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La doble vida de John Lennon EN LA UNIVERSIDAD · PDF fileMcCartney, amparándose en el...

Date post: 11-Mar-2018
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revista de libros número 171 marzo 11 3 What about the time we met? Well,I suppose that you could say That we were playing hard to get. Didn’t understand a thing, But we could always sing. L os problemas que afronta todo biógrafo de un perso- naje célebre se pueden ilus- trar perfectamente pensando en los que han encontrado los que han querido escribir la vida de John Lennon, pues se choca aquí con un tipo de figura pública que lleva hasta el extremo estas dificultades. Mucho más que cuando se trata de políticos, hombres de negocios o artistas de la alta cultura, estas celebridades están unidas a sus partidarios por un víncu- lo afectivo que sólo puede compararse al de los líderes religiosos –como subraya a la perfección el anglicismo fan– y, por lo tanto, se encuentran en un estado de feti- chización tan avanzado y mineral que es casi imposible salirse del cliché de la ha- giografía, pues éste recubre la práctica to- talidad de la vida del «santo» en cuestión (en este caso, el «genio incomprendido» que es en realidad un héroe que sacrifica su vida por la paz mundial), y tal parece que sólo es factible añadir anécdotas tri- viales a favor o en contra de esa imagen ya elevada a los altares; e independiente- mente de cuál sea la intención del biógra- fo –más «desmitificadora» en el caso de Albert Goldman, más «simpatizante» en el caso de Philip Norman–, resulta imposi- ble evitar que ese ejército de fanáticos sea el principal destinatario de estos libros y, al mismo tiempo,que dicho ejército o sus generales consideren invariablemente que la biografía «no está a la altura» del perso- naje y es «ignorante y ridícula» (como dice Norman de la biografía de Gold- man), o bien que lo ha tratado con «mez- quindad» (como dijo Yoko Ono de John Lennon de Philip Norman). La raíz de todas estas dificultades no reside, sin embargo, en ningún defecto de los biógrafos –dos periodistas solven- tes en esta ocasión, aunque Norman sin- tonice más que Goldman con la cultura pop–, sino en un problema que afecta a la propia vida que se pretende narrar. Si la vida de John Lennon, en lo personal, parece una sucesión de hechos absurdos, increíbles, insustanciales y deshilachados a partir de los veintitrés años, y si da la impresión de que, en lo artístico, estaba ya acabada en 1969, convirtiendo los res- pectivos relatos a partir de esas fechas en algo inverosímil, no es porque los auto- res de estos textos no hayan encontrado el registro adecuado para su historia, sino porque es objetivamente un disparate que un muchacho de veintitrés años haya conseguido ya a esa edad, sin haber hecho otra cosa que seguir sus inclina- ciones más irreflexivas, los logros sufi- cientes como para vivir de ellos como un rey no solamente durante el resto de su vida (aunque hubiera sido muy larga), sino durante varias vidas, igual que es del MÚSICA JOSÉ LUIS PARDO CATEDRÁTICO DE FILOSOFÍA EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE La doble vida de John Lennon Philip Norman JOHN LENNON Trad. de Fernando González Corugedo Anagrama, Barcelona 832 pp. 34 Robert Hilburn DESAYUNO CON JOHN LENNON Y OTRAS CRÓNICAS PARA LA HISTORIA DEL ROCK Trad. de Mariano Peyrou Turner, Madrid 314 pp. 23 Albert Goldman LAS MUCHAS VIDAS DE JOHN LENNON Trad. de Rosalía Vázquez Lumen, Barcelona 932 pp. 26 El primer concierto de los Beatles en el Empire Theatre, Liverpool, 1963. Philip Jones Griffiths
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revista de libros número 171 marzo 11 3

What about the time we met?Well, I suppose that you could sayThat we were playing hard to get.Didn’t understand a thing,But we could always sing.

Los problemas que afrontatodo biógrafo de un perso-naje célebre se pueden ilus-trar perfectamente pensando

en los que han encontrado los que hanquerido escribir la vida de John Lennon,pues se choca aquí con un tipo de figurapública que lleva hasta el extremo estasdificultades. Mucho más que cuando setrata de políticos, hombres de negocios oartistas de la alta cultura, estas celebridadesestán unidas a sus partidarios por un víncu-lo afectivo que sólo puede compararse alde los líderes religiosos –como subraya a

la perfección el anglicismo fan– y, por lotanto, se encuentran en un estado de feti-chización tan avanzado y mineral que escasi imposible salirse del cliché de la ha-giografía, pues éste recubre la práctica to-talidad de la vida del «santo» en cuestión(en este caso, el «genio incomprendido»que es en realidad un héroe que sacrificasu vida por la paz mundial), y tal pareceque sólo es factible añadir anécdotas tri-

