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Introducción a través de la figura de Robert Castel ... · desigualdad, la exclusión social y la...

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INTRODUCCIÓN A TRAVÉS DE LA FIGURA DE ROBERT CASTEL INTRODUCTION THROUGH THE FIGURE OF ROBERT CASTEL EVA MARÍA SOTOMAYOR MORALES [email protected] Universidad de Jaén. España. MARÍA LUISA GRANDE GASCÓN [email protected] Universidad de Jaén. España. En un contexto social imbuido de vertiginosos cambios que confluyen en situaciones de degradación social cada vez más evidentes, las organizaciones, entendidas éstas como aquellas del ámbito privado y público y desde las grandes y pequeñas corpora- ciones, ponen a prueba los principios que años antes han venido consolidando acerca del papel desempeñado para paliar la pobreza, la desigualdad e impulsar los progresos sociales. Pero en los actuales contextos de incertidumbre, donde muchos pilares del bienestar parecen haber comenzado a desmoronarse, la responsabilidad asumida por las empresas, las administraciones públicas y organizaciones de todo tipo comienza a cuestionarse y se deja evidenciar en un contexto plagado de grandes transformaciones y perniciosas amenazas como el desempleo, la pobreza, las desigualdades, la precarie- dad y, sobre todo, la pérdida de confianza de la ciudadanía. Para aquellos colectivos que tradicionalmente han ocupado espacios degradados en la escala de los posicionamientos sociales, como las personas con discapacidad psíquica e intelectual, el abanico de necesidades comienza a desplazarse al competir tácita o simbólicamente con otros que comienzan a estar claramente desfavorecidos, como los jóvenes, los desempleados o, en general, las personas de clase media que, con la crisis económica, han debilitado su poder adquisitivo. Por ende, desde la pérdida generalizada de bienestar, y desde el desmoronamiento de los pilares básicos de apoyo y solidaridad hacia los colectivos desfavorecidos, la visión y el debate deben reanudarse, ya que la lectura sociológica queda obligada a retomar interpretaciones y análisis que comienzan a quedar obsoletos. Este es el sentido que motiva principalmente este monográfico: el redefinir algunas de las nuevas situaciones sociales que en los últimos años han tenido lugar en los contextos sociales privilegiados, aquellos a quienes se les suponía habían alcanzado una situación de privilegio en las demandas y prestaciones sociales y que ahora están experimentando un retroceso. Y esta visión se realiza desde el análisis de la influencia REVISTA INTERNACIONAL DE SOCIOLOGÍA (RIS) Procesos de exclusión social en un contexto de incertidumbre VOL. 72, EXTRA 1, 9-14, JUNIO 2014 ISSN: 0034-9712; eISSN: 1988-429X DOI:10.3989/ris.2014.01.15
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INTRODUCCIÓN A TRAVÉS DE LA FIGURA DE ROBERT CASTEL

INTRODUCTION THROUGH THE FIGURE OF ROBERT CASTEL

Eva María SotoMayor MoralES [email protected] de Jaén. España.

María luiSa GrandE GaScón [email protected] de Jaén. España.

En un contexto social imbuido de vertiginosos cambios que confluyen en situaciones de degradación social cada vez más evidentes, las organizaciones, entendidas éstas como aquellas del ámbito privado y público y desde las grandes y pequeñas corpora-ciones, ponen a prueba los principios que años antes han venido consolidando acerca del papel desempeñado para paliar la pobreza, la desigualdad e impulsar los progresos sociales. Pero en los actuales contextos de incertidumbre, donde muchos pilares del bienestar parecen haber comenzado a desmoronarse, la responsabilidad asumida por las empresas, las administraciones públicas y organizaciones de todo tipo comienza a cuestionarse y se deja evidenciar en un contexto plagado de grandes transformaciones y perniciosas amenazas como el desempleo, la pobreza, las desigualdades, la precarie-dad y, sobre todo, la pérdida de confianza de la ciudadanía.

Para aquellos colectivos que tradicionalmente han ocupado espacios degradados en la escala de los posicionamientos sociales, como las personas con discapacidad psíquica e intelectual, el abanico de necesidades comienza a desplazarse al competir tácita o simbólicamente con otros que comienzan a estar claramente desfavorecidos, como los jóvenes, los desempleados o, en general, las personas de clase media que, con la crisis económica, han debilitado su poder adquisitivo.

Por ende, desde la pérdida generalizada de bienestar, y desde el desmoronamiento de los pilares básicos de apoyo y solidaridad hacia los colectivos desfavorecidos, la visión y el debate deben reanudarse, ya que la lectura sociológica queda obligada a retomar interpretaciones y análisis que comienzan a quedar obsoletos.

Este es el sentido que motiva principalmente este monográfico: el redefinir algunas de las nuevas situaciones sociales que en los últimos años han tenido lugar en los contextos sociales privilegiados, aquellos a quienes se les suponía habían alcanzado una situación de privilegio en las demandas y prestaciones sociales y que ahora están experimentando un retroceso. Y esta visión se realiza desde el análisis de la influencia

rEviSta intErnacional dE SocioloGía (riS)Procesos de exclusión social en un contexto de incertidumbre

Vol. 72, extra 1, 9-14, junio 2014ISSN: 0034-9712; eISSN: 1988-429X

DOI:10.3989/ris.2014.01.15

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y responsabilidad social de las organizaciones en los ámbitos de los derechos huma-nos, desde la salud, desde la administración local y de los movimientos sociales, todos estos ámbitos focalizando específicamente al colectivo de personas con discapacidad. Estas organizaciones que han venido a responsabilizarse en cierto modo de los avances sociales desde una comprensión ética y humanizadora.

En este sentido, no cabe duda de que la pobreza y las carencias humanas están estrechamente ligadas al término Responsabilidad Social de las Organizaciones por diversas razones. La primera de ellas la encontramos en la historia socieconómica del siglo pasado, en el cual grandes acciones de filantropía fueron protagonizadas por insignes hombres de negocios que observaban el deterioro de una sociedad que había alcanzado grandes niveles de bienestar en los años 30, pero que se deprimía a causa de un cataclismo económico y financiero de impacto similar al actual; e incluso en socie-dades anteriores de finales del siglo XIX, en las cuales el mercado de trabajo emer-gente de la industrialización comenzaba a condicionar la posición social —cada vez más degradada— de la clase trabajadora. Desde este momento hasta la actualidad, la ética empresarial y la responsabilidad social de las organizaciones a las que se le había atri-buido un unidireccional fin de lucro, pasa a ocupar un debate y una realidad indiscutible en la cual emergen pactos mundiales, códigos de buen gobierno corporativo, buenas prácticas de la empresa ciudadana y una amalgama de indicadores y medidas estándar que, junto a un desarrollo científico de la materia, consolidan lo que hay entendemos por Responsabilidad Social Corporativa o Responsabilidad Social de las Empresas.

En este contexto argumental, se ha realizado el presente monográfico Procesos de exclu-sión en el ámbito de la Responsabilidad Social de las Organizaciones. Y habiendo anterior-mente descrito su origen temático, el origen estructural y humano del mismo ha venido a solidificarse a través de los debates que tuvieron su punto de partida en una reunión cien-tífica, el III Congreso Internacional sobre Discapacidad Intelectual, que celebramos en la Universidad de Jaén en febrero de 2011, bajo el lema “Para avanzar en la Responsabilidad Social: inclusión social, autonomía y sensibilización”. La conferencia inaugural y posterior hilo conductor de los debates científicos estuvieron a cargo del sociólogo francés Robert Castel, quien en “Les risques d’exclusion sociale dans un contexte d’eincertitudes”, y en la que expuso sus postulados, advirtiendo que la marginación social afectaba cada vez más a más categorías sociales, afectando ello a la posición de las personas con discapacidades psíquicas en este orden de posicionamientos sociales, y en parte debido a las grandes trans-formaciones sociales que estaban teniendo lugar en la mayoría de los países de Europa.

A partir de esta conferencia se generó una línea de debate científico, no sólo a través de las ponencias, mesas redondas y grupos de trabajo del Congreso, sino posterior-mente en reuniones y conversaciones de investigadores con inquietudes paralelas. El hilo conductor fue el abordaje de la exclusión social desde diferentes perspectivas ana-líticas, fundamentalmente focalizando los efectos en uno de los colectivos que padecen las consecuencias más perniciosas de las desigualdades y discriminaciones latentes: las personas con diversidad funcional o discapacidad y, dentro de estas, aquellas situadas más al vértice de los procesos exclusógenos: las personas con discapacidad intelectual

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o psíquica. La experiencia relatada por Robert Castel en su conferencia fue fundamental para partir desde un punto de vista histórico, de un pasado reciente y aún vivo a través de sus generaciones, desde finales de los años 60 y durante los 70, en los cuales tuvo unas intensas relaciones con algunos colegas españoles y en los cuales trabajó durante unos años sobre la psiquiatría y la salud mental, no sólo desde el ámbito académico, sino también participando activamente en el movimiento que bautizaron como “la anti-psiquiatría”, fundando lo que él denominaba un “gran grupo” llamado “La Red interna de alternativa a la psiquiatría”, en concreto con algunos colegas italianos, como el psiquia-tra Franco Basaglion, cuya acción culminó con el voto de la Ley 180 en Italia, que abolió los hospitales psiquiátricos en ese país.

Castel rememoró cómo pugnó junto a sus colegas en contra la segregación social de los enfermos mentales cuyo internamiento en los hospitales psiquiátricos, a menudo de por vida, constituía, según él, “la manifestación más escandalosa de la marginalidad”. Su pensamiento y argumentos teóricos en torno a estos colectivos, en cierto modo bas-tantes desconocidos en relación a la obra de Castel, se fraguaron en torno al año 1973 en su viaje a Barcelona, estando España todavía bajo el régimen franquista, a causa de que un psiquiatra español, Ramón García, fue procesado por tratar de abrir el hospital psiquiátrico de Barcelona y “desinstitucionalizar “a los enfermos mentales.

En ello insistía el profesor Castel, y en parte sus últimos escritos, apelando a la cautela de construir la explicación sociológica, desde el realismo pero sin dejar de pensar en el pasado reciente, cuando en Europa, y años más tarde en España, la sociedad se encon-traba en un periodo de expansión económica y progreso social extraordinario, situación que consolidó grandes contradicciones que perduran en la realidad actual, pero a raíz de la cual se constituye la principal diferencia. Por aquel entonces, en un contexto en el cual se celebraba el progreso, a los enfermos de los hospitales psiquiátricos se les trataba de una manera que recordaba más a la Edad Media que a la sociedad civilizada de la cual los ciudadanos se vanagloriaban por el mero hecho de pertenecer a ella.

Esta conferencia ha sido la base del primer texto del monográfico, “Riesgos de exclu-sión en un contexto de incertidumbre”, en el cual Castel realiza una disertación sobre la gran transformación de los procesos de exclusión social que, agravados por la actual crisis económica internacional que está afectando a los países con Índice de Desarrollo Humano alto, tiene como resultado una multiplicación de las categorías sociales con difi-cultades de integración. Y ese es precisamente el punto de interés de la conferencia, de cómo el colectivo de personas con discapacidad psíquica, tradicionalmente situado en una posición de desventaja social, ha sido desplazado por colectivos que, con anteriori-dad a las grandes transformaciones sociales acaecidas en los últimos años, se situaban en una posición de mayor privilegio.

El citado texto de Robert Castel ha sido la base argumental de los siguientes cinco artículos que, aunque todos ellos tienen un mismo hilo conductor, abordan desde dife-rentes aristas el tema de los procesos de exclusión social que se están generando en los últimos años. En el segundo texto presentado en este trabajo, “Ética empresarial y sociedades en crisis desde un enfoque axiológico”, firmado por Sotomayor y Cámara,

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se realiza un análisis sociológico de la función social que las empresas tienen en la sociedad actual y, en concreto, en las sociedades en crisis, en las cuales emergen las necesidades y carencias sociales. Ello se realiza empleando un enfoque axiológico, analizando el rol social y la ética empresarial desde las necesidades y los valores presentes en las sociedades, tanto en los ámbitos normativos, como en el orden de las demandas sociales y los elementos analíticos resultado de la comparación con sociedades análogas, como la de la Gran Depresión de 1929, al referirse este texto a los procesos de exclusión social en el ámbito de la responsabilidad social de las organizaciones, tema central del monográfico, partiendo de la teoría de Castel y de la construcción de sus argumentos científicos a través del cual los grupos más des-favorecidos se desplazan hacia posiciones sociales menos ventajosas; el análisis de las posiciones sociales de las empresas en las épocas en las cuales se incrementa la desigualdad, la exclusión social y la pérdida de derechos fundamentales de los ciuda-danos medios emerge como punto central del debate científico. En este sentido, con la crisis iniciada en otoño de 2007, los valores que legitiman la empresa se fracturan y fluye la información que les atribuye la responsabilidad de los “males sociales”, adqui-riendo relevancia los discursos culpabilizadores. Siendo estos aspectos cuestiones transmitidas pertinazmente a través de la mass media, esta inyección de información y una necesidad apremiante por parte de estas sociedades de buscar responsables directos de la crisis afecta a los valores que determinarán las atribuciones que los grupos sociales realizan hacia las empresas. En este plano axiológico, la ética está en estrecha interacción con los valores sociales a través de una representación social como eje central del papel que éstas, los empresarios y los líderes empresariales des-empeñan en la sociedad y la interpretación de la acción, que conduce a una evolución de la visión de la organización y, en consecuencia, de su legitimación.

El tema de la responsabilidad social de las organizaciones, termina de perfilarse en el tercer texto, “Responsabilidad Social y discapacidad intelectual”, firmado por Crowther y Duarte, que desciende desde el plano teórico a la cuestión más específica del colectivo cen-tral de debate, bajo el argumento de que la incorporación de este aspecto en la planificación corporativa es esencial para desarrollar cualquier negocio sostenible. Ello se muestra desde la revisión de los derechos humanos y de su importancia en los entornos empresariales, centrando su atención principalmente en la discapacidad intelectual, que a menudo se trata como un tema invisible y se elimina del discurso y de cualquier consideración en la estrategia corporativa; argumentando que los beneficios de incorporar una preocupación por la disca-pacidad intelectual en la planificación corporativa pesan más que las desventajas, no sólo en términos sociales y de capital humano sino también en términos financieros.

En el cuarto texto, “La salud y sus determinantes sociales; desigualdades y exclusión en la sociedad del siglo XXI”, firmado por Palomino, Grande y Linares, se trata la respon-sabilidad social desde la perspectiva de la salud. En el mismo se realiza una revisión de los diferentes modelos teóricos que han abordado los determinantes sociales de la salud, haciendo especial hincapié en la cuestión del género y la influencia que éste tiene en las diferencias y desigualdades que existen en la salud de hombres y mujeres. Se parte de un

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concepto de desigualdad en éste ámbito, que alude al impacto que tienen sobre la distribu-ción de la salud y la enfermedad en la población factores como la riqueza, la educación, la ocupación, el grupo racial o étnico, la residencia urbana o rural y las condiciones sociales del lugar en el que se vive o trabaja. El fenómeno de las desigualdades en salud se define por su carácter injusto y evitable, además de su ubicuidad, enorme magnitud, carácter gra-dual, tendencia creciente y persistente, y su carácter adaptativo. En este texto también se analiza la discapacidad como un importante factor de riesgo relacionado con la exclusión social, describiendo los principales obstáculos para este grupo, especialmente vulnerable, como la ausencia o insuficiencia de iniciativas relacionadas con el acceso a servicios bási-cos entre los que se incluye la atención a la salud.

En el quinto texto titulado “Las Tecnologías de la Información y la Comunicación como entorno de convergencia tecnológica. El design thinking aplicado a la discapaci-dad intelectual”, firmado por De la Fuente y Hernández-Galán, se presentan las conclu-siones de una investigación relacionada con el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación por parte de personas con discapacidad intelectual, como medio para aumentar su autonomía en las actividades básicas de la vida diaria, ofreciendo a las personas con barreras para el aprendizaje y la participación un entorno de convergencia tecnológica que ha cumplido con las características de la accesibilidad universal y de diseño para todos; dicha investigación ha sido auspiciada bajo la política de la respon-sabilidad social de la administración local. Gracias a ella, las personas participantes aumentaron hasta un 10% en su autonomía, por lo que el software diseñado bajo el parámetro del design thinking demostró ser eficaz.

En el último texto, “Movimientos Sociales, Responsabilidad Corporativa e Inclusión Social en la Globalización”, firmado por Alberich, se realiza una breve descripción histórica de los orígenes de la era actual de la globalización neoliberal y la relación que ha tenido con el propio nacimiento de la Responsabilidad Social Corporativa. Se indica cómo ya en los años setenta del pasado siglo se inauguró un ciclo de crisis socioeconómicas sucesivas que prácticamente no se abandona hasta el comienzo en 2007/8 de la actual, marcadas por un capitalismo especulativo que es especialmente creciente en las dos últimas déca-das y que se desarrolla al hilo de esa globalización neoliberal. En el mismo se describen a continuación las cuatro posiciones dominantes en los sistemas político-económicos actua-les y, cómo desde uno de ellos, el de capitalismo auto-reglado, se potencia un Estado de Bienestar a la baja y una Responsabilidad Social al alza. También se analizan las variantes principales de la Responsabilidad Social Corporativa y cómo son utilizadas por asociacio-nes no lucrativas y movimientos sociales, desde diferentes posturas y en sus relaciones con los ámbitos del poder público y privado, describiendo más en concreto el ejemplo de las asociaciones de acción social de la discapacidad. Estas entidades han sabido actuar de una forma reivindicativa y movilizadora a la vez que han ido paulatinamente utilizando numerosas formas de colaboración con administraciones públicas y con empresas priva-das, conformando un buen ejemplo de reflexión-acción, que aúna pensamiento complejo con acciones superadoras que no se mueven en la simplicidad del dilema de decir sí o no a las relaciones con el mundo económico y del mercado.

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Con estos seis textos presentados en el monográfico se puede comprender el debate surgido a raíz de los seminarios científicos realizados en el III Congreso Interna-cional sobre Discapacidad Intelectual, en los cuales surgió un grupo de trabajo bajo las directrices argumentales de Robert Castel que animaron a los participantes a presentar los resultados de las investigaciones que habían realizado en este campo y que aporta-ban una visión complementaria al análisis de la exclusión social.

Quisiéramos agradecer, a los impulsores del Congreso, a la Asociación Aprompsi, que junto con la Universidad de Jaén, realizaron un esfuerzo para que éste pudiera llevarse a cabo. A esta organización, que incansablemente pugna por la inclusión de las personas con discapacidad intelectual, hemos de agradecer el punto de partida que supuso para el Congreso, por el cual pudieron materializarse los siguientes intercambios de investigado-res y profesores. También queremos destacar, en estos tiempos difíciles, el apoyo econó-mico que nos prestaron diferentes organizaciones, como la Fundación Mapfre.

Por último, no quisiéramos finalizar esta presentación sin realizar una alusión a la memo-ria de Robert Castel, que falleció el pasado 12 de marzo de 2013, y que nos sumió a todos los investigadores en un profundo pesar y nos dejó con la ingrata sensación de no poder disfrutar, junto a él, de la edición de estos textos. Como ya tuvimos la oportunidad de expre-sar en la necrológica firmada por Sotomayor, en un plano más neutral o impersonal, Castel destacaba sin duda por ser un intelectual de nuestro tiempo que supo analizar los cambios que afectarían a futuras generaciones. Por otro lado, en el plano humano era un ejemplo admirable de adaptación, de humildad y, por ende, de sabiduría. Por tanto, queremos dedi-carle estos textos, con todo el agradecimiento por haber guiado nuestro trabajo y haber focalizado la visión anteriormente manifestada de que, en realidad, los diferentes costados de las carencias humanas, ya sea nombrado bajo el concepto de la exclusión social o, como el mismo prefería decir, de la precariedad o vulnerabilidad humana, son en realidad mani-festaciones de la gran degradación social a la cual estamos asistiendo en los últimos años.

Eva María SotoMayor MoralES es Doctora en sociología en el año 2004 y habilitada por la ANECA como profesora Titular de Universidad con fecha de 4 de septiembre de 2012. Actualmente profesora contratada doctora del Departamento de Psicología de la Universidad de Jaén (Área de Trabajo Social y Servicios Sociales). Es miembro del Grupo de Investigación PAI: Género, dependencia y exclusión social y del Grupo de Investigación sobre Tendencias Sociales de la UNED. Sus publica-ciones se relacionan con los temas de pobreza, exclusión social y desi-gualdades sociales, en con-sonancia con sus líneas de investigación. Ha sido la Directora del III Congreso Internacional sobre Discapacidad Intelectual celebrado en la Universidad de Jaén en febrero de 2011.

María luiSa GrandE GaScón es enfermera, socióloga, doctora por la Universidad de Jaén. Actualmente es profesora titular e imparte docencia en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Jaén. Sus líneas de investigación actuales son: discapacidad, género y salud. Ha participado como investigadora en diferentes proyectos tanto nacionales como internacionales, en países como Marruecos, Colombia, Mali, Brasil, Bolivia y Venezuela. Asimismo, es docente en Master oficiales relacionados con la dependencia y la discapacidad.

RECIBIDO: 15/01/2014ACEpTADO: 15/02/2014 RIS, VOL.72. EXTRA 1, 9-14, junIO 2014. ISSn: 0034-9712. doi: 10.3989/ris.2014.01.15

LOS RIESGOS DE EXCLUSIÓN SOCIAL EN UN CONTEXTO DE INCERTIDUMBRE

SOCIAL EXCLUSION RISKS IN AN UNCERTAINTY CONTEXT

RobeRt Castel* École des Hautes Études en Sciences Sociales. París. Francia.

Resumen En las siguientes líneas se realiza una disertación sobre la gran transformación de los procesos de exclusión social que, agravados por la crisis, tiene como resultado una multiplicación de las categorías sociales con dificultades de integración. Los procesos que les afectan tienen el mismo origen y se apoyan en una creciente degradación del mercado de trabajo y a la creciente asociación del trabajo y la pobreza, que conlleva la cons-trucción de una frontera difusa entre éste y la asistencia, la pérdida del derecho de auxilio, a un proceso de culpabilización de las coberturas sociales, a un cambio de tendencia del welfare al “work far” y, en definitiva, a una pérdida de reconocimiento de los derechos, que requieren la colectivización de los medios para com-batirlos y la movilización de los diferentes tipos de colaboradores concernidos en la defensa de los derechos de las categorías cada vez más numerosas.PalabRas ClaveCrisis; Exclusión social; Pobreza; Trabajo.

abstRaCtBelow we realise a dissertation about the great transformation of social processes of social exclusion, which causes the multiplication of those social categories with difficulties to integration, aggravated by the current crisis situation. The processes that affect them have the same origin and are based on an increasing dete-rioration of the labour market and an increasing association of work and poverty, that entails the building of a diffused frontier between it and the assistance, the loss of the right to help, to a process of blaming of social coverage, to a tendency change from welfare to work far and, in short, a loss of the reconnaissance of rights, which need the collectivization of means to fight against them and the actions of the different types of contri-butors who are concerned about the protection of rights of more and more numerous categories. KeywoRdsCrisis; Poverty; Social Exclusion; Work.

* El siguiente texto es una adaptación de la conferencia inaugural dictada por el Dr. Robert Castel en el Aula Magna de la Universidad de Jaén el día 21 de febrero de 2011, con motivo del III International Congress on Intelectual Disability ( “Advancing in social responsability” Autonomy / Inclusion / Sensibilization). Desgra-ciadamente, el profesor Castel murió dos años después, el 12 de marzo de 2013. Traducción: Patricia Jiménez Angulo. Revisión: Eva María Sotomayor Morales.

Revista inteRnaCional de soCiología (Ris)Procesos de exclusión social en un contexto de incertidumbre

Vol. 72, extra 1, 15-24, junio 2014ISSN: 0034-9712; eISSN: 1988-429X

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intRoduCCión

Los problemas que plantea la exclusión ya no se encuentran únicamente en los márge-nes de la sociedad. La amenaza de la exclusión también se cierne sobre las personas y los grupos que habían podido integrarse en ella, que parecían tener la capacidad de llevar una vida “digna”, y que puede que, si no se convierten en excluidos, estén en todo caso condenados a llevar una vida precaria sumida en la incertidumbre de qué va a ser de ellos el día de mañana, e incapaces de controlar su destino.

Este cambio en la problemática general de la exclusión se observa por ejemplo en el colectivo de personas con discapacidad y en el propósito de nuestra sociedad de mejo-rar la calidad de vida de estas personas. Seguramente este ámbito plantea problemas específicos y exige un tratamiento especializado pero, al mismo tiempo, estos problemas surgen hoy en un nuevo contexto en el cual, la discapacidad ya no constituye una excep-ción. A partir de ahora hay similitudes entre los problemas que plantean estas personas y los que plantean los trabajadores precarios o los grupos de individuos vulnerables que se enfrentan a formas de hábitat degradadas o a factores de disociación familiar con el desarrollo de las familias monoparentales. Hay toda una zona de expansión de nuestras sociedades, marcada por formas de vida degradadas en las que los individuos viven, en cierto sentido, al día, tal y como se procedía hace ya algunos años.

Lo que voy a abordar es la expresión de una dinámica profunda que supera las fronteras de lo que llamamos “la globalización”, cuyos efectos se sufren tanto en España como en Francia, probablemente con ciertas diferencias sobre las cuales podríamos debatir en otro contexto. En este sentido se evidencia que ha habido una transformación bastante profunda de ámbito de la exclusión que es necesario tener en cuenta y que, en primer lugar, es oportuno aportar una explicación de este proceso.

Concretamente en este punto puedo expresarme con relativa precisión, ya que estuve implicado en prácticas de lucha contra la exclusión antes de que se produ-jera un cambio de tendencia. A finales de los años 60 y durante los años 70, trabajé durante bastante tiempo sobre la psiquiatría y la medicina mental. Pero lo hice no solo de forma académica, también participé activamente en lo que en aquel momento bautizamos de manera aproximativa como la “anti-psiquiatría”. En particular habíamos fundado entre unos cuantos un gran grupo llamado “La Red interna de alternativa a la psiquiatría”, con algunos colegas italianos, en concreto con Franco Basaglion, el gran psiquiatra italiano del cual algunos de ustedes habrán oído hablar, y cuya acción culminó con el voto de la ley 180 en Italia, que abolió los hospitales psiquiátricos en dicho país. Nuestro objetivo era el de luchar contra la segregación social de los enfermos mentales cuyo encerramiento en los hospitales psiquiátricos, a menudo de por vida, constituía la manifestación más escandalosa de la vida social. Me acuerdo incluso de haber viajado a Barcelona en 1973, estando España todavía bajo el régi-men franquista, a causa de que un psiquiatra español, Ramón García, fue procesado por tratar de abrir el hospital psiquiátrico de Barcelona y “desinstitucionalizar” a los enfermos mentales como pretendíamos por aquel entonces. Por este motivo algunos

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LOS RIESGOS DE EXCLUSIÓN SOCIAL EN UN CONTEXTO DE INCERTIDUMBRE • 17

de nosotros fuimos para apoyarle de forma un tanto clandestina en el contexto espa-ñol de la época.

En este sentido, en los años 70, grupos concretos como los enfermos mentales, los presidiarios, los minusválidos y algunos “inadaptados” vivían apartados de la sociedad, fuera del régimen común de intercambios sociales y consentido por aquellos a quienes les estaba permitido hablar de manera totalmente legítima de exclusión social, exis-tiendo una clara diferencia entre la manera en la que eran tratados y la vida social ordi-naria. A algunos de nosotros esto nos parecía escandaloso puesto que, y es un punto sobre el que quiero insistir, nos encontrábamos en un periodo de desarrollo económico y de progreso social extraordinario.

Durante la década de los 70, los principales países de Europa occidental y también España —aunque con cierto retraso debido a su situación particular—, vivían el final de un periodo, aun no siendo conscientes de ello. En estos países se podía constatar un progreso acompañado de un crecimiento económico y de derechos sociales, lo que entrañaba el comienzo de una visión optimista del futuro: “un mañana con más y mejor”. Debido a ello, me parecía especialmente indigno que, mientras casi toda la población celebraba el progreso, había gente, como por ejemplo los enfermos de los hospitales psiquiátricos, a los que se les trataba de una manera que recordaba más a la Edad Media que a la sociedad civilizada de la que nos vanagloriábamos por el mero hecho de pertenecer a ella.

Para simplificar, podríamos decir que en estas sociedades que parecían dejarse llevar por una dinámica de progreso, estos grupos reducidos de los llamados “exclui-dos” aparecían más como islotes arcaicos, como una herencia obsoleta del pasado en vías de desaparición. Se trataba de un situación completamente diferente a la de hoy, porque estos problemas relacionados con la exclusión, en cierto sentido, se han exten-dido y afectan a nuevas categorías de población, lo que nos podría llevar a preguntarnos acerca de la pertinencia de continuar hablando con propiedad de la exclusión. En este sentido, tengo ciertas reticencias con respecto al uso demasiado generalizado del tér-mino exclusión, ya que, estrictamente hablando, estar excluido significa estar totalmente aislado de la sociedad, estar fuera de la sociedad. Sin embargo nadie se encuentra ais-lado de la sociedad propiamente hablando, salvo quizás en algunas situaciones límite como la de los “sin techo”; aunque incluso este colectivo, en ocasiones tiene buena relación, por ejemplo, con los agentes sociales.

El problema masivo es más bien el de la precariedad, el de la multiplicación de individuos o de grupos vulnerables que se ven debilitados, que carecen de los recursos suficientes para garantizar su independencia económica y social y que en última instan-cia, pueden caer en lo que llamamos la exclusión.

Sin embargo, en mi opinión, es necesario analizar estas situaciones en términos de proceso o de recorrido y no conformarse con emplear el término de exclusión. Por ejemplo hay personas que trabajan, tienen un jefe y un sueldo, pero bajo condiciones tan precarias y tan degradadas que en seis meses pueden verse totalmente desprovistos de su nivel de vida. Incluso alguien que ocupe una vivienda cuyo alquiler consigue pagar

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a duras penas, puede verse desprovisto de vivienda al tener un contrato laboral de seis meses de duración. Es a esta nebulosa de situaciones inestables y frágiles, a la que hay que referirse para posicionarse con respecto a la exclusión de la sociedad actual.

Aunque no de forma detallada, me gustaría trazar las directrices de esta diná-mica nueva que se despliega desde hace algo más de treinta años en el marco de lo que comúnmente llamamos “La Crisis”, pero de la cual no hemos comprendido en un primer momento la importancia ni la gravedad. A su inicio se pensó que se trataba de un estancamiento provisional de esta dinámica de desarrollo que se desplegaba desde la Segunda Guerra Mundial; se esperaba “la recuperación” como se decía en aquella época, pero de hecho ha hecho falta comprender, aunque hayamos nece-sitado un tiempo para hacerlo, que la situación tenía un mayor gravedad y que nos hundíamos en esta crisis en la que aún nos encontramos, como nos lo ha mostrado el terrible cataclismo del otoño de 2008.

Hemos salido del capitalismo industrial y de las formas de regularización que se consiguieron en dicha etapa y hemos entrado en un nuevo régimen de capitalismo más salvaje que juega a la competencia exacerbada a nivel planetario (“globalización”) bajo la hegemonía cada vez más brutal del capital financiero e instaurando la especulación por la especulación.

En este sentido, hemos de cuestionarnos lo que llamamos “el compromiso social del capitalismo industrial”, teniendo en cuenta la multiplicación del número de individuos que se ven apartados hacia los márgenes de la sociedad, abandonados a la precariedad, viviendo en la incertidumbre del mañana dentro de una inseguridad social creciente.

Es sabido que el capitalismo industrial en Europa comenzó a implantarse de una manera muy salvaje. Sólo hay que ver las condiciones de los proletarios del siglo XIX, cuando eran despreciados y se les trataba miserablemente, perdiendo literalmente la vida mientras se la ganaban en una inseguridad total. Sin embargo tras una larga historia de más de un siglo, debido a las luchas y a los conflictos a veces violentos, se alcanzó una cierta forma de equilibrio o de compromiso social entre “los vulnerables del mercado del capital”, dicho en términos de rentabilidad y de competitividad de las empresas, que desembocó en este gran crecimiento, por una parte y, por otra, en la emergencia del asalariado en términos del mundo laboral, que se mantenía en una posición subordinada por estar sometido al régimen capitalista.

La Revolución no tuvo lugar, al menos en Europa occidental, pero a cambio los trabajadores se beneficiaban de una seguridad y de unas protecciones, así como de un estatus laboral sólido. Esta estructura es la que llamamos “la sociedad salarial”, término que no expresa la situación de que la gran mayoría de la población sea asalariada, aunque este fuera el caso. En el caso de Francia, hay en la actualidad un 90% de la población de asalariados dentro de la población excluida. Pero esto significa sobre todo que la gran mayoría de la población obtiene derechos principalmente de su trabajo, para el trabajador y su familia. En este sentido, sus “derechohabientes” son el fruto de la instauración de una seguridad social generalizada que sobre la base de un trabajo estable, cubre a la gran mayoría de la población contra los principales riesgos sociales.

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Y esto es precisamente lo que se está desmoronando con “la crisis” y con el empuje del nuevo régimen capitalista.

Desde los años 70 observamos dos manifestaciones principales de la degradación del trabajo, como son la instalación de un paro masivo y la precarización creciente de las relaciones laborales. En cuanto al desempleo masivo, hay que decir que este alcanza en Francia, en Europa occidental, pero también en Estados Unidos, una media del 10% (en España afecta incluso al 20% de la población), pero también hay una precarización creciente de las relaciones laborales que se sitúan por debajo del estatus del trabajo que dominaba en la época precedente, tal y como, lo he caracterizado antes debido a varias cuestiones: (i) su duración estaba relativamente garantizada (principalmente los contratos de duración determinada), (ii) estaba bien protegido por el derecho laboral, (iii) con un salario que, supuestamente, era más o menos decente (al menos el Salario mínimo interprofesional creciente francés o Salario mínimo interprofesional español), (iv) el cual lleva incorporadas importantes prestaciones sociales (seguros contra accidentes, prestación por desempleo, derecho a la jubilación).

En torno al 60% de los trabajos son estables o lo parecen, al menos en términos de stock o de fondo; ahora bien, en términos de flujo o de entradas en el mercado de tra-bajo, hay sobrados motivos de alarma puesto que alrededor del 73% de estas entradas, generalmente protagonizadas por jóvenes, dependen de formas de empleo tildadas de atípicas, como el contrato de duración determinada, de carácter temporal y a tiempo parcial. Ello es la nueva tendencia, y si este proceso se prolonga sin fin, dejará de tener sentido que tildemos de “atípicas” a estas formas de trabajo que pueden convertirse en las predominantes. Además, estas formas están lejos de ser las únicas que se desarro-llan en condiciones inferiores a las del asalariado clásico. De hecho, en el marco de la política de lucha contra el paro de corta duración, están los llamados “contratos subven-cionados”, que se prolongan con opción a ser prorrogados y que afectan generalmente a jóvenes que están buscando un empleo. También existe un gran elenco de prácticas que a menudo no son remuneradas y que rara vez conducen a un trabajo real: existen con-tratos cortos no prorrogables que se dan incluso en las administraciones y los servicios públicos, ámbitos que son considerados como bastiones de trabajo estable, además del desarrollo de servicios voluntarios a personas.

El hecho es que hay varios miles de personas que trabajan, pero lo hacen en con-diciones claramente inferiores al estatus del trabajo, por lo que podríamos decir que en la actualidad tendríamos que empezar a replantearnos lo que hay que entender por precariedad. Durante mucho tiempo hemos pensado que se trataba de una situación provisional un tanto penosa, pero que no tenía nada de dramático. En el caso de los jóvenes concretamente, el hecho de limitar relativamente el comienzo de una trayecto-ria profesional ocupando algunas actividades provisionales, podía incluso enriquecer la experiencia profesional del individuo antes de instalarse en un “trabajo a largo plazo”. No obstante, esta situación podría convertirse en la norma y podríamos instalarnos en la precariedad, ante la posibilidad de que esta pueda transformarse en un estado. Quiero destacar que he propuesto hablar de precariedad para designar esta condición, que

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puede adquirir un carácter permanente o al menos prolongarse a largo plazo. En rela-ción a ello, hay un tipo de estrato de la división del trabajo que se instalaría por debajo del asalariado, si por asalariado entendemos una condición social fundada sobre el esta-tus del empleo tal y como lo he caracterizado.

Esto podría significar una transformación de la condición de los trabajadores tan grave como la existencia de un paro masivo, puesto que se traduce en una alteración profunda del estatus del trabajo. La reaparición desde hace una década de la categoría de “trabajador pobre” es una manifestación concreta de este hecho, no porque sea algo novedoso, sino todo lo contrario, ya que a través de la historia, la condición de los tra-bajadores ha estado casi siempre asociada a la pobreza. Sin embargo esta situación se consideraba arrinconada, y de hecho lo estaba, ya que se había superado con creces en la sociedad salarial con la hegemonía del estatus del trabajo. Hoy parece que más bien se está expandiendo, es decir, que cada vez hay más personas que trabajan y que mediante su trabajo no consiguen cubrir sus necesidades ni las de su familia, en caso de que la tengan, lo cual puede derivarnos en última instancia a consecuencias bastante paradójicas.

Por ejemplo, actualmente hay medidas que se presentan como una gran actuación social de los gobiernos. Una de ellas consiste en que las personas que se encuentran en paro y que se benefician de una prestación asistencial1 se ven casi obligadas a aceptar un trabajo, cualquiera que sea, ya que podrán añadir a su prestación (renta mínima de inserción) la retribución de su trabajo, aunque este sea mediocre y esté mal pagado. Estas iniciativas nacen de una buena intención puesto que no es del agrado de ninguna persona ser “un asistido puro y duro”; sin embargo, se prevé que muchas personas van a continuar en esta situación y no se constituye como una etapa que conduzca a un empleo estable. De esta forma tendrán un salario, un jefe, serán trabajadores en cierta medida, pero al mismo tiempo y por el hecho de que este salario es claramente insuficiente y a todas luces precario, serán a su vez personas beneficiarias de asistencia social que reciben su prestación. Debido a ello, en la actualidad se construye una fron-tera difusa entre los ámbitos del trabajo y asistencia.

