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Skidmore y Smith Eje 2 y 3

Date post: 28-Sep-2015
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HISTORIA CONTEMPOR`NEA DE AMERICA L ATINA CR˝TICA GRIIALBO MONDADORI BARCELONA en el siglo xx Thomas E. Skidmore Peter H. Smith
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  • HISTORIA CONTEMPORNEA

    DE AMERICA LATINA

    CRTICA GRIIALBO MONDADORI

    BARCELONA

    en el siglo xx

    Thomas E. Skidmore Peter H. Smith

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  • La transformacin de la Amrica Latina contempornea (dcada de 1880-dcada de1990)

    mrica Latina ha pasado por una serie de cambios econmicos, sociales y polticos de largo alcance desde finales del siglo xix. Las economas

    nacionales se han integrado en el sistema global centrado en Europa y Esta-dos Unidos, han cambiado los agolpamientos y las relaciones sociales, las ciu-dades han florecido, y la poltica ha sido testigo de reformas y trastornos, y a veces de estancamiento. Estas variaciones han llevado a una gran diversidad de experiencias nacionales, por lo que tras este captulo presentamos ocho casos prcticos: Argentina, Chile, Brasil, Per, Mxico, Cuba, el Caribe y Centroamrica. Como veremos, estos pases ilustran la complejidad de la historia contempornea latinoamericana.

    No obstante, como ha habido importantes semejanzas y diferencias, el propsito de este captulo es ofrecer un esbozo de los modelos y procesos del cambio. No refleja la historia de un solo pas, sino que presenta un cuadro compuesto que puede proporcionar una base para entender el contexto en el que se desarroll cada uno de ellos. Tambin nos permitir compararlos y ob-tener generalizaciones acerca de las fuerzas histricas que se dieron en todo el continente.

    Si queremos comprender la Amrica Latina contempornea, debe si-tursela en el contexto de la expansin econmica global; comenzando con la conquista del siglo XVI. Dentro de este sistema, ha ocupado una posicin esencialmente subordinada o dependiente y ha seguido unos caminos eco-nmicos moldeados en gran medida por las potencias industriales europeas y estadounidense. Estos desarrollos econmicos han originado transformacio-nes en el orden social y la estructura de ciase, que. a su vez, han afectado de forma crucial los cambios polticos. Por ello, comenzamos con un conjun-to de relaciones causales simplificadas: los cambios econmicos producen cambios sociales que proporcionan el contexto para el cambio poltico.1

    1. Por esta razn. cada uno de los casos de estudio presentados en los captulos siguientes contienen una seccin general sobre el crecimiento econmico y el cambio social, con la ex-cepcin de Mxico, donde la revolucin de 1910 ejerci un impacto poltico tan fuerte sobre la historia del pas, que nos oblig a utilizar un formato diferente.

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    Fase 1. Inicio del crecimiento basado en la exportacin-importacin (1880-1900)

    La Revolucin Industrial europea fue lo que precipit el cambio en las eco-nomas decimonnicas latinoamericanas. Como se mostr en el primer cap-tulo, Amrica Latina haba visto reducirse sus vnculos con la economa mun-dial tras lograr la independencia de Portugal y Espaa. Sus terratenientes convirtieron sus posesiones en entidades autnomas y autosuficientes, en vez de producir bienes para los mercados internos o exteriores. La minera se ha-ba detenido, en parte como resultado de la destruccin ocasionada por las guerras independentistas. La manufactura era modesta y estaba en su mayor parte en manos de artesanos dueos de pequeos establecimientos.

    Sin embargo, a finales del siglo XIX la industrializacin europea empez a ocasionar una fuerte demanda de productos alimenticios y materias primas. Los trabajadores ingleses y europeos, que ahora vivan en las ciudades y tra-bajaban en fbricas, necesitaban comprar los alimentos que ya no cultivaban. y os dirigentes de la industria, vidos por extender su produccin y opera-ciones, buscaban materia prima, en particular minerales. Ambos incentivos llevaron a los gobiernos e inversores europeos a buscar fuera, en frica, Asia y, por supuesto, Amrica Latina.

    Como resultado, los principales pases latinoamericanos pasaron por una sorprendente transformacin a finales del siglo XIX, especialmente desde 1889. Argentina, con sus vastas y frtiles pampas, se convirti en un importante pro-ductor de bienes agrcolas y ganaderos: lana, trigo y sobre todo carne. Chile re-sucit la produccin de cobre, industria que haba cado en decadencia tras los aos de la independencia. Brasil se hizo famoso por su produccin de caf. Cuba cultiv caf, adems de azcar y tabaco, Mxico empez a exportar una serie de materias primas, desde el henequn (fibra utilizada para hacer cuerda) y el azcar, hasta minerales industriales, en particular cobre y zinc. Centroamrica export caf y pltanos, mientras que de Per salieron azcar y plata.

    El desarrollo de estas exportaciones fue acompaado de la importacin de productos manufacturados, casi siempre de Europa. Amrica Latina com-praba textiles, maquinaria, bienes de lujo y otros artculos acabados en una cantidad relativamente grande, con lo que se dio un intercambio, aunque los precios de las exportaciones latinoamericanas eran mucho ms inestables que los de las europeas.

    A medida que progresaba el desarrollo, la inversin de las naciones indus-triales, en especial de Inglaterra, fluy hacia Amrica Latina. Entre 1870 y 1913, el valor de las inversiones britnicas aument de 85 millones de libras es-terlinas a 757 millones, una multiplicacin casi por nueve en cuatro dcadas. Hacia 1913, los inversores britnicos posean aproximadamente dos tercios del total de la inversin extranjera. Una de sus ms firmes inversiones era la cons-truccin de ferrocarriles, en especial en Argentina. Mxico. Per y Brasil. Los

    inversores britnicos, franceses y estadounidenses tambin pusieron capital en empresas mineras, sobre todo en Mxico, Chile y Per, lo que signific que los latinoamericanos no hubieran de invertir all, pero tambin que el control de los sectores clave de sus economas pasara a manos extranjeras.

    De este modo, a finales del siglo XIX, se haba establecido una forma de crecimiento econmico basado en la exportacin-importacin que estimu-l el desarrollo de los sectores de materias primas de las economas latino-americanas. El impulso y el capital provinieron en su mayora del exterior. Con la adopcin de esta alternativa, Amrica Latina tom un camino co-mercial de crecimiento econmico dependiente de las decisiones y la pros-peridad de oirs panes del mundo.

    La rpida expansin de sus economas de exportacin fue acompaada e incluso precedida por la victoria de una justificacin intelectual para su inte-gracin en la economa mundial. Esta justificacin fue el liberalismo, la fe en el progreso y la creencia en que llegara a la economa slo mediante el jue-go libre de las fuerzas comerciales y a la poltica mediante un gobierno limi-tado que maximizara la libertad individual. El liberalismo latinoamericano, al igual que la mayora de sus ideologas, fue algo importado. Sus fuentes prin-cipales fueron Francia e Inglaterra. Sin embargo, a diferencia de estos pases, Amrica Latina no haba pasado por una industrializacin significativa a me-diados del siglo xix. Por ello, careca de la estructura social que haba madu-rado el liberalismo en Europa, hecho que sin duda iba a hacer algo diferente al liberalismo latinoamericano.

    En la segunda mitad del siglo XVIII, la Amrica espaola y Brasil pasa ron por un experimento abortado de capitalismo estatal. Los trastornos cau-sados por las guerras revolucionarias francesas haban quebrado el monopo-lio comercial espaol en Amrica. La Habana haba sido capturada por los ingleses y sus puertos, abiertos de par en par. El asombroso aumento del co-mercio impresion a todos los observadores. La lgica era ineludible: puesto que el contrabando se haba convertido en un alto porcentaje del comercio total en toda la Amrica espaola y portuguesa, por qu no legalizar el co-mercio libre y obtener impuestos del incremento en un comercio controlado por el gobierno? ...

    Los apologistas del liberalismo econmico citaban sin cortapisas a los tericos europeos que justificaban el comercio libre y la divisin internacio-nal del trabajo como algo natural y, sin duda, ptimo. Toda desviacin de sus dictados sera una locura: reducir el comercio y con ello los ingresos. Es importante considerar que la mayora de los crticos que atacaban las institu-ciones polticas de los gobiernos monrquicos (que consideraban no libera-les) no discrepaban de la ideologa del liberalismo econmico. En Brasil. por ejemplo, Tavares Bastos acus al gobierno de extinguir la vida poltica lo-cal, pero ensalz las virtudes del libre comercio y repiti fielmente las doc-trinas europeas del laissez-faire.

    Se podra decir que durante la ltima parte del siglo xix el liberalismo econmico permaneci firme en Amrica Latina. Los intentos por implantar

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    aranceles proteccionistas fueron rechazados por los polticos, que sostenan no encontrarse en condiciones, ya fuera por sus recursos o por su capacidad de hacer tratos, de violar los principios del libre comercio.

    Los debates clave acerca de la poltica econmica se restringan en gran medida a las lites, definidas aqu como ese pequeo estrato (menos del 5 por 100 de la poblacin) con poder y riqueza para controlar las decisiones polticas y econmicas de mbito local, regional y nacional.

    El compromiso de stas con el liberalismo se vea reforzado por su pro-funda preocupacin acerca de la supuesta inferioridad racial sus poblaciones nativas. De modo implcito aceptaban las teoras racistas al propugnar constantemente fuertes inmigraciones europeas como, solucin a su falta de mano de obra cualificada. Preferan inmigrantes del norte de Europa (aunque en realidad la gran mayora vino de Portugal, Espaa e Italia) con la esperanza de que los hbitos d la confianza en uno mismo y la capacidad emprendedora sellos distintivos del ideal liberal se reforzaran en su continente.

    Aadido a las dudas racistas, haba un sentimiento generalizado de su propia inferioridad. Hasta la primera guerra mundial, las lites latinoameri-canas se solan describir como poco ms que imitadoras de la cultura europea. Muchos dudaban de que sus pases pudieran siquiera lograr una civilizacin caracterstica. En los pases tropicales, las preocupaciones acerca del determinismo racial se reforzaban con dudas sobre su clima, del que los te-ricos europeos decan constantemente que nunca sustentara una civilizacin superior. As pues, el determinismo medioambiental reforzaba el racial y su combinacin pareca descalificar a las tierras tropicales como escenario en el que pudiera realizarse el sueo liberal.

