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RUIZ ZAPATERO, Gonzalo - Titulo de Arqueologia siglo XXI

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¿Por qué nec esita mos un a tit ulació n de arqueología en el siglo XXI? Why do we need a degree in archaeology in the Twenty-First Century? Gonzalo RUIZ ZAPATERO Departamento de Prehistoria. Universidad Complutense de Madrid. 28040 Madrid. [email protected] Recibido: 15-06-2005 Aceptado: 20-07-2005 RESUMEN Se analiza la situación de los estudios de Arqueología y Prehistor ia en la universidad española desde una  perspectiva de su reciente historiografía. Por otro lado, se explora la situación actual con dos áreas de conocimiento: Prehistoria y Arqueología, y el escenario europeo de la arqueología universitaria. Con la  Declaración de Bolonia la mayoría de los países europeos tendrán Grados propios de Arqueología pero no España. Se ofrecen argumentos para una defensa del Grado de Arqueología en España, porque de no ser así la enseñanza se degradará , la divergencia con Eur opa será una realidad y no se conseguirá dispo- ner de los especialistas necesarios para investigar , proteger , conservar y divulgar y disfrutar el rico y va- riado patrimonio arqueológico español, uno de los más importantes del mundo. P ALABRAS CLAVE: Arqueología. Universidad. España. Declaración de Bolonia. Europa. Espacio Europeo Educación Superior . Grado de Arqueología. ABSTRACT  In this paper I analyse the state of the art of archaeology and prehistory at Spanish university from a rece nt historiographical perspective. On other hand, the present situation with two “knowledge areas”, prehis- tory and archaeology is explored as well as the European scene of university archaeology. Following the  Bologna Process the majority of European countries will recognize degrees in archaeology but this, it seems, will not be the case of Spain. Several arguments for defending a Degree in Archaeology at Spain are presented and the negative impact of failing in this goal is discussed. The problems of not getting an own degree in archaeology are inevitable: degradation of teaching standards, divergence with Europe, and difficulties for having trained specialists that we ne ed for protec ting, conserving, and disseminating the knowledge of the rich and diverse Spanish archaeological heritage, one of the most important in the world. KEY WORDS:  Archaeology. Universty. Spain. Bologna Process. Europe. European Space Higher Education. Single  Honours in Archaeology. SUMARIO 1. Introducción. 2. La ens eñanz a de la a rqueo logía hoy: luc es y sombras. 3. El EE ES y la Arqueología: topografía general de una disciplina. 4. La necesidad de un Grado de Arqueología. Complutum, 2005, Vol. 16: 255-269 ISSN: 1131-6993 255
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¿Por qué necesitamos una titulación

de arqueología en el siglo XXI?Why do we need a degree in archaeology

in the Twenty-First Century?

Gonzalo RUIZ ZAPATERO

Departamento de Prehistoria. Universidad Complutense de Madrid. 28040 [email protected]

Recibido: 15-06-2005Aceptado: 20-07-2005

RESUMEN

Se analiza la situación de los estudios de Arqueología y Prehistoria en la universidad española desde una

 perspectiva de su reciente historiografía. Por otro lado, se explora la situación actual con dos áreas de

conocimiento: Prehistoria y Arqueología, y el escenario europeo de la arqueología universitaria. Con la

 Declaración de Bolonia la mayoría de los países europeos tendrán Grados propios de Arqueología pero

no España. Se ofrecen argumentos para una defensa del Grado de Arqueología en España, porque de no

ser así la enseñanza se degradará , la divergencia con Europa será una realidad y no se conseguirá dispo-

ner de los especialistas necesarios para investigar, proteger, conservar y divulgar y disfrutar el rico y va-

riado patrimonio arqueológico español, uno de los más importantes del mundo.

PALABRAS CLAVE: Arqueología. Universidad. España. Declaración de Bolonia. Europa. Espacio Europeo Educación

Superior. Grado de Arqueología.

ABSTRACT

 In this paper I analyse the state of the art of archaeology and prehistory at Spanish university from a recent 

historiographical perspective. On other hand, the present situation with two “knowledge areas”, prehis-

tory and archaeology is explored as well as the European scene of university archaeology. Following the

 Bologna Process the majority of European countries will recognize degrees in archaeology but this, it 

seems, will not be the case of Spain. Several arguments for defending a Degree in Archaeology at Spain

are presented and the negative impact of failing in this goal is discussed. The problems of not getting anown degree in archaeology are inevitable: degradation of teaching standards, divergence with Europe, and 

difficulties for having trained specialists that we need for protecting, conserving, and disseminating the

knowledge of the rich and diverse Spanish archaeological heritage, one of the most important in the world.

KEY WORDS:  Archaeology. Universty. Spain. Bologna Process. Europe. European Space Higher Education. Single

 Honours in Archaeology.

SUMARIO 1. Introducción. 2. La enseñanza de la arqueología hoy: luces y sombras. 3. El EEES y laArqueología: topografía general de una disciplina. 4. La necesidad de un Grado de Arqueología.

