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PEDRO RIVERA - ReDDi- Repositorio de Documentos Digitalesbdigital.binal.ac.pa/bdp/huellas1.pdf ·...

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Lashuellasdemispasos PEDRORIVERA COLECCIÓN RICARDOMIRÓ PREMIOCUENT 1 993
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Las huellas de mis pasosPEDRO RIVERA

COLECCIÓN RICARDO MIRÓ • PREMIO CUENT 1993

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edro ivera

oeta, escritor y cineastapanameño . ació en 1939 . Hapublicado los siguientes libros depoemas : anamá: incendio desollozos : ayo en el tiempo; Lasvoces del dolor que trajo el alba :Despedida del hombre ; Los pájarosregresan de la nieblas; Libro de lasparábolas : ara hacer el amor conla ventana abierta . ambién loslibros de cuentos eccata minuta yecuentos (con Dimas Lidio itty) .ecientemente publicó el libro odo

sucedió mañana, compilación deeditoriales del plegable emas denuestra América y de oste depapel . Ha ganado el ConcursoLiterario icardo iró en tresocasiones : en poesía y cuento en1969 y en cuento en 1993, con Lashuellas de mis pasos. Actualmentees el director del Grupo Experimentalde Cine niversitario (GEC ), de laniversidad de anamá .

ortada :Concertista en la playa con caballoerótico, óleo/tela de Adonai iveraDegracia, remio acional deintura-I AC, 1982 .

Fotografía: Carlos Samudio

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Las huellas demis pasos

Instituto acional de CulturaDirección acional de Extensión Cultural

Departamento de Letras

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edro ivera

Las huellas demis pasos

C LECCIÓ ICA D I Ó • E I C E 1993

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Las huellas de mis pasos® edro ivera® rimera edición, mayo de 1994

Editorial ariano Arosemenadel Instituto acional de CulturaApartado postal 662, anamá 1, anamá

iraje: 2,000 ejemplaresImpreso en la Impresora de La ación

Derechos reservados conforme a la Ley .

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I

LAS H ELLAS DE IS AS S

Ya no guardas las huellas de mis pasosya no eres mío idolatrado Ancón . . .

Ameba Denis de Icaza

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I CASA DE EL CH ILL

esde que nací hasta los seis años viví enEl Chorrillo, en una casa de madera, al flnal de la Calle26, en un cuarto del piso superior. Antes de regresaralguna vez, acicateado por impulsos territoriales demenor cuantía que la memoria guarda en la memoriacuando se niega a desaparecer del todo, tenía la impre-sión de que era la madre de las casas, la casona .ecordaba amplios espacios, enormes distancias. e

veía a mí mismo en los recuerdos ascendiendo por unalarga escalera, jugando en unos enormes balcones,correteando con otros niños de mi edad en un patioinmenso y siempre, sobre nuestras cabezas, la ropacolgando al sol. Allí también nacieron, de más de veinteque somos, mis primeros hermanos : artín, Edith, Blan-ca. i padre que era muy ingenioso y emprendedor(además de prolífico) hizo, dentro del cuarto un segundopiso, tabanco que llaman, al que se subía por unaescalerilla de modera que se ponía y quitaba a discre-ción. Así pudimos acomodar nuestras vidas entre tabu-

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retes, sillas y cajones durante los años de postguerra .Entonces, éramos felices. El día que, ya adulto, quisereconocer la casa, descubrí, y casi no podía creerlo, quetodo era absurdamente pequeño . La gran escalera de lacasa, con salida al patio, no tenía más de veinte esca-lones. El mismo patio interior, a todo lo largo y ancho,se atravesaba con media docena de zancadas . El

sumidero por donde escapaba el agua turbia y espumantede los lavaderos, y que yo veía desde el balcón como laentrada a una cueva de presagios por donde podríallegar en mi moto de "Spymasher" al centro de la tierra,era un miserable hoyo en la losa. Ese día descubrí quela dimensión de los objetos no es la misma cuando semira con ojos de niño . ampoco la dimensión de lapobreza.

lo

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I AD E SE LLA A J A

Su voz era la de los roncos gritosperdidos en la noche de los raptos

ablo eruda(La tierra se llama Juan)

reo que a papá, que se llamaba Juan,no llegué a conocerlo bien . tal vez sea mejor decir quenunca se dejó conocer a fondo . que lo más probablesea, por aquello de la genética y demás, que un hijo separezca tanto a su padre y viceversa que nunca lleguena conocerse como Dios manda, por un simple actoreflejo de negación y reafirmación de la propia identi-dad . n hijo siempre se mira en su padre como frentea un espejo, para aceptarlo o rechazarlo . n padremira el espejo que el hijo es para garantizar la continui-dad de su propia esencia . Eso crea una paradojaelemental y una calamidad: cuanto más se reconocen,se conocen menos .

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La mejor manera de describirlo seria compararlocon ese tipo que llega sin anunciarse, sin que se sepade dónde, y que a los pocos días es tan consustancialal paisaje que nadie puede recordar que antes noestuviera allí o que algún día pudiera no estar .

rabajaba como energúmeno y tenía variedad deinclinaciones y destrezas : electricista, carpintero, al-bañil, pintor de brocha gorda, ferroviario, leñador,tabaquero, panadero, marino, apicultor. arte de loque es la historia humana pasó ante los ojos de mipadre como pasa una película . De la carreta de bueyes,que bien conoció, al automóvil, al avión, al jet, a lasnaves espaciales. De la lámpara de querosín a laelectricidad, a la radio, al cine, a la televisión. Vivió deniño la independencia de Cuba, y luego la revoluciónmexicana, la revolución soviética, el ascenso y ocaso deHitler, dos guerras mundiales, la cagadera perniciosaque casi lo mata y que se curó con Cocacola. Dios,según quiso explicarme alguna vez, era la sustancia delniverso y no una entidad antropomorfa . ero era

espiritista. Allán Kardec era su mentor espiritual . Y,según me dijo, Leocadia, mi abuela, curaba por media-ción de los espíritus . al vez por creer en lo que creíaconsideraba a los curas como una calamidad .

apá era el único tipo en la casa de El Chorrillo, alfinal de la calle 26, que se afeitaba sin espejos, en plenaoscuridad, con una navaja barbera en vez de guilletecomo todos los demás . Estaba orgulloso de su propianariz grande y encorvada, de su estatura media yjibosa, de la espesa vellosidad que le cubría pecho y

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espalda, pero jamás superó el trauma de la calvicie .enía la cabeza monda y lironda como mingo de billar .

( al vez por eso era tan esquivo al espejo .) saba unsombrero de fieltro oscuro, un adams de corte clásico,que no se quitaba ni para ir al baño . o tener pelo enla cabeza era, para mi padre, la calamidad de lascalamidades .

apá no fumaba, no tomaba bebidas alcohólicas,no bailaba. Dejó de ir al cine cuando inventaron labanda sonora y el jazz sustituyó los tortazos, la per-secución en autos que dejaban la tendalada, las caídasde los rascacielos sobre las toldas, los escasos primerosplanos de la heroína dejando escurrir una lágrima porlas mejillas incoloras . Eso era cine . o lo soportó aCharlie Chaplin con voz. El sonido agregado a laspelículas fue una de las grandes calamidades de suvida .

tra de sus calamidades fueron las mujeres . apá,en cuestión de hembras, siempre iba de paso . Ámalasy déjalas, tal era su sino . Como un Quijote al revés,lanza en ristre, desfacía las urgencias del sexo enatropellada embestida y, a la manera de esos héroesinventados por Dumas, para evitar suspicacias y equí-vocos, hacia el amor a caballo, de prisa y con elsombrero puesto. Así son los hombres atraídos por elmar y por los espacios oceánicos . Gustan de lasrelaciones efimeras, de los encuentros y desencuentros,de las promesas que no cumplirán. Las mujeres, a lasque acosó como santo y rufián, eran apremioyobstáculoen su vida .

