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RAE 1. TIPO DE DOCUMENTO: LICENCIADO EN...

Date post: 08-Oct-2018
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RAE 1. TIPO DE DOCUMENTO: Trabajo de Grado para optar por el título de LICENCIADO EN TEOLOGÍA. 2. TITULO: ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACIÓN EN LA PROPUESTA DE MONSEÑOR PEDRO CASALDÁLIGA. 3. AUTOR: Gustavo Enairo Solera Cogollo, MDR 4. LUGAR: Bogotá, D.C. 5. FECHA: Septiembre de 2013 6. PALABRAS CLAVES: Dios, Jesús, Espiritualidad, Liberación, Teología, pobreza, seguimiento, opción por los pobres, Oración, esperanza, resurrección. 7. DESCRIPCIÓN DEL TRABAJO: El objetivo general de este trabajo es hacer un análisis de los componentes teológicos que se encuentran presentes en la espiritualidad de la liberación, en Pedro Casaldáliga, demostrando su aporte para la teología latinoamericana; también se presentan los conceptos antropológico teológicos de la Espiritualidad de la Liberación desarrollada por el autor latinoamericano, y de paso se identifica la relevancia y la importancia que tiene este trabajo para la teología latinoamericana hoy, de acuerdo a la propuesta de Pedro Casaldáliga. 8. LINEAS DE INVESTIGACIÓN: Este trabajo se desarrolló en el marco de la profundización en Teología Latinoamericana, del área sistemática de la Facultad de Teología de la Universidad de San Buenaventura. 9. FUENTES CONSULTADAS: Casaldáliga, Pedro, y Vigil, José María. Espiritualidad de la Liberación. Bogotá: ediciones Paulinas, 1992 . Assman, Hugo. Teología desde la Praxis de la Liberación. Buenos Aires: Latinoamérica Libros, 1975. Boff, Leonardo, y Boff, Clodovis. Como Hacer Teología de la Liberación. Madrid: ediciones Paulinas, 1986. Boff, Leonardo. Jesucristo y Nuestro Futuro de Liberación. Bogotá: editorial Indo- América Press Service, 1978. Casaldáliga, Pedro. Sonetos Neobíblicos, precisamente. Buenos Aires: editorial Claretiana, 1996. 10. CONTENIDOS: El trabajo tiene tres capítulos con estos temas: Capitulo I. Espiritualidad de la liberación, una acercamiento a la opción ético política por el pueblo y la opción evangélica por los pobres, desde la propuesta de Pedro Casaldáliga. Capitulo II. Categorías para una Espiritualidad de la Liberación, en la propuesta hecha por el obispo Pedro Casaldáliga, Capitulo III. Espiritualidad de la Liberación, con los retos y propuestas para poder asimilar y aplicar a la teología Latinoamericana hoy.
Transcript

RAE

1. TIPO DE DOCUMENTO: Trabajo de Grado para optar por el título de

LICENCIADO EN TEOLOGÍA.

2. TITULO: ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACIÓN EN LA PROPUESTA DE

MONSEÑOR PEDRO CASALDÁLIGA.

3. AUTOR: Gustavo Enairo Solera Cogollo, MDR

4. LUGAR: Bogotá, D.C.

5. FECHA: Septiembre de 2013

6. PALABRAS CLAVES: Dios, Jesús, Espiritualidad, Liberación, Teología,

pobreza, seguimiento, opción por los pobres, Oración, esperanza, resurrección.

7. DESCRIPCIÓN DEL TRABAJO: El objetivo general de este trabajo es hacer un

análisis de los componentes teológicos que se encuentran presentes en la

espiritualidad de la liberación, en Pedro Casaldáliga, demostrando su aporte para

la teología latinoamericana; también se presentan los conceptos antropológico –

teológicos de la Espiritualidad de la Liberación desarrollada por el autor

latinoamericano, y de paso se identifica la relevancia y la importancia que tiene

este trabajo para la teología latinoamericana hoy, de acuerdo a la propuesta de

Pedro Casaldáliga.

8. LINEAS DE INVESTIGACIÓN: Este trabajo se desarrolló en el marco de la

profundización en Teología Latinoamericana, del área sistemática de la Facultad

de Teología de la Universidad de San Buenaventura.

9. FUENTES CONSULTADAS: Casaldáliga, Pedro, y Vigil, José María.

Espiritualidad de la Liberación. Bogotá: ediciones Paulinas, 1992. Assman, Hugo.

Teología desde la Praxis de la Liberación. Buenos Aires: Latinoamérica Libros,

1975. Boff, Leonardo, y Boff, Clodovis. Como Hacer Teología de la Liberación.

Madrid: ediciones Paulinas, 1986. Boff, Leonardo. Jesucristo y Nuestro Futuro de

Liberación. Bogotá: editorial Indo- América Press Service, 1978. Casaldáliga,

Pedro. Sonetos Neobíblicos, precisamente. Buenos Aires: editorial Claretiana,

1996.

10. CONTENIDOS: El trabajo tiene tres capítulos con estos temas: Capitulo I.

Espiritualidad de la liberación, una acercamiento a la opción ético – política por el

pueblo y la opción evangélica por los pobres, desde la propuesta de Pedro

Casaldáliga. Capitulo II. Categorías para una Espiritualidad de la Liberación, en la

propuesta hecha por el obispo Pedro Casaldáliga, Capitulo III. Espiritualidad de la

Liberación, con los retos y propuestas para poder asimilar y aplicar a la teología

Latinoamericana hoy.

2

11. METODOLOGIA: Para este trabajo se optó por la investigación de carácter

cualitativo, ya que la pretensión fue la lectura atenta, y con carácter hermenéutico

de la obra Espiritualidad de la Liberación del autor Pedro Casaldáliga.

12. CONCLUSIONES: El gran reto de la Espiritualidad de la Liberación, es hacer

opción por los pobres, asumir su causa, compartir sus luchas e intereses,

devolviéndolos a ser protagonistas en su Iglesia, en la sociedad; encontrando en

el diario vivir el lugar precioso donde el Evangelio se asienta. La Espiritualidad de

la Liberación se hace escenario de lucha en donde el ideal del ser humano se

haga realidad, haciendo posible que en la historia misma se descubra con fuerza

a Dios, aquel quien reveló al mundo a Jesucristo como protagonista del Reino.

3

ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACIÓN EN LA PROPUESTA DE MONSEÑOR

PEDRO CASALDÁLIGA

GUSTAVO ENAIRO SOLERA COGOLLO

UNIVERISIDAD DE SAN BUENAVENTURA

FACULTAD DE TEOLOGÍA

Bogotá, DC.- 2013

4

ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACIÓN EN LA PROPUESTA DE MONSEÑOR

PEDRO CASALDÁLIGA

GUSTAVO ENAIRO SOLERA COGOLLO

Trabajo presentado como requisito para optar por el título de Licenciado en

Teología.

Asesor:

Mario Andrés Peñaranda Quintana

UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA

FACULTAD DE TEOLOGÍA

ÁREA DE TEOLOGÍA SISTEMATICA

Bogotá, DC.- 2013

.

5

Nota de aceptación

_______________________

_______________________

_______________________

_______________________

Presidente del jurado

________________________

Jurado

_________________________

Jurado

Bogotá, noviembre de 2013

6

A mi querida madre, a la

Congregación Religiosa de

Los Misioneros de la Divina

Redención, con sentimientos

De cariño y gratitud.

7

AGRADECIMIENTOS

El autor expresa sus agradecimientos:

Al Dios Compasivo, Clemente y Misericordioso, en quien creemos los cristianos, y

a quien seguimos suplicando para que continúe derramando sobre estas tierras

latinoamericanas copiosas y abundantes bendiciones.

A mi madre, Margarita Cogollo Espitia, por su apoyo incondicional, su amor y

cariño que me ha permitido llegar a ser quien soy.

A los docentes y amigos padre Álvaro Mejía Góez, por su trabajo y dedicación; al

Profesor Mario Andrés Peñaranda Quintana, por continuar en esta labor de guía y

acompañamiento de este trabajo.

A la Congregación de los Misioneros de la Divina Redención, especialmente al

equipo de formadores encabezado por los Padres Heriberto Morales y Francisco

Calderón; a los demás cohermanos de Casa Emaús por su apoyo, paciencia,

amistad y corrección fraterna, ya hoy desde la distancia. Al Padre Alejandro

Sánchez por su comprensión y apoyo en la etapa final.

Contenido

RAE .............................................................................................................................................. 1

1. TIPO DE DOCUMENTO: Trabajo de Grado para optar por el título de LICENCIADO EN

TEOLOGÍA. ................................................................................................................................. 1

ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACIÓN EN LA PROPUESTA DE MONSEÑOR PEDRO

CASALDÁLIGA .......................................................................................................................... 3

ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACIÓN EN LA PROPUESTA DE MONSEÑOR PEDRO

CASALDÁLIGA .......................................................................................................................... 4

AGRADECIMIENTOS ............................................................................................................ 7

ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACIÓN; EN LA PROPUESTA DE MONSEÑOR PEDRO

CASALDÁLIGA. ....................................................................................................................... 10

INTRODUCCIÓN ...................................................................................................................... 10

Planteamiento del Problema: ............................................................................................ 13

Objetivo General: ................................................................................................................ 15

Objetivos Específicos: ....................................................................................................... 15

JUSTIFICACION. .................................................................................................................. 15

CAPÍTULO I .............................................................................................................................. 20

ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACIÓN; UN ACERCAMIENTO A LA OPCIÓN ÉTICO -

POLÍTICA POR EL PUEBLO Y LA OPCIÓN EVANGÉLICA POR LOS POBRES, DESDE

LA PROPUESTA DE PEDRO CASALDÁLIGA. ................................................................... 20

1. Opción ético-política por el pueblo y opción evangélica por los pobres:

aclaración de términos....................................................................................................... 21

2. Espíritu, una aproximación bíblica. ............................................................................ 27

3. Espiritualidad, una palabra desafortunada. ............................................................... 29

4. Un acercamiento a la visión de Espíritu, a la luz de la obra de Pedro

Casaldáliga. .......................................................................................................................... 32

............................................................................................................................. 38 CAPÍTULO II

CATEGORÍAS PARA UNA ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACIÓN, EN LA

.................................................. 38 PROPUESTA DE MONSEÑOR PEDRO CASALDALIGA.

1. Perspectiva trinitaria de Dios: Una mirada desde la Espiritualidad de la

Liberación. ............................................................................................................................ 39

2. El Jesús Histórico: el Hijo de Dios hecho hombre para la liberación del mundo.

................................................................................................................................................ 41

9

3. Jesús en la historia; la oración, contemplación y profecía. ................................... 45

4. Cruz y Espiritualidad. ..................................................................................................... 51

a. Conversión y Santidad. .............................................................................................. 53

............................................................................................................................ 56 CAPITULO III

ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACIÓN, RETOS Y PROPUESTAS PARA LA

............................................................................... 56 TEOLOGÍA LATINOAMERICANA HOY.

1. Espiritualidad, liberación, y seguimiento de Jesús a la luz de los nuevos

................................................................................................................................. 56 tiempos.

a) Esperanza y Resurrección. ....................................................................................... 58

b) El espíritu del ecumenismo, en la misión y el dialogo cristiano. ...................... 60

2. Espiritualidad de la Liberación, un acercamiento desde la realidad eclesial

latinoamericana. .................................................................................................................. 63

3. Una respuesta al Ser Humano desde la Acción liberadora de la Espiritualidad. 65

a) Jesús esperanza pascual, en “los cielos nuevos y la tierra nueva”. ................ 66

b) El magníficat, como expresión de la Espiritualidad de la Liberación. ............. 67

Conclusión ............................................................................................................................... 69

BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................................................... 74

ANEXOS .................................................................................................................................... 78

ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACIÓN; EN LA PROPUESTA DE MONSEÑOR

PEDRO CASALDÁLIGA.

INTRODUCCIÓN

El resultado de este acercamiento a la Espiritualidad de la Liberación es, sin duda

un tema apasionante. Para muchos suena desgastado, pero para el mundo

latinoamericano, pobre, y abandonado por las instituciones es cada vez más

actualizado; Así entonces, cabe señalar que esta realidad es también una manera

de encontrar en la teología una respuesta adecuada y pertinente a un problema

que parece ser responsabilidad de nadie.

Hoy se puede soñar, pero mañana se debe construir, de la mano de Dios y

aferrados a la necesidad y a la urgencia del Evangelio. Caminar hoy a la luz de la

reflexión de un pastor, quien sin ser latinoamericano como Pedro Casaldáliga, se

hace tan latinoamericano como los hijos de esta tierra, como los indios Taironas,

Arahuacos, o Koguis, tan mestizos como los campesinos curtidos por el lapidario

sol costeño; Y por qué no pensar también en nuestros hermanos del altiplano

boliviano, quienes al igual que los mestizos brasileños de la Amazonía por los

cuales Casaldáliga, en su condición de pastor y guía de su grey, dio la vida y sigue

luchado aún hoy, a pesar de no contar con las fuerzas físicas necesarias para

hacerlo; pero sí con el ánimo ferviente de una espiritualidad arraigada desde lo

profundo del corazón.

La espiritualidad representa para el ser humano, una forma de interpretación en

clave de pluralidad, y fraternidad, esa que asume y acoge para si la necesidad del

otro transformándola en vida y en verdad; aquella que solo encontramos cuando

anclamos nuestra vida a la vida de Jesús de Nazaret.

Se quiere hacer parte de esta introducción, un apartado de uno de los poemas

más bellos que en su trasfondo es la razón de ser de la Espiritualidad de la

Liberación en la obra de Casaldáliga.

¿Es la curia o es la calle donde grana la misión?

si dejáis que el viento calle ¿Qué orareis en la Oración?

si no oís la voz del viento

11

¿Qué palabra llevaréis?

¿Qué llevareis por sacramento si no os dais en lo que deis?

si sedéis ante el imperio la esperanza y la verdad

¿Quién proclamará el misterio de la entera libertad?1

El primer capítulo de este trabajo, se encuentra dividido en cuatro partes,

permitiendo así evidenciar los principales elementos de cohesión que Pedro

Casaldáliga toma en cuenta para el desarrollo de la temática de la Teología de la

Liberación, facilitando desde el título un acercamiento a la opción ético - política

por el pueblo y la opción evangélica por los pobres, desde la propuesta del teólogo

latinoamericano.

El primer elemento descrito es la opción ético - política por el pueblo y la opción

evangélica por los pobres, pretendiendo responder desde el corazón mismo de la

Teología de la Liberación a la situación muchas veces incomprensible de la

manera de vivir desafortunada de los pueblos latinoamericanos. El segundo

apartado describe la inserción de la palabra Espíritu en su sentido amplio,

trazando las líneas necesarias para encontrar repuestas parciales al tema

propuesto y surgido desde la Espiritualidad de la Liberación; En tercer lugar

encontramos la palabra espiritualidad como una palabra desafortunada, ya en

contextos muy cotidianos podría ser entendida como una acción alejada de la

realidad, como fuera del quehacer diario del ser humano; conduciendo entonces a

una comprensión incauta, alejada de la real y verdadera espiritualidad.

El tema tratado en el cuarto apartado, está en consonancia con el anterior

buscando responder desde este acercamiento a la visión de Espíritu, a la luz de la

obra de Pedro Casaldáliga, que en su lectura de la Sagrada Escritura identifica lo

que será la motivación que da forma a su reflexión teológica en torno a la

Espiritualidad de la Liberación en América Latina.

La línea de argumentación del segundo capítulo, desarrolla a grandes rasgos los

componentes teológicos presentes en la Espiritualidad de la Liberación propuesta

por el obispo Casaldáliga.

Para ello entonces, presenta de manera esquemática una serie de categorías

teológicas, que iluminan el camino actual de la Espiritualidad de la Liberación bajo

la propuesta de este autor latinoamericano.

1 Pedro Casaldáliga y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación. (Bogotá: ediciones Paulinas, 1992) ,11.

12

En primer lugar aparece, la perspectiva trinitaria de Dios para hacer evidente

cómo la Trinidad representa para la comunidad cristiana el eje dinámico de acción

y transformación en el acontecimiento salvífico de los pueblos.

El segundo apartado da cuenta del tema del Jesús histórico, sobre este gran

modelo cristológico se fundamenta la teología de la liberación, permitiendo

entonces a Pedro Casaldáliga considerar que por su misma naturaleza, el

acontecimiento histórico de Jesús es más ídentitario con el proceso

latinoamericano, no solo por la realidad salvífica representada, sino también

porque permite iluminar más el caminar histórico y estructural de los hermanos

diseminados a lo largo del continente.

El tercer apartado busca desarrollar la trilogía: oración, contemplación, y profecía,

tratando de evidenciar cómo estos tres acontecimientos deberían estar presentes

en la vida de todos aquellos que se identifican con la Espiritualidad de la

Liberación de una manera casi inseparables; reconociendo así su acontecer de

manera simultánea, y surgidos en el “hondón” del ser humano, pero manifestados

también en la lucha por el “día a día”.

El cuarto apartado desarrolla el tema de la cruz y la espiritualidad como un

acontecer significativo para los pueblos en América Latina. Poniendo de relieve

que la espiritualidad busca responder a cualquier expresión de abandono que

esté en contra de la dignificación del ser humano, esta respuesta se descubre a

partir de la dimensión del amor hacia el prójimo, en esta experiencia la solidaridad

es la expresión más significativa de ese amor surgido y encarnado en esas

realidades particulares; de este mismo apartado se desprende un apéndice a esta

categoría respondiendo de paso a la experiencia de conversión para llegar a la

santidad, y al encuentro real con Dios.

En el tercer capítulo apunta a presentar la Teología de la Liberación ante unos

retos y una propuesta surgidas a la luz de la lectura de la obra de Pedro

Casaldáliga por ello el primer elemento en constitución de la Espiritualidad de la

Liberación, es el seguimiento de Jesús en los tiempos actuales, respondiendo de

paso a varios elementos integrantes en su conjunto de la Espiritualidad

Latinoamericana, Espiritualidad que tiene su arraigo y su fundamento en el

acontecer real e histórico de los pueblos.

Este primer apartado se enriquece con el aporte de dos aproximaciones más, las

cuales estructuran algunos elementos que ayudan en la construcción del

andamiaje que permiten una mayor sincronización de la Espiritualidad de la

Liberación; el primero alude a la esperanza y a la resurrección, dando paso a una

13

fe madura, en donde el Jesús histórico está al centro del escenario; teniendo

como presupuesto teológico la resurrección.

El segundo apartado, busca hacer aflorar el espíritu ecuménico como el elemento

de cohesión entre la misión y el diálogo cristiano, buscando dejar claro que Dios

actúa y salva a todo el universo. Dentro de la subdivisión temática del capítulo, el

segundo numeral apunta a presentar la Espiritualidad de la Liberación, desde la

gran realidad eclesial latinoamericana; mientras que el tercer apartado pretende

ser una respuesta al ser humano desde la acción liberadora de la Espiritualidad.

En este tercer apartado se desprenden otros elementos necesarios para

construcción de este capítulo. Por ello el título: Jesús esperanza pascual, en los

cielos nuevos y la tierra nueva, en la que la resurrección se pone de relieve en la

fe del pueblo cristiano.

El ultimo capitulo enuncia el cantico más significativo, como lo es el Magníficat,

que representa para la Espiritualidad Latinoamericana un pilar fundamental de su

propuesta liberadora; en la que María se presenta como la primera en escuchar y

acoger la alegre noticia de la irrupción del Reino de Dios en el mundo.

Planteamiento del Problema:

¿CUÁLES, SON LOS COMPONENTES TEOLÓGICOS DE LA ESPIRITUALIDAD

DE LA LIBERACIÓN, EN LA PROPUESTA DE PEDRO CASALDÁLIGA?

Teniendo en cuenta, que desde el inicio mismo de la Teología de la Liberación, no

ha existido una preocupación importante sobre el sentido y el papel de la

Espiritualidad, como eje integrador del conjunto de estrategias propuestas por los

autores a lo largo de la historia de la misma y, de acuerdo a lo que nos plantea

Monseñor Pedro Casaldáliga, con su obra Espiritualidad de la Liberación, he

considerado importante y necesario, hacer una investigación, en la que se pueda

desentrañar los componentes teológicos de esa espiritualidad de la liberación, en

la propuesta de este mismo autor y teólogo latinoamericano.

Así entonces, en este escenario que tiene como eje temático el hecho mismo del

seguimiento de Jesús, que en última instancia, es la mayor expresión de esta

propuesta de la Espiritualidad de la Liberación. Indicando además, que debe ser

14

en el seguimiento de Jesús, donde el pueblo latinoamericano descubra, que no

es en la opresión, en la injusticia y, en la muerte, donde está, la última palabra de

su historia personal y comunitaria; es lo contrario, es en la lucha por la vida justa,

donde se desarrolla, el tiempo de la esperanza, del encuentro con Dios, y que en

ese contexto, descubre la Espiritualidad de la Liberación.