Complutum, 2005, Vol. 16: 255-269 ISSN: 1131-6993255

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1. Introducción

La Arqueología como disciplina académica tie-ne una larga historia que se remonta a finales del s-glo XIX en las más importantes universidades euro-peas y norteamericanas. En España a comienzosdel siglo XX se crearon las primeras cátedras deArqueología y Prehistoria en Madrid y Barcelona.Los arqueólogos hasta los años 1970 permanecie-ron poco más o menos confinados en los museos ydepartamentos universitarios. Pero a comienzos delos años 1980 la nueva situación política - el esta-do de las Autonomías -, la madurez de las discipli-na y las nuevas legislaciones que obligaban a con-trolar todos los trabajos que implicaran obras de

remoción del subsuelo, empezaron a configurar unnuevo escenario en el que los puestos de arqueólo-go crecieron en dos frentes: las administracionesde las Comunidades Autónomas y, de forma espe-cial, en la arqueología contractual o comercial através de una ingente cantidad de empresas de ar-queología promovidas por jóvenes arqueólogos(Ruiz de Arbulo 1998). De manera que la arqueo-logía española actual está integrada por cuatrograndes sectores o componentes: 1) las universida-des, lugares de formación de los arqueólogos, 2)los museos, lugares de investigación, conservación

y exhibición de los restos arqueológicos, 3) lasadministraciones autonómicas, las gestoras y res-ponsables de todas las actuaciones y temas de ar-queología, y 4) las empresas de arqueología, autó-nomos y cooperativas, que trabajan en el mercadode la arqueología llamada “de gestión” o “de ur-gencia”, para cubrir los trabajos que ya no puedenrealizar ni los museos ni las universidades.

España no cuenta con una titulación propia deArqueología y los arqueólogos españoles se hanformado durante décadas dentro de las antiguaslicenciaturas de Filosofía y Letras (secciones deHistoria e Historia del Arte principalmente) y enlos últimos tiempos en los títulos de Historia, Hu-manidades y algún otro. Excepcionales son los ca-sos de las universidades Rovira i Virgili de Tarra-gona (Anónimo 2000a; Escolà 2000) y Barcelona(Anónimo 2000b; Gracia y Fullola, en este volu-men) en las que se han creado recientemente unosestudios de Graduado en Arqueología, una titula-ción propia de segundo ciclo. No disponemos decifras de arqueólogos en todos los sectores delpaís, aunque es probable que el colectivo puedacontar según mis estimaciones –con poca base cier-

tamente sobre todo por los “arqueólogos invisibles”del último sector– con entre 2500 y 3000 profesio-

nales. Entendiendo por ello aquellos titulados queestán realmente trabajando y ganándose la vidacon la arqueología. Por otro lado España cuentacon uno de los patrimonios arqueológicos más ricodel mundo, tanto en cantidad de yacimientos y mo-numentos como en la calidad, espectacularidad ydiversidad del mismo. Pero este Patrimonio ar-queológico dista de estar debidamente investigado,inventariado, protegido y conservado. Y además,sólo en los últimos años las distintas administra-ciones han empezado a percibir el valor potencialdel patrimonio arqueológico como factor de atrac-ción turística y generador de riqueza. Es importan-

te subrayar la contradicción de ser uno de los pri-meros países del mundo en patrimonio arqueológi-co y la carencia de una titulación universitaria es-pecífica.

2. La enseñanza de la arqueología hoy:luces y sombras

Las universidades españolas ofrecen hoy unaenseñanza arqueológica que se inscribe fundamen-talmente dentro del título de Historia (Abad 1995).

A diferencia, como veremos más adelante, de mu-chos países europeos seguimos sin contar con untítulo propio de Arqueología. A pesar de que la Ar-queología, como disciplina que estudia el pasadode las sociedades a través de los restos de culturamaterial, es hoy una disciplina independiente, conestatus propio y un cuerpo teórico y metodológicoque la convierten en una materia muy especial. Laformación de arqueólogos se hace en las universi-dades, donde cuenta con una tradición más quecentenaria en varios países. En cualquier caso laenseñanza de la arqueología no ha contado, tradi-cionalmente, con interés ni siquiera por parte de lapropia comunidad científica como he señalado enotro lugar (Ruiz Zapatero 1998).

En el último lustro el anunciado proceso de con-vergencia para la construcción de un Espacio Eu-ropeo de Educación Superior (EEES), la famosadeclaración de Bolonia, (Editores 2005) y la grantransformación de la disciplina en las dos últimasdécadas han provocado un fuerte interés por eldebate de la enseñanza de la arqueología en la uni-versidad, aunque ciertamente fuera de nuestrasfronteras (Bender-Smith 2000; Rainbird y Hamila-

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kis 2001). El interés por la formación universitariade los arqueólogos ha llevado en estos últimos

años a múltiples iniciativas: 1) la publicación detres números monográficos en revistas internacio-nales: la prestigiosa World Archaeology (VV.AA2004b), The SAA Archaeological Record, el Bole-tín de la Sociedad de Arqueología Americana (VV.AA. 2004a) y la británica   Internet Archaeology

(VV.AA. 2002); 2) la dedicación de diversos infor-mes sobre las tradiciones de enseñanza en revistasespecializadas: un extenso dossier en la prestigiosa

 Antiquity (Malone, Stone y Baxter 2000) y otromás breve en la catalana Revista d´Arqueologia de

Ponent (Dirección 2004); 3) la aparición de artícu-los relativos a diversas cuestiones, como: la finan-

ciación (Austin 2001), la dimensión práctica de ladisciplina (Colley 2003; Holgren 1999), la reivin-dicación de una pedagogía feminista (Conkey yTringham 2002; Romanowicz y Wright 2002) y laimportancia de los procesos de evaluación de cali-dad (Harding y Johnson 2002) entre otros, y por úl-timo 4) la celebración de sesiones específicas so-bre arqueología en la universidad en congresos im-portantes como los de la EAA (Asociación de Ar-queólogos Europeos), en la que hay una Mesa Re-donda permanente sobre “La enseñanza y la for-mación de los arqueólogos”, y de la SAA (Socie-

dad de Arqueología Americana). Finalmente hayque destacar que en algunos países como Alemania

la remodelación de la enseñanza superior para aco-modarse a la declaración de Bolonia se está discu-tiendo desde la perspectiva de la arqueología (Bla-kenburg 2003; Siegmund 2003; VV.AA. 2003) pe-ro apenas puede encontrarse eco en otras tradicio-nes arqueológicas (Ferdière 2004).

