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Temblor y Temor - Kierkegaard Soren

Date post: 06-Apr-2018
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  • 8/3/2019 Temblor y Temor - Kierkegaard Soren

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    Sren

    KIERKEGAARDTemor y temblor

    Ttulo original:Frygt o f Baeven

    Ttulo en castellano:Temor y temblor

    Traduccin, estudio preliminar y notas :Vicente Simn Merchn

    Direccin Editorial: Julia de JdarDirector de Produccin: Manuel lvarezDiseo de la coleccin: Vctor Vilaseca

    Distribuye para Espaa: Marco Ibrica. Distribucin de Ed iciones , S.A.Ctra. de Irn, km. 13,350 (Variante de Fuencarral) - 28034 Madrid

    Distribuye para M xico: Distribuidora Intermex S.A. de C.V.Lucio Blanco, 435 - Col. Petrolera 02400 Mxico D.F.

    Distribuye para Argentina: Capital Federal: Vaccaro SnchezC/ Moreno, 794, 9. piso - CP 1091 Capital Federal - Buenos Aires (Argentina)

    Interior: Distribuidora Bertrn - Av. Vlez Sarsfield, 1950CP 1285 Capital Federal - Buenos Aires (Argentina)

    Importacin Argentina: Ediciones Altaya, S.A.Moreno 3362 / 64 - 1209 Buenos Aires - Argentina

    del Estudio preliminar y notas, Vicente Simn Merchn

    Editorial Tecnos, S.A., 1987 Por esta edicin: Ediciones Altaya, S.A., 1997

    Musitu, 15. 08023 Barcelona

    ISBN Obra Completa: 84-487-0119-4ISBN: 84-487-0189-5

    Depsito Legal: B-39.381/1994Impreso en Espaa - Printed in Spain - Abril 1998

    Imprime: Litografa Roses, S.A. (Barcelona)Encuadernacin: S. Mr mol, S.A. (Sabadell-Barcelona)

    Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el artculo 534-bis del cdigo penalvigente, podrn ser castigados conpenas de multa y privacin de libertad quienes reprodujesen o plagia-

    ren, en todo o en parte, una obra literaria, artstica o cientficafijada en cualquier tipo de soporte, sin lapreceptiva autorizacin.

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    NDICE

    ESTUDIO PRELIMINAR............................................................................... IX

    TEMOR Y TEMBLOR

    PRLOGO...................................................................................................... 3

    PROEMIO....................................................................................................... 7

    PANEGRICO DE ABRAHAM..................................................................... 11

    PROBLEMATA.............................................................................................. 19Consideraciones preliminares....................................................................... 19Problema I: Existe una suspensin teleolgica de lo tico?............... ........ 45

    Problema II: Existe un deber absoluto para con Dios?............................... 57Problema III: Es posible justificar ticamente a Abraham por haberguardado silencio ante Sara, Eleazar e Isaac?............................................... 69

    EPILOGO......................................................................................................... 103

    NDICE DE NOMBRES......................................................................................... 106

    NDICE DE CONCEPTOS...................................................................................... 107

    [Nota a la edicin digital: se han inclu ido entre corchetes los nmeros de pgina de la edicin impresaromanos para el Estudio preeliminar y guarismos para Temor y temblor, as como los nmeros orig i-nales de las notas a pie de pgina. Por lo de ms, se han corregido muchas de las erratas y faltas de orto-

    grafa p resentes en dicha edicin]

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    [IX]

    Estudio preliminar

    Cuando yo haya muerto bastar mi libro Temor y Temblor1para convertirme en un escritor in-mortal. Se leer, se traducir a otras lenguas, y el espantoso pathos que contiene esta obra har tem-

    blar. Pero en la poca en que fue escrita, cuando su autor se esconda tras la apariencia de un flneur,presentndose como la ms perfecta encarnacin de la conjuncin entre extravagancia, sutileza yfrivolidad... nadie poda sospechar la seriedad que encerraba este libro Qu estpidos! Pues nuncacomo entonces hubo mayor seriedad en aquella obra: precisamente las apariencias constituan laautntica expresin del horror. Si quien lo haba escrito hubiese dado muestras de comportamientoserio, el horror habra disminuido de grado. Lo espantoso de ese horror reside en el desdoblamiento.Pero una vez muerto se me convertir en una figura irreal, una figura sombra..., y el libro resultar

    pavoroso.As se expresaba Kierkegaard en una pgina de su Diario, en 1849, seis aos ms tarde de la pu-

    blicacin de Temor y Temblor. Esta obra, aparecida el da 16 de octubre de 1843, comenzaba con unepgrafeuna cita de unos versos del poeta romntico Hamanncon el que Kierkegaard quera dara entender que Temor y Temblor encerraba un significado oculto que era preciso descifrar. Pero laalusin iba dirigida a una sola persona: era un mensaje personal y privadsimo a Regina Olsen, su ex

    prometida, con la que l mismo haba roto el compromiso dos aos antes, y a la que ya haba dedic a-do con anterioridad, tambin crpticamente, otro libro suyo: Aut-Aut. Esta obra haba visto la luz el16 de febrero de aquel mismo 1843. Dos meses ms tarde, el 16 de abril, da de Pascua, el autor vioen la Iglesia, durante la ceremonia religiosa, a la que haba sido su prometida; no cambiaron una sola

    palabra, ni siquiera se acerc a ella, pero Regina le salud desde donde estaba, dos veces, con unmovimiento de cabeza. Las esperanzas que despertaba este gesto afectuoso produjeron un curiosoefecto en el filsofo dans: pocos das despus hua a Berln, [X] y all, una vez a solas consigomismo, comenzaba a escribir simultneamente dos libros: Temor y Temblor y La Repeticin. Estoslibros, terminados en el increble plazo de dos meses, eran tambin dos dilogos con Regina.

    Aut-Aut, Temor y Temblor yLa Repeticin son, pues, el fruto de una experiencia autobiogrfica:su desgraciado amor por Regina Olsen. Quien conozca la vida de Kierkegaard podr encontrar senti-do a todas las veladas alusiones que llenan estas obras. En las tres nos cuenta su vida y su historia

    con Regina y nos expone sus ilusiones futuras (ms adelante, en 1845, en su ensayo Culpable? Noculpable?, tuvo la falta de tactollammoslo asde incluir el texto autntico de la carta que hab-a enviado a Regina cuando rompi con ella); pero todo esto no es obstculo para que Aut-Aut seauna magnfica exposicin de su filosofa de los tres estadios de la existencia y del concepto de me-diacin hegeliano, ni para que Temor y Temblor represente la ruptura total con Hegel, ni tampoco

    para queLa Repeticin fuese cumplidamente lo que prometa su subttulo: un ensayo de PsicologaExperimental.

    Lo dicho para estas tres obras vale aplicado al resto de la produccin kierkegaardiana. Por eso,cuanto ms profundamente se conoce su vida tanto ms provechosa resulta la lectura de sus obras.Respecto a su biografa contamos con una fuente muy valiosa: Kierkegaard comenz a escribir suDiario en 1834 con la intencin de arrojar luz sobre sus procesos y motivaciones ms ntimas. Es unDiario que no est escrito con el propsito de publicarlo en vida sino que va dirigido a las genera-

    ciones veniderasya hemos visto que estaba seguro de pasar a la posteridad. Algunos comenta-ristas de la obra de Kierkegaard han afirmado una y otra vez que no merece la pena recurrir a la vidadel autor, que sus obras valen por s mismas (eso nadie lo discute) y que se pueden leer con el mismo

    provecho an sin tener la ms triste noticia sobre la v ida de este f ilsofo. Esta afirmacin es dosveces falsa. Falsa en primer lugar, porque en todo libro de nues tro autor hay alusiones, exclamacio-nes, etctera, muy significativas pero que carecen de pertinencia y hasta de sentido consideradas poralguien que no est informado de las circunstancias de su vida privada. Falsa en segundo lugar, por-que hoy sabemos muy bien que no slo en el caso de Kierkegaard sino en el de cualquier otro hom-

    bre, la vida explica la obra, considerando la palabra vida en el sentido ms lato no existencia nti-ma y particular del autor, es decir, en su contexto socio-poltico-econmico.

    1[*] El ttulo Temor y Temblor fue probablemente elegido a la vista de esta cita bblica: As, pues, amados mos,como siempre habis obedecido, no slo cuando estaba presente, sino mucho ms ahora que estoy ausente, con temory temblor trabajad por vuestra salud. (Flp. 2-12.)

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    Y en su caso resulta ms urgente que nunca, pues quienes quieren desengancharlo de esos su-puestos (tan ridculos como quienes explican su obra como una consecuencia de su joroba, de supoca estatura, de su mala salud y. .. hasta de su impotencia), lo hacen con pre tensiones sospechosa-mente metafsicas: la filosofa del existente con-[XI]-creto brotara de un hontanar donde a pocoque se profundiceaparecen esencias idealistas. Situar a Kierkegaard en el marco adecuado (tareatodava no hecha), nos permitira aprender mucho de su vida y de su obra, porque nos encontramos

    con un modelo claro de claridad casi pedaggica de cmo la concatenacin de circunstanciashistricas, polticas, sociales y familiaresamn de una constitucin fsicapueden acabar produ-ciendo un ejemplar humano nico, que, en su rareza, est reflejando su poca con mayor perfeccinan que el consabido ciudadano medio. Nadie supondr que Kierkegaard se sac de la manga sufilosofa de la existencia. Y si ha de esperar casi un siglo para ser redescubierto hasta que llega elmomento operante de su filosofa, ms tuvo que esperarle a l San Agustn.

    Hay todava un tercer motivo para que la mejor introduccin a la lectura de un libro de Kierke-gaard sea la biografa del autor: ste no pretenda ser un filsofo, es ms, le disgustaba orse deno-minar con ese epteto. Parta del dato irracional del existente concreto que soy yo y lo considerabairreduciblepese a cuantos esfuerzos se pudiesen hacera un esquema o a un sistema. Su mtodoera el de la experiencia subjetiva, que evidentemente resulta imposible de intercambiar: l no podasaber ms que de s mismo, de lo que le ocurra o de lo que provocaba. Por eso para entender a Kier-

    kegaard se requiere seguir el hilo de su acontecer interno, pues, all en lo ntimo, lo objetivamentediminuto puede producir efectos colosales. Y tambin podemos observar como converta en escriturasus experiencias.

    Psiquiatras, psicoanalistas, psicopatlogos y psiclogos se han sentido atrados por esta singularfigura, un hombre que l mismo nos lo confiesa... como Scherezade salv la vida contandohistorias, as salvo yo la ma o la mantengo a fuerza de escribir.

    P. M. Moeller, su amigo ntimo, lo defini como el hombre ms combatido por polmica inter-na que he conocido jams. Kierkegaard, gran mistificador, gran creador de pistas falsas y maestroen el manejo de una pseudo-dialctica, es, paradjicamente, un hombre que para encontrar respues-tas est dispuesto a pagar con su propia persona, con su salud no slo fsica, sino tambin mental.Consciente de la magia del lenguaje busca alivio a su angustia y desesperacin tratando de aduearsede ellas definindolas. En las confesiones que hace a sus lectores busca la liberacin de culpas, peromientras que unas veces es cruelmente sincero otras es excesivamente sibilino.

