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OLEI MERCANTILDE PUERTO RICO€¦ · OLEIMERCANTILDE PUERTO RICO IURiMDBri:\DIfL\TKDKINFOMiCION...

Date post: 24-Oct-2020
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OLEI MERCANTIL DE PUERTO RICO IURi MDBri:\DIfL\TK DK INFOMiCION UNIVERSAL SIKEOTOH: J. PEREZ LOSADA. Suscréión mensual 60 centavos. Numen suelto 2 centavos. KO SE PUBLICA LOS DOMINGOS Dirccttny Redacción, san José, % nt44. —Correos apartad* a? 488.—Taldgrafc MORIS iatered at San Joan aa seccond cías* malí raatter. Un acto grandioso EL BANQUETE DEL SABADO Resultó extraordinario, superior á cuantas predicciones se habían hecho acerca del éxito y la importancia del acto; fué aquello un derroche de es- plendidez, en todos los sentidos. Y para proclamarlo bastará la enume- ración de las personas que asistieron al banquete y la cita de las palabras que allí se pronunciaron. Una muestra de vitalidad tan ex- traordinaria como acaba de dar la Co- lonia española de Puerto Rico, no es un espectáculo que pueda ofrecerse cuando no coinciden en el grandioso resultado, el positivo é indiscutible valer, la im- portancia colectiva, el patriotismo since ro en arranques efusivos y desbordan- tes; el deseo de rendir cu to á la Patria, eu forma tal, que sea el elogio mereci- do de los extraños, el primero que ini- cie la ovación estruendosa. A las ocho estaban ya todos los invi- tados en el “Hotel Olimpo.” En ia fachada principal del pintores- co y eiegante hotel, habían levantado manos expertas un pórtico mágnifico, cuajado de luces, con Os colores espa- ñoles y atributos de la nación insigne. El golpe de vista era soberbio. Y crecía de punto la admiración al pene- trar eu el “comedor del Olimpo ’. Pendían de los techos guirnaldas de flores. Enlazábanse en la presidenc a de la artístisca mesa de herradura, las banderas de España y los Estados Uni- dos. Ocultábanse entre las flores de los techos innumerables luces eléctricas de múltiples comb,naciones; la música de una imponderable banda hacía lle- gar discretamente sus armonías hasta el comedor y tpdo aquel recinto, en una palabra, parecía dispuesto por manos delicadas de angelicales mujeres, para celebrar inacabables fiestas y acreditar al mismo tiempo ia elegancia exquisita de una raza. Una de las cosas que llamó más la atención de los comensales fué el menú. Había presidido un refinado gusto tanto en la delicadeza de ¡os platos ele- gidos como en la forma irreprochable de ia carta que tenía un acabado retrato de S. M. el Rey de España, Don Al- fonso XIII de Borbón. El banquete fué servido con arreglo al siguiente menú. Consommé Hors doevre Beurre, radis, anchuis, saucisson galantina de dinde ttuffeé ( Poisson sauce jardiniere Bouchies á la Reine Salmis de pigeons Vol au vent de voladle Asperges ‘ice blanche Rotis Cotelettes de motiton Dinde lfins Rioja clarete de Haro, Salade Santenes Jerez amontillado Colon Créme vanille Champagne Liqueuos Café Cigarres He aquí la lista de los comensales: Cobernador Mr. William H. Hunt, Cónsul de España don Enrique de Ve dia, Vice-Cónsul don Tomás Rodríguez, don Manuel Lomba, don Severo Ochoa, don Antonio Aivarez Nava, don Jaime Font, don Juan Cortines, don Wences- lao Bosch, don Miguel Targa, don An- tonio Sarmiento, don Benigno Truebas, don Bernardo Fernández, don Manuel Cámblor, don Antonio Qp&bet, don José Santisteban, don Nicasio Arsuaga, don Rafael Fabián, don Marcos Fieras, don Gustavo Muñoz, don Angel González, don JoséOrdoñez, don Alejandro Gaos, don Rafael Colorado, don Fructuoso Ledia, don Dionisio Trigo, don Benito Zalduondo, don José León, don Do- mingo Muntaner, don Miguel Cuétara, don Segundo Cadierno, don Marcelino de Ante, don Julián de Munsuri, don Jo- Gaurán, don Ramón Domínguez, don Juan Santanach, don Cristóbal Real, don José Pérez Losada, don Re- migio Ochoa, don Evaristo Freiría, don José M. Lomba, don José B. Gon- zález, don Antonio Fernández Pérez, don Isidro J. Abarca, don Manuel Fer- nandez Campoamor, don José B. So- brino, don Gervasio Fernandez, don Benigno Luifia, don Angel Suarez, don José Gonza’e* Padín, don José Fernandez Méndez, don Manuel Mén- dez, don Francisco Ortega, don Ber- nardo Serrano, don Pedro A. Martí- nez, don Rosendo Montes, don Manuel de Albornoz, don José Mendin, don Luis Venegas, d.ón Isidoro Jeannot, don don Joaquia Jarque, don Miguel Lama- drid, don Conrado Palau, don Joaquín Villamil, doa José M. ** Pifieiro, don Ramón López Mac Coard, don Felipe Fernandez, don Francisco Trigo, don Generoso Candína, don Antonio Pizá, doD Antonio Balasquide, don José C. Garayalde, don Manuel Fernandez Juncos, don Pedro Bolívar, don An tonio Somoza, don José Urréjola, don E. Pelanne, don Meyer de Ba- rralk, don Juan José Arsus-ga, don Mi- guel Rodríguez Pórtela, don Luís Díaz Caneja, don Enrique Otero Melón, don Angel Abarca, don Adolfo Delpino, don S. Dalmau Canet, don Carlos Conde, don José Llompart, don Ramón Valdés, don Angel R i vero, don Ramón Ba- lasquide, don Ricardo Casals, don José Ricarte, don Roque Paniagua, don En- rique Cerecedo, don Ruperto Muro, don Antonio Guijarro, don Luis Vilaseca, don Bartolomé Coll. El primero en brindar fué el Hono- rab’e Gobernador Hunt, alzando su copa por el Rey de España y el