La realidad a comienzos del siglo XXI es que laenseñanza de la arqueología en la universidad secaracteriza por dos rasgos generales: primero, ladiferencia entre países con título propio para ello yotros sin título, y segundo, la enorme diversidad delos estudios en las distintas tradiciones nacionalesy también dentro de las universidades de cada país.

Nunca se ha planteado el interés de un estudiocomparativo de los sistemas de enseñanza univer-sitaria sobre arqueología. Uno de los primeros in-tentos de analizar los sistemas de organización dela arqueología universitaria ha sido el de J. Collis(1995) que se adelanto al interés que surgiría pocodespués al calor del proceso de Bolonia. En esen-cia Collis diferenciaba tres modelos distintos deenseñanza de la arqueología en Europa (Fig. 1),aunque algunos casos –como el español– no acabande encajar bien en esta clasificación:

1) El “modelo fragmentado”. La arqueología se

Figura 1.- Los modelos de enseñanza de la arqueología en las universidades europeas en relación con los enfoquesdisciplinares y los tamaños de los departamentos (basado en datos de Collis 1995).

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completos con asignaturas exclusivamente de ar-queología o directamente relacionadas con las mis-ma. Es una iniciativa que han promovido reciente-mente la universidad Rovira i Virgili de Tarragona(Escolá 2000) y la de Barcelona (Gracia y Fullola,en este volumen). Supone el reconocimiento de unGraduado en Arqueología (titulación de segundociclo), un título propio de estas universidades. Eldoctorado es también especializado. Obviamente esel mejor, al menos sobre el papel, de los tres curri-

cula considerados. Es, en definitiva, el que ofreceuna formación más completa en arqueología.

Querol (1997), tras un análisis de las asignatu-ras de una muestra significativa de universidades,

ha señalado que la conclusión más relevante de laArqueología enseñada es que ofrece contenidosextremadamente variados de unos centros a otros.Personalmente he resaltado que en el sistema uni-versitario español la formación dada a los estu-diantes resulta (Ruiz Zapatero 1999): 1) libresca,ya que fundamentalmente presenta contenidos delos periodos culturales con escasa presencia de losfundamentos teóricos y metodológicos de la disci-plina; 2) breve y parcial, porque son pocas las asig-naturas de arqueología que pueden seguir losalumnos, claramente insuficientes para lograr unaformación integral; 3) incompleta, porque se dejanfuera cuestiones y temas imprescindibles para la

Figura 2.- Estructuras de los tres modelos de curricula para la formación de arqueólogos en la universidad española.

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futura actividad profesional arqueológica cualquie-ra que sea ésta. No se estudia nada de legislación y

planeamiento del suelo, deontología profesional,nuevas tecnologías de la comunicación por no ha-blar de la insuficiencia de clases prácticas de ver-dad, formación de laboratorio y trabajo de campo;y 4) parcialmente obsoleta, porque no se han incor-porado los importantes desarrollos teórico-meto-dológicos que la arqueología urbana y de gestiónha realizado en las dos últimas décadas, y por otrolado no hemos tenido capacidad y sensibilidad pa-ra responder a las nuevas demandas profesionales(Rafel 1992: 38).

Llegados a este punto es conveniente abordar,explícitamente, una situación que en mi opinión

está lastrando la enseñanza de la arqueología en launiversidad española: la falsa dicotomía de la Pre-historia versus la Arqueología. Para resumirlo enpocas palabras empecemos con una breve historiadel escenario actual. El Real Decreto 1888/1984(BOE 257 de 26/10/84), que establecía las “áreasde conocimiento” a efectos de organización docen-te, reconoció un área de Prehistoria y dejó la ar-queología, la epigrafía y la numismática adscrita alas áreas de Prehistoria e Historia Antigua. Lasquejas de los arqueólogos (habría que añadir “clá-sicos”) lograron que el Ministerio rectificase esa

decisión, dos años después, y creara el área de Ar-queología (integrada casi exclusivamente por ar-queólogos clásicos, especializados en las etapas yaspectos de la Antigüedad Clásica). Esta situación,de alguna manera, venía a reconocer la históricadiferenciación en nuestro país de los estudios dePrehistoria antigua ligados más a las Ciencias Na-turales y la Geología y los estudios de de Arqueo-logía Clásica más próximos y deudores de la Histo-ria Antigua, la Filología y la Historia del Arte. Elproblema es que la sanción del Ministerio a media-dos de los años 1980 estableció formalmente unadivisión absurda desde la perspectiva de la moder-na arqueología: la de que existen “prehistoriado-res” por un lado y “arqueólogos” por otro. La cues-tión en la práctica no tuvo mucha repercusión por-que, como he señalado, la tradición prehistórica yla clásica tenían una larga trayectoria. Sólo cuandose elaboraron los nuevos Planes de Estudio en elaño 1993 tuvo algún eco la división Prehistoria/Ar-queología (Aquiluè y Dupré 1995, Martín de laCruz 1994; VV.AA. 1993). Algunos profesores,tanto del área de Prehistoria como de la de Arqueo-logía defendieron una posición que comparto ínte-

gramente: la Arqueología es una disciplina con en-tidad propia, que estudia las sociedades del pasado

mediante una teoría y metodología propias a travésde la recuperación, descripción, análisis e interpre-tación de la cultura material. Y por tanto puede seraplicada a cualquier época o tema en tanto queestudia la materialidad social (Junyent 1993: 337;Lull 1993: 341 ss.; Abad 1993: 348). La ignoranciaadministrativa o el despropósito del Ministerio es-pañol, como lo calificó con toda razón Lull (1993:339), no deberían haber contagiado a los profeso-res de una y otra área. Pero la realidad es que la di-ferenciación se ha esgrimido para captar asignatu-ras y materias a uno u otro lado, para descalificarpropuestas de doctorado que p.e. desde Prehistoria

