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Mercenarios 1 - El Siervo de La Piedra - R.a. Salvatore

Date post: 19-Dec-2015
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REINOS OLVIDADOS El Siervo de la Piedra R.A. Salvatore TIMUN MAS
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  • REINOS OLVIDADOS

    El Siervo de la Piedra

    R.A. Salvatore

    TIMUN MAS

  • Diseo de cubierta: Valerio Viano Ilustracin de cubierta: Todd Lockwood

    Ttulo original: Servant of the Shard Traduccin: Joana Claverol 2000 Wizards of the Coast, Inc. All Rights Reserved

    Derechos exclusivos de la edicin en lengua castellana Grupo Editorial Ceac, S.A., 2002 Timun Mas es marca registrada por Grupo Editorial Ceac, S.A. ISBN: 84-480-3735-9 Depsito legal: B. 35.594-2001 Hurope, S.L. Impreso en Espaa -Printed in Spain

  • Prlogo

    Se deslizaba bajo el agobiante calor del medioda procurando, como era habitual en l, ocultarse en las sombras, aunque en ese lugar haba pocas. Su actitud sugera que ni siquiera el polvo podra tocarlo. Como de costumbre, el mercado al aire libre estaba abarrotado de vendedores y clientes que regateaban a voz en grito por cada moneda de cobre. Los ladrones se situaban en los mejores lugares los ms concurridos, para cortar los cordeles de los monederos sin que sus propietarios se dieran cuenta o, en el caso de ser descubiertos, mezclarse con la multitud en un revoloteo de brillantes colores y ropas ondeantes.

    Artemis Entreri vio a los ladrones claramente. Con un simple vistazo era capaz de decir si alguien haba acudido al mercado a comprar o a robar. En vez de eludir a los del segundo grupo, lo que hizo fue encaminarse expresamente hacia ellos, apartando un lado de su oscura capa para mostrar as su bien provisto monedero...

    ... as como la daga adornada con piedras preciosas que protega tanto su dinero como a l mismo. Esa daga era su arma caracterstica, una de las ms temidas en las peligrosas calles de Calimport.

    A Entreri le gustaba el respeto que le mostraban los jvenes ladrones. Ms an, lo exiga. Se haba ganado a pulso la reputacin de ser el mejor asesino de Calimport, pero empezaba a hacerse mayor. Tal vez haba empezado a perder su toque de genialidad, lo que intentaba compensar comportndose con ms audacia que en sus aos mozos, y retando a cualquiera que osara enfrentarse a l.

    El asesino cruz la concurrida avenida. Su meta era una pequea taberna al aire libre, con muchas mesas redondas colocadas bajo un gran toldo. Pese a que todas las mesas estaban ocupadas, Entreri vio al momento a su contacto el extravagante Sha'lazzi Ozoule con su caracterstico turbante amarillo. Entreri se dirigi directamente hacia la mesa de ste. Sha'lazzi comparta mesa con otros tres hombres, aunque para Entreri era evidente que no se trataba de amigos, ni siquiera de conocidos. Los tres hombres charlaban entre s y se rean entre dientes, mientras que Sha'lazzi, recostado en su silla, miraba a su alrededor con nerviosismo.

    Cuando lleg a la mesa y contempl con mirada interrogadora a los tres intrusos, Sha'lazzi se encogi nerviosamente de hombros.

    No les has dicho que esta mesa est reservada para nuestro almuerzo? pregunt Entreri muy calmado. Los tres hombres interrumpieron su conversacin para mirar con curiosidad al recin llegado. Trat de explicrselo, pero... empez a decir Sha'lazzi, mientras secaba el sudor que perlaba su oscura

    frente. Entreri alz una mano, conminndolo al silencio, y clav su impresionante mirada en los tres intrusos. Tenemos que hablar de negocios les dijo. Y nosotros tenemos comida y bebida replic uno de los hombres. Entreri no dijo nada. Se limit a mirarle fijamente, sin parpadear. El hombre le sostuvo la mirada. Los otros dos hicieron algunos comentarios que Entreri no escuch. Segua mirando fijamente al que lo haba

    desafiado. Los segundos iban pasando, y Entreri continuaba taladrando al hombre con la mirada, con creciente intensidad, mostrando la fuerza de voluntad, la fiera determinacin y el control a los que se enfrentaba.

    Pero qu pasa aqu? pregunt uno de los otros dos hombres, levantndose y acercndose a Entreri.

  • Sha'lazzi mascull rpidamente el inicio de una conocida oracin. Eh, te he hecho una pregunta insisti el sujeto, mientras alargaba una mano para empujar a Entreri. La mano del asesino sali disparada hacia arriba, agarr la del hombre por el pulgar, retorcindosela e

    impulsndola hacia abajo, con lo que inmoviliz a su atacante en una dolorosa llave. Durante todo el proceso Entreri ni parpade, ni apart la mirada del primer hombre, al que mantena

    inmovilizado con su atroz mirada sentado justo frente a l. El hombre que haba tratado de atacarlo gru por lo bajo cuando el asesino endureci la

    presin y se llev la mano libre a la daga curva que le colgaba del cinto. Sha'lazzi mascull otra lnea de la oracin. El hombre sentado a la mesa, del que Entreri no apartaba su aterradora mirada, hizo un gesto a su amigo para

    que mantuviera la calma y no tratara de desenvainar su arma. Entreri le dirigi una inclinacin de cabeza, indicndole que cogiera a sus amigos y se largara. El asesino liber

    al hombre que tena al lado, el cual, aferrndose el dolorido pulgar, dirigi una amenazadora mirada a Entreri. No obstante, ni l ni ninguno de sus amigos le atacaron, limitndose a recoger sus bandejas y marcharse a toda prisa. Aunque no haban reconocido a Entreri, ste les haba hecho saber quin era sin necesidad de desenvainar su arma.

    Yo iba a hacer lo mismo coment Sha'lazzi rindose entre dientes, mientras los intrusos se alejaban y Entreri se sentaba frente a l.

    El asesino le clav la mirada, notando, por ensima vez, que el otro era realmente un bicho raro. Sha'lazzi tena una cabeza enorme y un rostro grande y redondo pero su cuerpo era tan flaco que pareca descarnado. Adems, ese gran rostro redondo siempre sonrea, revelando unos enormes y relucientes dientes blancos y cuadrados que contrastaban con su piel oscura y sus ojos negros.

    Sha'lazzi carraspe y aadi: Me sorprende que hayas salido para esta reunin. Te has ganado muchos enemigos con tu ascensin en la

    cofrada Basadoni. No temes la traicin, oh poderoso Entreri? pregunt Sha'lazzi sarcsticamente, rindose quedamente.

    El asesino lo mir fijamente. S, haba temido una traicin, pero no iba a admitirlo ante Sha'lazzi. Kimmuriel Oblodra, un drow con poderes psquicos a sueldo de Jarlaxle, haba examinado a fondo la mente de Sha'lazzi y haba llegado a la conclusin de que no se preparaba ninguna conspiracin.

    No obstante, teniendo en cuenta que esa informacin proceda de un elfo oscuro que no senta ningn aprecio por l, Entreri no se senta del todo tranquilo.

    Puede ser una crcel para los poderosos, sabes? segua divagando Sha'lazzi. Me refiero a que ser poderoso puede ser como una crcel. Piensa en todos los bajs que no osan poner un pie fuera de casa sin ir acompaados por un squito de un centenar de guardias.

    Yo no soy un baj. Por supuesto que no, pero Basadoni no es ms que un pelele en tus manos y en las de Sharlotta. Sha'lazzi estaba hablando de Sharlotta Vespers, la mujer que haba usado sus tretas para convertirse en la

    lugarteniente del baj Basadoni. Asimismo haba sobrevivido a la toma de poder de los drows para convertirse en el mascarn de proa de la cofrada, la cual haba adquirido ms poder del que nadie podra haber imaginado.

    Todo el mundo lo sabe prosigui Sha'lazzi, lanzando otra de sus irritantes risitas. Siempre he sabido que eras bueno, amigo mo. Pero tanto!

  • Entreri le devolvi la sonrisa mientras imaginaba el placer que sentira al clavar su daga en el flacucho cuello de Sha'lazzi, por la nica razn de que era un parsito y no lo soportaba.

    Sin embargo, Entreri tena que admitir que necesitaba a Sha'lazzi. Justamente as era como el bien conocido informante sobreviva. Sha'lazzi se ganaba la vida vendiendo la informacin que cada uno necesitaba, y era todo un genio en lo suyo. De hecho, era tan bueno, estaba tan al tanto de cmo respiraban desde las familias gobernantes de Calimport hasta los matones de la calle, que se haba convertido en una figura demasiado valiosa para las cofradas, a menudo enfrentadas, para ser asesinado.

    Vamos, hblame del poder que se oculta tras el trono de Basadoni. Seguro que hay ms de lo que se ve sonri Sha'lazzi de oreja a oreja.

    Entreri tuvo que esforzarse para mantener su imperturbable expresin. Por mucho que le divirtiera la honesta ignorancia de Sha'lazzi sobre la verdad de los nuevos Basadoni, el asesino saba que una simple sonrisa por su parte revelara demasiado. El informante nunca podra imaginarse que un ejrcito de elfos oscuros se haba establecido en Calimport tras la fachada de la cofrada Basadoni.

    Crea que esta reunin era para hablar del oasis Dallabad dijo Entreri. Sha'lazzi suspir, encogindose de hombros. Hay tantos temas interesantes de los que hablar... Y me temo que Dallabad no es uno de ellos.

    sa es tu opinin. All no ha cambiado nada en veinte aos. No s nada de Dallabad que t no sepas y no

    hayas sabido todos estos aos. Kohrin Soulez conserva todava la Garra de Charon? pregunt Entreri. Pues claro que s repuso Sha'lazzi con una risita. La conserva y la conservar. Le ha servido durante

    cuatro dcadas y, a su muerte, uno de sus treinta hijos se har con ella, a no ser que su ruda hija Ahdahnia la consiga antes. Es terriblemente ambiciosa! Si lo que queras preguntarme es si est dispuesto a desprenderse de ella, ya conoces la respuesta. Insisto, deberamos hablar de temas ms interesantes, como la cofrada Basadoni.

    Entreri volvi a mirarlo con dureza. Qu razn tendra el viejo Soulez para venderla ahora? pregunt Sha'lazzi, alzando dramticamente sus

    descarnados brazos, que parecan grotescos junto a esa enorme cabeza. Qu te pasa, mi viejo amigo? Tratas por tercera vez de comprar esa esplndida espada? S, s! Ya lo intentaste cuando no eras ms que un mocoso andrajoso con unos cientos de monedas de oro, que por cierto te regal Basadoni, verdad?

    Involuntariamente, Entreri hizo una mueca, aunque saba que Sha'lazzi, pese a sus muchos defectos, saba leer gestos y expresiones como nadie en Calimport y descubrir la verdad que se ocultaba detrs. Pese a ello, ese recuerdo, sumado a acontecimientos ms recientes, provoc en el asesino una respuesta inconsciente. S, mucho tiempo atrs el baj Basadoni haba regalado varios cientos de monedas de oro a su lugarteniente ms prometedor sin ningn motivo en concreto, excepto el deseo de hacerle un obsequio. Al recordarlo, Entreri se dijo que, posiblemente, Basadoni haba sido la nica persona que le haba dado algo sin esperar recibir nada a cambio. Y l lo haba matado haca unos meses.

    S, s dijo Sha'lazzi, ms para s que para Entreri, e intentaste de nuevo comprarla poco despus de la muerte del baj Pook. Pero qu cara vendi su piel!

