+ All Categories
Home > Documents > Lía Quearleri - El territorio jesuítico-guaraní

Lía Quearleri - El territorio jesuítico-guaraní

Date post: 01-Oct-2015
Category:
Upload: rubenlab
View: 10 times
Download: 0 times
Share this document with a friend
Description:
Guaraníes
Popular Tags:
12
Histria Unisinos 11(2):173-184, Maio/Agosto 2007 © 2007 by Unisinos El territorio jesuítico-guaraní: del enfrentamiento de sentidos al conflicto armado (1750-1761) 1 The Jesuit-Guarani territory: from the conflict of meanings to armed conflict (1750-1761) Lía Quarleri 2 [email protected] Resumen. Hacia mediados del siglo XVIII, el uso y disposición de los territorios platenses se constituían en un problema central de las relaciones coloniales. Bajo esta coyuntura, los pueblos de guaraníes, junto con sus estancias y yerbales, se constituían en un cordón territorial en el centro de la región que frenaba el avance y los intereses económicos de los vecinos del Paraguay y Río de la Plata, de los portugueses e incluso de los charrúas, guenoas y minuanes. Además, los Borbones españoles preparaban reformas geo-políticas que afectarían, en el plano local, el rol desempeñado por las misiones jesuitas en la colonización, resguardo y defensa del territorio de la Corona española y con ello sus derechos y privilegios sobre la tierra. En este trabajo buscamos dar cuenta, por un lado, de la diversidad de sentidos, expectativas y representaciones existentes en torno al territorio misionero en relación a los intereses y fantasías proyectados sobre ellos en un momento histórico donde la problemática territorial y la competencia por los recursos comenzaba a hacerse carne en el espacio rioplatense. Asimismo, nos proponemos mostrar como esas nuevas políticas y representaciones entraron en conflicto con los propios intereses y concepciones guaraníes del espacio reduccional y cómo estas polarizaciones se plasmaron en el conflicto bélico que ha dado en llamarse “guerra guaranítica”. Palabras-clave: territorio misionero, “guerra guaranítica”, reformas geo-políticas. Abstract. Until the middle of the 18 th century, the use and disposition of the La Plata territories were a central problem in colonial relations. Within this context, the Guarani missions, with their farms and mate plantations, constituted a territory that hindered the advance and pursuit of the economic interests of the neighbors from Paraguay and the La Plata River, of the Portuguese and even the Charrua, Guenoa and Minuano. In addition, the Spanish Bourbons prepared geopolitical reforms that would affect the role played by the Jesuit missions in the colonization and defense of the Spanish crown and thus of its rights and privileges over the land. This paper discusses the diversity of meanings, expectations and representations around the missions’ territory in relation to the interests and fantasies projected on them in a period when the problem of territory and the competition for resources became concrete in the La Plata space. It tries to show those new policies and representations created a conflict with the Guarani interests and views of the reductions’ space and how this polarization led to an armed conflict that has been called “Guarani War.” Key words: mission territory, “Guarani War”, geo-political reforms. 1 Este trabajo se inscribe den- tro de un proyecto de inves- tigación mayor financiado por el CONICET. En el marco del mismo agradezco las sugerencias apor- tadas por Mercedes Avellaneda, Juan Hernández, Norberto Le- vinton, Carlos Paz y Guillermo Wilde. 2 Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Ci- entíficas y Técnicas (CONICET) - Instituto de Ciencias Antro- pológicas. Sección Etnohistoria. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
Transcript
  • Histria Unisinos11(2):173-184, Maio/Agosto 2007 2007 by Unisinos

    El territorio jesutico-guaran: del enfrentamiento desentidos al conflicto armado (1750-1761)1

    The Jesuit-Guarani territory: from the conflict of meanings to armed conflict (1750-1761)

    La [email protected]

    Resumen. Hacia mediados del siglo XVIII, el uso y disposicin de los territorios platensesse constituan en un problema central de las relaciones coloniales. Bajo esta coyuntura, lospueblos de guaranes, junto con sus estancias y yerbales, se constituan en un cordn territorialen el centro de la regin que frenaba el avance y los intereses econmicos de los vecinos delParaguay y Ro de la Plata, de los portugueses e incluso de los charras, guenoas y minuanes.Adems, los Borbones espaoles preparaban reformas geo-polticas que afectaran, en elplano local, el rol desempeado por las misiones jesuitas en la colonizacin, resguardo ydefensa del territorio de la Corona espaola y con ello sus derechos y privilegios sobre latierra. En este trabajo buscamos dar cuenta, por un lado, de la diversidad de sentidos,expectativas y representaciones existentes en torno al territorio misionero en relacin a losintereses y fantasas proyectados sobre ellos en un momento histrico donde la problemticaterritorial y la competencia por los recursos comenzaba a hacerse carne en el espaciorioplatense. Asimismo, nos proponemos mostrar como esas nuevas polticas yrepresentaciones entraron en conflicto con los propios intereses y concepciones guaranesdel espacio reduccional y cmo estas polarizaciones se plasmaron en el conflicto blico queha dado en llamarse guerra guarantica.

    Palabras-clave: territorio misionero, guerra guarantica, reformas geo-polticas.

    Abstract. Until the middle of the 18th century, the use and disposition of the La Plataterritories were a central problem in colonial relations. Within this context, the Guaranimissions, with their farms and mate plantations, constituted a territory that hindered theadvance and pursuit of the economic interests of the neighbors from Paraguay and the LaPlata River, of the Portuguese and even the Charrua, Guenoa and Minuano. In addition, theSpanish Bourbons prepared geopolitical reforms that would affect the role played by theJesuit missions in the colonization and defense of the Spanish crown and thus of its rights andprivileges over the land. This paper discusses the diversity of meanings, expectations andrepresentations around the missions territory in relation to the interests and fantasies projectedon them in a period when the problem of territory and the competition for resources becameconcrete in the La Plata space. It tries to show those new policies and representations createda conflict with the Guarani interests and views of the reductions space and how this polarizationled to an armed conflict that has been called Guarani War.

    Key words: mission territory, Guarani War, geo-political reforms.

    1 Este trabajo se inscribe den-

    tro de un proyecto de inves-

    tigacin mayor financiado por el

    CONICET. En el marco del mismo

    agradezco las sugerencias apor-

    tadas por Mercedes Avellaneda,

    Juan Hernndez, Norberto Le-

    vinton, Carlos Paz y Guillermo

    Wilde.

    2 Investigadora del Consejo

    Nacional de Investigaciones Ci-

    entficas y Tcnicas (CONICET)

    - Instituto de Ciencias Antro-

    polgicas. Seccin Etnohistoria.

    Facultad de Filosofa y Letras,

    Universidad de Buenos Aires.

    173a184_ART03_Quarleri [rev].pmd 22/8/2007, 22:25173

  • La Quarleri

    Vol. 11 N 2 - maio/agosto de 2007

    174

    durante la guerra se involucr solo una parte de la poblacinafectada, generando niveles de conflicto y enfrentamiento entrecaciques aliados a la resistencia y otros fieles a las ordenesreales. Esto fue un factor de vulnerabilidad y llev a la derrotablica de las tropas guaranes, en febrero de 1756. Pero laderrota no anul la resistencia ya que tras la ocupacin de lospueblos por los soldados de Espaa y Portugal gener motinesy fugas, reproduciendo las tensiones y el caos. Hasta que en1761 se anul el Tratado y aquellos que haban sido trasladadosa la banda occidental volvieron a poblar las reduccionesorientales. Pero para ese entonces haban muerto 1.500guaranes en el campo de batalla y otros tantos desertaron delas misiones, algunos de ellos atrados por las coloniasportuguesas. Tras la expulsin de los jesuitas y, luego, durantelas guerras de la independencia, los pueblos guaranes pasaranpor un proceso de desercin, integracin y xodo, acentuadopor polticas de asimilacin que tuvieron sus primeros esbozosen el contexto del Tratado de Madrid.

    Dentro de la historiografa especializada contamos coninnumerables estudios que han abordado directa oindirectamente la problemtica territorial en las misiones jesuitasde guaranes, muchos de ellos asociados al espacio urbano y lospatrones estilsticos y arquitectnicos con aportes de las fuenteso de la arqueologa (Barcelos, 2000b; Busaniche, 1955;Echanove, 1955; Giesso, 1998; Gutirrez, 1999; Levinton,1998; Randle, 1986 y Sustersic, 1999) o relacionados contemticas econmicas, polticas, demogrficas, geopolticas ytambin ligado al ritual y a la ritualizacin del espacio (Kern,1982; Avellaneda, 2004; Barcelos, 2000b; Martins 1999;Carbonell, 1992; Gutirrez, 1974; Heinsfeld, 2006; Levinton,2003a, 2003b; Maeder 1989, 1992, 1997; Mrner, 1960;Schallenberger, 1997; Wilde 2003b, 2003c, 2006a, 2006b,para citar solo algunos referentes). Pero, y aunque los trabajosmencionados aportaron sustanciales conocimientos sobre elespacio misionero, faltan anlisis pormenorizados quecontemplen la dinmica del complejo misionero en su conjuntoy las implicancias del mismo dentro del contexto regional.

