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Lucio Gera Pastoral Popular Interpretacion

Date post: 14-Oct-2015
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  • 5/23/2018 Lucio Gera Pastoral Popular Interpretacion

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    Amuchstegui, Mara Mercedes

    Lucio Gera y la pastoral popular: una inter-

    pretacin histrica de sus orgenes

    Tesis de Licenciatura

    Facultad de Filosofa y LetrasDepartamento de Historia

    Este documento est disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Catlica Argentina, repositorio institucional

    desarrollado por la Biblioteca Central San Benito Abad. Su obetivo es di!undir " preservar la produccin intelectual

    de la #nstitucin.$a Biblioteca posee la autori%acin del autor para su divulgacin en l&nea.

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    Amuc(stegui, )ar&a )ercedes. $ucio *era " la pastoral popular ' una interpretacin (istrica de sus or&genes+en

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    0121. Disponible en'(ttp'33bibliotecadigital.uca.edu.ar3repositorio3tesis3lucio4gera4pastoral4popular4interpretacion.pd! +ec(a de

    Consulta'.........

    5Se recomienda indicar !ec(a de consulta al !inal de la cita. E' +ec(a de consulta' 26 de agosto de 01217.

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    Pontifica Universidad Catlica Argentina

    Santa Mara de los Buenos Aires

    Facultad de Filosofa y Letras

    Departamento de Historia

    LUCIO GERA Y LA PASTORAL POPULAR

    UNA INTERPRETACIN HISTRICA DE SUS ORGENES

    Tesis presentada para optar por el ttulo de Licenciada en Historia

    Alumna: Prof. Mara Mercedes Amuchstegui

    Prof. Tutor: Dra. Miranda Lida

    Ao: Septiembre 2010

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    INTRODUCCIN

    La Iglesia Catlica, inici hacia mediados del Siglo XX un proceso de renovacininstitucional que qued plasmado en el Concilio Vaticano II. Para muchos este fue un

    punto de inflexin, un viraje en el cual la Iglesia busc redefinir su identidad volviendo

    hacia el pasado, retornando a los primeros tiempos del cristianismo, al espritu que

    animaba a las primeras comunidades.

    Algunos consideraron era la conclusin lgica del humanismo cristiano que ya se

    respiraba desde inicios del siglo XX, mientras que para otros dicho cambio era un

    proceso cuasi revolucionario que rompa con lo conocido.

    Es por ello que el Concilio y sus conclusiones fueron recibidos de distintos modos por

    los episcopados nacionales y provinciales. Los sacerdotes, expectantes en muchos casos

    abrazaron con mayor o menor entusiasmo las enseanzas del Concilio y sus mensajes

    fueron convirtindose as en mensajes polismicos ya que cada uno fue interpretndolos

    de diverso modo y con distintos grados de compromiso.

    En Argentina la recepcin fue muy variada. Sectores tradicionales adoptaron el lenguaje

    pero en muchos casos no fueron ms all de esa transformacin; sacerdotes jvenes se

    volcaron hacia una opcin preferencial por los pobres, elaborando planes pastorales

    orientados al pueblo y algunos llegaron incluso a optar por una va revolucionaria al

    identificar la opcin por el pobre con una causa poltica. Como se ve, el Concilio dio

    lugar a respuestas muy distintas y corolario de ello fue que la Iglesia universal dej de

    presentarse ya as como una institucin monoltica y eso en Argentina se hizo patente.

    Las tensiones internas afloraron y se manifestaron las diversas concepciones de Iglesia

    que cada grupo y cada sacerdote tena.

    Para conocer un poco ms de esta poca, de la Iglesia, la institucin, la organizacin, las

    tensiones internas, los vnculos con la sociedad nos parece til estudiarla a travs de los

    escritos de una de las figuras que vivi estas transformaciones y que refleja en sus

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    trabajos y en su participacin las opciones que se presentaban. En este sentido, Lucio

    Gera se nos presenta como un testigo y partcipe que permite entrever la complejidad de

    su tiempo y circunstancias.

    Gera, italiano nacionalizado argentino, se convirti en sacerdote en 1947. Ya ordenado

    estudi teologa y se doctor en Alemania. Su labor como telogo, que desempe

    fundamentalmente una vez que regres a Argentina desde la Universidad de Teologa

    no le impidi desarrollar su trabajo pastoral tanto desde el plpito como desde la labor

    misionera. Elabor asimismo, desde una comisin especialmente creada en el

    Episcopado, un plan de pastoral orientado al pueblo, considerando las peculiaridades

    locales, a los hombres de carne y hueso y sus ideas polticas, sus limitaciones, carencias,

    etc. Logr as crear una pastoral diferente de las desarrolladas en otros pases de

    Amrica Latina.

    Fruto de esa prctica evangelizadora fue la reflexin teolgica conocida en la

    actualidad como Teologa de la Cultura o Teologa del Pueblo, y considerada por los

    especialistas como una rama de la teologa de la liberacin, de cuo latinoamericano por

    excelencia.

    En sus escritos se observan percepciones de la poca, sensaciones, tensiones, temores y

    expectativas. En su actuar y en sus declaraciones, respuestas a persecuciones y

    radicalizaciones. Es por ello que creemos, puede ser enriquecedor estudiar la poca a

    partir de la biografa de este sacerdote, evitando caer en una lectura e interpretacin

    lineal de su vida, ya que naturalmente sus acciones al igual que las de sus semejantes no

    responden a un plan preconcebido sino que se deben al hombre y sus circunstancias.

    Ahora bien, la figura de Gera no ha sido prcticamente abordada desde la perspectiva

    histrica. Ello se debe a dos razones, principalmente. La primera es que la historiografa

    vinculada a cuestiones eclesisticas se centr en la renovacin que supuso el Concilio

    Vaticano II, en los cambios, rupturas y continuidades dentro de la Iglesia y en la

    progresiva radicalizacin dentro de determinados grupos catlicos. La segunda razn es

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    que tanto Gera como el grupo de telogos que se reunieron en torno a su persona

    fueron estudiados desde la teologa y no especficamente desde la historia

    Estado de la Cuestin

    A) Los sesenta-setenta: proscripcin y progresiva radicalizacin.

    Los estudios histricos que trabajaron los sesenta-setenta se han caracterizado por la

    primaca de la mirada poltica. Esto se debe principalmente a que en la mayor parte de

    las investigaciones se intent, desde distintas perspectivas, explicar la progresiva

    radicalizacin de la vida poltica y social argentina.

    Este prisma prevalece tanto en los textos que abordan el perodo dentro de un marco

    mucho ms amplio, por ejemplo la historia de Romero, como en investigaciones

    especficas de la poca. Un estudio ya clsico que explica muy bien la creciente

    radicalizacin de determinados grupos de la sociedad es el de Richard Gillespie 1quien

    analiza la articulacin de diversos elementos que convergen en la formacin de

    Montoneros. En esta clave puede destacarse tambin el de Matilde Ollier2, acerca de la

    insercin de la izquierda revolucionaria en la esfera poltica, o los de Marcos Novaro y

    Vicente Palermo3. Tambin analiz la radicalizacin Robert Potash4, pero en este caso a

    partir de la politizacin del ejrcito y de su creciente participacin e injerencia en el

    mbito de gobierno. Pueden mencionarse tambin los estudios de Juan Carlos Torre5,

    Oscar Teran6, Pablo Giussani7, Marcelo Cavarozzi8, Liliana De Riz9 y Mnica

    Gordillo10.

    1Gillespie, Richard, Soldados de Pern. Historia crtica sobre los montoneros, Buenos aires,Sudamericana, 2008.2Ollier, Matilde, La creencia y la pasin, privado pblico y poltico en la izquierda revolucionaria 1966-1976, Buenos Aires, Ariel, 1998.3Novaro, Marcos, Palermo, Vicente,La Dictadura Militar, Buenos Aires, Paids, 2003.4Potash, Robert, El ejrcito y la poltica en la Argentina, Buenos aires, Sudamericana, 1994.5Torre, Juan Carlos,La vieja guardia sindical y Pern. Sobre los orgenes del peronismo, Buenos Aires,Sudamericana, 1990.6Tern, Oscar, Nuestros aos sesenta, Buenos Aires, Punto Sur, 1991.7Giussani, Pablo,Montoneros, la soberbia armada, Buenos Aires, Sudamericana-Planeta, 1984.

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    Asimismo, el perodo trabajado tambin ha sido estudiado desde otras perspectivas. Se

    han realizado importantes aportes desde la historia social y se han incorporado

    herramientas de otras disciplinas que han contribuido a explicar las transformacionessociales argentinas. Entre ellos podemos citar a los ms significativos como por ejemplo

    los textos de Torcuato Di Tella11, Silvia Sigal y Eliseo Vern12o de Mariano Plotkin13,

    Sergio Pujol14o Daniel James15. El comn denominador de estos autores es que intentan

    explicar al peronismo evadiendo la opcin de hacer una historia poltica a secas segn

    los cnones de la historiografa tradicional y aportan anlisis enriquecedores desde la

    historia de las ideas, el anlisis del discurso o la sociologa.

    B) La Iglesia y la renovacin: Unidad y Diversidad

    Con respecto a los estudios histricos que abordan temas eclesisticos se ha producido

    en los ltimos tiempos una renovacin. Las investigaciones, que han aumentado en

    nmero y han profundizado algunos de los aspectos estudiados de la Iglesia Argentina,

    su relacin con la sociedad, la cultura y tambin con el mbito poltico, han contribuido

    a enriquecer la visin de esta ltima trascendiendo no solamente la simple imagen de

    institucin monoltica sino tambin la imagen de institucin no afectada por los cambios

    del mundo.

    Contribuy a la renovacin historiogrfica la incorporacin de herramientas

    provenientes tanto de perspectivas histricas tales como la historia social y la historia

    cultural as como tambin de la sociologa y la antropologa.

    8Cavarozzi, Marcelo, Autoritarismo y democracia, 1955-1983, Buenos Aires, centro editor AmricaLatina, 1983.9De Riz, Liliana, La poltica en suspenso, 1966-1976, Buenos Aires, Paids, 2000.10Gordillo, Mnica, Protesta, rebelin y modernizacin: de la resistencia a la lucha armada, 1955-1973

    enNueva Historia Argentina, Tomo IX, Buenos Aires, Sudamericana, 2003.11Di Tella, Torcuato,Historia Social de la Argentina Contempornea, Buenos Aires, Troquel, 1998.12Sigal, Silvia, Vern, Eliseo, Pern o muerte, Los fundamentos discursivos del fenmeno peronista,Buenos Aires, Eudeba, 2003.13Plotkin, Mariano, Pern: del exilio al poder, Buenos aires, Cntaro, 1993.14Pujol, Sergio, Rebeldes y modernos, Una cultura de los jvenes enNueva Historia Argentina, TomoIX, Buenos Aires, Sudamericana, 2003.15James, Daniel, Sindicatos, Burcratas y movilizacin enNueva Historia Argentina, Tomo IX,Buenos Aires, Sudamericana, 2003.

