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c
LA DUALIDAD DE DON SEGUNDO SOMBRA
by
MURIEL MANN, B.A. # M.Ed.
A TMESIS
IN
SPANISH
Submitted te the Gradúate Faculty of Texas Tech University in Partial Fulfillment of the Requirements for
the Degree of
MASTER O? ARTS
Approved
Acce-Dted
May, 1970
/970
NOTA PRELIMINAR
Quiero agradecer a todos los que
me han ayudado, especialmente al Dr. Harley
D. Oberhelman por sus consejos tan acertados
y valiosos y a la señora Lourdes Kuethe por
su valiosa ayuda.
11
ÍNDICE
Capítulo página
NOTA PRELIMINAR ii
INTRODUCCIÓN 1
I. LA DUALIDAD EN LA VIDA DE RICARDO GÜIRALDSS 5
II. LAS DUALIDADES EN LA NOVELA l8
III. TÉCNICAS EN EL USO DE LAS DUALIDADES . . . 68
IV. CONCLUSIÓN 82
NOTAS 8?
BIBLIOGRAFÍA 92
111
INTRODUCCIÓN
Con el éxito de Don Segundo Sombra en 1926
Ricardo Güiraldes recibió el elogio que el público argen
tino le había negado en tres ocasiones anteriores. De
hecho sus primeros libros le habían traído la indiferencia
y la hostilidad de sus compatriotas. Pero la actitud
pública se resolvió en una aceptación general por la obra
nueva que luego ganó el Primer Premio Nacional de aquel
año.
La excelencia de esta obra fue sorprendente a tal
extremo que los críticos literarios empezaron a anali
zarla para determinar los componentes de su éxito. Las
opiniones resultantes no coincidían, lo que sugiere ele
mentos diversos y contradictorios en la obra misma. En
estas diferencias se pueden encontrar las dualidades que
constituyen un componente muy importante del libro. Otro
elemento digno de atención es la eficacia con que el
autor consigue la integración de los elementos diversos.
El resultado es una interpretación que da satisfacción al
lector y confianza en que el escritor lo ha dicho todo.
El propósito de esta tesis es destacar las
dualidades en la novela que le facilitan al autor el do
minio de toda la materia esencial del gaucho y su "pago".
También queremos demostrar las transposiciones y la
amalgamación de estas dualidades que crean un monumento
integrado al criollo argentino. Es una interpretación
que sirve al mundo tanto como a su propio país.
La sugerencia de que la dualidad hace un papel de
suma importancia en la novela vino del crítico Ernesto G.
Da Cal en las palabras dadas a continuaciónj
... Güiraldes busca presentarnos ese todo exis-tencial que es la vida de la Pam.pa, en función de esencialidad, es decir, trasponiendo lo local en universal a base de una delicada destilación de los valores absolutos presentes en su realidad. ...
Y el verdadero mérito de la novela, en tanto que/tal estriba en el autor que consigue esa trasposición a un plano trascendente, sin perder un contacto estrecho con la realidad inmediatamente concreta del ambiente regional. La fórmula que rige esa constante ambivalencia del libro, se basa en una serie de sutiles dualidades, de constantes desdoblamientos, en una técnica de espejos, en que las imágenes reales van generando simultáneamente unas segundas imágenes de una realidad estilizada, ideal, estéticamente deshumanizada, mejor diríamos— para acompañar la intención del autor--, en una serie de sombras que se proyectan agrandadas y puras hacia el terreno de los valores absolutos.^
Según estas palabras el libro entero intenta una duali
dad—una transposición de lo local a lo universal. Para
conseguir esta meta se usan varias dualidades que
queremos examinar.
La dualidad primaria es el héroe desdoblado.
Para retratar al gaucho Güiraldes creó dos personajes
3
que sirven el mismo propósito. De un lado está el héroe
aumentado, exagerado, abarcando todoj del otro lado está
el héroe reducido, desdichado, anhelando todo. Podemos
ver el uno solamente por las observaciones del otro, como
reflejo de los ojos o reflexión de sus pensamientos.
También el paisaje demuestra cierta dualidad.
Siempre sabemos que la pampa es una realidad en el fondo
porque cuando hay gaucho se entiende que hay pampa. Pero
vemos raras veces esta realidad por descripciones obje
tivas. Recibimos el impacto del paisaje por reflejos y
miradas rápidas, por sensaciones y emociones. Tal vez
la subjetividad sea la que hace la pampa intensa y viva.
Otra dualidad importante se ve en el lenguaje de
la novela o mejor dicho en los dos lenguajes. El narrador,
hablando en retrospecto, emplea el lenguaje de un hombre
culto pero los personajes se tratan en el dialecto
gauchesco. Lo maravilloso es el éxito con que Güiraldes
emplea los dos elementos sin pérdida de validez. Los
hace compatibles y plausibles tanto en un solo personaje
como en toda la novela.
El simbolismo contiene dualidades creando rela
ciones especiales entre las cosas y sus símbolos. Tam.bién
otras dualidades de menos extensión tienen forma de para
dojas, contrastes y paralelos.
Luego consideraremos las técnicas con que
Güiraldes mantiene el equilibrio entre aspectos opuestos
o logra la síntesis de elementos diferentes. Los procesos
artísticos incluyen los siguientes: la fórmula autobio
gráfica» el retrospectot una fonna de ventriloquia,
repeticiones I metáforas y comparaciones, imágenes
sensoriales e impresiones sensibles.
Es de esperar que podamos terminar comprendiendo
el papel de las dualidades en el esquema de la novela y
la manera en que contribuyen a la realización de los
fines de Ricardo Güiraldes.
CAPITULO I
LA DUALIDAD EN LA VIDA DE RICARDO GÜIRALDES
Para determinar si hay dualidad en la vida de
nuestro autor, y para tomar nota de ella si es que la hay,
examinemos primero los datos biográficos.
Nació en Buenos Aires el 13 de febrero de 1886.
La familia se trasladó a París cuando Ricardo tenia un año
y medio. Cuando regresó a la edad de cuatro años sólo
hablaba francés. Fueron a vivir en la estancia La Porteña,
cerca del pueblo de San Antonio de Areco. Allí, todavía
muy joven, empezó a conocer la vida del campo. El y sus
hermanos contaban entre sus amigos a los peones que los
vigilaban, los enseñaban y les contaban cuentos de la
pampa. "Admiraban a los vaqueros e imitaban sus maneras;
y con la práctica de sus rudas habilidades, como tirar
boleadoras, se hicieron fuertes en aquellas correrías al
aire libre".^
También recibieron instrucción más formal. Una
institutriz les leía cuentos en alemán. Resultó que
Ricardo aprendió a leer en alemán tanto como en español y
en francés. Más adelante un tutor alimentó su afán por lo
literario con libros de aventura por escritores franceses,
5
como Julio Verne y Dumas.
Extrañó la estancia cuando tuvo que ir a Buenos
Aires para ingresar en el colegio, pero cada verano podía
volver a la vida estanciera. "Las vacaciones a pleno
campo hicieron crecer la pasión por el caballo, la tarea
de los peones, la guitarra y el canto. Lo aprendió todo,
* 7
gozándolo a cuerpo y alma".
Durante los meses de escuela no le interesaban
sus estudios pero se apasionaba por la lectura de varias
y muchísimas obras de literatura. Prefería las novelas
francesas y rusas pero las leyó de toda clase. Descubrió
el encanto del verso francés, se sumergió en la poesia y
empezó a escribir cortos poemas en prosa. Buscaba lo
poético en todas sus lecturas, descubriendo con sorpresa
que muchos escritores escribian poesia en prosa:
Flaubert, Baudelaire, Villiers de l'Isle Adara, Bertrand,
Poe y Osear Wilde.-
Después de recibir su grado de bachiller ingresó
en la Facultad de Arquitectura pero pronto abandonó estos
estudios, así como los de derecho que intentó el año
siguiente. Terminados estos ensayos de estudios univer
sitarios, tomó un puesto com.o empleado en un banco. No
duró mucho tiempo en este empleo ni tampoco en otro que
tomó en una casa de remates. Estos cambios de rumbo indi
can la futilidad de buscar otra carrera que la de hacerse
escritor. Trató de seguir estos estudios porque los
7
jóvenes de su posición social, por lo general, elegían una
carrera y asistían a la universidad. Después de renunciar
a sus estudios aceptó los empleos "para satisfacer las
exhortaciones de su padre". Pero se hallaba frustrado en
todo menos en su dedicación al cultivo de las letras.
Durante este tiempo había en Argentina gran
interés popular en el gaucho que iba desapareciendo. La
tendencia era de conservar las costumbres y tradiciones
gauchescas. Así aparecían historias, poemas, representa
ciones teatrales y, en fin, una nueva literatura nativa.
Este movimiento literario favoreció el gusto de Güiraldes
por lo gauchesco y.lo hizo concentrar su interés en la
literatura regional argentina. Así, antes de pasearse por
el mundo, sabía que los temas gauchescos le convenían por
su sencillez y su grandeza.^
Decidió ir a París que se consideraba el centro
cultural del mundo para aprovecharse del ambiente artístico
y resolver sus inquietudes estéticas. Después de unos
meses de vida social, salió en busca de más horizontes
nuevos. Se fue con un amigo por varios países de Europa y
del Oriente. A su regreso a París se aplicó al desarrollo
de su talento como escritor. Escribió algunos poemas,
empezó unas historias pampeanas y amplió una narración que
había empezado en Granada de paso por Francia. Estos co
mienzos representaban los pasos iniciales hacia sus pri
meros tres libros. Pero pronto la nostalgia lo hizo
\ \
8
volver a Argentina. El año siguiente se casó con Adelina
del Carril.^
La popularidad del folklore gauchesco persistía
en Argentina y Güiraldes empezó a publicar cuentos en la
revista Caras ^¿ Caretas que satisfacía esta demanda.
Más adelante publicó un volumen de cuentos titulado
Cuentos de muerte y; d^ sanare (1915)«
Pero el clima literario no era tan favorable a
su poesía. Todavía el modernismo imperaba en la capital
conservadora y Güiraldes era uno de los pocos espíritus
rebeldes que buscaban progreso y renovación en el arte.
Su estancia en París lo había predispuesto en favor de
las innovaciones de los simbolistas. Buscaba estimulo
en los escritores franceses, resultado que se puede ver
en las influencias en su libro de poesía, E¿ cencerro ¿e
cristal (1915)»^ Era un fracaso que recibió solamente el
ridículo y la condena del público.
Ya hemos llegado a algunas manifestaciones de dua
lidad que se ven en estos dos libros, creados durante el
mismo tiempo, publicados juntos. "El tema rudo y varonil
del gaucho era una verdadera antítesis de la poesía; y por
eso, si el escritor sentía la necesidad de un descanso de
su afán poético, se sumergía en sus escritos de sangre y
de muerte". Güiraldes mismo indica la dualidad diciendo:
Escribiendo al mismo tiempo Cuentos (ie muer sat
£Í£ X. san;-¿;re y El. cencerro de cr J sxal isfacía dos anhelos bien distintos. En lo:
cuentos me ceñía a un estilo de concisión que cuadraba con la parquedad del gaucho en el hablar. En ellos describía cosas y tipos que quería desde mi infancia. En El cencerro de cristal desfagaba mi fantasía y mis grandes enviones en una autoexaltación ritmada.^
Herido por la mala recepción de su libro, se
refugió en La Porteña. Escribió Rosaura, una novela
corta, a pedido de Horacio Quiroga quien la publicó en su
colección en 19I8 bajo el título Un idilio de estación.
También se evidencia dualidad en Rosaura ya que unos ven
en ella una exposición romántica y otros una narración casi
satírica. Ara sugiere que esta ambivalencia refleja la
misma divergencia de actitud en el autor:
El mism.o Güiraldes, que habla de una "novela cursi" y dice al mismo tiempo que "me bañé de ternura" nos da sin duda el ejemplo de lo que en si mismo era, por una parte una concepción emocionada de la realidad y por otra una redacción con ingerencias de juicio y actitud personal frente a la materia.-^
Luego concluyó Raucho, la narración empezada
en Granada, la entregó al editor y se fue con su esposa
y amigos para conocer su propia América. Viajaron a Chile,
tocaron los puertos de la costa del Pacífico, cruzaron el
canal de Panamá y visitaron las Antillas. Durante este
viaje de placer, Güiraldes no podía abstenerse de anotar
las impresiones poéticas de lo que veía. Estas anotaciones
fueron base para la novela poética, Xaimaca.
Otra vez en Buenos Aires Güiraldes supo que Raucho
(1917) había sufrido casi la misma censura en cuanto al
10
estilo que El cencerro de cristal. Volvió a tener el
mismo sentido de desilusión con el estancamiento literario
de su país. Sin embargo empezó su tarea de escribir una
novela con las anotaciones prolijas de su viaje a las
Antillas. Pero la restauración de la paz en Europa le dio
la oportunidad de respirar un aire más propicio para
escribir. Se fue con Adelina a Francia.^^
Durante el viaje leyó Barnabooth por Valery Larbaud
y encontró la nueva clase de expresión que buscaba. Luego
en París conoció al autor y, por medio de él, a otros
literatos de vanguardia.. Con sorpresa y júbilo vio que
se hallaba comprendido y estimado. -
Así alentado prosiguió elaborando su novela
Xaimaca. Pero la crítica de Larbaud le hizo dejar este
trabajo. Larbaud le aconsejó que su ser argentino debe
guiar su expresión. En verdad, echaba de menos su país y
era con nostalgia que empezó su libro sobre un gaucho.
Compuso los primeros diez capítulos de Don Segundo Sombra.
Lo dejó para reanudar de nuevo su Xaimaca. Pero todavía
sus amigos lo concedieron poco valor y le urgieron a seguir
con su obra gauchesca. Con eso preparaba su regreso a
Argentina para consagrarse a su tierra nativa. Pero
Larbaud contribuyó de nuevo a las oscilaciones de nuestro
autor. Le regaló el libro Éloges (I91I) de Saint-John
11-Perse, poemas en prosa tratando de las Antillas.
De vuelta a Argentina viajaba por el norte para
11
acumular datos para Don Segundo Sombra y regresó con
valiosos apuntes. También recogió impresiones en el sur
de Buenos Aires, región visitada en su niñez. En vez de
regresar a París como había proyectado, decidió quedarse
en La Porteña para trabajar en esta obra nativa. Pero no
se hallaba satisfecho con cualquiera interpretación del
gaucho. Exclamó: "Me paso días y días con los brazos
abiertos, temiendo tomar estos tesoros con las manos de
dilapidador". •'• Por fin retornó a Xaimaca y escribió
más poemas en prosa.
El año siguiente se embarcó con Adelina en el
viaje postergado a Francia. Sus amigos literarios le
festejaban y nuevos escritores jóvenes le solicitaban.
También gozaba de gran popularidad social a pesar de que
siempre siguió trabajando. Perseveraba en Xaimaca, elimi
nando y alterando el^texto, hasta que estuvo satisfecho.
Y esta vez recibió la aprobación de Larbaud. Regresó a
Buenos Aires y entregó su nuevo libro al editor con
16 confianza y esperanza.
Apareció Xaimaca (1923) en ima atmósfera literaria
todavía atrasada. La crítica, un poco más bondadosa que
antes, recibió el nuevo libro con reserva cautelosa.
Güiraldes, herido otra vez por la incomprensión, se retiró
a La Porteña. Sus poemas de esa época reflejan primero su
disgusto y luego el vencimiento de su desencanto. Allí en
la estancia el ambiente pacífico llenó su alma de calma.
12
El ejemplo de estoicismo y aceptación de los gauchos le
ayudó a recobrar sus fuerzas. Deter-minó proseguir indi
ferente a la crítica y ser él mismo en su expresión.
Quena interpretar lo que había encontrado en la naturaleza
17
y en el hombre de la pajnpa. '
Esta delineación del alternar entre los dos
proyectos, Xaimaca y Don Segundo Sombra, nos da más evi
dencia de la dualidad de Güiraldes. Pinta un conflicto
entre deseos: dominar nuevas expresiones o expresarse en
un lenguaje regional; rejuvenecer el arte de su país o
conservar sus tradiciones gauchescas; perseguir su afán
poético o su afán pampeano. De im lado trabajaba para
pulir su concepto de técnicas estilísticas progresivas.