se llamaban Arqueología Prehistórica (¡Cómo si unprehistoriador no pudiera ser otra cosa que justa-mente arqueólogo!) o para discutir si el mundo ibé-rico es propiedad de los “prehistoriadores” o de los“arqueólogos”. En otras palabras, no se ha refle-xionado sobre la incoherencia disciplinar de la se-paración de áreas y sí se ha utilizado la absurda di-visión administrativa para miserables escaramuzasacadémicas dentro de las Facultades. El Prof. L.Abad (1993: 348) del área de Arqueología pedía,muy sensatamente, que ya que lo que nos une esnuestra condición de arqueólogos independiente-

mente de que nos dediquemos a la Prehistoria, laépoca clásica, la Edad Media o la Moderna deberíaexistir sólo un área de Arqueología, en todo casocon subáreas según las especialidades. Por su parteV. Lull (1993: 343), del área de Prehistoria, afirma-ba que la disposición ministerial obstaculizaba laposibilidad de que la arqueología se construya co-mo disciplina científica y solicitaba –creo que contodo acierto y me identifico plenamente con suspalabras– que “la universidad […] debería, portanto, contar con departamentos de arqueologíadonde se desarrollaran todas las arqueologías posi-bles para ofertar una historia a partir de la materia-lidad social.” Contamos con excelentes pruebas deque la Arqueología puede tener ese carácter gene-ralista desde el lado del área de Arqueología (Gu-tiérrez Lloret 1997), así como de reflexiones críti-cas pidiendo un debate profundo sobre aspectos dela Arqueología Clásica, entre otras cosas reclaman-do que sea independiente de las fuentes escritas(Oriol Segura 1999).

Si volvemos a nuestra realidad nos encontramoscon que, a principios del siglo XXI, la situación enla universidad española es la siguiente: 1) Sólo dos

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áreas de conocimiento se reparten las “arqueolo-gías”: la de Prehistoria que se ocupa de las etapas

anteriores a la escritura, por convencional y pococonvincente que esto resulte, es decir de la etapaprehistórica, y la de Arqueología que se ocupa delmundo romano y la Antigüedad Tardía fundamen-talmente. 2) Eso, entre otras cosas, explica comoveremos la virtual exclusión de la ArqueologíaMedieval y la Arqueología Moderna e Industrial.El área de Historia de América acoge a la Arqueo-logía Americana, me atrevería a decir plenamentedesvinculada de las otras “arqueologías”, para de-trimento de la formación de los arqueólogos. 3)Las relaciones entre las dos áreas están afectadas:a) por la asimetría, ya que la de Prehistoria cuenta

con aproximadamente el doble de profesorado es-table –40 CU, 130 TU y 2 TEU, 172 profesores entotal de Prehistoria contra 22 CU, 68 TU y 1 CEU,91 profesores de Arqueología– (según datos deprofesores funcionarios a enero de 2003, http:// www.mec.es/educa/jsp/plantilla.jsp?area=ccu-niv&id=1031D), y b) por las situaciones persona-les entre los docentes de una y otra área en cadauniversidad concreta, que todo sea dicho de pasooscilan desde las buenas relaciones a las malas pa-sando por aquellas en las que unos y otros se igno-ran y evitan caminos comunes.

Pero no todo es negativo, los esfuerzos que ini-ció la Profª M.A. Querol (1997, 2000 y 2001) paradiscutir unas bases comunes entre las dos áreas decara a solicitar al Ministerio una titulación de se-gundo ciclo en Arqueología terminaron por lograrun amplio acuerdo con muchas universidades sus-cribiendo la petición (Querol, en este volumen). Elnuevo escenario del EEES (Bolonia 1999) cerrólas posibilidades a aquella petición. Y hoy el Mi-nisterio de Educación del Gobierno de RodríguezZapatero está elaborando un catálogo de titulacio-nes, que parece va a ser muy restrictivo ya que seha anunciado que se pretende reducir a la mitad lastitulaciones existentes. De hecho en una propuestapreliminar de la Subcomisión de Humanidades seha excluido el título de Historia del Arte, lo que haprovocado una justa y amplia protesta por parte deestudiantes y profesores de Arte (Drake 2005). Pe-ro además eso significa otra cosa muy relevante, enel supuesto de la supresión de Historia del Arte co-mo título propio los contenidos de Arte se integra-rían en el título de Historia, con la consiguientemerma de enseñanzas propias de los historiadores.Sobre todo si tenemos en cuenta que con el proce-

so de convergencia los grados –las antiguas licen-ciaturas– pasan a tener tres ó cuatro años (180-240

ECTS) y no pueden tener especialidades, lo que enel caso de Historia desmontaría los actuales itine-rarios de especialidad: Prehistoria, Hª Antigua, HªMedieval, etc… El escenario de un título de Histo-ria, parece que de tres años, a pesar de que la pro-puesta del conjunto de universidades que impartenHistoria había sido de cuatro años, con una ense-ñanza generalista y como he señalado sin especiali-zaciones académicas dentro del cual tendrían queformarse los futuros arqueólogos, es muy preocu-pante para nosotros. Sobre ello volveré más ade-lante.

