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EXPEDIENTES DE CONCESIÓN DE LA REAL Y MILITAR ORDEN DE SAN FERNANDO

POR LA ACCIÓN DEL BARRANCO DEL LOBO (1909)

Nicolás ÁVILA SEOANE Universidad Complutense de Madrid

1. LA REAL Y MILITAR ORDEN DE SAN FERNANDO A finales de 1810, con los franceses a las puertas de Cádiz, las Cortes comenzaron a debatir varias propuestas sobre la manera de premiar a los militares que se hubieran distinguido especialmente en el campo de batalla. Resultado de aquellas sesiones fue la promulgación de un decreto el 31 de agosto de 1811 que instituía la Orden Nacional de San Fernando con cinco categorías de cruces, todas ellas con el busto de Fernando III rodeado por la leyenda Al mérito militar y, en el rever-so, La patria. Los diputados pretendían crear una condecoración ajena a las del Antiguo Régimen (basadas en la categoría social y no en los méritos militares)1 y sin carácter retroactivo, salvo para ciertos hechos

1 El preámbulo señalaba que la nueva distinción buscaba dos saludables fines, a

saber: que solo el distinguido mérito sea convenientemente premiado y que nunca pueda el favor ocupar el lugar de la justicia, y el art. 4 la destinaba a qualquier individuo del exército, desde el soldado hasta el general, por alguna de las accio-nes distinguidas que se señalan en este decreto, en función, eso sí, del rango del militar (Colección de los decretos y órdenes que han expedido las Cortes generales y extraordinarias desde su instalación en 21 de setiembre de 1810 hasta igual fe-cha de 1811, Cádiz, Imprenta Real, 1811, pp. 210-211).

NICOLÁS ÁVILA SEOANE

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de armas de la propia guerra de la Independencia pero nunca anterio-res2.

Regresado ya Fernando VII, propuso al duque de Wellington seña-lar un galardón al mérito combativo de españoles o aliados y él eligió la Orden de San Fernando salvándola así de la general abolición de lo decretado por las Cortes. Además, el 28 de noviembre de 1814 el rey había aprobado otra nueva condecoración, la Orden de San Hermene-gildo, en este caso a la constancia3.

El primer reglamento fue reformado dos veces en 1815 (19 de enero y 10 de julio)4 y, nuevamente, el 18 de mayo de 1862. Esta últi-ma reforma, presentada por el general Leopoldo O’Donnell y sanciona-da por Isabel II, estaba vigente en 1909 cuando tuvo lugar la acción que originó los expedientes en cuestión. Mantenía las cruces estableci-

2 J. L. ISABEL SÁNCHEZ, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando (Infan-

tería), t. I, vol. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001, pp. 25-28, “La orden de San Fernando en la guerra de la Independencia”, Revista de Historia militar, 55-extraordinario (2011), pp. 83-91, e “Historia de la Orden de San Fernando”, en J. PUIG DE LA BELLACASA ALBEROLA (dir.), Valor y heroísmo: II centenario de la Real y Militar Orden de San Fernando, Madrid, Ministerio de Defensa, 2013, pp. 37-42; A. DE CEBALLOS-ESCALERA GILA, J. L. ISABEL SÁNCHEZ y L. DE CEVALLOS-ESCALERA GILA, La Real y Militar Orden de San Fernando, Madrid, Palafox & Pezuela, 2003, pp. 31-37, y A. DE CEBALLOS-ESCALERA GILA, “Historia de la creación y trayectoria de la Orden de San Fernando”, Revista de Historia militar, 55-extraordinario (2011), pp. 36-42, y “La institución de la Real y Militar Orden de San Fernando. Breve examen comparativo en el contexto premial europeo”, Revista de Historia militar, 55-extraordinario (2011), p. 281.

3 J. L. ISABEL SÁNCHEZ, Caballeros de la Real y Militar Orden..., t. I, vol. I, p. 30, “La orden de San Fernando en la guerra de la Independencia”, p. 91, e “Historia de la Orden de San Fernando”, pp. 42-43; A. DE CEBALLOS-ESCALERA GILA, J. L. ISABEL SÁNCHEZ y L. DE CEVALLOS-ESCALERA GILA, La Real y Militar Orden de San Fernando, p. 42, y A. DE CEBALLOS-ESCALERA GILA, “Historia de la creación y trayectoria...”, pp. 46-47.

4 J. L. ISABEL SÁNCHEZ, Caballeros de la Real y Militar Orden..., t. I, vol. I, pp. 30-35, “La orden de San Fernando en la guerra de la Independencia”, pp. 92-93, e “His-toria de la Orden de San Fernando”, pp. 42-44; A. DE CEBALLOS-ESCALERA GILA, J. L. ISABEL SÁNCHEZ y L. DE CEVALLOS-ESCALERA GILA, La Real y Militar Orden de San Fernando, pp. 42-45, y A. DE CEBALLOS-ESCALERA GILA, “Historia de la creación y trayectoria...”, pp. 46-53.

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das en julio de 18155 y fijaba una pensión vitalicia de entre 400 y 40.000 reales anuales, solo transmisible a viudas, hijos o padres si eran de 2ª, 4ª o 5ª clase6.

En cuanto al procedimiento administrativo de concesión el artículo 20 determinaba que ninguna cruz de primera, segunda, tercera y cuarta clase de San Fernando podrá en adelante concederse sin que preceda juicio contradictorio, del cual resulte clara y plenamente probado que el hecho que lo motiva es distinguido o heroico, pudiendo celebrarse a propuesta del jefe superior del cuerpo o fuerza destacada testigo inme-diato de la acción [...] dentro del improrogable plazo de tres días después de aquella o bien a petición del interesado, que disponía de cinco días y debía contar con el informe favorable del superior (art. 21). En caso de fallecer en combate y no mediando la solicitud del jefe del cuerpo, la familia podía hacerlo durante dos meses cuando los causantes fallecie-ren en la Península, islas adyacentes y posesiones de África; cuatro meses cuando la muerte ocurra en las de América, y ocho si tiene lugar en las de Asia (art. 12). Recibida la propuesta por el jefe de brigada o de divi-sión, debía ser inmediatamente informada y dirigida al general en jefe del ejército, quien ordenaría instruir el proceso (art. 22). El dictamen

5 1ª clase (de oro, para servicios distinguidos de jefes y oficiales), 2ª (de oro y

laureada, para acciones heroicas de jefes y oficiales), 3ª (como la 1ª pero aña-diendo una placa de oro, para servicios distinguidos de generales y brigadie-res), 4ª (como la 1ª pero con la placa de oro, para acciones heroicas de genera-les y brigadieres), 5ª (gran cruz; laureada, con placa de oro, banda y venera, pa-ra los hechos distinguidos de los generales en jefe) y de plata sencilla o laurea-da (para tropa y suboficiales). Aparte de la bibliografía ya citada, puede verse también a este respecto J. ÁLVAREZ ABEILHÉ, “Cruces, medallas y distintivos de la Orden de San Fernando”, en J. PUIG DE LA BELLACASA ALBEROLA (dir.), Valor y he-roísmo: II centenario de la Real y Militar Orden de San Fernando, Madrid, Minis-terio de Defensa, 2013, pp. 65-85.

6 J. L. ISABEL SÁNCHEZ, Caballeros de la Real y Militar Orden..., t. I, vol. I, pp. 37-38, e “Historia de la Orden de San Fernando”, p. 46; A. DE CEBALLOS-ESCALERA GILA, J. L. ISABEL SÁNCHEZ y L. DE CEVALLOS-ESCALERA GILA, La Real y Militar Orden de San Fernando, pp. 60-61, y A. DE CEBALLOS-ESCALERA GILA, “Historia de la creación y trayectoria...”, pp. 65-68.


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debía someterse al parecer del Tribunal Supremo de Guerra y Marina (art. 23)7.

Vuelta a reglamentar en 1920, 1925, 1978 y 20018, la Orden sigue reconociendo hoy el “valor heroico y el muy distinguido”, aquel con la gran cruz laureada, la cruz laureada y la laureada colectiva, y este con la medalla militar individual o colectiva (art. 13, § 3)9.

2. LA GUERRA DE MELILLA (1909) Durante la segunda mitad del siglo XIX tanto Francia como Gran Breta-ña intentaron controlar el comercio, los recursos naturales y la posi-ción estratégica de Marruecos, política a la que se sumó poco después Alemania; a España, como nación más próxima, también le concernía pero, para evitar roces con las grandes potencias, se limitó a apoyar la independencia marroquí e impedir así un reparto que la dejara fuera. El 8 de abril de 1904 británicos y franceses firmaron la Entente cordial, que contemplaba ceder Egipto a los primeros, y Marruecos a los se-gundos, sin perjuicio de los derechos españoles sobre la costa norte marroquí. Este último punto se concretó el 3 de octubre en un conve-nio hispano-francés que reconocía la integridad de Marruecos y la so-beranía del sultán pero estableciendo dos zonas de influencia: una es-pañola al norte y otra francesa al sur.

Alemania fue la más perjudicada por estos tratados y, para resar-cirse, organizó un viaje del emperador Guillermo II (1888-1918) en la primavera de 1905 a Tánger donde proclamó su apoyo incondicional a la independencia absoluta del sultán respecto de las potencias extran-jeras, y promovió una conferencia internacional que se celebró en Al-

7 Gaceta de Madrid, 22 de mayo de 1862, p. 1. 8 J. L. ISABEL SÁNCHEZ, Caballeros de la Real y Militar Orden..., t. I, vol. I, pp. 40-42, e

“Historia de la Orden de San Fernando”, pp. 48-52; A. DE CEBALLOS-ESCALERA GILA, J. L. ISABEL SÁNCHEZ y L. DE CEVALLOS-ESCALERA GILA, La Real y Militar Orden de San Fernando, pp. 63-66 y 69-76, y A. DE CEBALLOS-ESCALERA GILA, “Historia de la creación y trayectoria...”, pp. 68-71 y 75-82.

9 Boletín Oficial del Estado, 14 de agosto de 2001, p. 30522.


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geciras entre enero y abril de 1906. El acta final primaba la posición anglo-francesa (respaldada por España, Italia, Portugal y Rusia), otor-gaba amplias facultades a Francia en la región fronteriza a Argelia, y a España en el Rif y las regiones fronterizas a las posesiones españolas. España, Francia y Gran Bretaña cerraron su alianza con los Acuerdos de Cartagena del 16 de mayo de 1907 que reincorporaban a España de pleno en la política internacional tras el Desastre del 98, manteniendo la situación en el estrecho de Gibraltar y excluyendo a Alemania del Mediterráneo occidental.

Desde ese momento los franceses acuciaron a España para llevar a cabo una conquista conjunta de Marruecos. Pero nuestro gobierno lo consideró incompatible con la situación del país y se atuvo a la letra de los acuerdos, que solo hablaban de mantener el statu quo. Ante la nega-tiva, Francia presionó para ampliar los límites del reparto de 1904 y firmó en febrero de 1909 un pacto con Alemania que le reconocía sus derechos políticos en Marruecos a cambio de cierta preponderancia económica. España buscó en vano el arbitraje de Gran Bretaña10.

