+ All Categories
Home > Documents > Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de...

Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de...

Date post: 07-Aug-2020
Category:
Upload: others
View: 0 times
Download: 0 times
Share this document with a friend
32
Quipu, vol. 14, núm. 3 septiembre-diciembre de 2012, pp. 299-331. Sigüenza y la astronomía jesuita * Universidad Iberoamericana. [ 299 ] Summary In Mexican historiography it is considered that Carlos de Sigüenza y Gón- gora, a major scientist and astronomer in XVII Century New Spain, did not accept the new Copernican heliocentric cosmological model for fear of the Inquisition. Sigüenza was very close to the Society of Jesus all his life and in his youth he was educated at a Jesuit seminary. A comparison is made between the views of Jesuit astronomers of that time and Sigüenza’s position regarding mathematics, reason and experiment. The suggestion is made that he did not adopt neither the Copernican nor the Tichonic model because a sound mathematical and physical explanation of the movements of the planets and comets was not existent at that time. A partir de su primera observación de un nuevo cometa en el cielo de la Nueva España, el 11 de diciembre de 1680, don Carlos de Sigüenza y Góngora siguió noche a noche su trayectoria, apuntó sus observaciones y mediciones, y escribió tres obras relacionadas con él. La primera, que denominó Manifiesto filosófico contra los cometas despojados del imperio que tenían contra los tímidos fechada el 13 de enero de 1681, tuvo como objetivo demostrar que no había razón alguna para temerle a los cometas, oponiéndose así a las creencias antiguas y medievales aristotélicas, y negando que los cometas fueran presagio de desgracias. El pequeño folleto de Sigüenza generó varias respuestas, la principal MIGUEL KASOVICH FRUMIN* http://www.revistaquipu.com
Transcript
Page 1: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, vol. 14, núm. 3septiembre-diciembre de 2012, pp. 299-331.

Sigüenza y la astronomía jesuita

* Universidad Iberoamericana.

[ 299 ]

Summary

In Mexican historiography it is considered that Carlos de Sigüenza y Gón-gora, a major scientist and astronomer in XVII Century New Spain, did not accept the new Copernican heliocentric cosmological model for fear of the Inquisition. Sigüenza was very close to the Society of Jesus all his life and in his youth he was educated at a Jesuit seminary. A comparison is made between the views of Jesuit astronomers of that time and Sigüenza’s position regarding mathematics, reason and experiment. The suggestion is made that he did not adopt neither the Copernican nor the Tichonic model because a sound mathematical and physical explanation of the movements of the planets and comets was not existent at that time.

A partir de su primera observación de un nuevo cometa en el cielo de la Nueva España, el 11 de diciembre de 1680, don Carlos de Sigüenza y Góngora

siguió noche a noche su trayectoria, apuntó sus observaciones y mediciones, y escribió tres obras relacionadas con él. La primera, que denominó Manifiesto filosófico contra los cometas despojados del imperio que tenían contra los tímidos fechada el 13 de enero de 1681, tuvo como objetivo demostrar que no había razón alguna para temerle a los cometas, oponiéndose así a las creencias antiguas y medievales aristotélicas, y negando que los cometas fueran presagio de desgracias. El pequeño folleto de Sigüenza generó varias respuestas, la principal

MIGUEL KASOVICH FRUMIN*

http://www.revistaquipu.com

Page 2: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012300

de las cuales fue la del padre jesuita Francisco Eusebio Kino muy conocido después por su actividad misionera, quien publicó Exposición astronómica del cometa que el año de 1680 por los meses de noviembre y diciembre y este año de 1681 por los meses de enero y febrero se ha visto en todo el mundo y le ha observado en la ciudad de Cádiz el padre Eusebio Francisco Kino, de la Compañía de Jesús.

Sigüenza publicó su respuesta en 1690 con su obra Libra astronómica y filosófica cuya publicación se ha visto como un hecho capital en la historia de las ideas en México.1 En la historiografía mexicana del siglo XVII, existe la percepción de que don Carlos de Sigüenza y Góngora no adoptó conceptos astronómicos y físicos modernos por razones personales relacionadas con el miedo a la Inquisición. Lo dice Elías Trabulse: “Sigüenza creyó en una mecánica celeste sólo en forma parcial. Los cálculos, los métodos y los postulados de este paradigma no le fueron desconocidos, pero es indudable que el abrazar abiertamente dichas hipótesis le habrían acarreado algunas dificultades; por ello, nuestro erudito polígrafo no logró llegar más lejos, pese a sus recursos y a sus conocimientos”.2 Lo dice también Octavio Paz quien declara crípticamente que don Carlos era un hombre de su tiempo, “que tampoco dio el paso definitivo hacia la modernidad. El silencio de Sor Juana y las vacilaciones de Sigüenza se explican en parte por el temor a la Inquisición”.3

Al extremo de esta visión se coloca Jacques Lafaye, quien se pregunta: “¿Por qué Sigüenza y Góngora no trascendió?”,4 refiriéndose a que Pedro Bayle, precursor de la Ilustración Europea, amplió con otras obras5 sus reflexiones sobre el cometa expuestas en su Pensées diverses sur la comete, publicado en 1682; mientras que Sigüenza, en el campo de la astronomía, no avanzó más allá de Libra Astronómica y Filosófica. Para Lafaye “ésta es la cuestión”.

Estos autores y otros concuerdan en que, a pesar de sus méritos, capacidades y aciertos, Sigüenza no logró avanzar y adoptar conceptos cosmológicos y filo-sóficos modernos por algún impedimento volitivo.

En este trabajo trato de analizar esta cuestión y demostrar que las razones por las cuales don Carlos no adoptó el heliocentrismo y los nuevos paradigmas

1. José Gaos, “Presentación”, Libra astronómica y filosófica de Carlos de Sigüenza y Góngora, Centro de Estudios Filosóficos, UNAM, 1959, p. XI.

2. Elías Trabulse, Ciencia y Religión en el siglo XVII, México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 1974, p. 188.

3. Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, Barcelona, Seix Barral, 2002, p. 337.

4. Jacques Lafaye, “Don Carlos de Sigüenza y Góngora. Cortesano y disconforme”, Signos Históricos, núm. 6, 2001, p. 17.

5. Bayle escribió después su Dictionnaire historique et critique (1695) y una publicación póstuma: Le systeme de la philosophie, contenant la logique et la metaphysique (1773), todas ellas piezas básicas para el futuro desarrollo de la Ilustración Europea.

http://www.revistaquipu.com

Page 3: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita. 301

de la mecánica celeste fueron de diferente índole y no estuvieron relacionadas con un posible miedo a la Inquisición. Por otro lado, veremos que muchas de las actitudes investigativas modernas como la fundamentación de la actitud científica sobre la razón y las observaciones experimentales, sí fueron adoptadas y promovidas por Sigüenza.

El problema que enfrentamos se relaciona con el cambio de modelo cosmológico en el siglo XVII, que generó una relación más directa entre el hombre y el cosmos, debilitando la relación del hombre con Dios, cambiando su comprensión del mundo y ampliando su manera de entender el sentido de su existencia en él, estableciendo un nuevo ordenamiento social y cultural.6 Se expresa astronómicamente en el paso del modelo geocéntrico tolemaico medieval al modelo heliocéntrico y helioestático. Este proceso, que subyacía ya desde el Renacimiento,7 recibió un gran impulso con la publicación de la obra de Nicolás Copérnico De revolutionibus orbium coelestium en 1543, y llegó a su término con la publicación de Philosophiae Naturalis Principia Mathematica de Isaac Newton en 1687 y la adopción de sus postulados en las décadas posteriores. En este proceso intervinieron astrónomos y científicos destacados como Tycho Brahe, Johannes Kepler, Galileo Galilei, René Descartes y muchos otros.

Durante la Edad Media tardía y la modernidad temprana, hasta alrededor de 1650, la civilización occidental estaba basada en un núcleo común de fe, tradición y autoridad. Jonathan I. Israel establece que “después de estas fechas se consolida un proceso general de racionalización y secularización que demolió la larga hegemonía de la Teología en el mundo, y lenta pero seguramente erradicó del pensamiento intelectual europeo la magia y las creencias en lo sobrenatural. Incluso, llevó a algunos intelectuales de la época a poner abiertamente en tela de juicio todo lo heredado del pasado, incluyendo las diferentes expresiones de la fe religiosa”.8

Para la ciencia, la Astronomía y la Cosmología, el Siglo XVII fue un periodo de grandes transformaciones intelectuales y culturales que tuvieron un enorme impacto en la cultura occidental. El triunfo de la filosofía mecánica trajo consigo el fin de la concepción animista del Universo, que era la base del pensamiento mágico y la superstición.9

Don Carlos vivió y actuó en una Nueva España inmersa en el barroco contrarreformista que intentaba prolongar el modelo teológico del mundo. ¿Cuál fue la posición con respecto a este cambio de nuestro erudito, astrólogo-

6. Lora María E. Aguirre, “Emergencia de la nueva ciencia. Intersticios en la modernidad”, en Perfiles Educativos, núm. 1, p. 2. Disponible en http://redalyc.uaemex.mx/pdf/132/13208602.pdf Consultado el 27 de junio de 2012.

7. La teoría heliocéntrica existió desde la Antigüedad propuesta por Anaximandro.8. Jonathan I. Israel, Radical Enlightenment, Philosophy and the Making of Modernity 1650-

1750, Oxford University Press, p. 4.9. Keith Thomas, Religion & the Decline of Magic, Nueva York, Macmillan Publishing

Company, 1971, p. 644.

http://www.revistaquipu.com

Page 4: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012302

astrónomo, matemático y científico, criollo guadalupano, cortesano y provi-dencialista, conectado íntimamente con la estricta ortodoxia religiosa católico-monárquica, bajo la influencia intelectual y moral de la Compañía de Jesús, la universidad escolástica y la corte, en una sociedad desfasada en casi un siglo,10 cultural y científicamente en relación con lo que acontecía en Europa?

Don Carlos fue un hombre profundamente religioso que en su edad tem-prana se educó en la Compañía de Jesús y aunque fue expulsado de ella, personalmente se sentía muy cercano a esta congregación, “...lo mucho que debo a tan doctísima, ejemplarísima y sacratísima religión”11, y en varias ocasiones durante su vida pidió su reingreso a la Compañía que no le fue concedido. De acuerdo con A. Mayer, el pensamiento de Sigüenza debe mucho a la mentalidad jesuita, su erudición y gran capacidad de investigación científica derivaba de esta influencia.12 A pesar de que fue expulsado de la Compañía, su formación en los círculos jesuitas definió su actitud intelectual durante toda su vida.

Por la cercanía de don Carlos a la Compañía de Jesús y a los científicos jesuitas, a los que cita ampliamente en la Libra Astronómica, analizaremos la participación de los jesuitas en ese proceso de cambio cosmológico hasta fines del siglo XVII, para ubicar los conceptos de Sigüenza y dilucidar la cuestión de su “intrascendencia”.

El número de científicos dentro de las órdenes religiosas católicas en el siglo XVII es impresionante tanto por su cantidad como por su calidad. La orden que sobresale entre todas sin tener rival en el ambito científico en el siglo XVII es la Compañía de Jesús. Los jesuitas eran los intelectuales científicos de la Iglesia y sus asesores mejor informados.13 Las actividades científicas de los jesuitas no se diferenciaron de las de otros sabios contemporáneos tanto seculares como religiosos. La Compañía de Jesús fue fundada en 1540, y fue disuelta en Europa en 1773; este período se superpone al que usualmente se denomina como Revolución Científica.

