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Momento personal DOMINGO EL Año XVI – N° 04 – 20 de Diciembre del 2015 día del Señor « María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo». (San Agustín) Santa María, Madre Nuestra, quiero compartir contigo el gozo inmenso de la fe, quiero, como tú, Madre Santa, com- partir la alegría de la llegada de tu Hijo al mundo. «QUE EL SEÑOR VIVA EN NOSOTROS» El último domingo del Adviento centra total- mente nuestra atención en el gran misterio que celebraremos en los próximos días: el nacimien- to del Hijo de Dios en la carne. La profecía de Miqueas anuncia al Pastor que pastoreará con la fuerza del Señor, a aquél que trae la paz, e indica Belén como el lugar del nacimiento del Mesías. Aquello que celebraremos es el cumplimiento histórico de lo que Dios anun- ció a través de los profetas. Pero, sin duda, el cumplimien- to de lo anunciado desbordó amplísimamente lo que se anunciaba. Y es que la com- prensión humana de las pro- fecías del Antiguo Testamen- to sólo podía llevar a pensar en un personaje humano con una actividad tal vez belige- rante, combativa, conquista- dora de victorias humanas. La segunda lectura ayuda a clarificar el cumplimiento de lo anunciado. Presenta el au- tor de la carta a los Hebreos a Cristo, Hijo de Dios, entrando al mundo con una actitud de absoluta y radical obediencia a la voluntad del Padre. El Mesías cuyo nacimiento celebraremos es el mismo Hijo de Dios que asume la condición humana e ingre- sa en el mundo mostrando la radical y absoluta disponibilidad para cumplir la voluntad del Pa- dre. Será a través de esa obediencia fiel que el mundo podrá ver la salvación de Dios. La actitud de Jesucristo, de total disponibilidad al Padre, encuentra eco en la Santísima Virgen María, proclamada por santa Isabel como «di- chosa» por haber creído que se cumpliría lo que había dicho el Señor. La fe de santa María, vivida como entera disponibilidad a lo que el Señor anunció, co- rresponde a la actitud del Hijo de Dios al entrar en el mundo. Contemplando hoy a Santa María, proclamada dichosa por su fe, aprendemos el me- jor modo de prepararnos para gozar de la alegría de la salva- ción. El Hijo de Dios es conce- bido en el seno purísimo de Nuestra Señora porque ella acogió la Palabra del Señor, creyó en lo que se le anuncia- ba. De análogo modo, la fe permite que el Señor viva en nosotros. Y eso es Navidad. Procuremos no perdernos en asuntos exteriores en estos días, busquemos más bien estar atentos a la Pa- labra del Señor, creer llevándola a la práctica, así tendremos el gozo de la presencia del Salvador en nuestras vidas. Pbro. Pedro Hidalgo Díaz «Al pronunciar el “fiat” de la Anunciación y al dar su consentimiento al Misterio de la Encarnación, María colabora ya en toda la obra que debe llevar a cabo su Hijo. Ella es madre allí donde él es Salvador y Cabeza del Cuerpo Místico». (Catecismo de la Iglesia Católica N° 973) IV Domingo de Adviento Ciclo “C”
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Momento personal

DOMINGOEL

Año XVI – N° 04 – 20 de Diciembre del 2015

día del Señor

« María es dichosa también porque escuchó la palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo».

(San Agustín)

Santa María, Madre Nuestra, quiero compartir contigo el gozo inmenso de la fe, quiero, como tú, Madre Santa, com-partir la alegría de la llegada de tu Hijo al mundo.

«QUE EL SEÑOR VIVA EN NOSOTROS»El último domingo del Adviento centra total-mente nuestra atención en el gran misterio que celebraremos en los próximos días: el nacimien-to del Hijo de Dios en la carne. La profecía de Miqueas anuncia al Pastor que pastoreará con la fuerza del Señor, a aquél que trae la paz, e indica Belén como el lugar del nacimiento del Mesías. Aquello que celebraremos es el cumplimiento histórico de lo que Dios anun-ció a través de los profetas. Pero, sin duda, el cumplimien-to de lo anunciado desbordó amplísimamente lo que se anunciaba. Y es que la com-prensión humana de las pro-fecías del Antiguo Testamen-to sólo podía llevar a pensar en un personaje humano con una actividad tal vez belige-rante, combativa, conquista-dora de victorias humanas.

