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Gigantes en la Tierra

Date post: 15-Jun-2015
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Creo que he encontrado la respuesta. Descifrando el enigma de los semidioses (con el famoso Gilgamesh entre ellos), concluyo en este libro, mi obra cumbre, que en una antigua tumba se enterraron evidencias físicas irrefutables de la presencia alienígena en el pasado de la Tierra. Se trata de un relato que tiene inmensas implicaciones para nuestros orígenes genéticos, una clave para desvelar los secretos de la salud, la longevidad, la vida y la muerte; es un misterio cuya resolución llevará al lector a una aventura única y finalmente revelará lo que se retuvo de Adán en el Jardín del Edén.Zecharia Sitchin
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ZECHARIA SITCHIN
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  • 1. ZECHARIA SITCHIN +8%2 *,*$17(6(1 /$ 7,(55$LRVHV VHPLGLRVHVDQFHVWURV KXPDQRV OD HYLGHQFLD GH XQ $1 H[WUDWHUUHVWUH

2. ,17528,168(, 48( Y sucedi que cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la haz de la Tierra y les nacieron hijas, vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, y tomaron por esposas a las que preferan de entre todas ellas. En la Tierra haba gigantes en aquellos das, y tambin despus, cuando los hijos de Dios se unan a las hijas de los hombres y ellas les daban hijos: stos fueron los Hombres Poderosos de la antigedad, Hombres de Renombre. El lector, si est familiarizado con la versin de la Biblia del reyJacobo, reconocer estos versos como el prembulo, en el captulo 6del Gnesis, de la historia del Diluvio, la Gran Inundacin en la queNo, acurrucado en un arca, se salv para repoblar posteriormente laTierra. El lector, si est familiarizado con mis escritos, reconocer tam-bin estos versculos como el motivo por el cual, hace muchas dca-das, un nio se sinti impulsado a preguntarle a su profesor por qu sehablaba de gigantes en estos versculos, cuando la palabra del texto 7 3. original hebreo era Nelim, que procede del verbo hebreo Nafol, quesignica caer, ser bajado, venir abajo, y en modo alguno gigantes.Aquel nio era yo. En lugar de ser felicitado por mi perspicacialingstica, me llev una dura reprimenda. Sitchin, sintate! meespet con un silbido lleno de clera contenida No cuestiones laBiblia! Me sent profundamente herido aquel da, pues yo no estabacuestionando la Biblia; al contrario, estaba apuntando a la necesidadde comprenderla bien. Y eso fue lo que cambi la direccin de mivida, para llevarme a buscar a los Nelim. Quines fueron los Ne-lim, y quines fueron sus Poderosos descendientes?La bsqueda de respuestas comenz con cuestiones lingsticas.El texto hebreo no dice que los hombres comenzaron a multipli-carse, sino HaAdam, El Adn, un trmino genrico de la especiehumana. No habla de los hijos de Dios, sino que utiliza el trminoBnei Ha-Elohim, los hijos (en plural) de los Elohim, un trminoplural que se ha traducido como dioses, pero que literalmente sig-nica los Elevados. Las Hijas de El Adn no eran hermosas,sino Tovoth, buenas, compatibles E, inevitablemente, nos encon-tramos as pues enfrentndonos al problema de los orgenes. Cmodio en aparecer la humanidad en este planeta, y de quin es el cdigogentico que portamos en nuestras clulas?En slo tres versculos y unas cuantas palabras (cuarenta y nuevepalabras en el original hebreo del Gnesis), la Biblia nos habla de lacreacin del Cielo y la Tierra, y luego hace una crnica de los tiemposprehistricos de la primitiva humanidad, y de una serie de asombro-sos acontecimientos, entre los cuales destacan una inundacin global,la presencia en la Tierra de los dioses y de sus hijos, el cruce entre dosespecies y una descendencia de semidiosesY as, comenzando con una sola palabra (Nelim), relat la his-toria de los anunnaki, Aquellos que del Cielo a la Tierra llegaron,viajeros espaciales y colonos interplanetarios, que llegaron a la Tie-rra desde su aquejado planeta en busca de oro, y que terminarondando