Desde la creación de la Compañìa de Jesús ha existido el prejuicio de que los jesuitas fueron acérrimos enemigos de la modernidad, que su ciega adhesión a la escolástica y al dogma católico los incitaba constantemente a obstruir la “verdad”. El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han generado una versión

10. Pablo González Casanova, El misoneísmo y la modernidad cristiana en el siglo XVIII, México, El Colegio de México, 1948.

11. Carlos de Sigüenza, Libra astronómica y filosófica, Centro de Estudios Filosóficos, UNAM, 1959, pp. XI y 1, §1.

12. Alicia Mayer, “Religious Thought in Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700): A Mirror of Criollo Spirituality in New Spain”, Jarbuch für Geschichte Lateinamerikas, 43, 2006, p.102

13. Richard J. Blackwell, Galileo, Bellarmine and the Bible, Indiana, University of Notre Dame Press, 1991, p. 4.

http://www.revistaquipu.com

Page 5: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita. 303

alternativa y con ello una nueva conciencia del papel de los jesuitas en el proceso de la modernidad europea. Muchos estudios recientes han demostrado que una amplia gama de científicos jesuitas aportaron significativamente al avance de la ciencia.14

A pesar de su fuerte motivación religiosa, los jesuitas adoptaron las ideas tradicionales del humanismo renacentista y el interés en las humanidades maduró gradualmente, gracias a una genuina dedicación entre sus miembros.15 Sin embargo, estas actividades se desarrollaron teniendo como referencia fun-damental a la Teología. Básicamente, si no se interfería en el campo de la fe ortodoxa, las ciencias podían desarrollarse sin cuestionamientos. Los científicos más eminentes de la época respetaban las opiniones de los jesuitas y los consideraban como interlocutores válidos en el debate sobre el conocimiento de la naturaleza.

Las controversias que tuvieron lugar durante ese período se concentraban en tres conceptos fundamentales de la astronomía medieval: en la primera categoría, argumentos derivados de la astronomía copernicana se enfocaron contra de la creencia medieval en la inmovilidad de la Tierra; en la segunda se atacó el concepto tradicional aristotélico de una región celestial incorruptible y sin cambios; y en la tercera se atacó la creencia establecida sobre la existencia de esferas celestiales materiales y transparentes que arrastraban consigo a los cuerpos celestes con movimientos en orbitas circulares.16

La figura clave en el origen del trabajo de los jesuitas en el campo de la Astronomía es Christopher Clavius, profesor de matemáticas en el Colegio Romano desde 1564. Autor de varios libros de matemáticas y astronomía, estuvo a cargo del equipo que preparó la reforma del calendario, decretada por el papa Gregorio XIII en la bula Inter Gravissimas publicada el 24 de febrero de 1582 y actualmente vigente. A Clavius se debe el énfasis puesto en el estudio de matemáticas y astronomía en los colegios de los jesuitas en toda Europa. Aunque no contribuyó a las grandes transformaciones astronómicas del XVI y XVII, su In Sphaeram Ioannis de Sacro Bosco Commentarium (1570) fue texto no sólo de los jesuitas, sino de grandes astrónomos como M. Mersenne, P. Gassendi, R. Descartes y Galileo. Era un buen manual de astronomía tolemaica en el que Copérnico se desestima por razones religiosas y físicas relativas al movimiento terrestre.

Clavius no adoptó las inevitables conclusiones cosmológicas de los descubrimientos astronómicos de Brahe y Galileo. Aceptó la existencia de la nova de 1572, pero no desechó la inmutabilidad de los cielos, sino que la

14. Rivka Feldhay, Galileo and the Church, Political Inquisition or Critical Dialogue, Cambridge University Press, 1995, pp. 3-10.

15. Rivka Feldhay, “The Passage to Modernity in the Catholic Church: The Case of Jesuit Science”, Zmanim, 49, 1994, pp. 25-34.

16. Paolo Rossi, The Birth of Modern Science, Londres, Blackwell Publishers, 2001, p. 14.

http://www.revistaquipu.com

Page 6: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012304

consideró un milagro que Dios hizo para presagiar algo. Clavius, al fin de su vida, se aferraba a sus orbes y con su muerte el sistema tolemaico perdió su último gran defensor.17 Mientras tanto, los jesuitas más jóvenes empezaron a abrirse a las implicaciones de las novedades celestes a pesar de la orden del General Aquaviva emitida en 1611 y que conminaba a los jesuitas a seguir el Tomismo en Teología y el Aristotelianismo en Filosofía en todas las escuelas y publicaciones jesuitas. Clavius no aceptó el movimiento de la Tierra ni la centralidad del Sol principalmente por razones teológicas escriturales apoyado en que estos contradecían a la Biblia. Este tema se convirtió en la columna vertebral de la oposición al heliocentrismo copernicano. La Biblia hace varias menciones de fenómenos astronómicos:

1.- El Sol detenido que queda fijo. (Josué 10:12-13)Entonces habló Josué a Yahve, el día que Yahve entregó al amorreo en manos de los israelitas, a los ojos de Israel y dijo: “Detente Sol en Gabaón y tu Luna en el Valle de Ayalón”. Y el Sol se detuvo y la Luna se paró hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos.

2.- El Sol retrocediendo en su camino. Horologium Ahas (2 Reyes 20:9-11)

Y respondió Isaías: Esta señal tendrás del Señor, de que hará el Señor esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados? Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero, no que la sombra vuelva atrás diez grados. Entonces el profeta Isaías clamó al Señor; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás.

3.- Él sacude la Tierra de su sitio y se tambalean sus columnas. (Job 9:6)4.- La Tierra para siempre permanece. Sale el Sol y el Sol se pone;

corre hacia su lugar y allí vuelve a salir. (Eclesiastés, 1:5)5.- El orbe está seguro, no vacila. (Salmo, 93:1)18

Las dos primeras citas bíblicas se convirtieron en objeciones estándar contra la teoría de Copérnico. El jesuita español Juan de Pineda (1557-1637) en su comentario sobre el libro de Job rechazó el movimiento de la tierra basándose en Job 9:6. Por otro lado, el fraile Agustino Diego de Zúñiga, quien en el año de 1584 publicó el libro In Job comentaria, argumentó, con base en ese mismo versículo que la tesis heliocéntrica no era contraria a las Sagradas Escrituras y si

17. James M. Lattis, Between Copernicus and Galileo, Chicago, The University of Chicago Press, 1994, pp. 1-29.

18. Todas las citas bíblicas están tomadas de la Biblia de Jerusalén Ilustrada, Valencia, Edi-torial Alfredo Ortells, 1975.

http://www.revistaquipu.com

Page 7: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita. 305

muy útil para realizar cálculos más precisos de las posiciones de los planetas.19 Aunque en esos años, la obra de Copérnico todavía no había sido colocada en el Índex de libros prohibidos, se fue consolidando la postura de que Copérnico no podía ser aceptado pues contradecía a las Escrituras.20

La aparición de la Nueva Estrella de 1572, el cometa de 1577, los descu-brimientos telescópicos de Galileo en 1610 y 1611 de los satélites de Júpiter y la observación de las manchas del Sol, alteraron la percepción de los cielos. Las implicaciones de estos descubrimientos eran inquietantes. La Nueva Estre-lla amenazaba el venerable concepto aristotélico de la incorruptibilidad y permanencia de los cielos; al confirmar Tycho Brahe, el gran astrónomo danés, que el cometa se movía en la región celestial mas allá de la Luna, se puso en duda la idea ampliamente aceptada de que los planetas eran transportados por esferas celestiales sólidas. Estas esferas materiales, si existieran, hubieran impedido que el cometa de 1577 se moviera a lo largo de la trayectoria observada o hubieran sido destrozadas al impacto. Por lo tanto Tycho negó la existencia de esferas celestiales sólidas y optó en su lugar por una región celestial compuesta por una sustancia fluida.

La creencia en la existencia de esferas sólidas era común pero no unánime y ya antes de Tycho hubo quien proponía un universo lleno de una sustancia fluida por la cual circulaban los cuerpos celestes. Uno de los proponentes de esta teoría fue Roberto Bellarmino, el famoso teólogo jesuita, quien rechazó enfáticamente las esferas sólidas y en general las esferas de todo tipo e insistió en que los cuerpos celestiales se movían libremente a través de un medio fluido: “como pájaros en el aire y peces en el agua”.21

Si estos fenómenos fueran celestiales, ambos eventos, el movimiento del cometa en la región supralunar y las manchas del Sol, significarían que la región celestial era capaz de cambio y de corrupción y habría que repudiar la tradición medieval aristotélica de la incorruptibilidad celestial. Entre los filósofos natu-rales, los más receptivos a las ideas de Tycho eran los jesuitas, quienes también aceptaban la existencia de las manchas en el Sol -cuyo descubrimiento peleaban

19. José Ma. López Piñero, Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII, Barcelona, 1979, pp. 187-190, citado por Marco Arturo Moreno Corral, Copérnico y el heliocentrismo en México, Guanajuato, Universidad de Guanajuato, 2004, pp. 59-60.

20. Moreno Corral menciona que la obra de Diego de Zúñiga, In Job comentaria, ya se conocía en Nueva España en 1600. Su presencia la confirma el hecho de que la Biblioteca Nacional de México posee cuatro ejemplares de la primera edición de 1584. Uno de ellos indica claramente que ya se encontraba en el país en 1634. Estos ejemplares pertenecieron al Colegio de San Pedro y San Pablo de la Ciudad de México.

21. R. Bellarmine, The Louvain Lectures of Bellarmine and the Authograph Copy of his 1616 Declaration to Galileo, en U. Baldini y G. Coyne (Vatican City, 1984, p. 22). Citado por Edward Grant, “The Partial Transformation of Medieval Cosmology by Jesuits in the Sixteenth and Seventeenth Centuries”, en Feingold (Ed.), Jesuit Science and the Republic of Letters, Massachusetts, MIT Press, 2003, p. 141..

http://www.revistaquipu.com

Page 8: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012306

Galileo y el jesuita Scheiner- que parecían reforzar las ideas de Tycho sobre el cambio en la región celestial. Tycho Brahe no aceptó la noción de que la Tierra fuera capaz de movimiento y propuso un modelo intermedio entre el tolemaico y el copernicano.

En el sistema propuesto por Tycho, la Tierra estaba fija en el centro del Universo, limitado por una esfera de estrellas que rotaba diariamente. Al igual que en el sistema tolemaico, el Sol y la Luna rotan ambos alrededor de la Tierra, y los otros cinco planetas -Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno- rotan alrededor del Sol. Mecánicamente, el sistema de Tycho era equivalente al de Copérnico, pero no contradecía la Escritura ni rechazaba el principio de la inmovilidad de la Tierra, reteniendo las ventajas del sistema de Copérnico sin los problemas físicos, cosmológicos y teológicos. Era un compromiso casi perfecto que respondió a una necesidad.

Este sistema era muy atractivo para aquellos que rechazaban el modelo copernicano; fue preferido por muchos jesuitas, y tuvo resultados positivos pues esta preferencia forzó a muchos de los opositores de Copérnico a repudiar importantes aspectos de la concepción del universo aristotélico-tolemaico, llevándolos gradualmente al campo copernicano.

El tema de las contradicciones entre la teoría heliocéntrica y las Sagradas Escrituras se convirtió lentamente en el eje central de las controversias entre el campo copernicano y el anticopernicano.

A principios del Siglo XVII, los jesuitas veían con buenos ojos a Galileo y sus logros científicos y lo recibieron festivamente en el Colegio Romano en 1611. Actuando como astrónomos competentes, varios discípulos de Clavius se inclinaban por el rechazo de la vieja cosmología tolemaica y dudaban entre Tycho y Copérnico.

