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Maus Huyssen

Date post: 10-Oct-2015
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20
4. EL HOLOCAUSTO COMO HISTORIETA. UNA LECTURA DE MAUS DE SPIEGELMAN Me niego a transformarm-e en el lie Wiesel de la historieta. AH: ' 8PIEGELI\1AN _\ ; ¡ DESDE L DÉCADA DE 1980, la gran cuestión ya no es s repre- \ i::. sentar el Holocausto en la investigación y en la literatura ; en el cine y en el arte, sino cómo hacerlo. n un mundo claro · en que discursos mediáticos se superponen cada vez más so ¡ bre el presente real llegando a hacer desaparecer, en el caso más extremo, la realidad misma sigue conservando extraor dinaria vigencia la pregunta por el recuerdo y por la repre sentación de aquello que los términos Holocausto y Shoah no terminan de nombrar. Entretanto cesó ya el exagerado empeño con el que se leía en décadas pasadas de manera de masiado literal la tesis de Adorno sobre la imposibilidad y la barbarie de la poesía después de Auschwitz; sus conceptos se interpretaban con exageración hasta plantear un inter dicto general de la representación sin percibir la retórica . hiperbólica de Adorno y el contexto político de la década de 1950 con toda su carga de restauración.  Dada la avalancha de representaciones diversas del Holocausto en todos los medíos concebibles, sería ilusorio aferrarse a la prohibición de la palabra y la imagen de Adorno, tanto más cuanto que él mismo la relativizó años después. No obstante no existe prácticamente ningún otro fenómeno que irrite tanto los ánimos como dilucidar el grado de adecuación de la repre sentación del Holocausto. A pesar de la gran laxitud de la 1 Cf. Manue l Koppen (ed.), Kunst und Literatur nach uschwitz [Arte y literatura después·de AuschwitzJ, Berlín, 1993. 122 EL HOLOCAUSTO COMO HISTORIETA 123 posmodernidad en cuanto a estrategias mediáticas y recur sos formales de la representación, el todo vale termina cuan do se llega al tema Auschwitz . El genocidio, reza el consenso generalizado no puede ser transmitido en términos mass mediáticos por más que se busque mantener viva su memo ria ante una esfera pública lo más amplia posible. En la era de los medíos, es ante el tema del Holocausto donde se ar ticula de la manera más clara el terror a la pérdida de la realidad en la representación. . Como consecuencia, no debería sorprender que haya resu-1 citado el viejo adagio de Adorno articulado en su doble tesis , acerca de la inconmensurabilidad absoluta y de la irrepre- ' sentabilidad estética de Auschwitz en forma sacralizado- · ra en Elie Wiesel, en forma estetizante en Lyotard con su \  planteo acerca de lo sublime en el debate en torno de los / testigos y de los testimonios con motivo del filme de C laude 1 Lanzmann Shoah 2 y, como en muchos posestructuralistas en una franca extrapolación que lleva del Holocausto a tod¡;'í realidad o pasado histórico. 3 Hay que señalar que el Holocausto ha devenido un punto nodal en el que se cruzan cuestiones estéticas, epistemológi cas, psicoanalíticas y po)íticas de la posmodernidad con un alcance que nadie habría imaginado en el marco de los pri meros debates sobre la posmodernidad a comienzos de la década de 1980. En ese entonces se pensaba con Lyotard en los grandes relatos.de la Ilustración y la emancipación, de la hermenéutica y la filosofía de la historia del liberalismo y el marxismo; se hablaba con Roland Barthes del goce del tex to , que no era otro que el que deparaba el texto experimen tal moderno, difícil y no procesable por la industria cultural.4 2 Cf. Shoshana Felman y Dori Laub, Testúnony. Grises of Witnessing in Literature, Psychoanalisis and History {Testimonio. Crisis de los testigos en la literatura, el psicoanálisisy la historia], Nueva York, 1993. Lawrence L. Langer, }Jolocaust Testhnonies. The Ruins of Me1nory [Testimonios del Holocausto. Las ruinas-de la memorial, New IIaven y Londres, 1991. 3 Cf. Saul Friedlander, Probing the Limits of Representation. Nazism and the Final Solution [Poniendo a prueba los límit es de 1 3- representación. l nazismo y la sólución :final }, Cambridge y Londres, 1992. 4 Cf. Andreas Huyssen y Klaus R. Scherpe (eds.), Postfnoderne. Zeichen
Transcript
  • 5/20/2018 Maus Huyssen

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    4. EL HOLOCAUSTO COMO HISTORIETA.

    UNA LECTURA DE MAUS DE SPIEGELMAN

    Me niego a transformarm-e

    en

    el

    lie

    Wiesel

    de la historieta.

    AH: '

    8PIEGELI\1AN

    _\ ; DESDE L DCADA DE 1980,

    la

    gran cuestin ya no

    es

    s repre-

    \ i::. sentar el Holocausto en la investigacin y en la

    literatura

    ;

    en

    el

    cine y en el arte, sino cmo hacerlo. n un mundo claro

    en que discursos mediticos se superponen

    cada

    vez ms so

    bre el presente

    real

    llegando a hacer desaparecer, en el caso

    ms

    extremo,

    la

    realidad

    misma

    sigue conservando extraor

    dinaria

    vigencia

    la

    pregunta por

    el

    recuerdo y

    por

    la

    repre

    sentacin de

    aquello que los

    trminos

    Holocausto y Shoah

    no terminan de nombrar. Entretanto ces ya el exagerado

    empeo con el que se lea en dcadas pasadas de

    manera

    de

    masiado

    literal la

    tesis de Adorno sobre

    la

    imposibilidad y

    la

    barbarie de la poesa despus de Auschwitz; sus conceptos

    se interpretaban

    con exageracin

    hasta plantear un inter

    dicto general de la representacin sin percibir la retrica

    . hiperblica de Adorno y el contexto poltico de

    la dcada

    de

    1950 con

    toda su

    carga de restauracin.

    Dada la

    avalancha

    de representaciones diversas del Holocausto en todos los

    medos concebibles,

    sera

    ilusorio

    aferrarse

    a

    la

    prohibicin

    de la palabra y

    la

    imagen de Adorno, tanto ms

    cuanto

    que

    l

    mismo

    la relativiz aos despus. No obstante no existe

    prcticamente ningn otro fenmeno

    que irrite tanto

    los

    nimos como dilucidar el grado de adecuacin de la repre

    sentacin

    del Holocausto. A pesar

    de la gran

    laxitud

    de

    la

    1

    Cf. Manue l Koppen (ed.), Kunst und Literatur nach uschwitz [Arte

    y

    literatura despusde AuschwitzJ, Berln, 1993.

    122

    EL HOLOCAUSTO COMO HISTORIETA

    123

    posmodernidad en cuanto a estrategias mediticas y recur

    sos formales de la representacin , el todo vale termina cuan

    do

    se llega al

    tema

    Auschwitz .

    El

    genocidio,

    reza

    el consenso

    generalizado no puede

    ser

    transmitido

    en

    trminos mass

    mediticos por ms que

    se

    busque mantener viva su memo

    ria

    ante una

    esfera pblica lo ms

    amplia

    posible.

    En la era

    de los medos,

    es ante

    el

    tema

    del Holocausto donde

    se ar

    ticula de

    la

    manera ms

    clara el

    terror

    a la prdida de la

    realidad

    en la representacin. .

    Como consecuencia, no debera sorprender que

    haya

    resu-1

    citado el viejo adagio de Adorno articulado en

    su

    doble tesis ,

    acerca

    de la

    inconmensurabilidad

    absoluta y de la irrepre- '

    sentabilidad

    esttica de Auschwitz e n forma sacralizado-

    ra en Elie Wiesel, en forma estetizante en Lyotard con su \

    planteo acerca

    de

    lo

    sublime

    en el debate en

    torno de

    los /

    testigos y de los testimonios con motivo del filme de C laude

    1

    Lanzmann

    Shoah 2

    y, como en muchos posestructuralistas

    en

    una

    franca extrapolacin que lleva del Holocausto a tod;'

    realidad

    o

    pasado

    histrico.

    3

    Hay

    que

    sealar

    que

    el Holocausto

    ha

    devenido un punto

    nodal

    en

    el que

    se

    cruzan cuestiones estticas, epistemolgi

    cas, psicoanalticas y po)ticas de la posmodernidad con un

    alcance que

    nadie

    habra imaginado en el marco de los pri

    meros debates sobre la posmodernidad a comienzos de la

    dcada de 1980.

    En

    ese entonces

    se pensaba

    con Lyotard en

    los

    grandes

    relatos.de

    la

    Ilustracin y

    la

    emancipacin, de

    la

    hermenutica y la filosofa de

    la historia

    del liberalismo y el

    marxismo; se

    hablaba

    con Roland

    Barthes

    del goce del tex

    to , que no era otro que el que deparaba el texto experimen

    tal moderno, difcil

    y

    no procesable por

    la industria

    cultural.4

    2 Cf. Shoshana Felman y Dori Laub, Testnony. Grises of Witnessing in

    Literature, Psychoanalisis

    and

    History {Testimonio. Crisis de los testigos

    en la

    literatura, el psicoanlisis

    y

    la historia],

    Nueva

    York, 1993. Lawrence

    L. Langer, }Jolocaust Testhnonies. The

    Ruins

    of Me1nory [Testimonios

    del

    Holocausto. Las ruinas-de

    la

    memorial, New IIaven

    y

    Londres, 1991.