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A los cuarenta y tantos años de su vida, cuandollegó a la calle 26 de El Chorrillo, tenía una vida vividay empezaba otra de regreso. Venía de recorrer países,oficios y mujeres . Era autor de un libro : Cien pre-guntas y respuestas sobre los ferrocarriles, quepretendía ser un manual, una especie de todo lo queusted quiere saber sobre locomotoras y nunca seatrevió a preguntar, para uso de aspirantes a maqui-nistas . uemó cañaverales en tiempos de enocal .Escupía con cara de asco cuando hablaba de achado .En Colombia reparó el mecanismo eléctrico de unsanto que sudaba aceite . ambién había plantado unbosque . Y atrás, sin volver la vista para no convertirseen estatua, dejó por lo menos a tres hijos creciendo ala intemperie . Los hijos, para su sed de horizontes,eran una calamidad . or eso debió sentir que el mundose abría bajo sus pies el día que mi madre le dijo : "Estoyembarazada" .

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E CEDES ES Á E BA AZADA

: amá ercedes no vino a la ciudada cambiar de aire . ás bien vino a quedarse parasiempre . Allá, en el campo, el tiempo era otrotiempo . La vida no transcurría, se quedaba comocolgada de un anzuelo, pasmada como una postal .Allá, en el campo, se es como una cosa más en elpaisaje de vacas macilentas, perros y gallinas yranas y grillos y pájaros . aisaje de sobrevivenciaelemental: levantarse en las mañanas con el cantode los gallos, dar de comer a las gallinas, encenderla leña del fogón, colar café, ordeñar la vaca ; irsehasta el pozo abierto junto a la quebrada paraachicarlo, limpiarlo de la esperma espumosa de lossapos, luego cargar el agua en latas con un rodetesobre la cabeza, lavar los trastes, bajar hasta el ríocon los baldes y estrujar por horas la ropa contra laspiedras, Los domingos ir a misa, a dar una vueltapor el parque, a ver a la gente, a comadrear . uy

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bonito, pero monótono . El campo no tenía ningunagracia . Bueno para quien quiera morir de nomorirse, no para quien tenga una vida que vivir . Enla ciudad, más acá del ferry, estaban las tiendas, loscinematógrafos, el tranvía, los automóviles, la retreta,el carnaval, los 3 de noviembre, los restaurantes,Las Bóvedas, la gente, los novios, la vida .

amá ercedes llegó a la ciudad con su historialgenético a flor de piel . as bien flaca, de lento andary mirada filosófica . i negra negra, ni india india,dejaba presentir por algún lado al bisabuelo chino y,por el otro, a la bisabuela blanca . ¿ ué cómo se enredócon mi padre? ¿En qué recodo del camino se toparoncara a cara? ¡Lo sabrá Dios! ¿La conocería en unrestaurante, en el bus, en casa de una amiga, en unatienda de zapatos? ¿Acaso importa? El la miró, legustó la negra, le echó los perros, le tiró la caballería,le dijo me llamo Juan, le bajó con toda la experiencia,le contó un millón de aquellos cuentos, le dijo de todo,le habló de cuanta cosa se puede hablar con la libidoencendida, la envolvió con las ganas que tenía desobra. ¿Cómo iba a negársele? "¿ e acompaño,negrita?"

La primera vez caminaron desde el parque deSanta Ana hasta la Catedral y luego hasta Las Bóve-das. Después vieron una película en el Variedades,una en la que Sabú dirigía una manada de elefantes .Se tomaron las manos y un "raspao" en la cafetería delteatro . ' e espero mañana" . Ella, seguro, dijo un noque era un sí aun antes de que preguntara . Después,

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con el tiempo, se aclararían las cosas de parte y parte ." ero sin compromiso", diría él, "porque tengo unafamilia allá, sabes" . "Dónde" . "En mi país, allá lejos".Ella no decía nada. Sus planes eran otros . Corrió acontarle a Clemencia, la prima: "¡ ué tipo el que se meha presentado, encha!" iene una labia y está solo,pobrecito. Venía de otro mundo . ingún otro preten-diente le llegaba a la suela de los zapatos . odos,comparados con este hombre de pelo en pecho y calvareciente, eran bien "chichipatis" . ' en cuidado", le dijola tía encha. ero como nadie experimenta concabeza ajena, de nada le valió el consejo. Y él le habíaadvertido . ingún compromiso . engo familia allá, enmi país, me esperan mis hijos, oíste . amá ercedestodavía recuerda la cara de mal rayo me parta que pusoel día que, tomaditos de la mano en una banca delparque de Santa Ana, le dijo : "Estoy embarazada" .

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¡ É LEJ S ES ABA L LEJ S!

D e niño era muy niño . " o paraba pie encasa", decía mi madre . or un lado salía papá rumboal trabajo, con su lonchera negra y su sombrero Adamsde fieltro desgastado, y por el otro yo, en cueros . Sí, encueros, desnudo, sin ropas, como Dios me trajo almundo. o había forma de retenerme entre las cuatroparedes del cuarto. Eran los años de la gran guerra ypostguerra, los años 40, en aquellos tiempos no habíatelevisión y mi madre, para evitar mis andanzas por elbarrio, me dejaba en pelotas. Ella, ilusa, creía que porpurísimo pudor iba a retenerme en casa. uvo, enocasiones, que amarrarme a la pata de la cama parapoder terminar los oficios o darle de mamar a Blanca .¿Dirá usted que era un acto de salvaje desamor? ¿Y quéiba a hacer mi madre? enía que limpiar, lavar,cocinar, cuidar a los más chicos, que ya éramos cuatro,y evitar que una "chiva", esas que decían "Hospital,

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Chorrillo, Calle 16", me arrollara uno de esos días . Almenor descuido de ella, y de los vecinos que gritabanconfabulados para verme furioso : " erce, se va Juan-

cito", me escurría por las largas escaleras de la casa eiba a trotar por las calles de este mundo . A veces subíahasta el sector de las cantinas que quedaban en elLímite, en la Avenida B, y curioseaba por debajo de laspuertas gemelas, de persianas y bisagras de dobletensión, parecidas a las de las películas de vaqueros(esas que se abren y cierran automáticamente cuandoentra un pistolero o sale el "bandido" después de haberrecibido un puñetazo) . ero mi lugar preferido era elmalecón . Allí el aire tenía otro olor, muy distinto al delas jabonerías, desagües y cagadas de murciélagos quese sentía en los cuartos . Y, también, porque allá lejos,en donde la vista se perdía, se juntaban el arriba con elabajo . A merced de un sol abrasador y un cielo azulintenso, solía curiosear entre pescadores que decíanmalas palabras, tejían mallas y trasmallos, y despelle-jaban pargos . arado en el muro de piedras veía zarparlos botes. Esperaba horas y horas hasta verlos regre-sar, casi siempre al caer la tarde, con las canastasatiborradas de peces y las bocas repletas de sonrisas .Les tenía una envidia muy grande: conocían los secre-tos del horizonte .

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EL E DE ABAJ

E n El Chorrillo las paredes de las casastenían oídos . Y también ojos . Casi no había secreto niintimidad entre los vecinos . La vida del prójimo seconocía al dedillo . odo el mundo sabía el sitio endonde etra tenía el lunar de pelos. Se olían hasta lospedos del vecino.

-¿ ué comiste udecindo? ¿ e llevo una cucha-rada de Laxol?

