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Revista del Instituto de Cultura

Date post: 27-Jul-2016
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Primera serie número 78, enero-marzo de 1978.
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del INSTITUTO de CULTURA PUEltTORltlQUEÑA ANTROPOLOGM HISTORIA TBlfTRO ENERO-MARZO, 1978 nií o San Juan de PfJerlo Rico
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Page 1: Revista del Instituto de Cultura

RE~VISTAdel INSTITUTO de

CULTURA PUEltTORltlQUEÑAANTROPOLOGM

HISTORIA

TBlfTRO

ENERO-MARZO, 1978nií o

San Juan de PfJerlo Rico

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R E v 1 s T ADEL INSTITUTO

DE CULTURAPUERTORRIQUEÑA

JUNTA DE DIRECTORES

Enrique Laguerre. PresidenteMilton Rúa Carlos CondeCarlos Sanz Samuel R: QuiñonesAmelia G. de Paniagua Jesús Maña Sanromá

Director Eiecutivo: Luis M. Rodñguez MoralesDirector de la Revista: Ricardo E. Alegría

Apartado 4184 SAN JUAN DE PUERTO RICO

AÑO XXI 1978ENERO-MARZO

SUMARIO

Núm.78 .

Myma Casas: Dramaturga y directorapor Gloria F. Waldman 1

Puerto Rico y su cultura nacionalpor Ricardo E. Alegría 10

Huella brasilera en HostosporJosé Ferrer Canales . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 16

La autodestrucción o la muerte voluntaria·por Miguel Meléndez Muñoz 21

Cabayo compartidoporJuan Antonio Corretjer 24

JoséA.Fránquiz(1906-1975) 25

José A. FránquizporJosefina Rivera de Alvarez 26

La Hojarasca de Gabriel Garcia Márquezpor Luz Virginia Romero García 28

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El origen de los Indios Caribes en L 'Histoire Na­turelle et Mora/e des Res Antilles de I'Ameriquede César de RochefortporManue/Cárdenas 32

PUBLICACION DELINSTITUTO DE CULTURA PUERTORIQUEÑA

Director: Ricardo E. Alegría

Fotografías de Jorge Diana

Aparece trimestralmente

Suscripción anual ,................... $2.50Precio del ejemplar $0.75

[Application for second class mail privilege pending atSan Juan, P'. R.L

DEPÓSITO LEGAL: B. 3343 -1959

IMPRESO EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE MANUEL PAREJA

BARCELONA • PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPAÑA

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COLABORADORES

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GLORIA F. WALDMAN. Norteamerica­na. Profesora del Colegio York de la ciu­dad de Nueva York. Autora de "La mujeren la universidad: una perspectiva nor­teamericana" en El Urogallo, Año VI,Núm. 31-32, enero-abril, 1975.

Trabajos aceptados para publicación:"Three Female Playwrights Explore Con­temporary Latin American Reality: MyrnaCasas, Griselda Gambaro, Luisa JosefinaHernández" en Latin American LiteraryReview; "Women in Latin America" enKNOW Press,. Pittsburgh, Pennsylvania.Prepara la tesis doctoral sobre el drama­turgo puertorriqueño Luis Rafael Sánchezy su relación con el nuevo teatro hispa­noamericano. Colabora en un libro sobrela mujer intelectual en España.

RICARDO E. ALEGRíA. Nació en San Juan. An­tropólogo e historiador. Estudió en lasUniversidades de Chicago y Harvard, comobecario de la Fundación Guggenheim. Hapublicado diversos artículos sobre arqueo­logía, folklore y cultura puertorriqueñaen revistas del país y del exterior. Esautor de los libros Historia de nuestrosindios (1952), La fiesta de Santiago Após­tol en Loíza Aldea (1955), Los renegados(1965), Cuentos folklóricos de Puerto Rico(1968), Descubrimiento, conquista y coloni­zación (1969), y El fuerte de San Gerónimodel Boquerón (1969). Las primeras repre­sentaciones gráficas del indio americano(1493·1523) 1978); Y Apuntes en torno a lamitología de los indios de las Antillas Ma­yores y sus orígenes suramericanos (1978).Por varios años fue profesor de Prehisto­ria en la Universidad de Puerto Rico, diri­gió desde su fundación en 1955, hasta el1973, el Instituto de Cultura Puertorrique­ña. En 1973 ocupó el cargo de Director dela Oficina de Asuntos Culturales adscritaa la Oficina del Gobernador hasta su re­tiro del servicio público en 1977, fecha enque organizó el Centro de Estudios Avan­zados de Puerto Rico y el Caribe.

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JOSÉ FERRER CANALES. Nació en San Juan,obtuvo la Maestría en Artes en la Univer­sidad de Puerto Rico y el título de Doctoren Letras en la Universidad Nacional Au­tónoma de México (1952). Fue profesor enlas Universidades de Puerto Rico y Dillard(Nueva Orleáns), y desempeñó una cáte­dra de español en la Universidad de Ho­ward (Washington, D. C.). Actualmente ocu­pa una cátedra en el Departamento deEstudios Hispánicos de la Universidadde Puerto Rico. Ha dictado conferenciasspbre temas puertorriqueños e hispanoa­mericanos en Cuba, México y Estados Uni­dos, y colaborado con numerosos trabajosde periódicos y revistas culturales de am­bas Américas.

MIGUEL MELÉNDEZ MuÑoz. Natural de Ca­yey, consagró su vida al estudio e inter­pretación de la clase campesina puerto­rriqueña, con proPósitos sociales y litera­rios. Sobre el tema del jíbaro ha publicadonumerosos artículos, dispersos en revis­tas y periódicos y varias obras de caráctercostumbrista y sociológico. E'f1tre ellasseñalaremos las tituladas Estado social delcampesino puertorriqueño (1916), Cuentosdel Cedro (1936) y Cuentos de la CarreteraCentral (1941). En 1960 fue premiado conla Medalla de Oro del Instituto de. Cul­tura Puertorriqueña y el misma Institutopublicó sus Obras Completas. (1964).

JOSEFINA RIVERA DE ALVAREZ. Nació en Ma·yagüez y cursó estudios en la Universidadde Puerto Rico. En 1947 obtuvo el grado demaestra en artes de la Universidad de Co­lumbia yen 1954 se recibió de doctora enFilosofía y Letras de la Universidad Cen­tral de Madrid. Desde 1947 está adscritaa la Facultad de la Universidad de' PuertoRico, en cuyo recinto de Mayagüez de­sempeña una cátedra de español. Esmiembro de la Academia Puertorriqueñade la Historia. En 1955 publicó el Dic­cionario de la Literatura Puertorriqueña,obra laureada con un primer premio delInstituto de Literatura Puertorriqueña ycon el premio "Club Cívico de Damas" delmismo año. Historia de la Literatura Puer­torriqueña Tomo 1 (1970); Diccionario dela Literatura Puertorriqueña Tomo 11;(1974 ).

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Luz VlRGl lA ROMERO GARCfA. Nació el 30de septiembre de 1936 en Cataño, PuertoRico Cursó sus grados primarios en laEscuela José Pablo Morales de Toa Alta.Se graduó con altos honores de la escuelasecundaria Agustín Stahl de Bayamón. Ob­Rico. Cursó sus grados primarios en latuvo el Bachillerato en Artes, (con hono­res) en la Universidad de Puerto Rico yla Maestría en Artes, con sobresalienteen la misma Universidad. La Editorialde la Universidad de Puerto Rico pu­blicó su tesis El aldeanismo en la poesíade Luis Palés Matos en 1975. Actualmenterealiza trabajos de investigación y escribepoemas, que reunirá más adelante en unpoemario. La Editorial del Instituto deCultura Puertorriqueña tiene en prensa suantología: Veinte poetas modernistaspuertorriqueños. Se ha desempeñado co­mo profesora de Lengua y Literatura enla Universidad Católica de Ponce y en laUniversidad Interamericana. Es profesorade Humanidades en Estudios Generales dela Universidad de Puerto Rico, Recintode Río Piedras. En la actualidad realizaestudios hacia el Doctorado en el Depar­tamento de Estudios Hispánicos de la Uni­versidad de Puerto Rico.

MANUEL CÁRDENAS Rurz. Profesor del De­partamento de Ciencias Políticas de la Fa­cultad de Ciencias Sociales de la Univer·sidad de Puerto Rico. Junto con EugenioFernández Méndez ha publicado diversosartículos de Crítica de arte en revistas yperiódicos del país.

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M YRNA CASAS REVELA SU VERSATILIDAD DENTRO DEL

género teatral, al combinar exitosamente loselementos aristotélicos y estructuralmente tradicio­nales, como en Eugenia Victoria Herrera (San Juan,Editorial Cordillera, 1964), con elementos del absur·do, lenguaje poético y distintas alusiones brechtia­nas, como en Absurdos en soledad (San Juan, Edi­torial Cordillera, 1964), La trampa y El impromptude San Juan (San Juan, Editorial Universitaria, Co­lección UPREX, 1974),1 Su visión de la realidad sedefine por la inclusión en sus escritos de temas tandiversos como la naturaleza del amor, lo inciertodel contacto humano, la constante interacción entreel pasado, el 'Presente y el futuro, el carácter comúnde la experiencia, y la arbitraria violencia y cruel­dad, inherentes a la sociedad.

Casas (1934) cursó los estudios de bachilleratoen la Universidad de Puerto Rico y en el ColegioVassar de Nueva York; hizo estudios graduados enla Universidad de Bastan, en la Universidad deHarvard y en el Instituto de Cultura Hispánica enMadrid. Se recibió como doctora de la Universidadde Nueva York. Desde 1955 pertenece a la Facultaddel Departamento de Drama de la Universidad dePuerto Rico donde ejerció el cargo de Directoradel departamento entre 1974 y 1979.

La obra de Casas revela afinidades estilísticasy temperamentales con Luis Rafael Sánchez, otrorepresentante de la misma generación literaria. Losdos demuestran una preocupación por el lenguajeque se manifiesta en su vivo diálogo; en el afán dejugar con las palabras; en el sentido de humor par·ticular al boricua; en el uso de técnicas brechtianas;y en unos temas que los dos exploran, por ejemplo,

l. Myrna Casas, Cristal roto en el tiempo en TeatroPuertorriqueña, Tercer Festival (San Juan, Instituto de Cul­tura Puertorriqueña, 1961); Teatro: Absurdos en soledad:Eugenia Victoria Herrera (San Juan, Editorial Cordillera,1964); La trampa: El impromptu de San Juan (San Juan,Editorial Universitaria, Colección UPREX, 1974).

Myrna Casas:Dramaturga y directora

Por GLORIA F. WALDMAN

el tiempo y su concomitant~ descomposición. Sevislumbra con claridad su visión "absurdista" dela vida en Farsa del amor compradito (San Juan.Ediciones Lugar, 1959) de Luis Rafael Sánchez yenAbsurdos en soledad, La trampa y El impromptu deSan Juan de Casas.

El lenguaje de Sánchez es poético y a la vezcoloquial; es evocador mientras que está bien arrai­gado en la vitalidad del 'hablar puertorriqueño. En

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cuanto al manejo del lenguaje por Casas, observaJ. B. Phillips en su libro Contemporary Puerto RicanDrama (Madrid, Editorial Playor, 1973): "Digno demención es su habilidad de ser concisa con la lenguay emplear metáforas y nuevas técnicas teatrales quecombinan cómodamente con todo lo que toma lugaren el escenario" (págs. 13S.139).2

La doctora Piri Fernández de Lewis indagó so­bre las afinididades que comparten esos dos dra­maturgos en su artículo "Temas del teatro puerto­rriqueño". Observó ella: "El ser proyectado en eltiempo y el espacio absoluto es dmmatizado por ...Luis Rafael Sánchez y Myrna Casas, como expre­sión de la vida en degradación, al ser la vida 'el sue·ño eterno hacia la nada' (Myrna Casas) en una 'vidasin fe' (Luis Rafael Sánchez), donde el disparatevital quisiera ser rearreglado por los que -lo viven,pero tan sólo consiguen hacer más patente la esen­cia absurda de, la vida/ ]

Las obras publicadas de Casas han tenido las si­guientes representaciones: Cristal roto en el tiem­po fue estrenada para el Tercer Festival de TeatroPuertorriqueño patrocinado por el Instituto de Cul­tura Puertorriqueña en 1960; Absurdos en soledadfue representada en el Teatro Experimental del Ate­neo en 1963; el- primer acto de La trampa fue pre·sentado en 1963 por Los Seis <le la Comedia en elcafé·teatro La Tierruca y la obra completa fue mon­tada por Teatro del Sesenta en 1964 en el Ateneo,por Teatro Laboratorio, y por la compañía ArteTeatral como adhesión al Décimotercer Festival deTeatro Puertorriqueño en 1970 y también por BohíoPuertorriqueño en 1972 en Mayagüez; Eugenia Vic­toria Herrera fue representada en el DuodécimoFestival de Teatro Puertorriqueño én 1969, y porProducciones Cisme en Ponce en 1970; El impromp­tu de San Juan fue producida por Producciones Cis­ne en el Décimosexto Festival de Teatro Puertorri­queño en 1974.

Entre las obras inéditas de nuestra autora cuen­tan Tres: No se le servirá almuerzo t1 Anita San Mi·Udn, o La historia trágica de las plantas plásticas,Quitatetú, Eran tres y ahora son cuatro, represen­tada en el Décimosexto Festival de Teatro Puerto­rriqueño en 1974; No todas lo tienen (comedia anti·final en dos actos), representada en el Decimosép­timo Festival de Teatro Puertorriqueño en 1975;Cuarenta años después (drama sin ton y con son),representada en el Decimoséptimo Festival de Tea­tro Puertorriqueño en 1975; Parafina para los tím­panos; Farsa del pueblo pajaril; y Los deshabi­tados.4

2. J. B. Phillips. Contemporary Puerto Rican Drama(Madrid. Editorial Playor, 1973), págs. 138-139.

3. Piri Femández de Lewis. _Temas del teatro puert~

rriqueño de hoy», en Areyto Mayor, Francisco Arriv( (SanJuan Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1966), pág. 316.

4.' SeRÚn Nilda Gonzilez. Bibliografía de teatro puer­torriqueño, Si~los XIX y XX (San Juan. Editorial Universi·

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Hay que señalar la extensa carrera como direc­tora de teatro que ha ejercido Casas desde 1962,cuando dirigió Debiera haber obispas de RafaelSolana para Teatro Incorporado. Su estilo de di­rección se caracteriza por la atención que ella pres­ta a los detalles de la producción, en la ambienta­ción auténtica, por ejemplo; por una voluntad a lamesura en la actuación; y por su afán de revelarlas matices humorísticas de sus personajes.

Para la Universidad de Puerto Rico ha dirigido:Esperando a Godot (Beckett); El mercader de Ve­necia (Shakespeare); El padre (Strindberg); UbuRey (Jarry); Trie Trac (Chocrón); Asia y el Le;anoOriente (Chocrón); La loca de Chaillot; Sganarelle(Moliere); La Gaviota y Tres Hermanas (Chekhov).

Para Producciones Cisne, que fundó con la actrizJosie Pérez, ha dirigido: Las bru;as de Sdlem (Mi­JIer); Luz que agoniza; Las armas y el hombre(Shaw); Ana de los milagros (W. Gibson); Coronade amor y muerte y Nuestra Natacha (Casona); Lastroyanas (Eurípides); Casa de muñecas (lbsen); Téy simpatía; Funeral Home (Walter Beneké); Coro­na de sombras (Usigli); Filumena Marturano (Fili­po); La malquerida (Benavente); La reina y los re­beldes (Betti); La doble historia del Dr. Valmy (Bue.no Vallejo); Donde el trigo nace (E. Williams); Porlas calles de San Juan (una zarzuela moderna deCarmen Laura Pérez Porrata).

Cristal roto en el tiempo y Eugenia Victoria Herrera

En Cristal roto en el tiempo, entramos a unaatmósfera de fatalidad. de desilusión y de angustia.Experimentamos "tres dimensiones de la futilidaden la yuxtaposición del pasado, el presente y el fu·turo." 5 Doña Laura. miembro de una aristocráticafamilia de San Juan, es la madama de un burdel declase alta. cuando su mujeriego hermano muere enun accidente de automóvil. Laura está tensa, preo­cupada, amargada y atada al pasado. así como Ma­nuela, la criada que siempre ha estado con la fami­lia, es leal, está angustiada por la desesperante si­tuación del negocio que sucumbe rápidamente y ata·da también al pasado. Amelia, la joven prostituta aquien han convencido de mudarse a Nueva York,donde puede tener más éxito. está atada al futuro.María, sensible y auto denigrada. está totalmenteperdida en sus recuerdos, repletos de alcdhol, delamante que la abandonó. La obra pertenece a estascuatro mujeres, todas provenientes de distintas cla-

taria, 1979), págs. 37-311. donde se encuentran estos datos, lasúltimas tres obras en la lista están mencionadas por RamónPorrata en -La dramaturl{ia puertorriqueña» en MPR, 16de octubre de 1970, pág. IS A.

S. Francisco Arriví, Teatro Puertorriqueño, Tercer Fes·tival (San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1961),pág. 12.

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ses sociales, y con antecedentes, bien diferentes, quedominan el texto con el deseo de sobrevivir, pororgullo en el caso de Laura, o por lealtad en el ca~o

de Manuela, o por rechazo a la pobreza en el casode Amelia.

Es María la que más cae en el mundo de los este­reotipos latinos. De buen grado se sacrifica por suamante, por la carrera musical de éste, Vél se apro­vecha de ello y la abandona. Al recordarlo, ella dice:

Son manos de ángel... de cristal... de cristal...pero... el cristal se rompe... No... estamos todoshechos de cristalitos pequeños que nos van de­sangrando... y la vida es una herida larga... unaherida larga... honda y lenta... (pág. 306).

Por medio <l~l uso de voces del pasado, percibi­mos la naturaleza de la atracción que ejercen loshombres sobre las mujeres: el marido mantenidode Manuela, que pregunta constantemente por quéquiere regresar a esa casa; el amante de María, quese lamenta de tener que abandonarla para mejorarsu carrera, pero añade que nunca la olvidará; Pepi­to, el hermano que despilfarra el dinero de la fami·lia, insistiendo en todo momento en que siempre es·tará allf para proteger a su hermana Laura.

Casas intenta esclarecer las relaciones de padree hija, tanto en Cristal roto en el tiempo como enEugenia Victoria Herrera. En Cristal roto en eltiempo, la decel'ción del patriarca con su hija doñaLaura, por la supuesta traición de sus valores, al

conservar la ancestral casa como un burdel, se reve·la a través de los pasajes en que le habla desde elpasado. Ella está libre de culpa y apenada, a la vezque frustrada por no haber sido nunca capaz dediscrepar con su padre, o su hermano, e imponersu voluntad. La relación en Eugenia Victoria Herre­ra es parecida a la de Los sordomudos de la drama·turga mejicana, Luisa Josefina Hernández. donde,una vez más, una figura patriarcal controla la lVidade sus hijos con amenazas o con promesas, gene­ralmente manipulándolos. En Eugenia Victoria He·rrera, el padre moribundo no llega a ver que no essu hijo o yerno sino Eugenia, quien ama la tierracomo él y quien quiere mantener la lealtad tradicio­nal de su gente por la tierra, por oposición a la mi·gración urbana.

Absurdos en soledad

Para mí, Casas logra su mayor originalidad te·mática y lingüística a través de su teatro del abosurdo.

Casas llama a Absurdos en soledad "una seriede monólogos expresionistas y simbólicos". Así comoAgustín Cuzzani llama a sus obras "fursátiras",6 Ca·

6. Agustín Cuzzani nació en la Argentina en 1924. Sus.farsátiras. incluyen: Una libra de carne, 1954: El centro­forward murió al amanecer, 1955¡ Los indios estaban cabreoros, 1957; Sempronio, 1957.

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sas se refiere a las suyas como"Absurdos" y como"Soledades". La obra es un tour de force de seisSoledades. que alterna con seis Absurdos. Las seissoledades, compuestas de dos personajes, La Niñay La Actriz, forman una unidad. Como sucede en la"suspensión voluntaria de la creencia", de Colerid­ge, deseamos aceptar el mundo de fantasía, de ima­ginación, de confianza en sí misma y de agresividadde La Niña, en contraste con el bien fundado mun­do de La Actriz, con sus preguntas mundanas, todasreferentes a su particularmente literal búsqueda dela entrada a las tablas (una metáfora para la bús­queda de su propia identidad y satisfacción per­sonal).

Sosteniendo la débil pero afectuosa relación queambas comparten, está la desilusión de La Niñaporque il..a Actriz quiere entrar en las tablas paraabandonarla. Esto puede verse en Soledad Quintaque reproducimos en su totalidad:

La Actriz sube al escenario con gran decisión.La Niña -]a sigue y wita "¡No'" La Actriz entra.por las cortinas. La Niña murmura un "¡Ay'" do­loroso y luego desaparece (pág. 83).

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Ya para la última Soledad, la niña y su mundose ganan a La Actriz y ésta pasa de su propia reali­dad a la de La Niña. Es ésta quien lleva a La Actriza entrar en las tablas. cosa que tanto ha deseadopor tan largo tiempo. Pero según desaparece La Ac­triz, experimentamos un agudo sentido de pérdiday de separación. La Actriz tiene lo que quiere, pero...¿a qué precio? Ambas están solas y abandonadas,con sentimientos agridulces. de melancolía y nos­talgia. claves esenciales para la visión de la realidadque tiene Casas. En el siguiente diálogo del sextoAbsurdo. La Actriz aclara la naturaleza circular dela obra. La Actriz. vestida exageradamente, comouna estrella, finalmente ha encontrado la entrada alas tablas:

ACTRIZ: ¿Cuándo comenzamos?ACTOR Masculino: Hemos terminado.MUJER N." 2: Todo ha terminado.MUJER N." 3: Sí.ACTRIZ: Bien, estoy lista.

(Todos salen y ella comienza a hablar mien­tras cae el telón).

Esta es la historia de una niñita. Por supuesto.esta niña era... es decir, era yo. Bueno. de todosmodos, estaba un día sentada en la verja de casade mi abuela mirando hacia afuera, mientraspasaban los vecinos. Teníamos los vecinos másextraños. "Estaba este hombre que... (pág¡¡. 113­114).

Pues entonces, la realidad en las Soledades esuna fusión de los dos mundos: las tablas y el mun­do de La Niña, ambos, sinónimos con imaginación.magia y sueños.

La visión de la realidad que tiene Casas, comoestá presentada en los seis Absurdos, es arrolladora.Formula sus juicios sobre la guerra, la destrucción,la crueldad gratuita y la incapacidad de compartirel afecto que siente la gen~e, revelando una marcadainfluencia breohtiana (como se manifiesta, por ejem­plo, en la forma directa en que los personajes se di­rigen al público, y discuten y cambian la secuenciade los acontecimientos en la obra).

El Absurdo No. 1 es un ejemplo de un fuertemanifiesto de desesperación acerca de la posibilidadde las relaciones -humanas. En ello, un hombre y unamujer recuerdan y tratan de recuperar su amor.mientras seis personas, vestidas como persianas, ha·cen de coro. El coro está bastante enfadado y mo­lesto cuando la mujer dice que ella es feliz y que·da bastante satisfecho y ríe cuando.al final, el amory la esperanza, son aplastados: "(En una carcajadaque se extiende hasta que cierra la cortina.) Sinamor" (pág. 31).

