Los Partidos Politicos I - Robert Michels

7/21/2019 Los Partidos Politicos I - Robert Michels

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Título original: Political Parties. A Sociological

tudy of the Oligarchical Tendencies of Modern

emocracy

Robert Michels, 1911

Traducción: Enrique MolinaRetoque de cubierta: Titivillus

Editor digital: TitivillusPub base r1.2



Prefacio del autor

MUCHOS de los problemas más importantes da vida social surgieron durante la última centuri media, pese a que sus causas reconocen en l

psicología humana su origen primero. Aunque nohan sido legados por la época precedente, en loúltimos tiempos han hecho sentir su presión urgencia, han adquirido formulaciones máprecisas y nuevo significado. Muchas de lamentes más esclarecidas han dedicado sus mejore

energías a procurar solución a esos problemas. Elamado «principio de nacionalidad» ha sid

esgrimido para resolver los problemas raciales ingüísticos que han venido amenazand

continuamente a Europa con la guerra, y a la mayoparte de los estados independientes, coevoluciones. En la esfera económica, el problemocial amenaza la paz del mundo de manera má

grave que las propias cuestiones de nacionalidad



el «derecho del trabajador al producto total du trabajo» ha llegado a ser la voz de orden. Po

último, el principio del autogobierno, piedr

fundamental de la democracia, ya es consideradcomo la solución del problema de la nacionalidadpues este principio supone, en la práctica, aceptaa idea del gobierno popular. Hoy la experienci

nos demuestra que ninguna de aquellas solucioneiene efectos de tan largo alcance como lmaginaron, en las primeras horas de entusiasmous respectivos descubridores. Es innegable lmportancia del principio de nacionalidad, y l

mayor parte de las cuestiones nacionales de lEuropa occidental pueden ser resueltas —y debeerlo— de acuerdo con este principio; per

condiciones geográficas y estratégicas, tales com

a dificultad de determinar las fronteras naturales a necesidad frecuente de establecer frontera

estratégicas, complican las cosas; además, eprincipio de la nacionalidad no puede ayudamo

donde apenas podemos decir que existen la



nacionalidades, o donde están enredadas en unconfusión inextricable. En lo que al problemeconómico se refiere, las diferentes escuelas d

pensamiento socialista nos han ofrecido muchaoluciones, pero la fórmula del derecho para eproducto total del trabajo es más fácil de ubicar eel campo de la síntesis que en el del análisis. Fácde formular como principio general, y como tacapaz de suscitar una aceptación amplia, es ecambio muy difícil de aplicar en la práctica reaEl presente trabajo tiene por finalidad el estudicrítico de la tercera cuestión: el problema de l

democracia. El autor opina que la democraciaanto como teoría intelectual cuanto com

movimiento práctico, inicia ahora una fase críticpara la cual será sumamente difícil descubrir un

alida. La democracia ha encontrado obstáculono solo impuestos desde afuera, sino que surgeespontáneamente desde adentro. Quizás estoobstáculos no puedan ser superados ni allanado

ino en parte.



Este estudio no pretende ofrecer un «sistemnuevo». La finalidad principal de la ciencia no ecrear sistemas sino, más bien, promover s

comprensión. Tampoco el propósito de la cienciociológica es descubrir ni redescubrir solucionepues no existen «soluciones» absolutas parmuchos problemas de la vida de los individuos npara los de la vida de los grupos sociales, y esacuestiones deben permanecer «abiertas». Epropósito del sociólogo ha de ser, más bienexponer en forma desapasionada las tendencias fuerzas antagónicas, las razones y las refutacione

exponer, en resumidas cuentas, la trama y lurdimbre de la vida social. El diagnóstico precises el requisito lógico e indispensable de todpronóstico posible. Desenmarañar y formular e

detalle el complejo de tendencias que se oponen a realización de la democracia, son cuestiones d

dificultad suma. Podemos intentar, sin embargo, eanálisis preliminar de ellas. Encontraremos qu

on clasificables en tendencias que dependen: 1



de la naturaleza del individuo humano; 2) de lnaturaleza de la lucha política; y 3) de lnaturaleza de la organización. La democraci

conduce a la oligarquía, y contiene necesariamentun núcleo oligárquico. Está muy lejos de lntención del autor, al formular este aserto, e

propósito de enjuiciar a ningún partido político, na sistema alguno de gobierno, para que respondaa una acusación de hipocresía. Esa leycaracterística esencial de todo conglomeradhumano que tiende a constituir camarillas ubclases, está, como toda otra ley sociológica

más allá del bien y del mal.El estudio y el análisis de los partido

políticos constituye una rama nueva de la cienciaOcupa un lugar intermedio entre las disciplina

ociales, filosoficopsicológicas e históricas, bien podría ser considerada como una rama de lociología aplicada. Ante el desarrollo actual dos partidos políticos, el aspecto histórico de est

nueva rama de la ciencia, ha merecido un



atención considerable. Hay trabajos escritoacerca de la historia de casi todos los partidopolíticos del mundo occidental; pero cuand

legamos a considerar el análisis de la naturalezdel partido, encontramos que este terreno es cavirgen. La meta de este trabajo es llenar ese clarde las ciencias sociológicas.

La tarea no ha sido fácil en modo alguno. Tagrande era la cantidad de material por estudiaque las dificultades de una presentación concispudieron parecer casi insuperables. El autor debienunciar a su intento de desarrollar el problem

en toda su extensión y en toda su complejidad, debió limitarse, más bien, a la consideración dos rasgos prominentes. En la ejecución de est

propósito tuvo la ayuda inestimable e infatigabl

de su mujer, Gisela Michels.La versión inglesa ha sido traducida de l

edición italiana, en cuya preparación puddisponer de las revisiones de la primitiva versió

al alemán.



Las críticas formuladas a las traduccionefrancesa y japonesa, publicadas recientementeproporcionaron otras oportunidades de enmenda

este volumen. Pero el único acontecimiento dmportancia sobresaliente en el mundo políticodespués de la primera edición de Los partido

olíticos, fue la declaración de la guerra qurepida todavía. Las conclusiones generales de

autor respecto de la inevitabilidad de la oligarquíen la vida partidaria, y respecto de las dificultadeque impone a la realización de la democracia ecrecimiento de esa oligarquía, se han vist

notablemente confirmadas en la vida política dodas las naciones beligerantes conductoranmediatamente después de declarada la guerra

durante el desarrollo de la lucha. El penúltim

capítulo de este volumen, escrito especialmentpara la edición inglesa, trata de «La vidpartidaria en tiempos de guerra». Este nuevcapítulo pone de manifiesto que el autor se h

visto obligado a limitarse al análisis de grande



asgos, pues estamos aún demasiado cerca de loacontecimientos que consideramos, para que seposible algún juicio exacto. Además, mientras la

lamas de la guerra iluminan con siniestrodestellos la organización militar y económica dos estados que participan en la conflagración

dejan a los partidos políticos en la sombra. Por emomento, los partidos han sido eclipsados por lanaciones. Es casi innecesario decir, sin embargoque tan pronto como termine la guerra volverá lvida partidaria, y que descubriremos que la guerrha significado un refuerzo de las tendencia

características de los partidos.

R OBERT MICHEL

Basilea, 1915



Introducción

LA organización es lo que da origen a ldominación de los elegidos sobre los electores, dos mandatarios sobre los mandantes, de lo

delegados sobre los delegadores. Quien dicorganización dice oligarquía.

Estas palabras, publicadas por primera vez e911, resumen la famosa «ley de hierro de l

oligarquía» de Michels. En Los partidos políticos

Robert Michels, entonces joven sociólogo alemán

expuso lo que ha llegado a ser el argumentpolítico más importante contra el concepto dRousseau de la democracia popular directa, qufundamenta gran parte de la teoría democrática

ocialista tradicional. Michels sostiene que el mafuncionamiento de la democracia existente —eparticular la dominación de la sociedad y de laorganizaciones populares por los líderes— no fue

en principio, un fenómeno que resultara de un baj



nivel de desarrollo social y económico, uneducación inadecuada, o un dominio capitalistobre el medio formador de opiniones y otra

fuentes de poder, sino más bien una característicde todo sistema social complejo. La oligarquía, edominio de una sociedad o de una organizaciópor quienes están en la cumbre, es parte intrínsecde la burocracia de la organización en gran escalaEl hombre moderno, según Michels, se enfrentcon un dilema sin solución: no puede tener grandenstituciones, tales como estados nacionale

gremios, partidos políticos ni iglesias, sin ceder e

poder efectivo a los pocos que ocupan los cargouperiores de esas instituciones.

Para demostrar su tesis de incompatibilidaentre la democracia y la organización social d

gran escala, Michels examina la conducta de lopartidos socialistas en Alemania y en otras parteque parecían, entonces, los más interesados en ldifusión de la democracia. Luego de larga y activ

militancia personal en el movimiento socialist



alemán, presentó un análisis completo de lestructura oligárquica del partido socialistdemocrático alemán, entonces el mayor partid

ocialista del mundo. Razones dirigidas demostrar que los partidos más conservadores neran, por dentro, democráticos, no hubieraconfirmado este punto, pues la mayor parte de loconservadores alemanes o de otros paíseeuropeos no creían en la democracia, en ederecho ni en la capacidad de la mayoría pardeterminar una política social. Los socialistas, ecambio, pugnaron por el sufragio de los adulto

por la libertad de palabra y por la participaciópopular en el manejo y el gobierno de lanstituciones económicas en todos los niveles. S

esos mismos partidos no eran democráticos en su

estructuras internas, presumiblemente el esfuerzpor democratizar completamente a la sociedadebía fracasar.

¿Cuáles son las causas de esta tendencia a l

oligarquía? Michels proporciona una respuesta



esta pregunta[1].

La teoría de la organización, deMichels

Las organizaciones de gran escala dan a sufuncionarios casi un monopolio del poder.

Los partidos políticos, los gremios y todas laotras organizaciones grandes tienden a desarrollauna estructura burocrática, es decir, un sistema dorganización racional (predecible) organizad

erárquicamente. El problema cabal de ladministración requiere burocracia. Tal comMichels lo enuncia: «… es el producto inevitabldel propio principio de organización… Tod

organización partidaria que haya alcanzado ugrado considerable de complejidad reclama lexistencia de un cierto número de personas qudediquen todas sus actividades al trabajo de

partido». Pero el precio de este aumento de l



burocracia es la concentración del poder en lcumbre, y la pérdida de la influencia de lomiembros de número. Los líderes tienen mucho

ecursos que les dan una ventaja insuperable sobros otros miembros que intentan cambiar lapolíticas. Podemos contar entre sus recursos: aconocimientos superiores (p. ej., tienen privilegien el acceso a mucha información utilizable parasegurar la aprobación de su programa); b) controobre los medios formales de comunicación coos miembros del partido (p. ej., dominan l

prensa de la organización; como funcionario

asalariados con dedicación exclusiva puedeviajar por todas partes para exponer su plataforma la organización paga sus gastos, además de quus puestos les permiten impartir órdenes a u

auditorio); y c) pericia en el arte de la política (pej., están más acostumbrados que los nprofesionales, a pronunciar discursos, escribartículos y organizar actividades de grupo).

Las masas son incapaces de participar en e



proceso de toma de decisiones, y necesitan uiderazgo fuerte.

Tal pericia en sus ocupaciones, propia del ro

de líder, constituye una forma positiva de podeque se robustece más por lo que Michels llama «lncompetencia de las masas». Todo esfuerzo po

apoyar la influencia de los miembros de númeroequiere, entre otras cosas, que éstos participen das actividades de la organización, de sueuniones, y conozcan y se interesen en lo

problemas principales que afectan la vida demovimiento. No obstante, en realidad ha

elativamente pocos miembros que asisten a laeuniones partidarias o gremiales. Las exigencia

del trabajo, la familia, las actividades ociosas otros compromisos semejantes, limitan mucho e

iempo real y la energía psíquica que el términmedio de las personas puede dedicar a un grupo dmiembros o a la política. El poco interés y lescasa participación obedecen también al hecho d

que los miembros de toda organización de mas



ienen, por fuerza, menos educación e ilustraciógeneral que los líderes.

En la masa —aun la masa organizada de lo

partidos de trabajadores— existe una necesidanmensa de dirección y guía… Esto… eexplicable por la división del trabajo tanto máamplia en la sociedad civilizada moderna, quhace cada vez más imposible abarcar en una únicmirada la totalidad de la organización política deEstado y su mecanismo, cada vez más complicadoA esta despersonalización se suma —especialmente en los partidos populares— un

diferencia profunda de cultura y educación entros miembros. Esta diferencia imprime unendencia dinámica siempre creciente a l

necesidad de liderazgo que sienten las masas[2].

Si la realidad de la vida de la organizacióayuda a explicar el poder de los líderes, nexplica por qué tiene que haber conflicto entre lontereses de los dirigentes y los miembros d

número. Michels rechazó específicamente l



uposición de que existiera un liderazgepresentativo. Sostenía que quienes llegaban a se

funcionarios de los gremios o de los partido

políticos con dedicación exclusiva, o quieneactuaban como representantes parlamentario«aunque pertenecían por su posición social a lclase de los gobernados, habían llegado a formaparte, en realidad, de la oligarquía gobernante»Es decir, los líderes de las masas son en sí mismoparte de la «élite de poder», y elaboran propósito desarrollan intereses derivados de su posició

entre los elementos más privilegiados. Por es

muchas de las iniciativas de las organizaciones dmasas reflejan la voluntad y los intereses de loíderes, y no la voluntad ni los intereses de l

masa. Michels sostenía, además, que en un partid

político, «dista de ser evidente que los interesede las masas aglutinadas para formar el partidocoincidirán con los intereses de la burocracia, ea cual se ha personalizado el partido. Lo

ntereses del cuerpo de funcionarios [es decir, lo



funcionarios del partido] son siemprconservadores, y en una situación política dadestos intereses pueden aconsejar una polític

defensiva, y aun reaccionaria, cuando los interesede la clase trabajadora reclaman una políticosada y agresiva; en otros casos, aunque raropueden invertirse los roles. Por una ley sociauniversalmente aplicable, todo órgano de lcolectividad nacido como consecuencia de lnecesidad de la división del trabajo, crea interesepeculiares propios, tan pronto como logrconsolidarse. La existencia de estos interese

especiales trae apareado un conflicto inevitablcon los intereses de la colectividad». Que loíderes de las organizaciones de masas sean part

de la «clase política» dominante, no signific

necesariamente que no vayan a continuaoponiéndose a otros sectores de la élite políticaPara mantener y extender su influencia debeexigir el apoyo de la masa que los sigue. Por es

continuarán oponiéndose a otros elementos de lo



estratos gobernantes, tales como las finanzas y laristocracia. Sin embargo, el objetivo de la élitcon base en la masa es reemplazar el poder de un

minoría por el de otra: ellos mismos.Cuando enfrenten una amenaza a su autoridad cargo, desde dentro de la organización, los líderee pondrán sumamente agresivos y no vacilarán eocavar muchos derechos democráticos. Perder e

gobierno de su organización es perder lo que lohace personas importantes, y por eso tienen buenomotivos para preservar sus puestos, aun cuandello los lleve a adoptar métodos represivo

Pueden legitimar tal conducta señalando que unorganización de masas es, inevitablemente, unorganización que se mantiene mediante la luchcontra enemigos poderosos y malos. Por eso, tod

esfuerzo por introducir el faccionalismo dentro da organización, poner a prueba el acierto de l

política del partido o de la organizaciónconstituye una ayuda y una satisfacción para su

enemigos. Las críticas graves a los líderes so



definidas así como traición a la propiorganización.

Hace cincuenta años Michels publicó un

advertencia al movimiento socialista: «Eproblema del socialismo no es simplemente uproblema de economía… El socialismo es tambiéun problema de administración, un problema ddemocracia». Formuló el pronóstico de que si loocialistas apoyaban la relación simple que existí

entre la revolución política y el cambio social, levolución social daría origen a una «dictadura eas manos de aquellos líderes que tienen astuci

bastante y poder suficiente para apoderarse decetro del dominio, en el nombre del socialismo…De este modo la revolución social no alcanzarímodificación real alguna de la estructura intern

de las masas. Podrían conquistarla los socialistapero no el socialismo, que moriría en el momenten que sus adherentes triunfaran».

Las predicciones de Michels, en el sentido d

que la conducta de los líderes partidarios reflejar



más bien un conservadorismo democrático que unadhesión a la ideología o a la defensa de lontereses de sus miembros, parecen habers

confirmado a los tres años de la publicación deibro. El gran partido socialista democráticalemán, orgullo del socialismo internacionadefensor de la paz internacional, que se oponía a política del gobierno del káiser y prometí

declarar una huelga general si sobrevenía lguerra, apoyó la guerra tan pronto como fudeclarada en 1914. El propio Lenin, aunque habícriticado a los líderes del partido alemán, n

podía creer que fuera posible que el partido svolcara tan rápido a apoyar xenofóbicamente amilitarismo alemán, luego de haberse opuestviolentamente a él. Estaba convencido de que e

ejemplar del periódico partidario Vorwarts, queclamaba apoyo para el esfuerzo de la guerra, er

una falsificación.Para Michels, este repentino cambio de frent

de los líderes marxistas del socialismo alemán er



una consecuencia lógica de su posición sociapues, tal como lo señalara en la segunda ediciódel libro publicada en 1915, «la vida de

partido… no debe ser puesta en peligro… Epartido cede, vende precipitadamente su almnternacionalista y, movido por el instinto d

autoconservación, se transforma en un partidpatriota. La guerra mundial de 1914 ha brindado lconfirmación más efectiva de lo que el autoescribiera en la primera edición de este libro, coelación al futuro de los partidos socialistas». Leacción de casi todos los partidos socialistas a l

primera guerra mundial demostró que los líderepartidarios socialistas daban prioridad a lanecesidades de supervivencia de la organizaciónpor encima de la adhesión a la doctrina. L

evolución rusa brindó una confirmación aún máespectacular de sus otras predicciones, en eentido de que una revolución socialista triunfant

no significaría el triunfo de la democracia para l

clase trabajadora sino el reemplazo de un grupo d



gobernantes por otro[3]. La revolución encabezadpor Nicolai Lenin, quien abogaba con energía pouna sociedad completamente libre y democrática

pronto se transformó en un gobierno de partidúnico. Los bolcheviques conquistaron el poder uprimieron a todos los demás, aun a aquello

grupos que habían apoyado la revolución uchado junto a los bolcheviques contra su

adversarios militares. En 1920, apenas tres añodespués de conquistar el poder, el partidbolchevique comenzó las purgas en sus propiafilas. Negó a sus propios miembros el derecho

constituir grupos que propiciaran iniciativadentro del partido, y antes de una década habíexpulsado a algunos de los líderes mámportantes por el «crimen» de oponerse a l

voluntad del secretario del partido, JosepStalin[4].



La influencia de los partidospolíticos

La aparente exactitud de las predicciones dMichels acerca de la conducta futura de lopartidos políticos y otras organizacionedemocráticas voluntarias, combinada con el hech

de haber señalado los procesos responsables dales consecuencias, hicieron de Los partido

olíticos uno de los libros de mayor influencia eel siglo XX. Es un clásico de la ciencia social,

igue interesando a quienes se preocupan por lacción política, tanto como a quienes los impulsun interés erudito.

En un número reciente de la revista socialistissent (verano, 1961), Irving Howe habla e

nombre de toda una generación de intelectuales dzquierda perturbados por los crímenes detalinismo, cuando confiesa que al leer Lo

artidos políticos quedó «con una sensació



permanente de desasosiego»[5]. En Polonia, eúnico partido tras la Cortina de Hierro qupermitió, aunque solo por un breve lapso, e

análisis de las raíces sociales del stalinismdespués que Khrushchev las admitió), el análiside Michels llegó a ser una fuente primordial ddeas. Después que la revolución de octubre d956 depuso el régimen stalinista dentro de

partido comunista polaco, una revista partidarioficial publicó una traducción del capítulo final dUnion Democracy, fragmento que procurextender el análisis de Michels hacia lo

problemas de la democracia en los movimientoaboristas y socialistas contemporáneos[6

Después de esto, otro periódico polaco máacadémico, Estudios de Sociología Política

publicó un resumen detallado de Los partido

olíticos.[7] La condición de clásico de la cienciocial de Los partidos políticos ha quedad

demostrada muchas veces. Sigmund Neumann, un

de los estudiosos más notables de las institucione



de política comparada, escribió: «El estudio de lociología de los partidos políticos ha estad

enteramente dominado por la ley de hierro de la

endencias oligárquicas de los movimientoociales, de Robert Michels»[8]. El erudito alemáMax Weber, que ha tenido quizá más influenciobre la sociología y otras ciencias sociales qu

ningún otro sociólogo, fue amigo íntimo dMichels. Según su biógrafo político J. P. Mayeus escritos acerca de los partidos políticouvieron la influencia de las obras de Michels e

un grado considerable. Su análisis de la estructur

de los partidos políticos legales es un resumen dos partidos políticos[9]. Del mismo modo, e

erudito inglés en política comparada, James Bryceesumió las conclusiones de su estudio de lo

gobiernos y los partidos en afirmaciones que caparafrasean Los partidos políticos. Se refiere a lobra de Michels como «muy digna de ser leída», comenta que «las opiniones consignadas en e

exto, a las que yo había llegado por otros camino



e ven confirmadas por un autor capaz, quien hprestado especial atención al estudio del tema, RMichels, en su libro llamado Los partido

olíticos»[10]

.Un destacado estudioso francés de laorganizaciones partidarias contemporáneaMaurice Duverger, reconoce su deuda intelectual Michels, y hasta toma el título Los partido

olíticos para su propio libro que analiza lafuentes y la naturaleza de la oligarquía entrdiferentes tipos de organizaciones partidarias[11

El estudio reciente de los partidos político

ngleses, del relator de Sociología Política de london School of Economics, Robert Mc Kenzie

ampliamente celebrado, representa un, esfuerz«por valorar la importancia de ciertas teoría

elativas a la naturaleza de los partidos políticoentre las cuales quizá la más incitante e interesantea la elaborada por Robert Michels…»[12] Y

aunque brinda modificaciones importantes a la

conclusiones pesimistas de Michels, la conclusió



de McKenzie es que «este estudio ha demostradque existen buenas pruebas de la acción de lo quMichels llama los factores “técnicos”

“psicológicos”, que tienden a asegurar el ascens la retención del poder por un grupo pequeño díderes de cada partido»[13]. El análisis de lo

partidos políticos no es el único terrenfavorecido por los conceptos de Michelsencuestas acerca de la vida interna dorganizaciones voluntarias, tales comasociaciones médicas, grupos de veteranos, grupode presión y gremios, han proporcionado prueba

que confirman la «ley de hierro de la oligarquía»El economista del trabajo, y presidente de lUniversidad de California, Clark Kerr, hintetizado estas pruebas en los siguiente

érminos:

La abrumadora mayoría de todas las

organizaciones del hombre a través de la

historia ha sido manejada por gobiernos



de partido único. La mayor parte del

tiempo, en casi todos los lugares del

mundo, todas las organizaciones han

estado bajo el dominio de un partidoúnico. En algunos momentos de la

historia, y en determinados lugares del

mundo, han existido unas pocas

organizaciones de dos partidos (o de

partidos múltiples), pero el gobierno de

partido único es lo normal y poco menos

que universal. Los gremios no son una

excepción. La Unión Tipográfica

Internacional es el único ejemplo que seaparta de la regla, en el plano nacional

dentro de los Estados Unidos.

Aun en los democráticos Estados Unidos,

las corporaciones, los partidos políticos,las fraternidades, las sectas religiosas,

las organizaciones de granjeros, los

grupos adinerados o los gobiernos

estudiantiles son todas organizaciones de



partido único[14].

El análisis de Michels es especialment

aplicable al estudio del gobierno de logremios[15]. Con pocas excepciones, estos análisie interesan por la ausencia de una vida polític

democrática activa. En los Estados Unidos y e

otros países, gremio tras gremio se muestragobernados por oligarquías de partido único coun aparato político capaz de mantenerlas en epoder indefinidamente, y de reclutar a sus propioucesores mediante negociaciones. Más allá denterés por la política interna de las asociacione

voluntarias, la obra de Michels también hcontribuido a un mejor estudio de la organizació la burocracia, y a la teoría sociológica e

general. Tal como Philip Selznick lo ha señalado«la teoría de Michels acerca de la organizaciódemocrática puede ser considerada como un casespecial de la recalcitrancia general de lo

nstrumentos humanos de acción. La tendencia



ubvertir los objetivos, mediante la creación dnuevos centros de interés y motivación, smanifiesta en todas las organizaciones. La

desviaciones de la racionalidad son característicade las burocracias militar, industrial gubernamental, así como de las asociacionevoluntarias». Michels ha abierto los ojos a loestudiosos de la organización para que «presteatención a las desviaciones de los objetivos istemas racionales postulados…»[16] Y el trabaj

de Selznick, que está entre los que han tenido mánfluencia en el campo del análisis de la

organizaciones, comienza con un esfuerzo poistematizar y extender los conceptos de Michelelativos a las desviaciones de las norma

profesadas[17]. Podemos percibir esa

desviaciones como adaptaciones que laorganizaciones conceden a los reclamocontradictorios que se manifiestan en laituaciones donde actúan. A fin de satisface

ciertos objetivos necesarios para la preservació



de la potencialidad de las organizaciones qumanejan, los burócratas suelen descubrir quienen que violar otros objetivos, en los que está

comprometidos. Según Selznick, el estudioso das organizaciones comienza por la suposiciónextraída de Michels, de que habrá «desviacionede sus… objetivos admitidos», y que estaaparentes traiciones a los compromisos de lnstitución —como las violaciones de las norma

democráticas por los líderes socialistademocráticos o gremialistas— son explicables snos remitimos a la hipótesis de que los burócrata

on funcionarios que concentran el poder en supropias manos, y proceden de acuerdo con supropios intereses. Su análisis de la TVA, incluiden su trabajo básico, TVA and the Grass Roots

analizaba la forma en que la adaptación de lburocracia de la TVA «a los intereseconservadores del Valle resultaba unconsecuencia imprevista dados la función y e

carácter de la organización»[18]

. Aquí, l





¿Entonces la democracia es un ideal utópico? ¿Loesfuerzos por crear sociedades socialistas libredesembocarán inevitablemente en una nuev

iranía?

Las respuestas marxista ycomunista

Los movimientos socialista y laborista han tenidoevidentemente, la obligación especial de atender Michels. La respuesta marxista tradicional ha sid

negar que la organización burocrática pudiera daugar al advenimiento de una nueva clase dirigente

pues la base requerida por estas clases no es dforma técnica de organización, sino de propieda

de recursos económicos. Sidney Hookescribiendo como marxista en los primeros añode la década de 1930, presentaba esta tesis:

Michels soslaya… las presuposiciones



sociales y económicas del liderazgo

oligárquico en el pasado. El liderazgo

político en las sociedades pasadas

significó poder económico. La educación y la tradición favorecieron las tendencias

a una autoafirmación abusiva en algunas

clases y, al mismo tiempo, procuraron

amortiguar el interés de las masas por la

política. En una sociedad socialista

donde el liderazgo político es una función

administrativa y carece, por eso, de poder

económico; donde los procesos de

educación procuran dirigir las tendencias psíquicas de autoafirmación hacia

«equivalentes morales y sociales» de

ambición oligárquica; donde ha sido

abolido el monopolio de la educación para una sola clase y la división del

trabajo entre operarios manuales y

mentales desaparece paulatinamente, el

peligro de que la «ley de hierro de la



oligarquía» de Michels se manifieste en

su forma tradicional, resulta bastante

remoto[21].

En el único esfuerzo comunista importante poesponder a Michels, escrito al comienzo de l

década de 1920, Nikolai Bukharin, entonces e

más grande teorizador comunista después dLenin, reconocía la importancia de las críticas dMichels, y aun calificó a Los partidos político

como «un libro muy interesante». Bukharin no sempeñó en poner a prueba la hipótesis de Michelde que el poder de los administradores, en uistema socialista, pudiera constituir un problema

aunque —como Hook— impuso la opinión de quen una sociedad realmente socialista «este pode

ería el poder de la sociedad sobre las máquinano sobre los hombres». Sin embargo, no se aferra esta suposición, sino que más bien insistió eubrayar en su respuesta el cambio de situación d

as clases inferiores:



[En un sistema socialista] lo que

constituye una categoría eterna en la

presentación de Michels —es decir, la

«incompetencia de las masas»— desaparecerá, pues esta incompetencia no

es en modo alguno atributo necesario de

todos los sistemas; además, es un

producto de las condiciones económicas y

técnicas que se manifiestan en el estado

cultural general y en las condiciones de

la educación. Cabe decir que en la

sociedad futura habrá una

superproducción colosal deorganizadores, que anulará la estabilidad

de los grupos dirigentes.

No obstante, Bukharin, cuando escribía antedel advenimiento del stalinismo, reconoció questa respuesta no era suficiente, pues el períodque atravesaba Rusia, «el período de transició

del capitalismo al socialismo, es decir, el períod



de la dictadura del proletariado, es mucho mádifícil». En esta situación afirmaba: «Sobrevendrnevitablemente una tendencia a l

“degeneración”, es decir, la excreción de uestrato dirigente en la forma de un germen clasistaEsta tendencia será retardada por dos tendenciaantagónicas; primero, por el aumento de la

uerzas productivas; segundo, por la abolición demonopolio de la educación. La crecienteproducción de tecnólogos y de organizadores e

general, salidos de la propia clase trabajadoradesbaratará el posible establecimiento de la nuev

clase. Las consecuencias de la lucha dependeráde cuál de las tendencias resulte la más fuerte»[22

Es claro que Bukharin no hizo frente a ldescripción de Michels de la estructura de lo

partidos socialista y (presumiblemente) comunistaen un medio capitalista. En realidad, la insistencide Michels en la «incompetencia de las masascoincide, como lo hemos señalado, con mucho de

análisis de Lenin en su libro de texto fundamenta



de organización partidaria, ¿Qué hacer? Lenipostula un partido pequeño de revolucionarioprofesionales que han de conducir a las masa

porque éstas son incompetentes para encontrar ebuen camino sin dirección[23]. En las últimapáginas de un libro destinado a ser una guípartidaria fundamental, Bukharin previene que unociedad socialista debe encontrar una forma parocavar «la estabilidad de los grupos dirigentes» contempló como problemáticas la

probabilidades de alcanzar esa solución. «Eesultado de la lucha dependerá de cuále

endencias resulten las más fuertes». Bukharidepositaba sus esperanzas en que el socialismo ne transformara en una sociedad oligárquica má

con la creencia en que una sociedad realment

ocialista ennoblecería el estrato inferior medianteducación y desarrollo económico; fuera deaparato gubernamental habría siempre un grupdueño, a un tiempo, de conciencia política y d

competencia para emprender acciones que evitara



que los «administradores» constituyeran lociedad dominante.

Aspectos superdeterministas de lateoría

Michels ha sido criticado por seuperdeterminista, por ver solo el lado restrictiv

de la burocracia, y dejar de verla también como umedio mediante el cual los grupos podríaalcanzar los objetivos deseados. Así, muchos d

os análisis recientes de investigadores sociales nolo se han interesado en la burocratización com

determinante de una conducta que atiende a supropios intereses dentro de la organización, sin

que también han especificado los factores quhacen que ciertos tipos de organizaciones sean máafortunados que otros. Les ha interesadconsiderar factores que hacen que la

organizaciones cambien en su conducta[24]. Y entr



as variables anotadas están la naturaleza de loobjetivos, las formas de asimilar los objetivos os métodos dentro del modus operandi, la form

en que la multiplicación de funciones de lorganización afecta la conducta, y la medida eque modifican las acciones de los burócratas, lo

diferentes tipos de miembros o adherentes[25

Maurice Duverger, Sigmund Neumann y RobeMcKenzie, entre otros, han demostrado quMichels ha sido superdeterminista en su análiside la conducta partidaria. Es evidente que existevariaciones importantes en la estructura de l

organización de los diferentes partidos políticoPor ejemplo, los dos partidos mayores de loEstados Unidos difieren mucho del partidocialista democrático alemán que sirvió d

modelo a Michels, ya que carecen de gobierncentralizado en el nivel nacional, y muestran uncentralización relativamente débil aun en el planprovincial. Además, el faccionalismo colma lo

partidos americanos, y es bastante común l



otación en el gobierno del partido, si lcomparamos con la mayor parte de los partidoeuropeos. En parte, esta variación es consecuenci

del esquema norteamericano y partidario, el cual u vez es, en gran medida, consecuencia de formaconstitucionales que requieren la aglutinación edos grandes coaliciones electorales, de lodiversos intereses que tienen importancia políticen todo el país (el poder ejecutivo primario estdeterminado por la elección de un único hombreel presidente o gobernador, más bien que por lomiembros del parlamento). Los diversos grupo

que en las naciones de partidos múltiples tienepartidos independientes cuyos cambios internos dconducción son relativamente pequeñoconstituyen la base de las facciones en lo

istemas políticos bipartidarios[26].Dejado de lado el problema de la oligarquía

queda en pie la cuestión de la representatividadAlgunos analistas de las actividades de lo

indicatos que reconocen que casi todos está



dominados por una administración atrincheradaostienen que éstos siguen satisfaciendo su funció

primordial desde el punto de vista de los interese

de sus miembros. Así, V. L. Alien, estudioso de loindicatos, afirma, en respuesta a Michels, que «epropósito de la actividad del sindicato es protege mejorar el nivel general de sus miembros, y no es proporcionar a los trabajadores el ejercici

del gobierno propio»[27]. Más adelante sugiere, ecambio, que este propósito solo se verfavorecido cuando «sean severas las sanciones [os dirigentes sindicales] por su ineficiencia, l

malversación de fondos o el abuso del poder… Lnaturaleza voluntaria de los sindicatos facilita esaanciones. El dirigente sindical, ante el mied

continuo de perder afiliados, inevitablemente dar

os pasos necesarios para satisfacer sus deseos…La desafiliación de los miembros es un estímulmucho mayor que la resolución expresada con lapalabras más enérgicas»[28].

Podemos encontrar algunas pruebas de est



esis en los United Mine Workers of Americ

Mineros Unidos de los Estados Unidos), quienedurante cierto lapso alrededor de 1930 apoyaro

una política gremial conservadora que repugnabas doctrinas sociales de su presidente dictatoriaohn L. Lewis. Frente a una rápida merma d

afiliados y el auge de rivales izquierdistas, Lewiadoptó tácticas cuya militancia ha sido mánotable que las de sindicatos mineros de otropaíses, conducidos por líderes comunistas ocialistas de izquierda. Este argumento ha sid

formulado en el nivel más general de análisi

nstitucional. Según Alvin Gouldner, en todas laorganizaciones existe «la necesidad de que —a

menos en alguna medida los gobernado

aprueben los actos de quienes los gobiernan… Y

i todas las organizaciones deben ajustarse a estnecesidad de aprobación ¿no existe, acaso, dentrde los estrechos márgenes de la organización ugran elemento de eso que llamamos democracia

Podría parecer que esta exigencia de l



organización hiciera que las oligarquías y todeparación entre conductores y conducidos n

fueran menos inestables que las organizacione

democráticas»[29]

.Además, el problema de la representatividaaparece confundido por la ausencia de alternativagenuinas entre las cuales puedan elegir lomiembros. La ausencia de todo grupo de posicióorganizado, en la mayor parte de los gremios otras asociaciones privadas, impide que lomiembros elijan un líder que comparta suopiniones. Es difícil creer, por ejemplo, que la

diferencias de la conducta de los dos gremios devestido dominado por judíos durante las dodécadas de 1930 y 1940 representen variantes eel sentimiento predominante de sus miembros. L

malgamated Cloihing Workers’ Union, dirigidpor Sidney Hillman, fue un pilar para la CIO cooperó con los comunistas del partido laboristde Nueva York ( New York’s American Labo

arty). La International Ladies Garment Worker



Union, dirigida por David Dubinsky, apoyó a la A

. of L., y formó el partido liberal, enérgicamentanticomunista. John L. Lewis respaldó a

candidato republicano para la presidencia de loEstados Unidos en 1940, en tanto que la gramayoría de sus miembros eran partidarioevidentes de Franklin Roosevelt[30]. Una encuestentre los miembros de la British Medica

ssociation, en momentos en que los líderes de lasociación luchaban enérgicamente contra todoos proyectos de medicina estatal, demostró que l

mayoría estaba más de acuerdo con el gobiern

que con sus dirigentes en la mayor parte de lopuntos[31]. El sindicato único inglés mámportante, el Transport and General Worker

Union, pasó de ser un puntal de la polític

aborista de derecha, bajo la dirección de ErneBevin y de Arthur Deakin, a la fuente de fuerzmás importante del ala izquierda del partidaborista, con la secretaría general de Fran

Cousins. El acceso de Cousins a este cargo no fu



el resultado de un cambio en las actitudes de sumiembros, sino que sucedió, más bien, a la muertde los dos secretarios precedentes, ocurrida en u

olo año[32]

.Es difícil aducir objetivamente cuándo existen realidad una ruptura grave entre los intereses objetivos conscientes de los miembros, y los dus líderes. Michels sostiene que el giro hacia l

«derecha» antes de la primera guerra mundiadentro de los sindicatos alemanes y del partidocialista democrático, demostraba la forma e

que el conservadorismo democrático propio de lo

íderes desvía a las organizaciones de su meta y das creencias de sus miembros. No obstante, Ros

Laub Coser ha reunido pruebas que sugieren, ecambio, que antes habían cambiado las metas y la

creencias de los miembros[33]. Señala que eápido mejoramiento de la situación social

económica de la clase trabajadora alemana en lados décadas anteriores a la primera guerr

mundial dio origen a un estrato bajo relativament



conservador y satisfecho, para quien la ideologíevolucionaria e internacionalista tradiciona

propuesta por los conductores partidarios hast

914, tenía poco atractivo. Encuestas recienteacerca de la opinión pública en Inglaterrdemuestran que la gran mayoría de los sindicatongleses y los miembros del partido laborista ha

apoyado la política de los conductoreparlamentarios derechistas del partido, aunque lozquierdistas pudieron ganar el voto de la mayorí

en 1960, en algunos proyectos de la convenciódel partido laborista, y continúan conservando un

fuerza que no está en relación con su apoypolítico real entre los miembros[34].

En los Estados Unidos, la Internationa

ongshoremen’s Association, calificada d

corrupta, dictatorial e intimidatoria, separada de lAFL-CIO y atacada por diversas dependenciaoficiales, logró ganar tres elecciones de votecreto y fiscalizadas por el gobierno, contra u

ival de buena posición financiera y respaldad



por los recursos y el prestigio de la AFL-CIO[35

Del mismo modo, la Teamsters’ Union, dirigidpor Jimmy Hoffa, aunque expulsada también de l

AFL-CIO por corrupta, y denunciada por ladependencias gubernamentales como dictatoriaha sido el sindicato de más rápido desarrollo eos Estados Unidos. Esta paradoja de que lo

afiliados apoyen la oligarquía, la corrupción, ecomunismo, la política republicana y otraendencias en evidente contradicción con suentimientos o intereses, es explicable por l

forma en que sus propios miembros consideran a

indicato. Si lo ven como una organización con unfinalidad primaria única, y si la organizacióatisface ese propósito primario —en el caso dos sindicatos el objetivo evidente es la mejor

colectiva—, los líderes gozan de considerablibertad de acción en otros terrenos considerado

como puntos políticos menos importantes.Aunque en cierto sentido general la

organizaciones deben «representar» a su



miembros en la lucha por mejores salariomejores precios para los productos de la tierramejores beneficios y dividendos, sigue siend

válida la suposición fundamental de Michelelativa a los efectos de la división del trabajdentro de las organizaciones. Como él dice, estdivisión determina la delegación del podeefectivo en un grupo pequeño de dirigentequienes en casi todas las circunstancias socapaces de retener el poder. También parece ciertque estos grupos dirigentes establecen objetivoque difieren a menudo de los propósitos originale

de la organización y de los intereses y actitudes dus miembros.

Es evidente que estas generalizacioneplantean problemas importantes relativos a l

posibilidad de una democracia política. El propiMichels cree haber demostrado que la democraci el socialismo son estructuralmente imposible

Cuando escribió Los partidos políticos, aú

apoyaba con vehemencia la lucha en favor de má



democracia como un medio de reducir laendencias oligárquicas. Cuando hubo demostrad

que la democracia era imposible, que los lídere

democráticos eran, en realidad, hipócritas, ya npudo abrigar una creencia fundada en ladeologías y movimientos democráticos, niquiera como males menores. En teoría, s

análisis plantea un problema: si en realidad todoos líderes de las organizaciones de masa eran, po

naturaleza, oligarcas conservadores y egoísta¿cómo nos asegura la política que los lídereesuelvan los grandes problemas y la necesida

del cambio social? Años más tarde Micheldescubrió que la respuesta estaba en los líderecarismáticos y fuertes, «personas dotadas dextraordinarias cualidades congénitas, a vece

calificados, con justicia, de sobrenaturales y, eodo sentido, siempre muy por encima del nive

general. En virtud de tales cualidades se loconsidera capaces (y a menudo lo son) de realiza

proezas, y aun cosas milagrosas»[36]

. Solo el líde



carismático tiene la capacidad de superar econservadorismo propio de la organización y doliviantar a las masas en apoyo de grandes cosa

Podemos esperar la grandeza más bien de locarismáticos que de la democracia o de lburocracia. No podemos callar que Michelencontró su líder carismático en Benito MussolinPara él, II Duce traducía «en forma desnuda brillante los deseos de la multitud». Locompromisos vulgares y el conservadorismdictado por las limitaciones de la democraciburocrática y oligárquica, no eran para e

carismático Duce y el fascismo. «En cambio, sperfecta fe en sí mismo, base esencial para estforma de gobierno carismático, proporciona lendencia dinámica característica. Y esto por do

azones: un pasado de luchas —de luchavictoriosas— hay en el líder carismático; por esiene conciencia de sus aptitudes, que h

demostrado capaces de una aplicación valiosa…

Por otra parte, su futuro depende de las prueba



que pueda darnos, de su buena estrella»[37]. YMichels, que había sido excluido de cargoacadémicos en Alemania durante muchos años, po

u socialismo, abandonó su puesto en lUniversidad de Basilea para aceptar lpresidencia de la Universidad de Perugia, que lfuera ofrecida personalmente por Benito Mussolinen 1928.

La teoría «elitista» de lademocracia

Con su concepto de la sociedad y la organizaciócomo entidades divididas entre élites y prosélitoMichels llegó a aceptar la idea de que el mejo

gobierno es el sistema ostensiblemente elitistbajo la dirección de un líder carismàtico —aquemismo concepto había llevado a otros hombres conclusiones notablemente diferentes—, y sugiri

a necesidad de reformular el concepto d



democracia, de elaborar la teoría «elitista» de ldemocracia. Max Weber y Joseph Schumpeteentre otros, habían insistido en que el element

más característico y más valioso de la democracies la formación de una élite política en la luchcompetitiva por los votos de un electorad

fundamentalmente pasivo[38]. Este enfoque generaha sido elaborado hace poco por Talcott Parsonquien sostuvo que el sistema político brinda uiderazgo generalizado para el sistema social má

amplio, al establecer y alcanzar anhelocolectivos, y que las organizaciones interesada

que dan el apoyo generalizado a los diferentegrupos de líderes con la esperanza de quaprueben las medidas que favorecen a suntereses particulares, reconocen esto

Recíprocamente, diversos grupos socialeestablecen y postulan iniciativas políticaparticulares que, en algunas circunstancias, puededar lugar a decisiones específicas por parte de lo

organismos gubernamentales. La lucha competitiv



dentro de la élite política, en procura del apoygeneralizado como del específico, da acceso apoder político a aquellos que están fuera de l

estructura de las autoridades[39]

. La palabra clavde este enunciado es acceso. Quienes tieneacceso a la élite política, en el sentido de qualgunos sectores de ésta —líderes partidariofuncionarios, dirigentes de organizaciones dmasas— considerarán cómo deben reaccionar antuna política determinada, participar del podeefectivo, aun cuando su participación se limite

votar cada cuatro años o menos[40]. Entercambio, o trueque de liderazgo por apoyoiene lugar por intermedio de lo que llamamos eistema de representación. La estructur

fundamental de este sistema abarca no solo lo

mecanismos formales del gobierno, sino ladiversas prácticas institucionales que encontramoen una sociedad democrática —sistemapartidarios y organizaciones de intereses— qu

irven para facilitar el intercambio entre l



autoridad y los agrupamientos socialeespontáneos, que tienen intereses específicos. Eistema de representación vincula la autorida

legislativa, ejecutiva y judicial) con undiversidad de subgrupos tales como los religiosoétnicos, profesionales, regionales, de clase, etc. Lepresentación no es ni un mero medio de ajust

político a las presiones sociales, ni un instrumentde manejo. Participa de ambas funciones, pues epropósito de la representación es establecer lacombinaciones de relación entre partidos y baseociales que hacen posible el desenvolvimiento d

un gobierno eficiente. La teoría elitista de ldemocracia acepta gran parte del análisis dMichels de la estructura interna de laorganizaciones de masas, pero señala que tanto é

como otros de la escuela política llamadmaquiavélica, por quienes fue influido, tales comPareto, Mosca y Sorel, demuestran lmposibilidad de la democracia dentro de un

política más amplia, por definición, al contempla



oda separación entre los líderes y los prosélitocomo una negación ipso facto de l

democracia[41].

La democracia —en el sentido de sistema doma de decisiones donde todos los miembros ciudadanos desempeñan una función activa en eproceso continuo— es, por naturaleza, imposibleEn general las élites de la organización gozan dprolongada influencia sobre los ministerioMichels demostró con claridad la imposibilidaécnica de poner fin a la división estructural entr

gobernantes y gobernados dentro de una socieda

compleja. Las élites políticas y de organizacioneienen siempre intereses especiales de grupo, quon de algún modo diferentes de aquellos de la

personas que representan. Pero aun cuand

aceptemos la validez de todos estos puntos, nignifican que la democracia sea imposibleugieren más bien la necesidad de un

comprensión más realista del potencia

democrático en una sociedad compleja.



El concepto del poder, de Michels, residfundamentalmente en la suposición de que lconducta de todas las minorías dominantes, ya se

en la totalidad de la sociedad o en laorganizaciones, debe ser interpretada, en primeugar, como siguiendo una lógica de autointeré

una explotación de las masas para mantener extender sus propios privilegios y poder. A estespecto, Michels acepta explícitamente l

concepción materialista de la historia demarxismo. Tal como él mismo lo afirma, su teorí«completa aquella concepción y la refuerza. N

hay contradicción esencial entre la doctrina de qua historia es el registro de una serie continuada duchas de clases, y la doctrina de que las luchas d

clases culminan invariablemente en la creación d

una nueva oligarquía que se fusiona con lanterior. La existencia de una clase política ncontradice el contenido esencial del marxismoconsiderado no como dogma económico sino com

filosofía de la historia…». Este concepto de l



vida política supone, como lo ha sugerido TalcoParsons, «que es el único poder que determina “eealidad” lo que ocurre en la sociedad. Contr

esto, quiero expresar la opinión de que el poder eolo uno de los diversos factores asociados, en ldeterminación de los acontecimientoociales»[42]. El poder de toda minoría organizad

está circunscripto al establecimiento social intern externo de la política que conduce. Es evident

que las organizaciones de masas y los partidopolíticos han sido gestores de muchos cambios quhan hecho que la masa de la población esté má

ibre de coerción (libertad de palabra, dmovimiento, garantía de estabilidad en el trabajoetc.) y han nivelado las oportunidades y longresos. Los trabajadores de Escandinavia

nglaterra y los Estados Unidos son más libres están más seguros hoy porque los partidopolíticos que dependen del apoyo de ellos haconquistado cargos electivos. La America

edical Association, y los gremios que integran l



AFL-CIO están dominados por oligarquías que sperpetúan, pero los jefes de esos organismoadoptan posturas de aguda controversia en l

cuestión de la atención médica garantizada por egobierno. Frente a la necesidad de ganar el apoyde un electorado de masa, los republicanos de loEstados Unidos y los conservadores de GraBretaña mantienen la mayor parte de laconquistas de bienestar sancionadas por supredecesores. Cabe considerar al poder, en unmedida considerable, como «la capacidad dmovilizar los recursos de la sociedad [o de un

organización] para alcanzar los objetivos por cuymaterialización han asumido un compromisgeneral y “público”, o podrían asumirlo»[43]. Nes oportuno insistir en los aspectos oligárquicos n

de «élite de poder» de la vida de laorganizaciones o de la política, que conducen a suexponentes a ignorar las fuentes y consecuenciade la controversia. Michels se vio obligado

negar que los conflictos entre las facciones —ala



zquierda y derecha— dentro del movimientocialista, o de otros partidos, representaran otr

cosa que no fuera la lucha por las dádivas d

puestos públicos y, en realidad, casi nuncmenciona esas controversias. Del mismo modo, emás nuevo de los exponentes de la teoría de laélites, C. Wright Mills, ignora casi completamenta existencia de partidos políticos en la lucha po

el poder en los Estados Unidos[44].Cabe considerar a la democracia en l

Sociedad moderna, en esencia, como integradordel conflicto de los grupos organizados qu

compiten por el apoyo popular [45]. Puesto qumuchos grupos organizados, ora en los hechos, orpotencialmente, están siempre privados de cargoo privados del favor de quienes desempeña

cargos en un sistema democrático, tienen interés enstitucionalizar salvaguardas de los derecho

democráticos de la libertad de palabra, de prensade reunión, etc. Esta imagen de la democraci

como conflicto entre grupos organizados, y d



acceso de los gobernados a sus gobernantes, acasesté muy lejos del ideal de la ciudad-Estadgriega, o de los pequeños cantones suizos, pero e

u funcionamiento es mucho mejor que cualquieotro sistema político concebido para reducir lexplotación potencial del hombre por el hombreSólo mediante el conflicto y el compromispúblico en objetivos explícitos, será posiblimitar el mal uso egoísta del poder.

Aunque la mayor parte de los gobiernoparticulares, los sindicatos, las sociedadeprofesionales, las organizaciones de veteranos

os partidos políticos siguen siendo sistemas dpartido único, pues carecen de la base parconstituir conflictos internos, es importanteconocer que muchas organizaciones que so

oligárquicas por dentro, ayudan a sostener ldemocracia política de una sociedad mayor, y proteger los intereses de sus miembros de loavances de otros grupos. La democracia reside, e

gran medida, en el hecho de que ningún grup



ogra asegurarse una base de poder y mando sobra mayoría, de manera tal que pueda suprimir

negar, en los hechos, los reclamos de los grupo

antagónicos. El movimiento laborista, con su ideade igualdad, ha desempeñado una funciómportante al alentar la constitución dnstituciones de democracia política. En todas la

democracias políticas los trabajadores puedehablar y actuar hoy con mucho menos temor de quus actos afecten su capacidad de ganarse la vida

de cuanto hubieran podido hace apenas tredécadas. Hay pocos sindicatos que tengan tant

poder potencial sobre sus miembros, como loempleadores los tuvieron sobre sus obrerolamentablemente hay algunos). El reto lanzad

por Michels en el sentido de que organizació

ignificaba oligarquía, iba dirigidespecíficamente contra sus camaradas de entonceen el movimiento socialista. Y en la medida en quocialismo ha significado únicamente u

obustecimiento del poder del Estado, y de l



propiedad del gobierno, ha aumentado la amenazpotencial a la democracia. Por eso, en gramedida, mientras el mundo avanza en la direcció

de una sociedad colectivista, en respuesta a lpresión de los estratos más bajos que reclamaque el Estado asuma la responsabilidad dgarantizarles pleno empleo, una distribución máequitativa de los bienes y servicios, oportunidademás parejas, y mayor seguridad contra los azarede la enfermedad y la ancianidad, el problema da compatibilidad del socialismo y la democracie hace cada vez más notorio.

El advenimiento de una «nueva clasecomunista, más poderosa y explotadora que lclase gobernante capitalista de antes, presenta unadvertencia constante a todos los demócratas, y e

particular a los socialistas que hay entre ellos, da necesidad de aprender las lecciones para l

democracia, expuestas en Los partidos políticos

Afortunadamente la historia moderna nos dice qu

os socialistas occidentales han aprendido bie



estas lecciones. La mayor parte de los partidoocialistas procuran ahora reducir al mínimo la

propiedades y el dominio del gobierno, salvo l

necesario para mejorar el bienestar y los objetivogualitarios, y reconocen que muchas formas dpropiedad —pública, cooperativa y privada— sopreferibles a toda nueva concentración del podeAdemás, constituye ya un principio aceptado eodos los movimientos socialistas democrático

que los sindicatos, aun cuando apoyen loobjetivos socialistas, deben mantener sndependencia del Estado y de los gobierno

manejados por partidos socialistas. En The NeClass Milovan Djilas, que es uno de los que mejoconocen los peligros de la concentración depoder, señala las diferencias entre los estados qu

procuran el bienestar social en el oeste y loistemas totalitarios en el este:

Además de otras diferencias entre estos

sistemas [el comunista y el occidental],



hay una diferencia esencial en la

propiedad estatal y en la función del

Estado en la economía. Aunque la

propiedad estatal aparece técnicamente,en alguna medida, en ambos sistemas,

ambos tipos de propiedad son diferentes y

aun contradictorios. Esto también es

aplicable a la función del Estado en la

economía.

Ni un solo gobierno occidental actúa

como propietario, con relación a la

economía. En realidad, el gobierno

occidental no es ni dueño de la propiedad nacionalizada, ni dueño de los fondos que

recauda como impuestos. No puede ser

dueño porque está sujeto al cambio. Debe

administrar y distribuir esta propiedad con la fiscalización del parlamento. En el

curso de la distribución de la propiedad,

el gobierno está sujeto a diversas

influencias, pero no es el dueño. Todo lo



que hace es administrar y distribuir, bien

o mal, una propiedad que no le

pertenece[46].