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    A ello se sum la creciente utilizacin de criterios religiosos para los estudios. Estos

    ltimos proveyeron a las investigaciones de una lgica propia trascendiendo as las

    meras conceptualizaciones propias del mbito de la ciencia poltica, aunque algunosestudios se mantienen en esta lnea. Por ejemplo Roberto Di Stefano y Loris Zanatta 16

    encuadran el anlisis de la Iglesia Argentina post-conciliar y su relacin con la sociedad

    argentina en la dcada del sesenta a partir de lo que ellos consideran como la tendencia

    a la destruccin del Mito de la Nacin Catlica. Mediante una clasificacin que

    utiliza conceptos del mbito poltico analizan las posturas surgidas dentro de la Iglesia

    luego de la eclosin de tensiones producida a partir del Concilio Vaticano II. De este

    modo, establecen el fortalecimiento dentro de la Iglesia de dos posiciones: la de los

    reformadores y la de los conservadores, polarizando las posturas.

    Jos Mara Gho comparte esta visin y agrega al anlisis de la divisin entre

    progresistas y conservadores la idea de una politizacin del clero anterior al Cnclave

    puesta de manifiesto a partir de l17. Mayol, Habegger y Armada tambin describen esta

    divisin destacando la necesidad de los sectores renovadores de compromiso contra la

    violencia ejercida tanto por los conservadores como por los capitalistas18.

    Esta simplificacin, la idea de los unos y los otros, francamente opuestos se mantiene

    en gran parte de los estudios que buscan establecer clasificaciones claras y distintas no

    atendiendo el riesgo de no comprender una realidad mltiplemente variada. Sin

    embargo, debemos destacar que los autores previamente mencionados evitan caer en la

    idea del Concilio Vaticano II como gestor de la divisin de posturas y sealan ms bien

    el origen de las diferencias como muy anterior al Cnclave, aunque explicitadas a partir

    de este ltimo.

    16Di Stefano, Roberto; Zanatta, Loris, 2009,Historia de la Iglesia Argentina, desde la conquista hastafines del Siglo XX,Buenos Aires, Sudamericana, pp. 496-510.17Ghio, Jos Mara,La Iglesia Catlica en la poltica argentina, Buenos Aires, Prometeo, 2007, p. 193.18Mayol, Alejandro; Habegger, Norberto; Armada, Arturo,Los catlicos posconciliares en la Argentina,Buenos Aires, Galerna, 1970, pp. 156-157.

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    Esta continuidad del pensamiento renovador tambin es destacada por Zanca19. En

    sintona tal vez con el viraje que realiza la ciencia histrica de la historia poltica hacia

    una historia social, dicho historiador realiza un cambio similar al abordar elpensamiento catlico en la dcada del sesenta. Zanca investiga no ya desde una

    perspectiva poltica sino desde la lgica propia del campo religioso y esto le permite

    tanto superar la visin maniquea de dos Iglesias enfrentadas en una lucha por el control

    de la institucin como estudiar los matices internos de una realidad muy heterognea.

    As contribuye a la elaboracin de una visin menos esquemtica y esttica al evitar las

    clasificaciones rgidas dentro de la Iglesia y al no oponer a esos mismos grupos en una

    especie de contienda por el dominio de la institucin ya que los lazos de pertenencia

    fueron fuertes y las divisiones no tan claras.

    Es desde esta perspectiva que ve, a diferencia de los historiadores previamente

    mencionados, al Concilio no como un espacio de ruptura sino como una bisagra,

    remarcando no la eclosin sino el surgimiento, impulsado desde la jerarqua, de nuevos

    espacios de legitimidad para los grupos que tenan distintas visiones eclesiales. Es decir,

    Zanca seala que desde el Snodo se considera la posibilidad de diversidad en el interior

    de Iglesia.

    Ms all de las diferencias todas las investigaciones que hemos referenciado marcan

    una caracterstica comn de la poca constituida por la diferencia generacional entre los

    intelectuales y sacerdotes de la renovacin con los sectores ms conservadores y por la

    distinta formacin entre ambas generaciones. Los sacerdotes renovadores, aunque

    internamente tuvieran posturas muy diversas, tenan la caracterstica comn de haber

    estudiado en el exterior empapndose as de nuevas tendencias filosficas y teolgicas,

    llegando incluso a estudiar ciencias como la sociologa y la psicologa20.

    19Zanca, Jos A,Los intelectuales catlicos y el fin de la cristiandad 1955-1966, Buenos Aires, Fondo deCultura econmica-Universidad de San Andrs, 2006.20Ver: Zanca, op. cit, p. 133; Ghio, op. oit, p. 193; Di Stefano-Zanatta, op. cit, p. 515.

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    Una innovacin interesante del planteo de Zanca es su visin de ruptura de cristiandad.

    Si otros pensadores21ven a los sectores renovadores como meros continuadores de una

    postura integrista (aunque de distinto signo) Zanca seala el cambio, la ruptura del idealde cristiandad al destacar el surgimiento, junto con la generacin renovadora, de una

    concepcin de Iglesia distinta que supone una identidad, una estructura abierta.

    A partir de lo recientemente analizado observamos como si bien las investigaciones

    abordan desde distintas perspectivas el estudio de la institucin eclesial y algunas

    marcan al Concilio como espacio de ruptura y otras como espacio de dilogo, o unas

    sealan la existencia de diversos sectores de modo polarizado mientras otras muestran

    matices y enfatizan continuidades, todas ellas reflejan una Iglesia que luego del

    Concilio Vaticano II ya no puede mostrarse como institucin monoltica.

    Contribuyen a reflejar esta complejizacin de la esfera religiosa las recientes

    recopilaciones de testimonios como Cristo Revolucionario de Lucas Lanusse22o La

    voluntad de Anguita y Caparrs23 o Entre dos fuegos: Vida y asesinato del padre

    Mugica de Martn De Biase24. En estos trabajos se pone de manifiesto el ambiente

    intraeclesial, la diversidad de posturas, los dobles discursos y el clima social.

    Buena parte de las nuevas investigaciones se han centrado en el estudio de los diversos

    sectores religiosos, la creciente politizacin que los afect y su consecuente

    compromiso que deriv en el traspaso de la lnea pastoral hacia la accin directa, en

    21Ver: Altamirano, Carlos,Bajo el signo de las masas 1943-1973, Buenos Aires, Emec, 2007; Sarlo,Beatriz,La batalla de las Ideas, Buenos Aires, Ariel, 2001; Touris, Claudia, Sociabilidad e identidadpoltico-religiosa de los grupos catlicos tercermundistas en la Argentina (1966-1976).En: Moreyra,Beatriz I. y Mallo, Silvia C. (editoras).Miradas sobre la historia social argentina en los comienzos del

    siglo XXI. Centro de Estudios Histricos Prof. Carlos S. A. Segreti. Centro de Estudios de HistoriaAmericana Colonial (CEHAC) Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin. Universidad

    Nacional de La Plata, 2008; Donatello, Luis Miguel, Sobre algunos conceptos para comprender lasrelaciones entre religin y guerrilla en la Argentina de los 60 y 70 enNuevo mundo Mundos Nuevos,debates, 2008; Zanatta, op. cit, p. 542; Gho, op. cit, p. 204.22Lanusse, Lucas, Cristo revolucionario, la Iglesia militante, Buenos Aires, Vergara, 2007.23Anguita, Eduardo; Caparrs, Martn,La voluntad, una historia de la militancia revolucionaria en laArgentinatomo 2 (1969/1973), Buenos Aires, Definitiva, 200724De Biase, Martn, Entre dos fuegos, vida y asesinato del padre Mugica, Rafael Calzada, Ediciones de laFlor, 1998.

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    algunos casos25. La utilizacin de herramientas provenientes, especialmente, de la

    sociologa ayud en este sentido.

    En esta clave de politizacin de un sector significativo del clero y del laicado, que

    derivara en una profundizacin de la fractura en el mundo catlico, puede encuadrarse

    el escrito de Donatello Sobre algunos conceptos para comprender las relaciones entre

    religin y guerrilla en la Argentina de los 60 y 70 que analiza la complejizacin dentro

    de la Iglesia y el dilogo cristianismo-marxismo que terminara propiciando el

    acercamiento de un determinado sector a dicha ideologa26.

    Otros escritos que pueden citarse respecto del dilogo entre religin e ideologa

    comunista son los trabajos de Gustavo Morello Cristianismo y Revolucin, de Pablo

    Ponza el Concilio Vaticano II y el ethos revolucionario en la Argentina de los sesenta

    setenta27y de Martn Obregn Entre la Cruz y la Espada, la Iglesia Catlica durante

    los primeros aos del proceso28, (aunque este ltimo excede el perodo de tiempo

    abordado en este trabajo).

    Resulta clarificador para comprender la articulacin entre ideologa y religin, o ms

    bien entre religin y compromiso poltico, el trabajo de Claudia Touris, quien analiza la

    vinculacin de ciertos grupos postconciliares con la militancia revolucionaria, a partir

    del cierre del canal poltico que tuvo lugar con el gobierno militar inaugurado en 1966,

    y que ocasionara la conversin del mbito privado y an de las manifestaciones de

    religiosidad popular en un espacio alternativo de expresin y protesta social29.

    25James, op. cit, p. 347; Romero, Luis Alberto,Breve Historia Contempornea de la Argentina, BuenosAires, Fondo de Cultura Econmica, 1999, pp. 224-229.26Donatello, op. cit, p. 8.27Ponza, Pablo, El Concilio Vaticano II y el ethos revolucionario en la Argentina de los sesenta-setentaenNuevo Mundo Mundos Nuevos Debates, 2008.28Obregn, Martn, Entre la cruz y la espada, la Iglesia Catlica durante los primeros aos del Proceso ,Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2005.29Ver: Arce, Natalia Gisele, Organizaciones religiosas y movimientos polticos: la renovacin conciliaren Argentina, en Carozzi, Mara Julia y Ceriani Cernadas, Csar (editores), Ciencias Sociales y Religin.Perspectivas en debate, Buenos Aires, Biblos/Asociacin de Cuentistas Sociales de Religin delMERCOSUR, 2007.

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    El estudio de las manifestaciones de piedad o religiosidad popular realizado con la

    incorporacin de la perspectiva de la historia cultural, favoreci un estudio de la Iglesia

    que tiende a superar lo meramente institucional y traslada el foco de estudio desde elplpito hacia las calles, si bien hay una interaccin fluida entre ambos mbitos. En esta

    clave puede entenderse la investigacin de Lida30.

    C) Lucio Gera y la Teologa de la Cultura

    La Teologa de la Cultura o Teologa del Pueblo, surgida en torno a los sectores

    renovadores nucleados especialmente en torno a la Universidad de Teologa de Buenos

    Aires, y alrededor de las figuras de Lucio Gera y Rafael Tello, como dijimos

    anteriormente, no ha sido un tema abordado en profundidad an por las investigaciones

    histricas.