    Todo esto es verdad, y los psiquiatras pueden extraer sin cesar nuevas y ms interesantes conse-cuencias, pero Kierkegaard no se agota ah, ni siquiera queda contenido a medias en ellas. Cualquierintento de considerarle desde un slo ngulo a l y en general a cualquier hombre, desde luegoes muy til, sea para disciplinarse, sea para iniciar la tarea con un esbozo de organizacin previa,

    pero si no pasamos de ah el hombre se nos escapa en su complejidad: hay que inte-[XII]-grar face-tas y supuestos. Por desgracia es cada vez ms difcil dada la extensin del saberdar con hom-

    bres de cultura aristotlica, capaces de integrar cada dato aislado en una totalidad superior, pero ellono es bice para no intentar un estudio en el que nos remitamos a una unidad superior y en esto nohabra estado de acuerdo Kierkegaard porque representa un triunfo para Hegel, aunque nunca auna unidad superior trascendente, verdadero bal de prestidigitador, con la que se nos escamotea aKierkegaard, despus de considerar su estancia en la tierra como la de un nuevo evangelista ilumina-do por la Revelacin, que, debido a su circunstancia histrica, la trasmite en un lenguaje desespera-

    do.Quienes han molestado al filsofo para hacerlo descender de los cielos en forma de arcngel

    demonaco se han visto obligados a hacerle adoptar semejante avatar en el momento en que la pri-mera y segunda guerra mundial, conflictos tan inesperados como brutales para los no avisados, han

    barrido con su pavorosa facticidad los restos que pudieran quedar de todas esas ideologas del pro-greso que en su tiempo haban nacido a la sombra de la filosofa de la historia de Voltaire. Quienesas han disfrazado a Kierkegaard son hombres que se han encontrado cuando menos lo esperaban sinun suelo seguro sobre el que posar sus existencias, apoderndose de ellos el vrtigo de la dereliccin:miedo al mundo, incapacidad de aceptar los hechos. Miedo a aceptar la tarea de tenernos que hacer

    juntos y solos nuestro futuro. Se conforman con producir un mundo a la propia imagen y semejanza,producto de su fantasa, y se lo construyen con la ayuda de Kierkegaard, persona inadecuada si lashay para servir a tales menesteres, pues, si bien fue profundamente asocial, tuvo el valor de afrontar

    la vida solo, unas veces, es cierto, haciendo trampas, pero otras, a cuerpo limpio, atrevindose en sucombate hasta con el mismo Dios.

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    De modo que vamos a proceder ahora a considerar algunos datos de su vida por lo menos has-ta el momento de escribir Temor y Temblor lo haremos con cierto lujo de detalles con la nica

    pretensin de que e l lector pueda saborear mejor la obra que t iene entre las manos y descubrir algu-nas cosas por propia cuenta, gracias a ese pertrecho biogrfico mnimo que se le va a proporcionar.

    A ese hombre que escribi Temor y Temblor, que se mova sobre sus patitas de cerillas por lascalles de Copenhague y haca chistes y deca constantemente sutilezas sin que los dems sospecha-

    sen el intenso drama interior que estaba viviendo, le haba tocado en suerte ser ciudadano dans, esdecir, ciudadano de un pas situado por encima de la lnea de Rhin, circunstancia que el 5 de mayode 1813fecha del nacimiento de Sren (Severino) Kierkegaardsignificaba que el pas quedabatambin al norte de los pases que llevaban la voz cantante en la historia de Europa. Su vida se des-arrollara en una na-[XIII]-cin no tocada an por la revolucin industrial, que slo de rechazo expe-rimenta lo que est ocurriendo en el mundo (aunque ese rechazo incluya hechos tan desagradablespara la c lase dir igente se entiendecomo la infiltracin de las ideas de la Revolucin francesa yel bombardeo de Copenhague en 1807 por la flota inglesa: Inglaterra castigaba a Dinamarca porhaberse mantenido neutral cuando Napolen haba organizado el bloqueo continental). El pas viveen una atmsfera tpica de absolutismo ilustrado, y el Congreso de Viena no encuentra nada querestaurar all. El no haber sufrido los efectos polticos inmediatos de la Revolucin francesa explicael hecho de que el monarca y las clases dirigentes gobiernen la nacin sin mostrar en ex ceso la cara

    desptica de la moneda: all todo ocurre con mayor blandura que al sur del Rhin. Pero ese monarca yesas clases dirigentes no son tan simples como para no haber comprendido que les conviene hacercuanto est en su mano para detener, precisamente al pie de las fronteras nacionales, los grmenesrevolucionarios, cuidando de que sus sbditos no resulten contagiadospor los perniciosos modos de

    pensar y obrar que Franc ia haba puesto en circulacin. Dara claras muestras de ingenuidad quien,recordando esos cuentos de Andersen que todos hemos ledo en la infancia, se imagine que Dina-marca fuese por entonces algo parecido a un pas de cuento infantil: el sistema contaba con una po-lica tan eficiente y medios represivos tan eficaces y definitivos como para poder retrasar durantemucho tiempo an cualquier actitud que se pareciese lejanamente a una reivindicacin social. Resul-ta paradjico pensar que el Andersen autor de los cuentos por cierto, contemporneo del autor quenos ocupaconoci una difcil infancia: hijo de un pobrsimo zapatero remendn, que muri cuan-do el nio tena once aos, y de una pobre mujer que acab sus das en un asilo para alcohlicos. Los

    primeros aos de Andersen fueron muy difciles, hasta que, finalmente, obtuvo una pensin de laCorte, unDeus ex machina que, naturalmente, no poda intervenir para resolver el drama de todos ycada uno de los adolescentes daneses de clase humilde.

    La divisin en clases sociales era la misma del Antiguo Rgimen. Y si al sur del Rhin prolifera-ban los industriales enriquecidos, en Dinamarca exista la clase de los comerciantes prsperos. Perono eran ellos quienes daban el tono general a la vida social, como tampoco lo daban los miembrosdel clero ni los de la nobleza: la clase representativa de Dinamarca era la de los funcionarios, dequienes no se poda decir que fuesen ricos pero s cultos. Su cultura, desde luego, no tena selloautctono sustantivo, sino que vena de fuera: Francia, Alemania, Inglaterra... Esto a Kierkegaard,educado en el cultivo de los valores patrios, le produjo muy temprano un fuerte desasosiego que setraduca en lo que podramos denominar para entendernos un complejo de inferioridad nacional.El, que se jactaba de pertene-[XIV]-cer a una familia danesa de pura cepa, detect muy pronto el

    provincianismo cultural de su pas (aunque no el provincianismo poltico, pues conviene recordar

    que fue siempre un defensor de la monarqua absoluta, culta y paternalista). Y no slo resultaba supas dec ididamente perifrico dentro del concierto de las naciones que contaban en Europa, s ino quepara agravar an ms la situacin, se daba la circunstancia de que el idioma que haba de usar paraexpresarse de palabra o por escrito era tan local como secundario. Muy pronto comienza a temer quea causa de ello su pensamiento no pueda propagarse tan aprisa como l desea y como cree merecer;no se equivocaba: una no desdeable parte del retraso de la difusin de sus ideas fuera de Dinamarcaespecificando: el perodo entre la primera y la segunda guerra mundial, ya tan irracionalhayque achacarlo a la circunstancia de estar expresado en dans.

    Cuando Kierkegaard iniciaba sus estudios superiores, la cultura de su pas se alimentaba de dosfuentes principales: la filosofa alemana y el teatro boulevardier francs. Pero ocurra algo grave res-

    pecto a la primera: la anterior a Hegel era una filosofa apasionada, hambrienta de respuestas Fichte, Schelling, Schleiermacher, objetivo que no tena cabida entre las aspiraciones filosficas

    de los funcionarios daneses (y a Kierkegaard le pareci que Hegel vena a intensificar ms an esaapata pasional de la filosofa de su pas), incluidos los miembros del clero de la Iglesia Oficial Da-

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    nesa. En el saln, en el cenculo, en la academia, lo nico que de verdad interesaba era el quedarbien, el bien hablar, con la adecuada y conveniente puesta en escenaaprendida en sus lneas gene-rales del teatro francs y sus actores, sin que contase nada la pasin profunda de autenticidad ymenos an el inters por la verdad objetiva. Scribe conoci un enorme xito en Dinamarca comocorresponda al virtuoso mximo que era de la piece bien f aite. En la permanente puesta en escenaque era la vida social quedaba cerrada a piedra y lodo la puerta de la espontaneidad. Charlar, comen-

    tar, discutir, cortejar, recitar, cantar y hasta predicar desde el pulpito, se rigieron por unas cuidadosasreglas del bien decir y del juego social. La efusin se consideraba deshonesta o vulgar. Y Sren, aquien su problemtica interna le impeda ser un actor ms en esa representacin, recurre ya que lamscara es inevitablea un disfraz peculiar: Cada cual encuentra su modo de vengarse del mundo.El mo consiste en llevar mi dolor y mi pena en el fondo de m mismo mientras que mis bromasdistraen a los dems... Cuando paso alegre y dichoso ante los hombres y ellos ren de mi dicha, yotambin ro, pues desprecio a los hombres y me vengo. Y ser el humor la seriedad detrs de la

    broma, lo define lel arma defensivo-ofensiva que elija en su lucha con el mundo, arma que altiempo que lo protege de los dems le condena a vivir en la sociedad: ... Nuestra poca est necesi-tada de educacin. Y por eso ocurri [XV]lo siguiente: Dios eligi a un hombre que tambin necesi-taba ser educado, y lo educ privatissime, de modo que gracias a su experiencia propia pudiese luegoeducar a los dems.

    La prueba evidente de que su pas no haba hecho una aportacin de primera magnitud a la cu l-tura europea era la carencia de un nombre dans importante a nivel europeo. En el pasado de Dina-marca slo haba dos nombres gloriosos: uno era el del astrnomo Tycho Brahe, y otro el del drama-turgo Ludvig Holberg. Tycho Brahe (1546-1601) deba su popularidad al hecho de haber compiladotras largos aos de pacientes observacionesunas tablas astronmicas muy completas que luegoresultaran muy tiles a quien l las dej en herencia: un joven astrnomo alemn que hara palidecerel nombre de astrnomo dans, relegndoloy valga la expresin, ya que hablamos de estrellasauna segunda magnitud: Kpler. Holberg (1684-1754), naci en Bergen, cuando Noruega estaba uni-da a Dinamarca, fue el iniciador del teatro dans moderno. De formacin racionalista, supo saquearcon gracia y hasta originalidad a Plauto, la Commedia dell'Arte y, en especial, al teatro francs. Quesus contemporneos le denominasen el Molire dans nos da la medida de su talento, pero almismo tiempo lo excluye de entre los creadores cuya voz trasciende los lmites nacionales.

    Y de pronto, despus de un pasado tan pobre, se produce en el momento que Kierkegaard vivey en estricta contemporaneidad con l, una increble floracin de figuras importantes en Dina-marca: es lo que se ha llamado el siglo de oro dans. En el pas se dan cinco personalidades de pri-mersima talla: Oersted, Thorvaldsen, Oehlenschlger, Andersen y el mismo Sren.