La situación interna de Marruecos atravesaba a finales del siglo XIX y comienzos del XX un período de revueltas contra el sultán Abd al-Aziz (1894-1908) que se vieron agravadas en 1901 tras reformar los impuestos. El cabecilla de los sublevados era Yilayi ben Mohamed el-Yusfi ez-Zerhuni, apodado Bu Hamara (el Hombre de la Burra), que se hacía pasar por el príncipe Muley Mohamed, primogénito del difunto sultán Muyal Hassán (1873-1894), hermano de Abd al-Aziz. En no- 10 G. SANMARTÍN SOLANO, “La Compañía Española de Minas del Rif (1907-1984)”,

Aldaba: revista del Centro asociado a la UNED de Melilla, 5 (1985), pp. 58-59; R. DE LA TORRE DEL RÍO, “Entre 1898 y 1914: la orientación de la política exterior española”, en Política española y política naval tras el Desastre (1900-1914), Ma-drid, Instituto de Historia y Cultura Naval, 1991, pp. 12-18; M. C. GONZÁLEZ VELI-LLA, Orientación general de la política exterior española entre 1898 y 1907: los compromisos internacionales, tesis doctoral presentada en la Universidad Com-plutense de Madrid en 1998, pp. 217-435, y A. ATIENZA PEÑARROCHA, Africanistas y junteros: el ejército español en África y el oficial José Enrique Varela Iglesias, te-sis doctoral presentada en la Universidad de Valencia en 2012, pp. 28-33.


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viembre de 1902 Bu Hamara fue proclamado sultán y, tras varias esca-ramuzas, se hizo fuerte en Zeluán, en la cabila de Beni Bu Ifrur (unos treinta kilómetros al sur de Melilla), donde, para mantener su ejército, comenzó a negociar concesiones mineras a franceses y españoles.

Bu Hamara vendió los copiosos yacimientos de la cabila al ingenie-ro francés Massenet en mayo de 1907, pero, alegando retrasos en el pago, negoció en diciembre una nueva venta de dos de ellos, los de hie-rro de Uixán y Axara, a los españoles Enrique McPherson y Alfonso del Valle quienes, para asegurarse, solicitaron la aquiescencia del sultán legítimo Abd al-Aziz. También pretendía explotarlos la sociedad Razón Minera G. y A. Figueroa, vinculada al conde de Romanones, que final-mente optó por asociarse a McPherson y Del Valle para constituir el 21 de julio de 1908 la Compañía Española de Minas del Rif. Los franceses tuvieron que conformarse con el plomo de Afra. Enseguida se acometió construir un ferrocarril para transportar el mineral hasta el puerto de Melilla (línea de Beni Enzar a San Juan de las Minas).

Bu Hamara controlaba a duras penas el rechazo de los cabileños a franceses y españoles pero derrotado en septiembre en el Rif central tuvo que abandonar definitivamente Zeluán a principios de diciembre. A pesar de las negociaciones con los jefes de las cabilas, no cesaban los ataques a las minas y al tendido ferroviario que apenas había podido avanzar, y Francia amenazó con intervenir ante el riesgo de la explota-ción de Afra.

El 9 de julio de 1909 resultaron muertos seis trabajadores en la obra de un puente para el tren y el gobernador militar de Melilla José Marina Vega decide enviar tropas. Los cabileños, que dominaban la posición española en la escarpada ladera del monte Gurugú, consiguen llegar el día 22 con sus razias hasta las afueras de Melilla, y desensam-blar un buen trecho de raíl el 26 obligando a nuestro ejército al día siguiente a aprovisionarse con mulos. La brigada de cazadores de Ma-drid del general Guillermo Pintos, que escoltaba el convoy, quedó ais-lada en el barranco del Lobo y, en su avance hacia la cima del Gurugú,


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fue diezmada por los rifeños. A primera hora de la tarde el gobernador Marina, que observaba la operación desde más abajo, recibió la noticia de la muerte del general Pintos y de la desesperada situación de la bri-gada, ordenando su repliegue bajo apoyo artillero. Murieron 153 mili-tares11.

11 G. SANMARTÍN SOLANO, “La Compañía Española de Minas del Rif (1907-1984)”,

pp. 59-63; M. R. DE MADARIAGA ÁLVAREZ-PRIDA, “Melilla y la fiebre minera en el primer cuarto del siglo XX”, Aldaba: revista del Centro asociado a la UNED de Melilla, 19 (1992), pp. 188-194, En el barranco del Lobo. Las guerras de Marrue-cos, Madrid, Alianza Editorial, 2005, pp. 43-54, y “La guerra de Melilla o del ba-rranco del Lobo, 1909”, en E. MARTÍN CORRALES (ed.), Semana Trágica. Entre las barricadas de Barcelona y el barranco del Lobo, Barcelona, Ediciones Bellaterra, 2011, 91-110, y A. ATIENZA PEÑARROCHA, Africanistas y junteros: el ejército espa-ñol en África..., pp. 39-42 y 50-95.


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3. LOS LAUREADOS DEL BARRANCO DEL LOBO Por la acción del 27 de julio de 1909 fueron condecorados con la Real y Militar Orden de San Fernando nueve militares, todos ellos con la cruz de segunda clase12:

– El teniente coronel Tomás Palacios Rodríguez (Santoña, Canta-bria; 1856), veterano de la Tercera Guerra Carlista y de la de Cuba, que mandaba el batallón de Las Navas13.

– Los comandantes Ricardo Fresneda Calsamiglia (Madrid; 1865)14 y Eduardo López-Nuño y Moreno (Granada; 1863)15.

12 J. L. ISABEL SÁNCHEZ, Caballeros de la Real y Militar Orden..., t. I, vols. I y II, y A. DE

CEBALLOS-ESCALERA GILA, J. L. ISABEL SÁNCHEZ y L. DE CEVALLOS-ESCALERA GILA, La Real y Militar Orden de San Fernando, pp. 417-418.

13 Archivo General Militar de Segovia (en adelante AGMS), sección 9ª, caja 4255, exp. 33.760. Real orden de concesión: 29 de mayo de 1913. Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 30 de mayo de 1913 (núm. 116), p. 655 (en la extrema vanguardia desde el comienzo de la acción, fue herido gravemente, no obstante lo cual continuó alentando a su tropa con su ejemplo y valor heroico hasta que recibió otra herida en la cabeza que le produjo la muerte).

14 AGMS, sección 9ª, caja 2179, exp. 17.551. Real orden de concesión: 29 de agosto de 1910. Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 30 de agosto de 1910 (núm. 188), p. 600 (al mando de dos compañías del batallón cazadores de Llerena nú-mero 11, marchando contra el enemigo, fue herido; no obstante lo cual, continuó avanzando hasta que, herido otra vez, hubo de hacer alto, negándose a ser retirado del campo de batalla, continuando en su puesto animando y obligando a incorporarse a la línea de fuego a los que se acercaron a él para conducirlo a la ambulancia, hasta que poco después quedó muerto).

15 AGMS, sección 9ª, caja 3133, exp. 25.106. Real orden de concesión: 27 de di-ciembre de 1912. Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 28 de diciembre de 1912 (núm. 293), p. 803 (perteneciendo al batallón cazadores de Las Navas nú-mero 10, recibió orden del primer jefe de tomar una posición en la que el enemigo, en número muy considerable, se hallaba bien parapetado y hacía nutrido y mortí-fero fuego, orden que cumplió cargando sobre él al frente de su tropa con entu-siasmo y serenidad, tomando luego el mando del batallón por haber muerto el te-niente coronel y prosiguiendo el avance, no obstante ser herido gravemente en el pecho en el momento más rudo de la acción y, a pesar de lo cual y de la gravedad de la herida, continuó alentando a sus fuerzas y avanzando con ellas en la línea de fuego a medida que esta se adelantaba hasta que murió de un segundo balazo que le hirió en la frente).


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– Los capitanes Ángel Melgar y Mata (El Romeral, Toledo; 1876)16, Enrique Navarro y Ramírez de Arellano (Madrid; 1877)17 y Rafael Mo-reno Guerra Alonso (Puerto Real, Cádiz; 1880)18, los dos primeros ve-teranos de Cuba.

– Los tenientes Joaquín Tourné y Pérez-Seoane (Toledo; 1886)19 y Braulio de la Portilla y Sancho (Córdoba; 1888)20.

16 AGMS, sección 9ª, caja 3679, exp. 29356. Real orden de concesión: 22 de julio

de 1912. Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 24 de julio de 1912 (núm. 165), p. 204 (al frente de tres compañías del batallón cazadores de Arapiles nú-mero 9 a que pertenecía, atacó briosamente a numeroso enemigo apostado en el citado barranco, alentando a su tropa y dándole constante ejemplo de valor y energía, sufriendo dos heridas en una pierna y en el cuello que, a pesar de la im-portancia que debieron de tener, no aminoraron ni un momento su decisión ni fueron bastantes a impedirle continuar con igual brío el avance y la lucha hasta que otra bala le produjo herida mortal en el pecho).

17 AGMS, sección 9ª, caja 4017, exp. 31953. Real orden de concesión: 22 de enero de 1914. Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 23 de enero de 1914 (núm. 18), p. 177 (asistió al expresado hecho de armas como capitán del batallón caza-dores de Arapiles número 9, poniéndose al frente de sus tropas a pesar de encon-trarse enfermo, avanzando a costa de su indomable energía y del elevado espíritu que tenía del cumplimiento del deber, no cesando de dar pruebas de valor y sere-nidad, después de herido gravemente en la reñida lucha sostenida con el enemigo hasta perder la vida).

18 AGMS, sección 9ª, caja 3935, exp. 31.289. Real orden de concesión: 27 de di-ciembre de 1912. Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 28 de diciembre de 1912 (núm. 293), pp. 803-804 (al mando de la segunda compañía del batallón cazadores de Llerena número 11 a que pertenecía, penetró con su fuerza desple-gada en un barranco donde sostuvo reñidísima lucha con numeroso enemigo, lle-gando a combatir al arma blanca y logrando así avanzar hasta la salida de aquel paso y tomar una posición, después de ser herido, al frente de su compañía, siem-pre animando a su tropa con la palabra y el ejemplo y demostrando valor extra-ordinario en la referida posición, en la que prosiguió combatiendo hasta quedar malherido o muerto cuando se retiraron las tropas).

19 AGMS, sección 9ª, caja 5731, exp. 45.246. Real orden de concesión: 2 de marzo de 1911. Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 3 de marzo de 1911 (núm. 49), p. 573 (después de haber sido muertos o heridos los dos jefes del batallón ca-zadores de Las Navas número 10 a que pertenecía, el capitán de su compañía y la mayor parte de los demás oficiales, logró el teniente Tourné reunir y hacer avan-zar, sin más ayuda e impulso que su propio espíritu, a 30 o 40 hombres que, sujes-tionados por su iniciativa, le siguieron y tomaron briosamente la posición más avanzada que se llegó a ocupar, defendida por un enemigo muy superior en nú-


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– El capellán castrense Jesús Moreno Álvaro, único laureado su-perviviente (Horcajada de la Torre, Torrejoncillo del Rey, Cuenca; 1870), asesinado en Madrid durante el verano de 193621.

4. EL EXPEDIENTE DE JUICIO CONTRADICTORIO Y SUS DOCUMENTOS Estudiar ese preceptivo trámite procesal es el objeto aquí planteado, que se va a apoyar sobre todo en el del capellán Jesús Moreno Álvaro, aunque sin obviar algún otro cuando resulte oportuno.

4.1. Iniciación Según el artículo 21 el propio interesado o su mando debían solicitar la recompensa en los días inmediatos a la acción, o bien los familiares del caído en los dos meses siguientes. Así, la instancia del capellán Moreno va fechada en el campamento del Zoco, 28 julio 1909. Se trata del tipo

mero, perdiendo las dos terceras partes de su tropa, sin que le hiciera vacilar el estar herido en una pierna, y recibiendo, ya tomada la posición, otra herida que poco después le ocasionó la muerte).

