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Los usos de la teoría cultural

Date post: 04-Oct-2015
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Artículo
11
 R YMOND  WILLI MS La política del Modernismo  ontra  lo s  nuevos conformistas  ompilación  e  introducción de  Tony  Pinkney  l A  A M l l AI
Transcript
  • RAYMOND WILLIAMS

    La poltica del ModernismoContra los nuevos conformistas

    Compilacin e introduccinde Tony Pinkney

    \/l A M A M'l'l A I

  • Ttulo original: The Politics ofModernism. Against the New ConformistsVerso, Londres, Nueva York

    The Estte of Raymond Williams, 1989 Introduccin, Tony Pinkney, 1989

    ndice

    Coleccin: Utopa y crticaDirector: Horacio Tarcus

    Traduccin: Horacio Pons

    Diseo de tapa: Estudio R

    824 Williams, RaymondWIL Las polticas del modernismo : contra los nuevos

    conformistas.- 1". ed. 1a. reimp.- Buenos Aires :Manantial, 2002.

    256 p. ; 23x16 cm.- (Utopa y crtica)

    ISBN 987-500-011-6

    I. Ttulo 1. Ensayo Poltico 2. Posmodcrnismo

    Hecho el depsito que marca la ley 11.723Impreso en la Argentina

    1997, de la edicin en castellano, Ediciones Manantial SRLAvda. de Mayo 1365, 6 piso,

    (1085) Buenos Aires, ArgentinaTelefax: 54 11 4383-7350-6059e-mail: [email protected]

    www.emanantial.com.ar

    ISBN: 987-500-011-6

    Derechos reservadosProhibida su reproduccin total o parcial

    Reconocimientos 9

    ola editorial 11

    Frontispicio: facsmil del borradordel plan para La poltica del Modernismo 13

    Introduccin del compilador:Modernismo y teora cultural 15

    1. Cundo fue el Modernismo? 51

    2. Las percepciones metropolitanasy la emergencia del Modernismo 57

    3. La poltica de la vanguardia 71

    I l i l lenguaje y la vanguardia 89

    5. Hl teatro como foro poltico 109

    (i. Hplogo a Modern Tragedy 125

    7. Cine y socialismo 137

    S. Cultura y tecnologa 151

  • uLos usos de la teora cultural

    Durante alrededor de un ao quise decir algo relativamente formal so-bre la teora cultural, y sta parece ser una oportunidad para hacerlo.* Almenos en principio, el sentido no es efectuar una proposicin o una en-mienda dentro de esta o aquella teora de la cultura, sino ms bien una re-consideracin de lo que razonablemente cabe esperar que la teora cultu-ral, en el sentido ms estricto, sea o haga. Por otra parte, esto conllevar,como un acento desafiante, la exploracin social e histrica de lo queaqulla, en sus diversas formas, verdaderamente ha sido y ha hecho.Puesto que la teora cultural, que toma como material apropiado todas lasotras producciones culturales, no puede exceptuarse a s misma del exa-men ms riguroso de sus propias situaciones y formaciones sociales ehistricas, o de un anlisis conexo de sus supuestos, proposiciones, mto-dos y efectos. Mi opinin de lo que puede tomarse en propiedad comoteora cultural es en s misma, y especialmente en este contexto, polmi-ca. Puesto que quiero distinguir la teora cultural de importancia, por unlado de las teoras de las artes particulares, que en algunas de sus formasmenos tiles aqulla se propone sustituir y hasta suprimir, y, por el otro,de las teoras propiamente sociales y sociolgicas de rdenes e institucio-nes generales, que algunas teoras culturales se proponen reemplazar ocircunscribir. En nuestro propio perodo, puede considerarse que cual-quier mencin de estos tipos poco significativos e interesantes de teoracultural es susceptible, y muy rpidamente, de despejar el campo o, ms

    * Conferencia dictada en Oxford el 8 de marzo de 1986, en un ciclo sobre "El estadode la crtica", organizado por Oxford English Limited.

  • 202 LA POLTICA DEL MODERNISMO

    especficamente, de desalojarla sala. No obstante, aunque sin dudaque hacerse algo de ese tipo, no deberamos precipitarnos.

