[PONENCIA] Olinca Páez
IMPLICACIONES DE LA FECUNDIDAD ADOLESCENTE PARA EL DESARROLLO HUMANO: EL CASO
COMPARADO DE MUJERES CON Y SIN CARENCIAS SOCIALES EN LA INFANCIA
TEMA DE ESTUDIO Y OBJETIVOS
Los estudios realizados para México han evidenciado que la fecundidad adolescente es más
frecuente entre la población pobre (Stern, 2003:728) porque en este estrato las adolescentes son
más propensas a la unión temprana debido a la falta de alternativas de desarrollo (Stern y
Menkes, 2008:347-396). El argumento de fondo es que para las pobres la experiencia de la
maternidad antes de los 20 años puede ser una alternativa para satisfacer necesidades de estima
social y/o para transitar a la adultez ante las escasas oportunidades educativas que resultan de la
combinación de insuficiente ingreso familiar y bajas expectativas laborales y de rendimientos
educativos para las mujeres en los contextos de pobreza.
Respecto a la relación entre fecundidad adolescente y salida escolar, se ha explicado que,
en general, la primera no es causa de la segunda, pues en la mayoría de los casos la salida se da
con anterioridad al embarazo (Llanes-Díaz, 2010:108-109). Por una parte, la generalidad de este
orden puede estar relacionada con los patrones de interrupción escolar de las pobres, entre las que
la fecundidad adolescente es más común, pero no debe perderse de vista que tal orden general de
los eventos puede también estar en función de la pequeña proporción de mujeres en México que
durante su adolescencia continúa asistiendo a la escuela, independientemente de su condición
socieconómica de origen. De acuerdo con los datos preliminares de la Encuesta Demográfica
Retrospectiva [EDER] 2011, la edad mediana al primer hijo fue de 22, 23 y 23 años, en el caso de
las mujeres de las cohortes 1951-1953, 1966-1968 y 1978-1980, mientras que la edad mediana a
la primera salida de la escuela fue de 12, 16 y 16 años, respectivamente.
En todo caso, partimos de la idea de que el orden de ocurrencia de estos dos eventos en lo
general no es razón suficiente para descartar alguna influencia de la fecundidad adolescente sobre
la trayectoria educativa, pues no interesa exclusivamente el efecto del embarazo sobre la salida de
la escuela –un efecto de corto plazo– sino también el efecto de la maternidad a edades tempranas
sobre la propensión de retomar los estudios (incluso para aquéllas que por razones distintas al
embarazo habían dejado la escuela muy jóvenes) y, en última instancia, sobre las tasas de
escolaridad promedio alcanzadas por las mujeres de 30 años y más.
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A lo anterior debemos añadir que también es relevante el análisis de lo que ocurre en el
caso de la minoría que continúa estudiando al momento de embarazarse, pues pobres o no pobres,
constituyen un grupo de población con aspiraciones educacionales semejantes, en un contexto
nacional en el que se reconoce la universalidad del derecho a la educación básica y se promueve
la continuación de los estudios de acuerdo con los estándares internacionales, sin distinción entre
hombres y mujeres. Consideramos que aunque se trate de una minoría es pertinente reconocer el
impacto de la fecundidad adolescente sobre la trayectoria educativa del contingente de mujeres
que en su adolescencia continuaba estudiando y, con mayor razón en esos casos, evaluar si este
fenómeno implica diferentes pérdidas para cada estrato en términos de desarrollo humano.
PERSPECTIVA ANALÍTICA
En México la tasa global de fecundidad ha disminuido de manera importante desde hace cuatro
décadas, sin embargo la tasa específica de fecundidad de las mujeres menores de 20 años ha
permanecido invariable: desde 1970 hasta la fecha, en promedio, una de cada cinco adolescentes
tiene un hijo (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2011).
Basados en la noción de costo de oportunidad, que implica que dada la escasez de
recursos económicos como el tiempo o el dinero, cada elección tiene como costo la renuncia a
otras elecciones, desde la década de 1970 no ha habido cambios en la proporción de adolescentes
que ven limitadas sus elecciones debido a la maternidad.
La libertad para elegir es central en el concepto de desarrollo humano. El desarrollo
humano se consigue cuando las capacidades individuales se potencian. El aprovechamiento de las
capacidades humanas se ha vinculado estrechamente con tres dimensiones: “la posibilidad de
alcanzar una vida larga y saludable, poder adquirir conocimientos individual y socialmente
valiosos, y tener la oportunidad de obtener los recursos necesarios para disfrutar un nivel de vida
decoroso” (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2009). En el caso de las mujeres
que tienen hijos antes de los 20 años, suponemos que no se potencian al máximo las capacidades
humanas por vía de la educación y las oportunidades laborales, debido a las restricciones que
impone la maternidad.
