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Date post: 06-Oct-2018
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ÁREA ECOLOGÍA EL FUEGO Eduardo Atilio de la Orden Maria Cristina Morlans ÁREA ECOLOGÍA - Editorial Científica Universitaria - Universidad Nacional de Catamarca ISSN: 1852-3013 EL FUEGO AUTORES Ing. Agr. Lic.rer.reg. Ms.Sc. Eduardo Atilio de la Orden Biol. Ms.Sc. María Cristina Morláns Serie Didáctica para alumnos de las carreras de Ingeniería Agronómica e Ingeniería de Paisaje Facultad de Ciencias Agrarias – UNCa. CONTENIDO Introducción Factores que Influyen en el Comportamiento del Fuego Tipos de Incendios Fuego Accidental y Fuego Prescripto Objetivos de la Quema Efectos del Fuego Sobre los Distintos Elementos del Ecosistema Conclusión Bibliografía
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ÁREA ECOLOGÍA EL FUEGO

Eduardo Atilio de la Orden Maria Cristina Morlans

ÁREA ECOLOGÍA - Editorial Científica Universitaria - Universidad Nacional de Catamarca

ISSN: 1852-3013

EL FUEGO AUTORES

Ing. Agr. Lic.rer.reg. Ms.Sc. Eduardo Atilio de la Orden

Biol. Ms.Sc. María Cristina Morláns

Serie Didáctica para alumnos de las carreras de Ingeniería Agronómica e Ingeniería de Paisaje Facultad de Ciencias Agrarias – UNCa. CONTENIDO Introducción

Factores que Influyen en el Comportamiento del Fuego

Tipos de Incendios

Fuego Accidental y Fuego Prescripto

Objetivos de la Quema

Efectos del Fuego Sobre los Distintos Elementos del Ecosistema

Conclusión

Bibliografía

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ISSN: 1852-3013

INTRODUCCIÓN

El fuego desde su descubrimiento es usado por el hombre con muy

diversos fines. Puede ser considerado como un gran aliado, pero también

puede convertirse en una herramienta peligrosa si no se toman las

precauciones necesarias para evitar perjuicios innecesarios, y muchas veces

irreversibles.

El fuego es un factor importante que ha afectado la extensión,

composición y el carácter de la biocenosis en la mayoría de los ambientes

terrestres del mundo.

En Argentina, y en nuestra provincia en particular, sólo en los últimos

años se ha tomado conciencia, por parte de los organismos y personas, para

afrontar el problema de la destrucción de los recursos naturales renovables,

ocasionado por el fuego. A pesar de ello aún son frecuentes los reiterados

incendios forestales y de pastizales, que se suceden año tras año en los

bosques del sur y en los pastizales del norte y centro del país.

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En general, los tomadores de decisión y los productores ganaderos no

tienen en cuenta, ni los efectos perjudiciales ni los benéficos, que este

elemento puede tener en las condiciones locales de los ecosistemas afectados.

En algunos casos puede cobrar gran importancia como un factor regulador,

mejorador o limitante del complejo ambiental.

Hasta la fecha, la adaptación de algunos ecosistemas a la acción del

fuego e incluso el beneficio que éste puede aportarles no ha sido considerada

para la aplicación de medidas de prevención y/o control. La falta de información

y el desconocimiento del funcionamiento de los ecosistemas pirógenos se

traducen en la aplicación de políticas erradas en la administración de los

recursos naturales.

Existe una gran diversidad de comunidades vegetales que se han

desarrollado y evolucionado como respuesta al fuego producido por descargas

eléctricas o por algún otro fenómeno físico natural. Estos ecosistemas pueden

ser mantenidos con el uso dirigido del fuego, estando esta práctica de reciclaje

en perfecto equilibrio y armonía con los demás elementos del ambiente.

En la naturaleza, el fuego es una fuerza regenerativa y

rejuvenecedora sin cuya presencia las sucesiones vegetales y animales

se retardarían, cubriéndose parte de la tierra con comunidades

decadentes, senescentes y más vulnerables.

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Por selección natural, a través del tiempo, las plantas y los animales han

desarrollado adaptaciones que les permiten vivir en lugares donde el fuego es

un factor más del medio, que modifica los ciclos energéticos y las relaciones

ecológicas.

Si el hombre interviene en los ambientes píricos, a través de la exclusión

del fuego produce la eliminación sucesional de muchas especies valiosas. No

existe un sustituto para el fuego en los ambientes que se han desarrollado

ecológicamente a partir de este factor.

El fuego debe considerarse como un factor ecológico, juntamente

con otros factores tales como, la temperatura, la precipitación y el suelo; y en

consecuencia su estudio debe afrontarse con una mente libre de prejuicios.

Que el fuego sea un amigo o un enemigo de las actividades productivas

dependerá de un adecuado conocimiento, manejo y control inteligente.

La ecología del fuego puede definirse como el estudio del fuego y

sus efectos en el ambiente físico y las interrelaciones bióticas allí

existentes.

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CALOR

FACTORES QUE INFLUYEN EN EL COMPORTAMIENTO DEL FUEGO

El fuego es el resultado de la unión rápida del oxígeno del aire y del

carbono contenido en los materiales. Los tres elementos esenciales para la

combustión son el material combustible, el oxígeno del aire y la temperatura

(Graf. Nº 1). Éstos se conocen con el nombre de "triángulo del fuego" (Vidal y

Costantino, 1959). La ausencia de cualquiera de ellos hace imposible la

ignición; por el contrario cuando los tres elementos se encuentran en su estado

óptimo la generación y propagación ocurre rápidamente.

Gráfico Nº 1: Triángulo del fuego

OXIGENO

COMBUSTIBLE

FUEGO

Tomado de Vidal (1959) Pág. 476

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La variación en el balance de estos tres elementos determina el grado

de ocurrencia del fuego; por consiguiente, es indispensable el conocimiento de

tales componentes para la prevención, el manejo y la lucha del mismo.

La eliminación de cualquiera de los factores antes mencionados quiebra

o modifica sustancialmente la facultad de ignición o de propagación del fuego.

Para demostrar la importancia que tiene el conocimiento del oxígeno del aire,

de la temperatura y del combustible, se puede realizar la simple práctica de

acercar un fósforo a una hoja de papel de diario. Ésta se quema rápidamente,

facilitada por la presencia de oxígeno en el aire; si inmediatamente se tapa la

hoja con una campana de vidrio, las llamas se apagan gradualmente hasta que

se extinguen. El triángulo del fuego se ha quebrado al eliminarse el oxígeno.

Otro ejemplo que demuestra cómo se rompe o quiebra el triángulo del

fuego es el siguiente: con un fósforo encendido se intenta quemar una hoja de

diario mojada, se verá que ello no resulta posible, pues la temperatura que

ofrece el fósforo no es suficiente para alcanzar el punto de ignición; si en lugar

de un fósforo se acerca una antorcha, el calor que ésta desprende seca

rápidamente la hoja y provoca su combustión.

