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PROYECTO DE ORIENTACIÓN Y ACOMPAÑAMIENTO DE INGRESANTES A LA FADECS ANEXO ALFABETIZACIÓN ACADÉMICA Marzo 2012 Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Universidad Nacional del Comahue
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PROYECTO DE ORIENTACIÓN Y ACOMPAÑAMIENTO

DE INGRESANTES A LA FADECS

ANEXO

ALFABETIZACIÓN ACADÉMICA

Marzo 2012

Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Universidad Nacional del Comahue

EN TORNO A LAMODERNIDAD Y LAPOSTMODERNIDAD

Autora:Prof(a). Aura Adriana Delgado C.*[email protected] Ciencias Económicasy SocialesUniversidad de CaraboboValencia - Edo. Carabobo.Venezuela

*Licenciada en Educación, Magísteren Investigación, profesora y tutorade Pre y Postgrado en FaCES-UC yProfesora de Postgrado de laUniversidad José Antonio Páez.Facilitadora de Educación en Valoresde la UC. Ponente de EventosNacionales e Internacionales.

RESUMENEl presente artículo tiene como propósitoinducir la reflexión del lector, sobre unadisyuntiva aún vigente, en virtud de lodilemático que resulta el tópico: Modernidadvs. Postmodernidad. No pretende ser enforma alguna conclusivo, ni abordado desdeuna perspectiva puramente filosófica, sinoun enfoque didáctico que favorece suapreciación y diferenciación. En tal sentidoa partir de un breve arqueo documental seubica al lector en los orígenes,caracterización y consecuencias de ambosenfoques desde la mirada de autores comoLyotard (1998), Díaz (1999) y Vattimo (1990)entre otros.

Palabras Clave: Modernidad. Postmoder-nidad. Paradigmas.

ARTÍCULO

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REVISTA CIENCIAS DE LA EDUCACIÓNAño 2006 • Vol 2 • Nº 28 • Valencia, Julio - Diciembre

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ABOUT MODERNISM AND POSTMODERNISM

AbstractThe purpose of the present article is to induce the reader’s reflection about adilemma that still prevails in virtue of the complicated the topic is: Modernism vs.Postmodernism. It does not pretend to be in any way conclusive, nor to beboarded from a purely philosophic perspective, but to be presented or focusedfrom a didactic angle that favors the appreciation and differentiation of thesetwo trends. In this sense starting from a brief documental research, the readeris situated at the origins, characterization and consequences of both approaches,since the vision of authors, such as Lyotard (1998), Díaz (1999) and Vattimo(1990), among others.

Key Words: Modernism. Postmodernism. Paradigms.

En torno a la Modernidad y Postmodernidad.A finales de la segunda mitad del siglo XX, algunas corrientes de opinión

comenzaron a utilizar el término Postmodernidad para referirse a ciertasmanifestaciones culturales contemporáneas, en torno a las cuales se fuegenerando un gran número de polémicas. El debate comienza a girar entoncesalrededor de la interrogante de si se asistía en realidad a una ruptura de lamodernidad o, por el contrario, la tal postmodernidad no representa sino elúltimo «pliegue» o instancia de la modernidad.

Sobre la base de esta situación, resulta oportuno referirnos al hecho deque el término moderno se remite al siglo V de nuestra era y significa actual. Deacuerdo con Díaz (1999), en aquel momento los cristianos eran modernos conrespecto a los paganos; en consecuencia, el sentido de moderno comonovedoso, nuevo o renovador, continúa aún vigente. Como periodización teórica,la Edad Moderna ya pasó. Los historiadores la ubican entre los siglos XV y XVIII.Con la Revolución Francesa comenzó la Edad Contemporánea. Por Modernidadse entiende entonces, un movimiento histórico-cultural que surge en Occidentea partir del siglo XVI y persiste en el siglo XX. De acuerdo con Habermas (1989),la Edad Moderna, iniciada alrededor del año 1500, se demoró casi tres siglosen darse cuenta de su propia realidad:

La edad moderna representa, en concreto, la secularización delpensamiento, la exclusión de elementos míticos o religiosos comoexplicación de la realidad inmediata, el sentido del progreso y delcambio, la apertura a la crítica y la novedad, la movilidad económica,

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política y social, la afirmación del sujeto en referencia a sí mismo, elcambio de las magnitudes geográficas y económicas tradicionales,la presencia expansiva de la razón universal, constituida en canon delos distintos ámbitos de la cultura, sobre todo el científico. (p. 28)

Autores como Díaz (1999), consideran que la modernidad se habría agotadoal promediar el siglo XX y, que los enclaves que aún permanecen son «...sóloreflejos que seguimos viendo más allá de su extinción» (p.22). Destacando,además, que el término moderno resulta dilemático por cuanto si lo novedosoes moderno, oponerse a la modernidad como pretende la postmodernidad¿no es acaso moderno? Surge entonces la primera reflexión: lapostmodernidad no es moderna, ya que no sólo pretende novedades sino que«...rescata fragmentos del pasado y ahonda en la crítica a la modernidad»(Díaz, ob. cit: 29)

La Modernidad: Orígenes y ManifestacionesLa Modernidad y sus manifestaciones no surgieron al mismo tiempo ni en

los mismos lugares geográficos, pero se caracteriza principalmente por elhecho de que el hombre comienza a confiar en su razón y en su fuerzalanzándose a la conquista de la industria y la ciencia, primordialmente (Orcajo,2000). Según Bravo (1995), fue Rousseau el primero en usar el términoModernidad. Habermas (1989), señala que lo que hoy entendemos por sociedadmoderna adquirió forma durante el siglo XVII en Gran Bretaña, Holanda y Francia.