Comentó don Francisco Arriví, situando a nues­tra autora dentro de la trayectoria del teatro puer­torriqueño: "Myrna Casas continuamente descom­pone la acción dramática en sus obras. Es la culti-

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Myrna Casas.a la derecha.en el ensayode "Cristal rotoen el tiempo ", conVictoria Espinosa,directora y LuisA. Maisonet,escenográfo.

vadora del 'no-teatro'. El teatro más pesimista quese ha escrito es de Myma." 7

La trampa

Casas se sirve del género del absurdo, que ellareviste de un lenguaje lírico, para forjar su visiónesencialmente pesimista de la realidad. La trampa,breve tragicomedia en dos actos indivisibles es unaalegoría sobre el estado del matrimonio que usa elabsurdo y lo fantástico para hacernos reír mientrasque realza las terribles pugnas para el poder entretodos los personajes: Nena, Juan, Mamá, Papito,El Otro y La Otra y las viejas locas lorquianas,Abuela y Tití, cuyos gritos oímos aunque nunca lasvemos a ellas. Fíjense en el uso de los cariñososapodos típicamente boricuas, "Papito" y "Nena",para crear familiaridad y también para recalcar la

7. Gloria F. Waldman. «Don Paco ATThrl. UnA vida enel teatro.., El Nuevo DEo. San 1uan, Puerto Rico. 19 de mar·zo, 198Q. pág. 57.

posición esencialmente carente de poder que tienenestos <;los personajes.

Esta obra explora los temas por excelencia delteatro hispanoamericano: la agresión y la sumisión;'el amor y el odio; la dependencia y la independen­cia. Y todo esto tras un fondo cómico que hace quea veces uno piensa que está presenciando una come­dia loca al estilo de George Kaufman y E'dna Ferber.

La familia que crea Casas va un paso más alláde la familia de Albee en El sueño americano. Ma·má ("una gruesa y bien parecida mujer en sus tem­pranos algos", pág. 30) controla el destino de Papi­to, quien a lo Ionesco, vive en una lata de aluminio .dentro de una trampa; ella sólo permite que él sal·'ga en "ocasiones especiales" como funerales o cum·pleaños, o en este caso para que Juan le pida peromiso para casarse con Nena.

Las vueltas lingüísticas de los personajes, nossorprenden continuamente con sus juegos entre loliteral y lo figurativo. Por ejemplo, a continuaciónse describe la "caída" de Tití (que queda eterna·mente encerrada en "el cuarto de atrás"):

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JUAN: ¿Y dónde cayó?NENA: ·En el fango.JUAN: ¿Qué fango?NENA: 'El del amor (pág. 21).

El metatexto de La trampa es la rebelión de lamujer frente al matrimonio y a la vida. Es una ale·goría sobre la libertad, desde las tentativas de esca­par, de parte de la Abuela, hasta el final cuandoNena huye de la casa a la lluvia, un hecho que aplau­de Papita aunque ni él, ni su esposo Juan tuvieronel valor de hacer 10 mismo. Nena representa el des·contento con el statu qua. Frente a Juan, quien está"satisfecho" con su vida y resuelve todo con irsea dormir, ella está consciente de que la satisfacciónes ilusoria. Quiere algo más, aunque no puede pre­cisar lo que es: "Desde hoy, quizás desde siempre...no sé... he estado pensando... " (pág. 118).

Como los otros personajes, el diálogo de Nenaalterna los lugares comunes con frases inespera'das:

JUAN: Eres una mentirosa. De hecho eres unainmoral. Lees demasiado.

NENA: ¡Qué puedo hacer si no salgo?JUAN: Nada, ser mujer.NENA: ¿Cómo es eso?JUAN: Debes saberlo.

[ ... ]NENA: No debemos <pelear, no en una noche co­

mo ésta... No volveré a leer otro libro.JUAN: Está bien.NENA: Siempre te Querré.

JUAN: ¿Cuánto es siempre?NENA: Nunca mucho (págs. 28-29).

La postura pasiva de Papito, el "'Padre de fami­lia" frente a la rebelión y la libertad es evidente enel siguiente intercambio:

JUAN: ¿Por qué no te escapas?PAPIrO: ¿-De qué?

JUAN: De ellas.PAPlTO: ¿Quiénes?

JUAN: Todas las mujeres.PAPITO: (Se encoge de hombros.) Están en todas

partes (págs. 55-56).

Al final del primer acto, Juan, quien siempre re·vela una actitud deferencial, se decide a bajar porla lata con el padre. Entran Mamá y Nena y "Ambascogen la tapa de aluminio, cubren la lata y cierranla trampa. Se miran y se ríen. Sus carcajadas seconfunden con los gritos y las risas de arriba... "(pág. 69).

·Lo que impresiona del primer acto, que se llama"El compromiso", es la realidad que cobra el ma·nejo del absurdo. Se acepta que el padre vive dentrode una trampa, y aún más, uno llega a la conclusiónque en el fondo, este compromiso no es ni más nimenos raro que cualquier otro noviazgo. Es decir,los"detalles del "compromiso" son los mismos: lastentativas de los novios de acercarse, con los acom·pañantes rechazos; las trabas o las trampas que po-

"No todas 10 tienen", 17Festival de Teatro Puertorriqueño, 1975.

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ne la familia; las esperanzas de la juventud, basa­das en sueños, frente al cinismo de los mayores.Sin embargo, la óptica de nuestra autora revistetodo con un ambiente de sorpresa y a la vez deaceptación de estos acontecimientos.

En el segundo acto, que se llama "El matrimo­nio", Casas encuentra sus propias claves expresivaspara revelar la desilusión y el aburrimiento de dichainstitución en los personajes de "El Otro" y "LaOtra". Nena ya se le ha olvidado el nombre de Juany cuando él dice que se llama Felipe, ella responde:"¿Qué importa que te llames Felipe? Eres siempreel mismo aunque cambies de nombre" (pág. 75).

Nena va al armario, como luego hará Juan, ysaca a El Otro, aunque símbolo de su amigo o aman­te, efectivamente es otra versión de su esposo. Elsiguiente intercambio, que se pauta con una discu­sión del calor que hace en el armario, resume surelación:

EL OTRO: Te quiero.NENA: No me aburras (pág. 80).

oLa obra de Casas exige un público cómplice queno sólo experimenta las imágenes que ella crea, sinoque interpreta dichas imágenes y símbolos. A 10 lar­go de la obra los personajes pautan su diálogo conel aviso, "Va a llover", que siempre surge como unnon-sequitur. "La lluvia" llega a ser un leitmotifimportante en la obra. Es la única cosa que echa demenos al padre: "Mira esas gotas ... grandes comola vida" y luego agrega" Ayuda a olvidar" (pág. 67).

Pero también tiene sus asociaciones siniestras,con el miedo, las dudas, la cautela y la muerte.Cuando La Otra le sugiere a Juan que se vayan amirar por la ventana, Juan responde resuelto: "Novaya exponerme. Anda, mira" (pág. 113). La ~alabra

significativa, ti exponerme" une los dos símbolos. elsímbolo de la ventana. una apertura peligrosa haciaafuera, con el símbolo de la lluvia, también peli­grosa, con su poder purificador.

A través de los personajes. El Otro y La Otra.se introduce un símbolo que está presente a 10 lar­go del segundo acto. "el llanto de siempre" queviene a representar una actitud trágica hacia lavida. y que solamente oyen El Otro y La Otra. Cuan­do Nena le pregunta a -El Otro, "¿Cómo sabes túque es doloroso?", El Otro responde. "No lo sé. Lopresiento solamente. Quizá he llorado asi o quizáalgún día... algún día lo haré" (pág. 88). Y seguidoa este melancólico intercambio. Casas nos sacudecon otras vueltas sorprendentes. por ejemplo:

NENA: No, mi madre vive.EL OTRO: ¿Dónde?NENA: En la nevera.EL OTRO: ¿Y los otros?NENA: Murieron todos un día de lluvia (págs.

88-89).

En el triste intercambio sobre la muerte, quevemos a continuación. se presenta una serie de con·trastantes imágenes espaciales: lo abierto y lo en­cerrado. lo dentro y 10 fuera. Dice Nena. "P~ro pue­de uno morir encerrado... en un sótano, en unabuhardilla, hasta en el cuarto de atrás donde la llu­via no penetra nunca" (pág. 89). Y luego de hablardel único remedio para todo -la aceptación de lasoledad- El Otro le exhorta a Nena, "No pienses.Es peligroso. Puede llover, ¿sabes? Me vuelvo aden­tro" (pág. 90).

Para el final de la obra vemos cómo la mujer,Nena, representa la actitud "abierta". dispuesta aarriesgarse. Mientras que los hombres (Papito. Juan,El Otro) representan el principio de "lo encerra­do". Físicamente y espiritualmente están cerradoshacia el mundo de afuera.

El último episodio de La trampa realza la acti·tud existencialista de Nena frente al mundo exte­rior. A través del concepto clave de "la voluntad".que ejerce Nena, la pieza recalca el eje de la filo­sofía existencialista, la imposición de la volicióndel individuo sobre la nada. Ocurre que Nena reve­la su decisión de encontrar a "los que lloran y ríen"(pág. 124), o sea, de averiguar de dónde viene aquel"llanto doloroso" que s610 oyen El Otro y La Otra:

NENA: Tenemos que saberlo.JUAN: Yo no quiero saber nada. Anda, cálmate.

Mañana saldrás tú, si quieres.NENA: Quiero salir ahora. Tengo que saber (pág.

123).

Frente al pesimismo de Juan (" No encontrarása nadie", pág. 124), se contrapone el prudente opti­mismo de Nena. Igual que en Absurdos en soledad.·Ia mujer, a pesar de tener miedo, está dispuesta atomar un riesgo y aventurar hacia afuera. En ungesto ibseniano, Nena-Nora "se dirige a la puertaprincipal y sale cerrándola tras si" (pág. 125).

Para el desenlace de la obra Casas tiene todavíamás sorpresas para el público después de la huidade Nena hacia la libertad. Aparece de repente laMamá con su ubicua carcajada. Está furiosa a cau·sa de la fuga de Nena y echa la culpa a Papito, aquien saca de la trampa para regañarle. Lo que si­gue es una doble jugada de mutua hostilidad. Gritanellos:

MAM.(: Me las pagarás. Me las pagarán ambos.PAPIro: Nada hay que pagar. Nada te debemos.

¡Nada! (pág. 133).

Mientras que Papito y Juan se acercan amena·zantemente a Mamá, ella, con astucia y maldad, to­ma la·venta.ta cuando grita: " ¡Cuidado! ¡La lluvia!"(pág. 133). En una vuelta a la pasividad, los doshombres asustados bajan por la trampa. Entonces,"Mamá .fija la tapa y se sienta sobre ella. ISUS caro

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cajadas se confunden con las de Tití y con los true·nos. Llueve fuertemente" (pág. 133).

Como dice el epígrafe a la obra:

En la trampa,todos han de caer.En la trampa,todos ban de ser libres para salir.En la trampa,pocos 'Podrán decidir (pág. 5).

Fíjense en el juego entre los dos conceptos cru­ciales, la libertad y la voluntad: "todos han' de serlibres paar salir" y "pocos podrán decidir".

La trampa es una tentativa de plantear metafó­ricamente la condición del matrimonio y ofrecerunas posibles respuestas a la misma. Tal vez laaparente conclusión de Casas sobre el matrimonioresulta menos chocante y radical por estar plantea­da dentro del teatro del absurdo.. Sin embargo, esabrumadora: o el aburrimiento y el encarcelamien·to, o la locura fingida, o el escape... .

El impromptu de San Juan

El impromptu de San Juan entretiene mientrasque cuestiona la naturaleza del teatro moderno. Enlas palabras de la doctora Casas: "EI impromptuse burla del teatro clásico y tradicional." B La auto­ra desarrolla su crítica de la institución del teatrosirviéndose de las mismas formas que quiere de·rrumbar: la exagerada actuación; los enredos ines­perados y la altivez de las estrellas "primma­donnas".

Indica Casas en el Prefacio a la edición de laobra en la Colección UPREX: "El impromptu siguela tradición que inicia Moliere con L'Impromptu deVersailles, obra en un acto que critica una fase dela vida teatral. Otras piezas inspiradas en esta tra­dición son: Impromptu de Tad Mosel y L'Impromp­tu de l'Alma de Eugene Ionesco" (pág. 13).

La obra trata sobre un ensayo teatral que lenta­mente se disuelve en la anarquía. Las "Musas" seconvierten en "Sobrinas"; una "Sobrina" se convier­te en la "Criada"; aparece gratuitamente "El Estar",cuyo nombre representa un humoroso juego sobrela pronunciación de la palabra "star" (estrella) en"puertorriqueño". Por si acaso tuviéramos dudassobre el papel de "El Estar", él mismo anuncia: "Yono voy a interpretar ningún papel. Estoy aquí sola­mente para darle nombre a esta obra. Me han diohoque necesitaban una estrella y a'quí estoy" (pág. 171).

Se p~ede leer en la actitud extravagante de dichopersonaje una crítica, de parte de la autora, del

8. Gloria F. Wllldman, clmf1romf1tu: ensayo Que termi­na en anarouía-, El NlIl':Vo Día, San Juan, Puerto Rico. 17de mayo, 1980, págs. 32-33.

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"star system" tanto en el teatro como en la vida.Asimismo, el siguiente discurso tanto revela el finosentido de humor de nuestra autora, y su crític;burlona de los excesos del teatro, como la pompo­sidad de gente como el Director, quien se dirige asu reparto y dice:

...¡Qué le vamos a hacer! Hay que vivir... Todosea por el arte, por ese arte, por ese arte quenos ha lel;.ldo el Peloponeso y el Gallo de Stan­ford in Capon, el loco noruego y el sueco eman­cipador de mujeres, el gran cómico de todoslos tiempos Juan Gabriel Bjorkman mejor cono­cido por Moliere y toda la estela que desde lacapital espartana llega a través de los siglos delos siglos (págs. 148-149).

Para otro toque de perfecto caos, durante la fun­ción que yo presencié de El impromplu en el Tea­trito Experimental de la Universidad de PuertoRico, mayo, 1980, montado por Carmelo SantanaMojica de la Clase de Dirección Escénica del De­partamento de Drama, ¡volaban las polillas mien·tras que goteaba el baño del piso de arriba direc­tamente encima del escenario!

Aun más que en el teatro tradicional, en el casodel teatro del absurdo le toca al director dar formaa la pieza. Santana Mojica diseñó el vestuario, laescenografía, las luces y el programa. Escogió unapuesta en escena sencilla y realista, desde el floreroy el cuadro de Bellini para la Criada cuya eternatarea es quitar el polvo de esos objetos, hasta lamecedora de la vieja, Doña Mimí. También le dotóa Doña Mimí con un acento español, otro toquepara reforzar la supuesta fonnalidad de la pieza.

El impromptu es una comedia dentro de unacomedia donde los actores salen de papel para sen­tarse entre el público ("¿Cuál de los dos, el pedanteo el ignorante?" pág. 163); para protestar ("Esto noes una obra ni nada que se parezca", pág. 161, o"¿Qué autor? Esta obra no tiene autor", pág. 147);para salir a tomar café; y para comentar sobre losdetalles de su vida cotidiana.

El caso de Doña Mimí, por ejemplo, nos ofrecela doble perspectiva de verla en su papel, y también"escuchar a la actriz" que ejerce el papel de DoñaMimí. Cuando el Di~ctor le avisa a ella que van aeliminar el papel de una de sus Sobrinas, la "ac­triz" protesta, en cuanto al personaje de Doña Mimfque ella representa, "De ninguna manera. La noticiapodría matarme" (pág. 165).

En otra ocasión .]a obra traspasa los límites entrela realidad y la fantasía cuando el Director le dicea Doña Mimí, o mejor dicho, a la actriz que hace elpapel de Doña Mimí, que él conoce a su hermano,así estableciendo el eterno juego entre la ilusión deldel teatro y la vida real.

Las actrices critican el papel del Director y lollaman "entrometido". Frente a la anarquía de su

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llenco, el pomposo Director, vestido con gabán, bai­la y ascot, grita histéricamente: "De aquí no saleJadie. Faltan los dos últimos actos" (pág. 175). Cuan·;lo efectivamente se va todo el reparto, el Directorvocifera contra el teatro: "Ridículo de siempre, ri­dículo de siempre, pues al Diablo con el teatro, alInfierno con todo esto" (pág. 178). Nos recuerda lamisma desesperación del personaje Pirulí, quien hi·zo las veces de director en Farsa del amor compra·dito de Luis Rafael Sánchez, cuando sus actores in·sistieron en cambiar el final de la obra frente a susprotestas contra aquella anarquía. Igual que Pirulí,el Director en El impromptu habla al público: "Peroesto es anarquía. Señores (al público), qué reme·dio, tendrán que venir al ensayo de mañana" (pá.gina 178).

Como siempre en el teatro nacional de PuertoRico se puede encontrar referencias a la realidadde la Isla, directamente o en clave. No se eximela farsa ni el teatro del absurdo de esta regla. Senota el juego de símbolos en el mismo título queanuncia la .primera Musa: "Esta obra se llama (trom·petilla) 'PPPRRR" (pág. 139), una velada referenciaa Puerto Rico. Desde el principio de la obra se es­tablece el tono satírico a lo que se refiere a ·las mo­radas de la Isla. Escuchemos hablar a las Musas:

MUSA 4: Un ensayo es sagrado.MUSA 2: Ya no hay disciplina.MUSA 3: Aquí nunca ha habido disciplina.MUSA 4: Disciplina de coctel sí hay.MUSA 2: ¿De coctel solamente?MUSA 4: ·Bueno, de boda, bautizo y entierro tam­

bién.

MUSA 2: Y de elecciones.MUSA 1: ¡Shhhh! ¡Eso sí que no! (págs. 143-144).

El impromptu termina con el extravagante lO Es­tar" solo en el escenario mirando su reloj, tocandoel tambor, y recitando lo que podría ser la letaníade la Isla, un himno a la disciplina, o su ausencia:"mi contrato dice tres horas de ensayo. Hay que te·ner disciplina. Si no, no se llega a nada... a nada...a nada" (pág. 178).

Conclusión

Casas nos reta doblemente, como pÓblico lectory público del espectáculo. Su teatro de temáticanacional, al igual que su teatro expresionista, llegaa indagaciones de índole universal. Nos enfrenta aun mundo de imágenes que podemos interpretar osimplemente experimentar. Su teatro exige un pú­blico cómplice, un público dispuesto a responder alreto a la imaginación que propone nuestra autora;un público dispuesto a seguir los vuelos por sumundo, rico en originalidad; un público capaz dellegar a sus propias conclusiones respecto a la natu·raleza del teatro mismo, y de las relaciones hu·manas.

El talento de Myrna Casas está en envolvemosen la lógica interior que ella ha creado y que noso­tros llegamos a aceptar a 10 largo de sus obras. Suarte está en utilizar el arma de la risa para quesigamos la "razón de la sinrazón" hasta su final.

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L A UNIVERSIDAD CATÓLICA DE PUERTO RICO ES LA TER­

cera, en el orden cronológico, de las Universi­dades que se han establecido en nuestro país. Juntocon la de Río Piedras -también extendida a Maya·güez- y con la de San Germán, esta Universidad dePonce constituye en nuestros días, el an'helo realiza·do de numerosas generaciones puertorriqueñas. Lasuniversidades, en efecto, se fundaron en Puerto Ricotardíamente, pero como ideal y propósito de nuestropueblo estuvieron presentes, desde muy temprano,en nuestra historia.

El Convento de Santo Domingo, actual sede delInstituto de Cultura Puertorriqueña, fue sede duran­te las primeras décadas del Siglo XVI de los prime­ros estudios universitarios en nuestro país y quizásen toda América.

Es emocionante ver cómo se registra en los ana­les de la historia puertorriqueña <:':te clamor de nues­tro pueblo por la cultura, por la educación formal,por la necesidad de tener una universidad.

La vieja pasión puertorriqueña por la educaciónse reafirma hoy en este acto en que la UniversidadCatólica, por medio de mi persona, quiere honrarindirectamente a otra institución, también de caric­ter cultural, pero producto, no de las necesidades queen la lejana Edad Media dieron origen, y desde en­tonces acá han justificado la existencia de las uni­versidades, sino resultado de otras necesidades dela vida moderna, que imponen, junto a la tradicionallabor de aquellos centros de saber, la tarea que enPuerto Rico y en otras naciones del mundo han asu­mido los llamados Institutos o casas de cultura.

A semejanza de una Universidad, un Instituto pro­mueve las investigaciones históricas, literarias, artís­ticas y científicas. A diferencia de una Universidad,

* Discurso pronunciado en la colación de Ilrlldos de laUnivel"sidad Católica de Puerto Rico. en Pnnce el 23 de mavnde 1971. en ocasión de investirle dicha Univ~rsidad con' elgrado de Doctor Honoris Causae.

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Puerto Rico ysu cultura nacional*

Por RICARDO E. ALEC:RfA

s10 embargo, un Instituto de Cultura no se dedicaprimordialmente a la labor docente, ni ejerce éstadirectamente en beneficio de una comunidad estu­diantil, sino que se proyecta a la comunidad entera;tampoco se especializa en el rango superior del co­nocimiento intelectual, artístico o científico, sino queabarca y promueve ·la cultura en todos sus niveles,desde el culto y erudito hasta el popular y folkló­rico.

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SalaCapitulardel Conventode SantoDomingo.

Misión especial de todo Instituto de Cultura esel estudiar, conservar, promover, enriquecer y difun­dir todos los aspectos de ,la cultura nacional. Estamisión es más obligatoria, si cabe, en el Instituto deCultura Puertorriqueña, tanto por razón de las pe­culiares circunstancias histórico-culturales del País,como por motivo del mandato explícito de la leyque lo creó.

En Puerto Rico habia que contrapesar décadas deiJ!1lorancia y de abandono respecto de la conserva­ción y promoción de nuestros valores culturales, entodos los órdenes de nuestra vida, incluso en el or­den educativo; había que contraponer un cultivoconsciente de esos valores a décadas de influenciasperjudiciales a los mismos, y en ocasiones, inclusoabiertamente contrarias a ellos. Había que lucharcontra un condicionamiento sicológico, fuertementearraigado en nuestra sociedad colonial, que llevabaincluso a muchos ·puertorriqueños a despreciar sis­temáticamente todo 10 que fuera o pareciera serautóctono y a valorizar, fuera de toda proporción,todo 10 que fuera o pareciera ser exótico.

Tal fue, verdaderamente, la tarea que en el año1955 nuestra Asamblea Legislativa encomendó, alcrearlo, al Instituto de Cultura Puertorriqueña. Latarea de contribuir con todos 'Ios medios a su dispo­sición a reenseñar ·10 digna, lo noble, lo rica, 10 valio­sa que es la cultura puertorriqueña -no porque sea

superior (aunque puede serlo en algunos aspectos)-,sino porque no es inferior, y porque es a lo menosigual, que otras culturas apreciables.

La tarea no ha sido fácil. No han faltado proble­mas, ni la incomprensión de unos pocos. El com­plejo de inferioridad que el coloniaje y otros facto­res han producido en nosotros aún no ha desapare­cido del todo en muchos de nuestros compatriotas,pero no constituye ya una barrera en el desarrollode nuestra personalidad colectiva. La inmensa mayo­ría de nuestro pueblo siente el orgullo de su nacio­nalidad, y ello puede apreciarse fácilmente en innu­merables manifestaciones de la vida diaria.

La labor del Instituto se ha visto recompensadapor sus resultados. Y el mejor resultado iba sido laacogida que el pueblo, sin distinciones de ningunaespecie, ha dado a nuestras iniciativas; la manera enque ha colaborado con nuestras actividades, 'la ale­gría con que ha reconocido lo que es y lo que valela cultura puertorriqueña. Esta actitud de nuestropueblo se revela en su asistencia a las exposiciones,conferencias, conciertos, recitales, representacionesteatrales y de ballet, sesiones de cine documental,ferias y otros actos organizados por el Instituto; ensu aprecio por nuestra producción editorial, su apoyoa nuestro programa de restauración de edificios his·tóricos, su cooperación con nuestro programa deconmemoraciones históncas. Se refleja además en

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el estímulo que la obra del Instituto ha significadopara nuestros investigadores históricos, nuestros li­teratos y músicos, escultores y grabadores, actoresy bailarines.