Pero ya desde esa época, se gestaba un debate fundamental. ¿Quién tenía la autoridad para interpretar las Escrituras? Si había varias interpretaciones posibles, ¿quién tenía la autoridad para decidir por una de ellas?El Concilio de Trento, en su Cuarta Sesión decretó:

… con el fin de contener los ingenios insolentes, que ninguno fiado en su propia sabiduría, se atreva a interpretar la misma Sagrada Escritura en cosas pertenecientes a la fe, y a las costumbres que miran a la propagación de la doctrina cristiana, violentando la Sagrada Escritura para apoyar sus dictámenes, contra el sentido que le ha dado y da la Santa Madre Iglesia, a la que privativamente toca determinar el verdadero sentido, e interpretación de las sagradas letras; ni tampoco contra el unánime consentimiento de los Santos Padres, aunque en ningún tiempo se hayan de dar a luz estas interpretaciones.22

22. Disponible en http://multimedios.org/docs/d000436/p000001.htm#0-p0.3.1.1 Consultado el 24 de junio de 2012.

http://www.revistaquipu.com

Page 9: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita. 307

El tema de la interpretación de las Sagradas Escrituras saltó a primer plano cuando el 6 de enero de 1615 el padre dominico P. A. Foscarini envió al Cardenal Bellarmino un escrito en el cual proponía una interpretación más abierta diciendo:

Sin embargo en cuestiones que pertenecen a las ciencias naturales las cuales son descubiertas y están abiertas a la investigación por la razón humana, las escrituras sagradas no deben interpretarse de otra manera que la razón humana en si misma determina de la experiencia natural y de lo que está claro por una gran cantidad de datos.23

Fue a propósito de este último libro que el Cardenal Bellarmino, escribió su famosa carta al Padre Foscarini en abril de 1615.

• “Vuestra Paternidad y el Sr. Galileo obrarán prudentemente si se contentan con hablar ex suppositione y no en términos absolutos. Decir que la suposición de que la tierra se mueve y el Sol esta fijo salva las apariencias mejor que las excéntricas y los epiciclos es hablar correctamente y no contiene nada peligroso. Pero desear afirmar que el Sol está realmente localizado en el centro del mundo y gira solamente en sí mismo sin moverse del Este al Oeste y que la Tierra está situada en el tercer cielo y gira con gran velocidad alrededor del Sol, es una cosa muy peligrosa, no solo porque irrita a todos los filósofos y teólogos escolásticos sino porque daña a la Sagrada Fe haciendo falsas a las Escrituras Sagradas.

• Las Sagradas escrituras son la Palabra de Dios inmediatamente revelada según fue dictada por Dios. No puede haber error en las escrituras ya sea que se trate de la fe o de la moral. En las escrituras no solo las opiniones expresadas sino cada palabra pertenece a la fe. Porque pensamos que ninguna palabra en las escrituras es inútil o no usada correctamente.”

Con esto, Bellarmino estableció claramente una corriente epistemológica denominada por Feldhay24 como relativista, que reconocía en las teorías cien-tíficas una serie de constructos ficticios que ayudan al intelecto humano a inter-pretar el comportamiento de la naturaleza pero que no reflejan la realidad de la misma. Esto en oposición a la epistemología realista que consideraba que la racionalidad es única y se encuentra en la base de la ciencia y de la fe. Hay que mencionar que Bellarmino acusa a Galileo y a Foscarini de presentar como real algo que no ha sido demostrado o que sea posible deducir de un principio básico. De esta manera se establecieron dos presentaciones de conocimiento que determinaron la actitud de los jesuitas durante el Siglo XVII:

23. Paolo Antonio Foscarini, Lettera sopra l’opinione de Pittagorici e del Copernico, citado por Richard Blackwell, Galileo, Bellarmine and the Bible, p.88.

24. Rivka Feldhay, “Mathematical Texts in their Cultural Contexts: Jesuit Science in Early Modernity”, Zmanim, 66, 1999, pp. 64-76.

http://www.revistaquipu.com

Page 10: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012308

Bellarmino en su respuesta a Foscarini desarrolla el concepto de cuestiones de fe, diciendo:

Nadie puede responder que esto no es una cuestión de fe, porque aunque no fuera una cuestión de fe por la materia tratada (ex parte objecti), sería una cuestión de fe por quien lo dice (ex parte dicentis).

Esto a pesar de que el segundo decreto de la cuarta sesión del Concilio de Trento se refería a cuestiones de fe solamente. La postura de los jesuitas era comprensible dado el peligro teológico que suponía el modelo de Copérnico. Años más tarde el gran astrónomo jesuita, Riccioli, escribiría claramente la razón que sustentaba esta posición de los ortodoxos:

Si se aceptase la libertad que se toman los copernicanos de interpretar los textos de las escrituras y de eludir los decretos eclesiásticos, se produciría el peligro de que no se detuviese en los límites de la Astronomía o de la Filosofía Natural.25

Es importante señalar, que Bellarmino dejó abierto un camino para la reinterpretación de algunas palabras de las Escrituras si se logra ofrecer una demostración científica convincente. Hasta la escritura de la Libra de Sigüenza, esta demostración científica convincente no apareció.

En esa época no se aceptaba que una modelación matemática adecuada pudiera ser un instrumento útil para analizar e interpretar la realidad en la naturaleza. El concepto de la ciencia como presentación de hipótesis, experimento para comprobarse y nuevas hipótesis con base en nuevas mediciones, no existía. De acuerdo con la posición conservadora, los mismos efectos observables se podían explicar de diferente manera y lo que a nosotros nos parece como la causa verdadera de un fenómeno, puede no serlo realmente, porque siempre es posible que Dios haga que se produzcan esos mismos efectos mediante causas diferentes. Si se establece que los fenómenos observables deben ser producidos por Dios de un modo determinado sería negar la omnipotencia de Dios.

El resultado de esta posición de Bellarmino, en esa época ya un poderoso cardenal, fue que en 1616 se introdujeron al Índice de los libros prohibidos tres obras, el libro de Copérnico De Revolutionibus Orbium Coelestium, In Job Comentaria de Diego de Zúñiga y el libro del Padre Foscarini Lettera sopra l’opinione de Pittagorici e del Copernico.26

25. Riccioli citado por Carlos Solís, “Cometas contra Copérnico, Brahe, Galileo y los Jesuitas en Galileo y la Gestación de la Ciencia Moderna”, en Actas del IX Seminario Orotava de Historia de la Ciencia, p. 62. Disponible en http://www.gobiernodecanarias.org/educacion/3/usrn/fundoro/archivos%20adjuntos/publicaciones/actas/act_9_pdf_web/03_Carlos_Solis.pdf Consultado el 24 de junio de 2012.

26. El tratamiento que se dio a las tres obras mencionadas no fue el mismo. El libro de Copérnico fue prohibido donec corrigatur, hasta ser corregido al igual que el libro de Zúñiga. El opúsculo de Foscarini fue prohibido absolutamente.

http://www.revistaquipu.com

Page 11: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita. 309

La otra epistemología derivada de los debates mencionados, proponía consi-derar que las Sagradas Escrituras, en sus textos relacionados con la ciencia deberían tomarse como metáforas y no por su significado literal. Galileo definió esta posición claramente en su famosa carta a la Duquesa Cristina:

El motivo, pues, que ellos aducen para condenar la teoría de la movilidad de la Tierra y la estabilidad del Sol es el siguiente: que leyéndose en muchos párrafos de las Sagradas Escrituras que el Sol se mueve y la Tierra se encuentra inmóvil, y no pudiendo ellas jamás mentir o errar, de ahí se deduce que es errónea y condenable la afirmación de quien pretenda postular que el Sol sea inmóvil y la Tierra se mueva.

Contra dicha opinión quisiera yo objetar que, es y ha sido santísimamente dicho, y establecido con toda prudencia, que en ningún caso las Sagradas Escrituras pueden estar equivocadas, siempre que sean bien interpretadas (…) Así las cosas, me parece que, al discutir los problemas naturales, no se debería partir de la autoridad de los pasajes de la Escritura, sino de la experiencia de los sentidos y de las demostraciones necesarias.27

Galileo cita a San Agustín: Si ocurriera que la autoridad de las Sagradas Escrituras se mostrara en oposición con una razón manifiesta y segura, ello significaría que quien interpreta la Escritura no la comprende de manera conveniente; no es el sentido de la Escritura el que se opone a la verdad, sino el sentido que él ha querido atribuirle; lo que se opone a la Escritura, no es lo que en ella figura, sino lo que él mismo le atribuye, creyendo que eso constituía su sentido (Epístola séptima, Ad Marcelina).28

El decreto de 1616 representó un parteaguas en la actitud de los científicos religiosos y especialmente los jesuitas. Desde ese momento Tycho Brahe que-daría como la única opción de los anticopernicanos. Sin una estructura física y dinámica y montándose astronómicamente sobre Copérnico, el modelo ticónico ofrecía a los ortodoxos una cosmología sin peligro para las Santas Escrituras: la Tierra no se mueve y los astros, especialmente los cometas, aparecen y desaparecen milagrosamente y se mueven como Dios quiere.

Desde este momento, se inició un distanciamiento entre Galileo y los jesuitas, distanciamiento que se fue ampliando debido a la controversia de Galileo con el padre jesuita Horacio Grassi profesor de Matemática en el Colegio Romano, sobre los tres cometas que se vieron en el cielo de Roma en 1618.

Grassi publicó anónimamente en 1619 De tribus cometis anni MDCXVIlI disputatio astronómica, donde presentaba observaciones apoyadas por la red internacional de los jesuitas. Esto y el hecho de que se publicase anónimamente, hace que aparezca como una obra colectiva de los jesuitas.

27. Galileo, “Letter to the Grand Duchess Christina”, en Stillman Drake (Ed), Discoveries and opinions of Galileo, New York, Anchor Books, 1957, pp. 182-183.

28. Ibid., p. 186.

http://www.revistaquipu.com

Page 12: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012310

En la Disputatio, Grassi parte de la suposición ticónica de que los cometas son cuerpos sólidos celestes con movimiento circular como los planetas. En consecuencia, y valiéndose de los datos facilitados por los miembros de la Compañía, dispersos por todo el mundo, trató de medir la paralaje y los situó más allá de la Luna. Toda la Disputatio depende de suponer que los cometas son cuerpos físicos con localización espacial precisa, y por tanto susceptibles de paralaje. Grassi opinaba que los cometas se encuentran más distantes de la Tierra que la Luna, y probablemente entre la Luna y el Sol, en contra de la opinión de Aristóteles.

Galileo, por su parte, sostenía -siguiendo a los aristotélicos- que los cometas eran exhalaciones o evaporaciones terrestres y respondió a la Disputatio por medio de su discípulo y amigo Mario Guiducci con su Discorso delle comete, a lo cual Grassi respondió con su libro Libra Astronómica (de 1619) refutando las ideas de Galileo, quien lo entendió como una provocación y ocasionó un severo ataque suyo contra Grassi en Il Saggiattore de 1623. Grassi volvió a contestar airado en 1626, exacerbándose más aún el enfrentamiento entre Galileo y los jesuitas.