-¡Vete a la mierda!¿ ué se le iba a hacer? La vieja madera, recalada

de humedad y tostada por el sol, se caía a pedazos .¡ ué pino de regón ni que ocho cuartos! oda la casaestaba llena de agujeros . Los vecinos se la pasabanrellenándolos con papel periódico para poner a buenrecaudo su intimidad . Los más melindrosos empape-laban la pared con fotos de revista, láminas de Laasión alumbradas con velas y retratos de Gloria

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Swanson . De nada valía. Las paredes escuchaban . ndía se oían voces airadas, gritos destemplados, golpes .Al otro día, gemidos indescifrables, como si alguiendesde el otro lado del mundo se ahogara . o se podíaevitar. Entonces se destapaba la hendija, la rajadura,la grieta, el agujero que dejó un viejo clavo en la pared .Y el ojo se asomaba como aun microscopio . , mejor,como a un cinematógrafo . A través de una hendiduraen la pared la vida era más nítida, se veía con muchaclaridad la naturaleza humana, las sofocaciones irre-mediables de la actividad reproductiva . Aclaradas lascosas se dormía mejor .

n día murió el vecino del cuarto de abajo de micuarto . Era un señor muy viejo, de ojos grandes comociruelas "micoyas" y cachetes hundidos . o recuerdosu nombre, pero sí sus enormes pestañas y las largasy ennegrecidas uñas de sus manos . ercedes, mimadre, bajó a la rezadera. Entonces, corrí el linóleo conmucho cuidado (casi todos los cuartos tenían uno) y através de una hendija del piso pude ver la ceremonia develación. El cadáver no parecía cadáver . eposaba enun cajón cuan largo era, sin ninguna expresión en elrostro, exactamente bajo mis ojos, como si hiciera lasiesta rodeado de mirones . En su entorno, entre cirios,flores y viejas rigurosamente vestidas de negro, habíancolocado baldes con trozos de hielo y abanicos . Losdeudos rezaban. Yo escuchaba y miraba con muchosusto, no por el muerto sino porque mamá podía entraren cualquier momento y agarrarme con los ojos en lahendija. Ya, a esa edad, se nos había explicado que

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"rescabuchar" era una mala costumbre y se castigabacon el rejo . o sé cómo ni en qué momento ocurrió algoque podría parecer insólito . El muerto, al que obser-vaba fijamente en ese momento, abrió los ojos y se mequedó mirando. Ahogué un grito y brinqué hacia atrás .Era la primera vez que contemplaba frente a frente elrostro de la muerte .

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E LALIA SE BAÑA E SEC E

Bañarse, en la casa donde vivía, en ElChorrillo, era una calamidad . Había varias regaderasen el piso de arriba y en el piso de abajo, pero nomuchas . Las paredes de los baños estaban recubiertascon láminas agujereadas de zinc . El piso, ennegrecidopor la mugre, el moho, la espuma y la indolencia, erapeligrosamente resbaloso .- erce, ¿le baño a Juancito?adie en la casa de El Chorrillo era dueño de

algo . Los baños eran comunales, como quien dice detodos y de nadie, y se bañaba primero el que primerollegaba . or eso desde muy temprano los pescadoresy los que trabajaban en la Zona del Canal hacían lacola del baño . La madrugada era la hora de loshombres . Envueltos en toallas de la cintura paraabajo, enzuecados, llevando sus propias parrillas demadera para colocar en el piso del baño y asentade-ras para borde de excusados, con el cepillo entre losdientes (así como Johny Weismuller sostenía el

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Eulalia, era una adolescente oronda y dispuesta .Debía tener entre 13 y 15 años, y había adquirido lacostumbre de bañarme todos los días . Bajo la duchase apretaba contra mi cuerpecito como si yo fuera elmismísimo Douglas Fairbank, me cubría de jabón delos pies a la cabeza, me atosigaba de besos y, colocán-dome en una saliente del muro del baño para ponermea la altura de su vientre, restregaba su sexo velludocontra mi pequeño, pero erecto miembro viril . A mí meencantaba ver cómo la espuma crecía entre los doscuerpos y caía como copos de algodón al piso del baño .

o entendía bien nada de lo que pasaba, ni quédiablos sentía, pero me gustaba . Sé que me gustaba .e gustaba muchísimo . or eso me dio mucha rabia

el día que la oí decir :- erce, ¿le baño a artín?

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A A A ILE A

aria Elena o Sé ué era la putamás linda del barrio. Había otras, pero ninguna comoella. Vivía sola, y si no fuera porque todos ya sabíannadie hubiera sabido . rabajaba en el Happyland, uncentro nocturno de mucho "caché" que quedaba por lalaza 5 de mayo, al lado de otro que se llamaba El itz,

cerca, cerquita del Hotel ívoli. Dormía toda la mañana .A eso de las tres de la tarde de todos los días selevantaba, iba al baño, se ponía bonita, bien bonita, yya, cuando el sol se ocultaba, con la cara llena de todoslos colores bajaba las escaleras encaramada en suszapatos de tacones puntiagudos: tac, tac, tac, tac .ambién era la puta más buena del barrio . Se llevaba

bien con todo el mundo y se ganaba la voluntad de lagente . Los niños, sobre todo, la queríamos mucho . osregalaba cosas. Casi todas las mañanas, desde muytemprano, esperábamos que llegara de la calle . osreuníamos en el callejón principal de la casa, abajo, ycuando doblaba por la Avenida A, siempre a la misma

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hora, dábamos la voz de alerta : "Viene arilena, mu-chachos". odos íbamos corriendo a su encuentro .Entonces, ella sacaba de su cartera chiclets, "chingon-

gos", chocolates y nos los daba a raudales. "Llévale a

artincito", me decía. A las mamás le traía latas de"porcambins", sopas cambels, leche klim, rinso y co- conuts, y galletas del comí que eran más ricas que las

que se vendían en las tiendas de anamá . ero, no erapor eso que la queríamos. Si no nos hubiese regaladonada, la hubiéramos querido igual por su manera tanquerendona de ser . unca tenía cara de emputamientoy siempre sonreía . adie la veía con "manes" . Las otrasputas del barrio metían hombres en la casa y, muchasveces, esos tipos que nadie conocía, medio en fuego,buscaban pelea con los vecinos . na vez uno de ellosse agarró a puñetes con ataderrayo, el hijo de Juana"Chancletas", que era más bravo que el carajo y quefumaba canyak. Al hospital fueron a parar los dos, ydespués a la corregiduría, y tuvieron que pagar unamulta.

El 25 de diciembre de 1945, sin que ninguno de losniños de la casa se pusiera de acuerdo, por puroegoísmo, con la esperanza de ser los únicos en presen-tarse a la cita y así acaparar los regalos, nos reunimosen la calle a esperar a arilena. Algunos bajamos connuestros revólveres de papelillo, carritos de cuerda,trompos y cometas; las niñas con sus juegos de té y susmuñecas de trapo . Estrenábamos los juguetes que eliño Dios nos había traído esa madrugada, muy de

madrugada .

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A las ocho de la mañana y con el sol bien biencaliente arilena no llegaba . ¡ ué raro! A las nuevetampoco . ¿ or qué tardaba tanto? ¿Le habría pasadoalgo? odos empezábamos a intranquilizarnos . e diomucho miedo porque en la casa siempre se estabahablando de la guerra y en la guerra la gente sale y noregresa. En el cine pasaba así . adie, sin embargo, semovía de su sitio . Era cuestión de esperar . odía llegaren cualquier momento . De pronto el alboroto fuecreciendo. Al estallido de la pólvora de los revólveres depapelillo se fueron sumando voces adultas, llanto deniños, carajazos disparados desde los balcones . De lascasas vecinas y de las otras calles empezaron a llegarmadres con sus niños a rastras. La noticia se habíaregado por todo el vecindario . "En la 26 van a repartirjuguetes", se decía . El bulo, que nadie sabe quiénempezó, dio vuelta a la manzana . ero arilena nollegó esa mañana por primera vez desde que vivía en lacasa de calle 26 . Después todo se aclaró . Yo lo supeprimero que todos porque Eulalia, la muchacha que mebañaba todos los días, se me acercó por detrás, me halóde los huevitos y me dijo en son de burla : " i la esperena la aría Elena, esa ya no viene más, ayer se casó conun gringo" . odos, esa navidad, nos sentimos traicio-nados .

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L S J EG S DEL A

n la navidad de 1946 fuimos felices .apá me trajo un revólver de papelillo, con cartuchera

y todo, y Eva y yo hicimos cosita . A ella, sus padres leregalaron un juego de té y, también, una muñecagrande, de celuloide, de esas que cierran los ojoscuando las acuestan boca arriba . " ira lo que me trajoiño diós", me dijo muy oronda . Yo se la arrebaté de lasmanos con delicadeza y quise adivinar cómo funcionabael mecanismo que hacía que abriera y cerrara los ojos .Se la devolví y le dije que la muñeca era bonita y siquería jugar conmigo . Entró al cuarto y desparramósobre el linóleo las tazas y la tetera, Se acomodó lamuñeca contra su pecho, a la manera de las mamás, yempezó a arrullarla .

Duérmase mi niñaque tengo que hacerlavarle los pañalesy ponerme a coser .

