Date post: | 07-Apr-2016 |
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CC 2015
Marco AntonioAster Crowley
Virtual Bread Editorial Libre
Fall ZoneHistoria: Marco Antonio
Arte: Aster Crowley
Ilustración de portada: Diseño de portada:
Corrección de estilo: Editor:
Diseño editorial:Logotipo original:
Retoque de imágenes:
Aster CrowleyCarlos MartínezJonathan YannCarlos MartínezVirtual BreadCarlos MartínezCarlos Martínez
Agradecimientos especiales:
A nuestros queridos lectores de prueba
México 2015
Este obra está bajo una Licencia Creative Commons
Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional
7~
Índice
Introducción
Capítulo 0
Ilustración 1
Ilustración 2
Ilustración 3
Ilustración 4
Promo
9
11
15
17
21
26
35
9~
Introducción
Por Carlos Martínez
Fall zone ha sido para mi un trabajo que desde la primera lectura ha tenido bastante evolución, muy a pesar de las situaciones que lo han mantenido estancado; pero al parecer el esfuerzo habrá valido la pena en cuanto el primer lector de esta nueva saga lo tenga frente a sus ojos. Antes de comenzar me gustaría agradecer a Aster y Marco por la paciencia infinita que han mostrado a cada paso del proceso, y disculparme por tenerlo listo hasta este momento. Sin más por el momento, tienen en sus manos una novela ligera que seguramente les agradará.
11~
Todo sucedió hace exactamente 4 años,
esa noche oscura y fría 45 millones
de personas que habitaban Ciudad Óptima se
vieron forzadas a salir de la comodidad de sus
casas. Lo denominaron como el día en que todo
se perdió; esa noche la humanidad cedió el 70%
de su territorio y sucumbió a algo ante lo cual no
estábamos preparados. Aquel día, cuando todos
creyeron que era el fin, fue llamado el día EE.
Capítulo 0
«Año 2104»
CIUDAD CAPITAL
~12
En ese entonces tenía 15 años, regresaba con
mis padres después de haber salido por un tiem-
po de la ciudad, aquella noche estaba lloviendo
de tal forma que se podría haber sido conside-
rado como un aviso, un aviso de que algo peor
llegaría. Los vidrios se empañaban debido al frío
que había afuera, estábamos atascados en un
embotellamiento y se podían oír las bocinas de
los autos sonando una y otra vez, habían muchos
camiones militares yendo hacia el centro de la
ciudad; por un momento me pareció extraño pero
al final terminé sin darle importancia.
Eran alrededor de las 10 de la Noche cuando de
pronto, una gran luz en el cielo nos dejó cegados
por un par de segundos. Posteriormente un gran
estallido resonó por toda la ciudad, todos estu-
vimos atónitos al ver que algo caía a gran veloci-
dad, era como una enorme roca metálica que iba
envuelta en llamas. Fue en ese momento cuando
el pánico se hizo presente; la gente se empezaba
a bajar de sus autos aunque estuviese lloviendo,
solo por ver qué es lo que sucedía. En ese mo-
~14
mento aquella roca impacto contra el suelo des-
truyendo un par de edificios cerca del centro de
la ciudad. Unos rascacielos que estaban enfrente
de la autopista donde veníamos nos tapaban la
vista así que no sabíamos con certeza qué era lo
que pasaba en el centro de la ciudad, mis padres
estaban sentados en el auto,en su rostro se refle-
jaba la preocupación y el desconcierto al no sa-
ber qué pasaba. De pronto, una multitud de gente
corría atemorizada en sentido opuesto al que íba-
mos, era claro que huían de algo. La gente que
aún seguía en sus autos rápidamente salieron de
ellos sin importar el clima, al igual que nosotros.
Sólo escuché decir a mi madre “Sal del auto”, rá-
pidamente lo hice y me tomó de la mano; empe-
zamos a correr abandonando el auto, debido a
la inmensa cantidad de gente era difícil moverse
se escuchaban las sirenas de policía, estruendos
que parecían ser disparos y los gritos de la gente
huyendo.
En ese momento escuchamos explosiones que
causaron que varios edificios se derrumbaran, el
15~
pánico hizo que la gente se conglomerara más y
sin querer fui arrastrado soltando la mano de mi
madre. Tras de unos segundos la gente se disper-
só entre calles pero yo ya estaba solo, por más
que buscaba a mis padres no podía encontrarlos,
supe que tenía que salir así que seguí corriendo
mientras veía a más camiones militares yendo ha-
cia varios puntos de la ciudad, no sólo era el cen-
tro el que había sucedido este tipo de situación.