    Entreri sigui mirndolo de hito en hito. Slo entonces Sha'lazzi pareci darse cuenta de que estaba yendo demasiado lejos con el peligroso asesino, pues se aclar la garganta, incmodo.

    Ya entonces te dije que era imposible. Y lo sigue siendo. Ahora tengo ms dinero replic Entreri.

  • Ni por todo el oro del mundo! gimi Sha'lazzi. Entreri ni se inmut. Sabes cunto oro hay en el mundo? inquiri el asesino con una calma un tanto excesiva. Sabes cunto

    oro se guarda en los cofres de la casa Basadoni?

    La casa Entreri, querrs decir le corrigi el informante. Entreri no lo neg, y Sha'lazzi abri mucho los ojos. Ya tena la confirmacin, tan clara como si la hubiera

    escuchado con sus propios odos. Circulaban algunos rumores de que el viejo Basadoni estaba muerto y de que tanto Sharlotta Vespers como los dems jefes de la cofrada no eran ms que peleles en manos de quien realmente mova los hilos: Artemis Entreri.

    La Garra de Charon reflexion Sha'lazzi en voz alta, al tiempo que una sonrisa se le pintaba en el rostro. As pues, el poder que se oculta tras el trono de Basadoni es Entreri, y el poder que se oculta tras Entreri es... bueno, teniendo en cuenta lo empecinado que ests en conseguir esa espada, seguramente es un mago. S, un mago, y se est volviendo un poco peligroso, verdad?

    T sigue haciendo suposiciones. Y tal vez acierte, no? En ese caso, tendra que matarte repuso el asesino con el mismo tono de ominosa calma. Habla con el

    jeque Soulez y averigua su precio.

    No tiene ningn precio insisti Sha'lazzi. Artemis Entreri actu con la rapidez de un rayo. Una mano se pos con fuerza en un hombro

    de Sha'lazzi, mientras la otra empuaba la mortfera daga enjoyada. El temible asesino acerc peligrosamente su rostro al de su interlocutor hasta que sus cabezas casi se tocaron.

    Eso sera una pena para ti le dijo. Entreri empuj al informador de nuevo a su asiento, se irgui y ech un rpido vistazo a su alrededor, como si

    un extrao apetito se hubiera despertado en l y ahora buscara una presa con la que saciarlo. Mir de nuevo fugazmente a Sha'lazzi, abandon la proteccin del toldo y se intern en el tumulto del mercado.

    Cuando ms tarde se calm y recapacit sobre la conversacin que haban mantenido, Entreri se reprendi a s mismo. El sentimiento de frustracin empezaba a minar su autocontrol. Al mostrarse tan interesado en adquirir la Garra de Charon haba revelado claramente cules eran las races de su problema, pues esa combinacin de arma y guantelete haba sido especialmente diseada para combatir a magos.

    Y tal vez a psionicistas? Esos dos eran quienes le quitaban el sueo: Rai'gy y Kimmuriel, hechicero el uno y psionicista el otro, ambos

    lugartenientes de Bregan D'aerthe, que diriga Jarlaxle. Entreri los detestaba profundamente y saba que ellos tambin le odiaban a l. Para empeorar an ms las cosas, Entreri saba que su nica proteccin contra ese peligroso par era el mismo Jarlaxle. Para su sorpresa, poco a poco haba llegado a confiar en el mercenario drow, pero dudaba que la proteccin de Jarlaxle durara siempre.

    Despus de todo, siempre hay accidentes. Entreri necesitaba proteccin, pero deba actuar con su habitual paciencia e inteligencia, enredando el rastro de

    sus acciones para que nadie pudiera seguirlas y empleando la tctica que haba perfeccionado en sus muchos aos de lucha en las duras calles de Calimport: embarullar mltiples capas de informacin correcta y errnea, de modo que ni sus amigos ni sus enemigos fuesen capaces de separar unas de la otras. Cuando slo l supiera la verdad, l y slo l estara al mando.

  • A la luz de estas reflexiones, el asesino comprendi que la reunin con el perspicaz Sha'lazzi haba sido un aviso, un recordatorio de que si quera sobrevivir a los elfos oscuros deba mantener un autocontrol absoluto.

    De hecho, Sha'lazzi haba estado muy cerca de descubrir en qu tipo de dificultades se encontraba. Haba adivinado al menos la mitad, y era evidente que el informante ofrecera esa informacin a cualquiera que estuviera dispuesto a pagar bien por ella. En esos das corran muchos personajes por las calles de Calimport que trataban de desentraar el enigma del sbito y despiadado ascenso de la cofrada Basadoni.

    Sha'lazzi saba la mitad, por lo que se barajaran las opciones habituales: un poderoso archimago o varias cofradas de hechiceros.

    Pese a estar de un humor de perros, Entreri no pudo evitar rerse entre dientes al imaginarse la cara que pondra Sha'lazzi si algn da descubra la otra mitad que se ocultaba tras el trono de Basadoni: que un ejrcito de elfos oscuros haba invadido la ciudad!

    Por supuesto, su amenaza de matarlo no era vana. Si Sha'lazzi llegaba a imaginrselo, Entreri o cualquiera de los miles de agentes de Jarlaxle le rebanaran el pescuezo.

    Sha'lazzi Ozoule se qued sentado mucho rato a la pequea mesa redonda, repasando cada palabra y cada gesto de Entreri. El informante saba que su hiptesis de que el ascenso de Basadoni se deba al poder de un mago era correcta, aunque eso no era nada nuevo. Teniendo en cuenta la celeridad con la que se haba producido ese ascenso y los estragos causados a las casas rivales, era de sentido comn pensar que uno o, ms probablemente, varios magos actuaban en beneficio de la cofrada Basadoni.

    La verdadera revelacin haba sido la reaccin visceral de Entreri. Artemis Entreri, el maestro del control, la sombra de la muerte, nunca haba mostrado tal agitacin interior o incluso miedo. Cundo haba necesitado Artemis Entreri tocar a alguien para amenazarlo? No, l se limitaba a clavar esa espantosa mirada suya en quien fuera, con lo que esa persona saba que si segua por el mismo camino acabara muy mal. Si la persona en cuestin no rectificaba, no haba ninguna amenaza ms, Entreri no lo agarraba ni lo golpeaba. Simplemente lo liquidaba.

    La inslita reaccin de Entreri intrigaba a Sha'lazzi. Qu no dara l por saber qu pona tan nervioso a Artemis Entreri! Aunque, al mismo tiempo, el comportamiento del asesino era una advertencia clara y aterradora. Sha'lazzi era consciente de que algo capaz de turbar al asesino poda destruir a Sha'lazzi Ozoule con toda facilidad.

    Era una situacin muy interesante, pero que a la vez, le aterraba profundamente.

  • Primera parte

  • Cogidos en la telaraa

    Vivo en un mundo en el que el Mal se hace carne. No me refiero a hombres malvados, ni a goblins por lo general ruines, ni siquiera a los de mi propia raza los elfos oscuros que todava son peores que los goblins. Todas ellas son criaturas capaces de realizar actos de gran crueldad, pero ni en el peor de los casos puede decirse que sean encarnaciones del Mal. Este calificativo nicamente puede aplicarse a demonios y espritus malignos, a menudo conjurados por sacerdotes y magos. Estas criaturas pertenecientes a los planos inferiores representan el Mal en estado puro; la vileza ms absoluta y sin restricciones. No existe para ellas ninguna posibilidad de redencin, ninguna esperanza de hacer nada en su vida, por desgracia casi eterna, que pueda calificarse como casi bueno.

    Muchas veces me he preguntado si esas criaturas podran existir sin las tinieblas que anidan en los corazones de las razas pensantes. Son una fuente de mal, como tantos hombres o drows malvados, o son el resultado de la podredumbre que invade el corazn de demasiados individuos, su manifestacin fsica?

    Yo creo que son esto ltimo. No es coincidencia que los demonios y otros espritus malignos solamente puedan acceder al plano de existencia material si son llamados por un ser racional. S bien que no son ms que una herramienta, un instrumento para llevar a cabo obras perversas al servicio de la autntica fuente del mal.

    Y Crenshinibon? Es un objeto, un artefacto aunque sensible que no existe en el mismo estado de inteligencia que un ser racional, pues la Piedra de Cristal no puede crecer, ni cambiar, ni modificar su comportamiento. Los nicos errores de los que puede aprender, y corregir, son sus intentos fallidos de manipulacin, y slo para controlar mejor a quienes tiene alrededor. Ni siquiera es capaz de considerar, ni reconsiderar, el objetivo que persigue tan desesperadamente. No, su propsito es siempre singular.

    Es entonces realmente malvada? No. No hace mucho tiempo hubiera opinado de manera distinta, incluso cuando yo mismo fui custodio del objeto y

    llegu a comprenderlo mejor. Pero recientemente le un largo y detallado mensaje que me envi el Sumo Sacerdote Cadderly Bonaduce de Espritu Elevado que me abri los ojos a la verdad sobre la Piedra de Cristal. As comprend que el objeto en s mismo es una monstruosidad, un error, y que su eterna hambre de poder y gloria a cualquier precio no es ms que una perversin de la intencin que guiaba a su segundo creador, el octavo espritu que hall la manera de introducirse en su misma esencia.

    Cadderly ha descubierto que la Piedra de Cristal fue hecha originalmente por siete lichs que pretendan crear un objeto de gran poder. A fin de ofender an ms a las razas que esos brujos no muertos pretendan conquistar, quisieron que compitiera contra el mismo sol, el dador de vida. Pero los lichs perecieron quemados cuando sus magias se fusionaron. Al contrario de lo que afirman algunos sabios, Cadderly insiste en que los aspectos conscientes de esas viles criaturas no fueron absorbidos por el poder de la piedra, sino que sus propiedades casi solares los eliminaron. As pues, la pretendida ofensa se volvi contra ellos y los convirti en cenizas, mientras que los restos de sus espritus fueron asimilados.

    Son muchos quienes conocen el misterio de cmo fue creada la Piedra de Cristal, incluyendo a los demonios que tan desesperadamente la ansan, pero la continuacin de la historia, que Cadderly descubri, es ms complicada y revela la verdad de Crenshinibon, el fracaso final de la piedra y la perversin de las buenas intenciones de su segundo creador.

    Crenshinibon lleg por primera vez al plano material hace siglos, en un remoto pas llamado Zakhara. En ese tiempo no era ms que la herramienta de un mago, si bien extraordinariamente

  • poderosa, capaz de lanzar bolas de fuego y conjurar muros de una luz tan intensa, que poda consumir la carne y dejar los huesos pelados. Poco se conoce del oscuro pasado de Crenshinibon hasta que cay en las manos de un sultn. Ese gran lder, cuyo nombre se ha perdido, descubri la verdadera naturaleza de la Piedra de Cristal y, con la ayuda de los numerosos magos de la corte, decidi que los lichs no haban completado su trabajo. As fue como acaeci la segunda creacin de Crenshinibon, cmo aument su poder y cmo la conciencia de s mismo qued limitada.

    Ese sultn no pretenda dominar a sus numerosos y belicosos vecinos, sino convivir en paz con ellos. Usando el nuevo poder del objeto, imagin y despus levant una lnea de torres de cristal. Dicha lnea discurra por el desierto, desde la capital hasta la segunda ciudad en importancia de su reino, situada en la frontera, que sola ser objeto de incursiones enemigas. El sultn levant casi un centenar de torres cristalinas, situadas a un da de viaje entre ellas, hasta casi completar la impresionante lnea de defensa.