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"Se durmió ya", dijo. Luego la acomodó cuidado-samente junto a la pata de la cama . Encendió entoncesuna estufa imaginaria para hacer café . Ffffff, hizo elagua hirviendo con su boca . Sirvió las tazas y dijo :"está bien caliente" . Yo bebí. "Está bueno", chasquiéla lengua contra el paladar como hacía papá todas lasmañanas cuando tomaba café, pan y mantequilla. Esedía ningún adulto estaba en casa . apá en el trabajo,mamá en el comí con artín . Edith y Blanca eranbebés de cuna y berreaban que era un contento en elcorralito . Entonces le pregunté a Eva si quería hacercosita conmigo y me dijo que sí . os metimos debajode la cama y yo me acosté encima de ella un rato,Cuando me aburrí me eché a un lado, chasquié lalengua contra el paladar, como hacía papá, y dije "estábueno mi amor" . Ella se puso la muñeca sobre elestómago y permaneció un rato bocarriba, como pu-jando . Luego la echó a un lado y dijo "ya nació

aruquel". Se escurrió de debajo de la cama . ecogiósu juego de té y dijo que iba a visitar a la comadreGraciela que vivía en uno de los cuartos de abajo .Chasquié la lengua, como hacía papá, y le dije : " egresapronto, negra"

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A ADE AY

uy poca gente sabe porqué a Jaime,el hijo de Francisco " ronera" y Juana "Chancletas", ledecían " ataderrayo" en el barrio de El Chorrillo . o es,como imagina la gente, porque era delantero del equipode futbol de Barraza o porque pateara la bola comoburro "escarmentao" . na cosa no tenía nada que vercon la otra. Jaime, además de futbolista, era canya-cero. Así le decían a los que fumaban canyac, una

hierba que volvía loca o pendeja a la gente, y quetambién se llamaba marihuana, quenque, hierba santa,verdolaga y quién sabe de cuántas otras maneras .

odo el mundo sabía cuando Jaime estaba "traba-do" porque echaba candela por los ojos y la lengua sele ponía pesada. "¿ ué pasó, manito", decía con vozestropajosa cuando atravesaba el balcón moviendo elcuerpo, desnudo de la cintura para arriba, como nave

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al garete . ero, con todo y su canyac, no era un tipomalo y siempre trataba con respeto a la gente mayor dela casa .

En aquellos tiempos no era como ahora . El canyacera como el pan diario de cada día, costaba poco ycirculaba libremente por el barrio. Había tipos que lacultivaban en su casa, en potes, y nadie se metía conellos. Los canyaceros, por otra parte y como ahora, notenían buena reputación . La gente les tenía miedo, lasmamás los odiaban y siempre nos aconsejaban que nonos acercáramos a ellos . "Esos no son hombres", decíapapá. "Los hombres no necesitan canyac para serhombres" . Era toda una campaña .

ero eso tampoco viene al caso . La verdad es queJaime, el día de la pelea estaba de lo más fresco,sacándose mocos de la nariz, mordiéndolos y escupién-dolos, mientras hacía turno para ocupar el baño . Eramuy temprano y todavía no le había metido al quenque .enía, como casi siempre, la mirada de los que nada

tienen que hacer y ciertamente miraba sin mirar aFelicia, la puta mala. del barrio, que en ese momentohacía su "show" rambulero en la puerta. de su cuarto .Estaba allí con un tipo de mala facha, un fulano quellegó con ella a la hora en que los hombres que iban atrabajar hacían la cola del baño . Al poco rato de entrarcasi a rastras a su cuarto, más borracha que unalambique, empezó a dar quejidos estremecedores .ero la gente del vecindario ni se inmutó porque estaba

acostumbrada al "show" y, al parecer, a ella le placía loque le estaban haciendo . Y por lo visto no era que la

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estuvieran matando. "Dale más duro mi papi, másduro", gritaba la muy .

Estaba allí, en el marco de la puerta de su cuarto,en arrumacos con el mentado " i papi", como para quetodo el mundo la envidiara . ingún vecino, que bienla conocían, le prestaba atención . ero ese día, apre-tando una sonrisa entre el camel y los labios le dijo aJaime :- ajizo .El aludido se levantó sin ninguna prisa y avanzó en

dirección a Felicia. El mentado " i papi" sacó a Feliciadel medio con un cariñoso "apártate" y de un puñetazolanzó a Jaime contra las rejas del balcón . " elea,pelea", grité eufórico . Casi enseguida la gente salió desus cuartos en pijamas, batas y calzoncillos . Jaimevolvió ala carga y recibió gancho de izquierda al hígado,combinado con upercout en la barbilla. "Sepárenlos" ."Déjalos, qué se quiten las ganas" . La mamá de Jaime,en camisón y chancletas, daba gritos histéricos ygolpeaba inútilmente el cuerpo de " i papi" con unaescoba .

El círculo de vecinos se cerró alrededor de lareyerta. "Dale, Jaime, dale". " o te dejes", Jaime ."Amárralo, amarralo" . Jaime masculló una palabrota,escupió sangre y volvió a atacar . El rival, con destreza,esquivaba sus manotazos y colocaba sin ningunadificultad jabs de izquierda sobre su cara enrojecida ."Ese 'buay' es boxeador, es una canallada lo que estáhaciendo", susurró alguien: "Llamen a la policía,`hombe` . odo el mundo daba por hecho la debacle .

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Iban a convertir en puré de ñame al peleador de la casa .De pronto, algo pasó. El mentado " i papi" cayó sobresus rodillas, agarrándose los testículos, dando alaridosy diciendo palabrotas que harían enrojecer de envidiaa todos los diablos del infierno juntos . "¿ ué pasó, quepasó?"

A los pocos minutos llegó la policía con su "vamosvamos todo el mundo se me retira de aquí" y se llevó alos dos peleadores para la corregiduría . Se fueronseguidos de Felicia, que decía : "Yo no conozco a eseman, por mi parte y la del cura que lo manden a Coiba" .ambién iban Juana "Chancletas", " quei", que era

policía y vivía en la casa, y una turba de testigos adeclarar a favor de quien defendiera como varón loscolores de la casa, para que respeten . Casi nadie sehabía dado cuenta de cómo culminó lo que la historiaconsagró como la batalla de la semana en esa casa dela calle 26 de El Chorrillo . ¿Cómo pudo ganar el queestaba a punto de cantar el manicero, ah? Después lascosas se aclararon . "Lo que pasa es que Jaime pateóallí donde tú sabes ." " ero yo estaba ahí y no lo vi' . "Esque lo hizo muy rápido" "¡Jo, pata de rayo!", dijoalguien con admiración . Es así como lo llamaron,desde ese día, en el barrio de El Chorrillo : Jaimeataderrayo.

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AL DE J

veces mamá ercedes amanecía envueltaen trapos como una momia egipcia. Desde muy chicome acostumbré a verla emerger de las sombras con lacabeza cubierta con algo muy parecido al turbante quellevaba Conrad Veidt en El ladrón de Bagdad . "Elsereno es pésimo para los huesos", comentaba con lasvecinas que, por lo general, compartían los mismoscriterios de salud y también practicaban iguales cere-monias curativas de emplastos y brebajes . Yo las oíay me quedaba pensando cómo se podía tener un"viento" clavado en la cadera o tratando de descifrar ese"no salgas a la calle después de planchar, mija, porquete pasmas" .

amá era melindrosa hasta la pared de enfrente .Siempre, y no de ahora, se quejó de cuanto dolor pudodoler sobre la tierra . "Aquí me duele", decía. "¿Dónde?""Aquí', y señalaba un lugar que era en ninguna parte .