    Ms bien, han prevalecido las investigaciones o abordajes realizados desde una

    perspectiva teolgica y la mayora de esos estudios se han enfocado en aspectos de la

    Teologa de la Cultura o del Pueblo y en ciertas caractersticas de la Escuela de

    Teologa Argentina. Por ejemplo, algunos trabajos se centran en la continuidad o

    discontinuidad de la nueva teologa con respecto a la teologa tomista enseada

    tradicionalmente31.

    Otros se debaten acerca de la clasificacin de esta escuela de teologa. Scannone32, tal

    vez el investigador ms especializado en el tema, la considera como una rama de la

    teologa de la liberacin (teologa de origen netamente latinoamericano) pero la

    distingue de esta ltima porque afirma que trasciende la visin social estructuralista y

    considera al pueblo tanto desde las variables socio-econmicas como histrico

    culturales.

    30Lida, Miranda, Las masas catlicas en los aos de la dictadura, 1976-1982 en Entrepasados, nmero34, 2008.31Ver: Maccarone, Juan C., La teologa en Argentina, segunda mitad del siglo XX tradicin o ruptura?,en Teologa, 1992.32Ver: Scannone, Juan Carlos, Teologa de la Liberacin y doctrina social de la Iglesia , Madrid,Cristiandad, 1987.

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    Ahora bien, desde la perspectiva histrica, como se mencion con anterioridad, los

    estudios que consideran esta teologa son pocos y superficiales. Ejemplo de ello son las

    referencias dadas por Zanatta y Di Stefano o por Gho, quienes simplemente remiten asta reflexin en el marco de un estudio ms bien global, es decir no son muy

    especficos.

    De este modo consideran a la Teologa del Pueblo como una corriente de pensamiento

    nacida en 1979 con el fin de favorecer o de cooperar en el proceso de normalizacin de

    la Iglesia luego de las convulsiones vividas dentro de la institucin y en el marco

    poltico argentino durante las dcadas de los sesenta y setenta. Para Zanatta y Di

    Stefano, la elaboracin teolgica de Gera es una mera relectura del Concilio en clave

    moderada y tendiente a favorecer la unidad dentro de la Iglesia por sobre la

    disgregacin causada por las radicalizaciones. La Teologa del Pueblo es transformada,

    de este modo, en una reflexin elaborada por pensadores de la vanguardia de la

    renovacin luego convertidos en punta de lanza de una Iglesia conservadora que ante el

    retorno de la democracia, en la retrica de la reconciliacin social, intentara adaptar la

    tradicional cultura nacional catlica a los tiempos modernos, a la secularizacin y

    democratizacin de la sociedad contempornea33.

    Comparte esta postura Gho, quien analiza a la Teologa del Pueblo como el fruto de la

    realizacin de un pensador de la renovacin (Gera) al servicio del discurso de una

    Iglesia conservadora, en el marco de una tendencia en este sentido. De este modo, es

    presentada como una respuesta ambigua, una renovacin slo parcial que arrastra

    elementos de la tradicin integralista pero que utiliza parte del nuevo bagaje doctrinario

    con el fin de producir un resultado cualitativamente diferente 34y en esta lnea son

    ubicados Gera, Scannone, Boasso, Farrell, O Farrell y Guillermo Rodriguez Melgarejo,

    Alberto Methol Ferr.

    33Di Stefano-Zanatta, op. cit, p. 546.34Gho, op. cit, p. 204.

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    En conclusin, las investigaciones histricas que abordan dicha teologa lo hacen a

    partir de 1979, es decir en el contexto de Puebla. Encontramos en esto una

    contradiccin con los escritos de Gera que ya describen los planes de Pastoral Popular yreflejan una primera reflexin teolgica de lo que luego ser la Teologa del Pueblo,

    desde fines de 1960. Tambin se contradice con lo sealado por los telogos que

    consideran la existencia de la misma desde 1968, en el contexto de Medelln, de las

    Conferencias de San Miguel y en el marco de la pastoral impulsada por el Episcopado

    nacional a travs de una comisin especialmente creada para ello (COEPAL)35.

    Es por esta falta de estudios especficos que nos proponemos estudiar, a partir de la

    figura de Lucio Gera, el contexto tanto poltico como social, histrico y teolgico en el

    que surgi en Argentina la Pastoral Popular a partir de 1968.

    Es decir, se estudiar tanto el surgimiento de dicha pastoral y de su consecuente

    elaboracin teolgica en el contexto de renovacin de la Iglesia como en la trama

    histrica de una Argentina marcada por la proscripcin del peronismo, por el cierre de

    canales de manifestacin poltica y social, por una creciente politizacin.

    Se estudiar asimismo el plan de pastoral encabezado por Gera en un proceso ms

    amplio de inculturacin de una Iglesia que intenta estar en contacto con la realidad

    poltica y social argentina y que busca de este modo construir una nueva identidad.

    35Ver: Saranyana, Jos Ignacio, Teologa en Amrica Latina, Madrid, Iberoamericana, 1999;Scannone, op. cit; Scannone, Juan Carlos, Perspectivas eclesiolgicas de la Teologa del Pueblo en laArgentina; Farrell, Gerardo T,Iglesia y Pueblo en Argentina, Historia de 500 aos de Evangelizacin,Buenos Aires, Patria Grande, 1992.

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    CAPTULO I. EL INMIGRANTE Y EL BARRIO

    El ao 1927 fue un ao difcil para la familia Gera. Fue aquel en que Jernimo Gera, unobrero de Pasiano (Vneto, Italia) decidi migrar en bsqueda de mejores condiciones

    econmicas. Su destino fue Buenos Aires, a donde viajaron luego, en 1929 Ernesta

    Favaro, su mujer junto con sus hijos Mara Pa y Lucio. Se instalaron en un primer

    momento en el barrio de La Paternal y luego definitivamente en Villa Devoto.

    La condicin de inmigrante marc la vida de la familia Gera36. Jernimo trabajaba

    como obrero37 mientras Ernesta permaneca en la casa con los nios. Lentamente se

    incorporaron a la vida de barrio y en ella tambin a la vida parroquial. El mate y la

    vivencia religiosa, estaban presentes en la vida de los hijos del matrimonio. Si la

    parroquia enseaba el catecismo a los nios, Ernesta les acercaba las prcticas piadosas

    populares como el encender una vela38que permanezca rezando mientras se hacan las

    tareas o a hacerse la seal de la cruz a Mara Pa y Lucio.

    En 1930, a los seis aos, Lucio recibi su primera comunin y cuatro aos ms tarde,

    vivi las celebraciones del Congreso Eucarstico Internacional que se realizaron en

    Buenos Aires, como un verdadero hito que despert su camino vocacional. De ah en

    adelante la vida parroquial transcurri en torno a la Iglesia de la Inmaculada

    Concepcin en Devoto hasta que en 1936 ingres como seminarista de la

    Arquidicesis de Buenos Aires en el Seminario Conciliar Metropolitano de la

    36En mi ha jugado mucho la experiencia inmigratoria, una experiencia de solidaridad y de lucha; lo quees el inmigrante: esa mezcla de solidaridad, envidia, recelo; pero en el fondo de encontrar lo vivo () elinmigrante est obligado a preguntarse por su identidad qu soy en definitiva- y como a elegir unaidentidad. Y nosotros elegamos una identidad en las extracciones populares y no en la oligarqua. VerAzcuy, Virginia Raquel, Galli, Carlos Mara, Gonzalez Marcelo, Escritos Teolgicos Pastorales de Lucio

    Gera, del preconcilio a la Conferencia de Puebla, 1956-1984, Buenos Aires, gape-Universidad CatlicaArgentina, 2006, p. 25.37En una entrevista reciente Lucio Gera recuerda: Mi padre era un obrero y para nosotros el mundoobrero era el mundo pobre. Mi padre no tena los diez centavos para tomar el colectivo al trabajo. Nohaba villas en ese tiempo, la pobreza estaba metida dentro de la institucin laboral, 27 de abril de 2009.38Gera recuerda: yo nac en Italia, y hasta mis cuatro aos estaba all. Mi padre vino a buscar trabajo yyo viva con mam en casas de tas. Una vez me ponen en una Iglesia al lado y vi las velas del altar yotras encendidas y a mi me llamaban la atencin las velas. Yo nio cerr los ojos y tuve la sensacin dever destellos. Eso me impresion mucho. El tema religioso yo lo asum, el simbolismo lo asum en lavela, en eso que se enciende y brilla, entrevista 27 de abril de 2009.

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    Inmaculada Concepcin. All realiz sus estudios de preparacin al sacerdocio: cinco

    aos de humanidades, tres de filosofa y cuatro de teologa.

    Estando en el seminario, era difcil acceder a los libros que circulaban en Europa. La

    guerra civil espaola, que tantos ecos y resonancias tuvo en Argentina y, luego, la

    segunda guerra mundial, provocaron el corte de comunicaciones entre Europa y el Ro

    de la Plata y como consecuencia de ello no llegaban libros para estudiar. Gera dir en

    este sentido: Nuestro estudio de teologa fue sin ningn libro de Europa. Yo apenas si

    llegu a ver un viejo libro de Maritain porque haba llegado antes de la guerra. No haba

    revistas de teologa. Bibliogrficamente nuestro estudio de teologa fue un desierto, un

    desamparo total. Lo cual quizs nos ayud a reflexionar39.

    Adems de ayudar a reflexionar, el bache bibliogrfico favoreci el crecimiento de la

    industria editorial tanto en Argentina como en Mxico40. La produccin argentina de

    libros, incluso de teologa aument, exportando libros a Latinoamrica y tambin a la

    pennsula ibrica. Editoriales como Difusin o Club de Lectores favorecieron la

    divulgacin de autores catlicos si bien textos como los de Teilhard de Chardin o

    Mourier seran accesibles mucho despus. El mismo Gera recuerda que quienes

    despertaron su pasin por la reflexin teolgica, quienes lo inclinaron hacia la teologa

    no fueron tanto los telogos como los autores literarios. Las letras, la poesa, fueron los

    que lo movilizaron, lo condujeron hacia la reflexin teolgica. En una entrevista

    reciente l resalta la influencia en su vida de Dostoievski, de Claudel, Blois y Papini.

    Uno de los profesores que l recuerda ms influy durante la vida en el seminario fue el

    sacerdote y poeta Leonardo Castellani. Es interesante encontrar en los escritos de Gera

    una sensibilidad parecida a la de Castellani cuando canta a la belleza41. El otro sacerdote

    que impact en l fue Hernan Benitez, orador, intelectual y pastor.