La segunda lectura ayuda a clarificar el cumplimiento de lo anunciado. Presenta el au-tor de la carta a los Hebreos a Cristo, Hijo de Dios, entrando al mundo con una actitud de absoluta y radical obediencia a la voluntad del Padre. El Mesías cuyo nacimiento celebraremos es el mismo Hijo de Dios que asume la condición humana e ingre-sa en el mundo mostrando la radical y absoluta disponibilidad para cumplir la voluntad del Pa-

dre. Será a través de esa obediencia fiel que el mundo podrá ver la salvación de Dios.

La actitud de Jesucristo, de total disponibilidad al Padre, encuentra eco en la Santísima Virgen María, proclamada por santa Isabel como «di-chosa» por haber creído que se cumpliría lo que había dicho el Señor. La fe de santa María, vivida

como entera disponibilidad a lo que el Señor anunció, co-rresponde a la actitud del Hijo de Dios al entrar en el mundo. Contemplando hoy a Santa María, proclamada dichosa por su fe, aprendemos el me-jor modo de prepararnos para gozar de la alegría de la salva-ción. El Hijo de Dios es conce-bido en el seno purísimo de Nuestra Señora porque ella acogió la Palabra del Señor, creyó en lo que se le anuncia-ba. De análogo modo, la fe permite que el Señor viva en nosotros. Y eso es Navidad. Procuremos no perdernos en asuntos exteriores en estos

días, busquemos más bien estar atentos a la Pa-labra del Señor, creer llevándola a la práctica, así tendremos el gozo de la presencia del Salvador en nuestras vidas.

Pbro. Pedro Hidalgo Díaz

«Al pronunciar el “fiat” de la Anunciación y al dar su consentimiento al Misterio de la Encarnación, María colabora ya en toda la obra que debe llevar a cabo su Hijo. Ella es madre allí donde él es Salvador y Cabeza del Cuerpo Místico».

(Catecismo de la Iglesia Católica N° 973)

IV Domingo de Adviento

Ciclo “C”

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Hermanos y hermanas: El último domingo de Adviento centra totalmente nuestra atención en el gran misterio que celebrare-mos en los próximos días: el nacimiento del Hijo de Dios en la carne. El Mesías cuyo nacimiento celebraremos es el mismo Hijo de Dios que asume la condición humana, e ingresa en el mundo mostrando la radical y absoluta disponibilidad para cumplir la voluntad del Padre. Será a través de esa obediencia fiel, que el undo podrá ver la salvación de Dios.

IV Domingo de ADVIENTO - Ciclo C - Color: Morado

I. RITO DE ENTRADA

Antífona de entrada Is 45, 8Cielos, destilen el rocío; nubes, derramen al Justo; ábra-se la tierra y brote al Salvador.

Acto penitencialS. Tú que te hiciste semejante a nosotros en todo, excepto en el pecado; Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.S. Tú que al entrar en el mundo te ofreciste en sacrificio por nosotros; Cristo, ten piedad. R. Cristo, ten piedad.S. Tú, el fruto bendito del vientre de María; Señor, ten piedad. R. Señor, ten piedad.

No se dice Gloria

Oración colectaDerrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos cono-cido la encarnación de tu Hijo, para que lle-guemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

II. LITURGIA DE LA PALABRA

1a lecturaEl profeta Miqueas nos motiva a valorar lo peque-ño, lo humilde, lo que no hace noticia, porque es allí donde Dios actúa y se manifiesta

Lectura de la profecía de Miqueas 5,1-4aAsí dice el Señor: “Y tú, Belén de Efra-ta, aunque eres la más pequeña de to-dos los pueblos de Judá, de ti saldrá el

jefe de Israel. Su origen se remonta a los tiem-pos antiguos, a los días pasados. Por eso, el Se-ñor los abandonará hasta el momento en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos vuel-va con los hijos de Israel. En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios. Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y él mismo será nuestra paz”. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial Sal (79)R. Oh Dios, restáuranos; que brille tu rostro y nos salve. – Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. / R.– Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. / R.– Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti: da-nos vida para que invoquemos tu nombre. / R.