Presidente de los Estados Unidos. Enseguida leyó el siguiente discurso, que fué interrumpido constantemente por los aplausos de los comensales- N o podemos resistir el deseo de pu- blicarlo. Es un hermoso discurso y el Honorable Gobernador lo pronunció en castellano, en hermoso castellano, como dijo después, con frase oportuna y feliz, el distinguido orador don Antonio Al- varez-Nava. Es de todo punto necesario y conve- niente que se conozcan las palabras del Honorable Gobernador civil; que los es- pañoles todos que residen en la Isla, lean el hermoso discurso pronunciado por nuestra primera autoridad, y para ello lo reproducimos íntegro; punto por punto, sin cambiar una letra, exacta- mente como lo dijo Mr. Hunt, que se expresó así: Señores miembros de la “COLONIA ESPAÑOLA”: Al manifestar la satisfacción que siento por el honor de haber sido invi- tado á tan delicioso acto, deseo sefioies, hacer constar la alegría sincera que siento en mi alma al hacerlo. El hombre por sus deberes, se en- cuentra tan embargado por las ocupa ciones que sobre él pesan, no solo en la vida pública sino en la comercial, que frecuentemente nos vemos privados de ese trato personal que, por natura- leza, tanto me encanta y que ojalá fuere entre nosotros mds común. Al saludaros, señores de la Coloma, confieso que el brillante espectáculo que á mi vista se presenta, trae á mi me- moria la vasta importancia de vuestra Colonia en esta Isla. La magnitud de los intereses comer- ciales, agrícolas é industriales, repre- sentados por vuestra Colonia, forma una parte considerable de la riqueza material de la Isla, y en vuestra calidad de contribuyentes representáis una par- te respetable de los ingresos del estado Tan iumensos intereses no solamente tienen derecho á recibir, sino que deben recibir la mayor consideración y la mds dmplia protección por parte de nuestro Gobierno. Vosotros, hijos de España, tenéis verdadero interés por dar estímulo a toda idea que tienda al adelanto de esta tierra y os uniréis á nosotros, no me cabe la menor duda, para dar ma v or impulso á la fuerza que nos mueve há- cia adelante en el siglo presente; en este siglo en que el individuo, el pueblo liore de una nación se halla ligado más y más estrechamente al individuo y al pueblo libre de otra nación; en que un Contraente se halla más ligado á otro Continente; en que los sentimientos hu- manitarios de un pueblo, son los mis- mos de otro pueblo; en que la fraterni- dad nos une en estrecho lazo, y los derechos del hombre, son los derechos! que Dios en su bondad infinita nos con- cedió. Señores; no he venido aquí impulsa- do por la idea de halagaros, ni de adu- laros; he venido con el propósito de hacer brotar la verdad de mis labios con la misma franqueza con que mi co- razón la siente, y á unirme á vosotros en ese espíritu amigable de asociación que ha despertado en los pensa- mientos que con tanta libertad he ex- presado aquí esta noche. Señores: mi Pátria debe mucho ul poderío, á la intrepidez, al génio inmor- tal del pueblo Español. Traigo en mi auxilio, para mejor expresar ese pensa- miento, un trozo de uno de los notables discnrsos de aquel hambre extraordina- rio: Emilio Castelar.' “No olvidemos, señores, que ahora vamos América, á la tierra evocada por nuestro génio, ála tierra descubierta por nuestra audacia. América necesi- taría perder la memoria y el habla para perder el recuerdo de nuestro nombre. 'Podo está en ella ligadocon nosotros. Si quiere elevarse * los erigú*, de wmxm SEBSBSk rungo-meo. su cultura presente y de su eivilización cristiana, tiene qne tropezar con aquel humilde convento de franciscanos, á cuya puerta pedía limosna an hombre qne comenzaba á entrar en la edad madura, y que, sin embargo, tenía la cabeza eana, la ca r a arrugada por los profundos surcos del pensamiento y por los sacudimientos de la inspiración; as- trónomo, poeta, guerrero, orador y na - vegante como los hombres-siglos de aquellas feraces edades; desconocido en Italia, desconocido en Inglaterra, des- conocido en Portugal y o adivina- do por la audacia de España. No hay allí de extremo d extremo de América un objeto que no lleve marca- do el sello de nuestro pensamiento.” Y cuando paso por la Iglesia de San José, no me es posible olvidar que ba- jo sus naves descansan los restos de Ponce de León, que encaminó sus na- ves ála Florida eu busca de la Fuente de la Juventud que ojalá hubiere des- cubierto para yo poder probar sus aguas. No olvidemos á Córdoba, á Vázquez ni á boto, cu vos nombres y hazañas adornan las páginas de la his- toria del Nuevo Mundo. Vivimos dentro de un cosmopolitanis mo moderno. La universalidad de pen- samientos y de industrias hacen progre- so en las razas humanas. Vivimos en una época de triunfos tan rápidos como ma ravillosos en las ciencias, eu las artes; de victorias ganadas por la concordia, la paz, la conciencia y la confianza tua. El cable nos trasmitió la noticia hace algunos días de que los atrevidos bar quitos- torpederos que salieron de nues- tras playas, habían sido recibidos en Tenerife con todo el entusiasmo y fa mosa hospitalidad del puebo español. ¡Españoles! Bebamos por la frater nidad del pueblo de ambas naciones. Que todo lo que haya de bueno, de no- ble y de virtuoso