Toda nuestra labor, y la actividad desencadenadapor ella, ha contribuido decisivamente a consolidarun estado de conciencia pública que antes no exis­tía; ahora ya a nadie le avergüenza hablar, antes ·leenorgullece hacerlo, de la cultura puertorriqueña.De su no reconocimiento -hablo en términos gene­rales- se ha pasado a su "descubrimiento", a suaprecio, a su goce y disfrute, no sólo con seguridad,sino con orgullo. Por primera vez en nuestra histo­ria lo puertorriqueño ha venido a constituir sinóni­mo de excelencia. Esto se demuestra en el énfasiscon que por la radio y la televisión se acentúa elcarácter puertorriqueño de nuestros productos in­dustriales y comerciales.

La popularidad de que hoy goza todo lo "puerto­rriqueño" es conveniente y halagadora, pero puederesultar peligl'Osa, si a través de la propaganda rea·lizada por los medios masivos de comunicación sellega a difundir la noción errónea de que nuestracultura consiste en comer almojábanas y lechón asa­do, en jugar g~llos y bailar la plena; y de que man­tener estas manifestaciones de la culinaria y del fol­klore nacional equivale a conservar la cultura puer­torriqueña. Hay un gran peligro de que se difundaeste concepto equivocado, pues en cualquier socie­dad nacional pueden conservarse y sobrevivir ele­mentos como los mencionados, mientras se desna­turalizan o perecen sus más altos valores.

Al hablar de la cultura que, como nación, poseePuerto Rico, debemos tener presentes valores másprofundos y trascendentales.

A pesar de la herencia milenaria que nos vienede los taínos, del Afriea, y, sobre todo, de la España

inmortal, la cultura puertorriqueña es una culturajoven. Su vitalidad, sin embargo, es grande y se ma­nifiesta en todos los órdenes de ·la actividad creado­ra. De ella dan fe las presentes realizaciones de nues­tra literatura, nuestro teatro, nuestra música, nues­tras artes plásticas, nuestro afanoso laboreo en lainvestigación histórica, antropología y folklórica.

Pero cultura es mucho más, todavía, que todasestas ,cosas. De la misma manera que la cultura deun pueblo no está constituida solamente por suriqueza folklórica, tampoco lo está por sus realiza­ciones intelectuales y artísticas. Cultura es, sobretodo, concepto y manera de vida; es estado espi­ritual que define la ·fisonomía de una gente, de unanacionalidad.

Son las virtudes intelectuales y morales las que,en esenoia, constituyen un pueblo. Puerto Rico estáconstituido sobre algunas virtudes, de sólido funda­mento humano y cristiano, que distinguen a nues­tro pueblo de los demás, y que constituyen nuestramás auténtica aportación a la cultura universal.

Entre estos valores que nos caracterizan comopueblo se destacan nuestro profundo sentido huma­nitario, ex,presado en el hábito nacional de la comopasión por los infortunados; la arraigada convicciónen la igualdad humana manifestada en nuestro mes­tizaje y ejemplar convivencia social; la constante ten­dencia a la justicia, de la que se derivan nuestroamor a la democracia y a la libertad; la vocaciónpor la paz, que ha hecho del nuestro uno de los pue­blos más civilizados del mundo; nuestra devociónpor la cultura, de la que nace el secular afán puerto­rriqueño por la escuela y la enseñanza; y, por últi­mo nuestra tradicional sencillez, que nos capacitapara reconocer y apreciar, espontáneamente, todo10 bueno, noble y grande que tienen los demás pue·bIas.

Caparra

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Estas virtudes sociales que hemos mencionado,constituyen, junto a muchas otras, el fundamentode nuestra cultura nacional. Sobre ese fundamento,y sólidamente unido a él, .por razón de lo que hanaportado y acumulado la geografía e historia comúny el cruce de razas, se levanta el andamiaje de nues­tra lengua, costumbres y tradiciones, nuestro arte ynuestro folklore.

Es esta constelación de valores lo que constituye]a cultura puertorriqueña. Existe en ella una jerar­quía determinada por la mayor o menor excelenciade los mismos. Los de menor rango no deben su­plantar a los de más alta categoría, pero tampocodeben ser despreciados o descuidados.

Una cultura nacionales obra que la naturaleza,el arte y la historia, trabajando simultánea y recí·procamente, han creado a través de los siglos. Nopuede, por tanto, improvisarse. Pero puede destruir­se, si confiados en sus inmensas energías vitales, 01·vidamos que necesita de amor, cuidado y cultivo,y en muchos casos, de firme y decidida defensa.

La cultura puertorriqueña, hemos dicho, revistegran vitalidad y energía, y buenas demostracionesha dado de ello. Pero es también cierto que ha esta­do y continúa expuesta a influencias, poderosas ytenaces, que la han afectado en el pasado, la afec­tan en el presente, y .pueden deteriorarla, e inclusodestruirla, en el futuro. Estas influencias, son ade·más de nocivas, innecesarias y superfluas. No sonlas influencias naturales y espontáneas que, en lavasta intercomunicación de los pueblos, reportany difunden beneficios intelectuales, artísticos y so-

ciales. A estas influencias podemos y aún debemosabrirle nuestras puertas sin temor, -haciendo gala dela tradicional hospitalidad puertorriqueña. Ellasconstituyen el manjar exótico que, consumido, ha­bremos de asimilar y transformar en nuestro pro­pio modo de ser.

Ahora bien, siendo la cultura puertorriqueña unbien que nos pertenece a todos los puertorriqueños,e incluso a los no puertorriqueños, que con noso­tros conviven, es un deber de todos los individuosy las instituciones del país, máxime si tienen algunafinalidad educativa, el defenderla y promoverla, re·cardando que al así hacerlo están preservando unode los ámbitos particulares de la cultura universal.En este sentido tienen· una gran responsabilidad enPuerto Rico las Universidades, que históricamente,en nuestro país no son sino la expresión de una ca­racterística constante de nuestra cultura: el afán deestudiar, el afán de adquirir conocimientos. Perono basta con que nuestras universidades se afin­quen, como cualquier otra institución en Puerto Ri·ca, en el terreno de nuestra cultura nacional; es ne­cesario también que, trascendiendo el carácter es­pontáneo de esta vinculación, incorporen a su en­señanza, de manera consciente y positiva, cursosformales en los que los estudiantes ahonden en elconocimiento de la historia y de la cultura de supaís. Los estudiantes tienen el deber patriótico deexigir que nuestras universidades les .impartan unaconciencia más amplia y más profunda de su nacio­nalidad, y las universidades, por su parte, el deberde formar a los jóvenes de tal manera, que al aban­donar su Alma Máter, puedan descargar la respon·sabilidad moral y patriótica que tienen, de integrar­se a su pueblo y brindarle, a su gente, generosamen­te, todo el saber que pudieron acumular y decantaren ·Ios años en que disfrutaron de la privilegiadacondición de universitarios.

Quienes más y mejor conocen a su patria, laamarán más, y por 10 tanto, la servirán mejor.

Por lo que toca a nosotros, hace tiempo venimosrealizando gestiones para lograr que en un futuropróximo todos los universitarios puertorriqueñostengan la oportunidad de completar un curso bási­co sobre la historia y la cultura puertorriqueña antesde completar sus estudios. Seguiremos luchando por­que este proyecto se ·haga pronto una realidad.

No podría yo dirigirme hoya esta clase graduan­da sin expresar algunos pensamientos sobre la si­tuación que hoy confronta el mundo universitario.

En el mundo occidental las universidades pasanpor un proceso de transformación que amenaza conalterar su tradicional concepto de casa de estudios.En Francia, Inglaterra, Alemania, México, Canadá,Venezuela y, particularmente, los Estados Unidos,los estudiantes se muestran insatisfechos con la fun­ción que durante siglos se ·les había asignado, re·flejando en su actitud los cambios profundos que

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Claustro del Convento de Santo Domingo.

se han venido operando en nuestra sociedad. EnPuerto Rico se comienza a manifestar esta situaciónque hoy sufren todas las Universidades del mundooccidental. Los jóvenes que integran las universida­des de hoy en su inmensa mayoría no pertenecen ala élite económica a que estaban adscritos la casitotalidad del estudiantado universitario de ayer; di·cha clase ya no tiene el monopolio de la educaciónsuperior. En las universidades ingresan cada vez enmayor número jóvenes de las clases menos privile­giadas, y con ellos estas instituciones han ido reci­biendo poderosas dosis de vitalidad y de nuevaenergía.

Muchos de estos jóvenes son hijos o huérfanosde soldados que pelearon en la Segunda GuerraMundial -la misma que se alegaba iba a terminarpara siempre con la guerra-; y a su vez se ven hoyexpuestos a servir y a morir en una guerra, carentede sentido, y más inhumana aún que la que la pre­cedió. Es natural que estos jóvenes, víctimas deestas experiencias familiares y personales, al llegaral plano intelectual universitario, adquieran unamayor conciencia y desarrollen una mayor sensibi·lidad que los jóvenes que les precedieron, ante lasinjusticias socio-económicas que afectan nuestra so·ciedad democrática; es natural que se percaten y sehorroricen del hecho de que el progreso tecnológicoalcanzado por el hombre en los últimos treinta años,en lugar de servir para unir más a los hombres ypara remediar el mal universal de la pobreza y elsubdesarrollo haya servido para establecer barrerasmás grandes entre los ,pobres y los ricos, entre los

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poderosos y los débiles. La promesa que significabala organización de las Naciones Unidas respecto dela supresión del colonialismo en el mundo entero,se ·ha visto despedazada ante los ojos incrédulos delos jóvenes universitarios, que siguiendo los textosde sus cursos, todavía creen que la libertad de lospueblos es elemento indispensable para la paz y lafelicidad de todos.

Ante esta situación, a nadie debe extrañar quelos universitarios de hoy, que a la natural rebeldíay optimismo de la juventud unen el conocimientode los principios de libertad y justicia que se leshan enseñado desde la cátedra, se sientan moral ypatrióticamente obligados a poner todo su empeñoen tratar de remediar los males que aquejan al mun­do, y de contribuir a la solución de sus problemas,recurriendo a veces a métodos que nada tienen quever con la tradición universitaria.

Por esto resultan, no sólo absurdas, sino inclusoridículas las soluciones que muchos de los guardia­nes del orden constituido ofrecen 'Para poner reme­dio a la rebeldía de los universitarios, creyendo quees posible retroceder al tiempo en que la Universi­dad fue~ se suponía ser- una torre de marfil endonde los jóvenes estudiantes, aislados de 'la reali·dad circundante en su país y en el mundo, se re·cluían para aprender un repertorio de valores y con·ceptos, legítimos, posiblemente, pero que no se pre­sumía que el estudiante habría de contrastar y reva­lidar en su experiencia con la vida.

La verdadera solución, no es sin embargo, sen·cilla, ni fácil de precisar. Pero para hallarla, ha de

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partirse, del siguiente principio: que la universidadde 'hoy, o del futuro, jamás podrá volver a ser lamisma de ayer, no sólo en cuanto al concepto de suorganización o de su sistema docente, sino inclusoen cuanto a 'la idea misma del estudiante universi­tario. Quizá el estudiante profesional será prontocosa del pasado. Es posible que la situación actualpueda verse de otra manera cuando los estudiantescompartan su responsabilidad de estudiar con suresponsabilidad de trabajar; cuando el estudiante se­integre con la sociedad en que vive de una manerareal: compartiendo sus labores, sus problemas y susluchas. Cuando llegue este dí,a, la actividad del uni­versitario no será vista como una intervención ex­traña, sino como una participaci~n ciudadana, quesurge de la misma comunidad. .

Es una realid,ad fácil de comprobar que en la ac­tualidad los estudiantes universitarios, la mayoría deellos ya adultos y en la plenitud de sus derechospolíticos, permanecen demasiado tiempo separados-y, par.adójicamente, por razón de su propia vidauniversitaria- de la sociedad en que ellos deseanvivir y actuar. Esta situación es en gran parte res­ponsable de que no sea efectiva ni completa la co­municación entre la comunidad en general y la so­ciedad universitaria, y por ello tanto la primeracomo la segunda ven en la otra un elemento intru­so: "intrusos" son los estudiantes cuando intervie­nen en los asuntos de la comunidad, e "intrusa"es la comunidad cuando interviene o' pretende in­tervenir en la vida universitaria.

Es posible que cuando el estudiante esté másvinculado con "la clase trabajadora que él ahora,desde afuera, defiende y desea proteger, se habrádado un gran paso en el camino 'hacia la verdaderaintegración de la sociedad.

Ahora bien, es obvio que para bien de todos, de­be resolverse este .. impasse". Los dirigentes inte­'lectuales y políticos tienen que aceptar ·la realidadde que el mundo ha cambiado, y con ella, el con·cepto de la universidad. Los jóvenes, y particular­mente los universitarios, tienen que hacer social·mente válida su defensa del pueblo y de la clasetrabajadora, convirtiéndose -sin dejar de ser estu­diantes-' en otros tantos trabajadores. De la unión

del estudio y del trabajO -por tanto tiempo diso­ciados- ha de nacer una nueva sociedad.

Puerto Rico se ha distinguido, particularmentedurante las últimas décadas, por la maner~ origi­nal con que se ha enfrentado y ·ha tr,atado de resolversus problemas. muchos de los cuales no son exclu­sivos de nuestro país. Nuestra actitud debe ser lamisma ante este nuevo problema con que nos en­frentamos. Tratemos de buscar solución al mismode acuerdo con nuestra idiosincrasia, con nuestraverdadera personalidad cultural. De la misma ma­nera que en el pasado, apoyados en nuestras sólidasy arraigadas virtudes nacionales, supimos hacer sig­nificativas aportaciones en otros aspectos de la in­tegración social, estoy seguro de que en el presente,apoyándonos en los mismos fundamentos, podremoscontribuir a resolver el problema universitario -queaunque universal, reviste especiales circunstanciasen Puerto Rico- con una solución compatible connuestra herencia histórica y cultural. Estoy segurode que en los jóvenes puertorriqueños que -comolos de esta clase graduanda- han vivido la nuevainquietud estudiantil, habremos de encontrar el ele­mento más apropiado para canalizar toda nuestraenergía de pueblo en beneficio de la patria y de lanueva universidad.

Para enfrentamos a ese problema, como a cual·quier otro en que se debata elpais, sea en el planopolftico, social o económico, es necesario que actue­mos partiendo'desde el hecho de nuestra realidadnacional; desde la conciencia de que somos un pue­blo, con su propia cultura y tradición histórica, queno puede ser olvidada por nadie, y mucho menospor ustedes, jóvenes universitarios.

Defendamos, pues, ,la cultura nacional, que comohemos dicho se basa en valores altamente huma­nos y cristianos --es decir, universales-. Y ten­gamos siempre en cuenta que nuestra mayor con­tribución a los demás pueblos. y a la convivencia en­tre los mismos, será la de afirmar nuestros valoresnacionales. Nos sentirnos optimistas sobre el futurodel país. Mientras los puertorriqueños tengamos con­ciencia de nuestra nacionalidad y cultura. PuertoRico seguirá siendo Puerto Rico.

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.&. GRADEZCO A LA VIDA EL HABER ESCUCHADO LA PA·

~labra poética de aquella finísima sensibilidadque fue Cecilia Meireles. La escuchamos en PuertoRico, en -1957, con motivo de otro congreso del Ins­tituto Internacional de Literatura Iberoamericana.Dejó ella en nosotros una profunda impresión. El15 de julio de 1977 apareció en la prensa, en El Mun­do de San Juan, traducido al español por la doctoraEsther FeJiciano Mendoza, un ensayo lírico de Ce­cilia Meireles sobre la bahía fosforescente La Par·guera de Lajas, Puerto Rico. Al recuerdo de aquellaescritora, a su nombre inmarcesible, dedico la lectu·ra de estas páginas con las que sólo aspiro a reafir­mar la solidaridad entre nuestros pueblos.

Hace aprox.imadamente un siglo,l en 1874, dejala huella de sus sentires sobre algunas ciudades einstituciones del Brasil que ha visitado, el héroeepónimo de la libertad, peregrino y visionario puer­torriqueño, don Eugenio María de Hostos. A la je­rarquía de "pensador y educador, arquitecto de na­ciones, escultor de espíritus libres, (y) concienciamoral de un continente" 2 lo eleva el colombianoCarlos Arturo Torres, mientras que el ensayista Víc·tor Massuh lo ve como encamación del hombrenuevo y completo, protagonista de la transforma­ción de América.J El sabio don Antonio Caso, desdesu meseta azteca y según Pedro Henriquez Ureña,proclama que "hombres de su tamaño sólo ha ha·

* Ponencia leída en el XVIII Congreso del Instituto In­ternacional de Literatura Iberoamericana. celebrado en Ríode Janeiro del·l al S de agosto de 1977.

1. Hostos había partido de Buenos Aires el domingo 22de febrero de 1874 en el buque La Ville de Bahía, que esperala sanidad marítima el viernes 27 de febrero en la bahía deSantos. Está hospedado en el Hotel Bra.sil de Río de Janei­ro el 20 de marzo. A bordo del South America, el 2 de abril.escribe que cree haber salido de Río el 2S de mnrzo. (Dia­rio 11, La Habana, Cultural, 1939, págs. 86-88.)

2. Carlos Arturo Torres, Estudios de critica moderna,Madrid, Editorial América, s. f., págs. 203, 204.

3. Vfctor Massuh, América como inteligencia y pasión,México, Tezontle, 1955, pág. 34.

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Huella brasilera en Hostos·

Por Jos~ FERRER CANALES

bido tres o cuatro en América"" Y a él -le consagranlibros, entre otros, los antillanos Antonio S. Pedrei­ra 5 y Juan Bosch.'

Evoquemos aquí, en síntesis, lo que sobre elBrasil apuntó aquel viajero y 'hombre egregio y com­párelo el estudioso con los ecos y recuerdos que enlas almas de otros escritores de América como JoséVasconcelos,7 Waldo Frank,a o Alfonso Reyes,9 im­primió esta tierra de promisión y contrastes.

Las páginas hostosianas recogen impresiones so­bre temas históricos y sociales, sobre el paisaje, lavegetación, la naturaleza. Hay también autoanálisisy, en prosa de alta calidad estética, asoma allí el ar­tista de la palabra, una ex.traordinaria personalidad

4. CI. Antonio S. Pedreira, Hostos, ciudadano de Amé­rica, Madrid, Espasa Calpe, 1932, pág. 131.

S. A. S. Pedreira, Oprrs cit.6. Juan Bosch, Hostos, cl sembrador, La Habana, Edi.

torial Trópico, 1939.7. José Vasconcelos. La raza cósmica, Buenos Aires, Aus.

tral, 1948, págs. 61-144.8. Waldo Frank, Viajc por SlIramérica. Traducción espa­

ñola de León Felipe. México, Ediciones Cuadernos Ameri.canos, 1944, págs. 18-81; 319·396._ 9: Ejemplos: -Versos sociales_ a Ronald de Carvalho.

págma 260, _En cabo roto-, págs. 273-274, y los «Romancc~del Río de Enero_

(<<Llego al lill de mi canciónque es }'a más trrya qrre mia,y no pude, Rio de Enerodecirte lo que querEa_) ,

en Constancia poética, México, Fondo de Cultura Económi.ca, 1959 (Vol. X, Obras completas de Reyes). Ver la des.cripción que hace Alfonso Reyes de las etapas de la ecano­mfa brasilera en «HomiUa par la cultura_ (Tclltativas "orientaciones, Vol. XI, Obras completas, ed. cil., págs. 2Ii.220), y El Brasil en una castaña (Vol. IX, Obras completas.ed. cit., págs. 187-195, que termina con estas frases sobreel Brasil: cuna hermosa y grande nación que nunca perdióla sonrisa ni la generosidad en medio del sufrimiento, ejem.piar a un tiempo en el cara ie y en la prudencia, orgullo dela raza humana, promesa de felicidad en los dias aciagosque vivimos, fantástico espectáculo de humanidad y natu.raleza- (pág. 195).

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EugenioMarladeBostos

atenta a los valores humanos, artísticos, patrióticos,éticos.

"Diré -anuncia- que llegué a Santos, puertode la provincia de Sao Paulo, una de las más ricasdel Brasil". (376) 10 Ve en la ensenada, una "magni­ficencia del trópico" y juzga que 10 que allí contem·pla tiene la belleza de "la primera alborada del Nue­vo Mundo". (377) Agrega:

Tal como yo vi presentarse a mi vista deslum­brada ,la había de Santos, tal debió, lentamente,majestuosamente, por sucesiones de luz y decolor, por gradaciones de formas definitivaspresentarse el nuevo día ante lo que han llama­do la creación. (337)

Asciende a la cumbre del c~rro Montserrat desdedonde admira la ,ciudad de Santos que ve "circun·dada por una corona de colinas elevadas, por unaaureola de florestas esplendentes, por un brazo demar sosegado". (384) Le recuerda el paisaje, ciuda­des del litoral de Colombia y, por sus grupos étni-

10. La numeración de páginas en paréntesis correspondea Mi viaje al Sur, La Habana, Cultural, 1939. (Vol. VII,Obras completas de Hostos,)

cos, por el aspecto de sus casas de comercio, por elolor de su café, a la casi totalidad de las ciudadesantillanas.

Anota el carácter marítimo y comercial de San­tos, su progreso, el aire de seguridad, las elegantescasas-quintas de .Jos habitantes, el gas, el tranvía, elferrocarril que la une a Sao Paulo, el telégrafo quela acerca a Río. Por entonces --cuán lejos de hoy-,aclara el viajero, Santos tenia "hasta ocho y diezmil habitantes" en si yen su playa y en sus cerros.

De esta ciudad, Santos, cuya primera luz tan pro­fundamente conmovió al peregrino que dijo "Yacíancielo yagua, playa y montes, en la incierta penum­bra del primer crepúsculo: era como un boceto degran cuadro" (377), se despide con un sentimientode paz y -moralista y esteta-, la esperanza de re­velar lo bueno y bello que allí ·ha gozado.

Luego, Sao Paulo. Para tener una imagen de con­junto sube por la c'alle de la Libertad (Rua da Li­bertade) y dibuja:

La alta meseta en que está situada la capitalde la provincia brasilera de Sao Paulo, dominapor todas partes un plano accidentado y,.. esdesde lejos dominada por las diversas articula·

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ciones del Arosoyaba, rama de montañas que sedesprende de la Sierra del Mar. Excelente posi­ción, que deseo a todos los seres racionales: miradesde alto, y necesita ser mirad:> desde alto. (386)

Pasa de lo geográfico a lo ético-sicológico:

Es una población irregular, cuyo núcleo prin­cipal está entre la margen izquierda del río quela baña, el Tamanduatehy, y el llano en que ter·mina el Jaraguá, la más próxima de las montañasque la amparan. Las extremidades de ese cuerpoirregular están comprendidas entre el alto arra·bal a que me ·habia trepado y el suburbio quellega hasta el Tieté, hermosfsimo rfo que correa tres cuartos de legua de distancia. (387)

Le sorprende un bellísimo paseo con pabellonesverdes, pinos brasileros, en que se reúne la sacie·dad paulista -Bastos escribe paulistana-, y laAcademia de -Derecho en que tiene su fonnación lajuventud de la provincia. Subraya como caracterís­ticas de aquel conglomerado su sensibilidad, su amora la naturaleza, su carácter viril, su inteligenciamoral.

Al acercarse a Río de Janeiro piensa en la exac­titud de unas palabras con que el General Bartola­mé Mitre ·la había descrito: "Es una ciudad en me·dio de un bosque virgen". (415) Por lo que Bostasproclama la ventura de quienes la habitan en aque­lla época, hace un siglo, y viven una vida civilizada,cerca de la naturaleza, en lo que era una ciudad­bosque.