[PONENCIA] Olinca Páez
Por otra parte, dos cambios importantes que redefinen las necesidades de inversión en
salud y educación de los individuos, independientemente de su sexo, son el aumento de la
esperanza de vida y el reconocimiento de una mayor igualdad entre hombres y mujeres. De ahí se
deduce que, en la actualidad, la fecundidad antes de los 20 años no sea deseable –a diferencia de
lo que se valorara en otras épocas con condiciones sociodemográficas diferentes– pues
condiciona, sobre todo, el logro educativo de las adolescentes y, muy probablemente, sus futuras
oportunidades laborales.
Es posible que en algunos grupos de población la fecundidad adolescente no se considere
indeseable. Una de las explicaciones que se ha dado a la mayor incidencia de la fecundidad
adolescente entre los pobres está relacionada precisamente con que, en circunstancias de falta de
oportunidades educativas y laborales, la maternidad a edades tempranas sea una vía de transición
a la adultez y fuente de reconocimiento social.
Entonces, aunque es posible suponer que las madres adolescentes de los estratos más
pobres han elegido, aparentemente de manera libre, el tipo de vida que valoran, no debe dejarse
de lado que lo han hecho condicionadas por el contexto socioeconómico (oportunidades
educativas y laborales) y su marco institucional (expresado en la ideología de género y su vínculo
con las aspiraciones educacionales y laborales en contextos de pobreza).
Coincidimos en que el hecho de que la fecundidad adolescente se dé más frecuentemente
en contextos de pobreza se debe, en parte, a las limitaciones que tienen las familias pobres para
invertir en capital humano y las pocas expectativas de rendimientos de la inversión educativa en
las mujeres. Pero además, juzgamos que la fecundidad adolescente, por sus potenciales efectos
sobre la inversión en capital humano, es un fenómeno que refuerza la trampa de desarrollo
humano.
METODOLOGÍA
Con el fin de entender mejor la interacción entre condición socieconómica, trayectorias
educativas y estatus de fecundidad en la adolescencia, para esta investigación se empleó como
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aproximación metodológica central el análisis de historia de eventos aplicado a la información
proveniente de la EDER 2011.
En principio definimos y caracterizamos dos estratos de la población a partir de
información proveniente de la sección de antecedentes familiares de la EDER 2011, en donde se
localizan datos sobre escolaridad de los padres, así como sobre la situación socioeconómica en la
infancia medida de acuerdo con la disponibilidad de ciertos servicios en la vivienda y la calidad
de la misma. Los criterios para identificar a las mujeres pobres están basados en la metodología
sugerida por Coneval para la medición de la pobreza, aunque han sido ajustados de acuerdo con
la información de la que disponemos y la orientación de la investigación.
Posteriormente llevamos a cabo un primer análisis de los datos agrupados para dar
sustento a la hipótesis respecto al papel de la fecundidad adolescente como variable que refuerza
la trampa de desarrollo humano, a continuación aplicamos técnicas no paramétricas (análisis de
sobrevivencia) y paramétricas (modelos logit de tiempo discreto) del análisis de historia de
eventos, que nos permitieron visibilizar la interacción entre los eventos y estados de nuestro
interés.
Concluimos con una aproximación a la medición de pérdida de desarrollo humano por
embarazo adolescente. A partir de la metodología del índice de desarrollo humano para
individuos que sugiere el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (De la Torre y
Moreno, 2010), calculamos la tasa media de escolaridad de las pobres que no fueron madres en la
adolescencia y la comparamos con la tasa media de escolaridad de las pobres que sí lo fueron, y
lo mismo para las no pobres. Si los otros componentes del índice de desarrollo humano
permanecieran constantes, la diferencia en la escolaridad de no madres adolescentes y madres
adolescentes del mismo estrato, sería una medida del efecto de la fecundidad adolescente sobre el
desarrollo humano en cada estrato. Extendemos este análisis al caso de las adolescentes que
estudiaban un año antes de tener su primer hijo, estimando la pérdida en la tasa de escolaridad a
partir de la diferencia entre los promedios alcanzados por las que dejaron de estudiar el año en
que tuvieron su primer hijo y las que continuaron estudiando.
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MUJERES CON Y SIN CARENCIAS SOCIALES EN LA INFANCIA
Una vez aplicada la metodología de estratificación en pobres y no pobres, las 1492 mujeres de las
cohortes 1951-1953, 1966-1968 y 1978-1980 quedaron distribuidas de la siguiente forma:
Cuadro 1. Mujeres según carencias sociales en la infancia, por generación.
Generación Total 1951-1953 1966-1968 1978-1980
Carencias sociales en la
infancia
Al menos una 53.8% 47.2% 27.8% 42.0% Ninguna 46.2% 52.8% 72.2% 58.0%
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta Demográfica Retrospectiva 2011.