2a lecturaEl autor de la carta a los Hebreos nos confronta con la encarnación del Hijo de Dios en nuestra historia. Desde allí nos santifica y salva

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 5-10

Hermanos: Cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado

un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: “Aquí estoy yo para hacer tu voluntad”». Primero dice: “No quieres ni aceptas sacrificios, ni ofrendas, ni holocaustos, ni víctimas expiatorias”, que se ofrecen según la Ley. Después añade: “Aquí estoy yo para hacer tu voluntad”. Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios, para establecer el nuevo.Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre. Palabra del Dios. R. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio Lc 1, 38

Aleluya, aleluya. Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. R. Aleluya.

EvangelioMaría es modelo de fe, que nos desafía a dar res-puestas fraternas y solidarias que, como actitudes de fe, abren espacio para la salvación.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-45

R. Gloria a ti, Señor.En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa

de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y exclamó con voz fuerte: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá». Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Profesión de fe

Plegaria universalHermanos y hermanas: María ha colmado el tiempo de espera de su hijo Jesús y, al enterarse que su prima Isabel espera un hijo, sale de prisa a visitarla. Pidamos a Dios Padre que nos ense-ñe también a nosotros a estar atentos al Verbo encarnado, acercándonos a la humanidad con la prontitud de María. Oremos invocando la in-tercesión de María, madre del Señor: R. Señor, que se cumpla en nosotros tu palabra, como en María, tu madre.- Por la Iglesia; para que con el testimonio de su caridad pastoral sepa estimular y orientar el compromiso de todos los hombres de buena voluntad. Roguemos al Señor./R.-Por las mujeres que en el mundo entero están a la espera de un hijo y que no siempre encuentran las condiciones sociales y familiares favorables a su sublime misión. Roguemos al Señor./R.-Por nuestras familias y las del mundo entero; para que la fiesta de Navidad suscite en nosotros la caridad concreta que perdona, une, se compromete y sostiene a quienes viven junto a nosotros. Roguemos al Señor./R.-Por nosotros, aquí reunidos; para que siguiendo el ejemplo de María que visita a su prima Isabel, sepamos salir de nosotros mismos, yendo al encuentro de los más necesitados. Roguemos al Señor./R.(Pueden añadirse peticiones particulares)

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LA PALABRA en la semana

Semana IV del Tiempo de Adviento - 4° del salterio

IV Domingo de ADVIENTO - Ciclo C - Color: Morado

Salmo responsorial Sal (79)R. Oh Dios, restáuranos; que brille tu rostro y nos salve. – Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. / R.– Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa. / R.– Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti: da-nos vida para que invoquemos tu nombre. / R.

2a lecturaEl autor de la carta a los Hebreos nos confronta con la encarnación del Hijo de Dios en nuestra historia. Desde allí nos santifica y salva

Lectura de la carta a los Hebreos 10, 5-10

Hermanos: Cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado

un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: “Aquí estoy yo para hacer tu voluntad”». Primero dice: “No quieres ni aceptas sacrificios, ni ofrendas, ni holocaustos, ni víctimas expiatorias”, que se ofrecen según la Ley. Después añade: “Aquí estoy yo para hacer tu voluntad”. Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios, para establecer el nuevo.Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre. Palabra del Dios. R. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio Lc 1, 38

Aleluya, aleluya. Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. R. Aleluya.

EvangelioMaría es modelo de fe, que nos desafía a dar res-puestas fraternas y solidarias que, como actitudes de fe, abren espacio para la salvación.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-45

R. Gloria a ti, Señor.En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa

de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y exclamó con voz fuerte: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá». Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

Profesión de fe

Plegaria universalHermanos y hermanas: María ha colmado el tiempo de espera de su hijo Jesús y, al enterarse que su prima Isabel espera un hijo, sale de prisa a visitarla. Pidamos a Dios Padre que nos ense-ñe también a nosotros a estar atentos al Verbo encarnado, acercándonos a la humanidad con la prontitud de María. Oremos invocando la in-tercesión de María, madre del Señor: R. Señor, que se cumpla en nosotros tu palabra, como en María, tu madre.- Por la Iglesia; para que con el testimonio de su caridad pastoral sepa estimular y orientar el compromiso de todos los hombres de buena voluntad. Roguemos al Señor./R.-Por las mujeres que en el mundo entero están a la espera de un hijo y que no siempre encuentran las condiciones sociales y familiares favorables a su sublime misión. Roguemos al Señor./R.-Por nuestras familias y las del mundo entero; para que la fiesta de Navidad suscite en nosotros la caridad concreta que perdona, une, se compromete y sostiene a quienes viven junto a nosotros. Roguemos al Señor./R.-Por nosotros, aquí reunidos; para que siguiendo el ejemplo de María que visita a su prima Isabel, sepamos salir de nosotros mismos, yendo al encuentro de los más necesitados. Roguemos al Señor./R.(Pueden añadirse peticiones particulares)