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Son éstas, palabras de Bostas ante Río de Ja­neiro:

·EI lujo o el simple bienestar tiene aqui el ins­tinto de lo bello, si he de juzgar por el ensanchecreciente de la ciudad hacia la selva. Botafogo(Rua), Voluntarios da patria, la avenida deHumaytá, el camino del Botánico, el de Tiyuca,el de Sao Cristovao,... el delicioso de Catumbíy de Río-cumprido --camino de la quebrada enque yo he 'Pasado el medio dia...- prueban queel habitante de la ciudad·bosque tiene el semi­miento del tesoro que posee. (416)

Describe la bahía de Río de Janeiro ya la ciudadcon el viso de la ilusión creada por el mar y la luzdel sol. En un instante traza sus contornos:

Ya la ciudad es un grupo confuso sobre elcual se destacan vigorosamente el Pan (de Azú­car), el Corcovado, el Tijuca, no ya con la inde­pendencia que la extrema 'lejania o la mayorproximidad les da, sino como meros accidentesdel espinazo de una montaña, tan extraña a suforma como ellos. Ya la Cordillera de la Costa.dibujándose con perfecta claridad, se presentacomo un simple ramal que se muere a la entradade la babia. Ya empieza la antes lejana cadenade (·los Organos) a presentar de relieve los 38'.1­zados dientes de su cresta. Ya se armonizan ta­dos los planos de la perspectwa, y 10 que eraconfuso agrupamiento, aparece con creciente cla­ridad bajo su aspecto propio. (419)

Petrópolis, a tres mil pies sobre el nivel del mary regida por un gobernante, el Jefe Supremo del

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Brasil, no ]e arranca expresiones de júbilo. Comen­ta Bostas: "En vez de una ciudad viva es un simplefeudo muerto". (426) Y en su organización, juzga,"el señor es visible, e] pueblo es invisible", (431) Lameditación frente a Petrópolis revela a] jurista, a,ldefensor de los derechos humanos, individuales einalienables, Por]o que categóricamente afirma: "Loque importa no es que e] bien tenga una garantíaen un solo hombre, sino que e] bien del derecho yel de ]a libertad tengan tantos sostenedores cuantosciudadanos", (432)

Entiende el apóstol puertorriqueño que, en ge·neral u la evolución democrática" se va realizandoen el pueblo brasilero. Palabras son éstas para unforo en que podrían intervenir múltiples voces como]a de Gilberto Freyre,1I para afirmarlas; como ]a deDarcy Ribeiro,12 para refutarlas, "Sí, ]a evoluciónhacia ]a democracia es nacionatl" (396), reitera en1874 e] Maestro Hostos.

Hay en estos artículos, como en el Diario, juntoal comentario sobre el paisaje, el análisis sicológicoy las revelaciones del moralista y del americanista.Estando en Río de Janeiro alude a la soledad en quese encuentra aunque había enviado previamente suensayo sobre Hamlet, las conferencias sobre La edu­cación científica de la mujer y la memoria sobrela Exposición de Chile, En su monólogo subraya:"¿A dónde va el mundo? A su placer, ¿A dónde voyyo? A mi deber", (372) "Pensé que la vida es undeber, que el deber es más noble cuanto más difí­cil", (374) Y transmuta el deber en deleite cuandocon él contribuye -afirma- "a] advenimiento delporvenir americano" (374). a "la'formación social de(la) América naciente", (374) Pensador, en un após­trofe al Río de la Plata, alecciona en este sentido:"Las sociedades en formación deben ante todo te­ner la conciencia de su personalidad y no ahogarlaen ias ideas y costumbres de otras sociedades".(375) Detrás, respaldando esas nobles e iluminado­ras palabras que tienen vigencia actual, está toda laepopeya moral de un hombre, de un patriota y pa­triarca que, en España y Estados Unidos, en las An­tillas, el Perú, Chile y a ·10 largo de todo un conti·nente, fue símbolo y dio cátedra de auténtica ame­ricanidad, de heroísmo, de patriotismo y decoro.Es el mismo que a un agente brasilero a quien nopudo mostrar su pasaporte, en Río, le dijo: ". ,.notengo nacionalidad; estoy creándola," (407)

Nombra la patria lejana, ensoñada, cuando, go­zando ·la naturaleza del trópico en Santos, exclama:,. ...y en tanto que aspiraba aquel perfume vivifican­te de tierra virgen, me parecía que respiraba a lapatria". (377) "El sentimiento angustiado recobrabala patria en aquel asilo tropical de la ventura". (378)

11, Gilberto Freyre, Interpretación del Brasil, México,Fondo de Cultura Económica, 1964, págs. 117, 142-143.

12. Darcv Ribeiro. Los brasileros, México, Siglo XXI.1975, pág. 109.

Está pensando en la Bociquén, Puerto Rico, porcuya soberanía y por cuya entera independencia, su­fre como revolucionario y como mártir.

En sus apuntes sobre estética y sociología, con·cretamente, cuando describe la bahía de Sa'ntos, ex­presa que ha observado un buque brasilero en quese transportan esclavos de Pernambuco a Sao Pau­]0 y entonces medita: "Una iniquidad como la escla­vitud en medio de aquella armonía de ]a naturaleza,me parecía una monstruosidad disonante". (380)Lanza entonces una vehemente protesta en que rei­tera su profundo sentido de justicia y reafirma suabolicionismo. Porque escribe Hostos:

Eran esclavos. ¡Esclavos en una patria inde·pendiente que reconoce los derechos connaturalesde sus hijosl; ¡esclavo en medio de una natura·]eza libertadora que hace libres a cuantos seamparan en su asilo impenetrable!; iesclavos enel seno de una sociedad juvenil que cuando vealos horrendos peligros del trabajo esclavo, debesentir todas las virtuosas repulsiones que sientecontra la iniquidad la juventud!; ... iesclavos enuna situación sociológica que impone como undeber la fusión de individuos y derechos! (381)

El espectáculo de la esclavitud le hace procla­mar: "Yo odio a todos los que roban la libertady todo lo que sirve de cómplice a ese robo", (315)No hay duda que el apóstol Hostos, acogería con sa­tisfacción aquel aforismo del sabio jurista brasHe·ro, Ruy Barbosa, que asevera: "Toda civilización seencierra en la libertad, toda la libertad en la segu­ridad de los derechos individualesn.u

También juzga Hostos en 1874 que "el tiempoprobará la necesidad de la abolición absoluta" (405)-que llegará catorce años después. en 1888- y -sonfrases hostosianas- "con alegre conciencia y abun·dante corazón" (405), honra a aquellos brasileros,los abolicionistas -nosotros evocamos, a modo desímbolos, a Castro Alves ya Tobías Barreta, a Ruy.Barbosa y a Nabuco-- quienes hicieron obra liber­tadora por el negro y predicaron "]a transformacióndel trabajo esclavo en trabajo libre". (405). Se asom­bra Hostos de que en el Brasil la esclavitud nocreara, "la guerra a muerte" entre el negro y elblanco.

La lengua en Hostos, alabada, entre otros críti·cos 14 por Adelaida Lugo Guernelli, Francisco Man­rique Cabrera, Margot Arce de Vázquez y José A.Balseiro, alcanza cimas de altura cuando el Maes-

13. Barbosa. PróloLZo y selección de Renato de Mendo­~, Méltico. Ediciones de la Secretaria de Educación Públi­ca, 1944, pág. 174.

14. Adelaida Lupo Guernelli, Eugenio María de Hostos:Ensayista .'\1 critico literario, San Juan de Puerto Rico. Ins­tituto de Cultura Puertorriqueña, 1970: F. Manrique Cabreora: .Hostos: Vivir peregrinante en confesión•. Sin Nombre,1973. IJI, número 4. págs. 5-22; José A. Balseiro.•Crítica vestilo literarios en EUl!enio María de Hostos-, El Vis:fa, IJI.San Juan de Puerto Rico, Biblioteca de Autores Puertorri­queños. 1942. pálls. 77·96.

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tro, amante de la naturaleza -tema que ha estu­diado Concha Meléndez-,ls hace la enumeración ar­tística de árboles y frutos y describe lo que llama"arabescos vegetales" de una "nueva arquitectura",Desde la cumbre eJel cerro Montserrat entona unhimno a la floresta y describe este paisaje:

Allá, en la cima de la quebrada, el follaje es­telar de la palmera; allí, en el fondo de la cima,las hojas abundantes del plátano amigo; acá, nialcance de mi mano, el fruto en otro tiempocodiciado del guayabo, el árbol del pan y delpapayo; sobre mi frente sudorosa, las ramasprotectoras del mango; en el piso saliente delpeñasco, en la base imperceptible de la roca,alrededor de ese tronco desecado, los mismosarabescos vegetales, 'la misma ornamentación...que tantas veces me ha presentado el modelo deuna nueva arquitectura en los bosques sagradosde la patria. (383)

y precede 'al comentario sobre Río de Janeiroeste otro ejemplo de prosa con detalles estéticos dela vegetación, que culmina en la visión de la pal­mera como "coronamiento del templo" del trópico,Dice el ensayista puertorriqueño:

Estaba en plena naturaleza tropical. Hojasenormes, fijas en débiles pedúnculos, tersos, altí­simos, balanceando penachos excesivos; tallos in­visibles sosteniendo ramilletes de flores capricho­sas; yerbas punzantes completando el adorno yla hostilidad de los agaves espinosos; los cactosextravagantes luciendo guirnaldas de parásitasencarnadas y violáceas; arbustos rampantes dis­putando su puesto a árboles inmensos; el ásperocajuil recibiendo la lluvia de flores del papayo;el vigorosísimo mango extendiendo su sombrabienhechora para el hombre, sobre plantas quela maldecían; el jigüero de hojas elegantes y deextraños ramos, preparando con su fruto losútiles domésticos que el campesino de las Anti­llas no busca en otra fábrica; el guayabo, elcastaño tropical, el almendro de la zona tórrida.el plátano prolífico, el armonioso bambú, y bus­cando aire libre en las más altas cumbres, lapalmera feliz, columna y coronamiento del tem­plo de la naturaleza tropical. (411)

Justificado estuvo Luis Amador Sánchez, Profe­sor en la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras dela Universidad de Sao Paulo, al subrayar en 1958:

15. Concha Meléndez. Hostos y la Naturaleza de Amé­rica, Obras Completas, n, San Juan de Puerto Rico, Insti·tuto de Cultura Puertorriqueña, 1970, pálZs. 15-42.

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...Hostos pasó por el Brasil y no en vano. Subreve (estancia) le sirvió para impresiones quepueden ser ejemplo de bellas y profundas obser­vaciones sobre el alma y la naturaleza brasi­leñas.l

'

Podemos nosoiros abrochar este haz de impre­siones con aquel testimonio en que Hostos se aut()-odefine como patriota de América, orientado haC!3la justicia, atraído y desvelado por la historia y laintrahistoria de nuestros pueblos iberoamericanos,latinoamericanos, y en que expresa el optimismo, lacertidumbre de que amanecerá un nuevo día parala América que el Apóstol Martí llama mestiza:

... yo soy un patriota americano que, guiado porel amor de la justicia y aspirando a la absolutaimparcialidad, estudia en la carne viva de estassociedades el secreto de su vida pasada, presentey venidera, para morir seguro de que alborearápara la humanidad el día de una nueva civiliza­ción, y de que ese día tiene por orto, el Conti­nente en que se funden todas las razas y todas·las ideas, (392)

Santos, Sao Paulq, Río de Janeiro, Petrópolis-parte de su belleza natural, de sus hombres, desu historia- fueron motivos de meditación, oasis,estímulo, escuela y espuela para el pensador, revo­lucionario y Maestro de América, Hostos, quien enprosa moderna, rica en colores y matices, fecundaen conceptos, deja testimonio de su ansiedad por co­nocer el etilOS, el alma, la cultura, la esencial iden­tidad brasileras, de sus preocupaciones éticas, pa­trióticas y continentales, de su abolicionismo, pasiónde justicia y fe en el orbe en que florecerá 110 quenuestro antillano inmortal, José Maní, anunciaracomo la semilla de la América llueva."

16. Luis Amador Sánchez, Cuatro estudios (Hostos. Mar­ti. Rodó, Blanco-Fombonal. Sao Paulo. Universidade deSao Paulo, Facultade de Filosofia, Ciencias e Letras, 1958,p. 21. (Boletim No. 140, Lingua e Literatura Espanhola eHispano-Americana, N. 1).

Aquí cabe recordar cómo Hostos captó que su amigoargentino Guido y Spano habia recibido, en su formación,influencia brasilera, en Rio. Ver del profesor Claude L,Hulet, de la Universidad de California en Los Angeles: cIn­fluencias do Brasil em Carlos Guido y Spano», Influenciasc~trani~ras en la Literatura Iberoamericana y otros temas,MemOria del Noveno Congreso (1959), México, Instituto In.ternacional de Lileratura Iberoamericana, 1962, pág. 211;Hostos, O C, XI, págs. 197·198.

17. MartE. Prólogo y selección de Mauricio Magdaleno,México, Ediciones de la Secretaria de Educación Pública,1942, pág. 30; Cintio Vitier, cUna fuente venezolana de JoséMartf», Cuadernos Americanos, 19n, XXXVI, número 1,págs. 1SQ..J71.

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• A OU~ CAUSAS OBEDECE LA AUTQDESTRUCCIÓN DE TAN­

¿ tos jóvenes? ¿Por qué el promedio de suicidiosacusa un alto porcentaje en la juventud de cualquierpaís civilizado?

Por vivir la vida aprisa, con vértigo ciego, la ju­ventud no se preocupa por el tiempo que transcu­rre. Ni 10 cuenta, ni 10 mide, ni calcula 10 que puedavivir por lo que haya vivido. La juventud es un ries­go sucesivo. Es una bella aventura. Es la etapa dela humana existencia en que el ser lo arriesga todo:salud, seguridad, comodidades, porvenir, precisa­mente por 'la vehemencia incontinente de vivir conmás intensidad.

Son los años, los años que se van yiviendo losque transmutan el hombre en temeroso y sumisogaleote de la vida.

Pasa la época del riesgo, de la imprevisión, de lasresoluciones irreflexivas y prontas, del derrocheloco de energías, del abuso del poder fisiológico yva madurando y fruteciendo la edad. Y deviene lacalma, la reflexión. A la alegria de vivir va sucedien­do, por lentos procesos síquicos, el miedo a morir.El. temor creciente, en la mayoría nonnal de los se­res, a la transición, ¿final, eventual, temporal o de·finitivo?, ¡quién lo sabe!, del ser, que se es, queposee con plena conciencia de su existir, al no serque para -todo ser viviente no tiene otro sentido,racionalmente que el de un misterio irrevelado, elde una incógnita sin solución o el ~e una cifra sinclave.

El joven se desprende con más facilidad de lavida. Porque la juventud es dación, entrega sin lí­mites, ni condiciones de todo 10 que posee a cam­'bio del placer, del logro de un fugaz deseo, del do­minio de la fortuna pasajera o de una gloria efí­mera.

La madurez del ser le ata, le sujeta con más fuer-

* Ensayo inédito.

La autodestrucción o lamuerte voluntaria*

Por MIG EL MEL~NDEZ MuÑoz

tes lazos a la vida. Y aunque sea ingrata y cruel conél, persiste en amarla, intenta detener su carreraincontenible, como el amante desgraciado se aferraal mentido amor de una amante pérfida. Y se vincu­la a la vida, que 10 traiciona, con el mismo ardor,con la misma insana ansiedad que tolera la traición,_consiepte la perfidia y acepta su deshonra.

"Yo he visto muchos desgraciados a los que toroturaban indecibles sufrimientos, que no conocían elreposo durante una infinidad de noches, que infec­tados por la supuración de un cáncer sabían que sumuerte estaba muy próxima y que pretendían aúndetener el fatal instante".

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"Recuerdo, esto data de la época de mi interna­do, un pobre 'ser de esta especie con un tumor enla carótida que comenzaba a sangrar, cuando yo pa­saba al pie de su cama a hora fuera de la visita...no olvidaré jamás la mirada suplicante con que meordenó que ligara -la arteria para conservarle algu­nos instantes más una vida colmada de tanta mise·ria y, que no obstante, no había dejado de amar".

(Doctor Maurice Fleury - La Angustia Humana).La muerte voluntaria, el riesgo de marchar, re­

sueltamente al encuentro del temido instante, eseacto del suicidio ha sido, y será siempre motivosde diversas apreciaciones, objeto de largas y sempi·temas controversias en todos los tiempos. La cien­cia de ayer 10 analizó con los medios apriorlsticosqt,le tenía a su disposición. La siquiatría moderna10 ha estudiado con los vastos recursos experimen­tales con que cuenta hoy. Coinciden los postuladoscientíficos de ayer con los de hoy en algunos puntosfundamentales. En otros, tanto esenciales como se­cundarios, difieren diametralmente en cuanto a lascausas determin~ntes del raptus ansioso, o clímaxdel estado de inhibición y angustia que estudiaraFreud ampliamente.

El doctor Fleury --que he citado ya- se pregun­ta también: "¿De dónde procede esta necesidad tan,:ontraria al hombre mismo? ¿Qué ocurre en estosseres para que, renegando, al parecer todo 10 quefue su vida, se conviertan en asesinos y en asesinosde su yo, intolerable ya? Este drama es el más obs­curo y. al mismo tiempo, su difícil enigma."

Deia la interrogación incontestada para analizaren páginas sucesivas de su obra las causas suicidó­genas, y escribe con prudente y serena sabiduría ycon tolerante experiencia profesional:

"La vida, o el recuerdo de un suicidio, la repre­sentación que nuestra imaginación puede hacer delhecho, son cosas tan crueles que no podemos me­nos que experimentar como una especie de cóleraagudizada por un vago temor de contagio."

La especie de cólera de que habla el doctor Fleu­ry. o en otros términos la actitud unánime de losórganos institucionales de la sociedad ante el sui­cidio se expresó siempre en forma condenatoria delhecho, considerándose en las leyes como un acto tandelictivo como el propio asesinato. Aol mismo tiem·po las religiones, la moral en todos los paises civili­zados, las leyes divinas y humanas reprueban y es­tablecen sanciones físicas y morales contra el sui­cidio.

El mismo autor citado refiere que en los siglos vY VI dos concilios condenan al suicidio como conse­cuencia de' un furor diabólico, decidiendo que nose celebraran misas en sufragios de las almas de lossuicidas, ni los rituales oficios de difuntos en lossepelios de sus cadáveres. La Legislación civil fran­cesa hasta la Revolución tuvo establecidas tambiénfuertes penalidades para castigar el suicidio. .. Sus

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cuerpos eran arrastrados sobre un cañizo, la caracontra el suelo, después ahorcados y, por últimoarrojados a un muladar, o quemados. (Castigos im·puestos a los cadáveres de los suicidas). Los noblesperdían sus derechos como tales, les quemaban suscastillos y propiedades inmuebles, se talaban susbosques y destrozaban su escudo de armas". Duran­te la dominación española en nuestra Isla la iglesiaCatólica rehusó siempre conceder sus servicios alos cadáveres de los suicidas y no permitir nuncasu inhumación en sus cementerios. Estos lugareseran conocidos también con el nombre de campO:santos, es decir tierra sagrada.

Contiguos a estos cementerios, los municipiosdestinaban una pequeña parcela para la inhuma­ción de los ciudadanos que la iglesia no admitíaen ellos. Se llamaban cementerios civiles.

En esos sitios recibían humana, ya que no cris­tiana sepultura, los suicidas, los excomulgados porla iglesia. los masones, espiritistas y ateos que noabjuraban de sus creencias in articulo mortis, enfin, todos los herejes que, por esta condición, noeran acreedores a un pasaporte para el reino celes·tial, visados por las autoridades eclesiásticas.

No es de extrañar que esto ocurriere en PuertoRico, cuando la culta y ultracivilizada Inglaterra ce­lebraba juicios criminales a los cadáveres de los sui­cidas...

Le~isladores, políticos, gobernantes. moralistas yautoridades religiosas mantuvieron durante el siglopasado una actitud común de reprobación y con­dena del suicidio, considerándolo como un acto con­trario a la seguridad social y a la moral pública.

Napoleón el Grande, que dejó en Europa por mu­chos años la huella sangrienta de sus conquistas fuI·minantes y, al mismo tiempo, la estela luminosa desu genio creador en la civilización occidental, noslegó también su opinión sobre el suicidio:

"El granadero Gobain se ha suicidado por razo­nes amorosas. Era una excelente persona. Es el se­gundo suicidio que se re~istra en el Cuerpo desdehace un mes. El Primer Cónsul ordena que fi~re

en la orden de la Guardia aue todo soldado debesaber vencer el dolor'y la melancolía (subrayo a pro­pósito esta palabra) de las pasiones: que suponetanto valor sufrir con constancia Jas penas del almacomo permanecer impasible bajo la metralla deuna batería. Abandonarse al dolor sin resistir, ma­tarse para substraerse a él, es abandonar el campode batalla antes de haber vencido."

(Orden del día 12 de mayo de 1802).El primer Cónsul de la República Francesa, más

tarde el Gran Emperador, intuye con su percepcióngenial, que un estado de melancolía puede induciral soldado a abandonar el campo de batalla, o diga­mos al hombre a abandonar la vida, que es su cam·po de batalla....

Su orden del día en el caso del granadero Gobain

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es una medida profiláctica significativa del temordel Primer Cónsul a la propagación del suicidio, asu contagio, entre sus tropas.

La discusión en torno al suicidio por hombres deciencia, escritores y amateurs ha girado últimamen­te en torno a dos teorías. Una, que lo atribuye acausas endógenas, otra, a fenómenos externos eco­nómicos y sociales.

Emile Durkheim sostuvo y trató de probar la úl·tima tesis.

"Diferentes por completo han sido los resulta­dos que hemos obtenido cuando, dejando de ladoel individuo, hemos investigado en la naturaleza delas sociedades las causas de la aptitud de cada unade ellas para el suicidio. En tanto que las relacio­nes del suicidio con los hechos de orden biológicoy síquico son equívocas y dudosas, son constantese inmediatas con ciertos estados del medio socia1.Esta vez nos hemos permitido ensayar una clasi­ficación metódica de los tipos de suicidas".

.. Las causas sociológicas que hemos determina·do explican asimismo la relación que a menudo seha atribuido a la influencia de causas materiales yen las que se ha querido ver una prueba de suinfluencia. Si la mujer se mata mucho menos queel hombre es porque participa menos activa y di­rectamente en la vida cdlectiva. Lo mismo ocurreen el anciano y el niño, aunque por otras Tazones.En fin, si el suicidio aumenta y decrece en ciertasépocas sociales pasa por las mismas variacionestemporales."

"De todos estos hechos resulta que el prpmedioo índice social de suicidios se explica sólo socioló­gicamente. Es la constitución moral de la sociedadla que fija en cada momento el contingente de muer­tes voluntarias. Existe, pues, para cada pueblo, unafuerza, colectiva, de una energía determinada, queempuja a los hombres a m"atarse."

Cabe distinguir entre las causas determinantesdel suicidio y sus motivaciones finales.

Estas calificaciones adjetivas han motivado cier­ta grave confusión al estudiar el raptus ansioso, oparoxismo mortal, que dicen los siquiatras.

ILa siquiatría admite como determinantes de la

actitud del suicida ante la muerte voluntaria, lascausas endógenas, originarias en el ser, o congéni­tas, y se le concede a los sociólogos, como Dur­kheim, que los fenómenos sociales, constitució~ mo­ral de la sociedad, etf:., son causas decisivas. Losque provocan la crisis suicida en el ser predispuestoya mentalmente para consumar el acto. Así, el he­cho que aparece realizado por contrariedades amo­rosas, por fracasos económicos, por "la comisión deun acto deshonroso, por la evasión del servicio mi­litar o por temor a la sanción de la justicia, no esoriginado por estos motivos, sino determinados porellos, causa de la crisis que deviene en el suicidio.

Si fueran estos factores causas motivadoras ex­clusivas del suicidio, ¿cómo se justificaría la exis­tencia de tanto ser venido a menos económicas omoralmente? ¿Cómo justificar el suicidio de Leo­pold Duke el joven heredero de 60 millones de dó­lares que le legara su padre, el Rey del Tabaco?

.. El suicidio es un acto de autosadismo intenso.En él el yo se ataca a s( mismo. En el suicidio el yorealiza una acción agresiva contra sí y consigue des­truirse."