Corriendo sin un lugar a donde ir terminé per-
dido entre calles de la ciudad, alrededor se es-
cuchaban estruendos, explosiones y se podían
ver edificios ardiendo en llamas a lo lejos, estaba
solo. De alguna manera me terminé adentrando
en la ciudad, estaba lloviendo, tenía frío y no sa-
bía que hacer, sólo podía ver humo, ruinas, fue-
go, seguía escuchando sirenas, había un par de
edificios con unas grandes pantallas en la cual se
veía la leyenda: “Abandonen la Ciudad” pero era
obvio que yo no sabía cómo, así que lo único que
podía hacer era seguir caminando sin rumbo fijo.
Me preguntaba a cada instante dónde están mis
~16
padres, si se encontraban bien y si piensan en mí.
Desconocía la hora , tampoco sabía en qué
punto de la ciudad me encontraba y si había al-
guien que pudiese ayudarme. Necesitaba des-
cansar por lo que entré en una pequeña área
habitacional buscando a alguien que me pudiera
ayudar o por lo menos una casa en la cual po-
der descansar un momento. Seguí caminando y
encontré una pequeña casa, era más pequeña
que la mía pero me sentí seguro en ella. Exploré
un poco y parecía pertenecer a una familia hu-
milde, no tenía mucho lujo pero era cómoda; me
senté en el sofá a descansar, estaba consciente
que debía seguir para buscar ayuda y encontrar
a mis padres, pero aquel sofá era muy cómodo y
no soporté el cansancio; entonces poco a poco
el sueño me vencía, no quería dormir sabía que
si dormía, algo me podría pasar, pero no podía
más; en un instante sin darme cuenta caí en un
profundo sueño y por un momento olvidé todo lo
que pasaba.
Estaba dormido, soñaba con Mamá y Papá es-
17~
tábamos juntos, sonreíamos nunca pensé que
eso algún día terminaría, aunque estaba dormido
alcanza a percibir una voz, solo decía –oye, oye,
¿te encuentras bien?– en ese momento mis ojos
comenzaron a abrirse, cuando recuperé un poco
mi visión distinguí a un hombre; cuando recuperé
totalmente el conocimientoasustado caí del sofá
y retrocedí unos cuantos metros. Frente a mí es-
taba un señor de aproximadamente 40 años, te-
nía un par de lentes y me miraba con una cara de
sorpresa.
– ¿Estás bien?– Preguntó el hombre.
–Sssi, ¿quién es usted?– Pregunté con un tar-
tamudeo.
–Mi nombre es Salvador– Contestó el hombre
con una sonrisa en el rostro.
No sabía que pensar, no sabía en ese entonces
si ese hombre era alguien amable o alguien de
quien debía cuidarme, no sabía si debía salir co-
rriendo o seguir hablando.
Mientras pensaba eso aquel hombre interrum-
~18
pió aquellos pensamientos con una pregunta.
– ¿Cuál es tu nombre Muchacho?– preguntó
desconcertado.
–Aarón Leroy– le contesté con una voz firme.
–Leroy... Leroy... ¿acaso eres el hijo del profe-
sor Albert Leroy?– preguntó el hombre.
–Sí, me separé de mi familia hace poco y ahora
estoy perdido.
Mi padre era un científico conocido por toda la
ciudad, él era el Director del “Centro de Ciencias
Aplicadas de Ciudad Optima”, salía muy a me-
nudo de la ciudad para sus investigaciones, de
hecho lo acompañamos en la última y apenas hoy
regresábamos a la ciudad.
-¿Qué haces aquí?- Pregunté.
-Venimos de la unidad habitacional que está a
varios kilómetros de aquí, buscamos refugio y ví-
veres, al igual buscamos a alguna persona que
nos apoye-
-¿Venimos...?
-Oh, lo siento fuera están unas cuantas perso-
~20
nas más, sólo son mi mujer y mis dos hijos que
vienen conmigo, ven te los presentare-
En ese momento Salvador me extendió su
mano con una sonrisa en el rostro, una extraña
sensación vino a mí no estoy seguro qué fue pero
pienso que era felicidad. Cuando tomó mi mano y
me ayudo a levantar sentí como si ya no estuviera
solo.