Danos, Padre, en esta Navidad el mismo amor y entrega con que María acogió a su hijo Jesús en su santa maternidad. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

III. LITURGIA DE LA EUCARISTÍA

Oración sobre las ofrendas El mismo Espíritu, que cubrió con su sombra y fecundó con su poder las entrañas de Ma-ría, la Virgen Madre, santifique, Señor, estos dones que hemos colocado sobre el altar. Por Jesucristo nuestro Señor.

Antífona de comunión Miren: la Virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Dios-con-nosotros.

Oración después de la comunión Señor, que este pueblo, que acaba de recibir la prenda de su salvación, se prepare con tanto mayor fervor a celebrar el misterio del nacimiento de tu Hijo cuanto más se acerca la fiesta de Navidad. Por Jesucristo nuestro Señor.

Bendición SolemneS. El Dios todopoderoso y rico en misericordia, por su Hijo Jesucristo, cuya venida en carne creen y cuyo retorno glorioso esperan, en la celebración de los misterios del Adviento, los ilumine y los llene de sus bendiciones. R. Amén.S. Dios los mantenga durante esta vida firmes en la fe, alegres por la esperanza y diligentes en el amor. R. Amén.S. Y así, los que ahora se alegran por el próximo nacimiento de nuestro Redentor, cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria reciban el premio de la vida eterna. R. Amén.S. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo a y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes. R. Amén.

21 L Feria Privilegiada- Ct 2, 8-14; Sal (32), 2-3.11-12. 20-21; Lc 1, 39-45

22 M Feria Privilegiada - 1Sam 1, 19-20. 24-28; [Sal] 1 Sam 2, 1.4-8; Lc 1, 46-55

23 M Feria Privilegiada - Ml 3, 1-4.23-24; Sal(24), 4-5.8-10.14; Lc 1, 57-66

24 J Feria Privilegiada - 2 Sam 7,1-5.8-12.14.16; Sal (88), 2-5.27.29; Lc 1, 67-79

25 V NATIVIDAD DEL SEÑOR (S) - Noche: Is 9, 1-3.5-6; Sal (95), 1-3.11-13; Tit 2, 11-14; Lc 2, 1-14.

Día: Is 52, 7-10; Sal (97), 1-6; Heb 1,1-6; Jn 1,1-1826 S SAN ESTEBAN (F) - Hch 6, 8-10;7,54-60; Sal(30),

3-4.6-8. 16-17; Mt 10, 17-22

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LA FAMILIA DE NAZARETLa celebración de la Navidad nos ayuda a pro-fundizar en la verdad del misterio de la Encar-nación. En virtud de este misterio sabemos que el Hijo Eterno del Padre se encarnó por obra del Espíritu Santo en el seno virginal de Santa María y, desde entonces, asumió la condición humana. Por eso es posible considerar en Jesús de Naza-ret, el Hijo de Dios encarnado, un proceso de ma-duración y crecimiento en su condición humana. «Y Jesús iba creciendo en sabi-duría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres», se lee en el evangelio de hoy. Y ese versículo sigue a otros en los que se expresa el respeto de la Santísima Virgen María y San José ante unas palabras de Jesús incomprensibles para ellos en aquel momento. No entendieron lo que Jesús res-pondió ante la pregunta de María: «Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustia-dos». Pero aunque no enten-dieron, respetaron la actitud del adolescente Je-sús, quien bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad, como indica el pasaje de hoy.