viales a favor o en contra de esa imagenya elevada a los altares; e independiente-mente de cuál sea la intención del biógra-fo –más «desmitificadora» en el caso deAlbert Goldman,más «simpatizante» en elcaso de Philip Norman–, resulta imposi-ble evitar que ese ejército de fanáticos seael principal destinatario de estos libros y,al mismo tiempo,que dicho ejército o susgenerales consideren invariablemente quela biografía «no está a la altura» del perso-naje y es «ignorante y ridícula» (comodice Norman de la biografía de Gold-man), o bien que lo ha tratado con «mez-quindad» (como dijo Yoko Ono de JohnLennon de Philip Norman).

La raíz de todas estas dificultades noreside, sin embargo, en ningún defectode los biógrafos –dos periodistas solven-tes en esta ocasión, aunque Norman sin-tonice más que Goldman con la culturapop–, sino en un problema que afecta ala propia vida que se pretende narrar. Sila vida de John Lennon, en lo personal,parece una sucesión de hechos absurdos,increíbles, insustanciales y deshilachadosa partir de los veintitrés años, y si da laimpresión de que, en lo artístico, estabaya acabada en 1969, convirtiendo los res-pectivos relatos a partir de esas fechas enalgo inverosímil, no es porque los auto-res de estos textos no hayan encontradoel registro adecuado para su historia, sinoporque es objetivamente un disparateque un muchacho de veintitrés añoshaya conseguido ya a esa edad, sin haberhecho otra cosa que seguir sus inclina-ciones más irreflexivas, los logros sufi-cientes como para vivir de ellos comoun rey no solamente durante el resto desu vida (aunque hubiera sido muy larga),sino durante varias vidas, igual que es del

MÚSICA

JOSÉ LUIS PARDOCATEDRÁTICO DE FILOSOFÍA EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSELa doble vida de John Lennon

Philip Norman

JOHN LENNON

Trad. de Fernando González

Corugedo

Anagrama, Barcelona

832 pp. 34 €

Robert Hilburn

DESAYUNO CON JOHN LENNON

Y OTRAS CRÓNICAS PARA

LA HISTORIA DEL ROCK

Trad. de Mariano Peyrou

Turner, Madrid

314 pp. 23 €

Albert Goldman

LAS MUCHAS VIDAS

DE JOHN LENNON

Trad. de Rosalía Vázquez

Lumen, Barcelona

932 pp. 26 €

El primer concierto de los Beatles en el Empire Theatre, Liverpool, 1963. Philip Jones Griffiths

TV2-11 p03-04 10/2/11 17:30 Página 3

4 marzo 11 número 171 revista de libros

todo inverosímil que un artista, por gran-de que sea su genialidad, se encuentre yaconsagrado como un dios antes de lostreinta años, convertido en un niño mi-mado a quien no se le niega ni el másextravagante de sus caprichos, y comple-tamente enterrado por sus propios éxi-tos: así nos lo muestra Robert Hilburnen su cálido Desayuno con John Lennon,confesándose paralizado a la hora de es-cribir una canción nueva por una espe-cie de superego que le recordaba a cadapaso: «Eh, a ver lo que vas a hacer, no teolvides de que eres John Lennon, el au-tor de A day in the life». La lógica narrati-va que gobierna la vida de los grandeshéroes, como supo percibir Hegel a pro-pósito de los personajes de la historiauniversal, parece exigir que su relato ter-mine precisamente en el punto en querealizan su hazaña, y lo que resulta narra-tivamente incongruente, irrelevante ycontradictorio es que sigan viviendodespués de ese momento, que sobrevivana su propio e incontestable triunfo.

Por este motivo, el retrato psicológicode la personalidad de Lennon no puedeadquirir en la narración mayor madurezde la que tenía en 1963 y, a pesar de sussimpatías o antipatías, tanto Goldmancomo Norman se las arreglan para queemerja de entre sus páginas el alma de unadolescente herido desde niño por el«abandono» de sus padres, que ocultaba suvulnerabilidad sentimental tras una mezclade agresividad, arrogancia, agudeza verbaly franqueza negligente y que, como pode-mos observar fácilmente en quien no hatenido otra materia que su vida psíquicapara componer canciones al frenético ydespiadado ritmo exigido por la industriadiscográfica, dibuja en temas como YouCan’t Do that, Run for Your Life, Hide YourLove Away o I’ll Cry Instead la «escena ori-ginaria» de su bestia negra: el miedo cer-val a fracasar en su relación con las mujeresy ser ridiculizado por ello por sus compin-ches varones.Lo demás, es decir, las «aven-turas» de Lennon con las faldas, con losgurús o con las drogas a partir de ese mo-mento, hasta llegar al descabellado circomontado con Yoko en el edificio Dakota,así como la explotación póstuma de su fal-sa imagen de militante pacifista, es sola-mente la consecuencia de un carácter pre-maturamente destruido por la gloria.