    3

    Cf. Saul

    Friedlander, Probing the Limits of Representation. Nazism and

    the Final Solution [Poniendo a prueba los lmit es de 1 3- representacin.

    l

    nazismo y la slucin :final }, Cambridge y Londres, 1992.

    4 Cf. Andreas

    Huyssen

    y

    Klaus

    R. Scherpe (eds.), Postfnoderne. Zeichen

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    .

    '

    1

    1

    124

    HOLOCAUSTO, IMAGEN, CMIC, MONUMENTO

    Sin embargo, a fines de la dcada de 1980 se volvi a descu

    brir en el contexto de los

    debates

    posmodernos Ja dimensin

    de Ja catstrofe como constitutiva de toda modernidad

    in

    vistindosela de

    nuevas

    codificaciones

    segn

    Jos diversos

    intereses.

    Desde entonces la jouissance

    barthesiana

    fue

    desplazada

    por una ola omnipresente del trauma en Ja

    que

    se mezclan (por lo menos

    en

    los

    Estados

    Unidos)

    las

    vc

    timas

    reales y las

    imaginarias

    el sufrimiento presente y el

    pasado

    de los grupos ms diversos, q ue confluyen en un ima

    ginario social que desemboca en

    una

    victimologa de

    Ja

    so

    ciedad toda. El discurso de esta posmodernidad del Holo

    causto

    est radicalmente

    sobredeterminado:

    por

    un lado

    recurre a

    la

    .crtica al Humanismo de Heidegger o a la

    dia

    lctica

    de la

    Ilustracin

    de Horkheimer/Adorno

    donde la

    crtica a

    determinadas

    formas del iluminismo

    termina

    trans

    formndose en un radical rechazo de la Ilustracin; por el

    otro, se

    nutre de

    un

    conjunto de

    fenmenos actuales de lo

    ms

    diversos, como las pelcula s sobre el Holocausto, los dis

    cursos

    de

    la

    memoria,

    las

    efemrides, los

    debates sobre

    mo

    numentos

    el

    affaire

    Paul de Man la crisis del sida y los re

    mordimientos de conciencia de los intelectuales

    liberales

    de

    Occidente

    en

    tiempos poscoloniales. Para esa nueva

    tesis

    bastante vieja en realidad la modernidad es sinnimo de

    racismo, imperiali smo, Auschwitz. La modernidad misma es

    declarada una

    catstrofe.

    Hace su

    aparicin

    as un

    nuevo

    metarrelato que a veces comienza con Platn

    otras

    con Des

    cartes

    o Bacon y otras

    tambin

    con el Siglo de las Luces.

    5

    En

    contraste con el imaginario d e las catstrofes de la moderni-

    eines kulturellen Wandels [Posmodernidad. Sig nos de un cambio cultural],

    Reinbek, 1986, y Wolfgang Welsch, Unsere postmoderne Moderne {Nuestra

    modemdad posmoderna], Weinheim, 1987.

    5

    Esta

    orientaCin es representada por los trabajos de Zygmunt au-

    mann, Detlev Peukert, Maurice Blanchot, Jean Fran;ois Lyotard y muchos

    otros. Obviamente

    esta

    lectura en su variante ms extrema no es comparti

    da por el consenso general. En trminos polticos, econmicos, culturales,

    la Ilustracin es

    un

    proyecto con demasiados matices diferenciados. como

    para ser reducida a tal unidimensionalidad. Las crticas justificadas a

    las

    fallas evidentes de la tradicin lumni sta eurocentrismo, masculi nidad y

    moral burguesa

    orno

    norma, la sacralizacin de la razn instrumental y la

    ciencia, etc.) tambin puede llevar a la reconstruccin de la Ilustracin ba-

    v:

    ;

    .

    {./;

    EL

    HOLOCAUSTO COMO HISTORIETA

    125

    dad clsica

    del

    periodo de entreguerras poca en la que se

    abrigaba la

    esperanza de que

    atravesar

    la

    catstrofe lleva

    ra

    a la utopa, a

    la

    renovacin radical, la posmodernidad no

    conoce salvacin alguna.

    6

    En este contexto, no slo se

    uni

    versaliza el Holocausto despojndolo de su especificidad

    histrica y humana. Tambin se vuelve retrospectivamente

    un

    signo

    ominoso

    de

    los

    remordimientos de

    conciencia

    de

    Occidente en general dimensin

    que

    en los diversos pases

    cobra inflexiones especficas pero que, por otro lado, tambin

    puede

    servir

    como

    coartada moral

    que legitime

    la

    globaliza

    cin econmica. En ese contexto, el Holocausto

    es

    invocado

    en

    casos agu dos como

    Ruanda

    o Bosnia,

    aunque

    la compara

    cin

    rara

    vez conlleva consecuencias prcticas.

    La

    coexisten- )

    ca

    de

    la universalizacin del Holocausto y

    la

    insistencia en .

    su carcter nico

    deriva en la falta

    de todo contenido vincu- /

    lante para la accin poltica concreta.

    En

    efecto, la universa-

    ~ V

    lizacin fundamenta el imperativo categrico de no permitir r, .r

    que se

    repit nunca

    ms. Sin embargo, la

    tesis

    del carcter K

    nico vuelve

    vana

    toda

    comparcin posible con otros geno- /

    cidios y de esa manera

    paraliza

    la voluntad poltica de in- 1\;

    tervenir tambin en quellos mbitos donde no se vean afec-

    tados

    primariamente

    los

    intereses

    econmicos de Occidente.

    7

    Reflexiones polticas como stas parecen alejar el anlisis'

    de

    la

    problemtica de

    la

    representacin; sin embargo las

    apariencias engaan.

    La

    tesis del

    carcter

    nico

    del

    Holo

    causto en

    la

    Historia se refleja estticamente en la bsqueda

    de un nico modo lcito y adecuado de representar el genoci

    dio.

    La

    tesis de la universalizacin se traduce en la afirma-

    jo las condiciones del

    fin

    del siglo xx, una tendencia que comienza a impo

    nerse frente

    al

    imaginariO catastrfico de modernidad/posmodernidad. Es

    por

    eso

    qe

    deviene tanto ms

    acuciante interrogar

    qu

    est en juego al

    equi,parar modernidad y Holocausto. Cf.

    una

    lectura paradigmtica y dife

    renciadora

    en Paul Gilroy,

    The Black

    tlantic [El Atlntico negro}. Cam

    bridge, Mass., 1993.

    6 Cf. Anson Rabinbach, In the

    Shadow

    of Catastrophe German Intellec-

    tuals Between Apocalypse and Enlightenment [En la sombra de la catstrofe.

    Intelectuales alemanes entre

    el

    apocalipsis y la Ilustracin], Stanford, 1997.

    7 Sornalia y

    Hait

    podran contarse como ejemplos

    en

    contra, aunque

    en

    ninguno

    de

    estos casos se trat

    de

    un genocidio como s lo hubo

    en

    Ruanda

    o en-Bosnia.

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    3/20

    rr:

    I

    ; .

    1

    1

    '

    :

    l

    126

    HOLOCAUSTO' IMAGEN, CMIC, MONUMENTO

    cin de qne Anschwitz desnuda la esencia

    destructiva

    de la

    civilizacin occidental, lo que

    en

    realidad no

    hace otra

    cosa

    que invertir

    la

    antigua conviccin humanista de la

    superio

    ridad de la civilizacin occidental -desde la

    lfigenia

    de

    Goethe

    a

    l corazn de las tinieblas

    de Joseph Conrad-.Am-

    bos conceptos son igualmente errneos. Eso no significa em

    pero que

    el

    problema

    de la

    representabilidad

    del

    Holocausto

    carezca

    de sentido. Hay ciertamente un ncleo

    de

    verdad

    que se desprende de la idea de la inconmensurabilidad de

    Auschwitz

    en tanto

    acontecimiento histrico, descrito

    por

    Habermas con justa razn como quiebre de

    la

    civilizacin en

    lo

    que

    se

    refiere

    a su dimensin poltico-histrica;

    por ende,

    tambin

    tiene

    consecuencias

    para la representacin

    estti

    ca. Sin

    embargo,

    ese contenido de verdad se

    vuelve

    muy

    cuestionable cuando

    se

    lo

    traduce literalmente en

    un

    inter

    dicto de la representacin misma o en

    la

    exigencia de estra

    tegias radicalmente nuevas, o sea vanguardistas, creadas

    por o dirigidas a las generaciones nacidas despus del Holo

    causto.

    Precisamente

    porque Auschwitz

    se

    sustrae

    a

    toda

    representacin

    unvoca

    que busque establecer un

    sentido,

    el

    acontecimiento ''Auschwitz

    sigue

    necesitando de una multi

    plicidad de

    representaciones

    si de mantener viva su memo

    ria

    se trata.

    Hoy

    da

    el problema ya no gira en

    torno

    de

    la

    experiencia

    traumtica de los sobrevivientes a los campos

    de exterminio

    y

    su representacin.

    Si inclnso los

    sobrevi

    vientes de los campos que durante aos guardaron silencio

    debido a esas atroces experiencias comienzan a dar testimo

    nio en relatos y recuerdos

    que a

    su vez se ven alcanzados

    por

    la problemtica de toda representacin de la memoria,

    toda negativa a

    representar

    deviene en

    un

    estere'otipo o en

    una

    apologa

    estetizante

    o poltica. Lo

    que

    est

    en

    cuestin

    1

    hoy

    da

    es

    cmo resolver la transmisin i n e ~ o r b l e m e n t e

    meditica

    de

    un

    trauma de

    la

    humanidad a las generacio-

    nes nacidas despus de

    las

    vctimas, de los victimarios y de

    los compaeros

    de ruta,

    a travs de

    mltiples

    discursos

    ar

    tsticos, museale s, periodsticos, antobiogrficos y cientfi

    cos. Slo la multiplicidad de discursos garantiza una

    esfera

    pblica

    de

    la

    memoria,

    en la

    que, por cierto, no

    pneden

    tener

    T

    EL HOLOCAUSTO COMO HISTORIETA

    127

    el mismo valor todas las

    representaciones.

