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5/10/2018 Gillo DORFLES- El Devenir de La Critica Introduccion - slidepdf.com
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INTRODUCCION
EL DEVENIR DE LA CRITICA
I. Aspecto «critico» de fa creacion artistica
La tendencia de muchas realizaciones artisticas de losultimos a n os (1970-1975) orientadas hacia el aspecto teoretico
y directamente critico es ya el indicio de una desviacion
notable en la naturaleza misrna del arte. No porque deba con-siderarse la actividad critica como absolutamente distinta de
la artistica, 0 porque se qui era negar al artista aquella cua-
lidad critica 0 filosofica: seria verdaderarnente pueril retro-
ceder a In epoca rornantica, en la cual a menudo el artist a,ebrio de inspiracion, «creaba» guiado s610 par una. sensibi-
lidad epiderrnica 0 por una sensualidad grosera, y no eranunca consciente de como y por que pintaba 0 esculpia, Y no
debe mas olvidar, adernas, cuanto han aportado teoricamente
y criticamente algunos artistas impresionistas (Signac, Seu-
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22 CILLO DORFLES EL DEVENIR DE LA CR fT lC '..A 1 3
monosemicas I, reservando la primera categoria para las tradi-cionales irnagenes figurat ivas, susceptibles de una interpreta-
cion que necesita de un contexte para revelar el propio signi-
ficado, la segunda para las imagenes abstract as (no figurati-
vas), abiertas a cualquier interpretaci6n, y la tercera para las
imageries graficas (diagrarnas, simbolos maternaticos, etc.),
que poseen un solo nivel significativo y afirma que el arte de
hoy ha de ser monosemico, esto es, debe «quitter le domaine de['image expressive pour explorer celui de ['image rationelle» ;
usando tarnbien un codice m onosernico que permita la trans-rnision mas completa y segura, demuestra efectivamente una
notable astucia dialectica, pero tarnbien es cierto que cae en
un facil equivoco.
Afirmar que el arte debe abandonar el plano de In connota-
cion y limitarse al plano de In denotacion (como ocurria y
ocurre con las operaciones maternaticas y cientificas), 0
mejor, que es necesario elirninar todo el «halo sernantico» de
que estaba cargada la obra pictorica tradicional, y demos-
trarlo practicarnente exhibiendo -a modo de obra de lute-
paginas de textos cientificos, de quirnica, de astrofisica, delogica, etc., signifies querer ornit ir II I hasta hoy clasica dist in-cion carnapiana l entre lenguaje com tin, lenguaje estetico y
lenguaje cientlfico. Y significa, por encirna de todo, no com-
prender que es, precisamente, en la «vaguedad» (vagueness.
segun Quine) ) de los significados, en su arnbiguedad e impre-
cision semantics donde esta implicita, la mayo ria de las veces,
su calidad estetica,
La vaguedad, la polisernia, el componente rnetaforico y
metonlmico que, desde Aristoteles a Vico, de Richards a
Empson, constituye uno de los mas seguros atributos del len-
guaje literario, poetico, artistico en general, no pueden ser
anulados de un momento a otro, s610 para com placer una
modalidad expresiva por demas incierta. Y seria verdadera-
mente muy triste descubrir que la «artisticidad» de las tab las
de Venet (0de la serie de cifras de Darboven, 0de las paginasde diccionario de Kosuth) radica mas en su caracter criptico(iy no en su racionalidad l) y que, adrnirandolas y elogian-
dol as, nos COlOCBlllOSen una posicion sernejante 0 . la de aque-
1I0s vsalvajes australianos que adoran al avian precipitado
sobre una montana, tornandolo por un pajaro magico, por un
Dios caido, e ignorando sus verdadera car cteristicas tee-
nicas, De. dichadamente, la rnisma crltica -y de ahl su parte
de culpa- intents justificar obras como las de Venet (por 10
dernas, obra: que no son del propio Venet, sino extractcs de
paginas pertenecientes a manuales cientificos, 0 lisa y llana-
mente conferencias que el rnisrno Venet convierte en mon-
sergas unte un publico ignaro e ignorante) apelando a suracionalidad y a su absoluto semantico, sin darse cuenta que
aquello que las hace «atrayentes» y embarazosas es precise-
mente su «desconceptualizacicn», su cargarse de un signifi-
cado diferente de aquel que el artiste -quizli sinceramente-
queria que tuviesen.Por eso, no parece po ible ignorar la exactitud de ciertas
observaciones hecha por un critico intel igente como Cathe-
rine Millet .. cuando afirma: «La obra de arte no debe solo
servir de pretexto II. I experiencia visual, sino que tiene,adernas, una Iuncion cognosci tiva.» Verernos, a continuacion,
como la reafirmaci6n de un cornponente gnoseologico en la
obra de arte de nuestros dias constituye indudablernente unresultado positive del periodo que estamos atravesando, y
perrnite considerar y a como periclitados todos aquellos movi-
mientcs que, personalizando II I maximo el objeto, el gesto, la
creacion en general, rehuyen toda universalizacion y man-
tienen la obra visual al nivel de una simple exteriorizacion
«emotiva- e irracional, Si, por consiguiente, haber restituido .
al arte visual un componente cognoscitivo y r cional es una
aportacion que no debe ser despreciada, y puede hasta justi-
ficar muchas de las realizaciones mas recientes, y probable-
! Cfr . Ca theri ne Mill et , Bernard Vene«, Prearo Editor, Milan, 1974, pag, 2:
«Les tableou« appar ti ennen: au domaine des me . .sages vis lids et les s i gl le . . qu'tts
exploitent peaven: appartenir (J l'un d~ us trois grot/pit ..... i) Polysemique. c'est Ifcas de / 'i",~glf f igurat iVl! ,~I~JUplibl lf d·mrerp,!tariol l et qw necessi t» "" contexte pour
fa" fonr~Qllre SOli signi fi« ; ]} Pansdmique : c 'rst Ie CUj· d~ l'imag« 11011igllrari1'e
ofl~'(}rt(! (J, rOUUJ le.~- Irllfrprtir(J{iOTls: 3) "1oN.semiq~I~: nOl4J y trouvons l'image gra-
phlqUI! (dJ(Jgramme) et I,' symbol» mathematiqu«; ", ""I la p'op'it'l~ de ne possrderQII11/1 SQIII ",v,'all de s ignif ication. L 'hi stoi r» de lapein ture a f l' oI IJ ij l, ,' qU 'i J 1 1 0. 'l(Jurs
dam Ies imllies drs deu» premiers grollpes; pour Ie SCI:o"d ila[allu attendre C~ ~ii!c/e
avec Mondrian ., KtlNdifuk.l': ii restait Ii exploiter le troisieme et a quuter le domain«
ti e time!!e express ive pour exploit er ce tu i de l'lmag« rationell •.• L a n uto ra , o bv ia -mente, no se da cuenta de que utiliznndo estas eirnagenes rucionales» dia-
g r nm a s, c u ad ro s cientificos./uera d. s u con te x t» , I ns r em it e n 1 3 e o nd ic io n d e la sim{tgenes polisemicas.
, R. Car~ap. The Logical Symax cf Latlg"ag~. Londre s, 1937.
• Cfr. W I lla rd v an Orman Quine . Wo,ld '" Object . M i t P re ss . AMBRIDGE(Muss.), 1960. Cap. IV: Vagtlrj~s of Reference. par. 26: Va8"~MJS. • B..rnard V.tI .t . cit., pag, 7.
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EL DEVENIR DE LA CRITICA 25
mente futuras, no es men os cierto que serla excesivarnente
simple querer conducir de Improvise toda forma de: actividad
artistic a al equivalents de una. actividad cientifica 0 cualquier
otra actividad que no conozca la ambiguedad y la riqueza
expresiva de la polisernia y de In significacion connotativa ..
2. La funcion de la crltlca y sus Iimites
i,eual es entonces, la'funcion del critico, si, para ernpezar,
podernos afirmar que tiene una?
Me parece oportuno tener el coraje de despreciar algunosde los convencionalisrnos, la mayoria de las veces arbitrarios,
acerca de las prerrogativas del critico.
Resulta bastante sintomatico que la figura del critico de
arte se haya afirmado en el periodo posbarroco, mientras anti-
guarnente se identiflcaba en la mayoria de los casos con In del
artista 0 con la del historiador y filosofo. Es una condicionanaloga a aquella que culrnine con la instauracion de una dis-
ciplina moderna, Hamada estetica, (SMo a partir de 1750, afio
de la publicacion de la Aesthetica, de Baumgarten. como es
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la psicologia. In antropologia, In sociologia, la semiotics el
psicoanalisis. EI interes del critico y del estetologo, basado,
hasta hace poco tiernpo (como veremos mas adelante) y de
manera fundamental, en datos historicos y tecnicos, dificil-
mente llega a orientarse em medic de otros proporcionados
por la psicologla, la antropologla 0 la semiotics (de las que
conoce solo superficial mente algunos detalles y " leyes, y quefrecuentemente ernplea de manera diletante y burda); portodas estas razones, se encuentra en condiciones claramente
desfavorables, en especial cuando debe enfrentarse a rnanifes-
taciones artisticas que no participan de las categorias tradicio-nales a las que estaba habituado.
En efeeto, es .muy fa~i.Jcom pro bar, en los ult imos tiernpos,un claro a b o entisrno crttico ante rnuchas circunstancias crea-tivas que se refieren a los iniermedia y, en general, a todas
aquellas formas donde confluyen elementos pictoricos y rnusi-
c~les,. arquitect6nicos, de acci6n teatral 0 de autointerpreta-
cion, mtervenciones sobre el terri torio 0 sobre el paisaje, etc.