Al final de este razonamiento se podría formular una hipótesis, que temo que sea algo más que eso, y que aunque no sea muy tranquilizadora, merece una reflexión, ya que se podría estar constituyendo una sociedad de pleno empleo que no llegaría a serlo tal y como estaba caracterizada en el pasado debido principalmente a la hegemonía del estatus del trabajo. De hecho, este nuevo régimen de capitalismo parece incapaz de garantizar el pleno empleo, cuya prueba más palpable es el paro masivo.

Pero podría suceder que a dicho régimen no le interesara el pleno empleo e incluso que no lo quisiera, porque a sus ojos el empleo es costoso y puede lastrar la competitividad de las empresas. El estatus del empleo otorga a los trabajadores princi-palmente garantías y derechos que se conciben como trabas para el libre desarrollo de

1 RSA o renta de solidaridad activa en Francia, o Renta Activa de Inserción en España.

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las empresas y del mercado. En cambio este capitalismo requiere sagacidad e incluso, si es posible, una ocupación total. Este es además el lema de la OCDE, ya que el trabajo es necesario para crear riqueza. Entonces lo ideal es que todo el mundo trabaje pero bajo las condiciones más precarias y desprotegidas posibles. Así se podría entender esta presión que se ejerce hoy para que todo el mundo trabaje aunque sea bajo con-diciones totalmente degradadas. Esto ya no es empleo, pero es la actividad en la cual la utilidad económica del trabajo se disocia al máximo de las garantías sociales que le fueron asignadas con el estatus del empleo.

En este caso, hay fuertes presiones a día de hoy que van dirigidas en esta dirección. Los estados nos repiten sin distinción que hay que trabajar a toda costa porque si no, se es un miserable asistido que vive a expensas de los que trabajan (de los que madrugan para levantar el país). Incluso se insinúa que los parados podrían serlo “de por vida”, que es la manera eufemística de decir que son unos “gandules” y que tendrían que aceptar cualquier trabajo, ya que si todo el mundo tiene que trabajar a toda costa, esto implica que no hay que ser demasiado “escrupuloso” con el trabajo, e incluso no serlo en absoluto en térmi-nos de condiciones laborales, retribución laboral y protecciones asociadas al trabajo. Así es como nos convertimos en “trabajadores pobres”, algo que no resulta nada agradable, pero que según esta ideología es incomparablemente mejor que ser un “parásito asistido”. Y no solo hay trabajadores pobres propiamente hablando, existe todo este continente de precariedad en el que en última instancia podríamos reabsorber el desempleo, al menos en gran medida. Podría haber cada vez menos parados si hubiera cada vez más actividades de este tipo que se desarrollan en un estatus inferior al del empleo.

Esta dinámica de precarización se ha convertido en una dimensión básica de la coyuntura actual. La precariedad no tiende a ser un ámbito de la vida social que se sitúe únicamente en los márgenes o en la periferia de la sociedad, sino que atraviesa amplios sectores y desestabiliza la existencia de un número cada vez mayor de agen-tes sociales. Me parece que habría que reubicar la problemática dentro del conjunto de un colectivo, como son las personas con discapacidad intelectual porque tienen dificultades y no están bien integrados en la sociedad, no disfrutan de la totalidad de los derechos de la ciudadanía. Pero su situación no es verdaderamente excepcional, hay otros grupos sociales que están en una situación similar. No me refiero a ello al objeto de banalizar la discapacidad. Sin embargo podría ser un medio para ampliar las formas de comprensión en el marco de una lucha por los derechos que corresponden a las personas discapacitadas; también a distintas categorías de personas sometidas a la precariedad y al riesgo de exclusión. Porque hay otro punto que me gustaría resal-tar a propósito de las transformaciones que se han sucedido en el marco de “la crisis”.

Acabo de destacar la degradación de las condiciones de los trabajadores con el aumento del desempleo masivo y de la precariedad, pero en paralelo, también ha habido transformaciones importantes en las políticas y las intervenciones sociales que se han aplicado para hacer frente a estos cambios y que también tienen un impacto directo en las prácticas profesionales. Pienso en el desarrollo, una vez más, de las políticas públi-cas impulsadas concretamente en Europa desde 1980 en el marco de la OCDE con la

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activación como objetivo. Políticas que parten de una crítica de inspiración liberal de las intervenciones sociales que serían demasiado burocráticas, demasiado automáticas y que superarían sus prestaciones y sus servicios de forma incondicional. Lo que supon-dría descargar a los beneficiarios de la responsabilidad para instalarlos en la cultura de la asistencia creando consumidores pasivos de servicios.

En lugar de estos derechos incondicionales, habría que proceder a través de inter-venciones específicas que susciten la participación de los beneficiarios, que los movili-cen reforzando la capacidad de los individuos.

Esta es la gran consigna y creo que el hecho de “sustituir los gastos pasivos por los gastos activos” tiene que surtir efecto, concretamente en su capacidad de trabajo, en el sentido de incitarles u obligarles a aceptar o a retomar un trabajo: “making work pay” como decimos en inglés. Hay también un cambio de tendencia del welfare al work far , es decir, de “dispensar bienestar” a “obligar a trabajar”, tendencia que se ha instalado en Estados Unidos con dureza. Pero esta perspectiva también ha inspirado, y mucho, la tercera vía en Inglaterra o las reformas recientes de la protección social en Alemania, que concretamente han endurecido las condiciones de subsidio y de desempleo. Lo que antes comenté acerca de la Revolución, es un ejemplo de esta política en Francia y supongo que habrá más orientaciones que vayan en la misma dirección. Las orienta-ciones de las políticas públicas plantean un problema difícil. Presentan características positivas ya que, es cierto que en una sociedad que cada vez es más móvil y está más fragmentada e individualizada, las intervenciones públicas ya no pueden proceder úni-camente a través de grandes regulaciones colectivas de carácter general que aseguren protecciones homogéneas a todos. Es necesaria una cierta precisión en las intervencio-nes de una sociedad que se transforma cada vez más en una “sociedad de individuos” y en la que las trayectorias sociales están cada vez más diferenciadas. La idea de invertir en las personas para reforzar su capital, tal y como se dice, es totalmente defendible. Pero el riesgo radica en sustituir una lógica de comercialización por una lógica de pro-tección que sea simplemente un intercambio, es decir, “yo te concedo una prestación o un servicio, pero tú, ¿qué me entregas a cambio?”. No hay prestación sin contrapartida, este es el problema que se ve todos los días en el ámbito de las personas que requieren prestaciones sociales. Se pide mucho, a menudo demasiado, y a personas con dificul-tades que disponen de pocos recursos, y si no pueden responder a estas exigencias, se les culpabiliza. Es lo que los americanos llaman “culpar a la victima” y así es como se llega a “acusar” a los parados de ser prácticamente “parados voluntarios” o a los asistidos de ser parásitos que se conforman con la dependencia. Por eso me parece que la referencia al “derecho a” tiene que continuar siendo algo básico para los agentes sociales que trabajan con personas con dificultades, ya sean discapacitados, parados o jóvenes. Y es bajo esta condición por la que se les puede tratar como ciudadanos, no solo como personas desgraciadas que necesitan ayuda, también son personas de derecho que tienen derechos.

Me parece que la noción del derecho al auxilio, que además apareció en el momento de la Revolución francesa: “la nación debe prestar auxilio a sus ciudadanos desgracia-

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dos”, esta noción del derecho al auxilio, es una gran idea que ha permitido dar paso a la asistencia privada y a la caridad facultativa. Hay una obligación de ayudar a los ciu-dadanos desgraciados y de esta forma no nos adentramos en una lógica comercial del intercambio sino en una lógica de servicios públicos con usuarios que tienen derechos, y así los individuos que dependen de otros pueden acceder a la autonomía para conver-tirse en ciudadanos iguales que los demás.

En mi opinión, en el marco de esta “crisis” a la que hemos hecho alusión antes, destacamos cada vez más la competitividad, la rentabilidad, las exigencias de la compe-tencia y la búsqueda del resultado. Hay que reafirmar la importancia de esta referencia al derecho que creo que constituye el fundamento de las profesiones del sector social y la base de un servicio público de protección social.

Creo que las cuestiones prácticas no están disociadas de las dinámicas sociales, y es por lo que he resaltado esta “gran transformación” acaecida en el marco de la crisis que apareció hace ya algún tiempo. Como he comentado anteriormente, antes de esta crisis, en los años 60 y 70, aparentemente nos encontrábamos en una situación de mayor comodidad o menos complicada porque nos dejábamos llevar por una ola de progreso económico y social. Se trataba de reintegrar en la comunidad a un número limitado de excluidos y la comunidad podía ser más hospitalaria porque disponía de más recursos. Nos encontrábamos en una coyuntura de casi pleno empleo, lo que facilitaba la reinserción profesional de personas que tienen dificultades con el trabajo.

Hoy en día la coyuntura social es más dura, el empleo escasea, reina la compe-tencia exacerbada entre los candidatos a un puesto de trabajo, la amenaza del paro y del despido está siempre presente, lo que en suma da lugar a una multiplicación de las categorías sociales que sufren dificultades de integración y se ven amenazadas por la exclusión, o al menos, están condenadas a formas de vida precarias que no les permiten llevar una vida autónoma.

La situación parece también ser más complicada que antes de “la crisis”, pero quizás también podríamos decir que nos ofrece nuevas oportunidades, porque los problemas de todos aquellos que trabajen con el colectivo de personas con discapacidad intelec-tual, en el fondo son los mismos que los problemas que se plantean a la hora de luchar contra la degradación del trabajo, la precarización de los empleos; lo que nos ofrece la oportunidad de aliarnos con otros colaboradores, concretamente disponer de sindicatos de trabajadores que también se enfrentan al reto de combatir la precariedad.

Es por lo que, si los riesgos de exclusión se generalizan, quizás podríamos contem-plar una colectivización de los medios para combatirla que movilizara a los diferentes tipos de colaboradores concernidos en la defensa de los derechos de las categorías de individuos, cada vez más numerosas, que no pueden acceder a la autonomía y cuyas deficiencias intelectuales son un caso más entre otros. Puede que termine con un apunte con matices de utopía , pero ¿por qué no?. Es cierto que estamos en un con-texto de incertidumbre y no se puede decir que será del día de mañana, excepto si nos considerásemos profetas. Pero si el futuro es incierto, significa que lo peor tampoco es seguro, y que dependerá también, al menos en parte, de lo que hagamos o no hagamos

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en el presente para orientar su trayectoria. Por eso queda trabajo por hacer en el sentido de luchar por el pleno reconocimiento de los derechos de las personas en situación de vulnerabilidad social.

RobeRt Castel (1933-2013) Sociólogo francés. Doctor en Letras y Ciencias Humanas. Fue profesor asistente de filosofía en la Facultad de Letras de la Universidad de Lille hasta 1967. Después del 68 enseñó sociología en la Universidad de Vincennes, que más tarde pasará a ser la Universidad de París VIII Vincennes-Saint-Denis. Fundador del Grupo de Análisis de lo Social y la Sociabilidad (GRASS). Asimismo, fue Director de estudios de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Sus obras analizan la constitución histórica de la sociedad salarial y su posterior disgregación desde principios de los años 70 (Las metamorfosis de la cuestión social, 1995), así como las consecuencias de ésta última para los individuos y las relaciones sociales: la exclusión social (lo que él llama la “desafiliación”), la vulnerabilidad y la fragilización crecientes.

Recibido: 18/03/2013AceptAdo: 22/06/2013

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ÉTICA EMPRESARIAL Y SOCIEDADES EN CRISIS DESDE UN ENFOQUE AXIOLÓGICO

BUSINESS ETHICS AND SOCIETIES IN CRISIS FROM AN AXIOLOGICAL APPROACH

Eva María SotoMayor MoralES [email protected] de Jaén. España.

Macario cáMara dE la FuEntE [email protected] de Jaén. España

rESuMEnA comienzos del siglo XXI, cuando aún no se han terminado de consolidar los posicionamientos paradig-máticos que otorgaban a la empresa una función social más allá de la mercantilista, la crisis económica ha provocado cierta fractura de las bases en las que fundamentaban estos discursos, lo que genera un interés por el análisis de la ética empresarial desde diversas perspectivas. Partiendo de estos antecedentes, desde un enfoque axiológico, el objetivo de este trabajo es realizar una disertación conceptual a través de la discu-sión del fenómeno en torno a las necesidades y a los valores, al objeto de analizar los patrones referenciales presentes en los ámbitos normativos, las demandas sociales y los factores comparativos con otros períodos análogos, como la Gran Depresión de 1929, tomando como base para ello la teoría de las necesidades de Bradshaw. Con la finalidad de sentar las bases analíticas para futuras investigaciones, el resultado ha sido la agrupación de los conceptos en cinco grandes díadas necesidad/valor.PalabraS clavECrisis económica; Ética empresarial; Necesidades; Responsabilidad social corporativa; Valores sociales

abStractAt the beginning of the 21st century, paradigmatic positioning that gave companies a social function beyond a mercantilist function had not yet been reached a consensus. The economic crisis caused certain fracture on the basis which these discourses are based on, which generates an interest on the analysis of the business ethics from different points of view. With these precedents and from an axiological approach, the aim of this paper is to realise a conceptual dissertation through the discussion of the phenomenon around needs and values, with the aim of analysing reference patterns that are present in normative scopes, social demands and comparative factors of other analogous periods, such as the Great Depression of 1929. For this, we take as a basis Bradshaw’s theory of needs. With the aim of laying the analytical foundations for future researches, the result has been the grouping of concepts in five large dyads need/value. KEywordSBusiness ethics; Corporate social responsibility; Economic crisis; Needs; Social values.

rEviSta intErnacional dE Sociología (riS)Procesos de exclusión social en un contexto de incertidumbre

Vol. 72, extra 1, 25-44, junio 2014ISSN: 0034-9712; eISSN: 1988-429X

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26 • EVA MARÍA SOTOMAYOR MORALES y MACARIO CÁMARA DE LA FUENTE

introducción

La acción empresarial en relación con la ética o responsabilidad social se ha venido observando en los últimos años desde diversos enfoques, pero no desde la perspectiva que contempla la influencia de los valores sociales como aquellos que hacen oscilar la imagen de la empresa en una escala que fluctúa entre la legitimación y el descrédito, dependiendo de los valores presentes en los distintos contextos histórico-sociales. Es por ello, por lo que en este trabajo pretendemos aportar al conocimiento de esta cuestión el enfoque axiológico como punto de partida que se emplea para la construcción de una base analítica innovadora susceptible de ser empleada en futuras investigaciones.

Los valores son representaciones de la realidad, atribuciones agregadas a las carac-terísticas de un objeto por un individuo o un grupo social, modificando —a partir de esa atribución— su comportamiento y actitudes hacia el objeto en cuestión (Frondizi 1992). En este sentido, la justificación desde el comportamiento y las actitudes será en realidad la legitimación tan anhelada por la organización para su inclusión en los círculos de la prosperidad económica y dependerá, en cierto sentido, del lugar que ocupen como unidad social en el sistema de valores presentes en la sociedad. Estos se consolidan en función del resultado de la interpretación que hacen los actores sociales de la utilidad, la importancia, el interés y, sobre todo, de la confianza.

La empresa como organización, desde la primera Revolución Industrial, ha sido objeto de una dualidad de posicionamientos en la escala de valores sociales desde la posición que la legitima como proveedora de trabajo y capital hasta aquella que la posiciona como responsable de la inequidad social, las irregularidades laborales y otras adversidades del mercado de trabajo. Con la crisis iniciada en otoño de 2007, los valores que legitiman a la empresa se fracturan y fluye la información que les atribuye la responsabilidad de los “males sociales” adquiriendo relevancia los discursos imputadores. Siendo estos aspec-tos cuestiones transmitidas pertinazmente a través de los mass media, esta inyección de información y una necesidad apremiante por parte de estas sociedades de buscar respon-sables directos de la crisis, afectan a los valores que determinarán las atribuciones que los grupos sociales realizan hacia las empresas. En este plano axiológico, la ética está en estrecha interacción con los valores sociales a través de una representación social como eje central del papel que, éstas, los empresarios y los líderes empresariales desempeñan en la sociedad, y la interpretación de la acción, que conduce a una evolución de la visión de la organización, y, en consecuencia, de su legitimación.

Así, en este trabajo se abordan los siguientes objetivos analíticos ordenados de forma secuencial. En primer lugar, se ha pretendido realizar una construcción conceptual de la base analítica del papel social que las empresas desempeñan en la sociedad actual en un contexto de crisis, a través de su dimensión ética, empleando un enfoque axiológico que parte de los valores y las necesidades sociales. El segundo objetivo, ha sido establecer un patrón referencial de valores en torno a la categorización de las necesidades sociales empleada por Bradshaw (1972) y de determinadas díadas que enlazan estas necesidades

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con sus correspondientes valores sociales a través de diferentes pautas de observación. El tercer y último objetivo, es la argumentación y discusión de las díadas necesidad/valor al objeto de guiar las pautas de observación propuestas para la medición del fenómeno estudiado. Todo ello, con el fin de proponer una nueva conceptualización de la ética empre-sarial, que a menudo ha sido analizada desde parámetros fragmentarios e inconclusos.

A modo aclaratorio, entendemos que el modelo de Bradshaw constituye una propuesta idónea para el propósito que aquí nos ocupa, ya que aborda el estudio de las necesidades humanas sin pretender realizar un inventario de las motivaciones fundamentales, y pro-pone una categorización orientada al diagnóstico de los problemas sociales. Apoyándonos en este modelo, se utilizan tres dimensiones analíticas: (i) las necesidades normativas, que son aquellas definidas por los expertos y analistas, y que se refieren a los criterios que determinan la actuación ética de las empresas y que se apoyan en realidad en las necesi-dades/valores definidos por las normas en la sociedad; (ii) las necesidades tanto percibidas como expresadas por los actores sociales en relación con el papel que desempeñan —o deben desempeñar— las empresas, y que están presentes tanto en los discursos como en el universo simbólico de los stakeholders; y (iii) los elementos comparativos que contem-plan las necesidades y valores de las sociedades con respecto a las empresas desde un punto comparativo. En esta ocasión, hemos considerado oportuno analizar una situación social de similar dimensión a la actual: la Gran Depresión de 1929.

Para analizar los valores se parte de la propuesta de Kluckhohn (1951), que asocia los valores con las necesidades previas. Partiendo de esta relación, hemos empleado el concepto díada utilizado por Simmel (2002) en sus estudios de interacción social, al objeto de definir los grupos sociales en dos unidades, empleando el factor díada necesidad/valor, tomada también por Parra (2007) para la explicación de su enfoque axiológico-sistémico, que justifica la explicación espacio-temporal de los diferentes hechos societarios en fun-ción de su eficiencia axiológica. Una vez realizado el patrón referencial de valores, se ha realizado una discusión de la anterior construcción conceptual con el fin de depurar las bases de aproximación al conocimiento para futuras investigaciones sobre el fenómeno del papel de las empresas en los contextos sociales desde un enfoque axiológico.

JuStiFicación dE la ProPuESta concEPtual. El análiSiS dE la ética EMPrESarial a travéS dE laS nEcESidadES y loS valorES SocialES Los valores, en el orden de las proposiciones planteadas en el presente trabajo, se definen desde un complejo de enfoques y propuestas paradigmáticas pertenecientes a disímiles campos teoréticos. Ello dificulta, en cierta medida, el enfoque axiológico de partida, en el sentido en que plantea la necesidad de evitar la aporía y buscar el sentido lógico de la investigación. La sociología carece de un consenso en la clasificación o jerarquización de los valores (Sandoval 2007) y además existe una fluctuación y trans-formación de los mismos en la medida en que las sociedades se van transformando. Aludiendo a algunas definiciones y clasificaciones, Scheler (2000) distingue los valores

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en orden a lo agradable y lo desagradable, los valores vitales, espirituales, lo justo y lo injusto, valores del conocimiento puro de la verdad y valores religiosos. Rokeach (1973) los clasificó como relacionados con modos de conducta (valores morales o instrumenta-les) y referidos a estados deseables de existencia (paz, libertad, felicidad y bienestar). En la misma línea Leocata (1991) diferencia los valores económicos, sensitivo-afectivos, estéticos, intelectuales, morales y religiosos.

Ante la diversidad existente en la conceptualización de la dimensión axiológica se ha considerado oportuno, siguiendo a Sandoval (2007), focalizar los puntos de encuentro en varios aspectos comunes:

1. Los valores representan objetos. Se entiende el valor como algo apreciado (valor al trabajo, a lo económico o a la familia). La sociedad valora los elementos materiales, los consumidores valoran la implicación social de las empresas y las empresas valoran los mercados emergentes.

2. Para cada objeto interviene un juicio de valor, inspirados en los principios éticos y morales, apoyados en las creencias generadas por las opiniones que se con-ciernen, entre otros factores, a las opiniones y mensajes recibidos del contexto.

3. Los valores se convierten en normas sociales desde el momento en que dirigen las conductas, disponiendo una línea de acción.

4. Los “portadores” de los valores son actores sociales individuales, colectivos o grupos sociales. En este caso se focaliza el interés en los valores de los consu-midores, de los directivos, de los grupos de presión, de las ONG, etc.

Por tanto, para la construcción de nuestra proposición analítica, hemos tenido en cuenta cuatro aspectos de los valores al objeto de eludir las clasificaciones que aportan factores que exceden del interés de nuestro estudio: objeto, juicio, normas sociales y actor social y que, una vez desagregada la dimensión del valor, parte del siguiente silogismo:

1. Los valores representan objetos que simbolizan las creencias de las socieda-des, constituidos en normas sociales.

2. Las sociedades están formadas por actores y grupos sociales, portadores de los valores, que emiten similares o disímiles juicios de valor.

3. Luego, los actores y grupos sociales, portadores de los valores, constituyen a través de los juicios éticos y morales las normas sociales que operan en las sociedades.

El conocimiento de estos juicios éticos y morales a partir de las opiniones sociales y de fuentes de información científica, permitirá explicar el patrón referencial necesario para analizar si el sistema de valores que legitima el papel social de la empresa se ve paulatinamente afectado por la crisis estructural, y cómo se legitima la empresa en la sociedad a través de la ética empresarial.

Nos ha interesado, por tanto, realizar una observación del conjunto de información disponible en el contexto, experiencias que determinan el cambio o refuerzo de actitu-

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des, y las actitudes generadas, bien por el aprendizaje social, bien por otros factores intervinientes en la socialización. Asimismo, nos interesa analizar el discurso existente en torno al papel que desempeñan las empresas en un contexto de crisis, y a los valores que se construyen en función del silogismo opinión-valor-norma social.

De este modo, el análisis de las necesidades daría lugar a los valores establecidos en tres grupos de necesidades, asignando a cada una de estas unas pautas de observación apoyadas en la información y la opinión social que aporta la diferenciación semántica del lenguaje y los elementos simbólicos presentes en el hecho, con el propósito de preparar la base analítica del fenómeno desde una perspectiva axiológica que, desde nuestro punto de vista, enriquece el análisis por considerar bases conceptuales mejoradas, desde un ámbito más sociológico y que no olvida que las necesidades y valores se encuentran, como ya hemos argumentado, estrechamente entrelazados con la ética.

Creemos necesario determinar que las necesidades/valores no son susceptibles de fraccionarse taxativamente en estas tres dimensiones (normativas, percibidas y expresa-das y comparativas), ya que las necesidades se determinan por elementos presentes en unos y otros ámbitos. Por ejemplo, la necesidad de protección de la vida inherente al valor de la sostenibilidad se encuentra recogido en las “normas” que afectan a la ética empre-sarial, así como en la reivindicación de grupos sociales en defensa del medioambiente.

nEcESidadES norMativaS. loS PatronES dE conducta En torno a la ética EMPrESarial

Para evaluar necesidades hay que determinar cuáles son los problemas en los que se originan éstas, por lo que, si se pretende definir cuáles son los conflictos que afectan a una determinada sociedad, podemos fundamentarnos en los discursos y opiniones de los actores sociales (necesidades percibidas y expresadas), en la comparación con otros contextos similares (necesidades comparativas) o en la opinión de los expertos (necesidades normativas).

Las necesidades normativas son aquellas determinadas por los analistas sociales, los expertos y los gobiernos, y que construyen una argumentación de las preocupa-ciones sociales en función de los valores presentes en la colectividad. Es por ello por lo que, en relación con la ética empresarial, todas aquellas herramientas normativas creadas para favorecerla constituyen en realidad las necesidades/valores definidos en dichas normas. Por tanto, analizando su contenido conoceremos cuáles son estas nece-sidades y valores por los cuales se construyen las normas que guían, miden o dirigen la ética empresarial. Una vez analizados los contenidos de las dimensiones normativas, la alteración de su uso a raíz de la crisis de 2007 podrá dar una idea del giro en el papel de las empresas con respecto a la ética, que no pasa necesariamente por un cambio de las necesidades/valores en la sociedad, al menos en el mismo sentido.

En torno a la ética empresarial o la responsabilidad social de las organizaciones se han observado varias etapas. Desde la obra Social responsabilities of the bussinesman

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(Bowen 1953), que soportó la base teórica del fenómeno, tuvo lugar una etapa filosófica en la cual determinados líderes empresariales presionaban a las grandes corporaciones para realizar inversiones y gestiones responsables. Son ejemplo de ello los debates sobre los fines de la empresa que se constituyeron en torno a las prácticas éticas de la General Motors, introduciendo minorías étnicas en los puestos directivos o contratando acreedores pertenecientes a minorías excluidas. En esta etapa se propusieron débilmente la creación de informes sociales y el establecimiento de comités de ética social, al objeto de que las empresas se involucraran con los problemas sociales. Pero no fue hasta los años setenta cuando las empresas y los gobiernos comenzaron a elaborar recomendaciones normati-vas al objeto de regular y facilitar la medición de lo llamado por Bowen “responsabilidades sociales”, y que posteriormente dio lugar al término de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) o Responsabilidad Social de las Empresas (RSE).

A partir de este momento, una amalgama de códigos éticos definen las necesidades de la sociedad en relación con las empresas —determinando en realidad los valores existentes—, y regulan de forma normativa (no impuesta) la manera de “medir” si una empresa tiene una actuación ética, es decir, si está próxima a la legitimación con el entorno y el procedimiento estandarizado de valores éticos y morales que una empresa debe tener a través de determinadas acciones o principios de organización.

Algunos de estos códigos éticos son: (i) las Líneas Directrices de la OCDE para Empresas Multinacionales, elaboradas en 1976 y revisadas en 2000 por la Comisión Mundial sobre el Medioambiente y Desarrollo (Comisión Brundtland), orientadas a la filosofía que responde a las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para responder a sus propias necesidades; (ii) la Declara-ción Tripartita de Principios sobre las Empresas Multinacionales y la Política Social de la Organización Internacional del Trabajo, que implica a los gobiernos, a los actores socia-les y a las empresas multinacionales a seguir valores éticos; (iii) The Global Sullivan Principles of Social Responsability, código de conducta creado en 1997 al objeto de res-petar los derechos humanos y la igualdad de oportunidades para empresas que operan en países empobrecidos; y (iv) los códigos de conducta, normas estándares y siste-mas de auditoria y verificación, como: la norma AA1000 (Institute of Social and Ethical Accontability), SA8000 (Social Acountability international) y el Global Reporting Initiative, constituido en 1997 a iniciativa de CERES (Coalition for Environmentally Responsible Economies) y PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente).

En todas estas normas se definen determinadas necesidades relacionadas con valo-res como la justicia social, la sostenibilidad y el cuidado del medioambiente, el rechazo al trabajo infantil, la inclusión de las minorías étnicas en la toma de decisiones de las empresas y la transparencia empresarial, entre otros. Han sido creadas al objeto de regular, informar y facilitar el ejercicio ético empresarial, y se apoyan en determinadas necesidades normativas. Ejemplo de ello es la proliferación de las Memorias de soste-nibilidad, al objeto de informar y hacer transparente el balance social de las empresas. Los gestores empresariales determinan a través de esta información cuáles son las necesidades sociales en base a valores normativos —decididos y consensuados por los

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expertos—. El desarrollo sostenible, como valor social, conlleva la definición de necesi-dad, en el sentido de que determina que la sociedad (a través de sus stakeholders) lleva a una posición destacable el impacto medioambiental de una empresa como condición imprescindible para la legitimación de la misma en la sociedad. Lo mismo ocurre con el trabajo infantil, el acceso de la mujer a los puestos de responsabilidad, etc.

En definitiva, las necesidades normativas son aquellas que los expertos incluyen en los códigos éticos, guías de buenas prácticas, balances sociales y memorias de soste-nibilidad; sus contenidos nos indicarán parte de los valores presentes en la sociedad. Podemos anticipar que, aunque los valores deducidos de las necesidades normativas son, en cierto modo, inamovibles y que la crisis podría aun no haber tenido influencia en ellas, sí se sospecha una menor utilización de estas herramientas de medición por parte de las empresas y un emergente proceso de secundarización de las memorias de sostenibilidad; por lo que se puede prever que la ética empresarial pierda valor con la crisis frente a aspectos económicos y mercantilistas, según la información obtenida de las necesidades normativas contenidas en los códigos éticos y normas estándares.

La crisis ha generado un impacto en el uso de las Memorias de Sostenibilidad por parte de las empresas, como documento que comprende la medición, divulgación y rendición de cuentas frente a grupos de interés internos y externos sobre el desempeño de la organi-zación con respecto al objetivo del desarrollo sostenible (Global Reporting Initiative 2011), en el que, como agentes claves de la sociedad, las organizaciones adquieren una función importante para la consecución de este objetivo. La elaboración de una memoria de sos-tenibilidad es una labor ardua y costosa para una empresa, tanto en recursos económicos como humanos, independientemente del tamaño y de la forma jurídica de la empresa; y en tiempos de crisis es evidente que toda organización lucrativa ha de reducir los gastos a los mínimos necesarios para su supervivencia. Por lo que el hecho de que las memorias de sostenibilidad pasen a ocupar un lugar secundario en los procesos de gestión e información de la empresa comienza a ser una disertación factible, aunque susceptible de objeción.

El valor que subyace a la Memoria de Sostenibilidad es la transparencia en la informa-ción, no tanto las actuaciones éticas, sino la puesta a disposición de la sociedad de los balan-ces de la empresa que apuntan a su implicación social. Las necesidades de información y la transparencia como valor parecen haber sido desplazadas por necesidades más básicas, relacionadas con las actuaciones directas de auxilio a los problemas sociales (donaciones) o el comportamiento de las empresas como proveedoras de bienestar (empleo). Es por ello, por lo que creemos interesante observar qué demandan los grupos sociales de las empresas.

nEcESidadES PErcibidaS y ExPrESadaS Por loS stakeholders

Las necesidades que perciben y expresan los actores sociales, y que están presentes en el universo simbólico y en sus demandas, aportan información acerca de las expec-tativas de la población en relación a las empresas.

Al tratarse de opinión generada en torno a las empresas hemos considerado opor-tuno organizar categóricamente a los actores sociales en stakeholders o grupos de inte-

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rés, apoyándonos en la teoría de Freeman, que publica su Strategic Management: A Stakeholder Approach en 1984, obra en la cual destaca la importancia de la relación de las empresas con los grupos de interés para su legitimación. A partir de lo anterior, y en función de las fuentes secundarias consultadas, hemos agrupado las necesidades/valo-res a través de tres stakeholders: (i) la sociedad en general, (ii) los líderes empresariales y (iii) los consumidores y los grupos de presión (ONG, etc.).

El primer stakeholder formado por la sociedad en su sentido amplio parece reclamar de las empresas una conducta necesariamente ética y con una alta implicación social; es decir, una presión cada vez mayor de la sociedad hacia la posición de la empresa y un incremento de la importancia que adquiere la imagen que la ciudadanía tenga de la misma para su legitimación con el entorno.

Sin embargo, y pesar de ser el centro de garantía y cobertura de necesidades huma-nas de primer orden, la empresa parece ganar descrédito ante la sociedad. Parra (2006) lo ejemplifica cuando se refiere a la empresa como la institución más decisiva de la sociedad moderna y que, sin embargo, no goza de la consideración popular que le corresponde, pudiendo decirse que está necesitada tanto de prestigio social como moral. De prestigio social, porque no es contemplada desde lo que realmente hace, sino desde lo que se piensa que hace; y moral, porque no deja de estar necesitada de unos cambios comple-mentarios que hagan su funcionamiento más transparente y humanizado.

Y en este contexto de adversidad, otra cuestión que ha entrado en juego es la crisis, cuyos efectos están perturbando a la sociedad en general y, dentro de ella, a las empresas, formando estas últimas parte de su onda expansiva, ya sea desde el agravamiento y la responsabilidad de los efectos perniciosos o desde su participación en los perjuicios ocasionados a todos los agentes sociales. Ello se evidencia pertinaz-mente en las especulaciones sobre las causas y efectos de la crisis, en las cuales las empresas desempeñan un papel activo y, sobre todo, por su presencia notable en la opinión social que muestra su responsabilidad sobre el empobrecimiento de la clase trabajadora, al protagonizar Expedientes de Regulación de Empleo y despidos masivos, así como teniendo cada vez más dificultad para generar empleo y riqueza, estrechán-dose el margen de actuación que las sitúa en la potestad de contribuir al bienestar. En esta línea de argumentación, numerosos científicos sociales argumentan que esta ha sido generada desde el propio mundo empresarial, como Krugman (citado por Palma 2009) que define este hecho como “la revancha del exceso”.

No obstante, bajo el discurso que atribuye a la empresa una gran responsabilidad en los efectos de la crisis, subyace aquel por el cual en la sociedad se le reclama un papel activo como benefactora y compensadora de sus efectos adversos. Se evidencian, por tanto, algunas necesidades sociales expresadas y percibidas por los actores sociales en relación con el bienestar y la prosperidad a la que deben contribuir las empresas ejerciendo un rol que trasciende el plano económico, tal y como apuntaba Zadek (2006), quien sostiene que la participación del sector empresarial en la sociedad es la política pública más importante de este siglo, reemplazando el papel de los gobiernos, tal y como ocurría en las sociedades del siglo XIX, cuando muchas de las garantías sociales

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universales eran proporcionadas por los centros de trabajo: las escuelas, la atención sanitaria y las pensiones (Sotomayor y De La Fuente 2009).

Por otro lado, a menudo es denunciado el carácter aséptico de contenidos sociales de la clase empresarial, por entender que están sus actuaciones desprovistas de sentido social, y por situarse en ellas el origen de los problemas sociales y las pérdidas ocurridas en el plano del bienestar social, tal y como señala Fukuyama (2007), quien otorga una responsabilidad esencial al mundo empresarial desde un imperativo ético y moral.

El factor trabajo ocupa una posición relevante, la sociedad expresa y percibe unas necesidades relacionadas con la provisión de prosperidad y bienestar por parte de las empresas y les otorga una posición destacada en la crisis a través de este factor, que ocupa un lugar primordial en la escala de valores sociales, por ser además uno de los bienes que más influencia tiene en la integración social y cuya carencia acelera consi-derablemente la exclusión social y la pobreza además de ser, desde el prisma contrario, las empresas las responsables directas de la generación de la situación de desempleo, independientemente del lugar que ocupen en la cadena de atribuciones.

Por tanto, el empleo ocupa un lugar de primer orden en el abanico de necesidades expresadas y percibidas por la sociedad así como en el nivel estructural de los factores objetivos derivados de una situación de crisis. Además, tiene un efecto sobre otro orden de factores de destacada influencia, como el psicosocial, la salud, las atribuciones, las estrategias y, en definitiva, en los valores sociales, dependiendo del tiempo de exposi-ción a este factor, o sea al tiempo de desempleo y a la manera en que afecten otros ele-mentos como las redes y soportes sociales disponibles y su efectividad (en un contexto de crisis en el cual, sin duda, las redes sociales pierden efectividad).

En definitiva, la sociedad demanda y reclama una posición activa y compensadora de las empresas a la vez que las posiciona en el punto de mira en el orden de atribu-ciones. Parece ser que la sociedad desplaza el orden de necesidades sociales hacia las más básicas encumbrando el valor al trabajo y desplazando consecuentemente las exigencias éticas hacia las empresas.

En cuanto a la observación de los líderes empresariales como stakeholders, cabe des-tacar el proceso de implicación en la toma de decisiones que afectan a los criterios éticos del gobierno empresarial. Y ello es porque, desde comienzos del siglo XX, las grandes compañías dejaron gradualmente de ser gestionadas por sus propietarios fundadores, lo que dio paso a la formación de tecnoestructuras dentro de las grandes firmas nacionales y multinacionales, lo que dejaba poco espacio para la filantropía. Como indica Galbraith (1980:20) “hace ochenta años la sociedad mercantil era el instrumento de sus propietarios y una proyección de sus personalidades. Los nombres de esos propietarios —Carnegie, Rockefeller, Harriman, Mellon, Guggenheim, Ford— se conocían en todo el país. Y siguen siendo conocidos, pero ahora a causa de los museos de arte y de las organizaciones filan-trópicas que crearon, y a causa de sus descendientes que intervienen en la política. Los hombres que dirigen hoy las grandes sociedades son desconocidos”.

