Revista destiempos N°49
Febrero-Marzo 2016 ISSN: 2007-7483 ©2016 Derechos Reservados
www.revistadestiempos.com Página | 18
SENS-YEMAYÁ Gabino Rocha Pérez
Universidad Nacional Autónoma de México
INTRODUCCIÓN
El ritmo africano nos envuelve con su aliento cálido, ancho, que ondula
igual que una boa. Nicolás Guillén
El “Sensemayá” (1934) de Nicolás Guillén (Camagüey,
1902-La Habana, 1989) ha sido leído de múltiples formas, más allá del plano literal y de su musicalidad. Se ha visto en la serpiente aquella representación
simbólica de una potencia maligna que es derrotada por las fuerzas del bien: el enemigo, lo terrenal, lo oscuro.
También se piensa que la culebra representa otra potencia más concreta, aquella que a principios del siglo XX oprimía al pueblo cubano, sobre todo mediante la
explotación de la caña de azúcar en los ingenios azuca-
Revista destiempos N°49
Febrero-Marzo 2016 ISSN: 2007-7483 ©2016 Derechos Reservados
www.revistadestiempos.com Página | 19
reros. No obstante, es posible también darle un giro a esta última interpretación. Tal vez nos alejemos de la
intención original del autor, aunque puede que nos acerquemos a ella por otro flanco.
He aquí, sin más preámbulos, mi (re)inter-pretación hipotética: la culebra aludida en “Sensemayá” representa, por metonimia, al pueblo cubano de los años
treinta, y el sujeto a quien se dirige la voz lírica, el cual estaría a punto de matarla con un hacha, es el
imperialismo yankee, todo lo cual constituye, más o menos, lo mismo que se ha dicho que quiere decir el poema, pero al revés.
En aras de arrojar verosimilitud sobre esta hipótesis, me valdré de un análisis temático y formal del
texto, considerando una parte fundamental del con-texto socio-cultural en que se inscribe, esto es, la incidencia de elementos provenientes de las religiones
afrocubanas gestadas en la Isla a raíz de la importación de esclavos africanos durante la época colonial y cuya revalorización inició a mediados del siglo XX, así como
un breve examen del contexto político-económico de Cuba durante la misma época.
I.VIDRIO ANTÁRTICO
A primera vista, pareciera que los versos iniciales del
poema no fuesen sino un juego sonoro, rítmico y cadencioso basado en una palabra tal vez carente de significado:
¡Mayombe-bombe-mayombé! ¡Mayombe-bombe-mayombé! ¡Mayombe-bombe-mayombé!
Sin embargo, esta invocación nos da una primera pista para arribar a la interpretación que nos hemos fijado por meta. A nivel fónico, un cambio en la acentuación
de la palabra «mayombe» y su redoble que repercute como un eco, «bombe», están unificados por el recurso
poético de la aliteración de dos consonantes oclusivas bilabiales, /b/ y /m/, lo cual representaría el sonido
Revista destiempos N°49
Febrero-Marzo 2016 ISSN: 2007-7483 ©2016 Derechos Reservados
www.revistadestiempos.com Página | 20
producido por ciertos tambores rituales afroameri-canos.
Ángel Augier, imprescindible estudioso de la obra —y gran amigo— del poeta camagüeyano, considera que
el canto así preludiado constituye
una especie de ritual de reminiscencias totémicas, donde el canto acompañado de ceremonias convencionales parece tener un poder mágico sobre un animal —la culebra—
que simboliza un enemigo o una potencia maligna para el que quiere destruirla, tradición originada posiblemente en rivalida-des tribales africanas (157).
No será ocioso subrayar que la culebra o serpiente, mundana en tanto que repta, ha sido interpretada así mismo, como una potencia maligna por
lo menos dentro de nuestra tradición judeo-cristiano-católica, donde lo terrenal posee una carga negativa en
contraposición a lo divino. Mas retengamos en la memoria, por ahora, la precisión que hace el autor con respecto a la maldad de la culebra: así lo es “para el que quiere destruirla” —más adelante se verá el porqué de tal precisión—.
Se hace necesario ahora bajar el foco de nuestra mirada, desde el trascendente plano anagógico develado por Augier, hacia un plano más alegórico, y preguntar-
nos: ¿qué o a quién podría representar, en concreto, esta culebra?
La culebra tiene los ojos de vidrio; La culebra viene y se enreda en un palo; Con sus ojos de vidrio, en un palo, con sus ojos de vidrio.