El otro hecho inquietante es que se está abrien-

do el proceso para configurar los Masters (el se-gundo ciclo orientado a la investigación y la espe-cialización profesional) sin que todavía se haya es-tablecido el catálogo de títulos de Grado. Creo queno es muy necesario insistir en el despropósito quepuede ser definir los Masters cuando no se conoceel perfil y contenidos de los Grados. Y la naturale-za de los Grados, lógicamente, condicionará mu-cho la estructura de los Masters. Adelanto que estehecho ha provocado en los últimos meses una dife-rencia de criterios entre el colectivo de arqueólo-gos universitarios: la de quienes aceptan de entra-

da que la Arqueología no será un Grado y en con-secuencia sólo hay que ponerse a preparar el Mas-ter (en singular porque se aspira a que sea un Mas-ter de Arqueología general) y la de quienes pensa-mos que la Arqueología debe ser un Grado y losMasters deberían preparar para especializacionesdentro de la Arqueología. Pero quiero recordar queantes de la absurda tesitura de proponer Mastersantes que Grados, era un clamor general –desde lasdos áreas– que hacía falta una carrera propia, comose recogía hace poco más de un año en un ampliodossier del suplemento Campus del diario El Mun-

do (García 2004). En mi opinión el problema esque el Ministerio quiere tener un catálogo de títu-los y en muchos países con buenas universidades lasituación es inversa las universidades ofertan estu-dios y en todo caso la administración estatal exigey cuida que se cumplan unos requisitos mínimos.Sin duda, las ciencias y los conocimientos del sigloXXI van a mucha más velocidad que las comisio-nes ministeriales. Pero dejemos, por ahora, las re-flexiones sobre el escenario español y considere-mos brevemente cual es la situación en Europa.

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3. El EEES y la Arqueología:topografía general de una disciplina.

No es este el lugar para trazar una historia inte-lectual de la arqueología en la universidad europea,tarea por lo demás sin hacer, sino sencillamente deesbozar una mínima aproximación que nos permi-ta entender el paisaje actual de la arqueología enlas principales tradiciones nacionales. Para así con-tar, por un lado, con un trasfondo sobre el quesituar el caso de nuestro país y, por otro, con máselementos de juicio para decidir el mejor rumbo dela arqueología en la universidad española. La emer-gencia de los estudios de arqueología siguió distin-tos ritmos en Europa y a la preeminencia de la

arqueología universitaria alemana de la primeramitad del siglo XX sucedió el relevo por parte dela tradición británica desde los años 1960 –y conéxito creciente– hasta la actualidad. Intentaré resu-mir los datos más relevantes de las principales“mainstreams” arqueológicas siguiendo la feliz ex-presión de Neustupný (1997-98), esto es, las deAlemania, Francia y el Reino Unido.

Alemania cuenta con las más antigua tradiciónarqueológica y sin duda una de las más sólidas.Hoy es una titulación propia y más de 35 universi-dades ofrecen estudios de arqueología sobre todo

en Facultades de Letras/Artes/Humanidades y sóloen unos pocos casos dentro de Facultades de Cien-cias (Tubinga y Colonia), aunque es cierto que noexiste una buena estructuración del título, que ade-más no es homogéneo (Sommer 2002). Los depar-tamentos están muy especializados en función delas preferencias de la investigación de sus profeso-res. La mayoría de las universidades no ofrecencursos completos de arqueología, es decir que cu-bran todos los periodos prehistóricos e históricos;sólo unas pocas cuentan con un curso introductoriogeneral que haga eso. La licenciatura dura unoscuatro años y medio, organizada en semestres y laestructura de las materias es un tanto compleja(con clases “magistrales”, seminarios, prácticas ymaterias cursadas con profesores de otras discipli-nas próximas (Panzram 2004). Los Masters (MA)se introdujeron en las reformas de los años 1970,aunque su calidad a veces deja que desear y en la jerga estudiantil se conocen como “mediocre achie-vement”, siguiendo la terminología inglesa (Som-mer 2002: 227). Pero escribir la disertación delMA exige por lo común dos o tres años y si se optapor la tesis doctoral hay que añadir, al menos, otros

tres o cuatro años. Lo que significa que la edad a laque se puede lograr un empleo como doctor en ar-

queología –el título que verdaderamente vale paraabrir puertas– puede ser de treinta y tantos años.En los últimos veinticinco años las universidadesmás fuertes en arqueología (Friburgo, Munich,Marburgo, Colonia y Hamburgo) cuentan en su ha-ber con más de un centenar de tesis doctorales cadauna. Hoy hay más de 200 estudiantes de doctoradoen las universidades alemanas. Para los licenciadosen general hay algunos problemas en sus salidas la-borales desde los años 1990 (Grundkurs Göttingen1996). La adaptación al modelo de Bolonia ofrecealgunos escollos, con el sistema de créditos euro-peos (ECTS) (Karran 2005) y el modelo modular

(Blankenburg 2003), pero el debate está en marcha(Siegmund 2003; VV.AA. 2003).

En Francia la arqueología se enseña en casi to-das la universidades, y aunque sólo unas 15 ofre-cen estudios específicos de arqueología completosdesde los dos primeros años (DEUG) hasta el doc-torado, otras 22 ofertan la arqueología dentro dedepartamentos más generalistas (Ruiz de Arbulo2004). Existe una licenciatura de segundo ciclo enArte y Arqueología que comprende un tercer año yun cuarto ( Maitrisse), en el que hay que presentaruna tesina y dos certificados de  Maitrisse. Luego

cuesta un semestre conseguir el DEAy unos cuatroaños presentar la tesis doctoral. Desde 1990 se es-tablecieron opciones separadas en Historia del Artey Arqueología y desde finales de esa década unadocena de universidades grandes otorgan licencia-turas propias en arqueología (Demoule 2002: 252-54). Se cuenta con una plantilla de algo más de 250profesores de arqueología. Cada año se matriculanvarios centenares de alumnos en masters y docto-rados y se presentan entre 60 y 80 tesis doctoralesde arqueología cada año. Los licenciados y docto-res más capaces entran como investigadores en elCNRS, la gran institución nacional francesa para lainvestigación científica. Algunas de las grandesuniversidades están ya anunciando el refuerzo delos estudios de arqueología desde el DEUG al doc-torado (Ferdière 2004). La puesta en marcha delmodelo LMD (Licenciatura, Master, Doctorado)en Francia parece apostar por un Grado ( Licence)de 6 semestres (180 ECTS) y un Master de 4 se-mestres (120 ECTS), aunque queda por ver si seaplicará de forma generalizada. Se diferencian Mas-ters académicos o de investigación y Masters pro-fesionales, orientados al mercado de trabajo (para

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Arqueología véase: http://eh.ups-tlse.fr/data/ima-ges/ListeMasterProFranceJanvier2005.pdf).