Mucho más interesante habría sido,sin duda,una biografía musical de Lennon–aunque, desde luego, no era eso lo quelos lectores ávidos de carnaza demandabande los biógrafos para luego caer sobre ellosacusándoles de vileza–, porque lo únicopúblicamente interesante de la vida deLennon es el modo en que supo conver-tir sus miserias y sus alegrías, junto con

otros muchos elementos de su cultura am-biente, en unas canciones excepcionalescuyo carácter inaugural hace que aún hoyresulten definitivas en su género. Resultaengañoso hacerle portavoz o estandarte detal o cual idea, credo o movimiento: nofue su afiliación ideológica lo que reunióen Liverpool a estos cuatro músicos, queno son la referencia de los hippies (no pue-den compararse en este punto con algu-nos grupos y solistas estadounidenses), nidel pacifismo (la ambigua Revolution, de1968, nos permite escuchar las vacilacio-nes de Lennon ante la idea de apoyar o noel uso político de la violencia) ni de lacontracultura (las «espirituales» melodíasde George Harrison basadas en el sitar tie-nen su contrapeso en la vitriólica SexySadie, auténtica revancha contra la super-chería del Guru Maharishi,de cuya escue-la fueron huéspedes en la India).Todosesos elementos formaban parte de su en-torno vital, y a estos cuatro muchachos lesconfundían tanto como a los demás. Perolos Beatles no sólo pusieron música a sutiempo hasta el punto de que no habríahoy una manera más precisa y a la vez másgeneral de comprender la década de 1960que escucharlos, sino que al hacerlo lovolvieron audible para cientos de miles depersonas en el mundo que no eran cons-cientes de lo que tenían en común,hicie-ron posible sentir, expresar, desahogar yvolver cantabile algo que antes no habíamanera de formular,de experimentar o dehacer público: pusieron al descubierto elcorazón de su época, que aún se oye latir.

Precisamente por ello hay un detalleen todos los relatos aquí comentados quesí resulta un poco «mezquino» con res-pecto a esa biografía artística o musical deLennon, y es, si no la omisión (pues esimposible omitirlo), sí el no haber subra-yado con el énfasis necesario el gigantescopapel desempeñado en ella por PaulMcCartney, amparándose en el hechofortuito de que, por suerte para él, no haencarnado con la misma fatalidad queLennon la figura del héroe mítico.Esto esalgo que, probablemente, tampoco enca-jaría bien en el cuadro fetichista que tantoagrada a los fanáticos del personaje o a losguardianes de su supuesta herencia ideo-lógica, pero es rigurosamente cierto: a losefectos de lo que verdaderamente impor-ta, que es su música, es imposible escribiruna biografía de John Lennon, la únicabiografía posible es la de Lennon &McCartney, y los intentos de deshacer elenredo son miserables y, a la larga, inútiles.La alianza implícita establecida entre ellosa partir de aquel 6 de julio de 1957 enLiverpool fue tan estrecha, y tan decisivapara la música popular contemporánea,que se volvieron musicalmente insepara-

