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(ed.) Recreaciones quijotescas cervantinas narrativa · cabe destacar una Guía de lectura del...

Date post: 26-Sep-2018
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Carlos Mata Induráin (ed.) Recreaciones quijotescas y cervantinas en la narrativa
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Carlos Mata Induráin (ed.)Publicaciones de LiteraturaDepartamento de Filología

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Recreaciones quijotescasy cervantinas en la narrativa

C. MataInduráin

(ed.)Este volumen se enmarca en el amplio proyecto

«Recreaciones quijotescas y cervantinas» (RQC) desarrolladopor el Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO) de laUniversidad de Navarra e incluye diversas aportaciones sobreel tema. Se abre con una introducción que, a modo de pórtico,explica los planteamientos generales para su estudio y ofrece,además, un amplio catálogo de obras correspondientes alámbito hispánico. Sigue después una treintena de trabajosque abordan, con variados enfoques, las recreaciones narrativas(ecos, huellas, continuaciones, personajes de sabor quijotescoo cervantino, etc.) en muy variados ámbitos, desde Cervantesrecreado por sí mismo hasta nuestros días, pasando por lossiglos XVIII, XIX y XX, tanto en España como en Hispanoamérica,pero también en otros idiomas y literaturas (recreaciones enfrancés, inglés, alemán, ruso y hasta en spanglish). En suma,se ofrece aquí una colección de trabajos que, desde múltiplesperspectivas y con distintas metodologías, abordan el rico ycomplejo territorio de las recreaciones quijotescas y cervantinasen el género narrativo.

Carlos Mata Induráin es Secretario e investigador delGrupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO) de la Universidadde Navarra, Secretario del Instituto de Estudios Auriseculares(IDEA, Madrid / Nueva York) y miembro de la Junta Directivay Tesorero de la Asociación Internacional Siglo de Oro (AISO).Sus principales líneas de investigación se centran en la literaturaespañola del Siglo de Oro: comedia burlesca, autos sacramen-tales de Calderón, Cervantes y las recreaciones quijotescas,etc. También se ha interesado por la literatura colonial (enespecial la de ámbito chileno), la literatura española modernay contemporánea (drama histórico y novela histórica delRomanticismo español, novela de la guerra civil, cuento españoldel siglo XX…) y la historia literaria de Navarra. En todas estasáreas ha publicado diversas monografías y artículos en presti-giosas revistas científicas de la especialidad, y ha sido asimismoeditor de numerosas obras literarias. Miembro de la Asociaciónde Cervantistas, ha participado en muchos de sus congresosy ha publicado abundantes trabajos cervantinos, de los quecabe destacar una Guía de lectura del «Quijote» (2006),escrita en colaboración con Mariela Insúa, su edición de Lagitanilla. Rinconete y Cortadillo (2010) o el volumen por élcoordinado Recreaciones teatrales y alegorías cervantinas(Pamplona, Eunsa, 2012).

www.eunsa.es

ÍNDICE

Presentación, por Carlos Mata Induráin ..................................................................... 7

Introducción: Santiago LÓPEZ NAVIA, «Para una comprensión general de las recreaciones narrativas del Quijote en la literatura hispánica: actitudes y cons-tantes» ................................................................................................................. 9

Alexandra BAZHENOVA, «Juan Benet, lector del Quijote» .............................................. 29

F. Javier BRAVO, «Ecos quijotesco-cervantistas en Don Catrín de la Fachenda de Fernández de Lizardi» ......................................................................................... 37

Jessica CÁLIZ MONTES, «Una lectura quijotesca de Juegos de la edad tardía, de Luis Landero» ............................................................................................................ 53

Francisco CUEVAS CERVERA, «Entre la biografía y la novela: la canonización del ingenioso hidalgo Miguel de Cervantes en la obra de Ortega y Frías (1859)» ......... 63

Frederick A. DE ARMAS, «Huellas de Cervantes en Galdós: la écfrasis de San Barto-lomé en El amigo Manso y Miau» .......................................................................... 77

Heinz-Peter ENDRESS, «Cervantes protagonista ficticio. Sobre una novela de Bruno Frank (1934)» ..................................................................................................... 93

Ramón GARCÍA DOMÍNGUEZ, «Brandabarbarán de Boliche (El amigo invisible)» ......... 99

Macarena JIMÉNEZ NARANJO, «Sor Patrocinio de la Mancha. Benjamín Jarnés, una biografía y las cuentas del Quijote» ...................................................................... 105

Jorge LATORRE, «El Quijote como puente cultural entre España y el mundo soviéti-co» ................................................................................................................... 117

José Manuel LUCÍA MEGÍAS, «Una curiosa recreación quijotesca en el siglo xviii: Les principales avantures de l’admirable Don Quichotte (La Haya, 1746)» ................... 131