Una interpretación bien conocida, sostenida por
Keith Ellis, del “Canto para matar a una culebra” dice que se trata de una alegoría del imperialismo norteame-ricano, el cual impidió desde los primeros años del siglo
XX el desarrollo, no sólo en lo económico, de la Isla, por ejemplo, mediante la Enmienda Platt. Cuba se había
sacudido entonces el yugo español para caer ahora bajo la “protección” de los EE. UU: “It seems that the snake
Revista destiempos N°49
Febrero-Marzo 2016 ISSN: 2007-7483 ©2016 Derechos Reservados
www.revistadestiempos.com Página | 21
in ‘Sensemayá’ is a simbol of imperialism, and the poem an allegory of the need for, and means of, definitive
liberation” (Ellis cit. en Hoag, 173). Aunque para entender esta lectura es necesario revisar brevemente el
contexto histórico de la Isla. En 1925, cuando el general Gerardo Machado
tomó la presidencia de la República de Cuba, se adoptó
una política arancelaria que favorecía, además de a los intereses privados del gobernante, a los inversionistas extranjeros: “Machado hipotecó la República por varias
décadas mediante un fabuloso plan de obras públicas que implicó un empréstito de ochenta millones de pesos
con un consorcio bancario de los Estados Unidos, y cuya administración resultó una escandalosa orgía de malversación y peculado” (Augier, 141-142).
La situación se agravó tanto luego de la crisis del 29, que Cuba se agitó en una serie de luchas revolú-
cionarias que no se consumarían realmente sino hasta 1959, pasando, luego del derrocamiento del machadato en 1933, por un efímero gobierno nacionalista y popular en que se llegó incluso a constituir un soviet —en el centro azucarero de Mabay—. Esta ventana fue
interrumpida en septiembre del mismo año por un
nuevo Golpe de Estado a favor del imperialismo, rea-lizado por el entonces futuro dictador Fulgencio Batista
(142-144). Volviendo a la obra en cuestión, luego de esta
somera reseña histórica, cabe recordar que
“Sensemayá” fue escrito al año siguiente de la frus-tración del aludido intersticio nacionalista y popular, es decir, en 1934, año en que, por lo demás, el poeta
camagüeyano comenzó a adentrarse en el partido Cubano Comunista (Hoag, 174).
Desde esta perspectiva, los “ojos de vidrio” de la culebra constituirían una metáfora de los írises claros característicos del hombre blanco, el yankee, y todo el
Canto se dirige al pueblo cubano, con la intención de infundirle el coraje necesario para sacudirse el yugo.
Guillén ha utilizado esta misma figura en otro poema de West indies, LTD., la “Balada de los dos abuelos”, donde
uno de éstos es caracterizado por sus “pupilas de vidrio antártico”; sin embargo, es posible, a nuestro parecer y
Revista destiempos N°49
Febrero-Marzo 2016 ISSN: 2007-7483 ©2016 Derechos Reservados
www.revistadestiempos.com Página | 22
en virtud de la ambigüedad del lenguaje poético, que quepa en los mismos ojos cristalinos una interpretación
distinta, más acuosa…
II. VIDRIO ACUÁTICO
¡Mayombe-bombe-mayombé! ¡Mayombe-bombe-mayombé! ¡Mayombe-bombe-mayombé!
Vamos a contrariar ahora la idea insinuada
anteriormente en torno a la insignificancia de estas palabras mágicas: «Mayombe» es el nombre propio de una rama, la más extendida por el territorio cubano, de
la denominada «Regla de Palo Monte». Esta religión o sistema de creencias, cuyos practicantes son conocidos
como «paleros», “surge en Cuba como resultado de la transculturación y el sincretismo que sufren algunas etnias de origen bantú introducidas en la Isla por la
trata esclavista durante el régimen colonial español” (Fuentes cit. en Fuentes y Schwegler, 30). El mayom-bero es, pues, un oficiante de la religión palera, un
hechicero. En los rituales paleros, es indispensable la
presencia de un receptáculo mágico, conocido como la nganga —comúnmente un caldero o una cazuela—, que
es el sitio-objeto en donde se alojará el alma del difunto
o algún espíritu invocado con un propósito mágico específico (Fuentes y Schwegler, 39). El practicante
puede tener en su haber dos o más ngangas, consa-gradas cada una a cierta deidad de su panteón, y la
invocación ritual puede obedecer tanto a fines benignos como para procurar algún daño (40-41).
La culebra tiene los ojos de vidrio, la culebra viene y se enreda en un palo, con sus ojos de vidrio, en un palo, con sus ojos de vidrio
La culebra camina sin patas; la culebra se esconde en la yerba. Caminando se esconde en la yerba, caminando sin patas.