Proteger el derecho a cambiar de gobierno, conservar diversos centros de poder, a manteneabierto el acceso a la autoridad, tal es la tarea d

os hombres que aprecian la libertad, en legunda mitad del siglo XX. Por una ironía de lhistoria, una de las principales armas intelectualedel arsenal de la libertad, este brillante análisis da amenaza endémica a la libertad, propia de l

organización, el mismo instrumento que endustrial debe emplear para manejar su economí su política, nos ha sido brindado por un hombr

que cuando murió apoyaba al gobierno fascista d

talia. Recordemos, no obstante, no al admiradodel Duce, sino al hombre que al terminar sestudio de las fuentes de la oligarquía escribió:



La democracia es un tesoro que nadie

descubrirá jamás en una búsqueda

deliberada; pero al proseguir nuestra

búsqueda, al trabajar incansablemente por descubrir lo indescubrible,

realizaremos una tarea que tendrá

resultados fecundos en el sentido

democrático… En realidad, es

característica general de la democracia,

y por consiguiente también del

movimiento laborista, estimular y

consolidar en el individuo las aptitudes

intelectuales de crítica y fiscalización…Cabe decir, por eso, que cuanto más

reconoce la humanidad las ventajas que

presenta la democracia, aunque

imperfecta, sobre la aristocracia aun en sus mejores manifestaciones, tanto menos

probable es que el reconocimiento de los

defectos de la democracia vaya a

estimular un retorno a la aristocracia…



Solo un examen sereno y franco de los

peligros oligárquicos de la democracia

nos permitirá reducirlos al mínimo, aun

cuando jamás puedan ser del todoeliminados.

Este prefacio representa un esfuerzo po

expresar mi gran deuda intelectual a RobeMichels. En Union Democracy, junto con mcolegas Martin Trow y James Coleman, procurelaborar su aspecto optimista, poniendo a pruebmuchas de las hipótesis que él propuso en econtexto de la cuestión: ¿cuáles son lacondiciones que hacen posible la democracidentro de gobiernos privados tales como loindicatos? Confío en que una divulgación má

amplia de sus ideas, que esta nueva edición hacposible, aumentará el número de quienes, en lpolítica y en el estudio, siguen su consejo drabajar «incansablemente por descubrir l

ndescubrible», pues, como él lo advertía, aunqu



os ideales de la democracia y el socialismo jamápuedan ser alcanzados, la lucha constante eprocura de ellos es la única forma en que podemo

acercarnos.SEYMOUH MARTIN LIPSE

Berkeley, CaliforniaAgosto de 1961



LOS PARTIDOSPOLÍTICOS



1. La aristocracia democrática y lademocracia aristocrática

LA forma más restringida de oligarquía, lmonarquía absoluta, se funda sobre la voluntad dun solo individuo. Sic volo sic jubeo. Tel est mo

bon plaisir. Esto se me antoja. Uno ordena y todo

os demás obedecen. La voluntad de una solpersona puede contrarrestar el deseo de la nación aún hoy tenemos un resabio de esto en el derech

de veto en la monarquía constitucional. L

ustificación legal de este régimen extrae lomotivos de una metafísica trascendente. Efundamento lógico de toda monarquía reside euna apelación a Dios. Dios es bajado del paraís

para servir como escudo del baluarte monárquico darle su fundamento de ley constitucional: lgracia de Dios. Por eso el sistema monárquico, ea medida en que sigue apoyándose sobre u

elemento sobrenatural, es eterno e inmutable



considerado desde el punto de vista de la leconstitucional, y no puede ser afectado por leyehumanas ni por la voluntad de los hombres. Com

consecuencia de esto, es imposible la abolicióegal, jurídica y legítima de la monarquía: ilusiódel tonto soñador político. La monarquía solpuede ser legalmente abolida por Dios… y lvoluntad de Dios es inescrutable.

En los antípodas del principio monárquico —en teoría— está la democracia, que niega ederecho de uno sobre los demás. In abstracto

hace a todos los ciudadanos iguales ante la ley. D

a cada uno de ellos la posibilidad de ascender a lcumbre de la escala social, facilita así el camino os derechos de la comunidad, al anular ante la leodos los privilegios de nacimiento y al desear qu

en la sociedad humana la lucha por lpreeminencia se decida únicamente de acuerdcon la capacidad individual. Mientras el principide la monarquía lo libra todo al carácter de u

único individuo, de donde resulta que el mejo



gobierno monárquico posible no ofrece a lotalidad del pueblo la garantía de un gobiern

benévolo y técnicamente eficiente, en principio, l

democracia responde ante la comunidad toda poas condiciones prevalecientes de gobierno, de lacuales es el único árbitro.

Hoy sabemos que en la vida de la nación lodos principios teóricos de la ordenación deEstado son tan elásticos que a menudo se tocan«pues la democracia puede abarcar a todo epueblo o limitarse a la mitad de él; la aristocraciapor otra parte, puede abarcar a la mitad del puebl

o a un número indeterminablemente menor»[1]. Desta manera las dos formas de gobierno npresentan una antítesis absoluta, sino que sencuentran en el punto donde los participantes e

el poder alcanzan al 50 por ciento.De una vez para siempre nuestra era h

destruido todas las formas antiguas y rígidas de laristocracia: las ha destruido, al menos, en cierta

egiones importantes de la vida polític



constitucional. Aun el conservadorismo adopta veces forma democrática. Ante los asaltos de lamasas democráticas, hace mucho que abandonó s

aspecto primitivo y desea cambiar de disfraz. Ayeo encontramos absolutista, hoy constitucionamañana lo encontraremos parlamentario. Donde spoder se mantiene sin restricciones, relativamental como en Alemania, apela exclusivamente a l

gracia de Dios; pero donde, como en Italia, siente inseguro, a la apelación a la deidad sum

una apelación a la voluntad popular. En sus formaexteriores es capaz de las modificaciones má

amplias. En la Francia monárquica el Franciæ eavarras Rex se transforma en el Roy de France

el Roy de France se transforma en Roi de

rançais.

La vida de los partidos políticos, ya sea que snteresen principalmente en la nación o en l

política local, en teoría, debe demostranecesariamente una tendencia aún más fuerte haci

a democracia que la manifestada por el Estado. E



partido político se funda, en la mayor parte de locasos, sobre el principio de la mayoría, y siemprobre el principio de la masa. Resultado de esto e

que los partidos de la aristocracia han perdidrrevocablemente la pureza aristocrática de suprincipios Aunque se mantienen esencialmentantidemocráticos en su naturaleza, en ciertoperíodos de su vida política se encuentraobligados, sea como fuere, a hacer profesión de fdemocrática, o al menos a adoptar la máscardemocrática. Mientras el principio democráticopor su misma naturaleza, en razón de lo mutable d

a voluntad popular y del carácter fluctuante de lmayoría, tiende, en teoría, a transformar el Πάντ

ῥεῖ de Heráclito, en la realidad de la vida naciona popular, el principio conservador levanta s

edificio sobre ciertas bases o normas que sonmutables en su naturaleza, determinadas por l

prueba de la experiencia como lo mejor, o amenos lo menos malo, y en consecuencia postulad

como válido sub specie æternitatis. Sin embargo



el principio conservador no debe ser tomado en eentido de una conservación incondicional detatus quo. Si este principio consistier

implemente en el reconocimiento de lo que yexiste, por sobre todo en la cuestión de las formaegales prevalecientes en determinado país

período, el conservadorismo conduciría a spropia destrucción. En períodos y entre nacionedonde los viejos elementos conservadores haido excluidos de la participación directa en e

poder, y fueron reemplazados por innovadores quuchan bajo el estandarte de la democracia, e

partido conservador ha adoptado un aspecto hosthacia el orden estatal existente y, a veces, aucarácter revolucionario[2]. No obstante, se realizuna metamorfosis en el partido conservador, qu

de una camarilla que perseguía un exclusivismaristocrático, a la vez por instinto y poconvicción, se ha transformado ahora en un partidpopular. El reconocimiento de que solo las masa

pueden ayudar a restablecer la antigua aristocraci



en su prístina pureza, y a fin de terminar con eégimen democrático, transforma en demócratas os mismos defensores de la opinió

conservadora. Reconocen sin reservas lopadecimientos de la gente común; se esfuerzan —como lo hicieron hace muy poco los monárquicode la República Francesa— por aliarse con eproletariado revolucionario, prometiéndoldefenderlo contra la explotación del capitalismdemocrático, y apoyar y también ampliar laorganizaciones laborales; todo esto en lesperanza de destruir la república y restaurar l

monarquía, fruto último del principio aristocráticoe Roy et les camelots du Roy —el rey y loiervos del rey— van a destruir la oligarquía dos infatuados plutócratas. La democracia debe se

eliminada mediante una forma democrática dvoluntad popular. El método democrático es eúnico practicable mediante el cual la viejaristocracia puede recuperar renovado el dominio

Además, los conservadores no esperan, por l



general, a que los excluyan realmente del podeantes de apelar a las masas. En países dondprevalece un régimen democrático, como e

nglaterra, se vuelven espontáneamente hacia lclase trabajadora donde quiera que ésta constituya parte más notable de las masas. También e

otros países, donde es desconocido el gobiernparlamentario, pero donde existe sufragiuniversal e igualitario, los partidos de laristocracia deben su existencia política a lcaridad de las masas, a las cuales, en teoríaniegan capacidad y derechos políticos. El propi

nstinto de autoconservación obliga a los viejogrupos de gobernantes a descender de suelevados sitiales durante, las elecciones, y usufructuar de los mismos métodos democráticos

demagógicos empleados por la más joven, la mánumerosa y la más inculta de nuestras claseociales: el proletariado.

La aristocracia se mantiene hoy en el pode

por medios diferentes de los parlamentarios; en l



mayor parte de las monarquías, al menos, nnecesita una mayoría parlamentaria para manejaas riendas que sirven para guiar la vida polític

del Estado. Pero necesita, aunque solo sea copropósitos decorativos y para influir a la opiniópública en su favor, una medida respetable depresentación parlamentaria. No conquista estepresentación por divulgar sus principio

verdaderos, ni por apelar a quienes son sinceropartícipes de sus opiniones. Un partido de la clasmedia campesina que apelara solo a los miembrode su propia clase y a quienes tienen idéntico

ntereses económicos, no conquistaría una solbanca, ni enviaría un solo representante aparlamento. El candidato conservador que spresentara ante sus electores declarándoles que n

os considera capaces de desempeñar una partactiva en la conducción de los destinos del país, debiera decirles que por esa razón deben sedespojados del sufragio, sería un hombre d

ncomparable sinceridad, pero un loco en l



político. Si ha de conquistar su ingreso aparlamento, sólo podrá hacerlo con un únicmétodo: debe descender a la arena electoral co

porte democrático; debe saludar a los granjeros rabajadores agrícolas como colegaprofesionales, y debe tratar de convencerlos dque sus intereses económicos y sociales sodénticos a los suyos propios. De esta manera e

aristócrata se ve forzado a conquistar la eleccióen virtud de un principio que no acepta, y del cuau alma reniega. Todo su ser reclama autoridad, lmposición de un sufragio restringido, la supresió

del sufragio universal dondequiera que existapues lesiona sus privilegios tradicionales. Siembargo, puesto que reconoce que en una épocdemocrática que lo arrolla, sólo puede sosteners

con este principio político, y que con su defensfranca nunca podría tener la esperanza de sosteneun partido político, disimula sus verdaderopensamientos y aúlla con los lobos democrático

para conquistar la mayoría apetecida.



La influencia del sufragio popular sobre lconducta exterior de los candidatos conservadorees tanta, que cuando dos candidatos de las misma

opiniones políticas se presentan en un mismdistrito, cada uno de ellos está obligado a tratar ddiferenciarse de su rival mediante un movimienthacia la izquierda; es decir, dando gramportancia a sus principios tenidos po

democráticos.Estos hechos sirven para confirmar l

experiencia de que también los conservadores sesfuerzan por ajustar sus acciones conforme a

principio fundamental de la política modernaprincipio destinado a restablecer el aforismeligioso que dice que muchos son los llamado

pero pocos los elegidos, y a restablecer también l

eoría psicológica de que los ideales solo soaccesibles para una minoría de espíritu selectoeste principio puede ser resumido en los términode Curtius, quien decía que los conservadores n

pueden conquistar sus objetivos con la ayuda de u



grupo pequeño y selecto de tropas, sino que debedominar a las masas y gobernar con ellas[3]. Eespíritu conservador de la casta de los antiguo

amos, por muy profundamente enraizada que estée ve obligada a adoptar —a menos durante eiempo de las elecciones— una máscar

democrática aceptable.Tampoco la teoría del liberalismo basa, e

principio, sus aspiraciones sobre las masaseclama apoyo de ciertas clases definidas, que e

otros campos de actividad ya han madurado para conducción, pero que no poseen aún privilegio

políticos; es decir, apela a las clases cultas pudientes. También para los liberales la masa pur simple es nada más que un mal necesario, cuy

única utilidad es ayudar a los otros a alcanza

objetivos que les son extraños. El primer graescritor liberal de Alemania, Rotteck, reprocha a reina de Francia por haber obligado a l

burguesía, durante la Revolución, a recurrir a l

gente común en busca de ayuda. Distingue entr



dos tipos de democracia: el gobierno de loepresentantes y el gobierno de las masas[4

Durante la revolución de junio de 1830, Raume

que estaba en París, prorrumpió en lamentacioneestruendosas porque las masas poseían poder, dijo que sería sumamente difícil «privarlas de estpoder sin ofenderlas y sin provocarlas a levantarsen otra revuelta contra sus nuevos jefes»[5]; amismo tiempo, en palabras que expresaban eespíritu ditiràmbico del romanticismo, se refiere as condiciones que prevalecen en su patri

prusiana, donde el rey y el pueblo «vive

ealmente en una atmósfera más alta y más pura», donde la burguesía satisfecha no se esfuerza poconquistar otros derechos[6]. La historia del origedel Reichstag alemán del norte nos enseña que otr

eminente líder liberal y defensor de las opinioneiberales, el historiador Heinrich von Sybel, s

declaraba contrario al sufragio universagualitario y directo, sobre la base (que sol

podemos entender con referencia a la



explicaciones que acabamos de presentaelativas a las concepciones peculiares que loiberales tenían de las masas) de que este derech

debía significar «el principio del fin de todo tipde parlamentarismo»; afirmaba que este derechera eminentemente un derecho de dominio; sentía impulsado a formular una advertenci

urgente a la monarquía alemana para que nntrodujera esos elementos peligrosos de dictadur

democrática en el nuevo estado federal. El rechazntimo de las masas, por el liberalismo, s

evidencia también en la actitud de los lídere

iberales hacia los principios y las instituciones da aristocracia. Desde el advenimiento del sufragi

universal y las perspectivas consiguientes, de quen un futuro próximo habría una mayoría d

endencia socialista entre el electorado o en lCámara Baja, muchos liberales —así lo afirmRoscher— comenzaron a tener un conceptdiferente del poder de la Corona y de la Cámar

Alta[7]

, como medios que hacen posible evitar qu



as decisiones de la Cámara Baja se conviertanmediatamente en medidas legislativas. Este auto

afirma que es indeseable extender el sufragio «e

ausencia de una investigación estadísticprofunda», es decir, sin el laborioso análisis de laelaciones numéricas que existen entre las diversa

clases de la población[8]. En ese grupo liberal ques el que está más cerca de los socialistas eAlemania, el grupo de los «nacionalsocialistas»hemos comprobado hace poco una tendencia considerar que no es malo, en modo alguno«poner obstáculos a la influencia de una volunta

popular mutable e incalculable, que encuentrexpresión en el Reichstag, sobre las cuestionepolíticas, pues los nacionalsocialistas consideradeseable que existan también elemento

aristocráticos, independientes de la voluntapopular, siempre vigilantes y armados con ederecho del veto, para que constituyan un elementmoderador permanente»[9]. Durante un siglo enter

—desde los días de Rolteck a los de Naumann—



os escritores alemanes han sudado la gota gordpara llegar a una conciliación teórica entre ldemocracia y la monarquía militar, y para unir

estos adversarios naturales en una entidauperior. Junto a estos esfuerzos honorables eprocura de un excelso fin, continuaron sus intentopor reducir al mínimo el feudalismo de lmonarquía, con el único propósito de sustituir os guardianes aristocráticos del trono por otro

que hablaran con autoridad profesional. Smpusieron la tarea de establecer las baseeóricas de una monarquía, al menos popular, y

que no la llamada monarquía social. Es evidentque ese objetivo representa una tendencia políticque nada tiene de común con la ciencia, pero quampoco se le opone ni contradice necesariament

esto depende del método), y es una tendencipolítica que, en lo que tiene de política, escapa adominio de la ciencia. No podemos culpar a lohombres de ciencia alemanes de que existiera e

Alemania una tendencia hacia la constitución d



algo parecido a la Monarquía de Julio, pues estendencia permanece dentro de la órbita de l

política. Lo que constituye, sí, un motivo d

censura histórica es que descubramos el intento ddentificar el principio monárquico que domindurante varias décadas a la Alemania influida poel prusianismo, con la idea estimable de unmonarquía popular (o social). Al incurrir en eserror, la mayoría de los teorizadores historiadores liberales alemanes confunden loueños con la realidad. En esta confusión reside e

defecto orgánico de todo el liberalismo alemán

que desde 1866 se ha esforzado constantementpor disfrazar este cambio (es decir, su luchpartidaria contra el socialismo, y su renunciaimultánea y voluntaria, a todo intento po

completar la emancipación política de la burguesíalemana), con la afirmación falaz de que con lunificación de Alemania y el establecimiento demperio de los Hohenzollern, se cumplían todas

casi todas las aspiraciones de la juventu



democrática. El principio fundamental de lmonarquía moderna (monarquía hereditaria) eabsolutamente irreconciliable con los principio

de la democracia, aunque demos a ésta el sentidmás elástico. El cesarismo sigue sienddemocracia, o podría al menos reclamar estnombre, cuando se funda sobre la voluntapopular, pero jamás la monarquía automática.

Podemos resumir el argumento diciendo que ea vida partidaria moderna la aristocracia s

complace en presentarse con apariencidemocrática, en tanto que la sustancia de l

democracia se impregna de elementoaristocráticos. Por una parte tenemos a unaristocracia con forma democrática, y por la otra a democracia con contenido aristocrático.

La forma externa democrática que caracteriza vida de los partidos políticos bien pued

enmascarar —para los observadores superficiale— la tendencia hacia la aristocracia, o, mejo

dicho, hacia la oligarquía, que es propia de tod



organización de partido. Si queremos comprendeesta tendencia, el mejor campo de observación noo ofrece la estructura íntima de los partido

democráticos y, entre ellos, el partido socialista aborista revolucionario. En los partidoconservadores, salvo durante las elecciones, lendencia hacia la oligarquía se manifiesta con es

vigor espontáneo y claridad que corresponde acarácter esencialmente oligárquico de esopartidos; pero también los partidos subversivopor sus propósitos, presentan el mismo fenómenen forma no menos acentuada. El estudio de la

manifestaciones oligárquicas en la vida partidaries muy valioso y muy decisivo en sus resultadoi lo emprendemos en relación con los partidoevolucionarios, pues estos partidos representa

—en lo que a su origen y a su programa se refier— la negación de tal tendencia, y además hanacido sin oposición. De este modo, la aparicióde los fenómenos oligárquicos en el propio sen

de los partidos revolucionarios es una prueb



erminante de la existencia de tendenciaoligárquicas inmanentes en todo tipo dorganización humana que persigue el logro de fine

definidos.En teoría, la meta principal de los partidoocialistas y democráticos es la lucha contra l

oligarquía en todas sus formas. Surge, por eso, lcuestión de cómo hemos de explicar el desarrollde esas mismas tendencias a las que han declarada guerra, dentro de esos partidos. Formular unespuesta analítica y libre de prejuicios a est

pregunta constituye una parte importante de l

area emprendida por el autor.En la sociedad de hoy, el estado d

dependencia que resulta de las condicioneeconómicas y sociales, hace imposible el idea

democrático. Es necesario admitir esto sieservas; pero queda otra cuestión: dentro de

orden social contemporáneo, entre los elementoque luchan por desterrar ese orden y reemplazarl

por otro nuevo, ¿existen, pueden existir, o en qu



medida, energías que tiendan a acercarse a ldemocracia ideal; a encontrar una salida en esdirección, o al menos a trabajar por ella com

olución necesaria?



2. La «justificación» ética de lasluchas sociales

NADIE que se haya ocupado seriamente eestudios históricos puede dejar de percibir quodas las clases que, en cualquier circunstancia

alcanzaron el poder se han esforzad

ardorosamente por transmitir a sus descendienteeste dominio político que lograron adquirir. Lransmisión hereditaria del poder político fuiempre el medio más eficaz de perpetuar u

gobierno clasista. En este terreno se manifiesta emismo proceso histórico que dio origen —en ecampo de la vida sexual— al orden familiaburgués y a sus aspectos contingentes propios: l

ndisolubilidad del matrimonio, las penalidadeeveras a la mujer adúltera, y el derecho dprimogenitura. En la medida en que podemoextraer conclusiones de los escasos datohistóricos disponibles, parece que la famili



burguesa debe su génesis a una tendencia, —innaten el hombre— a transmitir —en cuanto alcanzcierto grado de bienestar económico— cuant

posee, en forma de herencia al hijo legítimo, quien puede considerar, con certeza razonablecomo propio. Predomina la misma tendencia en ecampo de la política, donde conserva su vigencipor obra de los instintos peculiares y propios de lhumanidad; la nutre vigorosamente un ordeeconómico basado sobre la propiedad privada dos medios de producción, y el poder político —

por una analogía natural y psicológica— llega

er considerado, naturalmente, como un objeto dpropiedad privada hereditaria. En el camppolítico, como en cualquier otro, el instintpaterno de transmitir esta especie de propiedad a

hijo, se ha manifestado siempre en forma intensa ravés de los tiempos históricos. Esta ha sido un

de las causas principales del reemplazo de lmonarquía electiva por una monarquía hereditaria

El deseo de conservar una posición adquirida po



a familia en la sociedad, ha sido siempre tantenso que —como Gaetano Mosca lo señalar

con acierto—, dondequiera que ciertos miembro

de la clase dominante no pudieron tener hijopropios (como ha sido el caso, por ejemplo, de loprelados de la Iglesia romana), surgió con fuerzespontánea y dinámica la institución del nepotismcomo manifestación extrema del impulso dautoconservación y de transmisión hereditaria[10].

Aun en aquellos estados donde parecía inclusexcluida por principios constitucionales, poconsideraciones históricas, o en razón de la

peculiaridades de la psicología nacional, laristocracia se ha introducido de dos maneras, eforma casi automática: a un tiempo por la vía duna tradición resucitada, y por la del nacimient

de nuevas fuerzas económicas. Lonorteamericanos, demócratas, ciudadanos de uégimen republicano que desconoce todos loítulos de nobleza, en modo alguno se libraron d

a aristocracia cuando sacudieron el yugo de



poder de la corona inglesa. En parte este fenómenes el efecto simple de causas que comenzaron hacpoco, tales como la concentración capitalist

relacionada con la concentración del poder sociaen las manos de unos pocos y la formacióconsiguiente de minorías privilegiadas), y leconciliación progresiva del antiguo y rígid

espíritu republicano, con las ideas, los prejuicio las ambiciones de la vieja Europa. La existenci

de una aristocracia de millonarios, reyes de loferrocarriles, reyes del petróleo, reyes de lganadería, etc., ya es indiscutible. Pero desde e

preciso instante en que aquella joven democracia a libertad de América acababan de ser sellada

con la sangre de los ciudadanos, ya fue difícil (asnos lo dice Alexis de Tocqueville) encontrar a u

olo norteamericano que no se jactara con lvanidad inútil de pertenecer a alguna de la

primeras familias que habían colonizado el suelamericano[11]. ¡A ese punto llegaba el «prejuici

aristocrático» entre aquellos republicano



primitivos! Aun hoy las viejas familias de apellid origen holandés constituyen, en el estado dueva York, un estrato cuya preeminenci

aristocrática es incuestionable: una clase dpatricios que carece de los atributos exteriores da nobleza.

Cuando en la segunda mitad del siglo XVII lburguesía francesa presionaba con vigor haciarriba, no supo nada mejor, para adaptarse acambio de ambiente, que imitar los hábitos, lforma de vida, los gustos y aun la mentalidad de lnobleza feudal. En 1670 Molière escribió s

espléndida comedia Le bourgeois gentilhommeEl abate de Choisy, que pertenecía a la nobless

de robe, y cuyos antepasados desempeñaran looficios distinguidos de Maître des Requêtes

Conseiller d’Etat , nos dice que su madre le habídado por norma de conducta, la de cuidarse biede no frecuentar otros salones que loaristocráticos[12]. Con fervor de novicio los recié

legados asimilaron el espíritu y los principios d



a clase que había dominado hasta entonces; y lomiembros distinguidos de la burguesía, que habíaentrado al servicio del Estado, aún feudal d

manera predominante, se apresuraron a adoptanuevos nombres. Los Fouquet, los Le Telliers, loColbert, los Phélippeaux y los Desmaret sransformaron en los Belle-Isles, los de Louvoios Seignelays, los de Maurepas, los d

Lavrillières y los de Maillebois[13]. En lAlemania moderna, ante nuestros propios ojos, eos últimos cuarenta años la vieja aristocracia d

nacimiento ha venido absorbiendo a la jove

burguesía industrial, y este proceso se hacelerado mucho en los últimos tiempos[14]. Lburguesía alemana se está feudalizando. Aquí lúnica consecuencia de la emancipación de

roturier ha sido revigorizar a su viejo enemigo, lnobleza, con la provisión de sangre nueva, ambién nuevas energías económicas. La mayo

ambición de los burgueses enriquecidos e

fusionarse con la nobleza y extraer de esa fusió



una especie de título legitimado para relacionarscon la clase dominante; un título que pueda seexhibido como algo existente por derech

hereditario, no adquirido. Así vemos que eprincipio hereditario (aun cuando sea totalmentficticio) acelera mucho el proceso d«entrenamiento» social; es decir, acelera ladaptación de las nuevas fuerzas sociales al mediaristocrático antiguo.

En la violenta lucha entre la nueva clase de loque surgen y el estrato antiguo de quieneexperimentan una decadencia, en parte aparente

en parte real —lucha que, por momentos, sdesenvuelve con dramática grandeza, pero que menudo se desarrolla en la oscuridad, para natraer casi la atención—, hay consideracione

morales en danza, llevadas y traídas por lodiversos partidos antagónicos, que las empleapara disfrazar los verdaderos fines. En una era ddemocracia, lo ético constituye un arma qu

cualquiera puede emplear. En el antiguo régime



os miembros de la clase gobernante, y los quaspiraban a llegar a ser gobernantes, hablabaconstantemente de sus propios derecho

personales. La democracia adopta un curso mádiplomático y más prudente: rechaza aquellapretensiones por poco éticas. Hoy todos lofactores de la vida pública hablan y luchan enombre del pueblo, del total de la comunidad. Egobierno y los enemigos del gobierno, los reyes os líderes partidarios, los tiranos por la gracia d

Dios y los usurpadores, los idealistas fanáticos os egoístas mezquinos y calculadores, todos so

«el pueblo», y todos declaran que, en sus actoprocuran la mera satisfacción de la voluntanacional.

De este modo, en la vida moderna de la

clases y de las naciones, las consideracionemorales han llegado a ser un accesorio, una ficciónecesaria. Todos los gobiernos se empeñan eapoyar su fuerza con un principio ético genera

Las formas políticas en que cristalizan lo



diversos movimientos sociales también adoptaalguna máscara filantrópica. No falta en ningunde los jóvenes partidos clasistas la declaració

olemne al mundo entero, antes de iniciar lmarcha por la conquista del poder, de que spropósito es redimir, no tanto a ellos mismos sina la humanidad entera, del yugo de una minoríiránica, y sustituir el régimen viejo e injusto po

un nuevo reino de la justicia. El lenguaje de lademocracias es siempre voluble. A menudpodemos comparar su terminología con un tejidde metáforas. El demagogo, ese fruto espontáne

del suelo democrático, desborda dentimentalismo, y se conmueve profundament

ante las penurias del pueblo. «Las víctimas nutreus palabras, los ejecutores se embriagan con es

filosofía lacrimógena»[15], escribe AlfonsDaudet. Al dar la señal para el ataque a loprivilegios de otra clase que ya está en posesiódel poder económico y político, todas las clase

ociales nuevas inscriben en su estandarte el lema



«¡La liberación de toda la raza humana!». Cuanda joven burguesía francesa se aprestaba para l

magna lucha contra los nobles y el clero, comenz

con la solemne Déclaration des Droits d’Homme, y entró en la refriega con el grito dguerra: Liberté, Egalité, Fraternité! Es posibloír hoy a los voceros de otro gran movimiento dclase, el de los asalariados, que declaran quemprenden la lucha de clases sin motivos egoístapor lo contrario, para eliminar esos motivos pariempre, del proceso social. En el coro de s

Himno del Progreso, el socialista moderno sigu

epitiendo las orgullosas palabras: «¡Creación duna sociedad humana y fraterna, donde seadesconocidas las clases!».

La burguesía victoriosa de los Droits d

’Homme consumó ciertamente la república, perno la democracia. Hoy podemos leer las palabra

iberté, Egalité, Fraternité sobre lofrontispicios de todas las prisiones de Francia. L

Commune fue el primer intento de gobiern



proletario socialista, coronado por un triunfransitorio; a pesar de sus principios comunitario bajo la presión de estrecheces financiera

extremas, la Commune respetó al Banco dFrancia con tanta lealtad como hubiera podidhacerlo el conjunto de capitalistas mánexorables. Han existido revoluciones, pero e

mundo no ha asistido aún al establecimiento de undemocracia lógica. Los partidos políticos, pomucho que se fundamenten sobre estrechontereses de clase, y por muy evidente que sea s

acción contra los intereses de la mayoría, quiere

dentificarse con el universo o, al menopresentarse como colaboradores de todos lociudadanos del país, y proclamar que luchan en enombre de todos y por el bien de todos. Solo e

discursos socialistas podemos encontrar a veces lproclama de que el partido es específicamente upartido de clase; pero debilitan este aserto aagregar que, en último análisis, los intereses de

partido coinciden con los del pueblo entero. E



ealidad, es cierto que cuando pregonan que entraa la palestra en defensa de los intereses de toda lhumanidad, el partido socialista, que representa

a clase más numerosa de la población, está mácerca de la verdad que los partidos burgueses qupregonan la misma pretensión, pues por su mismnaturaleza son partidos de minoría. Pero tambiéa pretensión socialista está lejos de la verdad, s

vemos que ambos términos — humanidad artido— distan de ser idénticos en extensión, au

cuando el partido que consideremos abarque, crea abarcar, a la gran mayoría de la humanidad

Cuando el partido socialista proclama, por razoneoportunistas, a los electores, que el propósito deocialismo es dar a todos sin quitar a nadie, basteñalar las enormes diferencias de fortuna qu

existen en la sociedad, para comprender que emposible cumplir semejante promesa. Para da

hay que quitar, y si los proletarios deseaestablecer una igualdad de status económico entr

ellos mismos, por un lado, y los Rothschild, lo



Vanderbilt y los Rockefeller, por el otro, solposible mediante la socialización de los medios dproducción e intercambio que poseen hoy esto

diversos millonarios, es obvio que la fortuna y epoder de estos grandes príncipes de la burguesíe reduciría considerablemente. Debemos atribu

a esta misma tendencia partidaria oportunista lformulación de la teoría socialista que —eaparente concordancia con el principifundamental de la economía política marxista—divide a la población entre propietarios de lomedios de producción, y no propietarios qu

dependen de aquéllos, y continúa con lafirmación de que todos los propietarios debeener sentimientos capitalistas, en tanto que todoos dependientes deben ser socialistas; es deci

deben desear el triunfo del socialismo. Estopinión es enteramente falaz, pues considera quel criterio único, o al menos más seguro, pardeterminar la clase a la que pertenece u

ndividuo, es tomar en consideración el monto d



us ingresos, lo cual constituye una característicexterior pura, y prosigue luego (de manera quizáefectiva en la vida política, pero muy objetable e

el terreno teórico) a extender el concepto dproletariado hasta el punto de que todos loempleados (gubernamentales o privados) debeconstituir el partido del trabajo. Según esta teoríaos directores de la Krupp o los presidentes

ministros de Prusia, puesto que no son propietarioino empleados, son dependientes respecto de lo

medios de producción, y deben abrazar coentusiasmo la causa del socialismo; o al meno

debieran hacerlo en la medida que comprendierau verdadera posición dentro de la sociedad en l

medida que alcanzaran a tener lo que en términoocialistas se llama «conciencia de clase».

Los escritores antidemocráticos presentan estmpetuosidad ideal de los movimientonnovadores que procuran la emancipación, com

una ilusión piadosa, como un fuego fatuo nacido d

a necesidad de hacer que lo que es bueno para



algunos aparezca como bueno para todos. En emundo prosaico de los hechos, todos lomovimientos clasistas que pregonan el propósit

del bien para toda la comunidad, incurrenevitablemente en la contradicción. La humanidano puede prescindir de las «clases políticas», por su misma naturaleza estas clases son solpartes de la sociedad.



PRIMERA PARTE

EL LIDERAZGO EN LASORGANIZACIONESDEMOCRÁTICAS



A. Causas técnicas yadministrativas del

liderazgo

1. Introductorio: La necesidad de

organización

ES inconcebible la democracia sin organizaciónbastarán pocas palabras para demostrar est

aserto.La clase que ante los ojos de la socieda

despliega el estandarte de ciertas reivindicacionedefinidas, y que aspira a la realización de u

complejo de objetivos ideales derivados de lafunciones económicas que esa clase desempeñanecesita organización. Ya sean económicas políticas esas reivindicaciones, la organización eel único medio para llevar adelante una volunta



colectiva. Por estar basada sobre el principio demenor esfuerzo, es decir, sobre la máximeconomía posible de energía, la organización es e

arma de los débiles en su lucha contra los fuertes.Las probabilidades de triunfo dependerán degrado en que la lucha sea conducida sobre unbase de solidaridad entre las personas cuyontereses son idénticos. Por eso al refutar laeorías del anarquismo individualista según la

cuales nada podía agradar tanto a los empleadorecomo la dispersión y el desmembramiento de lafuerzas de los trabajadores, los socialistas —lo

más fanáticos entre todos los partidarios de la idede la organización— expusieron un argumento quarmoniza bien con los resultados del estudicientífico de la naturaleza de los partidos.

Vivimos en una época en la cual la idea dcooperación está tan sólidamente establecida quaun los millonarios advierten la necesidad de unacción común. Así es fácil comprender que l

organización ha llegado a ser un principio vital d



a clase trabajadora, pues sin ella el triunfo emposible a priori. Si el trabajador rehús

participar en la vida colectiva de su clase, n

ardarán en seguir consecuencias desastrosas. Eo que se refiere a las condiciones de culturaeconómicas, físicas y fisiológicas, el proletario eel elemento más débil de nuestra sociedad. Eealidad, el miembro aislado de la clasrabajadora está indefenso, en las manos d

quienes son más fuertes económicamente. Solmediante una combinación que los lleve constituir un conglomerado estructural, lo

proletarios podrán adquirir la facultad desistencia política y alcanzar dignidad social. Lmportancia y la influencia de la clase trabajadoron directamente proporcionales a su fuerz

numérica. Pero tanto la representación de esorganización de fuerza numérica como lcoordinación son indispensables. El principio dorganización es condición absolutamente esencia

para la lucha política de las masas.



Sin embargo, este principio de organizaciónpolíticamente necesario, aunque conjura ldesorganización de fuerzas que hubiera favorecid

al adversario, trae consigo otro peligro: salimode Scila solo para caer en Caribdis —salimos das llamas para caer en las brasas—. En realidaa organización es el manantial desde donde parteas comentes conservadoras que riegan la llanur

de la democracia. Circunstancialmente hanundaciones desastrosas que hacen irreconocibla pradera.



2. Imposibilidad mecánica ytécnica de un gobierno directo por

parte de las masas

FUE un demócrata renano, Moritz Rittinghausenquien realizó el primer intento brillante por dabase real a la legislación directa por parte depueblo[1]. Según su sistema, toda la poblacióhabía de ser dividida en secciones, de mhabitantes cada una, como lo fueremporariamente por algunos días en Prusi

durante las elecciones de los años 1848 y 1849Los miembros de cada sección debían reunirse ealgún lugar preestablecido —una escuela, lmunicipalidad u otro edificio público— y eleg

un presidente. Todos los ciudadanos debían teneel derecho de la palabra. De esta manera lnteligencia de cada uno estaría colocada aervicio de la patria. Terminado el debate cad

cual registraría su voto. El presidente debí



ransmitir el resultado al burgomaestre, quienotificaría a las autoridades superiores. Lvoluntad de la mayoría había de ser decisiva.

Ningún proyecto legislativo debía llegar desdarriba. El gobierno no debía tener otra iniciativque la de fijar el día determinado en que todas laesiones debían debatir un asunto preestablecido

Cuando cierto número de ciudadanos reclamaruna ley nueva de cualquier tipo, o una reforma dey, el ministerio correspondiente debía invitar a

pueblo a ejercer su soberanía dentro de un lapsestablecido, y promulgar por sí mismo la ley e

cuestión[2]. El propio debate daba forma orgánica la ley. Ante todo el presidente abría el debatelativo a la cuestión principal; después era

analizados los puntos accesorios. Luego venía l

votación. Era adoptada la proposición que hubierobtenido la mayoría de votos. Una vez remitido aministerio el informe de lo votado, una comisióespecial debía redactar un texto claro y simple d

a ley, y formularla de manera tal que no estuvier



expuesta a diferentes interpretaciones, comucede con casi todas las leyes presentadas a lo

parlamentos modernos; pues éstos —como l

eñala sarcásticamente Rittinghausen— pareceagregar una intención deliberada para favorecer lendencia de los abogados hacia la ambigüedad

el hilar fino.El sistema bosquejado aquí es claro y conciso

a primera vista podía parecer que su aplicaciópráctica no tuviera dificultades graves; pero si lpusiéramos a prueba, dejaría de cumplir laesperanzas de su creador.

El ideal práctico de la democracia consiste eel gobierno propio de las masas, de acuerdo coas decisiones de asambleas populares; per

aunque este sistema limita el principio d

delegación, no logra brindar garantía alguna contra constitución de una camarilla oligárquicandudablemente, quita a los líderes naturales s

condición de funcionarios, pues el propio puebl

adquiere este carácter. Sin embargo, la plebe est



iempre expuesta a la sugestión, y es fácilmentnfluida por la elocuencia de los grandes oradore

populares. Además, el gobierno directo por part

del pueblo, al no admitir análisis serios ndeliberaciones meditadas, facilita mucho locoups de main de todas clases, por hombreexcepcionalmente audaces, enérgicos y astutos.

Es más fácil dominar una gran multitud que unaudiencia pequeña. La adhesión de la multitud eumultuosa, repentina e incondicional. Cuando laugestiones han logrado su efecto, la multitud nolera fácilmente la contradicción de una pequeñ

minoría, ni mucho menos la de individuoaislados. Una gran multitud reunida dentro de uecinto pequeño es, sin duda, más accesible a l

alarma o el pánico, al entusiasmo irreflexivo, etc

que una asamblea pequeña, cuyos miembropueden discutir las cuestiones entre sí, coranquilidad (Roscher)[3].

La experiencia cotidiana nos muestra que la

euniones públicas enormes, por lo común adopta



esoluciones por aclamación, o por unanimidad, eanto que estas mismas asambleas, si se las divid

en pequeñas secciones —digamos de cincuent

personas cada una— serán mucho más cautas eus aprobaciones. Los congresos de los grandepartidos, donde concurre la élite de los miembropor lo general actúan en esta forma. La multitupesa mucho menos deliberadamente las palabras as acciones, que las personas, o los grupo

pequeños que componen aquella multitud. El heches incuestionable: manifestación de la patología da multitud. El individuo desaparece en la multitud

con él desaparecen la personalidad y el sentidde responsabilidad.

La razón más abrumadora contra la soberaníde las masas, sin embargo, proviene de l

mposibilidad mecánica y técnica de sealización.

Las masas soberanas son incapaces de adoptaas resoluciones más necesarias. La impotencia d

a democracia directa, como el poder de l



democracia indirecta, son consecuencias directade la influencia del número. En una polémiccontra Proudhon (1849), Louis Blanc preguntó

era posible que treinta y cuatro millones de serehumanos (la población de Francia en aquellépoca) resolviera sus problemas sin aceptar lo quhasta el último hombre de negocios encuentrnecesario: la intervención de representanteRespondió a su propia pregunta diciendo ququien se pronunciara por la posibilidad de lacción directa en esta escala debía ser un loco, que quien la negara no era por eso un adversari

absoluto de la idea del Estado[4]. Podríamoepetir hoy la misma pregunta y la mismespuesta, respecto de la organización partidaria

Es imposible (sobre todo en los grandes centro

ndustriales, donde, los partidos de trabajadores veces tienen un número de adherentes de decenade miles) gobernar los asuntos de este organismgigantesco sin un sistema de representación. L

gran organización socialista de Berlín, que abarc



os seis distritos de la ciudad y también los douburbios de Niederbarnim y Teltow-Beeskow

Charlottenburg, tiene en su lista de miembros

más de noventa mil.Es obvio que un número tan gigantesco dpersonas pertenecientes a una organizacióunitaria, no puede realizar ninguna tarea prácticcon el sistema del debate directo. Las asambleadeliberativas regulares de un millar de miembroencuentran las dificultades más graves en lo que espacio y distancia se refiere; y, desde el punto dvista topográfico, semejante asamblea resultarí

del todo imposible si los miembros alcanzaran diez mil. Aun si imaginamos medios dcomunicación mucho mejores que los que ahorexisten, ¿cómo sería posible reunir esa multitud e

un lugar dado, en el momento preestablecido, con la frecuencia requerida por las exigencias da vida partidaria? Además, hay que considerar lmposibilidad fisiológica, aun para el orado

mejor dotado, de hacerse oír por una multitud d



diez mil personas[5]. Hay, sin embargo, otraazones de carácter técnico y administrativo qu

hacen imposible el gobierno propio y directo d

grandes grupos. Si Pedro injuria a Pablo, estfuera de la cuestión que todos los otros ciudadanocorran al lugar para emprender un examepersonal de la cuestión en debate, y para tomar epartido contra Pedro[6]. Por parejas razones, en epartido democrático moderno es imposible que lcolectividad emprenda la solución directa de todaas controversias que puedan surgir.

De allí nace la necesidad de delegación, de u

istema donde haya delegados que representen a lmasa y lleven a la práctica su voluntad. Aun egrupos animados con espíritu democrático sinceroos problemas corrientes, la preparación y l

ealización de las acciones más importantequedan necesariamente en manos de personaSabemos bien que fue la imposibilidad de que epueblo ejerciera directamente el poder legislativ

en asambleas populares, lo que llevó a lo



dealistas democráticos de España a pedir, commenor de los males, un sistema de representaciópopular y un estado parlamentario[7]. En su origen

el jefe fue apenas servidor de la masa. Lorganización se basaba sobre la igualdad absolutde todos sus miembros. La igualdad era entendiden su sentido más general, como una igualdad dhombres semejantes. En muchos países, tal coma Italia idealista (y en ciertas regiones d

Alemania donde el movimiento socialista aún esten su infancia), se manifiesta esta igualdad en euso recíproco del familiar «tú», que emplean lo

obreros más mal pagados al dirigirse a lontelectuales más distinguidos. Esta concepció

genérica de la igualdad va siendo, sin embargoeemplazada gradualmente por la idea de igualda

entre camaradas que pertenecen a la mismorganización, cuyos miembros gozan todos de lomismos derechos. El principio democráticprocura garantizar a todos una influencia igual

una participación igual en la administración de lo



ntereses comunes. Todos son electores y todos soelegibles para la función. El postuladfundamental de la Déclaration des Droits d

’Homme encuentra aquí su aplicación teóricaTodos los cargos son cubiertos por elección. Lofuncionarios, órganos ejecutivos de la voluntageneral, desempeñan un papel simplementubordinado, dependen siempre de la colectividad pueden ser privados del cargo en cualquie

momento. La masa del partido es omnipotente.Al principio procuran apartarse lo meno

posible de la democracia pura, y los delegados s

ubordinan del todo a la voluntad de la masaatados de pies y manos. En los primeros días demovimiento de los trabajadores agrícolatalianos, el jefe de la liga pidió una mayoría d

cuatro quintos de los votos para asegurar lelección. Cuando surgieron discusiones con loempleadores acerca de los salarios, eepresentante de la organización, antes d

emprender negociación alguna, debía contar con l



autorización escrita y firmada por cada uno de lomiembros de la corporación. Todas las cuentas deorganismo estaban expuestas al examen de lo

miembros en cualquier momento. Había doazones para esto: ante todo, el deseo de evitar qucundiera la desconfianza entre la masa, «esveneno que destruye gradualmente hasta loorganismos más fuertes». En segundo lugar, estcostumbre permitía que cada uno de los miembroaprendiera contabilidad, y adquiriera uconocimiento general de las tareas de lcorporación que le permitiera en cualquie

momento tomar su conducción[8]. Es obvio que ldemocracia en este sentido solo es aplicable eescala muy pequeña. En la infancia demovimiento laborista inglés, los delegados d

muchos de los gremios eran designados pootación entre todos los miembros, o elegidos a

azar [9]. Pero la tarea de los delegados fue cada vemás complicada; se hizo cada vez más esencia

alguna capacidad o aptitud individual: cierto



dones oratorios, y una cantidad considerable dconocimiento objetivo. De esta manera resultmposible confiar en una designación a ciegas, e

a fortuna del orden alfabético, o en el orden dprioridad, en la elección de una delegación cuyomiembros debían poseer ciertas aptitudepersonales peculiares para desempeñar su misióventajosamente.

Estos fueron los métodos que prevalecieron eos primeros días del movimiento laborista

dirigidos a permitir que las masas participaran ea administración del partido y del gremio. Ho

están cayendo en desuso, y en el desarrollo deconglomerado político moderno hay una tendencia acortar y estereotipar el proceso que transformal conducido en conductor: proceso que se h

desarrollado hasta aquí gracias al curso natural dos acontecimientos. Algunas voces se hacen o

aquí y allá, en la demanda de una suerte dconsagración oficial de los líderes, e insisten en l

necesidad de constituir una clase de político



profesionales, de expertos aprobados y probadoen la vida política. Ferdinand Tönnies abogporque el partido instituya exámenes regulare

anto para la designación de candidatoparlamentarios socialistas como para la decretarías[10]. Heinrich Herkner va aún más lejosostiene que los grandes gremios ya no puede

mantener su existencia si persisten en confiar emanejo de sus asuntos a personas salidas de labases, y que han llegado al poder, paso a pasoolo como consecuencia de aptitudes práctica

adquiridas en el servicio de la organización. A

este respecto, se refiere a los gremios manejadopor los empleadores, cuyas autoridades son en smayor parte universitarios. Prevé que en un futurpróximo todas las organizaciones laborales s

verán forzadas a abandonar la exclusividaproletaria, y darán preferencia, en la elección dus autoridades, a personas de una educacióuperior en lo económico, lo legal, lo técnico y l

comercial[11]. Aún hoy los candidatos a la



ecretarías de los gremios están sujetos exámenes relativos a su conocimiento dcuestiones legales, y a su capacidad de redacción

Las organizaciones socialistas empeñadas eacción política también asumen directamente eentrenamiento de sus propios empleados. En todapartes aparecen «semilleros» para la provisióápida de funcionarios que tengan cierta dosis d

«cultura científica». Desde 1906 existe en Berlíuna escuela partidaria que dicta cursos dnstrucción para el entrenamiento de quiene

aspiran a funciones en el partido socialista, o e

gremios. Los instructores son pagados con fondodel partido socialista, al que cupo lesponsabilidad directa de la fundación de l

escuela. Los otros gastos, incluso la manutenció

de los alumnos, son costeados con un fondo comúprovisto por el partido y los diversos gremionteresados. Además, las familias de aquéllos, ea medida en que su asistencia a clase las priva d

u sostén, reciben una subvención de la rama loca



del partido o de la rama local del gremio al que ealumno pertenece. Asistieron veintiséis alumnos aercer curso de esta escuela, desde el 1.º d

octubre de 1908 hasta el 3 de abril de 1909, eanto que al primer año asistieron treinta y uno, al segundo treinta y tres. Tienen preferencia comalumnos quienes desempeñan ya funciones en epartido o en algunos de los gremios[12]. Aquelloque aún no pertenecen a la burocracia del trabajprocuran ingresar al organismo, y abrigan lecreta esperanza de que asistir a la escuela le

allanará el camino. Quienes no logran satisface

este anhelo suelen mostrar cierto descontento coel partido que, después de haber alentado suestudios, los devuelve al trabajo manual. Entre lociento cuarenta y un estudiantes del año 1910-1

hubo distinciones para tres clases: una de éstaconsistía en empleados antiguos y avezados en ladiferentes ramas del movimiento laboristcincuenta y dos personas); la segunda consistía e

os que obtenían empleos en el partido o en lo



gremios directamente, una vez terminado el curscuarenta y nueve personas); la tercera consistía e

quienes debieron volver al trabajo manua

cuarenta personas)[13]

.En Italia, L’Umanitaria, una organizaciófilantrópica manejada por los socialistas, fundó eMilán en 1905 una «Escuela Práctica dLegislación Social» cuyo propósito era dar cierto número de obreros una educación que lepermitiera llegar a ser inspectores de fábricas, desempeñar puestos oficiales en las diversaorganizaciones laborales, sociedades de socorro

mutuos, o bolsas de trabajo[14]. El curso dnstrucción duraba dos años, y a su terminación lo

alumnos recibían, después del examen, un diplomque los calificaba con el título de «experto

aborales». En 1908 hubo doscientos dos alumnoreinta y siete de los cuales eran empleados d

gremios o de sociedades cooperativas, cuatro eraecretarios de bolsas de trabajo, cuarenta y cinc

eran empleados o miembros de profesione



iberales, ciento doce eran obreros[15]. Acomienzo casi todos los alumnos fueron a lescuela por una cuestión de gusto personal, o co

el propósito de obtener el diploma para asegurarsalgún empleo privado relativamente lucrativoHace poco el organismo directivo determinuprimir el diploma, e instituir un cursuplementario abierto solo para aquellos que y

estaban empleados en alguna organización laborao tenían la intención definida de ingresar a uno desos puestos. Los que asistían a este cursespecial tenían una beca de dos libras a la semana

Estos fondos eran provistos en parte po’Umanitaria, y en parte por las organizacioneaborales que deseaban enviar a sus empleados a escuela[16]. En el año 1909, con los auspicios d

a Bourse du Travail , fue fundada en Turín unescuela similar (Scuola Pratica di Cultura

egislazione Sociale), que, sin embargo, prontdesapareció.

En Inglaterra los gremios y las sociedade



cooperativas utilizan el Ruskin College, Oxfordadonde envían a aquellos miembros que aspiran puestos en las organizaciones laborales, y a lo

que han demostrado aptitudes para la carrera. EAustria existe un proyecto de fundar una escuelpartidaria según el modelo alemán. Es innegablque todas estas instituciones educacionales parfuncionarios de partido y organizaciones laboraleienden, por encima de todo, a la creació

artificial de una élite de la clase trabajadora, duna casta de segundones compuesta de personaque aspiran a mandar sobre el proletariado. Existe

in quererlo, un distanciamiento continuo, qudivide a los líderes de las masas. Lespecialización técnica que resultnevitablemente de toda organización extensa, hac

necesario lo que se ha dado en llamar l«conducción experta». En consecuencia, el podede determinación llega a ser considerado comuno de los atributos específicos del liderazgo,

as masas lo pierden gradualmente mientras s



concentra solo en las manos de los líderes.De este modo, los líderes, que al principio n

eran más que órganos ejecutivos de la volunta

colectiva, se emancipan pronto de la masa y shacen independientes de su control.La organización implica la tendencia a l

oligarquía. En toda organización, ya sea de partidpolítico, de gremio profesional, u otra asociacióde ese tipo, se manifiesta la tendencia aristocráticcon toda claridad. El mecanismo de lorganización, al conferirle solidez de estructuranduce algunos cambios importantes en la mas

organizada, e invierte completamente la posicióespectiva de los conductores y los conducido

Como consecuencia de la organización, todos lopartidos o gremios profesionales llegan a dividirs

en una minoría de directivos y una mayoría ddirigidos.

Hemos señalado que, en las etapas más bajade la civilización, domina la tiranía. L

democracia no puede existir hasta que se h



alcanzado una etapa superior de vida social, mejodesarrollada. Las libertades y los privilegios, entre éstos el privilegio de tomar parte en l

dirección de los asuntos públicos, al principiestán reservados a pocos. Los tiempos máecientes se caracterizan por la extensión gradua

de estos privilegios a un círculo cada vez máamplio. Llamamos a esto la era de la democraciapero, si pasamos de la esfera de la democracia a esfera del partido, podremos observar que,

medida que se desarrolla la democracia, aparecun efecto lateral: con el avance de la organización

a democracia tiende a declinar; la evoluciódemocrática tiene un curso parabólico. En estomomentos, al menos en lo que a la vida partidarie refiere, la democracia está en la fas

descendente. Como regla general, cabe enunciaque el aumento de poder de los líderes edirectamente proporcional a la magnitud de lorganización. En los diversos partidos

organizaciones laborales de los diferentes paíse



el grado de desarrollo de la organización es lo qudetermina, en primer lugar, la influencia de loíderes (fuera de los medios raciales

ndividuales). Donde la organización es más fuertencontramos que es menor el grado de aplicacióde la democracia.

