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Sociabilidad Obrera Historia Social

Date post: 28-Sep-2015
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Un espacio propio. Sociabilidad e identidad obrera en Andalucía.
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Un espacio propio. Sociabilidad e identidad obrera en Andalucía Author(s): Manuel Morales Muñoz Reviewed work(s): Source: Historia Social, No. 56 (2006), pp. 53-69 Published by: Fundacion Instituto de Historia Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40341007 . Accessed: 17/07/2012 14:49 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Fundacion Instituto de Historia Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Historia Social. http://www.jstor.org
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  • Un espacio propio. Sociabilidad e identidad obrera en AndalucaAuthor(s): Manuel Morales MuozReviewed work(s):Source: Historia Social, No. 56 (2006), pp. 53-69Published by: Fundacion Instituto de Historia SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/40341007 .Accessed: 17/07/2012 14:49

    Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at .http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

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  • UN ESPACIO PROPIO. SOCIABILIDAD E IDENTIDAD OBRERA EN ANDALUCIA

    Manuel Morales Mufioz

    Es sabido que cuando hablamos de movimiento obrero nos referimos al obrerismo mili- tante, a sus organizaciones, ideologias y practicas. Y tales fueron tradicionalmente los te- mas objeto de estudio por parte de los historiadores hasta los afios ochenta. Sin embargo, y como tambien sabemos, esta manera de abordar el objeto historico se torno reduccionista, pues al poner el enfasis en los aspectos ideologicos y politicos ignoraba la realidad coti- diana de los trabajadores como grupo social. De la misma manera que apenas trataba las estructuras de poder interno, las relaciones entre dirigentes y militantes o el funcionamien- to "real" de las organizaciones mas alia del analisis de sus reglamentos y de las resolucio- nes de sus congresos. Fue este "solapamiento" de lo social en favor de una historia "insti- tucional" del movimiento obrero lo que motivo la aparicion en los afios setenta y ochenta de algunas criticas y propuestas para transitar por nuevos caminos.1

    Paralelamente, la renovation metodologica y conceptual que estaba experimentando la historiografia europea, con el acercamiento a disciplinas paralelas como la sociologia, la antropologia o la etnologia, permitio la localization de nuevos problemas e incluso la per- ception de problemas tradicionales desde una nueva optica, al poner el enfasis sobre nor- mas y sistemas de valores o al llamar la atencion sobre las funciones expresivas de las di- versas formas de manifestacion. Alentados por esta tendencia, los historiadores empezaron a mirar con nuevos ojos algunas de las practicas obreras consideradas corrientes durante muchos anos, tales como el calendario de ritos y fiestas, los diferentes ritmos de trabajo y ocio, el significado simbolico de las formas de manifestacion o el papel de los espacios y formas de sociabilidad.2

    1 Juan Pablo Fusi, "Algunas publicaciones recientes sobre la historia del movimiento obrero espanol", en Revista de Occidente, num. 123 (1973), pp. 358-368; Miquel Izard, "Origenes del movimiento obrero en Es- pana", En Teoria, nums. 8-9 (1981-1982), pp. 5-31, y Jose Alvarez Junco y Manuel Perez Ledesma, "Historia del movimiento obrero ^Una segunda ruptura?", en Revista de Occidente, num. 12 (1982), pp. 19-41. 2 Sin pretension de ser exhaustivos, algunos trabajos que abneron nuevos caminos en la manera de abordar la historia del movimiento obrero en Espana fueron los de Edward Palmer Thompson, La formation historica de la clase obrera. Inglaterra: 1780-1832, Laia, Barcelona, 1977 (edition original de 1963); Eric J. Hobsbawm, El mundo del trabajo. Estudios historicos sobre la formation y evolution de la clase obrera, Critica, Barcelona, 1984; Michel Ralle, "La sociabilidad obrera en la sociedad de la Restauracion (1875-1910)", en Estudios de His- toria Social, nums. 50-51 (1989), pp. 161-199, y "Un socialisme des metiers? Culture politique ouvriere et obre- ros de artes y oficios (1870-1900)", en Jacques Maurice y otros (dirs.), Peuple, mouvement ouvrier, culture dans VEspagne contemporaine. Cultures populaires, cultures ouvrieres en Espagne de 1840 a 1936, Presses Universi- taires de Vincennes, Saint-Denis, 1990, pp. 169-178; Noel Gerome, "L'ethnologie, la culture de masse et les ouvriers: fragments d'une perspective", en Le Mouvement Social, num. 152 (1990), pp. 49-60.

    Historia Social, n. 56, 2006, pp. 53-69. I 53

  • Es precisamente desde esta perspectiva desde la que nos proponemos abordar el estu- dio del movimiento obrero andaluz, deteniendonos particularmente en el significado y funcion que los espacios y manifestaciones de sociabilidad tuvieron en las practicas socia- les y culturales del mismo. Pensamos que mas alia de las modas y de las reservas que muestran no pocos de nuestros colegas, y que tan agudamente ha sabido analizar Carlos Forcadell,3 se puede seguir haciendo historia del movimiento obrero con nuevos enfoques, que es lo que se viene haciendo con muy meritorios resultados desde la valenciana Funda- cion Instituto de Historia Social.4 Mas aiin cuando la excesiva preocupacion por los enfo- ques culturalistas y el recurso a metodos funcionalistas no son suficientes como para ex- plicar en toda su complejidad la realidad social andaluza en el siglo escaso que media entre el Ochocientos sesenta y el Novecientos diez, que es la etapa a la que me voy a refe- rir. Y ello, porque si bien la lucha de clases no fue un factor unico en el devenir de la so- ciedad andaluza, si que ocupo a mi juicio un lugar relevante.5

    Sociabilidad e identidad obrera

    De cualquier forma, y con el fin de situar en sus justos terminos el objeto de estudio, se hace necesario subrayar como el sujeto historico, es decir, el obrerismo militante, ya te- nia en su momento clara conciencia del papel que desempenaban las formas y espacios de sociabilidad. Como la tenian tambien las autoridades. En este sentido, y solo con el fin de ilustrar cuanto digo, referire algunos episodios, concretos aunque nada excepcionales ni aislados. En 1869 un grupo de trabajadores malaguenos que por aquellos mismos meses dio vida al primer niicleo de la Federacion local de la Asociacion Internacional de Trabaja- dores (AIT) hacia una explicita defensa de la idea de sociabilidad, aunque eso si, conci- biendola como medio de redencion y emancipation social.6 Nada extrano, por lo demas, si tenemos en cuenta que entre los integrantes de aquel niicleo se encontraban algunos de los futuros dirigentes de la misma Federacion Regional Espanola (FRE), tales como Federico Deomarco, Antonio Palomo o Miguel Pino, todos ellos aliancistas y miembros de la Co- mision Federal en los anos siguientes.7

    Era la misma idea que expresaria ya a finales de los anos ochenta el periodico El Pro- ductor* y que haria suya el barcelones Circulo Obrero "La Regeneration", para el que jun- to a la section de oficio y a las federaciones locales y regionales los obreros asociados de- bian contar con espacios en los que ademas de impregnarse "de las ideas del porvenir": de las ideas de libertad, igualdad y justicia, disfrutasen de "la conversation entre companeros y el honesto solaz que proporciona el arte en fiestas y veladas artisticas y literarias".9 Una

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    3 Carlos Forcadell, "Sindicalismo y movimiento obrero: la recuperation historiografica de las clases traba- jadoras", en Manuel Gonzalez de Molina y Diego Caro Cancela (eds.), La Utopia rational. Estudios sobre el movimiento obrero andaluz, Universidad de Granada, Granada, 2001, pp. 31-50. 4 Baste citar al respecto los coloquios organizados en torno a temas como la Cultura social y politica en el mundo del trabajo, cuyas ponencias fueron publicadas en 1999, o El trabajador de oficio: entre el gremialismo y la resistencia, celebrado en octubre del 2003 y publicado en 2005.

    Ampliamos esta tesis en Manuel Morales Munoz, "La dificil construction del social-ugetismo tebeno, 1901-1931", en Manuel Morales Munoz (ed.), Ugetismo y socialismo en la Espana rural. Teba, un siglo de his- toria, UGT-Andalucia, Sevilla, 2004, pp. 23-72. 6 "Llamamiento de la Sociedad Fraternal de los Trabajadores de Malaga a sus hermanos los obreros". Malaga, 20 de abril de 1869, en El Avisador Malagueno, 29 de abril de 1869. 7 Manuel Morales Munoz, Clases populares y movimiento obrero en Malaga. Del clamor revolucionario a la Primera Internacional (1 868- 1874). Tesis microfichada. Universidad de Malaga, Malaga, 1998. 8 El Productor, 9 de marzo de 1 889. 9 El Grito del Pueblo, 4 de noviembre de 1886, citado por Pere Gabriel, "Sociabilidad obrera y popular y vida politica en Cataluna, 1868-1923", en L'Histoire sociale en debat. Numero especial del Bulletin d'Histoire Contemporaine de VEspagne, num. 17-18 (1993), p. 150.