Los jesuitas del Colegio Romano se encontraban en un dilema: por un lado no les satisfacía el modelo aristotélico tolemaico del cosmos esférico geocéntrico. Pero por otra parte, pesaba sobre ellos la condena del copernicanismo. Ante este dilema, muchos de ellos optaron por aceptar en sus enseñanzas el modelo de Tycho Brahe. Grassi reaccionó a las acusaciones de seguir a Tycho:

¿Acaso es un crimen? ¿A quién habría de seguir? ¿A Tolomeo, cuyos partidarios tienen el cuello amenazado por la espada desenvainada por Marte que se halla más cerca? ¿Acaso a Copérnico? Pero él, que es piadoso, los alejará más bien a todos de si y rechazará y despreciará su propia hipótesis recientemente condenada. Por consiguiente, Tycho es el único a quien podemos tener por guía en los desconocidos cursos de los astros.29

La aceptación explícita del modelo ticónico se produjo en 1620 al publicarse la obra de uno de los científicos jesuitas más eminentes de la época, Giuseppe Biancani, Sphaera mundi seu cosmographia.

En ausencia de una ley unificadora como la ley de la gravedad, capaz de dar cuenta de los movimientos de un cuerpo celeste, las ideas sobre el movimiento de los planetas tenían un sentido que se llamaría hoy puramente cinemático. Aunque Kepler ya había usado las precisas observaciones de Tycho para enunciar sus leyes del movimiento planetario, que serían uno de los pilares de la ley de la gravedad newtoniana, todavía no se sabía qué movía a los cuerpos celestes, y el propio Galileo pensaba que las órbitas circulares eran inerciales, es decir, que los planetas circulaban alrededor del Sol en órbitas circulares porque un cuerpo dejado libre en el espacio debía moverse así.

29. Citado por Carlos Solís, Los cometas contra Copérnico..., p. 58.

http://www.revistaquipu.com

Page 13: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita. 311

La desaparición de las esferas portadoras planteaba el problema físico ¿qué fuerza impulsaba a los planetas en su trayectoria? En 1644 Descartes quien también estudió en una escuela jesuita, propuso su teoría de los vórtices o torbellinos. De acuerdo con su teoría, las partículas que rotaban colisionaban entre si y se condensaban en materia externa que era presionada hacia el centro del vórtice. La presión hacia adentro era de acuerdo con Descartes la fuerza de gravedad en un primer acercamiento a este concepto. Esta teoría presentaba un modelo mecanicista intuitivo del sistema solar que explicaba de manera adecuada por qué se mueven los planetas y la trayectoria en que se mueven, todos en el mismo plano y en la misma dirección. Eventualmente la teoría de los vórtices fue descartada porque ni Descartes ni sus seguidores pudieron desarrollar un tratamiento matemático de la teoría de los vórtices que pudiera igualar la exactitud y la capacidad predictiva de la teoría de Newton.

Cabe mencionar esta teoría porque don Sebastián Guzmán menciona en el prólogo a la Libra, que Sigüenza, en su Belerofonte Matemático contra la Quimera Astrológica de don Martín de la Torre describió“cuantos primores y sutilezas gasta la trigonometría en la investigación de los paralajes y refrac-ciones y la teoría de los movimientos de los cometas, ya sea en una trayectoria rectilínea en la hipótesis de Copérnico o ya por espiras cónicas en los vórtices cartesianos”.30

En 1644, Giorgio Polacco de Venecia publicó su libro Anticopernicus Catholicus.31 Siete años después, el sacerdote jesuita Giovanni Giambattista Riccioli (1598-1671), el gran astrónomo jesuita de su época, hizo un gran esfuerzo por defender la inmovilidad de la Tierra. Su tratamiento de este tema en el Almagestum Novum de 1651 fue probablemente el análisis más detallado, penetrante y autoritativo, hecho por un autor de los siglos XVI y XVII en el cual fueron incluidos todos los argumentos conocidos a favor y en contra de la inmovilidad de la Tierra.32 Riccioli fue uno de los autores citados tanto por Kino como por Sigüenza en su polémica sobre el cometa de 1680-1681, y es importante analizar la actitud de Riccioli ante los problemas suscitados por las nuevas observaciones y por el copernicanismo para apreciar la postura jesuita sobre el tema en aquella época, con lo que veremos que ésta fue una postura debatida, cambiante, con luces y sombras, que perduró hasta finales del siglo XVII.

Riccioli profundizó en el tema y, aunque por un lado reconoció que en el orden natural de las cosas el centro del mundo es el lugar más noble, sostuvo que el Sol no ocupaba el centro porque: “La Tierra con sus seres vivientes,

30. Sebastián de Guzmán, “Prólogo” a la Libra astronómica y filosófica de Carlos de Sigüenza y Góngora, Centro de Estudios Filosóficos, UNAM, 1959, p. 14.

31. Anticopernicus Catholicus seu De terrae statione, et de solis motu contra systema Coper-nicanum, Catholicae Assertiones (Venice, 1644).

32. Edward Grant, “The Partial Transformation of Medieval Cosmology…”, p. 130.

http://www.revistaquipu.com

Page 14: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012

especialmente los animales racionales, es más noble que el Sol.” Así Riccioli abandonó la tradición medieval de que el Sol es más noble que la Tierra. En los círculos escolásticos del siglo XVII, las opiniones de Riccioli podían verse como un alejamiento radical dentro del marco de un mundo geocéntrico. A pesar de este distanciamiento, Riccioli no dejó ninguna duda: la evidencia física y algunas demostraciones físico matemáticas estaban en contra de la rotación de la Tierra y a favor de un Sol inmóvil en el centro del Universo.

Para Riccioli “las proposiciones de las Sagradas Escrituras en las cuales el movimiento del Sol y la inmovilidad de la Tierra son afirmadas, deben aceptarse literalmente”.33 De acuerdo con Riccioli, el sentido literal de la Escritura debe prevalecer “mientras no haya contradicción (repugnantia) con otras proposiciones de las Sagradas Escrituras que sean iguales o más ciertas o con alguna definición del pontífice romano de la Iglesia Católica o con alguna otra proposición que sea cierta y evidente”. Este punto, mencionado también por Bellarmino es en mi opinión básico para entender por qué Sigüenza no adoptó el modelo copernicano.

En lo que respecta a la corruptibilidad de los cielos, los jesuitas se encontraban en campos opuestos, muchos de ellos supusieron que estos fenómenos repre-sentaban realineamientos de los cuerpos ya existentes. Esta postura fue man-tenida por los jesuitas de Coímbra, Bartholomeu Amicus y Francisco de Oviedo. Para ellos, la mejor demostración de incorruptibilidad continuaba siendo la experiencia de los siglos que revelaba una admirable constancia en la región celestial.34 Por otro lado, durante el tercer cuarto del siglo XVII se llevó a cabo un cambio mayor en la posición de los varios astrónomos jesuitas. Al menos tres autores jesuitas –Riccioli, Cornaeus y George de Rhodes– abandonaron la creencia escolástica en la incorruptibilidad celestial. Riccioli, el más conocido, creía que “de su propia naturaleza interna, el cielo tiene la capacidad de gene-ración y corrupción”.35 Tanto don Carlos como el padre Kino citan a Riccioli; lo interesante es que tanto Kino como Sigüenza lo hacen en cuestiones de menor importancia. Sigüenza lo cita en referencia al problema de la materia de que están constituidos los cometas, tema que en aquella época estaba basado en suposiciones de exhalaciones, humos y vapores. Ninguno de los dos ahondó específicamente en los problemas cosmológicos fundamentales sobre los que escribió Riccioli, como la corruptibilidad de los cielos o la centralidad del planeta Tierra en el Universo. Sin embargo, Sigüenza se refiere a la corruptibilidad de los cielos en la Libra:

33. Riccioli, “Solis motus et Sacra Scriptura y Terrae quies et inmobilitas ex sacris literis”, en Almagestum Novum, libro 9, sección 4, “De systemate terrae motae”, columnas 1-2, p. 480, citado por Edward Grant en “The Partial Transformation…”, p. 134.

34. Edward Grant, “The Partial Transformation…” p. 136.35. Riccioli, Almagestum Novum, libro 9, sección 1, cap. 6, columna 1, p. 238, citado por

Edward Grant, “The Partial Transformation…” p. 132.

312

http://www.revistaquipu.com

Page 15: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita. 313

Con todo pregunto yo: ¿sería prudencia (imprudencia grande sería) afirmar en este tiempo que los cielos son incorruptibles y macizos, porque los más de los autores antiguos así lo afirman? (Libra, p. 40, §76)

Kino cita a Riccioli y sostiene que entre 1500 y 1600 se observaron solamente 20 cometas, y Sigüenza le responde que en el libro de Juan Preciado, Historia Comética contenido en el Nuevo Almagesto, se menciona la aparición de 34 cometas. Kino menciona la cantidad de emperadores, papas y reyes que murieron en ese siglo y Sigüenza responde que fueron muchos más. Todo esto en el marco del análisis sobre si los cometas presagiaron esas muertes y otras catástrofes ocurridas en ese siglo. Con el detalle con el que Sigüenza se refiere a las obras de Riccioli, es de suponer que las leyó detenidamente, especialmente el Almagestum Novum y que don Carlos conocía al detalle los argumentos de Riccioli con respecto a la corruptibilidad de los cielos y a la centralidad de la Tierra en el Universo

No obstante su oposición al movimiento de la Tierra, Riccioli expresó aprecio por el sistema copernicano diciendo: “La grandeza de Copérnico nunca ha sido suficientemente apreciada ni lo será, que el hombre que logró lo que ningún astrónomo antes que él apenas había sido capaz siquiera de sugerir sin una maquinaria loca de las esferas, por un movimiento triple de la tierra abolió epiciclos y excéntricos. Lo que antes Atlas podía apoyar, este Hércules se ha atrevido a llevar. ¡Ojalá que se hubiera mantenido dentro de los límites de su hipótesis!”36

Sus conclusiones parecen indicar que sólo su condición de jesuita le impidió ser él mismo copernicano.

I. “Si los fenómenos celestes se consideran por si mismos, son igualmente bien explicados por las dos hipótesis [tolemaica y copernicana].

II. La evidencia física, como se explica en los dos sistemas, con excepción de la percusión y la velocidad de los cuerpos empujados hacia el norte o al sur y al este o al oeste, es toda por la inmovilidad.

III. Uno podría titubear entre las dos hipótesis aparte del testimonio de la Escrituras, que resuelve la cuestión.

IV. Hay además muchos otros motivos aparte de las Escrituras para rechazar este sistema. Pero con la evidencia bíblica que aporta el decreto del Índice de Pablo V en contra de la doctrina, y la condena de Galileo, por lo que “la única conclusión posible es que la Tierra se encuentra en la naturaleza

36. Riccioli, Almagestum Novum..., pp. 304 y 309, citado por Dorothy Stimson, The Gradual Aceptance of the Copernican Theory of the Universe, Tesis de Doctorado, Columbia University, New Hampshire, 1917, p. 83.

http://www.revistaquipu.com

Page 16: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012314

inmóvil en el centro del universo, y el sol se mueve alrededor de ella con un movimiento tanto diurno como anual”.37

Debido a la popularidad del modelo ticónico dentro de la Compañía de Jesús, la opinión jesuita favorecía un cielo fluido. Pero no era una opinión unánime. A favor de ella estaban los jesuitas Hurtado de Mendoza, Rodrigo de Arriaga, Francisco de Oviedo, Giovanni Baptista Riccioli, Melchior Corneus y George de Rhodes. En favor de las esferas sólidas estaban los conimbricenses, Bartholome Amicus y Thomas Compton-Carleton.

¿Qué era lo que los filósofos naturales jesuitas entendían por cielo “fluido”? Se trataba de un fluido no líquido, sino gaseoso. En la controversia sobre este tema se citaron ampliamente las Sagradas Escrituras. Job 37:1838 era citado frecuentemente a favor de las esferas sólidas, e Isaías 51:639 lo era por quienes favorecían un cielo fluido.