Cabe destacar que en la cohorte más joven, el porcentaje de mujeres con al menos una
carencia social se reduce de manera importante; esto puede estar asociado con el avance en
cobertura educativa de nivel básico que tuvo lugar en México durante la segunda mitad del siglo
XX (Solís, 2010:601), y que seguramente incidió en el indicador de logro educativo que se
considera para la identificación de quienes tuvieron carencia social en la infancia.
En adelante, emplearemos los términos pobre y con al menos una carencia social de
manera indistinta, y lo mismo haremos con los términos no pobre y sin carencias sociales.
LA FECUNDIDAD ADOLESCENTE Y LA TRAMPA DE DESARROLLO HUMANO
Retomando la idea respecto a la generalidad de la secuencia en que ocurren los eventos salida de
la escuela y fecundidad adolescente, de acuerdo con los datos de la EDER 2011, alrededor del
80% de las mujeres de la muestra había salido de la escuela antes de los 20 años de edad, de
hecho 63% del total de mujeres de las tres cohortes alcanzaron el nivel de preparatoria o menos y
sólo 37% alcanzó a estudiar un año de carrera técnica o más. Estos datos nos dan un indicio de la
frecuencia de la interrupción de las trayectorias educativas antes de los 20 años de edad y de los
niveles educativos alcanzados por la mayoría de las mujeres. La realidad nacional en materia de
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educación femenina condiciona sin lugar a dudas el orden en el que se presentan los eventos de
nuestro interés, pues a la edad en que la mitad de las mujeres ha salido de la escuela por primera
vez (12, 16 y 16 años en cada cohorte), es cuando la reproducción es biológicamente posible, y la
combinación de factores individuales, sociales e institucionales incrementan el riesgo
reproductivo. En suma, detrás de la secuencia que suele regir en la presencia de los eventos
salida de la escuela y fecundidad adolescente, están las propias condiciones de logro educativo
de las mujeres en México.
Por otra parte, hay que destacar que un mayor porcentaje de las mujeres que salieron por
primera vez de la escuela antes de los 20 años fueron madres en la adolescencia (29%) en
comparación con el porcentaje de madres adolescentes en el grupo de mujeres que no salió de la
escuela antes de los 20 años (14%). Esto puede ser indicativo tanto del efecto protector de la
educación ante el riesgo de fecundidad en la adolescencia, como de la dificultad de permanecer
en la escuela una vez que se es madre a esa edad. Por el calendario de los eventos, al que nos
hemos referido en el párrafo anterior, y como la mayoría de los investigadores sobre el tema en
México, nos inclinamos a pensar que la diferencia se debe más a lo primero que a lo segundo,
pero no descartamos la segunda posibilidad, ni despreciamos la relevancia de su análisis a pesar
del reducido número de casos en los que puede presentarse tal situación.
A continuación se presenta una gráfica que permite comparar la propensión a salir por
primera vez de la escuela y la propensión al embarazo, antes de los 20 años de edad, en los dos
estratos.
En principio destaca la semejanza del patrón de sobrevivencia al riesgo de fecundidad en
los dos estratos antes de los 18 años, y la diferencia en el patrón de sobrevivencia al riesgo de
salir de la escuela por primera vez antes de los 20 años. A los 15 años por ejemplo, el riesgo de
ser madre es prácticamente el mismo para pobres y para no pobres, pero el riesgo de salir una
primera vez de la escuela es bastante mayor para las pobres, a esa edad 50% de ellas ya habrá
experimentado una primera salida, en contraste con menos del 30% de las no pobres.
Las diferencias en los patrones de primera salida de la escuela no se ven reflejadas con la
misma intensidad en los patrones de fecundidad adolescente de pobres y no pobres.
Efectivamente, aunque el porcentaje de las pobres que fueron madres adolescentes es mayor al de
las no pobres, la diferencia no es muy grande (30% y 24%, en cada caso).
Gráfica 1. Sobrevivencia al riesgo de fecundidad y primera salida de la escuela: mujeres
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta Demográfica2011.
En el caso de las pobres,
significativa para explicar la propensión a la fecundidad adolescente.
para ellas, la mayor proporción de madres adolescentes
de los 20 años de edad, puede estar más relacionada con la dificultad de permanecer en
retornar a) la escuela una vez que se da la fecundidad adolescente, que con el efecto protector de
la educación ante el riesgo de embarazo a esas edades.
El panorama general a los 20 años es bastante desigual para las mujeres de cada uno de
los estratos: en principio las pobres están en desventaja porque un menor porcentaje de ellas
asiste a la escuela a los 20 años en compara
pero además el porcentaje de madres adolescentes que asistía a la escuela a los 20 años de edad
es significativamente distinto entre las pobres y las no pobres (1% y 5%, respectivamente). Si
consideramos que, en general, el porcentaje de las pobres que asistía a la escuela a los 20 años es
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Efectivamente, aunque el porcentaje de las pobres que fueron madres adolescentes es mayor al de
no pobres, la diferencia no es muy grande (30% y 24%, en cada caso).