Emmanuel MARIGNO VÁZQUEZ, «Las recreaciones quijotescas en la narrativa fran-cesa (siglos xvii-xxi)» ........................................................................................ 155

Carlos MATA INDURÁIN, «Cervantes a lo folletinesco: El manco de Lepanto (1874), de Manuel Fernández y González» ..................................................................... 167

6 ÍNDICE

Alfredo MORO MARTÍN, «“Everything must have a beginning, to speak in San-chean phrase”: Frankenstein (1818) de Mary W. Shelley como novela cervanti-na» ................................................................................................................... 185

Pedro Javier PARDO, «Del mito a la novela: el Quijote y su sombra en la narrativa británica del siglo xx (y xxi)» ........................................................................... 195

Cristina PATIÑO EIRÍN, «El arte cervantino de la reticencia en la segunda serie de los Episodios Nacionales» ..................................................................................... 211

Ángel PÉREZ MARTÍNEZ, «Sigue habiendo encantadores en las Indias: Cide Hamete Benengeli, coautor del “Quijote” de Luis Enrique Tord» ........................................ 223

Brian PHILLIPS, «Narrativas de movimiento y la anti-picaresca cervantina en las Novelas ejemplares, el Quijote y Take a Seat» ........................................................ 229

Manuel PIQUERAS FLORES, «Cervantes, Avellaneda y los Quijotes en Ladrones de tinta, de Alfonso Mateo-Sagasta» ....................................................................... 239

Olga RANKS, «El caballero andante de la Revolución en la obra de Dmitry Býkov» ... 247

Enrique RULL, «Contemplación y acción: Cervantes y Tomás Rueda» ......................... 255

Antonella RUSSO, «Entre el canon y el quiosco. El Antiquijote de Tomás Borrás» ........ 263

Adrián J. SÁEZ, «La muerte de Rufete y algunos locos en La desheredada: un par de cuestiones cervantinas en Galdós» ...................................................................... 275

Haydée E. SAINZ GIMENO, «Ecos del Quijote en El arpa y la sombra de Alejo Car-pentier» ............................................................................................................ 289

Blanca SANTOS DE LA MORENA, «Cervantes recreado por sí mismo en el Viaje del Parnaso: reflexiones sobre su concepto de poesía» ............................................... 305

Marisa SOTELO VÁZQUEZ, «La quijotesca historia de Crisóstomo y Marcela, hipo-texto de La campaña del Maestrazgo de Galdós» ................................................... 313

Luis Miguel SUÁREZ MARTÍNEZ, «El juego cervantino de la perspectiva en Volave-runt, de Antonio Larreta» .................................................................................. 325

Ana SUÁREZ MIRAMÓN, «Dulcinea habla de don Quijote en nuestros días (Dulcinea y el caballero dormido, de Gustavo Martín Garzo)» ................................................ 337

María Luisa TOBAR, «Nuevas andanzas de don Quijote en el siglo xix: del hipotex-to cervantino a los hipertextos de Martínez Rives y Otero Pimentel» ................. 349

Alicia VILLAR LECUMBERRI, «Sobre Rocinante vuelve al camino de John Dos Passos» .... 365

Miraida G. VILLEGAS GERENA, «¿El Quijote en spanglish?: breve comentario sobre el primer capítulo de la Primera Parte de Don Quijote de la Mancha, traducido al spanglish por Ilan Stavans» ............................................................................. 379

LA QUIJOTESCA HISTORIA DE CRISÓSTOMO Y MARCELA, HIPOTEXTO DE LA CAMPAÑA DEL MAESTRAZGO DE GALDÓS∗

Marisa Sotelo Vázquez Universitat de Barcelona

Afirmar que Cervantes y, sobre todo, el Quijote fue uno de los fundamentos de la escritura galdosiana no es a estas alturas ninguna novedad. Basta una rápida revi-sión de la amplísima bibliografía galdosiana para comprobar que, desde los estu-dios canónicos sobre el autor de los Episodios Nacionales del profesor Montesinos1 hasta Cervantes en Galdós de Rubén Benítez2, por citar solo dos ejemplos paradig-máticos, muchos son los trabajos que se han publicado sobre dicho tema desde diferentes perspectivas críticas. El interés se justifica por dos motivos: la importan-cia indiscutible del modelo cervantino en el desarrollo de la novela española mo-derna y la fascinación de Galdós por Cervantes. Fascinación que fue continua y, en algunos momentos de su producción literaria, como el período correspondien-te a las novelas naturalistas desde La desheredada (1881), verdadero quijote femeni-no, al místico quijote toledano encarnado en Ángel Guerra (1891), manifiestamen-te creciente3. No obstante, como la producción galdosiana fue muy fecunda y supone nada menos que treinta años de diferentes tipologías de novela, todavía podemos plantear el análisis de algún motivo estructural, episódico o de construc-ción de personajes claramente deudor del Quijote, por no insistir en las abundantes paráfrasis, citas literales e imitaciones conscientes del ritmo del estilo cervantino

