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Estudio estratigráfico y tecnotipológico de los niveles ... · siguiente: se iban definiendo...

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© Universidad de Salamanca Zephyrus, LXXI, enero-junio 2013, 61-88 ISSN: 0514-7336 ESTUDIO ESTRATIGRÁFICO Y TECNOTIPOLÓGICO DE LOS NIVELES BASALES DE LA CUEVA DE LES MALLAETES (BARX, VALENCIA): NUEVAS CLAVES PARA EL PALEOLÍTICO SUPERIOR INICIAL MEDITERRÁNEO Stratigraphic and techno-typological study for the basal levels of Les Mallaetes Cave (Barx, Valencia): new clues for the Mediterranean Early Upper Paleolithic Paloma DE LA PEÑA ALONSO Institute for Human Evolution & School of Archaeology, Geography & Environmental Studies. University of the Witwatersrand (Johannesburg, South Africa) y Grupo de Investigación en Geografía Física en áreas de Alta Montaña (GFAM, UCM). Correo-e: [email protected] Recepción: 23/05/2012; Revisión: 26/07/2012; Aceptación: 02/09/2012 BIBLID [0514-7336 (2013) LXXI, enero-junio; 61-88] RESUMEN: En este trabajo se presenta un análisis de la estratigrafía de los niveles basales de la cueva de Les Mallaetes, así como una síntesis tecnotipológica de su industria lítica. Para llevar a cabo esta tarea se han revisado tanto las colecciones antiguas de las primeras excavaciones –realizadas entre 1946 y 1949 por L. Pericot y F. Jordá– como los materiales del sondeo Este de 1970 –realizado en 1970 por F. Jordá y J. Fortea–, así como los diarios correspondientes a ambas investigaciones. La metodología de estudio para la industria lítica ha sido la lectura tecnológica. Si bien, previamente se ha tenido en cuenta a la estratigrafía como factor discriminante a la hora de establecer conclusiones de índole arqueológica. El análisis detallado de todo ello permite concluir que la presencia auriñaciense no se puede mantener de manera contundente a partir de los materiales revisados; sin embargo, se describen los principales carac- teres tecnotipológicos gravetienses de Les Mallaetes y se discuten en el contexto del Paleolítico superior ini- cial mediterráneo. Palabras clave: Auriñaciense. Gravetiense. Mediterráneo. Industria lítica. Fósiles. ABSTRACT: This paper presents an analysis of the stratigraphy of the basal levels of Les Mallaetes cave and a techno-typological synthesis of its lithic industry. To carry out this task the first excavations (1946- 1949, made by L. Pericot and F. Jordá) and the materials of the 1970 survey (by F. Jordá and J. Fortea) has been reviewed. The analysis of the lithic industry has been carried out from a technological point of view. However, pre- viously the stratigraphy was taken into account as a discriminant factor to establish archaeological conclusion. After the analysis, the Aurignacian presence can not be held so strongly from the materials reviewed, although we describe the main characters of Les Mallaetes Gravettian remains and discussed in the context of the initial Upper Paleolithic of the Mediterranean zone. Key words: Aurignacian. Gravettian. Mediterranean zone. Lithic industry. Fossils.
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© Universidad de Salamanca Zephyrus, LXXI, enero-junio 2013, 61-88

ISSN: 0514-7336

ESTUDIO ESTRATIGRÁFICO Y TECNOTIPOLÓGICO DE LOS NIVELES BASALES DE LA CUEVA DE LES MALLAETES(BARX, VALENCIA): NUEVAS CLAVES PARA EL PALEOLÍTICO SUPERIOR INICIAL MEDITERRÁNEO

Stratigraphic and techno-typological study for the basal levels of LesMallaetes Cave (Barx, Valencia): new clues for the MediterraneanEarly Upper Paleolithic

Paloma DE LA PEÑA ALONSOInstitute for Human Evolution & School of Archaeology, Geography & Environmental Studies. University of theWitwatersrand (Johannesburg, South Africa) y Grupo de Investigación en Geografía Física en áreas de AltaMontaña (GFAM, UCM). Correo-e: [email protected]

Recepción: 23/05/2012; Revisión: 26/07/2012; Aceptación: 02/09/2012

BIBLID [0514-7336 (2013) LXXI, enero-junio; 61-88]

RESUMEN: En este trabajo se presenta un análisis de la estratigrafía de los niveles basales de la cueva deLes Mallaetes, así como una síntesis tecnotipológica de su industria lítica. Para llevar a cabo esta tarea se hanrevisado tanto las colecciones antiguas de las primeras excavaciones –realizadas entre 1946 y 1949 por L.Pericot y F. Jordá– como los materiales del sondeo Este de 1970 –realizado en 1970 por F. Jordá y J. Fortea–,así como los diarios correspondientes a ambas investigaciones.

La metodología de estudio para la industria lítica ha sido la lectura tecnológica. Si bien, previamente seha tenido en cuenta a la estratigrafía como factor discriminante a la hora de establecer conclusiones deíndole arqueológica.

El análisis detallado de todo ello permite concluir que la presencia auriñaciense no se puede mantenerde manera contundente a partir de los materiales revisados; sin embargo, se describen los principales carac-teres tecnotipológicos gravetienses de Les Mallaetes y se discuten en el contexto del Paleolítico superior ini-cial mediterráneo.

Palabras clave: Auriñaciense. Gravetiense. Mediterráneo. Industria lítica. Fósiles.

ABSTRACT: This paper presents an analysis of the stratigraphy of the basal levels of Les Mallaetes caveand a techno-typological synthesis of its lithic industry. To carry out this task the first excavations (1946-1949, made by L. Pericot and F. Jordá) and the materials of the 1970 survey (by F. Jordá and J. Fortea) hasbeen reviewed.

The analysis of the lithic industry has been carried out from a technological point of view. However, pre-viously the stratigraphy was taken into account as a discriminant factor to establish archaeological conclusion.

After the analysis, the Aurignacian presence can not be held so strongly from the materials reviewed,although we describe the main characters of Les Mallaetes Gravettian remains and discussed in the contextof the initial Upper Paleolithic of the Mediterranean zone.

Key words: Aurignacian. Gravettian. Mediterranean zone. Lithic industry. Fossils.

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1. Introducción

La cueva de Les Mallaetes ha constituido,desde el último cuarto del s. XX, el principal refe-rente del Paleolítico superior inicial del Mediterrá-neo/sur peninsular y ha sido citado reiteradamentepor su importancia al ser uno de los pocos yaci-mientos de esta zona que en principio presentabaniveles atribuidos al Auriñaciense y Gravetiense(Fortea y Jordá, 1976; Fortea et al., 1983; Villaver-de et al., 1998; Villaverde, 2001; Fullola et al.,2007), así como una larga estratigrafía que abarcaprácticamente todo el Paleolítico superior ymomentos posteriores holocenos1.

El objetivo de este trabajo es la revisión estrati-gráfica y material de los niveles de Paleolítico supe-rior inicial –PSI de aquí en adelante– excavadostanto de las colecciones antiguas de las primerasexcavaciones –desarrolladas entre 1946-1949 por L.Pericot y F. Jordá– como los materiales del sondeoEste de 1970 –realizado por F. Jordá y J. Fortea–; y dar a conocer así sus principales característicastecnotipológicas, para poder aportar claves al cono-cimiento del Paleolítico superior inicial.

Antes de comenzar con nuestro análisis especí-fico consideramos imprescindible hacer una reca-pitulación de todas las investigaciones llevadas acabo en el yacimiento, así como presentar unadiscusión detallada de la evidencia estratigráficaaportada por las excavaciones antiguas, materialcompletamente inédito hasta la fecha.

2. Presentación del yacimiento y de su áreageográfica

La cueva de Les Mallaetes se encuentra en eltérmino municipal de Barx (Valencia) en uno de

los salientes montañosos de la sierra del Mondú-ver, inmediatamente al sur de la depresión de laValldigna y frente al Polje de Barx. Geológica-mente esta zona constituye el punto de encuentroentre los materiales del Sistema Ibérico –en suslímites más meridionales– y las formaciones pre-béticas –en su límite septentrional–, por estarazón alrededor del macizo del Mondúver seencuentran sierras de alineación ibérica –La Cor-bera y Les Agulles al norte– y de alineación pre-bética –como la conocida Serra Grossa–(Fumanal, 1988, 1995). Los materiales geológicosdel macizo del Mondúver se corresponden al Cre-tácico superior y están intensamente karstificados.Las formaciones exokársticas –lapiaces–, así comolas endokársticas –cavidades sumidero– son muyabundantes por sus alrededores.

Para acceder al yacimiento, una vez pasada lalocalidad de Barx y a escasos 500 m se puedevisualizar el pico de Les Mallaetes –a 600m.s.n.m.– y a media ladera se encuentra la cuevaque es visible desde el pie de la montaña por sugran visera de entrada; un pequeño sendero bienseñalizado y de pendiente escarpada conducehasta la misma entrada. La ascensión a la cavidadpermite apreciar abundantes formaciones exokárs-ticas y terras rosas –arcilla de descalcificación– asícomo una imponente visión del polje y su contac-to con la Valldigna.

La cueva es una formación kárstica senil por loque la circulación hídrica es únicamente de esco-rrentía a través de las paredes de la cavidad. Laorientación de la entrada es NO y el conductoprincipal presenta un trazado SO-NE. Esta cavidadposee dos zonas bien diferenciadas: un imponenteabrigo y una zona de gruta o hipogea (Fig. 1).Dispone de dos entradas principales: se puedeacceder a la cavidad a través del propio abrigo yademás existe una entrada lateral orientada al Nque se descubrió en 1946, con motivo de la pri-mera campaña de excavación2. El abrigo contieneen sus paredes abundantes espeleotemas fósiles,que indican que en momentos más antiguos esazona estaría también cubierta y habría constituidouna enorme sala cerrada por completo.