A pesar de todas las declaraciones anticonforrnistas, sucedeque el estudioso y el critico, todavia encasillados en un deter.
minado sector artlstico, no saben salir de el sin daiio y sin
burin, y prefieren, por eso mismo, permanecer anclados en
posiciones tradicionales, ignorando la nueva y quiza peligrosaapertura que ha venido gestandose.Par eso, es raro encontrar critic os musicales interesados en
las o~ras de un Paik, de un Chiari , de un Hidalgo; crit icos dearte interesados en las escenas casi teatrales de una Gina
Pane, de una Trisha Brown, de una Meredith Monk 0 cri-
ticos teatrales interesados en ellas mismas, par otro lado, los
criticos cinernatograficos ignoran casi unanimernente -0des-
precian- los v ideo- tapes y los filmes cortes de numerososartistas como Bruce Nauman, Baruchcllo, Vaccari, etc.
dos fortalezas inexpugnables de In crltica del arte. La base his-
torica -el caracter diacronico de la operacion artistica=, el
hecho de avanzar por las rarnas genealogicas de su f1orecido
arbol, era, efectivamente, una. de las prernisas esenciales de
cads disc ursa cri tico y constituia un fundamento seguro para
cualquier lama de posicion herrneneutica.
EI otro gran pedestal de toda actividad critica era el sabertecnico, el docto conocimiento de todas aquellas norrnas
especificas que constituyen la base de una determinada
manera (0 estilo) pictorica, plastica, arquitectonica, etc,
E! conocimiento de los diversos recursos tecnicos de los
cu ales I ll: pintura y I n e sc ultu ra a ntig ua s y modernas se han
va lido y se valen (el grabado, el estuco, el fresco, las multiples
formas de incision sobre cobre, sobre madera. sobre piedra, et-
cetera) era una garantia para poder ernitir un juicio acerca de Inobra, un juicio tecnico e historico, y por consiguiente, cr itico.
Hoy, en carnbio , estes des param etres han perdido buena
parte de su irnportancia: el sincronico prevalece sobre el dia-
cronico, el elernento historico bien poco puede decirnosacerca de las obras que se desarrollan ante nuestros ojos y que,no tienen vinculos =ni de metodo ni de «contenidos= con
aquellas de ayer y de antes de ayer ; por otro lado, es bienpoco 10 que nos puede decir el conocirniento tecnico ace rca
de los rnateriales ernpleados ahora, casi siernpre residuales,Ciertamente, esto no puede sino alegrarnos. Recuerdotodavia cuantos afios de lucha fueron necesarios (no menos de
veinte) para persuadir (0 no persuadir) a una densa rnuche-
dumbre de estudiosos, de «entendidos», de expertos en artes
visuales, de que rnuchas de las sacrosantas nociones que
hablan asimilado desde In infancia sobre la Historia de! Arte,
no servian para nada. Que no era posible juzgar un cuadroabstracto-concreto, una combine-painting de Rauschenberg,
una escultura movil de Tinguely, como se juzgaba un Rafael 0
un Cezanne 0un Matisse. Cuantas fatigosas e inutiles disputas
para tratar de explicar, como si no fuera visible y cornpro-
bable, la feroz transformacion que habia experimentado lacategoria de las artes visuales, y como los nuevas medios, los
nuevos materiales expresivos, nada 0 muy poco tertian en
cornun con los antiguos y tradicionales,Hoy, a un par de decenios de distancia, cornprobamos que
s610 en parte estabarnos en 10 cierto.
Vueltos a ver en las aulicas paredes de los rnuseos, en la
penumbra de los rieos salones de los coleccionistas neoyor-
3. Historia y tecnica como pi/ares
de la critica tradicional
Co!~O he di~ho en un parrafo anterior: ha y dos cat egor iasI?xeg~f !CaS particularrnente irnportantes, verdaderos pi lares de
la cntica de ayer, y que se han vista parcialrnente sacudidos
ante rnuchas nuevas forrnas artistic as de los u ltirn os an os : laHistoria y la Tecnica, Hasta, hace relativamente poco tiempo,
est s dos doctrinas constituian los baluartes mas seguros, las
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EL DEVENIR DE LA CRITICA 29
quinos 0 milaneses, muchos de aquellos cuadros que antespareclan revolucionarios y blasfemos (especialmente por losmateriales y las tecnicas usadas; me refiero a los de Rau-schenberg, Johns a Lichtenstein), muchas de aquellas escul-turas que parecian no tener nada en comun con las de una
epees precedente (Oldenburg, Caro, Kienholz), producen lasensacion de ser otros tantos .pintoresquismoslt, otros tantosmateriales, otras tantas «tonalidades» de aquellas que las pre-cedieron y a las cuales, antes, parecla irnposible vincular.Lo cual es una verdad y un error al mismo tiempo. Porque
significa, par un lado, que estabamos en 1 0 cierto cuando afir-
rnabamos la necesidad de nuevas patrones para juzgar de unanueva rnanera las nuevas obras de arte, y que no se puedenasimilar los frutos del pop. del op, del concretismo y de lasestructuras primarias a los del periodo impresionista 0 expre-sionista. Por otro lado, tambien era cierto que la gran cesurs
no se habia producido aun; estaba por llegar, entre el arte deayer y el de hoy (0 el de manana).
4. La gran ce s ur a -e s te ti ca _ I I crltica y sus causas
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30 GILLO DORFL£S
Una de las tantas batallas que se libraron, a principia de los
afios inrnediatamente posteriores a la guerra, y hasta empe-
zados los afios sesenta, fue aquella rebelion contra los equl-
voces de un arte neorrealista propugnado por todo un esta-
mento politico-cultural del Oriente y del Occidente europeo y
que tuvo, de paso, un eco importante en Italia tarnbien.
Parecic, entonces, muy evidente =mientras se afirmaba y
extendla el arte abstracto (primero geornetrico, despues
informal y, par ultimo. objetual), y en una segundo. instancia,
el pop y la nueva figuracion- que no podia tener derecho de
ciudadania un arte nun ligado, desde el Angulo contenidista, a
una figuracion rancia, anquilosada, acadernica, celebradora
de epi odios y acontecirnientos socio-pollticos y belicos nobi-
lisimos, pero completarnente desarraigada de aquellas que
eran, en esos afios, las caracteristicas pictoricas y plasticasprogresistas y de vanguardia,
En los hechos, los seguidores de aquella tendencia, aun
cuando tenaces y fuerternente apoyados politicamente, notuvieron nunca ganada III partida, y fueron considerados porla critica mas avanzada como regresivos y francarnente reac-
cionarios. Aunque en una segunda etapa (con Ill.explosion del
pop y despues la nueva figuracion) hubo un intento de vin-
cular el neorrealismo con Ia nueva figuracion, el esfuerzo
estaba condenado al fracaso. La mentalidad, el esplritu, las
motivaciones de las des formas eran completarnente dife-
rentes, y en van a se vio a algunos neorrealistas inveterados
introducir penosarnente objetos heteroclitos, pedazos de
periodicos 0 de manifiestos en sus tel as, disciplinadamentepintadas «a mano», con la esperanza de actualizarlas y
poderlas insertar en la nueva poetics objetual,~Por que he traido a colacion este episodic de escaso
relieve, ademas de superado y, probable mente. olvidado?
Ciertarnente, porque aquel peso del elemento politico-social
que los neorrealistas y las diversas corrientes politizadas de
pintores realistas no consiguieron hacer prevalecer can sus
telas pictoricamente acadernicas y culturalrnente reacciona-
rias, fue rescatado, en cambio, y vuelto a proponer por los
nuevos grupos artisticos que se formaton alrededor y despues
de los aii.os sesenta, Dare solo algunos ejemplos: los OHO deLubiana, el Grupo de los trece Ide Buenos Aires (este form6
, EI Grupe de los Trece estaba formado por 105 s iguientes art is tas: Jaques
Bedel, Luis Benedit, Gregorio Dujovny, Carlos Ginzburg, Victor Grippo , Jorge
1I1
III'
I
II II It I
£L DEVENIR DE LA CRITICA J/
parte de In corriente del Arte de Sistemas), grupos de artistas
hungaros, servios, polacos s y, naturalmente, numerosos
artistas de Europa Occidental (italianos, franceses, espafioles)
que advirtieron, en aquel memento, In urgencia de agitar pro-
blemas politicos y sociales It traves de obras visuales y no 5610
mediante la escritura y In accion.Estes artistas, pues, adoptando -sea de una manera delibe-
rada y consciente a no- algunos modelos introducidos can
anterioridad por el arte conceptual (y por el land an, y e1 art-
language), tuvieron el gran merito no solo de politizar el artede una rnanera nueva, sino de hacerlo de tal forma que ellen-
guaje usado por ellos resultara contemporaneo y consan-
guineo de las forrnas y manifestaciones de obras literarias,
teatrales y poeticas de esos rnismos afios,La importancia de este fen6meno me parece considerable:
por primera vez despues de muchos afios de absentismo ideo-
logico y justamente en un momenta en el eual las artes
visuales contemporaneas amenazaban can mercantilizarsepeligrosarnente siguiendo el proceso del boom economico ycornercial de aquellos afios, he ahl que aparece un genero
nuevo de lucha artistica y politica, mcntada sobre las
Gonzalez Mir, Jorge Glusherg, Vicente Marotta, Luis Pazos, Alberto Pelle-
grino, Alfredo Portiiloa, Juan Carlos Romero, Jouio Teich.