∗ Este trabajo se enmarca en el Proyecto de Investigación Interuniversitario «Edición y estudios críticos de la

obra literaria de Benito Pérez Galdós», financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (FFI2010-15995). 1 El profesor Fernández Montesinos dedicó a Galdós unos estudios pioneros que siguen siendo hoy de obli-

gada referencia para los estudiosos de la novela galdosiana, me refiero a los tres volúmenes Galdós, I, II y III, Madrid, Castalia, 1968.

2 Benítez, 1990. 3 Me he ocupado de la influencia de Cervantes sobre esta novela galdosiana en dos trabajos; ver Sotelo Váz-

quez, 2005a y 2005b.

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que abundan en cualquier novela de Galdós, hasta el punto de que suscribimos la sentencia de Montesinos «Cervantes le ha hecho a Galdós los ojos»4.

La campaña del Maestrazgo, fechada en Santander en abril-mayo de 1899, es uno de los mejores episodios de la tercera serie, «Cristinos y carlistas» (1898-1899), tanto desde el punto de vista estructural como en lo que se refiere a la caracteriza-ción y presentación de los personajes. La acción se centra en las cruentas batallas carlistas al mando del general Cabrera por una geografía que abarca pueblos del bajo Aragón, Cataluña y el levante español5. En este episodio, como es habitual en Galdós, no se describen únicamente los hechos históricos sino la historia e intrahistoria hábilmente novelada, y en esta segunda modalidad es donde tiene cabida revisar una serie de aspectos literarios de considerable interés. Vaya por delante señalar un aspecto que no procede desarrollar aquí y que, sin embargo, es fundamental en toda la tercera serie, el romanticismo, que tiñe todo este episodio con ecos de Don Juan Tenorio y un final de fuerte dramatismo que recuerda el de Don Álvaro o la fuerza del sino. Romanticismo también en la continua evocación de la Edad Media y, precisamente, desde ahí enlaza con ciertos aspectos de la ca-ballería andante.

Pero centrándonos en el propósito de nuestro análisis es justo señalar que el primero que aludió, aunque de forma vaga e imprecisa, a las posibles fuentes cer-vantinas referidas al personaje de Marcela fue Leopoldo Alas, Clarín, en la reseña de Los Lunes de El Imparcial del 17 de julio de 1899, cuando escribe a propósito de La campaña del Maestrazgo: «También es medieval la aventura que adorna la parte novelesca del libro, o sea los amores de Nelet, el feroz sectario, y la monja anda-riega Marcela, que anda de risco en risco, y algo y aun algos nos recuerda a aque-lla otra Marcela del Quijote»6. Vamos a analizar ese algo o algos que dejó en la ambigüedad la atenta pupila crítica del autor de La Regenta, que dicho sea de paso fue el mejor lector que en su tiempo tuvo Galdós.

La quijotesca historia de Crisóstomo y Marcela —según la terminología de Genette7— funciona como un hipotexto de la historia de Marcela y Nelet en La

4 Montesinos, 1980, p. XVII. 5 En buena medida una parte de esa geografía es también la del Poema del Cid, incluso en algún momento

Galdós alude a ello cuando se refiere a Valencia con estas palabras: «Los ojos se le iban hacia allá, como si contar quisiera las torres y los cimborrios de la que solemos llamar ciudad del Cid. ¡Qué no daría aquel nuevo domina-dor de pueblos por poderla llamar suya!» (p. 672). Todas las citas de La campaña del Maestrazgo corresponden a Episodios Nacionales, Tercera serie. Cristinos y carlistas, ed. de Dolores Troncoso e introducción de Salvador García Castañeda, Barcelona, Destino, 2007.

6 Alas, 1991, p. 309. 7 Gérard Genette utiliza el concepto de transtextualidad para definir la trascendencia textual del texto.

Transtextualidad es todo aquello que relaciona, manifiesta o secretamente, a un texto con otros. Reconoce cinco tipos de transtextualidad: paratextualidad, metatextualidad, arquitextualidad, hipertextualidad e intertex-tualidad. En cuanto a la hipertextualidad, distingue entre un texto original llamado hipotexto del cual deriva