El modelo británico de arqueología universitariaes el más interesante y en mi opinión, aunque po-cos lo reconozcan públicamente, el que parece serel referente más próximo del currículo diseñado enBolonia (Collis 2000). Por otra parte es el más in-ternacional, el que ha desarrollado mecanismos decontrol de calidad de la enseñanza más eficaces yel que ha producido ya una considerable literaturasobre su propia organización, logros y limitaciones(véase: The Archaeology Training Forum, http:// www.britarch.ac.uk/training/atf.html; Aitchison2004). La arqueología se enseña como titulaciónpropia (Single Honours) y también unida a otras

materias afines (antropología, estudios clásicos,etc…) formando los llamados   Joint Honours. Alfinal de tres años se obtiene el título de Bachelor inArts que habilita para el ejercicio profesional,como establece Bolonia para el Grado. Auque hayuna serie de estándares generales –con una fuerteformación básica en teoría y práctica arqueológi-ca– cada universidad tiene una gran libertad paraconfigurar sus estudios, lo que significa que, en lapráctica, la diversidad de asignaturas de unas uni-versidades a otras es bastante grande (Principal2004). Lo que a su vez permite a los estudiantes

una gran capacidad de elección de universidad se-gún sus preferencias y la posibilidad de construircurriculos especializados según los intereses delalumno. En 1999 eran 52 las universidades y colle-

ges de educación superior las que ofrecían cursosde grado de arqueología, con 33 departamentos quelo hacían como single honours (http://www.bri-tarch.ac.uk/training/survey.html). Se están licen-ciando anualmente alrededor de 1200 arqueólogos(Collis 2003). Los estudios de postgrado constitu-yen el punto fuerte de la arqueología en la univer-sidad británica. Con una duración mayoritaria deun año, aunque también los hay de dos años losMasters son, en mi opinión, los más especializadosy completos de toda Europa. Para tener una ideabasta decir que las grandes universidades con de-partamentos o institutos punteros, como Cambrid-ge o el Instituto de Arqueología de la Universidadde Londres ofrecen más de veinte Masters diferen-tes, todos con la arqueología como materia central,y departamentos punteros de universidades máspequeñas como Southampton y Sheffield cuentancon un número apreciable, siete y once respectiva-mente (http://www.ucl.ac.uk/archaeology/masters/ 

index.htm). Atraen a estudiantes de todo el mundoy pueden llegar a tener en este nivel educativo has-

ta un centenar de alumnos. Después del master hayque contar con tres o cuatro años para alcanzar latesis (PhD). El sistema británico, con sus famosastutorías, mucho trabajo del alumno en biblioteca ycampo, y fuerte énfasis en la lectura y escritura crí-tica, se articula por tanto como un modelo de 3 + 1en líneas generales, es decir tres años de Grado yuno de Master. Es el más breve y parece que eficaza la hora de formar mejores arqueólogos en menortiempo (Véase al respecto la opinión de estudiantesespañoles Erasmus: Alcalá-Zamora 2000 y Uriarte2000).

Los sistemas universitarios de Alemania, Fran-

cia y Reino Unido permiten contar con un referen-te importante para la Arqueología española, que noes mainstream sino una minoria (en gran medidatambién por el idioma) pero con una tradición muyrespetable. Minorias son también la tradición italia-na (Angelis de 2004), la holandesa (Bakels 2004;van Dockum y Lauverier 2004: 119-120) y la grie-ga (Hamilakis 2000) por citar algunas que cuentancon análisis valorativos. En el caso italiano la Ar-queología tiene una importante presencia en el sis-tema universitario pero tal vez algo fragmentada,toda vez que se puede estudiar en las Facultades de

Letras y Filosofía, de Ciencia Humanistica y deConservación de Bienes Culturales. En la actuali-dad la propuesta es un primer diploma de  Laurea

triennale (180 ECTS) con distintas titulaciones yuna Laurea specialistica de dos años (120 ECTS)con más de cien títulos que serán los masters (An-gelis 2004). En Holanda ya en 2002 se propusoadoptar el esquema de Bolonia, esto es 3 años debachelor y 2 de master, con los estudios de arqueo-logía ya en el primer ciclo (Bakels 2004: 306). Sonpocas las universidades que lo imparten, como re-sultado de una contracción del profesorado por lapolítica de liberalización, descentralización políti-ca y el crecimiento de la actividad arqueológicaque puso, en parte, la investigación en manos deempresas comerciales de arqueología. Con ellodescendió el personal de arqueología en las organi-zaciones del gobierno central, aumentó significati-vamente a nivel de las administraciones provincia-les y locales y creció espectacularmente en las em-presas de arqueología comercial. Sin que se hayaabierto ningún debate como sí ha sucedido en Ale-mania (VV.AA. 1998). Se ha señalado que la caídaconsiderable del profesorado universitario, conlle-

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va riesgos para el mantenimiento de los estándaresbásicos y para el crecimiento y renovación del pen-

samiento arqueológico (van Dockum y Lauwerier2004: 119 y fig. 6). Alguna propuesta, como la deuniversidad de Leiden, promueve masters de unaño con enseñanza en inglés para atraer estudiantesextranjeros –algo a tener en cuenta por las “ar-chaeological minorities”– y Programas de Masterde Investigación que acaban de implantarse (Ba-kels 2004: 307).