En sentido contrario, en la actualidad y con la crisis, se está retomando la idea de la importancia del liderazgo y de los líderes empresariales, como ha sido señalado por

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Zakarevičius y Župerkien (2008), quienes remarcan que bajo las condiciones de la globalización el número de problemas a resolver por los líderes empresariales es cada vez más amplio, y a la vez dichos problemas son cada vez más complejos e interrela-cionados. Es por ello, por lo que creemos oportuno destacar las necesidades/valores generados por estos en el proceso que nos ocupa consistente en analizar el papel que las empresas desempeñan en la sociedad desde el plano ético, hecho que hace unos años no habría tenido sentido.

Por tanto, creemos necesario incluir en el análisis de las bases conceptuales las necesidades y valores de los líderes empresariales en un contexto en el cual la ética empresarial depende cada vez más de ellos. Un ejemplo es lo ocurrido en el caso Enron, por la decisiva influencia de las consecuencias de las decisiones técnicas y morales de los directivos, y que llevaron a la empresa a una gestión basada en la absoluta irresponsabilidad. Cabe destacar que Enron constituía un ejemplo a seguir en cuanto a sus normas internas y sus políticas de gobierno corporativo, lo que no impidió que se cometiera un fraude de proporciones monumentales. Estos hechos generan una opinión social que se apoya en la idea del poder de los “hombres de negocio” para influir en mul-titud de trabajadores y accionistas, y que no son más que la cara visible de los valores de la impotencia y sumisión de las sociedades ante el poder económico.

El grupo de stakeholders formado por los consumidores es sensible a la actual e imparable corriente de información que circula vertiginosamente por la sociedad de la información. Desde los años ochenta emerge el progresivo control social de los grupos de presión, que gracias a la proliferación de las redes de información (redes sociales e internet) van adquiriendo fuerza y presionan a las empresas para atender las necesida-des expresadas por los consumidores, las que apuntan a valores como la sostenibilidad, la solidaridad, la justicia social, etc.

Algunos datos pueden servir para evidenciar el papel cada vez más activo de los consumidores: más del 25% de los europeos se encuentra comprometido con algún tipo de responsabilidad social (FES 2001)1; el 58% de los europeos opina que las empresas deben prestar mayor atención a la RSE y el 66% que los temas sociales corresponden en forma creciente a las grandes empresas frente a las administraciones públicas; el 70% de los consumidores europeos consideran importantes los criterios de RSE a la hora de adquirir un producto (CSR Europa y MORI 20002); el 84% de los consumidores declaraba estar dispuesto a cambiar su marca habitual por otra asociada a una buena

1 Estudio realizado por Fundación Empresa y Sociedad. FES. 2001. La empresa que viene. Responsabi-lidad y acción social en la empresa del futuro. http://www.empresaysociedad.org/para-lectores. 2 Encuesta realizada en septiembre de 2000 por Market and Opinion Research International (MORI) para Corporate Social Responsability Europe (CSR Europe). http://www.csreurope.org.

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causa (Informe CONE 20023); el Informe Sustainable Futures 094, que da a conocer los resultados de un estudio realizado entre 2008 y 2009, y que concluye que el 39% de los consumidores españoles pagaría un 10% más por productos sostenibles.

De forma paralela a la presión social de los consumidores, la crisis parece modificar la escala de prioridades de las empresas. Ejemplo de ello es el caso de Grant Thornton, tratado con absoluta transparencia y que pone de manifiesto cómo se ven afectadas por la crisis aquellas actuaciones destinadas a fines sociales en el plano interno de las empresas, ya que en el año 2010, en comparación con el análisis realizado en 2008, se aprecia un descenso en la aplicación de medidas de flexibilización destinadas a mejorar la conciliación de la vida laboral y familiar y aquellas dirigidas a proporcionar una primera experiencia laboral mediante becas y prácticas, dedicándole igualmente menos atención a acciones como la elección de productos o servicios locales, comercio justo o ecoló-gicos (17%), las ayudas a otros negocios para mejorar su gestión (23%) y el cálculo de emisiones de carbono (25%).

No obstante, si ha cambiado el orden de prioridad de las empresas, pudiera haberse desplazado igualmente la escala de valores sociales de los consumidores que, con la crisis, van perdiendo progresivamente capacidad adquisitiva. Ejemplo de ello es el consumo de productos de “comercio justo” y los “productos ecológicos”, que son procedimientos comer-ciales que en los últimos años han adquirido una destacada relevancia pero que están en el punto de mira de los analistas económicos y sociales por la amenaza que les supone la crisis en el decremento de las ventas. Parece ser que la conducta del consumidor, con las dificultades económicas, podría comenzar a dejar de operar en valores como la sos-tenibilidad y el compromiso social y ser más sensible a aspectos más orientados al precio del producto. No obstante, los datos obtenidos apuntan a lo contrario, ya que en España durante 2010 se compraron productos de comercio justo avalados por la certificación Fair-trade por un valor estimado de 14,9 millones de euros, lo que equivale en plena crisis a un crecimiento del 82,5% en comparación con el año anterior. Actualmente en España existen más de 250 referencias de comercio justo certificadas y 64 marcas, españolas y extranje-ras, que se ofrecen en tiendas de comercio justo y en otros establecimientos.

Una vez vinculadas las tendencias de consumo y la proliferación del comercio justo, analizando las posturas de las ONG implicadas en las certificaciones de Fairtrade, es necesario estudiar con cautela los informes que destacan el incremento del comercio justo, incluso a partir de la crisis económica internacional. El gran crecimiento que ha tenido la venta de café certificado de comercio justo se debe fundamentalmente a que la empresa americana Starbucks, la cadena de cafeterías más grande del mundo, ha certificado todo el café que ha vendido en España en 2010. Por otro lado, el gran creci-miento que ha tenido la venta de helados con componentes de comercio justo se debe a

3 Cone Corporate Citizenship Study. 2002. The role of cause branding. Executive Summary. CONE, Boston, Massachussets. www.coneinc.com.

4 Sustainable Futures 09, Havas Media, diciembre 2008-febrero 2009. www.havasmedia.com.

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que la empresa americana Ben&Jerry’s, la segunda cadena de heladerías más potente del mundo, ha certificado todos sus componentes. El gran crecimiento que ha tenido la venta de chocolates con certificación de comercio justo se debe a que dos empre-sas líderes del sector han comenzado a certificar algunas de sus variedades. De igual manera, el gran crecimiento de la venta de caramelos elaborados con azúcar de comer-cio justo se debe a las compras de un solo cliente, que los regala en las cajas de todas sus sucursales. Todo lo anterior son logros importantes, lo cual no significa que a nivel de expansión el movimiento de comercio justo sea significativo.

Un porcentaje de crecimiento de un 82,5% también indica que si en 2010 se ven-dieron unos 15 millones de euros, en 2009 se comercializaron productos certificados de comercio justo por un valor prácticamente testimonial en referencia al comercio conven-cional. Estos altos incrementos son fáciles de conseguir cuando se parte de poco, por lo que destacamos el largo camino que queda por recorrer al trabajo incansable de muchas cooperativas y ONG de productos basados en el comercio justo para que el comercio internacional adopte sus criterios de trabajo y cuente con una mayor sensibilización de los consumidores y productores para un cambio real de mentalidad a la hora de priorizar determinados productos e insumos por los sellos de calidad apoyados en la sostenibili-dad, al objeto de que las empresas mejoren su imagen corporativa .

No obstante, para que estas conductas trasciendan a la generalidad es necesario que estas fórmulas de consumo responsable, a través del comercio justo, se apoyen en valores que hagan prevalecer las conductas altruistas, éticas y responsables en contra de los valores que sustentan el consumismo exacerbado de nuestras sociedades modernas, apoyado en la satisfacción de necesidades cada vez más superfluas y con un fin en sí mismo, haciendo perder a la compra de un producto/servicio la utilidad para llegar a convertirse en un acto impulsivo y de imitación. Como aportó Simmel (1999: 31), con su teoría sociológica, es aquello que queda fuera de “las significaciones prácticas de las cosas”, o como destaca Lefebvre (1984), los deseos que nunca llegan a estar satisfechos completamente: la obsolescencia de la necesidad.

Según Bourdieu (1988: 227), “el ajuste entre la oferta y la demanda no es el resul-tado de un simple efecto de imposición que ejercería la producción sobre el consumo, ni el efecto de una búsqueda consciente por la que la producción iría por delante de las necesidades de los consumidores, sino el resultado del concierto objetivo de dos lógicas relativamente independientes, la lógica de los campos de la producción y la del campo del consumo”, siendo precisamente esta postura más amable hacia las opiniones que observan la proliferación del consumo responsable siempre y cuando imperara en la conducta de consumo de los ciudadanos la sostenibilidad y el comercio justo. A partir de ello, transmitir a la ciudadanía los valores hacia un consumo apoyado en principios de responsabilidad y sostenibilidad será un reto de los próximos años que, sin duda, será entorpecido por la crisis, al provocar esta un descenso del consumo en general.

Por tanto, se constata que los consumidores en el contexto de la crisis ya se habían constituido como un grupo de presión, emanando de las demandas sociales unas nece-sidades de justicia social y solidaridad del entorno empresarial pero que, a raíz de la

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crisis internacional, parecen haber desplazado la escala de necesidades y valores en torno al consumo, obteniendo a la vez una respuesta de retroceso en las actuaciones éticas por parte de las empresas.

nEcESidadES coMParativaS. un análiSiS dE la criSiS dE 1929

Por último, observando las necesidades y valores de sociedades en crisis, podríamos plantearnos la extrapolación de algunas conductas en torno a la ética empresarial en función de la observación de cómo se han comportado ciertos parámetros éticos en tiempos de depresión económica. Y ello solo es posible si se compara con la sociedad de principios de siglo, ya que, según expertos como Eichengreen y O’Rourke (2009), la crisis actual únicamente es comparable con la Gran Depresión de 1929. A partir de lo anterior, cabe plantearse los interrogantes de cuál era el papel que desempeñaban las empresas en 1929, cuáles eran las necesidades y valores sociales, y si desempeñaban un papel activo para solventar o suavizar las consecuencias generadas por esa crisis.

El “jueves negro” (24 de octubre de 1929), el PIB de los EEUU ya había caído un 30%, y tres años después había 12 millones de parados (el 25% de la población activa), y miles de campesinos en la ruina. Entonces, aunque a menor escala que ahora, la eco-nomía de los países industrializados estaba conectada con la norteamericana, y también ellos fueron arrastrados a la crisis, por lo que sus efectos también fueron de carácter mundial. Domínguez (2008) relata cómo la década de 1920 fue muy prolífera para con-solidar la idea de empresa como servicio, impulsada ésta por una clase emergente de managers profesionales. Ejemplo de ello son los empresarios, como Henry Ford, quien afirmaba en 1922 que “el servicio” como búsqueda de beneficio estaba comenzando a ser un motivo para crear industria; y Rockefeller, quien denominaba a la industria como “servicio social” para el propósito del “bienestar social”. Era una etapa de desarrollo de la filantropía corporativa, movida por los empresarios más sensibilizados, pero que encon-traron grandes detractores. Paralelamente, existen ejemplos de prácticas éticas en los negocios como la de James Couzens, cofundador de la Ford Motor Company y manager principal, quien introdujo en 1914 la medida unilateral de duplicar el salario (hasta 5$ al día), reducir la jornada de 9 a 8 horas y la semana laboral de 6 a 5 días, consiguiendo dos años después reducir el precio de su modelo T desde los 825$, de 1908, a los 360$. La medida contó con la oposición inicial de Henry Ford, pero luego fue su entusiasta defensor (Drucker 1992).

El contexto de estas tendencias eran de bienestar y prosperidad, años en los cuales la sociedad comenzaba a reclamar a las corporaciones su papel en la misma, desde la ética y el compromiso social. Las necesidades sociales habían evolucionado hacia modelos de vida más opulentos y superfluos y los valores sociales del consumismo, el progreso y la opulencia —eso sí, con grandes desigualdades sociales— parecían afian-zarse. Pero la idea de que las empresas debían contribuir al desarrollo social pareció

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sufrir una caída brusca a la vez que cayó la economía con la Gran Depresión de 1929. Según Domínguez (2008), el debate se centró en los casos en que la propiedad y el control de las corporaciones estaban claramente delimitados y, por tanto, en principio no había margen para la filantropía.

Sin embargo, cabe mencionar el caso de Kelloggs, como empresa que mantuvo sus principios éticos en tiempos de crisis, creando en 1930 la Fundación W.K. Kellogg para el Bienestar del Niño. Durante gran parte de la década de 1930, el trabajo de la Funda-ción Kellogg se centró principalmente en su ciudad natal de Battle Creek (Michigan), en la salud infantil, a través de un proyecto de salud comunitaria. El Maryland Children’s Health Program (MCHP) sirvió a siete condados en el centro sur de Michigan. Fue un esfuerzo integral para la mejora de la educación y de la salud pública en las comuni-dades rurales donde la crisis estaba teniendo consecuencias devastadoras en ambos factores. Además, la empresa había establecido cuatro turnos de seis horas en sus plantas de producción para repartir el trabajo. El Ann J. Kellogg School fue una escuela pionera en la práctica de la enseñanza de los niños con discapacidades. Cabe además mencionar que Kelloggs mantuvo su presupuesto de marketing mientras que su principal competidor, Post, no lo hizo (Kelloggs estuvo dominando el mercado durante cincuenta años) (Mackay 2007).

En un contexto en el cual la propiedad y el control de las compañías estaban sepa-rados y los stockholders tenían un bajo compromiso con la empresa y sólo buscaban beneficios a corto plazo, el discurso empresarial se enfrenta a un fuerte cuestionamiento del propio capitalismo ante la Depresión de 1929, el ascenso de los totalitarismos y un agudizamiento de la lucha de clases. Teniendo en cuenta todo lo anterior, existen evidencias de que la respuesta a esa gran crisis de legitimidad no fue del todo el fortale-cimiento del papel economicista de las empresas y la destrucción de los principios éticos y filantrópicos que se habían generado años antes, sino la construcción de un modelo económico diferente, un sistema con fuerte intervención estatal en el que se regula tanto la actividad económica como las relaciones laborales. De ello es referencia la filosofía de Drucker (1964), por su postura acerca de cómo la creación del estado del bienestar y las políticas económicas de demanda pretenden evitar los ciclos económicos e impedir las crisis de sobreproducción. Su discurso recoge los conceptos de empresa como institu-ción, responsabilidad social, lo racional, la seguridad, etc. (Fernández 2008).

Otro ejemplo de ello fue un debate entre los primeros académicos que discutieron sobre el tema: el profesor Adolf A. Berle de la Universidad de Columbia y el profesor E. Merrick Dodd de Harvard, en una serie de artículos publicados en la revista Harvard Law Review. Mientras que Berle afirmó que los directivos son responsables sólo de los accionistas (shareholders) de una empresa, Dodd sostenía que los directivos tenían una amplia gama de responsabilidades. En un intercambio clásico, el profesor Dodd (1932) le preguntó: “¿para quién administran los gerentes de las empresas?” Respondiendo a su consulta, postuló que los directores de empresas eran responsables ante el público en general, y no sólo para los shareholders. El principal argumento de Dodd fue su afirmación de que, además de las responsabilidades económicas, los gerentes tenían

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responsabilidades hacia la sociedad, porque la gran empresa moderna está “al servicio de la comunidad y no porque es una fuente de beneficios para sus propietarios” (Dodd 1932:1149).

En definitiva, la crisis de 1929 surge en un contexto de esplendor y bienestar —deno-minado como felices años veinte—. Los valores apuntaban al consumismo, la especula-ción y el lucro. A la vez, el valor del progreso tomaba fuerza. Se estaban experimentando innovaciones destacadas en la producción industrial, como la aplicación del taylorismo que, a pesar de que supuso la introducción de grandes problemas para los derechos del trabajador por los sistemas de trabajo, la alienación y la desmotivación, significó un incremento de la productividad industrial. También proliferaron sistemas de comercializa-ción novedosos como la venta a plazos, que facilitaron que muchos ciudadanos pudie-ran adquirir bienes y servicios que en años anteriores les eran prohibitivos. Comienzan a generalizarse productos como la radio, algunos electrodomésticos, los servicios de ocio de masas (fiestas y espectáculos) y la construcción de grandes rascacielos. En definitiva, parece ser que en estos años comienzan a sentarse las bases de la sociedad consumista y los sistemas de crédito y endeudamiento de los empresarios y las clases no privilegiadas.

Con el crack de 1929 no sólo cayeron los mercados bursátiles, sino que se desmo-ronaba un sistema de vida construido sobre débiles soportes basados en la adquisición de bienes que representaban la opulencia en contra de la carestía de años anteriores. Ello nos ofrece una magnífica oportunidad para establecer un diagnóstico previsible para aquellas sociedades que basan su riqueza en productos financieros ficticios y operan en la búsqueda del progreso en bienes materiales, enalteciendo estos valores por encima de otros. Casi un siglo más tarde, a inicios del siglo XXI, a pesar de que la sociedad padece graves problemas estructurales que vulneran el acceso a la ciudadanía de algu-nos sectores de la sociedad, son muchos los científicos sociales los que definen la socie-dad moderna líquida actual como prisionera de las veleidades del consumismo (Bauman 2010), y como la sociedad del exceso, la opulencia desmedida y la perseverante insatis-facción con los bienes adquiridos.

En ambas sociedades, con una alta presencia del riesgo como valor y modo de vida y enriquecimiento, estalla una crisis de carácter recesivo, ambas con origen mundial y con una explicación que extralimita el ámbito de aplicación de la economía; a pesar de sus diferencias debido a que la crisis de 1929 tiene origen geopolítico y se proyecta desde la economía real a las estructuras financieras, y la actual tiene su origen en causas financieras que se proyectan con fuerza sobre el mundo de la producción, del empleo y de los ingresos (Cuello 2009). No obstante, un nivel de consumo por encima de la renta familiar y un alto endeudamiento son signos comunes de ambas sociedades separadas por casi un siglo de diferencia. Las corporaciones y empresas de una y otra tienen un alto grado de disimilitud, principalmente por tres factores: las innovaciones tecnológicas, la mundialización y globalización de la comunicación y transacciones comerciales, y la extensión de normas y regulación estatal sobre la protección de diferentes aspectos del capital humano.

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dEduccionES. díadaS nEcESidad/valor dE loS áMbitoS analíticoS norMativoS, ExPrESadoS/PErcibidoS y coMParativoS

La intención en este trabajo ha sido realizar una propuesta analítica conceptual que desvele la necesidad de analizar la ética empresarial desde perspectivas socioló-gicas y que no soslayen la idea de que son las necesidades y los actores sociales, portadores de valores, los que constituyen, a través de juicios éticos y morales, las normas sociales que operan en las sociedades y que afectarán en gran medida a la legitimación de la empresa como unidad social en cada uno de los contextos sociales.

Las díadas necesidad/valor han explicado el enfoque axiológico justificando la expli-cación espacio-temporal de los diferentes hechos societarios en función de su eficiencia axiológica. Una vez fijado el patrón referencial de valores, sin llegar a efectuar procesos operativos de estas díadas, se ha realizado una discusión de la anterior construcción conceptual con el fin de depurar las bases de aproximación al conocimiento para futuras investigaciones acerca del fenómeno del papel de las empresas en los contextos socia-les desde un enfoque axiológico.

1. Díada trabajo decente/justicia social. De las necesidades normativas relaciona-das con la eliminación de formas de trabajo que atentan contra el valor de la justicia social, de la que es un ejemplo cómo la mayoría de los códigos éticos y normas están-dares sitúan la eliminación del trabajo infantil como una de las condiciones sine qua non para que una empresa pueda gozar de una mínima legitimación, podemos encon-trar referencias en el indicador HR6 del Informe GRI, que insta a las empresas a des-cribir la política para la abolición del trabajo infantil, tal y como la define la Convención 138 de la OIT, hasta qué punto dicha política es hecha pública y aplicada, así como descripción de programas/procedimientos para afrontar esta cuestión, incluyendo sis-temas de control y seguimiento de resultados. El GRI incluye además un protocolo de trabajo infantil para las empresas. En la misma dirección, el quinto principio de Global Compact, en la categoría relacionada con el trabajo, recoge la necesidad de “abolición efectiva del trabajo infantil”.

Las normas e informes técnicos parecen resaltar las necesidades humanas de trabajo decente en respuesta al valor de las sociedades democráticas de protección a los menores.

2. Díada oportunidad/diversidad. El acceso al empleo de colectivos desfavorecidos, como la mujer o las minorías étnicas, define el valor de la diversidad y la necesidad de igualdad de oportunidades recogido en las herramientas normativas que regulan la ética empresarial. Un ejemplo podemos encontrarlo en The Global Sullivan Principles of Social Responsability, código de conducta creado en 1997 al objeto de respetar los derechos humanos y la igualdad de oportunidades para empresas que operan en países

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empobrecidos. También el GRI, en su indicador LA11, insta a las empresas a reportar información acerca de la composición de la alta dirección y los órganos de gobierno corporativo sobre la ratio de diversidad género (mujeres-hombres) y otros indicadores de diversidad culturalmente apropiados.

Al igual que en la díada anterior, las normas resaltan los valores igualitarios en respuesta a las necesidades humanas de inclusión social.

3. Diada información/transparencia. Los actores sociales consideran como necesida-des percibidas y expresadas, a través de las denuncias y la opinión social, la información que les proporcionen las empresas, apoyándose en los valores de transparencia que ofrecen seguridad y ética a los consumidores y a la sociedad en general.

La sociedad necesita información para satisfacer la necesidad de seguridad aten-diendo al valor que adquiere la transparencia en cualquier proceso político empresarial.

4. Díada protección del entorno y la biodiversidad/sostenibilidad. La protección y el cuidado del medioambiente se apoya en las necesidades más básicas del ser humano de proteger la vida y el entorno natural que la posibilita. Ante la creciente información sobre las amenazas de este entorno y la atribución de la responsabilidad a las empresas como primer agente de impacto en el medio natural, la sociedad y los consumidores le reclaman un papel activo a la vez que una reconsideración de las causas que generan los efectos perniciosos. El valor de la sostenibilidad adquiere fuerza en las sociedades modernas que tienen satisfechas sus necesidades básicas. Cuando están afectadas por una crisis que genera pobreza y malestar social, pudié-ramos pensar que, tal como lo planteó Maslow (1970) en su teoría jerárquica de la necesidad, si no están cubiertas las necesidades fisiológicas no hay un planteamiento del ser humano acerca de otras necesidades de mayor escala, desde la seguridad, hasta la autorrealización.

Algunos grupos sociales reclaman a las empresas unas actuaciones éticas orien-tadas a los valores de sostenibilidad e impacto responsable sobre el entorno natural, teniendo esto como trasfondo las necesidades relacionadas con la seguridad y el man-tenimiento de las condiciones mínimas necesarias para el desarrollo de la vida.

5. Diada bienestar y prosperidad/trabajo. Igualmente apoyadas en la opinión y denuncia social, el trabajo es reclamado por los actores sociales en función de la nece-sidad de autogestión (eludir la dependencia de terceros para la supervivencia), utili-dad (autorrealización) y bienestar (que pasa por cubrir las necesidades fisiológicas, de seguridad y sociales). Debido a la crisis, el trabajo es un factor reclamado por los acto-res sociales como primer punto en las demandas de implicación de las empresas en los asuntos de la sociedad. Proporcionar trabajo y proteger el empleo es un reclamo que con la crisis económica toma fuerza y que pudiera desplazar otras demandas sociales. Las necesidades normativas apuntan a este mismo factor en otra dirección, no tanto recomendando a las empresas actuaciones éticas para la creación y el mantenimiento

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del empleo sino del empleo de calidad y con un trasfondo social (igualdad e inclusión de las minorías étnicas).

6. Díada opulencia/progreso. En el orden de necesidades comparativas, estuvieron

presentes en la sociedad de principios de siglo que, aunque con grandes disimilitudes, tenía también factores paralelos, como la gran recesión económica y sus efectos per-niciosos sobre los actores sociales. Se observan factores comunes, como que en la sociedad previa a la crisis moraban los valores de progreso y enriquecimiento apoyados en necesidades de opulencia por encima de las necesidades humanas básicas. Socie-dades altamente endeudadas y con un alto valor del riesgo que aterrizaron en una crisis económica y financiera, en la cual los valores que estaban siendo reforzados entraron en trance. Ello nos permitirá poder extrapolar algunos conceptos, que nos guiarán a un análisis más profundo del papel que desempeña la empresa en sociedades con determi-nadas necesidades/valores cambiantes y que podrían haber entrado en crisis de forma paralela a las finanzas y los mercados.

Con este trabajo, hemos pretendido mostrar un atisbo de las necesidades y valores existentes en los discursos sociales y en el debate científico sobre el papel que desem-peñan las empresas en la sociedad. Ello está en estrecha relación con las expectativas que los actores sociales tienen de las empresas. En definitiva, con nuestra propuesta conceptual se han generado determinados interrogantes a los que deberá dar respuesta la investigación social: ¿a qué necesidades de los stakeholders pretenden dar respuesta las empresas a través de la ética empresarial? ¿Qué ha ocurrido con esas actuaciones éticas a raíz de la crisis? ¿Ha modificado la crisis las necesidades sociales y, por ende, los valores? ¿Cómo ha afectado todo ello a la ética empresarial? ¿Son las sociedades de valores opulentos predecesoras de grandes crisis las que impulsan una actuación ética empresarial? O por el contrario, ¿entran en crisis los valores éticos de las empre-sas al colisionar con las grandes crisis?

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Eva María SotoMayor MoralES es Doctora en sociología desde el año 2004 y habilitada por la ANECA como profesora Titular de Universidad con fecha de 4 de septiembre de 2012. Actualmente es profesora contratada doctora del Departamento de Psicología de la Universidad de Jaén (Área de Trabajo Social y Servicios Sociales). Es miembro del Grupo de Investigación PAIDI: Género, dependencia y exclusión social y del Grupo de Investigación Tendencias Sociales de la UNED. Sus publicaciones se relacionan con los temas de pobreza, exclusión social y des-igualdades sociales, en consonancia con sus líneas de investigación. Ha sido la Directora del III Congreso Internacional sobre Discapacidad Intelectual celebrado en la Universidad de Jaén en febrero de 2011.

Macario cáMara dE la FuEntE es profesor universitario desde 1981 y actualmente catedrá-tico de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Jaén (2002-). Su tesis doctoral llevó por título “Gestión medioambiental y contabilidad: una aplicación al sector agroalimentario” (1994). Es investigador principal del Grupo PAIDI de la Junta de Andalucía SEJ289 “Sistemas de información y gestión en la empresa andaluza”. Sus líneas de investigación actuales son: conta-bilidad social, historia de la contabilidad y responsabilidad social empresarial.

recibido: 15/02/2013aceptado: 14/11/2013

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LA SALUD Y SUS DETERMINANTES SOCIALESDesigualdades y exclusión en la sociedad del siglo XXI

THE SOCIAL DETERMINANTS OF HEALTHInequalities and exclusion in XXIst century societies

Pedro A. PAlomino morAl [email protected] de Jaén. España.

mAríA luisA GrAnde GAscón [email protected] de Jaén. España.

mAnuel linAres AbAd [email protected] de Jaén. España.

resumenEl concepto de salud ha experimentado un proceso de revisión constante. Desde mediados del siglo XX se ha producido un desplazamiento desde la búsqueda de las causas de la enfermedad centradas en el individuo a la aparición de los determinantes sociales, los principales moduladores del fenómeno salud y la enfermedad. Hoy sabemos que la salud y la calidad de vida son un resultado social directamente relacionado con las condiciones generales de la vida de las personas y con la forma de vivir; en este sentido se han hecho nota-bles esfuerzos en las últimas décadas para comprender cómo interactúan los determinantes sociales y se producen los resultados en salud. Analizamos las aportaciones que han conseguido poner de manifiesto los principales factores generadores de las desigualdades sociales incluyendo un análisis de las desigualdades en salud de las mujeres, la vulnerabilidad y el riesgo de exclusión. PAlAbrAs clAveDesigualdades en salud; Determinantes sociales de la salud; Exclusión social; Promoción de la salud; Salud.

AbstrActThe health concept has undergone a process of constant revision. From the mid-twentieth century it has taken place a shift from the search for the causes of the disease focused on the individual to the emergence of health social determinants that are the main modulators of the health and disease processes. Today we know that health and quality of life are a social result directly related to the conditions of people´s life and way of life. In this sense it has been made significant efforts to understand how they interact with the social determinants and how health outcomes occur. We analyzed the contributions that have succeeded in highlighting the main factors of social inequalities including an analysis of inequalities in women’s health, vulnerability and risk of exclusion.KeywordsHealth; Health promotion; Inequality of Health; Social determinants; Social exclusion.

revistA internAcionAl de socioloGíA (ris)Procesos de exclusión social en un contexto de incertidumbre

Vol. 72, extra 1, 71-91, junio 2014ISSN: 0034-9712; eISSN: 1988-429X

DOI:10.3989/ris.2013.02.16

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introducción

La salud es un concepto difícil de definir, a la vez representa un prerrequisito indispen-sable para satisfacer cualquier tipo de aspiración sobre el bienestar y la felicidad. Ahí reside la importancia de comprender y acotar este concepto, situado en uno de los focos de interés de cualquier sociedad, de cualquier lugar y de cualquier tiempo. Actualmente la salud y la calidad de vida ocupan un lugar central en nuestra sociedad, podemos decir que la sociedad del siglo XXI se encuentra “salutizada” dado que la salud es un derecho, un valor, una aspiración, un recurso, una necesidad y una demanda social que está en el centro de las decisiones en la práctica totalidad de ámbitos públicos y privados. Este trabajo propone una reflexión acerca del proceso de evolución del concepto salud a lo largo del siglo XX hasta la actualidad, proceso caracterizado por el conocimiento cientí-fico acerca de los determinantes sociales de la salud, que implica un desplazamiento del foco de atención desde lo personal a lo comunitario y social, donde residen los auténti-cos determinantes de las desigualdades en salud y la exclusión.

unA revisión del concePto de sAlud, desde lo biolóGico A lo socio-Político

Para responder a cuestiones como cuáles son los factores que influyen sobre la salud y la calidad de vida de las personas y las sociedades, cómo se explica la variabilidad social respecto de la salud o de la esperanza de vida de las personas dentro de un país, entre países o dentro de una ciudad, o cómo superar la brecha de desigualdad entre unos grupos sociales y otros, debemos disponer de marcos de análisis y reflexión que han ido construyéndose sobre el conocimiento sucesivo de las revisiones sobre el concepto de salud y sus determinantes desarrolladas a lo largo del siglo XX hasta la actualidad.

La idea del origen natural de los fenómenos de salud y enfermedad ya estaba pre-sente en el mundo griego; Higia simbolizaba la creencia de que los hombres podían mantenerse sanos si vivían de acuerdo con la razón y el culto de la virtud; el ideal de mens sana in corpore sano de Hipócrates (460 a.c.) consigue explicar la enfermedad a partir de la influencia de factores naturales (Dubos 1987). Sin embargo este conoci-miento permaneció olvidado durante gran parte de la Edad Media.

Durante la Revolución Industrial se empieza a abandonar la explicación mágica de las enfermedades, comenzándose a evidenciar asociaciones entre la situación de salud de la población y determinadas condiciones de vida. Los cambios socio-demográficos que acompañaron a la Revolución Industrial trajeron graves consecuencias para la salud de la población: cólera, tifus, tuberculosis, desnutrición infantil, alcoholismo, abandono de niños, y todo ello como resultado del éxodo del campo a la ciudad y los graves pro-blemas de hacinamiento, empobrecimiento y marginación a las que llevaban las malas condiciones de trabajo y de vida.

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Hasta mediados del siglo XX la idea de salud se había caracterizado por su concep-ción puramente física-biologicista y por ser definida a partir de la enfermedad; es decir la salud era la ausencia de la enfermedad y la atención sobre el binomio salud-enfermedad estaba centrada en explicar las causas de la enfermedad. Para ello se formularon suce-sivas teorías, desde la influencia demoníaca o divina, a la humoral, la participación de los miasmas y a la microbiana que finalmente solucionó de una forma definitiva el origen de las principales causas de muerte hasta ese momento: las enfermedades infecciosas (Piédrola Gil 2001).

Ya en el siglo XX las visiones sobre la salud han ido redefiniéndose a la luz de la razón, la reflexión y el debate científico. La Tabla 1 representa las principales concepcio-nes respecto del concepto de salud a lo largo del siglo XX.

Tras la Segunda Guerra Mundial, un conjunto de factores sociales como el avance científico-tecnológico: el conocimiento de la historia natural de las enfermedades y de la forma de prevenirlas, el cambio en el patrón epidemiológico, la influencia de los medios de comunicación, la difusión del conocimiento científico y el fenómeno de la internacionalización de los fenómenos de salud y enfermedad, pusieron de manifiesto la relación entre salud y los determinantes que la influyen. Todas estas causas provocaron que el concepto de salud evolucionara hacia un enfoque positivo, dinámico, multicausal y social. En 1946 la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como “El estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afec-ciones o enfermedades”; los aspectos innovadores de esta definición hicieron que mar-cara un hito en su momento con repercusiones importantes que han llegado hasta hoy, en especial el enfoque positivo de la salud. Nos parece importante resaltar que la salud es, por primera vez un derecho humano universal, estando presente en el artículo 25 de

Tabla 1. Evolución del concepto salud

Concepciones en torno a la salud durante el siglo XXI. Concepción tradicional. La salud es la ausencia de enfermedades e invalideces, es la vida en

el silencio del cuerpo. II. Salud biestestar. El estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la

ausencia de enfermedades. III. Salud adaptación, equilibrio, capacidad de funcionar. La salud es el estado de adaptación al

medio y la capacidad de funcionar en las mejores condiciones en dicho medio.IV. Salud como forma de vida. La salud es una forma de vivir que es satisfactoria, autónoma,

solidaria y feliz.V. Salud positiva, potencial personal y factor de desarrollo humano. La salud es la capacidad

de desarrollar el propio potencial personal y responder de forma positiva a los problemas del ambiente.

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la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Para la OMS el disfrute del más alto nivel posible de salud es un derecho humano fundamental, y debe estar al alcance de todos “sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social” (Martínez de Pisón 2006).

Solucionar el problema de las enfermedades ha sido la gran preocupación de la humanidad, lo que ha marcado un sesgo en el estudio y reflexión acerca de los fenó-menos salud-enfermedad. Desde hace algunas décadas la salud tiene entidad en sí misma, no sólo se trata de evitar la enfermedad y el sufrimiento sino favorecer la salud y la calidad de vida. La salud como explica Caba (1990), “No es lo opuesto a la enfer-medad. El concepto de salud es inseparable de la paz y de la amenaza de guerra, de la eliminación de la pobreza y de la marginación, de la conservación del medio ambiente, de la reducción del desempleo. La salud y la enfermedad no deben concebirse como conceptos estrictamente biológicos e individuales y se deben formular como procesos condicionados por determinadas circunstancias sociales y económicas”. En los años siguientes a la formulación clásica de la OMS mencionada antes no faltaron críticas y propuestas revisionistas a la misma, entre ellas la de Milton Terris, quien dice que la salud tiene dos aspectos: “uno subjetivo que se refiere a —sentirse bien— y el otro obje-tivo que implica —la capacidad para la función—”; también Salleras habla de “el logro del más alto nivel de bienestar físico, mental y social y de capacidad de funcionamiento que permitan los factores sociales en los que viven inmersos el individuo y la colectividad” (Salleras 1986).

De esta manera, las sucesivas reflexiones han ido conectando el proceso salud—enfermedad desde lo personal a lo social y comunitario, conexión establecida desde siglos anteriores en el movimiento de medicina social liderado por personas como J.P. Frank o Sigerist (Sigerist 1998). Hernán San Martín (1995) es un destacado salubrista que destaca el carácter social y multifactorial de la salud, por ejemplo afirma que “nos ha costado siglos darnos cuenta de nuestro bienestar biológico, social y mental; que la salud y la enfermedad, no son meros accidentes en nuestra vida, ni tampoco premio o castigo que nos caen del cielo, sino que corresponden a situaciones ecológicas, econó-micas y sociales bien precisas que nosotros mismos, a través de nuestra historia, hemos provocado”. De esta manera la salud es entendida como un proceso de adaptación; a partir del cual, salud y enfermedad son fenómenos relacionados con acontecimientos biológicos, la trayectoria personal, el entorno físico, social y cultural de las personas, en una relación que envuelve la vida de las personas. Last, en su diccionario de Epidemio-logía la define como “equilibrio dinámico en el que la capacidad de un individuo o de un grupo para enfrentarse a todas las circunstancias de la vida se encuentran en un nivel óptimo” (Colomer Revuelta 2000).

Por todo ello, la salud puede ser entendida como una forma de vida y una opción personal o una oportunidad de vida plena y gozosa según la visión aportada por Katherine Mansfield (Germán 2000). En 1976 el X Congreso de Médicos y Biólogos de Cultura Catalana, describía la salud como “Una manera de vivir autónoma, solidaria y gozosa”; otros como Iván Illich afirman que “salud es, después de todo, una palabra

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cotidiana que se usa para designar la intensidad con que los individuos hacen frente a sus estados internos y sus condiciones ambientales”, incluyendo la noción del equili-brio de las fuerzas vitales, de armonía, de autonomía y responsabilidad en el proceso de adaptación al medio ambiente (Ílich 1978). La propia OMS reformula en los años 90 su idea de salud para expresar que la salud es un concepto positivo entendido como un potencial o capacidad de realización personal que incluye aspectos espiri-tuales (OMS 1998).