«LA QUIJOTESCA HISTORIA DE CRISÓSTOMO Y MARCELA, HIPOTEXTO…» 315

campaña del Maestrazgo, episodio que según esa misma terminología habría que considerar un hipertexto, resultado de una imitación consciente del hipotexto cervantino. ¿En qué aspectos se produce esa transformación e imitación? En pri-mer lugar hay que señalar que en La campaña del Maestrazgo Galdós procede es-tructuralmente como Cervantes en el Quijote. El relato de los amores trágicos de Marcela y Nelet son una historia interpolada, al igual que en el Quijote la Historia de Crisóstomo y Marcela. Intercalada e interrumpida por la narración de la acción principal, en el caso de Cervantes, por la conversación entre don Quijote y los cabreros que sirve de marco a la historia y por la interesantísima conversación de camino hacia el entierro de Crisóstomo que mantiene don Quijote con Vivaldo, a propósito de la caballería andante y de la necesaria condición de todo caballero de consagrarse a una dama, donde el hidalgo manchego declara: «solo sé decir, […] que su nombre es Dulcinea; su patria, el Toboso, un lugar de la Mancha; su cali-dad por lo menos ha de ser de princesa, pues es reina y señora mía»8.

La historia de la Marcela cervantina, aunque con intermitencias, es bastante breve, abarca los capítulos 12-13 y 14 de la Primera Parte del Quijote. En el capí-tulo 12 se inicia el relato desde el final, la noticia de la trágica muerte por males de amor de Crisóstomo es el motivo desencadenante de la narración de la vida insólita y extravagante de la pastora Marcela, de la que mediante una analepsis el narrador informa de su orfandad y de su vida junto a su tío sacerdote, que no tiene interés en que se case porque se beneficia de la herencia de la joven, aunque se comenta que por su belleza y fortuna tiene muchos pretendientes. En el capítu-lo 13, se prosigue la curiosa historia de dicha mujer que decide hacerse pastora y vivir libremente en los montes, mientras suscita pasiones desesperadas en Crisós-tomo y otros jóvenes de ella enamorados. En el capítulo 14 don Quijote junto a Vivaldo y Ambrosio se dirigen al entierro de Crisóstomo, al mismo lugar donde aquel vio por primera vez a su amada pastora. Aparece allí súbitamente Marcela, que pronunciará un largo parlamento en el que defiende su derecho a elegir li-bremente la vida que desea llevar y desde esa defensa a ultranza de la libertad afir-ma no sentirse responsable de la muerte del enamorado Crisóstomo, a quien ella nunca dio esperanzas:

Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos: los árboles de

estas montañas son mi compañía; las claras aguas de estos arroyos, mis espejos; con los árboles y con las aguas comunico mis pensamientos y hermosura. Fuego soy apartado y espada puesta lejos. A los que he enamorado con la vista he desengañado con las pala-bras, y si los deseos se sustentan con esperanzas, no habiendo yo dado alguna a Crisós-

otro llamado hipertexto. El que nos llega a nosotros, los lectores, es el texto derivado o hipertexto. El hipotexto está presente solo implícitamente. Ver Genette, 1989, pp. 14-17 y ss.

8 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I, 13, p. 115.

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tomo, ni a otro alguno el fin de ninguno de ellos, bien se puede decir que antes le mató su porfía que mi crueldad. Y si se me hace cargo que eran honestos sus pensamientos y que por esto estaba obligada a corresponder a ellos, digo que cuando en este mismo lu-gar donde ahora se cava su sepultura me descubrió la bondad de su intención, le dije yo que la mía era vivir en perpetua soledad y de que sola la tierra gozase el fruto de mi re-cogimiento y los despojos de mi hermosura; y si él, con todo este desengaño, quiso porfiar contra la esperanza y navegar contra el viento, ¿qué mucho que se anegase en la mitad del golfo de su desatino9.

El relato galdosiano es también una historia novelesca interpolada en medio de

la detallada descripción de sucesivas y cruentas batallas del ejército carlista en la campaña del Maestrazgo. Los protagonistas principales del episodio no son, como en el caso cervantino, Marcela y Nelet, sino el arrogante general Cabrera, al man-do de las tropas carlistas o facciosas, y en segundo término, pero con un trazado psicológico que va adquiriendo progresiva hondura, don Beltrán de Urdaneta, noble de ascendencia aragonesa, prisionero del sanguinario general carlista y hábil consejero de Nelet en sus desventuras amorosas. La conducta de Urdaneta en algunos momentos cruciales del episodio recuerda, como veremos, también a don Quijote. La diferencia fundamental en el desarrollo de la historia sentimental gal-dosiana radica en que es mucho más extensa, pues de los 31 capítulos que com-ponen el episodio abarca o se alude a ella con desigual extensión e intensidad en los capítulos V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XIV, XVI, XVII, XVIII, XXI, XXII, XXVII, XXX y XXXI. Y desde el punto de vista argumental se sigue un proce-dimiento contrario al de Cervantes, con un comienzo un nudo y un trágico des-enlace final. La historia arranca del interés de don Beltrán de Urdaneta por encon-trarse con la joven Marcela, hija de su amigo, el labrador rico Juan Luco, que vaga por los montes con fama de santidad y de vivo entendimiento, primera y breve alusión al personaje en el capítulo V. A partir de ahí la historia va punteando aproximadamente la mitad de los capítulos en los que la acción principal son las campañas bélicas de las hordas carlistas y el final trágico de estos amores lo cono-cemos de forma lineal coincidiendo casi con el final del episodio.