    39Azcuy, op cit, p. 2640Ver: Largo Carballo, A, Gmez Villegas, Un viaje de ida y vuelta, la edicin espaola eiberoamericana (1936-1975), Buenos Aires, Fondo de Cultura Econmica, 2007.41Ver la Esttica y el Sacerdote enJuntos en Su Memoria, 50 aos de sacerdocio con Lucio Gera,1997, pp. 96-105. Ver Avenatti de Palumbo, Cecilia Ante el enigma de la belleza,Nuevo Mundo55(1998) 7-11, 8.

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    EL SACERDOTE: PASTOR Y TELOGO

    Una vez concluida la etapa de formacin fue ordenado sacerdote por Mons. AntonioRocca el 20 de septiembre de 1947 y luego, entre 1948 y 1951, fue destinado a tres

    parroquias diversas de Buenos Aires: San Bartolom en el barrio Sur, San Rafael en el

    lmite de Devoto con Versailles y luego en la Parroquia del Pilar en pleno Barrio Norte.

    Esta diversidad de destinos le permiti entrar en contacto y conocer distintos sectores

    sociales. Su estada en plena Recoleta le hizo extraar el espritu barriero al que

    estaba acostumbrado.

    En esta poca entra en un primer contacto con los asesores de la Juventud Obrera

    Catlica, rama especializada de la Accin Catlica, fundada en 194142y publica en la

    revista Notas de Pastoral Jocista en 1951 un escrito titulado El sacerdote hecho

    espectculo en el cual aborda temas de pastoral.

    Aunque la pastoral le interesaba, no por ello descuid el estudio de la filosofa. Luego

    de la ordenacin influy en l el existencialismo de la mano de Heiddegger y en 1952

    decidi viajar a Europa para perfeccionar sus estudios en teologa. Obtuvo el grado de

    Licenciado en Roma y el doctorado en Bonn (Alemania). Durante su estada en Europa

    entr en contacto con textos como los de Congar y Teilhard De Chardin. Del primero, y

    del mtico grupo de Lyon que durante los aos 30 haban desarrollado la Nouvelle

    Theologieimpact en Gera la visin consensual que tenan de la religin, es decir una

    religin que se basaba en una alianza, en una imagen de un Dios ms gentil que no se

    impona sino que esperaba la respuesta del hombre. Llam su atencin la aspiracin a

    42Ver Touris op. cit: La JOC, que haba sido fundada en 1925 por el sacerdote belga Joseph Cardjin,comenz a funcionar en nuestro pas en 1941. Su propsito era evangelizar a los jvenes obreros no sloen las fbricas, sino tambin en la calle y en sus lugares de esparcimiento. El objetivo de la JOC no eracrear sindicatos cristianos sino formar a los obreros segn los principios cristianos para luego conquistarel medio social.El mtodo de trabajo jocista se basaba en la pedagoga de la Revisin de vida: Ver, juzgar, actuar. El

    punto de partida era pues el diagnstico de la realidad y su anlisis profundo para recin pasar a la accin.El mtodo de la JOC significaba as, un cambio de ptica importante respecto del modelo italiano ya quela realizacin del apostolado no parta de dogmas o de la formacin previa recibida en las parroquias sinode los problemas especficos de un mbito pastoral concreto.

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    una teologa de trascendencia, ms interior y menos institucional43. De Teilhard de

    Chardin, del cual slo haba escuchado poco en el seminario, y con poco entusiasmo

    por medio de Castellani, le impact la idea de dilogo de la teologa con las realidadestemporales, que en cierto modo propona un cambio en la praxis cristiana: A Teilhard

    de Chardin lo conocamos antes porque nos daban escritos mimeografiados y porque

    tuve de profesor a Castellani, que no lo pasaba. De modo que lo empezamos a conocer

    poquito sobre todo despus del cincuenta. Yo lo leo despus del sesenta. No tuvo influjo

    en mi formacin, yo lo recibo despus de unos aos, con cierto entusiasmo. Es un

    pensamiento que fecunda mucho todo el pensar teolgico. Evidentemente desde la

    perspectiva de la ciencia moderna. Adems es un hombre ntimamente religioso,

    piadoso. Sus escritos son de tipo jesuita, muy intensos. Su teologa est impregnada por

    su veta religiosa y no es para nada atea44.

    Podemos decir que si bien ambos pensadores no estuvieron presentes en su etapa de

    formacin inicial, ellos fecundaron su pensamiento teolgico y esto se vio plasmado en

    sus escritos posteriores y sobre todo en la revista de teologa que fund en 1962 junto

    con otros profesores de la Facultad de Teologa de la Universidad Catlica de Buenos

    Aires.

    En julio de 1956 retorn a una Argentina nada parecida a la que haba dejado. La praxis

    poltica haba virado ciento ochenta grados. El partido de masas que gobernaba cuando

    l decidi viajar para estudiar se encontraba proscripto. Aquel peronismo que haba

    conseguido las mejoras obreras que l apreciaba debido a su entorno personal45, estaba

    vedado. Y no slo eso, sino que adems el gobierno instalado por la Revolucin

    Libertadora intentaba desterrar cualquier vestigio de la herencia poltica peronista

    llegando incluso a fusilar a quienes en cierto modo pusieran en riesgo sus objetivos,

    como en el caso de los partcipes de la contrarrevolucin, encabezada por el General

    Valle que pretendan volver al gobierno legtimo.

    43Ver, Zanca, op. cit, pp. 151, 152.44Entrevista 27 de abril de 2009.45Entrevista 27 de abril de 2009.

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    Gera retorn a este pas46donde las reglas del juego poltico haban cambiado y en el

    cual los sectores obreros resistan la ausencia de su lder y en ese contexto retom su

    labor con los asesores de la Juventud Obrera Catlica y public una serie de artculos enla revista Notas de Pastoral Jocista junto con otros pensadores como Hctor Madrioni.

    All se pueden vislumbrar algunas de las cuestiones que llamaban su atencin, como por

    ejemplo su preocupacin constante por la bsqueda de una pastoral ms incluyente,

    orientada hacia los sectores obreros. Esto no parece raro, si se recuerdan sus orgenes

    familiares y si se lo entiende como producto de la revolucin peronista. Tambin

    existe, en este sentido, una crtica a la falta de presencia de la Iglesia en los sectores

    populares en contraste con la labor realizada en los sectores medios de la sociedad:

    La ausencia de la Iglesia en la clase obrera es trgica, desde luego para esta misma

    clase. Pues desde el momento en que la Iglesia no ha asumido en el mbito de sus

    solicitudes al destino temporal de la clase obrera esta ha perdido a la que podra ser su

    ms autntica compaera en el camino hacia su promocin humano-cristiana. Ser ella

    guiada en el camino de su promocin promocin que ya no ser cristiana por cualquier

    mesianismo de tipo marxista. Pero la ausencia de la Iglesia en las masas obreras no es

    menos trgica para la Iglesia misma, que al perder las capas proletarias de la sociedad

    ha perdido uno de los elementos primordiales que deban integrar su catolicidad. Sern

    stas las nuevas formas que cobra el cisma? No ya naciones sino capas sociales que se

    desprenden del cuerpo de la Iglesia.

    No slo criticaba la ausencia sino la prdida de catolicidad que implicara el permanecer

    en esa tendencia:

    No debemos ciertamente medir la catolicidad por una dimensin exclusivamente

    cuantitativa: la Iglesia puede perder grandes masas humanas y no dejar por ello de ser

    catlica. La catolicidad consiste ms bien en la estructura universal de la Iglesia y en su

    dinamismo tambin universal, por el cual tiende a expandirse entre todas las naciones y

    46En un primer momento fue designado capelln de las Hermanas de la Virgen Nia, dedicadas a la laboreducativa.

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    capas sociales. () Este sera el real oscurecimiento de la catolicidad: que la Iglesia no

    incluyera en su intencin universal a las clases obreras. Que ella que no puede pretender

    nacionalizarse en un pueblo se tolerara a s misma particularizada en una sola clasesocial.47

    Es interesante su constante hincapi en la necesidad de apertura a la realidad social y su

    defensa, tal vez inconsciente, ante quien tilde su postura de filomarxista: La Iglesia no

    debe ni aburguesarse ni proletarizarse, sino ser efectivamente catlica en la historia

    concreta de este siglo, as como lo es en su estructura. Ser catlica, es decir no

    abstraerse de este mundo, no ausentarse de sus estructuras temporales, sino crearse una

    historia en todo lo que es este mundo y no slo en una parcela del mismo. ()

    Empearse a fondo como catlica, es decir, empearse en todo lo que es este mundo.

    Asumir los intereses humanos de cualquier clase y de esta forma estar presente en todas

    las clases sin hacerse ninguna de ellas48.

    Podemos decir que estos escritos reflejan los diversos elementos que configuran y

    configurarn su reflexin: la influencia de sus orgenes familiares, la realidad y su

    formacin, tanto la recibida en el Seminario, tradicionalmente tomista, como la recibida

    durante su estada en Europa, empapada del humanismo cristiano.

    Tambin debemos mencionar su preocupacin por la falta de participacin del laicado

    en la formacin o en la vida de la Iglesia, es decir en la identificacin de la Iglesia

    meramente con los clrigos, hecho que equivaldra a condenar a la Institucin al

    aislamiento49 y su inquietud ante la falta de presencia del pensamiento catlico en la

    intelectualidad y la falta de tradicin teolgica en Latinoamrica y sobre todo en

    Argentina50.

    47Gera,Reflexin sobre Iglesia, Burguesa y clase obrera, en Notas de Pastoral Jocista, 1957.en Azcuy,op. cit, pp. 109, 110.48Ibidem, p. 111.49Gera,Reflexin sobre el clero y el laicado, Notas de pastoral Jocista, 195650Esta inquietud se ve reflejada en un dialogo gestado en una de las asambleas de asesores de la JuventudObrera Catlica a raz de un texto de un contemporneo, Hctor Mandrioni (Ver Azcuy, op. cit, pp. 80-93).

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    Esta inquietud nos permite abordar otro de los mbitos en los que particip Gera: el

    mundo de la teologa. Desde el Seminario Mayor Metropolitano, al que fue destinado en

    1957 y desde la facultad de Teologa de Buenos Aires en la que obtuvo la ctedra deTeologa Dogmtica se aboc a cultivar esta disciplina. En sintona con esto ltimo

    tambin debemos referirnos a su afn por gestar una tradicin teolgica en Argentina

    por medio de la creacin de la revista Teologa y de su colaboracin con la Revista

    de Teologa de la Plata.

    51

    Lucio Gera con su hermana Mara Pa

    Con su hermana al llegar a Buenos Aires

    51Fotografas deJuntos en Su Memoria, 50 aos de sacerdocio con Lucio Gera, 1997.

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    Ordenacin Sacerdotal, 1947.

    Compaeros de Ordenacin (Gera: fila de Arriba, el cuarto de Izquierda a Derecha). Se

    pueden observar los ornamentos sacerdotales propios de la Iglesia preconciliar en la que

    se form Gera, que contrastarn con los austeridad de las vestiduras litrgicas

    posconciliares.

