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SINTESISD E H I S T O R I A
Numero Especial Año del Bicentenario // Febrero de 2013
UN docUmENto imprEsciNdiBlE
pArA coNocEr, comprENdEr y vAlorAr
El comBAtE dE sAN lorENzo
A 200 años del inicio de
la gesta Sanmartiniana
SINTESIS DE HISTORIA < < < 3
EDITORIAL STAFF
Un bicentenario colmado de historia
La revista SINTESIS de Historia no podía estar ausente en el Bicentenario del
“Combate de San Lorenzo”, y por eso hemos editado este número especial, que
contiene artículos dedicados a todos los aspectos de los primeros pasos de la
gesta sanmartiniana. Y lo hace con una distinción muy especial, que es con la
participación del Centro de Estudios Históricos del Carcarañal, integrado por
profesionales y estudiosos de la historia de nuestra región. Ellos le han dado
vida a los relatos de un modo muy especial, porque conocen a fondo la historia,
y porque están imbuidos de ese particular orgullo de pertenecer a esta tierra,
en la cual el libertador San Martín inició la gesta libertadora de América Latina.
Con acierto, San Lorenzo ha sido bautizado como la “Cuna de la Independencia
Hispanoamericana”. Y también se la ha conocido como “la ciudad histórica”, por
haber sido el lugar en el cual San Martín y sus granaderos combatieron por pri-
mera y única vez en territorio argentino. Y porque aquí, en San Lorenzo, se fundó
la primera escuela patria. Hechos hartos conocidos por todos los que vivimos en
estas tierras, pero quizás olvidados o hasta ignorados, por muchos argentinos.
En las biografías sanmartinianas siempre se ha abordado el tema del Com-
bate de San Lorenzo como un hecho menor, pero téngase en cuenta que para
el entonces coronel San Martín, tuvo una trascendencia personal clave para su
posterior actuación en el resto de las luchas por la liberación de América, pues
significó su cimiento como líder militar para las miradas de Buenos Aires.
Además, los últimos estudios sobre el tema, han arrojado luz sobre otras
cuestiones, que tienen que ver con la importancia geoestratégica de haber
vencido a los invasores realistas en el histórico combate.
Ofrecer un contenido como el de la presente revista solo se logra con el apor-
te profesional de un grupo de historiadores ávidos de hacer conocer la historia
y de brindar al público un producto cultural de calidad. Por eso, nuestro agrade-
cimiento a todos ellos cuyas firmas se hallan estampadas en cada nota.
Y muy especialmente al profesor Pablo Sapei, quien ha coordinado el proyec-
to histórico.
También un profundo agradecimiento a los auspiciantes, que han hecho po-
sible que un producto editorial de esta naturaleza pueda llegar a un público
lector ávido de conocer su historia. Y especialmente al Intendente de la ciudad
de San Lorenzo, Dr. Leonardo Raimundo, quien ha confiado sobremanera en este
proyecto que involucra la historia de la ciudad que hoy le toca representar.
César Ríos
DIRECTOR
César Ríos
PRODuCTOR
Diego Ovejero
PRODuCCIón HIsTóRICa
Centro de Estudios Históricos
del Carcarañal
COORDInaCIón
Prof. Pablo Sapei
COlabORan En EsTE númERO:
Lic. Marisa Pasquin
Dra. Griselda Tarragó
Lic. Analía Gauna
Prof. Sergio Paz
Roberto Colimodio Galloso
Cn. Julio Romay
Lic. Sebastián Alonso
Prof. Miguel Angel Piagentini
Prof. Ricardo Celaya
DIsEÑO
Alejandro Felcaro
ImPREsIón
Helemm Impresiones S.R.L.
Es una PublICaCIón DE
Dzyan Ediciones
Dr. Poucel 1078
San Lorenzo
Provincia de Santa Fe
Tel.: 03476 - 423771
www.periodicosintesis.com.ar
4 > > > SINTESIS DE HISTORIA
SUMARIO
06.
08.
10.
12.
17.
22.
29.
33.
36.
40.
42.
48.
54.
56.
59.
61.
63.
06.
08.
17.
22.
12.
42.
Algunas anécdotas en el marco de la Revolución de 1810
La economía en la primera década revolucionaria
San Lorenzo en 1813. Había una vida...
El camino del Libertador
Postas y controversias: San Lorenzo, Espenillo, o Silva
Los sucesos del 30 de enero de 1813
Granadero Juan Bautista Cabral
Justo Germán Bermúdez
Muchas vidas, muchas historias: Un solo destino
Doña Bienvenida Palacios de Roldán
Descendientes de los voluntarios del General José de San Martín en el Combate de San Lorenzo
Curiosidades, anécdotas, y apostillas del Combate
Teniente Manuel Díaz Vélez
Los Combates del Pino
La revolución de Santa Fe: De la obediencia a la autonomía (1810 - 1815)
Una mirada singular sobre aquella histórica jornada
Sesquincentenario “Combate de San Lorenzo”
SINTESIS DE HISTORIA < < < 5
Estimado lector, los textos que conforman esta publicación han sido concebidos por historiado-res de la Región, integrantes todos del Centro de Estudios Históricos del Carcarañal. Y lo hacemos, gracias a la propuesta de cooperación e invitación
realizada por el Periódico Síntesis, en especial su director Cé-sar Ríos, a quienes agradecemos infinitamente. Nuestro Centro de Estudios y cada uno de sus miembros, asumimos el desafio de poder decir “presente” en un momento tan especial para la ciudad de San Lorenzo y la región, como es la conmemoración de un suceso que impregnó y aún hoy continúa haciéndolo en muchos aspectos de nuestra vida como comunidad, dándole a una marca distintiva en el quehacer de la Nación: El Combate de San Lorenzo, la presencia Sanmartiniana, el inicio de la gesta libertaria que culminará con la liberación de sudamericana del yugo colonial español.
El Centro de Estudios Históricos del Carcarañal, surge a fina-les del año 2009, gestado por las inquietudes de historiadores, investigadores y cientistas sociales provenientes de localida-des tan diversas como Aldao, Capitán Bermúdez, Puerto San Martín, Ibarlucea, Andino y San Lorenzo. El punto de partida, estaba centrado en la necesaria concepción de un ámbito de encuentro para quienes se aventuraban en todo lo concer-niente a la “historiografía regional”, un foro de investigación y produccion histórica sobre las localidades de las cuales se era oriundo, pero con la plena conciencia de que no podía abor-darse ese pasado como un elemento estanco y aislado, que era necesario ponerlos en discusión en un plano mas integrador, del cual brotaría un relato histórico contenedor: la Región.
El desafío implicaba partir de lo local para abordar lo regio-nal y vocablos como integración, multidisciplinaridad, inter-cambio, encuentro y búsqueda se presentaron como dispara-dores para este proyecto de abordar el pasado de una región desde una perspectiva profesional, historiográfica provista de una metodología y una mirada indagativa distinta; que viniera a aportar nuevas miradas a un relato gestado al calor de tex-tos oficializados y escritores neófitos anclados en el tiempo. Relatos en los cuales el conflicto, la vida cotidiana quedaban fuera del mismo, como así también no contemplaban el ámbito escolar como un espacio desde el cual la historia regional y lo-cal debía tener materiales y textos para ser trabajados. Relatos estancos, donde el pasado concluía en los límites territoriales de la propia localidad, en una región en la cual los pueblos y ciudades están intrínsecamente unidos, tanto en sus aspectos urbanos como culturales, económicos y sociales.
Es por ello, que la esencia del desafío, metodológico en su puesta en ejecucion, multidisciplinario en su abordaje, cientí-fico en su concepción, plantea a Historiadores del Carcarañal como un ámbito en el cual se contribuya a la promoción, es-tudio y divulgación de las investigaciones enfocadas en todos aquellos sucesos claves del pasado nacional, que han tenido a esta región como protagonista: Fuerte Sancti Spiritus, Estancia
San Miguel del Carcarañal, Orden Franciscana, Combate de San Lorenzo, Creación de la Bandera Nacional, Batalla de Quebra-cho, Acuerdo de San Lorenzo, Sublevación del Espinillo, etc., tanto sea en el período comprendido entre el siglo XVI y XX como así también procesos históricos que revisten carácter de contemporaneidad.
Pero, quizás esa concepción regional que se descartó duran-te mucho tiempo, se nos plantea como un desafío en nuestro accionar, en nuestro imaginario colectivo al momento de que-rer contribuir, desde una mirada académica e historiográfica, a pensar “la Región”.
Queremos decir “presente”, en esta trascendente conme-moración del Combate de San Lorenzo, porque como profe-sionales de la historiografía, tenemos una mirada que aportar, debates que proponer, investigaciones que afrontar, en sínte-sis: “una nueva mirada” sobre este suceso tan trascendente para nuestra región. Pero también, queremos decir “presente” al momento de abordar sucesos, personajes, relatos que con-forman el imaginario histórico, cultural y social de este espacio histórico, que tuvo su matriz originaria, allá lejos y hace tiempo, con el establecimiento de la Estancia de San Miguel del Carca-rañal a mediados del siglo XVIII y con ello, la ocupación perma-nente y sedentaria de esta región hasta hoy día.
Nuestras intenciones, hoy pueden comenzar a plasmarse en hechos concretos, a partir de la decisión de la editorial Dyzan y de todos quienes hacen semanalmente, el Periódico Síntesis, de escucharnos, de sumarse a este desafío, demostrando una “generosidad” y un compromiso con sus lectores, nos invitó a asumir el desafio de plasmar una nueva etapa de su revis-ta de historia Regional, en donde su primer número, como no podía ser de otro modo, estaría dedicado a recordar, describir, contextualizar, el Combate de San Lorenzo y así poder brindar elementos a los lectores para que puedan comprender la cabal dimensión de lo acontecido aquella mañana de febrero a las puertas del Convento.
Desde ya, deseamos expresar nuestro agradecimiento al director del periódico César Ríos, a Diego Ovejero y a todos quienes conforman el comité editorial y periodístico de Sín-tesis, faro de la comunicación periodística de la región desde hace veinte años, por asumir el desafío de permitirnos “tener voz” y “aportar nuevas miradas” al relato historiográfico de la región y hacerlo, a tono con la línea editorial que Síntesis lle-va adelante semana a semana, con un relato moderno, amplio, integrado, desacartonado, pero concienzudo, metodológico y profesional… a todos nuevamente gracias y finalmente no que-remos dejar de invitar a todos los amantes de la historia, profe-sionales o autodidactas, a que se sumen a nuestro Centro y que nos acompañen en este desafío, que de la gentil colaboración de todo el staff de Síntesis, emprendemos en este número es-pecial de “Síntesis de Historia” y en los números que vendrán durante este 2013 tan trascendente para la historia y la memo-ria de San Lorenzo y su región.
¿Quiénes somos?Pensar nuevas miradas sobre nuestra
historia como región
6 > > > SINTESIS DE HISTORIA
Toda revolución implica la culminación de un
proceso que da lugar a un nuevo orden. Pero es
también una construcción de larga duración como lo
demuestra nuestra propia historia desde 1810 a 1853.
Medio siglo debió transcurrir para lograr instituir una
alternativa política que sustituyera fehacientemente a
la virreinal.
Otros elementos, además de la guerra, son in-
herentes a este proceso de cambio que irá gestando
una confusión generalizada y profundos planteos fi-
losóficos, que se desvanecen ante quienes finalmente
poseen el poder económico.
Algunos de sus protagonistas, los que se destacan
por su lucidez frente al caos, hombres como José Ger-
vasio de Artigas, Manuel Belgrano o José de San Mar-
tín, escapan a las coyunturas políticas y atraviesan el
tiempo como saetas disparadas hacia el futuro, porque
construyen paradigmas difíciles de borrar. Aunque sus
ideales no siempre triunfen. Pero todos ellos deben sus
hazañas a los héroes anónimos que vivieron y murie-
ron en las numerosas campañas bélicas, muchas de
ellas fratricidas o contra el indio infiel a los principios
cristianos.
La revolución de Mayo culminó realmente en 1857
con la fundación de la colonia Esperanza, en el mar-
co de la economía agroexportadora y del curso fijado
en 1853 por la Constitución Nacional, base jurídica de
aquella nueva Argentina que se pensó, sin gauchos
(Sarmiento, Faustino) y sin indios (Roca, Julio). Lejos de
los ideales de Belgrano, San Martín o Artigas, acorde a
la elite burguesa de la generación del 37 y del 80, cu-
yos nombres han sido tan largamente venerados por
la historia oficial (Mitre, Bartolomé) y cuyos proyectos
quedaron plasmados en las décadas siguientes.
Determinados acontecimientos claves se relacionan
con la necesidad de crear un símbolo que nos iden-
tifique en la lucha con el extranjero. Así nació el 13
de septiembre de 1806, La bandera del Regimiento de
Patricios, después de la primer invasión inglesa. Era
blanca con las aspas cruzadas de San Andrés en color
rojo y el escudo de la ciudad de Buenos Aires en los
cuatro extremos. Por supuesto, que no es la misma
que creó Belgrano sobre la costa del Paraná. Al parecer
ésta era bicolor blanca y celeste, con sólo dos bandas
horizontales. (Juan Manuel Peña, José Luis Alonso. 2009
:67-69) Esta es la bandera que Belgrano le entregó a San
Martín en 1814. Según los autores mencionados en el
combate del Buceo, en Montevideo, librado por el Al-
mirante Guillermo Brown y una escuadra española, se
usaron las mismas banderas rojo y gualda (oro) en to-
dos los buques de la contienda. Episodio curioso y raro.
Pero las naves argentinas usaron lo que se llama una
bandera señal con los colores azul celeste, blanco, azul
celeste en tres franjas iguales horizontales, además de
la española. ¿Entonces qué bandera habrá flameado en
el Combate de San Lorenzo?
Además de enfrentar los embates de las juntas de
regencias españolas representantes del poder penin-
sular, después de la invasión de Napoleón Bonaparte,
el gobierno patrio debió lidiar con las familias más im-
portantes de cada ciudad fundada por las distintas co-
rrientes colonizadoras. Estas velarán primero por sus
intereses y luego por la revolución que encabezaba la
capital del ahora desmembrado Virreinato del Río de
la Plata. Por ese motivo todos eran sospechados de se-
dición. Al decir del gobernador depuesto de la ciudad
de Santa Fe en 1812, el militar enviado desde Buenos
Aires, Juan Antonio Pereira “la confabulación contra mi
persona fue a causa de que los santafesinos son to-
dos parientes. Este incidente deja claro que la ciudad
y las familias que conformaban el grupo de poder no
estaban dispuestas a soportar atropellos a sus dere-
chos antiguos de vecinos beneméritos” En este marco
entendían aquellos hombres del interior la revolución.
(Griselda Tarragó y Darío G. Barriera.2006: 74). Los pe-
queños enclaves urbanos, eran lugares para el aprovi-
sionamiento y puntos de contacto entre extensas re-
giones rurales, por eso los cabildos, antigua institución
española, poseían fuerte raigambre autonomista en
cada agrupación de caseríos.
En 1812 el Consejo de Regencia, en representación
del rey de España, Fernando VII, envió a Elío como vi-
ALGunAs AnéCDoTAs en eL mARCo De LA ReVoLuCiÓn De
MAYO DE 1810Por Lic. Marisa Pasquín
SINTESIS DE HISTORIA < < < 7
soldados se trasladó cada vez más del ámbito urbano al
rural y marginal.
Lo realmente curioso es la dificultad que plantean los
historiadores respecto de poder establecer una asociación
entre los grupos económicos y las tendencias ideológicas
arriba planteadas. Frente a tantas divergencias, Montea-
gudo afirmaba que la Revolución parece haber sido más
“la obra de las circunstancias que de un plan meditado de
ideas”. (Goldman 2005: 46 y 51).
En Marzo de 1812 llega el Teniente Coronel José de San
Martín a Buenos Aires junto al Alférez Carlos de Alvear.
Ambos defendían la causa americanista en el proceso
independentista. El segundo Triunvirato en concordan-
cia con la sociedad patriótica reunió la asamblea gene-
ral constituyente rioplatense de enero de 1813. Entre sus
disposiciones se cuentan la libertad de vientre, de pren-
sa, de religión, supresión de la mita y el yanaconazgo, de
los títulos de nobleza, entre otras. Este fue el avance más
importante que logró el movimiento en materia política,
aunque el panorama general estaba bastante complicado.
“La Banda Oriental, Corrientes Entre Ríos y Santa Fe for-
maban la liga de los pueblos libres. El Ejército del Norte
se autogobernaba apoyado en los pueblos del Noroeste.
Cuyo, desde 1814 constituía la base de poder de San Mar-
tín. En el Norte Belgrano se defiende como puede y Martín
Güemes resiste en Salta. Finalmente la caída de Alvear,
como Director Supremo, generó una profunda crisis en la
dirigencia revolucionaria porteña que posibilitó la convo-
catoria al Congreso de Tucumán. (Goldman 2005: 53-4). La
Declaración de la Independencia en 1816 cerraba un ciclo
de avances y retrocesos y dejaba el camino abierto en una
sola dirección la libertad de la Américas. §
Bibliografía
Goldman, Noemí: “Revolución, República, Confedera-
ción (1806-1852) en Nueva Historia Argentina. Tomo III.
Sudamérica. Buenos Aires. 2005.
Peña, Juan Manuel, Alonso José Luis. “Las banderas de
los argentinos” Artpress S. A., Ronor. Bs. As. 2009.
Tarragó, Griselda y Barriera, Darío G. ”Adiós a la Monar-
quía”, de los años revolucionarios a la crisis de 1820. Pro-
historia, La Capital. Rosario 2006. Tomo IV. D. G. Barriera,
Director.
rrey. Al tiempo de llegar organizó una campaña para
invadir el litoral santafesino. Dos baterías en Santa Fe
y dos en Rosario se prepararon para resistir el ataque,
armadas por el Triunvirato, el gobierno revolucionario
porteño. La del Rosario al mando de Manuel Belgrano,
se las denominó indistintamente Libertad e Indepen-
dencia. El 27 de febrero para la inauguración de una
de ellas, formó a los soldados frente a la bandera que
tenía los colores de la escarapela. Pero las autoridades
porteñas lo desautorizaron. (Griselda Tarragó y Darío
G. Barriera.2006: 72)
En este contexto, donde cada localidad o villa de-
fendía su derecho al autogobierno, en espacios geo-
gráficos distantes y realidades económicas disímiles,
debido a las diferencias regionales y en relación a la
conformación o reordenamiento de nuevos centros de
poder nacionales o internacionales, debieron San Mar-
tín y Belgrano afrontar sus campañas libertadoras.
El devenir Político e ideológico de la Revolución
Según la historiadora Noemí Goldman, el proceso re-
volucionario comprendió dos períodos. El primero abar-
có los años que van de 1810 a 1814 con un fuerte accio-
nar por parte de los morenistas de asociar la lucha por
la independencia con la construcción de un nuevo orden.
El segundo período, de 1814 a 1820, se caracterizó por el
conservadurismo político del gobierno de directorio. Du-
rante estas etapas se sucedieron seis gobiernos revolucio-
narios: Primera Junta (mayo a diciembre de 1810), Junta
Provisional Gubernativa o Junta Grande (enero a setiem-
bre de 1811), Junta Conservadora (setiembre a noviembre
de 1811), Primer Triunvirato (setiembre de 1811 a octubre
de 1812) Segundo Triunvirato (octubre de 1812 a enero de
1814) y Directorio (enero de 1814 a febrero de 1820) (Gold-
man 2005: 45-46).
Los Morenistas se identificaron con las ideas re-
publicanas de los teóricos de la Revolución Francesa. En
franca oposición al pensamiento conservador y monár-
quico de saavedristas, lograron proclamar la liberación
indígena en Tihuanaco, fundaron la sociedad patriótica
(1812), después de la misteriosa muerte de Mariano Mo-
reno, aunque luego se repliegan en la sociedad secreta
conocida como Logia Lautaro. Mientras tanto el ejército
del Norte era derrotado en Huaqui y el reclutamiento de
8 > > > SINTESIS DE HISTORIA
En el proceso de transición de colonia a la nación,
es necesario describir las nuevas experiencias so-
cioeconómicas surgidas de la revolución de la indepen-
dencia, en el contexto de una muy larga transición en la
que una suerte de mezcla de herencias desplegó múlti-
ples formas de integración entre lo nuevo y lo viejo.
El período se caracterizó por el estallido de la organi-
zación espacial y económica del virreinato del Río de la
Plata, que impactó tempranamente durante el siglo XIX
en el ciclo de producción-circulación de la economía rio-
platense, en general, y santafesina, en particular. La gue-
rra revolucionaria devenida luego en guerra civil estuvo
acompañada de “una forma de economía destructora, de
rapiña y saqueo”, en palabras de Tulio Halperin Donghi. La
pérdida u oclusión de lugares centrales en la estructura
de circulación, como el Alto Perú, Chile o la Banda Orien-
tal, obligó progresivamente a los agentes a una redefini-
ción no buscada ni deseada de los circuitos mercantiles.
Ya por entonces se perfilaba una clara tendencia de los
núcleos económicos a recostarse cada vez más sobre el
río. Asimismo, las disrupciones en el tráfico ultramarino
trajeron incertidumbre, y desde fines de 1809 Liverpool se
perfiló como la nueva metrópoli que vendría a suplantar
a la perdida Cádiz.
La eterna miseria fiscal del gobierno revolucionario, lle-
vó hacia una creciente agresividad en la búsqueda de re-
cursos necesarios para la supervivencia de la revolución,
por lo que las persecuciones y las exacciones forzosas se
constituyeron en moneda corriente. En Buenos Aires las
donaciones para el ejército acompañaron las diferentes
expediciones y, si bien las primeras víctimas fueron los
sospechosos de deslealtad a la causa, pronto casi nadie
quedó exento de esa violencia del nuevo poder.
Progresivamente, las provincias fueron sometidas a
medidas que esquilmaron sus finanzas, incluyendo prés-
tamos forzosos y contribuciones extraordinarias de hom-
bres y ganados. Santa Fe, ya en 1810, tuvo que ceder a la
causa “los propios” de la ciudad (recursos de los que dis-
ponía el Ayuntamiento para el gobierno municipal). Uno
de los primeros “negocios” de los que se tuvo que ocupar
el diputado enviado a Buenos Aires, Francisco de Tarra-
gona, fue su confiscación lisa y llana, muy a pesar de las
quejas del cabildo.
La casi inmediata ocupación del terreno por parte del
ejército revolucionario condujo hacia situaciones en las
que la guerra lo afectó directamente: las tropas vivieron
de los recursos locales. Santa Fe asistió a una especie de
“privilegio” en este sentido: su siempre vigente función
“bisagra”, aun en un espacio que se desintegraba, la some-
tió a la presencia extenuante de ejércitos diversos durante
cuarenta años.
Estas condiciones que, con diferentes tonos e intensi-
dades, se sostuvieron hasta la década de los años cuaren-
ta del siglo XIX, obligaron a los comerciantes tradiciona-
les santafesinos a desplegar estrategias ante la progresiva
desarticulación política y económica del lugar en el que
operaban, muchas de las cuales no lograron superar la ba-
rrera casi infranqueable de la destrucción material de sus
recursos.