En segundo lugar, para interpolar la historia dentro de la narración principal Cervantes recurre a un narrador secundario, que en el Quijote es Pedro, el cabrero —que a pesar de su ignorancia en palabras como eclipse, estéril, astrología o sarna, en las que le corrige con gran cordura y precisión léxica don Quijote—, quien posee dotes innatas de narrador muy alabadas por el caballero, que calificará también la

9 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I, 14, p. 127. Sobre este parlamento ver Navarro, 2005. Obsérvese,

además, cómo al comienzo de este parlamento se describe también un lugar idílico que responde al tópico latino del locus amoenus.

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historia de Marcela como «sabroso cuento»10, y animará a Pedro para que prosiga la narración: «proseguid adelante, que el cuento es muy bueno, y vos, buen Pe-dro, le contáis con mucha gracia»11 —dijo don Quijote. A este narrador principal de la historia de Marcela se añade hacia el final de la misma otro narrador testigo, Ambrosio, estudiante amigo del difunto Crisóstomo, que informa cómo este, con el fin de seguirla por los montes, había tomado también los hábitos de pastor a pesar de ser bachiller por Salamanca y buen conocedor de la ciencia de la astro-nomía. Ambrosio será también el encargado de cumplir la última voluntad de su amigo Crisóstomo, darle sepultura en el lugar dónde había conocido a su amada y dar publicidad a sus versos «Canción de Crisóstomo», que lee a la concurrencia Vivaldo.

En el episodio galdosiano los narradores de la curiosa historia de la monja an-dariega también son dos, Joreas, que inicia y finaliza el relato, y las aportaciones complementarias del Epístola. Ambos coinciden en señalar lo insólito de la con-ducta de Marcela y son los encargados de iniciar y continuar el relato en los capí-tulos V y VI: «Lo último que dijeron Joreas y el Epístola, al despedirse para conti-nuar hacia Zaragoza, fue que la Marcela penitente andaba por aquellos meses en el desierto de Calanda o en tierra de Alcañiz» (p. 634).

A partir de ahí conocemos el resto de la historia a través de las intervenciones de Nelet, de las que no están ausentes sus curiosos sueños fantásticos y premonito-rios, que es narrador y protagonista de la misma. Y la historia se completa también gracias a las diversas perspectivas que sobre la extravagante monja andariega van aportando indirectamente otros personajes, el propio general Cabrera, Malaena, etc. De ello se deduce que en este aspecto la historia galdosiana se construye desde una pluralidad de perspectivas y de voces narrativas mucho más compleja y elabo-rada.

Más allá de las similitudes en el procedimiento narrativo, estas dos historias tie-nen en común que son historias de caminos. Se narran mientras los protagonistas van de un lugar a otro. En el Quijote, tras el encuentro de don Quijote con los cabreros y de camino hacia el entierro de Crisóstomo, en consonancia, pues, con la propia naturaleza viatoria de las aventuras caballerescas, y en La campaña del Maestrazgo porque las diferentes batallas de las tropas carlistas exigen también un continuo movimiento de un lugar a otro.

Otro aspecto común entre ambos textos son los elementos maravillosos, insóli-tos, fantásticos, oníricos y cierta aura de misterio que envuelve a los personajes en ambas historias, indudablemente con mucha más fuerza en el relato galdosiano, donde sobre todo los sueños, como en tantas novelas del autor, tienen un valor

10 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I, 13, p. 109. 11 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I, 12, p. 107.

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simbólico y a menudo premonitorio. Aun así, en el clima fantástico que tiñe la aventura de la monja andariega Marcela y de los dos sepultureros que la acompa-ñan para dar cristiana sepultura a los combatientes caídos, y a la vez localizar las ollas llenas de onzas de oro que enterró su rico padre en diferentes lugares, resue-nan ecos de las continuas referencias a los encantadores quijotescos, que median entre la realidad prosaica y la idealidad de la caballería andante, en un juego con-tinuo que Américo Castro en El pensamiento de Cervantes definió como «realidad oscilante».