    Dentro de Amrica Latina, el rpido crecimiento de las economas de ex-portacin llev a transformaciones sociales sutiles pero importantes. La pri-mera de todas y la mas valiososa fue la modernizacin de la lite de clase alta. Debido a estos nuevos incentivos econmicos, los latifundistas y propietarios dejaron de contentarse con realizar operaciones de subsistencia en sus haciendas; en su lugar, buscaron oportunidades y maximizaron los beneficios, lo cual condujo al surgimiento de un espritu empresarial que marc un cambio significativo en la apariencia y conducta de los grupos de lite. Los ganaderos de Argentina, los cultivadores de caf de Brasil, los plantadores de azcar de Cuba y Mxico, todos buscaban eficiencia y xito comercial. Ya no eran una lite semifeudal que viva parcialmente encerrada, sino que se convirtieron en empresarios decididos.

    Surgieron nuevos grupos profesionales o de servicios para desempear funciones econmicas adicionales. Particularmente importante fue el creci-miento y cambio habido en el sector comercial. Los comerciantes cumplieron una funcin esencial en esta transformacin, al igual que en la etapa colonial, pero ahora muchos eran extranjeros y vincularon las economas latinoameri-canas con los mercados ultramarinos, en particular con Europa. Tambin se contempl una evolucin entre los profesionales, abogados y dems repre-

    sentantes de los grupos extranjeros y nacionales en sus transacciones comer-ciales. Los abogados siempre haban sido importantes, pero durante la fase de exportacin-importacin asumieron nuevas funciones cruciales al ayudar a determinar el marco institucional de la nueva era.

    Estas transformaciones econmicas y sociales tambin condujeron al cambio poltico. Al poner tanto en juego, las lites latinoamericanas;-- especial los terratenientes comenzaron a interesarse por la poltica nacional. Ya no se contentaban con permanecer en sus haciendas feudales y comenzaron a perseguir el poder poltico. La era del caudillo tradicional estaba, llegando a su fin.

    Su bsqueda de autoridad poltica a finales del siglo xix tom dos formas bsicas. En una versin, los terratenientes y otras lites econmicas tomaron el control del gobierno de forma directa, como en Argentina y Chile. Queran construir regmenes fuertes y selectivos, por lo habitual con apoyo militar, y so-lan proclamar su legitimidad mediante la adhesin a unas constituciones que se parecan mucho a los modelos europeos y estadounidense. En Argentina y Chile hubo una tenue competencia entre partidos que tendan, al menos en esta fase inicial, a representar facciones rivales de la aristocracia. Pero haba mucho acuerdo acerca de los temas polticos bsicos y escasa oposicin seria a la cordura de perseguir el crecimiento econmico mediante la exportacin. La rivalidad era restringida y la votacin sola ser una farsa. Se podra pensar en tales regmenes como expresiones de la democracia oligrquica.

    Un segundo modelo conllevaba la imposicin de dictadores fuertes, a menudo con cargos militares, para asegurar la ley y el orden; de nuevo, en be-neficio ltimo de las lites terratenientes. Porfirio Daz en Mxico, que tom el poder en 1876, es el ejemplo ms notable, pero el modelo tambin apareci en Venezuela, Per y otros pases. En contraste con la democracia oligrquica, donde las lites ejercan el poder poltico directo, aqu se trataba de la aplicacin indirecta de su autoridad mediante dictadores que no solan provenir de los estratos ms altos de la sociedad.

    En cualquier caso, lo importante era la estabilidad y el control social. Se suprimieron los grupos disidentes y se contuvo la lucha por el poder dentro de crculos restringidos. Sin duda, una de las metas bsicas de estos regmenes era centralizar el poder, si era necesario quitndoselo a los caudillos regionales, y crear estados-nacin poderosos y dominantes. No era fcil lograrlo debido a la fragmentacin residual de la sociedad y a su misma estructura. pero se hicieron progresos en los pases ms grandes. En Argentina, por ejemplo, triunf el centralismo con el establecimiento de la ciudad de Buenos Aires como distrito federal en 1S80 (al igual que Washington D,C. est bajo la jurisdiccin directa del gobierno federal en Estados Unidos). En Mxico. La poltica efectiva y a menudo despiadada de Porfirio Daz llev al aumento del poder nacional a expensas de las plazas fuertes locales y, en Brasil. el gobierno imperial de Don Pedro II avanz de forma significativa hacia el establecimiento de un estado-nacin efectivo (pero tambin provoc un retroceso regional que contribuy al derrocamiento de! imperio en 1889).

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    La intencin de los centralistas era promover un mayor desarrollo eco-nmico mediante el crecimiento de las lneas de exportacin-importacin. La estabilidad poltica se consideraba algo esencial para atraer la inversin ex-tranjera que. a su vez, estimulara el crecimiento econmico. Y cuando llegaba la inversin, ayudaba a fortalecer las fuerzas de la ley y el orden. Los fe-rrocarriles son un ejemplo: los inversores extranjeros se resistiran a colocar sus fondos en un pas amenazado por el desorden poltico; pero una vez que se construan los ferrocarriles, como en el caso de Mxico, se convertan en instrumentos importantes para consolidar la autoridad central, ya que podan usarse (y lo fueron) para despachar tropas federales a sofocar levantamientos en casi cualquier parte de la nacin.

    Fase 2. Expansin del crecimiento basado en la exportacin-importacin (1900-1930)

    El xito de esta poltica se hizo evidente a finales del siglo xix y comienzos del xx, cuando las economas latinoamericanas orientadas a la exportacin iniciaron periodos de prosperidad notable. Argentina se volvi tan rica por su economa basada en la carne y el trigo, que la figura del playboy argentino se convirti en un distintivo de la sociedad de moda europea: un joven latino gastador que persegua con gallarda la elegancia. En Mxico, aparecieron y se extendieron las plantaciones que producan henequn en Yucatn y azcar en las zonas centrales, en especial al sur de la capital; la minera era tambin rentable y la naciente industria petrolera comenzaba a convenirse en una actividad significativa. Seguan creciendo las exportaciones de cobre procedente de Chile, que tambin cultivaba algunas frutas y trigo para los mercados internacionales Las mejoras tecnolgicas llevaron al aumento de la produccin azucarera en el Caribe, especialmente en Cuba, cuando los propietarios estadounidenses aceleraron sus inversiones en trapiches de azcar modernos. Brasil viva de las exportaciones de caf y caucho natural. La United Fruit Company extendi sus inmensas plantaciones de pltanos en Centroamrica. En todos estos pases, a economa monetaria se haba vuelto ms sensible a las tendencias de la economa mundial, donde las exportaciones conseguan divisas para comprar a duras penas las importaciones necesarias. Todo impacto importante en !a economa mundial produca efectos rpidos y espectaculares en los sectores mercantilizados. Aunque la industrializacin segua siendo incipiente, ya haba frieas en sectores como el textil, artculos de cuero, bebidas, procesamiento de alimentos y materiales de construccin. Los sectores de servicios ms dinmicos eran el transpone, la burocracia estatal, el comercio y las finanzas.

    La consolidacin del modelo de crecimiento por importacin-exportacin impuls dos cambios fundamentales en la estructura social. Uno fue la aparicin y el aumento de los estratos sociales medios. Por la ocupacin de-sempeada, a ellos pertenecan profesionales, comerciantes, tenderos y em-

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    prsanos pequeos que se beneficiaban de la economa de exportacin-im-portacin pero que no se encontraban entre los estratos superiores en cuanto a propiedades o liderazgo. Los portavoces del sector medio solan hallarse en las ciudades, tenan una educacin bastante buena y buscaban un luear reconocido en su sociedad

    El segundo cambio iraponante tuvo que ver con la clase trabajadora. Para sustentar la expansin de las economas de exportacin, las lites trataron de innovar tuerza de trabajo externa (como seal una vez el argentino Juan Bautista Alberdi, gobernar es poblar). Como resultado, en la dcada de 1880, Argentina comenz una poltica dinmica para alentar la inmigracin desde Europa: la marea de llegadas durante las tres dcadas siguientes fue tan grande que, incluso descontando los retornos, ha sido denominada por uno de los historiadores del pas la era aluvial.'Brasil tambin reclut inmigrantes, principalmente para trabajar en los cafetales de Sao Paulo. Los recibidos por Per y Chile fueron numerosos, pero muchos menos en trminos absolutos y relativos que los de Argentina. Cuba sigui siendo un caso especial, ya que la importacin de esclavos negros africanos haba determinado haca mucho la composicin de su clase trabajadora (esto es igual en ciertas panes de Brasil, en particular en el noreste, donde las plantaciones de azcar prosperaron con el trabajo esclavo). Mxico presenta una excepcin interesante a este modelo. Fue el nico entre los pases mayores que no busc una mmiaracin externa considerable. Hay una razn obvia para ello: el pas continuaba teniendo una gran poblacin campesina india, por lo que resultaba innecesario importar fuerza laboral.

    La aparicin de las clases trabajadoras incipientes llev a la aparicin de nuevas organizaciones, con importantes implicaciones para el futuro. Los tra-bajadores solan establecer sociedades de ayuda mutua y, en algunos pases, emergieron los sindicatos. La naturaleza de la economa latinoamericana es-tableci el contexto del activismo obrero. En primer lugar, como las expor-taciones eran cruciales, los trabajadores de la infraestructura que las hacan posibles ^n especial los ferrocarriles y muelles tenan una posicin vital. Toda parada laboral supona una amenaza inmediata para la viabilidad eco-nmica del pas y, de ese modo, para su capacidad de importar. En segundo lugar, el estado relativamente primitivo de la industrializacin signific que la mayora de los trabajadores estuvieran empleados en firmas muy pequeas, habitualmente de menos de 25 empleados. Slo unas cuantas industrias. como las textiles, se adecuaban a la imagen moderna de enormes fbricas con tcnicas de produccin masivas. Los sindicatos en cuestin se solan organi-zar por oficios y no por industrias. La excepcin eran los trabajadores de los ferrocarriles, las minas y los muelles, que no por coincidencia se hallaban en-tre los militantes ms activos.

    De 1914 a 1927 se contempl el surgimiento de la movilizacin obrera. Fue el punto ms alto de la influencia anarquista, anarcosindicalista y sindi-calista. cuando las capitales de toda nacin importante de Amrica Latina se vieron torpedeadas por huelgas generales. De repente, pareci que esta re-

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    gin se una a las confrontaciones de clase que estremecan a Alemania y Ru-sia, as como a Estados Unidos y gran parte del resto de Europa. En estos momentos crticos protestas masivas, huelgas generales, intensificacin de lazos entre sindicalizados y no sindicalizados, se puede ver con claridad la naturaleza de la clase trabajadora, su organizacin y el modo en que las lites dominantes deciden responder.

    Lo que necesitaremos comparar, a medida que se desarrollen los estudios por pases, son las similitudes y las diferencias de los modelos de interaccin entre patronos, trabajadores y polticos, junto con terratenientes, profesionales y militares. Aunque existen semejanzas en las movilizaciones laborales ur-banas durante la dcada posterior a la gran- protesta que comenz con el fin de la primera guerra mundial, hubo sorprendentes diferencias en las respuestas de la lite. En particular, veremos que el marco legal de las relaciones laborales recibi mucha ms atencin en Chile que en Argentina y Brasil.