20 AGMS, sección 9ª, caja 3022, exp. 24.224. Real orden de concesión: 3 de mayo de 1911. Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 5 de mayo de 1911 (núm. 99), p. 278 (fue herido gravemente hallándose al frente de la compañía del batallón cazadores de Llerena a que pertenecía, continuando, no obstante, el avance, arengándola y contribuyendo al ataque personalmente, batiéndose con un fusil que encontró sobre el terreno, perteneciente a un soldado muerto, dando un alto ejemplo de espíritu militar y abnegación dignos de la más alta recompensa, hasta ser nuevamente herido, muriendo después a consecuencia de las heridas sobre el campo de batalla).

21 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172. Real orden de concesión: 20 de abril de 1910. Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 22 de abril de 1910 (núm. 87), p. 194 (el expresado capellán, excediéndose en el cumplimiento de su deber, no se apartó un momento de las fuerzas avanzadas, prestando con grave riesgo los auxilios de su sagrado ministerio y auxiliando a los médicos en la curación de los heridos). Véanse J. M. GÁRATE CÓRDOBA (dir.), Un capellán en el barranco del Lobo, Madrid, Ornigraf, 1969, y P. SAGARRA RENEDO, “Apuntes histórico-jurídicos sobre la jurisdicción eclesiástica castrense”, Apuntes. Revista de Historia Con-temporánea, 72 (2010), pp. 64-65. No lo mencionan en cambio J. L. ISABEL SÁN-CHEZ, Caballeros de la Real y Militar Orden..., t. I, vols. I y II, ni A. DE CEBALLOS-ESCALERA GILA, J. L. ISABEL SÁNCHEZ y L. DE CEVALLOS-ESCALERA GILA, La Real y Mili-tar Orden de San Fernando, pp. 319-436.


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diplomático que había reemplazado a la petición del Antiguo Régimen, de formulario muy semejante, salvo que desaparece la invocación sim-bólica, los términos expone y solicita o suplica incoan exposición y sú-plica, y la data se hace constante22.

Es un documento muy sencillo, redactado en las dos primeras pá-ginas de un bifolio, encabezado por la dirección, reducida al tratamien-to y centrada en el margen superior (Excelentísimo señor). Bajo ella se suceden: intitulación (don Jesús Moreno Álvaro, capellán párroco cas-trense del batallón cazadores de Las Navas número 10), exposición (a Vuestra Excelencia con el mayor respeto expone que en el ataque a las lomas del monte del Gurugú dado el día veinte y siete del actual, el que suscribe, animado de su amor a la humanidad y deseando administrar los auxilios de su sagrado ministerio al mayor número posible de heridos graves de este batallón, no vaciló en llevarlos a las líneas más avanzadas de fuego, logrando administrar los referidos auxilios a gran número de moribundos como pueden justificarlo testigos presenciales. Y creyéndose comprendido en el reglamento de la Orden de San Fernando), petición (a Vuestra Excelencia respetuosamente suplica se sirva ordenar la apertura del correspondiente juicio contradictorio para el ingreso del que suscribe en dicha Orden, recompensa que prefiere a cualquier otra que pudiera corresponderle por dicho hecho), cláusula de cortesía (gracia que espera merecer de Vuestra Excelencia cuya vida guarde Dios muchos años) y la data antes vista. Al pie firma el capellán, y en la esquina inferior dere- 22 J. J. REAL DÍAZ, Estudio diplomático del documento indiano, Sevilla, Escuela de

Estudios Hispano-Americanos, 1970, pp. 74-79; M. T. FERNÁNDEZ BAJÓN, “Docu-mentación administrativa: una revisión de las tipologías documentales admi-nistrativas comunes”, Revista general de información y documentación, 6-2 (1996), p. 87, y “Documentación administrativa”, en M. MACIÁ GÓMEZ (ed.), Ma-nual de documentación jurídica, Madrid, Editorial Síntesis, 1998, p. 303; P. L. LORENZO CADARSO, El documento real en la época de los Austrias (1516-1700), Cá-ceres, Universidad de Extremadura, 2001, pp. 75-78, y La documentación judi-cial en la época de los Austrias. Estudio archivístico y diplomático, Cáceres, Uni-versidad de Extremadura, 2004, pp. 118-119, y M. ROMERO TALLAFIGO, Historia del documento en la Edad Contemporánea. La comunicación y la representación del poder central de la nación, Sevilla, S&C Ediciones, 2002, pp. 151-154.


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cha se repite la dirección, especificando ahora el empleo: Excelentísimo señor comandante general del ejército de operaciones, esto es, el tenien-te general José Marina Vega, gobernador militar de Melilla23.

El resto de laureados había fallecido y fueron sus padres o viudas quienes presentaron las instancias. En varios casos no era la primera baja de la familia; en otros, por la tardanza en la recuperación del ca-dáver o no poder patentizar el fallecimiento se agotaba el plazo, cir-cunstancia que piden soslayar.

Excelentísimo señor: Doña Teresa López-Mateos, viuda del teniente coronel de Infantería don

Eduardo López-Nuño y Moreno, muerto gloriosamente en el campo de bata-lla el día 27 de julio último, a Vuestra Excelencia con la mayor consideración expone que, por los detalles que poco a poco va conociendo, en forma verídi-ca, de la conducta militar de su malogrado esposo (que en paz descanse) en el combate librado en dicha fecha en las vertientes del Gurugú, entre cuyos informes consta de manera cierta que al caer muerto el primer jefe de caza-dores de Las Navas don Tomás Palacio, viendo el esposo de la que subscribe que un grupo de moros trataba de llevarse su cadáver, alentó a unos cuantos soldados de su batallón diciéndoles “arriba, cazadores, vamos por el cadáver de nuestro jefe”, logrando rescatarlo después de hacer huir al enemigo, pero siendo entonces López-Nuño herido gravísimamente, muriendo pocos ins-tantes después sin tener la suerte de que su cadáver fuera recogido.

Considerando que quizás esa circunstancia y otras de su proceder pudie-ran estar comprendidas en alguno de los casos del reglamento de la Real y Militar Orden de San Fernando, con lo que honraría la memoria de su esposo (que en paz descanse) y beneficiaría el triste porvenir de su hijo, niño de nueve años, a Vuestra Excelencia rendidamente suplica que, si lo tiene a bien, se digne ordenar la instrucción del oportuno expediente que aclare el dere-cho que hubiere del difunto teniente coronel don Eduardo López-Nuño a la cruz de San Fernando.

Gracia que espera obtener de la bondad de Vuestra Excelencia cuya vida guarde Dios muchos años.

Madrid, 30 de agosto 1909. Excelentísimo señor. Teresa López-Mateos, viuda de López-Nuño (rúbrica). Domicilio: Madrid, calle de San Bernardo 4424.

23 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, ff. 3-3v. 24 AGMS, sección 9ª, caja 3133, exp. 25.106, ff. 1-1v.


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Excelentísimo señor: Doña Esperanza Alonso y Sanjurjo, viuda del capitán de navío de primera

clase don Antonio Moreno de Guerra y Groquer, con cédula personal número 9165 de 7ª clase, domiciliada en Madrid, calle de Santa Teresa, número 11, cuarto 3º derecha, madre del capitán de infantería don Rafael Moreno de Guerra y Alonso, que mandaba la segunda compañía del batallón de Llerena número 11 de la primera brigada de cazadores en la acción del día 27 del próximo pasado mes de julio, a Vuestra Excelencia con el debido respeto ex-pone que en aquel combate desapareció su hijo y, no haviendo esperanzas de que viva y pueda por sí mismo solicitar recompensa por su conducta durante el mismo, ha procurado indagarla y obtenido las noticias que expone.

Durante aquella acción permaneció en su sitio, que era al frente de la 2ª compañía. Avanzó con la misma hasta un grupo de chumberas donde el fuego era muy recio y de donde no pudieron continuar avanzando. Allí sostuvo personalmente el fuego animando a los soldados con su ejemplo con un fusil hasta la hora del toque de retirada, a pesar de estar herido con tres balazos, uno en el pecho, otro en el vientre y en una rodilla el tercero. Después del to-que de retirada no he podido, Excelentísimo señor, saber lo que le ocurrió, solo que no fue llevado a la plaza herido ni tampoco su cadáver fue conduci-do a aquella, haciéndome todo creer debió morir en el campo a consecuencia de sus graves heridas.

Creyendo que el hecho de haber estado haciendo fuego después de herido para animar a la gente está comprendido en el punto séptimo del artículo veinte y siete de la ley del 18 de mayo de 1862 como heroico, suplico a Vues-tra Excelencia que, no habiendo transcurrido el plazo de dos meses prefijado en el artículo 12, párrafo 2º, se sirva mandar se abra el juicio contradictorio que señala el artículo 20 a fin de obtener la cruz de segunda clase de la Real y Militar Orden de San Fernando.

Es gracia que no dudo alcance de Vuestra Excelencia cuya vida Dios guar-de muchos años.

Cádiz, 14 de septiembre de 1909. Excelentísimo señor. Esperanza Alonso, viuda de Moreno-Guerra (rúbrica). Excelentísimo señor general en jefe del ejército de operaciones en Meli-

lla25.

Excelentísimo señor: Doña Patrocinio Sancho Varela, viuda del general don Leoncio de la Porti-

lla, con cédula personal de sexta clase número nueve mil trescientos doce, y madre del segundo teniente del batallón de cazadores de Llerena número 11, don Braulio de la Portilla y Sancho, que murió gloriosamente en el hecho de armas ocurrido el día veintisiete de julio del presente año contra los riffeños

25 AGMS, sección 9ª, caja 3935, exp. 31.289, ff. 1-2v.


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al atacar las fuerzas españolas las posiciones enemigas en las estribaciones del Gurugú, a Vuestra Excelencia repetuosamente tiene el honor de exponer que en el expresado combate su citado hijo quedó, según noticias, mandando los restos de su compañía y otros grupos de soldados del batallón, defen-diéndose, herido ya, armado de fusil, hasta el último momento, en que cayó para siempre muerto de tres balazos, conteniendo al enemigo que se echó encima de aquel puñado de héroes.

La exponente tiene el honor de hacer presente a Vuestra Excelencia que, desconociendo el paradero y fin de su hijo hasta hace pocos días que sus res-tos fueron encontrados y trasladados a la plaza de Melilla con los de sus va-lientes compañeros, no ha podido solicitar dentro del plazo reglamentario la formación del juicio contradictorio que se solicita.

Es gracia que espera alcanzar de Vuestra Excelencia cuya vida guarde Dios muchos años.

Madrid a diez y nueve de octubre de mil novecientos nueve. Excelentísimo señor. Patrocinio Sancho, viuda de La Portilla (rúbrica). Excelentísimo señor general en jefe del ejército de operaciones, Melilla26.

La del teniente coronel Manuel Tourné solicitando la laureada para su hijo Joaquín va dirigida a Alfonso XIII y teñida de barroquismo, ca-racterística más propia de las peticiones del siglo XVII27:

Señor: Don Manuel Tourné y Esbry, teniente coronel del Estado Mayor con des-

tino en el Estado Mayor Central del Ejército, a Vuestra Majestad con el debi-do respeto expone lo que sigue.

El veintisiete de julio último fue muerto en el combate librado en las lo-mas del Gurugú mi amadísimo hijo don Joaquín Tourné y Pérez Seoane, pri-mer teniente entonces, hoy capitán gracias a la magnanimidad de los genero-sos sentimientos de Vuestra Majestad, del batallón de cazadores de Las Na-vas, sacrificando valerosamente la vida por nuestra querida patria y en ser-vicio de su rey, al que adoraba con impetuosa admiración.

Las noticias recibidas de la gloriosa muerte de mi hijo queridísimo, al amargar mi alma por la pérdida sufrida, llenaron de legítimo orgullo mi exal-tado corazón, pues todos han coincidido en asegurar que el teniente Tourné, después de ver caer muertos a su valeroso general y a sus dos queridos jefes, tuvo sin desmayar un punto el sentimiento de que fueran heridos su capitán y los dos subalternos que con él compartían el servicio de la primera compa-ñía, llegando con solo doce hombres a ocupar la más avanzada de las posi-

26 AGMS, sección 9ª, caja 3022, exp. 24.224, ff. 1-1v. 27 P. L. LORENZO CADARSO, El documento real en la época..., p. 78.