    Veamos brevemente su importancia y proyeccin:Hans Oersted (1779-1851) descubra en 1820 que el magnetismo era un fenmeno electrodin-

    mico. Descubrimiento muy importante, pero que al tener lugar precisamente en el siglo que ha cono-cido el, ms grande progreso cientfico, tanto cualitativa como cuantitativamente, no consenta a suautor una posicin excepcional entre los nombres gloriosos de la ciencia. El orgullo nacional insatis-fecho de Sren poda haberse sentido algo colmado, pese a todo, con un compatriota semejante, peroen su Weltanschauung la ciencia ocupa un puesto no slo secundario sino hasta negativo. Y es capazde exclamar en pleno clima de progreso cientfico: La raza humana se va haciendo ms insignifi-cante a medida que pasan los siglos.

    Bertel Thorvaldsen (1770-1844), escultor clasicista afincado en Roma, fue el primer dans cuyonombre reson en toda Europa. Junto con Canova fue el artista mximo de la escultura neoclsica.Anticmano furibundo, cuando se crea que las copias romanas tardas de las obras del arte griegoeran originales o al menos copias fieles, consigui dice el crtico Germain Bazin convertir elestilo neo-[XVI]-griego en algo fro e inerte. Kierkegaard, por su parte, se sinti orgulloso de lafama de su compatriota, a quien admiraba.

    Oehlenschlger (1779-1850) estaba considerado como el poeta y dramaturgo ms importante deDinamarca. Conoci en Alemania a Goethe, Fichte y Madame de Stel. No slo introdujo el roman-ticismo en su pas, sino que sent las bases sobre las que se desarrollara el romanticismo nrdico.Cultiv todos los gneros teatrales, incluso el vaudeville. En su teatro impera una tica modlica

    procedente de Schiller, a la vez que sus personajes se agitan posedos por profundas pasiones de razshakesperiana, aunque pasadas por el amero del sentimentalismo romntico (Kierkegaard no lo

    olvidemos durante la lectura de Temor y Temblor fue asiduo lector de Oehlenschlger y un apa-sionado de Shakespeare, a quien ley en las traducciones manipuladas romnticamente de Tieck y

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    Schlegel). Despus de haber reinado largos aos como monarca indiscutido e indiscutible de las le-tras danesas, vio amargado el final de su existencia por las generaciones jvenes que, tocadas por losvientos de la revolucin, lo relegaron al rincn de las antiguallas.

    Andersen (1805-75) es, adems de Thorvaldsen, el otro nombre dans que trasciende en la Eu-ropa del siglo XIX. Su fama no le viene de sus obras serias, sino gracias a sus cuentos infantiles,que, tras un perodo inicial en el que pasaron inadvertidos, se hicieron populares rpidamente en toda

    Europa y Amrica. Pudo disfrutar de su gloria durante largos aos y la ciudad de Copenhague leerigi en vida un monumento. Hay en Andersen una reaccin a su sociedad, un negarse, como Kier-kegaard, a vivir en una perpetua puesta en escena segn las reglas del juego, un intento de eludir larigidez de la vida en sociedad y la represin de la espontaneidad, pero esto por un camino opuesto alde Sren: el cuento para nios, refugio ltimo de la espontaneidad. Andersen escribe sus cuentos enun lenguaje muy prximo al hablado y muy elemental. A nuestro filsofo le estaba vedada esta op-cin: l mismo se ha lamentado de no haber sido nunca nio, de no haber conocido un instante deespontaneidad: soy reflexin de la cabeza a los pies.

    Kierkegaard embisti muy pronto contra el Andersen serio. Precisamente su primer trabajo lite-rario.Papeles de un hombre todava vivo, publicados muy a su pesar, es un ataque contra una novelade su ilustre compatriota, titulada Tan slo un mal violinista (1837) donde le acusa de ofrecer unaconcepcin de la vida, partiendo de ideas abstractas, lo que ya no puede ser tal concepcin de la

    vida, pues para que fuese valedera slo puede proceder de una experiencia individual y nunca puedeexteriorizarse o resumirse con pretensiones de validez objetivo-sistemtica (y aqu aparece in nuce loque va a enfrentar ms tarde a Kierkegaard con Hegel).

    Mi novela Tan slo un mal violinista cuenta Andersenha-[XVII]-ba gustado mucho aKierkegaard, uno de los jvenes ms dotados del pas; en la calle, donde nos conocimos, me dijo quedeseaba escribir una crtica sobre mi libro, crtica que me iba a satisfacer, a diferencia de las que mehaba hecho hasta aquel momento, pues aadino haban sabido entenderme. Pas luego bas-tante tiempo, Kierkegaard volvi a leer mi novela y la impresin positiva de la primera lectura sedesvaneci... cuando su crtica sali por fin a la luz, lo que all se deca no me produjo ningunaalegra que digamos; su crtica consista nada menos que en todo un seor libro el primero, creo,que escriba. Era difcil de leer: rebosaba verbosidad hegeliana; y se coment burlonamente queslo Kierkegaard y Andersen haban sido capaces de leerlo.

    En este libro no se conformaba con criticar a Andersen, sino que lo machacaba despiadadamentecon su irona. Incapaz de aceptar que sus acciones pudieran provocar justa y recproca respuesta cualidad esencial de su carcter que le permitira ms adelante los ms difciles e increbles nmerosen la cuerda floja de un masoquismo combinado con mana persecutoria, se sinti tremendamentedolido y vejado cuando Andersen en Los chanclos de la f ortuna lo parodi bajo la forma de un pa-

    pagayo.Otros contemporneos suyos de proteccin solamente nacional fueron:Sibbern (1789-1872). Asistiendo a sus cursos se inici Kierkegaard en el romanticismo. Sibbern

    fue el primer dans que se rebel contra Hegel, pero su postura fue diametralmente opuesta a la queadoptara su discpulo, especialmente en lo que se refiere a la concepcin hegeliana de la historia, yaque Sibbern acusaba al filsofo alemn de trascendentalista al considerar que la historia en Hegel nose desarrolla segn una pauta histrica, mientras que Kierkegaard lo acusaba de inmanentista. Lasideas de Sibbern se fueron radicalizando con el paso de los aos: en 1848 sale en apasionada defensa

    del sufragio universal, y poco antes de morir escribe un ensayo contando como imaginaba que habade ser una futura sociedad comunista.

    Mynster (1775-1854), asiduo de los cenculos filosfico-teolgicos que el padre de Kierkegaardreuna en su casa, lleg a ser obispo de Copenhague, y como tal, cabeza de la Iglesia nacional. Li-mosnero de la Corte, en la que tena una enorme influencia, fue una personalidad intelectual de pr i-mera fila en la sociedad danesa.

    Heiberg (1791-1860), poeta y comedigrafo. De sus viajes a Francia acab trayndose a su pasel vaudeville. Fue director del Teatro Real de Copenhague, para el que tambin traduca y adaptabaobras extranjeras y escriba vaudevilles (precisamente era eso lo que haba decidido a Oehlenschl-ger a cultivar este gnero: el seor de la escena danesa quiso competir con Heiberg en su propioterreno). EnInterimsblade, una revista de Heiberg, public Kierkegaard su primer en-[XVIII]-sayo,una defensa, irnica, de la mujer, en respuesta a un panfleto protestando contra unos cursos para

    mujeres, que haba sido publicado poco antes en las pginas de la misma revista. Heiberg, despus

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    de su visita a Alemania, volvi convertido al hegelianismo, y como hegeliano hubo de sufrir lasirnicas iras de Kierkegaard.

    Paul Martin Moeller, poeta y crtico, excelente amigo del filsofo, y en cuyas teoras se encuen-tra la raz de la afirmacin kierkegaardiana de que la subjetividad es la verdad.

    N. F. S. Grundtvig (1783-1873), el Carlyle dans, introdujo en Dinamarca las escuelas secunda-rias populares. Reformador de la Iglesia danesa, fue un renovador de la idea de comunidad, idea que

    a su vez irritara a Kierkegaard, que la consideraba como una concepcin no-cristiana de la relacindel hombre con Dios.

    Qu puesto cree Kierkegaard que le corresponde a l en este siglo de oro?: A decir verdad,qu pas no se considerara feliz de contar con un autor como yo, en especial cuando ese pas es tan

    pequeo como Dinamarca y, cuando, sin duda, no volver a tener otro de mi talla.Una vez familiarizados un poco con el escenario nacional donde transcurre la existencia fsica y

    espiritual de Kierkegaard, vamos a aproximarnos a la biografa del personaje principal y poner alaire algunos de los entresijos familiares de este pensador que hijo de padre muy rico, lleva en su

    juventud una v ida si no licenciosa s propia de un dandy en toda la extensin del significado de estapalabra: trajes elegantes, buen comer, buen beber, fumar magnficos cigarros, frecuentacin de cafsy teatrosdejando en los cafs deudas que su padre se encargar de cancelar, y una despreocupa-cin total (de cara a la galera, naturalmente) por todo lo que represente compromiso. En esos aos

    de estudiante vive dentro de lo que llamar ms tarde el estadio esttico, primero de los tres queforman la concepcin kierkegaardiana de la existencia.Sus reacciones son paradjicas: en una crisis de angustia y desesperacin desencadenada a la

    vista del cadver de su cuada, abandona la casa paterna para volver ms tarde arrepentido... y ago-biado de deudas; un hombre que se jac ta de escribir exc lusivamente por amor a la verdad, pero quees capaz de retrasar, nada menos que durante dos aos, la aparicin de la segunda edicin de su libroAut-Aut, con el calculado objetivo de sacar el mximo partido econmico a una obra que, pese ahaber sido vendida a un precio elevadsimo en su primera edicin, haba conocido un gran xito deventa; un hombre que se aterra ante el matrimonio, no solamente por la necesidad que impone deunin fsica (y manifiesta que preferira morir la misma noche de bodas), y porque dicho estadorequiere sinceridad entre los cnyuges, sino tambin porque se nota incapaz de llevar adelante a unafamilia; un hombre que cuando en la ltima poca de su vida ve que sus fi-[XIX]-nanzas van mal, seaterra ante la perspectiva de tener que trabajar para ganarse el pan; un hombre que se desdobla en

    pseudnimos, representando cada uno de ellos una de sus contradicciones internas, pero que niegaque haya uno slo que le represente ni poco ni mucho (a excepcin del de Johannes de Silentio, co-nocedor de la vida de Sren va descubriendo que el que firma Temor y Temblor, obra en la que reco-noce que hay mucho de s mismo), aunque el lector Victor Eremita, Constantin Constantius, Johan-nes Climacus, Nicolaus Notabene, Vigilius Haufsiensis, Hilarius Bogbinder, H. H. y Anti-Clmacussimbolizan cada uno un aspecto, cuidadosamente separado, de las contradicciones que le agitaron alo largo de toda su vida.

    Son esas contradicciones las que le hacen tan interesante como difcil y fecundo. Por eso no sepuede nunca recurrir a definiciones ms o menos tpicas y seguras para delimitar o inmovilizar aeste singular dans. Es reacio al sistema. Tampoco es prudente obrar como el Diccionario de Filo-sofa sovitico, que cree haber ajustado sus cuentas con este filsofo diciendo que predic la de-pendencia, el miedo y el odio a las masas, porque, s i bien es c ierto que podra tachrsele de reac-

    cionario, lo mismo cabra decir de Tolstoi, a quien ese mismo diccionario despus de un anlisisobjetivo de su obrano vacila en calificar degrande.