"La enfermedad síquica en la que seguramentees más intenso el peligro del suicidio es la melan­colía... Preguntados los melancólicos acerca de losmotivos de sus ideas de suicidio, nos contestan quecon su muerte quieren rehuir una vida desagrada­ble o que buscan la muerte para castigarse por susmúltiples culpas."

"Es conocido que las ideas delirantes de los me·lancólicos toman la forma de ruina económica, cor­poral y psíquica. Así, los enfermos 'piensan que sehan conducido mal, que no hay nada que pueda sal­varlos; miran involuntariamente toda su vida enbusca de culpas y para ello cambian pequeñas fal­tas o acciones inocentes en grandes pecados." (Doc­tor Angel Garma - Sicología del Suicidio.)

Desequilibrado mental constitucional, enfermo desicosis-maníaco depresiva o ciclotímica,' autosadis­ta; fracasado en amores, perdedor en el juego, des­hauciado de la fortuna o de la felicidad, culpablede un acto inmoral punible, el suicida es, ante la mo­ral social contemporánea, un sujeto digno de piado­so respeto.

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Page 32: Revista del Instituto de Cultura

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Cabayo compartido

Por JUAN ANTONIO CORRETJER

Cabayo quieres que cante,caoayo yo no lo sé.Por complacer a mi amantecabayo yo cantaré.

Cabayo yo cantarépor complacer a mi amante.Lucerito alucinante,cantando te seguiré.

Cabayo quieres que cante.Cabayo yo no 10 sé.Cantando 10 aprenderé,lucerito alucinante.

Cantando lo aprenderépara cantarlo a mi amante.Yo busco una copla errantey canto la que no sé.

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/11 Memoriam

José A. Fránquiz(1906 - 1975)

JOSé A. Fránquiz nació en Puerto Rico en 1906. Se dio a conocer desdelos años treinta como autor de artículos y ensayos so~re filosofía, sicología,literatura, sociología, religión, historia y ciencias políticas. Se destacan, entreéstos, los trabajos dedicados a auscultar el pensamiento del sociólogo puer­torriqueño Eugenio María de Rostos. También sus ensayos sobre el escritorAlejandro Tapia y Rivera. Es autor, además de un ensayo titulado "Panoramade la Filosofía en Puerto Rico" (1945) y de una tesis, Metafísica del cambioy la identidad, que presentó como requisito para obtener un doctorado en laUniversidad de Bastan en 1940. De la Universidad de CaIgate, también ostentaotro doctorado. Fue por muchos años profesor y director del Departamentode Filosofía de la Universidad de Puerto Rico y ocupó idéntico cargo en laWesleyan University (West Virginia).

Murió el 26 de diciembre de 1975.

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P OETA, ENSAYISTA. CURSÓ EN SU CIUDAD NATAL LAS

enseñan7Jas primarias y secundarias. Adolescen·te aún, ya se interesa en el cultivo de las letras ycolabora con trabajos en prosa y en verso en el se­manario El Eco de Yauco. Publica, además, a losveinte años, un primer tomo de poemas, Lirios yjazmines. Sigue después estudios superiores en lasUniversidades de Puerto Rico, Colgate (Ramilton,N. Y.) Y Bastan. De la última institución nombradarecibe en 1933 y 1940, respectivamente, los gradosde Bachiller en Teología Sacra y doctor en Filosofíacon especialización en metafísica, filosofía social ehistoria de la filosofía. Durante su época estudian­til en Boston continúa asimismo el cultivo poéticoy da a conocer una nueva colección de versos queescribe en lengua inglesa, Interminable Blue (1932),salida en edición mimeografiada.

En Puerto Rico desempeña Fránquiz funcionesde psicólogo y maestro-consejero en la penitenciaríade distrito de San Juan. Ingresa luego en el claus­tro del recinto universitario de Río Piedras comoprofesor de filosofía y llega más adelante a ocuparla dirección departamental de dicha disciplina. Ejer­ce asimismo la docencia en el antiguo BlancheKellogg Institute, de Santurce, donde explica cursosde Biblia, historia y literatura, y en el Institutode Estudios Libres que patrocina el Ateneo Puerto­rriqueño, donde tiene a su cargo clases de filosoffay psicología. Paralelamente colabora como escritor,a partir de entonces, en varias revistas y periódicosdel país -Ambito, publicación universitaria en lacual tiene bajo su encomienda una sección filosófi·ca; Puerto Rico, Horizontes, Caribe, Ateneo Puerto­rriqueño, Summer School Review, Revista de laAsociación de Maestros de Puerto Rico, Puerto RicoIlustrado, etc.- y de México, Santo Domingo y los

• Rivera de Alvarez, Josefina. Diccionario de LiteraturaPuertorriqueña. San Juan. Editado por el Instituto de Cnl.tura Puertorriqueña, 1974. Tomo n, Volumen l. págs. 652-655.

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José A. Fránquiz*

Por JOSEFINA RIVERA DE ALVAREZ

Estados Unidos -Pltilosophical Review, La Nueva'Democracia-, con artículos y ensayos sobre temasde filosofía, psicología, literatura, sociología, reli·gión, historia y ciencias políticas. Entre estos tra­bajos figuran varios dedicados al análisis del pen­samiento hostosiano: .. El idealismo personalista enEugenio María de Rostos", "Rostos y su filosofíade religión", "La visión de Kant y el ensueño deRostos", "La filosofía legal kantiana y ]a filosofíadel Derecho en Hostos", "La teoría social de Hostosa la luz de otras filosofías sociales", .. El ensueño deHostos", "Esencia ideológica de Rostos", este últi·mo leído en la Universidad de Puerto Rico, en 1939,por asignación oficial de la Comisión Pro Celebra·ción del Centenario del ilustre pensador y maestropuertorriqueño, y recogido en el tomo conmemora·tivo América y Hostos (1939). Es asimismo autor desendos ensayos sobre don Alejandro Tapia y Riveraque encabezan como prólogos las ediciones de 1945de las Conferencias sobre estética y literatura y elpoema La Sataniada, de aquel literato, y de un "Pa­norama de loa filosofía en Puerto Rico", de igual año.

En los Estados Unidos ha ejercido ]a docenciaen Curry College, de Milton, Massachussetts (1944);Alderson-Broaddus College, de Phillippi, VirginiaOccidental (1950), y en el West Virginia WesleyanCollege, desde 1946 hasta el presente, donde ademástiene a su cargo la dirección del Departamento deFilosofía. Ra participado asimismo, en congresos defilósofos celebrados en el citado país, la América his­pana y Europa, entre éstos, el V Congreso Interame­ricano de Filosofía. reunido en 1953 en WashingtonD. C., y el Congreso Internacional de Filosofía, quetiene lugar en 1958 en Venecia y Padua (Italia).

Es miembro Fránquiz de diversas sociedades culoturales, entre las cuales figuran las siguientes: Ate­neo Puertorriqueño, American Philosophical Associa­tion, International Phenomenological Association,College Poetrv Guild of America, American Academy

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of Political anet :socIal Sciences, West Virginia Aca·demy of Science. que vicepreside en 1947; SouthernSociety for Philosophy of Religion, Berliner Kantge­sellschaft, etc.

Valoración:

La obra poética inicial de José A. Fránquiz prendebajo el signo lírico del modernismo, con evidentesinflujos de Daría. José Asunción Silva y Chocano enel espíritu y forma de sus versos. El libro Lirios yjazmines (1926), según e~presa su prologuista. ponede manifiesto un dominio de .. todos los tonos de lapoesía, desde el lírico meloso hasta el épico altiso­nante". Trabaja este autor sus poemas. tanto en losmoldes de la métrica tradicional como en los de lapolimetría versolibrista, con miras al logro de unaexpresión de pulcra forma externa. En el manojode versos publicados más de un lustro después. enlengua inglesa (que el poeta maneja con admirabledominio de sus recursos expresivos y auténtica con­ciencia de artista). proyecta este autor una esencialírica de madurez, de raíz profunda y mensaje tras·cendente. a través de la cual comunica preocupa­ciones de índole metafísica ante el misterio del sery del universo. El poeta y crítico Lluch Mora desta­ca en dicho poemario composiciones como las titu·ladas "The Mystery of Me". de intención ontológica;"Trinitas", " Rosarium", "'Post Rosarium", "Corals~

de pensamiento teológico; "Yesterday". de sentidoelegíaco; "Her Ágony", de inspiración amorosa.

El quehacer prosístico de Fránquiz en sus ar­tículos y ensayos revela a una mente de aguda pe­netración analítica, originalidad de juicio y sólidoequipo cultural aparte de la formación académicarecibida en el terreno de su especialidad, nutridofundamenÚllmente en un fondo de ideas de entron­que ético-religioso. A la par que endereza su pensa­miento por la vía de la disquisición filosófica de oroden más general y universal -así en trabajos como"Las etapas del pensamiento", "Sobre los criteriosdel conocimiento". "La filosofía del personalismo ylos valores del espíritu". "El puesto del hombre enel Universo", "Un poco de hombre y algo de Dios","La inteligencia y el control social", "La metafísicadel tiempo", "La introspección como método funda·mental de investigación en la filosofía y la psicolo­gía contemporáneas", "La psicología anormal y elsufrimiento humano". "Extremos del individualismoy el socialismo", "Hacia una filosofía de la segundaguerra mundial", "Pasos en filosofía". "La natura­leza de la mente humana". "La inteligencia y el con­trol social". "Psicología y metafísica de la experien­cia de la comunión con Dios", "El predicamento dela psicología como ciencia descriptiva", "La ·filoso­fía de la-religión de Albert Einstein". etc., y otrosescritos en torno a los alemanes Kant y Koehler y·los norteamericanos Dewey y KIlpatrick-, hinca

raíces en la materia cultural de 10 puertorriqueñocon sus estudios sobre Hostos y Tapia antes citadosy otros aspectos relativos a la problemática literariay social isleña -"Sentido de la metáfora a prop~

sito de la poesía de Joaquín López López". etc.-. yasimismo se interesa en el análisis del pensamientohispanoamericano extrainsular con trabajos comoel titulado "El estructuralismo fenomenológico per­sonalista de Francisco Romero". Dentro del marcode la ens'ayística insular de los años treinta. preocu­pada ante la esencia y destino de nuestra persona­lidad y cultura de pueblo. los escritos que Fránquizrealiza por entonces contribuyen eficazmente al es­clarecimiento y valoración del desarrollo de las ideasfilosóficas en Puerto Rico. Su expresión literaria lo­gra un equilibrado balance entre la hondura delcontenido y la sencillez y claridad de la exposición.

BIBLIOGRAFIA

a) Del autor: Lirios y jazmines [Versos]. Yauco,P. R., [1926]. Interminable Blue [Versos, en inglés][Ed. mimeografiada]. Bastan, 1932. El puesto del hom­bre en el universo... [Ensayo, reimpreso de AteneoPuertorriqueño, San Juan, P. R., 1936, 11, núm. 1]. SanJuan, P. R., 1936. La filosofía del personalismo y losvalores del espíritu [Ensayo, reimpreso de Puerto Rico,San Juan. P. R., 1936. l. núm. 11]. San Juan, P. R., 1936.Lógica y epistemologCa de John Dewey [Ensayo]. Méxi­co, D. F•• 1941. Borden Parker Bow72's Treatment al theProblem of Chal1ge in Identity... [Tesis doctoral]. Rio·Piedras, P. R.. [1942]. Orientaciones y críticas; princi­pios fundamentales de las filosofías educativas deDewey y Kilpatrick [Ensayo, reimpreso de Revista dela Asociación de Maestros de Puerto Rico, San Juan,P. R, 1943, 11, núm. 1]. San Juan. P. R., 1943.

b} Sobre el autor: ASENJO, CONRADO. Quién es quiénen Puer~ Rico. Diccionario biogrdfico de record per­sonal. San Juan, P. R.. 3ra. ed., 1941-42, págs. 91-92.CATTELL, JACOUES. cDirectory of American Sc1tolars.Lancaster, Pa., 4th ed., 1964, pág. 63. GRISMER, RAYMONDL y CéiAR ARROYO. Vida y obra de autores puertorri.queños. La Habana, 1941, págs. 37-40. UBARTHE, PEDROJUAN. "La labor de José A. Fránquiz", Puerto Rico Ilus­trado, San Juan, P. R., S de septiembre de 1936,págs. 46,50. LwcH MORA, FRANCISCO. MConsideracionesen torno a la poesía yaucana", Album histórico deYauco (Puerto Rico) ... , Valencia (España), 1960, pági­nas 168-170. MARTINEZ CAPó, JUAN. uLas pequeñas revis­tas literarias. (Panorama: 1930-1954)". Asomante. SanJuan, P. R., 1955, XI, núm. 1, págs. 107, 111. Mous,CVNTHIA PaRLo Puerto Rico in Pictures and Poetry;an A~thology of Beauty on America's "Paradise o{ titeAtlantic". CaldwelI, Id., 1941, págs. 180-181. ROJASTOLLINCHI, FRANCISCO. "Hitos panorámicos. Perfil espi­ritual y contorno humano de la literatura yaucana",Album histórico de Yauco (Puerto Rico) ...• Valencia(España), 1960, págs. 220-221. RUMES, D. D. WlIo's Who inPhilosop1ty. 1942, l. págs. 83·84. TORRES GRAU, LIBERTAD."A manera de prólogo". Lirios y jazmines. Yauco, P. R.,[1926], s. p. SIN AUTOR ESPECIFICADO. "Posición filosóficadel Dr. José A. Fránquiz. Correspondencia entre dosprofesores de Filosofía de nuestra Universidad. (A Mo­nelisa Lina Pérez Marchand)", El Día Estético. Ponee,P. R., 1941. 1, núm. 3, págs. 17-20.

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lntroduceión:

Nos PROPONEMOS HACER UN ANÁLISIS DEL M~TODO

de presentación de la novela, La hojarasca deGabriel Garda Márquez. Para los efectos utilizare­mos un 39pecto del método estructuralista,l la se­miología.2 Estudiaremos el mismo, teniendo a lavista los siguientes aspectos: nivel pragmático, se­mántico y sintáctico.

En el nivel pragmático comentaremos la rela·ción que hay entre el autor y el destinatario, en elsemántico se explicará la relación entre el signi­ficante el significado, y en el sintáctico, se estable­cerá la relación entre los siguientes signos: estruc·tura, técnicas, símbolos, reticencia, lenguaje, etc.

'Para sintetizar y sistematizar el <:ontenido deeste trabajo, incluimos en el texto del mismo va­rias gráficas que sirven para ilustrar en forma másprecisa las ideas que queremos señalar.

Nivel pragmático:

El paradigma que utiliza García Márquez parala presentación de esta obra es la tríada, orienta laanécdota 3 a través de tres personajes que son re·presentativos de tres generaciones: un niño de 11años, una señora de aproximadamente 30 años (Isa·bel) y el coronel de aproximadamente 60 años. Cadauno de estos personajes percibe la anécdota en for­ma diferente; el niño enfoca la "realidad" objetiva­mente (págs. 11-16), sólo percibe el aspecto externo

1. Los estructuralistas aplican la lingüística a la litera·tura.

2. La semiologia es un concepto derivado de la semió'tica, esta última es el arte o ciencia que estudia el lenguajeo signo con que se viste una obra. Se e.o;tudiará en tres ni­veles: pragmático, sintáctico y semánticv.

3. La muerte del doctor.

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La Hojarascade Gabriel Garcia Márquez

Por Luz VIRGINIA ROMERO GARetA

Gabriel Garc(a Márquer

de la situación porque no está enterado de los por­menores de la misma; no interpreta el sentido ínti.mo de lo que sucede allí; mira y mueve sus piernasen señal de impaciencia. El autor, a través de latécnica de fluir de conciencia logra que el niño, pormomentos, pueda liberarse de lo que allí ve, recor.dando escenas vividas con sus amigos como" ...To­bías y Gilberto caminaban hacia el final de la naveoscura. Como había llovido durante la mañana, suszapatos resbalaban en la hierba ondulada. Uno de

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Paradigma 1

el autor da a la anécdota a través de todos estospersonajes se pone de manifiesto una perspectivamás lejana que la primera, pues la anécdota ha pa­sado a través de cuatro enfoques antes de llegar aldestinatario.

La imagen que presenta el coronel sobre la anéc­dota es más íntima que la de los dos personajes anoteriores, debido a que su relación con los hechos esmás directa.

Desde el punto de vista del nivel semántico, laperspectiva puede ilustrarse con la siguiente grá·fica:

Ilustramos esta percepción utilizando los con.ceptos: significante y significado en acepción a losmismos; es decir, significante implica una realidadmás lejana (objetiva) desde el punto de vista delniño; esta misma realidad se percibe a través deIsabel desde un punto de vista de un cuasi subje­tivismo, por esta razón aunque este personaje seubica en el plano de la verticalidad, se coloca en laparte inferior de la línea vertical, con el propósitode señalar que aunque su enfoque cae en el planodel significado, la interpretación que da a los he·chos es cuasi 5ubjetiva si la comparamos con la. delcoronel.

Como hemos señalado anteriormente, el para­digma de esta obra se presenta en forma de unatríada; ésta se refleja tanto en el fondo como en laforma, las siguientes técnicas así lo demuestran; elflujo síquico se da en los tres monólogos, el contra­punto se pone de manifiesto a través de los acon­tecimientos que ocurren en tres tiempos diferentesy simultáneos; la técnica escénica, a través del "closeup" presenta tres enfoques diferentes dirigidos ha·

SIGNIFICANTE

REALIDADCORONEL SUBJETIVA

ISABELSIGNIFICADO REALIDAD

SUBJETIVAAUTOR

NIRO

REALIDADOBJETIVA

ellos silbaba y su silbo duro y recto resonaba en elsocavón vegetal, como cuando uno se pone a cantardentro de un túnel. Abraham venía atrás, conmigo.El con la honda y la piedra lista para ser dispara·da. Yo con la navaja abierta... " pág. 53; "Ellos en·tienden sus palabras. Hablan sin mirarse, mamá es­tirada en el asiento, dándose palmaditas en el bra­zo, y mi abuelo sentado junto a ella, todavía con labarba apoyada en el bastón. Pero aún así se entien·den sus palabras, como nos entendemos Abrahamy yo cuando vamos a ver a Lucrecia."

"Yo le oigo a Abraham: 'Ahora teca tocando'.Abrabam camina siempre adelante, como a tres pa·sos delante de mi. Sin volverse a mirar dice: 'Toda­vía no, dentro de un momento'. Y yo le digo: 'Cuan·do teca alcutana viene revienta'. Abraham no vuel­ve la cara, pero yo lo siento reír en voz baja conuna risa tonta y simple que es como el hilo de aguaque queda temblando en los belfos del buey, cuan­do acaba de beber. Dice: 'Eso debe ser como a lascinco'. Corre un poco más y dce: 'Si vamos ahorapuede reventar alcutana'. Pero yo insisto: 'De todosmodos, siempre está teca tocando'. Y él se vuelvehacia mí y echa a correr, diciendo: 'Bueno, entonoces vamos'."

"Para ver a Lucrecia hay que pasar cinco patiosllenos de árboles y zanjas... " págs. 107-109.

La realidad de Isabel respecto a los hechos queallí suceden es cuasi subjetiva; no lo sabe todo,pero sabe más que el niño, no conoce toda la reali·dad; en su mundo síquico entran Meme y Adelaida,a través de ellos percibe y entera a los destinatariosde lo que ocurre en aquella habitación.

El coronel es quien mejor enterado está porquedesde el principio, a~tr:!vés de ciertos detalles (quemás adelante resultarán ser datos escondidos), comopor ejemplo: la carta de recomendación que traeel doctor, la tolerancia ~xtrema del coronel haciael doctor, entre otros, son situaciones misteriosasque lo sitú'an en el plano más trascendental en elconocimiento de la personalidad del doctor.

Nivel sintáctico y semántico:

La estructura externa armoniza con las percep­ciones de estas tres generaciones; se presentan tresnovelas, tres generaciones y tres puntos de vista.Las tres novelas surgen de los diferentes enfoquesde estas tres generaciones. Las percepciones son di·ferentes porque están matizadas con las variadasexperiencias vitales de cada uno de ellos. La técni·ca de punto de vista narrativo se desarrolla en tresperspectivas: directabilidad -autor, niño y desti­natario; nos enterarnos en forma más directa de larealidad a través de las perspectivas que menciona­rnos anteriormente; indirectabilidad- autor, Meme,Adelaida, Isabel y destinatario. En el enfoque que

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cia una misma realidad, cuyas dimensiones síqui.cas se perfilan desde un objetivismo, pasando porel cuasi subjetivismo hasta llegar plenamente a unsubjetivismo; la técnica de la escala oscila de acuer­do a la interpretación de los hechos; éstos se pre­sentan en tres escalas: realidad objetiva, cuasi sub­jetiva y subjetiva, esta realidad también se puedeenfocar a tr'avés de una perspectiva tridimensional.

El siguiente paradigma ilustra las técnicas menocionadas, especialmente la de la escala detallada:

lo tanto, es lógico que se le relacione con la desa­parición o muerte de Meme y de su hijo.

Resulta curioso el acicalamiento tardío que mues­tra el doctor; siempre se mostró despreocupadopor cualquier situación que representaca algún sig­no de civilización, sin embargo, a pesar de su acica­lamiento siempre se le quedaba la correa fuera dealgunas trabillas; este "acto fallido" podría impli­car que a pesar del esfuerzo que hace por incorpo­rarse a la civilización no 10 logra del todo.

Paradigma 2

_1HABITACIONDEL DOctOR

OBJETIVISMO

AUTOR

En esta obra, García Márquez utiliza también latécnica de la escala detallada para enfocar el tiem·po síquico en el niño, Isabel y el Coronel. Las expe­riencias vitales que tienen estos personajes respec·to a la obra duran sólo media hora, pero éstas seenriquecen con la di.versidad de vivencias de cadauno de ellos.

Los datos escondidos es una técnica que utilizael autor para crear misterio y dramatismo, éstospueden aclarar o embrollar más el asunto de la obra,si no se aclaran del todo, es posible que el autorquiera comunicarse con el destinatario en un planode ambigüedad porque el tono de la obra 10 requie­re o porque los mismos ayudan a crear la atmós­fera de la obra.

En este trabajo limitaremos a mencionar y ainterpretar alguno de ellos en consonancia con loque creemos que es el propósito del autor.

G'arcía Márquez caracteriza a Macando a travésde la conducta de sus habitantes. Los datos escon­didos son un recurso que utiliza el autor para ca·racterizar indirectamente; aquellos relacionados conel doctor se ajustan al enfoque que el autor quieredar a este personaje; el doctor es misterioso, por

30

CORONEL60 A~OS APROX.

SUBJETIVISMO

·Los datos escondidos relacionados con el doctormotivan su conducta posterior, su suicidio, estos sir­ven de enlace entre el misterio y la realidad.

El misterio que rodea el personaje de Adelaida,sus actitudes, ambivalentes, su peculiar religiosidad,la que se pone de manifiesto en el seguiente pa·saje:

"Me quedaré aquí, aplanada, hasta la hora deljuicio, si es que para entonces el comején no se hacomido la silla", pág. 119.

Esta posición de Adelaida, como la de los demáspersonajes demuestran una actitud decadentista.

Los datos escondidos en esta obra se pueden en-focar tridimensionalmente:

1. ~aracterizan a los personajes.2. Crean la atmósfera.3. Motivan hechos posteriores.El autor caracteriza a Macando a través de la

conducta de sus habitantes; ejemplo, el matrimo­nio anormal entre Isabel y Martín, la falta de ade-.cuación en la conducta del niño; habla y actúa comouna persona mayor, quizás esto se debió al ambien­te en que se crió, la bondad extraña del coronel; semuestra débil frente al doctor, la promiscuidad de

Page 39: Revista del Instituto de Cultura

SIGNIFICANTE

Meme, el odio morboso que siente el pueblo por eldoctor, en fin, todos estos detalles que se salen de10 normal se proyectan entre unos y otros a travésde la técnica de los vas')S comunicantes.

