando prestada la “jerga” (oral, claro) de
países desarrollados y de culturas eminentemente escritas. Por ello reducimos la
modernidad a ‘modernización tecnológica’, pero “es muy distinto hablar de ‘cambio’,
‘innovación’, ‘emprendimiento’, ‘pensamiento creativo, crítico y sistémico’, de
‘empowerment’ y ‘aprendizaje continuo’, como se hace en culturas impresas donde
hay, precisamente, un contexto global impreso (y su ejercicio cerebral correspondiente)
que mentar eso en castellano o spanglish” (Molina, 2004, p. 110).
La tradición de lecto-escritura de nuestras sociedades incide en nuestros niveles
alcanzables de capital humano y sobre nuestras reales posibilidades de innovar,
requisito indispensable para alcanzar mayores niveles de crecimiento económico. Se
puede aventurar que un intento de modernización tecnológica en una cultura como la
nuestra no es lo mismo que uno en Finlandia, “donde en una sola librería (de varios
pisos) en Helsinki, ciudad mucho menos populosa que Santiago, hay más libros y en
diversos idiomas que en todas las librerías de Santiago. En Finlandia diseñaron Nokia;
aquí sólo lo usamos (consumimos)” (Molina, 2004, p. 111). ¿Podríamos convertir en
Chile una papelera como CMPC en una empresa como Nokia?7
La dificultad viene dada en parte por diferencias como, por ejemplo, el hecho de que
los cinco millones de finlandeses compran, por su cuenta, más de veinticinco millones
de libros al año. O que en Estados Unidos el conjunto de sus bibliotecas compraba en
2004 más de un millón de libros por semana. Proporcionalmente a nuestra población,
con dicho estándar, en Chile compraríamos cincuenta mil volúmenes por semana pero,
en la práctica, el presupuesto de la Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos
destinado a compra de libros en 2002 apenas permitía comprar “cincuenta mil
volúmenes en todo el año” (Molina, 2004, p. 111). 7 CMPC es la sigla para Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones de Chile S.A.
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Así, el desafío del desarrollo económico y modernización socio cultural parecería ir, al
menos en parte, de la mano de un tránsito de largo aliento hacia la formación de una
cultura ligada a la palabra escrita.
1.3 Importancia de la lectura para la economía
Lectura, capital humano y crecimiento
No existe un modelo económico que vincule explícitamente las habilidades de lectura
de la población de un país con crecimiento de su economía. Sin embargo, se pude
argumentar sin demasiadas dudas que la capacidad de lectura es una habilidad básica,
que forma parte esencial de lo que llamamos Capital Humano. Y lo que en economía sí
sabemos (aunque la discusión de la relación entre educación y crecimiento sigue
abierta y es compleja) es que el aumento de capital humano es una de las fuentes de
crecimiento económico.
La habilidad de lectura es lo que en la literatura de economía laboral se denomina, a
partir de Becker (1964), capital humano general. “Las habilidades generales se definen
como aquéllas que también son útiles con otros empleadores. En contraste, las
habilidades específicas aumentan la productividad del trabajador sólo en su trabajo
actual” (Acemoglu y Pischke, 1999, p. 113). La capacidad de comprensión lectora, en
efecto, aumenta la productividad de los trabajadores en el mercado de trabajo, con
independencia de cuál sea el trabajo que desempeñen y quién sea su empleador. Es,
casi por definición, lo que entendemos por capital humano de tipo general.
En efecto, hoy la política pública considera que la lectura es esencial para “alcanzar las
competencias mínimas necesarias para vivir en el mundo actual. […] El avance de la
cultura audiovisual, con todo lo importante y revolucionario que pueda ser como forma
de conocimiento y aprehensión de la realidad, no reemplaza a la lectura y la escritura8
8 En efecto, “la información transmitida por los medios electrónicos de comunicación está creciendo a una tasa mucho mayor que aquélla vehiculizada por los medios impresos. Se estima que en 1980 un ciudadano promedio de una sociedad industrializada estaba expuesto a cuatro veces más palabras/día
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‘como medio principal de expresión del pensamiento lógico y de transmisión del
conocimiento de generación en generación’” (CNCA, 2006, p.7). Más aún, según la
OECD, “las habilidades se están volviendo crecientemente importantes en la economía
del conocimiento, tanto para los individuos como a nivel macro. Países con mayores
niveles de habilidades se ajustarán de manera más efectiva a los desafíos y
oportunidades abiertas por la globalización, pues sus empresas serán más flexibles y
más capaces de absorber y adaptar las nuevas tecnologías y trabajar con nuevo
equipamiento. ‘El nivel de habilidades y la calidad de la fuerza de trabajo proveerán de
manera creciente las ventajas competitivas en la economía global’ […] crecientemente
se requiere de los trabajadores no sólo mayores niveles de educación, sino también
capacidad de adaptación, aprender y dominar los cambios de manera rápida y
eficiente. Necesitan habilidades y herramientas que sean portables en el mercado
laboral” (OECD, 2000, p.11). Necesitan, crecientemente, altos stocks de capital
humano general, en el sentido de Becker.
Desde una perspectiva teórica, mayores niveles de calificación en términos de
competencias generan mayores niveles de productividad, y éstos, a su vez, aumentan
el nivel de ingresos de la economía. Existe consenso en la disciplina en que un mayor
nivel de capital humano de la fuerza de trabajo contribuye al crecimiento de la
economía. Si bien el modelo neoclásico tradicional a la Solow omite este factor,
refinamientos más recientes toman en cuenta la variable capital humano, ya sea
incorporándola en la función de producción (si el capital humano crece a una tasa
mayor e interactúa con innovación tecnológica, el producto lo sigue), o bien asumiendo
que “el ritmo de crecimiento de la productividad y de la tasa de innovación tecnológica
debieran aumentar con el nivel de educación” (Meller y Rappoport, 2004, p. 11). En
palabras de Sen (2003), no es sorprendente que “todos los casos de uso exitoso de las
oportunidades de comercio global para la reducción de la pobreza hayan involucrado la
educación básica de una amplia población” (Sen, 2003, p. 23).
que en 1960; durante ese tiempo, mientras la información impresa permanecía prácticamente constante, la información electrónica creció a una tasa anual compuesta de más de un 8%”. El avance desde los ’80 hasta hoy ha sido exponencial. Así, el libro y el texto impreso parece estar cediendo cierto espacio a los medios electrónicos, pero ello no significa en absoluto que ya no sea necesario saber enfrentar productivamente un texto, sino todo lo contrario. (Brunner, 1998, p. 4). Sobre el “porvenir de la lectura” en este contexto, ver Cavallo y Cartier (2001), pp. 593 y ss., y Subercaseaux (2000), pp. 205 y ss..
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Para aumentar los niveles de capital humano es indispensable, como hemos visto,
aumentar los niveles de lectura, tanto en términos cuantitativos (número de lectores,
frecuencia de lectura) como cualitativos (comprensión de lectura). Pero, ¿cómo
hacerlo?
Al parecer la única forma es recorrer el tránsito hacia la generación de una cultura
impresa, con un mayor nivel de capital social y cultural que favorezca mayores tasas
de crecimiento. En Chile, como revisaremos a continuación, el camino por recorrer es
aún largo.
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2 Lectura en Chile: cuánto y cómo leemos
En chile, al menos en el discurso oficial y de tanto en tanto –sobre todo cuando los
resultados de alguna prueba resultan desastrosos– el tema de la lectura preocupa
tanto a los expertos como a los medios de prensa. La percepción de sentido común de
nuestra pequeña mitología respecto del asunto es que: (a) en Chile se lee poco; (b) en
Chile se lee mal (no entendemos lo que leemos); (c) nuestro mercado editorial es débil;
(d) los libros en Chile son caros; y (e) si fueran más baratos leeríamos más.
Por todo lo anterior, decimos, la gente en Chile lee comparativamente poco y mal, y la
única manera de aumentar los niveles de comprensión es aumentar los niveles de
lectura. En la presente sección y la siguiente, exploraremos elementos teóricos y
alguna evidencia empírica que nos permitan dilucidar qué hay de cierto en estas
creencias respecto de nuestros hábitos de lectura y nuestro mercado del libro, y por
qué motivo estas variables podrían ser distintas en Chile respecto de otros países.
2.1 Examen del nivel de lectura en Chile
En Chile existe la creencia extendida, tanto entre legos (la prensa, por ejemplo) como
entre personas ligadas al mundo editorial y académico, de que en nuestro país se lee
poco. No es poco frecuente escuchar, que “en Chile ya no se lee”. Los ejemplos de
este tipo de declaraciones abundan9, aunque hay también opiniones disidentes con el
sentido común, como la de la directora de la Dibam10, Nivia Palma, quien plantea que
en la escena cultural chilena la idea de que "los chilenos no leen o leen muy poco" está
“sobre valorada”, y que “esta frasecita reiterada no es cierta”.11 Aún así, el gobierno de
9 Ver, por ejemplo, El año de la Crisis Editorial, diario El Mercurio, 1 de octubre de 2006; El libro puede esperar, diario La Nación, 7 de julio de 2006; ¿Chile país de poetas?, diario electrónico El Mostrador, 25 de enero del 2006; Exportaciones caen desde 1998: el drama de la industria editorial chilena, diario El Mercurio, 10 de julio de 2006; Leer hace bien, www.forociudadano.cl, 12 de diciembre de 2006. 10 Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile. 11 Entrevista en Encuesta. Un balance del año 2006: Lo mejor, lo peor y lo sobrevalorado de 2006. Diario El Mercurio, Domingo 31 de diciembre de 2006.
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Chile acepta que “Nuestro país presenta índices de lectura insuficientes”, y recalca la
necesidad de “sostener, en el largo plazo, el esfuerzo por una nueva y mejor valoración
social del libro y por mejorar sustantivamente los índices de lectura de los chilenos”
(CNCA, 2006, pp. 7-8).
La evidencia empírica existente respecto de hábitos de lectura en nuestro país es
escasa y reciente, y la metodología utilizada en los distintos estudios difiere,
dificultando las comparaciones. Algunos de estos resultados, sin embargo, son
ilustrativos.
En 2004 y 2005 el Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes, CNCA, en conjunto
con el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, realizaron los primeros estudios
dedicados exclusivamente al consumo cultural en Chile. En 2004 el estudio se centró
en la Región Metropolitana de Santiago, y en 2005 en sectores urbanos de la I a la XII
regiones. Según el estudio, sólo un 40,4% de los encuestados leyó al menos un libro
en los doce meses anteriores al proceso de encuesta (INE-CNCA, 2005, p. 1).
La pregunta central para poder refutar o aceptar el sentido común de que “leemos
poco”, sin embargo, es si en Chile se lee poco respecto del nivel de lectura en otros
países que nos parezcan relevantes como estándar de comparación (“poco” es
siempre un juicio a partir de una comparación con un estándar).
La OECD ha mostrado que “Los estudiantes chilenos disfrutan menos con la lectura
que el promedio de la OECD” (Mineduc, 2002, p. 5)12. Esto tiene su correlato en la
proporción de chilenos que declara no haber leído libros en el plazo de un año previo a
la encuesta. Casi un 60% de los chilenos declara no haber leído un libro en ese plazo,
mientras que en países como Finlandia (uno de nuestros referentes de desarrollo en
los últimos años), la proporción de no lectores es inferior al 25%. Más aún, de los
países de la región para los cuales existen datos, Chile es el país con menos población
12 Llama la atención -por lo sintomático- que en todo este documento del Ministerio de Educación dedicado a analizar los resultados de una prueba de evaluación de habilidades de lectura de los estudiantes, no aparezca ni una sola vez la palabra “Libro”.
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lectora: los más cercanos son Colombia, Perú y Brasil, con alrededor del 50% de
lectores de libros. El país con más proporción de lectores en la región sería Argentina.
De la muestra, sólo Portugal presenta una situación peor que la chilena.
Los valores se presentan en la el Gráfico 1.13
Gráfico 1 % de población que NO ha leído libros en los últimos 12 meses
0,00%
10,00%
20,00%
30,00%
40,00%
50,00%
60,00%
70,00%
80,00%
Portu
gal
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a
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ia
(%)
Fuente: elaboración propia a partir de datos de Catalán y Torche (eds.) (2005), CERLALC (2006), INE-CNCA (2005) .
Los datos son claros: en Chile efectivamente hay pocos lectores.
13 Los datos para los países europeos y Estados Unidos provienen de Catalán y Torche (eds.) (2005), p. 43, quienes a su vez reportan como fuentes al “Survey of Public Participation in the Arts (NEA 2003)” y “Eurobarometer 56.0: Information and Communication Technologies, Financial Services and Cultural Participation (Christensen 2001)”. Los datos para países latinoamericanos están tomados de CERLALC (2006), p. 124. En los casos de Perú y Brasil los datos presentados por Cerlalc correspondían a un porcentaje sobre población alfabetizada, por lo que para nuestros efectos se han ponderado por el porcentaje de alfabetización del país de modo de hacerlos comparables (los porcentajes de alfabetización se tomaron del sitio web del UNESCO Institute for Statistics, http://www.uis.unesco.org/). Así, el 44,8% de no lectores alfabetizados en Perú se transforma en un 51,59% para nuestros efectos, y para Brasil la transformación es de un 45% a un 51,27%. El dato para Chile proviene de INE-CNCA, 2005, p. 1 (dado que la encuesta es sobre población urbana, una eventual incorporación a la encuesta de población rural probablemente aumentaría el porcentaje de no lectores).
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Sin embargo, si suponemos que hay una cierta relación entre la riqueza de un país y
su nivel de lectura -ya sea porque el ingreso de sus habitantes les permite leer más,
por el tiempo disponible para el ocio, el tamaño del mercado editorial, la calidad de la
educación u otro motivo- en el caso del Gráfico 1 se podría argumentar que es “normal”
que en un país menos desarrollado como Chile, se lea menos.
Para testear esto, el Gráfico 2 muestra los mismos datos del gráfico anterior, pero
usando el valor recíproco, es decir, el porcentaje de población que ha leído al menos
un libro al año. Esta vez, sin embargo, graficamos los datos de lectura contra el PIB per
cápita de cada país,14 expresado en dólares PPP15 del año 200316. La línea recta
corresponde a una regresión lineal por mínimos cuadrados ordinarios (considerando
una constante).
14 Se ha eliminado de la muestra a Luxemburgo, pues es un outlier en términos de ingreso, y se ha retirado de la muestra el valor del promedio de la UE. 15 Corregidos por paridad de poder de compra (Purchasing Power Parity). 16 Fuente: International Monetary Fund, World Economic Outlook Database, April 2006. Los datos de lectura para Estados Unidos corresponden al año 2002. El dato para Chile es de 2004. Los datos para Europa de 2001. Se tomó el PIB de 2003 como año aproximado. En cualquier caso, es esperable que el porcentaje de lectores en la población sea estable de año en año. Al no corresponder el intervalo 2002-2004 a años de boom o crisis, se puede asumir que los resultados serían similares si se toma el PIB de años adyacentes, o bien el pib del año de la encuesta para cada país.
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Gráfico 2 % de lectores (al menos un libro en últimos 12 meses)
vs. PIB per cápita (dólares ppp de 2003)
Portugal
ChileBélgica
Grecia EspañaColombiaPerú Brasil
Italia
IrlandaFranciaUruguay EEUUAlemaniaMéxico
AustriaHolanda
Dinamarca
Argentina
Reino UnidoFinlandia
Suecia
3040
5060
7080
% L
ecto
res
(al m
enos
1 li
bro
últim
os 1
2 m
eses
)
0 10000 20000 30000 40000PIB per cápita, USD PPP 2003
95% CI Fitted valueslect_ano_percent
Fuente: elaboración propia a partir de datos de Catalán y Torche (Eds.) (2005), CERLALC (2006), INE-CNCA (2005) y PIB según World Economic Outlook Database, Fondo Monetario Internacional, Abril de 2006.
Como se observa, el nivel de lectura en Chile, medido como el porcentaje de personas
que ha leído “al menos un libro en los últimos 12 meses”, está, en promedio, bajo el
nivel “normal” dado su grado de desarrollo económico. No sólo está bajo la recta, sino
que se ubica fuera de la banda de confianza del 95% en torno a dicha ella.17
Estadísticamente, en Chile hay pocos lectores dado su nivel de desarrollo económico.
Como hemos visto y veremos en secciones posteriores, la lectura es una actividad en
la cual la frecuencia y recurrencia resultan relevantes. Así, la agrupación de aquellos
individuos de un país que han leído “a lo menos un libro en los últimos doce meses” en
17 La recta de ajuste corresponde a una regresión por Mínimos Cuadrados Ordinarios de la forma %_LECTi = a0 + a1 GDP_Capitai + εi. En este caso, se obtiene a0= 47.934 y a1= .0004
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un solo gran conjunto de “lectores” es, por decirlo menos, laxa: caben en él personas
que leyeron durante las vacaciones, digamos, el último manual de moda en autoayuda,
y personas que leen todos los días del año como su principal actividad recreativa.
Consignar diferencias de este calibre es de interés.
Para ello, otra fuente de información que es posible utilizar es la encuesta “Chile lee su
futuro. Encuesta internacional 1998. Alfabetización de la población adulta: Desarrollo
de competencias y habilidades”, enmarcada en la encuesta IALS (International Adult
Literacy Survey). La encuesta compara a nuestro país con otros 21 países donde se
realizó un estudio, de los cuales 18 pertenecen a la OECD.18 La encuesta levantó una
serie de datos sobre niveles y tipo de educación del entrevistado y hábitos y uso de la
lectura. A partir de la frecuencia autoreportada de lectura de libros, se puede realizar
un ejercicio similar al anterior. Construimos, así, un indicador de frecuencia de lectura
de libros de los individuos.19 Considerando una muestra de países cubiertos por la
encuesta IALS, construimos un gráfico en que el eje vertical presenta el promedio
nacional de frecuencia de lectura (entre aquellos individuos que efectivamente leen) de
acuerdo al indicador elaborado, y en el eje horizontal presenta el PIB per cápita en
dólares PPP del año 1997.20 El resultado se observa en el gráfico 3.
18 En una primera etapa (1994-1996), participaron 12 países OECD: Australia, Bélgica, Canadá, Alemania, Irlanda Holanda, Nueva Zelanda, Polonia, Suecia, Suiza (lenguas francesa y alemana), Reino Unido y Estados Unidos. En una segunda etapa (1998) se incorporaron otros 10 países: Dinamarca, Finlandia, Noruega, Eslovenia, Suiza (lengua italiana), República Checa, Hungría, Italia, Chile y Portugal. Bravo y Contreras, (2001) 19 El indicador se construye como sigue: al lector diario se asignan 300 días de lectura/año, al lector semanal 50, al lector mensual 10 días de lectura/año, y al lector que lee “varias veces al año”, 5 días de lectura de libros al año. Se promedian los valores por país, excluyendo los casos de no lectura, por lo que sus valores se encontrarán en el intervalo [5; 300]. 20 Dado que los datos IALS provienen de dos etapas de encuesta (1994-1996 y 1998), se tomó el PIB de 1997 como referencia intermedia. El índice debiese ser una variable suficientemente estable para que el resultado sea robusto a cambios de un año.
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Gráfico 3 Índice de frecuencia de lectura vs. PIB per cápita (dólares ppp de 1997)
Chile
Bélgica
Irlanda
EEUU
AlemaniaHolanda
Reino Unido
SueciaSuiza (aleman)
Suiza (frances)
Polonia
Nueva Zelanda
6080
100
120
140
160
Índi
ce F
recu
enci
a de
Lec
tura
5000 10000 15000 20000 25000 30000PIB per cápita, USD PPP 1997
95% CI Fitted valuesindice de frecuencia de lectura - ials
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Internacional Adult Literacy Survey (2002) y PIB según World Economic Outlook Database, Fondo Monetario Internacional, Abril de 2006.
Como se ve, al comparar con este nuevo indicador respecto del estándar definido por
la muestra, Chile no sólo posee el nivel más bajo de alfabetización funcional de toda la
muestra en términos absolutos –tema que veremos en detalle en el próximo apartado-,
y el porcentaje más bajo de lectores, sino que en términos relativos posee una
frecuencia promedio de lectura de libros –por parte de aquellos habitantes que se
declaran lectores–, que se encuentra levemente por debajo de la frecuencia de lectura
promedio que “normalmente”21 se esperaría dado su nivel de desarrollo económico.
Este resultado, sin embargo, se encuentra dentro del intervalo de confianza del 95%.
21 La recta de ajuste corresponde a una regresión por Mínimos Cuadrados Ordinarios de la forma FREC_LECTi = a0 + a1 GDP_Capitai + εi. En este caso, se obtiene a0= 89.79 y a1= 0.0012
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La distribución de respuestas respecto de la frecuencia de lectura para la submuestra
de Chile se presenta en el Gráfico 4. Como se observa, el resultado del porcentaje de
encuestados por IALS que declara no leer “nunca” en el año, es algo menor que el
porcentaje de no lectores arrojados por las encuestas de consumo cultural.
Gráfico 4 Frecuencia de lectura de libros en Chile.
Lee libros…
14.4% 15.4% 15.1%16.9%
38.0%
0.2%0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
35%
40%
Diariamente Una vez a lasemana
Una vez al mes varias veces alaño
Nunca NS/NR
Fuente: elaboración propia a partir de datos encuesta IALS.
El resultado anterior se ve confirmado por el estudio de Fundación La Fuente y
Adimark-GfK, que muestra que, al compararnos con un país como España,22 la
diferencia principal entre los hábitos de lectura en Chile y España es la proporción de
lectores frecuentes o habituales. Mientras que, según los resultados de estos estudios,
en ambos países la proporción de “no lectores” es similar (45% para Chile, 43% para
España), la proporción de lectores ocasionales es mucho más alto en Chile (34%) que
en el país europeo (16%), y mientras en España los lectores habituales llegan al 41%,
en Chile llegan sólo al 21%.23 Otro dato de interés entregado por el estudio es que los
lectores frecuentes de ambos países destinan, en promedio, tiempos relativamente
22 Esta es la única comparación posible con un estudio de similares características: Federación de Gremios de Editores de España, “Hábitos de Lectura y Compra de Libros 2005”, Precisa Research, Barcelona, 2005. 23 Esto se refleja en parte en los hábitos asociados a la lectura: la encuesta muestra que mientras que los lectores frecuentes leen en las noches, antes de dormir, los ocasionales lo hacen básicamente en vacaciones y los fines de semana.
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similares a la lectura de libros: 5,1 horas a la semana en Chile y 5,6 en España.
(Fundación La Fuente- Adimark GfK, 2006, pp. 10-12).
A la luz de los resultados anteriores, y pese a que también hay ciertos indicadores
auspiciosos, como el aumento sostenido del uso de bibliotecas públicas en los últimos
años,24 podemos decir que, efectivamente, en Chile se lee poco en términos relativos a
nuestros vecinos, y que la situación es aún más precaria si se nos compara con los
países desarrollados a los que decimos querer “acercarnos” en términos de desarrollo.
El problema, sin embargo, no es sólo cuantitativo. La próxima sección presenta parte
de la evidencia existente para confirmar la segunda de nuestras ideas recurrentes
respecto de este tema: en Chile no entendemos lo que leemos.
2.2 Examen de las habilidades de lectura en Chile
Este arista del tema de la lectura es, probablemente, una de las más comentadas y
mejor documentadas.25 Ante cada nuevo resultado en pruebas internacionales de
habilidades básicas, autoridades y medios de comunicación rasgan vestiduras ante
una situación que no mejora, pese a los grandes recursos destinados a la educación
pública en los últimos años.26
24 Los préstamos a domicilio según datos de la subdirección de Bibliotecas Públicas han crecido, entre 2003 y 2006, de 1.451.875 a 4.007.541 préstamos, mientras que los usuarios en sala han crecido de 5.454.886 visitas en 2003 a 10.626.314 en 2006 (Dibam, 2006, p. 2). Otro caso interesante es el proyecto Bibliometro, que actualmente cuenta con 11 puntos de préstamo, y a diciembre de 2005 tenía 24.000 socios activos y realizaba alrededor de 154.000 préstamos anuales en las estaciones del tren subterráneo de Santiago. (Bibliometro, 2006, p. 1) 25 Sólo a modo de muestra, en la versión de 05 de enero de 2007 en el vespertino La segunda, un prominente empresario nacional –nótese, un empresario, no un académico ni un ministro- declaraba que “Resultados de diversos estudios han dado cuenta que en nuestro país los niveles de comprensión de lectura son bajos, lo que nos pone en una situación de desventaja o de menos competitividad. Por eso mismo, la formación inicial en lecto escritura entre los 2 y los 8 años es clave. La lectura es la base para el aprendizaje de todas las demás materias en el colegio y una puerta de entrada para el desarrollo del pensamiento y de la creatividad". 26 El gasto público en Educación en 1990 era de 940.3 millones de dólares, llegando a 3,017.7 millones en 2002 (dólares de 2001). (OECD 2004b, pp. 16). Una activa discusión sobre calidad, financiamiento, cobertura y administración de la educación en Chile se encuentra en pleno desarrollo y, sin embargo, el tema de la lectura y escritura se encuentra más bien al margen de la discusión. Ver, por ejemplo, el informe final del Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Educación -http://www.consejoeducacion.cl/-, documento de 252 páginas con propuestas de cómo afrontar los
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Los resultados de las pruebas internacionales de alfabetización y comprensión lectora
han venido mostrando consistentemente durante los últimos años que la población
chilena posee bajos niveles de comprensión y desempeño productivo a la hora de
enfrentarse a documentos escritos, a información cuantitativa o incluso a documentos
simples como pequeños manuales de instrucciones o etiquetas de remedios.
Estudios internacionales como el Programa para la Evaluación Internacional de
Estudiantes (PISA)27 y la Encuesta Internacional de Alfabetización en Adultos (IALS)28,
ambos gestionados por la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo
(OECD)29, o el estudio de Tendencias en el Estudio Internacional de Ciencias y
Matemáticas (TIMMS)30, así como estudios nacionales como el Sistema de Medición
de Calidad de la Educación (SIMCE)31, han mostrado desde distintas perspectivas y de
manera consistente que la comprensión de lectura en Chile, tanto entre los estudiantes
del sistema escolar como en la población adulta, es deficiente.
La evidencia está disponible en una serie de documentos de simple acceso y
ampliamente conocidos32, por lo que presentaremos aquí sólo alguna evidencia
ilustrativa.
Así, por ejemplo, la Encuesta Internacional de Alfabetización en Adultos, IALS, muestra
a Chile en la posición más baja del conjunto de países, para las mediciones de
comprensión lectora en las tres dimensiones medidas (lectura de Prosa, Documentos y
desafíos de calidad y cobertura de la educación chilena, y donde la palabra “libro” parece mencionada sólo 7 veces, y la “lectura” sólo 4. 27 Programme for International Student Assessment. http://www.pisa.oecd.org/ 28 The International Adult Literacy Survey, organizada por OECD en conjunto con Statistics Canada, http://www.statcan.ca/ 29 Organisation for Economic Co-operation and Development. http://www.oecd.org/ 30 The Trends in International Mathematics and Science Study. http://nces.ed.gov/timss/ 31 http://www.simce.cl/ 32 Véase, por ejemplo, Mineduc (2002); Mineduc (2004a); Mineduc (2004b); OECD (2000), UNESCO (2000); y en un tema relacionado como es el desempeño en ciencias, Mineduc (2004) Chile y el aprendizaje de matemáticas y ciencias según TIMSS. Unidad de Curriculum y Evaluación Ministerio de Educación. Chile.
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material Cuantitativo).33 Los encuestados chilenos logran una media de 220,5 puntos
en una escala 0-500, y una distribución de 85,1% de los encuestados en el nivel 1 ó 2,
mientras que sólo un 1,6% se ubica en los niveles 4 ó 5.34 Esto es, el 85% de la
población chilena puede, a lo más, lidiar con textos simples, sin que la lectura sea para
ellos una herramienta productiva.