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    CAPTULO II. UN AIRE FRESCO: EL CONCILIO VATICANO II

    Un hecho lo confirm en su actuar, su pensar y su visin crtica. Desde Roma, JuanXXIII, que haba sido elegido para ser Papa de transicin convoc a la Iglesia Universal

    a reunirse para responder preguntas sobre si misma, para redefinirse frente al mundo

    moderno.

    El Concilio Vaticano II sera el aire fresco que Juan XXIII deca necesitaba la Iglesia

    de casi dos mil aos. Lo defina como un aggiornamiento, como una renovacin tanto

    en el espritu como en las formas.

    Las puertas de este Concilio ecumnico se abrieron el 11 de octubre de 1962. Obispos y

    miles de sacerdotes de todo el mundo asistieron a la cita y no tardaron en notarse en las

    sesiones las ideas que desde haca un tiempo estaban presentes en la Iglesia. Ideas como

    las de Jacques Maritain o Teilhard de Chardin52inspiradas en un humanismo cristiano

    que invitaban a retomar el espritu del Evangelio.

    La muerte sorprendi a Juan XXIII y los que esperaban que su sucesor, Pablo VI diera

    marcha atrs se vieron decepcionados ante la continuacin del Concilio. Las reuniones

    se realizaron hasta fines de 1965 y fruto del Concilio hubo diecisis documentos: cuatro

    encclicas (Constituciones Conciliares), nueve decretos y tres declaraciones que en

    cierta medida recogan los avances promovidos por la llamada doctrina social 53 y

    estaban empapados del anteriormente mencionado humanismo cristiano. Como

    sealara Meja en 1965, la teologa de los documentos conciliares () es la teologa

    de la periferia. Los grandes artfices de esos documentos han sido hombres que, hasta

    hace poco, eran sospechosos en Roma54.

    52Ver Casas, Amalia, En Busca de las razones del otro, Conrado Eggers Lan y el dilogo catlicomarxista, 1958-1968, 2009, p. 8.53Ponza, op. cit, p. 3.54Meja, J.: Crnica Conciliar, Criterio, 1489/90, 24 de diciembre de 1965, p. 957, en Zanca, Jos, Elasedio a la Cristiandad enAnuario de Estudios Americanos, 63, 1, enero-junio, 107-130, Sevilla (Espaa),2006.

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    A partir del anlisis de las encclicas y de todos los restantes documentos conciliares, se

    puede percibir que hay un hilo conductor que los atraviesa y este es la idea de retorno a

    las fuentes, es decir un regreso no slo al Evangelio, a lo escrito sino al espritu delEvangelio. Esta idea de vuelta a los orgenes es tan fuerte que incluso la Conferencia

    Episcopal Argentina lleg a llamar al Concilio como un nuevo Pentecosts55.

    Es ilustrativa tambin la percepcin de Enrique Angelelli quien al concluir el Concilio

    reflexionaba: En estos cuatro aos sucedieron muchas cosas; la Iglesia ha recorrido

    nuevamente los caminos de la Tierra Santa para descubrirse a s misma tal cual haba

    salido de las manos de su Fundador; ha contemplado la primigenia forma, se ha

    reconocido la misma, de Cristo; ha visto que a su rostro, siendo el mismo, los siglos le

    haban cargado de mucho ropaje, tena el polvo de su peregrinar, no era fcil

    reconocerla por los ojos profanos de los hombres, porque muchas cosas accidentales

    haban sido consideradas como esenciales; la ley mataba al Espritu () ha sentido y

    medido el peso de lo accidental y descubierto que es imperioso no olvidar las fuentes56.

    Esta constante de fondo, la idea de retorno al espritu de las primeras comunidades

    cristianas se ve reflejada en la definicin que la Iglesia hace de s misma. Ella se

    presenta como misterio y como Pueblo de Dios. Ya no se define como cuerpo mstico

    de Cristo sino que opta por poner el acento en la caracterstica comunitaria de la Iglesia,

    pueblo que comparte creencias y que peregrina en el mundo. Las citas alusivas a los

    Evangelios y a los Hechos de los Apstoles, que se refieren a las primeras comunidades

    cristianas son recurrentes.

    Es a partir de esta visin de Iglesia construida por todos, que no rompe con el pasado

    sino que lo asume, que cobra nuevo impulso la idea de colegialidad dentro de los

    Iglesia, idea que luego intentar plasmarse en reformas a nivel general y tambin en las

    iglesias locales, por ejemplo con la creacin de senados episcopales para las

    deliberaciones de los episcopados o la creacin de comisiones de trabajo integradas

    55Conferencia Episcopal Argentina,Declaracin pastoral del Episcopado Argentino, La iglesia en elperodo posconciliar,1966.56Reflexiones personales de Angelelli escritas en Roma en 1965 en Azcuy, op. cit, p. 195.

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    tanto por sacerdotes como por religiosos/as y laicos o la participacin de los miembros

    de las comunidades en las decisiones de la vida parroquial.

    Podemos decir que de fondo se respiraba el triunfo de las democracias en Europa, y

    como seala Loris Zanatta, el aprendizaje dejado por la segunda guerra mundial57.

    Asimismo cobra nuevo protagonismo el rol de los laicos. Este tema que recibi mucha

    atencin en la atmsfera conciliar se ve reflejado en el documento Apostolicam

    actuositatem. En este ltimo, los laicos son impulsados a la participacin en la misin

    de evangelizar, de modo que sta no sea patrimonio de los religiosos y que se posibilite

    la accin de los seglares en sus medios sociales impregnando de espritu cristiano el

    pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad (13).

    Igualmente, se los llama a tener una participacin ms activa tambin en el accionar

    civil nacional e internacional y se los exhorta a la cooperacin en la bsqueda del bien

    comn favoreciendo el crecimiento del sentimiento de solidaridad entre pueblos. Pasa a

    ser deber de los laicos conocer el nuevo campo internacional y los problemas y

    soluciones ya doctrinales ya prcticas que en el se originan sobre todo respecto a los

    pueblos en vas de desarrollo (14) ya que con esta cooperacin dinmica y prudente

    que es de gran importancia en las actividades temporales, los laicos rinden testimonio a

    Cristo () y a la unidad de la familia humana (27).

    Todos estos temas abordados durante el Concilio haban sido previamente mencionados

    en los escritos de Gera. La necesidad de un laicado participativo, de una Iglesia

    colegiada y de retornar al espritu de pobreza58.

    57Conferencia dada por Loris Zanatta en Buenos Aires, 26 de agosto de 2009. Ver: Rojas, Guillermo,Aos de Terror y Plvora, el proyecto cubano en la Argentina, 1959-1970, Buenos Aires, SantiagoApstol, 2001, p. 211: menciona tambin como la Iglesia hace suyas ideas del bando vencedor, tantosocialistas como americanas, sustentadas ambas por un humanismo democrtico, no trascendente:Liberada de los nazis por las potencias aliadas, Europa internaliza las ideas de los vencedores () Todasestas circunstancias influiran y determinaran fuertemente el pensamiento catlico de la poca,acercndolo a las ideas de los vencedores y con ello al progresismo que en buena medida coincida conlos principios, con la filosofa animante de las potencias vencedoras.58Ver: Gera,Hay lgrimas en las cosas, Notas de Pastoral Jocista, 1957; Gera, sobre el misterio del

    pobre en Grelot, Gera, Dumas, El Pobre, Heroica, Buenos Aires, 1962.

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    Finalmente, el otro gran tema abordado por el concilio fue la necesidad de un espritu de

    apertura y dilogo con el mundo moderno: con los creyentes y los no creyentes (ver

    Nostra Aetate y Dignitatis Humanae). Como sealaba Paulo VI en el discurso deapertura de la segunda sesin, se plante como hecho fundamental tender un puente

    hacia el mundo de hoy.

    Este espritu de renovacin, apertura y dilogo59supuso asimismo una renovacin en las

    prcticas litrgicas, prcticas que la Conferencia Episcopal describi como sacramento,

    es decir signo e instrumento de la unin de los hombres con Dios y de la unidad de todo

    el gnero humano60. Se hizo hincapi en el valor comunitario y humanista que deba

    adoptar la praxis religiosa61.

    Podemos decir entonces que el Concilio Vaticano II confirm algunas de las reflexiones

    que Gera haba realizado previamente y en cierto modo la visin que tena de la Iglesia,

    y que se encontraba latente desde su anterior viaje a Europa. Este Concilio, al que en un

    primer momento vivi con fuerte expectativa sin animarse a abrazarlo, a la hora de

    analizarlo en retrospectiva lo considera como una bisagra: si en este ao 2000, despus

    de haber vivido la mayor parte de mi vida durante el siglo XX se me preguntaran cules

    han sido los acontecimientos histricos que ms me han impactado e influido, no

    dudara en nombrar en primer lugar el Concilio Vaticano II62.

    Luego de su participacin en algunas de las ltimas sesiones63, mientras se escriba

    Gaudium et Spes, al retornar al continente americano fue invitado a dictar conferencias

    acerca de interpretaciones de los documentos conciliares64. Expuso sus estudios

    exhaustivos acerca de las encclicas tanto en Per como en Ecuador y Brasil. All

    59CEA 1966, op. cit, p. 11: Conciencia ms viva de s misma, reforma, dilogo con los dems hermanoscristianos y apertura al mundo de hoy: son las cuatro finalidades del Concilio.60CEA, op. cit, p. 12.61Ponza, op. cit, p. 2.62Ver: Azcuy, op. cit, p. 35.63Gera no viaj como perito, pero viaj a Roma invitado y pudo vivir el clima que se respiraba en elvaticano. Entrevista 27 de abril de 2009.64Ver: Gera, Comentarios parciales a Ecclesiam Suamen Gera, Geltman, Giaquinta, Ecclesiam Suam,Guadalupe, Buenos Aires, 1964. Gera, El Misterio de la Iglesia en Ferrara, Gera y Otros, LumenGentium. Constitucin Conciliar sobre la Iglesia, Guadalupe, Buenos Aires, 1966.

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    incluso particip en Petrpolis de la primera reunin de telogos latinoamericanos junto

    con Gustavo Gutirrez y Juan Luis Segundo, siendo sta considerada como apertura del

    panorama a los telogos para pensar Amrica Latina.

    En Argentina no fue el Arzobispado de Buenos Aires el que lo invit a exponer sus

    conclusiones en torno al Concilio, sino ms bien algunos episcopados provinciales. Fue

    invitado a dictar conferencias en diversas provincias de Argentina donde entr en

    contacto con tradiciones del interior.

    A qu se debe esta peculiaridad? El tema fue abordado en sendas oportunidades: la

    recepcin del Concilio Vaticano II en Argentina no fue homognea. El Cnclave

    despertaba expectativas, temores, y en algunos casos hasta franca oposicin. La

    situacin poltica y social nacional era compleja, el clima intraeclesial tambin.