    Puesjip sugiero, desde luego, como inc l ina a muchos a suponer elmodelo espacial consagrado, que la elaboracin de una teora c u l l m . i lfructfera corresponda a alguna zona intermedia entre las artes, por un I >do, y la sociedad por el otro. Al contrario, estas categoras hoy aprioiislicas pero histricamente rastreables, y las formas convencionales de MIseparacin e interrelacin derivada, son precisamente lo que una leonacultural til impugna de manera ms esencial y especfica. No obs tan i rlo que digo es que la teora cultural, alcanza su mayor importancia cuando se consagra justamente a las relaciones entre las numerosas y dive suactividades humanas que histrica y tericamente se agruparon de c \ i , imanera, y en especial cuando explora estas relaciones a la vez como dinmicas y especficas dentro de situaciones histricas globales y pos ihh - .de ser descriptas que tambin son, como prctica, cambiantes, y en i Ipresente modificables. Es entonces en la insistencia sobre una teora < ! tales relaciones especficas y cambiantes donde se torna apropiada y u n la teora cultural, en contra de su postulacin como una teora omniabacativa de prcticas artsticas muy diversas o, por otra parte, como unaforma de teora social propuesta o dispuesta como alternativa -aunquesiempre debera ser una contribucin- a un anlisis social e histrico milgeneral.

    De hecho, el problema de las relaciones entre lo que hoy l l amannr ,las artes y el trabajo intelectual, por un lado, y la generalidad de la ach\dad humana que describimos vagamente como sociedad, slo surge u nrefiero a que slo surge como problema terico; los problemas prcticosiempre estuvieron all- cuando se producen en ambos ciertos camhuhistricamente significativos. Si remontamos nuestra mirada al gran l i n aje de las teoras del arte o de artes determinadas, no encontramos te i i smnes necesarias, de un tipo que haga problemticas todas esas relacione*,entre dichas teoras y las formas generales subyacentes a las cuales, p i nextensin, sola referrselas. Todas las teoras clsicas y neoclsicas i l < Iarte y de artes determinadas, que tpicamente culminaban en reglas deprctica, tuvieron como matriz de sus relaciones ulteriores las formas vnerales subyacentes de la tradicin idealista: ya fuera especficamenir < < >mo Ideas subyacentes y modeladoras o como proposiciones de una n . u nraleza humana esencial e inmutable. Se produjeron algunas d i f icu l lad i" .cuando a estas Ideas o esta Naturaleza se les dio una forma social contempornea determinante, necesariamente de un tipo normativo, con i .pecto a la cual ciertas clases o ejemplos artsticos particulares p o i l i . n iverse como desviados: descripcin de relaciones reales que luego apa ie

    LOS USOS DE LA TEORA CULTURAL 203

    can como primordialmente morales, ejemplares de un estado moral esta-blecido o de deslices con respecto a l. Estas dificultades se hicieron cr-ticas en la fase siguiente de la teora que generalizamos como romntica.No obstante, el paso de las reglas del arte a la proposicin de formas \s nicas no afect en s mismo relaciones ms amplias, dado que

    la nueva afirmacin se basaba en dimensiones comparablemente genera-les e ideales: en particular, una Imaginacin creativa indiferenciada. El

    cambio de referencia social, de la reproduccin de la sociedad civilizadaa u n a idea de la liberacin imaginativa humana, tambin tuvo menosefecto, en sus primeras etapas, de lo que en principio cabra suponer, da-do que el nuevo proyecto an era tericamente ideal y general. Slo fueen una etapa ulterior, con la diferenciacin de perodos creativos -formassociales histricas relativamente favorables o desfavorables tanto para el"arte como para la liberacin-, que comenz a plantearse un enfoque de

    las ecuaciones modernas."Pe ro otros cambios empezaban a interactuar en ese momento. La per-

    cepcin del arte como actividad especializada y autnoma a la vez se viofortalecida, ms que debilitada, por su afirmacin cada vez ms insistentede que representaba, e incluso dominaba, la creatividad humana. La ex-periencia de la prctica sigui confirmando, entre los artistas, la nocinde(una destreza autnoma. Pero sta, una vez ms, pudo verse fortaleciday no debilitada a causa de los cambios radicales en las condiciones de