Salí de la casa junto con Salvador, afuera es-
taban 3 personas, las cuales me veían con cara
de asombro y confusión al mismo tiempo; eran 1
mujer de no más de 35 años, hermosa es la única
palabra que se me ocurre para describirla todo su
cuerpo irradiaba una especie de aura de gentile-
za. Después de un par de segundos una sonrisa
se ilumino en su rostro y una voz dulce y gentil me
pregunto:
– Ohh… ¡Hola! ¿Cuál es tu nombre? – Rápida-
mente conteste:
–Le- Leroy... Aarón Leroy
21~
Por alguna razón me sentía mucho más nervio-
so que cuando Salvador me lo preguntó, sentía un
poco de vergüenza porque casi nadie era amable
conmigo y digamos que no era muy popular, ni
siquiera con las chicas del colegio.
–Él es el hijo del Profesor Albert Leroy– Aclaró
Salvador.
– ¡Mucho gusto!, yo soy Helena la esposa de
Salvador– Dijo ella con una gran sonrisa en el
rostro.
– ¿Cuántos años tienes Aarón?– Preguntó ella.
–15 años– Contesté rápidamente.
Justo al lado de ella se encontraban un par de
niños, los cuales se limitaban a mirar y poner cara
de confusión.
-¡Ah! ella es Rosario, es un año menor que tú
y él es Isaac, tiene tu misma edad; ambos son
nuestros hijos. – Dijo rápidamente mientras
abrazaba a los niños.
–Mu- Mucho gusto– Fue lo único que pude
contestar.
~22
–Igualmente, el gusto es mío– dijo Isaac con
una voz firme y sonriente rostro.
Volteé a ver en dirección donde se encontraba
Rosario pero ella se encontraba mirado al sue-
lo, en su rostro se notaban muchos sentimientos:
preocupación, miedo, tristeza eran los que más
claramente se notaban, en ese momento supe
perfectamente cómo se sentía.
–Y, ¿qué haces aquí Aaron?– Preguntó Helena.
– M-Me separé de mi familia entre toda la con-
fusión de la gente en la autopista. E-estuve va-
gando por varias horas y encontré este lugar así
que decidí entrar y esperar a que las cosas se
calmaran un poco.
Todos me observaron, sus rostros mostraban
preocupación por mí y eso me hizo sentir algo...
Felicidad.
Miraba el suelo, pensando en que en algún mo-
mento llegaría a ver a mis padres de nuevo.
–Aarón ¿No sabes que está pasando aquí?–
23~
Preguntó Salvador con una mirada muy seria y
vozn firme.
–No… Si mi padre sabía algo, nunca lo men-
ciono– Contesté seriamente.
–Ya veo...– Dijo Salvador, se encontraba sen-
tado con la mirada fija en la fogata que estaba
en medio de todos.
Rápidamente Salvador se puso de pie y dijo:
–Bueno, que les parece si descansamos aho-
ra, son las 3 de la mañana así que descansare-
mos en esta casa y temprano reanudaremos la
búsqueda de suministros y nos dirigiremos fuera
de la ciudad, posiblemente los militares nos ayu-
den.–
Después de eso apagamos la fogata, reco-
gimos todo lo que había afuera y entramos a la
casa; Salvador y Helena se quedaron en el primer
piso y yo subí al segundo junto con Isaac y Rosa-
rio, entramos a un cuarto el cual parecía de otro
niño. Rosario se quedó en la cama, Isaac y yo nos
~24
recostamos en el piso, supongo que debieron de
estar muy cansados ya que se quedaron dormi-
dos casi inmediatamente, yo por el contrario no
podía siquiera cerrar los ojos, algo me aquejaba y
no sabía qué era.
Me incorporé y salí al balcón que se encontra-
ba al lado del pasillo tal vez si tomaba un poco de
aire podría dormir, me recargué con los brazos
en el balcón y al hacer eso me di que cuenta que
desde ahí podía ver parte de la ciudad. No sabía
que iba a pasar conmigo, no sabía si volvería a
ver a mis padres, siquiera si podríamos salir de
esta ciudad.
Mientras todos esos pensamientos pasaban
por mi cabeza Salvador abrió la puerta de cristal
que se encontraba detrás de mí y me vio con sor-
presa, pero casi inmediatamente cambió eso por
una sonrisa.