    Con respecto a la guerra guarantica tambincontamos con numerosos referentes previos, de los cualescitaremos solo algunos. Por un lado, disponemos de los clsicostrabajos de historiadores jesuitas como Kratz (1954) y Mateos(1949; 1951), que elaboraron minuciosas monografas, muybien documentadas, pero ofuscadas en demostrar ladesvinculacin de los jesuitas del alzamiento. Por otro lado, elepisodio ha despertado profusos intereses en la historiografaremarcando en aspectos geo-polticos, demogrficos y blicos,como as tambin en el rol de los jesuitas, la dinmicafronteriza relacionada con el conflicto y con el Tratado, lasconsecuencias y los intereses polticos y econmicos en juego(Alden, 2001; Arteaga, 1999; Barcelos, 2000a; Becker, 1983;

    Las reducciones jesuitas de guaranes entroncadasen las cuencas del ro Paran y Uruguay alcanzaron, a lo largode un siglo, un grado importante de influencia econmica eindependencia poltica en la regin, como contrapartida de lafuncin defensiva desarrollada en nombre de la Coronaespaola. Puede afirmarse que esta situacin se mantuvo singrandes alteraciones hasta mediados del siglo XVIII. Sinembargo, para esa fecha, el uso y disposicin de los territoriosplatenses se constituan en un problema central de lasrelaciones coloniales, y los pueblos de guaranes, junto consus estancias y yerbales, constituan un cordn territorial enel centro de la regin platense que frenaba el avance y losintereses econmicos de los correntinos, porteos, asunceos,portugueses e incluso de los infieles charras, guenoas yminuanes. La presin por el territorio y por los recursos, quese producan o se explotaban en el rea misionera y en susentornos, comenzaba a sentirse por entonces. Adems, losBorbones espaoles preparaban reformas geo-polticas queafectaran, en el plano local, el rol desempeado por lasmisiones jesuitas en la colonizacin, resguardo y defensadel territorio de la Corona espaola y con ello sus derechosy privilegios sobre la tierra. Todo lo cual fue llevando a unreconfiguracin de significaciones sobre el territoriomisionero desde el lado de la Corona, los agentes locales eincluso desde los portugueses que no fue acompaada oaceptada por los guaranes reducidos.

    Este encuentro de sentidos lleg a su punto culminantecon la firma de un Tratado de Lmites entre Espaa y Portugalpor el cual la primera ceda un territorio ubicado al este del roUruguay, en el actual estado de Ro Grande do Sul, a cambiode Colonia de Sacramento, enclave portugus fundado en1680 frente a Buenos Aires. No obstante, en el territorioentregado a Portugal estaban ubicados siete pueblos jesuitas,y por el Tratado se deban movilizar a 30.000 guaranesreducidos con sus bienes y su ganado a la otra banda del roUruguay o quedarse en el territorio bajo el vasallajeportugus3. Los Borbones, en su afn de delimitar lasfronteras con Portugal, poner fin a los conflictos fronterizos yal contrabando que desde Colonia de Sacramento drenabalas arcas reales, no dudaron en exponer a sus fieles vasallosguaranes para renegociar sus relaciones con Portugal. Bajoestas nuevas circunstancias, las reducciones de guaranesperdieron su significado previo y se transformaron en objetode intercambio con su reciente y efmero aliado.

    La suspensin de la orden del traslado solicitada porlos cabildos guaranes, los jesuitas locales y algunas autoridadesporteas se encontr con la acrrima oposicin de la Coronaespaola, en la figura de Fernando VI. Esta situacin produjouna tensin irreconciliable que finaliz con un enfrentamientoarmado que se extendi entre 1754 y 1756. Sin embargo

    3 Los pueblos eran San Nicols, San Miguel, San Luis, San Juan, San Angel, San Lorenzo y San Borja.

    173a184_ART03_Quarleri [rev].pmd 22/8/2007, 22:25174

  • El territorio jesutico-guaran: del enfrentamiento de sentidos al conflicto armado (1750-1761)

    Histria Unisinos

    175

    Golin, 1997, 1999; Maeder, 1986; Martn, 1998, y Neumann2000, entre otros). Por ltimo, el comportamiento de lospueblos, caciques y lderes guaranes durante la resistencia yla guerra contra las tropas reales fue considerado por autorescomo Maeder (1991-1992), Ganson (2003), Neumanm(2004), Quarleri (2005b, 2006) y Wilde (2003a). No obstante,el conflicto no fue contemplado en estos trabajos como elpunto culminante de disputas que tenan sus razones ysignificaciones no solo metropolitanas sino tambin locales,as como tampoco, paradjicamente, se destacaron lasvaloraciones guaranes del territorio y sus relaciones, realzadascomo medios de argumentacin poltica en la desesperadadefensa frente al inminente destierro.

    En este trabajo buscamos dar cuenta, por un lado,de la diversidad de sentidos, expectativas y representacionesexistentes en torno al territorio misionero en relacin a losintereses y fantasas proyectados sobre ellos en un momentohistrico donde la problemtica territorial y la competenciapor los recursos comenzaban a hacerse carne en el espaciorioplatense. Asimismo, nos proponemos mostrar como esasnuevas polticas y representaciones entraron en conflictocon los propios intereses y concepciones guaranes delespacio reduccional y cmo estas polarizaciones se plasmaronen el conflicto blico que ha dado en llamarse guerraguarantica. Durante la misma, la sociedad colonial sedividi entre dos grandes bandos opuestos e irreconciliables.De un lado, los representantes reales, los gobernadores deBuenos Aires y Ro de Janeiro, los emisarios enviados por laCompaa de Jess y ciertos sectores locales justificaron elrecorte y retraccin del espacio reduccional an a costa de ladispersin e incluso de la vida de sus habitantes. Por otrolado, los guaranes junto a un puado de jesuitas sostuvieronuna defensa primero discursiva y luego armada como elltimo bastin de una lucha desigual por el territorio.

    El complejo misionero:dinmica interna y regional

    Las misiones tenan su origen en una alianzatriangular de intereses y contraprestaciones entre los guaranes,los jesuitas y las autoridades coloniales. A principios del sigloXVII, para frenar el avance del expansionismo portugus yextender los dominios de la Corona espaola, se impuls lacreacin de pueblos de indios al norte de Asuncin. Entre1610 y 1640, los jesuitas fundaron con diferentesparcialidades guaranes misiones sobre los ros Paran yUruguay y en las antiguas provincias del Guayr (Paran),Itatn (Mato Grosso) y Tap (Ro Grande do Sul) dentro dereas de influencia de caciques principales. No obstante, estas

    guarniciones fronterizas no lograron, en una primera etapa,sosegar los ataques de los portugueses del Brasil. Ms an,los pueblos guaranes padecieron las investidas debandeirantes paulistas que obligaron, en las dcadas de 1630y 1640, al abandono y la mudanza de las reducciones y elrepliegue del complejo misionero a la zona de los valles del roParan y del oeste del Uruguay. Recin a fines del siglo XVII,los jesuitas reanudaron las fundaciones en la regin orientaldel ro Uruguay, impulsados por las autoridades de BuenosAires. Entre 1682 y 1707, se levantaron siete doctrinasguaranes en el territorio que se extiende entre los ros Ibicuy eIju, en el actual estado brasilero de Ro Grande do Sul. Luego,la base territorial de las misiones orientales se extendi, conestancias y yerbales hasta el ro Negro al sur, en el lmite de labanda de los charras, y el ro Uruguay, en su vuelta al norte.

    Luego de traslados, divisiones y mermas demogrficas-producto de fugas, epidemias y guerras, acentuadas durantela dcada de 1730- alcanzaron un breve perodo de estabilidadentre la firma de la Cdula Grande (1743) y el Tratado deMadrid (1750). Para esta fecha conformaban una poblacinde 100.000 almas y su territorio con sus pueblos, estancias yplantaciones ocupaba amplios espacios entre las actualesfronteras de Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay. Los 30pueblos y particularmente los del oriente del ro Uruguay, muyprximos a los asentamientos portugueses por el noroeste y alrea de influencia de los indios infieles por el sur, crecieronbajo mltiples presiones, enfrentamientos blicos y conflictos.No obstante, los misioneros y los guaranes reducidos supieronsacar ventaja de la adversidad. Al encontrarse fuera del mbitode influencia de las ciudades hispano-criollas, desarrollaronestrategias de expansin, negociacin e intercambio multitnicoque redundaron en crecimiento econmico para las reducciones.Todas las reducciones producan y comercializaban susproductos en base a una especializacin surgida al interiordel complejo misionero. As, mientras todas cultivabanproductos comerciales como yerba y algodn, las misiones deloriente del ro Uruguay y la reduccin occidental de Yapeyuse destacaron por sus estancias ganaderas dado el acceso alganado cimarrn de las planicies rioplatenses y de lasvaqueras de Mar, prximas al litoral atlntico. Por su parte,las reducciones prximas al ro Paran y especialmente Loretofueron las principales productoras de yerba camin. Finalmente,las reducciones cercanas al Paraguay, tambin productoras deyerba, tuvieron un rol de intermediarias en las transaccioneseconmicas entre Asuncin y Villarrica y el resto del espaciomisionero (Garavaglia, 1983).

    El territorio misionero era discontinuo ya que entre losncleos polticos, ubicados a una distancia estratgica, hastalas estancias y yerbales haba grandes extensiones de tierra sinexplotar4. En general estos espacios no estaban en condiciones

    4 Segn Bruxel, estos espacios se constituan en las 2/3 partes del territorio total (Bruxel, 1959).

    173a184_ART03_Quarleri [rev].pmd 22/8/2007, 22:25175

  • La Quarleri

    Vol. 11 N 2 - maio/agosto de 2007

    176

    para su colonizacin, pero eran lugares de encuentro eintercambio de informacin y bienes entre individuos dediferente origen social y tnico. Estos intercambios enriquecanla vida misionera y daban cierto margen de libertad frente a lasreglas apremiantes de la misma. En estos espacios se dabaninstancias de movilidad y ambigedad que eludan loscontroles polticos jesuitas y estatales (Wilde, 2003a). Tambin,en las estancias misioneras o en las reas agrcolas alejadas delos ncleos polticos se viva bajo una modalidad distinta a lade los pueblos. En los primeros se establecan moradastemporarias de familias guaranes, mientras que en las estanciasde ganado, en los puestos o pasos de caminos la residencia erapermanente. A su vez, en las estancias trabajaban algunosespaoles como capataces y mayordomos y tambin comopeones para cuidar el ganado, asalariados por el comn delpueblo5. Las mximas autoridades jesuitas, concientes delasentamiento de estancieros y moradores espaoles en lasmisiones, hicieron reiteradamente hincapi en los perjuiciosque a su parecer traera aparejado un intercambio intenso entrelos guaranes y los criollos, como as con los portugueses e indiosgentiles. Sin embargo, este intercambio ya formaba parte de ladinmica misionera.