Vattimo (1990), sostiene que la modernidad se puede caracterizar «...comoun fenómeno dominado por la idea de la historia del pensamiento, entendidacomo una progresiva iluminación, que se desarrolla sobre la base de un procesocada vez más pleno de apropiación y reapropiación de los fundamentos loscuales a menudo se conciben como los orígenes, de suerte que lasrevoluciones teóricas y prácticas, de la historia occidental se presenta y legitimapor lo común como recuperaciones, renacimientos, retornos» (p.10)

Durante la Modernidad se concibió la cultura formada por tres esferas:ciencia, moralidad y arte, las cuales se validaban por medio de la verdad, eldeber y la belleza respectivamente. Se orientaba por el ideal de la unidad, de laideología del progreso y se sostenía sobre la base de que la razón gobiernalas actividades humanas y el hecho de que la humanidad se dirigía a laperfección y la subjetividad concentraría su posibilidad máxima accediendo ala universalidad de la razón, gran ideal de la humanidad.

En tal sentido, la modernidad apuntó al futuro, todo debía hacerse por unmañana mejor, ése era el ideal de la ciencia. Kant (citado por Díaz, ob.cit),

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concibió una ciencia, una ética y un arte racionales, atravesados con la flechaimplacable del progreso. Desde esta perspectiva, la modernidad pretendíauna objetividad absoluta, unidad metodológica en la ciencia, legalidad universalen la moral y lógica interna en el arte. (p. 18). El orden establecido durante laModernidad, se caracterizó principalmente por una organización de tipojerárquica, militar o piramidal, lo que promueve a un sujeto disciplinado en elejercicio de su deber. De modo que la ética de la Modernidad es la ética deldeber, de la obediencia, como se muestra gráficamente a continuación:

Gráfico Nº 1Las Esferas de la Modernidad

Fuente: Delgado (2006). Basado en Kant.(1988)

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Durante la modernidad se creía que la ciencia, la moral y la política selegitimarían desde el «...relato emancipatorio o especulativo» propio delmomento histórico. (Díaz, ob.cit: 22). La mentalidad moderna ha traspasadotres siglos, ha sobrevivido a varios movimientos artísticos, los límites de lafilosofía y la ciencia. No obstante, asistimos a la siguiente realidad: cada cienciaimpone sus reglas, la moral se rige por una pluralidad de códigos, el arte no seatiene a imperativos meramente racionales; al contrario, sus imperativos sonirónicamente transgresivos, sensitivos, subversivos, eruditos y míticos.

Postmodernidad: La RupturaEn líneas generales, la postmodernidad surge como consecuencia del

desarrollo social, a partir del cual surgen nuevas realidades y formas depensamiento que las interpretan. A finales del siglo XIX, de acuerdo con algunosautores (otros señalan mediados del siglo XX), se produjo una crisis delfundamento axiológico en Occidente.

Nietzsche (1998) es denominado el «padre» de la postmodernidad. Noobstante, afirma Desiato (1999), que Nietzsche no conoció la disputa entemodernos y postmodernos; pero en un sentido importante, su descripción einterpretación de la cultura, se anticipa a lo que hoy se denomina sociedadpostmoderna (p.13). Lo considera el primer autor en tener clara conciencia deldesmoronamiento de la cultura tradicional, basada en la autoridad de lasinstituciones. Con su postura destruye las bases del positivismo, pero echalas bases para la ciencia del siglo XX. Ahora bien, Desiato (ob.cit), define lacultura postmoderna basándose en Lyotard (1998), quien la caracteriza por«….la pérdida de confianza en lo que denomina grandes relatos….la muertedel gran relato permite la aparición de infinitos «pequeños relatos» locales ycontingentes» (p.16). Para complementar esta idea se puede recurrir al mismoLyotard (ob.cit) quien denomina «….condición postmoderna, al estado de lacultura después de las transformaciones que han afectado las reglas del juegode la ciencia, la literatura y de las artes a partir del siglo XIX….» (p.9).

Eventos que desencadenaron la PostmodernidadA pesar no poder señalar una fecha específica para la transición de un

estadio a otro, se pueden destacar una serie de eventos acaecidos a partir dela segunda mitad del siglo XIX y que persisten hasta nuestros días, lo cualcondujo al desmoronamiento de los valores y referentes de la modernidad y ala consecuente instauración de la era postmoderna; entre dichos eventosdestacan, la enunciación del 2º Principio de la Termodinámica. (Entropía), laaparición de la biología evolucionista, el desarrollo de la geometría no euclidianaen el campo de la matemática, la propuesta de la Teoría de la Relatividad de

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Albert Einstein, la aparición de la mecánica cuántica, el desarrollo de los estudiosastronómicos, el posicionamiento de las ciencias sociales, la eclosión de lainformática, el despliegue de la bioenergética, la expansión de medios masivosde comunicación, dando paso a la sociedad de servicios e información quenos caracteriza.

En el ámbito social, los principios modernos de progreso y unidad sedesmoronaron fundamentalmente a partir de la Segunda Guerra Mundial, conel fracaso del ideal que intentó justificar la primera «…para que nunca máshaya una guerra…» (Díaz, ob.cit) La violencia social marcó un gran desafío enlas estructuras valorativas de la modernidad, lo cual quedó evidenciado en losacontecimientos desarrollados a lo largo del siglo pasado, entre los cuales sepueden citar, los eventos durante la primavera de Praga, mayo de 1968,las décadas de guerra fría y las múltiples dictaduras del 3er mundo

Esta situación, trajo consigo el surgimiento de nuevas realidades yformas de pensamiento, por lo que no puede afirmarse que laPostmodernidad es una «moda», sino una nueva época, un nuevopensamiento, que abre las puertas a un nuevo «orden civilizatorio», cuyasdiferencias se muestran a continuación.

Diferencias entre el Discurso Moderno y Postmoderno

El discurso moderno se caracteriza por la preponderancia de leyesuniversales que explican la verdad y el uso de términos como progreso,racionalidad, verdad, emancipación, unidad, continuidad, ahorro, mañana mejor;en tanto que en el discurso postmoderno sólo puede haber consensos localeso parciales, diversos juegos del lenguaje, paradigmas inconmensurables entresí, con prevalencia de términos como, deconstrucción, alternativas, perspectivas,indeterminación, irreversibilidad, descentralización, disolución.