Al final de lo que fue uno de los más detallados y largos estudios de los cometas en el siglo XVII, Riccioli llegó a una conclusión cautelosa que concedía la probabilidad, mas no la certeza, de cometas supralunares. Según él, era probable que hubiese cometas debajo de la Luna y cometas sobre la Luna, hecho que sería incompatible con un cielo de esferas sólidas.

Para aquellos que asumían una zona de planetas que se movían dentro de un fluido y también estrellas que se movían en un fluido, el problema era: ¿quién las movía? En un Universo de esferas sólidas, una sola esfera podía arrastrar consigo una gran cantidad de estrellas pero en uno fluido, cada cuerpo celeste tenía que tener su propio “motor”.

La suposición generalizada desde la Edad Media fue que Dios asignó a cada cuerpo celeste un ángel que lo movía, como lo menciona Dante en la Divina Comedia

Los giros e influencias de los cielos,cual del herrero el arte del martillo,deben venir de los motores santos

Una cosa era asumir un cielo fluido y otra cosa era ofrecer una explicación causal sobre el movimiento de los planetas. Aunque Kepler ya había intuido una solución basada en fuerzas a distancia, semejantes a las fuerzas magnéticas en su Astronomía Nova (1609) y en su Epitome Astronomiae Copernicanae (1617-

37. Riccioli, Almagestum Novum..., pp. 478 y 500, citado por Dorothy Stimson, The Gradual Acceptance..., p. 83.

38. “Puedes extender con él la bóveda del cielo, sólida como metal fundido”, Biblia de Jeru-salén, p. 678.

39. “Alzad a los cielos vuestros ojos y contemplad la Tierra abajo, pues los cielos como humareda se disiparán, la Tierra como un vestido se gastará y sus moradores como el mosquito morirán”, Biblia de Jerusalén, p. 1114.

http://www.revistaquipu.com

Page 17: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita. 315

1620), los jesuitas no aceptaron esta solución y la mayoría prefirió soluciones del tipo ofrecido por Cornaeus, basándose en inteligencias externas o ángeles. Sólo hasta que Newton ofreció su teoría de gravitación universal en 1687, se resolvió esta cuestión plenamente. Hay que notar que esto sucedió siete años después de la escritura de la Libra por don Carlos de Sigüenza y Góngora.

Podemos concluir esta sección diciendo que las exigencias teológicas -al menos desde 1616- obligaron a los jesuitas a rechazar el movimiento diario y anual de la Tierra y asumir en su lugar la centralidad e inmovilidad de la Tierra. Pero donde no había exigencias teológicas40 -como en los problemas sobre la solidez o fluidez de los cielos o sobre su corruptibilidad e incorruptibilidad-, los jesuitas ofrecían opiniones diversas. Más aún: los jesuitas encabezaron el paso de los filósofos naturales aristotélicos hacia las nuevas opiniones cosmológicas que surgieron a partir de los descubrimientos de Tycho Brahe y Galileo. En ocasiones fueron más allá de meros ajustes, ofreciendo ideas cosmológicas novedosas. Fue el caso de Thomas Compton-Carleton,41 quien proclamó la existencia de un espacio infinito tridimensional el cual identificó con la inmensidad infinita de Dios, concepto que precedió por 15 años los conceptos similares de Henry More e Isaac Newton. Es un hecho que a pesar de serios retos, la cosmología medieval, basada en los conceptos aristotélicos, permaneció como visión dominante del mundo hasta 1687, año en que Isaac Newton publicó su Mathematical Principles of Natural Philosophy, con el que se proporcionó al sistema heliocéntrico de Copérnico (con las modificaciones de Kepler) un sustento matemático y físico.

Los científicos de la Compañía de Jesús entendieron que no había razón para desdeñar los descubrimientos de los nuevos tiempos. Ellos trataron de conciliar los resultados científicos con las autoridades reconocidas de las Sagradas Escrituras y con las hipótesis sustentadas por la Iglesia Católica contrarreformista. El propósito fue mantener la unidad de pensamiento y de fe filosófico-teológica.42

Antes de analizar la posición de Sigüenza ante el complejo de temas tratados por los astrónomos jesuitas que hemos descrito, cabe mencionar finalmente al padre Athanasius Kircher, un jesuita alemán que intentó hacer una síntesis entre todas las religiones universales y quien ejerció un verdadero magisterio en los círculos intelectuales de la Nueva España.43 Entre las tres tradiciones científicas, la organicista, la mágica y la mecanicista, Kircher puede considerarse como organicista, o sea un científico que explica el universo material sirviéndose del

40. Edward Grant, “The Partial Transformation…”, p. 146.41. Ibidem. 42. José Gaos, Historia de nuestra idea del mundo, México, Fondo de Cultura Económica,

1979, p.166.43. Ibid., p. 335.

http://www.revistaquipu.com

Page 18: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012316

mundo que hoy llamamos biológico,44 concepción basada en Aristóteles, Galeno y Tolomeo.

Sigüenza fue influenciado por los trabajos de Kircher. Lo que era común en Kircher y Sigüenza, era esa sed insaciable de conocimiento, característica del barroco, fuerza fundamental en la vida de los dos eruditos. Kircher, dedicó su vida a buscar conocimientos en todas las áreas del saber humano, obteniendo reportes de los jesuitas dispersos por el mundo en misión de evangelización, concentrando esa información y publicando una gran cantidad de libros. En estos libros, Kircher describe enciclopédicamente las relaciones entre las cosas y encuentra el orden en la armonía del mundo y no en las leyes de la naturaleza.

Kircher era ante todo, un buscador de conocimiento y la unión con Dios era el fin de todo conocimiento. Dios era el creador y la ciencia era el instrumento que nos permitiría entender la obra del creador.45

Para el científico o filosofo hermético, el cosmos era una obra de arte preñada de misterios que solo al iniciado correspondía descubrir. En esta labor había que buscar los enlaces ocultos, las tramas invisibles de los fenómenos, las relaciones numéricas y matemáticas que explicaban la armonía del cosmos, ya que los secretos del universo habían sido escritos por dios en lenguaje matemático y místico …gran cantidad de científicos se sintieron atraídos por esta corriente, la cual a simple vista, parecía ser la menos racional y lógica de las tres, pero que a la luz de sus contribuciones a la revolución científica del siglo XVII, bien pudiera ser que comparta con las doctrinas mecanicistas, un lugar preeminente.46

Sabemos que Kircher no era muy respetado en los círculos científicos apegados a la tradición galileana de explicación mecanicista de los fenómenos físicos. Sigüenza mismo menciona que la descripción de un templo azteca hecha por Kircher no está apegada a la realidad, y aun así, ¿cómo explicar la gran influencia de Kircher en el pensamiento novohispano?

El Corpus Hermeticum que se pretendía fue escrito en época de Moisés, proporcionaba una interpretación científico-mágica del cosmos. Esta tradición tuvo una gran importancia para el desarrollo de las ciencias modernas, sobre todo la Astronomía, la Física y la Química y en diversos aspectos influyó en científicos como Copérnico, Kepler, Paracelso y aun Newton, a pesar de que ya en 1614, el filólogo helenista Casaubon demostró que los documentos herméticos se originaron en el siglo II D.C. Kircher fue uno de los grandes sabios herméticos del siglo XVII, que explicaban el cosmos matemática y científicamente con

44. L. Siqueiros, “El Geocosmos de Athanasius Kircher. Una imagen organicista en las ciencias de la naturaleza en el siglo XVII”, LLUL, vol. 24, 2001, p. 781. Disponible en http://dialnetunirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=460378 Consultado el 24 de junio de 2012.

45. Octavio Paz, Sor Juana..., p. 495.46. Elías Trabulse, Historia de la Ciencia en México, México, FCE, 1997, p. 22.

http://www.revistaquipu.com

Page 19: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita. 317

interrelaciones mágicas entre sus elementos. La combinación de magia, astrología y alquimia eran la clave para descifrar los secretos de la naturaleza y la relación entre el hombre y los fenómenos cósmicos.

Según Octavio Paz, el movimiento hermético tendió un puente entre la ortodoxia y el nuevo pensamiento. Gracias a estas especulaciones y doctrinas, Sigüenza y Góngora, Sor Juana y otros pudieron acceder, o al menos vislumbrar, sin romper enteramente con su medio y con sus propias creencias, los mundos mentales que abrían la física y la astronomía.

Sigüenza conserva ideas y actitudes que pertenecen a la tradición medieval, prepara lunarios con previsiones astrológicas, es providencialista y al mismo tiempo aboga por la crítica racional. Hay también múltiples ejemplos de científicos que al igual que Sigüenza oscilaban entre la astronomía y la astrología, entre ellos el gran Kepler que hacia horóscopos bastante atinados47 y Newton que dedicó gran parte de su tiempo a la Alquimia.

Don Carlos es ambiguo en su crítica de la astrología como una ciencia basada en una tradición supersticiosa; inicia su manifiesto diciendo que “nadie ha podido saber con certidumbre física o matemática de qué y en dónde se engendran los cometas”.48 Con ese supuesto, serían los cometas cuerpos que no podemos sujetar a una reglamentación de la naturaleza por proceder directamente de una creación divina; por esto, propone que sean venerados como una creación del Supremo Artífice, “sin pasar a investigar lo que significan, que es lo propio que quererle averiguar a Dios sus motivos, impiedad enorme de los que son sus criaturas”.49 El Manifiesto contra los cometas niega modernamente que los cometas anuncien malos presagios, reconoce abiertamente su ignorancia sobre el verdadero significado del fenómeno y afirma que deberían ser venerados como un trabajo de Dios.

El problema básico de la alteridad, de colocarnos en el lugar de los actores en los sucesos que investigamos, en este caso el desarrollo científico y cultural en Nueva España en el siglo XVII, es percibir que aunque las personas que hoy llamaríamos científicos buscaban la verdad científica, lo hacían en el entendido de que esta verdad estaba diseñada por Dios y tenía que ajustarse a los cánones religiosos de aquellos tiempos. Esto que también sucedió en Europa en los siglos XVI y XVII, limitó el desarrollo de la ciencia bajo el estricto ojo de la Iglesia por medio del Santo Oficio. Pero esto sucedía no sólo por constricción, también por un acto de voluntad propia y por convicción personal interna.

Como lo menciona Trabulse, para Sigüenza, como para estos hombres de ciencia, “el papel del científico era sintonizar con el mensaje del Universo,

47. Kepler predijo mediante un horóscopo el asesinato de Wallenstein, el gran general del Imperio Habsburgo.

48. Sigüenza, Libra, p. 10, §12.49. Ibidem.

http://www.revistaquipu.com

Page 20: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012318

del cosmos, cuajado de maravillas por ese gran mago que era Dios, verdadero arquitecto del mundo”. El gran reto al hombre de ciencia era captar las armonías celestes, la gran sinfonía de los astros, la música mágica del Universo.

En la época de Sigüenza, la Iglesia ejercía una influencia determinante sobre la elite letrada50 ya que los eclesiásticos y las órdenes religiosas monopolizaban las instituciones educativas y gozaban de un indiscutible prestigio como culti-vadores del intelecto. Los profesores de la Real Universidad de México y los colegios religiosos eran casi todos clérigos o frailes, con lo cual la influencia aun en aquellos que no proseguían una carrera religiosa estaba garantizada.

