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Folleto Kinetoscopio Cineclub Paul Thomas Anderson

Date post: 14-Mar-2016
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Cineclub

Mesías del cine contemporáneo

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Entrada Libre Del 31 de agosto al 28 de septiembreSábados. Sala 2.Centro Colombo Americano de Medellín Sede Centro- Carrera 45 Nº 53-24

Mayores Informes Tel. 5134444 ext. 110 [email protected] www.kinetoscopio.comSíguenos en:

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Dicen que es el nuevo me-sías del cine estadounidense. Y puede que lo sea un crea-dor que tiene en su currícu-lum películas como 'Boogie Nights', 'Magnolia' y 'Punch-Drunk Love' y que se siente parte de una lista de direc-tores integrada por Taranti-no, Linklater, Wes Anderson, Spike Jonze, Aronofski o Da-vid O. Russell.

Decía el escritor Kurt Vonne-gut que uno puede acabar siendo lo que finge ser. “Por eso hay que tener tanto cui-dado con las apariencias”, añadía. Paul Thomas An-derson (Los Ángeles, 1970), por ejemplo, hace tiempo que aparenta ser el mesías de ese raro invento llamado cine. Y puede que, si no pone la atención necesaria, acabe por serlo. The master, su úl-timo trabajo, desde luego, no ayuda a despejar prejuicios. Desde el primer minuto es un raro prodigio de una belleza y profundidad pocas veces contemplado.

Basada, más o menos, en la vida de L. Ron Hubbard, el creador de la cienciología (“No es un ataque. Lejos de mi intención insultar a amigos como Tom Cruise, al que se la enseñé después de aca-bada”, puntualiza), la cinta cumple un preciso e ilumi-nado recorrido por la vida de dos hombres arrojados a la titánica y desesperada tarea de encontrar y dar sentido. Philip Seymour Hoffman y un recuperado Joaquín Phoenix, tras cuatro años de desespe-ración y locura (“Nunca dudé de él. Sabía lo que estaba ha-ciendo”), son los encargados de animar este encendido y magistral viaje al fondo de las cosas con fondo.

Una vida fracturada

Y así, siguiendo el hilo de su obra anterior, otra vez un hombre es abandonado al quizá fútil empeño de recons-truir una vida fracturada; de nuevo son puestas en cues-tión todas las palabras que

“NO TRABAJO PARA LA HISTORIA DEL CINE SINO PARA PODER SEGUIR HACIENDO LO QUE SÉ HACER, CINE.”

Entrevista a Paul Thomas Anderson por Luis Martínez

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legitiman y dotan de significa-do a cada uno de los actos; de forma recurrente la figura del mentor (padre, familia, Dios o patrón) es aniquilada por la absoluta certeza de la más profunda de las incer-tidumbres... Y todo ello, que también cuenta, con la nitidez del formato casi olvidado de los 70 milímetros (“No tiene que ser patrimonio de David Lean y las películas de roma-nos. Te hace sentir la imagen de manera distinta y por eso ayuda a comprender con niti-dez el drama”).

Sea como sea, Anderson nos recibe en el hotel Bristol de París recién levantado. Se encuentra allí a medio camino de casi todo: entre la tempo-rada de premios en EEUU y Europa, entre las vacaciones y el trabajo, entre la vigilia y el sueño, entre los oficios de padre y cineasta... “La verdad es que mis críos [tiene tres] se lo están pasando como nunca. Otros años pasamos las Navidades en Nueva York y tras unos días ya se quieren volver. Ahora, justo lo contra-rio”. Y así, claro, uno pierde de vista que está delante del que dicen que es el nuevo

mesías.

--La primera película suya que tuvo repercusión fue Bo-ogie nights, una particular aproximación al mundo del porno antes de la irrupción del vídeo; usted vive en el va-lle de San Fernando, la capi-tal del porno. Le supongo un experto en la materia pues. ¿Está a favor de la obligación de usar condones en las pelí-culas porno?

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R// Buen arranque [rompe a reír]. Todo empezó por unos cuantos casos de Sida. Hubo un intento de forzar que los actores se autorregularan, que la gente del porno hicie-ra de policía de sí mismos y, como no funcionó, se impuso la obligación de usar condo-nes. Lo que sí puedo decir es que está siendo un desastre para la industria local.