A fines del período colonial Santa Fe experimentó una
suerte de ruralización de la economía mercantil que, en
parte, siguió articulada al Alto Perú a través de la pro-
ducción y comercio de mulas, pero que paulatinamente
se orientó fuertemente hacia Buenos Aires, tanto desde
el plano de la producción-comercialización de productos
pecuarios, como desde la creciente interacción y relativa
dependencia de los grandes comerciantes porteños.
El grupo de familias que habían dominado el comer-
cio de yerba con el Alto Perú —como los Diez de Andino,
Maciel, Larramendi, Lacoizqueta, Echagüe, Candioti— re-
gistra en sus prácticas y patrimonios el peso que la pro-
ducción ganadera comenzará a tener en la economía san-
tafesina hacia fines del siglo XVIII y principios del XIX.
La gran complejidad del contexto internacional agregó
presión a todo un grupo social en crisis. Y esta presión fue
en aumento a través de las medidas políticas y fiscales
de Buenos Aires, que generaron un proceso de intranqui-
lidad, mas notorio aún desde 1806 con las invasiones in-
glesas. Los antiguos circuitos dejaron de ser recorridos: se
habían vuelto demasiado peligrosos y ya no había a quién
o cómo vender lo que se transportaba. A partir de 1809 el
camino al Alto Perú se encontraba entorpecido hasta su
pérdida casi total.
Reducida Santa Fe, hacia 1812, a una estrecha franja
LA eConomÍA sAnTAFesinA en LA PRimeRA DéCADA
ReVoLuCionARiAPor Dra. Griselda Tarragó
SINTESIS DE HISTORIA < < < 9
de territorio cercano al río, nunca recuperó la centralidad
relativa que había tenido durante la época colonial. Mas
allá de la estrategia de los comerciantes que exploraban
caminos diferentes en el campo de las prácticas empre-
sariales para afrontar las consecuencias de la renovada
emergencia de Buenos Aires, la ruptura revolucionaria los
sorprendió mal parados, cuando estaban generando, no
sin dificultades, su reinserción en un momento especial-
mente difícil y de fuertes variantes económicas.
El conflicto de la Banda Oriental y el Litoral se expan-
día entonces en el terreno desde 1814 y Santa Fe se en-
contraba en el ojo de la tormenta. Al larvado descontento
con los agentes porteños se agregaba el despojo de sus
rentas capitulares, el arrebato de su tropa veterana para
la campaña contra Artigas en Entre Ríos, y el desampa-
ro de la frontera indígena, peligrosamente descontrolada
entonces.
No hay conclusiones simples sobre la experiencia de
los agentes ante la revolución y la guerra en el Río de la
Plata. El proceso de transformaciones profundas que des-
encadenó el cambio político modificó progresivamente la
organización del espacio económico existente, afectando
de manera desigual las zonas y los circuitos mercantiles
terrestres y ultramarinos transitados por las familias de
comerciantes que habían prosperado en la etapa virreinal.
Hacia 1815 el núcleo mercantil de Santa Fe, que era a su
vez consignatario del de Buenos Aires, comenzó a mani-
festar las señales de ese necesario acomodamiento y em-
pezó a operar directamente en todas las localidades del
Paraná, participando del comercio de exportación junto
con el grupo de ingleses y porteños, un mismo conjun-
to aliado en sus intereses que traficaba con yerba, tabaco,
cueros, productos de importación diversos: casas comer-
ciales como Anchorena, Aguirre, Costa, Lezica, Carranza,
junto con los Robertson, Fair, Posttlewaithe, Twaithes, Orr,
además de las santafesinas Aldao, Candioti, operaban en
conjunto en el Litoral-Buenos Aires-Montevideo y, en al-
gunos casos, también en Río de Janeiro y Valparaíso. §
10 > > > SINTESIS DE HISTORIA
Hacia 1815 esa dura experiencia había templado los
ánimos de los santafesinos y, sobre todo, advertido sobre
la inestabilidad de la situación. Las principales familias
de la ciudad invirtieron una cuota importante de energías
y recursos para guiar la revolución hacia el camino de la
autonomía, con la intención de dirimir tanto la coexisten-
cia de legitimidades tan nuevas como dudosas, así como
la distribución del poder en una situación política inédita.
La oposición a la intervención de Buenos Aires (mate-
rializada en esa forma tan resistida de los gobernadores
militares) se
gestó primero
a g a z a p a d a -
mente duran-
te ese terrible
tiempo de sos-
pechas y cons-
p i r a c i o n e s ,
pero emergió
de forma os-
tensible cuan-
do el artiguis-
mo apareció
p l a n t e a n d o
una alterna-
tiva de oposi-
ción concreta
a un proyecto
revoluciona-
rio que estaba
l i teralmente
liquidando las
bases socia-
les, políticas y
materiales de Santa Fe.
La autonomía fue entonces la expresión de ese resqui-
cio abierto en ese momento en particular que hizo posi-
ble que los santafesinos pudiesen pensar en una salida
diferente a la fidelidad a los gobiernos de Buenos Aires.
Sin embargo, la propuesta de Artigas, si bien funcional al
momento, tampoco devino en la adhesión incondicional.
Desde 1810 la ciudad de Santa Fe fue foco de per-
manentes redefiniciones de su relación con los
poderes revolucionarios impuestos desde Buenos Aires,
proceso que se verificó en medio de una devastadora gue-
rra que instaló a los ejércitos en tierras santafesinas.
El agitado lustro que corre entre aquel año y 1815 cul-
minará en la autonomía provincial. Con ella se inicia la
metamorfosis que permitirá la aparición de una nueva
forma de unidad política y administrativa, la provincia,
que se presentará como la vía, la alternativa que Santa Fe
encuentra de arti-
cular y encauzar
las diferentes rea-
lidades surgidas
de la revolución.
Sin embargo, ese
tránsito no cul-
minará sino has-
ta bien entrada la
primera mitad del
siglo XIX.
Este comple-
jo momento de
transformación
política, económi-
ca y social que re-
mató en la conso-
lidación del actual
territorio de la
Provincia de Santa
Fe, involucró tanto
las estrategias de
las familias nota-
bles de la ciudad
de Santa Fe, como los desplazamientos y las distintas de-
fensas de las fronteras con el indio, la evolución de la po-
blación, la economía y la vida diaria, y en general, todos
los aspectos de la existencia de la ciudad-provincia. Todos
ellos estuvieron atravesados por las tribulaciones arriba-
das con la disolución del orden colonial y la instalación de
la guerra como una realidad cotidiana.
LA ReVoLuCiÓn en sAnTA Fe:
De LA obeDienCiA
A LA AuTonomÍA (1810-1815)Por Dra. Griselda Tarragó
SINTESIS DE HISTORIA < < < 11
De esta manera, la postura de la ciudad litoral se enco-
lumnaba detrás de esta emergencia de los pueblos riopla-
tenses que la revolución había puesto en escena y frente
a los cuales la idea de una soberanía única de una to-
davía inexistente nación, había chocado inevitablemente.
La autonomía fue el atajo que los santafesinos eligieron
para decir que sólo aceptarían como forma de articula-
ción política una confederación de ciudades autónomas,
preservando así los antiguos derechos de la ciudad que se
habían resignificado con la revolución.
El proceso estuvo fuertemente cargado de contradic-
ciones al interior de un grupo que se mostró en constante
redefinición. La crisis y el desconcierto abrieron espacios
para el ascenso de sujetos que comprendían la magnitud
de lo que estaba sucediendo y se embarcaban en un pro-
yecto que, con un discurso moderno, pretendía hacerse
con el poder.
Al tiempo que las urgencias políticas imponían un rit-
mo vertiginoso a las decisiones que se tomaban, el mis-
mo camino siguieron las estrategias desplegadas ante la
inevitable disgregación del área en el que operaban pro-
ductiva y comercialmente. Todos estos hombres tenían
en esta instancia mucho para perder, ya que más allá de
los desafíos revolucionarios, debían remediar, componer,
los problemas concretos y reales que los nuevos tiempos
trajeron a una economía que estaba a comienzos del siglo
XIX, adaptándose al ritmo que le imponía Buenos Aires y
su puerto.
Aunque con resultados muy diversos, estos agentes
cumplieron un papel ágil en ese peligroso juego, capita-
lizando la experiencia adquirida como base para abrir
alternativas múltiples al resquebrajamiento del espacio
económico y político y preservar, no sin inconvenientes,
la posición social y económica adquirida en más de dos-
cientos años de historia.
De esta manera, muchos de los cambios profundos que
traería consigo el ascenso del caudillo López –cabal ex-
presión de lo que ocho años de guerra habían producido
en esta sociedad- fueron más el fruto de estas presiones
aleatorias que de los objetivos revolucionarios o autonó-
micos en sí mismos. §
12 > > > SINTESIS DE HISTORIA
Existen diversas formas de interrogar al pasado, de
dialogar con él, de hacerlo inteligible, de acopiar la
memoria del ayer. Para ello recurrimos a los relatos, las
narraciones, los documentos y toda aquella fuente que
nos permita reconstruir “ese extraño país llamado pasa-
do”.
Nuestra preocupación está puesta en los procesos
sociales y en la vida de la gente común, que acompañan
los grandes acontecimientos y personajes destacados.
Concentrarse en las experiencias directas de la vida de
las personas, en la memoria de quienes
las vivieron y que las transfor-
man en registro permanente
del pasado.
Para este trabajo, en-
tonces, la primera
pregunta que debi-
mos formularnos es
cómo era San Loren-
zo en 1813. Fue un
ejercicio… dejar a la
imaginación hacer
su tarea, porque es
muy difícil “pensar”
en el San Lorenzo
de 1813, dado que
lo único que queda
de ella es el conven-
to de San Carlos, y los
datos que la memoria
colectiva y local ha dejado
como tradición.
Tampoco es fácil dar respuestas certeras debido a la
poca bibliografía existente y a la falta de fuentes de in-
formación escrita de la época, considerando además que
ésta, muchas veces, es confusa o se presta a distintas in-
terpretaciones.
La zona que hoy nos ocupa formó parte de una exten-
sa geografía que integraba varios poblados a los que se
denominaba Pago de Los Arroyos. Podemos establecer los
límites del antiguo “Pago de los Arroyos”, esa región don-
de una gran cantidad de cursos de agua la atraviesan y
desembocan en el Paraná. Estos arroyos son: San Lorenzo,
Ludueña, Saladillo, Frías, Arroyo Seco, Pavón, del Medio y
Ramallo.
Al norte con la banda del rio Carcaraña, entonces, Pago
de los Arroyos limitaba al norte con el Río Carcarañá y
se extendía hasta la Cañada de las
Hermanas (actual Ramallo)
al sur, aunque algunos
historiadores entien-
den que el mismo
limitaba con el
arroyo del Medio
(actual límite
provincial en-
tre las Pcias de
Santa Fe y Bs.
As.). Al este el
Paraná es el
que marca el
límite natu-
ralmente y el
límite menos
definido del Pago
era el oeste, con
demarcaciones im-
precisas, aunque se tenía
como referencia los Fortines de Melincué (1776) y el de
Esquina (1720), hoy actual localidad de San José de la Es-
quina. Al oeste también limitaba con caminos de postas
u otras jurisdicciones. Esta línea imaginaria coincidía con
los límites de Córdoba, es decir; era una línea que pasaba
por los puntos Melincué, India Muerta y Arequito.
sAn LoRenZo en 1813HAbÍA unA ViDA...
Por Lic. Analía M. Gauna
Prof. Sergio G. Paz
SINTESIS DE HISTORIA < < < 13
En la actualidad el “Pago de los Arroyos” es ocupado por
los Departamentos Rosario, San Lorenzo y parte del De-
partamento Constitución en la provincia de Santa Fe, y los
partidos de Pergamino y Ramallo en la provincia de Bs.As.
Esta región comenzó a ser poblada gradualmente desde
fines del S. XVII y principio del S. XVIII, como consecuen-
cia de una inmigración interna causada por el constante
ataque de los indígenas a los pagos que se ubicaban al
norte de la ciudad de Santa Fe, o bien simplemente, gente
que se acercaba a las estancias de la zona para trabajar
como peones. Entre los primeros pobladores y dueños
aparecen Dn. Vera Mujica y Montiel y después, a partir de
1720, la instalación de la estancia jesuítica San Miguel (en
la actual localidad de Aldao) y sus seis Puestos, que tam-
bién será motivo de trabajo para la población zonal.
En el desarrollo de la vida de nuestra zona es imposible
no mencionar las postas que constituían el lugar donde
los viajeros hacían un descanso y cambiaban los anima-
les de tiro. En los primeros momentos de la expansión,
las Postas hicieron posible la comunicación y la unidad
de este territorio. La creación de las primeras postas en la
carrera al Paraguay fue dispuesta el 11 de abril de 1774. El
Camino Real, que atravesaba el Pago de los Arroyos, “cru-
zaba el arroyo Ludueña, unos 2.300 metros al oeste-sur-oeste
de su desembocadura en el Paraná, se distanciaba de este unos
2.000 metros para el aprovechamiento de los terrenos altos (li-
bres de pantanos) pero esta distancia se reducía a la altura de
San Lorenzo unos 1.200 metros, por efecto de la comba que, des-
de el arroyo San Lorenzo hasta 8 km al sur, forma el Paraná con
el poniente.”
En el Pago de los Arroyos las postas emplazadas eran
la de Rosario de los Arroyos, creada en 1774, aparece si-
tuada aproximadamente en la actual intersección de las
calles Ayacucho y Virasoro (Rosario), la Posta del Espinillo,
era ya conocida en el
Siglo XVII, en nuestros
días la posta aparece-
ría emplazada en las
cercanías del límite
de los Departamentos
Rosario y San Lorenzo,
al sudoeste de Capitán
Bermúdez y la de San
Lorenzo, creada en
1790, hoy situaríamos
aquella posta en la
planta urbana del pue-
blo Timbúes.
Hay un relato muy
interesante que des-
cribe a San Lorenzo y
la zona en esa época;
dice el viajero y co-
merciante inglés Ro-
bertson: “Después de abandonar Luján, vi dos miserables
villas, Areco y Arrecifes; vi tres pequeños pueblos, San
Pedro, San Nicolás y Rosario, cada uno con 500 ó 600 ha-
bitantes. La población de Rosario está situada sobre una
alta barranca a pique que domina el río, pero su ancha y
diáfana superficie no era interrumpida por ningún barco;
sus magníficas aguas corrían con toda majestad, pero con
todo el aislamiento de la Naturaleza, porque aquí el hom-
bre ha abandonado a ella casi todo.[…]Vi un Convento lla-
mado San Lorenzo, que albergaba treinta frailes; y vi tam-
bién ranchos de barro. Vi cardos más altos que un caballo
con jinete; aquí y allá pocos troncos de algarrobo; pasto
alto, innumerables ganados; alzados y mansos; gamas y
avestruces retozando en la llanura; vizcachas barbadas
saliendo en grupos, al caer el sol…
La formación de lo que es hoy la localidad de San Lo-
renzo fue espontánea, pues no obedeció a ningún desig-
nio preconcebido, sino que fue el fruto de situaciones for-
tuitas, afirmadas con la radicación en el lugar de la orden
franciscana y del Convento San Carlos. Hacia el año 1790,
Félix Aldao, donó a esta orden religiosa, los terrenos para
la construcción del alojamiento necesario para los peones
que trabajarían en la nueva obra. Para 1792, los francis-
canos, comenzaron a establecerse en San Lorenzo. Una
de las primeras tareas encaradas fue la erección de una
pequeña Capilla y un lugar para el alojamiento del sacer-
dote que estaba a cargo de la misma. Al mismo tiempo
se construyeron hornos para el cocimiento de ladrillos y
otras obras necesarias para apoyar el proceso de la futura
construcción.
Finalmente, el sábado 06 de mayo de 1796 se produjo
el traslado de la Comunidad franciscana desde la antigua
estancia de San Miguel del Carcarañá al actual Convento
San Carlos, donde establecieron un Colegio de “Propagan-
da Fide”. La vieja estancia
de San Miguel fue des-
mantelada y sus materia-
les se aprovecharon en la
prosecución de las obras
de San Lorenzo.
El Convento San Carlos,
para la época del Comba-
te, constaba de una Iglesia,
con su campanario o espa-
daña de tres arcos, la Sa-
cristía, celdas, cocina, des-
pensa, corralón, claustros,
librería, refectorio. Todo
estaba construido con pa-
redes de ladrillo y barro, ti-
rantes de cedro y tijeras de
palma, techos de tejuela y
cal, pisos enladrillados. Lo
que conocemos hoy como
14 > > > SINTESIS DE HISTORIA
la Parroquia San Lorenzo Mártir, para esa fecha, no exis-
tía; las paredes periféricas estaban siendo levantadas y
tenían unos tres metros de alto aproximadamente.
Hacia el lado oeste se ubicaba la quinta grande donde
se alzaba lo que se conocía como locutorio, compuesto de
una salita para el portero y otra a través de la cual y de un
sistema de campanas, las personas necesitadas de asis-
tencia espiritual, llamaban a los frailes. La entrada estaba
protegida por un portón de madera que soportaban dos
pilares almenados.
Había una bajada al río llamada Bajada de los Padres,
hoy la bajada norte del Paseo de la Gloria (en lo que es hoy
la actual calle Santos Palacios).
A 14 años de radicada la orden franciscana en San Lo-
renzo y como respuesta a las repetidas súplicas que ha-
cían algunos vecinos de esta campaña, la Escuela de pri-
meras letras “San Carlos”, abrió sus puertas en diciembre
de 1810 para todos los niños. A Fray Manuel del Carmen
Peña se lo conoce como el primer maestro, función que
cumplió hasta 1848. El Acta Fundacional de la Escuela San
Carlos, que data del 19 de diciembre de 1810, la constituye
en la primera escuela pública y gratuita fundada después
de instalado el gobierno revolucionario.
El local era una humilde pieza del Convento que muy
pronto fue insuficiente. En 1812 encontrándose los Padres
Franciscanos abocados a la obra de ampliación, debieron
suspender temporariamente esta tarea para colaborar,
con materiales y herramientas, a solicitud del Comandan-
te Militar de Rosario, en la construcción de las Baterías
Libertad e Independencia, sobre las que Belgrano izó por
primera vez la Bandera el 27 de febrero de 1812.
La tradición dice que un año después, en 1813, esta úni-
ca aula de la escuela, sirvió también de enfermería para
atender a los heridos del memorable combate.
Y el pequeño poblado de San Lorenzo crecía alrededor
del Convento de San Carlos. Sobre el Paraná, al norte del
Convento, se hallaba un puerto, sobreviviente del antiguo
“puesto” de la estancia jesuítica. Allí se ubicaba una “ran-
chada”, refugio de pescadores o “arrimados” que trabaja-
ban temporalmente en las estancias de la zona, especial-
mente las de las familias Aldao y Diez de Andino. Por el
puerto también se producía la salida irregular de frutos
de la ganadería.
Tomando las palabras del historiador Melitón Hierro,
señalamos que: “se inicia después de 1796 la construc-
ción a cierta distancia del Convento, de algunas viviendas
modestas de operarios de las obras, proveedores, peque-
ños comerciantes y agricultores; sin poderse precisar el
número exacto, creemos que no pasarían un centenar de
habitantes de San Lorenzo, en esa época.
Para 1813, época del Combate de San Lorenzo, había ya
más pobladores sobre todo en la campaña que rodeaba al
convento y dispuestos en una aldea o ranchada situada a
unos mil metros al sur del Convento y sobre la barranca
(actuales calles Sargento Cabral y San Luis) y otra aldea o
ranchada al norte, sobre el Arroyo San Lorenzo, calculan-
do que su cantidad sería en total de unos pocos centena-
res de habitantes.
Del libro “Historia del Convento San Carlos de San Lo-
renzo”, del padre Teófilo Pinillos extraemos el siguiente
croquis del Combate de San Lorenzo, realizado por San
Martín, estando en Bruselas, a pedido del Gral. Guillermo
Miller, donde puede observarse, a la derecha del Conven-
to, la “Aldea antigua de San Lorenzo”
Otro aporte sobre la conformación del poblado sanlo-
rencino es el que presentó en 1858 el padre franciscano
SINTESIS DE HISTORIA < < < 15
Constancio Ferrero al provisor Eclesiástico de Paraná; éste
le había solicitado un informe sobre el Convento San Car-
los desde sus orígenes en la región; es este sacerdote el que
va a decir que lo único que había en la zona al momento
de la llegada de los franciscanos, en 1792, era un grupo de
gente venido de Bs. As., y que eran “elementos políticos
[…] que fabricaron unas chozas de paja malamente cons-
truidas, viviendo escondidos e ignorados como los arroyos
del desierto o más bien como el puerto que habitaban”.
Según Ferrero “los primeros pobladores eran perseguidos
políticos sospechados de conspirar contra el orden –no
delincuentes comunes-. Hombres con sentido revolucio-
narios en sus procederes, que si algo desobedecían eran
normas caducas que una nueva realidad tácitamente de-
rogaba…”
Así, geografía, sistema de postas, instalación del con-
vento San Carlos, creación del Colegio del mismo nombre,
la situación desde la revolución de 1810, el paso del Regi-
miento, los primeros pobladores y sus actividades fueron
conformando un espacio social que merece nuestra aten-
ción, porque la memoria colectiva está siempre construi-
da sobre una necesidad del presente.
Desconocemos a ciencia cierta cuál era el pasatiempo
de los habitantes de esa época, cómo eran sus viviendas,
la relación con los pueblos vecinos, la verdadera función
del convento San Carlos, si el paso del Regimiento de
Granaderos cambió en algo la cotidianeidad de este pue-
blo. De algo sí estamos seguros, que hubo parroquianos,
como Tomás Medina, Pablo Rodrigáñez, Nazario Palacios
y tantos otros que en un acto de conciencia ofrecieron
sus servicios al entonces desconocido Coronel San Mar-
tín, porque algo les susurraba al oído, que este pequeño
hecho era el comienzo de algo … que para bien o para
mal marcaría la historia, una historia hecha por hombres
y mujeres que probablemente nada tendrían que saber
de laureles, campañas militares e intereses políticos, solo
los guiaba una sospecha de lo porvenir. De hecho también
significó sentirse parte de ese proceso, de la historia de la
región que produjo nuestro “hoy”. §
Entrada al Convento, siglo XX
Mapa de la región hecho por Tomás Faulkner
16 > > > SINTESIS DE HISTORIA
SINTESIS DE HISTORIA < < < 17
Este relato comenzaría en Montevideo, Banda Orien-
tal del Uruguay que se encontraba sitiada por las
tropas revolucionarias de Buenos Aires y por las fuerzas
del caudillo Artigas. Una
ciudad que desde Mayo de
1810 se había convertido
en núcleo de resistencia
de las fuerzas realistas y
que estaban comandados
por Elío, a sazón nombrado
Virrey del Río de la Plata,
suplantando a Cisneros,
el que había caído en des-
gracia en Buenos Aires tras
aquel mayo. Desde hacía
ya meses, los españoles
resistían el asedio criollo
a Montevideo, sostenidos
por la armada realista que
se había convertido desde
el combate naval de San
Nicolas en 1811, en due-
ña de las aguas del Plata
y que periódicamente lle-
vaba adelante excursiones
de rapiña y saqueo por las
costas tanto del río Uru-
guay como del propio Pa-
raná.