Sigüenza actuó dentro de su propio ambiente cultural y dentro de las limitaciones que esa cultura le impuso. En esos días la cultura dominante estaba representada por los jesuitas y Sigüenza abiertamente proclama el valor de tal marco conceptual.51

En el aspecto astronómico, Sigüenza analiza detenidamente en la Libra las observaciones y estimaciones de Kino, sobre la posición del cometa y el tamaño de su cola. La posición infra o supralunar del cometa era uno de los temas altamente debatidos en la época. El análisis de Sigüenza muestra que Kino fue muy poco escrupuloso en sus observaciones, cálculos, y aseveraciones.52 Sigüenza demuestra que la forma en que Kino intentó calcular la paralaje del cometa era totalmente errónea y se basaba en falsos supuestos. Uno de los argumentos de Kino sobre la cuestión de la distancia del cometa a la Tierra se apoya en la supuesta causa de su formación. Kino se acoge a Kircher, quien atribuye la formación del cometa a las manchas solares. Según Kircher los cometas se formaban de exhalaciones de materia cálida y seca emitidas por cualquier globo del Universo, incluida la Tierra. Dice el padre Kino al respecto:

Los modernos astrónomos […], enseñan que en el tiempo que duran los cometas cesan aquellas como máculas o lunares que se suelen ver en el Sol; luego es probabilísimo, bien como fundado en la mejor razón y filosofía con que acá podemos discurrir en cosa tan distante de nosotros, que los cometas se engendran de aquella vaporosa y pezgosa materia que exhala o humea el globo solar, de que suelen constar aquellas; como en mayor verosimilitud parece que se causó el cometa del que tratamos, de las exhalaciones y fogosas excreces, ardidos humos y redundantes fogosidades del Sol y Venus.53

50. Magdalena Chocano Mena, La fortaleza docta, elite letrada y dominación social en México colonial (siglos XVI-XVII), Ediciones Bellaterra, Barcelona, 1999, p. 153.

51. Alicia Mayer, “Religious Thought in Carlos de Sigüenza y Góngora…”, p. 102.52. Brotons Navarro, “La Libra Astronómica y Filosófica de Sigüenza y Góngora: La

polémica sobre el cometa de 1680”, en Alicia Mayer (Coord.), Carlos de Sigüenza y Góngora. Homenaje, 1700-2000, México, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México, 2000, p. 155.

53. Kino, Exposición astronómica, capítulo VI, fol. 10v.

http://www.revistaquipu.com

Page 21: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita. 319

Sigüenza señala que ésta no es sino una teoría entre muchas y una hipótesis que no se puede demostrar de forma irrefutable, como pretende Kino. Aunque destacados astrónomos apoyaban esta teoría, había otros, como Grassi, Tycho Brahe, Longomontano y también fray Diego Rodríguez el novohispano, quienes sostenían que los cometas estaban formados del mismo material con el que se constituían los otros cuerpos que formaban la Vía Láctea. Sigüenza critica el hecho de que Kino no fue minucioso y no observó si en el tiempo de la aparición del cometa el Sol no tenía manchas:

Debiera el reverendo padre, como gran matemático, haber observado si en el tiempo de la duración de este cometa, le faltaban al Sol las manchas; y si hallara ser así, entonces pudiera pronunciar con toda seguridad (si es que esto se puede afirmar con toda seguridad) el que de ellas se había engendrado. Pero no haberlo hecho […] es tenernos por ciegos y pensar que no podemos juzgar de los colores y que así nos puede engañar. (Libra, p. 149, §310)

A este respecto, Sigüenza no tomó partido como lo hacía siempre que la situación no le quedaba clara, ya sea con la razón o en el ámbito la fe.

Sigüenza ejerce en la Libra contundente crítica, basada en su amplísima erudición. Esta obra contiene más de 200 referencias, tanto de las Escrituras y la Patrística, como de testimonios de poetas clásicos y modernos. También se citan numerosos astrónomos y filósofos, muchos de ellos jesuitas.

Leonard elogia su curiosidad intelectual y su independencia mental que “lo distinguían de esa sociedad consagrada al tradicional despotismo teocrático en la que vivía. No obstante fue parte integral de su medio y expresión auténtica de la época barroca, y trató, no siempre con éxito, de separar su firme adhesión a la ortodoxia religiosa de su afición especulativa por los estudios laicos. De hecho creyó que la nueva metodología sólo confirmaría los dogmas de la fe”.54

La defensa de la razón

La postura de Sigüenza es de elogio a la razón frente a la repetición de lo canonizado y siempre en búsqueda de la verdad:

Quien tiene entendimiento y discurso jamás se gobierna por autoridades, si les faltan a estas autoridades congruencias... ¿Sería crédito de entendimiento seguir ajenas doctrinas sin examinarles los fundamentos? (Libra, pp. 40-41, §76)

Y aunque esto ya fue asumpto del antiguo Queremón y del moderno padre Vincencio Guinisio en la Alocución sexta gimnastica, sin valerme de los hermosos colores

54. I. Leonard, La época barroca..., p. 279.

http://www.revistaquipu.com

Page 22: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012320

retóricos que este gasta, iré por diverso camino, que será el que me abre la filosofía para llegar al termino de la verdad. (Libra, p. 11, §12)

A pesar de que tanto Sigüenza como Kino apelaron a las opiniones de autoridades, a lo largo de Libra se puede detectar con claridad la idea de Sigüenza sobre la razón como vía fundamental para hacer aseveraciones y llegar a conclusiones científicas. Por ejemplo:

¿Qué podría decir yo que le satisficiese a quien responde que en materia tan discursible se ha de estar a lo que dicen los más, cuando es cierto que quien tiene entendimiento y discurso jamás se gobierna por autoridades, si les faltan a estas autoridades las congruencias? (Libra, p. 40, §76)

Con todo pregunto yo: ¿sería prudencia (imprudencia grande sería) afirmar en este tiempo que los cielos son incorruptibles y macizos, porque los más de los autores antiguos así lo afirman? [...] ¿Sería crédito de entendimiento, seguir ajenas doctrinas, sin examinarles los fundamentos? Claro está que nada de esto sería querer afirmar una cosa sin valerse de más razón, sino que así lo dijeron. (Libra, p. 41, §76)

Como ya lo mencionamos, don Carlos, siguiendo a Riccioli, descartaba la doctrina aristotélica escolástica de la incorruptibilidad de los cielos.

Estar sólo a lo que otros dicen en materias discursibles y filosóficas, es declararse por entendimiento infecundo y oponerse a lo que dijo Cicerón [en el] Libro I [de su] De natura deorum: “En la disputa debe averiguarse no tanto la importancia del autor, cuanto el peso de la razón. (Libra, p. 69 §131).

¿Cómo nos persuadiremos a que su reverencia dice mejor, cuando tiene en su contra cuanto en lo antecedente se ha demostrado con razones innegables y matemáticas pruebas? (Libra, p. 142, §292)

Según se ha demostrado con matemática prueba. (Libra, p. 134, §276)

Sigüenza se concentra en lo que se puede medir, en la experiencia con el uso apropiado de instrumentos y enunciar con expresiones matemáticas, lo real reducido a lo cuantitativo. Sigüenza presenta el sentido común que lleva implícito un uso correcto de la razón, como base para toda búsqueda de la verdad que concuerda con su oposición a los pronósticos de la astrología. Podemos decir que Sigüenza estaba situado en la frontera entre los criterios cualitativos que operaban en el discurso de la filosofía natural antes de la revolución científica y los cuantitativos que se privilegiaron desde entonces.

Cuando Sigüenza descubre los errores de cálculo de Kino, escribe:

Advierto que ni su reverencia, ni otro algún matemático, aunque sea el mismo Tolomeo, puede asentar dogmas en estas ciencias porque en ellas no sirve de cosa alguna la autoridad, sino las pruebas y la demostración; con lo cual puede estar muy seguro que ni yo, ni otro cualquier astrónomo, se persuadirá a que el cometa no tuvo paralaxis sensible porque así lo dice, cuando le falta lo principal, que es el que

http://www.revistaquipu.com

Page 23: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita. 321

lo demuestre. Advierto también que de observaciones hechas sin instrumento, sino con la vista y estimación, es cosa indigna pensar que se puede concluir cosa alguna de consideración en materia tan primorosa como la que aquí se ventila, por lo cual merecía, no sólo no admitirse, pero ni aun que se gastase el tiempo en especularla. (Libra, p. 123, §252)

Sigüenza, con su actitud práctica exige la demostración por la vía experi-mental para entender los fenómenos naturales.

La naturaleza de los cometas

Uno de los grandes problemas suscitados por los cometas concernía a su origen. Existían hipótesis extremas como la de Escobar Salmerón para

quien los cometas se formaron de emanaciones de los cadáveres humanos. Sigüenza aceptaba que la naturaleza de los cometas no era conocida.

Los hombres no han podido alcanzar el conocimiento de la naturaleza de las estrellas, sus influencias y virtudes con evidencia física y matemática certidumbre, aunque apelen a las experiencias y observaciones. (Libra, p. 160, §334)

Sólo después de la publicación de Principia, de Newton, se encontraría la matemática certidumbre que Sigüenza buscaba, explicando así su falta de capacidad de pronosticar los movimientos de los cometas:

Pero antes de proponer lo que pretendo probar, es necesario advertir que nadie hasta ahora ha podido saber con certidumbre física o matemática, de qué y en dónde se engendren los cometas; con que mucho menos podrán pronosticarse; aunque no faltara en el mundo quien quiera persuadir lo contrario, con que se sujetara a la irrisión de que es consiguiente a tan pueril desvarío. (Libra, p. 10, §11)

Fue hasta 1705, cuando E. Halley basándose en las leyes de Newton, pudo pronosticar el tiempo de reaparición del cometa que fue visto en 1682,55 un año después de la aparición del cometa estudiado por Sigüenza.

Las observaciones astronómicas y el análisis empírico

Sigüenza insiste en el método experimental y el uso de los mejores aparatos Aunque desde luego les pudiera decir a todos que no trata tan crasamente la astronomía sus operaciones, que las fíe del engañable sentido de la vista, como el reverendo padre lo hizo, sin que lo ayude con instrumentos exactísimos, causa

55. Este cometa denominado Halley reaparece cada 76 años y su última aparición fue en 1986.

http://www.revistaquipu.com

Page 24: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012322

porque Tychon en su Progimnasmas no hizo caso de las observaciones que del cometa del año 1577 hicieron Cornelio Gemma y Eliseo Roslino. (Libra, p. 120, §246)

Advierto también, que de observaciones hechas sin instrumento, sino con la vista y estimación, es cosa indigna pensar que se puede concluir cosa alguna de consideración en materia tan primorosa como la que aquí se ventila. (Libra, p. 123, §252)

Por la retícula de subtilísimos hilos de plata que acomodo cuando de ellos necesito, en el foco de la lente ocular de mi telescopio. (Libra, p. 182, §388)

Así es verdad, pero sin culpa de Enrico Martínez, porque haciendo entonces sólo ocho años que se habían hallado los antojos de larga vista, es cierto que no los habría en México y así no pudo nuestro matemático observar [...] que a los que no son muy experimentados y cautos y están faltos de muy buenos telescopios les parece ya haber comenzado el eclipse cuando le faltan 10’, 15’ y aun 20’ para entrar la Luna en verdadera sombra. (Libra, p. 180, §384).

Claramente, para Sigüenza la astronomía no era ya un saber especulativo basado en razonamiento puro, sino una ciencia construida sobre un método experimental basado en observaciones que deberían analizarse y llegar a conclusiones con ayuda de las matemáticas. Para don Carlos, el uso de aparatos que proporcionaran exactitud a las mediciones era una necesidad básica para construir hipótesis sustentables.