Toda organización sólidamente construida, yea un estado democrático, un partido político

una liga de proletarios para la resistencia de lopresión económica, presenta un campeminentemente favorable para la diferenciación dórganos y de funciones. Cuanto más extenso y má

amificado es el aparato oficial de la organizaciónanto mayor es el número de sus miembros, tant

más rico su tesoro y tanto más amplia lcirculación de su prensa, tanto menos eficiente e

control ejercido por la masa y tanto máeemplazado por el poder creciente de la

comisiones. En todos los partidos se insinúa esistema electoral indirecto que, en la vida pública

combaten los partidos democráticos con toda l



fuerza posible. Sin embargo, en la vida partidaria influencia del sistema debe ser más desastros

que en la vida del Estado, mucho más amplia. Au

en los congresos partidarios, que representan lvida partidaria tamizada siete veces, encontramoque cada vez es más general la derivación de todaas cuestiones importantes a comisiones que la

debaten a «puertas cerradas». A medida que sdesarrolla una organización, no solo se hacen mádifíciles y más complicadas las tareas de ladministración, sino que además aumentan y sespecializan las obligaciones hasta un grado ta

que ya no es posible abarcarlas de una solmirada. En un movimiento que avanza con rapidezno solo el aumento, del número de obligacioneino también el carácter más específico de ésta

mpone una diferenciación de funciones cada vemayor. Nominalmente, y según la letra de laeglamentaciones, todos los actos de los dirigente

están expuestos a la crítica siempre vigilante de l

masa. En teoría, el dirigente es apenas u



empleado comprometido a cumplir lanstrucciones que recibe. Debe atender las órdene

de la masa, de la cual no es sino el órgan

ejecutivo. Pero en la realidad, a medida que lorganización aumenta en su magnitud, estdependencia se hace totalmente ficticia. Lomiembros deben abandonar la idea de quconducen o supervisan siquiera la administracióotal, y están obligados a dejar esas tareas e

manos de personas, fidedignas designadaespecialmente para ese fin: en manos dfuncionarios asalariados. La masa deb

contentarse con informes breves, y con ldesignación circunstancial de algunas comisionede investigación. Sin embargo, esto no proviene dningún cambio especial en las reglamentaciones d

a organización. Responde a la verdadernecesidad de que un simple empleado llegugradualmente a «líder», y adquiera una libertad dacción que no debiera tener. El jefe se acostumbra

así, a resolver cuestiones importantes con s



propia responsabilidad, y a decidir diversoasuntos relativos a la vida del partido sin intentaconsulta alguna a la masa. Es obvio que el contro

democrático sufre de este modo una disminucióprogresiva, y se ve reducido finalmente a umínimo infinitesimal. En todos los partidoocialistas hay un aumento continuo del número d

funciones sustraídas a las asambleas electorales ransferidas a las comisiones ejecutivas. De est

manera levantan un edificio poderoso complicado. El principio de división del trabajnterviene cada vez más, la autoridad ejecutiv

nterviene cada vez más, experimenta divisiones ubdivisiones. Así se constituye una burocracierárquica y rigurosamente definida. En e

catecismo de las obligaciones partidarias, l

observancia de las reglas jerárquicas llega a ser eartículo primero. La jerarquía nace com

consecuencia de las condiciones técnicas, y sconstitución es un postulado esencial de l

máquina partidaria que funciona bien.



Es innegable que la tendencia oligárquica burocrática de la organización partidaria es unnecesidad técnica y práctica: producto inevitabl

del propio principio de organización. Ni siquierel sector más progresista de los diversos partidoocialistas deja oír objeción alguna a est

evolución retrógrada, y el asunto estriba en que ldemocracia es solo una forma de organización, en que cuando deja de ser posible armonizar ldemocracia y la organización, es preferiblabandonar aquélla y no ésta. Cabe considerar a lorganización —puesto que es el único medio d

alcanzar los fines del socialismo— comcompendio del contenido revolucionario departido, y este contenido esencial nunca debe seacrificado en aras de la forma.

En todos los tiempos, en todas las fases dedesarrollo, en todas las ramas de la actividahumana ha habido líderes. Es verdad que ciertoocialistas y, sobre todo, los marxistas ortodoxo

de Alemania, procuran convencernos de que e



ocialismo nada sabe de «líderes», que el partidolo tiene «empleados», porque es un partid

democrático, y que la existencia de líderes e

ncompatible con la democracia; pero el falsaserto no puede contrarrestar una ley sociológicaen realidad, su único resultado es robustecer lautoridad de los líderes, pues sirve para ocultar as masas el peligro que amenaza realmente a l

democracia.Por razones técnicas y administrativas, n

menos que por razones tácticas, una organizaciófuerte necesita un liderazgo igualmente fuerte. N

puede surgir liderazgo profesional en unorganización de vínculos laxos y de perfilendefinidos. Los anarquistas, que tienen horror oda organización rígida, no tienen lídere

estables. En los primeros días del socialismalemán el Vertrauensmann (hombre de confianzaeguía desempeñando su ocupación habitua

Cuando recibía algún pago por su tarea para e

partido, la remuneración era de escala sumament



modesta, y solo una retribución circunstanciaunca podría considerar esa función como un

fuente regular de ingresos. El empleado de l

organización seguía siendo un simple colaboradoque compartía el modo de vivir y la condicióocial de todos sus camaradas.

Hoy, casi en todas partes ha sido reemplazadpor el político profesional, Berzirksleiter (ward

boss, en los Estados Unidos), etc. Cuanto máólida se hace la estructura, en el curso de l

evolución del partido político moderno, tanto máe marca la tendencia a reemplazar al líder d

emergencia por un líder profesional. Todorganización partidaria que ha alcanzado un gradconsiderable de complicación, necesita que haycierto número de personas que dediquen toda s

actividad al trabajo del partido. La masa laproporciona en forma de delegaciones, y lodelegados, designados regularmente, soepresentantes permanentes de la masa para l

dirección de sus asuntos.



Sin embargo, el advenimiento del liderazgprofesional señala el principio del fin para ldemocracia; y esto, por sobre todo, com

consecuencia de la imposibilidad lógica deistema «representativo», ya sea en la vidparlamentaria o en la delegación partidariaPodemos considerar a Jean Jacques Rousseacomo el fundador de este aspecto de la crítica da democracia. Define al gobierno popular como e

«ejercicio de la voluntad general» y extrae de alas inferencias lógicas en el sentido de que «ést

nunca puede serle sustraída, y el soberano —qu

no es más que un concepto colectivo— solo pueder representado por sí mismo. En consecuencia

desde el instante en que un pueblo se entrega epresentantes, deja de ser libre.»[17] Una mas

que delega su soberanía, es decir, que transfiere soberanía a las manos de unos pocos individuo

abdica de sus funciones soberanas. La voluntad depueblo no es transferible, ni siquiera lo es l

voluntad de un solo individuo. La doctrina fu



abandonada por los discípulos del filósofginebrino, pero había sido puesta en prácticdurante los confusos años del Terror: entonces s

a admitía —en teoría— como incontrovertible. Epropio Robespierre la aceptaba, al hacer undistinción sutil entre el «representante depueblo», sin derecho a existir «porque la voluntano puede ser representada», y «el agente a quien epueblo había dado potestad».

La experiencia de observadores atentos amecanismo de las primeras tentativas del sistemepresentativo, contribuyó a establecer con má

firmeza la teoría de los límites de la democraciaHacia mediados del siglo XIX esta teoría —frutde una psicología empírica— fue notablementampliada, sostenida su validez general,

formulada como base de reglas y preceptodefinidos. Cario Pisacane, el teóricprematuramente olvidado de la revoluciónacional y social en Italia, expone en su Saggi

ulla Rivoluzione cómo debían estar expuestos



pasiones por su propia naturaleza de serehumanos, y a las imperfecciones físicas y mentaleconsiguientes, los hombres en cuyas manos recaí

el poder político. Por esta razón la tendencia y loactos de su gobierno están en contraste directo coa tendencia y los actos de la masa, «pues est

última representa el término medio de todos louicios y determinaciones individuales y, po

consiguiente, se ve libre de la acción de esanfluencias». Afirmar que un gobierno representa a opinión pública y a la voluntad de la nación eomar equivocadamente una parte por l

otalidad[18]. Considera que la delegación es uabsurdo. Victor Considérant, contemporáneo dPisacane y representante de una tendencia similaiguió también los pasos de Rousseau: «Si e

pueblo delega su soberanía, la renuncia. Ya no sgobierna: es gobernado… ¡Oh pueblo, delega toberanía! Te garantizo un destino opuesto al d

Saturno: tu soberanía será devorada por tu hija, l

delegación.»[19] Los teóricos de la democracia n



e cansan de afirmar que al votar, el pueblejercita a un tiempo su soberanía y renuncia a ellaEl gran demócrata Ledru-Roülin, padre de

ufragio universal e igualitario en Francia, llegan lejos que pide la supresión del presidente y deparlamento, para reconocer a la asamblea generadel pueblo como único órgano legislativo. Si epueblo —continúa— encuentra en el curso del aña posibilidad de perder tanto tiempo e

entretenimientos, vacaciones y holganza, coeguridad podría hacer mejor uso de su tiemp

dedicándolo a «fortalecer su independencia, s

grandeza y su prosperidad»[20].Victor Considérant se oponía con furia a l

eoría de que la soberanía popular estuviergarantizada por el sistema representativo. Aun

aceptáramos en teoría que el gobiernparlamentario in abstracto constituyera realmentun gobierno dé las masas, en la vida práctica estno es más que un fraude continuo por parte de l

clase dominante. Con un gobierno representativo



a diferencia entre la democracia y la monarquíaambas enraizadas en el sistema representativo, eenteramente insignificante: diferencia n

ustancial, sino formal. El pueblo elige, en lugade un rey, diversos reyezuelos. Por no tener libertad y la independencia suficientes para diriga vida del Estado, permite con mansedumbre que lo despoje de su derecho fundamental. El únic

derecho que el pueblo se reserva es el «privilegiidículo» de elegir periódicamente un nuevo grup

de amos[21]. Cabe sumar a esta crítica al sistemepresentativo, la observación de Proudhon, en e

entido de que los representantes del pueblo, ecuanto asumen el poder comienzan a trabajar parconsolidar y reforzar su influencia. Prosiguen, sicesar, circundando sus posiciones con nueva

íneas de defensa, hasta que logran emanciparscompletamente de la fiscalización popular. Todpoder sigue así un cielo natural: procede depueblo y termina levantándose por encima de

pueblo[22]. En el quinto decenio del siglo pasad



estas ideas alcanzaron amplia difusión y su verdafue admitida casi universalmente, y en Francia eespecial, por los estudiantes de ciencias sociales

por los estadistas democráticos. Aun los clérigounieron sus voces a los que condenaban el sistemepresentativo. Louis Veuillot, el católico, dijo

«Cuando voté, mi igualdad cayó en la urna juntcon la boleta; desaparecieron juntas»[23]. Esteoría es hoy el rasgo central de la crítica polític

procedente de diversas escuelas anarquistas, qucon frecuencia la expusieron en forma elocuente aguda[24]. Por último, Marx y sus continuadore

que en teoría consideraban a la accióparlamentaria al menos como una entre las muchaarmas, pero que en la práctica solo empleaban ésano dejaron de reconocer circunstancialmente lo

iesgos del sistema representativo, aun cuandestuviera basado sobre el sufragio universal. Peros marxistas se apresuraron a agregar que e

partido socialista está libre de esos peligros[25

La soberanía popular estuvo expuesta a una crític



profunda por un grupo de autores italianos dendencia conservadora, hace poco. Gaetan

Mosca habla de la «falsedad de la leyend

parlamentaria». Dice que la idea de lepresentación popular como transferencia libre espontánea de la soberanía de los electores (lcolectividad) a un cierto número de personaelegidas (una minoría), se basa sobre la premisabsurda de que la minoría puede estar atada a lvoluntad colectiva por lazos inquebrantables[26

En realidad, en cuanto termina la elección terminambién el poder de la masa de electores sobre e

delegado. El diputado se considera árbitrautorizado de la situación, y lo es en realidad. Shubiéramos de encontrar entre los electores quienes tuvieran alguna influencia sobre e

epresentante del pueblo, su número sería mupequeño; constituyen la artillería pesada dedistrito, o de la rama local del partido. En otrapalabras, son personas que, aunque pertenecen po

ango social a la clase de los gobernados, en lo



hechos vienen a formar parte de la oligarquídominante[27].

Esta crítica del sistema representativo e

aplicable con mayor razón en nuestros propiodías, cuando la vida política adquierconstantemente formas más complejas. A medidque esta complejidad aumenta, cada vez es máabsurdo intentar la «representación» de una masheterogénea en todos los innumerables problemanacidos de la creciente diferenciación de nuestrvida política y económica. En este sentidoepresentar viene a significar que un dese

puramente intelectual se disfraza y es aceptadcomo la voluntad de la masa[28]. En ciertos casoaislados, cuyas cuestiones son muy simples, donde la autoridad delegada tiene duración breve

es posible la representación; pero lepresentación permanente equivaldrá siempre

que los representantes dominen sobre loepresentados.



3. El partido democráticomoderno como partido de lucha,

dominado por ideas y métodosmilitaristas

LUIS XIV comprendió el arte de gobernar, com

muy pocos príncipes lo habían comprendido anteni después, y esto sobre todo en la primera mitade su reinado, cuando su espíritu se manteníodavía joven y fresco. En sus memorias del añ666 enuncia las siguientes reglas esenciales parodas las ramas de la administración, y má

especialmente para la conducción de los asuntomilitares: «Las resoluciones deben ser rápidas, ldisciplina exacta, las órdenes absolutas y l

obediencia puntual»[29]. Los conceptos esencialeallí enumerados por el Roi Soleil (rapidez ddecisión, unidad de comando y estrictez de ldisciplina) son igualmente aplicables, mutati

mutandis, a los diversos conglomerados de la vid



política moderna, pues éstos están en estadperpetuo de guerra latente.

El partido moderno es una organización d

ucha en el sentido político del término, y como tadebe adaptarse a las leyes de la táctica. El artículprimero de estas leyes es la facilidad dmovilización. Ferdinand Lassalle, el fundador departido laborista revolucionario, lo reconocihace mucho, al afirmar que la dictadura que existíde hecho en la sociedad sobre la cual presidíaestaba tan profundamente justificada, en teoríacomo era indispensable. La masa —decía— deb

eguir ciegamente a su jefe, y toda la organizaciódebe ser como un martillo en las manos de spresidente.

Este concepto de la cuestión se correspondí

con una necesidad política, especialmente en loiempos de Lassalle, cuando el movimientaborista estaba en la infancia, y cuando sol

mediante una disciplina rígida, el movimient

podía esperar obtener el respeto y l



consideración de los partidos burgueses. Lcentralización garantizaba —y sigue garantizandiempre— las resoluciones rápidas. Un

organización extensa es per se un mecanismpesado y difícil de poner en funcionamiento. Senemos que habérnosla con una masa distribuid

en una extensión considerable, consultarla parcada cuestión supondrá una enorme pérdida diempo, y la opinión así obtenida será ademá

esquemática y vaga. Pero los problemas demomento necesitan una decisión rápida, y por esa democracia ya no puede funcionar en su form

primitiva y genuina, a menos que la políticeguida sea contemporizadora, pues supone l

pérdida de las oportunidades más favorables paractuar. Con semejante guía, el partido result

ncapaz de actuar aliado a otros, y pierde selasticidad política. Un partido de lucha necesituna estructura jerárquica. A falta de tal estructurael partido será comparable a un ejército salvaje

amorfo de negros, incapaz de hacer frente a u



olo batallón bien disciplinado y ejercitado doldados europeos.

En la lucha cotidiana, lo único que pued

asegurar la transmisión rápida y la ejecucióprecisa de las órdenes, no es otra cosa que ciertgrado de cesarismo. El socialista holandés vaKol declara francamente que la verdaderdemocracia solo puede existir después que lucha ha terminado. Entretanto, hasta los lídereocialistas deben tener autoridad y fuerzuficiente para mantenerse en el poder. Afirma qu

es indispensable un despotismo provisional, y qu

a propia libertad debe dejar paso a la necesidade una acción rápida. De esta manera la sumisióde la masa a la voluntad de unos pocos viene a seconsiderada como una de las más grandes virtude

democráticas. «Prometemos lealtad y obediencia quienes están llamados a conducimos, y ledecimos: hombres que habéis sido honrados por lelección del pueblo, mostradnos el camino y o

eguiremos»[30]

. Frases como éstas son las que no



evelan la verdadera naturaleza del partidmoderno. En un partido, y sobre todo en un partidde lucha política, la democracia no es para e

consumo interno, sino un artículo de exportaciónToda organización política necesita un «equipiviano que no estorbe sus movimientos». L

democracia es incompatible en todo con la rapideestratégica, y las fuerzas de la democracia no sprestan para los rápidos despliegues de uncampaña. Por eso es que los partidos políticoaunque sean democráticos, muestran tanthostilidad al referéndum y a todas las otra

medidas para la salvaguarda de la verdaderdemocracia; y también es ésa la razón de que eus constituciones estos partidos muestren, si bie

no un cesarismo incondicional, al meno

endencias oligárquicas y centralizadoras mufuertes. Lagardelle da los últimos toques al cuadrcon las siguientes palabras: «Y para el uso deproletariado han reproducido los instrumento

capitalistas de dominación; han establecido u



gobierno de los obreros tan áspero como egobierno burgués, una burocracia de los obreroan torpe como la burocracia burguesa, un pode

centralizado que dice a los obreros lo que puedehacer y lo que no pueden hacer, que estrella todndependencia e iniciativa en los miembros de

gremio, y que a veces debe inspirar en suvíctimas la añoranza de los modos capitalistas dautoridad»[31]. La estrecha semejanza entre upartido democrático de lucha y una organizaciómilitar, se refleja en la terminología socialistaomada, especialmente en Alemania, de la cienci

militar. Difícilmente escapa una expresión dáctica o estrategia militar, ni siquiera una frase da jerga cuartelera, a la reiteración, una y otra vez

en los artículos principales de la prensa socialista

En la práctica cotidiana de la lucha socialista everdad que la preferencia cae casi inevitablementen las tácticas contemporizadoras de FabiuCunctator, pero esto depende de circunstancia

especiales que analizaremos más adelante (sext



parte, capítulo 1). La asociación íntima entre lvida partidaria y la vida militar se manifiestambién en el interés apasionado que algunos d

os líderes más distinguidos del socialismo alemámuestran por las cuestiones militares. Durante sesidencia en Inglaterra, el comerciante alemá

Frederick Engels, que había servido en la Guardimperial como voluntario, dedicaba su tiempibre a la exposición simultánea de la teoríocialista y de la militarista[32]. El mundo debe

Bebel, hijo de un suboficial prusiano, muchadeas reformistas en cuestiones de técnica milita

que nada tienen de común con el antimilitarismeórico de los socialistas[33]. Bebel y Engels,

especialmente este último, podrían aun seconsiderados como autores esencialment

militares. Esta tendencia por parte de los lídereocialistas no es fruto de la mera casualidad, sin

que depende de un instinto de afinidad electiva.



B. Causas psicológicas delliderazgo

1. El establecimiento de underecho consuetudinario para el

cargo de delegadoQUIEN tiene el cargo de delegado adquiere uderecho moral a ese cargo, y los delegados l

conservan a menos que sean privados de éste ecircunstancias extraordinarias o en cumplimientde leyes observadas con estrictez excepcionaUna elección realizada para un propósito definidadquiere una trascendencia vitalicia. La costumbre hace un derecho. Quien ha desempeñad

durante cierto tiempo el cargo de delegado terminpor considerar que ese cargo es propiedad suya. Se le niega la reelección amenaza con represalia



la amenaza de renuncia es la menos grave entrodas) que tenderán a sembrar confusión entre su

camaradas, y esa confusión continuará hasta qu

alga victorioso.La renuncia al cargo, en la medida que no euna mera expresión de desaliento o protesta (talecomo el disgusto de aceptar una candidatura en udistrito poco promisorio), en la mayor parte de locasos es una forma de retener y fortalecer eiderazgo. Aun en organizaciones política

mayores que él partido, a menudo emplean estestratagema, y desarman así a sus adversarios, co

una deferencia que no carece de color democráticaparente. El adversario está obligado a mostrar eespuesta una deferencia aún mayor, y esto sobrodo cuando el líder que utiliza el método es e

verdad indispensable, o la masa lo considercomo tal. La historia reciente de Alemania noproporciona muchos ejemplos que muestran lnfalibilidad de este esquema maquiavélico par

conservar el liderazgo. Durante el perturbad



período de transición, de la monarquía absoluta a monarquía constitucional, durante el ministeri

de Ludolf Camphausen, el rey Federico Guillerm

V de Prusia amenazó con abdicar si las ideaiberales llegaban a sacar ventaja en Prusia sobrel conservadorismo romántico tan caro a scorazón. Esta amenaza colocó a los liberales en udilema. O aceptaban la indicación del rey, lo cuauponía el ascenso al trono del príncipe Guillerm

de Prusia, hombre de tendenciaultrarreaccionarias, cuyo reinado comenzaríprobablemente con un alzamiento de las clase

bajas; o deberían abandonar sus esquemaiberales, en cuyo caso resultaría indispensabl

mantener al rey en su poder. De esta maneraFederico Guillermo logró siempre salirse con l

uya y derrotar los propósitos de sus adversariopolíticos. Treinta y cinco años después, el príncipBismarck, al establecer su potencialidad con earma de su condición de indispensable, consolid

u omnipotencia sobre el Imperio Germánico qu



acababa de crear, presentando una y otra vez senuncia al emperador Guillermo I. Su meta ereducir al anciano monarca a la obediencia, e

odas las ocasiones en que este último evidenciabcualquier signo de ejercitar una voluntandependiente, al insinuar el caos de la políticnterna y externa, que sería la consecuencinevitable del retiro del «fundador del Imperio»

pues el anciano emperador era incapaz de asuma dirección personal de los problemas[1]. E

presidente actual del Brasil, Hermes da Fonsecadebe su puesto, en primer lugar, a la amenaz

periódica de renuncia. Designado ministro de lguerra en 1907, Fonseca emprendió leorganización del ejército del Brasil. Sancion

una ley que creaba el servicio militar universa

obligatorio, que había sido enconadamentesistida en ambas cámaras del parlamento

Mediante su enérgica presión personal, apoyadcon la amenaza de renuncia, la iniciativa fu

finalmente aprobada, y aseguró tal renombre a s



promotor que no solo conservó su ministerio, sinque en el año 1910 fue elegido presidente de lepública por 102.000 votos contra 52.000.

Lo mismo ocurre en todos los partidopolíticos. Dondequiera que surge un obstáculo, loíderes están prontos para ofrecer su renuncia

Declaran que están cansados y hastiados del cargocuando en realidad su intención es mostrar a lodisidentes el carácter indispensable del propiíder. En 1864 cuando Vahlteich propuso u

cambio en los reglamentos de la AsociacióGeneral de Trabajadores Alemanes, Lassalle, é

presidente, se enojó mucho y, consciente de spropio valer para el movimiento, planteó liguiente alternativa: «O me protegéis contra lepetición de fricciones como ésta, o abandono m

cargo». La consecuencia inmediata fue lexpulsión del crítico importuno. En la Holanda dhoy, Troelstra, el Lassalle holandés, logró de iguamodo desarmar a sus adversarios dentro de

partido con la amenaza patética de retirarse a s



vida privada, diciendo que si seguían sometiendus acciones a una crítica importuna, su idealismesionado lo obligaría a abandonar la luch

cotidiana de la vida partidaria. Lo mismo ocurrimás de una vez en la historia del partido socialisttaliano. Ocurre a menudo que los miembroocialistas del parlamento están en desacuerdo coa mayoría del partido acerca de algún puntmportante, tal como la oportunidad de una huelg

general; o acaso quieran registrar sus votos, eoposición con las opiniones de sus sectoreespectivos, en los congresos partidarios. Les e

fácil salirse con la suya y silenciar a loadversarios amenazándolos con renunciar. Si enecesario, van aún más lejos, y renunciaealmente a sus bancas apelando a los electore

como única autoridad competente para decidir lcuestión. En esos casos casi siempre son reelecto alcanzan así una situación indiscutible de pode

En el congreso socialista de Bolonia, en 1904

algunos de los delegados votaron en favor de l



esolución reformista, en oposición con los deseode la mayoría de los camaradas, cuya opiniópresuntamente representaban. Cuando se los llam

a rendir cuentas ofrecieron las renuncias a subancas, y los electores del partido, en el deseo devitarse gastos y molestias de una nueva elección temerosos de perder bancas partidarias, s

apresuraron a perdonar la acción de los delegadoEn mayo de 1906 veinticuatro de los veintisietmiembros del grupo socialista en la cámaraenunciaron a sus bancas, como consecuencia das diferencias de opiniones entre ellos y la mas

del partido, relativas a la huelga general, que lodiputados habían repudiado. Solo tres de ellofueron reelectos. Aunque estas actitudes tienen unbuena apariencia democrática, difícilmente puede

ocultar el espíritu dictatorial de quienes laadoptan. El líder que pide un voto de confianza somete —en apariencia— al juicio de su

prosélitos, pero en realidad está haciendo gravita

en la balanza todo el peso de su carácter d



ndispensable, real o supuesto, y así suele obligaa someterse a su voluntad. Los líderes toman buecuidado de no admitir jamás que el verdader

propósito de la amenaza de renuncia es reforzar spoder sobre la masa. Declaran, por lo contrarioque el más puro espíritu democrático determina sconducta, que es una prueba notable de sus buenoentimientos, de su sentido de dignidad personal

de su deferencia hacia la masa; sin embargo, analizamos realmente la cuestión, no podemodejar de ver que, lo quieran o no lo quieran, eacto constituye una demostración oligárquica: l

manifestación de una tendencia a emanciparse da fiscalización de la masa. Esas renuncias, au

cuando no fueran dictadas por una política dnterés egoísta, sino ofrecidas solo para elimina

diferencias de opinión entre los líderes y la masa para conservar la necesaria armonía d

opiniones, tienen siempre la consecuencia prácticde subordinar la masa a la autoridad del líder.



2. La necesidad de liderazgo queexperimenta la masa

U N distinguido dramaturgo francés que dedicó siempo libre a escribir estudios en prosa relativo

a graves cuestiones sociales, Alejandro Dumahijo, observó una vez que todos los progreso

humanos, en su comienzo, habían sido resistidopor el noventa y nueve por ciento de la humanidad«Pero esto carece de importancia, si advertimoque el centésimo, al cual pertenecemos nosotro

desde el comienzo del mundo ha realizado todaas reformas para los otros noventa y nueve, qu

hoy las disfrutan, pero, sin embargo, sigueprotestando contra las reformas que quedan po

hacer». En otro pasaje agrega: «Las mayorías soolo la prueba de lo que existe» en tanto que «laminorías suelen ser la simiente de lo quvendrá»[2].

No hay exageración al afirmar que entre lo



ciudadanos que gozan de derechos políticos, enúmero de los que tienen un interés vital por lacuestiones públicas es insignificante. En la mayo

parte de los seres humanos, el sentido de unelación íntima entre lo bueno para el individuo o bueno para la colectividad está muy poc

desarrollado. Casi toda la gente está privada de lcapacidad de comprender las acciones eacciones entre ese organismo que llamamos e

Estado, y sus intereses privados, su prosperidad u vida. Como lo expresa De Tocqueville, par

ellos es mucho más importante considerar «si val

a pena que pase una carretera a través de scampo»[3], que interesarse en la labor general da administración pública. Los más, con Stirner, s

conforman con gritar al Estado: «¡Apártate y no m

quites el sol!». Stirner se burla de todos aquelloque de acuerdo con la opinión de Kant, pregonan a humanidad el «deber sagrado» de interesarse eos asuntos públicos. «Dejemos que quienes tiene

ntereses personales en los cambios políticos s



preocupen por ellos. Ni ahora ni en ningúmomento futuro será un “deber sagrado” hacer qua gente se preocupe por el Estado, como tampoc

es “deber sagrado” que lleguen a ser hombres dciencia, artistas, etc. Únicamente el egoísmo puedncitar a la gente a interesarse en los asunto

públicos, y la incitará realmente… cuando lacosas lleguen a ser muchísimo peores»[4].

En la vida de los partidos democráticomodernos podemos observar signos de similandiferencia. Solo una minoría participa de la

decisiones partidarias, y a veces esa minoría es d

una pequeñez rayana en lo ridículo. Laesoluciones más importantes adoptadas por e

más democrático de todos los partidos —epartido socialista— emanan siempre de un puñad

de sus miembros. Es verdad que la renuncia aejercicio de los derechos democráticos evoluntaria, excepto en aquellos casos —bastantcomunes— en que la participación activa de l

masa organizada, en la vida partidaria, aparec



obstaculizada por las condiciones geográficas opográficas. En general, la parte urbana de l

organización es la que decide todo; la

obligaciones de los miembros que viven edistritos campesinos o en remotas ciudades dprovincia son muy limitadas; solo se espera dellos que paguen sus suscripciones y voten durantas elecciones en favor de los candidatos elegido

por la organización de la gran ciudad. Aquí pesa lnfluencia de las consideraciones tácticas, tant

como la de las condiciones locales. Lpreponderancia de los hombres de la ciudad sobr

os dispersos miembros campesinos corresponde a necesidad de rapidez en la decisión y velocida

en la acción, a las cuales hemos aludido en ucapítulo anterior.

Dentro de las grandes ciudades ocurre uproceso de selección espontánea, en virtud decual, se segregan de la masa organizada ciertnúmero de miembros que participan con má

diligencia que otros en la tarea de la organización



Este grupo interior se compone, como el de lopiadosos asistentes a las iglesias, de docategorías muy diferentes: la de quienes está

animados por un claro sentido del deber, y la dquienes asisten por una mera cuestión de hábitoEn todos los países el número de este círculnterior es relativamente pequeño. La mayoría dos miembros es tan indiferente a la organizació

como lo es la mayoría de los electores respectdel parlamento. Aun en países como Franciadonde la educación política colectiva es de antigudata, la mayoría renuncia a toda participació

activa en las cuestiones tácticas y administrativa las deja en manos del pequeño grupo que tien

por costumbre asistir a las reuniones. Las grandeuchas que tienen lugar entre los líderes, en apoy

de uno u otro método táctico, luchas por lprimacía dentro del partido, en realidad, aunquemprendidas en el nombre del marxismo, eeformismo o el sindicalismo, no solo están fuer

de la comprensión de la masa, sino que la deja



otalmente indiferente. Es fácil observar en caodos los países, que es muchísimo mayor l

audiencia de las reuniones convocadas par

discutir cuestiones del momento, ya sean políticaensacionales o sentimentales (tales como lprotección, un ataque al gobierno, la revolucióusa, etc.), o las que debaten cuestiones de interé

general (el descubrimiento del polo norte, lhigiene personal, el espiritualismo), aun cuandestén reservadas a miembros del partido, que laeuniones destinadas a debatir cuestiones táctica

o teóricas, aunque éstas tengan importancia vita

para la doctrina o para la organización. El autoabe esto por experiencia personal en tres grande

ciudades típicas: París, Francfort del Main Turin. A pesar de las diferencias de ambiente, e

cada uno de estos tres centros era observable lmisma indiferencia hacia los asuntos partidarios el mismo ausentismo a las reuniones ordinarias. Lgran mayoría de los miembros no asistía a la

euniones a menos que hablara en ellas algú



orador de nota, o a menos que resonara algún gritde batalla muy notable que los atrajera, tales comA bas la vie chère!, en Francia, o «¡Abajo e

gobierno personalista!», en Alemania. También erposible lograr una reunión muy concurrida coproyecciones de cine, o con una conferencicientífica popular ilustrada con diapositivas. Eesumidas palabras, los afiliados tienen un

debilidad por todo lo que se dirige a sus ojos, con tales espectáculos siempre será posible atraea una multitud de papamoscas.

Cabe agregar que los asistentes regulares a la

euniones públicas y a los comités, en modalguno son siempre proletarios, especialmente eo que se refiere a los centros menores. Cuanderminan su jornada de trabajo, los proletario

olo piensan en descansar, y en meterse en la camemprano. Quienes ocupan sus lugares en laeuniones son los pequeños burgueses, los qu

entran para vender sus diarios o postales, lo

empleados, los intelectuales jóvenes y que aún n



e han hecho una posición dentro de su propicírculo, gente gustosa de que se la considere comauténticos proletarios, y miembros de la glorios

clase del futuro.En la vida partidaria ocurre lo mismo quocurre en el Estado. En ambos, la exigencia dapoyo monetario tiene fundamentos coercitivopero el sistema electoral no cuenta con sancioneestablecidas. Existe un derecho electoral, pero nun deber electoral. Mientras este deber no sobreponga al derecho, parece probable que sol

una pequeña minoría seguirá haciendo uso de

derecho renunciado voluntariamente por lmayoría, y que la minoría dictará siempre las leyepara la masa indiferente y apática. Lconsecuencia es que, en los agrupamiento

políticos de la democracia, la participación en lvida partidaria adquiere un aspecto escalonado. Lgran masa de electores constituye la extensa baseobre ésta se superpone la masa enormement

menor de miembros enrolados en el comité loca



del partido, que representa quizás un décimo quizá no más de una treintava parte de loelectores; encima de éstos, a su vez, viene e

número mucho más pequeño de los miembros quasisten regularmente a las reuniones; luego vienel grupo de funcionarios del partido; y por encimde todo, constituido en parte por las mismapersonas del grupo anterior, el grupo de medidocena de los miembros que constituyen el comitejecutivo. El poder efectivo está aquí en razónversa del número de quienes lo ejercen. E

diagrama[5] de la página siguiente representa l

democracia práctica.Aunque circunstancialmente proteste, l

mayoría está en realidad encantada de encontrapersonas que se tomen la molestia de atender la

cuestiones.



En la masa, y aun en la masa organizada de lopartidos laborales, existe una necesidad inmens

de dirección y guía. Esta necesidad se acompañpor un genuino culto de los líderes, consideradohéroes. La despersonalización, esa roca contra lque han zozobrado tantas reformas importantes e

odos los tiempos, tiende a aumentar ahora en lugade disminuir, lo que se explica por la división derabajo mal entendida en la sociedad civilizad

moderna, lo que hace cada vez más imposibl

abarcar en una sola mirada la totalidad de lorganización política del Estado y su mecanismocada vez más complicado. A estdespersonalización se agregan, especialmente eos partidos populares, diferencias profundas d



cultura y educación entre los miembros, las qunfunden una tendencia dinámica permanentement

creciente a esa necesidad de liderazgo qu

experimentan las masas.La tendencia se manifiesta en los partidopolíticos de todos los países. Es verdad que sntensidad varía entre una nación y otra, d

acuerdo con las contingencias de caráctehistórico, o con las influencias de la psicologíacial. El pueblo alemán, en especial, exhibe u

grado notable de necesidad de que alguien señalel camino e imparta órdenes. Esta peculiaridad

común a todas las clases, sin exceptuar aproletariado, proporciona el terreno psicológicobre el cual puede florecer una exuberant

hegemonía directiva. Entre los alemanes existe

odas las precondiciones necesarias para esdesarrollo: una predisposición psíquica a lubordinación, un profundo instinto de disciplina

es decir, la herencia total, que hoy persiste, de l

nfluencia del sargento instructor prusiano, co



odas sus ventajas y todos sus inconvenienteademás, una confianza en la autoridad que lindcon la ausencia completa de facultades crítica

Únicamente los pobladores de la cuenca del Riienen una individualidad algo más manifiesta, quconstituye, en cierta medida, la excepción de estegla. Los riesgos para con el espírit

democrático, propio de esta peculiaridad decarácter germánico los conocía bien Karl MarxAunque él mismo era líder partidario en el máamplio sentido del término, y aunque estabdotado en el más alto grado de las condicione

necesarias para el liderazgo, creyó necesariadvertir a los obreros alemanes para que nalentaran una concepción demasiado rígida en lorganización. En una carta de Marx a Schweitze

nos enteramos de que en Alemania, donde lorabajadores están fiscalizados burocráticament

desde que nacen, y tienen por eso una fe ciega ea autoridad constituida, lo más necesario e

enseñarles a caminar solos[6]

.



Esa indiferencia, que en tiempos normales lmasa acostumbra a demostrar respecto de la vidpolítica ordinaria, en algunos casos llega a tene

mportancia particular, y a ser un obstáculo para lextensión de la influencia del partido. La multitupuede abandonar a los líderes en el momento eque éstos están preparando una acción enérgicaEsto ocurre aun en lo relativo a la organización das demostraciones de protesta. En el congresocialista austríaco, de Salzburgo, en 1904, e

doctor Ellenbogen se lamentaba: «Siempre mangustio cuando los líderes del partido emprende

cualquier tipo de acción. Parece imposibldespertar el interés de los obreros aun en materiaque uno pudiera haber esperado qucomprendieran. En la agitación contra los nuevo

esquemas militares, encontramos imposiblorganizar reuniones de magnitud respetable»[7]. ESajonia, en 1895, ante el proyecto de restringir eufragio, es decir, limitar los derechos políticos d

miles de obreros, los líderes socialistas s



esforzaron en vano por suscitar una agitaciógeneral. Los intentos resultaron estériles ante lapatía general de las masas. El lenguaje de l

prensa era inflamado; se distribuyeron millones dpanfletos; se convocaron ciento cincuenteuniones de protesta en el lapso de pocos día

Todo esto careció de efecto. Faltó una agitaciógenuina. Las reuniones, especialmente en lodistritos suburbanos, tuvieron concurrencia muescasa[8]. Los líderes, y también el comité centra los organizadores regionales, estaban abrumado

de disgusto ante la calma e indiferencia de l

masa, que hacía imposible toda agitacióignificativa[9]. El fracaso del movimiento s

debió a un error de omisión por parte de loíderes. La masa no reconoció la importancia de l

pérdida que iba a sufrir, porque los líderedescuidaron señalarle todas sus consecuenciaAcostumbrada a ser dirigida, la masa necesita unabor considerable de preparación para poder se

puesta en movimiento. A falta de esto, y cuando lo



íderes, de manera imprevista, hacen señales qua masa no comprende, ésta no les presta atención

La prueba más notable de la debilida

orgánica de la masa la vemos en la forma en quabandona el campo de batalla en fugdesordenada, cuando se ve sin líderes en emomento de la acción; parece no tener capacidaalguna de reorganización instintiva, y es inútihasta que aparecen nuevos capitanes capaces deemplazar a los perdidos. El fracaso dnnumerables huelgas y agitaciones políticas e

fácil de explicar por la acción oportuna de la

autoridades, que han encarcelado a los lídereEsta experiencia es lo que ha dado origen a lopinión de que los movimientos populares son, egeneral, productos artificiales, la obra d

ndividuos aislados, calificados como agitadoreagitators, auftoiegler, hetzer , meneurs

obillatori), y que basta suprimir a los agitadorepara dominar la agitación. Esta opinión se v

especialmente favorecida por alguno



conservadores de mente estrecha. Pero esa ideolo muestra la incapacidad de quienes dice

comprender la naturaleza íntima de las masas. E

os movimientos colectivos, con raraexcepciones, el proceso es natural y n«artificial». Por sobre todo es natural el propimovimiento, cuya cabeza ocupa él líder, no popropia iniciativa, por regla general, sino por lfuerza de las circunstancias. No menos natural eel derrumbe súbito de la agitación, tan prontcomo él ejército es privado de sus jefes.

La necesidad de guía que experimenta la masa

su incapacidad para actuar cuando le falta unniciativa de afuera y desde arriba, impone, si

embargo, una pesada carga a los jefes. Los líderede los partidos democráticos modernos no lleva

una vida de holganza. Sus cargos no son, en modalguno, prebendas, y han adquirido su supremacía costa de una tarea muy pesada. Su vida es desfuerzo incesante. La característica infatigable

enaz y persistente de agitación, del partid



ocialista, especialmente en Alemania, no decaamás como consecuencia de fracaso

accidentales, ni desaparece tampoco ante triunfo

eventuales, y ha suscitado con justicia ladmiración aun de los críticos y adversarioburgueses, lo que ningún otro partido ha logradhasta ahora imitar. En las organizacionedemocráticas la actividad del líder profesional emuy fatigosa, a menudo mina la salud, y por lgeneral (a pesar de la división del trabajo) eumamente compleja. Debe sacrifica

constantemente su propia vitalidad en la lucha,

cuando las razones de salud le obligan a alejarsde la actividad, no tiene la libertad de hacerlo

unca declinan las demandas sobre su persona. Lmasa tiene una pasión incurable por los oradore

distinguidos, por los hombres de gran renombre, i no puede obtenerlos insiste al menos en u

diputado. En los aniversarios y otracelebraciones tan gratas a las masas democrática

generalmente durante las reuniones electorale



lueven sobre la organización central reclamocasi siempre del mismo tenor: «¡Queremos udiputado!». Además, los líderes deben asumir tod

clase de tarea literaria, y cuando son abogadodeben dedicar su tiempo a los múltipleprocedimientos legales que tienen importancipara el partido. Los líderes de las posiciones máaltas viven entorpecidos por los cargohonoríficos que llueven sobre ellos. Una de lacaracterísticas de los partidos democráticomodernos es la acumulación de cargos. En epartido socialista alemán no era raro qu

encontráramos a la misma persona en eayuntamiento, en la dieta, y como miembro deReichstag o que, además de dos de estos cargofuera director de un periódico, secretario de u

gremio o de una sociedad cooperativa. Cabe deco mismo de Bélgica, de Holanda y de Italia. Tod

esto reporta honores al líder, le da poder sobre lmasa, lo hace cada vez más indispensable; per

upone también un aumento continuo de trabajo,



puede causar la muerte prematura de quienes nengan una constitución excepcionalmente fuerte.



3. La gratitud política de lasmasas

ADEMÁS de la indiferencia política de las masa de su necesidad de guía, hay otro factor, d

aspecto moral más importante, que contribuye a lupremacía del líder: es la gratitud qu

experimenta la multitud hacia quienes hablan escriben en su defensa. Los líderes adquieren famcomo defensores y consejeros del pueblo; mientras la masa concurre cotidianamente a s

abor, indispensable desde el punto de visteconómico, los líderes, por amor a la causa, menudo deben sufrir persecución, prisión y exilio

Estos hombres, que a menudo han adquirid

una aureola de santidad y martirio, solo piden unetribución por sus servicios: gratitud. A veceeste pedido de gratitud encuentra expresióescrita. Entre las propias masas el sentimiento dgratitud es muy grande. Si de vez en cuand



encontramos excepciones a esta regla, si las masaexteriorizan la más negra ingratitud hacia suíderes elegidos, podemos estar bien seguros d

que en esas ocasiones hay un drama de celos baja superficie. Hay una lucha demagógica, fieraenmascarada y obstinada, entre un líder y otro; y lmasa tiene que intervenir en esta lucha, y decidentre los adversarios. Al favorecer a ucompetidor manifiesta por fuerza «ingratitudhacia el otro. Aparte de estos casos excepcionalea masa alienta una gratitud sincera hacia suíderes, y considera que esa gratitud es un debe

agrado. Por lo general este sentimiento de gratitue manifiesta en la reelección continua de loíderes que lo han merecido, con lo que eiderazgo por lo común se hace perpetuo

Constituye un sentimiento general de la masa, quería «ingratitud» dejar de confirmar en su

funciones a cualquier líder de larga actuación.



4. El culto de la veneración entrelas masas

LOS partidos socialistas a menudo se identificacon sus líderes hasta el punto de adoptar sunombres. Así en Alemania desde 1863 hasta 187hubo lassallistas y marxistas; en tanto que e

Francia, hasta hace muy poco, hubo broussistaallemanistas, guesdistas y jauresistas. Dos son lacausas por las cuales estos términos alusivos personas tienden a caer en desuso en países tale

como Alemania: en primer lugar, ha habido uaumento enorme en los afiliados, y especialmenten la fuerza electoral del partido; en segundo lugadentro del partido la dictadura ha cedido el sitio

a oligarquía, y los líderes de esta oligarquía estánspirados por sentimientos de celos mutuoComo causa adicional podemos señalar lcarencia general de líderes de habilidaeconocida, capaces de asegurar y mantener un



autoridad absoluta e indiscutible.El antroposociólogo inglés Frazer sostiene qu

el mantenimiento del orden y la autoridad de

Estado depende en gran medida de las ideaupersticiosas de las masas, y que, en su opiniónesto es un mal medio para un buen fin. Entre esanociones supersticiosas, Frazer llama la atencióhacia la creencia, tan frecuente entre el pueblo, dque sus líderes pertenecen a un orden dhumanidad más alta que ellos mismos[10]. Eealidad, el fenómeno es notorio en la historia dos partidos socialistas durante los último

cincuenta años. La supremacía de los líderes sobra masa depende no sólo de los factores y

analizados, sino también de la difundideverencia supersticiosa a los líderes, sobre l

base de su superioridad en cultura formal, por lcual sienten mucho mayor respeto, por lo generaque por la verdadera valía intelectual.

La adoración de los conductores por lo

conducidos es latente, por lo común. Se revela po



ignos apenas perceptibles, tales como el tono dveneración con que suele ser pronunciado enombre del ídolo, la perfecta docilidad con qu

obedecen al menor de sus signos, y la indignacióque despierta todo ataque crítico a spersonalidad. Pero donde la individualidad deíder es realmente excepcional, y también e

períodos de vibrante emoción, el fervor latente smanifiesta notoriamente con la violencia de uparoxismo agudo. En junio de 1864 los sanguíneopobladores de la cuenca del Rin recibieron Lassalle como a un dios. Había guirnalda

colgadas a través de las calles. Damas de honor larrojaban flores. Interminables filas de carruajeeguían a la carroza del «presidente», co

entusiasmo irresistible y desbordante, y recibía

con aplausos frenéticos las palabras del héroe deriunfo, a menudo extravagantes y con ton

charlatán, pues hablaba más bien como si quisierdesafiar a la crítica, y no provocar aplausos. Fu

en verdad una marcha triunfal. No faltó nada



arcos de triunfo, himnos de bienvenidaecepciones solemnes con delegacione

extranjeras. Lassalle era ambicioso a lo grande, y

como Bismarck lo dijera de él en circunstanciaposteriores, poco le faltó a sus pensamientos parpreguntarse si el futuro imperio germánico, en eque estaba muy interesado, debía ser gobernadpor una dinastía de Hohenzollern o de Lassalle

o debemos sorprendernos de que toda estadulación excitara la imaginación de Lassalle a tapunto, que poco después fuera capaz de prometer u novia que algún día entraría a la capital com

presidente de la república alemana sentado en uncarroza tirada por seis caballos blancos.

En Sicilia, en 1892, cuando se constituyeroos primeros gremios de obreros agrícola

lamados fasci, los miembros tenían una fe casobrenatural en sus líderes. En la ingenu

confusión de las cuestiones sociales y las prácticaeligiosas, a menudo llevaban en las procesione

el crucifijo junto a la bandera roja y los cartele



con frases de las obras de Marx. Escoltaban a loíderes con música, antorchas y faroles japonese

en la marcha hacia las reuniones. Mucho

embriagados con el sentimiento de adoración, sprosternaban ante sus líderes, como en épocaanteriores se habían prosternado ante suobispos[11]. Un periodista burgués preguntó unvez a un viejo campesino, miembro de un fasci

ocialista, si los proletarios no creían quGiuseppe De Felice Giuffrida, Garibaldi Bosco, os otros estudiantes o abogados jóvenes que

aunque de origen burgués, trabajaban por los fasc

estuvieran haciendo eso con el único propósito dasegurarse su propia elección como consejeros diputados del condado. «¡De Felice y Bosco soángeles bajados del cielo!», fue la respuest

ápida y elocuente del campesino[12].Cabe admitir que no todos los obrero

hubieran respondido así a esa pregunta, pues epopulacho siciliano ha tenido siempre un

endencia peculiar al culto de los héroes. Pero e



odo el sur de Italia, y en alguna medida en Italicentral, las masas reverencian a los líderes auhoy con ritos de carácter semirreligioso. E

Calabria, Enrico Ferri fue, durante un tiempoadorado como santo tutelar contra la corrupciódel gobierno. También en Roma, donde sobrevivodavía la tradición de las formas clásicas de

paganismo, Ferri fue aclamado en un salópúblico, en nombre de todas las quirite

roletarias, como «el más grande entre lograndes». El motivo de esta demostración fue quFerri había roto una ventana como signo d

protesta contra una censura pronunciada por epresidente de la cámara (1901)[13]. En Holanda, eel año 1886, cuando Dómela Nieuwenhuis eriberado de la prisión, recibió del pueblo, como é

mismo lo registrara, grandes honores que jamáhabían sido rendidos a un soberano, y los salonedonde habló estaban profusamente adornados coflores. Esta actitud por parte de la masa no e

peculiar de los países atrasados ni de período



emotos: constituye una supervivencia atávica dpsicologías primitivas. Una prueba de esto lenemos en el culto idólatra de hoy en e

departamento de Nord (la región de mayoadelanto industrial de Francia) al profeta marxistules Guesde. Además, en ciertos lugares dnglaterra encontramos que las clases trabajadora

brindan a sus líderes recepciones que noecuerdan los días de Lassalle.

La adoración de los jefes sobrevive a lmuerte. Los mayores entre ellos son canonizadoDespués de la muerte de Lassalle, la Allgemeine

eutscher Arbeiterverein, de la cual había sidmonarca absoluto, se dividió en dos secciones, l«fracción de la condesa Hatzfeld» o «línefemenina», como los adversarios marxistas l

ildaron con sarcasmo, y la «línea masculinaconducida por J. B. von Schweitzer. Aunquuchaban enconadamente entre sí, estos grupo

coincidían, no solo en el respeto al culto qu

endían a la memoria de Lassalle, sino también e



u observación fiel de todos los puntos de sprograma. Tampoco escapó Karl Marx a estuerte de canonización socialista, y el fanátic

celo con que algunos de sus prosélitos ldefienden hasta hoy, recuerda mucho él culto dhéroe rendido a Lassalle. Del mismo modo que locristianos daban y siguen dando a sus hijos lonombres de los fundadores de su religión, saPedro y san Pablo, así también los padreocialistas de ciertos lugares de Europa centra

bautizan a sus hijos Lassallo y a sus hijas Marxinacomo emblema de la nueva fe. Además, a menud

os fanáticos tienen que pagar un precio alto por sdevoción, en disputas con parientes enojados, con funcionarios recalcitrantes del Registro Civi a veces aun en la forma de grandes perjuicio

materiales, tales como la pérdida del empleoAunque esta práctica algunas veces no es más quuna manifestación de snobismo intelectual, de lcual no está del todo libre el ambiente de la clas

rabajadora, a menudo es el signo exterior de u



dealismo profundo y sincero. Cualquiera sea lcausa, demuestra la adoración que siente la maspor los líderes, adoración que trasciende lo

ímites de un mero sentido de obligación poervicios prestados. A veces este sentimiento dculto de los héroes se transforma en algún valopráctico para comerciantes especuladores, dmanera tal que vemos en los periódicoespecialmente en América, Italia y en los pueblo

eslavos del sur) anuncios de «licores Karl Marx «botones Karl Marx»; y ofrecen en venta eso

artículos al público en las reuniones. El carácte

nfantil de la psicología proletaria está claramentlustrado por el hecho de que esas actividades d

especulación resultan a menudo muy lucrativas.Las masas experimentan una necesida

profunda de prosternarse, no solo ante grandedeales, sino también ante individuos qu

personifican a sus ojos aquellos ideales. Sadoración por estas divinidades temporales e

anto más ciega cuanto más rústicas son sus vida



Hay una verdad considerable en las fraseparadojales de Bernard Shaw, quien define a ldemocracia como una colección de idólatras, par

distinguirla de la aristocracia, que es uncolección de ídolos[14]. Esta necesidad de rendculto suele ser el único elemento permanente quobrevive a todos los cambios de ideas de la

masas. Los obreros industriales de Sajonia hapasado durante los últimos años del protestantismferviente al socialismo. Es posible que en el casde algunos de ellos la evolución se hayacompañado de una inversión completa de toda

us valoraciones morales e intelectualeanteriores; pero es seguro que aunque hayaeliminado de sus reliquias domésticas la imageradicional de Lutero, esto ha sido solo par

eemplazarla por la de Bebel. En Emilia, donde ecampesinado experimentó una evolución similaa oleografía de la Santísima Virgen ha cedido sugar a otra de Prampolini; y en el sur de Italia, l

fe en el milagro anual de la licuefacción de l



angre de san Genaro, ha declinado ante una fe eel milagro del poder sobrehumano de Enrico Ferr«el azote de la camorra». Entre las ruinas del viej

mundo moral de las masas queda intacta lcolumna triunfal de la necesidad religiosa. Amenudo se comportan con sus líderes de la mismmanera que el escultor de la antigua Grecia, quiedespués de modelar a Júpiter Tonante, sprosternaba en adoración ante la obra de supropias manos. La megalomanía puede aparecer eel objeto de tal adoración[15]. La presunciódesmedida, que no carece de su lado cómico

asoma a menudo en líderes populares modernono depende únicamente de que sean hombres hijode sus propias obras, sino también de la atmósferde adulación donde viven y respiran. Est

desborde de propia estimación por parte de loíderes adquiere una poderosa influencia dugestión que confirma la admiración de las masa

por sus líderes, y resulta así una fuente de pode

acrecentado.