en ambas tierras par- ticipe del modo más feliz, en Ja evolu- ción de esta bellísima Is a del Mar Ca- ribe. Os sup’ico, señores, que cooperéis en estos tiempos en que la razón se ante pone á todo, en bien del adelanto, la felicidad y la concordia del pueblo de Puerto Rico, para honra y gloria de él mismo y de su antigua y nueva patria. He dicho. Tan expresivas y elocuentes palabras, tenían que ser extraordinaria mínate aplaudidas. Y lo fueron con sinceri- dad, con exponlaneidad, con estusias- mo. Al final del discurso de forma correctísima y de fondo altamente edu- cador, cuando la voz sonora de Mr. Hunt dejó escuchar-la última frase un aplauso general respondió al expresivo brindis; fué una ovación franca y noble en correspondencia á las pa abras del ilustre invitado. El Cónsul de España don Enrique de Vedia, contestó brevemente al go- bernador Civil. Después hab ó Fer nández Juncos. Fué corto su discurso, pero bello. Haciéndose intérprete del deseo de los circunstantes invitó al Sr. Alvarez-Nava á que dejase oir su pa- labra portentosa, y se cumplieron sus deseos. AWarez Nava habló y no es preciso decir más. Su fama de orador le po- ne á cubierto de nuestros elogios. Es- tuvo admirable, extraordinario. Interrumpido por los aplausos reanu- su discurso, cada vez con más for- tuna, subyugando más, impresionando más. Entre los aplausos tributados al her- moso discurso del señor A varez Nava, pidieron los comensales que hablase nuestro cpmpafiero Pérez Losada. Y éste leyó una composición poética ti- tulada “El brindis". Después habló doa Angel Rivero, á instancias repetidas de los circunstan- tes. Nuestro buen amigo, el señor Rive- ro se exp-esó con esa franquezá noble y levantada que le caracteriza. Fué ovasiocado con justicia y con cariño. Había llegado el momento culmi- nante de la expansión: l Los comensales pidieron con reite- 'rados aplausos que hablase nuestro distinguido compañero el Director del "Heraldo Español’’, que dió preferen- cia á la leetnra de un inspirado ¡ oneto de nuestro aplaudido colaborador doa Manuel de Albornoz. Cábenos el placer de reproducirlo; hélo aquí: SONETO. A ESPAÑA, INMORTAL No has muerto, no: tu material oimiento podrá ser débil ante las naciones que buscan en el oro y los caSones recursos que no aporta su talento. Maa ¿como haa de morir, si á tu inoremento surgieron en el orbe otras regiones oompuestas de pedazos, de jirones de tu alma, de tu savia y de tu aliento! Tu espíritu inmortal flota, latente, en laa regiones del sublime ambiente sobre el planeta del materialismo; Y cuando se abre el Libro de tu historia, esparce efluvios de laurel, de gloria, oQu gérmenes de honor y de heroísmo- M. dk ALBORNOZ. Aplaudida ruidosamente esta mues- tra del ingenio del señor Albornoz, fueron reiteradas las instancias por oir al señor Real. Este leyó con soberbia entonación los versos siguientes, que entusiasmaron al distinguido auditorio. La idea de nuestro compañero fué rápidamente interpretada y con en- tusiasmo acogida, Era una invitación al trabajo; un can- to prolongado á la producción; un him- no á la labor modesta y fructuosa de los talleres, de las fábricas, de los campos; la poesía del porvenir y del presente, valerosa y enérgica. Real, quiere obreros á todos los hom- bres. La poesía es simbólica. Todos los españoles trabajando, y la blusa del obrero convertida en enseñanza, en bandera del moderno ideal. Oigámos al compañero: Honradamente Yo no canto á los cetros □i á las estirpes regias: yo canto de la patria su indomable heroísmo y su bandera . Yo respeto á los reyes, acato las creencias, pero mi patria es sólo para mí, altiva, inmaculada reina. ¿Palios? Tengo de sobra con el de mi bandera que deslumbró á los indios •obre los fuegos de un volcán de América. ¿Solios? Para el que caiga rendido en la pelea, el luchador cubierto de verdes lauros; no oropel, que es mengua: ¿Cetros? Mejor ansio la barra que dob ega montes y a umbra fuentes que, bulliciosas, besarán la tierra. ¿Coronas? Las que faltan al soldado en la guerra, al soldado que muere y bendice á la patria, y no se queja. ¿Coronas? Al obrero cogido entre las ruedas, que tiene por salmodia el canto de los ejes y las bielas. ¿Púrpuras? En la sangre que la altivez calienta y amasa el heroísmo y colora de rojo la vergüenza. Yo no quiero en palacios mi gloriosa bandera, sino lejos del ruido, besada por el sobre una peña. Que colosales fábricas nuestros cuarteles s< an, y manden, negros de humo las palancas, los ejes y las tuercas. Y allí que á los obreros el martillo endurezca; y entonen marchas reales por triunfar, resistiendo, las poleas. Yo quiero así la patria: sudando, que no afrenta el sudor, sangre noble; y con la blusa azul, que no avergüenza. Así será más fuerte, así la verán fiera; cada obrero un castillo y cada blusa azul una bandera. La insignia rojo y gualda no se hizo por la guerra, sino por los talleres, ennegrecida de humo, hermosa, espléndida. Surgirá de las fábricas por las chispas cubierta como, asombrando ai indio, de entre las lavas de un volcán de América. El sudor del artífice es el rojo que incendia; y el gualda es el acero que borbota, cual vino, en las calderas. De la España futura subid, pues, la bandera. ¿Precisa un asta?.... El