En 10 que concierne B III denorninacion de «Arte de Sietemes», con In cual
Jorge Glusberg -el animador de esta tendencia- bautizara a este grupo deartistes, incluyendo a rnuchos otros de diferentes naciones sudarnericanas y
tambien a algunos .invitndos. europeos, fue caructerizado por 01m isme Glus-
berg de In siguiente rnanera (Catalogo de la Galeria Van Riel, 1972): .Creo que
el Arte de Sistemas referido II. Latinoamerica conjuga [a reacci ....n de una nueva
generacion de artistes, por oposicion a 10$ c readores que estan al servicio de las
ideologius dorninantes. Hernos yn superado el periodo colonial.: EI periodo
cosmopolite miciado por el Grupe Concreto y seguido por el Grupe de In Nueva
Figumei6n ... La intcnci6n de este grupo de urnstas es que el espectador ... trate
de cornprender las verdaderas condiciones de produccion de las obras (codi-
gos) ... Los nrtistas incluidos en Arte de Sisternas intentan liberarse, cambiar sus
"je! de investig acion, tratando de explicitar los codigos, perrnitiendo el acceso
del auditor a IIlI leyes de producci6n de las obras. Podrlamos decir que se vnlen
de rnediaciones "tonce,ptuales en una toma de, conciencia de 10 social )' 10
regional, que planteu una nueva culture de In irnagen.» (En castellano en el ori-
ginal)
• Entre los nrtistas yugoslavos recuerdo: Goran Trbuljak, de Zagreb, Dusan
Lucie (con 5U I s pi ti v a n je p r o st o ra IExploracion del espaciol), 10$ artistas de
Ekipn A., (MInden Jevdovic, Slavko Timorjevic, Jugoslav Vlahovic, Risto Binic,
et cet era) , que formaton una Ekip« za akriju Ianonimnu ar rakci ju (Equipo para la
Accion y In Atraccion Anonirna), y recuerdo III rnuestra .Dokum.nti 0 Postob-
jektnim Pojavarnn u Jugoslovenskoj Umentonsti», 1968·73, en Belgrade, con Inparticipacion de grupos hungaros, entre otros.
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32 CILLO DORFLES
extremas posiciones de una izquierda iluminada e internacio-nalmente unida. Que encontraba, por otra parte -y este es el
hecho quiza mas significativo-, una correspondencia en
lugares y modos bastante diferentes entre S 1 , germinados en
paises diversos y bajo diversos regimenes politicos. (Que
luego estas corrientes hayan coincidido en parte con aque!
periodo en que se ha hecho mas sensible la gran crisis energe-
tica y economica que constituye con toda probabilidad el
indicio y el inicio de una crisis mas general del capitalismo
occidental, es otro fenomeno que no podemos analizar ahora
y sobre el cual la historia tiene la ultima palabra.)
5. Valores sociales y politicos de la obra de arte
~C6mo debe ser entendido, entonces, este fenomeno al cual
la critica nueva ha concedido hasta ahora tan poca irnpor-
tancia? Creo que este es uno de los tantos ejernplos de un
viraje del ar te y de la critica hacia estructuras mas comprorne-tidas sociologica y politicamente. Obras en las cuales sehacen referencias a problemas como el crecimiento de la
poblaci6n, los peligros del imperialismo, [a guerra y la tortura
en Vietnam, en Chile, en Grecia, la defoliacion, la crisis eco-
16gica, los genocidios, la tortura, etc., no parecen resistir la
cornparacion con las obras completamente asepticas de los
grupos constructivistas y concretistas de la inmediata pos-
guerra y tampoco a las oleograficas y ret6ricas figuraciones
del neorrealismo tradicional; aun menos, a las hedonistas y
frivolas de la action painting y del tachismo, 0 de cierto possu-rrealismo regresivo.
Por primera vez el critico se enfrenta a una dimension dife-
rente, en el sentido de que no puede limitarse a juzgar si la
pincelada es leve, si el ductus lineare es icastico, si el tone es
justo, si el empastado es rico; tampoco, si los contornos cro-
maticos son preciosos, si el equilibrio de los volumenes ha
sido respetado. Pero debe resignarse a pactar con aquel «con-
tenidismo» que habia creido poder desterrar de su vocabu-lario. "
EL DEVENIR DE LA CRiTfCA 33
6. Semiotica y critica
A esta situacion compleja por las interferencias y las
alianzas entre arte y sociedad, politica y mercado, se agrega
otro elemento que no puede de ninguna manera ser descui-dado: la nueva, 0 por 10 menos reforzada, tendencia serniolo-
gica de la critica.Que la semiotica y el estructuralismo han lIegado a conver-
tirse en los ultimos tres 0 cuatro lustros en fen6menos demoda, es bastante notorio, pero con esto no basta; es nece-
sario intentar comprender el porque del Ienerneno rnisrno.
Es demasiado simple limitarse a comprobar e! hecho sin
pretender desentrafiar sus causas y justificaciones. Por eso,
considero util realizar aunque sea una breve incursion en las
ultirnas y mas importantes corrientes aparecidas en este
sector de los estudios semiologicos, especialmente para
demostrar hasta que punto estas orientaciones de los pro-
blemas crlticos han incidido en su calidad y en su eficacia,No es de ninguna manera facil realizar un balance de las
numerosas posiciones que la serniotica de las artes visuales ha
asumido en los ultirnos tiempos; tam bien porque, aun
sumadas, en comparaci6n con el enorme desarrollo que este
genero de estudios ha tenido en el ambito de la obra Iiteraria,
cinernatografica y aun musical y arquitectonica, es necesario
reconocer que el area pictorica y plastica ha side quiza la mas
descuidada.
Una de las primeras observaciones que sugiere este analisis
es la siguiente: la semiotics de las artes visuales (pintura,escultura, arquitectura) debe ser, en su conjunto, considerada
como una semiotics de la obra de arte (con todas las limita-
ciones que se puedan hacer a esta expresion), y no una sernio-
tica de la «visualidadx tout court. A diferencia, por ejemplo,
de 10 que sucede en el caso dellenguaje verbal, donde el ana-
lisis se dirige en primer lugar al particular media de este len-
guaje (a la palabra), y no solo a la obra de arte literaria 0 poe-
tica, de la cual este lenguaje se vale; en el caso de las artes
visuales se tratara siempre de una obra en S 1 concluida, consus precisas caracteristicas de «carga estetica»; cree que esta
premisa no puede ser olvidada,Este mismo hecho, por otro lado, justifica, desde el prin-
cipio, las pocas posibilidades de aplicaci6n al lenguaje visualde aquel tipo de analisis serniologico a la cabeza del cual se
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34 GILLO DORFLES
encuentra la gramatica generativa-transformacional choms-
kiana (condicion, esta, que ha sido ya subrayada en su oportu-
nidad par Christian Metz, a proposito de la semiotica filmica),En este momento, uno de los medios mejores, quiza, para
entrar directamente en el terna, sera referirse a un importante
estudio (presentado par Hubert Damisch en el I Congreso
Internacional de Serniotica) 7 que, en cierto sentido, resume
muchos de los trabajos realizados hasta hoy par los estudiosos
de las artes visuales que han adoptado los instrumentos semio-
logicos,
Damisch se pregunta antes que nada si es posible hablar de
una verdad de lapintura (0 mejor, de una verdad en la pintura),y para hacerlo, ante pone la necesidad de establecer una dis-
tincion entre la performance representada por la obra pictorica
y su desciframiento 8, Para realizar el proyecto de estudiar la
obra como un sistema de signos -afirma-, es necesario pre-
cisar desde el principio que significan esos dos terminos, «sis-
tema» y «signa», para aclarar que si la pintura puede ser ana-
lizada en terrn inos de sistema, sistema no debe entenderse=-s-necesatiamente como «sistema de signos»; antes bien, es pre-
cisamente en la posible disyunci6n entre signo y sistema que
se revelara pertinente una problematica del signo.
7, Divisibilidad e indtvistbilidad del signo pictarico
En toda Iectura de una obra pictorica encontraremos
siempre elementos discretos que se presentan como unidad
perceptiva, eventual mente reagrupados en sintagrnas, y de los
cuales algunos constituyen repertorios vinculados a una deter-minada escuela, epoca, cultura,
Segun Damiscb, la coexistencia de elementos de naturaleza
iconica e indexical y de detalles prapiamente simbolicos, hace
que sea la lengua natural qui en confiere a la pintura la calidad
de un sistema significante; sin embargo, queda por aclarar si
la unidad perceptiva puede ser efectivamente considerada
como unidad en sentido serniotico, y si el representamen
, Hubert Damisch, Sur la semiologie de la peinture. ponencia en el I Con-
greso Inte rnacional de Sernioti ca , Milan, 1974 ,, Darnisch, Sur la semiologie, cit.: «II s'agi ra toujours de des siner une sur face
de clivage enl re la p er fo rm a nc e q ue represente l 'oeuvre . . , e t Ie reseau . . , que mel en
jeu son dechi ffrement, Jon interpretat ion»
EL DEVENIR DE LA CRITICA 35
iconico (en el sentido peirciano) posee al menos calidad de
si~no independiente de la interpretacion verbal que deter-rruna,
Como es facil deseubrir -y me parece oportuno desernba-
razarse desde ahora de este problema antiguo y constante-
mente repetido en todo tratado semiotico de las artes
visuales=, el autor vuelve a caer en el equivoco de referirse
siern~re, al lenguaje verbal, que le permite la precision y la
definicion del visual. Y 1 0 hace, aun cuando en algun caso 9
afirrna: «Encore peut-il ces unites les produire, les montrer, par
t~~s les ,artifices q~i sont les siens, d'espacement, de cadrage,'
d eclairaige, de «deformation», etc" tous artifices qui n 'emprun-
ten,tpas de l'ordre discursi], ni meme de l'ordre iconique au sensstr icte.»