El estudio muestra, haciendo comparaciones entre los países, que un mejor
desempeño en las pruebas de alfabetización reduce la probabilidad de estar
desempleado y que altos niveles de alfabetización se pueden relacionar con niveles
altos de producto. Bravo y Contreras (2001) concluyen a partir de este estudio que
“tanto en términos relativos (comparado con otros países desarrollados) como en
términos absolutos, existe un gran déficit de competencias y capacidades en la
población mayor de 15 años en nuestro país. En particular, llama la atención que entre
50 y 57% de la población adulta se clasifique en el nivel 1, lo que se traduce en que,
para efectos prácticos, dicha población no entiende lo que lee y es capaz de realizar
sólo inferencias muy básicas utilizando material impreso (textos y documentos)”.35
33 Se define las habilidades en “Prosa” como “las habilidades y competencias necesarias para comprender y utilizar información contenida en textos tales como editoriales, artículos noticiosos y textos literarios; “Documentos” como “las habilidades y competencias necesarias para ubicar y utilizar información contenida en documentos tales como cuadros, mapas, gráficos, índices, etc."; y “Cuantitativo” como “las habilidades y competencias necesarias para aplicar operaciones aritméticas incorporadas en materiales impresos, tales como los cálculos requeridos para llenar formularios de depósito, estimar tiempos a partir de horarios, etc.”. Bravo y Contreras (2001), p. 22. 34 Nivel 1.- indica personas con habilidades muy pobres, donde el individuo puede, por ejemplo, no ser capaz de determinar la cantidad adecuada de medicina que se debe dar a un niño, a partir de la información impresa en el envase; Nivel 2.- los entrevistados pueden lidiar sólo con material simple, claramente expuesto y en el cual las tareas involucradas no son demasiado complejas. Denota un bajo nivel de habilidades, pero más elevadas que en el nivel 1. Identifica gente que puede leer, pero tiene un pobre desempeño en los test. Pueden haber desarrollado herramientas elementales para manejar las exigencias de lecto-escritura del día a día, pero su bajo nivel de competencia les hace difícil enfrentar demandas nuevas, como puede ser aprender herramientas para un nuevo trabajo; Nivel 3.- Es considerado un nivel mínimo adecuado para lidiar con las demandas de la vida y el trabajo diario en una sociedad avanzada compleja. Denota en términos generales el nivel de habilidades requeridos para completar la escuela secundaria e ingresar a un college. Como los niveles más altos, requiere la habilidad de integrar varias fuentes de información y solucionar problemas más complejos. Niveles 4 y 5.- Describe a encuestados que demuestran manejo de herramientas de procesamiento de información de nivel superior. (OECD, 2000, p. xi) 35 Bravo y Contreras, 2001, pp. 113-114. Llama la atención en este punto que, a la hora de decidir qué leer, casi un 25% de los lectores de regiones opta en primer lugar por libros de novela o cuento, casi un 5% opta por libros religiosos, y cerca de un 4% por libros de autoayuda. En Santiago, algo más de un 20% opta por novelas o cuentos, y algo más de un 3% por libros de autoayuda. Pocos chilenos comprenden lo que leen, y sin embargo la primera opción de lectura es la literatura de ficción, área que en general requiere cierta habilidad superior de comprensión lectora, especialmente si se espera que, como actividad
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Si tomamos el porcentaje de población que está en niveles 4 ó 5 de comprensión
lectora (alto desempeño), y lo dividimos por el porcentaje de personas en el nivel 1
(bajo desempeño), podremos tener una idea de la brecha entre países en términos de
la capacidad de su población de comprender y utilizar textos. Los resultados de este
ejercicio para el promedio de los ratios de las pruebas de Prosa, Documentos y
Cuantitativo, se muestran en la siguiente tabla:
Tabla 1 Ratio % de personas con desempeño 4/5 (alto) sobre personas con desempeño 1 (bajo)
Promedio Prosa, Documentos y Cuantitativa Prueba IALS
PAIS PROMEDIO PAIS PROMEDIOSuecia 5.157 Estados Unidos 0.964Noruega 3.016 Nueva Zelanda 0.903Dinamarca 2.838 Suiza (alemán) 0.896Alemania 2.179 Reino Unido 0.794Finlandia 1.979 Suiza (italiano) 0.734República Checa 1.830 Irlanda 0.568Holanda 1.790 Hungría 0.368Canada 1.353 Eslovenia 0.150Australia 1.091 Polonia 0.125Bélgica 1.085 Portugal 0.094Suiza (francés) 1.046 Chile 0.036Fuente: Elaboración propia a partir de encuesta IALS
RATIO NIVEL 4/5 SOBRE NIVEL 1
Los resultados para cada una de las categorías de evaluación se pueden observar en
el gráfico siguiente. Como se observa, las diferencias respecto de los países
desarrollados son notorias.
de ocio, genere un bienestar intrínseco no sujeto a una “utilidad” de lo leído (porcentajes obtenidos a partir de bases de datos de las Encuestas de consumo cultural, disponibles en http://www.cnca.cl)
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Gráfico 5 Ratio % de personas con desempeño 4/5 (alto) sobre personas con desempeño 1 (bajo).
Prosa, Documentos y Cuantitativa. Prueba IALS
0.000
1.000
2.000
3.000
4.000
5.000
6.000Su
ecia
Finl
andi
a
Nor
uega
Hol
anda
Can
ada
Aust
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Nue
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alia
no)
Portu
gal
Hun
gría
Eslo
veni
a
Polo
nia
Chi
le
PROSADOCUMENT
CUANTITAT
Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Internacional Adult Literacy Survey (2002) .
Nuevamente, podemos explorar si estas diferencias se justifican por las diferencias de
ingreso per cápita de los países, o si Chile se encuentra por debajo del nivel de
desempeño promedio normal en la muestra de países.
:: Determinantes de la Lectura en Chile :: Tesis para optar al grado de Magíster en Economía Aplicada :: :: Departamento de Ingeniería Industrial :: Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas :: Universidad de Chile :: 35
Gráfico 6 Ratio % de encuestados en nivel 4/5 sobre % en nivel 1 prueba IALS
vs. PIB per cápita (dólares ppp de 1997)
PortugalChile
Bélgica
IrlandaEEUU
AlemaniaHolanda
Dinamarca
Reino Unido
Finlandia
Suecia
Suiza (aleman)Suiza (frances)
Polonia
Nueva Zelanda
Noruega
CanadaAustralia
Rep. Checa
HungríaEslovenia
-20
24
6R
atio
cal
idad
de
lect
ura
(Pro
med
io)
5000 10000 15000 20000 25000 30000PIB per cápita, USD PPP 1997
95% CI Fitted valuesratio de calidad de la lectura (promedio)
Fuente: elaboración propia a partir de datos de la Internacional Adult Literacy Survey (2002) y PIB según World Economic Outlook Database, Fondo Monetario Internacional, Abril de 2006.
Los resultados de los gráficos anteriores muestran la distancia a la que se encuentra
Chile del club de los países desarrollados en términos de la capacidad de su población
para comprender textos e información contenida en documentos (ver más detalles en
Anexo A). Si bien esta brecha es “normal”36 dada la brecha existente en términos
económicos, también es cierto que si deseamos que nuestro país se convierta
progresivamente en un país desarrollado, las distancias en términos de capital humano
debiesen irse cerrando. Una especial preocupación debe ser puesta en los porcentajes
de personas que presentan habilidades de nivel 1 (habilidades muy bajas,
eventualmente inhabilitantes) y nivel 2 (nivel de habilidades muy básico), que agrupan -
en los tres tipos de lectura- a cerca del 85% de la población chilena.
36 La recta de ajuste corresponde a una regresión por Mínimos Cuadrados Ordinarios de la forma Ratioi = a0 + a1 GDP_Capitai + εi. En este caso, se obtiene a0= -0.38 y a1= 0. 000084
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Otro resultado interesante es que si sólo se toma la población más educada, esto es,
aquélla que ha cumplido con éxito la educación terciaria, las diferencias de desempeño
entre Chile y el resto de los países de la muestra son también notorias. Los chilenos
más preparados en términos de cantidad de años de estudios, no llegan, en promedio,
a los 276 puntos en la escala 0-500 (esto es, superan apenas el 55% de logro,
ubicándose en promedio en el nivel 2 de la escala). En un mundo en que el mercado
laboral es crecientemente globalizado, especialmente entre los trabajadores más
calificados, el nivel de desempeño de la elite educacional chilena claramente se
constituye en una desventaja.
Gráfico 7 Media de puntajes IALS en Prosa, Documentos y Cuantitativo (escala 0-500 pts.).
Submuestra población con educación terciaria completa, edades 16-65
250 270 290 310 330 350
ChilePolonia
Reino UnidoNueva Zelanda
IrlandaPortugal
SuizaAustralia
Estados UnidosCanada
DinamarcaHolanda
FinlandiaEslovenia
HungríaNoruega
BélgicaSuecia
AlemaniaRepública Checa
Puntaje Fuente: elaboración propia a partir de datos OECD (2000)
:: Determinantes de la Lectura en Chile :: Tesis para optar al grado de Magíster en Economía Aplicada :: :: Departamento de Ingeniería Industrial :: Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas :: Universidad de Chile :: 37
Controlando nuevamente por el ingreso del país, vemos que el desempeño de los
individuos más educados de Chile es preocupantemente bajo comparado con la elite
del resto de los países de la muestra.
Gráfico 8 Media de puntajes IALS en Prosa, Documentos y Cuantitativo (escala 0-500 pts.)
Promedio Submuestra población con educación terciaria completa vs. PIB per cápita (dólares ppp de 1997)
Portugal
Chile
Bélgica
Irlanda
EEUU
Alemania
Holanda Dinamarca
Reino Unido
Finlandia
Suecia
Polonia
Nueva Zelanda
Noruega
CanadaAustralia
Rep. Checa
Hungría Eslovenia
280
300
320
340
360
IALS
(Pro
med
io in
divi
duos
con
edu
caci
ón te
rcia
ria)
5000 10000 15000 20000 25000 30000PIB per cápita, USD PPP 1997
95% CI Fitted valuespromedio puntajes ials educ. terciaria
Consistentemente, los resultados del proyecto PISA 2000 (Programme for International
Student Assessment) llevado adelante por la OECD muestran que, de una muestra de
41 países, Chile ocupaba el lugar 36 de aptitud para lectura (sólo por encima de Brasil,
Macedonia, Albania, Indonesia y Perú)37. En dicho estudio, de una escala 1 a 5, sólo
un 6% de los estudiantes chilenos38 obtiene un nivel 4 ó 5, mostrándose habilitado para
las exigencias que impone un entorno globalizado y crecientemente dinámico. Por el 37 UNESCO, 2002, p. 6. 38 Los estudios de PISA son muestrales y representativos a nivel nacional de los estudiantes de quince años de edad.
:: Determinantes de la Lectura en Chile :: Tesis para optar al grado de Magíster en Economía Aplicada :: :: Departamento de Ingeniería Industrial :: Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas :: Universidad de Chile :: 38
contrario, un 48% de los estudiantes se encuentra en o por debajo del nivel 1.39 En
efecto “En las tres tareas de lectura40 y en lectura global, los estudiantes chilenos
tienen un rendimiento significativamente menor al promedio de los países de la OECD
y en ninguna de ellas llegan a 500 puntos, que corresponde al rendimiento promedio
de los alumnos de los países OECD (Mineduc, 2004a, p. 66).
Gráfico 9 Promedios y distribución de los puntajes en lectura global para todos los países
participantes en PISA 2000
Fuente: Elaboración propia a partir de datos Mineduc 004a) para el puntaje PISA, y PIB según World Economic Outlook Database, Fondo Monetario Internacional, Abril de 2006.
Portugal
Chile
Bélgica
Grecia
España
Brasil
Italia
Irlanda
Francia EEUU
Alemania
México
AustriaDinamarca
Argentina
Reino Unido
Finlandia
Suecia
Polonia
Nueva Zelanda
Noruega
CanadaAustralia
Rep. Checa
Hungría
Albania
Bulgaria
Federacion Rusa
Hong-Kong China
Indonesia
Israel
Macedonia
Tailandia
Corea
Islandia
Japon
Suiza
350
400
450
500
550
PIS
A (P
rom
edio
paí
s en
lect
ura)
0 10000 20000 30000 40000PIB per cápita, USD PPP 2000
95% CI Fitted valuespromedios puntaje en lectura global -pisa
(2
39 “[…] el Nivel 1 indica que los estudiantes tienen serias dificultades para utilizar la lectura como un instrumento para avanzar y ampliar sus conocimientos y destrezas en otras áreas; y el Nivel 5 indica que los estudiantes pueden manejar la información que se presenta en textos con los que no están familiarizados, muestran una comprensión detallada de textos complejos y deducen qué información es relevante a la tarea, evalúan críticamente y establecen hipótesis con la capacidad de recurrir a conocimientos y conceptos especializados que puedan ser contrarios a las expectativas” (UNESCO, 2002, p. 5). 40 Los tres tipos de tareas en la prueba PISA son: (a) extraer información de un texto; (b) interpretar un texto; y (c) reflexionar; evaluar el contenido y la forma de un texto. (Mineduc, 2004a, p. 26)
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Al considerar el nivel de desempeño en función del PIB per cápita de los países (el año
de la muestra), Chile se encuentra por debajo del nivel “normal”41 definido por la
muestr de la recta. Nuestros
studiantes de 15 años poseen un nivel de comprensión de lo que leen que está por
▪ Los estudiantes chilenos, así como los de los países latinoamericanos
s tres tareas de lectura.
▪ En lectura global, un quinto de los estudiantes chilenos de 15 años (i.e., con
adquirir
▪
familiar para ellos; mostrar una comprensión
a de países, y fuera del intervalo de 95% de confianza
e
debajo del nivel esperable dado nuestro nivel de desarrollo económico. Para llegar a
niveles de país desarrollado, la mejora necesaria es de cerca de un 25% (100 puntos).
Al respecto, algunas de las principales conclusiones del estudio de PISA del año 2000
(Mineduc, 2004a, pp. 78 y ss.) son, en efecto, que
participantes en PISA 2000, no alcanzan el rendimiento promedio de los
estudiantes de la OECD en ninguna de la
10 años promedio de educación formal) no alcanza el nivel 1 de
desempeño. Desde la perspectiva de PISA 2000, tienen serias dificultades
para usar la lectura como una herramienta efectiva para
conocimientos y habilidades en otras áreas. Esto tiene consecuencias
prácticas concretas: con mayor probabilidad tendrán mayores dificultades
para insertarse laboralmente y para aprovechar futuras oportunidades de
aprendizaje y capacitación.
En comparación con los países de la OECD, sólo un pequeño porcentaje de
los estudiantes de Chile y de los países latinoamericanos participantes es
capaz de realizar tareas sofisticadas de lectura como: ubicar información
implícita en un texto poco
detallada de un texto e inferir cuál es la información relevante; manejar
información que compite entre sí; interpretar sutilezas del lenguaje; evaluar
críticamente un texto; construir hipótesis a partir de conocimiento
especializado, entre otras tareas.
41 La recta de ajuste corresponde a una regresión por Mínimos Cuadrados Ordinarios de la forma PISAi = a0 + a1 GDP_Capitai + εi. En este caso, se obtiene a0= 393.08 y a1= .00437
:: Determinantes de la Lectura en Chile :: Tesis para optar al grado de Magíster en Economía Aplicada :: :: Departamento de Ingeniería Industrial :: Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas :: Universidad de Chile :: 40
A la luz de
Chile el niv
nivel norm un bajo nivel de comprensión de lo que se
e, el cual en la mayoría de los casos no habilita a los individuos para desenvolverse
l examen expuesto en los dos puntos anteriores, podemos concluir que en
el de lectura es comparativamente bajo: hay pocos lectores (por debajo del
al), los que hay leen poco y existe
le
de manera competente en el mundo actual, utilizando la lectura como una herramienta
para la vida diaria, ni para cumplir con las crecientes exigencias del mercado laboral.
:: Determinantes de la Lectura en Chile :: Tesis para optar al grado de Magíster en Economía Aplicada :: :: Departamento de Ingeniería Industrial :: Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas :: Universidad de Chile :: 41
3 El libro y su mercado en la literatura económica
La disciplina económica ha prestado muy poca atención al fenómeno de la lectura, al
mercado del libro en general, y al comportamiento de los lectores en particular. La
literatura dedicada a estos temas es escasa,42 y se concentra sólo en algunos aspectos
del fenómeno. Esto contrasta con la importancia que la literatura tanto económica
como no económica asigna, como hemos visto, a la lectura y el entrenamiento de
“habilidades básicas” para el desarrollo individual, social y económico.
Esta aparente contradicción en los énfasis puede deberse a que el libro posee un doble
carácter que le es particular. Es, por una parte, un bien de consumo privado (su
consumo presenta características de rivalidad y exclusión) y reporta beneficios a quien
lo consume, por lo que existe una demanda privada por el bien que es satisfecha por
productores (firmas privadas o el Estado). Existe, así, un mercado de los libros, en los
que éstos se transan a un determinado precio (para producir libros se usan recursos
escasos), y que la literatura concuerda en caracterizar como competitivo. Su carácter
de mercado competitivo y la poca importancia relativa de la industria en las economías
nacionales43 (empleo, producto, exportaciones) hacen que, en tanto mercado, no sea
un foco de interés para la disciplina. Y este no es sólo un problema en Chile: Hjorth-
Andersen plantea en su trabajo sobre el mercado danés que “el mercado del libro es
muy poco importante desde un punto de vista macroeconómico. El mercado del libro es
un mercado privado. No hay mucho interés público en producir buenas estadísticas y,
consistentemente, tiene una baja prioridad en las agencias de estadística.” (Hjorth-
Andersen, 2000, p. 44).
42 El principal referente en esta área es el Journal of Cultural Economics, que con más de veinte años de existencia se alza como la única publicación académica en estos temas. Sin embargo, incluso dentro de esta publicación el espacio dedicado a la economía de la lectura y los libros es relativamente escaso, si se lo compara, por ejemplo, con temas relacionados a las artes escénicas, el cine, el show business, o la economía de las obras de arte. 43 No es aventurado suponer que la influencia económica indirecta de esta industria es importante, aunque difícil de estimar. El valor de uso de un libro parece ser mucho mayor que su valor de cambio. Un primer intento -preliminar- de cuantificación de las industrias culturales a la economía chilena se encuentra en CNCA (2003), en que se sostiene que éstas contribuyen con alrededor del 1.8% a la creación del Producto Interno Bruto. (CNCA, 2003, p. 49)
:: Determinantes de la Lectura en Chile :: Tesis para optar al grado de Magíster en Economía Aplicada :: :: Departamento de Ingeniería Industrial :: Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas :: Universidad de Chile :: 42
Por otra parte, sin embargo, los libros son lo que la literatura denomina “bienes
culturales”, esto es, bienes que tienen una serie de externalidades de difícil
cuantificación, asociada al capital cultural de los pueblos (veremos luego más en
detalle las definiciones existentes):
“[…] el libro no se agota en su dimensión económica, como producto generador
de empleo y riqueza material, sino que es ante todo un bien cultural portador de
valores, conocimientos, informaciones y expresiones artísticas. El libro es un
producto que aporta efectos positivos decisivos en la formación del capital
humano de una sociedad. Esta última cualidad es la que ha hecho que en todo
el mundo se considere al libro como un bien público que es, además, lugar de
la memoria colectiva y soporte principal de las ideas de una determinada
comunidad lingüística” (CNCA, 2006, p. 8)
En efecto, existe en Chile una serie de políticas públicas orientadas a este sector de la
economía. El foco de estas políticas, sin embargo, está puesto en el fomento (subsidio)
a la creación (i.e., la oferta) 44 más que en el incentivo de la lectura, la cual se incentiva
casi exclusivamente a través de un pequeño fondo de fomento a la lectura (vía
proyectos concursables de fomento de la lectura), y por medio de compras estatales
anuales para nutrir las bibliotecas públicas, las cuales tienen, como hemos visto, una
tasa de uso moderada, aunque creciente.
El comportamiento del mercado del libro es, en todos los países cubiertos por la
literatura especializada, el de una industria competitiva, con participación casi exclusiva
de productores privados con fines de lucro. Al contrario de lo que ocurre con otras de
las denominadas “industrias culturales”, como pueden ser las artes escénicas o la
44 Algunos de estos subsidios son el concurso de Fomento de la Creación Literaria (Novela, Cuento, Poesía Ensayo, Dramaturgia y Géneros referenciales), el concurso de Fomento del Libro, diversos concursos y premios literarios, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, premios a Mejor Obra Inédita y Mejor Obra Editada (ambos en cada uno de los géneros), etc. La lista completa se encuentra disponible en http://www.fondosconcursables.cl/
:: Determinantes de la Lectura en Chile :: Tesis para optar al grado de Magíster en Economía Aplicada :: :: Departamento de Ingeniería Industrial :: Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas :: Universidad de Chile :: 43
conservación, restauración y “comercialización” de bellas artes,45 la literatura
económica afirma que las características de la industria del libro no justifica una
participación activa del Estado, excepto en la mantención de bibliotecas públicas que
garanticen el acceso a libros, el fomento de la lectura (Hjorth-Andersen, 2000, p. 18) y
un cierto cuidado de la red de distribución, punto en que la competencia está menos
garantizada (Hjorth-Andersen, 2000, p. 15).
En su dimensión de bien cultural, sin embargo, el libro y la lectura adquieren un
carácter de más interés para la disciplina económica, debido a la centralidad del
desarrollo de habilidades de lectura como input productivo en tanto “capital humano
general”.
La literatura que aborda el mercado de los libros como objeto de análisis económico lo
hace básicamente desde tres enfoques: (a) modelamiento y parametrización de la
oferta y/o demanda en mercados nacionales (Hjorth-Andersen (2000), Szenberg y Lee
(1987), Ringstad y Løyland (2006)); (b) análisis de la organización de la industria, en
términos más bien teóricos (Szenberg y Lee (1995), Canoy et al (2005), Ploeg (2004));
y (c) comportamiento de los consumidores (Chevalier y Goolsbee (2005), Leemans y
Stokmans (1992)). En general en artículos académicos no se aborda la pregunta por el
comportamiento de los consumidores, en su doble rol de consumidores (de un bien
privado) y lectores (de un bien cultural, que aumenta su capital humano), pues el
primer rol es abordado por algunos estudios en la literatura económica, mientras que el
segundo por encuestas nacionales o internacionales como las ya mencionadas.
Comenzaremos explorando la noción de “bien cultural”.
45 Al respecto ver, por ejemplo, Krebs y Schmidt-Hebbel (1999), específicamente en el tema de la regulación estatal de la conservación del patrimonio cultural.
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3.1 Bienes culturales
El término “economía de la cultura” se utiliza para agrupar el análisis económico de
actividades como las artes creativas y escénicas, así como el análisis asociado a la
conservación del patrimonio y la dinámica de las llamadas industrias culturales el cine,
la música o los libros. Es, entonces, la “aplicación de la economía a la producción,
distribución y consumo de todos los bienes y servicios culturales” (Towse, 2003, pp.
19-20).
Ha existido “cierto debate entre los economistas” respecto de si los bienes y servicios
culturales pueden diferenciarse de los bienes y servicios ordinarios. Throsby plantea
que “parece razonable sugerir que un bien cultural es aquél que implica la creatividad
humana en su producción, incorpora uno o varios significados simbólicos y puede
identificarse en él, al menos en principio, cierta propiedad intelectual” (Throsby, 2003,
p. 132). Towse define los bienes culturales como aquéllos que “tienen en común el
hecho de incluir un elemento artístico o creativo”. Throsby busca también una
definición desarrollando el concepto de capital cultural: “el capital cultural puede
definirse como un activo que incorpora, almacena o genera un valor cultural más allá
de cualquier valor económico que posea” (Throsby, 2003, p. 133).46
Como se observa, desde el punto de vista de la economía la definición de “bienes
culturales” es vaga, pues no permite una diferenciación clara de los bienes culturales
respecto de cualquier otro bien de consumo, al menos en términos económicos (no
permite prever consecuencias sobre el comportamiento de los agentes o del equilibrio
de mercado). En efecto, los bienes culturales comparten con los demás bienes y
servicios el hecho de utilizar recursos escasos, capital y trabajo con usos alternativos,
por lo que en el mercado poseen un costo de oportunidad y un precio (Towse, 2003, p.
21). Pese a ello, el Estado suele proveer gratuitamente (o subsidiar en parte) muchos
de estos bienes, ya sea a través de espectáculos gratuitos, subsidios a la creación,
museos o bibliotecas públicas, etc. Ésta, sin embargo “es una decisión política, no 46 Para más detalles, ver Trosby, 2001, pp. 58 y ss.
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económica: la mayor parte de los bienes culturales no son bienes públicos
enteramente”, aunque muchos economistas dedicados al área piensan que estos
bienes tienen “características propias de los bienes públicos que los mercados no
pueden captar plenamente a través de los precios” (Towse, 2003, p. 21). Éste,
creemos, es el caso del libro.
Si esto es así, es probable que la producción de bienes culturales por el mercado,
libros incluidos, esté por debajo de lo socialmente deseable, ya sea por su carácter de
bien público o porque la demanda del consumidor no refleja el valor total de los
llamados “bienes de experiencia” (los gustos de los consumidores deben, en este caso,
“formarse”, como veremos más adelante). Esto justificaría un rol activo del Estado. Sin
embargo, y pese a que el arte se subvenciona prácticamente en todos los países del
mundo, “las herramientas convencionales de la economía del bienestar no aportan
fácilmente argumentos convincentes para justificar la financiación pública del arte”.
Para defender cualquier subsidio, habitualmente se hace referencia a “fallas de
mercado” tales como la existencia de externalidades, el carácter de “bien público”, las
economías de escala o derechamente la “ignorancia endémica de los consumidores”
respecto de bienes complejos.
Sin embargo, en el caso de las artes, se suele argumentar más bien haciendo
referencia a la igualdad de oportunidades de acceso a bienes que son, en su mayoría,
“bienes de experiencia”; al valor de opción y legado de los bienes culturales; o al
“mérito directo y auto-demostrable del arte” (Blaug, 2003, pp. 261-262).
En efecto, la cultura “busca justificaciones en la teoría del bienestar, no para sí misma,
sino para la financiación pública de la que habitualmente depende. El problema es que,
por numerosas razones, a la cultura le resulta difícil financiarse a través del mercado”.
Descontando algunas excepciones, la supervivencia de gran parte de la actividad
artística ha dependido históricamente del patrocinio de las familias reales, los grandes
mecenas y, más tarde, del Estado. (Baumol, 2003, pp. 271-272).
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Pese a la inexistencia de una definición operacionalizable de manera formal en
términos económicos, los bienes a los que se asocia un cierto derecho de autor y a los
que se asigna un cierto valor patrimonial o cultural, ocupan un lugar importante en el
imaginario colectivo: los gobiernos los financian en mayor o menor medida en todo el
mundo, y habitualmente su provisión es una exigencia de la sociedad a los gobiernos,
pese a la aparente poca disponibilidad a pagar por muchos de los consumidores y la
consecuente dificultad de dichas actividades de sostener su existencia en el mercado.
Esta aparente paradoja debiese ser, creemos, suficiente motivo para prestarles
atención desde el punto de vista de la disciplina económica.
3.2 Características del libro en tanto bien económico
Pese al importante rol que el libro ha jugado en los últimos siglos, el conocimiento del
mundo editorial es muy disperso y proviene, casi por completo, desde fuera del mundo
académico. El material existente al respecto es enorme, pero hay un escaso
conocimiento formal basado en investigaciones publicadas en revistas académicas
(Hjorth-Andersen, 2003, p. 289).
Muchos bienes culturales comparten una cantidad de propiedades desde el punto de
vista de la organización industrial, tales como nobody knows (un alto grado de
incertidumbre en la demanda), time flies (períodos cortos de rentabilidad del producto,
ciclos de vida reducidos), entre otros. (Canoy et al., 2005, p. 9)
Desde el punto de la organización industrial del mercado del libro es, como hemos
dicho, un bien privado, pues su consumo tiene características de rivalidad y exclusión.
Esto, en principio, hace pensar que no habría una falla de mercado que justifique que
el gobierno sea un proveedor de libros. Los libros presentan una cadena productiva
tradicional: producción, venta mayorista, distribución y venta minorista. En cada una de
las fases de la cadena hay, en un principio, competencia, y en la mayoría de los países
la única participación activa del gobierno en la provisión del bien es a través de
bibliotecas públicas, sin que ello impida la competencia en ninguna de las etapas de la
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cadena. Además, existe posibilidad de diferenciar el producto en cada una de las
etapas de la cadena de suministro, por lo que hay espacio para nichos de mercado, y
las marcas resultan relevantes. Como elaborar nuevos productos exitosos requiere a
menudo de inversión e innovaciones relevantes, se acepta que habrá productos que no
lleguen a transarse. Como consecuencia de todo lo anterior, se observa que en cada
etapa de la cadena hay un número importante de jugadores, por lo que los
consumidores pueden cambiar fácilmente de producto, haciendo que el mercado
funcione de manera apropiada. A ello contribuye, además, que el mercado es bastante
transparente: pese a que los libros son “bienes de experiencia” o “bienes vivenciales”
(experience goods), en que la calidad no se conoce hasta que se le consume,47 en el
caso del libro la reputación de los autores, los ranking de libros más vendidos y los
clubes de lectura, las revistas de libros, los premios y el boca-en-boca generan un nivel
de transparencia importante. Con todo lo anterior, Hay un grado importante de
dinámica en el mercado, es decir, se observa innovación tecnológica y comercial,
cambios en las cuotas de mercado y se observa entrada y salida de firmas (la
excepción es la cadena minorista; al menos en Europa). Con todo esto, desde la
perspectiva de la organización industrial, las características de los mercados del libro
no difieren demasiado de otros mercados competitivos (Canoy et al, 2005, pp. 9-10).
Más específicamente, la literatura económica constata que el mercado del libro parece
estar caracterizado por lo que se denomina competencia monopolística (Hjorth-
Andersen, 2003, p. 293), lo que se refleja en las siguientes características: (a) los
productos transados son diferenciables unos de otros; (b) las firmas (los editores, en
este caso) fijan el precio del bien; (c) hay un gran número de firmas que hacen caso
omiso de las consecuencias de su decisión de precio en el comportamiento de las
firmas competidoras; (d) no hay restricciones a la entrada; y (d) existe un trade off entre
eficiencia (por economías de escala) y diversidad, por lo que dependiendo de las
47 “Los consumidores no conocen su valoración precisa de un determinado título; por el contrario, ¡ésa es precisamente la razón por la cual comprar el libro! Si conociese perfectamente su contenido, no sería de interés. Así, los libros son bienes de experiencia en un sentido doble: no sólo porque su valor sólo puede conocerse a través de su lectura, sino también porque es principalmente dicha experiencia la que produce valor. La decisión final de compra parece descansar en algún tipo de expectativa respecto de su valor, condicionada por información previa” (Beck, 2003, p. 5)
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características de cada mercado podría haber un nivel de diversidad subóptimo (podría
haber mucha o muy poca variedad).