forma a El Adn a su propia imagen. Y con ello los devolva la vida, reconocindolos individualmente, desentraando sus en-revesadas relaciones, describiendo sus trabajos, sus amores, sus am-biciones y sus guerras, e identicando a sus mestizos descendientes:los semidioses.Alguna vez me han preguntado adnde me habran llevado misintereses si aquel profesor me hubiera felicitado en lugar de repren-8 4. derme. Pero lo cierto es que yo me he hecho a m mismo una pre-gunta diferente: qu pasara si, de hecho, hubiera habido gigantesen la Tierra en aquellos das y tambin despus? Las implicacionesculturales, cientcas y religiosas seran sobrecogedoras, y llevaran aotras dos ineludibles preguntas: por qu los que compilaron la Bibliahebrea, que est dedicada completamente al monotesmo, incluyeronesos versculos bomba en la crnica prehistrica, y cules fueron susfuentes? Yo creo que he encontrado la respuesta. Descifrando el enigmade los semidioses (con el famoso Gilgamesh entre ellos), concluyo eneste libro, mi obra cumbre, que en una antigua tumba se enterraronevidencias fsicas irrefutables de la presencia aliengena en el pasadode la Tierra. Se trata de un relato que tiene inmensas implicacionespara nuestros orgenes genticos, una clave para desvelar los secretosde la salud, la longevidad, la vida y la muerte; es un misterio cuya re-solucin llevar al lector a una aventura nica y nalmente revelarlo que se retuvo de Adn en el Jardn del Edn.Zecharia Sitchin 9 5. /$ %648($ ($/(-$152 ( /$ ,10257$/,$En la primavera del 334 a. C., Alejandro de Macedonia y su ejrcitocruzaron el Helesponto, un estrecho brazo de mar que separa a Eu-ropa de Asia (llamado actualmente estrecho de Dardanelos), y lan-zaron as la primera invasin armada europea sobre Asia. Sus fuerzasmilitares, una tropa de lite de unos 15.000 soldados de infantera ycaballera, representaban la alianza que los estados griegos habanformado en respuesta a las repetidas invasiones de Grecia por partede los persas: primero, en el 490 a. C. (cuando se rechaz la invasinen Maratn), y luego, en el 480-479 a. C., cuando los persas humilla-ron a los griegos con la ocupacin y el saqueo de Atenas.Los dos bandos haban estado combatiendo desde entonces enAsia Menor, donde proliferaban las colonias griegas (de las cualesTroya es la ms conocida en los relatos), y se haban enfrentado tam-bin en las lucrativas vas martimas del Mediterrneo oriental. Entanto que los persas estaban organizados en un poderoso imperio,gobernado por una sucesin de reyes de reyes, los griegos estabanfragmentados en pequeas ciudades-estado que no hacan otra cosaque pelearse entre s; la devastacin y la humillacin provocadas porlas invasiones persas, junto con los constantes enfrentamientos portierra y por mar, llevaron nalmente a la formacin de una liga bajo elliderazgo de Macedonia, conndosele a Alejandro la tarea de dirigirel contraataque.Alejandro opt por cruzar de Europa a Asia por el Helesponto(A en el mapa, g. 1), el mismo estrecho que haban cruzado los persasen sus invasiones hacia Occidente. En el pasado, el estrecho estaba 11 6. dominado desde la parte asitica por la ciudad forticada de Troya,el epicentro de la famosa Guerra de Troya, que se haba desarrolladoall, segn la Iliada de Homero, muchos siglos atrs. Portando consi-go una copia del relato pico que le haba dado su tutor, Aristteles,Alejandro se detuvo en las ruinas de Troya para ofrecer sacricios ala diosa Atenea y rendir homenaje ante la tumba de Aquiles (cuyocoraje y herosmo admiraba Alejandro).El multitudinario ejrcito cruzo el estrecho sin contratiempos. Lospersas, en lugar de rechazar a los invasores en las playas, considera-ron la posibilidad de aniquilar a las fuerzas griegas atrayndolas conun seuelo tierra adentro. El ejrcito persa, liderado por uno de susmejores generales, esperaba a Alejandro y a su ejrcito en las orillasde un ro, formando una lnea de batalla un poco ms hacia el interior;pero, aunque los persas aventajaban a los griegos tanto en posicionescomo en nmero