Al analizar las posibles semejanzas temáticas entre ambos episodios novelescos es necesario atender a la imagen de la naturaleza. Ambos, por decisión de las pro-tagonistas, se desarrollan en plena naturaleza. Y si bien es cierto que la acción transcurre en un espacio concreto, en una geografía que sería fácilmente localiza-ble —La Mancha en la geografía del Quijote y todavía con mayor precisión geo-gráfica en el episodio galdosiano, donde se mencionan y describen los pueblos del bajo Aragón, Calanda y Alcañiz, y los del Levante español, Cheste, Villavieja, Cenia, Burjasot, Vinaroz, entre otros—, las descripciones de la naturaleza en am-bos casos remiten al tópico del locus amoenus latino, como lugar idílico y propicio para el encuentro de los enamorados. Veámoslo en el episodio galdosiano, en que se puede apreciar además la influencia de la prosa cervantina:

Para dar descanso al viejo [Beltrán de Urdaneta] pararon allí, recreándose los dos en

el paisaje que a sus ojos se ofrecía: soledad en lo hondo, quietud en las alturas, la majes-tad de la naturaleza campando en su silencio augusto. Con precaución descendieron hacia el río profundo, que fácilmente se vadeaba, y paso a paso emprendieron la subida de la vertiente opuesta, guiados por Malaena, que sin este auxilio no habrían podido encontrar el escalonado sendero entre la peña cubierta de vegetación. Llegaron por fin a la meseta, donde había una fuente de agua cristalina dentro de un nicho de variadas florecillas. En una gruta cercana descansaron […]. No lejos de ella, otra peña baja y ex-tensa parecía puesta allí para que se sentaran los caballeros. Esmerádose había la natura-leza en la hechura de aquel estrado, para pláticas de novios o para honestas reuniones (p. 698).

La descripción contiene prácticamente todos los elementos del tópico: lugar

apartado, solitario, cubierto de verdura y variadas florecillas, con una fuente crista-lina del que emana serenidad y que parecía ideado para pláticas amorosas.

El cotejo de ambas historias permite establecer una serie de relaciones entre los protagonistas del hipotexto cervantino y las del hipertexto galdosiano. En primer lugar es preciso considerar hasta qué punto pudieron servir de modelo a Galdós los personajes de Marcela y Crisóstomo en la factura de su Marcela y Nelet. Y de una forma más difusa la huella de don Quijote sobre don Beltrán de Urdaneta, e incluso sobre el propio Nelet en algunos momentos concretos de la acción, en la

«LA QUIJOTESCA HISTORIA DE CRISÓSTOMO Y MARCELA, HIPOTEXTO…» 319

que el idealismo quimérico y la obstinación del personaje galdosiano nos recuer-dan al hidalgo manchego.

Interesa en un principio sobre todo el cotejo de las dos Marcelas, ya que lo que sabemos del difunto Crisóstomo es a través de los narradores, su amigo Am-brosio y la propia Marcela, mientras que, en el relato galdosiano, Nelet es un personaje vivo, que cambia, evoluciona y es inconscientemente, al matar a Fran-cisquillo, hermano de Marcela, el desencadenante del trágico final.

Partiremos en primer lugar de los elementos comunes a ambas Marcelas. Las dos son hijas de un padre rico; la Marcela quijotesca de Guillermo, el Rico, y la Marcela de Galdós de Juan Luco, labrador enriquecido, amigo de don Beltrán de Urdaneta. Y si la protagonista cervantina es huérfana desde niña de ambos proge-nitores y vive bajo la protección de su tío sacerdote12, que es quien administra sus bienes, en el caso de Galdós, Marcela solo es huérfana de madre, pues su padre había fallecido siendo ya anciano.

Más allá de estos aspectos comunes en el ámbito familiar, de ambas se dice que son mujeres con un gran atractivo; en el caso de la Marcela quijotesca se la descri-be como una mujer de extraordinaria belleza, amante de su libertad por encima de todo y por ello no quiere casarse con ninguno de los pretendientes. Mujer de carácter vivo y enérgico, aunque algo esquivo, para huir de la tutela de su tío y gozar plenamente de su libertad, decide convertirse en pastora y vagar por los montes, tal como cuenta Pedro, el cabrero narrador:

Pero hételo aquí, cuando no me cato, que remanece un día la melindrosa Marcela

hecha pastora; y sin ser parte su tío ni todos los del pueblo, que se lo desaconsejaban, dio en irse al campo con las demás zagalas del lugar, y dio en guardar su mismo ganado. Y así como ella salió en público y su hermosura se vio al descubierto, no os sabré decir buenamente cuántos ricos mancebos, hidalgos y labradores han tomado el traje de Cri-sóstomo y la andan requebrando por los campos13.

Por su parte, la Marcela galdosiana es también bella aunque viste con descuido

y proyecta una imagen de austeridad extrema: Señor —dijo el Epístolas con extremos de admiración—, es mujer de tanta gallardía y

belleza, que aun con aquel desavío de penitente, da quince y raya a las señoras más bien aderezadas. Y no diré yo que el empaque de santidad a lo anacoreta, como figura de re-tablo, la desfavorezca, que más bien me inclino a creer que su traje, al modo de mujer de la Biblia, hace lucir más todo aquel contorno de cuerpo que no tiene semejante, pues no ha visto usted escultura que pueda comparársele (p. 634).