  • idea que tambien defendieron los obreros astigitanos con motivo de la inauguration de la Casa del Pueblo de Ecija a finales de 1912, pues consideraban que, "aparte de la labor educadora", el centro obrero propiciaba "la labor inconsciente que se realiza por el trato de los obreros entre si".10

    Como podemos deducir de estas y otras citas que se podian hacer, el objetivo ultimo que late en todas ellas es el deseo de los militantes obreros de disponer de una trama aso- ciativa que, al tiempo que actuaba como factor de identidad y cohesion del grupo, les per- mitiera atender las reivindicaciones laborales y sociales y les sirviera como espacios de encuentro en los que satisfacer su inquietudes educativas y de ocio.

    Pero como apuntaba con anterioridad, esta funcion de los centros obreros tampoco paso desapercibida para las autoridades, que violentando incluso los derechos de reunion y asociacion no dudaron en impedir el ejercicio de los mismos, clausurandolos una y otra vez. Tal sucedio en toda Espana en enero de 1874, cuando al amparo del Decreto del dia 10 del mismo mes quedaron disueltas las Federaciones locales y las distintas secciones de oficio vinculadas a la Federation Regional Espanola, conminando los respectivos gober- nadores militares, entre ellos el de Malaga, a los representantes obreros a hacerles entrega de cuantos documentos, libros y registros de asociados constaban en su poder.11 Con la ile- galizacion de las organizaciones de clase y la derogation de los derechos de reunion y aso- ciacion, la sociabilidad obrera quedo limitada al encuentro en la calle, la taberna o el cafe, como recuerda Anselmo Lorenzo al relatar sus reuniones con Farga, Soriano, Pellicer, Llu- nas y el malagueiio Garcia Viiias, entre otros.12

    Fue lo mismo que ocurrio en 1892, 1896..., a pesar de que los derechos de reunion y asociacion estaban reconocidos por la Constitution de 1876.13 Como sucedio en 1901, cuando la huelga general convocada por los obreros sevillanos en octubre acabo con la di- solucion de buena parte de las sociedades federadas, la detention de sus juntas directivas y la clausura de los locales sociales.14 Y volvio a suceder al ano siguiente en el pequeno pue- blo de Teba (Malaga), donde los trabaj adores protagonizaron una dura y larga huelga ante las pretensiones de los propietarios de impedirles asociarse.15

    Apoyados sin reserva por los socialistas, que emprendieron una amplia campana de solidaridad por todo el pais,16 la huelga se mantuvo por espacio de casi seis meses, durante

    10 Casa del Pueblo. Boletin extraordinario de la sociedad del mismo nombre, Junio de 1917, p. 2, citado por Angeles Gonzalez Fernandez, "Una aproximacion a los movimientos sociales en la Andalucia rural: Ecija, 1900-1924", en Marina Martin Ojeda (ed.), Ecija en la Edad Contempordnea, Ayuntamiento de Ecija, Ecija, 2000, pp. 468-469. 11 "Decreto de 10 de enero de 1874 disolviendo todas las reuniones y sociedades politicas en que se cons- pire contra la seguridad publica", en Manuel R. Alarcon Caracuel, El derecho de asociacion obrera en Espana (1839-1900), Ediciones de la Revista de Trabajo, Madrid, 1975, pp. 374-375, y Boletin Oficial de la Provincia de Malaga, 24 de enero de 1 874. 12 Anselmo Lorenzo, El proletariado militante. Memonas de un lnternacional. Lontinuacion de la Asocia- cion Internacional de los Trabajadores en Espana, Salvat, Duch y Ferre, Barcelona, 1923, pp. 335 y 349-350 (cito por la edition de Jose Alvarez Junco, Alianza, Madrid, 1 974). 13 "Ministerio de la Gobernacion. Circular de 7 de febrero de 1875 a los Gobernadores civiles njando las re- glas a que deben ajustar sus conductas en punto a reuniones y asociaciones piiblicas", en Gaceta de Madrid, 8 de febrero de 1875, p. 340; "Ministerio de la Gobernacion. Circular de 6 de abril de 1892 a los Gobernadores civiles de las provincias dictando disposiciones relativas a la aplicacion de las leyes concernientes a las Asociaciones de obreros", en Gaceta de Madrid, 25 de abril de 1892, pp. 257-258, y "Fiscalia del Tribunal Supremo. Circular de 13 de febrero de 1896 dando instrucciones para perseguir los delitos que puedan cometerse con ocasion del ejerci- cio de los derechos de reunion y asociacion", en Gaceta de Madrid, 15 de febrero de 1896, pp. 579-580.

    14 Angeles Gonzalez Fernandez, Utopia y realidad. Anarquismo, anarcosindicalismo y organizaciones obreras. Sevilla, 1900-1923, Diputacion de Sevilla, Sevilla, 1996, p. 91.

    15 Manuel Morales Munoz, "La dificil construction del social-ugetismo tebeno", pp. 27-31. 16 Paloma Biglino, El socialismo y la cuestion agraria, 1890-1936, Ministerio de Trabajo, Madrid, 1986,

    pp. 51-55. | 55

  • los cuales se acentuaron las privaciones y las humillaciones sufridas por los trabaj adores de Teba. Segun denunciaba el corresponsal del periodico La Union Mercantil al dar cuenta de "la marcha" emprendida por aquellos hacia la capital con el fin de entrevistarse con el Gobernador civil, la comitiva la componian "unos setecientos hombres" que ya en la capi- tal se unirian a otros tantos que debian llegar en tren: "honrados padres de familia [que] mas que revolucionarios transgresores de la ley dispuestos al escandalo y a la alteration del orden, parecian una caravana de hombres escualidos y hambrientos" que tuvieron que soportar los "atropellos" de la Guardia Civil por cometer el "delito de "asociarse".17

    En una epoca en la que el aislamiento, la falta de instruction y la miseria constituian otras tantas amenazas generadas por el individualismo liberal-burgues, "el centro obrero" -en cuanto que forma asociativa, pero tambien como espacio fisico- era a la vez un instru- mento de lucha economica y una garantia psicologica, al reafirmar la adhesion del indivi- duo a una clase social en la que, ademas, se hacian realidad los principios de democracia, de fraternidad y de solidaridad. Por eso, con el cierre del centro obrero todo parecia cam- biar, segiin se lamentaban los obreros linenses en 1903, no quedandole a los trabajadores "otro recurso que recluirse en sus casas".18

    Como denunciara anos despues el organo de prensa del PSOE ante la reiteration con que se producia la clausura de los mismos, ello respondia a una estrategia premeditada. Para El Socialista, el proposito que perseguian propietarios y autoridades era "destrozar" la organization obrera, para lo que no dudaban en lanzar a los trabajadores "a una lucha dolorosa y sin precedentes".19 Era una muestra mas, y no la ultima, de las contradicciones de clase y de los marcados antagonismos sociales que vivio Andalucia a lo largo del perio- do estudiado.

    Sin duda no era nada ajeno a estas circunstancias el temor que sentian las autoridades ante la funcion de los centros obreros. Considerados como las formas mas acabadas de una sociabilidad que buscaba superar el microcosmos del oficio,20 en los centros obreros se remarcaban los rasgos de identidad y se favorecia el establecimiento de una sociabilidad de clase. Socializando las experiencias individuates y concretas, en ellos los trabajadores se convertian en sujetos historicos y en elementos configuradores de una identidad colecti- va de clase. Mas aiin cuando el espectacular crecimiento urbanistico que experimentaron en el cambio de siglo ciudades como Sevilla, Malaga, Linares o Rio Tinto, consolido la di- vision social del espacio21 y la aparicion de una sociabilidad y una cultura bien diferencia-

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    17 A. Lozano Garrido, "Desde Pizarra. Lo de Teba", en La Union Mercantil, 3 de junio de 1902. 18 ElProductor, 10 de enero de 1903. 19 El Socialista, 21 de junio y 3 de julio de 1919. La extension de la represion ejercida contra el movi- miento obrero andaluz en las decadas de entresiglos, particularmente contra el anarquismo, y el caracter ejem- plarizante de la misma, puede seguirse a traves de Gerard Brey, "Crisis economica, anarquismo y sucesos de Je- rez (1886-1892)", en R. Rodriguez Aguilera y otros, Seis estudios sobre el proletariado andaluz (1868-1939), Ayuntamiento de Cordoba, Cordoba, 1984, particularmente las pp. 1 18-125; Jacques Maurice, El anarquismo andaluz. Campesinos y sindicalistas, 1868-1936, Critica, Barcelona, 1989, pp. 1 15-129 y 359, y Antonio Lopez Estudillo, Republicanismo y anarquismo en Andalucia. Conflictividad social agraria y crisis finisecular (1868- 1900), Ayuntamiento de Cordoba, Cordoba, 2001, pp. 448-460. 20 Jacques Maurice, "Propuestas para una historia de la sociabilidad en la Espana contemporanea", en Es- tudios de Historia Social, num. 50-51 (1989), p. 132. 21 Como tan lucidamente viera el socialista Matias Gomez Latorre en su respuesta a la Comision de Refor- mas Sociales, los barrios obreros que comenzaron a surgir por distintos puntos de la geografia espanola a partir del Ochocientos setenta fueron los que imprimieron "el verdadero caracter de separation de clases", hasta el punto de que en su respuesta diria: "Haced barrios obreros: los que nos tenemos por verdaderamente revolucio- narios en la buena acepcion de la palabra, deseamos que hagais barrios de obreros; hacedlos en buena hora; en- tonces tendremos alii el nucleo de las clases trabajadoras y podremos decirles: ahi teneis, la casta que disfruta, a un lado, la que padece, a otro", en Reformas Sociales, Tomo I. Informacion oral practicada en virtud de la Real orden de 5 de diciembre de 1883, Manuel Minuesa de los Rios, Impresor, Madrid, 1889, p. 45 ("Sesion de 26 deoctubrede 1884").