de efectivos, los griegos se abrieron paso entre ellos.Replegndose, los persas reunieron otro ejrcito e, incluso, planearonuna contrainvasin de Grecia; pero, mientras tanto, su retirada permi-ti a los griegos avanzar sin obstculos por Asia Menor, hasta llegar alo que actualmente es la frontera entre Turqua y Siria (B en el mapa). GRECIA MAR NEGROMAR CAS PIO HattusaA Monte AraratAsia MenorPAS DE HATTI (hititas)Montes TauroNniveTroya B Jarn CHIPREKarkemish(ASIRIA) E RoMKadeshes Mo NO TigropMariMAR MEDITLBAnteotBaalbekis ERRNEO Ro am sZ ufiarat agr esDamascoC os Agad SusaSiwa D JericBabiloniaJerusaln NippurELAMMar Muerto SUMERGiza HelipolisErek MensUrSINA EridEl FayumGOL SICO PR FO OIPTDendera EGTebasKarnak Edf Syene (Asun)Figura 1. Mapa (el mundo de Alejandro)12 7. En el otoo del 333 a. C., el mismsimo Shah-in-Shah (Rey de Re-yes) de los persas, Daro III, encabez la carga de caballera contralas tropas de vanguardia de Alejandro; la batalla, conocida como laBatalla de Issos (muy representada por los artistas griegos, g. 2), ter-min con la captura de la tienda real de Daro, si bien ste consiguiescapar. El rey persa, batido pero no derrotado, se retir a Babilonia(C en el mapa), el cuartel general occidental de un imperio que se ex-tenda desde Asia Menor (que era lo que Alejandro haba invadido)hasta la India.Incomprensiblemente, Alejandro renunci a la oportunidad deaplastar al enemigo persa de una vez y para siempre. En vez de perse-guir a los restos del ejrcito persa y a su humillado rey, dej que Da-ro se retirara hacia el este, hasta Babilonia, y permiti que el imperiocontinuara la guerra. Renunciando a la oportunidad de una victoriadecisiva, Alejandro se dirigi entonces hacia el sur La derrota de lospersas en venganza por sus anteriores ataques a Grecia, razn por lacual se haba hecho la alianza de los estados griegos bajo el mandode Alejandro, se aplaz para ms tarde. Era Egipto, y no Persia, comodescubrieron sorprendidos los generales griegos, el verdadero destinode Alejandro.Lo que tena Alejandro en la cabeza, como se revelara posterior-mente, era su propio destino, y no el de Grecia, pues fue a Egipto de-bido a los persistentes rumores difundidos en la corte de Macedoniade que su verdadero padre no era el rey Filipo, sino un misterioso perFigura 2. Alejandro en combate con Daro 13 8. sonaje egipcio. Segn se cuenta en diversos relatos, un faran egipcio,al que los griegos llamaban Nectanebo, haba visitado en cierta ocasinla corte del rey Filipo. Dicen que era un mago consumado, un adivino,y que haba seducido en secreto a la reina Olimpia, la esposa de Filipo;de modo que, aunque se dio por supuesto que Alejandro era hijo delrey Filipo, el verdadero padre de aqul haba sido un visitante egipcio.Aquellos persistentes rumores, que enturbiaron las relaciones en-tre el rey Filipo y la reina, ganaron credibilidad cuando Filipo acuspblicamente a Olimpia de adulterio (algunos dicen que para des-pejar el camino en su pretensin de tomar como esposa a la jovenhija de un noble macedonio), una decisin que arroj dudas sobre laposicin de Alejandro como prncipe heredero. Fue quizs entonces,pero ciertamente no despus de que la nueva esposa del rey le dieraun hijo, cuando la historia dio otro giro: el misterioso visitante que,supuestamente, haba engendrado a Alejandro no era slo un egip-cio, era un dios disfrazado, el dios egipcio Amn (traducido tambincomo Ammn, Amn o Amn). Segn esta versin, Alejandro eraalgo ms que un prncipe real (el hijo de la reina), era un semidis.El problema de la sucesin real en Macedonia qued resuelto cuan-do el rey Filipo fue asesinado, mientras celebraba el nacimiento de sunuevo hijo, y Alejandro se convirti en rey de Macedonia con veinteaos de edad. Pero el problema de su verdadero parentesco sigui ocu-pando la mente de Alejandro pues, de ser cierto lo que se deca, aquellole dara el derecho a algo ms importante que la sucesin al trono real;le daba derecho a heredar la inmortalidad de los dioses!Con su ascenso al trono de