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ciones que en aquel día se tomaron al enemigo, con tal fatal suerte que ape-nas ocupada fue herido de un balazo en el cráneo que le dejó tiempo para en-comendar su alma a Dios, dar un viva a España, animar a su gente y dedicar un recuerdo a su queridísima madre. Esta conducta, señor, deducida de las cartas que me han dirigido el comandante en jefe del ejército de operaciones, el nuevo teniente coronel del batallón de Las Navas, el capellán del mismo, el teniente don Juan Ramírez y otros jefes, oficiales y tropa, tales como el capi-tán Caballero, teniente García Riva, médico segundo don Manuel Bastos, sar-gento Ureña, cabo Gella, etcétera, que unos de palabra y otros por escrito han procurado consolar mi aflicción con el poderoso estímulo del valor demos-trado por mi hijo, me hicieron concebir la remota esperanza de que se hubie-ra hecho acreedor a ingresar en la Orden de San Fernando, recibiendo así después de muerto la más preciada recompensa que en vida ambicionó. La sospecha de que el amo[r pater]nal me cegara o de qu[e la] amistad de mis bueno[s com]pañeros exagerara los [méritos] de mi hijo para procu[rar le]nitivos a mi amarga [pena], me hicieron en mi pr[opósito] desistir de tan alaga[dora idea], pero han sido tantas la[s mani]festaciones de admiración por la conducta de To[urné que] he recibido que, después [de con]sultar a personas imp[ortantes], ante el temor de que m[i exceso] de modestia me conde[nara] a restar a la memoria [de mi] hijo inolvidable la glo[ria que] honradamente se pued[e haber] ganado, y teniendo en [consideración] que sus jefes inmediatos no han podido tomar la iniciativa en tan delicado asunto por haber caído muertos o heridos antes de su muerte, me determino a diri-girme a Vuestra Majestad suplicándole respetuosamente se digne disponer se abra juicio contradictorio en averiguación de si los méritos contraídos por el teniente de cazadores de Las Navas número diez, don Joaquín Tourné y Pérez-Seoane, se ha hecho o no acreedor a que se le conceda la cruz de San Fernando de primera o segunda clase.

Gracia que espera alcanzar de Vuestra Majestad cuya vida guarde Dios muchos años para bien de la patria.

Madrid veinticuatro de agosto de mil novecientos nueve. Señor. A sus reales pies de Vuestra Majestad. Manuel Tourné (rúbrica)28.

Estas instancias, que constituyen el primer trámite procesal, se ha-cen preceder de una portada de contenido similar a la de los juicios de la Edad Moderna: fecha, tipo de juicio, motivo, litigantes, juez instruc-

28 AGMS, sección 9ª, caja 5731, exp. 45.246, ff. 1-2v.


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tor y escribano. Su función era básicamente por facilidad archivística, similar a las actuales carpetillas de expedientes29.

En las portadas que nos atañen constan data tópica y crónica en la parte superior (1909, campaña de Melilla; campamento de Zeluán, cuerpo de ejército en operaciones, año de 1909; plaza de Madrid, año de 1909...), el título en el centro de la hoja (expediente de juicio contradic-torio para la concesión de la cruz de la Orden Militar de San Fernando al comandante don Eduardo López-Nuño y Moreno; juicio contradictorio para la cruz de San Fernando que solicita doña Esperanza Alonso San-jurjo para su hijo el capitán que fue de infantería don Rafael Moreno Guerra y Alonso; expediente de juicio contradictorio para averiguar el derecho que tenga a la cruz de 1ª o 2ª clase de la Orden Militar de San Fernando el capitán fallecido de Ynfantería don Joaquín Tourné Pérez de Seoane...), y a dos columnas en la parte inferior el juez o fiscal y el se-cretario encargados del proceso (juez ynstructor el comandante de Es-tado Mayor del ejército don Antonio Rabadán y Gijón, secretario el capi-tán de ynfantería don José Ortiz Gómez; fiscal instructor comandante del cuerpo de Estado Mayor del ejército don Cándido Pardo González; secre-tario señor teniente de infantería don Nicolás Toledo García...). Suelen ir bajo el título las fechas del suceso y la apertura del procedimiento (ocurrió el hecho de armas el 27 de julio de 1909, dieron principio las actuaciones en 29 de agosto de 1909).

Si la solicitud era del propio candidato, el artículo 21 del reglamen-to de 1862 exigía que en ningún caso podrá dejar de cursarse con favo-rable o adverso informe de su jefe. Por eso, en el margen izquierdo de la instancia del capellán Jesús Moreno, el coronel jefe accidental Luis Aranda añadió un breve informe. Aunque de formulario menos rígido

29 J. R. CRUZ MUNDET, Manual de Archivística, Madrid, Fundación Germán Sánchez

Ruipérez, 2001, pp. 151-152; P. L. LORENZO CADARSO, La documentación judicial..., pp. 82-83, y M. ROMERO TALLAFIGO, Historia del documento en la Edad Contempo-ránea..., pp. 167-169.


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que en otros tipos documentales30, sí hay datos básicos, presentes ya desde el Antiguo Régimen31: dirección con tratamiento protocolario, destacada en el margen superior (Excelentísimo señor), intitulación (falta en este caso), exposición (el capellán del batallón de cazadores de Las Navas número diez don Jesús Moreno Álvaro acusa a Vuestra Exce-lencia su súplica de que se digne ordenar la apertura de juicio contradic-torio para que se le conceda ingreso en la esclarecida Orden de San Fer-nando en vista de los servicios que prestó durante el combate sostenido contra los moros en el Gurugú el día veinte y siete de julio último), dic-tamen (por los antecedentes que de testigos presenciales se ha procura-do el jefe que tiene el honor de informar, resultan ciertos los hechos que el recurrente expone, por cuya circunstancia tiene el honor de dar curso a la justicia para la resolución que estime procedente), cláusula de cor-tesía (que aquí no se incluyó), data (campamento Zoco, 2 agosto 1909) y suscripción: el coronel jefe accidental, Luis Aranda (rúbrica)32.

4.2. Instrucción Recibida la solicitud, el general Marina designó instructor y secretario mediante el modelo de decreto empleado para atender peticiones o recursos de las partes, y de estructura muy simple33, en este caso: dis-posición, cláusula de publicación, data completa y suscripción.

Se abre el juicio contradictorio que solicita don Jesús Moreno Álvaro, ca-pellán castrense.

Se nombra juez instructor a don Antonio Rabadán y Gijón, comandante del cuerpo de Estado Mayor del ejército, y secretario a don José Ortiz Gómez, capitán de ynfantería.

Publíquese en la Orden General del ejército, conforme a la ley y hecho, se-gún se previene en el formulario. Vuelva todo para la providencia que co-rresponda.

30 M. T. FERNÁNDEZ BAJÓN, “Documentación administrativa: una revisión...”, pp. 82-

86, y “Documentación administrativa”, pp. 299-302. 31 P. L. LORENZO CADARSO, La documentación judicial..., pp. 112-113. 32 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, ff. 3-3v. 33 P. L. LORENZO CADARSO, El documento real en la época..., p. 147, y La documenta-

ción judicial..., p. 99.


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Melilla, 3 de agosto de 1909. El comandante en jefe, Marina (rúbrica)34.

Sigue el acta de aceptación como secretario del capitán Ortiz, que, como toda acta tiene el carácter expositivo que da fe de un hecho; ex-cepcionalmente esta no va incoada por la fecha35.

En virtud del decreto anterior, se presentó don José Ortiz Gómez, capitán de ynfantería, secretario nombrado en el mismo, y habiendo aceptado su cargo ofreció bajo palabra de honor desempeñarlo fiel y lealmente, firmán-dolo ambos en Melilla a cuatro de agosto de mil novecientos nueve.

Antonio Rabadán (rúbrica). José Ortiz (rúbrica)36.

Se abre sin más la instrucción del procedimiento a través de otra acta del 4 de agosto37 donde consta la publicación del llamamiento de testigos:

Anuncio. Don Antonio Rabadán Gijón, comandante del cuerpo de Estado Mayor del

ejército, se halla instruyendo, por disposición del Excelentísimo señor gene-ral comandante en jefe del ejército de operaciones, el proceso prevenido en la ley de 18 de mayo de 1862 a don Jesús Moreno Álvaro, capellán castrense, que solicita la cruz de San Fernando de primera clase por el mérito que con-trajo el día 27 de julio último en el combate sostenido con los moros en las estribaciones del monte Gurugú al que concurrió con el batallón cazadores de Las Navas número diez a que pertenece y en cuyo combate, animado de su amor a la humanidad y deseando administrar los auxilios de su sagrado mi-nisterio al mayor número posible de heridos graves de su batallón, no vaciló en llevarlos a las líneas más avanzadas de fuego, logrando administrar los re-feridos auxilios a gran número de moribundos.

Si algún individuo de la misma clase o superior a la del interesado tuviese que exponer en favor o en contra del derecho que cree asistirle, podrá hacer-lo presentándose a dicho señor juez por escrito bajo su palabra de honor o según corresponda a su clase, dentro del término preciso de ocho días con-tados desde la fecha en que se publique este anuncio en la Orden General.

Antonio Rabadán (rúbrica)38. 34 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, f. 3v. 35 M. T. FERNÁNDEZ BAJÓN, “Documentación administrativa: una revisión...”, pp. 86-

87, y “Documentación administrativa”, pp. 302-303. 36 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, f. 4. 37 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, f. 4.


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Las siguientes diligencias dejan sendas actas: el 5 de agosto, de ha-ber solicitado el juez copia del parte oficial de la acción39, y el día 15, de haber sido autorizada la declaración de los testigos:

En Melilla a quince de agosto de mil novecientos nueve el señor juez dis-puso, en vista de que hasta el presente no se ha recibido el parte de la acción a que corresponde este juicio y con objeto de no demorar el curso de las ac-tuaciones, dispuso se comenzase por recibir declaración a los testigos de ofi-cio y a los que tenían solicitado declarar en él, sin perjuicio de ampliar las di-ligencias si fuesen necesarias cuando se reciba dicho parte.

Los mencionados testigos son don Miguel Goded Llopis, capitán del bata-llón cazadores de Las Navas número diez; don Luis Pumarada Alacís, segun-do teniente del mismo cuerpo; don Bonifacio González Nieto, de igual clase y cuerpo; don Juan Ramírez González, del propio cuerpo, y el cabo Jesús Eche-varría Canbín, cabo de practicantes del mismo batallón.

Y para que conste, certifico. Antonio Rabadán (rúbrica)40.

Los interrogatorios a estos militares se produjeron el 23 de agosto, extendiéndose además el día 25 al capellán segundo Francisco Ocaña Téllez, el médico primero Eduardo Sánchez Martín y el cabo Avelino García y García, y el 9 de septiembre al primer teniente Evelio Fernán-dez Quinteo41. Se trata de informaciones, es decir, un tipo de interroga-torio prefijado y secreto hecho ante el juez. Tras deponer se leía al tes-tigo el acta levantada y, si acorde, la firmaba junto a instructor y secre-tario. Cada deposición genera su acta42 con data completa, exposición (transcripción literal de preguntas, a veces abreviada, y respuestas), cláusulas de ratificación de juramento43 y corroborativa, y las suscrip-ciones de juez, escribano y testigo.