    La lectura lineal del sistema reduccional desde lanormativa jesuita como desde los informes o correspondenciadetractora del mismo ha llevado a construir la imagen de quelas reducciones se constituan en entidades aisladas y sus

    habitantes eran controlados de forma permanente por lospadres misioneros. No obstante, la movilidad y el intercambiocon el afuera eran parte del sistema. Los guaranes reducidossolan traspasar sus fronteras territoriales en bsqueda deganado, sus milicias se desplazaban ante los pedidos de losgobernadores y el comercio, supervisado o no por los jesuitas,instaba a las constantes entradas y salidas del permetromisionero. Asimismo, la expansin sobre el territorio deinfluencia de los grupos nmades llev en algunos casos a lanegociacin con ellos y a su incorporacin al complejoreduccional directa o indirectamente. Por ltimo, no faltabanlos contactos con espaoles o portugueses que tenan susestancias o residencias lindantes con las reducciones, y conello se intercambiaba productos, informacin y tambinrumores6. Para mediados del siglo XVIII, las misiones noeran pueblos fronterizos alejados y aislados como en susorgenes. Un mundo haba comenzado a crecer y acomplejizarse en torno a las mismas y con ello a incrementarseel intercambio como las fricciones, a nivel de lasrepresentaciones y ms tarde de las prcticas.

    El territorio misionero y susmltiples sentidos

    El territorio misionero fue cambiando histricamenteen su composicin, lgica y dinmica interna, as como ensus implicancias y relaciones a nivel regional y macro-regional. Los diferentes contextos polticos y econmicosfueron modelando y modificando el imaginario social sobreaquel espacio. Con el tiempo fue perdiendo la atribucindefensiva y colonizadora de las reducciones para dar lugara otra asociada con el desarrollo econmico de las mismas ylos privilegios polticos obtenidos. Influy en la construccinde estas nuevas miradas el desconocimiento que se tenasobre su territorio. Y esto en virtud de que las visitas obispalesy gubernamentales fueron resistidas por los misioneros yque los mapas existentes sobre las misiones y su territorioeran en su mayora de autora jesuita. Tras la ocupacin delos pueblos, en 1756, por los soldados de Espaa y Portugal,las fronteras misioneras fueron traspasadas y elconocimiento adquirido durante aquellos aos desterr, enparte, las mitolgicas construcciones sobre sus riquezas. Nosinteresa ac reflexionar analticamente sobre los sentidosatribuidos al espacio reduccional, en las instancias previas ala firma del Tratado de Madrid, para luego dar cuenta de laemergencia de discursos polarizados sobre los derechos asu territorio, en un momento crtico de disputa por el mismo.

    5 Los peones espaoles haban comenzado a conchabarse luego de la merma demogrfica de la poblacin misionera, en las dcadas de 1720 y 1730. Muchos capataces espaoles o mestizoseran contratados en funcin de su experiencia (Furlong, 1971; Mrner, 1986).6 En los llamados Pueblos de Abajo haba un contacto y trfico constante de mercaderes espaoles y un cierto nmero de forneos que tenan licencia de los jesuitas para pasar una cortaestada en los pueblos (Mrner, 1999).

    Figura 1. Las estancias de los pueblos.

    173a184_ART03_Quarleri [rev].pmd 22/8/2007, 22:25176

  • El territorio jesutico-guaran: del enfrentamiento de sentidos al conflicto armado (1750-1761)

    Histria Unisinos

    177

    En el origen de los pueblos, los caciques que aceptaronreducirse lo hicieron atrados por la garanta de proteccinreal sobre su gente y sobre la tierra, afectados por las rivalidadesintertnicas y por las invasiones de los bandeirantes paulistas.No obstante, la permanencia en las reducciones fuepermanentemente renegociada con los jesuitas y losgobernadores y el conflicto y la desercin siempre estuvieronen el horizonte. Por lo tanto, para los guaranes el espaciomisional expresaba y actualizaba aquel acuerdo relacionadocon la defensa del territorio y con el acceso a sus recursos. Suscaciques fueron concientes de que, bajo la situacin colonial,dispersos geogrficamente y disgregados polticamente, nomantendran un privilegiado acceso a tierras frtiles y nocontaran con los conocimientos y el asesoramiento de losjesuitas en diferentes niveles y con la destreza poltica de losmismos para obtener prerrogativas. Por su parte, las creenciascristianas que penetraron en el imaginario socio-religioso delos guaranes ejercieron un fuerte poder de captacin y hastade dominacin simblica sobre aquellos. Lo cual redund ensentidos de afinidad, afecto y pertenencia a sus pueblos, consus espacios rituales y festivos compartidos.

    Otro nivel de representacin sobre el complejomisionero fue alimentado y construido en relacin con losmonarcas espaoles. Los guaranes a travs de los jesuitashaban aceptado el vasallaje al Rey como parte de un pactoimplcito de contraprestaciones en los que mutuamente segarantizaran proteccin y bienestar. Lo cual se materializcon la creacin del ejrcito guaran, en 1649, y con el auxilioprestado a los gobernadores, con tropas y recursos de lasmisiones, en la defensa armada contra el expansionismolusitano, las investidas de grupos infieles como en lafortificacin de fuertes y puertos con el fin de evitar la entradade naciones extranjeras a los dominios coloniales de la Coronaespaola. En contraprestacin y asociado a estos servicios, lasmisiones guaranes fueron autorizadas a tener armas de fuegoen las armeras de sus reducciones bajo el control de los jesuitas,lo que no fue un dato menor ya que su disposicin fueelemental para conservar y extender el espacio misionero.Asimismo, por su funcin defensiva fueron ganandoprivilegios tales como exenciones impositivas, mercedes detierras y derechos a vaqueras. Los derechos de posesin yusufructo del territorio misionero, en este nivel, seconsideraban producto de la fidelidad y de los servicios alRey de Espaa ya que el acceso a los mismos estabantimamente relacionado con el rol defensivo de las miliciasguaranes. Este cuadro encontr su instancia de quiebre conlas reformas borbnicas, primero geo-polticas y luego militares.

    En relacin con los significados de los jesuitas sobreel territorio misionero, una reflexin en toda su complejidad

    excedera los objetivos de este trabajo. De forma aclaratoriapara los fines del mismo se puede decir que los misionerosdel Paraguay, sobre todo aquellos que pasaron varias dcadasde su vida en la regin, conceban a los pueblos de formadistinta que las mximas autoridades de la Compaa7. Losmisioneros del Paraguay no podan desligar sus significacionesde sus propias vivencias. Muchos de ellos contribuyerondirectamente a erigir y mantener el espacio misional como astambin a darle un sentido en concordancia con lascircunstancias locales. Padecieron junto a los guaranes cadauna de las mudanzas y fundaciones de nuevas reducciones,la construccin de sus famosas Iglesias, de sus pueblos enuna ingeniera que debi atender tanto a las expresiones ydemandas de sus habitantes, las condiciones ecolgicas comoa los imperativos urbansticos que fusionaban elementoseuropeos con tradiciones coloniales. Haban ideado y logradollevar a la prctica, en consenso con los caciques, mejoresformas de productividad y acceso a recursos comerciales,reconociendo las potencialidades del territorio ms all de loslmites urbanos del complejo reduccional.

    Discutible en este punto es cuanto se tradujo enbienestar para las misiones y cuanto aliment a la propiaCompaa de Jess como institucin dados sus altos costosreproductivos. Pero s puede afirmarse que los misioneros delParaguay y sobre todo aquellos que estaban a cargo de lasreducciones y en directa relacin con ellas tuvieron fuertessentidos de afinidad hacia los pueblos como entidades conhistoria y caractersticas propias y hacia sus habitantes. Estaconsideracin les vali autoridad y consenso de parte de loscaciques y de los guaranes reducidos. Lo cual sumado a losprivilegios y honores concedidos a la elite indgena seconstituy en la base de permanencia del complejo misionero.Adems, los jesuitas fueron siempre concientes que sin losprivilegios ganados para las reducciones, traducidos en ladisposicin de tierras y recursos, por un lado, estas no hubiesenalcanzado el grado de desarrollo econmico y demogrficoque, pese a los perodos de crisis, tuvieron y, por el otro, unbuen nmero de caciques con su gente no hubiesepermanecido en los pueblos. El territorio misionero era, desdeel lado de los jesuitas, el principal medio de vinculacin polticacon los caciques y sus indios y aquello que viabiliz elproyecto socio-religioso impuesto sobre aquellos. No obstante,frente a los sentidos guaranes y jesuitas se erigan otros queen algunos casos se complementaban y en otros entraban encontradiccin con su propia existencia.