Otro detalle de interés en la obra es la caracte·rización que hace el autor del doctor, a través deciertas frases con sentido connotativo como cuan­do el doctor pide hierba: "-Hierba común, señora;de esa que comen los burros", pág. 59; la expresióncortante y seca pero persuasiva cuando le explicaal coronel la conducta de Meme en estos térmi­nos... "-Si usted tuviera tiempo para vigilar a Me·me cuando sale de noche, ni siquiera me exigiríaque la lleve conmigo. En este caso el que corre elriesgo soy yo, Coronel. Me echo encima un muertopara evitarle incomodidades", pág. 105. Con este tipode argumento el doctor evita que se le acuse de in­moral y a s~ vez termina acusando a su acusador.

Su modo peculiar de mirar a Adelaida, el que sepone de relieve en el siguiente pasaje: " ...y miran·do a las mujeres con esos codiciosos ojos de perroque le han saltado de las órbitas"; pág. 21. " ...Peroentonces yo no le volví a decir, buenas tardes, sinoque le sonreí cuando me miró porque vi que tienelos ojos enormes, con las pepas amarillas, y quemiran de una vez todo el cuerpo", pág. 50.

A mi modo de ver, todos estos detalles denotandecadentismo, el que se pone de manifiesto espe-

1. TRES GENERACIONES2. T-RES PERSPECTIVAS DIFERENTES3. TRES PUNTOS DE VISTA DIFERENTES

cialmente en la conducta del doctor. Esta atmósferadecadentista se manifiesta en Macando con la lle­gada de la hojarasca; se presenta en yuxtaposicióncon la figura del doctor.

La armonía que ha logrado el autor a través delentrecruce de técnicas, del detallismo, las .sugeren­cias sutiles, entre otros, permiten la entrada al des­tinatario a un mundo decadentista como el que nospresenta también García Márquez en su otra nove­la, El otoño del patriarca.

Resumen:

Los tres aspectos de la semiología armonizan.La anécdota se dirige a través de tres generaciones,tres perspectivas y tres puntos de vista diferentes.El autor logra el nivel pragmático más eficazmenteporque la estructura armoniza con los aspectos se·mánticos y sintácticos; a su vez, las técnicas armo­nizan con el paradigma de tríada, estructura matrizen la obra; el cubismo, el contrapunto, la técnica es­cénica, la técnica de la escala, entre otras, se entre­cruzan a través de toda la obra, añaden verosimili­tud a la misma.

Los siguientes paradigmas resumen el método depresentación de esta obra, así también, el nivel se·mántico y sintáctico de la misma:

CORONEL60 ~OS APROX.

SIGNI· ISABELPICADO 30 ~OS APROX.

3.

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El origen de los Indios Caribesen L'Histoire Naturelle et Morale

des lles Antilles de l'Ameriquede César de Rochefort

Por MANUEL CÁRDENAS

E N 1658 SE PUBLICA EN ROTTERDAM L'Histoire Natu~

relle et Morale des /les Antilles de I'Ameriquecuyo autor es César de Rochefort.

César de Rochefort nació en Belley en el depar­tamento de Ain. Su familia de origen calvinista go­zaba de buena posición social y el joven Rocheforttuvo la oportunidad de una excelente educación lle­gando a doctorarse en derecho en la universidadde París. Fue abogado del Rey y posteriormenteacreditado ante el gobierno de los Países Bajoscomo Ministro Residente. Aprovechándose de sucondición diplomática visitó como misionero apos­tólico diferentes paises de Europa y América. Ensu obra indica que hizo varios viajes a las Antillasya la costa del Golfo de México donde visitó la co­lonia de la Palma. Parece ser que además de visitar.las Antillas Inglesas y Holandesas, como tambiénlas Francesas, estuvo dos veces en la Isla de la Tor­tuga durante el gobierno de Le Vasseur, y segúncuenta Charlevoix I sirvió a éste en calidad de mi­nistro o predicador protestante. Por lo que nos diceen su obra estos viajes a América parecen habersido realizados con anterioridad a 1648, por lo quesus observaciones sobre la vida colonial francesa,que no tenía todavía treinta años de existencia, sonde valor no obstante las acusas iones que se le hi­cieron a Rochefort inmediatamente después de lapublicación de su obra. En esos viajes a las Antillasfrancesas estableció una buena relación con el Ca·pitán General de Poincy quien habría de proporcio­narle gran cantidad de documentos para su obra,principalmente para la edición de 1665. Vuelto Ro­chefort a Francia sabemos que estuvo en Lyon comomisionero, falleciendo en su ciudad natal de Belleyen 1690.

1. Hisroire de l'lsle Espagnole ou de Sr. Domingue. Charolevoix. Vol. 11, pág. 15.

32

HI5TOIRENATURELLE ET MOftALE

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ILES ANTILLESDE L'AMERIQUE·

JinicJ,¡t J'lI7Il/a flJllomhrt Jt btUtS FilJlfts tll tai/lt Jorztt,átS ~/actl t:J' JtI !7{anI~ ks pllIS egrrfultrahksl

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M. De. LXV.

L'Histoire Naturel1e et Morale cuya edición de1658 aparece sin título de autor, ha gozado durantemucho tiempo de un favor igual o casi igual a laHistoire General des Antilles del Padre Dutertre.Roohefort en esta primera edición de su obra in·dica que ha utilizado para la confección de la mismalas memorias que le había confiado el Padre Ray­mond Breton. La aparición de su obra le acarreó

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una serie de virulentos ataques y acusaciones deplagio las cuales parecen contener algo de verdad.Rochefort parece haber utilizado no solo las memo·rias del Padre Breton sino también los primerosescritos del Padre Duturtre.2 Será éste y el círculode sus amigos quienes llevarán el peso de tales ataques y acusaciones. Aún cuando la edición de 1665de la Histoire Naturelle et Morale está aumentadacon materiales excelentes provistos por Poincy, elPadre Dutertre en el Prefacio de su Historie Gene­rale, 1667, dice lo siguiente:

"El libro de Rochefort fue presentado ante laAsamblea de Físicos, Matemáticos y Agrónomosquienes, después de haber alabado el discurso,notaron que excepto las disgresiones que él hahecho (muy poco convenientes para la historiade las Antillas), el Vocabulario de este buen Pa­dre I y las bellas antítesis de sus amigos, casitodo el resto ha sido sacado tan fielmente de milibro' que no omitió las faltas que yo habíacometido".

Como hemos dicho en otra ocasión, el Padre Du­tertre sufrió una serie de percances mientras desem­peñaba su misión casi diplomática en las Antillas,la cual le Uevó a verse envuelto directamente en losconflictos políticos que por aquel entonces plaga·ban las Islas francesas, y todo ello parece aflorarde algún modo en su ataque a Rochefort. Amboshombres habían tenido posiciones diversas ante lasituación colonial; situación candente no sólo enlas AntiIJas sino también en los círculos de poderen París. Era conocida la relación de Rochefort conel Capitán General de Poincy, mientras que el Pa­dre Dutertre se encontraba en el bando contrarioy había sufrido las consecuencias de su postura.que era la defensa de la política oficial de la Co­rona. En la situación concreta lo anterior quiso de­cir la defensa de M. de Thoisy, nombrado CapitánGeneral de las Islas, contra el incumbente que erade Poincy. Todos estos elementos quizás hayan ser­vido para magnificar las acusaciones por parte deDutertre, sobre todo si tenemos en cuenta que tam­bién otros cronistas que publicaron sus obras conanterioridad y posterioridad a tal conflicto plagia­ron o cuando menos aprovecharon l?uy' estrecha­mente las obras de algún predecesor -principalmen­te los escritos del Padre Breton- sin que se hubie­se expresado contra eUos los ataques virulentos queRochefort tuvo que sufrir. Añadamos a ello el he­cho de que Roohefort era protestante, el único en­tre todo el conjunto de los cronistas franceses del

2. La primera edición de la obra del Padre Dutertredata de 1654 y lleva por título Histaire Generale Des [slesde S. Christophe de la Guadeloupe de la Martinique et autTesdans l'Amerique. París, 1654.

3. El Padre Raymond Breton.4. Padre Dutertre. ap. cit.

Caribe, y quizás también esto haya contribuido a'aumentar el calor de los ataques.

La obra de Rochefort está dividida en dos libros.El primero se titula Histoire Naturelle 'Y se compo­ne de cinco capítulos. El segundo Histoire Morale yestá dividido en veinticuatro capitulas. El mayorinterés para nuestro propósito está en esta segundaparte o segundo libro, cuyos capítulos VII y del IX

al XXIV se refieren a los Indios Caribes. En esta oca­sión presentamos la traducción del capitulo VII ti­tulado Del Origen de los Caribes, Habitantes Natu­rales del País, que se extiende de la página 344 ala 373.

La teoría que Rochefort presenta sobre el origende los Caribes es única y contrasta radicalmente contodas las expresadas por los cronistas. SeJ!Ún aquéllos Caribes proceden de Norteamérica e inicialmen·te fueron conocidos por cofachitas. Ningún otroautor plantea tal posición, coincidiendo todos en quelos Caribes proceden del Continente Suramericano.Sólo el padre Labat, muy poco dado a teorías, la re­coge sin declararse sobre ella: "Los autores Quehan hablado de su origen creen que ellos procedende la Florida.'"

Rochefort da como fuentes de su teoría los rela­tos del Señor Bristok, Gentilhombre InlZlés, de Quiennada sabemos, y las Memorias del Señor Du Man­tel, de Quien también desconocemos su personali.dad y obra.

El texto utilizado en la traducción que presenta·mos corresponde a la edición de 1665 de la HistoireNaturelle et Morale de César de Rochefort.

César de Rochefort. Histaire Naturette el MOTale des llesAntilles de l'Amerique. Rotterdam, 1665. Capitulo VII, pági­nas 344 a 373.

Del Origen de los Caribes, Habitantes Naturalesdel País

El orden que nos hemos propuesto exige qüe ha­blemos a continuación de los Indios habitantes na­turales de las Antillas. No es necesario hablar aquídel gran y difícil problema de como la raza de loshombres se ha expandido en la América y de dondeha venido hasta este Nuevo Mundo. Grandes perso­najes han tratado esta materia con tanta suficien·cia exactitud y solidez que sería cosa enfadosa y su­perflua la de entretener con ello ahora a los Lecto­res. Además, la Historia del Origen de nuestros Sal­vajes Antillanos no requiere que la comencemos enun punto ni tan remoto ni tan alejado.

·Los Antiguos y naturales Habitantes de las An-

5. Nouveaux Voya¡¡es aux [sles Francoises de "Amerique,Labat. Vol. 11, CapItulo VII, pág. 128.

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· tillas son estos a los que se ha denominado Caní­bales y Antropófagos, o Comedores de hombres, ya quienes la mayor parte de los Autores que hanescrito acerca de ellos llaman Caribes. Sin embar·go, el nombre primitivo y originario, y que tienemás gravedad, es este de Caribes, tal como ellosmismos lo pronuncian, al igual que los de su Na­ciónque se encuentran en la tierra firme de la Amé·rica, tanto en el continente Septentrional como enel Meridional. Y por ello es esta la apelación máscomún en boca de nuestros franceses colonos deestas Islas; y como es utilizada por los últimos es­critores, la emplearemos en lugar de cualquier otraa todo lo largo de esta Historia.

Algunos estiman que este nombre de Caribes noes natural a los Salvajes Antillanos, sino que les hasido impuesto por los Españoles quienes tambiénse lo impusieron a -distintos Salvajes del Continen·te Meridional que lo llevan, como también el deGalibis o de Calibites, a sus aliados que viven enel mismo Continente. Los que son de esta o,inióndicen que los Españoles bien han podido dar a ~stos

pueblos el nombre de Caribes, a la luz de que ellosrecorrieron todas las regiones de la América Meri·dional, y habiendo hecho las primeras cartas, Ila·maron a estas Naciones con ese nombre, el cualhan conservado desde entonces. Como prueba deello se arguye que los Caribes jamás se llaman asíentre ellos, sino es cuando están borrachos y conla cabella llena de vino que, saltando y regodeán­dose, se dicen en su jeringonza, mi buen Caribe.Fuera de ello utilizan esta palabra sólo cuandoestán entre los extranjeros, o cuando se quierendar a conocer a estos, sabiendo que este nombreles es conocido. Sin embargo, entre ellos se llamansiempre Calinago, al igual que hacen los de su Na·ción de tierra firme y los Calibites, que es el nomobre de los Hombres, y Calliponam que es el de lasMujeres. Y también se llaman Ubao-Bonom, es de­cir, Habitantes de las Islas o Insulares, y los delContinente se llaman Baloie-Bonom, es decir, Habi­tantes de tierra firme

No obstante apenas hay prueba de que el nomobre provenga de los Españoles y de que nuestrosInsulares no lo hayan llevado más que desde quefueron conocidos por aquellos. En primer lugar,porque antes de que los Españoles y los Portugue.ses hubiesen penetrado en el Brasil se encontrabanallí ciertos hombres más sutiles e ingeniosos quelos otros a los cuales .Jos Brasileños llamaban Ca­ribes, tal como Juan de Lery lo ha indicado en suaistoria.• En segundo lugar, es cierto que hay Sal·vajes que llevan el nombre de Caribes en regionesdel Continente de la América Meridional donde losEspañoles no han tenido comercio jamás. No solo

1. Juan de Lery. Histoire d'un voyage faít en la terredu Brésil... La Rochelle, A. Chuppin, 1578.

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los de la Nación de nuestros Insulares que habitana lo largo de las Costas de la América Meridionaly que son vecinos de las Colonias holandesas deCayena y Belice, sino incluso los que viven bienadentro en el Continente Meridional, más allá de losríos más célebres, se llaman a sí mismos Caribes.Además, veremos en la continuación de este Capí.tulo que hay en el Continente Septentrional unanación poderosa compuesta en gran parte de cier·tas familias que se precian todavía en ·~l presentede ser Caribes y de haber recibido el nombre mu­bre mucho antes de que América hubiere sido des·cubierta. Por otro lado, aún cuando los Españoleshubieren querido dar este nombre a todas estasNaciones ¿cómo podría probarse que ellos lo hu·biesen querido aceptar proveniendo de gentes des­conocidas y enemigas? Si es cierto que estos pue­blos no solo se llaman ellos mismos Caribes sinoque además ~e precian y tienen a gloria este nom­bre, tal como el Señor du Mantel lo ha oído variasveces de la boca de estos, ¿se enorgullecerían de unnombre que hubieren recibido de sus enemigos? Silos ancestros de nuestros salvajes Insulares reci­bieron de 10s Apalachitas, como lo veremos mástarde, el nombre de Caribes en lugar de Cofachitasque ellos llevaban primero, lo aceptarían de perosanas amigas y confederadas y como un elogio. Porlo demás no es únicamente en la embriaguez y en'la orgía que nuestros Indios Antillanos se llamanCaribes, sino también cuando están sobrios y sere­nos. Si ellos se llaman entre sí Calinago, bien pue­den tener otros nombres diferentes sin que por ellose tenga que concluir que los Europeos le hayandado alguno de estos. Por lo que reSpecta al nombrede Ubao-bonom su significado muestra suficiente·mente que no les es particular y que se puede apli·car a todos los Insulares en general. Y si ellos uti·lizan preferentemente el nombre de Caribes a otronombre al dirigirse a los Extranjeros, es porquesaben que este nombre les es más conocido. Pero esono quiere decir que los Españoles se lo hayan im·puesto, y sería más probable decir que los Españo­les, habiéndolo tomado de ellos, lo comunicaron alos otros Europeos. Pero en el fondo no importa mu­cho lo que de ello se crea, y cada uno puede tenerla opinión que le plazca sobre el particular. No ha·cemos más que proponer lo que nos parece másverosímil.

En cuanto al origen de los Caribes Insulares losque han hablado de ello hasta el presente han te­nido tan poca luz para conducirse en esta oscuraantigüedad que vale decir que han caminado a cie­gas. Algunos se imaginan que proceden de los ju­díos fundamentándose para ello, entre otras cosas,en que las parientas de los Caribes le son destinadasnaturalmente para esposas, y en que una parte deellos no comen Cerdo ni Tortuga. Pero esto es to­mar la cosa infinitamente lejos y sobre conjeturas

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demasiado débiles. Hay otros que dicen que aque­llos proceden de la ensenada de Caribana y preten­den que son descendientes de los que allí viven.Pero esta opinión no está fundada más que en elparecido de las palabras Caribana y Caribe, sin nin­gún otro fundamento.

Otros dicen por una simple conjetura que estosSalvajes son originarlos de las grandes Islas y queno hace mucho tiempo que ellos habitan en las An·tillas, no siendo ellos más que refugiados, restos ydespojos, en una palabra, los escapados de las ho­rribles masacres que hicieron los Españoles cuan·do se apoderaron de Santo Domingo, Cuba, Jamaicay Puerto Rico. Pero la verdad de la Historia nos tes­timonía que en los comienzos del descubrimientode América las Antillas estaban ocupadas y pobla­das por los Caribes. Y en un principio fueron sor­prendidos y maltratados por los Españoles. Peropoco después, los Españoles, al ser vivamente re­chazados y sintiendo muchas incomodidades poresta guerra, hicieron una especie de acuerdo con al­gunos de ellos, como lo veremos más particularmen­te en el Capítulo que trata de sus Guerras. Añada­mos a eslP que los Indios de Corac;o, quienes sonsin lugar a dudas de estos verdaderos escapados yquienes tienen todavía entre ellos personas que vi­vieron en el lugar conocido en el presente por puer­to de Isla de Vache, en la Española, cuando losprimeros Españoles allí abordaron, no tienen nin-

guna palabra de la Lengua Caribe en la suya, ni nin­guna manera de hacer de dondc se pueda concluirque hayan tenido jamás comunicación con los Ca­ribes. Además, que estos de las grandes Islas quepodían huir para evitar la tiranía dc los Españoles,les era más fácil retirarse a las tierras que estabanmás abajo de las suyas y a donde los vientos regu­lares los llevaban, que remontar en contra del vien­to, y así retardar su huida. exponerse a mil peligrosde la mar y alargar su viaje veinte veces o más.Pues es una maravilla cuando barcos tales como lossuyos pueden ganar, contra el viento, una legua aldía. Y ocurre muy frecuentemente a muy grandesbarcos que, al querer remontar, retroceden más entres horas que lo que habían avanzado en seis días.Nosotros sabemos de buenos pilotos que han tar­dado tres meses en remontar desde el Cul-de-Sac deSanto Domingo a San Cristóbal, cuando para des­cender de San Cristóbal a Santo Domingo no es neocesario por lo común más que cuatro o cinco días.

En cuanto a la idea que los Caribes tienen desu propio origen, tan ignorantes de los monumentosde la antigüedad como poco curiosos por el futuro,la mayor parte de ellos creen que proceden de losCalibites o Galibis, sus aliados y grandes amigos,Habitantes de la América Meridional, y vecinos delos Aruages. o Alutages. en la región, o en la Pro­vincia, que se llama comúnmente Guyana o CostaSalvaje. Y los que se adhieren a esta opinión se ba-

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san. e~ la conformidad que hay entre el lenguaje, laRehglón y las costumbres de los Caribes Insularesy. los Calibites, aunque, a fin de cuentas, este pare­cido puede proceder, en parte, de la alianza y amis­tad particular que tienen entre sí, y también de lavecindad de los Caribes del Continente Meridionalcon los Calibites, y a otras causas que presentare­mos después.

Sin embargo estos pobres Insulares no están deacuerdo entre sí sobre el asunto particular de suprocedencia y la causa que los llevó a las Islas, ytampoco pueden decir cuando eso ocurrió. He aquílo que los Indios de la San Vicente y algunos otroshan contado de ello al Señor du Mantel quien noslo ha presentado en sus curiosas Memorias. En untiempo todos los Caribes estuvieron sometidos a losAruages y obedecían a su Príncipe. Sin embargo,una parte de ellos no pudiendo soportar este yugo,se rebelaron. Y con el fin de poder vivir en paz, sealejaron de sus enemigos y se retiraron a las Anti­llas, que en aquel entonces estaban deshabitadasabordando primeramente la Isla de Tabago, que e~una de las más próximas al Continente. Después.los otros Calibites se sacudieron también la domi­nación de los Aruages, pero encontrándose bastantefuertes, o no teniendo la misma inclinación que losanteriores, permanecieron en su país. Y allí se hanmantenido hasta el presente, donde viven libres to­davía, pero enemigos de los Aruages, teniendo unCapitán General de su propia Nación que los dirige.Han vivido hasta esta hora confederados y amigossingulares de los Caribes.

Es en esta relación que se basa y queda expli­cado el nombre de Caribes, como significando Re­beldes, sea que tal nombre le haya sido impuesto anuestros Antillanos por los Aruages, sea que ellosmismos lo hayan tomado para servirse de una es­pecie de trofeo y expresar la gloria de su noble le·vantamiento y de su generosa rebelión que los pusoen paz y en libertad. Sin embargo no es necesariootro argumento para mostrar que Caribe no quieredecir Rebelde, como así 10 indica un cierto Diariode un Holandés, como el de que hay varias Colo­nias de ellos en diversos lugares de la tierra finnede la América, tanto Septentrional como Central,de las que nadie pretende ni puede pretender quehayan estado jamás bajo el poder de los Aruages y,no obstante, llevan este nombre de Caribes. Si al­gunos de ellos allí se hubiesen rebelado contraotros Soberanos, y habiéndose reconciliado después,viviesen hoy día entre ellos con el nombre de Cariobes, sería este una deshonra y una muestra de in­famia, en caso de que tal nombre quisiera indicarrebelde. de lo cual, como veremos más tarde no hayapariencia.

Sin embargo. los que han hablado largo tiempocon los Salvajes de la Dominica, informan que losde esta Isla estiman que sus Ancestros salieron de

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,la Tierra Finne de entre los Calibites, para hacer laguerra a una Nación de Aruages que habitaba lasIslas, a la que destruyeron totalmente con excep­ción de sus mujeres que tomaron para sí, habiendopor este medio repoblado las Islas. Lo que causaque, aún hoy día, las mujeres de los Caribes insu­'lares tengan un lenguaje diferente al de los hombresen varias cosas, y conforme en otras al de los Ama­ges del Continente. Este que fue el Jefe de esta emepresa donó las Islas conquistadas a sus consejeros.y al que le había tocado en el reparto la Dominicase decía Ubutu-timani, es decir, Rey, y se hada lle­var sobre los hombros de estos que los Insularesllaman Labuyu, es decir, servidores.

Hay tan poca certeza y tanta incostancia en todasestas narraciones, y en otras parecidas, que estospobres ignorantes pueden hacer sobre este tema.que según la opinión de los más sabios, no hay ape­nas rastro para establecer sobre ellas algún funda­mento. En efecto, estos Salvajes no hablan de ellomás que al azar y como si recitasen sueños; tanpoco cuidadosos han sido de la tradición de su ori­gen. y r.n sus relatos se contradicen y refutan losunos a los otros. Sin embargo, veremos al final deeste capítulo aquello que por parecerles probableles ha dado base a la mayor parte de ellos paracreer que proceden de los Calibites.

Todas estas diversas opiniones que hemos indi­cado de los Escritos o de los relatos de algunos tie­nen de loable que quienes las conocieron primeroy siguieron el conocimiento que en ellas había,se han esforzado en esclarecer y sacar a la luz lasverdades antiguas y desconocidas. Sin embargo, laRelación que nosotros vamos a dar del Origen de losCaribes Insulares, es la más amplia y particular,la más curiosa y la mejor fundada que haya apare-

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cido hasta el presente, y también la consideramosla más verdadera y cierta, deJando siempre al lectorjuicioso ]a Libertad de seguir el parecer que consi­dere más razonable. En conclusión, como debemosdar a cada cual el honor que merece, el públicodeberá a~radecer estas particularidades y este es­clarecimiento a la gentil comunicación Que nos hadado el Señor Bristok, Gentilhombre Inglés: uno delos hombres más curiosos del Mundo quién entresus otros ricos conocimientos habla a la perfecciónia lenJZUa de los Vir~inianos y de los Floridianos,y ha visto en sus bellos viafes todas las Islas y una~ran parte de la América Septentrional. Es así queha conocido perfectamente en el lugar mismo, ytambién por personas inteligentes que le han ha­blado con certeza, la siguiente Hostoria del Origende nuestros Salvajes, de la cual él In\rantiza siemprela verdad, si de ello hubiere necesidad.