    Nunca existe t

    una

    nica

    forma

    verdadera

    del recuerdo; es

    probable

    que Ja

    problemtica de

    la

    representacin se resuelva en

    la

    compa

    racin de discursos diferentes antes que en el

    debate

    acad- .

    mico

    sobre la forma correcta

    de

    la

    (no-) representacin.

    Por lo dems, la inconmensurabilidad siempre constituy

    un

    motor,

    no

    un

    .obstculo, de

    la representacin artstica,

    de

    modo que es lcito sospechar que

    tanta

    insistencia en

    la

    irre

    presentabilidad del Holocausto en realidad alude a otras

    cuestiones

    ms

    all del principio moral y poltico

    de

    una me

    moria vinculante. Lo

    acertado

    d

    esa

    hiptesis qued de

    mostrado en los debates en

    torno

    de

    las series televisivas

    Holocausto

    Estados Unidos) y

    Heimat

    Edgar Reitz, Alema

    nia), as como de los filmes Shoah (Clude Lanzmann) y La

    lista de Schindler (Steven Spielberg). Desde el comienzo, los

    sagrados principios de

    la

    posibilidad o imposibilidad de re

    presentar el Holocausto se yuxtaponan, contaminados por

    reacciones nacionales

    y

    geoculturales

    que tienen

    su

    propia

    y

    larga

    historia.

    Tmese

    por

    ejemplo

    a

    Edgar

    Reitz cuando

    opinaba

    en relacin

    con la serie

    Holocausto

    que os estadu

    nidenses le haban robado

    su

    historia a los alemanes. Por su

    parte, su

    serie Heimat

    despojaba de su pasado a los judos,

    en la

    medida en que esta

    saga

    de varias dcadas sobre

    la

    historia alemana escamoteaba lisa y

    llanamente

    toda refe

    rencia al

    Holocausto.

    En

    Shoah versus Schindler

    volva

    a

    ponerse

    en juego el antagonismo Europa versus Estados

    Unidos;

    en

    este caso la constelacin era high culture

    contra

    Hollywood, arte adecuado

    contra

    holokitsch estaduniden

    se.8 No se ha escrito an la

    historia

    cultural del (anti-)nor

    teamericanismo en

    Europa,

    pero algo ha quedado en claro:

    una

    otra vez,

    sea

    por derecha, sea por izquierda, con valo

    raciones cambiantes, lo que

    est

    en cuestin es el valor de la

    8

    Miriam

    Hansen

    fue la primera

    en

    sealar esa dimensin en

    su

    intento

    ms diferenciado. de integrar a lista de Schindler en una modernidad po

    pularizadora. Miriam Hans en, 'Schindle:r's List' Is not Shoah. The Second

    Commandment,_ Popular Modemism and Public Memory'' [La lista de

    Schindler no

    es

    Shoah. El segundo mandamiento, el modernismo popular y

    la memoria pblica},

    Critica Inquiry,

    nm.

    22,

    invierno de 1996, pp. 292-312.

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    4/20

    128

    HOLOCAUSTO: IMAGEN, CMIC, MONUMENTO

    obra artesanal del terruo contra el producto estaduniden-

    se,

    masivo

    y ajeno. Es sobre todo en

    Francia

    donde ms

    se

    ha

    difundido la resist.,ncia

    al

    imperialismo

    cultural

    estadu-

    nidense. De modo que no puedo sustraerme a

    la

    sospecha de

    que

    en

    el debate sobre teora posmoderna,

    arte

    y Holocausto

    en realidad

    se

    est

    buscando

    establecer

    una

    prioridad

    cul

    tural de Europa

    frente

    a los

    Estados

    Unidos. Como si

    se

    si

    guiera el lema de que

    la

    verdadera posmodernidad es la que

    da cuenta correctamente del Holocausto, de manera que to

    das esas

    vulgares estrategias

    estadunidenses de

    representa-

    cin massmeditica no le llegan ni a los talones. En todo caso,

    se supone que slo se

    recuerda

    correctamente con la ayuda

    de la teora europea y de las estrategias artsticas

    de

    la

    alta

    modernidad y la vanguardia. En consecuencia, se atac

    la

    se

    rie televisiva sobre el genocidio, a Spielberg y al Museo del

    Holocausto en Washington; reprochndoles de viva voz

    la

    norteamericanizacin del Holocausto. Dicho reproche vehi

    culizaba toda una serie de conceptos culturales normativos,

    por ms que no

    estuviera

    necesariamente

    errado

    desde

    una

    perspectiva descriptiva. se fue el contexto en que se inscri

    bi

    la

    inicial indignacin que cundi en Europa con respecto

    a la supuesta disneyficacin del Holocausto

    en el museo

    del

    Mal de Washington, acusacin de la que luego hubo que re-

    tractarse con una cierta vergenza.

    Sin embargo, esos aspectos geoculturales no deberan ser

    interpretados en sentido demasiado estricto. De hecho, los

    debates

    tericos

    sobre

    la

    representabilidad del

    Holocausto

    trascienden las fronteras; el enfrentamiento binario entre

    la

    Shoah y

    Schindler

    es agitado por intelectuales estaduniden-

    ses con la misma intensidad y los mismos juicios

    de

    valor

    que

    en

    Europa. Hay otra

    dimensin mucho

    ms

    importante:

    el

    debate

    sobre

    la

    correcta representacin filmica del Holo

    causto slo reproduce el antiqusimo debate sobre alta mo

    dernidad

    versus

    cultura de

    masas, a su vez

    fuertemente

    li

    gado con una relacin de mutua

    especularidad

    entre los

    Estados Unidos y Europa.

    9

    Aqu el Holocausto funciona,

    al

    9

    Miriam Hansen

    op. cit.,

    p 306.

    EL HOLOCAUSTO COMO HISTORIETA

    129

    menos

    en

    la discusin

    en torno

    a

    Spielberg

    y

    en

    la sttica

    de lo sublime de Lyotard, como relegitimacin de una posi

    cin modernista harto

    superada

    tanto en

    la poltica como

    en

    el

    arte:

    una victoria prrica de

    la

    teora posestructuralista

    sobre una posmodernidad fenomnica que en

    su praxis

    est

    tica hace

    rato

    dej

    atrs

    esos esquemas binarios,

    entre

    otros

    factores gracias a

    la

    pregnante crtica de Derrida a las es

    tructuras

    del

    pensamiento

    binario.

    La

    paradoja que

    se

    plan

    tea aqu es que

    en ltima

    instancia la

    posmodernidad

    del

    Holocausto no constit uye sino el ltimo eco de

    la

    esttica ne

    gativa

    de

    la alta modernidad. Adorno dice presente.

    10

    En este contexto cobra particular importancia

    un

    texto que

    subvierte

    esas inscripciones dicotmical3, pero

    que

    acaso por

    esa misma

    razn, y pese al gran xito popular,

    escasa

    reso

    nancia

    tuvo

    en

    los debates

    intelectuales:

    aus

    de

    Art

    Spie

    gelman,

    un cmic

    en

    el que se

    narra

    el Holocausto como his

    torieta protagonizada por animales.

    11

    A diferencia de todos

    los

    debates acerca

    de cmo

    alcanzar la

    mayor autenticidad

    posible y a la vez, la mayor legitimidad en trminos artsti-

    cos en

    la representacin

    del Holocausto lograda en las en

    trevistas

    de

    Lanzmann con los testigos, fallida

    en

    la ficcio

    nalizacin de Spielberg), Spiegelman desplaza el punto de

    partida:

    "No

    s

    cmo

    se

    vea

    un alemn

    que viva en una pe

    quea

    ciudad

    haciendo

    una determinada cosa especfica.

    Mis nociones surgen de un par de fotografas y pelculas.

    Necesariamente V >y a

    hacer

    algo inautntico":

    12

    La

    concien-

    10 Por

    eso

    no

    es

    casual que Adorno siempre aparezca en los textos

    de

    Lyo-

    tard, desde el ensayo Adorno come diavolo ,

    Des disl ositifs pulsionnels,

    Pars, 1973,

    hasta Heidegger

    and

    the

    Jews , Mnepolis, 1990.

    11 Las citas han sido traducidas para este ensayo y corresponden a la ver-

    sin

    estad.D.idense:

    Maus. Surviuor's Tale I My Father Bleeds History,

    Nueva

    York, 1986.

    Maus. A Suruiuor's Tale 11: nd Here

    my

    TroublesBe-

    gan,

    Nueva York, 1991 [traduccin castellana:

    Maus. Historia de un sobre-

    viviente,

    t

    1

    y

    Maus.

    Y aqu

    comenzaron mis problemas, t u,

    trad. de Csar

    Aira, Buenos Aires, Emec Editores, 1994].