Pese a que buena parte del yacimiento fueexcavado a fines de los años 40, todavía se aprecia

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1 Mi sincero agradecimiento al SIP y al Dpto. de Pre-historia y Arqueología de Valencia, que me acogieron ydieron todas las facilidades para examinar la colección líti-ca antigua de Les Mallaetes durante el otoño del 2009 yrevisar la colección del sondeo Este de 1970 en noviem-bre de 2011. En especial he de recordar a los doctores V.Villaverde (que tuteló mi investigación durante esta estan-cia), H. Bonet, J. L. Pascual, X. Cabanilles, B. Martí, M.Tiffagom, E. Aura, D. Román y O. Gómez. Asímismo,he de recordar a los primeros investigadores de este yaci-miento, sin cuyo valioso trabajo y metodología no sepodría haber llevado a cabo este estudio: Luis Pericot,Francisco Jordá y Javier Fortea, in memoriam.

2 Información consignada en el primer diario de exca-vaciones.

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en toda su planta un importante relleno sedimen-tario que colmata las dos zonas principales delyacimiento (Fig. 1). En su estudio sedimentológicoFumanal (1988) señaló que el relleno sedimenta-rio de Les Mallaetes poseía diversas procedencias:el orificio cenital del techo de la visera en la zonadel abrigo habría permitido, por un lado, la entra-da de sedimento de la parte superior de la ladera,acumulándose a modo de cono en dicha zona;por otra parte, otra “vía de penetración” del relle-no fueron los propios conductos kársticos, queafectaron fundamentalmente al área O o zonainterna (ibidem: 76).

3. Historia de las investigacionesen el yacimiento

La primera investigación en la cueva de LesMallaetes se llevó a cabo mediante varias campañasde excavación durante los años 1946 a 1949, de ellotenemos constancia gracias a las memorias dela labor del SIP y su Museo de 1947 a 1950 y alos propios diarios de excavación que se conservan

hoy en día en labiblioteca de dichainstitución. Los direc-tores de aquellos pri-meros trabajos fueronL. Pericot y F. Jordá3.La importante secuen-cia documentada en lavecina cueva de ElParpalló, excavada en-tre 1929 y 1931, per-mitió fijar la atenciónen otros yacimientosvecinos. Los propiosinforme del SIP revelanque Les Mallaetes erauna cueva con unascondiciones prelimina-res muy atractivas yque, tras las excavacio-nes de El Parpalló(Pericot, 1942), pareceque esta cueva era sudigna sucesora4.

La metodología deexcavación desarrolla-

da en Les Mallaetes fue prácticamente idéntica ala empleada en El Parpalló y en otros enclavesexcavados por Pericot. El procedimiento era elsiguiente: se iban definiendo sectores a partir deletras del alfabeto y se procedía a su excavaciónpor medio de “capas” artificiales cuyo espesorsolía ser constante, aunque podía variar en fun-ción de diferentes criterios siempre especificadosen el diario –dureza del sedimento, densidad dehallazgos, etc.–. Las diferentes cotas alcanzadas sereferían a una misma señal, común para todos lossectores excavados. Una vez que se conseguía uncorte, en los sectores adyacentes al mismo se solíanguiar por las características sedimentarias y de

3 El grueso de la labor de campo y la redacción de losdiarios corresponde a F. Jordá; fueron colaboradores el agre-gado Sr. Plá y los capataces Sr. Espí y Sr. Montañana, asícomo varios lugareños de la zona, conocidos de L. Pericot.

4 Según la información recogida en SIP (1947: 3):“son de interés los resultados de la pequeña excavaciónefectuada en la Cova de les Mallaetes, de la comarca delParpalló, y en la que ya se efectuaron unas modestas catasal realizarse la excavación de esta última cueva”.

FIG. 1. Croquis de la cueva de Les Mallaetes donde se especifican los 19 sectores diferenciados porlas excavaciones antiguas y los sondeos de la campaña de 1970; también se especifican lasáreas de la cueva donde todavía se conserva relleno sedimentario (Fortea y Jordá, 1976modificado).

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coloración de las zonas ya excavadas; este fue,por ejemplo, el procedimiento seguido en elfamoso Talud de El Parpalló (Aura, 1995). Asi-mismo, en los diarios se puede encontrar unadescripción, aunque sea somera, para cada unade estas capas y, lo que es más valioso, algunoscortes estratigráficos con los niveles sedimenta-rios naturales identificados durante la excava-ción; además se indican, a su lado, las capasartificiales y su cota exacta referida a la “marca”ya antes explicada. Por otra parte, en el diario

eran habituales las descripciones de zonas especí-ficas –a través de croquis o de dibujo de alza-dos– y también se solía dibujar el material máscaracterístico –tanto lítico como óseo– docu-mentado en cada capa para cada uno de los díasde excavación.

De esta manera, la metodología general deexcavación, que a priori podría considerarse pocoapropiada para una buena contextualización estra-tigráfica por el empleo de “capas” o tallas artificia-les, quedaba parcialmente paliada por el dibujo de

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FIG. 2. A. I Diario de excavación de Les Mallaetes, 1946: 41 que muestra la estratigrafía documentada en la 1.ª cata e indicaen sus márgenes las capas documentadas en la excavación; B. III Diario de excavación, 1948: 99 que muestra la estrati-grafía de los sectores FGH e indica en sus márgenes las capas documentadas a través de su sistema de cotas en el proceso deexcavación; C. Etiquetas de las excavaciones antiguas, y D. Página del diario donde se describen los útiles encontrados.

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cortes estratigráficos con los niveles naturales y lascapas que, como se verá a continuación, puedenser altamente informativos y demuestran unanotable documentación para la época. Desgracia-damente no se realizaron cortes de todos los sec-tores del yacimiento, lo que ha dejado una partedel relleno sin documentar.

Por lo que concierne a la recogida de restos,las muestras están claramente sesgadas. Comoocurre en un gran número de excavaciones anti-guas la fracción más fina no se recogía por defec-to; esto se debía principalmente al tamaño de laluz de los cedazos empleados. Además, se seleccio-naba y separaba el material premeditadamente. Elmaterial lítico de la intervención antigua de LesMallaetes está dividido en dos tipos de bolsas: lamayoría contienen sólo restos de talla, etiquetadascon el término “rebuig”5 o “metralla” y el resto sonbolsas con piezas retocadas y con etiquetas dondese especifica “sílex escogido”.

Los sectores excavados durante estas primerasinvestigaciones fueron un total de 19, designadostodos con letras (Fig. 1); sin embargo, no entodas las zonas se excavó una misma potenciasedimentaria. Los sectores en los que se alcanzó laroca madre o en los que el sedimento se volvíacompletamente estéril fueron: de la 1.ª cata, A, B,C, D, E, F, G, H e I; los sectores: J, K, L, M, N, O, Qy R solo fueron excavados parcialmente en sus pri-meras “capas” (Fig. 2), hasta que aparecieronmateriales valorados como “solutreogravetienses”.

Los cortes documentados en las campañas delos años 40, hasta ahora inéditos, corresponden alperfil descubierto por la 1.ª cata realizada en 1946y a la estratigrafía documentada tras la excavaciónen 1948 de la zona FGH (Fig. 2). La conclusiónprincipal a la que se llegó en estos primeros traba-jos fue la importancia del Gravetiense, tanto ensus momentos iniciales como tardíos, y la modera-da presencia solutrense en relación a El Parpalló;así lo especificaron sus investigadores en las dife-rentes memorias anuales (SIP, 1948: 2; 1950: 10).

Es sorprendente que, aunque desde un primermomento Les Mallaetes se considerara como un

yacimiento excepcional, no generara una mono-grafía como la de El Parpalló, si bien su evidenciasirvió como pilar para cimentar la idea de que elGravetiense fue, sin duda, la “cultura” más impor-tante a lo largo del Paleolítico superior en el áreamediterránea (Jordá, 1954).

Durante la excavación de 1948, en el sector Ecapa 12, se realizó el hallazgo de un occipitalhumano junto a varios restos de asta de cérvido yde carbón. Además de los restos óseos se recogie-ron muestras de carbón en un tubo de vidrio, loque permitió, 54 años más tarde, la publicaciónde la datación de dicho carbón 25120 ± 240 BP yun estudio paleoantropológico detallado sobre elresto humano en cuestión (Arsuaga et al., 2002).El hallazgo humano se trataba de un individuoinfantil de nuestra especie y el material líticodocumentado en aquella capa se adscribió tipoló-gicamente al Gravetiense, al igual que la capasuprayacente e infrayacente (Arsuaga et al., 2002;Villaverde y Roman, 2004).

En el verano de 1970 Fortea y Jordá realizarondos nuevos sondeos en Les Mallaetes. Los proble-mas que motivaron esta segunda investigaciónestaban más relacionados con el Paleolítico supe-rior final y el Neolítico, así lo explicitaron en elúnico artículo de síntesis sobre aquella interven-ción (Fortea y Jordá, 1976). No obstante, tam-bién se contemplaban los siguientes objetivos:“comprobar los resultados obtenidos en las prime-ras excavaciones, precisamente sobre el contenidocultural de los distintos niveles”, “el estableci-miento de analogías y diferencias con sus posiblescoetáneos del occidente europeo” y “la obtenciónde fechas de C14” (ibidem: 130).