Ahora bien, para Pedro Casaldáliga, la Teología de la Liberación, tiene sus raíces

y su crédito en algo anterior a ella misma, es en la experiencia espiritual, que

palpita en este continente latinoamericano, por ello entonces, la Espiritualidad de

la Liberación, debe ser el centro de todas las propuesta de la Teología de la

Liberación.

De esta manera, se ha considerado importante, abordar este tema reconociendo

en él, toda la relevancia que tiene y tendrá, para el futuro de la misma Teología de

la Liberación. Igualmente, hay que tener en cuenta, que este trabajo de

investigación, desprende una gran estructura teológica, que en última instancia,

será en núcleo del trabajo como tal.

También, he considerado necesario, el abordar el carácter histórico-escatológico

propuesto por Pedro Casaldáliga, a la luz del mensaje de Jesús. Ya que la

propuesta de La Espiritualidad de la Liberación, que hace el obispo Casaldáliga,

es desde su misma experiencia de pastor, viviendo en una realidad concreta en

su Diócesis de São Felix do Araguaia, en el Estado de Mato Grosso en Brasil.

Teniendo en cuenta, la pregunta propuesta, se buscará entonces en la lectura, de

las obras de Pedro Casaldáliga, rastrear los elementos teológicos, para desde

ellos, hacer posible una lectura, de la lectura, de la situación actual. Este trasegar

hacia esta teología tendrá, su iniciativa de Espíritu, propuesta por el autor, y

desde aquí, entender qué la espiritualidad latinoamericana propuesta por

Casaldáliga, termina siendo, una oposición a la maldad, a la destrucción;

vislumbrando así, una respuesta de vida, de solución decidida y sistemática, que

sería el sentido de un trabajo elaborado desde el corazón de los pueblos

latinoamericanos, abrazados por un mismo espíritu de libertad; para así tratar de

responder desde dentro, y no, desde una mirada irreal y externa del sentido de la

espiritualidad latinoamericana.

Considerando, entonces que los estudios teológicos, deben impulsar al estudiante

al encuentro del “otro”; surge así la necesidad de abordar esta temática de la

espiritualidad, tratando de responder no de manera etérea, a las necesidades de

los hermanos, sino, buscando respuestas, por lo pronto, desde la reflexión

teológica; con una dinámica distinta enmarcada en el acontecer diario de los

15

hermanos, desde su propio sentir y vivir la espiritualidad. Que a lo largo de

muchos siglos se ha entendido e interpretado, bajo unos criterios diversos, que en

el fondo del asunto no responde al acontecer de lo real, de lo cotidiano.

Objetivo General:

Analizar los componentes teológicos presentes en la Espiritualidad de la Liberación, en Pedro Casaldáliga, para mostrar su aporte a la espiritualidad y a la teología latinoamericana.

Objetivos Específicos:

1. Determinar en líneas generales, la Espiritualidad de la Liberación desarrollada por Pedro Casaldáliga.

2. Analizar los conceptos antropológico-teológicos de la Espiritualidad de la Liberación desarrollada por Pedro Casaldáliga.

3. Identificar la relevancia y la importancia de la Espiritualidad de la Liberación propuesta por Pedro Casaldáliga, para la teología latinoamericana hoy.

JUSTIFICACION.

Considerando, que la espiritualidad siempre será el pilar y fundamento de todo discurrir teológico, cumpliendo una función especial en la construcción del edificio de la teología. Por eso es necesario, que en la Espiritualidad de la Liberación, propuesta por el autor Pedro Casaldáliga, que tiene como génesis el clima latinoamericano y desde la comprensión del estudiante busca, rastrear los componentes teológicos que la integran.

Para desarrollar esta propuesta y lograr avances se desarrollará la lectura asidua del autor, en la obra Espiritualidad de la Liberación estableciendo en el trabajo, ideas claras y precisas que puedan ser abordadas y, hagan un aporte tanto para la espiritualidad, como para la misma teología de la liberación, en el contexto latinoamericano; expresando también, que este trabajo investigativo puede aportar, desde la realidad misma de encarnación del Evangelio, a la realidad propia de los pobres.

Es sin duda, la Espiritualidad de la Liberación, en esta propuesta de Casaldáliga, permite reconocer que a pesar de la diversidad cultural, política y religiosa de

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nuestros pueblos latinoamericanos, será posible comprenderla gracias a la libertad que el Espíritu regala a cada cristiano, entiendo además, que la Espiritualidad de la liberación no es otra cosa que la misma Espiritualidad que Jesús de Nazaret nos propone.

Esta investigación busca desentrañar entonces, desde una estructura propuesta en la Teología de la Liberación, en el contexto especifico de lo espiritual, cómo el deseo del autor, a ejemplo de San Juan de la Cruz, trata de responder, al hecho mismo de sentirse probado en su ideal espiritual. La propuesta espiritual, que surge en América Latina, busca hacerse escenario de esperanza y liberación, no solo para Latinoamérica, sino, para el mundo cristiano sediento de respuestas, en un escenario estructural y real del diario vivir de los pueblo pobres y, avasallados, por unas sociedades “politiqueras”, y grupos armados, que luchan por desbordar su caudal económico, por lo menos, en Colombia. La propuesta de la Espiritualidad de la Liberación quiere encontrar una solución solidaria para nuestros hermanos más pobres. Esta espiritualidad propende por que el tema de la pobreza, surjan elementos reales que ayuden a su solución o por lo menos a aliviar el sufrimiento de quienes son víctimas, y padecen en carne propia este flagelo social del desequilibrio planetario.

Para el estado, la mayor preocupación es la solución vial, que se encuentra destruida por el invierno, pero no la reconstrucción y la reubicación de los hogares de miles de familias que se deslizan y “mueren” atrapados por el lodo, no solo de la madre tierra, sino el lodo de la corrupción administrativa, que se “roba” el dinero de los pobres, de la salud y la educación gratuita para todos.

Hablar de pobres y hablar del desequilibrio planetario es sin lugar a dudas, un tema espinoso y, que también en la realidad, no encuentra muchos dolientes. Entender la espiritualidad de la liberación desde abajo, desde donde hace mella el dolor y la desesperación, es la propuesta espiritual de Pedro Casaldáliga, no es tarea fácil, pero si posible, si se logra cambiar la mentalidad en unos pocos, que empiezan a ser fermento en medio de la masa.

Para ello, es necesario que el pueblo latinoamericano siga caminando hacia la consecución de la anhelada libertad. Este ideal estará siempre enmarcado dentro de un escenario teológico especial y específico. Esto nos lleva a firmar que uno de los grandes desafíos de la Teología y de la Espiritualidad, será, en última instancia, encontrar los puntos de convergencia que permitan un acercamiento total en estas dos realidades y, en este caso, desde una mirada latinoamericana.

Hoy podemos encontrar, un sin número de espiritualidades, que sin lugar a dudas, son y serán importantes, pero ninguna de esas espiritualidades tienen como cuna el pueblo latinoamericano, así entonces, se ha considerado necesario, dedicar esfuerzos para descubrir cuáles son los componentes teológicos de la espiritualidad, desarrollada por el Obispo Pedro Casaldáliga, que es un gran aporte al mismo desarrollo teológico latinoamericano.

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¿Para qué sirve una investigación de la Espiritualidad de la Liberación?

La respuesta se puede encontrar en el sentido que llevó al Obispo Casaldáliga, al tratar de responder a la dura realidad alienante en la que viven un sin número de “hijos de Dios”, que no tienen quien los defienda. Esta propuesta investigativa, sirve entonces, para allanar caminos de libertad, para encontrar en esa Espiritualidad, un escenario en que sobresalga un dinamismo, en el que afloran los sentimientos de ese espíritu que cada hombre y mujer latinoamericana llevan dentro, la espiritualidad en ese espíritu, que hace del hombre un ser relacional, y en esa relación un encuentro con Dios que lo libera y que hace posible la realización de su existencia. El reto está entonces, en poder encontrar en la lectura de la obra de Casaldáliga, la manera como esta Espiritualidad de la Liberación, en su propuesta concreta, aporta unos componentes teológicos que hacen posible, desde el contexto mismo de la inclusión del hombre latinoamericano, en esa realidad y dimensión de la vida, no solo de los pobres, sino también, de todos aquellos que encuentran en la espiritualidad un respuesta verdadera al querer de Dios para este pueblo concreto.

Se hace necesario abordar este trabajo de investigación, orientado desde la reflexión teológica espiritual, porque en lo descrito por Casaldáliga en América latina se plantea, que el tema de Dios es distinto. “si en Europa y en Norteamérica este tema ha sido enfocado en los últimos decenios a partir del dialogo con el ateísmo humanista”2. En el caso de América latina donde estamos viviendo momentos desafiantes distintos, que buscan siempre una respuesta a “la idolatría antihumana”. La solución entonces que surge del planteamiento de este trabajo de investigación, será descubrir la manera como se desarrolla en el continente un hacerse todo, en nombre de Dios y, donde la legitimación de la miseria y la explotación están recubiertas de la legitimación religiosa.

¿Por qué Pedro Casaldáliga?

El mayor impulso que llevó a seleccionar a Monseñor Pedro Casaldáliga, cómo el autor bajo el que se quiso desarrollar este trabajo de grado, está más, en el sentido como este obispo desde su condición de pastor desarrolla en su diócesis, una de las más grandes de Latinoamérica, una labor titánica de defensa, inicialmente, de una población maltratada por un régimen militar alienante en Brasil, con dolor y sentimiento de rabia, ante tal situación, inicia un proceso de lucha y de defensa con distintos procesos, para lograr la libertad, inicialmente para la grey que el pastoreaba, y que posteriormente se extendió a distintos lugares especialmente a Centroamérica.

Es un pastor con una personalidad extraordinaria, quien luego de su retiro, no ha querido abandonar el pueblo en que desarrolló a lo largo de más de 35 años una defensa de los que les fueron encomendados, a pesar de ser español de

2Pedro Casaldáliga y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación. Óp. cit., 125.

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nacimiento, se ha negado a abandonar el país y aquellos por los que luchó por tanto tiempo.

Se escogió además, porque en su ejercicio episcopal de tantos años, luchó no solo con un estado represivo de los pobres, sino también, para desarrollar una Iglesia valiente y luchadora, preocupada por las cosas ultimas, pero también, por las temporales del mundo. Con Casaldáliga la Iglesia deja de ser silenciada; para convertirse en una Iglesia profética y en ocasiones martirial.

Desarrollado una espiritualidad basada siempre en los pobres, como núcleo y fundamento, en los que estos desde su condición pueden encontrar en el desarraigo y en la persecución una respuesta a tanto dolor, al que han tenido que verse sometidos incluido él también.

¿Por qué la Espiritualidad de la Liberación, en la propuesta de Pedro Casaldáliga, es un problema de Investigación?

Se ha considerado, que es la única manera de descubrir que se puede encontrar en esa espiritualidad, elementos tan esenciales que hacen posible una lucha articulada siempre en los valores del Reino, y que por ende serán motivo de respuesta, al dolor y al sufrimiento, así entonces si se logra desarrollar en el propio dolor, un mundo más espiritual, haciendo posible contar con espacios más humanos y fraternos.

No se puede saber a simple vista, ni puede darse por supuesto que la espiritualidad de la liberación será, un momento “espiritualista” fruto del planteamiento del problema al que se quiere responder desde la teología de la liberación. Es por ello que el objetivo general de este trabajo será el analizar desde esa propuesta de Pedro Casaldáliga, como esa Espiritualidad de la Liberación, y de qué manera los componentes teológicos de esta propuesta aportan al desarrollo de la misma teología de la liberación.

Es entender que América Latina, es parte de la Iglesia Universal, pero con un rostro autóctono de Jesús, que se encarna en una realidad concreta, en las que se viven distintas expresiones espirituales y teológicas tradicionales.

Esta propuesta de trabajo de investigación, tendrá como uno de sus lineamientos, la posibilidad de descubrir en la teología de la liberación, en la propuesta del autor anteriormente citado, como él encontró en las distintas “lecturas Fraternas” hechas desde el corazón mismo de las teologías espirituales latinoamericanas, la razón principal de su propuesta teológica, que tendrían su raíz en los aportes de los santo y santas anónimos latinoamericanos, que fueron y siguen siendo profetas y mártires.

19

Es también un beber en las fuentes mismas de los “santos Patriarcas y matriarcas indígenas y negros”. En palabras un poco más de aquí, esta espiritualidad tiene su inspiración en el ser de los campesinos pobres, de los trabajadores de las grandes ciudades, también en aquellos que han sido marginados en sus oportunidades por parte de una sociedad opresora y alienante.

20

CAPÍTULO I

ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACIÓN; UN ACERCAMIENTO A LA OPCIÓN

ÉTICO - POLÍTICA POR EL PUEBLO Y LA OPCIÓN EVANGÉLICA POR LOS

POBRES, DESDE LA PROPUESTA DE PEDRO CASALDÁLIGA.

Deja la curia, Pedro, desmantela el sinedrio y la muralla,

Ordena que se cambien todas las filacterias impecables por palabras de vida,

Temblorosas3.

Este primer capítulo presenta, en cuatro apartados, los fundamentos esenciales

para la comprensión y desarrollo de la Espiritualidad de la Liberación, dando paso

entonces a una aclaración de términos necesarios para hacer un acercamiento

más amplio a la teología propuesta hecha por el autor latinoamericano Pedro

Casaldáliga.

Es necesario entonces optar por la opción ético – política por el pueblo y la opción

evangélica por los pobres, desentrañando con ello desde el fundamento de la

Teología Latinoamericana, como esta asume dentro de su constante lucha una

forma nueva de responder a la manera de vivir desafortunada de los pueblos.

La segunda claridad a la que apunta el capítulo es cómo la palabra Espíritu, va

adquiriendo, paso a paso, los elementos necesarios para la construcción

progresiva de la génesis de la Espiritualidad de la Liberación, en su pretensión de

responder sino a plenitud, por lo menos de modo parcial a la urgente necesidad

del ser humano. De ese mismo andamiaje surge entonces la necesidad de

clarificar la palabra Espíritu como desafortunada, de acuerdo a lo que Casaldáliga

considera es la mala interpretación de Espíritu, dejando de lado la verdadera y real

espiritualidad.

Al mismo tiempo, surge también otra manera de hacer realce al tema de Espíritu,

teniendo como presupuesto la lectura hecha desde la Sagrada Escritura por parte

del autor latinoamericano.

3 Pedro Casaldáliga, El Tiempo y la Espera. (Santander: Editorial Sal Terrae, 1986), 24.

21

1. Opción ético-política por el pueblo y opción evangélica por los pobres:

aclaración de términos.

Al iniciar esta aclaración de términos, es válida una aproximación a la

espiritualidad a nivel general permitiendo hacer una compresión más holgada al

planteamiento de este escrito; así entonces podríamos definir la espiritualidad

como aquella parte de los estudios teológicos que se encarga de la comprensión

dinámica de la acción del Espíritu en la vida del ser humano.

“La ignorancia en los temas espirituales es grande y a veces lleva a que

cada quien se forje su propia espiritualidad, su propio criterio. Se suele dar

por supuesto que la conciencia y la mente están siempre bien formadas, y

se sabe muy bien discernir lo bueno y lo malo. Pero, a decir verdad, no

siempre es así”4.

Acercándonos más a la definición de espiritualidad cristiana, en una expresión

bastante teorizada se puede comprender como una experiencia que se evidencia

al hacerse discípulos de Jesús en el seguimiento, y en la unión a su experiencia

participando de él en el Espíritu5.

Esta definición es aún bastante escueta a la propuesta de la liberación, pero la

mirada se amplía cuando se descubre que la Espiritualidad de la Liberación no se

construye desde la orilla, sino desde el corazón mismo de la Teología de la

Liberación, haciendo posible entonces una manera distinta de seguir a Jesús; esta

experiencia distinta es alimentada por la misma realidad que se vive aquí en esta

tierra prodigiosa.

“En ellas (tierras Latinoamericanas) el fuego del dolor humano ante la

miseria de los pobres y las atrocidades de que son víctimas, (son alentados

por)…el fuego del amor de Dios representados por aquellos que han dado

la vida por amor a los hermanos”6.

Quizá no se encuentra una evidencia explicita en la perspectiva de Pedro

Casaldáliga sobre el acontecimiento espiritual que no sea lo que él considera

como una aventura inédita que se transforma en un espacio en el cual se

desempeña un juego de roles, en una lucha imprevisible entre el espíritu que se

4 Antonio Rivero, Espiritualidad. [citado el 22 de abril de 2012]: disponible en

http://autorescatolicos.org/antoniorivero.htm 5 Cf. Segundo Galilea, Los Días de Emaús. (Bogotá: ediciones Paulinas, 1993), 11. 6 Gustavo Gutiérrez, Beber en su Propio Pozo, (Salamanca: ediciones Sígueme, 1993), 38.

22

contrapone al mal, es decir entre el espíritu escrito con minúscula, y el Espíritu con

mayúscula.

Mirar más allá de las clásicas definiciones teológicas sobre espiritualidad, es una

de las nuevas tareas emprendidas por la teología de la Espiritualidad de la

Liberación, diseñando un nuevo escenario en el que se pueda vivir de manera

nueva y legitima la fe “El día de la Justicia, el día de los derechos humanos

finalmente respetados, el día de la vida con nombre digno de una vida humana7”.

Ese día se abren las puertas a la nueva comprensión de la espiritualidad en

perspectiva liberadora. Una vez plasmadas las bases iniciales de esta

reconstrucción teológica, se puede dar una mirada a lo que inicialmente se ha

planteado en el título de este apartado.

Se entiende la opción ético-política por el pueblo; que en palabras más precisas se

podría asimilar entonces como el conjunto de acciones desarrolladas dentro de la

comunidad, el último fin es hacerse centro de desarrollo y de transformación del

pueblo.

Es allí, en la opción por el pueblo, donde se siente el impulso a dar un amplio

reconocimiento de la población latinoamericana como sujeto poseedor de una

complejidad de contextos que se enmarcan, en un primer momento en la

conciencia y posteriormente en la organización de esas necesidades, “El Pueblo

se convierte en el nuevo lugar social, tanto para el orden del conocimiento como

para el nivel de la práctica transformadora”8.

Abordar este tema implica necesariamente ahondar más las raíces en la expresión en toda su complejidad, no solo quedándose en la superficie del acontecimiento como tal, sino como una experiencia asumida desde la profundidad misma del problema para, desde allí, en el reconocimiento real desde los pobres como “lugar teológico”9, se revele el rostro de Cristo que se hace escenario vivo de la manifestación de Dios en el mundo, y en él se va desarrollando de manera progresiva la opción ético política por el pueblo.

Hablar sobre Dios es hacer teología. En la experiencia fundante de la

teología de la liberación se ha redescubierto que hablar de los pobres

es hablar de Cristo, es hablar de Dios: “lo que hiciste a ellos, a mí me lo

hiciste” (Mt 25, 40). Pero hablar hoy de los pobres es hablar de los

hombres explotados del Tercer Mundo, es hablar de las mayorías

latinoamericanas. En la solidaridad de Dios en Cristo con los

7 Pedro Casaldáliga y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación. Óp. cit., 15.

8 Ibíd., 47. 9 Julio Lois, Teología de la Liberación, Opción por los pobres. (Madrid: editorial Lepala, 1988) ,152.

23

empobrecidos de la Tierra se encierra el misterio del hombre. Cristo se

encuentra y revela en los pequeños y olvidados a los ojos de los

mundanos (Mt 11, 25-27)10.

Esta opción ético- política por el pueblo podría ser comprendida, y asumida aún al

margen de la realidad cristiana, pero es evidente que este momento histórico al

margen del acontecer del mundo cristiano termina siendo complementaria del

proceso de opción cristiana por los pobres; comprender la injusticia como parte de

los grandes elementos alienantes del mundo latinoamericano, es quizá la mayor

tarea activa y efectiva, desarrollando así el verdadero camino de libertad. “En ética

se dice: hemos llegado a un tiempo en el que la legalidad es la inmoralidad

establecida, y hoy pocas veces un acto es moralmente bueno”11. Las acciones

entonces de quien cree pueden estar de la mano con otro tipo de experiencias

llevadas a cabo, en favor de los más necesitados.

La opción por los pobres, aunque parezca un tema superado, sigue siendo el

corazón indiviso de la liberación del ser humano. La teología de la liberación no

puede ser silenciada y acallada por las estadísticas de unas instituciones

gubernamentales amañadas. La opción por el pueblo nos conduce a conocer la

realidad, a mirar más allá de la frontera visible en la que muchas veces puede

quedarse el ser humano; en una experiencia evidente en una realidad maquillada

por las instituciones pero no necesariamente es lo verdadero, no es lo real del

mundo “suburbial” latinoamericano, no es lo vital de los pueblos.