La modernidad fue rica en «ismos», como modernismo, empirismo,racionalismo, determinismo y la postmodernidad es rica en «post», poscrítica,posthistoria, postindustrial, postestructuralismo. El proyecto de la modernidadapostaba al progreso, creyendo que la ciencia avanzaba hacia la verdadexpandiendo el progreso, no obstante las conmociones sociales y culturalesocurridas, contradicen los ideales modernos. (Díaz, ob.cit)

La modernidad preñada de utopías se dirigía hacia un mañana mejor,mientras la postmodernidad, desembarazada de utopías, desencantada,enfrenta el presente, rescata fragmentos del pasado, no se hace demasiadasilusiones con el futuro. La modernidad se legitima a través de un metadiscursodel relato, un discurso cuantitativo, objetivo que rechazaba las irregularidades;

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en tanto la postmodernidad trata de legitimarse sin un metalenguaje universalutiliza un discurso cualitativo, subjetivo que promueve la diversidad.

La modernidad promulgó leyes inmutables y universales pretendían encerrarlo caótico dentro de los límites de una objetividad intemporal en el marco deuna ética de los imperativos, del deber, una ética universal. Mientras que en lapostmodernidad la ciencia acepta la diversificación y la inestabilidad propia delas partículas con trayectorias imprevisibles, la evolución biológica, la expansióndel universo, el caos, las estructuras disipativas y los procesos sociales en elmarco de una ética de los acuerdos, en la que asistimos a una pluralidad decódigos que promueven al -menos teóricamente- el respeto a la diversidad.

En el ámbito de las Ciencias Sociales, la investigación se caracteriza pornuevas discrepancias entre ambas visiones, mientras la modernidad abogapor la explicación, la utilización de métodos de las ciencias naturales, decarácter universal y objetivo; la postmodernidad, aboga por la comprensión, lapluralidad e integración de métodos, la aceptación de realidades múltiples y lasubjetividad. Esta nueva perspectiva de abordaje trajo como consecuencia,una nueva disposición en el episteme social, caracterizado por:

1. Profundización e incremento de la crítica a los racionalismos y/oneopositivismos, que se empeñan en reducir el método de las CienciasNaturales a las Ciencias Sociales.

2. Búsqueda de relaciones a partir del análisis de los discursos.

3. Desarrollo de la hermenéutica en los distintos campos de las cienciassociales.

4. Concepción del sujeto, la realidad y la teoría, como construcciones históricas.

5. Surgimiento de una actitud de apertura a la diversidad de métodos, lainteracción entre la teoría, la praxis y la interdisciplinariedad.

Reflexión finalUna última acotación con la finalidad de no dejar lugar a dudas sobre

nuestro «tránsito» por un período caracterizado por una cultura «...al modo quevendrá después de hoy» (Martínez, 2000:211). Se puede afirmar que laPostmodernidad es esencialmente una crítica al proyecto de la modernidad,sumergiéndonos en los problemas culturales y sociales del hombre de hoy.Martínez (ob.cit), afirma, además, que el pensamiento postmoderno ya seafrancés: Lyotard, Deleuze, Lipovetsky; italiano: Vattimo, Gargani, Vitiello; alemán:Sloterdijk, Böhme o estadounidense: Rorty, coincide con el deconstruccionismo,

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ruptura con la jerarquía de conocimientos y valores, desvalorización delparadigma o modelo y valoración por el contrario de lo fragmentario, local ysubjetivo, ubicándose como un pensamiento situacionista y perspectivista.(p.212).

El rótulo post, de acuerdo con Bermúdez (1999) fue sancionado por AlainTouraine (1969), Daniel Bell (1973), Alvin Tolfler (1980) y Jean F. Lyotard (1984).La postmodernidad en conclusión constituye una oportunidad de intervenirracionalmente desde el «desorden» hacia puntos estratégicos de confort,equidad y felicidad.

Asistimos a un período denominado Postmodernidad y somosprotagonistas de este momento histórico (en tanto a periodizacióncronológica).El cuestionado proyecto de la Modernidad y sus esferas de acción,a través de las cuales se creyó poder abarcar, bajo el ideal de la razón, el arte,la ética y la ciencia, se derrumba, ante una realidad ni única, ni universal. Laconfrontación de dos épocas histórico-culturales, requiere de un exhaustivoanálisis desde los diferentes ámbitos y el planteamiento de múltiplesinterrogantes que no será objeto del presente artículo cuyo propósito fuediferenciar ambos enfoques desde las perspectivas de sus discursos,mostrando de manera sencilla elementos útiles para su caracterización.

BibliografíaBermúdez, L. (1999) Hacia la Universidad Postmoderna. Valencia, Venezuela:

Colección Pensamiento Universitario «Ediciones del Rectorado».Universidad de Carabobo.

Bravo, F. (1995) Universidad, Ciencia y Conciencia. Valencia, Universidad deCarabobo

Desiato, M. (1999). Nietzsche el crítico de la postmodernidad. Caracas,Venezuela: Monte Ávila Editores.

Díaz, E: 1999.Postmodernidad. Buenos Aires, Argentina: Editorial Biblos.

Habermas, J. (1989:A). El Discurso Filosófico de la Modernidad. Buenos Aires,Argentina:Taurus.

__________ (1989:B). Teoría de la Acción Comunicativa. Buenos Aires,Argentina: Taurus.

Kant, I. (1988)¿Qué es la ilustración?. Trs. A Maestre y J Romagosa, Madrid.Tecnos

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Lyotard, J. (1998). La Condición Postmoderna. Madrid, España: EdicionesCátedra.

Martínez, M. (2000). El paradigma emergente. 2ª Ed. DF, México: Editorial Trillas.

Nietzsche, F. (1998) Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. 4ª Ed.Trs. LValdés y T Orduña. Madrid, Editorial Tecnos, S.A

Orcajo, A. (2000). La Postmodernidad o La Fractura de las Ilusiones. ColecciónPensamiento Universitario. Valencia, Venezuela: Ediciones del Rectorado.Universidad de Carabobo.