Los dos sectores seleccionados para la realiza-ción de un primer sondeo, en el área del abrigo,fueron L y M –excavados en los años 40 solo hastael Solutreogravetiense–, ya que algunos “furtivos”habían aprovechado el largo corte vertical dejadotras la excavación del sector I (Fig. 1) para efectuarsus estropicios. Esta zona de la estratigrafía estabadeteriorada y precisaba un “saneamiento” pararegularizarla; a este sondeo se le denominó “Son-deo Este” y la secuencia “cultural” que cubría,según J. Fortea y F. Jordá, abarcaba del Auriñacien-se (niveles XVI-XI) al Solutreogravetiense (nivel I).

De igual manera, se planteó otro sondeo en lazona interior o de cueva, llamado “Sondeo Oeste”,

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5 En catalán significa “rechazado, basura”; con este cali-ficativo se referían a los restos brutos de la talla. Destacamoseste hecho, no con el afán de descalificar la metodología dela excavación antigua, sino porque consideramos convenien-te entender qué tipo de muestra nos disponemos a revisar.

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donde en aquella época todavía se conservaba intac-to el perfil del sector C de las excavaciones antiguasy, por este motivo, se decidió utilizarlo como guía6;dicho perfil abarcaba una “secuencia cultural” delSolutrense pleno al Epigravetiense7.

El sondeo Este, como acabamos de señalar, pro-porcionó una secuencia estratigráfica que, en suscapas a muro, poseía materiales que sus investiga-dores adscribieron al PSI y, por tanto, es el únicoque nos interesa –dentro de esta intervención de1970–. El resumen gráfico de la Fig. 3 describe lasprincipales características sedimentarias de este son-deo, las dos dataciones radiocarbónicas que afectana este tramo de la secuencia y los apuntes más des-tacados en cuanto a su industria lítica e interpreta-ción cultural (Fortea y Jordá, 1976)8.

Respecto a los niveles inferiores XIV-XI sabemosque apenas aportaron material lítico y fueron des-critos como sigue: “Los materiales de 1970 ofrecenuna tipología incierta con ausencia total de bordesabatidos” (Fortea y Jordá, 1976: 134). Posterior-mente, al describir estos materiales se constata cuá-les fueron estos escasos hallazgos: en el nivel XIV:“una lasca y un buril central con dos paños”, en elXIII: “algunas lascas”, en el XII: “tres lascas y un ras-pador sobre lasca”, etc. Esta indefinición de laindustria llevó a relacionar a estos estratos basalescon materiales de las campañas de los años 40 detipología auriñaciense. En definitiva, lo que sededuce de la lectura detallada del artículo de 1976es que con los materiales del sondeo Este se hacíaimposible una “atribución cultural” precisa. Paraello se recurrió a los materiales antiguos, pero aquíse debe hacer una precisión, los materiales típicosauriñacienses –como 2 azagayas losángicas– apare-cieron en sectores de la cueva muy alejados de estazona9 y, como se expondrá en los siguientes apar-tados (vid. infra), con una estratigrafía diferente a

la de la zona de abrigo –donde se situó la cataEste–. Por tanto, queremos resaltar que, segúneste razonamiento, la datación del nivel XII delsector Este (Kn-I/920: 29690 ± 560 BP) que seha utilizado en numerosas síntesis (vid. Fortea etal., 1983) para argumentar la presencia auriña-ciense en Les Mallaetes no está datando unestrato con restos auriñacienses, sino un estratoque incluye industrias de manifiesta indefinicióntipológico-industrial por la escasez de restos. Enotras palabras, parece que la atribución tipológi-co-cultural de estos estratos se realizaba más bienpor su fecha radiocarbónica y por los materialesde otros sectores de la cueva supuestamente aso-ciados, pero el principal problema de esta relaciónes que no se cimentaba en ningún criterio de tipoestratigráfico.

En cuanto a los niveles X-VIII, los autores des-tacaron su riqueza industrial, que contrastaba conlas apreciaciones de los niveles a muro y se adscri-bieron culturalmente al Gravetiense (Fortea yJordá, 1976: 129). Las evidencias de la “CulturaGravetiense” comenzaban a aparecer, según aquelestudio, a partir del estrato X, donde destacabanlas puntas de La Gravette, acompañadas de otraspuntas de dorso de menor tamaño. De nuevo,para su descripción y argumentación detalladaapelaban a asociaciones con los materiales de los40, pero aquí tampoco precisaban argumentosestratigráficos. En cuanto al estrato IX resaltaronla exigüidad de los hallazgos (Fortea y Jordá,1976: 135), mientras que para el estrato VII desta-caron que volvían aparecer los dorsos, en este casode módulos menores (ibidem: 140). En resumen,la conclusión principal a la que llegaron (ibídem)era la “tendencia microlítica” de la “Cultura Gra-vetiense” representada en Les Mallaetes (por elpaso de las Gravettes a las Microgravettes), equipa-rándola a la evolución seguida en otros sitioscomo Barranc Blanc (Rótova, Valencia).

En cuanto al estrato suprayacente, el VII, denuevo quedaba en una indefinición cultural“podía tratarse tanto de un Gravetiense muy evo-lucionado como de un Auriñaciense V” (Fortea yJordá, 1976: 141). Finalmente, concluyeron que,gracias a la batería de dataciones realizadas para elsondeo Este, el paquete sedimentario adscrito alGravetiense quedaba comprendido entre unadatación de 29690 ± 560 BP para el nivel XII yuna datación de 20890 ± 300 BP para el nivel VI.

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6 Nótese como la referencia para ambos sondeos fue-ron los cortes de la excavación antigua.

7 En definitiva, este sondeo no poseía PSI y sus conclu-siones no afectan a lo que se va a discutir en este trabajo.

8 Las referencias a este artículo de Fortea y Jordá(1976) son constantes en este apartado, por lo que, parauna correcta comprensión, remitimos al mismo.

9 Las azagayas losángicas atribuidas al Auriñacienseaparecieron en el sector D capa 22 y en el sector E capa 15(según los Diarios II y III de la cueva de Les Mallaetes),con una estratigrafía diferente a la de la zona del abrigo,donde se realizó el sondeo Este de 1970 (vid. infra).

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La excavación de los años 70 no sólo contribu-yó al asentamiento de la primera propuesta desecuencia cultural para el PSI mediterráneo (Fig.3), sino que a su vez permitió generar un marco

paleoclimático para los niveles documentados enesta segunda intervención. En este sentido, desta-can las investigaciones dedicadas a la sedimentolo-gía y palinología de Fumanal (1988) y Dupré

(1988) así como el estudio sobre el apro-vechamiento de los recursos faunísticosrealizado por Davidson (1989).

Sin embargo, en 1996 Sánchez Goñipublicó un artículo en Zephyrus en elque cuestionaba las interpretacionespaleoclimáticas a partir de los estudiossedimentológicos, palinológicos y fau-nísticos de las secuencias arqueológicasen cueva. Su argumentación era deespecial relevancia ya que, como es biensabido, los interestadios del Paleolíticosuperior han sido uno de los principalesargumentos para la correlación entresecuencias de Europa central y occiden-tal. En su artículo repasaba, uno poruno, cada uno de los interestadios rela-cionados con el Paleolítico superior eiba destacando las débiles pruebas paraseguir empleándolos; por ejemplo, inva-lidaba la existencia del interestadio deKesselt, cuyo estrato “definidor”, el Solde Kesselt en Bélgica, estaba datado en elEemiense. Además, este estudio hacíareferencia explícita a las interpretacionespaleoclimáticas de Les Mallaetes (Sán-chez-Goñi, 1996: 17), en concreto lla-maba la atención sobre cómo losespectros polínicos que constituían labase para la atribución de determinadosinterestadios se caracterizaban, precisa-mente, por una gran pobreza en póle-nes; dicha deficiencia impedía extraercualquier interpretación ecológica y, porende, una atribución cronológica. Paraejemplificar esta situación apelaba, entreotros, al caso concreto del nivel XIII deLes Mallaetes, atribuido por Dupré aHengelo II-Les Cottés (ibidem).

En resumen, los datos concretos deestos dos estudios siguen siendo infor-mativos, pero se debe tener en menteque el marco que propusieron se hapuesto en duda severamente y que losinterestadios polínicos –que venían a

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FIG. 3. Principales materiales documentados en el sondeo Este con suadscripción cultural (elaborado sobre los dibujos de materiales einformación de Fortea y Jordá,1976).

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apoyar su cronología radiocarbónica– han sidorechazados como argumentos de correlación o decontextualización paleoclimática.

En cuanto al análisis faunístico únicamente seconocen algunos datos de los materiales del sondeode 1970 gracias al trabajo de Davidson (1989). Enesta publicación se da a entender que se considera-ron en conjunto todos los materiales de los nivelesasociados por tipología al Gravetiense del sondeoEste –por la baja muestra de número de restos–, esdecir, no se tomaron en cuenta los criterios de dis-tinción estratigráfica a la hora de interpretar elmaterial desde este punto de vista. Esta situacióndebería invalidar sus conclusiones, porque bajoeste criterio se mezclaron materiales que puedenprovenir de eventos muy diferentes. Con todo,este trabajo concluyó en la importancia del ciervo,aunque también aparecían representados la cabra,el jabalí y el gato montés (ibidem).