    (subsistencia del artista, en la larga transicin desde diferentes formas de-patronazgo a diferentes formas de mercado. Poner al arte como un a -"priori por encima de cualquier mercado, en una esfera ideal propia, era 'una respuesta tan habitual a las nuevas dificultades como el franco reco-nocimiento emprico de stas. Los cambios sociales y la ampliacin delas audiencias y el pblico tuvieron efectos ms radicales, y comenzarona advertirse, as como a realizarse, algunas' interacciones directas con laproduccin. No obstante, la plena especificacin de lo que vemos comoproblema moderno no se produjo verdaderamente hasta que el anlisis 'social e histrico de los grandes cambios cada vez ms evidentes -econ-micos y polticos pero tambin cambios de material y de medios en laproduccin industrial y cultural- propuso pprmenorizaciones que desa-fiaban la organizacin social y el desarrollo histrico, incluyendo crisis yconflictos sistmicos, con los cuales parecan estar directamente relacio-nados muchos de los problemas del arte.""Lo que por ltimo apareci tericamente, en las nuevas y significati-

    jvas palabras clave "cultura" y "sociedad", fue el modelo hoy conocido:Tas artes por un lado, la estructura social por el otro, y el supuesto de re-laciones significativas entre ellas. No obstante, los tipos de teora desa-

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  • 204 LA POLTICA DEL MODERNISMO

    rrolJados a partir de este modelo no fueron todava especialmente u n .Esto es tan cierto de la inmensamente influyente versin de la "ha.-.f \.superestructura" -en la prctica, no exclusivamente adoptada poi ln n itura y formas de privilegio social consideradas necesarias para soslni'lla. En el plano terico, no suele haber mucho que elegir entre estas |>" iciones, por otra parte opuestas, ya que el tratamiento habitualmente dmlnen unas y otras a las relaciones formativas reales entre estas catcyi i >separadas es en el mejor de los casos selectivo o persuasivo. En rl m nxismo, por ejemplo, hubo un predominio compartido de teoras i i l > l i l itas, en las cuales estados generalizados de conciencia, que podan ulrlhuirse a las clases, se trasmutaban, de maneras nunca p lenam. ||||explicadas, en formas y gneros o estilos y fases del arte, y de louh ineconmicas, en las que haba alguna forma de transmisin direcla de n l > heos. No obstante, caracterstico de esta actitud, si bien imprtame t u imisma, fue que no logr consagrarse con suficiente fidelidad a los ven I >deros y diversos cambios internos de las diferentes artes, que desde I u.go eran considerados no slo sustancales sino primordiales tanto poi Ionartistas en actividad como por una crtica analtica o tcnica cada \ms especializada.

    Fue dentro de esta fase entusiasta pero insatisfecha que comen/an m .formularse las primeras iniciativas tericas importantes. Consideran.i < uprimer lugar lo que podra llamarse la ruta de Vitebsk. Me refiero a < .movimiento todava imperfectamente comprendido pero f u n d a n i f n i . i lque inclua (incierta e inextricablemente) a P. N. Medvedev, V. N. V < > | . ,h inov y M. M. Bajtin, que estuvieron juntos en Vitebsk a principie ' ilos aos veinte y luego trabajaron en Leningrado. ste es tambin mi pnmcr ejemplo sobre el carcter indispensable del anlisis social e h i s i o i

  • LA POLTICA DEL MODERNISMO LOS USOS DE LA TEORA CULTURAL 207de positivo en esta versin burguesa disidente de lo moderno y la vanguardia. Al encarar el arte como autnomo, el formalismo rechazaba sureduccin por parte del orden social burgus (y con ello las formas e instituciones de la cultura burguesa establecida), pero tambin las formas drpensamiento artstico que lo conectaban con ese o, ciertamente, cualquh' iotro orden social. El gran beneficio del formalismo estuvo en la especilicidad: en su detallado anlisis y demostracin de cmo se hacen realJmente las obras de arte y cmo adquieren sus efectos. Y no poda habaentonces una vuelta seria a Jas categoras generales aplicadas.

    Por otra parte, sin embargo, el paso a la especificidad, por ejemplo enlas maneras como las diferentes artes cambian visiblemente a lo largo ddtiempo, estaba ms all de la perspectiva formalista. Lo mejor que pudie-ron idear, en definitiva, con su apartamiento de la catalogacin sin esprranzas de un repertorio intemporal de estilos -ese tema central del incr leanlisis acadmico- fue la nocin idealista, que finalmente volvera a sripropugnada por lo que lleg a conocerse como estructuralismo, de l ; i

    evolucin sistmica dentro de una actividad todava autnoma: las coniplejas interacciones internas de posibles estrategias, y dispositivos. uobstante, y pese a que la potica sociolgica ortodoxa sigui pasndolopor alto, este mismo proceso en el cual los artistas y escritores en ac l iv idad -y sin duda los tericos- aprenden, se adaptan, se apartan y regresana mtodos usados por sus predecesores especficos, en sociedades y |>rrodos histricos muy distintos, es desde luego innegable y hasta crucia lLo que los formalistas no pudieron ver fue que este proceso especfico \o es en s mismo histrico; no obstante, no en el sentido de u n a

    historia especializada dependiente de las formas dadas de una his lomims general, sino una prctica histrica distintiva, encarada por a g c n i >reales, en complejas relaciones con otros agentes y prcticas, a la ve/multiformes y variados.