Por otro lado sus amigos la convencían de que su mayor
valor consistía en escritos con sabor regional. Cambió de
un lado al otro para encontrar su propio medio que en
verdad era un poco de los dos. En Xaimaca logró una
expresión muy avanzada con su versión de técnicas más
recientes de Europa. Se proponía escribir Don Segundo
Sombra en un estilo correspondiente al tema, es decir,
expresar al gaucho en el lenguaje pintoresco del mismo
gaucho, alcanzando al fin esta meta y creando así su obra
maestra.
Se había puesto a terminar Don Segundo Sombra
cuando otra desviación se presentó. Apareció en Buenos
Aires un periódico nuevo llamado Martín Fierro, voz de
13
un grupo que quería una nueva orientación de las letras
y las artes. Este periódico publicó un llamado en busca
de la sensibilidad argentina y Güiraldes respondió. Salió
de su aislamiento y se instaló en la capital para asociarse
con la carapaña de innovación artística y para colaborar en
el periódico. Había una admiración mutua entre él y los
jóvenes escritores. En reuniones animadas les estimulaba,
les defendía, les comprendía. Les daba lo que el mismo
tuvo que ir a París a encontrar. Se unió a otros para
fundar la Editorial Proa con propósito de publicar obras
de los martinfierristas. Pocos meses después fundó con
otros la revista Proa que tenía casi la misma intención
que Martín Fierro. Güiraldes colaboraba frecuentemente
con artículos y poemas. Experimentó gran desilusión
. * cuando los directores tuvieron que suspender su publicación
después de un año.
Durante toda esta actividad en la campaña por el
progreso literario en su país, Güiraldes estaba trabajando
también en su novela gauchesca. A la vez era un campeón de
lo moderno en la expresión estética que tendría que venir
de afuera e intérprete del pasado inmediato de su propia
tierra, a la que estaba muy apegado. A pesar de su
desengaño por el fracaso de Proa se quedó en Buenos Aires
para continuar su contacto con los jóvenes escritores con
quienes tenía tanta afinidad. Le creaban a su alrededor
un clima favorable para escribir. Pero era su naturaleza
14
dual la que le daba dificultad como nos dice Previtali:
El problema del estilo le era el más difícil, jorque derivaba de una antinomia: su inclinación hacia un lenguaje poético y la necesidad de perfilar la personalidad del gaucho en los términos característicamente vernáculos de su habla local.^^
Su salud le empezó a dar malos ratos y tuvo que
escribir muchas páginas acostado. Por fin tuvo que
retirarse a La Porteña para conservar sus energías y
terminar su trabajo. Don Segundo Sombra se publicó el
primero de julio de 1926. El triunfo fue completo y el
libro recibió el Primer Premio Nacional de Literatura.
El año siguiente se fue con Adelina a Francia en busca de
alivio al mal que avanzaba. Los médicos no podían hacer
nada, pero Güiraldes continuó escribiendo hasta dos días
antes de su muerte: poemas, poemas en prosa y anotaciones
Murió el 8 de octubre de 1927» Murió allá en su Francia
pero pidió entierro en su parapa.
Así se puede ver que la formación del hombre tuvo
lugar en varias partes del mundo. De suma importancia
fueron sus primeras impresiones de la estancia. De allí
procedían recuerdos indelebles y valores perdurables.
Escribió en una carta a Valery Larbaud:
En mí han podido más, por ser primeros y cercanos, los relatos y diálogos que he oído de chico y con imborrable emoción, que las ajnpli-ficaciones intelectuales y sobre todo de expresión oue estas emociones han sufrido con mi cul'cura. ^'^
De hecho, nada más que en una pequeña parte de sus obras
15
falta la presencia de la pampa: algunos poemas y Xaimaca,
que tiene una sola referencia a ella. Su estilo conciso
lo derivó directamente del hombre taciturno de la pampa,
como relató a su amigo:
Del hablar de don Segundo, no de sus relatos que aceptan forma convencional, surgen ciertas características en que basar todo un programa literario. Don Segundo es^parco de palabras; las deja caer en el tono más opuesto a la declamación que sea posible; le gusta y emplea la metáfora con precisión como todo gaucho; la broma es uno de sus modos habituales.^3
Tanto en sus viajes como en su propio país
Güiraldes era un observador penetrante de todo lo que veía
y almacenaba sus impresiones. Gozaba con todo lo creado y
creía en que "no es posible extenderse geográficamente
sin ganar bellezas, y ganar bellezas es adquirir nuevos
asuntos de poesia". Este coraentaxio puede explicar la
paradoja de que amaba tanto a su tierra y todavía tenia la
propensión a pasar tanto tiempo lejos de ella. Sentía
nostalgia muy a menudo cuando estaba en el extranjero y
siempre pensaba en su hogar. Así escribió:
Me fui por entre el mundo a ver al hombre. La tierra era para mí "la madre" y el hombre "su hijo vencedor". Conocí las razas, las^ naciones, los pueblos, y así de lejos pensé siempre en mi raza, mi nación, mi pueblo. -
Pero en su nación faltaba el estimulo artístico.
Puesto que París era la capital cultural del mundo en esta
época, Güiraldes viajaba allí repetidas veces. Muy tem
prano nació en él una apreciación por los escritores
europeos a través de sus lecturas. En París entabló
16
amistad con muchos escritores a quienes admiraba. Estos
le correspondían en su búsqueda de una nueva expresión y
le concedían el reconocimiento y el aliento que necesitaba.
Así le proporcionaban un ambiente más propicio para escri
bir que el que podía encontrar en Argentina hasta que
conoció a los martinfierristas. Para estos en Argentina
Güiraldes era portavoz y líder de la expresión literaria
más avanzada pues podía interpretarles las innovaciones
más recientes de los literatos franceses. Le consideraban
precursor de su propio movimiento de vanguardia pero tal
era su dualidad que al mismo tiempo estaba escribiendo el
libro en que había."patria pura" según Leopoldo Lugones.^"
Seguramente un libro afrancesado no podría ganar el Priiaer
Premio Nacional de Argentina como lo hizo Do_n Secundo
Sombra.
La experiencia dual de Güiraldes le había infun-
dido puntos de vista pertenecientes a ambos lados. Aunque
opuestos, estos dos aspectos se complementaban en el autor
influyendo en su expresión que era a la vez comprensiva y
concisa. Da Cal nos da una explicación de ese fenómeno
a continuación:
Pero sus viajes y su cultura, en lugar de destruir en el al campero, contribuyeron a afirmarle la certeza de que el cimiento de su personalidad, humana y literaria, residía en el poso pampeano de su niñez. Vuelto al medio, su cosmopolitismo fue el vigoroso agente catalizador de esta reacción, porque le permitió mirar lo suyo con ojos parcialn.ente enajenados por la visión de otras tierras y otras vidas;
17
y con ello la posibilidad de ver lo propio en espectáculo, en una amplia perspectiva, con distancia suficiente; pero sin estar del todo fuera, sintiéndolo aun como propio."'
Asi enriquecido por su visión doble, Güiraldes
alcanzó su propósito, la interpretación literaria de su
concepto del gaucho, en Don Segundo Sombra. Lo logró en
un estilo muy personal aunque emparentado con los ajenos.
Es este producto el que queremos exam.inar para ver el
reflejo de la dualidad que se encuentra en el autor.
CAPITULO II
LAS DUALIDADES EN LA NOVELA
La dualidad central de Don Segundo Sombra consiste
en el héroe desdoblado en dos imágenes, una concreta y
otra ideal. El protagonista concreto, todavía novicio
en la vida, está buscando un camino sin saber hacia qué
meta. Este anhelo sin sustancia representa disgusto con
su vida sin rumbo y un deseo de libertad. Lo que quiere
sin darse cuenta es hacerse hombre. Lo que le falta es
un guía para mostrarle la dirección en que disponer de
sus energías para alcanzar un estado valioso.
Don Segundo es la antítesis del muchacho y la
encarnación de sus anhelos y tal es su perfección que
ejemplifica lo bueno de la gauchería. Es la afirmación de
los valores absolutos del hombre pampeano. De esta manera
es el ideal hacia el que se desarrolla el muchacho con
creto. Es su proyección en la formación del muchacho la
que hace a don Segundo el eje del libro. Pero es una
figura estática, siempre la "idea" con que empieza y
termina el relato. Esto no es decir que no vemos a don
Segundo como realidad. Como personaje es la objetivación
de lo ideal y es hombre en todo sentido. Es apto en su
18
19
trabajo, feliz con su destino, respetado por otros. Su
ser respira libertad; emana fuerza. Ya ha alcanzado el
autodominio. Es la representación de la perfección hacia
la que pugna el muchacho.
Puesto que el muchacho representa el lado con
creto de nuestro héroe, parece paradoja que no recibamos
ninguna descripción física, ni siquiera un nombre. Así
empieza su desarrollo casi de la nada hasta acumular
atributos gauchescos que forman al hombre entero. El
lado ideal, al contrario, se representa con bastantes
detalles para que sepamos que don Segundo es gaucho de
tradición con su tez aindada y su chiripá. Toda la
indumentaria nos muestra que es hombre sencillo y pobre.
El muchacho va revelándonos su ser interior. Pero todo
lo que aprendemos de don Segundo se presenta por medio
del aprendiz. Su conducta, sus actitudes, su filosofía,
en efecto toda la sustancia positiva del gaucho la vemos
a través de las observaciones del muchacho.
En la conducta del héroe dual, el aprendizaje y la
pedagogía constituyen otra dualidad. Tal vez sea mejor
decir modelaje que pedagogía porque la educación procede
más por ejemplo que por lecciones, más por acción que por
palabras. Claro que don Segundo tiene que explicarse
algunas veces. A pesar de ser hombre de pocas palabras,
sabe aleccionar a su protegido con comentarios siraples,
directos e irónicos, o por medio de una narración
20
elocuente y significante. Pero el muchacho, listo en su
observación visual y auditiva, absorbe mucho simplemente
en el proceso de la vida diaria. Mientras el modelo y el
imitador caminan y caminan, crecen los conocimientos y
la fortaleza moral del joven. Tal es la afinidad que
siente para el resero que se le entrega con toda su
atención y voluntad. Recuerda que:
Yo era casi un instrumento en manos de mi padrino, que rae guiaba en cada gesto, ... Sentía mi pasividad y rae hubiese molestado, de no haberme dicho mi propio deseo de independencia: "Deja no mas, que al correr del tiempo todo eso será tuyo", (v^g» 167)-^
Y así es. El péndulo oscila hasta que el rescrito puede
emparejarse con otros hombres y se aproxima al estado
acabado del maestro. Asi se hace una especie de conti
nuador de él perpetuando los valores actuales del gaucho
desaparecido.
Pero nos adelantamos demasiado porque hay unos
detalles del aprendizaje que merecen nuestra atención. Se
ha mencionado que el aprendiz empieza casi de la nadaí sin
embargo tiene algunas propensiones afortunadas y otras
lamentables que lleva consigo. Ya ha aprendido a tragar
sus lagrimáis y a no creer en palabras zalameras. Se ha
hecho ladino y ha practicado la maldad de los fuertes
contra los débiles. Pero una desconfiaiiza natural le
preservó de juntarse con la muchachada de mala vida. Se
ha aburrido y ha pensado en lo hermoso que sería irse.
Después de ver a don Segundo, ha entrevisto una vida
21
nueva hecha de movimiento y espacio. Antes de salir
para el arreo se da cuenta que "Todo lo aprendido de mi
niñez aventurera resultaba un mísero bagaje de experi
encia para la existencia que iba a emprender", (pág. 38)
Se pregunta por qué ha aprendido "el alfabeto, las
cuentas, y la historia, que hoy de nada me servían",
(pág. 38) Así con este "bagaje de experiencia" parte de
una existencia inútil y entra en una vida trabajosa y
dura.
Don Segundo empieza a servir de modelo antes de
darse cuenta. No sabe de la atracción que ha sentido el
muchacho desde el primer encuentro ni de su determinación
a unirse con él. El muchacho arregla su trabajo para
poder presenciar la domada. El domingo se acomoda
bastante cerca del domador para escuchar sus comentarios.
Le considera "hombre práctico y paciente", que sabe "todos
los recursos del oficio", (pág. 35)
Tal vez el comienzo verdadero del aprendizaje
gauchesco es un mandato al silencio en palabras burla
doras: "La lengua parece que la tenes pelada", (pág. 31)
Desde entonces el muchacho habla menos y observa más.
Después de su primer día penoso en el arreo, don Segundo
le presenta otro requisito "¡Hacete duro, muchacho"!
(pág. 57)» palabras acompañadas de un rebencazo casi
insensible. Después del fracaso del bisoñe en domar su
potrillo, don Segundo muestra por la persistencia de su
22
ayuda que cree en su buena voluntad. La razón que le da
revela su creencia en la dignidad del oficio: "Yo te vi
a ayudar pa que no andes sirviendo de divirsión e la
gente. Aquí nadies nos va a ver y vah'hacer lo que yo
te mande", (pág. 58) Así empieza don Segundo la educa
ción del muchacho, apadrinándole en la domada hasta ser
su padrino en todo sentido.
Otra dualidad se desarrolla en el aprendizaje a
medida que el protagonista se enfrenta con hechos favo
rables y desfavorables. Aprende que la vida consiste en
dos elementos tanto como la taba tiene dos caras. Algunas
dudas se admiten para destacar el valor del esfuerzo reali
zado para vencerlas. Las primeras vacilaciones occurren
antes del primer arreo. Las conquista con resolución
diciéndose: "Metido en el baile bailaría, visto que no
había más remedio, y si el cuerpo no me daba, mi voluntad
le serviría de impulso. No quería huir de la vida mansa
para hacerme más capaz"? (pág. 38) Luego describe el
efecto del cansancio: "Tenía yo ganas de dormirme en un
renunciamiento total", (pág. 52) Algunos fracasos tienen
valor de comparación cuando más adelante viene el éxito
correspondiente. Cuando primero se monta en su potrillo,
éste lo voltea. Luego con la ayuda de don Segundo puede
domarlo. Más adelante recibe el ofrecimiento de un
trabajo lucrativo como domador en una estancia. Algunas
caídas destacan la autoridad moral de don Segundo y
23
contribuyen al desarrollo moral tan importante en la
educación de un gaucho. Cuando el joven desmonta con
rabia injusta para pelear con su amigo, el reproche de
su padrino estoico le salva del error:' "Si es que te has
caído, yo te puedo ayudar a subir", (pág. l8l) Estos
momentos diversos se destacan lado a lado con el entu
siasmo o el decaimiento del narrador.
Cinco años han pasado cuando el aprendiz nos
habla en retrospecto del aprendizaje. No se ha separado
de don Segundo ni un solo día. Dice: "Cinco años de
esos hacen de un chico un gaucho, cuando se ha tenido
la suerte de vivirlos al lado de un hombre como el que
yo llamaba mi padrino", (pág. 63) Se necesitan muchas
habilidades en un verdadero hombre de la pampa: los
conocimientos del oficio de resero y de dom.ador, ciertas
artesanías para el jinete y la ciencia gaucha de vete
rinaria. Todas estas ha aprendido de su maestro, y más:
También por él supe de la vida, la resistencia y la entereza en la lucha, el fatalismo en aceptar sin rezongos lo sucedido, la fuerza moral ante las aventuras sentimentales, la desconfianza para con las mujeres y la bebida, la prudencia entre los forasteros, la fe en los amigos, (pág. 61-)
AÚn los placeres se han incluido en su educación puesto
que el joven ha aprendido las canciones y bailes del
resero. También sabe que se le ha contagiado la m.anía
de don Segundo por la libertad, la soledad y el andar
perpetuo. Dice más tarde:
2k
Creo que la afición de mi padrino a la soledad ' debía influir en mí; la cosa es que, rememorando episodios de mi andar, esas perdidas libertades en la pampa me parecían lo mejor. (pág. 1^9)
El joven, viendo que ya ha sobrellevado los
rigores del trabajo gauchesco se considera gaucho. Pero
todavía le falta la fortaleza moral necesaria para consi
derarse hombre. Procede el aprendizaje a medida que el
rescrito sufre varias desventuras. Un caballo favorito
recibe una cornada. Cuando sale en busca de venganza,
él mismo sufre una fractura de la eslilla. Su convale
cencia implica una separación temporal de su padrino que
asegura que todavía necesita su apoyo. Experimenta
frustración amorosa y se siente muy triste por la resul
tante despedida. Piensa:
Siempre, hasta entonces, lo tuve a mi padrino y con él me sentí seguro. Hasta alcanzarlo en el puesto que estaba trabajando, siete u ocho horas de camino, me encontraría perdido ante las sorpresas tristes que me^habían deparado esos pagos de mal agüero, (pág. 138)
Más adelante en otra situación indica su dependencia de su
protector diciendo: "... el vivir separado de mi padrino
me parecía imposible", (pág. l6^) En otro contratiempo
pierde sus ganancias y cinco caballos apostando en las
carreras. Sus adversidades aflojan su voluntad pero le
dan prueba de que las enseñanzas de don Segundo son
válidas: "El buen paisano olvida flojeras, hincha el
lomo a los sinsabores y endereza a la suerte que le
aguarda, con toda la confianza puesta en su coraje".