Sobre el movimiento de los astros

Cuando Kino asevera que el cometa está a la misma distancia que el Sol, nos dice Sigüenza:Y para lo que se ha de decir, presupongo con el padre Scheiner, primer investigador de este admirable fenómeno (aunque mucho antes teóricamente lo había discutido Kepler), que el Sol, fuera de su movimiento anuo y diurno, tiene otro con que sobre su mismo centro se voltea en espacio de casi 27 días, el cual deducido del vario lugar de las manchas y fáculas solares, defienden Galileo de Galileis en su De Maculis Solis, Rheita en su Oculus Enocet Eliae, Ismael Bullialdo en la Astronomía Filolaica, Kircher en el Itinerario Extático y otros muchos. (Libra, p. 148, §306)

También se ha advertido que los planetas, menos la Luna, que se columpia fuera de su movimiento por el Zodiaco, tienen otro particular con propio periodo sobre su centro. (Libra, p. 174, §372)

Presupongo lo tercero, hipotéticamente, la doctrina de los Copernicanos de que con el movimiento diurno de la Tierra se mueve todo lo que es de la naturaleza terrestre, como son las nubes y generalmente toda la atmósfera terráquea, lo cual sucede de la misma manera en la solar, como se infiere del lugar de las manchas, acerca de que

http://www.revistaquipu.com

Page 25: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita. 323

se puede ver a Gassendo. (Libra, p. 148, §307)

Obviamente Sigüenza conocía las teorías de Copérnico, para él los cometas no eran sublunares, lo cual concordaba con que podía haber cambios en los cielos. Sigüenza, identificándose con la astronomía moderna, sostiene la iden-tidad material de los cuerpos celestes, sublunares y terrestres. ¿En qué funda Sigüenza esa identidad? En que también los cuerpos celestes se componen de los cuatro elementos y tienen las cuatro primeras cualidades y por lo tanto son tan corruptibles, como los terrestres.

Ni son menos concluyentes argumentos contra la astrología cuantos desengaños debe el Universo a los doctos en este siglo. Bien sé que no los ignora don Martin, porque de necesidad como tan docto que es, ha de saber haberse concluido ya no estar virtual, sino formalmente, en los cuerpos celestes las cuatro primeras cualidades, quedando no sólo refutada la quinta esencia aristotélica, sino establecido y demostrado el que todos ellos constan o se componen de los cuatro elementos. (Libra, pp. 173-174, §370)

Ni es de menos consideración la advertencia de los cuatro planetas que andan alrededor de Júpiter, al de Saturno uno, que descubrió Cristiano Hugenio, y al del Sol, Mercurio y Venus; y aun quiere el padre Kircher que sea lo mismo en muchas de las fijas, no para otra cosa, sino para que con su vario sitio, varíen las cualidades del principal globo que circungiran. (Libra, p. 175, §373)

La religiosidad de Sigüenza.

Sigüenza, como buen católico, pone a Dios por encima de todo, ve en él el fundamento de todo bien; la naturaleza cumple los designios del todopoderoso

y es inútil llevar a cabo discusiones necias para tratar de descifrar su proceder. Para el la razón y la fe no eran antagónicos.

Nosotros los católicos, poseedores del conocimiento de las verdades eternas y privilegiados de Dios muchísimo más sin comparación que los poetas gentiles, leemos las escrituras divinas y no por eso comprendemos los misterios recónditos que hay en ellas. (Libra, p. 24, §38)

Afirmo desde luego cristianamente el que deben venerarse [los cometas] como obra de tan supremo Artífice, sin pasar a investigar lo que significan, que es lo propio que querer averiguarle a Dios sus motivos, impiedad enorme en lo que son sus criaturas. (Libra, p. 10, §12)

La religiosidad de Sigüenza como dice Alicia Mayer, fue un denominador común en todos sus libros y su espiritualidad íntima fue la parte más importante de su existencia.56 Su fervor a la Virgen de Guadalupe duró toda su vida y le

56. Alicia Mayer, “Religious Thought in Carlos de Sigüenza y Góngora…”

http://www.revistaquipu.com

Page 26: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012324

dedicó amplios espacios en toda su obra. Fue un hombre piadoso que consideraba la piedad como un acercamiento intimo y sincero a Dios.57

La crítica

Desde una perspectiva filosófica, la crítica es un paso fundamental en la búsqueda de la verdad científica. La crítica es una premisa básica del

método científico, que pone en evidencia la existencia o ausencia de sostén de un conocimiento. Podemos ver a Sigüenza como un crítico racional en búsqueda de la verdad:

Lo que en este discurso procuraré […], será despojar a los cometas del imperio que tienen sobre los corazones tímidos de los hombres manifestando su ninguna eficacia y quitándoles la máscara para que no nos espanten. (Libra, p. 10, §11)

Antes que nada, Sigüenza se dedica a un desengaño de errores como primer paso en la postulación de la verdad científica. Benítez Grobet58 advierte en las citas que don Carlos hace de Gassendi, Descartes y Galileo en su Manifiesto, una confluencia con ellos en el punto medular de la crítica:

En lo que a mí toca, no me preocupo por los demás, pues haya escrito o no haya escrito alguien contra mí, es igual, pues escribiría contra mí mismo si, al examinarme también yo, descubriera haberme equivocado en algo. (Libra, p. 2 §3)

Si todos los jesuitas apoyaban el modelo ticónico, la pregunta real es ¿por qué Sigüenza no lo adoptó? Sigüenza conocía los tres modelos cosmológicos y me parece que si no adoptó el modelo Tychonico fue porque era un modelo descriptivo sin sustento matemático y que dejaba la misma duda fundamental que el modelo copernicano. ¿Qué fuerza movía a los cuerpos celestiales? Solo Newton en 1687 dio respuesta a esta pregunta seis años después de la escritura de la Libra. Kepler en 1603 ya había intuido una acción a distancia como la del magnetismo; pero Galileo no aceptaba acciones a distancia siendo que el buscó siempre las explicaciones mecánicas. Al igual que Kepler, también Sigüenza dejó entrever lo que podía ser la acción a distancia:

…la gravedad de las cosas es una connatural apetencia que tienen a la conservación del todo de que son parte: de que se infiere que de la misma manera que, si se llevase algo de nuestro globo terráqueo al globo de la Luna, no había de quedarse allí sino

57. E. de la Torre Villar, “Sigüenza y Góngora, hombre religioso”, en Alicia Mayer (Coord.), Homenaje..., p. 239.

58. Laura Benítez Grobet, La idea de historia en Carlos de Sigüenza y Góngora, México, UNAM, 1982, p. 45.

http://www.revistaquipu.com

Page 27: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita. 325

volverse a nosotros, así cualquier cosa que sacasen de la Luna o de cualquier otra estrella había de gravitar y caer en el todo de que era parte. (Libra, p. 46 §88)

En la Nueva España del siglo XVII, la obra de Copérnico y sus seguidores era conocida. En la biblioteca que el Tribunal del Santo Oficio incautó a Melchor Pérez Soto en 1655, entre los libros de astronomía se encontraron De revolutionibus orbium coelestium de Copérnico, Epitome astronomicae copernicae publicado por Johannes Kepler entre 1618 y 1622, las tablas astronómicas Prutenicae tabulae coelestium motum de Erasmus Reinhold, las Novae coelestium orbium thericae de Antonius Maginus. También se hallaban dos ejemplares del libro Astronomía danica de Christen Sörensen Longomontanus, astrónomo danés, colaborador de Tycho Brahe, en el cual discutió los modelos cosmológicos de Tolomeo, de Copérnico y el modelo geocéntrico-heliocéntrico de Tycho Brahe. Del conocimiento de dichas obras no se derivaba una aceptación del Heliocentrismo ni que dichas obras cumplían con su función de comunicación de determinada teoría, sino solamente su conveniencia como modelo que permitía mejorar los cálculos de los movimientos de los cuerpos celestes. Hay que mencionar también que, el número de libros geocentristas y astrológicos en la biblioteca de Pérez Soto era considerablemente mayor que el de los heliocéntricos.

Don Carlos basó sus cursos en la Universidad en la Sphera de Sacrobosco y posteriormente en los comentarios del jesuita Christoper Clavius a la obra de Sacrobosco.59 Sigüenza acepta a Copérnico únicamente como hipótesis para utilizar las tablas que se basan en el heliocentrismo, como era común en los medios religiosos, debido al hecho de que los más ortodoxos continuaban considerando la incompatibilidad de aquella teoría con las Sagradas Escrituras y al hecho de que la fuerza motriz de los cuerpos celestes era aun una incógnita.

De todo lo anterior se puede concluir que aunque Sigüenza conoció a fondo los modelos cosmológicos de Tolomeo, Tycho Brahe y Copérnico, no optó por alguno de ellos de manera conclusiva, al no haber, al momento de escribir la Libra, una demostración matemática clara y contundente que permitiera definir a uno de esos modelos como la verdadera realidad. Más que criticar a don Carlos por no haber adoptado el modelo Copernicano hay que valorarlo por no haber adoptado el modelo ticónico, lo que le hubiera sido relativamente fácil, pues -como hemos visto- era el modelo adoptado por la mayoría de los astrónomos jesuitas y si no lo hizo, fue porque este modelo tampoco daba respuesta a la pregunta ¿Qué movía a los astros?, y carecía de consistencia matemática. Esta indeterminación, entre los dos sistemas, fue descrita poéticamente por John Mil-ton en 1667, en su Paraíso perdido:

59. Marco Arturo Moreno Corral, Copérnico y el heliocentrismo en México..., p. 94.

http://www.revistaquipu.com

Page 28: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Mas, sea que el brillante Astro del día inmóvil se mantenga,Sea que en torno de la tierra tengaQue andar volteando, sin cesar errante,Sea que todo el cielo este en reposo,Y que desde el oriente presurosoAl occidente, ruede sin pararseVuestro mundo, cercando la abrasadaMasa del sol, volviendo a comenzarseCada año, la grande orbita, asignadaA su camino, que con el llevadosSin sentirlo seguís arrebatados,Sea cual fuere en fin, lo que sobre estoEl Eterno hacedor haya dispuesto,Admirar sus prodigios, y dexarleQue disponga del orbe, como quiera...60

Con la teoría de la gravedad de Newton se dio respuesta a la pregunta sobre el movimiento de los cuerpos celestes, se presentó una teoría que por primera vez explicaba todos los hechos dispares que se habían observado en el universo; la gravedad explicaba las orbitas anuales de los planetas, la rotación de la tierra, los movimientos de la Luna, el movimiento de las mareas, la precesión de los equinoccios y las trayectorias de los obuses disparados por un cañón. Inició la etapa final de la adopción del modelo copernicano en el mundo, etapa que tomó más de un siglo, hasta su adopción generalizada y su aceptación por la Iglesia Católica. Este proceso fue largo y se concretó en tiempos diferentes en cada país.

Para obtener una idea de las vacilaciones que acompañaron este proceso hasta un siglo después de la publicación de los Principia de Newton, mencionaremos al monje benedictino Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) que aunque no pertenecía a la Compañía de Jesús, fue un intelectual de primer orden en la España de la primera mitad del siglo XVIII y con el podemos seguir las dudas, escrúpulos y desconfianzas que fueron parte del proceso de adopción del sistema copernicano en el siglo XVIII, ya con el apoyo de las teorías físicas de Newton.

B. J. Feijoo fue el principal proponente de la teoría de Newton en España en la primera mitad del siglo XVIII. Su amplia obra nos muestra una progresiva asunción por su parte de las ideas de Newton que envuelven al sistema copernicano. No es objeto de este trabajo analizar la evolución de las ideas de Feijoo y por lo tanto nos referiremos solamente a Cartas eruditas y Curiosas publicadas en 1744.