Significa, por lo tanto, que la facilidad de ignición y propagación del

fuego está determinada por el grado de temperatura, la presencia de oxígeno y

el tipo de combustible.

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El material combustible

En la generación y propagación del fuego, en los ambientes

naturalmente pirógenos o en los de fuego ocasionales o intencionales,

interviene el complejo variado de factores del fuego, los cuales se

retroalimentan.

Las características físicas del combustible son de gran importancia en el

inicio, expansión y comportamiento del fuego. La cantidad y tipo de materia

seca acumulada y su contenido de humedad se cuentan entre los factores

desencadenantes más importantes a tener en cuenta.

Si se tiene en cuenta la calidad del material estos se agrupan en:

1. Combustibles muertos: Son aquellos que alcanzan rápidamente los

200º C.

2. Combustibles vivos: son de de menor inflamabilidad. Estos a su vez se

clasifican en:

• Finos: hojas, pasto, mantillo o hojarasca. Son los más peligrosos

ya que facilitan el comienzo del incendio.

• Regulares: ramas finas de arbustos, tallos, etc.

• Medianos: ramas de mayor tamaño.

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• Gruesos o pesados: troncos, ramas gruesas. Son los más lentos

en arder.

Por otro lado es necesario conocer como se disponen estos materiales en el

terreno en el sentido horizontal y en el vertical.

La fisonomía de la vegetación y la constitución físico químico de los

elementos vegetales que la componen determinan el riesgo de combustibilidad

del sistema.

En un bosque se puede distinguir la presencia de distintos materiales

combustibles. Los peligrosos son aquellos que bajo condiciones naturales son

de rápida combustión. En esta categoría se pueden incluir a la corteza de los

árboles muertos, las ramas, los pastos, los musgos y los líquenes al estado

seco.

Los bosques de pinos y abetos que contienen material resinoso

inflamable, los pastizales constituidos por una gran masa de gramíneas y

arbustos presentan un alto riesgo de combustibilidad. Un claro ejemplo lo

constituyen los pastizales Altoserranos de la provincia de Catamarca,

constituidos por especies de gramíneas que forman matas duras y altas y al no

ser consumida por el ganado se acumulan hasta establecer una gran cantidad

de material combustible.

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El estado fenológico en el que se encuentra la comunidad vegetal y la

época del año determinan el grado de riesgo para la producción de un foco de

incendio. En una gran parte de territorio de la República Argentina, a fines de

invierno y al principio de primavera, cuando la vegetación y el ambiente

presentan bajos tenores de humedad, son momentos propicios para la

generación de incendios espontáneos, accidentales o intencionales.

En síntesis se puede decir que los combustibles presentes en los

ecosistemas se pueden clasificar, en general, en:

• finos, con un diámetro inferior a 0,5 cm (pastizales, hojarascas que

cubren el suelo) y

• gruesos, con un diámetro superior a 0,5 cm (ramas de árboles y

arbustos).

Tanto el combustible grueso como el fino pueden encontrarse en pie o

en forma de mantillo o broza. En general el fuego puede iniciarse sobre el

material fino y desde allí se propaga a los otros elementos del ecosistema. En

este tipo de material el fuego se inicia rápidamente y en forma violenta, se

enciende y se extingue rápidamente. El material grueso arde más tiempo, de

manera más lenta que el anterior, formando brasas y son muchas veces

causantes de escapes indeseados en las quemas prescriptas (kunst 1996).

La Temperatura

La temperatura a la cual se inicia la combustión, se denomina "punto de

ignición" o "punto de inflamabilidad"; oscila entre los 260ºC y 398ºC. Esta

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temperatura puede variar de acuerdo con las características de los distintos

combustibles y con la época del año.

La posibilidad de ignición depende del tiempo que el material

combustible está expuesto a la temperatura. Las hojas secas de pino, por

ejemplo, arden en pocos segundos a la temperatura de la llama de un fósforo;

en cambio, estas mismas hojas cuando están húmedas necesitan estar

expuestas al fuego algunos minutos antes de entrar en combustión.

El fuego aplicado a un trozo de leña corre a lo largo de él debido a que la

parte inmediata a la llama llega al punto de inflamabilidad y luego el fuego

avanza paulatinamente, según sea el grado de humedad de la madera, hasta

transformar la leña en una brasa.

Se tiene así que la velocidad de avance del fuego en un trozo de

madera, o sobre cualquier otro elemento, depende del contenido de humedad

que se tenga en el momento de entrar en combustión.

Los materiales húmedos gastan una gran parte del calor que reciben en

secarse y entran en ignición tan pronto como el grado de humedad que resta

permite la combustión. De esta forma se puede decir, que un material verde

arde con dificultad, se quema lentamente e irradia poco calor; en

contraposición con lo que ocurre con un material seco.

El Oxígeno

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La proporción del oxígeno en la atmósfera entra en una proporción de

aproximadamente 21%, con relación al volumen total de gases que la

constituyen. Cuando el contenido de oxígeno se reduce por debajo del 15%

muchos materiales no entran en combustión. Si se tiene en cuenta esta

circunstancia, se deduce la importancia que tiene la influencia de la frecuencia

y la velocidad del viento en la propagación del fuego.

Los Factores Climáticos

Se mencionó anteriormente que la mayor o menor inflamabilidad de la

materia seca vegetal depende de su contenido de humedad; ésta no entrará en

combustión hasta alcanzar el contenido de humedad (grado de sequedad)

apropiado. En consecuencia el material húmedo o en estado verde se quema

con dificultad, lentamente y produce poco calor.

Lo expuesto explica la importancia que tienen los factores climáticos en

la posibilidad de originar incendios. Entre éstos se deben citar a: las

precipitaciones; la humedad relativa ambiente; la temperatura y el viento.

Las precipitaciones desempeñan un papel importante, ya que al

mantener el material vegetal al estado húmedo hacen imposible la iniciación y

propagación de un fuego.

La acción de las lluvias está supeditada a:

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1. Cantidad y duración.

2. El porcentaje de evaporación y grado de humedad del material antes de

la precipitación.

3. El tipo de formación vegetal.

4. La topografía y el suelo.

5. La estación del año.

La humedad relativa de la atmósfera tiene fundamental importancia en el

análisis de los factores que gobiernan la iniciación y propagación del fuego. El

material vegetal muerto no se seca por completo; la humedad se va eliminando

paulatinamente hasta alcanzar un

punto en que el contenido de humedad del mismo es equivalente a la cantidad

de humedad que es capaz de absorber del aire saturado. A este grado se llama

"punto de saturación fibrosa". El contenido de humedad del material vegetal

varía en este punto, según sea material leñoso o material herbáceo. Para el

material leñoso se encuentra entre un 25% y un 40% de su peso seco. Muy por

encima del punto de inflamabilidad.