    Tambin resultan penosos los esfuerzos que no dejan de hacerse para encontrarle afinidades yconcomitancias con Marx (y que, si se nos permite una irona de cuo kierkegaardiano, no van msall del hecho curioso de haber nacido ambos un cinco de mayo, haber asistido a las clases de Sche-lling, haber reaccionado a la filosofa de Hegel y, sobre todo, haber sido contemporneos). Se haafirmado que tanto el uno como el otro comprendieron que el hombre se encontraba en un estado dealienacin, pero Marx aparte ya de que la alienacin tena para l una raz econmica, coincidi conHegel en la historicidad del hombre y perfeccion el concepto de pertenencia a lo general de todoindividuo, mientras que Kierkegaard cuya superacin de la alienacin iba por el camino de lareligatio con Diosse negaba a cualquier intento de socializacin profunda del individuo. Marx de-nunciaba que el sistema de Hegel era el resultado de la mistificacin de su mtodo lgico-dialctico,

    y pona en pie esa lgica, hacindola llegar a sus consecuencias racionales, mientras que el filsofodans opondra el racionalismo objetivo absoluto de Hegel, en sus conclusiones naturales, sino en su

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    misma raz, creando una supuesta dialctica superiordialctica cualitativaen la que se negabael paso natural de lo cuantitativo a lo cualitativo, considerndose este momento ltimo como resulta-do de un misterio e imprevisible salto (cf. Lukcs: El Asalto de la Razn), y mientras Marx exigaque los hombres se hiciesen su propia historia renunciando definitivamente a instancias transcenden-tes, Kierkegaard se abandonaba a Dios (pero, eso s, [XX]de la manera ms difcil, desesperada eincmoda en que jams hombre alguno lo haba hecho) y negaba en nombre del yo individual puro,

    logeneral de Hegel (Temor y Temblor representa una primera etapa kierkegaardiana de esa, diga-mos, asocializacin del individuo; posteriormente llegara mucho ms lejos).

    Kierkegaard resulta paradigmtico si lo consideramos como producto de un ambiente ante el quereacciona a su vez con honradez era un pensador subjetivamente honrado, ha dicho de lLukcs. Su postura filosfica es una alternativa a Hegel, diametralmente opuesta a la alternativamarxiana. No cuesta trabajo imaginar las consecuencias desastrosas para la especie humana que hu-

    bieran resultado de un siglo XX dominado por su Weltanschauung. Pero, puesto que la socializacincamina por senderos marxianos, siempre hay lugar para una filosofa que indaga y profundiza en laexistencia individual, en especial cuando algunos pretenden llevar lo general ms all de las zonas,de por s amplias, de su jurisdiccin.

    Peder Christiensen, el abuelo de Sren, se ganaba el pan trabajando de medianero en una pro-piedad del pastor de Seending, una especie de seor feudal dentro de sus territorios. El hijo de Peder,

    Michael, que sera andando el tiempo padre de Sren, tuvo que trabajar como pastor a una edad en laque muchos nios se dedican slo a jugar. La vida resultaba muy dura en aquella regin fra y casidesrtica. Las condiciones en que se desenvolva la existencia de aquel nio junto a lecturas odasde una Biblia traducida a un dans tan potico como tonante, y junto a las influencias ejercidas en sualma por los predicadores ambulantes de los Hermanos Moravos le llevaron en un determinadomomento a un gesto nada infantil, que luego habra de pesar amargamente, no s lo sobre su enteraexistencia, sino tambin, indirectamente, sobre la de su hijo Sren: en un momento de incontrolabledesesperacin, se irgui sobre una roca y desde esa escenografa bblica levant su puo contra elcielo y maldijo a Dios.

    Pas el tiempo, y a los doce aos de edad march a Copenhague donde entr a trabajar deaprendiz con un to materno. Habiendo comenzado como simple vendedor de telas, pas luego alcomercio al por mayor, especializndose en lanas y artculos de ultramarinos; poco despus era yauno de los comerciantes ms importantes de la ciudad. Y pese al bombardeo de Copenhague por losingleses, y pese a que las finanzas del pas comienzan a ir de mal en peor y se ven arruinados mu-chos de los que poco antes eran prsperos comerciantes, Michael Pedersen invierte sabiamente sudinero en ciertos bonos del Estado y multiplica su fortuna en plena poca de vacas flacas.

    Llegado a los cuarenta, y vindose en posesin de una inmensa fortuna, decide retirarse de losnegocios para consagrarse en adelante a su formacin intelectual., Comienza por aprender alemnel idio-[XXI]-ma de la filosofa imperantey se aferra, desesperadamente diramos, a Wolff, sobretodo a su tica, con la intencin de procurar cimientos inconmovibles ahora que el edificio de lareligin comenzaba a vacilar ante los embates del racionalismo y el empirismo al cristianismoespecfico en el que haba sido educado. Sigue pesando sobre l ms cuanto ms le sonre la vi-dael pecado de aquel nio pobre que alz su puo contra su Creador. Para complicar ms an esteclima de culpabilidad extrema, viene ahora a sumarse a aquel pecado otro no menos grave: habiendoquedado viudo a los dos aos de casado (1796) sin que de la unin hubiera nacido hijo alguno, se ve

    obligado a casarse rpidamente en segundas nupcias apenas haca un ao que haba muerto laprimera esposa con su criada y amante Anna, encinta ya de varios meses. Con ella tendr sietehijos, el ltimo de los cuales sera Sren. Cuando este hombre se ve prspero, felizmente casado y

    bendecido en su matrimonio por tantos hijos, comienza a temer cada vez ms a ese Dios que le estcolmando de todos los bienes y dichas de este mundo, a pesar de haberle ofendido con los dos peca-dos ms graves. Lo que comienza por una temerosa sospecha se acaba concretando en firme creen-cia: Dios le da tanta dicha para que el castigo resulte luego ms amargo; es decir, que Dios est pre-

    parando el terreno para tomarse una muy cumplida venganza sobre el audaz que tan gravemente leofendi. Y aunque sigue frecuentando a los Hermanos Moravos, que no se cansan de repetir queDios es amor infinito y que Cristo apur hasta las heces el cliz del dolor para poder as redimirnos atodos, tiembla en una constante espera de que Dios le aplique la ley del talin, que no ser un ojo porojo, puesto que el ofendido no es un hombre. Qu forma tomar la justa venganza del Seor? Y

    tiembla por lo que sospecha que puede perder. Dios se vengar en lo que para l es ms importante:sus hijos. Y llega a la firme conviccin de que Dios se los arrebatar uno tras otro, y tambin a su

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    mujerdejndole solo en este mundo para que medite sobre la locura que fueron sus dos inmensospecados, para considerar, en la requerida soledad, su injusta e irreligiosa conducta para con su Seor.Y no se limita a pensar estas cosas: las repite en alta voz y Sren las oye sin, naturalmente,hacer alusin a sus dos pecados: ese ser el leitmotiv de la infancia de Sren. Y junto a l la conside-racin insistente de que el sexo es siempre pecado.

    Sren, el menor de la familia y de constitucin enfermiza, se convierte en el favorito: su infancia

    estar a la vez llena de caprichos satisfechos y de la angustia que su padre va acumulando da trasda sobre su cabeza.

    Para que todo sea singular en la vida de este filsofo, resulta que an hoy se sigue discutiendoacerca de si era o no realmente jorobado. Parece ser que no, aunque s muy cargado de espaldas ysufra de una lesin en la columna vertebral, producida segn cuenta su so-[XXII]-brina HenrietteLund, a la edad de quince aos, como consecuencia de la cada de un rbol. Su padre segua buscan-do un alivio, que no encontraba nunca con carcter definitivo, a sus remordimientos de conciencia ya su miedo a la divina venganza: frecuentaba la Iglesia Oficial Luterana, frecuentaba a los HermanosMoravos y, tambin en el fondo, con ese fin se daba al estudio de la filosofa idealista ya hemosvisto que Wolff le interesaba especialmentey reuna en su casa un pequeo y selecto cenculo, alque acuda, entre otras personalidades, el entonces pastor Mynster, que era adems su director es-

    piritual. Los temas y los niveles a los que se d iscuta eran muy e levados. Pero por encima de todos

    los interlocutores brillaba siempre, y tena la palabra final, el antiguo comerciante de lanas y ultra-marinos, en posesin de una cultura y un saber hablar, no por recientes menos s lidos: conoce a laperfeccin la f ilosofa del racionalismo y la teologa del siglo XVIII . En esos coloquios participamuy brillantemente tambinsu h ijo mayor, Peter Christian, estudiante de Teo loga (con los aosllegar a ser obispo de Aalberg), a quien ya sus compaeros de la Universidad de Maguncia llamanel diablo de la disputa del Norte. Y mientras padre, hermano y restantes miembros del cenculohablan, disertan, arguyen, prueban, niegan y rebaten, siempre en torno a los temas ms abstrusos dela filosofa racionalista y los puntos ms procelosos y delicados de la teologa luterana, el pequeoSren, inmvil, acurrucado en el rincn ms discreto de la habitacin, escucha y aprende.

    Cuando este nioya abrumado por un ambiente adulto, donde adems la obsesin del pecadoy del castigo se vive a nive les altamente neurticosha cumplido apenas seis aos, muere uno desus hermanos. A partir de ese momento se irn sucediendo las muertes en el hogar de los Kierkega-ard (hasta que llegar un momento en que, muerta tambin la madre, en 1834, quedarn slo el pa-dre, Peter Christian y Sren). Entre muerte y muerte, el padre repite desconsoladamente, con tonoscada vez ms elegiacos y desesperados, su letana de muerte y soledad. El amor del viejo por su

    pequeo Sren se centuplica, sabe que ese muchacho tan dbil morir muy pronto sin habrselesiquiera concedido el goce de una plenitud fsica. Y para garantizarle la eterna bienaventuranza, tratade inculcarle una fe inamovible, capaz de resistir cualquier embate y a toda tentacin. Y mientrasensea al nio que el hombre vive en estado de naturaleza cada y que se encuentra desvalido, vasembrando en su hijo los grmenes de una desesperacin y una angustia que darn sus frutos muy

    pronto. Tambin le ensea que debemos confiarnos a Dios, pero ese Dios es precisamente el mismoque, implacablemente, est destruyendo a su familia.

    Un da cualquiera, Michael Pedersen deja caer, durante la comida, una frase bblica: haycrmenes que slo con la ayuda divina se [XXIII]pueden combatir. El muchacho que sufre ya

    posiblemente profundas angustias provocadas por una naciente neurosis sexualabandona precipi-

    tadamente su asiento, corre a su habitacin y, all a solas, se coloca frente al espejo y se escruta cui-dadosamente.

    Hemmerich, un telogo dans que sola, siendo nio, visitar el hogar de los Kierkegaard, cuenta:... [el padre] era un hombre que se pasaba la vida leyendo; conoca a la perfeccin los diferentessistemas filosficos y, por si fuera poco, iba al mercado diariamente a hacer la compra: todava me

    parece verle entrar en su casa con un magnfico ganso entre los brazos. Cuando una hija suya estabaa punto de morir, y como los dems le manifestasen su intencin de ocultarle la verdad, grit: Ah!Eso no! No es as como se educa a mis hijos! Entr en el cuarto de la enferma, se acerc a la ca-ma y le dijo la verdad sin andarse con rodeos.