látigo con que se rompan las rutinas viejas. Hagámos que la Patria grande y temida sea... cada obrero un castillo y cada blusa azul una bandera! Una salva de aplausos resonó al final, confundiéndose con la última sílaba. Los vivos deseos de escuchar al Doc- tor Muñoz (doa Gustavo), se expresaron inmediatamente. Este querido amigo nuestro, habló con brevedad y elegancia y fué muy aplaudido. El Doctor Muñoz, posée condiciones de orador fácil y elegante. Lo demos- tró en la noche del sábado. Es de casa y no podemos tributarle elogios. Después habló el doctor Ordoñez. Su brindis, que publicamos íntegro fué francamente aplaudido. Dijo así: Brindo, primero, por mi patria y su representante el jefe de la nación: Brindo, y hago fervientes votos, para que los españoles olvidemos por el mo mentó, el brillo de nuestra historia, que dejemos de mirar hacia atrás y cami- nemos mirando hagia lo futuro paro así ponernos al nivel de las naciones, que dejando su pasado por su presente van caminando por el sendero del pro- greso. Olvidemos que un español puede re- correr el mvn>lo entero, nación por na- ción y no hallará en lugar alguno nues- tra enseña roja y gualda como trofeo de victoria sobre nosetros. Nuestra bandera ha sido vencida, mas nunca cojida. En el íoudo del mar encontra- réis las de Trafaljar, las de Santigo y Manila; las encontraréis, sí, sirviendo de sudario á sus heroicos defensores. Id en cambio al Santuario de Atocha yos asombraréis de ver amontonadas ban- daras de todos colores de muchos paises sirviendo allí de prueba patente de nuestro esfuerzo. Olvidémoslo, ¡.olvide- mos también que para nuestros aceros Toledanos blandos fueron las bien tem- pladas armaduras Milauesas. débiles las Damasquinas. Olvidemos que un día el sol y jamás se ponía para el pen- dón de Castilla, que fuimos quién dió civilización, sangre y religión á un mundo, oividémes'o todo para así tener presente que el hoy es distinto al ayer y que para que el mañana sea esplen- doroso para nuestra nación se necesita, no el temple bien probado nuestro, ni el empuje de nuestras pechos, si no el sublime esfuerzo de nuestras inteligen- cias y por tanto de la instrucción de nuestro pueblo, >. ¿Dudáis de que España será algún día lo que fué? Tened en ello. Mientras nuestro cielo conserve su purísimo y bello color azul, mientras el Sol que ilumina á España derrame pro ligo sus rayos de fuego sobre ella, mientras sus flores sean las más her- mosas, las de más brillantes coloies, de más potente perfume, sus mujeres de negros ojos y corazón de fuego, las más adoradas, mientras el poético medite- rráneo cuna de las civilizaciones del mundo bañe suave sus playas, España siempre se; á el bello jardín de las Hes- perides. España será la cuna de la poesía y de las be las artes, de la cien- cia, como lo fué, como lo ha sido, como lo será, cuando el poder mágico de la instrucción del pueblo su fruto, por- que las nación s que van á la cabeza de la civilización han podido realizar su engrandecimiento? Pues por la ins- trucción del pueblo. No quiero terminar sin brindar por nuestros ilustres comensales, por nues- tro digno representante y por ia Colo- nia Españo a de Puerto Rico. El poeta Pepe B oma, improvisó, eic la mesa, la estrofa s*gu,ente: ¿Qué haga un brindis queréis, com- patriotas? ... Os voy á complacer. * * * Que d brindar por la patria querida donae el alma perenne residí 4 , es brindar por la p'opía fami ia que, amorosa, esperándonos vive. Y finalmente, pronunció un razonado discurso el Presidente del Casino Es- pañol, nue-tro distinguido a nigo doa Manuel Lomba, que dió las gracias al Honorable Gobernador por las frases de elogio justic.eio que tuvo para la Colonia Española, agradeciendo tam- bién á tod s los españoles que allí es- taban el eficaz concursó que habían prestado a 1 acto espléndido y por todos conceptos trascendental. El señ >r Lomb3 fué aplaudidísimo, con sobrada justicia. Aél y á los se- ñores Caubet, Conde y Colorado se les debe la parte principal del gran acon- tecimiento Iletrado á cabo el día dei monarca esp .ñol. En nuestra próxima edición de Los Domingos del Boletín, publicaremos unos fotograbados del grandioso acto. La exactitud fotográfica ha podido des- cribir mas comí letamente que nuestra pluma el soberbio espectáculo que han podido dar los españo.es de l,a Capital, el día dei je.'e supremo de ia Nación. Vino puro de uva Recordarán nuestros lectores que ante el Juzgado de paz de San Francisco, denunció el ins- pector de alimentos - don Enri- que Urrutia á los Sres Cerecedo hermanos y C. 18 por vender vi- nos, sin expresar en la etiqueta que era puro de uva. El juzga- do inferior, les condenó á diea dollars de multa y costas, por enten ler que b abían infringido el reglamento de sanidad; mas interpuesta apelación, se vió hoy de nuevo el juicio, ante la Corte de distrito de San Juan, que apreciando las pruebas practicadas, y considerando que aun siendo cierto el hecho de- nunciado no se ha cometido de- lito alguno castigado en el Códi- go penal, puesto que se ha com- probado qjie los vi,nos son legí- timos y no contienen sistaqeia 2
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  • OLEI MERCANTIL DE PUERTO RICOIURi MDBri:\DIfL\TK DK INFOMiCION UNIVERSAL