5. Cualidades secundariasrequeridas por el liderazgo

E N los primeros días del movimiento laboral, efundamento del liderazgo consistía, principal perno exclusivamente, en capacidad oratoria. Lmultitud no puede escapar de la esencia estética

emocional de las palabras. La elocuencia deorador ejerce una influencia sugestiva quubordina por entero la masa a la voluntad de

orador. La característica esencial de l

democracia se revela en la rapidez con quucumbe a la magia de las palabras, escritas

habladas. En un régimen democrático los lídereon oradores y periodistas. Bastará mencionar

Gambetta y Clemenceau en Francia, Gladstone Lloyd George en Inglaterra, Crispi y Luzzatti etalia. La creencia general respecto de los paíse

con gobierno democrático suele ser que el podeoratorio es lo único que determina la capacidad d



un hombre para la dirección de los asuntopúblicos. La misma máxima es aplicable, y aun eforma más categórica, al manejo de los grande

partidos democráticos. Donde ha sido máevidente la influencia de la palabra hablada es eos países en los que el régimen democrático surg

por primera vez. Un sagaz observador italianobservó esto en 1826: «El pueblo inglés, taprudente en la administración de su tiempoexperimenta al oír a un orador en público emismo placer que encuentra en el teatro dondepresentan las obras de los más celebrado

dramaturgos»[16]. Un cuarto de siglo más tardCarlyle escribía: «Ningún inglés puede llegar a seestadista ni autoridad entre los obreros hasta quhaya demostrado ser una autoridad entre lo

oradores»[17].En Francia, Emest-Charles, en un estudi

estadístico de las profesiones, de los diputadodemostró que, en lo que se refiere a los partido

más jóvenes, impetuosos, enérgicos y progresista





partido, semejante al alcanzado por Guesde, quieestá lejos de ser un hombre de ciencia, ni siquierun hombre de gran inteligencia, pero es un orado

notable.Quienes aspiran al liderazgo en laorganizaciones laborales reconocen sin reservas lmportancia de la oratoria. En marzo de 1909, lo

estudiantes socialistas del Ruskin College

Oxford, expresaron descontento de sus profesoreporque éstos daban más importancia a lociología y a la lógica pura que a los ejercicio

oratorios del programa. Estos estudiante

políticos en potencia, reconocían las ventajas qupodían sacar de la oratoria en la carrera quhabían elegido. Resueltos a apoyar su reclamo couna acción enérgica, fueron a la huelga hasta qu

e salieron con la suya.Es casi ilimitado el prestigio que adquiere e

orador a los ojos de la multitud. Las doteoratorias —belleza y fuerza de la voz, poder d

adaptación y sentido del humor— son lo que l



masa aprecia por encima de todas las cosas; econtenido del discurso tiene importancia bastantecundaria. Es probable que conquiste fama d

camarada celoso y activo el declamador que compicado por una tarántula, va de aquí para allhablando a la gente; en tanto que el que habla pocaunque trabaje mucho, y realice servicios valiosopara el partido, suele ser considerado con desdén solo como un socialista incompleto.

Incuestionablemente, la fascinación ejercidpor la belleza de una elocuencia sonora suele seólo el preludio de una larga serie de desilusione

para la masa; ya sea porque las actividadeprácticas del orador no guardan proporción con scapacidad dialéctica, o simplemente por ser unpersona de características mediocres. En la mayo

parte de los casos, sin embargo, las masaembriagadas por las facultades del orador shipnotizan hasta un grado tal que durante largiempo ven en él una imagen magnificada de s

propio yo. En último análisis, la admiración y e



entusiasmo por el orador no son más quadmiración y entusiasmo por la propipersonalidad de cada uno, y estos sentimientos so

alentados por el orador pues éste habla y actúa enombre de la masa, es decir, en nombre de caduno de los individuos. Al responder a la seducciódel gran orador, la masa está inconscientementnfluida por su propio egoísmo.

Muchas y diversas son las cualidadepersonales gracias a las cuales ciertos individuoogran gobernar a las masas. No todos los lídere

están dotados, necesariamente, con esta

cualidades, a las que bien podríamos calificar dcualidades específicas de liderazgo. Entre ellas, lprincipal es la fuerza de voluntad que reduce a lobediencia a otras voluntades menos poderosa

La siguiente en importancia es un conocimientamplio, que impresiona a los que rodean al lídeviene luego una fuerza catoniana de convicciónfuerza de ideas que a menudo linda en e

fanatismo, y que infunde respeto a las masas por s



misma intensidad; luego la autosuficiencia, aunque acompañe de un orgullo arrogante, mientras eíder sepa cómo hacer que la multitud comparta s

propio orgullo; en casos excepcionales, poúltimo, están la bondad de corazón y el desinterécualidades que evocan en la mente de la multitua figura de Cristo, y avivan sentimientoeligiosos olvidados, pero no muertos.

Sin embargo, la cualidad que impresiona poobre todas a las multitudes es el prestigio de l

celebridad. Como nos lo enseña la psicologímoderna, un factor notable en la influenci

ugestiva ejercida por un hombre, es la altura hastdonde ha logrado trepar por la senda que conducal Parnaso de la celebridad. Tarde escribe: «Eealidad, cuando una mente actúa sobre nuestr

propio pensamiento, lo hace con la colaboracióde muchas otras mentes, a través de las cuales lavemos, y cuya opinión, sin saberlo nosotros, sefleja en la nuestra. Meditamos con vagueda

acerca de la estima que se le dispensa… en l



admiración que inspira… Si es un hombre famosoel número de sus admiradores nos impresionaconfusamente, en masse, y esta influencia adquier

un carácter de solidaridad objetiva, de realidampersonal, que hace el prestigio propio de lagrandes figuras»[19]. Basta que el hombre célebrevante un dedo para que adquiera una posició

política. Para las masas es una cuestión de honodepositar la conducción de sus asuntos en lamanos de una celebridad. La multitud se subordiniempre de buena gana a la dirección dndividuos distinguidos. El hombre que se present

ante ella coronado con laureles es considerado,riori, un semidiós. Si consiente colocarse a l

cabeza de la multitud, poco importa dónde hayganado sus laureles, pues puede contar con e

aplauso y el entusiasmo de todos. La celebridad dLassalle como poeta, filósofo y abogado fue lo que permitió despertar a las masas laboriosas, d

ordinario adormecidas o confiadas en el desperta

de la democracia burguesa, para agruparla



alrededor de su persona. El propio Lassalle sabíbien el efecto que producen los grandes nombreobre la multitud, por eso se esforzó siempre po

ograr para su partido la adhesión de hombres dnota. En Italia, Enrico Ferri, quien muy joven era profesor universitario y al mismo tiempo habí

alcanzado renombre como fundador de la nuevescuela italiana de criminología, no tuvo más qupresentarse al congreso socialista de ReggiEmilia, en el año 1893, para lograr el liderazgdel partido italiano, liderazgo que retuvo quincaños. De la misma manera, Cesare Lombroso, e

antropólogo, y Edmondo de Amicis, el escritoapenas hubieron manifestado su adhesión apartido socialista, fueron elevados inmediatamenta puestos de honor: asesor confidencial uno,

iterato oficial del proletariado militante italianel otro. Sin embargo, ninguno de estos hombredistinguidos fue afiliado contribuyente regular: simitaron a enviar ciertos telegramas y cartas d

congratulación. En Francia, Jean Jaurès, y



distinguido como filósofo académico y compolítico progresista, y Anatole France, ecelebrado novelista, alcanzaron puesto

mportantes en el movimiento laborista, tan prontcomo decidieron incorporarse a él, sin seometidos a período alguno de prueba. Englaterra, cuando el poeta William Morris, a l

edad de cuarenta y ocho años se hizo socialistaadquirió en él acto gran popularidad dentro demovimiento socialista. Similar fue lo que ocurrien Holanda, con Herman Gorter, autor del hermospoema lírico Mei, y la poetisa Henriette Roland

Holst. En la Alemania contemporánea, ciertograndes hombres, en el cénit de su fama, soimpatizantes asiduos del partido, pero no se ha

decidido a afiliarse. Sin embargo podemo

considerar seguro que si Gerhard Hauptmanndespués del triunfo de su Weavers, y WerneSombart, cuando sus escritos publicados poprimera vez atrajeron tan amplia atención

hubieran formulado su adhesión oficial al partid



ocialista alemán, estarían hoy entre los líderemás honrados de los famosos tres millones docialistas de Alemania. Para la opinión popula

ostentar un nombre que ya es conocido en ciertoaspectos constituye el mejor título de liderazgoEntre los líderes partidarios encontraremonombres que han adquirido fama solo dentro de lafilas del partido, al precio de luchas largas arduas, pero las masas han preferido siempre, ponstinto, a aquellos líderes que se afiliaron cuanda estaban colmados de honor y gloria, y teníaítulos independientes para la inmortalidad. Es

fama ganada en otros terrenos les parece de mayovalor que la ganada bajo sus propios ojoAlgunos hechos secundarios son dignos dmención, a este respecto. La historia nos enseñ

que es muy fácil que surja un conflicto entre loefes que han adquirido un alto rango únicament

como consecuencia del trabajo para el partido, os que ingresaron al partido con un prestigi

adquirido en otros terrenos; y a menud



obreviene una prolongada lucha entre dofacciones, para conquistar el dominio. Commotivos de la lucha tenemos, por una parte, l

envidia y los celos, y por la otra, la ambición y lpresunción. Además de estos factores subjetivontervienen también otros factores objetivos ácticos. El gran hombre que ha adquirid

celebridad solo dentro del partido, cuando lcomparamos con el «intruso», por lo general tiena ventaja de un sentido más perspicaz para l

práctico inmediato, una comprensión mejor de lpsicología de las masas, un conocimiento má

completo de la historia laboral y, en muchos casodeas más claras relativas al contenido doctrinari

del programa del partido.En esta lucha entre los dos grupos de lídere

casi siempre podemos distinguir dos fases. Loecién llegados comienzan por separar a las masa

del poder de los antiguos líderes, y empiezan predicar un nuevo evangelio que la multitud acept

con entusiasmo delirante. Sin embargo, est



evangelio ya no está iluminado por el tesoro ddeas que constituyen en su totalidad el socialism

propiamente dicho, sino por ideas tomadas de l

ciencia o del arte, donde estos grandes hombrehan adquirido su fama anterior, y la admiración degran público amorfo las dota de sugestivo pesoEntretanto, los viejos líderes, llenos de rencodespués de haberse organizado para su defensaerminan por adoptar una ofensiva abierta. Tienea ventaja natural del número. A menudo ocurr

que los nuevos líderes pierden la cabeza porquecomo grandes hombres, han acariciado la ilusió

de estar libres de sorpresas. ¿Acaso los lídereantiguos no son personas de capacidad mediocreque han adquirido su puesto actual solo al precide un aprendizaje largo y arduo? En la opinión d

os recién venidos, este aprendizaje no requiercondiciones intelectuales distinguidas, y desde sestrado superior los miran por sobre el hombrocon una mezcla de desdén y compasión. Si

embargo, hay otras razones para que los hombre



de fama independientes sucumban casi siempre eesta lucha. Por ser poetas, estetas u hombres dciencia, rehúsan someterse a la disciplina genera

del partido, y atacan las formas externas ddemocracia; pero esto debilita su posición, pues lmasa aprecia esas formas, aunque esté gobernadpor una oligarquía. En consecuencia suadversarios, aunque ya no sean demócrataveraces, pues son mucho más hábiles parmantener la apariencia de democracia, ganacrédito entre la multitud. Cabe agregar que lograndes hombres no están acostumbrados

enfrentar una oposición sistemática. Se enervacuando se ven forzados a una resistenciprolongada. De esta manera es fácil comprendepor qué, con disgusto y desilusión, abandonan l

ucha tantas veces, o constituyen una pequeñcamarilla privada para una acción políticndependiente. Los pocos que permanecen en e

partido, inevitablemente son derrotados

postergados por los viejos líderes. El gra



Lassalle ya había encontrado un competidopeligroso en la persona de un simple ex obreroulius Vahlteich. Es verdad que Lassalle logr

desembarazarse de este adversario, pero shubiera vivido más tiempo hubiera debidostener una lucha sin cuartel contra Liebknedht

Bebel. William Morris, después de su ruptura coos viejos líderes profesionales del movimientaboral inglés, quedó limitado al liderazgo de s

pequeña guarnición de intelectuales dHammersmith, Enrico Ferri, quien debió enfrentaa desconfianza tenaz de los antiguos lídere

cuando ingresó por primera vez al partidocometió después errores teóricos y prácticos querminaron privándole para siempre de su puest

como jefe oficial de los socialistas italiano

Gorter y Henriette Roland-Holst, después de habeuscitado gran entusiasmo durante varios año

fueron derrotados por fin y reducidos a unmpotencia completa por los viejos notables de

partido.



Así, el poder logrado con distincioneadquiridas fuera del partido es relativamentefímero. Pero la edad no es por sí misma un

barrera para el poder de los líderes. En la antiguGrecia decían que los cabellos blancos eran lprimera corona que debe ornar la frente de loíderes. Hoy, sin embargo, vivimos en una époc

en que hay menos necesidad de acumulaexperiencia personal de la vida, pues la ciencipone a disposición de todos medios eficientes dnstrucción que permiten a los más jóvenes un

formación rápida y profunda. Hoy todo se adquier

ápido, aun esa experiencia que fuera antes lúnica y germina superioridad de los ancianoobre los jóvenes. De esta manera, no com

consecuencia de la democracia sino simplement

por la naturaleza técnica de la civilizaciómoderna, la edad ha perdido mucho de su valor, además ha perdido el respeto que inspiraba y lnfluencia que ejercía. Podríamos decir mejor qu

a edad es un estorbo para progresar dentro de



partido, de la misma manera que lo es en otrcarrera cualquiera, donde es mejor ingresar en luventud, pues hay muchos escalones que subi

Esto es verdad, al menos en el caso de los partidobien organizados, y donde hay gran afluencia dnuevos miembros. Todo es por cierto mudiferente, en lo que a los líderes que haenvejecido al servicio del partido se refiere: aqua edad constituye un elemento de superioridad

Aparte de la gratitud que sienten las masas hacia eviejo luchador por los servicios que ha prestado a causa, él tiene también esta gran ventaja sobr

el novicio, al conocer mejor su trabajo. DaviHume nos dice que en la agricultura práctica luperioridad del viejo granjero sobre el joven ea consecuencia de cierta uniformidad en lo

efectos del sol, la lluvia y el suelo sobre ecrecimiento de las plantas, y de la experiencipráctica que enseña las reglas que determinan guían esas influencias. En la vida partidaria e

veterano tiene una ventaja similar: posee un



comprensión más profunda de las relaciones entrcausas y efectos, que constituyen el andamiaje da vida política popular y la sustancia de l

psicología popular. Como resultado su conductestará guiada por una sutileza de perfección quos jóvenes aún no han alcanzado.



6. Peculiaridades secundarias delas masas

PARA que podamos entender y apreciacorrectamente la superioridad de los líderes sobra masa es necesario que volvamos nuestr

atención a las características de la masa. Surge l

pregunta, ¿qué son estas masas?Ya hemos demostrado que lo natural en l

multitud es un sentimiento general de indiferencihacia el manejo de sus propios asuntos, au

cuando esté organizada en forma de partidopolíticos.

La verdadera composición de la masa es taque hace imposible resistir el poder de una orde

de líderes conscientes de su propia fuerza. Uanálisis de los gremios alemanes respecto de ledad de sus miembros nos da un cuadro bastantfidedigno de la composición, también, de lodiversos partidos socialistas. La gran mayoría d



os miembros tiene una edad entre 25 y 39 años[20

Los hombres más jóvenes tienen otra forma demplear su tiempo libre; son atolondrados, su

pensamientos corren por caminos eróticos, esperaiempre que algún milagro les libre de lnecesidad de pasar toda la vida como simpleornaleros, y por esas razones no tienen prisa po

afiliarse a un gremio. Los hombres de más de 40cansados y desilusionados por lo común renunciaa su afiliación (a menos que permanezcan en egremio por interés puramente personal, parasegurarse el pago por desocupación, el seguro d

enfermedad, etc.). En consecuencia, en lorganización falta la fuerza fiscalizadora de unuventud ardiente e irreverente, y también de un

madurez experimentada. En otras palabras, lo

íderes deben lidiar con una masa de miembros, os cuales son superiores respecto de edad

experiencia de la vida, en tanto que nada tieneque temer de una crítica implacable que e

característica tan peculiar de hombres, que acaba



de llegar a la virilidad. Otra consideraciómportante, relativa a la composición de la mas

que hay que dirigir, es su carácter fluctuante. E

odo caso, parece que esto es lo que podemodeducir de un informe de la sección socialista dMunich para el año 1906. Contiene estadísticaque muestran analíticamente la duración individuade las afiliaciones. Las cifras entre paréntesindican el número total de afiliados, incluso lo

afiliados que pertenecieron antes a otra sección.

AFILIACIONES CLASIFICADAS SEGÚN LA

DURACIÓN[21]

%

Menos de seis meses1.502aprox.

23 (1.582)

De seis meses a dos

años1.602 24 (1.816)

De dos a tres años 684 10 (995)De tres a cuatro años 1.020 15 (1.965)De cuatro a cincoaños

507 7½ (891)

De cinco a seis años 270 4 (844)



De seis a siete años 127 2 (604)De siete a ocho años 131 2 (1.289)

Más de ocho años 83312½(1.666)

El carácter fluctuante de las afiliaciones smanifiesta aún en mayor grado en los gremioalemanes. Esto ha dado pie para decir que u

gremio es como un palomar donde las palomaentran y salen según su capricho. La Federación dObreros Metalúrgicos de Alemania ( Deutsche

etallarbeiterverband ) durante los años 1906 908, tuvo 210.561 nuevas afiliaciones. Pero l

proporción de deserciones aumentó en 1906 a 6por ciento, en 1907 a 83 por ciento y en 1908

00 por ciento[22]. Esto nos demuestra que loazos que vinculan al grueso de la masa con s

organización, son sumamente débiles. Solo es unpequeña proporción de los trabajadoreorganizados la que se siente solidaria con egremio. Por eso los líderes, al compararlos con la

masas, cuya composición varía de un momento



otro, constituyen un elemento más estable y máconstante de la afiliación analizada.



C. Factores intelectuales

1. Superioridad de los líderesprofesionales respecto de lacultura, y su indispensabilidad; laincompetencia formal y real de la

masa

E N la infancia del partido socialista, cuando lorganización aún es débil, cuando las afiliacioneon escasas, y cuando su propósito general e

difundir un conocimiento de los principioelementales del socialismo, los lídereprofesionales son menos numerosos que aquellocuyo trabajo en el departamento no es más que unocupación marginal. Pero con el mayor progresen la organización aparecen continuamente nuevanecesidades, tanto dentro del partido como co

especto a su relación con el consumo exterior. D



este modo llega el momento inevitable en que ni edealismo ni el entusiasmo de los intelectuales, na buena voluntad con la que el proletariad

dedica su tiempo libre, los domingos, al trabajdel partido, alcanzan ya para satisfacer loequisitos del caso. Lo provisional debe dejar sugar a lo permanente, y el diletantismo debe cede

ante el profesionalismo.Con la aparición del liderazgo profesiona

obreviene una mayor acentuación de ladiferencias culturales entre los conductores y loconducidos. Una larga experiencia nos h

demostrado que entre los factores que aseguran edominio de las minorías sobre las mayorías —edinero y sus equivalentes (superioridaeconómica), la tradición y la transmisió

hereditaria (superioridad histórica)— debemoeconocer el primer lugar a la instrucción forma

de los líderes (llamada superioridad intelectualAhora bien, la observación más superficial no

muestra que en los partidos del proletariado, e



cuestiones de educación, los conductores son muuperiores a los conducidos.

En esencia esta superioridad es purament

formal. Su existencia se manifiesta sin reservas eaquellos países donde, como en Italia, el curso da evolución política y la difundida predisposició

psicológica han determinado una afluencia de granúmero de abogados, médicos y profesoreuniversitarios hacia el partido laborista. Lodesertores de la burguesía se hacen líderes deproletariado, precisamente por esa superioridade instrucción formal que han adquirido en e

campo enemigo y llevan consigo, y no a pesar della.

Es obvio que la influencia dinámica de estoecién venidos sobre la masa de obrero

disminuirá en la misma proporción en que aumentu número; es obvio que un pequeño núcleo d

médicos y de abogados en un gran partido populaendrá más influencia que una cantida

considerable de intelectuales que lucha



enconadamente por la supremacía. En otros paísein embargo, como en Alemania, aunqu

encontramos pocos intelectuales entre los lídere

a gran mayoría de éstos son ex obreros manualeEn estos países las clases burguesas presentan ufrente tan firme contra los obreros revolucionarioque los desertores de la burguesía que se pasan acampo socialista se exponen a un implacablboicoteo social y político y, por otra parte, loproletarios, gracias a la maravillosa organizaciódel Estado, han llegado a poseer en gradconsiderable, aunque elemental, instrucció

escolar, que se empeñan concienzudamente eampliar con estudios privados, pues una industrifabril capitalista muy desarrollada requiere en suervidores gran inteligencia. Pero el nivel d

nstrucción entre los líderes de origen obrero ya nes el mismo de sus ex camaradas. El mecanismpartidario que ofrece una carrera a lorabajadores, con su abundancia de cargos, uno

pagos y otros honorarios, y tiene, por eso, un





numerosos, se necesita, que quien debcomprender la política posea una experiencia máamplia y un conocimiento más extenso. Esto hac

aún más grande la diferencia entre los líderes y eesto del partido, hasta que llega el momento eque los líderes pierden por completo el sentideal de solidaridad con la clase de la que haalido, y así sobreviene una nueva división d

clase entre los capitanes ex proletarios y loproletarios soldados rasos. Cuando los obreroeligen a sus propios líderes, están forjando con supropias manos nuevos amos, cuyos medio

principales de dominio están en las mentes mejonstruidas.

Estos nuevos amos no solo hacen sentir snfluencia en las organizaciones de los gremios, e

a administración del partido o en la prenspartidaria; ya sea su origen obrero o burguéambién monopolizan la representación partidari

del parlamento.

Todos los partidos tienen hoy una finalida



parlamentaria (hay una sola excepción: la de loanarquistas, que casi no tienen influencia algunaquienes, además, por ser enemigos declarados d

oda organización —y si forman organizaciones lhacen desafiando a sus propios principios—, npueden ser considerados como partido político eel propio sentido del término). Todos los partidoaplican métodos legales, apelan a los electorehacen de éstos su finalidad primordial paradquirir influencia parlamentaria, y tienen pometa final la «conquista del poder político». Poesta razón aun los representantes de los partido

evolucionarios integran la legislatura. Sufunciones parlamentarias, emprendidas aprincipio con recelos, pero cada vez con máatisfacción y con más celo profesional despué

os alejan progresivamente de sus electores. Lacuestiones que tienen que decidir, y cuya decisióefectiva demanda de su parte una labor seria dpreparación, suponen un aumento de su propi

competencia técnica, y un aumento consecuente e



a distancia entre ellos y sus camaradas de lmasa. De este modo los líderes, si no eran yuficientemente «cultos», pronto llegan a serlo

Pero la cultura ejerce una influencia sugestivobre las masas.A medida que se inician en los detalles de l

vida política, a medida que se familiarizan con lodiferentes aspectos del problema fiscal y con lacuestiones de la política exterior, los líderes ganaproporcionalmente importancia que los hacndispensables mientras su partido continú

practicando una táctica parlamentaria, y que quiz

es dará importancia aun cuando aquellas tácticafueran abandonadas. Esto es perfectamente naturapues los líderes no pueden ser reemplazados pouna disposición momentánea, pues todos los otro

miembros del partido están absorbidos en suocupaciones cotidianas y desconocen emecanismo burocrático. Esta competenciespecial, este conocimiento de expertos, que e

íder adquiere en cuestiones inaccesibles, o cas



naccesibles, para la masa, le da seguridad de sposición, lo cual desafía principios esenciales da democracia.

La competencia técnica que coloca al líder eun puesto más alto que la masa, subordina la masa los líderes, encuentra reforzada su influencia pootros diversos factores, tales como la rutina, leducación social que adquiere en la cámara, eaprendizaje especial en la labor de las comisioneparlamentarias. Los líderes procuran naturalmentaplicar en la vida normal de los partidos lamaniobras que han aprendido en el medi

parlamentario; de esta manera a menudo logradesviar la corriente que se opone a su propivoluntad. Los parlamentarios son maestros en earte de dominar en las reuniones, de aplicar

nterpretar los reglamentos, de proponer mocioneen los momentos oportunos; en una palabra, sohábiles en el uso de artificios de todas clases parevitar la discusión de puntos controvertibles, par

extraer de una mayoría hostil un voto favorable,



al menos, si se produce lo peor, para reducir lmayoría hostil al silencio. No le faltan medios, quvan desde la manera imperiosa, y a menud

ambigua, de plantear la cuestión cuando hay quvotarla, hasta el ejercicio de una influenciugestiva sobre la multitud con insinuaciones que

aunque no tienen una importancia real respecto das cuestiones que se tratan, producen una fuertmpresión. Como informantes (rapporteurs)

expertos, duchos en todos los aspectos ocultos dos temas debatidos, muchos de los diputados so

cultores del arte de emplear digresiones, perífrasi

sutilezas terminológicas mediante las cualeodean a las cuestiones más simples de un

oscuridad de la cual solo ellos tienen la clave. Desta manera, ya sea que actúen de buena o de mal

fe, hacen imposible que las masas —cuyo«intérpretes teóricos» debieran ser— los sigan os comprendan, y así eluden toda posibilidad d

fiscalización técnica. Son los amos de l

ituación[1]

. La intangibilidad de los diputado



aumenta, y se consolida su posición privilegiadcada vez más, por la fama que adquieren, tantentre sus adversarios políticos como entre su

partidarios, por su talento oratorio, por suaptitudes especiales, o por él encanto de spersonalidad intelectual o aun física. Sdesacreditaría en todo el país el partido, si lmasa organizada destituyera a un líder estimadpor todos. No solo sufriría el partido al versprivado de sus líderes, si las cuestiones llegaran ese extremo, sino que la reacción política sobre etatus del partido sería desastrosa. No solo serí

necesario encontrar sin demora sustitutos para loíderes depuestos, que solo llegaron a conocer la

cuestiones políticas después de muchos años dabor ardua y constante (¿y cuál es el partido capa

de encontrar de la noche a la mañana los sustitutoeficientes?), sino que también hay que recordaque las masas deben gran parte de su triunfo en legislación social y en la lucha por las conquista

de la libertad política general, a la influenci



personal de sus viejos jefes parlamentarios.Las masas democráticas se ven así obligadas

ometerse a una restricción de su propia voluntad

cuando están obligadas a dar a sus líderes unautoridad que es, a la larga, destructiva deprincipio de la democracia. La principal fuente dpoder del líder está en su indispensabilidad. Quiees indispensable tiene en su poder a todos loeñores y amos de la tierra. La historia de lo

partidos de la clase trabajadora nos proporcionmúltiples ejemplos donde el líder ha estado eflagrantes contradicciones con los principio

fundamentales del movimiento, pero donde la masno ha sido capaz de decidirse a extraer laconsecuencias lógicas de este conflicto, porquienten que no pueden ir adelante sin el líder, n

pueden prescindir de las cualidades que éste hadquirido en virtud de su propia posición, a lcual la masa lo ha elevado, y porque no sabecómo encontrar un sustituto adecuado. Son mucho

os oradores parlamentarios y los líderes d



gremios que están en oposición con la masa, a uiempo en lo teórico y en lo práctico, y si

embargo continúan pensando y actuand

ranquilamente en nombre de la masa. Estadesconcertada e incómoda, está atenta a lconducta de «los grandes hombres», pero es rarque se atreva a privarlos de su autoridad y destituirlos. Esta incompetencia de las masas ecasi universal en el terreno de la vida política, constituye el fundamento más sólido del poder dos líderes. La incompetencia proporciona a loíderes una justificación práctica y, en algun

medida también, moral. Puesto que la masa encapaz de velar por sus propios intereses, e

necesario que cuente con expertos que atiendan suasuntos. Desde este punto de vista no siempre h

de considerarse malo que el conductor debealmente conducir. La elección de líderes libre

por la masa presupone que ésta posee lcompetencia requerida para reconocer y aprecia

a competencia de los líderes. Para decirlo e



francés, la désignation des capacités suppose

elle-même la capacité de la désignation. Eeconocimiento de la inmadurez política de l

masa y de la imposibilidad de una aplicaciópráctica completa del principio de la soberanípopular, ha llevado a ciertos pensadoredistinguidos a proponer que la democracia debierer limitada por la propia democracia. Condorce

quería que la masa decidiera por sí misma ecuáles cuestiones debía renunciar a su derecho da fiscalización directa[2]. Esto sería la renunci

voluntaria de la soberanía por parte de la mas

oberana. La Revolución Francesa, que pretendílevar a la práctica el principio del gobiern

popular libre y de la igualdad humana, pues parella la voluntad mutable de las masas era l

uprema ley abstracta, estableció por medio de sAsamblea Nacional que el mero propósito destaurar una forma monárquica de gobierno debíer castigado con la muerte[3]. Un punto d

mportancia tan esencial, el poder deliberativo d



as masas, debía, ceder ante la amenaza de una lemarcial. Aun un defensor tan fanático de loberanía popular como Victor Considérant se vi

obligado a admitir que, a primera vista, emecanismo del gobierno parecía demasiadpesado para que fuera posible que el pueblo, comal, lo hiciera funcionar, y por esto propuso l

elección de un grupo de especialistas, cuya funciódebía ser elaborar el texto de las leyes que epueblo soberano había votado en principioBernstein también niega que el hombre medienga suficiente capacidad política para que l

oberanía popular sin restricciones sea legítimaConsidera que gran parte de las cuestiones questa decidir consiste en problemas peculiares, eos cuales muy pocos —hasta que todos lo

hombres sean enciclopedias vivientes— tendránterés y conocimiento. Para llegar a un grad

adecuado de información relativa a talecuestiones, para poder emitir un juicio bie

meditado, se requiere un raro sentido d



esponsabilidad, que hasta ahora no puede seatribuido a la mayoría de los ciudadanos. Epropio Kautsky no podía menos de reconocer l

dificultad del problema así planteado amovimiento laborista; ha señalado que no todoos aspectos de la vida social son aptos para un

administración democrática, y que la democracidebe ser introducida gradualmente, y no sealizará por completo hasta que los interesado

hayan sido capaces de alcanzar un juicindependiente de todas las cuestiones decisiva

demuestra que las posibilidades de llevar a cab

una administración democrática serán mayorecuanto mayor sea la cooperación de todas lapersonas interesadas en la decisión de lacuestiones.

La incompetencia de las masas, que el últimanálisis reconocen siempre los líderes, sirve pardar una justificación teórica al dominio de éstoEn Inglaterra, que debe a Thomas Carlyle la teorí

de la importancia suprema de los grande



hombres, o «héroes», y donde esa teoría no ha sidotalmente desplazada de la doctrina oficial deocialismo —como en Alemania— por la teorí

del materialismo histórico, el pensamientocialista aún está profundamente influido por leoría de los grandes hombres. Los socialistangleses, en realidad, incluso los de las tendencia

más diversas, han declarado abiertamente que si ldemocracia ha de ser efectiva, tiene que adquirel aspecto de un despotismo benévolo. «El [eíder] tiene un esquema para el que trabaja, y e

poder de llevar a la práctica su voluntad.»[4] E

odas las cuestiones de gobierno para cuydecisión se requiere un conocimientespecializado, en las cuales es esencial ciertgrado de autoridad, hay que admitir cierta medid

de despotismo y, en consecuencia, una desviacióde los principios de la democracia pura. Desde epunto de vista democrático esto es quizás un mapero es un mal necesario. Socialismo no signific

que el pueblo lo haga todo, sino que todo es par



el pueblo[5]. En consecuencia, los socialistangleses confían la salvación de la democraci

únicamente a los buenos deseos y a la sagacida

de los líderes. La mayoría, determinada por lcantidad de personas, no suele hacer nada más qufijar las líneas generales; todo el resto, que tiene lmayor importancia táctica, incumbe a los lídereEl resultado es que un número pequeño dndividuos —Marx sugiere tres— domina

efectivamente la política de todo el partido. Ldemocracia social no es democracia, sino upartido que lucha por alcanzar la democracia. E

otras palabras, la democracia es el fin, pero no emedio[6]. La imposibilidad de que los medios seaealmente democráticos es evidenciada por e

carácter del partido socialista como empres

comprometida con ciertas característicafinancieras que, aunque creada con finedeológicos, depende para Su triunfo, no solo deuego de las fuerzas económicas, sino también d

a calidad de las personas que han asumido e



iderazgo y la responsabilidad. Aquí, como eodo lo demás, es cierta la afirmación de qu

ninguna empresa puede triunfar sin líderes, si

directores. En forma paralela con los fenómenocorrespondientes de la vida industrial y comerciaes evidente que con el crecimiento de lorganización de la clase trabajadora debe haber uaumento correspondiente en el valor, lmportancia y la autoridad de los líderes. E

principio de la división del trabajo creespecialistas, y no sin razón se ha comparado lnecesidad de líderes expertos, con la que d

origen a los especialistas en la profesión médica en la química industrial. Sin embargo, lespecialización implica autoridad: así como epaciente obedece al médico porque el médico sab

más que el paciente pues ha hecho un estudiespecial del cuerpo humane en la salud y lenfermedad, así también el paciente político debometerse a la guía de sus líderes partidario

quienes despliegan una competencia polític



mposible de alcanzar por la masa.De esta manera la democracia termina po

ransformarse en una forma de gobierno por lo

mejores: en una aristocracia. Tanto en lo materiacomo en lo moral, son los líderes quienes han der considerados los más capaces y los má

maduros. Entonces, ¿no tienen el deber y ederecho de ponerse a la cabeza y de dirigir, ncomo meros representantes del partido, sino comndividuos orgullosamente conscientes de s

propio valor personal?



SEGUNDA PARTE

TENDENCIAS AUTOCRÁTICASDE LOS LÍDERES



1. La estabilidad del liderazgo

NADIE que estudie la historia del movimient

ocialista en Alemania puede dejar dorprenderse por la estabilidad del grupo d

personas que dirigen el partido.En 1871, en el año de la fundación del Imperi

Germánico, vemos dos grandes personalidadesWilhelm Liebknecht y August Bebel, que surgenpor su energía y su inteligencia, del pequeño grupde fieles de la nueva religión socialista, par

asumir el liderazgo del joven movimiento. Treintaños más tarde, en la alborada del nuevo sigloaún los encontramos ocupando la posición díderes más prominentes de los trabajadore

alemanes. Esta estabilidad en el liderazgo departido en Alemania es muy notable para ehistoriador, cuando la compara con lo ocurrido os partidos de la clase trabajadora en otrougares de Europa. El partido socialista italiano



por las mismas razones que en Alemania, hdemostrado una estabilidad realmente similar. Eotros lugares, sin embargo, entre los miembros d

a Vieja Internacional, solo pocas personas dmenor importancia han conservado intacta su fe eel socialismo, en el nuevo siglo. Podemos decque en Alemania los líderes socialistas viven en epartido, envejecen y mueren a su servicio.

Más adelante tendremos ocasión de referirnoa los pocos desertores del bando socialista que spasan a otros partidos, en Alemania. Además dos pocos que han abandonado por completo a

ocialismo, hay algunos que, después de trabajapara el partido durante un tiempo, abandonaron lpolítica para dedicar sus energías a otraactividades. Hay algunos hombres de letras qu

ascienden como cohetes en el partido, pardesaparecer con igual rapidez. Después de unactividad breve, y a veces tempestuosa, han dejadel violento escenario político para retornar a l

atmósfera apacible del estudio; y a menudo e



etiro de una activa vida política se hacompañado por un alejamiento intelectual demundo del pensamiento socialista, cuyo contenid

científico quizá nunca llegaron a asimilar. Entréstos cabe mencionar al doctor Paul Ernst, otroreditor de Volkstribüne; al doctor Bruno Willequien condujo la sección de Die Jungen (Loóvenes) en el asalto a los veteranos del partid

que eran capitaneados por Bebel y Liebknech1890); al doctor Otto Erich Hartleben, ex críticeatral de Vorwärts, quien nunca llegó a se

miembro reconocido del partido; al doctor Ludwi

Woltmann, delegado de la ciudad fabril renana dBarmen al congreso de Hanover en 1899, dondasumió la defensa de Bernstein, y quien, despuéde escribir algunos libros socialistas qu

constituyen una contribución notable a lociología, se dedicó enteramente a l

«antropología política» con un tono munacionalista; a Ernst Gystrow (el doctor Will

Hellpach); y a muchos otros, en su mayor part



hombres de gran talento y cultura, que adquirieroenombre en la literatura alemana de las bellaetras o en la ciencia alemana, pero que no estaba

preparados para soportar las actividades políticaTambién ocurrió más de una vez en la historia da democracia social, que hombres dominados po

una idea fija e inspirados por las esperanzas dconcentrar toda la actividad de la propagandocialista en la realización de la idea, o que s

afiliaron al socialismo solo al servicio de estobsesión, se lanzaron dentro del partido solo parabandonarlo repentinamente, y con el entusiasm

congelado, tan pronto como advirtieron quntentaban lo imposible. En el congreso de Munic

de 1902 el pastor Georg Welker, de Wiesbadenmiembro de la secta de los Freireligiosen (Iglesi

iberal), inspirado por todo el ardor del neófitoquiso sustituir el principio socialista aceptado dque la religión debía ser considerada como uncuestión privada, por el principio tácticament

peligroso de écrasez l’infâme. También en el



Congreso de Mujeres Socialistas, que tuvo lugaimultáneamente con el congreso socialista d

Munich, el doctor Karl von Oppel, quien acabab

de regresar de la Colonia del Cabo y era miembrnuevo del partido socialista, insistió en lnecesidad de que los socialistas estudiaradiomas extranjeros, y aun dialectos, para pode

establecer un contacto más íntimo con sucorreligionarios de otros países, y en su prédicnsistía en que el uso del «tú» familiar debía se

universal y obligatorio en las relaciones de locamaradas socialistas. Estos fenómenos so

característicos de la vida de todos los partidopero son especialmente comunes entre loocialistas, porque el socialismo ejerce una fuerz

natural de atracción sobre toda clase d

maniáticos. Todos los partidos políticos fuerteque tienen una finalidad subversiva estápredestinados a ser, durante un tiempo, el campde experimentación de toda suerte de innovadore

charlatanes, personas que quieren curar lo



males de la dolorida humanidad, mediante lomedios específicos que ellos han elegidoempleados exclusivamente en dosis mayores

menores: utilizar fricciones con aceite en lugar davarse con agua y jabón, no usar sino ropnterior de lana, el vegetarianismo, la Christia

Science, el neomaltusianismo, y otras fantasías.Más grave que la pérdida de estos socialista

circunstanciales han sido las que sufrió el partiddurante el período de la primera aplicacióigurosa de las leyes antisocialistas. Entonces, e

el período de reacción de 1840 a 1850, una gra

proporción de los líderes se vio obligada emigrar a América[1]. Aún más graves fueron lapérdidas sufridas por el partido durante el régimede Bismarck. Bebel afirma que en ese tiempo e

número de las personas privadas de sus medios dvida y obligadas a buscar trabajo y asilo en suelextranjero fue de varios centenares. Del núcleo dquienes habían trabajado activamente en el partid

como propagandistas, editores y diputados, ante



de la promulgación de las leyes antisocialistas qudesencadenaron la tempestad contra loocialistas, más de ochenta abandonaro

Alemania, de los cuales la mayor parte no regresó«Esto supuso una gran pérdida de nuestraenergías.»[2] En los peores años el éxodo funotablemente grande. Así, en el año 188nmediatamente antes de que las eleccione

demostraran la indomable vitalidad del partidocialista alemán, Friedrich Wilhelm Fritzschmuerto en 1905) y Julius Vahlteich, el crítico d

Lassalle, líderes ambos a un tiempo del partido d

Lassalle y diputados socialistas al Reichstagcruzaron el Atlántico para no regresar [3]. A pesade la tormenta que rugió durante más de diez añocontra el partido socialista, el número de aquello

cuya actividad socialista sobrevivió al período derror fue muy grande. Es obvio, entonces, que eiempos de calma relativa la estabilidad de loíderes debe ser considerablemente mayor. E

autor ha examinado las listas de los asistentes



os congresos de 1893, convocados por tres de lopartidos socialistas internacionales, es decir, epartido socialista democrático alemán, el Par

Ouvrier (guesdistas) de Francia, y el partidocialista italiano, para averiguar los nombres dquienes en el año 1910 estaban todavía en lprimera fila de luchadores en pro del socialismoen sus respectivos países. El resultado de estaveriguación, que no puede pretender unprecisión científica absoluta, pero que lo mismiene considerable valor práctico, es el siguiente

de los doscientos delegados al congreso d

Colonia, sesenta seguían en la brecha, luchando, e910; de los noventa y tres delegados al congres

de París, doce; y de los trescientos once delegadoal congreso de Reggio Emilia, ciento dos. Est

demuestra una proporción muy alta dobrevivientes, sobre todo en los partido

proletarios de Italia y Alemania, aunque en menogrado en el Parti Ouvrier . Los partidos burguese

zquierdistas del continente difícilmente pueda



enorgullecerse de una continuidad similar en eelenco de sus líderes grandes y pequeños. En lopartidos de la clase trabajadora encontramos qu

el personal de funcionarios es aún más estable quel de los líderes en general. Las causas de estestabilidad, como lo demostraremos más adelantedependen de un complejo de muchos fenómenos.

Esta prolongada retención de los cargoupone un peligro para la democracia; por estazón las organizaciones que anhelan conservar s

esencia democrática establecen como norma quodas las funciones deben ser adjudicadas solo po

apsos breves. Si tomamos en cuenta el número dcargos que hay que llenar por sufragio universal a frecuencia de las elecciones, él ciudadan

norteamericano es el que goza de la mayor medid

de democracia. En los Estados Unidos no solo loorganismos legislativos sino todos los cargouperiores administrativos y judiciales so

elegidos por voto popular. Se ha calculado qu

odo ciudadano norteamericano debe, términ



medio, ejercer su función de votante veintidóveces por año[4]. Los miembros de los partidoocialistas de los diversos países tienen ho

actividades electorales de extensión similadesignación de candidatos para el parlamentoconsejos de condados y municipalidadedesignación de delegados a los congresopartidarios locales y nacionales; elección dcomisiones; reelección de éstas; y etc., da capo…vuelta a empezar. En casi todos los partidoocialistas y gremios, los funcionarios so

elegidos por un lapso breve, y deben se

eelegidos al menos cada dos años. Cuanto máprolongada es la retención del cargo, tanto mayoe hace la influencia del líder sobre las masas anto mayor, por consiguiente, su independencia

Por eso una repetición frecuente de elecciones euna precaución elemental, por parte de ldemocracia, contra el virus de la oligarquía.

Puesto que en los partidos democráticos lo

íderes deben su posición a la elección de la masa



están expuestos a la posibilidad de sedestituidos en fecha no lejana u obligados procurar la reelección, a primera vista podrí

parecer que el funcionamiento democrático destos partidos estuviera asegurado. La aplicacióperseverante y lógica de principios democráticoen realidad, debe librarse de toda consideraciópersonal y de todo lazo con la tradición. Tal comen la vida política de los estados constitucionaleel ministerio debe estar formado por miembros daquel partido que posee una mayoríparlamentaria, también en el partido socialista lo

cargos principales deben ser llenados siempre poos representantes de las tendencias que ha

prevalecido en los congresos. Así, los viejodignatarios del partido deben ceder su puest

iempre a las fuerzas jóvenes, a aquellos que haadquirido la preponderancia numéricepresentada al menos por la mitad más uno de lo

miembros. Además, debe set un propósito natura

no dejar que los mismos camaradas ocupe



demasiado tiempo los cargos importantes, no seque se acostumbren a la rutina y lleguen considerarse líderes puestos por Dios. Pero en lo

partidos sólidamente organizados, la situación reaestá muy lejos de corresponder a esta teoría. Eentimiento de tradición, al actuar con un

necesidad instintiva de estabilidad, tiene poesultado que el liderazgo represente siempre l

pasado más bien que lo presente. El liderazgo eetenido indefinidamente, no porque sea l

expresión tangible de las relaciones entre lafuerzas que existen en el partido en un moment

determinado, sino simplemente porque ya estconstituido. A menudo los líderes son confirmadoen su cargo todo el tiempo que ellos mismos lquieran, por una pereza gregaria o, si podemo

emplear el eufemismo, en virtud de la ley de lnercia. Estas tendencias son particularment

notorias en la democracia social alemana, dondos líderes son prácticamente inamovibles. L

práctica de elegir un nuevo elenco completo d



íderes cada dos años hubiera debido ser, desdhace mucho tiempo, una conducta general de lopartidos socialistas, como prototipo de todos lo

partidos democráticos. Sin embargo, en lo que os socialistas alemanes se refiere, no solo nexiste esa práctica sino que todo intento pontroducirla provocaría gran descontento en l

masa. Es verdad que una de las normafundamentales del partido, votada en el congresde Maguncia, en 1900, establece que en todos locongresos anuales el partido debe «renovar», povotación y por mayoría absoluta, la totalidad de l

comisión ejecutiva de siete personas (dopresidentes, dos vicepresidentes, dos secretarios un tesorero). Esta sería la buena aplicación deprincipio democrático, pero se la observa tan poc

en la práctica que en todos los congresos hay listaelectorales que contienen los nombres de todos lomiembros de la comisión que cesa, y que sodistribuidas a los delegados que han concurrido

elegir a los nuevos líderes. Esto prueba, n





acusación que luego rechazaron indignados—, lfuria que se extendió provocada por el sacrilegipropuesto bastó para suprimir la maniobra.

De esta manera las autoridades de un partideminentemente democrático, designadas poufragio indirecto, prolongan en forma vitalicia e

poder con que alguna vez fueran investidas. Lenovación establecida por los reglamentos es un

formalidad pura. La comisión temporaria llega er permanente; y la conservación del cargo, u

derecho establecido. Las autoridades democráticaestán más firmes en sus bancas que las autoridade

de los organismos aristocráticos. El período decargo excede así, en mucho, la duración media deapso ministerial en los estados monárquico

Alguien calculó que en el Imperio Germánico e

apso oficial promedio de un ministro de Estado ede cuatro años y tres meses. En el liderazgo, edecir, en el ministerio del partido socialistavemos que las mismas personas ocupan lo

mismos puestos durante cuarenta años seguido



aumann dice de los partidos democráticos«Aquí los cambios en los cargos dirigenteocurren con menos rapidez que en las secretaría

de estado de los ministerios. El métoddemocrático de elección tiene su propia fidelidapeculiar. En lo que a los detalles individuales sefiere, es incalculable; sin embargo, en línea

generales podemos contar con su actividad, comás certeza que en la política de los príncipes. Eodas las democracias hay una corrientradicional de evolución lenta, pues las ideas das masas cambian solo paso a paso y po

gradaciones sutiles. Aunque en los organismomonárquicos hay muchas formas antiguas, nencontramos menos en el organismo democráticoque cuanto más perdura más dominado está po

frases, programas y costumbres firmementestablecidas. Solo cuando las ideas nuevas hampregnado al país durante cierto tiempo, puede

penetrar en los partidos constituidos, gracias a l

actividad de grupos particulares que las adoptan,



como resultado de un cambio espontáneo dopinión dentro de la masa. Esta tenacidad naturade los parlamentos constituidos por elecció

popular, es innegable, ya sea ventajosa nconveniente para la comunidad.»[6] En loorganismos democráticamente constituidos, fuerde Alemania, se manifiesta un fenómeno similaPrueba de esto podría ser un párrafo deeglamento aprobado el 3 de febrero de 1910 poa Confederación General del Trabajo de Italiaespecto de la proclamación de la huelga genera

El reglamento comienza por establecer, en perfect

conformidad con principios democráticos, que ldeclaración de la huelga general debe seprecedida siempre por un referéndum de laecciones de la Confederación. Las minutas de l

esión en la cual la Confederación del Trabajhaya decidido plantear la cuestión, deben incluos términos de este referéndum. Pero eeglamento añade que si existiera desacuerdo entr

el consejo ejecutivo de la Federación y e



esultado del referéndum de las secciones (si, poejemplo, el consejo hubiera rechazado la huelggeneral en tanto que el referéndum muestra que l

masa la apoya) no cabe interpretar que esdiferencia tenga el valor de un voto de censura os líderes[7]. Esto demuestra que en la

organizaciones de la clase trabajadora de Italia lesponsabilidad de los cargos no está establecidan rigurosamente como en el Estado italiano

donde el ministro comprende que debe renunciai, cuando formula un proyecto de ley, éste eechazado por la mayoría de la cámara. En lo qu

e refiere a Inglaterra, vemos en el libro de Sidne Beatricé Webb que la estabilidad de lo

funcionarios en las organizaciones laboristas euperior a la de los empleados en l

administración pública. En la Amalgamatessociation of Operative Cotton-Spinners hemo

visto que existe un reglamento para que lofuncionarios queden en los cargos indefinidamente

mientras los miembros estén satisfechos co



ellos[8]. Una explicación de este fenómeno lencontraremos sin duda en la fuerza de lradición, cuya influencia equipara, a est

especto, a las masas revolucionarias y loconservadores. Ya hemos aludido a otra causa qucontribuye a esta situación: el noble sentimienthumano de la gratitud. Dejar de reelegir a ucamarada que ha ayudado en el nacimiento departido, que ha sufrido muchas de suadversidades con él, y ha prestado mil servicioería una crueldad y una acción condenable. Si

embargo, a quien la colectividad prefiere sobr

odos los otros no es tanto al camarada merecedoino al probado y experto, cuya colaboración n

debe interrumpirse por ninguna razón. Ciertondividuos, simplemente por haber sido investido

con determinadas funciones, se hacen inamovibleo al menos difíciles de reemplazar. Todorganización democrática, por su propinaturaleza, se apoya en una división del trabajo

Pero dondequiera que esa división del trabaj



prevalece hay necesariamente especialización, os especialistas se hacen indispensables. Esto e

cierto, particularmente, en estados tales com

Alemania, donde rige el espíritu prusiano y dondepara que él partido pueda ser llevado a buepuerto entre todos los bancos, arrecifes ompientes que surgen de las interferencia

policiales u otras, y de las amenazas de legislación penal es necesario que el grado d

estabilidad que caracteriza al liderazgo sea alto.Actúa también otro motivo adicional: en l

organización de la clase trabajadora, ya haya sid

fundada para objetivos políticos o económicos, lmismo que en la vida de la nación, endispensable que el funcionario quede en su carg

durante un lapso considerable, para que pued

familiarizarse con el trabajo que tiene que hacer adquiera experiencia práctica, pues no puedlegar a ser un funcionario útil a menos que hayenido tiempo de adaptarse a su nueva función

Además, no se dedicará con celo a su tarea, ni s



dentificará profundamente con los objetivos qudebe perseguir, si es probable que sea destituiden cualquier momento. Necesita una sensación d

eguridad dada por la idea de que solcircunstancias de un carácter imprevisible, además extraordinarias, podrán privarlo de spuesto. Las designaciones por poco tiempo en ucargo son democráticas pero, en sus aspectoécnicos y psicológicos, son muy poco práctica

Si no logran despertar en el funcionario un sentidpropio de responsabilidad, abren la puerta a lanarquía administrativa. En los ministerios d

erritorios gobernados por un régimeparlamentario, donde todo el aparato oficial estexpuesto, por su subordinación, a cambiocontinuos de las mayorías, es bien sabido que l

negligencia y el desorden reinan supremos. Dondos ministros cambian cada pocos meses, cada un

que llega al poder piensa en obtener provecho dese poder mientras dure. Además, la confusión d

órdenes y reglamentaciones que resulta de un



ucesión rápida de personas diferentes en ecomando, hace extraordinariamente difícil lfiscalización, y cuando hay abuso, a los culpable

es es fácil cargar la responsabilidad sobre otraespaldas. «La rotación en el cargo», como llaman los norteamericanos, corresponde, si

duda, al más puro principio democrático. Hastcierto punto sirve para conjurar la formación de uespíritu burocrático de casta; pero esta ventajestá más que compensada por los métodos dexplotación de líderes circunstanciales, con todaus desastrosas consecuencias. Por otra parte, un

de las grandes ventajas de la monarquía es que epríncipe hereditario, al tener presente los interesede sus hijos y sus sucesores, tiene un interéobjetivo y permanente en su puesto, y se abstien

casi siempre de una política que pudiera deteriorain esperanzas las energías vitales de su país, de

mismo modo que el terrateniente suele rechazar lométodos de cultivo que aunque proporciona

buenos rendimientos inmediatos podrían esteriliza



el suelo para perjuicio de sus herederos.Así, no menos en tiempo de paz que en tiemp

de guerra, la relación entre organizacione

diferentes requiere cierto grado de continuidapersonal y táctica, pues sin esa continuidad lautoridad política de la organización se veríperjudicada. Y esto vale tanto para los partidopolíticos como para los estados. En la políticnternacional europea, Inglaterra siempre fu

considerada como un aliado poco digno dconfianza, pues su historia muestra que ningún otrpaís ha podido confiar en acuerdos firmados co

ella. La razón la encontraremos en lo que sigue: lpolítica exterior del Reino Unido depende en gramedida del partido que ocupa el poder, y locambios de partido ocurren con rapide

considerable. Del mismo modo, el partido qucambia sus líderes a menudo, corre el riesgo de npoder, convenir alianzas útiles en el momentoportuno. Los dos defectos más graves de l

democracia auténtica son su falta de estabilida



perpetuum mobile democraticum) y su dificultade movilización; ambos dependen del derecheconocido de que las masas soberanas tome

parte en la administración de sus propios asuntos.Para subordinar al líder a la voluntad de lmasa, y para reducirlo al nivel de un mero órganejecutivo de la masa, algunas democraciaprimitivas han procurado siempre aplicar medidade coerción moral además de los medios yenumerados. En España la Junta PatrióticRevolucionaría de 1808 insistió en que treintproletarios debían acompañar al general que iba

negociar con los franceses; y lo obligaron, eoposición con sus propias convicciones, echazar todas las propuestas de Napoleón. En lo

partidos democráticos modernos aún prevalece l

práctica, más o menos general de acuerdo con egrado de desarrollo alcanzado por estos partidode que la masa envíe a los congresos delegadoometidos a instrucciones definidas, cuy

propósito es evitar que el delegado dé un vot



adverso a la opinión de la mayoría que representaen alguna cuestión decisiva. Esta precaución pueder eficaz en ciertos casos, cuando las cuestione

on simples y claras; pero el delegado, por nener libertad de elección, está reducido a lfunción de un títere, y no puede atender a loargumentos que oye en el congreso ni a nuevohechos producidos, que salen a la luz en el cursdel debate. El resultado es que no solamentesulta superflua toda la discusión de allí e

adelante, sino que también el voto a menudesulta falsificado, pues no corresponde a la

opiniones reales de los delegados. En estoúltimos tiempos los delegados han recibido comenos frecuencia esas instrucciones rígidas, puees evidente que esa práctica estoica la cohesión

an necesaria en todos los partidos, y provocperturbaciones e incertidumbre en sus líderes.