A principios de enero
de 1813, el Triunvirato re-
cibe la noticia de que un
convoy de aproxidamente
once navíos, al mando de
Rafael Ruíz y Juan Antonio Zavala, partían desde Montevi-
deo con la intención de remontar el Paraná y destruir las
baterías ubicadas tanto en Rosario como en Punta Gorda
(hoy Diamante). La junta decide desarmar la de Rosario,
reforzar la de Punta Gorda y disponer que el Regimiento
de Granaderos a Caballo se movilice a los efectos de cus-
todiar el litoral paranaense desde Zárate hasta Santa Fe.
Con las instrucciones firmes, el 28 de enero por la no-
che y desde su cuartel general en el Retiro (actual plaza
San Martín), partirá el por entonces Coronel José Francis-
co, al mando de 150 granaderos, junto a 100 granaderos de
infantería al mando del Teniente Coronel Juan Morón, uti-
lizarán para su desplazamiento, el camino de la “Carrera
al Paraguay” o “Camino de la Costa”, alejado media legua
del río Paraná, utilizan-
do el sistema de postas,
para reaprovisionarse de
caballos y para mantener
las comunicaciones.
Marcharán de noche,
para evitar el calor es-
tival de enero y para no
ser vistos por el enemigo:
“entre grandes cardales,
en la oscuridad de la no-
che y sobre caminos pol-
vorientos… marcharán,
para entrar en combate y
obtener la victoria contra
un enemigo descansado
que los duplicaba en nú-
mero”. El tiempo que le
llevó a San Martin y sus
hombres, que recorren
los 320 km (76.5 leguas)
que separan Buenos Ai-
res de San Lorenzo, en
tan solo cinco días, con-
vierten dicha marcha en
la mas rápida en la Histo-
ria militar mundial¹.
La primera parada
será en la Posta de Santos
Lugares (hoy San Martín)
y allí se presentará el pri-
mer inconveniente, los caballos para los granaderos de
infantería no estaban preparados, ya que había fallado el
correo oficial, por lo cual se producirá la división de los
efectivos involucrados. Morón y sus hombres llegarán a
San Lorenzo el día 4 de febrero, por lo que no participaron
eL CAmino DeL LibeRTADoR
Por Prof. Pablo Sapei
Si fuera un director y pensara esta historia
como un film, la escena del final estaría rep-
resentada por José de San Martín amparado
por la sombra del fondoso pino, reponiéndose
de las heridas, erguido delante de su escriba,
el teniente Mariano Necochea y dictándole
las oraciones que conformarán el parte del
combate, mientras aún subsisten los ecos de
aquella histórica jornada del 3 de febrero de
1813. Si ese fuese el final ¿Cuál sería el prin-
cipio?. ¿Cómo llegó San Martín y sus hombres
a las puertas del “histórico convento”?.
¹ Da un promedio de 80 km por día, de marcha forzada, a caballo, en el mes de enero… datos que nos indican la buena preparación de los granaderos para marchar a caballo… Es-timado lector imagínese hacer 80 km a caballo en un día…. Como dirían los españoles… “piense en sus posaderas”
18 > > > SINTESIS DE HISTORIA
del combate, tampoco participarán del enfrentamiento el
armamento y la artillería que llevaba el capitán Mariano
Larrazabal, que también se verá demorado por este error
de suministro. De aquí en más, seguirán el camino San
Martín y sus 150 jinetes, quienes serán lo que participarán
de aquel 3 de febrero, donde enfrentarán a 250 realistas y
aun así, con semejante diferencia de hombres, lograrán
el triunfo.
En la exigente marcha a la cual se someterán los gra-
naderos, tras la salida de Santos Lugares y luego de la
demora sufrida, recorrerán las postas de Conchas (hoy
Hurlingham), Arroyo Pinazo, Pilar, Cañada de la Cruz, Río
Areco, Cañada Honda (hoy Baradero), San Pedro y Rincón
de las Hermanas (antes de llegar a San Nicolás), todas
ellas en la provincia de Buenos Aires y bastante alejadas
de la costa.
En la posta “De las Hermanas” San Martín organizará
un sistema de “vigías y batidores” al mando de Ángel Pa-
checo, quienes vestidos de paisanos y mucho mas cerca
de la costa, se adelantarán a la tropa, con el objetivo de
controlar de cerca los movimientos realistas² .
Por su parte, la flota llevaba una ventaja de dos días
respecto a la marcha de los granaderos. En efecto para el
día 28 los barcos pasaron frente a San Nicolás y para el
día 30 la bandera real española amenazaba desde lo alto
del mástil mayor a la Villa del Rosario, fondeando cerca de
las islas. En Rosario, expectante, se encontraba Celedonio
Escalada, comandante militar, con sus milicianos, unos
22 hombres con fusiles, 30 con chuzas y un cañoncito de
montaña (léase el artículo “los sucesos del 30 de enero de
1813”) alerta ante lo que los realistas pudieran hacer. Ese
mismo día por la noche, la flotilla eleva anclas y fondea en
San Lorenzo, frente al Convento San Carlos.
En la noche del 31 de enero, un canoero paraguayo
José Felix Bogado, que había sido hecho prisionero por los
realistas, logra fugarse de su encierro y llegar a la playa,
donde es rescatado por los milicianos de Escalada. Bogado
les informará que el número de embarcados era de 350
hombres y que estaban preparándose para volver a des-
embarcar en el Convento al día siguiente³.
Pronto Escalada despachará un correo, que encontrará
a San Martín en la Posta de Arroyo del Medio y le anoticia-
rá de lo expuesto por el canoero paraguayo, tras anoticiar-
se de las novedades redoblarán la marcha pasando por
las postas de Arroyo Seco y Rosario hasta alcanzar en el
atarceder del día 2 de febrero la posta del Espinillo.
En el espinillo
Será la última parada de los granaderos y su coronel
antes de arribar al Convento San Carlos, allí recibirán de
manos del maestro de postas Sebastián Basualdo y su
madre Francisca Roldán, los caballos con los cuales carga-
rán contra las tropas enemigas al día siguiente y además
se producirá el encuentro con el comerciante británico
John Parish Robertson, destinado a ser testigo y cronista
privilegiado del Combate de San Lorenzo.
Dejemos que sea el propio Robertson que relate lo
acontecido allí.
“Por la tarde del quinto día llegamos a la posta de San
Lorenzo4, distante como dos leguas del convento del mis-
mo nombre, construido sobre las riberas del Paraná... allí
nos informaron que se habían recibido órdenes de no per-
mitir a los pasajeros seguir desde aquel punto, no sola-
mente porque era inseguro a causa de la proximidad del
enemigo sino porque los caballos habían sido requisados
y puestos a disposición del gobierno... Todo lo que pude
convenir con el maestro de postas fue que si los marinos
desembarcaban en la costa yo tendría dos caballos para
mi y mi sirviente y estaría en libertad de internarme con
su familia en un sitio conocido por él, donde el enemigo
no podía seguirnos...
Antes de desvestirme hice mi ajuste de cuentas con el
maestro de postas y, cuando quedó arreglado, me retiré al
carruaje, transformado en habitación, para pasar la noche
y pronto me dormí.
No habían corrido muchas horas cuando desperté de
mi profundo sueño a causa del tropel de caballos, ruido
de sables y rudas voces de mando a inmediaciones de la
posta. Ví confusamente en las tinieblas de la noche los
tostados rostros de dos arrogantes soldados en cada ven-
tanilla del coche.
“No dudé en estar en manos de los marinos. ¿Quién
esta ahí? dijo autoritariamente uno de ellos. “Un viajero”
contesté, no queriéndome señalarme inmediatamente
como víctima confesando que era inglés. “Apúrese” dijo la
misma voz “y salga”. En ese momento se acercó a la ven-
tanilla una persona cuyas facciones no pude distinguir en
lo oscuro, pero cuya voz estaba seguro de conocer, cuan-
do dijo a los hombres: “No sean groseros; no es enemigo,
² En algún punto de la costa el propio San Martín, acompañó a este oficial de vigilancia “ambos disfrazados de paisanos” según le expresó el propio San Martín en su corresponden-cia con el Gral. Miller en 1827. Collimodio Roberto y Romay Julio “Soldados de San Martín en San Lorenzo”, Alfar editora, pag. 106. Año 2012.
³ “con el objeto de registrar el monasterio donde suponían ocultos los caudales de la localidad y que su intento era remontar ense-guida el río a fin de pasar de noche las baterías de Punta Gorda, si es que no podían destruirlas”. Mitre Bartolomé “Historia de San Martín y la emancipación Americana” pag. 178. Ediciones Jackson 1953. Bs. As.
4 He aquí una de las raíces de la confusión que duró décadas, en la que se afirmaba que la posta que estaba ubicada en la actual ciudad de Capitán Bermúdez, se llamaba San Lorenzo, cuando en realidad se llamaba Del Espinillo, para mayores detalles lo invitamos a leer el artículo “Postas y Controver-sias” que aborda dicha cuestión en esta revista.
SINTESIS DE HISTORIA < < < 19
sino, según me informa el maestro de posta un caballero
inglés en viaje al Paraguay”.
Los hombres se retiraron y el oficial se aproximó más
a la ventanilla. Confusamente pude discernir sus finas
y prominentes facciones, sin embargo, combinando sus
rasgos con el metal de su voz, dije “Seguramente, usted
es el coronel San Martín y si es así, aquí está su amigo
mister Robertson”. El reconocimiento fue mutuo y cordial
y él se regocijó con franca risa,
cuando le manifesté el miedo
que había tenido, confundien-
do sus tropas con un cuerpo de
marinos. El coronel entonces
me informó que el gobierno
tenía noticias seguras de que
los marinos intentarían des-
embarcar esa misma mañana
para saquear el país circunve-
cino y especialmente el con-
vento de San Lorenzo. Agregó
que para impedirlo había sido
destacado con ciento cincuen-
ta Granaderos a Caballo de su
regimiento; que había venido
(principalmente de noche para
no ser observado) en tres no-
ches desde Buenos Aires. Dijo
estar seguro de que los ma-
rinos no conocían su proxi-
midad y que dentro de pocas
horas esperaba entrar en con-
tacto con ellos. “Son doble en
número” añadió el valiente
coronel “pero por eso no creo
que tengan la mejor parte de
la jornada”.
“Estoy seguro que no” dije
y descendiendo sin dilación
empecé con mi sirviente a
buscar a tientas vino con qué
refrescar a mis bienvenidos
huéspedes. San Martín había
ordenado que se apagaran to-
das las luces de la posta para
evitar que los marinos pudie-
sen observar y conocer así
la vecindad del enemigo. Sin
embargo, nos manejamos muy bien para beber nuestro
vino en la oscuridad y fue literalmente la copa del estribo,
porque todos los hombres de la pequeña columna esta-
ban parados al lado de sus caballos ya ensillados y listos
para avanzar, a la voz de mando, al esperado campo del
combate.
No tuve dificultad en persuadir al coronel de que me
permitiera acompañarlo hasta el convento “Recuerde so-
lamente” dijo” que no es su deber ni su oficio pelear. Le
daré un buen caballo y si ve que la jornada se decide con-
tra nosotros aléjese lo más ligero posible. Usted sabe que
los marineros no son a caballo”. A este consejo prometí
sujetarme y aceptando su delicada oferta de un caballo
excelente y estimando debidamente su consideración ha-
cía mí, cabalgué al costado de San Martín cuando mar-
chaba al frente de sus hombres, en oscura y silenciosa
falange.
Justo antes de despuntar la aurora, por una tranque-
ra en el lado del fondo de la construcción, llegamos al
convento de San Lorenzo, que quedó interpuesto entre
el Paraná y las tropas de Buenos Aires y ocultó todos los
movimientos a las miradas del enemigo. Los tres lados
Plano de ubicación Posta del Espinillo
20 > > > SINTESIS DE HISTORIA
del convento visibles
desde el río parecían
desiertos con las ven-
tanas cerradas y todo
en el estado en que
los frailes atemoriza-
dos se supondría lo
habían abandonado
en su fuga precipita-
da pocos días antes.
Era en el cuarto lado
y por el portón de en-
trada al patio y claus-
tros que San Martín
hizo entrar los dos es-
cuadrones en el cua-
drado me recordaron,
cuando las primeras luces de la mañana apenas se proyec-
taban en los claustros sombríos que los protegían, la banda
de griegos encerrados en el interior del caballo de madera
tan fatal para los des-
tinos de Troya.”
Y así con esta cró-
nica del propio Ro-
bertson, se cierra una
parte importante de
este relato, esto es, el
trayecto que llevaron
adelante San Martín y
sus hombres para al-
canzar a los realistas
en San Lorenzo y para
que no obstante el
cansancio de la mar-
cha, la desventaja nu-
mérica, no duden en
salir a la carga, sable
en mano, a todo galope dispuestos a entrar a la historia de
la emancipación americana. §
Cuartel del Retiro donde partió San Martín
22 > > > SINTESIS DE HISTORIA
tas de la carrera al Paraguay, los terrenos
en los cuales se situaba fueron adquiridos
por José Basualdo a la Junta de Tempora-
lidades en enero de 1775 y se extendían
por 1500 varas al norte de la bajada de los
Espinillos de Mendieta5 y 5 leguas hacia al
oeste. Esta posta, ubicada sobre el camino
real a Asunción, prestaba su servicio 4 le-
guas al sur hasta la capilla del Rosario y 5
leguas al norte hasta el arroyo San Loren-
zo (la posta de San Lorenzo aún no exis-
Es por eso que a la
vera de los cami-
nos reales, se establecie-
ron carreras de correo, la
primera uniendo Buenos
Aires, Lima y Santiago
y la segunda enlazando
Buenos Aires con Para-
guay1. Con respecto a esta
última en 1769 se había
creado un servicio pos-
tal oficial a través del río
Paraná, pero la demora
en las comunicaciones
obligó a instalar el servi-
cio por tierra mediante la
creación de postas sobre
el Camino Real.
En la zona conocida
como Pago de los Arro-
yos, las postas que se es-
tablecieron fueron las del
Rincón de las Hermanas,
Arroyo del Medio, Arroyo
Seco, Espinillo y Posta del
Río Carcarañá. A las cua-
les se agregarían las pos-
tas intermedias de San
Lorenzo (1790), Rosario de
los Arroyos (1774), Arroyo
del Ramallo (1812) y Arroyo de Pavón (1814).
Tal cual las retrataron muchos viajeros en las crónicas
de sus viajes por las tierras del Plata, las postas eran ran-
chos muy precarios de barro y techos de paja o cuero, no
todos poseían piezas para que el viajero pernocte2 y algu-
nos contaban con un pequeño despacho de bebidas y co-
mestibles. Siendo la única obligación oficial, la de poseer
buena caballada de refresco en las cercanías de la posta.
Al frente de la misma se encontraba el Maestro de Pos-
ta, quien generalmente era un vecino honrado de los pa-
rajes cercanos, cuya designación por parte de la Adminis-
tración Central de Correos de Buenos Aires les otorgaba
algunas prioridades3, como por ejemplo: ser eximido de
cargas públicas, levas o milicia o poder portar armas.
La posta del Espinillo
Resulta difícil precisar fehacientemente dónde se en-
contraban muchas de las postas, debido a que el carácter
precario de su construcción tornó imposible su preserva-
ción, pero en el actual distrito de Capitán Bermúdez y a
principios del siglo XVIII se encontraba la posta denomi-
nada del Espinillo4.
Creada al momento de constituirse el sistema de pos-
POSTAS Y ConTRoVeRsiAs: sAn LoRenZo, esPiniLLo o siLVA.
Por Prof. Pablo Sapei
1 Los primeros servicios postales entre Buenos Aires, Chile y Perú comenzaron en 1748 y los chasquis encargados de la correspondencia recibían ayuda en el camino por parte de los pobladores hasta que en 1771 se estableció el servicio oficial de postas y correos para Chile y Perú, bajo decisión del visitador de correos Alonso Carrió de la Vandera.
2 Robertson, en su relato y descripción sobre la posta del Es-pinillo describe como por seguridad pero también por ausen-cia de lugar, decide dormir en su carruaje. Guillermo y Juan Parish Robertson “Cartas de Sud América” editorial Emece, Buenos Aires, 1950.
3 Los contratos eran por dos años precisos y dos años vo-luntarios pero podían extenderse hasta 5, 8 y 15 años y si el titular fallecía o se jubilaba, su esposa o hijo tenían prioridad para sucederlo.
SINTESIS DE HISTORIA < < < 23
tía), y su primer maestro fue Juan Toval, quien tras fallecer
en 1787, fue reemplazado por Anselmo Basualdo Ramos
quien perdió la vida en forma violenta y fue sustituido
primero por su viuda Francisca Roldán, para luego ser de-
signado su hijo Sebastián Basualdo, quien tal como afir-
ma Mikielevich “colaborara con Celedonio Escalada y San
Martín, suministrándole la caballada necesaria la noche
del 2 de febrero.” La ubicación y la denominación exacta
de la posta en la cual San Martín conoció al viajero inglés
Juan Parish Robertson6 y recibió la caballada con la cual
cargaría contra los realistas en San Lorenzo fue objeto de
una controversia y una confusión que abarcó a muchos
historiadores, generando gruesos errores que marcaron la
opinión colectiva local.
Con la disolución por parte del gobierno de Buenos
Aires, del sistema de postas heredado desde los tiempos
coloniales, aquella humilde Posta del Espinillo dejará de
existir a fines de 1820. Pero será décadas después, más
precisamente en 1862 y muy cerca de la antigua posta,
que Vicente Silva levantará una posta para el descanso
de pasajeros y transporte sobre el nuevo camino a San
Lorenzo, germen de la actual ruta 11. Será esa posta la
4 El trabajo llevado adelante por el Agrimensor Juan Manuel Castagnino que pronto será publicado, ha permitido estable-cer fehacientemente la ubicación de la posta del espinillo en el actual ejido urbano de Capitán Bermúdez.
5 Tal cual era conocida la bajada situada en el límite actual entre la ciudad de Capitán Bermúdez y Granadero Baigorria Las tierras fueron adquiridas en fecha sin precisar por Va-lentín Gallego, quién luego la cedió a sus herederos José Blas Medina y Mariana Riquelme. Mikielievich W. “La posta de San Lorenzo. Un trillado error histórico” Rosario 1975.
Una confusión centenaria
Durante casi tres siglos, conquistadores, colo-
nos, funcionarios, comerciantes, etc. cruzaron
las inmensas planicies de la pampa sin más
ayuda que la que ellos mismos se podían
prestar. Escasos y precarios eran los ranchos
que diseminados en la vastedad, poca ayuda
podían proporcionar a los arriesgados viajeros
que se decidían a sortear una pampa hostil.
Pero lentamente un mayor tráfico de viajeros y
de mensajes obligó a adoptar una red de correo
por tierra más eficaz y rápida que la existente
por vía fluvial.
24 > > > SINTESIS DE HISTORIA
que suscitará un error de interpretación histórica, al serle
asignada el nombre de Posta de San Lorenzo y fijar allí un
monolito recordatorio del paso del Coronel San Martín y
sus tropas camino a San Lorenzo, primer puntapié de la
emancipación sudamericana, algo que nunca pudo haber
sucedido por ser una construcción realizada medio siglo
despues del paso de San Martín. Mas ese error histórico,
que trascendió por décadas impregnó el imaginario colec-
tivo de nuestra comunidad, convirtiendo a la Posta en un
sitio de referencia histórica de la ciudad.
La Posta de Silva
Debe su nombre a su primer propietario Vicente Silva
quien nació en Mendoza en 1820 y era hijo natural de Do-
mingo Silva y María del Rosario Rodríguez. El 3 de junio de
1844 la iglesia Matriz de Mendoza será testigo del enlace
del joven Vicente con Manuela Escalante. Al año siguiente
el 8 de marzo de 1845 nacerá su primogénito al que bau-
tizará como Juan de Dios de los Dolores Silva, en septiem-
bre de 1846 nace Jacinto Leoncio, luego le sucederán Mar-
garita del Carmen, Fortunata Domitila y la más pequeña
Sinesia, quien será bautizada en Mendoza en diciembre
de 1851. Tras ese año, su rastro se pierde para retornar en
abril de 1859, momento en el cual Vicente adquiere a la
viuda de Pedro De Angelis (intelectual nacido en Italia,
impulsor de la ciencia, las letras y la historia en la Argen-
tina) tierras en el paraje denominado Espinillo7. Junto con
la adquisición de las tierras de De Angelis, Vicente adqui-
rirá también en el Espinillo, propiedades que pertenecían
a Antonio Fayó (jefe político de San Lorenzo) en 1860 y
a Magdalena Correa de Grandoli (madre del Abanderado
Grandoli) en 1862.
Para 1859 las tierras que Vicente adquiere en la zona
del Espinillo, sólo eran atravesadas en su límite oeste por
el antiguo camino real, que en esos días era una simple
huella perdida entre altos pastizales secos. Fruto del azar
o de su perspicacia, al año siguiente de su compra, el por
entonces gobernador Nicasio Oroño ordenará la traza de
un nuevo camino destinado a unir San Lorenzo con Ro-
sario, partiendo en línea recta desde el arroyo Ludueña y
atravesando todas las propiedades recientemente adqui-
ridas por Silva.
Esta decisión impulsó a Vicente Silva, quién poseía las
tierras ubicadas al este y sur de la antigua posta del Es-
pinillo8, a construir un edificio con el objeto de servir de
parada de refresco a los viajeros y a los servicios de men-
sajerías, edificación pronto conocida como Posta de Silva.
La misma se levantaba en terrenos ubicados en la ac-
tual calle Celedonio Escalada, a pocos metros de Av. San
Lorenzo.
El acta sucesoria de Manuela Escalante, cuyo deceso
se produjo el 19 de febrero de 1884, nos brinda una des-
cripción acertada de la Posta de los Silva, aquella primera
construcción de material de la actual Capitán Bermúdez
“edificación central, de cinco habitaciones de azotea mas
otra habitación, un galpón y una cocina con techo de teja,
dos habitaciones de ladrillo, techo de teja y un jaguel ubi-
cado en el fondo del campo”.
Para 1876 la propiedad de Vicente Silva se extendía por
un amplio terreno limitado al este por el Río Paraná, al
6 En el verano de 1813, este comerciante se encontraba ca-mino al Paraguay por motivos comerciales, cuando deteni-do en la Posta de San Lorenzo toma contacto con el Coronel San Martín y su regimiento de Granaderos, la noche antes de enfrentar a las tropas realistas. Allí San Martín invita a Ro-bertson a presenciar el combate y la crónica que éste último realizó sobre el combate se convirtió en la fuente principal que significó el bautismo de fuego de San Martín y sus hom-bres en tierra americana.
Antiguo monolito que señalaba equivocamente a la Posta de San Lorenzo
SINTESIS DE HISTORIA < < < 25
norte por la propiedad de Benjamín Virasoro (actual barrio
Garibaldi de Fray Luís Beltrán), al sur y al oeste con tierras
que fueron de Ávila, las ultimas de las cuales serán ven-
didas a los hermanos Ortiz quienes la bautizarán como
Estancia Los Paraísos9.