Macedonia, Alejandro sustituy a Fi-lipo como comandante de la alianza de los estados griegos en su pro-yecto de invasin de Asia. Pero, antes de embarcarse en la marchahacia Asia, Alejandro se dirigi a Delfos, un lejano emplazamientosagrado del sur de Grecia. Era all donde se encontraba el orculoms famoso de la antigua Grecia, al cual iban reyes y hroes a consul-tar lo relativo a su futuro. All, en el templo del dios Apolo, una legen-daria sacerdotisa, la sibila, entrara en trance y, hablando en nombredel dios, respondera a las preguntas del visitante.Era l un semidis, obtendra la inmortalidad? Alejandro querasaberlo. La respuesta de la sibila fue, como siempre, lacnica; un acer-tijo sujeto a interpretaciones. Lo que qued claro, no obstante, fue laindicacin de que Alejandro encontrara la respuesta en Egipto, en elorculo ms famoso de aquel pas: en el oasis de Siwa (D en el mapa).14 9. ***La sugerencia no era tan extraa como podra parecer. Ambos orcu-los estaban vinculados tanto por la leyenda como por la historia. Sedeca que el emplazamiento del orculo de Delfos (nombre que sig-nica matriz en griego) lo haba establecido Zeus, el jefe del pan-ten griego, por ser ste el lugar en el que se haban encontrado dosaves que el dios haba enviado desde los dos extremos de la Tierra.Declarando que aquel lugar era un ombligo de la Tierra, Zeus situall una piedra con forma oval denominada nfalo, que signica om-bligo en griego. Era una Piedra Susurrante, a travs de la cual se co-municaban los dioses; y, segn antiguas tradiciones, era el objeto mssagrado del templo de Apolo, y la sibila de Delfos se sentaba sobre lcuando pronunciaba sus respuestas oraculares. (El nfalo original fuereemplazado en tiempos de los romanos por una rplica, [g. 3a], quean puede verse en Delfos.)El emplazamiento del orculo de Siwa, un oasis del desierto occi-dental de Egipto, a casi quinientos kilmetros al oeste del delta delNilo, se eligi mediante el mismo procedimiento que el de Delfos;aunque, en este caso, con dos aves de color negro (que se crea quehaban sido sacerdotisas del dios Amn disfrazadas). El templo prin-cipal estaba consagrado al dios egipcio Amn, a quien los griegosconsideraban el Zeus egipcio. Tambin haba aqu una Piedra Susu-rrante, un nfalo egipcio (g. 3b); y se tena por un lugar sagrado en la abFigura 3a. nfalo de Delfos3b. nfalo egipcio 15 10. mitologa y en la historia griegas porque el dios Dioniso, habindoseperdido en cierta ocasin en este desierto, se salv milagrosamenteal encontrar el oasis. Dioniso era hermanastro de Apolo, y sola sus-tituir a ste en Delfos cuando Apolo se ausentaba. Por otra parte (y,especialmente, desde el punto de vista de Alejandro), Dioniso habaalcanzado el estatus de dios siendo en realidad un semidis, hijo deZeus y de una princesa llamada Selene, a la que ste haba seducidodisfrazado de hombre. Era, as pues, un caso similar, aunque anterior,al de Alejandro; el de un dios que, disfrazado de humano, haba en-gendrado a un hijo en una dama humana de linaje real; y si Dionisose haba podido deicar y haba podido convertirse en uno de losInmortales, por qu no Alejandro?Se saba que entre los que anteriormente haban acudido a Siwabuscando un orculo estaban dos famosos generales, Cimn de Ate-nas y Lisandro de Esparta; pero an ms signicativo para Alejan-dro era el semidis Perseo, otro hijo ilegtimo de Zeus, que habaconseguido matar a la monstruosa Medusa antes de que sta lo con-virtiera en piedra. Tambin se deca que el legendario hroe Hr-cules, famoso por el reto de los Doce Trabajos, haba consultado elorculo de Siwa; aunque ya no debera de sorprendernos, Hrculestambin era un semidis, hijo de Zeus, que haba seducido a la sabiay hermosa Alcmena tomando el aspecto de su marido, el rey de laisla. Los precedentes encajaban claramente con la propia bsquedade Alejandro.Y as fue como, en vez de perseguir al rey persa y a su desorga-nizado ejrcito, Alejandro se encamin hacia el sur. Dejando atrsalgunas tropas para controlar el territorio conquistado, march