  • I I 5

    Sevilla, 14 de abril de 1931

    das. Una sociabilidad y una cultura que se caracterizaran por una mayor separation de las clases sociales y que se desarrollo en habitats diferentes y bajo distintas pautas de conduc- ta para las clases dominantes, para el residual artesanado y para los nuevos obreros fabri- les, cuya conciencia de clase comenzaba a despuntar.22

    Viejos y "nuevos" oficios

    Ejemplos harto elocuentes del protagonismo que comenzaron a tener en torno al cambio de siglo los nuevos sectores obreros son los de los ferroviarios y los mineros. So- metidos unos y otros a una ferrea disciplina laboral y a un estricto control social por parte de las companias, ello no fue suficiente como para impedir la organization societaria y la conflictividad entre los trabajadores de las principales lineas ferroviarias ni entre los mine- ros de las principales cuencas de la region: las de Rio Tinto, Penarroya-Belmez y Linares- La Carolina.23 Como no lo fue para evitar la existencia de formas de sociabilidad y pautas

    22 Michel Ralle, "La sociabilidad obrera en la sociedad de la Restauracion (1875-1910)". 23 Sobre el particular pueden consultarse los trabajos de Francisco Wais, Historia de los ferrocarhles es- panoles, Editora Nacional, Madrid, 1974, pp. 343-370 y 713-727; Pedro Tedde de Lorca, "La Compania de los Ferrocarriles Andaluces (1878-1920): una empresa de transportes en la Espana de la Restauracion", en Investi- gaciones Economicas, num. 12 (1980), pp. 27-76; Luis Gil Varon, "Las luchas obreras en Rio Tinto (1888- 1920)", en Seis estudios sobre el proletariado andaluz (1H68-1939), pp. 129-173; David Avery, Nunca en el I 57

  • de conducta transgresoras del rigido marco impuesto por las empresas, tal y como se des- prende del estudio dedicado por Sierra Alvarez a los mineros linarenses.24

    A pesar de la dispersion geografica y de la gran variedad profesional de la mano de obra empleada: peones, obreros cualificados, guardaagujas, maquinistas, fogoneros, jefes de estacion, factores, oficinistas..., tambien dieron muestras de las preocupaciones e in- quietudes que les animaban los casi ocho mil trabaj adores con que contaba la Compania de Ferrocarriles Andaluces. A lo que contribuyeron tanto las experiencias comunes vividas en los talleres, en los depositos y en las estaciones, como la vida en comun que comenzaba a tejerse en barriadas especificamente ferroviarias, como las de Bobadilla o Puente Genii. Espacios todos ellos en los que se remarcaban los rasgos de identidad y se favorecia el es- tablecimiento de una sociabilidad de clase, como deja ver el vasto tejido asociativo puesto en pie por los mismos.25

    Se trataba de una respuesta nueva a un mundo nuevo, que ya contaba con algunos an- tecedentes destacables entre las clases obreras francesa e inglesa,26 y que permitio a los fe- rroviarios andaluces desplegar una intensa actividad reivindicativa y propagandistica que no tardo en dar sus frutos. Primero, en febrero de 1905 y mayo de 1912, cuando fueron a la huelga por la falta de control sobre el Montepio que gestionaba la empresa con el 3 por ciento que les devengaba de sus salarios. Despues, en agosto de 1917, en un nuevo conflic- to en el que participaron los 750 trabajadores de los talleres, depositos y vias y obras y que se saldo con la detencion de los miembros dirigentes de La Union Ferroviaria y de los del Sindicato de Ferroviarios de Andaluces y Sur de Espana.27

    Aunque esta consolidation del nuevo sindicalismo corria pareja al debilitamiento de la cultura y la sociabilidad promovida por los trabajadores de oficio, que en la coyuntura del cambio de siglo se estaban viendo afectados por la production en serie y la consi- guiente division en ramas y grupos de trabaj o, ello no les impidio continuar siendo prota- gonistas inevitables en la vida social y politica de estos anos.28 Es mas, en una fecha como 1900, en las provincias de mayor concentration fabril el peso de las artes y oficios seguia siendo incontestable, como reflejan las irregulares fuentes estadisticas. De acuerdo con la clasificacion que hace el Censo de poblacion para aquel ano, sectores como los de la ali- mentation, la madera, el vestido o la imprenta representaban todavia algo mas del 77 por

    .1

    cumpleanos de la Reina Victoria. Historia de las minas de Rio Tinto, Labor, Barcelona, 1985; Fernando Castro de Isidro, "Entre cobre y oro. Radicales y socialistas en la huelga general de Riotinto", en Historia Social, num. 5 (1989), pp. 97-1 14; Antonio Barragan Moriana, Conflictividad social y desarticulacion politica en la provin- cia de Cordoba 1918-1920, Ayuntamiento de Cordoba, Cordoba, 1990; Luis Garrido Gonzalez, Riquezaytra- gedia social: historia de la clase obrera en la provincia de Jaen (1820-1939), Diputacion Provincial de Jaen, Jaen, 1990, y Aron Cohen, "Analisis demografico e historia social: trabajo, salud publica y practica medico-pa- tronal", en Bulletin d'Histoire Contemporaine de VEspagne, num. 17-18 (1993), pp. 194-205, y Minas y mine-

    ros de Granada (Sighs xixy xx), Diputacion de Granada, Granada, 2002. 24 Jose Sierra Alvarez, "Rough Characters. Mineros, alcohol y violencia en el Linares de finales del siglo

    xix", en Historia Social, num. 19 (1994), pp. 77-96. 25 Manuel Morales Munoz, "El asociacionismo ferroviario en la provincia de Malaga (1870-1937)", en Jd-

    bega, num. 84 (2000), pp. 40-52. 26 Eric J. Hobsbawm, "La formacion de la cultura obrera bntanica , en El mundo del trabajo. tstudios historicos sobre la formacion y evolucion de la clase obrera, Critica, Barcelona, 1987, pp. 216-237, y Alain

    Dewerpe, Le Monde du Travail en France 1800-1950, Armand Colin, Paris, 1989, pp. 1 17-120. 27 Jose L. Estrada Segalerva, Efemerides malaguenas. I Enero-Febrero-Marzo, Graficas San Andres, Ma-

    laga, 1970, p. 201; Antonio Ma Calero Amor, Historia del movimiento obrero en Granada (1909-1923), Tec- nos, Madrid, 1973, pp. 214-216, y El Popular, 19 de agosto de 1917.

    28 Distintos estudios sobre su condition y su forma de ser y actuar en Vicent Sanz Rozalen y Jose A. Pi-

    queras Arenas (eds.), En el nombre del oficio. El trabaj ador especializado: corporativismo, adaptacion y pro- testa, Biblioteca Nueva, Madrid, 2005.

  • ciento de la poblacion industrial en el compute total de las provincias de Cadiz, Malaga y Sevilla, frente al 33 por ciento ocupado en la mineria, las industrias textiles y las manufac- turas mecanicas.29 Una preponderancia que corroboran en el caso de Sevilla los Padrones del Retiro Obrero para 1921-1922.30

    Refrendando esta pervivencia de las "artes y oficios" en las relaciones de produccion, a lo largo de estos anos las formas y espacios de sociabilidad impulsadas por estos medios mantuvieron toda su impronta, ayudando a configurar esa "aristocracia obrera" estudiada por Carlos Arenas y Diego Caro para los casos de Sevilla y del "marco" de Jerez, respecti- vamente.31 En una y otra ciudad, como en Antequera, El Puerto de Santa Maria o Granada, los oficios mas activos fueron los de toneleros, albaniles, zapateros, carpinteros, curtido- res, sombrereros, arrumbadores, viticultores, etc.32

    En la capital granadina, una iniciativa a destacar fue esa suerte de "federation de to- dos los gremios de la ciudad" que se llamo La Obra, nacida en enero de 1900. Contando dos meses despues de su fundacion con 17 sociedades de oficio adheridas y un total de 2.028 miembros,33 Calero la definio como escuela de militantes e instrumento eficaz de concienciacion gracias a las conferencias y demas actividades instructivas que periodica- mente celebraba. Fue precisamente ello, y la explicita defensa que de la colectivizacion de los medios de produccion hiciera su presidente, lo que le valio la persecution guberna- mental y las continuas amenazas de clausura del centro obrero. 34

    Un espacio "propio" y multiforme

    Y es que, tal y como sefialaba en 1918 el socialista jerezano Antonio Roma Rubies al hacerse eco de la compra por parte de los toneleros portuenses de un local en el que insta- lar un centro obrero, el poseer un espacio propio permitia a los trabajadores contar con "la independencia y seguridad de que en momentos dificiles de lucha no estarian expuestos a [las] maquinaciones de las fuerzas enemigas de su emancipation".35 Pero no fueron sola- mente los obreros portuenses los que mostraron su deseo de tener en aquellos momentos un espacio en el que conjugar las actividades sindicales con la instructiva y recreativa. Del mismo sentir fueron las sociedades obreras de la capital cordobesa, que despues de pasar por los centros de la Plaza de Jeronimo Paez y de la calle Santa Marta proyectaron en 1916 la construction de una Casa del Pueblo que dispondria, ademas de las correspon-

    29 Ministerio de Instruction Publica y Bellas Artes. Direccion General del Instituto Geografico y Estadisti- co, Censo de la poblacion de Espana, segitn el empadronamiento hecho en la Peninsula e islas adyacentes en 31 de Diciembre de 1900, Imp. de la Direccion General del Instituto Geografico y Estadistico, Madrid, 1907, tomo IV.

