Date post: | 10-Mar-2016 |
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I DOMINGO DE ADVIENTOI DOMINGO DE ADVIENTOI DOMINGO DE ADVIENTOI DOMINGO DE ADVIENTO
La fe nos responde la pregunta: ¿Por qué debemos estar alertas La fe nos responde la pregunta: ¿Por qué debemos estar alertas La fe nos responde la pregunta: ¿Por qué debemos estar alertas La fe nos responde la pregunta: ¿Por qué debemos estar alertas vigilando?vigilando?vigilando?vigilando?
En nuestro itinerario del año de la fe hemos de revisar sobre nuestra adhesión
personal a Dios y como aprovechamos este tiempo de gracia para renovar las razones
por las que estamos unidos al Dios que se hizo hombre. En el credo niceno-
constantinopolitano rezamos y decimos que creemos en que el maestro: está sentado a
la derecha del padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su
reino no tendrá fin. En este primer Dominica del tiempo de espera al niño de Belén se
nos pide estar preparados y atentos a los signos de los tiempos que interpretados
correctamente nos abren los ojos para reconocer la llegada del Mesías, su regreso
entre las nubes del cielo por eso “Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y
levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación”. (cfr. Lc 21,28) ¿Cómo
nuestra fe nos ayuda en la esperanza de la llegada de Jesús? ¿Cómo en este adviento
renovar nuestra fe por medio de la venida liberadora de cristo salvador y juez?
Dentro del antiguo testamento dentro de la historia del pueblo de Israel, de su relación
con Dios por medio de las alianzas hechas por el bajo la guía de la tora; siguiendo sus
mandatos donde el padre eterno esta siempre invitando al pueblo para obtener su
favor (cfr. Ex 13,10; Lv 8,35; Dt 4, 1.6;28,13) donde comprendemos que “él está cerca
de los que lo invocan, de todos los que lo invocan con sinceridad” (cfr. Sal 145,18) esta
es la premisa que tienen los que vigilan, esperan solo en él, su persona y su mensaje,
el pueblo de Israel durante su travesía por el desierto esperando la llegada a la tierra
prometida, recompensa a su observancia de la ley del señor “Yo voy a enviar un ángel
delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he
preparado” (cfr. Ex 23,20) el pueblo que espera en el señor nunca está abandonado,
este con fe en la gloria del brazo del señor lo espera unido a la fe basada en el paso del
señor por su historia, donde se muestra la necesidad de tener una atención especial
en la manifestación de Dios.
El nuevo testamento nos ilustra acerca del vigilar en una perspectiva más encaminada
a la parusía del maestro, y de vigilar acerca de los elementos que puedan alejarnos del
camino correcto en la vigilancia de la llegada del señor a la que no conocemos ni el día
ni la hora ante la necesidad de vigilar y esperar con esperanza es imperante (cfr. Mt
24,42; 25,13) Dios nos da la fe como sostén para mantener esta guardia en la que el
maestro mismo nos ha asegurado: “dentro de poco ya no me veréis pero dentro de otro
poco me volverán a ver” (cf. Jn16,16) el hombre que no espera a Dios, que no busca
alimentado por la fe un encuentro que le ayude a transformar el mundo hundido en la
desesperanza pasa la vida como un devenir sin una verdadera razón de existir, en esta
línea nos dice el papa Benedicto: “el hombre separado de Dios se reduce a una sola
dimensión, la dimensión horizontal, y precisamente este reduccionismo es una de las
causas fundamentales de los totalitarismos que en el siglo pasado han tenido
consecuencias trágicas, así como de la crisis de valores que vemos en la realidad
actual.”
Por eso ante la vigilancia que nos exige el adviento como preparación al
acontecimiento que en la gruta de Belén “¡Felices los servidores a quienes el señor
encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará
sentar a la mesa y se pondrá a servirlos.” (cf. Lc 12,37) el que espera con confianza
recibe con gran alegría, con fe para si poder salvarnos y entrar en el gozo de la patria
celestial donde él nos espera y nos tiene preparada una morada, los discípulos
esperamos al señor para que instaure su reino definitivamente, pues unidos en la
petición del padre nuestro se lo rogamos recurrentemente, en este camino de adviento
debemos reconocer en el proceso de renovación de fe seguir la exhortación del papa:
“Deseamos que este Año suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con
plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza.” (cfr. PF 9)
¿Por qué vigilar su llegada? ¿Cómo reconocer en tantos hechos actuales las señales
de la inminente llegada del reino de los cielos? Pues él nos dijo: “Vendrá el tiempo en
que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán.” (cfr.