En este sentido, el mercado de los libros tiene similitudes con el mercado de los
cereales que Nevo (2001) estudia bajo el modelo de competencia monopolística: los
consumidores gustan de la variedad, pero ésta implica un costo por economías de
escala, con lo que cada variedad de cereal (o cada título) se vuelve más cara,
volviendo además el mercado menos transparente. Como cada productor no toma en
cuenta las consecuencias de su decisión sobre las decisiones del resto de los
productores, puede haber una falla de mercado, sin que se garantice la diversidad
socialmente óptima (Canoy et al., 2005, pp. 10-11).
Sin embargo, los libros no son iguales a los cereales, aunque los miles de títulos
disponibles se pueden asimilar a la proliferación de marcas que Nevo (2001, p. 311)
predice como una característica de la industria. Los consumidores de libros no realizan
compras repetidas en el mismo sentido que repiten sus compras de cereales, al menos
en cuatro sentidos. (a) No se compra dos veces el mismo libro. lo que cambia el
tradicional trade off entre eficiencia y volumen, en el sentido de que se hace más difícil
explotar las economías de escala. Esto es central en el comportamiento del productor,
especialmente cuando nadie conoce a priori la demanda por un nuevo título. (b) Al
contrario de los modelos de competencia monopolística, el mercado del libro no se
caracteriza por la entrada continua de editores, cada uno ocupando un nicho. En el
mercado del libro son los libros los que ocupan nichos, no los editores. Dado que el
mercado del libro es riesgoso, los editores tienen un portafolio de títulos y autores (que
llamamos “catálogo”), como una forma de reducir el riesgo. Algunos libros se venderán
y otros no, pero ante esto los editores, o bien tienen problemas anticipando la demanda
(y diversifican para disminuir el riesgo asociado a la incertidumbre), o bien obtienen
una utilidad y aceptan diferencias en el nivel de ventas por motivos culturales (la
diversidad de títulos les aportaría un bienestar intrínseco, por motivos de “amor a la
cultura”). (c) Hay dos razones más que agregan complejidad a este mercado: primero,
el libro se caracteriza porque cada título tiene un ciclo de vida extremadamente corto,
por lo que las firmas ejercen poder monopólico por un corto período, pero luego deben
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bajar notablemente sus precios. Segundo, los editores pueden enfrentar un trade off
entre especialización y suavización del riesgo vía diversificación. Debido a estos dos
elementos, cada editor tiene un catálogo que cambia rápidamente, y debe decidir de
manera permanente la composición de su portafolio de publicaciones. Debe decidir,
además, los precios que asigna a cada título del catálogo. La decisión de portafolio
también estaría sujeta a un trade off entre abrir nuevas líneas de publicación o no
(economies of scope), evitando el “canibalismo” que se puede presentar en
competencia monopolística. (d) La acumulación de decisiones que debe tomar el
editor, combinada con diferentes niveles de “amor por la cultura” (que hace que la
diversidad sea valorada en sí misma por muchos editores), generan un conjunto de
distintos tipos de editores, lo que hace que sea poco claro si se generará mucha o muy
poca variedad de títulos48 (Canoy et al., 2005, pp. 10-11).
Finalmente, desde el punto de vista de la demanda, el libro también tiene algunas
características particulares. Como “bienes de experiencia” que son, la calidad del
producto sólo se conoce una vez consumido, por lo que, dada la amplia demanda de
títulos, la elección de qué título leer (comprar) es particularmente compleja. Además, el
costo de oportunidad de consumir (leer) un libro a menudo sobrepasa el precio de éste,
lo que se traduciría, al menos en términos teóricos, en una particularmente baja
elasticidad precio, especialmente para libros que no son best sellers (los cuales por lo
general incluyen a compradores de menores ingresos). Adicionalmente, la lectura se
puede interpretar como una actividad de ocio tanto como una inversión en capital
humano, por lo que existen múltiples motivaciones para el consumo, y la utilidad de
dicho consumo está correlacionado intertemporalmente. Finalmente, el libro tiene la
particularidad de que en la mayoría de los países existe una alternativa (casi) gratuita a
la compra de libros: las bibliotecas públicas, que son un sustituto, aunque imperfecto,
siempre que uno puede argumentar que la “calidad” del producto es menor si
48 Existen también “dudas” respecto de la posición monopolística de los títulos en el mercado. Esto. Básicamente, debido al comportamiento del consumidor. De acuerdo a estudios de compra, cerca de la mitad de las compras de libros ocurrirían espontáneamente: los consumidores entran a la librería con alguna temática de interés pero sin un título en mente, y salen con un libro en la mano que eventualmente ni siquiera conocían. Si esto es así, diferentes títulos efectivamente compiten sin poder monopólico frente al cliente, aunque sus contenidos difieran, por el solo hecho de estar uno junto a otro en los estantes de la librería (Beck, 2003, p. 4).
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suponemos que el bienestar que produce la lectura no proviene exclusivamente del
contenido del libro, sino también del contexto en que la lectura se da (Canoy et al.,
2005, pp. 11-12). Exploraremos algunos de estos elementos en la siguiente sección.
3.3 El lector y la lectura en la literatura económica
Como hemos mencionado, ni la importancia de la lectura tanto en el desarrollo de las
personas, la cultura de los países y el desarrollo de su economía, ni los magros
resultados que muchas naciones exhiben en las pruebas de comprensión lectora, han
sido razón suficientemente poderosa para que existan desarrollos teóricos que
busquen modelar el comportamiento de los lectores. Sólo unas pocas publicaciones se
abocan a preguntas tales como: ¿Qué hace que un individuo, entre todas las
actividades posibles, decida tomar un libro y leer? Una vez tomado el libro ¿cómo se
decide cuánto tiempo invertir en ello? ¿Por qué los padres de un niño asumen el costo
que significa el aprendizaje de la lectura, con todas las dificultades, recursos y tiempo
de dedicación que aquél implica?
La literatura existente ha abordado sólo tangencialmente estas preguntas, y lo ha
hecho básicamente desde tres perspectivas. En un primer enfoque, se considera al
lector como un consumidor de un bien privado, estudiando las características de la
demanda por libros en términos agregados. Una segunda vertiente busca determinar
cómo los compradores de libros (nada garantiza que sean, efectivamente, lectores)
escogen entre diferentes alternativas a la hora de comprarlos. Un tercer enfoque
comprende al lector como un sujeto que se “entrena” (la lectura es entendida como una
habilidad que se puede incorporar mediante un proceso de aprendizaje), y se busca
por tanto los determinantes de sus malos (o buenos) resultados en las pruebas de
medición de habilidades. Una vertiente no abocada específicamente al libro, sino a los
bienes culturales en general, considera al consumidor de bienes culturales como un
“adicto” a la cultura.
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La lectura como demanda por libros
El enfoque con que tradicionalmente se ha abordado el tema del comportamiento de la
lectura en la literatura económica, es el ajuste de modelos de mercado –o bien de
modelos exclusivamente de demanda-, en que a partir de datos de oferta, demanda y
precios, se obtiene elasticidades que permiten caracterizar el comportamiento de los
consumidores.
En la literatura existe la noción general de que la demanda por best sellers es elástica
a precios, pues este tipo de libros son adquiridos por gente de todos los niveles de
ingresos, incluyendo a individuos de bajos ingresos. La demanda por libros que no son
best sellers, en cambio, se comportaría de manera inelástica ante cambios de precios,
porque a ellos acceden, en general, personas de ingresos altos, o bien gente que
necesita adquirirlos por motivos de trabajo o estudio. En cualquier caso, no hay
estudios cuantitativos detallados al respecto, y los pocos estudios existentes varían en
las magnitudes encontradas para la elasticidad (Canoy, Van Ours y Van der Ploeg,
2005, p. 12).
La principal limitación de este tipo de estudios es que la demanda por libros sólo
sugiere tendencias respecto de la lectura. La compra de un libro no necesariamente
implica su lectura y, en el otro extremo, como el libro es un bien que no se “agota” una
vez “consumido”, una transacción en el mercado muy probablemente no implica que
sea leído por una sola persona. Así, puede que el hecho de comprar sea en sí un acto
que denote status, pero que la lectura no se realice; el libro puede ser adquirido como
objeto meramente decorativo; un comprador “compulsivo” de libros puede adquirir más
libros de los que efectivamente podrá leer en la práctica; como bienes de experiencia,
siempre es posible que el libro simplemente “no guste” al comprador, y su lectura se
abandone en las primeras páginas, o bien –y esto es probablemente el factor
distorcionador más importante de la estimación de lectura vía demanda– un mismo
libro puede ser leído muchas veces por una o varias personas, siendo prestado,
traspasado de mano en mano, revendido en el mercado informal, puesto a disposición
en una biblioteca, etc. Así, la venta de libros puede sobre o subestimar los libros
efectivamente leídos (apostamos a que, dado que los libros son una especie de bien
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durable,49 es probable que la subestime). Además, distintos títulos varían tanto en
extensión como en complejidad –y por tanto velocidad– de lectura. Por todo lo anterior,
la cantidad demandada de libros en un determinado intervalo de tiempo no es más que
una aproximación gruesa de la cantidad de lectura efectiva en dicho período. Y es la
lectura lo que, para efectos de política pública, finalmente nos importa.
Con esta limitación en mente, resulta de todos modos interesante comprobar que los
autores que han estudiado el mercado del libro coinciden en varios de sus
planteamientos teóricos y en varias de sus conclusiones a partir del análisis empírico.
Hjorth-Andersen (2000) desarrolla un modelo simple del mercado del libro en
Dinamarca, donde interactúan la demanda, ciertas convenciones en la industria
editorial y las características tecnológicas de ésta. Al estructurar el modelo de mercado
por el lado de la demanda, plantea que se puede pensar la demanda por libros como
una composición de dos tipos de factores: una “inclinación de largo plazo” a la lectura,
y una serie de factores de corto plazo que influenciarían las variaciones en la venta
anual de libros. La demanda de largo plazo entregaría, por su parte, el nivel en torno al
cual ocurrirían dichas fluctuaciones. Sin embargo, la demanda de largo plazo
dependería de factores que es poco probable que varíen de un año a otro, por lo que
en cualquier análisis econométrico con series de datos relativamente acotadas en el
tiempo, éstos se verían reflejados en la constante de la regresión o en el factor de
tendencia. Algunos factores a priori que influenciarían la demanda en el largo plazo,
serían (a) la habilidad de lectura de la población; (b) su nivel educacional, pues está
“bien documentado” que mientras más años de educación, mayor es la cantidad de
lectura de los individuos; (c) el tiempo disponible para el ocio, aunque el autor aclara
que este factor es difícil de caracterizar y puede ser, en la práctica, sólo marginalmente
determinante; y (d) la existencia de bienes alternativos: periódicos, revistas, videos y
televisión, siendo esta última el principal sustituto.50 Estos factores de largo plazo
49 Chevalier y Goolsbee (2005) han desarrollado teórica y empíricamente esta característica. 50 Hjorth-Andersen argumenta que esto es crecientemente relevante puesto que, al menos para la televisión abierta, el costo marginal de consumir una hora más de televisión es cercana a cero. Este argumento es discutible, pues si bien el análisis puede no considerar el costo del aparato de televisión o el arriendo del tv-cable (como se puede no considerar el costo de comprar un libro), el costo marginal de una hora de tiempo de trabajo remunerado sustituido por ocio (lectura o TV) es el mismo en ambos casos. La
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serían complejos de caracterizar –y por tanto de medir–, y como no muestran cambios
significativos de año en año, no sería posible cuantificar su influencia por medio de
herramientas econométricas (la mayoría de los escasos datos disponibles son series
anuales).
En el modelo de Hjorth-Andersen hay tres factores que determinan la demanda
agregada en el corto plazo: (a) el precio de los libros en moneda real; (b) el ingreso
real; (c) el número de títulos existentes en el mercado. El precio, por su parte, es
determinado endógenamente por los editores, a partir de sus costos fijos, el número
promedio de copias vendidas y factores exógenos.
La influencia del ingreso y los precios en el nivel de demanda no requiere justificación
más allá de la teoría económica tradicional. El número de nuevos títulos introducidos
cada año al mercado influiría en la demanda mediante el siguiente mecanismo: se
asume que existe cierto grado de sustitución entre títulos individuales, pero esta
sustitución no sería perfecta. Es decir, existe sustitución (por eso tiene sentido hablar
de un solo mercado de los libros), pero ésta está limitada51. Si un título no sale al
mercado, una fracción de las transacciones asociadas a ese título en particular
simplemente no se realizará, mientras que la otra fracción será sustituida por compras
de otros títulos. El número de títulos en el mercado influenciaría, así, la cantidad
demandada en el agregado.
Como cada libro es esencialmente un producto nuevo, la industria del libro se
caracteriza porque, al contrario de muchas otras actividades donde los costos fijos son
irrelevantes, en el mundo editorial son centrales. El énfasis de la actividad está,
básicamente, en la decisión de publicar o no un título. Como cada nuevo libro es un
“nuevo monopolio”, no se conoce la curva de demanda, y el problema es la fuerza de la
literatura muestra que una de las características particulares del libro es que “el costo de oportunidad de consumir un libro (i.e. tiempo) típicamente supera el precio del libro” (Canoy et al. (2005)). Comparado con el costo del tiempo, el costo de un libro y el de acceso a la televisión abierta son ambos cercanos a cero. 51 Un ejemplo son las guías de viaje: si se planea ir de viaje a Polonia, no se sustituirá su compra por una guía de Bulgaria. Asimismo, por ejemplo, si se es lector asiduo de las novelas de John Lecarre, puede que no existan sustitutos a su última publicación, y que si la novela no está en el mercado la transacción simplemente no se realice. (Hjorth-Andersen, 2000, p. 33)
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demanda, no su elasticidad. “El verdadero negocio de la industria editorial es poner en
circulación libros nuevos en un mundo incierto”, por lo que los costos fijos asociados a
la apuesta resultan en cada caso, centrales (Hjorth-Andersen, 2003, pp. 293-298).
Con algunos datos disponibles de demanda para Dinamarca, el autor presenta
resultados empíricos. El mercado es modelado por un sistema de tres ecuaciones
simultáneas (oferta, demanda y precio), y se despeja mediante el número de copias
vendidas por cada título. Según sus resultados, tres fuerzas de mercado determinarían
la demanda por libros en ese país: los precios de los libros, que la afectan
negativamente; el ingreso disponible, que la hace aumentar; y una tendencia temporal -
como proxy de la competencia de otros medios- que en este estudio resulta negativa,
reafirmando que el libro estaría perdiendo terreno frente a otros bienes sustitutos. La
existencia de un mayor número de títulos disponibles en el mercado tiene un efecto
positivo poco relevante.
La elasticidad ingreso es de 1.97, valor que, aunque posiblemente sobreestimado,
indicaría que, en términos agregados, los libros serían bienes de lujo.52 La elasticidad
precio resulta ser, como se espera, negativa y significativa, y además es menor a
menos uno (-1.4), por lo que la demanda por libros en el mercado danés sería elástica
al precio. Canoy et al. destacan lo alto que resulta este valor, al compararlo con otros
resultados de la literatura: -0.8 para Holanda, -0.6 para Bélgica y -0.9 el Reino Unido,
que mostrarían que la demanda es inelástica al precio (Canoy et al., 2000, p. 12).
En un estudio anterior, Szenberg y Lee (1987) realizan una estimación empírica de
oferta y demanda para el mercado de libros en Estados Unidos en el período 1966-
1982. En su modelo de ecuaciones simultáneas, la cantidad demandada de libros
viene determinada por (a) el precio de los libros (relativo al resto de los bienes) y (b) el
ingreso real de los individuos. Los autores encuentran una elasticidad precio de la
demanda de -0.77 para los libros de encuadernación rústica (tapas blandas).
52 La demanda agregada por libros es menos elástica ante el precio que la demanda por títulos individuales, esto se sustenta teóricamente en el hecho de que si un libro sube de precio, puede ser sustituido por otro, por lo que el efecto de un aumento de precio en uno o algunos títulos, afecta menos a la demanda agregada de lo que se afecta a cada libro en particular. (Ringstad y Løyland, 2006, p. 142)
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En la literatura más reciente, Ringstad y Løyland (2006) analizan la demanda por libros
en Noruega sin ajustar un sistema oferta-demanda explícitamente, sino a partir de
datos de encuestas de consumo de hogares. En base a una muestra de más de 18.000
hogares para un período de trece años (1986-1999) tomados de la encuesta de
consumo de hogares y series de precios recolectados por Statistics Norway (el instituto
nacional de estadísticas de Noruega), ajustan un modelo de demanda de tipo AIDS
(Almost Ideal Demand Sytem; Deaton y Muellbauer, 1980). Para ello modelan el
consumo a partir de la división de la canasta familiar en tres tipos de bienes: (a) libros,
(b) otros bienes culturales, (c) bienes no culturales. Debido a la presencia de otros
bienes culturales que actúan, en mayor o menor medida, como bienes sustitutos o
complementarios, hay presencia de elasticidades precio cruzadas entre los libros y
estos bienes. Según los autores, la caída en los últimos años del precio relativo de
actividades alternativas tales como la televisión o los videos, podría ser un factor
importante para explicar eventuales caídas en los niveles generales de lectura.
(Ringstad y Løyland, 2006, p. 142). Sin embargo, la evidencia existente hasta 2005
mostraba que el uso de internet aumentaba a expensas del tiempo dedicado a la
televisión, más que el dedicado a la lectura de libros (Canoy et al, 2005, p. 6). En
cualquier caso, aunque eventualmente no mermen la lectura que ya se realiza, los
estudios muestran que el aumento del tiempo libre asociado a mayor bienestar
económico se ha traducido en mayores índices de audiencia para la televisión o en el
éxito de videojuegos, más que en leer más libros (Hjorth-Andersen, 2003, p. 301).
Para construir la función de demanda que les permitirá realizar los cálculos, los autores
asumen que los hogares tienen un determinado ingreso disponible y pagan ciertos
precios por varios bienes de consumos -entre ellos, libros- que representan fracciones
de su canasta. Asumen, así, que la demanda por libros y otros bienes (culturales y no
culturales) se determina simultáneamente. Asumen que el nivel de consumo se ve
determinado, además de los precios, por las preferencias de los individuos y por
factores que dependen del tiempo. Se intenta reflejar las preferencias por medio de
variables sociodemográficas de los hogares, mientras que los factores temporales se
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capturan con un factor de tendencia e incorporando a las ecuaciones la tasa de
desempleo como proxy del ciclo económico.
Los autores encuentran que uno de los factores determinantes de la demanda por
libros es, como era de esperar, el ingreso de los hogares (con elasticidad
significativamente mayor a 1: los libros se comportan como bienes suntuarios). Este no
es el caso, sin embargo, para los precios, la tasa de desempleo ni el factor de
tendencia, que resultan no significativos. Sí importa, por el contrario, la posibilidad de
acceso de los hogares a libros, así como el sexo del jefe de hogar (las mujeres
compran más libros). Existe, además, una tendencia a disminuir la probabilidad de
comprar libros a medida que se aumenta en edad. Otro factor determinante en la
probabilidad de comprar libros es la presencia en el hogar de niños o jóvenes menores
de 20 años. Más aún, parejas con hijos pequeños (menores de 7 años) son el tipo de
hogar con mayor probabilidad de haber comprado libros en el período anterior a la
encuesta. Las personas solteras también tienen una alta propensión a comprar libros.
Para el caso de Chile no existen estudios de este tipo, básicamente porque en nuestro
país no existe un seguimiento sistemático de las industrias culturales por parte de los
organismos generadores de información, que permitan ajustar modelos como los aquí
referenciados. En la práctica, no existen series de precios, series de volúmenes
transados, estimaciones de la estructura de costos de la industria ni encuestas
recientes de consumo de hogar. Existen, sin embargo, datos por el lado de la
“demanda” (prácticas de lectura y tenencia de libros de los hogares). Durante los
últimos años han surgido, en efecto, algunos estudios que abren la posibilidad de
nuevos análisis respecto de las características de la demanda de este tipo de bienes,
tal como veremos más adelante.
El lector como cliente: cómo se escoge un libro
Como hemos dicho, los libros son bienes de experiencia: no se conoce su valor antes
de consumirlos. Si sumamos a esto el hecho de que hacer comparaciones de calidad
entre dos títulos resulta complejo (especialmente en libros de ficción) y que la oferta de
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nuevos libros cada año es enorme (sumada a la casi infinita oferta de todo lo publicado
anteriormente), podremos constatar que el consumidor de libros enfrenta un gran
problema de información (Hjorth-Andersen, 2003, p. 299).
En A descriptive model of the decision making process of buyers of books, Leemans y
Stokmans (1992) se abocan a modelar el proceso de toma de decisión respecto de la
compra de un título en particular, entre la totalidad de títulos disponibles en un
determinado momento. El artículo no se enfoca, por tanto, en los factores
determinantes de la decisión del individuo respecto de cuánto leer, sino de qué leer.
Sin embargo, algunos elementos resultan de interés para nuestro trabajo. En primer
lugar, se constata que los lectores de literatura son, en general, individuos con alto
nivel educacional, y que los libros son adquiridos por múltiples razones: valor
educativo, transferencia cultural, relajación (ocio), desarrollo cognitivo, aprendizaje,
placer intrínseco de la lectura. Así, la intención de compra de un libro es una decisión
compuesta de una actitud hacia la compra (e.g. la preferencia por un autor o un tema),
y de una norma subjetiva que representa la influencia de terceras personas, cuya
opinión puede ser más o menos validada por el comprador. Esta influencia es relevante
siempre que el individuo debe decidir entre una enorme oferta de bienes que son,
además, difíciles de evaluar a priori, en tanto bienes de experiencia. Los autores
encuentran, a partir de un estudio empírico, que los atributos más importantes en la
selección de un libro son: la reputación del autor, la experiencia anterior del individuo
con el autor y el contenido del libro (género y tema), además de la reputación del editor
y las características de la portada del libro.
D’Astous, Colbert y Mbarek (2006), en tanto, consignan que los libros son un tipo
especial de producto y la lectura de libros es un tipo particular de consumo. Destacan
que, en efecto, la experiencia de la lectura está asociada a varios tipos de motivación:
utilitarista (e.g. como inversión vía conocimiento), hedonista (e.g. por placer de la
lectura en sí misma) o simbólica (e.g. sintiéndose intelectual o inteligente por el hecho
de leer), elementos que, por cierto, debiesen ser tomados en cuenta a la hora de
modelar el comportamiento de los lectores. A partir de un experimento, los autores
encuentran que el interés de las personas en un nuevo libro puede verse influenciado
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por, al menos, tres variables: la reputación del autor (especialmente en el caso de los
libros técnicos), el atractivo de la portada del libro y la reputación del editor.
La calidad de la lectura y sus determinantes: el lector como portador de habilidades
Como hemos visto más arriba, uno de los tópicos del tema del libro y la lectura en que
la literatura es más abundante, es la búsqueda de determinantes de los resultados en
las pruebas internacionales de comprensión lectora. Los informes de pruebas
internacionales como IALS o PISA, y de pruebas nacionales como SIMCE, entregan
elementos respecto de qué características de los individuos sometidos a las pruebas
explican sus buenos o malos resultados. El análisis se realiza en la mayoría de los
casos a partir de estadísticas descriptivas y correlaciones simples, sin utilizar
herramientas econométricas que permitan separar los distintos efectos y corregir los
eventuales sesgos en los datos.
Algunos elementos destacados en estos análisis pueden iluminar el actual trabajo,
respecto de los determinantes de los hábitos de lectura:
▪ Los conceptos de aprendizaje y particularmente de aprendizaje a lo largo de
la vida, han expandido la percepción y requerimientos acerca de la
alfabetización. La lectura ya no es más considerada una habilidad sólo
adquirida en la niñez durante los primeros años de escuela, sino que es, en
cambio, vista como un conjunto de conocimientos, habilidades y estrategias
que los individuos van construyendo progresivamente a lo largo de su vida
en contextos variados y a través de la interacción con sus pares (OECD,
1999, p. 19).
▪ Las definiciones de alfabetización se enfocan, principalmente, en la
habilidad de los lectores, en términos de ser capaces de usar textos escritos
o impresos para las tareas requeridos por la sociedad, o valoradas por los
individuos para el desarrollo de su conocimiento y potencial. Las
definiciones van más allá de la simple decodificación y comprensión literal, e
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implican que la lectura incorpora tanto la comprensión como el uso de la
información escrita para propósitos funcionales (OECD, 1999, p. 19).
▪ La adquisición de conocimiento y habilidades puede verse influenciada por
las características individuales de los estudiantes (origen y entorno, actitud
hacia el aprendizaje, comportamiento en términos de participación en la
escuela y estrategias de aprendizaje), por las características de sus
escuelas (ambiente de la escuela y la sala de clases descrito por los
alumnos, recursos y procesos de la escuela descrito por los directores, así
como características agregadas del alumnado: origen socioeconómico y
niveles de asistencia) y por las estructuras de sus sistemas educativos
(grados de concentración de los alumnos en grupos de aprendizaje y niveles
de autonomía de los alumnos en el sistema de enseñanza) (OECD, 2004a,
p. 5).
▪ Se destaca que las características de origen de los alumnos tiene una alta
correlación con el desempeño de éstos en las pruebas escolares. Algunos
de estos aspectos son la buena calidad del entorno del hogar, el interés por
la lectura, la confianza en la habilidad de aprendizaje o el alto sentido de
pertenencia a la escuela (OECD, 2004a, p.6). Así, los estudiantes de
hogares con un mayor nivel socioeconómico presentan mejores resultados
en las pruebas de habilidades, particularmente en el área de comprensión
de lectura (OECD, 2004a, p7).
▪ Los estudiantes que están familiarizados con la lectura, que leen por placer
y sobre una amplitud de temas, tienen más probabilidades de tener altos
niveles de alfabetización (OECD, 2004a, p. 8).
La lectura como cultivo del gusto; el lector como “adicto”
Brito y Barros (2005) desarrollan un modelo de consumo para bienes culturales en
general, siguiendo una línea de publicaciones que tratan los bienes culturales a partir
de la literatura de formación de hábitos, dando cuenta de un hecho central: el ser
consumidor de bienes culturales requiere de un proceso de aprendizaje. El desarrollo
de este argumento es aplicable al caso de los libros (si esto es así, no se es lector
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como se es comprador de zapatos). Una de las características principales de los
bienes culturales es que los consumidores deben aprender cómo consumirlos, por lo
que las preferencias deben ser modeladas intertemporalmente. Así, la demanda por
bienes culturales depende del “cultivo del gusto”, por lo que los consumidores deben
llevar a cabo un proceso de aprendizaje. La demanda por bienes culturales ha sido
modelada como una versión particular del modelamiento de formación de hábitos, con
la diferencia de que se considera un valor positivo para el stock de cultura, a diferencia
de la literatura habitual de formación de hábitos que se concentra en adicciones como
el consumo de cigarrillos. La cultura es considerada una “adicción beneficiosa” (Brito y
Barros, 2005, pp. 83-84). La pregunta para el diseñador de política pública sería,
entonces, similar a la del traficante: ¿cómo dar el impulso inicial al proceso de
“adicción”?
Según los autores, cualquier teoría de demanda de bienes culturales debe ser
coherente con algunos hechos estilizados disponibles: los bienes culturales tienen una
baja elasticidad al propio precio, esto es, hay un bajo efecto sustitución por aumentos
en el precio. La elasticidad ingreso de la demanda sería también baja, lo que
contradice algunos resultados que muestran al libro como bien suntuario, pero es
coherente con el planteamiento de los autores (un adicto es, casi por definición, poco
elástico al ingreso). Además, para modelar adecuadamente el comportamiento de la
demanda por bienes culturales, dando cuenta de su comportamiento ante cambios en
los precios relativos, se debe hacer un modelamiento de dos canastas de bienes:
culturales y no culturales, los cuales son intertemporalmente dependientes en sí
mismos y entre ellos. (Brito y Barros, 2005, pp. 83-84). En esto, coinciden con el
desarrollo de Ringstad y Løyland, (2006).
Brito y Barros generan una estructura de preferencias, a partir de supuestos respecto
de las funciones de utilidad de los individuos. Para esto, hacen supuestos de
comportamiento y matemáticos, entre los que se menciona que: (i) la utilidad de los
individuos es creciente en los bienes culturales y en los no culturales; (ii) la utilidad es
cóncava en el consumo de bienes culturales (c), el consumo de bienes no culturales (z)
y el stock de cultura (k); (iii) la cultura es beneficiosa, esto es, el stock cultural k es un
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bien; y (iv) hay independencia intertemporal en el consumo de bienes culturales y no
culturales, tanto entre los mismos bienes como en los consumos cruzados.
Al realizar una comparación con la literatura empírica en el tema, los autores destacan
que el consumo rezagado debiese ser parte de las variables explicativas, así como el
ingreso y el precio relativo de los bienes culturales. Los signos del efecto de los
rezagos debiesen ser, a priori, positivos para los primeros rezagos y negativos para los
anteriores (a esto llaman complementariedad adyacente, tema que veremos más
adelante).
En síntesis, la literatura económica respecto del libro se enfoca en cuatro elementos.