    Otro cambi importante durante el periodo de 900 a 1930 afect ai equilibrio entre los sectores rural y urbano de la sociedad. Se combinaron ia importacin del trabajo y la migracin campesina para producir el crecimiento a gran escala de las ciudades. En 1900 Buenos Aires se haba establecido como el Pars de Suramrica y era una ciudad grande y cosmopolita con unos 750.000 habitantes. En total, casi un cuarto de la poblacin argentina viva en las ciudades con ms de 20.000 habitantes al terminar el siglo; lo mismo ocurra en Cuba. Cerca del 20 por 100 de la poblacin chilena resida en asentamientos similares, mientras que las cifras correspondientes a Brasil y Mxico (el ltimo con una poblacin indgena sustancial) bajaban al 10 por 100. En Centroamrica las cifras tambin se hallaban por debajo del 10 por 100 y en Per caa al 6 por 100. El hecho generalizado es que la expansin de las economas de exportacin-importacin ocasion la urbanizacin de la sociedad latinoamericana.

    Sin embargo, debido al origen nacional o tnico, as clases trabajadoras no consiguieron mucho poder poltico a comienzos del siglo xx. Los inmigrantes de Argentina y Brasil no tenan derecho a votar si no haban conseguido la naturalizacin, por lo que los polticos podan permitirse no tenerlos en cuenta. En Mxico, los trabajadores de origen campesino tenan pocas posibilidades de influir en la dictadura de Porfirio Daz. Y en Cuba, por supuesto, la historia de la esclavitud haba dejado su doloroso legado.

    Esto signific, al menos a breve plazo, que las lites latinoamericanas, mientras promovan la expansin orientada a la exportacin, pudieran contar con una fuerza laboral que responda sin que existiera una amenaza efectiva de participacin poltica (aunque las huelgas haban resultado preocupantes). Desde entonces hasta los aos veinte o treinta a algunos les pareci contar con lo mejor de ambos mundos.

    Y, como resultado, las lites de varios pases permitieron una reforma poltica que posibilit a los miembros y representantes de los sectores medios acercarse al poder. La idea era conseguir la lealtad de los sectores medios para fortalecer de este modo la estructura de control y poder de la

    eiite. Por consiguiente, el inicio del siglo xx fue un periodo de reforma poltica en algunos de los pases mayores: en Argentina, una ley electoral de 1912 abri el sufragio a grandes sectores de poblacin y permiti al partido de la clase media, el denominado Partido Radical, conseguir la presidencia en 1916. En Chile, los cambios comenzaron en realidad a partir de 1S90 y supusieron la imposicin del gobierno parlamentario sobre el sistema presidencialista anterior. En Brasil, la cada de la monarqua en 1889 inaugur un periodo de poltica electoral limitada. Cuba, tras conseguir la independencia de Espaa en 1898 (y. como muchos diran, cederla despus a Estados Unidos), sigui siendo un caso especial. E incluso para Mxico, donde estall una revolucin a gran escala en 1910, es vlida la generalizacin: el objetivo original del movimiento revolucionario no era transformar la sociedad mexicana, sino solamente conseguir el acceso al sistema poltico de los segmentos excluidos de la clase media.

    Los movimientos reformistas produjeron a menudo una democracia co-optada, en la que la participacin efectiva se extenda de la clase alta a la media y segua excluyendo a la ms baja. Tales transformaciones solan re-flejar los intentos de las lites socioeconmicas gobernantes por cooptar a los sectores medios en apoyo del sistema, aunque a veces tuvieron consecuencias imprevistas, como en el caso de Mxico, donde los acontecimientos trascen-dieron hasta ocasionar una revolucin completa. Los objetivos de la mayora fueron limitados.-

    Un efecto colateral significativo fue la creacin de un cuadro de polticos profesionales en varios pases. Los partidos polticos crearon carreras para los hombres (las mujeres latinoamericanas ni siquiera tuvieron- voto hasta 1929) que pudieran dedicar toda su vida adulta a conseguir el poder poltico. Muy'-a menudo solan representar los intereses de la aristocracia reinante, pero adems formaban un grupo social separado e identificable. Como actores prominentes de la escena poltica civil, tambin se convirtieron en blancos del desdn y la ira del estamento militar.

    En la mayor parte de los pases latinoamericanos, la frmula reformista funcion bastante bien, al menos para las lites. La demanda europea de ma-terias primas durante la primera guerra mundial y varios aos despus condujo a una prosperidad continuada y sostenida. El modelo de crecimiento basado en la exportacin-importacin pareca ofrecer medios funcionales y provechosos para la integracin de Amrica Latina en el sistema global del capitalismo. Las adaptaciones polticas parecan asegurar la hegemona a largo plazo de las lites nacionales.

    En realidad, pronto se descubri que-el liberalismo tanto poltico como econmico tena deficiencias. Su fracaso ilustra el fenmeno tan conocido en toda la Amrica Latina contempornea: el prstamo cultural desafortunado o alienacin, segn lo han descrito los nacionalistas de tiempos recientes. Ai copiar las instituciones legales y las frases filosficas del liberalismo clsico, los latinoamericanos descubrieron que su realidad no se prestaba a la simple aplicacin del dogma. No supieron entender que, en su origen, el

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    liberalismo europeo fue la ideologa de una clase social en alza, cuyo poder econmico emergente le proporcion los medios para llevarla a la prctica. Significa esto algo ms que Amrica Latina careca de una clase media

    importante? Slo en parte. Resulta ms fundamental el hecho de que haba seguido siendo una economa agraria cuyo sector exportador se corresponda, en la mayora de los pases, con un enorme sector de subsistencia. El liberalismo tuvo fortuna slo porque, desde 1850 un pequeo pero creciente sector de la sociedad pens que ste consideraba diferentes sus intereses de los propios de los sectores tradicionales.

    De forma especfica, todos los profesionales abogados, mdicos, militares de carrera, funcionarios civiles y comerciantes constituan un inters urbano. Absorbieron con rapidez las ideas liberales europeas sin conseguir el poder econmico relativo de sus semejantes en Francia e Inglaterra3 As, aunque no hubieran considerado que sus intereses econmicos eran antagnicos de los del sector agrario tradicional, se hubieran hallado en una posicin dbil. Pero a menudo no fue as. Sus vidas solan estar ligadas al sector agrario aunque vivieran en las ciudades. Los ingresos de sus clientes, usuarios y patronos dependan en gran medida de la agricultura comercial. A su vez, la prosperidad de esta agricultura dependa del comercio exterior.

    En este punto, el liberalismo econmico pona en un callejn sin salida a los liberales latinoamericanos. Como crean en sus principios abstractos y se daban buena cuenta de su patente debilidad frente a sus principales acreedores y socios de intercambios Estados Unidos e Inglaterra, no podan pensar^ en un camino que pasara por soluciones econmicas no liberales. Adems, lo ltimo les habra resultado caro en sus personas a corto plazo. Por ejemplo, los aranceles proteccionistas para la industria sin duda habran cargado a los consumidores urbanos con bienes ms caros y de peor calidad. La proteccin tambin habra hecho peligrar los beneficios de los comerciantes dedicados a la exportacin-importacin, que eran un poderoso grupo de presin. As pues, los liberales fueron renuentes a apoyar la industrializacin, que por s sola podra haber aumentado su nmero lo suficiente como para otorgarles el poder poltico, que quiz habra hecho posible la realizacin de los ideales polticos liberales.

    El liberalismo econmico y el poltico se sesgaban de otro modo ms. Las ideas no liberales en economa-tales como los aranceles proteccionistas y los controles sobre las inversiones extranjeras a menudo se asociaban en la prctica con ideas polticas antiliberales. As, la conexin se estableci con facilidad: la desviacin de los principios econmicos liberales significaba un gobierno autoritario, por lo que se la tena en poco aprecio.

    Un argumento ms utilizado contra los que abogaban por la heterodoxia econmica (es decir, por medidas no liberales) era difcil de rebatir desde la po-ltica. Ante cualquier propuesta de apoyo gubernamental a la industria nacional, sus oponentes lanzaban la acusacin, a menudo con buenos resultados, de que un pequeo grupo de inversores egostas queran beneficiarse a expensas del pblico. Adems, los empresarios locales casi siempre carecan de fondos y

    experiencia. Como en el resto del mundo en vas de desarrollo, se enfrentaban a la competencia formidable de los bienes importados desde las economas in-dustrializadas. Sin proteccin ni subsidios tenan pocas esperanzas.

    A los liberales latinoamericanos tambin los debilitaba otra razn. Se tra-taba de su incertidumbre acerca de una premisa subyacente en el liberalismo: la fe en la racionalidad y el carcter emprendedor de os individuos del pas. En Brasil, por ejemplo, los polticos se haban pasado aos justificando la esclavi-tud sobre la base de que era un mal necesario para su economa tropical agraria. Slo podan hacer ese trabajo los esclavos africanos. Ahora el argumento volva para perseguir a los liberales. El legado de la esclavitud era una fuerza laboral que quedaba muy lejos del mundo racional concebido por Bentham y Mili. El acontecimiento que transform esta atmsfera fue el derrumbamiento espectacular de la economa capitalista mundial en 1929 y 1930.

    Fase 3. Industrializacin en lugar de importacin (1930-dcada de 1960)

    La Gran Depresin tuvo en su inicio efectos catastrficos sobre las economas latinoamericanas. El precipitado declive econmico de Europa y Estados Unidos redujo de improviso el mercado para sus exportaciones. La demanda internacional de caf, azcar, metales y carne pas por una aguda reduccin y no se pudieron hallar salidas alternativas "para estos productos. Cayeron el precio unitario y el volumen de exportacin, por lo que el valor total durante los aos 1930-1934 fue un 48 por 100 ms bajo que el de 1925-1929. Una vez ms, los acontecimientos sucedidos en el centro industrializado del sistema mundial tuvo efectos decisivos (y limitadores) sobre Amrica Latina y otras sociedades del Tercer Mundo.

    La depresin mundial que sigui caus una gran presin en los sistemas polticos de los pases latinoamericanos, muchos de los cuales sufrieron golpes militares (o intentos de golpes). Ms o menos en el ao siguiente a la quiebra de la bolsa en Nueva York, los militares haban buscado el poder o lo haban tomado en Argentina. Brasil, Chile, Per, Guatemala, El Salvador y Honduras. Mxico soportaba su propia crisis constitucional y Cuba sucumbi-a un golpe militar en 1933. Sera una exageracin-afirmar que los efectos econmicos de la Depresin causaron estos resultados polticos, pero pusieron en duda la viabilidad del modelo de crecimiento basado en la exportacin-importacin, ayudaron a desacreditar a las lites polticas gobernantes e hicieron que las masas estuvieran ms preparadas para aceptar los regmenes militares. A partir de la dcada de 1930, el ejrcito reafirm su papel tradicional como fuerza principal en la poltica latinoamericana.