Una vez alcanzado este punto de contenido de humedad el secado no se

efectúa en forma uniforme y continua; el contenido de humedad aumenta o

baja de acuerdo con la humedad relativa del aire. Cuando la humedad relativa

del aire es baja y el material vegetal está húmedo, parte del contenido de agua

se evapora rápidamente, absorbido por la atmósfera; por el contrario, cuando la

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humedad relativa es elevada y el material está seco, éste absorbe el vapor de

agua de la atmósfera, con relación a la temperatura ambiente; en general la

humedad relativa es más baja cuando hace calor y más elevada con

temperaturas bajas.

El contenido de humedad del material vegetal cambia constantemente,

estando en relación directa con las fluctuaciones de la humedad relativa de la

atmósfera que lo rodea. El aire absorbe la humedad del material leñoso y éste

a su vez absorbe la humedad de aquel. Los cambios de humedad se operan

rápidamente, pasando en poco tiempo (3 a 4 horas) de un grado de

inflamabilidad bajo a uno alto, y viceversa.

Los días considerados de mucho peligro se caracterizan por una humedad

relativa extremadamente baja. Por lo tanto es indispensable conocer las

fluctuaciones diarias, y dentro del día a diferentes horas, de la humedad

relativa para usarla como indicador del grado de inflamabilidad (tanto para

prevenir como para provocar incendios).

La temperatura ambiente ejerce influencia sobre la combustibilidad de los

ecosistemas al facilitar la evaporación y por lo tanto el contenido de humedad

del material vegetal.

Cuando las temperaturas son elevadas se pueden dar las condiciones

propicias para los incendios. El aire caliente absorbe mayor cantidad de

humedad que el aire frío.

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El calor producido por los materiales en combustión es también un factor

importante en el inicio y la propagación de los incendios. El fuego al pasar por

sobre los materiales los seca y eleva su temperatura al punto de ignición. Éstos

arden y propagan el fuego a sus vecinos, de esta manera se puede generalizar

el fuego en toda el área.

De las condiciones meteorológicas las más importantes a considerar

son la temperatura y la humedad relativa del aire (índice de ignición) y la

velocidad del viento (índice de propagación).

Las relaciones históricas entre incendios y valores meteorológicos diarios de

un área definida, muestran que las curvas de relaciones se convierten en

herramientas de predicción de umbrales de riesgo de incendios.

A partir de cierto valor de umbral de humedad relativa y velocidad del viento

mensual, la extensión afectada aumenta rápidamente.

Si bien con una red de estaciones meteorológicas apropiadas y con el apoyo

de imágenes satelitales es posible conocer estos umbrales diarios para las

distintas zonas monitoreadas, una vez iniciados los focos ígneos, es necesario

disponer de los medios humanos y materiales necesarios para combatirlos en

forma adecuada. En el caso de la provincia de Catamarca, con una geografía

montañosa muy accidentada se requiere de equipos especiales, terrestres y

aéreos, para poder acceder a zonas inaccesibles, equipos de brigadistas

entrenados específicamente para combatir incendios de campos, y contar con

telefonía satelital, entre otros aspectos.

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¿Cómo se transmite el calor? Se sabe que el calor se propaga por:

1. Convección (columna de aire caliente que se eleva).

2. Radiación: (pasa a través de las partículas de aire sin que este se

desplace y disminuye en forma inversamente proporcional al cuadrado

de distancia).

3. Conducción (pasa a través de las moléculas de un cuerpo sólido sin que

este se desplace)

En la siguiente figura se esquematiza la forma de transmisión del calor en un

campo natural.

Figura Nº 1: Formas de Propagación del Calor en el Bosque

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Cualquiera de estas tres formas de conducción del calor son las que se

manifiestan durante un incendio forestal o de pastizales naturales. La forma

convectiva se manifiesta como columnas de aire caliente o columnas de huma

que tienden a elevarse verticalmente. El calor radial se manifiesta en todas las

direcciones y va decreciendo en forma inversa con el cuadrado de la distancia

y el conductivo se da cuando los materiales se ponen en contacto directo.

Desde la generación del fuego y durante todo el proceso de propagación

y ocurrencia de un incendio, se van desarrollando temperaturas cada vez

mayores y se pueden reconocer las siguientes fases:

1. Fase de precalentamiento: en esta fase las temperaturas van producen

distintos efectos sobre los seres vivos.

• 50° C.: Si permanece en contacto durante una hora con las

células vivas, éstas mueren.

• 55° C.: Con diez minutos que las células vivas estén en contacto

mueren.

• 60° C.: Con solo medio minuto mueren las células.

• 100° C.: Comienza la desecación de los tejidos por evaporación

del agua que contienen.

• 200° C.: Comienza la destilación de las resinas y se desprenden

gases.

A mayores temperaturas tiene lugar la fase siguiente.

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2. Fase de combustión de gases. En esta fase pueden distinguirse los

siguientes fenómenos:

• 300° C.: Inflamación de gases.

• 400° C.: comienza a verse llamas azules y hay presencia de humo.

• 600° C.: la combustión se mantiene por sí sola.

El viento actúa en los incendios:

1. Sobre la velocidad de avance del fuego y su dirección (propagación).

2. Aumentando o disminuyendo el grado de humedad del área, según se

trate de un viento caliente o frío.

3. Activando la combustión con el aporte de oxígeno.

4. Aumentando la evaporación y por consiguiente secando el material

combustible.

5. Dando lugar a la dispersión del incendio al transportar a grandes

distancias partes de los vegetales encendidos.

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Figura Nº 2: Acción del viento sobre el fuego

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La topografía

La topografía desempeña un rol importante en la propagación del

incendio. A diferencia de los agentes atmosféricos constituye un factor

constante que no se modifica por simples cambios. En la siguiente figura se

observa cómo la topografía puede actuar sobre el comportamiento del fuego.

Figura Nº 3: Efectos de la topografía sobre el fuego

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La topografía tiene un efecto directo e indirecto en el comportamiento del

fuego. Este se expande más rápidamente pendiente arriba, debido a que los

combustibles están expuestos a un mayor calentamiento por radiación y

convección y debido a que se generan vientos ascendentes por el calor

producido por el fuego.

La pendiente facilita la propagación del fuego de acuerdo con el grado

de declive de la misma. Cuanto más acentuada es la pendiente más rápido

será el avance del fenómeno. El fuego tiende a extenderse hacia arriba; se

puede indicar que la velocidad de propagación del fuego en un terreno con una

pendiente muy inclinada es igual a la de otro incendio producido en un terreno

plano con la influencia de un fuerte viento.

Esto se debe a que la corriente de aire caliente originada va hacia la

parte superior de la pendiente debido al acceso de una corriente de aire más

frío que se inyecta desde la parte inferior de la pendiente.