    Pero, por desgracia, el sultn sobrestim los poderes de Crenshinibon y, aunque l estaba convencido de que con cada torre que creaba reforzaba el poder del objeto, de hecho estaba debilitando la Piedra de Cristal y sus manifestaciones. Poco despus, una violenta tormenta de arena azot el desierto. Fue un desastre natural que sirvi de preludio a la invasin de un jeque vecino. Tan delgados eran los muros de las torres cristalinas, que se hicieron aicos bajo su propio peso, destrozando as el sueo de seguridad del sultn.

    Las hordas enemigas invadieron el reino y asesinaron a la familia del sultn ante la impotente mirada de ste. El despiadado jeque invasor decidi no matarlo, sino dejar que viviera atormentado por esos dolorosos recuerdos. Entonces Crenshinibon tom al sultn, al menos una parte de su espritu.

    Poco ms se sabe de esa poca, ni siquiera Cadderly, algunas de cuyas fuentes son semidioses, pero el joven sumo sacerdote de Deneir est convencido de que esta segunda creacin de Crenshinibon es la que explica su ansia de poder. Si Crenshinibon hubiera conservado su mximo nivel de poder, si las torres cristalinas hubieran aguantado, las hordas enemigas habran sido expulsadas, y la familia del sultn su amada esposa y sus hermosos hijos e hijas no habra sido asesinada.

    Ahora la Piedra de Cristal, imbuida de los aspectos retorcidos de siete lichs muertos y del espritu herido y atormentado del sultn, contina buscando desesperadamente alcanzar su mximo nivel de poder, al coste que sea, y conservarlo.

    Esta historia tiene muchas implicaciones. En su mensaje, Cadderly me insinuaba, aunque sin afirmarlo, que la creacin de las torres cristalinas fue de hecho el catalizador de la invasin, pues el jeque del pas vecino tema que el sultn se anexionara las tierras fronterizas entre ambos pases. Debemos entender, entonces, la Piedra de Cristal como una gran leccin? Demuestra claramente que la ambicin desmesurada es una locura, incluso si esa ambicin est basada en buenas intenciones? El sultn deseaba contar con una defensa fuerte de su pacfico reino y, no obstante, trat de alcanzar un poder exagerado.

    Eso fue lo que lo consumi a l, a su familia y a su reino. Y Jarlaxle, entonces, que ahora posee la Piedra de Cristal? Debera ir tras l y tratar de recuperarla para

    luego entregrsela a Cadderly y que ste la destruya? Seguramente el mundo sera un lugar mejor sin ese poderoso y peligroso objeto en l.

    Pero los malvados siempre encontraran otro instrumento, otra personificacin de su mal, ya sea un demonio, un espritu maligno o una creacin monstruosa similar a Crenshinibon.

    No, el problema no son las personificaciones del mal, pues stas no existiran ni prosperaran sin el mal que anida en el corazn de algunos seres racionales.

    Gurdate, Jarlaxle, gurdate bien.

    Drizzt Do'Urden

  • 1 Una mirada introspectiva

    Dwahvel Tiggerwillies entr de puntillas en la pequea y oscura sala situada en la parte posterior de la planta baja de su establecimiento: La Ficha de Cobre. Dwahvel era una hembra halfling de lo ms competente; astuta, buena con las dagas y, sobre todo, muy lista. No tena por costumbre andar tan cautelosamente en ese local, que era tan seguro como poda serlo una casa en Calimport. Despus de todo, se era Artemis Entreri, y ningn sitio del mundo era realmente seguro cuando el asesino estaba en l.

    Cuando Dwahvel entr, Entreri se paseaba impaciente y no pareci reparar en la llegada de la halfling. Dwahvel lo mir con curiosidad. Saba que ltimamente Entreri tena los nervios a flor de piel y ella era una de las pocas personas ajenas a la casa Basadoni que estaban al tanto de lo que ocurra en esa cofrada. Los elfos oscuros estaban actuando en las calles de Calimport, y Entreri era su hombre de paja. Si Dwahvel tena alguna idea preconcebida de lo terribles que podan llegar a ser los drows, una sola mirada a Entreri hubiera bastado para confirmar esas sospechas. El asesino nunca haba sido del tipo nervioso Dwahvel dudaba que ahora lo fuera, ni tampoco de los que tenan conflictos interiores.

    Lo ms curioso del caso era que Entreri la haba hecho su confidente. No era nada propio de l. No obstante, Dwahvel no crea que se tratara de una trampa. Por sorprendente que resultara, era exactamente lo que pareca ser. Entreri hablaba tanto consigo mismo como con ella para aclararse las ideas y por alguna razn, que a Dwahvel se le escapaba, permita que ella lo oyera pensar en voz alta.

    La halfling se senta muy halagada, aunque era consciente del potencial peligro que entraaba la situacin. Con ese inquietante pensamiento en mente, la jefa de cofrada tom silenciosamente asiento en una silla y escuch con atencin, buscando pistas o indicios. La primera, realmente sorprendente, la descubri al echar un vistazo a una silla colocada contra la pared posterior de la sala y ver en ella una botella medio vaca de whisky de las Moonshaes.

    Me los encuentro en cada esquina de cada calle de esta maldita ciudad deca Entreri. Fanfarrones que exhiben sus cicatrices y sus armas como prendas de honor, hombres y mujeres tan obsesionados por la reputacin, que han olvidado cul es su verdadera meta. No son ms que arribistas con ambicin de fama.

    Aunque no hablaba arrastrando las palabras como un borracho, Dwahvel se dio cuenta de que Entreri haba bebido.

    Desde cundo a Artemis Entreri le preocupan los rateros de las calles? inquiri la halfling. El asesino dej de pasearse por la habitacin y la mir con cara inexpresiva. Los veo y me fijo en ellos porque soy perfectamente consciente de que mi reputacin me precede. Debido a

    ella, muchos de los que rondan por las calles estaran encantados de clavarme una daga en el corazn replic Entreri, pasendose de nuevo. Imagina qu prestigio para quien me matara! Saben que me he hecho mayor y creen que soy ms lento que antes, lo cual es cierto; ya no me muevo con la misma rapidez que hace diez aos.

    Dwahvel entrecerr los ojos al or tan sorprendente confesin. No obstante, aunque mi cuerpo haya envejecido y sea ms torpe que antes, soy ms astuto prosigui

    Entreri. A m tambin me preocupa la reputacin, pero no tanto como antes. En el pasado, mi meta era ser el mejor de mi profesin, derrotar a mis enemigos con las armas y con la astucia; deseaba convertirme en el perfecto guerrero. Fue necesario que un elfo oscuro, al cual desprecio, me mostrara cun equivocado estaba. Mi estancia en Menzoberranzan como invitado a la

  • fuerza de Jarlaxle fue una prueba de humildad, me mostr lo absurdo de mi fanatismo en querer ser el mejor, as como la futilidad de un mundo lleno de aquello que yo tanto ansiaba ser. En Menzoberranzan me vi reflejado en los drows: guerreros tan insensibles a todo lo que los rodeaba, tan obsesionados por su objetivo, que eran incapaces de gozar siquiera un poco del camino que deba llevarlos hasta su meta.

    Son drows. Nosotros no podemos entender sus verdaderas motivaciones apunt Dwahvel. Su ciudad es un lugar muy hermoso, mi menuda amiga, con tal poder que no puedes ni imaginarlo replic

    Entreri. No obstante, es una ciudad vaca y hueca, desprovista de toda pasin excepto el odio. Mi estancia en esa ciudad de veinte mil asesinos me cambi, hizo temblar los cimientos de mi existencia. Despus de todo, qu sentido tiene?

    Dwahvel entrelaz los dedos de sus manos menudas y regordetas y se las llev a los labios, mientras estudiaba con atencin al hombre. Entreri le estaba anunciando su retirada? Estaba renegando de la vida que haba llevado, de la gloria que haba alcanzado? La halfling lanz un quedo suspiro, sacudi la cabeza y dijo:

    Todos nos preguntamos lo mismo, no crees? Vivimos para alcanzar oro, respeto, bienes materiales, poder o...

    S claro la interrumpi Entreri framente. Ahora me conozco mejor a m mismo y s cules de los desafos que se me plantean son verdaderamente importantes. An no s dnde espero ir, qu retos me quedan, pero ahora comprendo que lo importante es disfrutar del camino que me llevar hasta all.

    Realmente me importa mantener mi reputacin? prosigui Entreri, justo cuando Dwahvel estaba a punto de preguntarle si tena alguna idea de adnde le conduca su camino, lo que, dado el poder de la cofrada Basadoni, sera una informacin importante. Deseo seguir siendo considerado el mejor asesino de Calimport?

    S, deseo ambas cosas, pero no por las mismas razones por las que esos estpidos se pavonean por las esquinas, ni por las mismas razones por las que muchos de ellos intentaran matarme slo para acabar muertos en el arroyo. Si yo me preocupo de mi reputacin es porque me permite ser mucho ms eficaz en mi oficio. Me gusta que me conozcan, pero nicamente porque de ese modo mis enemigos me temen ms, me temen ms all de lo racional y ms all de los lmites de lo que dicta la prudencia. Incluso aunque vayan a por m, me tienen miedo. En lugar de sentir un sano respeto, el miedo los paraliza, lo que hace que continuamente se cuestionen sus propios movimientos. Yo soy capaz de utilizar ese miedo contra ellos. Me basta con un simple bluf o una finta para que la duda los conduzca a una posicin completamente errnea. Puesto que soy capaz de fingir vulnerabilidad y usar mis ventajas contra los incautos, en las ocasiones en las que soy realmente vulnerable, los cautos no me atacan de manera agresiva.

    Entreri hizo una pausa y asinti, mientras pona en orden sus pensamientos. Es una posicin ciertamente envidiable coment la halfling. Que los estpidos vengan a por m, uno tras otro, en una lnea interminable de ansiosos asesinos prosigui

    Entreri. Por cada uno que mato, gano en sabidura y la sabidura me hace ms fuerte. El asesino se golpe el muslo con el sombrero una curiosa chistera negra de ala estrecha, y lo hizo girar por

    el brazo hacia arriba con un giro de mueca, de modo que rod sobre su hombro hasta quedar posado sobre su cabeza, complementando el distinguido corte de pelo que acababa de hacerse. Fue entonces cuando Dwahvel repar en que Entreri tambin se haba recortado la espesa barba de chivo que sola llevar, dejando slo un fino bigote y una lnea de pelo bajo el labio inferior que al llegar al mentn se bifurcaba formando una T invertida.

    Entreri mir a la halfling, le gui un ojo con aire malicioso y abandon el local.

  • Dwahvel se pregunt qu significaba todo eso. Desde luego se alegraba de que el asesino se hubiera aseado, pues saba por experiencia que las pocas ocasiones en las que se le vea desaliado era signo de que estaba perdiendo el control y, peor todava, el corazn.

    Dwahvel se qued sentada largo rato, pensativa, golpendose levemente el labio inferior con sus manos entrelazadas, mientras se preguntaba por qu Artemis Entreri la haba hecho partcipe de ese espectculo, por qu habra sentido la necesidad de abrirse a ella, a otra persona, o incluso a l mismo. La halfling se dio cuenta de que Entreri haba tenido una revelacin y, de pronto, cay en la cuenta de que se tambin era su caso: Artemis Entreri era un amigo.

  • 2 La vida en la senda oscura

    Ms rpido! Ms rpido, te digo! chill Jarlaxle. El drow movi un brazo a gran velocidad, arrojando una andanada al parecer inagotable de dagas contra el asesino, que las eluda y rodaba sobre s mismo.