. Sobrevivencia al riesgo de fecundidad y primera salida de la escuela: mujeres pobres y no pobres.
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta Demográfica
el caso de las pobres, hallamos que la salida de la escuela no e
significativa para explicar la propensión a la fecundidad adolescente. De ahí que inferimos que
, la mayor proporción de madres adolescentes entre las que salieron de la escuela antes
de los 20 años de edad, puede estar más relacionada con la dificultad de permanecer en
la escuela una vez que se da la fecundidad adolescente, que con el efecto protector de
sgo de embarazo a esas edades.
l panorama general a los 20 años es bastante desigual para las mujeres de cada uno de
los estratos: en principio las pobres están en desventaja porque un menor porcentaje de ellas
asiste a la escuela a los 20 años en comparación con las no pobres (9% y 26%, respectivamente),
pero además el porcentaje de madres adolescentes que asistía a la escuela a los 20 años de edad
es significativamente distinto entre las pobres y las no pobres (1% y 5%, respectivamente). Si
que, en general, el porcentaje de las pobres que asistía a la escuela a los 20 años es
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escuela/No pobres
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Primera salida de la
escuela/Pobres
Olinca Páez
Efectivamente, aunque el porcentaje de las pobres que fueron madres adolescentes es mayor al de
. Sobrevivencia al riesgo de fecundidad y primera salida de la escuela: mujeres
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta Demográfica Retrospectiva
la salida de la escuela no es una variable
De ahí que inferimos que
entre las que salieron de la escuela antes
de los 20 años de edad, puede estar más relacionada con la dificultad de permanecer en (o
la escuela una vez que se da la fecundidad adolescente, que con el efecto protector de
l panorama general a los 20 años es bastante desigual para las mujeres de cada uno de
los estratos: en principio las pobres están en desventaja porque un menor porcentaje de ellas
ción con las no pobres (9% y 26%, respectivamente),
pero además el porcentaje de madres adolescentes que asistía a la escuela a los 20 años de edad
es significativamente distinto entre las pobres y las no pobres (1% y 5%, respectivamente). Si
que, en general, el porcentaje de las pobres que asistía a la escuela a los 20 años es
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Primera salida de la
escuela/No pobres
Fecundidad/Pobres
Primera salida de la
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tres veces menor que el de las no pobres, nuestra hipótesis de que la fecundidad adolescente
alimenta la trampa de desarrollo humano tiene sentido, pues la relación ha pasado de 1:3 a 1:5 al
incorporar la variable fecundidad adolescente.
Enfocándonos exclusivamente en las madres adolescentes, encontramos que el 95% de las
pobres ya no asistía a la escuela un año antes de tener a su primer hijo, versus el 77% de las no
pobres. Pero si además nos concentramos en las pocas adolescentes, pobres y no pobres, que
asistían a la escuela el año previo al nacimiento de su primer hijo encontramos que 80% de las
pobres salen de la escuela el mismo año en que tienen su primer hijo, en contraste con 52% de las
no pobres. En ambos estratos la fecundidad adolescente parece impactar de manera importante al
ya escaso volumen de mujeres que continúa asistiendo a la escuela: en el caso de las no pobres,
sólo la mitad sigue asistiendo a la escuela el año en que nace su primer hijo; en el caso de las
pobres lo hace sólo una de cada 5.
Cuadro 2. Salida de la escuela de madres adolescentes pobres y no pobres.
Estatus No Pobre Pobre
Dejó escuela un año antes del nacimiento de su primer hijo 77% 95%
Dejó escuela el año en que nació su primer hijo 12% 4%
No dejó escuela el año en que nació su primer hijo 11% 1%
100% 100%
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta Demográfica Retrospectiva 2011.
La hipótesis de que la fecundidad adolescente refuerza la trampa de desarrollo humano se
fundamenta también en la menor propensión al retorno escolar que tienen las madres
adolescentes pobres respecto a las madres adolescentes no pobres, y en el efecto de largo plazo
que tiene ese evento sobre la acumulación de años de escolaridad en uno y otro estrato.
En resumen, el ciclo desventajoso de las pobres podría ser descrito como sigue: mayor
propensión a la salida temprana de la escuela, menor propensión al retorno si se tiene un hijo en
la adolescencia –en comparación con las madres adolescentes no pobres, mayor pérdida respecto
al posible logro educativo, menor potencial de desarrollo humano.
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A continuación analizamos nuestros datos aprovechando la oportunidad que da una
encuesta retrospectiva para aplicar el análisis de sobrevivencia y para ajustar modelos que
incluyan variables que cambian en el tiempo. Ambas técnicas nos permiten, conjuntamente,
comprender de mejor manera las interacciones entre trayectorias de fecundidad y educativas.
FECUNDIDAD ADOLESCENTE POR ESTRATO
El análisis de sobrevivencia es una de las posibilidades que tenemos para examinar los diferentes
patrones de riesgo de ocurrencia de un evento que se dan en grupos de población con distintas
características. De lo que se trata básicamente es de presentar de manera gráfica las
probabilidades de sobrevivir al riesgo de un evento en el transcurso del tiempo.