a lolargo de las regiones costeras del Mediterrneo; salvo en el caso de lafortaleza fenicia de Tiro, cuya marina haba participado en la guerracomo aliada de Persia, el avance de los griegos no encontr resisten-cia: casi todos dieron la bienvenida a Alejandro como libertador deldetestable dominio persa.En Egipto, la guarnicin persa se rindi sin ofrecer combate, y losmismos egipcios recibieron a Alejandro como a algo ms que un li-bertador. En Mens, la capital, los sacerdotes egipcios estaban dis-puestos a aceptar el rumoreado parentesco divino de Alejandro conel egipcio dios Amn, y le sugirieron que fuera a Tebas (actualmente,Karnak y Luxor), en el Alto Egipto, emplazamiento del inmenso tem-plo de Amn, para rendir homenaje al dios all y para ser coronado16 11. a bFigura 4a. Moneda de Alejandro4b. Dios egipcio Amnfaran. Pero Alejandro insisti en cumplir con las indicaciones delorculo de Delfos, y se embarc en la peligrosa expedicin de tressemanas de viaje por el desierto hasta el oasis de Siwa: Alejandronecesitaba escuchar el veredicto sobre su inmortalidad.Lo que pudo suceder en Siwa durante aquella sesin oracular, es-trictamente privada, nadie lo sabe en realidad. Una de las versionesdice que, cuando termin, Alejandro les dijo a sus compaeros quehaba recibido la respuesta que su corazn deseaba, y que ha-ba aprendido cosas secretas que no habra podido conocer de otromodo. En otra versin se dice que, aunque no se conrm la in-mortalidad fsica, s que qued establecido su parentesco divino, locual llevara a Alejandro a pagar a sus tropas a partir de entoncescon monedas de plata en cuyo cuo apareca su egie con cuernos(g. 4a), a semejanza del dios Amn, al que se representaba tambincon cuernos (g. 4b). Una tercera versin, que justicara lo que Ale-jandro hara posteriormente, dice que se le dieron instrucciones paraque buscara una montaa con pasadizos subterrneos en la pennsuladel Sina, que all tendra encuentros anglicos, y que luego fuera aBabilonia, al templo del dios babilnico Marduk.Esta ltima instruccin deba de proceder de una de las cosas se-cretas que Alejandro haba aprendido en Siwa: que Amn era un ep-teto que signicaba el Invisible, que se le haba aplicado en Egipto aldios Ra desde alrededor del 2160 a. C., cuando abandon Egipto paraestablecer sus dominios sobre toda la Tierra; su nombre egipcio com-pleto era Ra-Amn o Amn-Ra, el Invisible Ra. En libros anteriores 17 12. he demostrado que Ra-Amn estableci su nuevo cuartel general enBabilonia, Mesopotamia, donde era conocido como Marduk, hijo deun dios ms antiguo al que los egipcios llamaban Ptah y los mesopot-micos Enki. El secreto que presumiblemente se le revel a Alejandrofue que su verdadero padre, el Invisible (Amn) en Egipto, era el diosMarduk en Babilonia; pues, pocas semanas despus de descubrir todoesto, Alejandro parti hacia la distante Babilonia.A comienzos del verano del 331 a. C., Alejandro volvi a congre-gar su gran ejrcito y march hacia el ro ufrates, en cuyas orillas,algo ms al sur, se encontraba Babilonia. Los persas, liderados anpor Daro, congregaron tambin una gran fuerza de caballera y ca-rros de guerra, y se dispusieron a esperar a Alejandro, suponiendoque tomara la tradicional ruta hacia el sur a lo largo del ro ufrates.Pero, con una gran maniobra tctica, Alejandro vir bruscamentehacia el este, hacia el ro Tigris, rebasando los ancos de los persas yentrando en Mesopotamia por lo que histricamente haba sido Asi-ria. Al enterarse de la estrategia de Alejandro, Daro envi rpida-mente sus tropas hacia el noreste. Los dos ejrcitos se encontraron enla regin oriental del ro Tigris, en un lugar llamado Gaugamela (E enel mapa), cerca de las ruinas de la otrora capital asiria, Nnive (ahoraen la parte kurda del norte de Iraq). Figura 5. Puerta de Ishtar en Babilonia18 13. Tras una nueva victoria, Alejandro volvi a cruzar el ro Tigris y,sin necesidad ya de cruzar el ancho ro ufrates, enl la amplia lla-nura que le llevara hasta Babilonia. Rechazando una tercera ofertade paz