A medida que los jefes se desvinculan de lmasa, se muestran cada vez más inclinados a llena

os claros que se producen en sus propias vida



no mediante elección popular, sino mediantcoopción, y así aumentan sus propios efectivoodo lo posible, al crear nuevos cargos po

niciativa propia. Aparece en los líderes unendencia a aislarse, a establecer una especie dbaluarte, y rodearse como con un muro, dentro decual solo pueden entrar quienes participan de spropia forma de pensar. En lugar de permitir quus sucesores sean designados por elección de l

masa, los líderes hacen cuanto está a su alcancpor elegirlos por sí mismos y por llenar todos loclaros de sus propias filas, directa

ndirectamente, por el ejercicio de su propivoluntad. Esto es lo que vemos que ocurre hoy eodas las organizaciones de la clase trabajador

que tienen una base sólida. En un inform

presentado al VII Congreso de las OrganizacioneLaboristas Italianas, en Módena, en 1908encontramos una disposición que establece quhay que reconocer en los líderes a hombre

capaces, hay que elegirlos, y tienen que ejercer la



funciones de un gobierno, en general[9]. Englaterra estos propósitos ya han sido aplicado

en la práctica, pues en ciertos casos los nuevo

empleados de la organización son elegidodirectamente por los funcionarios antiguos[10]. Lmismo ocurre en Alemania, donde el poder centranombra a un quinto de los empleados de logremios. Además, puesto que los congresos de logremios están compuestos casi exclusivamente poempleados, la única forma de que los trabajadoreorganizados puedan avalarse individualmente parexpresar sus opiniones personales, tendremos qu

encontrarla en colaboraciones a la prensaborista[11]. En el movimiento laborista francé

que pretende ser el más revolucionario de todoel secretario de la Confédération Générale d

Travail , tiene el derecho de designar cuando srata de elegir nuevos representantes para l

comisión ejecutiva de la Federación. Ejerce estderecho enviando a las Bourses du Travail que n

están representadas en el ejecutivo, una lista de lo



camaradas a quienes considera aptos para esocargos, y recomendando su elección[12]. En epartido socialista alemán cada Landesvorstande,

comisiones provinciales, y el ejecutivo centrapretenden el derecho de veto sobre la selección dcandidatos; pero este derecho de veto le da uprivilegio de carácter esencialmente oligárquicoal elevar a la comisión al rango de un verdadergobierno, y al privar a las secciones individualede uno de los derechos fundamentales de toddemocracia: el derecho a la libertad individual dacción. También en Holanda las candidatura

ocialistas para el parlamento deben seaprobadas por el ejecutivo partidario, y estejecutivo es tan inamovible como el del partidalemán. Ocurre muy rara vez que un antigu

miembro del ejecutivo que ha cumplido el términde su mandato deje de ser reelegido cuando ldesea. También en Holanda vemos este pluralismnotorio entre los funcionarios del partido.

En la designación de candidatos para l



elección, encontramos, además, otro gravfenómeno oligárquico: el nepotismo. La eleccióde los candidatos depende casi siempre de un

camarilla formada por los dirigentes locales y suasistentes, quienes sugieren a la masa algunonombres adecuados. En muchos casos la bancparlamentaria es considerada casi como unpropiedad familiar. En Italia, aunque se rindhomenaje a los principios democráticos, no es rarque encontremos que cuando muere uepresentante, o cuando deja su cargo, loufragios de los electores son transferidos si

problema a su hijo o a su hermano menor, dmanera tal que el cargo quede en la familiaQuienes aprecian las paradojas pueden inclinarsa considerar este proceso como el primer síntom

que marca el pasaje de la democracia de uistema de bonapartismo plebiscitario a otristema de monarquía hereditaria.



2. El poder financiero de loslíderes y del partido

E N el partido socialista alemán han sido muaras las deserciones y la traición por parte de loíderes. Esto es notorio y contrasta con lo que h

ocurrido en el partido socialista francé

especialmente en sus grupos parlamentarios. Laelecciones del 20 de agosto de 1893 llevaron a

alais Bourbon a seis diputados socialistasPaulin Méry, Alphonse Humbert, A. Abe

Hovelacque, Alexandre Millerand, Pierre Richar Ernest Roche. De todos estos solamente uno, e

distinguido lingüista y antropólogo Hovelacqueiguió fiel al partido hasta su muerte; los otro

cinco son ahora enemigos declarados del partidocialista. La parte desempeñada por Millerand eel socialismo, importante como todos sabemoerminó en 1904. En su discurso electoral de may

de 1906 el término «socialista» quedó en el fondo



desplegaba una oposición al candidato socialistoficial, el sociólogo Paul Lafargue, yerno de Marxu papel era entonces de anticolectivista

eformador burgués patriótico. Los otros ediputados socialistas de la nómina anterior habíadesertado de su filiación con fecha anterior. Efútil episodio político asociado al nombre degeneral Boulanger bastó para derribar el castillde naipes que representaba las conviccioneocialistas de estos guerreros en apoyo de

proletariado revolucionario de Francia. Hoy todoellos se han volcado al servicio de la reacció

clerical nacionalista. Paulin Méry fue uno de loíderes del bulangismo; en mayo de 1906, cuande opuso en la segunda votación al radical burgué

Ferdinand Buisson, los socialistas de su bancad

dieron sin vacilar sus votos a favor de sadversario. En la época del proceso a DreyfuAlphonse Humbert era uno de los defensores máardientes del estado mayor del ejército. Erne

Roche, en una época discípulo de Auguste Blanqu



luego, junto con Edouard Vaillant, uno de los mádestacados líderes de los blanquistas, es ahorugarteniente de Henri Rochefort; en una elecció

parlamentaria reciente del arrondissement 17 dParís fue derrotado por el socialista reformistPaul Brousse, aunque Brousse, otrora anarquista padre teórico de la propaganda en el oeste dEuropa, acababa de perder el favor del sector má

evolucionario de los trabajadores (Brousse, compresidente del consejo municipal de París habíecibido a Alfonso XIII como huésped en l

municipalidad, y su conducta difícilmente s

ajustaba a los principios socialistas). Es verdaque hasta hoy Brousse sigue perteneciendo a u

arti Blanquiste, ni Dieu ni Maître, que anunciaemana tras semana en el Intransigeant , reunione

de carácter más o menos privado; pero estpartido es realmente ficticio, pues aunque tienunas pocas ramificaciones no pesa en la vidpolítica; en todas las cuestiones políticas práctica

este grupito actúa de la mano con los antisemitas



os nacionalistas y, en cuestiones de teoríadondequiera que Roche tiene ocasión de aludirlae proclama le champion incorruptible de l

épublique, du Socialisme et de la Patrie. Santicapitalismo es excesivamente manso, pero schauvinismo es fanático[1]. En contraste con esto epartido socialista alemán comparte con el italian los partidos belgas la buena fortuna de conta

con líderes fieles y devotos. El liderazgo departido alemán se ha reforzado una y otra vez covaliosos aportes de otros partidos de la izquierdaales como August Bebel, el demócrata burgué

Max Quarck y Paul Bader, del Frankfurte

Zeitung ; Paul Göhre y Max Maurenbrechequienes habían fundado antes el partido socialistnacional, en oposición a los socialistas. Por otr

parte ha sufrido limitadas pérdidas dpersonalidades significativas que desertaron haciel campo burgués. Las únicas excepciones de estgeneralización se refieren a líderes de importanci

menor, tales como Max Lorenz[2], ex editor de



eipzige Volkszeitung , quien pasó más tarde lapuertas del socialismo nacional para conquistauna posición segura como editor de

ntisozialdemokratische Korrespondenz ; el joveconde Ludwig Reventlow, quien en 1906 fudiputado por los sectores antisemitas, y otrapocas personalidades académicas de menomportancia, además de uno o dos proletario

excepcionalmente convertidos, tales como ecanastero Fischer. No sería correcto contemplacomo traición, en el estricto sentido del término, eimple paso del partido socialista propiament

dicho a alguna otra forma de socialismo militanteal como ha ocurrido en el caso de socialistas ta

fervientes, y convencidos como el diputado JohanMost, el célebre encuadernador de Augsburgo,

Wilhelm Hasselmann, el químico, otro diputadque después de 1890 rompió abiertamente con epartido para afiliarse primero al socialismantiparlamentario y después al anarquismo. Habla

de estos hombres como «desertores» serí



dentificar la noción de deserción de un partidorganizado, con el abandono de la idea de lemancipación de la clase trabajadora, pero aun s

contamos como desertores del socialismo quienes se han pasado a las filas del anarquismonos vemos obligados a admitir que entre loapóstatas del partido Socialista alemán no hubninguno que hubiera ocupado una posición rectoren él.

Hasta ahora el proletariado luchador dAlemania no ha tenido que soportar el espectáculde que sus ex representantes se sentaran en la

bancas gubernamentales entre los enemigos de loocialistas. En Alemania no ha habido figuras tale

como Aristide Briand, ayer abogado de una huelggeneral y consejero para la defensa de los hombre

acusados de antimilitarismo, que habría expresadde modo manifiesto su simpatía total con la teoríantimilitarista de plutôt l’insurrection que l

uerre, y que hoy, como ministro de Instrucció

Pública, aprueba con no menos rigor e igua



evidencia las medidas de represión dispuestas pous colegas del gabinete contra los antimilitarista

Alemania no ha conocido a un John Burns, quie

como líder laborista en 1886 desempeñó una partprominente en la organización de enormemanifestaciones de desocupados, donde hubeferencias explícitas a la posible necesidad d

destruir los palacios y saquear las, tiendas, y cuyactividad había llevado el pánico al mundburgués de la capital inglesa, pero quien pocoaños después, como presidente de la Loca

Government Board , ante una moción presentada a

parlamento en circunstancias en que el Laboepresentation Committee pedía la intervenció

del parlamento en favor de los desocupadoproclamó que no era un político de taberna ni u

filántropo de corazón tierno dispuesto despilfarrar el dinero de los ciudadanorabajadores en beneficio de los llamado

desocupados y aconsejó a los obreros ahorrar e

dinero en los años prósperos y no gastarlo e



objetos inútiles. Tales desilusioneexperimentadas por obra de hombres en cuyinceridad y firmeza de carácter habían depositad

una confianza ingenua los obreros organizadoienen un efecto políticamente desalentador moralmente enervante. Tienden a llevar a loobreros hacia la indiferencia o haciespecializaciones unilaterales, tales como el nuevindicalismo, o una creencia exclusiva en e

movimiento cooperativo; o quizás hacia ciertaformas de aspiración libertaria, y a apartarlos depensamiento de organización política y de un

actividad parlamentaria meditada y medida. Vemoesto en Francia, sobre todo, donde el caso dBriand fue una mera secuela del de Millerand, y ecaso de Millerand, quizás una secuela del de Loui

Blanc, y donde; la gran masa de obreros manualeestá dividida en dos sectores: el de quieneabogan por el abstencionismo más desafiante, y ede quienes tienen su mente dominada por e

espíritu que los franceses llaman con aciert



emenfichisme[3]. El hecho de que los partidoocialistas de Alemania, Italia y Bélgica se haya

visto hasta ahora libres de los efecto

perturbadores y desmoralizadores de semejanteepisodios, da la razón principal, aunque no lúnica, a la confianza ilimitada y a menudo ciega eos líderes «probados y dignos de confianza», qu

no puede dejar de advertir ningún observadodesprejuiciado de los miembros de esos partidoEn realidad, en Alemania, la autoridad que estespíritu imprime en los líderes partidarios, y quacentúa permanentemente la tendencia a l

centralización, recibe un refuerzo enorme por eespíritu de organización, por la necesidad intensde conducción que caracteriza al proletariadalemán, y también por la relativa pobreza de

partido en individuos de preeminencia intelectua con independencia económica. Por esta

condiciones excepcionales los líderes están librede la influencia desintegradora de las disensione

personales y tácticas, que de otro modo lo



hubieran llevado a conflictos con la masa departido, semejantes a los que la acosaron coviolencia en Italia y en Holanda, a pesar de l

estabilidad y de la situación de autoridad de loíderes socialistas en estos países. Cabe decir dos líderes socialistas alemanes que aún no ha

perdido contacto con la masa; que aún prevalecallí una armonía completa entre la forma y econtenido de sus tácticas aun cuando debierexistir un conflicto entre ellos; que la comunidade ideas entre los conductores y los conducidos ne ha quebrado aún; y, para resumir, que l

comisión ejecutiva del partido, y también (aunququizá de manera menos perfecta) el grupocialista parlamentario, sigue representando l

opinión general de los camaradas de todo el paí

La confianza que los obreros alemaneorganizados han dado a quienes los representan eel juego complejo de la política se basa en leguridad que ofrecen los líderes tanto desde e

punto de vista moral, como del político. Est



eguridad existe de manera incontrovertible. Lforma en que las masas confían sus intereses a loíderes es, al menos históricamente, legítima

explicable; pero las causas de la estabilidad de loíderes son complejas, por supuesto, como todaas causas. Entre las diversas explicacione

algunos han sugerido que toda la virtud de loíderes laboristas alemanes reside en el hecho d

que nunca estuvieron expuestos a grandeentaciones, y se parecen en eso a la joven qu

nunca ha sido cortejada. Hay cierto elemento dverdad en esta explicación, en la medida en qu

enemos que vérnosla con esa virtud políticespecial que consiste en la defensa sincera de lbandería partidaria. En un Estado donde no existgobierno parlamentario, donde los ministros d

Estado son designados por el soberano de entros funcionarios principales de la administraciónin considerar para nada a la mayorí

parlamentaria y donde, en consecuencia, no ha

ninguna vía directa a la función, abierta a lo



epresentantes populares, la posibilidad dcorrupción intelectual, es decir, de un cambio máo menos completo de frente por parte de lo

íderes socialistas, bajo la influencia del deseo docupar un cargo ministerial, queda ipso fact

destruida, del mismo modo que queda excluida ladhesión al partido de la reforma social burguespor parte de los socialistas revolucionarios quaspiran a cambiar la verdadera base del ordeeconómico existente. Por otra parte, ArturLabriola, quien siguió el movimiento alemán coprofundo interés y viva simpatía, tiene razón

ndudablemente, en su cáustica predicción de qucuando llegue el día en que el gobierno alemáquiera darse el gusto de tener un ministerio liberaibio, puesto que los socialistas, en realidad, n

on difíciles de satisfacer, la «infeccióeformista» se seguirá extendiendo, aun e

Alemania. Agrega que los gérmenes de estnfección ya están muy difundidos[4].

Sin embargo, aunque es verdad que l



estructura feudal del Imperio Alemán, que sefleja aún en las leyes y en la mentalida

colectiva del país, impone límites necesarios a l

ambición de los líderes laboristas, hay que admitque el hecho que aquí consideramos no encuentruna explicación adecuada en la mera falta dentaciones. Además, la tentación, en el sentid

vulgar y material del término, no falta en mayogrado en Alemania que en otro lugar cualquiera

ingún gobierno, por autocrático que sea, hdescuidado la posibilidad de corromper laausteras virtudes de los líderes de cualquie

movimiento peligroso para la autoridad, medianta distribución de parte de los fondos parervicios secretos que todos los países tienen a s

disposición, y que han sido votados por lo

propios representantes populares. Sin embargcabe afirmar que los líderes del movimientaborista alemán, aunque no tengan la moralida

evangélica que encontramos en tantos ejemplos d

os primeros días del movimiento laborist





ocialistas alemanes descansa sobre razonepoderosas, y algunas de ellas tienen naturalezdeal. El amor característico de los alemanes po

a vocación elegida, la devoción al deber, los añode proscripción y de persecución compartidos cootros camaradas, el aislamiento del mundburgués, por parte de los obreros y suepresentantes, la convicción invencible de quolo un partido de estructura compacta y sóliderá capaz de traducir en actos los excelsos fine

del socialismo, y la aversión consecuente a toducha socialista conducida por francotiradore

ajenos a las filas del partido organizado: he aqualgunas de las numerosas razones que se combinapara engendrar en las mentes de los socialistaalemanes un amor por su organización que le

permite resistir las tormentas más violentas. Estadhesión al partido manifestada con frecuencia ea forma de actos nobles y conmovedoreepresenta ciertamente uno de los elementos má

ólidos de los cimientos sobre los cuales se h



erigido el edificio del socialismo alemán. Nopermite comprender la conducta de los lídereocialistas durante las numerosas crisis y despué

de ellas, que, en opinión de los profanos, hubieradebido terminar por fuerza en el abandono francdel partido. Es el amor al partido, con el que sdentifica la gran mayoría de los camaradas, lo qu

ha conducido a hombres tales como EduarBernstein y Kurt Eisner a mantener su adhesiódespués de conflictos violentos que casi llegaron u expulsión. Debemos agregar que en el curso da lucha estos hombres salvaron siempre l

dignidad personal sin la cual ningún hombre que sespete puede permanecer entre sus camaradas.

Otros motivos, no menos importantes, de ordematerial, refuerzan los motivos ideales expuesto

La práctica de que el partido pague por loervicios que le prestan sus empleados, establec

un vínculo que muchos de los camaradavacilarían en romper, y esto por mil razones. L

emuneración pecuniaria de servicios prestados a



partido, con que contribuye la democracia sociaalemana, inmuniza a sus funcionarios contra laformas más groseras de tentación. Mientras e

Francia, Inglaterra, Holanda, Italia y en cualquieotro país, la propaganda socialista hablada escrita es por lo general obra de voluntarios, epartido socialista alemán desconoce prácticamenta propaganda gratuita. Fuera de Alemania l

actividad socialista se basa sobre el entusiasmndividual, la iniciativa individual y la devocióndividual; pero en Alemania se apoya en lealtad, la disciplina y el sentimiento del debe

alentados por una remuneración pecuniaria. En lhistoria de los partidos socialistas no alemanepor ejemplo, encontramos periódicos importantecomo el Avanguardia Socialista de Milán y e

ieuwe Tijd de Amsterdam, fundados poniciativa individual y mantenidos por el idealism

político de unas pocas personas. Estos sigueealizando su trabajo aunque los gastos de l

aventura suelen superar a los ingresos, y aunqu



quienes escriben en los periódicos en cuestión non pagos o no reciben casi paga alguna. E

Alemania, en cambio, el Vorwärts de Berlín, e

eipziger Volkszeitung y el Neue Zeit fuerofundados y sostenidos por la totalidad del partido tienen un cuerpo editorial pago y colaboradore

pagos. Sin embargo sería erróneo suponer que lopropagandistas y funcionarios socialistas recibeuna paga en una escala que les permite llevar unvida lujosa costeada con el dinero penosamentganado por los obreros, como suelen suponerlo —con una ignorancia lindante con l

rresponsabilidad— la prensa «respetable» y loociosos de los clubes. La vida de un periodistocialista está lejos de parecerse a la de

derrochador y el libertino; su jornada no es e

modo alguno fácil; sus tareas requieren muchacrificio y abnegación, y son agotadoras; en tant

que la remuneración que recibe es modestacomparada con la seriedad y la dificultad de s

rabajo. Nadie que haya tenido el conocimient



más elemental de las condiciones de trabajo y dpaga en el periodismo socialista y en la vida qulevan los empleados del partido negará esto

Hombres de la capacidad y educación de KarKautsky, Max Quarck, Adolf Müller y un centenade otros, si hubieran elegido dedicarse a servotros intereses diferentes de los obreros, hubierapodido obtener una retribución material muchmayor de la que tienen en sus cargos actuales.

Esta referencia a la práctica del partidocialista alemán de retribuir todos los servicio

era necesaria para permitir al lector qu

comprendiera debidamente ciertas peculiaridadede la vida socialista alemana. Pero el lector ndebe suponer que no hay trabajo socialista impagen Alemania: en los distritos rurales donde l

organización sigue siendo pobre, y en el caso dpequeños periódicos semanales cuyos recursofinancieros son insignificantes, los socialistaealizan mucho trabajo gratuito. En no poco

ugares, además, los camaradas locales no recibe



paga alguna por sus discursos. Un testimonio dedealismo que, a pesar de todas las dificultadeigue floreciendo en la clase trabajadora, es l

forma en que muchos socialistas de esta clasacrifican su descanso dominical para realizarabajo propagandístico en la región, durante la

elecciones y también en otras épocadistribuyendo panfletos, discursos electoralecalendarios socialistas, etc. Esta labor gratuituele ser realizada no solo en condiciones quuponen un sacrificio paciente de exposición

privaciones sino también enfrentados a todos lo

ipos de abuso, al peligro de arresto por lopretextos más triviales, y á los ataqueprovenientes de campesinos antisemitas clericales exaltados.

Sin embargo, en general, la práctica alemanes pagar por todos los servicios al partido, desda noticia más trivial proporcionada a u

periódico, hasta el más extenso discurso público

Aunque esto priva al partido, en una medid



considerable, del espíritu de heroísmo y dentusiasmo, y del trabajo hecho por colaboracióvoluntaria y espontánea, da a la organización un

cohesión notable y una autoridad sobre el personaque aunque lo priva, indudablemente, de selasticidad y de su espíritu de iniciativa y, eesencia, tiende a perjudicar la verdadermentalidad socialista, constituye también una das bases más importantes e indispensables de l

vida partidaria. Buenos críticos de las cuestioneocialistas, como Ernst Günther, se han esforzad

por explicar el hecho de que personas d

econocida capacidad y valor hayan preferidometerse a la voluntad partidaria más bien quomper completamente con la organizaciónugiriendo que si hubieran decidido hacer otr

cosa habrían puesto en peligro su existencipolítica, y habrían renunciado a «la posibilidad dcontinuar representando de manera eficiente lontereses de los obreros»[6]. Es incuestionable qu

a plataforma socialista es hoy la mejor par



quienes defienden los intereses de lorabajadores, e históricamente es la má

apropiada, de manera tal que renunciar a est

plataforma supone casi siempre la pérdida de loportunidad de defender los intereses de la clasrabajadora; pero no es menos indiscutible qu

«para el hombre medio la asociación estrecha du propia existencia económica con s

dependencia del partido socialista parece unexcusa suficiente» para el sacrificio de sus propiaconvicciones por permanecer en un partido con e

que ya no tiene una simpatía total[7]. Alguie

escribió:

Staatserhaltend sind nur jeneDie vom Staate viel erhalten[8].

Pese a su exageración, hay una verdad medulaen esas palabras, y la crítica se aplica con iguausticia al partido que al Estado. La práctica d



pagar por todos los servicios tiende, en no pocgrado, a reforzar la burocracia partidaria, favorece al poder centralizado. La dependenci

financiera del partido, es decir, de los líderes quepresentan a la mayoría, traba a la organizaciócomo5 con cadenas de hierro. Los miembros de lorganización más tenazmente conservadores sonen realidad, quienes dependen de modo mácategórico de ella. Cuando esta dependencialcanza cierto grado de intensidad ejerce unnfluencia decisiva sobre la mentalidad. En lo

países donde los miembros del parlamento n

ienen dieta, pero donde las propiaorganizaciones partidarias sostienen a suepresentantes parlamentarios, los diputado

adquieren un intenso sentido de dependencia d

os miembros de sus organizaciones. Donde, por lcontrario, los miembros del parlamento soemunerados por el Estado, sienten que so

parlamentarios por encima de todo, aun cuand

deban su elección exclusivamente al partid



ocialista.Es bien sabido que la fuerza numérica de lo

gremios depende, en medida considerable, de la

ventajas económicas que éstos pueden ofrecer us miembros. El buen éxito de los movimientogremiales, desde ese punto de vista, ha inducido os socialistas alemanes a hacer que el partid

extienda a la masa de los miembros algunas de laventajas que hasta ahora habían sido privilegiexclusivo de la burocracia del partido. OttGerisch, tesorero del partido y miembro de lcomisión ejecutiva, se refirió a esta posibilidad e

un discurso acerca del problema de lorganización, en el congreso de Bremen, e

904[9]. Después de mencionar hechos qudemostraban la superioridad de las organizacione

gremiales sobre las del partido dijo que en sopinión la verdadera razón de la superioridahabía que buscarla en la «acumulación dbeneficios» que los gremios daban a su

miembros. Agregó que los trabajadores n



muestran fidelidad a sus gremios hasta que estaorganizaciones inician la práctica de ayuda mutuen gran escala, pero que de allí en adelante lo

afiliados aumentan enormemente en número y shacen mucho más estables. Al continuar con estínea de pensamiento dijo: «Es característico quos camaradas de Königsberg quienes, por l

posición que ocupan dentro del movimientocialista alemán, deben tener seguramente un

amplia experiencia en cuestiones de organizació propaganda, den subsidios a los miembros de

partido para cubrir gastos funerarios. Esta práctic

fue introducida por una razón muy justificableestamos en desventaja en el partido socialista si lcomparamos con los gremios, ya que no podemoofrecer ninguna ventaja directa a nuestro

afiliados; pero esto no será siempre así». Resultdifícil decidir si estas palabras deben senterpretadas como un anuncio expreso de lntención de introducir un sistema de seguro d

vida colectivo, o si, por el contrario, Gerisch sol



e proponía formular una recomendación cálida desa iniciativa. Oda Olberg, que estaba presente eel congreso como representante del periódic

ocialista italiano Avanti interpretó las palabras eel sentido anterior, y describió el discurso com

una «amenaza de degeneración»[10]. Es seguro quen el partido socialista alemán existen tendenciahacia una mayor ampliación ae esas ventajamateriales, las que podrían conducir a lransformación de la organización partidaria e

una sociedad proletaria de seguros de tintocialista. Es evidente que la evolución en es

dirección atraerá al partido centenares de miles dnuevos miembros, lo que significará un aportconsiderable de fuerza. Al mismo tiempo, eaparato de la burocracia socialista se desarrollar

mucho. Los efectos que semejante evolución podrener sobre la fuerza real del partido frente a

Estado, sobre su impulso moral, su unidad intern su cohesión táctica, son cuestiones que n

podemos analizar aquí. Para nuestro propósito e



uficiente llamar la atención sobre la influencique tiene en el mantenimiento y el refuerzo de lorganización la práctica de pagar los servicio

prestados.En los regímenes aristocráticos, al menomientras la aristocracia conserve su carácteesencialmente plutocrático, los funcionarioelegidos por lo común no reciben paga. Sufunciones son totalmente honorarias, aun cuandomen todo el tiempo de quienes las desempeñan

Son miembros de la clase dominante; se suponque son ricos, y que hacen una cuestión de hono

en gastar dinero para beneficio público, y parocupar, aun con considerable sacrificipecuniario, puestos eminentes al servicio deEstado. En las democracias modernas prevalece

prácticas similares. El Lord Mayor de Londres us colegas de otras grandes ciudades de Inglaterr

carecen de remuneración. Lo mismo podemodecir de los síndicos italianos. Mientras los gasto

de representación y otros suelen ser totalment



nadecuados, quienes desempeñan esos cargodeben ser hombres de medios privadoconsiderables que les permitan soportar los gasto

necesarios. Tienen que ser, por eso, gente yenriquecida u hombres nacidos en la opulenciaLas mismas consideraciones son aplicables a lepresentación parlamentaria italiana. En Italia e

gobierno se opone a la idea de pagar dieta a lomiembros del parlamento, sobre la base de quería impropio que los elegidos por la nació

percibieran dinero por sus actividades. Lconsecuencia es que, por ser el partido socialist

taliano un partido pobre, los obreros manuales dtalia están a priori excluidos del parlamento

Entre los treinta y seis diputados socialistas de lcámara italiana durante 1909 solo dos habían sid

obreros manuales (directores de gremios). En esacondiciones es probable que la representaciópartidaria de la legislatura esté limitada personas que tienen recursos privados; es decir,

quienes tienen tiempo y dinero que pueden dedica



a ocupaciones no remunerativas, y que exigecambios frecuentes de residencia. En Franciaademás, donde las dietas de los diputado

corresponden a una escala liberal, podemoobservar que las bancas más pobres estáepresentadas en el parlamento por los miembro

más ricos. Aun en algunos partidos democráticoel desempeño de cargos oficiales en el partidpuede ser contemplado como una funcióhonoraria; especialmente donde la organización niene medios suficientes. Por eso no es raro quurja dentro del partido una forma peculiar d

autoridad financiera, pues los camaradas qugozan de mayores recursos conquistan y retieneuna influencia debida a los servicios pecuniarioque prestan. Existe una supremacía plutocrática d

esta naturaleza en la prédica de aquellos partidoque, por falta de medios para mantenendependientes sus órganos propios, se ve

obligados a depender del apoyo pecuniario qu

prestan los camaradas adinerados. El resultado



por supuesto, es que estos últimos, comaccionistas principales del periódico, tienen uderecho natural a fiscalizar su política. Típic

ejemplo de esto encontramos en Francia donde poun tiempo L’Humanité fue sostenido por uindicato de judíos ricos. Lo mismo ocurre con l

elección de diputados a los congresos partidariosa menudo la preferencia corresponde a quienepueden y quieren pagar sus propios gastos dviaje. De esta manera resulta que los congresoque constituyen la autoridad suprema del partidopueden estar compuestos, principalmente, como e

grupo parlamentario de ciertos países, popersonas relativamente adineradas. Esto es lo quocurre en Italia, Francia, Holanda, etc. En lo que Alemania se refiere, es menos probable que est

uceda, en parte porque muy pocos miembros departido socialista son ricos, y en parte por lcondición floreciente de las finanzas partidariaPor eso en Alemania la superioridad financiera d

os camaradas ricos sobre los pobres suele se



eemplazada por la superioridad de unorganización más rica. Es natural que sea mudifícil para las organizaciones que carecen d

dinero enviar delegados a los congresopartidarios, especialmente cuando tienen lugar euna ciudad distante. En consecuencia, estoorganismos pobres, cuando no pueden designacomo delegado a quien tiene el tiempo, los medio el deseo de hacer el viaje y correr con su

propios gastos, están obligados a abandonar ldea de verse representados en el congreso. Ha

que agregar que la opinión pública dentro de

partido a menudo ha mostrado gran adversidahacia esa práctica, y ha estigmatizado a loepresentantes designados en esos términos com

«mandatarios por acomodo», considerando l

designación y la aceptación de tales mandatocomo una traición al partido y como una forma dcorrupción. En el congreso de Bremen, en 1904, ecaso de Fehndrich, fue estrepitosament

denunciado como un verdadero delito. Tale



acusaciones a menudo son injustas, pues hace faltmás espíritu de sacrificio y amor al deber parnducir a un camarada a que asista a un congreso,

us propias expensas, que para aceptar una semande vacaciones por cuenta del sector local de spartido.

Sin embargo sigue siendo cierto que en lo quespecta a la representación en los congreso

partidarios, las secciones más pequeñas están eituación de gran inferioridad. Ha habido mucha

propuestas para remediar este estado de cosas. Poejemplo, para realizar el postulado democrático d

a representación igualitaria de todos los distritoen los años 1903 y 1904 la sección de Marburpropuso que todos los gastos de la delegaciódebían ser costeados por la tesorería central. Est

proyecto no fue aceptado y, en consecuencia, hubotro intento de encontrar remedio. Este tomó lforma de unificación de distritos locales efederaciones provinciales. De esta manera e

eglamento de la federación provincial de Hesse



assau tiene la cláusula siguiente: «Las fraccioneocales de la federación que no pueden pagar lo

gastos de la delegación al congreso será

orteadas todos los años para elegir una entrodas, y esa sección así elegida tendrá el derechde enviar un delegado al congreso, a expensas da federación». Cabe observar, de paso, que cinc

de las diez secciones que constituyen la federacióienen que aprovechar este privilegio.

El partido que tiene una tesorería bien provistestá en situación, no solo de prescindir de la ayudmaterial de sus miembros relativamente opulento

así evitar que adquieran una influencipreponderante dentro del partido, sino tambiéntegrarse con un organismo de funcionarios quean leales y devotos porque depende

enteramente del partido como su medio dubsistencia. Antes del año 1906, cuando e

Estado alemán concedió dietas a los miembros deparlamento, el partido socialista alemán habí

proporcionado los honorarios de sus diputado



De esta forma los líderes partidarios, Hombrepobres en la mayor parte, pudieron ingresar aparlamento sin tener que emanciparse del partido

o separarse de la mayoría del grupo parlamentaride socialistas, como ocurrió en Francia con lformación del grupo de los «socialistandependientes». El partido socialista francés s

ha visto obligado a reconocer el peligro propio da existencia de líderes que no depende

económicamente del partido. En los países dondos representantes del pueblo no son pagados po

el gobierno ni por el partido, surge el peligro de l

plutocracia, del hecho de que los miembros deparlamento tienen que ser necesariamente hombrede recursos; pero en Francia surgió ese peligro poa vía inversa, pues allí no solo son retribuidos lo

diputados, sino que lo son con la alta retribucióde 600 libras por año. Como consecuencia de estoa los socialistas franceses se les ocurrió adoptauna medida que a un tiempo reduce la supremací

financiera de sus representantes en el Palai



ourbon, y constituye un aporte constante a lofondos partidarios: han dispuesto que toddiputado elegido bajo la égida del partido deb

pagar un quinto de su dieta, 120 libras por año, a tesorería de éste. Muchos de los diputadoocialistas franceses, para eludir esta obligacióenunciaron simplemente a su afiliación al partido

Entre las causas que llevaron en el año 1905 a lformación de un nuevo grupo socialistparlamentario, el de los «socialistandependientes», la principal fue el deseo d

eludir este gravoso impuesto, y preservar intact

para sí la bonita suma redonda pagada como dietpor el Estado. Aun en el caso de diputados quepara preservar sus bancas, encontraron prácticaceptar, como cuestión de principio, su obligació

con la tesorería del partido, la mayoría no heparado en poner de manifiesto la rápid

disposición para librarse de esas obligacioneAño tras año en los congresos del partido h

habido, en realidad, debates interminable



elativos a la forma adoptable para obligar a lodiputados socialistas recalcitrantes a cumplir cous obligaciones financieras. Sin embargo —

aquí encontramos una de las ironías de la histori— no tardó en producirse el descubrimiento dque despojar a los diputados de una parte de sdieta no constituía, a la postre, el medio más eficade evitar la formación de una oligarquía dplutócratas dentro del partido. Del informformulado por la comisión ejecutiva al congresde Nimes (1910) surge que de los 128.000 francoque constituyen la renta del partido, más de l

mitad —67.250 francos, para ser exactos—proviene de las contribuciones de los miembroocialistas del parlamento. Este estado de cosas hido calculado con el propósito primordial d

favorecer el predominio de los diputados, quieneesultan así los puntales financieros de l

administración partidaria, y dé esta manera pasaa ser personas de importancia a quienes la mas

debe tratar con todo el respeto posible. En genera



cuando los obreros manuales se transforman eempleadores, encontramos que no son amos fácilede tratar: tienen propensión a la desconfianza,

on muy exigentes. Si no fuera que estoempleados tienen, por lo común, muchas formas dehuir la influencia de ese amo de muchas cabezaerían tratados peor —así reza la queja— que po

cualquier empleador privado. En relación con lofuncionarios rentados, cada uno de los miembrode la organización se considera capitalista, y actúde acuerdo con esto. Además, los obreromanuales suelen carecer de criterio para aprecia

a labor intelectual.En Roma muchas sociedades de producció

cooperativa tienen por principio pagar a sugerentes comerciales y técnicos en la misma escal

que a sus obreros manuales. En Alemania, tambiédurante largo tiempo prevaleció esa tendencia. Ea asamblea de los mineros cristianos d

Gelsenkirchen, en 1898, encontró expresión forma

el pedido de que Brust, uno de los lídere



continuara su tarea manual como minero, pues dotro modo perdería la estimación de sucamaradas. En el congreso socialista de Berlín, e

892, fue debatida durante muchas horas unmoción por la cual ningún empleado del partiddebía tener un salario superior a 125 libras poaño; en tanto que en el congreso de Francfort, e

894, debió ser desechado el proyecto daumentar en 25 libras la remuneración de los doecretarios partidarios, pues no hubo votació

decisiva aunque el escrutinio fue tomado variaveces. Durante largo tiempo siguió prevaleciend

en el partido socialista alemán la opinión errónede que los salarios pagados a los empleados departido, y aun los desembolsos destinados a lopropagandistas, por los gastos y el tiempo perdido

eran una especie de gratificación, una «propina»En el caso de los periódicos socialistas, el editoolía estar peor pagado que el gerente comercial,

aun que los diagramadores. Las cosas ha

cambiado desde entonces, pero siempre existe un



endencia, por parte de los obreros manuales, quos induce a procurar que los salarios de lo

funcionarios del partido se mantengan bajos, en e

nivel de lo que cobra un peón de fábrica. Hacpocos años un gremio presentó una moción en eentido de que los empleados del gremio debieraer pagados por hora, y con la misma escala quegía en la rama de la industria a la qu

pertenecían como gremialistas. Aun hoy, al fijar ealario de sus propios empleados, muchos de lo

camaradas afirman, por principio, que lemuneración debe ser menor de la que pagan po

el mismo trabajo los empleadores capitalistas. Egeneral, sin embargo, cabe decir que la clasrabajadora alemana se ha acostumbrado a pagar us empleados con liberalidad. Este progreso e

explicable, en parte, por la próspera situaciófinanciera de los gremios y del partido socialistapero hay otra razón: los empleados han logradustraer la cuestión de sus retribuciones, a l

publicidad de los congresos, y reservar el debat



de estas cuestiones para comisiones privadas.En Francia, en cambio, ha ganado terreno l

endencia de los obreros a escatimar retribución

us empleados, especialmente en estos últimoiempos, desde que los diputados de la cámara haalcanzado dietas de 600 libras por año. Lndignación contra los «quince mil» (15.00

francos) ha sido tan grande que en muchos casoos obreros manuales se han negado a pagar a su

empleados en los gremios más de la décima partde esta suma: el modesto salario anual de 6ibras. Durante 1900-1901, los tres empleados d

a Conféclération Générale du Travail (eecretario, el tesorero y el organizador) recibiero

en total solo 3.173 francos (es decir, muy pocmás de 40 libras por año cada uno). Los do

empleados principales de la federación dgráficos perciben un salario anual de 144 libracada uno, en tanto que el tesorero percibe 4ibras por año. La federación de metalúrgicos s

considera extraordinaria al contratar a tre



empleados con una retribución de 112 libras poaño y (en 1905) siete secretarios de distrito coalarios de 95 libras cada uno.

En Italia aún no existe un cuerpo generanumeroso de empleados a sueldo del partidocialista y las organizaciones de gremios. Esto e

explicable principalmente por falta de fondoDurante muchos años fue necesario improvisaecretarios, administradores y tesoreros d

gremios y secciones locales; encontrarlos de udía para otro apelando a la buena voluntad y a ldevoción de los camaradas. Antes de 1905 l

federación de gráficos era la única que teníempleados especiales para teneduría de libros administración de los fondos. Aun hoy la vida das organizaciones laborales es muy rudimentaria

está expuesta a grandes vicisitudes. En realidaden los últimos años el número de empleadopermanentes de las federaciones y de las Bourse

du Travatt ha experimentado un aumento continuo

pero estos empleados siguen siendo muy ma



pagados. Nos dice Rigola que el salario se helevado de 100 liras a 200 liras por mes, y qu«ninguna organización que se respete ofrecer

menos ahora». Pero éste aumento no basta comemedio, pues 200 liras no pueden inducir a urabajador diestro a abandonar su oficio para seíder gremial. A pesar de esto, si tuviéramos qu

creer a los gremialistas, aun en Italia algunos dos líderes de los gremios ya manifiestan esendencia a la obesidad y al ocio que ha sideprochada algunas veces a los líderes de las rica

organizaciones laboristas inglesas.

La exigüidad de los salarios pagados a suempleados por el partido socialista y los gremiono se debe únicamente a aquella arrogancia arbitrariedad de empleador, de la cual no est

ibre, en modo alguno, la clase trabajadora cuande transforma en empleadora. En los casos de la

organizaciones más jóvenes, el problema puedurgir simplemente por falta de medios. Ademá

pagar poco es algo que tiene una finalidad práctic



en vista: el deseo de que los empleados sirvan poamor, a la causa, y no por las ventajas materialepropias de su puesto. Ha existido la esperanza d

que en esta forma el idealismo de los líderes fuerestimulado artificialmente, y resultara posiblevitar que se elevaran por encima del nivel sociade sus camaradas proletarios. Durante el períodnicial y revolucionario del movimiento laboristaa fuera económico o político, existieron esto

propósitos en todos los países del mundo. Laorganizaciones laboristas no se han contentadolo con pagar a sus empleados en una escal

mezquina, sino que han prohibido a los miembrodel partido o del gremio que acepten el dinero quel Estado paga a quienes llegan a miembros deparlamento. Entre las razones que indujeron a lo

ocialistas de Berlín, en el año 1885, a abstenersde participar en las elecciones del Landtaprusiano, la principal fue considerar que los 1marcos por día que los miembros de es

organismo percibían, tenderían a elevar a lo



miembros socialistas por encima de su propiclase.

En la práctica, sin embargo, el mezquino pag

a los líderes que, al menos en los primeros díadel movimiento gremial, era una políticdeliberada, demostró ser una medida muy pocfidedigna contra las posibles faltas al deber.

Para la gran mayoría de los hombres, edealismo puro no es un incentivo adecuado par

desempeñar sus obligaciones. El entusiasmo no eun artículo que pueda durar mucho en existenciaLos hombres dispuestos a exponer sus cuerpos

us vidas en un momento, o aun durante variomeses seguidos, en apoyo de una gran idea, menudo demuestran ser incapaces de un trabajpermanente al servicio de la misma idea, au

cuando el sacrificio requerido sea, ecomparación, insignificante. El goce del sacrificipersonal es comparable a una moneda de oro finogastable con ostentación de una vez, en tanto que

a cambiamos por cobres los gastaremos si



darnos cuenta. En consecuencia, aun en emovimiento laborista, es necesario que los lídereeciban una retribución prosaica además de l

devoción de sus camaradas y la satisfacción duna conciencia tranquila. Muy al comienzo de lhistoria de las organizaciones constituidas por loobreros agrícolas italianos, encontramos en umanual escrito para guía de éstos, que si ecapolega, o jefe del gremio, debe cumplir sobligación, será bueno pagarle por su trabajo[11

Por otras dos razones es necesario que loempleados estén bien pagados. La primera e

moral, y pertenece a la órbita de la éticocialista: el trabajador merece su salario. En lerminología de Marx, el trabajador que no recib

el pago correspondiente al valor social de s

rabajo es explotado. La otra razón corresponde a esfera de la política práctica: pagar poco a lo

funcionarios, como cuestión de principios, epeligroso, precisamente porque lo confía todo a l

única carta del idealismo. Eduard Bernstein tien



azón cuando dice que pagar mal conduce a lcorrupción y a la desmoralización[12]. El líder mapagado está más expuesto a sucumbir a l

entación; es más probable que traicione al partidpor interés que quien, por estar bien pagadoobtiene por su trabajo un ingreso seguro uficiente. Además, el pago mezquino de lo

funcionarios hace difícil aplicar otra medidpreventiva contra el establecimiento de loligarquía, porque impide los cambios frecuentede personal en los cargos dirigentes, y de estmanera favorece indirectamente la formación d

una oligarquía. En Francia, donde sigue siendcostumbre pagar a los líderes de los gremioemuneraciones muy bajas, falta una nuev

generación de líderes prontos para tomar el luga

de los antiguos, y por esa razón son siempre lomismos los que aparecen como delegados en locongresos gremiales.

Si, por una parte, la falta de pago a los lídere

partidarios, o una remuneración muy modesta, n



brindan salvaguarda alguna para la observación dprincipios democráticos por parte de lofuncionarios, tenemos que recordar, en cambio

que el aumento de la potencialidad financiera departido, que facilita al principio el pago liberal dos funcionarios, contribuye mucho a alentar lo

apetitos dictatoriales de los miembros de lburocracia partidaria, que fiscalizan las fuerzaeconómicas del partido en virtud de su condicióde administradores. En la historia del cristianismvemos que a medida que aumentó la fortuna de lglesia, aumentó también la independencia de

clero —de los empleados eclesiásticos— frente a comunidad. Como representantes de l

comunidad estuvieron a cargo de los bienes. Econsecuencia, quienes tenían necesidad de eso

bienes, o querían especular de alguna manera coellos, dependían del clero. Esto no solo eaplicable a los mendicantes y a todos loeceptores de limosnas, sino también a quienes s

proponían engrosar las filas del clero, o ascende



a puestos dentro de ellas, aspirantes todos a lohonores sacerdotales. La cristiandad necesitaba uorganismo calificado de empleados par

administrar los fondos y dirigir sus asuntos. Estfue el origen de la jerarquía, que alteró lignificación íntima de la cristiandad y pervirtius fines. Todos los partidos democráticos, cuy

administración financiera es compleja, estáexpuestos a un peligro similar. Este peligro eparticularmente notable en el caso del partidocialista alemán, cuya organización centra

empleó 298 personas en el año 1908, solo para s

departamento de impresos. Por no teneparticipación alguna en los beneficios líquidos, nderechos a administrar los bienes sociales, todeste personal dependía del partido, tal com

hubiese podido depender de cualquier empleadoprivado. La burocracia partidaria tiene en sumanos el periodismo: la publicación y venta de literatura partidaria, y el reclutamiento d

oradores en la lista de propagandistas pagados. E



posible cerrar todas estas fuentes de recursos, ecualquier momento, a los competidorendeseables o a los miembros insatisfechos de l

masa, y esta facultad es utilizada en la práctica. Lconcentración de poder en los partidos qupregonan la doctrina marxista es más notoria qua concentración de capital prevista por Marx en l

vida económica. Durante algunos años los líderedel partido socialista alemán emplearon diversométodos de opresión, tales como la amenaza dnegar todo apoyo —ya fuera en hombres o edinero— para la propaganda electoral de

candidato cuyas opiniones no compartieranaunque los camaradas locales dieran a estcandidato toda su confianza. Es innecesario decque esa práctica, como tal, no concuerda con lo

principios de libertad y fraternidad. Así sestablece una relación estricta de dependencia, duperioridad e inferioridad jerárquica, engendrad

por la fuerza invisible del gran dios Dinero, y est

ocurre en el seno del partido de la clas



rabajadora, que ha adoptado como lema la frasde Blanqui: ni Dieu ni Maître.

Resta una breve alusión a otro tipo de presió

económica que las organizaciones laboralepueden ejercer: los taberneros cuyas casas sofrecuentadas con preferencia o con exclusividapor miembros de la clase trabajadora, o locomerciantes cuyos clientes son en su mayor partmujeres obreras, dependen indirectamente, si ndirectamente, del partido y del gremio, en eentido económico. Podemos decir que depende

de los líderes de esas organizaciones, quienes, s

es declaran un boicoteo, pueden sumirlos en luina más absoluta.



3. Los líderes y la prensa

LA prensa constituye un instrumento fuerte para l

conquista, la preservación y la consolidación depoder por parte de los líderes. Es el medio máadecuado de difundir la fama de cada uno de loíderes entre las masas, para popularizar su

nombres. La prensa laboral —y esto se aplica lmismo a los periódicos de los gremios que a lodedicados predominantemente a fines políticos—está llena, de panegíricos relativos a la

personalidades de los líderes de referencias a s«desinterés y espíritu de sacrificio», a su «ardientdealismo unido a una vigorosa fuerza d

convicción e invencible tenacidad», cualidadeque bastaron para hacer posible que ellos crearaas grandes organizaciones de la clase trabajadora

nos dicen. Frases tan halagüeñas como las que diempo en tiempo emplea la prensa capitalista par

calificar a los líderes socialistas (dictadas, la



más de las veces, por motivos de oportunismelectoral) son reproducidas con complacencia poos periódicos socialistas, y sirven, aunque no s

as tome en todo su valor, para aumentar eprestigio de los líderes con su difusión entre lmasa socialista.

Es verdad que la prensa no puede ejercer unnfluencia inmediata, como la de lo

propagandistas populares, sobre el auditorio en laeuniones públicas, los debates y los congreso

partidarios. En compensación, no obstante, ecírculo de influencia de la palabra escrita e

mucho más amplio. La prensa puede servir eforma eficaz para influir la opinión públicmediante el culto de una «sensación» —aspectque la democracia partidaria moderna compart

con el bonapartismo, en algún rasgo fundamenta—. Los líderes apelan muchas veces a este medipara conquistar o retener la simpatía de las masa para conservar en sus propias manos l

orientación del movimiento. Los líderes utiliza



ambién la prensa democrática para atacar (eforma más o menos disfrazada) a sus adversarioo para lanzar acusaciones graves contra persona

de nota en el mundo de la política o las finanzaEstos ataques pueden apoyarse sobre una basuficiente de pruebas, o quizá no lo estén, pero a

menos sirven para suscitar un escándalo. A veceambién procuran los líderes congraciarse con la

masas profiriendo insultos y maldiciones contrus adversarios capitalistas; lenguaje que recuerd

el proverbial de las pescaderas del mercadBillingsgate. Todos los medios son buenos para e

cazador de la popularidad, que los elige y loaplica según las circunstancias. La forma en que eíder utiliza la prensa para asegurarse s

autoridad, varía naturalmente de un país a otro

egún las diferencias de costumbres nacionaleDonde la organización partidaria y la fuerza dque dispone son aún débiles, la influencia de loíderes es directa y personal. La consecuencia e

que en Francia, Inglaterra e Italia, donde e



carácter popular conserva todavía un tonfuertemente individual, el líder democrático spresenta como responsable de lo que escribe,

firma sus artículos con todos sus nombres. Eartículo que aparece en Le Socialiste de Paríatraerá la atención no tanto por sus propioméritos, sino porque ostenta al pie la firma de uules Guesde, con letras grandes. El líder imponu influencia a las masas en forma directa a

manifestar abiertamente su opinión, y darle menudo la forma de un decreto, publicado en lparte más visible del periódico. Desde los punto

de vista estético y ético, esto es, además, la mejoforma de periodismo, pues el lector tiene ederecho de conocer la fuente de las mercancíaque le ofrecen, aparte del hecho de que hay qu

aplicar a toda actividad pública el principio éticfundamental de que cada uno es responsable antodos por su conducta. Para los aspirantes aiderazgo, la práctica de firmar los artículo

periodísticos tiene también la indudable ventaja d



hacer que sus nombres sean conocidos por lmasa, y esto facilita el ascenso gradual en lescala de honores representativos, hasta qu

alcanzan el más alto.En otros países —como por ejemplo eAlemania— es tan sólida la fe de las masas en lautoridad, que ésta no requiere el apoyo deprestigio de algunas personalidades conocidaPor eso allí el periodismo casi siempre eanónimo. El colaborador individual desaparecras el cuerpo de redacción. El diario no sirv

para difundir ampliamente los nombres de lo

escritores, y los lectores habituales ignoran, por lcomún, la identidad de quienes se desempeñan ea redacción. Esto explica la relativa falta dmportancia del rol personal desempeñado por lo

publicistas alemanes, si se los compara con los dcasi todos los demás países; explica su parte tapequeña en la vida pública, y la mínimconsideración social que gozan. Pero esto n

ignifica que la prensa anónima deje de servir



os líderes como instrumento de dominio. Puestque el periodista alemán es identificado con todel cuerpo de redacción, y aun con todo el partido

el resultado es que su voz apela al público cooda la fuerza de su autoridad colectiva. Las ideapersonales adquieren así una prominencia y unnfluencia que les faltarían de otro modo. Lo que e

miembro individual de la redacción pierde por sanonimato, respecto de la influencia directa sobras masas, lo ganan los líderes del periodism

como grupo. El «nosotros» editorial, dicho enombre de un gran partido, tiene un efecto much

mayor que el nombre más distinguido. E«partido», es decir, la totalidad de los líderegoza así de una consagración especial, pues lmasa olvida que detrás de un artículo que s

presenta bajo un aspecto colectivo suelesconderse, en casi todos los casos, una únicpersona. En Alemania no es difícil observar que lmasa, especialmente en Prusia, considera a lo

artículos polémicos anónimos, u otros, de



Vorwärts, el órgano central del partido, como unespecie de evangelio periodístico: una biblia enúmeros de medio penique. Para la publicación d

ataques personales violentos lo más indicado es eperiodismo anónimo, que brinda oportunidadeconvenientes y casi siempre tentadoras, y aseguruna impunidad moral y legal. Tras el escudo deanonimato los individuos de naturaleza baja cobarde pueden acechar y arrojar sus dardoenvenenados contra sus adversarios personales políticos, sin riesgos.