, No cabe duda, en efecto, que querer reducir la obra picto-
rica (yen general grafico-plasticaj al nivel de un signo verbal
-0aun al estrictamente iconico- es completamente arb i-
trano y contraproducente; esto, por otra parte, ha sido obser-vado ya por muchos otTOS pensadores,
Por tanto, la tentativa de querer identificar en un cuadra
particulas discretas (equiparables a fonemas, monernas) es
escasamente realizable si no media un extremo artificio
(rnientras 10 es rnucho mas en el caso de la 'arquitectura, pre-
cisamente por su particular naturaleza prayectiva y sistema-
tica). Me gustarla, en cuanto a esto, dar solo un ejemplo, muy
elemental, pera que no me parece haya sido usado por otros
estudiosos y que nos perrnite demostrar como la «discreciona-
lidad» de los singulares «subsignos- pictoricos no puede
nunca ser equivalente a aquella de los signos verbales, sal-vo en casos de obras extremadamente institucionalizadas en
s';l alcance iconografico (e iconologico, en el sentido panofs-kiano).
, Si, por ejemplo, observo una pintura de Pollock (0 de otro
pmtor Infor~al -madeja informe de colores que se disponen
sin orden y SIO regla-, 0 aun una obra mas ordenada y estruc-
turada, como la de un Klee 0 de un Miro) y alslo artificial-
mente un fragrnento, aerecentando y aumentando aquel
d~talle particular" puedo obterrer, en el lugar del microsigno
inieial, un rnacrosrgno, rnucho mas hornogeneo, quiza, que en
el cuadro entero (y tad os sabernos cuantas veces este genero
, Darnisch, Su r fa semiologie, pag. 5,
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36 GILLO DORFLES
de operaci6n ha sido realizada por las mas variadas razones,
por ejemplo: composiciones de portadas de libros, cartelespublicitarios de una muestra de arte, disefios de telas estam-
pad as, etc.); de este modo, un fragmento de la- obra, en apa-riencia manco e inslgniflcante, se convierte, a traves de una
oportuna «encuadradura» en una obra completa en 51misma,
cosa que no se cumple ciertamente en el caso del lenguaje
verbal. Mientras que en este ultimo caso las particulaspequefias no pueden ser mas que fonernas 0 monemas (0 uni-
dades mas grandes derivadas de la suma de monernas : sin-tag mas, frases, etc.), en el caso de una obra pictorica ~ya sea
abstract a 0 figurativa~ no sera nunca posible identificar«autenticas» particulas en las cuales 1a obra pueda ser subdi-vidida (como no es posible hacerlo en el cine, donde la divi-si6n suele alcanzar tambien al nivel sintagmatico); en cambio,sera casi siernpre posible crear artificialmente una subunidad
astutamente fragmentada, y que, no obstante, posea su carga
significante unitaria.
"Poo 'e 'FF1QS, entQn.ces ...adel,an;j;al!ool,a..hiJ'l0t~&i~e'·(I1T~I'[email protected]'J'liet:@;l'roo_ist@"'la~))@sibj:11l!1a6-d@'ou.~«>§cem,aeoi0rr'»T"seflil,e.ja.FI,t
a-la-"i'l;J.e-b,~n-Ia~!yL.@hfer"'llei~TI-cl_Ra..arn~Qa.,...th"ncle-etl'a1-
f iJ 'N.jeF-J' la,,~~i;RG,~~eFene'iad'a.€Iel. . f l" '@t!@z@al' i~J' l"10@€-sel 'vir=!\ lara
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EL DEVEN IR DE LA CRITICA 3 7
etcetera, no 10 es, en cambio, para otras: concretas, abstracto-geometricas, etc., en las cuales, el color, per ejemplo, adquie-re un preciso valor de signo, incluso de signa de peculiares de-notaciones conceptuales, cuando se 10 considera en obrascomo las de un Albers, Itten, Herbin, y en general, en la de
rnuchos «misticos del colon) modernos; en ellos, cada colorsingular se halla ligado a una especifica denotacion, concep-tualizable segun esquernas nuevos 0 antiguos. Si bien, prescin-diendo de los pocos casos antes citados (elementos decora-tivos, obras de artistas que usan el color segun una semantica
particular, etc.), se podra admitir la improbabilidad de la exis-tencia de unidad discreta en que pueda ser dividida la obrapictorica, existira, siempre segun Damisch, otra rnanera deanalizar la obra, admitiendo entonces que el sistema pictoricose caracteriza por el hecho de presentar una significacion uni-
dimensional que se puede remitir, en definitiva, a la iconoitJ4I.)logia panofskiana. ~ 1Pero la iconologia, como sabemos, no esta en condiciones r o . J ' f l ' f 6
de justificar una articulacion de la obra pictorica si no es en
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38 CILLO DORFLES
sairement un signe, qu 'elle ne ressortit pas a l'ordre triadique de
la representation et que dans eet ordre meme quelque chose
echappe a ceue relation» 11. Y me gustaria en este momento
recordar las palabras del mismo Peirce H: «But a sign may be
iconic, thai is may represent its object, mainly by its similarity, no
mauer what its mode of being. If a substantive be wanted, an
iconic representamen may be termed a "hypoicon " Any materialimage, as a painting ... in itself without legend or label, may be
called a hypoicon.» Y no estara de mas recordar como elhypo icon puede a su vez subdividirse en imageries, diagramas,
metaforas, etc. Lo que, en otras palabras, equivale a afirmar
cuanto he dicho antes (yen otras oportunidades), 0 sea que
tanto la iconocidad como la sernantica de la obra de arte figu-
rativa no constituyen mas que uno de sus atributos, y no los
esenciales (especialmente en nuestros dias), en tanto que la
globalidad del signo pictorico reside, mas interiormente, en un
ambito diflcilmente precisable a traves del logocentrismo de
una serniotica que, necesariamente, esta limitada a servirsemeta1ingiiisticamente del lenguaje verbal.
Uno de los errores que con mas frecuencia reaparecen en
las diversas corrientes de base serniologica surgidas en estosultimos afios consiste en que muchos autores hacen un evi-
dente esfuerzo por considerar la representacion visual como
apoyada en una previa conceptualizacion verbal; por 1 0 cual
no e xis tiria n n un ca verdaderas y propias «representaciones
visuales- (en el sentido del germano Vorstellung), derivadas de
las primitivas percepciones, sino solo transposiciones de
«conceptos- formulados verbalmente. Existen, adem as ,
numerosos easos donde la representacion verbal esta presentey oeupa un lugar sefia lado, Por ejemplo, en gran parte de la
publicidad basada en metaforas visuales-verbales, y en
general, en todo el campo de la publicidad que se ha venidodcsarrollando en los ultimos tiempos y que no puede por
menos de ser objeto de estudio desde el punto de vista de unanalisis serniotico.
Pero, prescindiendo de los casos de obras con fines publici-
tarios y utilitarios, aun limitandonos a considerar la obra de
arte «pura», es facil advertir como el problema de la iconi-
cidad del signo pictorico permanece envuelto en la niebla de
" Hubert Damisch, Semiologie et iconotogie, en «Coloquio-Artes», Lisboa ,1974, num. 17, pag. 22. '
" Charles Sanders Peirce, en Collected Papers. vol, II, pag. 276.
EL DEVEN IR DE LA CR fTICA 39
la imprecision y de la indeterrninacion semantica, Hacer coin-
cidir una expresion pict6rica deterrninada con un precisereferente que pueda ser conceptualizable es muy arduo aun
en los casos de formas decididamente mimeticas de las arres
visuales (aunque se trate de los cuadros mas explicitam~nte
figurativos). Por otra parte, (l.s_F"t;ecisar.t\le.~~eoo'J.aooTl'lf!le+6'I'l'I'I>I'1*l~
iH@,w.,e,~ed~_fl'iet@$i~@=!'Il,a'8,ti~eJ, .&u...~II!l'l'a~r€l>a~~tMll-g.U~Ga~(S'1:I-1I(.j.~U&n8S,""",[] l sentidQ n"2£1Q~w,~~
~t;~tol!l'~~_f@<tr~ioo. He observado ya com,o
la pretension de retrotraer la pintura a una fas~ «rnonose-
mica» (como propone Bernard Venet) es con~r~na a la natu-raleza misma de este arte y resulta un mero artificio. Con rela-cion a ello, me gustaria sefialar =sin sobrepasar demasiado Iss
lirnites del tema de este ensayo- c6mo uno de los errores m~s
cornunes de gran parte de los serniologos, y en general de los
investigadores del lenguaje y del p~nsamiento, ~s no quereradmitir la existencia de un pensarmento «consciente» fuer.a
de un instrumento linguistico institucionalizado, y descubrirsiempre 0 identificar en el lenguaje (v~rbal) el primum movens
de toda actividad ideativa y especulativa del hombre. Ahorabien, me parece indispensable reconocer la po~jbilidad de una
articulacion del pensamiento aun en au sen eta de cualquier
verbalizacion del- mismo y basada solo en una serie de «irna-
genes): un «eidetismo», que, a pesar de todo, esta muy lejos
de ser «inconsciente». Diremos, entonces, que, aun adrni-
tiendo que solo a traves de la palabra el hombre es capaz de
apropiarse de los datos significativos del mundo que 10rodea,no es extrafio que pueda, una vez madurado su pensamiento
gracias a ella, tomar conciencia ,de l~ realid~d y desar~?llaruna actividad racional (y no solo imaginativa) tambien a
traves de un pensamiento eidetico, a traves de «signos» de
tipo imaginative. . .Tales imageries no son solamente de naturaleza vtsua;
(visual thinking 14) , sino que pueden ser irnagenes tactiles,
variestesicas, estereognosicas, prosemicas, etc.Y bien, todo este bagaje de imageries se representa en el
" Vease el conocido volumen de Rudolf Amheirn, Visual Thinking (Univer-
sity of California Press, 1969), que versa, especialmente, sobre el ~alar =tarn-
bien cognoscitivo- del pcnsamiento no verbal. Y, err. pag. 3: «The arts are
neglected because they are ba s eq on percept ion, and percepuon ts d isdained beca~ s ei t is not assumed 10 involve thougth.» Se trata del antiguo conflicto acerca de stlaac tividad a rtistica esta desprovista de una verdadera componente gnoseologica :
opinion esta que debe se r rechazada,
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40 GILLO DORFLES
caso del lenguaje visual y de la cornunicacion a traves de las
artes visuales, En cuanto ala «transmisibilidad: del mismo si
es imposible. 0 improbable en el estado actual y normal 'de
nuestra concle~cla (l'arece raramente posible en condiciones
anormales alucmatonas, paranormales), no esta excluido que
1 0 pueda lIegar a ser en un futuro, en condiciones telepaticas
o a traves de tecnicas especiales.Cuanto he dicho hasta aqui solo quiere servir de adelanto a
una observacion mas general con relacion a los aspectos
cornunicativos y sernioticos de la obra de arte que debemos
tener en cuenta a los efectos de una critica de la misma .