    Los gobernantes de la regin tenan dos opciones para responder a la crisis econmica global. Una era forjar vnculos comerciales an ms estrechos con las naciones industrializadas para asegurarse compartir equitativamente el mercado sin que importase su tamao y desajustes. Por ejemplo, Argenti-"

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    Un dibujante estadounidense representa a los militares latinoamericanos como una amenaza constante para las instituciones democrticas. (Roy B. Justus, Minneapolis Star, 1963. Reproducido con la autorizacin de Minneapolis Star and Tribune Corn-pany.)

    na tom esta va a! luchar por preservar su acceso al mercado britnico de carne. En 1933 firm el Pacto Roca-Runciman. mediante el cual retendra cuotas aceptables del mercado ingls a cambio de garantizar la compra de bienes britnicos y asegurar las ganancias de los negocios britnicos en Argentina. De este modo, algunos pases trataron de mantener el funcionamiento del modelo basado en la exportacin-importacin, a pesar de la reduccin en la demanda ocasionada por la Depresin.

    Una va alternativa, que no contradeca necesariamente a la primera, era embarcarse en la industrializacin. Una de las metas de esta poltica, a menudo apoyada por el ejrcito, sera conseguir una mayor independencia econmica. La idea era que, al levantar su propia industria, Amrica Latina dependera menos de Europa y Estados Unidos en cuanto a artculos manufacturados. Para los militares esto significaba armas. Al producir bienes industriales. agrcolas y mineraies. las economas latinoamericanas se integraran ms y se haran ms autosuficientes. Y, como resultado, serian menos vulnerables a los choques causados por la depresin mundial.

    Un objetivo adicional era crear puestos de trabajo para las clases trabajadoras que haban seguido aumentando su tamao e importancia desde comienzos del siglo XX. El proletariado latinoamericano se concentraba casi totalmente en las ciudades y segua luchando' por organizar y sostener movimientos sindicales. Y en contraste con la generacin anterior, ahora trataba de ejercer poder como fuerza social. En algunos pases como Chile, los movimientos sindicales se vieron relativamente libres de la participacin ar-bitraria del gobierno. En otras partes, como en Mxico y Brasil, los polticos reconocieron el trabajo como un recurso poltico potencial y tomaron parte directa en estimular (y controlar) las organizaciones laborales. Ya se percibiera como aliada o amenaza, la clase trabajadora urbana buscaba un empleo seguro y los dirigentes latinoamericanos vieron la industrializacin como un medio de responder. .

    Pero la forma ms razonable de desarrollo industrial no era copiar sim-plemente los senderos trazados, por ejemplo, por la Inglaterra del siglo XIX. En su lugar, tas economas latinoamericanas comenzaron a producir artculos manufacturados que antes importaban de Europa y Estados Unidos. De aqu proviene el nombre para este tipo de desarrollo: sustitucin-de importaciones.

    Desde finales de los aos treinta hasta los aos sesenta, las polticas de este tipo tuvieron un xito relativo, al menos en los pases grandes. Argentina. Brasil y Mxico pusieron en marcha importantes plantas industriales que ayudaron a generar crecimiento econmico. Hubo limitaciones e impedimentos a esta forma de desarrollo (que se explican ms adelante), pero el resultado inmediato fue generar impulso para las economas nacionales. Las consecuencias sociales de la industrializacin fueron complejas. Un re-sultado por supuesto, fue la formacin de una clase capitalista empresarial o, de forma ms especfica, de una burguesa industrial. En Chile, los miembros de este grupo provinieron sobre todo de tas familias de la lite latifundista. En Mxico v Argentina comprendieron diferentes tipos sociales, por lo que re-presentaron un reto potencial a la hegemona de las lites gobernantes tradi-cionales. Pero permanece invariable el punto bsico: la industrializacin, aunque fuera de este tipo, cre un nuevo grupo de poder en la sociedad latinoamericana. Su papel iba a ser muy debatido a medida que avanzaba el siglo. De una importancia particular fue el papel del Estado en !a estimulacin del crecimiento industrial basado en la sustitucin de importaciones. En contraste con las polticas de laissez-faire de Inglaterra y Estados Unidos durante el siglo XIX, los gobiernos latinoamericanos promovieron de forma activa el crecimiento industrial. Lo hicieron de varios modos: erigiendo barreras arancelarias y elevando el precio de los bienes importados hasta el punto en que las compaas industriales nacionales pudieran competir con xito en el mercado; creando demanda al favorecer a los productores locales en los contratos gubernamentales (por ejemplo, en compras para el ejrcito), y, lo ms importante, estableciendo empresas estatales e invirtiendo directamente en compaas industriales. Mediante la proteccin

  • 66 Historia contempornea de Amrica Launa La transformacin de Amrica Latina 67

    y la participacin, el Estado proporcion el mpetu decisivo para el creci-miento industrial de la regin.

    A medida que progresaba la industria, las clases obreras tambin se hi-cieron ms fuertes e importantes. Ya fueran autnomos o dirigidos por el gobierno, los movimientos sindicales crecieron con rapidez y el apoyo (o con-trol) del trabajo se convirti en algo crucial para la continuacin de a ex-pansin industrial. Se necesitaba que los obreros proporcionaran trabajo en condiciones que fueran rentables para sus patronos. El trabajo organizado emerga como un importante actor en la escena latinoamericana.

    La expresin poltica de estos cambios socioeconmicos tom dos formas. Una fue seguir con Ja democracia de eleccin, mediante ia cual los in-dustriales y trabajadores obtenan acceso (por lo usual limitado) al poder a travs de la contienda electoral o de otro tipo. Un ejemplo fue Chile, donde ios partidos polticos se reorganizaron para representar los intereses de nuevos grupos y estratos de la sociedad. Los partidos pro trabajo y pro industriales entraron en el proceso electoral chileno y acabaron llevando a la trgica confrontacin de los aos setenta. Bajo este sistema, se los coopt en la estructura gubernamental, y mientras dur este acuerdo, su participacin prest un valioso apoyo al rgimen.

    La respuesta ms comn conllev la creacin de alianzas populistas multiclasistas. El surgimiento de una lite industrial y la vitalizacin de los movimientos obreros hicieron posible una nueva alianza pro industria que mezclaba los intereses de empresarios y trabajadores; en algunos casos, de-safiando de forma directa el predominio secular de los intereses agrcolas y terratenientes. Cada una de estas alianzas la forj un dirigente nacional que utiliz el poder estatal para su objetivo. De este modo, como veremos ms adelante, Juan Pern construy una coalicin de clases populista y urbana en Argentina durante los aos cuarenta; en Brasil, Getlio Vargas comenz a hacer lo mismo a finales de los aos treinta: y, en circunstancias algo ms complicadas, Lzaro Crdenas se inclin por soluciones populistas para M-xico durante este mismo periodo.

    La mayora de los regmenes populistas teman dos caractersticas clave. Por un lado, eran al menos semiautoritarios: soban representar coaliciones contra algn otro conjunto de intereses1 (como los de los terratenientes) a los que por definicin se impeda la participacin, lo que conllevaba cierto grado de exclusin y represin. Por otro lado, como el tiempo demostrara, representaban intereses de clases trabajadores e industriales destinadas al-conflicto. As pues, el mantenimiento de estos regmenes dependa en gran medida del poder personal y carisma de los dirigentes individuales (como Pern en Argentina y Vargas en Brasil). Tambin significaba que, con un dirigente carismtico o sin l, sera difcil sostenerlos en tiempos de adversidad econmica.

    Fase 4. Estancamiento del crecimiento basado en la sustitucin de importaciones (dcada de 1960-dcada de 1980)

    Los aos sesenta presagiaron una era de crisis para Amrica Latina. La es-trategia poltica que surgi de las polticas de industrializacin posteriores a 1929 haba comenzado a tropezar con serios problemas, tanto econmicos como polticos. En el frente econmico, surgieron en parte por la misma na-turaleza del desarrollo basado en la industrializacin para sustituir a la im-portacin.

    En primer lugar, la estructura de esta industrializacin era incompleta. Para producir gneros manufacturados, las empresas latinoamericanas tenan que contar con bienes de produccin importados (como la maquinaria) de Europa, Estados Unidos y luego de Japn. Si no podan importarse, o eran demasiado caros, se ponan en peligro las empresas locales. Poco a poco los latinoamericanos se dieron cuenta de que el crecimiento basado en este tipo de industrializacin no pona fin a su dependencia de las naciones industria-lizadas. Slo alteraba su forma.

    Esta dificultad inherente se agudiz por los trminos desiguales del intercambio. Con el paso del tiempo, los precios de las principales exportaciones latinoamericanas (caf, trigo, cobre) en el mercado mundial sufrieron un descenso sostenido de poder adquisitivo. Es decir, por la misma cantidad de exportaciones, los pases latinoamericanos podan comprar cada vez menores cantidades de bienes de produccin. As pues, el crecimiento econmico se enfrentaba a un atolladero. Y la respuesta no consista en aumentar el volumen de sus exportaciones tradicionales, ya que esto solamente haca caer el precio.

    En segundo lugar, la demanda interna de productos manufacturados era imitada. Las industrias tropezaban contra la falta de compradores, al menos a

    los precios y condiciones de crdito que ofrecan. Los brasileos slo podan comprar unos cuantos frigorficos (debido en particular a la distribucin del ingreso tan desigual, que haca que las masas populares ni siquiera pudieran considerar tales compras). Quizs podra haberse hecho frente a este problema de mercados limitados con la formacin de asociaciones comercia-les multinacionales o regionales o algo semejante a un mercado comn lati-noamericano; hubo esfuerzos en esta direccin, pero no se resolvi el tema. Las industrias de los pases ms grandes tendan a ser ms competitivas que complementarias y tales rivalidades supusieron serios obstculos polticos para la formacin de las asociaciones. Segn pas el tiempo, las empresas in-dustriales de la regin continuaron enfrentndose al problema de los merca-dos limitados. En tercer lugar, y muy relacionado, estaba el grado relativamente elevado de la tecnologa presente en la industria latinoamericana. Esto significaba que slo poda crear un nmero de puestos de trabajo limitado para los obre-tos. En otras palabras, el desarrollo industrial latinoamericano de este perio-

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    do haba elegido la tecnologa con uso de capital intensivo tpica de las eco-nomas industriales avanzadas; en comparacin con los modelos de creci-miento del siglo xix, ocasionaba ms inversiones en maquinaria y menos en trabajo manual. Las compaas lo consideraban necesario para sobrevivir en la competencia econmica. Sin embargo, uno de sus resultados invo-luntarios fue poner un techo al tamao del mercado interno de bienes de consumo, ya que eran relativamente pocos los asalariados que podan permi-tirse comprarlos. Un segundo resultado fue la imposibilidad de contrarrestar el creciente desempleo que, en los aos sesenta, comenz a plantearse como una seria amenaza ai orden social establecido.