La víctima de la agresión está en situación d

nferioridad por cuatro razones diferentes: la masconsidera que la censura de que ha sido objeto fuexpresada en nombre de un principio o una claseemanada de una región superior e impersonal y, e

consecuencia, tiene carácter muy grave y eprácticamente indeleble. Por otra parte, todo ecuerpo de redacción se siente responsable de lpublicado, pues el artículo anónimo aparece com

publicado con el consentimiento unánime de l



colectividad; el resultado es que todo el cuerpeditorial hace causa común con el agresor, y estorna casi imposible lograr una reparación por e

daño cometido. Además, la persona atacada nabe quién es el agresor, puesto que si conocieru nombre podría comprender los motivos de

ataque, en lugar de verse obligado a luchar contruna sombra. Por último, si quiere la casualidaque pueda descubrir la personalidad del agresoa ética periodística le prohíbe asumir su defens

con palabras dirigidas contra el agresondividualmente, y se ve privado así de uno de lo

métodos más eficaces de defensa. Ocurrió hacpoco que un escritor de la prensa socialistalemana, que había atacado a otro miembro departido, cuando este último formuló una réplic

que exigía una respuesta indudable, rehuscontinuar la discusión porque la persona atacadhabía dirigido su réplica no al cuerpo editorial egeneral, sino «a un miembro único de es

organismo», que era, en realidad, el agresor. L



azón esgrimida para rehusarse fue que, adirigirse así a una persona en lugar de hacerlo acuerpo de redacción, el otro había «infringido e

decoro más elemental de la vida partidaria»[1]

. Ldespersonalización del periodismo alemán hfavorecido la institución de lo que se llam«oficina de correspondencia» relacionada con lprensa socialista de ese país. Estaorganizaciones, dirigidas por algunos escritoredel partido, proporcionan cada día, a la prensocialista, información relativa a cuestione

especiales, tales como política exterior, asunto

cooperativos y problemas legislativos. Laoficinas deben su origen, en gran parte, al espíritde gran economía que domina la prensa partidariaDan a esta prensa un sello de gran uniformidad

pues docenas de periódicos reciben su inspiracióde la misma fuente. Además, aseguran lupremacía de un grupo pequeño y cerrado d

periodistas oficiales, sobre los escritore

ndependientes —supremacía que se manifiest



principalmente en la esfera económica, pues loque escriben para las oficinas de correspondencicasi nunca desempeñan un papel notable en la vid

política del partido—.En todos los casos la prensa queda en manode los líderes y jamás es fiscalizada por la masaA menudo hay comisarios de prensa intercaladoentre los líderes y la masa, como estratntermedio: delegados por la masa para ejerce

alguna supervisión sobre el cuerpo de redacciónEn las circunstancias más favorables, sin embargoestos funcionarios no pueden aspirar a más que un

pequeña parte del poder, y constituyen apenas unespecie de gobierno suplementario, inoportuno nexperto. En general, cabe decir que los lídere

pagos son quienes deciden todas las cuestione

políticas relativas a la prensa.



4. La situación de los líderes enrelación con las masas, en la

práctica

E N las organizaciones políticas del proletariadnternacional, el nivel más alto de líderes l

constituyen, principalmente, los miembros deparlamento. Como prueba de esto basta mencionaos nombres de los pocos hombres que han sido on los líderes socialistas más distinguidos de siempo, hombres de nota y simultáneament

egisladores: Bebel, Jaurès, Guesde, AdleVandervelde, Troelstra, Turati, Keir HardieMacdonald o Pablo Iglesias. Hyndman es unexcepción, solo porque nunca logró ganar un

elección. El sector del partido inglés al qupertenece no está representado en el parlamento.

El hecho que aquí señalamos indica el carácteesencialmente parlamentario de los partido

ocialistas modernos. Los miembros socialista



del parlamento son quienes se han distinguidespecialmente en el partido, por su competencia por su capacidad. Pero, además de est

uperioridad, reconocida y consagrada por epropio partido, hay dos razones para la graautoridad ejercida por el parlamentario socialistaen primer lugar, en virtud de su situación, escapcasi totalmente a la supervisión de la masa departido, y aun a la fiscalización de la comisióejecutiva. Debe su independencia relativa al hechde que los representantes parlamentarios soelegidos por un término considerable de años,

nadie puede destituirlos mientras conserven lconfianza de los electores. En segundo lugar, auen el momento de la elección, su dependencia departido es solo indirecta, pues el poder provien

de la masa electoral; es decir, en último análiside un cuerpo no organizado. Es verdad que ealgunos países la independencia de la organizaciópartidaria, de que gozan los diputado

parlamentarios, está sujeta a límites más o meno



estrictos, según el grado de organización cohesión del partido. Pero aun así el respeto y epoder de que gozan los parlamentarios e

ncuestionable, pues son ellos quienes desempeñadentro del partido las funciones principales, y spoder es el que predomina, en grado notableobre el ejecutivo partidario. Esto es cierto, má

que en ningún otro lugar, en Alemania. Donde laeyes prohíben al diputado que actúe tambié

como miembro de la comisión ejecutiva (en Italiapor ejemplo, solo un diputado elegido por el grupparlamentario puede integrar la comisión ejecutiv

del partido), es probable que ocurran grandefricciones entre los dos grupos de líderes, entorpezcan la autoridad de ambos; pero, por lazón ya expuesta, la influencia del grup

parlamentario suele predominar.La influencia del parlamentarismo e

especialmente grande en la democracia sociaalemana. La actitud que asumen con frecuencia lo

ocialistas del parlamento hacia el partido



demuestra esto con claridad. No hay otro partidocialista en el mundo donde esté expuesta a ta

pocas críticas la conducta de sus representantes e

el parlamento. Los miembros socialistas deReichstag muchas veces pronuncian discursos eeste organismo, que cabría esperar que suscitaraas recriminaciones más vivas, y sin embargo ni l

prensa partidaria ni los congresos dejan oír unpalabra de crítica ni de desaprobación. Durantos debates en el Reichstag relativos a la huelga d

mineros en la cuenca del Ruhr (1905), el diputadHué calificó de «utópico» el programa máximo de

partido, y la prensa socialista no manifestíntoma alguno de rebeldía. En la primera ocasió

que el partido se apartó de sus principios doposición incondicional a todo gasto militar, y s

conformó con una simple abstención al votar eprimer crédito de 1.500.000 marcos para la guerrcontra os Hereros, esta notable innovación —quen cualquier otro partido socialista

ndudablemente, hubiera levantado una tormenta e



un sector de sus miembros, aun cuando habría sidcelebrada con aprobación por otros— entre loocialistas alemanes sólo levantó unas protesta

dispersas y tímidas. Posteriormente, en econgreso de Bremen de 1904, cuando lodiputados debieron rendir cuenta de su conductahubo muy pocos delegados que expresaradesaprobación. Es notable, además, la medida eque se consolidó el poder del grupo parlamentaricuando el partido creció en todo el país. En loprimeros días, algunas cuestiones mucho menomportantes daban origen a luchas mucho má

agudas entre el partido y el grupo parlamentarioHoy las masas socialistas de Alemania se haacostumbrado a la idea de que la lucha decisiva efavor de los objetivos tan caros a sus corazone

endrá lugar en el parlamento, y por esa razóevitan cuidadosamente hacer algo que pueda creadificultades a sus representantes parlamentarioEsta convicción determina permanentemente l

conducta de las masas en relación con sus lídere



Por eso en muchas cuestiones la conducta degrupo parlamentario es en verdad decisivauprema lex. Todas las críticas enérgicas, aunqu

formuladas de acuerdo con los principiofundamentales del socialismo, son repudiadas poa masa si tienden a debilitar la posición del grup

parlamentario.Quienes, a pesar de esto, se aventuran

pronunciar esa crítica son silenciadonmediatamente y estigmatizados con severida

por los líderes. Podemos dar dos ejemplos parlustrar esto: el Leipziger Volkszeitung , en el añ

904, en un artículo editorial titulado «La usurdel pan», expresaba su furia en términos bastantviolentos acerca de los líderes políticos de lopartidos capitalistas. Cuando el príncipe Bülow

eyó al parlamento ese artículo y lo mostró comun mal ejemplo de métodos periodísticos, algunode los oradores del centro y de la derecha deReichstag dieron grandes muestras de indignació

contra los socialistas. Bebel, quien hasta entonce



había sido amigo declarado del Leipzige

Volkszeitung , ante esto no vaciló en repudiar eartículo abiertamente en el parlamento, aunque s

conducta estaba entonces en flagrantcontradicción con las tradiciones mejoestablecidas de la democracia, y con el principiesencial de la solidaridad partidaria. En econgreso de Bremen en 1904, Georg von Vollmacondenó abiertamente los primeros intentoantimilitaristas en Alemania hechos por algunomiembros del partido. Esto lo hizo con laprobación expresa de casi todos los delegados,

in que ninguno manifestara desaprobación. Siembargo el antimilitarismo es una consecuenciógica del socialismo, y para un partido como eocialista, la propaganda antimilitarista debe se

por supuesto, una cuestión de importanciprimordial. Vollmar, sin embargo, justificó sactitud señalando que si era necesario adoptar unpropaganda sistemática antimilitarista, el ministr

de la Guerra tendría siempre un pretexto a man



para no hacer caso de todas las protestas y quejaque pudieran formular los diputados socialistapor el trato diferencial a los soldados cuya opinió

en favor del socialismo era conocida. Poejemplo, si los representantes del partido en eparlamento debieran emprender una acción contras consultas secretas que las autoridade

acostumbran hacer a los comandantes de distritoenviándoles los nombres de los reclutas que antedel enrolamiento frecuentaban reunioneocialistas, y aun se los conocía como lídereocales, el ministro podría responder, y de maner

efectiva, que los socialistas son enemigos del paípor ser antimilitaristas y, por lo tanto, merecen seratados con todo el rigor posible. Vollma

concluyó diciendo: «La propaganda antimilitarist

hará imposible que los socialistas del parlamentigan afirmando que los socialistas cumplen su

deberes militares con no menos patriotismo quos no socialistas, y que por esta razón es injust

ometerlos a un trato excepcional»[1]

. Conocemo



bien los grandes esfuerzos realizados por logrupos parlamentarios socialistas de todos lopaíses para asegurar que sus miembros ex offici

engan el derecho de votar en los congresos departido. En Alemania este derecho fue reconociden 1890 por el congreso de Berlín, con limitación intrascendente de que en las cuestioneelativas a las actividades parlamentarias, lo

derechos de los miembros del grupo del congresdebieran ser puramente deliberativos. A pesar dalguna oposición, este derecho fue confirmado poel nuevo reglamento del partido, aprobado en e

congreso de Jena en 1905. Es obvio que ediputado, aunque como tal no tenga el derecho dvotar, no tendrá muchas dificultades en asegurarsuna delegación en el congreso. Auer dijo una ve

que aquellos diputados que no logran integrar unde esas delegaciones deben ser, en realidadpobres infelices[2]. Sin embargo se les ha ahorradesta molestia insignificante. De esta maner

admiten una participación activa de los miembro



del grupo parlamentario en las deliberaciones mántimas del partido, no como delegados aprobado

por un voto del sector al que pertenecen, sin

como representantes de todo el electorado de lbancada, para todo el período por el que fueroelegidos para la legislatura. Esto supone ueconocimiento expreso de su situación de líderey una admisión adicional de que este liderazg

debe su origen, en parte, a fuerzas no partidarias evidentemente los asciende a la situación dupercamaradas independientes de la masa de

partido, y los transforma en delegados inamovible

durante todo el tiempo que sigan siendo miembrodel Reichstag. Esta disposición es, en realidadpeculiar de Alemania. En otros países haeglamentaciones idénticas para la designación d

odos los delegados al congreso, sean o no seaepresentantes parlamentarios[3]. En Francia y e

Holanda, por ejemplo, los diputados pueden tomaparte en los congresos, y pueden votar solament

cuando son delegados especiales para este fin. E



talia los miembros de la comisión ejecutiva y lomiembros del grupo parlamentario no puedehablar en los congresos a menos que la comisió

ejecutiva les solicite que presenten un informespecial. En Italia, como en Francia y en Holandapueden votar solamente cuando actúan comdelegados ordinarios.

Sin embargo, por su gran competencia ediversas cuestiones, los grupos parlamentarioocialistas se consideran superiores aun a lo

congresos que, en teoría, son las cortes supremadel partido, y reclaman una autonomía efectiva

Los miembros del grupo parlamentario obedecen una tendencia natural a restringir cada vez más ecírculo de cuestiones cuya decisión secompetencia del congreso, y a hacerse único

árbitros den los destinos partidarios. En Alemanimuchos de los diputados socialistas plantearon ueclamo en 1903, para decidir por sí mismondependientemente de los congresos del partido

i el grupo parlamentario debía aceptar o no l



vicepresidencia del Reichstag para uno de sumiembros, y si, en el caso de aceptarla, evicepresidente socialista debía adoptar los uso

propios de ese cargo y concurrir a la corte. Etalia los grupos parlamentarios socialista epublicano se han asegurado una independenci

completa de las comisiones ejecutivas de suespectivos partidos. El grupo socialista fu

acusado algunas veces de aceptar diputados que neran siquiera miembros ordinarios del partidohombres que afirmaban que los electores lomirarían con desdén si se adhirieran oficialmente

a organización socialista local.Los líderes parlamentarios de los partido

ocialista y también capitalista, suponen que tieneel derecho de constituir una corporación cerrada

ndependiente del resto de su partido. El grupparlamentario de los socialistas alemanes, en máde una ocasión y por propia iniciativa, desautorizo actuado en sectores considerables del partido

La más notable de estas desautorizaciones fue l



del artículo «La usura del pan», en el Leipzige

Volkszeitung (1904)[4], y la de la agitacióantimilitarista de Karl Liebknecht (1907). En e

primer caso, el Leipziger Volkszeitung pudo mubien consolarse de la desaprobación de «cincuent siete camaradas» (es decir, los miembros de

grupo parlamentario), que representaban unminoría infinitesimal del partido, de acuerdo coel enunciado histórico y típicamente democráticdel abate Sieyés, en vísperas de la RevolucióFrancesa, cuando dijo que los derechos del reyespecto de los de sus súbditos, estaban en l

proporción de 1:30.000.000. Como asunto deoría pura, al considerar los principio

democráticos del partido, el periódico dio en eclavo; pero en la práctica su afirmación careció d

ignificado, pues el derecho no efectivo deprincipio se oponía en ese caso al derecho del máfuerte, inmanente en el liderazgo.

Las secciones locales del partido apoyaron

us diputados. En los congresos la gran mayoría d



os delegados aceptó, como una cuestión de hábitoa guía de los hombres de nota. En el congreso d

Bremen de 1904 los socialistas alemane

echazaron la idea de la huelga general como algotalmente absurdo; en Jena, en 1905, la aclamarocomo arma oficial del partido; en Mannheim, e

906, declararon que era utópica. Cada una de lafases de este avance en zigzag fue aclamada con eaplauso consciente de la masa de los delegados acongreso, y de la de los camaradas de todo el paíque mostraron, en cada ocasión, la misma falta dcapacidad crítica y el mismo entusiasm

rreflexivo. En Francia, el pequeño puñado dhombres que constituía el estado mayor de lomarxistas franceses cuando aún formaban upartido independiente bajo la conducción de Jule

Guesde, estaba tan imbuido del espíritu autoritarique en los congresos del partido la comisióejecutiva (Comité National ) no era elegida en lforma debida sino designada en bloque, po

aclamación; los jefes no podían concebir que l



masa del partido pudiera soñar en rehusarse eguir a sus líderes. Además, los congresos s

desarrollaban in camera. La publicación de lo

nformes era tan condensada que nadie podífiscalizar a los oradores. En los congresoocialistas alemanes, y en los informes de esa

asambleas, es fácil distinguir entre un círculo altde delegados y un círculo bajo. El informe de lque dicen los delegados «ordinarios» está muabreviado, en tanto que los discursos de l«artillería pesada» son reproducidos al pie de letra. La prensa partidaria también aplica medida

diferentes a los camaradas: en el año 1904, cuandVorwärts, editado entonces por Eisner, no publicuna carta enviada por Bebel, éste removió cielo ierra con sus lamentaciones, y dijo que la liberta

de opinión era suprimida dentro del partido pueodos los camaradas teman «el derecho má

elemental» de que sus cartas fueran reproducidaen los órganos partidarios. Sin embargo es cas

mposible ignorar que el «derecho» que a



nvocaba Bebel, en la práctica es proporcional agrado de elevación de cada camarada dentro departido. La conmoción producida porque la cart

de Bebel no fue publicada demuestra que este casera excepcional.En el movimiento gremial, el carácte

autoritario de los líderes y su tendencia a gobernaas organizaciones democráticas con sistema

oligárquicos están más acentuados que en laorganizaciones políticas[5].

La historia de las organizaciones gremialeegistra innumerables hechos que demuestran hast

dónde la democracia centralizada puede apartar da democracia a un movimiento fundamentalment

democrático de la clase trabajadora. En el gremies todavía más fácil que en una organizació

aborista política, que los funcionarios inicien prosigan un curso de acción que la mayoría de lorabajadores —que se supone que elloepresentan— no aprueba. Baste referirnos aquí

as dos famosas decisiones del congreso gremia



de Colonia en 1905. En una de ellas los líderes sdeclararon en oposición (oposición con la opinióde la mayoría) a seguir observando al 1.º de may

como una demostración de protesta general soparte de los trabajadores. En la segunda, ldiscusión e la huelga general estuvo totalmentprohibida. Con esos acontecimientos y otroimilares, las prácticas oligárquicas de los lídere

quedan suficientemente probadas, aunque algunoautores sigan discutiendo el hecho[6]. Ya hacmuchos años que las comisiones ejecutivas de lafederaciones de gremios se vienen esforzando po

usurpar el derecho exclusivo de decidir, enombre de la masa, el ritmo de los movimientopara mejorar los salarios, y en consecuencia ederecho a decidir si una huelga es «legítima» o n

o es. Puesto que los líderes de la federacióienen a su cargo los fondos, que a menudepresentan sumas considerables, en la práctica l

discusión se reduce a la cuestión de quién sea e

que decida si la huelga tendrá o no tendr



ubsidio. Esta cuestión afecta a la verdadervivencia del derecho democrático de las masaorganizadas en los gremios, para gobernar su

propios asuntos. Cuando los líderes reclaman quon los únicos que tienen el derecho de decidir euna cuestión de tal importancia, y aun cuando yengan ese derecho en gran medida, es evident

que los principios democráticos más esencialecorren grave peligro. Los líderes se haconvertido abiertamente en una oligarquía, y hadejado a las masas, que son las que proporcionaos fondos, nada más que el deber de aceptar la

decisiones de esa oligarquía. Este abuso de podequizás encuentre justificación en el terreno tácticoi los líderes alegan, en defensa de su proceder, luprema necesidad de que la huelga sea declarad

con cautela y al unísono. Reclaman para sí ederecho de decidir los méritos de la cuestión, coa única base de ser ellos quienes conocen mejo

que los propios trabajadores las condiciones de

mercado laboral en todo el país, y en consecuenci



están en mejor situación para juzgar laprobabilidades de buen éxito en la lucha. Loíderes gremiales agregan que, puesto que detene

el trabajo en una ciudad perjudica, por fuerza, lpotencialidad financiera del gremio en esa ciuda perturba a veces las condiciones de trabajo d

una serie completa de trabajadores organizadoos líderes son quienes deben decidir cuándo

dónde hay que declarar la huelga. De esta manerconsideran que su acción está justificada por epropósito democrático de salvaguardar lontereses de la mayoría contra las accione

mpulsivas de la minoría.Pero aquí no nos interesa la causalidad de l

oligarquía que prevalece en los gremios. Ebastante que señalemos la poca diferencia qu

existe entre las tendencias de las oligarquíaproletarias y las de otras oligarquías quprevalecen en la vida del Estado: los gobiernoas cortes, etc. Es interesante advertir que e

Alemania, como en todas partes, los lídere



ocialistas no vacilan en admitir la existencia duna oligarquía bien desarrollada, en el movimientgremial, en tanto que los líderes de los gremios,

u turno, llaman la atención hacia la existencia duna oligarquía en el partido socialista; ambogrupos de líderes se unen, sin embargo, pardeclarar que, en la medida que interesa a supropias organizaciones, éstas son totalmentnmunes a la infección oligárquica.

Sin embargo, los líderes gremiales y los departido socialista a veces conciertan un curso dacción que, si fuera emprendido por un

cualquiera de esos grupos, solo, los del otro grupno dejarían de estigmatizarlo como abiertamentantidemocrático. Por ejemplo, en la grave cuestióde la demostración del lº de mayo, de importanci

democrática primaria en el año 1908, la comisióejecutiva del partido socialista y la comisiógeneral de los gremios dispusieron de comúacuerdo determinar, desde arriba

categóricamente, la conducta de las organizacione



ndependientes políticas y gremiales. En uncuestión que afecta de manera tan profunda a cadgremio y a cada comisión socialista local, la

comisiones ejecutivas consideraron totalmentnnecesario consultarles su opinión. Esta conductdemuestra cuánta justificación tiene la crítica qucada una de las secciones del movimiento de lclase trabajadora dirige contra la otra. Además, lcuestión debatida acerca de si los consejogremiales y locales no podrían ser representadodirectamente en los congresos gremiales, despuéde todo no representa más que una extensión de

círculo oligárquico.Consideremos ahora, brevemente, la tercer

forma del movimiento de la clase trabajadora —as organizaciones cooperativas— y, en particula

as organizaciones para la producción cooperativapor ser las que por su verdadera naturalezdebieran incorporar de manera más perfecta loprincipios democráticos.

En lo que a las sociedades cooperativa



distributivas se refiere, es fácil comprender que npueden ser gobernadas directamente por la masde los miembros. Como lo ha demostrado Kautsk

aquí nos encontramos ante una empresa cuyafunciones son esencialmente comerciales, escapan por eso a la competencia de la masa. Poesa razón las principales actividades comercialede estas sociedades deben ser confiadas empleados y a unos pocos expertos. «A menos quconsideremos las compras como cooperación, ecuyo caso los clientes de cualquier comerciantcomún son también cooperadores con e

comerciante, los miembros de una sociedacooperativa no tienen, respecto de sadministración, nada más que ver que loenedores de acciones de una compañía limitada

eligen el consejo de administración y luego dejaque la máquina corra sola, y esperan al fin deejercicio para expresar su aprobación desaprobación a los administradores, y par

embolsarse los dividendos»[7]

. En los hechos, la



ociedades cooperativas distributivas presentanen general, un aspecto monárquico. Leamos, poejemplo, lo que escribió un crítico bien dispuesto

con relación a la sociedad cooperativa Vooruit dGhent, dirigida por Edouard Anseele, el socialista cuya tendencia también es decididamentocialista: «La prosperidad y la buen

administración son inalcanzables sin algúacrificio de la sagrada libertad de lorabajadores. La sociedad Vooruit lleva el sello da potente personalidad que la creó…, una fuert

voluntad que reclama para sí la

esponsabilidades (cuando otros las eluden) casiempre se embriaga consigo misma. El seño

Anseele asumió deliberadamente las manerampetuosas, imperiosas y bruscas de casi todos lo

capitanes burgueses de la industria, y Voorufunciona esencialmente sobre el principio dautoridad»[8]. Las sociedades de producciócooperativa, en cambio —y especialmente las má

pequeñas—, en teoría ofrecen el mejor campo qu



podemos imaginar para la colaboraciódemocrática. Consisten en elementos homogéneoque pertenecen al mismo estrato de la clas

rabajadora; personas que desempeñan el mismoficio, y acostumbradas a la misma manera dvivir. En la medida que la sociedad necesita unadministración, todos los miembros en comúpueden emprenderla, pues todos poseen la mismcompetencia profesional, y todos pueden colaboracomo consejeros y auxiliares. En un partidpolítico es imposible que todos los miembrodeban emprender una tarea política importante,

ésta es la Tazón por la cual un partido políticpresenta siempre un gran abismo entre los lídere la masa; pero en una sociedad de producció

cooperativa, de zapateros, por ejemplo, todos lo

miembros son igualmente capaces en lfabricación del calzado, el uso de las herramienta el conocimiento de la calidad del cuero. N

existen entre ellos diferencias esenciales e

materia de conocimiento técnico. Sin embargo,



pesar del hecho de ser esta circunstanciexcepcionalmente favorable para constituir uorganismo democrático, por regla general n

podemos considerar a las cooperativas dproducción como modelos de autoadministraciódemocrática. Rodbertus dijo en cierta ocasión qucuando imaginaba que las asociaciones dproducción extendieran sus actividades parncluir a todos los fabricantes, el comercio y l

agricultura, cuando pensó que todo el trabajocial fuera realizado por pequeñas sociedade

cooperativas en cuya administración tuvieran igua

voz todos los miembros, no pudo eludir lconvicción de que el sistema económico habría ducumbir bajo el peso de su propia maquinaria[9

La historia de la cooperación productiv

demuestra que todas las sociedades se han vistfrente al dilema siguiente: o sucumben pronto poa discordia y la falta de autoridad que resulta de

hecho de ser demasiados quienes tienen el derech

de injerir en la administración, o terminan po



ometerse a la voluntad de uno o de unas pocapersonas, y así pierden el carácter verdaderamentcooperativo. En casi todos los casos esta

empresas deben su origen a la iniciativa personade uno o de pocos miembros. Algunas veces somonarquías en miniatura, que están bajo ldictadura del administrador, que los representa eodas las relaciones internas y externas, y de cuy

voluntad depende todo de manera tan absoluta qui muriera o renunciara, estas sociedades correría

el riesgo de desaparecer. Esta tendencia por partde las sociedades cooperativas de producción s

acentúa más por el carácter de suma de individuocuyas ventajas personales disminuyen en lproporción que aumenta el número de miembroAsí, por su propia naturaleza están expuestas a la

mismas leyes psicológicas inmutables qugobernaron la evolución de las hermandademedievales. A medida que se hacen máprósperas, se hacen también más exclusivas

iempre tienden a monopolizar, en beneficio de lo



miembros existentes, las ventajas que han logradasegurarse. Por ejemplo, al exigir un precio altde ingreso ponen obstáculos indirectos en la vía d

entrada de miembros nuevos. En algunos casoechazan lisa y llanamente a los nuevos miembroo dictan un reglamento que establece un númermáximo de éstos. Cuando tienen necesidad dmayor número de manos, satisfacen esta necesidacontratando trabajadores asalariados comunes. Poeso no es raro que encontremos que una sociedade producción cooperativa se transformgradualmente en una compañía de capital socia

Algunas veces llega a ocurrir que la sociedacooperativa se transforma en empresa privada deadministrador. En ambos casos Kautsky tiene razóal decir que el valor social de la cooperativa de l

clase trabajadora está limitado a la provisión dmedios para algunos proletarios, que les permitirrepar desde su propia clase a una más alta

Rodbertus describió las asociaciones de trabaj

como una escuela para la educación de la clas



rabajadora, donde los obreros manuales puedeaprender administración, discusión y, dentro dciertos límites, el arte de gobernar [10]. Hemo

visto en qué medida tan pequeña es aplicable estafirmación.En el movimiento democrático el facto

personal desempeña una parte muy importante. Eas asociaciones más pequeñas a veces predomina

En las asociaciones mayores, las cuestionemayores por lo común pierden las característicapersonales y menudas que tenían en su origen perodel mismo modo, las personas que plantean esa

cuestiones, y que en cierto sentido lapersonifican, conservan su influencia mportancia. En Inglaterra, tres o cuatro hombre

—Macdonald, Keir Hardie, Henderson y Clyne

—, por ejemplo, gozan de una confianza talimitada por parte de las masas socialistas que

como lo declara un observador sagaz, emposible ejercer una influencia sobre la masa

como no sea ejerciendo influencia sobre esto



íderes[11]. En Italia, el primero entre los líderede las organizaciones gremiales ha afirmado quolo pueden seguir existiendo las que son dirigida

por un buen organizador. «Las categorías de logremios más diversos, que encontramos en lomedios más diferentes, han sido incapaces dograr organización y de sobrevivir alguna crisi

excepto en la medida que han sido capaces dencontrar personas de primer orden para quadministren sus asuntos. Los que han tenido maloíderes no han logrado establecer organizacione

o éstas han demostrado ser defectuosas»[12]. E

Alemania la autoridad suprema de Bebel smanifestó de mil maneras[13], desde el júbilo coque era celebrado dondequiera que fuera, hasta loesfuerzas realizados en los diversos congresos po

epresentantes de diferentes tendencias, parconquistarlo para su bando. Además, los líderede la clase trabajadora conocen bien sascendiente sobre las masas. A veces e

oportunismo político los lleva a negarlo, pero l



más común es que estén orgullosos y se jacten dello. En Italia (y también en otros países) loíderes socialistas han proclamado siempre que l

burguesía y el gobierno les deben mucho por habemantenido en jaque a las masas, y por habeactuado como moderadores de la turba impulsivaEsto es tanto como decir que los lídereocialistas reclaman el mérito —y, e

consecuencia, el poder— de evitar la revolucióocial, la cual, según ellos mismos, habría tenidugar hace tiempo, si no fuera por su intervención

La desunión de los partidos, aunque atraída

veces por necesidades objetivas, es casi siempra obra de los líderes. Las masas nunca se opone

a la reconciliación de sus jefes, sin duda, en parteporque las diferencias entre los líderes, en l

medida que tienen carácter objetivo, escapan en smayoría al estrecho círculo de intereses y a lcomprensión limitada de la masa.

Por regla general no es muy profunda la estim

que los líderes tienen a la masa, aunque entre ello



hay algunos que profesan gran entusiasmo por lamasas y responden con interés al honor dispensadpor éstas. En la mayor parte de los casos l

veneración es unilateral, tal vez por la única razóde haber tenido los líderes la oportunidad dconocer las miserias de la multitud poexperiencia directa. Fourniére ha dicho que loíderes socialistas consideran a la multitud que le

ha confiado la realización de sus propiaaspiraciones, y que consiste en seguidoredevotos, como un instrumento pasivo en supropias manos; como una serie de ceros cuy

único propósito es aumentar el valor de lpequeña cifra de la izquierda. «Si cuenta con unolo, solo vale por diez; si tiene seis vale por u

millón»[14].

Las diferencias en educación y capacidad, quexisten hoy entre los miembros del partido seflejan en las diferencias de sus funciones. Sobra base de la incompetencia de las masas, lo

íderes justifican la exclusión de aquéllas de l



dirección de los asuntos. Afirman que serícontrario a los intereses del partido que la masaque no posee en realidad ninguna opinión razonad

acerca de los problemas del momentopredominara sobre la minoría de los camaradaque han seguido de cerca y han estudiado coatención las cuestiones que tienen entre manoEsta es la razón de que los jefes se opongan aeferéndum, al menos en lo que se refiere a sntroducción en la vida partidaria. «La elecció

del momento propicio para la acción requiere unopinión comprensiva, que sólo poseen muy poco

ndividuos dentro de la masa, en tanto que lmayoría obedece a impresiones momentáneas y corrientes de sentimiento. Un organismo limitadde funcionarios y asesores confidenciales, e

esión cerrada, donde estén libres de la influencide comentarios periodísticos parciales, y dondodos puedan hablar sin miedo de que sus palabraean divulgadas en el campo enemigo, es el qu

iene mejores probabilidades de llegar a un juici



objetivo»[15].Para justificar la sustitución del voto indirect

por el voto directo los líderes invocan motivo

políticos, además de la estructura complicada da organización partidaria. Sin embargo, para lorganización estatal, que es infinitamente mácomplicada, la legislación directa mediante lniciativa y el referéndum es parte integrante de

programa socialista. La antinomia que presidestos modos diferentes de considerar la mismcosa, según se presente en la política del Estado en la del partido, invade todos los aspectos de l

vida de este último.Los líderes de la clase trabajadora a vece

admiten abiertamente, con sinceridad que lindcon el cinismo, su propia superioridad sobre la

ropas que comandan, y pueden llegar al extremde declarar su firme intención de negar a éstaodo recurso para dirigir la conducta de loíderes. Los líderes reservan para sí el derecho d

ebelión contra las órdenes que reciben. U



ejemplo típico, entre muchos, es la opinióexpresada a este respecto por Filippo Turati, uhombre bien informado y de inteligenci

excepcional, y uno de los miembros de mayonfluencia del partido socialista italiano, en ucongreso laborista en Roma, en 1908. Al hablar da situación del diputado socialista con relación a masa socialista dijo: «El grupo parlamentariocialista siempre está a disposición de

proletariado, mientras no se le pida que emprendalgo absurdo»[16]. Es innecesario señalar que ecada caso particular han de ser los diputado

quienes decidan si lo que se les exige es o n«absurdo».

La acumulación de poder en las manos de unúmero restringido de personas, tal como ocurr

hoy en el movimiento laborista, da lugar, pofuerza, a muchos abusos. El «representante»orgulloso de su condición de indispensable, sransforma con facilidad de servidor en amo de s

pueblo. Los líderes, que en un principio estaba



ujetos a obligaciones hacia sus subordinados, a larga llegan a ser sus señores: tal es la antigu

verdad que fue reconocida por Goethe cuand

hace decir a Mefistófeles que el hombre permitiempre que lo gobiernen sus propias criaturas. Emismo partido que lucha contra la usurpación de lautoridad constituida del Estado, se somete, compor necesidad natural, a las usurpaciones de supropias autoridades constituidas. Las masas estámucho más sujetas a sus líderes que a sugobiernos, y soportan abusos de poder de loprimeros, que nunca tolerarían a estos últimos. A

veces las clases inferiores reaccionan con energícontra la opresión desde arriba, y llegan epresalias sangrientas, como ocurrió en laacqueries francesas, en las guerras de lo

campesinos de Alemania, en las rebelionenglesas bajo Wat Tyler y Jack Cade, y máecientemente en las rebeliones de los fasc

icilianos en 1893; en tanto que otras veces n

advierten la tiranía de los líderes que ello



mismos han elegido. Cuando a la larga las masaabren los ojos a los crímenes contra el ideademocrático, cometidos por los lídere

partidarios, el asombro y el estupor no conoceímites. Sin embargo, si entonces se rebelan, lnaturaleza de sus críticas demuestra cuán poco hacomprendido el verdadero carácter del problemaLejos de reconocer el origen real del maoligárquico en la centralización del poder dentrdel partido, a menudo consideran que el mejomedio para contrarrestar la oligarquía entensificar esta misma centralización.



5. La lucha entre los líderes y lasmasas

QUIENES defienden los actos arbitrariocometidos por la democracia, señalan que lamasas tienen a su disposición los medios pareaccionar contra la violación de sus derecho

Estos medios consisten en el derecho de fiscaliza destituir a sus líderes. Es indudable que est

defensa tiene cierto valor teórico, y la inclinacióautoritaria de los líderes se ve atenuada en ciert

medida por estas posibilidades. En estados quienen una tendencia democrática y un régime

parlamentario basta, en teoría, que el pueblo scanse de un ministro y lo deteste, para obtener s

caída. Del mismo modo, y también en teoría, emal humor y la oposición de un grupo socialista de una comisión electoral es bastante para revocael mandato de un diputado, y de igual manera lhostilidad de la mayoría en el congreso anual d



os gremios podría ser suficiente para asegurar ldestitución de un secretario. En la práctica, siembargo, el ejercicio de este derecho teórico se v

nterferido por la acción de una serie completa dendencias conservadoras, a las que ya hemoaludido antes, de manera tal que la supremacía das masas autónomas y soberanas resultotalmente ilusoria. El temor que tanto perturbó e

cierta época a Nietzsche —de que todos londividuos pudieran llegar a ser funcionarios de l

masa— debe desvanecerse por completo frente a verdad de que mientras todos tienen el derech

de llegar a ser funcionarios, solo muy pocos tieneesa posibilidad.

Con la institución del liderazgo comienzacomo consecuencia de lo prolongado de l

función, la transformación de los líderes en uncasta cerrada.

A menos que lo estorbe un individualismextremo y un dogmatismo político fanático, com

ocurre en Francia, los viejos líderes se presenta



ante las masas como una falange compacta (amenos dondequiera que las masas se soliviantahasta el punto de poner en peligro la situación d

os líderes).La elección de los delegados a congresos, etca veces es manejada por los líderes mediantacuerdos especiales, en tanto que las masas estáde hecho excluidas de toda influencia decisiva eel manejo de sus asuntos. A menudo estos acuerdooman la forma de un contrato de seguro mutuo. E

el partido socialista alemán, hace pocos añoapareció en no pocas localidades un sistem

egular por el cual los líderes se designabaecíprocamente en rotación, como delegados a lo

diversos congresos partidarios. En las reunioneque designaban delegados, alguno de los «alto

efes» proponía siempre a los camaradas queligieran como delegado al líder que estaba «durno». Muy pocas veces los camaradas sebelaban contra estos artificios, y casi nunca lo

advertían siquiera. De esta manera se evita l



competencia entre los líderes, al menos en estaspecto; y al mismo tiempo se hace imposible todcuanto no sea una participación meramente pasiv

de la masa, en las funciones superiores de la viddel partido que sostienen con sus suscripciones[1

A pesar de la violencia de las luchas intestinas qudividen a los líderes, en todas las democraciaéstos manifiestan una solidaridad firme frente a lamasas. «Bastante pronto advierten la necesidad dconvenir entre ellos mismos, para que el partidno se les escape con divisiones.»[2] Esto es ciertoobre todo en la democracia social alemana

donde, como consecuencia de la solideexcepcional de la estructura, comparada con todoos otros partidos socialistas, las tendencia

conservadoras han alcanzado un desarroll

notable.Cuando hay lucha entre los líderes y las masa

iempre salen victoriosos los primeros, si logramantenerse unidos. Al menos es muy raro qu

ocurra que las masas triunfen en desembarazars



de alguno de sus líderes. En Mannheim, hacpocos años, los trabajadores organizados lograroealmente destituir a uno de sus jefes, pero no si

uscitar una indignación intensa entre los lídereque calificaron este acto de rebelión legítimcomo un crimen por parte de la masa, y tuvierobuen cuidado de conseguir otro puesto para lpobre víctima de la ira popular.

En el curso de grandes agitaciones políticas, en las luchas económicas generalizadas, quemprenden las masas contra la voluntad de suíderes, éstos retoman pronto la supremacía qu

acaso perdieran por un momento. Entonces suelocurrir que los líderes, por encima de las cabezade la multitud, y en oposición con su voluntaexpresa, contravienen los principios fundamentale

de la democracia, e ignoran todos los lazoegales, lógicos y económicos que obligan a loíderes pagados, para con las masas que pagan

haciendo las paces con el enemigo, y ordenand

uspender la agitación o volver al trabajo. Esto e



o que ocurrió en la última huelga general italiana también en las grandes huelgas de Crimmitschau

Stetten, Mannheim, etc. En esos casos las masa

uelen mostrarse molestas, pero nunca se rebelanpues les falta poder para castigar la traición de loefes. Después de asistir a reuniones tumultuosa

donde declaran su desaprobación legítima estatutaria, nunca dejan de dar a sus líderes ldemocrática hoja de parra de un certificado dndemnización. En 1905 los mineros de la cuenc

del Ruhr se indignaron contra sus líderes cuandéstos se empeñaron en declarar el fin de la gra

huelga de mineros. En aquella ocasión pareció qu—por fin— la oligarquía tendría que dar cuenta as masas. Pocas semanas después se habíestablecido por completo la tranquilidad, como s

nada la hubiera jamás perturbado. Los líderedesafiaron la ira de los prosélitos, y sin embargconservaron el poder. En Turín, en octubre d

907, al tercer día de la huelga general, lo

obreros habían decidido, por gran mayoría



continuar la huelga, pero los líderes (la comisióejecutiva de la rama local del partido y lacomisiones de los gremios locales) fueron contr

esa decisión, que debió haber sido válida parellos, y dieron un manifiesto donde aconsejaban os huelguistas volver al trabajo. Las reuniones de

partido y los consejos gremiales, después de estoacontecimientos, perdonaron esa transgresiódisciplinaria. La masa tuvo miedo a la renuncia dos líderes y a la mala apariencia que adquiriríaus organizaciones frente a la burguesía, si perdía

a los hombres más conocidos y más estimados. D

este modo los organismos gubernativos de lopartidos democrático y socialista, en caso dnecesidad pueden actuar a su entera discreción, mantener una independencia virtual de l

colectividad que representan, y en la práctichacerse omnipotentes. Este estado de cosas es eesencia oligárquico, y sus consecuencias sobre lomovimientos iniciados bajo el estandarte de l

democracia pueden ser múltiples. Una de la



consecuencias principales es la violaciócotidiana, por parte de la comisión ejecutiva, das resoluciones tácticas cuyo cumplimiento, le h

ido confiado, como obligación sagrada, por lonumerosos líderes de segundo orden quconstituyeron los congresos y asambleapartidarias; por eso se establece la práctica, quha sido cada vez más general, de debatir lacuestiones de gran importancia en petit comité, presentar después al partido los hechos realizadopor ejemplo, los congresos electorales no so

convocados sino después de las elecciones, par

que los líderes decidan con su únicesponsabilidad cuál ha de ser la plataform

electoral). También hay negociaciones secretaentre diferentes grupos de líderes (como ocurri

en Alemania en el caso de la demostración del 1de mayo y en la huelga general), y entendimientoecretos con el gobierno. Muchas veces lo

miembros del parlamento guardan silencio acerc

de cuestiones que han debatido dentro del grupo,



acerca de las decisiones a que arribaron, y estpráctica es censurada por miembros de lcomisión ejecutiva solamente cuando son ellos lo

mantenidos en la ignorancia, pero la apruebacuando solo las masas han sido chasqueadas. No hay indicación alguna de que el poder de l

oligarquía en la vida partidaria esté expuesto desaparecer en un futuro próximo. Aumenta lndependencia de los líderes junto con s

condición de indispensables. También la influencique ejercen, y la seguridad económica de supuestos, adquieren cada vez más poder d

fascinación sobre las masas, y estimulan lambición de los elementos más talentosos pongresar a la burocracia privilegiada de

movimiento laborista. De este modo la masa e

cada vez más impotente para proporcionar fuerzanuevas e inteligentes capaces de conducir loposición que acaso exista latente entre lamasas[3]. Aun hoy es raro que las masas actúe

como no sea por orden de sus líderes. Cuand



emprenden alguna acción en conflicto con lodeseos de los jefes, esto es casi siempre el frutde un equívoco. La huelga de los mineros en l

cuenca del Ruhr en 1905 estalló contra los deseode los líderes gremiales, y todos la considerarouna explosión espontánea de la voluntad populapero después fue posible demostrar sin disputque durante muchos meses los líderes habíavenido estimulando a la masa y movilizándolcontra los amos del carbón, con repetidaamenazas de huelga, de manera tal que la masa dobreros, al entrar en la lucha, no podía dejar d

creer que lo hacía con la aprobación plena de suefes.

Es imposible negar que las masas se rebelade tiempo en tiempo, pero esas rebeliones so

iempre sofocadas. Solo cuando las clasedominantes, atacadas por una ceguera súbitaadoptan una política que fuerza las relacioneociales hasta un punto de ruptura, las masa

partidarias aparecen activas en la escena de l



historia y derriban el poder de las oligarquíaTodo movimiento autónomo de las masas significun desacuerdo profundo con la voluntad de lo

íderes. Aparte de estas interrupciones transitoriael desarrollo natural y normal de la organizaciódebe imprimir en los partidos más revolucionarioun sello indeleble de conservadorismo.



6. La lucha entre los propioslíderes

LA tesis del poder ilimitado de los líderes de lopartidos democráticos requiere, sin embargociertas limitaciones: en teoría, el líder estobligado por la voluntad de la masa, la cua

necesitará hacer solo una señal para que el lídeesté obligado a renunciar. Puede ser destituido eemplazado en cualquier momento. Pero en l

práctica, como ya hemos visto, por diversa

azones los líderes gozan de un alto grado dndependencia. No es menos cierto que si e

partido democrático no puede prescindir díderes autocráticos, al menos es capaz d

cambiarlos. Por eso el defecto más peligroso de uíder es que tenga una confianza demasiado ciegen las masas. El líder aristocrático está máasegurado que el democrático contra sorpresas poparte de la masa. Una característica esencial de l



democracia es que cada uno lleva en la mochila sbastón de mariscal. Es verdad que la masa siempres incapaz de gobernar; pero no es menos ciert

que cada individuo de la masa, en la medida quiene —para su bien o para su mal— lacondiciones que son el requisito que le permitelevarse por encima de la multitud, puede alcanzael grado de líder y llegar a gobernante. Ahorbien: esta promoción de nuevos líderes suponiempre el peligro, para los que ya están e

posesión del poder, de verse obligados a dejar sugar a los recién venidos. Por eso el viejo líde

debe mantenerse siempre en contacto con laopiniones y sentimientos de las masas a las qudebe su situación. Al menos en lo formal debactuar al unísono con la multitud; debe admitir qu

es el instrumento de la multitud, que debe seguiado, al menos en apariencia, por su buenvoluntad y arbitrio. Así, muchas veces pareccomo si la masa fiscalizara realmente a lo

íderes; pero dondequiera que el poder de éstos s



ve gravemente amenazado, ello ocurre casiempre porque está a punto de llegar a dominar u

nuevo líder o un nuevo grupo de líderes, e inculc

opiniones opuestas a las de los viejos conductoredel partido. Entonces parece como si los viejoíderes debieran consentir en compartir su pode

con los recién llegados, a menos que quieran cedea la opinión de la masa, y renunciar. Sin embargoi consideramos atentamente esta cuestión, no noerá difícil comprender que en casi todos lo

casos esta sumisión no es más que un acto dprevisión dirigido a evitar la influencia de lo

ivales más jóvenes. La sumisión de los viejoíderes es ostensiblemente un acto de homenaje a multitud, pero en intención es un medio d

profilaxis contra el peligro que los amenaza: l

formación de una nueva élite.La apariencia de acatamiento a la masa, qu

os líderes manifiestan, llega a adquirir formas ddemagogia en el caso de los más débiles y los má

astutos. Los demagogos son los cortesanos de l



voluntad popular. En lugar de elevar a las masahasta su propio nivel descienden al nivel de éstaAun para los más honestos de ellos, el secreto de

riunfo consiste en «saber cómo volcar lompulsos ciegos de la multitud para servir a supropios proyectos concienzudamentelaborados»[1]. Los líderes más fuertes arrostran lempestad, porque saben bien que su poder pueder atacado, pero no destruido. En cambio lo

débiles y los rastreros ceden terreno ante laembestidas de la masa; su autoridad se vestorbada o interrumpida transitoriamente, pero l

umisión es fingida; saben que les basta aferrarse us puestos; su condición de ejecutores de l

voluntad de las masas no tardará en devolverlos u poder anterior. Uno de los líderes más notorio

del socialismo alemán dijo, en un momento críticde tensión entre los líderes y las masas, que debíacatar la voluntad de las masas para guiarlas[2

Este sarcasmo esconde una profunda verda

psicológica: el que quiere mandar tiene que sabe



obedecer.Alguien dijo que las revoluciones populare

uelen terminar por destruir a sus líderes. Par

probar este aserto ha sido posible citar lonombres de Rienzi, Masaniello y Michele dLando, para Italia, y de Danton y Robespierrepara Francia. En éstos y en muchos otros ejemploimilares, la observación es verdadera. Si

embargo, sería un error acusar a la multitud devantarse contra sus líderes, y hacer a las masaesponsables de las caídas de éstos. No son la

masas las que han devorado a los líderes: los jefe

e han devorado entre sí, con ayuda de las masaEjemplo típico es el de Danton, destituido poRobespierre, quien a su vez fue destruido por lodantonistas sobrevivientes.

La lucha entablada entre los líderes, y sucelos mutuos, son lo que los induce a tomamedidas activas y a recurrir muchas veces artificios. Los diputados democráticos s

esfuerzan por desarmar a sus adversarios dentr



del partido y, al mismo tiempo, por adquirir unuevo prestigio a los ojos de las masas, adesplegar en el parlamento «una activida

formidable en aras de la causa común». Estaparece a un tiempo como deber democrático cómo medida de precaución personal. Puesto qua gran mayoría de los diputados, los electores os camaradas no tienen ideas, precisas en lo que refiere a las funciones que ejerce, y propendeiempre a acusarlo de falta de firmeza, el diputade ve de tiempo en tiempo en la obligación d

hacerse recordar. Esta necesidad es lo que ha dad

origen no solo a algunos de esos discursos de loque los alemanes han dado el nombre d

auerreden (discursos interminables), sino que hido causa de más de una «escena» en lo

parlamentos de Austria, Francia, Inglaterra e ItaliaLos medios más eficaces para llamar la atencióde las masas y hacer que se enorgullezcan de suíderes, los encontraremos en la provocación d

estos incidentes personales que son mucho má



nteresantes para el gran público, y están más aalcance de su inteligencia, que un informe sobre lutilización de la energía hidráulica o un tratad

comercial con la República Argentina. Ademáhay que recordar que en muchos países, y sobrodo en Italia, la prensa capitalista se hace eco d

esas escenas y las reproduce con gran abundancide detalles, en tanto que los discursos seriouelen ser resumidos en pocas líneas, y co

especial brevedad cuando son de un socialista. Poeso, aun en tiempos normales, la actividad oratoride los representantes parlamentarios de lo

partidos democráticos es considerable. En Italios diputados socialistas se enorgullecen de habe

hablado 212 veces en la cámara entre el 25 dmarzo y el 10 de julio de 1909. Esta cifr

epresenta el 20,4 por ciento de todos lodiscursos parlamentarios durante ese lapso, eanto que los diputados socialistas representaroolo el 8 por ciento de los miembros[3]. Est

ocuacidad no sirve únicamente para mantener e



prestigio del partido ante los ojos de loadversarios, sino también como una cuestión dnterés personal de cada diputado, y es un medi

de asegurar su reelección, no solo respecto de loenemigos de otros partidos, sino también ecompetencia con los celosos rivales qupertenecen a su propia organización.

Las diferencias que conducen a luchas entros líderes surgen de varias maneras. Ya no

hemos referido antes al antagonismo inevitablentre los «grandes hombres» que han adquirideputación en otros terrenos y se han adherid

después al partido, ofreciéndole sus serviciocomo generales, y los líderes tradicionales, qufueron socialistas desde el comienzo. Muchaveces se entabla el conflicto simplemente entre lo

más ancianos y los más jóvenes. En ocasiones lucha depende de la diversidad de origen socia

como cuando hay pugna entre líderes proletarios otros de origen burgués. Otras veces la

diferencias provienen de necesidades objetivas d



as distintas ramas de actividad en que estubdividido cada movimiento. Como cuando haucha entre el partido socialista político y lo

elementos gremiales, o —dentro del partidpolítico— entre el grupo parlamentario y el grupejecutivo. En algunos casos Hay estratificacióhorizontal, que determina una lucha entre uno otro estrato de la burocracia; otras veces lestratificación es vertical, como cuando haconflicto entre dos grupos locales o nacionales díderes; entre los socialistas bávaros y lo

prusianos, entre los de Francfort y los de Hanau

entre los prosélitos franceses de Vaillant, Jaurès Hervé y los partidarios alemanes de Bebel y voVollmar (en el debate antimilitarista del congresnternacional de Stuttgart). Con bastante frecuenci

as luchas entre los socialistas son el fruto ddiferencias raciales. Las polémicas incesantes dos congresos internacionales, entre socialista

alemanes y franceses, constituyen, en más de u

aspecto, un paralelo de la guerra franco-prusian



de 1870. En esos mismos congresos participó uercer grupo, incomprendido y heterogéneo: loepresentantes del socialismo inglés, hostiles

odos los demás, y objeto de la enemistad de todoellos. En casi todos los casos, sin embargo, ladiferencias entre los diversos grupos de líderedependen de otras dos categorías o motivos. Poobre todo están las diferencias objetivas y la

diferencias de principio, en conceptos filosóficogenerales, o al menos en la forma de concebir levolución social inmediata y las consiguientedivergencias de opinión respecto de las táctica

más deseables: esto conduce a la manifestación dvarias tendencias conocidas como reformista marxista, sindicalista y socialista política, etc. Eegundo lugar tenemos las luchas que obedecen

azones personales: antipatía, envidia, celontentos audaces por apoderarse de los primero

puestos, y la demagogia. Enrico Ferri dijo de sadversario Filippo Turati: «Me odia porque piens

que no hay lugar para dos gallos en el mism



gallinero»[4]. En casi todos los casos las doeries de motivos están algo confundidas en l

práctica; y a la larga encontramos que los de l

primera serie tienden a ser desplazados por los da segunda, en la medida que las diferencias dprincipio y de orden intelectual se transforman epersonales, y despiertan una hostilidad profundentre los representantes de las diversas teoríaTambién es evidente la inversa: quienes estánfluidos por los motivos de la segunda serie s

avergüenzan de mostrarlos con sus verdaderocolores; el disgusto y la hostilidad personal s

disfrazan pomposamente, entonces, de diferenciade opinión y de táctica.

La oligarquía surgida de la democracia estamenazada por dos peligros graves: la rebelión d

as masas y (en relación íntima con esta rebeliónde la cual suele ser el fruto) la transición hacia undictadura, cuando uno entre los oligarcas logrconquistar el poder supremo. De estos do

peligros, uno viene de abajo, en tanto que el otr



nace dentro del propio seno de la oligarquíaenemos por un lado rebelión y por el otr

usurpación. La consecuencia es que en todos lo

partidos populares falta ostensiblemente uespíritu de fraternidad genuina; no encontramouna confianza mutua sincera y cordial; hay luchatente constante, un espíritu de irritació

determinado por la desconfianza recíproca de loíderes, y este espíritu ha llegado a ser una de la

características esenciales de toda democracia. Ldesconfianza de los líderes se dirige, por sobrodo, contra quienes aspiran al comando de su

propias organizaciones. Toda oligarquía estaturada de sospechas contra quienes aspiran ngresar en sus filas, y los considera no solo com

herederos eventuales sino como sucesores qu

están prontos para reemplazarla sin esperar smuerte natural. Quienes llevan mucho tiempo en epoder (y esto se aplica tanto al poder espiritual físico, como al material) están orgullosos de s

pasado, y propensos, por eso, a desdeñar



aquellos cuyo poder es de data más reciente. Ealgunas ciudades sicilianas hay lucha entre dopartidos designados con ironía en lenguaje popula

ricchi y gli arricchiti (los ricos y loenriquecidos). El primero está constituido por lantigua clase terrateniente; en tanto que los deegundo —el de los parvetius — son comerciante

contratistas de obras públicas, fabricantes, etcEncontramos una lucha similar en los partidodemocráticos modernos, aunque en este caso nestá caracterizada por matiz alguno de distincióeconómica. Aquí tenemos también una lucha entr

os détenteurs d’emploi y los chercheurd’emploi, o, como los designan lonorteamericanos, entre los ins y los outs. Estoúltimos declaran la guerra a los primero

ostensiblemente sobre la base de principioeternos, pero en realidad, en casi todos los casoporque mediante esta oposición se abren pashacia el círculo de los jefes, de la manera má

efectiva. En consecuencia, se manifiestan com



adversarios teóricos implacables en las reunione sus peroratas solo buscan intimidar a los lídere

aceptados, e inducirlos a compartir una parte de

botín con sus díscolos camaradas.Con mucha frecuencia los viejos líderes sesisten con firmeza, y no ceden terreno; en eso

casos sus adversarios cambian de frenteabandonan la actitud de lucha y se someten a lutela triunfal de los hombres que gobiernan, con l

esperanza de atraer sus favores y satisfacer supropias ambiciones, por un camino diferente.