Lc 17,22) él nos pide vigilar su llegada no bajo nuestras exigencias ni la de anuncios
de falsos profetas (cf. Lc 21,8) que venden un anuncio sensacionalista que no va con
la pedagogía divina y solo alimenta intereses bajos y mezquinos pues “El Reino de Dios
no se producirá aparatosamente ni se dirá: ‘vedlo allí o allá’. Porque el Reino de Dios
ya está entre vosotros” (cfr. Lc 17,20-21) el reino de Dios cristo mismo no vino con
grandes pompas, no fue estrepitoso su nacimiento; el que vino a atestiguar la verdad
se presenta de forma silenciosa y humilde resaltando lo que hizo difícilmente a
comprender a sus discípulos y atestiguo ante Pilato: “mi reino no es de este mundo”
(cf. Jn 18,36) por esto muchos de nosotros se nos dificulta ver al señor, no lo hemos
conocido a fondo, queremos verlo pero no podemos hasta que no despojemos de todo
interés que no sea el del amor de nuestra vida, por eso unánimes le pedimos
“auméntanos la fe” (cf. Lc 17,5) solo con la fe, una adhesión a Dios podremos creer
sinceramente que él “subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.” (Credo de
Nicea-Constantinopla) y esperarlo sobre cualquier cosa, interpretando a la luz de la fe
todo cuanto pasa como camino de discernimiento para el nacimiento verdadero de
cristo en mi corazón, pues nos dice el papa Benedicto XVI: “Sería de gran utilidad, a
tal fin, promover una especie de pedagogía del deseo, tanto para el camino de quien aún
no cree como para quien ya ha recibido el don de la fe. Una pedagogía que comprende al
menos dos aspectos. En primer lugar aprender o re-aprender el gusto de las alegrías
auténticas de la vida. No todas las satisfacciones producen en nosotros el mismo efecto:
algunas dejan un rastro positivo, son capaces de pacificar el alma, nos hacen más
activos y generosos. Otras, en cambio, tras la luz inicial, parecen decepcionar las
expectativas que habían suscitado y entonces dejan a su paso amargura, insatisfacción
o una sensación de vacío.” Reconozcamos pues porque es el deseo y la felicidad en este
tiempo, porque vigilamos, esperamos con ansia la llegada del niño débil envuelto en
pañales y acostado en un pesebre.
Lucas en el evangelio de esta dominica nos resalta un hecho fundamental en la
vigilancia en esperanza del señor, él nos dice: “estad en vela, pues, orando todo el
tiempo para que tengáis fuerza, logréis escapar y podáis manteneros en pie ante el hijo
del hombre” (cfr. Lc 21,36) en el huerto de los olivos se nos ilustra de una forma más
acertada esta unidad entre oración y gilacia en relación al advenimiento del señor:
“Entonces les dijo: «Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí, velando
conmigo, Después volvió junto a sus discípulos y los encontró durmiendo. Jesús dijo a
Pedro: « ¿Es posible que no hayan podido quedarse despiertos conmigo, ni siquiera una
hora? Estén prevenidos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está
dispuesto, pero la carne es débil” (cfr. Mt 26,38.40-41) el esperar al señor, y verlo nos
implica a cada uno de nosotros poner todo nuestro ser en esta empresa, no dejarnos
distraer por cosas sin importancia trascendente, que el adviento y más concretamente
la navidad nos permita profesar de nuevo nuestra fe de un modo más profundo y
arraigado totalmente nuevo, sin dormirnos en nuestra fe y dejar que se vuelva débil y
fuerte ante las tentaciones y las propuestas que me alejan del puesto de vigilancia que
tengo como parte del proyecto redentor de Dios en el mundo.
El mundo de hoy necesita replantearse estas interrogantes pero más la iglesia
interrogándose acerca de su futuro, con un ser humano que no necesita que le hablen
de Jesús sino que le dice a la comunidad de discípulos: « Queremos ver a Jesús » (cfr.