Empezaremos por analizar el riesgo de tener el primer hijo en la adolescencia. Para tal
efecto presentamos una gráfica en la que se muestran por separado las funciones de sobrevivencia
de las tres generaciones que se encuestan en la EDER 2011.
Si bien se distingue un cambio generacional de la cohorte 1951-1953 a las cohortes más
jóvenes, pues a partir de los 16 años el riesgo acumulado de embarazo en la adolescencia fue
mayor en la primera generación, las dos generaciones más jóvenes no parecen enfrentar un riesgo
acumulado significativamente distinto. En ese sentido, parece constatarse que las tasas de
fecundidad adolescente prácticamente no han variado en los últimos años. Las tasas de incidencia
de este evento son de 0.0166, 0.0129 y 0.0129 para las cohortes 1951-1953, 1966-1968 y 1978-
1980, respectivamente.
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Gráfica 2. Sobrevivencia al riesgo de fecundidad en la adolescencia: tres cohortes.
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta Demográfica Retrospectiva 2011.
Independientemente de la generación a la que pertenecen, cuando dividimos la muestra en
mujeres con al menos una carencia social y mujeres sin carencias sociales, encontramos que antes
de los 18 años de edad, el riesgo de embarazo adolescente no difiere significativamente entre
pobres y no pobres. A partir de esa edad, empieza a haber diferencias, de manera que a los 20
años, 28% de las no pobres ya han tenido su primer hijo, mientras que entre las pobres la cifra
correspondiente es de 36%.
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14 16 18 20Edad
1951-1953 1966-1968
1978-1980
[PONENCIA] Olinca Páez
Gráfica 3. Sobrevivencia al riesgo de fecundidad en la adolescencia: mujeres con al menos una carencia social y sin carencias sociales en la infancia.
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta Demográfica Retrospectiva 2011.
Aunque el análisis de sobrevivencia nos permite entender de manera sintética las
similitudes y diferencias del fenómeno entre cohortes y estratos de la población, el ajuste de
modelos paramétricos aporta mayor información en términos de las variables que pueden estar
explicando tales diferencias, por lo que hemos ajustado modelos logit de tiempo discreto.
El primero de ellos estima la propensión a la fecundidad en la adolescencia [la razón de
momios] en función de la edad, la cohorte, la condición de carencia social en la infancia y los
años desde la primera salida de la escuela. En un segundo modelo hemos añadido tres variables
dummies de arreglo residencial o cohabitación con los padres.
Con el primer modelo constatamos que la condición de carencia social en la infancia no es
una variable estadísticamente significativa para explicar la propensión a la fecundidad
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14 16 18 20Edad
Sin carencias sociales Con al menos una carencia social
[PONENCIA] Olinca Páez
adolescente. Este primer hallazgo cuestiona una de las ideas más sólidas en el campo de la
investigación en fecundidad adolescente en México.
Sin distinguir a las mujeres pobres de las no pobres, lo que aparentemente sí cambia la
propensión a la fecundidad en la adolescencia es haber salido por primera vez de la escuela, así
como el tiempo desde que ese evento ocurrió. Este hallazgo es relevante si se considera que la
edad mediana a la primera salida de la escuela fue de 12, 16 y 16 años en cada cohorte, o sea que
la mitad de las mujeres de la primera cohorte ya había salido de la escuela al iniciar su periodo
fértil, y la mitad de las mujeres de las cohortes más jóvenes había salido de la escuela a la mitad
de su adolescencia.
Sin embargo, al ajustar los modelos para pobres y no pobres por separado, hallamos que
para las primeras sólo si han pasado cuatro años o más desde la primera salida de la escuela, la
propensión a la fecundidad adolescente se incrementa, es decir que haber salido de la escuela no
es en sí mismo un evento que cambie significativamente la propensión a la fecundidad
adolescente en este grupo de mujeres. Lo anterior es consistente con el hecho de que aunque las
edades medianas a la primera salida de la escuela son diferentes para las pobres y las no pobres,
14 y 17 años respectivamente, el patrón de intensidad y calendario de la fecundidad en la
adolescencia, reflejado en las funciones de sobrevivencia de ambos grupos, es semejante hasta los
18 años de edad. Este hallazgo contrasta con la idea general de que las pobres son más propensas
al embarazo en la adolescencia porque han salido de la escuela.
Por otra parte, al comparar los resultados del modelo ajustado para pobres y no pobres de
manera independiente, hallamos que el coeficiente de la covariable Edad es mayor para el caso
de las primeras, lo que puede estar indicando una diferencia de fondo respecto a las expectativas
reproductivas en los distintos marcos sociales.