Los Caribes son Originarios de la América Sep­tentrional, de la Tierra que se llama ahora la Flo­rida. Ellos vinieron a habitar las Islas depués dehaber partido de entre los Apalachitas con los cua·les habían vivido mucho tiempo. Y allí deJaron al·gunas de sus gentes que -llevan todavía hoy día elnombre de Caribes. Pero su nombre original es elde Cofachitas, quienes cambiaron solamente denombre y fueron llamados Caribes en la tierra delos Apalachitas, como vamos a ver inmediatamente.

Los Apaladhitas son una Nación poderosa y j!e­nerosa que subsiste todavía en el presente en lamisma región de la Florida. Ellos habitan un belloy gran país llamado Apalachia, del Que reciben elnombre; dioho país comienza a la altura de treintay dos grados veinticinco minutos al Norte de la LíneaEQuinoccial y se extiende hasta el treinta y siete.Este pueblo se comunica al Mar del gran Golfo deMéxico, o de la Nueva España, por medio de un ríoque tiene su nacimiento en las montañas de los Apa·laches, al pie de la cual ellos viven, el cual, desDuésde haber regado m'!y bellas llanuras, viene al fina dar al mar cerca de las Islas de TacobalZo. Los Es­pañoles han llamado a este río, Río del EspírituSanto. Pero los Apalachitas le conservan su anti­guo nombré de Hitanachi, Que sij!Difica en su len­gua, Bello y AJ!T3dable. Del lado de Levante, estánseparados de todas las otras Naciones por altas y-larJ!as montañas cuyas cimas están cubiertas de nie­ve la mayor parte del año, las que los separan dela Virginia. De los otros lados, colindan con variospequeños pueblos de los cuales son amigos y confe­derados.

Estos Apalachitas se precian de haber estable­cido Colonias bien adentro en México. Y muestrantodavía en el presente un gran camino por tierrapor el cual, dicen, que sus tropas pasaron para irallá. Los habitantes del país les llamaron a su lle­gada Tlatuici, que significa montañeros, pues éstoseran muy robustos y más valientes que ellos. Se

afincaron en una región parecida a esta donde ha­bían nacido situada al pie de montañas en una tie­rra fértil donde levantaron una ciudad de la mismaforma y figura de la que habían partido, la que ocu­pan hoy día. Se han unido allí por matrimonio ypor otros lazos de paz, de tal manera que no for­man sino un solo pueblo con ellos. Y no se lespodría distinguir sino hubiesen retenido algunaspalabras de su lengua original, que es la única di·ferencia que se nota entre ellos.

Después que los Apa1achitas hubieron hecho estepoblado, los Cofachitas que vivían más al norte enun país pantanoso y estéril, y quienes habían vivi·do hasta entonces en buena inteligencia con ellos,sabiendo que se encontraban desprovistos de susmejores y más valientes hombres, se iban a apro­vechar de la ocasión favorable para caer sobre estosApalachitas, sus vecinos, y expulsarlos de sus casas,o al menos dividir con ellos la tierra donde habita·ban, una vez que se hubieren convertido en los amosde aqueIla. Este plan, que había sido ideado muyhábilmente por los jefes cofachitas, lo dieron aconocer poco después por todos los poblados y lohicieron aprobar por todos los jefes de familia,quienes en lugar de cultivar y sembrar la tierra demaíz al comienzo de la primavera, como acostum­braba hacer cada año, prepararon sus arcos, susflechas y sus mazas, y después de haber prendidofuego a sus aideas y haberse provisto con las pocasprovisiones que les habían quedado del inviernopasado, se pusieron en campaña con sus mujeres ysus hijos, y todo el pequeño equipaje que tenían,con ]a resolución de vencer o morir, ya que no pe­dían volver a un lugar que habían destruido y des­pojado de toda suerte de comodidades.

Preparados así, llegaron pronto a las fronterasde sus vecinos. Los Apalachitas, que en lo menosque podían pensar era en tener un enemigo entremanos, estaban entonces ocupados en plantar sumaíz y las raíces que utilizan en su alimentacióncotidiana. Los que vivían cerca del gran Lago, queellos llaman en su lengua, Theomi, habiéndose 'Ciadocuenta de este poderoso ejército que se les veníaencima, se retiraron rápidamente a las montañasvecinas y dejaron sus aldeas y su ganado a discre­ción del enemigo. Después, desde allí marcharon através de los bosques a llevar la noticia de estairrupción a las ciudades que 'había en los valles.entre las primeras montañas, donde residía el Pa·racusse, que era e1 Rey del País, con todas las fuer·zas más considerables de su Estado. Ante esta no­ticia tan sorprendente, este Príncipe, mientras sepreparaba para ir al encuentro del enemigo, hizotomar por los que ya se encontraban prestos paraesta expedición, los caminos de las montañas y pusoemboscadas en diversos lugares de los grandes bos­ques que hay entre el gran Lago y las montañas,por los cuales hay que pasar para entrar en un bello

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y espacioso valle que tiene más de sesenta leguasde largo y alrededor de diez de ancho, y donde es·taban las residencias de los principales del país ylas ciudades más considerables del Estado.

Mientras que los Cofachitas se gozaban en elpillaje de las casas que habían encontrado cercadel gran Lago, los Apalachitas tuvieron tiempo deprepararse para recibirlos. Pero aquellos, en lugarde tomar las rutas y caminos ordinarios que condu­cían n la llanura que queda entre las montañas,como hemos indicado, después de haber dejado alas mujeres y a los niños cerca del gran Lago conalgunas tropas que desta(;aron de su ejército paraprotejerlos, y guiados por algunos Apalachitas quehabían sorprendido pescando en el gran Lago, mar­charon a través de bosques, de montañas, y de pre­cipicios donde las gamuzas no habrían podido ca·minar más que con gran dificultad, y llegaron auna provincia llamada de los Anamitas en el cara·zón y centro del país. Capturaron sin resistencialas primeras plazas que se encontraban guardadassolamente .por mujeres, niños y algunos viejos queno habían podido seguir al Rey, quien con su pueblohabía ido a esperar al e~emigo en las entradas ordi­narias que conducían al país.

Los Cofachitas viendo que su plan había tenidotan buen éxito y que a la luz de un comienzo tanfeliz, con gran probabilidad en poco tiempo se ha­brían de convertir en amos de todo el país, con·tinuaron sin descanso sus conquistas; y dejando

unas aldeas como refugio, en donde habían puestobuenos hombres en guarnición, fueron delante delRey de Apalachia con intención de combatirlo, ocuando menos de obligarle a que les permitiese eldisfrute pacífico de una parte del país. El Apalachi·ta se sorprendió extremadamente cuando supo queel enemigo que él esparaba en las fronteras y en loscaminos acostumbrados del país, se había apodera­do ya de una Provincia que estaba en el centro desus Estados, y que había dejado guarniciones en lasciudades y otras plazas importantes. Sin embargocomo era magnánimo y corajudo quiso probar sila suerte de las armas le era favorable en tan granmedida como buena y justa creía su causa. Des­cendió, pues, con los suyos de las montañas dondeestaba acampado y después de haber animado asus gentes al combate, atacó fUertemente la van·guardia de los Cofachitas quienes habían venido areconocer su fuerza. Cuando de parte y parte hu­bieron consumido todas sus flechas, vinieron a lasmanos y tomando sus mazas se hizo una gran car­nicería en los dos ejércitos. Cuando la noche llegó,se separaron, y los Cofachitas notaron que habíanperdido muchos de los suyos en este encuentro, dán·dose cuenta de que habían combatido a un pueblomás valiente de lo que se habían imaginado, y enconsecuencia harían mejor en tratar con él amiga­blemente que aventurarse de nuevo con sus tropasen un país extranjero.

Resolvieron, pues, enviar una vez llegase la ma-

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ñana, unos Embajadores al Rey de los Apalachitaspara presentarle las condiciones de la paz y en casode que éste rehusase las mismas (disimulando laspérdidas que habían tenido en el último combate)declararle la guerra y apremiarle a que estuvieselisto inmediatamente para recibir su ataque, quesería más rudo que el ocurrido el día anterior yaque en esta ocasión todas sus fuerzas estarían uni­das.. El Paracussis de Apala<:hia oyó a estos emba­jadores y pidió el día para aconsejarse acerca de laproposición de paz. A continuación les pidió tambiénlos artículos y convenciones de acuerdo a las cua­les querían tratar, en caso de que él se inclinasea una paz; éstos le dijeron que habían abandonadosu tierra con la intención de establecerse por amis­tad o por fuerza en este buen y fértil país que élposeía. Y si él estaba de acuerdo con el primero deestos medios, ellos pedían hacer un mismo pueblocon los Apalachitas y habitar su tierra y cultivarla,y así llenar los lugares vacíos dejados por aquellosde los suyos que hacía poco se habían marchado'lejos para ir a establecer una nueva colonia.

El Apalachita reunió a su Consejo para tratarestas proposiciones y habiendo hecho la presenta­ción de las mismas, indicó que el ejército de losCofachitas impedía la ayuda que podrían conseguirde otras Provincias, las cuales no habían estado lis­tas para unírseles en esta guerra. Que por la mismarazón la ruta de los víveres les quedaba completa­mente cerrada. Que el enemigo era amo de los cam­pos ya que había entrado a mansalva en una de lasmejores Provincias de todo el Estado, donde sehabía apoderado de las plazas más importantes, yque aún cuando en la jornada precedente había no­tado la fidelidad y la generosidad incomparablede los suyos para atacar y combatir a sus enemigossobre los cuales se habían conseguido muy impor­tantes ventajas, no obstante, ese éxito había sidoadquirido con la pérdida de sus más va"lientes ca­pitanes y de sus mejores soldados. En consecuen·cia, era aconsejable mantener el resto del Reino,conservando todavía a los hombres de élite que que..daban. Y ya que los enemigos proponían primerolas condiciones de paz, sería sabio el aceptarlas siello se podía hacer sin perjuicio de su gloria y delgran nombre que habían adquirido hasta entonces.y a fin de cuentas, la tierra que estaba desiertaen varios lugares por la emigración de una partede sus habitantes, era bastante grande y bastantefértil para alimentarlos a todos.

Todos los Jefes de los Apalachitas oyeron laproposición de su Rey, y juzgaron que no era co­bardía lo que obligaba a aquél a inclinarse del ladode un arreglo con los Cofachitas a la luz de que eldía anterior se había encontrado en lo más fuertede la pelea, sino que el único deseo que tenía em elde no exponerlos temerariamente y conservar supueblo, el cual estaba ya en manos del enemigo

quien ocupaba una de las más florecientes Provin­cias. También habían sido advertidos por algunoscorreos que habían vuelto al ejército del Rey porcaminos apartados, procedentes de las ciudades don­de los Cofachitas tenían sus guarniciones. que éstostrataban con gran dulzura y gran respeto 'h las mu­jeres y los niños que allí habían encontrado; asíellos consintieron unánimemente en el sentir delPríncipe y respondieron que era necesario llegar aun buen acuerdo y hacer que las condiciones fue·sen tan ventajosas como lo podía permitir la coyun­tura presente de sus asuntos. Y después de haberconfirmado esta resolución por su Haba, que es laseñal de aprobación y ratificación que acostumbranhacer en sus deliberaciones, se la transmitieron alos Embajadores de los Cofachitas que esperabancon impaciencia.

Esta nueva, llevada al campo de los Cofachitas,fue recibida con alegría, como conforme con el finque se habían propuesto al emprender la F;Uerra ydejar su país. Destacaron inmediatamente a los prin­cipales de entre ellos para acordar con los Apala­chitas los medios de esta paz y aprobar todos losartículos de la misma. Estos Diputados llegaron allugar donde el Príncipe de la Apalachia les espe­raba con los más considerables de su Corte senta­do en una silla más elevada que las otras y cubier­to de rica piel, y fueron recibidos cortésmente. Yhabiendo tomado asiento, el Rey les hizo dar debeber de un cierto brevaje llamado Cassine en unacopa de la que él bebió primero, según la costum­bre. Todos los del Consejo bebieron después queél, y a continuación se entró de parte y parte a tra­tar el acuerdo, con estas condiciones:

Que los Cofachitas habitarían mezclados en lasciudades y villas de los Apalachitas. Que serían entodas las cosas estimados y considerados como losNaturales del país. Que gozarían enteramente delas mismas inmunidades. Que serían súbditos delRey como los otros. Que abrazarían la Religión y lascostumbres del país. O si lo deseaban mejor. losApalachitas les dejarían la bella y gran Provinciade Amana para que la tuviesen como propia y par­ticular de acuerdo a los límites que les serían pre­puestos, con la condición de que ellos siempre re·conocerían al Rey de la Apalachia por Soberano yque en el futuro le harían todos los años homena­jes razonables.

Este acuerdo fue ratificado recíprocamente y se­guido de aclamaciones mutuas. Y poco tiempo des­pués que los Diputados de los Cofachitas hubieronrendido cuenta de su negociación a su Jefe y Con·sejo, y hubieron presentado la opción que le habíasido dada: o mezclar sus viviendas con las de losApalachitas, o poseer ellos solos y en propiedad laProvincia donde habían entrado, aceptaron de co­mún consentimiento la propiedad de esta Provinciade Amana, de la cual el mismo Rey de la Apalachia

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los puso en pacífica posesión. Las mujeres, los ni·ños y los viejos que allí habían permanecido mien·tras ·Ios hombres capaces de ir a la guerra habíanseguido a su Príncipe, fueron transportados a lasotras Provincias, donde el Rey les había asignadouna vivienda fija para ellos y para todos los hom·bres valientes de esta misma Provincia que se ha­bían arriesgado para expulsar al enemigo y conser­var el Estado. Después de lo cual los dos partidosdepusieron las armas y los Cofachitas fueron a bus·car a sus mujeres, sus hijos, su ganado, su equipajey los soldados que habían dejado cerca del granLago de Theomi. Y se congratularon todos juntos en,las ciudades donde estaban asentados por el bellopaís que habían conquistado, tal como lo habíanproyectado.

Los Apalachitas desde este momento llamaronCaribes a estos nuevos huéspedes que les habían lle­gado inopinadamente y contra sus previsiones parareparar la brecha formada con la marcha de susgentes a otra región de la América. Esta palabraCaribes significa en su lengua Gentes añadidas ollegadas súbitamente y a la imprevista, Extranje­ros u Hombres fuertes y va'Jientes, como queriendoexpresar con aqueIJa palabra Pueblo brioso del queno esperaban su llegada y que había sido añadidoal suyo. Y este nombre permaneció para nombrara estos recién llegados en lugar de Cofachitas queno ha sido conservado más que por algunas débi­les y mezquinas familias que estaban más al nortede la Florida que después de la salida de los ver·daderos Cofachitas se apoderaron de sus tierras ytodavía en el presente quieren ser llamados con elnombre de los que le precedieron en la posesiónde este país. Mientras que, de otro lado, estos ver­daderos Cofachitas fueron reconocidos con el nom­bre de Caribes en la Provincia de Amana. Y es así,bajo este nombre, que desde ahora en adelante ha·blaremos de ellos y de las Colonias que han forma·do desde aquel entonces.

Estas dos Naciones habiéndose unido para aca·bar sus diferencias y finalizar una guerra cruel quehubiese podido arruinarlas, vivieron a continuaciónvarios años en buena correspondencia la una con laotra. Pero después que los Caribes crecieron engran número en esta tierra que habían adquiridopor las armas, no quisieron abrazar la religión delos Apalachitas, que adoraban al Sol como diremosdespués, ni asistir a sus ceremonias en el Temploque tenían en la Provincia de Betamin donde esta·ba la Corte, ni por último rendir al Rey los home­najes que le eran debidos por la Provincia que ha·bían ocupado, de acuerdo a su promesa y a su Tra·tado.

Esta violación de pa'labra por parte de los Ca­ribes, y esta felonía fueron la razón de varias gue­rras sangrientas que sobrevinieron entre estas dosNaciones. Los Caribes estaban bloqueados de todos

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lados por sus adversarios quienes los constreñíande tal manera que no podían expandirse. Y los Apa­lachitas tenían en el corazón de su Estado un cruele irreconciliable Enemigo que les tenía perpetua.mente en alarma. Mientras tanto, estos dos pueblos,unas veces vencedores y otras veces vencidos, puesla suerte de la guerra es diaria y casual, llevabanuna triste vida, y frecuentemente, por no tenertierra para cultivar o por haber hecho estragos unosen los campos de los otros poco antes de la cose­cha, estaban reducidos a un hambre extrema quehacía morir entre ellos más gente que la espada.

Pasaron más de un siglo en estas desavenenciasy en esta guerra, durante la cual los Caribes quehabían tenido por Jefe y Rey de su Nación a unode los más valientes Capitanes al que llamaban Re­gazim, acrecentaron su Estado con otra Provinciaque les era vecina del lado del Mediodía y que sellamaba Matique, la cual dividiendo las montañaspor un cañón que recibe un torrente que desciendede ellas, se extiende luego hacia Poniente hasta elrío que tiene su nacimiento en el gran Lago, el cualdespués de haber formado varias Islas, riega variasProvincias, y va a dar al fin al Océano. Es éste elcélebre Río que nosotros los Franceses llamamosdel Maíz y que los Apalaches llaman Besenim, quesignifica en su lengua Río delicioso o abundante enpeces. Los Caribes, habiendo extendido así sus lí­mites y expulsado a sus enemigos, hicieron por al­gunos años una especie de tregua con los Apala­chitas, quienes fatigados de tantas guerras y humi·liados por la pérdida de una Provincia considerable,accedieron voluntariamente al cese de las armas yde todos los actos de hostilidad.

Sin embargo, esto·s Apalachitas que se consu­mían de pena al ver a su Estado desprovisto deuna célebre Provincia, aprovechándose de la ocasiónfavorable de esta tregua, celebraron varios consejossecretos para ver cómo podrían obtener las másgrandes ventajas sobre los Caribes, las que hastaentonces no habían obtenido. Y después de haberreconocido por sus tristes experiencias que no ha·bían adelantado mucho sus asuntos al atacar asus enemigos al descubierto y a mano armada, de·cidieron desbancarlos con sagacidad, y a este efec­to, buscar todos los medios de dividirlos y de lle·varIos insensiblemente a una guerra civil e intes­tina. Este consejo fue recibido y aprobado portodos, y sus Sacenlotes, que son muy estimados en­tre ellos y que tienen voz en sus asambleas másimportantes, les proveyeron inmeditamente los me­dios y les sugirieron las maneras apropiadas paraello.

Ellos habían notado que estas gentes que leshabían venido a sorprender en su tierra estaban sinreligión y sin conocimiento de alguna Divinidad ala cual rindiesen algún servicio público, y solamentetemían a un Espíritu -maligno que ellos llaman Ma·

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buya, debida a que les atormentaba algunas vecespero al que, sin embargo, no rendían homenaje al­guno. y es por ello que desde los primeros añosde su llegada durante los cuales habían vivido enbuena inteligencia con ellos, les habían querido in­ducir, con su ejemplo, a reconocer al Sol por s~

berano Gobernante del Mundo y a adorarlo comoDios. Estas exhortaciones y estas enseñanzas ha­bían dejado fuertes impresiones en los espíritus delos principales Caribes, de suerte que habiendo re·cibido los primeros principios de esta Religión du­rante los años en que tuvo lugar su mutua corres­pondencia, muchos dejaban la Provincia de Amanaen la cual vivían para ir a la de Bernarin, Capitalde los Apalachitas, en donde ellos subían a la monotaña de Olemi, en la cual los Apalachitas hacen susofrendas solemnes. E imitándolos, aquéllos habíanparticipado en estas ceremonias y en este Servicio.Estos Sacerdotes, que los Apalachitas llaman Iauas,que quiere decir, Hombres de Dios, sabían que lassemiUas de la Religión no se ahogan tan fácilmenteen los corazones de los Hombres, y aún cuando las

largas guerras que habían tenido con los Caribesles hubiesen impedido a estos el ejercicio de la Re­ligión, les sería bastante fácil encender de nuevo lasascuas de este conocimiento que estaban ocultasbajo la ceniza.

La tregua y cese de todos los actos de hostilidaddecretado entre las dos Naciones presentaba unaocasión favorable para ello. Y así, los Sacerdotesdel Sol aconsejaron, con el acuerdo del Rey, que sehiciese anunciar entre los Caribes que al comienzodel mes de marzo, que ellos llaman en su lenguaNaarim, harían un servicio solemne en honor delSol en lo alto de la montaña, y. que este servicioseria seguido de juegos, festines y regalos que ~1

Rey daría liberalmente a los asistentes. Esta cere­monia no era nueva entre los Apalachitas; los Cari­bes no podían sospechar ningún fraude, ni tenerningún temor de ataque inesperado, pues era cos­tumbre muy antigua entre los Apa1achitas haceroraciones extraordinarias al Sol al comienzo de estemes de Naarim, que es precisamente el tiempo enque siembran su Maíz. Hacen este servicio para pe­dir al Sol que haga germinar, crecer y madurarlo que han confiado a sus cuidados. Y hacen lamisma cosa al final de Mayo, en cuyo tiempo hacenla primera cosecha, para darle gracias por los frutosque creen haber recibido de su mano. Por otro lado,los Caribes sabían que durante estas fiestas los Apa­'lachitas colgaban los arcos y las flechas, y sería ungran crimen entre ellos llevar armas al Templo yprovocar allí la menor disputa; así también en esosdías, los más grandes enemigos se reconciliaban y sedespojaban de toda su enemistad. Tampoco duda·ban que no guaroasen la fe pública y la promesahecha tan solemnemente.

En esta seguridad se dispusieron a pasar a Be­marin en el tiempo indicado; y para contribuir desu parte a la celebración pública, se adornaron lomejor que les fue posible. Y aún cuando estabanacostumbrados a vestir muy a la ligera, y a mostrarsus cuerpos casi desnudos, sin embargo, para ac~

modarse a las maneras de vivir de sus vecinos a losque iban a visitar, pusieron mano a la obra sobretodos los cueros, pieles pintadas y telas que teníanpara hacerse trajes. No olvidaron tampoco pintarsede un rojo claro la cara, las manos y todas las des­nudeces que les asomaban, y se coronaron con lasmás ricas guirnaldas tejidas con diferentes plumasde los más bellos pájaros del país. Las mujeres, que­rien'do por su lado tomar parte en esta solemnidad,hacían todo lo que podían para ponerse bonitas. Lascadenas de Conchas de diversos',co10res, los pendien­tes y los altos bonetes enriquecidos con piedras bri·llantes y preciosas que los torrentes arrastran desde'las más altas montañas les daban un lustre extraor­dinario. Y de esta manera los Caribes, parte por cu­riosidad, parte por la vanidad de 'hacerse ver, y al­gunos por una inclinación a la Religión, emPren-

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dieron este peregrinaje; y para no dar sospecha aestos que los habían invitado tan amigablemente,dejaron arcos, fleohas y mazas en la última aldeade su jurisdicción y entraron en la Provincia deBemarin con una simple varilla, cantando y saltan­do como si todos estuvieran de un humor extrema­damente alegre y festivo.