Jn 12,21) más aun nos encontramos con personas totalmente indiferentes a la
persona y el mensaje de cristo, de su iglesia presencia de Dios mismo. El papa
Benedicto nos dice en esta línea “mientras en el pasado era posible reconocer un
tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y
a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la
sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a michas personas” (cfr. PF
2).
Por eso se hace necesario que Volvamos a preguntarle: ¿maestro dónde vives? Como
poder seguirlo a su morada, poder ir a su casa y quedarnos con él, (cf. Jn 1,39)
reconocer como él nos vuelve a decir a cada uno de los seres humanos que creen en el
¿qué buscáis? (cfr. Jn 1, 38) ¿que necesitas para que vengas a buscarme? Ante el
contexto actual reconozcamos que el maestro siempre dispuesto a acogernos, pero
debemos a la hora de seguirle a su casa saber porque lo estamos siguiendo que
buscamos. No solo debemos ver a Jesús solo como una solución a nuestros
problemas sino una fuerza incalculable que nos viene de la cruz como sendero ante
los problemas e interrogantes de la vida; la fe esa esperanza que pone a Dios como
centro y culmen de nuestras existencias, como ese puente necesario para la relación
con un padre creador que nos ama y nos invita a comprenderlo a profundidad, la
iglesia fiel custodia del mensaje del maestro no es perfecta porque como cuerpo
místico de cristo no es de perfectos porque cristo vino a llamar a pecadores, hacer ver
la belleza y la alegría de seguir a cristo es un compromiso de la nueva evangelización,
mostrar al ser humano que la propuesta de cristo no quita libertad ni impide mi
realización, es un llamado a la trascendencia, al encuentro con Dios de descubrir el
sentido de mi existencia, como dice san Agustín: “nos creaste para ti y nuestro
corazón anduviera inquieto, hasta que no descanse en ti” el ser creyente, el ser célula
viva en la iglesia debe ser un convencimiento de ser escogido por Dios antes de nacer:
“Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno,
yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones” (Jr 1,5) por eso
a los apóstoles no se quedaron mirando al cielo en la ascensión transmitieron esa
inquietud y promovieron el vigilar la llegada del señor con el auxilio del espíritu santo
por eso el resucitado: “Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu
Santo. (Jn 20, 21-22) aquí quiero resaltar un elemento: la acción de Jesús de exhalar
su aliento sobre los apóstoles, él les da su fuerza, les inicia en su misión, les confía,
nos confía la misión que le fue dada a él por el padre, nos envía, el espíritu santo es
quien nos lanza a la misión, nos hace libres, nos da un nuevo sentido y una nueva
tarea en el mundo, hoy en el contexto de misión continental iniciada por los obispos
en aparecida en 2007, y que busca una renovación de la iglesia debe ver en la acción
de Jesús de exhalar sobre sus discípulos, de darles su aliento la línea de acción para
mostrar hoy la belleza de la fe a los alejados, “cuando él venga, probará al mundo
dónde está el pecado, dónde está la justicia y cuál es el juicio. El pecado está en no
haber creído en mí.” (Jn 16, 8-9) cuando de verdad recibimos el espíritu santo
tenemos una conciencia nueva, una conciencia crítica, una hambre de cambiar el
mundo, que solo se sacia instaurando el reino de Dios
Roguemos pues a María madre que supo vigilar con fe en su vientre como el autor de
la vida llego para darnos vida y dárnosla en abundancia, ella “al aceptar el mensaje
divino, se convirtió en Madre de Jesús, y al abrazar de todo corazón y sin
entorpecimiento de pecado alguno la voluntad salvífica de Dios, se consagró totalmente
como esclava del Señor a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al
misterio de la redención con El y bajo El, con la gracia de Dios omnipotente. Con razón,
pues, piensan los Santos Padres que María no fue un instrumento puramente pasivo en
las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los hombres con fe y obediencia
libres. Como dice San Ireneo, «obedeciendo, se convirtió en causa de salvación para sí
misma y para todo el género humano»” (cf. LG 56.) orémosle confiadamente que con
nuestras oraciones hacamos fuerte la vigilancia en la espera de su hijo, que ante el
pesebre nos preparemos para comprender como el amor de Dios es tan grande.
+ Carlos Arturo cano Ospina.+ Carlos Arturo cano Ospina.+ Carlos Arturo cano Ospina.+ Carlos Arturo cano Ospina.
AÑO DE LA FE.AÑO DE LA FE.AÑO DE LA FE.AÑO DE LA FE.