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(Ya adultos sospechamos, siempre con terror de equi-vocarnos, que ni ella misma sabe con exactitud en quéparte del cuerpo duele el dolor .) Entonces, comoahora, se adhería parches de caraña hedionda detrásde las orejas, ungüento algecida en las coyunturas ytragaba amargos brebajes de raíz de calaguala, hoja decola de caballo y barbas de maíz que preparaba, sinazúcar, en agua hirviendo . Era de las que cuando unode nosotros ( artín, Edith, Blanca o yo) se resfriaba, envez de ventilar el cuarto, cerraba puertas, ventanas yhendidas para que el aire de la noche no entumecieranuestros cuerpos . os embatumaba de cebo de cuba,hervía una tisana y nos las hacía beber a sorbos conuna aspirina bayer . Luego, como si todo eso fuera poco,nos arropaba de pies a cabeza para que sudáramos lafiebre . Se preocupaba tanto por sus hijos que, de losdoce que nacimos, no murió ninguno, contraviniendolas estadísticas de entonces .

na vez me dio una calentura que no se me quitabani con mentolato chino . na vecina a la que le decíanJuana "Chancletas", por su manía de arrastrarlas, seme quedó mirando y dijo : " iene mal de ojo, erce, estáojeao" . Las mujeres del vecindario hicieron una "juntamédica" (que más bien parecía un aquelarre) paraaplicar un remedio expedito porque mija el mal de ojono lo curan los médicos de ahora, quevá .

-Eso se cura con meada de señorita -dijo una delas "brujas" más viejas .

i modo, trajeron a Graciela, la hija de Eufemia,que por esos días tuvo su primera menstruación ade-

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lantada y la hicieron orinar en una bacinilla detrás dela puerta . amá ercedes entonces me colocó sobresus rodillas, con la cabeza colgando sobre un platón, ydejó caer el chorro tibio sobre mi frente . res días consus noches se estuvo mamá empapando mi cabeza conla orina reciente que la precoz Gracielita le procuraba,solidaria y solícita, sin que cediera la calentura . Al cabode ese tiempo escuché a mamá desencantada y rabiosadecir como para sí misma :

-Viste, yo sabía que esa muchacha no eraseñorita .

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EI

L a patrulla de la policía militar del ejércitode Estados nidos daba vueltas en redondo por elparque de Santa Ana cuando se encendió la señal de laradio . "Atention, atention, one four two, unit go toCharlie's bar, in K Strett. A soldier cause conmotion" .

quei, el policía panameño que servía como laza-rillo de los militares estadounidenses en sus recorridospor bares y prostíbulos de la ciudad, aguzó el oído : " nfoquing gringo está haciendo la foquing cagada en lafoquing cantina del griego", tradujo mentalmente conun humor de los mil demonios . Cada vez que algo comoeso pasaba perdía horas de sueño . enía que quedarsehasta el amanecer esperando que los foquing "empí"dieran su foquing informe para que él, precisamente él,el más pendejo de todos los pendejos, no llegaratemprano a su foquing cama . Entonces los gringosllegaban a la olice Station de Balboa, con el amaneceren su apogeo, daban su informe mientras él, encogido

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sobre las asentaderas, trataba de descabezar un sueñoen el asiento posterior de la patrulla . unca nadie ledijo en la polis esteichon señor García cómo está usted .Era un cero a la izquierda .

Iba de bar en bar, viendo putas y borrachos,bebiendo café sin azúcar de un termo más viejo que lamamá de atusalén . odo lo que hacía era indicar alos policías gringos las calles por donde debía avanzarla patrulla para llegar más rápido : "tu di rai", "tu di lef',"estop gier", esas huevadas . Ellos se limitaban apreguntarle con gentileza, casi con burla, cada mediahora: "How are you, mister García" solo para oírlecontestar en mitad del bostezo: " quei saryent, ebritinoquei". Y cuando lo dejaban en una esquina para quetomara la chiva de El Chorrillo y le decían : I see youtomorrow, contestaba "oquei" y se iba para el carajo .

Él mismo decía que de tanto andar con la mierdaalgo se le pega a uno, aunque sea el olor . Con eso queríadecir que de tanto andar con gringos para arriba y paraabajo ya hasta machucaba su poco de inglés . ' ei-quirisi', les decía a las muchachas del barrio apuntán-dolas con el índice y una sonrisa de oreja a oreja . uypocos en El Chorrillo debieron conocer su verdaderonombre . Era quei y punto . El nombre se le fueadhiriendo de a poco, naturalmente, como la saliva a lalengua, porque vivía y moría con la palabra "oquei" enla boca. ¿Cómo estás? " quei", contestaba. e invitoa un trago : " quei". Los aliados desembarcaron enDunkerke : " quei" . La chiva está en el monte y loschivitos se perdieron : " quei".

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La patrulla dobló por la 16, desembocó en la 4 dejulio y en menos de tres minutos, a media velocidad,llegó al bar de la calle K con las luces intermitentesfogueando sobre la capota. Había tumultos en lacallejuela, La gente se arremolinaba frente a la puertade la cantina iluminada por las lámparas fluorescentesde toda la cuadra.

Los dos "empí" bajaron de la patrulla, lentamente,igualito que en las películas . Lucían uniformes verdeolivo más bien oscuros, bien planchados, nítidos .Llevaban sus pistolas enfundadas en cartucherasblancas, largos toletes blancos, polainas blancas, ycascos y brazaletes blancos con las letras , mayús-culas, grandes, impresas . Se ajustaron el cinturón yavanzaron al encuentro del grupo de hombres y mujeresque, silenciosamente, les abrió paso .

"¿What happened?", preguntó el sargento sin diri-girse a nadie en particular . n hombre bajito, conlentes de culo de botella, se acercó y habló atropellada-mente en español . "Allí dentro, nvister, hay un soldadoloco" . "Creise soldier in di . . . como se dice . . . ahí, ahí,gier, in di salón, ves, yu si", tradujo quei al tiempo quese aproximaba al grupo con todas las ganas del mundode irse para. el carajo . quei no vestía como los otrosdos. Su uniforme era el polo opuesto de la elegancia :caqui desteñido, botas y cinturón con revólver negros .La visera del quepi casi cubriéndole los ojos y un toleteque no debía medir más de 12 pulgadas de largo ceñidoala cintura. Erabajo, pero corpulento : anchas espaldas,un poco convexas, con los hombros echados hacia

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adelante como quedó después de haber pasado el cursopor correspondencia de tensión dinámica de CharlesAtlas, ese que convertía a cualquier alfeñique en hombrede verdad .

-El tipo se volvió loco . De repente empezó a tirarsillas, vasos y botellas contra toda la gente -explicó yamás calmado el hombre bajito en medio del murmullode la gente y el escándalo de las vitrolas . queiensayaba la traducción : "Di soldier creise, das ol" .

El policía militar desenvainó el largo tolete, empujóla puerta de tijeras con la mano izquierda y metió lacabeza cuidadosamente . "Son of a bich", gritó altiempo que daba un brinco hacia atrás para evitar lajohny walker que como un relámpago se hizo añicoscontra la puerta al cerrarse . na y otra vez los dos ,esgrimiendo los largos toletes blancos como bates debeisbol, trataron de entrar a la cantina que resultó,botella va botella viene, inexpugnable . El loco noatendía razones y daba gritos espeluznantes . "Come,soldier. Go home whith me . . .", le susurraban a gritos,por turno, los dos policías militares .

-I can tu pulout al sanamabiche ese -musitóquei fastidiado .

-Go it -dijo el sargento con cara de qué se hacreído éste .

- quei -dijo quei desenfundando el pequeñotolete y de un salto, empujando la puerta con el hombroizquierdo, quedó adentro de la cantina . La botella pasósobre su cabeza y se hizo añicos en la calle . Elestropicio que se armó adentro de la cantina todavía lo

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recuerdan algunos de los mirones y las putas que en lamadrugada del 25 de mayo de 1946 cumplían jornadasextras por los lados de la calle K. Se escuchaban sillasy mesas rodar por el suelo en medio de golpes secos,ayes espeluznantes y mentadas de madre . De pronto,antes de que pasaran los dos minutos desde la irrup-ción cinematográfica de quei a la cantina, sobrevinoun silencio premonitorio . odos, afuera, callaron,temiendo lo peor. Los dos "empí" entraron cautelosa-mente seguidos del viejo con lentes y de la caterva decuriosos.