    30 Carlos Arenas Posada, Sevilla y el Estado (1892-1923). Una perspectiva local de laformacion del capi- talismo en Espana, Universidad de Sevilla, Sevilla, 1995, pp. 202-207. 31 Carlos Arenas Posada, "En torno a la aristocracia obrera , en Estudios de Historia Social, num. 42-43 (1987), pp. 181-207, y Diego Caro Cancela, "Una aristocracia obrera: los trabajadores del vino de Jerez", en Juan Jose Iglesias Rodriguez (ed.), Historia y cultura del vino en Andalucia, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, Sevilla, 1995, pp. 105-124.

    32 Manuel Morales Munoz, "El mutualismo popular y obrero en la comarca de Antequera (1853-1936)", en Revista de Estudios Antequeranos, num. 2, Ano II (1994), pp. 421-488; Diego Caro Cancela, "El movimien- to obrero portuense en una coyuntura conflictiva (1918-1920)", en Revista de Historia de El Puerto, num. 12 (1994), pp. 75-106, y Antonio Ma Calero Amor, Historia del movimiento obrero en Granada, pp. 187-189.

    33 Angeles Gonzalez Lopez, "La Sociedad Obrera La Obra, 1900-1905", en Anales de Historia Contem- pordnea, num. 13 (1990), pp. 185-222. 34 Antonio Ma Calero Amor, Historia del movimiento obrero en Granada, pp. 143-149.

    35 ElMartillo, 14 de junio de 1918, citado por Diego Caro Cancela, "hi movimiento obrero portuense en una coyuntura conflictiva (1918-1 920)". | 59

  • dientes secretarias para las diferentes sociedades, de salon de lectura, de biblioteca, escue- la y de un gran salon de actos de cuatrocientos metros cuadrados para las veladas y confe- rencias.36

    En lineas generates era la misma distribution interna con la que solian contar los cen- tros obreros, respondiendo asi a la funcionalidad que como nucleos de organization parti- dista y militante y como espacios culturales y lugares de encuentro y recreo le conferian sus promotores. Aunque no todos se ubicaron en edificios como el proyectado por el so- cialismo cordobes. Otros muchos se localizaban en casas sencillas y modestas construidas a veces por los propios militantes, tal como hicieron los trabajadores de Trebujena, que le- vantaron "a fuerza de brazos" la sede social del Centro Instructivo de Obreros del Campo, que, inaugurado en la calle Guzmanes a principios de 1914, se convirtio en la institution basica de la vida social del pueblo hasta su incautacion por la Falange en los primeros dias de la Guerra Civil.37

    Sin embargo, lo mas frecuente era que la posesion del local social fuese en regimen de alquiler. Asi lo constato Juan Diaz del Moral para el caso de las Casas del Pueblo de la misma provincia de Cordoba, en algunas de las cuales, como en la de La Rambla, convi- vian las sociedades socialistas con las republicanas.38 Una convivencia que se dio igual- mente en Sevilla, donde los socialistas participaron junto a los republicanos en la Casa del Pueblo auspiciada por Alejandro Guichot, limitandose los vinculos entre unos y otros a los aspectos puramente administrativos.39 Como se dio en El Puerto de Santa Maria, donde los gastos del Centro obrero se prorrateaban entre la veintena de sociedades que lo ocupaban en 1920.40

    Era la misma situation que atravesaban el comun de las sociedades obreras de toda Espaiia, obligadas a compartir modestos locales, cuando no a establecer sus sedes sociales en trastiendas de pequenos talleres y en cafes. Tal fue el papel que desempefio en Almeria la barberia de Antonio Hernandez Clemente, que en un primer momento sirvio tambien como local para la agrupacion socialista y para las sociedades obreras ugetistas, hasta el punto de constituirse en el simbolo de los nuevos espacios de sociabilidad y de la cultura obrera que con gran dificultad y altibajos se abria paso a fines del siglo xix en Almeria.41

    Modestos era igualmente los muebles y enseres de que disponian estos centros, de los que tenemos noticias por los inventarios que de los mismos se hicieron con motivo de las frecuentes clausuras a que se vieron sometidos. Tres bancos de madera; tres sillas bas- tas y un sillon; dos mesas; un armario; una percha tambien de madera; un jarro de porcela- na y una tinaja; dos cuadros: uno del Primero de Mayo y otro de Pablo Iglesias; otro cua- dro con cristal roto; tres bombillas electricas; el sello y la bandera de la sociedad; varios estatutos y reglamentos; un libro de socios con 814 inscriptions; un libro de actas; un li- bro de administration donde se consignaba el estado de cuentas con un saldo de 797 pese-

    60 I

    36 Diario de Cordoba, 28 de abril y 1 de mayo de 1916, en Manuel A. Garcia Parody, Los origenes del socialismo en Cordoba, 1893-1931, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cordoba, Cordoba, 2002, pp. 198-199. 37 Diego Caro Cancela, Republicanismo y movimiento obrero. Trebujena (1914-1936), Servicio de Publi- caciones de la Universidad de Cadiz, Cadiz, 1991, pp. 81-82. 38 Juan Diaz del Moral, Historia de las agitaciones campesinas-Cordoba (Antecedentes para una reforma agraria), Revista de Derecho Privado, Madrid, 1929 (cito por la edition de Alianza, Madrid, 1973), pp. 288-290. 39 Angeles Gonzalez Fernandez, Los origenes del socialismo en Sevilla, 1900-1923, pp. 68-69. 40 Diego Caro Cancela, "El movimiento obrero portuense en una coyuntura conflictiva (1918-1920)", pp. 87-88.

    41 A. Marin Duran, "La Barberia de la Almedina", en La Cronica Meridional, 25 de noviembre de 1901, citado por Fernando Martinez, La barberia de la Almedina. Los origenes del socialismo almeriense (1880- 1903), Servicio de Publicaciones de la Universidad de Almeria, Almeria, 2003, pp. 169-170.

  • tas; una libreta de donativos; una regla; un mapa de Espana viejo; libros de estudio y de derecho; una pizarra; algunos periodicos sueltos y recortes de otros; una caja con plumas; varios tinteros y botellas de tinta vacias; dos paquetes de sobres incompletos; cinco cartas cerradas dirigidas a otras tantas localidades de la provincia de Malaga y trece pesetas y cinco centimos en metalico, era cuanto existia en el domicilio social de la Sociedad "Ade- lante" de Teba cuando sus sucesivas clausuras en los meses de marzo y julio de 19 19.42

    Contando con una audiencia convencida y concienciada, el centro obrero permitio ca- nalizar la comunidad de intereses y la cohesion alcanzadas en la calle, en el taller o en la taberna hacia la consecution de fines especificos. Concebido como lugar de reunion, pun- to de cita y discusion, en el los trabajadores se familiarizaron con nuevos simbolos, con unos nuevos mitos y con un lenguaje especificamente de clase en el que hicieron su apari- cion conceptos y vocablos como los de paro, huelga, solidaridad o la misma idea de socia- bilidad, como ya vimos.43 Tambien alii podian debatir los temas propios de las sociedades obreras: su organization interna, el pago de cuotas, la marcha de la sociedad, y abordar las duras condiciones laborales: la duration de la Jornada, los salarios o la actitud de los capa- taces. Otras veces los centros obreros actuaron como suerte de "bolsas de trabajo", segiin recordara Anselmo Lorenzo refiriendose al existente en la barcelonesa calle de Mercade- res.44 En algunas mas como espacios de formation cultural y de recreo, y en todos los ca- sos sirvieron para reforzar el sentimiento de solidaridad con la celebration de asambleas, tes fraternales y banquetes, tal y como pedia ya en 1872 el periodico La Federation, que ponia como modelo las actividades (bailes, giras campestres, banquetes) organizadas por los obreros internacionales de Francia, Suiza o inglaterra,45 y recordaria anos despues Pal- miro de Lidia al rememorar la vida en el Circulo Obrero de Barcelona:

    Los actos de propaganda, de solidaridad, de intensification del companerismo, se sucedian sin inte- rruption -decia Palmiro de Lidia-. Veladas, conferencias, mitines, excursiones campestres, certa- menes sociologicos... Fue sin duda un periodo de constante y fructuosa actuation. Las veladas y conferencias tenian lugar en el Centro de la calle de San Olegario. El local resultaba siempre peque- no para contener a la concurrencia, compuesta de elementos conscientes [...].