de Daro, Alejandro lleg a la famosa ciudad en el otoo del331 a. C. y entr por su maravillosa Puerta de Ishtar (esta puerta, g. 5,reconstruida tras una excavacin, se exhibe ahora en el Museo delOriente Prximo de la Antigedad de Berln).Los nobles y los sacerdotes babilonios le dieron la bienvenida aAlejandro, encantados de liberarse del yugo de los persas, que habanprofanado y demolido el gran templo de Marduk. El templo era ungran zigurat (pirmide escalonada), que se encontraba en el centrodel recinto sagrado de Babilonia y que se elevaba en siete precisosniveles denidos astronmicamente (hay una reconstruccin en lag. 6). Prudentemente, Alejandro haba hecho saber de antemano quepretenda presentar sus respetos al dios nacional de Babilonia, Mar-duk, y que su intencin era reconstruir su profanado templo. La tradi-cin quera que los nuevos reyes de Babilonia fueran legitimados conla bendicin de la deidad, para lo cual el dios deba tomarles de susmanos extendidas. Pero Alejandro no pudo realizar este ritual, puesse encontr al dios muerto en un atad de oro, su cuerpo inmerso enaceites especiales con el n de preservarlo.Figura 6. El zigurat de Babilonia 19 14. Aunque es muy posible que Alejandro supiera ya que Marduk ha-ba muerto, el mero hecho de ver al dios le impact profundamente:all yaca el cadver no de un mortal, y no slo de su supuesto padre,sino el cadver de un dios, de uno de los venerados Inmortales.As pues, qu posibilidades tendra l, Alejandro, un semidis en elmejor de los casos, de poder evitar la muerte? Pero, como si estuvieradecidido a desaar toda probabilidad, Alejandro enrol a miles deobreros para reconstruir el Esagil, gastndose sus escasos recursos enla empresa; y cuando parti para continuar sus conquistas, dej biensentada su decisin de que fuera Babilonia la capital de su nuevoimperio.En el 323 a. C., Alejandro, para entonces seor del Imperio persadesde Egipto hasta la India, regres a Babilonia; pero los sacerdotesde augurios babilonios le advirtieron que no volviera a entrar en laciudad, puesto que morira si lo haca. No obstante, los malos augu-rios, que haban tenido lugar poco despus de la primera estancia deAlejandro en Babilonia, persistieron, a pesar de que Alejandro apla-zara su entrada en la ciudad hasta el momento oportuno. No tarden caer enfermo, presa de una elevada ebre. Pidi a sus ocialesque vigilaran en su nombre dentro del Esagil; pero, en la maana delo que ahora dataramos como el 10 de junio del 323 a. C., Alejandromuri y alcanz la inmortalidad, aunque no fsicamente, sino en elrecuerdo de la historia.***El relato del nacimiento, la vida y la muerte de Alejandro el Gran-de ha sido objeto de libros, estudios, pelculas, cursos universitarios ydems durante generaciones. Los expertos modernos no dudan de laexistencia de Alejandro el Grande, y han escrito innumerables librosy artculos acerca de l y de su poca, estableciendo todos los deta-lles de su vida. Saben que el gran lsofo griego Aristteles fue elmaestro y mentor de Alejandro, han determinado la ruta que siguiAlejandro en sus conquistas, han analizado la estrategia de cada unade sus batallas y han registrado los nombres de todos sus generales.Pero resulta sorprendente que todos esos respetados eruditos hayanconsagrado su vida a todo esto sin avergonzarse por no haber repa-rado en algo esencial; pues, aunque describen todos y cada uno delos aspectos y giros de la corte macednica y sus intrigas, se toman a20 15. risa el detalle que lo propici todo: el de la creencia en esa corte, porparte del mismo Alejandro y por parte de los eruditos griegos, de queun dios poda engendrar un hijo en una mujer mortal!Pero el desdn que estos expertos muestran ante los mitos estan ms difundido en el tema del arte griego. Se han escrito miles devolmenes, que hacen combarse las estanteras de bibliotecas privadasy pblicas, en los que se trata de cada minucia del arte griego en susdistintos estilos, trasfondos culturales y orgenes geogrcos; en los mu-seos, se han llenado galeras y