    Entreri blanda furiosamente daga y espada un arma de factura drow que no le volva loco precisamente hacia adentro y hacia afuera a fin de parar los proyectiles y desviarlos, sin dejar ni un momento de mover los pies, corriendo de un lado al otro. El asesino buscaba una abertura en la soberbia postura defensiva de Jarlaxle, reforzada por el constante flujo de dagas que ste arrojaba.

    Una abertura! grit el mercenario drow, lanzando una, dos y tres dagas ms. Entreri movi la espada hacia el otro lado, aunque saba que la valoracin de su rival era correcta. No obstante,

    se zambull y rod sobre s mismo, hacindose un ovillo para tratar de proteger las zonas vitales. Excelente, excelente! le felicit Jarlaxle cuando Entreri se levant de nuevo tras recibir un solo impacto.

    Tena una daga clavada en un pliegue de la capa, en vez de en la carne. Entreri not la punta de la daga contra la parte posterior de la pierna al levantarse. Temiendo que lo hiciera

    tropezar, lanz al aire su propia daga, se desprendi rpidamente de la capa y, en el mismo movimiento, hizo ademn de arrojarla a un lado.

    Pero entonces tuvo una idea y, en lugar de desembarazarse de la capa, empu su mortfera daga y se la coloc entre los dientes. Entonces empez a girar lentamente alrededor del drow agitando la capa, una piwafwi drow, como si fuera un escudo contra los proyectiles.

    Improvisacin dijo Jarlaxle con una sonrisa y en un tono de evidente admiracin. El sello del verdadero guerrero. Pero an no haba acabado de hablar cuando ya mova de nuevo el brazo. Cuatro dagas volaron por el aire hacia el asesino.

    Entreri reaccion y dio una vuelta completa, al principio de la cual arroj la capa y la recogi al completarla. Una daga resbal sobre el suelo, otra le roz la cabeza, mientras que las otras dos se enredaban en la tela, reunindose con la que ya estaba clavada.

    El asesino continu agitando la prenda, pero debido al peso de las tres dagas, ya no ondeaba con ligereza. No creo que sea un escudo muy adecuado coment Jarlaxle. Hablas mejor de lo que luchas. Mala combinacin replic Entreri. Hablo porque me gusta luchar, mi rpido amigo. Nuevamente, el mercenario drow movi un brazo, pero Entreri estaba en marcha. Con un brazo totalmente

    extendido mantena la capa lejos de su cuerpo, para evitar tropezar con ella. El humano dio una voltereta hacia adelante y salv la distancia que los separaba en un abrir y cerrar de ojos.

    Jarlaxle lanz una daga, que roz la espalda de Entreri, cogi otra, que llevaba sujeta a un brazalete mgico, y torci la mueca al mismo tiempo que pronunciaba una orden. La daga obedeci al punto, convirtindose en una espada. Cuando Entreri lo atac con la intencin de hundirle la espada en el vientre, el drow ya tena una parada lista.

    En vista de eso, el asesino no se levant y avanz por el suelo a rastras, agitando la capa en crculo para enredarla en las pantorrillas de su rival. Jarlaxle se apart rpidamente y casi consigui eludir el ataque, pero una de las dagas clavadas en la capa se le enganch en una bota, hacindolo caer de espaldas. Como todos los de su raza, Jarlaxle era muy gil, pero tambin lo era Entreri. El humano se levant y se abalanz sobre el drow, al que lanz una estocada.

  • Jarlaxle la par velozmente, y las espadas de ambos entrechocaron. Para asombro del drow, la espada del asesino sali volando. Jarlaxle entendi lo sucedido cuando la mano que Entreri tena ahora libre le agarr el antebrazo y lo inmoviliz, impidindole usar su arma.

    Con la otra mano empuaba la mortfera daga con gemas incrustadas. Entreri tena una abertura y la posibilidad de asestar el golpe; Jarlaxle no podra pararlo ni eludirlo. De pronto, el asesino se sinti invadido por una oleada de desaliento, una abrumadora sensacin de desesperanza total y completa. Era como si alguien hubiera penetrado en su mente y se dedicara a esparcir todos sus pensamientos, deteniendo todos sus reflejos. Aprovechando la inevitable pausa, Jarlaxle adelant el otro brazo, impuls una daga contra el vientre de su rival y se apart de un brinco.

    El aluvin de emociones discordantes y paralizantes segua causando estragos en la mente de Entreri. Sin ser apenas consciente de sus actos, retrocedi tambalendose y, cuando empez a ver con ms claridad, se sorprendi al encontrarse en el otro extremo de la pequea habitacin, sentado contra la pared, frente a un sonriente Jarlaxle.

    Entreri cerr los ojos y, con gran esfuerzo, puso orden en su mente. El asesino supuso que Rai'gy haba intervenido. El mago drow haba lanzado tanto sobre Entreri como sobre Jarlaxle hechizos de proteccin para que pudieran luchar el uno contra el otro como si les fuera la vida en ello, pero sin peligro de hacerse dao. Pero el mago no se vea por ninguna parte, por lo que Entreri se dijo que, seguramente, Jarlaxle haba usado uno de los inagotables trucos que esconda en la manga. Tal vez haba utilizado su ltima adquisicin mgica la poderosa Crenshinibon para hacerle perder la concentracin.

    Quiz s que ests perdiendo facultades coment el mercenario drow. Qu lstima! Menos mal que ya conseguiste derrotar a tu ms acrrimo enemigo, porque Drizzt Do'Urden seguira siendo joven por muchos siglos.

    Entreri fingi mofarse de estas palabras, aunque, en realidad, la idea lo carcoma por dentro. l haba vivido toda su vida rozando la perfeccin, estando en todo momento preparado. Incluso ahora, con casi cuarenta aos, estaba seguro de poder vencer a casi cualquier enemigo, ya fuese con su habilidad con las armas o con la astucia, preparando de antemano el campo de batalla. El asesino se resista a ir perdiendo facultades, especialmente ese toque de genialidad que haba marcado su vida.

    Entreri quera negar las palabras de Jarlaxle, pero no poda, pues en el fondo de su corazn saba que de no haber sido por los poderes psquicos de Kimmuriel Oblodra, Drizzt habra sido proclamado vencedor.

    No me has vencido limpiamente le espet el asesino, negando con la cabeza. Jarlaxle se acerc a l, entrecerrando peligrosamente sus relucientes ojos en una expresin de amenaza e ira. Era

    una expresin ciertamente inslita en el hermoso rostro del siempre ponderado jefe del grupo de mercenarios drows. Yo tengo esto! exclam Jarlaxle, al mismo tiempo que se abra la capa y mostraba a Crenshinibon, la

    Piedra de Cristal, que asomaba por un bolsillo. No lo olvides nunca. Sin esto, es muy posible que pudiera vencerte; aunque eres bueno, amigo mo, mejor que cualquier humano que haya conocido. Pero con Crenshinibon en mi poder... no eres ms que un simple mortal. En comunin con Crenshinibon puedo destruirte con un simple pensamiento. Nunca lo olvides.

    Entreri baj los ojos, tratando de asimilar las palabras y el tono, as como la inslita expresin que se reflejaba en el rostro del drow, por lo general risueo. En comunin con Crenshinibon?... Un simple mortal? Qu significaba eso, por los nueve infiernos? Nunca lo olvides, haba dicho Jarlaxle y, ciertamente, era una leccin que Entreri pensaba tener muy presente.

    Cuando alz de nuevo la mirada, Jarlaxle mostraba su rostro habitual: una expresin de astucia, ligeramente divertida, que deca a quienes lo miraban que ese ladino drow saba ms de lo que admita, ms de lo que debera saber.

  • El aspecto nuevamente relajado de Jarlaxle record a Entreri que esos lances que disputaban eran toda una novedad. El jefe mercenario se negaba a batirse con nadie excepto con l. Rai'gy se haba quedado con la boca abierta cuando Jarlaxle le comunic sus intenciones de enfrentarse regularmente a Entreri.

    Entreri comprenda la idea que se ocultaba tras esa decisin. Si Jarlaxle sobreviva era, en parte, porque segua siendo un misterio incluso para quienes lo rodeaban. Nadie era capaz de penetrar esa coraza de reserva. El drow consegua desconcertar tanto a amigos como a enemigos y, sin embargo, a l, Artemis Entreri, le estaba revelando muchas cosas.

    Esas dagas no eran ms que una ilusin dijo el asesino, sintindose nuevamente a gusto y adoptando su habitual expresin de astucia.

    En tu mente, tal vez replic el elfo oscuro con su tpico hermetismo. Eran una ilusin insisti Entreri. Es imposible que llevaras tantas, y ninguna magia podra crearlas tan

    rpidamente. Sea concedi Jarlaxle, aunque te recuerdo que oste cmo sonaban al chocar contra tus propias armas y

    notaste el peso cuando te atravesaron la capa. Me pareci que lo oa lo corrigi Entreri, preguntndose si, al fin, haba encontrado una rendija en el

    inacabable juego de adivinanzas del drow. Y no es lo mismo? Jarlaxle se ech a rer, y el sonido son ominoso en los odos de Entreri. El asesino alz la capa y vio varias dagas dagas metlicas muy slidas, todava clavadas en los pliegues, as

    como varios agujeros en la tela. Algunas slo eran una ilusin insisti aunque sin conviccin. Jarlaxle se limit a encogerse de hombros. El drow nunca revelaba sus secretos. Lanzando un suspiro de exasperacin, Entreri se dispuso a marcharse. Amigo mo, ten siempre presente que una ilusin puede matarte si crees en ella le dijo Jarlaxle a su

    espalda. Entreri se detuvo y lanz al drow una sombra mirada. No estaba acostumbrado a que lo avisaran o amenazaran

    de manera tan directa, aunque tambin saba que las amenazas del mercenario drow nunca eran vanas. Y la realidad puede matarte tanto si crees en ella como si no replic el asesino, y se encamin hacia la

    puerta. Entreri se march sacudiendo la cabeza, frustrado y, al mismo tiempo, intrigado. Con Jarlaxle, siempre suceda

    lo mismo, y lo ms sorprendente era que justamente ese aspecto del inteligente drow era el que ms le atraa.

    sa es, transmiti por gestos Kimmuriel Oblodra a Rai'gy y Berg'inyon Baenre, que acababa de incorporarse al ejrcito de Bregan D'aerthe que actuaba en la superficie.

    Como hijo favorito de la casa ms poderosa de Menzoberranzan, Berg'inyon haba tenido todo el mundo drow a sus pies, al menos tanto como poda tenerlo un varn en la sociedad de Menzoberranzan. Pero su madre, la poderosa matrona Baenre, haba muerto dirigiendo un ataque contra un reino enano que acab en desastre y sumi a la gran ciudad drow en el ms absoluto caos. En esa poca de total confusin y miedo, Berg'inyon se haba unido a Jarlaxle y a su escurridiza banda de mercenarios llamada Bregan D'aerthe. Berg'inyon era uno de los mejores guerreros de la ciudad y perteneca a la an poderosa casa Baenre, por lo que fue acogido en la banda con los brazos abiertos y fue subiendo escalones dentro de la misma muy rpidamente, hasta alcanzar el grado de lugarteniente. As pues, no estaba bajo las rdenes de Rai'gy y de Kimmuriel, sino que era su igual. Ahora estaba en una especie de misin de entrenamiento.