El fuego seca y recalienta más los materiales que están sobre él, que los

que se encuentran por debajo; las llamas entran en contacto más rápidamente

con el follaje de las partes más altas de los árboles y arbustos.

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TIPOS DE INCENDIOS

Básicamente tenemos tres tipos de incendio forestales:

Superficiales o de Suelos.

Son los más comunes y es por donde normalmente se inician los fuegos.

Permanecen al ras del suelo, quemando los combustibles ligeros. Afectan

normalmente a las herbáceas y leñosas de poco porte, además producen

heridas en la base de los troncos y en las raíces de las especies de mayor

porte. Dependiendo de la cantidad y calidad del material existente en el área,

de la topografía y de las condiciones atmosféricas imperantes, estos fuegos se

pueden transformar en incendios de copas o incendios subterráneos.

De Copas.

Son aquellos que alcanzan las copas de los árboles hiriendo sus ramas

y llegando incluso a matarlos. Su origen puede ser un fuego superficial,

excepcionalmente un rayo sobre un árbol dominante puede ser factor

desencadenante de un fuego de copa.

Subterráneo o de Subsuelo

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Es el que se propaga bajo la superficie. Generalmente se da en lugares

de mucha acumulación de materia orgánica, combinado generalmente con el

superficial.

FUEGO ACCIDENTAL Y FUEGO PRESCRIPTO

Se debe diferenciar entre fuegos accidentales y fuegos prescriptos.

Fuegos accidentales son aquellos causados por factores humanos y/o

naturales que no poseen supervisión ni planificación, y el hombre no tiene

control sobre sus posibles efectos y/o consecuencias en el ecosistema y la

comunidad en general.

El fuego prescripto se distingue del anterior por tener objetivos claros y

requerir condiciones ambientales apropiadas para su implementación

(humedad relativa, velocidad del viento, temperatura del aire, etc). Se define al

fuego prescripto como:

"el uso científico del fuego bajo condiciones definidas y

controladas con el fin de cumplir con objetivos de manejo específicos"

(Reeves, 1977, citado por Cipowicz, 1994, pag. 5).

Es importante destacar dos aspectos importantes de esta definición:

"bajo condiciones definidas y controladas". Al realizarse un fuego prescripto

es condición indispensable realizar una planificación y preparación previa del

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predio a quemar. Para esto es necesario tener en cuenta todos los factores,

antes mencionados, que influyen sobre el fuego.

Los factores climáticos más importantes relacionados con el

comportamiento del fuego son en consecuencia: el viento, humedad relativa

ambiente, precipitación, temperatura, estabilidad atmosférica, radiación solar,

nubosidad y tipo de relieve.

Martínez Carretero (1989) señala que en el sector de la precordillera

mendocina confluyen varios factores que tornan crítica el área haciéndola muy

susceptible a incendios accidentales. Estos factores son: la presencia de

matorrales de Larrea divaricata y Colliguaja integerrima, etc. que ofrecen al

fuego suficiente material leñoso con buenos tenores de aceites esenciales y

resinas; el abundante mantillo vegetal descompuesto que se acumula en el

suelo en cada período vegetativo, las fuertes pendientes y la presencia de

vientos secos y cálidos, zonda (tipo foehn), etc.

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OBJETIVOS DE LA QUEMA

Los objetivos de una quema pueden ser muy variados. El fuego fue

usado desde que el hombre comienza a realizar manejo del ganado con el fin

de mantener productivas las praderas herbáceas y para la eliminación de áreas

con vegetación natural que se habilitaban al cultivo de especies vegetales

domésticas; en ambos casos no se realizaba un control de las áreas

quemadas. Aún en la actualidad es una práctica corriente en varias partes del

mundo y en muchas regiones de nuestro país, siendo llevada a cabo, la

mayoría de las veces, sin realizar un control adecuado.

En la provincia de Misiones, una vez extraídos los árboles de madera de

mayor valor, se quema el remanente para "limpiar" la selva y ganar más

superficie para el cultivo. A esta operación se la llama “rozado”. Con este

método se busca preparar una cama de siembra para semillas de pasturas

naturales o artificiales ya que los residuos de la quema aumentan la fertilidad

actual del suelo.

En la región cerealera era muy común realizar la quemazón de los

rastrojos de las cosechas de invierno para limpiar los campos y sembrar

inmediatamente algún cereal de verano. La proliferación de plagas y

enfermedades es favorecida cuando permanecen en el campo las partes

infectadas de las plantas capaces de liberar esporas y proteger huevos

después de cada lluvia.

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El fuego es utilizado, por lo tanto, para destruir el rastrojo remanente y

las hojas viejas y secas, y con ellas los diferentes cuerpos frutales y huevos

capaces de diseminarse y reinfectar la futura plantación. Esta costumbre va

entrando en desuso debido a que son más los perjuicios que los beneficios que

origina.

En la provincia de Tucumán se realiza la quema de las plantaciones de

caña de azúcar para disminuir la cantidad de hojas y tener así una plantación

más "limpia" de hojas que facilita la cosecha de la caña.

El uso más generalizado del fuego se lleva a cabo en los pastizales

naturales. Con esta práctica se pueden obtener una serie de ventajas al

estimular la brotación temprana de los vegetales por efecto del calor. El

estímulo de la brotación produce una mayor cantidad de forraje, en una época

donde la oferta de alimento para el ganado es baja. Se incrementa la

disponibilidad de forraje de mejor calidad al destruirse la materia seca no

utilizable y otros materiales indeseables, quedando a disposición del ganado

los brotes tiernos más ricos en proteínas y otros nutrientes, que el follaje viejo

posee en menor cantidad o está ausente.

Otros objetivos deseados con la quema de pastizales son:

• estimular la producción de semillas de algunos pastos o de otras

especies deseables;

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• controlar algunas plagas y enfermedades del ganado, como puede ser

la garrapata y

• controlar especies vegetales invasoras de las praderas, especialmente

árboles y arbustos.

En el caso de incendios desencadenados por causas naturales,

accidentales o intencionales se puede realizar un contrafuego como un sistema

de protección, de esta manera se puede controlar la propagación del

fenómeno. En consecuencia el uso del contrafuego se considera como un

objetivo en la aplicación del fuego.

Todos los objetivos planteados anteriormente se logran necesariamente con

un fuego controlado, fácil de manejar para evitar que se propague

innecesariamente y teniendo

un conocimiento científico de las características físicas y biológicas de la región

y de los efectos posteriores a los que puede inducir la quemazón.

El empleo del fuego como una herramienta de manejo depende de las

características propias de cada región; por lo tanto la prescripción de un

incendio se debe hacer sólo cuando se conocen las consecuencias, o por lo

menos cuando se pueden pronosticar las mismas.