Para comprender esta realidad más a profundidad se debe mirar el contexto

histórico del mundo pero especialmente latinoamericano, donde se debe empezar

a hacer una trasformación de un escenario que se asume y se profundiza como

espiritual; esta espiritualidad sería una espiritualidad ubicada en el “lugar social”,

es decir donde se encarna Cristo, ahí en el lugar de los pobres.

Pedro Casaldáliga percibe la urgente necesidad de reagrupación de los momentos

que vive la sociedad pobre latinoamericana, considerando oportunamente que es

desde esos contextos en los que se pueden encontrar un muy variado lugar de

reconstrucción comunitario y social, “Todos los elementos de la vida, de la cultura,

de la política, de la sociedad, de la religión”12; es la realidad que termina siendo

asumida por millones y millones de personas que viven una situación histórica de

10

Roberto Oliveros Maqueo, Historia Breve de la Teología de la Liberación 1962 – 1990 (Marzo de 2003 [citado el 22 de abril de 2012]Proyecto Ensayo Hispánico): disponible en http://www.ensayistas.org/critica/liberacion/varios/oliveros.htm 11 Enrique Dussel, Teología de la Liberación y Ética. (Buenos Aires: Latinoamérica Libros, 1975), 145. 12 Pedro Casaldáliga y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación, Óp. cit., 85.

24

“dependencia”13, en la que la teología debe hacer su aporte. No se podría

convertir la teología entonces en una reflexión distinta a la realidad del ser

humano.

Si la situación histórica de dependencia y dominación de los dos tercios

de la humanidad, con sus 30 millones anuales de muertos de hambre y

desnutrición, no se convierten en punto de partida de cualquier teología

cristiana hoy, aun en los piases ricos y dominadores, la teología no

podrá situar y concretizar históricamente sus temas fundamentales. Sus

preguntas no serán reales. Pasaran al lado del hombre real (…), es

necesario salvar a la teología de su cinismo, porque realmente frente a

los problemas del mundo de hoy muchos escritos de teología se

reducen a un cinismo14.

Siguiendo nuestro trasegar histórico, y conducidos por la acción evidente de la

opción evangélica por los pobres como esencia de la Espiritualidad de la

Liberación, estamos llamados entonces a encontrar en el acontecer de la vida

algunas veces miserable, porque quienes ostentan el poder y el dinero no se

hacen solidarios, dando así una resignificación al contexto esencial de la teología

de la liberación.

La determinación del destinatario preferencial de la misión de la Iglesia

desencadena una lógica y un dinamismo que lo permea todo, de modo

que la opción por los pobres no se reduce a determinar el destinatario

de la misión, sino que configura todo el hacer y ser de la Iglesia, su fe,

esperanza y caridad; se presenta incluso como una forma de vivir y

actuar en este mundo y de ser simplemente un ser humano15.

La opción por los pobres entonces, adquiere una dimensión teológica, que

impulsa al ser humano a un encuentro dinámico con Dios, reafirmando además la

fecundidad de ese encuentro. En esta dinámica la Iglesia entonces se adentra a lo

que se considera como la imitación de Dios actuante siempre en socorro de aquel

que no tiene nada, de aquellos abrumados y excluidos por las riquezas

acumuladas en las arcas de unos pocos.

Reconocer entonces que es allí, en la opción por los pobres donde se descubre el

sustrato más profundo, donde inicia el fortalecimiento de las radículas más fuertes

13

José Antonio De Aldama, Conversaciones de Toledo (junio de 1973), Teología de la Liberación.(Burgos, España: ediciones Aldecoa, 1974) ,22 14

Hugo Assmann, Teología desde la Praxis de la Liberación, (Salamanca: editorial Sígueme, 1973), 40. 15 Jon Sobrino, Opción por los Pobres, [citado el 23 de abril de 2012] (RELaT, Revista Electrónica Latinoamericana de Teología): disponible en http://www.servicioskoinonia.org/relat/

25

de las plantas que en este caso corresponden a los pobres. “Los cristianos

latinoamericanos, en su mayor parte pobres, protagonistas de esta irrupción,

participantes activos de las luchas de liberación que desde hace varios decenios

se desataron en el continente”16.

Ahora bien, esta opción por los pobres desde la propuesta de Pedro Casaldáliga,

termina siendo el marco referencial de la ya citada opción por los pueblos, porque

es aquí en la opción por los pobres donde se le agrega la acción de la fe, en la

que ambas experiencias, la opción ético - política por el pueblo, y la opción por el

pueblo17 son continuadoras de la misma obra de Dios.

Así entonces el denunciar la injusticia, aquella que es oposición total a la acción

de Dios en medio de la humanidad, y que da paso al gran pecado que

deshumaniza al ser humano; por ello la lucha por la justicia se hace antídoto en

favor de la opción por los pobres, dejando de paso el camino para que de manera

progresiva se pueda encontrar la ruta para la expansión y vivencia del Reino de

Dios.

En consonancia con lo anterior, la experiencia espiritual fundamenta ese elemento

vital que mueve a los cristianos a asumir de manera radical esa opción por los

pobres; cundo su experiencia de Dios lo ayuda a descubrir que no está solo,

“Siempre que alguien ve amenazada su vida y tiene que morir antes de tiempo,

puede contar con la presencia, y con el poder de Dios, que de alguna manera

acude en su ayuda”18.

En la opción ético – política por el pueblo, se puede vislumbrar una salida parcial a

lo que ha sido considerado como el camino necesario y real de este aporte

teológico, en la perspectiva latinoamericana; identificando de paso en América

Latina las éticas que se podrían convertir en opresoras, por lo que implica

entonces un rastreo que nos hile hacia el encuentro de la ética del amor, en el que

se encuentre el camino que conduce hacia la civilización del amor que es

finalmente el escenario al que apuntan los proceso liberadores del ser humano.

16

Pedro Casaldáliga y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación. (Bogotá: ediciones Paulinas, 1992), 203, citando a Gustavo Gutiérrez, en Beber en su Propio Pozo, pagina 42, “la irrupción de los pobres en la sociedad e iglesia latinoamericana es, en última instancia una irrupción de Dios en nuestras vidas”. 17

“la opción por el pueblo nos lleva a un modo distinto de conocer y afrontar la realidad (ruptura epistemológica), la perspectiva de los pobres pasa a ser determinante en nuestro modo de pensar”. Pedro Casaldáliga y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación, 85. 18 Leonardo Boff y Clodovis Boff, Como Hacer Teología de la Liberación. (Madrid: ediciones Paulinas, 1986), 60.

26

La principal causa de crisis de la civilización actual en Latinoamérica

consiste en la contradicción existente entre la religión católica y la ética

del capitalismo porque la inmensa mayoría de los latinoamericanos se

definen católicos pero se comportan como si no lo fuera19.

Esto implica un reconocimiento más profundo de la ética, no la surgida desde las

clases opresoras, sino la nacida del encuentro mismo con Dios; en este proceso

transitivo en que los seres creyentes encuentran los valores más elevados que se

convierten en éticos y por supuesto en religiosos, este reconocimiento conduce al

ser humano latinoamericano a identificar aquí en este espacio de fe el lugar donde

se pueden realizar los demás valores; de lo contrario solo se construye un mundo

con valores que no están edificados a cabalidad, dejando de lado entonces la

concreción de los objetivos planteados.

Así entonces el ser humano está llamado al reconocimiento de valores dentro del

contexto ético, para poder orientar y responder de manera coherente a la fe y a la

vida siempre en la dinámica de hacer del amor de Cristo el sustrato más íntimo de

la comunidad construida a partir de la nueva civilización, surgida desde el

descubrimiento de la ética que libera realmente desde “abajo”, desde el contexto

real de los pobres. “Experimentamos el espíritu de Jesús, alentando las

resistencias y las luchas de los pobres, sublevándolos, incitándolos a tomar la

historia en sus manos y organizarse para transformar el mundo”20.

La historia de los pueblos latinoamericanos, exige que haya un acercamiento con

visión de esperanza y liberación en las manos, haciendo posible una búsqueda

estructural de las razones necesarias, desde la que se puede abordar la

problemática latinoamericana.

Hoy las respuestas desde las distintas perspectivas de la liberación no pueden

ser ahistóricas, sino que tienen que encuadrarse dentro de la misma realidad

antropológica sobre la que se desarrolla la espiritualidad latinoamericana, y que es

en si el espacio más amplio sobre el que se construye el resto de elementos

constitutivos de la Espiritualidad de la Liberación. De esta manera entonces una

de las grades repuesta de la Espiritualidad de la Liberación a los hombres y

mujeres de hoy es la transformación de los espacios humanos y sociales, en

lugares donde se pueda llevar a cabo la salvación.

19

Carlos Corsi Otálora, La Liberación en el Combate de Nuestro Tiempo. (Bogotá: Universidad de la Gran Colombia, Segunda edición, 1988), 331. 20 Pedro Casaldáliga y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación, Óp. cit., 206.

27

Otro lugar de respuesta para hombres y mujeres que necesitan resolver la

situación de sus vidas alienadas y sumidas en escenarios que nos los pertenecen,

están también en el mundo bíblico desde el que se puede reconstruir la historia

latinoamericana que podría ser entendida también como “la historia de la

salvación”; encausada en los distintos avatares que finalmente adquiere una

dimensión participativa del ser humano en el ser de Dios “El ser humano es

participación del Ser de Dios. La obra de redención tiene por objeto llevar al ser

humano a otro nivel de ser”21. Por esta razón es importante recurrir a la historia

latinoamericana, teniendo como trasfondo el lenguaje bíblico para responder por el

sentido de Espíritu, en la obra de la Espiritualidad de la Liberación de Casaldáliga.

2. Espíritu, una aproximación bíblica.

Si bien podríamos decir que la palabra “Espíritu” alberga una serie de significados

que podrían ser diversos; y en cuyas analogías se encuentran expresiones muy

distintas en la Sagrada Escritura, tal es el caso del Antiguo Testamento, en donde

existen diversidades de expresiones para referirse a Espíritu, pero el más común

termina siendo la palabra hebrea (ruah), “Hay un viento un misterio: de violencia

irresistible”22. Esta expresión se puede encontrar en distintos momentos en el

Antiguo Testamento en contextos diversos, uno de ellos es el libro de Ezequiel

donde Yahveh, afirma: “voy a desencadenar en mi furor un viento de tormenta; en

1 Reyes, 19, 12, se presenta como un murmullo: Después del fuego, el susurro de

una brisa suave”.

El Espíritu como fuerza vital, referido a la respiración como el principio que nos da

la vida, en esta vitalidad puede ser paralelas las expresiones: (ruah), Gen:6,17

“para exterminar toda carne que tiene hálito de vida”(Ez: 37, 10) “y el espíritu

entró en ellos; revivieron y se incorporaron sobre sus pies”, (nesamah) Is: 42,5 “El

que da aliento al pueblo que hay en ellas (tierra), y espíritu a los que por ella

andan”, (Job: 4,9) “bajo el aliento de Dios perecen estos, desaparecen al soplo de

su ira”, estas expresiones están en consonancia con (nefes), Is: 26,9 “con toda

mi alma te anhelo en la noche, y con todo mi espíritu por la mañana te busco”.

En consonancia con la Espiritualidad de la Liberación, el Espíritu en la perspectiva

del Antiguo Testamento, es también el lugar de los sentimientos del ser humano 21

José Comblin, La Vida En búsqueda de la libertad. (São Paulo, Brasil: editorial Paulus, 2007), 9. 22 Xavier León Difour, Vocabulario de Teología Bíblica, décima edición, (Barcelona: editorial Herder, 1978), 295-303.

28

convirtiéndose así en el espacio donde se desarrollan los sentimientos, además

aquí se incuban los estados de ánimo de las personas, “el ruah se concibe

también como la sede de las sensaciones, pensamientos y determinaciones de la

voluntad”23.

El Espíritu dentro del hombre puede jugar en distintos escenarios papeles muy

diversos. Tal es el caso de la envidia, el odio; de esta manera queda registrado en

el libro de los Números (5,14-30), de envidia (Jue 9,23), o por el contrario el

Espíritu puede ser bueno, en el que emana la justicia, “Espíritu de juicio para los

que se sientan en el tribunal”.

El Espíritu puede cumplir funciones específicas sobre el pueblo, una de ellas es la

manera cómo actúa sobre los profetas, y sobre todos aquellos que están al

servicio de Dios.

“Esta efusión del Espíritu es como una creación nueva, el advenimiento en un

país renovado, del derecho y de la justicia” (Is. 32,36)24. El Espíritu recopila una

dinámica en la que Dios actúa, he interviene en el corazón del individuo, en otras

palabras es el “abajamiento de Dios”, esta acción de “abajamiento” se logra por el

Espíritu Santo, y se manifiesta definitivamente cuando el ser humano participa

plenamente de la revelación de Dios en Jesucristo, la palabra que se hace carne,

hace posible también para el hombre una transformación interior.

En el Nuevo Testamento, si bien conserva en líneas generales las expresiones

del Antiguo Testamento, esta idea de Espíritu empieza a ser modificada por la

misma constitución del cristianismo.

El mensaje de todos los profetas tiene la misma estructura. Hay una

llamada a la “metanoia” (arrepentimiento, conversión, transformación)

como una advertencia sobre el juicio que vendrá si el pueblo no cambia,

y una promesa de salvación si el pueblo realmente cambia25.

En el Nuevo Testamento sobresalen momentos muy importantes producto de la

acción del Espíritu Santo, como el caso de la expulsión de los demonios narrados

en Mt, 12, 28; o como la experiencia de hablar en lenguas descrita por los Hechos

de los Apóstoles.

23

Serafín De Ausejo, Diccionario de la Biblia. (Barcelona: editorial Herder, 1987), 606-620. 24

Xavier León Difour, Vocabulario de Teología Bíblica, décima edición. Óp. cit., 255. 25

Albert Nolan, Espiritualidad Bíblica, espiritualidad de la justicia y el amor. [citado el 23 de abril de 2012] (RELaT, Revista Electrónica Latinoamericana de Teología): disponible en http://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/bibliodatos1.html?bibl01

29

Por su parte la expresión carne en el lenguaje paulino puede ser representada

como el mundo que se injerta en la injusticia, el pecado y la muerte. Este mundo

que siembra muerte, por su misma naturaleza se contrapone a la vida, es un

mundo desolado, opresor y alienante, no es responsable ni afectivo con el “otro”,

por eso lleva a la corrupción y no a la construcción de escenarios reales de

sociedad en los que prevalece la vida, ante el interés particular de unos pocos.

Es la fuerza del Espíritu que va a construir la vida haciéndola participe del Espíritu

de Jesús, “Cuanto más fuéremos motivados por ese Espíritu en todo lo que

hiciéremos, tanto más podremos decir que tenemos una vida espiritual”26.

Se puede afirmar entonces que el tema del Espíritu desde la Sagrada Escritura,

encuentra su importancia, al revelar la palabra de Dios contenida en ella; esta es

en su conjunto portadora del Espíritu de Dios, que se transmite a su pueblo,

dinamizándolo y fortaleciéndolo, “El hombre es liberado y llamado a ser libre en la

totalidad de su persona”27.

De esta manera el pueblo latinoamericano, está llamado a actuar de manera

proactiva, buscando encontrar en el recorrido de lo cotidiano la integración con la

Palabra de Dios, logrando que desde el silencio meditativo, se pueda comprender

finalmente que, el Espíritu, el que está escrito con mayúscula es el que debe

habitar, inicialmente en la vida cotidiana y desde allí hacia el encuentro con el

otro. Pero ese otro escrito con letras indelebles en el corazón del mundo, no el de

la miseria, sino el de la salvación es decir el de la liberación.

Casaldáliga dirá que esa libertad dada por Dios, y asumida desde la liberación

total ofrecida por Jesucristo, alcanza entonces para quienes la asumen la

transformación total de la vida, “Jesús de Nazaret, hijo y hermano, viviente en

Dios y pan en nuestra mano, camino y compañero de jornada, libertador total de

nuestras vidas que vienes, junto al mar, con la alborada, las brasas y las llagas

encendidas”28.

3. Espiritualidad, una palabra desafortunada.

26

Albert Nolan, Espiritualidad Bíblica, Espiritualidad de la Justicia y el Amor, Óp. cit., 10. 27

Cristian Duquoc, Equipo Cahier Evangile. Liberación Humana y Salvación en Jesucristo, estudio bíblico 1parte. (ESTELLA, Navarra: editorial Verbo Divino, 1997) ,45. 28 Pedro Casaldáliga, Sonetos Neobíblicos, precisamente. (Buenos Aires: editorial Claretiana, 1996), 17.

30

Es parte de la tarea de los habitantes de estas tierras latinoamericanas seguir

abordando lo que se podría considerar como la mala comprensión de la

espiritualidad, para no terminar haciendo de ella, un acontecer desafortunado, así

entonces parte del oficio está en encontrar una definición real.

En un contexto muy cotidiano, la palabra espiritualidad como tal podría ser

considerada como una acción alejada de la realidad, como fuera del quehacer

diario del ser humano; conduciendo entonces a una comprensión incauta y alejada

de la real y verdadera espiritualidad. Quizás en los peores de los casos la

espiritualidad es vista como algo alejado, y que por ende termina siendo inútil.

“La palabra espiritualidad derivada de espíritu. En la mentalidad más común

espíritu se opone a la materia”29, pero en la mirada de la liberación es arraigada en

la vida como lo mejor de sí, dando impulso real y movimiento a lo que se va

transformado de manera progresiva en ideal, y pasión radical por la libertad.

El transformar el acontecer de la vida de los pueblos a partir del impulso del

espíritu bueno, da ya indicios que no necesariamente la espiritualidad es legado

fundamental de las religiones, hablar de libertad de espíritu es indicar de paso a

esa palabra como desafortunada; en muchos casos se amolda casi siempre a la

realidad acoplada a la bondad, a la búsqueda ante todo del progreso no de unos

pocos, sino de todos.

La espiritualidad no es patrimonio de las religiones. Cualquier persona

que vive con hondura y calidad humana su existencia, vive con una

determinada espiritualidad que motiva su vida, inspira su

comportamiento y configura sus valores y el horizonte de su ser30.

Sería necesario abordar el sentido de la espiritualidad cristiana como liberadora

en sí, en su contexto, en el elemento que hizo surgir hace ya muchos años la

Teología de la Liberación como respuesta a una serie de sucesos políticos y

sociales atroces, y que iban en contra de la libertad de los pueblos y la unidad en

Cristo.

El retomar el tema anteriormente expresado, recuerda que la espiritualidad podría

tener mayor fuerza en las religiones, pero no necesariamente pertenecer a ellas

como un escenario inamovible por lo que no se podría catalogar como una

29

Pedro Casaldáliga y José María Vigil. Espiritualidad de la Liberación, Óp. cit., 26. 30

José Antonio Pagola Elorza, Algunas Claves de la Espiritualidad de Jesús, [citado el 17 de mayo de 2012] (Fe adulta, Evangelios y comentarios): disponible en http://www.feadulta.com/Ev-claves-espiritualidad-Jesus-Pag.htm

31

propiedad privada; para ello entonces hay que recurrir a una idea fundamental, en

donde el sentido propio de la espiritualidad adquiere una dimensión personal, muy

característica de cada ser humano.

La espiritualidad podría ser una palabra desafortunada cuando su comprensión

continúe desvirtuada de su propia realidad, es decir pensándose como una

palabra pasada de moda, terminando por no decir nada a quienes la acogen; pero

la realidad es otra en la medida en que se encuentra en los escenarios una

transformación, acompañada de una conversión de las realidades de alienación

vividas por las grandes mayorías latinoamericanas; es aquí donde

progresivamente se va transformando el espacio que le permite dejar de ser

desafortunada “la conversión evangélica es, en efecto, la piedra de toque de toda

espiritualidad… convertirse es comprometerse con el proceso de liberación de los

pobres y explotados”31.

Pareciese que una de las grandes dificultades, al abordar el tema de la

espiritualidad, es quizás la tardanza histórica registrada por parte de la

espiritualidad como escenario de estudio, y que da pie para reconocerla como

desafortunada, “En espiritualidad la historia ha entrado con retraso. Pero al fin ha

entrado, no desde el primer momento con los criterios que pide toda historia”32.

Ahora bien es pertinente aclarar a qué tipo de espiritualidad se hace referencia al

hablar de espiritualidad desafortunada, a partir de este momento el circulo de

mirada se reduce solo a la espiritualidad cristiana que será al fin y al cabo hacia

donde finalmente termine apuntado este escrito.