Su condición de alfabeto y su calidad de estanciero,
(vale aclarar que sus tierras en el Espinillo estaban dedi-
cadas a la cría del ganado vacuno, lanar y caballar), lo con-
vertirán en un personaje de reconocida raigambre social
en San Lorenzo, a tal punto que será nombrado Juez de
Paz en 1865 en reemplazo de Juan José Andino y prestará
la suma de 403 bolivianos para la construcción del ce-
menterio de San Lorenzo10. Hombre de profunda fe católi-
ca, será terciario franciscano desde 1866 y mayordomo de
la orden en 1874 y 1875.
El nuevo camino intensificó el tráfico de diligencias y
de mensajerías entre San Lorenzo y Rosario, donde varias
empresas prestaban el servicio a diario, transformando a
la posta en una parada obligada para el cambio de caballos
y refresco de viajeros hasta entrado el siglo XX11. El amplio
intercambio que por dicho camino circulaba impulsó al
Ferrocarril Fives-Lille (luego Compañía Francesa de Ferro-
carriles) encargado del trazado de líneas férreas entre Ro-
sario y Santa Fe, a solicitar autorización para extender las
vías en forma paralela al nuevo camino construido. Sobre
esas vías y en 1886 Juan Ortiz decidió la construcción de
una estación, muy cercana a la antigua posta de Silva y
que pronto se transformó en germen de la actual pobla-
ción de Capitán Bermúdez.
El desarrollo del ferrocarril significó una herida de
muerte para el antiguo servicio de postas y mensajerías
y pronto la Posta fue perdiendo su importancia como pa-
rada obligada en el camino, hasta ser adquirida a princi-
pios de siglo por Jaime Vaca, quien instaló allí la primera
7 Nombre con el cual se conocían desde los tiempos coloniales y hasta las primeras décadas del siglo XX, a las tierras de la actual Capitán Bermúdez y norte de Granadero Baigorria.8 El terreno se extendía por 1800 varas de frente al río, limitado al norte por la propiedad de Ramón Avalos y Mendoza y por las tierras de José Basualdo y habían quedado sin vender por la Junta de Temporalidades y fueron adquiridas en fecha sin precisar por Valentín Gallego, quien luego la cedió a sus herederos José Blas Medina y Mariana Riquelme, para finalmente ser traspasadas a Vicente Silva. Mikielievich W. Op. cit. pág 11.
Mansión de la familia Argumedo. Fotografía tomada en 1900.
26 > > > SINTESIS DE HISTORIA
estafeta postal junto a un bar y almacén. Ocupada hasta
principios de la década del 50, la antigua casona quedó
abandonada por años presa del tiempo, la vegetación, la
basura y el descuido.
El edificio que sobrevivió hasta ser derruido en 1989 era
la antigua Posta y frente a ella pero más hacia el norte
se ubicó Villa Amador (desaparecida a principios del siglo
XX) y por último, la estancia Los Paraísos de los hermanos
Ortiz comprendió una muy escasa proporción del actual
distrito de Capitán Bermúdez, tierras que sí fueron titu-
laridad de Vicente Silva, el primero en habitar de modo
continuado estas tierras desde la desaparición de la Posta
del Espinillo, aquella que fuera visitada en la noche del 2
de febrero por el Coronel San Martín. §
9 Las tierras de la estancia Los Paraísos de los Hermanos Ortiz, comprendería en la actualidad gran parte del distrito Ricardone y la zona rural comprendida entre esta localidad y Cap. Bermúdez, al oeste de la actual Autopista, correspon-diendo su vértice sur a la ubicación actual del Cementerio local.
10 Libro 1 folio 56 V del Concejo de San Lorenzo.
11 Juan Manuel Roldán, vecino de Puerto Gral. San Martín, recuerda haber acompañado a su tío, de profesión carretero, hasta Rosario y haberse detenido a descansar en la Posta de Silva en 1907 aprox. Testimonio extraído del video “Puerto “Aquel Pueblo” realizado por Museo de la Ciudad “Estación Cullen” de Puerto Gral. San Martín.
Patio de Villa Amador, presentes Domitila Amador, Sinesia, y dos criados
SINTESIS DE HISTORIA < < < 27
28 > > > SINTESIS DE HISTORIA
Los suCesos DeL
30 De eneRo De 1813
EL PRELUDIO DE
SAN LORENZO…
aquel cañoncito de montaña
SINTESIS DE HISTORIA < < < 29
La siguiente comunicación en-
viada por Celedonio Escalada
al gobierno de Buenos Aires da cuen-
ta de un combate producido el 30 de
enero de 1813, que será denominado
por Mitre como “el preludio del com-
bate” y señala las características de
los milicianos rioplatenses, en este
caso, los que se encontraban bajo el
mando de Celedonio Escalada, a la
sazón comandante militar de la Villa
del Rosario. La transcripción es tex-
tual y forma parte de la documen-
tación publicada por Marcelo Bazán
Lazcano en su estudio sobre la parti-
cipación de las milicias en el Comba-
te de San Lorenzo.
“¹ Exmo Señor: A las ocho del dia
de la fha. Hacavado de hacer
reembarca una columna de 100
hombres en este punto del Colegio de San
Lorenzo, me entregaron el oficio de V.S.
fha. 27 del q.e. espira, en q.e. me acusa
omisión en no haver dado parte de si los
buques enemigos han pasado o no, por
este punto, a lo q. e. con el mayor respe-
todigo as V. EX. A q.e. tengo dado parte
á ese sup. Or Gov. No del desembarque
q.e. hicieron cinco leguas mas debajo del
punto a mi mando y como estos nmo su-
biesen p.a. arriba hasta el dia de ayeer al
amanecer (…..)
Los buques enemigos como he dho á V.
Ex. Se me presentaron al amanecer, en el
referido punto de mi mando, en el num. o
de 11. Buques entre grandes y pequeños,
estando yo con toda mi jente preparada,
la una con el cañon de montaña y las
demas sin armas, retirando todas las ha-
ciendas de las inmediaciones del Pueblo,
fueron entrando todos los buques meno-
res por el riacho q.e. pasa por detrás de
la isla de enfrente del pueblo, y el buque
mas grande se fondeó en la voca, sin duda
esperando le trajesen la noticia, sí había
agua o no p.a. poder salir por la voca de
arriba y como no la huviese, ni aun p.a.
los buques menores, retrocedieron para
abaxo y luego q.e. llegaron a la voca, se
hiso á la el buque grande y siguieron
aguas arriba por el canal principal, sin
hacer mas ademan enfrente del pueblo,
q.e. enarbolar vandera española el bu-
que grande pasaron ( y teniendo el biento
bueno) se fondearon todos en la voca q.e.
hace el riacho referido, de la parte de arri-
ba; luego q.e. observé esto seguí con la
Com.a. armada de 22 fuciles y el resto de
chusa y algunos sablecitos y pistolas del
mando del then.te D. n. Felisardo Piñero
y 30 hombres mas, también armados de
chusas y algunas pistolas de la Com.a.
del mando de D.n. Pedro Moreno y cañon-
cito de montaña y me sitie enfre te de los
buques, dejando el resto de la compañias
de milicias y demas urbanos de la pobla-
cion a cargo del Cap. D. Pedro Moreno y el
Alc. E.p.a. el zelo de la poblacion, q.e. es-
taba desocupada de interess y familias y
p.a. si los buques retrocedian aguas abajo
retirar todo el mansage bacuno y cavallar
del serbicio de la población.
Los buques se mantuvieron todo el
tiempo fondeados en dho prage, perdien-
do como ya he dho. Un famoso biento en
popa: Yo como estaba enfrente de ellos,
les observé con mi anteojo, q.e. luego
q.e. bajo el sol a la tarde saltaron en la
playa de la isla como 200 hombres y á
son de caxa inbirtieron en hacer excerci-
cio cosa de hora y media. Se entro el sol:
como yo no pudiese calcular las intencio.s
de estos enemigos si retrocedian á hacer
desembarque en el pueblo o hacerse á la
bela aguas arriba, luego q.e. obscurecie-
se la noche (…) acordoné mi jente por la
rivera de sentinelas y patrullas hasta el
mesmo pueblo, p.a.luego q.e. se hiciesen
a la bela los enemigos; por q.e. el biento
se mantenia cada ves mas recio y fabora-
ble p.a. seguirlos p.a. donde fuesen; pero
todo esto fue inutil p.a. poderle sentir sus
mobimientos por q.e. como el Parana es
tan ancho, no siendo posible ver quando
se hicieron a la bela ni menos sentirlos al-
gun ruido por la fuerza del mucho biento.
Naturalm. Se te hicieron a la bela tempra-
no p.a. arriba, por q.e. al querer aclarar,
hallandome yo en la rivera observando si
podia distinguir los buques, me llego la
noticia del Colegio de San Lorenzo, q.e. se
estaban desembarcando allí los enemigos.
Inmediatam.te me puse en marcha con el
cañon de montaña; pero como fue en los
mesmos caballos q.e. habian dormido
ensillados y q.e. distaba cuatro leguas
del destino, no pude hacer unas marcga
tan hacelerada como el caso lo requería
por no llegar con los cavallos cansados
y no poder operar con ellos a mi llegada
encima de los enemigos. En efecto, llegué
á ñas 7 adelantandome yo en persona a
todo galope á ver la posición del enemi-
go por q.e. nadie me dava noticias y en
efecto luego q.e. asome a distan.a como
de 15 cuadras del Colegio los debise re-
uniendose a tóque de caxa enfrente de la
misma portería, se formaron y con todo
aceleración ganaron la rivera en una de
las poblaciones contiguas a la barranca
del río seguí tras ellos, hasta ponerme á
tiro de fucil, por su retaguardia. Ise seña
con el pañuelo a mi jente, q.e. la dejaba
para atrás, caminando, accelerase su lle-
gada á donde yo estaba a poco mas de
tiro de fusil, p.a. con el cañon de montaña
hacerles fuego y obligarles al reembarco
q.e. es cuanto podia hacer por mis fuer-
zas, ser ellos en num.o. de 100 hombres
y ganar ellos una posición, donde yo no
podia operar con mi cavallería; y aunq. E
yo conosí, q.e. ellos no pensaban en hacer
fuego sino reembarcarse, me obligo a ha-
cer fuego con el cañon, por q.e. haviendo-
se quedado el buque grande como á una
distan.a de una legua antes de llegar al
punto de San Lorenzo, como el camino
p.r. donde yo habia de pasar, se arrima
enteram.té á las barrancas enfrente del
buque. Tire 7 tiros de 8 calibres de á 18
al toso de mi jente a la pasada. Los tiros
fueron bien dirigidos, pero como yo tráia
mi jente en orden de mucha distan.a. en
la formación no recibieron daño ninguno
á pesar q.e. las valas pasaban rodando y
atrabesavban el camino.
Luego q.e. les dirigi alg.s tiros a don-
de se habían reunido p.a. reembarcarse.
Como les oyese los buques q.e. estaban
en la parte del puerto principal de donde
no podían hacerme fuego bajaron aguas
abaxo, y poniendose enfrente de donde yo
¹ Colegio de San Lorenzo, 30 de enero
de 1813, oficio. El comandante militar
del Rosario, Celedonio Escalada al go-
bierno de Buenos Aires. Informa sobre
el desembarco de una columna de 100
realistas frente a San Lorenzo y la ac-
ción desplegada contra ellos por los mi-
licianos bajo su mando.
30 > > > SINTESIS DE HISTORIA
desembarque en el pueblo o hacerse á la
bela aguas arriba, luego q.e. obscurecie-
se la noche (…) acordoné mi jente por la
rivera de sentinelas y patrullas hasta el
mesmo pueblo, p.a.luego q.e. se hiciesen
a la bela los enemigos; por q.e. el biento
se mantenia cada ves mas recio y fabora-
ble p.a. seguirlos p.a. donde fuesen; pero
todo esto fue inutil p.a. poderle sentir sus
mobimientos por q.e. como el Parana es
tan ancho, no siendo posible ver quando
se hicieron a la bela ni menos sentirlos al-
gun ruido por la fuerza del mucho biento.
Naturalm. Se te hicieron a la bela tempra-
no p.a. arriba, por q.e. al querer aclarar,
hallandome yo en la rivera observando si
podia distinguir los buques, me llego la
noticia del Colegio de San Lorenzo, que se
estaban desembarcando allí los enemigos.
Inmediatamente me puse en marcha con
el cañon de montaña; pero como fue en
los mesmos caballos q.e. habian dormi-
do ensillados y q.e. distaba cuatro leguas
del destino, no pude hacer unas marcga
tan hacelerada como el caso lo requería
por no llegar con los cavallos cansados
y no poder operar con ellos a mi llegada
go q.e. comunicar á esa Superioridad por
ahora...
...pistolas del mando del then.te D.
n. Felisardo Piñero y 30 hombres mas,
también armados de chusas y algunas
pistolas de la Com.a. del mando de D.n.
Pedro Moreno y cañoncito de montaña y
me sitie enfre te de los buques, dejando el
resto de la compañias de milicias y demas
urbanos de la poblacion a cargo del Cap.
D. Pedro Moreno y el Alc. E.p.a. el zelo de
la poblacion, q.e. estaba desocupada de
interess y familias y p.a. si los buques
retrocedian aguas abajo retirar todo el
mansage bacuno y cavallar del serbicio
de la población.
Los buques se mantuvieron todo el
tiempo fondeados en dho prage, perdien-
do como ya he dho. un famoso biento en
popa: Yo como estaba enfrente de ellos,
les observé con mi anteojo, q.e. luego
q.e. bajo el sol a la tarde saltaron en la
playa de la isla como 200 hombres y á
son de caxa inbirtieron en hacer excerci-
cio cosa de hora y media. Se entro el sol:
como yo no pudiese calcular las intencio.s
de estos enemigos si retrocedian á hacer
estaba con mi jente, me empesaron á ha-
cer fuego todos y me obligaron á retirar
mi jente y el cañon á asombrarme del Co-
legio; por q.e. las valas alcansaban y pa-
saban de donde yo estaba, desde una de
las esquinas de la pared del Colegio don-
de bolbí a poner el cañon de montaña di-
rigiendoles alg.s tiros les obligué á que se
hacabasen de reembarcar, con los quales
me disen los q.e. se hallaban en posicion
de poder ver al troso de los enemigos, en
la orilla de la barranca y dha. Población
donde ganaron recibieron algun daño, por
quanto bieron alsar a algunos del hombro
y bajarlos al puerto. En efecto ganaron
sus buques y dirigiendose río abaxo se
fondearon donde yo digese habia queda-
do el buque grande por falta de biento y
es donde se ghan mantenido todo el día y
existen hasta esta hora q.e. son las sie-
te de la tarde sin duda por q.e. esta en
calma. Aunq.e visitaron todas las casas
de este pago, no han podido llevar mas
q.e.alg.s gallinas, melones y sapallos, ni
les ha sido posibe carnear res alguna por
quanto, jentes, mueblos y haciendas todo
se habia retirado con tpo. Es quanto ten-
SINTESIS DE HISTORIA < < < 31
donde ganaron recibieron algun daño, por
quanto bieron alsar a algunos del hombro
y bajarlos al puerto. En efecto ganaron
sus buques y dirigiendose río abaxo se
fondearon donde yo digese habia queda-
do el buque grande por falta de biento y
es donde se ghan mantenido todo el día y
existen hasta esta hora q.e. son las sie-
te de la tarde sin duda por q.e. esta en
calma. Aunq.e visitaron todas las casas
de este pago, no han podido llevar mas
q.e.alg.s gallinas, melones y sapallos, ni
les ha sido posibe carnear res alguna por
quanto, jentes, mueblos y haciendas todo
se habia retirado con tpo. Es quanto ten-
go q.e. comunicar á esa Superioridad por
ahora.
Dios gue. A.V. Ex.a muchos años.
Colegio de San Lorenzo y Enero 30 de
1813.
Firmado Celedonio Escalada. Exmo
Sup. Gov. No de las Prov. Unidas del Río
de la Plata.”
encima de los enemigos. En efecto, llegué
á ñas 7 adelantandome yo en persona a
todo galope á ver la posición del enemi-
go por q.e. nadie me dava noticias y en
efecto luego q.e. asome a distan.a como
de 15 cuadras del Colegio los debise re-
uniendose a tóque de caxa enfrente de la
misma portería, se formaron y con todo
aceleración ganaron la rivera en una de
las poblaciones contiguas a la barranca
del río seguí tras ellos, hasta ponerme á
tiro de fucil, por su retaguardia. Ise seña
con el pañuelo a mi jente, q.e. la dejaba
para atrás, caminando, accelerase su lle-
gada á donde yo estaba a poco mas de
tiro de fusil, p.a. con el cañon de montaña
hacerles fuego y obligarles al reembarco
q.e. es cuanto podia hacer por mis fuer-
zas, ser ellos en num.o. de 100 hombres
y ganar ellos una posición, donde yo no
podia operar con mi cavallería; y aunq. E
yo conosí, q.e. ellos no pensaban en hacer
fuego sino reembarcarse, me obligo a ha-
cer fuego con el cañon, por q.e. haviendo-
se quedado el buque grande como á una
distan.a de una legua antes de llegar al
punto de San Lorenzo, como el camino
p.r. donde yo habia de pasar, se arrima
enteram.té á las barrancas enfrente del
buque. Tire 7 tiros de 8 calibres de á 18
al toso de mi jente a la pasada. Los tiros
fueron bien dirigidos, pero como yo tráia
mi jente en orden de mucha distan.a. en
la formación no recibieron daño ninguno
á pesar q.e. las valas pasaban rodando y
atrabesavban el camino.
Luego q.e. les dirigi alg.s tiros a don-
de se habían reunido p.a. reembarcarse.
Como les oyese los buques q.e. estaban
en la parte del puerto principal de donde
no podían hacerme fuego bajaron aguas
abaxo, y poniendose enfrente de donde yo
estaba con mi jente, me empesaron á ha-
cer fuego todos y me obligaron á retirar
mi jente y el cañon á asombrarme del Co-
legio; por q.e. las valas alcansaban y pa-
saban de donde yo estaba, desde una de
las esquinas de la pared del Colegio don-
de bolbí a poner el cañon de montaña di-
rigiendoles alg.s tiros les obligué á que se
hacabasen de reembarcar, con los quales
me disen los q.e. se hallaban en posicion
de poder ver al troso de los enemigos, en
la orilla de la barranca y dha. Población
32 > > > SINTESIS DE HISTORIA
Para empezar a despejar controversias, queda claro
que nunca fue sargento, no lo fue en vida ni tam-
poco fue homenajeado por las autoridades militares de
ese entonces con un ascenso post-mortem. Lo cierto, es
que desde un principio, el mismo San Martín enaltece su
acción, primero en el mismo parte del combate, luego
esa misma noche establece como santo y seña en el cam-
pamento, la frase “Cabral, Mártir de San Lorenzo”. Ya en
Buenos Aires, colocará una placa en su memoria, en la
puerta de ingreso al cuartel del Retiro, a la cual todos los
que ingresaban le rendían respeto, el gobierno de Buenos
Aires autorizará la colocación de un monolito recordato-
rio en el mismo cuartel¹. Finalmente, una tradición que
aún hoy se cumple, establecía que al final de cada tarde
cuando se pasaba revista a la tropa, se lo llamaba en la
SOLDADO HEROICO… CUAL PRECIO A LA VICTORIA…
Su vida rinde haciéndose inmortal y asi
salvó su arrojo la libertad naciente de me-
dio continente… Honor, Honor al Gran Ca-
bral!!!!”…
Con estas estrofas, Carlos Javier Benielli
inmortalizó al granadero Cabral y su he-
roica participación en San Lorenzo, en
donde su figura, su acción y su deceso
lo constituyeron en una figura relevante
de aquella histórica jornada. Mucho se
ha escrito sobre él, sobre sus últimas
palabras, sobre su acción de socorro y
sobre sus orígenes, pero a ciencia cierta:
¿Quién fue Juan Bautista Cabral?
¹ “… fijese en el cuartel de granaderos un monumento que
perpetue recomendablemente la existencia del bravo grana-
dero Juan Bautista Cabral en la memoria de sus camaradas”
6 de marzo de 1813. Roberto Collimodio y Julio Romay “Sol-
dados de San Martín en San Lorenzo” Alfar editora, 2012. Bs.
As, pág. 58
GRAnADeRo JuAn bAuTisTA CAbRAL
Por Prof. Pablo Sapei
SINTESIS DE HISTORIA < < < 33
lista de la 1era compañía del 1er escuadrón al cual Cabral
pertenecía y el sargento más antiguo contestaba “Murió
en el campo de honor, pero existe en nuestros corazones.
¡Viva la patria, Granaderos¡ a la cual todos respondían
“Viva”. Controversías de la historia, forjaron la confusión
de que Cabral era sargento y eso se trasmitió en nume-
rosos sitios, localidades, espacios públicos y hasta insti-
tuciones militares que fueron bautizadas como Sargento
Cabral, más el cargo que haya detentado, no hace mella en
la valerosa acción emprendida en el fragor del combate.
Segunda controversia: Su origen
Juan Bautista, nació en Saladas, provincia de Corrientes
(localidad que hoy lleva su nombre) presumiblemente en-
tre 1785 y 1790, era hijo de una negra esclava y de un indio
guaraní. Su madre se llamaba Carmen y su apellido era
Robledo, el cual había sido tomado de su ama doña María
Robledo. Su padre era el indio Francisco quien utilizaba el
apellido de su dueño don Luis Cabral. Algunos sostienen
que en realidad, Juan Bautista era hijo natural (o sea no
reconocido formalmente) de un hermano de Luis Cabral,
basándose en una carta sin fecha ni precisiones de auto-
ría. Pero lo cierto es que Juan Bautista era zambo, resulta-
do de ser hijo de una esclava negra y de un indio guaraní,
cuyos apellidos ambos habían tomado de sus amos y que
servían en la estancia de Luis Cabral situada en las afue-
ras del pueblo de Saladas.
Según tradiciones familiares que se fueron trasmitien-
do en el tiempo, cuando niño sus tareas eran de manda-
dero a servidor de mate, luego ascendió a mucamo de
confianza,“con un carácter altivo, generoso y valiente,
siendo un hombre rústico, acostumbrado a las tareas del
campo y al caballo”.
Fisicamente se lo describe como “morrudo mocetón,
grande, fuerte, fornido de cutis trigueño, moreno y alto”2.
Es también motivo de controversía su participación en
las milicias que combatieron durante las segundas inva-
siones inglesas, lo cierto que es que para 1812 dejará su
Corrientes natal, pedirá permiso a su amo y partirá nue-
vamente a Buenos Aires para enrolarse en el Regimiento
de Granaderos a Caballo. Algunos estudiosos sostienen
que es el propio Cabral quien pide ser reclutado y parti-
cipar del contingente que remitirá el teniente de Gober-
nador Luzuriaga. Los más “románticos” afirmarán que
ese pedido lo hace imbuido de un espiritu patriótico y de
compromiso con la revolución, otros mas pragmáticos
sostienen que su decisión descansaba en que servir en el
ejército era uno de los posibles caminos para alcanzar la
emancipación personal dejando de ser esclavo. Finalmen-
te, otros historiadores afirman que Cabral fue enrolado
por imposición de su amo, quien de esa forma cumplía
con el apoyo que desde el gobierno se exigía. Discusiones
al margen, integrará un contingente de 89 correntinos que
será remitido a Buenos Aires e ingresará al Regimiento de
Granaderos el 19 de noviembre de 1812.