. Cada ~ez que ~os encontramos delante de una obra picto-[Ica 0 plastic a, la Imagen que se forma de la misma en nuestra
mente es siernpre una imagen olistica, globalizante, de tal
modo que ~o I?uede ser subdividida ulteriormente (salvo que
se haga artificialrnente y por particulares fines decorativos
c.omo he sefialado antes). Y tiene esas caracteristicas -o!is:
trcas=, tarnbien, la imagen que de costumbre se. forma ennuestra mente a la primera vision de una pintura ° de una
es~atua, sea figurativa ° abs~racta. De ahi que podamos
afirrnar que la ,09 1'a e~f~e-vls·aa-l-esta-e(9nst.j .t .u.icl il-hal: li" 'u.aJ-
J;net;l~e-".Gt;..U'l'I-l'H'1LC~liJgn.D.>_j..u.fI,ita.&iG.-s€!-i€l{M;j.M£i£a-e@F!-un
s~.gc[,j,!.J..,(queodemos definir apropiadamente como «gestal-
tema», p.or su. ?Iob~lidad ~ p~so), el cual no posee ni unad.oble articulacion, rn la posibilidad de ser subdividido en par-
tlculas menores 0 discretas,
9. La disociacion entre los elementosaxiologico y criiico
EL DEVENIR DE LA CRiTICA41
lapalissiana; sin embargo, si observamos bien los textos cri-
ticos -los mejores- de los ultirnos afios (y daremos algunos
nombres: de Honnef a los de Catherine Millet, de Celant a los
de Trini, de Lea Vergine, etc.), advertiremos que muy rara-
mente en estos textos se trata 0 se habla de «valores», sino
casi siempre de «significado», de «sintaxis», de «funcion
metaf6rica 0 rnctonirnica», de «sintagmas» de prirnera 0
segunda articulaci6n, etc.EI critico se ha esforzado muchointentando someter la
obra de arte a un analisis serniotico que este en condiciones
de evidenciar algunos aspectos linguisticos de la misma. Se
hablara, entonces, de «desconceptualizaci6m), de espacia-
miento, de redundancia, de rumores, se tratara de reconocer
en la obra ciertas funciones primarias 0 secundarias segun laspautas de Chomsky, 0, aplicando las distinciones jakobsianas,
se hablari de «funcion factica», «cognoscitiva», «rnetalin-
gulstica», etc., y finalmente, se propondran esquernas fre-
cuentemente muy complejos, analizando la obra a la medida
de un mensaje que debe soportar una exacta computabilidad,
y eludiendo casi siempre cualquier efectiva funcionalidad cri-
tica, al menos en cuanto a la atribuci6n de un cociente axiolo-
gico a la obra exarninada.De todas estas elucubraciones sernioticas, informativas,
ciberneticas, etc., esta casi siempre ausente todo juicio de
valor y todo juicio de gusto.Actualmente, son dos las mayores falacias -los mayores
equivocos- que pueden encontrarse en muchas valoraciones
critico-esteticas, Yprecisamente aquellas que conciernen a las
relaciones arte-ciencia y arte-gusto.
10. Las [alacias de fa relacion
«arte-ciencia» Y «one-gusto»
Comenzaremos por sefialar brevisimamente el primero de
estos equivocos, porque es el mas facil de confundir. Hemos
visto muchas veces como las tentativas de contraponer y com-
parar arte y ciencia han fracasado lamentablemente. Sin
embargo, de vez en cuando surgen, a veces con ingenuidad, a
veces con arrogancia, tentativas y busquedas que procuran
conducir el hccho artistico ala exactitud y caractedsticas del
cientifico, ya sea invocando antiguas «verdades» mas 0menos
misteriosas (las Pirimides de Egipto, los observatorios astro-
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42 GILLO DORFL£S
nornicos hindues 0 aztecas), ya sea profundizando enrecientes indagaciones factoriales y ciberneticas 1~.
Posteriormente, cuando hayamos avanzado en el analisismas profundo de estes ensayos, sera facil comprobar como la
mayoria de las veces se trata de groseras confusiones, atribui-
bles a una ausencia de valoracion historic a, 0 a un error de
criterio semiotico. Para dar solo un ejemplo: el hecho de que
las Pirarnides sean depositarias de extraordinarias nocionescientificas y correspondan, en aquella epoca, a nuestros mas
perf'eccionados laboratorios astronornicos y astrofisicos, nodebe sorprender a quien haya advertido el cambio de funcion
(en el sentido mukarovskiano) 16 del arte antiguo con relacion
al arte de hoy; es esta pequefia consideracion la que muchas
veces olvidan hacer los criticos rnodernos, Antiguamente, la
convergencia de ciencia y arte, como de arte y religion
existia, y debia existir, en tanto que hoy ya no sucede, ni hay
raz6n para que suceda. Hablar de la «artisticidad» de una
computadora 0 de un bevatron no tiene sentido, a menos que
consideremos el aspecto externo de una gran central nuclearque podra tener indudablemente una notable eficacia arqui-
tectonica, desvinculada, sin embargo, del hecho de contener
un acelerador de particulas subatornicas.
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44 GfLLO DORFLES
siderar «artistica» su obra, basada en precisas transcripciones
maternaticas (0 flsicas, 0 astronomicas, 0 de cualquier otra
disciplina cientifica), 5610 porque estas obras son y perma-
necen «rnonosemicas», esto es: no son susceptibles de una
lectura polisemica, no se prestan a diversidad interpretativa,
como sue le suceder con la mayo ria de las obras de arte. El
equivoco en este caso es facilmente perceptible: la serie denumeros de Hanne Darboven, los discursos semiologicos del
art-language, no son sino modestas operaciones, tanto consi-
deradas desde el punto de vista cientlfico como del lingiiistico
o serniotico, como 1 0 son las tablas de Venet y los mapas tapa-
graficos de Fulton. Por otra parte, la monosemia de estasobras las hace menos adecuadas para ser propuestas como
«obras de arte» (mientras que, y es triste tener que recor-
darla, precisamente de una consideraci6n polisemica depende
su «indice de aceptacion» por parte de los coleecionistas,
cornerciantes, y del rnercado en general, ya que la adquisicion
misma de estas obras y su inrnersion dentro de cualquier con-texto que no sea aquel cientifico al que pertenecen, es en S I
misrno un acto, un mecanisrno polisernico de «desconceptua-
lizacion», de extrafiamiento, y ese solo hecholas vuelve even-
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46 CILLO DORFLES
iNo es posible, entonces, ernitir un juicio acerca de la obra
de arte basado exclusivarnenre sobre el gusto? En parte, al
m~nos, esto conslituy~ un hecho. Actualrnente muchas posi-bilidades de transgredir el «buen gusto corriente» han hecho
que el artista se apropiara -conscientemente 0 no- del
feliche-Kitsch, usandolo como soporte de la obra de arte. No
han side solo los artistas; el mismo publico ha realizado unaoperacion analoga, confundiendo aun mas sus ideas de
acuerdo con aquellas de los incautos «productores artisticos»,
Hoy podemos, si, aplicar nuestro «gusto» de ayer -de un
ayer todavia proximo y fresco- a ciertas obras de aquel
uernpo: pero no podemos hacerlo cuando se trata de obras deun pasado a de un presente ya contagiado del «delito del buen
gusto». (Como, por otra parte, no podriarnos hacerlo antes de
ayer aplicando ciertos canones derivados del gusto deentonces a los objetos y productos de ayer.)
En otras palabras: ciertas valoraciones de gusto que se
adaptaban perfectamente a obras como la pintura impresio-nista, expresionista, y tam bien a ciertos periodos reputados
durante un tiempo como de «mal gusto», por ejempJo, el
secesionista a el art deco, hoy no tienen valor frente a las
obras del arte pobre, del land-art, del body art. a del narrativeart. La crisis del objeto, la crisis del consumo, que han provo-
cado fenornenos como el del arte pobre, 0 el antidesign, 0 laarquitectura «radical», han dado un golpe mortal a la «cons-
tante-inconstante» del gusto. No me es posible considerar de
«buen gusto» una barra de hielo coloreada (Zorio), un bloque
de cernento (Koilbal), un peso en el extrema de una cuerda
(Zaria), un paquete de diarios entre dos planchas de vidrio(Merz), una pila de carbon (Kounellis), un hombre peludo que
se masturba (Acconci), u otro que se corta el pene (Schwarz-
kegler), Tampoco, Ia copia de un cuadra celebre «revisado»
par Paolini, un paquete de Christo, un cuti de madera de Sol
Lewitt ... Y si juzgo de «buen gusto» las gotas de .sangre que
caen sabre el pijama blanco de Gina Pane (las rnanchas
rosadas sobre la tela blanca, junto a las rosas rosadas y
blancas que la artista tiene en la mana), esto ya es un peli-
groso desliz (mlo y del artista) hacia una hedonistica cornpla-
cencia estetizante de la cual es conveniente apartarse. Lo
mismo sucede en cuanto a las laminas de metal de Serra a lasdiscusione de Wilson, a las predicas y a los sombreros deBeuys, a 10~ Conciertos Fluxus, etc.