    A medida que aumentaba la presin, las lites gobernantes de varios pa-ses imponan regmenes ms represivos, con frecuencia mediante golpes mi-litares, como sucedi en Brasil (1964), Argentina (1966) y Chile (1973> En todos los casos, las decisiones ms importantes las tomaron (o estuvieron su-jetas al veto de) los altos cargos militares. En vista del estancamiento econ-mico. los militares y las lites pensaron que deban estimular la inversin y, para lograrlo, razonaron, haban de desmantelar, quizs incluso aplastar, el poder colectivo de la clase obrera. Cuanto ms organizada, estaba, ms difcil result la tarea.

    Cada uno de estos gobiernos dominados por los militares asumi el poder de controlar las decisiones concernientes a los intereses obreros ms vitales: salarios, condiciones laborales, beneficios complementarios y el derecho a organizarse. La clase obrera tuvo que resignarse a las medidas aprobadas por las burocracias de los gobiernos militares que establecieron la poltica laboral. Entre 1973 y 1979 prcticamente no hubo huelgas en Chile; lo mismo puede decirse para Brasil de 1968 a 197S. Los intentos de organizar huelgas en esos pases durante los aos mencionados invitaban a una dura represin, aunque se dio cierta relajacin en Brasil a comienzos de 1978. Result difcil suprimir la fuerte tradicin sindicalista argentina, pero all tambin se oblig a los dirigentes obreros a mostrar gran prudencia. Los tres regmenes militares crearon el imperativo econmico para tratar de las relaciones laborales.

    Por qu esta dureza contra !a clase obrera?- Considerados a corto plazo los tres casos pueden explicarse por la necesidad de acometer polticas an-tiinflacionistas impopulares. Estos regmenes llegaron al poder cuando la in-flacin y la balanza de pagos deficitaria haban vuelto sus economas peli-grosamente vulnerables. En los tres casos, casi se haba agotado el crdito internacional, pblico o privado, del mundo capitalista. Se haba requerido de los tres que pusieran en marcha programas de estabilizacin. Como ningn pas no capitalista haba logrado en los aos recientes conseguir la esta-bilizacin econmica sin provocar una cada de los salarios reales (por lo general muy grande) y como Argentina, Brasil y Chile tenan mucha ex-periencia en organizar la resistencia obrera ante los programas de estabiliza-cin. no era una sorpresa que estos gobiernos militares quisieran controlar estrechamente a esta clase.

    Sin embargo, los tres casos de polticas antiobreras tenan causas ms profundas. Estos gobiernos proclamaron ser antipolticos. Culpaban del in-fortunio de sus pases a la supuesta incompetencia, deshonestidad o traicin de los polticos y se mostraron ms agresivos hacia los polticos izquierdistas radicales y los lderes obreros. Se dejaron abiertos pocos canales de oposicin poltica. Del mismo modo que Chile fue una vez el sistema ms democrtico, su rgimen militar se convirti en el ms draconiano, al abolir todos los par-tidos polticos y quemar las listas electorales. Los generales repudiaron la competicin poltica abierta y pluralista por la que el pas se haba hecho fa-moso. Chile iba a entrar en una era libre de poltica.

    El gobierno militar argentino tom medidas severas en 1976: suspendi el Congreso y todos los partidos polticos, lo que_ signific un hiato en la com-peticin poltica. Los guardianes militares de Brasil, aunque llegaron al poder en una atmsfera poltica menos radicalizada que los otros dos gobiernos, tambin se vieron impulsados en su segundo ao (1965) a abolir los antiguos partidos polticos (reemplazados por dos nuevos sancionados por el gobier-no). A una fase ms represiva (aunque con menos muertes que en Argentina o Chile) iniciada en 1968, le sigui una apertura gradual a partir de 1978.

    Los regmenes que avanzaron por este camino acabaron conocindose como estados burocrtico-autoritarios y presentaron varias caractersticas comunes. Una fue el nombramiento para cargos pblicos jde gente con carre-ras altamente burocrticas: miembros del ejrcito, el funcionariado civil o corporaciones importantes. La segunda consisti en la exclusin poltica y econmica de la clase trabajadora y el control de los sectores populares. La tercera fue la reduccin o casi eliminacin de la actividad poltica, en espe-cial en las primeras fases del rgimen: se definan los problemas como tcni-cos no polticos, y se buscaban soluciones administrativas en lugar de llegar a acuerdos polticos negociados.

    Por ltimo, los gobiernos burocrticos-autoritarios trataron de reavivar el crecimiento econmico mediante la consolidacin de vnculos con las fuerzas econmicas internacionales, revisando, una vez ms, los trminos de la depen-dencia del sistema mundial global. De forma especfica, los dirigentes de es-tos regmenes forjaron con frecuencia alianzas con corporaciones multina-cionales (vastas compaas internacionales como IBM, Philips, Volkswagen). Para conseguir crdito y ganar tiempo, tambin necesitaban llegar a acuerdos con sus acreedores, como los bancos estadounidenses y europeos y los orga-nismos de prstamo internacionales (como el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo Interamericano). Este tipo de tareas se delegaron por lo comn en los miembros ms internacionales de la coalicin original, con frecuencia jvenes economistas preparados en instituciones estadounidenses, que solan identificarse con apodos irnicos, como los Chicago boys de Chile.

    Mxico, como veremos en el captulo 7, representa una situacin dife-rente. ya que e! Estado haba adquirido un control efectivo sobre los sectores populares antes de la cada econmica de los aos sesenta, por lo que

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    pudo hacer la transicin del autoritarismo populista a una versin modifi-cada del autoritarismo burocrtico sin un brutal golpe militar. Ese control sobre los sectores populares se prob de nuevo durante la larga crisis econ-mica que sigui a 1982. Centroamrica demuestra la volatilidad de las condi-ciones, sociales donde el desarrollo econmico se dio bajo la dictadura tradi-cional, sin dar lugar a una- reforma creciente. Y Cuba, con su revolucin social, ofrece un modelo ms de transicin y cambio.

    Fase 5. Crisis, deuda y democracia (dcada de 1980-dcada de 1990)

    El crecimiento econmico durante los aos setenta dependi del prstamo externo. En 1973 y 1974 y de nuevo en 1978 y 1979, la accin condenada de los pases exportadores de petrleo llev a unos aumentos abruptos en el precio mundial del crudo. Como no podan gastar todos sus inesperados be-neficios (conocidos tcnicamente como rentas) en sus propios pases, los potentados del Oriente Prximo hicieron depsitos masivos en bancos inter-nacionales. Resultaba bastante lgico que estos bancos quisieran prestar este dinero a clientes faltos de capital pero merecedores de crdito, a unas tasas -de inters provechosas. Los banqueros prominentes de Europa y Estados Unidos decidieron que los pases latinoamericanos parecan buenos clientes potenciales, en especial si sus gobiernos se comprometan a mantener la ley y el orden. .

    As comenz un ciclo frentico de prstamos. Entre 1970 y 1980, Amrica Latina increment su deuda externa de 27.000 millones de dlares a 231.000 millones, con unos pagos anuales (intereses ms amortizaciones) de 18.000 millones. En seguida aparecieron las complicaciones. Baj el precio de las mercancas, subieron las tasas de inters real y los banqueros se mostraron reacios a seguir concediendo crditos. Los pases de la regin experimentaron crecientes dificultades para cumplir con sus obligaciones de la deuda y en agosto de 1982 Mxico declar su imposibilidad de pagar. El gobierno estadounidense reuni frenticamente un paquete de rescate para ese pas, pero slo proporcion un respiro a .breve plazo. Para cubrir, los intereses nicamente, los principales deudores latinoamericanos Argentina, Brasil y Mxico tenan que pagar por ao el equivalente del 5 por 100 de su producto interior bruto (PIB). Atrapada en la disyuntiva de reducir sus in-gresos por exportacin y aumentar sus obligaciones de servicio de la deuda, Amrica Latina se sum en una crisis econmica de una dcada.

    A lo largo de los aos ochenta, las autoridades internacionales el go-bierno estadounidense, los banqueros privados y especialmente el Fondo Monetario Internacional (FMI) impusieron estrictos trminos a los deudo-res latinoamericanos. Si los gobiernos emprendan reformas econmicas pro-fundas, podan hacerse merecedores de la exoneracin de sus cargas con la deuda. Estas reformas casi siempre incluan la apertura de las economas al

    La transformacin de Amrica Latina 77

    mercado y la inversin exteriores, la reduccin del papel del gobierno, el im-pulso a nuevas exportaciones y la toma de medidas contra la inflacin. Este conjunto de ideas neoliberales requera ajustes estructurales en la polti-ca econmica y signific casi el repudio total de las estrategias basadas en la industrializacin en lugar de la importacin antes tan alabadas.

    Casi sin eleccin, la mayora de los gobiernos latinoamericanos acepta-ron las condiciones patrocinadas por el FMI, al menos formalmente. Los pa-ses ms pequeos, como Chile y Bolivia lograron llevarlas a la prctica. M-xico hizo progresos importantes hacia finales de la dcada de 1980. como .Argentina, Brasil y Per a principios de los aos noventa. Brasil, el mayor pas de todos, resistira las frmulas del FMI hasta mediados de los noventa.

    En 1990, cuando se haban concedido ms prstamos para cubrir el pago de los intereses, la deuda total latinoamericana subi a 417.500 millones de dlares. Desde 1982 hasta 1989, Amrica Latina transfiri ms de 200.000 mi-llones de dlares a las naciones industrializadas, equivalentes a varias veces el Plan Marshall. El producto interior bruto per cpita descendi en 1981, 19S2, 1983, 1988 y 19S9, y mostr un descenso acumulativo de casi el 10 por 100 en esa dcada.

    En este contexto de crisis econmica, Amrica Latina sali del autorita-rismo, en muchos casos hacia la democracia. Las coaliciones que se hallaban tras los regmenes burocrtico-autoritarios resultaron ser relativamente fr-giles. Los industriales locales se sintieron amenazados por las corporaciones multinacionales y el instinto militar de aniquilar toda oposicin militante le-vant protestas de intelectuales, artistas y representantes del sector medio. Bajo el peso de la crisis de ia deuda, tambin, algunos dirigentes militares de-cidieron volver a los cuarteles y dejar que los civiles se hicieran cargo de lo que pareca ser un problema insoluble.