    De tal modo, el rechazo apriorstico de la historia como pertinenir muy por detrs de otros proyectos importantes. La obra de Gramsci solv-

    as formaciones culturales haba sido un gran avance, especialmente nisus elementos histricos y analticos, aunque la indicacin terica de I ipos de formacin todava era relativamente simple. Una vez ms, se destacaba la importante prctica de los comienzos de la Escuela de Fraiu1fort, en Alemania, que haba encontrado de manera genuina, aunque consus propios fundamentos distintivos -radicalmente influenciados por elpsicoanlisis-, nuevos y penetrantes mtodos de anlisis histrico l u mal. La obra de Benjamn, el primer Adorno, Lowenthal y otros s igni l ic un avance sorprendente, que no puede ser anulado por -aunque (eneque separarse de- la teorizacin final, cerrada y hasta autoinvalidanlc, disus sobrevivientes, en situaciones sociales e histricas radicalmente mudificadas y trastornadoras: su extraa rehabilitacin de la autonoma delarte en lo que fue, en sustancia, el fin de la historia significativa debido .Idesarrollo de lo que llamaban Ja "sociedad de masas" -una rplica de l < >que fuera cierto marxismo para la teorizacin burguesa central de su popa crisis.

    La observacin es vlida en el sentido de que la teora inglesa queacompa las primeras investigaciones empricas intensivas ya era, b;r.tante antes, de este tipo. La historia, en efecto, se haba convertido eitrmino tpico general para la decadencia y la cada. Incluso la investidacin histrica era a la vez intensiva y terminal. Es aqu donde las relamnes de clase efectivas y en desarrollo fueron decisivas. Puesto que en l . idcada del treinta, particularmente en Scrutiny, sta fue la obra de mupequeo burguesa marginal, que combin el fatalismo general de su chise con una campaa agresiva contra aquellos a los que el establishmcnl el privilegio amparaban del reconocimiento de la verdadera profundidadde la crisis. Es este doble carcter de lo que surgi, aunque de manera MUsistemtica, como teora, el que explica tanto la continuidad como la discontinuidad con la fase siguiente. La continuidad estuvo, en primer I I I I V Men el nfasis intensamente prctico sobre las especificidades del arle: eseelemento que verdaderamente se resista, y segua hacindolo, a las a n iplias aplicaciones generalizadoras de pocas y categoras. En segundo N i;ai, la continuidad se manifest en el rea general de rechazo de los l i alamientes establecidos y privilegiados: un nfasis que se coueclo,vigorosamente, con quienes llegaban a la educacin superior provenenles de clases ampliamente excluidas de ella, as como -a primera v i sh i

    con la poltica radical de stos y otros. No obstante, precisamente en estarea iba a fundarse tambin la discontinuidad.

    Ya que hacia fines de los aos cuarenta, y en particular en los cin-cuenta, las recin comprendidas consecuencias de la posicin tericasubyacente llegaron a representar un agudo conflicto con las creencias yafiliaciones sociales y polticas profundamente formativas de una nuevageneracin de estudiantes de familias obreras y de otros socialistas. Hoyes fcil decir que esto debera haber pasado mucho antes, cuando Leavisy Scrutiny atacaban el marxismo, y pese a ello muchos marxistas com-partan con ellos no slo las posiciones crticas literarias sino las postu-ras culturales contra el establishment. Una razn, que perdur hasta bienentrado el perodo de posguerra, fue precisamente la superioridad en laespecificacin -tan notable en contraste con las aplicaciones economi-cistas o idealistas de izquierda- que en los aos veinte haba conducidoal grupo de Vitebsk, en la Unin Sovitica, a reconocer la misma supe-rioridad en los formalistas, en contraposicin a versiones marxistas msoficiales.