Vattimo, G. (1990). El fin de la modernidad.3ª Ed., Barcelona. España: EditorialGedisa.

Modernidad (como época)

Si consideramos a la modernidad como época y queremos ubicar su advenimiento, debemos remitirnos al largo proceso y a la diversidad de fenómenos y acontecimientos que desde el siglo XVI erosionaron, en Europa, el orden cristiano-medieval. Entre estos fenómenos podemos enumerar someramente los siguientes: la ampliación del mundo conocido a través de los viajes de descubrimiento, exploración y conquista de territorios extraeuropeos hasta abarcar el planeta entero, la formación de un mercado mundial y el incremento de la producción, la innovación incesante de los medios de comunicación y transporte, la aparición de las nuevas ciencias de la Naturaleza, el llamado "giro copernicano" del saber (que acompañará al giro antropocéntrico que dominaría el discurso filosófico), la formación de los primeros Estados nacionales europeos; en fin, la proliferación de formas capitalistas de producción que se consolidarán con el surgimiento de la Revolución Industrial en Inglaterra. Ahora bien, aunque los comienzos de la modernidad se remontan al 1500 y a la serie de procesos socioculturales mencionados, puede decirse también que -en sentido estricto- Europa se tornó moderna en el curso de los siglos XVIII y XIX. Fue en ese período, con el triunfo del capitalismo como modo de producción dominante y el reemplazo del absolutismo por repúblicas liberales o monarquías constitucionales, cuando se produjo la ruptura neta con el tipo de sociedad que las ciencias sociales llamarán tradicional.

(Extraído de Di Tella, Torcuato et. al. (2001) Diccionario de Ciencias Sociales y Políticas, Bs. As., Emecé, pág. 468).

La Modernidad y las prácticas sociales Esquema de Trabajo . ESTS Cátedra de Trabajo Social I Universidad Nacional de la Plata 2004 (Mimeo)

Cuando hablamos de MODERNIDAD hacemos referencia no sólo a un lento proceso histórico iniciado hace varios siglos, sino también a un acontecimiento geopolítico. Teniendo en cuenta estos dos ejes, trataremos de describir brevemente cuáles son los elementos más destacables que confluyen en la llamada Modernidad. Pero, en principio, a manera de presupuesto, entenderemos a la Modernidad en cuanto oposición con "lo Otro" (véase el cuadro); "lo Otro" en esas dos coordenadas: Ł histórica: opuesto y anterior a la Modernidad existió otro orden europeo: el Medioevo, que por sus características, en muchos casos se continúa en la cultura cotidiana o popular; Ł geopolítica: existe una cotidianidad social diferente, que en muchos casos se considera "natural", "salvaje" o "bárbara"; es la cotidianidad que Jesús Martín-Barbero (en el reportaje trabajado, "Las brujas pusieron en jaque a la cultura moderna") denomina "cultura popular"; pero además son los pueblos diferentes que Europa "descubre", conquista y luego disciplina. Lo Moderno Distinguimos tres conceptos, como lo hace Marshall Berman en su libro Todo lo sólido se desvanece en el aire: la modernidad: es una forma de experiencia vital, al encontrarnos en un entorno que nos promete poder, aventuras, transformación de nosotros y del mundo, y que amenaza con destruir todo para renovar todo permanentemente; es una vorágine perpetua donde "todo lo sólido se desvanece en el aire". la modernización: es el alimento de esa experiencia vital: los descubrimientos científicos, la industrialización, la tecnología siempre cambiante, las nuevas formas de poder y lucha de clases, las alteraciones demográficas, los sistemas de comunicación de masas, la urbanización y el mercado capitalista siempre en expansión y fluctuación. Son todos los procesos económico-sociales que dan origen a la vorágine moderna. el modernismo: es la visión cultural, las ideas que hacen a los hombres tanto sujetos como objetos de los procesos anteriores, y los valores que sostienen estas ideas. En principio, existe una conciencia de lo nuevo; la conciencia de una época que se mira a sí misma en relación con el pasado, y que se ve como el resultado de esa transición entre lo viejo y lo nuevo; y a lo viejo lo llama "clásico", y a lo nuevo "moderno". Pero con la Modernidad ocurre algo más novedoso aún. Cambia el concepto de lo Moderno a partir de la confianza (inspirada en la ciencia) de lograr un progreso infinito (o "indefinido", según la idea de Emmanuel Kant en su Crítica de la Razón Práctica) en el conocimiento, y por eso un infinito mejoramiento en lo social y moral.