Convendría mirar también hacia otras tradicio-nes arqueológicas fuertes como la estadounidense(Clark 2004; Fagan 2000a y b, 2002; Gillespie2004; McManamon 2000) y la australiana (Colley2004).

4. La necesidad de un Grado de Arqueología

Antes de pasar a exponer las razones que en miopinión exigen la creación de un Grado de Ar-queología en la universidad española creo que haydos reflexiones que deben hacerse, aunque resulten“políticamente incorrectas”, y deben hacerse con lamayor honestidad académica. Una es sobre el ta-maño de las universidades porque de ello se deri-va, sin duda, la posibilidad o no de contar con la

oferta de un Grado de Arqueología, y la segunda esque la propuesta de una titulación de Arqueologíachoca inevitablemente con las posiciones de quie-nes desde alguna de las áreas pretenden monopoli-zar el contenido, especialmente desde el área deArqueología, argumentando que su área debe cu-brir toda la Arqueología que se pueda enseñar.

La primera reflexión sobre ¿Qué universidadespodrían implantar unos estudios de Grado de Ar-queología? es importante y ciertamente afecta a to-das las universidades. Una propuesta de un Gradocon 180 ECTS centrados en Arqueología es ciertoque no puede ser ofertada por cualquier instituciónuniversitaria. Requiere, lógicamente, una plantillade profesorado mínima para poder cubrir las asig-naturas arqueológicas fundamentales. Eso signifi-ca que las universidades pequeñas quedarían ex-cluidas. Pero creo que cualquiera debería admitirque todas las universidades no pueden impartir to-dos los títulos. El escenario que nos espera en lapróxima década será cada vez más competitivo,habrá que competir por captar estudiantes y si esposible los mejores estudiantes, y las universidadesdeberán establecer prioridades –títulos más com-

petitivos en los que apostar– y ser más flexibles enla oferta docente con horizontes de cierre o trans-

formación de departamentos y de títulos. En todocaso una plantilla de 5 ó 6 profesores de Arqueolo-gía (con todas las orientaciones posibles) podríaplantearse el reto si cuenta con profesorado de dis-ciplinas próximas que pueden ayudar a completarla oferta. Lo que ciertamente deja fuera a universi-dades con apenas 2 ó 3 profesores pero alarga lalista de posibles títulos a lo que podríamos llamaruniversidades medianas. La reflexión no confesadaes que las universidades pequeñas no tienen nin-gún interés en la posible existencia de un Gradopropio de Arqueología porque eso las situaría enuna posición peor a la actual. Con Grados de Ar-

queología, en el futuro, parte de su actual alumna-do podría plantearse ir a un universidad con Gradoy perderían así estudiantes. Yo diría dos cosas so-bre este análisis. En primer lugar que resulta algodesenfocado, en mi opinión un Grado de Arqueo-logía debería ser algo deseable por todos los quenos dedicamos a investigar y enseñar arqueologíaen la universidad española independientemente deen que universidad estemos, ya que globalmente esalgo mejor para nuestra disciplina y para la forma-ción de los futuros arqueólogos. Y en segundo lu-gar, las posibilidades de los arqueólogos en univer-

sidades pequeñas pasarán en el futuro por la capa-cidad que tengan para construir titulaciones mixtaso participar inteligentemente en títulos que lesofrezcan buenas opciones, p. e. en temas de Patri-monio arqueológico y cultural. Al final, creo que laclave es preguntarse por las posibilidades que unopodrá tener para atraer a estudiantes en los Mastersy Doctorado. Por tanto creo sinceramente que laexistencia de un Grado de Arqueología no tieneporque contemplarse como un enemigo potencialpara los centros o universidades pequeñas.

La segunda reflexión tampoco debe obviarse odisimularse. Siempre he recordado las palabras conque terminaba V. Lull (1993: 343) su análisis sobrelos planes de 1993 de cara a la Prehistoria y la Ar-queología: “Por último, no hay que olvidar quecualquier propuesta de integración de arqueólogosy prehistoriadores en una misma área de conoci-miento deberá prever el rechazo irracional de aqué-llos que pretenden reducir el contenido de la ar-queología en su propio beneficio”. Esa advertenciasigue siendo plenamente vigente y, tal y como de-cía Lull, lo único que se puede decir es que, efecti-vamente, se colocarán fuera de toda argumentación

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racional y razonable quienes deseen acaparar elcontenido de la Arqueología como disciplina por el

absurdo administrativo de quién separo Prehistoriay Arqueología (en la práctica conviene repetir Ar-queología Clásica) como dos disciplinas completa-mente diferentes. Y sobre todo proporciono así munición burocrática y “de papel” a quienes sos-tienen que los prehistoriadores no son arqueólogos(¿!). Parece increíble que a comienzos del sigloXXI haya que recordar que arqueología es buscarrestos de fósiles homínidos en el Africa Oriental ytambién estudiar las claves de la estatuaria romanaimperial; que arqueología es explorar los orígenesde la producción artificial de alimentos y tambiéncontrastar las crónicas “blancas” con los datos del

campo de batalla de Little Big Horn; que arqueolo-gía es estudiar las cerámicas campanienses y otrasvajillas asociadas como elemento de la primeraconquista y romanización en Hispania y tambiénanalizar las significaciones simbólicas del megali-tismo; que arqueología es escrutar la historia de laconstrucción de nuestra disciplina en los siglosXIX y XX y también el estudio de los despobladosmedievales de cualquier región; que arqueología esel estudio de las primeras centrales nucleares yaabandonadas y también el estudio de las posibili-dades de la filosofía fenomenológica en el análisis

arqueológico. En fin, que arqueología es el análisisde sedimentos de una cueva con ocupaciones pa-leolíticas y también el estudio sobre la forma depresentar al público los yacimientos y monumen-tos del pasado. La arqueología, en las últimas tresdécadas, ha expandido sus avenidas de investiga-ción, ha ampliado sus métodos analíticos, ha forta-lecido su aparato teórico y ha extendido su miradaa su propia trayectoria de construcción como disci-plina como nunca lo había hecho anteriormente.Hoy día ofrece una cantidad tal de posibles temasde investigación y estudio que, sólo en ello, residegran parte de su grandeza y atractivo. En este con-texto reducir la argumentación de lo que es Ar-queología a lo que dice el BOE en una desdichadaactuación creo que se califica a sí mismo.