    12

    Art

    Spiegelman

    y

    Frap__ oise

    Mouly, Jewish Mice, Bubblegum Cards,

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    5/20

    130 HOLOCAUSTO> IMAGEN, GM C, MONUMENTO

    cia

    de que

    para la

    generacin de los nacidos despus el geno

    cidio slo

    es

    accesible a travs de fotos, filmes y textos

    lleva

    a Spiegelman a

    recurrir

    al medio

    con el que logr

    una

    cierta

    fama a

    partir

    de la dcada de 1960: el cmic alternativo; sin

    embargo, no resulta apropiado

    ni

    para

    la autenticidad mi

    mtica,

    realista, ni para una

    representacin

    radicalmente

    antimimtica,

    fracturada en

    trminos

    vanguardsticos.13

    El

    reconocimiento de

    la

    inexorable inautenticidad deviene con

    dicin necesaria para una nueva forma de autentificacin,

    para una

    representacin

    literaria

    e

    ilustrada

    del Holocausto

    prcticamente inconcebible hasta el

    momento

    en que llega a

    conformar una

    nueva

    dimensin de efectos de realismo,

    pre

    cisamente a travs de

    su

    consecuente

    alegorizacin.14

    El

    recurrente conflicto entre

    representabilidad

    e

    irrepre

    sentabilidad

    encuentra

    aqu un tercer vector.

    En

    efecto, por

    nn lado Maus confirma la irrepresentabilidad del Holocaus

    to recurriendo

    al distanciamiento

    de una metafrica basada

    en animales y evitando

    la

    estetizacin gracias a

    la

    refinada

    y

    sobria

    sencillez

    de la

    historita

    en

    blanco y negro;

    pero

    por

    el otro lado,

    apuesta

    a

    la

    narrabilidad y a autentificar

    la

    se

    cuencia de vietas por el hecho de que se basa en

    una

    histo

    ria de vida.

    El

    distanciamiento

    que

    logra

    Spiegelman por

    medio de

    la

    metafrica animal y de las

    vietas, que

    evita

    caer

    en

    gestos

    preciosistas

    que

    ensalcen lo sublime;

    tambin

    se

    sustrae a

    la torpe cursilera. Su

    historieta permite

    l

    lec

    tor

    una

    mirada que encuentra contencin para el agobio an-

    Comics Art, and Raw Possibilities", entrevista con

    Joey

    Cavalieri, Nueva

    York, 1980-1981, Co nics

    Journal,

    nm. 65, agosto de 1981, pp. 105-106.

    13

    No debera dejar

    de

    mencionarse el hecho

    de que en

    el debate

    en

    torno

    a

    La

    lista de Schindler Art Spegelman se

    aline

    sin ninguna concesin

    con los criticos de Spielberg. Vase el debate coordinado

    por

    J. Hoberman,

    Schindler'S

    List. Myth, Movie,

    and

    Memory",

    The

    Village Voice,

    29

    de

    marzo

    de

    1994, pp. 24-28.

    14

    Las siguientes publicaciones sobre Maus de Spiegelman fueron de

    gran ayuda para mi lectura:

    Joseph

    Witek, Comic Books as History [Los c-

    mics como historia],

    Jackson

    y Londres, 1989; Andreas Liss, Trespassing

    'fhrough Shadows. History, Mourning, and

    Photography in Representa

    tions o f Holocaust

    Memory"

    [Errando

    a

    travs de

    las sombras.

    Historia,

    duelo y fotografa

    en las

    representaciones

    de la

    memoria.del Holocau_stoJ,

    Fra1nework 4:1, 1991, pp. 29-41; Marianne Hirsch, Family Pictures. Maus,

    Mouming,

    and

    Pos-Memory" [Fotos de familia. Maus, el duelo y la pos-me-

    EL HOLOCAUSTO COMO HISTORIETA

    131

    te ese acontecer inconcebible y

    vuelve

    vano todo gesto

    ruti

    nario

    de espanto. Tras un intento fallido de retratar perso

    najes con fisonomas realistas, la decisin de Spiegelmann

    de dibujar el

    mundo del

    Holocausto

    habitado

    por seres con

    cabeza

    de

    ratn fue el resultado

    de

    la necesidad emocional

    de lograr distancia con respecto a la historia de sus padres

    y

    de

    evitar

    todo

    sentimentalismo.

    15

    Ese

    gesto de

    distancia

    miento consciente se transmite al lector. Al mismo tiempo,

    Spiegelman

    evita

    la fascinacin voyeurista que siempre ace

    cha en

    estos casos

    ante

    Ja violencia, tanto

    ms

    cuando se la

    ejerce contra rostros y cuerpos humanos. De

    manera

    para

    djica, en tanto producto de la cultura de

    masas,

    Maus con

    firma el interdicto de las imgenes en

    la

    medida en que no

    se reproducen rostros humanos con una excepcin harto sig

    nificativa. Con ese

    recurso

    Spiegelman no slo

    se diferencia

    de Spielberg, sino tambin de las estrategias de representa

    cin flmica de

    Claude

    Lanzmann o d

    las instalaciones

    fo.

    togrficas de Christian Boltanski. Al mismo tiempo, Ja histo

    ria

    es

    narrada

    de

    manera

    "realista" como

    relato

    en

    imgenes:

    es la

    historia

    rememorada

    por el

    sobreviviente de

    Ausch

    witz,

    Vladek

    Spiegelman,

    registrado

    por

    su

    hijo Art, autor,

    moria], Discourse 15:2, invierno de 1992-1993, pp. 3-29; Miles Orvell, "'Writ

    ing

    Posthistorically. Krazy Kat, Maus, and the Contemporary Fiction Car

    toon" [Escribiendo poshistricamente. Krazy Kat,

    Maus

    y la

    historieta

    de

    ficcin contempornea},American

    I...iterary History,

    4:1, primavera de 1992,

    pp. 110-128; Rick Iadonisi, "'Bleeding History and Owning His [Father'sJ

    Story: Maus and Collaborative Autobiography" [La historia sangrienta y la

    historia [del p'adre] de uno:

    Maus

    y la autobiografa en colaboracin], CE

    Critic: An Official

    Journal of

    he College

    English

    Association,

    57:1, otoo

    de

    1994, pp. 41-55; Michael Rothberg: "We Were Talking Jewish.

    rt

    Spie

    gelman's

    Maus as 'Holocaust' Production [Estbamos

    hablando

    en judo.

    Maus de rt Spiegelman como produccin de

    ~ o l o c a u s t o ] ,

    Contemporary

    LiteratU.re,

    35:4, invierno de 1994, pp. 661-687; Edward

    A Shannon,

    It's

    No More to Speak. Genre,

    the

    Insuf:ficiency

    of

    Language,

    and the

    lmproba

    bility

    ofDefinition

    in rt

    Spiegelman's

    Maus [Nada ms

    que decir. Gne

    ro, la-insuficiencia del lenguaje y la improbabilidad de la definicin en Maus

    de Art Spiegelman], The Mid-Atlantic Almanach nm. 4, 1995, pp. 4-17;

    Allson Landsberg, "Toward a Radical Poli ics of Empathy [Hacia una pol

    tica radical de la empataJ,

    New German Critique,

    nm. 71, primavera/ve

    rano de

    1997.

    is

    Spiegelman segn Ken 'fucker, Cats, Mice, and Hstory-'fhe Avant

    garde

    ofthe

    Comic Strip", The New York Tilnes, 26 de mayo de 1986.

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    6/20

    132 HOLOCAUSTO' IMAGEN, CMIC, MONUMENTO

    narrador intratextual

    que controla

    el

    relato

    y coprotagonis

    ta de Maus.

    Para

    poder sonsacarle

    el

    relato que registra

    en

    su grabador, el hijo entabla con su padre una larga lucha

    llena de

    interrupciones;

    las

    largas

    conversaciones

    se

    suce

    den en

    Rego Park, Queens,

    y

    en la casa de verano

    en

    las

    Catskill Mountains.16

    La tensin entre

    el

    refato marco

    y

    el relato interior refleja

    los

    diferentes

    niveles temporales: el tiempo narrado de

    los

    aos

    en Polonia, entre 1933 y 1944; el

    tempo

    de

    la

    enuncia

    cin intratextual de las entrevistas de Art Spiegelman

    con

    su padre, registradas

    en un

    grabador

    en

    1a dcada

    de

    1970;

    el segundo tiempo de la enunciacin reflejado por el texto,

    cuando Art Spiegelman trabaja en la

    creacin

    de Maus

    en-.

    t re

    1978 y 1991.

    Por

    otra

    parte, los niveles temporales se

    entrelazan en un entramado que

    modifica

    significativamen

    te

    la formulacin

    de

    Ernst Nolte

    en la

    polmica

    de los histo

    riadores acerca

    del

    pasado que

    no quiere pasar. No puede

    hablarse

    de deseo en el caso

    del sobreviviente

    de

    la segunda

    generacin.

    Tambin es irrelevante aquel

    mandato

    de que

    el

    pasado J 10

    debe

    pasar, lanzado por el bando contrario en di

    cha polmica

    de

    la

    dcada de 1980. Ese mandato

    concierne

    a

    los

    victimarios

    y a

    sus descendientes tanto

    como a

    los

    com

    paeros

    de

    ruta

    de

    todos

    los

    tiempos

    y

    siempre corre

    el ries

    go

    de degenerar

    en

    mera frmula

    en los

    discursos

    legitima

    dores

    de ms diverso cuo. Sin

    embargo,

    nada ms

    lejano de

    las intenciones de Spiegelman que

    la moralina

    poltica.

    Por

    el contrario, su compleja estrategia narrativa articula un

    pasado que

    no puede pasar y permite

    al lector acercarse

    a

    esa ligazn traumtica

    con

    el pasado

    sin

    caer

    en una

    parli

    sis mimtica: Usar esas cifras, los gatos y los ratones

    en

    realidad

    es

    una

    manera

    de

    permitir

    a

    la

    gente que

    est

    pa

    sando por esa

    experiencia

    que vaya ms all de esas cifras.