En esta traslación, desde el foco de interés centrado en la enfermedad y lo biológico a lo social, hay que citar a un hito en la historia de la Salud Pública, el llamado Informe Lalonde, cuyos resultados ponen de manifiesto el enfoque multicausal del proceso salud-enfermedad a través de la interrelación compleja de cuatro grandes determinan-tes: la biología humana, el medio ambiente, los estilos de vida y el sistema de atención sanitaria. Este trabajo permitió poner de manifiesto tres hechos relevantes, por un lado el peso o grado de contribución potencial a la mortalidad de la sociedad de aquel tiempo de cada factor determinante —los estilos de vida (43%), la biología humana (27%), el medio ambiente (19%) y el sistema sanitario (11%)—. En segundo lugar, la información aportada indicaba que era epidemiológicamente obvio que las principales causas de enfermedad, muerte y discapacidad eran evitables y que las decisiones y hábitos perso-nales generan riesgos comportamentales aprendidos, y por lo tanto, evitables e interve-nibles desde el punto de vista preventivo y educativo. En tercer lugar permitió poner de manifiesto el desfase en la asignación de los recursos dedicados a la salud y la impor-tancia relativa de cada determinante; en este punto la asistencia sanitaria es la recep-tora de la mayoría de los recursos en detrimento de la promoción de la salud (Salleras 1986). A través de la propuesta de Lalonde, hoy sabemos que el estado de salud de una población está determinado por una serie de elementos (determinantes) que actúan de manera interactiva. Estos factores pueden clasificarse en: a) organización general de un país, política, sociedad, servicios, equidad, justicia, paz, familia, protección social, etc.; b) determinantes demográficos, edad media, distribución de los grupos de edad; c) determinantes biológicos, genéticos; d) determinantes medio ambientales, agua y su calidad, aire, entorno químico y tóxico, energético; e) prosperidad, renta, reparto de la riqueza; f) cohesión social, categorías sociales, desigualdades sociales, relaciones fami-liares y sociales, etc.; g) sistema educativo, acceso, características; h) valores, nivel de formación y de información, acceso; i) sistema de atención sanitaria, cobertura, calidad, alcance de los mismos, efectos sobre la población, etc.

Durante la década de los años 70 y hasta la actualidad, se han ido acumulando infor-mación y evidencia en relación a la variabilidad de los fenómenos de salud y enfermedad en la sociedad, investigaciones que han aportado nuevas evidencias acerca de la impor-tancia de los determinantes sociales de la enfermedad. McKeown en 1979, por ejemplo, puso de manifiesto que el descenso de la tasa de mortalidad debida a las principales enfermedades infecciosas en los últimos dos siglos tuvo lugar antes de desarrollarse las medidas terapéuticas derivadas del descubrimiento de la quimioterapia y la vacunación, es decir, este descenso era debido a causas sociales. Por todo ello, uno de los núcleos

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de interés de las últimas décadas en el ámbito de la Salud Pública se ha polarizado alrededor de los determinantes sociales.

La evidencia de los determinantes sociales de la salud impulsaron durante las últi-mas décadas del siglo XX el movimiento de Promoción de Salud a través de propuestas internacionales impulsadas desde la OMS entre ellas la Conferencia de Ottawa y la redacción de la Carta de Ottawa de Promoción de Salud en 1986 que merece des-tacarse por ser una auténtica partida de nacimiento del movimiento de Promoción de Salud (Frías 2000).

La Estrategia de Salud para Todos en el año 2000 formulada por la OMS en el año 1979 o el programa Salud 21 (Ministerio de Sanidad y Consumo 1999) se han estable-cido en torno a los principios de Promoción de Salud anteriormente expuestos siendo sus ejes vertebrales la salud como derecho fundamental de todos los seres humanos, la equidad en materia de salud y la solidaridad de acción entre todos los países, dentro de ellos y entre sus habitantes (Restrepo 2002).

De forma resumida, se han establecido dos modelos a la hora de intervenir en la mejora de la salud colectiva, bien desde un modelo del déficit (centrado en la enferme-dad y en los factores de riesgo) o bien desde un modelo promotor de salud que pone atención en el empoderamiento y la intervención en los entornos vitales de las personas, favoreciendo el control de los individuos y grupos sobre las variables que condicionan su salud. La focalización hacia los factores de riesgo y la enfermedad cuenta con una dila-tada trayectoria histórica que ha llegado hasta nuestros días (modelo del déficit), y tiene una consecuencia relevante si consideramos que no incide en los aspectos promotores de la salud (Morgan y Ziglio 2007). Tanto es así que casi toda la evidencia científica que se ha generado en Promoción de Salud lo ha sido desde el modelo del déficit (Alvarez-Dardet 2011). El modelo del déficit conlleva la minimización del empoderamiento de las poblaciones a las que van dirigidos los esfuerzos en salud de tipo profesionales. Así, los recursos y servicios profesionales, tanto sanitarios como sociales, se siguen enfocando hacia el modelo del déficit. Pero este modelo del déficit está lentamente empezando a girar hacia el otro modelo, es decir, pasando del énfasis en los factores de riesgo y la enfermedad a considerar las ventajas de trabajar con los activos en salud en la sociedad actual (Hernán 2009).

El siglo XXI es un escenario social dominado por los cambios continuados y acele-rados en la situación socio-política a escala mundial enmarcados en el fenómeno de la globalización. Los cambios medioambientales y la industrialización son considerados como una nueva amenaza que enmarca la denominada sociedad bautizada por Ulrich Beck como Sociedad del Riesgo (Beck, 1998). Los riesgos son visibilizados mediante la identificación de factores que amenazan la salud humana: carga tóxica, residuos radio-activos, ruidos o emisión de gases invernadero a la atmósfera —entre otros muchos factores— que plantean un entorno físico amenazado y directamente relacionado con importantes problemas de morbi-mortalidad (Unión Europea 2003). Junto a ello coe-xisten bolsas de pobreza y desigualdad en los países, y marcados desequilibrios en el reparto de la riqueza entre países. La salud humana está también amenazada en las

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dimensiones psicológicas y social, debido a los ritmos de vida: estrés, relaciones huma-nas, desarraigo, exclusión social, etc. El escenario social está presidido por los cambios demográficos, totalmente necesarios para explicar los patrones de morbilidad, mortali-dad, y discapacidad con una notable presencia del fenómeno del envejecimiento. Los cambios demográficos explican en parte la creciente carga de enfermedades crónicas y discapacidad además del volumen progresivamente necesario de recursos dirigidos a atención sanitaria y social. Forma parte destacada de este escenario los cambios sustantivos en la familia, la nuclearización de la misma o la aparición de nuevas formas familiares.

Actualmente asistimos a momentos de crisis y tensiones financieras que desmontan el Estado del Bienestar, la precarización del trabajo y relaciones laborales, con preocu-pantes tasas de paro que afectan especialmente a la población más joven a la vez que el riesgo de exclusión se extiende a todas las etapas de la vida y a todos los grupos sociales. Todo este escenario queda envuelto por los cambios derivados de la revolución científico-tecnológica y la era de la información digital.

lA búsquedA de los determinAntes sociAles de lA sAlud y lAs cAusAs de lAs desiGuAldAdes

El concepto de desigualdad en salud alude al impacto que tienen, sobre la distribu-ción de la salud y la enfermedad en la población, los determinantes sociales como la riqueza, la educación, la ocupación, el grupo racial o étnico, la residencia urbana o rural y las condiciones de habitabilidad o equipamientos del lugar en el que se vive o tra-baja. La OMS define el concepto desigualdad como las diferencias en materia de salud que son innecesarias, evitables e injustas; por lo tanto es un concepto que incluye una dimensión moral y ética. El fenómeno de las desigualdades en salud está caracterizado según Daponte por su carácter injusto y evitable, además de su ubicuidad, consistencia, su enorme magnitud, su carácter gradual, su tendencia creciente, su persistencia, su carácter histórico y su carácter adaptativo (lo que indica que los grupos sociales mejor posicionados socialmente son los más beneficiados de las acciones sanitarias y sociales dirigidas a mejorar la salud) (Daponte 2009). El concepto es el de equidad en salud y hace referencia a la disminución o ausencia de estas diferencias. Amartya Sen, Premio Nobel de Economía y miembro de la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud creada por la OMS en 2006 afirma sobre la equidad que no concierne únicamente a salud, vista aisladamente, sino que debe abordarse desde el ámbito más amplio de la imparcialidad y la justicia de los acuerdos sociales, incluida la distribución económica; prestando la debida atención al papel de la salud en la vida y la libertad humanas. La equidad en salud va más allá, por todo ello, de la distribución de la salud y de la asis-tencia sanitaria o de los recursos (Sen 2002). El “Black Report” (Department of Health 1980) británico es considerado el primer informe sobre la desigualdad del siglo XX, y ya

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en 1980 puso clara la evidencia sobre el riesgo diferencial de muerte según clase social, además del estado de desigualdad de Inglaterra respecto a otros países del entorno. El primer informe similar español data de 1996, el denominado Informe de las Desigualda-des Sociales en España (Navarro et al.1996).

Es importante reconocer la dificultad de la tarea de comprender la compleja maraña de causas y efectos en los determinantes de la salud, ya que interactúan entre sí de manera compleja y los resultados en términos de salud son una acción combinada de los mismos. Por ello, explicar las relaciones entre los determinantes es un objetivo fundamental para el apoyo de estrategias de intervención adecuadas y basadas en el conocimiento disponible. En este sentido se han desarrollado varias teorizaciones y pro-puestas de modelos explicativos acerca de la relación entre desigualdades sociales y salud (Daponte 2009): teoría de los factores psicosociales, selección natural o social, el materialismo y la perspectiva del ciclo vital, etc. Dahlgren y Whitehead (2006) proponen un modelo sobre los determinantes sociales de la salud ampliamente utilizado por la OMS denominado Modelo Socioeconómico de Salud representado en la Figura 1.

Figura 1. Modelo socioeconómico de Salud de Dalgren y Whitehead. Tomado de Whitehead

M, Dahlgren G. 2006. Concepts and principles for tackling social inequities in health, Levelling up (I). Copenhagen: World Health Organization.

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Este modelo trata de representar la interacción de los determinantes sociales. En el centro se encuentra el individuo y los factores constitucionales que afectan a su salud de carácter no modificable. A su alrededor se encuentran en forma de capa los deter-minantes posibles de modificar, comenzando por los estilos de vida individuales, que son influenciados por la comunidad y las redes sociales. Los determinantes importantes tienen que ver con las condiciones de vida y trabajo, alimentos y acceso a servicios básicos, además de las condiciones socioeconómicas, culturales y ambientales, repre-sentadas en la capa más externa.

En la obra de Evans, Frank y Hertzman, que tiene el sugestivo título de ¿Por qué una gente está sana y otra no? (Evans, Barrer y Marmot 1996), se analiza el papel de los grupos sociales y de la segmentación social sobre el desarrollo de los procesos de salud y enfermedad. El grupo y la categorización social (estatus social, ingresos econó-micos, nivel educativo, ocupación, lugar de residencia) correlacionan con los indicado-res clásicos de salud (esperanza de vida, capacidad funcional, accidentes, morbilidad y mortalidad), fenómeno que se conoce como gradiente social. Heterogeneidad social es el concepto utilizado por Evans (1996) para referirse a las diferencias en salud entre los grupos sociales cuyas causas pueden estar asociadas a las características de los propios grupos; tales diferencias suelen recibir el nombre de desigualdades en salud haciendo referencia a su carácter evitable. Una vez establecida la desigualdad y su relación con la heterogeneidad social queda pendiente aclarar el problema de los mecanismos cau-sales. En este sentido Evans et al. (1996) representan el modelo de la heterogeneidad en forma de cubo tridimensional donde el eje x representa la etapa del ciclo vital (peri-natal, accidental, enfermedad crónica y senectud); el eje y representa variables grupales (estatus socioeconómico, etnicidad, geográficas, género y grupos con problemas espe-cíficos) y el eje z representa las denominadas fuentes de heterogeneidad (causalidad inversa, la susceptibilidad diferencial, la relación entre estilos de vida y salud, el entorno físico, la exposición diferencial, el entorno social y el acceso y la respuesta diferencial de los servicios de salud). En la línea de Evans y colaboradores, Acheson (Gordon 1998) afirma que las desigualdades en salud son la expresión de exposición y vulnerabilidad diferencial que surgen a partir de diferencias en las posiciones socioeconómicas de los individuos, desde la etapa gestacional y durante el curso de la vida, generando interac-ciones socio —psico— biológicas que además son acumuladas en el tiempo.

Otras propuestas posteriores (Diderischen y Haquist 1998) han intentado establecer los mecanismos por los cuales se establece la compleja relación entre variables psicoso-ciales. La Organización Mundial de la Salud creó la Comisión de Determinantes en Salud con el objetivo de establecer las líneas de actuación contra las desigualdades en salud. De esta manera se desarrolló un marco para el desarrollo de propuestas de intervención contra la desigualdad (Sen 2007) a partir de dos premisas interrelacionada, la primera es que, si efectivamente los principales determinantes de la salud son sociales, aquí deben de estar las soluciones, en el medio social. La segunda premisa es el carácter práctico y aplicado del conocimiento disponible, que tiene que servir para convencer a responsa-bles políticos y sociales de la importancia y relaciones entre salud y políticas públicas.

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El modelo de Solar e Irvin (2007) estructura los factores intervinientes en el proceso de la desigualdad en tres categorías: 1) El contexto socioeconómico y político: la estruc-tura social, la distribución de poder y recursos (gobierno, políticas sociales, derechos, mercado laboral, valores sociales) 2) La estructura social que incluye los distintos ejes de desigualdad que determinan las jerarquías de poder en la sociedad, la clase social, el sexo, la edad, la etnia y el territorio. 3) Los determinantes intermedios: la estructura social determina las desigualdades en los recursos materiales que a su vez influyen en procesos psicosociales y conductas, directamente relacionadas con consecuencias en salud. De esta manera, el modelo explica que la estratificación de los grupos sociales (ingresos, educación, ocupación, género y otros factores) conlleva la creación de inequi-dades sociales en condiciones de vida y de trabajo. Los mecanismos de estratificación socioeconómica son los denominados determinantes estructurales de inequidades en salud. Son estos mecanismos los que configuran mejores o peores oportunidades para la salud, según diferencias en vulnerabilidades, exposiciones a agentes y acceso a ser-vicios básicos. Es decir, la influencia de la posición socioeconómica del individuo sobre su salud no es directa, sino producto del actuar de factores intermediarios: condiciones materiales, tales como la calidad de vivienda, las circunstancias psicosociales, inclu-yendo el estrés y los comportamientos como el hábito de fumar o de alimentarse mal. Este modelo incorpora al sistema de salud como un determinante social más; porque, por una parte, el deterioro o mejora del estado de salud tienen un efecto de retroalimen-tación respecto a la posición socioeconómica, y por otra, el sector salud tiene un rol importante en promover y coordinar políticas de acción sobre determinantes sociales. A estos modelos hay que añadir otros modelos explicativos de las desigualdades en salud, algunos centrados en factores como el género.

desiGuAldAdes de Género en sAlud. lA sAlud de lAs mujeres

En los últimos años se han producido cambios importantes en el paradigma predomi-nante en las Ciencias de la Salud que han tenido una influencia decisiva en la incorpora-ción del enfoque de género en el ámbito de la salud que pone de manifiesto la brecha y desigualdad existente entre hombres y mujeres. En este sentido hay que destacar que los determinantes más importantes que afectan a la salud de las mujeres son precisamente determinantes psicosociales y socioeconómicos. Las desigualdades de género están presentes en todas las sociedades; no hay ningún país en el que las mujeres no sufran algún tipo de discriminación, si bien varía en la forma de manifestarse dichas desigualdades. Tradicionalmente a las mujeres se les ha considerado el “sexo débil” aludiendo con este apelativo a una mayor vulnerabilidad biológica que posteriormente ha sido rebatida con datos estadísticos. En este sentido hay que destacar cómo, por ejemplo, las mujeres tienen una mayor esperanza de vida y, a pesar de que nacen más niños que niñas, éstas sobreviven más que los niños. Esto se traduce en que en la mayor parte de las zonas geográficas del mundo hay 106 mujeres por cada 100 hom-

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bres. Sin embargo se da la paradoja de que aunque las mujeres viven más, su estado de salud es peor y presentan una mayor morbilidad que los hombres (Sánchez 2003); en general las mujeres presentan una prevalencia más alta de enfermedades crónicas y tienen una percepción más negativa de su nivel de salud (Borrel 2004).

A pesar de los importantes avances conseguidos, las mujeres no disfrutan de una igualdad real que les permita tener las mismas oportunidades que los hombres en todos los ámbitos de la vida. Tal y como señala el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) el nivel de salud es un exponente de las desigualdad entre hombres y mujeres de la misma manera que lo es del nivel de desarrollo de un país. Así mismo señala que las desigualdades de género es uno de los obstáculos más importantes para que las mujeres puedan disfrutar en las mismas condiciones que los hombres del derecho a la salud (PNUD 1998). Son los determinantes sociales los que explican las diferencias en la forma de enfermar y morir que existen entre hombres y mujeres, dife-rencias que a su vez se han utilizado como excusa para justificar la discriminación de las mujeres.

Este enfoque entronca con muchos de los trabajos realizados por Navarro et al. (2007) que defiende que el nivel de salud de la población mejorará en la misma medida en que lo hagan las desigualdades sociales. El análisis de género en salud permite identificar de qué manera los roles sociales, que son atribuidos a hombres y mujeres, y el papel que éstas desempeñan en la sociedad influyen en los procesos de salud y enfermedad de las mujeres. Roles construidos culturalmente, y atribuidos de manera diferenciada a ambos sexos, que sustentan las relaciones de poder en los sistemas patriarcales. Las diferencias y desigualdades sociales se ponen de manifiesto en las diferentes actividades que realizan hombres y mujeres, que son valoradas de manera desigual y que tienen su expresión en el desigual acceso y control de los recursos; en la capacidad para tomar decisiones que les afectan a ellas mismas, a la familia y a la comunidad (San Miguel 2008).

La teoría feminista ha aportado además un marco de análisis que ha permitido visibilizar los determinantes que afectan a la salud de las mujeres y que habían sido ignorados por las teorías predominantes. Como señala Velasco desde la epistemología feminista, “se contempla la salud-enfermedad como un proceso biológico, pero también como expresión de los conflictos por la posición social debida a ser mujer u hombre, los roles de cada sexo y la identidad sexual” y han elaborado “métodos que posibilitan romper las relaciones de subordinación y restablecer la actividad, autonomía (empode-ramiento) y socialización” (Velasco 2009).

Las diferentes teorías feministas han realizado contribuciones a los diferentes con-ceptos de salud que han ido sucediéndose en el tiempo. Una de las principales ha sido la aparición en los años 60 de los Estudios de las Mujeres en la universidad como líneas de estudios e investigación. Posteriormente en los años 80 el género como categoría de análisis es utilizado para poner de manifiesto la influencia de los factores sociales en la salud de los hombres y mujeres. No son sólo las diferencias biológicas lo que explica las desigualdades en la salud de ambos sexos sino que son los factores sociales, culturales,

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políticos, económicos y laborales los que tienen una influencia decisiva en la diferente forma de percibir la salud, de enfermar y de morir de hombres y mujeres (Velasco 2009).Las principales aportaciones feministas en torno a los conceptos de salud y enfermedad han influido en los diferentes modelos de atención sanitaria que han tenido vigencia en diferentes momentos históricos. En este sentido, Velasco señala tres principales líneas que abordan la incorporación del enfoque de género en la salud: salud de las mujeres, desigualdades de género en salud y análisis de género como determinante de salud. Cada una de estas líneas está relacionada con determinadas teorías de salud y con dife-rentes corrientes feministas. El concepto de salud del que parten influye en los objetivos, los principales temas abordados y en la propuesta que realizan del modelo de atención a la salud de las mujeres.

La primera línea de salud de las mujeres, que se inició en los años 70, hace hin-capié en la superación de las desventajas biológicas que suponen algunas funciones reproductivas de las mujeres. Temas como la anticoncepción, el aborto, la materni-dad, el embarazo, el parto son recurrentes en este movimiento. La consecución de la liberación y emancipación de las mujeres y la liberación sexual son algunos de los objetivos más conocidos y emblemáticos reivindicados por los movimientos femi-nistas de mediados del siglo pasado. La línea de desigualdades de género en salud se centra en la influencia del contexto social en la salud de las mujeres comparando los diferentes problemas de salud de hombres y mujeres. Se empieza a incorporar el concepto de género en contraposición al sexo, siendo uno de sus principales resul-tados el inicio de la desagregación de los datos por sexo. Se parte de la premisa de que son las desigualdades sociales y económicas las que explicarían las diferencias en la morbimortalidad diferencial que presentan hombres y mujeres. En este sentido sitúan los factores socioeconómicos en el eje principal, y los múltiples roles que des-empeñan las mujeres, en el centro del debate. Otro aspecto importante que se aborda son los sesgos de género en la atención sanitaria, desde el planteamiento de que la salud de las mujeres y los hombres son similares —cuando no es así—, o desde el establecimiento de diferencias —que son inexistentes— ,y que se acompañan de un trato discriminatorio y un diferente esfuerzo terapéutico en la atención que reciben las mujeres en los servicios sanitarios, discriminación que se extiende también a la investigación en salud (Ruíz 2001) (Ruíz et al. 2004). Este sesgo tiene un exponente grave en la medicalización de algunos de los procesos fisiológicos de las mujeres, como por ejemplo el parto y la menopausia. El análisis de determinantes de género en salud incorpora como eje central el género como categoría de análisis en el pro-ceso de salud y enfermedad de hombres y mujeres, destacando la influencia de los factores psicosociales de género en este proceso. Como indica Velasco (2009:135) “no hay género femenino o masculino, sino modelos de género: tradicional, de tran-sición, contemporáneo, igualitario y otros posibles (…)”. Cada uno de estos modelos se acompaña de una serie de representaciones e ideales sociales sobre los roles de hombres y mujeres en la sociedad que configuran la identidad masculina y femenina y que son interiorizados por hombres y mujeres.

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Además de estos determinantes psicosociales hay que destacar la incidencia que los determinantes socioeconómicos y productivos tienen en la salud de las mujeres. El Informe Salud y Género (Ministerio de Sanidad y Consumo 2006), dedicado a las edades centrales de la vida de las mujeres, recoge cuál es la situación en este sentido. Los factores explicativos del impacto diferencial de la salud de las mujeres están relacio-nados con la doble y a veces la triple jornada de trabajo que soportan las mujeres como consecuencia de su incorporación al mercado de trabajo, la asunción del rol reproductor —que sigue desempeñando casi en exclusividad—, y en el que se incluyen los cuidados familiares (García Calvente 2004). Las medidas de conciliación y corresponsabilidad de la vida laboral y familiar —de las que sólo han hecho uso casi en exclusividad las muje-res—, no han tenido una gran repercusión y en ocasiones han sido negativas para la salud de las mismas, además de que han afectado de manera negativa a su vida laboral (Artázcoz et al. 2001, 2004).

Por otra parte, los fenómenos relacionados con la exclusión social, que tienen un impacto directo sobre los niveles de salud de la población, afectan en mayor medida a las mujeres que a los hombres, tanto en los países ricos como en los países pobres. Estos mayores niveles de pobreza y exclusión social suponen también una limitación en el acceso a los servicios de salud, dándose la paradoja de que quienes más necesitan los servicios de salud son los que menos acceso tienen a los mismos. Tal y como señala Gómez (Gómez 2002:455), “la equidad de género en el ámbito de la salud debe enten-derse, entonces, como la eliminación de aquellas disparidades innecesarias, evitables e injustas entre mujeres y hombres que se asocian con desventajas sistemáticas en el contexto socioeconómico”. Entendiendo además que la equidad incluye que hombres y mujeres tengan similares niveles de salud y bienestar; que tengan un acceso equitativo a los recursos sanitarios; y que hombres y mujeres tengan las mismas capacidades para participar en la toma de decisiones y una similar distribución de responsabilidades y de trabajo o, como lo denomina Gómez, “la participación para la producción de la salud”.

En definitiva la salud de las mujeres además de un componente biológico está condicionada por determinantes psicosociales, y por determinantes socioeconómicos y productivos, siendo además el género un determinante transversal de otros deter-minantes como son la edad, clase social y etnia que pueden introducir más factores de desigualdad e inequidad que agravan la situación de las mujeres (Esteban 2001) (Borrell et al. 2004).

Hechos probados y evidencia en materia de desigualdades en salud

Respecto de la cuestión de la medición del fenómeno desigualdad en salud, la literatura presenta varios enfoques: los gradientes de desventaja de la salud y las brechas de salud son las más comunes. El enfoque de salud pública de brechas o diferencias en salud se centra en las diferencias entre los más desfavorecidos y todos los demás y el enfoque del gradiente de salud se relaciona con las diferencias de salud entre todo el espectro de la población, que reconoce un patrón sistemático de desigualdad en salud.

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El más interesante a nuestro juicio es el método del gradiente ya que establece com-paraciones entre todos los grupos sociales y presta importancia a considerar un enfoque amplio sobre la sociedad y su diversidad en categorías socioeconómicas, este enfoque está ampliamente promovido por Marmot y su equipo de investigación del Colegio Uni-versitario de Londres y se denomina gradiente social (Wilkinson y Marmot 2003); desde esta perspectiva las inequidades afectan a la jerarquía social en su conjunto y por lo tanto, si las políticas sólo se refieren a aquellos grupos pertenecientes a la parte inferior de la jerarquía social, las desigualdades en salud seguirán existiendo, lo que también significa que los determinantes sociales siguen ejerciendo su influencia. La investigación puesta de manifiesto por Marmot (2005) pone de manifiesto diferencias notables en indicadores clásicos de salud y concentración del riesgo en los grupos más vulnerables; inmersos en situaciones de carencia material y/o social (desempleados de larga dura-ción, inmigrantes, discapacitados, desarraigados, personas sin hogar, pobres, etc.), El círculo vicioso de carencia, marginación, exclusión se asocia a otros efectos como la peor calidad de la vivienda, entornos peor equipados y deteriorados y peor accesibilidad a los servicios de salud.

El informe de la Comisión sobre los Determinantes de la Salud de la OMS denomi-nado “Los hechos probados” (Wilkinson y Marmot 2003) es, probablemente, el docu-mento más difundido sobre la desigualdad en salud a nivel mundial. En él se sintetiza el conocimiento disponible sobre la importancia de diferentes aspectos fundamentales generadores de desigualdad: la primera infancia, la carga de estrés, la pobreza y exclu-sión social, las condiciones laborales, el desempleo, la red de apoyo social, las drogas, la alimentación y la política de transporte. Esta es posiblemente la visión disponible más amplia de las causas de las desigualdades y exclusión, donde se pueden apreciar un conjunto de factores complejos, dinámicos e interrelacionados.

La exclusión social es un fenómeno social multidimensional que surge como con-secuencia de las transformaciones sociales que experimentan las sociedades post-industriales en el marco de la globalización económica (Tezanos 2001), cuyo origen está en los factores relacionados con las causas de la desigualdad anteriormente comenta-dos, entre otros, el aspecto cultural, el económico, el formativo, el sociosanitario, el de vivienda, el relacional y también el espacial. La exclusión social es definida por la Unión Europea (2004) como el resultado de procesos dinámicos y multidimensionales, induci-dos por relaciones de poder desiguales, que interactúan a través de cuatro dimensiones fundamentales (económica, política, social y cultural), y a diferentes niveles, incluyendo el individual, hogar, grupo, comunidad y a nivel mundial. El resultado es un continuo inclusión/exclusión caracterizado por un acceso desigual a los recursos, capacidades y derechos, que conduce, entre otros resultados a las desigualdades en salud antes comentadas. La exclusión social aleja a las personas de las oportunidades de empleo, ingresos, educación y formación, así como de las redes y actividades sociales y comu-nitarias que son claves para el mantenimiento de la salud y de la calidad de vida. Las personas socialmente excluidas apenas tienen acceso a los organismos de poder y de toma de decisiones, por lo que suelen sentirse sin poder e incapaces de tomar el control

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de las decisiones que afectan a su vida cotidiana. La importancia actual del concepto ha generado intentos de acotarlo; en este sentido Tezanos (2004) precisa que se trata de un fenómeno estructural y multidimensional que se lleva a cabo mediante procesos globales que conducen a que ciertos individuos y grupos se encuentren en situaciones que no permiten que las personas disfruten de sus derechos.

En las últimas décadas la sociedad ha experimentado rapidísimos procesos de cambio y transformación que han incidido también en nuevos y cambiantes procesos de desigualdad y exclusión hasta hacerlo un fenómeno donde realmente nadie puede estar a salvo. De esta manera cada persona puede ser “etiquetada” como poseedora de mayor o menor riesgo de exclusión, siendo este un fenómeno diseminado socialmente a partir de la extensión de la precarización. Lejos de la sociedad de décadas pasadas, predecible y sólida alrededor del matrimonio para toda la vida y el trabajo fijo, (donde el riesgo de exclusión estaba relacionado con la vejez y la viudedad), las dinámicas sociales han extendido el riesgo a otras edades como la infancia, la transición de la vida adulta o la vida laboral mediante el fenómeno de la precarización. La difusión del riesgo a lo largo del ciclo de la vida se encuentra además relacionado con las dinámicas familia-res y con la capacidad de conciliar las demandas de la esfera personal, familiar y laboral. En este sentido, la familia ha sufrido procesos de transformación notables (incorporación masiva de la mujer al mundo laboral, devaluación de la autoridad parental, la aparición de nuevas formas familiares, cambios en los roles familiares y un notable incremento de rupturas) también relacionados con este fenómeno.

En el Informe sobre la inclusión social en España (Mari-Kloze 2008) se analiza el fenómeno de la exclusión social sobre la perspectiva del ciclo vital humano. Se destaca que el riesgo de exclusión queda condicionado con nuevos procesos con límites difusos donde la precariedad es un concepto nuclear: condiciones de trabajo, salarios bajos, vida familiar, conciliación de la vida personal y familiar, etc. De esta manera se destaca la concentración del riesgo de pobreza en los dos extremos del ciclo de vida: infancia y vejez. Respecto de los mayores presentan los riesgos más elevados de pobreza mode-rada, si bien se puede reconocer la acción protectora del Estado sobre este grupo social. La nuclearización y distanciamiento de las familias y la tendencia de las generaciones mayores a mantener su independencia residencial contribuyen al debilitamiento de las redes familiares y generan situaciones emergentes de privación de vínculos afectivos y de apoyo que pueden afectar al bienestar de las personas mayores, especialmente cuando se encuentran inmersas en la dependencia funcional. Respecto de la población infantil aquí se concentra alto riesgo de pobreza alta y severa, un riesgo muy relacionado con la composición del hogar (1 o 2 progenitores) y el acceso de los padres al trabajo. El informe citado advierte de que la vulnerabilidad a la exclusión de la población infantil puede ser especialmente lesiva, por cuanto los riesgos sufridos durante la infancia (fra-caso escolar, participación en actividades peligrosas, consumo de sustancias adictivas, embarazos prematuros no deseados, situaciones de maltrato o abuso, etc.) se sitúan en la raíz de dinámicas de exclusión que a menudo se arrastran a lo largo de etapas posteriores del ciclo vital (en forma de carencias formativas básicas, paro, trastornos

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psicológicos y de conducta, etc.). En la relación entre género y exclusión se destaca que ser mujer, mayor, y vivir sola aumenta de forma considerable el riesgo de pobreza. También se destaca el riesgo de fractura social derivado de las condiciones de vida de la población inmigrante respecto a la autóctona, con elevada concentración de pobreza más intensa, mayores dificultades económicas en sus hogares, mayores tasas de paro, peores condiciones laborales y mayor exposición de los hijos a la pobreza. Respecto de los jóvenes, su nivel de bienestar está relacionado con su dependencia familiar y económica del hogar familiar de origen. Se afirma en el informe que si se emanciparan siguiendo el modelo tradicional de una pareja con un solo sustentador, siete de cada diez jóvenes que siguen viviendo con sus padres serían pobres. En la actualidad el bienestar de los jóvenes está fuertemente intervenido por la familia, lo que lleva aparejado frustra-ción, baja nupcialidad, baja fecundidad, etc. Queda patente que el riesgo de exclusión se ha extendido a la población trabajadora, donde la precariedad en las condiciones de trabajo y bajos salarios afecta a jóvenes, mujeres e inmigrantes.

discAPAcidAd y exclusión

Las personas con discapacidad son identificadas como colectivo vulnerable a la exclu-sión social identificados por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales español, además de personas mayores, infancia y familias en situación o riesgo de exclusión, personas drogodependientes, enfermos de sida, población inmigrante, solicitantes de asilo, pobla-ción reclusa, colectivo gitano, mujeres en situación o riesgo de exclusión y personas sin hogar (Moriña Díez 2007).

En el Informe Mundial sobre la discapacidad (OMS 2011) se ponen de manifiesto los principales obstáculos para este grupo, como la ausencia o insuficiencia de normativa legal relacionada con el acceso a la educación, los servicios de apoyo y protección social, la existencia de creencias y prejuicios por lo que se impide el acceso al trabajo, la atención de salud o la participación social, la prestación insuficiente de servicios, siendo personas vulnerables a errores y deficiencias provenientes de los servicios de atención a la salud, rehabilitación, asistencia y apoyo. También se identifican problemas con la prestación de servicios, entre ellos la mala coordinación, los problemas de dotación, la ausencia de formación o competencia que afectan a las oportunidades de accesibilidad e idoneidad. Además se indican los problemas derivados de la financiación y la soste-nibilidad. La accesibilidad es un factor de primera magnitud según este informe, a los edificios, centros de trabajo, lugares públicos, al transporte y a la información. También se identifica la falta de participación en la toma de decisiones. Finalmente se destacan la ausencia de datos sobre la discapacidad y efectividad de los programas e interven-ciones.

El conocimiento acerca de la relación entre discapacidad y exclusión pone de mani-fiesto de forma consistente que los ingresos medios por familia son sustancialmente

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menores en una familia con una persona con discapacidad, existiendo relación entre gravedad de la discapacidad y el grado de pobreza y exclusión. Las mujeres con disca-pacidad viven frecuentemente en pobreza y en situaciones de exclusión social. También se ha descrito la relación entre la institucionalización de las personas con discapacidad como factor de exclusión social.

En el estudio del CERMI (2003) acerca de la discapacidad y exclusión social en la Unión Europea, se ofrecen datos sobre la importancia relativa de los principales efectos de la exclusión en las personas con discapacidad. Los resultados indican el siguiente orden de importancia: falta o acceso limitado al entorno social y desempleo (94%), falta o acceso limitado a los servicios (85,4%), estigmatización de las personas discapacitadas (83,3%), falta de formación adecuada (81,2%), falta de servicios especializados (80%), sistemas educativos inadecuados (77,1%), falta de políticas económicas para compen-sar el gasto extra de la discapacidad (75,7%), la estructura del sistema de subsidios (75%), vivir en instituciones (60%). Además, la situación también tiene un gran impacto sobre los padres (la mayor parte madres) de personas con discapacidad severa, que deben compensar esta falta en detrimento de su trabajo, ingresos y derechos de pen-sión, pero también de su propia participación en la comunidad y entorno social.

El futuro respecto de la cuestión de la atención al colectivo de personas con disca-pacidad —asumiendo la heterogeneidad en sus causas y condiciones— es complejo. Siendo realistas hemos de considerar que el desarrollo de la ley 39/2006 de Promo-ción de las Autonomía personal y Atención a las personas en situación de depen-dencia (BOE 2006) abrió expectativas en relación a sus efectos sobre el grupo de personas con discapacidad mediante acciones favorecedoras de la autodeterminación de las personas como forma de potenciación de la calidad de vida (Lachapelle 2005), sin embargo asistimos al progresivo desmantelamiento del Estado de Bienestar y al desarrollo de la ley, que considera el acceso a las prestaciones como un derecho subjetivo que además precisa el desarrollo de programas, servicios y prestaciones diferenciados. Considerando el desmantelamiento del Estado de Bienestar, la reduc-ción del gasto social y la inercia privatizadora de los servicios públicos los derechos sociales pueden ser derechos inmateriales debido a un escaso desarrollo de progra-mas y/o la financiación reducida.

considerAciones finAles

El estudio de la evolución del concepto de salud desde el concepto centrado en la enfer-medad al concepto multidimensional de la salud y su relación con los determinantes sociales ha hecho posible establecer un debate en relación a los factores explicativos de las desigualdades en salud incluyendo la identificación de los factores sociales que explican el origen de las desigualdades sociales o el gradiente social. El enfoque de género en la investigación sobre salud ha evidenciado la brecha existente entre la salud

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de hombres y mujeres, brecha sólo explicable en términos de diferencias de roles, acti-vidades, distribución de recursos, poder y toma de decisiones.

También hay evidencia del mayor riesgo de exclusión en las mujeres y en las perso-nas discapacitadas. La mujer está afectada en mayor medida que el hombre del riesgo de exclusión debido a su desequilibrada posición en la sociedad actual (producción, distribución y consumo de servicios), en el marco de la globalización económica, del debilitamiento de los derechos sociales y del efecto protector del Estado de Bienestar.

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Pedro A. PAlomino morAl es enfermero y psicopedagogo. Actualmente es Profesor Titular en el Departamento de Enfermería de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Jaén.

mAríA luisA GrAnde GAscón es enfermera y socióloga, Profesora Titular en el Departamento de Enfermería de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Jaén.

mAnuel linAres AbAd es enfermero y antropólogo, Profesor Titular en el Departamento de Enfer-mería de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Jaén.

recibido: 16/02/2013AcePtAdo: 11/02/2014

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RESPONSABILIDAD SOCIAL Y DISCAPACIDAD INTELECTUAL

RESPONSIBILITY AND INTELLECTUAL DISABILITY

DaviD Crowther [email protected] de investigación en Gobernanza Organizacional. España.De Montfort University. Reino Unido.

teresa Duarte-atoChe [email protected] de Sevilla. España.

resumenHay muchos aspectos de la responsabilidad social corporativa que llegan a manifestarse de diferentes formas en diferentes entornos, pero los derechos humanos son uno de los tres aspectos más importantes. Este trabajo comienza con una revisión de los derechos humanos y de su importancia en los entornos empresa-riales antes de considerar los matices de la discapacidad que son afectados por la Responsabilidad Social Corporativa. Este artículo centra su atención principalmente en la discapacidad intelectual que a menudo se trata como un tema invisible y se elimina del discurso y de cualquier consideración en la estrategia corpora-tiva. Argumentamos que los beneficios de incorporar una preocupación por la discapacidad intelectual en la planificación corporativa pesan más que las desventajas, no sólo en términos sociales y de capital humano sino también en términos financieros. Concluimos afirmando que la incorporación de este aspecto en la planificación corporativa es esencial para desarrollar cualquier negocio sostenible.