Si se considera al fuego como una herramienta técnica de manejo de

pastizales naturales, se puede decir de ésta que es barata, fácil de llevar a la

práctica y que puede redundar en un mayor y mejor uso de los recursos

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forrajeros. Sólo se debe tener en cuenta que su utilización se debe implementar

con criterio científico, en el momento adecuado, cuando las condiciones del

clima, la vegetación y del suelo lo permitan.

El fuego por sí solo, en la mayoría de los casos, no logra los objetivos

propuestos y es necesario que su uso sea complementado con otras prácticas,

tales como pulverizaciones de herbicidas, desmonte mecánico, un

apotreramiento adecuado y esencialmente, con un manejo adecuado del

ganado.

En algunos países, como en los Estados Unidos de Norteamérica se

someten millones de hectáreas de bosques a quemas dirigidas, que consisten

en una aplicación intencional y científica del fuego bajo condiciones

específicas, produciendo la intensidad de calor requerida y el comportamiento

estimado para lograr varios objetivos de manejo a la vez.

Los principales objetivos de estas quemas controladas son:

• Reducir la acumulación de combustibles orgánicos (acumulación de

materia seca) a un nivel tolerable que imposibilite el desarrollo de

incendios naturales de alta intensidad.

• Estimular el desarrollo de la vida silvestre al mejorar su hábitat natural;

• Eliminar ciertas plagas y enfermedades;

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• Disminuir la competencia indeseable de ciertas plantas que tienden a

invadir el sector (generalmente árboles y arbustos);

• Favorecer la generación natural y artificial de plantas más nutritivas y

• estimular la germinación, mejorando la cama de semillas y reducir o

eliminar cualquier condición que inhiba la germinación de éstas.

Una característica de la ganadería extensiva, en las zonas áridas y

semiáridas de la República Argentina, es la de mantener una alta carga de

ganado por unidad de superficie a lo largo de prácticamente todo el año en los

campos de pastoreo. Como consecuencia de esto se utiliza al fuego como una

herramienta para promover el crecimiento nuevo y vigoroso de los pastizales.

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EFECTOS DEL FUEGO SOBRE LOS DISTINTOS ELEMENTOS DEL ECOSISTEMA El fuego como componente natural o inducido en un ecosistema puede

tener efectos positivos y negativos de acuerdo al manejo que se haga del

mismo. Puede ser una herramienta eficaz en el manejo de ecosistemas o

puede convertirse en un factor de alta peligrosidad. En consecuencia, de

acuerdo a como se lo use puede tener efectos negativos o positivos sobre los

distintos componentes del ecosistema.

EFECTOS NEGATIVOS

A pesar de los numerosos estudios sobre los efectos del fuego en la

sucesión vegetal, la productividad primaria, los cambios en el hábitat que

afectan a la fauna autóctona, la dinámica de los nutrientes en el suelo, la

erosión, etc. son aún, en la mayoría de los casos, poco conocidas las

consecuencias globales de su incidencia.

Efecto del fuego sobre la fauna

Los efectos inmediatos del fuego son dramáticos principalmente para los

animales que forman parte del ecosistema quemado. Las aves, que requieren

de árboles, arbustos y matas de gramíneas para la nidificación, por lo general

pueden huir y salvarse, pero significa la destrucción de sus nidos y pichones y

en muchos casos quedan ellas mismas atrapadas en las llamas, como por

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ejemplo las perdices, copetonas, martinetas, chingolos, ñandúes, etc. Además

el fuego arrasa con el alimento (semillas, frutos, insectos, etc.) que sustenta a

las comunidades de aves de la zona.

Los pequeños mamíferos (liebres, zorros, vizcachas) en general son

perjudicados pues no alcanzan a huir, cuando no llegan a refugiarse en sus

madrigueras subterráneas, que

en general se encuentran por debajo de los diez centímetros de profundidad y

donde la acción del fuego se ve disminuida.

La remoción de la cubierta vegetal por parte del fuego disminuye

inicialmente la población de roedores; pero estos recolonizan rápidamente el

sector quemado atraídos por los rebrotes de primavera y la gran producción de

semillas por parte de las terófitas.

Los grandes mamíferos generalmente pueden huir o refugiarse en ríos o

lagunas; suelen producir grandes estampidas. El ganado vacuno presiona

sobre los alambrados y los rompe. En cambio los equinos, ante las llamas, se

quedan quietos y son alcanzados por las mismas.

Los invertebrados que viven sobre la superficie son muy afectados por

los incendios. Los insectos, los moluscos, etc. perecen bajo las llamas, salvo

que se encuentren protegidos en alguna estructura vegetal que los aíslen del

calor.

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La micro y macrofauna que vive por debajo de los 7,5 cm de profundidad

(numerosos protozoarios, lombrices de tierra, nemátodos, larvas, arácnidos,

reptiles y mamíferos, entre éstos quirquinchos, vizcachas, etc.) se ven poco

afectados por la acción del fuego ya que viven en cuevas más o menos

profundas o a suficiente profundidad como para que el fuego no los perjudique.

Los más afectados son los que viven entre los 7,5 cm y la superficie del

suelo. Hasta esa profundidad se alcanzan temperaturas suficientemente altas

como para matar a todos los animales (macro y micro-fauna), inclusive la

microflora.

El fuego tiene una consecuencia directa sobre la fauna causando su

muerte, y un efecto indirecto al remover la cubierta vegetal que constituye el

alimento y el abrigo. En los insectos puede haber una reducción inicial en un

90% en su densidad poblacional

(Altieri Soto. 1977). La recuperación de la densidad inicial puede ser rápida

cuando se dan las condiciones para el rebrote. Se estimula la ovoposición,

aumentando la población total de insectos. Este incremento se puede deber a

la recolonización por parte de los adultos desde áreas no quemadas. Éstos

encuentran el suelo desnudo en condiciones óptimas para su ovoposición y las

ninfas una fuente rica de alimento, compuesta por los brotes tiernos y nutritivos.

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Efecto del fuego sobre la vegetación

Los efectos del fuego sobre la vegetación pueden ser muy variados y

considerarse desde distintos puntos de vista. Ésta aporta el combustible

necesario para que el fenómeno tenga lugar.

En el piedemonte de las Sierras de Uspallata (Mendoza) cuando el fuego

es ocasional, al cabo de un período vegetativo y con las lluvias normales, la

cobertura vegetal se recupera en buena medida, aunque no la estructura inicial

que requiere más tiempo. En cambio si se producen periódicamente llevan a la

sucesiva pérdida de biomasa. La reducción de los estratos de vegetación

puede, en casos extremos, llegar a la situación de suelo desnudo o sólo

ocupado por terófitas de invierno o verano. Este cambio en la estructura

conlleva un cambio en la fisonomía, así en la cordillera se encuentran

pastizales disclimáxicos en lugares antes ocupados por matorrales (Martinez

Carretero. 1989).