  • El drow observ a la humana que Kimmuriel sealaba; una curvilnea hembra vestida como una puta callejera. Has ledo sus pensamientos?, inquiri Rai'gy, realizando complicados gestos con los dedos, que se

    complementaban a la perfeccin con las variadas expresiones y muecas de sus hermosas y angulosas facciones drow. Es una espa Raker, asegur silenciosamente Kimmuriel a sus compaeros. La coordinadora del grupo. Todos

    pasan junto a ella para comunicarle qu han averiguado. Berg'inyon rebull nervioso, sintindose incmodo por las revelaciones del extrao Kimmuriel, poseedor de

    extraos poderes. El joven esper que Kimmuriel no le estuviera leyendo los pensamientos, pues se estaba preguntando cmo poda Jarlaxle sentirse seguro con l cerca. Kimmuriel era capaz de penetrar en la mente de otros al parecer con la misma facilidad con la que l, Berg'inyon, entraba por una puerta abierta. El guerrero solt una risita, que enmascar como un ataque de tos, al pensar que el inteligente Jarlaxle habra colocado una trampa en la puerta de su mente. Tambin l tendra que aprender la tcnica, si es que exista, para mantener a raya a Kimmuriel.

    Sabis dnde pueden estar los otros?, pregunt Berg'inyon en lenguaje gestual. Estara el espectculo completo si no lo supiramos?, fue la respuesta de Rai'gy. El mago sonri de oreja a

    oreja, y los tres elfos oscuros mostraron expresiones arteras y hambrientas. Kimmuriel cerr los ojos y respir profundamente, tratando de calmarse. Rai'gy sigui su ejemplo y sac de una

    de las mltiples bolsas que llevaba al cinto una pestaa incrustada en un trozo de goma arbiga. Entonces, volvindose hacia Berg'inyon empez a agitar los dedos. Instintivamente, el guerrero drow se encogi, como hara la mayora de la gente si un mago drow empezara a lanzar un hechizo en su direccin.

    Conjurado el primer encantamiento, Berg'inyon se torn invisible y desapareci. Rai'gy empez a conjurar un nuevo hechizo, esta vez destinado a hacerse con el control de la mente de la espa y capturarla.

    La mujer se estremeci y, por un momento, pareci que el hechizo surta efecto. No obstante, se liber de l y mir nerviosamente a su alrededor, alertada.

    Rai'gy gru y se dispuso a tejer de nuevo el hechizo. El invisible Berg'inyon lo miraba fijamente con una sonrisa casi burlona (ventajas de ser invisible). El mago siempre rebajaba a los humanos y los calificaba con todos los sinnimos posibles de basura y carroa en idioma drow. Rai'gy se mostraba sorprendido de que esa humana hubiera resistido su encantamiento toda una hazaa mental, aunque, tal como vio Berg'inyon, el retorcido mago haba preparado ms de un hechizo. Si no hubiera habido ninguna resistencia, con uno habra bastado.

    Esta vez, la mujer dio un paso adelante y qued paralizada a media zancada. Ve!, orden Kimmuriel con los dedos. Mientras gesticulaba, con el poder de la mente abra la puerta entre los

    tres drows y la mujer. De pronto, all estaba ella, aunque, en realidad, segua en la calle a unos pocos pasos de distancia. Berg'inyon dio un brinco hacia ella, la agarr y la arrastr hacia el espacio extra-dimensional. Kimmuriel cerr la puerta.

    Todo haba ocurrido tan rpidamente que, si alguien lo hubiese visto, habra credo que la mujer simplemente se haba esfumado.

    El psionicista alz una delicada mano negra hacia la frente de su vctima y ambas mentes se fundieron. Kimmuriel senta el horror de la mujer pues, aunque su cuerpo fsico se hallaba en estasis, su mente continuaba funcionando y se daba cuenta de que se hallaba frente a elfos oscuros.

    Kimmuriel se recre en ese terror slo un instante, disfrutando por completo del espectculo. Acto seguido, empez a derramar sobre su vctima energa psinica, envolvindola en una armadura de energa cintica absorbente con la tcnica que haba perfeccionado en el curso del enfrentamiento entre Entreri y Drizzt Do'Urden.

  • Al acabar, asinti con la cabeza. Berg'inyon se hizo de nuevo visible, y su excelente espada drow ya atravesaba la garganta de la mujer, pues el

    ataque disip casi de inmediato la magia defensiva que le proporcionaba el hechizo de invisibilidad de Rai'gy. El guerrero drow empez a ejecutar una danza, clavando y cortando con sus dos espadas, hundindolas con saa y llegando incluso a descargar un potente mandoble contra la cabeza de la mujer.

    Pero no salt ni un chorro de sangre ni hubo gruidos de dolor, pues la armadura conjurada por Kimmuriel absorba todos los golpes, captando y reteniendo la tremenda energa que le ofreca la brutal danza del guerrero drow.

    ste sigui atacando varios minutos ms, hasta que Rai'gy le advirti que el hechizo de control sobre la mujer estaba a punto de disiparse. Berg'inyon retrocedi y Kimmuriel volvi a cerrar los ojos, mientras el mago se dispona a lanzar otro encantamiento.

    Tanto Berg'inyon como Kimmuriel esbozaron unas siniestras sonrisas cuando Rai'gy sac una diminuta bola de guano de murcilago que desprenda un aroma sulfuroso. Acto seguido, la introdujo con un dedo en la boca de la mujer y pronunci las palabras mgicas. Un fuerte resplandor se encendi en la parte posterior de la boca de la vctima, tras lo cual desapareci por su garganta.

    Kimmuriel abri una segunda puerta dimensional en el mismo lugar de la acera, y Rai'gy empuj violentamente a la mujer hacia all. Kimmuriel cancel la puerta, y los tres observaron, divertidos. El hechizo de control desapareci, y la mujer trastabill. Trat de gritar, pero slo pudo toser violentamente, pues la garganta le arda. Una extraa expresin, de absoluto terror, invadi su rostro.

    Siente la energa que contiene la barrera cintica, explic Kimmuriel. Ya no la retiene, es su propia voluntad la que le impide liberarse.

    Por cunto tiempo?, pregunt inquieto Rai'gy, pero Kimmuriel se limit a sonrer y a indicarles por gestos que miraran y se divirtieran.

    La mujer ech a correr. Los tres elfos drows se fijaron en la gente que se mova a su alrededor; algunas personas se aproximaban a ella con cautela probablemente otros espas, otras simplemente parecan curiosas y, las ms, procuraban apartarse, asustadas.

    Durante todo el tiempo, la mujer intentaba gritar, pero la ardiente sensacin en la garganta slo le permita toser. Tena los ojos muy abiertos en una deliciosa mirada de absoluto terror. Era evidente que senta la tremenda energa almacenada en su interior, de la que pugnaba por liberarse, pero sin saber cmo hacerlo.

    La mujer no pudo contener la barrera cintica y, al percatarse del problema, su miedo se torn en confusin. Sbitamente, el terrible asalto de Berg'inyon se desat contra la mujer en toda su brutalidad: todos los tajos y las estocadas, el mandoble contra la cabeza y la espada clavada en el corazn. Los que miraban vieron que se desmoronaba entre borbotones de sangre que manaban de cara, cabeza y pecho.

    La mujer se desplom casi al instante, pero antes de que nadie pudiera reaccionar, salir corriendo o acudir en su ayuda, el hechizo final de Rai'gy una bola de fuego de efecto retardado estall, inmolando a la mujer, ya muerta, y a muchos de los que la rodeaban.

    Los observadores ms alejados contemplaron incrdulos los cuerpos carbonizados tanto de amigos como de inocentes transentes, con una expresin del ms puro terror que llen de gozo a los implacables elfos oscuros.

    Un magnfico espectculo, s seor. A Berg'inyon el espectculo le sirvi como recordatorio de que deba cuidarse muy mucho de los otros

    lugartenientes de Bregan D'aerthe. Incluso para l, un elfo oscuro acostumbrado como todos los de su raza al asesinato y la tortura, la brutalidad de Rai'gy y Kimmuriel y su maestra en ambos temas eran inslitas.

  • 3 Un encuentro humillante

    Haba recuperado su antiguo cuarto, incluso haba recuperado su nombre. Las autoridades de Luskan no tenan tan buena memoria como proclamaban.

    El ao anterior, Morik el Rufin haba sido acusado de intentar asesinar al honorable capitn Deudermont del Duende de Mar, un famoso cazador de piratas. Puesto que en Luskan una acusacin equivala casi a una condena, Morik haba estado a punto de sufrir una horrible muerte pblica en la Feria de los Reos. De hecho, lo estaban sometiendo a la peor de las torturas cuando el capitn Deudermont, horrorizado por el truculento espectculo, lo haba indultado.

    Con o sin perdn, Morik haba sido desterrado de por vida de Luskan bajo pena de muerte si se le ocurra regresar. Desde luego, al ao siguiente regres. Al principio, asumi una identidad falsa, pero gradualmente fue adoptando su habitual aspecto externo, su tpica forma de moverse, sus contactos en las calles, su cuarto y, finalmente, su nombre y su reputacin. Las autoridades estaban al corriente, pero tenan tantos matones a los que torturar hasta la muerte, que prefirieron no darse por enterados.

    Ahora Morik era capaz de volver la vista atrs hacia ese aciago da en la Feria de los Reos y verle el lado divertido. Era el colmo de la irona que hubiese sido torturado por un crimen que no haba cometido, cuando habran podido acusarlo de tantos otros de los que s era culpable.

    Pero todo eso haba quedado atrs, no era ms que el recuerdo de un torbellino de intrigas y peligro que poda resumirse en un nombre: Wulfgar. Ahora era nuevamente Morik el Rufin y haba recuperado su autntico yo... o casi.

    En la vida de Morik haba irrumpido un nuevo elemento a la vez fascinante y aterrador. El rufin se aproxim a la puerta de su cuarto y estudi cautelosamente el estrecho pasillo, escrutando entre las sombras. Tras asegurarse de que estaba solo, se arrim a la puerta, la tap con su cuerpo de posibles ojos indiscretos que lo vigilaran mgicamente y dio inicio al proceso de retirar la casi una docena de trampas mortales colocadas a lo largo de la jamba, en ambos lados. Una vez hecho esto, sac un juego de llaves y corri los cerrojos uno, dos y tres. Y, finalmente, abri la puerta. An tuvo que desarmar otra trampa sta explosiva antes de poder entrar, para luego cerrar de nuevo la puerta, asegurarla y volver a colocar todas las trampas. Aunque el proceso completo le llevaba ms de diez minutos, lo repeta cada vez que llegaba a su cuarto. Los elfos oscuros haban aparecido en la vida de Morik sbitamente y sin previa invitacin, prometindole un tesoro digno de un rey si haca lo que le pedan, aunque tambin le haban mostrado la parte menos amable del trato.

    Morik revis el pequeo pedestal situado a un lado de la puerta prxima y asinti con la cabeza, satisfecho de comprobar que nadie haba tocado el orbe de dentro del ancho jarrn. El recipiente estaba recubierto con un veneno que actuaba por contacto y mantena una trampa que se disparaba por presin. El orbe le haba costado una suma de oro tan desorbitante, que tendra que robar de lo lindo durante todo un ao para recuperarla. Pero, a los temerosos ojos de Morik, el objeto vala lo que haba pagado por l. El orbe estaba encantado con un potente duomer antimagia que impeda que se abrieran las puertas dimensionales mediante las que cualquier mago podra plantarse en su cuarto con un hechizo de teletransporte.

    Morik el Rufin no deseaba repetir la experiencia de despertar y encontrarse a un elfo oscuro junto a su lecho, mirndolo.