EI rechazo del objeto, la comprobacion de cuan repugnante
EL DEVENIR DE LA CRITlCA 47
es 0 puede ser Ia mercantilizaci6n de cualquier fenomeno,
hace que deba «ternporalizarse» nuestro juicio axiologico, par
10 menos con relaci6n a algunos de los productos mas 0
menos artisticos de nuestros dias,De ella resulta que el juicio eritico debera ser «dicotorni-
zado», y aun «tricotomizado»: par un lado, un juicio todavia
basado en el gusto, sobre la destreza tecnica, sabre la valera-cion estilistica, sobre el rechazo del Kitsch, que concierne aobras todavia realizadas can busqueda de efectos materiales,
exquisiteces tonales, equilibrios formales, y el usa de mate-
riales (mobles). En segundo Jugar: un juicio desvinculado del
gusto corriente y destinado a todas las obras a las que me he
referido anteriormente, que entran en la categoria del con- 7 _ceptualismo y de la autopresentacion, a condicion de que nohieran el cociente del gusto en el que se encuentra un cornpo-
nente etico (como en el caso de las obras sadomasoquistas deNitsch y de Brus, de Acconci y de Schwarzkogler, desprecia-
bles mas par un Kitsch etico que estetico: 1 0 cursi de los espa-fioles): esto no significa que sean «rnoralrnente condenables»,
Y en tercer lugar: un juicio donde el gusto vue l ve a impera r ,para obras cereanas al teatro, a la musica, a la danza, al land
art, donde ocasionalmente pueden realizarse valoraciones
decididamente basad as sabre la antigua y renovada constante
gustativa, aunque falta para elias toda posibilidad de confron-
tacion can el pasado.Esta triparticion de la obra moderna en base a un juicio cri-
tico mas 0 menos basado sobre el gusto no quiere, cierta-
mente, ser axiornatico. Como, par otra parte, no puede y no
quiere serlo cualquier consideracion que tome par normauna operacion tan poco «norrnativa» como el gusto. A.demas,
no es la primera vez que se insiste (y no ha sido suficiente,
todavia) acerca de la (<00 normatividad» de la estetica y de sus
«leyes»; par el contrario, es necesario insistir acerca de la abso-
luta normatividad (autonormatividad) de cada poetica, a sea de
toda autonorna obra creativa (poietica} pDf parte del artista.
12. Correlacion critica con el arte del pasado
y con el arte de vanguardia
Prevalece la costumbre de considerar la critica de arte
como decididamente dedicada, a limitada, solamente al
aspecto sincronico de la obra de arte (0 del no anei. Y esto,
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48 GILLO DORFLES
por razones obvias: sobre una obra que pertenece al pasado, y
aun mas si se trata de un pasado decantado de la histori~, esevidente que pesaran los juicios, las valoraciones, las esuma-
ciones hechas primero por los erlticos y los historiadores con-ternporaneos, y luego las de todos aquelJos que se han Slice-
dido a traves de los tiempos. EI conjunto de estos juicios -tec-nicos, esteticos, eticos- constituye una salida base para que la
obra pueda ser colocada en su justo ambito valorativo y en su
exact a valoracion critica.Hablar en est os casos de juicio critico «actual» resulta
dudoso, y reforzaria la disputa en torno a la capacidad
-siempre problematica- de un juicio de valor referido a
epocas lejanas a la nuestra y sobre las cuales solo con una fati-
gosa reconstruccion filologica podriamos tener una expe-
riencia suficiente. Precisamente en base a esa «reconstruc-
cion» debemos realizar nuestras elecciones y avanzar nuestros
juicios, porque sin esa «reconstruccior» sedan completa-
mente vacuos. Es imposible y peligroso apoyarse en la «intui-cion» propia, en la eventual «congenialidad» para juzgar el
pasado. Esto 10 ensefiaba ya David Hume, cuando subrayaba
los grandes errores que se pueden cometer juzgando con el
patron moderno a los heroes homericos 0 las costumbres isla-
micas. Y que 10 standard of taste sea aleatorio es algo que ya
deberiamos haber aprendido, aun a nuestro pesar.
Daremos al respecto solo un ejemplo: si nos encontraramos
ante un anfora del periodo Han y otra del periodo Ming
(entre las cuales transcurren casi dos mil afios), i,comopodriamos arriesgarnos a declarar mas importante y preciosala prirnera 0 la segunda, ya que las dos han sido realizadas con
la misma exquisita factura? Lo podriamos hacer solo en base
a precisas nociones historicas, tecnicas, estilisticas que tomen
en consideracion el entero desarrollo plurimilenario del arte
chino, tan alejado de nuestra cultura occidental, y entonces
descubriremos que. toda posibilidad de juicio (en apariencia
facil, a primera vista) sucumbe. Como sucumbe si nos enfren-
tamos a algunos monumentos precolornbinos (de Mexico, de
Colombia, de Peru), donde la confrontacion con una civiliza-cion tan remota con respecto a la nuestra (a pesar de haber
sido hasta cierto punto «dornesticada- por la conquista espa-nola y no obstante su «traduccion» a un area linguistica que
nos es congenial), hace que nuestro modo de reaccionar se
subvierta por completo, mucho mas de 1 0 que sucede cuando
nos enfrentamos a civilizaciones que, al rnenos hasta cierto
EL DEVENIR DE LA CRfTICA 49
punto, han mantenido una continuidad etnico-linguistica conla nuestra (como las europeas y rnedioasiaticas),
Quiero decir que, ante los sublimes restos de la culturagriega, la atmosfera en la que nos encontrarnos inmersos es, a
pesar de todo, griega; la continuidad entre aquella civilizacion
y la nuestra sobrevive (como sobrevive la etrusca la islarnicala cartaginesa). Lo que no sucede can las igualm~nte excelsa~
ruinas de Chichen-Itza, de Uxrnal, 0 San Agustin, que estanalejadisimas del area lingiiistica iberica y catolica que las cir-
cunda y las traduce entre nosotros, hoy dia.
13. £1 ca so de l a rte precolombino
Elinjerto de los estilos del arte azteca, maya, tiahuanaco,chavis, etc., pero especialmente de los olmeca y tolteca, en
nuestra cultura ha tenido indudablemente un alcance mayor
de aquel que frecuentemente pensamos 0 confesamos.
~Igun~s m.otivos decorativos, ciertas abreviaciones iconicas ysimbolizaciones figurativas, que no encontramos en ninguna
forTI?a de arte OCCidental y tarnpoco de Extremo Oriente (laparticular espacialidad bidimensional, el desarrollo en el
tie~po y la lnd.o.le narrative de ciertos elementos figurativos,e~cetera; el an.ahslS.se alargaria en exceso si intentararnos profun-dizarlo), han influido, aun de rnanera indirecta sobre la forma
de visu.aliza.r el mund,o externo de nuestro s'iglo, y posible-
me~te. influiran todavia nuestras artes visuales en el futuro.Si bien podemos hablar, en cuanto a este tema, de una «sin-
~ronia» de elemento~ artistic os bastante remotos (ya sea en eltiernpo 0 en el espacio), el hecho de que, por un extrafio feno-
menD de reviviscencia estilistico-sernantica, sean hoy mas
«actualesx algunos fenomenos artisticos que, sin embargo,
pertenecen a una civilizacion completamente «ajena», su«contemporaneidad», ernpero, no debe ser considerada en
sentido cronologico, sino exclusivarnente lingiiistico.De todo esto deb.e,mQS-de.dU! ._. neeesiGad..ulteci.or...ae
c €>Aside-l 'ar-nuestr .@_juiGJ _es~e' t- iGIil-e@m{). .s0m(;\ t .id~nti1TU as
transfurtnacHmes Y'"a'"e0fl.t.i'[email protected],u-stesor eIlQ~s.p@s,jble
~'8.'I ' t laF-cl [email protected]~a..ba..re1aci.iiJ;)_eQ,tlie l-ow0Y'"Y"e)..a:Y<er
s·~n"'t~e.r_e>R_Glili:;llIta-la · i f o & b e . r u : e · m.aF1e);as-en-q.u~~es1r~a-o.j6floooSe-na-.il.'i~foI.st:i,tu..y~en~
Enefecto -para volver al encuentro del arte y la arquitec-
tura maya y azteca=, hay otro hecho que se verifica aqui y
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50GILLO DORFLES EL DEVENIR DE LA CR iT ICA
final del siglo pasado y el principio del nUle:~~~~r~~t;~~f!~S;O~, , I bi '1110 del expreslonlsmo a _rusmo a cu IS " b d d de que existe unavar.guardia contemporanea, No ca e u a 'do demos
diferencia sustancial entre elias, ~omo~emos f:se~languardia;trar hasta ahora, Es un hecho indiscut i e que, e l
historicas -con todas las innovaclOnes, que mtr?duJefOrrg~~ast r ictorico y plastico- perrnanecian casi siernpre ,~ec, 0 p , d 10 que pensaban sus contemporaneos-intimamente -mas e lsti heredadas del Ochocientos.a ciertas Iorrnas artts teas
51
que no se verifica en las otras civilizaciones occidentales quehernos recordado antes; y es Ia presencia de un cornponentj,
que no sabrIa definir sino como «estiUstico», el cual , comodije, aparece rnucho mas proximo y «simpatico» Con nuestramodernidad que otros,
i,A que debemos atribuir esta «simpatia»? i,Quiza a una afi-
nidad -subteminea y misteriosa- con aquelJa ant igua cul-tura? i,0 acaso a una «saciedad. que experimentamos frente aJa civilizaci6n de la cual provenimos?