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La marca de lo moderno es ir adentrándose en territorios desconocidos; de allí que se dé tanta importancia al conocimiento, como forma de acceso a lo desconocido, a la vanguardia en el arte como forma de "poner un pie" en lo desconocido, a la moralidad normada e institucionalizada como modo de "ordenar" o "disciplinar" al desconocido. El ejemplo de las vanguardias en la Modernidad estética es claro: van invadiendo territorios desconocidos, oscuros, y se exponen así a los "peligros" por el encuentro con lo inesperado. Este anticiparse a un futuro indefinible, este "poner un pie" en lugares desconocidos significa la aventura de lo moderno, y una exaltación del aquí y el ahora. Lo moderno, por otro lado, está unido al proyecto del ILUMINISMO: iluminar todo lo oscuro a través de la Razón. En definitiva, totalizar: "racionalizar" al Otro y a lo Otro. Para lograr este dominio de lo Otro, la Razón lo ilumina separándose en tres esferas autónomas: la ciencia, la moralidad y el arte. De este modo la Razón asegura su imperio sobre el conocimiento (a través de la ciencia), sobre la práctica (a través de la moral) y sobre la expresión (a través del arte y la estética). A su vez, en el proyecto iluminista, las tres esferas son dominadas por especialistas; y esto es lo que hace crecer la distancia entre la "cultura de los expertos" y la "cultura del público", o entre la cultura letrada o "culta" y la cultura popular (aunque ya aquí deberíamos diferenciar entre cultura popular y cultura de masas, siendo -tal vez- más apropiado para el contexto hablar de "cultura de masas"). El interés de fondo del iluminismo o de la Modernidad iluminista, es emplear esa cultura especializada en la organización racional de la cotidianidad social. A este empleo de la Razón para la organización de la cotidianidad social, es a lo que denominamos DISCIPLINAMIENTO. A través de este disciplinamiento iba a lograrse: controlar las fuerzas de lo natural, comprender al mundo y al individuo, y de este modo se podría llegar al progreso y la felicidad del hombre. Una observación necesaria es que -teniendo en cuenta nuestra situación en Latinoamérica- la Modernidad iluminista desplegaría ese poder de la Razón sobre los pueblos descubiertos, con un procedimiento anterior al disciplinamiento, que es la conquista. Nótese en el uso del término des-cubiertos cómo, para los europeos, la llegada a "nuevos mundos" significó quitar la oscuridad con que esos mundos estaban cubiertos, e iluminarlos para Europa. De esto se concluye (véase el cuadro) que los dos modos predominantes de proceder que tuvo la Modernidad respecto de los Otros, de los diferentes, fueron: la conquista y el disciplinamiento... Y en cierto sentido, aún lo son. Occidente Suele identificarse a la Modernidad con OCCIDENTE. En principio, debemos observar que el Medioevo (entendido como época y cultura, como la realización histórica de la Cristiandad -como confusión entre fe y cultura) también fue occidental y europeo. Con el concepto cultura occidental suele hacerse referencia a la unión entre dos tradiciones o herencias: la judeocristiana y la grecorromana. Sin embargo, hablar de Occidente vinculado con la Modernidad, es hablar de algunas características muy propias de la civilización occidental moderna, diferentes tanto del medioevo como de las herencias judeocristiana y grecorromana. La expresión "cultura occidental ha sido, sin duda, caldo de cultivo para el etnocentrismo aunque (paradójicamente) la "cultura occidental" surge de la crítica de los etnocentrismos. La "cultura

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occidental moderna, civilizada e iluminada", ¿cómo iba a permitir, por ejemplo, sacrificios humanos rituales (expresión del etnocentrismo de los pueblos "bárbaros")? La noción "cultura (o civilización) occidental" tiene en sus entrañas una paradoja: esta noción implica el pluralismo, el relativismo cultural. De allí que podría afirmarse que el sello distintivo de Occidente es la contradicción entre el discurso y los hechos, la contradicción entre la teoría (el pluralismo) y la práctica social (el etnocentrismo en los hechos). Esto se observa en la contradicción entre la cristiandad europea (que era el modo tal como Europa se concebía a sí misma) y los métodos de la conquista (lo que Europa en realidad es y lo que hace con el Otro). Esta contradicción entre discurso y hechos, entre teoría y práctica, es el sello distintivo del eurocentrismo o etnocentrismo de la cultura europea occidental. Existen algunos rasgos que identifican a la cultura occidental con la cultura europea. Y esos rasgos adquieren relevancia en oposición a los existentes en los diferentes (los pueblos medievales, los "bárbaros", los árabes, etc.; los diferentes en sentido histórico y geopolítico). Indudablemente el rasgo más relevante de todos es la LIBERTAD, en cuyo nombre Europa se autovalorará de modo superlativo. Veamos de un lado esos rasgos relevantes de Occidente y del otro los rasgos contrarios: * libertad * despotismo oriental o medieval * movilidad y cambio * inmovilidad * actividad * pasividad * tolerancia * intolerancia * ciudadano * súbdito * sistema legal * sistema de retribuciones Conviene tal vez aclarar, que los rasgos occidentales muchas veces aparecen más en el discurso que en los hechos; es decir: se ven determinados por el sello distintivo contradictorio de la cultura occidental. En la definición de Occidente aparecen dos elementos constitutivos y un elemento de autoengaño, según el análisis hecho por Agnes Heller y F. Feher. Dos elementos constitutivos: a) la coexistencia de tres lógicas, por primera vez en la historia de la huma- nidad (en algunos momentos aparecieron previamente, pero nunca las tres a la vez): el capitalismo, la industrialización y la democracia. EL CAPITALISMO se sostiene, como lógica, en la dialéctica entre el traba- jo y el capital. El trabajo es un modo privilegiado de un doble disciplinamiento: = el disciplinamiento de la naturaleza, por así decirlo, entendiendo como tal el control, manipulación, dominio y transformación de la misma. Frente a la naturaleza, que se resiste, la Modernidad usó dos procedimientos de disciplinamiento: la ciencia y el trabajo; = el disciplinamiento del trabajador según los dictados del capital, para que asuma su habitus de clase (con términos de Pierre Bourdieu) y para que se someta a los designios del mercado.

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LA INDUSTRIALIZACIÓN, entendida como proceso con una lógica interna, se inicia con el motor; el motor constituye una máquina. El nuevo lugar de trabajo con máquinas es la fábrica, al rededor del cual se constituyen las ciudades modernas. De allí que en la Modernidad la industrialización aparece unida al capitalismo y a la urbanización, constituyendo la denominada "civilización urbano-industrial". LA DEMOCRACIA por primera vez en la historia aparece unida a los otros dos procesos o a las otras dos lógicas; aunque en este caso la democracia tiende a ser un proceso formal, en mucho unido a la idea rousseauniana de contrato social, posibilitadora de la libertad de la vida colectiva. b) el otro elemento constitutivo de la definición de Occidente, es un proyecto universalizador que es inherente a la Modernidad europea. En efecto, Occidente y sus tres lógicas coexistentes pretende hacerse universal, e incluso se autodenomina "cultura universal". Un elemento de autoengaño: la convicción de que el capitalismo era extensible a todo el mundo. En este sentido, A. Heller afirma que la democracia y la industrialización podrían extenderse en todo el mundo, pero la pretensión de extender en todo el mundo el capitalismo es una convicción dogmática, y quizás el elemento que más ha hecho entrar en contradicción a Occidente. La Razón y la Ciencia Veamos algunas de las diferencias entre la "racionalidad medieval" y la Razón Moderna, con el fin de comprender mejor a qué nos referimos con la concepción del disciplinamiento como organización "racional" de la cotidianidad social. Racionalidad medieval Razón Moderna * la correspondencia y pertenencia con * la realidad es un objeto que está en- el entorno natural. Hay una visión her- frentada con el "yo", con el sujeto. La mética y alquimista de la realidad y la realidad y la naturaleza son concebi- naturaleza. das como "máquinas".