Palabras ClaveDiscapacidad; Discapacidad intelectual; Responsabilidad Social Corporativa; Sostenibilidad.

abstraCtThere are many aspects of corporate social responsibility which become manifest in different ways in different environments but human rights remains one of the 3 most important aspects. This paper commences with a review of this field and of the importance of human rights in the corporate environment before developing into a consideration of the aspects of disability which are affected by corporate social responsibility. Attention is focused primarily upon intellectual disability which is often treated as an invisible topic and eliminated from the discourse and from any consideration in corporate strategy. In this paper we explore this subject and argue that the benefits of incorporating a concern for intellectual disability into corporate planning outweigh the disadvantages, not just in human capital and social terms but also in financial terms. Furthermore we argue that incorporating this into corporate planning is essential in order to develop any sustainable business.

KeyworDsCorporate social responsibility; Disability; Intellectual disability; Sustainability.

revista internaCional De soCiología (ris)Procesos de exclusión social en un contexto de incertidumbre

Vol. 72, extra 1, 45-70, junio 2014ISSN: 0034-9712; eISSN: 1988-429X

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introDuCCión

Se ha producido un cambio considerable en la percepción de la responsabilidad social corporativa (RSC) en los últimos tiempos. Parece que ha llegado a ser generalmente aceptado, por las empresas y sus directivos, por los gobiernos y sus agencias, y por el público en general, que existe un beneficio considerable en involucrarse con la respon-sabilidad social corporativa. Por consiguiente, cada vez más, las organizaciones están desarrollando sus políticas de RSC que están siendo integradas en la actividad empre-sarial. A pesar de que muchas personas siguen siendo escépticas sobre la legitimidad de estas actividades empresariales, la evidencia continúa señalando que las empresas están en realidad involucrándose en tales actividades socialmente responsables1; con-cretamente porque reconocen los beneficios que les reporta. Por tanto, parece que la batalla está ganada y todo el mundo acepta la necesidad de la actividad de RSC —todo lo que queda por discutir es cómo exactamente involucrarse en tal actividad y la manera de informar sobre ella—. Incluso esto ha sido ampliamente tratado a través de vehículos como el Global Reporting Initiative (GRI) y la ISO26000.

Sin embargo, la necesidad de la responsabilidad social no es de ninguna manera uni-versalmente aceptada, pero la evidencia muestra que una serie de grandes empresas se están involucrando en el comportamiento ético y socialmente responsable con éxito -y este número sigue aumentando. Además no ha sido testado empíricamente que los ren-dimientos, en términos de rentabilidad, y la creación de valor, de las empresas que están involucradas en un comportamiento socialmente responsable, sean peores que los obte-nidos por otras empresas que no lo están. De hecho, la proliferación de evidencia (ver Crowther 2002 para analizar las evidencias detalladas) pone de manifiesto que el com-portamiento socialmente responsable conduce a un mayor rendimiento económico —al menos a largo plazo— y consecuentemente a un mayor bienestar y riqueza para todos los involucrados. Como corrobora el estudio realizado por Beurden y Gössling (2008), que testa la existencia de una relación positiva y significativa entre la actividad social empresarial y los beneficios empresariales. Su investigación la llevaron a cabo mediante un meta-análisis en el que estudiaron trabajos desde 1990. Esta técnica le permitió obte-ner como resultado que 23 (68%) estudios determinaron que la relación entre la activi-dad social empresarial y el beneficio empresarial es positiva (Carter, Kale y Grima, 2000; Ruf, Muralidhar, Brown, Janney y Paul, 2001; Dowell, 2002; Kumar, Lamb y Wokutch, 2002; Goll y Rasheed, 2004; Schnietz y Epstein, 2005; Barnett y Solomon, 2006; Luo y Bhattacharya, 2006; He, Tian y Chen, 2007; entre otros) mientras que 9 (26%) estudios

1 La inversión socialmente responsable ha pasado a ser un inversión clave para inversores instituciona-les, por ello numerosas empresas trabajan en políticas socialmente responsables con el propósito de entrar en los índices bursátiles elaborados con criterios de RSC, tales como: Domini 400 Social Index, FTSE 4 Good, Citizens Index, Dow Jones Sustainability Group Index, ASPI (ARESE Sustainable Performance Indi-ces), Calvert Social Index, Ethibel Sustainability, entre otros.

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revelaron que la relación no es significativa (McWilliams y Siegel, 2000; Moore, 2001; Seifert, Morris y Bartkus, 2003; Van de Velde, Vermeir y Corten, 2005; entre otros) , tan solo 2 (6%) estudios concluyeron que no existe tal relación (Boyle, Higgins y Rhee, 1997; Brammer, Brooks y Pavelin, 2006).

Todo esto significa que hay una amplia variedad de actividades clasificadas como responsables socialmente, que van desde el altruismo hasta la triple bottom-line: per-formance financiera, social y medioambiental, y que han sido adoptados diferentes enfoques en diferentes países, en diferentes sectores e incluso en empresas diferen-tes aunque similares. Y, la tendencia actual está cambiando desde una preocupación por la responsabilidad social corporativa hacia una preocupación por la sostenibilidad; y muchas actividades han sido reasignadas en consecuencia (Aras y Crowther 2009a).

Esta preocupación por la sostenibilidad es interpretada muy a menudo como una preocupación por cuestiones medioambientales: estas son, por supuesto, muy impor-tantes, pero sólo un aspecto de la sostenibilidad. Una segunda preocupación es nor-malmente económica o financiera, que también es importante. El aspecto social es frecuentemente descuidado y tratado como el menos importante de los tres pilares de la sostenibilidad. Este es el problema y el objetivo de este trabajo es examinar de nuevo este concepto de la sostenibilidad y lo haremos a favor de un nuevo y completamente diferente triple bottom-line que reconoce la importancia de las personas. Una vez anali-zado lo anterior, examinaremos la discapacidad intelectual y cuál es su lugar dentro de la responsabilidad social y la sostenibilidad. Para ello debemos comenzar con Brundtland y su legado.

el informe brundtland y DesPués...

En la actualidad, el término sostenibilidad es a la vez universal y un tema controvertido, ya que tiene significados diferentes para distintas personas. Sin embargo, existe una creciente sensibilización de que este es un tema de vital importancia y está siendo abor-dado por todas las organizaciones de una forma u otra (Comisiones Mundiales sobre el Medio Ambiente y Desarrollo (WCED) 1987; Schmidheiny 1992). El punto de partida debe ser establecido en el Informe Brundtland (WCED 1987), ya que hay una acepta-ción general de los contenidos de dicho Informe y porque la definición de sostenibilidad que enuncia es acertada y ampliamente aceptada. Igualmente, el Informe Brundtland es parte de un panorama político —especialmente aquel relacionado en la actualidad2 con el cambio climático— de los Estados y sus agencias, las grandes empresas suprana-cionales, así como las Naciones Unidas lo están debatiendo a través de vehículos como

2 La preocupación en torno al cambio climático también está siendo tratado aunque con menor intensidad sobre tales cuestiones como población, migraciones, reducción de recursos, etc… El centro de las priorida-des en la agenda política continúa cambiando de acuerdo con las circunstancias y la conveniencia.

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el WBCSD3 y la CPI4 , (véase, por ejemplo, Beder 1997; Gray y Bebbington 2001). La preocupación por el efecto que las medidas adoptadas en la actualidad tienen sobre las opciones disponibles en el futuro ha llevado directamente a la hipótesis simplista de que el desarrollo sostenible es deseable y posible, y una empresa puede demostrar la sos-tenibilidad simplemente por seguir existiendo en el futuro (Aras y Crowther 2008a). Por ello es importante recordar (WCED 1987: 1) la definición de desarrollo sostenible de la Comisión Brundtland que es la más aceptada y utilizada como definición estándar de desarrollo sostenible:

“... desarrollo que satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.

Este Informe formula recomendaciones institucionales y legales para el cambio con el fin de hacer frente a problemas globales comunes. Cada vez más, hay un creciente consenso acerca de que las empresas y los gobiernos en asociación deben aceptar la responsabilidad moral por el bienestar social y para promover el interés de los individuos en las transaccio-nes económicas (Murray, Haynes y Hudson 2010; Hudson 2009; Amba-Rao 1993).

Sin embargo, el Informe Bruntland hizo, de una manera significativa, una suposición —que nunca ha sido cuestionada, sino que simplemente se aceptó desde entonces— sobre que el desarrollo sostenible era posible y deseable, y el posterior debate se ha centrado en cómo lograr esto. Así, desde que el Informe Brundtland fue elaborado por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y el Desarrollo en 1987 ha habido un con-tinuo debate sobre el desarrollo sostenible (Chambers 1994, Pretty 1995). Del mismo modo se ha hecho hincapié en aspectos tales como la colaboración, asociaciones y la participación de los interesados (Ladkin y Bertramini, 2002; Brown, Tompkins y Adger 2002). Sin embargo, ha sido generalmente aceptado que el desarrollo es deseable y que el desarrollo sostenible es posible —con un enfoque concomitante en la forma de lograr esto—. Sin embargo, el significado exacto de desarrollo sostenible ha estado mucho menos claro, y un punto de partida para cualquier análisis debe considerar exactamente qué se entiende por estos términos.

Hay un alto grado de confusión en torno al concepto de sostenibilidad: para la corriente más purista la sostenibilidad no implica nada más que la estasis —la capa-cidad de continuar de una manera sin cambios— pero a menudo se da a entender el desarrollo de manera sostenible (Marsden 2000; Hart & Milstein 2003) y para muchos los términos de sostenibilidad y desarrollo sostenible son considerados sinónimos. Otros, sin embargo relacionan la sostenibilidad con el retorno de la mítica edad de oro de la

3 World Business Council for Sustainable Development (Consejo de Negocios del Mundo por el Desarro-llo Sostenible). 4 International Chamber of Commerce (Cámara de Comercio Internacional).

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autosuficiencia y la armonía con la naturaleza5. Nosotros tomamos la definición rela-cionada con la estasis (Aras y Crowther 2008b); a nivel corporativo, si el desarrollo es posible sin poner en peligro dicha estasis, entonces es un plus más que un componente de esta sostenibilidad. Además, el desarrollo sostenible es a menudo malinterpretado como centrarse exclusivamente en cuestiones medioambientales. En realidad, se trata de un concepto mucho más amplio, ya que las políticas de desarrollo sostenible abarcan tres áreas de política general: económica, medioambiental y social. En apoyo a esto, varios textos de las Naciones Unidas; y más recientemente, el Documento de Resulta-dos de la Cumbre Mundial de 2005, que hace referencia a los “pilares interdependientes que se refuerzan mutuamente” del desarrollo sostenible como el desarrollo económico, desarrollo social y la protección del medio ambiente6.

brunDtlanD y sostenibiliDaD

A pesar de que este concepto tiene una antigüedad de más de 20 años el punto de partida debe ser el Informe Brundtland —sus definiciones han sido universalmente acep-tadas. La sostenibilidad tiene que ver con el efecto que las medidas adoptadas en el pre-sente tienen sobre las opciones disponibles en el futuro. Y, por supuesto, si los recursos se utilizan en el presente, entonces ya no estarán disponibles para su uso en el futuro.

El problema con Brundtland es que su preocupación por el efecto que las medi-das adoptadas en el presente tiene sobre las opciones disponibles en el futuro nos ha llevado directamente a la enunciación de hipótesis simplistas como que el desarrollo sostenible es deseable y posible, y que las empresas pueden demostrar la sostenibilidad simplemente por seguir existiendo en el futuro (Aras & Crowther 2008c). También ha llevado a la aceptación de lo que debe ser descrito como los mitos de la sostenibilidad: (i) La sostenibilidad es sinónimo de desarrollo sostenible y (ii) una empresa sostenible existirá simplemente por el reconocimiento de los problemas ambientales y sociales y su incorporación en su planificación estratégica.

Ambos se basan en una aceptación incondicional de la economía de mercado atri-buida a la necesidad de crecimiento y en la falsa premisa de Brundtland a la que vol-veremos más adelante. Un supuesto casi incuestionable es que el crecimiento sigue siendo posible (Elliott 2005) y por lo tanto, la sostenibilidad y el desarrollo sostenible son sinónimos. De hecho, la perspectiva económica de las ontologías post-Cartesiano predomina y el crecimiento se considera que no sólo es posible sino también deseable

5 Este enfoque hace caso omiso tanto al hecho de que los humanos han estado cambiando la naturaleza los últimos 10.000 años con la destrucción de los bosques y la extinción de especies animales, como, además, para la mayoría de la gente la existencia de la autosuficiencia ha sido siempre “ruda y corta” (Hobbes, 1651). 6 En otras palabras el desarrollo social es un aspecto igual y esencial del desarrollo sostenible.

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(ver Spangenberg 2004). Así que es posible, por lo tanto, para Daly (1992) argumentar que la economía del desarrollo es lo único que debe ser tratado y puede serlo a través del mercado mediante la clara separación de los tres objetivos económicos básicos tales como la asignación eficiente, la distribución equitativa, y la escala sostenible. Hart (1997) va más allá y se refiere al concepto de desarrollo sostenible simplemente como una oportunidad de negocio, argumentando que, una vez que una empresa identifica su estrategia medioam-biental, entonces las oportunidades de nuevos productos y servicios se hacen evidentes.

Al mismo tiempo todas las empresas están cada vez más preocupadas por su propia sostenibilidad y lo que el término realmente significa. Tal sostenibilidad es más que sos-tenibilidad ambiental. En cuanto a la sostenibilidad corporativa se refiere, la confusión se agrava por el hecho de que el término de desarrollo sostenible se ha utilizado en la literatura de gestión en los últimos 30 años (véase Reed y DeFillippi 1990) para suponer simplemente continuidad. Así Zwetsloot (2003) es capaz de combinar la responsabilidad social corporativa con las técnicas de mejora continua e innovación que implican que la sostenibilidad está de este modo asegurada. En consecuencia, la trayectoria de todos estos efectos está cada vez más centrada en el mismo tema.

En la actualidad, uno de los términos más usados en relación con la actividad empresa-rial es sostenibilidad. De hecho, puede afirmarse que ha sido usado en exceso, y aplicado con demasiados significados diferentes, por lo que efectivamente ha perdido sentido. Por tanto, es hora de volver a examinar el legado de Bruntland y redefinir lo que se entiende por actividad sostenible. Así, argumentamos que el desarrollo sostenible ha adquirido una importancia tal en el léxico de la conducta empresarial que es de hecho un imperativo estratégico, pese a haber escasa comprensión del término y de sus implicaciones (ver Aras & Crowther, 2008b). Es parte de nuestro argumento que el uso actual del término, muy extendido por estar de moda, ha ofuscado cualquier comprensión real de la sostenibi-lidad. Esto es muy desafortunado, ya que consideramos que la sostenibilidad debe ser una parte integral del desarrollo estratégico de una empresa, pero es necesario un completo conocimiento de la sostenibilidad antes de que el desarrollo sostenible pueda ser tolerado.

La sostenibilidad es, por supuesto, fundamental para una empresa y su continui-dad. Es igualmente fundamental no sólo para la continuidad de la actividad económica actual, sino también del propio planeta —al menos en una forma que entendemos actual-mente. Es un proceso complejo, como ya lo hemos tratado. Además, es un proceso que debe reconocer no sólo la toma de decisión en la actividad operativa de la organización sino también las decisiones de distribución que se toman. Sólo entonces una organiza-ción será considerada sostenible.

Otros han asumido que una empresa sostenible existirá sólo por el reconocimiento de los problemas ambientales y sociales y su incorporación en su planificación estraté-gica. De acuerdo con Marrewijk y Were (2003) no existe una definición específica de la sostenibilidad corporativa, y cada organización tiene que diseñar su propia definición para que se ajuste a sus propósitos y objetivos, a pesar de que parecen asumir que la sostenibilidad empresarial y responsabilidad social corporativa son sinónimos y se basan en la actividad voluntaria que incluye inquietudes sociales y medioambientales.

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los DesCenDientes De brunDtlanD

A partir del Informe Brundtland se han desarrollado distintos conceptos, incluyendo el de la triple bottom-line (Aras & Crowther, 2008d). Esto a su vez ha llevado a una suposición de que abordar los tres aspectos de los derechos económicos, sociales y medioambientales es lo único que se necesita para garantizar no sólo la sostenibilidad, sino también permitir el desarrollo sostenible. De hecho, la asunción implícita es uno de los ejercicios más habitua-les, es decir, añadir un poco de información sobre los resultados medioambientales y socia-les al informe financiero convencional y eso equivale al informe de la triple bottom-line. De esta forma, todas las empresas dan a entender que han reconocido los problemas, abor-dado las cuestiones a tratar y, con ello, asegurado el desarrollo sostenible. Esta implicación es generalmente aceptada sin ser cuestionada o sometida a ningún tipo de interrogato-rio riguroso. Por ello, es necesario comenzar con un análisis de la triple bottom-line:

Figura 1. La triple bottom-line

SostenibilidadPerformance financiera Performance medioambiental Performance social

Fuente: elaboración propia

Abogamos por un rechazo de este concepto de la triple bottom-line por no estar sufi-cientemente pulido para su uso práctico. Nuestro argumento es que el problema de la sos-tenibilidad ni siquiera se entiende, y mucho menos, se aborda correctamente. Además, los conceptos asociados con la triple bottom-line y con la idea del desarrollo sostenible no sólo son incorrectos, sino también realmente engañosos (véase Aras & Crowther, 2008a) debido a la confusión existente en torno a los temas clave. Por tanto, es hora de volver a examinar el legado de Bruntland y redefinir lo que se entiende por actividad sos-tenible. Con el fin de hacer esto rechazamos los términos aceptados de la sostenibilidad y del desarrollo sostenible, prefiriendo el término de durabilidad para hacer hincapié en el cambio de enfoque. A partir de esto, abogamos por el rechazo de la triple bottom-line por no estar suficientemente depurada para su uso práctico y sugerimos en su lugar un modelo alternativo de la triple bottom-line real.

Obviamente a fin de lograr el desarrollo sostenible7 es necesario en primer lugar alcan-zar la sostenibilidad, que a su vez depende de una serie de elementos. Por tanto, para con-

7 Muchos autores continúan asumiendo tanto la posibilidad como la deseabilidad del desarrollo sosteni-ble, como ya hemos mencionado anteriormente. Para nosotros, sin embargo, el logro de la sostenibilidad es una precondición necesaria y suficiente por sí misma.

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seguir la sostenibilidad no sólo es importante abordar cada elemento individualmente, sino también mantener el equilibrio entre ellos. El mantenimiento de este equilibrio es el aspecto más exigente y esencial de la gestión de la sostenibilidad. Hay una serie de elementos que deben ser abordados, pero estos se pueden agrupar en cuatro, que se asignan exacta-mente al modelo de evaluación de la sostenibilidad señalado anteriormente. Estos cuatro factores principales de la sostenibilidad (Aras & Crowther, 2009b) son:

• Mantener la actividad económica, que debe ser la razón central de toda acti-vidad empresarial y la razón principal para la organización de dicha actividad empresarial. Este elemento es la performance financiera.

• Conservación del medio ambiente, que es esencial para mantener las opciones disponibles para las generaciones futuras. Este es la performance del impacto medioambiental.

• Asegurar la justicia social, que incluye actividades tales como eliminar la pobreza, garantizar los derechos humanos, promover la educación universal y velar por la paz mundial. Este es la performance relativa a la influencia de la sociedad.

• El desarrollo de los valores espirituales y culturales, donde los valores corpo-rativos y sociales se alinean en el individuo y gracias a este factor los demás performance son promovidos o negados; por desgracia en la actualidad en su mayoría son negados.

Nosotros argumentamos que la sostenibilidad se basa en abordar todos estos aspectos y que esto no se puede hacer simplemente a través de la promulgación de los contratos, ni a través de que la firma sea un nexo de los tratados (Williamson, 1975). No sólo son de vital importancia estos contratos negociados, sino también el contrato psicológico que comprende una parte esencial del Contrato Social8, así como proporcionar una base para el funcionamiento del contrato negociado. Y, por supuesto, esto sólo funciona en un ambiente de confianza —esto no puede ser escrito en el contrato y tampoco puede ser ignorado—. La confianza permite que las operaciones sean negociadas (Fukuyama, 1996). También permite a los contratos ser implementados, por ser lo suficientemente flexibles para permitir a la organización adaptarse a las circunstancias cambiantes. Es más, facilita la eliminación de las desigualdades de poder de la negociación y por lo tanto supera algunas de las deficiencias de la filosofía utilitaria que sustenta el sistema de mercado. Ha habido una tendencia a reclamar la racionalidad a través de la negocia-ción fuera de cualquier contrato y nosotros argumentamos que esto sólo conduce a la eliminación de la sostenibilidad.

8 En 1762 Jean-Jacques Rousseau publicó su libro sobre el Contrato Social que fue diseñado para expli-car –y por lo tanto legitimar— la relación entre el individuo y la sociedad y su gobierno. Él argumentó que los individuos voluntariamente renuncian a ciertos derechos con el fin de que el Gobierno sea capaz de gestionar mejor los bienes para toda la población.

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ContabiliDaD y aDministraCión

La sostenibilidad implica una buena performance organizacional y un elemento clave de la buena performance corporativa es el de la administración y, por lo tanto, al igual que la gestión de una organización se ocupa de la administración de sus recursos financieros, también lo haría de la administración de los recursos medioambientales. La diferencia, sin embargo es que los recursos medioambientales están, en su mayoría, localizados fuera de la organización. La administración, en este contexto, por lo tanto está en rela-ción con los recursos de la sociedad, así como con los recursos de la organización. La administración de recursos externos del medioambiente se desarrolla en base al prin-cipio central que garantiza la sostenibilidad. La sostenibilidad se centra en el futuro y se preocupa por hacer que las decisiones de utilización de recursos en el futuro no se vean limitadas por las decisiones tomadas en el presente. Esto necesariamente implica conceptos tales como la generación y utilización de los recursos renovables, reduciendo al mínimo la contaminación y usando nuevas técnicas de fabricación y distribución. Tam-bién implica la aceptación de los gastos que puedan surgir en el presente como una inversión para el futuro.

Sin embargo, la actividad sostenible no sólo tiene impacto sobre la sociedad en el futuro, sino también sobre la propia organización en el futuro. Por lo tanto, el buen desempeño medioambiental de una organización en el presente es en realidad una inversión en el futuro de la propia organización. Esto se logra a través de la garantía de los suministros y las técnicas de producción que permitirá a la organización operar en el futuro de una forma similar al presente y así emprender una actividad de creación de valor en el futuro de igual forma que lo hace en el presente. No obstante, la gestión financiera también se preocupa de la gestión de los recursos de la organización en el presente para que la organización cree valor en el futuro. Por lo tanto la gestión interna de la empresa, desde una perspectiva financiera, y su gestión medioambiental externa coinciden en esta preocupación común para la gestión del futuro. La buena performance financiera conduce a un buen desempeño futuro en la dimensión medioambiental y viceversa. Por lo tanto, no existe una dicotomía (Crowther 2002) entre el desempeño medioambiental y el financiero, sino que los dos aspectos se confunden en una sola preocupación. Esta preocupación es, por supuesto, la gestión del futuro en cuanto a la empresa a que se refiere9. El papel de la contabilidad social y medioambiental y el de la contabilidad e información financiera por lo tanto, pueden ser vistos como fortuitos. De este modo, el trabajo requerido para lograr la sostenibilidad no está en torno a la distri-bución de recursos, sino más bien al desarrollo de medidas que reflejen verdaderamente las actividades de la organización en su entorno.

9 Los informes financieros están basados, por supuesto, en la continuidad de la empresa —el principio del negocio en funcionamiento—.

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Estas técnicas de medición y, en consecuencia los informes, es un precursor nece-sario para tratar la gestión del futuro y por lo tanto la sostenibilidad.

Del mismo modo la creación de valor en una empresa es medida a través de las ganancias obtenidas por los actores de dicha empresa, tales como los accionistas u otros. Sin embargo, el valor debe ser tomado en su definición más amplia para incluir otros valores además del económico, ya que es posible que el valor económico pueda ser creado a expensas de otros componentes del bienestar, como el bienestar espiritual o emocional10. Esta creación de valor por la empresa añade bienestar para la sociedad en general, aunque este bienestar está dirigido a determinados miembros de la sociedad en lugar de tratar a todos como iguales. Esto ha llevado a los argumentos de Herremans et al. (1992), Gray (1992) y Tinker (1988), entre otros, relacionados con la distribución del valor creado y de si el valor es creado por un grupo de interesados, a expensas de los demás. No obstante, si al sumarse, el valor se crea, entonces esto se suma al bienestar de la sociedad en general, comoquiera que se distribuya. De forma similar, los buenos resultados medioambientales conducen a un mayor bienestar para la sociedad en general, aunque esto tenderá a ser expresado en términos emocionales y de la comu-nidad en lugar de ser capaz de expresarse en términos cuantitativos. Esto se expresa en una sensación de bienestar, que, por supuesto, conduce a una mayor motivación. Este aumento de la motivación conducirá inevitablemente a una mayor productividad, alguna parte de la cual beneficiará a las organizaciones, y también un deseo por mantener un ambiente agradable, que a su vez conducirá a un medioambiente mejorado, a una acentuación del bienestar y a la reducción de los aspectos destructivos del compromiso social por los individuos.

asPeCtos De la sostenibiliDaD

Hay una serie de cuestiones que actualmente son de interés para las empresas y per-sonas (Crowther y Seifi, 2010). En términos generales se puede considerar que estas cuestiones son las relativas al medioambiente, la protección de los derechos humanos y la gobernabilidad. Podemos examinarlos de uno en uno.

Cuestiones medioambientales

Los cambios en los sistemas climáticos de todo el mundo son evidentes para la mayoría de la gente y se manifiestan en un clima tan extremo como el exceso de lluvia o nieve,

10 Ver Crowther, Davies y Cooper (1998), Ormerod (1994) y Mishan (1967). Esto puede ser equiparado al concepto de utilidad del discurso sobre el liberalismo clásico.

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sequías, olas de calor y huracanes que han afectado a muchas partes del mundo. De hecho la mayoría de nosotros recordamos, por ejemplo, el huracán Katrina que devastó Nueva Orleans en 2005. Del mismo modo el problema con Eyjafjallajökull11 fue causado por el calentamiento global que derrite el glaciar que lo rodea. El calentamiento global y el cambio climático, el efecto más notable, es un tema de discusión en todo el mundo y por lo general, aunque no de una manera universal, ni percibido de la misma forma por todos los individuos (Moyano, Paniagua y Lafuente 2009: 683), es aceptado que el calentamiento global está ocurriendo y que seguirá transcurriendo. Sin embargo, la opi-nión está dividida acerca de si el cambio climático que ha tenido lugar se puede revertir o no. Algunos piensan que no, tal y como afirma Lovelock (2006) el cambio climático es inevitable, con consecuencias sobre el medioambiente y por lo tanto sobre la vida humana y la actividad económica.

Aunque hay muchos factores que están contribuyendo al calentamiento global que está teniendo lugar, es evidente que la actividad comercial y económica juega un papel importante. De hecho mucha gente habla de los “gases de efecto invernadero” siendo el dióxido de carbono la principal causa, como consecuencia directa de la actividad económica. Por lo tanto muchas personas ven la reducción de las emisiones de estos gases como algo fundamental para cualquier intento de combatir el cambio climático. Por supuesto, esto requiere un cambio en el comportamiento —de las personas y de las organizaciones—. Cohen et al. (1998) sugieren que los problemas ambientales ligados al cambio climático modifican los esquemas sobre las percepciones y actitudes ambien-tales de la población que han inspirado las políticas de desarrollo sostenible. Por tanto, percibida esa necesidad de cambio, ha provocado un aumento de la preocupación por la sostenibilidad que inspirará cambios en las políticas para combatir los problemas ambientales.

Otro factor que preocupa a la población en general es el de la huella ecológica —la cantidad de espacio físico de la tierra necesaria para abastecer a cada persona—. En el análisis de la huella ecológica se compara la demanda humana sobre la natura-leza con la capacidad de la biosfera para regenerar los recursos y la prestación de servicios. Para ello, se evalúa la tierra biológicamente productiva y el área marina necesaria para producir los recursos que una población consume, y para absorber los desechos correspondientes, utilizando la tecnología imperante. Este enfoque también puede aplicarse a una actividad como la fabricación de un producto o a la conducción de un coche. Un término que posiblemente está más de moda en la actualidad es la huella de carbono12.

11 El volcán en Islandia interrumpió los vuelos en toda Europa en 2010. 12 Esto convenientemente ha ofuscado el problema. El dióxido de carbono no es el único gas de efecto invernadero y no es el más problemático pero nos centramos en él porque el dióxido de carbono de la indus-tria de vehículos de motor puede ser ignorado además del gas metano de la industria diaria. Estas industrias son también la causa de otros problemas medioambientales importantes.

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Para una persona la definición de la huella de carbono es la cantidad total de dióxido de carbono atribuible a las acciones de ese individuo (principalmente a través de su con-sumo de energía) durante un período de un año. Esta definición determina los calculado-res personales de carbono que son ampliamente utilizados13 . El término tiene su origen en la idea de que una huella es lo que se ha quedado atrás, como resultado de las activi-dades del individuo. Se pueden considerar como emisiones de carbono sólo las directas (por lo general a partir de la energía utilizada en el hogar y en el transporte, incluidos los viajes por los automóviles, aviones, trenes y otros medios de transporte), o también puede incluir las emisiones indirectas (incluyendo las emisiones de dióxido de carbono como resultado de los bienes y servicios de consumo). Normalmente se entiende que las emisiones de dióxido de carbono (y las emisiones de otros gases de efecto invernadero) se asocian casi exclusivamente con la conversión de los portadores de energía, tales como leña, gas natural, carbón y petróleo. El contenido de carbono liberado durante el proceso de conversión de la energía llega a la atmósfera y se considera responsable del calentamiento global, y por lo tanto del cambio climático14 . Sin embargo, la preocupación general se ha expresado en todo el mundo y esto lo ha llevado al Protocolo de Kyoto15. El Protocolo de Kyoto define objetivos legalmente vinculantes y calendarios para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de los países industrializados que han ratificado el protocolo16 .

A pesar de que la opinión científica más o menos haya llegado a un consenso sobre que el calentamiento global está ocurriendo y por lo tanto, también el cambio climático, todavía hay un considerable número de escépticos y de los que niegan que esté suce-diendo17. Hay otros que argumentan que la contribución humana al calentamiento global es insignificante: por lo tanto, afirman que es inútil o incluso perjudicial concentrarse en las contribuciones individuales.

En muchas partes del mundo el agua se está convirtiendo en un problema serio. Con-cretamente, el riego ha provocado serios problemas en algunas partes del mundo como California, mientras que en Uzbekistán se ha reducido el mar de Aral a una pequeña fracción de su tamaño original18. Y de muchos ríos, en todas partes del mundo, se ha extraído tal cantidad de agua que ya no llegan al mar. Al mismo tiempo, millones de per-

13 Herramienta desarrollada en 2007 por ADEME y el Clima Futures Association. 14 Por supuesto, esto es muy simplista, si no completamente erróneo. La gente y animales producen dió-xido de carbono cuando respiran; las vacas (y otros rumiantes) producen gas metano y el proceso mediante el que la vegetación produce, captura y seguidamente emite dióxido de carbono es complejo y no totalmente comprendido (Lomborg 2001). 15 Se acordó en 1997 y entró en vigor en 2005. 16 A finales de 2007 Australia ratificó el protocolo, existiendo entonces sólo un gran país desarrollado no adherido. Este país es USA, probablemente el mayor emisor de gases de efecto invernadero. 17 El consenso europeo no quiere decir mundial a este respecto. 18 El Aral era el cuarto lago más grande del mundo (unos 66.000 kilómetros cuadrados), en 2004 ya había perdido un 75% de su extensión, y sus aguas habían quintuplicado su salinidad.

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sonas no tienen acceso al agua potable. Y los países están entrando en disputas por el acceso al agua que comparten. De hecho el acceso al agua se prevé que se convierta en una importante fuente de conflictos en el siglo XXI. Otra de las cuestiones relacionadas con el agua es el tema del agua virtual; la Real Academia de Ingeniería (Reino Unido) ha documentado (2010) que los países como el Reino Unido están utilizando el agua de los países en desarrollo donde hay escasez, mediante su incorporación en los productos comprados a dichos países.

Es bastante obvio que los recursos del planeta son finitos y este es un factor que limita el crecimiento y desarrollo. El agotamiento de los recursos del planeta sin embargo es uno de los factores que ha ayudado a crear el actual interés en torno a la sostenibili-dad. De particular interés es el de las industrias extractivas y concretamente el aluminio cuyo suministro sólo está asegurado a corto plazo. En el Reino Unido los recursos mine-rales como el estaño y el plomo fueron completamente extraídos hace mucho tiempo y las prósperas industrias en torno a ellos desaparecieron. Al igual que ocurre con otros recursos —tales como el carbón— que se extraen en su totalidad, entonces las empre-sas basadas en dichos recursos desaparecen, al igual que los puestos de trabajo vincu-lados a estas industrias. Esta es una fuente de preocupación obvia para la gente.

De especial preocupación es la extinción del suministro de petróleo, porque una gran parte de la actividad económica sólo es posible con el uso de energía creada a partir del petróleo. De hecho, muchos sostienen que las guerras en el Medio Oriente19, en parti-cular los problemas en Irak e Irán, han sido causadas por la escasez de petróleo, real o inminente, y los problemas que ello pueda causar, más que por cuestiones políticas. La mayoría de la gente ya ha oído hablar del Pico de Hubbert20 y están comprometidas con el debate sobre si se ha alcanzado o no (Bower 2009; Deffeyes 2004). Ciertamente se ha hecho en partes del mundo como EEUU y el Mar del Norte, pero no se ha alcanzado en todo el mundo. Sin embargo, el quid de la sostenibilidad —y del desarrollo sosteni-ble— se basa en la necesidad de energía y no hay suficientes fuentes alternativas de energía para compensar la eliminación del petróleo como fuente de combustible. Por consiguiente el agotamiento de los recursos, real o imaginario, y en particular la energía, es una de las causas más importantes del interés actual en la sostenibilidad.

19 Y la mayoría probablemente de cualquier otra parte del mundo también —sería instructivo para relacio-nar la presencia de petróleo con los conflictos. 20 En 1956 M. King Hubbert desarrolló un modelo de producción de petróleo que mostró que cuando las reservas de petróleo llegaran al punto medio entonces la producción se ralentizaría y habría menos petróleo disponible. Aunque originalmente es un modelo desarrollado por la producción de petróleo en EE.UU, esto es igualmente válido a nivel global. Este punto medio es conocido como el Punto Hubbert y ha llegado o pronto llegará, en este punto los suministros de petróleo comenzarán a reducirse con obvias implicaciones en el medioambiente, en el que existe un crecimiento continuo de la demanda.

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Cuestiones sobre derechos humanos.

La responsabilidad de la empresa de respetar los derechos humanos es reconocida por prácticamente todas las iniciativas RSC de las empresas y las industrias, es respaldada por las principales asociaciones empresariales del mundo, se ha afirmado en el Pacto Mundial y en sus redes nacionales y mundiales y está enunciada en instrumentos jurídi-cos tales como la Declaración Tripartita de la OIT y las directrices de la OCDE, así que es una norma social acreditada e institucionalizada, que existe independientemente de los derechos de los Estados y las variaciones de la ley nacional. La responsabilidad de res-petar los derechos humanos es una norma básica para todas las empresas en todas las situaciones (Human Rights Council 2009; citado como A/HRC/11/13 a partir de ahora).

Una cuestión en torno a los derechos humanos que preocupa a la sociedad está rela-cionada con la cadena de suministro de un negocio, es decir, con lo que ocurre en otras sociedades con las que la empresa hace negocios —sus proveedores y los proveedores de sus proveedores—. En particular, la gente está preocupada con la explotación de personas en los países en desarrollo, especialmente con la cuestión del trabajo infantil, aunque también con los talleres clandestinos.

Así que ya no es aceptable que una empresa diga que las condiciones en las que operan sus proveedores se encuentran fuera de su control y, por lo tanto, no son res-ponsables. La violación de esta norma social suele darse a conocer en todo el mundo mediante la movilización de las comunidades locales, las redes de la sociedad civil, los medios de comunicación, con inclusión de los blogs, los procedimientos de reclamación como los PNC de la OCDE y, si están implícitas presuntas violaciones de la ley, posi-blemente los tribunales (A/HRC/11/13). Estas prácticas desencadenan repercusiones muy negativas en las empresas que las llevan a cabo, viéndose afectada su actividad económica.

Recientemente ha habido una serie de compañías de alto perfil de venta al por menor que han alzado las manos para reconocer los problemas y luego han dado los pasos necesarios de forma pública para cambiar esto. Curiosamente la popularidad de las empresas aumenta después de haber admitido los problemas y tomado medidas para corregir estos problemas. Al hacer esto, muestra tanto que la honestidad es la mejor práctica como también que los clientes son razonables. La evidencia sugiere que los clientes individuales son comprensivos y que ellos no esperan la perfección, pero sí la honestidad y la transparencia. Por otra parte, también esperan que las compañías hagan esfuerzos para cambiar su comportamiento y tratar de resolver sus problemas de RSC.