La vida por su jefe
Cabral cargará contra los realistas bajo el mando del
propio San Martín y serán ellos los primeros en enfrentar
al enemigo, un disparo de metralla impactará en el caba-
llo de San Martín, echándolo a tierra y aprisionando con
su cuerpo, la pierna del Libertador. Pronto, los españoles
(algunos relatos afirman que fue el propio jefe español Za-
bala) atentos a que era un jefe el que se encontraba caído
se disponen a rematarlo. San Martín, aprisionado podrá
esquivar una espada, más será herido en su rostro, pero
cuando otro realista se disponía a atravesarlo con su ba-
yoneta, este será muerto por la rápida acción del granade-
ro Juan Bautista Baigorria. Será en ese instante, en que Ca-
bral, se bajará de su montura, atará la cincha del caballo al
suyo, levantando a San Martín de su trampa mortal. Más
en esa acción, no podrá evitar que un realista le atraviese
el cuerpo con dos puntazos, quedando mortalmente heri-
do. San Martín, salvado de esa trampa y aún aturdido por
las heridas y por la propia situación, retomará el mando
de la tropa y la conducirá hasta el final. Cabral, no morirá
en el campo de batalla, sino dos horas más tarde en el
improvisado hospital que los franciscanos montaron en
el refectorio del convento.
La resuelta acción de los granaderos Baigorria y Cabral
impidieron que San Martín, herido, aprisionado e indefen-
so, no fuera ultimado por los realistas, en el propio inicio
del combate y en lo que significó su primer hecho arma-
do en suelo americano. Si bien no es recomendable hacer
historia contrafáctica, su arrojo y valentía, aseguró no solo
el triunfo en el combate (ya que con el jefe muerto otro
hubiera sido el resultado) sino la realización de toda la
gesta libertaria del propio San Martín y por ende del pro-
ceso independista en América, del cual San Martín, junto
con Bolívar fueron sus más grandes instrumentadores.
Obviamente, la acción de Cabral fue descripta por mu-
chísimos historiadores, por autores populares, musicali-
zada y en muchos casos, en función de la construcción
de un relato heroico y romántico de la lucha por nuestra
independencia, fue adornada y embellecida por multipli-
2 Testimonios de Justa Díaz de Vivar y del Dr. Mantilla, extrai-dos del artículo “Juan Bautista Cabral. Inédito” de Arturo de Carranza y Nelly Leguizamón de Carranza, transcripto por Roberto Collimodio y Julio Romay en “Soldados de San Mar-tín en San Lorenzo” op. cit.
34 > > > SINTESIS DE HISTORIA
ros! ¿Qué importa la vida de Cabral si hemos triunfado de
los maturrangos? Somos pocos, vayan a su puesto que yo
muero contento por haber batido a los enemigos. ¡Viva la
Patria! Texto que ratifican en su escrito Ángel Carranza y
Pastor Obligado entre otros. Más allá de cuales hayan sido
sus correctas palabras, o si las expresó en castellano o en
su guaraní natal, elementos que no dejan de ser parte del
anedoctario y que en nada empaña la heroíca acción de
Cabral y de Baigorria, ni menoscaba la memoria del sol-
dado correntino.
Tras su muerte fue inhumado junto con el resto de los
granaderos en un espacio contiguo a la huerta del con-
vento, extramuros3. Múltiples son los homenajes que se
le brindaron, plazoletas, avenidas, localidades, un glaciar,
una estación científica en la Antártida, estatuas en su lu-
gar natal, en unidades militares, en el propio San Lorenzo
lo recuerdan. En San Lorenzo, ademas el boulevard que
conduce al Campo de la Gloria y al Convento llevan su
nombre, un barrio, una plazoleta, una placa colocada en
su memoría en el cementerio conventual en 1894 y un
monolito en el pórtico de la Gloria habilitado en mayo de
1973. §
cidad de adjetivos y matices, que serían muy extensos,
transcribir aquí; por eso solo nos remitimos a transcribir
suscintamente la estructura axial de lo que allí aconteció.
Lo mismo sucede con una de las frases más enraizadas
en el sentir nacional y popular, que hoy son conocidas por
todos los argentinos. Colimodio y Romay sostienen que
hay algo común a todas las versiones “que murió conten-
to, por que el enemigo había sido vencido”. Ahora, que
dijo, cuando lo pronunció y en que lengua lo pronunció
ha sido un terreno de aseveraciones en pos de solidificar
un acto de entrega para convertirlo en un gesto de sacri-
ficio por el más altivo de los valores laicos: la patria. San
Martín en su parte, explicará que “no se le oyeron otros
ayes que los de viva la patria, muero contento por haber
batido el enemigo, efectivamente a las pocas horas fene-
ció pronunciando las mismas palabras”. Por lo pronto y
a partir de lo escrito por el Gran Capitán, en su parte de
guerra, se desprenden dos corrientes sobre este tema de
sus últimas palabras: “viva la patria, muero contento por
haber batido al enemigo” sostenida por Bartolomé Mitre
como gran referente y una segunda corriente, para los
cuales, sus últimas palabras fueron “¡Déjenme compañe-
3 Los restos de los granaderos fueron recuperados en el año 1945 y colocados en dos urnas comunes ubicadas en el cemen-terio conventual. Como referimos en otros articulos de esta revista, le cupo a Bienvenida Palacios de Roldán un rol de impor-tancia al momento de poder señalar el sitio exacto en el cual fueron inhumados los granaderos caídos en combate.
SINTESIS DE HISTORIA < < < 35
36 > > > SINTESIS DE HISTORIA
como imágenes desperdigadas en su memoria, se vieron ni-
ños, se recordaron en sus pagos, entre sus cerros los puntanos
o rodeados del verde estero los correntinos… ¿Sería loco pen-
sar que, en aquella carga hacia a la historia, algunos destellos
del futuro cruzaron sus mentes y se imaginaron esta Nación?.
Las interpretaciones en torno a los efectos de lo acon-
tecido aquel 3 de febrero, han dado mucha pluma a los
historiadores, ensayando respuestas, algunas magnifi-
cientes, otras mas mundanas. Desde las mas cospirativas
que planteaban que el objetivo de los realistas era tomar
el convento, del cual sabían que lo habitan frailes españo-
les, convertirlo en una cabecera de playa y que les permi-
¿Qué sensaciones habrán recorrido sus cuerpos, qué imá-
genes poblaron sus memorias cuando la brisa de aquel ama-
necer de verano les acariciaba sus rostros? Trémulos, vigo-
rosos, aquellos hombres se lanzaban sable en mano, a todo
galope, en desenfrenada carrera hacia aquellos soldados que
en formación, amparados por la real bandera, invadían el sue-
lo a sus pies ¿Se habrán sentido protagonistas de la historia o
solo los imbuia la necesidad de cumplir con su deber, de cuidar
su vida y defender el honor… de quién? De ellos? de su jefe? …
De la patria?… de nosotros, los herederos de aquella libertad
por la cual ellos pusieron sus cuerpos, su alma y su pasión?
Me gustaría pensar que en el fragor de aquella carrera,
unA miRADA sinGuLAR sobRe AQueLLA HisTÓRiCA JoRnADATres de febrero de milochocientostrece Por Prof. Pablo Sapei
SINTESIS DE HISTORIA < < < 37
tiera interrumpir las comunicaciones del litoral, ensayan-
do un juego de pinzas con el ejército realista, que luchaba
en el norte contra Belgrano. Hasta las mas simples que
dicen, que los realistas, solo buscaban víveres y realizar
piratería sobre las poblaciones costeras.
Lo cierto, es que aquella jornada significó el bautismo
de fuego del primer regimiento profesional de los patrio-
tas, el único combate de José de San Martín en suelo ar-
gentino, la demostración de la inteligencia y de la estra-
tegia militar de San Martín, pero fundamentalmente fue
el inicio de un largo camino libertario que culminará mu-
chos años ya, con la liberación de Sudamérica del yugo
colonial. Elementos todos estos, que justifican con creces,
la trascendencia que la conmemoración del bicentenario
de aquella jornada debe tener para nuestro sentir como
pueblo, como argentinos, como sanlorencinos y como
santafesinos… Una página memorable de nuestra lucha
libertaria se escribió en los campos de San Lorenzo y de-
bemos estar orgullosos de ello.
El comienzo de aquel día
Tras dejar la Posta del Espinillo, recorriendo bajo el am-
paro de las estrellas, la huella de la traza que entre matas
de pasto, surcaba el “camino real a Santa Fe”, el por enton-
ces coronel San Martín, sus granaderos y el comerciante
británico John Parish Robertson ingresaron, a eso de las 22
hs, por el muro posterior, “el que se opone al río” del Con-
vento Franciscano de San Carlos1. La oscuridad reinaba en
el monasterio, toda vez que había sido “visitado” por los
propios realistas el día 30 y ante el temor de una nueva
visita los frailes (que no se habían alejado “tierra aden-
tro”) buscaron transmitir la sensación de “abandono”.
San Martín será recibido por el padre Fray Pedro García,
en ese momento rector de la orden en San Lorenzo. Muy
cerca del lugar por donde ingresaron, en los ranchos para
los carreteros2, se quedaron guarnecidos los caballos. Y
San Martín hará ingresar a sus hombres al rectángulo del
patio antiguo, para que se preparen para la ofensiva, con
sigilo, ya que no debían alertar al enemigo de su presen-
cia. Y allí quedaron ellos, los granaderos, ansiosos, de-
seantes, expectantes, tal vez nerviosos, imbuidos en sus
pensamientos, mascando tabaco quizás o acerando sus
espadas, acomodando sus uniformes, esperando el inicio
del desenlace, aquel que aguardaban desde su salida del
cuartel militar del Retiro el 28 de enero.
Tras acomodar la tropa, San Martín, provisto de un an-
teojo de noche y bajo el amparo de la espadaña conven-
tual, hurgará en el horizonte los movimientos de los bar-
cos realistas anclados en el Paraná. A eso de las cuatro de
la mañana comenzará a percibir los preparativos del ene-
migo y pronto, con la luz del alba, podrá divisar como los
realistas se embarcaban en botes rumbo a la costa. Dirá
Robertson: “A las cinco y media de la mañana, subían por
el camino principal dos pequeñas columnas de infantería
en disposición de combate” para luego continuar “Fue un
momento de intensa ansiedad para mi… El enemigo apa-
recía a mis pies... Su bandera flameaba alegremente, sus
tambores y pitos tocaban marcha redoblada”. Al frente de
ellos, se hallaba un portentoso oficial, vizcaíno él, de rubia
melena, el capitán Juan Antonio Zabala.
Tan pronto San Martín comprueba con las luces del
alba, que los realistas habían desembarcado “en un puer-
to natural situado 14 ó 16 cuadras del convento” descen-
derá rápidamente de la torre, alistará a sus hombres y
¹ Algunos autores estiman que dicho portón se encontraba, aproxidamante, a la altura de las actuales calles López y Ar-tigas, bastante cerca de donde está ubicado el pino histórico. Debe precisarse que para ese entonces, todo el espacio ocu-pado por el Convento estaba rodeado de un tapial o muro, que sobre la parte occidental se encontraba el sector de los ranchos de la posta de las carretas. Que la actual iglesia pa-rroquial se encontraba en construcción y que solo estaba ha-bilitado el claustro antiguo (hoy ocupado por el Museo con-ventual) y el refectorio. 2 Sobre el portón de ingreso del oeste del convento, se halla-ban algunos ranchos para descanso de los carreros que re-corrían el camino real y será allí donde se alojará el personal auxiliar del regimiento y recibirán agua y pasto la caballada. (Fray Herminio Gaitán, pág. 24)
38 > > > SINTESIS DE HISTORIA
dividirá sus fuerzas en dos columnas, una a su mando,
la restante bajo la tutela del Capitán Justo G. Bermúdez y
ambas buscarán amparo en las dos alas, izquierda y dere-
cha del edificio conventual. “En el centro de las columnas
enemigas nos encontraremos y allí le daré a usted mis
órdenes” le ordenará San Martín a su segundo… llegaba el
momento de actuar.
El clarín estridente sonó…
Que habrán pensado aquellos hombres, que a paso
formal y al son de sus tambores, ven con sorpresa, que
de ambos lados del edificio, que parecía desierto y al cual
atisbos de febo alumbraban, surgirían bajo el empuje de
un clarín estridente, decenas de hombres a caballo, sable
en mano y a toda velocidad… gritando “a degüello”, cru-
zando raudamente ese campo estertóreo que se presenta-
ba de cara al río.
Segundos bastarán para que el choque sea inevitable,
la columna de San Martín llegará de frente a los realis-
tas y serán los primeros granaderos quienes caerán bajo
el fuego improvisado que, tras la sorpresa inicial, logran
contrarestar los hombres de Zabala. San Martín se lamen-
tará luego, que la columna de Bermúdez dió un giro mas
amplio e impidió que sincronizadas, ambas cargas, caye-
ran al unísono sobre los enemigos.
Una metralla impactará en el caballo de San Martín,
aprisionándolo en su caída. La historia es por todos co-
nocida: un soldado español al ver que el caído es un ofi-
cial rápidamente buscará ultimarlo con su bayoneta, pero
será traspazado por la lanza del granadero Juan Bautista
Baigorria. Tras ello, otro granadero, Juan Bautista Cabral,
ultimará a otro español que buscó atacar a San Martín y
saltará de su caballo, atará al suyo las riendas del caballo
ametrallado y logrará liberarlo, alejando al Libertador del
peligro, más recibiendo dos heridas mortales mientras so-
corría a su jefe; heridas que le provocarán la muerte horas
más tarde.
A pesar de estar herido y aturdido ante lo sucedido,
San Martín pronto dará instrucciones al alferéz Manuel
Escalada para que vuelvan a la carga. Bermúdez, ya en el
centro de la lucha, tocará reunión y lanzará una segunda
carga contra los realistas, que tras la sorpresa inicial, se
habían replegado a las barrancas en formación de cuadro,
para poder proteger la retirada, al tiempo que Zabala, ya
herido, buscaba moralizar a sus hombres al grito de “¡Viva
el rey! ¡Viva España!..
Dejemos que sea Robertson quién nos relate, dramá-
ticamente, la encarnizada lucha de la que era testigo “los
dos escuadrones, comenzaron con sus lucientes sables
la matanza, que fue instantánea y espantosa. La perse-
cución, la matanza, el triunfo siguieron al asalto de las
tropas de Buenos Aires”. La segunda carga, más violenta
y desaforada, impidió que los españoles armen una re-
sistencia certera al embate criollo. Al mismo tiempo, un
personaje singular de nuestra historia, el teniente Hipóli-
SINTESIS DE HISTORIA < < < 39
3 Hipólito Bouchard, será declarado ciudadano del Río de la Plata por tan valerosa acción y luego de su paso por el Regimiento de Granaderos a Caballo, volverá a la marina, donde con patente de corso, enarbolará la bandera Argentina en muchos países del mundo, viviendo una vida apasionante, siendo uno de los personas mas singulares y extraordinarios de nuestra lucha independentista.
to Bouchard, se trababa en lucha cuerpo a cuerpo con el
abanderado realista, arrebántole la enseña que el enemi-
go defendió con su vida3.
Los realistas, golpeados y desconcertados, se refugia-
ban en el borde de la barranca, abandonando en el campo
artillería, muertos, heridos y municiones, contando con la
protección del fuego que disparaban los cañones de los
buques. Por su parte, los granaderos desaforados por la
adrenalina del combate y viendo que el desenlace triunfal
estaba en la yema de sus dedos, se reunen al llamado de
Bermúdez y del clarín para una tercer carga contra el ene-
migo en retirada.
Sable en mano y a todo galope, Bermúdez marchará al
frente de esa carga hasta que una bala de cañón impacta
en su pierna, dejándolo muy mal herido; allí será relevado
por su segundo el Teniente Díaz Vélez, quién no logrará
frenarse en su arremetida, precipitándose barranca abajo
con su caballo, siendo tomado prisionero por los realistas,
que en la orilla del río y al amparo de la barranca y del fue-
go de sus buques, se embarcaban con frenesí en los botes
para regresar a sus barcos.
Dirá Robertson “tanto era el pavor y la precipitación
con que se debarrancaron, que muchos se ahogaron no
pudiendo ser rescatados por sus camaradas, prefiriendo
la muerte que a caer prisioneros”.
Eran cerca de la ocho de la mañana, la acción había
terminado, la mañana de aquel día recién comenzaba… El
combate se había decidido en tres minutos y se consumó
en menos de quince… A las puertas del convento, el terre-
no se hallaba salpicado de sangre, muertos y el lamento
de los heridos; armas, cañones y pertrechos se desparra-
maban tras ser abandonados por los realistas.
Ensangrentados, cubiertos de polvo, cansados, agitados
por el despliegue y aún presos de la adrenalina del com-
bate, los granaderos buscaban recuperarse para evitar un
posible contraataque, los cañones de los barcos realistas
aún disparaban y las naves aún se hallaban a las puertas
del Convento, ocupando y dominando el brioso Paraná.
Los voluntarios de San Lorenzo, serán los encargados
de la triste tarea de enterrar a los muertos, al tiempo que
los frailes brindarán contención espiritual y las prime-
ras curaciones a los heridos en el improvisado hospital
de sangre, montado en el refectorio. Al caer la tarde, San
Martín, herido en su brazo y en su rostro, dictará al ofi-
cial Mariano Necochea, a la sombra del “frondoso pino”
el parte de guerra de aquella jornada. Al día siguiente, el
propio San Martín parlamentará con Zabala, quien le pe-
dirá comida, a la cual accederá al tiempo que le solicitará
la restitución de Díaz Vélez y que emprendan el regreso
a Montevideo, hecho que sucederá el 5 de febrero, donde
los barcos pondrán proa al Sur… La revolución celebró el
triunfo, los granaderos demostraron su profesionalismo,
su disciplina, su coraje, su arrojo y José de San Martín ex-
hibió en el campo de batalla las creedenciales militares
que avalaban su prestigio y daba comienzo a la historia de
la ¡emancipación Sudamericana!. §
40 > > > SINTESIS DE HISTORIA
Las primeras controversias se dan torno al lugar de
nacimiento, quiénes fueron sus padres y con quién
contrajo nupcias. Para el historiador santafesino, Plácido
Grela, Justo Germán Bermúdez nació en Maldonado, pro-
vincia de Montevideo en 1783, quien también afirma que
Juan Máximo Bermúdez y Francisca Campaña eran sus
padres, cuando en realidad el primero era su hermano y
Francisca su cuñada. Ademas, otros historiadores afirman
que, Francisca Campana fue su esposa, no su madre1 y
para Fray Herminio Gaitán su esposa fue Dominga Rosas.
Según lo precisan, los autores Roberto Collimodio y Julio
Romay en su texto “Soldados de San Martín en San Loren-
zo”, su correcta fecha de nacimiento debe datarse el 28
de mayo de 1784, en Montevideo, siendo sus padres José
Andrés Bermúdez (español) y Juana Garcia y Lopez (mon-
tevideana).
Según Grela: “Bermúdez pertenecía a una prestigiosa fa-
milia uruguaya, integrada por caracterizados y distinguidos
militares, que se destacaron en las guerras en contra de los es-
pañoles tanto en Argentina como en la República Oriental del
Uruguay. Tuvo un hermano que se llamaba Juan M. Bermúdez,
que también fue guerrero de la independencia y padre del coro-
nel Pedro Pablo Bermúdez, ademas su padre fue miembro del
Cabildo de Montevideo2”.
Ligado entonces a una familia de comerciantes y mi-
litares, habría participado en la resistencia oriental a la
segunda invasión inglesa y tras ello se desempeñó en las
artes del comercio, regenteando junto a su padre una casa
de abasto y pulpería en las afueras de Montevideo. Los
sucesos de mayo de 1810 y su repercusión en la ribera
uruguaya pondrán a prueba su compromiso revolucio-
nario, financiando e integrando como capitán del cuerpo
de “Voluntarios de Infantería del Cordón y Aguada” que
luchaba contra el gobernador español Javier De Elío. Parti-
cipará junto a Artigas en la batalla de las Piedras integran-
do el escuadron denominado “Dragones de milicias de la
Patria”. En 1811 cumpliendo órdenes del coronel Rondeau
cae prisionero de los portugueses, logrando fugar de pri-
sión para luego escapar hacia Buenos Aires.
Sobre este punto, se explaya Grela: “Bermúdez compar-
tió fraterna amistad con un soldado portugués que hacía las
1 Grela Plácido “La Posta. Antecedentes históricos del pueblo Juan Ortiz y Ciudad de Capitán Bermúdez”, editorial Amalevi, Rosario, Argentina, año 1991; iguales precisiones sostiene en Semblanza del capitán Justo Germán Bermúdez, Rosario, año 1978.
2 Según precisa el mismo Grela, el primo de Justo Germán, Pedro Pablo Bermúdez nació el 1° de agosto de 1816 y se destacó como periodista en el Uruguay, escribio la biografía de Antonio Gabriel de Miranda e importantes libros de estra-tegía militar.
JusTo GeRmÁn beRmÚDeZ
Textos de carácter histórico que permitan arrojar luz en torno a la vida de Justo Germán
Bermúdez no son abundantes y los existentes evidencian serias contradicciones entre sí.
La mayoría de las obras corresponden a historiadores regionales; ya que si bien la pro-
ducción escrita en torno al Combate de San Lorenzo es abundante, en ellos no existen
demasiadas precisiones biográficas acerca de los caídos en aquel histórico combate.
Habitación donde falleció el Capitán Bermúdez
SINTESIS DE HISTORIA < < < 41
2.- Habiendo visto al coronel San Martín caído, toma
el mando del escuadrón y manda a tocar “reunión”. Con
los primeros que se reúnen a su alrededor suena otra vez
el toque de carga y el alud, cuyas puntas son el Capitán
Bermúdez y el Teniente Díaz Vélez, su segundo, corre arro-
llando todo lo que encuentra a su paso. El Capitán cae con
una pierna destrozada por una bala de cañón disparada
desde los buques situados en el curso del río Paraná. Dice
el parte redactado por el coronel San Martín tras el com-
bate “De nuestra parte se han perdido 26 hombres, 6 muertos
y los demás heridos, de este número son el capitán Justo G. Ber-
múdez y el teniente Manuel Díaz Vélez, que abalanzándose con
energía hasta el borde de la barranca cayó este recomendado
oficial en manos del enemigo”.
3.- La primera atención médica la recibe del cirujano
don Manuel Rodríguez y Sarmiento, hasta la llegada desde
Buenos Aires del Dr. Cosme Argerich, quien cerca del día
10 de febrero y en función de la infección existente, pro-
cedió a la amputación de la pierna engangrenada del Ca-
pitán. Bartolomé Mitre, agrega una descripción plena de
romanticismo trágico al momento de describir su muerte
“desesperado por no haber podido impedir la total evasión del
enemigo, se arrancó el torniquete y rehusó vivir”.