    En realidad

    es

    una manera mucho ms

    directa de

    manejar

    16

    Las montaas Catskill estn situadas al noreste de

    Nueva

    York y

    constituyen una zona turstica y recreacional muy apreciada por los neo

    yorquinos. El nombre se origina en los arroyos de rpidas ag uas de la zona

    ( cat skills , etimolgicamente arroyo de gato ) y Spiegelman lo aprovecha

    en

    el marco

    de

    su relato sobre gatos y ratones por

    la

    alusin a cat y

    1

    'kill .

    EL HOLOCAUSTO COMO HISTORIETA

    133

    el material .

    Tanto

    con su padre como con el lector, Spie

    gelman

    establece

    un

    complejo

    pacto

    biogrfico-autobiogrfi

    co que no slo explora las latentes posibilidades artsticas

    del gnero

    cmic en trminos visuales y lingsticos,

    sino

    que las ampla

    considerablemente.

    Ahora

    bien,

    no

    hace falta

    tender a

    la sacralizacin

    del Ho

    locausto

    para

    sentir

    un

    cierto malestar al

    leer

    una historie

    ta en la que los judos aparecen

    dibujados

    como ratones, Jos

    alemanes

    como gatos, los polacos como cerdos y los

    estaduni

    denses como perros.

    De

    manera inextricable se

    mezclan

    las

    asociaciones

    con el ratn Mickey y Disney,

    sobre

    cuyos

    sa

    dismos ya haba alertado

    Adorno, con

    la imaginera nazi del

    judo eterno,

    en

    la que

    se

    filmaba una supuesta conspira

    cin

    juda mundial como

    la migracin

    de

    multitudes

    de ra

    tas portadoras de

    peste. Acaso

    la

    metafrica

    animal

    de Spie

    gelman

    termina

    confirmando

    exactam

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    7/20

    134

    HOLOCAUSTO: IMAGEN, CMIC, MONUMENTO

    absurdas son

    esas

    identificaciones racistas.

    La

    cita tambin

    revela

    de manera notoria cmo el

    antisemitismo de

    los nazis

    se

    combina con

    una

    postura antiestadunidense.

    Para

    Spie

    gelman

    hay

    en juego

    algo ms que una mera metafrica

    tra

    dicional del

    disfraz,

    como podra ocurrir en

    La

    granja

    de los

    animales

    de George

    Orwell.

    Por

    lo

    dems,

    los

    personajes

    animales de

    aus

    no slo hablan como seres

    humanos en

    trminos

    metafricos, como sucede en las fbulas tradicio

    nales.

    La

    fisonoma animal

    homogeneizada,

    de mnima arti

    culacin, es llevada por cuerpos humanos,

    vestidos

    como hu

    manos, que actan como humanos y gesticulan como tales.

    La metafrica roedora

    es

    desconstruida de manera conse

    cuente cuando Anja,

    la

    mujer de Vladek,

    se asusta

    de los

    ra

    tones que acechan en los

    stanos

    en los

    que

    se esconde de

    los alemanes,

    ante

    lo cual Vladek

    la

    tranquiliza dicindole

    que son slo ratones. Con esa doble estrategia

    del

    dibujo se

    evita

    o

    por

    lo

    menos

    se fractura toda sentimentalizacin,

    dado que

    se

    tiende a fijar la

    mirada

    en la fisonoma de los

    seres humanos

    que

    sufren

    y

    son

    perseguidos.

    Las

    conocidas

    fotos de

    nios

    judos

    se vuelven

    as cristalizaciones que per

    miten vehiculizar con

    sentimentalidad

    el estatus de

    la

    vcti

    ma, la absoluta

    inocencia

    y el deseo ardiente de salvacin.

    Spiegelman evita todo esto. As,

    se

    vuelve posible otro tipo

    de acercamiento mimtico al acontecer traumtico; pero

    gracias

    a la

    metafrica animal

    y al dibujo despojado

    en

    el

    es.tilo de un

    arte pavera

    se mantiene el distanciamiento y

    nunca se corre el riesgo d e caer

    en

    la compasin o

    en la

    con

    mocin abrumada por el espanto. Al m_imQ_ti.":IDPO, si ' em

    bar.go.,l:i..histo.1l c ~ . l i 2 _ o ~ a u s t o

    es narrada

    como

    la

    historia

    de.ie:ri_"c_faIJ1ili.s.";t:Y'1slr respecto

    del

    sufrinierito individual) y el

    te_stIJ1()ni9 ~ y l : J j e t i v ? autobiogr_fico (que slo genera empa

    ta

    y conmocin respecto del padecer individual).

    aus btiee su poder de persuasin de la

    te

    presentacin

    conflictiva, atormentada y todo menos

    estetizante

    de la rela

    cin

    de

    Art Spiegelman con

    su

    padre Vladek, personajes am

    bos que no generan precisamente simpata. Salen as a

    la

    luz

    los

    profundos daos

    que

    sufre

    no slo

    un prisionero de

    Auschwitz, sino tambin

    la

    segunda generacin, cuya psi

    quis

    es ocupada desde

    la ms temprana edad por el Holo

    causto. El texto de Spiegelman describe en detalle cmo el

    trauma del recuerdo de los aos signados

    por

    la

    huida,

    la

    humillacin y

    la

    prisin, de los aos vividos en

    permanente

    peligro de muerte,

    se

    apodera por coippleto de

    la

    psiquis y

    del cuerpo

    del

    padre y cmo ese trauma de la

    postmemory

    se

    traslada a

    la

    generacin siguiente.

    Bajo

    la

    presin de

    la

    post memory

    todos los conflictos

    familiares

    y

    generacionales

    "normales" se intensificanhasta lo intolerable. Es que no s

    lo

    entre

    los sobrevivientes de Auschwitz

    se manifiesta

    el

    sentimiento de

    culpa por

    haber sobrevivido.

    Tambin

    Art

    el hijo, cuyo

    hermano

    mayor

    Richieu

    muri vctima del Ho'.

    locausto

    cuando era nio y cuya madre se suicid

    aos

    des

    pus,

    siente esa

    culpa que obviamente no se verbaliza en la

    relacin con el padre, llena de resentimientos, sino que

    se

    expresa

    en el gesto y la actitud. Una y

    otra

    vez

    Art

    busca re

    belarse

    de

    manera

    tan abierta como

    vana

    contra el terror

    psicolgico que ejerce su

    padre, quien oscila

    bruscamente

    entre la crtica

    extrema

    a su hijo y

    la

    necesidad de afecto. El

    autor

    Spiegelman

    (y con l

    en

    ltima instancia tambin

    el

    lector) sabe mucho ms de la personalidad quebrada para

    siempre

    de Vladek que el personaje de Artie

    en

    el texto,

    quien

    suele enfrentarse con el padre

    con

    intolerancia,

    18

    l

    concepto de post-rnernory fue acuado por Marianne Hirsch

    en un

    ensayo muy rico sobre el papel de la fotografa para la segunda generacin.

    Mari_anne Hirsch, Family Pictur es. lVIaus Mourning, and Post-Memory ,

    op

    cit. pp

    3-29.

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    8/20

    1

    1

    :

    \

    u 1

    \

    136 t\OLOCAUSTOo lMAGEN, CMIC, MONUMENTO

    incomprensin y agresin.

    Las

    estrategias de

    supervivencia

    necesarias en los aos de huida y de campo de concentradn

    (corno coleccionar toda cosa

    potencialmente

    til, guardar ba

    sura corno posible objeto de trueque, el

    orden fantico,

    la

    avaricia

    patolgica y la absoluta desconfiaoza frente a

    otras

    personas)

    se

    reproducen

    en

    la

    baoal

    cotidiaoeidad

    de

    la vida

    en Nueva York, en el permanente tono de queja de Vladek,

    taoto corno en el brutal terror psicolgico que ejerce contra

    su segunda

    esposa, Mala. Hasta el

    racismo

    de los

    nazis se

    reproduce en

    la

    abierta

    conducta

    racista de Vladek cuando

    Art deja subir al auto a

    un negro que hace

    auto-stop

    en la

    ruta

    en las montaas Catskills.

    Es

    en el entrecruzamiento

    de

    niveles

    temporales

    (el

    tiem

    po del nazismo en Polonia,

    la posguerra

    entre las dcadas de

    1960 y 1980 en Nueva York) y en su efecto

    sobre

    el

    habitus

    fsico y psquico de ambos

    protagonistas

    donde

    reside

    la vi

    gencia de

    esta

    obra. En ese sentido, cobrao mayor importan

    cia

    las

    concretas estrategias

    narrativas

    e ilustrativas de Art

    Spiegelrnan que la metafrica aoirnal en la que se concentr

    la mayor parte de

    la

    crtica. Quisiera limitarme a mencio

    nar algunos rasgos centrales.

    El

    relato

    dentro del relato en el que Vladek cuenta los aos

    previos a la guerra en Polonia,

    su

    xito corno hombre de ne

    gocios, sus affaires amorosos y su cortejo de Anja, luego su

    esposa, el comienzo de la guerra y los aos

    de

    persecucin y

    cautiverio en el

    campo

    de

    concentracin, es interrumpido

    una

    y otra vez por el fade-in de la situacin de entrevista:

    Art interrumpe a

    su

    padre con

    preguntas.