Creo que esta ultima es la interpretacion mas atendible delIenorneno Hemos cultivado, hasta el presente -en la succ-
siori de generaciones crecidas y formadas a Ja luz de la civili-
zacion cristiano-judaico-helenica_, una serie de «anti cuerpos
culturales- que provocan en nosotros una suerte de reacci6nanafilixica bacia todo aquello que nos vincula a nuestro
pasado historico-artistico, Y que, naturalmenle, no se pre-
sentan en el caso de la civilizaci6n precolombina, en la cual
no hernos participado (no han participado tampoco nuestrosantepasados) y que se ha desarrollado de manera completa-
mente aut6noma. Y de ahi el caracter de inesperado (y tam-bien la «cantidad informativa») que la misma nos comunica y
que suscita en nosotros una sensaci6n de extrema novedad,
excitando nuestra facultad intelectiva, que se encontraba
adormecida por el cornercio demasiado freeuente e intenseCon las obras de nuestro pasado.
14. Vanguardin historica y vanguardia moderna
, , '0 "vanguardia" progresiva y unaVolpi-Orlandini: «Esta distinci n entre, una or atro me deja lin poco per.
rcgresiva, por un lado m~ parec~, suges~'vd~" Y P, e iva': parece u na c on tr ad ic -ple jn. E n rcalidad, l a d e fi ni c io n vangua~ l~;:~r s ~ s o ri ge n es en aquello que
cion en los terminus, cspeclalm~~t~ pen,~,t~ este fin y para t~alar en seguida
hernos Ilamado la "vanguardia us; f1~,a, a dias" 'hay que observar que lossobrc Ius diferencias con las a~tua~es, ~a~.gu r .: • a en una circunstancia
' d I ", . rdia historica aparecrer n I
movirnientos re u vangua d 10h
ientos cuando el conformisma y el rnatipicu de la sociedad burguesa e c ocr ru 0 de artistas a proponerse -en
gusto de aquella sociedad ImjJulsaran maoU"al8lerPnaliva es decir, como un grupo
" I' 0 Y combatlvos- co , , ' tterrmnos po erruc s d IT d La rnotivacion es npscarnen eque se distinguia de una masa esca I IC~ a~ la otra causa que ha llevado al
rornantica y hay que tenerla .. pres::t~ii~:nEan efecto, surge tam bien heredando
nacimiento del concepta de yang , del Renacimienta A mi entender,
la idea de progreso en, el, a rt~ q~e ~:' p~~~~ de alga cualitativ;mente superiortanto el aspect,? rornanuco e a usq s ho en dia se encuentran en cnsisCOmO la tradicion renaccntista del, progre,;oi {rce cion de una situacion pro-
debido a nuest ras nuevas concepciones ,Y t ad~ la '~anguardia historica", este
fundamente diferente. D~rant~ el ?~r~a~uoncion en relacion a la socicdad, En
concepto , en camb'o' ,l erna unayr~~ts, S sc al-ribulan a s i r ni sr no s, pero e s i nd u-realidad, era una funcion que 10sl"r I a" C I ganizativo y de calidad- comodablc que trataron de pre entar a -a nrve or
posible alter nativa. b', aceptacion total, pasiva, de cada ,nuevoHo y a sr st un os , en cam ro , a una , d corrosivo la "vanguardia , des-
movimieruo Y esio cerceua aquello que uene e ,~,,, le~I~"ll-seflcbid@- .... -1e." 'de ella L.~ ..g <" I> ~.... ""," , .. ,~ _,
naturaliza el concepto mlsm_c>__", __--c'~.~ i !i ' _ >m:"rr0 lia~r.eG@mc"e~an,En nuestros
n~'~E1,u;l_'"'lJ.!c.c..s~oo,t;a<e!!",&"lnS'I'Jt~~:di:" como la muestra "Vitahdad del
dias, par eI contrano, aSlstlm~s a ePla
presencia de rnini st ros , autor idades y
negauvo". en Rorna, maugura a con .' . 'on m as conforrnisra que losran cantidad de publico can una ca:a~tenzacl ,
~alanes ochocentistas descritos por Fene~. " ~_""m"llro-m t . i J . i .
t,.a-::-n~e~'~~""_ff60J'to- u n e m n a " var.;wH-ica, ¥ - f o r - l 1 u t o S - < l ' nETi"I-m\<Gt\iGa. .oj . .m"J>.e-IiIa.""ls~la"'wfl , ,""eflaenG_.c~@ ,, _~:~," . .n--I-o-~':d 0," ",.. ,"r,' " I > ~ I Soru;IJstas cQma.o.!o!~sua. ....I~- _
,.~a.L~_'0"e'd.,.I_, a..a. @ " "" " ~ Gi.Q~R _1~@~R@ei e ," "os y ad' , .. " ..lbw..a}.0"'fIiA~"'IIi~I~t€l-",,-,'oee - , d . .a . .. . .. '19a.~_~ __-, .~ _ _ - ~ . _ d . Ji > .J _ a& l l: S li t uc i qD f' S e J .m . e r: c a Q La:~;o
P P i ' , " ~ i ' p i O ! ) S " i ' l 'I ! ' i " M o V e c l e n t o s ~ ~ U - 7 . : . e 1 f iSi i l"€ Iet-re1 'm"i11_V811g~'lI ' l '<!!fai<op,6w.~iJia.
~il!ri'l_lI't!'ep~ll'l' l.l3'a"I'l' ll'I<:IJ-r1'€IV~ , por ejempla en los Iuturistas, en los
~e.iIlIoo~~"". I plen~o~ han polemiz~da can la sociedad bur.construcuvrstas y :n tad as aque,Hos q tilo mode rno, la actitud de aquellos
guesa pero han sanado can lnstttu"dr:ide~a~ista de tipo rorndntico. Con nota-
artistas me parece hoy agr~slvba, I~ la socieda'd actual no tienen ya sentido.»ciones rodas elias que en .1 am Ito e
Pero este parentesis concerniente a nuestra actitud frente a
la obra de arte de civilizaciones muy al.ejadas de la nuestra y a
la eficacia «informativa» de las rnismas , se puede trasladar, en
cierto sentido, a 10 que sucede con frecuencia cuando
entramos en contacto can el arte modemo, cuando nos
enfrentamos a una obra de vanguardia, Est a me parece una de
las explicaciones mas verosirniles para justificar el interes
demostrado +por 10 menos por cierta parte del publico y de lacrftica- hacia la vanguardia
A estas alturas, corresponderia realizar una distincion clara
entre vanguardias 17 historicas (aquellas que caracterizaron el
n Una interesante polemica acerca de las vanguardias se encuentra en la
revista Nac, 1974, mirn. 10, con la participacion de G, Dorfles, S, Naitza, Mari sa
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52GlLLO DORFLES
«Nuestra» vanguardia, en cambio, se ha desvinculado, en
gran parte y por completo, de las formas artistic as que la han
precedido. (No hernos dicho, todavia, que con una mayor
perspectiva historica es posible que ciertas innovaciones apa-
rentes resulten menos explicitas y brutales de 10que efectiva-
mente son.) En reahd~~, nuest:o juicio del gusto resulta muyaleatono cuando se dirige bacia obras que no tienen un vin-
culo evidente Con el pasado; en cambio, es mucho mas seguro
cuand<? puede basarse en confrontaciones explicitas, COmo las
que eXlsten.entre las corrientes artisticas de principios de sigloy aquellas inmediatamenn- posteriores.
Me parece cvidcnteque un critico de nuestros dias no des-
prevenido, debe haberse percatado de que, bajo la etiqueta de
«arte» 0 de «pintura», 0 ~e «~reacion artistica» en general,
hoy se pueden encontrar srtuaciones y hechos muy diferentes
y hasta opuestos a aquellos identificables como tales en un
ayer todavia ~uy ?ercano a nosotr~s; 0 sea, en otras palabras,
que con al s igni f i e «arte» se relacionan, cada vez mas signi-
fiants muy diferentes. '
Esto, con relacion no solo a 10 que habitualmente cons ide-ram~s como «arte artlstico»: el nuevo signifie de una obra
c?n~ld,erad~ com.o ~rtistica podra perfectamente ser uns igni f i« social, psicolcgico, politico (como en el caso que
hem?s recordado de cierto arte sudamericano). Lo que Ileva a
conflrma~ :oi convic~ion de que muchas obras, privadas de
valor estetico, han sido definidas, catalogadas y comerciali-
zadas como «obras de arte» solo porque entran en un circuito
economlco que asi las ha proclamado, mientras que otras
obras «de apariencia estetica», y que no 10 Son en realidad
continuan sirviendose de una etiqueta artistica referida a un
periodo ya transcurrido, y que como a tales avala cuando yano debe ria ocurrir asi.