Si bien se ha hecho evidente la espiritualidad como parte integrante de la vida de

todos los seres humanos; esta empieza a ser desafortunada en la medida que

sea reducida a espacios muy exclusivos que imposibilitan de alguna manera la

verdadera acción del querer de Dios en medio del mundo.

“La espiritualidad cristiana ha sido presentada durante mucho tiempo como una

cuestión de minorías”33, pero este tipo de apreciaciones es cada vez más

decadente cuando la experiencia espiritual se transforma bajo una nueva figura

surgida desde el corazón renovado de los “sin nada”, de aquellos luchadores que

desde la marginalidad buscan establecer una constante liberación.

31

Gustavo Gutiérrez, Teología de la Liberación Perspectivas, (Lima: editorial CEP, 1971), 255. 32

Augusto Guerra, Introducción a la Teología Espiritual, (Burgos España: editorial Monte Carmelo, 1994), 133. 33 Gustavo Gutiérrez. Beber en su propio pozo, Óp. cit., 21.

32

4. Un acercamiento a la visión de Espíritu, a la luz de la obra de Pedro

Casaldáliga.

Pedro Casaldáliga en su lectura de la Sagrada Escritura, identifica lo que será el

motivo que da forma a su reflexión teológica en torno a la Espiritualidad de la

Liberación en América Latina.

Por esta razón desarrolla una nueva forma que busca responder desde la

Espiritualidad pretendiendo clarificar su pretensión que “Espíritu”, definido a la luz

de la Sagrada Escritura debe ser entendido como lo que no se opone a la

materia, ni a lo corporal; pero sí se opone a la maldad, a todo aquello que

destruye, que termina con la vida, es decir lo que mata, “El Espíritu no es algo

que está fuera de la materia, fuera del cuerpo o fuera de la realidad real, sino algo

que está dentro, que inhabita la materia, el cuerpo”34; este Espíritu es el que nos

impulsa a buscar la libertad, en otras palabras es el espíritu del ser humano, que

no es otra cosa distinta a lo más profundo de un persona; esta experiencia se

refleja en aquellos hombres y mujeres que tienen un buen corazón, en donde

prevalecen las buenas intenciones.

El marco referencial que utiliza Casaldáliga para acercarse a la Sagrada Escritura,

es la expresión hebrea “ruah”, que el autor asocia con lo profundo de la vida, y

que vincula a la vitalidad que insufla respiración, y ganas de vivir; como el viento

corporal necesario y fundamental para que la vida no se acabe sino que se

renueve y se oxigene, “En hebreo, la palabra espíritu, rua, significa viento, aliento,

hálito”35

Considerando además al “Espíritu”, como lo mejor de cada vida. Este Espíritu no

da cabida a divisiones o separaciones, sino que se hace integral al individuo

vigorizándolo, para poder decir que desde la Sagrada Escritura también hay una

respuesta vital para el mestizo, afro e indígena que él considera será la intención

y la búsqueda de la razón de ser de la Espiritualidad de la Liberación.

En este propósito de acercamiento bíblico a la comprensión de “Espíritu”, surge

una importante distinción y aclaración que resulta pertinente traer a colación a

propósito del tema abordado, de esta manera “Espíritu” es la expresión

perceptible de la espiritualidad, es la concreción del acontecer de la espiritualidad

que se transforma en la abstracción de ese espíritu, “Se dará una mayor o menor,

34 José Comblin, La Vida En búsqueda de la libertad, Óp. cit., 27. 35 Pedro Casaldáliga y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación, Óp. cit.,27

33

mejor o peor espiritualidad en una persona o en una realidad, en la medida en el

que sea mayor o menor la presencia de ella de un espíritu mejor o peor”36.

Se puede decir de manera profunda que el Espíritu y la espiritualidad, poseen en

sí grandes diferencias, conduciéndonos por nuevos caminos como por ejemplo la

aplicación no solo a los acontecimientos buenos acontecidos en la experiencia

de la espiritualidad de los hombres y mujeres en el mundo.

El ser humano es alentado por uno u otro espíritu, y a su vez ese espíritu

estructurará una espiritualidad diversa, dejando entrever con ello que el individuo

no es simplemente “material”, sino que es dinámico e integral. Esta afirmación

apoya la idea en la cual, el hombre y la mujer están más allá de lo puramente

bilógico. Profundizar este acontecimiento debe conducir a una experiencia distinta

de la espiritualidad. La Espiritualidad de la Liberación no busca siempre estar

sujeta de manera directa a una religión determinada; dejando claro con ello que

su pertenecía es a la humanidad en general, dando la posibilidad a los pueblos y

culturas tener otro elemento que haga posible la constitución de su espacio

idiosincrático.

Así, el tema de espíritu y la espiritualidad, no es un acontecimiento único y

exclusivo de lo bueno, de aquella actuación sin maldad. Podría ser muy disonante

la expresión, pero esta es una realidad que acontece de manera indistinta; aquí

descubrimos diversos espíritus y espiritualidades, “hay personas con una

espiritualidad mejor y otras con una espiritualidad peor”37. Pedro Casaldáliga

entiende el “Espíritu” y espiritualidad, como un acontecimiento “macroecuménico”,

en los que se funden un gran abanico de posibilidades; para esto se hace

necesario recurrir a este tema de lo “macroecuménico” para empezar a vislumbrar

una posible respuesta.

El “macroecumenismo”38 ha de ser entendido entonces como las distintas

visiones y aperturas de las fronteras no solo intelectual, de la fe, sino políticas y

36 Ibíd., 28. 37Ibíd., 29. 38

Ibíd., 233. El Macroecumenismo, es definido por P. Casaldáliga como un fenómeno que posibilita la apertura, que además acoge a un espíritu, que se llama ecumenismo integral, esta experiencia de acogida no es solo a nivel psicológico, sino que provienen propiamente de la experiencia espiritual amparada por Dios que actúa en el mundo y en la historia, haciendo posible también una percepción del mundo, incluyendo además su procesos. El Ecumenismo de Dios, él no es racista, ni está ligado a ninguna etnia ni a ninguna cultura, Dios no se da en exclusividad a nadie. Esta experiencia de Dios, lo hace no estar vinculado a ningún gueto y salva en todo el universo, y la historia. El ecumenismo de la misión, esta misión radica en una lucha constante por la causa

34

culturales, “No es un talante psicológico, sino un espíritu que inspira unas

actitudes y que proviene de una experiencia espiritual, de una experiencia de Dios

en el mundo y en la historia”39, esta percepción del acontecer historiográfico del

mundo, implica un identificar distinto del mundo que incluye procesos, luces y sus

sombras.

Esta parte de la historia se puede avizorar como la manifestación de Dios, que no

se muestra como propiedad, ni exclusividad de nadie, ampliando con ello nuestra

mirada más allá de las fronteras visibles de “nuestro mundo”. Así entonces la

experiencia de Dios, es una experiencia vinculante que construye una sociedad

de justicia no solo para occidente, ni para los cristianos sino que se abre a

realidades distintas de salvación, es decir a una experiencia de “Espíritu” y de

espiritualidad.

Es pertinente aclarar el termino Espíritu, de acuerdo a ello Pedro Casaldáliga,

define dos tipos, “Espíritu de Dios el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesús”40, es

decir la acción trinitaria de Dios que actúa de manera libre, sin sujeción alguna y

lo hace de una forma tan especial que deja derramar su gracia abundante sobre

quien él quiera y decida; Ese Espíritu de Dios se hace Trinidad con el Espíritu

Santo y con el Espíritu de Jesús, en esta experiencia trinitaria considera

Casaldáliga que no puede existir pretensión alguna de definición porque Dios es

indefinible, sabiendo de antemano a quien hacemos referencia, esta acción de

Dios repercute en el encuentro del Espíritu de Dios que actúa abriéndose camino

en medio de la humanidad, siempre buscando alentar y fortalecer al pueblo

creyente haciéndose así esperanza y alegría para quien vive su fe de manera

verdadera, y radical.

En este encuentro del Espíritu de Dios con la humanidad, se suscita la segunda

definición de “espíritu”, es decir la escrita con minúscula, que se hace un espacio

de construcción personal y comunitario donde la dinámica liberadora de la

espiritualidad empieza a tener forma, asumiendo la libertad del ser humano como

un todo integral, en donde no tiene cabida lo dicotómico, la separación de espíritu

y cuerpo, sino que actúan de manera conjunta.

El gran interrogante que podría surgir en torno al tema, de cómo se vincula el

Espíritu Santo con el espíritu del ser humano, tiene su respuesta en la acción

de Jesús y del Reino, esta es una misión ecuménica, porque el Reino es Paz, Justicia, fraternidad, libertad, vida, amor entre todos los hombres y mujeres, y comunión de ellos con su Dios. 39Ídem. 40 Ibíd.,38

35

misma de Dios que encuentra en la persona el lugar propicio de su manifestación,

“El Espíritu de Dios actúa en el espíritu de los humanos”41. Es el encuentro que

transforma la vida del individuo haciéndose libertad, fortaleza y vitalidad; en este

encuentro, que no es nada distinto, a Dios que actúa y se revela en todas las

culturas y creencias. Para el cristianismo representa una identidad más particular

encarnado y revelado en Jesús que se hace pieza fundamental de la salvación

del pueblo creyente, agrupado en la Iglesia.

En la dinámica de la Espiritualidad de la Liberación, podríamos encontrar distintos

frentes que permiten definir, con mayor claridad los momentos o etapas; en un

primer momento del “espíritu” y en segundo momento la espiritualidad.

La primera acción nos debe conducir hacia un camino un poco hostil, pero devela

lentamente una gran realidad, la espiritualidad no entendida como algo religioso,

pero si como el camino que nos conduce al encuentro con Dios, teniendo a la

religión, no como el medio necesario y obligado del desarrollo espiritual de cada

persona, sino como uno de los tantos escenarios en medio de muchas

posibilidades.

La segunda acción nos conduce a dar una mirada desde la fe cristiana, y que solo

desde la fe se puede hacer visible, y palpable a la percepción de quien la asume;

esta acción es dividida en dos momentos, por el autor, “El orden de la Salvación

misma y el orden de su conocimiento”; por tanto en el orden de la salvación, todos

los hombres y mujeres, independientemente de su raza, razón social, o credo son

participes de ella. “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al

conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2, 4- 5).

Dios se vale de todo y de todos para ir tejiéndola (La Salvación) en cada

vida y en toda la historia. Dios se comunica con las mujeres y con los

hombres y les dirige su palabra a través del libro de la vida, que es la

creación y la historia, en el acontecer diario y bajo los signos de los

tiempos y de los lugares42.

La manifestación de Dios en el acontecer del mundo, hace posible cada vez qué su

acción sea más perceptible por miles y miles de seres humanos sedientos de su

ser, de su justicia, por ello entonces en la medida qué Dios fortalece la vida, y el

acontecer de los pueblos, el mismo ser humano se hace partícipe de manera

especial de su propia salvación, que Dios regala significativamente a hombres y

mujeres que luchan día a día por un ideal de libertad; retornando entonces a la

41 Ibíd.,39 42 Ibíd., 35.

36

visión ecuménica de la salvación y que para Pedro Casaldáliga se transforma en

una fe “macroecuménica”, “Dios no sólo ha creado al ser humano y lo ha

constituido en uno de los principales protagonistas de la misma (salvación), sino

que ha querido comunicarse a ese ser humano más plenamente para hacerle más

accesible y comprensible la salvación”43.

Otro de los grandes interrogantes que surgen al abordar el tema del “Espíritu” y la

espiritualidad, es la posición que les correspondería asumir a los no cristianos, con

relación a su propio desarrollo de espíritu y espiritualidad en el espacio de su

propia cultura e incluso de su religión. Ante esta especie de “limbo espiritual”,

Casaldáliga apunta desde dos frentes en su reflexión, la primera aproximación

busca desenmarañar un acontecimiento no solo como propiedad y exclusividad del

mundo cristiano; desde esta perspectiva entonces cada individuo es propietario de

un espíritu y a su vez de una espiritualidad, estos dos elementos no son solo

conocidos por la revelación cristiana sino que hace parte del carácter constitutivo

de cada individuo amparado bajo su mismo sentido de religiosidad personal y

comunitaria; el segundo frente hace posible que la afirmación de Casaldáliga

fundamente aún más la primera “En todos los seres humanos está presente y actúa

el espíritu de Dios”44.

Esta idea ya ampliamente descrita, se suma lo desarrollado por la teología de la

espiritualidad propuesta por Casaldáliga, comprendiendo entonces de manera

muy sintética que el Espíritu con mayúscula, es el Espíritu de Dios, y por más

definiciones y comprensiones alrededor de él no se podría definir de manera real,

por tanto ya se sabe de antemano de quien estamos hablando a pesar de la

incapacidad de poder definir de manera correcta, pero el espíritu con minúscula

es decir el del ser humano es el que ahora interesa saber a través del análisis, y

como desde este discurrir se podría hacer un acercamiento a esa espiritualidad

que nos libera.

Se puede afirmar entonces que el espíritu del ser humano, es el lugar donde Dios

encuentra un espacio ideal y propicio para habitar, es también el lugar donde él

actúa. Luego entonces la acción de Dios en medio de hombres y mujeres es

fortalecida a partir de la experiencia del encuentro de dos espíritu, el de Dios y el

de la humanidad; ¿pero qué sucede con aquellos hermanos que no han conocido

a Dios, por su cultura, en la que no ha acontecido la revelación cristiana?, para

encontrar esta respuesta es necesario abordar la idea de Casaldáliga, “Algunos

de estos hombres y mujeres ni siquiera son creyentes, pero también en ellos 43 Ídem. 44 Ibíd., 38.

37

actúa el Espíritu de Dios y hasta ora en ellos con gemidos inefables (Cf. Rm: 8,

26), en los gritos mayores de la existencia humana. Todos en Él nos movemos y

existimos (Hch: 17, 28). El ilumina a todos (Jn 1, 9) para que tengan vida (Jn: 10,

10)”45. Este acontecer de la vida de hombres y mujeres entonces nos permite

afirmar que Dios actúa y salva a todos su hijos, no como hijos de “segunda clase”,

por ser distintos a nuestra creencia cristiana, sino como hijos verdaderos y reales

de Dios, no importa si son de otra cultura o religión distinta, la acción de Dios está

más allá de la fronteras puramente humanas.

Dios, que acompaña a todo ser humano y a todo pueblo, está presente

en la cultura, en la sabiduría, en la espiritualidad de cada pueblo. Y esa

acción de Dios en cada pueblo es un modo de revelación de Sí mismo

para ese pueblo y para todos los pueblos de la tierra, incluidos los

pueblos cristianos46.

Afirma Casaldáliga, que San Pablo en la carta a los Romanos (8,10) muestra el

Espíritu como la vida, poniendo esta palabra Espíritu en contraposición a la carne;

en la perspectiva del autor latinoamericano entonces la vida es el sustantivo

concreto y real de la espiritualidad, esto conduce a identificar que el Espíritu que

se define y se asume de acurdo a la Palabra de Dios, está diametralmente

opuesto al espíritu de la injusticia y de la opresión que muchas personas pueden

encarnar en contra de sus hermanos.

45 Ibíd., 39. 46 Ídem.

38

CAPÍTULO II

CATEGORÍAS PARA UNA ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACIÓN, EN LA

PROPUESTA DE MONSEÑOR PEDRO CASALDALIGA.

La salvación de Dios

Es cercanía que llega hasta la solidaridad

Con los abismos de horror de la historia humana47.

Ahora se abren las puertas a otro capítulo, en la búsqueda de un nuevo horizonte

estructural a este trabajo, sabiendo de antemano que lo expresado hasta ahora

en el capítulo anterior no es una visión abarcante en su totalidad de los términos,

ni de la experiencia misma de la Espiritualidad de la Liberación.

Este es un momento álgido de este escrito. Ya se llegó al tiempo de apuntar a una

figura significativa dentro del proceso de liberación en este caso de la América

pobre, en muchas ocasiones, por no decir casi siempre, huérfanos y faltos de

dolientes que luchen realmente por el acontecimiento de quienes no tienen la

culpa ni el deseo de ser marginados por la sociedad de los indolentes.

Por ello se evoca, al inicio de este capítulo, a G. Gutiérrez, como una forma de

alentar la esperanza de aquellos que de a poco la pierden, “A medida que avanza

y madura la solidaridad en el mundo de los pobres caen viejas seguridades, se

desmoronan algunos puntos de referencia que todavía cierta tranquilidad en

medio de las nuevas experiencias y retos”48. Este es un llamado para que desde

distintos frentes se pueda dejar actuar el espíritu de la solidaridad, conduciendo

así hacia el espíritu de la liberación que finalmente es el Espíritu de Dios, el

Espíritu de la transformación que Jesús instauró como escenario del Reino.

Se propone en este segundo capítulo una condensación, a grandes rasgos de los

componentes teológicos presentes en la Espiritualidad de la Liberación propuesta

por el obispo Pedro Casaldáliga.

Para ello entonces se recurrirá a una serie de categorías teológicas, que iluminan

el camino actual de la Espiritualidad de la Liberación bajo el sueño e ideal de este

autor latinoamericano, quien más que una novedad en torno al acontecimiento

47

Jon Sobrino, Jesús en América Latina, su significado para la fe y la cristología. (Santander: Editorial Sal Terrae, 1995), 51. 48 Gustavo Gutiérrez, Beber en su propio pozo, Óp. cit., 27.

39

espiritual nacido en estas tierras, busca muy en consonancia con los ideales de la

Teología de la Liberación, y con la mismas dinámicas eclesiales del continente,

responder con prontitud a las necesidades de los pueblos enclavados a lo largo

de la América: negra, samba mulata, mestiza, e indígena en donde quizá más que

un respuesta, sería un hacer renacer de en medio del maremágnum de artificios

bajo el cual ha sucumbido el acontecimiento espiritual del continente.

Respondiendo a una nueva forma de recrear modelos generacionales de hombres

y mujeres capaces de ser testigos en forma distinta frente a la novedad del

Evangelio, acontecimiento abanderado dentro de la repuesta surgida a partir de la

Espiritualidad de la Liberación. El autor latinoamericano entonces desarrolla

varios temas que giran en torno al acontecer espiritual como repuesta a una

salida no solo a nivel religioso, sino que integra los distintos elementos sociales

de la vida cotidiana de los pueblos latinoamericanos.

1. Perspectiva trinitaria de Dios: Una mirada desde la Espiritualidad de la

Liberación.

Es necesario identificar en la experiencia trinitaria de Dios, la acción evidente de

una comunidad perfecta, donde actúa la Trinidad como modelo de toda

comunidad cristiana. No en vano Pedro Casaldáliga recurre a la experiencia

trinitaria de Dios para hacer de ese mismo modelo, la hoja de ruta en la cual se

debe apuntar su propuesta de Espiritualidad de la Liberación; como el horizonte

desde donde los cristianos pueden discurrir en una búsqueda evidente de una

vida común, identificados por un mismo ideal y esperanza, “(La Trinidad) es

fuente, exigencia y termino de toda verdadera comunidad”49.

El reconocimiento de la experiencia trinitaria en la acción de las comunidades

cristianas, traza las líneas necesarias para el desarrollo de una espiritualidad

trinitaria destacando con ello que el encuentro trinitario se hace también presente

en medio de las dificultades y alegrías de las comunidades.

En la Trinidad no hay dominación a partir de un polo, sino convergencia

de los tres en una aceptación recíproca y en una donación mutua. Son

diferentes, pero ninguno es mayor o menor, antes o después del otro.

Por eso una sociedad que se inspire en la comunión trinitaria no puede

49 Pedro Casaldáliga, y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación, Óp. cit., 131.

40

tolerar las clases, las dominaciones a partir de un poder... que someta o

margine a los demás diferentes50.

Dentro de la estructura de la Espiritualidad de la Liberación, la experiencia del

Padre, del Hijo y del Espíritu Santo se convierte en fundamento de la propuesta

de la espiritualidad cristiana. Para desarrollar mejor esta idea se recurre a la

experiencia descrita por Monseñor Casaldáliga, quien considera que dentro de la

Espiritualidad de la Liberación, la Trinidad tiene elementos muy particulares. En el

caso de Dios Padre ofrece desde sí la fuente de la vida, que se hace creador y

recreador de la historia, de hombres y mujeres latinoamericanos que se identifican

y sienten comprometidos con la defensa de la vida, “Dios se manifiesta escondido

en los sin vida ‘en los pobres, despreciados, vencidos y ofendidos de este

mundo’, identificado con ellos en solidaridad que no es desde afuera, sino desde

adentro”51, con el cuidado de lo vital.