    Ya mayor, escribir Sren en suDiario: Recib siendo nio una educacin rgida y severa que,considerada desde el punto de vista humano, fue una verdadera locura. Y en 1846, escribe: Sientovenirme temblores cuando me detengo a pensar cul ha sido desde mi ms tierna infancia el paisaje

    de fondo de mi vida, la angustia con que mi padre llenaba mi alma y mi propia y terrible melancola.Me invada la angustia frente al cristianismo, pero, sin embargo, al mismo tiempo me atraa. Esa

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    melancolacon la que Kierkegaard designaba un estado especial de nimo que le dominaba, hasido luego objeto de las ms variopintas etiquetas por parte de quienes, psiquiatras y no psiquiatras,se han acercado a su vida con intenciones clarificatorias.

    En sus aos de escuela, Sren fue un nio avispado que, segn diversos testimonios, se mostrabasiempre muy alegre. Pero l se ha quejado una y otra vez de haberse saltado la infancia; es ms que

    posible que esa alegra fuese la primera mscara. En sus relaciones c on los compaeros, sus respues-

    tas, irnicas y precisas, le valieron ms de una vez el acabar sangrando por la nariz.Llegado el momento de ingresar en la Universidad, su padre insisti, naturalmente, en que deba

    estudiar Teologa, lo mismo que su hermano mayor. As, por complacer a su padre, ingresa en lafacultad de Teologa de la Universidad de Copenhague (1830), pero no es esa disciplina la que leinteresa realmente, y se burla amable e irnicamente de su padre diciendo que el viejo est seguro deque el verdadero camino de Canan comienza al otro lado del examen de Teologa... y dice quenunca pondr en l la planta del pie. Lo que de verdad reclama el inters de Kierkegaard es la lectu-ra de Platn, Goethe, Schiller, Hoffmann, Schlegel, Tieck y Heine entre los literatos, y Fichte, Sche-lling y, muy en particular, Hegel, entre los filsofos. Las ideas de este ltimo se van extendiendocada vez ms por Dinamarca, aunque el rector de la Universidad de Teologa, Clausen, un [XXIV]ardiente admirador de Schleiermacher, no es hegeliano. Clausen ensea que, aunque el cristianismotiene una vertiente dentro de la dimensin temporalpuesto que Jess se encarn en un momento

    determinado del tiempoy a pesar de que la revelacin est contenida en la Biblia, que es histrica,es una realidad espiritual que trasciende el orden temporal, realidad a la que se accede slo por me-dio del compromiso y gracias a los esfuerzos personales. Schleiermacher trat de iluminar las verda-des de la religin por medio de la experiencia. Despus de recordar que, ya desde la temprana EdadMedia los telogos haban considerado siempre necesario iniciar sus libros con una definicin delconcepto de Dios, afirmaba que, del mismo modo que en las ciencias naturales, se deba partir de lasexperiencias religiosas individuales y de ellas, slo de ellas, deducir principios generales. Esta doc-trina se produca paralelamente a las investigaciones que por entonces se estaban llevando a cabo, anivel puramente histrico, acerca de la Biblia y Cristo. Al considerar los libros bblicos como pro-ducto de un proceso histrico, se poda llegar a la conclusin de que representaban etapas sucesivasque iban llevando a un conocimiento cada vez ms elevado de Dios y de sus leyes morales.

    Schleiermacher no era un filsofo sino un telogo, y afirmaba que es intil tratar de encontrar unfundamento racional al cristianismo puesto que carece de l, al cristiano le debe bastar con su fe,

    pero para poseerla es preciso que exista en ese cristiano una propensin a creer sin necesidad depruebas de ninguna clase.

    En 1833, Schleiermacher visit Copenhague. Apenas haba puesto su pie en tierra danesa y yaun joven, Martensen, corra hacia l a saludarle y a darle la bienvenida en nombre de todos. Marten-sen, licenciado en Teologa, es sin duda el nombre ms brillante dentro de la nueva hornada de te-logos; no slo conoca ya al maestro, con el que mantena excelentes y muy directas relaciones, sinoque, adems, era un ardiente hegeliano que haba tenido el privilegio de asistir a las clases del propioHegel.

    Kierkegaard, seguro de que su padre bien puede permitirse el gas to, toma inmediatamente comoprofesor particular a Martensen durante un semestre. Gracias a ste, se apoderar slidamente delpensamiento de Schleiermacher, pero el brillante telogo no consigue que Sren tome en serio susestudios de teologa. Martensen tena adems, la pretensin de haber llegado ms all que cualquiera

    de sus predecesores en el intento iniciado por Hegel para mediatizar la teologa y la filosofa con-temporneas, hasta fundirlas en una sntesis superior, mientras que Kierkegaard no tarda en unirse algrupo antihegeliano que, cerrando filas en torno a Sibbern y a su buen amigo P. M. Moeller, se dis-

    pona a presentar despiadada batalla al sistema de Hegel.Durante estos aos estudiantiles Kierkegaard se entrega a una vi-[XXV]-da desordenada y dis-

    pendiosa: es la poca de dandy a la que nos hemos referido anteriormente. No faltan las crisis dedesesperacin, las crisis de fe ni las ideas de suicidio, aunque exteriormente sonra y bromee: SoyJano bifronte, con un rostro ro y con el otro lloro.

    Pero, por graves que fuesen estas crisis y por insistentes que fuesen sus angustias, todo palidecefrente al gran temblor de tierra, as lo llama l, que acaece en una fecha indeterminada del ao183S: su padre deja escapar unas palabras, nada claras, por otra parte, pero que permiten sospecharmuchas cosas temibles:

    Fue entonces cuando ocurri el gran temblor de tierra, la terrible revolucin que de repente mellev a formular una nueva e infalible ley de interpretacin de los hechos. Entonces tuve el barrunto

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    de que la provecta edad de mi padre no era una bendicin divina, sino, muy al contrario, una mald i-cin... entonces percib cmo se espesaba en torno a m el silencio de muerte, y mi padre se presenta mi consideracin como un ser infortunado condenado a sobrevivimos a todos nosotros, como unacruz sobre la tumba de todas sus esperanzas. Deba pesar una falta sobre la familia y Dios la castiga-

    ba: desaparecera barrida por la todopoderosa mano de Dios, borrada como una tentativa fracasa-da...

    La nueva e infalible ley de interpretacin de los hechos era la siguiente: morirn todos loshermanos, siendo l y su hermano Peter Christian los ltimos en fallecer desde luego antes dehaber llegado a los treinta y cuatro aos de edad, y el padre les sobrevivir a todos. Las crisis deangustia se multiplican a partir de aquel momento, y aumenta el tono y la violencia de sus discusio-nes con su padre. Kierkegaard trat siempre de hacer creer que entre su padre y l haban existidomuy buenas relaciones, pero su hermano nos cuenta que entre padre e hijo estallaban muchos y muyviolentos altercados.

    El 18 de julio de 1837, muere su cuada Elisa-Mara, esposa de Peter Christian. El mismo dadel entierro, Kierkegaard abandona el hogar paterno. Volver un ao ms tarde, y como ya dijimos,lleno de deudas. El padre morir ese mismo ao de 1838, despus de haber confesado a su hijo susdos pecados, y tras haberse reconciliado con l. A partir de ese momento, y como tributo a la memo-ria paterna, Sren se entrega apasionadamente a los estudios de teologa. Su vida, despus de haber

    permanecido en el estadio estt ico durante demasiado tiempo, ingresa en el estadio tico, y toca elumbral del estadio religioso; ya est encauzado en lo que debe ser su existencia, pero en ese momen-to aparece Regina Olsen.

    Tres aos llevaba enamorado de ella desde la primera vez que la vio, cuando Regina tenaslo catorce aos: Ya antes de que mi padre muriese haba tomado mi determinacin respecto aella. Muri el 9 de agosto de 1838, y yo me dediqu a preparar mi examen [XXVI]de teologa. Perodurante todo ese tiempo la tena constantemente en mi pensamiento.

    En el verano de 1840, obtuve mi ttulo de Teologa. ...El 8 de septiembre sal de mi casa con elfirme propsito de resolver esa cuestin. La encontr en la calle, delante de la puerta de su casa. Dijoque no haba nadie dentro y tuve la suficiente audacia como para considerarlo una invitacin, preci-samente la oportunidad que andaba buscando. Entr con ella. Permanecimos all solos, en la sala deestar. Ella estaba un poco violenta. Le ped que tocase algo para m como comnmente haca. As lohizo ella, pero aquello no me ayudaba en nada. De pronto arranqu la partitura del atril, la cerr, nosin cierta violencia, la dej encima del piano y exclam: "Oh! Qu me puede importar a m en estemomento la msica! Usted es quien me interesa! Hace ya dos aos que usted me interesa!" Ella

    permaneci silenciosa.Apenas un ao ms tarde, rompe con Regina sumindola en la desesperacin. Regina le haba

    pedido que no tomase esa determinacin, se lo haba pedido por Cristo y por el propio padre deSren. Finalmente le pregunta: No piensas casarte nunca? Yo le respond: "S, quiz dentro dediez aos, cuando se haya apagado en m el fuego de la juventud y necesite sangre joven para reju-venecerme". Era una crueldad necesaria. Entonces ella dijo: "Perdname el dao que haya podidocausarte". Yo respond: "Soy yo quien debe pedir per dn". Ella dijo: "Promteme que pensars enm". Se lo promet. "Bsame", dijo. La bes, pero sin pasin. Dios del cielo!

    As nos separamos. Pas toda la noche llorando en mi cama. Pero al da siguiente me comportcomo de costumbre, ms animado e ingenioso que nunca. Era necesario... March a Berln. Sufra

    terriblemente. Pensaba todos los das en ella.Pona as fin a una relacin que haba nacido slo porque l se haba abandonado por nica vez

    en su vida a la espontaneidad. Cuando se enamor de Regina comenz inmediatamente a sentirseagitado por fuertes sentimientos de culpa. Dios le haba sealado como el nico, y le haba elegido,

    pero ahora el mundo tiraba de l. Pidi a Dios que le as istiera en esa dura prueba pero al mismotiempo comenz a cortejar a Regina. En Aut-Aut intercala una novelita, Diario de un seductor,donde se narra el modo como Johannes el Seductor seduce a Cordelia, aunque el modelo de Johan-nes lo encontr en el escritor, poeta y esteta P. L. Moeller (que no se debe confundir con su buenamigo P. M. Moeller), no por eso deja de reflejar al propio Sren y el modo en que llev a cabo laseduccin de Regina, recurriendo a la brillantez de su conversacin y a todas las argucias y recursosque su inteligencia supo movilizar con tal fin.

    En su relacin con Regina es donde se manifiestan ms evidentemente las contradicciones que

    combatan dentro del autor de Temor [XXVII]y Temblor, hacindole sufrir terriblemente: por unaparte le atraa Regina por razones fsicas elementales, siendo una mujer hermosa y muy c omunicati-

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    va; adems, la vitalidad y espontaneidad de esta muchacha extrovertida le hicieron pensar que podraresultar el complemento ms adecuado, y la cura, a su introversin y melancola, pero al mismotiempo dice: veo claramente que mi melancola que hace imposible tener un confidente; y al mismotiempo soy consciente de que el vnculo matrimonial exige de m que ella lo sea (hemos habladoantes de su incapacidad para fundar una familia y sus escrpulos a nivel sexual. Ya en su tesis docto-ral haba comentado una novela de Schlegel,Lucinda. Esta obra, de fondo autobiogrfico, publicada

    en 1799, trata de demostrar que es posible conciliar el amor sensual con el espiritual; Kierkegaard loniega: placer fsico y reflexin no pueden convivir).