    Hablabamos de todo, pero principalmente nos apasionaban los asuntos de tactica, los metodos revolucionarios, los movimientos de caracter social que se producian en Espana y en el extranjero, el desenvolvimiento del ideal, sus precursores, sus propagandistas mas capacitados en aquella epo- ca... Oia con placer cuanto se decia de Proudhon, Bakounine, Kropotkine, Reclus...46

    Pero no siempre la audiencia de los centros obreros estuvo limitada al mundo del tra- bajo. De hecho, las estrechas relaciones que en los anos de entresiglos se dieron entre el conjunto de las "izquierdas" hizo que no pocas veces republicanos, librepensadores, anar- quistas y socialistas coincidieran en los mismos ambientes y en los mismos espacios de

    42 "Diligencias para la clausura del Centro socialista y recogida de armas y municiones en los estableci- mientos en que se expenden, todo ello de orden superior". Teba, 27 de marzo de 1919, y "Acta de clausura y Decreto de reapertura del Centro socialista Adelante". Teba, 7 de julio y 16 de noviembre de 1919, en Archivo Municipal de Teba. Caja 336. Expedientes, Juntas, Asociaciones, 1900-1940.

    43 Sobre estos temas se pueden consultar los trabajos ya clasicos de Jose Maria Jover Zamora, "Conciencia burguesa y conciencia obrera en la Espana Contemporanea", en Politica, diplomacia y humanismo popular. Es- tudios sobre la vida espanola en el sigh xix, Turner, Madrid, 1976, pp. 45-82, y Maria Paz Battaner Arias, Vo- cabulario politico-social en Espana (1868-1873), Anejos del Boletin de la Real Academia de la Historia, Ma- drid, 1977.

    44 Anselmo Lorenzo, El proletariado militante, p. 337. 45 "Las Fiestas de la International", en La Federation, 21 de enero de 1872. 46 Palmiro de Lidia, "Evocando el pasado (1886-1892). Ill", La Revista Blanca, 1 de septiembre de 1927,

    pp. 210-211. I 61

  • sociabilidad. Como en Barcelona, Reus, Valencia o La Coruna,47 fiieron igualmente estas complejas relaciones algunos de los aspectos mas reveladores de la situation del obreris- mo andaluz en el cambio de siglo. En Cadiz, Fermin Salvochea fue un precursor al unir a republicanos y anarquistas en el Circulo Librepensador Guillen Martinez, constituido a fi- nales de 1886 como "una especie de campo neutral" desde el que combatir el oscurantis- mo.48 Por los mismos anos Belen Sarraga, militante del librepensamiento que estuvo vin- culada al niicleo de Reus y que fue directora del semanario valenciano La Conciencia Libre, represento un papel parecido en Cordoba y Malaga, siendo la "consejera" de socie- dades como Los Amigos del Progreso, en la primera, y la llamada Federation Malaguena, en las que se codeaban "librepensadores, republicanos y acratas".49

    Una Belen Sarraga que se defendera de las criticas que contra ella estaban vertiendo los socialistas malaguenos argumentando que su linico crimen era haberles mostrado a los trabajadores el camino de la asociacion: "Asociate -les decia- para combatir las ideas per- judiciales al progreso [....]. Levanta una casa, la tuya, la del pueblo, produce en sus almace- nes y consume en sus establecimientos, disminuye la ganancia del capital colectivo y habras obtenido el mejoramiento individual: tu bienestar material, matando en ti la desesperacion, te arrancara del vicio y te llevara a la virtud, te sacara de la taberna, para conducirte a la escuela".50

    Sin embargo, estas coincidencias, estas relaciones de convivencia, en modo alguno deben hacernos pensar ni en la ausencia de rivalidades y enfrentamientos, ni en la falta de oposicion a tal proceso, ni, menos aiin, en la inexistencia de espacios de sociabilidad ca- racterizados por su mayor definition ideologica. Basten recordar al respecto las duras cri- ticas que contra tal "promiscuidad" lanzaron entre 1886 y 1889 los periodicos La Solidari- dad (Sevilla), El Productor (Barcelona) y El Socialismo (Cadiz). Las realizadas en Malaga por los anarquistas con el argumento de que las sociedades de librepensamiento y otros "grupos altruistas" impulsados por la burguesia no tenian otro fin que el de "hacer callar nuestras reivindicaciones". O el acuerdo adoptado por el Congreso de la Comarcal de An- dalucia del Oeste en 1887 en el que se rechazaba la posibilidad de participar conjuntamen- te con otras corrientes ideologicas en la creation de Centros Obreros, "visto el mal resulta- do (y) lo perjudiciales" que se habian demostrado en la practica "las contemporizaciones con otras colectividades y obreros e individuos contrarios a los fines de la misma, que han mermado y absorbido en la mayoria de los casos la vida y desarrollo de las federaciones locales".51

    62 I

    47 Algunos de los estudios dedicados al tema son los de Joaquin Romero Maura, La Rosa de fuego. Repu- blicanos y anarquistas: la politica de los obreros barceloneses entre el desastre colonial y la Semana Trdgica, 1899-1909, Grijalbo, Barcelona, 1975; Xavier Cuadrat, Socialismo y anarquismo en Cataluna (1899-1911), Ediciones de la Revista de Trabajo, Madrid, 1976; Jose Alvarez Junco, El emperador del Paralelo. Lerrouxy la demagogia populista, Alianza, Madrid, 1990; Pere Gabriel, "Sociabilidad obrera y popular y vida politica en Cataluna, 1868-1923", pp. 145-146; Angel Duarte i Montserrat, Possibilistes i federals. Politica i cultura repu- blicanes a Reus (1874-1899), Associacio d'Estudis Reusencs, Reus, 1992; Ramir Reig, Obrers i ciutadans. Blasquisme i moviment obrer. Valencia, 1898-1906, Institucio Alfons el Magnanim, Valencia, 1982; y Gerard Brey, "Republicanism y movimiento obrero en A Coruna entre 1868 y 1936", en El Republicanismo corunes en la Historia, Ayuntamiento de A Coruna, A Coruna, 2001, pp. 163-168. 48 El Socialismo, 15 de diciembre de 1886, citado por P. Aubert y otros, Anarquismo y poesia en Cadiz bajo la Restauracion, Ediciones de La Posada, Cordoba, 1986, pp. 52-53. 49 Juan Diaz del Moral, Historia de las agitaciones campesinas andaluzas-Cordoba, p. 185, y Revista Blanca. Suplemento, 12 de mayo de 1900 y 12 de enero de 1901.

    50 Elias de Mateo Aviles, Masoneria, protestantismo, librepensamiento y otras heterodoxias en la Malaga del siglo xix, Edicion del autor, Malaga, 1986, p. 176. 51 El Productor, 13 de mayo de 1887; La Solidaridad, 22 de septiembre de 1889, y Max Nettlau, La Pre- miere Internationale en Espagne (1868-1888), edicion de Renee Lamberte, D. Reidel Publishing Company, Dordrecht, 1969, p. 593.

  • LOS RITUALES OBREROSI ENTRE LA AUSTERIDAD Y LA REPRESION

    Tambien a diferencia de lo que estaba ocurriendo en aquellos otros lugares, la socia- bilidad y los rituales obreros encontraron menos oportunidades entre los militantes andalu- ces, limitandose por lo general a la celebration de algunas de las efemerides que jalonaban la todavia joven historia obrera. Como en Suiza o Francia,52 la primera de las fechas que se incorporaron al ritual obrero fue la del 1 8 de marzo, aniversario de la Commune de Paris, revistiendo los actos desde 1872 un caracter festivo en el que se mezclaban los tes frater- nales con los discursos y exposiciones de temas filosofico-politicos.53 Extraordinarios fue- ron en este sentido los celebrados en Granada y en Cadiz: al aire libre y junto a la Alham- bra en el primer caso; y en un local decorado al efecto, con una gran bandera roja en la que podia leerse jViva la Commune! y con "refrescos y brindis", en el otro.54 Tambien par- ticiparon de esta sociabilidad festiva los internacionalistas malaguenos, aunque con una connotation que ponia de relieve el proceso de secularization en el que se hallaban inmer- sas las clases obreras espaiiolas. Solo asi se explica que los mismos celebraran el "Viernes llamado Santo con un banquete fraternal donde habia carne y pescado, para manifestar -decian- el desprecio que les inspiran los preceptos de los cultos".55

    Superponiendose a aquella fecha en los primeros momentos, y casi desplazandola del imaginario obrero despues, estara la del 1 1 de noviembre, dia en que se conmemoraba la ejecucion de los "martires de Chicago" en 1887. La adoption de esta fecha representaba no solo la asuncion de uno de los principios basicos del movimiento obrero, cual es el de la solidaridad, en este caso international, sino tambien y sobre todo, con el 1 1 de noviem- bre se incorporaba simbolicamente una de las paginas mas "gloriosas" del proletariado en su lucha contra la burguesia.56

    Y junto al 1 1 de noviembre, la del 1 de mayo, dia en que se conmemoraba la "fiesta del trabajo". Una fecha que venia a mostrar la comunidad de intereses de la que participa- ban los trabaj adores de todo el mundo y la afirmacion de su identidad como clase obrera, pero que, sin embargo, desperto menor entusiasmo entre los medios anarquistas. Aunque su celebration fue acogida con optimismo por el Circulo Obrero de Cadiz, y a pesar del impacto que la Jornada tuvo sobre la reorganization del anarquismo en la provincia,57 fue entre los socialistas donde encontro mayor eco, hasta el punto de que termino convirtien- dose en la celebration mas importante del calendario festivo.58

    52 James Guillaume, L ' International. Documents et Souvenirs (1864-1878), tomo III, P. V. Stock, Editeur, Paris, 1909, p. 319 y tomo IV, Paris, 1910, p. 7, y Madeleine Reberioux, "Le mur des Federes. Rouge, sang crache", en Pierre Nora (dir.), Les lieux de memoire. La Republique. La Nation. Les France, Gallimard, Paris, 1997, pp. 535-558.