38 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, f. 5. 39 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, f. 5v. 40 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, ff. 5v-6. 41 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, ff. 6v-12v. 42 P. L. LORENZO CADARSO, La documentación judicial..., pp. 107-108 y 147-148. 43 Preceptivas en los interrogatorios según el profesor Lorenzo Cadarso (“Cláusu-

las y formulismos en la documentación judicial castellana de los siglos XVI y XVII”, Signo. Revista de Historia de la Cultura escrita, 6 (1999), p. 218, y La do-cumentación judicial..., p. 67).


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Todos los que presenciaron u oyeron de la gesta del capellán aprueban que se le dé la laureada, pero también hay quienes no tienen nada que aportar:

Declaración del capitán don Miguel Goded Llopis, del batallón cazadores de Las Navas número diez.

En Melilla a veintitrés de agosto de mil novecientos nueve el testigo del margen compareció previa citación por haber pedido declarar en este juicio y ofreció por su palabra de honor decir verdad en lo que fuere interrogado.

Preguntado si conoce a don Jesús Moreno Alonso, capellán castrense con destino en el cuerpo del testigo, si sabe que se encontrara en el combate del día veintisiete de julio último en las estribaciones del Gurugú, y si tiene con él alguna relación favorable o contraria que le impida declarar en el juicio que se le sigue para obtener la cruz de San Fernando de primera clase, dijo que sí le conoce y sabe que se encontró en el mencionado combate, y no tiene con él ninguna relación favorable ni contraria que le impida declarar en el presente juicio.

Preguntado si sabe, como testigo presencial o por referencia, que don Je-sús Moreno Álvaro capellán castrense, acometiese en el combate citado del día veintisiete de julio último algún hecho distinguido o heroico que esté comprendido en los artículos veinticinco y veintisiete del reglamento de la Orden de San Fernando que previamente lee, dijo que por referencias sabe que el capellán del batallón cazadores de Las Navas don Jesús Moreno Álvaro auxilió en la línea de guerrillas a algunos heridos administrándoles sin duda alguno de los sacramentos de la religión y durante el fuego con el enemigo, por lo cual cree que está comprendido en el caso setenta del artículo veinti-cinco del reglamento de la Orden de San Fernando.

Y después de leer esta su declaración se afirmó y ratificó en su contenido por la palabra de honor empeñada, firmando con el señor juez el testigo, de que certifico.

Antonio Rabadán (rúbrica). Miguel Goded (rúbrica). José Ortiz (rúbrica).

[Luis Pumarada Alacís] dijo que no ha presenciado y que tampoco tiene referencias exactas de personas que lo hubieran presenciado, que el capellán don Jesús Moreno auxiliase a los heridos en la línea de fuego y por tanto ig-nora que este hecho tuviese lugar y por tanto si está o no comprendido en los artículos y casos que cita el reglamento de la Orden de San Fernando.

[Jesús de Echevarría Canbín] dijo que efectivamente el día citado y en el combate que tuvo lugar en las estribaciones del Gurugú el capellán del bata-llón don Jesús Moreno acompañó hasta la línea de fuego al batallón adminis-trando los auxilios espirituales a los moribundos que los necesitaban, recor-dando el caso del gastador de la cuarta compañía Manuel Parente Alcázar, que fue auxiliado espiritualmente poco antes de morir en el campo de bata-


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lla. Y que además auxilió también en la línea de guerrillas la curación de he-ridos que ejecutaba el que declara, siendo entre otras una de ellas la de Jesús Gisao Besihuete. Que esto lo asegura como testigo presencial y que por tanto cree que está comprendido en el caso setenta del artículo veinticinco de la Orden de San Fernando.

[Eduardo Sánchez Martín] dijo: que efectivamente durante mucho tiempo del combate del día veintisiete de julio último estuvo el capellán don Jesús Moreno Álvaro junto al declarante prestando los auxilios de la religión a los heridos que le indicaba hallarse con mayor gravedad; que el sitio en que se hallaban situados era uno de los de más peligro, y que además, cuando el ca-pellán señor Moreno se aproximó al declarante, venía de dirección todavía más avanzada, en donde supone prestaría sus servicios.

El artículo 25 del reglamento de 1862 define qué comportamientos merecen la laureada de primera o tercera clase en función del cuerpo y rango militar. Para los capellanes castrenses el punto 72 señala que serán las mismas que se consignan para los jefes y oficiales de sanidad militar en los párrafos 68, 69, 70 y 71 de este artículo, siempre que se realicen por prestar a los heridos o moribundos los consuelos de nuestra sacrosanta religión; y el 70, al que aluden los testigos, cuando prueben hallarse voluntariamente en los grandes combates en los puntos de más peligro prestando los auxilios de su ciencia.

He aquí tres fragmentos de declaraciones en otros procedimientos sobre el barranco del Lobo:

Declaración del capitán don Ángel Aguilar Salas. En Madrid a los dos días del mes de marzo de mil novecientos diez com-

pareció en esta fiscalía con objeto de prestar declaración el testigo del mar-gen, el cual prometió bajo su palabra de honor decir verdad en cuanto se le interrogare. [...]

Preguntado si sabe si en dicho combate realizó algún hecho distinguido el teniente Laportilla, manifestando si lo sabe como testigo presencial o por re-ferencias.

Dijo que en el combate del día veintisiete de julio último desplegó todo el batallón en primera línea sin quedar reservas de él, avanzando contra el enemigo cabe el barranco del Lobo, quedando en la izquierda de la línea la segunda compañía, a la que pertenecía el teniente Laportilla. Cargó sobre el batallón el enemigo con fuerzas superiores, y defendiéndose bravamente a pesar de las sensibles y numerosas pérdidas sufridas. Y que por referencias


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sabe que la segunda compañía quedó sin su capitán, don Rafael Moreno Gue-rra, que murió heroicamente y al frente de las fuerzas, mandándolas el te-niente Laportilla, batiéndose heroicamente en primera línea y animando a su gente con el ejemplo. En punto tan avanzado de la línea de combate cayó he-rido el teniente Laportilla. Levantándose, siguiendo animando a su tropa va-lerosamente con el ejemplo y empuñando un fusil siguió batiéndose en esa forma conteniendo la retirada y animando a su fuerza en tan avanzada posi-ción hasta caer nuevamente herido, quedando allí en el campo sin poder ser recogido por haberse sufrido muchas bajas y no ser posible retirar éstas por la acción del enemigo y falta de gente propia.

Preguntado si el comportamiento del teniente Laportilla lo considera o no comprendido en los estatutos de la Orden de San Fernando, y en caso afirma-tivo en qué caso y artículo.

Dijo que lo considera comprendido en el caso séptimo del artículo veinti-siete44 de los estatutos45.

Declaración de Dionisio Calonge. En el campamento del Zoco a los siete días del mes de enero de mil nove-

cientos diez compareció ante el señor juez instructor, conmigo el secretario, el testigo anotado al margen, el cual juró decir verdad en cuanto supiere y fuere preguntado. Y siéndolo por las generales de la ley, dijo llamarse como queda dicho, de veintitrés años de edad, de profesión carrera y en la actuali-dad soldado de la segunda compañía de este batallón.

Preguntado a tenor de la segunda pregunta dijo: que sí que conocía al re-ferido capitán, toda vez que había prestado servicios a sus órdenes como soldado de su compañía; que desde luego se encontró dicho capitán en la ac-ción de referencia, y que no tiene relación favorable ni contraria que le impi-da declarar en el presente juicio contradictorio.

Preguntado a tenor de la tercera dijo que como testigo presencial que fue del hecho, puesto que era capitán de su misma compañía, avanzó con ella bastante distancia sin poder precisar el número de metros que eran, estando herido al parecer de gravedad por la abundancia (interlineado: de sangre) que derramaba, gritando a todos “arriba y no quedarse nadie atrás”, perma-neciendo en la posición hasta entonces conquistada a pesar de sus heridas, no pudiendo decir el número de hombres que quedaba pero que era bastante menos de cuarenta, ni el tiempo que estuvieron haciendo fuego, sin saber tampoco si dicho capitán quedó solo haciendo fuego rodilla en tierra sobre el enemigo, por perderle de vista a causa de mandarme a buscar unos fusiles que algunos soldados heridos habían dejado allí.

44 En el ataque de una posición o en una carga al enemigo, marchar al frente de su

tropa animándola con el ejemplo después de haber sido herido de gravedad. 45 AGMS, sección 9ª, caja 3022, exp. 24.224, ff. 22-23v.


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Preguntado a tenor de la cuarta dijo que el citado capitán iba herido en el brazo derecho cuando abanzaba con la compañía, sin saver apreciar la gra-vedad de dicha herida.

Preguntado a tenor de la quinta dijo: que no save el nombre o sanitario que pudieron hacer la primera cura a (sic) capitán Moreno-Guerra, pero que no debía ser ninguno puesto que dicho capitán quedó en el campo; ni tampo-co el de otras personas que conozcan o presenciaran el hecho heroico reali-zado por él.

Preguntado a tenor de la sesta dijo que, habiéndosele leído el artículo veintisiete, título cuarto, del reglamento de la Real y Militar Orden de San Fernando, considera comprendido el hecho realizado por el capitán Moreno-Guerra en el punto sétimo del citado artículo y título46.

Declaración del testigo don Evelio Fernández Quintero. En Toledo a veinte y uno de diciembre de mil nuevecientos once, compa-

reció, ante el señor juez y presente secretario, el testigo anotado al margen, quien advertido por dicho señor juez de la obligación que tiene de decir ver-dad, incurriendo si faltare a ella en las penas señaladas por la ley al reo de falso testimonio, prestó juramento con arreglo al artículo cuatrocientos cin-cuenta y dos del código de justicia militar. Y al ser preguntado al tenor del in-terrogatorio adjunto, a la primera dijo: que se llama don Evelio Fernández Quintero, mayor de edad, casado, natural de Holgín (sic: Holguín) (Cuba) y capitán de infantería con destino en la academia del arma; que conoció al co-ronel don Tomás Palacio Rodríguez; no comprendiéndole las demás genera-les de la ley.

A la segunda, que le conocía por ser gefe suyo, que asistió al combate li-brado con los moros el día veinte y siete de julio de mil (tachado: ochoci) (in-terlineado: nuevecientos) nueve en las estribaciones del Gurugú, y que con su malogrado gefe no le unían otras relaciones que las puramente militares.

A la tercera, que como testigo presencial del hecho por haber tomado par-te en él, no encuentra hecho especial llevado a cabo por el gefe objeto de es-tas actuaciones y que esté tacsativamente marcado en la letra de los artículos de la Orden de San Fernando, pero sí en su espíritu, toda vez que desde que empezó el combate hasta su muerte no abandonó un momento el sitio de mayor peligro y que, con su comportamiento verdaderamente heroico y animando constantemente a la tropa de su batallón, arrastró a este en el avance a pesar del gran número de bajas sufridas.

A la cuarta, que mandaba el batallón cazadores de Las Navas número diez del que era gefe, y que al entrar en combate tenía unos setecientos hombres.

A la quinta, que el batallón avanzaba bajo el fuego enemigo en orden ce-rrado en virtud de orden superior que le fue comunicada por el declarante

46 AGMS, sección 9ª, caja 3935, exp. 31.289, ff. 39v-41.


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como ayudante del batallón. Que a este en su avance protegíale el batallón de Llerena.

A la sesta, que las fuerzas contrarias estaban al frente y en sutición (sic) muy dominante y en número muy considerable, hasta el extremo que en los primeros momentos del combate hicieron al batallón unas doscientas bajas, durante todo lo cual se consiguió el objetivo, cual era el de entretener al enemigo para el paso de un comboi a la segunda caseta.

A la séptima, que fue herido en la posición más avanzada y en el último período del combate y que como fue herido en la cabeza la muerte fue ins-tantánea.