Las películas se siguen ha-ciendo, pero en otros estados fuera de California.

--Tendrá que rodar una se-gunda parte de Boogie nights.R// [Se ríe] Quizá la haga en algún momento.

Relaciones paterno filiales

--Vayamos a The master. De nuevo en su cine vemos otra vez un análisis pormenori-zado de la relación entre un padre y un hijo. ¿Por qué esa obsesión?

R// En este caso, no es exac-tamente eso. En ciertos as-pectos, es como si los dos personajes principales es-tuvieran casados y a la vez establecieran entre ellos la misma relación de un hijo con su madre, en el sentido judío del término. Muy inten-sa, siempre conectados. Por otro lado, existe una especie de relación entre amo y sir-viente. O entre hermanos, in-cluso. Bueno, la pregunta era por todas las veces que he repetido este mismo esque-ma. La verdad, no encuen

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tro una manera apropiada de responder. Creo que es algo completamente casual, no hay nada intencionado.

--Me va a permitir que haga de psicoanalista. ¿Qué clase de relación tuvo con su pa-dre?

R// [Se ríe] Fue una relación muy buena [era actor y mu-rió cuando Anderson contaba con 12 años]. Nada torturada. Quizá ahí está la explicación que anda buscando. Tal vez en mis películas busque el conflicto que, desde luego, no ha existido en mi vida. El conflicto, de alguna mane-ra, lo tuve con mi madre. A mi padre le idolatraba, que, en realidad, también es una forma no normal de relacio-narse con un padre. Durante muchísimos años, me negué a ver algo negativo en él. Y eso ciertamente es enfermi-zo. Cuando creces y tú mis-mo llegas a ser padre, te das cuenta de eso.

--Se necesita, acaso, odiar, matar al padre...

R// No diría tanto, pero sí aceptar como algo necesa-rio un cierto enfrentamiento. Está claro que esa relación de absoluta adoración que yo mantuve con el mío no es normal. A determinada edad, uno tiene que rebelarse con-tra la figura paterna.

--¿El primer impulso para lle-gar a ser director se podría entender en esta situación que está contando con sus padres?

R// Fue algo muy personal. Digamos que vino de mí. Pro-bablemente, y al hilo de lo que estaba contando, fue mi madre la que más me animó a dedicarme al cine. Recuer-do que tras ver Rocky le dije, para su disgusto, que quería ser boxeador. Y ella me dijo algo muy inteligente: “Ten en cuenta que Rocky también rodó la película [en realidad fue John Avildsen el que diri-gió la primera. Stallone rodó y protagonizó las siguientes]”. Lo recuerdo perfectamente. Con la misma claridad con la que me acuerdo cómo Stallo-ne se desayunaba los huevos crudos justo antes de salir a correr por las mañanas.

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--¿Y cómo fue el proceso des-de Rocky hasta la decisión de rodar una película?

R// Estoy convencido de que aunque hubiese nacido en Madrid en lugar de en Los Ángeles hubiera acabado igual. De hecho, mis padres estaban bastantes asustados conmigo porque desde los siete años ya tenía clara mi vocación de cineasta. Nada más. Nunca he tenido plan B. Por mi parte, creo que era algo psicótico incluso. No es que fuera lo único que qui-siera hacer, es que, en reali-dad, no hubiera podido hacer nada más.

La gran mitología america-na

--Otro de los asuntos de su cine es la construcción de la gran mitología americana. En este caso es Hubbard, el pro-feta de una nueva religión; en su película anterior fue Da-niel Plainview, el construc-tor de un imperio petrolífero. ¿Cuánto le preocupa crear en el cine eso que los escri-tores llaman la gran novela americana?

R// Le haré un símil con el béisbol. Cuando vas a batear, si piensas en hacer un home run [la mayor puntuación po-sible] estás condenado a

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fracasar. Lo importante, ha-gas lo que hagas, es avan-zar. Y en eso me concentro. No trabajo para la historia del cine sino para poder seguir haciendo lo que sé hacer, cine.