12 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I, 12, p. 106. 13 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I, 12, p. 107.

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De ahí que su atractivo no derive tanto de su aspecto físico, un tanto enmasca-rado por el sayal de penitente que viste, sino de su extraordinaria verbosidad e inteligencia, que le han reportado fama de sabia. En sus parlamentos abundan las referencias teológicas y filosóficas:

Había despuntado Marcela, desde su entrada en religión, por su ciencia grave y su lú-

cido ingenio; sabía latín, y dándose a la lectura, lo mismo platicaba de teología que en-jaretaba versos y prosas en loor de los sagrados misterios —en palabras del Epístolas (p. 633).

Y la voz narrativa de Joreas confirmando aquella descripción añade:

—Me contaron —añadió Joreas— que otra más leída y escribida no la hubo nunca

en aquel sacro monasterio, más antiguo que las Tablas de la Ley, pues lo hicieron en cuantico que empezó la cristiandad, hace unas docenas de miles de años. Oí que sor Marcela pasmaba a todos con sus latines hablados por gramática, y que a verla iban el arcipreste de Mequinenza, el abad de Veruela y muchos calonges y prestes de Huesca, Tarragona y hasta de Aviñón, que es la Roma de esta parte de Francia (p. 634).

Extraña mujer que platica sobre cuestiones de guerra, filosofía y religión con

igual energía y entusiasmo que la Marcela quijotesca lo hace sobre el amor y la libertad. Aparentemente la Marcela galdosiana quiere vivir consagrada a la vida religiosa y monacal, pero en el fondo, como la Marcela quijotesca, ama demasiado su libertad para sacrificarla y por ello acepta abandonar el convento14 y vivir como una ermitaña trashumante:

Sor Marcela, a quien se creyó muerta o extraviada, apareció en una ermita solitaria

de la Sierra de los Monegros, vestida con un saco al modo de penitente, el cabello suel-to, como pintan a la Magdalena, solo que más corto; los pies descalzos, una cuerda a la cintura; y diz que iba predicando a los pastores y gente rústica para que se apercibiesen a la guerra en nombre de Cristo, peleando contra los dos ejércitos, cristino y carlino, según ella legiones de Satanás, que quieren dominar la tierra y establecer el imperio de la injusticia (p. 634).

Esta curiosa mujer, tras el cerco sentimental a que la somete Nelet, acabará

aceptando su amor. Sin embargo, conviene precisar que el cerco y las estrategias de conquista han sido urdidos por Urdaneta, que como experto don Juan hace gala de ser un buen conocedor de la psicología femenina. El final feliz de la histo-ria amorosa fracasa al descubrir que es Nelet el que ha dado muerte a su hermano

14 En el episodio del abandono de convento con la ayuda de Nelet, hay ecos también muy evidentes del in-

tento de rapto de doña Inés por parte de don Juan en El Tenorio.

«LA QUIJOTESCA HISTORIA DE CRISÓSTOMO Y MARCELA, HIPOTEXTO…» 321

Francisco. A partir de ahí se precipita un trágico e inesperado final con la muerte a manos de Nelet de los dos amantes.

Ambas mujeres tienen un carácter un tanto esquivo, que las hace difíciles de trato e incluso en algunos momentos francamente inaccesibles a los demás perso-najes. Han elegido el medio natural para vivir y aparecen y desaparecen siempre de forma inesperada. La Marcela quijotesca es pastora honesta y vigilante de su honra probablemente en consonancia con los relatos de pastores, la ambientación del Quijote en esa Primera Parte y, sobre todo, también con el conocimiento de Cervantes de la novela pastoril. A finales del siglo XIX, sin embargo, no parece coherente convertirse en pastora, por ello la Marcela galdosiana es una monja andariega, en consonancia con el papel de ciertos estamentos religiosos en las gue-rras carlistas. Los dos personajes femeninos se asemejan en la manera de hablar, mediante silogismos filosóficos. En el caso de la Marcela cervantina sobre el amor, la belleza y la libertad, tal como se evidenció en el parlamento antes citado «Yo nací libre…»15, con una evidente crítica a la interpretación que del fenómeno amoroso daba el neoplatonismo renacentista. En el caso del personaje de Galdós, en torno a la religión: «Con el estilo severo y elegante, aunque algo duro, que en la lectura de autores místicos se había asimilado, interpolando a cada instante citas de santos, o de Aristóteles, Longinos, Teofrasto Paracelso y otros sabios» (p. 651).