    Para los colonos espaoles, que buscaban extendersus producciones y sacar provecho de la comercializacin deyerba y ganado, el territorio misionero era un despropsito encomparacin con sus limitaciones de enriquecimiento o sobre-

    7 Cabe aclarar que la Compaa de Jess no era monoltica en sus valoraciones y acciones, como muchas veces se dio a entender. Exista en su interior una diversidad de posturas y prcticasque respondan a la formacin, origen y vivencias personales de sus miembros, las cuales en algunos casos entraron en contradiccin con los objetivos institucionales. Esto fue trabajadoespecialmente en Quarleri (2005a).

    173a184_ART03_Quarleri [rev].pmd 22/8/2007, 22:25177

  • La Quarleri

    Vol. 11 N 2 - maio/agosto de 2007

    178

    vivencia, segn los casos. Si bien los vecinos espaoles de lasciudades de Santa Fe, Buenos Aires y Corrientes no veancon agrado las prerrogativas ganadas por los jesuitas para susreducciones (exenciones impositivas y extensiones de tierras),quienes se enfrentaron abiertamente con aquellos fueron losAsunceos8. El lugar de privilegio del que por un largo tiempogozaron las misiones jesuticas tuvo como contrapartida elodio y el resentimiento que en la oscuridad de lospadecimientos y frustraciones vividos crecieran entre losvecinos del Paraguay (Avellaneda, 2005). Todo ello se tradujoen fuertes enfrentamientos y entre ellos no puede dejar demencionarse al desencadenado por el territorio delimitadopor el Ro Tebicuar, sobre el cual los jesuitas se habanextendido hacia Asuncin con pueblos de misiones y yerbales,quitando oportunidades a sus vecinos. La tensin ycompetencia creciente por la mano de obra indgena y laexportacin de yerba mate desencadenaron unenfrentamiento armado de gran envergadura, conocido comola Revolucin de los Comuneros, que estall en la dcadade 1720 y se extendi durante la siguiente9.

    El complejo misionero, a su vez, tena sus implicanciasy significados para los grupos infieles que habitaban en suscontornos. Por un lado, su territorio y sobre todo sus estanciasse constituan para los grupos semi-nmades del Chaco y laBanda Oriental en reservas de ganado vacuno y caballar alalcance de sus manos a travs de entradas furtivas. Hastaaqu les era funcional a sus necesidades. Sin embargo, laexpansin ganadera de las reducciones al este del ro Uruguaysobre reas de influencia de los charras fue vivido como unaprovocacin, sobre todo por la influencia que sobre ellos tenanlos portugueses de Colonia de Sacramento. Unos y otros secoaligaron contra las misiones emprendiendo una seguidillade asaltos a las estancias y agravios. En 1702, guaranesarmados se enfrentaron contra charras y otros gruposnmades identificados como yarros y bohames y pusieron fina las instigaciones (Bracco, 2004; Maeder, 1992). Con losguaranes armados la balanza estaba a favor de ellos. Frentea esta situacin los indios infieles buscaron otras salidaspara sacar provecho de las reducciones. Entablaron alianzastemporarias con ellas contra otras parcialidades gentiles ypara acceder a la tan codiciada yerba y al tabaco10. En particular,los yapeyuanos y los charras mantenan intensas relacionescomerciales, un aprovechamiento comn de cazaderos eincluso relaciones de parentesco, centradas en el cuadazgo

    y en el intercambio de mujeres11. Para ello asimilaron algunoscdigos comunes como el lenguaje usado por los guaranesde las reducciones para interactuar y comerciar con aquellos.

    Ahora bien, este panorama quedara incompleto yhasta incomprensible si no incluyramos en el anlisis a unactor central de la dinmica rioplatense desde los tiemposcoloniales tempranos. Nos referimos a los portugueses. Paraellos, el territorio misionero desde sus primeros tiempos fueobjeto de las ms diversas miradas e intereses. Para losbandeirantes, el atractivo misionero estaba dado no por lacuestin territorial sino por guaranes que los jesuitas habancongregado en lugares de fcil acceso y comunicacin. En ellargo plazo, el movimiento bandeirante sin proponrselo seconstituy en una vanguardia colonizadora del territorio dela Corona espaola ya que sus acciones dejaron campo librepara la expansin luso-brasilera hacia el Ro de la Plata. Estase proyect desde 1640 y se experiment a partir de 1680como el producto de una empresa que colig interesesprivados y gubernamentales (Porto, 1943). Esa empresa sematerializ con la fundacin de Colonia de Sacramento(1680), Laguna (1686), Ro Grande de San Pedro y SanMiguel (1737). Durante este proceso, las misiones guaranesentraron dentro del horizonte colonizador. Por un lado, lasmisiones jesuticas-guaranes implicaban un potencial depoblacin y mano de obra indgena civilizada para poblarsus flamantes colonias del actual estado de Ro Grande doSul y concretar as los dominios sobre espacios recientementeconquistados (Langer, 2005). Por otro lado, para losportugueses el territorio bloqueado por las misiones era,por un lado, la principal va de acceso a las minas de Potos, alas riquezas ganaderas de la Banda Oriental y al Puerto deBuenos Aires y, por otro lado, el reducto imaginario de minasde oro y plata12. Por todo ello, el territorio oriental del Uruguay,su poblacin y sus riquezas ganaderas y sus utpicas minasquedaron en la mira de los portugueses hasta que finalmentese les fue concedido por un breve lapso de tiempo a travs deuna pasajera negociacin con Espaa.

    Finalmente, para los monarcas espaoles lasreducciones fueron consideradas presidios de fronteraindispensables para frenar las incursiones externas dePortugal e internas de los indios infieles que debilitabanla consolidacin y estabilidad de las ciudades espaolas.Los guaranes representaron, hasta 1750, fieles y valientesvasallos dispuestos a proteger su territorio, sus puertos, sus

    8 Por ejemplo, la competencia entre guaranes, santafesinos, correntinos y porteos por los recursos ganaderos de la Vaquera de Mar, ubicada en la banda oriental del Uruguay, llev a lafirma de una Concordia, en 1721, donde se fij una saca anual de ganado para cada una de las partes. En el caso de los guaranes no se limit la saca aunque se prohibi su venta a terceros.Esto no solucion el problema ya que cada uno sigui sus propios impulsos y la Vaquera de Mar comenz a mermar.9 En este conflicto poltico, que se extendi durante catorce aos, varios sectores de la sociedad asuncea se involucraron en violentos enfrentamientos armados con las autoridadescoloniales, los jesuitas y los guaranes reducidos. En 1725, 6.000 soldados guaranes fueron solicitados por el gobernador de Buenos Aires para auxiliar a los realistas contra los comunerosdel Paraguay (Avellaneda, 2004).10 Los infieles se solan arranchar en los confines de las estancias (Cardiel, 1994 [1771], p. 159).11 Norberto Levinton en trabajos recientes analiza histricamente la relacin charra-guaran y da cuenta de sus precedentes misioneros y de sus perodos de alianza, convivencia y conflicto(Levinton, 2005a; 2005b).12 Los portugueses estaban explotando las minas de Cuyaba e imaginaban encontrar ms. As, en su bsqueda de ms minas demoraron la entrega de Colonia de Sacramento luego de laevacuacin de los siete pueblos orientales, en 1756, como consecuencia del Tratado de Madrid.

    173a184_ART03_Quarleri [rev].pmd 22/8/2007, 22:25178

  • El territorio jesutico-guaran: del enfrentamiento de sentidos al conflicto armado (1750-1761)

    Histria Unisinos

    179

    pasos y sus recursos ganaderos. Dada la ausencia, hasta ladcada de 1760, de un ejrcito profesional, remunerado yestable, para la Corona y sus representantes las misionesguaranes eran el nico golpe de gente efectiva que podacontribuir con caballos, armas y otros armamentos de guerraante cualquier acontecimiento repentino contra losenemigos fronterizos (A.G.N., legajo 218, doc. 2761).Tanto los Austrias como los primeros Borbones sostuvieronla importancia defensiva de las milicias guaranes ymantuvieron sus prerrogativas econmicas como su relativaautonoma poltica para garantirse su fidelidad, pese a laconstante oposicin de un sector del clero y de lasautoridades locales.

    En perspectiva, el xito de las milicias guaranes en ladefensa del territorio de la Corona espaola y del propio espaciomisionero fue relativo, ya que no evitaron el avance de losportugueses sobre el Ro de la Plata, ms all de la lnea deTordesillas, ni contuvieron de forma definitiva los ataques delos indios infieles. Del primer caso resulta paradigmtica tantola fundacin de Colonia de Sacramento, por el gobierno centraldel Brasil, frente a Buenos Aires, como la expansin luso-brasilera sobre el actual estado brasilero de Ro Grande do Sul.A su vez, pese a los tratados y armisticios firmados, losportugueses continuaron extendindose con asentamientos yestancias en la campaa que limitaba con Colonia deSacramento, y el contrabando se extendi a niveles altamenteperjudiciales para los intereses de la Corona, aumentando lasrepresentaciones que en esta materia llegaban hasta Madrid.La falta de control sobre aquel aspecto, entre otros temas, lleva la Corona de Espaa a aceptar la extensin de la fronteraportuguesa hasta el Ro Uruguay, cuestin por la cual el roldefensivo que antes tenan las misiones orientales se vaci desentido. Ellas retornaron a la esfera poltica de la Corona solocomo objeto de negociacin e intercambio.