--Pongamos el caso concreto de Hubbard, ¿cuándo se dio cuenta que en la historia de este iluminado había una pe-lícula?

R// No hubo un momento concreto. Llevaba leyendo sobre él años y estaba intri-gado por un tipo tan apasio-nante. Quizá eso sí que esté en el origen de mis películas: la posibilidad de investigar sobre alguien atractivo. En cualquier caso, luego pasas mucho tiempo dudando y reevaluando el haber tomado una decisión. --Recuerdo el monólogo final en Pozos de ambición; un discurso vorazmente religio-so. Ahora vuelve a tratar el asunto. Me pregunto cuál es su relación personal con la religión.

R// No soy realmente un cre-yente o, mejor, lo soy a mi

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manera. Desde muy peque-ño, todo lo que tiene que ver con la religión, con ir a la igle-sia los domingos y esas co-sas me resultó profundamen-te aburrido. Siempre lo he tenido como una carga, como hacer los deberes. Digamos que me empecé a interesar de nuevo por ella cuando leí Al este del Edén, de John Steinbeck. La aproximación que hace la novela a ciertas historias de la Biblia me hicie-ron reflexionar sobre su sen-tido. De repente, descubrí las fantásticas historias de sexo y sangre que me había esta-do perdiendo por no prestar atención. Es uno de los me-jores libros que he leído. Aun-que, la verdad, no tengo claro que esto último tenga mucho que ver con la religión.

La corona del mesías

--Y desde Rocky a ahora ¿cómo se siente cada vez que lee que algún crítico le corona como el director en-cargado de determinar el fu-turo del cine? Recientemen-te, The Guardian ponía sus iniciales (PTA) en lo más alto de una lista de los directo-res más influyentes vivos; el

American Film Institute tam-bién...

R// Primero sientes confianza en ti mismo y luego crees que te vas a venir abajo. Cuando lees algo así, lo primero que piensas es que están hablan-do de alguien que no eres tú. Es algo extraño. No es por presumir, pero lo llevan di-ciendo desde hace tiempo y me siento orgulloso de haber podido crecer al margen de todo este ruido. Lo más im-portante es poder desarrollar tu trabajo. No puedes estar pendiente de lo que dicen los periódicos y los críticos de ti. En cualquier caso, como todo el mundo, no soy inmune ni a las buenas ni a las malas críticas, que también las hay.

--Coppola dijo maravillas de Punch-drunk love...

R// Eso sí que es realmente halagador [se ríe]. He crecido viendo su cine.

--¿Se siente parte de una nueva generación de cineas-tas? ¿Cree que está cam-biando la forma de hablar de Hollywood al mundo en los últimos años?

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-Me cuesta trabajo hacer un análisis de conjunto como el que demanda la pregunta. Lo único que tengo claro es que hay muchos buenos directo-res trabajando ahora mismo. No sé si eso hace la situación diferente a otras épocas. Me siento, aunque sean quizá mayores que yo, de la misma generación que Quentin [Ta-rantino] y de Richard Linkla-ter. Sí que comparto algo en común con ellos, igual que con Wes Anderson, Spike Jonze, Darren Aronofski o David O. Russell. Pero miro un poco más atrás y encuen-tro a Jim Jarmusch, Spike Lee, John Sayles…

--¿Se atrevería a proponer alguna característica que di-ferencie a las dos generacio-nes?

R// Nosotros somos unos pri-vilegiados y hemos heredado una situación que ellos consi-

guieron cambiar. Antes había muchas menos posibilidades de financiar una película. Sólo los estudios lo hacían. Y ellos rompieron esa barrera. Ahora, hay más garantías de hacer rentable una película independiente y dispones in-cluso de más dinero. Se tra-baja más libremente que an-tes. Y también es interesante que gente como Linklater o Steven Soderbergh cuando trabajan para los grandes estudios consiguen a la vez hacer algo muy personal y capaz de llegar a una gran audiencia. Creo sinceramen-te que, pese a todo, ahora mismo es un muy buen mo-mento para el cine.