El 14 de febrero de 1813, a la edad de 29 años, falleció
el hombre a quien le cupo conducir la segunda y tercera
carga de los Granaderos en aquel histórico 3 de febrero.
En el convento San Carlos de San Lorenzo se conserva
como reliquia la habitación donde expiró el capitán Jus-
to Germán Bermúdez. Sus restos fueron inhumados en el
cementerio conventual. Dos misas cantadas y el rezo de
Vísperas fueron los sufragios litúrgicos que le ofreció la
comunidad franciscana de San Lorenzo y el reducido gru-
po de granaderos heridos que aún permanecían en San
Lorenzo.
Dejaba en este mundo, una joven esposa y una peque-
ña hija a las cuales, tiempo después y gracias a las gestio-
nes del propio José de San Martín, el gobierno de Buenos
Aires les asignó una módica pensión vitalicia en recono-
cimiento al accionar militar y a la valentía demostrada
por aquel joven y heroico oficial que, nacido en las tierras
orientales del Uruguay, alcanzó la gloria eterna en los cam-
pos de San Lorenzo, entre los muros de su histórico convento. §
3 Para Fray Herminio Gaitán su enlace se produce luego de la fuga de la cárcel portuguesa.
4 Fray Herminio Gaitán “Combate de San Lorenzo”, imprenta de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Buenos Aires. Año 1999
veces de centinela en la prisión en que estaba encerrado, el cual
simpatizaba con la causa americana. Entre ambos tramaron la
fuga de Bermúdez.... una noche del mes de octubre sin ser visto,
con la ayuda de soldados portugueses y la complicidad de un
oficial de la misma nacionalidad, Bermúdez se fugó de prisión...
Envuelto en capa negra de la época, el capitán consiguió huir
sin ser visto ni observado por las tropas portuguesas acanto-
nadas en inmediaciones del penal.... Lejos ya de sus captores,
utilizando diversas estrategias logró alejarse hasta el campo de
las Piedras, en que estaban acampadas las tropas del patriota
Artigas. Mientras Rondeau y Artigas estructuraban estrategias
para arremeter militarmente en contra de Elío, interrumpieron
su reunión ante el anuncio de un centinela de que estaba pre-
sente el capitán Justo Germán Bermúdez, que fatigado y cansa-
do se abrazó con ambos patriotas”.
En diciembre de 1810, había contraído enlace con Ma-
ria Dominga Rosas3 con quien huyó, estando embarazada,
hacia Buenos Aires para ponerse a las órdenes del gobier-
no patrio. El 25 de enero de 1812 previo informe del co-
ronel José Rondeau, el gobierno de Buenos Aires dispuso
que Bermúdez fuese inscripto en la lista de oficiales, asig-
nándole una suma de 206 pesos fuertes. El 24 de abril de
1812 se presenta en el cuartel del Retiro donde San Mar-
tín se encontraba adiestrando un nuevo regimiento, expi-
diéndose despacho con el grado de teniente primero en la
primer compañía.
Revelando excepcionales condiciones de soldado será
promovido como Capitán de la segunda compañía del
Segundo escuadrón en noviembre de 1812. Como jefe de
dicho escuadrón y segundo al mando del Regimiento de
Granaderos partirá el 28 de enero de 1813 rumbo a San
Lorenzo.
Su actuación en el combate de San Lorenzo puede re-
sumirse de la siguiente manera4:
1.- En la acción de San Lorenzo conduce a la primera
Compañía de Granaderos, el ala derecha desplegada por
San Martín como estrategia de combate, cuya misión era
evitar la huida de los realistas hacia las barrancas. La co-
lumna de Bermúdez debía dar un rodeo mas amplio lo
que hizo que tardara un poco mas en chocar contra el
enemigo, lo que imposibilitó lo ideado por San Martín de
que ambas columnas “cayeran” al unísono sobre los rea-
listas.
42 > > > SINTESIS DE HISTORIA
muCHAs ViDAsmuCHAs HisToRiAs: un soLo DesTino
Es por eso, que a partir del libro de Roberto A. Coli-
modio y Juio A. Romay que lleva por titulo “Solda-
dos de San Martin en San Lorenzo”, de reciente publica-
ción, el trabajo de investigación histórica mas exhaustiva
en torno al Combate de San Lorenzo, expondremos al-
gunos trazos gruesos en torno a la vida de cada uno de
los granaderos que alcanzaron la inmortalidad aquella
mañana de febrero. Agradeciendo desde un principio, la
gentil y desinteresada colaboracion de los autores del li-
bro en permitirnos extraer los parrafos que conforman
esta narrativa. La biografia de los oficiales Justo Germán
Bermúdez y Manuel José Diaz Velez, capitan y teniente de
granaderos respectivamente, quienes fueron los oficiales
de más alta graduación en caer victimas de la acción beli-
ca y que fallecieron días despues del combate como pro-
ducto de las heridas recibidas, serán tratados en articulos
anexos a este texto.
Sargento Domingo Pourtau
Su historia encierra algunas rarezas y muchas ausen-
cias. La primera de ellas, es su origen francés y el desco-
nocimiento cierto de que motivó a este galo a cruzar el
Atlantico para enrolarse en las luchas libertarías del sur
del continente, lo segundo es que su apellido fue victima
de la confusión en su grafía, error que se consolido en
el tiempo hasta hoy, ya que la ciudad de San Lorenzo lo
honra con una calle en su nombre mas lo bautizo como “
Porteau” y tercero que fue el único sargento que pereció
aquella jornada.
Pero vamos aclarando poco a poco sus misterios. Según
el libro de misas y bajo el número 1192 “Dominique Pour-
tau, hijo legitimo y natural de Bernard (Pourtau) tejedor y
Catherine Gazave, casados, fue bautizado el 19 de febrero
de mil setecientos ochenta y cinco” en la parroquía de la
aldea de Labarthe- Rivière, situada en la región del Me-
diodia Francés, en el distritode Saint Gaudens, sus padres
eran tejedores y criadores de ovejas, hoy a dos siglos de su
muerte, una calle de su aldea natal, recuerda a este fran-
cés muerto en tierras argentinas.
Sobre como arriba a América, lo que abundan son con-
jeturas e interpretaciones, Meliton Hierro afirmará que
fue su tio Juan Porteau quien lo entusiasmo a venir al Río
de la Plata, donde arribaron en 1809, que de inmediato se
unio a las filas patriotas y que con su coterraneo Hipolito
Bouchard peleará como marino en el Combate de San Ni-
SINTESIS DE HISTORIA < < < 43
colas, que junto a él se unirá al Regimiento de Granaderos
a Caballo el 24 de abril de 1812. Por su parte, el dr. Rober-
to Biraghi sostendrá que su tio, ya vivía en Buenos Aires,
donde era conductor de diligencias y correos, que por la
estima que sentía lo manda a llamar para que se asiente
en Buenos Aires. Según afirman Collimodio y Romay no
existe informacion fiable en torno a la existencia del “tio”
y que por el contrario, la situación existente en Francia en
torno a las guerras napoleonicas y su condición de her-
mano menor, lo obligaban a abandonar su casa materna
en busca de construirse un futuro y que en función de
ello, inicia un periplo, desconocido en sus tramos, que lo
depositará finalmente en este suelo. No existen precisio-
nes tampoco sobre cuando fue ascendido a Sargento ni
cuando se unió fehacientemente a la causa patriota. Lo
cierto es que aquella mañana de febrero cargará con su
caballo, en el escuadron lliderado por el Capitán Justo Ger-
man Bermúdez y en aquella cruenta carga encontrará su
muerte.
Cabo Ramón Anadón
Al igual que lo sucedido con el sgto Pourtau, aquí tam-
bién la grafía jugo una mala pasada y su apellido fue tergi-
versado durante mucho tiempo, hasta que se pudo deter-
minar su correcta escritura, lastima que en medio de ello,
una calle sanlorencina lo recuerda desde 1950 pero con el
nombre de Amador.
Ramón Anadón era Oriental, nativo de Montevideo, hijo
de Ramón y de Francisca Sosa y Cabral y soltero. Su padre,
fue un destacado militar, sirviendo en el Regimiento de
Dragones colonial, desde 1799 hasta 1810, alcanzando el
grado de sargento, radicándose en San Carlos, Republica
del Uruguay. No se tienen presiciones en cuanto su ingre-
so a las filas de los Granaderos, pero en el combate de San
Lorenzo, marchará en la primera columna de la segunda
division bajo el mando del propio San Martin y será allí, a
las puertas del Convento San Carlos, mismo nombre que
su pueblo de origen, donde encontrará la gloria perecien-
do en combate.
Granadero Julián Alzogaray
Nada lo une al famoso “ingeniero”, tan solo la coiciden-
cia en el apellido. El que aquí nos aboca, nació en Chile,
más precisamente en Villa San Martin de la Concha en
Sus nombres quedaron inmortalizados en aquella aciaga mañana del
día 3 de febrero de 1813, frente a las puertas del convento franciscano
ofrendaron su juventud y regaron el suelo con su sangre valerosa.
El paso del tiempo les tributó migajas de reconocimiento y en su ho-
nor se bautizaron algunas calles o lugares públicos, pero la mayoría
de esos hombres sucumbieron ante el olvido y asi como su sacrificio
en el campo de batalla se desvaneció en el tiempo, lo mismo pasó con
sus vidas, con su propio pasado y por ende con sus historias.
Intrínseco lazo invisible que los comulgó, desde distintos lugares, a
encontrar la eternidad aquí en San Lorenzo, de cara al río y de frente
al sol, que se asomó tras los rayos de aquel histórico convento.
44 > > > SINTESIS DE HISTORIA
sias, ya que la lista de granaderos caidos publicadas por
la Gazeta Mercantil en marzo de 1813, primer documento
en el cual se detallan la nomina de los caidos, contiene
muchas imprecisiones en sus datos.
Granadero José Gregorio Franco Fredes
Nació en el partido de Renca en San Luis, en 1792, sus
padres fueron Eduardo Franco y María Liberata Fredes, se
enroló junto con su hermano en el contingente de pun-
tanos dirigidos por el capitán de milicias Tomas Baras en
septiembre de 1812, perteneció a la 2da companía del 3er
escuadrón y cargó en combate bajo el mando de Bermú-
dez. Contaba con 21 años al momento de su muerte y se
ofrendaron misas por su deceso en el Convento San Car-
los. Erróneamente se bautizó una calle sanlorencina solo
con su apellido Fredes, omitiéndose el primer apellido
Franco.
Granadero Juan Mateo Gelves
Nació en 1779 en la zona de Cañada de Escobar y fue
bautizado en el partido de Pilar, provincia de Buenos Ai-
res, integró una familia numerosa, contaba con más de
diez hermanos, descendiendo de una familia de antigua
raingambre en el Río de la Plata. Junto con su hermano se
enrolaron en el Regimiento de Granaderos a Caballo, Juan
integró la 2da companía del 2do escuadrón y a resultas de
1793, sus padres fueron Vicente Alzogaray y Josefa Coria.
Con 18 años e integrando el Ejercito Auxiliar de Chile, arri-
ba a Buenos Aires a solicitud de la junta patriota para de-
fender la ciudad de la amenaza naval española. Integrará
una fuerza de trescientos hombres al mando del coronel
Pedro Andrés de Alcaraz, que cruzaran los Andes recluta-
dos por los criollos Manuel Dorrego y Ignacio Alvarez Jon-
te. Ya en Buenos Aires, la fuerza se denominará “Cuerpo
de Granaderos del Reyno de Chile”, más no será necesaria
su participación militar, por ello, varios de sus integrantes
se enrolarán en la convocatoria realizada por San Martin
para la constitución de su Regimiento de Granaderos a
Caballo, entre ellos figuraba Julián Alzogaray. En la ma-
ñana del 3 de febrero, Julián integrará la 2da compania
del 2do escuadron de Granaderos e ira a la carga bajo el
mando de Bermúdez, contaba con tan solo 20 años cuan-
do muere en el campo de batalla. El resto de los chilenos
enrolados en Granaderos formaran parte del cuerpo unos
meses, pidiendo la baja en abril de 1813 y retornando a
Chile en junio de ese año.
Granadero Basilio Bustos
Una de las singularidades de su historia, es que junto
a su padre Lorenzo, ambos eran granaderos y nativos de
Renca en la provincia de San Luis. Ambos, padre e hijo,
llegaron al regimiento con el primer contingente de reclu-
tas puntanos bajo el mando del capitán de milicias Tomás
Baras y arribaron a Buenos Aires el 23 de septiembre de
1812. Si bien no hay datos respecto a su fecha de naci-
miento, se infiere que debe haber sido muy joven, ya que
su padre Lorenzo, contaba con solo 40 años al momento
del combate. Formó parte de la primer companía del 1er es-
cuadrón que combatió bajo el mando del propio San Martín.
Una calle en San Lorenzo y un monumento en San Luis hon-
ran su memoria.
Granadero José Manuel Díaz
Hijo de Juan Antonio Diaz y Maria Barroso, muchas son
los espacios en blanco al momento de reconstruir su vida.
Algunos lo han situado como oriundo de Tucumán, sin
precisar fecha de nacimiento, pero en lineas generales se
afirma que es cordobés, ya que desde la capital medite-
rranea partio, junto con un contigente de ochenta hom-
bres para incorporarse, por disposicion del Triunvirato, al
Regimiento de Granaderos, formando dicho contigente el
2do escuadron de Granaderos. La desaparición del libro
de guardia del Regimiento de Granaderos a Caballo, texto
en el cual se asentaban todos los datos de los granaderos
al momento de su incorporación ha generado que no se
hayan podido recuperar datos personales de muchos de
ellos o bien que la información haya generado controver-
Cementerio que se encuentra ubicado en el interior del Convento San Carlos, donde descansan algunos de los restos de los Granaderos caidos.
SINTESIS DE HISTORIA < < < 45
la acción de San Lorenzo, él perdió la vida con tan solo 33
años y su hermano Luis Antonio fue dado de baja por las
heridas recibidas en el campo de batalla.
Granadero Domingo Soriano Gurel
Uno de los dos riojanos fallecidos en la acción de San
Lorenzo, hijo de Juan Gil Gurel y Justa Herrera, probable-
mente haya integrado el contingente de cincuenta rioja-
nos que conducidos por el capitán José María Gonzalez
ingresaron al regimiento en agosto de 1812, en la mañana
del 3 de febrero cargo contra los realistas bajo el mando de
la columna de Bermúdez. Una calle de San Lorenzo honra
su memoria desde 1950.
Granadero Januario Luna
Puntano, al igual que Bustos y Franco Fredes, nacio
en el paraje de Guzmán en 1789, hijo de Crespin Luna y
Monica Amaya, su oficio era peon de campo hasta que se
enrola en el Regimiento de Granaderos a Caballo como
parte integrante de un segundo contingente de reclutas
puntanos en noviembre de 1812. Contaba con tan solo 24
años al momento del combate y formo parte del ala que
cargo contra los realistas bajo el mando del propio San
Martín. Durante mucho tiempo su nombre fue erronea-
mente escrito, hasta que en 1963 el historiador sanluiseño
Urbano Nuñez estableció su correcta grafía. Es recordado
en su provincia en el Monumento al Pueblo Puntano de la
Independencia y en San Lorenzo, una calle también honra
su memoria.
Granadero José Marquez
Cordobés, nativo del pueblo de Tulumba (aunque algunos
historiadores, sostienen que nacio en el cercano paraje de
San Antonio), hijo de Agustín Marquez y Juana Mendez.
Formo parte del contingente de cordobeses que por de-
cisión del Triunvirato se incorporaron al Regimiento en
agosto de 1812, conformando el segundo escuadron de
granaderos. La plaza principal del pueblo de Tulumba lle-
va su nombre, al tiempo que año a año se realiza un festi-
val popular recordando su nacimiento.
Granadero Ramón Saavedra
Unico santigueño que perecio en el combate, sus padres
fueron José Lorenzo Saavedra y María Juana Diáz. Habia
ingresado al regimiento pocos meses antes del combate y
según lo que se desprende de documentos posteriores al
combate, Ramón estaba casado, ya que se establecio una
pensión para su viuda, mas nunca llego a cobrarla, ya que
por ese entonces los recursos militares solo podian cos-
tear pensiones de oficiales muertos en combate no de sol-
dados sin jerarquía militar. San Lorenzo también honra
con su nombre una de las arterias de la localidad.
46 > > > SINTESIS DE HISTORIA
Granadero Feliciano Silva
Nació en Corrientes el 8 de noviembre de 1792, hijo de
Francisco Antonio Silva y Florenciana Navarro. Integró
el contingente de reclutas correntinos que remitio el Te-
niente Gobernador de Corrientes Toribio de Luzuriaga en
noviembre de 1812, entre los que tambien se encontraba
Juan Bautista Cabral. Al momento del combate integró el
escuadron liderado por San Martin, contaba con solo 20
años de edad al momento de su muerte; una calle sanlo-
rencina también recuerda su nombre pero con el apellido
de Silvas.
Granadero Blas Vargas
Riojano, integro el primer contingente de reclutas del
interior del país que se sumo al Regimiento en agosto
de 1812, hijo de Juan Vargas y de María de los Santos, se
desconocen muchos datos de su vida, una calle en San
Lorenzo y una calle interna del cuartel de Granaderos re-
cuerdan su memoria. §
SINTESIS DE HISTORIA < < < 47
48 > > > SINTESIS DE HISTORIA
“los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden la conciencia de sus destinos, y los que se apoyan sobre tumbas gloriosas, son los que mejor preparan el porvenir”.
Nicolás Avellaneda.
DoñA bienVeniDA
PALACios De
RoLDAnPor Roberto A. Colimodio
Julio A. Romay
SINTESIS DE HISTORIA < < < 49
Un testimonio oral que atravesó los siglos. Su padre
presenció la creación de la Bandera en Febrero de
1812 y participó como voluntario en el Combate de San
Lorenzo. Se trata de Bienvenida Palacios, figura venerable
de San Lorenzo. La visitaron para escuchar, de sus labios,
el relato transmitido por su padre, distintos presidentes
de la República: Sarmiento, Mitre y Roque Saenz Peña.
.-Tata, tatita, cuenteme de nuevo la batalla. ¿Cómo era
San Martín, tatita? – preguntaba la niña ávida de las his-
torias de su padre.
.- Pero hijita, si ya casi lo sabes de memoria.- repetía el
viejo soldado voluntario.
La niña suplicante de los dichos de su padre, era Bien-
venida Palacios, penúltima hija del matrimonio confor-
mado por Nazario Palacios y Paula Rodríguez, nacida el
5 de octubre de 18561, su padre había sido testigo de dos
hechos trascendentales para nuestra historia, uno en la
mañana brillante y calurosa del 27 de febrero de 1812 en
las barrancas rosarinas, cuando el General Belgrano enar-
bolaba la Bandera de la Patria por primera vez y segundo,
el 3 de febrero de 1813 donde participó como voluntario
del entonces Coronel San Martin y sus Granaderos a Ca-
ballo en el Combate de San Lorenzo.
Sus padres
Nazario Palacios había nacido el 4 de septiembre de
1797, pues fue bautizado en la Parroquia de San Jerónimo
de Coronda el 16 de julio de 1798 a la edad de 10 meses
y 12 días, su nombre de pila era José Nazario y sus pa-
dres fueron Francisco Palacios y Candelaria Carranza, cor-
dobeses emigrados a Santa Fe. Paula Rodríguez fue hija
del maestro de postas Fermín Rodríguez2 y Rosa Antonia
Aristegui. Paula Rodríguez de Palacios, madre de doña
Bienvenida, fue presidenta de la Sociedad de Damas de
Beneficiencia, encargada de atender el Hospital de la Cari-
dad (hoy Granaderos a Caballo – dependiente del gobierno
provincial), fundado el 1 de junio de 1870. Se recuerda con
su nombre a la plazoleta, ubicada en la esquina del citado
hospital de la ciudad de San Lorenzo.
Recuerdos del Combate, entre dos siglos
Combate de San Lo-renzo. El testimonio recibido de labios de su padre
En 1813, al anochecer de la víspera
del Combate, acamparon los grana-
deros de San Martín detrás del Convento de San Carlos.
Allí se presentaron los jóvenes sanlorencinos Nazario Pa-
lacios, Tomás Medina, Pablo Rodrigañez y otros 17 anó-
nimos voluntarios para ponerse al servicio de las armas
de la Patria encabezadas por San Martín. “Ustedes son
criollos como yo… quedan incorporados como soldados
voluntarios. Pueden retirarse”.
Después del combate el coronel ordenó a los volun-
tarios sanlorencinos que dieran cristiana sepultura a los
caídos durante la lucha. “Y, cavaron las fosas, la caluro-
sa tarde de febrero de 1813”; contaba doña Bienvenida en
una entrevista en 1947. -“Ya habían transcurrido muchos
años, y era yo una niña cuando le hacíamos relatar, hasta
el cansancio, todos esos recuerdos”.
El historiador Marcos P. Rivas la entrevistó varias veces
en compañía de Carlos De Sanctis en octubre de 1948 (tes-
timonios que el autor volcó en su libro “Historia de San
Lorenzo”, de 1951) y cuyo testimonio fotográfico acompa-
ña esta nota con una imagen inédita de doña Bienvenida3.
Rivas en su libro nos dice que doña Bienvenida recor-
daba muchas cosas de lo que su padre le había contado
cuando niña, entre ellas “que los españoles intentaron
prolongar la resistencia formando cuadros parciales al
borde de la costa, y, -según Palacios- se recurrió a la tácti-
ca araucana de atar un lazo a la cincha de dos caballos a
los que luego se desbarrancaba, rompiendo por ese medio
las últimas formaciones enemigas.”
También don Nazario contó a su hija que Cabral “lo
abrazó (a San Martín) por la cintura, para sacarle del
aprieto”. Cuenta Palacios (a través de su hija) que “seguía
el fuego sostenido de los buques, y, San Martín parecía
temer un nuevo desembarco. Lo supone por la frecuencia
con que el jefe patriota ascendía al campanario.”
1 Bautizada en la Parroquia de San Lorenzo Mártir como Bienvenida de Jesús Palacios el 12 de octubre de 1856.
2 Fermín Rodríguez, a cargo de la Posta de San Lorenzo es considerado erróneamente como quien brindara los caballos a los granaderos en la noche del 2 de febrero de 1813, cuando en realidad quienes lo hicieron fueron los encargados de la Posta del Espinillo (hoy Capitán Bermúdez) Francisca Roldán de Basualdo y su hijo Sebastián.
3 Fotografía obtenida por Carlos de Sanctis gentilmente aportada por la señora Dolly Montalto Galloso.
50 > > > SINTESIS DE HISTORIA
Rivas agrega que “debido a una larga sequía y el in-
tenso calor reinante los pastos estaban resecos. Por esa
causa los cañonazos provocaban grandes incendios en
el pajonal del campo, dificultando la tarea de recoger los
heridos. Ya por la tarde el hedor de los cadáveres era in-
soportable y se ordenó a los soldados voluntarios la ex-
cavación de una larga zanja destinada a sepultarlos. Para
ello, se les arrastraba a la cincha de los caballos, tal era
el estado de descomposición. Como la excavación tenía
sólo medio metro de profundidad, la tierra que cubría los
cuerpos hinchados sobrepasaba la superficie. El refectorio
y las celdas estaban llenos de heridos y ese hecho acredita
la veracidad tradicional del venerado pino del convento.