A la octava, que respecto a la conducta del malogrado coronel Palacios tiene que manifestar que era ejemplar, pues podía tomársele como modelo de gefes. Y que respecto al espíritu que reinaba en el cuerpo antes de movili-zarlo para campaña, era ejemplarísimo, pero que en los reservistas incorpo-rados presidía un espíritu de indisciplina altamente perjudicial, no obstante los esfuerzos del teniente coronel Palacios durante el poco tiempo que dis-puso, así como de los gefes y oficiales a sus órdenes47.

Volviendo al expediente del capellán Moreno, el gobernador de Melilla José Marina Vega, según acta del 13 de septiembre, recibió el interrogatorio y un oficio solicitándole contestación por escrito, que fue remitida e incorporada al proceso, de lo que da fe otra acta del 1948. Eran las mismas preguntas formuladas a sus subordinados.

Ynterrogatorio. Con arreglo al cual se ruega al excelentísimo señor general comandante

en jefe del ejército de operaciones se sirva extender su declaración en el jui-cio contradictorio abierto para la concesión de la cruz de San Fernando de primera clase al capellán segundo del cuerpo eclesiástico del ejército don Je-sús Moreno Álvaro con destino en el batallón cazadores de Las Navas núme-ro diez.

Si conoce a don Jesús Moreno Álvaro, capellán segundo del cuerpo ecle-siástico del ejército con destino en el batallón cazadores de Las Navas núme-ro diez. Si sabe que se encontrara en el combate sostenido con los moros en las estribaciones del Gurugú el día veintisiete de julio último, y si tiene con él alguna relación favorable o contraria que le impida declarar en el juicio que se le sigue para obtener la cruz de San Fernando de primera clase.

Si sabe, como testigo presencial o por referencia, que el capellán segundo don Jesús Moreno Álvaro acometiese en dicho combate algún hecho distin-guido o heroico de los comprendidos en el título tercero, artículo veinticinco,

47 AGMS, sección 9ª, caja 4255, exp. 33.760, ff. 51-52v. 48 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, f. 13.


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o en el título cuarto, artículo veintisete, del reglamento de la Real y Militar Orden de San Fernando. En caso afirmativo, en cuál de ellos le considera comprendido.

En qué forma y parage se ejecutó el hecho, quiénes lo presenciaron, qué bajas tuvo la fuerza del cuerpo en que el capellán segundo don Jesús Moreno Álvaro prestó sus servicios y cuál el puesto que se le asignó para el desem-peño de su misión.

El exhortado podrá añadir además cuantas circunstancias concurrieran en el hecho y sirvan para esclarecerlo.

Melilla, 13 septiembre 1909. Excelentísimo señor. Antonio Rabadán (rúbrica)49.

Don José Marina Vega, teniente general comandante en jefe de las fuerzas del ejército de operaciones de Melilla.

Certifico que no conocía al capellán 2º don Jesús Moreno Álvaro, con des-tino en el batallón cazadores de Las Navas nº 10. Que sabe que se encontró el 27 de julio en el combate sostenido contra los moros fronterizos en las estri-baciones del Gurugú, y que no tiene con él relación alguna favorable ni des-favorable que le impida declarar en el juicio contradictorio para la cruz de San Fernando que a dicho capitán se sigue.

Que ignora que el expresado sacerdote acometiese hecho alguno com-prendido en la ley del 18 de mayo de 1862, aunque sí le consta que su com-portamiento en el hecho de armas de referencia fue bizarro y distinguido.

Y para que conste, lo firma en Melilla a 19 de septiembre de 1909. José Marina (rúbrica)50.

La otra parte fundamental en la instrucción era la presentación de pruebas51, que se había dilatado al no llegar la copia del parte de gue-rra solicitada el 5 de agosto, lo que hizo anteceder la declaración de testigos. La remitió finalmente el 28 de diciembre el coronel Francisco Gómez-Jordana Sousa bajo el siguiente oficio:

Fuerzas del ejército de operaciones en Melilla. Estado Mayor. Sección 3ª. En contestación a su oficio de 5 de agosto último y para que surta sus

efectos en el juicio contradictorio que se instruye para acreditar el derecho que pueda tener el capellán del batallón cazadores de Las Navas número 10 don Jesús Moreno Álvaro a ingresar en la Orden de San Fernando, remito a

49 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, ff. 14-14v. 50 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, ff. 15-15v. 51 P. L. LORENZO CADARSO, La documentación judicial..., pp. 107 y 147-148.


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Vuecencia adjunta copia del parte del combate que se libró contra los moros en las estribaciones del Gurugú el día 27 de julio último.

Dios guarde a Vuecencia muchos años. Melilla, 28 diciembre 1909. De orden de Su Excelencia. El coronel jefe de Estado Mayor, Gómez Jordana (rúbrica). Señor comandante de Estado Mayor don Antonio Rabadán, juez instruc-

tor52.

Los oficios venían sirviendo, ya desde la segunda mitad del siglo XVI, para intercambiarse comunicados los distintos órganos de la ad-ministración. Constan, como en la transcripción anterior, de intitula-ción (nombre de la oficina emisora), exposición (noticia del procedi-miento y texto narrativo), cláusula de cortesía, data completa, suscrip-ción de la autoridad dispositoria y dirección al pie53.

En consecuencia, el secretario José Ortiz pudo al fin librar acta de entrada de ese parte54, que ocupa los ff. 17-21 y cuya transcripción íntegra va en apéndice por su carácter inédito y relatar todo el comba-te55. Diplomáticamente se trata de un informe, de similar formulario pues que el del 2 de agosto del epígrafe precedente y de mano como aquel del coronel Luis Aranda, pero de expositivo mucho más extenso: dirección de simple tratamiento (Excelentísimo señor), exposición na-rrativa del combate, dictamen (esto demuestra, Excelentísimo señor, de una manera palpable, la santa abnegación y heroico valor de esta oficia-lidad que con tanto denuedo y desprecio de la vida cumplieron con su deber), retoma la exposición precisando la munición gastada y nom- 52 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, ff. 16-16v. 53 M. GÓMEZ GÓMEZ, Forma y expedición del documento en la Secretaría de Estado y

del Despacho Universal de Indias, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1993, pp. 248-249; M. T. FERNÁNDEZ BAJÓN, “Documentación administrativa: una revisión...”, pp. 80-81, y “Documentación administrativa”, pp. 297-298, y P. L. LORENZO CADARSO, El documento real en la época..., pp. 84-87.

54 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, f. 15v. 55 Todos los expedientes de los laureados del barranco del Lobo insertan una

copia completa. En algunos casos, además, se incorporan partes correspondien-tes a hechos concretos del combate redactados por el oficial al mando de la uni-dad implicada.


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brando a los militares de comportamiento destacado, cláusula de cor-tesía (Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años), data (campamen-to, 4 de agosto de 1909), suscripción (el coronel jefe accidental Luis Aranda, rubricado) y nueva dirección al pie, ahora con el empleo del destinatario Antonio Tovar y Marcolota (Excelentísimo señor general de la división de cazadores). Valida la copia un sello de tinta del Estado Mayor de Melilla.

4.3. Finalización Pone fin al expediente de juicio contradictorio un informe del instruc-tor Antonio Rabadán favorable a conceder la laureada. Consta de la mera dirección de tratamiento, intitulación, exposición, dictamen, data completa y suscripción.

Excelentísimo señor: Don Antonio Rabadán y Gijón, comandante del cuerpo de Estado Mayor

del ejército y juez instructor del expediente de juicio contradictorio que a instancias del capellán del batallón cazadores de Las Navas número diez don Jesús Moreno Álvaro se instruye por decreto de Vuestra Excelencia para acreditar si tiene derecho a la cruz de primera clase de San Fernando.

Visto el parte de la acción que el día 27 de julio último se libró en las es-tribaciones del Gurugú y en el barranco del Lobo y sus proximidades, apare-ce que el capellán don Jesús Moreno, excediéndose en el cumplimiento de sus deberes, no se apartó un momento de las fuerzas avanzadas, prestando los auxilios de su sagrado ministerio y los de medicina que el caso requería, au-xiliando a varios médicos en la cura de heridos.

Resulta de las declaraciones de los testigos comprobado que efectivamen-te el capellán a que este expediente se refiere estuvo en la línea de fuego y en los lugares de mayor peligro el día 27 de julio, auxiliando espiritualmente a los moribundos y ayudando a la curación de los heridos, y por tanto el juez que suscribe es de parecer que el capellán don Jesús Moreno Álvaro está comprendido en el caso 72 del artículo 25 de la ley de 18 de mayo de 1862 y tiene derecho a ser condecorado con la cruz de primera clase de la Orden de San Fernando.

Melilla, veintinueve de diciembre de mil novecientos nueve. Excelentísimo señor.


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Antonio Rabadán (rúbrica)56.

Consta en acta del mismo día haberlo remitido al general Marina57, y este a su vez, por mandamiento, al auditor de guerra Eduardo Riva-dulla. Este último documento se emplea para comunicaciones de uso interno del tribunal, muy escuetas58: este se limita a fecha completa, disposición y elementos validativos.

Melilla, 2 enero de 1910. Pase al señor auditor de guerra de este ejército para su dictamen. (Sello en tinta azul con la leyenda “Estado Mayor” y, alrededor: “cuartel ge-

neral de las fuerzas del ejército de operaciones. Melilla”). Marina (rúbrica)59.

Tres días más tarde el auditor daba su informe proponiendo hacer-lo llegar al Consejo Supremo de Guerra y Marina cuyo parecer era pre-ceptivo a tenor del artículo 23 del reglamento de 186260:

Excelentísimo señor: El presente juicio contradictorio se halla con suficiente instrucción y

arreglado a lo prevenido en la ley de 18 de mayo de 1862 y formularios aprobados por real orden de 16 de marzo de 1866, y en su virtud procede darlo por concluso y elevarlo, con informe de Vuestra Excelencia, al Consejo Supremo de Guerra y Marina según lo preceptuado en aquellas soberanas disposiciones.

Vuestra Excelencia no obstante resolverá. Melilla, 5 de enero de 1910. Excelentísimo señor. (Sello en tinta azul con la leyenda “Auditoría” y, alrededor: “Ejército de

operaciones. Melilla”). Eduardo Rivadulla (rúbrica)61.

56 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, ff. 22-23. 57 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, f. 23. 58 P. L. LORENZO CADARSO, El documento real en la época..., pp. 149 y 152-153, y La

documentación judicial..., p. 98. 59 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, ff. 23-23v. 60 El Tribunal Supremo de Guerra y Marina, máximo órgano de justicia militar ahí

citado, había sido reemplazado en 1878 por el Consejo Supremo de Guerra y Marina.

61 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, f. 23v.


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Como era de esperar, el general Marina despachó otro manda-miento dirigiendo todo al Consejo tras una brevísima exposición:

Melilla, 8 enero de 1910. De acuerdo con el anterior dictamen, doy por terminado este expediente

considerando, en vista de lo actuado, que el capellán del batallón cazadores de Las Navas número 10 don Jesús Moreno Álvarez se encuentra comprendi-do en el número 72 del artículo 25 de la ley de 18 de mayo de 1862.

Y elévese este expediente con atento oficio al Consejo Supremo de Guerra y Marina para la resolución que proceda.

(Sello en tinta azul con la leyenda “Estado Mayor” y, alrededor: “cuartel ge-neral de las fuerzas del ejército de operaciones. Melilla”).

Marina (rúbrica)62.

El del malogrado comandante Ricardo Fresneda Calsamiglia es idéntico:

Melilla, 25 enero de 1910. De acuerdo con el anterior dictamen, doy por terminado este expediente

considerando por las actuaciones en él practicadas que el teniente coronel de infantería fallecido don Ricardo Fresneda se encuentra en el caso 7º del ar-tículo 27 de la ley de 18 de mayo de 1862.