Las empresas también han cambiado. Ya no se preocupan de publicidad ecológico-engañosa (greenwashing) —la pretensión de un comportamiento socialmente respon-sable a través de astutos informes—. Ahora las empresas se están tomando la RSC mucho más en serio, no sólo porque entienden que es clave para el éxito del negocio y les puede dar una ventaja estratégica, sino también porque a la gente en esas organiza-ciones le preocupa la responsabilidad social.

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Por lo que sería razonable afirmar que la creciente importancia de la RSC y la sosteni-bilidad están siendo impulsadas por las personas que se preocupan; pero esas personas no son sólo clientes, sino también empleados, gerentes, propietarios y los inversores de una empresa. Así, las empresas están reaccionando en parte a las presiones externas y, en parte, liderando el desarrollo de un comportamiento responsable y de la información.

Discapacidad intelectual y derechos humanos.

La discapacidad y su tratamiento es un tema muy importante para la sostenibilidad. «La teoría tradicional (...) sitúa la fuente de la discapacidad en la deficiencia del individuo y en sus discapacidades personales. En contraposición, el modelo social entiende la dis-capacidad como el resultado del fracaso de la sociedad al adaptarse a las necesidades de las personas discapacitadas» (Abberley, 1998: 78) 21. Según Ferreira (2008: 155), la representación colectiva de la discapacidad no es la de una diferencia integrada en un mundo caracterizado por la diversidad —diversidad que efectivamente es condición propia de nuestra convivencia—, sino que indica, muy al contrario, la existencia de una deficiencia que se traduce en inferioridad respecto de un hipotético estándar de norma-lidad: discapacidad es minus-valía; como alternativa a esa evidente catalogación social de la discapacidad, pues lo que efectivamente vive la persona con discapacidad es otro modo de valerse en ese entorno existente, encontramos el concepto de Diversidad Funcional22.

A pesar de los esfuerzos realizados por investigadores23, sistemas políticos y el propio colectivo de discapacitados vivimos en una sociedad en la que las personas con discapacidad están en desventaja: son discriminadas, tal y como afirma Ferreira (2008).

Según la clasificación internacional del funcionamiento, de la discapacidad y la salud (CIF) realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2001, existen diver-sas discapacidades y entre ellas encontramos la discapacidad intelectual, que supone el 59,4% de las personas con discapacidad (Instituto Nacional de Estadística 2008), es decir, es el motivo de discapacidad más destacado. Como ya hemos señalado antes, los disca-pacitados intelectualmente han sido excluidos por ser diferentes, es más, eran encerrados donde no se les viera. Así, por ejemplo los enfermos mentales o discapacitados en Ingla-

21 Rodríguez y Ferreira (2010) realizan un análisis muy interesante sobre la evolución del concepto de discapacidad (desde el modelo médico-rehabilitador, pasando por el modelo social-emancipatorio, hasta llegar a la diversidad funcional). 22 Este nuevo concepto surge en 2005 promovido por el movimiento español, por una Vida Independiente, que creó en Internet el Foro de Vida Independiente (FVI) en 2001. Página web del FVI: http://es.groups.yahoo.com/group/vidaindependiente. 23 En España la investigación en torno a la discapacidad es muy escasa (véase en Ferreira 2008: 143), por el contrario encontramos numerosísimos trabajos científicos, a la vez que pioneros en el mundo anglosa-jón (véase, por ejemplo, http://www.disabilityarchive.leeds.ac.uk/).

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terra fueron encerrados en Bedlam24 a partir del siglo XIV. Esta práctica fue seguida en el Occidente hasta la última parte del siglo XX. Sin embargo, en el Imperio Otomano las dife-rencias mentales fueron tratadas como una enfermedad que se curaba25 y los tratamientos en el siglo XVI no se conocieron en Occidente hasta mediados del siglo XX.

Más recientemente, se ha aceptado de forma general que la discapacidad no debe ser motivo para impedir el pleno acceso a los derechos humanos y la participación plena en la sociedad. Así, por ejemplo la Declaración de Montreal sobre la Discapacidad Inte-lectual26 afirma esto en nombre de todas las personas. Del mismo modo la UNESCO ha elaborado un conjunto de principios en que se basa el tratamiento de las personas con discapacidad y en la misma línea ha trabajado La Agencia Europea de Derechos Fundamentales. Todos los principios esbozados por los distintos organismos se pare-cen en que pretenden lograr la integración de las personas en la sociedad en lugar de separarlos —la asimilación y la inclusión en lugar de la discriminación y la exclusión. No obstante, es necesario que se produzcan cambios importantes para que el entorno social sea realmente integrador con respecto a la discapacidad.

En Occidente este enfoque integrador es reciente y bienvenido. El tratamiento equi-tativo es un ingrediente esencial de la sostenibilidad. Para una empresa, por supuesto, también tiene buen sentido económico ser más inclusivos: el capital humano se traduce en otro capital. De acuerdo con Bourdieu (1984) hay tres tipos de capital que cada uno de nosotros poseemos: el capital social, capital cultural y capital económico.

Al nivel más simple, el capital social se refiere a nuestra capacidad para comportar-nos adecuadamente en las circunstancias y la sociedad en la que nos encontramos. Así, tenderemos a comportarnos de manera diferente en diferentes circunstancias, tales como asistir a una cena formal, estar presente en una reunión de trabajo o ver un partido de fútbol con nuestros amigos, y probablemente hemos visto personas que se han com-portado de manera inapropiada para las circunstancias en las que se encuentran. En términos generales cuantas más circunstancias haya, más estamos en condiciones de actuar en consecuencia, mayor es la cantidad de capital social que poseemos. El capital

24 Bedlam es el hospital Real de Bethlehem en Londres que también representa el paradigma de la discapacidad intelectual. 25 Mientras que en los países occidentales durante la Edad Media los enfermos mentales fueron sometidos a severas torturas inhumanas e incluso asesinados porque el diablo poseía su espíritu, en DARÜŞŞIFA (hospital psiquiátrico), sección de la institución en Edirne que fue promovido por el sultán Bayezit II y construido por el arquitecto Hayrettin en 1488, los enfermos mentales eran tratados con LA MÚSICA. EVLIYA ÇELEBI, quien visitó DARÜŞŞIFA en 1640, explicó en su libro de viajes la forma en que los enfermos mentales eran tratados con la música. El tratamiento con la música no era de hecho un invento de los médicos turcos otomanos. Sin embargo, los médicos turcos otomanos, que alcanzaron un nivel supe-rior a sus contemporáneos en las prácticas de salud mental a través de sus estudios científicos, estaban muy aventajados en el tratamiento de pacientes con la música. http://turkeytourism.bayanposta.com/wiki/Turkish_History_of_Psychiatry_Museum_/_Edirne 26 http://www.mdri.org/mdri-web-2007/pdf/montrealdeclaration.pdf

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social procede inicialmente de nuestra familia y nuestra educación, pero también se adquiere mediante la experiencia y la práctica —y cuanto más se posee mayor es la variedad de situaciones en las que nos sentimos cómodos.

El capital cultural se refiere a la variedad de personas que conocemos y con quie-nes tenemos contacto. En esencia, el capital cultural, por tanto, equivale a nuestra red social. Cuanto más grande es nuestra red, sobre todo cuando contiene una amplia gama de personas de diferentes orígenes, mayor es la cantidad de capital cultural que posee-mos. Si sabemos que podemos interactuar con mucha gente, y todas estas personas se conocen entre sí, entonces la red social de cada una de ellas coincide en gran medida y esto no nos proporciona mucho capital social. Se trata de conocer personas que tienen diferentes redes, pero sobre todo no se solapen, que nos ofrezcan su capital cultural porque esto nos permite ampliar nuestra propia red social. También es siempre impor-tante recordar que cuanto mayor es la influencia —en cualquier término o esfera que sean importantes para nosotros— de la gente en nuestra red social, mayor es entonces el capital cultural que esta nos facilita. Nuestro capital cultural procede de nuestra capa-cidad para usar nuestra red social de manera que sea beneficioso para nosotros. La posesión de una red social, y por lo tanto del capital cultural, no es, por supuesto, sola-mente para utilizarlo en nuestro propio beneficio, ya que los demás también están tra-tando de hacer uso de nuestra red para ayudarles. Así que, esencialmente una red social es un mecanismo mediante el cual las personas pueden ayudarse unas a otras para alcanzar sus metas y objetivos individuales. Esta asistencia mutua fortalece la red y al mismo tiempo aumenta la cantidad de capital cultural que nosotros, como individuos, poseemos.

Hasta cierto punto, el capital cultural también viene de nuestra familia y nuestra edu-cación, pero también se adquiere, por ejemplo, en la universidad. Por esta razón los estudiantes de entornos ricos e influyentes empiezan sus vidas con una ventaja —tienen mayor capital cultural que pueden utilizar a lo largo de sus vidas. Y las universidades de mayor prestigio —a las que suelen ir los que ya poseen más capital cultural— extienden esa ventaja.

El capital económico se presenta de dos formas —la riqueza y los ingresos. A pesar de que la riqueza, en cualquiera de sus formas, se puede heredar, no ocurre lo mismo con los ingresos. Los ingresos se deben obtener por nuestros propios esfuerzos.

Es importante entender que los tres tipos de capital pueden convertirse en otros tipos de capital. Así, el capital social puede ser convertido en capital cultural, porque si entendemos cómo comportarnos adecuadamente en una amplia gama de circunstan-cias, entonces podemos ampliar nuestra red social y, por lo tanto, aumentar la cantidad de capital cultural que poseemos. Del mismo modo podemos hacer uso del capital cul-tural que tenemos para que nos brinde la oportunidad de un empleo más ventajoso o mejores oportunidades para obtener ingresos y riqueza. De esta manera, nuestro capital económico puede ser mayor (Crowther y Seifi 2012).

Las preguntas que nos planteamos tras el análisis del capital son las mismas que se hizo Brogna (2006: 1) “¿Por qué la mayor parte de las personas con discapacidad no

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están escolarizadas en escuelas comunes? ¿Por qué pasan años en escuelas especia-les o talleres protegidos? ¿Por qué no son nuestros compañeros de facultad, de trabajo, por qué no se casan con nuestros hijos?” y Ferreira (2008: 161) “¿Podemos afirmar que la discapacidad es una variable que condiciona significativamente la posición de los individuos dentro de la estructura social?” y por tanto, ¿El capital social, cultural y económico27 que poseen y su capacidad para ampliarlos es muy limitada?. En el entorno social en el que vivimos las personas con discapacidad están en desventajas, sufren dis-criminación y exclusión, por tanto, soportan grandes dificultades para alcanzar, por sus propios esfuerzos, capital social, cultural y económico. Según la última encuesta reali-zada por el INE sobre discapacidad, autonomía personal y situaciones de dependencia (EDAD 2008) 3,85 millones de personas residentes en hogares afirman tener algún tipo de discapacidad o limitación –esto supone una tasa de 85,5 por mil habitantes, siendo la deficiencia que causa mayor número de discapacidades por persona la mental: 11,6 frente a las 8,7 de media que tienen las personas con discapacidad.

Si analizamos la actividad principal que desempeñan en su vida cotidiana las per-sonas con discapacidad en edad de trabajar—entre 16 y 64 años— que suponen 1,48 millones de personas, se observa que el 41% recibía algún tipo de pensión, un 28,3% trabaja y un 7,2% estaba desempleado (véase tabla 1).

27 Una persona con discapacidad que pertenece a una clase social alta disfrutará de los privilegios de dicho grupo, por tanto, poseerá capital económico, aunque las barreras para lograr el capital social y cultural será similares a las de cualquier otra persona con discapacidad que no pertenezca dicha clase social.

Tabla 1. Personas con discapacidad de 16 a 64 años en función

de su relación principal con la actividad

Nº de personas (miles)TOTAL 1.482,1ACTIVOSTrabajandoEn desempleo

419,3106,8

INACTIVOSPercibiendo pensión contributivaPercibiendo otro tipo de pensiónDedicado/a principalmente a labores del hogar

451,1157,2183,6

Incapacitado/a para trabajar(sin recibir pensión)EstudiandoOtros inactivos

87,233,943,1

Fuente: INE (2008)

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El menor porcentaje de población ocupada estaba en los colectivos que tenían limi-taciones de aprendizaje y aplicación de conocimientos y desarrollo de tareas (con un 8,2%).

Con respecto al nivel de estudios alcanzado por la población con discapacidad se observa importantes diferencias en los niveles inferiores de estudios, donde los por-centajes de personas discapacitadas que no saben leer, que tienen estudios primarios incompletos o completos son mayores que los que representa a la población total. Del mismo modo, el porcentaje de personas con discapacidad que tienen estudios universi-tarios son menores en casi 24 puntos con relación a la población total. Si comparamos la población con discapacidad intelectual con la población total discapacitada se observa una gran brecha, siendo las personas con discapacidad intelectual las que encuentran mayores obstáculos para alcanzar los distintos niveles de estudios (véase tabla 2)

Se pone de manifiesto que las personas con discapacidad, y mucho más acentuada-mente con discapacidad intelectual, tienen dificultades para acceder al mercado laboral, para alcanzar los distintos niveles educativos… por tanto, en parte28 estos datos confir-man que la discapacidad sí influye en la posición del individuo en la estructura social y por supuesto en su capital.

28 Aunque como afirma Ferreira (2008: 162) sería necesaria una investigación en torno a la estratificación social.

Tabla 2. Nivel de estudios alcanzados por la población

(% personas de 25 a 64 años)

Total Población

(%)

Población discapacitada

(%)

Población con discapacidad

Intelectual (%)

No sabe leer o escribir Estudios primarios incompletos Estudios primarios o equivalentes Educación secundaria de primera etapa Estudios de bachillerato

0,92,17,7

29,015,8

8,611,523,319,211,6

21,337,822,8

6,33,0

Enseñanzas profesionales de grado medio o equivalentes Enseñanzas profesionales de grado superior o equivalentesEstudios universitarios o equivalentes

9,111,424,1

9,75,6

10,5

1,40,82,7

Fuente: Encuesta de Población Activa (EPA) y elaboración propia

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Creemos que la inclusión e integración de personas con discapacidad en general, e intelectual en particular, enriquecería este proceso, lográndose mejor performance en cuestiones de derechos humanos y por tanto, se estaría más cerca de lograr la sostenibilidad.

Una crisis de gobernanza

La crisis financiera y económica de 2008 ha demostrado que existen fallos en la gober-nanza y problemas con el sistema de mercado. En general, estos han sido descritos como representantes de fallos sistémicos del sistema de mercado y la aplicación poco estricta de los sistemas de gobernanza y regulación. Por ello, se aboga por mejorar dichos sistemas con el fin de combatir esta crisis. Naturalmente, se ha hablado de estos fallos y los consiguientes problemas y se seguirá haciendo en el futuro. No es, por supuesto, la primera crisis y la economía de mercado se ha ido desarrollando sobre el curso de boom y quiebra durante los últimos 20 años, que no es muy diferente al de los años sesenta y setenta, que los neo-conservadores afirmaron haber detenido. Las principales diferencias son que los últimos ciclos han sido impulsados por los mercados financieros y que la era de la globalización significa que ningún país es inmune a los efectos sufridos en otros países.

Cuando estamos pensando en alternativas, tenemos por lo tanto que analizar pro-fundamente el concepto de gobernanza. Todos los sistemas de gobierno se refieren principalmente a la gestión de la gobernanza de las asociaciones y por lo tanto, a la auto-ridad política, a las instituciones y, en última instancia, al control. La gobernanza en este sentido particular denota las instituciones políticas formales que tienen como objetivo coordinar y controlar las relaciones sociales interdependientes y que tienen la capacidad de hacer cumplir las decisiones. Cada vez más, sin embargo, en un mundo globalizado, el concepto de gobernanza29 se utiliza para describir la regulación de las relaciones de interdependencia en la ausencia de la autoridad política general, como en el sistema internacional. Así, la gobernanza global o “gobernanza sin gobierno” (Rosenau y Czem-piel 1992) se puede considerar como la gestión de los procesos globales en la ausencia de forma de un gobierno global. Hay algunos organismos internacionales que tratan de abordar estas cuestiones y entre estos están las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio. Cada uno de estos ha tenido un éxito desigual en el estableci-miento de alguna forma de gobernanza en las relaciones internacionales, pero forman parte del reconocimiento del problema y del intento de abordar los problemas mundiales que van más allá de la capacidad de los estados individuales para resolverlos.

Gobernanza global no es, por supuesto, lo mismo que un gobierno mundial: de hecho, se puede argumentar que tal sistema en realidad no sería necesario si hubiera

29 O gobernanza moderna como es denominada por distintos autores (Rhodes 1997; Mayntz 1998; 2001; entre otros).

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un gobierno mundial. No obstante, actualmente los gobiernos de los estados tienen el monopolio legítimo del uso de la fuerza —el poder de ejecución. La gobernanza global por lo tanto, se refiere a la interacción política que se requiere para resolver los proble-mas que afectan a más de un estado o una región, cuando no hay poder para hacer cumplir, es decir, se refiere a la solución de problemas colectivos; no se refiere a la domi-nación. En la solución de ciertos problemas, la gobernanza global es dictada no sólo por intereses nacionales directos, sino también por un nuevo sentido de compromiso colectivo y de responsabilidad colectiva en torno a los acontecimientos globales (Mayntz 2002). La mejora de la solución global a los problemas no requiere, por supuesto, el establecimiento de instituciones formales globales más poderosas, sino que supondría la creación de un consenso sobre las normas y prácticas que deben aplicarse. Los regí-menes internacionales constituyen, con mayor claridad y bastante abiertamente, solucio-nes transadas alcanzadas mediante negociación. Los pasos, por supuesto, para llevar a cabo el establecimiento de estas normas y que se están instaurando son la creación y mejora de los mecanismos de rendición de cuentas global. En este sentido, por ejemplo, el Pacto Mundial de Naciones Unidas30 —descrito como la más grande iniciativa volunta-ria de responsabilidad corporativa del mundo— reúne a empresas, organismos naciona-les e internacionales, sindicatos y otras organizaciones laborales y los distintos órganos de la sociedad civil para apoyar la protección universal del medioambiente, de los dere-chos humanos y de los principios sociales. La participación es totalmente voluntaria, y no hay vigencia de los principios por un organismo regulador exterior. Las empresas se adhieren a estas prácticas, tanto porque tienen sentido económico, como porque sus actores, incluyendo a sus accionistas (la mayoría individuos e inversores institucionales) se preocupan de estos temas y esto proporciona un mecanismo por el que se puede controlar fácilmente el cumplimiento de las empresas. No obstante, es sabido por todos, la existencia de relaciones asimétricas de poder en la gobernanza global; pero, como afirma Mayntz (2002: 7) la creciente regionalización, de la cual la Unión Europea es sólo la representante más avanzada (Comisión Europea 2001), obrará en contra de la per-petuación de las actuales asimetrías de poder y a favor del desarrollo de una estructura política verdaderamente global y de multinivel que permitirá mejorar la capacidad de los individuos y de las comunidades locales para que las empresas rindan cuentas.

ConClusiones

Nuestro razonamiento en este trabajo es que la triple bottom-line es un concepto fácil que ha sido usado para dar a entender que la sostenibilidad y el desarrollo sostenible son objetivos sencillos de conseguir. Se ha argumentado (véase Aras & Crowther 2009b;

30 Ver http://www.unglobalcompact.org/languages/spanish/ consultado el 1 de abril de 2012.

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2008a) que la definición Brundtland del desarrollo sostenible es engañosa. En este tra-bajo se ha tratado de mostrar que las preocupaciones que son los requisitos previos de la sostenibilidad son diferentes de las implicaciones de la triple bottom line, hasta el punto de que representan una nueva triple bottom-line.

Figura 2.La Triple Bottom-Line Real

SostenibilidadPerformance

Derechos humanosPerformance

Medioambiental Gobernanza

Fuente: elaboración propia.

Nuestro argumento esencial es que no es posible considerar la sostenibilidad sin tener en cuenta la performance en cuestiones de derechos humanos, performance medioam-biental y la gobernanza, tres factores que, juntos, representan un enfoque basado en la perspectiva del Contrato Social y que representa el aspecto de distribución de la durabi-lidad previamente identificado (ver Aras & Crowther, 2009b). Como tales, proporcionan un mecanismo para centrarse en la toma de decisiones corporativas estratégicas. Más específicamente, y en el contexto de este trabajo, ellos hacen necesaria la inclusión de todas las personas en la preocupación social.

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DaviD Crowther es Catedrático de Responsabilidad Social Corporativa y Director del Centro de investigación en Gobernanza Organizacional, De Montfort University, UK. Director de Social Responsibility Journal y de una series de libros Gower sobre Responsabilidad Social Corporativa y de libros Emerald sobre desarrollo en Gobierno y Responsabilidad Corporativa.

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teresa Duarte-atoChe es Doctora por la Universidad de Sevilla (US) y profesora colaboradora en el Departamento de Contabilidad y Economía Financiera de la Universidad de Sevilla. Investi-gadora principal del proyecto de investigación de la US denominado “Impacto de las compañías andaluzas en la cohesión social”

Recibido: 13/02/2013AceptAdo: 10/02/2014

RIS, VOL.72. EXTRA 1, 45-70, junIO 2014. ISSn: 0034-9712. doi: 10.3989/ris.2013.02.13

LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN COMO ENTORNO DE CONVERGENCIA TECNOLÓGICA El Design Thinking aplicado a la discapacidad intelectual

Technology of InformaTIon and communIcaTIon as an envIronmenT of TechnologIcal convergence design Thinking applied to Intellectual disability

Yolanda de la Fuente Robles [email protected] de Jaén. España.

Jesús HeRnández-Galán [email protected]ón ONCE. Madrid. España.

Resumenen este artículo se presenta una investigación relacionada con el uso de las Tecnologías de la Información y la comunicación (TIc) por parte de personas con discapacidad intelectual, como medio para aumentar su autonomía en las actividades básicas de la vida diaria (aBvd), ofreciendo a las personas con barreras para el aprendizaje y la participación, un entorno de convergencia tecnológica que cumpla con las características de la accesibilidad universal: invisibilidad, ubicuidad y adaptabilidad. Para ello, fue diseñado un software con un interfaz accesible para hacer que el uso del programa de entrenamiento resultara lo más amable y atractivo posible. el entrenamiento con este programa supuso un aumento de hasta el 10% en la autonomía en algunas categorías de las aBvd, por lo que el software diseñado bajo el parámetro del design thinking ha demostrado ser eficaz. PalabRas Claveaccesibilidad; autonomía; discapacidad Intelectual; diseño empático; TIc.

abstRaCtThis article presents research related to the use of the Information and communication Technology (IcT) by people with intellectual disabilities as a means to increase their autonomy in basic daily activities offering people with barriers in learning and participation an environment of technological convergence that meets the characteristics of universal accessibility: invisibility, ubiquity and adaptability. for this, a software with acces-sible interface was designed in order to make the use of the training program the most easy and attractive possible. Training with this program provided an increase of up to 10% in autonomy in some of the categories of ABVD, thus demonstrating the efficacy of the software designed through the parameter of design thinking.KeYwoRdsaccessible; autonomy; design Thinking; Intellectual disabilities; IcTs.

Revista inteRnaCional de soCioloGía (Ris)Procesos de exclusión social en un contexto de incertidumbre

Vol. 72, extra 1, 93-112, junio 2014Issn: 0034-9712; eIssn: 1988-429X

DOI:10.3989/ris.2013.01.11

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anteCedentes

las Tecnologías de la Información y de la comunicación (TIc) irrumpen como herramienta transformadora en el ámbito de la discapacidad, dotando de contenido a la primera parte de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia (laPad) —tan olvidada en el momento de su ejecución— la promoción de la autonomía; ya que la misma supone el establecimiento de una nueva estrategia de intervención, la de la participación activa en la sociedad de la información convirtiéndose en un elemento fundamental para el fomento de su indepen-dencia, autonomía y creatividad, facilitando el mantenimiento y creación de nuevas redes sociales y evitando el aislamiento social, así como el acceso a servicios, lo que redunda, en definitiva, en mejor calidad de vida (Gracia y Guerrero 2007).

en ese nuevo campo de oportunidades, emerge con fuerza la participación, enten-dida como tener parte en una sociedad, enmarcada en un proceso de desarrollo com-partido, de crecimiento mutuo; ligada a relaciones de igualdad en un escenario de aprendizaje desde sus experiencias de partida. el compromiso y la corresponsabilidad es el camino hacia el empoderamiento colectivo, pasando así de persona usuaria de servicio a persona participante y, con ello, poder dar el salto a persona agente de trans-formación social (martínez 2010)

de la misma manera, cabrera (2002), apuesta por una ciudadanía activa que debe potenciar la participación en los espacios públicos y comunes, siendo esta participación el eje de un aprendizaje encaminado a ejercitarla, con el objetivo de que las personas puedan expresar sus necesidades y reivindicar sus derechos.

el objetivo de trabajar hacia esta ciudadanía es que las personas con discapacidad intelectual sean responsables, críticas, activas y comprometidas con su entorno, bajo un alto grado de autonomía personal. siendo esta implicación la que ayude a la persona a conseguir una mayor calidad de vida.

vemos, por lo tanto, la importancia de construir una sociedad inclusiva que dé cabida a las necesidades y acciones de las personas con discapacidad intelectual, dándole la espalda a aquellas actitudes que limitan física o socialmente a cualquier colectivo, elimi-nando todo tipo de barreras (arquitectónicas, lingüísticas, etc.), buscando que las rela-ciones sean fuente de cooperación y enriqueciendo a todos los colectivos (geva 2011)

no podemos obviar, que el desarrollo de las tecnologías ha favorecido la aparición de nuevas formas de exclusión social desde distintos frentes y por varios motivos. la ausencia de políticas específicas sobre inclusión digital; las dificultades de acceso a las infraestructuras tecnológicas; la insuficiente formación en y para el uso de las TIC; la ausencia de referentes y apoyos; o la escasa aplicación y promoción de los estándares y directrices del diseño para todos, son algunas de las causas de lo que acertadamente se viene denominando exclusión digital o brecha digital (soto y fernández 2003).

en el lado opuesto, la inclusión digital es la participación plena de todos los ciudada-nos, en igualdad de condiciones, en la sociedad del conocimiento garantizando tanto el

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acceso en las nuevas tecnologías mediante la asunción, aplicación y promoción de los estándares y directrices de accesibilidad y, cómo no, mediante la formación y la educa-ción (gutiérrez 2001).

los programas de ordenador se han convertido en una herramienta común para la educación y la formación, ya que resultan atractivos para los usuarios, y facilitan el seguimiento de resultados, proporcionando un ritmo de formación que se puede adap-tar a la curva de aprendizaje de la materia. en el caso de los adultos con discapacidad intelectual van schrojenstein (1997) señala que el uso de algunos juegos de ordenador principalmente los destinados a los niños, puede conllevar algunos beneficios, sobre todo proporcionando entretenimiento a los usuarios y familiarizándolos con el uso de las computadoras.

el objetivo principal es que las TIc sean un elemento pedagógico (rehabilitador) en el marco de las inteligencias múltiples, y/o también equiparador de oportunidades (habilitador). este modelo conecta con las directrices de la organización mundial de la salud (oms) y la carta de rehabilitación Internacional que, como novedad impor-tante, ofrece un enfoque que evita centrarse en la patología y busca un modelo más ecológico y contextual propio de la escuela inclusiva. las TIc son herramientas que pueden utilizarse de forma creativa para mejorar el desarrollo de habilidades y destre-zas de las personas con discapacidad intelectual bajo una concepción interaccionista que desplaza su enfoque desde las características individuales del alumnado a un modelo de apoyo curricular que actualmente se encuentra en proceso de expansión. a través del andamiaje de software, periféricos y metodología adecuada, el alumnado puede desarrollar su potencial, de forma que quien sabe más —profesor, compañero, familiar— ayude al que tiene dificultades. Esta interacción se ejecuta en la zona de desarrollo próximo y convierten lo que muchos denominan el problema de la diver-sidad —desde la óptica del modelo basado en el déficit— en una oportunidad para ensanchar y enriquecer el contexto educativo. La finalidad no es otra que la de dar respuesta personalizada a las necesidades educativas del alumnado con discapaci-dad intelectual y ayudarles en su inclusión en el medio físico y digital con creatividad y dentro de la plena igualdad de oportunidades (sánchez 2008)

con carácter reciente, en el área de la tecnología de la rehabilitación se ha hecho hincapié en la importancia de la participación del usuario en todos los niveles, especial-mente cuando se tratan cuestiones de discapacidad, para influir en los resultados y en las políticas, y dar calidad a todas las iniciativas tomadas. sin embargo, hay que insistir en que el diseño para “una media” más amplia no siempre incluye las necesidades de las personas con discapacidad grave o requisitos específicos. En este caso, el acceso a las tecnologías para dichos usuarios se puede lograr diseñando mejores productos y servicios especiales (o en muchos casos adoptando los productos y servicios existen-tes) para satisfacer requisitos específicos. El término “tecnología de rehabilitación” se usa tanto para la tecnología basada en el diseño para todos, como para la tecnología y servicios especialmente diseñados para las personas con discapacidad (de la fuente robles y romero garcía 2009)

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el Caso de Gradior

el programa Gradior (franco-martín 2001) es un software elaborado por la fundación para la Investigación y Tratamiento en salud mental (InTras). Gradior está destinado a ayudar a los profesionales en entrenamiento cerebral y la rehabilitación de las funcio-nes cognitivas (ginarte-arias 2002) como la atención, la memoria, percepción, cálculo, etc., en las personas que sufren de demencia, esquizofrenia, parálisis cerebral, retraso mental, etc., y con carácter más reciente como apoyo fundamental en el tratamiento no farmacológico del alzheimer. la propagación del uso del Programa Gradior por asocia-ciones y unidades de estancia diurna que trabajan de manera directa con enfermos de alzheimer y otras demencias resulta un buen indicador de la necesidad de instaurar esta modalidad de tratamiento dentro de los programas de tratamiento no farmacológico (domínguez 2012)

el software Gradior puede ser adaptado a cada necesidad específica, se actualiza constantemente, lo que supone un aumento del número de ejercicios disponibles, per-mitiendo ejecutar un programa de rehabilitación cognitiva sin la necesidad de la inter-vención diaria de un especialista, siendo de gran utilidad para los objetivos terapéuticos como son la detección de la degeneración cognitiva y la recuperación de las funciones cerebrales superiores, con una probada interacción óptima entre el sistema y el usuario.

en este caso, podríamos considerar a Gradior como el principal competidor del soft-ware desarrollado por este proyecto, o al menos es el desarrollo en el entorno español que está más cerca de los objetivos propuestos. sin embargo, como se detalla a con-tinuación, la aplicación generada en este proyecto presenta unas mejoras de diseño y aplicación considerables como consecuencia del uso de la metodología de Design Thin-king, ya que este concepto aplica una visión mucho más holística al proceso de diseño intentando resolver problemas más complejos que los exclusivamente referentes a la forma y a la funcionalidad. Incorpora la resolución de problemas tales como la atención de necesidades de aquellos que se encuentran más alejados de la media como pueden ser los colectivos en riesgo de exclusión, etc. (Brown y Wyatt 2010).

el proceso de Design thinking pasa por tres fases: inspiración, ideación e imple-mentación. en el paso inicial (inspiración), corresponde a la fase de comprensión del problema y a la observación; en la segunda fase, la de ideación, es la correspondiente a la generación de alternativas y de diferentes opciones para la consecución de los objetivos, para ello es fundamental implicar a las persona que participan del mismo y a personas externas (usuarios, expertos, etc.), estaría unida a la colaboración y a la cocreación; y en tercer lugar, la fase de implementación, clave fundamental en el proceso de Design thinking: convertir la posible solución en un prototipo para obtener feedback lo antes posible y así poder mejorarla. es un proceso iterativo, que ha de converger en la solución elegida. lo interesante es llegar a esta fase lo antes posible, porque cuanto antes se convierta en prototipo, antes se podrá empezar a iterar en búsqueda de la mejor solución (lópez 2011)

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Gradior FRente a TiC-CapaCiTados

si comparamos el Programa Gradior con el diseñado en este proyecto, es necesario destacar que en el software elaborado y ejecutado en esta investigación se han rea-lizado importantes mejoras, convirtiéndolo en más usable y amigable, el entorno de TIC-Capacitados es más agradable visualmente y tiene unas líneas mas suaves, la com-posición de los ejercicios que se utilizan en Gradior, son visualmente algo mas ruidosos para el usuario ya que presenta muchas más opciones de respuesta. ambos disponen de dos entradas: pantalla táctil y ratón, para la interacción del usuario. y salidas tanto en pantalla como sonido, el programa TIC-Capacitados estimula a los usuarios a través de diferentes métodos. Gradior utiliza dibujos o pictogramas de forma uniforme, mientras que el programa propuesto utiliza al mismo tiempo fotografías, imágenes, pictogramas, etc., lo que hace reúna los requisitos de accesibilidad universal y diseño para todos.

entre las mejoras que facilitan la accesibilidad y disponibilidad del programa, Gradior necesita unos requisitos técnicos específicos —debido a que es un programa instala-ble—, lo cual ocupa espacio en el disco duro del ordenador; sin embargo, la aplicación desarrollada al ser vía web, no necesita instalación alguna, no ocupa espacio en el pc y tecleando en un navegador Internet explorer se accede a la url http://www.ticcapacita-dos.org, la imagen 1 muestra la web inicial.

así, desde cualquier pc conectado a internet se puede acceder a la plataforma y rea-lizar la/las actividad/es desde cualquier lugar y plataforma (Pc, tablet, smartphone, etc.).

Por otro lado, Gradior se centra en ejercicios destinados a la rehabilitación cog-nitiva. durante los últimos años, el ordenador se está utilizando ampliamente en la investigación y en la clínica neuropsicológica no sólo para la evaluación, sino también para la rehabilitación. existen marcadas diferencias entre el uso de ordenador y el trabajo tradicional con lápiz y papel. el hecho de utilizar soporte informático para la rehabilitación cognitiva posee múltiples ventajas, en primer lugar, su modo interactivo propicia un proceso de aprendizaje más dinámico, permitiendo controlar con preci-sión ciertas variables, como el tiempo de exposición de los estímulos y el tiempo de reacción, la recogida de los datos es más fiable y consistente y se facilita su análisis, los estímulos que se presentan resultan más atractivos, lo que aumenta la motivación del sujeto; específicamente para trabajar con niños se pueden confeccionar en for-matos de juego y ofrece un feedback rápido y correcto, ya que permite construir un sistema interactivo de cambios de imágenes en función de las respuestas y su correc-ción, y permite el trabajo individual y desde el propio hogar (ginarte-arias 2002). sin embargo, una preocupación importante en las personas con discapacidad intelectual, es su grado de autonomía en las aBvd (Wullink 2009); con este propósito se ha dise-ñado el programa de entrenamiento TIC-Capacitados especialmente concebido para la mejora de varias categorías de tareas directamente relacionadas con la autonomía en las aBvd, ampliando el abanico de mejoras en las capacidades personales direc-tamente relacionadas con su calidad de vida diaria.

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obJetivos del TiC-CapaCiTados

con la utilización de las TIc adaptadas a las personas con discapacidad intelectual, así como con el diseño de software específico desarrollado por el equipo de investigación gedeX1 , se han pretendido los siguientes objetivos:

1) Promoción de una mayor calidad de vida de las personas con discapacidad inte-lectual. con la consecución de este objetivo principal, se consigue otro objetivo adicio-nal, el de mejorar de la calidad de vida de las familias en las que convive alguna persona con discapacidad intelectual y por ende, una sociedad más justa y responsable.

2) Promoción de la autonomía personal de las personas con discapacidad intelec-tual, utilizando las TIc para su desarrollo.

3) mejorar las capacidades y habilidades generales para la vida diaria, de forma directa a través de las TIc y de forma transversal a través de la realización de talleres en los que se trabajen estos aspectos esenciales para la vida en convivencia con otras personas: aseo, limpieza, respeto, comunicación, etc.

4) mejorar la capacidad de comprensión y asimilación de la comunicación. las TIc tienen una capacidad de transmisión de conocimiento y por lo tanto de captación y asunción del conocimiento muy importante, puesto que se realiza a través de distintos sentidos y es más fácil asumir dichos conocimientos. además, la utilización de las herra-mientas TIc supone la inmersión de este colectivo en la era digital y trabajar para evitar la brecha digital en este sector de la población. la comunicación se promoverá, además, a través de la utilización de los distintos medios de los que disponen las TIc para ello: mensajería instantánea, telefonía IP, Webcams, etc.

5) mejorar la capacidad de imaginación y creatividad, promocionando la adquisición de estas capacidades a través de la utilización de las TIc.

6) mejorar la capacidad de búsqueda y selección de la información. 7) mejorar la capacidad para resolver problemas. 8) mejorar el equilibrio afectivo y la capacidad de adaptación al cambio. 9) mejorar la capacidad de interacción con otras personas y de trabajo en equipo. 10) motivación y apoyo a la capacidad emprendedora.

En definitiva, con este Proyecto se ofrece a la comunidad educativa y a los agentes sociales un software libre al objeto de facilitar el uso y la aplicación de esta tecnología aplicada a la enseñanza para el incremento de capacidades de la vida diaria (cognitivas, sociales e instrumentales) empleando las tecnologías como herramienta para su imple-mentación dirigido a las personas en situación de dependencia o carencia de autonomía.

1 grupo gedeX “género, dependencia y exclusión social”, grupo seJ-484 de la Junta de andalucía. más información en: http://www.youtube.com/watch?v=X3gcWpycpy8.