    Generalmente a la hora de analizarlo los historiadores lo hacen a partir de una divisin

    de aguas categrica: un grupo que se opuso a l y a sus reformas, los preconciliares, y

    dentro de este grupo los que tuvieron extremas reservas y aceptaron una renovacin

    pero slo de formas y no de contenido y por otro lado los que adhirieron

    entusiastamente a los postulados, los postconciliares.

    Asimismo, tienden a identificar al primer grupo con la jerarqua eclesistica y al ltimo

    con el bajo y medio clero65, que son los sectores jvenes y de ello derivan una relacin

    entre las distintas posturas y la diferencia generacional.

    Muchos casos confirman este anlisis. Sin embargo la existencia de Obispos

    renovadores como por ejemplo Mons. Zazpe, Mons. Angelelli, Mons. Devoto66plantean

    la necesidad de evitar las divisiones categricas67.

    65ver Gho, op. cit, p. 193,; Di Stefano-Zanatta, op. cit, pp. 190-494; Obregn, op. cit, pp. 25-32; Mayol-Habegger y Armada, op. cit: analizan los choques surgidos entre los distintos sectores por la participacinen los problemas econmicos, sociales.66Mons. Devoto, Obispo de Goya escribe al regresar del Concilio: La renovacin, no es, como podrasugerirles a algunos esta palabra, un afn de novedad, sino una revisin profunda para que la Iglesia se

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    Incluso el Episcopado impuls algunas reformas que fueron ms all de lo discursivo68:

    favoreci la creacin de rganos colegiados y la participacin de sectores de la

    renovacin y del laicado y se crearon nuevas comisiones destinadas a diversos temascomo por ejemplo liturgia, accin social y desarrollo pastoral. Esta ltima, la Comisin

    Episcopal para Pastoral69 fue integrada por Obispos, telogos, religiosas/os y laicos y

    elabor un plan de pastoral nacional de conjunto. En ella participaron tanto Gera como

    Rafael Tello, Gerardo Farrell, Fernando Boasso S.I., y Justino O'Farrell, socilogo70.

    Esta ltima figura nos viene a mostrar un hecho significativo. Dentro de los sectores

    renovadores estaban los que se haban formado en nuevas disciplinas como la

    sociologa o la psicologa, e incluso quienes tenan formacin filosfica o teolgica

    impartida en las universidades europeas. Podemos mencionar, en este sentido, a figuras

    como Rau, Ruta, Ganchegi, Derudi, Aduris, Trusso, Mandrioni, Viscovich, Berardi,

    Iriarte, Gaynor, Palumbo y otros71.

    Los renovadores, o como el mismo Gera menciona en una entrevista, los que no

    queran conservar algunas cosas se nuclearon en torno a la universidad de Teologa72

    que pas de las manos de los jesuitas al clero diocesano, siendo Mons. Pironio el primer

    decano y el impulsor de la renovacin dentro de la institucin al dar ctedras de la

    facultad a quienes se haban formado en el exterior o compartan el aire renovador.

    despoje de aquellas cosas, que de alguna manera han ido desfigurando su autntica imagen evanglica, osea imagen de la Iglesia tal como Jess ha querido que fuera, en Azcuy, op. cit, p. 208.67El mismo Gera al analizar las posturas seala Yo me acuerdo que la lnea de mis profesores era ms

    bien en contra, Menvielle, Castellani, los curas viejos estaban ms bien en contra. En cambio la gentejoven, despus del primer desconcierto empez a apoyar el Concilio () (pero) entre los conservadoresestaban quienes aceptaban el Concilio y entre los posconciliares estaban quienes ya queran hacer untercer Concilio, entrevista 27 de abril de 2009.68 Igualmente si bien a nivel nacional la renovacin (al menos de las estructuras) fue rpida a niveldiocesano las mismas quedaron libradas a la voluntad de los Obispos decada dicesis. En muchos casosstos frenaron o detuvieron las reformas. Es significativo el caso de Mons. Buteler en Mendoza.69La experiencia de la Comisin Episcopal para Pastoral (COEPAL) durar desde 1966 hasta 1973.Touris seala que tuvo la particularidad de ser un espacio que permiti la articulacin de la reflexinteolgica y la discusin intelectual desde la perspectiva de las ciencias sociales con prcticas pastoralesque se inscriban dentro de las nuevas directivas conciliares. (2008)70Ver: Scannone, Perspectivas eclesiolgicas de la teologa del pueblo en la Argentina, p. 3.71Maccarone, op. cit., p. 163.72Ver Zanca, op. cit, p. 133.

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    Adems de ocupar ctedras, estos hombres, impulsaron una renovacin en el mbito

    pastoral promoviendo en los centros de estudios semanas de liturgia, congresos de

    catequesis y jornadas bblicas73.

    De todos modos, esta tendencia sobrepasaba los lmites de la universidad o de los

    centros de estudios. La revista Criterio, desde 1957 dirigida por Jorge Meja, tambin se

    haca ecos de estos aires. Intelectuales que abrazaban el humanismo cristiano llenaban

    sus pginas y las de Estudios, intelectuales como Carlos Floria, Ludovico Ivanissevich

    Machado, Jos Luis de Imaz, Emilio Mignone, Nstor Auza, Guido Di Tella, Horacio

    Pea, Antonio Donini, Rafael Braun, Justino OFarrell, Alberto Silly, Jos E.

    Miguens74.

    Ahora bien, an evitando la polarizacin simplificadora dentro de la Iglesia (entre los

    pre y los post conciliares y quienes mantuvieron posturas intermedias) algo es evidente:

    la Iglesia Argentina se complejiz. En su interior emergieron legitimados desde Roma y

    desde la jerarqua sectores con distintas visiones eclesiales y distintas concepciones de

    pastoral que ya estaban latentes desde tiempo atrs. Como seala Juan Maccarone, los

    que preferan reflexionar ms sobre el dato de fe (lo dado) que sobre lo construido (la

    sntesis teolgica o el sistema) provocaron una activacin del dinamismo pastoral75, que

    poco se pareca al espritu de cruzada del que habla Zanca y que caracterizaba a la

    generacin anterior76.

    A su vez, esta complejizacin puso en evidencia la creciente politizacin que se estaba

    dando en los distintos cuadros de la Iglesia Argentina y que tampoco era nueva. Desde

    tiempo atrs, tanto laicos como algunos sacerdotes se sentan identificados con las

    opciones polticas del pueblo alejndose as del intento de la jerarqua de mantenerse

    fuera de la rbita poltica.

    73Maccarone, op. cit, 162.74Ver Zanca, Jos, El asedio a la Cristiandad, Intelectuales catlicos y sociedad (1950-1965),Anuario deEstudios Americanos, 63, 1, enero junio, 107-130, Sevilla, 2006.75Maccarone, op. cit, p. 162.76Zanca, Jos A,Los intelectuales catlicos y el fin de la cristiandad 1955-1966, Buenos Aires, Fondo deCultura econmica-Universidad de San Andrs, 2006, p. 20.

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    Nos parece interesante resaltar un hecho que puede parecer obvio: si bien surgieron

    diferencias, todo ello se dio dentro de la Institucin, es decir, no hubo un quiebre, al

    menos en un primer momento. Como seala Zanca, la generacin desamparada, (asdenomina a los intelectuales renovadores catlicos) no cometi parricidio77, no opt por

    la separacin o el alejamiento de la institucin eclesial: haba cosas que no queramos

    conservar evidentemente, cosas que cuando vino la renovacin las asumimos. Es difcil

    decir que estbamos con los conservadores porque algo queramos renovar, pero no

    queramos quemar el Papado78.

    LOS PRIMEROS PASOS HACIA UNA NUEVA PASTORAL

    Gera vivi esta poca de intensa complejizacin y particip en los nuevos espacios

    creados desde el Episcopado para la renovacin, principalmente la Comisin Episcopal

    para Pastoral (COEPAL). Como dijimos con anterioridad, dicha comisin, a cargo de

    Mons. Marengo, asuma algunas de las innovaciones impulsadas a partir del Concilio y,

    por lo pronto, integraba a sacerdotes, religiosos y laicos. Como mencionaba Gera en el

    grupo nuestro, en la COEPAL, siendo una comisin episcopal hubo por primera vez

    mujeres: dos religiosas y una laica. Haba un modo de proceder nuestro que indicaba

    aunque no hiciramos un artculo teolgico correspondiente que mostraba que haba

    cosas que empezaban a cambiar.

    La COEPAL se dedic a reflexionar sobre la accin pastoral y sobre su destinatario, el

    pueblo, con su propia cultura, problemas, caractersticas, religiosidad y tensiones y a

    partir de ello elabor un plan de pastoral nacional79.

    Si bien en paralelo Gera fue designado decano de la Facultad de Teologa por el perodo

    1966-1969 esta labor no le impidi continuar participando de la comisin. Junto con

    ella elabor un plan nacional popular de pastoral de conjunto, cuya idea central, era ser,

    77Zanca, op. cit, p. 43.78Entrevista, 27 de abril de 200979Politi, Sebastin,La Teologa del pueblo. Gnesis y perspectivas, Buenos Aires, Nuevas voces, 1990:seala que la reflexin de los miembros de esta comisin se inscriba en amplio movimiento de ideas,ntimamente vinculado a los procesos polticos y sociales.

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    como seala su nombre, un plan a alcanzar por medio del trabajo conjunto de todos los

    miembros de la Iglesia, no solamente el clero y los religiosos sino tambin los laicos.

    Dicho plan, publicado por el Episcopado argentino est impregnado del lenguaje

    conciliar a la vez que se encuentra influido por la Encclica Populorum Progressiode

    Pablo VI y por las conclusiones de la reunin de la Conferencia Episcopal

    Latinoamericana realizada en Mar del Plata en 1966 sobre temas de educacin,

    apostolado de laicos y accin social, donde los Obispos reflexionaron sobre el papel de

    la Iglesia en el desarrollo latinoamericano.

    La idea de dilogo con el mundo est latente en todo el documento. Basta leer su

    introduccin para verlo. Entre sus objetivos estn renovar la pastoral de acuerdo a la

    mentalidad conciliar, institucionalizar el dilogo, crear organismos conductores de dicha

    pastoral y estudiar y conocer las realidades argentinas80.