bles para siempre.En la última línea de sucanción de homenaje a John, Here today,McCartney escribió en 1981 algo que,como tantas otras veces en sus temas, pa-rece que podría ser una cursilería, peroque acaba no siéndolo en absoluto: queLennon está presente en todas las cancio-nes de Paul.La inversa es igualmente cierta.Suele decirse que una de las funciones deLennon en esta maquinaria «dual» era lade reducir la tendencia de McCartney alo cursi y la de corregir su relativo desdénhacia las letras (como cuando le preguntó«Estás de coña, ¿no?», después de escucharla primera rima original de I Saw HerStanding There, que decía: «She was justseventeen /She was a beauty queen» [Sólotenía diecisiete años / era una reina de labelleza], y no paró hasta que Paul cambióel segundo verso por «You know what Imean» [Ya sabes]), así como McCartneyse encargaba a menudo de pulir los en-granajes melódicos de John –que, sinembargo, era infalible como letrista–,suavizando tosquedades como las queinicialmente afectaban a Nowhere Man.Pero estas funciones pronto se independi-zaron de sus portadores, y tanto en el gru-po como en sus carreras posteriores a losBeatles (aunque en ellas nunca produjeronnada de una calidad comparable) puedepercibirse claramente que hay un McCart-ney interno en las melodías de John, y unLennon incluido en las de McCartney, yprobablemente ello se remonta a las largashoras (muchas de ellas hurtadas a la escue-la) que pasaron inventando juntos en casade Paul unas canciones que al principiono podían presentar en público en sus ac-tuaciones en Liverpool o en Hamburgo,porque la audiencia sólo quería oír los«grandes éxitos» del momento, pero quegracias al celo de McCartney fueron cui-dadosamente conservadas en un cuader-no bajo el prematuro título de «Origina-les de Lennon & McCartney».El produc-tor George Martin, «descubridor» de sutalento y luego artífice durante años detodas las audacias del sonido Beatles, losconvocó en 1962 a una sesión de pruebapara que sus ayudantes pudieran decidirquién de los dos iba a ser el «líder» deaquella formación de cara a la grabaciónde su primer disco, cosa que ya entoncesresultó imposible de dirimir.A pesar deello, Lennon nunca olvidó que habíasido él quien, tiempo atrás, había «admi-tido» a Paul en el grupo (¡un «grupo» enel que aún no estaban ni George ni Rin-go!), y siempre pensó que aquella era subanda.Y más debido a esto que a la in-fluencia de Yoko, tan maltratada por losbiógrafos, cuando John atravesó una cri-sis creativa y personal en 1968, tras re-gresar de la India y romper con su pri-

mera esposa, no pudo soportar el hechode que McCartney estuviese dirigiendoartísticamente el trabajo tras la muerte desu mánager, Brian Epstein, y anunció el20 de septiembre de 1969 que abando-naba el grupo, lo que de hecho suponíala disolución (también Ringo y Harrisonhabían intentado abandonar unos mesesantes, pero en el primer caso McCartneyno tuvo problema alguno en hacerse car-go de la batería, y en el segundo John yél habían discutido la posibilidad de ofre-cer el puesto a Eric Clapton; Lennon, sinembargo, era claramente tan imprescindi-ble como Paul).

Vinieron entonces los años locos de laPlastic Ono Band, la terapia del «grito pri-mario» con Arthur Janov para curarse desus muchas adicciones, con un gran nú-mero de actuaciones en directo pero muypocas horas de ensayo,y aquellos discos enlos que aborrecía la nostalgia del pasado,descreía de los Beatles y decía cosas horri-bles de Paul haciendo sarcasmo de la vieja«leyenda urbana» de su muerte secreta(«Aquellos fans acertaron cuando dijeronque estabas muerto / Fuiste tú quien seequivocó»,How do You Sleep?).De los ochodiscos grabados por Lennon después delos Beatles, uno de ellos, Shaved Fish, espoco más que una recopilación de temasya grabados, y otro,Rock ‘n’ roll, es una co-lección de clásicos de los años cincuenta ysesenta no demasiado memorable.A pesarde lo muy sobrevaloradas que están –siem-pre por razones extramusicales–, algunascanciones de los otros seis, como las algopasteleras Imagine (convertida en una espe-cie de lamentable himno pacifista) o JustLike Starting Over (lanzada como single casial tiempo que se producía su asesinato enNueva York), es manifiesto cómo la inspi-ración va abandonando a Lennon a medi-da que el tiempo lo separa de sus inglesesaños dorados,y se diría, si se trata de nuevode buscar una coherencia forzada a la his-toria del héroe, que la chispa fue apagán-dose al mismo tiempo que se extinguía elespíritu del tiempo que la había dado vida,el de lo que los sociólogos llaman «déca-das doradas» del Estado del bienestar.En elterreno de lo personal, las biografías sugie-ren que Lennon había alcanzado en 1980una cierta tregua interior tras vencer algu-nas de sus pesadillas y reconciliarse conPaul, como si hubiera dejado de quererocultar su vulnerabilidad.Así parece indi-carlo al menos esa fotografía en la queaparece completamente desnudo abrazadoa Yoko, tomada por Annie Leibovitz sólounas horas antes de su muerte. �

El próximo mes de abril sale a la venta el libro Un día en lavida de los Beatles, de Don McCullin,publicado por La FábricaEditorial, de donde procede la imagen que se reproduce en laportada de este número

MÚSICA

TV2-11 p03-04 10/2/11 17:30 Página 4


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