"El loco", a lo largo de los dos metros de suestatura, yacía sobre un charco de ron y vidrios rotos .De su cabeza manaba un hilillo de sangre . espirabacon suspiros entrecortados y emitía quejidos roncos .arecía tener más de una costilla rota . "Jesús Christ",

dijo el sargento e hizo una pausa después de examinaral soldado . " uickly, an ambulance", dijo al otropolicía que salió raudo y veloz como la tos . Luego miróa quei : "What happened to you, García . Do you wantto kill him? hat is a big trouble . You will come whithme to inform . Do you understand me?" .- quei -dijo quei amparándose detrás de su

sonrisa colgate . o tenía que ser ostradamus parasaber que desde esa noche iba a ser relevado parasiempre del patrullaje nocturno por "órdenes superio-res".

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EL I DE G ACIA

ra te llino (que traducido a lenguajede adulto quiere decir "ahora te orino") fue lo que le dije aataderrayo, el hijo de ancho ronera y Juana Chancle-

tas el día que, manipulando el dedo del corazón como undiminuto látigo, me "quiñó" el lóbulo de la oreja . odavíatengo memoria del dolor de aquel día, pero sobre todo delsentimiento de desencanto que dejó en mi joven corazón .Hasta ese día yo creía que ataderrayo era mi mejor amigoporque a veces bajaba con él hasta el rompeolas deBarraza para verlo zambullirse en el mar, permanecerdebajo del agua segundos que parecían eternos y salir conla dientera pelada por donde menos uno se lo esperaba.Fue, además, mi primer maestro de boxeo . e enseñó a'Japear" con el puño cerrado, a jugarle la pacheca a losganchos de izquierda con un movimiento de cintura, asaltar en la punta de los pies. El día que lo vi fajarse agolpes con uno de los bravucones que la Felicia metía de

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noche en la casa de El Chorrillo fue cuando le dije que meenseñara a boxear . Y me dijo que sí . ambién me enseñópalabras sucias : pipí, picha, mota, tontón, micha, garrote,caobo, morcilla, ñinga, pupú, esas cosas .

A la gente de la casa de El Chorrillo le gustaba vermebravo . Dicen que cuando me enojaba contraía las man-díbulas de una manera tan graciosa que nadie resistía latentación de provocarme. Adulto que pasaba a mi ladoadulto que me daba con los nudillos en la cabeza, mehalaba el cabello o me decía barbaridades . Casi siemprelograban su propósito : sacarme de quicio, oírme decirpalabras de grueso calibre que ellos mismos me enseñabany que harían palidecer de envidia a José o Sé Cuánto, esepárroco español, amigo de papá, que daba misa losdomingos en la iglesia de Santa Ana. Entre paréntesis :(con ese cura aprendí como sopotocientas maneras dis-tintas de mentar la madre al prójimo) .

Casi me quedé mudo cuando ataderrayo le sacóchispas a mi oreja. Apenas alcancé a decirle ora te llano .Él siguió tan alegre y campante como si nada ; y yo, desdeese momento, no lo perdí de vista . Entró a su cuarto y nosé qué le dijo a Juana Chancletas, pero debió ser algo muyfeo porque salió como bala por tronera. apenas unossegundos antes de que lo alcanzara una chancleta vola-dora. ecogió la chancleta y se la devolvió a su madre másfresco que una lechuga . iró de la soga del tendedero queiba por carruchas de un balcón a otro y descolgó un parde calcetines que todavía estaban humedos . Se quitó elzapato del pie derecho y haciendo equilibrio sobre lapierna izquierda se puso el calcetín . Hizo lo mismo con el

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pie izquierdo equilibrándose sobre la pierna derecha.Entró y salió del excusado dos veces . Al pasar frente alcuarto de Felicia trató de ver a través de las persianas .Después bajó las escaleras y, justo debajo de donde yoestaba, encendió un camel . Entonces me abrí el pantalóny lo oriné. Gritó tan fuerte el nombre feo de esa cosa quelas mujeres tienen debajo del ombligo que todos losvecinos se asomaron al mismo tiempo . Era como paratomar una fotografia. Abajo, ataderrayo sacudiéndose,secándose con un pañuelo la cabeza, gritando pelao demierda me las vas a pagar . La casa se quería venir abajode las carcajadas de los vecinos . El mismo ataderrayoalzó la cabeza con dignidad, sonrió y con el índice me dijoque estaba bien, que algún día se las cobraría . Arriba, yoseguía apuntándolo con mi disparador de orines .

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S CES DE DÍA D I G

D esde que le vino la primera menstrua-ción, cuando apenas acababa de cumplir los onceaños, la gente, que era muy chusca en El Chorrillo,decía que en el hogar de los González se cumplía la reglade Graciela y se acataban las reglas de Venancio . Y unade esas reglas era que la señorita prematura, a la quetodos bajo cuerda llamaban la adelantada del mar delsur, no anduviera sola por las calles de este undoporque "como están las cosas una no puede confiar nien ariasantísima" . Las reglas eran la reglas . or esocuando el viejo Venancio decía no, era no. ero resultaque ese día Eufemia, la madre, sufría un dolor decabeza tan fuerte tan fuerte que le traqueaban loshuesos de todas las coyunturas (aunque una cosa notuviera nada que ver con la otra) y lloraba como la aríaagdalena. Y, para colmo, Venancio no estaba . Sus

otros hermanos, que eran un montón, pero menores, yque no tenían problemas con la menstruación, sehabían ido quién sabe a dónde .

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`vaya corriendo a la farmacia, mija, y tráigame unaaspirina, que me muero pues" . A Graciela (de sóloimaginar que tenía que atravesar tres calles, que lafarmacia estaba rodeada de cantinas y bodegas, quetenía mucho miedo a los hombres esos que le decíancosas como "murrunguita" bonita ahora que empeza-ban a brotarle los corocitos del pecho) el corazón leempezó a saltar como sapo viejo en una pecera decemento. Iba a decirle a Eufemia que no porquedespués papá me regaña mamá . ero los lagrimonesque corrían por las mejillas de su madre le congelaronel no en la garganta . Apretó el real y bajó corriendo lasescaleras .

Antes de doblar la esquina de la Avenida A, esacalle larga y silenciosa que llegaba hasta el mar, estiróel cuello y miró cuidadosamente . o vio a nadie, a noser por un montón de perros pulgosos que se disputabanpedazos de huesos o quién sabe qué alrededor de unatinaquera . Cruzó la calle . Era domingo. El amanecerse empinaba detrás de las casas de madera con unajuma de los mil demonios . Las tijeretas jugaban a seraviones en los aleros más altos . Así era ese día . nvientecillo de verano, marinero y juguetón, rescabu- chaba la ropa de los tendederos.

Y ese día nadie, aparte de mí, se dio cuenta de cómopasó lo que pasó . La cosa pudo ser de lo más cómicasi Graciela hubiese sido otra, si su padre no fuera elmismísimo Venancio, si a los once años recién acabadosde cumplir no le hubiese venido la menstruación. eroGraciela era Graciela y eso nadie lo iba a cambiar . El

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gringo, que no tenía más de dieciocho años, salió de lacantina, en compañía de unos diez más, y como quienva de paso, pasó la manota muy suavemente por losapretados glúteos de Graciela que, del mismísimosusto, no pudo decir esta boca es mía .

El muchachote no la tocó con brusquedad . La tocócomo una mariposa a una flor, sin dañarla, haciéndosemás bien el gracioso con sus amigotes que, a pocadistancia, no dejaron de reír por un solo instante . Loque ocurrió ocurrió en unos cuantos segundos. Losgringos siguieron su camino y Graciela echó a correrhacia su casa, con rabia de señorita recién estrenada,temblando como una hoja de papel . Aquel muchachoy sus amigos olvidarían el incidente diez minutosdespués, estoy seguro . Graciela no lo olvidó jamás . iyo .