    La idea de apertura al mundo, de conocer la problemtica social que inicia el

    documento, estar presente a lo largo de l. Esto no es nuevo: en un encuentro pastoral

    para 70 sacerdotes realizado en Chapadmalal, en 1966 Gera haba planteado esta

    necesidad: se trata entonces de reconocer la realidad argentina, apercibirse de los

    sntomas y realizar un diagnstico de la misma tal como el mdico ausculta el lugar del

    dolor y la enfermedad () Es necesario detectar lo que Pablo VI en su discurso a los

    Obispos de Amrica Latina denominaba los puntos neurlgicos. Hay que tratar de

    conocer dnde le duele a la Argentina.81 Gerardo Farrell destaca esta reunin

    sacerdotal por el abordaje que se realiz de la situacin argentina pero tambin como el

    80CEA,Declaracin pastoral del Episcopado, 1967 Consideramos que el estudio de la realidadargentina, es una de las bases, sobre las que habrn de trabajar las comisiones episcopales con sus

    respectivos subsecretariados tratando de mantener una permanente y actualizada toma de conciencia decuanto afecte, preocupe y angustie a la Iglesia y al pueblo del pas, porque como dice Su Santidad PabloVI: el pastor debe tener siempre los ojos abiertos sobre el mundo.181Gera, La Iglesia y el mundo en Gera, Silly y otros,La Iglesia y el pas, Bsqueda, Buenos Aires,1967. Describe esta reunin tambin De Biase, op. cit,p. 121: Lucio Gera, decano de la facultad deteologa del seminario de Villa Devoto y ms adelante uno de los tericos principales del MSTM indicque la finalidad del encuentro era analizar las orientaciones del Vaticano II para as intentar repetirlo ennosotros. Por ello agreg no se trata solamente de repetir citas sino de reproducir las actitudes conciliaresen lo ntimo de cada uno expandindolo hacia la realidad que nos circunda. De este modo adaptaremos elConcilio a la Argentina y sobre todo adaptaremos la Argentina al Concilio.

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    punto en el cual se separaron aquellos que realizaban una lectura ms desde el dilogo

    catlico marxista de los que lo hacan desde el catolicismo popular82.

    Volviendo al plan de pastoral, es interesante ver que utilizan las categoras que estaban

    en boga en el momento debido a la Cepal83 y a los procesos de descolonizacin:

    desarrollo y subdesarrollo84. Como seala Carlos Altamirano, los conceptos

    desarrollistas estaban latentes en todos los mbitos85y a partir de escritos de Pablo VI y

    de otros documentos institucionales notamos que el mbito eclesial no era una

    excepcin. El plan de pastoral por ejemplo denuncia la realidad local a partir de la

    situacin de subdesarrollo y seala la necesidad de un desarrollo que no avasalle la

    dignidad humana. Ahora, si bien hace suyas dichas categoras, si se lo compara con

    otros discursos desarrollistas se observa una visin de progreso que excede lo

    meramente econmico ya que promueve un concepto de progreso que sea integral, es

    decir de todos los hombres y de todo el hombre. Asimismo debemos mencionar que

    tambin, en sintona con el mensaje de Pablo VI plantean la necesidad de transformar

    las estructuras86y la necesidad de una clase dirigente que preste odos a lo que sufre el

    pueblo y que no busque el desarrollo sin tener en cuenta el principio de justicia social ya

    que solamente buscando la justicia social se alcanzara la paz87.

    Si bien es un documento que llama la atencin porque no es la tpica declaracin del

    Episcopado, el cual tradicionalmente se manifest en trminos ms moderados, debe

    82Farrell, op. cit, p. 210.83Comisin econmica para Amrica Latina, organismo dependiente de la Organizacin de las NacionesUnidas, responsable de promover el desarrollo econmico y social de la regin.84Incluso llego a gestarse una teologa del desarrollo.85Altamirano, op. cit, p. 73.86CEA, Declaracin pastoral del Episcopado, 1967: La Iglesia tiene pues una funcin ineludible de

    animacin y de impulso promocional en el proceso actual de la Argentina y Amrica Latina. Latransformacin de las estructuras actuales y la integracin son metas hacia la cual tienden nuestros

    pueblos, movidos especialmente por su vocacin y necesidad de ser.87El discurso de Pablo VI en las Naciones Unidas en 1966 refleja claramente las connotaciones socialesdel compromiso evanglico: La verdadera paz no es simplemente la no guerra. Porque un hombre nosolamente puede morir herido por una bala o destrozado por una bomba. Un hombre puede tambinmorirse de hambre y eso hoy sucede con multitudes enteras de hombre que son hijos de Dios comonosotros () no hay paz verdadera si los seres humanos tienen que vivir en habitaciones indignas, aveces de animales. No hay paz si no hay trabajo () Todo esto configura un estado de guerra, porqueguerra es destruccin. Y carecer de alimentacin, vivienda y ropa es ir destruyndose de a poco.

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    aclararse que aunque es categrico, habla de desarrollo y no de revolucin. Debemos

    asimismo resaltar que en este documento se ven elementos que luego sern centrales en

    la reflexin pastoral que realizar Gera como la profundizacin de la renovacinlitrgica y el rescate de la religiosidad popular y que el proyecto de una pastoral popular

    ya est presente desde 1966 y no como se lo suele presentar a partir de 1979.

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    CAPTULO III.

    ECOS DEL CONCILIO EN AMRICA LATINA Y EN ARGENTINA

    MEDELLN

    Un hecho clave le permiti a Gera ser testigo de uno de los acontecimientos ms

    relevantes del siglo XX para la Iglesia Latinoamericana. Mons. Pironio lo invita como

    asesor para asistir a la Conferencia del Episcopado Latinoamericano a llevarse a cabo en

    Medelln en 1968, en la que ser el encargado de redactar la introduccin a las

    conclusiones.

    La segunda Conferencia Episcopal Latinoamericana reunida en Medelln encuentra una

    Amrica Latina sensibilizada. El discurso inaugural de Pablo VI, primer Papa en cruzar

    el ocano, sobre la situacin del continente funcion como visto bueno a los obispos

    para asumir el horizonte conciliar en concreto. Esto quiere decir que los Obispos se

    reunieron no ya para disertar acerca de las conclusiones del Concilio de modo abstracto

    sino con el objetivo de adaptarlas a la realidad local. Para ello hicieron algo innovador,

    partieron de la realidad de los pueblos latinoamericanos y siguiendo los lineamientos

    conciliares de dialogar con el mundo, iniciaron sus reflexiones desde el hombre y no

    desde la teologa88. De este modo, pensaron el Concilio cara a los pueblos

    latinoamericanos, teniendo en cuenta sus propias historias, culturas, heridas y

    conflictos: se ha vuelto hacia el hombre consciente de que para conocer a Dios es

    necesario conocer al hombre (1).

    Tal como lo haban hecho los sacerdotes argentinos en el plan de pastoral realizado el

    ao anterior, los Obispos partieron de un diagnstico: se conjugan el hambre y la

    miseria, las enfermedades de tipo masivo y la mortalidad infantil, el analfabetismo y la

    marginalidad, profundas desigualdades en los ingresos y tensiones entre las clases

    sociales, brotes de violencia y escasa participacin del pueblo en la gestin del bien

    comn (p8)

    88Ver Berryman, Phillip, Teologa de la liberacin: Los hechos esenciales en torno al movimientorevolucionario en Amrica Latina y otros lugares, Mxico, Siglo Veintiuno Editores, 1989, p. 9.

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    Hacindose eco del clima de la poca y de los conceptos en boga analizaron la situacin

    del continente a partir del subdesarrollo y la explicaron como consecuente de laexistencia de estructuras de dominacin que provocaban la situacin de

    dependencia. Debemos resaltar este anlisis porque a travs de l se refleja la crisis

    del desarrollismo ya que no se habla slo de desarrollo y subdesarrollo, ideas que

    encerraban posible optimismo para aquellas economas rezagadas que en algn

    momento podran despegar, sino que se analizan las causas de esa situacin de

    subdesarrollo y as entra en juego la teora de la dependencia elaborada y difundida por

    los miembros de la Cepal.

    A partir de all derivaron su anlisis en la necesidad de compromiso frente a esa

    realidad. Plantearon la necesidad de acompaar al continente en los profundos procesos

    de transformacin que estaba atravesando, apoyando especialmente la promocin

    humana, acompaando a los pueblos en su voluntad de liberacin y rechazando la

    opresin de todo tipo, tanto econmica como poltica y social.

    Como dijimos con anterioridad, este tipo de afirmaciones son llamativas por lo

    categricas y comprometidas89. Tal declaracin poltica puede solamente compararse

    con la de Puebla que denuncia la ideologa de la doctrina de la seguridad nacional. Los

    Obispos plantean la necesidad de justicia como condicin sine qua non tanto para la

    paz90social como para la paz poltica91.

    Miguel Concha Mano considera estas aseveraciones como testimonio del

    reconocimiento de la Iglesia Latinoamericana de la necesidad de no reducir la fe

    89Gera recuerda: Ac en mi biblioteca tena que ocultar el texto de Medelln porque si los militares lovean te llevaban preso Entrevista 27 de abril de 2009.90la paz es ante todo obra de la justicia. Supone y exige la instauracin de un orden justo en el que loshombres puedan realizarse como hombres, en donde su dignidad sea respetada, sus legitimas aspiracionessatisfechas, su acceso a la verdad reconocido, su libertad personal garantizada. Un orden en el que loshombres no sean objeto sino agentes de su propia historia (14a).91ver Farrell, op. cit, p. 220. El problema latinoamericano no se ubica solo en el nivel de un atraso tcnicoeconmico sino y principalmente en el poltico.

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    cristiana al mbito privado y de tener incidencia en la realidad pblica de las relaciones

    sociales y de las estructuras econmicas y polticas (1981).

    Ahora bien, podemos notar en las declaraciones mencionadas la influencia subyacente

    de la llamada Teologa de la Liberacin. Esta tendencia, en pleno auge durante la poca

    de la conferencia, naci en Latinoamrica y sus ideas centrales reflejan, en cierto modo,

    la realidad del continente.

    Ellas pueden analizarse a travs de los escritos de sus representantes ms significativos,

    Gustavo Gutirrez, Hugo Assman y Leonardo Boff. A pesar de las diferencias entre

    estos ltimos existen elementos, ideas o conceptos comunes que permiten describir esta

    reflexin teolgica. El primero y central es la opcin preferencial por los pobres92. Esto

    no es algo novedoso en la Iglesia porque los pobres siempre fueron considerados y

    mucho ms an a partir de la encclica Rerum Novarum, cimiento de la doctrina social

    de la Iglesia. Lo novedoso, pero el elemento de cambio es que no son vistos ya como

    objetos de caridad sino ms bien como agentes de su propia liberacin.

    De ello se deriva la otra ida central: la suposicin que esa pobreza es producida por la

    existencia de estructuras de dominacin, que no hacen ms que perjudicar a los

    pueblos, sus economas y sus sistemas polticos93, provocando miseria, muerte y

    dependencia.

    92Ver Berryman, op. cit: a los telogos de la liberacin los moviliza el valor de las personas oprimidas,reflejado en la siguiente poesa:el hombre todo hombre-es:la criatura predilecta de Dios,hecho a su imagen y semejanza,dotado de inteligencia y voluntady por eso, llamado a ser libre y vivir en comunidad.