Además, hemos explorado también cómo interviene el tipo de arreglo residencial de la
adolescente en la propensión a la fecundidad, y hemos encontrado que vivir con ambos padres es
definitivamente la situación en la que la propensión a la fecundidad adolescente es menor. Por el
contrario no vivir con ninguno de los padres es la situación en la que la propensión a la
fecundidad adolescente es mayor, todo lo demás constante.
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Merece especial atención la distribución de los años vividos en corresidencia con los
padres. El hecho de que las pobres vivan un mayor porcentaje de sus años de adolescencia sin
ninguno de sus padres, puede estar relacionado con que la unión conyugal se dé más
tempranamente entre las pobres que entre las no pobres, y por eso el incremento de la edad sea
una variable que incida más en la propensión a la fecundidad adolescente de las pobres respecto a
la de las no pobres. En efecto, la tasa de incidencia de la unión conyugal entre las adolescentes es
de 0.0222 para las pobres y de 0.0164 para las no pobres. Una de cada cuatro adolescentes pobres
ya se ha unido a los 18 años, mientras que una de cada cuatro adolescentes no pobres ya se ha
unido a los 19 años. Así que, más que la salida de la escuela, parece que el marco institucional
que estimula la unión temprana es lo que determina las pequeñas diferencias que se dan entre
pobres y no pobres en la intensidad y calendario de la fecundidad adolescente.
PRIMERA SALIDA Y RETORNO ESCOLAR POR ESTRATO Y CONDICIÓN DE FECUNDIDAD EN LA
ADOLESCENCIA
Habiendo abordado el análisis de la interacción entre salida de la escuela y fecundidad
adolescente, considerando la última en función de la primera, ahora nos enfocaremos en las
interacciones entre las dimensiones educativa y de fecundidad, considerando las variables de
trayectoria escolar como las variables dependientes. Esta orientación del análisis suele
descartarse porque el orden general de los eventos salida de la escuela y fecundidad adolescente
indica que la primera no puede estar en función de la última. Sin embargo, esta consideración no
toma en cuenta que la salida de la escuela no siempre es definitiva, o al menos no tiene por qué
serlo, y que la fecundidad adolescente sí puede condicionar, por ejemplo, el retorno escolar y el
potencial logro académico.
En cuanto a la primera salida de la escuela, a diferencia de lo que ocurre con la
fecundidad adolescente, las diferencias entre las tres cohortes son más evidentes, aunque
nuevamente el mayor cambio se observa de la generación 1951-1953 a la generación 1966-1968.
La tasa de incidencia fue de 0.1302, 0.0887 y 0.0760 en cada cohorte, y como se ha mencionado
antes, la edad mediana a la primera salida de la escuela fue 12, 16 y 16 años, respectivamente.
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Gráficamente son visibles las edades típicas de transición entre niveles educativos: la
pendiente de las curvas cambia notablemente a los 12 años, cuando se pasa de primaria a
secundaria, a los 15 años, cuando se pasa de secundaria a preparatoria, y a los 18 años cuando se
concluye la preparatoria y se inicia la educación superior (sobre todo en las cohortes más
jóvenes). Esto significa que el paso de un nivel educativo a otro acelera el riesgo de dejar de
asistir a la escuela.
Gráfica 4. Sobrevivencia al riesgo de salir de la escuela: tres cohortes.
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta Demográfica Retrospectiva 2011.
A los 12 años de edad, 27% de las mujeres de la cohorte 1951-1953 había salido por
primera vez de la escuela, el triple respecto a la cohorte 1966-1968 y más de seis veces la
proporción de la cohorte 1978-1980. Eso representa un gran avance a través de las generaciones
en términos de asistencia continua en la educación primaria.
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A los 15 años de edad, 58% de las mujeres de la primera cohorte había salido por primera
vez de la escuela, versus 31% y 23% de las mujeres de la segunda y tercera cohorte,
respectivamente.
A los 18 años, 78%, 62%, y 57% de las mujeres de cada una de las respectivas cohortes
había salido de la escuela por primera vez. Al parecer la situación a esa edad no ha cambiado tan
drásticamente a través de las generaciones.
Ahora bien, respecto al retorno escolar, en la siguiente gráfica se puede observar que
después de 10 años desde la primera salida de la escuela, menos del 15% de las mujeres de las
generaciones 1951-1953 y 1966-1968 había regresado, mientras que en la generación más joven
poco más del 20% lo había hecho. Se distingue un cambio generacional ocurrido entre las
cohortes 1966-1968 y 1978-1980, siendo las mujeres de esta última las más propensas al retorno.
Gráfica 5. Sobrevivencia al retorno escolar: tres cohortes.
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta Demográfica Retrospectiva 2011.
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1951-1953 1966-1968
1978-1980
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Los cambios en las pendientes de las curvas son indicativos de la velocidad del retorno,
por ejemplo: visualmente distinguimos que entre los 2 y los 4 años transcurridos desde la salida
de la escuela es que se da la mayor parte del retorno, de los 4 a los 6 años se ralentiza el retorno,
y para las generaciones 1951-1953 y 1966-1968 el retorno es marginal a partir de los 6 años
desde la salida de la escuela.