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áReas a desaRRollaR

los espacios de autonomía que se potencian con el uso del programa de software TIC-Capacitados fueron las siguientes:

1. Imagen personal: el usuario debe adquirir hábitos de higiene y limpieza a diario por medio de:

a. herramientas: utensilios y herramientas necesarias.b. Procedimientos: cómo se utilizan estas herramientas.c. disposición: cuándo utilizar estas herramientas.d. actitud: la motivación y el enfoque positivo.e. Áreas de aprendizaje:

i. limpieza diaria (ducha, aseo personal, higiene en la defecación / micción, secar el pelo, higiene bucal, cabello peinado)ii. el mantenimiento de una adecuada imagen personal (corte de uñas, afei-tarse, limpieza de zapatos, etc.)iii. hábitos para la construcción de una imagen personal enfocada (vestirse para ir al trabajo, a dormir, salir de fiesta, ir al aire libre, etc.)

2. Imagen entorno cercano y cuidado:a. herramientas: utensilios y herramientas necesarias.b. Procedimientos: cómo se utilizan estas herramientas.c. disposición: cuándo utilizar estas herramientas.d. actitud: la motivación y el enfoque positivo.e. Áreas de aprendizaje:

i. el cuidado de los objetos y su habitación (cuando se desviste, la selección de la ropa sucia, guardar la ropa limpia, distinguiendo ropa sucia y limpia, cuidado de las pertenencias personales, ordenar la habitación, etc.)ii. las tareas domésticas como barrer, fregar, y el uso de los elementos básicos en la cocina.

3. Habilidades instrumentales de la vida diaria:a. herramientas: utensilios y herramientas necesarias para una acción.b. Procedimientos: cómo y para qué se utilizan estas herramientas.c. disposición: cuándo utilizar estas herramientas, cuánto cuestan.d. actitud: la motivación y el enfoque positivo.e. Áreas de aprendizaje:

i. el uso de dispositivos de comunicación (teléfono, redes sociales en Internet)ii. usando el transporte público (encontrar el itinerario, coger un autobús, usando mapas sencillos, encontrar una tienda, moviéndose en el interior de un centro comercial para encontrar productos y departamentos).

4. Habilidades sociales:a. herramientas: utensilios y herramientas necesarias para una acción.b. Procedimientos: cómo y para qué se utilizan estas herramientas.

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c. disposición: cuándo utilizar estas herramientas.d. actitud: la motivación y el enfoque positivo.e. Áreas de aprendizaje:

i. hacer peticiones (pedir comida, pedir ayuda, pedir acompañamiento, etc.)ii. habilidades de cortesía (hacer un cumplido, saludar, establecimiento de una breve conversación con desconocidos, etc.)iii. las redes sociales (hacer amigos, saludar a los amigos, estar en contacto, organización para la diversión, etc.)iv. convivencia con los compañeros (respeto de sus compañeros, no apro-piarse de las pertenencias de otro, respeto a la distancia interpersonal, utiliza-ción del tono de voz adecuado).

diseño exPeRimental

la experiencia se aplicó a un conjunto de 12 sujetos (grupo experimental) y su pro-greso fue seguido por medio de cuestionarios periódicos que completaron tutores o padres, y por instructores en el centro ocupacional. los resultados se compararon con los obtenidos por un segundo grupo de 12 sujetos (grupo de control) perteneciente al mismo centro, pero que no participaron en la experiencia. la composición de ambos grupos fue seleccionado con el fin de proporcionar un conjunto de sujetos con perfiles de discapacidad similares, y con un grado similar de falta de autonomía en una serie de áreas, cognitivas, sociales e instrumentales. los familiares que completaron los cuestionarios no conocían en qué grupo se encontraba, si en el experimental o en el de control, sólo los investigadores y monitores conocían esta información. en cual-quier caso, la mayoría de los usuarios del centro tenían actividades de informática, por lo que, sus padres o tutores no sabían si estas actividades estaban relacionadas con el programa de entrenamiento.

los usuarios ejecutaron las pruebas de ordenador con distintos conjuntos de preguntas para cerca de 100 sesiones, siendo el tiempo de ejecución total de cinco meses.

Tanto los instructores en el centro como los familiares completaron tres cuestionarios completos que incluyeron 46 preguntas sobre diferentes aspectos relacionados con la autonomía. el primer cuestionario fue realizado por las familias antes de comenzar la experiencia (pre-test o “primera observación”), un segundo durante el entrenamiento de 50 sesiones (mediados de prueba o “segunda observación”), y el último se concluyó (post-test o “tercera observación”) después de la formación.

la prueba también incluía respuestas abiertas para permitir que los tutores e instruc-tores pudieran proporcionar información adicional sobre el proceso.

los resultados de estos cuestionarios son la referencia para la evaluación de la experiencia, de acuerdo con la objetivos planteados en un principio.

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el soFtwaRe TiC-CapaCiTados Y los CRiteRios de aCCesibilidad

el programa de software cumple los requisitos de accesibilidad establecidos por los estándares internacionales para garantizar el acceso de los usuarios a la plataforma.

Para las personas con discapacidad, la accesibilidad es una necesidad básica para poder ejercer sus derechos de participación ciudadana en igualdad de condiciones que el resto de sus congéneres. es por ello que la lucha por la obtención de entornos, pro-ductos y servicios accesibles ha surgido desde el movimiento asociativo de personas con discapacidad pero sin duda alguna se ha convertido en un derecho fundamental de toda la ciudadanía. según el I Plan nacional de accesibilidad aprobado en 2003, el 40% de la población se beneficia directamente de la accesibilidad (Instituto de Mayores y servicios sociales 2003), todo ello sin olvidar la referencia al lema del European Institute of Design and Disability (eIdd) y que aparece en su declaración de estocolmo “el buen diseño capacita, el mal diseño discapacita” (eIdd 2004)

según el Plan nacional de accesibilidad, el Design for All es la actividad por la que se concibe o proyectan, desde el origen y siempre que ello sea posible, entornos, procesos, bienes, productos, servicios, objetos, instrumentos, dispositivos o herramientas, de tal forma que puedan ser utilizados por todas las personas, en la mayor extensión posible. de esta forma, ambos conceptos, Igualdad de Oportunidades y Diseño para Todos, son las dos grandes ideas que movilizan la lucha por la accesibilidad en los últimos años y que aparecen conjuntamente como lema del Plan.

este concepto plantea una actitud proactiva de superación del estigma de la dife-rencia con el que tradicionalmente han sido tratadas las personas con discapacidad. además, enfatiza la atención a la diversidad de las capacidades funcionales del indivi-duo teniéndolas presentes en los procesos de diseño de entornos, productos y servicios. la inclusión del diseño para todos de forma transversal en los procesos de diseño, redacción de proyectos y planificación es clave para que el resultado para que el resul-tado de esos procesos, ya sean productos, entornos o servicios, pueda ser verdadera-mente utilizables por todos (Kercher 2007).

Tras el Plan nacional de accesibilidad, se aprobó la ley 51/2003, de 2 de diciembre, de Igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las Per-sonas con discapacidad; la ley recogía entre sus ámbitos de actuación una referencia específica a las condiciones básicas de accesibilidad y no discriminación para el acceso y utilización de las tecnologías, productos y servicios relacionados con la sociedad de la información y medios de comunicación social. en este recorrido legislativo también es necesario hacer referencia al rd 1494/2007, de 12 de noviembre, por el que se aprueba el reglamento sobre las condiciones básicas para el acceso de las personas con dis-capacidad a las tecnologías, productos y servicios relacionados con la sociedad de la información y medios de comunicación social; y a las normas une, en especial a la une 139801:1998 eX “aplicaciones informáticas para personas con discapacidad. requisitos de accesibilidad al ordenador. hardware”.

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Por todo ello, la accesibilidad universal se presenta como una condición ineludible para el ejercicio de los derechos —en igualdad de condiciones— por todos los individuos. a través de ella, se pretende superar los obstáculos o barreras que impiden el disfrute de los dere-chos. así, en el marco de la discapacidad y desde un enfoque propio del modelo social, el problema de la falta de accesibilidad ha dejado de ser abordado desde la toma de medidas especiales dentro de un proceso de rehabilitación individual de un sujeto, pasando a serlo desde la búsqueda de respuestas adecuadas, en condiciones de igualdad, a las necesidades de todas las personas. y esta tendencia puede ser también proyectada en el análisis de la dependencia. la facilitación de la accesibilidad de personas con discapacidad a la sociedad de la información puede estimular el ejercicio intelectual (de la fuente y sotomayor 2009)

asPeCtos téCniCos

con carácter general, existen tres modos de atender a la diversidad en cuanto a su acceso a las TIC (Gisbert 2000): diseñar un producto suficientemente amplio y flexible para que abarque todas las posibilidades y no necesite adaptaciones; diseñar produc-tos adaptados específicos, y, por último, compatibilizar interfaces estándares con pro-ductos especiales. en este caso, se optó por el segundo modelo, diseñando productos adaptados. sin olvidar que la premisa del Design for All considera que cualquier Web o interfaz debe cumplir siete requisitos básicos para ser accesible (romero, alcantud y ferrer 1998): el diseño debe ser igualmente utilizable por todos los usuarios; se debe diseñar con flexibilidad para adaptarse a un mayor número de usuarios; el diseño debe ser simple e intuitivo; debe proporcionar la información necesaria para su uso; debe ser resistente a los errores, debe suponer bajo esfuerzo físico, y debe ser ergonómico.

el programa TIC-Capacitados está diseñado para la aplicación de los procedimien-tos, se basa en una costumbre de contenidos dispuestos en un sistema de gestión, que ejecuta un servicio web destinado en un determinado servidor de hosting, para su eje-cución se utilizan los lenguajes hTml, PhP y Javascript (Brooks 2008; Williams 2004).

Esta elección se justifica por las siguientes razones:

1. como un Content Management System (cms), que permite la gestión de una gran variedad de perfiles de usuario. De esta manera, podemos definir distintos tipos de usuarios que acceden a la plataforma con diferentes privilegios (los perfiles son de administrador, educador o tutor, usuario e investigador).

2. el hecho de utilizar una plataforma situada en un servidor web permite la extensión y el uso del software en diferentes centros ocupacionales sin limitaciones geográficas y sin la necesidad de la instalación del programa, sólo requiere una conexión a Internet.

3. el almacenamiento de los registros obtenidos al ejecutar el programa en un servidor remoto proporciona una mayor grado de seguridad, y evita la necesidad de utilizar siempre el mismo equipo para un usuario dado, incluso lo que permite trabajar desde casa.

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la plataforma generada como resultado de este proyecto se marca como software libre, por lo que puede ser ofrecido y promovido entre los centros educativos y ocupa-cionales, así como en los foros de software libre. el programa se ejecuta, una vez que el usuario ha iniciado sesión, ante él se presentan entonces una serie de pantallas para las pruebas correspondientes, quedando recogidos en el mismo los resultados de las pruebas, lo que permite a los investigadores recuperar esta información para su poste-rior análisis en forma de datos estadísticos y gráficos, mostrando la evolución del usuario durante su formación con la plataforma.

la razón para elegir como plataforma el formato de la página web se justifica por su fácil implantación en cualquier Pc del centro de trabajo, y también por la ventaja de permitir el trabajo de los usuarios en cualquier ordenador en el centro, dependiendo de las necesidades del usuario. además, las páginas web basadas en PhP-mysQl y Javascript permiten la integración de sonido, imágenes, vídeo y el resto de requisitos de software. además, esta organización (modelo cliente-servidor), previene la pérdida o corrupción de datos debido al mal funcionamiento del equipo, ya que la información se almacena remotamente en una ubicación diferente. este hecho también permite crear copias de seguridad remota sin estar físicamente en el centro ocupacional.

el lenguaje de programación empleado es hTml con PhP (para comunicarse con la base de datos) y algunos script (para el sonido).

CateGoRías del soFtwaRe

A) Usuarios

a. Los usuarios del grupo de control: usuarios con discapacidad intelectual del centro ocupacional no involucrados en el uso del software, pero evaluados por su progreso con respecto a sus homólogos. este grupo siguió con los programas tradicionales de estimulación del centro ocupacional.

b. Los usuarios experimentales: usuarios con discapacidad intelectual del centro ocupacional que participaron activamente en el programa de software de entrenamiento. los resultados obtenidos por el uso de la herramienta por estos individuos ayuda a determinar la eficacia de las TIC en la adquisición o el desarrollo de ciertas capacidades de autonomía en la vida diaria. Los usuarios de este grupo no sólo presentaban defi-ciencias intelectuales, también mostraban otras patologías como síndrome de down, trastornos de conducta, cardiopatía, ceguera, epilepsia, etc. cada usuario experimental dispuso de un par de auriculares, un ratón o pantalla táctil, dependiendo de su grado de alfabetización informática.

B) Instructor o el monitor del usuario

el instructor o monitor de centro ocupacional es la persona encargada de supervisar y acompañar al usuario en el entrenamiento con la herramienta de software. esta función

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fue llevada a cabo por personal especializado del centro ocupacional, que siguió al uso diario del software; de manera paralela, completaron los cuestionarios sobre los avan-ces y capacidades tanto de los grupos de control como de los usuarios experimentales. cada monitor contaba con un registro de la base de datos de aplicación, y se le permitió acceder a los menús de configuración en el programa, por lo que podría registrar nuevos usuarios (de cualquier grupo), crear nuevas pruebas y preguntas, editar perfiles de usua-rio, bases de datos, etc. en cualquier caso, cada usuario contaba con una contraseña asociada a la sesión en la aplicación web con una única identificación en la base de datos.

inteRFaz del PRoGRama el conjunto de ejercicios en una prueba de este programa se caracteriza por su simpli-cidad. debido a las necesidades del usuario, la opción diseñada fue colocar la pregunta del ejercicio en un panel superior, y en el panel principal de la pantalla sólo dos posibles respuestas. estas dos respuestas a una pregunta dada se colocan en la parte central del panel principal, con dos botones de gran tamaño que mostraban una imagen repre-sentativa de cada uno.

al inicio de la prueba, un discurso que contiene el texto de la pregunta se reproduce automáticamente, con el fin de facilitar la comprensión de la pregunta al usuario con difi-cultades de lectura, o bien por si no sabe leer y escribir o presenta discapacidad visual. este audio se puede reproducir tantas veces como sea necesario con sólo colocar el ratón sobre el texto de la pregunta.

en ese momento, las dos imágenes de posibles respuestas se muestran. entonces, el usuario puede seleccionar la respuesta pulsando en cualquiera de las opciones. esto automáticamente vuelve a cargar la página, pero sustituyendo las cifras de respuesta mediante iconos dando a conocer al usuario si él/ella tenía razón (mostrando una cara sonriente y reproduciendo sonidos que animan) o mal (mostrando un icono triste y un “oh-oh” de sonido). mientras tanto, la respuesta se registra en la base de datos para realizar un seguimiento del uso del software por cada usuario. la imagen 2 muestra un ejemplo de la pregunta como parte de una prueba destinada a formar a los usuarios en la autonomía personal (en este caso la higiene personal).

en general, la mayoría de las actividades tienen una media de 15 a 20 preguntas, para evitar un exceso de información y prevenir el agotamiento del usuario.

de esta manera, cada usuario en el grupo experimental ejecuta una actividad dife-rente cada día de la semana. la persona a cargo de la selección de la nueva actividad para cada día era el monitor de servicio, designado por el centro ocupacional. la imagen 3 presenta el refuerzo visual ante la respuesta correcta del usuario, y la imagen 4 el refuerzo a largo plazo. las imágenes 5 y 6 muestran dos ejemplos de interfaz de usuario para los monitores, relacionadas con el perfil y objeto de la prueba.

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Imagen 2. Ejemplo de ejercicio (Categoría: Higiene Personal, Ducha, etc.). La estructura de un

ejercicio es muy simple, mostrando vínculos con el sitio principal (1) y cierre la sesión (2), la categoría (3), la pregunta (4), las respuestas posibles (5, 6) y una imagen del usuario, destinados a reforzar la identificación para el ejercicio (que se omite en el

propósito de la vida privada). En este caso, el usuario es preguntado para identificar la botella correspondiente al gel de ducha (las opciones de respuestas son gel (izquierda)

o pasta de dientes (derecha)

Imagen 1.Pantalla de bienvenida (página web inicial) para el sitio web del proyecto

TIC-Capacitados.

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Imagen 3. Premiar después de dar una respuesta correcta a una pregunta dada.

El usuario recibe un refuerzo visual y un aplauso (sonido que se reproduce)

Imagen 4. Refuerzo a largo plazo, el usuario recibe estrellas para un conjunto de ejercicios

completados. Cuando el usuario recoge 5 estrellas, él / ella recibe felicitaciones y un vídeo se reproducirá (este archivo de vídeo ha sido previamente

especificado en el perfil de usuario por el instructor, de acuerdo a las preferencias y gustos del usuario).

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Imagen 5. Manual para monitores autorizados de pantalla de gestión. El instructor puede crear nuevos perfiles de usuario (arriba a la elipse) y editar o eliminar registros de usuario

(inferior elipse).

Imagen 6. Prueba de pantalla de gestión de monitores autorizados. El instructor puede crear

nuevos ejercicios usuario (arriba a la elipse) y editar o eliminar ejercicios existentes (inferior elipse)

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Resultados

en el caso de este proyecto, fue elegido un diseño cuasi-experimental (achen 1986), ya que los sujetos en los grupos experimentales y de control no fueron seleccionados al azar. de esta manera, podemos probar la eficacia de la investiga-ción mediante el examen de relaciones causa-efecto entre las variables dependien-tes e independientes.

el diseño de esta experimentación es pre-test/post-test con el grupo de control no equivalente, este modelo fue elegido debido a la disponibilidad de los sujetos, limitado a los usuarios de un centro ocupacional específico.

Para este propósito, se emplearon las técnicas mann-Whitney u-test (conover 1980) y la T-test para la comparación de los promedios.

los resultados obtenidos después de la aplicación de estos análisis para el conjunto de registros indican que el grupo de control ofrece un mayor número de negativo en las respuestas (con respecto a avance en la autonomía). de acuerdo con los pre-test y post-test en el grupo de control, la evolución de los temas con la autonomía muestra una mejora de 3,5%, mientras que este aumento alcanza hasta 13% en individuos en el grupo experimental, por lo que obtiene un 10% de mejora sobre las personas que no siguieron el programa de entrenamiento computarizado.

ConClusiones

las personas con discapacidad a menudo encuentran barreras para acceder a los pro-ductos y servicios de las tecnologías de la información. en particular, una gran mayoría de estos productos no están diseñados para garantizar su acceso a personas con diver-sidad funcional o personas con problemas de aprendizaje; además, las adaptaciones son extremadamente costosas (de la fuente y sotomayor 2009), por ello el diseñar un software con carácter específico facilita en gran medida los resultados de aprendizaje para este grupo de población.

se ha podido constatar que los resultados con respecto al uso del software TIc-capacitados bajo condiciones experimentales muestran una mejora de capacidades en los sujetos implicados mayor, de alrededor de un 10%, que el registrado para el grupo de control, demostrando así la efectividad de la herramienta, a pesar de la limitada cantidad de materias y su heterogeneidad.

además, los usuarios mostraron un alto grado de motivación con el uso del pro-grama, y las familias constataron un incremento en la autonomía de su familiar en las tareas específicas en las que fueron entrenados.

la plataforma cumple los requisitos de disponibilidad propios del software libre, de acce-sibilidad y facilidad de uso, lo que le otorga la posibilidad de ser usado en cualquier centro ocupacional, centro de día o recurso destinado a personas con discapacidad intelectual.

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hay que destacar que el conjunto de ejercicios comprendidos en las pruebas del programa también puede ser libremente aumentado por los instructores en los centros ocupacionales, lo que puede dar lugar al entrenamiento secuenciado de distintas habili-dades a medio, corto y largo plazo.

Conociendo la dificultad que presenta tener acceso a buenos recursos TIC y su apro-vechamiento de una forma sensata en la diversidad, de la urgencia por salvar la brecha digital ya abierta, y de la importancia de que los pocos recursos disponibles sean cono-cidos y usados de forma eficaz y eficiente por la comunidad educativa, podríamos cerrar estas conclusiones constatando que la herramienta cumple con el decálogo establecido en el Congreso Nacional de Tecnología, Educación y Diversidad2:

1. duracIÓn. calidad de los conceptos, calidad de los materiales. no son sos-tenibles las cosas que no duran. Todo proyecto, todo servicio, todo material debe ser diseñado y puesto en marcha sabiendo que debe tener continuidad y que será moldeado una y otra vez como fruto de las evaluaciones a las que se someterá. requisito que sin lugar a dudas ha quedado constatado en este proyecto, ya que el programa es revisable y adaptable en todo momento de su ejecución.

2. accesIBIlIdad. utilizar recursos y/o servicios accesibles y, por lo tanto, suscep-tibles de ser adaptados a cada necesidad específica. La modularidad, adaptabilidad y accesibilidad, deben estar ya contenidas en el mismo diseño. Igualmente los planes de formación, tanto de futuros docentes como de los ingenieros creadores deberán estar sujetos a la revisión y evaluación de sus contenidos. su rigidez implica resistencias a la inclusión de los conceptos de la accesibilidad en los actuales planes de formación. el programa aquí presentado cumple los requisitos de accesibilidad universal y diseño para Todos; los productos y los servicios, tanto físicos como “virtuales”; constituye un paso necesario en el camino hacia un mundo más accesible. necesario porque, sin un colectivo profesional sensibilizado y formado en el respeto y ejercicio de su profesión para la diversidad de usuarios, resulta muy difícil que éstos encuentren los entornos, productos y servicios que se adapten a sus necesidades y garanticen su igualdad de derechos y plena participación en la sociedad. en este sentido la ley 51/2003 de Igual-dad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las Personas con discapacidad establece la necesidad de incluir la enseñanza del diseño para Todos en la formación de los profesionales de los mencionados ámbitos.

3. reuTIlIZacIÓn. agotar la vida útil de los productos es algo ya previo a su reci-claje. Hay montañas de productos no específicos, educativos o no, que podrían tener un uso magnífico en situaciones de diversidad y cuyo potencial se está desperdiciando.

2 conclusiones del 3º congreso nacional de Tecnología, educación y diversidad, más información en: http://www.educarm.es/templates/portal/ficheros/websDinamicas/93/conclu04.pdf.

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no creamos que por tener en la mano la última novedad tecnológica, tenemos el mejor recurso posible. Mucha tecnología cotidiana, no siempre específica, es tan eficaz/efi-ciente como el mejor de los artilugios. el poder usar cualquier ordenador o terminal facilita este aspecto.

4. ahorro. ganar espacio, tiempo y recursos. el ahorro alarga la vida de los recur-sos. dedicar fuerzas a la creación de materiales y experiencias sólo si antes se tiene un mínimo de garantías de que será accesible, modular, adaptable a los dictados de la eva-luación, útil, y con la garantía de que, una vez creado, no terminará olvidado en un cajón. el diseño de este programa, de acceso libre y gratuito lo demuestra sin género de dudas.

5. InocuIdad. los productos deben ser no tóxicos. Por lo tanto, aquellos materia-les y/o experiencias que impidan la accesibilidad, que patrocinen valores contrarios a la diversidad, o que dificulten su integración con otros coetáneos educativos, deben ser considerados como no aptos mientras mantengan estas características. no podemos olvidar que como señalaba la disposición final décima. Currículo formativo sobre accesi-bilidad universal y formación de profesionales de la ley 51/2003 de Igualdad de oportu-nidades, no discriminación y accesibilidad universal de las Personas con discapacidad, “el Gobierno, en el plazo de dos años a partir de la entrada en vigor de esta Ley, desa-rrollará el currículo formativo en diseño para todos, en todos los programas educativos, incluidos los universitarios, para la formación de profesionales en los campos del diseño y la construcción del entorno físico, la edificación, las infraestructuras y obras públicas, el transporte, las comunicaciones y telecomunicaciones y los servicios de la sociedad de la información” , lo que indica que contamos con el marco para hacer realidad la garantía de accesibilidad de las prestaciones y recursos que se diseñen, ya que, como señala yanis vardakastanis, Presidente del foro europeo de la discapacidad, “la falta de accesibilidad es la forma más sutil de discriminación”.

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Jesús HeRnández-Galán es director de accesibilidad de la fundación once, doctor en Ingenie-ría. vicepresidente de la european network for accesible Tourism y Presidente de la plataforma tecnológica evIa (vida independiente y accesibilidad). director del máster en economía social de la eoI y codirector del máster de accesibilidad universal y diseño para Todos de la universidad de Jaén.

Recibido: 11/01/2013ACEpTADO: 21/02/2104

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MoviMientos sociales, Responsabilidad coRpoRativa e inclusión social en la Globalización

Social MoveMentS, corporate Social reSponSibility, and Social incluSion in Globalization

Tomás Alberich [email protected] de Jaén. España

resumenen los años setenta se inaugura un ciclo de sucesivas crisis socioeconómicas hasta el comienzo en 2008 de la actual, marcada por el capitalismo especulativo que es el creciente en las dos últimas décadas y que se desarrolla al hilo de la globalización neoliberal. en el artículo se describen cuatro posiciones dominantes en los sistemas político-económicos actuales y cómo desde una de ellos (capitalismo auto-reglado) se poten-cia un estado de bienestar a la baja en favor de una responsabilidad Social corporativa (rSc) en alza. Mediante la utilización de tetralemas también se describen las cuatro variantes principales de la rSc y cómo son utilizadas por asociaciones no lucrativas y movimientos sociales, desde sus diferentes posturas y en sus relaciones con los ámbitos del poder público y privado, describiendo el ejemplo de las asociaciones de acción social de la discapacidad.

PAlAbrAs clAveasociaciones de discapacidad; Globalización, Movimientos Sociales; responsabilidad Social corporativa.

AbsTrATthe 70s saw the inauguration of a cycle of successive socioeconomic crisis until the starting of the current crisis in 2008, marked by speculative capitalism, which has been growing during the last two decades following the thread of neoliberal globalization. this article outlines the four main positions in the current politico-economic systems, describing how in one of them (self-regulated capitalism) the Welfare State tends to drop in favor of a rising corporate Social responsibility (cSr). the author uses tetralemas to describe the four main variants of the CSR and how these are used by non-profit associations and social movements, from their different approaches and relationships with the public and private institutions, analyzing the example of the associations working on the social action on disability.

KeywordsCorporate Social Responsibility; Globalization; Non Profit Disability Associations; Social Movements.

revisTA inTernAcionAl de sociologíA (ris)Procesos de exclusión social en un contexto de incertidumbre

Vol. 72, extra 1, 113-132, junio 2014iSSn: 0034-9712; eiSSn: 1988-429X

DOI:10.3989/ris.2013.03.04

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movimienTos sociAles, resPonsAbilidAd corPorATivA e inclusión sociAl en lA globAlizAción

el presente artículo tiene como objetivo relacionar tres conceptos: globalización, responsabilidad Social corporativa (rSc) y movimientos sociales, analizando su evolución en las últimas décadas. estudiamos cómo surgen los procesos de globalización y cómo en su seno nace la filosofía empresarial de la rSc: para dar respuesta al creciente desprestigio del sistema capitalista y, en tercer lugar, ana-lizamos cómo buena parte de los movimientos sociales y asociativos han sabido adaptarse a estas nuevas situaciones y escenarios cambiantes (hipótesis de tra-bajo). las asociaciones han creado diferentes modelos de acción y de gestión y han construido diversidad de respuestas ante los problemas e interrogantes sociales con el fin de conseguir sus objetivos, planteando respuestas multi-variadas (tetrale-mas y multilemas) que superan los habituales dilemas (sí o no a algo, por ejemplo respecto a la rSc).

el método principal de elaboración ha sido el contraste entre el análisis de fuentes secundarias (sobre globalización y rSc) y las investigaciones directas realizadas por el autor sobre movimientos sociales y asociacionismo, y particularmente sobre asociacio-nes de personas con discapacidad.

globAlizAción. un Proceso de mundiAlizAción y desregulAción crecienTe

La globalización la podemos definir como el conjunto de procesos de comunicación, interrelación e interdependencia entre diferentes pueblos, economías y culturas que se da a nivel planetario. El aumento de las relaciones mundiales y de las influencias mutuas entre países se produce en numerosos ámbitos desde hace varios siglos pero de forma crecientemente acelerada a partir de los años ochenta y noventa del s. XX, que es cuando adquiere características definitorias propias y es a lo que hemos dado en llamar “globalización” o, en su forma predominante, “globalización neoliberal”, diferen-ciándolo de otros procesos anteriores de mundialización o universalización, que serían las palabras más utilizadas en castellano (taibo 2002:24). veamos sus antecedentes más inmediatos.

las diversas crisis del petróleo a partir de 1971 provocaron un alza de sus precios impulsada por los países productores de la opep, como forma de ganar poder econó-mico y político internacional (se denominó crisis al enfrentamiento internacional por el precio y por el control de las fuentes de energía). como acción puntual, los países no alineados y especialmente los árabes, querían ganar poder y hacer frente al expansio-nismo israelí en palestina, junto a la concienciación de querer cambiar unas relaciones económicas desiguales entre unos países que vendían energía y materias primas bara-tas a los países industrializados (facilitando su desarrollo), mientras que ellos tenían

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que comprarles a precios muy elevados la tecnología, las patentes y los productos manufacturados (maquinaria de producción, electrodomésticos, etc.). estos países no alineados tenían el convencimiento de que la crisis del petróleo les beneficiaría, tratando de cambiar las reglas de comercio internacional y las desiguales relaciones norte-Sur. reglas comerciales que, como sabemos, no consiguieron cambiar, aunque sí mejoraron sustancialmente su situación económica.

el estado de bienestar había comenzado su desarrollo a partir de la crisis de 1929 (la Gran depresión), con las propuestas keynesianas y el new deal de roosevelt, adqui-riendo un gran crecimiento en los países industrializados después de la Segunda Guerra Mundial. Había conseguido una disminución de las desigualdades sociales, un paulatino aumento de los impuestos, con una ligera disminución de las tasas de ganancia empre-sariales, y un aumento del poder de los sindicatos y organizaciones sociales en estos países. además, el desarrollo del estado de bienestar se había convertido en el mejor antídoto para las veleidades revolucionarias que podrían haberse contagiado después de las revoluciones comunistas soviética y china.

pero, como comentábamos, a partir de 1971-1973 se producen una serie de crisis que van a tener notables repercusiones en el modelo de estado existente hasta enton-ces. ¿cómo solventó el capitalismo estas crisis —de energía y de estado de bienestar caros— para mantener o incluso incrementar las tasas de beneficio empresariales? A unos años de ahorro energético y de reestructuración industrial continuaron cinco tipos de respuestas en los años ochenta, en buena parte impulsadas desde el tándem r. reagan-M. thatcher:

1. Disminución de costes fiscales a las empresas y a las grandes rentas mediante la reducción de impuestos. y disminución de los controles, reducción del papel fiscalizador de los Estados en nombre de la “libertad” y de las nuevas palabras-fetiche: “flexibilidad” y, más aún, “desregulación” que es “la palabra de moda y el principio estratégico elogiado y aplicado activamente por cualquiera que tenga poder. Hay demanda de desregulación porque los poderosos no desean ser ‘regulados’, tener limitada su libertad de elección y constreñida su libertad de movimientos; pero también porque ya no tienen interés en regular a otros” (bauman 2006: 35).

2. la reducción de impuestos implica una disminución de ingresos del estado y, como consecuencia, la paulatina disminución del Estado de Bienestar, ya que comienza a no poder hacer frente a los servicios que hasta entonces había pres-tado. disminución de las políticas de protección social (reducción de costes en sanidad, educación, prestaciones por desempleo, privatizaciones…). consecuen-cia: aumento de las desigualdades sociales.

3. Abaratando costes de producción. disminución de los salarios reales y de los derechos laborales: menos seguridad en el empleo, descenso de la indem-nización por despido, aumento del empleo precario, más eventualidad,… consecuencia: aumento de las carencias sociales, de las desigualdades

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económicas internas y de la inseguridad. Una sociedad en la que todo fluye, todo se disipa, todo cambia, y en la que los derechos y los valores funda-mentales ya no tienen una base sólida, se nos escapan, se nos escurren entre las manos; es la “modernidad líquida” tan gráficamente expresada por z. bauman (2005). Se pasó de los derechos sólidos como rocas a los mini-derechos flexibles y líquidos. Ahora, con la Gran Crisis o la Gran Recesión, podemos decir que estamos pasando a la modernidad gaseosa, con dere-chos invisibles.

4. para que las reformas citadas se pudieran llevar a cabo se realiza el mayor enfrentamiento desde la Seguda Guerra Mundial con sindicatos, organizacio-nes obreras y movimientos sociales que se oponían a estas medidas. enfrenta-miento que se salda, comenzando por reino unido y continuando en la mayoría de los países, con una disminución del poder de sindicatos y MM. SS. y con la paulatina asunción posterior, desde las organizaciones socialdemócratas, de buena parte del nuevo ideario conservador neoliberal (a través de propuestas como la de la tercera vía, socialdemocracia liberal,...).

5. las grandes empresas comienzan la conquista de nuevos mercados. la expansión de las multinacionales lleva a la creación de las grandes corporacio-nes empresariales “transnacionales”. una multinacional es una gran empresa nacional que se expande y opera en varios países, las transnacionales actúan a nivel mundial y difícilmente se las puede identificar con un Estado u otro, ya que su política y sus intereses son los suyos propios y su mercado es global (aunque se las siga asociando con su país de origen). las economías nacio-nales pierden poder o se desmantelan en algunos sectores, se producen los primeros procesos de deslocalización de las empresas, se inicia, en definitiva, el proceso de mundialización económica conocido como globalización. pro-ceso que coge mayor impulso a partir de 1989 con el desmantelamiento de la urSS: el capitalismo ya no tiene competidores políticos, se auto-reconoce como capitalismo sin fronteras. consecuencia: aumento de las desigualdades territoriales internacionales.

la batalla de las ideas había comenzado antes. desde los años setenta las pro-puestas de los think-tanks fueron en el sentido de “1) obligar a los norteamericanos y al mundo entero a regresar a los parámetros del capitalismo salvaje; 2) imponer un retorno a los ‘genuinos valores americanos’ de corte puritano (…) Se estaba tramando la revolu-ción de los muy ricos, como la bautizó Galbraith (…) a la altura de 1980 los neoliberales se hicieron con las riendas del Fondo Monetario internacional y del banco Mundial, dejando fuera de combate a varias generaciones de socialdemócratas” (García–rosales y penella 2011:21-27). aunque no todos los países estuvieron en el impulso de esta lógica neoliberal en los años ochenta, como por ejemplo Francia o españa, por distintos motivos, lo cierto es que va penetrando internacionalmente y es claramente mayoritario desde los años noventa.

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MoviMientoS SocialeS, reSponSabilidad corporativa e incluSiÓn Social...• 117

globAlizAción

la globalización, como hemos dicho, es un proceso de intercomunicación mundial y un fenómeno histórico natural: significa mestizaje, fusión y contaminación entre cultu-ras, economías, tecnologías... proceso que se ha dado lenta y paulatinamente desde el mismo origen histórico de las civilizaciones y especialmente desde que estas tienen un conocimiento cierto del conjunto de las dimensiones de nuestro planeta. pero la globalización neoliberal, predominante desde los años ochenta/noventa, es un proceso nuevo, diferente a lo que había existido antes, ya que quiere imponer sus reglas de mer-cado como únicas, y que se da en al menos cinco ámbitos diferentes:

1. En la Cultura. es la globalización neoliberal más antigua, que comienza con el proceso de exportación del modelo de vida norteamericano (american way of life) a través de su potente industria cultural: películas de Hollywood, música, comida rápida, bebida —refrescos de cola— desde hace varias décadas. Se vende que eso es lo moderno, que es la cultura abierta de la libertad. potenciar o proteger las culturas locales (regionales, nacionales...) es algo antiguo, retrógrado.

2. En la Economía. desregulación y deslocalización, libertad para el movimiento de capitales, principalmente del capital financiero especulativo (que se mueve gratis a nivel mundial, sin tasas) y, en menor medida, de la industria, que sigue teniendo aranceles aunque menos que antes. libertad para los movimientos económicos pero no para una de sus bases fundamentales, los recursos huma-nos, no para las personas.

3. Tecnológica. especialmente de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (tic) pero se da en todos los sectores: globalización en la investi-gación —i+d+i, biomedicina, automatización— los avances tecnológicos son la parte más visible e inmediata de la globalización, con apariencia de instantánea.

4. Globalización del crimen organizado, de las actividades económicas ilegales y ale-gales: tráfico de drogas ilegales, de armamento, tráfico ilegal de mercancías. El de obras de arte y de falsificaciones es el que más dinero mueve después de los dos anteriores (drogas y armamento). Y tráfico ilegal de personas. Con la globalización, el dinero en paraísos fiscales no ha dejado de aumentar. Igual que el porcentaje de la economía en manos del crimen organizado y de las mafias internacionales, según todos los estudios que se van realizando (vidal-beneyto, 2010:241 y ss. Garzón, 2005. de la corte y Giménez-Salinas, 2010. Forgiore, F. 2010).

5. Globalización política y social, de los derechos humanos y de la democracia que es la que menos se da o que menos se respeta. promovida por organismos y acuerdos internacionales, la onu, protocolos de protección ambiental (como el de Kioto y posteriores), corte penal internacional, etc., y la impulsada desde organizaciones y movimientos sociales internacionales (Green peace, amnistía internacional, movimientos alterglobalizadores y foros sociales,…).