    SIKEOTOH:

    J. PEREZ LOSADA.

    Suscréión mensual 60 centavos.Numen suelto 2 centavos.

    KO SE PUBLICA LOS DOMINGOS

    Dirccttny Redacción, san José, %nt44. —Correos apartad* a? 488.—Taldgrafc MORIS

    iatered at San Joan aa seccond cías* malíraatter.

    Un acto grandiosoEL BANQUETE DEL SABADOResultó extraordinario, superior á

    cuantas predicciones se habían hechoacerca del éxito y la importancia delacto; fué aquello un derroche de es-plendidez, en todos los sentidos. Ypara proclamarlo bastará la enume-ración de las personas que asistieron albanquete y la cita de las palabras queallí se pronunciaron.

    Una muestra de vitalidad tan ex-traordinaria como acaba de dar la Co-lonia española de Puerto Rico, no es unespectáculo que pueda ofrecerse cuandono coinciden en el grandioso resultado,el positivo é indiscutible valer, la im-portancia colectiva, el patriotismo sincero en arranques efusivos y desbordan-tes; el deseo de rendir cu to á la Patria,eu forma tal, que sea el elogio mereci-do de los extraños, el primero que ini-cie la ovación estruendosa.

    A las ocho estaban ya todos los invi-tados en el “Hotel Olimpo.”

    En ia fachada principal del pintores-co y eiegante hotel, habían levantadomanos expertas un pórtico mágnifico,cuajado de luces, con Os colores espa-ñoles y atributos de la nación insigne.

    El golpe de vista era soberbio. Ycrecía de punto la admiración al pene-trar eu el “comedor del Olimpo ’.

    Pendían de los techos guirnaldas deflores. Enlazábanse en la presidenc ade la artístisca mesa de herradura, lasbanderas de España y los Estados Uni-dos. Ocultábanse entre las flores delos techos innumerables luces eléctricasde múltiples comb,naciones; la músicade una imponderable banda hacía lle-gar discretamente sus armonías hastael comedor y tpdo aquel recinto, en unapalabra, parecía dispuesto por manosdelicadas de angelicales mujeres, paracelebrar inacabables fiestas y acreditaral mismo tiempo ia elegancia exquisitade una raza.

    Una de las cosas que llamó más laatención de los comensales fué el menú.

    Había presidido un refinado gustotanto en la delicadeza de ¡os platos ele-gidos como en la forma irreprochablede ia carta que tenía un acabado retratode S. M. el Rey de España, Don Al-fonso XIII de Borbón.

    El banquete fué servido con arregloal siguiente menú.

    ConsomméHors doevre

    Beurre, radis, anchuis, saucissongalantina de dinde ttuffeé (Poisson sauce jardiniere

    Bouchies á la ReineSalmis de pigeons

    Vol au vent de voladleAsperges ‘ice blanche

    RotisCotelettes de motiton

    Dindelfins

    Rioja clarete de Haro, Salade SantenesJerez amontillado ColonCréme vanille Champagne

    Liqueuos Café CigarresHe aquí la lista de los comensales:Cobernador Mr. William H. Hunt,

    Cónsul de España don Enrique de Ve -dia, Vice-Cónsul don TomásRodríguez,don Manuel Lomba, don Severo Ochoa,don Antonio Aivarez Nava, don JaimeFont, don Juan Cortines, don Wences-lao Bosch, don Miguel Targa, don An-tonio Sarmiento, don Benigno Truebas,don Bernardo Fernández, don ManuelCámblor, don Antonio Qp&bet, don JoséSantisteban, don Nicasio Arsuaga, donRafael Fabián, don Marcos Fieras, donGustavo Muñoz, don Angel González,don JoséOrdoñez, don Alejandro Gaos,don Rafael Colorado, don FructuosoLedia, don Dionisio Trigo, don BenitoZalduondo, don José León, don Do-mingo Muntaner, don Miguel Cuétara,don Segundo Cadierno, don Marcelinode Ante, don Julián de Munsuri, don Jo-sé Gaurán, don Ramón Domínguez,don Juan Santanach, don CristóbalReal, don José Pérez Losada, don Re-migio Ochoa, don Evaristo Freiría, donJosé M. • Lomba, don José B. Gon-zález, don Antonio Fernández Pérez,don Isidro J. Abarca, don Manuel Fer-nandez Campoamor, don José B. So-brino, don Gervasio Fernandez, donBenigno Luifia, don Angel Suarez,don José Gonza’e* Padín, don JoséFernandez Méndez, don Manuel Mén-

    dez, don Francisco Ortega, don Ber-nardo Serrano, don Pedro A. Martí-nez, don Rosendo Montes, don Manuelde Albornoz, don José Mendin, donLuis Venegas, d.ón Isidoro Jeannot, dondon Joaquia Jarque, don Miguel Lama-drid, don Conrado Palau, don JoaquínVillamil, doa José M. ** Pifieiro, donRamón López Mac Coard, don FelipeFernandez, don Francisco Trigo, donGeneroso Candína, don Antonio Pizá,doD Antonio Balasquide, don José C.Garayalde, don Manuel FernandezJuncos, don Pedro Bolívar, don Antonio Somoza, don José Urréjola,don E. Pelanne, don Meyer de Ba-rralk, don Juan José Arsus-ga, don Mi-guel Rodríguez Pórtela, don Luís DíazCaneja, don Enrique Otero Melón, donAngel Abarca, don Adolfo Delpino, donS. Dalmau Canet, don Carlos Conde,don José Llompart, don Ramón Valdés,don Angel R i vero, don Ramón Ba-lasquide, don Ricardo Casals, don JoséRicarte, don Roque Paniagua, don En-rique Cerecedo, don Ruperto Muro, donAntonio Guijarro, don Luis Vilaseca,don Bartolomé Coll.