    Tambin brot presin desde abajo. Un hecho notable de la poltica lati-noamericana durante los aos ochenta fue el surgimiento de la participacin civil, cuando los ciudadanos comunes comenzaron a insistir en sus derechos y pidieron cuentas a los gobiernos. En parte fue el resultado de la unin entre las fuerzas de oposicin producida por la brutalidad de la represin militar. En segundo lugar, existi un compromiso creciente con el proceso electoral,-al clamar el pueblo por elecciones libres y justas. Por ltimo, como consecuencia de todos estos procesos, apareci un nuevo cuadro de presi-dentes civiles, de clase media y con una buena preparacin. Esto se vio cla-ramente en Brasil, Argentina y Chile.

    La mayora de estos regmenes no fueron democracias completas. En mu-chos pases, el ejrcito segua manteniendo un poder considerable tras la escena y poda ejercer el veto sobre la poltica importante. Tras aos de represin (incluida la eliminacin fsica) a manos de dictadores militares, en la dcada de los noventa, la izquierda marxista estaba muy dividida, desmoralizada y desa-creditada por el derrumbamiento del comunismo en la Europa del Este y la Unin Sovitica, y en algunos pases todava se le negaba la participacin efec-tiva en poltica. Los temas clave, como la reforma agraria, no tenan posibili-

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    dad de ser considerados con seriedad. Los derechos humanos sufran violacio-nes constantes. Y muchas decisiones cruciales, en especial sobre la poltica eco-nmica, se tomaron en las altas esferas y de forma autoritaria.

    Hacia inicios de los aos noventa, Amrica Latina haba comenzado por fin a cosechar los frutos de haber aceptado rigurosas polticas de reforma. Con exclusin de Brasil (que pospuso sus reformas hasta 1994), la inflacin promedio en toda la regin cay del 130 por 100 en .1989 al 14 por 100 en 1994. Parcialmente en respuesta a ello, los inversores internacionales miraron favorablemente a Amrica Latina. La entrada de fondos privados del ex-tranjero principalmente de Europa, Japn y Estados Unidos aument de slo 13.400 millones de dlares en 1990 a la imponente suma de 57.000 mi-llones en 1994. (En 1993 solamente, los inversores estadounidenses compra-ron ms valores extranjeros en todo el mundo cerca de 68.000 millones que durante toda la dcada de los ochenta.) Y como resultado, el crecimiento promedio en Amrica Latina creci de apenas el 1,5 por 100 en 1985-1990 al respetable nivel del 3,5 por 100 a inicios de los aos noventa.

    Los problemas no obstante persistieron. La mayora de esta nueva inver-sin privada vena en la forma de inversiones de cartera (esto es, compras en bonos o acciones) antes que en inversiones directas (tales como plantas o fbricas). Las inversiones de cartera tienden a ser sumamente mviles y no-tablemente voltiles, y pueden dejar los pases anfitriones casi instantnea-mente. De ese modo cuando la Reserva Federal de Estados Unidos empez a aumentar sus tipos de inters a comienzos de 1994, los inversores comen-zaron a prever mejores ganancias en el mercado estadounidense. Esta ex-pectativa llev a una cada del 14 por 100 en la entrada de capital a Amrica Latina en 1994. Y cuando Mxico quebr en diciembre de 1994, los inversores extranjeros abandonaron los mercados en toda la regin en lo que se llam el efecto tequila. La conclusin es dolorosamente clara: pese a los esfuerzos impresionantes y a menudo valientes por la reforma econmica, Amrica Latina todava era vulnerable a los caprichos del mercado financiero mundial.

    Haba problemas estructurales tambin. Uno era la persistencia de la po-breza. Segn los patrones internacionales, casi la mitad de la poblacin de Amrica Latina (46 por 100) es considerada pobre a comienzos de los aos noventa. Un segundo problema de larga duracin era la desigualdad. Desde que en los aos cincuenta hubo datos accesibles sobre esta cuestin, Amrica Latina ha exhibido la distribucin del ingreso ms desigual existente en el mundo mayor que en frica, el Sureste asitico y el Oriente Prxima y esta situacin estaba empeorando progresivamente. Hacia comienzos de los aos noventa, el 10 por 100 ms rico de las familias en Amrica Latina reci-ba el 40 por 100 de la renta total: mientras que el 20 por 100 ms pobre re-ciba menos del 4 por 100. De forma que la equidad social planteaba un de-safo muy importante para la regin.

    Hacia mediados de los aos noventa, Amrica Latina presentaba un am-plio espectro poltico (siempre al margen de la Cuba socialista). En un polo

    Desarrollo

    econmico

    Iniciacin del crecimiento basado en La exportacin-

    importacin

    Expansin de la exportacin-importacin

    Fase 3 Industrializacin 11930-prindpios en lugar de de la dcada importacin de 1960)

    Fase 4 Estancamiento del (1960-principios crecimiento basado en la sustitucin de

    importaciones', cierto crecimiento basado en la exportacin en

    los aos setenta (acuciada por la deuda externa) conduce al

    estancamiento o recesin

    Cambio

    social

    Modernizacin de !a lite, aparicin del sector comercial y nuevos profesionales

    Aparicin de los estratos medios, comienzos del proletariado

    Formacin de la lite empresarial, fortalecimiento de la clase trabajadora

    Agudizacin del conflicto, a menudo de clases movilizacin de los grupos de clase medios y bajos

    Resultado poltico

    tpico

    Democracia oligrquica o dictadura, integradora

    Democracia cooptada

    Populismo o democracia cooptada

    Rgimen burocrtico-autoritario

    Democracia electoral incompleta (con veto militar)

    CUADRO 2.1. Modelos de cambio en Amrica Latina

    Fase 1 (!SbO-1900)

    Fase 2 (19004930)

    Escasez de divisas Aumento de la Fase 5 Principios; la dcada de 19S0)

    estaba lo que se podra llamar autoritarismo electoral, que tena su forma ms dura en Guatemala: en el otro, la democracia incompleta; muchos ca-sos se situaban entre ambos polos. Despus de una larga lucha contra la tira-na. Chile recuper otra vez su lugar, junto a Costa Rica, como el pas ms democrtico de la regin quizpese a la continuada autonoma de las fuer-zas armadas. Mostrando un grado considerable de apertura poltica, Argen-tina y Brasil transfirieron el poder presidencial mediante elecciones libres y limpias. Aunque, debido particularmente a las dictaduras militares, las insti-tuciones polticas (especialmente la justicia, la legislatura y la burocracia, as como los ministerios e institutos gubernamentales) se hallaban muy debilita; das en estos y otros pases, Per afront quiz ei vaco institucional ms ex-

    de la dcada de 1980)

  • 74 Historia contempornea de Amrica Latina La transformacin de Amrica Latina 75

    tremo en toda la regin. A mediados de los aos noventa, se plante una pre-gunta clave: Tendran las frgiles democracias latinoamericanas la fuerza y la competencia para gobernar? Podran desarrollar la capacidad institucional necesaria para consolidar las reformas recientes y para combatir los pro-blemas de la pobreza y la desigualdad?

    En resumen, la evolucin de las sociedades principales de Amrica Latina ha seguido un modelo en el que los desarrollos econmico, social y poltico estn vinculados. La adhesin a un modelo general ha variado de un pas a otro. pero, con todo, resulta posible discernir las lneas generales de una experiencia histrica comn desde finales del siglo XIX. (El cuadro 2.1 pre-senta un resumen simplificado.) Se debe recordar que este conjunto de mo-delos se deriva de la historia de las naciones mayores y con ms desarrollo econmico de Amrica Latina. Algunas de las regiones menos desarrolladas. como Centroamrica y Paraguay, han pasado slo por algunas de estas trans-formaciones y su trayectoria se ha visto muy afectada por la oportunidad de su inicio. Del mismo modo que los factores globales han condicionado la ex-periencia histrica de los pases mayores, condicionarn el futuro desarrollo de los pases menos avanzados. En otras palabras, no hay garantas de que la historia de Argentina o Brasil anuncie el futuro de Honduras y Paraguay, como tampoco de que el conocimiento de la historia estadounidense del siglo xix nos permita predecir la evolucin de Chile o Mxico.

    Mujeres y sociedad

    Si juzgamos por los criterios convencionales, las mujeres han desempeado slo papeles menores en la transformacin econmica y poltica de Amrica Latina.' Una mirada a los cargos pblicos importantes parece confirmar esta impresin. Por qu ha sido as? Para responder, necesitamos primero exa-minar la cultura latinoamericana. Una norma central de sta la constituyen las nociones de machismo celebracin de las expresiones sexuales y sociales de la potencia y virilidad masculinas. Durante siglos, esta idea ha proporcionado precepto y justificacin para formas variadas de agresin y dogmatismo. que a su vez se han vinculado a la proteccin del honor. Parece que el machismo tuvo su origen en las concepciones medievales de la caballera y se adapt firmemente al cambio social. En todo caso, sigue vigente.

    La otra cara de este estereotipo de orientacin masculina ha sido, para las mujeres, el culto mariano. Este mito recibe el nombre de la Virgen Mara y exalta las virtudes asociadas a la feminidad: semidivnidad, superioridad mo-ral y fortaleza espiritual. Porque son las mujeres, segn la concepcin latino-americana, las guardianas de la virtud y la propiedad. Se las describe con una capacidad infinita para la humildad y el sacrificio y, como figuras maternas. demuestran una tolerancia inquebrantable hacia las travesuras impulsivas (a menudo infantiles) de los hombres machos. As. la tpica imagen femenina es la de santidad v tristeza, a menudo identificada con los rituales de duelo: una

    figura melanclica, vestida de negro y tocada con mantilla, arrodillada ante el altar y rezando por la redencin de los hombres pecadores de su mundo pro-tegido.

    Por supuesto, la realidad no siempre se ha ajustado a las mitologas del machismo y del marianismo. Pero ambos cultos han sido partes integrantes de la sociedad latinoamericana y han sido utilizados y explotados sin cesar por miembros de los dos sexos.

    El papel social de las mujeres se ha confinado en general a la esfera pri-vada, en particular la familia, donde han reinado. Fundamentalmente entre las clases inferiores, han sido, desde los tiempos de la colonia, cabezas de fa-milia. debido al abandono o la muerte del esposo. Y entre la lite de clases superiores, las familias extendidas han sido dominadas con frecuencia por matronas enrgicas, figuras de abuela que mantenan una autoridad incon-testable sobre asuntos familiares como el matrimonio, el lugar de residencia y la herencia.

    Con el tiempo, los mrgenes de la conducta femenina aceptable se han ensanchado mucho. En el siglo XIX, las mujeres de cultura solan ser anfitrionas de tertulias en las que los invitados se enzarzaban en discusiones sobre novelas y literatura. Algunas, como Clorinda Matto de Turner y Mercedes Cabello de Carbonero, de Per, se convirtieron en escritoras distinguidas (tradicin establecida por la monja mexicana del siglo xvii sor Juana Ins de la Cruz). Pero persistieron las restricciones, como denunciaba Mariquita Snchez anfitriona de un famoso saln de Buenos Aires, que describa la condicin femenina en versos irnicos.