    53 La naturaleza de los actos organizados por los obreros internacionalistas durante el sexenio en La Fede- ration, 23 de marzo de 1872 y 15 de marzo de 1873, y La Revista Social, 21 de marzo de 1873.

    54 La Emancipation, 16 y 30 de marzo de 1872. 55 La Federation, 23 de marzo de 1872. 56 Michel Cordillot, "Les reactions europeennes aux evenements de Haymarquet", en Marianne Debouzy

    (ed.), A V ombre de la statue de la Liberte. Immigrants et ouwiers dans la Republique americaine, 1880-1920, Presses Universitaires de Vincennes, Saint Denis, 1988, pp. 181-190, y Manuel Morales Mufioz, Cultura e ide- ologia en el anarquismo espanol, 1870-1910, Centro de Ediciones de la Diputacion de Malaga, Malaga, 2002.

    57 El Socialismo, 22 de mayo de 1890, citado por Gerard Brey, "Crisis economica, anarquismo y sucesos de Jerez", pp. 104-108.

    58 Carlos Serrano, "El Socialista ante el Primero de Mayo", en Estudios de Historia Social, num. 38-39 (1986), pp. 105-115; Begona Baladron, "La fiesta del trabajo en Espaiia: los primeros anos", en Estudios de Historia Social, num. 38-39 (1986), pp. 121-270, y Lucia Rivas Lara, "El Primero de Mayo, Jornada obrera, 1890-1930", en Estudios de Historia Social, num. 38-39 (1986), pp. 271-337. 63

  • Como boton de muestra podemos citar la velada organizada en 1 892 por los obreros almerienses, que sirvio como acto de presentation piiblica de la agrupacion socialista y que conto con la presencia de mas de cuatrocientos trabajadores. Celebrada en el Circulo de Obreros de la calle Real -que era el domicilio social de los barrileros- en su fachada pendian colgaduras y estandartes, mientras que su interior aparecia presidido por un gran retrato de Karl Marx junto al que ondeaban las banderas de las distintas sociedades partici- pantes. En el acto, que conto con la presencia de Pablo Iglesias y del tonelero malagueno Rafael Salinas,59 intervinieron igualmente los principales dirigentes locales, entre ellos Francisco Godoy, Antonio Serra y Agustin Andres.60

    Mas extraordinaria resultaba su celebration entre los republicanos, particularmente entre los jerezanos y los egabrenses. Si entre los primeros la "fiesta del trabajo" paso a ser una de las conmemoraciones rituales en el centro obrero,61 los segundos le dedicaron un encendido elogio en el organo de prensa con que contaban, el periodico La Ortiga. Un tex- to en el que, despues de lamentarse de la apatia con que los trabajadores del campo habian acogido dicha efemerides, exaltaba los beneficios que se derivaban de la asociacion obrera

    59 Sobre Salinas y el papel dc los trabajadores de oficio en la construccion del socialismo andaluz pueden verse Manuel Morales Munoz, "Ugetistas y socialistas en Andalucia: una biografia colectiva", en Jose Luis Ca- sas y Francisco Duran Alcala (coord.), // Congreso sobre el Republicanismo, Patronato Niceto Alcala-Zamora y Torres, Priego de Cordoba, 2003, pp. 139-158, y "Los trabajadores de oficio en la construccion del socialismo espanol", en Vicent Sanz y Jose A. Piqueras (eds.), En el nombre del oficio, pp. 215-234. 60 El Socialista, 3 dejuniode 1892. 61 J. Maurice, El anarquismo andaluz, p. 114. 64 I

  • y el papel que en los mismos correspondia a los centros obreros, de los que decia que eran "a la vez, Escuelas de Artes y Oficios, de Literatura y Arte, de recreo y de todo aquello que perfecciona y educa".62

    Pero como decia, en Andalucia los actos estaban marcados por la austeridad y la par- quedad, reduciendose por lo general a los discursos y exposiciones doctrinales y a la eola- tion de algiin refrigerio con el que se concluia brindando por la redencion y la emanci- pation social. Unas circunstancias que no eran nada ajenas ni a las dificiles condiciones de vida que soportaban las clases obreras andaluzas ni a la dura represion que padecieron desde los anos ochenta. Consecuencia de ello, en Antequera el 1 8 de marzo se celebro en 1884 con "discursos entusiastas y brindis apologeticos... a pesar de la represion", segiin subrayaba el corresponsal de La Revista Social.6*

    Eran las mismas circunstancias que se dieron en los anos siguientes en ciudades como Sevilla, Malaga o Cadiz, bien con motivo de la conmemoracion del 18 de marzo, bien durante la celebration del 1 1 de noviembre,64 y que aun persistian a principios de si- glo, como denotan los actos organizados por las sociedades obreras gaditanas en enero de 1903 con el fin expreso de pedir la liberation de los encarcelados por "la infame trama" de la Mano Negra, por los sucesos de Jerez de 1892 y por los de Alcala del Valle.65 Como enfatizaban los obreros granadinos, lo definitorio de los actos debian ser la austeridad y la sencillez: "Ni discursos floridos, ni aplausos aduladores, ni suntuosos banquetes, ni nada de lo que abunda en las reuniones burguesas podia haber alii donde nos congregabamos un grupo de obreros para conmemorar una fecha tan justamente celebre como es el 18 de marzo del 87 1".66

    Asi y todo, en algunos casos no faltaron los banquetes, la decoration ni la musica, in- cluida la interpretation de algunos de los himnos que ya desde el Ochocientos noventa for- maran parte de la cultura obrera, entre otros, La Internacional o Hijos del Pueblo.61 Tal ocurrio en Chiclana, donde se "termino la sesion con canticos populares y propios del ob- jeto que se conmemoraba".68 Como ocurrio en Cadiz en 1886, cuando se conmemoro el 18 de marzo con "un modesto banquete" en el que se leyo el articulo publicado por el organo local, El Socialista, con el titulo "18 de marzo de 1871. j jGloria a las victimas!!".69 O en el Puerto de Santa Maria, donde se reunieron "los anarquistas en un local a proposito de- corado con guirnaldas de naranjo y palmas e inscripciones que decian: A los comuneros franceses, los anarquistas del Puerto de Santa Maria. 18 de Marzo. A las victimas de la Commune, 1871-1886. Yen las extremidades Europa, America, Africa, Asiay Oceania".

    62 "La Fiesta del Trabajo", La Ortiga. Organo del Partido Republicano del Distrito de Cabra, 1 de mayo de 1904, en Antonio Barragan Moriana, Cordoba: 1898/1905. Crisis social y regeneracionismo politico, Servi- cio de Publicaciones de la Universidad de Cordoba, Cordoba, 2000, pp. 224-225.

    63 Revista Social 10 de abril de 1884. 64 La Anarquia, 5 de diciembre de 1890. 65 ElProductor, 14 de febrero de 1903. 66 La Anarquia, 5 de diciembre de 1890. 67 Jean-Louis Guerena, Les orpheons sociahstes et leur repertoire au debut du AXe siecle , en bocietes

    musicales et chantantes en Espagne (XlXe-XXe siecles). Niimero especial del Bulletin d'Histoire Contemporaine delEspagne, num. 20 (1994), pp. 1 12-127, y "La formation de los orfeones socialistas", en Jaume Carbonell i Guberna (coord.), Els origens de les associacions corals a Espanya (s. xix-xx), Oikos-Tau, Barcelona, 1998, pp. 83-94; Michel Ralle, "L'orpheonisme socialiste dans la zone de Bilbao (1890-1910)", en Bulletin d'Histoire Contemporaine de I' Espagne, num. 20 (1994), pp. 128-140, y "Que el deleite sea provechoso, instructivo... So- ciedades corales y rituales obreros hasta 1910", en Jaume Carbonell i Guberna (coord.), Els origens de les asso- ciacions corals, pp. 95-108, y Manuel Morales Munoz, Cultura e ideologia en el anarquismo espanol, 1870- 1910, pp. 134-137 y 171-172. 68 Revista Social, 19 de abril de 1884.