    El primero en brindar fué el Hono-rab’e Gobernador Hunt, alzando su copapor el Rey de España y el Presidentede los Estados Unidos.

    Enseguida leyó el siguiente discurso,que fué interrumpido constantementepor los aplausos de los comensales-

    N o podemos resistir el deseo de pu-blicarlo. Es un hermoso discurso y elHonorable Gobernador lo pronunció encastellano, en hermoso castellano, comodijo después, con frase oportuna y feliz,el distinguido orador don Antonio Al-varez-Nava.

    Es de todo punto necesario y conve-niente que se conozcan las palabras delHonorable Gobernador civil; que los es-pañoles todos que residen en la Isla,lean el hermoso discurso pronunciadopor nuestra primera autoridad, y paraello lo reproducimos íntegro; punto porpunto, sin cambiar una letra, exacta-mente como lo dijo Mr. Hunt, que seexpresó así:

    Señores miembros de la“COLONIA ESPAÑOLA”:

    Al manifestar la satisfacción quesiento por el honor de haber sido invi-tado á tan delicioso acto, deseo sefioies,hacer constar la alegría sincera quesiento en mi alma al hacerlo.

    El hombre por sus deberes, se en-cuentra tan embargado por las ocupa •ciones que sobre él pesan, no solo enla vida pública sino en la comercial,que frecuentemente nos vemos privadosde ese trato personal que, por natura-leza, tanto me encanta y que ojalá fuereentre nosotros mds común.

    Al saludaros, señores de la Coloma,confieso que el brillante espectáculo queá mi vista se presenta, trae á mi me-moria la vasta importancia de vuestraColonia en esta Isla.

    La magnitud de los intereses comer-ciales, agrícolas é industriales, repre-sentados por vuestra Colonia, formauna parte considerable de la riquezamaterial de la Isla, y en vuestra calidadde contribuyentes representáis una par-te respetable de los ingresos del estadoTan iumensos intereses no solamentetienen derecho á recibir, sino que debenrecibir la mayor consideración y la mdsdmplia protección por parte de nuestroGobierno.

    Vosotros, hijos de España, tenéisverdadero interés por dar estímulo atoda idea que tienda al adelanto de estatierra y os uniréis á nosotros, no mecabe la menor duda, para dar mavorimpulso á la fuerza que nos mueve há-cia adelante en el siglo presente; en estesiglo en que el individuo, el puebloliore de una nación se halla ligado másy más estrechamente al individuo y alpueblo libre de otra nación; en que unContraente se halla más ligado á otroContinente; en que los sentimientos hu-manitarios de un pueblo, son los mis-mos de otro pueblo; en que la fraterni-dad nos une en estrecho lazo, y losderechos del hombre, son los derechos!que Dios en su bondad infinita nos con-cedió.

    Señores; no he venido aquí impulsa-do por la idea de halagaros, ni de adu-laros; he venido con el propósito dehacer brotar la verdad de mis labioscon la misma franqueza con que mi co-razón la siente, y á unirme á vosotrosen ese espíritu amigable de asociaciónque ha despertado en mí los pensa-mientos que con tanta libertad he ex-presado aquíesta noche.

    Señores: mi Pátria debe mucho ulpoderío, á la intrepidez, al génio inmor-tal del pueblo Español. Traigo en miauxilio, para mejor expresar ese pensa-miento, un trozo de uno de los notablesdiscnrsos de aquel hambre extraordina-rio: Emilio Castelar.'

    “No olvidemos, señores, que ahoravamos América, á la tierra evocada pornuestro génio, ála tierra descubiertapor nuestra audacia. América necesi-taría perder la memoria y el habla paraperder el recuerdo de nuestro nombre.'Podo está en ella ligadocon nosotros.

    Si quiere elevarse * los erigú*, de

    wmxm SEBSBSk rungo-meo.su cultura presente y de su eivilizacióncristiana, tiene qne tropezar con aquelhumilde convento de franciscanos, ácuya puerta pedía limosna an hombreqne comenzaba á entrar en la edadmadura, y que, sin embargo, tenía lacabeza eana, la cara arrugada por losprofundos surcos del pensamiento y porlos sacudimientos de la inspiración; as-trónomo, poeta, guerrero, orador y na -vegante como los hombres-siglos deaquellas feraces edades; desconocido enItalia, desconocido en Inglaterra, des-conocido en Portugal y só o adivina-do por la audacia de España. Nohay allí de extremo d extremo deAmérica un objeto que no lleve marca-do el sello de nuestro pensamiento.”

    Y cuando paso por la Iglesia de SanJosé, no me es posible olvidar que ba-jo sus naves descansan los restos dePonce de León, que encaminó sus na-ves ála Florida eu busca de la Fuentede la Juventud que ojalá hubiere des-cubierto para yo poder probar susaguas. No olvidemos á Córdoba, áVázquez ni á boto, cuvos nombres yhazañas adornan las páginas de la his-toria del Nuevo Mundo.

    Vivimos dentro de un cosmopolitanis-mo moderno. La universalidad de pen-samientos y de industrias hacen progre-so en las razas humanas. Vivimos en unaépoca de triunfos tan rápidos como maravillosos en las ciencias, eu las artes;de victorias ganadas por la concordia,la paz, la conciencia y la confianza mútua.

    El cable nos trasmitió la noticia hacealgunos días de que los atrevidos barquitos- torpederos que salieron de nues-tras playas, habían sido recibidos enTenerife con todo el entusiasmo y fa -mosa hospitalidad del puebo español.