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EL IE

L a noche del primer día que llegué a casa dela abuela, el 15 de febrero de 1946, atraído por laavasalladora grilla, y también por un inédito croar deranas invisibles, me asomé boquiabierto al undo . Eltío Alejandro, que apenas era un año mayor que yo,encendió una lámpara de querosín para evitar quetropezara con taburetes, bebederos de gallinas, palan-ganas, sillas de montar a caballo, tinajas y chécheresesparcidos por el portal . o era necesario . El niñitode la ciudad era un gato con botas, tío, y no le tienemiedo a la oscuridad . o había luna, pero las estrellasestaban por todas partes . illones de puntos lumino-sos brillaban sobre mi cabeza, más allá de lo quedebería ser el horizonte, y todavía más allá y más allá .unca antes había visto el cielo de esa manera . unca

lo volvería a ver igual . e acosté bocarriba en lapradera tapizada de florecillas silvestres . Los cocuyosse encendían y apagaban como pequeños faroles sobre

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la hierba. El soplo de la brisa era fresco y limpio comodebía ser el aliento de los ángeles . Sentí que la tierrase movía bajo mis espaldas. Y de veras se movía . otuve, a esa hora, conciencia de alimañas, fantasmas,brujas, madre rezongona . En algún momento, sindejar de mirar a las estrellas y de calcular las distan-cias, debí preguntarme quién dónde y cómo sería eseDios del que tanto hablaba mi madre. Floté en aquellainocua neblina que se forma en el instante en que latemperatura del aire desciende y rodea como unacaricia la superficie caliente del suelo, que no se la vepero que se la siente como una especie de rocíotemprano, y me estremecí de cuerpo entero . Estaba, dealguna manera, solo .

Y sentí el tiempo .Era yo y el universo . Esa noche, en Bejuco, en la

tierra de mis abuelos, me arrebujé en la hierba con miprimera sensación de infinito .

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LA ÍA A LA

C ómo se llama ese pájaro que cantaen la rama?

-Bimbín - contestó la tía aula .-¿ or qué cantan los pájaros, tía?- orque sí -contestó .-Y. . . ¿qué comen?-¿ uiénes?-Los pájaros .-Comida, pues .- La tía aula apartó la hoja de

zinc que cubría la boca del agujero en la tierra y, derodillas, empezó a sacar el agua empozada con unatotuma.- Aquí está el pozo dijo .

-¿ ué es eso? -pregunté señalando la espuma,que parecía de jabón, que flotaba en el agua .

-Baba de sapo -me contestó sin dejar de hacer loque estaba haciendo . o le creí mucho y esperé un ratocon la esperanza de que me explicara mejor . La tíaaula hablaba poco . Había que sacarle las palabras

con tirabuzón .

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-¿ ué hace, tía? -le pregunté .-Achico el pozo -me contestó fastidiada . -¿ o

ves?El hoyo estaba junto al río . De boca ancha y

paredes de una arcilla roja, veteada de blanco, tan pocoprofundo que no cubriría mi estatura .

-¿ ara qué achica el pozo, tía -insistí a ver siaveriguaba qué era lo que estaba pasando .

- ara encontrar agua limpia -me dijo .-¿La ayudo?-Bueno .¿Cuántos años podría tener la tía aula? o

menos de diez, no más de doce . Casi me doblaba laedad . Era, en términos relativos, una vieja si se lacomparaba conmigo . Debería saberlo todo . e diola totuma y la ayudé como pude . ientras tratabade secarlo por completo vi cómo el agua cristalinamanaba de la tierra a borbotones . ¿De dónde vieneal agua, tía? e dijo que era un manantial y yopensé que salía del centro de la tierra .

Estaba impresionado . Esto era una verdaderanovedad . El campo se parecía muy poco a la ciudad .En mi casa, en El Chorrillo, no tenía que hacer tantoesfuerzo para conseguir agua . o había río . adamás se abría una llave y salía el chorro . ocabas unbotón y la luz se encendía. ara lavar no eranecesario ir hasta el río y, tampoco, golpear la ropacontra las piedras . ambién estaba el mar. El marera más bien silencioso . El río, en cambio, tenía voz,bramaba como un toro viejo en su lecho de piedras .

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i tía llenó la lata casi hasta el tope, hizo unrodillo con un trapo y lo acomodó entre la lata y lacabeza. Juntos hicimos el camino de regreso a casa dela abuela. A veces con una y otras veces con las dosmanos apoyadas en la cintura, la tía avanzaba entrezarzas, cagajones, ortigas y dormideras, haciendoequilibrios con la lata y sin derramar una gota . o dejéde hacerle preguntas durante todo el tiempo que duróla jornada . ada era ajeno a mi curiosidad : los sonidosinéditos de la selva, el colorido plumaje de los azulejos,sangres de toro, talingos y bimbines; el ganado pastan-do en breñas y pajonales, los pavos arrastrando suspellejudas estirpes, los barbados capullos de maíz ; lospromontorios piramidales, como casas de arrieras, quese veían humear por todos lados quemando manglepara el carbón, el pilón de donde sacaban el arroz agolpe de mazo, la hilera de huevos de iguana tostadosal sol . . .

La tía aula gruñía respuestas que me dejaban enBabia .

Ya cerca de la casa le hice la pregunta que quisehacerle a alguien desde aquella noche en la que,acostado sobre la hierba húmeda frente al portal de lacasa de la abuela, contemplé a mis anchas el cieloestrellado:

- ía, ¿cómo es Dios?Debió ser la manera como hice la pregunta . La tía

me miró como si hubiese visto al Diablo y trató depersignarse . Ave aría urísima dijo con tan malasuerte que la lata se le resbaló de la cabeza, dando

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contra el suelo. Entonces, mientras la tía armaba suberrinche, vi el charco fugaz y cómo poco a poco el aguaregresaba al centro de la tierra .

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EL FICI DE I Í

E l Bejuco de mi infancia es una pequeñapoblación a orillas de la carretera Interamericana, esaque atraviesa el territorio de anamá de este a oeste yque, pretenciosamente une, si acaso nos diera porhablar de vías terrestres, a las dos masas continentalesdel Hemisferio ccidental conocidas como orte y Sur.

Bejuco es un sitio apacible . Visto desde arribadebe parecer un entretejido acuático . íos, riachuelos,arroyos, manantiales y quebradas que bajan de laslomas cercanas se precipitan al acífico para formar unestuario de aguas apacibles . ierra de llanos : abun-dan los pastizales, los potreros, las tierras de labranza,los manglares .

na que otra vaquita para la leche no hizo ganade-ros a mis tíos. Aunque sembraban el maíz, la yuca y eltomate que se comían, tampoco eran labradores . Detarde en tarde, en pangas de holgadas plataformas, se

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echaban a la mar y con trasmallos que tejían lashembras ocasionales que llegaban a la casa paracompartir sus progenituras, pescaban jureles, pargos,agujas y corvinas . ero, no por eso eran pescadores . Ala mesa traían paticuervos, iguanas, armadillos, tor-tugas, conejos pintados, zainos y, de cuando en vez,venados que cazaban con ingeniosas trampas y conuna vieja escopeta calibre 12 en los bosques cercanos .ero, tampoco eran cazadores .

A mis tíos la vida los hizo carboneros .Si mal no recuerdo una de las actividades más

importantes del lugar era y sigue siendo producircarbón de madera. Y mis tíos, que quién sabe por víade qué ancestros le vino la vocación, producían el mejorcarbón de leña de Bejuco . Gente sencilla, sin ambicionesdesproporcionadas, trabajaban de sol a sol, pero sinmatarse. En el verano iban por el mangle que crece enlugares húmedos y pantanosos . ude comprobar másde una vez que el mangle es una madera resistente, quecrece recta, y que se usa, fundamentalmente, en laconstrucción de las viviendas rurales : lo mejor que haypara sostener la penca de los ranchos, decía Sixto, elhermano mayor de mamá. "El mangle tiene muchosusos", decía. "Es la mejor madera para fabricar carbón,quema bien y da poco cisco" .

is tíos sacaban el mangle de la costa, lo transpor-taban en unos caballos rengos y roñosos que pastabancasi todo el día frente a la casa de la abuela . Allí sequedaba un tiempo la madera, aromando los campos,albergando alimañas, sirviendo de cagadero a las ga

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llanas . Después, poco a poco, bebiendo y cantando,mis tíos la descortezaban con unos machetes romos,recortados casi hasta las cachas . or último, para queescurriera toda el agua con ayuda del viento y el sol,entrecruzaban las varas como las tibias de las calaverasque traen las botellas de veneno impresas en lasetiquetas .