    No obstante, el rea clave en que se produjo una discontinuidad y fi-nalmente una ruptura fue en Gran Bretaa de un tipo diferente: no la tur-bulencia y la construccin multiforme de una verdadera sociedad revolu-cionaria, sino el mbito ms calmo pero an tenso de una estructuracambiante y discutida de educacin pblica. Se ha sealado, pero segncreo no de manera analtica, que las figuras principales de lo que en estasreas conexas lleg a llamarse Nueva Izquierda britnica haban decididotrabajar, en esos aos crticos, en la educacin de adultos. Esta era la for-ma social y cultural en que vean la posibilidad de volver a unir lo quehaba sido disociador en sus historias personales: el valor de una educa-cin ms elevada y la persistente privacin educacional de la mayora delos miembros de su propia clase originaria o de afiliacin. La prctica dela educacin efectiva de adultos, en los mrgenes de una institucin quepermaneca en gran medida sin cambios, sera compleja e incluso, en al-gunos aspectos, negativa, pero la intencin sigue siendo muy clara. Ade-ms, se la puede contrastar tilmente con la iniciativa dominante de laperspectiva educacional, por otra parte continua, de Scrutiny, donde elmbito escogido fue la escuela secundaria con lneas de conexin mino-ritaria con las universidades existentes.

    Este contraste entre el esfuerzo en pro de una educacin mayoritaria yel intento -en realidad ms exitoso- de ampliar una minora cultural sig-nificativa tiene una correspondencia casi exacta con la ruptura en la teo-ra cultural de fines de los aos cincuenta. Por otra parte, y en interaccincon ello, la ruptura en los movimientos comunistas europeos a partir de

  • 21 LA POLTICA DEL MODERNISMOLOS USOS DE LA TEORA CULTURAL 2 1 1

    1956 liber a algunos miembros de esta tendencia de los nfasis c u l l m . iles que an pasaban por marxismo: en el mejor de los casos una tradicinselectiva alternativa, que sin embargo simplemente se contrapostul cuvez de plantearse en el plano terico; en el peor, aplicaciones formuhii UNde un economicismo o un idealismo populista. En algunos ind iv iduo ' ,desde luego, esta ruptura se haba producido varios aos antes de la Ira;1mentacin poltica abierta.

    Una de las ventajas del cambio que result especialmente posible .'.ucias a la ruptura poltica fue el influjo de toda una gama de teoras c u l i urales marxistas menos ortodoxas, provenientes de otras partes: obras < l >la ndole ms seria, desde Lukcs y Goldmann a Gramsci, Ben j amn sj jBrecht. Una nueva posicin, an relativamente no formulada en el m \ Iterico, comenz entonces a interactuar con varias formas (en r e a l i d . n lalternativas) de esta obra. No obstante, al cabo de pocos aos, en uno < l .esos detestables meandros del tiempo que, en un anlisis ulterior, piu-di nconsiderarse con propiedad como explcitamente antipopulares y a n l i n ndicales (pero en ese caso con el necesario disfraz, como antes, de una irtrica vanguardista), este argumento terico en desarrollo fue hecho a unlado y tal vez oscurecido durante quince aos. Hubo un simple recado imiento del primer formalismo, que atraves desde los Estados U n i d o nhasta Francia, pero mucho ms perjudiciales fueron las adaptaciones a Irealizadas ahora por un marxismo modernista autoconsciente. En i - . i igran perodo de influjo, nada o virtualmente nada se supo del m o n u - n i operdido de Vitebsk, aunque su significativa identificacin del formalismocomo teorizacin del futurismo -ese momento meticulosamente vilenlopero vaco y sin afiliacin- podra haber salvado muchas reas deva. ' . i . idas. En la cultura, una vanguardia esencialmente indiferenciada qnr \entre las guerras haba mostrado que su campo de accin poltica se ms directamente, desde nuevas formas de exploracin a nuevas Ibr in i i*de reduccionismo humano, se ofreci como ltimo grito de lo que | > nsuntamente era una teora nueva. Se repitieron catatnicamente los rn h izos indiferenciados del "realismo" y el "humanismo". La mezcla pro i >de teoras que haba sido confrontada en Vitebsk -una versin, ahora > ida vez ms falsa y desencaminada de la lingstica de Saussure; una \ isin de las fuentes e intenciones individualistas humanas tomad.i . i >Freud y el psicoanlisis; una abstraccin racionalizada de sistemas a n i onomos, que haba sido la defensa terica de esos disidentes burgiii 'st1*que constituyeron primordialmente la vanguardia, no slo conlra la soc i edad burguesa sino contra las pretensiones de cualquier sociedad ai m .1y autoconstruida (incluidas las revolucionaras)-, esa mezcla precisa, dr

    ciamos, se derram ahora sobre la teora cultural occidental y modificradicalmente sus intenciones de prctica.