Por su parte Crisóstomo era «un hijodalgo rico» en tierras y ganado y bachiller por Salamanca, entendido en astronomía y que junto a su amigo Ambrosio adopta la vestimenta de pastor para poder andar tras Marcela, de la que se halla perdida-mente enamorado:

Olvidábaseme de decir como Crisóstomo, el difunto, fue grande hombre de compo-

ner coplas… tanto que hacía los villancicos para la noche del Nacimiento del Señor […] Cuando los del lugar vieron tan de improviso vestidos de pastores a los dos escola-res, quedaron admirados y no podían adivinar la causa que les había movido a hacer aquella tan extraña mudanza. […] Ya en este tiempo era muerto el padre de nuestro Crisóstomo, y él quedó heredado con mucha cantidad de hacienda […] Después se vi-no a entender que el haberse mudado de traje no había sido por otra cosa que por an-darse por estos despoblados en pos de aquella pastora Marcela que nuestro zagal nom-bró denantes, de la cual se había enamorado el pobre difunto de Crisóstomo16.

La canción de Crisóstomo, canción desesperada que guarda Ambrosio y lee

públicamente Vivaldo al pie de su sepultura, pone de manifiesto no solo el pro-fundo sentimiento amoroso sino también las dotes de Crisóstomo como poeta.

15 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I, 14, p. 127. 16 Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I, 12, p. 105.

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Nelet, apelativo familiar del capitán carlista Santapau, es también un hombre rico, posee tierras y un mas en Cambrils, pero sobre todo destaca en su trazado psicológico su apasionamiento que le lleva a idealizar a Marcela. También com-pone versos como Crisóstomo aunque menos tristes y desesperados que los del personaje cervantino y de ínfimo valor estético, por ello serán objeto de burla por parte de Urdaneta:

Te juro que desde que hay poesía no se han compuesto versos peores […]. Hijo mío,

vuelve en ti; acógete a la opinión leal y a la experiencia del viejo Urdaneta, y abandona un camino por donde vas, no a la conquista, sino a la total perdición de la plaza que quieres sitiar (p. 697).

Y en cuanto a la imitación del modelo quijotesco, baste esta referencia en la

que la conducta de Nelet recuerda uno de los pasajes más conocidos de la novela cervantina, el episodio de don Quijote velando las armas antes de ser investido caballero: «Nelet se paseaba suspirando, a la luz de la luna, en un próximo corral, como caballero que vela sus armas; y antes que fuera de día salieron los dos a pie del castillo» (p. 738).

La influencia del Quijote sobrevuela también sobre el personaje de don Beltrán de Urdaneta, sobre todo en los atinados consejos que da a Nelet sobre cómo debe tratar a Marcela, aunque en ellos se percibe también la huella de su personalidad donjuanesca. Y, además, como ocurre frecuentemente en los Episodios galdosia-nos, deambulan por ellos una serie de personajes secundarios que son verdaderos locos de inconfundible raigambre cervantina, quijotesca, tal es el caso de Muel, del que Galdós proporciona una espléndida descripción en el capítulo IV de La campaña del Maestrazgo17, que por razones de espacio no puedo desarrollar aquí.

La muerte está presente en las dos historias. En la quijotesca desde el principio como desencadenante de la narración de la trágica historia de Crisóstomo. En la galdosiana en el final fuertemente dramático y hasta cierto punto inesperado de la muerte de Marcela a manos de Nelet para suicidarse este después en un arrebato trágico que recuerda el final de Don Álvaro.

En conclusión, a la luz de lo analizado hasta aquí, podemos sostener que Gal-dós una vez más se alimentó de la lectura atenta de pasajes del Quijote tanto en la construcción y diseño de los Episodios como en la factura de los personajes. Si bien es cierto que la relación que establece Galdós con Cervantes no es nunca de mera imitación del modelo, sino que el hipotexto cervantino le sirve siempre para

17 Este personaje secundario y con una aparición circunstancial en el episodio tiene sin embargo todos los

ingredientes de la locura obsesiva característica de don Quijote y, además, en el desvarío del personaje aflora el anticlericalismo galdosiano, muy patente en este episodio en el que se critica severamente la conducta permisiva, cuando no cruel, de ciertos clérigos para con los desmanes carlistas.

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ir más allá, para avanzar en sus estrategias narrativas; para demostrarlo basta con cotejar la factura del personaje de Marcela y el enriquecimiento de las perspectivas y voces narrativas. En definitiva, Galdós se comporta como un alumno aventajado con respecto a su maestro, al que sin embargo siempre rinde tributo, a través del ritmo del lenguaje, del estilo o de las frases y citas textuales. El Quijote de Cervan-tes junto a otras muchas lecturas siempre está presente en la narrativa galdosiana, que es en muchos aspectos un extraordinario y fecundo ejemplo de palimpsesto.

Bibliografía

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