Tres de ellos son convencionales en el análisis de la demanda de cualquier bien
(zapatos, por ejemplo). El primero es el rol del precio y la elasticidad de la demanda
ante cambios en éste. El segundo, la elasticidad de la demanda ante el ingreso. El
tercero, la existencia de bienes sustitutos y el grado de sustitución que tienen respecto
del libro. El cuarto elemento, menos convencional, es el hecho de que en la demanda
por libros el cultivo del gusto juega un papel relevante, por lo que el consumo histórico
de libros constituye un stock que se debe tener en cuenta al modelar el consumo actual
y su utilidad asociada.
3.4 Algunos elementos sobre el mercado del libro en Chile
El mercado del libro en Chile tiene una estructura similar a la consignada por la
mayoría de la literatura abocada al análisis económico de esta industria. Básicamente,
está compuesta por cinco agentes –autores, editores, distribuidores (mayoristas),
librerías (minoristas) y consumidores- que interactúan en un mercado eminentemente
competitivo. Al contrario de lo que ocurre en otros países, el pequeño mercado local no
facilita el surgimiento de un sexto agente que resulta importante para mediar las
relaciones entre autores y editores: el agente literario. Tampoco se observa que en el
mercado jueguen un rol importante los Clubes de lectura, que sí resultan determinantes
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en mercados editoriales más grandes como fuente de información para los lectores
ante la variada oferta disponible. Para modelos detallados del funcionamiento del
mercado del libro, ver Hjorth-Andersen (2000, pp. 28 y ss.) en el caso europeo y
Cerlalc (2006, p. 21) para el mercado latinoamericano.53
Los últimos datos elaborados respecto de la industria local datan del año 2003 (Sáez y
Gallardo (2004); Uribe Schroeder (2005)). Ambos destacan que desde hace varios
años, particularmente desde el inicio de la crisis asiática de fines de los 90, la industria
chilena del libro se encuentra en una situación complicada en términos de su
sustentabilidad: el consumo de libros, como hemos visto, es bajo, y en particular la
cadena de librerías se encuentra en una situación de precariedad (Sáez y Gallardo,
2004, p. 2). Entre las razones estructurales que explican esta situación se contarían la
baja comprensión de lectura, la debilidad financiera en todas las etapas de la cadena
de valor del libro, insuficiencias en las instituciones públicas ligadas al libro y uso
masivo de la reprografía (fotocopia), entre otros (Sáez y Gallardo, 2004, p. 2).
Fuera de estos datos, no existen estudios acabados sobre la organización industrial de
la industria del libro en Chile.54 Tampoco existen los datos mínimos para poder
comprenderla adecuadamente. Ambos temas pueden ser el origen de futuros trabajos
en el área. Para efectos de este trabajo, y al no ser el foco de investigación, sólo se
esbozará algunos elementos para contextualizar la discusión sobre la lectura.
Editoriales y producción editorial
El directorio de editoriales de CERLALC incluye un total de 50 editoriales para Chile,
entre las que se observa una gran heterogeneidad de tamaño y volumen de ventas. La
industria está compuesta por las oficinas locales de grandes conglomerados editoriales
transnacionales, editores locales de mediano tamaño, editores ligados a universidades 53 Para el mercado norteamericano, si bien no presentan específicamente “modelos”, resultan de interés los libros biográficos de un par de editores norteamericanos, que dan cuenta de la evolución del negocio editorial en ese país: Epstein (2002) y Schiffrin (2002). 54 Un par de trabajos al respecto son MARTÍNEZ, Nicolás (2001) Relaciones de acople y desajuste entre políticas e industrias culturales en el Chile de los noventa: el caso del libro. Tesis para optar al grado de Magíster en Sociología. Universidad de Chile; y MARTÍNEZ, Nicolás (2001) Análisis estratégico del sector editorial chileno. Memoria para optar al título de Ingeniero Civil Industrial. Universidad de Chile.
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y pequeñas editoriales independientes. En este contexto, la agencia nacional de
ISBN55 registró en 2005 a 463 agentes editores, que registraron al menos un libro dicho
año (Cerlalc, 2006, p. 22), y un total de 34 editores que inscribieron al menos 10 títulos,
copando casi el 60% del total de títulos publicados. De los títulos del año, el restante
40% fue editado por agentes que publican menos de 10 títulos al año (cerca del 26%) y
por particulares que financiaron autoediciones (14.3%). (Agencia Chilena de ISBN,
2006, p. 19)
Es interesante hacer notar que del total de títulos inscritos en el período 2004-2005, el
92,3% correspondió a títulos de autores nacionales (Cerlalc, 2006, p. 45)
El registro de libros en la agencia local de ISBN muestra un aumento sostenido del
número de títulos publicados al año (ver Gráfico 10).
Gráfico 10
Número de títulos registrados en Agencia chilena de ISBN
10061305
1569 1556
1966 20922380
2555 24202582
2835
34203151
3565
0
500
1000
1500
2000
2500
3000
3500
4000
1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005
Año
Núm
ero
de tí
tulo
s
Fuente: Agencia chilena de ISBN (2006).
55 Internacional Standard Book Number.
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Este aumento no denota, como podría parecer a primera vista, un particular
fortalecimiento de la industria local, sino que es reflejo de un cambio en la base
tecnológica sobre la que opera la industria. Hasta hace algunos años la gran mayoría
de las publicaciones se realizaban en imprentas offset (la tradicional imprenta), cuyas
economías de escala en la producción obligaban a imprimir tirajes numerosos por cada
título. Con la irrupción de las imprentas digitales (docutec), las economías de escala
desaparecen: el costo de imprenta por unidad no varía con el volumen, por lo que los
tirajes pueden disminuir. Así, las casas editoriales pueden utilizar los mismos recursos
para imprimir más títulos en tirajes menores, y se abre la posibilidad de que vean la luz
un gran número de ediciones independientes y autoediciones de bajo tiraje que antes
simplemente no entraban en circulación. Esto no garantiza, sin embargo, la estabilidad
ni sustentabilidad de la industria, ni varía significativamente la demanda por libros. La
evidencia internacional muestra, de hecho, que “mientras el número total de libros
vendidos no ha aumentado mucho, si es que ha aumentado algo, el promedio del
número de ejemplares por libro ha disminuido, lo que ha originado, en algunos países,
el aumento del precio medio por ejemplar” (Hjorth-Andersen, 2003, p. 299).
Librerías y canales de comercialización
Los canales de comercialización de libros son múltiples: librerías, papelerías, venta
directa, clubes de lectores, licitaciones públicas para compras estatales, ferias del libro
y exposiciones, venta por Internet, venta en grandes superficies (supermercados,
grandes tiendas), venta en kioscos, venta directa de los editores y distribuidores a
instituciones y venta ilegal por canales informales (e.g. venta en la vía pública).
Dependiendo el tipo de libro, las librerías representan entre el 28% (diccionarios y
enciclopedias) y el 49% (libros de interés general) de la venta (Cerlalc, 2004, p. 149).
En Chile hay un total de 384 puntos formales de venta de libros (librerías centrales,
sucursales y otros puntos de venta), de las cuales 190 se encuentran en la capital. Las
librerías llegan a 99, mientras que las sucursales alcanzan 158, generando así una
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tasa de alrededor de 64.000 habitantes por librería56. El 42% de las librerías se
encuentran en la Región Metropolitana, el 13% en la Región de Valparaíso, el 13% en
la Región de los Lagos, y con porcentajes menores en las demás regiones. Del total
de librerías, un 87% son de carácter general y sólo un 13% tienen algún grado de
especialización temática. El 67% de los puntos de venta tienen menos de 100 m2 de
superficie y menos de 5 empleados, dando cuenta del pequeño volumen y las
características de pequeña empresa que presenta la mayoría de la cadena de
distribución minorista, con la precariedad que ello significa en muchos sentidos, en
particular en una industria en que el ciclo de retorno de la inversión es largo (Cerlalc,
2004, p. 182 y ss.).
Importaciones y exportaciones
Chile exportó entre 2000 y 2003 el 9.4% del total de libros exportados por América
Latina, que representaron apenas el 0.06% del total de exportaciones del país en el
año 2003. Las importaciones, por su parte, representaron en el mismo período el 4%
del total de libros importados por América Latina, representando un 0.21% del total de
importaciones del país en 2003. En términos per cápita, entre 2000 y 2003 Chile
importó un promedio de 2.36 dólares anuales por habitante en libros, aunque esa
cantidad ha ido cayendo de 2.62 dólares en 2000 a 2.1 dólares en 2003 (Uribe
Schroeder, 2005, p. 31-44).
3.5 El rol del precio
Una cuarta idea de “sentido común” respecto del libro en Chile es que en nuestro país
los libros son “caros”,57 que esto influenciaría la cantidad de lectura en el país y que
buena parte de este “exceso de precio” se debería al impuesto al valor agregado (IVA) 56 En este indicador, Chile se encuentra en la región por sobre Brasil (179.000), Colombia (78.000), México (71.000) y Perú (73.000), y por debajo de Costa Rica (17.000), Argentina (48.000) y Venezuela (19.000). 57 Algunas de las últimas referencias en la prensa respecto de este tema son ilustrativas: “el valor de los textos ‘conspira contra la posibilidad de lectura’” (José Miguel Varas criticó el alto precio de los libros en Chile, Radio Cooperativa, 5 de octubre de 2006); “El precio de los libros es, sin duda, una de las grandes deudas que se tiene con el público chileno” (No es una cuestión de sueño, Radio Universidad de Chile, 22 de abril de 2006).
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de 19% que el libro paga a la par de (casi) todos los bienes y servicios transados en el
país.58 En esta sección intentaremos brevemente arrojar alguna luz sobre esta
percepción bastante generalizada.
Para establecer si un bien es “caro” o “barato” se debe comparar con algún otro precio.
Se debe establecer un estándar. Un argumento habitual a la hora de refutar lo caro de
los libros en Chile es que, por ejemplo, una cena en un restaurant para dos personas
cuesta lo mismo o más que “un buen libro”, por lo que en realidad el problema sería de
prioridades (preferencias) de los individuos y no de precio. El problema de este
argumento es que es incontrastable: cada individuo posee su propia escala de
valoraciones ante la canasta de bienes disponibles en el mercado, y sus propias
prioridades a la hora de echar mano de su ingreso para consumirlos. Decir que los
libros son caros en relación a la cena en un restaurant, a un disco compacto o a una
camisa, no tiene sentido en términos agregados, sino sólo en términos de preferencias
individuales.
Otra posibilidad para corroborar la afirmación es mirar el mercado: en Chile hay dos
indicios de que hay demanda que no llega a satisfacerse en el circuito de distribución
del mercado formal debido a que la disposición a pagar está por debajo del precio de
mercado. El primero de ellos es la existencia de un activo “mercado pirata” de títulos de
alta venta (best sellers).59 Sin embargo la piratería afecta sólo al pequeño porcentaje
de los títulos disponibles en el mercado que ocupan las listas de libros más vendidos.
Hay otra práctica –mucho más seria y difícil de erradicar, debido a su pasividad y
58 En Chile están exentos de pago de IVA el transporte de pasajeros (desde microbuses hasta las navieras y líneas aéreas), la construcción inmobiliaria, los canales de TV y estaciones de Radio, las agencias noticiosas, las operaciones de Correos, las compras del ministerio de defensa, las Fuerzas Armadas y Carabineros (maquinaria bélica o sus insumos, entre ellas), los seguros, las universidades y colegios, entre otros. (Fuente: http://www.sii.cl) 59 “[…] la Cámara Chilena del Libro estimó que los piratas mueven más de veinticinco millones de dólares anuales (estimación hecha en 1995) y en la actualidad ella calcula que las publicaciones ilegales constituyen más de un 30% del total del mercado editorial […] A lo largo de todo el país existe una venta masiva de libros falsos. Esta es visible para cualquiera que camine por las calles de las ciudades de Chile, ya que en ellas se exhiben los títulos más vendidos, ofrecidos a precios 1/3 a 1/5 del valor de librería. Se ha llegado a la increíble situación en la cual nuestra editorial ha detectado la presencia de vendedores formales de libros falsos.” TEPPER, Francisco (2005). Piratería editorial y reprografía ilegal en Chile. Magnitud y gravedad de este problema. Seminario Propiedad Intelectual y Situación de la Industria Editorial en Chile. Cámara Chilena del libro.
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aceptación generalizada- que constituye para la mayoría de los editores un problema
aún más grave que la piratería, una “catástrofe” para el sector editorial: la extendida
práctica de la reprografía (fotocopia) de libros o partes de libros.60 Con independencia
del perjuicio que estas prácticas tiene sobre la recaudación fiscal, el pago de derechos
a los autores, la estabilidad de la industria formal o la calidad de la educación que
reciben alumnos que sólo leen fotocopias (de títulos de los que muchas veces no
llegan a conocer siquiera el nombre del autor), se puede afirmar que para los
consumidores de libros pirateados y fotocopias de libros, el precio del libro original
(habida cuenta de su mayor calidad material) resulta “caro”.
Sin embargo, lo más interesante es, nuevamente, comparar la situación de Chile con la
de otros países.
Comparación internacional del precio: libros importados
Para establecer una comparación válida del precio de los libros entre países es
necesario contar con alguna medida de comparación uniforme. El caso particular de los
libros es complejo, pues cada título es distinto del otro por extensión, tema y género
literario, prestigio del autor y un largo etcétera.
Pese a ello, en un mundo comercialmente globalizado debiese prevalecer la ley de un
solo precio para productos similares, por lo que las únicas diferencias debiesen venir
dadas por los aranceles, el costo de transporte y eventualmente las diferencias en el
IVA.
60 “Según el Centro Español de Derechos Reprográficos, CEDRO, al año se fotocopian ilegalmente casi 3.500 millones de páginas, lo que equivale a más de 17 millones de libros”. PLASA, Wolfgang (2005). Percepción sobre Piratería Editorial en Chile y sus efectos comerciales en los mercados internacionales. Seminario Propiedad Intelectual y Situación de la Industria Editorial en Chile. Cámara Chilena del Libro. Por otro lado, “Si consideramos un escenario muy conservador con un promedio de sólo 5 mil pesos mensuales por alumno, y consideramos también en forma conservadora 500.000 alumnos en el sistema de educación superior, […] esto son 4 millones de dólares mensuales en fotocopias, ó 50 millones de dólares anuales. Si a esto agregamos lo que se fotocopia en colegios, instituciones, empresas, etc., las cifras son más que alarmantes, son una verdadera catástrofe para el sector”. ALBERS, Eduardo (2005). Piratería editorial y reprografía ilegal en Chile. Magnitud y gravedad de este problema. Seminario Propiedad Intelectual y Situación de la Industria Editorial en Chile. Cámara Chilena del Libro.
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Para explorar esto, podemos encontrar algunos títulos que existen en la gran mayoría
de los países y cuya factura es relativamente homogénea. En esta sección utilizaremos
dos de los últimos best sellers mundiales –Harry Potter y la Orden del Fénix (tomo 5),
de J.K. Rowling, y El Código da Vinci, de Dan Brown– en su versión rústica
(paperback, softcover) para los distintos países. Estos títulos, ampliamente conocidos,
de alta venta y editados por empresas transnacionales –por tanto producidos con
características homogéneas en numerosos países e idiomas– nos pueden dar una idea
de las diferencias de precios de los libros entre países.
Tomando una muestra de 15 países, buscamos los precios del quinto tomo de la saga
de Harry Potter en librerías locales que poseen sitio web, convirtiendo luego de
moneda local a dólares.61
El resultado es el siguiente:
Tabla 2 Precio de Harry Potter y la Orden del Fénix (rústica)
(equivalente en USD del 25/10/2006).
País USDChile 23.73Suiza 20.38España 18.87México 18.74Perú 18.28Holanda 17.55Polonia 17.50Bélgica 16.98Nueva Zelanda 16.48Inglaterra 14.99Irlanda 14.98Suecia 14.21Argentina 12.94Alemania 12.25Estados Unidos 9.99
Fuente: elaboración propia.
61 Los precios presentados fueron consultados los días 25 y 26 de octubre de 2006, en páginas web de librerías de cada país. La lista completa se adjunta en Anexo B. El tipo de cambio se obtuvo para todos los casos el día 25 de octubre de 2006 en el sitio de conversión de monedas http://www.xe.com/ucc/convert.cgi.
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Normalizando el precio en Chile en 100, el resultado se observa en el siguiente gráfico:
Gráfico 11 Precio de Harry Potter y la Orden del Fénix (rústica) (Chile = 100)
Precio de Harry Potter 5 (softcover) en USD(Chile = 100)
0
20
40
60
80
100
120
Chile
Suiza
Españ
aMéx
icoPerú
Holand
a
Polonia
Bélgica
Nueva
Zelan
da
Inglat
erra
Irland
a
Suecia
Argenti
na
Aleman
ia
Estado
s Unid
os
País
USD
(cor
rient
es)
Fuente: elaboración propia
Algo similar ocurre al considerar El Código da Vinci en su versión rústica:
Tabla 3 Precio de El Código da Vinci (rústica) (equivalente en USD del 25/10/2006).
País USDChile 21.68Holanda 15.03Nueva Zelanda 14.35España 13.34Inglaterra 13.12Bélgica 13.08Argentina 10.38México 10.08Irlanda 10.05Polonia 8.91Alemania 8.72Estados Unidos 7.99Suecia 7.79Suiza 7.73
Fuente: elaboración propia.
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Gráfico 12 Precio de El Código da Vinci (rústica) (Chile = 100)
Precio de El Código Da Vinci (softcover) en USD(Chile = 100)
0
20
40
60
80
100
120
Chile
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a
Nueva
Zeland
a
Españ
a
Inglat
erra
Bélgica
Argenti
na
México
Irland
a
Polonia
Aleman
ia
Estado
s Unid
os
Suecia
Suiza
Fuente: elaboración propia.
Como se puede observar, el precio del mismo libro en Chile es significativamente
mayor que en los países de la muestra, entre los que se cuentan tanto países
desarrollados como países latinoamericanos. Cabe destacar que, pese a que esta
diferencia ya es importante, no considera la diferencia de riqueza entre los países. Un
hogar norteamericano no sólo enfrenta en términos absolutos un precio por estos
títulos que bordea el 40% del precio respecto del mismo libro en Chile, sino que
además tiene un ingreso disponible mucho mayor. Para incorporar estas diferencias
realizamos el siguiente ejercicio: consideramos el PIB per cápita de cada país y el
precio del libro en dicho país. Calculamos, con ello, cuántos ejemplares del título
podría comprar un hogar promedio con el ingreso de un año, si gastase el ingreso del
año íntegramente en libros de ese título.62 Esto nos da una idea de cuánto acceso tiene
cada hogar a los libros, dado el ingreso y los precios del país (mientras más libros
62 En Chile, por ejemplo, con el PIB per cápita de un año se puede comprar un total de 297 ejemplares de Harry Potter y la Orden del Fénix, o bien 325 ejemplares de El Código da Vinci.
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puede comprar con su ingreso disponible, suponemos una mayor utilidad).63
Normalizando este indicador para el caso de Chile, obtenemos lo siguiente.
Gráfico 13
Número de libros (Harry potter 5) adquiribles al año dado el PIB per cápita
(Chile=1 libro; PIB 2005 en USD corrientes)
0
2
4
6
8
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14
16
Estado
s Unid
os
Irland
a
Suecia
Aleman
iaSuiz
a
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a
Bélgica
Nueva
Zeland
a
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a
Polonia
México
Argenti
naChil
ePerú
N Libros USD (Chile =1)Pib per capita (Chile=1)
Fuente: elaboración propia.
Gráfico 14
Número de libros (Código da Vinci) adquiribles al año dado el PIB per cápita
(Chile=1 libro; PIB 2005 en USD corrientes)
0
2
4
6
8
10
12
14
16
18
Estado
s Unid
osSuiz
a
Suecia
Irland
a
Aleman
ia
Inglat
erra
Bélgica
Holand
a
Españ
a
Nueva
Zeland
a
Polonia
México
Argenti
naChil
e
N Libros USD (Chile=1)PIB Per cápita (Chile=1)
Fuente: elaboración propia.
63 Los lectores con algún conocimiento de economía descubrirán que este indicador nos entrega una especie de corrección por paridad de poder de compra (PPP) para los libros.
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Los gráficos anteriores muestran que si en Chile con el ingreso anual se puede
comprar un ejemplar de Harry Potter, en Estados Unidos con el ingreso anual de ese
país -y dados el precio de los libros en dicho país- se podrían comprar 14, y si en Chile
se pudiese comprar un ejemplar de El Código da Vinci, en Estados Unidos un hogar
tendría acceso a 16. El acceso a libros medido de esta forma es, en esta muestra, más
restrictivo en Chile que en cualquier otro país, con excepción de Perú.64 Un factor que
puede explicar al menos en parte la diferencia es el costo de transporte, pero
probablemente este ítem no da cuenta de toda la diferencia observada.
Comparativamente en Chile el libro importado –que representa el 70% del consumo–
es caro.
Sería de interés comparar los precios promedio de los libros producidos en cada país,
pues en la comparación aquí realizada no se distingue entre libros impresos dentro del
país (como es el caso de los títulos aquí estudiados, que son impresos al menos en
Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y muy probablemente Argentina) y libros
importados (como en el caso de Chile o Perú) que tienen aranceles incluidos en el
precio. Lamentablemente, establecer comparaciones de libros producidos en cada país
es complejo, pues hasta donde sabemos no existe un ejemplo de un título presente en
todos los países que sea producido en todos ellos de manera local. Se requeriría algún
título que se produzca en todos los países de la muestra, con características físicas
relativamente similares. No se logró encontrar un ejemplo con dichas características,
que además estuviese disponible en todos los países de la muestra. Es una tarea que
queda pendiente para futuros trabajos.65
Estimaciones de Editores de Chile, sobre la base del catálogo vivo (presente en
librerías) de 21 editoriales, compuesto por 3.554 títulos, entrega un precio promedio del
libro chileno de $6.896, IVA incluido –esto es, casi US$12.7–, con un 55% de los títulos
64 En la muestra para El Código da Vinci se omitió a Perú debido a que no fue posible encontrar una edición equivalente del libro en ninguna de las librerías que exponen sus precios en internet, lo que impedía la comparación. 65 Si hizo un intento con el título Hadzi Murat de Lev Tolstoi, pero sólo se encontró ejemplares impresos localmente y disponibles en internet en 3 de los 15 países. El resultado, sin embargo, es revelador: Chile es el segundo país de los tres, que presenta menores precios para el mismo título (9.91 USD), antecedido de Alemania (9.43 USD), España (17.6 USD). Una comparación adecuada de libros de edición local podría arrojar más luces al respecto.
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con un valor a público (IVA incluido) inferior a $ 6.000 (aproximadamente US$11).
(Asociación de Editores de Chile, 2007, pp. 26). En cualquier caso, el precio de los
libros importados es relevante para Chile, pues las importaciones representan el 70%
del consumo (Chile veintiuno y editores de Chile, 2005).66
El rol del IVA
Ante la situación descrita en la sección anterior, se suele argumentar que el rol del IVA
de 19% que paga la venta de libros en Chile tiene un rol determinante en el precio, e
implícitamente se sugiere que de otorgarse una exención, la demanda reaccionaría
positivamente. El argumento en contra es que el Estado chileno tiene desde hace ya
algunos años una política de simplificación de la estructura tributaria, que permita
minimizar la elusión y evasión, por lo que un impuesto al valor agregado “plano” es un
lineamiento de política tributaria (aún así, productores y comercializadores de armas,
constructoras inmobiliarias y otros privilegiados siguen estando exentos, aunque se
supone que dichas excepciones serían a futuro eliminadas).
El argumento de importancia del IVA es discutible siempre que, como hemos
mencionado anteriormente, la evidencia internacional sugiere que la elasticidad precio
de la demanda por libros es baja: la demanda reacciona escasamente a cambios en el
precio, lo que se ve corroborado por las encuestas de consumo en que prácticamente
nadie aduce falta de recursos para no leer (Fundación La Fuente-Adimark GfK (2006),
p. 16). La discusión en torno al IVA diferenciado es una discusión más bien simbólica:
se busca la aceptación por parte del Estado de que el libro es un tipo de bien con
66 Se podría sugerir a partir de estos datos la importancia de potenciar una industria local, que ofrezca títulos a un precio menor que el de los libros importados. Esta discusión tiene varias aristas: por una parte, la mayoría de los libros importados que se consumen en el mercado local son títulos sujetos a derechos exclusivos de edición (por más industria local que hubiera, difícilmente se produciría localmente Harry Potter, dado el pequeño tamaño de nuestro mercado). Por otra, potenciar la industria local permitiría el fortalecimiento de la producción cultural propia del país, y permitiría masificar títulos clásicos libres de derechos. Sin embargo, esta discusión responde más bien a un estudio de la organización industrial del sector editorial, tema que no es el foco de este trabajo.
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características especiales, que tiene un particular valor para la sociedad, y que por
tanto merece un trato especial. 67
En cualquier caso, es interesante notar que Chile es uno de los pocos países que no
aplica ningún tipo de exención o rebaja del impuesto al valor agregado del libro,
resultando ser un país con uno de los impuestos al libro más altos a nivel internacional,
tal como muestra la tabla 4:
Tabla 4 IVA al libro en países de América y Europa.
País IVA general IVA al Libro País IVA general IVA al LibroArgentina 21% 0% Uruguay 23% 0%Bolvia 13% 0% Venezuela 16% 0%Brasil 17% ó 18% 0% Austria 20% 10%Canada 15% 7% Bélgica 21% 6%Chile 19% 19% Alemania 16% 7%Colombia 16% 0% España 16% 4%Costa Rica 13% 0% Francia 19.6% 5.4%Cuba 0% Reino Unido 17.5% 0%Ecuador 12% 0% Grecia 18% 4%El Salvador 13% 0% Italia 20% 4%Estados Unidos 1% a 7% 1% a 7% Irlanda 21% 0%Guatemala 12% 0% Países Bajos 19% 6%México 15% 0% Portugal 19% 5%Paraguay 10% 0% Polonia 22% 0%Perú 17% (+2% municip.) 0% Suecia 25% 6%
Fuente: Cámara chilena del Libro (2004)
Como se ve, todos los países de la muestra, a excepción de Chile y Estados Unidos,68
tienen un tratamiento tributario especial para el libro, llegando incluso a la exención
completa del pago de impuesto.69 Chile es, por lejos, el país que más grava la compra
de libros. Al parecer, en el resto de los países (desarrollados y pobres, europeos y
americanos, “orales” e “impresos”) los libros no son considerados iguales a los
zapatos. ¿Estarán todos equivocados?
67 Probablemente una rebaja en el IVA beneficiaría principalmente a los editores, al compensar el IVA crédito y el IVA débito, disminuyendo así el efecto del pago de impuestos sobre el capital de trabajo de las firmas editoriales, que a menudo resulta insuficiente y las mantiene en un precario equilibrio financiero. 68 El caso de Estados Unidos es particular, pues su impuesto no es al valor agregado sino a la compra y venta. Además, su estructura de impuestos federales y estatales hace difícil una comparación válida. 69 Hay también diferencias en las exenciones arancelarias a las importaciones.
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Esto, sin considerar que en Chile el libro importado o los insumos para su producción
local, incluida la compra de derechos, tampoco están exentos de aranceles a la
importación. A esto se suma el alto precio comparativo del transporte de libros desde y
hacia Chile, ítem que suele recibir un trato preferencial por parte de las agencias de
correo estatales en casi todos los países, que no es el caso de Correos de Chile.
Sin embargo, la exención del impuesto al valor agregado no es la solución a todos los
problemas. Dada la magnitud de las anteriores diferencias entre el impuesto aplicado
en Chile y el del resto de los países, resulta interesante estudiar nuevamente las
comparaciones internacionales de precio, eliminando ahora el IVA de 19% al precio de
referencia, y volviendo a ordenar la muestra de países. El resultado se observa en el
gráfico 15 y siguientes.
Gráfico 15 Precio de Harry Potter y la Orden del Fénix (ed. rústica) (Chile s/IVA = 100)
Precio de Harry Potter 5 (softcover) en USD(Chile = 100)
0
20
40
60
80
100
120
Suiza
Chile
Españ
a
México Perú
Holand
a
Polonia
Bélgica
Nueva
Zeland
a
Inglat
erra
Irland
a
Suecia
Argenti
na
Aleman
ia
Estado
s Unid
os
País
USD
(cor
rient
es)
Fuente: elaboración propia.
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Gráfico 16
Número de libros (Harry potter 5) adquiribles al año dado el PIB per cápita
(Chile S/IVA =1 libro; PIB 2005 en USD corrientes)
0
2
4
6
8
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Estado
s Unid
os
Irland
a
Suecia
Aleman
iaSuiz
a
Inglat
erra
Holand
a
Bélgica
Nueva
Zeland
a
Españ
a
Polonia
México
Argenti
naChil
ePerú
N Libros USD (Chile =1)Pib per capita (Chile=1)
Fuente: elaboración propia.
Gráfico 17 Precio de El Código da Vinci (ed. rústica) (Chile s/IVA = 100)
Precio de El Código Da Vinci (softcover) en USD(Chile S/IVA = 100)
0
20
40
60
80
100
120
Chile
Holand
a
Nueva
Zeland
a
Españ
a
Inglat
erra
Bélgica
Argenti
na
México
Irland
a
Polonia
Aleman
ia
Estado
s Unid
os
Suecia
Suiza
Fuente: elaboración propia.
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Gráfico 18
Número de libros (Código da Vinci) adquiribles al año dado el PIB per cápita
(Chile S/IVA=1 libro; PIB 2005 en USD corrientes)
0
2
4
6
8
10
12
14
16
Estado
s Unid
osSuiz
a
Suecia
Irland
a
Aleman
ia
Inglat
erra
Bélgica
Holand
a
Españ
a
Nueva
Zeland
a
Polonia
México
Argenti
naChil
e
N Libros USD (Chile=1)PIB Per cápita (Chile=1)
Fuente: elaboración propia.