También en este caso, hemos complementado el análisis de sobrevivencia con la
aplicación de técnicas paramétricas que nos permitan profundizar en la comprensión de los
vínculos entre estos dos eventos. Se ajustaron modelos logit de tiempo discreto para estimar: a) la
propensión a la asistencia escolar hasta los 19 años, en función de la edad, la cohorte, la
condición de carencia social en la infancia, el número de hermanos, el orden de nacimiento, los
años desde el embarazo y el tipo de arreglo residencial de la madre adolescente; y b) la
propensión al retorno en función de la cohorte, la condición de carencia social en la infancia, los
años desde la primera salida de la escuela, los años desde el embarazo y el tipo de arreglo
residencial de la madre adolescente.
Con la estimación paramétrica, además de constatar que las adolescentes pobres son
menos propensas a asistir a la escuela respecto a las no pobres, que entre mayor es el número de
hermanos, menor es la propensión a la asistencia escolar, y que entre mayor es el orden de
nacimiento mayor es tal propensión, confirmamos también que la condición de embarazo en la
adolescencia disminuye la propensión a la asistencia escolar, que el paso de los años desde el
embarazo va disminuyendo gradualmente esa propensión, y que el efecto de la fecundidad
adolescente sobre la propensión a la asistencia escolar parece ser un poco más intenso en el caso
de las pobres.
Adicionalmente decidimos explorar si algún tipo de arreglo residencial específico
implicaba mayor apoyo que otros, en términos de permanencia en la escuela dada la maternidad
en la adolescencia. Encontramos que, tanto en el caso de las pobres como en el de las no pobres,
las que están en mejor circunstancia relativa, en este sentido, son las que viven con su familia de
origen y el cónyuge.
Aunque la distribución de los años vividos en corresidencia con distintos miembros de la
familia varía según la condición de carencia social en la infancia de las madres adolescentes, en
[PONENCIA] Olinca Páez
ambos estratos es escaso el número de años en los que la madre adolescente vive sin el cónyuge,
lo que nos da indicios de la estrecha relación entre la fecundidad y la unión conyugal tempranas
en ambos grupos.
Entre las diferencias por condición de carencia social en la infancia, detectamos que hay
una mayor tendencia a la neolocalidad en el caso de las adolescentes pobres respecto a las no
pobres.
No hay diferencias significativas en la propensión al retorno escolar de pobres y no
pobres. En cambio, la fecundidad en la adolescencia sí disminuye la propensión al retorno escolar
y, al parecer, incide más intensamente en el caso de las pobres. Se confirma también, que la
propensión al retorno va disminuyendo entre más años pasen desde la salida de la escuela.
APROXIMACIÓN A LA PÉRDIDA DE DESARROLLO HUMANO POR FECUNDIDAD ADOLESCENTE, SEGÚN
ESTRATO
Por último, argumentaremos sobre las implicaciones de la fecundidad adolescente para el
desarrollo humano, a través del empleo de la tasa de escolaridad como una medida global del
logro educativo que considera implícitamente las experiencias individuales de salida y retorno de
la escuela.
Para este tipo de análisis es irrelevante el orden en que ocurren los eventos, porque no nos
interesa únicamente el efecto del embarazo sobre la salida de la escuela (un efecto de corto
plazo), sino también las implicaciones de la maternidad a edades tempranas sobre el riesgo de
retomar los estudios (en el corto, mediano y largo plazo), incluso para aquéllas que por razones
distintas al embarazo habían dejado la escuela muy jóvenes.
La aproximación es muy sencilla analíticamente, pues para la medición del desarrollo
humano, la tasa de escolaridad de individuos [i] mayores de 24 años se calcula (De la Torre y
Moreno, 2010:29):
���������=�����������
18
[PONENCIA] Olinca Páez
De manera que puede estimarse una tasa de escolaridad para cada una de las mujeres de la
muestra y, posteriormente, calcular la tasa de escolaridad promedio de mujeres con alguna
característica específica (pobres, madres adolescentes, pertenecientes a la primera cohorte, o
cualquier combinación de las variables que interese analizar).
Lo que hemos hecho en particular es calcular la diferencia en la tasa de escolaridad de las
pobres que fueron madres adolescentes y las pobres que no lo fueron, y hemos considerado que
tal diferencia es una aproximación de la pérdida de desarrollo humano por menor escolaridad
relacionada con la fecundidad adolescente. Lo mismo hemos hecho en el estrato no pobre, para
verificar si en alguno de los dos estratos la pérdida es mayor.
Los resultados son los siguientes:
La tasa de escolaridad media del total de mujeres es de 0.5587, aunque ese promedio varía
en cada cohorte: 0.4338 en la primera, 0.5794 en la segunda y 0.6373 en la tercera. Este
indicador confirma la tendencia de una mayor escolaridad femenina a través de las generaciones.