    Pese a que todos los cerrojos estaban en su sitio y que el orbe se encontraba dentro del recipiente protector, una sutil seal, una brisa intangible, un cosquilleo que le erizaba los pelillos de la nuca indic a Morik que haba algo fuera de lugar. El bribn recorri el cuarto con la mirada, escudri las sombras y observ las cortinas que an tapaban una ventana que haba tapiado haca

  • tiempo. A continuacin examin la cama, con las sbanas bien recogidas para que no colgaran por el borde. Agachndose slo un poco, pudo echar un vistazo bajo el lecho; no haba nadie escondido. Las cortinas entonces, pens, y se encamin hacia la ventana dando un rodeo para no alertar al intruso. Con un rpido movimiento lateral se plant delante de las cortinas, con una daga en una mano, las apart a un lado y apual con fuerza el aire.

    El rufin se ech a rer, aliviado, ante su propia paranoia. Nada era igual desde la llegada de los elfos oscuros. Ahora tena siempre los nervios de punta. Su primer encuentro con los drows se produjo cuando Wulfgar lleg a la ciudad y, por alguna razn que Morik an no comprenda, le pidieron que cuidara del descomunal brbaro. Contando esa vez, no haba visto a los elfos oscuros ms que en cinco ocasiones.

    Siempre tena los nervios de punta y siempre estaba a punto de saltar, pero se recordaba a s mismo el beneficio que podra reportarle su alianza con los drows. Por lo que haba podido adivinar, si era de nuevo Morik el Rufin era, en parte, porque uno de los secuaces de Jarlaxle haba visitado a un mandams de la ciudad.

    El rufin solt un suspiro de alivio y dej ir las cortinas, pero se qued helado de miedo cuando una mano le tap la boca y el delgado filo de una daga se apoy contra su garganta.

    Tienes las joyas? le susurr una voz al odo. Pese a hablar en tono muy bajo, la voz transmita una increble fuerza y calma. La mano se apart de la boca para posarse sobre la frente, obligndolo a echar ligeramente la cabeza hacia atrs para recordarle lo vulnerable que era su garganta.

    Morik no respondi. En su mente repasaba todas las posibilidades, la menos probable de las cuales era la de la huida, pues la mano que lo sujetaba revelaba una fuerza aterradora, mientras que la daga apoyada en su garganta no temblaba ni un pice. Fuese quien fuese su atacante, era muy superior a l.

    Te lo preguntar una vez ms y ser la ltima susurr el intruso. T no eres drow replic Morik, tratando de ganar tiempo y de asegurarse de que ese hombre, pues estaba

    seguro de que era un humano y no un elfo oscuro, no actuaba precipitadamente. Tal vez lo soy y oculto mi identidad bajo un hechizo. Pero eso es imposible, verdad?, puesto que aqu

    ninguna magia funciona. Dicho esto, propin un brusco empelln al asustado Morik, lo agarr por un hombro y lo oblig a dar media vuelta. El rufin retrocedi.

    Pese a ser un ladrn tan bueno como los muchos que deambulaban por las calles de Luskan, una ciudad llena de ladrones, no lo reconoci. Morik se haba ganado a pulso su reputacin, alimentada tambin por sus baladronadas, actuando en las entraas de la urbe. Ese hombre que tena frente a l, unos diez aos mayor que l, y con una actitud tan calmada y serena...

    Ese hombre se haba introducido en su cuarto y haba resistido el concienzudo escrutinio de Morik. El rufin se dio cuenta de que las sbanas se vean arrugadas, pero no haba observado y comprobado que estaban perfectamente lisas?

    T no eres drow os repetir el rufin. No todos los agentes de Jarlaxle son elfos oscuros, verdad, Morik el Rufin? Morik asinti con la cabeza y meti su daga en la funda que le colgaba del cinto. Era una

    accin destinada a reducir la tensin, algo que Morik deseaba desesperadamente. Y las joyas? pregunt el hombre. Morik no pudo ocultar su pnico. Deberas habrselas comprado a Telsburgher coment el intruso. Tenas el camino

    libre y la misin era sencilla. Por desgracia, un juez de poca monta que no perdona se ha metido por medio repuso Morik.

  • El intruso segua mirndolo fijamente, sin mostrar ni especial inters ni ira. Su expresin era tan hermtica, que Morik no saba si le interesaban en absoluto sus excusas.

    Telsburgher est de acuerdo en vendrmelas al precio acordado se apresur a aadir Morik. Si vacila es porque teme las represalias del juez Jharkheld. Ese maldito diablo me guarda rencor. Sabe que he regresado a Luskan y le encantara llevarme de nuevo a rastras a su Feria de los Reos, pero, por lo que s, sus superiores no se lo permiten. Da las gracias a Jarlaxle de mi parte.

    Jarlaxle se limita a cumplir su parte del trato replic el intruso, y Morik rebull nervioso. l te ayuda para llenarse la bolsa de oro, no para llenarse el corazn de buenos sentimientos.

    Morik asinti. Me da miedo ir tras Jharkheld admiti el rufin. Cmo puedo dar el golpe sin ponerme en contra a las

    verdaderas autoridades de Luskan y, de rebote, perjudicar los intereses de Jarlaxle? No te preocupes por Jarlaxle. El hombre habl con tal seguridad, que Morik se dio

    cuenta de que crea cada palabra. T completa la transaccin. Pero... Esta noche. Dicho esto, el desconocido dio media vuelta y se encamin hacia la puerta. Bajo la mirada de Morik sus manos

    se movieron en asombrosos crculos, desactivando una trampa tras otra. A Morik le haba costado casi diez minutos abrir esa puerta, y eso que conoca a la perfeccin cada trampa que l mismo haba colocado y que posea las tres llaves de los respectivos cerrojos, que se suponan casi invulnerables. No obstante, en cuestin de un par de minutos la puerta estuvo abierta de par en par.

    El hombre mir hacia atrs y arroj algo al suelo, a los pies de Morik. Un trozo de alambre. Es de la trampa de abajo. Est tan estirado que ya no sirve. Lo he cambiado. Entonces atraves el umbral y cerr la puerta. Morik oy los clics y los paneles deslizantes, sonidos que

    indicaban que el intruso estaba colocando en su sitio todas las trampas y cerrojos. El rufin se acerc cautelosamente a la cama y apart las sbanas. El intruso haba hecho un agujero en el

    colchn justo de su medida. Morik no pudo por menos que echarse a rer, notando cmo su respeto por la banda de Jarlaxle se multiplicaba. No necesitaba comprobar el jarrn de la puerta para saber que el orbe que contena era falso y que el verdadero acababa de salir por la puerta.

    Entreri parpade cuando el sol de la tarde le dio en los ojos. El asesino se llev una mano al bolsillo para tocar el objeto mgico que acababa de arrebatar a Morik. Ese pequeo orbe haba frustrado a Rai'gy, haba derrotado su magia cuando trat de visitar personalmente a Morik, cosa que seguramente haca en esos mismos momentos. A Entreri le complaca pensar en un Rai'gy derrotado. A Bregan D'aerthe le haba costado casi diez das descubrir la razn de la sbita distancia de Morik, cmo se las haba arreglado el rufin para ocultar su cuarto a los indiscretos ojos de los magos. As pues, la tarea haba recado en Entreri. El asesino no se haca ilusiones; saba que la misin no le haba sido encomendada por su habilidad como ladrn, sino porque los elfos oscuros no estaban seguros de la resistencia que presentara Morik y no deseaban poner en peligro a ningn drow para averiguarlo. A Jarlaxle no le hara ninguna gracia saber que Rai'gy y Kimmuriel haban obligado a Entreri a ir, pero ese par saba que Entreri no le ira a Jarlaxle con el cuento.

    As pues, Artemis Entreri haba hecho de chico de los recados para los temibles y aborrecidos elfos oscuros.

  • Sus instrucciones eran precisas: deba coger el orbe y poner fin a la alianza con Morik. Deba dejar a un lado el orbe y soplar el silbato mgico que Rai'gy le haba entregado, para avisar a los elfos oscuros, que esperaban su seal en la lejana Calimport; pero el asesino no tena ninguna prisa.

    Saba que debera haber matado a Morik, tanto por la impertinencia que haba mostrado al tratar de ocultarse de los magos como por no haber sido capaz de conseguir las joyas. Rai'gy y Kimmuriel sin duda exigiran la cabeza del rufin, y Entreri tendra que justificar sus acciones para tratar de proteger a Morik.

    Entreri conoca la ciudad de Luskan bastante bien, pues haba estado en ella en varias ocasiones, incluyendo una estancia bastante prolongada slo unos das antes, cuando en compaa de otros agentes drows, haba descubierto el objeto antimagia con el que Morik se protega. Llevaba pocos minutos deambulando por las calles cuando escuch los gritos y los vtores de la cruel Feria de los Reos. Entr en la plaza abierta justo cuando a un pobre diablo le sacaban los intestinos, como quien tira de una cuerda; pero Entreri apenas repar en el espectculo, pues su mirada estaba fija en la menuda figura de afiladas facciones, ataviada con una tnica que diriga la tortura.

    El hombre gritaba a la vctima, que se retorca, tratando de persuadirlo de que delatara a sus compinches all mismo, antes de que fuese demasiado tarde.

    Asegrate la posibilidad de vivir una vida ms agradable despus de la muerte! chillaba el juez. Su voz era tan afilada como sus airadas y angulosas facciones. Vamos! Confiesa antes de morir!

    Pero el condenado se limit a gemir. A Entreri le pareci que ya ni siquiera era capaz de captar el sentido de las palabras del magistrado.

    Pocos minutos despus expir, poniendo as fin al espectculo. La gente empez a vaciar la plaza, la mayora asintiendo con la cabeza y sonriendo, al tiempo que comentaba excitada el buen espectculo que les haba ofrecido Jharkheld ese da.

    Entreri no necesitaba or ms. Ocultndose en las sombras, sigui al juez por el corto trayecto que mediaba entre la plaza y la torre que

    albergaba las oficinas de los responsables de la Feria de los Reos, as como las mazmorras en las que estaban encerrados los condenados que pronto seran martirizados en pblico.

    El asesino se felicit por la buena suerte de llevar encima el orbe de Morik, pues en cierta medida lo protega de cualquier mago que hubiese sido contratado para defender la torre. Tan slo debera preocuparse por los centinelas y las trampas mecnicas, y Artemis Entreri no tema ni a los unos ni a las otras.

    Entreri penetr en la torre justo cuando el sol se pona por el oeste.

    Cuentan con demasiados aliados insisti Rai'gy. Desaparecern sin dejar rastro. Como si se esfumaran replic Jarlaxle con una amplia sonrisa. El mago gru y sacudi la cabeza, mientras Kimmuriel, al otro lado de la habitacin, sentado cmodamente en

    una silla de felpa y con una pierna apoyada en el reposabrazos acolchado, alzaba la vista al techo y pona los ojos en blanco.

    Es que an dudas de m? inquiri Jarlaxle en tono ligero e inocente, para nada amenazador. Recuerda todo lo que ya hemos conseguido aqu, en Calimport, y en otros lugares de la superficie. Poseemos agentes en varias de las ciudades ms importantes, incluyendo Aguas Profundas.

    Poseemos agentes exploradores en otras ciudades lo corrigi Rai'gy. En la actualidad, slo tenemos un agente en activo fuera de Calimport, ese despreciable rufin de Luskan. El mago hizo una pausa, mir a su compaero psionicista y sonri. O tenamos.

  • Kimmuriel se ri entre dientes al pensar en el segundo agente que actuaba en Luskan, y que Jarlaxle ignoraba que haba abandonado Calimport.

    Los otros slo preparan el terreno. Algunos prometen y otros no, pero ninguno de ellos se merece ser considerado agente nuestro, de momento prosigui Rai'gy.