    69 Bandera Social, 8 y 22 de abril de 1886. 70 ElProductor, 13 de abril de 1888. I 65

  • Tambien en Sevilla la velada del 1 1 de noviembre de 1890 reunio la Banda de Triana y un orfeon.71 En tanto que en Mollina (Malaga) la velada "de propaganda" celebrada el 31 de mayo de 1904 se abrio con los cantos de "un coro revolucionario" formado por los nirios de la Escuela Racionalista que en el Centro Obrero de la localidad regentaba "el compane- ro Emilio Goicoechea".72 Mas llamativo fue, si cabe, el acto celebrado por los anarquistas granadinos en abril de 1888, en el que los asistentes entonaron el Trdgala.13

    El centro obrero: escuela de militantes

    Como vemos, veladas, mitines y conferencias fueron tambien medios de los que se sirvio el movimiento obrero andaluz para exaltar las virtudes de la asociacion obrera; para denunciar las precarias condiciones de vida y la explotacion; para polemizar con los diri- gentes de las corrientes contrarias74 o para defender la lucha de clases como motor de la historia, tal y como hizo el socialista Javier Perdel en la conferencia que pronuncio en 1907 en la Casa del Pueblo de Sevilla.75

    Pero mas alia del discurso, o ademas del mismo, lo que originaba una postura de cla- se y proporcionaba a los trabaj adores una base potencial para la action colectiva eran los intereses y las realidades materiales y morales, como muy acertadamente ha sabido ver Lawrence T. McDonnell76 y se desprende de algunos de los testimonios con que contamos. Que la clase fue un factor central en la toma de position de los obreros andaluces parece mas que evidente si atendemos, de un lado, a las impresiones que recogiera Diaz del Moral entre los campesinos cordobeses, quienes, al escuchar hablar por primera vez de la cues- tion social y de las grandes teorias sociales, comprobaron que aquello era lo que "ellos ha- bian sentido toda su vida, aunque no acertaran a expresarla";77 del otro, a la vida del tone- lero almeriense Francisco Godoy.

    Un Godoy que inicio su vida laboral con apenas ocho aiios. Primero, en la rueda de unos hileros apellidados los Carpios; despues, de albanil, y, ya finalmente, como aprendiz de barrilero, descubriendo con el paso del tiempo "cuanta crueldad y cuanta infamia" te- nian que soportar los trabajadores: "arreados por el oficial, vigilados por la mirada del maestro, sin ningun descanso, fatigados y jadeantes hasta que algunos caiamos desfalleci- dos, roido el estomago por el hambre y amortiguado el sufrimiento por el cansancio".78 Por eso, aun cuando Godoy no tenia una vision exacta de lo que era el socialismo, le "ani- maba la fe en esa idea, en cuya realization fundaban su bienestar las clases trabaj adoras", a las que segiin propia confesion se honraba pertenecer.79

    Pero aunque la mayoria de los militantes obreros andaluces estaban mas aplicados a

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    71 ElProductor, 29 de noviembre de 1890. 72 EIRebelde, 16dejuniode 1904. 73 ElProductor, 13 de abril de 1888. 74 Anselmo Lorenzo, El proletariado militante, p. 239. El Socialista, 20 de enero y 16 de mayo de 1916. 75 Angeles Gonzalez Fernandez, Los origenes del socialismo en Sevilla, pp. 70-7 1 . 76 Lawrence T. McDonnell, "Sois demasiado sentimentales: problemas y sugerencias para una nueva his- toria del trabaj o", en Historia Social, num. 10 (1991), pp. 71-100. Una interpretation bien distinta sobre el pro- ceso de construction de la clase obrera espanola es la de Manuel Perez Ledesma, "La formation de la clase obrera: una creation cultural", en Rafael Cruz y Manuel Perez Ledesma (eds.), Cultura y movilizacion en la Es- pana contempordnea, Alianza, Madrid, 1997, pp. 201-233. 77 Juan Diaz del Moral, Historia de las agitaciones campesinas andaluzas, p. 188. 78 Francisco Godoy Calvo, "Pesares y alegrias", en El Radical, 22 de julio de 1909, citado por Fernando Martinez Lopez, La barberia de la Almedina. Los origenes del socialismo almeriense, p. 77. 79 Fragmento de la intervention de Francisco Godoy durante la velada celebrada con motivo del 1 de mayo, en La Cronica Meridional, 2 de mayo de 1892.

  • la lucha y a la organization que al estudio y al metodo, no pocos de ellos fueron, ademas de hombres de action, hombres de ideas. Conscientes del valor de la education como una via de superacion personal y un medio mas de emancipation social, los militantes andalu- ces concedieron igualmente una importancia decisiva a la promotion de la lectura y la es- critura, no faltando en este sentido agrupaciones y centros obreros que editaron periodi- cos, folletos y obras de los grandes teoricos. A modo de ejemplo podemos citar el caso de Malaga. Aqui, durante el Sexenio democratico se distribuyeron algunas ediciones frag- mentarias de El Capital, de Karl Marx; el folleto de Bakunin Ciencia y Revolution; El Evangelio del Obrero, de Nicolas Alonso Marselau o el titulado El ariete socialista inter- national^ Y casi veinte aiios mas tarde, ya en la segunda mitad del Ochocientos ochenta, entre otros folletos socialistas se recibieron 104 ejemplares del Manifesto Comunista de Marx y Engels; 84 del titulado Socialismo utopico y socialismo cientifico, de Engels, y 13 ejemplares de una edition resumida de El Capital, debida a Gabriel Deville.81 Unas obras a las que se unirian en los anos siguientes La miseria de la Filosofia, del mismo Marx; Co- lectivismo y revolution, de Jules Guesde; El estudio acerca del socialismo cientifico, de Deville y otras mas que fueron engrosando las pequenas y medianas bibliotecas de los Centros obreros andaluces, entre ellas las de Ecija y Jaen, que llegaron a contar con alre- dedor de mil setecientos ejemplares cada una.82

    Unas bibliotecas en las que los libros y los folletos eran objetos vivos que pasaban de mano en mano entre unos trabaj adores en los que "la curiosidad y el afan de aprender eran insaciables". Fueron incontables los obreros andaluces que aprendieron a leer con las obras de los "maestros" del anarquismo y del socialismo y entre los renglones de Tierra y Libertad, de El Socialista, de El Productor y de tantos y tantos periodicos de los que se nutrio el ideal de emancipation obrera. Como observara Diaz del Moral, la lectura entre el campesinado cordobes era una practica que se vivia de manera casi ritual: "el mas instrui- do leia en voz alta folletos y periodicos que los demas escuchaban con gran atencion; lue- go venian las peroraciones corroborando lo leido y las inacabables alabanzas". Un ritual del que participaban incluso aquellos que eran analfabetos, y que llevados de su entusias- mo daban una y otra vez a leer a sus compaiieros los articulos mas de su gusto, hasta que terminaban por "aprenderlo de memoria y recitarlo a los que no lo conocian".83

    La misma Agrupacion de Malaga creo en octubre de 1890 una Biblioteca Socialista destinada a dar a conocer textos doctrinales escritos por militantes locales, en los que se condenaba a la burguesia a la par que se presentaban las ventajas y beneficios reportados por la asociacion en las filas del socialismo. Es este el caso del opiisculo titulado Los ex- plotadores y sus victimas (1890), con cuya venta se pensaba socorrer economicamente a su autor, Francisco Rico, despedido de Industria Malaguefia durante el conflicto de ese ano;84 como fue el del publicado por Rafael Salinas en 1903 con el titulo de Obligado por la burguesia. Refutation de sofismas burgueses, en el que su autor aborda el analisis de las teorias socialistas.85 Tampoco faltaron iniciativas similares entre los medios anarquistas.

    80 Manuel Morales Munoz, "Ensenanza popular y clase obrera en Malaga", en Jean Rene Aymes y otros (eds.), L 'Enseignement primaire en Espagne et en Amerique Latine du XVIIIe siecle a nos jours. Politiques educatives et Realties scolaires, Publications de TUniversite de Tours, Tours, 1986, pp. 133-154.

    81 Santiago Castillo, "Fuentes para la historia del movimiento obrero: El Socialista (1886-1900)", en Me- todologia de la historia de laprensa espanola, Siglo XXI, Madrid, 1982, pp. 177-184. 82 Francisco de Luis Martin, Historia de la FETE (1909-1936), Fondo Editorial de Ensenanza, Madrid, 1998, pp. 68-70. 83 Juan Diaz del Moral, Historia de las agitaciones campesinas andaluzas, pp. 187-188.