Y elévese con atento oficio al Consejo Supremo de Guerra y Marina para la resolución que proceda.

(Sello en tinta azul con la leyenda “Estado Mayor” y, alrededor: “cuartel ge-neral de las fuerzas del ejército de operaciones. Melilla”).

Marina (rúbrica)63.

5. ACTUACIONES POSTERIORES El expediente de juicio contradictorio así concluido se remitía, como ya sabemos, al Consejo Supremo de Guerra y Marina para el definitivo informe, y si era propicio, el ministro de Guerra libraba real orden que publicaba el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra.

Por mandato de real orden un secretario (ministro desde el régi-men liberal) hacía saber como apoderado una decisión del monarca, de ahí que, aun existiendo al menos desde mediados del siglo XVI, cobra-

62 AGMS, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, ff. 23v-24. 63 AGMS, sección 9ª, caja 2179, exp. 17.551, f. 40v.


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ran relevancia tras las reformas administrativas de Felipe V, pues los fortalecidos secretarios del despacho recurrían a ellas con frecuen-cia64.

Aunque de formulario variable, las que ahora nos interesan cons-tan de simple dirección de tratamiento (Excelentísimo señor), exposi-ción (visto el expediente de juicio contradictorio instruido para esclare-cer si el coronel de infantería don Tomás Palacio Rodríguez se hizo acreedor a la cruz de San Fernando por su comportamiento en el comba-te de 27 de julio de 1909 en el barranco del Lobo (Melilla) en que murió gloriosamente, resultando que en el expresado día el citado jefe, hallán-dose como teniente coronel de su batallón en la extrema vanguardia desde el comienzo de la acción, fue herido gravemente, no obstante lo cual continuó alentando a su tropa con su ejemplo y valor heroico hasta que recibió otra herida en la cabeza que le produjo la muerte. Conside-rando que estos hechos se hallan comprendidos en el caso séptimo del artículo 27 de la ley de 18 de mayo de 1862, el rey, que Dios guarde, de acuerdo con lo informado por el Consejo Supremo de Guerra y Marina y por resolución de 28 del mes actual, ha tenido a bien conceder al teniente coronel don Tomás Palacio Rodríguez, a quien se confirió el empleo de coronel después de fallecido, la cruz de segunda clase de la Real y Militar Orden de San Fernando con la pensión anual de dos mil pesetas fijada en el artículo 8º de la expresada ley, transmisible a sus herederos según lo dispuesto en el artículo 11 de la misma y ley de primero de marzo de 1909), disposición (de real orden lo digo a Vuestra Excelencia para su conocimiento y demás efectos), cláusula de cortesía (Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años), data completa (Madrid, 29 de mayo de

64 J. J. REAL DÍAZ, Estudio diplomático del documento indiano, pp. 254-255; M. GÓ-

MEZ GÓMEZ, Forma y expedición del documento..., pp. 238-246; A. TAMAYO LÓPEZ-MACHUCA, Archivística, Diplomática y Sigilografía, Madrid, Cátedra, 1996, pp. 181-182; P. L. LORENZO CADARSO, El documento real en la época..., pp. 103-106, y M. ROMERO TALLAFIGO, Historia del documento en la Edad Contemporánea..., pp. 387-437.


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1913), suscripción (Luque65) y dirección en el margen inferior (se-ñor...)66.

Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 3 de marzo de 1911 (núm. 49), p. 573.

Real orden del ministro de Guerra Ángel Aznar y Butigieg concediendo la laureada a Joaquín Tourné y Pérez-Seoane.

Como puede deducirse del encabezamiento circular que precede a algunas de ellas (véase la reproducción de la concedida a Joaquín

65 Agustín de Luque Coca, ministro de Guerra con Alfonso XIII en cinco períodos:

1 de diciembre de 1905 a 6 de julio de 1906, 15 de octubre a 4 de diciembre de 1906, 21 de octubre de 1909 a 9 de febrero de 1910, 3 de abril de 1911 a 27 de octubre de 1913 (cuando firmó la real orden aquí citada), y 9 de diciembre de 1915 a 19 de abril de 1917 (J. R. URQUIJO GOITIA, Diccionario biográfico de minis-tros españoles en la Edad Contemporánea (1808-2000), Madrid, Consejo Supe-rior de Investigaciones Científicas, 2008, consultado el 18 de marzo de 2018 en http://humanidades.cchs.csic.es/ih/paginas/jrug/diccionario/index_ dic.htm).

66 Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 30 de mayo de 1913 (núm. 116), p. 655.


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Tourné), del tratamiento de Excelentísimo señor al destinatario en la dirección inicial, y de los puntos suspensivos que siguen al respetuoso señor al pie del documento, los receptores de la real orden tenían ran-go de general67.

67 Sobre los tratamientos en la milicia, reglamentados por Carlos III en 1768,

véase en este mismo libro el trabajo del teniente coronel J. J. ÁLVAREZ DÍAZ, “Es-tructura, fórmulas y terminología características de los documentos militares”, p. 26. Alberto Tamayo considera estas reales órdenes circulares un tipo diplo-mático específico, siendo características disposiciones similares a las utilizadas aquí como lo que de la propia real orden traslado a Vuestra Señoría para su co-nocimiento y efectos que se interesan, y el uso exclusivo del empleo y no del nombre y apellidos en las direcciones al pie (Archivística, Diplomática y Sigilo-grafía, pp. 183-184).


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APÉNDICE DOCUMENTAL

Copia del parte de guerra (Melilla, 4 de agosto de 1909) de la acción del barranco del Lobo.

– Archivo General Militar de Segovia, sección 9ª, caja 3922, exp. 31.172, ff. 17-21.

(Folio 17) Hay un membrete que dice 1ª brigada mixta Estado Ma-yor.

Excelentísimo señor: El día 27 de julio anterior, cumpliendo órdenes del Excelentísimo

señor comandante en jefe de este ejército de operaciones, salieron de su campamento todas las fuerzas de esta brigada a las 11:25, concen-trándose en columnas dobles por líneas en la parte del terreno que se extiende frente al Gurugú entre el Hipódromo y los Lavaderos.

Recibidas por el general de la brigada las instrucciones para las operaciones que habían de realizarse, se puso al frente de su tropa a las 12:17 y, después de arengarlas con entusiasmo y levantado espíri-tu, ordenó el avance en esta forma:

Primera media brigada. El batallón de Madrid, llevando como obje-tivo las chumberas situadas a la izquierda de los farallones, constituiría la última derecha. El batallón de Barbastro salió a retaguardia, como apoyo y refuerzo de la anterior. El batallón de Figueras quedó a las inmediatas órdenes del malogrado general Pintos, que empleó dos compañías como protección de la artillería de montaña y quedó con las otras dos para emplearlas cuando y donde creyera conveniente y opor-tuno.

Segunda media brigada. Avanzó primero el batallón de Las Navas por la izquierda de Madrid, llevando por objetivo batir la parte del te-rreno a la izquierda de las chumberas citadas más arriba. El batallón de Llerena iba como apoyo y refuerzo de lo anterior en primer término para extenderse y reforzarlo si hacía falta por uno u otro costado o por


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ambos. El batallón de Arapiles (tres compañías) formó la extrema iz-quierda con la misión de oponerse a un ataque envolvente del enemi-go.

Desde que se concentró la brigada, el contrario comenzó el fuego con disparos aislados a 1500 metros. El avace se preparó según dispu-so el general, con fuego nutrido y bien dirigido por la artillería de mon-taña de la brigada que, / (folio 17vuelto) desde dos posiciones sucesi-vas, fue batiendo progresivamente las graduales crestas que como pa-rapetos naturales presenta la montaña y que con fundamento se supo-nían coronadas por tiradores de los enemigos. Con la protección de esta artillería fueron ganando terreno los batallones y se llevó a cabo impetuoso y decidido avance sin hacer fuego, luchando ardorosamente para vencer las dificultades del accidentado terreno que ante las fuer-zas se presentaba.

El ala derecha rompió el fuego a 700 metros y, viéndose enfilada y dominada en su costado derecho por las alturas de los farallones desde donde los enemigos muy bien protegidos desarrollaban eficasísimos (sic) fuegos, se dispuso la formación de un ángulo defensivo por dicho costado para que, dominado en parte este fuego incesante y certero, pudiese avanzar dicha ala derecha, la que para extenderla sin debilitar-la fue reforzada por fuerzas de Barbastro, embebiendo primero dos compañías y luego otra tercera. Con estos refuerzos sucesivos de la línea de fuego se consiguió desalojar al enemigo de las posiciones, y entonces el general, que se encontraba en la línea más avanzada de la parte de alturas que ocupaba Barbastro y que durante todo el movi-miento estuvo animando con su ejemplo a su tropa, dominado por el entusiasmo, arengó a los soldados victoreando a la patria y al rey, mo-mento este en que funestamente cayó mortalmente herido de bala en la cabeza. Con toda prisa y ocultando la desgracia para evitar los gra-ves inconvenientes que produjiría (sic) por quebrantamiento de moral, se le hizo la cura provisional por el médico de Barbastro don Juan Ri-báu, en presencia del jefe de Estado Mayor, comandante don Carlos


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Alonso que lo acompañaba, del comandante de Barbastro don Francis-co Alcalá y del 1º teniente del mismo batallón don Silvano Cirujano, que mandaba la sección desplegada en esta zona y resultó contuso.

La sección de ametralladoras, afecta al batallón de Madrid y colo-cada a su izquierda, contribuyó eficazmente en la / (folio 18) persecu-ción por el fuego.

En esta posición, parapetándose lo posible, quedó esta fuerza en espera de órdenes, pues el avance no podía seguirse por impedirlo un profundo barranco al otro lado de la cresta tomada. El coronel Páez Jaramillo, que se encontraba en el ala izquierda, fue encargado por el pronto del mando de las fuerzas, que pasó luego al coronel que suscri-be (por haber caído el primero conjestionado del caballo, rodando por las peñas y salvado milagrosamente por los suyos), encargado espe-cialmente por el comandante en jefe del ala izquierda para proteger la retirada que se iba a ordenar.

En el ala izquierda, mientras por la derecha se desarrollaban los acontecimientos que van expuestos, el batallón de Las Navas avanzó en primer término, protegiéndole Llerena, que, dominado por fuegos de frente y por su flanco izquierdo, avanzó dirigido por su teniente coro-nel hasta que el jefe de la media brigada dispuso su despliegue, desem-bocando entonces en un barranco de numerosas ventajas para el enemigo. Después de reñidísima lucha cayeron muertos el teniente coronel y comandante de Las Navas, herido gravemente el teniente coronel de Llerena y muerto el comandante del mismo batallón. Los distintos puntos ocupados por el enemigo, que hacía fuego nutridísimo en todas direcciones, obligaron para acallarlo a reforzar considerable-mente la línea y en dichos momentos en que tanto en Navas como en Llerena existían numerosas bajas de jefes, oficiales y tropa, se encon-traban en fuego por esta parte los batallones de Figueras y Arapiles además de los dos citados.

De esta manera se logró avanzar por el indicado barranco, en el que tuvo Llerena reñidísima lucha al arma blanca con el enemigo, hasta


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que envuelto por su izquierda y con muchas e importantes bajas (una de ellas el comandante Fresneda, que murió) se retiraron dichos bata-llones, con orden al principio y con precipitación después, retirada que a poco se dominó con el escaso número de oficiales que quedaban, lo-grando avanzar de nuevo hasta la salida del barranco y detener allí la fuerza.

El batallón de Figueras, antes de entrar en el combate / (folio 18 vuelto) que sostuvo esta ala, protegió con dos compañías la artillería de montaña en sus posiciones de fuego.