    Durante el siglo XX, el proceso de cambio se aceler. Dentro de los es-tratos de clase media en especial, las jvenes dejaron de ir acompaadas a los actos sociales (en parte porque la familia pona menos en juego en caso de un matrimonio poco conveniente). Las mujeres han entrado en el mercado laboral y se han distinguido como maestras, profesoras, dentistas, mdicas e incluso abogadas. En las grandes ciudades metropolitanas, su estilo de vida apenas puede distinguirse del de las mujeres que viven en Pars o Nueva York.

    Sin embargo, las mujeres latinoamericanas han entrado muy lentamente en la arena pblica (cuando no se les ha prohibido entrar). Como revela e! cuadro 2.2 obtuvieron muy tarde el derecho al voto en muchos pases, en la mayora en los aos treinta o cuarenta (y hasta 1961 en Paraguay). Los estu-dios indican que muchas mujeres interpretan este derecho como un deber c-vico ms que como una inclinacin partidista. En muchas ocasiones, parecen haber votado por deferencia a las preferencias de sus esposos.

    Pero no siempre. En 1958, por ejemplo, las mujeres chilenas inclinaron la balanza a favor del candidato presidencial conservador (cuando los hombres haban otorgado la mayora al oponente radical). Y en 1970 en el mis-rao pas, las mujeres de clases bajas proporcionaron una importante base de apoyo electoral para la izquierda victoriosa. Es necesaria una mayor investi-gacin sobre el tema (era fcil en Chile, donde por ley mujeres y hombres vo-

  • 76 Historia contempornea de Amrica Latina

    CUADRO 2.2. Sufragio femenino en Amrica

    Ao en el que se reconoci el sufragio nacional femenino

    Estados Unidos 1920 Ecuador 1929 Brasil 1932 Uruguay 1932 Cuba 1934 El Salvador 1939 Repblica Dominicana 1942 Guatemala 1945 Panam 1945 Argentina 1947 Venezuela 1947 Chile 1949 Costa Rica 1949 Hait 1950 Bolivia 1952 Mxico 1953 Honduras 1955 Nicaragua 1955 Per 1955 Colombia 1957 Paraguay 1961

    Fuentes: Etsa M. Chaney, Supermadre: Women in Politics in Lmin America. Universiry of Te-xas Press. Austin. 1979, p. 169.

    La transformacin de Amrica Latina 77

    Enferma y demacrada pero cautivadora, Eva Pern saluda a la multitud durante el destile en coche con ocasin de la segunda investidura de su esposo como presidente en junto de 1952: muri al mes siguiente. (United Press International.)

    tan en casillas separadas), pero todo indica que as mujeres estn afirmando cada vez ms posiciones independientes en las elecciones clave.

    Tambin han mostrado su influencia de otros modos. En Argentina, for-maron un bloque impresionante en el movimiento peronista de los aos cua-renta y cincuenta. Son activas en los rituales de la poltica mexicana. Han participado en manifestaciones clave: una fue la protesta de las cacerolas contra el gobierno de Salvador Allende en Chile; otra, que comenz a finales de los aos setenta, fue la vigilia semanal de las madres de la Plaza de Mayo, en busca de informacin sobre sus familiares y seres queridos que ha-ban desaparecido en Argentina. Han tomado parte en los movimientos re-volucionarios de Mxico, Cuba y Nicaragua, y asumieron cargos de impor-tancia y liderazgo en muchas organizaciones de base que surgieron en los aos ochenta y noventa.

    Aun despus de dcadas de progreso, han conseguido relativamente pocos cargos polticos importantes, entre el 8-10 por 100 de cargos legislativos y mi-nisteriales a mediados de los noventa. La primera mujer presidenta (Isabel

    Martnez de Pern. 1974-1976) lleg al cargo por la muerte de su esposo. Y cuando han ocupado un puesto, las mujeres latinoamericanas suelen pro-yectar en sus tareas un claro enfoque femenino. Escuchemos por ejemplo a Evita Pern, quiz la mujer ms poderosa en la historia del hemisferio occi-dental: de este modo. Evita, voluntariosa y con ambicin poltica, atenda tos temas del marianismo.

    En este gran hogar de la patria, yo soy como cualquier otra mujer en cual-quiera de los innumerables hogares de mi pueblo. Igual que todas ellas, pienso primero en mi esposo y mis hijos ... Es que me siento verdaderamente la ma-dre de mi pueblo.

    En el contexto de los constreimientos (y ventajas) proporcionados por su cultura, las mujeres latinoamericanas no han desarrollado un movimiento feminista importante, aunque se ha iniciado en Brasil y otros pases. En ia mayora de ellos, han operado dentro de las categoras socioeconmicas y po-lticas prevalecientes. Como Elsa M. Chaney predijo en 1979. las mujeres la-

  • 78 Historia contempornea de Amrica Latina

    tinoamericanas probablemente no repetirn los modelos de liberacin feme-nina estadounidense o de Europa Occidental. Tienen su realidad propia ... Cualquier cosa que hagan, las mujeres latinoamericanas decidirn su curso de accin en el contexto de su cultura y aspiraciones.

    Un marco para establecer comparaciones

    Uno de los propsitos de este libro es proporcionar una base para el anlisis comparativo de Amrica Latina contempornea, lo que conlleva tres pasos: primero, identificar los modelos y procesos compartidos por las sociedades latinoamericanas; segundo, identificar las diferencias entre sus experiencias histricas individuales; y, tercero, y lo ms difcil, averiguar las razones de esas diferencias.

    Hasta ahora hemos presentado un esquema general para describir la transicin socioeconmica y poltica de Amrica Latina. Para comprender las similitudes y diferencias entre varios pases, necesitamos responder un con-junto comn de cuestiones fundamentales/De acuerdo con ello, hemos enfo-cado los casos prcticos que siguen con varias preguntas en mente:

    1. Cmo ha evolucionado la estructura de clase? Cules son las clases sociales ms importantes? Faltan algunas? En algunos casos, los cambios eco-nmicos han conspirado para crear ciertos agrupamientos y para evitar la for-macin de otros. No toda sociedad latinoamericana ha tenido una lite rural o industrial, por ejemplo, y la ausencia de un agrupamiento social puede tener un efecto tan importante sobre el orden social como la presencia de otros.

    2. Qu clases sociales tienen mayor poder? Quin controla la econo-ma y quin domina la escena poltica? Cunta competencia efectiva existe entre los grupos?

    3. Qu agrupamientos forman alianzas? ^Existe alguna coalicin so-cial? En qu intereses se basan? Se encuentran los trabajadores industriales ms dispuestos a formar una alianza con los dirigentes empresariales que, por ejemplo, con los campesinos que comparten su posicin social de clase baja?

    4. Qu autonoma tiene el Estado? Representa el gobierno los intereses de una sola clase social (o coalicin) o se mantiene al margen de tales lealtades? Si es militar, por ejemplo, sus dirigentes procuran permanecer por encima y ms all de los conflictos de la sociedad civil?

    Los factores internacionales han desempeado papeles clave en la historia latinoamericana, en particular con respecto a los asuntos econmicos. Esta dimensin da lugar a preguntas adicionales:

    5. En un momento dado, qu clase de actividad se desarrolla en el cen-tro de la economa internacional? Cul es la apariencia y la forma de la in-

    La transformacin de Amrica Latina 79

    dustrializacin en Europa y los Estados Unidos y qu tipo de limitaciones e incentivos plantea para los pases latinoamericanos?

    6. Cmo afecta la relacin entre las economas del centro y la periferia del sistema la composicin y disposicin de las clases sociales' dentro de las sociedades latinoamericanas? Un pas exportador de carne (Argentina), por ejemplo, podra tener una estructura de clases diferente de un pas ex-portador de cobre (Chile)? Qu implicaciones tendra?

    7. Cmo se las han arreglado los pases latinoamericanos para aprove-charse de su lugar en la economa global? La experiencia reciente ha sugeri-do que la posesin de petrleo, por ejemplo, puede proporcionar a pases como Mxico, Venezuela e incluso Ecuador una oportunidad econmica e in-fluencia internacional (y dificultades a largo plazo tambin). Ha habido ca-sos similares en el pasado?

    S. Cules son los factores polticos predominantes en la escena inter-nacional? La presencia (o ausencia) de una guerra fra Oriente-Occidente, >or poner un ejemplo obvio, podra ayudar a determinar la gama posible de elecciones para los polticos latinoamericanos. Tambin, en momentos con-cretos. esta preocupacin puede trasladarse a otro factor: la proximidad geo-grfica con Estados Unidos. Debido a consideraciones de naturaleza geopo-ltica acerca de la .supuesta seguridad nacional, Estados Unidos muy bien puede otorgar un margen de accin mayor a un pas como Argentina que, di-gamos, a las naciones de la cuenca del Caribe.

    Ofreceremos un anlisis comparativo de los pases clave en el eplogo. Nuestra tarea inmediata es pasar a los casos prcticos.

  • Argentina 81

    3

    Argentina: prosperidad, estancamiento y cambio

    a actual Argentina fue en un principio un lugar desatendido dentro del imperio colonial hispanoamericano. A diferencia de Mxico y Per, la

    regin del Ro de a Plata careca de metales preciosos, a pesar de su nombr. Tampoco tena una poblacin nativa estable. Los indios eran escasos y nmadas, por lo cual los espaoles no dispusieron de una fuente de trabajo abundante. Su mayor recurso era la fertilidad de su tierra, una de las ms ricas del mundo, ya que hay marga a menos de medio metro de profundidad en ciertas zonas. Otra ventaja era la situacin de Buenos Aires, que le permitira convertirse en un gran puerto si se realizaba el dragado necesario. No obstante, estas condiciones no produjeron una economa dinmica en el periodo colonial, pues no se contaba con tecnologa ni con mercado para explotar las frtiles pampas. El puerto sirvi en gran medida para canalizar el rentable mercado de contrabando por la Suramrica espaola.

    A pesar de que su economa colonial fuera modesta, sus caractersticas geogrficas son importantes para entender el desarrollo posterior de ta regin. El centro ms prspero lo constitua el noroeste de la actual Argentina y se hallaba vinculado a Per, ya que hasta 1776 form parte de ese virreinato y su desarrollo econmico estuvo estrechamente ligado a los embarques rumbo al norte de algodn, arroz, trigo y artculos de cuero. La regin costera de Buenos Aires era menos activa. Su mayor industria consista en el contrabando, pues los altos aranceles aduaneros de Lima hacan atractivo utilizar la ruta del Ro de ia Plata para evitar los pagos. Slo en 1776 ao en que se convirti en la sede del nuevo virreinato, Buenos Aires alcanz a tener importancia. Desde entonces, el poder empez a desplazarse del noroeste a la costa meridional, al convertirse el puerto de Buenos Aires en la entrada de las importaciones europeas, algunas de las cuales competan de forma directa con la produccin del noroeste.