Revista destiempos N°49
Febrero-Marzo 2016 ISSN: 2007-7483 ©2016 Derechos Reservados
www.revistadestiempos.com Página | 23
El mayombero ha iniciado un Canto ritual… ya vemos cómo llega la culebra y se enreda en el
receptáculo mágico, un palo, en la yerba. Si bien las ngangas aludidas arriba suelen ser
calderos o cazuelas, en este caso, el propio palo podría constituir una metonimia alusiva a toda la praxis palera de la Isla, en la cual se rinde culto a los espíritus tanto
de los muertos como a los de la naturaleza, “los animales, las aguas, los minerales, las tierras, los palos
y las hierbas” (Bolívar y González cit. en Fuentes y Schwegler, 46). Mas ahora caemos en la cuenta de que aún desconocemos la identidad espiritual de nuestra culebra, así como el porqué de su visita —¿vendrá para realizar algún mal?—. La clave para resolver este
enigma, pensamos, está en otra palabra que, si bien importante, pareciera no tener un significado expreso en nuestro texto: «Sensemayá».
En el culto mayombero actual existen múltiples deidades que poseen características similares a las de
cierta deidad de origen yoruba-lucumí denominada «Yemayá», la cual pertenece al panteón de la Regla de Ocha —o santería— pero que es “muy común en todas
las sectas congas, muy venerada y presente en el mapa hagiográfico cubano como pocas fuerzas sobrenatu-rales. Simboliza la unidad del mundo, lo que fluye y la
maternidad universal” (Barnet cit. en Fuentes y Schwegler, 138).
Entre los númenes de la Regla Mayombe que suelen ser asimilados a esta Diosa-madre, deidad acuá-tica en tanto que el agua es el elemento que da vida, se
encuentran, por ejemplo, «Baluande», «Mama Kalunga», «Kisimbi Masa» y «Mama Umba» (passim). Por nuestra
parte, enfocaremos dos casos de especial interés: «Mboma» y «Mbumba Mamba».
El primero de estos espíritus, Mboma, habita en
el agua y se le atribuye la condición de ser un “animal guardián”: adopta la forma de una serpiente —majá o
pitón—; además, de acuerdo con Díaz Fabelo, una de
sus variantes en el culto palero es precisamente la deidad «Yaya Lago», que es la misma «Madre de agua»
aludida, o bien, Yemayá (151-152). En cuanto a Mbumba Mamba, se trata, según Bittremieux, de “la
Revista destiempos N°49
Febrero-Marzo 2016 ISSN: 2007-7483 ©2016 Derechos Reservados
www.revistadestiempos.com Página | 24
principal deidad del panteón yombe, representada bajo la forma de una gran serpiente acuática, poderosa y
temida. Controla la lluvia y el cielo y se manifiesta de una forma visible cuando sale el arco-iris” (cit. en 156).
Si bien estos espíritus mayomberos son distintos, ciertas similitudes entre ellos, así como sus correspon-dencias con aquella otra deidad acuática ‒aunado todo
a las pistas que hemos visto hasta ahora en el texto‒,
nos permiten encontrar en la culebra de “Sensemayá” una metáfora en que se asocia la claridad de sus ojos con la claridad del agua —vidrio acuático—. Esto
apunta hacia la siguiente conclusión: el espíritu
invocado es nada menos que Yemayá, y ella constituiría a su vez, si queremos verlo así, la representación metonímica de las religiones afroamericanas de la Isla,
factores determinantes en el proceso de conformación de la “identidad cubana” ‒mulata, diría Guillén, con un
abuelo blanco y otro negro‒. A ello nos remite también
el parecido fonético del nombre de la diosa con el título
del poema:
Sensemayá, la culebra, sensemayá. Sensemayá, con sus ojos, sensemayá. Sensemayá, con su lengua, sensemayá. Sensemayá, con su boca, sensemayá.
Sens-yemayá, la culebra. La prótesis que así se injerta al inicio del nombre propio conlleva además una
aliteración de la fricativa alveolar /s/, lo cual produce una onomatopeya del sonido que la serpiente hace al
reptar, al ir “caminando sin patas”. Ahora bien, suponiendo que nuestro reptil posee
la identidad develada y que puede aludir a todo el
pueblo cubano en virtud del papel desempeñado por las religiones afrocubanas en la conformación de la iden-tidad nacional, deducimos lo siguiente: el sujeto que
está a punto de matarla es precisamente aquel imperia-lismo opresor.