60. John Milton, El paraíso perdido, Bourges, Imprenta de G.B. Suchois, 1812, p. 306.

http://www.revistaquipu.com

Page 29: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita.

En su carta XXIII del tomo III, dice Feijoo después de haber expuesto numerosos argumentos a favor del sistema copernicano:

26. ¿Qué le parece ya a Vmd.? ¿Está aún en que es quimérico el Sistema Copernicano? No lo pienso, porque sería menester una extrema rudeza para perseverar en ese dictamen, después de vistos los argumentos que he expuesto a su favor. Y aún restan otros algunos, nada despreciables, que he omitido por no ser prolijo. Yo por mí protesto, que si en esta cuestión no jugasen, sino razones Filosóficas, y Matemáticas, sería el más fino Copernicano del Mundo. Pero el mal es, que después de apurado todo lo que hay de Filosofía, y Matemática en la materia, resta contra Copérnico un argumento de muy superior clase a todos los que se han alegado, o alegan a su favor. ¿Cuál es éste? El que se toma de la Autoridad de la Escritura: en varias partes de la cual está tan expreso, que la Tierra está inmóvil, y el Sol gira alrededor de ella, que sólo recurriendo a interpretaciones violentas, se puede mantener contra tan poderosa fuerza el Sistema Copernicano.

27. No ignoro, que los Copernicanos responden a esto, que la Escritura, en las cosas puramente naturales, y perfectamente inconexas con todo lo que es Teológico, y Moral, usa de expresiones acomodadas a las opiniones vulgares, aunque éstas en la realidad sean falsas; […] Debe confesarse, que el sistema vulgar, o tolemaico es absolutamente indefensable, y sólo domina en España por la grande ignorancia de nuestras Escuelas en las cosas Astronómicas; pero puede abandonarse éste juntamente con el Copernicano, abrazando el de Tyco Brahe, en el cual se explican bastantemente los Fenómenos Celestes.

Como vemos, las viejas epistemologías, de Bellarmino y de Galileo subsisten más de un siglo después del juicio de Galileo. Es interesante ver que Feijoo al igual que los jesuitas favorece el sistema de Tycho Brahe.

Otro jesuita, Ruđer Josip Bošković (1711-1787), quien es considerado uno de los científicos más grandes del siglo XVIII desarrolló su teoría atómica inspirado en las obras de Newton y fue nombrado profesor de Matemáticas en el Colegio Romano en 1740.

Varios biógrafos de Boscovich creen que su cercanía con el Papa le permitió influir para que en 1757 se eliminara del Index la prohibición de los libros que presentaban el sistema copernicano y permitía la enseñanza del sistema heliocéntrico. Este paso señaló el abandono de la Iglesia Católica de la cosmología medieval.

En la Nueva España la adopción y contextualización de la teoría heliocéntrica tomó también un tiempo largo y se prolongó hasta finales del siglo XVIII. Todavía en 1767, antes de la expulsión de los jesuitas el padre jesuita Francisco Javier Clavijero escribía en su obra Physica particularis después de ofrecer una descripción bastante objetiva de los principios de la teoría de Copérnico:Primera conclusión. El sistema copernicano no puede ser defendido como tesis:

1º Porque la opinión de la quietud del Sol y del movimiento de la Tierra parece oponerse a las Sagradas Escrituras.

327

http://www.revistaquipu.com

Page 30: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012

2º Porque los jueces romanos de la fe juzgaron que era absurda y herética la opinión que afirmara que el Sol permanece inmóvil en el centro del mundo y que la Tierra, en cambio, se mueve alrededor de él.3º Porque esa opinión fue consignada en la lista de doctrinas proscritas por la Santísima Compañía de Jesús.

Segunda conclusión. El sistema copernicano no puede admitirse ni siquiera como hipótesis.

En 1774 el sacerdote Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos publicó su Elememta recientoris philosophiae. En la quinta parte del segundo tomo de esta obra, que se denominó “Sobre la composición del mundo” escribió: “Hasta ahora se ilustran (e incluso todavía tienen vigencia en las escuelas) tres sistemas, ya astronómicos, ya físicos”. Gamarra procede a explicar someramente cada uno de estos sistemas. Para Moreno Corral esto es una indicación de que el sistema educativo novohispano, en el último cuarto del siglo XVIII no tenía una postura definida sobre los modelos que trataban de explicar la estructura cósmica.61 Gamarra añade:

El sistema copernicano, como mera hipótesis, parece mucho más apropiado que el tolemaico y el ticónico para explicar los movimientos y los fenómenos de los astros.[...] Pero queden dichas cosas de paso –agrega–, no para que tengamos el sistema de Copérnico y Galileo como comprobado y decidido, puesto que, como ya desde el principio, dijimos que nosotros los adoptamos sólo como hipótesis para explicar los fenómenos.62

Todo esto confirma que la cosmología copernicana empezó a ser aceptada en Nueva España a finales del siglo XVIII, cien años después de la publicación de la Libra.

Conclusión

Este elegantísimo sistema del Sol, los planetas y los cometas, solo puede originarse en el consejo y dominio de un ente inteligente y poderoso. Isaac Newton en Principia.

…sean venerados [los cometas] como una creación del Supremo Artífice, sin pasar a investigar lo que significan, que es lo propio que quererle averiguar a Dios sus motivos, impiedad enorme de los que son sus criaturas. Carlos de Sigüenza y Góngora en Libra Astronómica.

El entorno social y cultural de don Carlos era en las postrimerías del si-glo XVII profundamente religioso, en un ambiente prácticamente medieval. La Iglesia era el factor dominante y la intelectualidad novohispana estaba conformada

61. Marco Arturo Moreno Corral, Copérnico y el heliocentrismo en México..., p. 110.62. Ibid., pp. 110-111.

328

http://www.revistaquipu.com

Page 31: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Sigüenza y la astronomía jesuita.

mayormente por religiosos o laicos muy cercanos a la Iglesia. La Compañía de Jesús dominaba la actividad educativa. Sigüenza era un providencialista, hermético influenciado por Kircher, y su aceptación sincera y ortodoxa del imperio y del catolicismo, estableció su concepción de mundo.

Don Carlos no era un astrónomo investigador, a diferencia de sus otros campos de actividad en los que sí llevó a cabo investigaciones científicas tales como la cuestión de la plaga del chahuistli o sus investigaciones históricas sobre el pasado indígena; en Astronomía don Carlos se limitó a utilizar sus conocimientos astronómicos y matemáticos para cumplir con sus tareas como Cosmólogo Real, que eran calcular e informar a las autoridades y prevenir a la población sobre los eclipses, calcular la longitud de las ciudades y elaborar nuevos mapas de las tierras y puertos. Expresamente Sigüenza evitó tratar de investigarle a Dios, el Arquitecto del Universo y creador de sus maravillas sus motivos. Como hemos visto este concepto de mundo, era común a muchos y grandes científicos y aun a aquellos que sí eran astrónomos investigadores como Kepler y Newton.

El que don Carlos conociera las teorías de Copérnico y Tycho Brahe sobre la estructura del universo, no quiere decir que debería haber optado por alguna de ellas. Como lo hemos mencionado con cierto detenimiento, en esa época las dos teorías no eran nada más que eso, hipótesis, pues ninguna de las dos estaba demostrada con certeza matemática. Existían también en esa época argumentos físicos mencionados por Riccioli en contra del movimiento de la Tierra que eran imposibles de refutar sin la teoría de la gravedad.

Suponer que don Carlos aceptaba subrepticiamente la teoría heliocéntrica y evitó pronunciarse a su favor por miedo a la Inquisición es una visión desde nuestro siglo que no toma en cuenta el punto en el que se encontraba la teoría heliocéntrica en su proceso de contextualización y aceptación. Fue solamente con las leyes de la gravedad de Newton que todas las piezas hasta ese momento confusas se colocaron en su lugar adecuado y se presentó una visión coherente y matemáticamente justificada de la estructura heliocéntrica de lo que hoy llamamos el Sistema Solar. Como ya se mencionó, al momento de escribir la Libra, Newton aun no había publicado su principio de la gravedad.

La pregunta que debemos hacernos en realidad no es ¿por qué Sigüenza no adoptó el sistema Copernicano? sino ¿por qué Sigüenza no adoptó el sistema de Tycho Brahe, tan popular entre los jesuitas y que permitía evitar el problema de las Escrituras? La cercanía de don Carlos a la Compañía de Jesús, podría justificar la adopción del sistema ticónico pero en este sistema también era necesaria una explicación de la fuerza que mueve a los cuerpos celestes y como esta explicación no se había dado, pienso que con su integridad y coherencia intelectual, Sigüenza prefirió no adoptar el sistema tychónico a pesar de que le hubiera sido relativamente fácil

Sigüenza no tuvo el apoyo de una sociedad científica como la Sociedad de los Linces a la que perteneció Galileo o la Royal Society a la que perteneció Newton.

329

http://www.revistaquipu.com

Page 32: Sigüenza y la astronomía jesuita · El juicio de Galileo ha sido achacado a las maquinaciones de los jesuitas. Las investigaciones históricas de los últimos treinta años han

Quipu, septiembre-diciembre de 2012

Estas sociedades permitían el intercambio de ideas, la afinación de conceptos y más que nada la crítica profunda de las ideas ahí presentadas. Don Carlos buscaba con afán el contacto con otros intelectuales que es lo que lo motivó a abrir su casa, sus conocimientos y sus libros ante Kino, pero esa búsqueda fue en su mayor parte infructuosa pues no existían en la Nueva España ni los sabios ni los mecanismos para crear ese tipo de sociedades. Las tertulias muchas veces mencionadas por varios historiadores y para la existencia de las cuales no hay muchas evidencias no podrían ser más que eso, tertulias entre amigos.

Mi sugerencia es que lo que impidió a Sigüenza pronunciarse por uno de los dos sistemas fue su honestidad intelectual, pues tampoco el sistema ticónico estaba justificado matemáticamente. No podremos saber cuál hubiera sido la actitud de Sigüenza si hubiera conocido los trabajos de Newton pero sabemos que no los conoció y por lo tanto él como muchos otros científicos no veían las hipótesis Copernicana o Tychónica como fundamentadas científicamente. Es un hecho que aun después de Newton, tomó bastante tiempo para que la teoría heliocéntrica fuera adoptada de manera general y para que la Iglesia retirara del Índex el libro de Copérnico. Tanto San Agustín como Bellarmino opinaban que si apareciera una explicación contundente entonces habría que reinterpretar ciertas palabras de las escrituras, lo que finalmente sucedió en el siglo XVIII.

Don Carlos de Sigüenza y Góngora no era un hombre temeroso o cobarde. Su valentía física quedó bien demostrada cuando arriesgó su vida para salvar documentos del Cabildo el día del incendio que se suscitó durante el motín del 8 de junio de 1692. Su valentía y coherencia intelectual se vio durante toda su vida y obra y a este respecto podemos mencionar las controversias que tuvo con Manuel Joseph de Cárdenas por la cuestión de la confiabilidad de las fortificaciones en San Juan de Ulúa y con Andrés de Arriola por la veracidad de su reporte sobre la Bahía de Pensacola, discusiones en las cuales enfrentó a poderosos contrincantes y no se arredró por eso.

Don Carlos se expresó claramente por la razón humana y por la experi-mentación como únicos medios para llegar a la verdad y esta verdad era el diseño divino del sistema de los cuerpos celestes y de la naturaleza en su totalidad.

330

http://www.revistaquipu.com


Recommended