    La permuta de tierras y elorigen de la resistencia

    En 1750, las Coronas de Espaa y Portugalacordaron, en Madrid, un Tratado de Lmites, el primerodespus del antiguo Tratado de Tordesillas firmado en 1493.El impulso surga bsicamente de la situacin geopolticaeuropea. Luego de un largo perodo de guerras entreInglaterra, Francia, Espaa y Portugal, Europa entraba en1748 en un breve estado de paz. Pero dada la situacin devulnerabilidad de Espaa en la escena europea, FernandoVI busc aliarse con Portugal, influido tambin por el origeny el entorno de su esposa, Brbara de Braganza. En trminospuntuales, en el Tratado se establecan nuevos lmites entrelos dominios de ambas Coronas en los territorios de lascuencas del Amazonas, Orinoco y Ro de la Plata. En lo querespecta al Plata, Portugal lograba, con el Tratado, que Espaa

    le reconociera jurisdiccin sobre los territorios que de hechoocupaba al occidente de la lnea de Tordesillas y obtenaaquellos ubicados entre los ros Ibicuy y Uruguay, dondeestaban asentados siete pueblos jesutico-guaranes y partede sus estancias. Tambin lograba acercarse legtimamenteal Ro de la Plata. Del lado espaol, lo que se busc con esteTratado fue recuperar el control de la navegacin del Ro dela Plata y desarticular el contrabando que tena su base enColonia de Sacramento. El tema central era evitar el drenajede plata del Alto Per con el que bsicamente Inglaterra, acambio de la introduccin de manufacturas a Buenos Aires,se beneficiaba. Por ltimo, quera impedir que el enclavefortificado se transformara en una base militar desde dondese proyectara una invasin inglesa. Dentro de este contexto,el destino de las comunidades guaranes era una cuestinmenor para la Corona espaola.

    La entrega de este territorio ocupado por sietereducciones a cambio de Colonia de Sacramento generdesconcierto entre las autoridades locales y una lluvia decartas al Rey, advirtiendo sobre los perjuicios de esta medida.Los jesuitas del Paraguay no salan de su asombro a talpunto que se preguntaban si el Rey Fernando VI habasido engaado o mal asesorado. Sin embargo, las peticionesy reclamos no tuvieron respuestas y la orden de permuta detierras fue reiterada. Gobernadores y emisarios reales deambas Coronas asumieron la funcin de penetrar en el

    Figura 2. El Tratado de Madrid.

    173a184_ART03_Quarleri [rev].pmd 22/8/2007, 22:25179

  • La Quarleri

    Vol. 11 N 2 - maio/agosto de 2007

    180

    territorio de las misiones, demarcar los nuevos lmites ysupervisar la evacuacin de la poblacin guaran, mientrasque a los misioneros jesuitas les toc la difcil tarea deinformar el inminente traslado a los cabildos y a los caciquesguaranes para luego organizar el mismo.

    En un primer momento, la mayora de las autoridadesindgenas de los pueblos afectados aceptaron buscar nuevastierras, fuera de los nuevos dominios de Portugal, pero unavez iniciada la mudanza, empezaron los problemas. Ladificultad del traslado, la baja calidad de la tierra disponible ylibre en la banda occidental del Uruguay, los temores sobre eldestino de sus vidas y la de sus familias y el apego a la tierrade sus ancestros fueron solo algunos de los motivos quetrastocaron el animo de estos pueblos. Encendida la chispade la resistencia, los cabildos indgenas y los caciquesdiscordaron sobre la modalidad y el grado de resistencia altraslado, manifestando posturas que avalaban la negociacino la intransigencia. El punto de inflexin se produjo, en febrerode 1753, cuando un grupo de guaranes del pueblo de SanMiguel neg a los comisionados de demarcacin la entrada alterritorio de una de las estancias de la reduccin. Este suceso,acaecido en el paraje de Santa Tecla, desencaden la furia delas autoridades coloniales. El gobernador de Buenos Aires,Jos de Andonaegui, envi una amenaza de guerra a lasreducciones; pero para ese entonces los guaranes estabandispuestos a defender sus tierras con las armas. Finalmente,un ejrcito indgena, conformado por tropas de pueblos deambas bandas del Ro Uruguay e indios infieles, conducidospor sus caciques, capitanes y lderes de guerra, se enfrent alejrcito luso-espaol en dos grandes batallas (Henis, [1768]1836; Nusdorffer, 1922 [1755-1756], 1969 [1752-1754])13.

    Cul fue el rol de los jesuitas en el alzamiento y en sudesarrollo blico? Al respecto, puede afirmarse que no todoslos jesuitas se involucraron de la misma forma en los hechos. Sibien en un primer momento los misioneros locales, a diferenciadel General de la Orden y sus emisarios, estuvieron en contradel traslado, despus fueron tomando posiciones particulares.En ese contexto, algunos curas dejaron actuar a los nuevoslderes polticos indgenas sin intervenir en la organizacinarmada14, mientras que solo un pequeo grupo de jesuitasparticip directamente en la construccin de la resistencia y enlos enfrentamientos blicos. Fueron aliados de los rebeldes yesto tuvo su costo. Los prisioneros indgenas del ejrcito real,en sus declaraciones, se volcaron contra los jesuitas involucrados,a quienes consideraron responsables por su situacin15. Otrosparticiparon de la defensa y reclutamiento de la artillera y de

    las tropas indgenas desde los puestos de la estancia de SanMiguel16. Por ltimo, aquellos curas que presionaron para quela mudanza se efectivizara fueron amenazados verbalmentepor los rebeldes ms activos y desautorizados como lderespolticos, lo que llev a algunos de ellos, segn cuentan loscronistas de la Orden, a abandonar las reducciones17. Peropreviamente a que los hechos tomaron un camino tan radicallos cabildos de los pueblos esbozaron un conjunto deargumentaciones para legitimar la resistencia a dejar los pueblos.Probablemente an contaban con el apoyo de la mayora delos curas y en virtud de esto es que dispusieron de suasesoramiento, aunque no cabe duda de que los caciques y loscabildos conocan a la perfeccin las teoras que estabanplasmando en sus declaraciones.

    Del derecho a la resistenciaa la guerra justa

    Una vez iniciada la rebelin, los cabildos de los pueblosorientales, los caciques y sus indios consensuaron las basespolticas de la resistencia al traslado. En la presentacin oficialrealizada en 1753, los cabildos, con excepcin del de San Borja,justificaron su derecho a las tierras en virtud del pacto desujecin que tenan con el Rey espaol desde el origen de lasreducciones (A. H. N. M., legajo 120, expedientes 31-38)18. Acambio de someterse voluntariamente a la Corona, porintermedio de los jesuitas, los caciques y sus parientes habanquedado exentos del servicio personal a los espaoles, ademslograban no ser gobernados directamente por ellos. A su vez,se les haba concedido la posesin de las tierras heredadas desus antepasados y reafirmado el poder y el prestigio de los jefesde familias nucleares y extensas, sumando nuevos privilegiosy obligaciones dentro del contexto misionero. Esta relacincontractual, con sus derechos y obligaciones, tom formadefinitiva con la creacin de las milicias. El Tratado deLmites de 1750 y la forma en que se impuso el trasladoimplicaron, para las comunidades, el incumplimiento de lasbases de ese pacto y por ende la quita de los derechosganados como sbditos de la Corona, como cristianos y comomiembros de las milicias reales. Para los cabildos y los caciquesla resistencia armada era una respuesta legtima a la rupturadel pacto de vasallaje.

    La primera reaccin de las autoridades fue atribuir elcontenido de las cartas a los jesuitas en virtud de su afinidadcon la teora escolstica sobre el derecho a la resistencia. Sin

    13 Los pueblos de Concepcin, Santo Tom, Cruz, Santos Apstoles, San Carlos, San Jos, San Javier, Yapey, Santa Mara y Santos Mrtires prestaron tropas auxiliares en el transcurso dela guerra. Adems, parcialidades de naciones no reducidas, que habitaban en las proximidades del territorio de las 30 reducciones guaranes, se sumaron a la resistencia prestando apoyocomo espas y en el saqueo de carretas y ganado al enemigo.14 Este fue el caso de los curas de los pueblos de San Angel y San Lorenzo (Interrogatorio tomado por pedido del flamante gobernador de Buenos Aires, Pedro de Cevallos, en Pastells y Mateos (1969)).15 Nos referimos a los padres Jos Cardiel y Tadeo Henis (Declaraciones tomadas a los caciques. A. H. N. Ch., Volumen 184, Piezas 113, 131; Volumen 426, Pieza 10; Henis, [1768] 1836.16 Esta fue la situacin del padre Miguel de Soto (A. H. N. M., legajo 4798/2, doc. 346, 450).17 Este fue el caso del padre Diego Palacios de la reduccin de San Miguel (Nusdorffer, 1969 [1752-1754]).18 Cartas de indios al gobernador, julio de 1753.

    173a184_ART03_Quarleri [rev].pmd 22/8/2007, 22:25180

  • El territorio jesutico-guaran: del enfrentamiento de sentidos al conflicto armado (1750-1761)

    Histria Unisinos

    181

    embargo, esta teora tena una historia de asimilacin yresignificacin dentro del contexto misionero. En primer lugar,la teora contractualista, en la que se basaba el reclamo de lospueblos, tena su raz en la escolstica medieval. Segn estateora, la relacin de vasallaje con el Rey estaba sellada porun contrato de obligaciones y deberes mutuos que conllevabael derecho de resistir a la autoridad cuando esta era consideradadesptica o a desobedecer las leyes cuando estas eran injustaspara el bien comn. Esta teora poltica, aunque perdi fuerzaen la Pennsula Ibrica tras la instauracin de las monarquasabsolutas, se difundi en el mundo colonial hispanoamericano.Fueron en gran medida los jesuitas, junto con los dominicos,quienes contribuyeron a su actualizacin y a su difusin enAmrica. Los colegios y las universidades fueron el mbitoprivilegiado para ello. En el caso de las sociedades indgenas,esta filosofa poltica fue enseada en colegios de caciques einteriorizada en el espacio de las reducciones. Por su parte,los guaranes tempranamente interpretaron la lgica de lasprcticas polticas basadas en estas ideas por su asociacincon la reciprocidad vertical mantenida con sus caciques. Porlo tanto, la apelacin indirecta del derecho a la resistencia noimplicaba necesariamente una elaboracin tramada por losjesuitas19. Adems, estas ideas se constituyeron en la base delos reclamos de muchas rebeliones indgenas cuando losjesuitas ya haban sido expulsados20.