    Pues lo que tambin suceda ahora, en contraste con los problemas dela tensin y la emergencia relativamente aisladas de los aos cincuenta,era que apareca una versin de la educacin pblica reformada y expan-siva, en las nuevas universidades y politcnicos como mbito clave. Almismo tiempo, la importancia de los nuevos medios de comunicacin, yen especial de la televisin, modificaba todas las definiciones consagra-das de la empresa cultural mayoritaria o popular. En trminos de la prc-tica, lo que tuvo lugar entre los aos sesenta y los ochenta fue en generalun intento valeroso y sostenido de ingresar en las formas nuevas con nue-vas clases de produccin cultural: ya fuera como un nuevo contenido yuna nueva intencin dentro de los medios dominantes, ya como una olea-da de empresas independientes y marginales, desde espectculos ambu-lantes hasta videos y ediciones comunitarias. Esta masa de prcticas, pe-se a lo desparejo de su carcter, necesitaban una teora, aun cuandoestuvieran mayoritariamente en el aire. Sin duda se citaban, de vez encuando, posiciones o aspiraciones generales tomadas de los argumentosde fines de los aos cincuenta. Pero la teora con la que coexistieron en laprctica era slo ese cuerpo de obras, a menudo intelectualmente bastan-te vigorosas, que fue insuficiente sobre todo en esta rea clave, la de lanaturaleza de las formaciones culturales y por lo tanto de la agencia y laprctica en curso.

    Fue aqu (es un punto que en diversos grados nos atae a todos) don-de, pese a sus energas a menudo tiles, la nueva concentracin de la teo-ra en lo que todava eran instituciones educativas minoritarias tuvo supeor efecto, incluso sobre s misma. Los bloques ideolgicos podan mo-verse de uno a otro lado en el anlisis histrico o cultural general, peroen la prctica -y como lo que cualquier persona del comn hace realmen-te- carecan de casi toda forma til de agencia expansiva identificable.Una vez ms, en Vitebsk se haba mostrado que una obra literaria est in-variablemente llena de contenido e intencin simplemente porque tam-bin es una disposicin especfica dentro de una forma especfica. Noobstante, lo que casi todo el mundo volva a decir ahora era que la espe-cificacin dependa de la extirpacin de ingenuidades tales como el con-tenido y la agencia "externos", y el nombre que se daba a esa especifica-cin era texto. Irnicamente, ste provena del mismo vocabulario que el"canon" acadmico. Un texto: un objeto aislado que deba interpretarse ysobre el que discurrir, otrora desde los pulpitos, ahora desde los escrito-rios de los seminarios. Tampoco pudo haber ninguna diferencia til cuan-do este objeto aislado comenz a abrirse a sus incertidumbres y multipli-

  • I I,A I'OI.ITK'A I Mil. MODERNISMO

    cidades internas, o en la etapa ulterior de su completa e i n t i l apc r lm. i , iabsolutamente cualquier forma de interpretacin o anlisis: esa liberacinde los lectores y crticos de toda obligacin de conexin social o hec Imhistrico. Pues lo que se exclua de esta obra reducida al rango de t i 'xln ude texto como dispositivo crtico, era la agencia social e histricamenliidentificable de su elaboracin: una agencia que tiene cjue incluir l an o i'lcontenido como la intencin, en grados relativos de determinacin, ;muque slo es plenamente accesible como agencia en sus especificidades mternas (textuales) y sociales e histricas (formales en el sentido acabado)

    Desde luego, en la prctica siguieron hacindose muchas otras COSIIH,tanto porque haba muchas clases diferentes de personas como porque lodo el perodo -el que ahora, al menos programticamente, considero i < iminado- estaba marcado por un extraordinario eclecticismo y por cambios tericos y cuasitericos -para no decir meramente de moda mmrpidos. No obstante, la tarea clave de todo anlisis terico es la k l c i i n l icacin de la matriz de cualquier formacin, y aqu la afiliacin es el.u ihaba textos porque haba programas, haba programas porque hab;i mtitueiones y haba instituciones de ese tipo, slo marginalmente a b i r i i porque la campaa por una educacin pblica mayoritaria de la n a l u i . i l iza ms seria, como parte de una democratizacin ms general de hi i n itura y la sociedad, haba sido en primer lugar interrumpida, deja iu l


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