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los cinco tipos o formas en que la globalización se produce están interconecta-dos, incluso superpuestos. la revolución tecnológica, a partir de la tercera revolución industrial, ha facilitado el desarrollo de las otras globalizaciones y ha dado soporte a la globalización mediática. a su vez el acrecentado poder de los nuevos mass media ha impulsado las globalizaciones e incluso ha impuesto sus modelos y sus diversas visio-nes globalizadoras. para Manuel castells vivimos en la “sociedad red, que es a la era de la información lo que la sociedad industrial fue a la era industrial” (castells, 2010:27). como veremos, los modelos político-económicos son diversos y, como también indica este autor, a pesar de la globalización sigue existiendo esa pluralidad y los estado-nación permanecen, pero con unas reglas de juego diferentes. en lo que se coincide es en el enorme poder la comunicación: “poder es algo más que comunicación, y comuni-cación es algo más que poder. pero el poder depende del control de la comunicación, al igual que el contrapoder depende de romper dicho control” (castells, 2010: 23). (en las revoluciones de la primavera árabe y en los movimientos sociales de indignados hemos comprobado lo acertado de esta afirmación).

para el análisis social de la globalización debemos tener en cuenta que podemos distinguir tres niveles: los procesos mundiales de interdependencia creciente (los cuatro primeros ejes citados), las nuevas instituciones de acción global creadas al hilo de esas interdependencias (principalmente en el 2º y 5º citado) y los cambios que en su con-junto provoca lo anterior en el interior de los estados y de los territorios locales (aspecto menos estudiado). en palabras de Saskia Sassen hay que diferenciar “la formación de procesos y de instituciones explícitamente globales, como por ejemplo la organización Mundial de Comercio, los mercados financieros internacionales, el nuevo cosmopoli-tismo y los tribunales internacionales (…) por otro lado se encuentran los procesos que no pertenecen necesariamente a la escala global y que, sin embargo, forman parte de la globalización. dichos procesos están inmersos en territorios y dominios institucionales que en gran parte del mundo se consideran nacionales. (…) es posible mencionar aquí las redes transfronterizas de activistas dedicados a alguna causa local específica que también se da en escala global, como es el caso de organizaciones de defensa del medio ambiente o de defensa de los derechos humanos. también ciertos aspectos de la labor de los estados nacionales forman parte de la globalización: ejemplo son las políti-cas monetarias y fiscales impuestas por el FMI y por los Estados Unidos como parte de la constitución de los mercados financieros internacionales” (Sassen 2007:14).

resPuesTAs en los Años novenTA

después de esta introducción conceptual retornemos al recorrido histórico reciente. en los años noventa del pasado siglo ya se dijo que el capitalismo había ganado la guerra fría (desaparición de la urSS,…) pero que iba camino de perder la “guerra” contra el hambre y la miseria, contra la pobreza y el deterioro del medio ambiente. el desprestigio del sistema fue en aumento en esta década y ya no había un enemigo exterior (bloque

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comunista) al que echarle la culpa de nuestros males (aunque después apareciera la guerra contra el terrorismo). En estos años fue significativo: 1, la instauración de nuevos sistemas sociopolíticos de capitalismo salvaje a la vez que autoritario en rusia y países ex-comunistas; 2, las nuevas hambrunas y las guerras de exterminio en África y otras zonas, ligadas a la explotación de minerales y materias primas estratégicas, fuentes energéticas y el petróleo, y la implicación de las empresas multinacionales europeas y norteamericanas en el fomento de esas guerras civiles; 3, los nuevos escándalos de corrupción internos al sistema y por la ingeniería contable, de enron, parmalat, Worl com,… 4, las catástrofes ecológicas de bhopal, exxon valdez, prestige,... 5, el pinchazo de la burbuja especulativa financiera ligada a las nuevas tecnologías informáticas; 6, la corrupción político-empresarial, junto al permisivo sistema de transacciones interna-cionales que permitía o toleraba el tráfico paralegal; 7, el crecimiento de los paraísos fiscales para la evasión de impuestos de las grandes fortunas, incluso en el interior de la unión europea; 8, el escándalo de la explotación infantil en asia para la fabricación de ropa y material deportivo barato para nuestro consumo, etc. este conjunto de situacio-nes y fenómenos conforman el panorama internacional creciente de los años noventa, hasta el punto de que un articulista se llegó a preguntar: “por favor ¿es que se quieren cargar al capitalismo desde dentro?”. Como deberíamos saber ahora, ninguno de estos problemas son nuevos ni han aparecido con la crisis actual (de 2008).

¿cuáles fueron las respuestas ante estas situaciones y ante el proceso de despres-tigio del sistema en los años 90? Se dieron diversas respuestas desde los tres ámbitos principales que conforman la sociedad (estado, mercado y tercer Sector):

1. desde los estados se buscó un modelo de desarrollo diferente o que al menos introdujera algunos cambios. por un lado están las propuestas de “desarrollo Sostenible”, económico, social y medioambiental, a partir de 1992 (cumbre de río), principalmente a desarrollar por los estados y las administraciones públi-cas locales (elaboración de agendas 21, cartas de aalborg). por otra parte, se propugna la elaboración de planes estratégicos y nuevos planes de desarrollo a largo plazo en las ciudades, en un contexto de competitividad global (real o ficticio), buscando especialmente el partenariado público-privado (implicar a los grupos privados en grandes proyectos inversores) y utilizando siempre la nueva palabra fetiche: desarrollo sostenible.

2. desde las empresas. era necesario desarrollar una nueva filosofía empresarial, una nueva ética dentro del libre mercado ante su desprestigio creciente, que mostrara una cara más amable que la que tenía el capitalismo financiero, desprestigiado por sus tendencias ultracompetitivas, especulativas y de la ingeniería contable: se crea la responsabilidad Social empresarial y la corporativa (rSe, rSc).

3. del tercer sector. y en tercer lugar, por el lado de los de abajo, las asociaciones ciudadanas no lucrativas ¿qué hacer ante estas situaciones? La respuesta vino con la creación de nuevas onG, nuevos movimientos de solidaridad que reco-rren imparables el mundo occidental desde los años 90: el movimiento del 0,7%,

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las organizaciones no gubernamentales de cooperación y ayuda al desarrollo y las nuevas asociaciones “de voluntariado”, como nueva base político-social que es o quiere ser a la vez alternativa y complemento asumible al propio sistema. desde los ámbitos del poder se da un nuevo protagonismo a las asociaciones no lucrativas, especialmente a las que se definan como “apolíticas”.

Fueron tres respuestas diferentes y complementarias desde cada sector-ámbito de la sociedad. pero no desde todos los estados y gobiernos se apostó por estos modelos de cambio.

¿capitalismo único?

¿Cuáles son las posiciones predominantes en el sistema actual? el capitalismo inter-nacional está principalmente significado por la especulación financiera, pero los otros modelos coexisten en él. el capitalismo de consumo ha coexistido con el productivo desde su misma creación (impulso al consumo desde los años 30 y especialmente desde los 50 paralelo al desarrollo del estado de bienestar). desde los años noventa el crecimiento del que podemos denominar “capitalismo especulativo” es el que lo con-vierte en predominante, sin por ello dejar de coexistir con el productivo y el de consumo. por ejemplo en la pasada década ya se calculaba que más del 40% de las transaccio-nes económicas en la bolsa de estados unidos son simplemente especulativas. a nivel mundial son billones de dólares diarios que se mueven con el único objetivo de comprar para vender a las pocas horas o a los pocos minutos y haber obtenido una sustancial ganancia. “como han demostrado Gary Gorton y andrew Metrick, de la universidad de yale, en 2007 el sistema bancario estadounidense dependía esencialmente de las transacciones ‘repo’, en las que las instituciones financieras venden activos a los inver-sores prometiéndoles recomprarlos al cabo de poco tiempo (a menudo, un solo día)” (p. Krugman 2009)1. ¿dónde está la inversión para la mejora productiva, el libre mercado basado en la oferta y demanda de los mejores productos en estas transacciones? Como concluye Krugman citando a turner en el mismo artículo “buena parte de lo que hacen Wall Street y la city es ‘socialmente inútil’.”

estas tendencias especulativas globales no son incompatibles con la convivencia de diferentes formas políticas de capitalismo y de relativo libre mercado. el incremento de las desigualdades en el capitalismo especulativo globalizado es evidente a nivel mundial pero adopta formas muy diferentes según países y regiones. los puntos de partida son bien distintos y las formas de adaptación y salida de la crisis actual también. desde países con más estado de bienestar y más igualitarios, como los nórdicos europeos

1 paul Krugman, premio nobel de economía, apoya en este artículo la creación de una tasa contra la especulación, a partir de la conocida como “tasa tobin” por ser ya propuesta en 1972 por el también premio nobel James tobin.

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y Japón (con poca desigualdad de renta), hasta los más desigualitarios, como esta-dos unidos, reino unido, portugal, México o brasil,... pasando por los que están en posiciones intermedias, como españa y buena parte de los europeos. en este sentido es interesante la publicación de estudios sobre la relación directamente proporcional entre felicidad —calidad de vida y la equidad interna por países, como el realizado por r. Wilkinson y Kate pickett (2009) donde se demuestra esta correlación (después de haber estudiado y comparado más de 150 investigaciones independientes): los países con mayores desigualdades internas son los que tienen más malestar ciudadano y más enfermedades personales y sociales, medido con diferentes variables: salud física y mental, obesidad, esperanza de vida, criminalidad,... estos parámetros no dependen tanto de que un país sea rico o pobre sino de las diferencias socioeconómicas internas. Diferencias que son muy diferentes entre unos países y otros.

las distancias en los ingresos salariales entre los que más ganan y los que menos también han ido creciendo ininterrumpidamente en las últimas décadas, paralela-mente a los procesos de globalización. Según zigmunt bauman: “la brecha entre los ricos y los pobres, y entre los más ricos y los más pobres se amplía literalmente de año en año, tanto dentro de las sociedades como entre ellas, en una escala global y dentro de cada unidad estatal. en estados unidos, el país más rico del mundo, y al mismo tiempo la capital mundial de los conflictos de intereses y las batallas reivindicativas, la renta de los jefes de las grandes empresas en 1999 era cuatrocientos diecinueve veces superior a la de los trabajadores manuales (sólo hace diez años era únicamente cuarenta y dos veces superior)” (bauman 2006:82) [los datos citados proceden de loic Wacquant, Las cárceles de la miseria]”. o, consultando otra fuente, robert reich en Wall Street Journal (citado por vidal-beneyto, 2009): “un director ejecutivo medio gana hoy 364 veces más que un empleado medio, cuando hace 40 años apenas lle-gaba a 20 veces más”.

el aumento de las diferencias socioeconómicas es constantemente corroborado por numerosos estudios y publicaciones, pero la comparación entre países y sus consecuencias es menos publicitada. Sobre la comparación de las diferencias sala-riales entre los que más y menos ganan en el interior de cada país podemos señalar el estudio de ronald buchanan (2004), “the salary report”, donde realiza un análisis sobre los ingresos brutos de los ejecutivos, cuadros medios y trabajadores en dife-rentes países. a partir de sus datos salariales sobre los ingresos absolutos en cada país hemos realizado un cálculo de cuatro naciones significativas, llegando a las siguientes cifras relativas: los ejecutivos (Chief Executive Officers) de México ingre-san de media 63 veces el salario medio de los trabajadores (Workers). en estados unidos los ejecutivos ingresan 44 veces más, en españa 22 veces y en Japón 9,5 (elaboración propia a partir de los datos de r. buchanan 2004). estos datos, igual que los estudios incluidos en el citado de Wilkinson y pickett, nos dan una idea de las enormes diferencias salariales y de equidad también entre países que se inclu-yen habitualmente en el mismo modelo económico (capitalismo liberal-libre mer-cado). cuando hablamos de países desarrollados occidentales estamos metiendo

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en el mismo saco modelos económicos y sistemas sociales bastante diferentes. parece que el pensamiento único no se corresponde con la realidad y sí, más bien, con la que algunos quieren que exista.

Posiciones hegemónicAs y TeTrAlemA de TendenciAs

desde un punto de vista más político y no sólo sobre la equidad interna, podemos observar las diferentes tendencias en las posiciones de los sistemas socioeconómi-cos dentro del capitalismo actual. bajo el vector especulativo predominante a nivel internacional, podemos diferenciar al menos cuatro posiciones o tendencias domi-nantes, desde las más “socializantes” hasta las más neoliberales. no podemos que-darnos en sólo dos tendencias, una más de izquierdas, socialdemócrata, y otra más de derechas, neoliberal. Con ser cierta para muchos análisis es claramente insufi-ciente, si queremos tener una visión sobre las posiciones del conjunto de países. por lo que utilizaremos la realización de un tetralema, donde podremos colocar al menos cuatro posiciones o tendencias diferentes que se corresponden a diferentes lógicas y no solo a la tradicional de izquierda y derecha. tomando como referencia metodo-lógica a tomás r. villasante, podemos indicar que la complejidad de la realidad no se puede reducir a binomios contrapuestos, “no estamos hablando de una dialéctica simple, de corte hegeliano, donde tesis y antítesis nos llevan a una síntesis, muy determinada. estamos ante dialécticas orientales más paradójicas, donde los con-trarios se abren a varias soluciones posibles. en ibáñez los dilemas se convierten en tetralemas.” (villasante, 2002b:90). cuatro líneas estratégicas diferentes marcan los sistemas capitalistas actuales, pero todas están interconectadas y con crecientes intercambios, no solo comerciales (por ejemplo todos sus representantes se reúnen para debatir conjuntamente en el foro anual de davos y en otras conferencias inter-nacionales).

Tenemos por un lado, en el eje horizontal del tetralema (figura 1), las posiciones más nacionalistas: a la izquierda las que defienden un capitalismo de Estado, socializante o de izquierdas, con diversas posiciones: autoritarias históricamente consolidadas (china) o tendenciales (venezuela,...), donde existe libre mercado pero bajo control estatal y convive con un relativo estado de bienestar o proteccionista, con rasgos propios y diver-sos. a la derecha tenemos a los neocons, a los conservadores nacionalistas y ultranacio-nalistas, partidos y/o gobiernos en diversos países (desde el tea party a los regímenes de algunos países árabes, teocracias,...).

en el otro eje, vertical, tendríamos la contraposición de dos posiciones: en la superior la de los partidarios de la desregulación total, del neoliberalismo puro y duro (globalización sin fronteras, encabezada por las transnacionales) y en la inferior las de los partidarios de un capitalismo regulado o, mejor, auto-regulado según sus intereses, manteniendo un mínimo estado de bienestar.

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Figura 1. Posiciones y tendencias en el sistema capitalista mundial

Fuente: reelaboración propia a partir de villasante, alberich y espadas (2010)

El enfrentamiento entre estas dos últimas posiciones es un tanto superficial ya que las dos conviven en numerosos países y, aunque se corresponden con las tradicionales de partidos conservadores-liberales y socialdemócratas-laboristas, en la mayoría de los territorios la aproximación entre ambos (conquista del centro) es notable pero siempre hacia arriba: las terceras vías asumen las desregulaciones, las reformas estructurales, flexibilidad... como propias, de tal forma que desde los años 80 el Estado de Bienestar se ha ido reduciendo constantemente: cuando gobiernan las derechas porque va en su ideario, cuando les toca a las izquierdas porque no se atreven a reformar lo hecho por los anteriores gobiernos o incluso lo hacen ellos porque se ven obligados por los “mercados”, por las crisis o por los inversores internacionales (especuladores). así la responsabilidad Social corporativa y la empresarial aparecen como objeto de adula-ción y salvación: ya que “no podemos” aumentar o recuperar el papel del estado (redis-tribución, justicia social,...) que sean las empresas las que al menos dediquen algo a ello y desde las administraciones públicas colaboraremos. el estado cada vez tendrá menos poder (coincidencia de posiciones) pero las empresas paliarán las situaciones más lace-

Capitalismo globalizado

menos estado, sistema especulativo mundial

Transnacionales

CapitalismoAutorregulado

Estado Bienestar a la baja, RSC en alza

Capitalismo de Estado protector/autoritarios/

socializantes

NeoconsAutoritarios,

ultraconservadores

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rantes, bien directamente o a través de asociaciones, onG y voluntariado. además la rSc nos servirá, como comentamos, para cambiar la imagen social empresarial, tanto la pública como la interna, pactar con los sindicatos y trabajadores más activos temas laborales y sociales, y con estos y otros agentes sociales realizar acciones de desarrollo social y sostenible.

cAPiTAlismo euroPeo y cAPiTAlismo moderno. sin rsc no hAy sAlvAción Posible

el capitalismo más innovador ha encontrado en la rSc su tabla de salvación pública. Los grandes filántropos y sponsors tienen una imagen pública de prestigio que contrasta con la del empresariado tradicional o la de las empresas y bancos en un mundo híper-competitivo y especulativo. a través de un discurso implícito que nos dice: queremos menos impuestos, menos costes fiscales para las empresas y más facilidades para ganar más y más dinero... y no os preocupéis por la reducción del estado de bienestar que una parte de ese dinero, libremente, lo dedicaremos a obras sociales, a las que deci-damos apoyar o creemos nosotros directamente (fundaciones de las propias empresas), que correspondan con nuestros objetivos y métodos y con las personas que nosotros decidamos poner ahí. así paliaremos lo que el estado no hace.

recuerda a lo que tradicionalmente hacían las esposas de los jefes de estado, de la aristocracia y de los hombres de negocio, dedicándose a las obras de caridad, a “ayudar a los pobres” y a las obras sociales. ahora también, pero ya sin diferencias de género y bajo el paraguas más moderno de la rSc.

estos aspectos sobre el origen y razón de ser de la rSc no son óbice para que analicemos lo que hay dentro de esta ética y “filosofía empresarial” y veamos qué es lo que hay en ella, en sus diferentes posturas —nuevas o tradicionales—, en sus prácticas y en sus relaciones con el tercer Sector. la rSc está aquí, ahora a nivel global, y ha llegado para quedarse.

las causas últimas individuales de por qué un empresario o un banquero impulsa la rSc son importantes pero no tanto: lo que más nos interesa es saber cómo lo hace, con quién y para qué; no si se lo cree personalmente más o menos. así podremos analizar qué tipo de proyectos, dónde, con qué objetivos (ayudas sociales, paliar situación de pobreza, protección de la naturaleza o proyectos de ecodesarrollo,...) y con quién los hace o está dispuesto a realizarlos: si con asociaciones, movimientos sociales y sindi-catos o, por ejemplo, sólo con grupos de voluntariado creados ad hoc, o con todos, con los difusos grupos de interés —los denominados stakeholders. para las asociaciones y movimientos sociales la rSc se ha convertido en un nuevo campo que ha ampliado el que ya existía, de tradición, en la colaboración con empresas y sociedades de lucro. la RSC ha ampliado las posibilidades de financiación de las asociaciones, de todo tipo (el denominado tercer Sector) y no sólo eso: les ha abierto o posibilitado nuevas vías de acción y penetración social, facilitando la consecución de sus objetivos.

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dentro de la rSc podemos distinguir al menos cuatro tendencias. Siguiendo a villa-sante, alberich y espadas (2010:178-182), estas cuatro posiciones las podemos resumir así:

1. Capitalismo de ficción. rSc como puro marketing. por ejemplo, los telemarato-nes solidarios televisivos o el hazte donante de... para acciones de solidaridad de cualquier empresa. también casos como el de la marca tabacalera Fortuna que hace ya bastantes años anunció el 0,7% de su facturación para ayuda al desarrollo. Solo alguna onG picó el anzuelo. el código de conducta de la coor-dinadora de onGd puso coto a estas prácticas. los ejemplos de las contradic-ciones en estas campañas de puro marketing serían numerosos.

2. Filantropía que desgrava. desgravar impuestos: rSc y las acciones de cari-dad. Hay prestigiosas empresas españolas y europeas que han querido dar un paso más. Que no sea sólo marketing sin escrúpulos. Han creado Fundaciones para actuaciones internas y algunas externas. en ellas ha tenido importancia la base ideológica de muchos de sus dueños o directivos (solidaridad cristiana, socialdemócrata,...) que han querido imbuir a sus corporaciones de una línea de desarrollo de su filosofía empresarial, encontrando una comunión entre sus ideas, los proyectos de caridad o asistenciales y la desgravación de impuestos para empresas, mediante el patrocinio.

3. Economía local y Administración endógena. pymes y rSc como parte del desa-rrollo local. las pequeñas empresas y de comerciantes, empresas de servicios de proximidad, con arraigo local han practicado desde siempre la rSc en algu-nos de sus postulados, antes de que se inventara y se le diera ese nombre. la colaboración en iniciativas sociales, culturales, deportivas… por parte de comerciantes y del empresariado local es una tradición en nuestro país. evi-dentemente esto ha ido parejo a la búsqueda de un prestigio en el entorno cer-cano, entre la clientela real y potencial. no existe en nuestro país un municipio o barriada en que no haya empresarios locales que colaboren con las fiestas, los clubes deportivos, actividades culturales o campañas de solidaridad... Su relación con el tejido social es determinante.

4. Planes comunitarios, asociaciones y plataformas de movimientos sociales. Hay ejemplos en que iniciativas locales se plantean ir más allá de una aportación como marketing, desgravación o como una solidaridad local con alguna causa social. Es el caso de artistas y empresarios filántropos que dedican parte de sus trabajos y beneficios a entidades sociales y de desarrollo, que son los que deciden el sentido de las inversiones y de los nuevos proyectos. en españa hay casos conocidos. en la película el Milagro de Candeal se ilustra la posición de carlihnos brown que, como la de otros grupos musicales de Salvador de bahía, invierten una parte de sus beneficios en la mejora de su barrio de origen, dentro de una concepción recuperadora de las tradiciones e identidades locales. la clave está en saber quién decide sobre las inversiones, y cómo se hace el pro-cedimiento (¿democrático, participativo?) para que no se reproduzcan clientelis-

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mos, nepotismos, etc. del quién y el cómo dependerá que se produzcan (o no) procesos reales de empoderamiento ciudadano.

por supuesto también hay casos en que las cuatro alternativas de rSc están inter-relacionadas o son complementarias unas de otras. las fundaciones de la multinacional telefónica y Movistar se encontrarían principalmente en la opción de puro marketing. Sin embargo contrataron a carlihnos brown para el lanzamiento mundial (en 2005/6) del nuevo logotipo Movistar, constituyendo una de las campañas de marketing más costo-sas de la historia. y carlihnos intervino obteniendo fondos para su plataforma de desa-rrollo de candeal, que sería un ejemplo de la cuarta posición de rSc.

AsociAcionismo y rsc

para muchas asociaciones y movimientos sociales, puesto que existe la rSc, lo que hacen es utilizarla. no es solo una oportunidad, es casi una obligación; especialmente para las de acción social y para las que trabajan con personas desfavorecidas o en exclusión social. desaprovecharla sería no solo miope sino injusto. esto no es una crítica a algunas asociaciones que rechazan los patrocinios o las colaboraciones económicas de empresas y gobiernos para mantener su total independencia de una forma más pura, como hacen amnistía internacional, Green peace u otros movimien-tos sociales. depende de cada ámbito y de los objetivos de cada entidad. lo que se quiere decir es que recibir dinero o aportaciones, privadas o públicas, no tiene por qué significar perder la independencia o menoscabar los valores fundacionales de la entidad.

¿Cuáles son los límites? Básicamente de dos tipos: no olvidar las responsabilidades éticas y las reivindicaciones/objetivos sociales que estén en la misión y la visión de la entidad. no apoyar ni participar en cualquier proyecto de rSc. es necesario analizar y discriminar.

la transparencia en la gestión y la elaboración y cumplimiento de códigos de con-ducta es esencial en el tercer Sector y en ellos se deben de determinar los límites en la colaboración con empresas privadas y administraciones públicas. Si esto es cierto para cualquier tipo de entidad del tercer Sector lo es mucho más cuando hablamos de las organizaciones de “acción social”, las que se dedican específicamente a cambiar las condiciones de vida y a paliar las situaciones de personas excluidas o discrimina-das, ya sea por su situación económica, o por origen, edad, discapacidad, orientación sexual, etc. por poner un ejemplo: el que cualquier empresa subvencione o patrocine eventos deportivos o de ocio en el ámbito local o regional (en colaboración con clubs, agrupaciones deportivas, asociaciones de festejos,...) se mueve en un espectro muy amplio. pero las organizaciones y proyectos de acción social deberían de rechazar la colaboración o el patrocinio de determinadas empresas, bancos o administraciones

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denunciados por sus malas prácticas (especulación, corrupción, incumplimiento de la legislación laboral, social...), si no quieren ser utilizados, como poco, para “lavar” la imagen de esos especuladores o presuntos corruptos. lo mismo que una asociación ecologista o de defensa de la naturaleza no puede tener patrocinios de empresas que se dedican a la deforestación o a la explotación irracional de bosques y zonas naturales.

lAs múlTiPles resPuesTAs desde los movimienTos sociAles

Hay que tener en cuenta que, como hemos visto, hay diferentes tipos de rSc, pero tam-bién son múltiples las posiciones y respuestas desde los movimientos sociales. Sería miope quedarse en un simple debate de sí o no a la colaboración con empresas o institu-ciones. ante este dilema, como ante otros, los movimientos sociales han sabido ver que hay más posturas que el sí o el no. una de las capacidades de los nuevos movimientos ha sido el que, frente al poder o respecto de actuaciones concretas, no sólo se puede decir sí o no. los posibles tipos de respuestas dadas son al menos cinco:

• sí. Respuesta de los afines.• no. opuestos. ambas (si/no) están en la lógica del “nosotros” o “ellos”.• el “sí pero no”; el sí, pero no así; acepto las reglas pero no lo que se propone,

puedo utilizarlas para denunciar que el poder no las cumple. por ejemplo cum-plir escrupulosamente las reglas de seguridad paraliza el sistema, huelgas a la japonesa…

• el “no pero sí”, no a las reglas, leyes,… cumplo lo planteado pero denunciando las reglas del juego, las contradicciones del sistema.

• el “ni sí ni no”, no acepto las reglas del juego, no acepto su lógica. es más: la denuncio por artificial; es un juego que quiere hacer creer a la ciudadanía que solo ustedes y sus preguntas existen, que solo hay el sí y el no. Hay otras alternativas. y “el no acepto la pregunta” porque mis preguntas y mis respuestas son otras. puede dar lugar a posiciones de pasotismo (paso del sistema actual) o por contra, de construcción de otras alternativas diferentes, nuevas.

estos tipos de respuesta y de posiciones sociales han sido desarrollados por t. villa-sante a partir de Jesús ibañez (villasante, 2002:34-36). así, frente al poder, tenemos las conductas conversas (refuerzan el poder), el sí y el más que sí; perversas (invertido, respuestas violentas, en la práctica suelen reforzar el poder) —el no radical, el no por el no, ambas se fijan más en el quién hace la propuesta que en sus contenidos; subversi-vas (ironizando) y reversivas (humorístico), darle la vuelta a los argumentos, estas dos últimas estarían en el no pero sí y el sí pero no. todas han estado en algún momento presentes en los movimientos sociales desde los años setenta.

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los tetralemas citados anteriormente serían una aplicación concreta a partir de argumen-tos y posiciones contrapuestos que tratan de superar el simplismo del sí o el no. J. Galtung propuso desde los años ochenta un análisis más complejo y sistémico de la realidad que las simples disyuntivas positivo-negativo, izquierda-derecha, estado-Mercado. para superar conflictos sociales concretos y el análisis de contradicciones simples se plantean los tetrale-mas, se busca nuevas alternativas y posiciones que superen las actuales de partida (sí o no a algo). en su posición más elaborada Galtung (2008) plantea el Método transcend buscando nuevas alternativas diferentes que traten de integrar y superar las posiciones contrapuestas de partida, transcendiéndolas. por ejemplo ante el debate en una asociación sobre si colabo-rar o no con empresas (el sí o el no a la rSc) cabría plantear: dejemos de lado el sí y el no y analicemos en qué condiciones, con qué empresas, para qué fines, con qué obligaciones.

TiPologíA AsociATivA

Hay muchos tipos de clasificación de las asociaciones: por sus objetivos, por el tipo de actividades (sectoriales, temáticas), por sus destinatarios (grupos de población, género,...), según sus reivindicaciones y formas de actuar, movilizarse, etc. Mirando el cómo funcionan, qué tipo de relaciones tienen en su interior (entre junta directiva, socios, voluntariado...) y cómo se relacionan con el exterior (con otras entidades, con las instituciones y con la población), tomás villasante planteó considerar cuatro tipos de entidades: autoaislados, populistas, gestionistas y ciudadanistas (villasante et al, 1989). de los análisis realizados en los años 80 y 90 podemos resumir estos cuatro modelos de conjuntos de acción más típicos de las asociaciones:

• autoaislados. cuando una asociación se relaciona poco con otras y tiene poca relación con la base potencial y con otros grupos. Su relación con las institucio-nes es escasa y conflictiva.

• populistas. el Grupo Formal dirigente es pequeño y se relaciona muy bien con la base. casi no existen sectores activos. Se mantienen relaciones intensas con las instituciones consiguiendo reivindicaciones (subvenciones, inversiones…) y se alternan buenas relaciones con conflictos.

• Gestionistas. el grupo dirigente es un sector activo que gestiona muy bien pero ha perdido, o disminuido, su horizonte reivindicativo e ideológico (modelo predominante).

• intentos ciudadanos. las propuestas ciudadanistas irían en el sentido de crear movimiento ciudadano, siendo conscientes de ello. cuando un Grupo Formal (diri-gentes) se preocupa por ampliar tanto su sector activo como su base, aplicando téc-nicas participativas, de formación, etc., buscando también una buena relación con otras asociaciones y grupos formales e informales. Su relación con las instituciones es de colaboración pero sin perder el sentido crítico y la independencia.

en la realidad social estos cuatro modelos no se dan puros: se entremezclan y cada asociación puede tener notas o características de cada uno de ellos (alberich,

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2007:195,196) o evolucionar entre unos modelos y otros. Si miramos al conjunto del mundo asociativo y del tercer Sector, el gestionista es claramente el predominante desde los años noventa, incluso en algunos casos en su formulación de asociación-empresa, como entidad que se registra legalmente como asociación sin ánimo de lucro pero es a casi todos los efectos una empresa. en el sentido opuesto tendríamos la aparición de nuevos movimientos ciudadanos de protesta, desde los movimientos altermundistas y los foros sociales a los recientes del 15M, plataformas antidesahucios.

discAPAcidAd y AsociAcionismo

la actuación inteligente de movimientos doblemente reivindicativos/de denuncia —ciu-dadanistas— a la vez que gestionistas, la podemos identificar con numerosas asociacio-nes relacionadas con la discapacidad. adoptando posturas que están presentes en los enfoques concretos y que podríamos denominar, también doblemente, como subversi-vas y reversivas, según las definiciones positivas de estos conceptos antes citadas (sub-vertir el orden establecido —injusto—, desde dentro y/o darle la vuelta). Son diferentes posiciones frente al poder y un sistema que de partida es injusto y discriminatorio.

los cuatro diferentes tipos de rSc que hemos visto son utilizados por el asociacio-nismo de acción social y nos vamos a fijar específicamente en el relacionado con la dis-capacidad. como hemos visto, la rSc forma parte de las estrategias del poder, que trata de utilizar el asociacionismo para su lavado de imagen. por su parte las asociaciones tratan de utilizar la RSC en su propio beneficio y sin perder sus valores éticos (aspecto que no siempre consiguen).

el asociacionismo de la discapacidad ha tenido internacionalmente y desde hace bas-tantes años una buena imagen que ha sabido aprovechar para sus fines. En el caso español se cuenta además con una larga tradición tanto de entidades gestionistas como de reivin-dicativas, y de ambas. empezando por la once, cuya acción para-estatal la convirtió en una institución semipública a la vez que un modelo envidiado por otras organizaciones y países. promovió la creación de una corporación empresarial que funcionó como lobby o grupo de presión, con sus luces y sombras, durante bastante tiempo (especialmente en los años 80-90). la creación, desde los años setenta, de otras federaciones sectoriales provin-ciales y autonómicas de asociaciones de personas con discapacidad según sus diferentes tipos (física, intelectual, sensorial) cambió la estructura de estos movimientos asociativos de personas afectadas y sus familias, consolidando una estructura doble, sectorial (temática) y territorial, extendida por todo el estado. posteriormente se creó una plataforma de encuentro unitaria, estable y reconocida institucionalmente, el cerMi, comité español de representan-tes de personas con discapacidad, en el que están representadas unas 5.000 asociaciones y entidades sociales del mundo de la discapacidad, a través de federaciones y plataformas unitarias que representan a unos tres millones y medio de personas (www.cermi.es).

el triunfo en muchos aspectos de estos movimientos ha sido evidente, pero a partir del trabajo constante desarrollado a lo largo de varias décadas. Son indiscutibles los

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cambios sociales en la percepción sobre la discapacidad, la imagen de la persona dis-capacitada, el cambio en el lenguaje, en la formas de denominación, y los cambios en el reconocimiento de sus derechos económicos y sociales: pensiones, eliminación de barreras arquitectónicas, de barreras en la contratación laboral, de desarrollo de pro-gramas específicos de discriminación positiva, los cambios incluidos en la LAPAD (Ley 39/2006 de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en Situación de Dependencia). En definitiva, mayoritariamente se ha comprendido que estos cambios no sólo eran necesarios, de justicia para con un grupo de población específico numeroso (9%), sino que además estos cambios nos beneficiaban al conjunto de la población.

el éxito del modelo desarrollado por asociaciones de personas con discapacidad2

podemos decir que es cuádruple:

1. por un lado han conseguido llegar a tener una gran estructura organizativa, a todos los niveles (territorial y sectorial), con múltiples funciones y servicios para las personas afectadas por alguna discapacidad y para sus familiares, y con estructura nacional e internacional.

2. estos servicios no son sólo para prestar ayudas también lo son, y esto es más sobresaliente, para poner en práctica la integración directa mediante la creación de centros y empresas donde trabajan personas con discapacidad; empresas de inserción, centros especiales de empleo, enclaves laborales... en todos los secto-res —aunque en el sector servicios sería predominante (hostelería, distribución, logística, etc.—, donde entran en el juego de mercado en competencia con otras empresas. aunque tengan alguna subvención pública, la viabilidad de estos pro-yectos empresariales ha dependido de su gestión eficaz y eficiente. Han creado espacios alternativos de autogestión de nuevas organizaciones, a la vez que una estructura productiva gestionista. otro ejemplo sería la de su presencia en los medios de comunicación, con programas y espacios propios, como programas de radio —de gran calidad— realizados por personas con di/eM que cumplen una función terapéutica, además de publicitar sus propuestas, actividades y reivindi-caciones. realización de actividades dramáticas y de expresión corporal, desde grupos de teatro y danza propios, y en todas las expresiones artísticas3.

2 tal vez deberíamos de hablar en plural, de “modelos” porque no podemos decir que exista un solo modelo predominante, pero sí podemos describir algunas características comunes en buena parte de las entidades conocidas. por ejemplo en el caso de la provincia de Jaén tenemos asociaciones y federaciones, como apromsi y FeJidiF, que serían ejemplos de buenas prácticas de los modelos asociativos que se citan. 3 desde hace bastantes años existen múltiples experiencias, como programas de radio, ejemplo “la vitrina” en radio villalba (107.4 FM Madrid). algunos de estos programas radiofónicos han recibido diversos premios por su calidad. por otra parte hay ya numerosos ejemplos de “Festival de teatro especial” como el organizado por la Fundación anade en la Sierra madrileña, la Muestra de teatro especial en Madrid, el Festival paladio arte de Segovia, etc.

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3. Simultáneamente han conseguido mantenerse en un cierto nivel de movimiento social: reivindicativo, de denuncia, protesta y propuesta. desde los trabajos de investigación y denuncia más concretos, como publicitar los edificios públicos donde aún existen barreras arquitectónicas, donde no se cumple la legislación, acciones directas como el poner una pegatina señalizando los coches mal apar-cados que impiden el paso (el sí pero no, reversivo), hasta influir/participar en la redacción de nuevas normativas y legislaciones, como en la citada ley 39/2006 LAPAD —sobre autonomía y dependencia, aunque su influencia no sea suficiente o la que ellos deseaban (el no pero sí, aun no estando de acuerdo en la redacción final de la Ley la utilizo lo más posible y denuncio sus contradicciones).

4. y en cuarto lugar, también han conseguido la integración de personas con disca-pacidad en otras asociaciones, movimientos y organizaciones, que se vea como algo normalizado la integración social. por ejemplo que haya personas con dis-capacidad en las juntas directivas de las asociaciones locales ciudadanas o el que una persona con discapacidad no sólo física sino intelectual participe como ponente en unas Jornadas de debate, de cualquier tipo, está empezando a pasar de ser algo extraño o marginal a convertirse en lo habitual. el que una persona en silla de ruedas esté como uno más en las reuniones en las plazas del movimiento de los indignados del 15M o que en las asambleas se utilice el lenguaje de signos.

el que las asociaciones gestionen los servicios necesarios para personas con disca-pacidad, de forma mejor y más económica que las administraciones públicas, no quita la responsabilidad del estado. la responsabilidad pública es clara y es quien tiene que poner las reglas y los controles. pero las asociaciones no se han abstenido de participar, asumiendo un papel protagonista y de cogestión en los servicios, a pesar de los peligros que conlleva. no se han querido quedar en actitudes ni de autoaislamiento ni populistas. también han sabido transcender las cuatro posiciones típicas de rSc, superándolas en algunos aspectos criticables y haciéndolas suyas con un desarrollo que les es propio.

En conclusión, las asociaciones de acción social y específicamente las de personas con discapacidad han conseguido tener un asociacionismo propio bien organizado y representativo, con legislación social específicamente dirigida y adaptada; a la vez que han penetrado claramente en el conjunto de la organización social y, como parte de esta, en sus estructuras económicas, empresariales, asociativas e institucionales.

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Tomás Alberich es doctor en Sociología por la universidad complutense de Madrid (ucM, 1994). Magister en “investigación, Gestión y desarrollo local”, título propio de la ucM (1998). profesor en la universidad de Jaén desde 2003, Área de trabajo Social y Servicios Sociales. líneas de investigación: participación ciudadana, Movimientos Sociales y tercer Sector; Metodo-logías participativas de investigación y del trabajo Social.

Recibido: 04/03/2013AceptAdo: 20/03/2014

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