En el Hijo, se desarrolla el encuentro de lo humano y lo divino, en Jesús se revela

la experiencia de ser Hijo de Dios, pero también el de ser engendrado en el

vientre de una mujer, identificándolo con los rostros maternales indígenas, afros,

mestizos y mulatos, todos en su totalidad presentes en las entrañas de esta tierra

bendita, hacen posible también el encuentro con aquel enamorado de la justicia,

de la compasión de Dios por su pueblo, “Jesús aparece como la palabra

salvadora de Dios a la historia, como el sacramento, expresión visible de Dios

entre nosotros, del amor de Dios”52; es la unión filial de lo divino con la fraternidad

de la humanidad en una profunda solidaridad, “Jesús no se presenta como la

explicación de la realidad, sino como exigencia de transformación de esa realidad.

En esta medida se constituye como su explicación definitiva”53; como Espíritu, la

Trinidad deja evidenciar el amor interpersonal del Padre y el Hijo; amor

manifestado en el consuelo de los afligidos, se convierte en dinamizador de todo

lo creado, el Espíritu incita a la libertad, en Él, los marginados pueden encontrar el

abogado defensor de los que no tienen quien los defienda.

La interpretación de la acción trinitaria de Dios, en la esperanza liberadora de los

pueblos latinoamericanos, encuentra también en la acción redentora de Jesús la

clave de una espiritualidad cada vez más arraigada en el corazón de los pueblos

50

Leonardo Boff, La Trinidad, Sociedad y liberación, (Madrid: ediciones Paulinas, 1987), 187. 51

Joaquín Lepeley, La Teología de la Liberación, Un análisis temático cronológico; citando a Victorio Araya en: “Experiencia de Dios. Su lugar en la Teología desde el reverso de la historia”, p.106. (Bogotá: Centro de Estudios para el Desarrollo e Integración de América Latina- CEDIAL, 1986), 142. 52

Jon Sobrino, Jesús en América Latina, su significado para la fe y la cristología, Óp. cit., 51 53 Leonardo Boff, Jesucristo y Nuestro Futuro de Liberación, (Bogotá: editorial Indo-América Press Service. 1978) ,23.

41

oprimidos, por ello se hace necesario dedicar un apartado a dar razón como el

Jesús histórico se transforma en columna vertebral sobre el que se apoya el gran

acontecimiento espiritual de los pueblos latinoamericanos.

2. El Jesús Histórico: el Hijo de Dios hecho hombre para la liberación del

mundo.

Ya se ha iniciado un vasto recorrido en torno al tema de la Espiritualidad de la

Liberación, pero no se ha tenido la oportunidad de ahondar en el tema de Jesús,

como esencia de esta propuesta espiritual, reconociendo que por cuestiones

puramente metodológicas, la Teología elaborada en América Latina encuentra en

el Jesús histórico el punto de arranque para la reflexión cristológica, enraizada y

encarnada en estas tierras. De esta manera hay que partir con un presupuesto

básico, pero que finalmente es el sustrato más íntimo de toda propuesta de

liberadora; así entonces tenemos en Jesús la principal experiencia de liberación

acaecida por el querer de Dios, para el ser humano.

Para nuestra liberación, Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, nació

pobre y trabajó como un pobre carpintero, y predicó la Buena Nueva del

Evangelio a los pobres y oprimidos, y luchó contra los falsos y

opresores, y fue condenado como subversivo y murió clavado en la

cruz…. Jesús, sin embargo, no vivió en la tierra para permanecer solo y

solito marcharse. El vino “para reunir a todos los hijos de Dios que

estaban dispersos” (Juan 11,52)”54

Quizás uno de los grandes procesos de fortalecimiento de la fe cristiana, es la

constante pregunta por el Jesús histórico, por supuesto no se puede olvidar al

Cristo de la fe, “Porque el Jesús histórico manifiesta el conflicto que toda practica

liberadora provoca y apunta para el destino probable de todo portador profético de

un proyecto liberador”55 y a la vez se convierte en uno de los escenarios donde

apunta la respuesta de Pedro Casaldáliga a través del desarrollo de la

Espiritualidad de la Liberación.

A lo largo de la historia del cristianismo reciente, sobre todo a finales del siglo

XVIII, época en la cual se empiezan a buscar posibles respuestas a lo que sería la

54

Pedro Casaldáliga, Experiencia de Dios y Pasión por el Pueblo, [citado el 05 de julio de 2012] (RELaT, Revista Electrónica Latinoamericana de Teología): disponible en http://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/bibliodatos1.html?bibl01 55 Leonardo Boff. Jesucristo y Nuestro Futuro de Liberación, Óp. cit., 23.

42

“figura real de Jesús”; hoy se puede conocer este momento como la tensión del

Jesús histórico y el Cristo de la fe; en otras palabras este acontecimiento asienta

sus fundamentos en el momento mismo de la encarnación de Jesús en medio de

la humanidad.

En el caso de la Espiritualidad de la Liberación el tema es más cercano a partir de

la figura del Jesús histórico. Ella, por su misma naturaleza, es más identitaria con

el proceso latinoamericano, no solo por la realidad salvífica qué representa sino

que permite también iluminar más el camino del trasegar histórico y estructural de

los hermanos y hermanas diseminados a lo largo del continente: “La liberación de

Jesús asume un doble aspecto: por una parte proclama una liberación total de

toda la historia y no solamente la de un segmento de ella; por otra, anticipa la

totalidad en un proceso parcial que se caracteriza en liberaciones parciales

siempre abiertas a la totalidad ”56.

Existen quizás muchos elementos posibles, que pueden ser útiles en la tarea de

encontrar las pistas necesarias para desarrollar de manera progresiva la

perspectiva histórica de Jesús. Es claro además la limitación de hacer hoy día un

rastreo de los “escritos de Jesús”, porque tal vez no existieron, ni tampoco es la

pretensión de este escrito convertirse en una investigación probatoria de lo

realmente acontecido. Solo es posible dilucidar un poco a través de las posibles

respuestas, en las que se podrían ubicar a partir de la experiencia del movimiento

que se gestó a su lado, y desde el cual se han generado las múltiples

investigaciones qué pretenden reconstruir un acceso histórico al Jesús que hoy

día “conocemos”.

Así entonces la mayor claridad del acontecimiento del Jesús de la historia y el

Cristo de la fe, está en comprender cómo la fe resulta esencial dentro de este

proceso que no puede ser asumido como una situación desconectada de sí, sino

que se dinamiza en el gran acontecimiento de la encarnación que es la manera

por la que Dios se abaja al mundo, sintiendo por el la mayor pasión expresada en

un derroche de bondad y misericordia por la humanidad, “La fe cristiana implica

un vínculo de continuidad entre el fenómeno Jesús y la interpretación que de él

dio la Iglesia primitiva”57.

En la perspectiva liberadora de la Espiritualidad Latinoamericana, podría sonar un

tanto osado la consideración pero existe cierta mirada de sospecha en torno a

una absolutización de Jesús en la que termina involucrado una manipulación de la

56 Ibíd., 25. 57 Rene Latourelle. A Jesús el Cristo por los Evangelios, (Salamanca: ediciones Sígueme, 1992), 21.

43

figura de Cristo, generando a partir de esta experiencia una conciencia cristina

ahistórica, “A lo largo de los siglos, muchos millones de personas han venerado el

nombre de Jesús; pero muy pocas le han comprendido (…) sus palabras han

sido tergiversadas hasta el punto de significar, todo, algo o nada”58.

Sin embargo tratando de derribar esta mirada, la Espiritualidad de la Liberación

asume, como ya quedó registrado anteriormente, al Jesús histórico como una

experiencia totalizante, que transforma y cambia de manera positiva el

acontecimiento de la vida del mundo “deshumanizado” por el odio y la indiferencia

qué finalmente apunta hacia la experiencia del Reino de Dios.

Lo histórico del Jesús histórico no es, por lo tanto, en primer lugar, lo

que es simplemente datable en el espacio y en el tiempo, ni tampoco lo

doctrinal. Lo histórico del Jesús histórico es para nosotros, en primer

lugar, una invitación a proseguir su práctica, a su seguimiento para una

misión59.

El mensaje de Jesús, inicia un recorrido amplio por un proceso sostenible,

realizado en el tiempo, apuntando hacia una experiencia alegre de encuentro de

la gracia ofrecida por Dios a la humanidad por medio de Jesús.

El Jesús histórico, manifiesta al mundo una experiencia distinta ofrecida a través

de su conducta, de su manera novedosa de ser, experiencia que se evidencia

más clara y precisa en los evangelios, que a lo largo de sus páginas ratifican,

algunas veces evidente o en otros caso no tan a flor de piel estos

acontecimientos, “Vino el hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: Ahí tenéis

un comilón y un borracho” (Mt. 11, 18).

En Jesús, entonces se ofrece al mundo un nuevo paradigma revolucionario ante

la experiencia del mundo quizás acallado por lo irresoluto del mismo, del que no

podríamos exigir mayor evidencia que lo expresado a lo largo de los evangelios

que dan cuenta de la manera, como Él se mostraba en un estilo de vida que lo

impulsaba a actuar en contracorriente a la vida social, política y religiosa de la

época haciéndose evidente no solo en su natal Galilea, esta manera de ser fue

permeando de manera progresiva las distintas comarcas del mundo conocido

hasta ese momento, “Jesús suscitó desde el principio sorpresa, fascinación y

58

Pedro Casaldáliga y José María Vigil. Espiritualidad de la Liberación, Óp. cit., 122, citando a Albert Nolan en: ¿Quién es este hombre?, (Santander: editorial Sal Terrae, 1981), 13. 59 Pedro Casaldáliga y José María Vigil. Espiritualidad de la Liberación, Óp. cit., 123, citando a J. Sobrino en: Jesús en América Latina, (México: editorial CRT, 1977), 112-113.

44

entusiasmo, así como sospecha, rechazo, escandalo y odio. Jamás se había visto

una cosa así”60.

Ahora bien, dentro del plan operativo de la Espiritualidad de la Liberación, la figura

del Jesús histórico adquiere gran relevancia en la medida en que su compresión

no se hace de forma fraccionada, o de una manera “manipulada” y acomodada de

acuerdo a un interés particular, sino que se asume como una experiencia total,

arraigada desde la manera como Jesús toma la realidad de una época y la

transforma encausando su rumbo hacia el acontecimiento del Reino de Dios. Este

acontecer lleva a quienes se identifican con el proyecto liberador de Jesús, a

asumirlo como una práctica de vida, para poder desde ese mismo proyecto hacer

transformación y liberación.

Ahora es preciso aclarar lo sucedido con el Cristo de la fe, que aparentemente

desaparece de esta dinámica de la Espiritualidad de la Liberación; pero la

respuesta está en el preciso momento en donde se asume a Cristo en su

totalidad, pasando las fronteras del mundo inmanente, llegando a la figura del

Cristo resucitado, es decir del gran acontecimiento que solo es posible asumir por

la fe no por la razón; este asumir a Cristo en su totalidad no se puede hacer de

manera parcial o aislada, sino debe haber reconocimiento pleno en que el seguir

al Jesús histórico se está asumiendo al Cristo de la fe.

El Cristo de la fe, el Cristo resucitado es el mismo Jesús histórico de

Nazaret, totalmente transfigurado y elevado a la derecha de Dios.

Nuestra espiritualidad insiste siempre en esa identidad entre el Cristo

resucitado y el Jesús histórico. En este punto se sitúa en la misma línea

de Juan en el Nuevo Testamento: El Mesías venido en la carne es el

criterio para verificar toda inspiración (Jn 4, 1-3)61.

El tema de la fe, unido a lo histórico de Cristo, se hace casi en la mayoría de las

ocasiones escenario de estudio al que vale la pena recurrir, para reflexionar en

torno a la relación existente entre la fe y la historia, esta experiencia es acuñada

también por la confesión apostólica expresada, y condensada por los evangelios.

A su vez, se apoyada también en criterios, y acontecimientos extraordinarios

distintos a los expresados normalmente en torno a un hombre cualquiera de la

época de Jesús, quien generó profundos cambio y conciencia, permitiendo de

paso que pudieran ser atestiguados, y puestos por escrito para las generaciones

futuras, para que al igual que ellos también fueran testigos de una manera distinta

60 Walter Kasper, Jesús el Cristo, (Salamanca: ediciones Sígueme, 1998), 81. 61 Pedro Casaldáliga y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación, Óp. cit., 124.

45

de la vida contenida en Dios como principio y fin, “Si los apóstoles pudieron

confesar a Jesús como Cristo y Señor, es preciso que pusieran algunos actos,

que adoptara un comportamiento, unas actitudes, un lenguaje, que autoricen

semejante interpretación cristiana”62.

El ideal es hacer evidente que hay que volver la mirada al Jesús histórico, para

asumirlo como una experiencia que se hace visceral, e impulsa a descubrir en la

experiencia del Reino que el Jesús histórico asumió como propuesta y como reto

en una sociedad “amañada”. Es posible aun hoy porque la historia que Él

desencadenó alguna vez en el caminar de la humanidad, ha llegado a nosotros no

como lo histórico de un tiempo ya pasado, sino como una invitación y una

exigencia hecha posible en la transformación de aquello que parece imposible.

Hay cientos de razones para encontrar entonces en Jesús la fuerza necesaria en

la que los pueblos latinoamericanos se fortalecen y hacen evidente una vida

nueva, bañada por espacios distintos de justicia, espacios en los que emergen

maneras variadas de vivir su fe, y su encuentro definitivo como hermanos. La

oración encuentra aquí en este espacio del encuentro con el Jesús de la historia,

la herramienta que hace de puente para la unión entre lo eterno de Dios, y el

trasegar histórico de los pueblos. Respondiendo de una manera significativa al

mismo acontecer del Jesús histórico que permite también en la oración, la

contemplación y la profecía como faro luminoso con el que se debe caminar y

reflexionar, bajo las condiciones en las que hoy Jesús sigue apoyando al mundo

contemporáneo.

Suscitando en hombres y mujeres a través de su Espíritu la búsqueda de

libertades que responden desde la Buena Noticia acontecida en el Reino, la

manera precisa de aunar esfuerzos para escuchar la voz del pueblo de Dios que

clama por la justicia, no la que da el mundo, sino la que Dios da, y para

descubrirlo es necesario ser una persona orante, contemplativa y profeta en

medio de la adversidad y las “trabas” que el mundo coloca a quien está en

contracorriente.

3. Jesús en la historia; la oración, contemplación y profecía.

62 Rene Latourelle, A Jesús el Cristo por los Evangelios, Óp. cit., 21.

46

Son muchos los elementos, que se van aglutinando poco a poco en la

construcción histórica de los pueblos, haciendo de esos espacios lugares

privilegiados de vivencia de oración, liturgia, escuelas de formación en la Palabra

de Dios y su aplicación práctica, extractando así el ánimo necesario para seguir

en la difícil tarea de construir un espacio vital integral; por ello entonces la oración

adquiere un matiz propio y necesario en esta tarea.

Jesús hace de la historia un escenario que a su paso es transformado,

encausando esa misma historia hacia la propuesta del Reino de Dios, dando paso

así a una preparación para la misión que Él mismo encomienda a todos aquellos

identificados con su propuesta, “El regreso al Jesús histórico de la cristología

latinoamericana con la finalidad de proseguir su práctica salvífica es algo que se

ha operado periódicamente en momentos de grave crisis y renovación del

cristianismo”63.

La oración se hace vida, con la vida de quien la práctica, dando espacio a

descubrir que la oración es una relación bilateral, de Dios con el hombre, es quizá

el horizonte más próximo hacia el que apunta el encuentro espiritual de hombres y

mujeres que reconocen verdaderamente en Dios la liberación, por eso en

consonancia con lo expresado ya hace muchos años por el maestro Gustavo

Gutiérrez y que hoy es cada vez más actual, recordar sus palabras y unirnos a su

mensaje diciendo que:

Allí donde la opresión y la liberación del hombre parecen hacer olvidar a

Dios- a un Dios tamizado por nuestra propia y larga indiferencia ante

estas cuestiones- debe brotar la fe y la esperanza en aquél que viene a

arrancar de raíz la injusticia y a aportar, en forma imprevisible, la

liberación total. Se trata de una espiritualidad que ose echar sus raíces

en el suelo construido por la situación de opresión-liberación64.

Dando paso entonces al brotar de la fe, al que se refiere el maestro Gutiérrez,

parece que con el paso de los años se va difumando esa experiencia, dejando un

espacio variopinto que retocar para lograr ese engranaje maravilloso y progresivo

en donde la oración no puede estar desvinculada de la actuación de cada uno de

los individuos; En palabras precisas la oración debe ser un espacio vinculante en

donde se viva un encuentro con Dios, pero ese encuentro se debe ver reflejado

también en el encuentro con los hermanos, “El Dios que por la oración le dice al

63 Jon Sobrino, Jesús en América Latina, su significado para la fe y la cristología, Óp. cit., 119. 64Gustavo Gutiérrez, Teología de la Liberación Perspectivas, Óp. cit., 255.

47

hombre: ven, en la misma oración le dice: anda..., lo lanza al compromiso de la

liberación”65.

La experiencia de oración del ser humano, se puede identificar también como un

acontecimiento marcado por una profundidad indescriptible, que tiene como punto

de arranque el espíritu mismo del individuo, referente que conecta al ser humano

con el Absoluto. Para el caso particular del cristianismo es Dios, pero en otras

experiencias particulares de mística y de oración podría ser un ser superior o

trascendente.

Ese encuentro con el Absoluto puede acontecer de manera aleatoria en lo interno

del ser o también puede acaecer en lo externo, ese encuentro, o dialogo

independiente al espacio en el que ocurra se puede llamar oración; convirtiéndose

así la oración en una experiencia del ser humano que responde a una necesidad

vital, “Oración sería… la vuelta de la persona hacia el hondón personal, hacia sus

raíces personales, hacia las rocas de sus certezas profundas, hacia la opción

fundamental, hacia su propio absoluto”66. En rasgos generales la oración, el

encuentro con el Ser Trascendente ocurre casi por una necesidad puramente

antropológica de respuesta a una fuerza superior que podría ser indescriptible en

muchos casos, o por lo menos profundamente desconocida.

Esta reflexión apunta a encontrar en la oración cristiana, la razón más iluminadora

del acontecer espiritual latinoamericano, donde el encuentro del ser humano,

como necesidad antropológica de comunicación con el Ser Trascendente,

empieza a tener en el cristianismo una experiencia más íntima marcada por un

acontecer particular que se vive en la fe; así entonces la experiencia cristina de

encuentro con Dios se vive de una manera más íntima no de una forma etérea,

sino marcada por el encuentro con el Dios cercano que se hace experiencia en la

encarnación, para anunciar por medio de su Hijo que él es el Dios con nosotros, el

Dios del Reino.

La historia de Jesús y la aceptación creyente de Jesús como el Hijo son

la forma cristiana de decir que Dios es personal, aquel cuya palabra hay

que escuchar, cuya voluntad hay que cumplir, en quien se puede confiar

65

Joaquín Lepeley. La Teología de la Liberación, Un análisis temático cronológico; citando a Leonardo Boff en: IV Congreso Internacional de Sao Paulo: Documento Final-“De la Espiritualidad de la liberación a la práctica de la liberación”, p.22 N.6. Óp. cit., 141. 66 Pedro Casaldáliga y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación, Óp. cit., 180.

48

y descansar, con quien se puede dialogar y a quien se puede amar,

porque él ha amado primero a todos y a cada uno de los hombres67.

La oración cristiana debe ser pensada siempre como una experiencia surgida de

las entrañas del mismo ser humano. Quizás es pertinente pensar que no es

posible la existencia de un verdadero cristiano sin oración. La oración cristiana

debe estar tan arraigada en el corazón de quien vive esa experiencia, al punto de

terminar como el único y progresivo lugar posible, es decir como un

acontecimiento donde se vive plenamente un testimoniar la acción de Dios en el

acontecer cotidiano de la vida, por ello toda acción verdaderamente cristiana debe

estar presidida por la oración, por ese “colocar en las manos de Dios”, el

acontecer del día a día.

La oración cristiana entonces en línea de argumentación, requiere la acción del

Dios cristiano que ha incluido dentro de su proyecto el trabajo por el Reino para

con los hombre y mujeres. Esta acción de Dios fluye hacia una identificación

plena con su plan, es decir con la propuesta universal de acoger a todos; ese

identificarse totalmente con su pueblo, en donde la cruz adquiere una dimensión

de totalidad, en la horizontalidad del Dios que acoge a plenitud en sus brazos

trinitarios, al igual que la verticalidad de Dios que escucha y camina con sus hijos,

que busca responder con prontitud a su clamor, y al dolor de sus hijos. Ese

clamor del pueblo se hace oración en la medida que es expresada a viva voz por

las personas, sumado a que se hace oración realizada y expresada en lenguaje

cristiano.