    Y lo que es ms, todo hombre est llamado en Cristo a crecer hasta llegar a ser participe de la naturalezadivina y as llegar a la posesin definitiva de su realizacin en Dios. De aqu deriva la inmensa dignidadde la persona humana. Por ello todo hombre debe tener idnticos derechos y oportunidades para sudesarrollo y a su vez responder a sus deberes y obligaciones.Por lo tanto:El ms humilde de los guatemaltecos,el ms explotado y marginadoel ms enfermo e ignorante vale ms que todas las riquezas de la patria y su vida es sagrada e intocable93Ver Lowy, Michael, La teologa de la Liberacin: Leonardo Boff y Frei Betto enRebelin, 2007, p. 1:sintetiza la teologa de la liberacin como opcin preferencial por los pobres y seala que la novedad

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    De all concluyen los telogos de la liberacin que para desterrar la pobreza, la

    marginacin y la dependencia, es necesaria la destruccin o eliminacin de esas

    estructuras opresoras por medio de la lucha94. Es a partir de este punto que en muchoscasos, la Teologa de la Liberacin es estudiada en relacin con la ideologa marxista.

    Lowy, al analizarla seala la primaca del elemento antropolgico por sobre el

    eclesistico, del utpico sobre el efectivo, del crtico sobre el dogmtico, del social

    sobre el personal y de la ortopraxis sobre la ortodoxia95.

    La influencia de esta escuela teolgica se puede analizar en el trasfondo de importantes

    afirmaciones de los documentos de Medelln y en cierto modo influyeron tambin en la

    figura de Gera. Se puede notar sin embargo que los obispos tomaron distancia de esta

    escuela a la hora de determinar los medios para la eliminacin o transformacin del

    sistema y as tambin lo har Gera. Acorde a lo pregonado por el Obispo brasileo

    Hlder Cmara y a lo exhortado por Pablo VI96ellos optan por rechazar la violencia y

    eligen como agente liberador y creador de un nuevo tipo de sociedad a la educacin.

    Esta eleccin no dej de generar cierto malestar: contrariaba a Gustavo (Gutirrez) que

    deca que la no violencia activa capaz nos debilitaba () Gustavo cuestionaba a dnde

    iba esto97.

    Es en este marco que plantean la necesidad de nueva evangelizacin y para ello la

    necesidad de prestar importancia a las caractersticas culturales propias del pueblo y de

    cada pueblo para poder organizar catequesis adaptadas y promover a la vez una

    renovacin litrgica y pastoral popular acorde a las caractersticas locales.

    radica en que el pobre ya no es considerado objeto de caridad sino artfice de su liberacin. Menciona a

    estos pobres desheredados como pobretariado y dentro de este grupo comprende no slo a los pobressino tambin a los excluidos sociales.94Ver Berryman, op. cit: Argumentaban que la iglesia deba replantear su rol en la sociedad y prepararsea efectuar cambios. Los cristianos segn ellos deban liberar de la opresin de los bloques ideolgicos.se deca que la prctica revolucionaria era la matriz generadora de una nueva creatividad teolgica.95Lowy, op. cit, p. 2.96La figura de Pablo VI fue una figura de enorme importancia en la vida de Gera. En las entrevistasconstantemente hace referencia a la fuerza de los escritos del Papa del momento, de su claridad y tironeosinternos.97Entrevista Lucio Gera 27 de abril de 2009.

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    Este apartado merece una atencin especial ya que el tema ser retomado por Gera y

    Tello en Argentina dando lugar a la formacin de la posteriormente denominada

    Escuela de Teologa Argentina y tambin porque luego ser nuevamente abordado en laConferencia Episcopal Latinoamericana realizada en Puebla.

    Como mencionbamos con anterioridad, los Obispos plantean la necesidad de conocer

    la realidad latinoamericana para una nueva evangelizacin, partiendo de lo propio de

    cada lugar. Si bien ven como caracterstica generalizada la condicin de continente

    subdesarrollado (que comienza a comprenderse en la lnea de los vnculos entre centro-

    periferia) tambin encuentran otra caracterstica comn a los pueblos sumamente

    heterogneos, con tradiciones muy distintas, que es la existencia de una religiosidad

    popular (en sus diversas manifestaciones).

    Los Obispos analizan la presencia en todos los pueblos latinoamericanos de diversas

    formas de piedad popular presentes, casi encarnadas en las sociedades desde la poca de

    colonizacin hispnica pre-borbnica. Entre estas manifestaciones que permanecen

    como vestigio o resabio de la poca de la conquista, mencionan por ejemplo las

    devociones a los santos, las peregrinaciones, los votos y promesas y la religiosidad

    basada en los sacramentos que muchas veces tienen ms un sentido social que religioso.

    En la gran masa de bautizados de Amrica Latina las condiciones de fe, creencias y

    prcticas cristianas son muy diversas no slo de un pas a otro sino entre regiones de un

    mismo pas y entre los diversos niveles sociales. Se encuentran grupos tnicos

    semipaganizados; masas campesinas que conservan una profunda religiosidad y masas

    de marginados con sentimientos religiosos pero de muy baja prctica cristiana98.

    Sealan asimismo, que estas manifestaciones varan de acuerdo al pueblo y estn casi

    siempre teidas de supersticiones o elementos mgicos, forman parte de las culturas

    98Documentos finales de Medelln, Pastoral popular, punto1.

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    populares, es decir, adems de ser testimonio de la fe colectiva del pueblo, simple y

    emocional, reflejan un elemento de su identidad.99

    No dejan de ver el carcter imperfecto de esta religiosidad, impregnada de elementos

    humanos pero consideran necesario protegerla por ser reserva de virtudes cristianas y

    humanas y por considerarla como el aporte de la Iglesia Latinoamericana a la Iglesia

    universal. Aade el documento de Medelln, que slo manteniendo y protegiendo esta

    religiosidad, que es sumamente plural, la Iglesia ser verdaderamente incluyente: esta

    religiosidad pone a la Iglesia ante el dilema de continuar siendo Iglesia universal o de

    convertirse en secta100.

    Concluyen as en la necesidad de una nueva pastoral que preste atencin a estas formas

    de religiosidad popular descuidadas durante mucho tiempo, es decir que plantean la

    necesidad de proyectar una accin orientada tanto a la reevangelizacin de dichas

    formas de piedad popular como a la conservacin de las mismas frente a los grandes

    cambios que sufre el continente, a las transformaciones sociales tales como la

    explosin demogrfica, las migraciones internas, los cambios socioculturales, la escasez

    de personal apostlico y la deficiente adaptacin de estructuras eclesiales101.

    Finalmente, recalcan la necesidad de una mayor presencia en los medios de

    comunicacin y en la utilizacin de los mismos para la evangelizacin. Estas

    afirmaciones anteceden la mayor presencia meditica que la Iglesia tendr o intentar

    tener a partir de la dcada del ochenta en la prensa escrita y en la radiofona y televisin.

    99Los Obispos mencionan estas manifestaciones de fe como mixtas: sus expresiones pueden estardeformadas y mezcladas en cierta medida con un patrimonio religioso ancestral, donde la tradicin ejerceun poder casi tirnico; tienen el peligro de ser fcilmente influidas por prcticas mgicas y supersticiosas() pueden ser sin embargo balbuceos de una autntica religiosidad, expresada con los trmino culturalesde que se dispone. En el fenmeno religioso existen motivaciones distintas que por ser humanas sonmixtas y pueden responder a deseos de seguridad, contingencia, importancia y simultneamente anecesidad de adoracin () motivaciones que se plasman y expresan en smbolos diversos (95,.96)100Documentos finales de Medelln, Pastoral popular, punto3.101Documentos finales de Medelln, Pastoral popular, punto1.

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    Es en estos ltimos apartados que podemos encontrar en germen, ya en 1968, lo que

    luego ser el ncleo del pensamiento de Gera y del grupo de telogos que formarn la

    Escuela Argentina de Teologa.

    SAN MIGUEL

    Medelln en cierto modo fue otro nuevo punto de partida generador de posturas a favory en contra dentro de la Iglesia clerical, es decir dentro de la Iglesia de los curas, ya

    que entre el laicado argentino las conclusiones de la Segunda Conferencia del

    Episcopado Latinoamericano no tuvieron demasiado efecto, sobre todo si se lo compara

    con la Iglesia Uruguaya que tuvo un grupo laico muy activo. Gera en Apuntes para una

    interpretacin de la Iglesia Argentina en Centro de Documentacin MIEC-JECI,

    Montevideo102, refleja esta realidad: a partir de Medelln los conflictos ms fuertes se

    verifican entre la corriente liberal y la de liberacin popular. Llama la atencin que

    algunos representantes tpicos del progresismo o de la renovacin postconciliar

    manifiesten escasa o nula simpata por las Conclusiones de la Segunda Conferencia del

    Episcopado Latinoamericano.

    1021970.

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    Ahora, si bien Medelln dividi aguas, qued plasmada en la Iglesia una creciente

    sensibilidad por parte de la jerarqua eclesial por el pobre, figura que trasciende el

    planteo econmico, ya que pobre no es solamente el que no tiene para comer sino quetambin lo es el oprimido poltico, el que no puede participar o el marginado cultural.

    De la mano de esa sensibilidad Medelln recoge el consecuente llamado a trabajar, a

    participar, ms all del estado clerical o laical, por la justicia social y por los pobres que

    son los que padecen las injusticias.

    Ahora bien, como dijimos con anterioridad Medelln no fue el punto final de la

    adaptacin del Concilio a la realidad local, ms bien lo contrario. Fue un punto de

    partida y por eso la Comisin Episcopal Argentina decidi realizar una declaracin,

    denominada declaracin de San Miguel por medio de la cual adaptaban las conclusiones

    del Celam a la realidad Argentina.

    El documento de San Miguel refleja de modo rico y fluido algunos aspectos de la

    realidad eclesial argentina. Podemos empezar por sealar un hecho muy claro: es

    evidente que en el escrito hay una gran diversidad de estilos que en cierto modo permite

    entrever la existencia de diversas posturas dentro del Episcopado103.

    Podemos encontrar en el documento final un captulo como el escrito por Mons. Tortolo

    (Obispo de Entre Ros) acerca del sacerdocio que refleja una postura ms bien

    conservadora y aborda el tema de la crisis sacerdotal y del celibato. Asimismo el

    cuidado dedicado a este ltimo tema revela una cuestin que preocupa a la jerarqua: la

    crisis del orden sacerdotal y los cuestionamientos en torno al celibato apostlico estn

    en boga. Debemos recordar que para fines de 1960 y principios de los setenta gran

    cantidad de sacerdotes optarn por la reduccin al estado laical o que incluso se

    generarn movimientos como el encabezado por el Mons. Podest, Obispo de

    Avellaneda, que impuls el movimiento de sacerdotes casados.

    103Ponza, op. cit, p. 7.

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    Otro captulo que se destaca por su moderacin es el referido a la pobreza, escrito por

    Mons. Iriart


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