Si se divide a la muestra en madres adolescentes de no madres adolescentes, la tasa de
escolaridad promedio es de 0.4121 para las primeras, y 0.6082 para las segundas. Si la muestra se
divide en pobres y no pobres, las tasas respectivas son 0.4691 y 0.6206. Si se combinan estas dos
dimensiones, se observa que la tasa promedio más alta la obtienen las no madres adolescentes no
pobres (0.6689) y la más baja la obtienen las madres adolescentes pobres (0.3545). Es interesante
notar que las madres adolescentes no pobres tienen en promedio una tasa de escolaridad de
0.4606, menor que la de las no madres adolescentes pobres de 0.5142. En los dos estratos la tasa
de escolaridad de las madres adolescentes es casi un tercio menor a la tasa de escolaridad de las
no madres adolescentes.
Controlando por cohorte, se puede observar que la desigualdad entre pobres y no pobres,
en materia de logro educativo, disminuyó en las dos cohortes más jóvenes, respecto a la primera:
[PONENCIA] Olinca Páez
Cuadro 3. Tasa de escolaridad promedio de pobres y no pobres, por cohorte.
Cohorte 1951-1953 Cohorte 1966-1968 Cohorte 1978-1980
Tasa de escolaridad Pobre No pobre Pobre No pobre Pobre No pobre
Promedio 0.3549 0.5185 0.5247 0.6287 0.5559 0.6676 Diferencia entre pobres y no pobres 0.1636 0.104 0.1117 Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta Demográfica Retrospectiva 2011.
Además, se puede constatar que la tasa media de escolaridad se incrementó a través de las
cohortes, tanto en el caso de las mujeres pobres como en el de las no pobres.
El siguiente cuadro resume las diferencias en las tasas de escolaridad promedio de madres
adolescentes y no madres adolescentes, controlando por cohorte y por condición de carencia
social en la infancia:
Cuadro 4. Tasa de escolaridad promedio de madres adolescentes y no madres adolescentes,
por cohorte y condición de carencia social en la infancia.
Cohorte 1951-1953 Cohorte 1966-1968 Cohorte 1978-1980
Tasa de escolaridad Pobre No pobre Pobre No pobre Pobre No pobre
Madres adolescentes No madres adolescentes
0.2722
0.3937
0.3497
0.5748
0.4111
0.5685
0.4634
0.6690
0.4222
0.5966
0.5170
0.7162 Diferencia entre madres adolescentes y no madres adolescentes 0.1215 0.2251 0.1574 0.2056 0.1744 0.1992 Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta Demográfica Retrospectiva 2011.
En todos los casos se observa una menor tasa de escolaridad de las madres adolescentes
respecto a la tasa de escolaridad potencial que las no madres adolescentes de su cohorte y
condición de carencia social en la infancia pueden alcanzar. Además, destaca que en el caso de
las pobres, la brecha entre madres adolescentes y no madres adolescentes en materia de logro
educativo ha aumentado a través de las generaciones; en tanto que para las no pobres, la
[PONENCIA] Olinca Páez
diferencia en el logro educativo de madres adolescentes y no madres adolescentes ha ido
disminuyendo con el paso de las generaciones.
Ahora bien, considerando sólo a las adolescentes que asistían a la escuela un año antes de
tener su primer hijo, los resultados son los siguientes:
Cuadro 5. Tasa de escolaridad de adolescentes que asistían a la escuela un año antes de tener su primer hijo.
Estatus No Pobre Pobre
Dejó escuela el año en que nació su primer hijo 0.6111 0.5347 No dejó escuela el año en que nació su primer hijo 0.7197 0.7222
0.6630 0.5722 Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta Demográfica Retrospectiva 2011.
En el caso de las adolescentes no pobres que asistían a la escuela un año antes de su
primer hijo, la tasa de escolaridad promedio es de 0.6630, y en el caso de las adolescentes pobres
que asistían a la escuela un año antes de su primer hijo, la tasa es de 0.5722. Las que continuaron
asistiendo el año en que nació su primer hijo alcanzaron tasas de escolaridad promedio de 0.7197
y 0.7222, respectivamente; y las que dejaron de asistir el año en que nació su primer hijo
alcanzaron tasas de escolaridad promedio de 0.6111 y 0.5347 en cada caso. Por lo tanto, se
estima que la pérdida en la tasa de escolaridad por fecundidad adolescente para aquéllas que
asistían a la escuela al momento de embarazarse es de 15% para las no pobres y de 26% para las
pobres.
Como se observa, la pérdida de escolaridad por fecundidad adolescente es mayor para las
pobres que para las no pobres y por ello argumentamos que éste es un mecanismo que refuerza la
trampa de desarrollo humano.
[PONENCIA] Olinca Páez
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