La espiritualidad y la oración comparten una escala de valores distinta, “La

espiritualidad es más que la oración…la oración es una dimensión de la

espiritualidad”68, ahora bien, es preciso reconocer también que dentro de esta

dinámica, la oración se transforma también en el pilar fundamental de la

espiritualidad; no funcionan como “ruedas sueltas”, sino más bien se

complementan, dependiendo la espiritualidad de la buena oración que seres

creyentes puedan hacer, y de la calidad de esa misma oración; por ello la oración

deberá ser un constante, y generoso camino de encuentro con el Dios de la vida,

en esta acción brota desde un torrente abundante de estar en actitud de servicio y

generosidad para con aquellos que necesitan de quien se siente llamado e

impulsado al servicio dentro de la comunidad cristina de fe.

67

Jon Sobrino. Liberación con Espíritu, apuntes para una nueva espiritualidad, (Santander: editorial Sal Terrae, 1985), 55. 68 Pedro Casaldáliga y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación, Óp. cit., 182

49

A continuación esta disertación apunta a reconocer en la contemplación y la

opción latinoamericana; como los habitantes de los pueblos latinoamericanos se

hacen protagonistas en este continente cargado de esperanza, pero empañado

por el dolor y el sufrimiento no solo de la pobreza, sino también cubierto por una

nube espesa de guerras crueles en algunos países como Colombia, donde este

tipo de situaciones se van aunando quizá por la lucha constante de rebasar la

pobreza, y la falta de oportunidad que obligan a los habitantes a poner en práctica

situaciones donde se termina siendo mayormente alienantes, y destructivas del

ser humano y de su entorno.

Por eso entonces la contemplación cristiana propuesta como liberación, debe

impulsar a una experiencia de “compasión”, que se podría entender como un

sentir pasión por algo muy querido y apreciado que transforma la vida, haciéndola

poner en el sentido amplio de luchar apasionadamente por ello, dando como

resultado un asumir, desde la experiencia espiritual, la situación por la que

atraviesan los hermanos, “La teología de la liberación ha encontrado su cuna en

la confrontación de la fe con la injusticia perpetrada con los pobres”69.

La contemplación surgida desde la espiritualidad latinoamericana, impulsa a

reconocer y a contemplar dentro de la dinámica de la liberación, la manera cómo

surge el reconocimiento del otro, de su esencia como persona, como hijo de Dios

que lo llena de su gran dignidad. Contemplar es también identificar en Cristo, el

rostro doliente de quienes a semejanza de Cristo Jesús también se sienten

abandonados; teniendo como referente la oración que suscita a ejercer un

servicio más allá de las fronteras de la sola contemplación; una acción donde es

necesario estar en una actitud vigilante de frente a muchas realidades que se

transforman en acontecimientos opresores, opacando con ello el brillo de la

libertad emanada de Dios. Por esto es necesario que de la mano de la oración y

la contemplación, surja la acción profética como el acontecimiento finiquitante de

la obra de Dios en el mundo, en la que de paso surjan hermanos y hermanas

capases de vencer el “sistema”; quienes leyendo la misma realidad, se conviertan

en anunciadores y denunciadores de todas aquellas obras que impiden el Reino.

Para ello, el ser del profeta debe ser una experiencia surgida de manera indeleble

desde la misma incursión en la comunidad eclesial, experiencia que se vive

plenamente en el sacramento del bautismo. El considerar la existencia de

características particulares de la profecía injertas en América Latina, es reconocer

69 Leonardo Boff, Como hacer Teología de la Liberación, (Madrid: editorial Paulinas, 1986), 12.

50

también la urgente necesidad que esas características hagan mella en la

sociedad anquilosada latinoamericana.

La verdadera acción profética latinoamericana encuentra fuerza y razón de ser en

el anuncio del mandamiento del amor: “Este es el mandamiento mío: que os

améis los unos a los otros como yo os he amado”. (Jn 15, 12). De esta manera se

puede entender que la carta de presentación del programa del Reino instaurado

por Dios, en la mediación de Jesús, es el amor, así entonces quien se hace

seguidor de Jesús, se convierte en profeta a partir de su experiencia de fe, en el

sentirse liberado e impulsado a contribuir en una tarea y encomendación espacial

debe ser necesariamente portador del mensaje de amor lleno de bondad y

misericordia de Dios que quiere libres a su hijos, “El hombre profético: con lucidez

crítica denuncia los mecanismos creadores de opresión, detecta los intereses

recónditos que se esconden detrás de los proyectos de los grupos dominantes,

anuncia con palabras y hechos el ideal de una sociedad de hermanos y de iguales

y no negocia jamás con la verdad”70.

Dentro las grandes funciones de la profecía, está la de ser y convertirse en

intérprete de la misma liberación, dando paso a la acción ampliamente vinculante

por defender la causa de la justicia que es arrebatada del pueblo. Esta causa se

concatena a una denuncia constante por la situación de opresión acaecida en

distintos instantes de la vida de los hermanos y hermanas menos favorecidos y

empobrecidos. En pocas palabras, el profeta latinoamericano debe tomar como

ejemplo de las acciones proféticas descritas por el Antiguo Testamento y vividas

por el pueblo de Israel, para poder actualizar hoy en la acción profética esa

dimensión de interpretación del tiempo, que Dios regala como una manera de

lucha y de crítica en contra de las “fachadas” aparentemente buenas presentadas

por la sociedad.

La acción profética en América Latina debe testificar con la vida, el acontecer de

Dios quien lo llama y da paso a una realidad novedosa llena de maneras distintas

de pensar, incluida la manera de responder al mundo. Otra de las grandes

funciones del profeta latinoamericano, es de caminar junto a su pueblo, no dejarlo

abandonado en el “desierto” de la vida, en la aridez de un mundo que en muchas

ocasiones se torna agreste e intolerante ante el sufrimiento, y ante la voz del Dios

70 Ibíd., 119.

51

de la vida que clama por la libertad de sus hijos, “El profeta no habla a distancia,

del futuro remoto; dialoga con el pueblo con los reyes del momento”71.

El siguiente apartado describe dos categorías muy importantes que ayudan a

ahondar más en el tema de la Espiritualidad de la Liberación, y como su aporte

progresivo se suma al conjunto de respuestas, en las cuales la espiritualidad

latinoamericana recurre para desentrañar una nueva forma de responder al

mundo con un tema de aparente propiedad de “unos pocos”, y remontado en el

resquicio de lo inalcanzable del mundo cristiano, como lo es tema de la

Espiritualidad de la Liberación.

4. Cruz y Espiritualidad.

La espiritualidad cristiana, tal y como se ha afirmado en repetidas ocasiones, está

profundamente marcada por una experiencia de seguimiento y de encuentro con

Jesús, en el que Él, como Maestro ofrece para el cristiano un modelo a seguir,

ese modelo regala las herramientas necesarias para crear el camino personal de

fidelidad a la terea del seguimiento, en esta experiencia Jesús mismo se hace

ejemplo de fidelidad a su Padre Dios.

La fidelidad de Jesús se desenvolvió en medio de una historia, de

circunstancias concretas, en una sociedad y ante hombres como los de

hoy, marcados por la mentira y el pecado. Por eso la fidelidad de Jesús es

conflictiva y dolorosa: tuvo que llevar el peso del pecado y la fuerza del mal

que se le oponían72.

Ahora bien, el seguimiento de Cristo también implica el cargar con su cruz

diariamente, como una forma de identidad con el programa establecido por el

Maestro, “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: el que quiera seguirme que se

niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga” (Mt. 16, 24).

Para Pedro Casaldáliga, la situación de pobreza extrema a la que sobreviven

miles y miles de personas en América Latina es en sí una experiencia de cruz

colectiva que se agudiza cada vez más; esta pobreza debe ser transformada en

espiritualidad, porque tal y como se vive la realidad de los pueblos

71

Severino Croatto, Liberación y Libertad, pautas hermenéuticas, (Buenos Aires: ediciones Nuevo Mundo, 1973), 74. 72 Segundo Galilea, El Seguimiento de Cristo, (Bogotá: editorial San Pablo, 1993), 74.

52

latinoamericanos, no es el querer del “Padre-Madre Dios”73, esta situación de

pobreza genera frustración, desespero, ante la falta de una salida digna,

transformante del acontecer de la vida de hombres y mujeres que encarnan el

rostro sufriente de Cristo en la Cruz. Por ello la Espiritualidad de la Liberación

evidencia la experiencia cristiana de liberación, convirtiéndose para los pobres y

para quienes asumen su causa como el arma de combate y de erradicación de la

pobreza, “Cuando la pobreza habita en nuestra propia casa, debemos también, en

primer lugar, descubrir sus raíces y sus posibles soluciones”74.

La cruz de Jesús, manifiesta al mundo la acción de Dios que asume y brinda su

mano paternal, a todos aquellos seres humanos abandonados y marginados por

su misma sociedad; no como una experiencia de resignación ante el sufrimiento

impotente, sino como fortalecimiento en una lucha continua y esperanzadora en

contra de su misma situación de “crucifixión”, que es también la experiencia

asumida por Cristo, “La identificación de los oprimidos con la cruz no es su

identificación con el abatimiento de Cristo, sino con su energía resucitante, que

les llama a una tarea”75.

En la cruz, la experiencia de opresión de los que son abandonados, de los

sufrientes, es una experiencia vivida desde el interior del individuo, termina siendo

un acontecimiento que fortalece la vida, dando la fuerza necesaria para vivirla de

una manera nueva, “La Cruz nos hace vivir la condición humana en toda su

crudeza hasta la muerte y en toda su gloria hasta la vida – revelándonos que la

condición humana es también la situación divina”76.

La espiritualidad hace parte del conjunto de experiencias humanas que va de la

mano con el acontecimiento de la cruz. Esta Espiritualidad de la Liberación de la

cual largamente se ha disertado a la luz de la propuesta de Pedro Casaldáliga, es

ese acontecer que surge, proliferándose desde el seno mismo de la espiritualidad

cristiana. Es entonces la identificación total con el Maestro, donde el seguimiento

es clave e identificación de esa experiencia, “El ‘seguimiento’ de Jesús, vivir

según su Espíritu, practicar su propia práctica: ‘La práctica de Jesús’. Con los

rasgos específicos del lugar y del tiempo, cultura e historia, desafíos y

esperanzas, que aquí vivimos como Pueblo y como Iglesia”77.

73

Pedro Casaldáliga y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación, Óp. cit., 212 74

Ídem. 75

Segundo Galilea, El Seguimiento de Cristo. Óp. cit., 76. 76

Raimon Panikkar, De la Mística, experiencia plena de vida, (Barcelona: editorial Herder, 2005), 249. 77 Pedro Casaldáliga, Al Acecho del Reino.p.158 [citado el 19 de noviembre de 2012] (Edición telemática con permiso del autor, por Servicios Koinonia): disponible en http://www.servicioskoinonia.org/pedro/

53

Esta Espiritualidad de la Liberación, adquiere una dimensión cada vez más

identificada con el amor, en que la solidaridad es la expresión más significativa de

ese amor surgido y encarnado en realidades particulares, “La solidaridad entre

nosotros aparecerá como el primer valor exigido para la vida y la supervivencia de

la tierra y de sus habitantes”78.

El hecho de encuentro de una nueva situación para la vida, solo es posible si

existe previamente un proceso de acercamiento y de reconocimiento de una

necesidad de conversión para poder abrir las puertas a una conversión y de paso

a un proceso de santidad.

a. Conversión y Santidad.

Todo el acontecer espiritual dentro del cristianismo, debería estar enmarcado en

un proceso de conversión, “Ella (la conversión) implica una ruptura con la vida

llevada hasta ese momento; es la condición para entrar en el Reino”79. El camino

de la conversión entonces es una experiencia progresiva. En él no se logra el

ideal de conversión de un día para otro. Este acontecimiento puede resultar en

algunos casos particulares como un retroceso, y por tanto termina siendo una

experiencia dolorosa y frustrante para quien la inicia; para ello se debe hacer

claridad en la necesidad apremiante para poder vivir a plenitud el acontecimiento

de la verdadera Espiritualidad de la Liberación.

Ahora es preciso aclarar que al hablar de conversión, es necesario hablar de

pecado, para lo se debe precisar entonces que el estar dentro de la dinámica de

liberación permite descubrir dos líneas, por lo menos, en la experiencia de

Casaldáliga sobre el cual está planteado este trabajo; la primera línea es el

pecado personal, considerado por Pedro Casaldáliga como “El drama de la

historia humana”; y la segunda experiencia apunta al pecado social, quizá está

aquí la principal lucha de la Espiritualidad de la Liberación, es decir cuando todo

se convierte en pobreza, miseria, marginación, falta de vivienda, desempleo, odio,

represión, agresión contra los pobres, así entonces en consonancia con lo

expresado por Casaldáliga “La doctrina católica del ‘pecado original’, puede ser

releída simultáneamente tanto en la dirección personal-individual como en la

78

Ivone Gebara, 10 palabras clave sobre Jesús de Nazaret, (Juan José Tamayo. Director). (Estella Navarra: editorial Verbo Divino, 1999), 188. 79 Gustavo Gutiérrez, Beber en su Propio Pozo, en el itinerario espiritual de un pueblo, Óp. cit., 124.

54

dimensión personal-social”80, por tanto la primera situación de pecado es camino

hacia la dimensión social de pecado.

Por ello para poder vivir una experiencia real de conversión, es necesario que

haya un cambio simultáneo de vida, en el cual la conversión no solo sea personal

sino también social y estructural, para que resulte eficaz y transformante; en esta

experiencia de conversión es necesaria la existencia de un reconocimiento del

pecado para que se dé una verdadera transformación de vida, “Conversión es

positivamente, la producción de relaciones modificadas a todos los niveles de la

realidad personal y social, de tal forma que concretice liberaciones y anticipe el

Reino”81.

Ahora bien, con la conversión se da también la santidad, que resulta de un salir

de sí, en el que todos aquellos que dejan transformar su vida por Dios, salen al

encuentro de los “otros”, para compartirles la buena noticia acontecida en sus

vidas, “no pone su objetivo en alcanzar la perfección propia”, sino que luchan por

la búsqueda de esa santidad también para los hermanos, por lo menos desde la

experiencia encarnada en la Espiritualidad de la Liberación, de manera que es

necesario que haya una identificación con el ser de Dios, “Dios nos creó para que

compartiéramos el gozo de su santidad”82.

De esta experiencia de compartir la santidad de Dios, surge la gran tarea de

anunciar el mensaje propuesto por El mismo Dios a través de Jesucristo

amparado por la acción del Espíritu Santo. Él proceso de conversión conduce al

individuo de una forma extraordinaria a la santidad, que es dada por Dios a ser

humano pero que es propiedad de Él; “Dios que nos amó antes de crearnos y que

nos ama como somos, no busca en nosotros nuestras miserias y tinieblas sino

para purificarlas e iluminarlas”83.

Para Pedro Casaldáliga, la santidad, formada en el corazón de América Latina, es

una santidad política, en ella se arraiga la esperanza, “que sabe superar el

derrotismo de los pobres ante el statu quo”84, esta es la santidad que lucha en

medio de la adversidad por conseguir la “utopía que soñamos”85, es decir busca

superar todos acontecimiento adverso para encontrar en el Reino el proyecto que

Dios ofrece; esta santidad no se limita solo a la eclesialidad católica, es una

80

Pedro Casaldáliga y José María Vigil. Espiritualidad de la Liberación, Óp. cit., 224. 81

Leonardo Boff. Jesucristo y Nuestro Futuro de Liberación, Óp. cit., 29. 82

Segundo Galilea, Los Días de Emaús, (Bogotá: ediciones Paulinas, 1993), 9. 83

Ídem. 84 Pedro Casaldáliga y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación, Óp. cit., 251. 85 Ídem., 251.

55

santidad que reúne a “todos” y a “todas”, aquellos creyentes, quienes piensan

distinto, pero lucha por el mismo ideal que Cristo encarnó, “Es una santidad

ecuménica, que sabe sumar fuerzas con todos los que luchan por esas Causas

mayores”86

86 Ibíd., 249.

56

CAPITULO III

ESPIRITUALIDAD DE LA LIBERACIÓN, RETOS Y PROPUESTAS PARA LA

TEOLOGÍA LATINOAMERICANA HOY. Señor que nos distes en tu pasión y resurrección

La prenda de nuestra redención eterna,

Haz que comprendamos que tu Reino ya está entre nosotros, Siempre que amemos como tú nos amas87

.

1. Espiritualidad, liberación, y seguimiento de Jesús a la luz de los nuevos

tiempos.

La Espiritualidad, entonces apunta siempre a definir el acontecer más profundo de

la persona; en el caso particular de la Espiritualidad de la Liberación, este se

encuentra vivenciado en una experiencia muy al interno de cada individuo, que

acontece en lo profundo del ser humano y que tiene como telón de fondo las

grandes motivaciones que inspiran y guían al individuo a un proceso de

crecimiento y de desarrollo de la vida, que se fortalece en Cristo como centro y

acontecimiento del día a día.

El marco de desarrollo de la Espiritualidad en la misma teología de la liberación en

América Latina, está enquistada en la multiplicidad espiritual nacida y parida, en

las tradiciones ancestrales de los antepasados que habitaron estos territorios,

“Espiritualidad es más bien el espíritu con que se afronta lo real, la historia en que

vivimos con toda su complejidad”88. Así entonces, el desarrollo espiritual de

América Latina, no es el simple resultado de una pululación desaforada de

espiritualidades, sino es una dinámica que evoluciona y se fundamenta en el

acontecer real de los pueblos, razón por la cual la misma teología de la liberación

ha considerado como esencial su inclusión dentro del mismo desarrollo del

aparato liberador de la teología.

Esta experiencia liberadora latinoamericana, representa también un descubrir en

la auténtica oración del cristiano latinoamericano. El espacio de desarrollo amplio

de su mismo proceso espiritual, encontrando eco en el hecho mismo de sentirse

comprometido además en lo que se podría llamar como la revolución surgida, en

87

Gerardo Jaramillo González, El Obispo de los Pobres, una biografía de Monseñor Gerardo Valencia Cano. (Medellín: Misioneros de Yarumal, 2008), 216. 88 Ignacio Ellacuría, y Jon Sobrino. Mysterium Liberationis, Conceptos fundamentales de la teología de la liberación, II, (Madrid: editorial Trotta, 1990) ,453.

57

primer momento en la espiritualidad, el cristiano latinoamericano también

encuentra en la oración profunda, en el encuentro con Dios, el impulso necesario

para avanzar en el camino de la liberación, “La liberación auténtica será obra del

oprimido mismo, en él el Señor salva la historia”89.

Se podría hablar de la existencia de un punto de unión entre la espiritualidad, la

liberación y el seguimiento de Jesús; identificado de paso en la espiritualidad

latinoamericana el desarrollo programático de la propuesta hecha por el mismo

Jesús, uniendo el seguimiento de Jesús con la espiritualidad cristiana de la

liberación, ya que esa experiencia hace de hombres y mujeres sedientos del Dios

que libera, a sentirse identificados con la mismas lucha liberadora emprendida por

Jesús en su tiempo e historia, y que pasó a las futuras generaciones como un

legado espiritual y de fe.

Si se habla de nuevos tiempos, indica que hay una identificación con el acontecer

actual de la vida de los cristianos y cristinas latinoamericanos, unas nuevas formas

en el descubrir en la acción evolutiva quizá un tano maratónica de cambio rápido

y vertiginoso en torno al mundo, que invita a seguir respondiendo a la realidad de

la pobreza, la lucha por un mundo más justo, equilibrado; un mundo en donde

cada vez se hacen necesarias las acciones de personas identificadas con la

voluntad liberadora de Dios, para ello es necesario gritar a voces, declarándose de

paso en pie de lucha contra el desequilibrio planetario; esta tarea no puede tener

mejor espacio de incubación que una verdadera Espiritualidad de la Liberación,

donde la contemplación y la mística adquieren personificación, abajamiento en

una búsqueda constante de la justicia que Dios nos da.

La Espiritualidad de la Liberación es una espiritualidad para todos. No

es sólo para supuestos profesionales de la espiritualidad. Es para el

cristiano o la cristiana sin adjetivos, antes y durante cualquier

concreción de estado, de carisma o de ministerio: porque se centra en

‘la vocación cristiana’90.

La Espiritualidad nacida en América Latina, se propone como una reflexión

inspirada aquí mismo en el corazón de esta amada tierra latinoamericana, y a su

vez reconocer que esa espiritualidad ha visto la luz desde un acontecer difícil

quizá para muchos, por esta razón está llena de retos, identificados con hechos

que se esperanza para el mismo continente, esta espiritualidad se actualiza con el

acontecer significativo del día a día, en el ejercicio místico y contemplativo,

89 Gustavo Gutiérrez, Teología de la Liberación, Perspectivas, Óp. cit., 259. 90 Pedro Casaldáliga, y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación, Óp. cit., 278.