    Por otra parte considera a Regina como la tentacin con la que se trata de apartarle de l caminoque Dios le ha ordenado tomar, aunque al mismo tiempo considera que es el mismo Dios quien hadispuesto esta tentacin para probarlo y hacerle finalmente ver claro cul debe ser su autntico desti-no.

    Regina vive el mundo de las sensaciones con toda plenitud, hay en ella alegra a nivel biolgicoque Kierkegaard no puede compartir. De Aut-Aut a La Repeticin, pasando por Temor y Temblor,Sren se explica y nos explica la totalidad de contradicciones que se dan en lo que est ocurriendo:Regina no puede acompaarle por el camino de la reflexin que lleva finalmente al estadio religioso;Regina no le puede comprender ni puede abandonar, por ahora, estadio esttico en que vive. Dios leha hecho dbil fsicamente y poderoso a nivel intelectual porque lo destina a una tarea determinada:

    es un elegido, es el nico, el Interesante, el Particular por excelencia; a l mismo tiempo descubreque ser un elegido del Seor no resulta fcil ni agradable. A la vez comprende que al renunciar aRegina est renunciando a la nica posibilidad de ser feliz en este mundo que le ha sido y le ser

    brindada. Por otra parte, Regina lo ama intensamente, y l no puede aceptar ese cario que por serromntico, por ser esttico, pertenece slo a lo cismundano y como tal debe acabar en el tedio y ladesesperacin de todo lo terreno. Es eso lo que intenta decir a Regina en Aut-Aut. Y tambin le da aentender que se separa de ella, no definitivamente, para producirle un dolor que la madure. Gracias aese dolor ser posible la repeticin, es decir, ser posible reanudar las relaciones, el noviazgo, y yaambos en la esfera tica, en la reflexin, emprender de comn acuerdo el camino de lo religioso.

    Ya vimos cmo despus del encuentro en la iglesia, Kierkegaard escapa a Berln y escribe Te-mor y Temblor yLa Repeticin. Pero al volver a Copenhague se entera de que Regina, harta de espe-rar y habiendo perdido la esperanza de recuperarlo, se ha prometido con Fritz [XXVIII]Schlegel, suantiguo preceptor y antiguo pretendiente, desplazado anteriormente por l. Sren se ve obligado aretocarLa Repeticin y, muy ligeramente, Temor y Temblor, obra en la que la problemtica esenciales la siguiente: l renuncia a Regina por mandato divino, como Abraham renunci, quiso sacrificar, asu hijo Isaac. Ambos renunciaban a lo ms querido. Pero Abraham tuvo fe, y en premio a esa ferecibi, en el ltimo momento, de nuevo a su hijo. Y Kierkegaard se pregunta: Me falta la fe reque-rida para que me sea devuelta Regina? Y tambin pregunta an ms angustiosacmo puedoestar seguro de que Dios me exige ese sacrificio?

    Nos encontramos, pues, con que Temor y Temblor nos expone la angustia en que acab el nicointento de convivir con otra persona que hizo en toda su vida; pero hay ms que eso, porque Abra-ham al querer sacrificar a su hijo ha de infringir la tica de lo general que ordena amar al hijo msque a nada en el mundo, por obedecer a Dios se enfrenta con su sociedad y sus normas y nadie puedecomprenderle, todos le condenan. No as en el caso de Agamenn ni en el de Jeft o el de Bruto,donde el sacrificio del hijo se hace en beneficio de todo un pueblo; a estos tres hombres todos pue-

    den comprenderlos y compadecerlos, mientras que Abraham pasa por asesino o por loco, pues elsacrificio que quiere hacer de su hijo no redunda en un bien general. Y ese es el drama del nico,que en la ms completa soledad y en medio de la total incomprensin, debe suspender ideolgic a-mente la tica general para obedecer la consigna divina. Pero qu tica general es esa? La de Hegel.Y aqu conviene entrar un poco en detalles acerca de las enseanzas de Hegel, y cmo y a causa dequ Kierkegaard le present batalla, y en qu consisten esos tres estadios, esttico, tico y religioso,que constituyen el ncleo del pensamiento kierkegaardiano.

    Hegel no invalida la lgica aristotlica, pero la encuentra limitada, porque no admite las media-ciones. La necesidad de la mediacin reconciliadora surge desde el momento en que Hegel, queadmite como Fichte y Schelling que el yo del hombre est hecho a imagen y semejanza de lo divino,

    puede por sus propios medios descubrir cual ha sido y es el plan de Dios por el que se rige el devenirhistrico. Hegel vuelve a tomar la idea de Spinoza de que materia y espritu son una misma cosa,

    pero va ms all que ste al no supeditarse a la lgica aristotlica, donde todo es lo que es absoluta-mente y para siempre y recurrir a una lgica dialctica de ideas contrarias. Partiendo de una tesis

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    original, la idea del Ser Puro, y oponindole la anttesis del no-ser, lleg a la conciliacin que repre-senta el devenir. Al considerar que lo racional es lo real y lo real es lo racional, lleg a la conclusinde que basta con estudiar el funcionamiento de nuestra propia mente para descubrir todo lo que ocu-rre fuera de ella.

    Para Hegel el devenir histrico sucede con necesidad lgica, siguien-[XXIX]-do un plan divino:la historia es el despliegue en la temporalidad de la Idea. Hay un objetivo en la historia de la huma-

    nidad, por eso todo tiene relacin con todo: arte, literatura, poltica, son fenmenos sustancialmentecomunes, y el hombre puede descubrir su relacin recurriendo a su razn. Mistificando su mtododialctico, Hegel llegaba a la conclusin de que el Estado prusiano de Federico Guillermo III era lacorporeizacin ms perfecta que caba de lo poltico tal como lo haba concebido Dios para llegar ala ejecucin final de sus planes. El Estado prusiano era, dijo Hegel, la forma ms alta de manifesta-cin del espritu divino. De ah que Hegel se esforzara en mantener la supremaca del Estado sobre elindividuo. Los pensadores liberales haban considerado siempre a individuo y Estado como trminosque no admiten la mediacin, pero Hegel, recurriendo a su dialctica, logra la sntesis y demuestraque la vida de los individuos dentro del Estado y sujetos a l es superior a la vida del individuo enfamilia y a la del individuo en su soledad existencial. Elsistema de Hegel se cierra con broche de orodando la primaca a lo general, y en consecuencia, anteponiendo la tica de lo general a la tica delindividuo. La religin se integra dentro del sistema, y Dios ya no puede dirigirse al hombre, ni mu-

    cho menos premiarle o castigarle, si no es a travs de la mediacin de lo general.Marx comprendi la importancia de ese general, que, pese a todas las mistificaciones, era el in-evitable resultado a que llevaba el magnfico descubrimiento de la lgica dialctica. Kierkegaardreaccion de una manera muy diferente; no se dispuso a combatir el sistema as lo llamaba siem-

    precon otro sistema, sino que neg la posibilidad de existir a cualquier sistema, considerndoloscomo un atentado a la libertad individual. Su yo concreto se negaba a la posibilidad de una frmulaque lo pudiese incluir, limitar y someter a la inmanencia de algo de lo que formaba parte. Y comien-za a asaetear con sus ironas a eseEspritu Puro al que todo y todos deben subordinarse: Hay unatendencia a sonrerse cuando se considera la vida monacal, pero, con todo, ningn eremita vivi tanfuera de la realidad como se vive ahora: un eremita se abstrae del mundo pero no se abstrae de smismo; se describen las circunstancias fantsticas del ermitao en su reino, en la soledad del bosque,en los azulados lmites del horizonte, pero no se piensa que las fantasiosas circunstancias en quefunciona el pensamiento puro. La pattica irrealidad del solitario es mil veces preferible a la irreali-dad cmica de quien se da al pensamiento puro; el apasionado olvido del solitario, que arranca elmundo de s, es mil veces preferible a la cmica distraccin del pensador histrico-universal queacaba olvidndose de s mismo.

    E ironizando contra los hegelianos: En relacin con sus sistemas les ocurre a los sistemticos lomismo que al hombre que construye un magnfico castillo, y luego vive al lado en la caseta del por-tero: [XXX]o viven en el magnfico edificio del sistema construido. Desde un punto de vista espiri-tual los pensamientos de un hombre deben ser su propia morada... de lo contrario todo ir mal.

    Escribe en suDiario: Tengo que hallar una verdad para m, encontrar esa idea por la que quie-ro vivir y morir. Y frente a la afirmacin de Hegel de que lo real es racional y lo racional real, pro-clama la exigencia de que debemos ser nosotros mismos, partiendo de nosotros mismos: Lo persona-les lo real. As sienta las bases de la filosofa del existente concreto, de las que luego arrancarninevitablemente todas las corrientes existencialistas.

    Pero en l la palabra existencia no posee el significado normal que tiene en el lenguaje corriente;los animales no existen, tampoco existen las plantas. La palabra existir slo puede designar el modoespecfico de existir del hombre. Los animales y las plantas no existen, duran. El hombre tambindura pero slo como condicin previa al exis tir. El hombre existe porque se acepta a s mismo comoexistente que dura, el hombre se elige a s mismo como existente. Y si se niega a elegirse a s mismoestar eligiendo como quien elige no querer elegir se. Este tipo de hombre vive en el estadio quedenomina esttico, estadio que se caracteriza porque quien vive en l contempla el mundo sin com-

    prometerse con nada, viviendo la pura momentaneidad para evitar el ingreso en e l devenir temporal.Pero el instante es tiempo, ms an, es la forma ms radical del fluir de l tiempo, pues es pura fugaci-dad. Considera a Don Juan (el de Mozart) como el modelo ms acabado de hombre esttico; estticoes tambin Johannes el Seductor, y en consecuencia, esttico era el propio Kierkegaard hasta el grantemblor de tierra, y luego de nuevo, durante un cierto tiempo: el de su noviazgo con Regina. La

    ruptura con ella se hace necesaria para que Regina salga de la ilusin esttica y entre en el otro esta-

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    dio, el tico, superior al esttico, donde Sren est esperndola para, juntos abordar el nico estadioautntico: el religioso.