Como se puede observar, al menos en la comparación internacional, el efecto de una
eliminación del IVA es casi nulo en el intento de cerrar la brecha de precio del libro en
Chile respecto de otros países. Esto no significa que una reducción o eliminación no
tendría efectos sobre la demanda, pero sugiere que las diferencias en los precios
respecto de otros países no se explican por este impuesto. Sus razones se deben
encontrar, entonces, en alguna característica de la estructura de la industria, tema que
escapa a los objetivos de este trabajo, y que sin duda es tema de interés para futuras
investigaciones.70
70 Creemos que parte importante de las diferencias de precio respecto de los niveles internacionales pueden deberse a cierto carácter monopólico de las empresas importadoras. Éstas, por lo general, poseen los derechos exclusivos de importación del catálogo de un determinado conjunto de editoriales extranjeras, las cuales, a su vez, son editoras exclusivas para determinados autores. Así, por ejemplo, para adquirir la mayoría de los libros del novelista chileno Roberto Bolaño, la única edición disponible es la realizada por la editorial española Anagrama. Al haber un importador exclusivo de esta casa editorial, éste concentra poder monopólico sobre la obra del autor. El resultado es que el precio a público en Chile de las novelas más conocidas de este autor local se empine por sobre los $25.000 (más de US$45), precio significativamente mayor que el que se puede encontrar en otros países de habla hispana.
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En síntesis, el precio de los libros en Chile es mucho más alto que el precio
internacional y la brecha parece ir más allá de las diferencias razonables debido a
aranceles o costos de transporte. Llama la atención que mientras la mayoría de los
países no aplica impuesto al valor agregado en el caso de los libros, en Chile el
impuesto es similar al de todos los demás bienes de consumo. Esto, sin embargo, no
explica las diferencias de precio respecto de otros países, la cual va bastante más allá
del diferencial generado por el IVA.
Sobre el Precio Fijo
No se puede abordar el tema de la industria del libo sin al menos mencionar la
discusión sobre precio fijo. Bajo la premisa de que “los libros son diferentes”, muchos
países europeos poseen desde hace varios años, leyes que permiten la fijación de un
precio único para cada título, fijado por el editor o el importador, y que no puede ser
modificado por los distribuidores minoristas más allá de un pequeño porcentaje. En
palabras simples: en todos los puntos de venta, un mismo libro tiene el mismo precio.
Así, “los libros son uno de los pocos productos de nuestras economías de mercado
occidentales para los cuales el uso de precios fijos, o mantenimiento del precio de
venta, es ampliamente conocido” (Appleman, 2003, p. 663). Esta es una discusión en
ciernes en nuestro país, pero que lentamente ha ido instalándose en la discusión
respecto de la cultura y la educación.71
Esta política puede, en efecto, mejorar la producción de una gran cantidad de libros de
calidad, y ampliar la disponibilidad de libros al favorecer la existencia de una extensa
red de librerías. Las eventuales desventajas son, por un lado, la restricción de la
competencia por precio, que pueda inhibir la innovación en la industria, y que nada
garantice que los editores y libreros vayan a emplear el beneficio a favor de los
objetivos culturales para los cuales se diseñó (Appleman, 2003, pp. 663-664).
71 Durante abril de 2007, un grupo de senadores de la república (Pedro Muñoz, Andrés Chadwick, Juan Pablo Letelier, Ricardo Núñez y Mariano Ruiz- Esquide) hicieron “un llamado al Ejecutivo para que priorice la tramitación del proyecto que busca establecer un precio fijo para los libros”. Fuente: http://www.senado.cl.
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Los defensores del precio fijo plantean que su ausencia lleva, en un primer momento, a
una caída en los precios y aplicación de descuentos en tiendas con capacidad
financiera (e.g. grandes superficies), lo que genera dificultades a los pequeños libreros
que no pueden hacer lo mismo dados sus costos o capacidad de almacenaje.
Eventualmente muchas librerías desaparecen, y la venta al detalle se concentra,
generando poder monopsónico de las grandes cadenas de distribución sobre los
editores. Dado esto y la eventual disminución de los volúmenes de venta minorista que
acarrea el cierre de locales, se produciría una disminución de la oferta de títulos: las
grandes cadenas, preocupadas por el volumen de venta, dan cabida básicamente a
best sellers. La disminución de tirajes para los títulos no-best sellers eleva los costos
de producción, por lo que eventualmente los precios pueden acabar elevándose.
(EDIN, 2002, p. 8)
El uso de precios fijos está ampliamente extendido en Europa donde, en 2002, diez de
los quince países de la UE utilizaba el sistema (las excepciones eran: Bélgica,
Finlandia, Irlanda, Suecia y Reno Unido, con sistema de precio libre) (Appleman, 2003,
p. 664). La discusión teórica al respecto es extensa,72 y no pretendemos abordarla en
este trabajo.
72 Ver, además de la ya citada Appleman (2003), BARKER, R. E. y DAVIES, G. R. (1966) Books Are Different: An Account of the Defense of the Net Book Agreement before the Restrictive Practices Court in 1962, London: Macmillan; DENECKERE, R. H. y PECK, Marvel (1996) Demand Uncertainty, inventories and Resale Price Maintenance, Quarterly Journal of Economics, III (3), 885-913; MATHEWSON, E. y WINTER, R. (1998) The Law and Economics of Resale Price Maintenance, Review of Industrial Organisation, 13 (1-2), 57-84; PLOEG, F. van der (2004), Beyond the dogma of the fixed book price agreement, Journal of Cultural Economics 28: 1-20; BECK, Jonathan (2003) Monopoly vs. oligopoly in the debate on resale price maintenance for books: a preliminary empirical result. An empirical evaluation of segmentation and conduct in the German book industry. Humboldt-Universität zu Berlin; BECK, Jonathan (2004) Fixed, focal, fair? Book prices under optional resale price maintenance, Humboldt-University, Berlin.
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4 Determinantes de la lectura en Chile
Con todo lo anterior en mente, en la presente sección realizaremos un análisis
empírico de los factores determinantes de los hábitos de lectura en Chile. Tal como se
ha mencionado, en Chile no existen hasta la fecha estudios de este tipo. La única
información disponible es la recolectada por algunas encuestas recientes de consumo
cultural en general (Catalán y Torche (eds.) (2005)), por encuestas dedicadas al
consumo de libros en particular (Fundación La Fuente-Adimark GfK (2006)) y por
algunos estudios internacionales descriptivos (CERLALC (2006)).
Estos estudios son valiosos, especialmente porque vinieron a llenar un vacío de
antigua data, que impedía diseñar políticas públicas de manera informada. La política
cultural en Chile se ha hecho históricamente “a ciegas”, y estos estudios vienen a
entregar primeras luces para su diseño. Tienen el problema, sin embargo, de que sólo
tratan los datos mediante análisis estadísticos básicos, presentando cuadros y
eventualmente algunas correlaciones, sin controlar los efectos presentes en la
determinación de cada variable. Así, por ejemplo, cuando se presenta un gráfico de
frecuencia de lectura en función de los años de educación, aunque ilustrativo (lo
presentaremos más abajo), el dato expuesto no se controla por ninguna variable que
pueda estar afectando su valor. Los años de educación de un individuo, por ejemplo,
están correlacionados positivamente con el ingreso del hogar y con la educación de los
padres, por lo que el gráfico presentado como “efecto de la educación” sobre el nivel
de lectura, es en realidad un valor que es resultado de una interacción entre los años
de educación, la riqueza del hogar, la educación de los padres y otras variables
relevantes.
Para intentar aislar estos efectos, se requiere de fuentes de datos que recojan un
número importante de variables sociodemográficas, y que recopilen una cantidad
suficiente de datos como para hacer estadísticamente válidos los análisis. En nuestro
país existen algunas fuentes de datos que pueden resultar útiles en este sentido. Las
cuatro fuentes principales son:
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(a) La prueba PISA: el primer ciclo del estudio del Programme for International
Student Assessment (PISA) fue organizado y coordinado por la Organización
para la Cooperación de Desarrollo Económico (OECD). Con la colaboración de
UNESCO, el estudio se extendió el año 2001 a once países que no son
miembros de la OECD (aplicación que se denominó PISA+) entre los que se
contó Chile. En el estudio PISA participaron 28 países de la OECD y 15 que no
lo son. La aplicación se realizó en dos momentos, los años 2000 y 2001, siendo
los resultados totalmente comparables ya que se aplicaron los mismos
instrumentos. Entre los países participantes hay, además de Chile, cuatro
países latinoamericanos: Argentina, Brasil, México y Perú (Mineduc (2002)). La
limitante principal de esta fuente de datos es que la prueba se aplica sólo a
estudiantes de alrededor de 15 años de edad, por lo que las conclusiones que
se pueden extraer de su análisis son limitadas para nuestro propósito.
(b) Las Encuestas de Consumo Cultural, realizadas en 2004 (estudio para la
Región Metropolitana) y 2005 (estudio en las áreas urbanas del resto de las
regiones del país) por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en cooperación
con el recientemente creado Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes
(CNCA). La encuesta levanta información sobre una serie de puntos
relacionados con la realización de actividades culturales y consumo de bienes
culturales, entre ellas: compra de libros usados y nuevos; lectura de libros en
los últimos 12 meses; número de libros leídos en los últimos 12 meses;
frecuencia de lectura; tipo de libros preferidos; forma de obtención de los libros
y número de libros disponibles en el hogar. Se explora, además, el consumo de
bienes sustitutos como la televisión, música, artes visuales y escénicas, etc. El
estudio entrega, adicionalmente, una caracterización socioeconómica de los
hogares encuestados, aunque no entrega datos de nivel de ingresos del hogar
(Catalán y Torche (eds.) (2005)). La limitación de esta fuente de datos es la
imposibilidad de hacer comparaciones internacionales, ya que es una encuesta
a nivel nacional.
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(c) El Cuestionario para Padres y Apoderados asociado a la prueba del Sistema de
Medición de Calidad de la Educación, SIMCE, el cual levanta información sobre
características socioeconómicas del hogar (incluido el ingreso); nivel
educacional de los padres; disponibilidad de libros en el hogar (por tipos) y
número de libros disponibles en el hogar. Es, de las cuatro fuentes aquí
expuestas, la encuesta que más exhaustivamente pregunta sobre la
disponibilidad de libros en el hogar. Presenta, sin embargo, las limitaciones de
las dos pruebas anteriores: se aplica sólo a los padres de estudiantes escolares
y es de alcance nacional.
(d) La encuesta “Chile lee su futuro. Encuesta internacional 1998. Alfabetización de
la población adulta: Desarrollo de competencias y habilidades”, enmarcada en
la encuesta IALS (International Adult Literacy Survey). Realizada en Chile por la
Facultad de Economía de la Universidad de Chile, la encuesta compara a
nuestro país con otros 21 países donde se realizó un estudio, de los cuales 18
pertenecen a la OECD. Se levantan datos sobre niveles y tipo de educación del
entrevistado; uso de lectura como herramienta de trabajo; test de competencia
de lectura de prosa, documentos técnicos y documentos cuantitativos, habilidad
de lectura y escritura auto reportada, frecuencia de lectura de libros (escala
Lickert); existencia de más de 25 libros en el hogar; hábitos de lectura y acceso
a libros por parte de los niños del hogar.
Esta última será la fuente utilizada en el marco de este estudio.73
4.1 Algunos antecedentes sobre determinantes de la lectura en Chile
Algunas de las principales conclusiones de las recientes encuestas de consumo
cultural realizadas en CNCA y el INE son las siguientes.74
73 Se utilizará una muestra reducida de países, como explicitaremos más adelante. 74 INE-CNCA (2005)
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▪ La falta de tiempo es la principal razón para la poca lectura entre los habitantes
de áreas urbanas del país.
▪ Altos porcentajes de habitantes urbanos de todas las regiones dicen carecer de
costumbre o preparación para leer libros. En la región metropolitana, un 36,4%
de las personas de sectores medio-alto y alto que no leen, argumenta estos
motivos.
▪ Al contrario de las mujeres, los hombres compran en promedio más libros de
los que leen.
Tabla 5 Motivos para no leer, porcentaje por nivel socioeconómico y región.
Bajo Medio Medio Alto y Alto Bajo Medio Medio Alto
y AltoNo le interesa o no le gusta 0.0 1.0 0.0 35.7 23.2 27.4Falta de tiempo 42.3 52.4 44.9 21.1 34.5 39.1Falta de dinero 4.3 3.8 0.0 4.4 3.5 3.0Falta de información 2.1 0.0 0.0 0.1 0.3 0.0Falta de Costumbre o preparación 16.7 17.4 36.4 19.6 20.8 21.5Cansancio, flojera, pereza 7.7 13.2 18.7 4.4 11.5 5.4Otro 26.9 12.2 0.0 14.7 6.2 3.6
F uente: IN E-C N C A (2005)
RegionesR. MetropolitanaMotivos para no leer
Clasificación socioeconómica del INE a partir de Censo 2002.
Un primer elemento de interés es la baja importancia que le asignan las personas a la
falta de dinero como motivo del bajo nivel de lectura observado. Esto sugiere que si el
comportamiento de los encuestados en el mercado fuese consistente con su respuesta
ante la pregunta del encuestador, uno debiese observar una baja sensibilidad de la
demanda ante cambios (pequeños) en el precio o el ingreso. Por otra parte, los
individuos perciben consistentemente que los principales elementos inhibidores son la
escasez de tiempo y la falta de costumbre o preparación (que podemos
operacionalizar, por ejemplo, en su nivel educacional, su acceso a libros en la infancia,
el nivel educativo de sus padres o los hábitos de lectura de éstos). Llama la atención el
nulo nivel de respuesta de falta de interés o gusto por la lectura en la región
metropolitana en relación a las otras regiones. Una explicación posible es que exista un
estatus intelectual asociado al gusto por la lectura que inhiba a los encuestados de
declararse desinteresados, sesgando la respuesta. Otra posibilidad es que los
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encuestados expliquen el origen de su desinterés en una falta de preparación o
costumbre, elevando los porcentajes de esta última respuesta en desmedro de la
primera.75
Otro elemento interesante y particular de los libros como bien cultural es el carácter
elitista de su consumo: “mientras que escuchar radio y música y ver televisión son
prácticas diarias en todos los estamentos, conformando al menos genéricamente un
circuito de cultura masiva, en cambio leer libros, aunque sólo sea uno en el último año,
discrimina significativamente entre los diferentes estamentos” (Catalán y Torche (eds.),
2005, p. 35). Esto se puede apreciar en la Tabla Número 6.
Tabla 6 Región metropolitana: Realización de actividades culturales
según estamento, 2004 (en porcentaje).
Bajo Medio Medo alto y Alto TotalAcostumbra escuchar música 90.8 96.0 97.1 94.9Ve TV frecuentemente 95.5 93.6 92.0 93.8Acostumbra escuchar radio 91.3 92.1 83.9 90.6Lee Libros (últimos 12 meses) 17.9 39.2 76.3 39.7Fuente: Catalán y Torche (eds.) (2005)
ActividadEstrato
Este resultado es confirmado por el reciente estudio de Fundación La Fuente y
Adimark, que concluye que “La lectura de libros se asocia fuertemente al nivel socio-
económico de las personas. A mayor nivel socioeconómico mayor es la proporción de
lectores”. El mismo estudio consigna que del 45% de chilenos que declara no leer
libros nunca, un 47.3% aduce “falta de interés”. (Fundación La Fuente–Adimark GfK,
2006, p. 11)
En esta estratificación de los hábitos de lectura parece resultar central la influencia del
capital educacional acumulado, como se observa en el Gráfico 19, aunque, como
75 Este “traslape” entre preguntas permite tener reparos metodológicos sobre la elaboración de esta pregunta de la encuesta.
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hemos advertido previamente, esta estratificación por años de educación esconde
efectos subyacentes como la educación de los padres, el ingreso del hogar, etc.
Gráfico 19 Región metropolitana: Porcentaje de personas que han leído libros
(últimos 12 meses) por tramos de años de estudio, 2004.
F uente: C atalán y T o rche (eds.) (2005)
7 11.119.4
25.130.6
39.8
60.5
75.6 76.7
0102030405060708090
Ninguno 1 2 a 3 4 a 6 7 a 8 9 a 10 11 a 12 13 a 15 16 a 18
Años de educación formal
(%)
0
4.2 Datos a utilizar
La Encuesta Internacional de Alfabetización en Adultos (IALS, por su nombre en inglés)
fue aplicada a nivel internacional con una metodología y cuestionario comparables
entre países. En una primera etapa (1994-1996), participaron 12 países pertenecientes
a la OECD: Australia, Bélgica, Canadá, Alemania, Irlanda, Holanda, Nueva Zelanda,
Polonia, Suecia, Suiza (en lengua francesa y alemana), Reino Unido y Estados Unidos.
En una segunda etapa (1998) se incorporaron otros 10 países: Dinamarca, Finlandia,
Noruega, Eslovenia, Suiza (lengua italiana), República Checa, Hungría, Italia, Chile y
Portugal. (Bravo y Contreras, 2001, p. 20)
En Chile la muestra es representativa a nivel nacional, abarcando todas las regiones a
excepción de la región XI, y obviando las zonas rurales de las regiones I, II y III,
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cubriendo así el 98,6% de la población nacional. Se buscó entrevistar a personas entre
15 y 65 años (en el resto de los países se entrevistó a personas entre 16 y 65 años). El
tamaño muestral inicial fue de 5.200 personas. Se logró entrevistar a 3.583 personas,
de las cuales 3.502 correspondieron a personas entre 15 y 65 años de edad. (Bravo y
Contreras, 2001, p. 30)
En la muestra utilizada para efectos de este trabajo se contó con los datos para 15
países: Canadá (idioma inglés y francés), Suiza (idiomas alemán y francés), Alemania,
Estados Unidos, Irlanda, Holanda, Polonia, Suecia, Nueva Zelanda, Reino Unido,
Irlanda del Norte, Bélgica (Flandes) y Chile. Se decidió eliminar los casos
correspondientes a Canadá de la muestra, pues no contaba con datos para la variable
“edad” de los entrevistados, que resulta relevante para el análisis econométrico.
Así, de un total de 41.928 observaciones (3.570 para Chile y 38.358 para otros países),
luego quitar los datos de Canadá, los casos fuera del rango de edad [16, 65], los
habitantes de zonas rurales,76 y eliminar outliers y registros con datos anómalos, la
muestra final se redujo a 19.544 casos (2.241 para Chile, 17.303 para otros países).
Estadísticas descriptivas de los datos a utilizar se adjuntan en la sección de Anexos.
4.3 Modelo
Para efectos del análisis, consideraremos que un potencial lector enfrenta básicamente
dos decisiones respecto de la lectura, cada una de las cuales son de interés en
términos de política pública.
Una primera decisión del individuo es si leer o no leer libros. Esta decisión separa la
muestra en dos grupos claramente definidos: los lectores y los no lectores,
entendiendo a éstos últimos como personas que no tienen entre sus hábitos el leer 76 Se optó por trabajar sólo con datos de hogares urbanos, pues las características de las zonas rurales en los distintos países poseen gran heterogeneidad. Se ha supuesto que en zonas urbanas las variables son más fácilmente comparables.
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libros siquiera alguna vez en el año. Explorando las variables determinantes de esta
decisión, intentaremos responder una primera pregunta del diseñador de políticas que,
dado el bajísimo porcentaje de lectores en nuestro país, resulta central: ¿cuáles son
las variables que inciden en que la gente lea libros? ¿Qué caracteriza a los no
lectores?
Una segunda decisión del individuo (más específicamente, de aquéllos que son
lectores) será, dado que tiene desarrollado el hábito de leer, cuánto tiempo dedicar a la
lectura. Sobre esta decisión, bastante más compleja, presumiblemente operan otras
variables, o eventualmente las mismas, con una relevancia relativa distinta respecto del
rol que jugaban en la primera decisión.
Para el modelamiento de estas dos decisiones, supondremos que sobre el
comportamiento de un individuo “i” cualquiera, operan cuatro conjuntos de variables:
xi : características propias del individuo (edad, sexo)
yi : características del hogar (ingreso, presencia de niños en casa, trabajo full o
part time)
zi : características educacionales (educación del individuo, educación de los
padres)
ci : relación con bienes culturales (horas dedicadas a ver televisión, libros en
casa)77
77 Se pensó incorporar en este grupo la variable “frecuencia de asistencia a bibliotecas”, pero se la excluyó por problemas de endogeneidad. El mismo problema puede tener la tenencia de libros, sin embargo, dado que la pregunta es poco exigente (25 libros) podemos suponer que en hogares con, digamos, 30 libros, puede haber individuos que no lean o lean muy poco. La asistencia frecuente a bibliotecas, en cambio, es casi exclusivamente una actividad de lectores frecuentes.
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Modelo probit para la decisión de lectura / no lectura.
Supondremos que el conjunto de variables independientes determinan el valor de una
variable subyacente de propensión a la lectura R*, mediante la relación lineal
[ ] u
czyx
uXR +
⎥⎥⎥⎥⎥
⎦
⎤
⎢⎢⎢⎢⎢
⎣
⎡
=+= δϕβαθ*
Donde la matriz X agrupa los cuatro conjuntos de variables descritos anteriormente, el
vector θ representa un conjunto de parámetros a estimar para la relación lineal, y es
un vector de errores que supondremos distribuidos normalmente con media cero. Esta
función no es observable, pero asumimos que, si alcanza un cierto nivel (un “umbral de
lectura”, que fijamos en el valor 0), esto se traduce en que el individuo decide leer
libros (al menos alguna vez al año): se convierte en un lector. Esta decisión la
representaremos por
u
{ }1,0∈R ,
con 1=R si el individuo lee, y 0=R si no. Así
1=R , si 0* >iR
0=R , si 0* ≤iR
Si asumimos que los errores se distribuyen normal con media cero, tendremos que iu
)()|Pr()|Pr()|0Pr()|1Pr( * XFXXuXXuXRXR θθθ =<=−>=>==
Asumiendo una distribución normal de los errores,
[ ] )()()1Pr(
⎥⎥⎥⎥
⎦
⎤
⎢⎢⎢⎢
⎣
⎡
Φ=Φ==
czyx
XR δϕβαθ
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Análogamente,
[ ] )(1)0Pr(
⎥⎥⎥⎥
⎦
⎤
⎢⎢⎢⎢
⎣
⎡
Φ−==
czyx
R δϕβα
Donde es la función densidad acumulada de la distribución normal. ( )•Φ
El efecto sobre estas probabilidades de un cambio marginal en las variables de la
matriz X vendrá dado por
θθφ )()|1Pr( XX
XR=
∂=∂
Con esta estructura subyacente para las decisiones del lector, decimos que la decisión
de lectura/no lectura sigue un modelo probit.78
Modelo Probit Ordenado para la decisión de cantidad de lectura
En una segunda decisión, nos interesa saber cuáles son los determinantes de la
cantidad de lectura, dado que el individuo ya es un lector. En la encuesta IALS, sin
embargo, la variable de cantidad de lectura no es una variable continua (idealmente,
horas de lectura realizadas en cierto horizonte de tiempo), sino una variable discreta
ordenada: se pregunta a los encuestados cuál es su frecuencia de lectura de libros, y
se les dan cinco respuestas posibles: (i) nunca, (ii) varias veces al año, (iii) una vez al
mes, (iv) una vez a la semana y (v) diariamente. Como se observa, tenemos una
variable discreta “ordenada” de cuatro niveles (pues la respuesta “nunca” la usamos
para computar el Probit inicial, y utilizamos en esta segunda etapa las cuatro
respuestas siguientes, considerando la submuestra de aquéllos que no escogieron la
78 Para más detalles ver Greene (2003), pp. 665 y ss.
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opción “nunca”). El modelo a usar en este caso es un modelo de selección discreta de
datos ordenados, un Probit ordenado.79
Este modelo de secuencial de decisiones se puede resumir en el siguiente esquema.
[xi, yi, zi, ci] R(●)
Lee
No Lee
Probit
Alguna vez en el año
Todos los días
Probit Ordenado
[xi, yi, zi, ci] R(●)
Lee
No Lee
Probit
Alguna vez en el año
Todos los días
Probit Ordenado
Para modelar esta segunda decisión suponemos, nuevamente, que existe una función
subyacente de propensión a la lectura
[ ] u
czyx
uXR +
⎥⎥⎥⎥
⎦
⎤
⎢⎢⎢⎢
⎣
⎡
=+= δϕβαθ*
Y que es una función no observable, cuyo valor tiene como resultado visible un
tramo de frecuencia de lectura en que se ubican los individuos. Esto es,
*R
0=R si , 0* ≤R
1=R si , 1*0 µ≤< R
2=R si , 2*
1 µµ ≤< R
…
JR = si , *1 RJ <−µ
79 Para más detalles ver Greene (2003), pp. 736 y ss.
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con
121 ...0 −<<<< Jµµµ
Asumiendo nuevamente que los errores se distribuyen normalmente, tendremos
que
iu
)()|0Pr( XXR θ−Φ==
Pero esta vez
( )XXXR θθµ −Φ−−Φ== )()|1Pr( 1
( )XXXR θµθµ −Φ−−Φ== 12 )()|2Pr(
…
( )XXJR J θµ −Φ−== −11)|Pr(
Con 121 ...0 −<<<< Jµµµ
Tal como en el modelo probit, los efectos marginales de un cambio en X no son iguales
a los coeficientes. En un modelo de cuatro intervalos como el que nos ocupa, los
efectos marginales sobre las probabilidades serán
θθφ )()|0Pr( XX
XR−=
∂=∂
[ ]θθµφθφ )()()|1Pr(1 XX
XXR
−−−=∂=∂
[ ]θθµφθµφ )()()|2Pr(21 XX
XXR
−−−=∂=∂
θθµφ )()|3Pr(2 X
XXR
−=∂=∂
En el modelo, un cambio marginal en X es equivalente a correr la distribución de u una cantidad hacia la derecha, manteniendo ∆ θ y µ constantes. Así, el efecto
marginal sobre la probabilidad de que 0=R no tendrá ambigüedad: habrá menos área
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bajo la curva en el primer intervalo, por lo que la probabilidad caerá. Análogamente, la
probabilidad de aumentará, pues sin ambigüedad sabemos que el área bajo
curva en el último segmento aumentará. En los intervalos ubicados entre los extremos,
sin embargo, no hay certeza respecto del efecto de un desplazamiento de la curva
sobre las probabilidades (el área bajo la curva de la función distribución en el intervalo
puede aumentar o disminuir), por lo que lo único que podemos inferir con certeza es el
signo del cambio, no su magnitud (Greene, 2003, p. 738). Por ello, no se presenta en
este estudio los efectos marginales del probit ordenado, sino sólo el valor, la
significancia y el signo de los coeficientes, los que nos darán una idea de qué variables
son relevantes en la frecuencia de lectura, y si lo son en términos de aumentar la
frecuencia o disminuirla. El valor de los coeficientes no nos dirá nada respecto de
cambios en las probabilidades de estar en un intervalo de frecuencia o en otro.
3=R
4.4 Ser o no lector de libros: factores determinantes
En el cuestionario que acompaña la prueba de habilidad de lectura de la prueba IALS,
una pregunta consulta a los encuestados por la frecuencia con que lee libros “en la
vida cotidiana, sin contar el trabajo ni el colegio”. El encuestado debe responder, como
hemos mencionado, una entre cinco opciones ordenadas de manera descendente en
términos de frecuencia: “diariamente”; “una vez a la semana”; “una vez al mes”, “varias
veces al año” o “nunca”.
Con esta información construimos la variable dependiente para nuestra primera etapa
de análisis. Definimos la variable “Lee” como una variable binaria que toma el valor 0 si
la respuesta por la frecuencia de lectura es “nunca”, y toma valor 1 ante cualquiera de
las otras cuatro respuestas.
Con esta variable, además de un conjunto de variables independientes
correspondientes a los cuatro grupos de variables definidos más arriba, realizamos el
análisis de los determinantes del hábito de lectura por medio de un modelo probit.
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Las variables dependientes utilizadas en el análisis econométrico fueron:
xi : características propias del individuo
▪ age: edad del individuo, variable discreta en el intervalo [15, 65]
▪ age2: edad al cuadrado (captura efectos no lineales)
▪ Hombre: variable dummy, toma el valor 1 si el entrevistado es
hombre.
▪ Single: variable dummy, toma el valor 1 si el entrevistado es soltero,
viudo o separado.
yi : características del hogar
▪ ninos: variable dummy, toma el valor 1 si en el hogar hay niños
menores de 15 años.
▪ Single: variable dummy, toma el valor 1 si el entrevistado es soltero,
viudo o separado.
▪ fulltime: variable dummy, toma el valor 1 si el individuo trabaja 40
horas o más a la semana.
▪ Ingreso_hogar_m: ingreso anual per cápita del hogar, en cientos de
miles de pesos (sólo para las regresiones submuestra Chile).
▪ Ingreso_hogar_m2: variable ingreso del hogar, elevada al cuadrado
(para detectar no linealidades).
▪ Ingreso_hogar_m3: variable ingreso del hogar, elevada al cubo (para
detectar no linealidades).
▪ Qi: variable dummy, toma el valor 1 si el hogar pertenece al quintil de
ingresos “i” dentro del país (con 1 el quintil más pobre y 5 el más
rico).