* el conocimiento. es sumergirse en el * el conocimiento: por un método puede otro o lo otro, y se logra por "simpatía" desentrañarse y alcanzarse la verdad ( -: con; - : sentir): sentir con sobre la naturaleza, para dominarla. el otro.

* la naturaleza posee finalidades ocul- * la finalidad del conocimiento: es com- tas. prender y usar.

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Con la Razón moderna nace la idea de RAZÓN INSTRUMENTAL MANIPULADORA, que apunta al control, manipulación y dominio, para solucionar los problemas y así lograr el progreso. Aquí vemos la íntima relación entre razón y progreso, y entre control, dominación y progreso, que anticipa la relación positivista entre orden y progreso. Podría decirse que el sentido, el objetivo del disciplinamiento, es el progreso. El conocimiento (la razón instrumental manipuladora) que implica control y dominio, utiliza como medio a las ciencias, que lograrían ese progreso y bienestar. El presupuesto es que hay un SUJETO poseedor de la Razón que se enfrenta a los objetos, y en ese enfrentamiento manipula, controla y domina lo otro a través de la ciencia (además de, como fue dicho, del trabajo). La CIENCIA, motor del progreso, la riqueza y el bienestar, ha pertenecido a las èlites y ha excluido al pueblo. Michel Foucault señala que el poder está íntimamente unido al saber. Es el poder de las èlites el que produce las certezas, porque en definitiva dice quién tiene razón. Por eso, para Foucault, la verdad depende de quienes ostentan el poder. Es más, hay un saber que nace o se desprende de las prácticas sociales de control y vigilancia; Foucault, asumiendo a Nietzsche, asegura que en un momento mentiroso y arrogante de la historia, los hombres inventaron el conocimiento científico. El epistemólogo Paul Feyerabend dice que la ciencia es lo más semejante al mito, es el gran mito de la Modernidad (véase en el reportaje a Martín-Barbero: "Las brujas pusieron en jaque a la cultura moderna", cómo procedió la ciencia con las brujas, poseedoras de un saber no-científico). La ciencia dice de sí misma que es mejor que el conocimiento cotidiano, pero su excelencia se impone, no se argumenta (entrando en contradicción consigo misma), siendo que la argumentación sería una de las características del proceder científico. Para Feyerabend, la ciencia es la institución religiosa moderna más agresiva y dogmática. La Utopía Otra de las características de la Modernidad es la UTOPÍA. De todos modos, en una brevísima referencia a la utopía, haremos una diferenciación entre utopía e ideología. La IDEOLOGÍA apunta al progreso mediante la razón instrumental manipuladora. ¿En qué sentido manipula? Porque utiliza el poder para legitimar el orden actual. La ideología es el discurso de autojustificación de un estado de cosas. En cambio la utopía permite reflexionar sobre ese estado de cosas o sobre ese orden actual, y por eso la ideología en realidad pretende anular las utopías. La UTOPÍA marca los límites del orden presente y diseña (como en un borrador) otros órdenes posibles . Por eso no debe confundirse utopía con un ideal fantasioso. La utopía denuncia la acción del poder en el mantenimiento del orden actual; por eso denuncia la dominación y la ideología (como discurso de ese poder que pretende legitimarse). Para Paulo Freire, la utopía tiene una función similar a la práctica profética, ya que denuncia lo inhumano del orden actual y anuncia un orden más humano, posible. Y la muestra de que ese orden diferente es posible, es la praxis. Ernst Bloch defiende un pensamiento que tiene valor humano y una función histórica positiva y creadora, y que rebasa lo científico y lo verificable. Ese pensamiento es la utopía. Utopía es la esperanza que se piensa: un futuro radicalmente diferente del presente que debe crearse en la praxis. Observemos cómo la utopía recoge los rasgos más genuinamente humanos de la Modernidad: libertad, creatividad, actividad, movilidad, transformación... Pero en este caso para hacer frente a la

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contradicción entre teoría y práctica o entre discurso y hechos, inherente a la cultura occidental moderna. Una crítica a la Modernidad Si la Modernidad posee tres pilares, a saber: el capitalismo, el iluminismo y el disciplinamiento, los tres grandes críticos de la Modernidad (aunque entusiastas defensores de lo genuino de la misma) son: Karl Marx, que critica al capitalismo; Sigmund Freud, que da mayor peso a lo inconsciente (lo oscuro, frente a lo luminoso) y por tanto critica al iluminismo; y F. Nietzsche, que critica los valores morales del disciplinamiento. El alemán Herbert Marcuse trata de lograr una síntesis entre el pensamiento de Marx y de Freud. En una de sus obras, Marcuse sostiene que la gratificación de las necesidades instintivas es incompatible con la sociedad civilizada. La Modernidad, en efecto, se ha constituido sobre un enfrentamiento entre la cultura (sociedad civilizada) y la naturaleza (las necesidades instintivas). Pareciera evidente que el aumento de la productividad hace más real la promesa de una vida mejor para todos. Sin embargo -señala Marcuse-, la intensificación del progreso parece ir unida a la intensificación de la falta de libertad. En términos del creador del psicoanálisis (S. Freud) el principio de realidad necesita de la represión del principio del placer. Es decir, para lograr productividad y progreso (principio de realidad) es necesario reprimir lo instintivo, la naturaleza, la libertad (principio del placer). El instinto, la naturaleza, está sujeta a la transformación operada por la cultura y la historia. La historia del hombre, de este modo, es la historia de su represión, porque la cultura restringe la estructura instintiva. Y esta represión o restricción es precondición esencial para lograr el progreso. De este modo, el hombre de la Modernidad "racionaliza" (controla, domina, ordena) el placer. Aprende a sustituir el placer inmediato, irreprimido, el gozo del juego, por el placer retardado, restringido, seguro, y por el trabajo. Así, el hombre de la Modernidad llega a ser un sujeto consciente, pensante, racional (aunque la racionalidad le sea impuesta desde afuera, a la manera de una represión); llega a ser, paradójicamente, un sujeto "libre" en la medida de su represión. La sustitución del principio del placer por el de realidad, es el gran suceso traumático en el desarrollo del género y del individuo. Esta sustitución, para Freud, se da con el paso de las actividades sexuales a las actividades económicas. En conclusión, para acceder a la cultura, a la civilización occidental moderna, debemos pagar el precio de la libertad. En la civilización, libertad y felicidad son antagónicas. Porque para lograr "felicidad" a través del progreso, es necesario el orden y control racional, el disciplinamiento de lo natural y de la libertad. Otra crítica a la Modernidad (desde América) Para terminar, unas pocas palabras sobre la Modernidad en América. El proceso de disciplinamiento se da propiamente en el siglo XIX en América. Como fue dicho, antes de ese proceso la Europa Moderna necesitó de la CONQUISTA del diferente. Fray Bartolomé de las Casas (primer Obispo de Chiapas, en el siglo XVI) dice que hubieron dos modos de extirpar las naciones miserandas: primero, por crueles y sangrientas guerras los europeos