25
(pág. 139) Así la moralidad ejemplar de su guía y amigo
verdadero le ayuda a sobreponerse a sus desazones,
Durante todo el aprendizaje hay oportunidades
para la expresión de la admiración y gratitud del
muchacho. Su sorpresa, confusión y respeto crecen al
descubrir nuevas destrezas y nuevas facetas en su maestro.
Así declara el rescrito después de enumerar todas las
habilidades que ha aprendido del resero: "Pero todo eso
no era sino un resplandorcito de sus conocimientos y mi
admiración tenía donde renovarse a diario", (pág. 6^)
Reconoce su ascendencia sobre los paisanos y piensa:
"iQué caudillo de montonera hubiera sido"! (pág. 6^-)
Admira su habilidad de narrar cuentos de tal manera que
captura la atención de su auditorio. El carácter enigmá
tico de su padrino le arranca esta exclamación: "¡Qué
hombre que no concluiría nunca de conocer"! (pág. 105)
Después de cruzar unas palabras con unos paisanos, el
muchacho observa: "Yo sentía por ima vez más esa fuerza
de mi padrino, tan rápida para suscitar en el paisanaje,
reservado e incrédulo, una incondicional admiración",
(pág. 107) El joven reconoce condiciones de don Segundo
que valen mucho más que el dinero:
Güeno, ese hombre también tiene la mano larga y, Dios me perdone, más larga cuando ha sacao el cuchillo ... pero igual que su patrón, sabe abrirla muy grande y lo que en ella se puede hallar no son patacones, señor, pero cosas de la vida. (pág. l65)
26
Esta alabando su estoicismo cuando dice: "¿Por qué, si
no por una absoluta confianza, era tan tranquilo mi
padrino en las peores emergencias"? (pág. 173) Luego lo
estima como único entre hombres con: "¡Quién fuera como
el"! (pág. 173) Estas manifestaciones de admiración
agrandan a don Segundo más en cada página. Al fin lo han
elevado a una estatura noble con virtudes trascendentes.
El hombre se va pero la "idea", los valores admirables,
quedan.
El fin del aprendizaje es adquirir alma de resero,
alma de horizonte, alma de gaucho. El joven cree que ha
alcanzado el estado deseado: ser hijo de la pampa, de
Dios y de sí mismo. Pero al saber que ha heredado la
estancia de su padre, cree que ha perdido todo lo que ha
ganado. Se da cuenta con gran desilusión de que su vida
de gaucho va a terrainar. Vemos la integridad de don
Segundo al asegurarle que nunca va a cambiar interior
mente: "Si sos gaucho en de veras, no has de mudar, porque
andequiera que vayas, irás con tu alma por delante como
madrina'e tropilla", (pág. 18^) Al fin, cuando el aprendiz
puede aceptar estoicamente la separación de su padre
adoptivo, sabemos que el aprendizaje puede con razón
terminar—que el rescrito ya es hombre capaz de asumir sus
responsabilidades. Ha aprendido a la sombra protectora de
don Segundo y va a quedar siempre a la sombra valiosa de
los conocimientos que ha ganado.
27
A la vuelta a su pago, el protagonista empieza otro
aprendizaje, un aprendizaje mental. Don Leandro Galván es
su tutor en el manejo de la estancia y su hijo, Raucho,
en las cosas del mundo. El joven patrón admira a Raucho
quien por su sabiduría en cuanto a lecturas y libros lo
influye. Pero no está de acuerdo con su gusto en algunas
diversiones, infantiles a su parecer. Este aprendizaje
continúa hasta que el joven se convierte exteriormente en
hombre culto.
En la araistad entre Raucho y nuestro héroe se
encuentra otra dualidad de personaje. Las personalidades
de los dos jóvenes corresponden a las facetas duales del
autor de que ya hemos hablado. De un lado está el hombre
culto, que ha viajado, cosmopolita, representa.do por
Raucho. Por otro lado está el hombre que lleva en sí al
gaucho sacramente. También dentro de cada personalidad
hay los aspectos de Güiraldes. Los dos son hijos de
estanciero muy apegados a la tierra y aficionados a los
libros. La declaración del narrador sirve de aplicación
al autor también: "Aunque no me negara a los nuevos modos
de vida y encontrara un acerbo gusto en mi aprendizaje
mental, algo inadaptado y huraño me quedaba del pasado".
(pág. 192)
Es evidente que el gaucho no puede ignorar las
innovaciones de la vida moderna. La pampa va cambiando
con los ferrocarriles, los alambrados y la agricultura y
28
el gaucho tiene que progresar también. Güiraldes inviste
a don Segundo de los valores de la vida tradicional y
deja a su aprendiz como continuador del tipo de vida
moderna. Así es por medio de su héroe dual que logra
decirnos que los valores son universales y perdurables.
Las perspectivas humanas mantienen importancia
primaria en la novela pero las experiencias humanas están
entrelazadas con el ambiente. Un escritor dice:
En efecto, todo es parapa en el relato de Güiraldes. Los caracteres, las costumbres, las vestimentas, los ademanes. Los ruidos, los silencios, las luces y las sombras, los olores. El vuelo,de los pájaros, las nubes, el viento. Como en ninguna otra de nuestras novelas rústicas, está latente la fuerza del paisaje, el vigoroso im.pulso de la tierra en Don Segundo Sombra.^
Podemos estar de acuerdo especialmente en cuanto a la
fuerza de la influencia del paisaje sobre el gaucho.
Podemos preguntar ¿quién es más dueño del resero que la
pampa? para corresponder a la pregunta de Güiraldes
"¿Quién es más dueño de la pampa que un resero?", (pág.
190) El paisaje ha contagiado al hombre con su estoi
cismo, su silencio, su fortaleza, una actitud de fatalidad,
un amor de soledad y una compulsión de andar perpetuamente.
Es esta relación entre la pampa y el hombre que interesó a
nuestro autor. Lo que nos interesa ahora es su tratamiento
del paisaje y esta interrelación.
Al transferir nuestra atención a la naturaleza
veremos una serie de dualidades de paisaje. Un crítico
29
juzga la novela como "una mezcla brillante de poesía y
realidad".-^ La verdad de este comentario no denota una
dualidad porque la poesía puede consistir en un trata
miento poético de la realidad. Pero es indicación que
estaraos en el dominio de la realidad. Otros hablan de
la escasez de descripción de la realidad de la pampa.
Pero ya se ha dicho que el paisaje está presente en todo
el libro. No es entonces una cuestión de negligencia ni
de la realidad opuesta a la invención. Más bien es la
manipulación de la realidad lo que evidencia la dualidad.
Trata del empleo de la realidad tanto como de la repre
sentación de ella. Veremos el paisaje como fondo para la
acción y como participante en la acción. Experimentaremos
con el protagonista sensaciones físicas y emotivas, o
instigadas por la pampa o paralelas a ella. Viviremos la
parapa con los personajes mientras la pampa vive para sí
misma. Así vamos a registrar las dualidades de lo obje
tivo y subjetivo, lo activo y pasivo, lo estático y
dinámico, las que entregan un ambiente completo.
Empecemos con la objetividad del paisaje. Güi
raldes nos advierte que no vale intentar una descripción
de cualquier momento porque el momento siguiente no per
manece igual: "En la pampa las impresiones son rápidas,
espasmódicas, para luego borrarse en la am.plitud del
ambiente sin dejar huella", (pág. 51) La prueba de que el
autor practica su creencia en la cualidad temporal del
30
escenario se ve en las líneas siguientes en que hay movi
miento y cambio:
El barro de las orillas y las barrancas habíanse vuelto de color violeta. Las toscas costeras exhalaban como un res;glandor de metal. Las aguas del n o hicieronse frías a mis ojos y los reflejos de las cosas en la superficie serenada tenían más color que las cosas mismas. El cielo se alejaba. Mudábanse los tintes áureos de las nubes en rojos, los rojos en pardos, (pág. l6)
Un modo de presentar una objetividad disfrazada es
el de pintar cosas conocidas por el muchacho pero no vistas
en aquel momento:
... los cercos de paraísos, como los tapiales, no tenían para m.í secretos. Aquí había alfalfa, allá un cuadro de maíz» un corralón o simplemente malezas, (pág. 1?)
Un rato ignoré si veía o evocaba. Sabia como levantaría el rebenque, abriendo un poco la mano, y cómo echaría el cuerpo, iniciando el envión del galope, (pág. 193)
Se pueden ver notas de subjetividad aún en la objetividad
de estos ejemplos. Raras veces podemos encontrar una
división clara entre los dos aspectos.
Pero en la cita siguiente los objetos son mera
mente el escenario donde se mueve el protagonista:
Salí por un grupo de eucaliptos, pisando en falso sobre los gajos caídos de alonas ramas secas y enredándome a veces en un cascaron por ir nirando para atrás. Al linde de la arboleda descansé mi andar, asentando las alpargatas sobre la lisa dureza de una huella; poco a poco fui acercándome^al rancho, por un maizalito de unas pocas cuadras, (págs. 38-39)
Más adelante, cuando entramos de entero en la
pampa, Güiraldes se refiere a cosas objetivas como si
fueran ya consabidas de sus lectores y por eso basta una
31
sola mención. Estas referencias son vislurabres rápidas
sin elaboración, incidentales a la acción como veremos
a continuación:
En aquel camino, que corría entre sus alambrados como un arroyo entre sus barrancas, el andar de la tropa se hizo tranquilo y el peligro de un desbande más remoto, (pág. ^6)
No se veía a la redonda ninguna población, de suerte que el campo era como de quien lo tomara, y los arbolitos, aunque en número de cuatro solamente, debían haber volteado alguna rama^ o gajo que nos sirviera Dará hacer fuego, (pág. 1^9)
La comparación constituye un buen recurso para
pintar el paisaje a través de miradas fugaces. Las dos
terceras partes de las comparaciones enlazan algo ajeno
con algo de la pampa. Asi el segundo termino es una
representación sin ser lo que llamamos descripción:
... el fogón, bajo cuya campana tomó lugar la olla, rodeada de pavas como un ñandú por sus charabones. (pág. 30)
La paisanada, a caballo, se había desparramado a lo largo de los andariveles en forma de boleadoras de dos, es decir, im poco amontonada en el lugar del pique y el de la^raya y rale-, ando a lo largo de la cancha, (pag. 1^2)
... veíamos avanzar, a toda carrera, largas hilachas de nubes grises, perdidas de rumbo como yeguada^cimarrona ante el incendio de un pajal, (pág. 17^)
No nos queda más información que estas referencias sobre
lo que es una boleadora de dos, un ñandú, o un charabón.
Y tenemos una idea muy escasa de como es un incendio en
la pampa. Pero son detalles que samados contribuyen a
la pintura acabada.
32
Las tormentas se revelan paso a paso con todo
detalle. Miremos una muy de cerca a continuación para
ver que los verbos prestan una cualidad narrativa así
como otras palabras tienen un propósito descriptivo:
Entre tanto, los nubarrones amontonados en el horizonte habían recubierto el cielo y, ... las primeras gotas sonaron de un modo opaco y precipitado.
La lluvia £e precipitó, interceptándonos el horizonte, los campos y hasta las cosas mas cercanas.
El viento que traíamos de cara arreció, haciendo más duro el castigo, ...
Por delante ,de la^tropa, la huella rebrillaba acerada; atrás todo iba quedando trillado por dos mil patas, cuyas pisadas sonaban en el barrial como masticación de rumiante.
De pronto, una abertura s_e hizo en el cielo. La lluvia s_e demenuzó en un sutil polvillo de agua y, .. . un rayo de sol cayó sobre el campo; corrió quebrándose en los montes, perdiéndose en las hondonadas, encaramándose en las lomas.
Los postes, los alambrados, los cardos, lloraron de alegría. El cielo Sje hizo inmenso y la luz se calcó fuertemente sobre el llano. (págs. 6 0^2")
En esta representación se ve la clase de objetividad pro
gresiva que gustaba a Güiraldes. Las palabras subrayadas
destacan los verbos de acción que mueven la narración
hacia adelante, a menudo atribuyendo la acción a las cosas
mismas. También la escena total nos presenta las reacciones
del muchacho. Con él miramos la escena, oímos los sonidos,
sufrimos del viento, del frío y del miedo. Así los
33
elementos subjetivos están correlacionados con los
narrativos y los objetivos. Es una síntesis que da un
cuadro completo.
Puesto que una tormenta ya tiene el carácter de
mobilidad, miremos esta técnica en una escena más pasiva.
El cangrejal queda pintado para nosotros pero nuestra
visión se conduce de una cosa a otra con esta mobilidad
que cambia una escena en una experiencia:
Esperó que, cerca, una bicho de esos saliera de la cueva y hábilmente le partió la cascara con un^golpe del cuchillo. Pataleando todavía, lo tiró a unos pasos sobre el barro. Cien corridas de perfil, rápidas como sombras, convergieron a aquel lugar. Se hizo un remolino de redondelitos negruzcos, de pinzas alzadas. Todos ridiculamente, zapateaban un malambo con seis patas, sobre los restos del compañero. ¡Q^é restos! ... Corneo nosotros estábamos quietos, podíamos ver algunos de muy cerca. Muchos estaban mutilados de una manera terrible. Les faltaban pedazos en la orilla de la cascara, una pata ... A uno le había crecido una pinza nueva, ridiculamente chica en comparación de la vieja. Lo estaba mirando,^ cuando lo atropello otro más grande, sano. (pág. 121)
Los verbos de acción y las expresiones subrayadas
"introducen en la relativa estabilidad del cuadro, un
pliegue móvil, porque desplaza la atención del lector de
uno a otro objeto, ..."^ según Ara quien llama esta clase
de representación "descripción activa". El opina que
Güiraldes se interesaba en los valores pictóricos de la
realidad y que muy a menudo la novela está en el plano
descriptivo. "Y sin embargo, aquel factor propio de la
narración que es el 'tiempo', ha penetrado el cuadro, y
3^
la estática del momento está conmovido por la anécdota
del asunto mismo".^
Si se pueda considerar la vida del cajnpo como
extensión de la pampa, hay bastantes ejemplos de objeti
vidad. Participamos en la rutina de un día entero en
una estancia, oímos los retrucos y dicharachos de los
muchachos y presenciamos una domada. Partimos como
bisoñes para un arreo, visitamos un boliche y participamos
en una carneada. Recogimos la hacienda en un rodeo y
luego nos dedicamos al aparte. Más que reproducciones
pictóricas de la vida cam.pesina, estas instancias pintan
la acción de vivirla con detalles objetivos.
Siguen cuadros costumbristas para mostrar las
diversiones de la pampa: el baile de Navidad, la riña
de gallos, la feria, las carreras y un duelo a cuchillo.
En las pláticas de fogón, los cuentos prestan valor folk
lórico a la representación de la pampa.