La última publicación relativa a Les Mallaetestrataba el origen del Solutrense y comparaba estasecuencia con la andaluza cueva de Nerja (Aura etal., 2006); en concreto correlacionaba las secuen-cias de la Sala del Vestíbulo de la cueva de Nerja yla estratigrafía de Les Mallaetes en el sondeo Este(Fig. 2a y b), proponiendo dos correlaciones posi-bles entre ambas series (ibidem: 70-71). A estaúltima propuesta se le debe hacer una acotación,aunque se sustentaba supuestamente en los datossedimentológicos del estudio de Fumanal para elcaso de Les Mallaetes, la base principal de la corre-lación entre ambas secuencias procedía de la nuevadatación AMS de: 25120 ± 240 BP –asociada alantiguo hallazgo del occipital humano– y de lasnuevas dataciones de Nerja (Villaverde y Román,2004; Jordá y Aura, 2006). Ahora bien, en aqueltrabajo la nueva datación de Les Mallaetes no apa-rece referida a su contexto original de descubri-miento –el sector E capa 12 de las excavacionesantiguas–, sino al Nivel VIII de las excavaciones delsondeo Este de 1970; pero la argumentación de lacorrelación entre estos dos sectores de la cueva –sector E y sondeo Este– no viene explicitada niargumentada en la mencionada publicación, por loque se debería tomar dicha correlación con lógicasreservas. A lo sumo, se puede admitir que algunode los niveles del sector E coincidió en cronologíacon los representados en la unidad basal de la Saladel Vestíbulo de Nerja, pero al haberse excavado el

sector E de Les Mallaetes por capas artificiales nose puede precisar a qué nivel en concreto nos esta-mos refiriendo y, tampoco, si dicho nivel presentaun correlato en el área del abrigo de Les Mallaetes,aunque sea una hipótesis plausible.

4. Primer estadio del análisis: la estratigrafía

Según se ha visto en el apartado de presenta-ción del sitio, en función del estudio de Fumanaly las apreciaciones directas que se pueden hacer enel enclave, se distinguen dentro del yacimiento 3zonas claras: el área cubierta o de cueva, la zona deabrigo y una zona entre medias de las dos, comode transición. Estos 3 contextos espaciales dentrodel yacimiento se traducen, a su vez, en diferentesdesarrollos estratigráficos o sedimentarios de surelleno. Tal situación se ha podido documentar nosolo a partir de los dos sondeos de 1970, sinotambién gracias a los perfiles dibujados en los dia-rios de las excavaciones antiguas (Figs. 1 y 2).

El corte Oeste de 1970 –al fondo de la cueva–y el realizado en 1946 en la cata 1.ª (cf. ubicaciónen Fig. 1) son correlacionables entre sí estratigráfi-camente e ilustran la sedimentación en la zonamás interna del depósito en cueva (cf. Fig. 4).Ambos cortes no sólo son coincidentes en lanumeración de niveles y “capas” respectivamente –I a XIII en el de 1970 y solamente I a X en el de1946– sino también en las cotas señaladas para losmismos. Según se deduce de la comparación delartículo de 1976 y del primer diario de excavaciónde 1946, Fortea y Jordá en su artículo convirtie-ron a las antiguas “capas” de la primera cata de laexcavación de 1946 en niveles estratigráficos. Estolo pudieron realizar, entendemos, puesto queaquellas divisiones se ajustaban a la estratigrafíanatural de esta zona de la cueva. Si cotejamos lascapas y los niveles naturales descritos en el diarioen la excavación antigua de 1946 se constata quela estratigrafía geológica descubierta fue respetada.

Por lo que se refiere al corte de 1948 (cf. ubi-cación en Fig. 1), da cuenta de la zona de tránsitosedimentario entre el área interna de cueva y elabrigo (Fig. 5). Finalmente, el corte Este de 1970refleja la estratificación en la zona externa o deabrigo del yacimiento (Figura 6). Estos dos cortes(1948-1970/sondeo Este) también se asemejan

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bastante, pero su correlación directa es más ardua.A modo de ejemplo: parece que las tierras rojasclaras a muro del corte de 1948 pueden corres-ponder al nivel XIV del Sondeo Este de 1970, delmismo modo, el primer tramo de la secuencia –niveles I a VI del Sondeo Este– tienen un correlatobastante parecido en los 6 primeros estratos delcorte de 1948. Si bien, a partir del nivel VII lasdistinciones en la excavación del Sondeo Este sonmayores en número, por lo que hay que asumirque el corte de 1948 se trata o bien de una sim-plificación, o bien refleja cambios laterales que nopodemos contrastar con la información disponible(cf. Figs. 5 y 6).

Es evidente que la correlación entre estos 3sectores debería ser un objetivo prioritario paracualquier tipo de investigación nueva que se plan-tee en la cueva, dado que esta tarea no se planteóni se realizó en las excavaciones antiguas, ni tam-poco en los sondeos de 1970 (Fortea y Jordá,1976), ni siquiera a través del estudio específicosedimentológico posterior (Fumanal, 1988). Estasituación aboca a la imposibilidad de correlación yde consideración en conjunto de los materialesprocedentes de los diferentes sectores dentro delyacimiento. Además, lo que podemos deducir de

los 4 cortes documentados y de los indicios aporta-dos por los diarios, es que dentro del yacimientohay unos cambios sedimentarios laterales muynotables en distancias cortas. Probablemente estovenga determinado por el paleosuelo del Karst.Simplemente un vistazo a las diferentes cotas máxi-mas alcanzadas en las excavaciones nos confirmaesta hipótesis: en el corte FGH se alcanzaron 5 m,mientras que en el corte Oeste (1970) sólo 2,5 m(Fig. 6). Asimismo, parece que los estratos no sólose acuñan longitudinalmente –respecto al eje máslargo de la cueva– sino también transversalmente,véase la distribución, a modo de cuña, de los nive-les sedimentarios en el corte FGH de 1948 y en eldel sondeo Este de 1970 (Figs. 6 y 7).

En buena lógica, los sectores D y E (Fig. 1), apriori, podrían relacionarse con la estratigrafíaaportada por el corte central de 1948 (Fig. 5), alser inmediatamente contiguos al mismo hacia elinterior de la cavidad. Sin embargo, comparandolas cotas en las que aparecen los niveles con tiposde dorso abrupto en FGH –a partir de la Capa 11con total seguridad (“tierra roja clara”)– y lascapas en las que aparece este tipo de material en Dy E, vemos que en estos 2 últimos sectores losniveles con aquel material aparecen con unas

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FIG. 4. Corte Oeste (1970) y corte de la primera cata de las excavaciones antiguas (1946) comparados y correlacionados apartir del I Diario de excavación de Les Mallaetes, 1946: 41. Se puede ver que todas las capas de 1946 (hasta la 13)tienen un correlato estratigráfico claro en el corte de 1970; las documentadas en 1946 pero no en 1970 (14-17), se re-lacionaron con estratos naturales en función de las cotas y características anotadas en el diario.

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cotas notablemente más profundas. En concretoen FGH los niveles sedimentarios con material dedorso abrupto y ausencia de retoque planocomienzan en torno a los 2 m de profundidad,mientras que en E hacia los 2,45 m y en D hacialos 2,75 m de profundidad (Fig. 6). Lo más pro-bable es que haya un cambio lateral brusco enapenas 2 m. Curiosamente y por las mismas razo-nes, el sector D tampoco se puede correlacionarcon el corte de la 1.ª cata de 1946, lo que nosería tampoco descabellado, ya que queda com-prendido precisamente entre los sectores de la 1.ªcata y el sector G.

Probablemente esta imposibilidad de correla-ción se deba al paleosuelo del Karst. Si se observanlas cotas alcanzadas en la 1.ª cata está alrededor delos 3,20 m de profundidad total, mientras que enel sector D se alcanzaron los 5,10 m de profundi-dad e, incluso, el relleno proseguía (Diario deexcavaciones II, p. 47). En definitiva, este paleorre-lieve estructural tuvo que determinar unas fuertesvariaciones laterales en la sedimentación de losdiferentes estratos que nos impide correlacionar los sectores centrales de la cavidad.

Pese a todas estas dificultades, en función deesta documentación era posible correlacionar

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FIG. 5. Sectores F, G y H de las excavaciones antiguas donde los trabajos se desarrollaron alternadamente: primero F y G, luegoH y cuando no se pudo continuar en H se volvieron a excavar F y G al mismo tiempo hasta alcanzar el suelo de la cueva(documentado en III Diario de excavación, 1948: 44-92). Se han marcado en trazo discontinuo aquellas capas de lasexcavaciones antiguas que se han podido correlacionar con el corte de 1970 y en gris las que no.

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algunas capas de la intervención de los años 40con algunos de los estratos naturales definidos enlos 4 cortes conocidos –sondeos de 1970, 1946 y1948–, lo que nos permitió, finalmente, conside-rar el estudio de algunos conjuntos líticos de lasexcavaciones antiguas.

Por consiguiente, como último paso previo alestudio tecnotipológico de Les Mallaetes, relacio-namos la información que poseíamos de los secto-res y capas de la colección antigua –a partir de losdiarios– con los diferentes cortes documentadosen la cueva que acabamos de presentar. Sinembargo, antes de aplicarnos a ello, consideramosnecesario explicitar cuáles eran los sectores y capasque nos interesaban para nuestra problemática, enprincipio todos aquellos que se atribuyeran al PSI.