Para ese ecosistema el autor señala los siguientes efectos perjudiciales

en la vegetación, debido directa o indirectamente a la acción del fuego:

a) Pérdida de biomasa. Los fuegos periódicos en una misma área

determinan una paulatina pérdida de estratos, y por ende de biomasa

permaneciendo sólo aquellas especies capaces de rebrotar del cuello o

de sus órganos subterráneos,

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acompañadas por terófitas estivales o invernales. En casos de quemas

muy frecuentes se puede llegar incluso al suelo desnudo.

b) Dinamismo de la vegetación. En la precordillera a causa de los

incendios de los matorrales se llega a pastizales secundarios, con

evidente reducción de estratos y de la diversidad específica. Se ha

determinado dos tipos de pastizales correspondientes a dos pisos de

vegetación. El primero entre 1.300 - 1.800 msm por quema del matorral

de Larrea divaricata que da origen al pastizal de Stipa eriostachya y el

segundo entre 1.800 - 2.400 msm, por quema del matorral de Colliguaja

integerrima a pastizal de Stipa tenuissima.

c) Pérdida de la calidad de las comunidades. Las sucesivas pérdidas

de estratos por los fuegos no sólo afectan a la disminución de la cobertura

vegetal sino también al desmejoramiento paulatino de las comunidades

vegetales. Para el primer piso de vegetación de Larrea divaricata con la eliminación de los arbustos de buenos contenidos proteicos, se logran

pastizales de pocas especies, con bajos contenidos en proteínas,

relaciones nutritivas amplias, de hojas duras y poco palatables,

normalmente con más hidratos de carbono que reducen notoriamente su

digestibilidad.

Según los estudios de Morello (1970) (en Odum pág. 233. 1978) acerca de

la interacción del fuego y el pastoreo del ganado vacuno en el Chaco argentino,

en los extensos pastizales del Chaco Oriental, el pastoreo intensivo del ganado

reduce la materia combustible de modo que los incendios naturales necesarios

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para mantener la fisonomía de pastizal ya no se producen; dando por resultado

que los arbustos espinosos, que antes estaban controlados por los incendios,

invadan grandes áreas eliminando la fisonomía original de pastizal de origen

pirógeno. La única manera de restaurar la productividad inicial de pastoreo es

gastar energía de combustibles mediante

el desmonte mecánico y la quema de la vegetación leñosa. Este es un ejemplo

de un cambio de la vegetación hecha por el hombre, reversible solamente con

un gran costo.

El daño que puede ocasionar el fuego a los distintos vegetales sometidos a

la acción del mismo depende de varios factores concurrentes. Entre éstos se

pueden mencionar, la intensidad de la quema, tiempo de duración o

permanencia del fenómeno, estado fenológico, tipo de vegetación, etc.

La fisiología del vegetal determina una mayor o menor tolerancia a las altas

temperaturas, que a su vez está correlacionado con los daños por irradiación y

dependen de la temperatura inicial del tejido, de sus cualidades de

“aislamiento”, del tiempo de exposición y de las condiciones fisiológicas del

protoplasma.

Con relación al estado fenológico en la que se encuentran los vegetales, se

puede decir que, en general, las plántulas, las yemas foliares y florales, las

flores y las hojas jóvenes son más susceptibles al fuego mientras que los tallos

leñosos son más tolerantes. Éstos están protegidos por la corteza. La forma de

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crecimiento es otro carácter diferencial; así las especies rizomatosas, las

caméfitas, que tienen protegidas sus yemas, y las anuales (en su estado de

semillas), resisten más y a veces el fuego promueve su germinación.

En un estudio realizado sobre el efecto del fuego en la vegetación (Altieri

Soto. 1987) se observó, que los árboles jóvenes presentes en la comunidad

vegetal iniciaron un rebrote a partir de las yemas de la base de los troncos,

mientras que los más viejos rebrotaron a partir de las yemas epicórnicas

latentes a lo largo del tronco y de las ramas.

Los arbustos más resistentes al fuego resultaron ser aquellos mayores de 2

años que poseen sus rizomas y raíces fibrosas entre 5 y 13 cm de profundidad,

un follaje con bajo contenido en aceites y resinas, una corteza gruesa y un tallo

de diámetro mayor a 15 cm.

Se consideraron además como resistentes al fuego, aquellos arbustos que

habiendo sufrido grandes daños, por efectos del fuego, en verano, se repararon

rápidamente en primavera. Esto se tradujo en una intensa emisión de brotes a

partir de yemas latentes ubicadas en las ramas y también en la base del tronco

inmediatamente bajo la superficie del suelo.

Después de producido un incendio los vegetales deben sobrevivir el período

no fotosintético, con ausencia de órganos fotosintetizadores. Para producir un

nuevo crecimiento utilizan sus reservas de carbohidratos disminuyendo sus

niveles normales y variando su período de utilización. Esto se traduce en una

disminución en la densidad de las poblaciones de los arbustos y gramíneas

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perennes y plurianuales y favorece el crecimiento de las terófitas que se

desarrollaron bajo condiciones de competencia mínima alcanzando en poco

tiempo una densidad alta. En el siguiente gráfico se muestra la relación que

existe entre el tamaño de la planta con su reserva de carbohidratos.

1 2 3 4 5

Reserva de carbohidratos

Figura Nº 4: Relación del tamaño de la planta con la reserva de carbohidratos

El esquema muestra la reserva de una planta antes (1) y después (2) de ser

quemada. A medida que la planta rebrota y crece la reserva de carbohidratos

disminuye (2,3) hasta que los nuevos brotes compensan por fotosíntesis los

gastos de crecimiento y mantenimiento (4,5). Si en este momento los pastos no

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son disturbados, se produce un excedente de fotosíntesis que permite

recuperar las reservas.

En un sector quemado se puede observar, en general, una mayor densidad

de especies anuales durante la primavera posterior al fuego. Esto indicaría que

se favorecieron las condiciones de germinación para las semillas al crear una

cama apropiada de suelo mineral con alta exposición solar y con condiciones

más favorables del ambiente, tanto biótico como abiótico externo de las

semillas.

El daño físico que produce el fuego al vegetal puede ser muy variado,

depende de la intensidad del mismo y del tipo de bioforma. Puede ocurrir

quemazón y muerte de la corteza; desaparición total o parcial de ramas, hojas

y yemas, y en casos extremos muerte de la raíz. Todo esto se traduce en una

disminución del crecimiento, y si el daño es significativo la planta puede morir.

En todos los casos las heridas producidas por la acción del fuego en los

distintos órganos de una planta sirven de puerta de entrada a insectos y

enfermedades. Según Altieri Soto (1987), se observó que después de una

quema se indujo a una mayor susceptibilidad por parte de algunos árboles a

enfermedades fungosas radiculares y se estimuló el parasitismo de algunos

homópteros principalmente en las ramas de Acacia caven.