–¿Tampoco puedes dormir?– Preguntó mien-
tras se paraba al lado de mí y se recargaba en
el balcón.
–No– Respondí.
25~
Los dos levantamos la mirada hacia el cielo; a
pesar de que había humo negro saliendo de al-
gún lugar de la ciudad el cielo se lograba distin-
guir muy bien, era una noche estrellada, hubiera
sido una noche perfecta si no fuera por lo que
sucedía. Después de un par de segundos así Sal-
vador empezó a hablar:
–Ellos son lo más importante para mí...– Dijo
Salvador con una voz muy suave.
–¿Te refieres a... Helena, Isaac y Rosario?–
–Si, no se que haría si algo les pasara...– Aun-
que Salvador parecía muy fuerte, su rostro re-
flejaba preocupación.
–¿Cómo llegaron aquí?– Pregunte.
–Ahh... Fue tan rápido, los niños estaban en su
habitación cuando de pronto toda la casa em-
pezó a temblar, y al asomarnos por la ventana,
oímos gritos y unas cuantas explosiones, así que
tomamos lo que pudimos y salimos corriendo, es
casi seguro que nuestra casa ya ni siquiera exis-
ta– Mientras me decía eso, estoy seguro que
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estaba a punto de que una lagrima se le esca-
para, pero lo comprendía así que no dije más.
–Gracias– Dijo después de un par de minutos.
– ¿Mmm? ¿Porque?– Preguntó Salvador.
–Porque antes de que ustedes llegaran me
sentía muy solo, tenía miedo, no sabía qué hacer
y gracias a ustedes que han sido tan amables, ya
no me siento así. – Contesté yo con una sonrisa
discreta.
En ese momento Salvador puso una mano so-
bre mi cabeza y dijo:
–No te preocupes, saldremos de esto... TO-
DOS JUNTOS– Dijo con una gran sonrisa mien-
tras me miraba.
–Entremos...– Dijo
Sentía ganas de llorar, pero por alguna razón
no me sentía triste, sólo podía sentir que había al-
guien en quien confiar en estos momentos y que
podía recibir su ayuda.
En ese momento, no se si fue por suerte o pura
27~
casualidad mire hacia la calle que se encontra-
ba a la derecha y vi un par de luces rojas muy
brillantes que se movían, por un momento pensé
que eran personas así que volteé a decirle a Sal-
vador, pero al ver su rostro lo noté impactado, me
desconcertó mucho así que le pregunté: ¿qué te
sucede? Él se limitó a contestar:
– SON ELLOS –
– ¿Son ellos? –
Rápidamente giré para ver qué sucedía y al ver
las sombras que pasaban casi imperceptibles,
me di cuenta que obviamente no son humanos,
era una especie de bestia con forma de hombre,
pero se veían mucho más altos, y robustos por
las sombras, se podía notar que tenían una espe-
cie de caparazón, es todo lo que podía ver por la
oscuridad y la distancia.
–Tenemos que salir de aquí...– Dijo atropella-
damente Salvador.
–Por qué, ¿qué son esas cosas?– Pregunté
preocupado.
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–No tengo idea, pero... Esas “Cosas” estaban
cuando tuvimos que huir. –
Salvador corrió y despertó a Rosario, Isaac y
Helena, tomó todo lo que pudo y de su maleta
saco lo que parecía ser un rifle de cacería; sali-
mos por la puerta de atrás siendo lo más sigilo-
sos posible. Todos teníamos miedo pues la úni-
ca forma de huir era pasar por el plantío de maíz
que se encontraba enfrente, el problema es que
debíamos cruzar la calle donde se encontraban
esas “cosas”.
Todo iba bien, casi no hacíamos ruido y esas
“cosas” aun no nos notaban, antes de cruzar nos
detuvimos.
–Si algo llega a salir mal, quiero que corran y
no paren por nada– Asentimos con la cabeza.
–¡Muy bien! ¡Vamos!
Comenzamos a caminar lentamente para ha-
cer el menor ruido posible.Íbamos perfectamente
29~
pero de pronto, Isaac resbalo con una lata, el so-
nido del aluminio chocando contra el suelo llego
a oídos de esa “cosa”, volteo y vio tirado a Isaac
comenzó a correr a una gran velocidad, lo cual
causo que Issac queda paralizado por un mo-
mento, el alboroto llamó la atención del otro que
estaba a su lado, al momento que pasó por un
ligero resplandor de luz se podía ver la figura hu-
manoide con grandes músculos y unos grandes
y espantosos ojos rojos, cuando se encontraba
a unos 10m de Isaac se escuchó un estruendo,
y posteriormente se vio “sangre” si se le puede
llamar así,saliendo de la pierna derecha de esa
“Cosa”. Salvador había acertado le había acerta-
do un tiro lo que dió algo de tiempo a Isaac para
reaccionar.