Ya hemos buscado lo objetivo de la novela y lo
hemos encontrado aunque entrelazado a veces con lo sub
jetivo. Hemos leído líneas descriptivas manejadas de
manera narrativa que hace a lo dinámico penetrar escenas
estáticas. Hemos visto cosas tomar vida para dejar de
ser pasivas y llegar a ser activas. Esta objetividad
güiraldiana hace del libro "un verdadero registro biológico
y topogTáfico de la llanura".'
Cambiemos la dirección ahora para encontrar la
35
expresión subjetiva de la tierra. Buscamos las impresiones
que interpretan la realidad. Esperamos recibir sensaciones
que el narrador va transmitiéndonos. Queremos sentir el
paisaje para mejor conocer su relación con los habitantes.
Güiraldes nos da la idea de lo infinito del llano
por medio de los impulsos sentidos por el gaucho. La
compulsión del andar perpetuo puede ser un deseo de
conquistar la pampa, o solamente una atracción innegable.
Es "una sed de camino y una ansia de posesión, cada día
aumentada, de mundo" (pág. l82), "la sorbente sugestión
de todo camino" (pág. 192), el "alma de horizonte" (pág.
¿1-3) y la actitud imperativo que "huella y vida eran una
sola cosa", (pág. 192)
También impresiones sensoriales expresan esa
sensación de lo infinito:
Perdido en la noche, cantó un gallo, despertando la simpatía de unos teros. Solitarias expresiones de vida diurna,^que amplificaban la inmensidad del mundo, (pág. ^2)
¡Bien haiga el puesto! Desde lejos lo vimos blanquear como un huesito en la llanura amarilla, (pág. 98)
Tan extensa le parece la pampa al narrador que se puede
comparar con el mar: "Llegaba tan alto aquella pampa azul
y lisa que no podía convencerme de que fuera agua".
(pág. 110) Para él nada menos que el cielo puede superar
al llano: r
Y miré para arriba. Otro cangrejal, peroi de luces. Atrás de cada uno de esos agujeritos
36
debía haber un ángel. ¡Qué cantidad de estrellas! ¡Qué grandura! Hasta la pampa resultaba chiquita. Y tuve ganas de reír. (pág. 102)
Relacionado con las impresiones de lo infinito
están las que dan la sensación de pequenez del hombre y su
soledad en la gran extensión:
Atardecia. El cielo tendió unas nubes sobre el horizonte, como un paisano acomoda sus coloreadas matras para dormir. Sentí que la soledad me corría por el espinazo,^como un chorrito de agua. La noche nos perdió en su oscuridad.
Me dije que no éramos nadie, (pág. 101)
La libertad, imperativa del andar perpetuo, es otra
compulsión del gaucho con que responde a la invitación
del paisaje a aprovecharse de su naturaleza. Nada más que
un encuentro con don Segundo deja al muchacho esta idea
de la vida pampeana: "Entreveía una vida nueva hecha de
movimiento y espacio", (pág. 18) Apenas sale de la casa
y ya siente "una satisfacción desconocida, la satisfacción
de estar libre", (pág. 25) Más adelante ríe con su
libertad y la salida del sol intensifica su emoción:
Sentíame en poder de un contento indescriptible. Una luz fresca chorreaba de oro el campo. Mis petizos parecían como esmaltados de color nuevo. En derredor, los pastizales renacían en silencio, chispeantes de rocío; y me reí de inmenso contento, me reí de libertad, mientras mis ojos se llenaban de cristales como si también ellos se renovaron en el sereno matinal, (pág. 26)
En su trato con Paula llega a considerarla una hembra
enredadora. Al despedirse de ella piensa: "¡Qué lindo
andar bien montado y estar libre"! (pág. 138) Al saber
37
de su herencia juzga que es "una reducción de libertad",
(pag. 186) No quiere este cambio pero al fin tiene que
quedarse en su estancia. Pero nunca pierde su amor
de libertad inculcado en él por la tierra: "Conservaba
yo muy vivido un instinto salvaje, que me hacía tender
cama afuera y escapar de todo encierro", (pág. 191)
El silencio de la pampa adquiere carácter posi
tivo. Penetra en el hombre, lo cambia y se hace una
parte integral del mismo: "Al dejar que entrara en mí
aquel silencio me sentí más fuerte y más grande".
(pág. ^'2) La noche antes de salir en un arreo los hombres
están preocupados "y era como si el horizonte, que nos
iba a preceder en la marcha, se hiciera presente por el
silencio"., (pág. 76) Resultado de este silencio del
ambiente es el carácter callado y tranquilo del gaucho,
"enemigo de ruidos y alardes inútiles", (pág. 115) De
esto vienen las cortas palabras, las explicaciones parcas
y las despedidas silenciosas: "No hablábamos. ¿Para
qué"? (pág. 193) Este tema de silencio se relaciona con
el de distancia y soledad.
El cansancio es otra sensación que se puede atri
buir a las distancias y a la exigencia de la llanura.
Afecta a los hombres y a los animales como dice nuestro
rescrito:
Sabía que si en gran parte se resiste por tener hecho el cuerpo a la fatiga, más se resiste por tener hecha la voluntad a no ceder. Primero el
38
cuerpo sufre, después se azonza y va, como sin tomar parte, adonde uno lo lleva. Después, las ideas se enturbian; no se sabe si se llegará pronto o no se llegará nunca. ... A lo último, no queda capacidad vital sino para atender a lo que uno se propone sin desmayo: seguir siempre, (pág. 177)
oíamos el trueno sordo de las miles y miles de pisadas, las^respiraciones afanosas. La carne misma, parecía surtir un ruido profundo de cansancio y dolor. Ya llegaban, (pág. 118)
El estoicismo del pajiipero es un reflejo de la
indiferencia de la pampa. Asi indica nuestro protagonista:
"De grande y tranquilo que era el campo, algo nos regalaba
de su grandeza y su indiferencia", (pág. 1^9) Los troperos
adoptan actitudes impasibles para mejor soportar las
tribulaciones de la marcha. Durante una tormenta el
muchacho se fija en el paralelo entre el hombre y el
paisaje: "En sus rostros indiferentes el agua resbalaba
como sobre el ñandubay de los postes, y no parecían más
heridos que el campo mismo", (pág. 6l)
Las impresiones subjetivas varían con el tiempo.
La mañana comunica alegría y esperanza mostrando gran
poder constructivo y restorativo: "La mañana invita con
su ejemplo a una confianza en un inmediato más alto y yo
obedecía tal vez a aquella sugestión", (pág. 48) Puede
barrer el miedo, infundir optimismo, y vencer la noche.
A veces la naturaleza adquiere rasgos humanos para igualar
las emociones del personaje. En ocasiones la emoción se
inicia en la naturaleza y luego se comunica a animales y
39
a seres humanos. Otras veces sigue la misma emoción del
personaje. Ejemplo de la iniciación es:
La mañana era linda, dorada, ágil. El desierto se alegraba en su descanso fresco. Unos teros jasaron, muy arriba, gritando su alegría, (pág. 105)
Se ve esta personificación en los comentarios: "La
mañana no decía ni palabra" (pág. 159) y "... estaba tan
contento como la mañanita", (pág. 30)
La naturaleza debe saber las tribulaciones del
día puesto que el protagonista puede sentir "el apretón
del sol como un consejo de perseverancia", (pág. 52) La
fuerza de la madrugada se gasta y el héroe vacila en
sus resoluciones:
Volví a pensar en lo hermoso que sería irse; pero, esa misma idea se desvanecía en la tarde, en cuyo silencio el crepúsculo comenzaba a suspender sus primeras sombras, (pág. l6)
En la oscuridad de la noche se deslizan sensa
ciones de miedo y cobardía: "... la hora (noche) iba
despertando la desconfianza de los perros" (pág. 17);
"La inmensidad de la noche me infligió miedo, como si
se hubiese adueñado de mi secreto", (pág. 24) Piensa de la
noche como traicionera "y no hay que andar llevándosela
por delante", (pág. k2) La noche aumenta la tristeza ya
sentida por el joven al despedirse de Paula y, a la vez,
la tristeza aumenta el pavor de entrar sólo en la noche.
Dice: "Pero nunca había hecho tan noche sobre mí",
(pág. 138) La noche aprieta las carnes y las estrellas
40
sugieren lágrimas. En el fluir de la vida, la noche
representa la muerte para el gaucho y en la cita siguiente
representa la muerte de su vida vagabunda: "Ahí estaba
la noche, de quien me sentía imagen", (pág. I89) A pesar
de que la noche puede traer malos ratos, también puede
significar el alivio del cansancio y del calón "Teníamos
además, la promesa cercana del frescor nocturno" (pág. 54);
"Pero ¡qué descanso más lindo el de esa noche ..."!
(pág. 159)
Ya hemos visto por muchos ejemplos que la natu
raleza tiene en el libro un alma sensible y viva. Ahora
veremos que al parecer del muchacho la tierra puede sufrir
tanto como los seres humanos. Mirando el cangrejal dice:
"Me pareció que el suelo debía sufrir como animal embichado".
(pág. 100) Siente simpatía y se identifica con el campo:
Crucé unos charquitos llorones, que quién sabe qué dijeron bajo los vasos del caballo. ...
Pobre campo sufridor el de estos pagos y tan guacho como yo de cariño. Tenia cara de muerto, (pág. 139)
A veces la pampa da la impresión de ser refugio
y beneficio. Como ". . . hijo de Dios, del campo y de
uno mismo" (pág. I86), el guacho se siente hijo legitimo.
De la naturaleza saca alegría, optimismo, confianza y
tranquilidad. Así dice: "Respiré hondamente el aliento
de los campos dormidos", (pág. 42) Pero durante la
tormenta el muchacho cambia de parecer: "Dos horas pasé
así, mirando en torno mío el campo hostil y bruñido".
41
(pag. 61) Considera el desierto costal en que están
situados los cangrejales como un "¡Campo fiero y
desamparao"! (pág. 100) Lamenta la necesidad de vender
su caballo, Comadreja, "i... en esas pampas de rechazo"!
(pag. 120) Recibimos la impresión que sólo los fuertes
pueden sobrevivir en la pampa "... porque la pampa al que
anda trastabillando muy pronto se lo traga, ..." (pág. 113)
y "... porque la pampa es un callejón sin salida para el
flojo", (pág. 173) Los animales como los seres humanos
responden a estas impresiones de amenaza:
íbamos por un pajal descolorido y duro que los caballos husmeaban^despreciativamente, con algo de alarma. También yo sentía un presagio de hostilidad, (pág. 100)
Algunas veces la violencia de la pampa puede pasar y
dejar un efecto renovador: "... no había cosa en el campo
que no esperara uno de esos chaparrones que primero lo
apampan a uno por su violencia, para después dejarlo
derechito como un pastizal naciente", (pág. 173) En
estas líneas las cosas animadas con expectación presentan
un enlace de lo objetivo y lo subjetivo.
Otro ejemplo de la conjunción de los dos aspectos
viene por medio de cosas que dan una manifestación táctil
de la naturaleza: "La tormenta que sentíamos en la
blandura de los correónos, las riendas y la lonja del
rebenque, más floja que moco de pavo", (pág. 159)
Las observaciones del muchacho ya reflejan un
42
paisaje constante y luego una "tierra de eterna novedad"
(pág. 190) y a veces arabas cualidades:
El callejón era semejante al callejón anterior, el cielo permanecía tenazmente azul, el aire, aunque un poco más caluroso, olía del mismo modo, ..." (pág. 51)
Ya el campo había vuelto a su calidad de desierto. Del rodeo no quedaba casi recuerdo ni en la llanura, ni en mi memoria. Parecía haber sido una pura imaginación, que negaba el vacio de los pajonales. Vacío que tenía algo de eternidad, (pág. 120)
Parece que el único modo de domar la pampa es
teniendo la fortaleza para soportarla:
Por su bien, el resero tiene la vida demasiado cerca para poder perderse en cavilaciones de índole acobardadora. La necesidad de luchar continuamente no le da tiempo para atardarse en derrotas; o sigue, o afloja del todo ... (pág. 172)
Así el gaucho y el paisaje viven juntos "en una hermandad / o
callada y casi reciproca". El joven afirma: "... la
pampa de Dios había sido bien mía, pues sus cosas me
fueron amigas por derecho de fuerza y baquía", (pág. 190)
El paisaje tiene el valor de moldear y formar para los que
lo viven según don Leandro: "El que sabe de los males
de esta tierra por haberlos vivido se ha templado para
domarlos ...". (pág. I87)
Ya hemos descubierto los impulsos, los sentimientos,
y los pensamientos inspirados por la naturaleza en la
pampa. Muy a menudo parece que el único propósito de
una objetivación es dar el resultado subjetivo. Pero el
objeto queda presentado al lector. De esta manera vor.ios
43
la vida externa e interna a la vez.
De la conjugación de lo objetivo, con su "descrip
ción activa", y de lo subjetivo, con su receptividad,
emana un paisaje visto y sentido. De este modo el paisaje
es el telen de fondo para la acción y la acción misma. Es
una presencia constante que da impresiones sensoriales y
sensaciones emotivas. Instiga pensamientos y cimienta
actitudes. Es una realidad tangible que da otras reali
dades intangibles.
Así la gran realidad del paisaje descansa en el
efecto total del libro. El lector vive la pampa con el
protagonista y al fin conoce la pampa en su realidad. Es
una pampa más intensa por ser reflejada a través de los
ojos y sentimientos del joven. Como el autor dice
"... los reflejos de las cosas en la superficie serenada
tenían más color que las cosas mismas", (pág. l6)
Para llevar nuestra atención a otra dualidad,
consideremos la expresión en la novela. Güiraldes se
preocupaba mucho por la expresión en su deseo de reclamar
"el título de discípulo literario del gaucho". Sentía
que el hombre de la pampa quedaba hasta entonces inexpre-
sado. Por eso quería encontrar la fórmula exactamente
correcta para lograr su fin. En sus preocupaciones con
cluía que cualquier cosa necesitaba libertad para
expresarse en su manera única y propia. De aquí que su
determinación de interpretar al gaucho a su manera le
44
presentaba dificultades. Previtali lo explica en estas
palabras ya citadas:
El problema del estilo le era el más difícil, porque derivaba de una antinomia: su inclinación hacia un lenguaje poético y la necesidad de perfilar la personalidad del gaucho en los termines característicamente vernáculos de su habla local.^0
Ya hemos notado que Güiraldes creía que el
lenguaje de don Segundo contenia características en que
basar todo un programa literario. De este lenguaje adoptó
un estilo conciso, sencillo tanto como la palabra hablada,
rico en metáforas y de tono humorístico. Así explotaba
las posibilidades literarias del dialecto gauchesco. Sin
embargo no se limitaba al vernáculo empleando también el
castellano de un hombre culto y artístico. No quería
incluir formas ajenas que no coincidían con este programa
pero siempre buscaba formas nuevas y originales. Su sensi
bilidad tenía que expresarse ante el estimulo de la belleza
y el afecto que sentía por su materia. De esta sensibi
lidad procedía la poesía expresada en los dos lenguajes.
Con estos elementos logró una forma de expresión original
y estética como afirma Alonso:
En suma, Güiraldes procedió en dirección inversa de la usual en estos casos: en vez de partir de la lengua literaria y deformarla hasta vestirla de gaucho, partió de la lengua de los paisanos— o mejor,^estancieros cultivados—y la pulió y dignificó hasta darle categoría artística. ^-^
Para amalgamar lo culto y lo rústico en una manera
plausible, Güiraldes dotó al protagonista de sus propias
^5
características. Igual que Güiraldes el muchacho ama la
vida gauchesca, se hace hombre culto con inquietudes
literarias y luego quiere relatar las virtudes de la
gauchería con que se hizo hombre—virtudes simbolizadas
por el gaucho don Segundo. Con la misma ambivalencia
propia del autor el protagonista cuenta su historia en
retrospecto con dos visiones simultáneas: una directa,
narrativa, factual, perteneciente al aprendiz; otra pensa
tiva, sensible, interpretativa, perteneciente al autor
culto. Así las dos visiones no se presentan incongruentes
pero ya armonizadas en un solo personaje..
Componente inherente de esta amalgama de lo culto
y lo rústico es el lenguaje. El manejo de los dos
lenguajes a través del protagonista presenta rasgos de
ventriloquia. Alterna entre una lengua en su vida exterior
y otra en su vida interior. Es esta dualidad de lenguaje
que queremos consideratr ahora, empezando con la lengua
gauchesca diferenciada del castellano contemporáneo.