La lucha entre los viejos líderes y lo

aspirantes al poder constituye una amenazpermanente a la libertad de palabra y dpensamiento. Encontramos esta amenaza en todorganización democrática, en la medida que tien

buen orden y base sólida, y en la medida que sdesenvuelve en el campo de la política partidariporque en el medio más amplio de la vida estata

donde los diversos partidos experimentan choque

ecíprocos, es necesario dejar intacta ciert



ibertad de movimiento). Los líderes que ya tieneen sus manos el poder del partido no esconden snclinación natural a fiscalizar, con todo el rigo

posible, la libertad de palabra de sus colegas coquienes no están de acuerdo. La consecuencia es ecelo por la disciplina y la subordinación qumanifiestan en grado sumo quienes desempeñafunciones, y declaran que esas cualidades sondispensables para la supervivencia del partido

Llegan al extremo de ejercer una censura sobrodos aquellos colegas de quienes sospechanclinaciones rebeldes, y los obligan a abandona

os periódicos independientes, y a publicar todous artículos en los órganos oficiales fiscalizado

por los líderes de la mayoría del partido. Lprohibición de que los miembros colaboren en l

prensa capitalista, en Alemania, obedece en parta la misma tendencia; en cambio las exigencias dque los camaradas no tengan relación alguna coperiódicos que, aunque socialistas, han sid

fundados con capital privado y no están sujetos



a fiscalización oficial de la comisión ejecutivdel partido, provienen exclusivamente de estospecha por parte de los líderes.

En la lucha contra los aspirantes jóvenes, poo general el líder antiguo puede estar seguro dcontar con el apoyo de las masas. La masa de lopartidos de la clase trabajadora siente undesconfianza natural hacia todos los reciévenidos que no han disfrutado de una proteccióabierta, ni han ingresado al partido por intermedide viejos camaradas; esto ocurre, sobre todocuando el recién venido proviene de otra clas

ocial. Así, el nuevo adherente, antes de podeexpresar sus nuevas ideas, debe someterse a uargo período de cuarentena si no se quier

exponer a los ataques más violentos. En el partid

ocialista alemán este período de cuarentena eespecialmente prolongado, porque es mucho máantiguo que cualquiera de los otros partidos, porque sus líderes disfrutan, por eso, de u

prestigio excepcional. Muchos de ellos estuviero



entre los verdaderos fundadores del partido, y spersonalidad ha sido consagrada por el bautismde fuego que sufrieron durante la vigencia de la

eyes antisocialistas. El socialista que ha llevaden el bolsillo su tarjeta de adhesión durante solocho o diez años suele ser considerado commiembro «joven». Esta tendencia se ve reforzadpor el respeto hacia la edad, tan intenso entre loalemanes, y por la tendencia hacia la jerarquía, da cual no ha conseguido despojarse, ni siquiera l

democracia. Por último, cabe agregar que lburocracia del movimiento laborista alemán, com

cualquier otra democracia bien desarrolladaiende instintivamente al exclusivismo. Por es

encontramos en la democracia social alemana, diferencia de otros partidos socialistas d

organización menos sólida, que es muy raro quogren hacer sentir su influencia, no solo lo

miembros recién incorporados (los denominadouchs), sino también los miembros comunes qu

no viven al servicio y por el servicio del partido



ino que han conservado su independencia exteriocomo escritores particulares, o en algún otrcarácter, y por eso no han sido incorporados a

engranaje de la máquina partidaria. Es indudablque este hecho desempeña un papel importante ea falta de número de miembros jóvenes y capace

que desplieguen energías frescas, y no munferiores a los líderes antiguos —falta qu

muchas veces han deplorado—. Los congresoanuales del partido socialista han sido calificadocomo «congresos de los funcionarios del partido»La crítica no es injusta, pues entre los delegados

os congresos socialistas es enorme la proporcióde funcionarios del partido y de los sindicatoSobre todo en los grados superiores de lorganización estas tendencias que analizamos s

hacen más notorias. En Alemania la conducciódel partido socialista no es confiada a los jóvenecomo suele ocurrir en Italia, ni a publicistas librecomo en Francia, sino a miembros antiguos, de

anciens, funcionarios, ancianos del partido



Además, la psicología conservadora de las masaespalda las aspiraciones de los viejos lídere

pues jamás se le ocurriría a la masa confiar e

cuidado de sus intereses a personas que pertenecea su propia esfera, es decir, a quienes no tienecargo oficial en el partido ni han seguido uncarrera burocrática regular.

A menudo la lucha entre los viejos líderes questán en el poder y los nuevos aspirantes adquierel carácter de una lucha entre personaesponsables e irresponsables. Muchas crítica

formuladas por los últimos contra los primeros so

naceptables, porque los líderes tienen graveesponsabilidades, de las cuales están libres lo

aspirantes. Esta libertad da a los aspirantes unventaja táctica en el conflicto con los viejo

íderes. Además, precisamente porque sorresponsables, porque no ocupan ningún carg

oficial dentro del partido, estos adversarios nestán sujetos a ese simulacro de fiscalizació

democrática que condiciona la conducta d



quienes están en un cargo. Para combatir a lonuevos jefes, que todavía son minoría, los viejoíderes de la mayoría recurren instintivamente

una serie de métodos que les aseguran la victoriao al menos retardan mucho su derrota. Entre estomedios hay uno que tendremos que, analizar mádetalladamente, por su relación con otro tema. Loíderes de lo que podríamos llamar «el gobiernoiembran en la mente de las masas desconfianz

hacia los líderes de la «oposición» al calificarlode incompetentes y profanos, y acusarlos dcharlatanes, corruptores del partido, demagogos

farsantes, en tanto que en nombre de la masa y da democracia se presentan como exponentes de l

voluntad colectiva, y exigen la sumisión de lonsubordinados, y aun de los camarada

implemente descontentos.En la lucha entre los líderes se suele apelar

motivos más elevados. Cuando los miembros de lcomisión ejecutiva reclaman para sí el derecho d

ntervenir en las funciones democráticas de algun



ección de la organización, fundan esta pretensióobre su dominio más amplio de todas la

circunstancias del caso, su concepto más profundo

u cultura socialista superior, y su sensibilidaocialista más aguda. A menudo reclaman ederecho de rechazar a los nuevos elementos que lmasa, inexperta e ignorante, desea incorporar aiderazgo, y fundan su rechazo sobre la base d

que es necesario mantener el nivel moral y teóricdel partido. Los socialistas revolucionarios dAlemania exigen mantener el poder centralizadde la comisión ejecutiva, como medio d

defenderse contra los peligros, que de otro mode harían inevitables con el crecimiento de

partido, de la influencia predominante delementos nuevos y teóricamente indignos d

confianza. Los viejos líderes, dicen, debefiscalizar a las masas, para que éstas nntroduzcan colegas indeseables en la conducción

Por eso exigen que las convenciones no designe

candidatos parlamentarios sin la aprobació



previa de la comisión ejecutiva del partido.Los viejos líderes siempre procuran atraer a s

carroza a las fuerzas de otros movimientos nuevo

que aún no tienen líderes poderosos, para eliminadesde el principio toda competencia y todposibilidad de formación de corriententelectuales nuevas y vigorosas. En Alemania loíderes del partido socialista y los de los gremio

al principio miraban con recelo al movimientocialista juvenil. Sin embargo, cuando advirtiero

que no podrían suprimirlo se apresuraron colocarse a la cabeza de ese movimiento. Par

orientar a la juventud socialista fundaron un«Comisión Central de Trabajadores Alemaneóvenes», con cuatro representantes de cada un

de las tres partes; es decir, cuatro de la comisió

ejecutiva del partido socialista, cuatro de lcomisión general de los gremios y cuatro deocialista juvenil (así los representantes de est

último eran dominados en la proporción de dos

uno)[5]

. Los viejos líderes trataron de justificar l



utela impuesta en esta forma sobre los socialistauveniles alegando (con más celo oportunista quagacidad lógica) la incapacidad de las masa

uveniles, si se las abandonaba a su propiorientación, para elegir con sagacidad a supropios conductores y ejercer sobre ellos unfiscalización eficiente.

No hemos agotado en modo alguno nuestrenumeración de las armas de que disponen loviejos líderes en su conflicto con los nuevoaspirantes al poder. Carlomagno logró subyugar os jefes de las tribus sajonas haciéndolos conde

De este modo, no solo aumentó el brillo de spuesto, sino que les dio también una partestringida de su propio poder. Este recurso fu

practicado una y otra vez en la historia, cuand

algún gobernante quiso hacer inofensivos a jefensubordinados pero con influencia, y prevenir d

este modo una rebelión contra su propia autoridadLas oligarquías emplean esta estratagema con igua

fortuna que las monarquías. El estado feudal d



Prusia designó en el consejo privado a los líderemás amenazantes de su burguesía. En momentoque la joven burguesía alemana estaba aú

animada de un espíritu rebelde hacia la nobleza hacia la autoridad tradicional del Estado, estendencia suscitó gran encono. Ludwig Born

escribió así en 1830: «Dondequiera que aparecuna fuerza de oposición talentosa, y conquistespeto por parte de las autoridades, se l

encadena a la silla de profesor, o se la dominunciéndola al carro del gobierno. Si las filagubernamentales están colmadas y no hay luga

para nuevas actividades, al menos es posible dauna librea estatal a los autores, otorgándoleítulos y órdenes. En otros casos los elemento

peligrosos son aislados del puebl

encarcelándolos en algún castillo de noble o cortprincipesca. Por esta razón es que en ningún otritio encontramos tantos consejeros privados com

en Alemania, donde las cortes están meno

dispuestas a seguir el consejo de alguien»[6]

. E



as elecciones españolas de 1875 fue tanta lndiferencia popular, que el gobierno tenía en su

manos todos los asuntos pero, para asegurars

contra cualquier evento, eligió cierto número dcandidatos de la oposición[7]. Parece que las cosano han cambiado mucho en la España de hoy[8

Estas tácticas no se limitan a estados que siguembuidos de concepciones feudales. Donde eupremo el gobierno plutocrático, la corrupcióigue inmutable: solo cambia el corruptor. Austi

Lewis demuestra esto con claridad cuandescribe: «La propiedad pública, propia de un

política compuesta de clases media y subyugadacarece de la capacidad política y de la energínecesaria para cumplir con la tarea emprendidaLos cerebros de la pequeña clase media ya ha

ido comprados por los grandes capitalistas. Ealento, empleado al servicio de los jefes de lndustria y las finanzas, puede determinar mejore

precios que lo que es posible obtener en la luch

ncierta por un nivel económico, que los miembro



de la clase media tienen que sostener. La vía entras preferencias profesionales y políticas atraviesas reservas de la oligarquía dominante, cuyo

guardianes no permiten que nadie pase, más quos sirvientes de librea. Toda ambición material da juventud debe ser satisfecha al servicio de l

oligarquía, que muestra, por lo general, una astucien la selección del talento, que envidiarían uburócrata o un jesuita»[9]. En los últimos años laclases gobernantes de los países que tieneegímenes democráticos, esperaban pone

obstáculos en el camino del movimiento laborist

evolucionario, mediante la concesión de cargoen el ministerio, a sus líderes más conspicuopara conquistar así el dominio del impulsevolucionario del proletariado, al permitir qu

us líderes participaran en el poder, aunque en unmedida muy restringida y cauta. La oligarquía qudomina el partido democrático moderno hutilizado muchas veces ese mismo medio par

amansar a la oposición. Si los líderes de l



oposición dentro del partido son peligrosoporque tienen muchos prosélitos entre las masas, i, al mismo tiempo, son pocos en número, lo

viejos líderes partidarios procuran tenerlos eaque y neutralizar su influencia mediante lométodos conciliatorios ya descritos. Brindan a loíderes de la oposición altos cargos y honore

dentro del partido, y así los hacen inocuos; tantmás cuando vemos que no los admiten en locargos supremos, sino que los relegan a puestos degundo orden que no les dan influencia notable,

donde no tienen esperanzas de llegar un día a se

mayoría. En cambio comparten con sus antiguoadversarios la pesada carga de responsabilidad das deliberaciones y manifestaciones comunes, d

manera tal que su actividad se confunde con la d

os viejos líderes.Para evitar tener que dividir su poder con lo

elementos nuevos, especialmente con quieneienen tendencias o características mentales co

as que no congenian, los viejos líderes tiende



iempre, con mayor o menor fortuna, a adquirir ederecho de elegir a sus propios colegas, y privaasí a las masas del privilegio de designar a lo

íderes que prefieren.El ascenso de los nuevos aspirantes al podeiempre está sembrado de dificultades, cerrad

por obstáculos de todas clases, solo superablecon el favor de la masa. Es muy raro que la luchentre los viejos líderes y los nuevos termine couna derrota completa de los primeros. El resultaddel proceso ya no es una circulation des élites

ino una reunión des élites; es decir, un

amalgama de estos dos elementos. Quieneepresentan la nueva tendencia, mientras su anda

es aún inseguro, procuran encontrar toda clase dvías laterales, para evitar que los poderosos lo

derriben. Pretextan que sus divergencias dopinión con la mayoría son insignificantes, ostienen que son solo abogados lógicos de lo

principios antiguos y probados del partido,

expresan su pena de que los viejos lídere



muestren carencia de verdaderos sentimientodemocráticos. No pocas veces ocurre quesquivan los golpes dirigidos contra ello

deslizándose con astucia tras las espaldas de suadversarios poderosos y afirmados, quienes estáa punto de aniquilarlos, y declaran solemnementebajo los coléricos golpes dirigidos contra elloque están completamente de acuerdo con los viejoíderes y aprueban todos sus actos, de manera ta

que los líderes parecen dar golpes al vacío. Emuchas ocasiones de la historia reciente de lopartidos socialistas, las minorías reformadoras s

nclinaron bajo el yugo de mayorías llamadaevolucionarias, para evitar su propia destrucción votaron (con agudo sentido práctico y táctico

pero con entera falta de orgullo personal y lealta

política) resoluciones sancionadas precisamentpara condenar las opiniones políticas caras a lminoría. Solo en dos oportunidades ocurre a veceque las relaciones entre las dos tendencias sea

forzadas hasta el punto de ruptura: en la primer



puede ocurrir esto cuando los líderes de una de lados facciones tienen una fe profunda en supropias ideas, y están caracterizados, a un tiempo

por fanatismo táctico e irreconciliabilidad teóricao —en otras palabras— cuando las razoneobjetivas de los líderes y de sus adversarioaparecen con fuerza desacostumbrada y Soprofesadas con sinceridad insólita. En la segundcircunstancia puede ocurrir cuando una de lapartes, por dignidad ofendida o susceptibilidaazonable, se encuentra ante la imposibilida

psicológica de continuar viviendo junto a la otra,

de seguir manteniendo una lucha continua por epoder sobre las masas, dentro de los límites de lmisma asociación. Entonces el partido se dividen dos organismos diferentes, y en cada uno d

ellos se renuevan los fenómenos oligárquicos quvenimos describiendo.

Uno de los capítulos más interesantes en lhistoria de las luchas entre los líderes, es el qu

rata de las medidas que estos líderes adopta



dentro de sus propias corporaciones cerradapara mantener la disciplina; es decir, parpreservar la fuerza aglutinante de la voluntad de l

mayoría. En la lucha que sostienen los diversogrupos de líderes por la hegemonía del partido, econcepto de democracia es un cebo que todoutilizan por igual. Todos los medios son buenopara la conquista y conservación del poder. Efácil advertir esto cuando leemos los debateelativos al sistema que hay que emplear par

designar a las comisiones ejecutivas partidariaLas diversas tendencias manifestadas a est

especto pretenden todas el mismo fin; es decialvaguardar el dominio de algún grupo e

particular. Así, en Francia, los guesdistas, cuyoafiliados son muchos pero predomina solo u

pequeño número de los grupos, abogan por uistema de representación proporcional; loauresistas, en cambio, que tienen más influenci

en lo que respecta a los grupos que en lo qu

especta a los miembros, y también los herverista



e oponen a la representación proporcional dentrdel partido porque temen que esto dé a loguesdistas demasiada facilidad para imponer su

propios métodos especiales de acción, y epropósito es mantener el sistema de lepresentación local o de la representación po

delegación.En el congreso norteamericano cada partid

iene una comisión especial que ejerce unfiscalización sobre la asistencia de los miembros as sesiones, y en ocasión de las votacione

decisivas emite citaciones especiales. Cuando l

cámara debe considerar una ley interesante, lcomisión del partido convoca también ucónclave; es decir, una reunión privada del grupparlamentario y decide cómo han de votar lo

diputados. Todos los miembros del partido estáujetos a la decisión de ese cónclave. No e

posible, por supuesto, aplicar castigo inmediatalguno a quienes se rebelan contra la autoridad de

cónclave, pero es seguro que en la elecció



iguiente el parlamentario independiente perderu banca, pues los directores del partido, d

Washington, no dejarán de informar a sus colega

os cabecillas locales, del acto de insubordinaciócometido por el parlamentario en cuestión. El mávital de todos estos conclaves es el que precede a elección del presidente del congreso. Las idea simpatías del presidente de la cámara tienen unnfluencia decisiva sobre la composición de la

comisiones y, en consecuencia, sobre todo el cursde la legislación. Por eso su elección tienmportancia fundamental, y es precedida po

varias semanas de intrigas y de campañas dbúsqueda de votos. Es indudable que no ocurre eodos los casos que la votación sea decidida d

antemano en una reunión del grupo. En lo que

eyes de menor importancia se refiere, cadmiembro del congreso está en libertad de votacomo le plazca. Pero en los momentorascendentes se exige obediencia, no solo a la

decisiones del cónclave, sino también a l



autoridad de los líderes del partido. Esto último saplica especialmente al congreso, pues en eenado los miembros son sumamente celosos de s

gualdad absoluta. Por otra parte, el cónclave tienmportancia aún mayor en el caso del senado, pueallí los grupos son más pequeños y la función decónclave puede ser más eficiente.

Los miembros del congreso pueden exceder dos dos centenares, en tanto que los del senado earo que pasen de cincuenta[10].

El grupo parlamentario de la democraciocial alemana está dominado del mismo modo, e

o que a estructuras internas se refiere, por laplicación más rigurosa del principio dubordinación. La mayoría del grup

parlamentario decide la acción de todos su

miembros en las diversas cuestiones sometidas aReichstag o a las dietas, y ejerce lo que se llam

raktionszwang (coerción del grupo). Ningúmiembro individual tiene el derecho de actuar e

forma independiente. El grupo parlamentario vot



así como una única entidad, y esto no solo en lacuestiones de contenido específicamentocialista, sino también en las que so

ndependientes de las ideas socialistas, que cadcual podría decidir según sus concepcionepersonales. Fue muy distinto en el parlamentfrancés, durante las luchas fratricidas entre loauresistas y los guesdistas antes de alcanzar l

unidad socialista en Francia, pues entonces caddiputado votaba según su antojo; pero el ejemplalemán muestra que ya no existe libertad dopinión cuando la organización requiere un

acción común y cuando tiene alguna fuerza dpenetración en la vida política.

No obstante, en ciertos casos todas lamedidas preventivas dejan de tener efecto. Est

ocurre cuando el conflicto, no es simplemententre una minoría y una mayoría dentro del grupoino entre el grupo y un miembro único que tiene

fuera del parlamento y en ciertos sectores de

partido, el apoyo pleno de los lídere



ubordinados. Cuando ocurre un conflicto en esacondiciones, el diputado, aunque aislado, esteguro de la victoria. En realidad, los electore

uelen seguir con gran docilidad las oscilaciones evoluciones de sus representantes parlamentario lo hacen así aun donde las bancas socialista

predominan. Los ministros Briand, Viviani Millerand fueron expulsados del partido socialistfrancés, pero los miembros anteriores de laorganizaciones socialistas, en sus bancadahabían seguido fieles a estos líderes, y renunciaroal partido socialista para continuar como electore

dar apoyo a los ex socialistas. Análogos fueroos casos de John Burns en Inglaterra (Battersea)

de Enrico Ferri en Italia (Mantua). En el caso dFerri, fue suficiente que en un moment

determinado revelara una nueva verdad parproducir un cambio colectivo inmediato en lopinión política de toda la región. Esta regióndespués de haber sido revolucionaria

rreconciliable con Ferri, se convirtió de la noch



a la mañana —siempre siguiendo a Ferri— aprincipio de la cooperación de clases y dparticipación en la actividad ministerial. E

Alemania el ejecutivo partidario debió apelar oda su actividad, en el último minuto, para induca los camaradas de Chemnitz a que retiraran sapoyo al diputado Max Schippel, y a los dMittweida a que retiraran el suyo a Otto Gonrecuando ambos expusieron doctrinas heterodoxas.

La tendencia del diputado a colocarse poencima del partido se manifiesta casi siemprcuando el partido está muy firmemente organizado

de manera especial —por eso mismo— en lopartidos laboristas modernos; y dentro de éstomás particularmente en los sectores reformistaLos diputados reformistas, cuando no tienen de s

ado una mayoría interna del partido, emprendeuna lucha incesante para librarse de la influencide éste, es decir, de la masa de los trabajadoreorganizados como partido. En este período de s

evolución, transfieren su dependencia de lo



electores de la bancada, que constituía una greyin organización, y una masa más o menondiferente, a la masa organizada del secto

ocialista local Así desde las masas organizadaque podían estar bajo la influencia de suadversarios dentro del partido, apelaban a la masde los electores, pues sostenían que solo estoúltimos, o al menos éstos principalmente, eraquienes tenían derecho a pedirles cuenta por sconducta política. Es correcto reconocer que estapelación al electorado, como cuerpo que hconferido un mandato político, se basa mucha

veces sobre sentimientos y principiogenuinamente democráticos. Así, en el congresocialista internacional de Londres (1893), lo

cuatro diputados socialistas franceses se negaron

usar los mandatos que les habían conferido logrupos políticos o corporativos, con lo qudesafiaban las reglas de admisión en el congresoLuego de polémicas muy violentas fueron por fi

admitidos simplemente como diputados, despué



de plantear la cuestión de principio, acerca de suna delegación importante, capaz de devolver a udiputado socialista a la cámara, no debiera tene

os mismos derechos que una sección locaocialista o gremial, especialmente al recordar quesa sección puede consistir en solo un puñado dmiembros. Es verdad que en ciertas circunstanciaun electorado inspirado por sentimientoocialistas, aun cuando no esté organizado d

manera socialista, constituye una base mejor, en uentido democrático, para una acción política, qu

una pequeña sección socialista cuyos miembro

ean casi todos pequeños burgueses abogados[11]; y aun si existe una gran organizacióocal, la totalidad del electorado es una bas

mejor para la selección de un candidato que un

asamblea partidaria mal representada.De nuestro estudio de las intrincadas lucha

que ocurren entre los líderes de la mayoría y lode la minoría, entre los órganos ejecutivos y la

masas, extraemos las siguientes conclusione



esenciales.A pesar de la juventud del movimient

aborista internacional, el número de líderes d

ese movimiento es más imponente y más imperiosque el mostrado por la historia de cualquier otrclase social de los tiempos modernos. Sin duda emovimiento laborista tiene también algunoejemplos de líderes destituidos, abandonados pous adherentes. Sin embargo, estos casos soaros, y solo excepcionalmente significan que la

masas tienen más fuerza que los líderes. Por lgeneral, lo único que revelan es que hay un nuev

íder que está en conflicto con el anterior ygracias al apoyo de la masa, ha prevalecido en lucha y ha logrado la destitución del viejo líder, eemplazarlo. Con esta sustitución la democraci

no gana prácticamente nada.Dondequiera que los católicos son minoría s

hacen fervientes partidarios de la libertad. Eprueba de esto bastará que nos refiramos a l

iteratura difundida por los católicos durante l



ulturkampf , durante el régimen de Bismarck, durante la lucha entre la Iglesia y el Estadodesencadenada hace pocos años en Francia. De

mismo modo los líderes de la minoría, dentro departido socialista, abogan con entusiasmo por libertad. Atacan la estrechez y los método

autoritarios del grupo dominante, y muestran en suactos inclinaciones genuinamente democráticas.

Tan pronto como los nuevos líderes haogrado su objetivo, tan pronto como triunfan (e

el nombre de los derechos lesionados de las masaanónimas), al derrocar la odiosa tiranía de su

predecesores y al alcanzar el poder a su turnovemos que sufren una transformación que los hacmuy semejarles a los tiranos destronados. Lhistoria registra con claridad metamorfosis com

ésta. En la vida de los estados monárquicos loposición encabezada por un príncipe hereditariara vez es peligrosa para la corona comnstitución. De la misma manera, la oposición d

aspirantes al liderazgo de un partido político



dirigida contra las personas o contra el sistema dos viejos líderes, rara vez es peligrosa. Loevolucionarios de hoy se transforman en lo

eaccionarios de mañana.



7. La burocracia: tendencias decentralización y dedescentralización

LA organización del Estado necesita unburocracia numerosa y complicada. Este es ufactor importante en el complejo de fuerzas sobras que se apoyan las clases políticas dominante

para asegurar su dominio y para retener en sumanos el timón.

El instinto de autoconservación lleva al Estad

moderno a unificarse y a incorporar el mayonúmero posible de intereses. Esta necesidad deorganismo del Estado aumenta pari passu con eaumento de la convicción, entre las multitudes, d

que el orden social contemporáneo es defectuoso aun irracional: en una palabra, con el aumento do que las autoridades suelen llamar descontento

Para satisfacer mejor la necesidad de asegurars

un gran número de defensores, el Estado constituy



una casta numerosa de funcionarios, de personaque dependen directamente de él. Esta tendencia epoderosamente reforzada por las tendencias de l

moderna economía política. Por una parte, hay unoferta enorme de puestos oficiales, por el Estadopor otra parte, hay una demanda cada vez mayoentre los ciudadanos. Esta demanda es estimuladpor la precariedad, siempre creciente, de lituación de las clases medias (los pequeño

fabricantes y comerciantes, los artesanondependientes, los granjeros, etc.), desde qu

apareció el capitalismo ex-propiativo en gra

escala, por una parte, y de las clases trabajadoraorganizadas, por la otra, pues ambos movimiento—lo quieran o no lo quieran— se combinan parperjudicar a las clases medias. Todos aquello

cuya existencia material es amenazada en estforma por la evolución económica modernaprocuran encontrar puestos seguros para sus hijoasegurarles una posición social que los ponga

cubierto del juego de las fuerzas económicas. Lo



puestos estatales, con el importante derecho a unpensión correspondiente a ese empleo, parececreados expresamente para aquellas necesidade

La inmensa demanda de puestos que resulta destas condiciones, demanda siempre mayor que loferta, crea el llamado «proletariado intelectual»Los números de este organismo están sujetos fluctuaciones muy grandes. Periódicamente eEstado, en aprietos ante la demanda creciente dpuestos, se ve en la obligación de abrir lacompuertas de sus canales burocráticos paradmitir a millares de nuevos postulantes

ransformar así a éstos de peligrosos adversarioen defensores y partidarios celosos. Hay doclases de intelectuales. Una es la de los que haogrado conquistar un puesto en el pesebre de

Estado, en tanto que la otra es la de quienes, combien lo dice Scipio Sighele, Kan asaltado lfortaleza sin lograr introducirse en ella[1

Podemos comparar a los primeros con un ejércit

de esclavos siempre listos, en parte por egoísm



de clase, en parte por motivos personales (emiedo de perder las propias posiciones), parasumir la defensa del Estado, que les da de come

Hacen esto cualquiera sea la cuestión relativa aEstado que haya sido atacada y entonces quiereque se los considere como sus defensores máegales. Los otros, en cambio, son enemigourados del Estado. Son esos espíritus eternamentncansables que conducen la oposición burguesa

en parte también asumen el liderazgo de lopartidos revolucionarios del proletariado. Everdad que la burocracia estatal por lo general n

crece tan rápidamente como los elementodescontentos de la clase media. Sin embargo, lburocracia crece constantemente. Llega a tomar lforma de un tornillo sin fin. Crece y cada vez e

menos compatible con el bienestar general. Y, siembargo, esta maquinaria burocrática sigue siendesencial. Solo mediante ella es posible satisfaceel reclamo de puestos seguros por parte de lo

miembros educados de la población. Además, e



un medio de autodefensa para el Estado. Tal como expresó el extinto Amilcare Puviani, de l

Universidad de Perusa, experto en economí

política a quien tanto debemos por una obrmportante acerca de la leyenda del Estado, emecanismo de la burocracia es el fruto de uneacción que protege el derecho de propiedad cuy

base legal es débil, y es un antídoto para edespertar de la conciencia pública[2].

El partido político tiene muchos rasgocomunes, de éstos, con el Estado. Así, el partiddonde el círculo de las élites está restringido po

demás, o donde, en otras palabras, la oligarquía scompone de un número demasiado pequeño dndividuos, corre el riesgo de ser barrido por la

masas en un momento de efervescenci

democrática. Por eso el partido moderno, como eEstado moderno, procuran a su propiorganización la base más amplia posible dndividuos. Así sobreviene la necesidad de un

burocracia fuerte, y estas tendencias se ve



eforzadas por el aumento de las tareas impuestapor la organización moderna.

A medida que aumenta el partido burocrátic

ufren un debilitamiento inevitable dos elementoque constituyen los pilares esenciales de todconcepción socialista: la comprensión de lametas culturales más amplias y más ideales deocialismo, y la comprensión de la multiplicidanternacional de sus manifestaciones. E

mecanismo llega a ser un fin en sí mismoDisminuye la capacidad para comprender coexactitud las peculiaridades y las condiciones d

existencia del movimiento laborista en otropaíses, en la misma proporción que adquierepleno desarrollo las organizaciones nacionales. Eestudio de las críticas mutuas de la prens

ocialista internacional muestra palmariamentesto. En los días del llamado «socialismo de loemigrados», los socialistas se entregaban a unpolítica excelsa de principios inspirada por lo

criterios clásicos del internacionalismo. Cas



odos ellos eran —si cabe usar el término—especialistas en este terreno cada vez más genera cada vez más amplio. El curso entero de su

vidas, los ágiles cambios de ideas en las nocheociosas, el codearse continuamente con hombrede las más diferentes lenguas, el aislamientforzado del mundo burgués de sus respectivopaíses, y la imposibilidad completa de toda acció«práctica», todo eso ha contribuido a estesultado; pero en la misma proporción que en su

propios países se abren vías de actividad para loocialistas, al principio para agitación, y pront

para un trabajo positivo y constructivo, cada veaparta más su atención de los principionmortales, el reconocimiento de las demandas da vida cotidiana del partido. Su visión gana e

exactitud, pero pierde en dimensión. Cuanto máhilanderos, zapateros y escoberos puede ganar eíder laborista para su gremio, cada mes; cuant

más versado está en los tediosos detalles de

eguro contra accidente y enfermedad; cuant



mayor industriosidad puede demostrar en lacuestiones especializadas de inspección dfábricas y de arbitrajes en conflictos gremiale

cuanto mejor puede conocer el sistema dfiscalizar el monto de compras individuales eiendas cooperativas, y los métodos para el contro

de consumo de gas municipal, tanto más difícil les conservar un interés general en el movimientaborista; aun en el más restringido sentido deérmino. Como consecuencia de inevitables leye

psicológicas, no encontrará tiempo ni tendrprobablemente inclinación al estudio de lo

grandes problemas de la filosofía de la historia, anto más falso será su juicio de las cuestionenternacionales. Al mismo tiempo se inclinar

cada vez más a considerar «como incompetente

ntrusos o inexpertos» a todos los que quiereuzgar las cuestiones con algún enfoque superior a

puramente técnico; se inclinará a negar el bueentido, y aun el socialismo, de todos los qu

deseen combatir en otro terreno y por otros medio



que los que él conoce dentro de su estrecha esferde especialista. Esta tendencia hacia unespecialización exclusiva y absorbente, hacia e

enunciamiento a toda perspectiva de largalcance, es una característica general de levolución moderna. Con el aumento continuo das adquisiciones de la investigación científic

muere el polígrafo. Toma su puesto el autor dmonografías. Ya no existe el zoólogo universal, enemos en cambio ornitólogos y entomólogos;

en verdad estos últimos se subdividen aún más eepidopterólogos, coleopterólogos

mirmecólogos.A aquellos mismos «suboficiales» que ocupa

os grados inferiores de la burocracia partidariacabe aplicarles lo que Alfred Weber dijo de l

burocracia en general en el congreso de Verein füSozialpolitik , en Viena en 1909. La burocracia eel enemigo jurado de la libertad individual y doda iniciativa audaz en materia de polític

nterna. La dependencia de autoridades superiore



característica del empleado medio, suprime lndividualidad y da a la sociedad dond

predominan los empleados, un sello estrecho d

pequeños burgueses y filisteos. El espíritburocrático corrompe el carácter y engendrpobreza moral. En toda burocracia observamouna cacería de puestos, una manía por el ascenso obsequiosidad hacia aquellos de quiene

dependen los ascensos; hay arrogancia hacia lonferiores y servilismo hacia los superiore

Wolfgang Heine, uno de los más osados defensorede la libertad personal e intelectual de lo

miembros, dentro del partido socialista alemániempre en la brecha para denunciar «la tendenci

a la burocracia y a la supresión de lndividualidad», en su lucha contra la burocraci

ocialista, llega al extremo de referirse al horriblejemplo del estado prusiano. Es verdad, dice, quPrusia es gobernada de acuerdo con principiohomogéneos, y por una burocracia que bien pued

er considerada como modelo en su género; per



no es menos cierto que el estado prusianoprecisamente por sus características burocráticaa pesar de sus triunfos externos, es esencialment

etrógrado. Cuando Prusia produce algunapersonalidades distinguidas, es incapaz de tolerau existencia. La política prusiana tiende

degenerar cada vez más en un régimen mecánico in espíritu, que muestra una hostilidad ardient

contra todo progreso verdadero[3]. Bien podríamodecir que cuanto más se distingue notoriamente una burocracia por su celo, por su sentido dedeber y por su devoción, tanto más demostrará se

mezquina, estrecha, rígida y carente de liberalidadComo todo sistema de centralización, lburocracia encuentra la manera de justificarse ea experiencia según la cual hace falta ciert

unidad administrativa para la conducción rápida eficiente de los asuntos. Muchísimas funcioneales como encuestas estadísticas importanteamás pueden ser realizadas de maner

atisfactoria en un sistema federal.



La forma del dominio ejercido por los lídereobre la masa del partido socialista, h

experimentado numerosos cambios parí passu co

cambios en la evolución histórica del movimientaborista.En Alemania la autoridad de los líderes, d

acuerdo con las características de la nación y coa educación insuficiente de las masas, al principiomó forma monárquica; hubo una dictadura. L

primera organización laboral en suelo alemán fua Allgemeiner Deutscher Arbeiterverein d

Ferdinand Lassalle. Esta organización, fundada e

873, perduró hasta 1875, cuando se unió a lección intemacionalista y marxista del socialism

alemán, los Eisenachers. Creación personal de uhombre de extraordinaria fuerza de carácter, hast

en los menores detalles tuvo el sello de spersonalidad. Alguien ha afirmado que lasociación de Lassalle fue fundada sobre emodelo de la Nationalverein, liga naciona

alemana que tuvo mucha influencia en esa época



Quizás esto sea cierto respecto de la base de lrbeiterverein, pero podemos estar seguros de qu

no es verdad respecto de la cumbre. L

rbeiterverein, como la Nationalverein, eraociedades unitarias cuyos miembros estabadispersos por toda Alemania y no constituíaamas locales debidamente organizadas. L

participación no era local sino nacional, y cadmiembro dependía directamente de la organizaciócentral; pero mientras en la Nationalverein eejecutivo central era una comisión de variomiembros, la Arbeiterverein era gobernada d

manera autocrática por una sola persona —Ferdinand Lassalle— quien ejerció, como lo hizu sucesor, Johann Baptist von Schweitzer, u

poder comparable al del duce de la Repúblic

Veneciana, como presidente del partido de lorabajadores alemanes, y aun con menoimitaciones, pues el poder del presidente n

estaba, como el del duce, sujeto a ningún tipo d

fiscalización por parte de institucione



oligárquicas. El presidente era monarca absoluto nombraba a los funcionarios subordinados, lo

plenipotenciarios y aun su sucesor, según su sol

voluntad. Mandaba, y los demás tenían quobedecer. Esta estructura de la organización no fuolo el fruto de las cualidades personales d

Lassalle, de su insaciable afán de poder, y de escarácter egocéntrico que lo hizo, pese a su genioan mal juez de los hombres; correspondió tambié

a su concepción teórica del propósito de todorganización partidaria. En su famoso discurso dRonsdorf dijo: «Dondequiera que he estado oí d

os trabajadores expresiones de opinión qupodrían ser resumidas así: “Debemos hacer dnuestras voluntades un único martillo, y poner esmartillo en manos del hombre cuya inteligencia

carácter y buena voluntad nos merezcan lconfianza necesaria, para que pueda usar emartillo y golpear con él…”. Esos dos contrasteque nuestros estadistas han creído hasta ho

mposibles de unir, la libertad y la autoridad, cuy



unión consideraron como la piedra filosofal, ¡esocontrastes están íntimamente unidos en nuestrVerein, que así representa en miniatura el venider

orden social!». De esta manera, a los ojos depresidente, su dictadura no era simplemente unriste necesidad temporaria impuesta a la

organizaciones combativas, sino que la dictadurera el fin último del movimiento laboral. En lodías de Lassalle, el movimiento laboral eAlemania todavía era débil, y —como un niñpequeño— tenía mucha necesidad de la guípaterna. Cuando el padre iba a morir tomó la

disposiciones testamentarias para darle uguardián (pues el movimiento laborista alemán aúpodía ser objeto de disposiciones testamentariasDespués de la muerte de Lassalle el pode

ejecutivo, la quintaesencia (si nos está permitidusar el término) de la estructura del jovemovimiento laborista continuó a la disposiciómás absoluta de una sola persona: Schweitze

Esta tendencia autoritaria era fruto, no tanto de l



necesidad histórica del momento, sino de laradiciones y de las peculiaridades raciales de langre alemana. Con el transcurso del tiempo esta

características se han atenuado notablemente poobra de la democracia teórica y práctica, y por lacambiantes necesidades del caso; sobre todo, poa aparición de un socialista típico del sur, menoígido que el de Prusia y Sajonia, y celoso de s

propia autonomía; pero la tendencia no hdesaparecido ni puede desaparecer.

Mientras se constituía en Alemania, de estmodo, la organización de la masa de los prosélito

de Lassalle, los líderes de la Asociaciónternacional adoptaron una forma diferente d

organización. La Asociación Internacional dTrabajadores se caracterizaba por los celo

mutuos de las diversas secciones nacionales, esto era un obstáculo poderoso en el camino doda tendencia hacia la dictadura. Así nació e

Londres el Consejo General, autoridad suprema d

a Internacional, constituido por un puñado d



miembros que pertenecían a los diferentes paíseepresentados en la organización; pero los podere

de este ejecutivo, en muchos aspectos estuviero

menos restringidos que los del presidente de lllgemeiner Deutscher Arbeiterverein. EConsejo General prohibió a las asociacioneafiliadas que eligieran presidente, pueconsideraba que esto era contrario a los principiodemocráticos. Sin embargo, en todo cuanto lconcernía, afirmó con orgullo, por toca de sumiembros más conspicuos, que la clasrabajadora había descubierto ahora un «líde

común»[4]. De entre sus miembros designó lofuncionarios necesarios para la conducciógeneral de sus tareas, tales como un tesorero, uecretario general y los secretario

correspondientes a los diferentes países; tampocvaciló, en algunas circunstancias, en asignadiversas funciones a una misma persona. Engelaunque era alemán, fue durante algún tiemp

ecretario de cuatro países diferentes: España



talia, Portugal y Dinamarca[5]. Cabe agregar quel cargo de secretario tenía prerrogativamportantes, tales como el derecho de reconoce

ecciones recién constituidas, el derecho a otorgao negar subsidios pecuniarios y el arbitraje de loconflictos entre camaradas. Es incuestionable qudurante varios años el Consejo General estuvujeto a la férrea voluntad de un único hombre

Karl Marx, en todo lo que a las manifestacionemás importantes, prácticas y teóricas, se refiereEl conflicto en el Consejo General, entre loligarquía de jure y la monarquía de facto fue l

causa íntima de la rápida declinación de la Viejnternacional. El Consejo General,

especialmente Marx, fueron acusados de ser lnegación del socialismo porque, decían, en s

desastroso afán de poder habían introducido eprincipio de autoridad en la política de lorabajadores[6]. Al principio estas acusacione

provenían de fuera, desde los grupos que n

estaban representados en el Consejo General: lo



acusadores fueron Bakunin, los italianos y lourásicos. En el congreso de La Haya en 1872, lo

«autoritarios», con el uso de los medio

característicos de sus tendencias (la pesca dvotos, la convocatoria al congreso en una ciudacasi inaccesible para algunos de los adversarios otalmente inaccesible para otros)[7], obtuviero

una victoria completa sobre los antiautoritarioo pasó mucho tiempo antes de que se levantara

voces dentro del propio Consejo para censurar eespíritu de la autocracia. Marx fue abandonado pocasi todos sus viejos amigos. Los blanquista

franceses se apartaron de él ostensiblementcuando transfirió de manera arbitraria el ConsejGeneral a Nueva York. Odger y Lucraft, doíderes influyentes de los gremios ingleses, qu

eran miembros del Consejo General, discutierocon Marx porque no habían sido consultadoacerca del manifiesto en favor de la comuna dParís, donde aparecían sus firmas. Los refugiado

alemanes en Inglaterra, Jung y Eccariu



declararon que era imposible trabajar copersonas tan dictatoriales como Marx y EngelAsí destruyeron los oligarcas la monarquí

ncipiente.En 1889 fundaron la llamada Nuevnternacional. Los partidos socialistas de lo

diversos países accedieron a celebradeliberaciones comunes, y a reunirsperiódicamente en congresos para ese propósitoDesde entonces la «idea del internacionalismopara citar una frase empleada por Jaeckh) sufri

una transformación. La Vieja Internacional habí

actuado según el sistema de la mayocentralización posible del proletariadnternacional, «para poder así poner en el platill

de la balanza todo el poder organizado de la clas

rabajadora, en cualquier lugar donde la lucheconómica de clases fuera especialmentactiva»[8]. La Nueva Internacional, en cambioomó la forma de un sistema muy laxo, una unió

de elementos extraños entre sí; estos elemento



eran organizaciones nacionales de una forma muígida, confinado cada uno dentro de los límites du propio Estado. En otras palabras, la Nuev

nternacional es una confederación de estadoautónomos, y carece de organización unitaria homogénea. La Vieja Internacional era undictadura individual, disfrazada de oligarquía. L

ueva Internacional podría ser comparada con loviejos Estados Generales de los Países Bajos; euna república federal que consta de diversaoligarquías independientes. El Consejo General dLondres era todopoderoso. El modern

Secrétariat Socialiste International , con asienten Bruselas, no es nada más que una oficina parel intercambio de cartas, desprovista de todautoridad. Es verdad que los congreso

nternacionales socialistas a veces han dado loportunidad para que algunas oligarquíanacionales poderosas y profundamentconcienzudas, intentaran usurpaciones en el camp

nternacional. Así, en particular, la democraci



ocial alemana, obligada a actuar a la defensiva eel congreso de Stuttgart en 1907, procuró, y no sibuen éxito, imponer a otros partidos socialistas su

propias tácticas: el revolucionarismo verbaoriginado en las condiciones peculiares dAlemania[9]. La unificación internacional dácticas siempre estuvo limitada por la

cambiantes necesidades de las diferenteoligarquías nacionales. En otras palabras, mientraiguen siendo posibles las supremacías nacionale

en la Internacional socialista contemporánea, ya nes posible que el partido socialista de un paí

ejerza una verdadera hegemonía sobre los otropartidos nacionales. El temor de ser dominadaumenta en cada partido nacional, en la mismproporción que logra su firme establecimiento

consolida su existencia y se hace independiente dotros partidos socialistas. La concentraciónternacional es impedida por la competencia d

otras concentraciones nacionales. Todos lo

partidos nacionales están en guardia para evita



que otros extiendan su esfera de influencia[10]. Eesultado es que la eficiencia internacional de laesoluciones votadas en los congreso

nternacionales es casi insignificante. En econgreso socialista internacional de Amsterdamen 1904, el belga Anseele aclaró que no sconsideraba atado por un voto internacional quprohibía a los socialistas participar en logobiernos burgueses[11]. Así también Vollmar, coaprobación de los alemanes, al hablar en econgreso socialista internacional de Stuttgart e

907 repudió toda interferencia, por parte de lo

franceses, en la política militar de los socialistaalemanes, y protestó de antemano contra todesolución internacional que pretendiereglamentar la conducta de los socialistas d

cualquier país, en caso de guerra[12]. Consideradodesde muy cerca, los congresos socialistanternacionales tienen un aspecto similar al de lo

pequeños principados alemanes del siglo XVII

consistentes en asambleas de nobles, eclesiástico



algunos burgomaestres cuya preocupacióespecial era evitar ceder al príncipe una pizca dus «libertades», es decir, de sus privilegio

peculiares. Del mismo modo, los diversos partidoocialistas alemanes, en los congresonternacionales, defienden con máximo celo todaus prerrogativas y sus particularismos nacionale

determinados a no ceder un palmo de terreno efavor de Su Majestad la Internacional.

Las oligarquías nacionales solo estádispuestas a reconocer la autoridad de laesoluciones internacionales, cuando mediante un

apelación a la autoridad de la Internacional puedeofocar a una facción fastidiosa dentro de s

propio partido. A veces los líderes de la minoríuscriben una bula internacional para certificar l

pureza de sus sentimientos socialistas, en contrastcon los de la mayoría, a quienes acusan dheréticos. Otras veces, en cambio, son los líderede la mayoría quienes procuran, en el camp

nternacional, obtener una victoria sobre lo



íderes de la minoría, a quienes no han podidometer dentro de los límites de su organizació

nacional. Un ejemplo típico del primer caso l

enemos en la acción de la minoría guesdista, en econgreso de Amsterdam de 1904, donde se esforzpor desacreditar las ideas de su gran primo Jaurèen cuestiones de política interna. La maniobrdemostró ser eficaz pues los guesdistas lograrouncir a Jaurès a su carro, y retenerlo prisionero eas apretadas filas del partido francés unificado

Un ejemplo de la se forma de acción nos lo da lconducta de los partidos socialistas italiano

alemán, al apelar a las decisiones de los congresonternacionales (París, 1889; Zurich, 1893

Londres, 1895) para librarse de sus faccioneantiparlamentarias y anarquistas.

Junto a esta descentralización internacionavemos hoy una centralización nacional vigorosaSin embargo, debemos poner ciertas limitaciones esta generalización.

En el movimiento laborista moderno, dentro d



os límites de las organizaciones nacionalevemos tendencias de descentralización, que actúaunto a las centralizadoras. La idea d

descentralización avanza constantemente, junto couna rebelión contra la autoridad suprema deejecutivo central; pero sería grave error imaginaque estos movimientos centrífugos son el fruto das tendencias democráticas de las masas, o qu

están maduras para la independencia. Su causiene en realidad un carácter opuesto. L

descentralización es la obra de una minorícompacta de líderes quienes, obligados

ubordinarse al ejecutivo central del partido en uodo, prefieren retirarse a sus propias esferaocales de acción (estado menor, provincia

comuna). El grupo de líderes que se encuentra e

minoría no tiene amor por la centralizaciónacional fuerte. Por ser incapaz de gobernar todel país, prefiere gobernar su casa, pues considerque es mejor reinar en el infierno que servir en e

paraíso. Vollmar, por ejemplo, que tanta influenci



iene en su propia tierra —ha sido llamado el rein corona de Bavaria— no puede consentir e

desempeñar un papel secundario en l

organización nacional alemana. ¡Antes serprimero en Munich, que segundo en Berlín!La voz de orden de la mayoría es l

centralización, en tanto que la de la minoría es lautonomía. Los de la minoría, para lograr suobjetivos, están obligados a trabarse en una luchque a menudo adquiere el aspecto de una auténticucha por la libertad, y esto se refleja en lerminología de los líderes, que se declaran e

guerra contra una nueva tiranía. Cuando los líderede la minoría se sienten excepcionalmente fuertelevan su audacia al punto de tratar de negar e

derecho de existencia de la mayoría, representad

por el ejecutivo central. En el congreso socialisttaliano de Imola en 1902, el líder de loeformistas italianos, Filippo Turati, se unió a su

amigos para formular una propuesta formal d

uprimir el ejecutivo central. Decía que er



necesario sustituir esta institución arcaicadictatorial y decrépita, por la autonomía completde las organizaciones locales o, al meno

eemplazarla por un organismo meramentadministrativo y ejecutivo de tres empleadoespecialistas. Agregaba que era una forma dacobinismo querer gobernar todo el partido desd

arriba. Los adversarios de esta concepciódemocrática aportaron un argumento eficaz, aeñalar que si el ejecutivo central fuera abolidoos diputados parlamentarios seguirían siendo lo

únicos amos incontrolados del partido. E

consecuencia, siempre que fuera necesariemprender la acción sobre alguna cuestión urgentecuando faltara tiempo para remitirse a uneferencia directa del partido en su totalidad, serí

el grupo parlamentario quien decidiera la línea dconducta, al deducir su autoridad, no del partidoino del electorado. Si aceptamos la hipótesis d

que puede existir una verdadera democracia dentr

del partido, la tendencia a la subdivisión d



poderes es incuestionablemente antidemocráticaen tanto que, por lo contrario, la centralización ea mejor manera de dar validez indudable a l

voluntad de las masas. Desde este punto de vistaEnrico Ferri tenía razón cuando dijo a loeformistas que la abolición del ejecutivo centra

propuesta, sería equivalente a la supresión de loberanía de los miembros en general, pues e

ejecutivo es la expresión legítima de la voluntade la masa, y los congresos del partido soquienes le otorgan sus derechos.

Este movimiento de descentralización que s

manifiesta dentro de varios partidos socialistanacionales, no está en pugna con el principiesencial de oligarquía. La minoría opositora, quha tenido buen cuidado de sustraerse al control de

ejecutivo central, actúa dentro de su propia esferde dominio para constituirse en un podecentralizado, tan libre de restricciones como aquecontra el cual lucha. De este modo lo

movimientos que venimos considerand



epresentan nada más que un intento por repartir lautoridad, y por dividir las grandes oligarquías ecierto número de oligarquías menores. En Franci

en Inglaterra todos los diputados socialistaprocuran llegar a ser lo más independienteposible del ejecutivo central de su partido, aocupar la posición suprema de su organizacióocal. En Alemania podemos observar un procesimilar, donde la persistencia de numeroso

estados pequeños, independientes, y gobernadcada uno por su propio parlamento, ha impedidhasta ahora la unificación constitucional

administrativa del partido en todo el país, y hfavorecido mucho las tendenciadescentralizadoras. Como consecuencia de estestado de cosas, encontramos en Alemania qu

odos los partidos de las provincias, desdBavaria hasta Hesse, desean autonomía, ndependencia del ejecutivo central de Berlín

pero esto no impide que cada uno de ellos ejerz

una autoridad centralizada dentro de su propi



dominio.Estas corrientes descentralizadoras de

ocialismo alemán, y más especialmente las de

ur alemán, son enemigas de la centralización solen la medida que se refiere al ejecutivo central dBerlín, en tanto que en sus propias esferas resisteal federalismo con máximo empeño. Su oposicióa la centralización berlinesa toma la forma de udeseo de conservar la independencia financiera da tesorería central, por parte de los partidoocales. En el congreso de Schweinfurt en 1906

Ehrhart, diputado socialista de la dieta bávara

dijo: «Hemos llegado a esto: el ejecutivo centraiene la administración del dinero que va a Berlín

pero somos nosotros quienes tenemos que decidcómo gastaremos el dinero que guardamo

aquí»[13]. Hugo Lindenmann, de Wurtemberg, unde los adversarios más ardientes de lprusianización del partido, y abogado defederalismo, ha declarado que es indeseabl

agotar las finanzas locales de las provincia



alemanas del sur en favor de la tesorería central dBerlín, donde el ejecutivo siempre se inclina haciuna política avara de atesorar dinero.

Las luchas dentro de los partidos democráticomodernos, por estos problemas de centralizaciócontra descentralización, tienen mucha importancicientífica desde distintos puntos de vista. Sería uerror negar que brindan un repertorio notable dconsideraciones teóricas, quienes abogan por unu otra tendencia, y circunstancialmente formulaeferencias válidas a concepciones morales. Si

embargo, debemos quitarnos de la mente la idea d

que la lucha es realmente una lucha en favor o econtra de la oligarquía, en favor o en contra de loberanía popular, o de la soberanía de las masa

partidarias. La tendencia a la descentralización de

gobierno del partido, la oposición a lcentralización internacional (a la autoridad dargo alcance de los congresos, comisiones

oficinas internacionales) o a la centralizació

nacional (a la autoridad de los ejecutivo



partidarios), nada tienen que hacer con el deseo dmás libertad individual.