    84 El Socialista, 24 de octubre de 1890. 85 Manuel Morales Munoz, "Estudio preliminar" a Rafael Salinas. Obligado por la burguesia. Refutacion

    de sofismas burgueses, CEDMA, Malaga, 2000, pp. 9-77. 67

  • Participando de aquella linea de actuacion, en Sevilla el centro obrero puso en marcha una Biblioteca Economica que publico a comienzos de 1904 el folleto de Sanchez Rosa Las dosfuerzasf6 al que seguiria al ano siguiente un opiisculo editado por el Centro de Estu- dios Sociales de Linares sobre la Historia del 1 de mayo como efemerides celebrada por el mundo obrero.87

    Consecuentemente con el ideario que les animaba y ante la desconfianza que les ins- piraban las escuelas oficiales, a las que tildaban de ser meros instrumentos al servicio de las clases dominantes, el obrerismo organizado promovio la creation de pequenas escuelas laicas por distintos puntos de la geografia regional. Una de las primeras de las que tene- mos noticia fue la llamada Escuela Regeneration, creada en Alcala de los Gazules por la Agrupacion socialista en enero de 1888.88 A esta le seguiria en julio de 1890 la establecida en Malaga en el local social de la calle Cerrojo;89 la del sevillano Centro Republicano So- cial, que de la mano de Alejandro Guichot (1899) sirvio al mismo tiempo como sala de conferencias, escuela y redaction del periodico El Centro;90 la del acrata Circulo de Estu- dios Sociales de La Linea, al frente de la cual se encontraba el tipografo madrileno Ernes- to Alvarez;91 la del cordobes Centro obrero de la calle Jeronimo Paez (1910), que entre otros estaba a cargo del republicano Eloy Vaquero;92 la de Granada, inaugurada en 1919 con una matricula de mas cien alumnos a los que daba clases un joven maestro republica- no-socialista de nombre Joaquin Corrales, y en la que impartieron conferencias de estu- dios sociales y de matematicas, respectivamente, Fernando de los Rios y el socialista gra- nadino Eduardo Serrano Morente.93

    Tambien dieron vida estos medios a algunos grupos artisticos y orfeones. En la mis- ma Granada, durante la primera decada del Novecientos se pusieron en escena repetidas veces obras clasicas del repertorio obrerista como Tierra Baja, de Angel Guimera, y el ce- lebre Juan Jose, de Dicenta; amen de numerosos sainetes y cuadros comicos.94 Por su par- te, en Sevilla una experiencia conocida es la protagonizada por el Grupo Los amantes del arte libre, que se propuso representar obras de caracter radical e instructivo por todos los pueblos de la provincia, poniendo en escena a autores como Ibsen, Tolstoi, Gorki o Dicen- ta.95 En cuanto a los orfeones, sabemos de los existentes en Linares, donde funciono uno compuesto por militantes de la UGT desde 1903;96 en Sevilla, en cuya Casa del Pueblo se creo en 1909 el Orfeon Socialista;91 o en Malaga, donde el Orfeon Obrero fue creado a principios de 1912 gracias al apoyo economico de la Federation local y de distintas socie- dades obreras, interviniendo en casi todas las manifestaciones y veladas organizadas al

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    86 Tierra y Libertad, 4 de marzo de 1904. 87 El Productor, 13 de mayo de 1905. 88 Santiago Castillo, "La actividad del PSOE en el campo: los casos de Alcala de los Gazules y Grazale- ma, 1887-1889", en Jose Luis Garcia Delgado (ed.), La cuestion agraria en la Espana contempordnea. VI Co- loquio de Pau, Edicusa, Madrid, 1976, p. 278.

    Manuel Morales Munoz, "Los primeros nucleos socialistas en Andalucia", en Manuel Morales (ed.), Fernando de los Rios y el socialismo andaluz, CEDMA, Malaga, 2001, pp. 55-74. 90 R. M. Madrid Calzada, "La educacion de las clases populares sevillanas: 1900-1975", en Carlos Are- nas Posadas, Industriay clases trabajadoras en la Sevilla del sigh xx, Universidad de Sevilla, Sevilla, 1995, pp. 187-188. 91 Manuel de Puelles, Fermin Salvochea. Repiiblicay anarqitismo, s.e., Sevilla, 1984, pp. 197 y 207. 92 Manuel A. Garcia Parody, Los origenes del socialismo en Cordoba, 1893-1931, Universidad de Cordo- ba, Cordoba, 2002, p. 198 93 Antonio Maria Calero, Historia del movimiento obrero en Granada, pp. 171-173. 94 Ibidem,?. 171. 95 Tierra y Libertad, 2 de noviembre de 1905. 96 Luis Garrido Gonzalez, Riqueza y trazedia social, p. 493. 97 El Socialista, 20 de marzo de 1909.

  • compas de himnos y composiciones revolucionarias como La Marsellesa de la paz, el Himno a los mdrtires de la Comuna o el celebre canto A las urnas.9%

    En su deseo de transformar las costumbres y los valores imperantes, y prosiguiendo el proceso de secularization de la vida civil que emprendieran durante el Sexenio demo- cratico, los militantes obreros andaluces convirtieron los principales "ritos de paso" en ac- tos politicos en cuya celebration en el centro obrero confluian todos los sectores opuestos a la hegemonia ideologica del catolicismo. Era el caso de la inscription civil de los recien nacidos, sin pasar por el bautismo, y de la election de unos determinados nombres. En este sentido, entre los anarquistas fueron frecuentes los nombres relativos a los elementos de la naturaleza y a figuras relevantes de la ciencia y el movimiento libertario, tales como los Germinal, Darwin, Progreso, Universo..., o, ya entre las ninas, los de Acracia, Palmira, Redencion... Con la adoption de tales nombres se quebraba la letania del santoral en ciu- dades como Lora del Rio, Los Barrios, Nerja...,99 dando pie en algun caso a ironicas refle- xiones en la prensa obrera. Tal ocurrio en Arriate con la hija de Juan Lobato y Teresa Be- cerra, que recibio el nombre de Redencion, y de la que el corresponsal decia: "La pequena goza de buena salud, y en la animation y alegria que resplandece en su semblante, parece, y es indudable, que agradece a sus padres el no haberlas llevado a ese antro fantastico don- de solo impera la superstition, el engano, la mentira...".100 Tampoco fueron ajenos a estas practicas de vida secularizadas los matrimonios y los entierros, como ocurrio con el diri- gente socialista malagueno Rafael Salinas, que fue enterrado en el cuadro civil del cemen- teriode Malaga.101

    Por lo expuesto, y con esto concluimos, creo que una aproximacion a la historia del movimiento obrero desde la sociabilidad nos proporciona una vision mas amplia y rica del objeto de estudio. De un lado, porque la notion de sociabilidad nos ayuda a entender las formas y mecanismos que conducen a la toma de conciencia de clase de los distintos gru- pos sociales mas alia de las meras referencias a la organization y a la ideologia, pues lejos de ser categorias antiteticas, la sociabilidad, el mundo del trabajo y la conciencia politica y social forman parte de una misma realidad, cual es la del obrero y sus relaciones de clase. Del otro, porque el analisis de las actividades realizadas en los centros obreros y en otros espacios de sociabilidad de clase nos estan permitiendo determinar la incidencia que los mismos tuvieron en la construction de una cultura que incorporo toda una serie de valores y simbolos activos y que en su reiteration anual aspiraba a convertirse en tradition. El te con el que se celebraba el aniversario de la Comuna; las excursiones y meriendas campes- tres del 1 de Mayo; las veladas artisticas y sociologicas con motivo de la inauguration de los locales sociales y en recuerdo de las victimas de unas y otras corrientes; los orfeones y bandas de miisica; el ondear de banderas y estandartes en las manifestaciones y mitines; los nuevos lemas; las escuelas; los himnos..., todo ello eran manifestaciones de una cultura militante que la historiografia no puede obviar, por mas que su estudio resulte obsoleto para algunos y sospechoso para otros.

    98 Manuel Morales Munoz, "Sociedades corales y orfeones en Malaga, 1853-1936", en Jaume Carbonell (coord.), Els origens de les Associacions corals a Espanya (s. xix-xx), pp. 1 19-134. 99 LaAnarquia, 6 de abril de 1893; El Productor, 29 de junio, 21 y 28 de diciembre de 1893, 28 de marzo de 1903 y 13 de mayo del 905.

    100 El Productor, 29 de abril de 1903. 101 Registro Civil de Malaga. Certificado literal de inscription de defuncion. Section 3a, t. 134, folio 132.

    El paradigma del obrero socialista en Manuel Perez Ledesma, "La cultura socialista en los anos veinte", en Jose Luis Garcia Delgado (ed.), Los origenes culturales de la II Republica. IX Coloquio de Historia Contempordnea de Espana, Siglo XXI, Madrid, 1993, p. 152. | 69

    Article Contentsp. 53p. 54p. 55p. 56p. 57p. 58p. 59p. 60p. 61p. 62p. 63p. 64p. 65p. 66p. 67p. 68p. 69

    Issue Table of ContentsHistoria Social, No. 56 (2006), pp. 1-182Front Matter"Es gente que vive de sus brazos...". Trabajadores agrcolas en la Andaluca del siglo XVIII [pp. 3-29]Prcticas y culturas polticas en medios agrarios. Catalua occidental, 1844-1868 [pp. 31-51]Un espacio propio. Sociabilidad e identidad obrera en Andaluca [pp. 53-69]Una revisin del primer patronazgo catlico en Espaa: Las minas de Aller (1883-1893) [pp. 71-91]Dossier: Gobernar La VictoriaEl reclamo de la "justicia social" en las polticas de consenso del rgimen franquista [pp. 92-110]Las lgicas de la victoria. Modelos de funcionamiento poltico local bajo el primer franquismo [pp. 111-130]Franquismo e inmigracin interior: El caso de Sabadell (1939-1960) [pp. 131-151]

    Perspectivas HistoriogrficasLa historia local y social del franquismo en la democracia, 1976-2003. Datos para una reflexin [pp. 153-175]

    Resmenes [pp. 177-178]Abstracts [pp. 179-180]Back Matter


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