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mataron a los varones indígenas; luego se oprimió y se sometió a servidumbre a las mujeres y los niños. La conquista implicó una triple dimensión de la DOMINACION: política (porque se mató a los varones, despojándolos del poder), erótica (porque los conquistadores se amancebaron con las mujeres, las "conquistaron") y pedagógica (porque oprimieron y "educaron" a los niños). En la comprensión de la conquista habrían dos anacronismos. Por un lado el de Todorov, que afirma que la conquista significó la destrucción o totalización del otro. En realidad, el indio no era considerado "otro", porque simplemente no era considerado hombre (excepto el caso de los "indios amigos", colaboradores de los europeos según aparece en los documentos de época, tal como lo muestra la Prof. Gladys Lopreto). Por otro lado, el anacronismo de los católicos, que afirman que la conquista fue un proceso de evangelización humanizante. En realidad, la Iglesia participó de la crueldad, aunque existan casos en lo que esto no ocurrió y fue denunciado (Bartolomé de las Casas, Vasco de Quiroga, Juan de Zumárraga, muchos jesuitas, etc.); y además, el concepto más humanizado y "tolerante" del diferente es recién posterior al Concilio Vaticano II (década del '60, en el siglo XX). Lo cierto es que América es la resultante de un mestizaje producido por la conquista y dominación de los pueblos indígenas; un mestizaje cargado de violencia. El antropólogo y filósofo argentino Rodolfo Kusch dice que no tenemos formas propias de pensamiento para comprender América. Existen, según él, dos modos de situarse en América: uno, desde fuera, desde las concepciones modernas, que genera una cultura centrífuga; otro, desde dentro, que genera una cultura centrípeta. Desde la Modernidad, América es vista según la dualidad HEDOR / PULCRITUD, que se contraponen en los siguientes rasgos:

pulcritud hedor

civilización barbarie lo racional lo irracional lo moderno lo primitivo la cultura la naturaleza el ser alguien (deber ser como el estar nomás o mero estar el civilizado) (estar siendo) lo deseable lo indeseable el progresismo civilizatorio el primitivismo bárbaro la racionalidad conquistadora la irracionalidad demoníaca El hedor está movido por el miedo al exterminio. La pulcritud apunta al triunfo ilimitado. La Modernidad exigió la exclusión y el disciplinamiento del "hedor". En la cotidianidad latinoamericana vivimos, según dice Kusch, la tensión entre dos presiones: la del objetos de consumo que nos seducen para poder "ser alguien", y la de la amenaza de la barbarie que está nomás ahí en las villas, en los "cabecitas negras", en lo arcaico, los manosantas, los curanderos, los ritos... Ł EN SÍNTESIS: La Modernidad es el lento proceso histórico y cultural de disciplinamiento del diferente. Para ese disciplina-miento se utilizan las prácticas sociales (que en sentido amplio abarcan: el trabajo, la construcción científica, la práctica teórica, las

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profesiones...) para transformar el ethos popular (o cultura popu-lar), para dominar, controlar y ordenar la cotidianidad, dándole una organización racional que facilite y posibilite el progreso (en especial a través del trabajo y la ciencia). Bibliografía utilizada: Berman, M. Todo lo sólido se desvanece en el aire Casullo, N. (Comp.). El debate modernidad/posmodernidad de las Casas, B. Brevísima relación de la destrucción de las Indias Dussel, E. Filosofía de la liberación Feyerabend, P. Tratado contra el método Foucault, M. La verdad y las formas jurídicas Foucault, M. Saber y verdad Freire, P. Concientización Goldmann, L. A favor o en contra de la utopía Gudynas, E. La reconstrucción de las ciencias Habermas, J. La Modernidad, un proyecto incompleto Heller, A. y F. Feher. Anatomía de la izquierda occidental Kusch, R. América profunda Kusch, R. Geocultura del hombre americano Marcuse, H. Eros y civilización

jueves 21 de diciembre de 2006 6

Zygmunt Bauman: Vida Líquida Publicada en Suplemento Cultura diario La Nación el 10/12/06

Vida líquida

Por Zygmunt Bauman (Trad. Albino Santos Mosquera)

Paidós

(208 páginas)

Hay conceptos que quedan íntimamente ligados a sus creadores. Tal es el caso de

“modernidad líquida”, que inequívocamente remite a Zygmunt Bauman. Nacido en

Polonia, en 1925, Bauman fue profesor durante quince años en la Universidad de

Varsovia y durante veinte en la Universidad de Leeds. “Descubierto” tardíamente por la

lengua española, en la actualidad se consiguen en librerías más de veinte títulos suyos

traducidos en los últimos diez años.