    ¡Españoles! Bebamos por la fraternidad del pueblo de ambas naciones.Que todo lo que haya de bueno, de no-ble y de virtuoso en ambas tierras par-ticipe del modo más feliz, en Ja evolu-ción de esta bellísima Is a del Mar Ca-ribe.

    Os sup’ico, señores, que cooperéis enestos tiempos en que la razón se antepone á todo, en bien del adelanto, lafelicidad y la concordia del pueblo dePuerto Rico, para honra y gloria de élmismo y de su antigua y nueva patria.

    He dicho. .

    Tan expresivasy elocuentes palabras,tenían que ser extraordinaria mínateaplaudidas. Y lo fueron con sinceri-dad, con exponlaneidad, con estusias-mo. Al final del discurso de formacorrectísima y de fondo altamente edu-cador, cuando la voz sonora de Mr.Hunt dejó escuchar-la última frase unaplauso general respondió al expresivobrindis; fué una ovación franca y nobleen correspondencia á las pa abras delilustre invitado.

    El Cónsul de España don Enriquede Vedia, contestó brevemente al go-bernador Civil. Después hab ó Fernández Juncos. Fué corto su discurso,pero bello. Haciéndose intérprete deldeseo de los circunstantes invitó al Sr.Alvarez-Nava á que dejase oir su pa-labra portentosa, y se cumplieron susdeseos.

    AWarez Nava habló y no es precisodecir más. Su fama de orador le po-ne á cubierto de nuestros elogios. Es-tuvo admirable,extraordinario.

    Interrumpido por los aplausos reanu-dó su discurso, cada vez con más for-tuna, subyugando más, impresionandomás.

    Entre los aplausos tributados al her-moso discurso del señor A varez Nava,pidieron los comensales que hablasenuestro cpmpafiero Pérez Losada. Yéste leyó una composición poética ti-tulada “El brindis".

    Después habló doa Angel Rivero, áinstancias repetidas de los circunstan-tes.

    Nuestro buen amigo, el señor Rive-ro se exp-esó con esa franquezá nobley levantada que le caracteriza.

    Fué ovasiocado con justicia y concariño.

    Había llegado el momento culmi-nante de la expansión:l Los comensales pidieron con reite-'rados aplausos que hablase nuestrodistinguido compañero el Director del"Heraldo Español’’, que dió preferen-cia á la leetnra de un inspirado ¡ onetode nuestro aplaudido colaborador doaManuel de Albornoz.

    Cábenos el placer de reproducirlo;hélo aquí:

    SONETO.

    A ESPAÑA, INMORTALNo has muerto, no: tu material oimiento

    podrá ser débil ante las nacionesque buscan en el oro y los caSonesrecursos que no aporta su talento.

    Maa ¿como haa de morir, si á tu inorementosurgieron en el orbe otras regionesoompuestas de pedazos, de jironesde tu alma, de tu savia y de tu aliento!

    Tu espíritu inmortal flota, latente,en laa regiones del sublime ambientesobre el planeta del materialismo;

    Y cuando se abre el Libro de tu historia,esparce efluvios de laurel, de gloria,oQu gérmenes de honor y de heroísmo-

    M. dk ALBORNOZ.

    Aplaudida ruidosamente esta mues-tra del ingenio del señor Albornoz,fueron reiteradas las instancias por oiral señor Real. Este leyó con soberbiaentonación los versos siguientes, queentusiasmaron al distinguidoauditorio.

    La idea de nuestro compañero fuérápidamente interpretada y con en-tusiasmo acogida,

    Era una invitación al trabajo; un can-to prolongado á la producción; un him-no á la labor modesta y fructuosa de lostalleres, de las fábricas, de los campos;la poesía del porvenir y del presente,valerosa y enérgica.

    Real, quiere obreros á todos los hom-bres. La poesía es simbólica. Todoslos españoles trabajando, y la blusa delobrero convertida en enseñanza, enbandera del moderno ideal.

    Oigámos al compañero:

    HonradamenteYo no canto á los cetros□i á las estirpes regias:yo canto de la patria

    su indomable heroísmo y su bandera .Yo respeto á los reyes,acato las creencias,pero mi patria es sólo

    para mí, altiva, inmaculada reina.¿Palios? Tengo de sobracon el de mi banderaque deslumbró á los indios

    •obre los fuegos de un volcán de América.¿Solios? Para el que caigarendido en la pelea,el luchador cubierto

    de verdes lauros; no oropel, que es mengua:¿Cetros? Mejor ansiola barra que dob egamontes y a umbra fuentes

    que, bulliciosas, besarán la tierra.¿Coronas? Las que faltanal soldado en la guerra,al soldado que muere

    y bendice á la patria, y no se queja.¿Coronas? Al obrerocogido entre las ruedas,que tiene por salmodia

    el canto de los ejes y las bielas.¿Púrpuras? En la sangreque la altivez calientay amasa el heroísmo

    y colora de rojo la vergüenza.Yo no quiero en palaciosmi gloriosa bandera,sino lejos del ruido,

    besada por el sobre una peña.Que colosales fábricasnuestros cuarteles s< an,y manden, negros de humo

    las palancas, los ejes y las tuercas.Y allí que á los obrerosel martillo endurezca;y entonen marchas reales

    por triunfar, resistiendo, las poleas.Yo quiero así la patria:sudando, que no afrentael sudor, sangre noble;

    y con la blusa azul, que no avergüenza.Así será más fuerte,así la verán fiera;cada obrero un castillo

    y cada blusa azul una bandera.La insignia rojo y gualdano se hizo por la guerra,sino por los talleres,

    ennegrecida de humo, hermosa, espléndida.Surgirá de las fábricaspor las chispas cubiertacomo, asombrando ai indio,

    de entre las lavas de un volcán de América.El sudor del artíficees el rojo que incendia;y el gualda es el acero

    que borbota, cual vino, en las calderas.De la España futurasubid, pues, la bandera.¿Precisa un asta?....El látigo

    con que se rompan las rutinas viejas.Hagámos que la Patriagrande y temida sea... „cada obrero un castillo

    y cada blusa azul una bandera!Una salva de aplausosresonó al final,

    confundiéndose con la última sílaba.Los vivos deseos de escuchar al Doc-

    tor Muñoz (doa Gustavo), se expresaroninmediatamente.