Podemos justificar la tendencia democrátic

por razones prácticas, y en particular podiferencias en la situación económica o social das clases trabajadoras en los diversos distritos,

por otras peculiaridades locales.Las tendencias a la autonomía local, provincia

o regional son, en realidad, el fruto de diferenciaeales e inevitables del medio. En Alemania, loocialistas del sur se sienten divididos como po

un océano de sus camaradas del norte. Reclama

os derechos de autogobierno y participación en egobierno, porque viven en países donde eparlamentarismo ya tiene una historia gloriosa quviene desde hace más de un siglo, en tanto qu

Prusia sigue profundamente imbuida con el espíritautoritario y feudal. También los reclaman porquen el sur la agricultura corresponde todavíapredominantemente, a un sistema de pequeño

propietarios, en tanto que en las provincia



alemanas del centro y del este predominan lafincas y heredades extensas. El resultado es quas diferencias de clase, con las diferencia

correspondientes de perspectiva mental, somenos notorias en el sur que en el norte, y asambién la oposición a los socialistas tiene distint

carácter en las dos regiones. En las luchas entros líderes del norte y los del sur, dentro de

partido socialista, luchas que son a veces ardiente por momentos muy violentas, cada secto

formula la misma acusación contra el otro: declarque pertenece a un país donde la civilización est

elativamente atrasada, y cuyas concepcioneeóricas son arcaicas. Los socialistas del nort

afirman que los del sur viven todavía en un medide pequeña burguesía, pacífico y pastoril, en tant

que ellos mismos, en una tierra de fábricas de graescala, representan lo futuro. Los hombres del sueplican orgullosos que son ellos quienes viven e

condiciones que sus camaradas del norte aún n

han alcanzado, al haber abolido los latifundios



uprimido la clase de los junkers.Diferencias ambientales semejantes dividen

os socialistas italianos. Allí también lo

ocialistas del sur piden autonomía completa, pueafirman que la base teórica del socialismo en eur es diferente de la del norte. Dicen que en e

antiguo reino de Nápoles las condiciones reales dproducción y distribución no son tales questablezcan una distinción definida entre las doclases que, según el socialismo clásico, están eucha en todas partes. En consecuencia, lntroducción de la propaganda revolucionari

marxista en esta zona predicaría contra eocialismo, no solo contra los grandes y medianoerratenientes, sino también contra los pequeño

propietarios. Mientras los socialistas de la llanur

del Po se oponen ardientemente a un impuesto agrano, porque esto aumentaría el costo de la vidpara las masas trabajadoras aglomeradas en lagrandes ciudades, los socialistas del sur ha

declarado en varias ocasiones que están en favo



del sistema proteccionista actual, porque supresión traería una crisis de la producción e

una zona donde tanto los proletarios como o

empleados viven de la agricultura. Asimismo en enorte, donde predomina la industria fabril, loocialistas reprueban la campaña de Trípoli eanto que en el sur, donde la mayor parte so

agricultores, hay un sentimiento entusiasta en favode la expansión territorial. Además de estaazones, que podríamos llamar intrínsecas, porqu

provienen de diferencias objetivas entre el norte el sur, encontramos que surge una oposición entr

os socialistas de las dos zonas, por la actitud degobierno en las respectivas secciones. El gobierntaliano es ambiguo: liberal en el norte, pero

menudo todo lo contrario en el sur, donde cas

odo está en manos de círculos locales que son lovínicos árbitros en épocas de elecciones, en unegión donde los votantes están dispersos. En e

año 1902, cuando Giolitti estaba en el poder, est

actitud doble del gobierno dio origen a una grav



diferencia dentro del partido socialista, pues loocialistas del norte no disimulaban su ardient

deseo de participar en el gobierno, en tanto que lo

del sur (aunque sus tendencias eran más bieeformistas que revolucionarias) lo atacabaenérgicamente. De este modo, como lo hemodemostrado in extenso, las diversas tendenciahacia la descentralización, que se manifiestan ecasi todos los partidos nacionales, aunqualcanzan para evitar la formación de una únicoligarquía gigante, determinan la creación dmuchas oligarquías pequeñas, cada una de la

cuales no es menos poderosa dentro de su propiesfera. El predominio de la oligarquía en la vidpartidaria sigue siendo indestructible.



ROBERT MICHELS (9 de enero de 1876, Coloni

2 de mayo de 1936, Roma) fue un sociólogo politólogo alemán, especializado en ecomportamiento político de las élites intelectualeEs mejor conocido por su libro Los partido

olíticos (1911), que contiene una descripción du «ley de hierro de la oligarquía». Fue estudiant

de Max Weber.



Notas



1] El lector podrá encontrar esfuerzos detalladopor resumir y reformular la teoría de Michels efunción de hallazgos posteriores en las siguientefuentes: Philip Selznick, «An Approach to Theory of Bureaucracy», American Sociologica

eview, 1943, págs. 47-54; James Burnham, Th

achiavellians, Nueva York: The John Day Co943, págs. 135-70; C. W. Cassinelli, «The Law o

Oligarchy», American Potitical Science Review

47, 1953, págs. 773-84, y S. M. Lipset, «Th

Political Process in Trade Unions: A TheoreticaStatement», en M. Berger, C. Page y T. Abel, recs

reedom and Control in Modern Society, NuevYork: D. Van Nostrand Co., 1954, págs. 82-124

<<



2] Las hipótesis de Michels relativas a l«incompetencia de las masas» coinciden bastantcon las de Lenin, quien justificaba su conviccióen la necesidad de un partido elitista devolucionarios profesionales que condujera a la

masas hacia el socialismo, al describirlas com

«adormecidas, apáticas, obstinadas, inertes nactivas». V. I. Lenin, Left Wing Communism: A

nfantile Disorder , Nueva York: InternationaPublishers, 1940, págs. 74-75. Un aporte d

pruebas más recientes relativas a la propensión dos postergados a confiar en líderes fuertes y

participar menos en las actividades políticapodrá encontrar el lector en S. M. Lipset, Politica

an, Nueva York: Doubleday and Co., 1960págs. 97-130, 179-219. <<



3] Los editores de Dissent , Irving Howe y LewiCoser descubren así que pueden citar Los partido

olíticos para describir cambios en el movimientcomunista. «A medida que aumenta la burocracipartidaria —escribe Robert Michels en su estudiclásico del socialismo de comienzos del siglo X

—, sufren un debilitamiento inevitable doelementos que constituyen los pilares esencialede toda concepción socialista: la comprensión dos fines más amplios y más culturales de

ocialismo, y la comprensión de la multiplicidanternacional de sus manifestaciones. E

mecanismo se transforma en un fin en sí mismo»Con estas frases brillantes Michels anticipa l

curva fundamental del desarrollo histórico desdel leninismo hasta el movimiento stalinista.

The American Communist Party. A Critica

istory, Boston: Beacon Press, 1957, pág. 501. <



4] Tal como lo ha anunciado Milovan Djilaugarteniente de Tito en Yugoslavia, «la revolució

comunista, conducida en nombre de la abolicióde las clases, ha determinado la autoridad mácompleta de toda clase única nueva. Todo ldemás es ilusorio y simulado». The New Class. A

nalysis of the Communist System, Nueva YorkFrederick A. Praeger, 1957, pág. 36. <<



5] Hace unos diez años comprobé el efecto notablque suele tener sobre los socialistas la lectura d

os partidos políticos. Un líder de un partidocialista democrático de la América latina,

quien mostramos el libro cuando era estudiante dun curso de sociología política, me dijo que habí

adquirido diez ejemplares y los había enviado diversos dirigentes de su partido. Pensaba quMichels debía ser lectura obligada de todos loocialistas. <<



6] Vea el lector S. M. Lipset, M. Trow y JColeman, «O demokracji zwiqzkowej», Zeszt

eoretyczno-polityczne, 1-2, 44-45, 1958, págs11-24. La versión original inglesa de est

capítulo aparece como capítulo 18 de Unio

emocracy, Glencoe: The Free Press, 1956

eimpresa en rústica por Doubleday-Anchor, 1962En este capítulo el autor se empeña en demostraque el totalitarismo es inevitable ante la ausencide todo freno institucionalizado al poder político

de grupos de oposición legítima. <<



7] Consulte el lector a Szymon Chodak, «RobertMichelsa Socjologia NiemieckieSocjaldemokracji» («Sociología de la democraciocial alemana de Robert Michels»), Studi

Socjologiczno Polityczne, 1, 1958, págs. 123-62El sumario inglés de este artículo termina as

«Este trabajo constituye el punto de partida de unnueva rama de la ciencia: la sociología de lopartidos, y también del análisis del proceso ddesarrollo, sus tipos estructurales y la naturalez

de los miembros del partido…», pág. 162. Máecientemente, el mismo sociólogo polaco Szyma

Chodak publicó un estudio en un volumen«Systemy Party Jne Europy Zachodniej

«Sistemas partidarios de Europa occidental»Studia Socjologiczno Polityczne, 9, 1961, págs7-255. Este estudio contiene una crítica interesant completa de Michels, que destaca que h

definido la inexistencia de la democracia, y qu



rata de presentar los factores que determinavariaciones en los tipos de las estructuras prácticas partidarias. <<



8] Sigmund Neumann, rec., Modern Politica

arties, Chicago: University of Chicago Pres956, pág. 405. <<



9] Vea el lector J. P. Mayer, Max Weber an

German Politics, Londres: Faber and Faber, 1956págs. 81-83; también Max Weber, The Theory o

Social and Economic Organization, Nueva YorkOxford University Press, 1947, pág. 408. Para uanálisis de las relaciones personales entre Weber

Michels consulte a H. H. Gerth y C. W. Millrom Max Weber: Essays in Sociology, Nuev

York: Oxford University Press, 1946, págs. 19-21Michels fue despojado de un puesto académico e

Alemania por ser miembro del partido socialistdemocrático, y Weber reaccionó violentamentcontra esto. <<



10] James Bryce, Modern Democracies, NuevYork: The Macmillan Co., 1921, vol. II, pág. 546<<



11] Maurice Duverger, Political Parties, LondreMethuen, 1954, esp. págs. 134, 169 y 151-82. <<



12] Robert McKenzie, British Political Parties

Londres: William Heinemann, 1955, pág. 15. Eealidad, la teoría de Michels es la única que fuer

objeto de síntesis y análisis posteriores. <<



13] Ibid., pág. 587. <<



14] Unions and Union Leaders of Their Ow

Choosing , Nueva York: The Fund for the Republic957, pág. 12. Las pruebas que demuestran laendencias oligárquicas de estos grupos apareceintetizadas en varias obras. El sociólogo Bernar

Barber dice: «Cualesquiera sean los intereses qu

epresenta una organización particulaencontramos una minoría activa en sconducción». «Participaron and Mass Apathy iAssociations», en Alvin W. Gouldner, rec., Studie

n Leadership, Nueva York: Harper and Brother950, pág. 584. Barber llega a señalar la forma e

que opera la oligarquía en diversos grupos. «E919 un grupo pequeño fundó la legión americana

que sigue dirigida por una oligarquía que sperpetúa…», y cita pruebas relativas a esquemaimilares en organizaciones fraternale

cooperativas de consumidores y otros grupos. Par

el estudio de puntos similares que elaboran y cita



pruebas relativas a la oligarquía en muchogrupos, tales como la National Association oManufacturers y la American Medical Association

vea el lector, David Truman, The Governmentarocess, Nueva York: Alfred A. Knopf, 1958, esppágs. 129-210. En otro estudio de los hechos quapoyan la tesis de Michels de que la burocracidomina la organización, Peter Blau señala lodiversos estudios que analizan la forma en que lodirectores de las corporaciones dirigen su políticin tomar en cuenta los deseos de los accionista

Tal como él lo indica, en casi todas la

corporaciones el accionista tiene «la mismcapacidad de elegir en las elecciones, que tiene eciudadano de un estado totalitario. Casi no tienmodo alguno de oponerse a la conducció

existente…» Bureaucracy in Modern Societyueva York: Random House, 1956, pág. 108. En e

caso de grupos financieros vemos un ejemplmportante en la forma en que la burocratización

el baluarte de la oligarquía llevan a una situació



donde los propósitos admitidos de la institución, os intereses específicos de sus miembroaccionistas) son subvertidos para apoyar l

«necesidad» de que los administradores manejeuna organización siempre creciente. Lacorporaciones reinvierten constantemente capitaen lugar de distribuir dividendos óptimos. Uexcelente estudio de lo que fuera una de ladenominaciones religiosas menos centralizada dos Estados Unidos, la American Bapti

Convention, revela que las hipótesis de Michelambién son válidas dentro de este grupo, que e

una organización muy burocrática, y que lconducción central tiene mucha autoridad sobre laactividades y la política. Y «el esfuerzo… poestabilizar el problema de coordinación de

organismo determina que los propósitos originaleean desplazados por los métodos de

procedimiento burocrático. “Así, la organizacióe transforma en un fin en lugar de un medio”»

Véase Paul M. Harrison, Authority and Power i



he Free Church Tradition, Princeton: PrincetoUniversity Press, 1959, pág. 136. La cita dHarrison proviene de Los partidos políticos. <<



15] «Las investigaciones sobre la conducta dgremios ingleses y norteamericanos haconfirmado las conclusiones formuladas poMichels hace cincuenta años, acerca dorganizaciones del continente: grupos que acasabracen la causa de la democracia liberal, puede

legar a ser, ellos mismos, en realidad, oligarquíaconducidas en forma estricta». Douglas V. VerneyThe Analysis of Political Systems, LondreRoutledge and Kegan Paul, 1959, págs. 155-56. E

u minucioso análisis del gobierno de los gremionorteamericanos, William Leiserson los describcomo sistemas «unipartidarios». Señala que en lmayor parte de los gremios «las divisiones d

facciones entre los miembros, en forma de partidopolíticos, suelen ser consideradas, por lo generacomo contrarias al sindicalismo. Contemplacomo no esencialmente diferente de los ataques d

adversarios exteriores, a la oposición organizad



dentro de los gremios, contra los funcionarioelegidos para gobernarlos. Hay una presióavasalladora en favor de la unidad de l

unanimidad». American Trade Union Democracyueva York: Columbia University Press, 1959pág. 75. <<



16] Philip Selznick, «The Iron Law oBureaucracy», Modern Review, 3, 1950, págs

62-63. <<



17] Su artículo «An Approach to a Theory oBureaucracy», «es, en gran parte, una graeformulación de la teoría de Michels, con e

propósito de llegar a una afirmación teórica quelimina algunos de sus presupuestos psicológicodudosos». «The Iron Law of Bureaucracy», op

cit., pág. 160. <<



18] Ibid., págs. 163-64. <<



19] Hay una exposición general del problema en RK. Merton, «The Unanticipated Consequences oPurposeful Social Action», American Sociologica

eview, 1, 1936, págs. 894-904. <<



20] Alvin Gouldner, cuando critica a muchoanalistas sociológicos de la burocracia, porquexageran sus aspectos restrictivos sobre la libertahumana y la acción, se refiere al enfoque dMichels como «aún más morosamente pesimistque otros…». Consulte el lector «Metaphysica

Pathos and the Theory of Bureaucracy» en S. MLipset y N. W. Smelser, recs., Sociology: Th

rogress of a Decade, Englewood-CliffPrentice-Hall, 1961, pág. 86. <<



21]Towards the Understanding of Karl Marx

ueva York: John Day Co., 1933, pág. 312. Haque advertir que aunque Hook sigue siendocialista y criticando las conclusiones pesimista

de Michels, ya no se ajusta a esta crítica más menos ortodoxa marxista. Sus opiniones má

ecientes aparecen en Reason, Social Myths an

emocracy, Nueva York: John Day Co., 1940págs. 119 y sigs., y The Hero in History, BostonBeacon Press, 1955, págs. 240-45. <<



22] Nikolai Bukharin, Historical Materialism. ASystem of Sociology, Nueva York: InternationaPublishers, 1923, págs. 309-11. Este libro merecmucha más atención de la recibida hasta ahoraRepresenta el único esfuerzo completo de umarxista prominente por avenirse con las nueva

doctrinas de la teoría e investigación sociológicaLamentablemente, desde que Bukharin fuasesinado por Stalin en 1936, por «bestia fascist traidor», el movimiento comunista perdió tod

nterés en sus libros. Aunque la ediciónorteamericana fue reimpresa en 1934, loocialistas, y también otros, han perdido interés e

un libro que fuera un texto fundamental de

comunismo mundial.Las bastardillas de las citas están todas en el textoriginal de Bukharin. <<



23] Philip Selznick, The Organizational Weapon

S tudy of Bolshevik Strategy and Tactics, NuevYork: McGraw-Hill Book Co., 1932, reimprespor la Free Press of Glencoe, relaciona el enfoqude Lenin sobre las organizaciones, con la teoríociológica contemporánea en la materia. <<



24] Véase Reinhard Bendix, «Bureaucracy: ThProblem and its Setting», American Sociologica

eview, 12, 1947, esp. págs. 493-95. En su trabajmás reciente, Selznick elabora en detalle el efectque las variaciones en la conducta de lodirigentes tienen sobre las formas en qu

esponden estas organizaciones a su medio, cambian en la propensión a alcanzar sus objetivoVéase Leadership in Administration, EvanstonRow, Peterson and Co., 1957. <<



25] Los artículos reimpresos en Amitai Etzioneo., Complex Organizations, Nueva York: Hol

Rinehart and Winston, 1961, y en R. K. Merton, AP. Gray, B. Hockey y H. C. Selvin, recs., Reader i

ureaucracy, Glencoe: The Free Press, 1952constituyen una buena muestra del tipo de trabaj

ealizado en este campo de la investigación. <<



26] Algunos de los factores que determinan enúmero y tipo de partidos en los diferentes paíseon analizados en S. M. Lipset, «Party Systems anhe Representation of Social Groups», Europea

ournal of Sociology, 1, 1960, págs. 50-85. <<



27] Power in Trade Unions, Londres: LongmanGreen and Co., 1954, pág. 15. <<



28] Ibid., pág. 63. <<



29] Gouldner, op. cit., pág. 88 <<



30] Irving Bernstein, «John L. Lewis and the VotinBehavior of the C. I. O.», Public Opinio

Quarterly, 5, 1941, págs. 233-49. <<



31] Harry Eckstein, «The Politics of the BritisMedical Association», The Political Quarterly

20, 1955. págs. 345-59; véase también OliveGarceau, The Political Life of the America

edical Association, Cambridge: HarvarUniversity Press, 1941, y Anonymous, «America

Medical Association: Power, Purpose and Politicn Organized Medicine», Yale Law Journal , 63954, págs. 938-1022. <<



32] Véase Joseph Goldstein. The Government o

ritish Trade Unions, Londres: George Alien anUnwin, 1952, para el estudio detallado de lafuentes y la naturaleza de la oligarquía y la apatíde los miembros de ese gremio. <<



33] An Analysis of the Early German Socialis

ovement , M. A, Thesis: Department oSociology, Columbia, University, 1951. <<



34] Una encuesta de opinión pública llevada cabo en septiembre de 1960, casi al mismo tiempen que la mayoría de delegados al Trades Unio

Congress y a la Labor Party Conference apoyabel programa izquierdista que auspiciaba edesarme unilateral por parte de Gran Bretaña

permitió establecer que solo el 16 por ciento dos miembros del gremio apoyaban la propuesta d

que Inglaterra renunciara, en forma unilateral, us armas nucleares, en tanto que el 83 por cient

apoyaba la política de que Inglaterra conservarese armamento hasta que otras potenciaconvinieran en el desarme. Véase ResearcDepartment, Odhem’s Press, Report on a Surve

of Opinions Concerning Nuclear DisarmamenLondres, 1960. Una encuesta llevada a cabo caal mismo tiempo por la British Gallup Poll, acercde los mismos problemas, demostró también poc

apoyo (24 por ciento), entre los votante



aboristas, a un desarme unilateral (Gallup ndiscriminó los miembros del gremio en snforme). Véase The Gallup Political Index

Report n.º 9, septiembre, 1960. Ante estoesultados, quizá no deba sorprendemos qucuando los antiunilateralistas dentro de logremios y del partido democrático formaran unorganización (la campaña del socialismdemocrático), para cambiar la política partidariapudieran modificar, en menos de un año, lpolítica que aparentemente había tenido apoyo ea mayoría de las convenciones. <<



35] Véase Daniel Bell, The End of Ideology

Glencoe: The Free Press, 1960, págs. 159-60. Loesultados de la elección aparecen en las página86-87. <<



36] Robert Michels, First Lectures in Politica

Sociology, Minneapolis: University of MinnesotPress, 1949, págs. 122-23. Este libro contienmuchos de sus escritos de las décadas de 1920 de 1930. <<



37] Ibid., pág. 131. La actitud de Michels hacia eDuce se parece mucho a los comentarios edefensa de Fidel Castro formulados por algunos dus partidarios. <<



38] Véase J. Schumpeter, Capitalism, Socialism

and Democracy, Nueva York: Harper anBrothers, 1947, pág. 269; From Max Weber

ssays in Sociology, op. cit., pág. 226. Hestudiado y empleado este enfoque de ldemocracia en mi obra. Véase «Party Systems an

he Representation of Social Groups», op. cit

págs. 50-53; Political Man, op. cit., págs. 45-46, Union Democracy, op. cit., págs. 405-12. <<



39] Véase Talcott Parsons, «Voting and thEquilibrium of the American Political System», eE. Burdick y A. Brodbeck, recs., American Votin

ehavior , Glencoe: The Free Press, 1959, págs80-120. <<



40] Este concepto del poder democrático eelaborado por David Truman, op. cit., esp. págs264-528. <<



41] James Bumham, op. cit., ofrece unpresentación coincidente con las opiniones de estgrupo. <<



42] Structure and Process in Modern Societies

Glencoe: The Free Press, 1960, pág. 221. <<



43] Loc. cit. <<



44] C. Wright Mills, The Power Elite, Nueva YorkOxford University Press, 1956. <<



45] Debemos señalar que en uno de sus últimoartículos, antes de morir en Italia en 1936, Michelatacó explícitamente esta concepción de ldemocracia. «El rápido reemplazo de los lídereconfunde a los inexpertos, respecto del verdadercarácter de la autoridad en los paíse

democráticos. No son las masas las que derriban os líderes, sino los líderes nuevos qu

aprovechan a las masas para conseguir esto»«Social Mobility in General with Specia

Reference to Post-War Mobility», citado en DinCamavitto, «Roberto Michels. In Memoriam»

merican Sociological Review, 1, 1936, pág. 798<<



46] Op. cit., pág. 207. <<



1] Transcripto de Le contrat social , de J. Rousseau, 6.ª ed., Bibliothèque Nationale, Parí

871, pág. 91. <<



2] Por ejemplo, Raumer, al escribir desde París e830, expresaba muy bien la cuestión en liguiente forma: «Todos estos hombres [loiberales] consideraban que era revolucionaria l

abolición de las instituciones y los males dantigua data, en tanto que entendían po

contrarrevolución la restauración de éstos y otroabusos. En cambio sus adversarios entendían poevolución el conglomerado de locuras y crímene

cometidos hasta entonces, y por contrarrevolució

el restablecimiento del orden, la autoridad, leligión, etc.» (Friedrich von Raumer, Briefe au

Taris und Frankreich im Jahre, 1830, Leipzig: FA. Brockhaus, 1831, parte II, pág. 26.) Cf. tambié

Wilhelm Roscher, Politik, Geschichtlicheaturlehre der Monarchie, Aristokratie un

emokratie, 3.ª ed., Stuttgart-Berlin: Cotta, 1908pág. 14. Debemos recordar, sin embargo, que e

as cuestiones políticas estas estimaciones d



validez pueden ser medios efectivos de luchcontra fines políticos, y algunas veces tambiémorales; pero es probable que nos despisten si lo

usamos para ayudarnos a definir tendencias concepciones históricas. <<



3] Friedrich Curtius, «Ueber Gerechtigkeit unPolitik», Deutsche Rundschau, XXIII, 1897, fase4, pág. 46. <<



4] «Esta oposición [la de los amigoultramonárquicos de Luis XVI contra los liberalebien dispuestos] contra la idea de la burguesía de la libertad política que se extendía no solo eFrancia, sino en todos los otros países civilizadode Europa, fue lo que determinó en la Revolució

que de otro modo podía haber sido solbeneficiosa), sus males y su carácter destructivoFue esto lo que condujo a los representantes depueblo a tratar de evitar la ruina que se avecinaba

lamando a las masas en su ayuda; fue esto lo qucondujo a desencadenar la fuerza bruta desaforada de la turba y abrió de este modo la cajde Pandora» (Carl von Rotteck, Allgemein

Geschichte vom Anfang der historischeenntniss bis auf unsere Zeiten, Friburgo

Herdersche Buchhandlung, 1826, vol. IX, pág. 83<<



5] Friedrich von Raumer, Briefe aus Taris…, op

cit., vol. I, pág. 176. <<



6] Raumer, op. cit., vol. I, pág. 264. <<



7] Roscher, op. cit., pág. 321. <<



8] Ibid., pág. 336. <<



9] Martin Rade, en un notable artículo «DaAllgemeine Wahlrecht ein Königliches Recht»

essische Landeszeitung , XXIII, n.º 25, 1907, quapoyaba la elección del nacionalsocialistHelmuth von Gerlach en Marburgo, escribió lo quigue para acallar la inquietud de los adversario

del sufragio universal: «El caso sería mudiferente si nuestro Reichstag fuera el verdaderdirector del gobierno, si pudiera decidir por solo el destino interno y externo de nuestro pueblo

pero es apenas uno entre los elementos de nuestrconstitución. Además de él —o, mejor dicho, poencima— está el Bundesrat (Consejo Federal), ni la proposición más insignificante puede llegar

er ley sino con la aprobación del cancillemperial, el Emperador y los príncipes. Es verda

que el Consejo Federal no se opondrpermanentemente a una expresión enérgica

azonable de la voluntad popular manifestada d



manera constitucional en el Reichstag; pero laesoluciones del Reichstag reputadas imprudenteerán rechazadas, y a menudo lo han sido. Esto

medios constituyen precauciones para limitar epoder del sufragio universal, de la misma manerque la naturaleza se cuida de que los árboles ncrezcan hasta tocar el cielo. Para nuestregislación es bueno que tengamos estas do

cámaras, y no solo al Reichstag». <<



10] Gaetano Mosca, Il principio aristocrático e

democratico nel passato e nel’ avvenire (discursnaugural), Turín: Stamperia Paravia, 1903, pág

22. <<



11] Alexis de Tocqueville, De la democratie e

merique, Paris; Gosselin, 1849, parte II, vol. I

pag. 19. <<



12] Abbé de Choisy, Mémoires pour servir

’histoire de Louis XIV , Utrecht: Van De Wate727, pág. 23. <<



13] Pierre Edouard Lémontey, Essai su

’établissement monarchique de Louis XIV

apéndice de Nouveaux mémoires de Dangeau

eimpreso por el autor, París: Deterville, 1818pág. 392. <<



14] Cf. los notables ejemplos proporcionados poWerner Sombart Die deutsche Volkswirtschaft im

IX Jahrhundert , Berlin: Bondi 1903, pags. 545 igs. <<



15] Léon A. Daudet, Alphonse Daude

Bibliothèque Charpentier, París: E. Fasquelle898, pág. 142. <<



1] Moritz Rittinghausen, «Ueber die Organisatioder direkten Gesetzgebung durch das Volk»Social. Demokrat. Schriften, n.º 4, Coln, 1870pág. 10. Rittinghausen tiene el mérito de habeido el primero en aventurar propuestas práctica

de esta naturaleza, para la solución del problem

ocial. Victor Considérant, quien reanudó despuéel intento de establecer un gobierno populadirecto, sobre una base más amplia y un efectpropagandístico de más largo alcance, admiti

expresamente que Rittinghausen era su precursoVictor Considérant, La Solution ou L

Gouvernement Direct du Peuple, París; LibrairiPhalanstérienne, 1850, pág. 61). <<



2] La constitución norteamericana llamederalistas (el nombre sirve aquí para establece

un carácter democrático) solo a aquellos estadodonde el pueblo se reúne con propósitoegislativos; en cambio los estados con gobiern

popular representativo se llaman repúblicas. <<



3] Roscher, op. cit., págs. 35 y sigs. <<



4] Louis Blanc, «L’Etat dans une démocratie»Questions d’aujourd’hui et de demain, ParísDentu, 1880, vol. III, pág. 150. <<



5] Roscher, op. cit., pág. 351. <<



6] Louis Blanc, op. cit., pág. 144. <<



7] Cf. la carta de Antonio Quiroga al rey FernandVII, fechada el 7 de enero de 1820 (Don Juan vaHalen, Mémoires, París: Renouard, 1827, parte I

pág. 382). <<



8] Egidio Bemaroli, Manuale per la constituzion

e ü funzionamento delle leghe dei contadin

Roma: Librería Soc. Ital., 1902, págs. 20, 26, 27 52. <<



9] Sidney y Beatrice Webb, Industrial Democrac

edición alemana), Stuttgart, 1898, vol. I, pág. 6<<



10] Ferdinand Tonnies, Politik und Mora

Fräncfort: Neuer Frankf. Veri., 1901, pág. 46. <<



11] Heinrich Herkner, Die Arbeiterfrage, 5.ª edBerlín: Guttentag, 1908, págs. 116, 117. <<



12] «Protokoll des Parteitags zu Leipzig»Vorwärts, Berlín, 1909, pág. 48. <<



13] Heinrich Schulz, «Fünf Jahre Parteischule»eue Zeit , año XXIX, vol. II, fase. 49, pág. 807. <<



14] Scuola Prat. di Legislaz. Sociale (Programme Norme), año III, Milán: Soc. Umanitaria, 1908<<



15] Ibid., año IV, Milan, 1909, pag. 5. <<



16] Rinaldo Rigola, «I funzionari dellorganizzazioni», Avanti, año XIV, n.º 341. <<



17] Jean Jacques Rousseau, Le contrat socia

págs. 40 y sigs. <<



18] Cario Pisacane, Saggio sulla Rivoluzione, coprefacio de Napoleone Colajanni, Bolonia: LibTreves di Pietro Virano, 1894, págs. 121-25. <<



19] Traducido de Víctor Considérant, op. cit

págs. 13-15. <<



20] A. A. Ledru-Rollin, «Plus de Président, plus dReprésentants», 2.ª ed., La Voix du Proscrit , Parí851, pág. 7. <<



21] Victor Considérant, op. cit., págs. 11-12. <<



22] Cf. P. J. Proudhon, Les Confessions d’u

évolutionnaire. Pour servir a la Révolution d

évrier , nueva edición, París: Verboeckhoven868, pág. 286. <<



23] Traducido de Louis Veuillot, Ça et là, 2.ª edParís: Caume Frères et Duprey, 1860, vol. I, pág368. <<



24] Cf., por ejemplo, Enrico Malatesta en dofolletos: L’anarchia (6.ª ed., Roma: casa edPensiero, 1907), y La política parlamentare de

artido socialista (Turin: edición de Aliarme903), Cf. también Ferdinand Domelieuwenhuis, Het Parlementarisme in zijn Weze

en Toepassing , Amsterdam: W Sligting, 1906págs. 149 y sigs. <<



25] Cf. Karl Kautsky, Rosa Luxemburg y otros. Eas obras de Karl Marx encontramos aquí y all

vestigios de una desconfianza teórica del sistemepresentativo; consulte el lector especialmentévolution und Kontre-Recolution i

eutschland , de este escritor, Stuttgart: Dietz

896, pág. 107. <<



26] Cf. Gaetano Mosca, Questioni pratiche d

iritto constituzionale, Turin: Fratelli Bocca898, págs. 81 y sigs.; también Sulla Teorica de

Governi e sul Governo parlamentare, RomaLoescher, 1884, págs. 120 y sigs. <<



27] «Todo sistema electoral se limita a colocar epoder en manos de los electores más hábiles» (HG. Wells, Anticipations of the Reaction o

echanical and Scientific Progress upon Huma

ife and Thought , Londres: Chapman and Hal904, pág. 58). Por supuesto, esto solo e

aplicable a países que tienen una constitucióepublicana democrática. <<



28] Fouillée escribe con acierto acerca de esto«Si uso mi derecho personal de ir y volver dParís a Marsella, no os impido que vayáis de Paría Marsella: el ejercicio de mi derecho civil no oquita el vuestro. Pero cuando envío un diputado a cámara, que trabajará a vuestras expensas e

favor de medidas que siempre habéis rechazadoesta forma de gobernarme a mí mismo, implica unforma de gobernaros que os aflige y que podría senjusta. El derecho civil es libertad personal; e

derecho político es un derecho sobre otros, a lvez que sobre uno mismo». (Traducido de AlfreFouillée, «Erreurs sociologiques et morales de lSociologie», Revue des Deux Mondes, LIV, pág

330). <<



29] Traducido de Mémoires de Louis XIV pou

’instruction du Dauphin, comentadas por CharleDeyss, París, 1860, vol. II, pág. 123. <<



30] Traducido de Rienzi [van Kol], Socialisme e

iberté, París: Giard et Briére, 1898, págs243-53. <<



31] Traducido de Hubert Lagardelle, Le Par

Socialiste et la Confédération du Travai

polémica con J. Guesde, Paris: Rivière, 1907, pág24. <<



32] Vea el lector las obras de Engels, en particularo und Rhein (1859); Savoyen, Nizza und de

hein (1860); Die preussische Miliitärfrage un

die deutsche Arbeiterpartei (1865); Der deutsch

auernkrieg (1875, Berlin: Vorwärts-Verlag909, ed., editada por Mehring); Kann Europ

abrüsten? (Nuremberg, 1893). <<



33] Cf., por ejemplo, el folleto Nicht stehende

eer, sondern Volkswehr , Stuttgart: Dietz, 1908pág. 80; también gran número de discursos en eReichstag relativos a estimaciones militaredonde nunca se cansa de analizar las minucias deformas castrenses, y donde postul

especialmente cambios en equipos militares, parhacer más eficaz al ejército. <<



1] Denkwürdigkeiten des Fürsten Chlodwig z

ohenlohe-Schillingsfürst. Friedrich Curtiuec., Stuttgart y Leipzig: Deutsche Verlagsanstal907, vol. II. <<



2] Traducido de Alejandro Dumas, hijo, Le

emmes qui tuent et les femmes qui votent , ParísCalman Lévy, 1880, págs. 54 y 214. <<



3] Traducido de Alexis de Tocqueville, op. cit

vol. I, pag. 167. <<



4] Max Stimer (Kaspar Schimdt), Der Einzige un

ein Eigentum, Leipzig: Reclam, 1892, pág. 272<<



5] Esta figura no representa la relación de acuerdcon una escala, pues esto requeriría una páginentera. Es solo un diagrama. <<



6] Carta de Karl Marx a J. B. von Schweitzefechada en Londres el 13 de octubre de 1868publicada, con comentarios, por E. Bernstein

eue Zeit , XV, 1897, pág. 9. El propio Bemsteiparece compartir las opiniones de Marx. (Cf. EBernstein, «Gewerschafts demokratie», Sozia

onatshefte, 1909, pág. 83). <<



7] Protokoll der Verhandlungen…, Viena: Brand, 1904, pág. 90. <<



8] Edmund Fischer, «Der Wilderstand dedeutschen Volkes gegen Wahlentrechtungen»Sozial. Monatshefte, VIII (X), fase. 10. <<



9] Edmund Fischer, «Die Sachsische Probe»Sozial. Monatshefte, VIII (X), fase. 12. <<



10] J. G. Frazer, Psyches Task , LondreMacmillan, 1909, pág. 56. <<



11] Adolfo Rossi, Die Bewegung in Sicilien

Stuttgart: Dietz, 1894, págs. 8 y 35. <<



12] Rossi, op. Cif., pag. 34. <<



13] Enrico Ferri, «La questione meridionale»sino, Roma, 1902, pág. 4. <<



14] Bernard Shaw, The Revolutionist’s Handbook

<<



15] George Sand escribo: «He procurado toda mvida ser modesta. Declaro que no querría vivquince días en la compañía de quince personas questuvieran convencidas de que no puedo cometeun error. Quizá podría terminar por convencerme mí misma». (Traducido de George Sand, Journa

d’un voyageur pendant la guerre, París: M. LévFrères, 1871, págs. 216-17). <<



16] Giuseppe Pecchio, Un Elezione di Membri de

arlamento in Inghilterra, Lugano, 1826, pág09. <<



17] Thomas Carlyle, Latter Day Pamphlets, n.º V«Stump Orator», Thomas Carlyle’s Works, «ThStandard Edition», Londres: Chapman and Hal

906, vol. III, pág. 167. <<



18] J. Ernest-Charles, «Les Lettrés du Parlement»a Revue, 1901, vol. XXXIX, pág. 361. <<



19] Traducido de G. Tarde, L’actio

nternationale, pág. 334. <<



20] Adolf Braun, «Organisierbarkeit der Arbeiter»nnalen für Soziale Politik und Gesetzebung ,

n.º 1, pág. 47. <<



21] Robert Michels, «Die deutschSozialdemokratie, I. Sozial Zusammensetzung»

rch. für Sozialwissenschaft , XXIII, fasc. 2. <<



22] A. von Elm, «Führer und Massen»orrespondenzblatt der Generalkommission

XXI, n.º 9. <<



1] Es interesante advertir que la burguesía que sdesarrollaba en el siglo XVII estaba, en relaciócon la monarquía, en el mismo estado dnferioridad intelectual en que se encuentran hoas masas en relación con sus líderes, por razone

muy semejantes. El ingenioso Luis XIV aludió a

ema con las siguientes palabras: En FranchComté, «toda la autoridad se encuentra, así, en lamanos del parlamento, el cual, como una asamblede simples burgueses será más fácil de engañar

de amedrentar». (Traducido de Dreyss, op. citvol. II, pág. 328). <<



2] Condorcet, Progrès de l’esprit humain, ed. da Bib. Nat., pág. 186. <<



3] Adolphe Thiers, Histoire de la Révolutio

rançaise, Leipzig: Brockhaus, 1846, vol. II, pág41. El mismo espíritu de amalgama ilógica de unoberanía popular ilimitada, junto al tutelaje máígido y despótico ejercido sobre este presuntoberano por sus líderes, domina casi todos lo

discursos de los jacobinos. (Cf., por ejemploŒuvres de Danton, recopiladas y anotadas por AVermorel, París: Cournol, págs. 119 y sigs.) <<



4] James Ramsay Macdonald, Socialism an

Society, Londres: Independent Labour Party, 1905págs. XVI y XVII. <<



5] Emest Belfort Bax, Essays in Socialism Ne

and Old , Londres: Grant Richards, 1906, pag74 y 182. <<



6] Bax, ibid. <<



1] Entre estos refugiados al comienzo de la décadde 1850 estaba F. A. Sorge, uno de los fundadorede la Neue Zeit. Cuando, por influencia de Marxel Consejo General de la Internacional pasó, e872, de Londres a Nueva York, Sorge asumió la

funciones —casi exclusivamente imaginarias— d

ecretario del Consejo y luego, después dextinguida la Antigua Internacional, se consagrotalmente a la música. Otro refugiado fue el poet

Robert Schweichel, quien volvió a Alemani

después de haber estado cincuenta años en loEstados Unidos. <<



2] Protokoll der Verhandlungen des Parteitags z

alle a/S., 1890, pág. 29. <<



3] Vahlteich, sin embargo, aunque perdido para emovimiento laborista alemán, no se perdió para eocialismo, pues como editor del diario socialist

alemán publicado en Nueva York, continudesempeñando un papel activo en la vida departido hasta su muerte en 1915. <<



4] Werner Sombart, Warum gibt es in de

Vereinigten Staaten keinen Sozialismus?

Tubinga: J. C. B. Mohr (Siebeck), 1906, pág. 43<<



5] Con relación a prácticas idénticas empleadapor la «máquina partidaria» en los EstadoUnidos, cf. Ostrogorsky, La démocratie e

’organisation des parties politiques, ParísCalman Lévy, 1903, vol. II, pág. 200. <<



6] Friedrich Naumann, Demokratie un

aisertum, ed. cit., pág. 53. <<



7]Stampa, febrero 3, 1910. <<



8] Sidney y Beatrice Webb, op. cit., vol. I, pág. 16<<



9] Fausta Pagliari, Le Organizzazioni e i lor

mpiegati, Turín: Coop., 1908, p4g. 8. <<



10] Sidney y Beatrice Webb, The History of Trad

Unionism, nueva edición, Londres: Longman907, vol. I, pág. 87. <<



11] Cf. Paul Kampffmeyer, Die Entwicklung de

deutschen Gewerkschaften, pág. 114. <<



12] Ferdinand Pelloutier, Histoire des Bourses d

Travail , París: Schleicher Frères, 1902, pág. 150<<



1] Cf. Michels, «Die deutsche Sozialdemocratim internationalen Verbände», Arch. f. Sozialw

vol. XXV, págs. 213 y sigs. <<



2] Max Lorenz ha escrito cierto número dpequeñas obritas socialistas y es autor del libreformista Die marxistische Sozialdemokratie

Leipzig: Wiegand, 1896. <<



3] Hace muy poco cierto número de los lídereocialistas más eminentes de Francia se pasaron a

bando del gobierno, y están así en conflictviolento con sus antiguos camaradas. Entre ellopodemos mencionar a René Viviani, ahora ministrde Estado; el profesor de la universidad V

Augagneur, en un tiempo alcalde socialista de Lyo después gobernador de la isla de Madagasca

Gabriel Deville, discípulo de Marx y uno de lofundadores del Parti Ouvrier; Alexandre Zévaé

quien fuera antes uno de los líderes guesdistas mácapaces, y entonces marxista riguroso; JosepSarraute, y muchos otros. De Pressensé ha escritcon gran verdad: «¿Cuántos hombres ha visto [l

clase trabajadora francesa] que después de habeido pródigos en palabras de rebeldía, y a menud

capaces de despertar gran agitación —rabajadores incansables en su propagand

evolucionaria— apenas llegados al poder s



vuelven con cinismo contra su propio pasado contra los incautos? ¡Como si fuera un crimen lfidelidad a sus propias predicciones! Implacable

sin escrúpulos se hacen apóstoles de la reaccióocial.

… Sin embargo, me parece que nada podía ser tansensato o fatal como abandonamos a la apatí

ocial por culpa de esas acciones y admitir undelegación de autoridad insensata, que podríransformamos en juguetes de esos malos político

así como antes lo fuimos de una ingenuida

crédula». (Traducido de «L’Affaire Durant, ou louvelle Affaire Dreyfus», de Francis dPressensé, Le Mouvement Socialiste, XIII, n227). <<



4] Arturo Labriola, Riforme e Rivoluzion

Sociale, Milán: Soc. Edit. Milán, 1904, pág. 17<<



5] Aunque Bebel persistió, por lo que sabemohasta el fin de sus días, sosteniendo la justicia da acusación que formulara en 1872 (compare eector: August Bebel, Aus meinem Leben, Stuttgar

Dietz Nachf., 1911, parte II, pág. 130), ehistoriador oficial del partido, Franz MehrinGeschichte der deutschen Sozialdemokratie, ed

cit., vol. IV, págs. 66 y sigs.) se pronuncia por lopinión contraria. Al comenzar la declaración dSchweitzer después de su exclusión del Verein

Mehring señala: «No podemos leer sin emoción ldimisión digna e inteligente del hombre que eiempos difíciles timoneó con mano tan firme l

nave de la democracia social, que prestó tanto

ervicios valiosos al proletariado con conciencide clase y, envuelto en las consecuencias de sumejores actos, incurrió en más de una acciónjusta, pero sufrió una injusticia mucho mayor, e

cambio». <<



6] Ernst Günther, «Die Revisionistische Bewegunn der deutschen Sozialdemokratie», Jahrbuch fü

Gesetzgebung , Schmoller, año XXX, 1906, fase. pág. 253. <<



7] Günther, op. cit. <<



8] Este es un juego de palabras intraducible: eignificado general es que solo se puede contar, e

apoyo del Estado, con quien recibe mucho dmanos del Estado. Mas o menos lo mismo que loeaccionarios de Inglaterra acostumbran decaunque sin espíritu de mofa): ¡Solo se pued

confiar la defensa de los intereses del campo quien tiene «parte en el campo»! ( stake in th

country). <<



9] Protokoll über die V erhandlungen de

arteitags der sozialdemokratischen Parte

eutschlands, abgehalten zu Bremen, sept. 10-24904, Berlin: Verlag «Vorwärts», pág. 272. <<



10] Cf. el artículo editorial «II Congresso dBrema», Avanti, año VIII, n.º 2.608. Oda Olberescribe: «Francamente, no podemos concebir a upartido socialista que atraiga y retenga a sumiembros por ofrecerles ventajas económicaConsideremos que sería mucho mejor tener u

puñado de camaradas devotos que se han unido nuestras filas, no por lucro sino movidos por la focialista, prontos para todos los sacrificios,

dispuestos a brindarse, más bien que un ejército d

miembros que han ingresado al partido porque lconsideran como una sociedad de ayuda mutua»Esta opinión es estimable desde un punto de vistmoral y socialista, pero al formularla Oda Olber

muestra que no ha comprendido bien lacaracterísticas más notorias de las masas; a menoque haya abandonado su marxismo, que a lmanera blanquista quiera renunciar al criteri

democrático del gobierno de la mayoría, y procur



a salvación únicamente por la acción de unminoría, pequeña pero inteligente. <<



11] Egidio Bernároli, op. cit., pág. 27. <<



12] Eduard Bernstein, «Die Demokratie in deSozialdemokratie», Sozial, Monatsh., septiembr3, 1908, pág. 1108. <<



1] Frankfurter Volksstimme, 1909, n.º 175. <<



1] Protokoll des Parteitags zu Bremen, 1904, pág86. <<



2] «En todo caso, puesto que ante sesponsabilidad frente al partido, la presencia e

el congreso puede ser indispensable, hay que haceque no necesiten suplicar un mandato» ( Protoko

des Parteitags zu Berlin, 1890, pag. 122). <<



3] Avanti, n.º 3.433. No obstante, en estos otropaíses los papeles centrales de los congresoocialistas corren por cuenta de los representante

parlamentarios. <<



4] La declaración formulada por el ejecutivo departido en la cuestión del Leipziger Volkszeitun

comienza así: «El sábado 10 del corriente, cuanddespués del discurso del camarada von Vollmar, ecanciller imperial planteó el debate del asunto deartículo del Leipziger Volkszeitung del 2 d

diciembre, los miembros del grupo parlamentarique estaban presentes convinieron en aconsejar acamarada Bebel que dijera en su discurso que egrupo lamentaba la publicación de este artículo

echazaba toda responsabilidad por él». <<



5] «En el partido socialista, por la naturaleza das cuestiones que debe tratar, y por la

características de la lucha política, la burocraciiene límites más estrechos que en el caso de lo

movimientos gremiales» (Rosa Luxemburgassenstreik, Partei, und Gewerkschaften, ed

cit., pág. 61). Cabe aceptar esta expresiócautelosa de las diferencias. <<



6] Heinrich Ströbel, por ejemplo, un escritor de ledacción del Vorwärts, dijo: «Al menos nosotro

no creemos que la mayoría de los miembros degremio apoyen tácticas diferentes de las seguidapor las autoridades de los gremioLamentablemente la mayor parte de los gremio

por la “neutralidad” que han observado durantalgunos años, se han hecho indiferentes en lpolítico y juzgan el movimiento gremial en lpráctica solo desde el punto de vista de lo

ntereses mezquinos e inmediatos de sus oficioespectivos» (H. Ströbel, «Gewerkschaften unozialistische Geist», Neue Zeit, XXIII, vol. II, n

44). <<



7] Karl Kautsky, Konsumvereine un

rbeiterbewegung , ed. cit., pág. 17. <<



8] Traducido de Pourquoi pas?, Bruselas, año I

n.º 97. <<



9] Karl Rodbertus, «Offener Brief an das Komitedes deutschen Arbeitervereins zu Leipzig», e

olitische Reden und Schriften, de F. Lassalle, edcit., vol. II, pág. 9. <<



10] Rodbertus, op. cit., pág. 9. <<



11] El informe de M. Beer acerca del IX CongresAnual del Partido Laborista Inglés, Frankisch

Tagespost , año XLI, n.º 28, 1909. <<



12] Rinaldo Rigola, «I Funzionari dellOrganizzazioni», Avanti, año XIV, n.º 341. <<



13] Cf. la excelente descripción de AlbeWeidner, «Bebel», Der Arme Teufel , año II, n.º 2

903. <<



14] E. Fourniére, La sociocratie, ed. cit., pág. 117<<



15] Eduard Bernstein«Gewerkschaftsdemokratie», Sozial Monatsh

909 pág. 86. <<



16] Este discurso fue pronunciado en un Convegn

ro Amnistía el 31 de marzo de 1908, eproducido en Stampa, de Turín, XVII, n.º 92. <<



1] Ha sido posible observar fenómenos similareen la vida partidaria norteamericana (Astrogorsky

a Démocratie…, ed. cit., vol. II, pág. 196). <<



2] Traducido de Antoine Elisée CherbuliezThéorie des garanties constitutionnelles, ParísAb. Cherbuliez, 1838, vol, II, pág. 253. <<



3] Escribe Pareto: «Si B [la nueva élite] toma eugar de A [la vieja élite] mediante una infiltracióenta, y si la circulación social no se interrumpe, las masas] pierde los líderes que podrían llevarl

a la rebelión». (Traducido de Vilfredo Pareto, Le

ystèmes socialistes, París: Giard et Brière, 1892

vol. I, pág. 35). <<



1] Kochanowski, Urzeitklange, un

Wetterleuchten Geschichtlicher Gesetze in de

feignissen der Gegenwart , Innsbruck: Wagne910, pág. 10. <<



2] «Ich bin ihr Führer, also muss ich ihnen folgenCompare el lector, Adolf Weber, Der Kamp

wischen Kapital u. Arbeit , ed. cit., pág. 369). <<



3] Cf. la versión de Oddino Morgari, Avant

agosto 12, 1909. <<



4] Discurso de Ferri en Suzzara, relatado eStampa, año XLVII, n.º 358, diciembre 27, 1909<<



5] Frankische Tagespost , año XXXIX, n.º 19upl. 2. <<



6] Ludwig Borne, Aus meinem Tagebuche

Leipzig: Reclam, pág. 57. <<



7] Denkwürdigkeiten des Fürsten Hohenlohe, edcit., pág. 376. <<



8] Nicolás Salmerton y Garfia, «L’état espagnol ea solidarité catalane», Le Courier Européen, IV

n.º 23. <<



9] Austin Lewis, The Rise of the America

roletarian, Chicago; Charles H. Kerr & Co907, págs. 189-90. <<



10] Bryce, The American Commonwealth, edicióabreviada, Nueva York: Macmillan, 1907, págs

52-53. <<



11] Conviene recordar a los lectores ingleses quen el continente, especialmente en Francia e Italiaos abogados desempeñan un papel notorio en l

oligarquía del socialismo, correspondiente al qudesempeñan en Inglaterra en los viejos partidopolíticos. (Nota del traductor de la versió

nglesa). <<



1] Scipio Sighele, L’Intelligenza della Folla

Turín: Bocea, 1903, pág. 160. <<



2] Amilcare Puviani, Teoría della illusion

inanziaria, Milán-Nápoles-Palermo: R. Sandron903, págs. 258 y sigs. <<



3] Wolfgang Heine, «DemokratischRandbemerkungen zum Fall Göhre», Sozia

onatsh., VIII (X), fasc. 4. <<



4] Marx, L’Alliance de la Démocratie Socitdist

et l‘Association Int. des Travailleurs, LondresHamburgo: Rapports et Documents, 1873, pág. 25<<



5] Carta de F. Engels a Sorge, marzo 17, 187Briefe u. Auszüge ans Briefen voa Joh. Phi

ecker, Jos. Dietzgen, Fried. Engels, Karl Marx

u. A. an F. A. Sorge u. A., Stuttgart: Dietz Nachf906, pág. 54). <<



6] James Guillaumé, L’Internationale, Document

et Somenirs, París: Comély, 1907, vol. II. <<



7] Idem, pág. 327; cf. también una carta de Marx Sorge, fechada en Londres el 21 de junio de 1872donde Marx pide a Sorge que le envíe uncantidad de tarjetas de votantes, en blanco, paralgunos amigos de América a quienes mencionpor nombre ( Briefe u. Auszüge aus Briefen, ed

cit., pág. 33). La ubicación del congreso erconveniente para los ingleses, los franceses y loalemanes, que en general eran partidarios deConsejo General, pero muy inconveniente para lo

uizos, los españoles y los italianos, que estabadel lado de Bakunin. El propio Bakunin, que vivíen Suiza, no podía asistir al congreso, pues parlegar a La Haya debía cruzar Alemania o Francia

en cualquiera de estos países estaba expuesto un arresto inmediato. <<



8] Cf. Gustav Jaeckh, Die Internationale, LeipzigLeipz. Buchdr. Akt. Ges., 1904, pág. 218. <<



9] Cf. R. Michels, «Die deutsche Sozialdemokratim Internationalen Verbände», Arch. fü

Sozialwiss., 1907. Este es un estudio detallado das condiciones de hecho y del complejo de causa

que hacían posible que el partido alemán ejercieranta presión sobre los otros partidos de l

nternacional; también trata de la declinacióposterior de su hegemonía. <<



10] Eduard Bernstein expresaba eso mismo ya e893. Cf. Zur Geschichte u. Theorie de

Sozialismus, Berlin-Bema: Edelheim, 1901, pág43. <<



11] Cf. el discurso de Eduard Anseele, «Protokodes internat. Soz. Congress, 1904», Vorwärts

Berlin, 1904, págs. 47-49. <<

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