ms galeras con esculturas de mrmol,con bronces, con jarrones pintados y dems objetos. Y qu es lo quese representa en todos ellos? Invariablemente, dioses antropomrcos,heroicos semidioses y episodios de los llamados relatos mticos (comoesta representacin del dios Apolo dando la bienvenida a su padre, eldios Zeus, acompaado por otros dioses y diosas, g. 7).Por motivos que desafan toda comprensin, en los crculos de losexpertos es una norma clasicar los registros de las civilizaciones dela antigedad as: si el relato o el texto antiguo trata de reyes, se cata-loga dentro de los anales reales. Si trata de personalidades heroicas,se calica como de epopeya. Pero si el tema es el de los dioses, seclasica como mito; pues, quin en su sano juicio cientco podracreer, como crean los griegos (o los egipcios, o los babilonios), quelos dioses fueron seres reales, omnipotentes, que surcaban los cielos,entablaban batallas, planeaban traiciones y tribulaciones para los h-roes, e incluso engendraban a aquellos hroes, manteniendo relacio-nes sexuales con hembras humanas?Figura 7. Dioses griegos: Apolo y Zeus 21 16. Figura 8. Zeus y su rayoa b Figura 9a. Teshub9b. Viracocha, Puerta del Sol22 17. As pues, resulta irnico que la saga de Alejandro el Grande seatratada como un hecho histrico, en tanto que su nacimiento, sus visi-tas oraculares, sus itinerarios y su n en Babilonia no habran podidotener lugar sin incluir en la historia a dioses mticos como Amn,Ra, Apolo, Zeus y Marduk, o a semidioses tales como Dioniso, Per-seo, Hrcules y, posiblemente, el mismsimo Alejandro.Sabemos que las tradiciones de los pueblos de la antigedad estnllenas de relatos (y representaciones) de dioses que, aunque tenan elmismo aspecto que nosotros, eran diferentes e, incluso, aparentemen-te inmortales. Los relatos eran bsicamente los mismos en todo elplaneta y, si bien los seres reverenciados llevaban nombres diferentesen las distintas tierras, sus nombres en cada una de esas lenguas te-nan en gran medida el mismo signicado: un epteto que destacabaun aspecto particular de la deidad a la que se aplicaba ese nombre.As, los dioses romanos Jpiter y Neptuno, eran los dioses griegosZeus y Poseidn. Indra, el gran dios hind de las tormentas, alcanzla supremaca derrotando a sus rivales divinos con rayos explosivos,al igual que haba hecho Zeus (g. 8); y su nombre, desglosado enslabas como In-da-ra, se encontr en las listas de los dioses de loshititas, en Asia Menor; era otro nombre de la deidad principal de loshititas, Teshub, el dios de los truenos y los rayos (g. 9a), Adad (elAtronador) para asirios y babilonios, Hadad para los cananeos, e in-cluso en Amrica, donde, bajo el nombre de Viracocha, era el diosjFigura 10. Discos alados 23 18. que se represent en la Puerta del sol de Tiahuanacu, en Bolivia(g. 9b). Y esta lista podramos prolongarla an ms. Cmo puedeser esto? Por qu?En su avance a travs de Asia Menor, los griegos pasaron anteimponentes monumentos hititas; en el norte de Mesopotamia, se en-contraron con las ruinas de las grandes ciudades asirias; desoladas,pero an no enterradas por las arenas del tiempo. En todas partes,no slo los nombres de las deidades, sino tambin la iconografa y lossmbolos, eran los mismos dominados por el signo del Disco Alado(g. 10), que se encontraron en Egipto y por todas partes, incluso enlos monumentos de los reyes persas, como smbolo supremo. Qurepresentaba, qu signicaba todo esto?Poco despus de la muerte de Alejandro, las tierras conquistadasquedaron divididas entre dos de sus generales, pues sus herederoslegtimos, su hijo de cuatro aos y su custodio, el hermano de Ale-jandro, fueron asesinados. Ptolomeo y sus sucesores se asentaron enEgipto y se apoderaron de los dominios africanos; Seleuco y sus su-cesores tomaron como base Siria y gobernaron en Anatolia, Meso-potamia y las distantes tierras asiticas. Y ambos se embarcaron enun esfuerzo por descubrir la verdadera historia de los dioses y de lastierras que estaban ahora bajo su control. Los ptolomeos, que