Desde allí hasta la capilla cerraba el patio una larga pared
de tapia con la única abertura de una pequeña puerta que
permitía el acceso a la torre.
Por ello el autor infiere que “no es ilógico suponer que
la necesidad de alejarse del clamor de los heridos alojados
en el refectorio y protegerse de los rayos del sol canicular
hayan llevado a San Martín hasta ese sitio desde donde
podía comunicarse directamente con la torre.” Hasta aquí
lo publicado por Marcos P. Rivas por lo referido por doña
Bienvenida, incluyendo sus apreciaciones de los hechos
que le narró la anciana, a quien el autor agradece “a su
fidelísima memoria, indemne a los 90 años de edad, debo
interesantes referencias confrontadas en sucesivas entre-
vistas”.
A la sombra de los cipreses
Esa memoria prodigiosa, tuvo su reconocimiento en
1945, en ocasión que, por una resolución del entonces
Ministro de Guerra de la Nación, coronel Juan Domingo
Perón, el jefe del Regimiento 11 de Infantería, Teniente Co-
ronel Adolfo Botti, envió la sección Zapadores de la uni-
dad al mando del subteniente Onofre Fabbio a proceder
a las excavaciones en el Convento San Carlos con el obje-
to de extraer restos de los granaderos muertos en acción
durante el Combate de San Lorenzo allí sepultados, para
agregarlos a la urna que guarda los restos del soldado des-
conocido.
Entonces se le consultó a la venerable anciana sobre
el lugar de las sepulturas: - “Si me hubieran preguntado
Vista aérea de la ciudad San Lorenzo en 1928
SINTESIS DE HISTORIA < < < 51
antes se hubieran ahorrado mucho trabajo y tiempo. Les
indiqué con mucha precisión cuál era el lugar donde mi
padre y los 19 jóvenes sanlorencinos, sepultaron a los caí-
dos”. El reconocimiento de su colaboración fue inmedia-
to, según nota enviada por el teniente coronel Botti a la
familia Palacios cursando una invitación a una reunión
celebratoria en homenaje a los caidos por la Patria de Oc-
tubre de 1945, a quien responde “valioso y muy querido
recuerdo para mí, porque en ella se refleja una acción,
muchas veces manifestada por mi padre, de la que él tam-
bién formó parte”. Como también en las Actas Oficiales de
1945 y 1957 en ocasión del levantamiento de los restos y
el posterior traslado de parte de ellos al Monumento a la
Bandera. Uno de los firmantes del acta de 1945 en calidad
de testigo y en representación de su tía, fue Juan Pablo
Ravena Palacios, sobrino de doña Bienvenida.
El acta de 1957 es más rica en información, allí se sin-
tetiza y amplían los datos de lo acontecido en 1945 dando
como referencia única el testimonio de doña Bienvenida:
“La Orden Franciscana del Convento de San Carlos, fiel
custodia de los restos de los granaderos caídos en el com-
bate de San Lorenzo, que se conservaban en dos urnas en
la Celda Histórica, desde el 23 de agosto de 1945 después
de haber permanecido hasta esa fecha, en la cual fueron
hallados y extraídos por una Compañía de Pontoneros del
Regimiento 11 de Infantería, en el sitio que nos fuera in-
dicado por la anciana Sra. Bienvenida Palacios de Roldán,
hija de Don Nazario Palacios que con sus paisanos y por
orden expresa del coronel San Martín, le dieron sepultu-
ra en el lugar situado inmediatamente al sur y por fuera
del tapial del huerto del convento, “a la sombra de los ci-
preses”, despues del combate de San Lorenzo, restos que
fueron identificados, clasificados y medidos por el médico
legista Dr. Melitón Hierro el día 23 de agosto de 1945 en la
biblioteca del Convento San Carlos ante los testigos R.P.
Fray Teófilo Luque, entonces Guardían del Convento San
Carlos y el Comisario de Policía de San Lorenzo, señor Pa-
blo Almirón. Los restos que hoy se entregan (17 de junio
de 1957) parte de los existentes en las dos urnas, se colo-
can en una urna con destino al Monumento Nacional a la
Bandera en Rosario para ser depositado para su honra en
el propileo”.
No solo esta actuación alcanza para destacar la figura
de doña Bienvenida, sino que también fue una dama de-
dicada a la beneficiencia y el bienestar de su pueblo; fue
presidente de la Congregación del apostolado de la ora-
ción en 1914 y años posteriores, fue también ministra de
la Venerable Orden Tercera Franciscana. Fue presidenta de
la Comisión de Damas pro ayuda al Hospital de Caridad
(cuya madre fue presidenta de la Comisión fundadora en
1870) y la del Colegio San Carlos entre 1916 y 1918. Pro-
fundamente católica,cimentó en los principios cristianos
la norma de su vida: por ello fue sencillamente austera,
bondadosa, tolerante y la práctica del bien constituyó su
más cara satisfacción: cualidades heredadas de sus ma-
yores, que, a su vez, transmitió a su hogar, como fuente de
virtudes y de ejemplos.
Visitantes ilustres
Por su casa natal de calle Belgrano4 (frente al Colegio
San Carlos) pasaron visitantes ilustres de la talla del pre-
sidente de la República Domingo Faustino Sarmiento en
el verano de 1875…. “cuando me vi frente a él, creí desfa-
llecer. Él comprendió mi confusión y sonriente, me obse-
quió con unas gentilezas y cumplidos. Su severo semblan-
te cambiaba frente a una dama y era el mas cumplido de
los caballeros. Le relaté todos los pormenores del comba-
te de San Lorenzo, que nos había relatado nuestro padre,
que tenía por entonces 77 años,y Sarmiento tomó algunos
apuntes. Desde entonces conservé una honrosa y conti-
nua amistad con ese presidente Argentino. Me visitaron
y me ofrecieron su amistad, (Bartolomé) Mitre y (Roque)
Sáenz Peña ( quien visitara San Lorenzo en ocasión de
cumplirse el Centenario del Combate).
Doña Bienvenida Palacios de Roldán, tuvo la amistad
de Pablo Richieri desde su infancia, pues fueron compa-
ñeros de estudio primarios en San Lorenzo,luego el Ge-
neral de la Nación cultivó esa amistad con el matrimonio
Roldán Palacios, como lo demuestran la correspondencia
en poder de Laureano Gabriel Oucinde (bisnieto de doña
Bienvenida).
Su descendencia
“Aquí me casé con Genaro Roldán5. El prestigio de mi
esposo, su decencia y su honradez le permitieron ser
nombrado diputado a la legislatura santafesina en 1896”.
Habían contraido matrimonio en San Lorenzo el 28 de
mayo de 1881. El matrimonio Roldán Palacios tuvo ocho
hijos, de los cuales sólo hubo descendencia por su hija
Georgina Elva Roldán Palacios casada con Bartolome
Zancarini que quienes descienden las familias Ferroro
Zancarini, Oucinde Zancarini, Carrick Oucinde, Oucinde
Guiamet, Bravi Oucinde, Malamud Oucinde, Juárez Oucin-
de, Baigorri Zancarini, Baigorri Peralta, Baigorri Bertolussi,
Podadera Baigorri, Reggi Zancarini, Zancarini Toboada, D’
Angelo Zancarini,entre otras.
“He quedado sola. Mis hijos han muerto y mis nietos
están ausentes.Un bisnieto me visita, desde Rosario, to-
dos los sábados y me trae la frescura de la primavera….
Solo los recuerdos me hacen compañía en las noches lar-
gas y en las esperas angustiosas … Aquí en San Lorenzo,
pasaré ultimos instantes…6”
52 > > > SINTESIS DE HISTORIA
que gozaba doña Bienvenida Palacios.
Estas sentidas palabras, ojalá sirvan para recordar a la
venerable memoria de quien mantuvo vivo el recuerdo de
su padre y de los hechos en los que participó, que nos per-
miten muchos años después concebir la historia desde el
punto de vista de sus protagonistas y mantener vigentes
las tradiciones orales, elementos vitales para los que es-
cribimos sobre el pasado de quienes nos antecedieron. §
Bibliografía
Goldman, Noemí: “Revolución, República, Confedera-
ción (1806-1852) en Nueva Historia Argentina. Tomo III.
Sudamérica. Buenos Aires. 2005.
Peña, Juan Manuel, Alonso José Luis. “Las banderas de
los argentinos” Artpress S. A., Ronor. Bs. As. 2009.
Tarragó, Griselda y Barriera, Darío G. ”Adiós a la Monar-
quía”, de los años revolucionarios a la crisis de 1820. Pro-
historia, La Capital. Rosario 2006. Tomo IV. D. G. Barriera,
Director.
4 En ese edificio funciona hoy la Escuela “Remedios de Escalada de San Martín”, un cartel municipal recuerda la historia de esa propiedad y a sus propietarios “Casa de Nazario Palacios”.
5 Hijo de Manuel Roldán y Concepción Villarruel. Estanciero, empleado provincial, secretario de Coronel Silverio Córdoba, primer jefe de político de San Lorenzo. Genaro Roldán fue con anterioridad subdelegado de Policía de San Lorenzo. Falleció en 1902. Se lo recuerda en San Lorenzo en una avenida con su nombre y apellido. No así a su esposa y suegro, quienes no tienen el merecido reconocimiento en la nomenclatura de la ciudad.
6 Reportaje realizado por C. Rolando Ramírez Juaréz, especial para la revista “Maribel”. Sin fecha (estimada en 1946/47). Infor-mación suministrada por el sr. Laureano Gabriel Oucinde (bisnieto de Doña Bienvenida) quien acercó su acervo documental familiar.
Su fallecimiento
Ocurrido en San Lorenzo, el 29 de febrero de 1952 a las 8
de la mañana, luego de una prolongada dolencia, no pasó
desapercibido para las instituciones sanlorencinas y los
medios de la región. Fueron entornadas en su memoria
las puertas del Palacio Municipal al paso del cortejo fú-
nebre según resolución del Intendente Municipal Miguel
Kuri y su secretario de Gobierno Hugo N. Arroyo de fecha
29 de febrero de 1952. El diario “la Capital” de Rosario en
su edición del 1 de marzo publicó que “… la desaparición
de la señora Bienvenida quien gozaba de la veneración ge-
neral por sus virtudes cristianas y por la ejemplaridad de
su vida, enluta a distinguidas familias de nuestra ciudad
y de San Lorenzo. El cariño que la rodeaba se exterio-
rizará, sin duda, en la ceremonia de inhumación de sus
restos”. El 1 de marzo a las 10hs en la Iglesia de San Loren-
zo Mártir se le hizo misa de cuerpo presente y responso
solemne y luego inhumación en el Cementerio local con
mucha concurrencia quienes, consternados, brindaron
muestras del merecido cariño y bien ganado respeto del
Reverso de medalla que le dieron a Bienvenida Palacios de Roldán
SINTESIS DE HISTORIA < < < 53
54 > > > SINTESIS DE HISTORIA
Desde 2002, año de fundación del Centro de Estu-
dios Genealógicos e Históricos de Rosario, a partir
de estudios e investigaciones de algunos de sus miembros
en esta disciplina, ha sido posible relacionar genealógica-
mente a los Voluntarios Manuel de Isasa, Nazario Palacios,
Felisardo Piñero, Julián Corbera, Pablo y Alfonso Rodrigá-
ñez con sus actuales descendientes, algunos de los cuales
viven en San Lorenzo, Rosario y Buenos Aires.
Muchas familias conservaban la tradición oral de la
participación de sus antepasados en el Combate de San
Lorenzo, cuyo bicentenario se cumple el próximo 3 de
febrero de 2013, transmitida por sus mayores. Otras han
descubierto últimamente su vinculación familiar con los
Voluntarios.
La flamante obra de Roberto Colimodio Galloso y Julio
Romay “Soldados de San Martín en San Lorenzo. Hechos y
aspectos inéditos”, ha avanzado en la identificación y ha
propiciado el encuentro de muchos de estos descendien-
tes. Ha sido emocionante, después de 200 años del Com-
bate, reunirnos y realizar las gestiones para la colocación
de las placas de homenaje, hacer las colectas, adquirirlas
y coordinar los preparativos para los actos en San Lorenzo.
¿Pero quiénes eran esos hombres que serán recordados
y homenajeados?
Estos seis Voluntarios tenían edades e historias dife-
rentes pero todos coincidieron ese día en el corto pero de-
cisivo Combate de San Lorenzo.
El Oficial Voluntario Capitán de Artillería Julián Corbera
(Buenos Aires 1783 - Buenos Aires 1831), militar de carrera,
tuvo una destacada actuación durante las invasiones in-
glesas de 1806 y 1807 y participó en varias batallas contra
los artiguistas. Corbera fue mencionado por San Martín
en el parte del 3 de febrero. Una calle en San Lorenzo hace
homenaje a su memoria aunque lamentablemente su
apellido está mal escrito en los carteles.
El Teniente de Milicias de Caballería de Rosario Manuel
de Isasa (Salsacate 1768 - Rosario 1832) era hacendado en
Carcarañá. Participó en el Combate como Voluntario y fue
mencionado en el oficio de San Martín del 6 de febrero
por haber “acreditado valor y sus deseos de felicidad del
país”. Casado con Ana María Gómez, dejó numerosa des-
cendencia.
El Teniente de Milicias Felizardo Piñero (Rosario 1762
- Rosario 1830) fue Alcalde de la Santa Hermandad de Ro-
sario. También fue mencionado en el Oficio de San Martín
del 6 de febrero por su destacada actuación. Casó con Jua-
na Ignacia Aguirre y luego con Ramona Rodríguez Carbo-
nel y tuvo una gran descendencia.
El joven Nazario Palacios (Coronda 1797 - San Lorenzo
1879) vecino de San Lorenzo, fue encargado, junto a To-
Por Sebastián Alonso
Casa natal de Bienvenida Palacios de Roldán, hija de Nazario Palacios, ahí recibió la visita de presidentes como Sarmiento, Mitre, Saenz Peña, y a su amigo el General Richieri. Actualmente funciona un establecimiento educativo.
DesCenDienTes De Los VoLunTARios DeL GRAL.
José De sAn mARTÍn en eL CombATe De sAn LoRenZo
SINTESIS DE HISTORIA < < < 55
que colaboraron en la colecta se les entregó un diploma
como recuerdo.
Muchas de estas familias están, a su vez, relacionadas
entre sí. Vemos como la Genealogía ha posibilitado descu-
brir su vinculación. Tomemos, por ejemplo, el caso de las
señoras y señoritas integrantes de la Comisión de Honor
que se formó para colaborar con los festejos del Centena-
rio del Combate de San Lorenzo en 1913 y de otros prota-
gonistas de los homenajes. De los dieciocho miembros de
esa Comisión, ocho eran parientes entre sí. Descendían
todas ellas de Da. María Gaona, nacida en Villa del Rosario,
Río Segundo, Provincia de Córdoba en 1752, hija de D. Luis
Gaona y Da. Ana Maldonado. Da. María Gaona tuvo un pri-
mer matrimonio con D. Roque Carranza y otro con D. José
Palacios. Algunos de sus hijos se radicaron en la zona de
Coronda y San Lorenzo. Manuela Zelada de Sánchez, Bal-
domera Peralta de Fraire y Paula Palacios de Ravena eran
sus tataranietas. Clara Fraire de Corvetto, Amalia Baigorri
de Herrón Rodríguez, Laura Baigorri y Manuela Sánchez
Zelada (luego señora de Amelong) eran sus choznas; Zule-
ma Piazza era la esposa de Bartolomé Baigorri, chozno de
María Gaona y tesorero del Comité Provincial Pro Cente-
nario de San Lorenzo. Da. María Gaona era abuela de Na-
zario Palacios (Carranza) y de Teresa Medina (Carranza),
ésta a su vez nuera de Manuel de Isasa, ambos voluntarios
en el Combate de San Lorenzo. Jorge Palacios, el intenden-
te comunal de San Lorenzo durante los festejos en mayo
de 1913, era tataranieto de María Gaona, así como María
Baigorri de Palenque, miembro de la Comisión creada
para restaurar la iglesia del Convento, junto con Aristode-
ma Parera de Palacios, viuda de Eloy Palacios, bisnieto de
Da. María Gaona. §
más Medina y Pablo Rodrigáñez, de cavar las tumbas de
los caídos en el Combate. Le transmitió a su hija Bienve-
nida Palacios de Roldán la ubicación del sitio de enterra-
miento y ésta a su vez lo señaló en 1945 a los encargados
de exhumar los restos. Se casó con Paula Rodríguez y tuvo
amplia descendencia.
Alfonso Rodrigáñez (La Mancha, España, 1749 - San
Lorenzo) y su hijo el joven Pablo Rodrigáñez (San Loren-
zo 1798 - San Lorenzo 1870), con numerosa descendencia.
Alfonso fue quien obsequiara a San Martín el caballo que
éste utilizó en el Combate y Pablo acompañó a Nazario
Palacios y Tomás Medina en la tarea de enterrar a los caí-
dos. Alfonso se casó con Mercedes Luján, fueron padres de
Pablo que a su vez se casó con Mercedes Rodríguez y por
lo era tanto concuñado de Nazario Palacios.
Como hemos dicho, en homenaje a los Voluntarios, se
colocará una placa (iniciativa encabezada por Sebastián
Alonso, Analía Gauna y Laureano Oucinde, entre otros y
que tuvo amplia adhesión) que fue solventada y donada
por varios de los descendientes de aquéllos hombres. Fray
Ángel Gayte, Cura Párroco y Guardián del Convento de
San Carlos de San Lorenzo, ha otorgado su superior au-
torización para que dicha placa sea colocada en el inte-
rior de la iglesia. Es de mármol negro y sus dimensiones
son de 1,20 m por 0,80. Tendrá la siguiente inscripción:
“En memoria de los Voluntarios que participaron y cola-
boraron en el Combate de San Lorenzo junto al Coronel
José de San Martín el 3 de Febrero de 1813 - Julián Corbera
- Manuel de Isasa - Nazario Palacios - Felisardo Piñero - Al-
fonso Rodrigáñez - Pablo Rodrigáñez - Sus descendientes
- 1813-2013”. También estos donarán al Complejo Museo-
lógico una placa de bronce que representa una escena del
Combate y que fue realizada en 1913, en conmemoración
al Centenario. Además, donarán un busto del Gral. José
de San Martín. El acto de inauguración y bendición de
las placas será el sábado 26 de enero de 2013, luego de la
misa vespertina. Algunas de las familias que descienden
de estos Voluntarios son: Isasa, Fraire, Argumedo, Alonso,
Costa, Baigorri, Guezuraga, Álvarez, Gómez Zorrilla, De-
lannoy, Jolly Pérez, Rodrigáñez, Rodrigáñez Riccheri, Arau-
jo, Lejarza, Díaz de Brito, Castagnino, Fumagalli, Medina,
Remondino, Palacios Cabanellas, Ravena, Carasa, Zancari-
ni, Oucinde, Gauna, López Gauna, Romay, etc. A aquellos
La Genealogía rescata las pequeñas historias
y une a los descendientes
200 años después
56 > > > SINTESIS DE HISTORIA
Granaderos
Solo siete fueron los granaderos formados por San
Martín que llegaron hasta Quito y regresaron a Buenos
Aires en 1826, ellos fueron, además de Bogado, el Sargen-
to Mayor Paulino Rojas, Capitán Francisco Olmos, Sargen-
to 2° Patricio Gomez, Francisco Vargas y Damasio Rosales
y el sargento Trompa Miguel Chepoya. El Regimiento de
Granaderos a Caballo será reconstituido por decisión del
presidente Julio Argentino Roca en 1903, siendo el sanlo-
rencino Pablo Richieri Ministro de Guerra y en 1907 será
designado escolta presidencial de la Nación, fijandose sus
nuevos cuarteles en el sitio actual de avenida Jose María
Campos en el barrio de Belgrano.
Medicina
Así como San Martín no pudo contar con artillería ni
con municiones por el retraso sufrido en la Posta de San-
tos Lugares, tampoco contaba entre sus filas con personal
médico. Es por eso que las primeras atenciones a los heri-
dos las llevarán adelante los propios monjes franciscanos
y el cura del Rosario Julián Navarro. Ya el día cuatro arri-
barán, desde Santa Fe, el cirujano protomédico Manuel
Bogado
El canoero paraguayo, que en la noche del 31 de ene-
ro, escapa de su prisión en uno de los buques de la
flota realista y da aviso a los milicianos de Escalada so-
bre los preparativos de desembarco de los españoles, se
unirá tras el Combate de San Lorenzo al Regimiento de
Granaderos a Caballo, participando de toda la campaña
libertadora. Su coraje, su temple y su acción en el campo
de batalla le significarán llegar a ser Teniente Coronel del
Regimiento, obteniendo todos los ascensos por mérito en
combate y será el responsable de liderar a los granade-
ros que en 1824, tras la batalla de Ayacucho, regresarán al
país, tras haber partido en 1817. Bogado y seis granaderos
tendrán el honor de haber llevado adelante toda la cam-
paña libertadora y tras su arribo a Buenos Aires, en 1826,
el regimiento será desmantelado por orden de Bernardino
Rivadavia. José Felix Bogado pronto será nombrado Co-
mandante Militar de San Nicolás de los Arroyos, donde
a la edad de 52 años se producirá su deceso el 21 de no-
viembre de 1829.
Por Prof. Pablo Sapei
Pórtico de la Gloria a poco de su habilitación, Fotografía de 1972
CuRiosiDADes, AnéCDoTAs, y APosTiLLAs DeL CombATe
SINTESIS DE HISTORIA < < < 57
Rodríguez y Sarmiento, quien lo hará con un botiquín y
una “pieza de puntivi para vendaje e hilos necesarios” y
permanecerá hasta la llegada del Dr. Cosme Argerich1.
Este último, llegará desde Buenos Aires el día 10 de fe-
brero, será el responsable de proceder a la amputación de
la pierna del Capitán Bermúdez y del brazo al granadero
Paulino Sosa. También participó en la atención de los
heridos, el cirujano José Rivés, valenciano él, que se en-
contraba en ese momento, confinado en la estancia de
Juana Benegas en San Nicolás de los Arroyos, pero que fue
autorizado a dirigirse a San Lorenzo para brindar socorro
a los heridos.
Marcha de San Lorenzo
Su letra y su música la han convertido en una de las
marchas militares mas reconocidas por todos los ciuda-
danos, sus primeras letras “Febo asoma… ” forman parte
de la cultura popular. Una de las curiosidades de la mar-
cha, es que primero tuvo la música y luego, años después,
tendrá la letra. El compositor Cayetano Alberto Silva, uru-
guayo y mulato él, se radica en Argentina a fines del siglo
XIX y consigue trabajo como maestro de Banda, de hecho
estuvo ocupando ese cargo en el Regimiento 11 las Heras,
cuando este se ubicaba en Puerto San Martín. Luego se
traslada a Venado Tuerto y será allí donde compondrá la
música de la marcha, a la que dio por título San Lorenzo,
en el año 1901. Al poco tiempo, le enviará la partitura de la
misma al general Pablo Richieri, en ese entonces ministro
de Guerra de Roca, a quien le dedicará su composición, al
tiempo que le pedirá volver a ser director de bandas mili-
tares. Richieri, aceptará la dedicatoria y dispondrá que se
ejecute, quedando cautivado por la misma, declarándola
“Marcha desfile del Ejército”. Fruto de ello, es que al año
siguiente el 30 de octubre de 1902 en ocasión de inau-
gurarse un monumento a San Martín en Santa Fe, será
tocada en forma oficial por primera vez. En 1907, el poeta
mendocino Carlos Javier Benielli será el encargado de po-
nerle letra a la música y se popularizó con los festejos del
Centenario de la revolución en 1910. Preso de una dificil
situación económica Silva venderá sus derechos sobre la
obra, en una cifra muy baja. Falleció en Rosario en 1920.