El lenguaje criollo había retenido arcaísmos;
algunos vocablos habían adquirido significados nuevos y
estrictamente argentinos; se habían incorporado palabras
indias; por último habían términos especiales que se
referían a la región, su vegetación, sus animales, sus
hombres y sus costumbres. Como ejemplo de estas carac
terísticas en la. novela tenemos: formas arcaicas, ñudo
(nudo), vide (vi), haiga (haya), naides (nadie), rebenque
46
(látigo); significados locales, chupar (emborracharse),
tropa (ganado), a gatas (apenas o casi); palabras indias,
charqui o charque, guasca, pilcha, mangangá, yarará,
añang; palabras pampeanas, pajonales, viscachera, ombú,
ñandú, pajuerano, pialar, chiripá, matear, redomón,
mancarrón, ruano, cebruno, matras, lloronas y otras
muchas. También hay modismos que se forman tomando corp.o
base las imágenes y el vocabulario de la pampa como los
ejemplos siguientes: a hacer la ta.rde, ser de arriar con
las riendas, gente a porrillo, al ratito, amorío a lo
espina, cuestiones de polleras, "¡Buen nacido me había
salido en la cruz"! (pág. 36) y "... les había hecho la
cruz y me quedaría en mis veinte", {'pkg* l85)
El uso del diminutivo es una característica de
la lengua gauchesca que Güiraldes utiliza con variedad
de propósitos. Algunos diminutivos aparecen por la
necesidad natural de significado: huellita, bagrecitos,
recadito, cuchillita y otros muchos. Los que designan
el caballo y su color son afectivos como madrinita,
alazancito, pobrecito moro. Otros tienen carga irónica
como sonrisita, linadito, gauchito y algunos aparecen en
formas adverbiales con color personal como cerquita, a
13 gatitas, nadita, cuantito, en seguidita.
Siguiendo el principio de que los sujetos mis:.ios
deben dictax su expresión, Güiraldes hace hablar a cada
personaje en su propio estilo. Así el pilluelo de los
47
primeros dos capítulos demuestra un habla picaresca. El
abandono de esta expresión corresponde a la huida de este
modo de vida y al progreso del aprendizaje. Aurora tiene
su lenguaje y Paula el suyo, lo mismo la vieja curandera.
Don Candelario se muestra en el gesto y en la carga
sugestiva de sus interjecciones. Los comentarios de don
Segundo varían de tono con la situación mostrando inten
ción socarrona, burlona, elusiva o afectiva, revelando su
carácter. Cada personaje se manifiesta por medio de la
forma particular de su lenguaje. Güiraldes se sirve de
los diálogos para caracterizarlos.
Los diálogos muestran la parquedad y la cualidad
pintoresca de la palabra hablada:
—Güen día, hermano --dije despacio. —Güen día. —¿Se te ha perdido algo? --Ahá, el arriador. — ¿Cuál? —El cabo'e plata. —Está en el cuarto contra el baúl. —Vi a alzarlo. —¿No matiamos?
—Aurita. (pág. 42)
Se pueden ver varias desviaciones del castellano: el uso
de güe en vez de bue en güenqs; el uso del diptongo donde
no existe como arriador, matiamos, aurita en vez de arrea
dor, mateamos, ahorita; la elisión de la d. en _el cabo de
plata; la contracción de voy a alzarlo en vi a alzarlo.
Güiraldes transcribe ficlr,iente la lengua oral, escribiendo
las palabras como suenan excepto cuando la transcripción
exacta las hubiera hecho ininteligibles.
48
Toda la lengua oral del libro recuerda al gaucho
tradicional. Pero las narraciones de don Segundo especial
mente se adaptan a los modelos heredados de los antece
dentes. Tienen la veracidad de cuentos sin edad y sin
tiempo. Podemos creer que son dos de los muchos que el
autor ha oído en su infancia y que en él "... han podido
más ... que las amplificaciones intelectuales ...". Pero
son literatura aunque primitiva y Güiraldes no puede
menos que embellecer un poco la prosa. El cuentista
admirable, don Segundo, debe relatar un cuento admirable,
resultado que se puede ver en el trabajo experto del
artista:
Compadecida, la vieja le dijo querella sabía de brujerías y que lo ayudaría, dándole unas virtudes pa rescatar la prenda, que el hijo'el Diablo le había robao con tan malas leyes, (pág. 80)
El dialecto gauchesco todavía es aparente con sus eli
siones, contracciones, arcaísmos, diptongos y otras
características.
Güiraldes acentúa el tono de ironía y burla del
habla gauchesca. Las burlas varían, algunas siendo de
calibre grueso y otras de una gracia limpia y oportuna
como cuando don Segundo dice con ironía: "Cuando me
quiera peliar, avíseme siquiera con unos tres días de
anticipación", (pág. 21) En otra ocasión el muchacho,
"ladinazo pá'l retruque" (pág. 53)» contesta a un mucha-
chón burlador: "... si fuera el patrón, te mandaría
49
cortar la porra pa rellenar pecheras", (pág. 28) Otro
retruco ligero aparece en la sugerencia de que debe largar
su potrillo: "¡Claro! pa ver como corren por el campo
mis veinte pesos", (pág. 53) A veces las bromas encierran
una metáfora: "... usté nos ha resultao un chancho que no
da tocino", (pág. 6?) Don Segundo especialmente muestra
su habilidad con palabras en sus retruécanos: "Antes que
me castigues soy capaz de contarte hasta las virgüelas".
(pág. 76) Hablando del cabo de la policía dice: "Güen
cabo ... pero no pa rebenque", (pág. 93) Cuando un
borracho le equivoca por un Ufemio DÍaz dice: "¿DÍas? ...
y algunos meses", (pág. 96)
La imagen es otro elemento del lenguaje rústico
muy importante en el libro. Además de caracterizar a
alguien o algo, las imágenes dan vislumbres rápidas del
ambiente que ya se ha mencionado. Es de esperar que las
metáforas y comparaciones habladas se refieran al medio
en que viven los gauchos. Muy a menudo una imagen simple
y breve es el solo contacto que tenemos con algún detalle
de la pampa. Algunas comparaciones sencillas siguen:
"... una viejita achucharrada como pasa" (pág. 78),
"... un palacio grande como un cerro" (pág. 81), "...
grande como un ñandú", (pág. 78) Hay imágenes que
atribuyen actitudes de animales a seres humanos para d-r
una caracterización cómica: "... se puso a gritar como
gallina culeca ..." (pág. 158), "... abrió los ojos a lo
50
lechuza", (pág. 77) Otras hay más complicadas y signifi
cativas: "Sintió que el corazón le corcoviaba en el pecho
como zorro entrampao ..." (pág. 77)t "El mocito que estaba
mirando a su prenda, encandilao como los pájaros blancos
con el sol ...". (pág. 77) Así las imágenes del habla
rústica pueden elevarse hacia lo poético hasta enlazar una
abstracción con algo de la parapa: "..• irás con tu alma
por delante como madrina*e tropilla", (pág. 184)
Ei ritmo consistente de la novela es otro elemento
recogido de la expresión rústica. Es un ritmo mesurado
y calmado en que el aprendizaje se desarrolla paso a paso
mientras el maestro y su discípulo se mueven de una tarea
a: otra. Hay fogonazos de actividad enérgica para dar
variedad y evitar la monotonía. Pero la narración en
su mayor parte se resuelve lenta y tranquilamente lo
mismo que se resuelve la vida diaria de la pampa. Es el
ritmo que se ve en la conversación entre Valerio y don
Segundo: "... ambos tomaron asiento en los pequeños
bancos y continuó la conversación con grandes pausas".
(pág. 30) Después de la intervención inoportuna del
muchacho "Un rato largo quedamos en silencio, y el diálogo
interrumpido entre el forastero y el domador volvió a
arrastrarse lentamente", (pág. 31) Güiraldes conserva el
mismo ritmo de pausas y acción en toda la narración. Al
fin de cada cuadro o episodio narrativo, se cierra la
acción con el sueño del protagonista, la avanzada de la
51
noche, la llegada a algún destino o algún descanso en la
actividad.
Así Güiraldes emplea el dialecto gauchesco en los
diálogos y narraciones con sus imágenes rústicas y su
ritmo lento para expresar al gaucho con naturalidad y
autenticidad. Sigue su creencia de que la expresión debe
corresponder al tema y cumple su deseo expresado en el
libro: "••• el grande hombre nos contaba fantasías,
relatos o episodios de su vida, con una admirable limpidez
y gracia que he tratado de evocar en estos recuerdos",
(pág. 191) Pero ya hemos dicho que el autor pulió y
dignificó la lengua paisana. Miremos ahora el lado lite
rario y poético de la expresión para conocer la otra mitad
de la dualidad.
Al analizar el lenguaje literario debemos recordar
que hay características que atraviesan la brecha entre los
dos lenguajes en la novela, o para ser más exactos, cierran
la brecha o la hacen desvanecerse. Los dos lenguajes
aparecen entretejidos porque Güiraldes adoptó las carac
terísticas básicas del habla rústica en su expresión más
refinada. Siempre encontramos la concisión, la metáfora,
el humor y el ritmo pampeano através de toda la novela.
Algunas imágenes en la prosa narrativa se revelan
en el lenguaje campesino pero en más variados modos y con
mucha imaginación: "... un viejito santiguándose con
brazos tiesos de mamboretá" (pág. 78), "El pulpero se
52
agachaba ... como perro frente a una vizcachera" (pág. 91),
"No hallaba postura y me removía como churrasco sobre la
leña ..." (pág. 102), "Don Segundo no me sacaba el reben
que de sus bromas ...". (pág. l48) Otras mantienen su
naturaleza rústica pero con un estilo más poético: "Breves
palabras caían como cenizas de pensamientos internos"
(pag. 76), "... todos los rostros se volvieron hacia la
puerta, al modo de un trigal que se arquea mirando viento
abajo", (pág. 68)
Cuando Güiraldes quiere dar una interpretación
mas estética, apela a recursos poéticos y formas refinadas.
En este plano no hay tantas comparaciones como en la lengua
hablada. Las imágenes se presentan como expresiones
verbales y metáforas. Recibimos imágenes sensoriales:
"... el cielo estrellado parecía un ojo inmenso, lleno de
luminosas arenas de sueño" (pág. 56), "... las lechuzas
empezaron a jugar a las escondidas, llamándose con gar
gantas de terciopelo", (pág. 5^) Otro recurso poético
del autor es la personificación del paisaje: "Los postes,
los alambrados, los cardos, lloraron de alegría", (pág. 62)
Muchos críticos mencionan las imágenes atrevidas
de Güiraldes. Kovacci escoge el término peculiar para
indicar su calidad única:
Una forma peculiar de la imagen güiraldiana es la comparación indentificadora, en una trasposición imaginativa que ilumina desde ángulos inesperados p amplifica fantasisticamente lo comparado.
53
Ella cita los ejemplos siguientes: "Un charco bajo sus
patas se despedazó chillando como un vidrio roto" (pág.
17)» "Para vencer el encandilamiento fruncí como jareta
los ojos" (pág. 18), "... dio unos suspiros como pa echar
del pecho un daño" (pág. 78), "... estar tosiendo a la
orilla del fuego como vieja rezadora" (pág. 99)» "Yo la
miraba con cada ojo como patacón boliviano ...". (pág.
127)
Las imágenes de mayor intensidad poética son las
abstractas. Son expansiones de sentimientos vagos e in
explicables derivados del ambiente: "... la noche hecha
de infinito ..." (pág. 72), "... tenían alma de reseros,
que es alma de horizonte", (pág. 43) Güiraldes nos pinta i
a don Segundo en las imágenes abstractas de fantasma, 3
sombra e idea haciéndole una figura poética. Termina el |
libro con casi las mismas abstracciones pero ya un alma ji
reemplaza al fantasma. Así consigue una interpretación t
artística y simbólica del gaucho de acuerdo con sus deseos,
lo mismo una representación estética de la pampa. Bien
merece el libro la designación de obra de arte.
Ya hemos analizado el uso del habla gauchesca y
del lenguaje culto en la misma obra. Aparentemente
opuestos se amalgaman fácilmente bajo la mano experta de
Güiraldes. El encuentra la poesía inherente en el habla
rustica y descubre la sencillez pura que puede existir en
formas literarias. Previtali explica su procedimiento en
54
estas palabras: i
Al^combinar imágenes rústicas con técnicas poéticas, e imágenes estéticas con formas sencillas, poetizó lo vernáculo y estilizó su propia expresión literaria con el encanto del lenguaje gaucho. 5
Aprovechándose de esta dualidad puede lograr su doble
propósito: expresar al gaucho en su manera típica e
interpretarlo artísticamente.
Dentro de esta expresión artística se encuentra
el simbolismo de la novela que nos entrega muchas duali
dades en el hecho de que existen los dos componentes: el
símbolo y lo que está representando. Es una fuente pro
lija según la opinión de Juan Collantes de Terán:
En Don Segundo Sombra el símbolo aparece 5 total y abarcando todos los planos de la novela § desde el protagonista hasta la poética expre- \ sión de su lenguaje. Paisaje y sensaciones . -
internas van a estar simbólicamente expresadas. •'• j
Para Collantes de Terán don Segundo y todo el
libro es una sombra del pasado y la sombra más grande e
intensa, la noche, representa el olvido y la soledad
correspondiente. Pero este pasado se mantiene vivo a
la luz de la memoria de Güiraldes para quedar siempre como
una parte del espíritu nacional argentino. '
Antes de concluir que su interpretación es válida,
consideremos los símbolos de tiempo que se encuentran en
la novela. Los dos motivos de 3.uz y de sombra con los
cambios de los colores y los matices denotan transcurso
del tiempo en su propia dualidad: "El sol matinal.
55
pegando de soslayo en aquellos cuerpos, dorábales el per
fil de un trazo angosto y las sombras se estiraban sobre
el campo en desmesurada parodia", (pág. 4?) Variados
detalles de este estilo pintan el ciclo temporal de cada
día acompañados por los sentimientos provocados por cada
segmento de tiempo. La mañana trae optimismo, renovación
y creación y es la hora de iniciar casi toda fase nueva
del relato. La tarde es la hora de pasar revista a los
sucesos del día para valorarlos y determinar el curso de
acción futura. La noche, trayendo el fin de la acción,
representa el reposo del sueño o el descanso de la muerte.
Con la noche se concluyen muchos de los episodios de la
novela. I Este ciclo se aplica a la vida humana cuando el J
muchacho piensa en su existencia pampeana: J
Yo había vivido como en una eterna mañana, que í-lleva la voluntad de llegar a su mediodía, y 5 entonces, en aquel momento, como la tarde, me dejaba ir hacia adentro de mi mismo, serenándome en la revisión de lo que fué. ... Ahí estaba la noche, de quien me sentía imagen.
Morirme un rato ... Hasta que la raya de la luz de la aurora
viniera a tajearme a lo largo de los párpados, (pág. 189)
Estas líneas parecen decirnos que la vida gauchesca ha
llegado a su noche pero expresan fe en un mañana que
puede revivir los conceptos básicos de la gauchería aún
én medio de una vida moderna y progresiva. Puesto que
toda la novela es una "revisión de lo que fué" los
lectores pueden serenarse con la noción de que los
56
valores de esta vida quedan capturados en la letra impresa
para siempre. Aunque el hombre pampeano tiene que desa
parecer frente a los nuevos modos de vida, las virtudes le
sobreviven en sus descendientes y ejercen su influencia
en el espíritu nacional. Así estamos de acuerdo con la
interpretación de Collantes de Terán.
Otro símbolo que representa el fluir del tiempo
en la vida y así es relacionado a los del ciclo diario
es el agua. El tiempo del arroyo es la niñez, el del
río es el período de la formación del hombre como durante
el aprendizaje y la laguna representa madurez responsable.