    Este querido amigo nuestro, hablócon brevedad y elegancia y fué muyaplaudido.

    El Doctor Muñoz, posée condicionesde orador fácil y elegante. Lo demos-tró en la noche del sábado. Es de casay no podemos tributarle elogios.

    Después habló el doctor Ordoñez.Su brindis, que publicamos íntegro fuéfrancamente aplaudido.

    Dijo así:Brindo, primero, por mi patria y su

    representante el jefede la nación:Brindo, y hagofervientes votos, para

    que los españoles olvidemos por el momentó, el brillo de nuestra historia, quedejemos de mirar hacia atrás y cami-nemos mirando hagia lo futuro paro

    así ponernos al nivel de las naciones,que dejando su pasado por su presentevan caminando por el sendero del pro-greso.

    Olvidemos que un español puedere-correr el mvn>lo entero, nación por na-ción y no hallará en lugar alguno nues-tra enseña roja y gualda como trofeode victoria sobre nosetros. Nuestrabandera ha sido vencida, mas nuncacojida. En el íoudo del mar encontra-réis las de Trafaljar, las de Santigo yManila; las encontraréis, sí, sirviendo desudario á sus heroicos defensores. Iden cambio al Santuario de Atocha yosasombraréis de ver amontonadas ban-daras de todos colores de muchos paisessirviendo allí de prueba patente denuestro esfuerzo. Olvidémoslo, ¡.olvide-mos también que para nuestros acerosToledanos blandos fueron las bien tem-pladas armaduras Milauesas. débileslas Damasquinas. Olvidemos que undía el sol y jamás se ponía para el pen-dón de Castilla, que fuimos quién diócivilización, sangre y religión á unmundo, oividémes'o todo para así tenerpresente que el hoy es distinto al ayery que para que el mañana sea esplen-doroso para nuestra nación se necesita,no el temple bien probado nuestro, niel empuje de nuestras pechos, si no elsublime esfuerzo de nuestras inteligen-cias y por tanto de la instrucción denuestro pueblo, >.

    ¿Dudáis de que España será algúndía lo que fué? Tened fé en ello.Mientras nuestro cielo conserve supurísimo y bello color azul, mientras elSol que ilumina á España derramepro ligo sus rayos de fuego sobre ella,mientras sus flores sean las más her-mosas, las de más brillantes coloies, demás potente perfume, sus mujeres denegros ojos y corazón de fuego, las másadoradas, mientras el poético medite-rráneo cuna de las civilizaciones delmundo bañe suave sus playas, Españasiempre se; á el bello jardín de las Hes-perides. España será la cuna de lapoesía y de las be las artes, de la cien-cia, como lo fué, como lo ha sido, comolo será, cuando el poder mágico de lainstrucción del pueblo dé su fruto, por-que las nación s que van á la cabeza dela civilización han podido realizar suengrandecimiento? Pues por la ins-trucción del pueblo.

    No quiero terminar sin brindar pornuestros ilustres comensales, por nues-tro digno representante y por ia Colo-nia Españo a de Puerto Rico.

    El poeta Pepe B oma, improvisó, eicla mesa, la estrofa s*gu,ente:¿Qué haga un brindis queréis, com-

    patriotas? ...Os voy á complacer.

    *

    * *

    Que d brindar por la patria queridadonae el alma perenne residí4,es brindar por la p'opía fami iaque, amorosa, esperándonos vive.

    Y finalmente, pronunció un razonadodiscurso el Presidente del Casino Es-pañol, nue-tro distinguido a nigo doaManuel Lomba, que dió las gracias alHonorable Gobernador por las frasesde elogio justic.eio que tuvo para laColonia Española, agradeciendo tam-bién á tod s los españoles que allí es-taban el eficaz concursó que habíanprestado a 1 acto espléndido y por todosconceptos trascendental.

    El señ >r Lomb3 fué aplaudidísimo,con sobrada justicia. Aél y á los se-ñores Caubet, Conde y Colorado se lesdebe la parte principal del gran acon-tecimiento Iletrado á cabo el día deimonarca esp .ñol.

    En nuestra próxima edición de LosDomingos del Boletín, publicaremosunos fotograbados del grandioso acto.La exactitud fotográfica ha podido des-cribir mas comí letamente que nuestrapluma el soberbio espectáculo que hanpodido dar los españo.es de l,a Capital,el día dei je.'e supremo de ia Nación.

    Vino puro de uvaRecordarán nuestros lectores

    que ante el Juzgado de paz deSan Francisco, denunció el ins-pector de alimentos - don Enri-que Urrutia á los Sres Cerecedohermanos y C. 18 ” por vender vi-nos, sin expresar en la etiquetaque era puro deuva. El juzga-do inferior, les condenó á dieadollars de multa y costas, porenten ler que b abían infringidoel reglamento de sanidad; masinterpuesta apelación, se vióhoy de nuevo el juicio, ante laCorte de distrito de San Juan,que apreciando las pruebaspracticadas, y considerandoqueaun siendo cierto el hecho de-nunciado no se ha cometido de-lito alguno castigado en el Códi-go penal, puesto que se ha com-probado qjie los vi,nos son legí-timos y no contienen sistaqeia

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