Llegada la hora, con el mangle seco, partido enpedazos, tejían las armazones en forma de pirámide, ledaban candela y la cubrían con varias capas de tierra .ara qué son esos huecos, tío, preguntaba curioso . "La

llama necesita oxigeno", contestaba el tío Sixto . ellamaban la atención unos pequeños agujeros en labase del cono que, como después pude entender,servían de respiradero a la madera encendida . Era unatécnica sencilla . "Es para que la madera no se quemedel todo, para que la leña quede con hambre", decía eltío Sixto con ánimo de que entendiera, "en el carbóndebe quedar atrapado el espíritu del fuego" .

Ese verano los vi afanarse mucho, ir de un lado aotro, acariciar las pirámides para conjurar vaya uno asaber qué maleficios, calarles el calor con el dorso de lamano como a los enfermos, respirar la densidad delhumo que salía por el agujero superior, poner el oídopara sentir el traquido de la madera, abrir y cerraragujeros, calcular el tiempo para que no escapara elespíritu del fuego . Algunas de las tardes de aquelverano vi un miedo que no conocía en la cara de mi tíocuando opacos nubarrones, atraídos por los vientos delnorte, aparecían por los lados de las lomas . El miedo

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era justificado . udo ocurrir, como otras veces, queuna lluvia repentina y torrencial malograra el esfuerzode todo el año . La zafra de carbón ese año fue más bienbuena y sólo muchos años más tarde, cuando el tíoSixto, agonizaba en un hospital con los pulmonespodridos pude entender la cara que puso el día que ledije que yo quería ser carbonero :

-Este es un oficio de negros, muchacho -medijo .

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LA GALLI A E A A

L a Enana vino a mí con pasitos nerviosos .Veía que yo la veía. Y presentí que ella presentía, porla manera como me miraba de soslayo, que aquelcamino de maíz pilado y afrechos que tracé desde elpalo de mango hasta la cocina, atravesando el portal dela casa de la abuela, era la más inicua y perversa de lastrampas que un niño de seis años, llegado de la capital,pudo jamás concebir. Había que ser muy "buchiplumano más" para no darse cuenta . Y ella, en ese momento,era una pobre gallina y yo Sandokan el tigre de laalasia .

o es fácil entrampar gallinas . Lo primero que hayque hacer, antes, es estudiarlas bien bien . Darse unocuenta de lo que comen, en qué rama de qué paloduermen, qué gallo las pisa, cosas así . En muy pocosdías supe que lo primero que hacía la Enana cuando sebajaba de la segunda rama del mango hilacho que dabasombra a la casa de la abuela, por los lados de la cocina,

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era correr hasta los bebederos junto al asadero depepitas, antes de que el mentado Kikirikí, el gallo másquisquilloso del gallinero, y papá de todos los hijos dela muy, se le encaramara encima y, más erizado que uncepillo, diera su grito de guerra . Después de queKikirikí la pisaba, comía : caracoleaba junto a otrasgallinas, pavos y patos, pica que pica los cagajonesrecientes, las cucarachas escurridizas, que en vanobuscaban refugio debajo de las hojas secas . Daba cazaa los grillos aletargados por el rocío y escarbaba"churúes" entre el polvo y la tusa que el viento matutinorevolvía cerca del "pilón" de las tías .

ara quien había nacido y vivido toda la vida vividaen un barrio urbano de los meros mero, Bejuco, rural,tosco, sin acueducto ni alumbrado eléctrico, al que sellegaba por una carretera larga entre praderas y apretadavegetación, era, literalmente hablando, otro mundo . Elespacio, allí, se explayaba. El aire, cuando no soplabala brisa levantando polvaredas, blasonaba transpa-rencias y no olía, como en El Chorrillo, a gas de cañería .ambién el cielo parecía un poco más azul y las noches

más oscuras. La algazara de grillos, ranas, loros,pericos, perros, pájaros y de las manadas de titíes quede cuando en vez merodeaban en las ramas altas de losárboles que daban sombra a la casa de la abuela,originaban una forma perniciosa de silencio porque,pasado cierto tiempo, se escuchaba pero no se oía .

Aprendí a trepar árboles, armar trampas paracazar palomas, a salcochar en racimos los huevos quelas tías sacaban de los vientres vivos de las iguanas, a

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apuntar con el biombo calculando con anticipación latrayectoria de los pájaros en vuelo, a asar pepitas demarañón, a decir malas palabras (tan malas como lasque aprendí del padre José o Se ué en El Chorrillo) .ambién aprendí a ponerle el bozal y la enjalma a los

caballos, espolearlos, dirigirlos hacia la izquierda ohacia la derecha, y detenerlos en seco con un soocaballo soo. Escudriñé la técnica de los gallos paraatraer a las gallinas y, luego, pisarlas; a los caballos,que después de olfateos, arrumacos y patadas, pene-traban a las yeguas con sus enormes sexos ; a los toroslevantar sus pesados cuerpos sobre las patas traseraspara cubrir a la vaca en celo ; a los cerdos trenzados enpavorosos berridos de placer. Escudriñé los nidales delas gallinas cluecas . Vi salir a los pollitos del cascarón,alas perras expulsar sus vástagos, a la bruja del pueblocurar a la ía etra con menjunjes, rezos, y un vaso deagua que todas las noches la abuela dejaba debajo dela cama para que atrapara el daño que le puso unavecina celosa .

¿A qué se debía mi obsesión por atrapar a laEnana? ¿ al vez porque un día aprovechó un descuidomío para picotear el arroz que me estaba comiendo? Depronto, sin que nadie se apercibiera, saltó de un bancoa la mesa y metió el pico en el plato las tres veces quequiso. "Ia de puta" le grité sin atinarle con la cucharaque le arrojé sin pensarlo dos veces .

-¿ uién le enseñó a decir esa palabrota tan fea?-vociferó la muy beata tía aula, retorciéndome laoreja .

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A esa edad no se sabe lo que se hace ni lo que sedice -saltó mi abuela al rescate .

Hasta ese día sólo había escuchado decir lindurasde la Enana . ue si era la madre más madre de los másberracos gallos de pelea de la bolita del mundo amén,que si empolló a más de cuarenta campeones en losúltimos años, que si los tíos casi se quedan con toda laplata que corrió como riada en la galleras de Bejuco,Chame y alrededores durante las fiestas de San José yaría Auxiliadora, los santos patronos de Chame y

Bejuco .La verdad es que la casa de la abuela, de quincha

y tejas, más bien parecía un gallinero a cielo abierto .Los animales se tenían como de la familia y a todos seles llamaba por su nombre . Gallinas ( elona, Carata,ulivieja) ; gatos (Sombra, andrake, Feoconganas) ;

perros (Satanás, León, Chombo) estaban por todoslados, sin encierro, metidos hasta en las recámaras dela casa. Las tías se la pasaban todo el día dandoescobazos, ufas, soos, zapes y recogiendo por doquierlas cagadas de unos y otros .

En la casa de la abuela había gallinas más hermo-sas y también más feas, pero la Enana era diferente .Además de su ridículo tamaño, tenía la mala costumbrede meter las patas y el pico en el arroz ajeno . or esono fue difícil atraparla . al y como lo había imaginado,siguió el rastro de maíz pilado hasta el rincón de la casaen donde Sandokan (que era yo) agazapado detrás deun baúl la esperaba, y zas .

-¿La mato, abuelita?

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Estoy seguro de que cuando dijo "sí" con su sonrisade abuela consentidora, cómplice irremediable de suprimer nieto, no imaginó la destreza calculada con laque procedería, antes de que descubriera mi anticipa-da determinación de retorcerle el cuello a la Enana conrápidos y despiadados movimientos giratorios, aprove-chando el peso de su propio cuerpo . La Enana cayó alsuelo sacudida por los estertores y la abuela casiescupe la chapa del susto. A mis tíos, a punto de.abalanzarse sobre mí, apenas si pudo detenerlos con elcaracterístico gesto conspirador de las abuelas quetienen la soberana obligación de demostrarle al mundoque un niño de seis años está exento de toda culpa y decastigo porque no sabe lo que hace . Y yo de lo máscontento porque pude explorar con mis propias manosel tránsito de un estado de vida a un estado de muerte,en bichos que no fueran simplemente hormigas, cara-coles, moscas, cucarachas o mariposas. Y porquesabía que, llegado ese momento, podía contar con laabuela .

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