También el agua sirve de espejo en el que el muchacho
puede ver claramente estas etapas de su vida:
Está visto que en mi vida el agua es como 1 un espejo en que desfilan las imágenes del pa- , \ sado. A orillas de un arroyo resumí antaño mi 2 niñez. Dando desbeber a iiii caballo en la picada * de un río, revisé cinco años de andanzas gauchas. i Por último, sentado sobre la pequeña barranca de ' ima laguna, en mis posesiones,^ consultaba mental- ' mente mi diario de patrón, (pág. 190)
La hondura del remanso corresponde a la profundidad de
sentimiento y pensamiento. Igual que la noche, el remanso
significa un fin y en el caso a continuación una deten
ción de algo gozoso con movimiento, representando el fin
de la vida andariega del rescrito: "Como un arroyo que
se encuentra con vi\ remanso, daba vueltas y me sentía
profundo, lleno de una pesada quietud", (pág. I89)
La gauchería tiene como símbolo el alm.a y el
1
57
manejo del término parece indicar que la herencia gauchesca
constituye el alma de la nación. Ya se menciona que el
alma de resero es alma de horizonte. Cuando el muchacho
lee la carta que le avisa que ha heredado los bienes de
su padre siente tan intensamente la magnitud del suceso
que dice: "Un extraño sentimiento de soledad me apretaba
el alma, como si hubiera querido limitarla a algo chico,
demasiado chico", (pág. 180) Más adelante cuando todavía
está rechazando la idea de abandonar su vida de movimiento
y espacio y ser un hacendado, ensilla para irse "... con
la sensación de que dejaba el alma por detrás, perdida
campo fuera", (pág. I83) Pero por medio de las palabras
sabias de su padrino se da cuenta que su ser interior no s
tiene que cambiar a pesar de otros cambios: "Si sos \
gaucho en de veras, no has de mudar, porque andequiera ' |
que vayas, irás con tu alma por delante como madrina'e
tropilla", (pág. 184)
La cita anterior también sirve como ejemplo del
enlace de dos símbolos, más evidencia del alcance del
simbolismo en la novela. La madrina de tropilla con su
cencerro en efecto existe para guardar juntos los caballos
del conjunto y guiarlos: "... dejando salir las tropillas
que pronto hicieron familia, cada cual con su madrina,
cuyo cencerro le sirve de voluntad", (pág. 44) A la luz
de la significación simbólica del alma, la madrina ahora
representa el cimiento de la unidad de un grupo de gente
58
y su agente directivo. La autoridad de don Segundo empuja
adelante el alma, la gauchería, para que sirva de madrina
de tropilla, es decir guía y voluntad para su país.
Al fin del libro se repite la abstracción del alma
cuando el narrador mira alejarse al resero. Mientras su
figura se reduce verifica: "... era él, lo sentía porque
a pesar de la distancia no estaba lejos", (pág. 193)
Pronto no puede verlo más y relata su sentimiento: "No
se que extraña sugestión me proponía la presencia ilimi
tada de un alma", (pág. 193) Esta alma es la herencia
perdurable dejada por el gaucho que desaparece como es
el destino de todo hombre. Aunque transitorio en sí mismo
el gaucho lega a sus compatriotas hechos dignos y valores I
universales eternos. }
También hay muchos ejemplos de simbolisino de menos ^ j m
extensión en el libro. La nube representa la libertad y ¡j
el árbol una condición arraigada: "... una reducción de wü
libertad; algo asi como cambiar el destino de una nube
por el de un árbol, esclavo de la raíz prendida a unos
metros de tierra", (pág. 186) En la ocasión del regreso
a la estancia de Galván (págs. 186-18?) y antes en un
sueño evocando la misma escena (págs. 124-125) los para,-
isos, un rosal florecido y un perro simbolizan el hogar
y una vida estable.
En las narraciones de don Segundo los nombres son
simbólicos. Dolores sufre mucho para rescatar la moza del
59
hijo del diablo, la que se llama Consuelo. Miseria es
el herrero que nunca puede salir del mundo porque no
quieren admitirlo ni en el cielo, ni en el Purgatorio,
ni en el Infierno.
Algunas comparaciones usan algún animal como
símbolo de cierta característica o cualidad: "Hinchado
de orgullo como un pavo ..." (pág. 59)i "••• una mocita
con más coqueterías que un jilguero" (pág. 66), "Los
hombres caminaban con ágiles galanteos de gallo que
arrastra el ala", (pág. 72)
Estas instancias bastan para mostrar que la
expresión simbólica nos presenta varias dualidades impor
tantes. No es nuestra intención apuntar todos los símbolos t
de la novela lo que es asunto de otro estudio entero. Pero ¡
los ejemplos citados indican que el simbolismo con sus ^ j
sentidos dobles y su poesía contribuye en gran parte a n
hacer el libro una interpretación comprensiva. ;:
Ya hemos visto las dualidades que asumen mayor
importancia en el libro y permean todo el relato. Nos
quedan otras dualidades de menos extensión pero impor
tantes ya que concuerdan con las principales. Prosiguen
a la par de la acción subrayando el carácter ambivalente
de la novela.
La primera que merece nuestra atención por ser
una compañera constante de nuestro héroe es la suerte.
La representación superficial de los caprichos de la
6o
suerte toma la forma del juego. El muchacho primero gana
en la riña de gallos y luego "anda en la mala" en las
carreras, al hecho de que don Segundo declara en su
cuento "Ansina como no hay caminos sin repechos, no hay
suerte sin desgracias ...". (pág. 156) Con la dualidad
de las caras de la taba se cumplen los hechos de la vida.
El muchacho aprende temprano que "En mi destino estaría
escrito que todo bien era pasajero", (pág. 15) Cuando
sufre un desengaño piensa, "Horas antes había visto el
buen lado de la taba, ... y no me había acordado que el
huesito tenía otra parte designado con un nombre des
doroso ...". (pág. 55) Después de la tormenta se siente
"... capaz de sobrellevar todas las penurias que me
impusiera la suerte", (pág. 62) Pero este entusiasmo
queda contenido frente al ejemplo de los reseros: "... la
vitalidad sobrante quedó agazapada en nuestros cuerpos,
pues de ella tendríamos necesidad para sobrellevar los
próximos inconvenientes ...". (pág. 62) Siempre hay que
esperar y aceptar estos cambios de suerte: "¡Suerte!
¡Suerte! ¡No hay más que mirarte en la cara y aceptarte
linda o fea, como se te dé la gana venir"! (pág. 172)
Pero esto no es decir que el hombre no hace nada
para oponerse a "... esa ley fatal, que nos cacheteaba a
antojo, haciéndonos bailar al compás de su voluntad".
(pág. 172) El fatalismo, rasgo eminente del gaucho, se
encuentra en oposición a su gran voluntad, mostrando otra
61
dualidad. Su fatalismo no es una aceptación pasiva pero
una admisión de la necesidad de luchar contínuaraente, de
seguir para no aflojar, de hacerse duro para aguantar
estos cambios de suerte. Es la sabiduría de aceptar lo
sucedido, ya sin remedio, y proceder, con la esperanza y
el coraje vivos. Así el fatalismo no niega la voluntad
del hombre, la que puede contrariar la suerte como se ve
en el cuento de Dolores: "El paisanito de mi cuento
craiba conseguir su suerte con estirar la mano y graciah'a
eso venció seis días de penah'y tormento", (pág. 82) El
muchacho sabe dejar sus pensamientos "al margen de los
hechos" (pág. 38) de modo que empieza su vida andariega
con una determinación de soportar todas las penurias de i
una vida dura: "Metido en el baile bailaría, visto que ¡
no había más remedio, y si el cuerpo no me daba, mi ^ [
voluntad le serviría de impulso", (pág. 38) Más adelante J
nos muestra que ha aprendido a resistir la fatiga: "... '
más se resiste por tener hecha la voluntad a no ceder.
... Y al fin se vence siempre (al menos así me había
sucedido) cuando ya a uno la misma victoria le es indife
rente", (pág. 177) Pero es la voluntad de don Segundo la
que parece más poderosa a los ojos del muchacho: "SÓlo
don Segundo me daba la impresión de escapar a esa ley
fatal", (pág. 172) Su serenidad es notable: "... esa
tranquilidad con que debía tomar las cosas, fueran como
fuesen, como se le quedaran chicas", (pág. 10?) Verdad
62
que deriva una parte de su confianza a fuerza de aceptar
su destino pero también está seguro de sí mismo y resiste
los embates de la suerte con una indiferencia absoluta.
Entiende "... que a todo hay un límite y que, al fin y al
cabo, el poder está en no asustarse ante él", (pág. 173)
Una mezcla de religión y superstición compone
otra dualidad de la novela. El muchacho desprecia la
hipocresía de sus tías en su religión sin caridad. La
religión del gaucho se manifiesta en una actitud de
respeto hacia un poder alto y absoluto que gobierna la
pampa que es su universo. Su aceptación de las leyes
naturales concede la supremacía de una entidad perfecta
y su conducta ética indica el anhelo de lograr una perfec
ción igual. El autor no designa esta actitud como reli
gión pero es una de las impresiones que recibimos de las
referencias hechas a términos religiosos como misa,
iglesia, cruz, fe y otros.
Kovacci apunta que la actitud de veneración está
enlazada con superstición:
El sentimiento religioso no aparece^en Don Segundo Sombra sino como una convención mágica cercana a la superstición. Se manifiesta en el embrujamiento del hijito de don Sixto; la invocación: "Nómbrese a Dios" de don Segundo, es como un conjuro.^^
El narrador relata que durante esta alucinación de don
Sixto, él tenía tanto miedo que "no podía siquiera hacer
la señal de la cruz", (pág. 104) Cuando tiene que volver
al cuarto para sacar sus jergas se santigua. A la mañana
, 63
siguiente don Segundo esta seguro de la gravedad del hijo
de don Sixto: "¿Y qué más mala noticia queros que la
de anoche"? (pág. 105) Asombrado el muchacho se pregimta:
"¿Sabría también de magia? ¿Esos cuentos que contaba,
los contaba en serio? Y yo, ¿creía o no creía? Me
parece que si, por el miedo que me daban esas cosas y por
mi poca voluntad de meterme a averiguaciones", (págs. 105-
106) En los cuentos mencionados por el muchacho los dos
elementos existen lado a lado. En el primero Dolores
desembruja a Consuelo rociando las plumas del cabuxé con
agua bendita y haciéndole una cruz en la frente. Jesús
y San Pedro son personajes en el otro relato que incor
pora encantos y brujerías.
También encontramos un contraste entre supersti
ción y ciencia. El conocimiento de la curandera da
asombro al muchacho dejándole sin comprender "... como
sabía tan bien todo sin siquiera revisarme", (pág. 12?)
Después de la pelea entre Antenor y el forastero, el
médico expresa irónicam.ente sus limitaciones: "¡Qué
puñalada!; cuando yo era practicante, y no fui débil,
sudaba media hora para abrir así un tórax", (pág. 172)
Ya hemos hablado del contraste entre la existencia
inútil de la que huye el muchacho y la vida valiosa que
encuentra por medio del aprendizaje. Pero algunas obser
vaciones hacen falta para destacar que una vida valiosa es
una de trabajo y queremos proseguir con esta dualidad.
1
64
Antes de huir de la casa de sus tías, el muchacho piensa
en "... la estupidez de los menudos hechos cotidianos".
(pág. 24) Su primer empleo en la estancia de Galván es
acarrear basuras lo que no considera muy honroso pero
está contento con este pensamiento: "Hacía mi trabajo con
esmero, diciéndome que por él era como los hombres
mayores", (pág. 30) La posibilidad de que sus tías
trataran de obligarle a volver a casa provoca esta
reacción: "De ningún modo volvería a hacer el vago por
las calles aburridas. Yo era, una vez por todas, un
hombre libre que ganaba su puchero ...". (págs. 35-36) 1
Inicia su primer arreo con entusiasmo: "Había empezado mi
trabajo y con él un gran orgullo: orgullo de dar cumpli- j I
miento al mas macho de los oficios", (pag. 44) La vida í
trabajosa del gaucho le parece la única de valor cuando I
tiene que quedar como patrón de sus heredades mientras n \
don Segundo se va: "Una fatiga grande pesaba en mi cuerpo :-
y en mis pensamientos, como un hastio de seguir siempre
en el mundo sembrando hechos inútiles", (pág. 190)
El trabajo del gaucho no tiene el propósito de
amasar riquezas, y encontramos en la novela una jerarquía
de valores tocante a esto. Ya hemos señalado la ocasión
en que el rescrito rechaza un ofrecimiento de trabajo
lucrativo pa.ra quedarse con don Segundo quien le da cosas
de la vida en vez de dinero. Don Segundo revela la actitud
gauchesca en su comentario al joven: "Tu padre era un
I
65
hombre rico como todos los ricos y no había más mal en
el", (pág. 181) La avaricia del gaucho consiste de una
sed de camino y un ansia de poseer el mundo. Su único
lujo es poseer muchos caballos finos lo que en verdad
no es lujo sino una necesidad en su trabajo. Asi una
rara admisión de pobreza viene cuando el rescrito no tiene
bastantes caballos en su tropilla y lamenta: "Un gaucho
de a pie es buena cosa para ser tirada al zanjón de las
basuras", (pág. 159) La ropa práctica del resero dice
la rudeza de su trabajo orgulloso y el joven siente
tristeza al tirarla y piensa: "Parece mentira; en lugar
de alegrarme por las riquezas que me caían de manos del
destino, me entristecía por las pobi ezas que iba a dejar". i f r
(pág. 182) Luego desvaloriza el hecho de ser dueño de !
estancia: ¡
¿Dueños de que? Algunos parches de carapo figurarían como suyos en los planos, pero la pampa de Dios había sido bien mía, pues sus cosas me fueron amigas por derecho de fuerza y baquía, (pág. 190)
Así vemos por medio de esta dualidad que las cosas
materiales no valen tanto a un gaucho como las cosas
espirituales.
La personalidad paradójica de don Segundo, el
"tapao", el misterio, nos presenta varias dualidades
además de las ya mencionadas. Su amor por el andar
perpetuo parece desmentir su tranquilidad pero desde el
principio leemos de su serenidad, su impasibilidad y su
á
66
calma. Es sorprendente que un hombre tan taciturno pueda
ser "... un admirable contador de cuentos ...". (pág. 65)
Por lo regular habla solamente cuanto es necesario como
en la pulpería de "La Blanqueada": "Lo que había que
decir estaba dicho. Un silencio tranquilo aquietó el
lugar", (pág. 20) Parece mentira que un hombre tan popu
lar y respetado ame la soledad pero el aprendiz nos dice
que "Su popularidad, empero, lejos de servirle, parecía
fatigarlo después de un tiempo" (pág. 64) y que "... la
sociedad continuada de los hombres concluía por infligir
un invariable cansancio", (pág. 6S) Sin embargo una
lección del aprendizaje es tener fe en los amigos y otras
enseñanzas son de refinamientos sociales: tocar la ¡ »
guitarra, cantar y bailar. I I
I
El enigma de la locuacidad o el silencio de don i > Segundo nos trae a otros contrastes entre ruido y silencio r»
evidentes en la novela. Los ruidos parecen tener el \'t
proposito de destacar el silencio del hombre y de la
pampa y, al revés, el silencio puede aumentar un sonido
pequeño: "... mientras el agua empezaba a hacer gorgo
ritos, contemplé a don Segundo ...". (pág. 31) A veces
se pintan los cambios de sonido en momentos sucesivos
dando más evidencia de la cualidad transitoria de cada
instante:
De pronto oí correr unos caballos;^un cencerro agitó sus notas con precipitación de gotera. Aquellos sonidos se expandían en
67
el sereno matinal, como ondas en la piel somnolente del agua al golpe de algún cascote, (pág. 42)
Los ruidos siguen expandiéndose hasta el comienzo del
arreo:
De la playa venían los gritos y el ruido de la tropa en marcha; rumor de guerra con sus tambores, sus órdenes, sus^quejidos, carreras, choques y revolcones, (pág. 44)
Durante el rodeo los sonidos aumentan en intensidad y
luego disminuyen cuando se aleja el vacaje:
El paisanaje se desgañitaba gritando . . . Sonaban los rebenques contra las caronas. Las atropelladas y los golpes llegaron a su máximo. ...
Ya muy lejos, la montonera de hacienda iba alargándose^y eran los gritos un eco reducido. ... j Qué silencio! ... El rodeo estaba desierto, (pags. lló-ll?)