–¡CORRAN!– Gritó Salvador.
Isaac se levantó y nos adentramos en el plan-
tío, Helena corría lo más rápido que podía mien-
tras tomaba de la mano a Rosario, salvador corría
mientras disparaba repetidamente.
~30
En ese momento se escuchó un grito desgarra-
dor.
–¡AAAGGGHHH!
Volteé a ver qué pasaba y para mi sorpresa
noté que una de esas “cosas” habían agarrado
a Salvador, intentaba defenderse pero no podía,
esa “cosa” lo mordía y golpeaba, cuando intenté
ir en su ayuda el me noto y grito:
–¡NO- NO VENGAS! ¡CORRE FUERA DE
AQUI!– Cuando me dijo eso, tomo el rifle y lo
aventó los más lejos que pudo.
–¡TÓMALO Y HUYE!– Dijo, así que corrí rápi-
damente por el rifle, era muy pesado y aunque
alguna vez tome una práctica de tiro con mi pa-
dre no sabía cómo usarlo.
–Sal- Sálvalos, por- favor...– Fue lo último que
escuche de Salvador mientras seguía siendo
devorado por esas cosas.
Seguía corriendo con el arma en brazos, cuan-
do de pronto escuché otro grito pero ahora más
~32
agudo.
–¡AHHHHHHHH!–
Voltee rápidamente y al igual que ha salvador
vi que habían atrapado a Helena, ahí estaba tam-
bién Rosario viendo con pavor como devoraban
a su madre. Cuando la bestia la notó, gruñó, en
ese momento apunté el arma que por un golpe de
suerte dio justo en el rostro de la bestia.
Corrí a donde se encontraba Rosario y la tomé
de la mano.
–¡HUYAMOS!– Le dije mientras la jalaba
En ese momento corrimos y por fin salimos del
plantío y ahí estaba Isaac con un rostro lleno de
pánico, la bestia que había devorado a Salvador
lo estaba buscando mientras que el empezó a
correr fuera del plantío.
–Corramos y escondámonos rápido– Dije
mientras buscábamos algún lugar donde poder
refugiarnos.
33~
Vimos un pequeño granero y nos escondimos,
es cosa seguía afuera podía ver su sombra mero-
deando, lo único que podía hacer era apuntar el
arma a la puerta del granero, aunque sabía que
si nos encontraba estaríamos perdidos, de pron-
to la sombra desapareció, abrí un poco la puerta
para echar un vistazo y vi como aquella cosa re-
trocedía.
En ese momento sentí un gran alivio.
–¿Están bien?– Les pregunte a Rosario e
Isaac.
–S-Si– Contestó Isaac mientras se dejaba
caer y se sentaba viendo hacia el techo.
Miré a Rosario y en su rostro no veía más que
terror. Me hinqué enfrente de ella.
–Tus padres fueron unas grandes personas,
estoy seguro que estén donde estén se encuen-
tran felices de que ustedes hayan sobrevivido,
no te preocupes saldremos de esta, yo te prote-
geré– Le dije a Rosario.
~34
En ese momento, sus ojos comenzaron a lle-
narse de lágrimas y empezó a llorar mientras po-
nía su rostro sobre mi pecho, Isaac igualmente
comenzó a llorar mientras apretaba los dientes y
miraba el techo, yo aunque quise ser fuerte no
pude contener mis lágrimas, por mi cabeza sólo
pasaba una cosa, asesinar a esas cosas, aunque
sabía que en mi estado actual no podía hacerlo.
Cuando Rosario dejó de llorar, se quedó pro-
fundamente dormida, Isaac se recostó sobre el
suelo y también durmió, también me recosté en el
suelo y cerré mis ojos deseando que todo lo que
sucedió esa noche fuera un sueño.