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Efecto del fuego sobre el suelo

La eliminación parcial o total de la vegetación, según sea la intensidad y

la recurrencia del fuego en el ecosistema, conlleva a un efecto directo sobre el

suelo. La destrucción de la cubierta vegetal deja al suelo temporalmente

desprotegido ante las lluvias torrenciales, los vientos persistentes, etc.

acelerando la erosión hídrica y / o eólica. Esta disminución de la cobertura

vegetal cobra mayor relevancia en los ambientes montañosos.

El contenido de agua en el suelo disminuye después de los incendios

debido a la evaporación causada por las altas temperaturas. Al desaparecer la

cubierta vegetal aumenta el escurrimiento del agua cuando ocurren las

primeras lluvias, más aún si se tiene en cuenta las características torrenciales

de las precipitaciones en las zonas áridas y semiáridas. El aumento de la

velocidad de escurrimiento produce una disminución en la infiltración del agua

en el suelo. La magnitud de la erosión depende de numerosos factores entre

los que se destacan: época en que se produce la quemazón, temperaturas

alcanzadas durante la ocurrencia del fenómeno, frecuencia entre incendios,

tipo e intensidad de las precipitaciones, topografía del terreno, clima, etc. Por

estas razones hay que tener sumo cuidado con los incendios en zonas

montañosas y en regiones áridas.

Después de la quema la recuperación del agua edáfica hasta un

contenido normal es lenta. Quizás no es tan importante en zonas lluviosas y

húmedas, pero sí en los ecosistemas de zonas áridas y semiáridas.

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En cuanto a los nutrientes del suelo se puede decir que el impacto

negativo que produce depende de la temperatura alcanzada.

En función de la sensibilidad al calor, los nutrientes pueden clasificarse

en:

• sensibles: Nitrógeno (N) y Azufre (S), temperaturas de

volatilización entre 200 y 375 º C.

• moderadamente sensibles: Potasio (K) y Fósforo (P),

temperaturas de volatilización entre 700 y 800 º C.

• relativamente insensibles: Magnesio (Mg), Calcio (Ca) y

Manganeso (Mn), temperaturas de volatilización de 1107 º C,

1484 º C y 1962 º C, respectivamente (De Bano, 1991 en Kunst,

1996).

La estructura del suelo se puede afectar por la dispersión de los

agregados cementados con la materia orgánica en estado coloidal. Según

González C. (1999), quienes midieron el efecto del suelo sobre las condiciones

edáficas en un ecosistema del Chaco Occidental en la provincia de Córdoba, el

contenido de materia orgánica fue significativamente menor en los suelos

quemados durante los primeros 180 días a partir

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del incendio. Posteriormente ésta aumentó en los sectores quemados y no se

diferenció de los sectores no quemados.

En general no se afectan mayormente el pH del suelo ni la cantidad de

sales solubles. Se pueden registrar pequeñas pérdidas de N y S por

volatilización y un pequeño aumento del P disponible. Los minerales

monovalentes (K y Na) se mantienen constantes y aumenta el Mg

reemplazando al Ca.

Sin embargo, Altieri Soto y Rodriguez Muñoz (1977) corroboraron que

debido a la acumulación de cenizas ricas en elementos básicos, el pH del suelo

aumentó, incrementándose la disponibilidad y aprovechabilidad del potasio,

fósforo, calcio y magnesio. Con posterioridad se favoreció la actividad de las

bacterias nitrificantes que se recuperaron rápidamente.

Altieri Soto y Rodriguez Muñoz (1977) determinaron los efectos del

fuego sobre el suelo en un ensayo llevado a cabo en Chile. El fuego consumió

el mantillo superficial calentando el suelo y provocando algunas alteraciones en

los horizontes superficiales al producir la destilación destructiva de los

compuestos orgánicos volátiles y la desecación del agua de constitución de las

arcillas. Como consecuencia de esto, se originó una disminución de la

velocidad de infiltración del agua en el suelo, una disminución del contenido de

materia orgánica y del nitrógeno soluble. A raíz de este efecto se registró una

disminución general, de la capacidad de intercambio catiónico y de la actividad

microbiana del suelo. Las condiciones semidespejadas presentes en el bosque

después del fuego, provocaron que la temperatura del suelo aumentara en 8ºC

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en relación con el bosque no quemado y que la humedad disminuyera de 8,7 %

a 3,6 %.

En general se pueden mencionar las siguientes pérdidas o efectos

perjudiciales del fuego sobre los distintos componentes de un sistema:

Pérdida de vidas humanas: es la más lamentable de las consecuencias,

habiendo ocurrido en numerosas ocasiones.

Pérdidas de pastoreo: es una de las principales pérdidas económicas que

ocasionan los incendios en nuestra provincia, teniendo en cuenta el tiempo

estimado para la recuperación y reinicio del aprovechamiento del pastizal.

Pérdidas forestales: pueden indicarse como muy graves cuando los incendios

abarcan áreas ocupadas por los bosques de la provincia fitogeográfica

Chaqueña en el que no solo ocasiona pérdidas de maderas, sino que también

comprometen su regeneración , estado sanitario etc.

Pérdidas de infraestructura: puede ser significativas las pérdidas de

alambrados, aguadas y otras instalaciones de las empresas agropecuarias.

Pérdidas en la fauna silvestre: se producen disturbios en el ambiente al

desaparecer gran número de ejemplares de distintas especies sean éstas

benéficas de uso directo o que están actuando como predadores de otras que

pueden llegar a convertirse en plagas.

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Pérdidas por la erosión: el fuego al actuar como un gran consumidor de las

masas vegetales, priva al suelo de la protección natural ocasionando

pérdidas de origen erosivo, tanta hídrico como eólico; que no se pueden valuar

en términos monetarios, pero de gran incidencia en la productividad y

conservando los suelos.

Pérdidas ecológico-sociales: la pérdida de vegetación repercute sobre el

sistema social de la región al provocar migraciones. También se altera el valor

paisajista, se produce un aumento de la evaporación, afectan las cuencas

hidrográficas, etc.

Para el servicio forestal de los Estados Unidos los incendios forestales

provocan pérdidas en:

1. Valor de la madera: tanta en el turno como el crecimiento, en la

composición del rodal y en la alteración sanitaria de la madera por

crearse una puerta de entrada de los agentes patógenos.

2. Valor de las cuencas hidrográficas: al eliminarse la cobertura vegetal se

incrementa la velocidad de escurrimiento de las aguas, en consecuencia

hay más ocurrencia de inundaciones, más erosión, mayor aporte de los

sedimentos, disminución de las reservas.

3. Valor de los animales: se pierden nidos, crías y animales.

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4. Valor recreativo del bosque: se destruye tanto las instalaciones como la

escenografía.