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zi : características educacionales
▪ Yeducac: años de educación formal del encuestado.
▪ Yeducac2: variable al cuadrado.
▪ Yeducac3: variable al cubo.
▪ educ_p_basica: variable dummy, toma el valor 1 si el mayor nivel
educacional alcanzado por el padre del entrevistado fue la educación
básica (o equivalente internacional)
▪ educ_p_media: variable dummy, toma el valor 1 si el mayor nivel
educacional alcanzado por el padre del entrevistado fue la educación
media (o equivalente internacional)
▪ educ_p_cftip: variable dummy, toma el valor 1 si el mayor nivel
educacional alcanzado por el padre del entrevistado fue la educación
en un Centro de Formación Técnica o Instituto Profesional (o
equivalente internacional)
▪ educ_p_univ: variable dummy, toma el valor 1 si el mayor nivel
educacional alcanzado por el padre del entrevistado fue la educación
universitaria de pre o post grado (o equivalente internacional)
▪ educ_m_basica, media, cftip, univ: ídem, para la madre del
entrevistado.
ci : relación con bienes culturales (Horas de televisión, asistencia a bibliotecas, libros en
casa)
▪ TV_poco: variable dummy, toma el valor 1 si el encuestado ve 1 hora
o menos de Televisión al día, en promedio.
▪ TV_norm: variable dummy, toma el valor 1 si el encuestado ve entre
una y 2 horas de Televisión al día, en promedio.
▪ TV_mucho: variable dummy, toma el valor 1 si el encuestado ve más
de 2 horas de Televisión al día, en promedio.
▪ libros: variable dummy, toma el valor 1 si el encuestado posee más
de 25 libros en el hogar.
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Consideraremos, primero, la submuestra de Chile, para analizar cuáles son los
determinantes de la decisión de lectura en el país. Ampliaremos luego el análisis a la
muestra completa, aislando el “efecto Chile” sobre cada variable mediante un probit
anidado.
Análisis Probit: submuestra Chile
Para el análisis de determinantes tomaremos, básicamente, cuatro especificaciones
distintas para el modelo: (a) en la primera de ellas, incluiremos en el conjunto de
variables independientes los años de educación formal del individuo, dejando fuera de
la ecuación los años de educación de los padres y el ingreso del hogar, pues ambos
conjuntos de datos son altamente colineales con los años de educación; (b) en la
segunda especificación, dejaremos fuera la educación del individuo y el ingreso del
hogar, concentrándonos en el efecto de la educación de los padres sobre la
probabilidad de ser lector; (c) en la tercera especificación nos centraremos en el efecto
del ingreso, dejando fuera los factores educacionales; y (d) finalmente, consideraremos
el ingreso del hogar y la educación de los padres como variables independientes,
buscando diferenciar el efecto de la educación del efecto de la riqueza sobre la
probabilidad de ser lector.
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(a) Efecto de los años de educación del individuo.
Tabla 7 Probit (efectos marginales)80
para la decisión de Lectura / No Lectura en un año (submuestra Chile, c/ Años de educación del individuo)
LeeYeducac 0.1121
(0.0337)**Yeducac2 -0.0085
(0.0037)*Yeducac3 0.0003
(0.0001)*TV_poco 0.0064
(0.0558)TV_norm -0.0292
(0.0507)TV_mucho -0.0004
(0.0509)libros 0.1731
(0.0274)**age -0.0031
(0.0075)age2 0.0000
(0.0001)fulltime -0.0263
(0.0329)Hombre -0.1248
(0.0261)**ninos -0.0211
(0.0305)single 0.0117
(0.0296)Observations 1472Standard errors in parentheses* significant at 5%; ** significant at 1%
Como se observa en la Tabla 7 (en ella se presentan los efectos marginales, no los
coeficientes), de las características del individuo la única variable relevante es el sexo:
los hombres tiene alrededor de un 12% menos de probabilidad que las mujeres de ser
lectores, por el sólo hecho de ser hombres. En Chile, por el contrario, la edad, la 80 Tasa de predicción ((0’s predichos + 1’s predichos)/ Total casos) = 0.72
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presencia de niños en casa, el hecho de tener o no pareja y las horas de la semana
destinadas a trabajar (i.e., indirectamente, las horas disponibles para el ocio) no
parecen ser significativas a la hora de determinar si una persona es o no un lector de
libros.
La educación del individuo resulta ser significativa al 99%. Cada año de educación
aumentaría la probabilidad de un individuo de tomar algún libro en el año. Este efecto,
al menos para Chile, no es lineal en los años de educación: cada año extra de
educación formal aumenta la probabilidad de ser lector, pero este aumento de
probabilidad es decreciente a medida que se es más educado.
Finalmente, el hecho de tener al menos un número mínimo de libros en casa (25 ó
más), está altamente correlacionado con la factibilidad de que el individuo tome un libro
entre sus manos al menos unas cuantas veces al año.81
Llama la atención el efecto estadísticamente nulo que la cantidad de tiempo dedicado a
la televisión tiene sobre la decisión de los individuos de leer o no libros.82
(b) Efecto de los años de educación de los padres
Al considerar la educación de los padres, los resultados básicamente no cambian.
Nuevamente los hombres tienen una menor probabilidad de ser lectores
(aproximadamente 12% menos),83 y quienes tienen un mínimo de libros en casa
poseen una mayor probabilidad de ser lectores. Los efectos de la edad, las horas
81 Una posible endogeneidad puede causar dudas sobre el efecto de esta variable en la estimación, sin embargo, la significancia de las variables, así como el orden de magnitud de los efectos marginales, son robustos al hecho de sacar o incluir de la regresión la variable dummy de tenencia de libros en casa. 82 Este nulo efecto de la televisión, como veremos más adelante, se repite consistentemente. Alguna literatura, sin embargo, respalda este resultado algo contrario al sentido común, cuestionando el supuesto efecto negativo de la TV sobre los resultados académicos. Ver, por ejemplo, BARE, John (1995) "A New Look at Television Viewing and Adult Vocabulary," International Journal of Public Research, 7, 56-65; BARBER, Nigel (2006) “Is the Effect of National Wealth on Academic Achievement Mediated by Mass Media and Computers?” Cross-Cultural Research 2006 40: 130-151; WYATT, Lisa Marcel (2005) “Racial differences in television watching, family context and reading achievement”. Doctoral dissertation, The University of Texas at Austin, disponible en http://repositories.tdl.org/handle/2152/856. 83 Este resultado fue consistente en todas las especificaciones probadas para la regresión.
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dedicadas a la televisión, el hecho de no tener pareja y el régimen de trabajo no tiene
efecto sobre la decisión de lectura.
La educación de los padres resulta significativa y positiva, y su efecto es creciente
mientras mayor es el nivel de educación de los padres.84 La educación terciaria de los
padres no conducente a título profesional no parece tener efecto, estadísticamente
hablando, sobre los hábitos de lectura de los hijos.
84 Al correr una regresión con la educación de ambos padres, el resultado es poco claro (resultan significativos la educación universitaria del padre y la educación básica de la madre). Esto debido, probablemente, a la alta colinealidad de las variables. Esto es reflejo, probablemente, del fenómeno de “relación entre pares” (assortative mating) habitual en la literatura, en que en la mayoría de los casos de una muestra ambos padres tienen el mismo nivel educacional, por lo que el nivel educacional de uno de ellos predice en buena medida el nivel educacional de su pareja.
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Tabla 8 Probit (efectos marginales)85
para la decisión de Lectura / No Lectura en un año (submuestra Chile, c/ Años de educación de los padres)
Solo educ. padre Solo educ. madreTV_poco 0.0161 0.0177
(0.0542) (0.0540)TV_norm -0.0229 -0.0201
(0.0498) (0.0497)TV_mucho 0.0052 0.0070
(0.0499) (0.0498)libros 0.2290 0.2375
(0.0261)** (0.0257)**age 0.0005 0.0012
(0.0074) (0.0074)age2 -0.0000 -0.0000
(0.0001) (0.0001)fulltime -0.0155 -0.0139
(0.0325) (0.0325)Hombre -0.1207 -0.1248
(0.0257)** (0.0257)**ninos -0.0189 -0.0207
(0.0299) (0.0300)single -0.0065 -0.0108
(0.0289) (0.0290)educ_p_basica 0.0734
(0.0283)**educ_p_media 0.0913
(0.0341)**educ_p_cftip 0.0762
(0.0880)educ_p_univ 0.2171
(0.0417)**educ_m_basica 0.0914
(0.0275)**educ_m_media 0.1043
(0.0361)**educ_m_cftip 0.1209
(0.0826)educ_m_univ 0.1984
(0.0578)**Observations 1472 1472
Lee
Standard errors in parentheses* significant at 5%; ** significant at 1%
85 Tasa de predicción 1ª columna ((0’s predichos + 1’s predichos)/ Total casos) = 0.71. Tasa de predicción 2ª columna = 0.71
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Cuando corremos la regresión incorporando la educación de los padres y la educación
del individuo (lo reportamos en la sección Anexos), esta última variable “absorbe” toda
la significancia del factor educación, volviendo no significativos los efectos de la
educación de los padres. Al parecer en Chile los años de educación de cada individuo
bastan para formar el hábito, con independencia de la educación de los padres. La
escuela jugaría, así, un rol central en la formación de lectores, incluso por sobre el
trasfondo familiar.
(c) Efecto del ingreso
Como se observa en la Tabla 9, al incorporar el ingreso del hogar como variable
independiente, y obviando las variables de educación, la variable ingreso
(representada como ingreso anual del hogar, en cientos de miles de pesos) resulta
significativa, aunque poco importante: un aumento de 1.000.000 anuales de ingreso
aumentaría la probabilidad de volverse lector en apenas 2.7%. Nuevamente, la variable
sexo es relevante (-12% para los hombres), al igual que la existencia de libros en casa.
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Tabla 9 Probit (efectos marginales)86
para la decisión de Lectura / No Lectura en un año (submuestra Chile, c/ Ingreso del hogar)
LeeIngreso_hogar_m 0.0027
(0.0010)*Ingreso_hogar_m2 -0.0000
(0.0000)Ingreso_hogar_m3 0.0000
(0.0000)TV_poco 0.0141
(0.0615)TV_norm 0.0039
(0.0558)TV_mucho 0.0146
(0.0561)libros 0.2340
(0.0299)**age -0.0001
(0.0088)age2 -0.0000
(0.0001)fulltime -0.0391
(0.0378)Hombre -0.1218
(0.0297)**ninos -0.0232
(0.0335)single 0.0131
(0.0334)Observations 1132Standard errors in parentheses* significant at 5%; ** significant at 1%
Para explorar algo más en profundidad posibles no linealidades, reemplazaremos el
ingreso por variables dummy para el quintil de ingreso del hogar.87
86 Tasa de predicción ((0’s predichos + 1’s predichos)/ Total casos) = 0.70 87 El quintil de ingreso de cada hogar fue calculado a partir de las tablas de ingreso del año de la encuesta (1998), obtenidos de la tabla “Límites mínimos y máximos del ingreso autónomo per-cápita que definen cada uno de los quintiles por quintil de ingreso autónomo del hogar regional según región, zona y quintil” (Fuente: MIDEPLAN, División Social, Encuesta CASEN 1998, con factores de expansión en base a CENSO 2002). Disponible en www.mideplan.cl.
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Es interesante observar que al incorporar las variables de quintiles, se puede apreciar
cómo, para efectos de formación de lectores, es estadísticamente similar pertenecer a
los dos primeros quintiles (los más pobres), mientras que la pertenencia a los tres
quintiles superiores (y particularmente al quintil más rico) sí aumenta la probabilidad de
que un individuo sea lector.
Aparte de este hecho, las significancias y signos del resto de las variables permanece
igual.
Tabla 10 Probit (efectos marginales)88
para la decisión de Lectura / No Lectura en un año (submuestra Chile, c/ Quintil de ingreso del hogar)
LeeQ2 0.0086
(0.0328)Q3 0.1022
(0.0330)**Q4 0.0871
(0.0336)**Q5 0.2092
(0.0351)**TV_poco 0.0353
(0.0525)TV_norm -0.0091
(0.0490)TV_mucho 0.0076
(0.0493)age -0.0051
(0.0073)age2 0.0000
(0.0001)fulltime -0.0485
(0.0310)Hombre -0.1405
(0.0253)**ninos -0.0028
(0.0298)single -0.0032
(0.0287)Observations 1472Standard errors in parentheses* significant at 5%; ** significant at 1%
88 Tasa de predicción ((0’s predichos + 1’s predichos)/ Total casos) = 0.68
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(d) Efecto del ingreso y de los años de educación de los padres
Intentaremos, finalmente, diferenciar entre efecto de la educación y el efecto del
ingreso sobre la probabilidad de ser lector. Lamentablemente, no podemos utilizar la
educación del individuo y el ingreso del hogar, pues sabemos que muy probablemente
son colineales. Utilizaremos, en cambio, la educación de los padres y el ingreso del
hogar. Utilizaremos, específicamente, las variables de quintil de ingreso y de educación
de la madre,89 como se muestra en la tabla siguiente.
89 El resultado es robusto en signo, significancia y magnitud a cambiar la educación de la madre por la del padre. Por el contrario, si cambiamos las variables de quintil de ingreso por una variable continua de ingreso del hogar (en cientos de miles de pesos), la variable sólo es significativa al 10%.
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Tabla 11 Probit (efectos marginales)90
para la decisión de Lectura / No Lectura en un año (submuestra Chile, c/ Quintil de ingreso del hogar y educación de la madre)
Lee Q2 0.0129
(0.0327)Q3 0.0929
(0.0335)**Q4 0.0610
(0.0352)+Q5 0.1668
(0.0421)**TV_poco 0.0349
(0.0525)TV_norm -0.0130
(0.0491)TV_mucho 0.0056
(0.0493)age -0.0006
(0.0074)age2 -0.0000
(0.0001)fulltime -0.0376
(0.0315)Hombre -0.1362
(0.0255)**ninos -0.0023
(0.0299)single -0.0074
(0.0289)educ_m_basica 0.1063
(0.0271)**educ_m_media 0.1406
(0.0339)**educ_m_cftip 0.1613
(0.0741)*educ_m_univ 0.2226
(0.0515)**Observations 1472Standard errors in parentheses+ significant at 10%; * significant at 5%; ** significant at 1%
Como se observa, existe un efecto de la educación y un efecto del ingreso (además de
la ya mencionada variable de sexo). La pertenencia al quinto quintil es relevante para
convertirse en lector, y el efecto de la educación es creciente en la preparación de la
madre (lo mismo vale para el padre).
90 Tasa de predicción ((0’s predichos + 1’s predichos)/ Total casos) = 0.68
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Análisis Probit: muestra completa
Repetimos ahora parte del análisis anterior, pero esta vez para la muestra completa de
países.
Tabla 12 Probit (efectos marginales)91
para la decisión de Lectura / No Lectura en un año (submuestra Chile, c/ variables Educación)
Lee Lee Lee
Yeducac 0.0292 0.0291 0.0268(0.0116)* (0.0117)* (0.0116)*
Yeducac2 0 -0.0001 0-0.001 -0.0011 -0.001
Yeducac3 0 0 00 0 0
TV_poco 0.0144 0.0141 0.0142-0.0163 -0.0163 -0.0163
TV_norm 0.0299 0.0304 0.0302(0.0147)* (0.0146)* (0.0146)*
TV_mucho 0.019 0.0208 0.0191-0.0148 -0.0148 -0.0148
libros 0.2082 0.202 0.2021(0.0126)** (0.0127)** (0.0126)**
age 0.0025 0.0029 0.0029-0.002 -0.0021 -0.0021
age2 0 0 00 0 0
fulltime -0.0172 -0.0162 -0.0147(0.0081)* (0.0081)* (0.0081)+
Hombre -0.0759 -0.0757 -0.0755(0.0080)** (0.0079)** (0.0079)**
ninos -0.045 -0.0411 -0.0405(0.0119)** (0.0118)** (0.0118)**
single 0.0341 0.0341 0.0336(0.0081)** (0.0081)** (0.0081)**
educ_p_basica 0.0221(0.0094)*
educ_p_media 0.0222(0.0129)+
educ_p_cftip 0.027-0.0188
educ_p_univ 0.0746(0.0146)**
educ_m_basica 0.0381(0.0097)**
educ_m_media 0.0303(0.0126)*
educ_m_cftip 0.0443(0.0175)*
educ_m_univ 0.0888(0.0169)**
Observations 8960 8960 8960Standard errors in parentheses+ significant at 10%; * significant at 5%; ** significant at 1%
91 Tasa de predicción 1ª columna= 0.84 Tasa de predicción 2ª columna= 0.84. Tasa de predicción 3ª columna= 0.84
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Como se puede observar, en este caso la cantidad de variables relevantes aumenta
considerablemente. El resultado es, al menos en un sentido, poco informativo, ya que
con la gran cantidad de datos disponibles es muy probable que la mayoría de las
variables resulten estadísticamente significativas.
Sí resulta informativo, sin embargo, en otro sentido: si con esta cantidad de datos y en
todas las especificaciones una variable resulta consistentemente no relevante
estadísticamente, es muy probablemente una variable que no incida en absoluto en la
variable dependiente.
De una serie de regresiones para la muestra completa, que no presentaremos
explícitamente, se puede deducir que:
▪ La edad no afecta la probabilidad de ser lector, al menos para aquellos
individuos mayores de 15 y menores de 65 años.
▪ los dos quintiles más pobres de la población de los países se comportan de
manera similar en términos de probabilidad de lectura (no hay una diferencia
estadísticamente significativa de las variables Q2 respecto de la variable de
referencia, Q1).
▪ Los individuos de los dos quintiles superiores, por el contrario, tienen, por el
sólo hecho de pertenecer a ese quintil (controlando por su educación y la de
sus padres), una mayor probabilidad de ser lectores que los individuos del
quintil más bajo. Esto se puede deber a que un mayor ingreso facilita el
acceso a libros, aunque en el caso de personas de menores ingresos la
posibilidad de acceso debiese estar cubierta por las bibliotecas públicas.
También puede deberse, por ejemplo, a la calidad de la educación recibida
(aquí controlamos sólo los años de educación, no su calidad) o un eventual
efecto no observable de pares en la elite de cada país.
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▪ Nuevamente, llama la atención que a nivel agregado, la cantidad de
televisión que ven los individuos no afecta su probabilidad de ser lectores de
libros. Sólo aquellas personas que ven una cantidad de televisión “normal”
al día (entre 1 y 2 horas), presentan un efecto sobre su probabilidad de
lectura, pero éste efecto es, en el agregado, positivo.
Análisis Probit: otros países
Al realizar un análisis probit para cada una de las submuestras de países, se pueden
obtener algunas conclusiones generales respecto de las variables que inciden en la
decisión de lectura/no lectura.
Así, el efecto de los años de educación del individuo resulta estadísticamente
significativo y positivo en todos los países de la muestra. Lo mismo sucede con la
tenencia de libros en el hogar.
El hecho de ser hombre reduce las probabilidades de ser lector en todos los países de
la muestra, a excepción de Irlanda y la submuestra de los habitantes de Suiza de habla
alemana.
La influencia de la edad del individuo resulta significativamente nula en todos los
países, a excepción de Gran Bretaña y Polonia, donde resulta levemente significativa y
positiva.
Una jornada de trabajo de 40 horas o más no influye ni positiva ni negativamente sobre
la probabilidad de ser lector, en ninguno de los países de la muestra a excepción de
Gran Bretaña, Suiza (alemán) y Nueva Zelanda, donde su efecto es significativo y
negativo.
El hecho de tener niños en casa sólo afecta la probabilidad en Irlanda del Norte, siendo
no significativo en el resto de los países de la muestra.
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La educación de los padres afecta positivamente la probabilidad de ser lector en todos
los países, a excepción de Suiza. Podemos especular que en ese país el sistema
escolar cumple cabalmente la tarea de alfabetización, por lo que los hábitos de lectura
son independientes de los padres.
En Suiza tampoco es relevante el quintil de ingreso, variable que tampoco influye en
Estados Unidos, Irlanda, Polonia, Nueva Zelanda o Irlanda del Norte. Nuevamente,
aquí podemos suponer que el rol central de una educación de calidad (tema que no
controlamos en las regresiones).
Análisis Probit anidado: buscando el “efecto Chile”.
Al comparar los resultados del análisis para Chile con los resultados de la muestra
completa, surge la pregunta de si existen diferencias significativas entre el
comportamiento de los individuos en Chile y en el resto de los países de la muestra
(que puedan explicar, por ejemplo, por qué estamos fuera y por debajo del intervalo del
95% en porcentaje de población lectora).
Para ello, utilizaremos un modelo de Probit anidado, de la siguiente forma:
( ) uXDXuXXR CLCL ++=++= γθγθ*
Donde es un vector que se construye multiplicando el vector XDX CLCL = X por un
vector de variables dummy, cuyas componentes toman el valor 1 si el caso
corresponde a un individuo chileno, y 0 en caso contrario. Así, el término que
acompaña a γ tiene el valor de la variable en caso de ser un dato de Chile, y un 0
si no. Con esto, podremos estudiar si una determinada variable es significativa en la
decisión de lectura (en cuyo caso el valor
ix
ix
θ asociado a dicha variable será
estadísticamente distinto de cero, y simultáneamente comprobar si, por sobre su efecto
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en la decisión de lectura, el hecho de ser chileno agrega efectos no observables a la
incidencia de dicha variable.
Por ejemplo, si el valor de θ asociado a los años de educación resulta significativo y
positivo, quiere decir que ésta incide positivamente en la probabilidad de lectura, y si
adicionalmente el valor de γ asociado a la educación es significativo y positivo, quiere
decir que hay algún factor no observable en la educación chilena que hace que, por el
solo hecho de educarse en Chile, el efecto positivo sobre la probabilidad de lectura sea
aún mayor. Si el valor de γ es estadísticamente igual a cero, no existen diferencias
significativas entre los individuos chilenos y del resto de la muestra respecto de la
incidencia de dicha variable.
En la tabla de la página siguiente, denotamos con un sufijo _CL las componentes del
vector , es decir, variables de XDX CLCL = X que han sido multiplicados por una
dummy de Chile.
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Tabla 13 Probit anidado (efectos marginales)92
para la decisión de Lectura / No Lectura en un año Lee Lee
Q2 -0.0009 Yeducac 0.0284(0.0171) (0.0132)*
Q3 -0.0004 Yeducac2 0.0001(0.0133) (0.0011)
Q4 0.0399 Yeducac3 -0.0000(0.0117)** (0.0000)
Q5 0.0586 TV_poco 0.0134(0.0111)** (0.0183)
TV_poco 0.0153 TV_norm 0.0449(0.0185) (0.0160)**
TV_norm 0.0367 TV_mucho 0.0212(0.0165)* (0.0163)
TV_mucho 0.0022 libros 0.2241(0.0168) (0.0151)**
libros 0.2581 age 0.0007(0.0153)** (0.0021)
age 0.0024 age2 0.0000(0.0022) (0.0000)
age2 -0.0000 fulltime -0.0044(0.0000) (0.0091)
fulltime -0.0106 Hombre -0.0801(0.0092) (0.0090)**
Hombre -0.0846 ninos -0.0333(0.0091)** (0.0151)*
ninos -0.0345 single 0.0450(0.0154)* (0.0089)**
single 0.0547 Yeducac_CL -0.0044(0.0092)** (0.0032)
Q2_CL 0.0035 Yeducac2_CL 0.001(0.0271) (0.002)
Q3_CL 0.0460 Yeducac3_CL -0.0000(0.0217)* (0.0000)
Q4_CL -0.0132 TV_poco_CL 0.0067(0.0293) (0.0374)
Q5_CL 0.0530 TV_norm_CL -0.0546(0.0290)+ (0.0416)
TV_poco_CL 0.0048 TV_mucho_CL -0.0048(0.0383) (0.0346)
TV_norm_CL -0.0471 libros_CL -0.0810(0.0410) (0.0253)**
TV_mucho_CL 0.0111 age_CL 0.0042(0.0330) (0.0029)
libros_CL -0.0471 age2_CL -0.0001(0.0224)* (0.0000)
age_CL 0.0004 fulltime_CL -0.0136(0.0024) (0.0239)
age2_CL -0.0000 Hombre_CL 0.0055(0.0000) (0.0186)
fulltime_CL -0.0047 ninos_CL 0.0139(0.0235) (0.0216)
Hombre_CL 0.0015 single_CL -0.0301(0.0192) (0.0219)
ninos_CL 0.0179 Observations 8960(0.0217)
single_CL -0.0564(0.0237)*
Observations 8960Standard errors in parentheses+ significant at 10%; * significant at 5%; ** significant at 1%
Standard errors in parentheses+ significant at 10%; * significant at 5%; ** significant at 1%
92 Tasa de predicción 1ª columna= 0.84. Tasa de predicción 2ª columna=0.84.
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Como se observa en las tablas anteriores, Chile presenta un comportamiento
estadísticamente diferente del grupo total de la muestra en algunas variables.
Así, el hecho de tener libros en casa parece ser menos importante en Chile que en el
resto de los países de la muestra a la hora de decidir leer.
Hay un castigo, estadísticamente, para el grupo de las personas que no tienen pareja:
si en la muestra completa ellas y ellos tienen, por el sólo hecho de ser solteros, viudos
o separados, una mayor probabilidad (5%) de ser lectores, el hecho de estar en Chile
revierte ese efecto (de hecho, para la submuestra de Chile el efecto no es
estadísticamente significativo).
Finalmente, el efecto de estar en Chile sobre la importancia del ingreso es ambiguo: el
efecto del quinto quintil es positivo, pero significativo sólo al 10%. Si bien el efecto del
tercer quintil es significativo, el del cuarto quintil no lo es, lo que no tiene sentido en
términos económicos. Por lo anterior, este resultado debe ser tomado con cautela.
Llama la atención que, pese a los magros resultados de nuestro sistema educacional
en las pruebas internacionales, no parece haber diferencias significativas entre un año
extra de educación en la media de países de la muestra y un año extra de educación
en Chile, al menos en términos de cambios en la probabilidad de ser lector.
Cabe destacar que al incorporar la educación de los padres en la variable ponderada
por la dummy de Chile, el “efecto Chile” es no significativo en todos los niveles
educacionales de ambos padres. Dado esto, no reportaremos las tablas.
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Conclusión del análisis Probit
El análisis probit de la variable de lectura de libros nos ha permitido obtener algunos de
los determinantes de la decisión de los individuos de leer libros, aunque sea alguna vez
a lo largo de un año.
La variable más significativa en esta decisión parece ser la educación del individuo,
representada en nuestro análisis por los años de educación formal. Este efecto es más
importante en los primeros años de educación.
Junto con la educación de la persona, la educación de los padres resulta significativa,
como también lo es el ingreso del hogar (esto es, existe un efecto ingreso y un efecto
educación sobre la lectura), pues estar en los tres quintiles superiores aumenta la
probabilidad de ser lector respecto de aquellas personas pertenecientes al 40% más
pobre (incluso controlando por años de educación). Este último es un resultado para
toda la muestra de países. Otra variable relevante es el acceso a libros en el hogar.
Los hombres son consistentemente menos lectores que las mujeres.
Variables que definitivamente no afectan la probabilidad de ser lector parecen ser la
edad de los individuos y el hecho de ver una hora o menos de TV (respecto de
aquéllos que no ven televisión).
La extensión de la jornada afecta negativamente la probabilidad de ser lector sólo en
algunos países, entre los que no se encuentra Chile.
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4.5 Cantidad de lectura: ¿por qué los lectores leen más (o menos)?
Una vez que un individuo ha decidido tomar un libro y leerlo (se ha convertido, en el
sentido más básico del término, en un lector), debe tomar una segunda decisión,
probablemente más compleja: cuánto de su tiempo disponible dedicar a la lectura. En
la presente sección buscaremos las variables que determinan la frecuencia de lectura
de los individuos que, en un una primera etapa, ya han decidido leer al menos “algo”.
Para ello, como hemos explicado más arriba, utilizaremos un modelo Probit ordenado
que, aún con las limitaciones de interpretación que presenta, nos entregará al menos la
significancia y signo de la influencia de ciertas variables sobre la frecuencia de lectura.
Análisis Probit Ordenado: submuestra Chile
Analizamos los determinantes, esta vez para la frecuencia de lectura, para la
submuestra de datos de Chile.
(a) Efecto de los años de educación del individuo y de sus padres.
Los resultados del análisis se pueden apreciar en la tabla siguiente.