    El estadio tico es el del hombre que se compromete dentro de la temporalidad, como esposo,amigo, pariente, como trabajador... Es superior al estadio esttico, pero contina dentro de la tempo-ralidad y slo tiene validez como introduccin al estadio religioso. El estadio tico corresponde a logeneral de Hegel, que Kierkegaard aprecia, pero slo como estadio inferior, mientras que el filsofo

    alemn lo convierte en la ms alta instancia del hombre: el hombre particular, el indiv iduo, diceHegel, es una conciencia infeliz cuando se siente y se considera como tal individuo separado yaislado de todo. Pero este particular desarraigado que crea estar en contradiccin absoluta y de-finitiva con el mundo, descubre, gracias a la mediacin, que l es parte del todo una pieza necesa-ria dentro del plan del Espritu. Kierkegaard niega esta interpretacin, mi responsabilidad es irre-ducible a algo externo a ella, y no puede haber mediacin entre mi yo y el [XXXI]mundo. Y delmismo modo que la vaciedad del estadio esttico hace que el hombre aborde el tico, empujado porla desesperacin que produce esa vaciedad, tambin el hombre tico acaba desesperndose despusde que durante un cierto tiempo se ha dedicado a cumplir una y otra vez con el deber que le imponelo general. Cuando el hombre se decide a pasar al estadio religioso no encuentra en l la paz y latranquilidad que ofrece la religin institucionalizada. En el estadio religioso, y desaparecidas lasilusiones estticas y ticas (dos formas de la temporalidad, la segunda ms seria que la primera, pero

    temporalidad al fin), queda el hombre cara a cara con la angustia del existir, la existencia es algomisterioso e irracional y el hombre se halla en una relacin con Dios incmoda y peligrosa. Dios nose dirige al hombre de viva voz, manifestndole sus deseos y expresndose segn estructuras lgicas.La relacin con Dios se vive en el terreno del absurdo y el cristianismo es absurdo. Kierkegaardopone el concepto de Cristianismo al concepto de Cristiandad, representando este segundo el cris-tianismo oficial, es decir el de la Iglesia danesa. Frente a las seguridades que esa Iglesia ofrece a susfieles, nuestro filsofo se lanza a lo desconocido en un salto de 70.000 brazas de profundidad: ysi Dios no me est exigiendo que renuncie a Regina? Porque el dilogo con Dios es un monlogo,me puedo equivocar y creer que Dios me dice lo que no me dice: ah radica la angustia la incomodi-dad y el riesgo que trae consigo el estadio religioso.

    Naturalmente Regina no puede entender nada de lo que ocurre en el alma de Sren; la poca, porotra parte, no consiente a nadie intuir por dnde van las preocupaciones de este filsofo. Y l, paracomplicar an ms las cosas, no se expresa con la suficiente claridad, recurriendo, muchas veces ydeliberadamente, a anfibologas, siempre consciente o inconscientementecon la intencin deevitar que cualquiera de sus exposiciones pueda tener el ms leve tinte filosfico. En su preocupa-cin por eludir el sistema o cualquier cosa que se parezca y esto lo podemos observar muy bien enTemor y Temblor, recurre a un lenguaje potico nada apropiado para hablar de filosofa, y sustitu-ye los trminos filosficos por expresiones como algo, cosas, gente, alguien, con una insistencia quecondenara cualquier Academia de la Lengua, pero que en su caso particular adquieren valor por ellugar que ocupan en el contexto de expresiones marcadamente lricas.

    Rota la esperanza de que Regina se pudiese casar con l, vuelve al punto en que la confesin desu padre le haba dejado, aunque enriquecido por el dolor de esta experiencia existencial, y llega a laconclusin de que la fe en Dios es lo que da sentido a nuestra existencia, pero Dios est detrs delabsurdo.

    Regina se casar con Schlegel en 1847. Kierkegaard experimenta un vivo dolor secretamente

    haba mantenido siempre la imposible [XXXII] esperanza de que aquel matrimonio no llegara arealizarse, pero entre la fecha del compromiso de Regina y sta de su boda, el filsofo ha padecidoel otro episodio importante de su vida: su enfrentamiento con El Corsario.

    Durante aquellos aos Kierkegaard haba producido mucho: aparte de sus Discursos Edificantes,de los que publicaba dos o tres series cada ao, y con los que aliviaba, en parte, la frustracin de noser pastor, haba dado a la imprentaMigajas filosficas (1844),El concepto de la Angustia (1844),Etapas en el camino de la vida (1845), Postscriptum final no cientfico a las Migajas filosficas(1846) y Vida y Reino del Amor (1847). Aunque apenas era conocido fuera de su patria, gozaba de-ntro de ella, pese a los numerosos envidiosos, de una fama slida. Su popularidad se extenda hastalas clases humildes, especialmente entre los nios, con quienes mantena una relacin muy afectuo-sa. Kierkegaard se enorgulleca de esa deferencia que le mostraba el pueblo.

    Esos aos fueron probablemente los mejores de su vida; fue feliz en la medida que poda serlo,

    siempre con sus angustias a cuestas y el dolor de la felicidad truncada al apartarse de Regina. Depronto, y provocada inicialmente por l, ocurre la catstrofe: en Copenhague exista una revista s e-

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    manal tituladaEl Corsario que se lea vidamente en todas partes. Peridico satrico, vapuleaba todoy a todos, especialmente a las personas importantes y los autores consagrados; no respetaba a las

    personalidades polticas ni a las instituciones ms sagradas. Pero haba hecho una excepcin conKierkegaard y haba dedicado elogiosas crticas a todos sus libros: era evidente que los miembros dela revista saban apreciar su valor y lo manifestaban a los cuatro vientos.

    Suceda que enEl Corsario colaboraba P. L Moeller, el modelo para Johannes el Seductor, pero

    oculto bajo pseudnimo, ya que, aunque todos los lectores celebrasen los artculos de la revista excepto, como es natural, los perjudicados por ella, no dejaba por eso de ser considerada como

    piedra de escndalo. Cuando Kierkegaard pu blic Etapas en el camino de la vida, coleccin de en-sayos entre los que destacan In vino ventas, imitacin kierkegaardiana delBanquete de Platn, dondese sientan a la misma mesa Constantin Constantius (pseudnimo con el que haba presentado LaRepeticin), Vctor Eremita (supuesto editor de Aut-Aut) y Johannes el Seductor (de Culpable? Noculpable?), donde, no contento con relatar su desgraciada relacin con Regina Olsen, incluye como dijimos antes la carta en la que comunicaba a Regina la ruptura de su compromiso. P. L.Moeller en un Anuario Literario publicado por l en diciembre de 1845, critic esta obra diciendoque el autor se haba permitido digresiones filosficas y ticas en un contexto que debera haber sidoestrictamente literario. La crtica era justa, pero Kierkegaard, que padeca de mana persecutoria,crey que Moeller trataba de vengarse [XXXIII]por haber sido usado como modelo para su Johan-

    nes el Seductor. Sin prdida de tiempo respondi con un artculo en el diario Faedrelandet; no con-tento con hacer pblico que Moeller colaborada en El Corsario, provocaba a esta revista pidiendoque le atacasen sin compasin. Los de El Corsario as lo hicieron, ridiculizndole de la forma msgrosera que se puede imaginar: alusiones a sus defectos fsicos, caricaturas, artculos canallas... Susenemigos se regocijaron al ver desatarse esta ofensiva contra l, y los miembros de la Iglesia queya teman la honestidad religiosa de Srenno movieron un dedo en su ayuda. Kierkegaard se de-fendi muy bien, pero hubo de soportar insultos callejeros hasta llegaron a arrojarle piedrasy

    burlas de todo tipo. Al final, el mismo director deEl Corsario se arrepinti de lo que haba hecho yacab suprimiendo su revista. Moeller, por su parte, y como resultado del ataque y denuncia deKierkegaard, tuvo que abandonar Dinamarca para siempre, truncndose en flor una carrera que pro-meta ser muy brillante.

    Kierkegaard, por su parte, sali de la prueba tan dolorido como purificado. Agradeci a Dios es-ta experiencia y se felicit por haberse expuesto voluntariamente a los insultos y humillaciones quele haba infligido El Corsario. Por otra parte se siente definitivamente ajeno a cualquier intento desocializacin y confirmado en su misin de confesor de la verdad. Aumenta su introversin y suodio a los dems; est decidido, como bien ha dicho ya en su Diario, a quedarse a solas con Dios:Si un rabe, en el desierto, descubriese de pronto un manantial dentro de su tienda, que le surtiesede agua en abundancia, se considerara muy afortunado; y lo mismo le ocurre a un hombre cuyo serfsico est siempre vuelto hacia lo exterior, pensado que la felicidad mora fuera de l, cuando final-mente entra en s mismo y descubre que la fuente nace dentro de l; no hace falta decir que ese ma-nantial es su relacin con Dios.

    Antes del incidente de El Corsario, Kierkegaard se ilusionaba con la idea de acabar sus dascomo pastor de una aldea. Pero ahora, despus de la prueba, cuando llega a la conclusin de que esel confesor de la verdad, comprende que su tarea es eminentemente religiosa, pero en un sentidomuy diferente a la del pastor de pueblo: se propone una crtica despiadada de esa religin oficial

    cuya nica misin es la de tranquilizar las conciencias de la burguesa y obtener beneficios ma-teriales a cambio. La fe no es la de la Cristiandad, sino la del Cristianismo; no es consuelo, sinotemor y temblor.

    El 30 de julio de 1849 apareceLa enfermedad mortal. Paradjicamente Kierkegaard se expresaen trminos hegelianos : El hombre es una sntesis de lo infinito y lo finito, de lo temporal y lo eter-no, de libertad y necesidad; en resumen: es una sntesis. Una sntesis es una relacin entre dos facto-res. Considerado desde este ngulo el hombre todava no es un yo.

    [XXXIV]La enfermedad mortal, es un estudio acerca del pecado, pero Kierkegaard no quiereusar esta palabra, que encierra connotaciones eclesisticas, y la sustituye con todas las consecuen-cias que una sustitucin lleva consigo cuando lo que se cambia es algo ms que la denominacin

    por la palabra desesperacin.La desesperacin es la enfermedad, no el remedio nos dice; el remedio es, naturalmente,

    el Cristianismo, no la Cristiandad. Pero el remedio presupone la enfermedad. La enfermedad mortalest llena de contradicciones y anfibologas: Kierkegaard trata de llevar adelante una concepcin

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    teolgico-psicolgica del pecado dotada de doble filo: Scrates demostraba la inmortalidad delalma por la impotencia en que se encuentra la enfermedad del alma para destruirla, como la enfer-medad hace con el cuerpo. Se puede incluso demostrar la eternidad del hombre viendo la impotenciade la desesperacin cuando quiere destruir el yo por esta espantosa contradiccin de la deses-

    peracin. Si la eternidad no morase dentro de nosotros no podramos desesperar, pero si la desespe-racin pudiese destruir el yo, ya no habra desesperacin.