    Vladek se inte

    rrumpe

    a s

    mismo

    para agregar datos que olvid relatar o

    para

    pedirle a Art (naturalmente sin xito alguno) que no

    incluya

    su

    affaire

    amoroso con Luca,

    ya

    que

    nada

    tiene que

    ( ver con el Holocmsto. En Maus 1 vernos a Vladek patalean

    \

    do grotescamente

    en su bicicleta fija

    durante

    estas interrup

    , dones. En Maus n

    Art est

    sentado de rnaoera similar, pero

    -/

    i

    frente al

    tablero de

    dibujo, y escuch a

    la

    cinta

    grabada mien-

    tras

    trabaja

    en la

    segunda parte

    tras la muerte de su

    padre.

    La historieta refleja tanto el proceso de registro de

    la

    entre

    vista como el posterior proceso

    de

    dibujarla.

    EL HOLOCAUSTO OMO HIBTORIETA

    137

    Todo ello sigue remi tiendo a la disociacin temporal e inclu

    so estructucal de la dimensin visual y lingstica de Maus.

    En una entrevista radial, Spiegelrnan sostuvo que Maus es

    un

    cmic impulsado por

    la

    palabra .

    19

    Esto

    vale sobre todo

    para

    el lenguaje del padre, que Spiegelrnan reproduce de

    las cintas

    grabadas;

    aunque

    no

    lo

    hace palabra por palabra,

    s rnaotiene e incluso acenta su particularidad lingstica.

    El distanciamiento visual

    del

    cmic de animales contrasta

    as

    con una

    rigurosa predsin documental

    en lo lingstico:

    alegorizacin en la imagen, realismo en el lenguaje. lges-

    tus

    lingstico

    de

    Vladek lleva

    la impronta de las

    cadencias,

    la construccin

    sintctica

    y la entonacin de su

    patria

    en

    Europa oriental. Corno muchos inmigrantes

    de su gene

    racin

    y origen,

    su ingls

    sigue siendo quebrado por las es

    tructucas

    del jiddish.

    En el lenguaje cotidiaoo

    de

    quien so

    brevive en el exilio

    sigue

    inscrito el gestus lingstico de

    un

    mundo

    destruido y perdido. Es ese hblar quebrado en el

    sentido literal

    de la palabra

    (y

    no

    en el sentido poticamen

    te hermtico

    o

    incluso

    mstico)

    lo que

    contribuye esencial

    mente a autentificar

    lo

    narrado. La problemtica de toda

    palabra

    dicha para

    rememorar

    a Auschwitz se expresa sin

    mediaciones en el lenguaje de Vladek cuando dice con la

    peculiar inflexin sintctica de quien habla

    una

    lengua ex

    traojera: It s no more t speak ( no queda nada para decir ,

    II

    113).

    La exactitud con la

    que Spiegelrnan

    refleja incluso en el

    habla de los personajes los diferentes niveles temporales

    queda

    demostrada

    por el hecho

    de

    que el relato

    dentro del

    relato sobre los aos en Polonia es reproducido en un ingls

    perfectamente fluido.

    La

    ficcin de

    la

    inmersin sin media

    ciones

    en

    el

    pasado

    exige

    una

    cierta naturalidad

    del lengua

    je, dado que Vladek en aquel entonces hablaba su lengua

    materna.

    De manera consecuente,

    la

    expresin

    quebrada de

    Vladek slo aparece en el niv.el del tiempo del relato, el de la

    entrevista, del que se desprende a su vez

    un segundo nivel

    19 A Conversation with Art Spiegelman con John Hockenberry. Talk of

    the

    Nation National Public Radio

    2

    de febrero de 1992.

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    9/20

    I

    138

    HOLOCAUSTO IMAGEN, CMIC, MONUMEN TO

    temporal en el segundo captulo de Maus H que acaso

    podra

    denominarse

    el tiempo del autor: es el tiempo en

    que

    Spie

    gelman traduce en imgenes las cintas magnetofnicas que

    hablan de Auschwitz. Corre el ao 1987.

    Vladek ha

    muerto

    hace cinco aos y en 1986 Maus ha llegado a convertirse en

    un gran xito. En ese segundo captulo,

    titulado

    "Auschwitz

    (El

    tiempo

    vuela)"

    se

    vuelve

    visible

    que

    no slo

    se

    quiebran

    el lenguaje y el tiempo

    del

    relato, sino tambin el nivel de

    las

    imgenes de Maus Desde una perspectiva lateral pode

    mos

    ver

    a

    Art

    sentado en

    su

    tablero de dibujo, representado

    no como ratn, sino como figura humana que lleva una ms

    cara

    de

    ratn.

    Como

    si

    a Ja larga Ja

    metafrica

    animal no

    pudiera

    mantenerse, como

    si

    sucumbiera por su propio peso.

    Con la representacin de Auschwitz, que comienza en el pri

    mer

    captulo de Maus n, el trabajo de Art Spiegelman pare

    ce haber

    alcanzado

    un punto crtico. De manera harto signi

    ficativa, ese

    momento

    crtico coincide con el xito de

    crtica

    y

    ventas

    de

    Maus

    r La crisis de

    la

    representacin y la

    del

    xi

    to

    se

    combinan

    en una suerte

    de

    estado melanclico

    en

    el

    que

    el

    autor se

    resiste a travs de

    la regresin total

    a los

    avances de

    la

    mercantilizacin de

    su

    trabajo

    por

    Ja indus

    tria cultural (traducciones, adaptaciones flmicas y televisi

    vas, incluso se pretende fabricar un

    merchandising

    de Maus

    .

    Art se

    escapa

    de

    las necias

    preguntas de los tiburones me

    diticos ("Cul es el mensaje de

    su

    libro?", "cmo deberan

    comportarse los alemanes frente a la

    cuestin

    de

    la

    culpa?",

    cmo dibujara a los israeles? ), transformndose

    en

    un

    nio que lloriquea: "Quiero .. quiero .. que venga mi

    mam "

    (u, 42). Al principio del captulo, antes de esa

    erupcin re

    gresiva y liberadora, el

    relato

    lleva al

    verdadero recuerdo

    traumtico de Art: el

    suicidio

    de

    su

    madre: "En mayo de

    1968

    mi madre se

    suicid. (No dej

    ninguna

    nota)//

    En

    el l

    timo tiempo

    he

    estado deprimido". Y ese recuerdo en el glo

    bo del dilogo se

    corresponde

    con una imagen de montaas

    de

    cadveres

    de ratn bajo el tablero de dibujo y con las vo

    ces de Jos camargrafos desde el off: "Muy bien

    seor

    Spie

    gelman

    .. Listos para filmar .. " (u, 41 ,

    vieta

    17). El recuer

    do de

    la

    madre,

    la

    obligacin de

    representar

    Auschwitz y

    la

    EL HOLOCAUSTO COMO HISTORIETA

    139

    presin de

    la

    industria cultura_ encierran a Art en

    una

    _an-

    gustia de la que slo logra

    sahr

    conversando con su psico

    analista, que tambin es sobreviviente de un campo de con

    centracin.

    a industr ia cultural no slo es tematizada intratex-

    tualmente. Tambin la

    solapa

    interior vuelve a

    cerrar

    el

    crculo:

    Spiegelman aparece all

    sentado

    a

    su

    tablero,

    por

    tando

    una

    mscara de ratn. Detrs de l vemos pegada

    en

    Ja pared Ja tapa de la

    revista

    de historietas Raw que l edi

    ta

    junto a su mujer,

    en

    la

    que

    se publicaron algunos antici

    pos en serie; inmediatamente debajo vemos

    la

    tapa del best

    seller Maus. Todo ello marca el presente

    del

    relato: Nueva

    York despus de 1986. Sin

    embargo,

    a

    travs

    de

    la

    ventana

    vemos una torre de

    vigilancia

    de un campo de concentracin

    con

    un

    soldado de Ja ss que dispara su

    ametralladora,

    alam

    bre de pas y

    la

    chimenea humeante

    d_el

    crematorio. En tr

    minos visuales, el pasado

    y

    el presente se entremezclan Y

    forman

    una textura indiscernible. Del mismo modo en la so

    lapa

    exterior, donde se ve un plano vial del estado de Nueva

    York con Ja

    metrpoli abajo

    a Ja derecha

    y

    la zona de

    vera

    neo de las Catskill Mountains arriba a

    la

    izquierda, los dos

    espacios

    del

    tiempo del relato; a su vez, el plano est inser

    tado en un

    mapa del campo

    de

    Auschwitz-Birkenau.

    Los :

    tiempos y los espacios

    se

    confunden y cuando las barras

    blancas y negras

    del uniforme

    de

    prisionero

    de

    Vladek

    se

    transforman en el

    pie

    de Ja solapa en el "cdigo de barras"

    de Ja publicacin, se vuelve evidente que Vladek, Maus y con

    ello el Holocausto quedan marcados como un producto de

    la

    industria cultural. Todo

    o

    expuesto de ninguna manera sig

    nifica homologar la barbarie de

    Auschwitz

    con la

    iridustria

    cultural

    estadunidense,

    como podra pensar un lector que

    peque de adorniano.

    Lo que

    le

    interesa

    a

    Spiegelman

    es

    la

    inextricabilidad del

    presente

    con el pasado as como expre

    sar de manera autorreflexiva sus

    escrpulos

    a

    la

    hora de co-

    mercializar

    con xito el

    tema

    "Auschwitz". De ninguna ma

    nera

    persigue una condena generalizada

    de Ja

    industria

    cultural, idea que sera refutada por el hecho de que entre

    tanto

    Spiegelman edit su

    obra en

    formato CD-ROM que con-

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    10/20

    140

    HOLOCAUSTOo IMAGEN, CMIC, MONUMENTO

    tiene

    una variedad de materiales

    (desde

    los primeros boce

    tos hasta las

    cintas grabadas

    de Vladek) que brindan un

    va

    lioso

    panorama de la complejidad del

    proceso

    de

    trabajo

    de

    Spiegelman y de la

    genealoga

    de su obra.