    La cesin de los pueblos y su territorio a Portugal, porla Corona de Espaa, fue vivida por los guaranes reducidoscomo un despojo no solo de la tierra de sus abuelos sinotambin de los pueblos e Iglesias que tenan a costa de suesfuerzo de aos de trabajo (A. H. N. M., legajo 4798/2, doc.347). A su vez, los pueblos no conceban la ocupacin delterritorio misionero como una cesin temporaria dada por elRey ya que afirmaban que era, en ltima instancia, Diosquien haba concedido las tierras a sus ancestros. Defendieronsu derecho natural a la tierra basndose en un entramadoideolgico complejo que daba cuenta de la incorporacin yresignificacin de un conjunto de concepciones poltico-jurdicas de origen europeo pero en extremo arraigadas en lasociedad colonial21. Se estaba frente a una accin injusta eilegtima, por lo tanto eran lcitas la defensa y resistencia contrael despojo. Como valor agregado, tenan un particular odio yaversin hacia los portugueses ya que mantenan vivo el dolorde sus abuelos por la prdida de tierras, mujeres y nios. Noteman morir fsicamente en honor de sus antepasados, contra

    los portugueses y en defensa de la tierra. Adems, recordabanque los Reyes espaoles haban ordenado, aludiendo a la tierraahora concedida a Portugal, que la cuidaran y no se las dierana otro Rey (A.H.N.M., legajo 120, expedientes 31-38)22.Poda esta incongruencia emanar de su Rey, de un Rey justo?

    Del lado de la Corona no haba lugar a dudas. Larazn de estado deba imponerse y los guaranes le debansujecin y obediencia. En ese contexto, las teoras sobre elderecho natural y el derecho a la resistencia entraban en ampliacontradiccin con el regalismo que los Borbones y sus idelogosbuscaban imponer reforzando su dominio y seoro naturalsobre espaoles e indios (A. H. N. M., legajo 4798/2, doc.350). Al respecto, para la Corona espaola los hechos suscitadostras el Tratado de Madrid no ponan en duda el dominio de latierra, sino que centraban la atencin en el incumplimiento deuna orden real por parte de los guaranes reducidos. El estadoborbnico buscaba reafirmarse como estado absoluto sobre lasbases de un estado patrimonial e imponerse como el legtimodueo de esas misiones y de los territorios fronterizos (A. H.N. M., legajo 4798/2, doc. 348). Desde la ptica borbnica, lascomunidades indgenas solo disponan del derecho al uso de latierra, aunque gozaran de mercedes previas, y la Corona tenael dominio sobre las mismas. Por lo tanto, el Rey podalegtimamente expropiarlas en casos de crmenes de alta traicino porque el bien pblico lo exiga.

    Quines rompan, entonces, las bases del pacto? Losguaranes reducidos que no cumplan con una orden real o elRey que los despojaba de la tierra de sus abuelos? Estacontradiccin sumaba una complejidad indisoluble a laresistencia. Concientes de ello, los cabildos se esmeraron poraclarar que su resistencia no era contra la autoridad real, sinocontra una medida concreta de Fernando VI por la cual no serespetaban los derechos adquiridos por las comunidades23.La tierra de sus ancestros, Dios, el pacto con el Rey, seconstituan en un complejo entramado de argumentacionesfrente a una realidad poltica que se les impona y queactualizaba una latente discusin sobre el poder y lajurisdiccin real y sobre la naturaleza del estado colonial.

    Por su parte, la Corona y sus representantes localesjustificaron la guerra contra los pueblos en base a aquellasviejas teoras de origen medieval que acompaaron lareconquista espaola contra los infieles moros y que fueronactualizadas para legitimar la conquista americana24. Lasteoras de la guerra justa sistematizadas por sujetos como

    19Aunque puede intuirse que sus enseanzas fueron fundamentales en el conocimiento de estas teoras y que los jesuitas pudieron tener cierta participacin en la redaccin de los documentosdado la equiparidad de contenidos entre las cartas de los cabildos y las cartas de jesuitas como Jos Barreda (Carta de Joseph de Barreda, comisario del gobierno del Per al padre confesorFrancisco Rabago, A. H. N. Ch., Volumen 202, Pieza 2).20 En este aspecto el alzamiento guaran antecedi a la rebelin general de Tupac Amar, en cuyo programa tambin se asoci el recorte de derechos previamente adquiridos con la rupturadel pacto colonial. Pero en este caso el derecho a la tierra estaba asociado con el pago del tributo al Rey (Madrazo, 2005; Peralta Ruz, 1996).21 Estas argumentaciones formaban parte del entramado e intrincado derecho colonial y eran ampliamente utilizadas por los jesuitas y los guaranes en el mbito de los conflictos por tierras,incluso entre pueblos misioneros. Vase para este ltimo el trabajo de Levinton (2005b).22 Cartas de indios al gobernador, julio de 1753.23 Segn los cabildantes de San Lorenzo, el Rey de Espaa Fernando VI quiere perder el amor que su padre tuvo a Dios es por ventura enemigo de sus vasallos (A. H. N. M., legajo 120, expediente 31b).24 Pese a las condenas de los dominicos Bartolom de las Casas, Antonio de Montesinos y Bernardino de Minaya que tuvieron sus frutos en la Bula Sublimis Deus (1537). En este documentoel papa Pablo III declara que los indios tienen derecho a su libertad, a disponer de sus posesiones y a la vez tienen el derecho a abrazar la fe, que debe serles predicada con mtodos pacficos,evitando todo tipo de crueldad (Hera, 1992).

    173a184_ART03_Quarleri [rev].pmd 22/8/2007, 22:25181

  • La Quarleri

    Vol. 11 N 2 - maio/agosto de 2007

    182

    Juan Gins de Seplveda, entre otros, alimentaron yjustificaron la esclavizacin o exterminio de los grupos quese resistieran al dominio y al vasallaje real25. Reemplazado eltrmino conquista por el de pacificacin, paradjicamente laguerra fue el principal medio de incorporacin de los llamadosindios infieles al orden colonial o de sujecin poltica de loscatalogados como rebeldes. Dentro de esta lgica, soloquienes aceptaban sin conflictos reducirse a la vida cristianay sujetarse al dominio colonial dispusieron del derecho a sertratados como hombres libres. Pero este estatus una vezadquirido no se mantena inclume. Y quienes haban sidofieles vasallos podan dejar de serlo ante acciones condenadascomo crmenes de lesa majestad.

    En el episodio estudiado, estas teoras cobraronlamentable vigencia. En esta lnea, para legitimar la guerracontra los pueblos orientales, quienes se resistieron altraslado y a la prdida de sus tierras fueron declarados nadamenos que rebeldes, traidores, infieles, desleales ydesobedientes vasallos que deban ser castigados con lasatrocidades de la guerra. Y todo ello para que sirva deescarmiento a todas las Amricas y no quede memoriade gente tan perversa que no merece el patrocinio de ningnmonarca de la tierra (A. H. M. Ch., vol. 202, pieza 12)26.Viejas teoras, nuevos contextos. La ideologa borbnicacontra la resistencia era contundente y anticipaba la polticade asimilacin o exterminio de la sociedad indgena, enrelacin con los intereses de la elite colonial y de losrepresentantes de la Corona, a partir de antiguas teorasresignificadas bajo el absolutismo ilustrado y en virtud delos mltiples intereses polticos y econmicos sobre las tierrasmisioneras y sus habitantes.

    Consideraciones finales

    Las reducciones guaranes y sus milicias fueronconsideradas por mucho tiempo como un valuarte para laregin platense, por su funcin defensiva y por sus riquezasproductivas y comerciales. Este reconocimiento comenz aalterarse, en las primeras dcadas del siglo XVIII, ante laexpansin misionera sobre reas ricas en recursos ganaderosy agrcolas y por el recorte de oportunidades que elloimplicaba para los vecinos de las gobernaciones del Ro dela Plata y del Paraguay como para los grupos nmades de laBanda Oriental. Por su parte, para los portugueses quehaban emprendido una firma expansin sobre el Plata lasreducciones significaban por su aspecto territorial un estorbo,mientras que por sus recursos humanos un atractivo. Porltimo, para la Corona espaola que ya no vea los rditosdefensivos de las milicias guaranes y, por el contrario, solo

    se encontraba con una lluvia de reclamos y representacionespor la extensin del contrabando de Colonia de Sacramentoy por las supuestas riquezas de los jesuitas del antiguoParaguay, difundidas por los actores locales, no dud entrasformar a los pueblos guaranes en objeto de cambio ensus negociaciones internacionales con Portugal. Con la firmadel Tratado de Permuta, la Corona y sus representantes noevaluaron ni consideraron suficientemente las implicanciasque poda ocasionar el traslado de 30.000 guaranes, ni seprevinieron para evitar los perjuicios que esto podraconllevar si no encontraban nuevos asentamientos. En unaactitud poltica propia del despotismo de los Borbonesespaoles, simplemente se orden el traslado de la poblacinde los siete pueblos o su permanencia en el lugar sin derechoa la posesin fsica de sus reducciones.