* Publicado originalmente en El Cultural.es el 04 de enero de 2013 http://www.elcultural.es

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The MasterThe MasterPor: Xavier Vidal

Con Sidney uno podía defender que Anderson no era más que un nuevo rostro nacido al calor del thriller dialogado de los 90´s, abanderado por Quentin Tarantino. Con Boogie Nights era fácil argumentar que Altman y Scorsese aparecían de forma recurrente en cada fotograma. Con Magnolia se po-día defender que Anderson continuaba perfeccionando el re-lato coral con mensaje, pero dependiendo todavía de ciertas influencias. Con Embriagado de amor se intuía un doble pro-pósito: recuperar el poso de los romances que filmaba el Old Hollywood y al mismo tiempo firmar una marcianada más de la nueva comedia yanki encabezada por Spike Jonze. Ante la incertidumbre que generó Pozos de ambición era requisi-to casi formulario citar el parecido de muchas escenas con Welles o Kubrick. Ahora, con The Master, seguimos teniendo la misma sensación de estupor, de nerviosismo, de extrañe-za. Hay que hablar de Paul Thomas Anderson, tenemos que reseñar The Master y no sabemos por dónde empezar. Una cuestión que debe ser reveladora tanto de la grandeza del cine de Anderson como de la nada oficial de ciertos analistas. No debemos sentir miedo o vergüenza al reconocer que el cine de Paul Thomas Anderson nos sobrepasa y nos satura. Que nos gusta, o no, y que desconocemos el motivo de esa pasión o animadversión. Que a veces el arte llega a conquis-tar unas cimas tan remarcables que las palabras se vuelven

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vacías: es difícil intentar esbozar el argumento de The Master, resumirla, describir su fondo y forma, señalar la intención del autor. Porque el cine en mayúsculas se ve con el estóma-go, no con los ojos, y siendo un universo cerrado escapa a cualquier significación perfectamente delimitada. Porque ha llegado el momento de gritar de una vez por todas que el verdadero ‘master’ es Paul Thomas Anderson, y que su nue-va criatura, The Master, es, ante todo, una película de Paul Thomas Anderson. A lo grande. Sin necesidad de citar otros nombres más que el de su propio responsable. Sin recurrir a otro cine de referencia que no sea el del mismo cineasta.

Asumiendo que Boogie Nights y Magnolia estaban unidas por una estructura narrativa y estilo parecidos, The Master de la misma forma abre sus lazos de unión con la citada Pozos de ambición. Entendiendo a la vez que The Master no se parece ni a nada que haya hecho anteriormente Anderson ni a nada que hayamos visto antes en una sala de cine. Asumiendo que The Master va por otros derroteros y transita otros espacios y otros estados de ánimo: de ahí que su presencia en la car-telera y su discreta presencia en esta temporada de premios sea, cuanto menos, una rareza de nuevo difícil de catalogar. Y sobre todo: entendiendo que al celebrar la independencia y la madurez del cine de Paul Thomas Anderson asistimos a la proclamación de The Master como obra maestra indiscu-tible. Ya habrá tiempo para revisarla: por lo pronto su silueta nos pertenece, su histeria nos vampiriza, sus imágenes nos persiguen como recuerdos incómodos de una larga pesadilla. ¿Qué cuenta The Master? ¿Cómo es The Master? Ni idea. O tal vez sí. En esencia, asistimos al cuerpo a cuerpo de dos antónimos, dos seres que se quieren tanto como se odian, que establecen un vínculo, que mantienen un pulso. O no: es la crónica de una feminidad absolutamente enloquecida que controla el destino de los hombres desde la sombra. O no: es la concreción de dos símbolos hechos carne. O de

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uno: ese hombre contradictorio, arribista y generoso, fuerte y débil, bíblico y ordinario, que habita en todos nosotros. O bien pensado, un escenario histórico y mental de posguerra, del cambio constante, de fes y de influencias, de la eterna duda y la pérdida de certezas que llega hasta nuestros días. ¿Que qué es The Master? Déjenme que no lo sepa, porque disfruto rebobinándola mentalmente como diapositivas de un espejismo, nunca como reflejos nítidos. Lo único cierto es que The Master será la gran película del 2013, aunque estemos a mitades de enero y aunque quede mucho por visionar. Por lo pronto, The Master es el film que no deben perderse. La terrorífica experiencia que vive el cinéfilo hastiado cuando al salir de la sala oscura es atacado por una desasosegante sensación de lleno y vacío, tras sufrir un traslado extracorpó-reo y a la vez hacia sus adentros, sintiéndose muy pequeño y al mismo tiempo conocedor de una revelación enorme. Un cine de la arqueología humana que deja mudo. Cine al fin y al cabo, algo preciadísimo e inusual en los tiempos que corren.