    Las guerras de independencia supusieron un golpe para el virreinato de La Plata, pero no ocasionaron el dao a la propiedad que soport Mxico (y Uruguay). El sentimiento antiespaol uni a la lite local y produjo lo que se convertira en un duradero mito de la valenta militar, cuando el general Jos de San Martn venci a las tropas leales a la corona espaola. En la dcada

    de 1S20 haban conseguido la independencia y la aristocracia latifundista contemplaba sus dominios con satisfaccin. Continuaban existiendo industrias a pequea escala y comunidades comerciales en la zona central y noroeste del interior. En la costa no haba esa base artesana, pero los estancieros cercanos producan cueros y carne en salazn para exportar y !a ciudad de Buenos Aires se fue convirtiendo en un puerto martimo de gran actividad. Y, lo que es ms importante, Buenos Aires y la regin interior del norte al oeste se fueron separando cada vez ms.

    La lucha por la nacin

    Las dcadas siguientes a la independencia contemplaron una batalla entre argentinos por la direccin que deba tomar el desarrollo econmico de su nuevo pas. Una faccin la constituan los unitarios, principalmente de la provincia (y ciudad) de Buenos Aires. Queran nacionalizar su ciudad portuaria: despojarla de su autonoma y luego convertirla en una base desde la cual se redujeran las barreras provinciales al comercio para abrir todo e! pas al trfico internacional.

    El segundo grupo era el federalista, formado por gente del interior. Es-taban de acuerdo con la necesidad de nacionalizar la ciudad de Buenos, Aires porque queran repartir su recaudacin por aduanas entre todas las provincias. Al mismo tiempo, deseaban mantener la autonoma provincial, en especial la facultad de imponer aranceles interprovinciales para proteger las industrias locales.

    Al tercer grupo tambin lo llamaban federalista, pero era diferente: sus miembros eran de la provincia de Buenos Aires y se oponan a la nacio-nalizacin de la ciudad portuaria, porque significaba la prdida del monopolio provincial sobre sus ingresos aduaneros. Tambin eran partidarios del libre comercio. En realidad, este tercer grupo abogaba porque todo continuara igual.

    El conflicto entre los tres grupos continu durante las dcadas de 1830 y l$40, Al final, el asunto lo decidi uno de los famosos dictadores de Amrica Latina: Juan Manuel de Rosas, ganadero de ia provincia de Buenos Aires con ambiciones polticas. Posea una presencia fsica imponente, capaz de intimidar a los rudos gauchos, y obtuvo el gobierno de su provincia en 1829. Su ambicin no se detuvo ah. Quera gobernar toda Argentina y para ello puso en prctica una poltica que favoreca a los estancieros y propiciaba la consolidacin de una aristocracia latifundista. Era un ardiente federalista de Buenos Aires y, lo que es ms importante, posea el carisma militar y los seguidores para lograr su objetivo de someter a los caudillos rivales para que nadie de esta raza de monstruos quede entre nosotros, segn declar. A medida que consolid su autoridad personal, extendi el poder de la provincia de Buenos Aires sobre el pas y edific una nacin sobre el principio del federalismo. Al mismo tiempo, organiz una poderosa maquinaria guberna-

    L

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    mental que complet con una especie de escuadrn coercitivo ^Mazorca) para aterrorizar a todo aquel que osara oponerse al dictador, incluso slo por no lucir el color rojo oficial.

    Adems de sus habilidades militares y polticas, Rosas era un nacionalista tan ardiente, que muchos extranjeros lo consideraban xenfobo. Quiso aplicar en su poltica exterior las tcticas que haban resultado tan bien en la interna. Nutrido por las mximas monopolistas de la legislacin colonial espaola

    sealaba un diplomtico francs de visita en 1850, no entiende ni permite el comercio a no ser que est escudado por aranceles proteccionistas y regla-mentaciones rigurosas. Para su mala fortuna, haba logrado suscitar una po-derosa alianza opositora en la que se incluan Brasil y Uruguay, as como el ge-neral Justo Jos de Urquiza, que estaba al mando de las fuerzas que lo vencieron en 1852. De inmediato, Rosas se exiliaron en Inglaterra. A pesar de su cada ignominiosa, haba conseguido crear la unidad de Argentina con unas provincias tan dispares Desde el momento de su derrota se convirti en una fi-gura legendaria. Los nacionalistas lo adoptaron como prototipo del patriota argentino que buscaba el desarrollo nacional contra las fuerzas extranjeras, de-seosas de evitar que l pas se convirtiera en una nacin plena. Recuerda a Die-go Portales de Chile y Agustn de Iturbide de Mxico, que tambin se convir-tieron en gobernantes autocrticos de mano dura durante la dcada que sigui a la independencia. Pero Rosas gobern mucho ms que los otros dos.

    Durante su etapa, muchos intelectuales argentinos, como Domingo Sar-miento y Esteban Echeverra, huyeron del rgimen represivo. Detestaban el xito poltico del caudillo gaucho de mano dura. Sarmiento lo describi como

    el hombre que aplic ei cuchillo gaucho a la cultura de Buenos Aires y des-truy el trabajo de siglos de civilizacin, derecho y libertad. Estos intelec-tuales soaban con el da en que pudieran hacerse con el control de Argentina y conducirla hacia el camino del gobierno representativo liberal. Con la cada de Rosas en 1852 lleg su oportunidad.

    Se hizo con el poder Justo Jos de Urquiza. federalista del interior. Co-menz convocando una asamblea constituyente, que promulg una consti-tucin en 1853, seguidora fiel del ejemplo estadounidense. Iba a haber un sistema federal, con un presidente elegido por un colegio electoral, cuyos miembros seran designados a travs del voto popular. El congreso federal tena dos cmaras: la de los diputados, elegida por voto directo, y la de los se-nadores, elegida por los poderes legislativos provinciales. Las provincias iban retener todos los poderes que no estuvieran otorgados de forma especifica al gobierno nacional, aunque haba una disposicin que autorizaba a ste a intervenir en ellas cuando lo considerara necesario.

    No obstante, la controversia acerca de la posicin de Buenos Aires distaba mucho de haber concluido. La provincia de Buenos Aires, en protesta por la nacionalizacin de la ciudad en la nueva constitucin, rehus unirse a la nueva confederacin. Al ser vencida en una breve guerra civil en 1859, se la forz a capitular. Dos aos despus, volvi a alzarse con Bartolom Mitre a la cabeza y se hizo con el control de la confederacin.

    Argentina 83

    En 1862 Mitre tom posesin como presidente y lanz una nueva campaa para unificar Argentina. Durante las dos dcadas siguientes, los liberales continuaron en el poder. Le sigui en la presidencia Domingo Sarmiento, autor de Facundo (1845), el ataque literario ms famoso contra los caudillos gauchos. Su objetivo real era Rosas, cuyo gobierno Sarmiento haba pasado .exiliado en Chile. Crea ardientemente en la educacin pblica al modo es-tadounidense e instaba a los argentinos a seguir su modelo. Una desviacin en el camino fue la dilatada guerra contra Paraguay (1865-1870), en la que ese di-minuto pas mantuvo a raya a Argentina, Brasil y Uruguay durante cinco aos. El motivo fue el desatinado intento del dictador paraguayo. Francisco Solano Lpez, de ejercer un control monoplico sobre el acceso a la cuenca del ro Pa-ran. tan importante para todos.

    El tercer presidente liberal fue Nicols Avellaneda. Durante su mandato (1S74-1SS0), Argentina emprendi su ltima conquista territorial importante. las guerras indias. Las provincias del sur y el oeste de Buenos Aires haca mucho tiempo que padecan incursiones indias. Entonces, una fuerza militar al mando del general Julio Roca someti o extermin a todas las bandas. El ao 1880 tambin trajo la solucin al asunto problemtico de la posicin de la ciudad de Buenos Aires. Se la separ de la provincia, a semejanza del distrito de Columbia en Estados Unidos, pero se otorg a sus ciudadanos derechos de voto plenos-en las elecciones nacionales.

    Hacia 1S80 Argentina entr en un periodo notable de crecimiento eco-nmico sostenido. Desde la expulsin de Rosas, los liberales haban disfrutado del poder el tiempo suficiente para establecer las bases de la rpida inte-gracin del pas en la economa mundial. Ahora su dirigente era el general Roca, hroe de la Conquista del Desierto. El simbolismo difcilmente poda mejorarse: el combatidor de los indios presidiendo la europeizacin de una repblica suramericana.

    La lite poltica tena pocas dudas acerca de su misin. Como sus seme-jantes de Brasil y Mxico, los polticos e intelectuales argentinos consideraban que aplicaban los verdaderos principios de la ciencia y la filosofa europea. Crean en el liberalismo econmico y en el poltico. Citaban la pseudociencia de Herbert Spencer sosteniendo que si gobernaba Argentina una aristocracia,1 era el resultado de la seleccin natural. .Como tenan a los gauchos y los indios sometidos. la lite esperaba confiada enriquecerse y, por lgica liberal, enriquecer de ese modo al pas.

    Visin general: crecimiento econmico y cambio social

    El xito econmico argentino del periodo 1880-1914 se bas en su capacidad para proporcionar los bienes agrcolas que necesitaba el mundo industrial del Atlntico Norte. Con la Revolucin Industrial, Europa Occidental, en especial Inglaterra, se estaba conviniendo en un importador neto de productos alimenticios. Argentina tena una ventaja comparativa al producir dos artcu-

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    los clave: carne y trigo. Los importantes avances tecnolgicos haban hecho prctico embarcar los productos alimenticios para los muchos miles de millas martimas que separaban Buenos Aires de Londres y Amberes. Uno de estos avances fue el barco de vapor, mucho ms rpido y con un ritmo ms regular que el barco de vela. Otro fue el proceso para refrigerar la carne (las plantas argentinas se llamaban frigorficos), que posibilitaba obtener un producto ms sabroso y sustancioso que la carne conservada mediante el secado (cecina).

    Gracias a un recurso natural, Argentina estaba muy bien dotada para proveer de productos alimenticios: sus pampas se contaban entre las tierras ms frtiles del mundo. Pero careca de otros dos factores esenciales, capital y fuerza de trabajo. Inglaterra, su principal cliente, envi pronto el primero en forma de inversin en el ferrocarril, los muelles, los almacenes de embalaje y los servicios pblicos. Tambin liego en forma de compaas inglesas que se ocuparon de los embarques, los seguros y la banca. Casi toda la infraestructura del sector de exportacin estaba financiada por los britnicos. Esta afluencia de capital era exactamente lo que la lite poltica argentina consideraba esencial para el desarrollo de su pas.

    El o


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