Respecto a las excavaciones antiguas se tuvieronen cuenta los siguientes sectores: cata 1.ª, E, D, F, G,H e I, mientras que los sectores J-R se descartaron,ya que en las excavaciones antiguas no se alcanza-ron los estratos correspondientes al PSI. Tambiénlos sectores A-C se descartaron dado que poseíanmuy poco material adscrito tipológicamente a

dicho periodo10. El principal criterio para seleccio-nar las capas de las excavaciones antiguas fue queno presentaran retoque plano, técnica asociada pri-mordialmente a otra tradición tecnológica posteriordentro del Paleolítico superior, la solutrense. Esdecir, se seleccionaron aquellas capas sin evidenciasde retoque plano o morfotipos solutrenses que sesituaban a muro de la secuencia, sin hacer, a priori,ninguna distinción o valoración –tipológica o cul-tural– entre ellas. Los aspectos que revisamos en losdiarios para ello fueron: la información contextual,la de carácter tipológico, sedimentario y cualquierdetalle importante destacado sobre las mismas.

Una opción sencilla habría sido estudiar estascapas sin atender a nada más, puesto que contenían

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10 Esto lo supimos primero por el Dr. V. Villaverde,que nos aconsejó el estudio de los sectores centrales de la zona de cueva y, después, tras la consulta en el SIP de laMemoria de Licenciatura de J. L. Miralles: El Gravetienseen el País Valenciano, presentada en 1982 en la Universi-dad de Valencia, donde se detallan los materiales corres-pondientes a este sector que, efectivamente, conformabanun reducido conjunto de restos.

FIG. 6. Resumen de las capas atribuidas al PSI (por ausencia de morfotipos solutrenses) y que se han podido correlacionar conestratos definidos a partir de los cuatro cortes conocidos (ordenadas por sectores y tonos); también se señalan los sectoressin posibilidad de correlación estratigráfica (D y E) por variaciones laterales sedimentarias, así como las capas queincluyen material lítico de diferentes estratos naturales.

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morfotipos del periodo que queríamos indagar: elPSI. No obstante, un estudio tecnotipológico nodebe ser entendido sin tener una buena referenciaestratigráfica previa, pues de lo contrario se correel riesgo de mezclar o aunar aspectos técnicos otipológicos sin ningún razonamiento que lo justifi-que. Por tanto, como segundo paso, se planteótener en cuenta exclusivamente las capas basales delas excavaciones antiguas que no tuvieran ningúnresto de adscripción solutrense y que pudieran

relacionarse con algu-no de los estratosnaturales de los 3 sec-tores documentadoscon cortes dibujados.También se consideróimprescindible quedichas capas no inclu-yeran varios estratosnaturales ni los corta-sen. Todo ello fueposible, en parte, gra-cias a las característicasdescritas en el diariode las condicionessedimentológicas decada una de ellas yde sus cotas. Es decir,se volcó en los cortesestratigráficos docu-mentados la informa-ción de las alturas delas capas cuyos mate-riales nos interesaban,pudiendo ver así cuá-les se ajustaban bien aestratos naturales encualquiera de las 2intervenciones en lacueva. Las capas y sec-tores que pudieronrelacionarse con algu-nos de los cortes fue-ron los que aparecenseñalados en las figu-ras antes mencionadas:cata 1.ª (Fig. 4), corteFGH (Fig. 5) y sector I(Fig. 7). El resultado

final de capas correlacionadas de las excavacionesantiguas y estratos conocidos se resume tambiénen la Fig. 8. Aparte de las capas correlacionadastambién se revisó el material del sector E capas 12y 13, donde se documentó el occipital de LesMallaetes y la capa 13 del sector D, puesto queaparecieron varias plaquetas grabadas asociadas alGravetiense. Por último, en noviembre de 2011,analizamos a su vez los materiales de la excavaciónde 1970 –sondeo Este– asociados al Paleolítico

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FIG. 7. Correlación de las capas de las excavaciones antiguas (recuadros blancos) con el corte de1970; en gris las no correlacionadas. El corte Este de 1970 coincidía con los antiguos sec-tores L y M; era contiguo al sector I, sirvió para contextualizar las capas de éste y se planteópara “sanear” los desperfectos ocasionados dejados por los furtivos tras las excavaciones an-tiguas. La cota máxima de profundidad de ambas catas es casi idéntica (3,45/3,50 m)reforzando su presunta coherencia estratigráfica.

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superior inicial –niveles XIV a VII de muro a techo–(Fig. 3).

5. Segundo estadio del análisis: estrategias tecnológicas documentadas

Antes de comenzar con el estudio tecnotipoló-gico conviene recalcar que somos conscientes deque este estudio tiene una validez aproximada,puesto que sus premisas provienen de una deduc-ción a posteriori sobre la documentación consulta-da; es decir, son nuestras pesquisas las que noshan conducido a relacionar, de la manera másajustada posible a la documentación existente,algunas de las capas seleccionadas de la colecciónantigua –que constituye el grueso del materialestudiado–, ya que consideramos la estratigrafíaun elemento imprescindible. No obstante, tam-bién sabemos que todo se cimenta en una investi-gación cuyo factor principal no fue tener encuenta la estratigrafía y ello condiciona y limitanuestro objetivo.

Puesto que parece que existen estratos confósiles-directores auriñacienses, en principio sepodría valorar si éstos presentan o no distincionestecnológicas notables con los materiales asociadosal Gravetiense y si es posible identificar la varian-te del Auriñaciense evolucionado en las capas

correlacionadas estratigráficamente; esto ya se asu-mía en el artículo de 1976, pese a que los mate-riales hayan permanecido inéditos hasta hoy.

Las principales conclusiones tipológicas acercadel Gravetiense de la colección antigua ya fueronpublicadas en conjunto por Miralles (1982) en unartículo de síntesis sobre el Gravetiense en el PaísValenciano11. Sin embargo, aquel análisis valoróesta colección lítica sin hacer distinciones estrati-gráficas; simplemente se dividió la totalidad decapas “gravetienses” en 2 grandes superconjuntospara todo el yacimiento, en función de la tipolo-gía de todo el conjunto asumido como “gravetien-se”. Tampoco quedó clara en aquel trabajo ladistinción de las 2 macrounidades líticas grave-tienses en relación con los niveles asociados alAuriñaciense. Además, en aquel estudio no seestudiaron todos los restos de talla, de acondicio-namiento y núcleos, ni se tuvieron en cuenta pararealizar dicha distinción, por lo que hasta estarevisión seguían siendo completamente inéditos.

De este modo, se planteó un objetivo específi-co muy concreto de cara a la problemática esboza-da al principio de este trabajo, a saber: ¿existenindicios suficientes de demarcación, en el conjun-to para distinguir a las dos supuestas tradicionestécnicas del PSI mediterráneo, Auriñaciense tardíoy Gravetiense?

5.1. Sobre la presencia industrial auriñaciense

La presencia del tecnocomplejo auriñaciense eneste yacimiento únicamente puede argumentarse apartir de los hallazgos de 2 azagayas losángicas:una en la capa 22 del sector D y la otra en la capa15 del sector E (Fig. 9). La primera capa no ofreciómaterial lítico pero, entre los materiales queacompañaban a la azagaya del sector E, destaca lapresencia de 2 núcleos para lascas, una hoja auri-ñaciense y una pieza astillada con claros estigmasde utilización12; el reducido número de restos no

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11 Cf. también Miralles, J. L.: El Gravetiense en el PaísValenciano. Memoria de Licenciatura inédita presentadaen 1982 en la Univ. de Valencia.

12 Esta pieza contrasta, por tamaño y características,con las piezas astilladas relacionadas con la talla bipolardel resto de los sectores y capas asociadas a los niveles gra-vetienses (cf. infra).

FIG. 8. Representación de tipos de núcleos de hojitas. Abre-viaturas: P1. piramidal; PR1. prismático unipolar;PR2. prismático con dos planos de fractura opuestos;PM: prismático multifacial; RC: raspador care-nado; NB: núcleo-burilforme.

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permite ahondar más en su definición tecnológi-ca13. El resto de capas infrayacentes –16 a 22– delsector D son prácticamente estériles. A esta débilevidencia se debe añadir que los sectores D y E nohan podido ser correlacionados con ninguno delos cortes documentados, como ya se ha explicado(cf. supra).

Respecto a los niveles asignados al Auriñacien-se del sector de la cata Este de 1970, los estratosXIV-XI, no ofrecen un repertorio lítico suficienteque corrobore tal asignación14. Como novedad sedeben destacar dos aspectos no mencionados en elartículo de 1976: lascas y restos de talla en calizay que las únicas piezas tipológicas que aparecieronfueron 2 piezas astilladas –una en el nivel XIV y otraen el nivel XI–.

Por otra parte, esteestudio ha demostradoa partir de la revisióndel material del sector I–inmediatamente con-tiguo y con un desarro-llo estratigráfico idén-tico al sondeo Este–que en las capas 23-25–correlacionadas con elnivel XI del sondeoEste de 1970– a esamisma altura en esesector del yacimientoexistían diversos aspec-tos interesantes: acon-dicionamiento relacio-nado con talla laminar–tabletas, semiaristas y flancos de núcleo–,presencia de utillaje dedorso variado, raspa-dores y piezas astilladas(Fig. 10). En otras pa-labras, que los materia-

les del sector I apuntan, más bien, a una ocupacióngravetiense original. Por ello este estrato resulta deespecial relevancia, ya que junto a los niveles inme-diatamente infrayacentes –que permitieron la data-ción alrededor de los 28/29 ka C14 BP (Kn1-926)–se atribuyó Auriñaciense en la excavación de 1970.A partir de toda esta información parece más pru-dente afirmar que las evidencias adscritas al Auriña-ciense de Les Mallaetes se limitan, estrictamente, alos 2 fósiles-directores óseos y que la industria líticano lo corrobora de momento.