* Publicado originalmente en Cachecine el 15 de enero de 2013 http://cachecine.blogspot.com/2013/01/critica-de-master-

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HARD EIGHT (SYDNEY)

Dirección: Paul T. Anderson.Guión: Paul T. Anderson.Fotografía: Robert Elswit.Música: Michael Penn & Jon Brion.País: Estados Unidos.Año: 1996.Duración: 101 minutos.

Sinopsis:

Sydney escoge a John, un perdedor, para ocupar su puesto en el mundo de las partidas clandestinas de la mafia y decide prepararlo llevándole a jugar en los ca-sinos de Reno. Empiezan las sesiones de preparación y entre ambos se establece una relación especial, que va más allá de la de profesor y alumno, y adquiere tintes fra-ternales. Sydney se converti-rá en un ángel para John.

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BOOGIE NIGHTS

Dirección: Paul T. Anderson.Guión: Paul T. Anderson.Fotografía: Lloyd Levin.Música: Michael Penn.País: Estados Unidos.Año: 1997.Duración: 156 min.

Sinopsis:Boogie Nights es la historia de una familia de actores y técnicos que se esfuerzan por redefinir y valorizar la in-dustria del entretenimiento para adultos. Liderados por un idealista director que sue-ña con elevar su oficio a una forma de cine arte, este film nos lleva detrás de las esce-nas para sumergirse en la tur-bulenta y desenfrenada vida de quienes triunfaron y fraca-saron en este incomprendido submundo en Los Ángeles de los años 70.

MAGNOLIA

Dirección: Paul T. Anderson.Guión: Paul T. Anderson.Fotografía: Robert Elswit.Música: Jon Brion (Cancio-nes: Aimee Mann).País: Estados Unidos.Año: 1999.Duración: 188 minutos.

Sinopsis:Un padre enfermo terminal, su joven esposa, el hijo pró-digo, el enfermero del mori-bundo, un ex niño prodigio, un niño prodigio, un policía enamorado, un presentador de concursos televisivos y una hija apartada de la fami-lia. Nueve personajes, nueve historias que se cruzan, en un solo día, en el californiano valle de San Fernando.

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EMBRIAGADO DE AMOR

Dirección: Paul T. Anderson.Guión: Paul T. Anderson.Fotografía: Robert Elswit.Música: Jon Brion.País: Estados Unidos.Año: 2002.Duración: 99 min.

Sinopsis:Barry es un tímido treintañe-ro, acomplejado por sus siete autoritarias hermanas para las que nunca ha dejado de ser el niño pequeño que re-quiere constantes críticas y regaños. Cuando una miste-riosa mujer entra por sorpre-sa en su vida, sus emociones se disparan pasando por la ira incontrolable, la lujuria y la inseguridad.

PETRÓLEO SANGRIENTO

Dirección: Paul Thomas Ander-son.Guión: Paul Thomas Anderson.Fotografía: Robert Elswit.Música: Jonny Greenwood.País: Estados Unidos.Año: 2007.Duración: 158 min.

Sinopsis:Texas, principios del siglo XX. Una historia sobre la familia, la avaricia y la religión. Daniel Plain-view se traslada con su hijo a una miserable ciudad con el propósito de hacer fortuna, pero, a medi-da que se va enriqueciendo, sus principios y valores desaparecen dando paso a la corrupción, a la mentira y poniendo en peligro va-lores humanos como el amor, la esperanza, la solidaridad, la con-fianza, e incluso el vínculo entre padre e hijo.

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Mesías del cine contemporáneo

31 de agosto Hard Eight

7 de septiembre Boogie Nights

14 de septiembre Magnolia

28 de septiembre Petróleo Sangriento

21 de septiembre Embriagado de Amor

Mesías del cine contemporáneo


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