Benielli morirá en Buenos Aires en 1934.
Desagravio
La Marcha de San Lorenzo se convirtió en una de las
marchas militares más famosas en el mundo, los ejércitos
de Uruguay, Brasil y Polonia la cuentan en su repertorio.
En los años 20, cuando la influencia del ejército prusiano
modeló a las fuerzas armadas argentinas, nuestro país le
obsequió la Marcha de San Lorenzo y a cambio los ger-
manos ofrecieron la marcha “Viejos Camaradas”. De este
modo, la Marcha de San Lorenzo fue usada por las tropas
nazis en su desfile tras la caída de París en 1940 y en 1944
a modo de desagravio a la pieza musical, el general Eisen-
hower ordenará que sea ejecutada en el desfile de libera-
ción de París. Además, la obra de Silva y Benielli fue usada
por los británicos en la coronación del rey Jorge V en 1911
y en la entronación de Isabel II como reina de Gran Breta-
ña en 1953, de hecho, sigue siendo utilizada en los cam-
bios de guardia del palacio de Buckingham.
El monumento que no fue
Numerosas fueron las gestiones para la construcción
de un monumento que recuerde la acción de San Loren-
zo, comenzando por una iniciativa del propio Gral. Tomás
Guido, amigo personal del libertador en 1857. También
hubo presentaciones en 1889 por parte de Ovidio Lagos y
Nicasio Oroño en la Cámara de Diputados, el propio Saenz
Peña en su visita oficial de 1913 coloca la piedra de un
monumento que nunca existió. En 1949 se sanciona la
ley 13.661 que dispone la creación de una construcción
evocativa y fijaba los recursos para hacerlo. Se encargó
un concurso de proyectos, siendo ganador el Ing. Angel
Guido, quien propuso la construcción de un recordatorio
de dimensiones monumentales, en la cual una carga de
granaderos, realizada en mármol y de varios metros de
altura se proyectaba sobre la barranca y avanzaba sobre el
propio Paraná, una obra hercúlea que nunca pasó de los
bocetos, a pesar de que una ley, nunca derogada, autoriza-
ba su construcción.
El sitio del combate
Más allá de lo trasmitido en los actos escolares, el lu-
gar de desembarco y el sitio del combate fue objeto de
controversias, aunque el propio San Martín haya escrito
que el mismo fue a las puertas del convento. Lo cierto es
que el enfrentamiento tuvo un sentido noreste, a unos 150
metros del monasterio, que luego el combate se disper-
só y que ocupó un extenso espacio, incluyendo el actual
Campo de la Gloria. Según lo fija Fray Herminio Gaitán, la
caída de San Martín se produjo aproximadamente en la
intersección de las calles 3 de Febrero y Sgto Cabral.
El Campo de la Gloria
No mentiríamos si dijéramos que el combate no se de-
sarrolló exclusivamente allí, tampoco lo haríamos si afir-
1 Hoy uno de los hospitales mas importantes de Buenos Aires lleva su nombre y es recordado como uno de los primeros impulsores de la medicina en nuestro país.
58 > > > SINTESIS DE HISTORIA
máramos que se peleó en actual Campo de la Gloria. Tal
como afirmamos antes, el espacio de lucha, tras el choque
inicial fue muy amplio y seguramente involucró al actual
Campo de la Gloria. Lo cierto, es que el Campo de la Gloria
es el resultado de la donación por parte de la orden fran-
ciscana de cuatro manzanas al gobierno nacional, en 1950,
con el objeto de rendir homenaje al libertador y su acción
en San Lorenzo, para perpetuar su memoria y que solo
con ese fin debía usarse, ya que de lo contrario se debía
restituir a la orden conventual. También se debía hacer un
monumento, cosa que
no sucedió y solo en
1973 se habilitó el pór-
tico de la Gloria, obra
del arquitecto Juan Pu-
jols y del Ing. Carlos Fa-
rrugia, que más allá de
sus caracteristicas mo-
numentales y el carga-
do simbolismo de cada
uno de los elementos
que lo componen, no
deja de ser un portal,
un ingreso al Campo
recordatorio, pero no
un monumento en si
mismo.
San Lorenzo los unió
Entre las filas de los
granaderos caídos se
brindan los detalles
de un amplio abanico
de lugares de procedencia: en efecto, entre los patriotas
debemos contar que perecieron un uruguayo, un francés
y un chileno y respecto a las provincias: Corrientes, San
Luis, Córdoba, Santiago del Estero, la Rioja y Buenos Aires
se cuentan entre los lugares que brindaron hombres al
servicio de la patria en San Lorenzo. Otra de las curiosida-
des, es que dos soldados que pelearon para los realistas,
luego se asentaron en San Lorenzo, contrajeron matrimo-
nio aquí y sus restos fueron enterrados en esta ciudad.
Españoles y Montevideanos
A ciencia cierta, tambien es preciso afirmar que solo
los oficiales realistas eran españoles de origen, el resto de
las tropas que pelearon en
San Lorenzo eran montevi-
deanos, o sea criollos, pero
que luchaban amparados
por la bandera del rey. Asi-
mismo, los prisioneros es-
pañoles capturados por San
Martín, serán remitidos días
después en una compañía
especial a la ciudad de Per-
gamino a los fines de que allí
permanezcan.
Parte de Guerra
Uno de los datos singu-
lares del combate, es que el
jefe de la escuadra realista,
tras la derrota y su regre-
so a Montevideo, escribirá
su propio parte de guerra
en la cual sostendrá que la
victoria fue para las fuerzas
realistas, tergiversando da-
tos en cuanto el número de
bajas, heridos, armamento y
duración del combate. Mas la historia pronto dejó de ma-
nifiesto que lo que el comandante español intentó reali-
zar, pronto se diluyó, saliendo la verdad a flote: esto es, el
contundente triunfo militar de las fuerzas criollas. §
Coronel José Félix Bogado
SINTESIS DE HISTORIA < < < 59
Heridos San Martín y Bermúdez, fue quien lideró
la tercera carga de Granaderos frente a los realis-
tas que huían hacia las barrancas, su intrepidez y coraje
lo llevaron a desbarrancar y caer con su caballo hacia el
río, siendo tomado por los españoles. Herido, fue canjeado
por San Martín y tras una larga dolencia fenecerá meses
después en Buenos Aires, al no poder recuperarse de las
heridas recibidas en San Lorenzo.
Nació el 8 de agosto de 1785 en Buenos Aires, su padre
era un acaudalado comerciante de nombre Francisco José
Díaz Vélez y su madre María Petrona Aráoz Sánchez de La-
madrid, uno de sus hermanos Eustaquio Díaz Vélez fue un
destacado guerrero de la independencia peleando junto a
Manuel Belgrano.
Manuel ingresará a la vida militar como cadete del regi-
miento de Patricios durante las segundas invasiones ingle-
sas en 1807. Ya producida la revolución de Mayo, participa-
rá como voluntario bajo las órdenes del Coronel Rondeau,
en el asalto a la Isla de las Ratas, situada frente a Montevi-
deo y en la cual los realistas tenían un depósito de pólvora
y municiones, haciéndolo con gran valentía, actuación que
será destacada por el mismo Coronel Rondeau al momento
de redactar el parte de Guerra.
Será el propio San Martín quien pedirá su incorporación
al Regimiento de Granaderos a través del oficio en el cual
expresa “Con motivo de la creación del 3er escuadrón se
nombre el 22 de diciembre capitán de la 2da compañía al
ciudadano Manuel Díaz Vélez de méritos y valor compro-
bados, que sirvió como voluntario a las órdenes del Coronel
Rondeau en el sitio de Montevideo, fue en la misma clase
a la toma de la Isla de las Ratas en la que se distinguió sin
que jamás quisiera admitir recompensa alguna, ha perdi-
do todos sus bienes en juridicción de Entre Ríos y tiene un
hermano en el Ejercito del Perú, rindiendo servicios muy
importantes a la patria.”
En el combate de San Lorenzo, lo encontraremos como
segundo del capitán Bermúdez. Tras ser herido San Martín,
él junto con Bermúdez llevarán adelante la segunda carga
contra los realistas, carga en la cual será herido Bermúdez,
frente a ello y al mando de su pelotón, Díaz Vélez se pondrá
al frente de la tercer carga y preso del ímpetu de la carrera,
cabalgará totalmente arrebatado por el entusiasmo en per-
secusión de los realistas que ya se encontraban muy cerca
de la barranca. Testigos afirman que en esa persecución,
recibe un balazo, en la frente o le roza el cráneo, quedando
atolondrado, sumado a dos ballonetazos en su cuerpo, no
pudiendo evitar que él y su caballo desbarrancaran, que-
dando mal herido, a merced de los españoles, siendo el úni-
co prisionero tomado por los realistas.
Ese mismo día, el propio San Martín dispuso de un oficial
parlamentario con el objeto de recuperar al prisionero, lo
que se producirá a la misma tarde, siendo liberado junto
con tres balseros paraguayos que habían sido tomados pri-
sioneros días antes.
Ya en el convento, será atendido primero por el padre
de la capilla del Rosario Julián Navarro, luego por el médi-
co cirujano santafesino Manuel Rodríguez y Sarmiento y
finalmente por el Dr. Cosme Argerich. A fines de febrero de
1813, aún herido regresará a Buenos Aires junto al propio
Argerich y los últimos granaderos que aun permanecían en
San Lorenzo, se reincorporará al regimiento en el mes de
marzo. Una recaída en sus heridas le producirá su deceso
el 20 de mayo de 1813 dejando a su esposa Lorenza Leal
embarazada de seis meses. §
TenienTe mAnueL DÍAZ VéLeZ
60 > > > SINTESIS DE HISTORIA
SINTESIS DE HISTORIA < < < 61
Con motivo de festejarse el Sesquicentenario del
Combate de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1963,
visitó la ciudad de San Lorenzo el entonces presidente de
la Nación Dr. José María Guido, quien había llegado a la
primera magistratura tras el golpe de Estado derrocando
al Dr. Arturo Frondizi, y en su calidad de Presidente de la
Cámara de Senadores, asumió la presidencia.
El lunes 4 de febrero de 1963, el diario “La Capital” de
Rosario publicó: “El brillante Escuadrón de Granaderos a
Caballo que participó en los actos cumplió con gallardía
la marcha sobre el Campo de la Gloria abriéndose en dos
alas por las calles laterales del Convento San Carlos sobre
las cuales resonaron los cascos de los caballitos criollos
que llevaron a los jinetes de la carga evocada y luego en
airosa formación proporcionó digno marco a las ceremo-
nias castrenses.”
Se hallaban presentes en esas oportunidad, entre otros:
edecán del presidente Capitán de Fragata Gonzalo de Bus-
tamante; Ministro del Interior Dr. Rodolfo Martínez (h);
Ministro de Educación y Justicia Alberto Rodríguez Galán;
Secretarios de Marina, Guerra y Aeronaútica Contralmi-
rante Carlos A. Garzoni; Tte. Gral. Benjamín Ratanbac y
Brigadier Eduardo Mac Loug Lin; los ministros provincia-
les de Gobierno, Justicia y Culto Dr. Manuel A. Cabrera; de
Hacienda, Economía e Industrias Dr. Horacio E. Frías; de
Obras Públicas Ing. Carlos Isella; de Agricultura y Gana-
dería Ing. Carlos A. Lanusse y de Salud pública Dr. Fede-
rico Cervera; el Jefe de la Casa Militar Capitán de Navío
Fernando A. Milia; Jefe de Seguridad de la Presidencia Tte.
Cnel. Wilfredo D. Perezzutti; Jefe de la custodia presiden-
cial Tte. de Navío Carlos A. Valenti; Jefe del Comando del
Cuerpo de Ejército II Gral. Carlos Jorge Rosas; presidente
del Instituto Nacional Sanmartiniano Gral. Ernesto Florit;
Arzobispo de Santa Fe Monseñor Nicolás Fasolino; Co-
mandante de la III Divosión de Infantería Gral. Manuel Iri-
cibar; Jefe del Regimiento de Granaderos presentes.
Los granaderos hicieron guardia ante la lámpara voti-
va que recuerda el hecho, y otros se ubicaron formando
guardia de honor frente al palco oficial. El jefe de Grana-
deros realizó una arenga, que decía: “Anoche ya tarde, ha-
beís arribado a este lugar. Durante la marcha estoy seguro
habeís tenido que empeñaros con sacrificio y habeís vi-
vido en consecuencia toda la intensidad de aquella que
en 1813 realizará el Coronel San Martín con sus primeros
granaderos”. Tras otras consideraciones expresó “Grana-
deros llega el momento solemne de la evocación histórica.
San Martín observa el avance del enemigo desde el cam-
panario del Convento, apreciando oportuno el momento
para el ataque, baja rápido y decidido; monta su bayo de
pelea y desenvainando su corvo expresa con voz grave y
tranquila: Esperó que tanto los señores oficiales como los
granaderos se portarán con una conducta tal cual merece
la opinión del regimiento. No dispara un solo tiro, fiar so-
lamente en los sables y en las lanzas”.
Enseguida dio lectura al parte de la victoria redactado
por el Coronel San Martín y escrito por Mariano Necochea.
Posteriormente, el presidente de la Nación Dr. José Ma-
ría Guido hizo uso de la palabra y, entre otros conceptos,
expresó: “El hombre en su constante búsqueda de si mis-
mo tiene una meta: la perfección. La lucha por alcanzar
esa perfección constituye el fin de la vida. Sólo por el ca-
mino de la perfección llega a la ejemplaridad. Dicho de
otro modo; es verdad consagrada que toda ejemplaridad
reconoce una perfección.
Otra conclusión debe establecerse: la única verdad es
el amor.
Quien se extravíe por los falsos senderos del egoísmo,
habrá matado sus propios gérmenes vitales. No alcanzará
jamás a encontrar su propio destino, no habrá servido de
modo alguno ni a sí mismo, ni a la colectividad.
Que bien sabían esas verdades esenciales los hombres
que crearon nuestra patria... Con que admirable sentido
de su propia vida se dieron a la tarea heroica de alumbrar
un sueño, salvando la línea dinámica que separa lo real de
Visita del presidente de la Nación Dr. José María Guido
al Campo de la Gloria
sesQuiCenTenARio “CombATe De sAn LoRenZo” Por Miguel Ángel Piagentini
62 > > > SINTESIS DE HISTORIA
lo imaginario ¿Cuál era el sueño? La Libertad“.
Guido también resaltó: “No es el odio lo que moviliza
la caballería iluminada del Coronel José de San Martín. No
es el odio sino el amor lo que aglutina en una maravillosa
acción de conjunto los batallones en armas, las fuerzas
civiles y el aliento de la iglesia.
La libertad no admite parcialidades. No es posible la li-
bertad física sin la conciencia de los espíritus, de la social,
de la económica, de todas las otras formas que constitu-
yen el fin de la vida para los individuos y para los pueblos.
A través de los franciscanos del convento como en la Pri-
mera Junta la causa de la libertad triunfa al amparo de la
cruz“.
El presidente, también recordó: “San Lorenzo es, ade-
más, y de manera específica el brillante y vigoroso co-
mienzo de las luchas por la conquista de la libertad eco-
nómica. Es de todos conocidos el motivo circunstancial
de esta acción. Pero apreciada en la perspectiva histórica
puede afirmarse que constituye una pincelada insustitui-
ble para integrar el cuadro del proceso libertador. (…….).
Sí, señores. El combate que estamos celebrando en este
día de la conmemoración sesquicentenario debe mover-
nos a reflexión. Debe recordarnos con la fuerza irrefutable
de la verdad histórica que la libertad es un bien, que, con
frecuencia, cuesta menos adquirir que conservar.
Por último, Guido declaró: “Como argentino, sólo aspiro
a asistir a uno de esos actos a que el pueblo concreto su
decisión de mantener la estructura libérrima, bajo todas
las garantías de la ley.
Sin la ayuda, sin la colaboración franca del pueblo nada
estable podrá alcanzarse“.
El acto continuó con el oficio religioso a cargo del R.P.
Miguel Ángel Fernández Luque, la misa fue de campaña. A
ambos lados había dos estandartes con los colores patrios
y dos cañones.
Tras ello se dio lectura a la nómina de los granade-
ros caídos en el campo del honor aquel 3 de febrero de
1813. Las ofrendas florales fueron colocadas en el atrio de
la Iglesia “San Lorenzo Mártir”. Las mismas fueron de la
Presidencia de la Nación, de las Fuerzas Armadas, Institu-
to Nacional Sanmartiniano, Regimiento de Granaderos a
Caballo, Municipalidad de San Lorenzo, de Rosario, Banco
Provincial de Santa Fe, Jefatura de Policía de San Lorenzo,
Comisión de Fomento de Fray Luis Beltrán.
A posteriori habló en nombre de las Fuerzas Armadas
el Secretario de Guerra General Benjamín Rattenbach,
quien expresó: “Los muros, las celdas y la escalera de este
antiguo convento se habrán estremecido hoy de nuevo
al sentir al alba la vibración de la tierra bajo el paso in-
confundible de las tropas de caballería y todos ellos, que
fueron en aquel momento testigos mudos de la reunión
y aprestos de los Granaderos, de las hábiles disposicio-
nes del joven Coronel de San Martín, de la carga bravía
sorpresiva y los gritos finales de la victoria, constituyen
hoy otros tantos monumentos que recuerdan el espíritu
de sacrificio de aquellos hombres y su inmenso deseo de
ser libre. En este pequeño combate se abre un camino en
la historia, un regimiento de fama y un conductor inmor-
tal. Quedan unidos en los sucesivos en forma indisoluble,
pero, mientras uso llega a ser gloria y orgullo del ejército,
otro se convierte en símbolo y prototipo nacional, pues
pasa a ser prócer máximo de los argentinos“.
Finalizado el acto central cerca del mediodía veraniego
con un sol a plomo, el Presidente de la Nación y su comi-
tiva se trasladaron a la ciudad de Rosario para visitar el
Monumento a la Bandera. A posteriori se trasladó a Bue-
nos Aires. §
SINTESIS DE HISTORIA < < < 63
Un origen incierto
Su historia es tan antigua como la génesis del con-
vento mismo, acompañando toda la historia de San
Lorenzo. Nadie sabe quién lo plantó, aunque su origen
podría estar estrechamente ligado a la historia de los
jesuitas y franciscanos que se instalaron en la zona en
el siglo XVIII. El pino pudo haber sido plantado en si-
multáneo con los cimientos del famoso convento. Al
momento del combate habrá tenido por menos dos dé-
cadas, para así poder dar su sombra a su visitante más
célebre: San Martín.
Sus características
Es un Pinus Pinea o pino piñonero, conífera originaria
de la costa del mar Mediterráneo, está ubicado en lo que
eran los fondos de la huerta del convento y destinado,
siendo un árbol adulto, a la obtención de piñas cuyo fruto,
el piñón, era utilizado en confituras de panificación en la
cocina. Todo ello nos lleva a estimar su edad en más de
doscientos años.
Sus dos encuentros con San Martín
El pino adquirió fama al cobijar a su sombra al general
San Martín luego del combate, herido en una mano y a
cuyos pies, habría dictado a su ayudante Mariano Neco-
chea el parte del combate. Desde entonces, fue objeto de
veneración, convirtiéndose en todo un símbolo de identi-
dad, siendo el árbol más conocido en el país. En cambio
son pocos los que conocen su segundo acercamiento con
el libertador: sus hojas ornaron el féretro de San Martín
en el día de sus funerales al ser repatriados sus restos a
Buenos Aires en 1880.
Entre visitas y verjas
En 1902 al concurrir a verlo el por entonces Ministro
de Guerra, Coronel Don Pablo Ricchieri, hijo de San Lo-
renzo, y al comprobar el deplorable estado que presen-
taba, ordenó algunas tareas de mejoramiento, entre ellas
la construcción de la verja exterior instalada en 1904.
Posteriormente en el año 1911 el guardián del convento,
Fray Agustín Quarin, había llamado la atención de las au-
toridades nacionales al advertir su “aspecto enfermizo” y
presagiaba el peligro de secarse. Hasta el lugar se acer-
có el célebre arquitecto y paisajista Carlos Thays, quien
Por Prof. Ricardo Celaya
Los CombATes DeL Pino
64 > > > SINTESIS DE HISTORIA
efectuó una serie de recomendaciones, las cuales fueron
publicadas en la revista “Caras y Caretas”: “Para remediar
sus inconvenientes, el señor Thays aconsejó varias medi-
das salvadoras, entre ellas la supresión inmediata de una
pared cercana al pino y la instalación de una verja que
lo proteja de los cortaplumas de los excursionistas y del
apisonamiento del suelo”1.
Dicha verja
interior sería
instalada en
1923 durante
la presidencia
de Marcelo
de Alvear. En
la actualidad
ambas rejas
se mantienen.
Un ja-p o n é s en San Lorenzo
En 1955
el pino tuvo
un episodio
casi terminal
cuando se re-
currió al cien-
tífico japonés
M i y a m o t o
Katsusaburo
para su con-
servación, el
cual logró re-
vivirlo con una fórmula basada en una hormona vegetal
de su descubrimiento, denominada “auxina”, sin embargo,
nadie conoce en la actualidad cómo fue preparada. Uno
de los factores reside en que la personalidad del científi-
co era muy cerrada, no pudiendo lograr tener discípulos
para sus conocimientos. Katsusaburo fue el precursor del
bonsai en Argentina y su método de taxidermia consistía
en la aplicación de una sola inyección sin remoción de
vísceras.
Mas que un pino
Último testigo viviente del combate, a lo largo de todos
estos años le tocó pasar diferentes situaciones: el 30 de
enero de 1946 el Poder Ejecutivo Nacional lo declaró árbol
h i s t ó r i c o
nacional ,
cada Pre-
s i d e n t e
que visitó
San Loren-
zo quiso
v i s i ta r lo,
Perón y
M e n e m
plantaron
sus reto-
ños. Es una
p a r a d a
obligatoria
para cada
viajero que
llega a San
Lorenzo.
En 1993
sorteó el
i n t e n s o
t o r n a d o ,
pero la
fuerte tor-
menta del
21 de octu-
bre de 2012
que azotó
la región, con caída de abundante piedra, lo despojó de
gran parte de su masa verde, y además afectó la circula-
ción de su savia; haciendo estragos en su integridad. El
pino como todo ser vivo le ha llegado su hora final, somos
testigos de cómo enfrenta su último combate.
Su memoria e importancia para los sanlorencinos no se
discuten. Pero ¿qué pasa cuando un símbolo se muere?. §
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