El batallón de Arapiles (tres compañías), que estaba dispuesto al mando de su teniente coronel para custodiar un comboy a la 2ª Casilla, recibió orden de emprender la marcha al Hipódromo, y allí la de avan-ce hasta el Lavadero, con el fin de formar el ala izquierda de la línea de fuego. Ya en combate avanzaron las tres compañías primero hacia el barranco de Sidi-Musa y alturas de sus flancos, cubriéndose en lo posi-ble con el terreno del nutrido fuego que recibían. Desplegó después a distancia conveniente, avanzando hasta llegar al combate cuerpo a cuerpo, teniendo muchas bajas de jefes, oficiales y tropas, muriendo su teniente coronel. Al iniciarse el movimiento de retirada de Navas y Llerena, se retiró también con orden hasta una posición 60 metros a retaguardia, continuando el fuego durante dos horas más.

El coronel que suscribe, encargado ya del mando y principalmente de sostener la posición del ala izquierda, que según instrucciones reci-bidas debía servir de apoyo para el repliegue de las fuerzas que había de iniciarse por la derecha, ordenó, en vista de las muchas bajas de oficiales que hubo en este costado, se cubrieran de aquellas con los jefes y oficiales que tenía a sus inmediatas órdenes, que eran el jefe de Estado Mayor de la brigada comandante don Carlos Alonso, el capitán ayudante de Barbastro don Mario Muslera, el teniente encargado de la escolta de caballería don Juan Larrumbe, quienes a mi inmediación en la línea de guerrillas y con gran desprecio del constante riesgo que corría, enfilados como estaban en todo su frente y flanco, me ayudaron


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poderosa y eficazmente consiguiendo con esta estrecha cohesión que formamos disciplinar el fuego que por descargas se dirigía al enemigo siempre que se descubría, y después, cuando se ordenó el repliegue, llevaron bajo mi dirección sus / (folio 19) respectivas fracciones con el mayor orden y escalonándolas en los sitios convenientes, conteniendo de este modo la persecución del contrario que se lanzaba impetuosa-mente y al que le causaron bastantes bajas. Con este apoyo fueron reti-rándose, también ordenadamente, las fuerzas que ocupaban el ala de-recha.

Todos y cada uno han hecho alarde de su valor, buen espíritu y en-tusiasmo, siendo sus servicios muy recomendables.

De los cuerpos de la izquierda merecen especial mención los bata-llones de Navas y Llerena, y los jefes rivalizaron a cuál mejor en bravu-ra y acierto, cayendo en el campo de batalla muerto el primero y heri-do gravemente el segundo, perdiendo uno y otro cuerpo a los coman-dantes segundos jefes.

De Arapiles murieron el teniente coronel (falta: y el) capitán ayu-dante don Alfredo Melgar, al frente de la compañía que mandaba por falta de oficiales.

Los cuerpos de la derecha atacaron también con denuedo y sostu-vieron sus posiciones, distinguiéndose especialmente el batallón de Barbastro y la primera compañía del batallón de Madrid que, bien diri-gida, y siempre en la mano de su capitán, no dejó en un solo momento de sostener por su izquierda a las fuerzas de Barbastro con quienes enlazaban.

Debido a la dureza del combate, tenacidad del enemigo y a sus ex-celentes posiciones dominantes, tuvimos muchas y sensibles bajas, con grandes proporciones en lo que se refiere a jefes y oficiales, que han llegado a más de un sesenta por ciento.


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Esto demuestra, Excelentísimo señor, de una manera palpable, la santa abnegación y heroico valor de esta oficialidad que con tanto de-nuedo y desprecio de la vida cumplieron con su deber.

En relación que adjunta se acompaña figuran las bajas obtenidas en cada cuerpo.

Se han consumido en total 1028 municiones de cañón entre grana-das y shrapnels68, y 964.318 de fusil. / (Folio 19 vuelto) Considero co-mo un deber de justicia citar especialmente como muy distinguidos y acreedores a mayor recompensa, aparte de los jefes y oficiales muertos y heridos al frente de sus tropas en primera línea de ellas para animar-las con su ejemplo:

Primero, del cuartel general, al jefe de Estado Mayor que, primero al lado del malogrado general Pintos, auxilió en el avance, en constante movimiento, comunicando órdenes siempre en primera línea bajo nu-trido y certero fuego enemigo, y después, a mis órdenes, realizó los distinguidos servicios ya señalados en este parte. El capitán ayudante de Barbastro don Mario Muslera, a quien por carecer de oficial a mis órdenes, lo segregué de su cuerpo con dicho obgeto y me auxilió con eficacia, valor y animosidad, comunicando mis órdenes e instrucciones siempre bajo el fuego del contrario y últimamente, encargado de una guerrilla, prestó los importantes servicios mencionados anteriormen-te. El primer teniente de caballería encargado de la escolta don Juan Larrumbe que, en momento crítico y con grandes dificultades, tanto por el nutrido fuego que cubría nuestra zona cuanto por las asperezas del terreno, practicó un excelente servicio de municionamiento diri-giendo la conducción de cajas a la línea de guerrillas, y luego, por las circunstancias en que nos hallábamos, hubo de encargarse como los anteriores del mando de un escalón para el repliegue de las fuerzas.

68 Munición de artillería repleta de bolas de plomo y dotada de un mecanismo de

retardo para explotar cerca del blanco (A. MARSHALL, “The invention and deve-lopment of the shrapnel shell”, Field Artillery Journal, 10 (1920), pp. 12-18).


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Segundo, de la primera media brigada del batallón de Madrid me-recen citarse en este parte su teniente coronel don Enrique López Sanz y, muy especialmente, el comandante don José Capapé que en la línea de fuego, poseído de gran entusiasmo, animaba la tropa y la felicitaba por su espíritu de acometividad, muriendo heroicamente al frente de sus cazadores. También se distinguió el capitán que mandaba la 1ª compañía don Leopoldo Saro, citado anteriormente. El capitán de la 2ª don Juan Ormaechea, que resultó herido en la última posición. Y el de la 4ª don Antonio Losada, que mantuvo su compa- / (folio 20) ñía en la posición tomada, con gran serenidad, y después en el repliegue lo hizo con orden y eficacia, librando de que cayeran en poder del enemigo algunos mulos con municiones. También merecen citarse los 1os te-nientes don Adolfo Torres y don Antonio Larrumbe, y los 2os don José Semprún y don Salvador Cayuela, por su bravura y dote de mando. De las clases de tropa: los sargentos don Alonso Praga (herido grave) y Anacleto Fernández; cabos Juan Lechuga, Cándido Mantero y Gaspar Cabo, y soldados Pedro Moversí y Antonio Fernández.

De Barbastro el teniente coronel don Luis Jiménez Pajarero, que durante el avance y el combate llevó a su tropa admirablemente, con gran brío y constante desprecio de la vida, consiguiendo mantener la disciplina y la cohesión de sus compañías. El comandante don Francis-co Alcalá muy especialmente pues, además de llevar muy bien la tropa, al caer herido mortalmente el general de la brigada a cuya proximidad se encontraba, cautivó con gran serenidad y arrojo las funestas conse-cuencias que sin dichas cualidades hubiera producido la triste impre-sión de una tropa que pierde a su general en el campo de batalla. El teniente don Silvano Cirujano, que ayudó eficazmente al comandante antes expresado, resultando contuso. El teniente don Roberto Gómez Salazar, único oficial que quedó en la compañía y que la mandó tan bien que en el mismo campo fue felicitado por su teniente coronel por su serenidad y valor. También merecen ser citados los capitanes don Arturo Cebrián y don Lorenzo Piquer, y los 1os tenientes don Mariano


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Toledano y don Eduardo Moreno de la Santa. De tropa: los sargentos Elisardo Martínez y Julián Hermosilla; cabo Carlos Romero; cabo de banda Bernardo Amador, y corneta Inocencio Guerrero.

Del batallón de Figueras el teniente coronel que lo mandaba en comisión, don Luis Carniago, capitanes don Godofredo Nouvilas, don Eugenio Pérez de Luna y don Fernando Berenguer; 1os tenientes don Luis / (folio 20 vuelto) Martín, don Francisco Antecura, y médico 1º don Justo Carmeona. Y de tropa: los sargentos Cesáreo Martín y Fran-cisco de Diego, Jesús Carridosa, Francisco Gusco, Crispiniano Sánchez e Isidoro Briegas; cabos Alfrendo Hernández, Pedro González y León Pozas; cornetas José Gallego, y soldados Emilio Izquierdo, Pedro Fer-nández, Emeterio Prieto, Avelino Fernández, Segundo Martín y Jesús Montero.

De la segunda media brigada debe citarse con especialidad al co-ronel Páez Jaramillo, que siempre en primera línea de sus batallones los condujo bravamente y con impetuosidad, de que dio ejemplo, hasta coronar las posiciones que se tomaron.

Del batallón de Arapiles el capitán ayudante don Alfredo Melgar y el de la misma clase don Enrique Navarro, muertos en el campo; capi-tán don Emilio González; 2os tenientes don Pedro Salvador, muerto, don José Pazos, herido que murió posteriormente, don Joaquín de Ahimerich, don Diego Fernández, don Daniel Barrasa, que quedó man-dando su compañía, y capellán don Miguel de la Fuente; y de tropa: los sargentos Pablo Álvarez, José Bouzas, Arsenio Pérez, que fue herido, y Bernardino González, que quedó al mando de su compañía por haber sido bajas todos sus oficiales; cabos Destinio Martínez y José del Pino, y soldados Jorge Aguilar, Marcos Herrero, Manuel Pajares, Laureano He-rrero, Adolfo Vázquez, Agustino García y Agustín Muñoz, como tam-bién el sargento Timoteo Fernández, que fue herido.

Del de Las Navas con especialidad el teniente coronel y comandan-te, que murieron gloriosamente al frente de sus tropas; el capitán don Miguel Goded, que por falta de jefes y capitanes quedó al frente del


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batallón y en el repliegue condujo a su tropa ordenadamente demos-trando valor, serenidad y excelentes dotes de mando, y el capellán don Jesús Moreno que, excediéndose en el cumpli- / (folio 21) miento de sus deberes, no se apartó un momento de las fuerzas avanzadas pres-tando los auxilios de su sagrado ministerio y los de medicina que el caso requería, auxiliando a varios médicos en la cura de heridos.

De Llerena el teniente coronel don Manuel Prieto, herido grave-mente, bravo jefe que al frente de su animosa tropa y siempre valeroso ocupó con denuedo las posiciones avanzadas. El comandante don Ri-cardo Fresneda, muerto con gloria y desaparecido. También merece citarse, además de los numerosos heridos que aparecen en la relación adjunta: el capitán don Ángel Aguilar, que resultó contuso, a pesar de lo cual reorganizó su batallón para el repliegue por haber quedado como jefe más caracterizado; los 1os tenientes don Luis Figueras y don José Izquierdo; sargentos Cipriano López y Mariano Resano; cabo Be-nigno Cestero y Sebastián Romero, y soldados Doroteo García, Siro Rea y Antonio Pérez.

Del grupo de artillería el jefe del mismo, coronel don Ricardo Gar-cía, y capitán don Eusebio Fernández Martín.

El estado de bajas de ganado fue remitido al Excelentísimo señor comandante en jefe de este ejército de operaciones en 31 de julio últi-mo.

Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Campamento, 4 de agosto de 1909. El coronel jefe accidental Luis Aranda, rubricado. Excelentísimo señor general de la división de cazadores. (Sello en tinta azul con la leyenda “Estado Mayor” y, alrededor:

“cuartel general de las fuerzas del ejército de operaciones. Melilla”).

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