La presencia de raspadores carenados en todala serie tampoco avala la supuesta presencia auri-ñaciense dado que, como veremos a continuación,este tipo de elementos no es exclusivo de estosestratos basales; esta estrategia de talla de hojitasaparece en numerosas ocasiones asociada al utilla-je de dorso, vinculado generalmente al Gravetien-se en el sector mediterráneo.

En definitiva, quizás los estratos más profun-dos de los sectores D y E –donde aparecieron lasazagayas losángicas– se relacionaran con el Auri-ñaciense, pero la ausencia de cualquier referenciaestratigráfica y el bajo índice de material lítico enese tramo de la estratigrafía –de los 3,5 a los 5 m–no permite corroborarlo.

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13 La capa inmediatamente suprayacente (14) conte-nía también varios raspadores carenados. Este material nolo pudimos consultar ya que sus bolsas no se conservanhoy en día en el SIP, si bien conocemos esta informaciónpor la consulta del trabajo inédito de Miralles cit. n. 10.

14 En total hay 23 piezas que corresponden a los nive-les XIV, XII y XI; el nivel XIII de este sector parece habersido estéril ya que en el SIP no hay materiales correspon-dientes al mismo.

FIG. 9. Materiales del sector E capa 15: a izquierda, núcleos de tipo raspador-carenado (¿?), ambosmuy toscos y con negativos residuales que corresponden a morfologías de lascas; el inferiorse ha realizado sobre caliza. A derecha, dibujo en el Diario de excavaciones de Les Ma-llaetes de azagaya losángica.

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5.2. Acerca de la evidencia industrial gravetiense

El resto de capas revisadas en este estudio y se-paradas en la valoración preliminar en función decriterios estratigráficos presentan en mayor omenor porcentaje utillaje de dorso abrupto y, portanto, se ajustan a lo que por tipología se ha venido denominando Gravetiense en esta área geográfica. ¿Cuáles son los principales caracteres tecnológicos de estos estratos? ¿Son unitarios enmateria de tecnología?

Las principales estrategias tecnológicas do -cumentadas en estos niveles basales se han documentado en gran medida a partir de la infor-mación de los sectores I y FGH –que son los quemás capas y material han aportado correlaciona-dos estratigráficamente–; en concreto, fueron lascapas 17 y 18 del sector I las que aportaronmayor información –con 346 restos líticos de losque 46 son piezas retocadas– correlacionadas conel estrato IX del sondeo Este de 1970.

La única materia prima lítica tallada para todoslos sectores revisados de las excavaciones antiguasfue el sílex. Esta es una peculiaridad respecto aotros yacimientos de PSI mediterráneo, dado queen otras secuencias –L’Arbreda en el NE, el Palo-mar en el SE, etc.– se ha constatado una mayorvariabilidad de materias primas (Maroto et al.,1996)15. Creemos que esto se produjo por unadinámica de sesgo de recogida de las excavacionesantiguas, dado que cuando se revisó el material delsondeo de 1970 apareció talla en caliza en losniveles XII, X y IX (cf. infra).

La talla predominante en los niveles de lasexcavaciones antiguas antes mencionados consisteen un método laminar de reducción continuada,mantenido a través de estrategias de acondiciona-miento como la creación de flancos de núcleo,aristas, semiaristas, tabletas y semitabletas. Elrecurso de acondicionamiento más frecuente sonlos flancos de núcleo-limpieza. Según se ha podi-do documentar, esporádicamente se recurre a laoposición de 2 planos de fractura para la tallalaminar (Fig. 11).

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15 Constatado por Peña Alonso, P. de la: Sobre la uni-dad tecnológica del Gravetiense en la Península Ibérica:implicaciones para el conocimiento del Paleolítico Superiorinicial. Tesis doctoral inédita, presentada en 2011 en laUCM (http://eprints.ucm.es/16630/1/T32978.pdf ).

FIG. 10. Algunos ejemplos de piezas retocadas documenta-das en las capas 23-25 del sector I correlacionadascon el estrato XI del sondeo Este de 1970: A y D.Gravettes. B. Fragmento de pieza dorso espeso. C. Microgravette. E. Raspador reavivado por téc-nica bipolar que muestra anverso, reverso y frentedel útil.

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La importancia de la talla la-minar queda patente por laabundante presencia de núcleosprismáticos –tanto de 1 plano de fractura como de 2 planos defractura– (Fig. 12), así como de núcleos de tipo raspador care-nado (Fig. 13). Los soportes bru-tos tipo hojita no se conservannormalmente por el sesgo de recogida, pero, a juzgar por lamuestra de núcleos, debieronconstituir uno de los principalesobjetivos de la talla (Fig. 14).También se han documentadoalgún núcleo buril y núcleos pris-máticos multifaciales. La abun-dancia de núcleos de hojitas, a lolargo de todos los niveles de la se-cuencia, subraya la importanciade los soportes “microlaminares”,que tuvieron que estar relaciona-dos con el desarrollo de útilescompuestos. La talla de módulosmayores –convencionalmentedenominados hojas > 12 mm deanchura– también se realizó, yaque se ha documentado en variaspiezas retocadas y de restos deacondicionamiento. Además seha demostrado (De la PeñaAlonso y Vega Toscano, 2012) lapresencia de métodos autónomosde lascado en los sectores FGH eI (Fig. 15). Generalmente losnúcleos presentan ordenacionesdiscoides.

Los principales grupos tipo-lógicos representados en todoslos sectores revisados de la colec-ción antigua son los raspadores,los elementos de dorso abrupto–macro y micro– y las piezas as-tilladas. En el sector FGH sesuman las hojas de retoque con-tinuo y lo que se suele denomi-nar “sustrato” –muescas, raede-ras y denticulados– (Fig. 16).Estos morfotipos son tambiénpredominantes en la cata 1.ª,

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FIG. 11. Acondicionamientos de la capa 12 del sector E; se resumen los soportes máscaracterísticos para talla laminar de Les Mallaetes: aristas y semiaristas, flan-cos de núcleo de limpieza y para cambio de orientación de la talla y tabletas.

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sectores D y E e, incluso, en los niveles X-VII delsondeo Este.

El raspador es el grupo tipológico más recu-rrente en toda la colección antigua (Fig. 17).Además, es interesante la documentación de unatécnica asociada al reavivado de su frente por

percusión posada sobre yunque quehemos definido como “técnica de rea-vivado bipolar”. Consiste en el reavi-vado del frente del raspador a partirde la colocación del útil sobre unyunque, por percusión directa sobre elfrente o sobre el talón se generaría unaextracción directa o por contragolpeque reavivaría el filo para continuar suuso. Esto se ha podido identificar por-que algunos de estos raspadores presen-tan extracciones reflejadas y conterminaciones en escalón en las zonasinmediatas a sus filos o, incluso,extracciones típicas de la propia tallaposada sobre yunque –ondas muy mar-cadas, fisuración de filo, etc.–16. Lo quesugiere que la mayor parte de estos úti-les estuvo encaminada a la realizaciónde tareas domésticas –quizás el cur -tido de piel– y que su enmangue nodebía de ser complejo, permitiendo unacceso rápido al soporte para su reaviva-do. Sin embargo, esto es una asunción ydebería confirmarse por un programaexperimental como el desarrollado paraEl Parpalló (Jardón, 2000).

En cuanto al utillaje de dorso, estárepresentado por una enorme variabili-dad de morfotipos: gravettes, microgra-vettes, hojitas de dorso, flechettes, hojascon borde abatido, etc. (Fig. 18). Enesta revisión hemos constatado un por-centaje muy igualado de fracturas conlengüeta y netas –48% y 51% respecti-vamente– (Fischer et al., 1984) para laspuntas de La Gravette (n = 12)17, mien-tras que de las microgravettes la muestraera demasiado baja para resultar signi -ficativa. Respecto al retoque de dorso,tomando todos los datos de los sectoresrevisados en conjunto, parece que paralas gravettes es mayoritario el retoque

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16 Ibidem.17 Por lo que se refiere al utillaje de dorso del Grave-

tiense en la Comunidad Valenciana, remitimos al trabajoespecífico de Román y Villaverde (2006) en el que sedemostró a través de macrohuellas y fracturas la asocia-ción de las microgravettes y gravettes de Les Mallaetes apuntas de proyectil.

FIG. 12. Núcleos: A. de la capa 11 del sector E, núcleo unipolar de hojitasrealizado sobre canto de sílex en el que destaca la gran anchura dela tabla; se pudo realizar un remontaje con una de las hojitas de losrestos de talla; el ángulo plano de fractura-tabla es muy acusado (c.45º). Tiene una sola tabla, la parte opuesta simplemente se decorticóparcialmente. Probablemente se abandonó por accidentes de refle-jado. Longitud y anchura de la última extracción: 11 x 6 mm. B.de la capa 18 del sector I, núcleo prismático de hojitas con dos planosde fractura opuestos entre sí; el ángulo tabla-plano de fractura esbastante acusado (c. 45º). Se han alternado los dos planos de frac-tura, según se deduce de la lectura tecnológica. Longitud y anchurade última extracción: 12 x 3 mm.

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FIG. 13.A. Núcleo-buril sobre lasca delsector E capa 12 donde se ha ex-plotado una de sus secciones paraextraer hojitas; la tabla es trian-gular convergente; longitud y an-chura de última extracción: 9 x3mm; a derecha ofrecemos un re-montaje relacional con una de laspequeñas aristas documentadasen esta misma capa que podríacorresponder a una preparaciónpara este tipo de núcleos. B. Nú-cleo de tipo raspador-carenadodel sector FGH capa 20 que pre-senta toda la cornisa con restos deabrasión y varios negativos de ex-tracción de tipo hojita; longitudy anchura de última extracciónóptima: 18 x 5 mm; quizásabandonado por reflejado de latabla frontal. C. Otros dos nú-cleos de tipo raspador carenadodel sector FGH capa 20 (dcha.) yen el sector I capa 18 (izda.).