    En un primer momento, el desconcierto rein en lospueblos cuyos cabildos y caciques aceptaron, en su mayora,iniciar la mudanza hacia el margen occidental del Uruguay.Pero en contacto con las dificultades de la misma y con losmltiples rumores que corran sobre su destino y el de sustierras, regresaron a sus pueblos y armados impidieron laentrada al territorio misionero de los comisionados ydemarcadores enviados por las Coronas respectivas. Qulos hizo cambiar? El punto desencadenante fue la falta detierras accesibles para el traslado, lo cual implic una primeratoma de conciencia de que la poltica real conllevaba unadesproteccin y un recorte de derechos previamenteadquiridos como milicias del Rey y, aunque afectabandirectamente solo a algunas misiones, drenaba las bases desupervivencia y expansin del complejo misionero. Losguaranes reducidos se haban definido histricamente comovasallos del Rey espaol, en gran medida, por la existenciade un enemigo comn: los portugueses. Tras el Tratado deMadrid y la alianza, aunque temporaria, entre las Coronasibricas en menoscabo de las misiones, la relacin contractualcon el Rey espaol qued jaqueada, y tras argumentar lalegitimidad de la resistencia se reafirmaron y se acordonaronen su territorio oriental de las misiones, constituyendo unbreve autogobierno que se prepar para la guerra. Por suparte, frente al incumplimiento de las rdenes reales sedespleg toda la artillera disponible. Y detrs de la guerrajusta vinieron los caones que silenciaronmomentneamente a los pueblos guaranes.

    Referencias

    ALDEN, D. 2001. The Treaty of Madrid (1750) and the Misionsof Paraquaria. In: Workshop on Jesuits and Intermediaries in theEarly Modern World. Florence, 11-13 october 2001.

    25 Las teoras sobre la guerra justa y sus aplicaciones merecen una atencin pormenorizada. En este trabajo solo son esbozadas para interpretar los sentidos en pugna sobre los derechosa la resistencia, por un lado, y la legitimidad de la guerra, por el otro, que unos y otros argumentaron.26 Carta del gobernador de Buenos Aires Joseph de Andonaegui a Mathas Strobel, superior de las Misiones. Buenos Aires, 12 de mayo de 1753.

    173a184_ART03_Quarleri [rev].pmd 22/8/2007, 22:25182

  • El territorio jesutico-guaran: del enfrentamiento de sentidos al conflicto armado (1750-1761)

    Histria Unisinos

    183

    ARTEAGA, J. 1999. Las consecuencias del Tratado de Madrid en ladesarticulacin de la frontera demogrfica de la Banda Oriental, 1750-1761. Montevideo, Archivo General de la Nacin, 397 p.

    AVELLANEDA, M. 2004. La alianza defensiva jesutico-guarany los conflictos suscitados en la primera parte de la Revolucinde los Comuneros. Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia,XLIV:337-404.

    AVELLANEDA, M. 2005. El ejrcito guaran en las reduccionesjesuitas del Paraguay. Histria UNISINOS, 9(1):19-34.

    BARCELOS, A. 2000a. Os jesuitas e a ocupao do espao platinonos sculos XVII e XVIII. Revista Complutense de Historia deAmrica, 26:93-116.

    BARCELOS, A. 2000b. Espao e arqueologia nas Misses jesuticas: ocaso de So Joo Batista. Porto Alegre, Pontifcia UniversidadeCatlica do Rio Grande do Sul, 408 p.

    BECKER, F. 1983. La guerra guarantica desde una nuevaperspectiva: historia, ficcin o historiografa. BoletnAmericanista, 32:7-37.

    BRACCO, D. 2004. Charras, guenoas y guaranes: Interaccin ydestruccin: indgenas en el Ro de la Plata. Montevideo, Linardiy Risso, 398 p.

    BRUXEL, A. 1959. O sistema de propriedades das reduesguaranticas. Pesquisas, 3:29-145.

    BUSANICHE, H. 1955. La arquitectura en las misiones jesuticasguaranes. Santa Fe, El Litoral, 201 p.

    CARBONELL DE MASY, R. 1992. Estrategias de desarrollo ruralen los pueblos Guaranes (1609-1767). Barcelona, SociedadEstatal Quinto Centenario, Instituto de CooperacinIberoamericana, Instituto de Estudios Fiscales, 512 p.

    CARDIEL, J.S.J. 1994 [1771]. Breve relacin de las misiones delParaguay. Buenos Aires, Ediciones Teora, 190 p.

    ECHANOVE, A.S.J. 1955. Origen y evolucin de la idea jesuticade reducciones en las misiones del Virreynato del Per.Misionalia Hispanica, XII(35): 95-144.

    FURLONG, G. S.J. 1971. Bernardo Nusdorffer y su Novena Parte(1760). Buenos Aires, Ediciones Theoria, 172 p.

    GANSON, B. 2003. The Guarani under Spanish Rule in the Rio de laPlata. Stanford, Stanford University Press, 290 p.

    GARAVAGLIA, J. C. 1983. Mercado interno y economa colonial:Tres siglos de la yerba mate. Mxico, Grijalbo, 493 p.

    GIESSO, M. 1998. Sobre a periferia: Os arrabaldes das missesjesutico-guarani. Fronteiras: Revista de Histria da UFMS,Campo Grande, 2(4):251-274.

    GOLIN, T. 1997. A expedio: Imaginrio artstico na conquista militar dosSete Povos jesuticos e guaranis. Porto Alegre, Editora Sulina, 120 p.

    GOLIN, T. 1999. A Guerra Guarantica: Como os exrcitos de Portugale Espanha destruram os Sete Povos dos jesutas e ndios guaranis noRio Grande do Sul (1750-1761). Porto Alegre, Editora daUniversidade, 623 p.

    GUTIRREZ, R. 1974. Estructura sociopoltica, sistema productivoy resultante espacial en las misiones jesuticas del Paraguay ydurante el siglo XVIII. Estudios Paraguayos, II(2):83-140.

    GUTIRREZ, R. 1999. Propuestas urbansticas de los sistemasmisionales de los jesuitas. In: S. NEGRO y M. MARZAL(coord.), Un reino en la frontera: Las misiones jesuticas en laAmrica colonial, Lima, PUCP, Abya-Yala, p. 251-267.

    HEINSFELD, A. 2006. Os Tratados de Limites coloniais e o espaoterritorial missioneiro no contexto da geopoltica hispnica paraa Amrica. In: JORNADAS INTERNACIONAIS SOBRE

    AS MISSES JESUTICAS, XI, Porto Alegre, septiembre de2006 (CD ROM).

    HENIS, T.S.J. [1768] 1836. Diario histrico de la rebelin y Guerrade los pueblos guaranes situados en la Costa Oriental del ro Uruguaydel ao de 1754. Buenos Aires, Imprenta del Estado, 563 p.

    HERA, A. de la. 1992. Iglesia y Corona en la Amrica Espaola.Madrid, MAPFRE, 512 p.

    KERN, A.A. 1982. Misses: uma utopia poltica. Porto Alegre,Mercado Aberto, 275 p.

    KRATZ, G.S.J. 1954. El tratado hispano-portugus de lmites de1750 y sus consecuencias: Estudio sobre la abolicin de la Compaade Jess. Roma, 313 p. (Biblioteca Instituti Historici S.I.,vol. V ).

    LANGER, P. 2005. Guarani-missioneiros na ocupao e na defesadas fronteiras lusitanas (1757-1801). In: C. PAGE (ed.),Educacin y evangelizacin: La experiencia de un mundo mejor,Crdoba, Universidad Catlica de Crdoba, 587-594 p.

    LEVINTON, N. 1998. La arquitectura del pueblo de San Juan Bautista:tipologa y regionalismo. Buenos Aires, Editorial El Faro, 41 p.

    LEVINTON, N. 2003a. Nuestra Seora de los Reyes de Yapey:La formacin de un espacio misional tnicamente heterogneo.In: Coloquio Internacional Los Jesuitas y la Modernidad enIberoamerica, 1549-1773. Lima, Univ. Pontificia del Per.

    LEVINTON, N. 2003b La cuestin fronteriza en la significacinurbana del pueblo jesutico de Yapey (1627-1768). In: A.TERUEL, M. LACARRIEU y O. JEREZ (Comp.), Fronteras,ciudades y estados, Crdoba, Editorial Alcin y UniversidadNacional de Jujuy, p. 19-40.

    LEVINTON, N. 2005a. Los grupos indgenas del ro Uruguay: Elproceso de estructuracin y desestructuracin de las relacionesintertnicas. In: CONGRESO INTERNACIONAL DEETNOHISTORIA, VI, Buenos Aires, 2005 (CD ROM).

    LEVINTON, N. 2005b. Las estancias de Nuestra Seora de losReyes de Yapey: Tenencia de la tierra por uso cotidiano, acuerdointertnico y derecho natural (misiones jesuticas del Paraguay).Revista Complutense de Historia de Amrica, 31:33-51.

    MADRAZO, G. 2005. Pacto tnico, rebelin y modernidad en elsiglo XVIII. Andes: Antropologa e Historia, 16:27-44.

    MAEDER, E. 1986. Los problemas de lmites entre Espaa y Portugalen el Ro de la Plata. Resistencia, Instituto de InvestigacionesNeohistricas, CONICET-Fundanord, 43 p. (CuadernosDocentes, 4).

    MAEDER, E. 1989 La poblacin de las Misiones de guaranes(1641-1682): Reubicacin de los pueblos y consecuenciasdemogrficas. Estudos Ibero-Americanos, 15(1):49-68.

    MAEDER, E. 1991-1992. Pasividad guaran? Turbulencias ydefecciones en las misiones jesuticas del Paraguay. In:CONGRESO JESUITA DE CORDOBA (ESPAA): FEY JUSTICIA, Crdoba, 1991, p. 157-172.