5. Valor como zona de pastoreo: existe pérdida de forraje.

6. Otros valores de la propiedad: pérdidas de la producción agrícola, de

edificios, alambrados y otras mejoras.

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EFECTOS POSITIVOS

El uso más generalizado del fuego como herramienta de manejo en la

actividad agropecuaria se efectúa en los pastizales naturales. Por lo tanto en

esta sección sólo se pondrá énfasis en los efectos positivos de la quema sobre

la vegetación, los cuales son el motivo principal de inducir un incendio en los

pastizales.

Efectos sobre la producción de forraje

En general, se puede decir que los productores ganaderos de la

provincia de Catamarca producen fuegos intencionales en los campos de

pastoreo para incentivar el rebrote de las gramíneas cuando éstas aún no han

salido del reposo invernal (julio - agosto - setiembre).

Sin lugar a dudas, se produce el rebrote anticipado; la composición

química de los rebrotes frescos es más rica en proteínas y por lo tanto, son

más apetecidos por el ganado. Las hojas secas y duras fueron arrasadas por el

fuego y en consecuencia los animales tienen mayor acceso a los brotes de la

base.

En cuanto a la producción de materia seca total producida y a los valores

de la productividad en un campo quemado los datos son disímiles. Al

comienzo, después de una quema, hay una rápida producción de materia seca

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que luego va disminuyendo y en los no quemados hay un lento rebrote inicial

pero al término del ciclo aumenta la producción, no habiendo finalmente

diferencias significativas entre ambos. Para algunos autores los pastos

quemados producen menor cantidad pero mayor calidad de forraje.

En una experiencia realizada en un monte natural en la región

pampeana, Lutz y Graff, encontraron que en potreros con quema controlada a

favor del viento, que hubo

menor producción de forraje diferido (1.500 kg/ha.) pero una mayor

disponibilidad y accesibilidad de alimentos de alta digestibilidad (hasta 20

unidades mayor) en época crítica, debido a los rebrotes en otoño e invierno y

picos de producción en octubre y diciembre.

La quema durante la estación seca y de reposo, poco antes de

producidas las primeras lluvias, estimula el rebrote y en consecuencia se

adelanta la floración de algunas especies; mientras que los incendios

posteriores las disminuyen o anulan.

Efectos sobre la composición florística

En cuanto a la composición florística, el fuego puede enriquecer la flora

de un lugar permitiendo la radicación de nuevas especies, pero también puede

simplificarla. Las especies que crecen juntas responden de muy diferentes

maneras al mismo fuego. Algunas pueden estar en activo crecimiento y así ser

más susceptibles; los árboles que no son capaces de emitir brotes desde la

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corona, en general, son eliminados por fuegos repetidos; las gramíneas

perennes y anuales suelen ser favorecidas, mientras que los arbustos se

perjudican.

Los incendios recurrentes hacen que desaparezcan las especies

perennes y útiles y éstas son reemplazadas por especies indeseables,

generalmente anuales o bianuales, y en consecuencia aumenta la proporción

de suelo desnudo o descubierto.

El fuego bien utilizado, puede aumentar la producción de semillas

de algunas plantas en un 300 % y mejorar el porcentaje de germinación de las

semillas hasta un 20 %. Cabe, destacar el efecto benéfico de este hecho para

el hábitat natural y la vida de los animales silvestres (Komarek, citado por Altieri

Soto y Rodríguez Muñoz, Pág.216; 1977).

Cushwa, Martin y Miller (citados por Altieri Soto y Rodríguez Muñoz,

Pág.216; 1977) consideran que el fuego favorece la germinación debido a que

modifica las condiciones de crecimiento de las semillas, al crear una cama

compuesta de un suelo mineral rico en elementos nutritivos y de una alta

exposición solar. Modifica el medio biótico circundante al eliminar plantas o

semillas indeseables que compiten por luz, elementos nutritivos y agua.

Además reduce la presencia de inhibidores de la germinación presentes en el

suelo que son de naturaleza hidrosoluble producidos por ciertas plantas con el

objeto de impedir el desarrollo de otras especies, para así dominar el área.

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CONCLUSIÓN

La lucha contra los incendios de pastizales naturales y sus

consecuencias sobre el hábitat natural resultan fundamentales para proteger la

función básica que éstos desempeñan en la provincia de Catamarca en la

compleja dinámica de los ecosistemas áridos.

La efectiva reducción y control de los incendios permitiría que los pastizales

y los bosques continuaran e incrementaran los aportes fundamentales que

realizan para la economía provincial.

Los pastizales altoserranos y los bosques chaqueños tienen funciones

estratégicas, moderan no sólo las adversidades climáticas, vientos,

escurrimientos y erosión, sino que también neutralizan la contaminación, con

los consiguientes beneficios ambientales y, en última instancia, económicos.

Su destrucción, en cambio, afecta al ecosistema y, por ende, a la

población, a los productores, y a la economía rural, con consecuencias futuras

devastadoras.

Cabe que la mayoría de los incendios de campos son provocados por la

acción inescrupulosa e irresponsable del hombre. La actividad forestal

propiamente dicha no produce incendios en nuestra provincia, mientras que la

actividad ganadera provoca periódicamente incendio de pastizales con el

propósito de incentivar el rebrote a la salida del invierno.

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No se han estimado la cuantía de las pérdidas que los incendios

provocan en el valor económico de los campos de pastoreo destruidos (daños y

pérdidas en el ganado), en los valores recreativos de los bosques y pastizales

(valor escénico), en el valor de la

zona de pastoreo (vegetación leñosa, pasto y forraje, suelo, regeneración

vegetal, etc.) y en los valores económicos y sociales (afectación sobre el valor

productivo, fauna silvestre, pérdidas de vidas humanas y los daños materiales

en las viviendas, alambradas e instalaciones rurales). Pero básicamente el

mayor costo que generan los incendios son las pérdidas ambientales y

paisajísticas. Los pastizales naturales y el bosque nativo ejercen una fuerte

regulación sobre el ambiente que incluye servicios tales como la protección de

suelos, purificación del aire, fijación del carbono y refugio de la fauna.

Como expresa Primavesi (1984) el uso del fuego para provocar el

“rejuvenecimiento” de pastizales es un método barato a corto plazo pero muy

caro a largo plazo. Esto significa que el fuego no es, en sí mismo, ni bueno ni

malo. Todo depende de cómo y cuando se lo aplique.

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ISSN: 1852-3013

SIPOWICZ, N. ANDRÉS. (1994): “Ecología y manejo del fuego en el

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Cardenal. Estación Experimental Agropecuaria Anguil. Centro Regional La

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16 pp. Mendoza.

VIDAL, J. J.; COSTANTNO, I. N. (1959): “Iniciación a la Ciencia Forestal”

Editorial Salvat.


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