–Mamá, Papá, ¿Dónde están?–
Me desperté de golpe, bajo la puerta se podía
ver claramente la luz del sol, pero fuera de aque-
lla puerta se escuchaban voces, se acercaban
cada vez más hasta que se pusieron enfrente de
la puerta, abrieron de un golpe la puerta lo cual
causo que los destellos de el sol me dejaran sin
visión por un par de segundos, cuando recuperé
35~
la vista vi que eran parte del ejercito de Ciudad
Optima. En ese momento sentí una gran tranqui-
lidad.
–¿Están Bien?– Preguntaron.
–Sí– Respondí claramente.
– ¿Cuáles son sus nombres?.
–Ella es Rosario, el Isaac y yo soy Aarón Leroy.
–¿Leroy? ¿Eres pariente del profesor Leroy?
–Soy su hijo, ¿sabe algo de mi padre?
–No, desafortunadamente no sabemos nada
de éll
–Ya veo– Dije en voz baja mientras bajaba la
cabeza.
–Vengan, los llevaremos a un lugar seguro.
Fuimos con ellos, nos llevaron en un Buggy mi-
litar, mientras recorríamos la ciudad sólo veíamos
las ruinas de varios edificios, carros abandonados
e incluso uno que otro cuerpo desmembrado. A
las afueras de la ciudad se hallaba la base secre-
ta que menciono Salvador dentro de una cueva,
al entrar vimos que había una increíble cantidad
~36
de gente, donde se escuchaban gritos y llantos,
las caras de las personas mostraban miedo y
nada más. Fuimos y nos sentamos en un par de
bancas que se encontraban ahí, ahora no sabía
qué hacer, estábamos los tres solos.
–¿Aaron?– Escuché como alguien pronun-
ciaba mi nombre. Levante mi cabeza y vi a una
señorita con bata blanca, con un par de lentes
y cabello obscuro y largo.
–Eres Aarón Leroy, cierto.
–S- Sí y usted ¿quién es?
–¡Ohh! Qué alegría que estés bien, yo soy Mi-
randa Steimberg, era la asistente del laboratorio
de tu padre ¡Tu padre hablaba tanto de ti, que de
inmediato te reconocí!
–¿Mucho gusto?– No sabía que más decir.
–¿Mmm? ¿Ellos quiénes son?– Refiriéndose a
Rosario e Isaac.
–¡Ah! Son un par de amigos, ella se llama Ro-
sario y el Isaac, ellos y sus padres me ayudaron
cuando estaba perdido, después de que me se-
pare de mis padres.
37~
–¡Oh! Ya veo, y sus padres ¿Dónde están?–
Preguntó mientras que miraba hacia los lados.
Baje la mirada y conteste fríamente.
–Fueron devorados anoche por unas “cosas”
humanoides.
–Así que ya tuviste contacto con los EXTRAS–
dijo.
–¿EXTRAS?– Dije confundido.
–Ven hablemos.
–¿Qué pasara con Isaac y Rosario?
–No te preocupes, les haremos un chequeo
médico y les daremos algo de comer.
–Los veré después, vayan con ellos, los ayuda-
ran– Dije con una sonrisa.
Mientras ellos se iban, entré a una sala al pare-
cer de reuniones con Miranda, me senté y me co-
menzó a explicar, al parecer los EXTRAS son una
raza extraterrestre más desarrollada la cual tiene
características humanoides, hay varias clases de
extra y todos tienen un atributo diferente. Al pare-
cer los EXTRAS que nos encontramos ayer eran
~38
de la clase RAPTOR y WALKER.
–¿Cómo saben todo esto?
–Capturamos unos cuantos anoche
–¿Aarón, conoces la última investigación de tu
padre?
–N- No
–El proyecto Perfectum Hominem, es una in-
vestigación que tu padre lleva haciendo por años
y por fin la pudo completar. Consiste en aumen-
tar, la fuerza y los sentidos del ser humano, esto
estaba pensado usarse para fines militares, pero
creo que es hora de usarlo
–¿Te gustaría ser parte del proyecto?
–Con eso podré eliminar a esas “cosas”
–No lo sabemos, pero es posible
En ese momento vinieron a mi mente, Papá,
Mamá, Salvador, Helena, Rosario e Isaac, esas
personas que me apoyaron de alguna forma, ne-
cesito regresarles el favor, necesito ser más fuer-
te, ayudar a aquellos que lo necesiten, y eliminar
a aquellos que se lo merezcan me he decidido...
39~
–Con ese posible basta...
–¿Mmm?
– ¡Me uniré!, ¡cuenta conmigo! ¡Eliminaré a to-
das esas cosas!