Jesús crecía bajo el cuidado, en lo humano, de María y José. La joven Virgen de Nazaret y el va-rón justo de la estirpe de David, crearon el am-biente de amor humano, comprensión, respeto,

el DOMINGO - Director: P. Luis Neira R. ssp. Coordinación: Milagro Bronttis de Quispe. Con licencia eclesiástica / Marc. reg. Resol. Indecopi N° 006852-1999, Certif. N° 0055702Edita: SAN PABLO, Av. Armendáriz 527 - MIRAFLORES. Lima (Perú) / Telfax: (01) 446 0017 / [email protected] Redacción: Pbro. Antonio Díaz M., igs.; Pbro. Pedro Hidalgo Díaz; Diagramación: Bruno Cárdenas Salazar; Josue Muñoz HuarnizImprime: Editorial Roel S.A.C. / Para envíos y suscripciones: [email protected] / Telfax: (01) 446 0017

• Los textos litúrgicos corresponden a los aprobados por la Conferencia Episcopal Peruana. / Este subsidio no sustituye el uso de los Libros Litúrgicos.

www.sanpabloperu.com.pe

MILAGROS “Nos conmueve que Dios se haya hecho niño, para que podamos amarlo, para que nos atreva-mos a amarlo, y, como niño, se pone confiada-mente en nuestras manos. Dice algo así: Sé que mi esplendor te asusta, que ante mi grandeza tratas de afianzarte tú mismo. Pues bien, vengo por tanto a ti como niño, para que puedas aco-germe y amarme”

(Benedicto XVI).

Año a año la liturgia nos invita a vivir el gozo de la Navidad, agradeciendo a Dios porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. El tiempo de Adviento nos fortalece en la esperanza, la Navidad nos encien-de la caridad y nos aviva la fe. Jesús, el Hijo de Dios hecho carne para nuestra salvación, aquel que morirá y resucitará rompiendo las cadenas de la muerte, hoy se nos presenta niño, envuelto en pañales, entre los pobres, para reconciliar la tierra con el cielo. Toda esta alegría provoca en nosotros una reacción, una op-ción… Este año, ¿Cómo lo recibiremos?

Dándolo a los demás, como María, quien lo lleva en su vientre y al darlo a luz lo presenta a José, a los pastores, a los Magos de Oriente. Hoy los cristianos también podemos darlo con el testimonio, con nues-tras buenas obras, anunciándolo a los demás.

Cuidándolo, como lo hizo José, buscando un lugar para él, protegiéndolo de todo peligro. Hoy también muchos pequeños, pobres, enfermos y solitarios tam-bién claman cuidado, atención; ¡cuán necesario es ver a Jesús en ellos!

Alabando a Dios, a ejemplo de los ángeles, que can-taban “¡Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres!”. Nuestra alegría debe manifestarse, no ocultarse, compartirse con el otro. En estas fiestas, muchos se sienten solos, otros necesitan perdón y hay quienes perdieron la esperanza, ¿Dónde está la alegría de los cristianos para ellos?

Asombrados, como los pastores, que se apresuraron a ver a su Mesías en aquel humilde pesebre. Ellos, los

TIEMPO DE NAVIDAD: IOS

NIÑOSE

HACED

Y tú, ¿Cómo recibirás en Navidad a Dios hecho niño?

Ha llegado el día, Padre de bondad, en que nos has dado al que es Camino,

Verdad y Vida.Es Jesús, el esperado de los pueblos, quien renue-

va la esperanza, la fe y la caridad.María de Belén nos presenta al Dios hecho niño, mientras José los custodia, asombrado por tanta

humildad.Hoy nosotros, tus hijos amados, contemplamos

al que de tu misericordia es la santa faz.Renueva en nosotros, Padre bueno, el compromiso

de mayor fraternidad, para que hasta en los últimos rincones de la tierra,

empezando por casa, cantemos gloria en el cielo y en la tierra paz.

Amén.

Colaboración: José Miguel Villaverde., ssp

alejados, los que el pueblo veía con desagrado, se sin-tieron perdonados, consolados por el Dios-con-noso-tros. Nosotros estamos llamados a no perder el asom-bro, y en el año de la Misericordia, a dejarnos tocar por el Dios que no se cansa de perdonar.

Saliendo de nosotros mismos, como los Magos de Oriente, quienes guiados por la estrella, lo dejaron todo para ir en busca del esperado de todos los pue-blos. Salir de nosotros mismos, en busca del hermano, es un deber impostergable. En medio de una cultura egocéntrica, preocuparnos por el otro, por la casa co-mún y por el bien de todos puede ser para el mundo un respiro, una esperanza de que es posible un cambio.


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