58

ubicando al individuo en el horizonte mismo de los marginados, excluidos y

desposeídos; pero que para la Espiritualidad de la Liberación los “pequeños” se

transforman en protagonistas haciéndose sujetos de una sociedad nueva y por

tanto de una Iglesia nueva; aquella que es transformada por el Espíritu de Jesús,

es decir el Espíritu identificado con quien acoge en su corazón la Espiritualidad de

la Liberación.

En América latina, la teología de la liberación ha estado muy atenta a la

espiritualidad y su quehacer ha estado transido de un determinado

espíritu desde el principio. Pero no tanto por una decisión voluntarista,

sino porque pretende recoger y ser respuesta a la realidad histórica y

eclesial con sus clamores y esperanzas reales91.

El seguir a Jesús, es categorialmente hacer transformación de la vida de quien se

hace seguidor, convirtiéndose de paso en un practicante asiduo de la obra del

Maestro, que se evidencia en la vida del practicante como un estado apasionante

de lucha por la vida; por un querer estar siempre en sintonía con la Buena Noticia

anunciada en los Evangelios, y haciendo posible que esa Buena Noticia lo sea

también para “los más pequeños” del Reino; esta idea adquiere fuerza y razón,

cuando no es solo experimentada en el quehacer diario de la vida de los cristianos

y cristianas, sino cuando ese acontecer se hace un elementos esencial de la vida

que se hace esperanza, una vida que además testifica con las acciones y

experiencias de novedad el acontecimiento de la resurrección de Jesús, para

profundizar al respecto proponemos el siguiente apartado.

a) Esperanza y Resurrección.

Es preciso retomar la razón fundamental sobre la que la Espiritualidad de la

Liberación ha montado su experiencia; ubicando como primera fuente al Jesús

histórico. Este acontecimiento que ha significado también el arraigo de una fe

profunda en donde Jesús ha pasado de la muerte a la vida a través de su

resurrección, porque su Padre Dios así lo dispuso y porque su obra se transformó

en la más grande prueba de su amor profundo a los hermanos y hermanas.

La experiencia de encontrar en la resurrección del Maestro. La clave de nuestra

propia resurrección se convierte también para el ser humano en un momento de

espera futura, y garantía fundamentada en la lucha que como miembros de un

91 Ignacio Ellacuría, y Jon Sobrino. Mysterium Liberationis, Óp. cit., 451.

59

colectivo trabajan no solo por su propio bienestar sino también por el de los

hermanos y hermanas que encuentran en Cristo su esperanza, su resurrección

como meta ultima de un acontecimiento ulterior.

La resurrección representa también para el ser humano una conexión con la vida

de Jesús, que fue una vida liberadora; “La resurrección del Crucificado muestra:

que morir así como Jesús murió por los demás y por Dios no es sin sentido”92.

Este acontecer se convierte también para aquellos que mueren en una constante

lucha por la justicia, y aquí América Latina ha sido testiga silenciosa del

derramamiento de su sangre, eso que resultan víctimas de ese sistema destructivo

de humanidad encuentran en Jesús el fin y la esperanza quizás nunca perdida

porque avizoraron en la utopía de la libertad una manera distinta del acontecer de

Dios en estas tierras.

La liberación hoy sigue siendo tan actual y cada vez más necesaria, en la medida

que el dolor y el sin sentido de la vida se apodera cada vez más de miles y miles

de hermanos latinoamericanos, quienes no ven más que un panorama oscuro

sumido en un ambiente donde la esperanza se torna agridulce, y en los cuales los

cinturones de miseria cada vez son engrosados por millones de personas que no

encuentran en las grandes ciudades, ni en los campos un lugar digno donde

sentirse liberados, esperanzados, y responder con entera libertad al llamado de

Dios a participar de la tarea de ser cristianos plenamente libres.

Pero ese aparente sin sentido, implica que la lucha no es fácil. El esfuerzo es

fatigoso y quizá desventurado, pero esa terea esperanzada debe traducirse en

unas buenas actitudes, en una práctica constate de verdaderos actos, a nivel

personal y comunitario, teniendo su punto de partida en la oración y de manera

integral se extiendan al acontecer de la vida diaria; “Jesucristo es irreductible y al

mismo tiempo no reduce a nadie. Solamente la autosuficiencia orgullosa se cierra

a su acción salvífica. Y solamente en la libertad asumida El salva y plenifica al

hombre”93.

La esperanza y la resurrección representa también para el ser humano, no solo el

cruzar el umbral del más allá; también es una experiencia nueva que transforma el

aquí, y el ahora, dejándose alentar por el mismo Espíritu de Jesús, el hacerse

solidario con quien no encuentra solidaridad va apuntando a nuevas experiencias

92

Leonardo Boff, Jesucristo y Nuestro Futuro de Liberación, Óp. cit., 32. 93

Pedro Casaldáliga, En Rebelde Fidelidad. Diario de 1977/1983. [citado el 26 de noviembre de 2012] (Biblioteca Servicios Koinonia): disponible en http://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/bibliodatos1.html?CASALD

60

y cambios, “Ser cristianos hoy en nuestra América Latina, donde el Espíritu y la

Sangre apremian, sólo puede ser empeñarse apasionadamente en ser de verdad,

libremente, ante el escándalo del mundo y de la Iglesia, hombres nuevos, en una

Iglesia nueva, para el mundo nuevo”94. Por ello la vivencia de una autentica

Espiritualidad de la Liberación, exige un compromiso real, solidario que pretende

siempre la novedad del acontecer de la vida, donde se derrumbe la vieja

estructura de lo social, político, religioso, es decir aquellos acontecimientos sobre

los que Jesús se opuso en su tiempo y en su historia; y que hoy aquí él sigue

alentando para poder derribar esas fronteras invisibles en las que muchas

ocasiones solo son percibidas desde un corazón verdaderamente transformado y

solidario, identificado siempre con el plan de Dios.

b) El espíritu del ecumenismo, en la misión y el dialogo cristiano.

Sentir que Dios es el Dios de todos, es una de las tareas propuesta por la

Espiritualidad de la liberación “Dios que actúa y salva en todo el universo”, de

acuerdo con el planteamiento de Pedro Casaldáliga la misma experiencia que

hace evidente el Nuevo Testamento donde “se rompen los muros del Dios

‘judío’”95, para dar paso al Dios universal.

Hoy sentimos más fácilmente que él está presente en todos los pueblos,

mucho antes de la llegada explicita del evangelio, porque el Dios

Trinidad es el primer misionero y él está presente en el corazón de cada

cultura, que es un destello de su luz96.

Dentro del proceso de dialogo, y de encuentro con el “otro”, existe una misión

importante para el cristiano, donde se hace necesario el identificarse plenamente

con la lucha de Jesús. Esta misión se hace evidente también en la vivencia del

Reino anunciado e instaurado por mismo Jesús, estableciéndose así una escuela

en donde el dialogo y el encuentro se hace imperativos, porque la dinámica del

Reino vuelca sobre la humanidad paz, justicia, transformación, haciendo de

quienes se inscriben en esta escuela actuar con espíritu de libertad y encuentro.

Cuando se habla de encuentro, este se da en los caminos trazados por Dios, con

aquellos que por su raza o credo piensa distinto, pero a la vez se identifican con la

94

Pedro Casaldáliga. Al acecho del Reino, Óp. cit.,143 95 Pedro Casaldáliga, y José María Vigil. Espiritualidad de la Liberación. Óp. cit., 233 96Ibíd., 234.

61

libertad regalada por Dios, no solo a unos cuantos sino a todos quienes libremente

opten por seguirlo, por poseer la riqueza conferida por él a todos aquellos que lo

reconocen como Padre.

Dentro de todo el andamiaje sobre el que gira el espíritu ecuménico, el diálogo es

clave para cualquier proceso de acercamiento, de manera que no es posible uno

sin el otro, “El dialogo es una necesidad para el ser humano”97.

El identificarse con la experiencia del Reino debe hacer surgir entonces un

marcado interés, no por crear fisuras y rompimientos innecesarios, sino por una

lucha mancomunada en favor de la paz, y por la vida cobijada en la justicia, el

amor, esta experiencia solo es posible si de ante mano existe un dialogo real con

el “otro”; porque no tendría sentido cuando las experiencias religiosas buscan y

encuentran respuestas en Dios, se conviertan en escenarios de luchas, de guerras

que están en contra de la búsqueda constante del mundo que clama por la

convivencia pacífica y solidaria de las naciones, “El dialogo auténtico empieza

poniendo sinceramente en cuestión todas mis certezas, porque me he dado

cuenta, por una parte, de que soy recipiente frágil, y, por otra, de que en este

mundo hay otros recipientes cuyo contenido a duras penas puedo imaginar”98.

Pedro Casaldáliga, ratifica que dentro del diálogo, y el encuentro en el espíritu

ecuménico, se apunta siempre al Reino como un acontecimiento que se hace

compartido con todos, no sucede lo mismo con el cristianismo porque no todos

quieren estar inscritos en el, ni todos comparten el hecho de pertenecer a la

Iglesia cristiana.

Quizás se hace necesario retornar al planteamiento inicial, El espíritu del

ecumenismo, en la misión y el dialogo cristiano, adquiere vital importancia en la

medida que los cristianos puedan encontrar una capacidad extraordinaria para

contemplar a Dios en la historia, en la vida, en los procesos de identificación con la

lucha de los pobres para lo que quizás no sea necesario estar circunscrito con una

religión determinada, “Actitud inseparable del diálogo es la tolerancia, que no debe

entenderse en el sentido pasivo y resignado de aguantar, soportar o consentir,

sino activamente, como capacidad de relacionarse y convivir con personas y

97

Raimon Panikkar. El diálogo indispensable, paz entre las religiones, (Barcelona: ediciones Península, 2003), 29. 98 Ibíd., 44.

62

grupos humanos pertenecientes a tradiciones culturales, religiosas y espirituales

distintas de las nuestras”99.

Esta experiencia de diálogo también hace posible responder desde la experiencia

que el apóstol Pablo escribe a la comunidad de Timoteo (1 Tim 2,4), “Dios quiere

que todos se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad”.

Otra razón importante del dialogo ecuménico, es el estar con los oídos y el

corazón puestos en nuestra espiritualidad, como un medio de encuentro con el

“otro”, esta acciones permiten apuntar siempre hacia los caminos de la libertad,

descubriendo entonces como: “Nuestra espiritualidad provoca un nuevo modelo y

una nueva praxis de evangelización, una nueva actitud apostólica”100, enarbolando

las nuevas banderas de la evangelización y haciendo posible, entonces el poder

hablar ya de evangelización con el ecumenismo como parte de su estructura.

La nueva evangelización no va a imponer el cristianismo, ni va a

satanizar las religiones no cristianas, ni va a abrirse a las llamadas

‘grades religiones’, sino también a las supuestas ‘pequeñas

religiones’ de minorías indígenas, y entablará dialogo con cualquier

pueblo, cualquier cultura y cualquier religión, para enriquecerse

mutuamente y en el espíritu de libertad y respeto la libertad que

hemos conocido en Cristo Jesús101.

Finalmente este aparatado no quiere reflejar sino un ambiente encaminado

siempre por las vías del dialogo, del encuentro, donde el papel de los cristianos

no sea el de punto de quiebre sino de unión, haciéndose espacio de crecimiento

en el sentido amplio construcción del Reino, donde la mayor pretensión no es el

ser instrumentos proselitista, sino el de caminar juntos para llevar la ‘Buena

Noticia’ a los pobres, a aquellos separados y marginados de los intereses del Dios

que nos hace libres.

El sentirse liberados hace posible dar paso a la experiencia de la eclesiología

entrañada en Latinoamérica, como un acontecimiento que embarga un gran

sentido espiritual, por ello el siguiente apartado refleja en su contenido la manera

como la Teología Latinoamericana busca hacer un acercamiento a lo

eclesiológico, teniendo como referente la causa e intrepidez de Jesús.

99

Juan José Tamayo, Razones para el Diálogo Interreligioso, 8 [citado el 26 de noviembre de 2012], disponible en: www.encuentros-multidisciplinares.org/Revistanº19/Juan%20José... · archivo de PDF 100 Cf. Pedro Casaldáliga, y José María Vigil. Espiritualidad de la Liberación. Óp. cit. 239. 101 Ibíd., 240.

63

2. Espiritualidad de la Liberación, un acercamiento desde la realidad eclesial

latinoamericana.

La Espiritualidad de la Liberación, representa para el mundo actual un espacio de búsqueda y de encuentro con la causa de Jesús; específicamente para la Iglesia Latinoamericana representa particularmente características muy propias que de ninguna manera la hacen desconectada de la Iglesia universal, “La Iglesia en América Latina es un cuerpo vivo, procesual, dinámico. La Iglesia es un cuerpo para la misión, aferrada a su Maestro, la Iglesia está llamada para ser enviada, su carácter discipular y apostólico la hace misionera, enviada por Jesucristo a dar vida, he ahí su carácter salvífico”102.

El carácter fundante de esta Iglesia particular hace de ella portadora de una espiritualidad forjada desde el corazón de esta tierra. Una de las grandes líneas y miradas a las que apunta Pedro Casaldáliga dentro de su propuesta espiritual, es la idea establecida por el concilio Vaticano II, de apuntar al desarrollo de una Iglesia siempre forjada en la misma experiencia de ser pueblo de Dios, “La nueva eclesiología del Vaticano II... implica un ´giro copernicano´ respecto a la eclesiología anterior, en cuento que se pone como punto de partida el Pueblo de Dios, el ser cristiano, la igualdad fundamental, y no la jerarquía”103

Dejando atrás una Iglesia anquilosada y dando paso a una nueva experiencia en

la que todos los bautizados son fichas fundamentales en la construcción de la

estructura eclesial, “Con el Vaticano II nosotros entendemos la Iglesia

fundamentalmente como una comunidad de iguales, de creyentes, de seguidores

de Jesús”104. El acontecimiento de Cristo manifestado en las pequeñas

comunidades, reunidas para celebrar su fe, para escuchar el mensaje de la

Palabra de Dios, que a pesar que este marco celebrativo en muchas

oportunidades se suman elementos tan constantes como la pobreza, el

abandono, siempre ese acontecer celebrativo y liberador está presidido por Jesús

que se hace presente, caminando con quienes lo invocan con corazón verdadero.

Estas Iglesias que afloran desde la fe como experiencia congregante dando paso,

a una relación de igualdad, en ellas las clases sociales son derribadas por la

vivencia de la comunión y la fraternidad.

102

Víctor M. Martínez Morales, “De Medellín a Aparecida una mirada a Nuestra Iglesia hoy en América Latina”. [citado el 24 de enero de 2013], disponible en: http://www.javeriana.edu.co/Facultades/Teologia/posgrado_diplomados/archivos_pdf/Congreso_08/26.pdf 103 Pedro Casaldáliga, y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación. Óp. cit., 255 104 Ibíd., 256.

64

Ahora bien la Espiritualidad de la Liberación, apunta a hacer evidente que la

Iglesia de Jesús, deberá ser la Iglesia de los pobres, “Los pobres siguen siendo la

gran reserva de la esperanza y de la espiritualidad humana”105configurando así

una lucha donde los pobres se hacen protagonistas de ella; es preciso aclarar que

no podría existir ningún tipo de oposición entre la Iglesia surgida en la realidad de

los pobres y la Iglesia guiada desde la jerarquía, “La comunidad eclesial,

siguiendo los ejemplos y enseñanzas de Jesús, se preocupa especialmente de los

miembros más débiles del Cuerpo de Cristo: los pobres, pequeños, sencillos,

atribulados, marginados. La iglesia debe ser la Iglesia de los pobres”106.

Esta Iglesia de los pobres surgida en Latino América, busca responder desde la

misma conflictividad presente en el ambiente donde se desarrolla, haciendo de

esa realidad el medio de lectura necesario para poder responder con prontitud. La

identificación de Iglesia Latinoamericana con los pobres, convirtiéndose en una

acción providente, en medio de un continente donde la mayor parte de la

población está sumida en la pobreza, “Los pobres constituyen la mayor parte del

mundo de hoy, y en concreto del Tercer mundo, al cual pertenece América

latina”107.

El siguiente aparatado ratifica de alguna manera las acciones ya expresada aquí,

dando paso a un cumulo de ideas que refuerzan la respuesta al ser humano

hecha y revelada en la transformación establecida por la misma espiritualidad.

El camino de la Espiritualidad, no está construido, es un espacio que se construye

en lo inédito de la vida en el encuentro la libertad dada por la vivencia del

evangelio, haciendo camino en y por los pobres, para desde ellos mostrarles el

camino hacia la justicia del Reino, por ello la Espiritualidad de la Liberación debe

ser una respuesta y una acción que ayude al hombre a su liberación.

105

Jon Sobrino, Fuera de los Pobres no Hay salvación, pequeños ensayos utópico – proféticos, (Madrid: editorial Trotta, 2007), 105. 106

Víctor Codina. ¿Qué es la Iglesia?, [citado el 24 de enero de 2013], disponible en: http://www.servicioskoinonia.org/biblioteca/bibliodatos1.html?teol01 107 Víctor Codina, Para Comprender la Eclesiología desde América Latina. (Estella Navarra: editorial Verbo Divino, 1994), 12.

65

3. Una respuesta al Ser Humano desde la Acción liberadora de la

Espiritualidad.

La Espiritualidad de la Liberación revela desde su acción misma la esperanza que

se va haciendo cada vez más liberadora, bajo el acontecimiento del encuentro

personal y comunitario con Dios; experiencia que surge como el elemento vital

del acontecer de miles y miles, de hombre y mujeres que se dan a la tarea de

redescubrir en medio del dolor una mirada más profunda a su experiencia de fe.

No es una vulgarización de una espiritualidad nacida en una orden o

congregación religiosa. No nace a partir de la experiencia privilegiada

de un fundador genial, sino de la práctica simultánea de miles de

cristianos comprometidos que viven en regiones muy distantes pero en

condiciones históricas semejantes108.

La Espiritualidad de la Liberación está marcada por una forma sencilla de

crecimiento, identificada por el ideal del quehacer de los pequeños gestos que se

aúnan a los grandes asuntos de la liberación.

Para Pedro Casaldáliga, la razón más promisoria de la Espiritualidad de la

Liberación, es como la oración adquiere una relación profunda con Dios en la

cotidianidad, donde no se puede desfallecer, y progresivamente se va dando un

compromiso arraigado en lo profundo de la espiritualidad, con los pobres y

abandonados del mundo.

Las acciones de Dios en medio de la humanidad, exigen más abiertamente un

proceso de apertura, y liberación frente a la necesidad y al clamor de la gente,

que apunta a una ruptura con los proceso nocivos y empobrecedores de los

gobiernos y de los sistemas sociales perversos, esto implica estar siempre en una

constante acción de servicio, en donde se luche por un espacio en el que se

pueda vivir bien, buscando siempre que el Reino surja como el espacio vital en

este mundo, “El pasado ya se acabó, el futuro no ha llegado: el presente es

nuestra mejor oportunidad, nuestro kairós. Solo podemos ser eternos a partir de lo

cotidiano”109.

El acontecimiento de lo cotidiano de la Espiritualidad de la Liberación, conduce a

continuar con una tarea de recorrer el camino de la vida donde Jesús se revela

108

Ignacio Ellacuría, Jon Sobrino, Mysterium Liberationis, conceptos fundamentales de Teología de la Liberación. Tomo I, (Madrid: editorial Trotta, 1990), 641. 109 Pedro Casaldáliga, y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación. Óp. cit., 266.

66

como el punto de enlace entre el Reino que se fortalece aquí con las acciones

progresiva de los seres humanos y su presentación como esperanza pascual, o

punto de unión con el hecho de unos “cielos nuevos y una tierra nueva”110.

a) Jesús esperanza pascual, en “los cielos nuevos y la tierra nueva”.

El acontecer de la resurrección es el resultado de la mayor prueba de amor

expresada por Jesús. Aquí Él se muestra como el Señor de la Resurrección y de

la Vida, y de paso sella para la humanidad creyente la razón última de la

esperanza del ser humano, por ella finalmente se trabaja, “La fe cristiana es

específicamente fe en la resurrección de Cristo y de todos”111. En ella, llega el

momento de participar de la transformación total todo aquello que hasta ese

momento ha sido el espacio vital, para iniciar una participación en los “Cielos

nuevos, y la tierra nueva”112.

La esperanza puesta en un acontecimiento total de cambio y transformación de la

realidad implica un estar en un proceso de desinstalación. Para teólogos como

Gustavo Gutiérrez, la esperanza se hace acción liberadora de Cristo, que está en

el corazón del fluir histórico de la humanidad y no de manera marginal en la vida

del ser humano113.

En la Espiritualidad de la Liberación existe una amplia conexión entre el creer

ampliamente en la vida, y el futuro de la misma historia, este amplio panorama

conduce entonces a asumir una acción revolucionaria desde la resurrección de

Cristo, proceso introductorio a nuestra resurrección, y lo que P. Casaldáliga

considera como la planificación escatológica como pueblo de Dios.