Ya hemos revisado las dualidades de la novela:
el gaucho binomio que da un retrato del pasado y el \
presente en un par de personajes, el uno aprendiendo y \ I
el otro ya hombre hecho; un paisaje visto y sentido a la '
vez; una expresión original compuesta de dos lenguajes
entretejidos con efecto mutuo; símbolos de algo más allá
de la letra impresa; por último, varios temas menores que
se encuentran opuestos o paralelos en el libro. Por medio
de estas dualidades vemos los dos lados del asunto y la
interpretación del gaucho y la pampa es completa.
CAPITULO III
TÉCNICAS EN EL USO DE LAS DUALIDADES
Muchos se han admirado ante la unidad de Don
Segundo Sombra visto que es una novela compuesta de
episodios separados y cuadros aislados. Mata propone
que el personaje de don Segundo "... da vértebra a los
veintisiete capítulos de la novela, relacionando entre
sí la diversidad de los asuntos y temas enfocados por el •4
autor". Previtali está de acuerdo diciendo: "... se
.
... el acertado manejo de la técnica de reflejo subjetivo, por la cual el protagonista nos presenta esos cuadros vistos con sus ojos y sentidos con su emoción. Ojos y emoción que son los nuestros, pues con ellos entramos y salimos de la novela. Viene a resultar así, que no es Güiraldes quien ha logrado unir los elementos discontinuos de su obra, somos nosotros mismos, sus lectores, quienes ponemos imidad a ese mundo . ..-
Ghiano opina que el aprendizaje es la base de la unidad:
"La presentación de lugares y de horas responde a la
necesidad de enmarcar los hechos de la educación del
4 resero". Torres-Rioseco dice: "Con estos dos personajes
68
mantiene la continuidad de la narración con la presencia
del inmutable don Segundo Sombra". Eneida Sansone tiene i
la idea interesante que el lector da unidad al relato: í 3
I 1 I
69
(don Segundo y el aprendiz) se teje la novela"^ y Da Cal
tiene la misma opinión. Ara admite que don Segundo es
"... el eje en torno del cual se mueven las soluciones
morales"' pero señala al narrador como cuentista ejemplar
que lleva la carga de integrar los sucesos variados.°
Asi encontramos varias opiniones sobre quién o
que logra la integración de la obra. Pero no es nuestro
intento decidir la cuestión sino considerar la manera en
que se ha hecho. Puesto que hemos dedicado muchas páginas
a discutir las dualidades de la novela, sería bueno hablar
ahora de las técnicas especiales empleadas para mantener
el equilibrio entre dualidades opuestas y fundir elementos
paralelos.
De primera importancia es que el autor se instala
dentro de la novela, en efecto dentro del narrador. ,
Recordemos su propio carácter dual que le permite sin \ 1
conflicto dotar a su protagonista de dos perspectivas y
dos lenguajes: el del aprendiz y el del artista. La
sensibilidad y la receptividad de Güiraldes se ven en
todos los sentimientos subjetivos experimentados por el
muchacho. Suya es la admiración expresada por don Segundo
y por todo gaucho, la que es tan importante para elevar
las virtudes gauchescas al plano transcendente. El
también amaba la vida gauchesca que había aprendido de
los peones y deploraba los cambios dictados por el
progreso. Así el tono de melancolía es genuinamente
I M I :
M l l l l l l M I I I M t I > < <
70
suyo. El hecho de emplear personajes inspirados en
personas verdaderas y conocidas del autor presta autenti
cidad al relato. Ambos habían sufrido inquietudes lite
rarias y los dos, hechos hombres cultos, querían contar
la historia del pasado inmediato de gauchos y parapa.
Todo lo que era verdad en su propia vida también
era admisible en la novela. Así mucha de la armonía se
deriva de la confianza con que procedía Güiraldes en la
sabiduría de su propia experiencia. Esto no es decir
que el libro es autobiográfico en el sentido de que el
autor lo vivió. Pero tiene tanto de Güiraldes que
podemos decir que incorpora elementos autobiográficos.
Este comentario nos conduce a una consideración
del empleo de la forma de expresión autobiográfica. La
expresión en primera persona puede presentar limita
ciones pero en este caso sirve el fin del autor muy bien.
Quería conservar un tono sencillo de acuerdo con la
materia y el punto de vista de un muchacho humilde pero
sensible convenía a su propósito como se ve en el libro:
"Pero no quiero hablar de todo eso en estas líneas de alma
sencilla", (pág. 192) La técnica autobiográfica unida al
autoapoderamiento de Güiraldes es una condición afortu
nada de la novela. Según Ara "... dota al libro, no
sabemos si de objetividad, pero al menos de verdad, de
frescura como de cosa sucedida y conservada en la candidez
de las inás hondas impresiones".^ Adc:,iás de estas ventajas
» • •i
71
mucha de la unidad descansa en el "yo" del relato porque
el narrador ya ha armonizado los aspectos diversos antes
de entregarlos a los lectores.
Relacionada con esta virtud está la delineación
del cuento desde el aspecto retrospectivo. Toda la obra
es una compilación de memorias y dentro de esta estructura
el narrador recuerda intervalos de su vida hasta entonces
introduciendo cada etapa narrativa. La novela empieza
con una escena en que el muchacho está repasando su niñez
después de que se desarrolla la narración hasta el capi
tulo X. Siguen otras memorias tratando cinco años de
andanzas en compañía de don Segundo y otro período al
estilo de diario en que los sucesos se dicen con las
minuciosidades de tiem.po, diálogos, acciones y actitudes.
Los últimos recuerdos repasan los tres años de su vida
en su estancia para terminar con la actualidad de la
despedida de don Segundo. Así tenemos siempre la visión
dirigida hacia el pasado y sus hechos acabados y muertos
menos en la memoria. Confiamos en que los recuerdos
reproducen lo importante del pasado esquivando lo trivial
porque son los que el narrador elige de la totalidad para
incluir en su historia. Así es una destilación del
pasado, de características gauchescas que han hecho de
él un hombre consumado.
Los dos enfoques del pasado constituyen otra dua
lidad retratando la vida externa e interna del narrador.
m
1
72
Las retrospecciones pintan al joven objetivamente, desde
el punto de vista del novelista. En cambio la narración
principal es íntima, introspectiva, reflejando sus sensi
bilidades. Pero a pesar de esta dualidad los dos enfoques
sirven para coordinar otras dualidades, las del héroe y del
aprendizaje. Pintan progresivamente la anulación de los
aspectos opuestos del héroe dual. En el transcurso del
tiempo de la novela el contraste entre don Segundo y su
aprendiz disminuye paso a paso hasta que se desvainece.
Así las memorias destacan la dualidad que ya no existe
en el presente en que el narrador está evocando el pasado.
Según Previtali, en cada etapa narrativa los estados de
ánimo del aprendiz "... em.piezan por ser elevados, luego
declinan y por último se estabilizan en un nivel ecuá-
1 O nime". Últimamente la estabilidad se fija como rasgo
permanente, una suerte de conocimientos físicos y espiri
tuales conseguida por las tribulaciones y las victorias
del aprendizaje duro. Los recuerdos señalan la distancia
que el joven ha tenido que viajar de una existencia inútil
a una vida eficaz, mostrando así el camino hacia una
condición integrada envidiable por todo hombre.
Las virtudes unificadoras se actualizan por medio
de la síntesis de los lenguajes opuestos hecha en el per
sonaje que relata el cuento. Sus condiciones sucesivas
de picaro, rescrito, gaucho y hombre culto deciden la
expresión que ya hemos discutido. Nos queda decir que
1
73
la eficacia del autor en cuanto a esta síntesis se presta
a la fusión de las otras dualidades. Da Cal da gran
importancia al acierto lingüístico:
Para producir la amalgama, la íntima coherencia de esas dos personalidades divergentes de su héroe y lograr un equilibrio eficaz, en el cual se salve la verdad artística, Güiraldes recurre a una sutilísima síntesis estilística de los elementos lingüísticos, en virtud de la cual la expresión estética atrevidamente subjetiva, indicadora de una sensibilidad literaria avezada al uso de toda índole de atrevidas transposiciones, se asimila y funde ... con el lenguaje directo y coloridamente dialectal propio del ambiente.^^
La estructura balanceada de la novela responde a
la necesidad de un equilibrio entre las dualidades de la
materia. Muchas veces el balance se consigue sencilla
mente por medio de la sintaxis de las oraciones pero
también se encuentra en el contenido de las metáforas,
comparaciones y repeticiones. Tales construcciones
equilibradas se encuentran en varias posiciones: tan I
unidas como en la misma oración; en oraciones, párrafos
o páginas adjacentes; tan separadas como por casi todo
el libro. Se pueden ver los elementos balanceados en
los ejemplos a continuación:
La calle fue mi paraíso, la casa mi tortura, todo cuanto comencé a ganar en^simpatías afuera lo convertí en odio para mis tías. (pág. 13)
... ya la gente se había cansado algo de divertirse conmigo y yo no me afanaba tanto en entretenerla, (pag. 15)
De peones de estancia habían pasado a ser hombres de pampa. Tenían alma de reseros, que es tener alma de horizonte, (pág. 43)
»
74
Ko^sabía ya si nuestra tropa era un animal que g uería ser muchos, o muchos animales que querían ser uno. (pág. 56)
La garganta del rematador no daba más de tanto gritar y mis orejas de tanto oirlo. (pág. 94)
Ara apunta que el recurso de volver sobre palabras
y frases enteras presta una cualidad musical además de
coordinar elementos separados. Dice:
En general actúan como el coro en la tragedia griega: subrayan un pensamiento interior, balancean la realidad y los presentiraientos y crean apoyos al nodo de "des leitmotivo" musicales.^^
Así repetidas veces sentimos el ritmo de la marcha en el
arreo: "Los novillos carainaban con pausa y sin cansancio".
(pág. 46); "... y la marcha seguía pausada, sin cansancio".
(pág. 46); "Animales y gente se movían com.o captados por
una idea fija: caminar, caminar, caminar", (pág. 51);
"... volvimos a caer en nuestro ritmo, contenido y volun-l
tarioso: caminar, caminar, caminar", (pág. 62) ^
Varios sonidos vienen a ser verdaderos estribillos
en sus repeticiones. Así se oye el tintineo de los cen
cerros de las madrinas de tropilla: "A lo lejos oí
tintinear un cencerro", (pág. 42) El sonido se repite en
el párrafo siguiente: "De pronto oí correr unos caballos;
un cencerro agitó sus notas con precipitación de gotera",
(pág. 42) Más adelante "La yegua madrina alzó la cabeza,
desparramando un tropel de notas de su cencerro", (pá :*
100) El traqueteo de la horquilla en el carro vacío
resuena en acompañamiento ruidoso: "En los zanjones
75
esgrimía yo el instrumento, que luego venía matraqueando
de una manera ensordecedora sobre las tablas del carro
vacío", (pág. 28) Más adelante se repite el sonido com.o
amplificación de la primera vez: "... tomando rumbo a
las casas al compás del férreo canto de la horquilla,
que temblequeaba sobre las planchas del carrito", (pág. 33)
La reiteración de varios temas contribuye al ba
lance de la sustancia de la novela. El agua recurre como
motivo de reminiscencia (págs 1, 63, 190) y el remanso
como atracción misteriosa, (págs. 18, 6?) El rebencazo
físico asentado por don Segundo al muchacho (pág. 56) se
repite en un rebencazo emocional dado por la vida (pag.
139) y otra vez en forma de rebenque de bromas después de
las pérdidas del joven en las carreras, (pág. l48) Un
sueño durante el desmayo del joven después de la pelea
con el toro (pág. 125) se repite en la realidad con la t
misma escena, las mismas palabras y los mismos senti
mientos, (pág. 187) La despedida del joven y don Segundo
(pág. 193) contiene los mismos elementos del primer
encuentro (págs. 17-18): la silueta de caballo y jinete
en el anochecer que parece una sombra, más una idea que
ima persona verdadera. El primer arreo (págs. 44-62)
tiene su equivalente en el último (págs. 173-179) con su
trabajo brutal que muestra el crecimiento del muchacho
desde bisoñe hasta resero. La doma después de que el
joven recibe el ofrecimiento de un puesto de domador
3
76
(pags. 160-165) equilibra la doma en que el muchacho es
solamente espectador con el anhelo de aprender el oficio,
(pags. 32-33) También el fracaso cuando el muchacho
monta por primera vez su potrillo (págs. 50-51) va seguido
por el éxito de la mañana siguiente, (págs. 58-59) Casi
todos los sucesos importantes del desarrollo del muchacho
tienen sus reverberaciones más adelante en la novela,
dando equilibrio a la acción de la obra.
Algunas comparaciones se extienden en una estruc
tura compleja e incorporan repeticiones:
Rápidamente abrió la panza, sacó a vueltas el sebo de tripa, 'despojó el vientre de desperdicios, el tórax de bofes, hígado^y corazón. --¿Pajoso me has llamao?--'pregunté estúpidamente inactivo, avergonzado de mis manos que colgaban también como desperdicios. (pág. 55)
Al principio de una tormenta vemos esta imagen: "Pronto,
un nuevo crepitar de gotas alzó al ras del callejón una
sutil polvoreda". (pág. 60) Al fin de la tormenta leemos 3
una comparación inusitada de polvo y agua: "La lluvia
se desmenuzó en un sutil polvillo de agua ...". (págs. 61-
62) Esta reiteración cierra el ciclo violento de la
tormenta con la misma nota con que empieza y volvemos
fácilmente al ritmo mesurado de la marcha.
De todas maneras las muchas comparaciones y
metáforas contribuyen al balance de la estructura por el
hecho de enlazar dos elementos. Estas imágenes resultan
muy importantes, dando algunas de las visiones rápidas de
la pampa y su vida que se sum.an para crear la impresión
77
completa del ambiente. Hugo Rodríguez-Alcalá profesa
que esta manera de introducir aspectos del ambiente en
comparación con la gente o las cosas hace el segundo
termino de la metáfora más importante que el primero.
Dice: "La comparación en Güiraldes contribuye así a
darnos una intuición de la substancia prima misma del
mundo gauchesco". - Se puede ver estas objetivaciones
fugaces en los ejemplos a continuación:
levó tras él, como podía haber llevado^ jo de los cercos prendido en el chiripa.