Revista destiempos N°49
Febrero-Marzo 2016 ISSN: 2007-7483 ©2016 Derechos Reservados
www.revistadestiempos.com Página | 25
Tú le das con el hacha y se muere: ¡dale ya! ¡No le des con el pie, que te muerde, no le des con el pie, que se va!
La culebra es segada —como caña de azúcar en un ingenio azucarero— mas ya no tiene las connota-
ciones negativas que inconscientemente le atribuimos desde la perspectiva de nuestra tradición judeo-
cristiano-católica, pues todo el poema constituye, más bien, una suerte de ironía: Guillén aboga por lo contrario de lo que desearía que pasara.
Recordando aquella precisión que hiciera Augier a propósito de la maldad de la serpiente, nos perca-
tamos ahora de que no la voz lírica del poema, sino el sujeto poseedor del hacha interpelado en él vería en la culebra a un “enemigo”; mas a pesar de todo, no le sería
posible enfrentar a la culebra en igualdad de condi-ciones: ella está en su elemento natural, la yerba, y si le diera con el pie —una parte de su propia naturaleza—
, lo mordería. Es preciso valerse de un arma. El hacha, herramienta en principio, es a fin de cuentas un
producto de la técnica, y quien poseía, en general, los medios para implementarla a mediados del siglo XX ‒y aún después‒ eran los norteamericanos, y no la inci-
piente nación cubana. Esta consideración refuerza la hipótesis que nos
propusimos defender hasta aquí, idéntica a la inter-pretación alegórica aludida al inicio, solo que con los sujetos cambiados.
¡Mayombe-bombe-mayombé! Sensemayá, la culebra… ¡Mayombe-bombe-mayombé! Sensemayá, no se mueve… ¡Mayombe-bombe-mayombé! Sensemayá, la culebra… ¡Mayombe-bombe-mayombé! Sensemayá, se murió.
Revista destiempos N°49
Febrero-Marzo 2016 ISSN: 2007-7483 ©2016 Derechos Reservados
www.revistadestiempos.com Página | 26
III. CONSIDERACIONES FINALES
Antes de dar por concluido este ensayo, quisiera reiterar
algo: soy consciente de la inusitada cabriola mental que fue necesaria para llegar a dar otro enfoque a la lectura más convencional, aún más lógica, de la obra en
cuestión. Lectura que es, huelga decirlo, más que verosímil. La culebra que se exhorta matar representa
aquí al oprimido y no al opresor. Mi móvil inicial fue realizar un ejercicio en el que
jugara con las posibilidades y los límites de la interpre-
tación y el análisis de textos, o mejor dicho, con mis propias posibilidades y limitaciones en la interpretación
y en el análisis de textos. Por lo demás, si existe un modo en que mi interpretación ostente cierta validez, tendría que considerársele desde el cristal de la ironía,
pues presumiría que Guillén dijo lo contrario de lo que quiso expresar con su “Canto para matar a una
culebra”. Por lo pronto, me sostiene la creencia de que una
de las más bellas características del lenguaje poético es
su ambigüedad… y ¿quién sabe?, tal vez ni el propio Guillén tendría la última palabra en torno al significado
de su poesía. BIBLIOGRAFÍA
AUGIER, ÁNGEL, Nicolás Guillén: Estudio biográfico-crítico. Ed. María
Cristina Eduardo Vázquez. La Habana: Unión, 2005. BRANDON, GEORGE, “Santeria”. Encyclopedia of african and african-
american religions. Ed. Stephen D. Glazier. Nueva York:
Routledge, 2001. 285-290. FUENTES GUERRA, JESÚS Y ARMIN SCHWEGLER. Lengua y ritos del Palo
Monte Mayombe: Dioses cubanos y sus fuentes africanas.
Madrid: Iberoamericana-Vervuert, 2005. GUILLÉN, NICOLÁS. “Sensemayá”. Nicolás Guillén. Biblioteca virtual
Miguel de Cervantes. Web. 3 de octubre de 2015.
<http://www.cervantesvirtual.com/portales/nicolas_guille
n/obra-visor-din/west-indies-ltd-1934--0/html/ff47fecc-
82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html#I_9_>. HOAG, CHARLES K. “Sensemayá: A Chant for Killing a Snake”. Latin
American Music Review 8. 2 (1987): 172-184. Jstor. Web. 29
sep. 2015. <www.jstor.org/stable/780097>.
Video: Orquesta Filarmónica de Odessa. Sensemayá. Fuente: YouTube