    Eso cambiar pronto. Muy pronto! afirm Jarlaxle, inclinndose hacia adelante en la silla, tan cmoda como la de Kimmuriel. Se convertirn en asociados rentables o encontraremos a otros. No nos ser nada difcil, pues los humanos son codiciosos. La situacin aqu, en Calimport,... mira a tu alrededor. Niegas que fue una buena idea venir? Las gemas y las joyas fluyen rpidamente hacia las manos de una poblacin drow ansiosa por aumentar sus posesiones ms all de la limitada riqueza de Menzoberranzan.

    Seremos afortunados si las casas de Ched Nasad deciden que estamos perjudicando sus intereses econmicos coment sarcsticamente Rai'gy, que era natural de esa otra ciudad drow.

    Jarlaxle descart la idea con una sonrisa. No niego que podemos sacar mucho provecho de Calimport, pero cuando planeamos subir a la superficie,

    acordamos que deberamos obtener beneficios inmediatos y muy elevados. Acordamos que nuestra estancia en la superficie sera de corta duracin y que, despus de obtener los beneficios iniciales, reconsideraramos nuestra posicin y tal vez regresaramos a la Antpoda Oscura, dejando en la superficie solamente algunas conexiones comerciales y a nuestros mejores agentes.

    S, acordamos que reconsideraramos nuestra posicin, y yo ya lo he hecho dijo Jarlaxle. Para m, es evidente que subestimamos el potencial de nuestras operaciones en la superficie. As pues, digo que nos expandamos!

    Nuevamente hubo caras largas. Kimmuriel segua con la mirada clavada en el techo, en actitud de abierta oposicin a Jarlaxle.

    Los Raker quieren que limitemos nuestras operaciones a una seccin les record el mercenario, pero muchos de los artesanos que elaboran las mercancas ms exticas, que seguramente resultaran muy atractivas en Menzoberranzan, trabajan fuera de esta zona.

    Pues cerremos un trato con los Raker; dejmosles participar en este nuevo y provechoso mercado al que ellos no tienen acceso propuso Rai'gy. A la luz de la historia de Bregan D'aerthe, una banda mercenaria y oportunista cuyo lema era mutuo beneficio, era una sugerencia perfectamente razonable.

    No son ms que granos replic Jarlaxle, extendiendo ante l los dedos pulgar e ndice y presionando uno contra otro como si apretara un grano. Y desaparecern.

    No ser tan sencillo como crees intervino una voz femenina desde la entrada. Los tres drows miraron en esa direccin y vieron a Sharlotta Vespers entrando en la habitacin con andares sinuosos. La mujer llevaba un vestido largo con una abertura lateral tan alta que dejaba totalmente al descubierto una de sus torneadas piernas. Los Raker se precian de extender los tentculos de su organizacin por todas partes. Aunque destruyeras todas sus casas y eliminaras a todos sus agentes conocidos, incluso a todas las personas que tienen algo que ver con sus agentes, todava quedaran muchos testigos.

    Quin hara algo as? pregunt Jarlaxle, que segua sonriendo e incluso dio unos golpecitos en la silla que ocupaba para que Sharlotta se acercara y compartiera asiento con l, cosa que la mujer hizo, acurrucndose con familiaridad.

    Esta imagen hizo que Rai'gy lanzara una fugaz mirada a Kimmuriel. Ambos saban que Jarlaxle se acostaba con esa humana que, junto con Entreri, era el miembro ms poderoso de la antigua cofrada Basadoni, y a ninguno de los dos le gustaba la idea. Sharlotta era astuta para ser humana, casi lo suficiente para merecer ser aceptada en la sociedad drow. Incluso haba logrado aprender el idioma drow y ahora trataba de asimilar el complicado cdigo mudo de signos. Rai'gy la

  • encontraba francamente repulsiva, mientras que a Kimmuriel, pese a considerarla extica, tampoco le gustaba la idea de que susurrara peligrosas sugerencias al odo de Jarlaxle.

    Pero en ese asunto en particular, Sharlotta pareca estar de su lado, por lo que no trataron de interrumpirla como solan hacer.

    Esos testigos contaran lo ocurrido a todas las dems cofradas e informaran a las autoridades de Calimshan explic la mujer. La destruccin de la cofrada Raker pondra de manifiesto que un gran poder se ha infiltrado en Calimport.

    Lo cual es cierto dijo Jarlaxle con una sonrisa burlona. Pero una de las bases de ese poder es seguir siendo secreto replic Sharlotta. Jarlaxle la empuj fuera de su regazo y de la silla, por lo que la mujer tuvo que reaccionar rpidamente para no

    perder el equilibrio y mantenerse en pie con un mnimo de dignidad. El jefe mercenario se levant, pas junto a Sharlotta sin siquiera mirarla, como si la opinin de la mujer fuera

    del todo irrelevante, y se dirigi a sus lugartenientes. En un principio imagin que el papel de Bregan D'aerthe en la superficie sera de importador y exportador.

    Ya lo hemos conseguido. Pero ahora veo la verdad de las sociedades dominadas por los humanos, y esa verdad es su debilidad. Podemos y debemos ir ms all.

    Hablas de conquista? inquiri Rai'gy en tono agrio y sarcstico. No como Baenre intent conquistar Mithril Hall se apresur a explicar Jarlaxle. Me

    refiero ms bien a una absorcin, para quienes se dejen absorber por supuesto aadi con una malvola sonrisa. Y los que no, sern eliminados? inquiri Rai'gy, pero su sarcasmo no hizo mella en el mercenario, el cual

    se limit a sonrer ms ampliamente. Acaso no ejecutasteis a una espa Raker el otro da? Hay una gran diferencia en defender nuestra intimidad y tratar de ampliar nuestras fronteras respondi el

    mago. No es ms que una cuestin semntica replic Jarlaxle, echndose a rer. Detrs de l, Sharlotta Vespers se mordi un labio y sacudi la cabeza. Mucho se tema que sus nuevos

    benefactores estaban a punto de cometer un tremendo y peligroso error.

    Desde un callejn prximo, Entreri escuch los gritos y la confusin que procedan de la torre. Lo primero que haba hecho tras entrar fue bajar una escalera y buscar un prisionero especialmente desagradable para liberarlo. Despus de conducir al criminal a un lugar relativamente seguro los tneles abiertos situados detrs de los calabozos, haba subido de nuevo a la planta baja y haba recorrido lenta y silenciosamente los oscuros corredores, escasamente iluminados por las antorchas.

    Hallar las dependencias de Jharkheld haba sido un juego de nios. La puerta ni siquiera estaba cerrada con llave.

    Si no hubiese acabado de presenciar la actuacin del magistrado en la Feria de los Reos, Artemis Entreri hubiera tratado de hacerlo entrar en razn respecto a Morik. Ahora, el rufin tena va libre para conseguir las joyas.

    Entreri se pregunt si los guardias ya habran localizado al prisionero fugado, lgicamente el asesino del pobre Jharkheld, en el laberinto de tneles. El hombre no se imaginaba lo que le esperaba. Entreri esboz una irnica sonrisa, pues no albergaba ningn sentimiento de culpabilidad por usar a ese pobre diablo en beneficio propio. Despus de todo, se lo mereca por idiota. Por qu debera un desconocido poner en peligro su propia vida para liberarlo? Por qu no haba preguntado nada a Entreri mientras ste le quitaba los grilletes? Por qu, si era lo suficientemente listo para seguir viviendo, no haba tratado de capturar a Entreri y encadenarlo, para que su desconocido salvador, al que nadie haba dado vela en ese entierro, se enfrentase al verdugo en su

  • lugar? Por esos calabozos pasaban tantos prisioneros, que los carceleros ni siquiera se habran percatado del cambio. As pues, ese matn se mereca lo que le esperaba y, en opinin de Entreri, se lo haba buscado. Desde luego, el

    hombre jurara y perjurara que alguien lo haba ayudado a escapar y lo haba dispuesto todo para que pareciera que l haba asesinado al juez.

    Pero a los responsables de la Feria de los Reos no les interesaban las excusas de los condenados. Y a Artemis Entreri tampoco.

    El asesino descart todo pensamiento sobre ese asunto, ech una mirada alrededor para asegurarse de que se encontraba solo y coloc el orbe que neutralizaba la magia en un lado del callejn. Entonces, se alej de l y sopl el silbato, preguntndose cmo funcionara. Obviamente, tendra que regresar a Calimport por medios mgicos, pero funcionara la magia si llevaba consigo el orbe? O el duomer de ste impedira el teletransporte?

    Junto a l apareci una cortina de luz azul. Era un portal mgico. No uno conjurado por Rai'gy, sino por Kimmuriel Oblodra. Ah se dijo, entonces es que el orbe no es efectivo contra los psionicistas.

    O quiz s. La duda causaba una profunda desazn al por lo general inconmovible Entreri. Qu ocurrira si el orbe afectaba la distorsin dimensional de Kimmuriel?, se preguntaba mientras recoga el objeto antimgico. Ira a parar a un lugar equivocado, quizs a otro plano de la existencia?

    El asesino desech la idea. Con o sin orbes mgicos, la vida era muy arriesgada cuando uno trataba con drows. Entreri procur meterse el orbe en el bolsillo disimuladamente, por si alguien lo espiaba desde el oscuro callejn, tras lo cual se aproxim rpidamente a la puerta mgica y, tras inspirar profundamente, la atraves.

    Sali de ella mareado, pugnando por recuperar el equilibrio, a cientos de kilmetros de distancia de Luskan, concretamente en las habitaciones secretas destinadas a la hechicera en la sede de la cofrada.

    Kimmuriel y Rai'gy lo miraban con dureza. Tienes las joyas? le pregunt Rai'gy en lengua drow, que Entreri entenda slo a medias.

    Pronto las tendr respondi el asesino, chapurreando en drow. Haba un problema. Ambos elfos oscuros arquearon las cejas, sorprendidos. He dicho haba dijo Entreri, acentuando el verbo en pasado. Morik conseguir las

    joyas enseguida. As pues, Morik sigue con vida coment Kimmuriel de manera harto significativa. Y sus intentos de

    sustraerse a nuestra observacin? Eran los magistrados locales, que trataban de aislarlo de cualquier influencia externa minti Entreri.

    Mejor dicho, de un magistrado local. Pero ya he solucionado el problema se apresur a aadir al ver el gesto agrio de los drows.

    Ni Rai'gy ni Kimmuriel parecan complacidos, pero ninguno protest. Y dices que ese magistrado local aisl mgicamente el cuarto de Morik para que no

    pudisemos observarlo? insisti Rai'gy. S, en su cuarto no funcionaba ningn tipo de magia. Pero tambin he remediado eso. Era por el orbe? quiso saber Kimmuriel. Morik adquiri el orbe. Rai'gy entorn los ojos. Al parecer, no saba qu estaba comprando repuso Artemis Entreri con toda calma, sin

    alarmarse, pues saba que su estratagema haba funcionado.

  • Por supuesto, Rai'gy y Kimmuriel sospechaban que haba sido obra de Morik y no de un juez de Luskan. Asimismo intuan que Entreri haba maquillado la verdad en su propio inters; pero el asesino saba que no tenan nada slido para actuar contra l sin despertar la ira de Jarlaxle.

    Una vez ms se daba cuenta de que su seguridad dependa casi exclusivamente del jefe mercenario, algo que a Entreri le turbaba. No le gustaba depender de nadie, pues para l dependencia equivala a debilidad. Tena que darle la vuelta a la situacin.