    MAEDER, E. 1992. El conflicto entre charras y guaranes de1700: Una disputa por el espacio oriental de las misiones.Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Econmicas yEmpresariales, 26:129-144.

    MAEDER, E. 1997. Expansin y contraccin del espaciomisionero: Las estancias de los pueblos guaranes (1700-1810).Gaeta, 19:139-153.

    MARTINS, M.C.B. 1999. Tempo, festa e espao na reduo dosguarani. In: S. NEGRO y MARZAL (coord.), Un reino en lafrontera: Las misiones jesuticas en la Amrica colonial. Lima, PUCP,

    173a184_ART03_Quarleri [rev].pmd 22/8/2007, 22:25183

  • La Quarleri

    Vol. 11 N 2 - maio/agosto de 2007

    184

    Abya-Yala, p. 197-207.MATEOS, F. S. J. 1949. El tratado de lmites entre Espaa y

    Portugal de 1750 y las misiones del Paraguay (1751-1753).Missionalia Hispnica, 17:319-378.

    MATEOS, F. S. J. 1951. La Guerra Guarantica y las Misiones delParaguay: Primera campaa (1753-1754). MissionaliaHispanica, 23:241-316.

    MARTINEZ MARTN, C. 1998. Datos estadsticos de poblacinsobre las misiones del Paraguay, durante la demarcacin delTratado de Lmites de 1750. Revista Complutense de Historia deAmrica, 24:249-261.

    MRNER, M. 1960. Os jesuitas espanhis, as suas missesguaranis rivalidade luso-espanhola pela Banda Oriental (1715-1737). Revista Portuguesa de Histria, 9:141-175.

    MRNER, M. [1953] 1986. Actividades polticas y econmicas de losjesuitas en el Ro de la Plata. Buenos Aires, Hyspamrica, 261 p.

    MRNER, M. 1999. La Corona espaola y los forneos en los pueblosde indios de Amrica. Madrid, Ediciones de Cultura Hispnica,403 p.

    NEUMANN, E. 2000. Fronteira e identidade: confrontos luso-guarani na Banda Oriental 1680-1757. Revista Complutense deHistoria de Amrica, 26:73-92.

    NEUMANN, E. 2004 Mientras volaban correos por los pueblos:Autogoverno e prticas letradas nas misses Guarani- SculoXVIII. Horizontes Antropolgicos, 10(22):93-119.

    NUSDORFFER, B. 1922 Relacin de todo lo sucedido en estasdoctrinas en orden a las mudanzas de los Siete Pueblos delUruguay. In: C. TESCHAUER, Historia do Rio Grande do SulIII, Porto Alegre, p. 475-600.

    NUSDORFFER, B. 1969. Relacin sobre la mudanza de los sietepueblos Manuscritos In: Manuscritos da Coleo De Angelis: DoTratado de Madri conquista dos sete povos (1750-1802), Rio deJaneiro, Biblioteca Nacional, tomo VII, p. 139-300.

    PASTELLS, P. y F. MATEOS S.J. 1969. Interrogatorio tomado porpedido del flamante gobernador de Buenos Aires, Pedro de Cevallos:Historia de la Compaa de Jess en la Provincia del Paraguay(Argentina, Paraguay, Uruguay, Per, Bolivia y Brasil). Madrid,Librera General de Victoriano Surez, tomo VIII, p. 502-595.

    PERALTA RUIZ, V. 1996. Tirana o buen gobierno: Escolasticismoy criticismo en el Per del siglo XVIII. In: C. WALKER (ed.),Entre la retrica y la insurgencia: Las ideas y los movimientos socialesen los Andes, siglo XVIII, Cusco, CBA, p. 67-87.

    PORTO, A. 1943. Histria das Misses Orientais do Uruguay. Rio deJaneiro, Imprensa Nacional, 570 p.

    QUARLERI, L. 2005a Autonoma local y Buen Gobierno: Jesuitascontra jesuitas en la provincia del Paraguay. Cuadernos deHistoria: Serie Economa y Sociedad, 7:153-186.

    QUARLERI, L. 2005b La Rebelin Anunciada de las misionesjesuticas del Uruguay (1752-1756). Suplemento Antropolgico,XL(2):41-73.

    QUARLERI, L 2006. Gobierno y liderazgo jesutico-guaran entiempos de guerra (1752-1756). Revista de Indias (en prensa).

    RANDLE, G. 1986. Orgenes del trazado urbano de las misionesjesuitas. Suplemento Antropolgico, XXI(2):25-41.

    SCHALLENBERGER, E. 1997. A integrao do Prata no sistemacolonial: Colonialismo interno e Misses jesuticas do Guair. Paran,Editora Toledo, 245 p.

    SUSTERSIC, B. 1999. Templos jesutico-guaranes. Buenos Aires,Instituto de Teora e Historia del Arte Julio E. Payr,Facultad de Filosofa y Letras, 281 p.

    WILDE, G. 2003a. Antropologa histrica del liderazgo guaranmisionero (1750-1850). Buenos Aires. Tesis doctoral, Facultadde Filosofa y Letras, Universidad de Buenos Aires, 338 p.

    WILDE, G. 2003b. Orden y ambigedad en la formacin territorialde Ro de la Plata a fines del siglo XVIII. HorizontesAntropolgicos, 9:105-135.

    WILDE, G. 2003c. Guaranes, gauchos e indios infieles. SuplementoAntropolgico, Asuncin, 38(2):73-130.

    WILDE, G. 2006a. Estrategias indgenas y lmites tnicos: Lasreducciones jesuitas del Paraguay como espacios socio-culturales permeables. Anuario IHES, Universidad Nacionaldel Centro de la Provincia de Buenos Aires (en prensa).

    WILDE, G. 2006b. La ritualizacin del espacio en las misionesjesuticas del Paraguay. In: Jornadas Internacionais sobre as MissesJesuticas, XI, Porto Alegre, 2006 (CD ROM).

    Fuentes primarias

    Archivo General de la Nacin, Buenos Aires (A. G. N.), ColeccinBiblioteca Nacional (BN), Cdula Real, 28/06/1716.

    Archivo Histrico Nacional de Chile (A. H. N. Ch.), Carta delgobernador de Buenos Aires Joseph de Andonaegui a MathasStrobel, 12/5/1753; Declaraciones del cacique Nicols enguiru,1768- 1770; Declaraciones que se tomaron a tres caciques, 1768-1770, Carta de Joseph de Barreda, comisario del gobierno delPer al padre confesor Francisco Rvago, 3/7/1752.

    Archivo Histrico Nacional de Madrid (A. H. N. M.), Cartas deIndios guaranes al Gobernador, 20/7/1753; Carta a JosTiaray del mayordomo Valentn Ibaringua, 5/2/1756;Declaraciones Tomadas por Nicols Patrn, 11/2/1756.

    Submetido em: 25/06/2007Aceito em: 10/07/2007

    La QuarleriUniversidad de Buenos Aires Facultad de Filosofa y LetrasPuan 480, 4to piso, oficina 405, Buenos Aires, Argentina

    173a184_ART03_Quarleri [rev].pmd 22/8/2007, 22:25184

    /ColorImageDict > /JPEG2000ColorACSImageDict > /JPEG2000ColorImageDict > /AntiAliasGrayImages false /CropGrayImages true /GrayImageMinResolution 300 /GrayImageMinResolutionPolicy /OK /DownsampleGrayImages true /GrayImageDownsampleType /Bicubic /GrayImageResolution 300 /GrayImageDepth -1 /GrayImageMinDownsampleDepth 2 /GrayImageDownsampleThreshold 1.50000 /EncodeGrayImages true /GrayImageFilter /DCTEncode /AutoFilterGrayImages true /GrayImageAutoFilterStrategy /JPEG /GrayACSImageDict > /GrayImageDict > /JPEG2000GrayACSImageDict > /JPEG2000GrayImageDict > /AntiAliasMonoImages false /CropMonoImages true /MonoImageMinResolution 1200 /MonoImageMinResolutionPolicy /OK /DownsampleMonoImages true /MonoImageDownsampleType /Bicubic /MonoImageResolution 1200 /MonoImageDepth -1 /MonoImageDownsampleThreshold 1.50000 /EncodeMonoImages true /MonoImageFilter /CCITTFaxEncode /MonoImageDict > /AllowPSXObjects false /CheckCompliance [ /None ] /PDFX1aCheck false /PDFX3Check false /PDFXCompliantPDFOnly false /PDFXNoTrimBoxError true /PDFXTrimBoxToMediaBoxOffset [ 0.00000 0.00000 0.00000 0.00000 ] /PDFXSetBleedBoxToMediaBox true /PDFXBleedBoxToTrimBoxOffset [ 0.00000 0.00000 0.00000 0.00000 ] /PDFXOutputIntentProfile (None) /PDFXOutputConditionIdentifier () /PDFXOutputCondition () /PDFXRegistryName () /PDFXTrapped /False

    /Description > /Namespace [ (Adobe) (Common) (1.0) ] /OtherNamespaces [ > /FormElements false /GenerateStructure true /IncludeBookmarks false /IncludeHyperlinks false /IncludeInteractive false /IncludeLayers false /IncludeProfiles true /MultimediaHandling /UseObjectSettings /Namespace [ (Adobe) (CreativeSuite) (2.0) ] /PDFXOutputIntentProfileSelector /NA /PreserveEditing true /UntaggedCMYKHandling /LeaveUntagged /UntaggedRGBHandling /LeaveUntagged /UseDocumentBleed false >> ]>> setdistillerparams> setpagedevice


Recommended