En la línea de la reflexión anterior valdría la pe-na recordar el absurdo de que la Prehistoria más laArqueología (Clásica), con el pequeño apéndice deArqueología Americana, sea equivalente a toda laarqueología que enseña la universidad española es,además, una perdida de posibilidades. Una recien-te ministra de Educación descubrió con asombroque en España no se puede estudiar Egiptología; a

lo que se podría añadir una larga lista de especiali-dades similares. Quizás la situación más grave es la

de la Arqueología Medieval. Hace bastantes añosen una estancia en la universidad de Oxford miscolegas británicos se quedaron sorprendidos deque en un país como España la Arqueología Me-dieval no fuera la más importante. Y se quedaronasombrados cuando les comente que prácticamen-te no existía en la universidad española. La endo-gamia de nuestra universidad y el fuerte corporati-vismo explican por que la Arqueología Medievalsigue fuera de la universidad a pesar de dos he-chos: la gran cantidad de monumentos y yacimien-tos y la brillante trayectoria de un colectivo peque-ño pero muy activo. Y que decir de la Arqueología

Industrial, reducida a unos pocos grupos de entu-siastas especialistas, igualmente excluidos de nues-tras facultades de Humanidades. Un futuro Gradode Arqueología debería servir además para romperestas exclusiones e incorporar estas arqueologías ysus practicantes a la enseñanza universitaria. Todosganaríamos con ello (Fig. 3).

Para concluir, las razones que justifican la peti-ción de un Grado de Arqueología se podrían resu-mir, a la luz de todas las consideraciones hechas,de la siguiente manera:

(1) La evolución de la Arqueología como disci-

plina científica en el ámbito académico occi-dental la han convertido en una materia com-pleja, interdisciplinar, con una abierta vocaciónsocial, para cuya formación y ejercicio resultaabsolutamente necesaria una preparación espe-cífica. Que tenga, además, el correspondientereconocimiento oficial en una titulación propiaes totalmente lógico. No parece razonable queEspaña, el país europeo junto con Italia, con unpatrimonio arqueológico más grande y ricocontinúe sin resolver el problema de la forma-ción de especialistas en esta a disciplina. Cuan-do como hemos visto, el mapa de la Europa ar-queológica está ya marcado por la considera-ción de la arqueología como título propio en lospaíses de nuestro entorno dentro de la UE. Es-pecialistas que, por otro lado, eran cada vezmás necesarios si queremos que el patrimonioarqueológico sea también una atracción turísti-ca con capacidad para generar riqueza.

(2) Existen salidas profesionales claras para losarqueólogos y un mercado en creciente expan-sión. En la actualidad la demanda social y pro-fesional de especialistas en Arqueología es

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fuerte y sigue creciendo. Es la actividad profe-sional, dentro del campo de las Humanidades,que más presupuesto privado mueve en nuestropaís, a través de los trabajos arqueológicos vin-culados a las empresas constructoras y las espe-cializadas en evaluaciones de impacto ambien-tal. Algunas encuestas recientes entre los licen-ciados de Historia apuntan a que la arqueologíaes la segunda salida profesional detrás de la en-señanza primaria y secundaria. En algunas Co-munidades Autónomas empiezan a existir cier-tos problemas para encontrar buenos arqueólo-gos en trabajos de contrato a medida que las in-tervenciones se multiplican y crecen los están-dares profesionales para las mismas. Los “ar-queólogos invisibles”, encuadrados en empre-sas, cooperativas y otros colectivos son, sin du-da alguna, el sector más grande de la arqueolo-gía española. Un análisis serio debería llevar aun continuo crecimiento en puestos que hastaahora no existen. Por ejemplo no resulta acep-table que en el siglo XXI cuevas con arte paleo-lítico muy importante no estén custodiadas porconservadores, especialistas en arqueología. Só-

lo este ejemplo serviría para crear un buen nú-mero de puestos de trabajo.(3) Necesitamos una homologación con la titula-

ción en Europa. Se habla de convergencia euro-pea pero la realidad es que si no se implanta unGrado de Arqueología en España se consegui-rán dos situaciones muy negativas: por un lado,una involución respecto a los planes de 1977 eincluso los actuales porque sencillamente en unfuturo Grado de Historia (Valdeón Baruque2004) resultará imposible formar arqueólogospara el siglo XXI; pero además, por otro lado seproducirá algo todavía peor: la desconexión dela disciplina de los niveles europeos. No hayque olvidar que el Grado habilita para el ejerci-cio profesional (según Bolonia) y por tanto laidea de que los masters son la solución creo quees engañosa. Un simple ejemplo: los arqueólo-gos británicos seguirán formándose con unGrado de Arqueología de 3 años y masters ensu mayoría de 1 año. En España si descargamosla solución en el master, nuestros estudiantestendrán que hacer 3 ó 4 años de Grado de His-toria, a todas luces con una presencia testimo-

Figura 3.- Principales necesidades para la formación de arqueólogos en la universidad española.

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