En Vida líquida, su último trabajo, analiza desde la perspectiva de lo líquido diversos

aspectos de la vida contemporánea.

Tal como hiciera en textos anteriores, su escritura se ordena aquí a partir de un

paralelismo entre dos modernidades. La primera modernidad fue aquella que hizo

estallar las instituciones, los valores, los pensamientos premodernos. El ataque a la

tradición, el culto de lo nuevo, el resquebrajamiento de la idea de autoridad, permitieron

a quienes vivieron ese proceso experimentar que “todo lo sólido se desvanece en el

aire”, según la expresión de Karl Marx, popularizada por Marshall Berman. Pero, según

Bauman, la pretensión última de los impulsores de esa primera modernidad era poner en

marcha un proceso de creación de instituciones, normas, valores que fueran más sólidos

aún que sus antecedentes premodernos. En la actualidad seguimos siendo modernos,

pero hemos perdido esa aspiración a la solidez. Hoy impera lo flexible, lo fluctuante. Es

el tiempo de los fluidos. De ahí que para Bauman sea apropiado referirse a nuestra

época como “modernidad líquida”.

Mientras que la modernidad sólida es la época de la invención del individuo (que rompe

el vínculo que unía al hombre premoderno con la comunidad), en la modernidad líquida

el individuo se encuentra asediado desde distintos frentes. Por un lado, vive su

individualidad como una obligación de ser absolutamente diferente a los otros pero, al

mismo tiempo, todos los otros tienen la misma presión que él, de modo que su anhelo

de diferencia vuelve a colocarlo en el lugar de la identidad. El afán por la singularidad

está hoy profundamente ligado al mercado y su lógica consumista, por lo cual, sostiene

Bauman, “la lucha por la singularidad se ha convertido actualmente en el principal

motor tanto de la producción en masa como del consumo de masas”. Ser un individuo

cuesta mucho dinero. Por ello, no todos están en condiciones de pasar de ser un

individuo de derecho a un individuo de hecho. El temor a no alcanzar el nivel

económico que permita ejercer la libertad de consumir y el temor hacia aquellos que han

quedado fuera de las posibilidades de esa libertad amenazan a quienes tienen hoy la

pretensión de enarbolar su individualidad. Esto último tiene, además, consecuencias

muy severas en cuanto a la vida ciudadana, ya que, afirma Bauman, “la tendencia a

retirarse de los espacios públicos hacia islas de uniformidad se convierte, con el tiempo,

en el mayor obstáculo a la convivencia con la diferencia”. Es decir, cuanto mayor es el

temor, y más grande la distancia que se impone a aquellos a los que se teme, menores

son las probabilidades de que se logre comprenderlos, aceptarlos.

El perfil consumista del individuo de la modernidad líquida no concierne únicamente a

su trato con los objetos. El mensaje de la sociedad de consumidores es que “todo es o

podría ser una mercancía, o, si todavía no lo es, debería ser tratado como tal”. Como ya

lo había hecho en Amor líquido, Bauman insiste aquí en la precarización de las

relaciones personales, que fluctúan al ritmo vertiginoso que el “síndrome consumista”,

caracterizado por la exaltación de “la rapidez, el exceso y el desperdicio”, le impone.

Las rupturas de pareja ya no sorprenden a nadie. Al contrario, se sospecha de aquellos

que demoran demasiado tiempo en llevarla a cabo (Bauman cita un informe según el

cual “el tiempo óptimo para desanudar el nudo matrimonial ha pasado a ser de entre 18

meses y dos años”).

Otro ejemplo del cambio de una modernidad a otra se puede encontrar en el cuerpo. Mientras

que hasta no hace demasiado el parámetro para juzgar el buen o mal estado de un cuerpo era la

salud, ahora lo es el “estar en forma”. El problema es que el concepto de “buena forma” es tan

vago y subjetivo, y se presta de tal modo a comparaciones con los criterios de otros, que nunca

se llega a su realización plena. Y no puede llegarse porque, precisamente, el consumo –y el

fitness es según el autor una práctica típicamente consumista- se mueve a partir de una

insatisfacción que él mismo tiene que alimentar.

¿Cuáles son los referentes de ese individuo líquido? No, sin dudas, los mártires premodernos,

capaces de sacrificarse por una causa, aún a riesgo de ser incomprendidos por sus propios

congéneres. Pero tampoco los héroes modernos (versiones secularizadas de los mártires), que

podían inmolarse por una utopía política o por un futuro mejor para los suyos. Su modelo lo

constituyen las celebridades mediáticas, cuyo reinado -efímero, por cierto, pero

permanentemente sustituible- se autoalimenta en “la abundancia de imágenes suyas y la

frecuencia con la que se mencionan sus nombres en los programas de radio y televisión”.

Mencionábamos al comienzo que luego de un demorado descubrimiento en nuestra lengua,

Bauman se ha convertido en un fenómeno editorial. ¿A qué se debe esto?

En buena medida, a su estilo. Los libros de Bauman (y Vida líquida es un claro exponente de

esto) pueden leerse en el subte, en una plaza, en la playa. No requieren de una concentración

monacal ni de un desmesurado esfuerzo exegético. Su discurso apunta más a la persuasión que a

la demostración. Y en esto el uso de los ejemplos es clave. Es muy difícil no identificarse con

las situaciones que describe. Intuitivamente uno “siente” que Bauman tiene razón y tiende a dar

crédito a sus palabras sin necesidad de que el autor aporte pruebas de lo que dice.

Pero, además, al hecho de que aún en los pasajes más duros (como cuando se refiere a las “vidas

desperdiciadas” de quienes no pueden encontrar un lugar en el sistema de consumo) deja lugar a

la esperanza. Para él los seres humanos “no podemos conformarnos con ‘lo que es’ o lo que hay,

porque no podemos captar realmente qué ‘es’ sin tratar de ir más allá”.

Gustavo Santiago


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