15. £1 fenomeno del antagonismoe n tr e ( (K it sc h) ) y conceptualismo
,?e cuanto he venido diciendo creo que se pueden extraer
varras consecuen~ias, .si.emp.re vinculadas al problema del
gusto y su actual insuficiencia con relaci6n a los fenornenos
artisucos de nuestros dias. Observemos dos de los fenomenos
mas tlpicos del periodoque estamos atravesando (1970-1975):
el arte conceptual (en sus manifestaciones mas tipicamente
EL DEVENIR DE LA CR1TlCA 53
desprendidas del objeto y de cualquier hedonismo objetual) y
el Kitsch. 0 sea, el objeto de mal gusto, burdo, destin ado al
consumo de las masas (salvo en aquellos casos en los cuales
ha side reivindicado y rescatado a traves de sofisticadas obras
artisticas para el i tes ) . EI conceptualismo puro, que puede. ser
considerado como ejemplo de una rebelion contra el objeto
artistico, mercantilizado e idolatrado, a su vez, exclusiva-mente por sus valores rnercantiles y su cotizacion en la bolsa
artistica y no por su «agradabilidad», ni por sus valores este-
ticos, En el otro extreme, el Kitsch se puede considerar como
la equivocada tentativa de ajustarse ala mentalidad popular a
traves de una falsificacion lingufstica, un Er sa t z semiotico: 0
sea, a traves de un lenguaje que es la imitacion del autentico
(del antiguo y tambien del inmediato pasado), obtenido a
traves de rnedios rnecanicos, replicas. reducciones a escala,
transposiciones a otros medios, etc. A esto hay que agregar
que mientras el Kitsch frecuentemente se identifica con
alguna corriente artistic a retrograda (como sucedio, porejemplo, con el art pompier 18 a fines de siglo, y como ha DCU-
rrido en nuestros dias con el neorrealismo y coo mucho arte
acadernico del retrato y del paisaje), el conceptualismo, aun
perteneciendo en realidad a un area que no es la tradicional-
mente considerada «artistica» (es decir, teniendo un s igni f iantdiferente del estetico), puede, por una transformacion de la
situacion ideologica-social de la civilizacion actual, hacer
suyo (a su vez) el papel de la obra de arte. Por ello podemos
decir que en el Kitsch existe un s igni f iant «artistico» (pseu-
doartistico) al que no corresponde ningun significado efecti-
vamente estetico, mientras en el arte conceptual existe uns igni f iant no artistico, que corresponde a un s igni f i r i actual-mente considerado como estetico (aunque pueda no serio).
16. £1 problema de los «intermedia»
y de los «mixed media»
EI sutil desvanecimiento de la coincidencia entre aquello
que se suele definir como obra de arte y su actual «conte-
nido» se manifiesta tarnbien en otro fen6meno, hoy muy fre-
II Sobre el prob lema del llarnado art pompier y sus relaciones con el Kusch y
con el advenimiento de la «burguesia triunfal», cfr. el volumen de Aleksa
Celebonohic, La piuura del Realismo Borghese, Garzanti, Milan , 1974.
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54 GILLO DORFLES
cuente, que es el usa de «mixed media», de «interrnedia», de
forrnas artistic as que emplean rnedios expresivos diferentes alos intercambian.
La «fidelidad al propio medio» habia sido uno de los postu-
lados de la critica y de la estetica hasta hace muy pocos lus-
tros. Fidelidad al medio, entendida como necesidad de no
traicionar aquello que era el medio expresivo «especifico: decada arte. Yo rnismo tuve que rebelarrne a veces contra la
acusaci6n de «traicion al medio» cuando asistia a algunos
experimentos horripilantes, que consistian en la transposi-
cion; por ejemplo: una novel a convertida en tebeo (Promessi
Sposi}, una obra literaria en telefilme (la Saga de los Forsyte,
La Odisea, obras de Shakespeare, etc.), una serie de escenas
cinernatograficas en novela, una sinfonia para orquesta en
cornposicion a piano a cuatro manos, y asi sucesivamente.Pero las cosas han cambiado algo con el advenimiento y la
frecuencia de combinaciones entre diferentes lenguajes artis-
tieos. Loque no quiere decir que se hayan vuelto Iicitas lastranscripciones, las reducciones, las falsificaciones a las que
me he referido poco antes. Cada vez asistimos con mas fre-
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EL DEVENIR DE LA CRiTlCA 55
un mejoramiento etico-estetico de nuestra sociedad de con-
sumo y de su apertura a valores no solo mercantiles.)A confiar en una similar evoluci6n de la situacion artistica
y, en general, creativa nos conducen algunas de las todavia
timidas tentativas realizadas y que podemos bautizar como
«pobres». (No en el sentido individualizado en su momento
por O. Celant para la particular corriente artistica definidapor 61 como «pobre», porque se basaba en el uso de mate-
dales t05C05, despojados, antihedonisticos, pero en realidad
sometidos a la misma sed fetichista de todos los otros pro-
ductos artisticos de los ultimos aDOS, sino en el sentido adop-
tado recientemente por Yon a Friedman !., para indicar unmodelo de monde pauvre.)
Friedman, en un capitulo de su libro, esboza la hipotesis deun futuro (concebido a la luz de la reciente crisis economica y
energetica) mundo pobre, debido a las condiciones ineludi-
bles a las cuales la humanidad estara obligada a adecuarsepara poder sobrevivir; de este modo, sobrevivira con una exis-
ten cia mejor que la moderna, desgarrada entre egoisrnos capi-
talistas y restricciones totalitarias.
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56 GILLO DORFLES
17. Valor de uso y valor de cambio-en la obra de arte
Los conceptos marxistas de valor de uso y valor de cambioentran en juego de manera dramatics en el panorama artisticornoderno, y continuaran haciendolo can toda probabilidadmientras no resulte vencida la situacion de mercantilizacionglobal a la que asistimos.Par otra parte, el concepto mismo de alienacion (con sus
variantes: Entfremdung, Versachlichung, Verdinglichung, cuyosrnatices deberiamos siernpre especificar), que se identificacon el «fetichismo de las mercancias», propio del modo deproducci6n capitalista, se vincula directamente, tambien, canesa particularisima (pero no por eso menos alienable) mer-canc ia que es el arte. Es par ello por 10 que la critica no puededejar de observar, par un lado, el efecto alienante de la «mer-
cancla» artlstica sabre el hombre que la usa (que la compra, quela vende, que la produce), y por otro lado, la naturaleza alienadadel producto artistico en si mismo, que resulta de los intercam-bios y traspasos comerciales de tal mercancia (artistica).EI error de. los no marxistas es, frecuentemente, no advertir
cuanto hemos dicho hasta ahora, ni las marchas y contramar-chas que sufre cualquier valoracion de la obra de arte ; elerror de los marxistas, en carnbio, es no darse cuenta comopuede aun existir, escapando a est-as condiciones y contravi-niendolas, precisamente por algo que frecuentemente no setoma en cuenta: y es que el arte mejor, menos alienado, mas
genuino, puede -a pesar de todo- realizarse a contraco-rriente 20.
ao En cuanto a este tema, vease el interesante ejemplo de la antologla publi-
cada recienternente en la Union Sovietica sabre las ultimas corrientes del pen-
samiento y artes de Occidente, que contiene una severa requisitoria contra lamayor parte de las mismas: A. V. Kukarkin, Po tu storonu rascveta. (Buriuaznoe
Obiestvo: kultura i ideologijo}, Isdatel'stvo Politiceskoj Literatury, Moscu, 1974.
Acerca de ella, escribi (Carriere della Sera, 5 de noviembre de 1975) : «( Este volu-
men) nos oblige a reflexionar no tonto sobre 10situacion de nuestra cultura (vio ienta
y agudamente atacada por el autor}, 0 los meritos y defectos de la sovietica, sinosobre los peligros efectivos que acechan nuestro civilizacion planetaria entera ..
Sabemos, quiza demasiado bien. que et remedio ofrecido por Kukarkin (el retorno a
an "sana" reatismo artistico...1 no esposible para nosotros. Sabemos tambien ques610 a troves de una superacion radical de nuestro modo de ser socio-economico
podremos un diu . quizd, salir de la via muerta en 10 cual estamos atrapados ...Aquello que sinceramente deseamos es que el arte y 10sociedad sovietica puedan evo-
lucionar sin necesidad de cumplir ulla experiencia antiloga a /a nues tra ... »
EL DEVENIR DE LA CRITICA 57
Estar 0 ponerse a contracorriente -ya sea socialmente,psicol6gicamente, .jdeoI6gicam~nte- es una de ,lascaract~~i~-ticas que el arte tiene desde siernpre y no sena nada ~lflCdofrecer numerosos ejemplos. Este hecho entra en la sene deobservaciones que he podido realizar: la faita de coincidenciaentre una posicion progresista en arte y en politic a, 0 paradecirlo de otro modo, la escision y discrepancia politico-artis-tica que frecuentemente tenemos ocasion de comprobar. Sies cierto, por tanto, como Marx ensefio, que en el capita-lismo el valor de carnbio sustituye al valor de uso (en tanto enepocas precapitalistas el valor dominante era el valor de usa,no permitiendo que ocurriera entonces la alienaci6n -de losobjetos, de los individuos, del trabajo y del arte- que tantoconocernos), tambien es cierto que para superar una epocadonde rige este planteamiento del valor hasta en relaci6n alobjeto artistico, la transforrnacion que necesitara cump1irnuestra sociedad debera ser mucho mas profunda que aquella
que puede obtenerse blandiendo consignas polftico-econo-micas.Es obvio, entonees, que a menudo, tanto en los objetos
artistic os como en cualquier otra mercancia, no esta ya com-prendida la acepcion de valores de uso (y como tales, hechosparar durar, para permanecer, para identificarse con la fun-cion sacra 0 religiosa que dominaba la ideologia de epocasprecapita1istas), sino que son' considerados como valores decambio, y como tales, sometidos a valoraciones de tipo mer-cantil; por tanto, perecederos, usables, deformables por el«consume» al que se yen obligados. El consumismo artistico,
pues, no es mas que un reflejo del consumismo general. Unretorno a un tipo de arte que haya abandonado los valores decambio por los de usc, exclusivarnente, me parece todaviaposible, aunque hoy parezca inimaginable: seran necesariosprofundos carnbios sociopoliticos. En la actualidad existenalgunos ejemplos -aunque marginales y parad6jicos-: la pin-tura y escultura infantil y la de los dementes (las dos frecuen-temente «espontaneas», 0 ejercitadas con determinados finespedagogicos 0 terapeuticos), formas de arte completamentedespojadas de cualquier «valor de carnbio» y cargadas, por elcontrario, de «valor de usc». (Aunque tambien sabre estoshonestos y candidos ejemplos de un arte realizado para curary con fines catarticos se han vista lanzados a los buitres delconsumismo: fanaticos de muestras de arte infantil y de artedemencial, dispuestos a «valorizar» obras absurdas y, sin