    Entrgame el orbe orden Rai'gy, mientras extenda una delgada mano engaosamente delicada. Ser mejor que lo guarde yo y no t os replicar el asesino. Sus palabras pusieron a ambos drows en pie de

    guerra. An no haba acabado de hablar, cuando Entreri sinti un cosquilleo en el bolsillo. Meti una mano dentro, y

    sus sensibles dedos percibieron una leve vibracin que emanaba del corazn del objeto encantado. El asesino clav la mirada en Kimmuriel. El psionicista tena los ojos cerrados y pareca estar muy concentrado.

    Entonces lo entendi. La magia del orbe nada poda contra los formidables poderes mentales de Kimmuriel, y Entreri haba presenciado antes ese truco mental. Kimmuriel haba entrado en contacto con la energa latente del interior del orbe y la estaba alimentando hasta alcanzar niveles explosivos.

    El asesino acarici la idea de esperar hasta el ltimo momento y despus arrojar el orbe a la cara de Kimmuriel. Cmo disfrutara viendo a ese maldito drow atrapado en uno de sus propios trucos!

    Con un ademn, Kimmuriel abri una puerta dimensional que conduca a la polvorienta y casi desierta calle. Era una puerta lo suficientemente grande para el orbe, aunque demasiado pequea para que Entreri la atravesara.

    El asesino notaba cmo la energa iba creciendo ms y ms; las vibraciones ya eran evidentes. No obstante, segua inmvil mirando a Kimmuriel, simplemente mirndolo y esperando, para que el drow supiera que no estaba asustado.

    De hecho, no se trataba de una prueba de fuerza entre ambos. Entreri tena en el bolsillo una explosin en ciernes, mientras que Kimmuriel se haba situado a suficiente distancia de l, de modo que el nico efecto que sufrira seran las salpicaduras de la sangre de Entreri. Nuevamente el asesino consider la posibilidad de arrojar el orbe a la cara de Kimmuriel, y de nuevo se percat de lo ftil de tal accin.

    El psionicista se limitara a dejar de alimentar la energa latente del orbe, con lo que evitara la explosin tan eficazmente como quien apaga una antorcha sumergindola en agua. Adems, eso dara a Rai'gy y a Kimmuriel la excusa que necesitaban para acabar con l. Probablemente, Jarlaxle se enfadara, pero no podra negarles el derecho a defenderse.

    Artemis Entreri no estaba preparado para luchar contra ellos. An no. As pues, lanz el orbe por la puerta abierta y esper. Un instante despus, estall convirtindose en polvo.

    La puerta mgica se cerr. Practicas unos juegos muy peligrosos coment Rai'gy. Ha sido tu amigo el que ha provocado la explosin replic el asesino con toda

    tranquilidad. No me refiero a eso. Entre los de tu raza se afirma que es imprudente encomendar a un nio el trabajo de un

    hombre. Nosotros tenemos un dicho similar: es imprudente encomendar a un humano el trabajo de un drow. Entreri no respondi, limitndose a clavar la mirada en el hechicero. Empezaba a sentirse como cuando estuvo

    atrapado en Menzoberranzan y era consciente de que en esa ciudad habitada

  • por veinte mil elfos oscuros por bueno que fuera, por muy hbil que fuese en su oficio, nunca conseguira ascender ni un solo peldao en la sociedad drow.

    Rai'gy y Kimmuriel intercambiaron unas cuantas frases, la mayora de ellas insultos algunos groseros y otros sutiles pero todos dirigidos a Entreri.

    El asesino tom buena nota de todos ellos y nada dijo, porque nada poda decir. No poda dejar de pensar en el oasis Dallabad y en una particular combinacin de espada y guantelete.

    Aguant las ofensas de los drows porque deba hacerlo. De momento.

  • 4 Muchos caminos y muchos destinos

    Escondido entre las sombras de la entrada, Entreri escuchaba con gran curiosidad el monlogo que se pronunciaba dentro de la habitacin. nicamente entenda retazos del discurso, pues quien hablaba, Jarlaxle, lo haca muy rpida y excitadamente en drow. Al limitado dominio del vocabulario drow que posea Entreri se aada que, a la distancia que se encontraba, perda algunas palabras.

    No podrn llevarnos la delantera, porque nosotros nos movemos demasiado aprisa deca el jefe mercenario. Entreri oy todas las palabras de esa oracin y pudo traducirlas. Pareca que Jarlaxle trataba de animar a alguien. Caern calle a calle. Quin se nos podr oponer a ambos, unidos?

    Ambos unidos?, repiti el asesino para sus adentros, repitiendo una y otra vez la palabra drow para asegurarse de que la haba entendido bien. Ambos? Jarlaxle no se poda estar refiriendo a su alianza con Entreri ni con los supervivientes de la cofrada Basadoni. Comparados con la pujanza de Bregan D'aerthe, no eran ms que apndices sin importancia. Es que Jarlaxle haba cerrado un nuevo trato a espaldas de Entreri? Acaso con un baj; o con alguien an ms poderoso?

    El asesino se arrim ms a la puerta y procur entender el nombre de algn demonio o espritu maligno, o tal vez de un desollador mental. El asesino se estremeci al considerar esas tres posibilidades. Los demonios eran de naturaleza demasiado impredecible y salvaje para aliarse con ellos; haran cualquier cosa para satisfacer sus necesidades, sin importarles el bien de la alianza. Los espritus malignos eran ms predecibles de hecho, demasiado predecibles. En su jerrquica concepcin del mundo, inevitablemente se colocaban en la cspide.

    No obstante, comparados con la tercera posibilidad, la de los illitas, Entreri casi se hubiera alegrado de or a Jarlaxle pronunciar el nombre de algn poderoso demonio. El asesino se haba visto obligado a tratar con illitas durante su estancia en Menzoberranzan, pues los desolladores mentales eran parte integrante de la vida de la ciudad, y deseaba no volver a ver nunca jams una de esas espantosas criaturas de blanda cabeza.

    Escuch un rato ms, hasta que pareci que Jarlaxle se calmaba y se acomodaba en un asiento. El jefe mercenario segua hablando solo, murmurando para s acerca de la inminente cada de los Raker, cuando Entreri entr tranquilamente en la habitacin.

    Ests solo? le pregunt hacindose el inocente. Me pareci or voces. Aliviado, not que Jarlaxle no llevaba puesto el parche mgico protector, lo que descartaba que se hubiera

    reunido con illitas o pensara hacerlo en el curso de ese da. El parche en el ojo protega contra la magia mental, y en todo el mundo no existan seres ms competentes en ese tipo de magia que los temibles desolladores mentales.

    Estaba poniendo en orden mis pensamientos explic Jarlaxle en la lengua comn de la superficie, que hablaba con tanta soltura como su lengua materna. Se preparan muchas cosas.

    En su mayora peligrosas. Slo para algunos replic el drow, rindose entre dientes. Entreri le lanz una mirada dubitativa. No creers en serio que los Raker pueden vencernos, verdad? inquiri incrdulamente

    el jefe mercenario. En una guerra abierta, no. En una lucha declarada, espada contra espada, los Raker no pueden ganar y, sin

    embargo, han hallado el modo de sobrevivir durante muchos aos.

  • Porque tienen suerte. No, porque estn vinculados a poderes mayores por multitud de lazos lo corrigi. Un hombre no necesita

    ser fsicamente fuerte si un gigante le guarda las espaldas. A no ser que ese gigante se haga amigo de un rival. Ya se sabe que la lealtad no es el lado fuerte de los

    gigantes. Has hecho un trato con los Seores de Calimport? pregunt Entreri sin mucho

    convencimiento. Con quin? Y por qu no se me ha incluido en las negociaciones? Jarlaxle se encogi de hombros, sin revelar nada. Es imposible decidi Entreri. Aunque amenazaras a uno o a varios, hace demasiado tiempo que los

    Raker penetraron en la red de poder de todo Calimshan para que una traicin contra ellos pueda prosperar. Poseen aliados que los protegen de otros aliados. Es imposible. Ni siquiera Jarlaxle y Bregan D'aerthe podran haber acabado con la oposicin para producir un cambio tan brusco y desestabilizador en la estructura de poder de la regin como sera la eliminacin de los Raker.

    Tal vez haya formado una alianza con el ser ms poderoso que jams haya venido a Calimport repuso Jarlaxle con aire dramtico y, como era habitual en l, crptico.

    Entreri entrecerr sus oscuros ojos y los pos en el extravagante drow, tratando de buscar una pista, lo que fuera, sobre lo que podra significar el extrao comportamiento de Jarlaxle. Por lo general, ste se mostraba cerrado, casi misterioso, y siempre estaba listo para coger al vuelo cualquier oportunidad de adquirir ms poder o riqueza. No obstante, en esa ocasin, algo fallaba. Para Entreri, el inminente asalto a la cofrada Raker era un grave error, y el legendario Jarlaxle nunca cometa errores. As pues, pareca obvio que el artero drow haba establecido realmente una poderosa conexin o alianza, o que posea una informacin sobre la situacin que nadie ms saba. Esto Entreri lo dudaba, puesto que era l, y no Jarlaxle, la persona mejor informada de lo que ocurra en las calles de Calimport.

    Incluso aunque una de esas posibilidades fuese cierta, Entreri presenta que haba gato encerrado. Jarlaxle era presuntuoso y arrogante, de eso no haba duda, pero nunca antes se haba mostrado tan seguro de s mismo, especialmente en una situacin tan explosiva como en la que se encontraban.

    Y todava lo era ms al mirar ms all de la inevitable cada de los Raker. Entreri era perfectamente consciente de la malvada naturaleza de los drows y no le caba la menor duda de que Bregan D'aerthe masacrara a la cofrada rival. Sin embargo, esa victoria tena muchas implicaciones, demasiadas para que Jarlaxle se mostrara tan relajado.

    Sabes ya qu papel desempears t en todo esto? inquiri Jarlaxle. No tendr ningn papel. Rai'gy y Kimmuriel me han dejado de lado. Por su tono de voz, era evidente que

    el asesino se alegraba de ello. Jarlaxle solt una sonora carcajada, pues era obvio que Entreri haba hecho todo lo posible para ser arrinconado. El asesino lo mir completamente serio. Jarlaxle tena que conocer los riesgos que afrontaba; era una situacin

    potencialmente catastrfica que poda obligarlo a l y a Bregan D'aerthe a huir al oscuro agujero que era la Antpoda Oscura. Tal vez se trataba de eso, reflexion el asesino. Tal vez Jarlaxle senta nostalgia por su hogar y, astutamente, trataba de precipitar el regreso. La sola idea de volver a Menzoberranzan le pona los pelos de punta. Prefera mil veces morir all mismo que regresar por la fuerza a la ciudad drow.

    Era posible que l se quedara atrs como agente drow, como Morik en Luskan. No, no sera suficiente, se dijo el asesino. Calimport era una ciudad mucho ms peligrosa que Luskan, y si el poder de Bregan D'aerthe dejaba de actuar, l no correra tal riesgo. Tena enemigos demasiado poderosos.

  • Pronto empezar, si es que todava no lo ha hecho. As pues, pronto habr acabado todo coment Jarlaxle. Antes de lo que t crees, pens Entreri, pero guard silencio. Era un hombre que sobreviva calculando

    cuidadosamente, sopesando escrupulosamente las consecuencias de cada paso que daba y de cada palabra que pronunciaba. Saba que Jarlaxle y l eran espritus gemelos, pero no poda estar en modo alguno de acuerdo con la operacin que se iba a lanzar esa misma noche y que, se mirara por donde se mirara, era un riesgo innecesario.

    Qu saba Jarlaxle que Entreri ignorara?

    Sera imposible imaginarse una figura ms fuer


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