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croisé, mientras que para microgravettes, hojitas dedorso y hojas de borde abatido el retoque directosuele ser el más habitual.

Es destacable la relación inversamente proporcio-nal entre raspadores y utillaje de dorso. Esta relación

se ha detectado para losdos sectores con referenciaestratigráfica –FGH e I–(Fig. 16), así como para lacapa 13 del sector D y lacapa 11 del sector E –aun-que estas capas constitu-yen divisiones que no sehan podido correlacionarcon estratos naturales yestos valores pudieran serartificiales–. Esta relacióninversa y recurrente degrupos tipológicos puedesignificar una alternanciade dos tipos de ocupación:una orientada a tareas do-mésticas y otra a tareas cinegéticas.

En cuanto a la tenden-cia microlítica del utillajede dorso en Les Mallaetes,una de las principales con-clusiones del artículo de1976, no se ha confir-mado tras la revisión delos sectores de la excava-ción antigua. Si se obser-van los porcentajes corres-pondientes a los diferentesmorfotipos con retoque dedorso –puntas de La Gra-vette, hojas con borde aba-tido, microgravettes y hoji-tas de dorso– no se cons-tata esa tendencia a la luzde los materiales de la co-lección antigua.

Finalmente, una de lasprincipales novedades do-cumentadas entre estosniveles es el reconoci-miento del método detalla bipolar18 (De la Peña,2011; De la Peña y Vega,

2012) que en ninguno de los estudios anteriores sehabía mencionado, tampoco la existencia de piezas

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18 Cf. op. cit. n. 15; De la Peña y Vega Toscano(2013).

FIG. 14. Soportes laminares del sector E capa 12 de Les Mallaetes. Se puede observar un am-plio espectro tipométrico, fruto probablemente de diferentes metodologías de talla.

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astilladas ni su vinculación con esta estrategia tecno-lógica (SIP, 1947-1950; Jordá, 1954; Fortea y Jordá,1976; Miralles, 1982). Además, no sólo se han iden-tificado los núcleos bipolares, sino que también,entre los restos de talla, han aparecido –con una re-presentación desigual, pensamos que por el sesgo derecogida– las astillas asociadas a este método o mo-dalidad de talla (Fig. 19), es decir, los productos frutode esta metodología. El reconocimiento de este tipo

de talla se basa en una propuestaexperimental ya publicada sobreeste tipo de piezas (De la Peña,2011). Además se deben destacardos aspectos específicos relaciona-dos con su realización: su vincu -lación al sílex y con procesos de reciclaje, es decir, no se comienza apartir de nódulos sin tallar, sinoque se suelen reaprovechar soportesya tallados a partir de otros méto-dos de talla a mano alzada.

En líneas generales los dife-rentes conjuntos –relacionadosestratigráficamente con sus cor-tes– de la colección antigua sonbastante similares entre unos sec-tores y otros, algo lógico, puestoque probablemente gran parte deestos estratos sean relacionables.

Por lo que se refiere al materialdel sondeo Este de 1970 sus carac-terísticas repiten las que acabamosde señalar para la colección anti-gua. El nivel que proporcionó másmaterial fue el X –165 piezas líticasde las que 24 eran morfotipos–. Eneste nivel hay que destacar comonovedad la talla discoide de calizay la presencia de la talla bipolarpara el sílex, asociadas al grupo tipológico de las piezas astilladas.Si bien, al igual que se ha desta-cado para el resto de sectores de lacueva, también se documenta unatalla a partir de núcleos prismáticoseminentemente unipolar –aunqueocasionalmente se vean soportescon dos planos de fractura opues-tos–. Esto lo dedujimos funda-

mentalmente a partir de los soportes brutos, por lalectura de dirección de negativos de las piezas. Lasestrategias de acondicionamiento de nuevo se repi-ten: aristas y semiaristas, flancos de núcleo, lim-pieza y tabletas. En cuanto a los tipos más habitua-les, en los niveles X-VII se deben destacar, de nuevo,las piezas astilladas, los raspadores y el utillaje de dorso variado, al igual que se ha visto para la colección antigua.

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FIG. 15. Núcleos para extracción de lascas del sector FGH capa 14: A. pieza con sólotres extracciones perpendiculares entre sí; B. núcleo multifacial, y C. núcleodiscoide sencillo.

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En el nivel X, además de las tra-zas tecnológicas que acabamos dedescribir sucintamente, se docu-mentaron dos “lapiceros” en ocre yuna azagaya de sección circularsimilar a las documentadas en losniveles gravetienses de Les Cendres(Villaverde y Román, 2004).

El nivel VIII se adscribió tentati-vamente en la publicación de 1976al Auriñaciense V, suponemos queen función de la aparición de unraspador carenado. Si bien, comose ha visto, estos son habituales entodos los niveles de la colecciónantigua y, según el estudio tecnoló-gico, deben ponerse en relacióncon la producción de hojitas.

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FIG. 16. Principales familias tipológicas del sector FGH (capas 10, 11 y 14-20) eI (capas 17 y 18; 20 y 21 y 23, 24 y 25 del sector I) y porcentajes de re-lación de representación entre dorsos-raspadores de niveles del sector I.

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FIG. 17. A. Dibujos de diferentes morfotipos de raspadores del sector D capa 13; B. raspador reavivadopor técnica bipolar del sector FGH capa 11 y C. ilustración de la técnica de reavivado.

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6. Aportaciones de la colección antigua de LesMallaetes a la discusión sobre el PSI en elámbito mediterráneo

La zona mediterránea peninsular posee unesquema ciertamente confuso para el inicio delPaleolítico superior. Aunque desde los años 80 hahabido un gran número de proyectos e investiga-ciones de sitios concretos, la visión general de estazona de estudio es compleja: un gran número deexcavaciones antiguas con contextos estratigráficosdudosos o pendientes de revisión, una prolonga-ción del Musteriense hasta el MIS3 final y MIS2inicial (Vega Toscano, 1988; Fernández et al.,2007), evidencias de la tradición auriñaciensecontradictorias –las variantes más tempranas y lasmás tardías peninsulares y europeas (Bischoff etal., 1989; Sacchi et al., 1996; Casabó, 1999)– ynuevos contextos definidos como gravetienses quese solapan cronológicamente, en parte, con elresto de la evidencia arqueológica.

Desde un punto de vista diacrónico la eviden-cia arqueológica asociada al PSI se presenta frag-mentaria. Si se atiende a los “tecnocomplejos” o“culturas” identificados, así como la cronologíaque se les impone por la investigación, se puededecir que existen grandes hiatos o lagunas tempo-rales de representación dentro del desarrollo cro-nológico del PSI de la vertiente mediterránea.Hasta el momento se han propuesto 4 tradiciones“tecnotipológicas” para el PSI mediterráneo muydistanciadas temporalmente entre sí: Protoauriña-ciense, Auriñaciense evolucionado o tardío, Gra-vetiense “pleno” o “ibérico” y Gravetiense final.

En el NE mediterráneo se ha identificado, parael nivel H de l’Arbreda (Maroto et al., 1996), unconjunto definido como protoauriñaciense, conuna de las dataciones AMS más antiguas de todaEuropa occidental –para este tecnocomplejo–;mientras que, en el resto de la vertiente mediterrá-nea, los primeros conjuntos adscritos al PSI se aso-cian al denominado Auriñaciense evolucionado,

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FIG. 18. Puntas de La Gravette y Microgravette de la colección antigua de Les Mallaetes de los sectores D, FGH y 1.ª cata (B).

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FIG. 19. Piezas astilladas de Les Mallaetes, sector E capa 12: A. Remontaje de pieza astillada, interpretada como núcleo bipolar,que reaprovecha una antigua tableta como soporte; se muestran sus dos caras principales; es posible observar las ondasde percusión muy marcadas y cómo se opusieron dos filos completamente romos, lo que descarta la posibilidad de quese tratara de cuñas o cinceles. B. Remontaje de fragmentos de piezas astilladas interpretada como núcleo bipolar; nótesela fisuración de la zona inmediata al filo superior y la plataforma roma en la que termina; al igual que la piezaanterior, posee un grosor notable y dos filos opuestos completamente romos. C. Pieza astillada interpretada como núcleobipolar; su filo superior aumentado muestra fisuración y extracciones reflejadas. D. Astillas producto de la talla bipolar.Obsérvense las ondas de percusión marcadas en los reversos, su perfil rectilíneo y los talones lineales y puntiformes.

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para el que se supone una cronología mucho mástardía. Siguiendo los datos de, por ejemplo, Bajon-dillo 11 (33/32Ka C14 BP) –adscrito al Auriñaciense“típico o evolucionado” (Cortés, 2007)– estamoshablando de un hiato cronológico, entre ambas tra-diciones técnicas, de unos seis mil años. Pero sitenemos en cuenta las dataciones de Foradada V(Casabó, 1997) –también atribuido al Auriñacien-se–, estaremos considerando entonces un salto de10.000 años respecto al Protoauriñaciense detecta-do en l’Arbreda (H).