    Hay una

    segunda instancia que es importante

    en

    relacin

    con

    el

    tema

    de

    la

    industria

    cultural .

    Una

    vez

    ms,

    aus

    subvierte aqu

    las

    diferenciaciones

    establecidas.

    En tanto

    cmic,

    tanto el libro

    como el

    CD-ROM forman

    parte

    de la cul-

    tura de masas. Por el otro lado, sin

    embargo,

    en

    1992

    se de

    dic una exposicin a

    Spiegelman

    en el

    Museum

    ofModern

    Art, el

    templo de

    la al ta modernidad antipopulista. Es el

    material

    de

    dicha

    exposicin el

    que se

    puede ver ahora

    en

    CD-ROM. La

    dificultad de

    inscribir

    a

    Maus en categoras esta

    bles

    tambin

    se

    evidencia

    por

    el hecho de que

    al principio

    Maus apareca en la

    lista

    de best-sellers

    en

    el rubro fiction

    y a pedido

    del

    autor fue trasladado a

    la

    categora non-fic

    tion en

    la que termin ganando

    en

    1992

    el premio

    Pulitzer.

    La imposibilidad

    de decidir

    entre arte y cultura

    de

    masas,

    entre

    fiction

    y

    non-fiction

    da

    de

    lleno

    en el

    ncleo

    de

    la

    pro

    blemtica de

    cmo representar el

    Holocausto en l memoria

    de los que nacieron despus.

    El

    recuerdo

    nunca

    est libre de

    momentos

    ficcionales,

    pero sigue estando

    ligado a un acon- .

    tecer real, para nada ficcional. En este nivel, que pertenece

    ms bien a

    la

    sociologa de

    la cultura,

    Maus termina

    consti

    tuyendo una

    correccin

    en trminos prcticos

    y

    tericos del

    debate

    Schindler-Shoah,

    en el que

    se

    volvi a

    poner

    en esce

    na

    el

    modelo

    clsico

    de la

    alta

    modernidad,

    insistiendo

    de

    manera dogmtica en la oposicin binaria entre arte e in

    dustria

    cultural,

    as

    como

    entre

    autntica non-fiction y fic

    cionalizacin a

    la

    Hollywood.

    Sin

    embargo,

    de cierta

    manera estas

    reflexiones

    son

    exte

    riores

    a

    la

    obra.

    El verdadero motor de este texto extraordi

    nario

    reside

    en otro factor.

    El hecho

    de queSpiegelman asu

    ma la

    inautenticidad de

    la representacin

    del

    pasado

    se

    e ~ f r e n t con su propio trauma por dem s real a u t n t i c o ' ~ :

    el

    suicidio

    de su madre en el ao 1968,

    hecho

    que desenca

    den

    su

    explcita

    confrontacin con el Holocausto.

    Tal vez no

    sea casualidad que en lo que

    hace

    a la

    vida

    despus del ge-

    EL HOLOCAUSTO COMO HISTORIETA

    141

    nocidio, terminen yuxtaponindose en este contexto

    la

    di

    mensin personal, relativa a

    la historia

    familiar, Y

    la pbli

    ca.

    Tan

    slo

    desde la Guerra de

    los

    Seis

    Das de

    1967,

    el

    Ho

    locausto

    cobr

    en Israel y en la

    conciencia de los judos

    estadunidenses aquel

    significado pblico

    que culmin

    en

    los

    debates de las dcadas de 1980 y 1990.

    2

    Ciertamente es en

    ese contexto en

    el que debe

    leerse

    el

    xito internacional de

    Maus. En

    el

    texto mismo dicha dimensin poltica es ms

    bien secundaria; domina ante todo el shock personal que su

    fre el

    joven Artie

    a los

    veinte

    aos

    cuando acaba de ser dad_o

    de alta de una internacin psiquitrica y

    se

    entera

    del

    smc1-

    dio

    de

    su madre. Elautorseala la

    conmocin existencial

    que

    le causa esa

    prdida a travs

    de una triple ruptura del

    marco narrativo. Para ello inserta en el relato en

    curso

    de su

    padre una historieta de

    cuatro pginas que haba publicado

    en 1972 en una oscura edicin undergr9und.

    Esas

    cuatro

    pginas,

    que

    en

    aus aparecen enmarc,adas en_n.egro a

    la

    manera de un

    aviso

    fnebre, llevan por titulo Prisionero en

    el Planeta

    Infierno .

    Muestra

    la desesperacin

    de Artie

    Y

    de

    Vladek

    ante el

    suicidio de la madre,

    el

    colapso emocional

    de Vladek tras el sepelio y

    los

    sentimientos de culpa de Artie,

    que

    lo transforman

    tambin

    en un sobreviviente.

    Sin

    embar

    go,

    todos los personajes

    estn

    dibujados

    como

    seres huma

    nos

    en el

    estilo de

    las

    xilografas expresionistas,

    con rostros

    grotescamente

    distorsionados

    por el

    sufrimiento. Adems,

    Artie aparece en el uniforme

    de los

    prisioneros de Ausch

    . witz:

    una reproduccin alegrica

    de

    cun atado

    est

    al pasa-

    do de sus padres.

    Tambin

    en estos

    pasajes

    se desconstruye la metafrica

    roedora: en el

    nivel

    del

    tiempo del relato, los

    ratones

    Vladek,

    Mala

    y

    Art

    leen

    un

    texto

    en

    el que aparecen

    dibujados

    como

    seres humanos aunque

    sin

    reaccionar frente a

    ese

    evidente

    contrasentido.

    este mismo contrasentido es subrayado por

    una

    tercera ruptura

    del

    marco narrativo, que

    acaso

    sea an

    ms

    importante.

    El

    cmic

    Prisionero

    en

    el

    Planeta

    Infier-

    2

    Sobre

    las

    diferencias en

    el

    posicionamiento sobre

    el

    Holocausto en los

    diferentes pases cf. James E. Young

    The Texture o emory

    { a textura

    de la memoria}.New Haven 1993.

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    11/20

    142 HOLOCAUSTOo I MAGEN, CMIC, MONUMEN TO

    no

    comienza con una foto familiar en la que se

    ve

    a Artie a

    los diez aos junto a

    su

    madre

    en

    las vacaciones de verano

    a orillas del

    lago

    Trojan en las montaas Catskills; corre el

    ao

    1958. Es la primera

    de las

    tres fotos familiares

    que apa-

    recen en

    la

    obra, destinadas menos a conferir autenticidad

    al

    relato

    que

    a

    subrayar

    la imposibilidad de asimilar el re -

    cuerdo.21

    La muerte

    y

    la

    fotografa llegan aqu

    a

    aquella fu-

    sin

    que Roland Barthes

    predicaba

    (a

    mi

    modo de ver de

    manera apresurada y superficial) para toda la fotografa en

    general. Al

    comienzo

    de ese texto, aparecido quince aos an-

    tes

    que Maus hay una foto

    que documenta que Artie

    vivi6

    tiempos mucho

    ms

    felices y ahora irrecuperables, aos en

    que, como

    se ve en la imagen la

    mano

    de

    su

    madre

    velaba

    por

    l. En

    cambio,

    hacia

    el

    final del cmic

    insertado

    vemos a

    Art prisionero

    tras

    rejas metafricas; desde all le reprocha

    a su madre haber cometido el

    crimen

    perfecto: "T

    me

    pu -

    siste aqu. ..

    cortaste

    todos mis circuitos

    ..

    rebanaste

    mis

    terminaciones

    nerviosas .. y cruzaste mis

    cables . .//

    Me

    ASESINAS'tE,

    madre,

    y

    me dejaste

    aqu para

    que

    yo

    sufra las

    consecuencias " r,

    103). Por ms que este exabrupto exis-

    tencial sea seguido por

    un

    comentario irnico,

    queda en

    cla-

    ro que Spiegelman se

    describe

    como vctima

    del Holocausto,

    de

    cierta

    manera en segundo grado, pero vctima

    al

    fin.

    A su

    vez, hacia el

    final

    de

    la primera

    parte

    Art

    acusa

    a

    su

    padre con

    palabras

    cargadas de emocin de haber asesinado

    aAnja. En

    este enfrentamiento

    estn en juego los diarios n-

    timos de Anja en

    los

    que registr sus recuerdos

    de Polonia

    y

    Auschwitz, diarios

    que

    Vladek,

    abrumado

    por

    los

    recuerdos

    dolorosos, inciner tras la

    muerte

    de Anja. Acaso

    Vladek es

    el

    asesino

    de

    los

    recuerdos de Anja porque

    los

    vuelve eter-

    namente

    inaccesibles

    para

    su

    hijo? O acaso

    la

    escena

    en

    que Artie exclama "Dios te CONDENE Asesino " (r,

    159) im-

    plica un paralelismff con el

    final

    de "Prisionero en el Pla ne-

    ta Infierno"?

    Resulta

    difcil responder. Lo

    que

    s

    queda

    claro

    es que a ambos padres Art acusa

    de asesinos. Con la

    quema

    de las anotaciones de Anja, Art

    pierde

    toda

    oportunidad

    de

    2

    1

    Cf. Marianne Hirsch, "Family Pictures. Maus, Mourning, and o s t ~

    Memory", op cit p 16.