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Tabla 14 Probit Ordenado
para la Frecuencia de Lectura en un año (Submuestra Chile, c/ años de educación)
Frec_Lect Frec_Lect Frec_LectYeducac 0.1323
(0.1307)Yeducac2 -0.0101
(0.0127)Yeducac3 0.0003
(0.0004)TV_poco 0.1147 0.1317 0.1271
(0.1496) (0.1495) (0.1493)TV_norm -0.0814 -0.0667 -0.0725
(0.1357) (0.1357) (0.1356)TV_mucho 0.0054 0.0093 0.0049
(0.1367) (0.1364) (0.1365)libros 0.1961 0.2399 0.2424
(0.0788)* (0.0769)** (0.0755)**age 0.0072 0.0093 0.0107
(0.0205) (0.0203) (0.0203)age2 -0.0001 -0.0001 -0.0001
(0.0003) (0.0003) (0.0003)fulltime -0.2163 -0.2034 -0.2122
(0.0871)* (0.0874)* (0.0869)*Hombre -0.0674 -0.0716 -0.0740
(0.0718) (0.0715) (0.0718)ninos 0.0563 0.0547 0.0532
(0.0847) (0.0836) (0.0838)single 0.0359 0.0267 0.0248
(0.0809) (0.0807) (0.0805)educ_p_basica -0.0077
(0.0838)educ_p_media -0.0674
(0.0999)educ_p_cftip -0.1850
(0.2562)educ_p_univ 0.1068
(0.1478)educ_m_basica 0.0675
(0.0808)educ_m_media -0.0388
(0.1077)educ_m_cftip 0.0622
(0.2621)educ_m_univ -0.0696
(0.1916)Observations 991 991 991
+ significant at 10%; * significant at 5%; ** significant at 1%Standard errors in parentheses
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Como se observa, los años de educación del individuo o de sus padres no afectarían la
frecuencia de lectura de los lectores de libros. En efecto, las únicas variables
relevantes para esta decisión en Chile serían el acceso a libros en el hogar y, ahora sí,
el régimen de trabajo: aquellas personas que trabajan 40 ó más horas a la semana
tienden a leer significativamente menos que aquéllos que no trabajan su jornada
completa.
(b) Efecto del ingreso.
Tabla 15 Probit Ordenado
para la Frecuencia de Lectura en un año (Submuestra Chile, c/ingresos del hogar)
Frec_Lect
Ingreso_hogar_m 0.0064(0.0028)*
Ingreso_hogar_m2 -0.0000(0.0000)*
Ingreso_hogar_m3 0.0000(0.0000)*
TV_poco 0.2124(0.1728)
TV_norm 0.0213(0.1552)
TV_mucho 0.0918(0.1567)
libros 0.2338(0.0874)**
age 0.0062(0.0243)
age2 -0.0001(0.0003)
fulltime -0.2483(0.1016)*
Hombre -0.0983(0.0823)
ninos 0.0621(0.0933)
single 0.0657(0.0921)
Observations 761Standard errors in parentheses+ significant at 10%; * significant at 5%; ** significant at 1%
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Nuevamente, existe un aumento de frecuencia de lectura de libros asociado a la
tenencia de un mínimo de libros en casa, y un efecto de disminución de frecuencia
asociado al hecho de trabajar en formato de jornada completa. Existe, además, un
efecto ingreso positivo y significativo sobre la frecuencia de lectura aunque, como
hemos explicado previamente, la magnitud de su efecto marginal sobre las
probabilidades de pasar de un nivel de frecuencia al siguiente es ambigua.
Este resultado no cambia al incorporar la educación de los padres, la cual resulta,
nuevamente, no significativa (no se presenta la tabla).
Llama fuertemente la atención que en todos los análisis para la submuestra de Chile, la
televisión juegue un papel estadísticamente nulo en la definición de lectores y en la
frecuencia de lectura de éstos. Esta situación contrasta con los resultados para la
muestra internacional y para el análisis de otros países, como veremos a continuación.
Análisis Probit Ordenado: muestra completa
Al analizar el probit ordenado para toda la muestra (Tabla 17 en página siguiente),
nuevamente nos fijamos en las variables no significativas, pues si no han resultado
significativas con esta cantidad de datos, podemos descartarlas como variables
relevantes para la determinación de la frecuencia de lectura de libros.
Así, los quintiles más bajos de ingreso no parecen presentar diferencias con el quintil
más pobre. La costumbre de ver una hora o menos de televisión no tiene,
estadísticamente, ninguna diferencia con el no ver televisión, en términos de sus
efectos sobre la frecuencia de lectura. La edad de los individuos tampoco tiene efectos
estadísticamente significativos sobre la frecuencia de lectura, y el hecho de que haya
niños en casa tiene un efecto poco significativo, si alguno.
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Tabla 17 Probit Ordenado
para la Frecuencia de Lectura en un año (Muestra completa)
Frec_Lect Frec_Lect Frec_LectQ2 -0.0089 -0.0093 Yeducac 0.0337
(0.0499) (0.0499) (0.0045)**Q3 0.0026 -0.0058 TV_poco -0.0619
(0.0412) (0.0412) (0.0579)Q4 -0.0132 -0.0124 TV_norm -0.1043
(0.0389) (0.0389) (0.0524)*Q5 0.1104 0.1076 TV_mucho -0.1565
(0.0380)** (0.0380)** (0.0518)**TV_poco -0.0537 -0.0510 libros 0.4404
(0.0579) (0.0579) (0.0383)**TV_norm -0.1026 -0.1020 age -0.0076
(0.0524)+ (0.0524)+ (0.0070)TV_mucho -0.1713 -0.1767 age2 0.0002
(0.0517)** (0.0516)** (0.0001)*age 0.0028 0.0043 fulltime -0.1122
(0.0071) (0.0071) (0.0272)**age2 0.0001 0.0001 Hombre -0.2820
(0.0001) (0.0001) (0.0268)**fulltime -0.1407 -0.1386 ninos -0.0584
(0.0272)** (0.0273)** (0.0387)Hombre -0.2781 -0.2756 single 0.1260
(0.0268)** (0.0268)** (0.0284)**ninos -0.0731 -0.0754 Observations 7423
(0.0389)+ (0.0390)+single 0.1109 0.1118
(0.0289)** (0.0289)**educ_p_basica 0.0724
(0.0346)*educ_p_media 0.1836
(0.0465)**educ_p_cftip 0.3097
(0.0658)**educ_p_univ 0.4196
(0.0591)**educ_m_basica 0.1004
(0.0352)**educ_m_media 0.2306
(0.0475)**educ_m_cftip 0.4347
(0.0658)**educ_m_univ 0.3272
(0.0785)**Observations 7423 7423Standard errors in parentheses+ significant at 10%; * significant at 5%; ** significant at 1%
Standard errors in parentheses+ significant at 10%; * significant at 5%; ** significant at 1%
Para observar más en detalle estos resultados, a continuación se entrega algunos
resultados del análisis por países.
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Análisis Probit Ordenado: otros países
Nuevamente, analizamos las variables relevantes en la determinación de la frecuencia
de lectura para cada uno de los países.
Como en el análisis Probit, los años de educación de la persona influye positiva y
significativamente en la frecuencia de lectura en todos los países, a excepción de
Estados Unidos y Chile.
El hecho de ver mucha televisión (más de dos horas al día) tiene un efecto negativo y
significativo en todos los países de la muestra, a excepción de Polonia, Irlanda del
Norte y Chile.
La existencia de libros en el hogar también influye positivamente en cada uno de los
países, a excepción de Suiza (alemán) y Estados Unidos.
El hecho de ser hombre tiene un efecto negativo y significativo (al 5%) sobre la
frecuencia de lectura en cada uno de los países de la muestra, a excepción de Estados
Unidos, Bélgica y Chile.
La presencia de niños en el hogar tiene un efecto negativo en Gran Bretaña e Irlanda
del Norte, mientras que la extensión de la jornada laboral incide negativamente en la
frecuencia de lectura de estadounidenses, polacos y chilenos.
La educación de los padres incide en distinta medida en todos los países, a excepción
de Alemania, Estados Unidos, Irlanda del Norte y Chile, mientras que el quintil de
ingresos del hogar sólo tiene una incidencia significativa en Polonia.
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Conclusión del análisis Probit ordenado
En Chile, las únicas variables significativas en la decisión de con qué frecuencia leer
(dado que ya se ha decidido leer), son el acceso a libros en el hogar, la extensión de la
jornada de trabajo (40 ó más horas de trabajo a la semana inhiben la frecuencia de
lectura) y un efecto ingreso del hogar positivo y significativo.
Llama la atención que los análisis para Chile arrojan como resultado un efecto
estadísticamente nulo de la televisión sobre la frecuencia de lectura.
Variables que no inciden en la frecuencia de lectura son la edad de los individuos, la
pertenencia a quintiles más bajos de ingreso (no hay diferencias significativas con el
quintil más pobre) y la costumbre de ver una hora o menos de televisión (respecto de
no ver televisión).
El hecho de ser hombre tiene un efecto negativo y significativo en casi toda la muestra,
pero este no es el caso de Chile.
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5 Modelos de lectura
Modelar el comportamiento de los lectores-consumidores, comprender su dinámica e
intentar modelar cuál es la racionalidad de sus comportamientos resulta, como hemos
intentado exponer, relevante. Esta sección es un intento por dar respuesta a partir de
fundamentos microeconómicos a las preguntas de cuándo y por qué individuos
(racionales) deciden utilizar su tiempo libre en leer. La pregunta por la lectura en el
tiempo libre permite dejar de lado el fenómeno de la lectura en espacios de trabajo
(remunerado), donde el incentivo es claramente pecuniario, siempre que el trabajador
recibe un pago directo por leer como parte de sus tareas productivas. Por otra parte, la
conceptualización de la lectura como una inversión privada permite dar cuenta de su
doble dimensión de actividad placentera (considerando que existe un beneficio
intrínseco del ocio o del cultivo del “gusto”) y de input de productividad en tanto
entrenamiento en capital humano general. Estos aspectos serán abordados en los
siguientes modelos de lectura.
5.1 La lectura de libros como “cultivo del gusto”
Para esbozar el modelamiento de la lectura como un hábito que se cultiva, seguiremos
el trabajo de Brito y Barros (2005) sobre la dinámica de la demanda por bienes
culturales, realizando una adaptación al consumo de libros. Presentaremos
someramente los argumentos y conclusiones y principales de este trabajo, adaptándolo
al caso de la lectura, de modo de obtener algunas conclusiones respecto de la
racionalidad económica del comportamiento de los lectores.
Según los autores, algunas características consignadas en la literatura, que son
comunes a todos los bienes culturales93, y que los diferencian de otros bienes, son:
93 Generalmente se distingue entre las obras de arte (art works) -en cuya demanda prima un aspecto financiero y que no considera un costo en tiempo- y las artes escénicas (performing arts), cuya demanda no tiene aspectos financieros, pero que son intensivas en uso del tiempo.
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(a) la demanda por cultura depende del “cultivo del gusto”, esto es, los
consumidores deben enfrentar un proceso de aprendizaje en el consumo
(learning-by-consuming) para poder disfrutarlo. Así, la demanda por libros y
otros bienes culturales tiene implícita una estructura de preferencias
intertemporalmente dependiente.
(b) Por ello, la demanda por bienes culturales suele ser modelada como una
versión particular de la formación de hábitos, con un par de diferencias: el
proceso de aprendizaje en el consumo se asume equivalente al de
complementariedad adyacente (Ryder y Heal (1973)) -lo que significa que el
consumo en t tiene una alta complementariedad con los consumos
inmediatamente anteriores y posteriores y una complementariedad negativa con
los instantes alejados de t- y se asume que el stock de cultura tiene un valor
positivo para el consumidor, cosa que no ocurre en la literatura de formación de
hábitos que suele centrarse en adicciones de carácter negativo.
(c) Los bienes culturales en general pueden ser considerados como bienes de
consumo puros: casi el único resultado de su consumo es un aumento en la
utilidad instantánea, relacionado al placer estético (en el caso del libro, como
hemos visto, el beneficio también viene dado porque la lectura funciona como
una inversión en capital humano, por lo que este supuesto es discutible).
Para construir una función de demanda se debe tomar en cuenta, además, algunos
hechos estilizados: test de demanda han mostrado que los bienes culturales tienen una
baja elasticidad respecto del propio precio, esto es, ante un aumento en precio hay un
limitado efecto sustitución. La elasticidad ingreso es también baja (como hemos visto
en la sección anterior, parece importar más la educación que el ingreso). Estos
resultados para los bienes culturales son consistentes con los hallazgos para el libro.94
Para la construcción de cualquier modelo de demanda se debe considerar al menos
94 Otro hecho, que se ha llamado la paradoja de Baumol y Broten, es que cuando la economía pasa por un ciclo positivo, algunas actividades culturales enfrentan mayores dificultades: al ser intensivas en capital humano, un aumento de los salarios de mercado en los ciclos positivos puede ser, en efecto, perjudicial. Sin embargo, existe en el caso del libro un efecto en el sentido contrario, pues al ser éstos un bien suntuario, los ciclos positivos deben aumentar la demanda más que proporcionalmente con el aumento de ingreso. Un estudio de la organización industrial del libro en Chile podría responder a esta interrogante.
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dos bienes, en nuestro caso, “libros” y “otros bienes”, de modo de poder incorporar los
precios relativos.
Para el modelamiento se hacen varios supuestos generalizadores: (a) en la economía
tiene sólo dos bienes: “libros” y “otros bienes”, donde los libros están sujetos a un
proceso de cultivo del gusto; (b) la canasta de “otros bienes” presenta independencia
intertemporal respecto de sí misma y de los libros; (c) el ingreso se asume determinado
exógenamente, (d) se asume la inexistencia de intervención estatal en el mercado, y
en éste no hay crecimiento; (e) los agentes son homogéneos y completamente
racionales, y usan toda la información de que disponen para derivar sus reglas de
comportamiento (f) los libros se consideran un bien agregado, por lo que se modela
una demanda agregada, oferta agregada y un solo indicador de precios (se pierde, por
tanto, la posibilidad de tomar en cuenta el “gusto por la variedad”, de particular
relevancia en el caso de los libros).
El modelo Supongamos que en cada período t el hogar representativo obtiene su utilidad del
consumo de libros c(t), del consumo de otros bienes z(t), y del bienestar que le reporta
su habilidad acumulada de lectura k(t), que podemos pensar como un aumento en su
renta por el hecho de aumentar su eficiencia en el trabajo, disminución de esfuerzo en
el trabajo, bienestar intrínseco de la lectura, percepción de status cultural, etc.
Dado un nivel de habilidad k0, la habilidad de lectura en cualquier instante del tiempo
t≥0 viene dado por
,)()( )(0
0
ττρ τρρ decektk tt
t
t −−− ∫+=
donde ρ>0. Como se observa, la lectura es sujeto de depreciación, por lo que los
individuos deben leer continuamente para mantener su nivel de habilidad.
El consumidor obtiene su utilidad tanto de su consumo actual de todos los bienes como
del consumo histórico de lectura. El lector elige, entonces, trayectorias de lectura y de
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consumo de bienes, y el problema es intrínsecamente intertemporal. La elección de
trayectorias se hace, por tanto, maximizando la función de utilidad intertemporal
∫+∞
−=0
,))(),(),((:),(t
tdtetktztcvzcV ρ
que representa el valor presente de todos los consumos futuros descontados. El
beneficio instantáneo v depende, como se observa, del consumo de otros bienes z(t),
la lectura de libros c(t) y el stock de habilidad de lectura k(t).
El gasto total, evaluado al precio de los “otros bienes” se debe financiar de acuerdo a la
restricción presupuestaria intertemporal:
∫ −−−+=t
trrt deczweata0
)(0 ,))()()(()( τττπτ τ
donde r es la tasa de interés de la economía, π(t) es el precio relativo de los libros, y
a(t) cumple la condición de no-Ponzi, es decir, . 0)( ≥−∞→ taelím rt
t
Las propiedades que se debe imponer sobre la estructura de preferencias son:
a) La utilidad debe ser creciente tanto en el consumo de libros como de otros
bienes, es decir, vc>0, vz>0. Leer es, en efecto, un bien en sí mismo.
b) v es cóncava en (c, z, k), de modo que la utilidad marginal instantánea sea
decreciente.
c) La habilidad acumulada de lectura es beneficiosa, es decir, vk>0. Esto es, no
sólo se obtiene un beneficio de leer, sino de “cultivar el gusto” por la lectura, al
aumentar la habilidad lectora. Esta es la principal diferencia con la literatura de
formación de hábitos, en que se suele modelar adicciones en que vk<0.
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Así, la evaluación de los patrones de consumo se realiza mediante la función de
utilidad
τττρ ρτρρ dedceektztcvzcV tt
tt∫ ∫+∞
−−−−
⎟⎟⎠
⎞⎜⎜⎝
⎛+=
0 0
)(0 )(),(),(),(
Y no existe punto de saciedad en el consumo de ninguno de los bienes.
Con esto, decimos que la lectura está sujeta a un proceso de learning by
consuming si la función de utilidad presenta complementariedad adyacente
acotada en el consumo de libros (ver Ryder y Heal (1973)), concepto al que
también se denomina “adicción”. Esto se cumple si el aumento en el consumo
de libros (la cantidad de lectura) está altamente correlacionado con los
consumos recientes, y al contrario de la correlación con cantidad de lectura en
tiempos distantes. Quien en algún minuto lee un libro, se vuelve “adicto” y lee
en los períodos siguientes, aunque en períodos previos no haya leído.
d) El proceso de aprendizaje viene definido por la existencia de
complementariedad adyacente acotada del consumo de libros respecto de sí
mismo (ver Brito y Barros, 2005, pp. 88-89, y para más detalles Ryder y Heal,
1973, pp. 2-5), cuyas cotas vienen dadas por
cckkkc vvv ⎟⎟⎠
⎞⎜⎜⎝
⎛++
−<+
+<δρδρ
ρρρ
220
e) Hay independencia intertemporal de la canasta de “otros bienes”. Esta
independencia es tanto respecto de la propia variable rezagada como del
consumo pasado de lecturas. En otros términos, vkz = 0. Así, la demanda por
“otros bienes” es aditivamente separable, por lo que la evaluación de patrones
de consumo no necesita tomar en cuenta rezagos del consumo. La tasa
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intertemporal de sustitución en el consumo de libros es independiente de
cambios en el consumo de los otros bienes en cualquier instante del tiempo.
Brito y Barros (2005) demuestran que con estas cinco restricciones, la única
separabilidad posible de la función de utilidad es la separabilidad débil entre bienes
culturales (lectura) y otros bienes, es decir, v(c, z, k) = v(η(c, k), z) ó, equivalentemente,
vcz =vkz =0.
Los autores demuestran, además (a partir de un desarrollo teórico que no
reproduciremos en este documento), que hay una complementariedad instantánea
entre el stock de lectura y el de riqueza financiera. En segundo lugar, el modelo predice
teóricamente que un aumento del ingreso real lleva a un aumento en el stock de lectura
y, por tanto, a un aumento en el flujo de demanda por libros (si los precios están fijos) y
a un incremento en los precios (si la oferta está fija). En tercer lugar, la demanda por
libros se reducirá tanto por efecto ingreso como por efecto sustitución si su precio
relativo aumenta. En cuarto lugar, un aumento en la oferta llevará a una caída inicial en
los precios, seguido por un proceso de aumento progresivo hasta ajustarse
nuevamente.
Las variables explicativas del modelo son consistentes con la literatura empírica
existente: los valores rezagados del consumo, el ingreso y los precios relativos de los
libros respecto de los otros bienes de la canasta.
5.2 El “lector miope”: lectura y descuento hiperbólico
Un segundo modelo posible para enfrentar el comportamiento de los lectores ha sido
desarrollado en el marco de este trabajo, tomando el enfoque de economía del
comportamiento que intenta racionalizar las inconsistencias intertemporales de los
individuos.
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La decisión de entrenarse en la habilidad de lectura es una decisión costosa,
especialmente para aquellas personas que no poseen la habilidad desarrollada desde
la infancia. Como inversión con un alto costo de oportunidad en tiempo, es probable
que su planificación sea sujeto de distorsiones a la hora de tomar decisiones a futuro:
está expuesta a inconsistencias temporales. Sin embargo, esta inversión tiene una
cualidad que debemos incorporar: es una actividad que, junto con tener un costo,
entrega una satisfacción intrínseca.
Existe una literatura relativamente extensa en economía que ha intentado explicar por
qué individuos supuestamente racionales se comportan de manera inconsistente a lo
largo del tiempo, tomando racionalmente decisiones que luego no cumplen (dejar de
fumar, ir al gimnasio o, en este caso, leer). Este comportamiento a primera vista
“irracional” ha sido explicado convincentemente a partir de Strotz (1956), quien
argumentó que los individuos son más impacientes (esto es, valoran más el presente)
cuando están enfrentados a decisiones de corto plazo que cuando enfrentan
decisiones de largo plazo. En la disciplina se suele asumir que los individuos
descuentan cada período hacia el futuro con un factor subjetivo 1<δ (esto es, el
período τ a partir del presente es descontado por un factor de δτ ). Existe, sin
embargo, suficiente evidencia empírica respecto de la inconsistencia dinámica de los
individuos, que muestra que éstos descontarían más los períodos más cercanos al
presente, “en otras palabras, retrasar una recompensa de corto plazo en unos cuantos
días reduce el valor de la recompensa en un porcentaje mayor que retrasarla unos
cuantos días en el largo plazo” (Angeletos et al, 2001). A este comportamiento se le
denomina comportamiento -o descuento- hiperbólico.
El nombre de “descuento hiperbólico” es una herencia de la literatura original de
psicología del comportamiento, en que los investigadores utilizaban como función de
descuento funciones hiperbólicas del tipo
( ) αατy
−+11
,
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con 0, >yα (Loewenstein y Prelec, 1992). Laibson (1997) planteó un modelo más
simple matemáticamente, pero que capturaba la esencia del fenómeno, esto es, el
rápido descenso de la valoración del futuro en el corto plazo comparado con el largo
plazo, en que el descenso en la valoración es relativamente suave. Para ello, propuso
una función de descuento discreta dada por la serie { }...,,,,,1 432 βδβδβδβδ .
A esta función de descuento se le llamó “cuasi hiperbólica”, de modo de hacer explícito
que, sin ser hiperbólica, su comportamiento emula el comportamiento de dichas
funciones de descuento en su elemento central: una mayor tasa de disminución de la
valoración de los retornos entre dos períodos en el corto plazo que entre dos períodos
alejados del presente.
Con estos elementos en mente, se ha elaborado un modelo simple de tres períodos sin
incertidumbre, en que un individuo enfrenta la decisión de trabajar en una ocupación
remunerada versus dedicar su tiempo a la lectura, actividad que le genera el doble
beneficio del placer intrínseco del ocio y un aumento futuro de sus ingresos dada la
mejora de capital humano que dicha lectura conlleva. En un contexto de
comportamiento hiperbólico, el análisis de estática comparada del modelo muestra que
mayores niveles de impaciencia desincentivan la lectura a lo largo del ciclo de vida,
particularmente en la juventud. Asimismo, mayores niveles esperados de renta
incentivan la lectura como inversión en los primeros años de actividad, y la inhiben en
la adultez, en la que los individuos optan por dedicar su tiempo al trabajo remunerado.
La lectura como acumulación de Capital Humano Mayores niveles de calificación en términos de competencias de desempeño generan
mayores niveles de productividad, y éstos, a su vez, aumentan el nivel de ingresos de
la economía, generando mayores tasas de crecimiento. Mayores niveles de calificación
generan un efecto similar a nivel de los individuos, aumentando su productividad y su
nivel de ingresos esperados a lo largo de su ciclo de vida. Autores como Becker (1964)
y Acemoglu y Pischke (1999), han intentado responder por qué las firmas invierten (o
no) en la formación de habilidades en sus trabajadores, y cuáles son los incentivos de
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éstos para complementar total o parcialmente el financiamiento del empleador.
Separan, para ello, el tipo de habilidad (y entrenamiento) en habilidades generales (o
genéricas), que son aquéllas que el trabajador “porta” consigo, con independencia del
empleador con quien establezca el contrato salarial, y habilidades específicas, que sólo
son productivas bajo el contrato con un determinado empleador. En un mercado
competitivo, como la habilidad es genérica, y asumiendo que no hay costos asociados
al cambio de puesto de trabajo para el trabajador ni para el nuevo empleador, el salario
del trabajador será )()( ϕϕω f= . Las firmas no tendrán ningún incentivo para pagar
por el entrenamiento de los trabajadores, mientras que el trabajador tendrá incentivo a
entrenar (su habilidad lectora, por ejemplo) hasta el punto , en que ,
donde es el costo marginal de entrenarse,
*ϕ )(')(' ** ϕϕ fc =
( )•'c ( )•'f es la productividad marginal del
trabajador y ϕ es el nivel de habilidad. El mercado llega a un nivel eficiente de
habilidad de lectura sin que las firmas inviertan en ello. Este es el resultado de Becker.
Para que este resultado sea plausible, sin embargo, se requiere que el período en que
el trabajador invertirá en entrenar su habilidad general sin recibir ingresos, pueda
compensarse con el ingreso futuro, trasladando parte de éste al presente. Para ello se
requiere un mercado financiero que funcione adecuadamente. Esto tiene como
consecuencia que, de no haber un mercado financiero perfecto y cierta seguridad
respecto del retorno al entrenamiento, las personas sólo entrenarán su capacidad de
lectura durante su juventud, cuando son “subsidiados” por la familia o el sistema
escolar estatal. Una vez en el mercado laboral, no invertirán en ello a menos que su
retorno sea seguro y que exista un mercado de préstamos que les permita traer parte
de ese ingreso futuro al presente.95
95 Hay en la literatura más reciente, otros argumentos que justifican el gasto de las firmas en el entrenamiento de habilidades generales en sus trabajadores. Acemoglú y Pischke (1999) muestran que si la estructura de salarios es “comprimida”, las firmas tendrán incentivos en esa dirección. Supongamos que el mercado no es competitivo, que el salario sigue siendo ω(φ) y φ sigue siendo la habilidad de lectura, sin embargo, ahora las firmas ya no pagan ω’(φ)=f’(φ), sino ω’(φ)=f’(φ)-∆. Esto implica que el empleador obtiene rentas (hay algún poder monopsónico). Si la función ω(φ) es creciente, pero aumenta a una tasa menor que la productividad f(φ), entonces la brecha ∆(φ)=f’(φ)- ω’(φ), que es la renta de la firma, será creciente en φ (esto es lo que Acemoglu y Pischke (1999) llaman una estructura de salarios comprimida), por lo que las firmas preferirán trabajadores con más habilidad. Un mercado no competitivo así definido (con esta particular estructura de salarios) genera los incentivos para que las firmas inviertan en el entrenamiento de sus trabajadores, incluso en habilidades generales. El incentivo para que los
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Supuestos básicos y fundamentos para un modelo de lectura Asumiremos que existen dos incentivos centrales para ocupar el tiempo no
remunerado en leer. El primero de ellos es el placer intrínseco de la lectura como
actividad de ocio. El segundo es el beneficio futuro que se obtiene del entrenamiento
en la habilidad de lectura, entendido éste como una inversión en capital humano, en
particular en lo que la literatura consigna como “general training”,96 aquel
entrenamiento que, como hemos dicho, desarrolla una habilidad que no es específica,
en el sentido de que el retorno de la inversión no está supeditada a una determinada
relación agente-principal. En caso de cese de la relación contractual, el trabajador “se
lleva” el capital invertido. Para efectos de este modelo, y por simplicidad, asumiremos
que la lectura, en tanto actividad de ocio, genera un beneficio subjetivo por el simple
hecho de ejecutarla, el cual depende exclusivamente de la cantidad de lectura
realizada en el período actual. Este supuesto es relativamente fuerte, pues se puede
argumentar que el “placer de la lectura” aumenta mientras más horas de lectura tiene
en el cuerpo el individuo.97
Asumiremos, además, que la lectura tiene costos, entre los que se cuenta, al menos, el
costo de adquirir los libros o documentos, que podemos asociar al costo pecuniario de
comprarlos o el costo en tiempo y desplazamiento de acceder a una biblioteca pública.
Consideraremos que el costo de oportunidad de la lectura viene dado simplemente por
el trade off lectura-trabajo remunerado, omitiendo el costo de oportunidad que
representa el tiempo dedicado a la lectura respecto de la posibilidad de realizar otras
actividades de esparcimiento (ir al cine, escuchar música o simplemente descansar)98.
trabajadores inviertan -la senda creciente de ingresos-, sigue existiendo, aunque es menor dado que éstos no reciben pago por toda su productividad. 96 Balmaceda (2005) y Acemoglu y Pischke (1999). 97 Como hemos visto en el modelo anterior, la lectura es una competencia que se entrena y un gusto que se cultiva: en un principio es difícil de ejecutar, resultando incluso tediosa, pero a medida que se desarrolla, una unidad más de tiempo dedicada a la actividad resulta menos costosa en términos de esfuerzo y reporta mayor beneficio: lo leído se comprende más fácilmente y su contenido se puede asociar con un mayor stock de conocimiento previo. En este modelo consideraremos sólo su beneficio instantáneo. 98 i.e., se supone que no hay sustitutos. Se puede pensar también como si lo que aquí llamamos lectura fuera acceso a cultura en general, y este “cultivarse” fuese laboralmente beneficioso.
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Respecto de la lectura como inversión en capital humano “genérico”, asumiremos que
el retorno de la inversión es creciente con la cantidad de lectura. Pese a que
reconocemos que el aumento de renta esperada asociada a este tipo de entrenamiento
se produce tanto por el aumento de la capacidad productiva del individuo como por el
complemento que éste presenta con el entrenamiento en áreas específicas (Acemoglu
y Pischke, 1998, p. 11) asociadas a una particular relación empleador-trabajador, en el
contexto de esta tesis obviaremos los efectos de complementariedad, dejando su
incorporación pendiente para futuros desarrollos.99
Finalmente, existe un costo asociado a la lectura entendida como inversión en general
training: el tiempo utilizado en leer podría ser destinado a trabajar en una actividad
remunerada, por lo que la inversión en pos de un aumento de renta posterior se hace a
costa de ingreso presente. Este factor puede ser particularmente relevante para
individuos con altos niveles de impaciencia (cuya tasa de descuento subjetiva los hace
valorar mucho el ingreso presente) o en individuos con un nivel de renta
particularmente bajo100. Asumimos, además, que los individuos, al enfrentarse a la
decisión de entrenarse en la lectura, presentan un grado de miopía: “saben” que
alfabetizarse es importante y rentable, pero habitualmente dejan la lectura “para
mañana”, tal como se hace, por ejemplo, con el ahorro para la vejez. A partir de este
supuesto y de los elementos anteriormente descritos, desarrollamos un modelo de
lectura en un contexto de individuos “hiperbólicos”.