De otra parte, los Apalachitas los esperaron conbuena actitud, y siguiendo la orden que habían re·cibido de su Rey que se llamaba Teltlabin y cuyadinastía manda todavía en el presente entre estepueblo, recibieron cortésmente a todos estos que vi·nieron al Sacrificio. Desde la entrada misma de losCaribes en su Provincia, les hicieron un recibimien·to tan cordial como si hubiesen sido sus hermanosy no hubiese habido jamás diferencia entre ellos;'les obsequiaron y los festejaron a todo lo largo delcamino y los escoltaron hasta la ciudad Real, a laque llaman todavía actualmente Melitot, es decir,la ciudad del Consejo, ya que en ella viven el Rey ysu Corte. Los, jefes de los Caribes fueron tratadosespléndidamente en el Palacio Real, y los comunesen casas de los Habitantes de la ciudad, quienes noescatimaron nada.

El día dedicado al Sacrificio del Sol, el Rey delos Apalachitas con su Corte, que estaba aumentadanotablemente por la llegada de los Caribes que ha·bían venido a la fiesta, subió muy de mañana a lacumbre de la montaña de Olemi, que no está ale·jada de la ciudad más que una pequeña legua. EstePríncipe, según la costumbre del país, era llevadoen una silla sobre los hombros de cuatro grandeshombres, escoltados por otros cuatro de la mismaaltura que ocuparían su lugar cuando aquéllos es­tuvieren cansados. Eran precedidos por varios flau·tistas y otros que tocaban distintos instrumentos demúsica. Y con esta pompa llegó al lugar destinadopara estas asambleas. Cuando la ceremonia acabóhizo una tan grande distribución de vestimentas ypieles como no acostumbraba hacer en parecidasocasiones. Sobre todo, extendió su liberalidad B losprincipales Caribes, y siguiendo su ejemplo, los másprosperos de su pueblo distribuyeron también rega­los a todos los de esta nación que habían honradocon su presencia el Sacrificio Solemne. De suerteque no 'hubo Caribe que no volviese contento y sa­tisfeoho con algún regalo. Después que hubierondescendido de la montaña, se les acogió y se les tra­tó con toda suerte de testimonios de buena volun­tad en todas las casas de los Apalachitas por entre~as cuales tenían que volver a pasar para retornara su Provincia. Finalmente, para incitarlos a una se·gunda visita, se les indicó de parte del Rey y desus Oficiales, que serían siempre recibidos con igualafecto, si deseaban unirse a ellos en las mismas Ce­remonias cuatro veces al año.

Los Caribes, una vez retomados a su Provincia,no podían alabar bastante la ·buena recepción que

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se les había dado. Los que habían guardado las vi.viendas, sintiéndose celosos de ver los ricos regalosque sus conciudadanos habían traído de su viaje,tomaron entonces la resolución de hacer el mismoperegrinaje en la primera ocasión. Y habiendo lle­gado el día que estaba destinado para ello, huboentre ellos una prisa tan grande para ir, que si elCacique mismo no hubiese puesto orden, la Pro­vincia se habría quedado sin habitantes. Los Apala·chitas continuaron también con su recibimiento ysu liberalidad, y había entre ellos una competenciapara ver quién era el que honraba mejor a los Ca­ribes. Sus Sacerdotes, que sabían 10 que tenía quesurgir finalmente de toda esta farsa, no les reco­mendaban nada tanto como estos buenos oficios,los cuales, dec(an ellos, eran muy agradables alSol.

Tres años pasaron en estas visitas, al final delos cuales, los Apalachitas que se habían consumidoen liberalidades con respecto a sus vecinos, viendoque habían ganado fuertemente su voluntad, y quela mayor parte estaban tan inclinados al Serviciodel Sol que nada sería capaz de hacerles perder enel futuro los profundos sentimientos que habíanconcebido sobre su Divinidad, resolvieron, animadosa ello por sus sacerdotes, cuyo consejo el Rey y todoel pueblo respetaban mucho, aproveohar la ocasiónde la tregua que habfa expirado para declarar denuevo la guerra a los Caribes y prohibirles el acce­so a sus ceremonias en caso de que no quisiesenhacer como ellos, abierta confesión de tener al Solcomo su Dios, y cumplir con la promesa que ha'bíanhecho tiempo atrás de reconocer al Rey de Apala­chia como su soberano, y hacerle acto de sumisióncomo dueño de la Provincia de Amana en la cualellos habitaban.

Ante esta proposición los Caribes se dividieron.Pues todos los que estaban incitados a la adoracióndel Sol eran del parecer de contentar a los Apala­chitas y decían que aún cuando no quedasen obli·gados de palabra, quedarían comprometidos parano verse privados del libre ejercicio de la Religióndel Sol y asistir a sus sacrificios los que no podríanahora abandonar más que con gran pena. El Cadquey. la mayor parte de los considerables entre los Ca·ribes, decfan por el contrario, que no querían des­lustrar la reputación y gloria de todas sus victoriasprecedentes por una paz afrentosa, la cual, bajo pre­texto de Religión, los tendría sometidos a los Apa­lachitas. Que ellos habían nacido libres y que enesta cualidad habían salido del país de su nacimien­to y se habían apoderado de una mejor tierra porel valor de sus armas. Que era necesario defenderpor siempre esta preciosa libertad y afianzarla consu propia sangre si de ello había necesidad. Queellos eran los mismos que en otro tiempo habíanGbligados a los Apalaohitas a dejarles en propiedadla más considerable de sus Provincias, que era el

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centro y como el ojo de su Estado. Que no habíandisminuido en su valentía, y mucho faltaba paraque su valor se apagase; que por el contrario, ha­bían acrecentado, hacía poco tiempo, su jurisdic.ción con una bella y gran extensión del país, lo queles había dado más amplitud y salida más allá delas montañas, las cuales los encerraban anterior­mente. Que habiendo así eliminado todo lo que po­día oponerse a sus planes, sería una debilidad in­soportable ceder por simple pretexto de Religión ypor la sola curiosidad de asistir a algunos sacrifi·cios, la posesión de lo que ellos habían adquiridocon tanto trabajo y sangre. En fin, que si ellos de·seaban adorar al Sol, este brillaba tan favorable­mente en sus Provincias como en las de los Apala­chitas. Que los contemplaba tO'dos los días con unamirada tan graciosa como en ningún otro lugar delmundo. Y que si se trataba de consagrarle una mon­taña y una gran gruta ~n ella, se podría conseguiresto entre las que separaban su Estado del granLago que eran tan altas y tan apropiadas para estosmisterios como la de OIemi.

Los que defendían el Servicio del Sol sosteníanque no era necesario meterse en una nueva guerrarehusando unas condiciones que les eran tan venta·josas como a los Apalachitas, y replicaban que des­pués de haber disfrutado desde hacía unos añosla dulzura de la paz y experimentado en tantos lu­gares la bondad. el candor y la generosidad de susvceinos, no había base para meterse en nuevos pro­blemas, los cuales eran fáciles de evitar, incluso sin

pérdida de la reputación que habían adquirido. Queel reconocimiento que los Apalachitas pedían porla Provincia que ellos ocupaban. podía ser de unanaturaleza tal, y de tan pocas consecuencias. queparella no disminuiría nada su honor, ni sería he·rida su autoridad. Que en lo tocante al servicio ylos sacrificios al Sol, ellos no tenían Sacerdotes queestuviesen instruidos en esta ciencia y en como ha·cer la Ceremonia. Que sería temerario el querer imi.tar a los Iauas de los Apalachitas, no fuese que lasfaltas cometidas por los imitadores en la ceremo­nia atrajesen la indignación de la Divinidad a laque querían servir, en lugar de ganar su favor. Que.además, ellos habían sabido que en todo el país nohabía ninguna montaña que fuese mirada por elSol de una manera tan agradable y tan dulce comoesta de Olemi, ni que tuviese, como ella, un Temploexcavado en la roca de una manera tan maravillosaque todo el artificio de los hombres jamás podríallevar a esa perfección, el cual también era una obrade los rayos de la Divinidad que allí era adorada.Que aún cuando se encontrase- una montaña y unacaverna que se pareciesen a aquellas, lo que sinembargo creían imposible, los pájaros mensajerosdel Sol no harían en ella su morada. Y la fuenteconsagrada en su honor, que producía unos efectosadmirables y unas curaciones inusitadas, no la ten·dría. Y que por consecqencia se expondrían a larisa de los Apalachitas que tendrían \iiempre razónpara preciarse por una infinidad de prerrogativasde su Templo y de su Servicio tradicional por en·

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cima del nuevo que ellos pretendían establecer.Este grupo concluía de todo lo anterior, que habíaque hacer una buena paz y asistir en el futuro alas mismas Ceremonias que habían frecuentado du­rante la tregua.

No obstante, estos que habían mantenido el pa­recer contrario, no pudieron ser, bajo circunstanciaalguna, convencidos por ninguna de estas considera­ciones, ni apartados de la resolución que habían to­mado de no reconocer jamás a los Apalachitas porSoberanos ni ,perder su Libertad bajo el amparo 'deuna Religión y de una adoración que sus padres ha­bían ignorado. De su~rte, que al final, esta contra­riedad de pareceres dio lugar a que se formaran dosfacciones entre los Caribes, tal como los Sacerdotesde los Apalachitas habían previsto. Y como tambiénestaban divididos en su Consejo, no pudieron daruna respuesta segura y única a las proposiciones deguerra o de paz que les fueron hechas. Cada fac­ción se fortalecía día a día y la que se inclinó a fa­vor de la alianza con los Apalachitas y la atloracióndel Sol, creció de tal manera que se vio en condi­ción de obligar a la otra a someterse a su opinióno bien a abandonar la Provincia.

Sería un relato aburrido querer describir aQuítodos los males que esta guerra civil trajo a los Ca­ribes y como se masacraron los unos a los otros,hasta que al final, después de varios combates, losApalachitas que se habían unido al partido que lesera favorable, obligaron al otro a tomar la huida ydesalojar las P·rovincias de Amana y de Matique eir a buscar lejos algún lugar seguro.

Los Caribes victoriosos que habían expulsadoasí con la ayuda de los Apalachitas a los que difi­cultaban su paz y reposo, fortificaron poderosamen­te sus fronteras y pusieron en las entradas a losmás I valientes y los más generosos de sus cuerposguerreros para quitar para siempre a los exiladostoda esperanza y pretensión de retorno. Despuéshicieron una muy firme alianza con los Apalachitassometiéndose a sus leyes, abrazando su Religión yformaron un Pueblo con eUos, el que existe todavíaen el presente; no obstante, estos Caribes conser­varon su antiguo nombre, como lo habíamos indiocado al comienzo de este capítulo, y muchas pala­bras comunes con los habitantes de las Antillas,tales como son, entre una infinidad, los términosde Cakones para expresar las cosas menudas quese conservan por curiosidad; el butu para signifi­car una maza de madera 'Pesada; el Tomaly, paraindicar un guisado; Banaré, para señalar un Ami~o

Familiar; un Arco, Alluba; flechas, Alluani; un Es­tanque, Taonabo; el Espíritu maligno, Mabuya; elalma del hombre, Akambue, siendo estos los mis­mos términos de los cuales los Caribes se sirventodavía en el presente para indicar las mismascosas.

En cuanto a los Caribes expulsados de sus tie-

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rras por estos de su propia nación, y arrojados fue­ra de los límites de su antigua residencia y de todassus conquistas, después de haber rondado cerca delrío que tiene su nacimiento en el gran Lago y ha·ber intentado, en vano, acomodarse con los pueblosque habitaban una y otra ribera, resolvieron pasara través de sus tierras o por amistad o por fuerza,a algún país desértico donde pudiesen perpetuarsey levantar con toda seguridad las ruinas de su Esta­do. Con esta resolución llegaron hasta el borde delmar donde encontraron unos pueblos que les roga­ron tuviesen compasión de sus miserias, e inverna­ron cerca de ellos y pasaron en gran penuria estatriste estación del año. Ellos se quejaban continua­mente por la pérdida de un país tan dulce y tanféritl como el suyo y no veían como se podrían ha­bituar jamás con alegría· a este que la desgracia leshabía regalado; pero he aquí que al comienzo dela primavera llegaron a la costa dos pequeños bar­cos que venían de las Islas Lucayas, los cualeshabían sido empujados por el viento a la rada don­de nuestros Caribes habían pasado el invierno. Ha­bían en estos dos barcos que eUos llamaban canoaso piraguas, alrededor de trece o catorce habitantesde Cigateo, que es una de las Islas Lucayas, loscuales una vez desembarcados contaron a los ha·bitantes naturales de esta costa cómo habían sidoarrojados por la tempestad en sus brazos. Y lesdijeron entre otras cosas, las maravillas de las Islasdonde vivían, añadiendo que también había variasmás aUá de las de eUos, hacia el oriente y el me­diodía, que estaban desiertas y deshabitadas, y quese las consideraba mejores incluso que estas de lasque hadan tan buen relato. Que en cuanto a ellos,no pedían a los habitantes del país más que un pocode agua y de víveres para poder volver a su tierra,de la cual estaban alejados unos cuatro o cincodías a todo lo más.

Los Caribes que estaban en la tarea de buscaralguna nueva residencia y quienes se encontrabanmuy disgustados por no tener un lugar suyo y pro­pio que los pusiese a cubierto de tantos males comosufrían en una vida errante y vagabunda, habiendooído decir tanto bien de estas Islas, que se les ase­guró eran vecinas de las Lucayas, resolvieron bene­ficiarse de la ocasión de estos guías que habían en·contrado por una bondad extraordinaria, siguiéndo­los cuando partiesen y después que hubieren lle­gado a la tierra de estos, irían a establecerse en lasotras Islas desiertas, de las cuales habían oído hacerun relato tan ventajoso.

Ellos pensaron que la ejecución de esta empresaacabaría, al fin, con todas sus miserias. Pero encon­traron para ello un gran obstáculo que en un prin­cipio les pareció insalvable, a saber, la falta de bar­cos para pasar el mar y llegar adonde deseaban ir.Se proponían, para remediar esta carencia, tumbarárboles y excavar el tronco con fuego, como hacían

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las otras naciones e incluso esta entre la cual ellosvivían. Pero esta resolución exigía un largo tiempopara cumplirla, mientras que estos que esperabantener por conductores, sin duda, pensarían su re­traso. En consecuencia, juzlZaron Que lo más rápi­do sería buscar barcos ya listos. A este efecto, sedispusieron a robar, al favor de la noche, todo!'los barcos que las naciones de las radas vecinas ylas que vivían a lo largo de los ríos que venían adar al mar, tenían ya preparados en sus puertosy estaban en estado de navegar. Habiendo llegado,pues, el día de la partida de los Lucayos que les de­bían servir de guías, nuestros Caribes, que habíanconseguido con antelación las provisiones necesa.rias, se reunieron lo más secretamente que les fueposible a lo largo de los ríos y de las ensenadas, yhabiendo robado todas las canoas o barcos que en­contraron, se unieron, sin despedirse de sus anfi·triones, a los Lucayos con los cuales hicieron velashacia las Islas Lucayas.

El viento fue favorable a estos fugitivos y llega·ron en pocos días a Cigateo donde fueron recibidosmuy humanamente por los habitantes, quienes des­pués de haberles dado los avituallamientos necesa­rios les condujeron hasta las últimas de sus islas,y desde allí les dieron además una escolta para lle­varlos a la primera 'de las Islas desiertas de lasque habían hablado, a la cual ellos llamaron Ayayy que en el presente se llama Santa Cruz. Costearonal hacer esta ruta la Isla de Borinquen, llamadohoy día Puerto Rico, que estaba habitada por unanación .poderosa. Fue en esta Isla de Ayay que nues·tras Caribes echaron los primeros fundamentos desu colonia y donde disfrutaron de reposo que bienpronto les hizo olvidar todas sus peripecias anterio­res, y se multiplicaron de tal manera, que en pocosaños se vieron obligados a expandirse a todas lasotras Antillas. Y algunos siglos después, habiendoocupado todas las Islas habitables, se expandieronhasta el Continente de la América Meridional, dondeestán todavía hoy día en gran número y numerosascolonias, en las cuales están tan consolidados que,aún cuando los Yaos, Sappa'Yos, Paragotis, Aruacaso Aruages, que viven en la Isla de la· Trinidad y lasProvincias del Orinoco los hayan querido expulsarfrecuentemente de sus residencias, y aún cuandoban librado sangrientas guerras, permanecen allí enun estado floreciente y mantienen tan buena con·cordia y una tan perfecta amistad con nuestros Ca­ribes Insulares que estos van una o dos veces alaño en su ayuda, uniéndose todos juntos con losCalibites, sus amigos y aliados, para hacer la gue·rra a los Aruages, sus enemigos comunes, y a otrasnaciones que les son contrarias.

Por lo demás, la mayor parte de los Caribes In­sulares se dicen descendientes de los Calibites, susAliados, cosa que nos gustaría creer. Pues estos Ca­ribes siendo menos pujantes que los Calibites, cuan-

do llegaron a la tierra firme se aliaron con ellospor matrimonio e intereses comunes y formaroncon estos un solo pueblo que participa mutuamentede lengua y costumbres particulares. Lo que haceque una gran parte de los Caribes, olvidados de suorigen, se hayan creído que son descendientes de losCalibites; y es de imaginarse que desde c;,l tiempoinmemorial en que sus predecesores pasaron delNorte a las Islas, no hayan tenido ningún conoci­miento de su tierra natal, la cual, habiéndolos vo­mitado de su boca y arrojados fuera de su seno,tratándolos como rebeldes, no fue echada de menospor estos pobres fugitivos hasta el punto de noconservar de ella precisa memoria. Por el contra·rio, es más aceptable que, para eliminar de su espí­ritu el recuerdo de los males que habían sufridoy sacarse las tristes ideas en la mayor medida de loposible, estuvieran más dispuestos a vanagloriarsede otro origen. También podría ser que cuando losCaribes entraron en las Islas viniendo del Septen­trión, éstas no se encontrasen tan desiertas que nohubiese allá y acá algunas familias que podían ha­ber llegado allí de la Isla Española, o de PuertoRico, a las cuales destrozaron excepto las mujeresque podían servir para acrecentar su colonia. A laluz, especialmente, de que con toda probabilidad esde creer que estos Caribes habiendo sido expulsadosde entre los Apalachitas y obligados por la fuerzade las armas a dejar el campo a los victoriosos, va·rias de sus mujeres permanecerían entre los Apa.Jachitas y los otros de su nación con los que sehabrían unido. Y de ello puede proceder la dife­rencia del lenguaje de los hombres y de las muje­res Caribes.

Sin embargo, para representar más particular­mente estas colonias de los Caribes en el Continen­te Meridional de la América, primeramente, las Me­morias de los que han entrado en el célebre río Ori­noca, distante de la Línea hacia el Norte, ocho gra­dos y cincuenta minutos, dicen que muy lejos enel interior del país habitan unos Caribes que pue­den haber pasado allí fácilmente de la Isla de Ta­bago que es de todas las Antillas la que está máspróxima al Continente.

Las relaciones de los holandeses nos hacen sa­ber también que avanzando más hacia el Ecuadorse encuentra en el séptimo grado de esta Línea elgran y famoso río de Essequebe, al borde del cualestán, en primer lugar los Aruages y a continuaciónlos Caribes, quienes tienen guerra continua con ellos,y que también se encuentran más allá de las casca­das de este río que caen con impetuosida'd de lasmontañas. Y desde allí estos·Caribes se extiendenhasta las fuentes del mismo río y son en gran nú-mero, teniendo una vasta extensión del país. .

Los mismos viajeros nos cuentan que a seis gra­dos de la Línea se encuentra el río de Sarname oSuriname, en el cual desemboca otro río llamado

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Ikuteca, a lo largo del cual hay también varias al­deas de Caribes.

Hay además un gran pueblo de esta nación quehabita un país que penetra bien adentro en la tie­rra firme y que termina en la costa, bajo el quintoy sexto grado al Norte del Ecuador, extendiéndosea lo largo de un bello y largo río que se llama Mao­rine, distante solamente dieciocho leguas de este deSamame, el cual desde su nacimiento atraviesa másde doscientas leguas del país, donde hay varias al­deas Caribes que eligen, al igual que los insulares,a los más valientes de entre eUos por Caciques yque son de una estatura un poco más alta que estosde las Antillas, no diferenciándose apenas de ellos,únicamente en que algunos cubren con un traposus partes naturales, pero más por adorno que porpudor o vergüenza. Los que ·han viajado a estos lu·gares dicen que desde la desembocadura de esterío de Maorine, el cual está a cinco grados y cua·renta y cinco minutos de la Línea hacia el Norte,hasta su nacimiento, hay veinte jornadas de camino,y que en toda esta extensión los Caribes tienen al·deas parecidas a las Insulares.

Nosotros sabemos también de los viajes de losmismos holandeses, que los habitantes de este Con­tinente entre lo~ cuales serpentea el río de Cayena,son Caribes de nación.

En fin, estos Caribes, han podido pasar a travésde las tierras de estos lugares hasta el Brasil. Pueslos que allí han viajado aseguran que entre las pro­vincias que están a lo largo de las costas del Mardel Sur, se encuentran gentes que lleV'an el nombrede Caribes, y que siendo de un natural más capazy emprendedor, más astuto y sutil que el de losotros Indios del Brasil, están entre ellos en tal es­tima que los tienen por más dotados y de un sabermás elevado que los .otros. De donde procede elque deseen mucho su consejo y les rueguen quepresidan sus fiestas y celebraciones, las que no ha­cen apenas cuando no hay ninguno de estos Caribes,quienes para ello van rodando acá y allá por lasaldeas donde son recibidos con toda alegría, festi·nes y muestras de cariño, como Juan de Lery haseñalado.

Si hubiera necesidad de probar si estos Caribesrepartidos en tantos lugares de la tierra finne de laAmérica Meridional son de la misma nación que losInsulares, se podría adelantar aquí 10 que nos ha

sido informado de ras dos Colonias Holandesas queestán en estas costas, a saber la de Cayena y Ber·bice, una y otra vecinas de los Caribes del Conti­nente, para hacer ver la afinidad y el parecido quetienen ellos en varias cosas, en su natural, en suscostumbres y maneras con los Indios Antillanosque nosotros describiremos después. Pero es tiem­po de acabar este capítulo que sin eso quizás pa­recerá demasiado largo. Nos ha sido imposible eldividirlo debido a la uniformidad y el encadena­miento del tema y a la naturaleza del asunto que·tratábamos, 10 que no nos ha permitido abreviarel relato.

Estamos obligados a añadir todavía una palabrasobre el problema, que la curiosidad de alguno po­dría plantear, de cuanto tiempo hace que los Cari·bes pasaron de la Florida a las Islas. Sobre ello nose puede tener conocimiento seguro. Pues estas na·ciones no tienen en su mayor parte otros analesque su memoria. Sin embargo, ya que estas gentesviven por lo regular más de ochenta años, no sedebe encontrar extraño si las cosas que han pasa­do entre ellos se perpetúan por tres o cuatro ge­neracion,es. Y como confirmación de lo anterior,se ven algunos hombres y mujeres en este puebloque cuentan la venida de los españoles a Américacomo si esto hubiese ocurrido ayer. De suerte que

. el recuerdo de la salida de los Caribes de la Floriday de las guerras que am tuvieron, está tddavia fres­co entre los Apalachitas, y éstos que se lo han oídocontar conjeturan que puede que haga unos qui­nientos o seiscientos años que estas cosas ocurrie­ron. Si se pregunta porque habiendo crecido tanpoderosamente en las Islas no se han dado a la taorea de volver a la Florida para vengarse de los A'Pa­lachitas y de los "de su nación que los expulsaron,se puede responder en primer lugar, la dificultadde la navegación, que es muy fácil de las Antillas ala Florida pero muy peligrosa de la Florida a lasAntillas nI ser los vientos extraordinariamente con­trarios, lo que ha podido quitarle la gana de ello.En segundo lugar, como las Islas tienen un aire máscálido y una tierra tan buena. aparentemente másapropiada a su natural que esta de la Florida, qui­zás han pensado que aquellos de los suyos que losexpulsaron les habían hecho, sin quererlo, el másgrande bien que podían desear, y contrario a suintención, les habían hecho encontrar un reposo se­guro en su exilio.

Page 55: Revista del Instituto de Cultura

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