A manera de conclusión de este apartado se puede afirmar que más allá de una

lucha constante en contra de toda desolación y abandono, se puede decir que la

esperanza cristiana, debería ser entendida como promesa, como espera, por ello

la transformación del escenario latinoamericano, tiene sabor a tierra manchada

de sangre; aflora el ideal de ser la “tierra prometida”, transformándose así en el

“Continente de la esperanza”, como el continente donde se lucha para dar razón

110

José Antonio de Aldama, Conversaciones de Toledo (Junio de 1973), Teología de la Liberación. Óp. cit., 219. 111

Pedro Casaldáliga, y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación. Óp. cit. 269. 112

José Antonio de Aldama, Conversaciones de Toledo (Junio de 1973), Teología de la Liberación. Óp. cit. 219. 113 Cf. Gustavo Gutiérrez, Teología de la Liberación Perspectivas, 216.

67

de esa espera, para “traducirse en actitudes, prácticas y actos diarios, personales

y comunitarios, en la familia y en el trabajo, en la oración y en la política, en la

lucha y en la fiesta”114.

Ya en las palabras finales de este trabajo, no es posible dejar de lado la figura de

la Virgen María, en el caminar histórico y el acontecer del diario vivir de la

Espiritualidad de la Liberación. Por ello se dedican unos renglones a tratar de

mostrar en líneas muy generales lo importante que resulta el recurrir a María

como modelo dentro de la experiencia espiritual latinoamericana.

b) El magníficat, como expresión de la Espiritualidad de la Liberación.

La experiencia de alegría expresada y condensada por el Magnifica refleja el

reconocimiento profundo de María que desde su corazón desbordado expresa a

viva voz que Dios es principio y fin de las cosas, “María ha sido la primera en

escuchar y acoger la alegre noticia de la irrupción del Reino de Dios anunciado

por los profetas para los tiempos mesiánicos (….) es la primera evangelizada y la

primera evangelizadora”115.

El reconocer a María como la “comadre”, en América Latina, es reconocer que

existe una amplia apropiación del acontecimiento de María, como mujer capaz de

vencer los obstáculos para hacerse portadora de la Buena Noticia en esta

América nuestra, cargada de gran riqueza espiritual. De este acontecimiento da

cuanta las grandes celebraciones marianas llenas de fe, y cargadas de abundante

sabor de tradición religiosa, amparada por el cumulo de historia que se resinifica

día a día en torno al continente.

Quizás y sin temor a equivocaciones, el mayor centro de irradiación mariano

presente en América Latina es el de la célebre “Morena de América”, en México,

en la que María adquiere, para esta tierra, el nombre de Guadalupe; ahí, en el

acontecimiento guadalupano, María se enraíza con su pueblo, adquiriendo

también con su aparición los rostros autóctonos de un acontecimiento que recorre

el continente, ella porta en sus brazos una nueva manera de hacer vida el

evangelio; “El sorprendente misterio de la vida de María no es más que su

114

Pedro Casaldáliga, y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación. Óp. cit. 270. 115 Mario Leonardo Peresson Tonelli, “La Mariología desde la realidad Histórica y social de América Latina: Continente de frustración y esperanza”, Revista de Facultad de Filosofía y Teología, Vol. 2 (Abril de 2007): 58.

68

aceptación plena e incondicional del amor de Dios; de allí que lo más bello de la

existencia de María es su fe, (…) su fidelidad al proyecto de Dios para con ella”116.

El soñar con la libertad, y encontrar un eco de esperanza en nuestro diario

caminar, es también soñar con una vida llena de dignidad, llena de alegría festiva,

es cantar con María el Magníficat de la vida, es proclamar las grandezas de Dios

en el pueblo, por ello a continuación aunamos nuestras voces, al espíritu

enamorado del gran poeta, el obispo que ha caminado con los pobres en las

selvas brasileñas de Mato Grosso:

Señora de la Esperanza, porque diste a la luz la Vida. Señora de la

Esperanza, porque viviste la Muerte. Señora de la Esperanza, porque

creíste en la Pascua, porque palpaste la Pascua, porque comiste la

Pascua, porque moriste en la Pascua, porque eres Pascua en la

Pascua117.

La Virgen María, juega un papel importante dentro del afianzar espiritual de los

pueblos, abriendo de paso las puertas a la posibilidad de una gran espiritualidad;

esto es posible cuando se hace opción por María, como mediadora el proceso de

fe de cada creyente. María que respondió con prontitud a la Gracia de Dios,

corriendo presurosa a la propuesta que Él le hace, y que el Espíritu Santo

confirma; María que responde desde el Magníficat a la acción de Dios, es también

lo que se podría interpretar como el misterio de Dios en María; ella acepta libre e

incondicional la propuesta del Padre.

En conclusión se puede decir entonces, que al interior del mismo se ha

condensado una reflexión lucida, sucinta y serena del pensamiento de la

propuesta teológica pastoral del Obispo Pedro Casaldáliga, quien en el ejercicio

de su ministerio descubrió la necesidad imperante de hacer de la Espiritualidad, el

espacio más vital por el que se debe luchar, vivir y morir.

116

Álvaro Mejía Góez, “María Bajo Secuestro, María no Necesita de Nuestras Mentiras para Ser Grande”, Revista de Facultad de Filosofía y Teología. Óp. cit. 174. 117 Pedro Casaldáliga, “Llena de Dios, y Tan Nuestra, Antología Mariana”, [citado el 24 de enero de 2013], disponible en: http://www.servicioskoinonia.org/Casaldaliga/

69

Conclusión

Finalmente, este trabajo busca reconocer en la propuesta de Pedro Casaldáliga.

Un aporte hecho desde la Espiritualidad de la Liberación como elemento esencial

en la construcción de la Teología Latinoamericana, y la lucha que esta ha

establecido a lo largo de su existencia; en la transformación estructural de los

pueblos de América Latina y del el Caribe.

De esta manera entonces, se puede decir que, la trasformación, de una realidad

alienante del individuo y de su entorno, solo se puede lograr más plenamente

cuando se posee un marcado interés por descubrir en la profundidad del ser

humano, y cuando se hace “opción por los pobres”118, teniendo como fundamento

inicial la opción fundamental por Jesús de Nazaret. Miles de ejemplos de vida

quizás pululan en las entrañas de esta tierra latinoamericana; pero en

significación a lo anterior se ha tomado el caso particular de monseñor Pedro

Casaldáliga, quien desde su experiencia personal, y comunitaria, nos sirve de

guía para desvelar el aporte de la Espiritualidad de la Liberación en torno al

mismo continente; y como el “gran pastor de los pobres de Mato Grosso”, quien

con la libertad que el Espíritu descentró en él, sintió de Dios una respuesta

volcada sobre la realidad que lo hizo salir de su “curia”119, para ir a la “misión”.

Esta misión es encomendada por el mismo Cristo en su palabra “Vayan, pues, y

hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del

Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he

encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la

historia”. (Mt 28,19). El gran mandato misionero del Señor, implica seguir a Jesús

en torno a la realidad de este continente donde se mescla la razón y el ser del

indio, mestizo, negro y mulato en un solo querer, en una lucha constante por

encontrar en Él, en el Dios de la Vida, la razón suficiente para arrasar de este

suelo, toda maldad, toda división destructora de las bondades del Reino

instaurado por Cristo.

Dios Vivo se muestra en esta vasta pluralidad de cultura, fe, y gracias. Se vive a

plenitud la Espiritualidad de la Liberación, la misma espiritualidad de Jesús de

Nazaret, “Jesús nos habla del Padre, el lenguaje acerca de Dios alcanza en él su

máxima expresión. El Hijo de Dios nos enseñó que el hablar sobre Dios debe

118

Jon Sobrino, Fuera de los Pobres no Hay salvación, pequeños ensayos utópico – proféticos. Óp. cit. 40. 119 Del poema “Pregunta para subir y bajar el Monte Carmelo, dedicado por Pedro Casaldáliga, a Gustavo Gutiérrez. Cf. Pedro Casaldáliga, y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación. p.11.

70

pasar por la experiencia de la cruz. Jesús encuentra el desamparo y la muerte

justamente porque revela a Dios como amor”120.

La Espiritualidad de la Liberación, quiere ser un espacio que ilumina todas las

realidades sociales, políticas y económicas, “Dios atrae hacia sí a la historia,

sumergiéndose en los horrores de esa historia” 121 , en la que la luz de la fe

permita avizorar la manera como Dios se dona en vida abundante, y en amor

profundo para su pueblo, manifestando de paso su acción trinitaria para ser

ejemplo de comunidad, de convivencia y de fundación de nuevas formas de vida

unidas en su verdad.

Dentro de esta Espiritualidad existen una serie de elementos que se podrían

llamar de acción lineal, surgidos de una verdadera forma de vida en donde se

asume el gran proyecto de Jesús, en su tarea liberadora; la primera línea apunta

a un reconocimiento profundo de la Espiritualidad de la Liberación como

verdadera Espiritualidad, en donde la conciencia asume desde lo más profundo

del ser, alentado las motivaciones más viscerales, que fortalecen no solo a la

persona en singular sino a la pluralidad es decir la familia y la comunidad en el

diario vivir. La segunda línea apunta a comprender como el Reino de Dios, se

hace centro y fundamento de la predicación de Jesús “Después que Juan fue

encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,

diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado;

arrepentíos, y creed en el evangelio” (Mar. 1,14 - 15). Dentro de los propósitos

entonces de la Espiritualidad de la Liberación está el desestructurar sociedades

que se cierran en sí mismas, y que evitan a toda costa la Instauración del Reino

de Dios. La Espiritualidad de la Liberación se labra poco a poco, en la experiencia

del Reino, donde se descubre y se revela la causa de Jesús, lo que Él vivió en

plenitud, aquello por lo cual luchó Él; es decir contra toda opresión, alienación, por

lo cual Él murió y resucitó. En esta Espiritualidad se lucha igualmente por un

mundo despojado de cualquier cerrazón, de un mundo abrumado por el poder

dominante, que está en contra de toda libertad.

Esta Espiritualidad lucha por lo esencial, la liberación de los pobres. Está en

constante defensa de la vida, en donde impere la justicia, paz, libertad; lucha

contra lo opresivo, todo aquello que desedifica, y destruye la vida, lo que es vital,

lo hecho sustrato del mundo y del entorno medioambiental.

120

Gustavo Gutiérrez, Hablar de Dios desde el Sufrimiento del Inocente, (Salamanca: editorial Sígueme, 1995), 176. 121 Jon Sobrino. Liberación con Espíritu, apuntes para una nueva espiritualidad. Óp. cit. 260.

71

La Espiritualidad de la Liberación está diseñada para todos. No es exclusiva de

unos pocos, no está llena de esquemas rígidos de difícil comprensión y

asimilación. Ella en sí es parte de la vocación de cada cristiano, es radícula de la

profundidad del ser humano. Tiene como punto de partida siempre la realidad,

haciendo de ella una interpretación de la mejor manera posible; por eso se puede

decir que la Espiritualidad de la Liberación tiene como punto de partida la realidad

del mundo, buscando actuar y transformarlo en un espacio donde sea posible la

vida. Esa Espiritualidad de la Liberación, se hace punto de unión entre el actuar

de Dios en el mundo y la respuesta del ser humano ante esa acción de Dios. La

Espiritualidad de la Liberación, se asume en los afanes que cada día carga sobre

los hombros de los individuos, basándose en el método del conocimiento e

interpretación del mundo, de sus aportes diarios, de sus luchas y avatares del día

a día. La Espiritualidad de la Liberación, al igual que la misma Teología

Latinoamericana, es hija de esta tierra, nacida aquí, con elementos tomados y

asumidos desde América Latina.

El gran reto de la Espiritualidad de la Liberación es hacer opción por los pobres,

asumir su causa, compartir sus luchas en intereses, este recorrido espiritual

busca hacer de los pobres protagonistas en su Iglesia, en la sociedad;

encontrando en el diario vivir el lugar precioso donde el Evangelio se asienta. En

la Espiritualidad de la Liberación, se quiere hacer aflorar siempre el espacio

donde el ser humano descubra en su propia historia la fuerza de Dios, aquel quien

reveló al mundo a Jesucristo como protagonista del Reino. Para ello es preciso

afirmar que esa acción de Dios solo sea posible experimentarla en la realidad

misma, porque no podemos hacer experiencia de Dios si nos alejamos de la

realidad que nos circunda. Otro elemento fundamental dentro de este proceso es

tener una fe tan firme que conduzca al individuo a hacer experiencia de Dios en la

historia, individual y colectiva; esta idea se apoya en lo expresado recientemente

por el Papa Francisco, en la carta encíclica Lumen Fidei, quien recuerda que la

luz de la fe no puede llevar al ser humano a que se olvide por completo de los

sufrimientos del mundo122.

El hacer, y el asumir como propia la situación calamitosa de miles de personas es

recibir también de Dios la consolación, “El sufrimiento nos recuerda que el servicio

de la fe al bien común es siempre un servicio de esperanza, que mira adelante,

sabiendo que sólo en Dios, en el futuro que viene de Jesús resucitado, puede

122

Cf. Carta Encíclica LUMEN FIDEI, del Papa Francisco. P.77. ”, [citado el 02 de septiembre de 2013], disponible en: http://www.vatican.va/holy_father/francesco/encyclicals/documents/papa-francesco_20130629_enciclica-lumen-fidei_sp.html

72

encontrar nuestra sociedad cimientos sólidos y duraderos”123. Porque no se puede

quedar de la misma manera quien en su diario vivir, se encuentra con situaciones

difíciles, cuando en sus oídos retumban los gritos desesperados de seres

humanos deambulantes con hambre y con dolor por no tener la manera digan de

sobrevivir, en este espacio “cobijo” de todos. La Espiritualidad de la Liberación,

impulsa a rebasar toda adversidad; a declararse como verdaderos seguidores de

Jesús, a seguir sus huellas y esto se pone en práctica, solo al asumir su reto.

Esta propuesta espiritual, desarrollada por el Obispo Pedro Casaldáliga, genera

para la teología latinoamericana hoy varios elementos. Entre ellos está el

descubrir la realidad de Cristo en la situación del pueblo crucificado, asumiendo

con ello su causa y su destino. El segundo elemento, es el seguimiento de Jesús,

y el anuncio del Reino de Dios en la perspectiva de liberación de los pobres, y

como servicio a ellos para poder hacer operativo el seguimiento; la Espiritualidad

de la Liberación busca siempre estar identificada con la realidad asumida por

Jesús en su historia, y por la que hoy se sigue luchando de igual manera, “Trata

de centrarse en el seguimiento de Jesús y en la prosecución de su misma lucha,

no se centra en aspectos laterales del universo cristiano”124.

En la práctica, la Espiritualidad de la Liberación busca una transformación del

espacio medioambiental, en donde se dé la integralidad de la vida, donde se viva

sin ningún obstáculo, o estrategia mal intencionada, de todo lo bueno que Dios

quiere para sus hijos muy amados. Aquí en la Espiritualidad de la Liberación, la

realidad del mundo debe ser siempre integral, en ella no hay cabida para lo

dicotómico, no se vive el cambio de escenario de acuerdo a los intereses y

estados de ánimo, “(no) es espiritualista, con un Dios sin reino, ni es materialista,

con un Reino sin Dios, vive la síntesis integrada que Jesús vivió y nos reveló: por

el Dios del Reino y el Reino de Dios125”.

En palabras finales es preciso insistir, que dentro de los grandes intereses de la

Espiritualidad de la Liberación está el tratar siempre de dar testimonio del Cristo

crucificado, que ha resucitado en medio de estos pueblos hermanos, que

sobreviven en el horror de la guerra, en donde miles de gargantas son silenciadas

por la barbarie, y el hambre, es allí donde diariamente se vive la Espiritualidad, en

medio de la pobreza, el servicio y la lucha, “En un mundo de pobreza la

ostentación de la abundancia y el silencio ante la miseria deshumanizan”126. La

123

Ibíd., 78. 124

Pedro Casaldáliga, y José María Vigil, Espiritualidad de la Liberación. Óp. cit. 278. 125 Ibíd., 281. 126 Jon Sobrino, Fuera de los Pobres no Hay salvación, pequeños ensayos utópico – proféticos. Óp. cit.71.

73

Espiritualidad de la Liberación, buscará siempre la llegada del Reino, que a su

paso transforme la realidad, haciéndose práctica integral de lo que Dios quiere

para el mundo.

74

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78

ANEXOS

ANEXO 1.

Quiero cerrar finalmente este escrito con uno de los más bellos poemas

dedicados a Santa María, en el que el autor Pedro Casaldáliga deja aventurar su

mente por los más finos destellos de su imaginación como el homenaje más

significativo que resume quizá la mayor expresión de la Espiritualidad propuesta

por este autor:

ORACION FINAL A SANTA MARÍA DE NUESTRA LIBERACIÓN127

María de Nazaret, esposa prematura de José el carpintero, aldeana de una

colonia siempre sospechosa, campesina anónima de un valle del Pirineo,

rezadora sobresaltada de la Lituania prohibida, indiecita masacrada de El Quiché,

favelada de Río de Janeiro, negra segregada en el Apartheid, harijan de la India,

gitanilla del mundo; obrera sin cualificación, madre soltera, monjita de clausura;

niña, novia, madre, viuda, mujer.

Cantadora de la Gracia que se ofrece a los pequeños, porque sólo los pequeños

saben acogerla; profetisa de la Liberación que solamente los pobres conquistan,

porque sólo los pobres pueden ser libres: queremos crecer como tú, queremos

orar contigo, queremos cantar tú mismo Magníficat.

Enséñanos a leer la Biblia, leyendo a Dios como tu corazón la sabía leer, más

allá de la rutina de las sinagogas y a pesar de la hipocresía de los fariseos.

Enséñanos a leer la Historia, leyendo a Dios, leyendo al hombre como la intuía tu

fe, bajo el bochorno de Israel oprimido, frente a los alardes del Imperio Romano.

Enséñanos a leer la Vida leyendo a Dios, leyéndonos como la iban descubriendo

tus ojos, tus manos, tus dolores, tu esperanza.

Enséñanos aquel Jesús verdadero, carne de tu vientre, raza de tu pueblo, Verbo

de tu Dios; más nuestro que tuyo, más del pueblo que de casa, más del mundo

127 Pedro Casaldáliga, Llena de Dios, y tan Nuestra, antología mariana. Óp. cit. 31.

79

que de Israel, más del Reino que de la Iglesia. Aquel Jesús que, por el Reino del

Padre, se arrancó de tus brazos de madre y se entregó a la muchedumbre, solo y

compasivo, poderoso y servidor, amado y traicionado, fiel ante los sueños del

Pueblo, fiel contra los intereses del Templo, fiel bajo las lanzas del Pretorio, fiel

hasta la soledad de la muerte.

Enséñanos a llevar ese Jesús verdadero por los callados caminos del día a día,

en la montaña exultante de las celebraciones, junto a la prima Isabel, y a la faz

de nuestros pueblos abatidos que, a pesar de todo, lo esperan María nuestra del

Magníficat, queremos cantar contigo, ¡María de nuestra Liberación!

Contigo proclamamos la grandeza del Señor, que es el único grande, y en ti nos

alegramos contigo, porque, a pesar de todo, Él nos salva.

Contigo cantamos, María, exultantes de gratuidad, porque Él se fija en los

insignificantes; porque su poder se derrama sobre nosotros en forma de amor;

porque Él es siempre fiel, igual en nuestras diversidades, único para nuestra

comunión, de siglo en siglo, de cultura en cultura, de persona en persona; porque

su brazo interviene históricamente por intermedio de nuestros brazos, inseguros

pero libres y porque un día intervendrá, definitivamente Él; porque es Él quien

desbarata los proyectos de las transnacionales y sostiene la fe de los pequeños

que se organizan para sobrevivir humanamente; porque vacía de lucros los cofres

de los capitalistas y abre espacios comunitarios para el plantío, la educación y la

fiesta en favor de los desheredados; porque derriba de su trono a todos los

dictadores y sostiene la marcha de los oprimidos que rompen estructuras en

busca de la Liberación; porque sabe personar a su sierva, la Iglesia, siempre infiel

creyéndose señora, siempre amada escogida, sin embargo, por causa de la

Alianza que El hizo un día con la sangre de Jesús.

María de Nazaret, cantadora del Magníficat, servidora de Isabel: ¡quédate también

con nosotros, que está por llegar el Reino!; quédate con nosotros, María, con la

humildad de tu fe, capaz de acoger la Gracia; quédate con nosotros, con el Verbo

que iba creciendo en ti, humano y Salvador, judío y Mesías, Hijo de Dios e hijo

tuyo, nuestro Hermano, Jesús.


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