    Por aquella poca comienzan a ir mal las finanzas de Dinamarca, y con ellas disminuye el cap i-tal de Kierkegaard. Sus relaciones con los dems van de mal en peor: su intento de convertir a un talRasmus Nielsen en su discpulo se cierra con un fracaso, y este hombre, que debera ser el deposita-rio y continuador de Sreny que no ha entendido nada de lo que pretende su maestro, acaba porsepararse de l. Con Mynster, las relaciones van mal: Kierkegaard ha estado durante demasiadotiempo atosigndole para que le consiga una feligresa, lo cual ha agotado bastante la paciencia delanciano; adems, hombre inteligente, ha comprendido el peligro que para su Iglesia representa el

    punto de v ista de Sren aunque ste todava se muestra discreto y no ha emprendido ningn at a-que directo contra la Iglesia Oficial Danesa. Cuando Mynster muere, el 30 de enero de 1854, Mar-tensen, que lo suceder en la sede episcopal, hace la vspera de su entierroun panegrico con-memorativo del difunto y llama a Mynster testigo de la verdad. Kierkegaard espera a que Martensensea elegido obispo de Copenhague e inmediatamente despus se lanza al ataque contra la Cristian-

    dad que representaba Mynster y representa ahora Martensen, su continuador. La agresin la realiza atravs de un artculo enFaedrelandet, cuyo ttulo reza as: Era el obispo Mynster un "testigo de laverdad", uno de los autnticos testigos de la verdad"? El modo de expresarse es muy fuerte, sobretodo teniendo en cuenta que desde nio haba admirado a Mynster, del que haba aprendido mucho ya quin profes hasta su muerte una sincera estima: ...se nos presenta al obispo Mynster [en el dis-curso de Martensen] como un testigo de la verdad, como uno de los "autnticos testigos de la ver-dad"; el orador lo afirma categrica y rotundamente. [XXXV]Y recreando ante nosotros la imagendel desaparecido obispo, recordndonos su vida, su actividad religiosa y su muerte, nos invita a "imi-tar la fe de los autnticos modelos: los testigos de la verdad"; su fe, pues, la han demostrado y citaexpresamente a Mynster"no solamente con discursos y afirmaciones, sino de hecho"; Martensenincluye al obispo Mynster en "la estirpe sagrada de los testigos de la verdad que desde la poca delos apstoles ha continuado a travs de los siglos, hasta nuestros das"...

    Debo de alzarme contra esas afirmaciones..., no hay que ser muy perspicaz para confrontandoel Nuevo Testamento con lo que predicaba Mynsterpoder ver que lo que predicaba acerca delcristianismo tenda deliberadamente a suavizar, oscurecer o callar lo que el cristianismo representade ms decisivo, todo eso que nos resulta incmodo, todo eso que hara difcil nuestra vida y nosimpedira disfrutarla: el hecho de tener que morir a uno mismo, la renuncia voluntaria, el odio a smismo, el deber sufrir por esa doctrina, etc.

    El obispo Mynster un testigo de la verdad? T que me ests leyendo sabes muy bien lo que elCristianismo entiende por "testigo de la verdad", pero permteme que te recuerde que para serlo esimprescindible sufrir por la doctrina...

    Un testigo de la verdad es un hombre cuya vida transcurre desde el comienzo hasta el fin ajena atodo eso que se denomina goce...

    Un testigo de la verdad es un hombre que testimonia esa verdad desde un estado de pobreza, vi-viendo en la mediocridad y la humillacin; un hombre a quien nadie aprecia en lo que vale, a quien

    se aborrece, a quien se desprecia, se insulta y escarnece..., finalmente es crucificado, decapitado,quemado en la hoguera o asado en la parrilla, y su cadver es abandonado por el verdugo, sin darlesepulturaas se entierra a un testigo de la verdad!o sus cenizas arrojadas a los cuatro vientos...

    ... Como el nio juega a los soldados, juega al Cristianismo quien descarta los peligros y en elCristianismo "testigo" y "peligro" se hallan en mutua relacin...

    Desde ese momento hasta septiembre de 1855, Kierkegaard publicar veinte artculos ms dentro de la misma lnea religiosa en Faedrelandet, y nueve folletos explosivos en El Instante,

    panfleto contra la Ig lesia oficial publicado por el prop io filsofo: la cabeza de turco era el obispoMartensen.

    Kierkegaard lleva adelante esta campaa poniendo en ella todas sus energas y agotando su sis-tema nervioso. Un nuevo dolor viene a aadirse a su existencia: en marzo de 1855, Schlegel es hon-rado por su rey con el puesto de gobernador de las Antillas danesas, y Regina marcha all con su

    marido. El mismo da de la partida, Regina hace todo lo posible por encontrarse con su antiguo pro-metido y lo logra: se cruzan por la calle, y al llegar a la misma altura, ella le dice con [XXXVI]voz

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    ahogada por la emocin: Que Dios te bendiga y ojal te vaya todo bien! Sren, aturdido yconmovido, se echa un paso atrs y la saluda con una inclinacin de cabeza.

    Un da de octubre del mismo ao, despus de haber pasado por el banco para retirar las ltimasmigajas de lo que haba sido su fortuna, cae desvanecido en plena calle. Conducido rpidamente alhospital, se observa que ha quedado paraltico de las dos piernas y se le diagnostica una imprecisaenfermedad en relacin con una lesin en la columna vertebral. Cuando su hermano Peter Christian

    va a visitarle se niega a recibirlo, considerndole un miembro de esa Iglesia oficial que combate.Muere en el mismo hospital dos meses ms tarde, el 11 de noviembre, sin haber recibido la comu-nin se haba negado a que se la administrase un miembro de la Iglesia; dijo que slo la podraaceptar de manos de un laico. Durante su entierro se produjeron varios incidentes: sus panfletoshaban creado un clima anticlerical en la Universidad; los estudiantes montaron una guardia de honorante su cadver y acusaron a la Iglesia de hipcrita cuando Peter Christiensen hizo el elogio fnebrede su hermano en la catedral, y cuando se despleg una inusitada pompa para enterrar a Sren, ene-migo encarnizado de toda exterioridad religiosa. En el momento que bajaba el atad a la fosa, susobrino con un ejemplar de El Instante en la mano, ley en forma de desafo la Carta a la IglesiaLaodicea del Apocalips is: Conozco tus palabras y que no eres ni fro ni caliente. Ojal fueras fro ocaliente; mas porque eres tibio y no eres caliente ni fro, estoy para vomitarte de mi boca. Porquedices: Yo soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad, y no sabes que eres un desdichado,

    un miserable, un indignante, un ciego y un desnudo... El que tenga odos, oiga lo que el Espritu dicea las iglesias.

    NOTA.Para la redaccin de algunas notas hemos tenido a la vista las de la edicin danesa de Temor yTemblor de 1966, al cuidado de Niels Thulstrup, y las de la traduccin inglesa de Walter Lowrie, de

    la Princenton University Press (1954).

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    TEMOR Y TEMBLOR[3]

    Prlogo2

    Was Tarquinius Superbus in seinen Garten mit den Mohnkpfen sprach,verstand der Sohn, aber nicht der Bote.

    HAMANN3

    Nuestra poca ha emprendido ein wirklicher Ausverkauft4no slo en el mundo del comercio, si-no tambin en el de las ideas. Todo se puede comprar a unos precios tan bajos que uno se pregunta sino llegar el momento en que nadie desee comprar. Cualquier marqueur de la especulacin que sededique a seguir meticulosamente el nuevo y significativo curso de la filosofa, cualquier profesorlibre universitario, docente, particular o estudiante, cualquiera que tenga la filosofa como profesino aficin, no se detiene en el estadio de la duda radical, sino que va ms all. Es indudable que resul-tara tan intil como fuera de lugar preguntarles a dnde tratan de llegar, mientras que haremos gala

    de nuestra cortesa y buena voluntad s i damos por seguro que ya han dudado de todo, pues de otromodo no tendra sentido afirmar que siguen adelante 5. Todos ellos han llevado a trmino esta accinprevia, y por lo que parece, los result tan fcil que consideran innecesario explicar el modo en quela cumplieron; y aunque alguna persona, angustiada y preocupada, tratase de encontrar [4]creyendo que existe una pequea informacin, un indicio orientador, una pequea prescripcindiettica, algo en suma que le sugiriese la conducta requerida para emprender tan formidable tarea,

    perder su tiempo en vano. Pero, y Descartes?, lo ha hecho no? Descartes, venerable, humilde yhonesto pensador, cuyos escritos nadie podr leer sin sentirse movido por una profunda emocin, hahecho lo que ha dicho y ha dicho lo que ha hecho. Ah! Cuan poco comn es en nuestra poca unaactitud como la suya! Descartes lo repite l mismo con insistencianunca dud en lo tocante a lafe:Memores tamen, ut jam dictum est, huic lumini naturali tamdiu tantum esse credendum, quamdiunihil contrarium a Deo ipso revelatur... Prater caetera autem, memoriae nostrae pro summa regulaest infigendum, ea quae nobis a Deo revelata sunt, ut omnium certissima esse credenda; et quamvisforte lumen rationis, quam maxime clarum et evidens, aliud quid nobis suggerere videretur, solitamen auctoritati divinae potius quam proprio nostro judicio fidem esse abhibendam 6 (Principiaphilosophiae,pars prima 28 y 76). No toc a rebato ni impuso la obligacin de dudar, pues Des-cartes era un pensador apacible y solitario y no un vocinglero vigilante nocturno; con la mayor de lasmodestias afirm que su mtodo slo tena importancia para l mismo y que en buena parte era re-sultado de sus intentos de salir de la confusin en la que le haban sumido sus conocimientos anterio-res:Ne quis igitur putet, me hi c traditurum aliquam m ethodum, quam unusquisque sequi debeat ad

    2[*] Este p rlogo est concebido como un ataque al comentario de Martensen a los Discursos de Introduccin a laLgica Especulativa, de J. L. Heiberg, enDanske Maanedkrift fr Litteratur 16, pp . 516 y ss (1836).3[1]Lo que Tarquino el Soberbio en su jardn

    quiso dar a entender con las amapolas lo comprendi el hijo, pero no el mensajero. Hamann alude aqu a una ancdota relatada por Valerio Mximo (VIII, 4, 2.): Una vez que el hijo de Tarquino el

    Soberbio se haba ganado con sus astucias a los habitantes de Gabies, envi con todo secreto un mensajero a su padre,que estaba en Roma. Tarquino no decidindose a confiar en el emisar io prefiri dar la respuesta en forma enigmtica:condujo a aquel hombre a su jardn y, sin decir palabra, fue derribando con un bastn todas las amapolas que sobre-salan por encima de las dems. El hijo comprendi que con ello su padre le daba a entender que deba ejecutar atodos los personajes eminentes de la ciudad y as lo hizo.

    Con estos versos Kierkegaard quiere indicar que la obra p osee un contenido secreto que hay que descifrar; lapersona a quien va prop uesto el enigma es Regina Olsen4[2] Una verdadera liquidacin.5[3] En el comentario de Heiberg antes citado, M artensen afirmaba que no se deba permanecer en Descartes, s inoseguir adelante hasta Hegel y ms all de l.6[4] Debemos recordar, sin embargo, como ya dije antes, que slo p odemos confiar en las luces naturales mientras elmismo Dios no nos revele algo en contra de ellas... Debemos adems tener siempre muy presente como la ms alta de

    las reglas, que lo que nos ha sido revelado por Dios hay que creerlo como lo ms cierto de todo; y aunque la luz de larazn nos mostrase con toda claridad algo diferente, debemos, con todo, confiar en la autoridad divina por encima denuestro propio juicio.

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    recte regendam rationem; illam enim tantum, quam ipsemet secutus sum, exponere decrevi... Sedsimul ac illud studiorum curriculum absolvi (sc. juventutis), quo decurso est in eruditorum numerumcooptari, plane aliud coepi cogitare. Tot enim me dubiis totque erroribus implicatum esse animad-verti, ut omnes discendi conatus nihil aliud mihi profuisse judicarem, quam quod ignorantiam meammagis magisque detexissem. (Disertatio de methodo, pgs. 2 y 3)7.

    [5]Lo que aquellos antiguos griegos (que entendan su poquito de filosofa) co


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