Esto provoca una paradoja explicativa sobre lasactuales teorías interpretativas del inicio del Paleo-lítico superior. La irrupción del tecnocomplejoauriñaciense –que se ha contemplado como unaenorme ruptura cultural respecto al Paleolíticomedio– a la luz de estos datos tardó, en los térmi-nos cronológicos planteados, diez milenios enincorporarse por toda la vertiente mediterránea.Por tanto, el concepto “cambio abrupto” se debe-ría relativizar desde la perspectiva histórica que seasume en los discursos en Prehistoria.

El siguiente núcleo lo constituyen yacimientosasociados a la tradición gravetiense; este es el casode Les Mallaetes, Nerja o Cendres (Fortea yJordá, 1976; Villaverde y Román, 2004; Jordá etal., 2008), con una cronología mucho más tem-prana, hacia el 26-25 Ka C14BP para las fechasmás antiguas.

Finalmente, los yacimientos documentados enel NE y adscritos también al Gravetiense (Fullolaet al., 1994) poseen una cronología sin calibrarentre 21-20 Ka C14BP y marcan, de nuevo, unenorme salto o vacío temporal de representación.Estos hiatos cronológicos de la actual evidenciaconocida del PSI pueden estar indicando que laextensión de las industrias laminares –que son elprincipal rasgo de identificación del Paleolíticosuperior– no es que fuese tardía ni pobre, sinoque está débilmente representada por la ausenciade investigación. Se debe recordar que gran partedel registro proviene de excavaciones antiguasanteriores a los años 50 del pasado siglo –ReclauViver, Romaní, Les Mallaetes, El Parpalló, Colec-ción Siret, etc.– y, con la excepción de El Parpalló(Pericot, 1942) o recientes trabajos como el deBajondillo (Cortés, 2007), muchas de esas excava-ciones no han sido publicadas en detalle. Además,un buen número de yacimientos carecen de un

marco estratigráfico riguroso que permita plantearuna discusión en profundidad a nivel diacrónico,circunstancia señalada en recientes revisiones(Fullola et al., 2007).

La definición del Gravetiense en la zona medi-terránea se ha ceñido a su caracterización tipológi-ca. Desde los primeros balances de Pericot (1942)y Jordá (1954) se identificó como una “cultura” apartir de este criterio –generalmente la apariciónde gravettes–, recalcándose entonces su distanciadel modelo perigordino propuesto por D. Pey-rony, de ahí que se aceptase tempranamente eltérmino “Gravetiense” formulado por D. A. E.Garrod (Jordá, 1954).

La incorporación de las clasificaciones tipoló-gico-estadísticas en los 80 reafirmó las anteriorespropuestas. Se sustituyó la forma de dotar la atri-bución cultural a partir de un método descriptivomás apurado por la aplicación de las listas-tipo.Así Cacho (1981), mediante el análisis de lacolección Siret, identificó varios conjuntos en elSE –El Serrón, Morote, Zájara II, etc.– como pro-pios del Perigordiense superior, del mismo modoque, por los mismos años, J. L. Miralles (1982)defendía la importancia del Gravetiense en el áreavalenciana –El Parpalló, Les Mallaetes, BarrancBlanc, El Sol, etc.– a partir de idénticos procedi-mientos. Por su lado, en los yacimientos catalanes–El Reclau, Davant Pau, Romaní, Roc de laMelca, etc.– también se reconocía el “complejogravetiense” a partir de la aplicación de la meto-dología laplaciana (Laplace, 1966; Soler, 1986;Soler y Maroto, 1987).

Para Miralles (1982) las principales caracterís-ticas del Gravetiense en la zona central mediterrá-nea se formulaban en los términos tipológicossiguientes: predominio absoluto de los raspadores,baja proporción de los buriles en todas las series yútiles de dorsos representados en todos los con-juntos con valores “medios”.

La cronología de esta “cultura” venía definidaa partir precisamente de la secuencia referencialde Les Mallaetes y se enmarcaba entre el 28-21Ka C14 BP por dos dataciones obtenidas en el son-deo Este, realizado en la parte más externa de lacavidad (Fortea y Jordá, 1976).

En 1983 se realizó un artículo de síntesis sobrelas industrias de dorso abatido del área mediterrá-nea española (Fortea et al., 1983), en el que seremarcaron diferentes aspectos sobre el tema que

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estamos tratando, en concreto: se identificabanconceptualmente los contextos de Perigordiensesuperior y Gravetiense, se destacaba la dificultadde sistematizar a esta “cultura” para el área men-cionada y se señalaba, en base a los trabajos reali-zados hasta ese momento, la especificidad de lasseries industriales mediterráneas.

Recientemente se ha abogado por el carácterespecífico del Gravetiense ibérico a partir de lasecuencia de Les Cendres (Villaverde y Román,2004; Villaverde et al., 2007-2008; Fullola et al.,2007). En esta línea se debe destacar que la revi-sión crítica estratigráfica y tecnotipológica de lacolección antigua de Les Mallaetes nos ha aporta-do algunas claves interesantes desde el punto devista de la tecnología lítica sobre la problemáticaque acabamos de esbozar. Hemos constatado quealgunos de sus niveles asociados al Gravetiensepor pura tipología –es decir, con presencia de dor-sos profundos–, correlacionados estratigráficamen-te con los cortes antiguos y con el sondeo Este de1970 presentaban varios caracteres comunes, algu-nos de los cuales nunca antes se habían valorado:

• Recurso frecuente al método de talla bipo-lar para la obtención de astillas.

• Principal objetivo de la talla hojitas a partirde núcleos raspador carenado y núcleosprismáticos19.

• Estrategias de acondicionamiento de tallalaminar a través de semiaristas, aristas,tabletas y flancos de núcleo. Siendo losflancos de núcleo uno de los principalesrecursos.

• Métodos individualizados de talla de lascas,tanto multifaciales como discoides.

• Grupos tipológicos dominantes en todoslos estratos identificados: raspadores, piezasastilladas y hojas de retoques continuos.

Por otra parte, las capas 11-12 del sector E y lacapa 13 del sector D, aunque no se han podido

correlacionar estratigráficamente con ningúncorte, evidencian una tecnología idéntica a laestudiada en las asociadas a estratos naturales delsector I, FGH, 1.ª cata y sondeo Este. Por tanto,vienen a demostrar la asociación de esta unidadtecnológica con el hombre anatómicamentemoderno y el desarrollo del arte mobiliar, algo yaapuntado previamente (Pericot, 1942; Villaverdey Román, 2004; Villaverde et al., 2007-2008).

Las características tecnológicas descritas dotan aeste conjunto levantino de un carácter particular,que no encuentra correlato ni en la evidencia euro-pea ni tampoco en el sector cantábrico. Sus caracte-rísticas no constituyen rasgos distintivos de otrossitios con los que se ha venido comparando a losconjuntos mediterráneos recientemente, más alláde la aparición de utillaje de dorso abrupto. Para el“Gravetiense indiferenciado” del SO francés –faciestipológico-estadística que ha sido la última compa-rada con el contexto mediterráneo (Villaverde yRomán, 2004)– no se conocen métodos de talla delascas, ni el recurso a la talla bipolar, ni la asocia-ción de grupos tipológicos documentada, etc. Lasecuencia tecnológicamente más similar conocidahasta la fecha es el Abrigo de El Palomar (Yeste,Albacete), cuyos niveles V-III presentan unos carac-teres muy similares y el recurso a la talla bipolar estambién recurrente20. De hecho su vinculación tec-nológica con dicha secuencia se demostró con unanálisis de correspondencias, considerando lascaracterísticas técnicas de ambas secuencias21. Asi-mismo, posee múltiples concomitancias con losniveles gravetienses de Les Cendres (Villaverde yRomán, 2004), tanto por los principales grupostipológicos documentados en dicha secuencia,como por las principales metodologías de tallaconocidas a partir de la documentación publicada.

Por otra parte, al igual que ocurre con El Palo-mar y Les Cendres, resulta llamativa la abundan-cia de piezas astilladas, que en otras secuenciasadscritas al PSI indeterminado o Auriñacienseparece que son también morfotipo predominante,por ejemplo, en Cueva Foradada (Casabó, 1997)o en la Cueva Beneito22.

Del mismo modo, la revisión de esta secuenciaplantea un escollo importante a la visión unitaria

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19 Consideramos demostrado que los primeros no sonexcluyentes de los conjuntos definidos como auriñacienses,al igual que señaló F. Almeida (The terminal Gravettian ofportuguese Estremadura: Technological variability of the lithicindustrie. Tesis doctoral inédita presentada en 2000 enDedman College, Southern Methodist University) paracontextos gravetienses atlánticos.

20 Cf. n. 14.21 Ibidem.22 Comunicación personal de E. Domenech.

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del Gravetiense en el sector mediterráneo. Otrosconjuntos mediterráneos y del sur peninsular,como Cueva de Ángel, Nerja o Bajondillo (Cor-tés, 2007; Jordá et al., 2008; Utrilla et al., 2010),no han apuntado el bloque de características téc-nicas señaladas aquí, ni los grupos tipológicosresaltados en estos niveles de Les Mallaetes, por loque también secundan esta objeción sobre la pre-tendida unidad. En definitiva, nos inclinamos aproponer que a partir de los datos antiguos yrecientes genéricamente asignados al Gravetienseen la vertiente mediterránea se empieza a adivinarun desarrollo variable y específico pasado por altocon anterioridad por la asumida visión unitaria deesta cultura.

Esta revisión estratigráfica nos permite afirmarfinalmente que las hipótesis sobre el origen auri-ñacoide de estas industrias “gravetienses” no sepuede mantener por el momento con contun-dencia ante la magra evidencia asociada a dichotecnocomplejo.

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