99 Al respecto, ver el concepto de complementariedad de las inversiones en “general” y “specific training” en una relación empleador-trabajador y un análisis explícito del efecto de complementariedad y sus consecuencias, en Balmaceda (2005). 100 En el desarrollo teórico aquí presentado no incorporamos un consumo de supervivencia, un nivel mínimo por sobre cero, por lo que no tomamos en cuenta el efecto de un nivel de renta “particularmente bajo”. El sujeto simplemente maximiza a partir de su dato de ingreso por hora, sin considerar un consumo mínimo necesario para vivir.
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El modelo Para efectos de nuestro modelamiento asumiremos un individuo que vive durante tres
períodos (juventud, adultez y madurez), en cada uno de los cuales dispone de una
unidad de tiempo, la cual puede ser utilizada por el sujeto exclusivamente en dos
actividades: leer o trabajar.
Así, definiremos el tiempo que el individuo dedica en el período t a la lectura fuera de
su trabajo como , mientras que el tiempo dedicado a trabajar vendrá dado por .
Normalizando el tiempo disponible en cada período, el tiempo dedicado por el individuo
a trabajar en una ocupación remunerada queda definido por
tR tL
( )tt RL −= 1 .101
Definiremos el costo de acceder a libros (comprarlos o ir a una biblioteca pública) como
, el que claramente depende positivamente de la cantidad de tiempo que el
individuo dedica a la lectura (requeriría comprar más libros o ir más seguido a la
biblioteca). Asumimos que el individuo obtiene un beneficio intrínseco por el solo hecho
de leer (beneficio del ocio) que viene dado por
( tt RCC = )
( )tt Rθθ = , con 0'>θ .
Tal como mencionamos antes, asumimos que, además de reportar un bienestar
intrínseco, la lectura representa una inversión en capital humano “completamente
general, en el sentido de Becker”. Asumimos, así, que la competencia de comprensión
lectora se entrena, y en cada instante depende de la experiencia de lectura acumulada,
. A partir de este stock de capital humano, el individuo puede acceder
a un ingreso que depende de (es creciente en) dicho stock, y del tiempo que dedica a
trabajar. Así,
)( 1
0∑ −
==
t
j jt RSS
),( ttt SLωω =
101 Se podría agregar al modelo el tiempo dedicado a otras actividades de ocio, que vendría dado por (1-R-L), y asignarle una valoración subjetiva, pero su incorporación es equivalente a una segunda actividad “remunerada” por esta valoración, de modo que las conclusiones generales no cambiarán.
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Con todo esto, la utilidad del individuo viene dada por:
)()(),( ttttt RCRSLU −+= θω
Para efectos de manejo algebraico, haremos una serie de supuestos respecto de las
formas funcionales de cada uno de estos elementos. En primer lugar, asumiremos que
la habilidad de lectura viene dada simplemente por la agregación lineal de la cantidad
de lectura realizada por el individuo en períodos anteriores, esto es
)1()( 1
0
1
0 ∑∑ −
=
−
=+==
t
j jt
j jt RRSS
Por otra parte, asumimos que el ingreso del individuo es el producto simple de las
horas trabajadas por un salario fijo, ponderadas por la habilidad de lectura del
individuo, esto es:
∑−
=
+××−=××=1
0
)1()1(),(t
jjttttt RRSLSL ωωω
La unidad en la sumatoria de los R permite que, de no haber leído nada en los
períodos anteriores, el salario por período vendrá dado simplemente por ω×tL .
Adicionalmente, asumiremos que la función de bienestar intrínseco de la lectura es
lineal en la lectura en t , y viene dada por:
tt RR ×=θθ )(
con θ un parámetro propio de cada individuo.
Finalmente, asumiremos que el costo de una cantidad de lectura en el período,
viene dado por
tR
2)(
2t
tRRC =
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Con todo esto, tendremos que la utilidad instantánea del individuo en el período t
vendrá dada por:
∑−
=
−×++××−=1
1
2
2)1()1(
t
j
ttjtt
RRRRU θω
Si consideramos ahora a nuestro lector hiperbólico, que vive durante tres períodos, en
cada uno de los cuales decide cuánto leer y cuánto trabajar, tendremos que en cada
instante el individuo se ve enfrentado a las siguientes funciones de utilidad
2)1()1(
23
32133RRRRRU −×+++××−= θω
3
22
2122 2)1()1( URRRRU βδθω +−×++××−=
32
2
21
111 2)1( UURRRU βδβδθω ++−×+×−=
El individuo (racional) resolverá la situación por inducción hacia atrás. Así, en el
período final maximizará su utilidad asumiendo que en 1=t y 2=t tomó las decisiones
óptimas. Ya sabiendo lo que va a decidir en 3=t , optimizará su decisión en 2=t ,
asumiendo que en habrá tomado la mejor decisión. Finalmente, previendo su
comportamiento en los dos períodos posteriores, tomará en
1=t
1=t la decisión óptima,
maximizando así su nivel de utilidad y pudiendo resolver todo el sistema.
Al resolver el sistema según el procedimiento descrito se obtiene los siguientes niveles
de lectura:
)1( *2
*13 RRR ++−= ωθ
donde el asterisco denota el nivel de lectura óptimo en 1 y 2.
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Maximizando con respecto a , y reemplazando en el resultado la expresión ya
obtenida para , se tiene que
2U 2R
3R
2
2*1222 11
111
βδωωβδωβδωω
βδωβδωθ
βδωβδω
−−−
+−−
−−−
= RR
Finalmente, maximizando con respecto a , y reemplazando en el resultado las
dos expresiones anteriores, obtendremos, luego de un poco de álgebra, que:
1U 1R
ωωδβωβδωβδβδω
ωδβωδβωβδωδββδωωβδβδωβδβδ
θωδβωβδωβδβδωωδβωβδβδωωβδβδω
32232222
2322222222222
32232222
2222222
1
21221
211
++−−+++−−−−−−
−
++−−++−−−
=R
Con estas soluciones algebraicas cerradas, podemos analizar el comportamiento del
individuo en distintos escenarios.
Estática comparativa Para la interpretación de los resultados anteriores se requiere restringir los parámetros,
de modo que las soluciones obtenidas para los valores del tiempo de lectura R se
encuentren en el intervalo unitario, de modo que tengan una interpretación en términos
de representar una fracción del tiempo total disponible, y de modo que, en efecto, la
expresión ( represente la cantidad de trabajo realizado en el tiempo . )tR−1 t
Así, de la expresión para , se tiene que tomará valores positivos si y sólo si 3R 3R
0)1( *2
*1 ≥++− RRωθ
esto es,
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*2
*11 RR ++
≤θω
y como y pueden tomar a lo más el valor 1, la restricción más exigente para ω
será
1R 2R
3θω ≤
con lo que se garantiza que tomará valores positivos. 3R
Análogamente, se tendrá 13 ≤R si y sólo si
*2
*11
1RR ++
−≥
θω
pero como y pueden tomar sólo valores positivos o iguales a cero, la condición
más exigente para ω será
1R 2R
1−≥θω
que se cumple en todos los casos si restringimos [ ]1,0∈θ y 0≥ω ω.
Análogamente, pero con mayor complejidad algebraica, se puede llegar a una
condición suficiente para θ . A partir de las expresiones de y , y realizando un
análisis numérico, se obtiene que, para que los valores de y
1R 2R
1R 2R se mantengan en el
intervalo unitario, se debe tener que [ ]79.0,0∈θ .
Así, el conjunto de condiciones sobre los parámetros que garantizan que los resultados
tengan una interpretación válida, será
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[ ]79.0,0∈θ
[ ]263.0,0∈ω
[ 1,0∈ ]β
[ 1,0∈ ]δ
Un primer aspecto interesante de observar respecto del comportamiento de los lectores
bajo este modelo es su senda de lectura (y por tanto, de trabajo) dependiendo de qué
tan fuerte es el efecto hiperbólico en su comportamiento, esto es, qué tan pequeño es
el valor de β . Mientras más pequeño es este valor, el sujeto valorará más el período
actual por sobre todos los posteriores (será más “miope”). Por el contrario, sujetos con
un coeficiente 1=β no tienen sesgo hiperbólico, por lo que su comportamiento es
consistente intertemporalmente, esto es, al obtener sus sendas de lectura por
inducción hacia atrás, período a período, se comportan de la misma manera que si
decidieran en el período 1 su comportamiento para los dos períodos venideros. Sus
decisiones originales se mantienen óptimas a medida que el tiempo avanza.
El gráfico 20 muestra las sendas de lecturas para 20 valores diferentes del parámetro
β, considerando valores (arbitrarios) de 1;75.0;22.0 === ϕθω . Se observa que los
individuos enfrentan un trade off principalmente entre leer en el primer período,
trabajando más en el segundo, o trabajar en su juventud, leyendo más en la adultez.
Aquellos individuos menos impacientes dedicarán su primer período principalmente a
leer, mientras que aquellos más impacientes tenderán a trabajar más en el primer
período, invirtiendo menos, y obligándose a leer más en el segundo período.
Al comparar los Gráficos 20 y 21 se puede observar que al incorporar un factor de
descuento 1<δ , representando así que el individuo posee una menor valoración del
futuro, el orden de las curvas se mantiene, pero el nivel de lectura cae en todos los
períodos. Personas más impacientes leen menos con tal de obtener más ingresos
laborales en el corto plazo.
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Nótese que esta caída del nivel de lectura al disminuir δ es igualmente válida para
aquellas personas que no presentan un comportamiento hiperbólico (caso 1=β ).
Como se observa, aquellos individuos más pacientes, que invirtieron más en su
juventud, dedicando más tiempo a la lectura, tienen una adultez más productiva, en el
sentido de dedicar mucho tiempo a trabajar para obtener réditos de lo invertido, para
luego volver a aumentar su nivel de lectura en la madurez.
Gráfico 20 Nivel de , con tR β variable, 22.0=ω , 1=δ y 75.0=θ
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Gráfico 21 Nivel de , con tR β variable, 22.0=ω , 6.0=δ y 75.0=θ
Un segundo aspecto interesante de analizar es el comportamiento de los niveles de
lectura al variar el nivel de ingreso. Para ver esto, consideremos parámetros
1;8.0;75.0 === δβθ , haciendo variar el parámetro ω . Como se observa en el
Gráfico 22, el nivel de lectura en el primer período crece con el aumento del ingreso
por hora, puesto que la inversión para los dos siguientes períodos se hace más
rentable. Por lo mismo, a la par de un crecimiento de la lectura en el primer período, se
observa una fuerte caída de los niveles de lect 3, en los cuales
el individuo, mientras más alto es el salario por hora, más trabaja, cosechando así la
inversión del aumento en el nivel de lectura en el período 1. Ante un mayor ingreso
esperado en la adultez y la madurez, los jóvenes “invierten” más en entrenar
tempranamente la habilidad de lectura, pues prevén que ese entrenamiento será
rentable en la siguiente etapa laboral. Por el contrario, ya pasado el primer período,
entrada la adultez, mientras mayor es el salario, más se baja y menos se lee, pues
se busca extraer el retorno a la inversión realizada. Cabe hacer notar que el aumento
en , a medida que crece el salario por hora
ura en los períodos 2 y
tra
1R ω es notoriamente menos pronunciado
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que la disminución en y , mostrando que un mayor retorno esperado al trabajo
tiene un efecto s l tura a lo largo de
2R 3R
negativo obre e total de lec l ciclo de vida.
Gráfico 22
R en , en función de 1=t , 2=t , 3=t ω , con 8.0=β , 1=δ y 75.0=θ
n concordancia con todo lo anterior, el nivel de salario total de los individuos
E
)1()1(1
1∑−
=
+××−t
jjt RR ω
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tenderá a tener forma de una U invertida, alcanzando el máximo ingreso en la adultez,
con un nivel notoriamente bajo en la juventud y con una renta intermedia en la
madurez, como se observa en el Gráfico 23 (marcas triangulares).
Gráfico 23
Perfil de ingresos y utilidad instantánea con, 22.0=ω , 9.0=β , 1=δ y 75.0=θ
La utilidad instantánea, sin embargo, es creciente, debido a que el stock acumulado de
capital humano genera mayores salarios pese a la baja del número de horas
trabajadas, por lo que el ingreso se genera con menos horas de trabajo, dejando más
tiempo para la lectura.
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Algunas c lus nes l moEl modelo muestra, desde una perspectiva teórica, los efectos de un eventual
onc io de delo
comportamiento hiperbólico sobre el desempeño de los individuos, respecto de su
decisión de entrenarse en el hábito de la lectura y aprovechar dicho entrenamiento
como una actividad placentera, como contraparte de la decisión de dedicar el tiempo a
un trabajo remunerado. El modelamiento muestra que individuos más impacientes
tienden a desplazar la decisión de lectura por el trabajo remunerado, y que dicho
entrenamiento no se recupera en los períodos posteriores. En particular, individuos con
un comportamiento hiperbólico frente a sus decisiones, optan por menores niveles de
lectura en la juventud, debiendo recuperar en parte el déficit durante su adultez. Se
muestra que un mayor nivel esperado de renta incentiva a un mayor nivel de lectura en
la juventud, y una vez que el entrenamiento ya se ha realizado, el mayor retorno
esperado inhibe el hábito lector en la adultez y la madurez.
6 Concl
es
vas
del
ctura
vel
los
nes
e pensar en educación y su efecto en el desarrollo. El libro presenta una
de la lectura en sí mismo, el aumento de su capital humano o
su gusto por la lectura (“cultivarse” poseería un valor intrínseco).
usiones
El presente trabajo es un primer intento por analizar en términos teóricos y empíricos,
desde el punto de vista de la disciplina económica, los factores que afectan el nivel de
lectura en Chile. La práctica de lectura de libros resulta relevante al menos en tr
sentidos. A nivel individual, es determinante de la formación de habilidades cogniti
en el individuo, que luego resultarán centrales en su adquisición de conocimiento y su
desempeño social y laboral. A nivel social y cultural, los libros son portadores
conocimiento y la tradición de las sociedades modernas, y el hábito de la le
contribuye a la formación de grupos humanos cuyos modos de comprensión de la
realidad los habilitan para intervenir más efectivamente en el mundo actual. A ni
económico, el libro y la lectura resultan relevantes siempre que las habilidades de
comprensión lectora son un componente central de lo que denominamos capital
humano general. La evidencia muestra que mayores niveles de calificación de
trabajadores de un país tiene efectos sobre la capacidad de innovación, la
productividad e, indirectamente a través de ellas, en el crecimiento económico.
El libro y la formación de lectores deben estar, así, en el centro de las preocupacio
a la hora d
serie de características que le dan un carácter dual: es, por una parte, un bien privado
que se transa en un mercado competitivo. Por otro lado, tiene las características de un
bien cultural. Individuos racionales leen, en efecto, por una serie de razones, entre las
que se cuenta el placer
el cultivo de
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Resultados obtenidos
La evidencia muestra consistentemente que en Chile el nivel de lectura, en términos de
cantidad de lectores y frecuencia de lectura por parte de éstos, es bajo al compararnos
con una serie de países desarrollados y de similar nivel de desarrollo que el nuestro.
Esta brecha se hace evidente al controlar por el ingreso del país. Todos los estudios
disponibles muestran que, además, la comprensión lectora de la población chilena es
muy baja, habilitándola apenas para lidiar con información básica, y coartándola en
términos de competitividad con los trabajadores de otros países. Esto es válido incluso
para nuestra población más educada. A ello aporta una industria editorial local
debilitada, y un precio de los libros que, hemos mostrado, es inusualmente alto al
compararnos internacionalmente. En esto el IVA juega un rol sólo marginal, pese a que
Chile presenta una de las tasas de impuesto al libro más alta –si no la más alta- de
na muestra importante de países comparables.
En la búsqueda de los determinantes de los hábitos de lectura en Chile, encontramos
que en Chile el principal factor explicativo del hecho de que un individuo sea lector de
libros, es la cantidad de educación que ha recibido, por encima de la educación de sus
padres (que también influye), los ingresos del hogar y otras variables. El sexo de los
individuos resulta también relevante (es menos probable que un hombre sea lector),
así como el acceso a libros en el hogar. La edad de los individuos y un consumo
moderado de televisión parecen no tener influencia alguna en la probabilidad de ser
lector de libros.
Existe un “efecto Chile” al pertenecer al tercer o al quinto quintil: en Chile se genera
una diferencia mayor respecto del primer quintil que en el resto de los países de la
muestra. Lo contrario ocurre con la tenencia de libros en casa: si en toda la muestra
resulta relevante, el efecto en Chile es menor por algún efecto no observado.
u
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Lineamientos de política
os y de los modelos teóricos para el comportamiento de los
ctores, que hemos presentado, nos aventuramos a plantear algunas sugerencias de
s en el
hogar, en particular la lectura conjunta de padres con sus hijos.
ien si es
aumentar la frecuencia de lectura de aquéllos que ya lo son, pues las
variables determinantes no necesariamente coinciden. En Chile el
principal problema es la falta de lectores, más que la baja frecuencia de
los que ya leen. Éste debiese ser el foco de política.
A partir de estos resultad
le
política en torno al libro y la lectura.
- La lectura es un hábito que se cultiva, sobre todo en la infancia, pues el
costo de oportunidad de aprender a leer es cada vez mayor. Ante esto, y
dado que la evidencia muestra que los años de educación formal son el
principal factor determinante del hábito de leer y la frecuencia de dicha
lectura, un plan de fomento de la lectura debiese centrarse en el
entrenamiento del hábito (la adicción) en la escuela. Dotar a las
escuelas de libros, formar profesores para que se conviertan en
monitores de la lectura de los niños, destinar tiempos explícitamente a la
lectura de libros en la malla de cursos y actividades, son algunas
acciones posibles.
- Dado que un factor relevante es la educación de los padres, el segundo
foco de atención debiese ser la incorporación de hábitos lectore
- No se debe centrar los planes de lectura exclusivamente en la población
de menores ingresos. La evidencia muestra que en Chile, pese a haber
una gradiente de la comprensión a lo largo de la distribución de
ingresos, los ciudadanos más educados tampoco comprenden lo que
leen.
- La evidencia muestra que una política del libro debiese diferir,
dependiendo de si el objetivo de política es crear lectores, o b
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Posibles líneas de trabajo a partir de este estudio
e desarrollo de futuras investigaciones en el campo
ción que el libro tiene una serie de
aracterísticas que, desde el punto de vista económico, por separado no lo hacen un
o al mismo tiempo su consumo se puede considerar una inversión en
apital humano.
eneidad,
ahorro, incertidumbre, etc.– y mayores esfuerzos de comprensión de la dinámica del
mercado del libro, sean un interesante desafío para la disciplina.
Este trabajo muestra la necesidad d
del libro y la lectura en Chile. De particular importancia es la generación de estudios
respecto de las características de la oferta y la demanda y sus elasticidades (lo que
permitiría, por ejemplo, determinar si el IVA o una ley de precio fijo son realmente
relevantes), así como estudios sobre la organización industrial del sector que permitan
dilucidar el origen de los altos diferenciales de precios del libro (importado) en Chile,
respecto de otros países. Se requiere, finalmente, estudios más acabados en al misma
línea de este estudio, para lo cual es muy importante que las instituciones a cargo de la
generación de estadísticas incorporen estas variables en futuras encuestas de hogar y
en las encuestas asociadas a las pruebas de desempeño, como la usada en la parte
empírica de este trabajo.
Desde un punto de vista teórico, llama la aten
c
bien especial, pero que puestas en combinación en un solo producto parece conformar
un tipo de bien particularmente complejo. Así, el libro es un bien durable (como los
electrodomésticos), pues una vez adquirido se puede utilizar repetidas veces durante
muchos años. Al mismo tiempo, sin embargo, es un bien de experiencia (sólo se
conoce su calidad una vez consumido). Tiene todas las características de un bien
privado (rivalidad, exclusión) en el consumo instantáneo, pero su contenido
(información) tiene características de bien público. Es un bien que entrega utilidad
instantánea, per
c
Todas estas características compuestas, unidas a la escasa literatura existente, hacen
que futuros esfuerzos en el modelamiento del comportamiento del lector –aquí hemos
presentado un primer bosquejo de modelo, al que se puede agregar heterog
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ANEXOS
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ANEXO A
Porcentaje de la población en Niveles 1, 2, 3 y 4/5 de competencia.
PorcePrueba IALS, comprensión en DOCUMENTOS
Edades entre 15 y 65, 1994-1998
Prueba IALS, comprensión en PROSA Edades entre 15 y 65, 1994-1998
0.0 10.0 20.0 30.0 40.0 50.0 60.0 70.0 80.0 90.0 100.0 110.0
ChilePortugalpolonia
IrlandaReino Unido
Estados UnidosSuiza (italiano)
Bélgicaeva Zelanda
Suiza (francés)AustraliaCanada
República ChecaAlemania
DinamarcaNoruega
Suecia Nivel1Nivel2Nivel 3
HolandaFinlandia Nivel 4/5
Nu
Suiza (alemán)
EsloveniaHungría
(%)Fuente: elaboración propia a partir de datos IALS.
ntaje de la población en Niveles 1, 2, 3 y 4/5 de competencia.
0.0 10.0 20.0 30.0 40.0 50.0 60.0 70.0 80.0 90.0 100.0 110.0
ChilePortugalPolonia
Eslovenia
Irlandastados Unidos
Reino UnidoNueva Zelanda
Canada
Australiauiza (francés)
BélgicaRepública Checa
AlemaniaNoruega
Dinamarca
(%)
FinlandiaHolanda
SueciaNivel1
Hungría
E
Suiza (alemán)Suiza (italiano)
Nivel2Nivel 3Nivel 4/5
Fuente: elaboración propia a partir de datos IALS.
S
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Porcentaje de la población en Niveles 1, 2, 3 y 4/5 de competencia.
Prueba IALS, comprensión CUANTITATIVA Edades entre 15 y 65, 1994-1998
0.0 10.0 20.0 30.0 40.0 50.0 60.0 70.0 80.0 90.0 100.0 110.0
ChilePortugalPolonia
EsloveniaIrlanda
Reino UnidoEstados Unidos
HungríaNueva ZelandaSuiza (italiano)
CanadaAustralia
BélgicaSuiza (alemán)
Suiza (francés)FinlandiaHolanda
República ChecaNoruega
AlemaniaSuecia
Dinamarca
(%)
Nivel1Nivel2Nivel 3Nivel 4/5
Fuente: elaboración propia a partir de datos IALS.
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ANEXO B
Librería Sitio WebSuiza Franco 0.409138 www.books.ch http://www.books.ch
País Moneda Tipo de Cambio (a USD)
Alemania Euro 1.25807 Abe Books http://www.abebooks.deUSA U.S. Dollar 1 Amazon.com http://www.amazon.comIrlanda Euro 1.25807 Eason Books http://www.buy4now.ie/Holanda Euro 1.25807 The American Book Center http://www.abc.nl/Polonia Zlotych 0.323989 Merlin http://www.merlin.com.pl/Suecia Corona 0.136592 Bokus.com http://www.bokus.com/Nueva Zelanda New Zeland Dollar 0.660604 Pathfinder Book Shop http://www.pathfinder.co.nz/Gran Bretaña Libra 1.8766 Weybridge Books www.bookstore.co.ukIrlanda del Norte Euro 1.25807 Books Unlimited http://www.booksunlimited.ieBelgica Euro 1.25807 Sterling Books http://www.sterlingbooks.beChile Peso chileno 0.00189861 Librería Antártica http://www.antartica.cl/Argentina Peso Argentino 0.32436 El Ateneo www.tematika.comPerú Nuevo Sol 0.309885 Perú Bookstore http://www.perubookstore.com/México Peso Mexicano 0.0933241 Librería El Sótano http://www.elsotano.com/España Euro 1.25807 La Casa del Libro http://www.casadellibro.com/
LIBRERÍAS CONSULTADAS PARA LA COMPARACIÓN INTERNACIONAL DE PRECIOS
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ANEXO C
Estadísticas descriptiva
: una para Chile y una con los datos de otros
aíses.
aíses contemplados en base de datos internacional:
Canadá (idioma inglés y francés)
Suiza (alemán y francés)
Alemania
Estados Unidos
Irlanda
Holanda
Polonia
Suecia
Nueva Zelanda
Reino Unido
Irlanda del Norte
Bélgica (Flandes)
Número de datos: 41,928
Datos Chile: 3,570
Datos otros países: 38,358
Elementos borrados en proceso de limpieza de las bases de datos:
- Base Nacional:
Registros sin datos
Casos con menos de 7 años de escolaridad y nivel educacional mayor a
octavo básico
Casos con menos de 15 años de escolaridad y nivel educacional
universitario completo
Un único caso de la región XII
s, Base de datos, prueba IALS
Base Original
Se contó originalmente con dos bases de datos
p
P
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- Base Internacional
Casos sin sexo reportado
Casos sin edad reportad
Casos sin zona urbana/rural reportada
Casos que no declaran situación laboral
Casos con demasiados empleadores o no sabe/no contesta
Casos no urbanos
a
Casos sin respuesta para años de educación
Casos con demasiada educación formal para su edad (más de edad-4)
- Ambas bases de datos
Observaciones sin número de folio
Casos de edad mayor a 65 años
Casos de edad menores a 16 años
Casos nacidos fuera del país de entrevista
Casos en que la educación formal comienza a los 3 años o menos
Casos que no declaran nivel educacional
Casos que no declaran nivel educacional de la madre
Casos que no declaran nivel educacional del padre
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Una vez realizada la limpieza de datos, las estadísticas para la base resultante son:
Número de casos por país y género, más media de edad
Estados Unidos 512 255 257 40.56Irlanda 1,238 549 689 36.66Holanda 2,094 1,002 1,092 39.26
993 38.30Suecia 796 38.88Nueva Zela 1,113 37.44Gran Breta 1,516 39.70Irlanda del 650 777 38.96Bélgica 659 771 35.00Chile 938 1,303 36.89
País N Hombres Mujeres Edad PromedioSuiza (Alemán) 762 363 399 39.64Suiza (Francés) 689 322 367 38.50Alemania 1,126 503 623 39.40
Polonia 1,835 8601,575 779
nda 1,854 741ña 2,743 1,227 Norte 1,427
1,4302,241
encia por Edad del entrevistado
42 4476 43 434
44 39445 355
21 350 46 39847 37048 419
4 06 49 37650 329
26 426 51 34627 451 52 29028 463 53 303
287272
533 56 29657 279
529 60 309
63 29564 329
40 461 65 152
Frecu
Edad N Edad N16 323 41 38917 60118 3519 33520 359
22 41723 4072 425 425
29 452 5430 499 553132 56833 517 58 25834 554 59 2743536 506 61 25837 503 62 25938 48139 504
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ivil
3rminado 6,361
Estado C
Estado Civil NSoltero 4,179Casado 7,628Viudo 367Divorciado 1,006NS/NCNo dete
(cas Suiza, Alemania,
Hola ara la pregunta)
os no determinados corresponden a
nda y Suecia, donde no hay datos p
Años de educación (promedio por país) Años educac. Entrevistado País
(media)Suiza (Alemán) 12.83Suiza (Francés) 13.60Alemania 11.70Estados Unidos 12.64Irlanda 10.51Holanda 13.09Polonia 11.64Suecia 12.02Nueva Zelanda 12.44Gran Bretaña 12.07Irlanda del Norte 12.55Bélgica 12.50Chile 10.29Muestra completa 12.01069
Nivel educacional alcanzado
Nivel educacional Entrevistado Madre PadreISCED 0 332 1064 893ISCED 1 1,596 5,034 4,309ISCED 2 6,676 6,714 6,129ISCED 3 5,884 2,833 3,075ISCED 5 2,003 742 834ISCED 6 2,160 580 1,155ISCED 7 526 74 299ISCED 9 120 136 155No Schoo 20 337 278
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Frecuencia por Años de educación formal del entrevistado Años de
Años de Educ. Formal N
Educ. Formal N
1 30 18 5272 47 19 2553 84 20 2014 119 21 945 117 22 486 359 23 387 444 24 198 903 25 119 1,256 26 1010 2,513 27 211 3,131 28 212 3,340 29 413 1,807 30 214 1,374 31 115 1,021 32 116 965 33 2
Sin Estudios 69 17 748
Situación laboral. Frecuencia por país
Tipo de Jornada
Tipo Trabajo NFull-time 10,376Part-time 3,180NS/NR 27No determ. 117
Situación Laboral Suiza (Al) Suiza (Fr) Alemania EEUU Irlanda Holanda Polonia Suecia Nva Zelanda Gr Bretaña Irlanda del N Bélgica ChileEmpleado 557 490 596 362 607 1,365 1,026 1,107 1,301 1,789 850 724 1,181Retirado 21 26 142 39 39 96 317 86 90 141 58 81 62Desempleado 18 28 82 15 147 89 153 75 98 276 131 87 158Estudiante 36 52 91 26 134 118 230 217 109 44 49 365 243Dueño/a de casa 115 75 138 47 273 316 85 35 213 215 178 141 546Otro 8 16 77 23 36 110 41 40 43 278 161 29 51
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