    EL HOLOCAUSTO COMO HISTORIETA

    143

    acercarse a los recuerdos maternos de Auschwitz.

    La

    defun-

    cin fsica es seguida

    por la

    muerte

    de la

    voz de Anja

    conser-

    vada en sus anotaciones en las que daba testimonio de sus

    propias experiencias en

    el campo

    de exterminio, diferentes

    de las de

    Vladek.

    El silencio de Anja

    es total.

    Y si el suicidio

    de

    Anja en

    1968 represent la primera ocasin en que Spiegel-

    rnan, el autor, comenz

    a

    elaborar

    la

    historia de sus padres,

    la noticia de

    que se quemaron

    los

    papeles de su madre cons-

    t i tuye

    la

    marca de

    la futilidad

    de su

    ac.cin. En todo caso,

    Planeta Infierno es tanto Auschwitz corno

    la

    psiquis de

    los

    nacidos despus, en la que

    estn inscritas

    para

    toda

    la eter-

    nidad

    la

    muerte y

    el

    aniquilamiento,

    la

    radical ausencia y el

    silencio

    definitivo.

    Art

    Spiegelman

    lo sabe a ciencia cierta.

    Como cuando le dice a

    su analista: "Samuel

    Beckett dijo:

    'toda palabra es una mancha innecesaria sobre

    el

    silencio y

    la nadam; tras una pausa prosigue: "Pero BOr otro ladoi lo -

    jo

    (u, 45).

    La

    futilidad

    y

    la

    necesidad de hablar

    sobre Ausch-

    witz resultan

    inseparables.

    Para Art,

    la

    imposibilidad de

    acercarse

    a

    la

    realidad

    de

    ese

    pasado

    que

    ha

    determinado

    su

    vida se transforma en un tormento y en un estmulo. Por

    ejemplo, dice a su esposa Fran1;oise

    en las primeras pginas

    de

    Maus u:

    S que es

    demencial, pero de alguna manera deseara haber es-

    tado

    en

    Auschwitz

    CON

    mis padres para poder saber

    por

    qu ex-

    periencias tuvieron que pasar ... Creo que es ALGUNA forma de

    culpa por haber tenido una vida ms fcil que ellos [n, 16].

    N

    aturalrnente,

    el

    sentimiento

    de

    culpa

    del sobreviviente

    no resulta

    slo del suicidio

    de

    su madre. De

    manera

    latente

    ha dominado toda

    la

    infancia de Art, por ejemplo en forma

    de

    fantasas

    sobre Auschwitz

    en

    las que se pona

    en

    escena

    como

    salvador

    de

    su

    madre

    (11,

    14). La culpa se intensifica

    tambin

    al

    ver la foto de su hermano Richieu colgada en el

    dormitorio

    de sus padres,

    transformada en un permanente

    reproche. A lo largo

    de su adolescencia,

    Art nunca

    logr su-

    perar

    la

    imagen

    de ese nio de cinco o

    seis

    aos; como 'her-

    mano fantasma"

    (n,

    15),

    Richieu

    siempre

    era

    tan

    inalcanza-

    ble como fuerte era

    su

    presencia. Es con

    esa

    foto

    Y

    con la

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    12/20

    144

    HOLOCAUSTO: IMAGEN, CMIC, MONUMENTO

    doble dedicatoria a Richieu y

    Nadja, la hija de

    Spiegelman

    nacida en 1987, como comie nza Maus n. De esta manera, se

    establece una continuidad entre los muertos y los vivos que

    al

    anticipar

    a la generacin siguiente

    guarda una

    dimensin

    de futuro. Se

    trata

    de una continuidad llena de grietas, por

    cierto, y el

    lector

    se

    pregunta

    cmo

    ser la

    post memory

    de

    la

    tercera

    generacin y cmo se diferenciar de la de la se

    gunda. La dedicatoria liga para siempre a Nadja Spiegel

    man con el destino de Richieu o acaso la obra de

    su

    padre le

    brindar

    un acercamiento al trauma del siglo xx Acaso lo

    grar

    combinar la inexorable

    y creciente distancia con

    una

    inervacin mimtica para llegar a una forma de elaboracin

    en

    la que el conocimiento racional y

    la

    mimesis psquica y

    corporal de la

    experiencia

    del Holocausto lleguen a articu-

    larse en una

    tensin productiva

    en lugar de

    bloquearse

    mu.

    tuamente?

    Toda

    respuesta

    no sera sino una especulacin;

    pero tengo para m que con Maus Spiegelman

    ha

    presenta-

    do un modelo para el recuerdo del Holocausto

    de las genera-

    ciones

    nacidas despus

    que

    no

    tiene ninguna asignatura

    pendiente con los textos cannicos

    sobre la

    representacin

    del Holocausto.

    Se

    plantea

    aqu

    un ltimo interrogante.

    Cul

    es

    la pers-

    pectiva

    con que

    Spiegelman

    despide a sus lectores?

    aus

    n

    termina con el relato de Vladek sobre su reencuentro con

    Anj a

    tras

    la guerra en Polonia:

    Ms

    no

    necesito

    contarte.

    Fuimos muy felices, vivimos muy felices y comimos perdi-

    ces (n, 136). Es demasiado evidente

    la

    irona de este falso

    final

    feliz; pero le sigue una coda final. Agonizante, Vladek

    pide a Art que apague el grabador. Mientras se acomoda pa-

    ra dormirse, le dice a

    Art:

    Estoy cansado

    de hablar,

    Richieu,

    suficientes

    historias por hoy

    .. (n, 136).

    Una vez ms estalla toda la

    problemtica

    del presente

    li

    gado con el pasado traumtico.

    En

    el momento de dormirse,

    en el final de su historia, aparece en Vladek

    un

    recuerdo

    profundo, el de

    su

    hijo Richieu.2

    2

    Al confundir inconsciente-

    22

    Sobre

    el

    concepto del recuerdo profundo cf. Lawrence L. Langer,

    Holo-

    caust Testimonies The Ruin s o Mernory

    [Testimonios del Holocausto.

    Las

    ruinas de la memoria , New aveny Londres, 1991.

    1. Anselm K.iefer Llith

    1990

    2. Anselm Kiefe< rennstiibe [Vas], 1984/1987

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    13/20

    4. Anselm Kicfer

    Ikarus-Mii.rkischer

    and [Arena de Brandenburgo]

    3

    Anselm Kiefcr lnnenraum

    [Espacio

    interior] 1981

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    14/20

    5

    Anselm Kiefer

    ein

    goldenes Haar

    Margarethe [Tu

    cabello de

    oro

    MargaretheJ 1981

    6. Art Spiegdman Maus

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    15/20

    f ltiemro \ l v e \ ~

    1 J l a e ~ Mvn

    deu ataque

    .,,1 cora,o n e.1 ? e, ~ s t o 6e 11\'Rl.-

    Eh

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    16/20

    1

    i

    1

    O

    Zona Muro entre

    Leipziger Platz

    y

    Puerta

    de Brandenburgo

    l

    1

    Vista Este a travs de la obra en construccin de Potsdamer Platz con Info Box

    12. Alben Speer Eje

    n o r t e ~ s u r

    Maqueta

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    17/20

    13. Instalacin en el vaco

    15 Henry

    N

    Cobb Edificio Quartie r 206 en Friedrichstrasse

    14. Helmut Jahn Edificio Sony Potsdamer Platz. Maqueta

    16. Jean Nouvel Edificio Quartier 207 en Fricdrichstrasse

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    18/20

    17. Richard Rogers, Edificio de oficinas, Linkstrasse Porsdamer Platz).

    Maqueta

    18. Museo Judo, anexo

    l

    Museo de la ciudad de Berln. Maqueta

    i

    19. Museq Judo, anexo

    l

    Museo de la ciudad de Berln. Plano

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    19/20

    20. Museo Judo. Vista

    del

    espado

    con puentes

    21. Albert Speer Gran HaU en el Eje norte-sur. Maqueta

    22. Museo Judo. Vista del espacio

    23. Christo

    l

    Reichstag con envoltura. 1)

  • 5/20/2018 Maus Huyssen

    20/20

    24. Christo l Reichstag con envoltura

    11)

    EL HOLOCAUSTO COMO HISTORIETA

    145

    mente

    a

    Art

    con Richieu, establece

    una

    relacin

    imaginaria

    entre los que estn vivos y los

    muertos;

    esto le

    permite al

    autor

    Spiegelman dedicar

    aus

    n

    tanto

    a

    su hermano

    como

    a su hija.

    El

    proceso de

    elaborar

    el

    pasado

    no ha sido total-

    mente

    en vano.Y es as como Art Spiegelman

    puede

    concluir

    el libro con

    una lpida para

    sus dos padres: la

    ltima ima-

    gen

    del libro

    ya

    no

    es

    una vieta enmarcada en negro, sino

    un

    espacio abierto. En la

    lpida

    se leen los datos de naci-

    miento

    y

    muerte de

    Anja y V1adek y debajo la

    firma

    del au

    tor: art spiegelman 1978-1991. No

    hay

    reconciliacin, menos

    an salvacin pero

    s l

    conclusin aunque

    se

    provisoria

    de una etapa.

    El

    lector agradecido as lo

    espera

    y lo

    desea

    para

    el autor, con

    plena

    conciencia

    de

    que, a

    in de cuentas

    no puede

    haber

    una elaboracin exitosa del Holocausto y

    menos an una superacin: ni para las vctimas ni para los

    victimarios,

    ni siquiera para sus

    descendientes.


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