funda-ron tambin la famosa Biblioteca de Alejandra, eligieron a un sacer-dote egipcio, conocido como Manetn, para que trascribiera al griegola prehistoria divina y la historia dinstica de Egipto. Los selucidas,por su parte, retuvieron a un sacerdote babilonio que hablaba griego,conocido como Beroso, para que compilara para ellos la historia y laprehistoria de la humanidad y de sus dioses segn los conocimientosmesopotmicos. En ambos casos, los motivos iban ms all de la meracuriosidad; como demostraran los acontecimientos posteriores, losnuevos soberanos buscaban ser aceptados por sus pueblos sugiriendoque sus respectivos reinados eran una continuacin legtima de lasrealezas dinsticas que se remontaban hasta los tiempos de los dioses.Lo que sabemos por los escritos de estos dos sabios nos lleva hastatiempos prehistricos, y hasta los acontecimientos que se relatan enlos intrigantes versculos del Gnesis 6; nos lleva ms all del proble-ma de si los mitos podran ser de algn modo verdicos, una memo-ria colectiva de acontecimientos del pasado, y nos catapulta hasta eldescubrimiento de que se trata de versiones de registros autnticos,algunos de los cuales pretenden ser de los Das Anteriores al Diluvio.24 19. BABILONIA Y MARDUKDenominada Bab-Ili (Prtico de los dioses) en acadio (de donde vieneBabel, en la Biblia), fue la capital que dio nombre a un reino situado aorillas del ro ufrates, al norte de Sumer y Acad. Hasta que las excava-ciones arqueolgicas iniciadas antes de la Primera Guerra Mundial nosacaron a la luz su ubicacin y su alcance imperial, su existencia sloera conocida por la Biblia; primero, por el relato bblico de la Torre deBabel y, despus, por los registros de acontecimientos histricos de loslibros de los Reyes y de los Profetas.El esplendor y la historia de Babilonia estuvieron estrechamentevinculados con la suerte y las ambiciones del dios Marduk, cuyo prin-cipal templo, un zigurat llamado el E-sag-il (Templo Cuya Cabeza esElevada), se levantaba dentro de un recinto sagrado, donde viva unapltora de sacerdotes organizados de forma jerrquica, desde encar-gados de la limpieza y carniceros hasta sanadores y administradores,escribas, astrnomos y astrlogos. Mar.duk (Hijo del Lugar Puro) erael primognito del dios sumerio Ea/Enki, cuyos dominios estaban enfrica (donde, segn he sugerido, eran adorados bajo los nombres de Ray Ptah, respectivamente). Pero Marduk pretenda alcanzar la suprema-ca global, estableciendo su propio Ombligo de la Tierra en la mismaMesopotamia, esfuerzo que dara lugar al incidente frustrado de la To-rre de Babel. Finalmente, conseguira sus propsitos con posterioridadal 2000 a. C., cuando un resplandeciente Marduk (vase la ilustracin)invit a todos los dems lderes de los dioses a vivir en Babilonia comosubordinados suyos.Babilonia alcanz el estatus imperial con la dinasta que iniciara elrey Hammurabi, en torno al 1800 a. C. El descifre de los textos cuneifor-mes, de los que se han encontrado tablillas por todo el Oriente Prximode la antigedad, permiti obtener datos histricos acerca de sus con-quistas, que tenan motivos religiosos, y de su rivalidad con Asiria. Trasun declive que se prolong durante alrededor de cinco siglos, emergide nuevo un Imperio neobabilnico, que persisti hasta el siglo VI a. C.Entre sus conquistas habra que incluir varios ataques a Jerusaln y ladestruccin de su templo en el 587 a. C. a manos del rey Nabucodono-sor II, detalle que vendra a corroborar plenamente los relatos bblicos.25 20. La ciudad de Babilonia, como capital imperial, centro religioso y smbolo de su reino, lleg a su n en el 539 a. C., cuando fue conquis- tada por el rey persa aquemnida Ciro. Aunque Ciro fue respetuoso con Marduk, su sucesor, Jerjes, destruy el famoso templo-zigurat en el 482 a. C., que, para entonces, no era ms que la tumba gloricada del cadver de Marduk. Fueron esas ruinas del templo-zigurat las que Alejandro intent reconstruir.Marduk resplandeciente26


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