.. .me 11( un abrojo de los cercos prendido en el chiripí (pág. 63)
. . . las manos gruesas y cuerudas como cascp.ron de peludo, (pág. 19)
... los hombres se apiñaban como queresas en un tajo. (pág. 68)
El cielo tendió unas nubes sobre el horizonte, como un paisano acomoda sus coloreadas matras para dormir, (pág. 101)
Era una viejita seca como tasajo ... (pág. 126)
Veníamos todos como^indios de desarrapados, barrosos y taciturnos, (pág. 177)
... flojo como una lonja mojada, (pág. 183)
Algunas comparaciones sirven para introducir la
pampa en escenas cerradas evitando así que estas escenas
queden aisladas y desconectadas del relato total. En el
boliche entra esta semejanza a la pampa: "Entre aquel
cúmulo de bultos, el pulpero se había hecho un camino,
óomo la hacienda hace una huella ...". (pág. 48) En el
baile el paisaje se extiende hacia adentro por medio de
varias comparaciones como la siguiente: "Un tropel se
1
78
formó en el centro del salón, remolineó inquieto, se
desparramó hacia las sillas, estorbándose como hacienda
sedienta en una aguada", (pág. 69) El mundo embrujado
de las narraciones se liga a la pampa de esta manera:
"... un flamenco grande como un ñandú y colorao como
sangre'e toro", (pág. 78) La escena cerrada en el
comedor de la "Fonda del Polo" revela notas del campo
como el hombre con la cara "... llena de venas reventonas,
como la panza de una oveja recién cuereada", (pág. 85)
La función del lenguaje metafórico que tiene más
importancia en cuanto a las dualidades es la de enlazar
la vida externa con la vida interna. Así se funden las
actitudes del héroe dual, sus dos lenguajes y sus dos
visiones del paisaje y de su vida. Da Cal explica esta
virtud a continuación:
Las^metáforas--el libro es rico en ellas-- I son también frecuentem.ente vehículo de la sin- > tesis, camino sutil de la unión de esas dos i zonas del personaje. El procedimiento generalmente consiste en transponer sensaciones internas indicadoras de una gran acuidad de percepción subjetiva y abstracta a imágenes procedentes del mundo más inmediatamente diario y concreto de la vida ganadera, en un audaz salto comparativo, que trata de salvar la distancia que separa ambos mundos, estableciendo entre ellos una relación plausible y natural, dentro de la verdad artística. 1^
Cita los ejemplos siguientes:
Y, además, me parecía que también ella (la memoria de su padre) se iba a m.orir, significando su presencia sólo un recuerdo frío. De haberme atrevido, la hubiera hecho echar abajo, como se degüella, por comrjasión, a un anim.al que sufre, {"ps-g» 191)
79
Todas las penas que me había dado para^ser un resero de ley quedaban en mi imaginación como una montonera de huesitos de difunto, (pág. l83)
Así es que las comparaciones toman gran parte en
mantener el equilibrio entre las varias escenas, acciones
y actitudes. Rodríguez-Alcalá lo reitera en su artículo:
"... podría subrayarse que el artista se vale de sus
símiles para expresar indirecta y bellamente, la comunión,
la armonía, la afinidad que existe entre el hombre de la
pampa y la naturaleza".^^
De esta comunión entre el hombre y la natui"?.leza
viene mucho del impresionismo, otro recurso efectivo en
la amalgama de las dualidades. Ya hemos hablado de la
representación subjetiva del paisaje fabricada de las
sensaciones experimentadas por el rescrito frente a las
realidades de la pam.pa. Pero esta técnica se extiende
más allá del paisaje hasta todos los objetos, personajes
y acciones del relato. De hecho el libro entero parece
componerse de lo que ha dejado una impresión bastante
importante para destacarse en la memoria del narrador.
El mismo indica su sensibilidad: "Yo sufría por todo,
como un agua sensible al declive, al viento, al sol y
a la hojita del sauce llorón que le tajea el lomo".
(pág. 173)
Así los ejemplos abundan con que demostrar las
impresiones que el protagonista ha vivido. Ya sabemos
que en el primer encuentro con don Segundo le parece al
>
1
80
muchacho un fantasma# una sombra y más una idea que \m
ser. Repetidas veces leemos impresiones de sorpresa y
confusión inspiradas por su padrino como la siguiente:
"Asombrado miraba yo el dominio de aquel hombre, que
trataba a mi petizo como a un cordero gaucho", (pág. 58)
Antes del primer arreo los peones le parecen más grandes
y más robustos y dice: "Me dominó la rudeza de aquellos
tipos callados, y, no sé si por timidez o por respeto,
dejé caer la barbilla sobre el pecho, encerrando así mi
emoción", (pág. 43) Los objetos tarabién dejan sus
impresiones: "Los vasos eran de vidrio espeso y turbio.
En el vasto recinto bostezaba una desesperante atonía".
(pág. 85) "El rancho, antes tan miserable, me resultaba
al volver del paisaje un palacio. Y sentí bien su abrigo
de hogar humano, tan seguro cuando se piensa en afuera".
(pág. 101) El hecho brutal del duelo instiga largas
cavilaciones del joven» "Que \m hombre tranquilo y alegre
como Antenor se hubiera visto obligado primero a pelear,
después a matar, me resultaba algo en verdad asustador".
(pág. 172) Recibimos un bombardeo de emociones resultado
de la desorientación que siente el joven a la revelación
de quien era su padre ya muerto:
Un extraño tropel de sentimientos en mi intactos se me arremolineaban en la cabeza: ternura, tristeza. Y de pronto, una ira ciega de hombre^ insultado de un modo rebajante, sin razón. ¡Qué diablos I Tenía ganas de disparar o de embestir contra cualquier cosa, para inferir sangre de carne por la sangre de alma que sentía chorrear dentro mío. (pág. 180)
K\y
1
81
Al fin después de la despedida trágica de don Segundo
el joven patrón nos dice que "Me fui como quien se
desangra", (pág. 194)
Así cada detalle provoca la reacción personal
del narrador dando el efecto interior tanto como el
efecto exterior. Las muchas impresiones suman última
mente a una gran realidad en la intuición del lector y
el mundo pamx-)eano es suyo.
En suma todas estas técnicas anteriores toman
parte en equilibrar las dualidades. Las retrospecciones |
contadas en primera persona unen el punto de vista del
personaje y del autor para lograr una visión integrada.
Las repeticiones, comparaciones, metáforas y el impre
sionismo contribuyen al balance de la estructura. La
síntesis de los lenguajes en esta estructura balanceada
logra una expresión equilibrada. Como dice Da Cal "el
resultado es aparentemente sencillo, pero detrás hay una 16
compleja química artística".
I
1
CAPITULO IV
CONCLUSIÓN
Empezamos esta tesis en busca de las dualidades
de Don Segundo Sombra para evaluar sus contribuciones
a la interpretación fiel y estética del gaucho de Argen
tina. Nos han interesado los origines de las dualidades
en la vida del autor Ricardo Güiraldes y su empleo de
ellas para lograr sus fines.
En una revisión de la vida del autor encontramos
dos corrientes de afinidad siempre presentes. Amaba su
país a pesar de estar en desacuerdo con su provincialismo
y a pesar de la falta de estímulo cultural en aquel tiempo.
Este descontento le llevó más allá de su tierra para i
encontrar inspiración en ambientes culturales y progre
sivos. En lugar de transferir su lealtad a otros lugares
más a su gusto siempre volvía con un deseo de regenerar
el espíritu de su propio país. Pero varias veces tuvo
que retirarse de esta lucha con desilusión para encontrar
condiciones más propicias a su trabajo. En busca de una
expresión bella y moderna siguió las innovaciones de
escritores franceses, los más progresivos de aquella
82
83
época. Pero a la misma vez encontró en su propia tierra
la belleza que quería interpretar, la simplicidad que
le parecía grandeza. Asi emprendió la tarea de traer el
mundo a sus compatriotas y de dar su tierra y sus habi
tantes al mundo. Es lo que hizo finalmente con su obra
maestra Don Segiundo Sombra, reflejando su formación dual
con una expresión original, resultado de su doble afinidad.
Al analizar al héroe desdoblado se aprecia que
en su tratamiento estriba el valor de la novela. Un
simple relato de las habilidades del gaucho desde el
punto de vista de un individuo ideal hubiera resultado
en im resumen de destrezas sin emoción ni^interés. Un
relato de un muchacho viajando por la pampa sin rumbo
adquiriendo los conocimientos del hombre pampeano hubiera
resultado en lo mismo. Es el contraste entre los polos
opuestos y el lento acercamiento de los dos extremos lo
que hacen del libro una obra de arte. Durante este
acercamiento se puede penetrar en la vida interior del
gaucho con sus sentimientos, pensamientos, actitudes,
creencias y sentido moral. También el contraste destaca
la admiración y el respeto que distinguen los valores
positivos de la vida gauchesca. Esta dualidad permite
que el autor esté dentro del narrador desarrollando en
el la admiración que el mismo sintió por don Segundo
Ramírez y los otros peones de su estancia.
La visión doble del paisaje parece proceder de
1
84
la experiencia del autor sensible que había visto y
sentido las realidades de la parapa. Pero también esta
dualidad es una parte de su fórmula para dar un retrato
completo del ambiente sin recurrir a técnicas anticuadas.
Se puede comprender que su afán para innovación no
admitía el recurso de descripción en la manera tradi
cional. Resolvió el dilema empleando su descripción
activa para lograr una representación estática y dinámica
a la vez. También pintó lo objetivo con visiones fugaces,
comparaciones sin elaboración o menciones rápidas, lo que
constituyen una impresión integrada de la-pampa. Otras
veces recibimos solamente las impresiones^subjetivas que
indican el carácter de lo objetivo que provoca tales
sensaciones. Así conocemos la causa y el efecto del
paisaje en relación recíproca al gaucho. Esta manera de
incluir lo objetivo y lo subjetivo nos hace ver, sentir
y vivir el paisaje y hace de la dualidad una virtud.
El empleo de la lengua rústica y el lenguaje
culto es una dualidad que muestra la originalidad del
autor. Güiraldes logró una síntesis de los dos lenguajes
sin precedentes en la litera-tura gauchesca. Dignificó la
lengua hablada con expresiones poéticas y artísticas y
aplicó las características de brevedad, sencillez y
humor de la lengua gauchesca a su expresión culta. Con
servó el ritmo tranquilo de la vida pampeana en su expre
sión pero lo interrumpió a veces con fogonazos de acción
/
85
enérgica en concordancia con la violencia que en ocasión
la naturaleza puede demostrar. Así Güiraldes creó con
elementos opuestos una expresión personal que según su
intención corresponde al tema y todavía da una interpre
tación estética.
El simbolismo incorpora dualidades que prestan
mucho valor a la obra. Los símbolos ofrecen significados
hondos y poéticos más allá de las palabras aparentes,
inflaman la imaginación del lector y lo conducen a
considerar su alcance, transponiendo así lo local a lo
universal.
Las dualidades menores tarabién tienen su papel
en el conjunto de la obra. La suerte así como la super
stición mezclada con la religión y la ciencia aparecen a
menudo. La dignidad del trabajo y las riquezas espiri
tuales en contraste con la vagancia y las riquezas
materiales contribuyen al valor moral de la novela. Otras
dualidades menores destacan el enigma de don Segundo y
otras subrayan el silencio y la expresión del hombre y
de la pampa.
Luego consideramos varios aciertos estilísticos
que contribuyen al equilibrio de las dualidades. La forma
autobiográfica en que el narrador habla para el autor
tanto como para sí mismo da la unidad de un solo obser
vador evaluándolo todo. El tiempo ha fundido las duali
dades del héroe y del aprendizaje contadas en retrospecto.
86
La síntesis de los dos lenguajes contribuye mucho a la
integración del héroe dual y al equilibrio de la repre
sentación dual del paisaje. Este equilibrio descansa en
el balance de la estructura lo que incluye repeticiones
que a su vez contribuyen al carácter musical y poético.
Las comparaciones y metáforas aparean elementos parecidos.
El impresionismo enlaza sensaciones físicas o emotivas
con los objetos que las inspiran, señalando la correlación
entre lo externo y lo interno.
Así hemos visto que la dualidad de la novela
abarca todas las partes: los personajes, las acciones, la
escena y la expresión. Esta ambivalencia intencional por
parte de Güiraldes logra un retrato completo así como
sus procedimientos intencionales integran las diferencias.
Aplicó la mano experta de un artista verdadero para crear
una obra de arte y expresar al gaucho definitivamente,
dejando su sombra ejemplar alargada sobre la parupa y la
nación para siempre.
NOTAS
INTRODUCCIÓN
1 Ernesto G. Da Cal, "Don Segundo Sombra, teoría
y símbolo del gaucho", Cuadernos Americanos, XLI, NÚm. 5 (septiembre-octubre, 1948), 249.
CAPITULO I
1 Giovanni Previtali, Vida 2L o^^a de Ricardo
Güiraldes (St. Fetersburg: William R. Grissom, I963), pag. 3. ^
2 Guillermo Ara, Ricardo Güiraldes (Buenos Aires:
Editorial La í^andragora, 19o 1)» pág~ 15. 3 Previtali, págs. 12-15»
4 Previtali, pag. 23»
^Previtali, págs. 18-24.
6 Previtali, págs. 26-31.
'Ofelia Kovacci, La pampa a través de Ricardo Güiraldes (Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, 1961), págs. 143-148.
o
Previtali, pág. 4l.
9 . ' Ramiro W. Mata, Ricardo Güiraldes, José Eustasio — "¡r-Rivera, Romulo Gallegos (Montevideo: Compañía Impresora
S. A. , 1961), pag. 13.
87
88
^^Ara, pág. 198.
^Prev i t a l i , págs. 52-53.
12 P r e v i t a l i , págs. 53-54.
13 Previtali, págs. 54-58.
14 Previtali, págs. 59-63.
15 Adelina del Carril de Güiraldes, "Notas Preli
minar", Don Segundo Sombra (Buenos Aires: Editorial Kraft, 1952), pags. 11-12, citado en Giovanni Previtali, pág. 67,
^^Previtali, págs. 71-73.
• ' Previtali, págs. 77-81.
^^Previtali, págs. 84-103.
^^Previtali, pág. 108.
^^Previtali, págs. IO9-II6.
21 Ara, pág. 20.
22 Carta a Valery Larbaud, julio de 1926, en la
revista Sur, Buenos Aires, año I, número 2 (1931) citado en Ofelia Kovacci, pág. 58.
23 Ibid., pág. 118.
24 Ricardo Güiraldes, "Un canto". Proa, número 9,
Buenos Aires, (Abril 1925)i citado en Ofelia Kovacci, pág. 27.
25 Ricardo Güiraldes, "Prólogo", Libro Bravo (San
Antonio de Areco: Francisco A. Colombo, 193<?)> citado en Ofelia Kovacci, pág. 25»
76 Leopoldo Lugones, "pon Segundo Sombra", La Nación,
suplemento literario (Buenos Aires, 12 de septiembre, 192oT, pág. 4, citado en Giovanni Previtali, pág. II5.
l:JI: l 1
89.
^^Da Cal, págs. 254-255.
CAPITULO II
Ricardo Güiraldes, Don Segundo Sombra (Sexta edición; Buenos Aires: Editorial Losada, 1946), págs. 166-167. Todas las citas son de esta edición.
Enrique Williams Alzaga, La pampa en la novela argentina (Buenos Aires: Editorial Estrada, 1954Trpag. 253.
Antonio Pagés Larraya, "Don Segundo Som.bra y el retorno", Cuadernos hispanoamericanos, nums. 152-153» (agosto-septiem.bre, 1962), 1)ág. 282.
Eunice Joiner Gates, "The Imagery of Don Segundo Sombra", Hispanic Review, XVI, NÚm. 1 (enero, T9Í8), 36.
^Ara, págs. 275-276.
Ara, pág. 275*
' Ara, pág. 278.
Q
Mata, pág. 38.
^Carta a Valery Larbaud, 1926, citado en Juan Carlos Ghiano, Introducción a Ricardo Güiraldes (Buenos Aires: Ediciones Culturales Argentinas, 196I), pág. 22.
^^Previtali, pág. 108.
Amado Alonso, ' Un problema estilístico en Don Segundo Sombra", La Nación (Buenos Aires, 27 de julio de 19307» citado en Horacio Jorge Becco, Don Segundo Sombra y. ^ VQjgabulario (Buenos Aires: Editorial Ollantay, 1952), pag. 79"".
12 Kovacci, pág. 126.
^\ra, pág. 299.
90
14 Kovacci, pág. 131.
Previtali, págs. 222-223.
l6 Juan Collantes de Terán, "En torno al simbolismo
e impresionismo en Don Segundo Sombra", Estudios Americanos, XIII, num. 64 (enero-febrero, 1957)» 20.
17 Ibid., págs. 22-26.
Kovacci, pág. 159»
CAPITULO III
Mata, pág. 36.
^Previtali, pág. 173.
3 Eneida Sansone, Ricardo Güiraldes y Don Segundo
Sombra (Montevideo: Universidad de la República, 1951), pags. 48-49.
4 ^ Juan Carlos Ghiano, Introducción a Ricardo Güi
raldes (Buenos Aires» Ediciones Culturales Argentinas, 1961), pág. 121.
- Arturo Torres-Rioseco, Ensayos sobre la literatura latinoamericana (México, D. F.í Fondo de Cultura Económica, 1953)» pág. 115«
Da Cal, pág. 251.
'Ara, pág. 221.
o
Ara, pág. 278.
o ^Ara, pag. 225»
10 Previtali, pag. 188.
Da Cal» pág. 255*
91
12 Ara, pág. 199.
13 - Hugo Rodríguez-Alcalá, Korn, Romero, Güiraldes,
Unamuno, Ortega (México: Ediciones de Andrea, 193877^ pag. 131.
14 Da Cal, pag. 256.
15 Rodríguez-Alcalá, pág. 138.
•"Da Cal, pág. 258.
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